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Origen y desarrollo de la novela

La palabra novela proviene del italiano novella, que significa noticia, historia o cuento breve. El origen de la novela es
tardío. Tiene algunos precedentes en la Antigüedad, pero no logró implantarse sino hasta la Edad Media.
Los primeros relatos que se consideran novelas son de la época helenística, pero no fue sino hasta el siglo XV cuando
este género se desarrolló con la novela sentimental, como la Cárcel de amor de Diego de San Pedro, y la de caballería,
subgénero que perduró hasta el siglo XVII.
En el siglo XVI adquirieron popularidad las novelas pastoriles, que situaban el asunto amoroso en un entorno
bucólico. Se cree que inicia con La Arcadia Al comparar diversos textos advirtieron que hay diferencias entre las
novelas, no sólo en su contenido, sino también en su estructura. Esta falta de igualdad se advierte desde el origen del
subgénero y, a medida que pasa el tiempo, se acentúa, como consecuencia de una serie de influencias dictadas por el
tiempo, el contenido que en ese momento histórico predomina, así como por las corrientes literarias que prevalecen.
Evidencia de aprendizaje: representa las etapas de evolución de la novela en un organizador gráfico. Origen y
desarrollo de la novela Conocimientos y habilidades
En el siglo XVII surge la novela moderna, como técnica y género literario, siendo su mejor ejemplo en lengua española
Don Quijote de la Mancha (1605-1615) de Miguel de Cervantes. En este mismo siglo, en Francia, Madame de La
Fayette escribió La princesa de Clèves (1678).
En el siglo XVIII, los lectores se encontraron ante una variedad de obras: Robinson Crusoe (1719) de Daniel Defoe,
que se presenta como una biografía, por lo tanto, de asunto verdadero, considerada la novela de aventuras por
antonomasia. También se publica, en francés, el libro de Las mil y una noches (entre 1704 y 1715). Poco después
aparecen Los viajes de Gulliver (1726), sátira de Jonathan Swift, cruel y despiadada crítica frente al optimismo que
emana de Robinson Crusoe. A finales del XVIII, aparece en Alemania, en 1774, una obra de de Johann Wolfgang von
Goethe, Las cuitas del joven Werther, que anuncia un nuevo movimiento literario: el romanticismo.
El XIX es un siglo pródigo en novelas. El género alcanza su madurez. Se escriben obras que pertenecen a tres
corrientes: romanticismo, realismo y naturalismo. Dentro de la primera aparece la novela histórica, psicológica, poética
y social, formas novelísticas que se cultivan lo mismo en España, que en Francia, Alemania o Inglaterra.
Durante la época romántica predomina el sentimiento sobre la razón y surge un rompimiento con las reglas para
escribir con mayor libertad. En Francia, destacan escritores que simultáneamente cultivan otros géneros, como la
poesía, entre los que destacan Chateaubriand, Vigny, Prosper Mérimée, Alfred de Musset, George Sand e incluso
Victor Hugo con su novela Nuestra Señora de París.
Las novelas en las que predominan todos las características románticas: el amor, la muerte, la soledad, el dolor, la
incomprensión fueron las escritas por las hermanas Bronte, un ejemplo es Cumbres borrascosas. Otra tendencia de la
novela romántica fue la histórica, que se cultivó en Inglaterra con Walter Scott, autor, entre otras obras, de Ivanhoe, de
carácter tradicional y conservador y ambientada en la Edad Media. Este subgénero tuvo seguidores en Estados Unidos,
Rusia e Italia.
El romanticismo, con su exaltación del sentimiento, es sustituido por el realismo, que se caracteriza por la
verosimilitud de las intrigas, a menudo inspiradas en hechos reales, así como por la riqueza de las descripciones y de la
psicología de los personajes. Esto tiene su culminación con La comedia humana de Honoré de Balzac, así como con
las obras de Flaubert y Maupassant, y acabó evolucionando hacia el naturalismo de Zola y en la novela psicológica. En
Inglaterra, encontramos a Charles Dickens; en Portugal, a Eça de Queiroz.
El XX es un siglo de cambios: surge el psicoanálisis con Freud; la lógica del relativismo con Wittgenstein y Rusell;
avanza la lingüística; surgen las vanguardias en las artes plásticas, y el mundo se conmociona con dos guerras. Estos
factores condicionan la diversidad de formas que adquiere la novela.
El psicoanálisis marca a la novela con una tendencia al análisis de sus personajes, esto se advierte en la obra de Guy de
Maupassant, Romain Rolland, Paul Bourget, Colette o D.H. Lawrence; esta tendencia desemboca en el monólogo
interior, evidente en la obra de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, y en el Ulises de James Joyce. Ambos
autores dan un tratamiento diferente al tiempo de la historia: el tiempo cíclico de la memoria en Proust, el tiempo de
un solo día dilatado infinitamente de Joyce. Esto rompe con la concepción tradicional del tiempo en la novela,
inspirado en la historia. En este sentido, la obra de Virginia Woolf y el estadounidense William Faulkner se aproximan
a la concepción de Joyce.
La novela de principios del siglo XX se ve dominada por la angustia y la duda. Surge la tendencia existencialista con
Søren Kierkegaard y después con Sartre, La náusea, y Albert Camus. Otro de los aspectos novedosos es la novela
corta, caracterizada por una imaginación sombría y grotesca, como la obra de Franz Kafka, que participa también del
existencialismo, con El proceso o La metamorfosis.
En Hispanoamérica surge el llamado boom de la novela, que inicia en los años cincuenta y llega a su máximo prestigio
en los sesenta. Es un fenómeno de popularidad, responde al interés que despertaron las novelas latinoamericanas, al
gran número de traducciones que se hicieron de éstas y su difusión a nivel mundial. Existe el consenso de que la
publicación, en 1962, de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa marca el inicio de la nueva novela
hispanoamericana.
La lista de autores que pertenecen a este movimiento es larga y existen diferentes criterios para incluirlos. Los que se
citan a continuación son aquellos en los que hay la mayor coincidencia: Gabriel García Márquez (Colombia, 1928);
Juan Rulfo (México, 1918-1986), Julio Cortázar (Bruselas, 1914-París, 1984); Mario Vargas Llosa (Perú, 1936); Carlos
Fuentes (México, 1928), José Donoso (Chile, 1924).

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