Anda di halaman 1dari 7

DROGAS Y ADOLESCENCIA

El consumo de alcohol y drogas es un problema de salud pública mundial debido a su alto


costo social y económico. La ONU estima una prevalencia mundial de 5.7% para drogas
ilícitas en la población de 15 a 64 años de edad.
La población adulta tiene una participación importante en el problema, con graves
modalidades de consumo; sin embargo, en la actualidad el consumo de drogas es una
amenaza especial para los jóvenes debido a su vertiginoso aumento y a sus consecuencias
a corto y largo plazo sobre la salud de los adolescentes.
Aunque a mediados del siglo XX el consumo de drogas era muy poco común entre los
adolescentes, en la actualidad el inicio del consumo ocurre normalmente en esta etapa,4,5
destacándose la precocidad del consumo como uno de los principales predictores del abuso
de drogas en edades mayores.
En Chile, las prevalencias más altas y la mayor intensidad de consumo se registran entre
los 19 y 25 años, siendo la adolescencia la etapa más vulnerable para su inicio.
En el nivel nacional, existe un 15.1% de escolares que declaran haber consumido
marihuana en el último año,(2012) un 33% que reconoce consumo actual de tabaco y un
36%, de alcohol.
En cuanto al género, se debe destacar que las desigualdades iniciales han descendido a lo
largo del tiempo y que para algunas sustancias como la marihuana por ejemplo, el género
ya no es una variable discriminante en el consumo, y actualmente existe una proporción 1:1
entre hombres y mujeres adolescentes consumidores.
El uso de drogas en adolescentes se asocia con conductas de riesgo como delincuencia,
promiscuidad sexual, embarazo adolescente y dificultades familiares.
FACTORES DE RIESGO PARA EL CONSUMO DE DROGAS
(Hawkins, Catalano y Arthur, 2002; Hawkins, Catalano y Miller, 1992), a partir de
investigaciones que iniciaron en los 80 y otras igualmente contrastadas, concluyeron que el
consumo de drogas se relacionaba con factores de riesgo en la comunidad, la familia, la
escuela, el individuo y los iguales.
Son factores de riesgo de la comunidad: transiciones y movilidad personal y en la
comunidad, desorganización comunitaria, escaso apego al vecindario, leyes y normas
favorables al consumo de drogas, y disponibilidad percibida de drogas y armas.
Son factores de la familia : la historia familiar de comportamiento antisocial, conflicto
familiar, actitudes de los padres favorables a la conducta antisocial y al consumo de drogas,
escasa disciplina y supervisión, y escaso apego familiar.
Son factores escolares: el fracaso escolar y escaso compromiso con la escuela.
Son factores individuales y de los iguales: las actitudes favorables al comportamiento
antisocial y al consumo de drogas, comienzo temprano de los comportamientos
problemáticos, consumo drogas de los amigos, interacción con iguales antisociales, escasa
percepción del riesgo de consumir, recompensas por el comportamiento antisocial, rebeldía
y búsqueda de sensaciones.
FACTORES DE PROTECCIÓN.
Las oportunidades para la implicación positiva y las recompensas por dicha implicación en
la comunidad, la familia y la escuela. Es decir que el joven se pueda involucrar en tareas
de servicio y ayuda y por dicha implicación reciba una potente valoración de su entorno.
Los factores de protección del individuo/iguales son: religiosidad, habilidades sociales y
creencia en el orden moral. Estamos indicando que jóvenes creyentes y que participan en
comunidades religiosas, que poseen capacidad de integración social , con valores
establecidos, tienen menos riesgo de consumir drogas.

CONSUMO DE MARIHUANA
Varios autores se han referido a las consecuencias negativas de la marihuana en el
aprendizaje y el rendimiento escolar, destacando que tanto los efectos “agradables” o
“desagradables”, como el riesgo de adicción y daño dependen de la susceptibilidad
individual.
Otros daños reportados son los que afectan funciones propias de la corteza prefrontal,
como la capacidad de planificación, de trabajo con propósito y control e inhibición de
respuestas.
Un efecto adicional, en relación al desempeño escolar, es el síndrome amotivacional o
disminución de la iniciativa personal.
Este cuadro es patognomónico del adolescente consumidor. Se caracteriza por deterioro
en la conducta, pérdida de energía y abulia con importante limitación de las actividades
habituales, lo que tiene relación con su incapacidad para proyectarse y organizar de manera
eficiente el tiempo en pos de un determinado objetivo. Se suma un estado de pasividad e
indiferencia caracterizado por disfunción generalizada de las capacidades sociales.
El síndrome amotivacional tiene efectos importantes dentro de lo que pudiera clasificarse
como factores afectivos en el desempeño escolar en su conjunto.
La cannabis interviene indirectamente sobre la producción de dopamina e interactúa con
receptores específicos CB1, los que se expresan intensamente en el hipocampo y en el
cerebelo, lo que explica las implicancias de estas áreas en las alteraciones funcionales
asociadas al consumo de esta droga.
Estudios con técnicas de estimulación magnética transcraneana mostraron que cuando falla
el sistema prefrontal, los sujetos comienzan a tomar decisiones destinadas a obtener
gratificación inmediata, sin evaluación de las consecuencias. Esto correspondería a
conductas guiadas preferentemente desde el sistema límbico
Los adolescentes, por la inmadurez de los lóbulos prefrontales propia de la edad, son más
vulnerables a la hipofunción prefrontal causada por la marihuana y así a la determinación
de su conducta por el sistema límbico, con las características antes señaladas.
El Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) modifica la captación y el procesamiento de la
información que realiza el hipocampo, crucial para el aprendizaje, la memoria, la integración
de las experiencias sensoriales y de las motivaciones.
El THC es una molécula lipofílica que atraviesa con facilidad las barreras hematoencefálica
y placentaria. Por esta afinidad a los lípidos se acumula en la grasa corporal, desde donde
se libera paulatinamente provocando una prolongación de los efectos. Por eso, tras el
consumo de un cigarrillo de marihuana, es posible detectar la presencia de metabolitos en
la orina durante una semana. En consumidores crónicos, la orina puede ser positiva para
THC hasta más de un mes después de suspender el consumo.
El efecto de la droga sobre las funciones cognitivas persiste, en el consumidor, aun después
de una abstinencia de varios días.
Se encuentra una asociación entre el consumo de marihuana en adolescentes y efectos
nocivos sobre el funcionamiento cerebral, en especial en funciones cognitivas involucradas
en el aprendizaje: memoria, atención, concentración y efectos negativos en cuanto a estilo
de trabajo, precisión, organización del material, estrategias de ejecución y formas de
abordaje de la tarea.
La importancia, para los escolares, de la memoria verbal inmediata es clara: en la sala de
clases la mayor parte de los conocimientos se entrega en forma oral.
Al no contar con una adecuada memoria de trabajo, se dificulta el procesamiento de la
información recibida por esta vía. A su vez, el número de errores que los jóvenes
consumidores cometen en tareas que involucran atención y concentración, sumadas a
deficiencias en las estrategias de trabajo, constituye un importante factor vinculado a sus
problemas de rendimiento y fracaso escolar.
Dicha asociación se evidencia a través de las diferencias observadas en los resultados de
las pruebas de evaluación neuropsicológica entre alumnos consumidores y no
consumidores de marihuana. Los alumnos consumidores obtienen resultados
comparativamente inferiores en todas las pruebas, con diferencias estadísticamente
significativas.
Esto permite establecer una clara asociación entre el consumo y la disminución significativa
de puntajes obtenidos en las funciones cognitivas evaluadas, tanto en relación a lo
esperado como a los resultados del grupo de pares no consumidores.
Mediante el NeuroSPECT se concluye que la marihuana produce, en la corteza cerebral,
alteraciones funcionales multifocales. Se compromete especialmente la cognición por
hipoperfusión en la proyección del hipocampo (área 36 de Brodmann), el control del ánimo
por compromiso del área 25 de Brodmann en el hemisferio izquierdo y la función ejecutiva
con anormalidad frontal en área 10 y 11 de Brodmann bilateral.
Hay que destacar que la corteza frontal participa en la gama de conductas humanas
relacionadas con la dimensión ética, función que también incidiría en el trabajo y la conducta
social de los escolares que consumen marihuana.
Los resultados de las pruebas de neuroimagen, que muestran efectos en áreas del cerebro
relacionadas con el aprendizaje, son altamente coincidentes con los puntajes obtenidos por
los mismos sujetos en las pruebas neuropsicológicas, lo que agrega evidencia a los efectos
negativos del consumo de marihuana en el aprendizaje, tema central de este estudio.
Especialmente importante es el hecho de que estos resultados corresponden a
adolescentes que no han sido diagnosticados ni rotulados como adictos y que por lo tanto
no constituyen aún un problema de salud pública, ni son percibidos como adolescentes en
riesgo social. Sin embargo, estos jóvenes provienen de poblaciones socialmente
vulnerables asociadas a la pobreza, lo cual agrava las consecuencias o efectos que puede
tener para ellos el fracaso escolar ligado al consumo habitual de marihuana, pensando que
la educación debería ser el medio que les permita una mayor movilidad social.
COCAÍNA Y ADICCIÓN
Las investigaciones han permitido lograr un entendimiento claro sobre cómo la cocaína
produce sus efectos placenteros y la razón por la cual es tan adictiva. Los científicos han
descubierto regiones del cerebro que se excitan por todo tipo de estímulos gratificantes,
tales como la comida, el sexo y muchas de las drogas de abuso. Uno de los sistemas
neuronales que parece ser más afectado por la cocaína se origina en una región del cerebro
medio llamada el área ventral del tegmento (AVT)
Las fibras nerviosas originadas en el AVT se extienden a la región del cerebro conocida
como núcleo accumbens, una de las áreas clave del cerebro involucrada en la gratificación.
Los estudios en animales han demostrado que la gratificación aumenta los niveles de una
sustancia química en el cerebro (o neurotransmisor) llamada dopamina, acrecentando así
la actividad neuronal en el núcleo accumbens.
En el proceso normal de comunicación, una neurona libera dopamina en la sinapsis (el
pequeño espacio entre dos neuronas). Allí la dopamina se une a proteínas especializadas
(llamadas receptores de dopamina) en la neurona adyacente, enviando así una señal a la
misma. Una vez enviada la señal, la dopamina es eliminada de la sinapsis y es reciclada
para volver a usarse en el futuro.
Las drogas de abuso pueden interferir con este proceso de comunicación normal. Por
ejemplo, los científicos han descubierto que la cocaína actúa bloqueando la eliminación de
la dopamina de la sinapsis, lo que resulta en una acumulación de dopamina y una
amplificación de la señal a las neuronas receptoras. Esto es lo que causa la euforia inicial
que suelen reportar los cocainómanos.
¿CUÁLES SON LOS EFECTOS A CORTO PLAZO DEL USO DE LA COCAÍNA?
Los efectos de la cocaína se presentan casi inmediatamente después de una sola dosis y
desaparecen en cuestión de minutos o dentro de una hora.
Los que consumen cocaína en cantidades pequeñas generalmente se sienten eufóricos,
energéticos, conversadores y mentalmente alertas, particularmente con relación a las
sensaciones visuales, auditivas y del tacto. La cocaína también puede disminuir
temporalmente el apetito y la necesidad de dormir. Algunos consumidores sienten que la
droga les ayuda a realizar más rápido algunas tareas simples, tanto físicas como
intelectuales, mientras que a otros les produce el efecto contrario.
La forma en que se administra la cocaína determina el tiempo que dura el efecto inmediato
de euforia. Mientras más rápida es la absorción, más intenso es el “high” o euforia que
resulta; pero al mismo tiempo, cuanto más rápida es la absorción, menor es la duración del
efecto de la droga. El “high” que se produce al inhalar la droga se demora en llegar pero
puede durar de 15 a 30 minutos. En contraste, los efectos que se obtienen fumando la
cocaína pueden durar de 5 a 10 minutos.
Los efectos fisiológicos a corto plazo que resultan del consumo de cocaína incluyen
contracción de los vasos sanguíneos, dilatación de las pupilas y aumentos en la
temperatura corporal, la frecuencia cardiaca y la presión arterial. Si se usan cantidades
mayores se puede intensificar el “high” del usuario, pero también puede llevar a un
comportamiento más extravagante, errático y violento.
Algunas personas que consumen cocaína han reportado desasosiego, irritabilidad y
ansiedad. También pueden tener temblores, vértigos, espasmos musculares o paranoia.
Además, puede haber graves complicaciones médicas asociadas con el abuso de la
cocaína.
Entre las complicaciones más frecuentes se encuentran algunos efectos cardiovasculares
como alteraciones en el ritmo cardiaco y ataques al corazón; algunos efectos neurológicos
incluyendo ataques cerebrovasculares, convulsiones, dolores de cabeza y hasta coma; y
complicaciones gastrointestinales, como dolor abdominal y náusea. En raras ocasiones,
puede ocurrir la muerte súbita la primera vez que se prueba la cocaína o de forma
inesperada al consumirla subsiguientemente. Las muertes ocasionadas por la cocaína
suelen ser el resultado de un paro cardiaco o de convulsiones seguidas por un paro
respiratorio.
Las investigaciones también han demostrado que existe una interacción potencialmente
peligrosa entre la cocaína y el alcohol.
¿CUÁLES SON LOS EFECTOS A LARGO PLAZO DEL USO DE LA COCAÍNA?
La cocaína es una droga extremadamente adictiva, es muy difícil que una persona que la
pruebe pueda predecir o controlar hasta dónde continuará deseándola o consumiéndola.
Asimismo, si la persona se vuelve adicta, el riesgo de recaídas es alto aún después de
periodos largos de abstinencia.
De acuerdo con algunos estudios recientes, durante periodos de abstinencia del uso de
cocaína, el recuerdo de la euforia asociado con su uso, o solamente una referencia a la
droga, puede disparar un deseo incontrolable de consumirla y terminar en una recaída.
Las imágenes del cerebro muestran una disminución en los receptores de dopamina (D2)
en el cerebro de una persona adicta a la cocaína en comparación con una persona que no
consume drogas. El sistema de dopamina es importante para el condicionamiento y la
motivación, y es probable que las alteraciones como ésta sean responsables, en parte, de
la disminución en la sensibilidad a las gratificaciones naturales que ocurre con la adicción.
Al ser expuesto repetidamente a la cocaína, el cerebro comienza a adaptarse a la misma y
la vía de gratificación se vuelve menos sensible a los refuerzos naturales y a la droga en sí.
El consumidor puede desarrollar tolerancia, lo que significa que necesitará una dosis cada
vez mayor de la droga o que deberá consumirla con más frecuencia para obtener el mismo
placer que cuando recién comenzó a usarla.
Al mismo tiempo, los consumidores también se pueden volver más sensibles
(sensibilización) a la ansiedad, las convulsiones u otros efectos tóxicos de la cocaína.
La cocaína se suele consumir repetidamente y en dosis cada vez mayores (en “binges”), lo
que puede conducir a un estado de irritabilidad, inquietud y paranoia e incluso puede causar
un episodio total de psicosis paranoica en el que se pierde el sentido de la realidad y se
sufre de alucinaciones auditivas. Al aumentar la dosis o la frecuencia del consumo, también
aumenta el riesgo de sufrir efectos psicológicos o fisiológicos adversos.
Las reacciones adversas que resultan del consumo de cocaína varían dependiendo de
cómo se administra. Por ejemplo, la inhalación regular puede causar una pérdida del
sentido del olfato, hemorragias nasales, problemas al tragar, ronquera y una irritación
general del tabique nasal, lo que puede producir una condición crónica de irritación y salida
de secreción por la nariz.
Cuando se ingiere, la cocaína puede causar gangrena grave en los intestinos porque reduce
el flujo sanguíneo. Además, las personas que la inyectan tienen marcas de pinchazos y
trayectos venenosos conocidos como “tracks”, usualmente en los antebrazos. Los usuarios
intravenosos también pueden experimentar reacciones alérgicas, ya sea a la droga o a
algunos de los aditivos que se agregan a la cocaína en la calle y, en los casos más severos,
estas reacciones pueden provocar la muerte. El uso crónico causa pérdida del apetito
haciendo que muchos consumidores tengan una pérdida significativa de peso y sufran de
malnutrición.
CONSUMO DE PASTA BASE
Los efectos que produce el consumo de pasta base se pueden dividir en cuatro etapas, Las
Etapas N° 1 y 2 corresponden a efectos en el momento de consumo, mientras que la N° 3
y 4 corresponden a la evolución del patrón de consumo:
1.- Etapa de euforia
 Euforia.
 Disminución de inhibiciones.
 Sensación de placer.
 Éxtasis
 Intensificación del estado de ánimo.
 Cambios en los niveles de atención.
 Hiperexcitabilidad.
 Sensación de ser muy competente y capaz.
 Aceleración de los procesos de pensamiento.
 Disminución del hambre, el sueño y la fatiga.
 Aumento de la presión sanguínea, la temperatura corporal y el ritmo respiratorio.

2.- Etapa de disforia


 Sensación de angustia, depresión e inseguridad.
 Deseo incontenible de seguir fumando.
 Tristeza.
 Apatía.
 Indiferencia sexual.

3.- Etapa en que la persona empieza a consumir ininterrumpidamente cuando aún


tiene dosis en la sangre para evitar la disforia.
4.- Etapa de sicosis y alucinaciones
 El consumo de PBC puede provocar sicosis o pérdida del contacto con la realidad,
la que puede darse después de varios días o semanas de fumar con frecuencia y
durar semanas o meses. Las alucinaciones pueden ser visuales, auditivas, olfatorias
o cutáneas.
Otros efectos físicos:
pérdida de peso.
Palidez.
Taquicardia.
Insomnio.
Verborrea.
Midriasis (dilatación de las pupilas).
Náuseas y/o vómitos.
Sequedad de la boca.
Temblor.
Hipertensión arterial.
Falta de coordinación.
Dolor de cabeza.
Mareos.
Picazón.

RIESGOS:
La Pasta Base de Cocaína es una sustancia muy adictiva. Esto porque la excitación y el
bienestar que provoca son muy breves, lo que se acompaña inmediatamente de una fuerte
sensación de angustia. Y evitarla es el motivo para seguir consumiendo.
Además de los efectos físicos, la PBC está asociada a síntomas mentales, dado que es
una sustancia estimulante del Sistema Nervioso Central (SNC), la cual actúa sobre la vía
dopaminérgica mesocorticolímbica (aumentando la concentración sináptica de dopamina).
Presenta un poder adictivo alto, ya que al ser fumada llega rápidamente al cerebro (5
segundos) y el efecto dura entre 5 y 15 minutos.
Durante el consumo, la PBC puede generar síntomas tímicos tales como euforia y disforia,
síntomas psicóticos como alucinaciones y elementos paranoides, o síntomas conductuales
como irritabilidad e impulsividad. Posterior al consumo aparece una disforia

Anda mungkin juga menyukai