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OBRAS COMPLETAS DE

FILÓN DE ALEJANDRÍA
III

Traducción directa del griego, introducción y notas de


JOSÉ MARÍA TRIVIÑO
Catedrático de la Universidad Nacional de La Plata
Buenos Aires 1976

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ÍNDICE

1 SOBRE QUIÉN ES EL HEREDERO DE LAS COSAS DIVINAS..................... 3


2 (Sobre la herencia de las cosas divinas)................................................................ 3
3 (QUIS RERUM DIVINARUM HERES).............................................................. 3
4 SOBRE LA UNIÓN1 CON LOS ESTUDIOS PRELIMINARES........................ 47
5 (DE CONGRESSU QUAERENDAE ERUDITIONIS GRATIA)........................ 48
6 SOBRE LA HUIDA Y EL HALLAZGO............................................................... 74
7 (DE FUGA ET INVENTIONE)............................................................................ 75
8 SOBRE AQUELLOS CUYOS NOMBRES SON CAMBIADOS Y SOBRE LOS
MOTIVOS DE LOS CAMBIOS....................................................................................... 106
9 (DE MUTATIONE NOMINUM).......................................................................... 107
10 SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS................................................ 144
11 (DE SOMNIIS)..................................................................................................... 145
11.1 SOBRE LOS SUEÑOS I....................................................................................... 145
11.2 SOBRE LOS SUEÑOS II..................................................................................... 183
12 SOBRE ABRAHAM............................................................................................. 220
13 (DE ABRAHAMO)............................................................................................... 221
14 SOBRE JOSÉ........................................................................................................ 259
15 ES DECIR, LA VIDA DEL HOMBRE DE ESTADO.......................................... 260
16 (DE IOSEPHO)..................................................................................................... 260

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SOBRE QUIÉN ES EL HEREDERO DE LAS COSAS DIVINAS

(Sobre la herencia de las cosas divinas)

(QUIS RERUM DIVINARUM HERES)

1. I. En el tratado precedente 1 hemos discurrido con toda la precisión posible acerca de las
recompensas. Nos toca ahora averiguar quién es el heredero de las cosas Divinas. Cuando el
sabio2 escucha un oráculo al respecto, que le profetiza: "Tu recompensa será sobremanera
grande",
1 No se refiere a Sobre la migración de Abraham, que en las ediciones modernas precede al

presente tratado, sino a un trabajo perdido sobre Gen. XV, 1.


2 Abraham.

[2.] formula esta pre gunta: "¿Qué me darás, Señor? Yo me extingo sin hijos. Él hijo de
Masek, la nacida en mi casa, es este Damasco Eliezer." Y agrega: "Pues no me has dado
descendencia, el nacido en mí casa será mi heredero". (Gen. XV, 1 a 3.)

3. ¿Quién, sin embargo, no se hubiera quedado mudo y boquiabierto, pas mado ante la
majestad y grandeza del Dador del oráculo, sí no a resultas del terror, al menos por exceso de
felicidad? Por que, tanto los pesares excesivos como las desmedidas alegrías ponen cerrojo a
los labios.3
3 Es decir, resulta extraño que se haya atrevido a formular la pregunta, cuando lo que cabía

esperar era que no pudiera articular palabra en el estado en que se hallaba.

4. Por ese motivo también Moisés reconoce que se ha vuelto débil de voz y pesado de lengua
desde el momento en que Dios comenzó a hablarle.4 Y el testimonio del profeta no es falso.
Es natural, en efecto, que en tales circunstancias el órgano de la voz se trabe al mismo tiempo
que el lenguaje del entendimiento se torna coherente y brota en irresistible torrente,
describiendo hermosuras unas tras otras, no de palabras sino de pensamientos, y dotado de
una fuerza tan ágil como sublime.
4 Ex. IV, 10.

5. Con todo, la valentía y la franqueza en su debido momento ante nuestros superiores son
virtudes admirables y por ello me parece que más tienen de verdad que de comicidad estas
palabras del comediógrafo: "Si el sirviente se habituare a mantenerse callado resultará
insoportable. Permítele que hable con franqueza." 5
5 Menandro.

6. II. ¿Y cuándo habla el sirviente con franqueza a su amo? No hay duda de que cuando tiene
conciencia de que no ha per judicado en nada a su dueño y, por el contrario, todas sus obras y
palabras son en provecho del mismo.

7. ¿Cuándo, entonces, corresponde que el esclavo de Dios hable con franqueza al Soberano y
Señor suyo y del universo? ¿No es, acaso, cuando se hubiere purificado de sus faltas y el
juicio de su conciencia fuere leal para con su Señor y sintiere más alegría de ser sir viente de
Dios que si fuese rey de todo el género humano y hubiese alcanzado un poder sin límites
sobre el mar y la tierra conjuntamente?

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8. Los leales servicios y cultos de Abraham son puestos de manifiesto por las palabras finales
de un oráculo revelado al hijo del mismo: "Te daré a ti y a tu descendencia toda esta tierra, y
serán bendecidas en tu posteridad las nacio nes todas de la tierra en premio por haber tu padre
Abraham escuchado obediente Mi voz, y guardado Mis prescripciones, Mis órdenes. Mis
disposiciones y Mis normas." (Gen. XXVI, 3 a 5.)

9. El mejor elogio que cabe hacer de un servidor es afirmar que no descuida mandato alguno
de su señor y que con ánimo bien dispuesto se aplica más allá de sus mismas fuerzas para
llevar a buen término con diligencia y laboriosidad todos sus cometidos.

10. III. Por cierto que a algunos les conviene más escuchar que hablar; y a éstos se refiere lo
de "calla y escucha". (Deut. XXVII, 9.) Excelente prescripción. Porque la falta de instruc ción
es en extremo osada v suelta de lengua, y su remedio es, primero, no decir palabra; y segundo,
prestar atención a aquellos que dicen algo digno de oírse.

11. Mas nadie piense que a esto se concreta el significado de las palabras "calla y escucha".
No; ellas prescriben algo de más valor aún. No sólo exhortan a callar con la lengua y a
escuchar con los oídos, sino también a que se hagan ambas experiencias con el alma.

12. Por que muchos están presentes escuchando a alguien, pero no con sus inteligencias, con
las que deambulan fuera, y divagan con sigo mismos a través de innumerables pensamientos
respecto de incontables asuntos familiares, ajenos, particulares y públicos, cuando lo
razonable sería no acordarse de ellos en esos momen tos. Todos estos pensamientos se van
sumando, por así decir, uno tras otro, imposibilitando a causa de su grande y confuso vocerío
escuchar al que habla; de lo que resulta que éste habla no como ante un auditorio humano sino
como ante estatuas sin vida, las que tienen orejas mas no oídos en ellas.

13. Si, pues, la inteligencia se resolviere a no tener tratos con ninguno de los asuntos que le
llegan desde fuera o que encierra en sí; y, en cambio, manteniéndose tranquila y serena, se
concentrare en quien le habla, "callará" conforme con la prescripción de Moisés, y de ese
modo podrá escuchar con toda atención. De otro modo no podrá hacerlo.

14. IV. Si para los ignorantes, pues, es provechoso guardar silencio, para los que anhelan el
saber y a la vez aman a sus señores la cosa más necesaria es el hablar franco. Por ejemplo, en
el Éxodo se dice: "El Señor combatirá en favor vuestro y vosotros callaréis" (Ex. XIV, 14); y
poco más adelante se lee el siguiente oráculo: "Y dijo el Señor a Moisés: '¿Qué es lo que Me
gritas?'." (Ex. XIV, 15.) Según esto, es preciso que los que no han de decir nada digno de
escucharse callen, y que hablen los que tienen puesta su confianza en el Divino amor por la
sabiduría; y que no sólo hablen de manera normal sino lancen gritos con potente voz; no
gritos con la boca y la lengua, por obra de las cuales, según explican, el aire se redondea 6 y se
torna perceptible al oído, sino con la musicalidad suma y potentísima voz del órgano del alma,
del que ningún mortal es oyente y sólo lo es el Increado e Imperecedero.
6 Ver Diógenes Laercio VII, 158.

15. Es que sólo el músico de la inteligencia es capaz de percibir la bien templada y melodiosa
música de la armonía intelectual, y ninguno de los que están mezclados con la sensibilidad
puede percibirla. Mas, cuando todo el órgano de la inteligencia emite su sinfonía de simple o
doble octava, el Oyente hace como que pregunta; porque, en realidad, no pregunta, pues nada

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hay que Dios ignore: "¿Qué es lo que me gritas?" ¿Es una súplica para que aparte de ti los
males, o tu agradecimiento por la participación en los bienes, o ambas cosas?

16. V. Y el que parecía ser corto de expresión, pesado de lengua y sin palabras resulta ahora
locuaz, al punto de que en el pasaje citado es presentado no sólo hablando sino gritando; y en
otro, emitiendo un torrente incesante y sin pausa de palabras.

17. En efecto, leemos que "Moisés estaba hablando a Dios, y Dios le iba respondiendo con
una voz". (Ex. XIX, 19.) La forma verbal empleada no es la de acción puntual, "habló", sino
la de acción durativa, "estaba hablando", y Dios no "res pondió" sino "iba respondiendo"
permanente e ininterrumpidamente.7
7 El sistema verbal griego estaba estructurado sobre la base del aspecto verbal, y sólo

secundariamente expresaba el tiempo de la acción. Filón se refiere aquí al hecho de que en el


texto del pasaje que comenta se emplea. no la forma de indicativo pasado correspondiente al
aspecto puntual o aorístico, que expresa la acción como circunscripta a un punto o momento,
sin extensión temporal, sino la que expresa el aspecto durativo, o sea, la acción prolongada
indefinidamente.

18. Ahora bien, donde hay una respuesta es porque hay una pregunta previa. Y cada uno
pregunta lo que no sabe, porque considera que vale la pena saberlo y porque se da cuenta de
que de todos los medios para llegar al conocimiento el más adecuado es indagar, preguntar,
inquirir, pensar que nada se sabe y no creerse seguro de aprehensión alguna.

19. Pero, mientras los sabios acuden a Dios en procura de guía y maestro; los hombres
imperfectos acuden al sabio. Por eso. dicen: "Habíamos tú a nosotros y no nos hable Dios, no
sea que perezcamos." (Ex. XX, 19.) En cambio, a tanto llega la franqueza del hombre de bien,
que se atreve ya no sólo a hablar y gritar sino también a manifestar su reprobación en alta voz.
movido por una real convicción y un legítimo sentir.

20. He aquí sus palabras: "Si quieres perdonarles su pecado, perdóna les; de lo contrario,
bórrame del libro que Tú has escrito" (Ex. XXXII, 32); y: "¿Acaso he concebido yo en mi
vientre todo este pueblo o lo he engendrado, para que me digas: Tómalo en tu regazo, como
lleva una nodriza a un niño de pecho'?" (Núm. XI, 12); y también: "¿De dónde sacaré carne
para darle a todo este pueblo, pues que se lamentan ante mí? ¿Serán, acaso, degollados ovejas
y bueyes o será juntada y bastará la carne toda del mar?" (Núm. XI, 13 y 22): y éstas: "¿Por
qué. Señor, has afligido a este pueblo y para qué me has enviado a mí? Desde que he venido a
hablar al faraón en Tu nombre él ha afligido al pueblo y Tú no has protegido a Tu pueblo."
(Ex. V, 22 y 23.) Cualquiera hubiera temido decir estas cosas y otras de parecido tenor a un
rey, aun dé los reyes particulares; él, sin embargo, se atrevió a manifestárselas nada menos
que a Dios.

21. Así pues, alcanzó este límite, no diré ya de osadía simple mente, sino de buena osadía,
puesto que todos los sabios son amigos de Dios y muy especialmente en la opinión del
sacratísimo legislador, y la franqueza está emparentada con la amis tad. ¿A quién, en efecto, se
le puede hablar con franqueza sino a un amigo? Con toda razón, pues, es proclamado Moisés
amigo de Dios en los oráculos,8 a fin de que quede en claro que toda la audacia de sus
atrevidas manifestaciones ha de atribuirse a la amistad antes que a la presunción; porque la
audacia del presuntuoso es insolencia; en tanto que la del amigo es confianza.
8 Ex. XXXIII, 11.

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22. VI. Mas observa, a la vez, que la confianza va combinada con la circunspección; pues, la
expresión "¿Qué me darás?" (Gen. XV, 2) revela confianza, pero el agregado de "Señor"
evidencia circunspección, pues, a pesar de que Moisés habi tualmente emplea dos títulos,
"Dios" y "Soberano", para referirse a la Causa, en este caso no usa ni uno ni otro sino el de
Señor, y al hacerlo demuestra gran cuidado y precisión. Verdad es que estos términos,
soberano y señor,9 son usados como sinónimos comúnmente.
9 Sólo al efecto de hacer posible una traducción coherente he traducido kyrios por soberano, y

despótes por señor. En realidad, ambos sustantivos significan señor, soberano, amo, aunque
despótes se emplea más a menudo relacionado con la opuesta idea de esclavitud y opresión
(dueño, déspota). En cuanto a la vinculación entre despótes, desmós = atadura, y déos =
temor, y las conclusiones que por esa vía extras Filón, son puramente imaginarias.

23. Pero si lo expresado por ambos títulos es una única e idéntica cosa, difieren en cambio en
sus connotaciones. "Kyrios" [soberano] deriva de "kyros" [poder], una cosa segura, contraria a
lo inseguro e impotente (ákyros); en tanto que "despótes" [señor, amo] deriva de "desmós"
[atadura], término del que, a mi parecer, procede "déos" [temor]. En consecuencia, un señor es
no sólo un soberano sino algo más: un soberano temible, por así decir, un soberano que no
sólo está. investido de la soberanía y el poder sobre todas las cosas, sino además es capaz de
inspirar temor y terror; y quizá, puesto que es la atadura de todas las cosas, es además el que
las une indisolublemente y, siendo ellas de por sí disolubles, mantiene su cohesión.

24. El que dice: "Señor, ¿qué me darás?" está virtualmente diciendo: No ignoro que Tu poder
es superlativo; conozco lo terrible de Tu autoridad; vengo a Tu encuentro temeroso y
tembloroso; y a la vez vengo confiado.

25. Es que Tú me has dado a entender que no debo temer; Tú me has dado una lengua de
instrucción para que pueda saber cuándo es preciso que hable;10 Tú has desatado las ataduras
de mi boca. Tú, luego de abrirla, has fortalecido sus articulaciones; Tú me has enseñado a
decir lo que debe decirse, confirmando aquel oráculo que dice: "Yo abriré tu boca y te
enseñaré lo que habrás de expresar." (Ex. IV, 12.)
10 Isaías L, 4.

26. ¿Quién era yo para que Tú me proveyeras del habla; para que me aseguraras una
recompen sa,11 es decir, un bien más alto aún que una gracia o un don? ¿No soy, acaso, un
desterrado de mi patria, un expulsado de mi familia, un ajeno a la casa paterna? ¿Acaso no me
llaman todos desheredado, desterrado, aislado, deshonrado?12
11 Referencia a la profecía reproducida en el parágrafo 1.
12 Alusión a la vida errante de Abraham.

27. Tú, Señor, eres mi patria, Tú mi familia. Tú mi hogar paterno, Tú mi honra. Tú mi


franqueza, mi grande, celebrada e inalienable riqueza.

28. ¿Por qué, entonces, no he de tener valor para decir lo que pienso? ¿Cómo no he de inquirir
y considerar que debo aprender algo más? Mas yo, que manifiesto mi confianza, confieso a la
vez que temo y estoy anonadado. El temor y la confianza no libran en mí la lucha propia de
separados bandos, como tal vez supondrá alguno, sino que están armónicamente combinadas.

29. Con esta combinación yo me regalo sin cansarme, y ella mueve a mi palabra a ser franca,

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pero no sin circunspección; y a ser circunspecta, pero no sin franqueza. He aprendido, en
efecto, a medir mi propia insignificancia a la vez que a admirar la altura incomparable de Tus
beneficios. Y, cuando me doy cuenta de que "soy tierra y ceniza" o cualquier otra cosa más
despreciable aún, entonces precisamente me atrevo a ir a Tu encuentro lleno de humildad,
echado en tierra, reducido a tan elemental estado que parezco no existir ya.

30. VII. Moisés, con su acostumbrada perspicacia, ha regis trado esta experiencia de mi alma
en sus relatos sobre mí. 'Abraham', dice, él, se aproximó y dijo: 'Ahora he comenzado a hablar
al Señor; y yo soy tierra y ceniza' (Gen. XVIII, 27), puesto que la ocasión propicia para que
una creatura vaya al encuentro del Hacedor es precisamente cuando ha reconocido su propia
insignificancia.

31. Las palabras '¿Qué me darás?' no son la expresión de quien está en la indigencia sino más
bien de quien expresa su gratitud por la multitud y grandeza de los bienes de que ha
disfrutado. '¿Qué me darás?' ¿Me queda, en efecto, aún algo más que esperar? Tus gracias, oh
Dios gene roso, son inagotables, infinitas, sin límites ni término, y se derraman como las
fuentes, llenando con creces el vacío que dejan las que hemos gastado ya.

32. Pero, es conveniente que consideremos no sólo el siempre desbordante torrente de Tus
beneficios, sino también las tierras regadas por ellos, que somos nosotros mismos. Porque, si
el torrente se derramare con exce siva abundancia, el llano será pantanoso y cenagoso antes
que fértil. Preciso es, por lo tanto, que el flujo derramado sobre mí llegue en medida
razonable, no desmedidamente, si ha de procurarme fertilidad.

33. Ésa es la razón que me mueve a pregun tar '¿qué me darás?' Tú, que me has dado dones
infinitos, casi tantos cuantos la humana naturaleza es capaz de recibir. Porque solo una cosa
me falta adquirir y busco: saber quién puede ser el digno heredero de Tus beneficios.

34. ¿O 'partiré de aquí sin hijos' (Gen. XV, 2), no habiendo alcanzado sino un bien precario,
efímero, de corta vida, yo, que suplico lo contrario a eso, es decir, un bien duradero, de larga
vida, inmune al daño, inmortal, tal que sea capaz de esparcir simiente, extender raíces para
fortificarse v elevar su tallo hacia el cielo ganando alturas?

35. Porque es necesario que la humana virtud avance sobre la tierra y se extienda hacia el
cielo para que allí goce de la incorruptibilidad, y perdure sana y salva para siempre.

36. Porque sé que Tú, que das el ser a lo no existente y engen dras todas las cosas, no miras
con buenos ojos al alma infecunda y estéril, y, así, concediste a la raza viviente la gracia
especial de no ser jamás infecunda y estéril. Y yo mismo, habiendo sido hecho miembro de
esta raza, deseo ardientemente un heredero y con razón; pues, cuando la contemplo segura de
no extinguirse, pienso que es suma deshonra el dejar que mi propio anhelo de lo noble se
reduzca a nada.

37. Y, así, me pongo a suplicar y ruego para que, encendiéndose la yesca de las simientes,
arda y cobre intensidad la llama salvadora de la virtud, la que, lle vada como antorcha por
sucesivas generaciones, llegue a durar tanto como el mundo.

38. También a los que se ejercitan les has dado el celo por la siembra y el engendramiento de
hijos del alma, y, cuando éstos han sido agraciados de esa manera, han gritado de placer

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diciendo: "Los hijos, en los que Dios ha mostrado Su misericordia para con tu siervo" (Gen.
XXXIII, 5), de los que la inocencia es nodriza y nutriz, y cuyas almas son virginales, tiernas y
bien dotadas, y aptas para que la virtud las selle con sus excelentes y divinísimas impresiones.

39. En séñame, asimismo, si 'el hijo de Masek, la nacida en mi casa', es capaz de convertirse
en heredero de Tus gracias. Porque hasta ahora yo no he recibido a aquel que espero recibir, y
he recibido, en cambio, a aquel al que no espero.13
13 Aquí concluye la larga invocación puesta en boca de Abraham o del hombre virtuoso,

personificado por él.

40. VIII. Cuidadosamente hemos de averiguar quién es la tal Masek y quién su hijo. "Masek"
significa "procedente de un beso". Ahora bien, un beso no es lo mismo que amor. El amor
indica evidentemente una unión de almas unidas por una armo niosa benevolencia; el beso, en
cambio, no suele ser más que la exteriorización de una salutación simple y superficial
motivada por algún encuentro.

41. En efecto, así como no significan lo mismo "anakyptein" [elevarse] y "kyptein"


[encorvarse], ni "ka-tapínein" [tragar] y "pínein" [beber], ni "marsippos" [bolsa] e "híppos"
[caballo], tampoco lo son "kataphileín" [besar] y "phileín" [amar]; y la verdad es que no faltan
quienes, obligados por las imperiosas necesidades de la vida, muéstranse corteses aun con los
enemigos.

42. Mostraré, pues, sin ningún ocultamiento quién es esta cuyo contacto con nosotros no
procede de una amistad 14 sin engaños, sino de "un beso". Es la vida de los sentidos, posesión
segura de todos nosotros, a la que todos pro fesan amor, a la que los más tienen por señora, y
los hombres virtuosos por sierva, no de ajena familia ni adquirida por dinero sino nacida en
casa y, en cierto sentido, de la misma familia. Los hombres virtuosos han sido enseñados a
besarla, no a amarla; los más han aprendido a amarla profundamente y a considerarla digna de
ardiente deseo.
14 O más precisamente, amor de amigo = philía, vocablo emparentado con phoeín = amar.

43. Ahora bien, Labán, el detestador de la virtud, no podrá ni siquiera besar las cualidades
asignadas al ejercitante; antes, habiendo hecho depender su vida de la hipocresía y las falsas
invenciones, dice, como si estuviese afligido, aunque, en realidad, no hay tal aflicción: "No he
sido considerado digno de besar a mis hijos y a mis hijas." (Gen. XXXI, 28.) Esto nos resulta
razonable y conveniente, pues nosotros hemos sido educados en un odio irreconciliable contra
la simulación.

44. Acoge, pues, con afecto a las virtudes, cobíjalas en tu alma y ámalas de verdad; y de
ningún modo desearás realizar esa ficción de amistad que es el beso. Porque, cabe preguntar:
"¿Tienen ellas, acaso, porción o herencia en tu casa? ¿No han sido, por ventura, consideradas
a tu juicio como extrañas? ¿Aca so no las has vendido y te has devorado el dinero" (Gen.
XXXI, 14 y 15) para que, "devorados" los recursos para su rescate y salvación, no te fuera
posible más tarde volver a recobrarlas? Y ahora finges que deseas besarlas, tú, que a juicio de
todos eres irreconciliable. Moisés, en cambio, no besará a su suegro, mas lo amará con un
genuino sentimiento del alma. Leemos, en efecto, que "Lo amó y se saludaron uno al otro".
(Ex. XVIII, 7.)

45. IX. Ahora bien, los géneros de vida son tres, a saber: uno que mira hacia Dios, otro que

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mira hacia la creación y un ter cero intermedio, combinación de los otros dos. El que mira
hacia Dios no ha descendido hacia nosotros ni se ha avenido a las imposiciones del cuerpo. El
que mira hacia la creación no se ha elevado absolutamente ni ha buscado elevarse, sino que
per manece encerrado en las profundidades del Hades, y se contenta con una vida que no
merece vivirse.

46. La vida mixta15 es aquella que a menudo, movida por las cosas del orden superior se
siente inspirada y poseída por Dios, y a menudo también, atraída en sentido contrario por las
de orden inferior, desanda el camino. Cuando, como sobre una balanza, la porción de vida
superior hace sentir su peso de manera decisiva, este género mixto de vida, llevado al par de
aquélla, hace que la vida opuesta parezca reducida a una carga levísima.
15 Ver la descripción de la vida del ejercitante, vida intermedia entra la del sabio y la del

malvado, en Sobre los sueños I, 151.

47. Moisés, mientras al género de vida que mira hacia Dios lo corona sin discusión, a los otros
los somete a comparación presentándolos bajo la forma de dos mujeres, a una de las cuales
llama "la amada" y a la otra "la detestada", nombres apropiadísimos ambos.

48. ¿Quién, en efecto, no acoge complacido los placeres, y deleites que se obtienen a través de
los ojos, de los oídos, del gusto, del olfato y del tacto? ¿Y quién, en cambio, no detesta las
cosas opuestas: la frugalidad, la templanza, la vida austera y sabia, ajena completamente a la
chanza y la diversión, llena de preocupación, cuidados y trabajos, amiga de la contempla ción,
enemiga de la ignorancia, situada por sobre las riquezas, la fama y los placeres, y gobernada
por la prudencia, la verda dera gloria y la riqueza capaz de ver, no la ciega? Ahora bien, los
hijos de la detestada, vale decir, de la virtud, son siempre los mayores.

49. X. Y Moisés, aunque son menores en años, los considera dignos por su naturaleza de los
derechos de los mayores y les asigna doble porción, en tanto que quita a los otros la mitad.
Dice, en efecto: "Si un hombre tuviere dos mujeres, una amada y una detestada, y ambas
dieren a luz; cuando se aprestare a distribuir sus bienes, no podrá adjudicar los derechos de
hijo mayor al hijo de la amada", es decir, del placer, ya que éste es joven aunque los años le
hubieren enca necido, "sino los concederá al hijo de la detestada", o sea, de la prudencia, que
es mayor de edad desde la tierna infancia, "y le asignará doble heredad". (Deut. XXI, 15 a 17.)

50. Co mo en otras partes 16 hemos expuesto la interpretación alegórica de estos pasajes con
más detención, ahora nos abocaremos a considerar los puntos siguientes de nuestro asunto.
Pero seña lemos previamente una cosa: que se nos dice que Dios abrió el vientre de la
detestada y produjo el nacimiento de las prác ticas nobles y las obras excelentes, mientras la
que era tenida por amada trocóse al punto en estéril.
16 En Interpretación alegórica II, 48; Sobre los sacrificios de Abel y Caín 19 y ss.; y Sobre la

sobriedad 21 y ss.

51. Leemos, en efecto, que "Viendo el Señor que Lía era detestada, abrió su vientre; Raquel,
en cambio, era estéril". (Gen. XXIX, 31.) ¿No es pre cisamente cuando el alma se preña y
comienza a engendrar cosas espiritualmente beneficiosas, cuando se tornan estériles e
incapaces de engendrar todos los objetos sensibles, objetos cuya aceptación de parte de
nosotros les viene del "beso" y no de una genuina amistad?

52. XI. De esta vida de los sentidos, pues, llamada "Masek", es hijo todo aquel que entre

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nosotros honra y admira a la nodriza y nutriz de la raza mortal, es decir, a la sensibilidad, a la
que la terrestre inteligencia llamada Adán vio recién modelada y, siendo su propia muerte, la
llamó "vida".

53. "Adán", leemos, en efecto, "dio a su mujer el nombre de Vida, pues ella es la madre de
todos los vivientes" (Gen. III, 20), o, mejor diríamos, de los verdaderamente muertos res pecto
de la vida del alma: porque los que viven realmente, tienen por madre a la sabiduría y por
esclava a la sensibilidad, que ha sido hecha servidora del saber por la naturaleza.

54. Ahora bien, el nombre del vástago de ese tipo de vida que hemos reconocido como
"procedente de un beso" es, como expresamente se nos dice, "Damasco", que quiere decir
"sangre de un abrigo de piel". El simbolismo que esto encierra es de gran fuerza y precisión,
pues por "abrigo de piel" debemos entender el cuerpo y por "sangre" la vida sanguínea.

55. Por que, como el término "alma" tiene dos sentidos: uno referido a la totalidad de la
misma; otro limitado a la parte rectora de ella, a la que con toda propiedad podemos llamar el
alma del alma;17 tal como el ojo es o todo el globo ocular o su parte más importante, por la
que vemos; el legislador opina que tam bién la sustancia del alma es doble: sangre la de la
totalidad de ella y soplo Divino la de su parte dominante. Así, dice cabalmente: "La sangre es
el alma de toda carne." (Lev. XVII, 11.
17 Ver Sobre la migración de Abraham, nota 7.

56. Bien está, ciertamente, el atribuir el torrente sanguí neo al tropel de la carne, pues ambas
cosas se corresponden. En cambio, la sustancia de la inteligencia no la presentó ligada a cosa
alguna de la creación, sino soplada por Dios; pues dice que el Hacedor de todas las cosas
"sopló en su faz el aliento de la vida, y el hombre convirtióse en un alma viviente" (Gen. II,
7); como también nos dice que ha sido modelado según la imagen del Hacedor.18
18 Gén. I, 27.

57. XII. En consecuencia, las especies de hombres son dos: una, la de los que viven por un
Divino soplo, por la razón; la otra, la de los que viven por la carne y el placer de la carne. Esta
última especie es una figura mode lada de tierra; aquélla, una impresión fiel de la imagen
Divina.

58. Pero, este barro modelado e impregnado de sangre que hay en nosotros tiene necesidad
suma de la ayuda de Dios. Por eso se nos dice: "Este Damasco Eliezer", pues "Eliezer" quiere
decir "Dios es mi socorro". En efecto, esta masa sanguínea, que carece de por sí de cohesión y
de vida, cobra consistencia y vitalidad gracias a la providencia de Dios, que extiende sobre
ella Su mano protectora; porque nuestra raza es incapaz de mantenerse de por sí un solo día.

59. "No ves que también el segundo de los hijos de Moisés lleva el mismo nombre? "El
nombre del segundo", dice "es Eliezer"; y agrega el motivo: "pues el Dios de mi padre es mi
socorro y me libró de manos del faraón". (Ex. XVIII, 4.)

60. Pero los que todavía son amigos de la vida sanguínea y sensible sufren ataques del espíritu
experto en dispersar los piadosos pensamientos y obras llamado faraón, cuya dominación
llena de ilegalidad y crueldad es imposible evitar si Eliezer no es engendrado en el alma y no
confía en la ayuda que procede de Dios, el único salvador.

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61. Con mucho acierto, por otra parte, presenta Moisés a Damasco como hijo no de su padre
sino de su madre Masek. Quiere con ello enseñamos que el alma sanguínea, por la que
también los animales irracionales viven, está emparentada con la materna y femenina estirpe,
y no participa de la ascendencia masculina.

62. No ocurre otro tanto con Sara, la virtud, en cambio. El principio rector 19 carece de madre
y sólo participa de ascendencia masculina, habiendo sido engendrada por su padre, que no es
otro que Dios, el Padre de todas las cosas. Dice, en efecto: "Verdaderamente es mi hermana
por parte de padre, mas no de madre." (Gen. XX, 12.)
19 El término arklé = principio, mando, se aplica a Sara en su acep ción de soberanía o poder,

concepto que Filón en varios pasajes vincula con ese nombre.

63. XIII. Hemos expuesto, pues, las explicaciones previas que era menester, puesto que el
problema, como vimos, tiene sus obscuridades y enigmas. Ahora debemos explicar más
exactamente qué es lo que quiere averiguar el amante del saber. Seguramente es más o menos
esto: ¿Puede el que desea la vida de la sangre y pretende todavía las cosas de los sentidos,
llegar a ser heredero de las cosas incorpóreas?

64. Pues bien, no puede. De tales cosas sólo es considerado digno el que ha reci bido el soplo
de lo alto, el que ha alcanzado las celestiales y Divinas porciones, es decir, la purificadísima
inteligencia despreciadora no sólo del cuerpo sino también de la otra parte del alma, parte que,
careciendo de discernimiento y estando mezclada con la sangre, inflama las hirvientes
pasiones y los ardientes deseos.

65. La pregunta puede formularse en estos términos: Puesto que no me has dado aquella
simiente intelec tualmente perceptible, la autodidacta, la de Divina forma,20 ¿será mi heredero
el hijo de la nacida en mi casa, el que es vástago de la vida de la sangre?
20 Referencia a Isaac, aún no nacido ni esperado.

66. En este momento apresúrase Dios a adelantarse al que habla, anticipando, por así decir, la
enseñanza a la palabra de aquél. En efecto, leemos que "en seguida la voz de Dios llegó hasta
él para decirle: 'Éste no será tu heredero'" (Gen. XV, 4); que es lo mismo que decir: No será
ninguno de aquellos que van tras el espectáculo que proporcionan los sentidos, porque
herederos de las cosas aprehensibles por la inteligencia son las naturalezas incorpóreas.

67. Cuidado sumo hay en la elección de los términos. No dice "Dios dijo" o "Dios habló";
sino "La voz de Dios llegó hasta él", a modo de un sonoro grito, de una indes criptible
resonancia; para que, llegando a todos los ámbitos del alma, no dejase parte alguna ajena y
vacía de recta instrucción, y toda ella a través de todas sus partes se viese llena de un
saludable aprendizaje.

68. XIV. ¿Quién, entonces, habrá de ser el heredero? No aquel discernimiento que permanece
en la prisión del cuerpo por su propia determinación, sino el que se ha desatado de las
ataduras y, una vez libre de ellas, ha salido fuera de los muros y se ha dejado atrás a sí mismo;
si es lícito emplear esa expresión. Leemos, en efecto: "El que saldrá de tí, ése será tu heredero.
" (Gen. XV, 4.)

69. Si, pues, oh alma, algún deseo te sobreviniere de heredar los Divinos bienes, no sólo has

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de dejar "tu tierra", o sea, el cuerpo, "tu familia", es decir, la sensibilidad, y "la casa paterna",
21 esto es, la palabra; sino también has de huir de ti misma y situarte fuera de ti, transportada e

inspirada con cierto pro-f ético frenesí al modo de los poseídos y coribantes.22
21 Referencia a Gen. XII, 1, citado en Sobre la migración de Abraham, 1, y comentado en la

primera parte de ese tratado.


22 Ver Sobre la creación del mundo, nota 24.

70. Porque esta herencia pertenece a la inteligencia que experimenta ese Divino arrebato y no
está ya en sí misma sino se halla fuer temente impulsada, enloquecida por un celestial amor,
conducida por el Que realmente Existe y arrebatada hacia Él en las alturas, guiada por la
verdad, que remueve todo obstáculo de su camino para que avance sin tropiezos por él.

71. ¿Cómo, pues, dinos sin temor, has partido de aquellos primeros lugares, oh inteligencia?
Enseña a los que han aprendido a escuchar las cosas aprehensibles por la inteligencia,
hablándoles sin cesar en estos términos: Emigré del cuerpo cuando hube llegado ya a
despreciar la carne; de la sensibilidad, cuando comprendí que ninguno de los objetos sensibles
posee una verdadera exis tencia, cuando me percaté de que sus puntos de vista son espu rios,
viciados y saturados de falsa opinión, y sus discernimientos preparados para tender celadas,
engañar y desterrar la verdad del ámbito de la naturaleza. Me aparté de la palabra no bien me
di cuenta de su mucha incoherencia a despecho de su engreimiento y vanidad.

72. No pequeño ha sido, ciertamente, su atrevimiento para que intentase mostrarme cuerpos
mediante sombras, y hechos mediante palabras, no obstante ser tal cosa imposible.
Disparatando charlaba a tontas y a locas en un ver dadero desborde de términos imprecisos,23
incapaz de presentar una nítida demostración de las particularidades contenidas en las cosas.
23 O genéricos, por oposición a los específicos, que expresan las características particulares de

las cosas con mayor precisión.

73. Con estas experiencias propias de un niño en la edad irreflexiva y tonta, aprendí que lo
mejor era abandonar todas estas cosas y atribuir los poderes de cada una de ellas a Dios, que
es quien da cohesión y fijeza a los elementos corpó reos, confiere a los sentidos la capacidad
de percibir y proporciona a la palabra el poder de expresar.

74. Pues bien, oh inteligencia; de la misma manera como has abandonado las otras cosas,
abandónate a ti misma y huye de ti misma. ¿Que qué significa esto? Significa que no debes
guardar para ti misma el pensamiento, las determinaciones y las aprehensiones, sino
atribuirlos y dedicarlos al Que es fuente del exacto pensar y de la aprehensión no engañosa.

75. XV. Esta dedicación será recibida en el más santo de los dos grandes santuarios. Pues dos,
evidentemente, son los san tuarios existentes: uno de orden intelectual, otro sensible. Este
mundo es el panteón de las naturalezas sensibles; el mundo perceptible intelectualmente lo es
de las cosas verdaderamente invisibles.

76. Ahora bien. Moisés atestigua que el heredero de la celebrada riqueza que la Naturaleza
procura es aquel que se ha abandonado a sí mismo y anhela ser acompañante de Dios. Dice,
en efecto, que "lo hizo salir afuera y le dijo: 'Eleva tu mirada hacia el cielo'," (Gen. XV, 5)
pues es el tesoro de las Divinas mercedes. Por eso leemos: "Quiera el Señor abrirte Su buen
tesoro, el cielo" (Deut. XXVIII, 12), desde el que el Dispensador hace llover incesantemente
Sus perfectísimos goces. "Eleva tu mirada", sí, para refutación de la ciega raza de los hombres

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vulgares, que, aunque cree ver, carece de visión.

77. ¿Y cómo no ha de carecer de visión si prefiere lo malo a lo bueno, lo ruin a lo noble, lo


injusto a lo justo, las bajas pasiones a los elevados sentimientos, lo mortal a lo inmortal, y
huye de las reprensiones y censuras, de la refutación y la ins trucción, al par que acoge a los
aduladores y a las palabras que llevan al placer y son agentes de ociosidad, ignorancia y
lujuria?

78. Solo el hombre de bien ve, por lo tanto; y por eso los antiguos llamaron videntes a los
profetas.24 Y aquel que ha avanzado "hacia afuera" es llamado no sólo vidente sino también
"vidente de Dios",25 es decir, Israel.
En cambio, los otros, aunque alguna vez abren los ojos, los tienen vueltos hacia la tierra, pues
tienden hacia las cosas terrestres, y sus relaciones son con los habitantes del Hades.26
24 I Samuel IX, 9.
25 O que ce a Dios.
26 Hades o Plutón era el dios de los lugares inferiores o infiernos, llama dos por los griegos

mansión de Hades o simplemente Hades. Por supuesto, Filón no piensa en un lugar semejante
al de la mitología pagana, y quiere solamente señalar la antítesis del cielo o residencia
terrenal; habiendo, tal vez, exagerado un poco la hipérbole.

79. Aquél eleva sus miradas hacia el éter y las revoluciones ce lestes, y ha sido además
instruido en dirigir su vista hacia el maná, o lo que es lo mismo, la Divina palabra,27 celestial
e incomparable alimento del alma que ama la contemplación. Éstos, por el contrario, miran
hacia las cebollas y los ajos, que afectan dolorosamente y dañan sus pupilas y obstruyen la
visión, y hacia las cosas mal olientes, como son los puerros y los peces muertos, alimentos
familiares en Egipto.
27 Ver Interpretación alegórica III, nota 89.

80. Dicen, ciertamente: "Nos acordamos de los peces que comíamos gratuita mente en Egipto,
de los pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos. Ahora, en cambio, nuestra alma está seca y,
excepto el maná, nada ven nuestros ojos." (Núm. XI, 5 y 6.)

81. XVI. Las palabras: "Lo hizo salir afuera" encierran una norma de con ducta. Algunos, de
puro ignorantes que son en materia de mo ral, suelen burlarse de dicha expresión diciendo: ¿Y
qué? ¿Sale alguien adentro o, a la inversa, entra afuera? Claro que sí, ri dículos y por demás
oportunistas señores, diríales yo. Lo que pasa es que las direcciones que vosotros habéis
aprendido a seguir son las de los cuerpos, no las de las almas, y sólo tenéis presentes los
movimientos de traslación de aquéllos, y por eso os parece un contrasentido el que alguien
pueda salir adentro o entrar afuera. Pero, para nosotros, los que somos discípulos de Moisés,
nada tienen de contradictorias tales expresiones.

82. ¿Acaso no se puede decir que el sumo sacerdote, si no es perfecto, está dentro y fuera,
cuando lleva a cabo los ancestra les ritos en el santuario? Dentro está con el visible cuerpo,
fuera con el alma, la que vaga errante. Y, a la inversa, uno que ama a Dios y es amado por Él,
aunque no perteneciere a la estirpe de los consagrados, cuando se halla fuera de los sagrados
límites permanece bien adentro de ellos, puesto que considera. como un tránsito por extranjera
tierra toda la vida en el cuerpo, y entiende que reside en su patria cuando puede vivir
exclusivamente en el alma.

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83. Todo insensato, en efecto, está fuera de su dintel,28 aunque se pasare el día dentro sin
abandonarlo un solo instante; en cambio, el sabio está dentro aunque se encontrare separado
de él no sólo por países sino también por grandes regiones de la tierra. Según Moisés, el
amigo se halla tan cerca de uno, que en nada difiere de nuestra alma. Dice, en efecto: "El
amigo, el igual a tu alma." (Deut. XIII, 6).
28 Del alma.

84. Además, según él, cuando marchare hacia el santo de los santos, el sacerdote "no será el
mismo hasta que saliere" (Lev. XVI, 17); y no lo será, no corporalmente, sino en cuanto a los
movimientos de su alma. Es que la inteligencia, cuando ofrece con pureza sus servicios a
Dios, no es humana sino Divina. Cuando, en cambio, los ofrece a algo humano, retorna
descen diendo del cielo o, más bien, sale y se precipita sobre la tierra, aunque su cuerpo
permanezca todavía allí.

85. Con toda razón, pues, está dicho: "Lo sacó afuera", afuera de las prisio nes del cuerpo, de
las cavidades de los sentidos, de las argucias de la palabra engañadora y, sobre todo, lo sacó
de sí mismo y de la creencia de que piensa y aprehende mediante una inteligencia que de nada
depende y se gobierna por sí misma.

86. XVII. Una vez que lo ha sacado afuera, Dios le dice: "Mira hacia el cielo y cuenta los
astros, si es que eres capaz de contarlos. Pues, así será tu descendencia." (Gen. XV, 5.) Muy
bien dicho "así será"; y no "será tan numerosa como ellos", es decir, igual en número a los
astros, pues no es sólo el número sino también otras innumerables cosas tocantes a la perfecta
y total felicidad lo que quiere poner de manifiesto.29
29 Es decir, que la comparación abarca no sólo el aspecto numérico, como ocurriría si hubiera

dicho "tan numerosa", sino todos los aspectos implicados en las connotaciones del adverbio
"así".

87. Lo que dice, en efecto es esto: Tu descendencia será tal como es el espec táculo etéreo,
como es el celestial panorama, rebosante de luz nítida y pura; pues la noche está desterrada
del cielo y la som bra lo está del éter.30 Será pobladísima de astros, hermosa mente adornada,
con un orden fijo, que jamás varía ni se altera.
30 Es decir, del quinto elemento o quintaesencia (además del agua, el aire, el fuego y la tierra).

Se trata de la materia más sutil y perfecta, que llena la región más exterior de la esfera
universal, dotada de un movimiento circular eterno. El éter es, según Aristóteles, inalterable, y
en él no se da oposición alguna, constituyendo algo verdaderamente Divino. Ver el pará grafo
283.

88. Es que quiere mostrar que el alma del sabio es una réplica del cielo, y, ¿por qué no
decirlo?, algo superior al cielo, algo que encierra en sí, como encierra en sí el éter, naturalezas
puras, ordenados movimientos, armoniosos ritmos. Divinas re voluciones, estrellados y
refulgentes rayos de virtudes.31 Por otra parte, si no es posible averiguar el número de estrellas
vi sibles por los sentidos, ¿cómo no ha de serlo más aún averiguar el de las aprehensibles
intelectualmente?
31 Todo esto se apoya en Platón, Timeo 47 b-e.

89. Porque, entiendo yo, en la medida en que de nuestras facultades de juicio una es mejor y
otra es peor, como que la inteligencia es superior a la sensibilidad, y la sensibilidad más débil
que la inteligencia; en la misma medida, digo, difieren las cosas que ellas juzgan; y así las

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aprehensibles por la inteligencia exceden en infinito nú mero a las sensibles. Los ojos del
cuerpo no son sino una pequeñísima parte del ojo del alma, pues, en tanto éste es semejante al
sol; aquéllos son como lámparas destinadas a encenderse y apagarse.

90. XVIII. Las palabras: "Abraham confió en Dios" (Gen. XV, 6) son un agregado necesario
para elogio de aquel que ha confiado. Con todo, no faltará quizá quien diga: "¿Os parece que
eso es digno de alabanza? ¿Quién, aunque se tratare del más injusto e impío de todos los
hombres, no tendrá en cuenta lo que Dios dice y promete?"

91. Al tal le diremos: Mira, buen hombre; si has de escatimar los merecidos elogios al sabio; o
de atestiguar en los indignos la más perfecta de las virtudes, que es la fe; o de juzgar mal lo
que pensamos nosotros al respecto; que no sea sin el debido examen.

92. Porque, sí qui sieres examinar esto con más profundidad y no limitarte a lo muy
superficial, conocerás claramente que confiar en Dios sola mente, y en ningún otro junto a Él,
no es cosa fácil a causa de nuestro parentesco con lo mortal que nos envuelve y que nos
induce a poner nuestra confianza en las riquezas, la fama, el poder, los amigos, la salud, la
fuerza corporal y otras muchas cosas.

93. Purificarse de cada una de esas cosas y descon fiar de la creación, la que de por sí es
inmerecedora de con fianza, y creer sólo en Dios, único que merece fe de verdad, es propio de
una grande y celestial inteligencia, libre ya de la seducción de las cosas que nos rodean.

94. XIX. Bien dicho está, por otra parte: "Su fe le era con tada por justicia" (Gen. XV, 6); ya
que nada es tan justo como poner sólo en Dios la pureza sin mezcla de la fe.

95. Mas este acto de justicia y conformidad con la Naturaleza ha sido considerado algo fuera
de lo común a causa de la gran falta de fe de la mayoría de nosotros. Y así, la sagrada palabra
nos reprocha al decirnos que el buscar apoyo firme y decididamente sólo en el Que Es, resulta
cosa asombrosa a juicio de los hom bres, que son incapaces de adquirir bienes no engañosos;
aunque a juicio de la verdad no es asombroso sino un acto de justicia y nada más.

96. XX. "Y le dijo: 'Yo soy el Dios que te sacó del país de los caldeos para darte esta tierra
como heredad'." (Gen. XV, 7.) Estas palabras ponen de manifiesto no sólo una promesa sino
también la ratificación de una antigua promesa.

97. El don concedido antes había sido la emigración desde la caldaica astrología, que enseña,
dijimos, que el mundo no es obra de Dios sino Dios mismo, y que para todos los seres el
devenir bueno o malo se determina por los cursos y ordenadas revolu ciones de los astros, de
los que depende que se produzcan el bien y el mal; pues el uniforme y ordenado movimiento
de los cuerpos celestes ha inducido a los espíritus simples a inventar semejantes falsedades.
Precisamente, el nombre de caldeos significa "uniformidad".

98. Ése fue el primer bien; el nuevo es la herencia de esa sabiduría que no puede ser
concebida por los sentidos, y es aprehendida por la inteligencia de muy nítida visión.
Mediante esta sabiduría se consolida la mejor de las emigraciones, pasando el alma desde la
astrología al estudio de la Naturaleza, de la insegura conjetura a la firme aprehen sión, y, para
decirlo con propiedad, del mundo a su Creador y Padre.

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99. Porque los oráculos dicen que aquellos que sus tentan las opiniones de los caldeos apoyan
en el cielo su fe, mientras que aquel que ha emigrado de allí la ha depositado en Aquél cuyo
sitial es el cielo y por quien es guiado el mundo todo, vale decir, en Dios. Excelente es,
ciertamente, esta heren cia; superior, sin duda, a las posibilidades del que la recibe, pero digna
de la grandeza del Dador.

100. XXI. Pero no le basta al amante de la sabiduría la espe ranza de altos beneficios y la
expectativa de maravillas tan grandes fundadas en las predicciones que se le han hecho. Gran
pesadumbre experimenta si no conoce además de qué manera llegará a alcanzar su herencia,
puesto que está sediento de conocimientos y es insaciable en el conocer. Por ello inquiere
diciendo: "Señor, ¿por qué señal conoceré que Te heredaré?" (Gen. XV, 8.)

101. Tal vez diga alguno que esta pregunta está en pugna con la confianza que se le atribuyó.
La incertidumbre, ciertamente, es propia del que duda; el que tiene fe se caracteriza más bien
por no preguntar. Pues bien, hemos de reconocer que duda y que tiene confianza, pero no
sobre la misma cosa. Lejos de eso, está seguro de que será heredero de la sabiduría; su duda se
limita a la forma en que llegará a serlo. El hecho de la futura herencia lo considera firmemente
asegurado conforme con las Divinas promesas.

102. Así, su Maestro, alabando el deseo de aprender que muestra, comienza su instrucción
desde una elemental introducción, en la que está escrito como lo primero y más necesario:
"Toma para Mí." (Gen. XV, 9.) La frase es breve pero grande su significado. No poco, en
efecto, es lo que manifiesta.

103. Ningún bien, dice en primer lugar, tendrás por propio; cuanto creyeres poseer te lo ha
proporcionado Otro. De esto se infiere que todas las cosas son de Dios, el Dador de ellas, no
de la creación, que las mendiga y tiende sus manos para tomarlas.

104. En segundo lugar, si lo tomares, no lo tomes para ti mismo; y, considerando lo dado


como un préstamo o depósito, restituyelo a Aquél que te lo ha confiado y prestado,
correspondiendo, como es justo y procedente, a una largueza anterior con otra nueva; a la que
dio el ejemplo con la que retribuye.

105. XXII. Innumerables son, en efecto, los que niegan los sagrados depósitos y por
desmedido engreimiento usan lo que pertenece a Otro como si le perteneciera. Pero tú, amigo,
procura no sólo conservar intacto e inalterado lo que has tomado, sino también tenerlo por
digno de todo cuidado, a fin de que el Que te lo ha confiado en depósito no tenga nada que
echarte en cara en tu custodia.

106. El Autor de toda vida te ha confiado un alma, un lenguaje y una sensibilidad, los que en
las sagradas escrituras han sido llamados simbólica mente novilla, carnero y cabra 32 Algunos,
impulsados por su egoísmo se apropian de ellos inmediatamente; otros los reservan para una
restitución en ocasión más oportuna.
32 Gen. XV, 9.

107. Imposible, en verdad, es calcular el gran número de aquellos que se apro pian de ellos.
¿Quién, en efecto, entre nosotros no dice que son propiedades suyas todas estas cosas
conjuntamente: alma, sensibilidad y palabra, entendiendo que el sentir, el hablar y el
aprehender están para él exclusivamente?

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108. Escaso es, en cambio, el número de los que guardan de verdad el depósito como algo
sagrado e inviolable. Éstos han dedicado a Dios esas tres cosas: alma, sensibilidad y palabra,
pues "han tomado" todo para Él y no para sí mismos; de tal manera que han reconocido, como
era de esperarse, que las actividades de cada una de ellas a Él las deben, así los
discernimientos de la inte ligencia, como lo que expresan las palabras, como las
representaciones de la sensibilidad.

109. Aquellos, pues, que se atribuyen a sí mismos estas cosas heredan cuanto su gran
des gracia merece, a saber: una inteligencia malevolente, confundida por irracionales pasiones
y agobiada por una multitud de vicios, tratada unas veces groseramente por la voracidad y el
liberti naje, cual si se tratara de una prostituta; encerrada otras como en una prisión por la
multitud de los delitos, al lado de malhe chores, no de hombres, claro está, sino de hábitos
juzgados con universal veredicto como merecedores de cárcel; una palabra llena de
charlatanería, aguzada contra la verdad, dañosa para los que caen bajo ella, vehículo de
vergüenza para los que la emplean; y una sensibilidad insaciable, siempre llenándose de cosas
sensibles sin hallar jamás satisfacción a causa de su incon trolada avidez, despreciadora de
quienes la censuran, al punto de cerrar los ojos y los oídos y hacer mofa de cuanto aquéllos le
predican para su bien.

110. En cambio, los que "toman" esas cosas no para sí mis mos sino para Dios han dedicado
cada una de ellas a Él, guar dándolas como cosas verdaderamente sagradas y santas para su
Propietario: la inteligencia, para que nada piense fuera de lo que a Dios y a Sus virtudes
concierne; la palabra, para que en alabanza, himnos y bendiciones glorifique con indoblegable
voz al Padre de todas las cosas, concentrando y manifestando en esta sola tarea sus poderes de
expresión; la sensibilidad, para que, presentándole representaciones de todo el mundo
sensible, es decir, del cielo, la tierra y las naturalezas interme dias, los animales y las plantas,
sus actividades, sus poderes, sus movimientos y sus situaciones todas, informe al alma sin
engaños ni ocultamientos.

111. Dios ha permitido, en efecto, a la inteligencia captar por sí misma el mundo aprehensible
por ella, pero solo a través de la sensibilidad el visible. Pues bien, quien fuere capaz de vivir
con la totalidad de su ser más para Dios que para sí mismo, mirando las cosas sensibles a
través de los sentidos a fin de descubrir la verdad, estudiando mediante el alma las cosas
intelectuales y realmente existentes, y celebrando mediante el órgano de la palabra al mundo y
a su Hacedor, ése gozará de una vida feliz y venturosa.

112. XXIII. Esto es lo que me parecen sugerir las palabras "Toma para Mí". Pero además
implican lo siguiente: Queriendo Dios enviar desde el cielo la imagen de la Divina virtud
movido por Su piedad hacia nuestra raza, para que ésta no se viera pri vada de su mejor
heredad, construyó a modo de símbolo el sa grado tabernáculo y lo contenido en él, como
representación y copia de la sabiduría.

113. Dice, en efecto, el oráculo que el tabernáculo "estaba situado en medio de nuestra
impureza" (Lev. XVI, 16) a fin de que tengamos con qué purificar nues tra mísera y obscura
existencia lavándola y limpiándola de cuanto la mancha. Consideremos, entonces, de qué
manera es tableció Dios que había de hacerse la contribución de los medios para la
construcción. Leemos lo siguiente: "Habló el Señor a Moisés diciéndole: 'Habla a los hijos de
Israel y tomad vos otros las primicias para Mí; de todos los que así pensaren en su corazón

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tomaréis Mis primicias'." (Ex. XXV, 2.)

114. Y bien, también aquí hay una exhortación para que se tomen las cosas no para sí sino
para Dios, teniendo presente que Él es el que las da y evitando dañar los dones,
preservándolos, en cambio, intactos e inalterados, perfectos y completos. En la consagración
de los principios 33 Dios nos enseña Moisés una elevadísima doctrina. En efecto, la
explicación de los principios de las cosas materiales e inmateriales no se halla sino en Dios.
33 En español es imposible advertir la relación, clara en griego, entre aparkhái (opó + arkhé) =

primicias, y arkhé = principio, fundamento comienzo, origen.

115. Escudriña, si quieres comprobarlo, cada una de las cosas: vegetales, animales, artes,
ciencias. Los principios de las plantas, ¿consisten en la siembra de las semillas por el
agricultor o son obras invisibles de la invisible Naturaleza? ¿Y en qué consiste la generación
de los hombres y de los otros seres vivientes? ¿No son sus padres como cosas secundarias, en
tanto que la Naturaleza es la suprema, primera y verdadera causa?

116. Y de las artes y ciencias, la fuente, la raíz, la base o como quisiere llamarse al principio
que precede a todos los demás, ¿no es la Naturaleza, en la que hallan su fundamento, en la que
cada estudio apoya el andamiaje de todas sus indagaciones? Todo cuanto se investiga es
imperfecto si la Naturaleza no es su fun damento. Por eso, a mi parecer, alguien se sintió
impulsado a decir con gran acierto: "El principio es la mitad del todo";34 queriendo significar
con la palabra "principio" la Naturaleza, la que hállase enterrada cual una raíz para el
crecimiento de cada cosa, y a la que el autor de la expresión asignó la mitad del todo.
34 Al parecer, se trata de una expresión proverbial. Compárese con. Sobre las habituales

intrigas de lo peor contra lo mejor 64; y con Platón, Leyes VI, 753 e.

117. XXIV. Con razón, pues, el oráculo consagra "los princi pios" al Soberano Dios. En otro
lugar dice: "El Señor habló a Moisés diciéndole: 'Santifica para Mí todo primogénito, todo
primero en nacer que abra cada matriz entre los hijos de Israel desde el hombre hasta la bestia.
Para Mí es'." (Ex. XIII, 1 y 2.)

118. Así, también en este pasaje se reconoce que lo primero en el tiempo y en valor pertenece
a Dios y en especial lo primero en el alumbramiento. Y con razón, ya que, como todo género35
es indestructible, justo es que sea asignado al Indestructible. Y esto alcanza también al
primogénito universal, que abre la matriz desde el hombre, vale decir, desde la razón y la
palabra, hasta la bestia, es decir, la sensibilidad y el cuerpo.
35 Intraducible juego de palabras entre protogenés = primer nacido, primogénito, y genos =

género, estirpe, nacimiento. Filón pasa de la acep ción material a la filosófica de género, lo
cual le permite afirmar qae todo protogenés (protón, + génos) es indestructible, puesto que
todo génos lo es,

119. Porque el que abre la matriz de tales cosas; de la inteligencia, para las aprehensiones
intelectuales; de la palabra, para los cometidos de la voz; de los sentidos, para las
represen taciones procedentes de los objetos sensibles; del cuerpo, para las posiciones y
movimientos que le son propios; es el invisible, fecundante y artífice Divino lógos, que será
consagrado con toda justicia a su Padre.

120. Y así como los principios son de Dios, también lo son los fines. Testigo de ello es Moisés
cuando prescribe separar y asignar el fin al Señor.36

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36 Núm. XXXI, 28 y ss.

121. Y también lo testimonia cuanto hay en el mundo. ¿Có mo? En la planta el principio es la
semilla, el fin el fruto, y uno y otro son obra no del trabajo agrícola sino de la Naturaleza. A su
vez, en la ciencia, el principio es la Naturaleza, como se ha demostrado; en tanto que el fin
está fuera de los humanos alcances. Nadie es, en efecto, perfecto en ninguna de sus empresas;
sólo del Uno son verdaderamente las perfeccio nes y las plenitudes. Lo que nos queda a
nosotros es situamos en el intervalo entre el principio y el fin, aprendiendo, ense ñando,
cultivando y derramando sudores, por así decir, en la realización de cada una de las otras
tareas a fin de que la creación 37 pueda aparecer realizando algo.
37 Es decir, las simples creaturas.

122. Pero más cla ramente aún ha reconocido Moisés que los principios y los fines
corresponden a Dios, cuando en su relato de la creación del mundo dice: "En el principio
hizo" (Gen. I, 1); y más adelante: "Acabó Dios el cielo y la tierra." (Gen. II, 1 y 2.)

123. Así pues, ahora dice el Señor: 'Tomad para Mí", reservándose de ese modo para Sí lo que
Le corresponde y previ niéndonos de que no hemos de adulterar Sus dones sino conser varlos
de manera digna del Dador. Y luego, en otro lugar, el Que no ha menester de cosa alguna y
por ello nada toma, recono cerá que "toma" a fin de incitarnos a la piedad, movernos al celo
por la santidad y azuzamos para que Le sirvamos, animados por la seguridad de que acogerá y
aceptará los homenajes espontáneos y los genuinos servicios del alma.

124. Dice, en efecto: "Mira, he tomado a los levitas en lugar de todo primo génito que abre la
matriz entre los hijos de Israel; ellos serán su rescate" (Núm. III, 12). De modo que tomamos y
damos, pero, si hemos de hablar con precisión: solo tomamos. Si deci mos que damos, lo
decimos forzando el sentido del término por las causas que he señalado. Acertado es el
calificativo de "res cate", que ha dado a los levitas. Nada, en efecto, rescata tanto a la
inteligencia para la libertad, como el convertirse en refu giado y suplicante de Dios; y tal es la
profesión de la sacratísima tribu de los levitas.

125. XXV. Habiendo, pues, dicho lo que convenía acerca de estos puntos, retomemos a
nuestro asunto inicial, pues son mu chos los aspectos que requieren ser tratados
detenidamente, cuyo estudio hemos postergado. "Toma para Mí", dice, "una novilla" que no
conozca el yugo ni el daño, tierna, joven y plena de lozanía aún; es decir, un alma capaz de
recibir sin dificultad la dirección, la educación y el control. "Toma para Mí un carnero", vale
decir, la palabra combativa y perfecta, capaz de analizar y refutar los sofismas de los
opositores, capaz de brindar seguridad y orden a quien hace uso de ella.

126. "Toma para Mí una cabra" o sea, también, la sensibilidad, que se lanza 38 sobre el mundo
sensible. Toma todos estos animales "de tres años de edad", es decir, forjados según el número
per fecto que consta de principio, medio y fin. Además, toma para Mí "una tórtola y una
paloma", vale decir, la sabiduría Divina y la humana, aladas ambas y expertas en ascender
hacia lo alto; aunque diferentes una de otra en la medida en que el género difiere de la especie
y la copia del modelo.
38 El término áittousa = que, se lanza, está emparentado con ave = cabra; lo que permite a

Filón vincular la idea de los saltos de la cabra con el salto de los sentidos hacia la realidad
sensible.

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127. En efecto, la sabiduría Divina, a la que figuradamente llámase "tórtola", es amiga de la
soledad, la que ama ella a causa de Dios, el solitario, de quien ella es pertenencia; en tanto que
la otra, a la que compárase con una "paloma", es suave, mansa y sociable, ronda en tomo de
las ciudades de los hombres y gusta vivir junto a los mortales.

128. XXVI. Es a estas virtudes, creo yo, a las que alude Moisés alegóricamente cuando llama
Sófora y Fuá a las parteras de los hebreos.39 "Sófora", en efecto, quiere decir "pájaro" y "Fuá",
"rojo"; y propio es de la sabiduría Divina el remontarse siempre como un pájaro; y de la
sabiduría hu mana el engendrar modestia y prudencia, de las que la más clara prueba es el
sonrojarse cuando corresponde.
39 Ex. I, 15.

129. "Tomó", dice la escritura, "todas estas cosas para Él". (Gen. XV, 10.) Estas palabras
encierran un elogio del hombre de bien, que preserva con honradez y sin engaños el sagrado
depósito que ha recibido, vale decir, el alma, la sensibilidad, la palabra, o sea, la sabiduría
Divina y el saber humano; no para sí mismo sino solamente para Aquél que se lo ha confiado.

130. Luego continúa: "Dividiólas en mitades", mas no agrega quién las dividió. Y no lo hace
para que tengas presente que es el irrepresentable Dios, el que, por intermedio del sepa rador
de todas las cosas, Su lógos, divide las naturalezas de las cosas materiales e inmateriales,
todas las cuales se nos repre sentan en armoniosa sucesión y unión. Este lógos, aguzado hasta
el máximo extremo de agudeza, jamás cesa de dividir.

131. En efecto, cuando todas las cosas sensibles han sido recorridos hasta los llamados
átomos e indivisibles,40 en nuevo proceso a partir de éstos este divisor comienza a dividir las
cosas que indaga la razón en innumerables e infinitas partes; y, como dice Moisés, "divide las
láminas de oro en cabellos" (Ex. XXXVI, 10), vale decir, en longitud sin anchura, semejante a
inmateriales líneas.
40 Los términos átomos y amerés significan por igual indivible, aunque el segundo

etimológicamente quiere decir impartible o sin partes.

132. Así pues, dividió cada uno de las tres en mitades: el alma, en racional e irracional; la
palabra, en verdadera y falsa; la sen sibilidad, en representación producto de la aprehensión de
un objeto y representación sin aprehensión de objeto.41 De inme diato "colocó" dichas
divisiones "en recíproca oposición" (Gen. XV, 10): racional frente a irracional, verdadero
frente a falso, con aprehensión frente a sin aprehensión. En cambio, deja indivisas las aves por
cuanto es imposible dividir las incorpóreas y Divinas formas de conocimiento en oposiciones
antagónicas.
41 Es decir, cuando el objeto de la representación mental (phantasía) es real, y cuando no lo

es, o bien porque no corresponde a una entidad externa o bien porque, aunque procedente de
un objeto real, la imagen es confusa o desfigurada, al punto de no reconocerse aquél. Ver
Diógenes Laercio VII, 46.

133. XXVII. Amplia y necesaria es la explicación acerca de la división en partes iguales y


opuestas; y ni la pasaremos por alto ni seremos demasiado prolijos en ella, sino, dentro de la
mayor concisión posible, nos contentaremos con tratar los pun tos convenientes solamente.
Pues bien, así como el Artífice dividió nuestra alma y nuestras extremidades en mitades, del
mismo modo dividió la sustancia del universo cuando creó el mundo.

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134. Tomóla, en efecto, y comenzó a dividirla así. Primeramente hizo dos partes: lo pesado y
lo liviano, distin guiendo lo formado por partículas espesas de lo formado por partículas
livianas. Acto seguido dividió a su vez lo enrarecido en aire y fuego, y lo denso en agua y
tierra, colocando a los cuatro como elementos sensibles del mundo sensible a modo de
elementos básicos.

135. En nueva división dividió lo pesado y lo liviano de acuerdo con otros principios: la
liviano en frío y caliente, dando a lo frío el nombre de aire y al calor natural el de fuego; y lo
pesado en húmedo y seco, llamando tierra a lo seco, y agua a lo húmedo. 136. Cada una de
estas divi siones fue objeto a su vez de otras. La tierra fue dividida en continentes e islas, el
agua en mar y ríos y en potable y no po table; el aire en las variantes que caracterizan a la
estación fría y a la cálida; el fuego en la variedad útil, que, sin embargo, es a la vez voraz y
destructiva; y la opuesta, la preservadora, que fue separada para formar el cielo.

137. Y lo mismo que las partes fundamentales dividió también las subdivisiones de las
mismas, en las que se dan los seres vivientes y los inertes. De los inertes unos permanecen en
el mismo sitio mantenidos por el lazo de la cohesión;42 otros muévense por expansión sin
cambiar su ubicación, vitalizados por una naturaleza incapaz de recibir representaciones;43
habiendo entre ellos unos que, siendo de materia salvaje producen frutos salvajes para
alimento de las fieras, y otros de materia cultiva ble, cuyo cuidado y protección ha cabido a la
agricultura, los que engendran frutos para la más cultivada de todas las creaturas vivientes,
que es el hombre.
42 Ver Interpretación alegórica II, 22; y Sobre la inmutabilidad de Dios 35 y ss.
43 Compárese con Sobre la creación 13; y con Sobre la obra de Noé como plantador 13.

138. Y de la misma manera como ha dividido los seres sin vida, ha dividido también los que
participan de la vida, distinguiendo dos especies: la de los irracionales y la de los racionales, y
tomando a su vez cada una, dividió en salvajes y domésticos a los seres irracionales, y en
inmortales y mortales a los racionales.

139. De la especie mortal hizo dos porciones, llamando a una de ellas hombres y a la otra
mujeres. Conforme con determinado principio dividió también el reino animal en macho y
hembra, división a la que se agregaron otras, distinguiendo los animales aéreos de los
terrestres, los terrestres de los acuáticos y los acuáticos de ambos casos extremos.

140. Así, aguzando al divisor de todas las cosas. Su lógos, dividió Dios la amorfa e
indeterminada sustancia de todas las cosas y los cuatro elementos del mundo, resultantes de la
división de aquélla, así como también los animales y las plantas formados con ellos.

141. XXVIII. Mas no dice solamente "dividió" sino agrega "en el medio". Y es sin duda
necesario hacer presente unas pocas cosas acerca de las porciones iguales; pues, cuando algo
es dividido en el medio, produce partes iguales.

142. Ahora bien, ningún hombre podría dividir cosa alguna en porciones exactamente iguales.
Por el contrario, fatalmente una de las partes será menor o mayor que la otra, aunque la
diferencia no sea grande, por lo menos una pequeña habrá de todos modos, que fácilmente
pase inadvertida para nuestra percepción, la que por naturaleza y costumbre se adapta a
mayores volúmenes, siendo incapaz de aprehender las partículas indivisibles e
indesintegrables.

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143. La incorruptible norma de la verdad no deja lugar a dudas sobre el hecho de que ningún
ser creado es autor de igualdad. Evidentemente, pues, sólo Dios es exacto en el juicio, y sólo
Él es capaz de dividir por mitades las cosas materiales e inmateriales, de manera que ninguna
de las dos partes sea más grande ni más pequeña que la otra, ni siquiera por una infinitamente
pequeña diferencia; y que cada una de ellas puede alcanzar la igualdad suma y perfecta.

144. Ahora bien, si la igualdad tuviera una sola forma, lo que se ha dicho sería sufi ciente,
pero, siendo varias, no dudaremos en agregar lo que viene al caso. Se dice que hay igualdad
en determinado aspecto hablando de los números, por ejemplo, entre un dos y otro dos, entre
un tres y otro tres, y del mismo modo entre los otros números; según otro criterio la hay en el
caso de las magnitudes, tales como longitudes, anchuras, profundidades y distancias. Así, un
palmo es igual a otro palmo, un pie a otro pie. Otras cosas son iguales en capacidad y fuerza,
como cuando se trata de medidas de peso y de contenido.

145. Una forma esencial de igualdad es la proporcional, con forme a la cual se considera lo
poco igual a lo mucho y lo pequeño a lo grande. Este criterio es el que acostumbran a emplear
en ocasiones determinadas quienes disponen que los ciu dadanos aporten igual contribución
por sus propiedades; no igual numéricamente, por supuesto; sino igual en proporción a la
valuación de su patrimonio, de modo que puede considerarse que el que contribuye con cien
dracmas aporta igual que el que lo hace con un talento.

146. XXIX. Con este esbozo previo, observa cómo "dividiendo en el medio" dividió Dios en
partes iguales según todos los criterios de igualdad cuando creó la totalidad del universo.
Dis tribuyó en igual número las partes pesadas y las livianas, dos y dos: la tierra y el agua,
pesadas ambas, y el aire y el fuego, livianas ambas; y paralelamente, una y una: lo más seco y
lo más húmedo: la tierra y el agua, y lo más frío y lo más caliente: el aire y el fuego; y del
mismo modo, la sombra y la claridad, el día y la noche, el verano y el invierno, el otoño y la
primavera, y todas las cosas de la misma naturaleza.

147. Iguales en magnitud hizo los circuios del cielo, los de los equinoccios de primavera v
otoño, los de los solsticios de verano e invierno, las zonas terrestres, cada par de las cuales
está formado por dos iguales, como las heladas y, por ello, deshabitadas regiones polares; y
las dos que separan a éstas y la zona tórrida, consi deradas habitables en razón de su
temperatura benigna, situada una hacia el sur y otra hacia el norte.

148. Los intervalos de tiempo son también iguales en exten sión. El día más largo es igual a la
noche más larga, el más corto igual a la más corta, v el de duración media igual a la de
duración media. En cuanto a la igual duración de los otros días y noches, ello se manifiesta, al
parecer, sobre todo en los equinoccios.

149. En efecto, desde el equinoccio de primavera hasta el solsticio de verano los días se
alargan al par que se acortan las noches hasta que se alcanza el día más largo y la noche más
corta. Y desde el solsticio de verano el sol toma a recorrer el mismo camino ni más rápido ni
más lento sino con los mismos e inalterables intervalos y manteniendo una misma velocidad
llega al equinoccio de otoño, y, después de completar la igualdad del día y la noche, comienza
a incrementar la noche y a acortar el día hasta el solsticio de invierno.

150. Y, cuando ha completado la noche más larga y el día más corto, retoma nuevamente

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según los mismos intervalos hasta llegar al solsticio de primavera. De ese modo los intervalos
de tiempo, aunque parecen ser desiguales, participan de la igualdad en magnitud, no
simultáneamente sino en diferentes estaciones del año.

151. XXX. Fenómeno semejante se observa en las partes de los animales y en el hombre en
particular. Un pie, en efecto, es igual al otro, una mano igual a la otra mano, y en casi todos
los demás casos las partes derechas son iguales en tamaño a las izquierdas.
A su vez, las cosas iguales en poder son muchísimas, tanto entre las secas como entre las
húmedas, cuya medición en me didas de contenido se hace mediante balanzas y otros
parecidos instrumentos.

152. En cuanto a la igualdad por proporción, se da práctica mente en todas las cosas grandes y
pequeñas que hay en el mundo entero. Dicen, en efecto, aquellos que han investigado más a
fondo los asuntos concernientes a la naturaleza que los cuatro elementos son
proporcionalmente iguales y que el mundo entero fue formado y mantiene para siempre su
estructura mer ced a que está compuesto en una proporción que asigna a cada uno de dichos
elementos igual medida.

153. Dicen además que nuestros cuatro constituyentes: seco, húmedo, frío y calien te,
armonizan por la igualdad proporcional que se da en su mezcla, y que nosotros no somos otra
cosa que una mezcla de cuatro factores reunidos en partes proporcionalmente iguales.

154. XXXI. Si entráramos a considerar cada caso, podríamos extendemos hasta el infinito, por
cuanto en nuestra observación hallaríamos que los animales más pequeños son
proporcional mente iguales a los más grandes; la golondrina, por ejemplo, igual al águila, el
salmonete igual a la ballena, la hormiga igual al elefante. Sus cuerpos, en efecto, sus almas y
sus modos de sentir, sus dolores y placeres, sus afinidades y aversiones, y cada una de las
otras sensaciones que contiene la naturaleza, todas esas cosas prácticamente son iguales si se
las coteja según la regla de la proporción.

155. Y de la misma manera algunos se han aventurado a afirmar que este pequeñísimo animal
que es el hombre es igual al mundo todo pues observan que uno y otro constan de un cuerpo y
un alma racional; y así, han afirmado que alternativamente el hombre es un mundo pequeño y
el mundo un hombre enorme.

156. Y no están desacertados en lo que exponen; simplemente reconocen que la Divina


industria, mediante la que Dios construyó todas las cosas, no admite ni incremento ni
disminución sino permanece siempre idéntica, y en su inigualada excelsitud ha creado a la
perfección cada una de las cosas existentes, habiendo empleado el Creador cada uno de los
números y cada una de las formas que apuntan a la perfección.

157. XXXII. En efecto, en la producción y for mación de cada cosa juzgó "en lo que hace al
pequeño y en lo que hace al grande" (Deut. I, 17), palabras textuales de Moisés, sin que
disminuyera Su industria a causa de la insigni ficancia del material ni aumentase por su
magnificencia.

158. Porque, todos los artífices de fama aspiran a que sus obras sean meritorias, tanto si los
materiales que usan son costosos como si son muy baratos. Y no han faltado quienes, en su
amor a la belleza y decididos a compensar la inferioridad material con lo aventajado de su

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saber, han producido obras de más valor artístico con materiales más baratos que otros con
materiales más costosos.

159. Mas ante Dios ningún material se lleva la preferencia, y por ello aplicó a todos el mismo
arte y en igual medida. Así, en las sagradas escrituras léese que "Dios vio todas las cosas que
había creado, y he aquí que eran muy buenas" (Gen. I, 31); y las cosas que alcanzan la misma
alabanza son merecedoras de honor en igual grado absolutamente a ojos del que las alaba.

160. Ahora bien, Dios alabó, no el material que había empleado para Su obra, material inerte,
discorde y dispersable, además de perecedero de por sí, irregu lar y desigual; sino las obras de
Su industria, las que habían sido llevadas a cabo mediante una única, igual y uniforme
po tencia y una misma e inalterada ciencia. Y así, por las reglas de la proporción todas las
cosas fueron consideradas iguales y similares entre sí conforme con el principio que preside
Su arte y Su ciencia.

161. XXXIII. También Moisés, más que otro ninguno, alaba la igualdad. En primer lugar,
celebra siempre y en todas partes la Justicia, cuya esencial propiedad es, como su nombre lo
in dica,44 dividir en dos partes iguales las cosas materiales e inma teriales; y, en segundo lugar,
vitupera la injusticia, creadora de la peor de las desigualdades.
44 Imaginaria etimología según la cual díke = justicia, derivaría de dikha = en dos partes.

162. La desigualdad ha engen drado las dos guerras gemelas: la extranjera y la intestina; la
igualdad, por el contrario, es madre de la paz. Clarísimamente expone Moisés sus elogios a la
Justicia y sus reproches a la injusticia cuando dice: "No hagáis nada injusto en el juicio, en las
medidas, en las pesas, en las balanzas; vuestras balanzas serán justas, vuestras pesas serán
justas, vuestras medidas serán justas, vuestro congio45 será justo" (Lev. XIX, 35 y 36); y en el
Deuteronomio: "No habrá en vuestro bolso diversas pesas grandes o pequeñas. No habrá en tu
casa diversas medidas grandes o pequeñas. Tus pesas serán verdaderas y justas para que
puedas vivir muchos días en la tierra que el Señor te da como herencia, pues es abominable
para el Señor todo el que hace tales cosas, todo el que comete injusticia." (Deut. XXV, 13 y
16.)
45 Congio: medida antigua para líquidos cuyo contenido era de unos tres litros y cuarto.

163. Luego, Dios, que ama la justicia, abomina y detesta la injusticia, origen de revuelta y
males. (¡.Y cuándo deja el legislador de alabar a la igualdad, nodriza de la justicia? Ya en el
curso de la narración de la creación de todo el cielo dice: "Separó Dios por el medio la luz de
la obscuridad y llamó día a la luz, y noche a la obscuridad." (Gen. I, 4 y 5.) La igualdad, en
efecto, ha asignado al día y a la noche, a la luz y la obscuridad su lugar entre las cosas
existentes.46
46 Es decir, que la separación entre el día y la noche tuvo lugar sóbre la base de la igualdad,

con lo que se evidencia que desde el origen mismo del mundo el legislador destaca la
presencia de dicho principio en la obra Divina, entendiendo Filón que ello constituye un
acabado elogio de la igualdad.

164. La igualdad, asimismo, dividió al ser humano en varón y mujer, dos porciones desiguales
en fuerzas pero muy iguales en lo que la naturaleza exige apremiosamente: la generación de
un tercer semejante. "Dios", leemos, "hizo al hombre según Su imagen. Hizo macho y
hembra", no a él ya, sino "a ellos" (Gen. I, 27), agrega pluralizando; con lo cual adecua al
género las especies que han sido separadas en él conforme con la igualdad, como-he dicho.

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165. XXXIV. Asimismo señala que de acuerdo con la misma división son separados el frío y
el calor, el verano y la primavera, es decir, las estaciones del año.47 Y por cierto que los días
que precedieron a la creación del sol son iguales en número a los que siguieron a la misma, es
decir, tres,48 con lo que los seis en total fueron divididos en partes iguales para expresar la
eternidad y el tiempo. En efecto, dedicó a la eter nidad los tres anteriores al sol, y los que le
siguieron los dedicó al tiempo, que es una imitación de la eternidad.49
47 Gen. VIII, 22. En tiempos primitivos distinguían los griegos tres. estaciones: invierno,

verano y primavera. Sólo más tarde se incorporó una cuarta: el otoño, adoptándose una
división cuatripartita del año. Filón parece referirse a esa división primitiva, lo que nada tiene
de extraño pues-tiene su atención puesta en los orígenes del mundo. De allí que subdivida la
época cálida en verano y primavera, pero no mencione subdivisión alguna para la época fría.
48 Teniendo en cuenta que Filón insiste en varios pasajes que la creación tuvo lugar en seis

días, no en siete, resulta evidente que el cuarto día no-es un día intermedio entre dos tríadas:
primero-segundo-tercero y quinto-sexto-séptimo, sino el primer día de la segunda, la que está
integrada por el cuarto, el quinto y el sexto. Por lo tanto la separación no es efecto del cuarto
día, sino de la igualdad entre ambas tríadas.
49 Ver Timeo 37.

166. Por otra parte, dice Moisés que el Que Es separó, quedando Él encima y en medio de
ellas, Sus primeras potencias, es decir, la benefactora, mediante la cual formó el mundo, y a la
que se da el nombre de Dios; y la punitiva, mediante la cual gobierna y preside lo creado, la
que lleva el nombre de Soberano. Lee mos, en efecto: "Te hablaré desde lo alto del
propiciatorio en medio de los dos querubines" (Ex. XXV, 21);50 lo que tiende a demostrar que
las más respetables potencias del Que Es, vale decir, la benefactora y la punitiva, son iguales
conforme a la división hecha por Él.
50 Ver Sobre los querubines 27 y ss., y Sobre la huida y el hallazgo 100.

167. XXXV. ¿Y qué? Las columnas de las diez leyes gene rales, llamadas tablas, ¿no son dos,
al igual que las partes del alma, la racional y la irracional; partes que deben ser educadas y
corregidas? También tales tablas han sido divididas por el Legislador 51 y sólo por Él. En
efecto, "las tablas eran obra de Dios y la inscripción, inscripción de Dios grabada en las
tablas". (Ex. XXXII, 16.)
51 En este caso Dios, no Moisés, aunque tal título lo aplica Filón ordinariamente a éste.

168. Además, las diez disposiciones que ellas contienen, que son mandamientos Divinos en el
exacto sen tido de la palabra, están divididos en dos series iguales de cinco cada una, de las
que la primera contiene los mandamien tos referentes a Dios y la segunda los referentes a los
hombres.

169. De los mandamientos referentes a Dios, el primero es la prescripción que veda la


creencia politeísta, y enseña que el mundo no tiene más que un Señor. El segundo es el
refe rente al no divinizar cosas que nada han producido, empleando para ello las insidiosas
artes de los pintores y escultores, artes que Moisés ha desterrado de su comunidad, dictando
sobre ellas sentencia de perpetuo destierro, para que a nadie se honre sino al único y
verdadero Dios.

170. El tercer mandamiento es el que se refiere al nombre del Señor, no al de Aquél que Jamás
se ha aproximado a la creación, pues el Que Es no puede ser designado con palabras; sino el

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que se aplica a Sus poten cias. Según esta prescripción no debemos tomarlo en vano. El cuarto
es el relativo al siempre virginal y sin madre número siete,52 y tiende a que la creación,
tomando en serio su propia inoperancia, se vuelva con el pensamiento hacia Aquél que todo lo
hace invisiblemente.
52 Se refiere Filón a la prescripción relativa a la consagración del séptimo día a Dios. Sobre las

propiedades atribuidas por Filón al número siete ver Sobre la creación del mundo 100, e
Interpretación alegórica I, 15.

171. El quinto es el referente a la honra debida a los padres. También éste es de categoría
sa grada pues su referencia no es a los hombres sino al Que Es origen de la fecundidad y
capacidad de engendrar de todas las cosas, gracias al cual aparecen como engendradores el
padre y la madre, los que, en realidad, no engendran sino son instrumentos de la generación.

172. Esta prescripción fue grabada en el límite entre las cinco tendientes a procurar la piedad
y las cinco que comprenden las prohibiciones relativas a los actos injustos contra nuestros
semejantes, en atención a que los pro genitores mortales son el término de las potencias
inmortales, las que por naturaleza engendran todas las cosas, pero han confiado también a la
raza mortal el alumbramiento de la última forma de generación a imitación del arte procreador
de ellas. Porque el principio de la generación es Dios; el fin, la especie última y de menor
Jerarquía, la "mortal.

173. Los otros cinco manda mientos son la prohibición del adulterio, del asesinato, del robo,
del falso testimonio y de la concupiscencia. Éstas constituyen las normas generales sobre
prácticamente todas las faltas, y a ellas cabe referir cada una de las faltas específicas en cada
caso.

174. XXXVI. En otro orden de cosas ves que también las ofren das permanentes están
divididas en partes iguales; tanto la de la flor de la harina de trigo que los sacerdotes ofrendan
por sí mismos; como la de los dos corderos que les está prescripto llevar y ofrendar por la
nación. La ley, en efecto, ha prescripto ofrendar la mitad de dichos sacrificios por la mañana y
la otra mitad por la tarde,53 para que Dios reciba nuestro agradeci miento por los bienes
derramados sobre todos, tanto durante el día como durante la noche.
53 Lev. VI, 20, y Ex. XXIX, 38 y 39.

175. Y ves también cómo los panes de trigo expuestos sobre la sagrada mesa, en número de
doce, han sido divididos en par tes iguales, y colocados de a seis en memoria de las doce
tribus, de las que la mitad corresponden a Lía, la madre de seis patriarcas, y la otra mitad a los
hijos de Raquel y a los ilegítimos de las concubinas.

176. Y observa, asimismo, cómo las dos esmeraldas que van sobre el largo manto, una a la
derecha y otra a la izquierda, están divididas en partes iguales, y sobre ellas están grabados,
seis en cada una, los doce nombres de los patriarcas, como Divinas estelas inscriptas para
recordación de Divinas naturalezas.54
54 Ex. XXVIII, 9 a 12. Las Divinas naturalezas son los doce signos del zodíaco, según

especifica claramente Filón en Preguntas y respuestas sobre el Éxodo II, 109. Sin embargo, en
Sobre la confusión de las lenguas 133, se llama Divinas naturalezas a los cuerpos celestes en
general. En Sobre las leyes particulares I, 87, afirma Filón que el símbolo del zodíaco son las
doce piedras preciosas del pectoral del sumo sacerdote, no las dos esmeraldas del efod o largo
manto.

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177. ¿Y qué? ¿No ha tomado Moisés: dos montes, símbolos de dos especies, y, practicando
una vez más una división acorde con el principio de igualdad propor cional, no ha asignado
uno a los que bendicen, y otro a los que imprecan, colocando sobre cada uno de ellos seis
patriarcas 55 con la intención de mostrar a los que han menester de reproches que las
maldiciones son iguales en número a las bendiciones, y casi, si es lícito hablar así, iguales en
valor?
55 Deut. XXVII, 11 a 13.

178. Es que la utilidad de las alabanzas al bien y de las censuras al mal es la misma, ya que a
juicio de los que bien piensan, el evitar el mal y el procurar el bien son una misma e idéntica
cosa.

179. XXXVII. También me llena de admiración la separación entre los dos machos cabríos
ofrecidos en sacrificio propiciatorio al par que la distribución de los separados, aunque ellas
estén a cargo del inseguro e incierto asignador que es el sorteo. Es que de las dos formas de
pensamiento, una, la que se ocupa de las Divinas virtudes, está consagrada y dedicada a Dios;
y la otra, la que se desvela por la desdichada humanidad, está con sagrada a la desterrada
creación. El asignado a ésta por la suerte es llamado "de la separación"56 debido a que ella es
una expatriada, y hállase separada y desterrada lejos de la sabiduría.
56 Ver Sobre la obra de Noé como plantador, nota 27.

180. Y por cierto que, del mismo modo que hay mo nedas estampadas y monedas sin marcas,
¿no te parece a ti que así también de las muchas cosas que comprende la naturaleza, el
invisible Divisor ha dividido todas en porciones iguales y que ha asignado al amante de la
instrucción las aprobadas y estampadas, y al ignorante las no estampadas ni marcadas. Dice,
en efecto, el legislador: "Las no marcadas son de Labán;
las marcadas, de Jacob." (Gen. XXX, 42.)

181. En efecto, como ha dicho uno de los antiguos, el alma es una masa de cera,57 que, si es
dura y resistente, rechaza y sacude fuera de sí las impresiones que le llegan y permanece
informe forzo samente; en tanto que, si es dócil y debidamente razonable, recibe las marcas
profundamente y, reproduciendo la forma del sello, conserva perfectamente las formas
estampadas, de modo que no se borren jamás.
57 Platón, Teeteto 191 c. Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 43.

182. XXXVIII. Asombra, asimismo, la distribución por partes iguales de la sangre de los
sacrificios, distribución que hace el sumo sacerdote Moisés 58 de acuerdo con lo que la
naturaleza enseña. En efecto, "tomando", dice, "la mitad de la sangre, la vertió en vasijas, y la
otra mitad la derramó sobre el ara" (Ex. XXIV, 6), para mostrarnos que el sagrado género de
la sabiduría comprende dos clases: la Divina y la humana.
58 Aunque Moisés no ejerció tal función. Filón le da a veces ese título. Ver Sobre la vida de

Moisés II, 75.

183. La Divina es pura y sin mezcla, por lo cual es vertida para Dios, que también lo es y es
único en Su soledad; la humana, en cambio, es mezclada y compuesta, y se derrama por
nuestra mezclada, compuesta y heterogénea raza para producir en nos otros la unidad de
pensamiento, la amistad y una verdadera "mezcla" de las partes de nuestro ser y de nuestros
modos de obrar.

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184. Mas, hay también en el alma una parte que es pura y sin mezcla, y ella es la inteligencia
cuando es totalmente pura; inteligencia que, inspirada desde lo alto del cielo, es preservada de
enfermedad y daño y, reducida para su bien toda ella a sus puros elementos con miras a una
sagrada libación, es devuelta al Que la inspira y preserva de sufrir mal alguno.
La clase mixta es la de los sentidos y con ella la naturaleza ha fabricado sus propias "vasijas".

185. Vasijas de la vista son los ojos; del oído las orejas; del olfato las fosas nasales, y de los
otros sentidos los respectivos receptáculos. En estas vasijas derrama el sagrado lógos 59
sangre, considerando que nuestra parte irracional puede ser vivificada y tornarse en cierta
manera racional, si sigue los Divinos senderos de la inteligencia y se purifica de los objetos
sensibles que la arrastran con su seductora y engañosa fuerza.
59 El sumo sacerdote, según Filón, personifica al Divino lógos. Ver Sobre la migración de

Abraham 102.

186. ¿Y no ha sido dividido de idén tica manera el sagrado didracmo,60 a fin de que
consagremos la mitad de él, es decir, la dracma, pagando con ella el rescate de nuestra propia
alma;61 a la que Dios, el único verdaderamente libre y libertador, movido por nuestra súplica,
y a veces sin ella, libera de viva fuerza de cruel y amarga opresión de las pasiones e
iniquidades; y para que abandonemos la otra mitad a la sometida y esclava raza de la que es
miembro el que dice: "He llegado a amar a mi amo", vale decir, a la inteligencia que gobierna
en mí; "y a mi mujer", o sea, a la sensi bilidad, amiga y custodia de la casa de las pasiones; "y
a los hijos", es decir, a los vástagos de éstas; "no saldré libre". (Ex. XXI, 5.)
60 Didracmo o doble dracma.
61 Ex. XXX, 12 y 13.

187. A tal raza, en efecto, no podía sino serle asig nado un legado que no es tal, un legado de
"separación", lo opuesto a la dracma consagrada. Ésta es una unidad, y por naturaleza la
unidad no admite ni adición ni mengua, siendo en eso imagen de Dios, que es uno y pleno.

188. Las otras cosas son de por sí inconsistentes y, si llegan a adquirir cierta coherencia, es
porque las ciñe el Divino lógos, que es una naturaleza adhesiva y ligadora que todo lo llena de
su sustancia.62 En cambio. Aquél que todo lo reúne y entrelaza está pleno de sí en el exacto
sentido de la expresión y no ha menester de ninguna otra cosa en absoluto.
62 Compárese con Sobre la migración de Abraham 181 a 183.

189. XXXIX. Con razón, pues, dice Moisés que "El que es rico no agregará y el que es pobre
no quitará de la mitad del didracmo" (Ex. XXX, 15), o sea, de la dracma, como he señalado, a
la que todo número puede decir con el poeta: "En ti acabaré y en ti comenzaré."63
63 Ilíada IX, 67.

190. Es, en efecto, la unidad el término en que se resuelve todo número-de la infinita serie
resultante de infinitas adiciones, y, a la vez, el punto de partida de la serie ascendente hacía la
cantidad sin límites. Por ello los estudiosos de estas cuestiones han dicho que no se trata de un
número sino de un elemento y principio de numeración.64
64 Diógenes Laercio VIII, 25, atribuye esta teoría a los pitagóricos.

191. Otro caso es el del celestial alimento del alma, la sabiduría, al que Moisés llama "maná".

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El Divino lógos, cuidadoso por sobre todo de la igualdad, lo distribuye por iguales partes a
todos. Atestigúalo Moisés cuando dice que "Al que tenía mucho no le sobraba, al que tenía
menos no le faltaba" (Ex. XVI, 18), cuando lo medían con la admirable y valiosa pauta de la
proporción, mediante la que llegamos a. entender que cada uno recogió en su depósito para
"los conve nientes" (Ex. XVI, 16), no seres humanos, sino más bien pensamientos y actitudes.
En efecto, lo que a cada uno le correspondió le fue asignado con la previsión debida, de modo
que ni sobrara ni faltara nada.

192. XL. Un ejemplo similar de esta igualdad proporcional se puede encontrar en la llamada
"pascua",65 la cual tiene lugar cuando el alma intenta olvidar la irracional pasión y por su
propia iniciativa experimenta 66 los goces de orden racional.
65 Vale decir, tránsito o travesía.
66 Juego de palabras entre páskha = pascua, y páskhein = experimen tar, sentir; y a través de

este último vocablo, con páthos = pasión, y con eupatheia = goce, experiencia grata,
sustantivos ambos de la misma raíz: de páskhein.

193. Dicho está, en efecto que, "si en la casa fueren pocos, al punto de no ser suficientes para
el cordero, tomará además a su próximo vecino, de conformidad con el número de almas, para
que cada uno calcule lo que es suficiente para sí" (Ex. XII, 4), llevándose la porción que
merece y necesita.

194. Por otra parte, cuando Moisés quiere distribuir la virtud entre los habitantes de ella, como
se distribuye una región, establece que los mayores acrecienten sus posesiones y los menores
las dismi nuyan,67 entendiendo que lo justo es que ni los mayores admitan disminuciones, por
cuanto, en ese caso, quedarían vacíos de saber, ni los menores reciban acrecentamientos, ya
que serían incapaces de contener la grandeza de los mismos.
67 Núm. XXXV, 8.

195. XLI. Pero, el más claro ejemplo de igualdad proporcional lo constituyen las sagradas
ofrendas de los doce jefes,68 así como la distribución de dichas ofrendas entre los sacerdotes.
"A cada uno", dice la prescripción, "de los hijos de Aarón le corresponderá lo mismo", (Lev.
VI, 40.)
68 Núm. VII, 4 y ss.

196. Otro excelente caso de igualdad es el de la composición de los perfumes. Lee mos, en
efecto: "Toma para ti especies aromáticas: estacte, uña olorosa y gálbano de dulce aroma y
claro incienso, cada uno en igual medida; y harán de estas sustancias un perfume obra de
perfumería de pura composición, obra santa" (Ex. XXX, 34 y 35); pues cada una de las partes,
dice, debe entrar en igual medida que las demás en la combinación total.

197. Estas cuatro sustancias de las que se compone el perfume son, pienso yo, símbolos de los
cuatro elementos de los que ha sido formado el mundo en su totalidad. Compara, en efecto,
Moisés el estacte con el agua, la uña olorosa con la tierra, el gálbano con el aire, y el claro
incienso con el fuego; como que el estacte es acuoso pues se derrama a gotas; la uña olorosa,
seca y terrestre; y se ha agregado "de dulce aroma" al gálbano para dar idea de aire, pues el
aire tiene fragancia; y al incienso lo de "claro" para indicar la luz.

198. Por ese mismo motivo en la frase aparecen separadas las sustancias pesadas de las
livianas; y mientras estas últimas van unidas mediante la conjunción copulativa, las pesa das

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van mencionadas sin nexo alguno entre sí, pues dice: "Toma para ti especias aromáticas:
estacte, uña olorosa"; donde ambas, -que son símbolos de las sustancias pesadas, el agua y la
tierra, no aparecen unidas por conjunción; y a continuación menciona los símbolos de las
sustancias livianas, aire y fuego, y lo hace como una nueva enumeración, ahora usando la
conjunción, que vuelve aparecer entre los dos términos: "y gálbano de dulce aroma y claro
incienso".

199. Y la armoniosa mezcla y com posición de estos elementos constituye la más venerable y
perfecta de las obras, una verdaderamente "obra santa": el mundo; que, entiende Moisés, debe
agradecerse al Hacedor. De modo que, mientras en las palabras es el compuesto formado por
el arte de la perfumería el que arde en vapores; en realidad es el mundo entero, construido por
la Divina sabiduría, el que es ofrecido mañana y tarde en holocausto.

200. Provechoso, en efecto, es para el mundo vivir agradeciendo incesante y conti nuamente a
su Padre y Hacedor, ardiendo en vapores y retor nando a una forma elemental para demostrar
no sólo que nada atesora para sí, sino que además todo cuanto es lo consagra como ofrenda a
Dios, que lo engendró.

201. XLII. Admirado me siento, también, ante la carrera sin respiro vigorosa y acelerada del
sagrado lógos 69) "para colocarse en medio de los muertos y los vivos". (Núm. XVI, 48.) Dice,
en efecto. Moisés que al punto "el quebrantamiento cesó" [Id.]. ¿No cesan, acaso, y se alivian
los destrozos, opresiones y quebrantos de nuestra alma como consecuencia inmediata de la
separación y colocación de un muro intermedio que establece el amado de Dios entre los
pensamientos santos, que viven ver daderamente, y los no santos, que están muertos de
verdad?
69 Aarón, en el relato bíblico.

202. Porque con la reiterada proximidad de los enfermos tam bién los muy sanos contraen la
enfermedad de aquéllos, y se ven en trance de muerte; mas, fue imposible que en adelante esta
influencia les afectase, separados, como estaban, por la más poderosa de las vallas, fija en
medio para rechazar de la parte mejor las irrupciones y acometidas de la parte peor.

203. Mayor es aún mi admiración cuando escucho los oráculos y aprendo cómo la nube se
colocó en el medio entre la hueste egipcia y la israelita.70 Dicha nube, en efecto, no es otra
cosa que el arma protectora y salvadora de los amigos, al par que hostigadora y castigadora de
los enemigos; arma que impidió que a partir de entonces la raza sobria y amada de Dios fuera
perseguida por la raza amante de las pasiones y atea.
70 Ex. XIV, 20.

204. Es ta nube, en efecto, vierte gota a gota suavemente en las inteli gencias fecundas la
sabiduría, a las que por su naturaleza no afecta mal alguno; en cambio, en las mezquinas y
estériles en el saber derrama sin interrupción castigos, desatando sobre ellas un diluvio de
destrucción lamentable en extremo.

205. El Padre que todo lo ha creado ha concedido a Su lógos, mensajero supremo y primero
en jerarquía, la especial prerroga tiva de que, ubicado en medio, señale el límite entre la
criatura y el Creador. Este lógos es, por una parte, suplicante ante el Inmortal a favor de la
raza mortal y, por otra, mensajero del Soberano ante Sus súbditos.

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206. Lleno de júbilo y orgullo por tal don se nos muestra al decir: "Y yo estaba entre el Señor
y vosotros (Deut. V, 5), es decir, ni increado como Dios ni creado como vosotros, sino
intermedio entre los extremos, como garantía para ambos. Para el Progenitor yo soy la
garantía de que lo que Él ha engendrado no se rebelará jamás ni se alejará eligiendo el
desorden en vez del orden; para el vástago soy la fundada esperanza de que el misericordioso
Dios jamás olvidará Su propia obra. Anuncio yo, en efecto, a la creación la paz de parte de
Dios, preservador perpetuo de la paz, cuya decisión es acabar con las guerras.

207. XLIII. Habiéndonos, pues, enseñado lo referente a la división en partes iguales, la


sagrada escritura nos transporta también al conocimiento de los opuestos asegurando que
"colocó las porciones enfrentadas entre sí", (Gen. XV, 10.) Y es cierto. Prácticamente todas
cuantas cosas existen en el mundo son opuestas por naturaleza a otras. Mas, comencemos por
las pri meras. 208. El calor es opuesto al frío, lo seco a lo húmedo, lo liviano a lo pesado, la
obscuridad a la luz, la noche al día; y en el cielo, el curso de las estrellas fijas es opuesto al de
las errantes; en el aire, lo diáfano lo es a la niebla, la calma a los vientos, el invierno al verano,
el otoño, en el que perecen los vástagos de la tierra, a la primavera, en que aquéllos florecen; y
asimismo en el agua, la dulce se opone a la amarga, y en la tierra, la estéril a la fecunda.

209. Las otras oposiciones están también a la vista: corpóreo e incorpóreo, viviente e inerte,
racional e irracional, mortal e inmortal, sensible e intelectual, comprensible e incomprensible,
elemental y completo, principio y fin, nacimiento y extinción, vida y muerte, enfermedad y
salud, blanco y negro, derecha e izquierda, justicia e injusticia, pru dencia e insensatez,
valentía y cobardía, continencia e inconti nencia, virtud y vicio, y todas las especies de la
virtud por un lado y todas las del vicio por otro.

210. Otras condiciones opuestas son lo literario y lo iliterario, la cultura y la incultura, la


educación y la falta de educación, y, en general, la pericia y la impericia; y en las artes y las
ciencias, los elementos vocáli cos y los no vocálicos, las notas agudas y las graves, las líneas
rectas y las curvas.

211. Entre los animales y las plantas tene mos los estériles y los fecundos, los prolíficos y los
escasos en vástagos, los vivíparos y los ovíparos, los de piel blanda y los de piel dura, los
salvajes y los domésticos, los solitarios y los gregarios.

212. En otro orden de cosas están la pobreza y la riqueza, la fama y la obscuridad, la nobleza y
la humildad de origen, la indigencia y la abundancia, la guerra y la paz, la ley y la ilegalidad,
la capacidad y la ineptitud, el trabajo y la inactividad, la juventud y la vejez, la impotencia y el
poderío, la debilidad y el vigor. ¿Y para qué necesitamos enumerar una a una estas
oposiciones si su número es ilimitado e infinito?

213. Excelente, pues, es la enseñanza del intérprete de los hechos de la naturaleza,71 quien,
poseído de compasión por nuestra grosería y desaprensión, incesantemente y en todas partes
nos enseña, como en este pasaje, que la situación de recíproca opo sición se da no entre
naturalezas completas sino entre partes pertenecientes a éstas.
71 Probablemente alude a Moisés y no a Dios.

214. En efecto, un todo no es sino la suma de dos contrarios, y mediante la división del todo
se hacen evidentes los opuestos. ¿No es, acaso, esto lo que Heráclito, a quien los griegos
proclaman como grande y digno de loas, sienta como punto capital de su filosofía,

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vanagloriándose como si hubiese descubierto algo novedoso? Pues bien, mucho antes Moisés
había descubierto, como claramente se ha demos trado, que los opuestos se forman a partir de
un mismo todo y que su condición es la de partes de él.

215. Este punto lo trataremos con mayor detención en otra ocasión. Pero, hay también un
asunto que no conviene que pasemos por alto. En efecto, las denominadas medias porciones
de los tres animales divididos en dos 72 resultan seis en to tal, de modo que el separador, vale
decir, el lógos, que separa los grupos de tres y se sitúa en medio de ellos, es el séptimo.
72 "Divididos en dos" por Abraham, según Gen. XV, 10.

216. Análoga significación, a mi parecer, se mani fiesta con claridad suma en el sagrado
candelabro. Está hecho, en efecto, con seis brazos, tres de cada lado, y en el medio él mismo
resulta ser el séptimo, que divide y separa ambos grupos de tres. Es "cincelado", vale decir,
producido con arte refinado y Divino, "de una sola pieza de oro puro" (Ex. XXV, 36), ya que
el Uno, el sólo y realmente puro, ha engendrado de Sí mismo, sin emplear materia alguna en
absoluto, al siete, el que no conoce madre.

217. XLIV. Ahora bien, los que alaban al oro, dicen en su elo gio, amén de otras cosas, estas
dos, que son las más importantes: primero, que no adquiere herrumbre, y segundo, que, aun
reducido por golpes o derretimiento a láminas delgadísimas, se mantiene sin quebrarse. Con
razón, pues, ha llegado a ser sím bolo de una superior naturaleza, que, extendida, derramada y
dilatada por todas partes, está toda ella plenamente en todas las cosas y teje un armonioso
vínculo entre todas ellas.

218. Ha blando de dicho candelabro, el Artífice dice además que "de los brazos brotan sus
prolongaciones, tres de cada lado, iguales unas a otras, de cuyos extremos salen las lámparas
en forma de nuez, hallándose en ellas los cálices destinados a sostener los portaluces; y el
séptimo cáliz, de oro sólido todo él, hállase en el extremo de su lámpara, en la cima misma; y
en los cálices van siete portaluces de oro". ( Ex. XXXVIII, 15 a 17.)

219. Así pues, mediante muchas pruebas se ha establecido ya que, tal como ocurre en este
pasaje, el seis hállase dividido en dos tres por el lógos, que aparece como la séptima entidad
en medio de aquéllos. En efecto, todo el candelabro, con sus principales parles en número de
seis, consta de siete lámparas, siete cálices y siete portaluces.

220. Porque los seis portaluces batíanse divididos por el séptimo; los cálices, a su vez, lo son
por el cáliz central, y las lámparas lo son de igual modo por la séptima y central; y por su
parte, los seis brazos y las prolongaciones, que igual número nacen de ellos, son divididos por
el tronco mismo del candelabro, que es el séptimo.

221. XLV. Mucho es lo que se puede decir sobre este asunto, pero hemos de dejarlo para más
adelante. Todo lo que hemos de recordar es que el sagrado candelabro y los portaluces que hay
en él son una copia de la danza del coro de los siete planetas en el cielo.

222. ¿Cómo es eso?, preguntará tal vez al guno. Pues porque, de la misma manera que los
portaluces, así también cada uno de los planetas es portador de luz, diremos; ya que, siendo
brillantísimos, envían rayos de suprema lumi nosidad hacia la tierra, especialmente el central
de los siete, el sol.

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223. Califico a éste de central no sólo porque ocupa la posición central como sostienen
algunos, sino también porque, aparte de esto, le cabe el derecho de ser servido y escoltado por
escuderos ubicados a ambos lados en mérito a su dignidad, grandeza y beneficios que
proporciona a todos los que residen sobre la tierra.

224. Ahora bien, los hombres, que tampoco son capaces de llegar a un firme conocimiento de
ninguna otra cosa del cielo, no han llegado a una segura aprehensión del orden de los planetas
y se atienen a lo probable. De estas conjeturas, la mejor, a mi parecer, es la de los que asignan
el lugar central al sol y dicen que hay tres planetas sobre él y otros tantos debajo de él; sobre
él Saturno, Júpiter y Marte; debajo Mercurio, Venus y la luna, vecina ésta última del aire.

225. Así pues, el Artífice, en su deseo de que poseyéramos sobre la tierra una copia de la
celestial esfera arquetipo con sus siete luces, estableció que fuera construida esa hermosísima
obra que es el candelabro. Asimismo, está demostrado que éste es también una imagen del
alma. El alma, en efecto, comprende tres partes y cada una de las partes se divide en dos,
como se ha demos trado,73 resultando seis partes, siendo el séptimo lógicamente el divisor de
todas las cosas, el sagrado y Divino lógos.
73 Filón insiste en la división tripartita del alma en diversos pasajes de su obra, pero la

expresión "según se ha demostrado" se refiere concre tamente, al parecer, a lo dicho en el


párrafo 232, donde distingue una inteligencia racional y una irracional, una palabra verdadera
y una falsa, y una aprehensión sensorial correspondiente a una realidad objetiva y otra que no
es captación de algo real. Esta división corresponde al alma no en el sentido lato de un
compuesto de inteligencia, parte irascible y parte apetitiva, sino en sentido restringido de alma
cognoscitiva, o "alma del alma", como dice en el parágrafo 55.

226. XLVI. Mas hay otro punto que no debemos pasar por alto. Tres son los muebles del
santuario; el candelabro, la mesa y el altar del perfume. En el altar del perfume, como se
demostró más arriba,74 hallamos el agradecimiento en nombre de los elementos,75 como que él
mismo contiene porciones de los cuatro: la madera, que es de tierra; el incienso ofrecido, que
es de agua, puesto que no bien es derretido se disuelve en gotas; el perfume, que es de aire; y
aquello que se quema, que es de fuego; siendo el compuesto de incienso, gálbano, una olorosa
y estacte símbolo de los cuatro elementos. En la mesa se simboliza el agradecimiento en
nombre de las creaturas for madas por esos elementos, pues sobre ella se colocan panes y
bebidas, cosas necesarias para las creaturas que han menester de alimentos; y en el candelabro
tenemos representado el agra decimiento en nombre de todas las cosas celestes, para que
ninguna porción del mundo sea hallada convicta de ingratitud, y veamos, en cambio, que
todas sus partes, los elementos y las creaturas formadas con ellos no sólo sobre la tierra sino
también en el cielo, manifiestan su gratitud.
74 En el parágrafo 199, aunque allí se dice que es el perfume o incienso el que da las gracias,

no el altar del perfume.


75 Refiérese a los cuatro elementos de que se suponía estaba compuesto el mundo.

227. XLVIL Vale la pena que averigüemos por qué el legis lador, habiendo dado a conocer las
dimensiones del altar y de la mesa, nada ha consignado respecto de las del candelabro.
Probablemente el motivo sea el siguiente: los elementos y las creaturas mortales formadas con
ellos, simbolizados por la mesa y el altar, tienen una dimensión determinada y límites
definidos por el cielo, pues aquello que contiene algo es la medida de lo contenido; en tanto
que el cielo, del que es símbolo el candelabro, es de magnitud infinita.

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228. Ninguna sustancia ma terial lo contiene, ni de su mismo grandor ni infinita, ni tam poco
está envuelto por el vacío 76... Como enseña Moisés, su límite no es otro que Dios, que lo guía
y conduce.
76 La parte final del pasaje resulta gramaticalmente inaceptable, siendo imposible hallarle un

sentido coherente. El sentido conjetural más razona ble es: "vacío cuya existencia supone la
extraordinaria leyenda sobre la general conflagración".

229. Y así como el Que Es, es inconmensurable del mismo modo tampoco aquello que está
limitado por Él es medible mediante medidas correspondientes a nuestra manera de concebir;
y quizá ello se deba a que carece de largo y ancho por tratarse de algo circular y redondo al
punto de formar una esfera perfecta.

230. XLVIII. Después de decir lo conveniente acerca de estos asuntos, agrega Moisés: "Pero a
las aves no las dividió." (Gen. XV, 10.) Llama aves a las dos formas del lógos,77 aladas ambas
y destinadas por naturaleza a ocuparse de las cosas celestes. Una de ellas es el lógos
arquetipo, que está por sobre nosotros; la otra, una imitación que existe en nosotros.
77 Ver Sobre la creación del mundo, nota 6. Aquí no se trata de la división lógos-pensamiento

y lógos-palabra, sino de la doble manifestación cósmica del lógos: lógos universal y lógos
humano individual.

231. A la pri mera Moisés la llama "imagen de Dios"; a la segunda, "impresión de esta
imagen". Dice, en efecto, que "Dios hizo al hombre", no como imagen de Dios, sino "según la
imagen de Dios". (Gen. I, 27.) De modo que la inteligencia de cada uno de nosotros, que, en
rigor de verdad, es el hombre mismo, es una impresión, y ocupa el tercer lugar en la escala
que comienza con el Hacedor; en tanto que el lógos modelo de ella e imagen de Aquél está en
medio.

232. Nuestra inteligencia es indivisible por naturaleza. En efecto, mientras a la parte irracional
del alma el Hace dor la ha dividido mediante una séxtuple división, dando origen a siete
partes: vista, oído, gusto, olfato, tacto, voz y reproduc ción; a la racional, que se llama
inteligencia, la dejó indivisa. Así resultó una réplica de la totalidad del cielo.

233. Porque también en éste sabido es que la esfera exterior y de estrellas fijas ha sido
conservada indivisa, en tanto que la interna ha sido dividida mediante una séxtuple división, y
comprende en total los siete círculos de las llamadas estrellas errantes. Porque entiendo yo que
lo que es el alma en el hombre, eso mismo es el cielo en el mundo. Así pues, las dos
naturalezas intelectuales y racionales, la una en el hombre, la otra en el universo, resultan ser
integrales e indivisas; y a ello se refiere lo de "No dividió las aves".

234. Nuestra inteligencia es, pues, comparada con una palo ma, porque ésta es un animal
doméstico y manso; en tanto que la tórtola lo es con la inteligencia modelo de la nuestra. El
lógos de Dios, en efecto, amante de la soledad y solitario, como es, de ningún modo se mezcla
con la turba de las cosas que han llegado a existir para perecer luego, sino tiene por norma
lanzarse siempre hacia lo alto, y su aspiración es estar al lado del Uno y Solitario. Indivisas,
pues, son las dos naturalezas, la del poder de discernimiento que hay en nosotros y la del
Divino lógos, que está por sobre nosotros, mas, aunque ellas son indi visas, dividen otras
innumerables cosas.

235. El Divino lógos separa y distribuye todo cuanto contiene la naturaleza. Y nues tra

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inteligencia divide en innumerables porciones infinitas veces sin cesar jamás de dividir todo
cuanto llega a ella intelectualmente, así material como inmaterial.

236. Esto acontece por analogía con el Creador de todas las cosas. La Divinidad, en efecto, sin
mezcla, pura y absolutamente indivisible, como es, resulta para el mundo todo origen de
mezcla, combinación, división y multiplicidad de partes. De ello resulta lógicamente que sus
semejantes, la inteligencia que llevamos en nosotros y la que está por sobre nosotros, siendo
sin partes e indivisas, podrán dividir y distinguir cada una de las cosas existentes.

237. XLIX. Después de hablar acerca de las aves que per manecen sin división ni
fraccionamiento, dice a continuación el legislador: "Y las aves descienden sobre los cuerpos,
sobre las mitades." (Gen. XV, 11.) Emplea la misma palabra "aves"78 pero muestra con toda
claridad a los capaces de ver el contraste que de hecho existe entre las dos clases de aves. En
efecto, es contra la naturaleza el que las aves,79 dotadas, como están, de alas para remontarse
hacia lo alto, desciendan.
78 La misma que en el pasaje citado anteriormente (Gen. XV, 10). Filón quiere dejar en claro

que estas aves no son las mismas ni de la mis ma clase que las que ahora se mencionan (Gen.
XV, 11).
79 He traducido el término griego ómeon = pájaro, ave, por "ave", en atención a que está

aplicado concretamente a la paloma y a la tórtola. Aquí Filón, según se advierte, se está


refiriendo exclusivamente a las aves voladoras.

238. Porque, así como la tierra es la zona más apropiada para los seres terrestres y en especial
para los reptiles, que, a causa de su tor tuoso andar, son incapaces de elevarse y buscan
agujeros y pro fundidades rehuyendo los lugares elevados impulsados por su afinidad con los
bajos; del mismo modo la morada propia de las aves es el aire, que, liviano por naturaleza, se
adecua a la liviandad que a éstas les brindan sus alas. Así pues, cuando estos peregrinos del
aire, que deberían frecuentar las regiones etéreas, "descienden" aproximándose a la tierra, no
pueden vivir la vida que les es natural.

239. Inversamente, Moisés da su ilimitada aprobación a aque llos reptiles que son capaces de
avanzar hacia lo alto. Dice, por ejemplo: "Pero entre los reptiles voladores que caminan; sobre
cuatro patas, comeréis aquellos que arriba de sus píes: tienen patas que les permiten saltar con
ellas sobre la tierra."" (Lev. XI, 21.) Éstos son símbolo de las almas que, si bien. están
enraizadas, como los reptiles, en el terrestre cuerpo; una vez purificadas, son capaces de
remontarse hacia lo alto trocando la tierra por el cielo y la corrupción por la inmortalidad.

240. Debemos, pues, suponer que una total desdicha colma a aquellas almas que, formadas en
el más puro aire y éter, han cambiado esta región por la tierra, la región de las cosas
pere cederas y bajas, por no poder soportar la saciedad de los Divi nos bienes. Por otra parte,
sobrevienen infinitos pensamientos sobre incontables asuntos; pensamientos que, voluntarios
unos, inesperados otros, en nada difieren de las creaturas aladas, con las que ha comparado
Moisés a "las aves que descienden".

241. De los pensamientos que nos sobrevienen unos apuntan hacia lo alto; otros hacia abajo.
A aquéllos les ha cabido la situación mejor, y tienen por compañera de camino a la virtud, la
que los conduce hacia la Divina y celestial región; éstos han recibido la peor, y el vicio los
arrastra violentamente hacia lo profundo. La oposición entre estos lugares aparece demostrada
con no menos claridad en los nombres. La "arete" (virtud) lleva tal nombre no sólo por su

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relación con la "háiresis" (acto. de elegir) sino también con la "ársis" (acción de levantar),
como' que ella se eleva y remonta movida por su amor hacia las cosas celestiales. El vicio, en
cambio, llámase así porque se ha situado en lo bajo 80 y provoca violentamente la caída de los
que viven en él.
80 Con la exuberante imaginación de que hace gala habitualmente en. materia de etimología.

Filón supone que kakía = vicio es una simplificación, de la expresión káto kekhorekénai =
situarse debajo.

242. Por ejemplo, los pensamientos hostiles al alma,. cuando vuelan o se lanzan sobre ella, no
sólo descienden ellos sino precipitan también a la inteligencia al cargar desvergonza damente
sobre ella cosas materiales en vez de inmateriales,, sensibles en vez de intelectuales,
imperfectas en vez de per fectas, corruptoras en vez de vivificantes. Porque no sólo tráenle
cosas materiales sino también porciones de cosas materiales divididas por mitades, v es
imposible que las cosas divididas de esa manera admitan armonía y unión, rotas, como están,
las fuerzas espirituales 81 que constituían su connatural elemento de cohesión.
81 Sobre la fuerza cohesiva del pneúma = espíritu, ver Sobre la creación del mundo, 131 y

Sobre la inmutabilidad de Dios 35.

243. L. Ahora bien. Moisés nos presenta un pensamiento ver dadero en grado sumo cuando
nos enseña que la justicia y toda virtud aman al alma., en tanto que la injusticia y todo vicio
aman al cuerpo; y que el amor por uno de ellos va acompañado por una total hostilidad hacia
el otro, tal como acontece en el caso del pasaje que nos ocupa. En efecto, figuradamente
pre senta Moisés a los enemigos del alma como aves ansiosas de entrelazarse y
consustanciarse con los cuerpos y hartarse de carnes, y nos dice que el hombre de bien,
deseoso de frenar sus asaltos y acometidas, se sienta en compañía de ellos,82 como si se tratare
de un presidente o director de consejo.
82 Gen. XV, 11.

244. Ejemplos hay, en efecto, de cómo, reinando la discordia intestina a causa de una sedición
interna y estando los bandos frente a frente, un hombre de bien, tras convocar a todos a una
delibe ración, ha indagado acerca de los motivos que los separaban, con el propósito de
emplear la persuaden para poner fin a la guerra exterior o acabar con la conmoción interna, si
ello era posible. Útil es, en efecto, tanto el dispersar a los que, como una nube, se precipitan
con ánimo irreconciliable; como lograr que la conciliación renueve la vieja fraternidad.

245. Pues bien, entre los enemigos malevolentes e irrecon ciliables del alma se cuentan las
locuras, la cobardía, las in justicias y todas las otras apetencias irracionales que engendra
habitualmente un exagerado impulso;83 apetencias que se enca britan y rebelan contra las
riendas e impiden la recta marcha de la inteligencia y a menudo destrozan y derriban su
estructura toda.
83 Ver Sobre la confusión de las lenguas 90.

246. En cambio, los desacuerdos de los que pueden ser aliados, son tales cuales resultan ser
las disputas doctrinarias de los sofistas. Sólo en cuanto a que se concentran en un único
objeto: la consideración de los hechos de la naturaleza, cabe afirmar que son amigos; porque,
cuando discrepan en las indagaciones sobre los problemas particulares puede decirse que
libran una contienda civil. Así, los que dicen que el universo es increado están en pugna con
los que sostienen su creación; a su vez, los que afirman que acabará destruido lo están con los
que aseguran que, aunque su naturaleza es perecedera, jamás lo será puesto que la voluntad

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del Creador lo mantiene mediante el vínculo de una fuerza superior; los que declaran que nada
existe y todo deviene lo están con los que sostienen lo contrario; los que arguyen que el
hombre es la medida de todas las cosas enfrentan a los que reducen a nada la capacidad de
discerni miento de la sensibilidad y de la inteligencia; y, en general, los que consideran que
todo escapa a nuestra aprehensión combaten a los que aseveran que muchísimas cosas son
conocibles,

247. Y, ciertamente, el sol, la luna, el cielo todo, la tierra, el aire, el agua y casi todas las cosas
que de ellos proceden han propor cionado ocasión de disputas y rivalidades a tales
investigadores en sus indagaciones sobre sus naturalezas y cualidades, cambios y
modalidades, gestaciones y acabamientos. Y, cuando no sin esfuerzos se aplican a indagar
acerca del tamaño y movimiento de los cuerpos celestes, llegan a conclusiones dispares, sin
po nerse de acuerdo hasta que aquel varón experto en alumbra mientos 84 y juez a la vez ocupa
su asiento junto a ellos y, observando los vástagos del alma de cada uno de ellos, arroja fuera
los que no merecen ser criados, y conserva los que conviene, teniéndolos por merecedores del
conveniente cuidado.
84 Sócrates. Sobre el epíteto ver Platón, Teeteto 151 c.

248. Los anales de la filosofía están llenos de discrepan cias pues la verdad rehuye a la
inteligencia que se guía por apariencias y conjeturas. Las dificultades que su descubrimiento y
aprehensión involucra son, creo yo, la causa de las disputas científicas.

249. LI. "Hacia la puesta del sol", dice Moisés, "sobrevínole a Abraham, un éxtasis, y he aquí
que un grande y sombrío terror cayó sobre él". (Gen, XV, 12.) El éxtasis 85 es unas veces una
furia insensata, agente de extravío mental, causado por la vejez, la melancolía o alguna otra
causa; otras, un grande ano nadamiento ante los hechos que suelen sobrevenir imprevista e
inesperadamente; otras, una quietud de la inteligencia, si real mente está en la naturaleza de la
inteligencia el permanecer en quietud; y la mejor forma de todas es una Divina posesión o
locura, que experimenta la familia profética.
85 Ékstasis = éxtasis, extravío, enajenación, etc. Etimológicamente: ek = fuera de, y stásis =

estado, posición; algo así como "salida fuera de sí".

250. La primera forma aparece mencionada en las maldiciones que registra el Deuteronomio
cuando dice que a los impíos les sobrevendrán la locura, la ceguera y el éxtasis, al punto de no
distinguirse en nada de los ciegos que en pleno día andan a tientas como rodeados de profunda
sombra.86
86 Deut. XXVIII, 28 y 29.

251. La segunda forma apa rece mencionada en varios lugares. Leemos, en efecto, que Isaac
cayó en un gran éxtasis y dijo: "¿Quién es, entonces, el que ha cazado y traído un animal para
mí? He comido de todo antes de llegar tú, y lo he bendecido; y bendito sea". (Gen. XXVII,
33.) Asimismo, sabemos que, cuando Jacob, incrédulo ante los que le dicen que "vive José y
gobierna toda la tierra de Egipto sobreviénele un éxtasis en su inteligencia pues no les da
crédito". (Gén. XLV, 26.) Y en el Éxodo, en la referencia a la asamblea, se dice que "el monte
Sinaí estaba todo cubierto de humo por haber descendido Dios sobre él envuelto en fuego. El
humo se elevaba como el vapor de un horno y todo el pueblo estaba en un gran éxtasis". (Ex.
XIX, 24.) También en el Levítico, en el pasaje en el que se describe la consumación de los
sacrificios el séptimo día, cuando "del cielo salió un fuego y devoró lo que había en el altar,
los holocaustos y las grasas", pues en seguida agrégase: "y todo el pueblo lo vio y quedó

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extasiado y cayeron cara a tierra" (Lev. IX, 24); como era de esperarse, puesto que este tipo de
éxtasis produce gran agitación y terrible anonadamiento.

252.87 ¿Y quién no se admirará de lo que se dice a propósito de Esaú? Es experto en la caza y


sin embargo es cazado y suplantado siempre pues tal habilidad la ha adquirido para dañar y no
para beneficiar, y jamás se toma en serio lo de la caza. ¿Y de lo que se dice de Jacob? Caza la
pasión 88 no por haber aprendido ese oficio, sino movido por la naturaleza, y lleva la presa
ante el exami nador, quien decidirá si es aceptable, para lo cual comerá de todas las cosas que
él le lleva.
87 Las consideraciones de los parágrafos 252 a 255 se apartan del hilo de las reflexiones en

que concluye el 251 y se retoman en 256. Se trata seguramente de una extemporánea digresión
más de las tan frecuentes en Filón, quien desearía, al parecer, extraer algunas conclusiones
morales de los mismos pasajes empleados para ejemplificar el segundo tipo de éxtasis.
88 Personificada en Esaú en esta ocasión.

253. Porque, todo cuanto hace a la ejercitación es alimento comestible: la indagación, el


exa men, la lectura, el escuchar, la aplicación, la continencia, la indiferencia ante lo
indiferente. Mas lo que el examinador come de todas esas cosas no es la totalidad sino sólo las
pri micias.89 Es que era preciso dejar también al ejercitante sus propios alimentos como
premio.
89 Primicias, pero sin e! sentido de ofrendas a Dios.

254. En todo acorde con la realidad de las cosas es lo de "antes de llegar tú". Porque, si la
pasión llegare al alma,90 no callaremos gozo en la continencia. Además, la frase condena al
hombre ruin por su lentitud, pereza y negligencia para las tareas de la educación y no para las
de la incontinencia.
90 Simbolizada en el examinador.

255. Así pues, Egipto tiene sus capataces,91 que incitan a gozar de las pasiones;92 en tanto que,
por el contrario, Moisés esta blece comer la pascua,93 vale decir, celebrar la salida desde la
pasión, "con toda prisa". Por su parte, Judá dice: "Si no nos hubiéramos retrasado, ya
hubiéramos vuelto dos veces" (Gen. XLIII, 10); lo que ha de entenderse no en el sentido de
"hubiéramos vuelto a Egipto"; sino de "hubiéramos vuelto de allí salvos".
91 Ex. V, 6.
92 Ver Sobre la confusión de las lenguas 93.
93 Ver el parágrafo 192 y la nota 65.

256. Era de esperar, asimismo, que Jacob se quedase admi rado de que José, es decir, la
inteligencia situada en el cuerpo, viviera todavía para la virtud y gobernando al cuerpo en vez
de ser gobernado por éste. Y como éstos, otros ejemplos nos permitirían seguir las huellas de
la verdad. Pero la tarea que nos aguarda ahora no es entrar en detalles sobre ello, de modo que
nos hemos de aplicar a lo que sigue.

257. Del tercer tipo de éxtasis tenemos un ejemplo en la lección de Moisés acerca de la
creación de la mujer. Dice, en efecto, que "Dios hizo sobrevenir un éxtasis a Adán y éste se
durmió" (Gen. II, 21), entendiendo por éxtasis la tranquilidad y pasividad de la inteligencia. El
sueño de la inteligencia es la vigilia de la sensibilidad, por la misma razón por la que la vigilia
de la inteligencia es la inactividad de la sensibilidad.

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258. LII. Del cuarto tipo de éxtasis es el descripto en el pasaje que ahora estamos examinando,
que dice que "hacia la puesta del sol sobrevínole un éxtasis a Abraham". Se trata de lo que se
experimenta bajo la influencia de la inspiración y posesión Divina. Mas no es solo esta
experiencia lo que de muestra su condición de profeta, atestígualo también un cono cido texto
conservado en los sagrados libros. Alguien ha tratado de sacar de su morada a Sara, vale decir,
a la virtud, sobe rana por naturaleza, como si ella no fuera propiedad privada y exclusiva del
hombre sabio, sino de todo aquel que simula prudencia. Entonces Dios le dice: "Devuelve la
mujer a este hombre, porque es un profeta y rogará por ti y vivirás". (Gen. XX, 7.)

259. Ahora bien, es la palabra sagrada la que atestigua en todo hombre de bien la condición
profética, porque un profeta, nada declara procedente de sí mismo, todo lo que dice es ajeno y
él solo se hace eco de Otro. Al hombre ruin, en cambio, no le es lícito llegar a ser intérprete de
Dios y, en consecuencia, ningún malvado es inspirado por Dios en el sentido exacto de la
expresión; sólo al hombre sabio corresponde tal cosa, puesto que sólo él es el instrumento
que, pulsado y ejecutado de manera invisible por Él reproduce la palabra Divina.

260. Así, aquellos a los que Moisés describe como justos, son presenta dos también como
poseídos y profetizantes. Noé es descripto como un justo. ¿Y no es presentado acto seguido
como un profeta? ¿O no fue poseído por Divina inspiración profética como pronunció las
maldiciones e imprecaciones sobre las veni deras generaciones; maldiciones e imprecaciones
confirmadas por la verdad de los hechos?

261. ¿Y qué decir de Isaac? ¿Y de Jacob? También éstos son reconocidos como profetas a
través de muchas evidencias y en especial de las palabras que dirigen a sus hijos. La expresión
"Reunios para que os anuncie qué os habrá de suceder al fin de los días" (Gen. XLIX, 1), no
puede ser sino de un inspirado.

262. ¿Y qué de Moisés? ¿No es celebrado en todas partes como profeta? Leemos, en efecto:
"Si un profeta del Señor apareciere entre vosotros, seré reconocido por él en una visión, mas
por Moisés lo seré en Mi aspecto real, no a través de revelaciones enigmáticas" (Núm. XII, 6 y
8); y de nuevo: "No surgió ya un profeta como Moisés, a quien el Señor conoció cara a cara".
(Deut. XXXIV, 10.)

263. Admirablemente, pues, describe el legislador al inspirado cuando dice: "Hacia la puesta
del sol sobrevínole un éxtasis". [LUI.] Llama simbólicamente sol a nuestra inteligencia;
porque lo que el raciocinio es en nosotros, eso es el sol en el mundo como que uno y otro son
portadores de luz; el uno, arrojando claridad sensible en el universo; el otro, lanzando rayos de
luz intelectual sobre nosotros mismos a través de las aprehensiones.

264. Así, mientras la inteligencia nuestra gira en torno a nosotros y esparce su luz derramando
una como meridiana claridad sobre el alma toda, somos dueños de nos otros mismos y no
somos poseídos. Mas, cuando ella llega a su ocaso, nos sobreviene, como es de esperar, un
éxtasis y la Divina posesión y locura, ya que, cuando la luz Divina ilu mina, ocúltase la
humana; y, cuando aquélla se oculta, ésta surge y se eleva.

265. Esto sucede habitualmente a la estirpe de los profetas. Con la llegada del Divino espíritu,
apártase la inteligencia nuestra; y, cuando aquél se marcha, ésta retorna nuevamente, porque
no es lícito que lo mortal cohabite con lo inmortal. Por eso el ocaso de la razón y la

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obscuridad en tomo de ella engendra un éxtasis y una locura inspirada por Dios.

266. Ahora bien, Moisés agrega la lógica secuencia de lo ya escrito diciendo: "Fue dicho a
Abraham". (Gen. XV, 13.) En efecto, el profeta, aun cuando parece hablar él, en realidad
permanece callado y es Otro el que está haciendo uso de sus órganos de expresión, la boca y la
lengua, para expresar lo que quiere. Pulsa estos instrumentos con arte pleno de maes tría y
ajeno a nuestras miradas y los convierte en instrumentos de hermosas resonancias y universal
armonía y rebosantes de todo género de voces acordes.

267. LIV. Bueno es que escuchemos cuáles son estas predic ciones que le fueron dichas. En
primer lugar, que Dios no permite que el amante de la virtud habite en la tierra, vale decir, en
el cuerpo, como en su residencia habitual, y sólo accede a que resida transitoriamente allí
como en tierra extran jera. Dícele, en efecto, el Señor: "Conociendo conocerás que tu
descendencia será forastera en una tierra que no le será pro pia". (Gen. XV, 13.) En cambio, la
región corpórea es la tierra natal de todo hombre ruin y éste se esfuerza por esta blecerse
definitivamente en ella, no por residir temporariamente.

268. Una lección es esta. Otra es que las cosas de la tierra, que no traen sino esclavitud, malos
tratos y terrible humillación, como él mismo lo dice, "no nos son propias". Es que las pasiones
del cuerpo son realmente bastardas y extranjeras para la inteligencia, como que son vástagos
de carne, en la que tienen echadas sus raíces.

269. "Y la esclavitud dura cuatrocientos años" (Gen. XV, 13), es decir, ajustase a los poderes
de las cuatro pasiones. Así es, en efecto: cuando reina el placer, el espíritu se va por las nubes
y se hincha en alas de una incon sistente liviandad. Y, cuando el apetito nos gobierna, una
ape tencia de cosas ausentes nace en nosotros v tiene al alma pen diente de una incumplida
esperanza como de un lazo que la ahoga. Tiene sed siempre y no puede beber, soportando por
ello el castigo de Tántalo.

270. Bajo la soberanía del dolor se ve contrahecha y, abatida al modo de los árboles que se
deshojan y marchitan, su exuberancia y fertilidad se seca. Y en fin, bajo los dictados del
miedo, nadie juzga ya acertado el quedarse y todos recurren a la velocidad de la fuga,
previendo que sólo así se salvarán. Porque, así como el apetito tiene un poder de impulsión, y
nos fuerza a perseguir aunque lo apete cido se nos escape; el miedo, al revés, crea una
sensación de alejamiento y separa y aparta lejos de lo que tenemos ante nuestra vista.

271. LV. Las soberanías de dichas pasiones traen consigo pesada esclavitud para los
sometidos a ellas, hasta que Dios, el arbitro y juez, establece la separación entre el maltratado
y el que maltrata, conduciendo al primero hacia la completa libertad y dando al segundo el
premio merecido por sus delitos.

272. Leemos, en efecto, que "la nación de la que serán esclavos será juzgada por Mí; y
después de esto ellos saldrán libres de allí con mucha hacienda". (Gen. XV, 14.)
Necesariamente el hombre, siendo mortal, sufre la opresión de la nación de las pasiones y
recibe las calamidades propias del ser creado, pero es designio de Dios aliviar los males
congénitos de nuestra raza.

273. De modo que, si bien al principio habremos de sufrir esas calamidades que nos son
propias, convertidos en esclavos de crueles señores, Dios, por Su parte, hará lo que Le es

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propio, proclamando la redención y libertad de las almas que suplican ante Él, y no sólo
procurándoles la liberación de las ataduras y la salida de la estrechamente custodiada prisión,
sino también dándoles los recursos para el viaje, a los que Moi sés llamó "hacienda". ¿Y qué
significa esto?

274. Pues que, cuando la inteligencia que ha descendido desde lo alto del cielo, se ve atada a
las necesidades del cuerpo, con todo, no es atrapada por ninguna de ellas y no abraza, como
haría un hermafrodita, los males placenteros; antes, manteniéndose en los límites de su
naturaleza de verdadero hombre, es capaz de doblegarlas sin ser doblegada, y, avezada en
todos los conoci mientos de la instrucción general, y sacando de ellos un vehe mente deseo de
contemplación adquiere las sólidas virtudes de la templanza y la perseverancia; y así, al
marcharse y hallar el camino de regreso a su patria llévase consigo todos los frutos de la
educación, a los que se llama aquí "hacienda".

275. LVI. Tras lo dicho acerca de estos puntos, continúa: "Mas tú marcharás hacia tus padres
nutrido con la paz en una hermosa vejez". (Gen. XV, 15.) Por lo tanto, los que somos
imperfectos luchamos y somos esclavos y con dificultad hallamos la manera de escapar de los
terrores que nos amenazan; en cambio, la raza perfecta está libre de la esclavitud y de la lucha
y es nutrida con la segura paz y libertad.

276. Al presentarnos al hombre virtuoso no muriendo sino "marchándose", expone la doctrina


de que la raza del alma totalmente purificada es inextinguible e inmortal y habrá de emprender
la jornada desde aquí hacia el cielo sin que le alcance la disolución y corrupción que la muerte
parece traer aparejada.

277. Des pués de "marcharás" leemos "hacia tus padres". Vale la pena averiguar de qué padres
se trata. No puede referirse a los que habían vivido en la tierra de los caldeos, que eran los
únicos parientes de Abraham, pues el oráculo dice que habitaba sepa rado de todos los de su
sangre. Dice, en efecto: "Dijo el Señor a Abraham: 'Parte de tu país, de tu parentela, de la casa
de tu padre hacia la tierra que yo te mostraré; y haré de ti una gran nación'." (Gén. XII, 1 y 2.)

278. ¿Y cómo sería razo nable que volviera a habitar con las mismas personas de las que por
Divina prescripción habíase alejado? ¿Cómo quien es taba destinado a ser jefe de otra raza y
nación habría de ser asignado a su antigua raza? ¿Le haría Dios el don de una en cierto modo
nueva y recién nacida nación y raza si no se desvinculara completamente de la vieja?

279. Es él, a no dudarlo, el fundador de una nación y raza puesto que de él, como de una raíz,
brotó la joven planta llamada Israel, la raza observa dora y contempladora de los hechos de la
naturaleza. Porque además está dicho que se ha de "sacar lo viejo de la presencia de lo
nuevo". (Lev. XXVI, 10.) ¿Cómo, en efecto, hallarían provecho en lo antiguo y en costumbres
viejas y trilladas quie nes han recibido de improviso una compacta lluvia de no es perados
bienes?

280. LVII. Por lo tanto, al decir "padres", no se refiere a aquellos que yacían sepultados en las
tumbas de Caldea y de los que procedía el alma emigrante, sino o bien, como afirman algunos,
al sol, a la luna y a los restantes astros, a los que atribuyese la formación y nacimiento de
todas las cosas sobre la tierra; o bien, como otros entienden, a las formas ejemplares, a las
naturalezas aprehensibles solo por la inteligencia e invisibles, modelos de las cosas sensibles y
visibles de aquí; hacia las cuales, dicen, emigra la inteligencia del sabio.

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281. Algunos, a su vez, conjeturan que se ha llamado "padres" a los cuatro principios de los
cuales ha sido forjado el mundo, a saber: la tierra, el agua, el aire y el fuego. Dicen, en efecto
que cada una de las cosas que han llegado a existir se vuelve a desintegrar necesariamente en
ellos.

282. Y efectivamente, así como los nombres, los verbos y todas las partes del habla están
compuestos por los elementos gramaticales,94 y a la vez en ellos se descomponen en último
análisis, del mismo modo cada uno de nosotros, siendo un compuesto de los cuatro elementos
del mundo, un préstamo de pequeñas partículas proce dentes de cada una de estas sustancias,
paga la deuda cuando se han cumplido los períodos de tiempo correspondientes, de volviendo
a la tierra lo que en él hay de seco; al agua lo que tiene de húmedo; al aire su parte fría y al
fuego lo caliente.95
94 Es decir, las letras del alfabeto o los fonemas vocálicos y consonanticos.
95 Ver Platón, Timeo 42 e.

283. Todas estas componentes pertenecen al cuerpo. El alma, en cambio, naturaleza


intelectual y celestial, marcha hacia el éter96 la más pura de las sustancias, como hacia un
padre. Porque, como se decía entre los antiguos, podemos admitir la existencia de una quinta
sustancia, que se mueve en círculo 97 y difiere por su superior calidad de las otras cuatro; de la
que las estrellas y el cielo todo parecen haber sido hechos, y de la que, en consecuencia,
debemos señalar que también el alma humana es un desprendido fragmento.
96 Ver la nota 30.
97 Basado en Aristóteles, Sobre el cielo I, 2 y 3. Ver Sobre los sueños I, 21; y Sobre la

inmutabilidad de Dios, 46.

284. LVIII. Las palabras "nutrido con la paz" son un agre gado que no está de más, e implican
que la mayor parte del género humano "se nutre" para la guerra y para todos los males
derivados de la guerra. Ahora bien, una guerra o procede de las cosas exteriores y nos la
ocasionan la deshonra, la pobreza, la humildad de origen y cosas semejantes a estas; o procede
de factores internos, tales como enfermedades, mutilacio nes, embotamientos totales, y un
cúmulo de calamidades sin número propias del cuerpo; pasiones, debilidades y enfermedades
del alma, y las penosas y oprimentes rebeldías al par que las terribles opresiones de la
insensatez y la injusticia y otros tiranos semejantes.

285. Así pues, "nutrido con la paz" equivale a 'poseedor de una vida tranquila y en calma,
verda deramente feliz y dichosa'. ¿Y cuándo tendrá lugar esto? Cuando de las condiciones
exteriores resultaren sin obstáculos la abundancia de recursos y la buena reputación; de las
condiciones corporales, la salud y el vigor; y de las del alma, el goce de las virtudes.

286. Cada parte, en efecto, necesita su propia escolta.98 El cuerpo es protegido por la buena
reputación y la inagotable copia de riqueza; el alma por la salud completa y general del
cuerpo; la inteligencia por los conocimientos a que se llega en las diversas ramas de la
investigación. Porque a esta paz se refiere el pasaje; no a la que gocen los estados. Esto resulta
claro para los que están familiarizados con las sagradas escrituras. Así, Abraham se había
visto envuelto en grandes y penosas guerras, en las que aparece combatiendo hasta la victoria.
98 Ver Sobre la confusión de las lenguas 18 y ss.

287. Y también el abandono de la tierra paterna era pesada guerra para quien, habiendo

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emigrado de aquella, no podía habitarla de nuevo y era arrastrado de un lado a otro errante por
desiertos e intransitados caminos, sin tener oráculos ni Divinas promesas en que confiar. Y
por cierto que habría de agregarse a sus va abundantes motivos de zozobra un tercero, el
hambre, 99 calamidad peor aún que la emigración y la guerra.
99 Gen. XII, 10,

288. ¿Qué clase de paz, entonces, es la que lleva consigo? Porque el haber emigrado y estar
sin lugar fijo, el enfrentarse con las irresistibles fuerzas de los reyes y el soportar el hambre
parecen indicar, según yo entiendo, no ya una guerra sino muchas y variadas.

289. Mas, sucede que cada una de estas situaciones es, si se la interpreta alegórica mente, una
muestra de paz absoluta. En efecto, la carencia y el hambre de pasiones, la destrucción de las
enemigas iniqui dades y la emigración de la caldaica opinión hacia la del amante de Dios, vale
decir, desde la sensible creatura hacia la Causa aprehensible por la inteligencia y creadora,
esas son las condiciones que cimentan un orden bien regido y estable.

290. Por otra parte, a quien vive en una paz tal Moisés le promete una buena vejez; no, por
cierto, una vida larga sino una vida sabiamente vivida. Porque más vale un día bien vivido que
muchos años, tanto cuanto una breve luz es mejor que una eternidad de sombras. Con sano
pensar ha dicho cierto hombre capaz de profetizar que más quería vivir un solo día en la
virtud que diez mil años en la sombra de la muerte,100 indicando con el término "muerte" la
vida de los hombres malvados.
100 Salmos LXXXIII (LXXXIV), 11.

291. Lo mismo nos confirma también Moisés en el presente caso, con hechos más que con
palabras. En efecto, Abraham, a quien describe como destinado a una buena vejez, es
presentado como de más corta vida que casi todos los que le precedieron. De ese modo nos da
una lección de sabiduría y nos enseña qué es lo que se entiende por una vejez buena de
verdad; a fin de que no admitamos jamás una vanidad ori ginada en el visible cuerpo, vanidad
rebosante de vergüenza y abundante en reproches; y, conociendo, en cambio, que la buena
vejez, hermana en esencia y nombre de la "recompen sa",101 consiste en el recto juicio y en la
estabilidad del alma, la divulguemos y atestigüemos como tal.
101 Intraducible juego de palabras entre géras = vejes, y géras = re compensa. Ver Sobre la

ebriedad 16.

292. Oye, pues, la doctrina del legislador según la cual sólo el hombre de bien goza de una
buena vejez y de una larguísima vida, en tanto que el hombre ruin vive corto tiempo, dado que
siempre está, aunque no lo advierta,102 muriendo respecto de la virtud; o, más bien, está ya
muerto en cuanto a la vida en ella.
102 Acepto la enmienda propuesta por Mangey, consistente en sustituir manthánonta =

aprendiendo, por lanthánonta = sin darse cuenta.

293. LIX. A continuación leemos: "Pero en la cuarta gene ración retornarán acá" (Gen. XV,
16); palabras que tienden no sólo a indicar la fecha .en que aquellos habrían de habitar la
tierra santa, sino a inspirarnos la idea de la completa restauración del alma. Esta tiene lugar en
la qué podríamos deno minar cuarta generación. Pero vale la pena averiguar cuidado samente
cómo ocurre eso.

294. El niño, desde su nacimiento hacia el término de los primeros siete años, vale decir,

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durante la edad infantil, tiene asignada un alma que conserva su fres cura original, semejante
sobre todo a un sello suave y no marcada aún con las huellas del bien y del mal. Y así, cuanto
parece grabarse en ella se ablanda y diluye a causa de la fluidez de la misma.

295. Esta es la que .podemos llamar pri mera generación del alma. La segunda es aquella que,
después de la edad infantil, comienza a vivir en compañía de los males, tanto de los que suele
producir el alma por sí sola como de los que acoge de buen grado procedentes de otros. Es que
los que le enseñan a obrar mal son muchísimos: nodrizas, instruc tores, padres y las leyes
escritas y no escritas, los que tributan su admiración a lo que no merece sino risa. Y, aun sin
que se lo enseñen, ella se basta para aprender sola lo que merece reproche, al punto de que
siempre está agobiada bajo el peso de su fecundidad para el mal.

296. Dice, en efecto. Moisés: "La inteligencia del hombre desde la juventud aplícase con celo
al mal". (Gen. VIII, 21.) Es ya la más maldecida de las "generaciones".103 para decirlo
simbólicamente; de las edades, si hemos de hablar literalmente; aquella en la que el cuerpo
adquiere juvenil vigor, y el alma se siente llena de orgullo, mientras las encendidas pasiones
se inflaman, consumiendo "eras, espigas v campos" (Ex. XXII, 6) y cuanto encuentran.
103 Esta segunda "generación" o etapa de la vida comprende la adolescencia y la juventud.

297. Preciso es que esta enfermiza generación o edad sea cui dada en su dolencia por una
tercera, que es cual una medicinal filosofía, y se rinda ante la atracción de saludables y
salvadores razonamientos, mediante los cuales adquiera capacidad para liberarse de su
desmedido hartazgo de iniquidades y para cal mar su avidez, su vacío, su terrible soledad con
rectas acciones.

298. Así pues, luego de este saludable tratamiento, el poder y vigor del alma se desarrollan
durante la cuarta generación puesto que ha adquirido definitivamente la sensatez y está firme
y fijamente situada en todas las virtudes. A esto se re fieren las palabras: "En la cuarta
generación retomarán acá". En efecto, bajo el indicado número cuatro, el alma, de retomo ya
de sus yerros, es declarada heredera de la sabiduría.

299. El primer número, en efecto, es aquel bajo el cual no es posible alcanzar una concepción
ni del bien ni del mal y el alma permanece sin recibir impresiones. El segundo es aquel bajo el
cual experimentamos el ímpetu de las malas acciones. En el tercero recibimos una saludable
cura y nos liberamos de los elementos malsanos dejando atrás la juvenil plenitud de las
pasiones. Y el cuarto es aquel en que alcanzamos una salud y un vigor perfectos, una vez que,
apartados de las cosas ruines, resolvemos entregarnos .al bien; cosa que antes no es posible.

300. LX. Hasta cuándo no es posible lo indica Moisés al decir: "Las iniquidades de los
amorreos aún no se han com pletado". (Gen. XV, 16.) Tales palabras dan ocasión para que
espíritus enfermizos supongan que el legislador presenta al destino y a la necesidad como
causas del todo.104
104 Posiblemente basados en que incluso Dios tiene que sujetarse al cumplimiento de

condiciones que no le es dado alterar, ya que para poner en práctica sus deseos de llevar a su
pueblo a la tierra prometida debe aguardar a que se haya cumplido el hecho a que se refiere el
pasaje.

301. Mas, preciso es tener presente que, mientras como filósofo e intér prete de Dios conoce
que las causas tienen ilación, conexión e interrelación, no atribuye a estas condiciones el papel

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de causas de los acontecimientos, sino intuye la existencia de otro ser, de superior jerarquía,
que se mantiene sobre todas las cosas como un auriga o piloto. Él, en efecto, sostiene el timón
de la común nave que es el mundo, en la que todas las cosas na vegan; Él guía el alado carro
que es el cielo todo, ejerciendo una absoluta soberanía sin traba alguna.

302. ¿Qué hemos, pues, de decir acerca de las palabras de Moisés? Pues que "amorreos"
significa "habladores", y la palabra es el sumo bien concedido por la naturaleza al hombre;
pero entre los que han recibido tal don hay muchísimos que lo han echado a perder por
emplear ingrata y pérfidamente el poder que proporciona. Tales son los impostores, los
aduladores, los inventores de per suasivos sofismas, los que no saben bien otra cosa que
engañar y tramar fraudes sin preocuparles en absoluto la verdad. Cul tivan además una
expresión nada clara, y la falta de claridad en la expresión equivale a obscuridad profunda y la
obscuridad profunda es aliada de los ladrones.

303. Por eso Moisés ha adornado al sumo sacerdote con la claridad de exposición y la verdad,
105 juzgando que es propio del hombre virtuoso el hablar claro y veraz. Sin embargo, los más

persiguen un ha blar obscuro y falso, siendo esa forma de expresión la prefe rida por la
engañada turba de los hombres vulgares y despreocupados.
105 Ver Interpretación alegórica III, 118 y ss.

304. De modo que, mientras "no estén completas las iniquidades de los amorreos", vale decir,
de los argumentos sofísticos, por no haber sido aún refutados mientras, por el contrario,
merced a su fuerza de atracción, nos seduzcan con sus argumentos persuasivos y
permanezcamos incapaces de apartarnos y abandonarlos a causa de su atracción, no cambiará
nuestra situación.

305. Mas, si todas las falacias verosímiles fueren refutadas por las verdaderas creencias, y los
errores se mostraren llenos de tales falacias, colmando así la medida, huiremos sin vol vernos
atrás; y, tras cortar amarras, por así decir, nos internaremos en el mar alejándonos de la región
de las falsedades y sofismas, ansiosos de echar anclas en los puertos y radas más apropiadas
para fondear, que son los de la verdad.

306. Tal es lo que se demuestra en el presente planteo. Porque, si el error contenido en la


falsedad verosímil no se muestra completo y consumado es imposible reaccionar contra él,
detestarlo y abandonarlo. Y esta constatación surge de su beneficiosa refutación al ser
confrontada con la firmeza de la verdad.

307. LXL A continuación leemos: "Mas cuando el sol se ha llaba en su ocaso, surgió una
llama". (Gen. XV, 17.) Muestra así Moisés que la virtud es cosa que tarda en nacer, y que,
como han dicho algunos, sólo adquiere firmeza hacia el ocaso mismo de la vida. Compara la
virtud a una llama, porque, así como la llama quema la materia que halla a su alcance pero, a
la vez, ilumina el aire vecino, del mismo modo la virtud con sume los errores y llena de luz la
inteligencia toda.

308. Pero, mientras todavía nos dominan con sus apariencias de verdad esos argumentos
carentes- de análisis y clasificación, a los que llama "erroreos", no podemos ver su resplandor
bri llantísimo y sin sombras. Nos hallamos en la misma situación que un horno que no tiene
fuego pero, como dice Moisés,106 humea: las chispas del saber humean en nosotros, pero aún
no podemos dar una sólida muestra de fuego puro.

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106 Gen. XV, 17.

309. Con todo, grande agradecimiento se debe a Aquel que ha sembrado esas crispas para que
la inteligencia no se hiele, como los cuer pos muertos, por obra de las pasiones; y entibiaba y
calentada por los combustibles de la virtud, arda hasta conseguir convertirse en sagrado fuego
como Nadab y Abiú.107
107 Lev. X, 2. Ver Interpretación alegórica II, 58.

310. Ahora bien, el humo precede al fuego y provoca las lágrimas de los que se aproximan a
él. Ambas cosas suceden a menudo. En efecto, cuando nos aproximamos a los mensajes108 de
la virtud, aguardamos la plenitud de ésta y, si no. podemos aún alcanzarla, lo pasamos
afligidos y llorosos. Porque, cuando un gran deseo se ha derramado en nosotros, muévenos: a
ir en procura de lo deseado y nos fuerza a estar tristes hasta. lograrlo.
108 En el texto griego se lee angeláis = mensajeros o mensajes, pero la presencia de dicho

término toma poco convincente el sentido del pasaje, por lo que cabe pensar en una
corrupción del texto. La idea es indudable mente: "mientras aún progresamos en el camino
hacia la virtud, sin haber, empero, llegado a hacerla nuestra".

311. Ha comparado ahora con un homo al alma del amante de la instrucción que aguarda la
plenitud de ella, porque aquél y ésta son recipientes de preparado alimento; el horno, del
ali mento preparado con provisiones corruptibles; el alma del pre parado con incorruptibles
virtudes. A su vez, las antorchas de-fuego, las que se llevan en las ceremonias rituales, son los
jui cios de Dios, el porta-antorcha, juicios luminosos y brillantes,. cuyo sitio habitual es el
intermedio entre las mitades, es decir,. entre los opuestos de que se compone el mundo entero.

312. Leemos, en efecto: "Las antorchas de fuego, las que pasa ban en medio de las mitades".
(Gén. XV, 17.) Por estas pala bras te darás cuenta de que los Divinos poderes marchan en
medio de las cosas materiales e inmateriales sin dañar cosa alguna, pues las mitades
permanecen intactas, y distinguiendo-y separando con perfección suma las naturalezas de
ellas.

313. LXII. Con razón, entonces, el sabio es presentado como heredero del conocimiento de
dichas verdades. "En aquel día", dice Moisés, "acordó Dios un pacto con Abraham diciendo:
'Daré esta tierra a tu descendencia'." (Gen. XV, 18.) 314. ¿Qué tierra podría mostrarle sino la
mencionada anteriormente, y a la que ahora se refiere? 109 El fruto de esta tierra no es otro que
la segura y firme aprehensión de la sabiduría de Dios, mediante la cual con Sus separadores
poderes conserva todas las cosas intactas separando lo bueno de lo malo. ..110
109 Mencionada anteriormente en Gen. XV, 17, citado en el parágrafo 98.
110 Resulta imposible hallar un sentido coherente en las siete palabras restantes del texto en su

estado actual, y coordinarlo con el resto del contexto. Literalmente dice: "según las (?)... para
los inmortales por nacimiento". Se han propuesto determinadas enmiendas pero ninguna de
ellas resulta suficientemente convincente.

315. Luego agrega: "desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates" (Gen. XV, 18),
indicando que los hombres per fectos tienen sus orígenes en el cuerpo, la sensibilidad y las
partes orgánicas, sin los que no es posible vivir, pues ellos son indispensables para nuestra
educación durante la vida del cuerpo; y tienen sus fines en ese verdaderamente grande río que
es la sabiduría Divina, río desbordante de alegría y dicha 111 y de los demás bienes.

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111 Juego de palabras entre Euphrátes = Eufrates, y euphrosyne = dicha.

316. No delimita, en efecto, la región comenzando por el río Eufrates y terminando en el río
de Egipto, pues ello equivaldría a hacer descender a la vir tud hacia las pasiones del cuerpo;
sino, al revés, "desde Egipto hasta el gran Eufrates", porque los progresos tienen lugar des de
las cosas mortales hacia las inmortales.

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SOBRE LA UNIÓN1 CON LOS ESTUDIOS PRELIMINARES

(DE CONGRESSU QUAERENDAE ERUDITIONIS GRATIA)

1 Literalmente: unión en matrimonio o simplemente sexual, cohabita ción con alguien;


simbólicamente: acceso y entrega a dichos estudios, compañía transitoria de ellos. El término
synodos tiene en este caso el sentido de unión matrimonial o sexual, ya que se refiere a la
unión de Abraham y Agar, cuyo fruto es Ismael, aunque alegóricamente, como lo aclara Filón
en el parágrafo 12 la unión es espiritual.

1. I. "Sara, la mujer de Abraham, no le había engendrado-hijo, pero tenía una criada egipcia
llamada Agar. Y dijo Sara a Abraham: 'Mira, el Señor me ha cerrado para que no en gendre;
entra en mi criada para que engendres hijos de ella'." (Gen. XVI, 1 y 2.)

2. El nombre "Sara" significa "soberanía en mí";2 y la sensatez que hay en mí, la moderación
que hay en mí, mi particular rectitud y cada una de las demás virtudes que hay en mí
únicamente, son una soberanía sobre mí solamente. Ella, en efecto, me rige y me gobierna,
habiendo decidido yo-prestarle acatamiento en razón de su natural realeza.
2 O mi soberanía, "Sara" es el nombre de la esposa del patriarca que Filón interpreta como "mi

soberanía" o "soberanía personal, nombre que más tarde le fue trocado en "Sarra", que, según
nuestro exegeta, designa la soberanía "in genere" Ver Sobre los querubines 5 y ss.

3. Moi sés, aunque parezca increíble, la presenta estéril, y a la vez fecundísima, como que
reconoce que de ella procede la más numerosa de las naciones. Es que la virtud es realmente
estéril en lo que toca a todas las cosas ruines, pero es tal su fecundidad | en bienes que ni
necesita el arte de la partera pues en sus alumbramientos deja a éste a la zaga.3
3 Alusión a Ex. I, 19, como en Sobre la migración de Abraham 142.

4. Los animales y las plañ ir tas engendran los frutos que les son propios con bastante largos
intervalos, una o dos veces a lo sumo por año, conforme con el número de alumbramientos
que la naturaleza ha establecido para cada uno de ellos, acomodándolos a las estaciones del
año. La virtud, en cambio, sin paréntesis alguno, siempre incesante e ininterrumpidamente,
momento tras momento da a luz, no hijos, por cierto, sino honestas palabras, irreprochables
decisiones y laudables acciones.

3. II. Pero, así como la riqueza no es de provecho para los que la poseen, si no pueden hacer
uso de ella, del mismo modo la maternidad de la sensatez en nada aprovecha si lo que
engendra en nosotros no nos es útil. Y así, mientras a algunos ella los Juzga completamente
dignos de compartir su vida; otros, en cambio, no le parecen tener aún la edad suficiente para
adaptarse a su loable y sobria vida doméstica. A éstos tales les permite celebrar los
preliminares de los matrimonios y les ofrece la esperanza de celebrar más adelante los ritos
matrimoniales.

6. Sara, pues, o sea, la virtud que gobierna mi alma, ha dado a luz, pero no ha dado a luz para
mí. Es que yo, joven, como soy, no hubiera podido recibir aún los vástagos de ella, es decir; el
ser sensato, justo y piadoso; a causa de que son múltiples los hijos bastardos que me han
engendrado las vanas opiniones. El sustentar y cuidar incesan temente a éstos y la permanente
preocupación por ellos han hecho que pensara muy poco en los legítimos y verdaderamente

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libres.

7. Bueno es, entonces, suplicar que la virtud no sólo dé la luz, cosa que hace sin necesidad de
que lo supliquemos, sino que alumbre también para nosotros para que podamos alegramos de
participar en aquello que ella siembra y da a luz. Porque normalmente sólo para Dios
engendra, devolviendo con ello, agradecida, las primicias de los bienes que ha alcan zado, a
Aquel que, como dice Moisés, ha abierto su siempre virginal matriz.4
4 Gen. XXIX, 31.

8. Así, nos dice también que el candelabro, el original que sirve de modelo a la imitación,5
ilumina de una sola parte, de la que mira hacia Dios, a no dudarlo. En efecto, siendo el
sép timo e intermedio entre los seis brazos, divididos éstos en dos grupos de tres, que lo
escoltan de uno y otro lado, envía sus rayos hacia el Que Es, seguro de que su resplandor es
demasiado brillante para que una vista mortal pueda fijarse en él.6
5 Ex. XXV, 37 y 40. El candelabro original es el que fue mostrado por Dios a Moisés en el

monte Sinaí; la copia, el construido para el tabernáculo.


6 Ex. XXV, 32 a 37.

9. III. Tal es la causa por la que no dice que Sara no da a luz, sino solo que no da a luz para
determinada persona. Es que no somos aptos para recibir hijos de la virtud si antes no nos
unimos íntimamente con su criada. Y la criada de la sa biduría es la cultura general7 que se
adquiere mediante los estudios preliminares.
7 Ver Interpretación alegórica III, nota 85.

10. En efecto, así como en las casas hay puertas exteriores antes de las puertas de las
habitaciones, y en las ciudades, suburbios que atravesar para llegar al interior de ellas, así
también delante de la virtud están los estudios; de la cultura general, los que son un camino
que conduce a. ella.

11. Ahora bien, debemos tener presente que a grandes temas: corresponden también grandes
introducciones. Y no hay tema más grande que el de la virtud, como que toca al más grande de
los asuntos: la vida toda del hombre. Natural es, pues, que tenga a su servicio no breves
introducciones sino la gramática,. la geometría, la astronomía, la retórica, la música y todas
las otras ramas del estudio racional, de las cuales es símbolo Agar, la criada de Sara, como
vamos a demostrar.

12. Leemos, en efecto, que "Sara dijo a Abraham: 'Mira, el Señor me ha cerra do para que no
dé a luz, entra en mi criada para que engen dres hijos de ella'." Hemos de descartar en el
presente asunto las uniones o contactos corporales que tienen por fin el placer. Se trata de una
unión de la inteligencia con la virtud, por el deseo de aquélla de tener hijos. Sí esto no es
posible enseguida, se le enseña a tomar por esposa a la criada de la virtud, es decir, a la
instrucción intermedia.

13. IV. Digna de profunda admiración es la discreción de la sabiduría, la que no creyó


conveniente echamos en cara nuestra lentitud para engendrar o nuestra total esterilidad,
aunque, según el verdadero sentido-del oráculo, era nuestra incapacidad y no una aversión
suya lo que le impedía dar a luz. Por eso dice: "El Señor me ha cerrado para que no dé a luz" y
no agrega luego: "para vos otros". Es que no quiere que se piense que reconviene y reprocha a
otros su desdicha.

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14. "Entra", dice entonces, "en mi criada", vale decir, en la instrucción intermedia que brindan
las ciencias intermedias y generales, "para que engendres hijos de ella" primeramente; pues
así, luego serás capaz de alcanzar provecho de tu unión. con la señora para la generación de
hijos de noble cuna.

15. En efecto, la gramática, al enseñamos a conocer las obras de los poetas y prosistas,
desarrollará nuestro discernimiento y riqueza de conocimientos, y nos enseñará a despreciar
las fantasías que forjan por vanidad nuestras vacías opiniones, ya que nos mostrará las
calamidades que es fama sobrevinieron a los héroes y semidioses celebrados por aquéllos.

16. La mú sica comunicará encanto con sus ritmos a lo que carece de ritmo, con su armonía a
lo inarmónico, con su melodía a lo no melodioso y desentonado; y así, convertirá lo desacorde
en acorde. La geometría, por su parte, sembrará en el alma aman te del saber las simientes de
la igualdad y la proporción y con la finura de su coherente indagación engendrará el celo por
la justicia.

17. La retórica, a su vez, aguzando a la inte ligencia para la observación y ejercitando y


combinando el pen samiento para la expresión, hará del hombre un verdadero experto en
pensamientos y palabras, pues a su cargo está este don, que con carácter de peculiar y
exclusivo nos ha dado la naturaleza, negándoselo a toda otra creatura viviente.

18. En cuanto a la dialéctica, la hermana y gemela de la retórica, al decir de algunos;


distinguiendo los argumentos verdaderos de los falsos y refutando las apariencias de verdad
de los sofismas, remediará esa gran enfermedad del alma que es el engaño. Provechoso, pues,
es familiarizarse y ejercitarse con estos y otros estudios preliminares semejantes. En efecto, tal
vez, como a muchos les ha sucedido, será a través de los estudios vasallos como habremos de
familiarizamos con las reales virtudes.

19. ¿No ves cómo también nuestro cuerpo primero, durante la infancia, se nutre con alimentos
simples y a base de leche, y .sólo más tarde lo hace con alimentos sólidos y costosos? Pues de
la misma manera considera que los estudios de la cultura .general y el saber correspondiente a
cada uno de ellos ponen al alcance del alma los alimentos de la infancia; y que las vir tudes
constituyen los alimentos más perfectos y los apropiados para los hombres de verdad.

20. V. Los primeros caracteres de la instrucción intermedia son representados mediante dos
símbolos, el uno la raza, el otro el nombre. La raza es egipcia; el nombre, Agar, que significa
"residencia transitoria".8 Y así es, el consagrado a los estudios de la cultura general y amigo
del saber múltiple está ligado al terrestre y egipcio cuerpo puesto que hace uso de los ojos
para ver y leer, de los oídos para escuchar y oír, y de los otros sentidos para poner al
descubierto cada una de las cosas sensibles.
8 Ver Interpretación alegórica III, 244.

21. Está en la naturaleza de las cosas, en efecto, el que lo juzgado no puede ser aprehendido si
no hay quien juz gue; y en el caso de las cosas sensibles quien juzga es la sen sibilidad; de
modo que sin ella no sería posible un prolijo cono cimiento de lo concerniente al mundo
sensible, sobre lo que versa la mayor parte de la filosofía. La sensibilidad, por otra parte, es la
sección del alma más afín al cuerpo y está adhe rida con profundas raíces a este recipiente del
alma, al que simbólicamente se ha denominado Egipto.

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22. Este es uno de los caracteres que corresponden a la sierva de la virtud: el de la raza.
Averigüemos cuál es el otro, es decir, el del nombre. Ocurre que la condición de la educación
general es la de una "residencia transitoria". La ciencia, la sabiduría y las virtudes todas son
indígenas, autóctonas, ciudadanas de ver dad y esta condición es exclusiva de ellas; las otras
enseñanzas, que alcanzan el segundo, tercero o último galardón, ocupan un lugar "intermedio"
entre los extranjeros y los ciudadanos, ya que no pertenecen ni a una ni a otra raza definida y,
en cambio, tienen algo de común con una y otra.

23. Un resi dente transitorio, en efecto, por el hecho de permanecer en la ciudad está a la par
de los ciudadanos, y por no vivir en su lugar natal se iguala con los extranjeros. De la misma
manera, pienso yo, los hijos adoptivos igualan a los legítimos en cuanto a que son herederos
de sus padres adoptivos; pero están a la par de los ajenos en cuanto a que no han sido
engendrados por ellos. La misma relación, pues, que media entre la señora y la criada, o entre
la esposa legítima y la concubina, media tam bién entre Sara, la virtud, y Agar, la instrucción.
De modo que es natural que Sara, la virtud, pueda llegar a ser la esposa del ansioso de estudiar
y conocer llamado Abraham; y que Agar, la cultura general toda, sea la concubina.

24. Aquel pues, que alcanza la sabiduría mediante la ins trucción no puede rechazar a Agar,
pues muy necesaria es la adquisición de los estudios preliminares; [VI] mas si alguien,
decidido a perseverar hasta el fin en las luchas por la virtud, se aplica a continuas
ejercitaciones sin desfallecer en sus prácticas, tomará dos esposas legítimas y dos concubinas,
criadas éstas de las legítimas esposas.9
9 El simbolismo de las esposas y concubinas de Jacob (Gen. XXIX y XXX) es el tema de los

parágrafos 24 a 33. En esta ocasión el enfoque de Filón sobre Raquel y Lía se aparta de su
interpretación al respecto en otros pasajes.

25. A cada una de ellas le corresponde una naturaleza y un aspecto diferentes. Así, una de las
esposas legítimas es un movimiento saludable, equi librado y pacífico en sumo grado, y en
razón de sus antece dentes Moisés la llama Lía.10 La otra se asemeja a una piedra de afilar, y,
afilándose en ella la inteligencia amante de la lucha y la ejercitación adquiere agudeza. Su
nombre es Raquel, que quiere decir "visión de profanación", no porque su visión sea profana
sino, por el contrario, porque ella considera que las cosas visibles y sensibles no son sagradas
sino profanas comparadas con la pura naturaleza de las cosas invisibles e intelectuales.
10 Léia = Lía, es idéntico al femenino de léios = suave, liso.

26. Hallándose nuestra alma dividida en dos partes: la racional y la irracional, sucede que a
cada una de ellas le corresponde una virtud; Lía a la parte racional y Raquel a la irracional.

27. Raquel nos ejercita a través de los sen tidos y de todas las partes de la porción irracional
para que despreciemos todo aquello que no merece consideración, como la fama, la riqueza y
el placer, que la grande turba de los hombres incultos juzga admirables y apetecibles, guiada
por el veredicto de los deshonestos oídos y del igualmente desho nesto tribunal de los otros
sentidos.

28. La otra nos enseña a evitar el escabroso y áspero camino, intransitable para las almas
amantes de la virtud, y a marchar "suavemente" a través de la amplia recta sin tropiezos ni
resbalones.

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29. Necesariamente, entonces, será criada de Lía la facultad de expresarse a través de los
órganos del habla y la racional búsqueda de sutiles argumentos cuya diestra fuerza persuasiva
es vehículo de engaño;11 y serán criadas de Raquel los nece sarios medios de subsistencia que
son la comida y la bebida.
11 Sorprende que esta facultad de expresarse, al servicio de quien busca la virtud o perfección,

según lo dicho en el parágrafo 33, sea vehículo de engaño precisamente. Posiblemente se trate
de una corrupción o laguna en el texto, y Filón haya querido decir todo lo contrario.

30. Moisés ha dado los nombres de estas dos criadas; Zelfa y Bala.12 "Zelfa" quiere decir
"boca andante", y es símbolo de la capacidad para expresar el pensamiento y exponer su
desarrollo.13 "Bala" significa "deglución" y simboliza el primero y más necesario sostén de los
vivientes perecederos, pues nuestros cuerpos echan anclas en la deglución y las amarras de la
vida hallándose sujetas a ella como a su base.
12 Gen. XXX, 3 y 9.
13 La expresión del pensamiento (hermenéia) corresponde a la "boca", y la exposición de su

desarrollo a "andante".

31. Con todas las mencionadas facultades convive el ejercitante; con unas a título de esposas
legítimas y de libre condición, con las otras en cali dad de siervas y concubinas. Aspira a
poseer a Lía, es decir, el suave movimiento capaz de producir salud si se da en el cuerpo; y
nobleza y Justicia si sobreviene en el alma. Ama a Raquel cuando combate contra las pasiones
y se prepara para alcanzar el dominio de sí mismo y toma posiciones para enfrentar a todas las
cosas sensibles.

32. Dos son, en efecto, las formas de la ayuda. La que nos proporciona el goce de bienes, y la
que enfrenta y aniquila los males; la primera pací fica, la segunda combativa. Así, es por
conducto de Lía como llegamos a recoger los frutos más elevados y dominantes; y a través de
Raquel como obtenemos los que podríamos llamar despojos de guerra. Tal es la convivencia
con las esposas legítimas.

33. Pero el que se ejercita ha menester también de Bala, la deglución, aunque en calidad de
sierva; ya que sin alimentos y vida tampoco vivir bien le sería posible,14 pues los bienes
intermedios son el fundamento de los superiores. Y necesita de Zelfa, es decir, la palabra que
expone el curso de un pensamiento, a fin de que el elemento racional y elocutivo l5 pueda
contribuir de dos maneras a su perfección: me diante la fuente de pensamiento que es la
inteligencia y mediante el fluir de los mismos a través del órgano de la expresión.
14 Es decir, sin la base de la vida natural o vegetativa, resultado de la alimentación, no es

posible la vida vivida como se debe.


15 El término logikós encierra ambas connotaciones: la relativa al pen samiento y la relativa a

la palabra, de acuerdo con su derivación de lógos.

34. VII. Ahora bien, Abraham y Jacob, como lo revelan las sagradas escrituras, fueron
hombres de varias mujeres, no sólo legítimas sino también concubinas. En cambio, Isaac no
tuvo ni varias mujeres ni concubina alguna absolutamente. Sólo su esposa legítima cohabitó
con él durante toda su vida.

35. ¿Por qué? Pues, porque la virtud adquirida mediante la enseñanza, virtud que procura
alcanzar Abraham, ha menester de más de un orden de conocimientos legítimos, vinculados a
la sabiduría, y de los bastardos, que son los preliminares de la cultura general Y otro tanto

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ocurre con la virtud perfeccionada mediante la ejercitación, en torno de la cual han girado,
evidentemente, los esfuerzos de Jacob. Varias y diferentes, en efecto, son las ver dades
mediante las cuales tienen lugar esas prácticas; verdades que guían y que siguen, que se
adelantan al encuentro y que se quedan a la zaga, que involucran ora menores ora mayores
trabajos.

36. En cambio, la estirpe de los que se instruyen por sí mismos, a la que pertenece Isaac, vale
decir, la alegría, que es la mejor de las buenas experiencias, ha sido dotada de una naturaleza
simple, sin mezcla y pura, y no ha menester ni de ejercitación ni de enseñanza, condiciones
éstas en las que se necesitan no solo formas legítimas sino también formas con cubinas de
conocimiento. No es posible, en efecto, que al de rramar Dios desde lo alto del cielo la lluvia
del bien que se aprende y enseña por sí mismo, aquél conviva ya con siervas y concubinas
artes, movido por el deseo de tener por hijos opiniones bastardas.

37 El que ha alcanzado tal premio es re gistrado como esposo de la real y soberana virtud
(cuyo nom bre es en griego "perseverancia", en hebreo Rebeca), ya que quien ha obtenido la
sabiduría sin esfuerzo ni contratiempo, merced a una naturaleza felizmente dotada y un alma
prolífica en el bien nada busca de lo que lleva al mejoramiento.

38. Tiene, en efecto, sin inconvenientes los dones de Dios en grado perfecto, infundidos en él
en virtud de las más altas gracias de Dios, pero desea y suplica que éstos perduren. Por ello,
pienso yo, el Benefactor le ha dado a la perseverancia como esposa, para que Sus gracias se
perpetúen en el que las ha recibido.

39. VIII. La reminiscencia ocupa el segundo lugar luego de la memoria y el que tiene
reminiscencias es segundo con res pecto al que recuerda. Éste es comparable al que goza de
permanente buena salud; aquél, al que se recobra de una dolencia. El olvido, en efecto, es una
enfermedad de la memoria.

40. Por fuerza el que tiene reminiscencias ha olvidado lo que antes recordaba. Así pues, la
sagrada palabra llama a la memoria Efraín, nombre que interpretado significa "fructificación";
y los hebreos llaman Manases, es decir, "fuera del olvido" a la reminiscencia.

41. Es que, realmente, el alma del que recuerda "lleva los frutos" 16 de lo que ha aprendido sin
despren derse de nada; en tanto que el alma que evoca sale "fuera del olvido" en el que estaba
encerrado antes de la reminiscencia. El hombre de memoria convive con una esposa legítima,
es decir, con la memoria; en tanto que el que olvida cohabita con una concubina, es decir, con
la reminiscencia; siria de nación, jactanciosa y rebelde, como que "siria" significa "soberbia".
16 Karpophoreín = llevar o producir frutos, correspondiente al sustan tivo karpophoría =

fructificación, o producción de frutos. Sobre la oposi ción Efrain-Manases, es decir, memoria-


reminiscencia, ver Interpretación. alegórica III, 90 a 93, Sobre la sobriedad 27 y 28 y Sobre la
migración de Abraham 205 y 206.

42. De esta concubina, la reminiscencia, es hijo Maquir, según lo llaman los hebreos, o "del
padre" en lengua griega. Es que quienes evocan algo olvidado creen que la causa de su
reminiscencia es el "padre", es decir, la inteligencia; y no razo nan que la misma inteligencia
ha contenido también alguna vez el olvido, pues no cabría tal reminiscencia si el recuerdo
hubiera seguido presente en ella.

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43. Leemos, en efecto, que "Fueron hijos de Manases aquellos que engendró para él la
concubina siria, [entre ellos] Maquir; y Maquir, a su vez, engendró a Calad". (Gen. XLVI, 20.)
Asimismo Najor, el hermano de Abraham, tiene dos mujeres, la legítima y la concubina. La
legítima llámase Melca; la concubina. Ruma.17
17 Gen. XXII, 23 y 24.

44. Mas no es una historia genealógica lo que registran en este caso los relatos del sabio
legislador; nadie que piense equilibradamente puede suponer tal cosa. Se trata de una
explicación a través de símbolos de cosas que pueden ser útiles al alma; y si traducimos los
nombres a nuestra len gua, comprobaremos la verdad de este aserto. Indaguemos, pues, sobre
cada uno.

45. IX. "Najor" significa "reposo de la luz"; "Melca" quiere decir "reina", y "Ruma", "visión
de al go". Ahora bien, el tener luz en la inteligencia es un bien; pero en reposo, quietud e
inmovilidad, es bien no perfecto, pues, si es provechoso que las cosas malas se hallen en
reposo, es conveniente que las buenas se hallen en movimiento.

46. Porque, ¿qué ventaja se sigue de que quien posee hermosa voz calle, o de que el flautista
no toque la flauta, de que el citarista no taña la cítara, y en general, de que un hombre hábil en
algo no ponga en práctica su arte? La teoría sola sin la práctica para nada sirve al que la
conoce. Puede uno saber cómo se combate en el pancracio, el pugilato o la lucha libre, mas, si
se ata las manos a las espaldas, de nada le servirá su preparación atlética. Y lo mismo ocurre
con el que ha apren dido los secretos del correr, si padeciere de gota o de alguna otra dolencia
de las piernas.

47. No obstante eso, el saber es la suprema luz del alma, puesto que, así como los ojos son
intensamente alumbrados por los rayos solares, la inteligencia lo es por la sabiduría e,
impregnada de siempre renovados conocimientos, se acostumbra a ver con más clara
penetración cada vez.

48. Con razón el nombre de Najor significa "reposo de la luz", pues, como es pariente del
sabio Abraham, le ha cabido una parte de la luz de la sabiduría; mas, como no ha acompañado
a aquél en su jornada desde lo creado hacia el Increado, y desde el mundo hacia el Forjador
del mundo, el conocimiento que ha adquirido es defectuoso e incompleto, en reposo y
estancado, o más bien rígido como una estatua sin vida.

49. No emigra del país caldeo, vale decir, no se libera del estudio de la astrología; y estima en
más lo creado que a su Creador, en más al mundo que a Dios; o, más bien, considera que el
mundo mismo es un Dios con poderes absolutos, y no la obra del omnipotente Dios.

50. X. Se casa, empero, con Melca, es decir, con una reina, mas no una soberana de hombres
o estados, sino una que lleva el calificativo de reina solamente. En efecto, así como no estaría
desacertado quien llamara rey de las cosas sensibles al cielo, puesto que es la más excelsa de
las cosas creadas, así tampoco está fuera de lugar llamar reina de las ciencias a la que versa
sobre ese mismo cielo, ciencia que los astrólogos y en especial los caldeos cultivan.

51. Melca es, pues, su mujer legítima; y su concubina es la que ve una sola de las cosas
existentes, aun tratándose de la más insignificante de todas.18 Así pues, el ver lo mejor, es
decir, al Que realmente Es, ha correspon dido a la mejor de las razas, Israel, cuyo nombre

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significa pre cisamente "el que ve a Dios"; al que aspira al segundo galar dón le ha
correspondido el ver lo segundo en calidad: el cielo sensible y el armonioso orden y
verdaderamente musical coro de los astros que en él hay.
18 Recuérdese que su nombre, "Ruma", significa, según el parágrafo 45, "visión de algo".

52. En el tercer lugar están los escépticos, los que no se aplican a las cosas mejores de la
naturaleza, sensibles o aprehensibles por la inteligencia, sino pierden su tiempo en sutilezas y
sofismas sobre cosas sin trascendencia. Con éstos cohabita Ruma, la concubina que "ve algo"
aunque fuere lo más pequeño, pues se trata de hombres incapaces de abocarse a una
investigación sobre las cosas superiores, de las que podrían sacar provecho para sus vidas.

53. Así como, en el caso de la medicina, la llamada curación por palabras está muy lejos de
prestar alguna utilidad a los pacientes, ya que las enfermedades se curan con drogas,
intervenciones quirúrgicas y dietas, y no con palabras; así también en el caso de la filosofía,
algunos son nada más que traficantes y cazadores de palabras que ni quieren ni intentan curar
su vida saturada de dolencias y no se avergüenzan de pasárselas en disputas sobre opiniones y
sobre sílabas, desde su más temprana edad hasta la extrema vejez, como si la felicidad
residiese en la inútil e interminable prolijidad respecto de verbos y nombres, y no en
establecer sobre una mejor base el carácter que es la fuente de la vida humana, mediante el
destierro de los vicios de sus límites y el afincamiento de las virtudes en ella.

54. XI. Otros que toman como concubinas las opiniones y doctrinas son los hombres ruines.
Por ejemplo, Moisés dice que Tamma, la concubina de Elifaz, el hijo de Esaú, dio a luz para él
a Amalee.19 ¡Oh, cuan claramente se advierte la bajeza de origen del descendiente! Podrás
verlo a poco que descartes el pensamiento de que lo dicho se refiere a hombres, y pongas
atención en el alma, como si la estudiaras anatómicamente.
19 Gen. XXXVI, 12.

55. Moisés llama Amalee al irracional y desmedido impulso de la pasión, pues "Amalee"
traducido significa "pueblo devorador". Y en efecto, así como la fuerza del fuego consume la
materia que tiene a su alcance, del mismo modo la pasión, al arder, "devora" y destroza cuanto
halla a su paso.

56. De dicha pasión es declarado padre Elifaz con razón, pues su nombre significa "Dios me
ha dispersado". ¿Y no es cierto, acaso, que, cuando Dios aparta, "dispersa" y arroja con
desprecio lejos de Sí al alma, al punto nace la irracional pasión? Porque al alma que realmente
Lo ama, alma que tiene la visión de Él, Dios la planta como a un sarmiento de noble estirpe,
enraizándola para que se perpetúe, y le proporciona fertilidad para que adquiera las virtudes y
goce de ellas.

57. Por ello Moisés su plica de esta manera: "Condúcelos y plántalos" (Ex. XV, 17), para que
los Divinos vástagos crezcan no efímeros sino longevos e inmortales. AI alma injusta y atea,
en cambio, la destierra Dios lejos de Sí y la dispersa hacia la región de las concupis cencias e
iniquidades. Este lugar es llamado con todo acierto el lugar de los impíos, mas no se trata del
mítico Hades.20 El verdadero Hades no es otra cosa que la vida del malvado, vida que no deja
impune los delitos, vida de remordimientos y blanco de todas las maldiciones.
20 Hades o mansión de Hades, lugares subterráneos donde, según la mitología griega, residían

las almas de los muertos. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas, nota 26.

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58. XII. En otro lugar se registra como en una estela también este texto: "Cuando el Altísimo
dividió a las naciones, cuando dispersó a los hijos de Adán" (Deut. XXXII, 8); es decir,
cuando arrojó a todos los terrestres modos de pensar carentes de todo interés por ver bien
celestial alguno: e hizo de ellos seres sin hogar, sin ciudad y dispersos de verdad. Ninguno de
los hom bres ruines, en efecto, ha conservado su morada, su ciudad ni otro vínculo de ninguna
clase; por el contrario, todos ellos es tán dispersos, sin lugar donde afincarse, errantes por
todas partes, emigrando siempre y sin poder echar raíces en lugar alguno.

59. En suma, que al hombre ruin la mujer legítima le pro porciona vicios; y la concubina,
pasiones, porque el alma en su totalidad 21 es, podríamos decir, la legítima compañera de vida
de la razón; y, si se trata de un alma culpable, engendra. vicios; en tanto que la naturaleza del
cuerpo es su concubina, y a través de ella observamos que se genera la pasión, pues. el cuerpo
es la zona de los placeres y las concupiscencias.
21 Es decir, incluida la parte irracional. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 55.

60. Esta concubina se llama Tamna, nombre que traducido' significa "debilitamiento agitado".
El alma, en efecto, se "debilita" y torna impotente a causa de la pasión, al recibir del cuerpo la
gran "agitación" y el oleaje provocado por la terrible tormen ta que estalla como consecuencia
de una desmedida apetencia-

61. El progenitor de todas estas porciones mencionadas, ca beza, podríamos decir, de todo ser
viviente, es Esaú, cuyo nombre se interpreta ora como "roble" ora como "cosa ficticia".22 Es
un "roble" por cuanto es indoblegable, inflexible,23 insu bordinado e indócil por naturaleza y
tiene por consejera a la locura; vale decir, es verdaderamente de roble. Es, además,. una "cosa
ficticia" en la medida en que la vida junto a la insen satez es ficción y fábula, y además está
llena del vano énfasis de la tragedia y de la burda chanza de la comedia; nada tiene-de
saludable, forja mentiras y arroja lejos la verdad, sin intere sarse por la naturaleza ajena a las
cualidades,24 sin formas y no modelada; naturaleza que ama el ejercitante.
22 El vocablo póiema está empleado aquí en el sentido de creación de la fantasía u obra de

ficción, es decir, obra literaria, y asociado con plasma = ficción, y con mythos = fábula, mito,
los que, según Filón, proporcionan tema a la comedia y a la tragedia, respectivamente.
23 Ante las buenas influencias.
24 Otro intraducible juego de palabras: póiema y ápcrios = sin cualidades

62. Moisés, en efecto, lo atestigua al decir que "Jacob era un hombre sencillo25 y habitaba una
casa".26 (Gen. XXV, 27.) Así pues, Esaú, el opuesto a éste, resulta ser hombre sin casa y
amigo de la ficción, de la invención y de las locuras míticas, o, más bien, es él mismo un
drama teatral y una fábula.
25 "Sencillo" es una de las acepciones figuradas de aplastas (a + plás tos) = no modelado, in-

forme, adjetivo que expresa la idea opuesta a la del ya citado sustantivo plasma = obra
modelada o plasmada, ficción. Filón juega con estos sentidos, y de ese modo logra que el
texto bíblico avale su interpretación sobre la afinidad del hombre virtuoso, en este caso
personificado en Jacob, con lo incorpóreo y no cualitativo, y sobre su oposición respecto de la
ficción encarnada en Esaú.
26 Ver Interpretación alegórica III, 2; y Sobre la obra de Noé como plantador 44.

63. XIII. Queda dicho, en la medida de lo posible, lo relativo a la convivencia de la razón


amante de la contemplación con las facultades legítimas y concubinas. Hemos continuar la

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tra ma de nuestro razonamiento examinando lo que sigue. "Abraham", dice Moisés, "escuchó
la voz de Sara". (Gen. XVI, 2.) Forzoso es, en efecto, que el que aprende obedezca los
mandatos de la virtud.

64. Mas no todos obedecen; sólo lo hacen aquellos que se hallan impregnados de un intenso
amor hacia el saber. Casi no pasa día, en efecto, sin que los auditorios y teatros se llenen, y los
que cultivan la filosofía discurren en ellos sin respiro anudando sus argumentos acerca de la
virtud.

65. Mas, ¿qué provecho resulta de lo que dicen? En vez de prestarles atención, todos se
distraen con otras cosas, con el pensamiento puesto unos en viajes y negocios, otros en rentas
y cultivos, otros en distinciones y asuntos públicos, otros en las ganancias que procuran cada
una de sus habilidades y ocu paciones, otros en la venganza contra enemigos, otros en los
goces de sus deseos eróticos; en suma, unos en unas cosas y otros en otras. El resultado es
que, respecto de lo que se está demostrando, ningún caso hacen, estando presentes sólo de
cuerpo, mas ausentes con las inteligencias, tal como si fueran imágenes o estatuas.

66. Y, si algunos prestan atención, es sólo durante el tiempo en que permanecen sentados; y,
en retirándose, se olvidan de todo lo dicho. El objeto de su presencia ha sido más el deleitarse
oyendo que el sacar provecho; y así, el alma de éstos es incapaz de concebir o engendrar nada;
y, cuando cesa el motivo que provoca su placer, se extingue también su atención.

67. En tercer lugar están aquellos que con servan como una resonancia de lo que se ha dicho,
pero de muestran que son más sofistas que filósofos. Las palabras de éstos son loables mas su
vida es reprensible. Tienen aptitudes para hablar sobre lo mejor, pero son incapaces de
practicarlo.

68. Difícil es, pues, hallar alguien que atienda, recuerde y prefiera el obrar al hablar; actitudes
éstas que son testimonia das en el caso del amante del aprender, en las palabras "Escu chó la
voz de Sara"; pues no nos es presentado simplemente como oyendo sino como "escuchando",
27 término que con toda exactitud expresa asentimiento y obediencia.
27 El verbo hypakóuein, aquí empleado, significa oír con. muestras de acatamiento, con

atención, y también obedecer, acatar.

69. Y no está desacertado el agregar que lo que escuchó fue "la voz de Sara" y no "a Sara
hablando"; porque es propio del que aprende 28 el escuchar la voz y las palabras pues sólo por
ellas es enseñado; en tanto que el que adquiere el conocimiento mediante la ejercitación y no
mediante la enseñanza, atiende no a lo que se dice sino a quienes lo dicen, y va imitando la
vida de éstos en sus sucesivas acciones irreprochables.
28 O del que adquiere la virtud mediante el aprendizaje o la instruc ción, personificado en

Abraham, por oposición a Jacob, que la adquiere con la-práctica o ejercitación, y a Isaac,
depositario de lo que podríamos llamar ciencia o virtud infusa.

70. Así, leemos que, cuando Jacob fue enviado para tomar mujer de su familia, "escuchó a su
padre y a su madre y vino a la Mesopotamia". (Gen. XXVIII, 7.) Escuchó a ellos, no la voz ni
las palabras de ellos, pues lo que el ejercitante debía hacer era imitar una vida, no escuchar
palabras. Esto último es propio del que recibe enseñanzas, aquello lo es del que se ejercita. El
pasaje tiene por fin enseñarnos a percibir la diferencia entre el que se ejercita y el que aprende,
consistente en que éste tiene en cuenta lo que una persona dice, y aquél a la persona misma.

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71. XIV. Dice, pues, el legislador que "diez años después de habitar Abraham en la tierra de
Canaán, Sara, su mujer, tomó a Agar, la egipcia, su criada, y la dio a su esposo Abraham por
esposa". (Gen. XVI, 3.) Dañino, agrio y mal intencionado por naturaleza es el vicio; suave,
solidaria y bien dispuesta, la vir tud, deseosa de ayudar de cualquier manera a los de buen
natural o por sí misma o por medio de otros.

72. En el presente caso, por ejemplo, en vista de que aún somos incapaces de engendrar por la
sabiduría, nos entrega en matrimonio a su criada, que, como he dicho, es la instrucción acerca
de la cultura general. Y hasta podemos decir que no tiene incon venientes en oficiar de
intermediaria y en llevar a la prometida ante su futuro esposo; como que ella misma, se nos
dice, toma a Agar y la entrega como mujer a su esposo.

73. Provechoso será que consideremos por qué también ahora una vez más dice que Sara es la
esposa de Abraham, no obstante haberlo recordado antes muchas veces. Porque Moisés no es
de los dados a esa pobrísima especie de prolijidad que es el repetir sin motivo lo ya dicho.
¿Qué hemos de decir, pues? Diremos que Abraham, cuando se apresta a tomar por esposa a la
criada de la sabiduría, es decir, la instrucción acerca de la cultura general, no olvida. Moisés
lo dice, la fe debida a la señora de ésta; antes, sabe que aquélla es su esposa por ley y personal
elección, en tanto que ésta lo es por necesidad y por la fuerza de las circunstancias. Tal es lo
que ocurre con todo amante del aprender, v ningún testimonio más verídico al respecto que la
propia experiencia.

74. Por ejemplo, cuando por primera vez me sentí yo estimulado por los aguijones de la
filosofía a desearla ardientemente, me entregué, completamente joven aún, a una de las
criadas de ella, la gramática; y cuanto de ella engendré: la escritura, la lectura, el estudio de
los poetas, lo dediqué a su señora.

75. Luego cohabité también con otra de las criadas, la geometría, de cuya belleza sentíame
prenda do, pues en toda ella estaban presentes la simetría y la propor ción; y ninguno de los
hijos habidos de ella tomé para mí sino los llevé como presentes a la esposa legítima.

76. Y nuevamente me apresuré a buscar la compañía de una tercera, plena de ritmo, armonía y
melodía, llamada música; y engendré de ella melodías diatónicas, cromáticas y enarmónicas,
conjuntas y disjuntas, conformes con la consonancia de cuarto, quinto y octavo intervalo.29 Y
nuevamente me abstuve de guardar para mí ninguno de ellos, pues quería ver a mi mujer
legítima enriquecida y servida por una multitud de servidores.
29 Compárese con Interpretación alegórica III, 122; Sobre la posteridad de Caín 104, y Sobre

la agricultura 127.

77. Porque algunos, seducidos por los encantos de las criadas, han desechado a la señora, es
decir, la filosofía, y han enveje cido entregados a la poesía unos, a la geometría otros, a las
combinaciones de matices musicales otros, y a otras innume rables cosas otros, incapaces de
remontarse hacia la esposa legítima.

78. Cada una de estas artes posee, en efecto, sus encantos y poderes de atracción
determinados, y no faltan quienes, seducidos por estos, permanecen con ellas y se olvidan de
sus compromisos con la filosofía.30 En cambio, aquel que se atiene fielmente a lo convenido,
todo lo procura de todas partes con ánimo de complacer a ésta. Lógico es, pues, que la sagrada

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palabra, admirada de su fe, diga que Sara es la mujer de Abraham también en esta ocasión,
cuando éste toma a la criada para complacer a aquélla.
30 Ver Sobre la ebriedad 31.

79. Y por cierto que, así como los estudios generales contri buyen a la adquisición de la
filosofía, así también la filosofía concurre a la adquisición de la sabiduría. La filosofía, en
efecto, es la búsqueda de la sabiduría, y la sabiduría es el conocimiento de las cosas Divinas y
humanas y de las causas de ellas. Viene a ser, pues, la filosofía la sierva de la sabiduría, así
como la cultura general lo es de la filosofía.

80. La filosofía nos enseña el control del vientre, el control de las partes que están más abajo
de él y el control de la lengua. Estos controles considéranse apetecibles en sí mismos pero
aparecerán como más elevados aún si son aplicados para honra y servicio de Dios. Preciso es,
por eso, tener presente a la señora cuando nos dis ponemos a desposarnos con las criadas de
ella. Y asignémonos el nombre de esposos de éstas, pero aquélla no se llame sim plemente
esposa nuestra, sino sea nuestra esposa verdadera.

81. XV. Agar es entregada a Abraham no inmediatamente después de su llegada a la tierra de


Canaán sino después de residir diez años allí. Hemos de considerar cuidadosamente qué
significa esto. En los primeros tiempos de nuestra venida al mundo el alma no lleva en su
compañía sino las pasiones: penas, dolores, alarmas, deseos, placeres; los que a través de los
sentidos llegan hasta ella, sin que su discernimiento pueda aún ver el bien y el mal, ni
distinguir con precisión las cosas buenas de las malas, pues todavía dormita, con sus ojos
cerrados como en un profundo sueño.

82. Pero con el transcurrir del tiempo, cuando ya salimos de la edad infantil y estamos por
entrar en la adolescencia, de inmediato brotan de una única raíz dos tallos: la virtud y el vicio;
y alcanzamos la aprehensión de ambos pero elegimos necesariamente uno u otro; los de buen
natural, la virtud; los de condición contraria, el vicio.

83. Teniendo esto presente, debemos saber que Egipto es símbolo de las pasiones, y la tierra
de Canaán, símbolo de los vicios. De modo que nada tiene de extraño que, habiendo sacado
Moisés de Egipto al pueblo, lo conduzca a la región de los cananeos.

84. Porque el hombre, como he dicho, al entrar en la existencia recibe Egipto, es decir, la
pasión, como residencia, quedando enraizado en los placeres y penas; pero luego emigra hacia
una nueva residencia, el vicio, cuando ya su razón ha progresado hasta alcanzar una más
aguda visión y aprehende ambas cosas, el bien y el mal, escogiendo lo peor a causa de lo
mucho que hay de mortal en ella y de que el mal es propio de lo mortal en la medida en que el
opuesto bien lo es de lo Divino.

85. XVI. Estas son las dos patrias por naturaleza: Egipto, la pasión, lo es de la edad infantil;
Canaán, el vicio, lo es de la adolescencia. Mas el sagrado lógos, aunque conoce claramente las
patrias de nuestra mortal raza, al señalamos lo que debemos hacer y lo que nos será
provechoso, nos prescribe odiar las costumbres, los hábitos y las prácticas de dichas pa trias.
86. Sus palabras son éstas: "Y habló el Señor a Moisés diciendo: 'Habla a los hijos de Israel y
diles: Yo soy el Señor Dios vuestro. No procedáis de acuerdo con las prácticas de la tierra de
Egipto, en la que habéis habitado. No procederéis tampoco de acuerdo con las prácticas de
Canaán a la que Yo os he conducido al traeros acá. No marcharéis con sus costum bres. Os

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atendréis a Mis decisiones y guardaréis Mis manda mientos; marcharéis en ellos. Yo soy el
Señor Dios vuestro. Y guardaréis todos Mis mandamientos v Mis decisiones. Eso ha réis. El
que lo hiciere vivirá en ellos. Yo soy el Señor Dios vuestro'." (Lev. XVIII, 1 a 5.)

87. Así pues, la verdadera vida es la del que marcha en las decisiones y mandamientos de
Dios; de lo que se deduce que los actos de los ateos equi valen a la muerte. Dicho está ya
cuáles son esos actos: no son otros que los de la pasión y los vicios, de los que nacen las
multitudes de impíos y sacrílegos.

88. Después de diez años, pues, de nuestra emigración hacia la tierra de los cananeos
tomaremos a Agar por mujer, puesto que, si bien tan pronto como llegamos a ser seres
racionales, tomamos para nosotros la ignorancia y la indisciplina, dañosas por naturaleza;
tiempo después, en un número perfecto, el diez, llegamos a alcanzar el deseo de una legítima
educación, capaz de procurarnos provecho.

89. XVII. La condición del número diez, examinada detalla damente en las escuelas de los
músicos, ha sido celebrada de manera poco común por el santísimo Moisés, quien refiere a él
las cosas más excelentes: los gobiernos, las primicias, las ofrendas permanentes de los
sacerdotes, la observación de la pascua, la propiciación, la liberación y el retomo a las
antiguas posesiones al cabo de cincuenta años, la construcción del indesarmable tabernáculo y
otras innumerables cosas que sería largo recordar. Pero los ejemplos oportunos no debemos
omitirlos.

90. Un caso es el de Noé, el primer hombre recordado como justo en las sagradas escrituras.
Moisés lo presenta como el décimo descendiente del hombre modelado de tierra;31 y no
porque quiera mostrarnos el número de años sino para enseñamos claramente que, así como el
diez es el perfectísimo límite de los números a partir de la unidad, del mismo modo la justicia
es en el alma la perfección y verdadera cima 32 de las acciones de la vida.
31 Ver Sobre la creación del mundo 134 y ss.
32 O límite. Filón emplea el mismo término peras, usado para calificar al número diez; pero

ahora lo emplea con una connotación no de simple límite o término, sino de logro o alcance
de una meta, por lo que he preferido traducirlo por "cima".

91. Los oráculos, en efecto, dicen que el nueve, producto del tres multiplicado por sí mismo,
es un número muy hostil: pero el diez, que se forma mediante la adición del uno a aquél, ese
aprobado en ellos como un número amigo.

92. Señal de esto es que, cuando hubo estallado la guerra intestina y las cuatro pasiones se
alistaron para el combate con los cinco sentidos, hallándose el alma toda, como si se tratara de
una ciudad, en peligro de sufrir el saqueo y la ruina, Abraham, apareciendo como el décimo
en el conflicto, entró en campana y destruyó los gobiernos de los nueve reyes.33
33 Gen. XIV.

93. Abraham preparó la calma en sustitución de la tempestad, la salud en lugar de la


enfermedad, y la vida, si podemos hablar así, en vez de la muerte, y fue declarado vencedor de
los trofeos por Dios, el dador de la victoria, a quien en acción de gracias por el triunfo ofreció
los diezmos.34
34 Gen. XIV, 20. "Diezmos" o décimas partes, con lo que recalca Filón el papel decisivo del

diez en los actos y cosas excelentes.

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94. Además, de todo cuanto pasa "bajo la vara", me refiero a la vara de la disciplina,35 es
decir, de toda creatura dócil y domesticada, se separa la décima parte, la que se convierte en
"santa" por disposición de la ley,36 a fin de que aprendamos a través de muchos ejemplos que
el diez está estrechamente rela cionado con Dios, y que el nueve lo está con nuestra raza
mortal.
35 Ver Sobre la posteridad de Caín 97.
36 Lev. XXVII, 32.

95. VXIII. Mas no sólo de los animales está prescripto ofrecer las décimas partes como
primicias, sino también de cuanto brota de la tierra. "Toda décima parte de la tierra", dice la
ley, "procedente de la semilla y del fruto de la madera es santa para el Señor; y toda décima
parte de los bueyes y corderos, y todo lo décimo en el número, que pasare bajo la vara será
santo para el Señor". (Lev. XXVII, 30 a 32.)

96. Ob serva que el legislador considera que las primicias deben pro ceder de nuestra masa
corpórea, la que es terrestre y de madera realmente; porque la vida, la subsistencia, el
crecimiento y la .salud débelos ella a la gracia Divina. Observa, asimismo, que además se
establece que esas primicias han de proceder tam bién de los animales irracionales que hay en
nosotros, vale decir, de los sentidos, cosa explicable, pues el ver, el oír, el oler, el gustar y el
tocar son también dones Divinos, por los que debemos dar gracias.

97. Mas, no sólo se nos enseña a alabar al Benefactor por las leñosas 37 y terrestres masas del
cuerpo, ni sólo por los irra cionales animales que son nuestros sentidos; también hemos de
hacerlo por la inteligencia, la que, hablando con propiedad, es el hombre dentro del hombre,
lo mejor dentro de lo peor, lo inmortal dentro de lo perecedero.
37 "Leñosas" o de madera, con lo que insiste Filón en que el pasaje interpretado alude

simbólicamente a nuestro cuerpo o masa corpórea al mencionar el "fruto de la madera".

98. Por ello, creo yo, Dios santificó a todos los primogénitos y escogió a cambio de ellos la
décima parte, me refiero a la tribu de los levitas,38 para la vigilancia y conservación de la
santidad, la piedad y los ritos que se ofrecen en honor de Él. Porque lo primero39 y mejor que
hay en nosotros es la razón, y corresponde que las primicias de su comprensión, de su
penetración, de su capacidad de aprehensión, de su prudencia y de las otras cualidades que en
ella se dan, las consagremos a Dios, que es quien le ha conferido la fertilidad en el discernir.
38 Es decir, entre las diez tribus. Sobre la santificación de los primogé nitos y su trueque por

los levitas ver Núm. VIII, 5 a 18.


39 "Primero", en griego protón, término que permite a Filón vincular la razón con los

protótoka = primogénitos o primeros nacidos, y deducir que corresponde compensar o


agradecer a Dios por ella mediante la ofrenda de la décima parte de sus beneficios, tal como
por los primogénitos de Israel fue ofrecida la décima parte de la nación al ser consagrada la
tribu de Leví.

99. Estas consideraciones fueron las que impulsaron al ejer citante a formular el siguiente
voto: "De todo lo que me dieres, separaré la décima parte para Ti" (Gen. XXVIII, 22); y ellas
explican el oráculo, conservado después de las bendiciones por la victoria que dirige
Melquisedec, quien había alcanzado el sacerdocio sin ajena enseñanza, por propio
aprendizaje. Dicho oráculo dice así: "Le dio la décima parte de todas las cosas" (Gen. XIV,
20), de las cosas de los sentidos el buen percibir, de las cosas del habla, el buen hablar, de las

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de la inteligencia, el buen pensar.

100. Con hermosura suma y, a la vez, de acuerdo con los hechos, Moisés nos dice bajo la
forma de una aclaración incidental, al referirse a la consagración del memorial del Divino y
celestial alimento en un jarrón de oro, que "el ómer era la décima parte de tres medidas". (Ex.
XVI, 36.) En efecto, al parecer, nosotros contenemos tres medidas: sensibi lidad, habla e
inteligencia; la sensibilidad, que mide las cosas sensibles; el habla, que mide las diversas
partes de lo que se dice; y la inteligencia, medida de las cosas intelectuales.

101. De cada una de estas medidas debemos ofrecer lo que podríamos calificar de una sagrada
décima parte, para que el habla, la percepción sensible y la aprehensión intelectual puedan ser
juzgadas como irreprochables y saludables de acuerdo con la medida de Dios. Porque esta es
la verdadera y justa medida, en tanto que las nuestras son falsas e injustas.

102. XIX. Es razonable, pues, que también en lo que a los sacrificios se refiere, el décimo de
la medida de la flor de harina haya de ser llevado con las víctimas al altar, en tanto que el
número nueve, es decir, el resto del diez, permanece en nosotros.

103. También la perpetua oblación a cargo de los sa cerdotes concuerda con lo anterior. Les
está, en efecto, prescripto ofrecer la décima parte de un efá en flor de harina,40 pues han
aprendido ellos que deben desechar a la novena y sensible divinidad, que sólo lo es en
apariencias, y adorar al Que Es décimo y verdaderamente único.
40 Lev. VI, 13.

104. En efecto, al mundo le han cabido nueve partes, ocho en el cielo: una la de las estrellas
fijas, y siete de las errantes, aun cuando el orden del movimiento es el mismo para todas; la
novena es la tierra juntamente con el agua y el aire, ya que estos tres elementos constituyen
una sola familia, difiriendo sólo en los cambios y transformaciones a que están sujetos.

105. Ahora bien, el co mún de la gente tributa honor a estas nueve partes y al mundo formado
por ellas; el hombre perfecto, en cambio, honra al Que está por encima de las nueve, al
Hacedor de todas ellas, Dios, que es el décimo; ya que, mirando más allá de toda Su obra
anhela al Artífice mismo, y se esfuerza por convertirse en suplicante y servidor Suyo. Por eso
el sacerdote ofrece perpetuamente una décima parte a Aquel que es décimo, único y eterno.

106. Este número es, hablando con toda precisión, la pascua del alma, es decir, del tránsito
desde toda pasión 41 y toda cosa sensible hacia el ámbito intelectual y Divino del diez.
Leemos, en efecto: "En el décimo día de este mes toma cada uno un cordero por cada casa"
(Ex. XII, 3), de modo que a partir del décimo día sean consagradas a Aquel que es décimo las
ofren das conservadas en el alma que ha sido iluminada en dos de sus tres partes, hasta que
toda ella a través de todas sus partes se convierta en una celestial claridad, como una luna
llena, du rante su crecimiento de la segunda semana, para que pueda no sólo conservar sino
también ofrecer sus progresos como inocentes e irreprochables víctimas.42
41 Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas, nota 66.
42 Filón asocia, correctamente como lo hizo ya en Sobre los sacrificios de Abel y Caín 112, el

cordero (próbaton.) con el progresar (probáinein) moralmente. Ello y el hecho de que se tome
el cordero en el décimo día, día en que la luna está en el segundo tercio de su marcha
creciente, hacen que Filón interprete el simbolismo del pasaje en el sentido de que el alma,
habiendo ya progresado hasta alcanzar la claridad de dos tercios del total, conserva e

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incrementa esos progresos en el camino hacia la plena claridad de sus tres partes, hasta que
alcanza esa plenitud y entonces se ofrece ella misma a Dios.

107. También está presente el diez en la propiciación, pues ésta ha sido fijada para el décimo
día del mes.43 En ella el alma suplica a Dios, el décimo, y es instruida sobre la bajeza y
nulidad de la confianza depositada en la sagacidad de la razón creada, y sobre las supremas y
trascendentes excelencias del Increado en todo lo que es bueno. De ese modo, tórnase Él
propicio, cosa que ocurre inmediatamente aun cuando no mediare súplica alguna, tratándose
de quienes se afligen y hu millan a sí mismos y no se envanecen impulsados por la jac tancia y
la presunción.
43 Lev. XXIII, 27.

108. También hallamos al número diez en la "liberación"44 (Lev. XXV, 9), es decir, en la
perfecta libertad del alma que se desembaraza de su deambular sin rumbo y encuentra un
nuevo puerto en la naturaleza no errante con lo que retorna a las heredades que le cupieron
cuando un vigoroso aliento palpitaba en ella y se ejercitaba en los trabajos en procura del bien
como galardón. Entonces, en efecto, el sagrado lógos, admirado de sus esfuerzos, la honra
otorgándole una especial recompensa, una inmortal herencia consistente en un lugar en el
orden de lo imperecedero.
44 El jubileo tenía lugar cada cincuenta años, no cada diez, pero, como acota Filón en 109, la

proclamación se hacía el día diez del séptimo mes.

109. También hallamos el número diez en la súplica que eleva el sabio Abraham cuando está a
punto de ser arrasado por el fuego la que lleva por nombre tierra de los sodomitas, pero, en
realidad, no es otra cosa que un alma estéril para el bien y de razón ciega. Suplica para que, si
la señal de la justicia, es decir, el diez, fuere hallada en ella, pueda alcanzar alguna remisión
de pena.45 Comienza, es cierto, su súplica desde el número cincuenta, el de la liberación, mas
la termina en el diez, es decir, en el rescate completo.46
45 Gen. XVIII, 32.
46 Ver la nota 44.

110. XX. Por eso mismo, creo yo, Moisés, después de la elección de los jefes de mil, de cien y
de cincuenta hombres, elige en último término capitanes con mando sobre diez,47 para que la
inteligencia, en caso de no poder mejorar a través de los órdenes48 de más jerarquía, se
purifique al menos a través de las últimas.
47 Ex. XVIII, 25.
48 Es decir, de las obras más elevadas o más meritorias.

111. Es también una hermosísima doctrina la que comprendió el siervo del amante del
aprender cuando desempeñaba aquella admirable embajada en la que gestionó para el sabio
instruido por sí mismo, la virtud más apropiada para él, la perseverancia,49 pues de entre
muchos, innumerables, recuerdos de su señor "toma diez cabellos", es decir, la reminiscencia
del diez o, en otras palabras, de la recta instrucción.50
49 Gen. XXIV, 10. La perseverancia, constancia o paciencia es Rebeca, la que es solicitada

para esposa de su hijo Isaac por Abraham, quien confía la gestión a los buenos oficios de un
siervo suyo.
50 Acerca del cabello como símbolo de la memoria ver Sobre la posteridad de Caín, 148 y 149.

Sobre el número diez como el número de la educación o disciplina ver Sobre los sacrificios de

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Abel y Caín 122.

112. Y toma además "de los bienes de aquél" no, evidentemente, plata ni oro ni ninguno de los
bienes que se hallan en las materias perecederas, ya que Moisés jamás aplica la calificación de
bienes a éstas; sino los bienes genuinos, los que son del alma solamente, bienes que escoge
para las necesidades del viaje y para sus ne gocios; y que son la enseñanza, el progreso, la
atención seria, el anhelo, el ardor, la inspiración, la profecía y el amor por el recto obrar.

113. Practicando y ejercitándose en tales cosas, cuando esté a punto de abandonar el mar, por
así decir, y de echar anclas en un puerto, tomará dos aretes de una dracma de peso cada uno y
dos brazaletes de oro de diez dracmas de peso para los brazos de aquella cuya mano negocia
para su señor.51 Verdaderamente magnífico adorno es que la cosa oída 52 sea una sola dracma,
vale decir, una unidad no fraccionable y dotada de natural fuerza de atracción,53 por cuanto a
nadie resulta de provecho el que el oído se aplique a cosa alguna que no sea una única
declaración: aquella que nos mues tra las excelencias del único y solo Dios; y lo es, asimismo,
el hecho de que las empresas que acometemos 54 sean de diez dracmas y de oro puesto que las
acciones conforme con la sabiduría se cimentan en números perfectos y cada una de ellas es
más estimable que el oro.
51 Gen. XXIV, 22.
52 Simbolizada en cada arete.

53 Ver Sobre la migración de Abraham 202, para la explicación del juego de palabras entre
holké y holkos.
54 Simbolizadas en los brazaletes.

114. XXI. Las mismas condiciones se dan en el tributo de los príncipes, tributo escogido entre
lo mejor que poseían, que aqué llos ofrendaron cuando el alma, preparada por su amor al
saber, ofreció su dedicación con la apropiada solemnidad, agradecien do a Dios, su maestro y
guía. En efecto, es "un incensario de oro de diez dracmas de peso, lleno de incienso" (Núm,
VII, 14, 20), lo que ofrece para que el único Sabio escoja los perfumes exhalados por la
sabiduría y por cada una de las virtudes.

115. Y, cuando estos perfumes han sido juzgados gratos por El, Moisés eleva el himno de
triunfo diciendo: "Percibió el Señor un olor de suave fragancia" (Gen. VIII, 21); donde
"percibió" significa "aceptó", puesto que, no siendo Dios un ser como los hombres, no ha
menester de narices ni de otra parte orgánica alguna.55
55 Y, por lo tanto, no pueden percibir fragancias.

116. Y más adelante en su narración, nos dirá Moisés también que la Divina residencia, vale
decir, el tabernáculo, consta de "diez cortinas".56 Es que a la estructura de toda la sabiduría le
ha correspondido el perfecto número diez, y la sabiduría es la corte 57 y el palacio del
universal Monarca y único Soberano con poder ilimitado.
56 Ex. XXVI, 1.
57 Juego de palabras entre auláiai cortinas, y aulé = corte.

117. Esta residencia es la casa perceptible por la inteligencia; en tanto que el mundo es la casa
per ceptible por los sentidos, por lo que el legislador hizo que las cortinas fueran tejidas con
materiales que simbolizaran los cua tro elementos. Están, en efecto, fabricadas con lino fino,
de tela de color azul obscuro, de púrpura y de paño escarlata cua tro, como he dicho, en

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número. El lino es símbolo de la tierra pues de ella nace; el color azul obscuro lo es del aire
pues éste es negro por naturaleza; la púrpura simboliza al agua, pues el medio de producir la
tintura, el molusco del mismo nombre, procede del mar; y el color escarlata es símbolo del
fuego pues se parece mucho a una llama.

118. Por otra parte, diez son las plagas y castigos con que el Guardián y Protector de todas las
cosas amonesta al rebelde . Egipto cuando éste ha glorificado a la inteligencia que usurpa el
lugar de Dios y le ha entregado el cetro y la diadema.

119. Del mismo modo, también promete Dios al sabio Abraham que ni una menos ni una más
serán las naciones cuya ruina y destrucción completa llevará a cabo para entregar a sus
descendientes la tierra de las víctimas.58
Así pues, en todos los casos considera Dios conveniente apli car al número diez tanto para la
aprobación como para la represión, así para el premio como para el castigo.
58 Gen. XV, 18 a 20.

120. Pero, ¿para qué insistir en estos ejemplos, cuando diez son también en total los preceptos
en que Moisés ha registrado la sagrada y Divina legislación? Dichos preceptos son las normas
genera les que condensan todas las innumerables leyes particulares; son las raíces, los
principios y las fuentes perennes de disposiciones que contienen mandatos y prohibiciones
para beneficio de los que las siguen.

121. XXII. Es, por lo tanto, lógico que la unión con Agar tenga lugar diez años después de la
llegada a la tierra de los cananeos; ya que no podemos pretender la instrucción
corres pondiente a la cultura general no bien alcanzamos el uso de razón, cuando aún nuestra
inteligencia es tierna; sino una vez que, fortalecidos en la comprensión y en la sagacidad,
contamos con un discernimiento ya no ligero y superficial sino firme y sólido.

122. Por ello en relación estrecha con lo anterior se nos dice a continuación que Abraham
"entró en Agar" (Gen. XVI, 4). Correspondía, en efecto, que el que aprendía se uniera a la
ciencia como a un maestro para ser instruido en las ense ñanzas útiles para la naturaleza
humana. En esta ocasión el discípulo es presentado marchando hacia la escuela, pero a
menudo es la ciencia la que, desterrando de sí todo recelo, corre al encuentro de los discípulos
bien dotados y los atrae hacia sí.

123. Por ejemplo, nos es dado ver a Lía, es decir, a la virtud, saliendo al encuentro del
ejercitante y diciéndole, cuando regresaba éste del campo: "Hoy entrarás en mí" (Gen. XXX,
16). ¿Adonde, en efecto, habría de entrar el cuidador de las semillas y renuevos de la ciencia,
como no fuera en la virtud, campo de su agrícola labor?

124. XXIII. Pero a veces ella pone a prueba a sus alumnos para determinar su celo y
aplicación. En esos casos no sale al encuentro de ellos, sino, ocultando su rostro como Tamar,
se sienta en una encrucijada ofreciendo el aspecto de una ramera ante los que pasan por el
camino,59 para que los espíritus ávidos de conocer puedan, en quitando el velo, sacar a la luz y
con templar su inviolada, sin mancha y verdaderamente virginal belleza, excelsa en su
modestia y castidad.
59 Gen. XXXVIII, 14 y 15.

125. ¿Y quién es el investigador, el amante del saber, el que juzga que ninguna cosa velada

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debe dejar sin investigar? Pues, no puede ser otro que el supremo capitán y rey llamado Judá,
que persevera y pone su dicha en confesar a Dios. Dice, en efecto, la escritura que "torció sus
pasos hacia ella y le dijo: 'Déjame entrar en ti'" (Gen. XXVIII, 16); mas no con intención de
forzarla; "déjame averiguar cuál es la fuerza oculta por ese velo y para qué ha sido preparada".

126. Y después de haber entrado en ella, "tomó"60 (Gen. XXXVIlI, 18), leemos. Mas no se nos
dice expresamente quién tomó. Lo que ocurre es que la ciencia toma para sí y cautiva al que la
estudia y lo persuade para que sea su amante; y, a su vez, el que aprende, cuando ama el
aprender, procede de la misma manera con la que enseña.
60 El verbo syllambánein significa concebir, en el pasaje citado, pero Filón lo interpreta como

tomar. En cuanto a la disyuntiva que plantea respecto de si el sujeto es Judá o Tamar, aunque
gramaticalmente en el relato literal pueda ser uno u otra, por el sentido se desprende
claramente que es Tamar.

127. A menudo, por otra parte, alguno de los que enseñan las ciencias intermedias, habiendo
dado con un alumno bien dotado, se jacta de su enseñanza en la creencia de que él y nadie
más es la causa del feliz aprendizaje de su alumno, y, lleno de vanidad y orgullo, se vanagloria
y, frunciendo el entrecejo muy jactanciosamente, hace su propio elogio y pide altas
retribu ciones a los que desean seguir sus lecciones. Y, si se da cuenta de que algunos, aunque
sedientos de saber, carecen de recursos, les vuelve la espalda como si la sabiduría fuera un
descubrimiento exclusivamente suyo.

128. A este caso alude lo de "te ner en el vientre", vale decir, estar lleno de hinchazón y
vanidad, revestido de un orgullo que sobrepasa toda medida; de todo lo cual resulta que
algunos evidentemente deshonran a la señora de las ciencias intermedias, a la virtud, no
obstante lo honorable que es ella de por sí.

129. Las almas, pues, que se preñan en compañía de la sabiduría dan a luz, aunque con
trabajo, ya que ellas distinguen y separan lo confuso, tal como Rebeca, la que, habiendo
recibido en su vientre el conocimiento de las dos naciones de la inteligencia, la virtud y el
vicio, en un feliz parto distingue y separa la naturaleza de una de la naturaleza del otro.61 En
cambio, las que se preñan sin la sabiduría o abortan o engendran un disputador y sofista 62 que
hiere con su arco 63 o es blanco de algún arquero.
61 Gen. XXV, 23.
62 Ver Sobre los querubines 9 y 10.
63 Gen. XXI, 20.

130. Y esta diferencia es, sin duda, lógica. Unas almas, en efecto, entienden que ellas reciben
en el vientre; otras, en cambio, piensan que "tienen" en el vien tre, lo que constituye una muy
grande diferencia. Las últimas, en la creencia de que "tienen", se atribuyen con énfasis la
elec ción y el nacimiento; las primeras, en cambio, considerando nor mal el recibir, confiesan
que nada propio poseen por sí mismas; y, aceptando las fecundantes simientes que las
impregnan desde afuera y rindiendo su tributo de admiración al Dador, rechazan-el amor de sí
mismas, el peor de los males, movidas por la piedad hacía Dios, el bien perfecto.

131. XXIV. De esa misma manera son sembradas también las simientes del arte de legislar
entre los hombres. "Había un hombre de la tribu de Leví", leemos, "que tomó una de las hijas
de Leví y la hizo su esposa. Ella recibió en su vientre y dio a luz un hijo varón. Y viendo su
buena complexión lo ocultaron durante tres meses" (Ex. II, 1 y 2).

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132. Este es Moisés, la inte ligencia más pura, el verdaderamente selecto,64 que recibió el arte
de la legislación y la profecía con una sabiduría inspirada por Dios; que, siendo de la tribu de
Leví por parte de padre y por parte de madre, entronca por ambas líneas con la verdad.
64 Sobre la imposibilidad de compendiar en un solo vocablo español todas las connotaciones

del adjetivo astéios ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 51.

133. Grande en sumo grado es la proclama del fundador de esta tribu.65 Tiene, en efecto, el
valor de decir: "Éste es mí Dios, el único Dios al que debo honrar, y ninguna cosa es Dios
fuera de Él, ni la tierra ni el mar ni los ríos ni la sustancia del aire ni los cambios de los
vientos y estaciones ni las diversas especies de animales y plantas ni el sol ni la luna ni la
multitud de astros que desfilan en armoniosas formaciones ni la totalidad del cielo y del
mundo".
65 Leví. En Sobre la huida y el hallazgo 89, Leví es llamado "el fun dador de esta

congregación", la de los levitas.

134. Es propio de un alma grande y sobrehumana esta presunción de trascender la creación y,


pa sando más allá de sus límites, aferrarse al único Increado, con forme con las sagradas
exhortaciones, en las que se dice: "Asirse a Él" (Deut. XXX, 20). A cambio de ello, Dios se
entrega a Sí mismo como heredad asignada a aquellos que se Le unen y Le sirven
permanentemente. Garantía de la verdad de lo que sostengo es el oráculo que dice: "Dios
mismo es su heredad". (Deut. X, 9.)

135. En consecuencia, son las almas que "reciben" en su vien tre y no las que "tienen" en su
vientre las capaces de engendrar. Mas, así como los ojos del cuerpo muchas veces ven
obscura mente y otras muchas claramente, de la misma manera la mirada del alma unas veces
recibe veladas y confusas y otras puras y claras las características de los objetos.

136. Cuando la visión que nos llega es poco clara e indeterminada, aseméjase a un embrión
aún no formado completamente en el vientre; cuando es clara y definida, en cambio, su
semejanza es estrecha res pecto de un embrión que ha alcanzado su forma correspon diente,
una vez que se ha desarrollado completamente y cada una de sus partes internas y externas
está elaborada.

137. A estos casos refiérese la bien y convenientemente redactada ley que establece lo
siguiente: "Si durante una pelea entre dos hombres uno de ellos golpeare a una mujer preñada,
y el niño se le desprendiere cuando aún no ha alcanzado el pleno desarrollo, aquél será
condenado a pagar una multa, de acuerdo con lo que el marido de la mujer le exigiere
conforme con una valuación. Mas, si lo perdiere perfecto, aquél dará vida por vida". (,Éx.
XXI, 22 y 23.) No es lo mismo, en efecto, destruir una obra de la inteligencia cuando es
perfecta que cuando es imperfecta; cuando es una mera conjetura aún, que cuando es ya una
aprehensión; cuando es una esperanza, que cuando es ya una realidad.

138. Por eso la ley dispone una pena poco precisa en el caso impreciso; y una definida, en el
caso perfecto. Aquí "perfecto" no significa perfecto en virtud sino perfecto en alguna de las
artes irreprochables.66 El vástago en este caso es fruto de la que "tiene" en su vientre; no de la
que "recibe"; vale decir, es de la que no da muestras de modestia sino de pre sunción. Porque,
mientras es imposible que aquella que "recibe" en el vientre aborte, pues es de esperar que el
Sembrador velará porque el fruto alcance su pleno desarrollo; nada tiene de extraño, en

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cambio, que aborte la que "tiene" en el vientre, pues es víctima de una irremediable
enfermedad.
66 Como lo destaca el hecho de que se trata de una mujer "que tiene en el vientre", no que

"recibe" en él, la perfección simbolizada, según Filón, en el pasaje bíblico corresponde no al


plano de la. virtud o perfección moral, sino al de los pensamientos y actividades que persiguen
alguna utilidad material; que son inobjetables e irreprochables de por sí, pero pertenecen a un
orden de cosas inferior al de la virtud, y en los que caben tanto lo bueno como lo malo.

139. XXV. No pienses, por otra parte, que las palabras "cuan do vio que tenía en el vientre"
(Gen. XVI, 4) significan que Agar vio ella misma que tenía en el vientre. No, la que vio eso
fue Sara, su señora, ya que más adelante Sara dice también de ella misma: "Viendo yo que ella
tenía en el vientre me he sentido deshonrada ante ello. (Gen. XVI, 5)

140. ¿Por qué? Pues, porque las artes intermedias, aunque ven los propios pro ductos que
llevan en sus vientres, los ven, sin embargo, obscu ramente siempre; en tanto que las ciencias
alcanzan una aprehensión clara y bien precisa de los mismos, ya que la ciencia 67 es superior al
arte, pues posee además una estabilidad que argumento alguno puede alterar.
67 "Ciencias" no en el sentido actual de sistemas especializados de cono cimientos

metódicamente adquiridos, sino como saber superior, cuyo campo es la filosofía toda y las
normas de la virtud, según se desprende de lo que dice Filón algo más abajo.

141. Porque la definición de arte es la siguiente: un sistema de concepciones aplicadas


coordinadamente para un fin útil.68 Lo de "útil" es un agregado muy sensato, pues también
están las malas artes. La ciencia, en cambio, es la aprehensión segura y firme, que no puede
alterar argumento alguno.
68 Definición tomada de la escuela estoica, lo mismo que la de ciencia que se da más abajo.

142. Llamamos artes a la música, a la gramática y las otras especialidades afines a éstas; y los
que por medio de ellas llevan a cabo algo llámanse artistas, músicos y gramáticos. En cambio,
llamamos ciencias a la filosofía y a las otras virtudes; y hombres de ciencias son los que las
poseen. Prudentes, sensatos y filósofos son sólo aquellos que no yerran ni en uno siquiera de
los principios de la ciencia a la que se aplican, cosa que les ocurre a los antes mencionados en
las conclusiones 69 de las artes intermedias.
69 Tanto "principios" como "conclusiones" son sólo traducciones aproxi madas de los términos

dógmata = doctrinas, principios, opiniones filosóficas o de otro orden, y theoremata = objetos


de contemplación o de estudio, normas, preceptos. Lo que Filón quiere destacar es la mayor
precisión y seguridad de los dógmata respecto de los theoremata.

143. Porque, así como los ojos ven pero a través de ellos la inteligencia ve más clara mente
aún; y los oídos oyen, mas la inteligencia oye mejor a través de ellos; y las narices huelen,
pero más sutilmente huele el alma a través de ellas; y los otros sentidos perciben los objetos
que les corresponden, pero más nítida y claramente percibe el entendimiento por su
intermedio; pues, a decir verdad, la inte ligencia es el ojo del ojo, el oído del oído, el sentido
más nítido de cada uno de los otros sentidos, y hace uso de cada uno de ellos como de
servidores de su tribunal, juzgando ella misma la naturaleza de las cosas presentes, aprobando
a unas y rechazando a otras; así también las llamadas artes intermedias, que se asemejan a las
facultades corporales, reducen el tratamiento de los objetos que estudian a simples
aplicaciones mentales; en tanto que las ciencias los tratan con más precisión y con sumo
detenimiento.

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144. Porque la misma relación que media entre la inteligencia y la sensibilidad, media entre la
ciencia y el arte, pues, si, como se dejó antes sentado, el alma70 es en cierto modo el sentido
de los sentidos, (la ciencia es el arte de las artes).71 Cada una de las artes, pues, ha tomado
para sí ciertas pequeñas porciones de la naturaleza y en ellas centra su aten ción y sus
esfuerzos; la geometría ha escogido las líneas, la música las notas musicales, por ejemplo; en
cambio, la filosofía abarca la naturaleza toda de los seres, puesto que su objeto es este mundo
y toda forma visible e invisible la existencia.
70 Como en el parágrafo anterior. Filón identifica aquí el alma con la inteligencia, el "alma del

alma", como la llama en varios pasajes. Ver Sobre la migración de Abraham, nota 7.
71 Laguna en el texto. La traducción que va entre paréntesis es conjetural.

145. ¿Qué tiene, pues, de admirable el que, dado que examina la totalidad de las cosas, vea
también las partes y las vea mejor aún que aquellas artes, ya que está provista de mejores y
más penetrantes ojos? Con razón, entonces, no es la criada, es decir, la instrucción intermedia,
la que ve su propio estado de gravidez, sino la señora, la filosofía, la que ve a la criada
preñada.

146. XXVI. Por cierto que nadie ignora que la filosofía ha proporcionado a todas las artes
particulares los principios, las simientes de las que al parecer, han brotado las conclusiones de
éstas. Porque los triángulos isósceles y escalenos, los círculos y polígonos y las otras figuras
son hallazgos de la geometría, pero la naturaleza del punto, de la línea, de la superficie y del
sólido, que son las raíces y fundamentos de dichas figuras, ya no es descubrimiento de ella.

147. ¿De dónde, en efecto, le viene la posibilidad de definir al punto como lo que no tiene
partes; a la línea como la longitud sin ancho; a la superficie como lo que tiene solamente largo
y ancho; y al sólido como lo que tiene las tres dimensiones: largo, ancho y profundidad? Todo
esto corresponde a la filosofía y toda la tarea relativa a definiciones es incumbencia del
filósofo.

148. A su vez, el objetivo de la gramática más simple a la que algunos denominan gramática
elemental,72 es enseñar a escribir y a leer; en tanto que el fin de la más completa es la
explicación de las obras de los poetas y prosistas. ¿Y en qué momento de sus disquisiciones
sobre las partes del habla no se apropian y usufructúan de los descubrimientos de la filosofía?
72 Los gramáticos alejandrinos y los posteriores distinguían dentro de los estudios

gramaticales las normas del leer y escribir y la interpretación de los autores literarios y textos.
De ese modo la gramática comprendía: 1) los preceptos para el empleo correcto del idioma, es
decir, lo que actualmente denominamos gramática, y 2) el estudio de las obras lite rarias, que
hoy se conoce con el nombre de filología. Por "gramática ele mental" traduzco, a falta de una
expresión más precisa, el término griego grammatiké, con el que designa Filón la parte
propiamente gramatical de la tékhne grammatiké.

149. Porque es a ésta a quien compete averiguar qué es una conjunción, qué es un nombre,
qué es un verbo, qué un nombre común, qué un nombre propio;
y dentro de las oraciones, qué significa incompleta, completa, enunciativa, interrogativa,
inquirente, colectiva,73 votiva, impre catoria. Ella, en efecto, abarca los estudios acerca de las
cláusulas independientes, de las proposiciones y de los predicados.74
73 Literalmente: que abraza o abarca. Pero el verdadero sentido del término periektikón

aplicado a las oraciones nos es desconocido.

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74 En Sobre la agricultura 140 a 142, Filón se refiere a estos estudios a cargo de los filósofos,
pero, mientras ahora considera, al parecer, que se trata de un objeto digno de la verdadera
filosofía, allí califica tales disquisiciones y divisiones como estudio superfluo sin provecho
alguno para el logro de la virtud.

150. Asimismo, la observación de las vocales, semivo cales y consonantes, la manera como es
habitual pronunciarlas, y todo cuanto concierne a sonidos, elementos fonéticos y partes del
habla, ¿no ha sido elaborado como un todo completo por la filosofía? De ella, como de un
torrente, los plagiarios han arre batado minúsculas gotas estrujándolas en sus demasiado
estrechas almas, y no se avergüenzan de dar a conocer como propio el producto de sus robos.

151. XXVII. Así, en su insolencia ni tienen en cuenta a la señora a la que corresponde


realmente la autoridad y de la que depende la firme base de sus indagaciones. Ella, por su
parte, consciente del menosprecio de aquéllos, los reprenderá diciéndoles con franqueza: Soy
agraviada y traicionada en la medida en que habéis violado lo convenido conmigo.

152. Porque, desde que habéis tomado a vuestro cargo las formas preliminares de la
instrucción, es decir, los hijos de mi criada, la habéis hon rado como esposa y a mí me habéis
vuelto la espalda como si nunca hubiéramos llegado a estar juntos. Mas, quizá no sea esto más
que una suposición mía acerca de vosotros, y de la relación que abiertamente mantenéis con
mi sierva he inferido vuestro distanciamiento de mí, cosa que no es tan clara. Saber sí vuestros
sentimientos para conmigo son tales como yo he supuesto o al revés, es cosa imposible para
otro, aunque fácil para Dios.

153. Por eso Sara dirá con mucho acierto: "Juz gue Dios entre tú y yo". (Gen. XVI, 5.) No se
apresura, pues, a condenar a Abraham por injusto proceder, sino expresa su duda sobre si tal
vez aquél no obra rectamente. Lo cual no tarda en quedar aclarado sin falsedad alguna cuando
él, asu miendo su propia defensa y poniendo fin a su duda, dice: "Mira, la joven sierva está en
tus manos; dispón de ella como te plazca". (Gen. XVI, 6.)

154. Al decir "joven sierva" reconoce dos co sas: que es esclava y que es infantil, pues el
calificativo de "joven sierva" corresponde a una v otra condición. Y reconoce al mismo
tiempo de manera absoluta y directa la oposición que media entre la plenamente desarrollada
y la infantil, entre la señora y la sierva; manifestando casi a gritos y sin ocultamientos que
acoge a la instrucción general en su condición de más joven y subordinada; pero que su
veneración es hacia la ciencia y sabiduría en su calidad de plenamente desarrollada y señora.

155. Por otra parte, la expresión "en tus 75 manos" equivale evidentemente a "está sometida a
tí"; pero tamben significa esto. otro: que mientras cuanto concierne a la esclava pertenece al
dominio de las manos del cuerpo pues los estudios de la cultura. general han menester de los
órganos y poderes del cuerpo; lo correspondiente a la señora entra en la esfera del alma puesto
que cuanto compete a la sabiduría y a la ciencia depende de los poderes racionales.
75 El posesivo resulta extraño en la segunda de las conclusiones que de la expresión extrae

Filón, ya que dicha conclusión supone considerar las manos en un sentido corporal, y mal
cabe atribuir manos corporales; a la filosofía o sabiduría, personificada en Sara.

156. En consecuencia, en la misma medida en que la inteligencia es más poderosa, más activa
y superior en todo que la mano, considero, dice Abraham, más admirable la ciencia y filosofía
que la cultura general; y especial ha sido la consideración que le he profesado. Por lo tanto, tú,

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que no sólo eres señora sino además eres considerada como tal por mí, toma toda mí
instrucción, y dispón de ella como de una pequeña criada, es decir, como bien te plazca.

157. Yo no ignoro que lo que te place es bueno desde todo punto de vista, aunque no resultare
agradable, y que es provechoso aunque estuviere muy lejos de ser placentero.
Y bueno y provechoso para los que necesitan ser convencidos de su error es la reprensión que
la sagrada palabra, empleando otro término, designa como una aflicción.

158. XXVIII. Por eso agrega: "Y ella la afligió" (Gen. XVI, 6); lo que equivale a "la reprendió
y castigó". En efecto, un agudo aguijón es muy provechoso para los que viven sin apremios ni
fatigas, tal como lo es para los caballos rebeldes, pues es difícil poder domarlos y amansarlos
sólo con el látigo y las riendas.

159. ¿O no ves las recompensas que aguardan a los que no han escuchado re proches? Echan
grasas, se hinchan, engordan, respiran alto, y enseguida los malaventurados y harto
desgraciados alcanzan los lamentables trofeos de la impiedad, proclamados y coronados:
como vencedores en materia de incredulidad, ya que, a causa de su prosperidad, que fluye sin
tropiezos, han llegado a con siderar que ellos son dioses, de esos cubiertos de plata y oro,
semejantes a moneda adulterada, olvidados del Verdadero y realmente Existente.

160. Así lo atestigua Moisés cuando dice: "Echó grasas, púsose pesado, se dilató y abandonó
al Dios que lo creó". (Deut. XXXII, 15.) En consecuencia, si la creciente relajación engendra
el mayor de los males, que es la impiedad; a la inversa, la aflicción, acompañada de la ley,
produce un bien perfecto, esa cosa admirable en sumo grado que es la piedad.76
76 He seguido en este pasaje la sugerencia de Colson, sustituyendo nouthesía = reprensión o

admonición, por eusébeia = piedad, religiosidad, por pedir tal sustitución el sentido general de
la frase. A no hacer tal cambio, resultaría el absurdo de que la aflicción produce la reprensión;
y, como aflicción y reprensión son una misma cosa, según afirma Filón más arriba,
tendríamos que la reprensión produce la reprensión.

161. Partiendo de este principio, Moisés ha llamado a los pa nes ácimos, símbolos de la
primera fiesta,77 "pan de la aflicción". (Deut. XVI, 3.) Sin embargo, ¿quién no sabe que las
fiestas y celebraciones brindan gratas alegrías y bienestar, no afliccio nes? Pero es evidente
que aquí el término aflicción está em pleado en el sentido de trabajo, del trabajo que procura
mejoramiento.
77 No se refiere, indudablemente, aquí Filón a la fiesta de los ácimos, la cual en la

enumeración de Sobre las leyes particulares II, 41, menciónase como la sexta de las diez
fiestas registradas en la ley mosaica; sino a la de la pascua, en la que los panes que se
consumen han de ser ácimos, fiesta que era la primera de las grandes solemnidades anuales de
los hebreos .según Ex. XII y Deut. XVI.

162. Los más y mayores de los bienes, en efecto, son por regla general resultado de laboriosos
ejercicios y vigorosos esfuerzos, y la fiesta del alma consiste en el celo por las cosas mejores y
en llevar a cabo el trabajo que nos las procura. Tal es la razón por la que se ha dispuesto que
"se coman los panes ácimos con lechugas amargas" (Ex. XII, 8), no para que los panes no se
coman solos; sino porque la mayoría de los hombres considera que el no hincharse y hervir en
las concu piscencias, el refrenarse y contenerse, es razón para estar dis gustados, entendiendo
que el olvidar la pasión es cosa "amarga", cuando eso mismo resulta una alegría para la
inteligencia que ama el esfuerzo.

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163. XXIX. Por ese motivo, creo yo, las leyes son enseñadas en el lugar llamado "amargura";
pues mientras la injusticia es dulce, el proceder con justicia duro; y ninguna ley más cierta que
ésta. Leemos, en efecto, que, habiendo salido de las egip cias pasiones, "llegaron a Mará y no
pudieron beber agua de Mará por ser amarga; razón por la cual aquel lugar recibió el nombre
de 'amargura'. Y el pueblo murmuraba contra Moisés diciendo: '¿Qué beberemos?' Y Moisés
elevó su voz hacia el Señor y el Señor le mostró un árbol; y él lo echó en el agua y el agua
tomóse dulce. Allí Dios le dio a conocer prescripciones y normas para juzgar". (Ex. XV, 23 a
25.)

164. "Y allí lo sometió a grande prueba". (Ex. XV, 25.) En el esfuerzo y en la amargura tiene
lugar la incierta "prueba" y juicio del alma; incierta porque es difícil determinar hacia dónde
se inclinará la balanza, ya que algunos desmayan aun antes de comenzar el esfuerzo pues
consideran el trabajo como un tre mendo enemigo y dejan caer de debilidad los brazos como
atletas agotados, decididos a correr nuevamente hacia Egipto para gozar de la pasión.

165. Otros, en cambio, sobrellevan paciente y reciamente los temores y peligros del desierto y
libran hasta el fin el combate de la vida, conservándola sin daño ni mengua y resistiendo a las
necesidades derivadas de la naturaleza, al punto de que el hambre, la sed, el frío glacial, el
calor y todas las otras que por lo común esclavizan, tómanse sumisos para ellos merced a la
fuerza sobreabundante que poseen.

166. Pero lo que produce tal resultado no es un trabajo sim ple sino un trabajo con
endulzamiento. Dice, en efecto, que "se endulzó el agua"; y otro nombre que se da al trabajo
dulce y agradable es "amor al trabajo", como que lo que hay de dulce en el trabajo es el amor,
el celo, el apego, la amistad hacia el bien.

167. Nadie, pues, rechace tal aflicción ni piense que, el llamar a la mesa de la fiesta y de la
alegría "pan de la aflicción" sig nifica que encierre daño y no beneficio; porque sucede que el
alma que es reprendida 78 se nutre con instructivas doctrinas.
78 Y, por lo tanto, afligida, según lo señalado más arriba.

168. XXX. Este pastel ácimo es tan santo que los oráculos pres criben que doce panes ácimos,
el mismo número que el de las tribus, sean colocados sobre la mesa de oro en el santuario, y
éstos llámanse panes de la exposición.79
79 Ex. XXV, 29.

169. Además, la ley prohíbe llevar al altar levadura alguna ni miel alguna.80 Es que es difícil el
consagrar como santos tanto las dulzuras de los placeres corporales como las inconsistentes y
presuntuosas elevaciones 81 del alma, pues son de por sí de naturaleza profana y sacrílega.
80 Lev. II, 11.
81 Alusión a la elevación del pan con levadura.

170. Es, pues, explicable que la profética palabra llamada Moisés se exprese con orgullo en
estos términos: "Acuérdate de todo el camino que el Soberano Dios te indicó en el desierto
para afligirte y probarte y para conocer los sentimientos de tu corazón, y si guardarías Sus
mandamientos o no. Te afligió, te hizo pasar hambre y te alimentó con el maná, que no habían
conocido tus padres, para anunciarte que no sólo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra
que brota de la boca de Dios". (Deut. VII, 2.)

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171. ¿Y quién será tan impío como para suponer que Dios envía la aflicción y el hambre, la
más lamen table de las desgracias, a los que no pueden vivir sin alimento? Dios es bueno y el
origen de todos los bienes, benefactor, salvador, nutridor, enriquecedor, dadivoso y excluyó la
maldad de los sagrados límites. Por eso desterró del parque los fardos de tierra que eran Adán
y Eva.

172. No nos atengamos, pues, a la letra; averigüemos la alegoría que encierran las pa labras, y
digamos que "afligió" quiere decir "disciplinó, amonestó, corrigió"; y que "hizo pasar hambre"
no significa que provocó una falta de alimentos y bebidas, sino de placeres y concupiscencias,
de terrores y penas, de injusticias y, en suma, de cuantas son las obras de los vicios y las
pasiones.

173. Lo testimonian las palabras que van agregadas a continuación: "Le alimentó con el
maná". ¿Podemos, entonces, al referimos a Aquél que procuró el alimento que no exige
trabajo ni sufri miento, que no implica cuidado alguno por parte de los hom bres, que no
procede, como es lo normal, de la tierra sino es provisto desde el cielo y constituye una
maravillosa obra para beneficio de los que harán uso de él, podemos, digo, afirmar con
justicia que es causa de hambre y de aflicción? ¿No debe mos, por el contrario, tenerlo por
causa de abundancia y prosperidad, de seguridad y buen orden?

174. Pero la multitud, verdadero rebaño, que nunca ha gustado el universal alimento que es la
filosofía, piensa que los que se nutren con las sagradas palabras viven una vida de miseria y
penuria, y no se da cuenta de que la vida de los mismos transcurre en el bienestar y la alegría.

175. XXXI. Tan provechosa es tal aflicción, que, aun lo más oprimente de ella, la esclavitud,
es tenida por un gran bien; y leemos en las sagradas escrituras que cierto padre, el excelente
Isaac, la pide para un hijo suyo, el insensato Esaú.

176. Dice, en efecto, en cierta ocasión: "Vivirás de tu espada y serás esclavo de tu hermano"
(Gen. XXVII, 40); juzgando que ninguna cosa es más provechosa para quien prefiera la guerra
a la paz, para quien anda armado como en las batallas a causa de la rebelión y el tumulto que
encierra su alma, que el convertirse en subor dinado y esclavo y obedecer todos los mandatos,
cualesquiera ellos fueren, que el amante de la templanza le impusiere.

177. Por eso, pienso yo, uno de los discípulos de Moisés, cuyo nombre evoca la paz, que en su
lengua natal llámase Salomón, dice: "Hijo mío, no tengas en menos la instrucción de Dios; no
te enojes porque te corrija; Dios corrije al que Él ama y azota a cada hijo que acoge consigo".
(Prov. III, 11 y 12.) De modo que el reproche y la admonición son tenidos por cosa buena, al
punto de que a través de ellos nuestro conocimiento de Dios truécase en familiaridad con Él.
Porque, ¿qué más próximo a un padre que su hijo, y a un hijo que su padre?

178. Pero para que no parezcamos que nos extendemos demasiado tejiendo argumento tras
argumento, agreguemos a las ya mencionadas una prueba clarísima de que esa clase de
aflicción es obra de la virtud. Hay, en efecto, una ley de este tenor: "No afligiréis a viuda ni a
huérfano alguno. Si con maldad los afligiereis.. .". (Ex. XXII, 22.) ¿Qué dice? ¿Acaso que
alguien puede ser afli gido por otra cosa que por maldad? Así es. Pues, si el afligir fuera obra
únicamente de la maldad, sería superfluo escribir lo que todos sabrían, lo que sin tal agregado
sería admitido.

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179. A no dudarlo, lo que dice es: Sé que uno puede ser corregido por la virtud y disciplinado
por la sabiduría, y considero, por lo tanto, que no toda aflicción es obra de la maldad; y
cuando es obra de la justicia y la legalidad, que corrige con cas tigos, siento muchísima
admiración por ella. Cuando, en cambio, es obra de la insensatez y la maldad, y, por lo tanto,
dañosa, la rechazo y censuro como corresponde.

180. Cuando oyeres, pues, que Agar fue afligida por Sara, no pienses en ninguna de las
situaciones a que habitualmente dan lugar las rivalidades femeninas. No se trata aquí de
mujeres sino de inteligencias, de la que se ejercita en los estudios pre liminares y de la que
pugna por alcanzar los trofeos de la virtud.

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SOBRE LA HUIDA Y EL HALLAZGO

(DE FUGA ET INVENTIONE)

1. I. "Y Sara la afligió1 y ella huyó de su presencia. Y la halló un ángel del Señor sobre la
fuente de agua en el desierto, sobre la fuente que hay en el camino a Sur. Y el ángel del Señor
le dijo: '¿De dónde vienes y adonde vas, sierva de Sara?' Y ella dijo: 'Vengo huyendo de la
presencia de Sara, mi señora'. Y el ángel del Señor le dijo: 'Retoma hacia tu señora y humíllate
bajo sus manos'." (Gen. XVI, 6 a 9.) "Y el ángel del Señor le dijo: 'Mira, llevas en tu vientre
un hijo y darás a luz y le pon drás por nombre Ismael, pues el Señor ha escuchado tu
humi llación. Él será un hombre agreste; sus manos estarán contra todos y las manos de todos
estarán contra él'." (Gen. XVI, 11 y 12.)
1 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 158 y ss.

2. Habiendo dicho en el tratado precedente lo conveniente acerca de los estudios preliminares


y de la aplicación, pasare mos a continuación a exponer el asunto relativo a los fugitivos.
Muchos son, en efecto, los lugares en los que el legislador saca a colación a los que escapan,
tal como ahora lo hace a propósito de Agar al decir que, tras ser afligida, "huyó de la presencia
de su señora".

3. Pues bien, tres son, según mi opinión, los motivos para una huida: el odio, el miedo y la
vergüenza. Por odio se apartan las mujeres de los hombres y los hombres de las mujeres; por
miedo lo hacen los hijos de sus padres y los criados de sus amos; y por vergüenza aléjanse los
amigos de sus amigos cada vez que han hecho algo que no les resulta grato a éstos. Co nozco
también casos concretos de padres que a causa de su vida licenciosa se han alejado de la vida
austera y propia de filósofos de sus hijos y han escogido por residencia el campo en vez de la
ciudad movidos por la vergüenza.

4. De estos tres motivos podemos hallar menciones en las sagradas escrituras. Por ejemplo, el
ejercitante Jacob huye de su suegro Labán por odio, y de su hermano Esaú por temor, como de
aquí a poco2 mostraremos. Agar, en cambio, huye por vergüenza.
2 En los parágrafos 7 y ss.

5. Prueba de ello es que le sale al encuentro un ángel, un Divino lógos,3 prescribiéndole lo que
debe hacer y sugiriéndole el retorno hacía la casa de su señora. Este ángel para animarla le
dice: "El Señor ha escuchado tu humillación" (Gen. XVI, 11); humillación que no procede del
odio ni del temor; sentimientos ambos propios el uno del alma pendenciera, el otro del alma
innoble;4 sino de la vergüenza, que es la exteriorización de la modestia.
3 Ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 14.
4 Afirmación con la cual deja Filón, aparentemente, muy mal parado a Jacob, uno de los

arquetipos del hombre sabio y virtuoso, pues en el párrafo anterior le ha atribuido ambos
sentimientos, aunque seguramente el caso es distinto pues el odio y el temor de Jacob son
hacia aquello que es reprobable.

6. Porque lo razonable hubiera sido, si su fuga se hubiera debido al temor, que el ángel
hubiera exhortado a la que había inspirado dicho temor a mostrarse más suave, ya que
entonces, no antes, la fugitiva hubiera con tado con seguridades para su retomo. Pero ningún
ángel sale al encuentro de Sara dado que ella se halla bien dispuesta de por sí; y, en cambio, es

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a Agar a la que el ángel, personificación de la convicción, movido por un sentimiento de
benevolencia, preséntase como amigo y consejero, y le enseña no sólo a DO avergonzarse
sino también a tener valor, pues la vergüenza sin resolución no es más que virtud a medias.

7. II. La explicación que sigue aclarará con más exactitud las características de la vergüenza.
Pero preciso es que volva mos sobre los casos fundamentales expuestos y que comencemos
por los que huyen a causa del odio. Se nos dice que "Jacob ocultó sus intenciones a Labán el
sirio, de modo de no darle indicios de que huía; y huyó él y con él todo cuanto le pertenecía".
(Gen. XXXI, 20 y 21.)

8. ¿Cuál, entonces, fue la causa del odio? Porque quizá te interese conocerla. Hombres hay
que han divinizado a la sustancia sin cualidades, forma o figura,5 y ni conocen a la Causa de
su movimiento ni se preocupan porque se La enseñen aquellos que La conocen, viviendo en la
ignorancia y falta de instrucción acerca del más digno de los temas de estudio, de aquel tema
cuyo conocimiento pro vechoso les sería procurar antes que todo otro y con exclusión de todo
otro.
5 Es probable que haya aquí una referencia a los filósofos naturalistas o jónicos, que creían

haber hallado el principio de todas las cosas en una-materia (agua, ápeiron, aire). Sin
embargo, éstos no concebían dicha sustancia como desprovista de cualidades, forma o figura.

9. Labán pertenece a esta clase. Los oráculos, en efecto, le asignan el rebaño sin marca.6 Sin
marca es en el universo la materia desprovista de cualidad, y en el hombre el alma carente de
instrucción y guía.
6 Gen. XXX, 33 y 34.

10. Mas hay otros, per tenecientes a la mejor porción, que han afirmado que la Inte ligencia ha
venido a ordenar todas las cosas,7 llevando hacia el orden propio de un gobierno regular
regido por un rey el des orden que prevalecía entre los seres como resultado de los dictados de
la muchedumbre. A esta cofradía pertenece Jacob» a cuyo cargo está el rebaño marcado y
variado.8. Lo marcado-y variado es en el universo la forma, y en los hombres el entendimiento
bien instruido y amante del aprender.
7 Diógenes Laercio II, 6, refiriéndose a la doctrina de Anaxágoras,. dice textualmente: "Todas

las cosas estaban confusas; luego vino la inteligencia y las ordenó."


8 Gen. XXX, 32.

11. El hombre marcado, que ha hecho suyo un elevado y natural espíritu de camaradería y es
amigo de la verdadera. monarquía, va hacia el hombre no marcado, que, como he dicho ya,
deifica a las soberanías materiales y juzga que no existe nin guna soberanía eficiente fuera de
éstas; y va para enseñarle que no piensa con sensatez.

12. Porque el mundo ha sido. creado y lo ha sido todo él por obra de determinada Causa. Y el
sello por el cual cada una de las cosas existentes ha sido do tada de forma no es otro que el
lógos del Que lo creó. Y he ahí la razón por la que la forma que acompaña desde su comienzo'
a todo ser es perfecta, como que es una impresión e imagen del perfecto lógos.

14. El ser viviente que llega a la existencia es, ciertamente, imperfecto en cantidad, como lo
prueban los crecimientos que tienen lugar a lo largo de las etapas de la vida; persiste, dado
que es la impresión del permanente y absolutamente inalterable lógos Divino.

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14 III. Viendo, pues, Jacob que Labán se ha tornado sordo a la instrucción y a la autoridad
legal, decide, y con razón, huir. Es que teme que, aparte de no poder ayudarle ya en nada, le
sobrevenga algún daño en manos de aquel. El trato con los insensatos es, en efecto, perjudicial
y muchas veces, sin proponérselo el alma recibe en sí impresiones de la demencia de éstos. Y
la verdad es que, por su misma naturaleza la cul tura siente repugnancia por la incultura, y la
diligencia por la despreocupación.

15. Por eso las facultades del ejercitante dejan oír su voz sonora expresando a la vez los
motivos de su odio: "¿Hay, acaso, todavía para nosotras porción o herencia en la casa de
nuestro padre? ¿No hemos sido consideradas por él como extrañas? La verdad es que nos ha
vendido y se ha devorado la plata que obtuvo por nosotras. Toda la riqueza y la gloria que
Dios ha quitado a nuestro padre será para nosotras y para nuestros hijos." (Gen. XXXI, 14 a
16.)

16. Es que, siendo ellas libres en los nombres 9 y sentimientos, consideran que ninguno de los
insensatos es rico o glorioso; que, antes bien, todos, a decir verdad, son obscuros y pobres,
aunque so brepasaren en riqueza a muy opulentos reyes. No dicen, en efecto, que la riqueza
que tomarán es la de su padre, sino la quitada a su padre; ni la gloria de aquél, sino la gloria
quitada a él. 17. Y la riqueza de que es despojado el hombre ruin es la verdadera, y legítima la
gloría, por cuanto tales bienes son adquisiciones de la sensatez, la templanza y las
disposiciones como estas, y herencia de las almas amantes de la virtud.
9 Es imposible determinar a qué se refiere aquí Filón con onómata = nombres.

18. Por lo tanto, no son las cosas pertenecientes al hombre inútil para el bien las que
constituyen la riqueza y la buena fama de los hombres virtuosos, sino las cosas de las que
aquel ha sido despojado. Y ha sido despojado de las virtudes, las que han pasado a ser
propiedades de los hombres de bien, de con formidad con lo que en otro pasaje se ha dicho;
"Sacrificaremos las abominaciones de Egipto al Soberano Dios" (Ex. VIII, 26);
por cuanto víctimas perfectas e irreprochables son las virtudes y las virtuosas acciones.. que el
egipcio cuerpo amante de la pasión abomina.

19. En efecto, así como en este pasaje, de conformidad con la realidad, las cosas profanadas
por los egip cios son llamadas sagradas entre los que ven con agudeza, y todas ellas son
ofrecidas en sacrificio; de la misma manera también las cosas de las que todo insensato ha
sido privado y despojado constituirán la herencia del amigo de la nobleza de espíritu. Estas
cosas son la verdadera gloria, o lo que es lo mismo, el saber; y la riqueza, no la riqueza ciega
sino la de más aguda mirada para cuanto existe, la que no acepta abso lutamente no sólo
moneda falsa, sino ni siquiera legítima si carece de alma.10
10 Lo que, al parecer, quiere expresar Filón aquí es que, aunque los bienes genuinos o

legítimos son de tres categorías, según la clasificación de Aristóteles, compartida por el


estoicismo, a saber: los que conciernen al alma, los que tocan al cuerpo y los exteriores; solo
los primeros, los vinculados al alma, son aceptables para el ejercitante Jacob. Ver Sobre las
habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 7, y Sobre los gigantes, 38.

20. Acertado estará, pues, Jacob al huir de quien no tiene parte alguna en los Divinos bienes;
del que, en sus acusaciones contra otro, se acusa a sí mismo sin advertirlo, cuando dice: "Si
me lo hubieras dicho, te hubiera hecho partir." (Gen. XXXI, 27.) Porque esto solo hubiera
sido suficiente motivo para una huida: el hecho de que, siendo tú, esclavo de innumerables
amos, como eres, simularas poseer un poder y una soberanía, y proclamaras la libertad de

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otros.

21. "Mas yo, dice Jacob "no he admitido que un hombre me ayudara en el camino que
conduce hacia la virtud, sino me he atenido a Divinos oráculos que me prescribían partir de
allí, oráculos que hasta ahora guían mis pasos.

22. ¿Y cómo me hubieras hecho partir? ¿Hubiera sido, acaso, como lo proclamas con todo
énfasis, 'con júbilo' origen de amargura para mí, 'con música' mal sonante, 'con tímpanos' que
no son sino estruendo desarticulado y sin sentido, y causan daño al alma a través de los oídos;
y 'con cítaras' (Gen. XXXI, 27), es decir, con desacordes y desarmónicos no instrumentos sino
modos de comportarse? Pues éstas son precisamente las cosas por las que me he determinado
a huir; mas tú, a lo que parece, pensabas que ellas eran medios para disuadirme de la huida, y
para inducirme a desandar mis pasos a causa del poder engañador y seductor por naturaleza de
los sentidos, a los que con no poca dificultad he podido doblegar".

23. IV. El odio, pues, fue la causa de la huida de que hemos hablado; el temor, en cambio, lo
fue de la que trataré ahora. Leemos, en efecto, que "Rebeca dijo a Jacob: 'Mira. Esaú, tu
hermano, amenaza con matarte. Ahora, pues, hijo mío, escucha mi voz: levántate y huye hacia
Labán, mi hermano, hacia Harrán, y habita con él algunos días, hasta que cesen la irritación y
la cólera de tu hermano y olvide lo que le has hecho. Yo te lo haré saber y te mandaré a volver
desde allí.'" (Gen. XXVII, 42 a 45.)11
11 Ver Sobre la migración de Abraham. 210 y ss.

24. Motivo había, en efecto, para temer que la peor parte del alma, o mediante una emboscada
aguardando al acecho o con aprestos a la vista, derribara y descalabrara a la parte mejor. Y
este es el excelente consejo que da Rebeca, la cuerda perseverancia.

25. Cuando vieres, dice, al hombre ruin precipitarse como inmenso torrente contra la virtud y
tener en gran aprecio aquello que no merece sino desprecio: la riqueza, la gloria, el placer; y
alabar el injusto proceder como causa de cada una de dichas ventajas, pues son sobre todo los
injustos los que alcanzan abundancia de plata y oro y adquieren buena fama; no tomes
enseguida el camino opuesto; no procures inmedia tamente la penuria, la humildad y la vida
austera y solitaria, ya que, si lo hicieres, vitalizarás a tu oponente y prepararás un enemigo
más peligroso aún contra ti mismo.

26. Considera, pues, cuáles son las medidas que has de arbitrar para escapar a sus artimañas.
Adáptate, no digo a sus mismas normas, pero sí a las cosas que sirven para procurar las
ventajas mencionadas, a saber: honores, cargos públicos, plata, oro, propiedades, dife rentes
formas y colores, hermosos objetos. Y cuando hubieres dado con tales cosas graba sobre sus
materiales sustancias, co mo un buen artífice, una forma excelente cumpliendo con ello una
obra digna de alabanza.

27. Bien ves cómo, cuando un hombre inexperto ha tomado a su cargo una nave, aunque ésta
esté en condiciones de superar todo peligro, aquél la arruina; mientras que, son muchas las
veces que un avezado piloto ha salvado una nave en trance de perderse; y cómo en el caso de
los enfermos, aquellos que están bajo el cuidado de hombres sin experiencia tienen sus
cuerpos expuestos a peligros, en tanto que los que recurren al trata miento de hombres
experimentados se libran de las peligrosas enfermedades. Y no es menester que nos
extendamos. En todos los casos lo hecho con experiencia pone de manifiesto las fallas de lo

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practicado sin ella; y la alabanza acordada con verdad a lo primero es la no menos verdadera
reprobación de esto último.

28. V. Si deseas, pues, desenmascarar al hombre ruin poseedor de muchos bienes, no rechaces
la abundancia de riqueza. Él, hombre miserable, se mostrará como verdaderamente es: esclavo
y servil, usurero y rapaz, y, a la vez, entregado al libertinaje, inclinadísimo a la glotonería y al
derroche y liberalísimo protector de cortesanos, alcahuetes, corruptores y todo el resto de la
licenciosa compañía.

29. Tú, en cambio, prestarás asistencia a los amigos indigentes, ofrecerás liberales ventajas a
tu patria, y ayudarás a parientes sin recursos a casar a sus hijas, procurándolas a título de
obsequio lo suficiente con creces. Prácticamente harás de tus propios bienes un fondo común
e invitarás a participar de ellos a todos los que merecieren ser favorecidos.

30. Y de manera análoga, si quieres cu brir de oprobio al perverso que se desvive por alcanzar
fama y se vanagloria de ella, no rehuyas al aplauso popular en caso de poder alcanzar
nombradía. De ese modo, mientras el infeliz marcha con aire de grandeza y presume, tú darás
con él en tierra. Él abusará, a no dudarlo, de su renombre para ofender y deshonrar a otros
mejores que él al par que exaltará a los peores por sobre aquéllos; en tanto que tú harás
partícipes de tu buena reputación a todos los que lo merecen, procurando a los buenos la
seguridad de seguir siendo tales, y a los no tan buenos el mejoramiento mediante tus
admoniciones.

31. Y si fueres a un dispendioso banquete con abundantes libaciones, anda sin titubeos, que
pondrás en ridículo al inmoderado me diante tu conducta irreprochable. Él, en efecto,
echándose sobre su vientre y dando rienda suelta a sus insaciables apetitos aún antes de abrir
la boca, se hartará más allá de toda medida, arrebatará lo suyo al que tenga más cerca y
devorará todo sin que la vergüenza le asome a la cara; y una vez que se haya saciado
completamente de comida, "beberá con avidez", como dicen los poetas,12 convirtiéndose en
objeto de risa y burla para los que lo observaren.
12 Odisea XXI, 294.

32. Tú, en cambio, salvo caso de fuerza mayor, beberás sobriamente; y en el caso de que te
vieres forzado a pasarte algo de la medida, pondrás esa necesidad bajo los dictados de la razón
sin convertir jamás tu placer en disgusto ajeno; y, si cabe la expresión, te embriagarás
sobriamente.

33. VI. Razón tendría, pues, la verdad para reprochar a aquellos que sin plena conciencia de lo
que hacen desechan los negocios y los otros medios de procurarse recursos en la vida de
comunidad y dicen que han llegado a despreciar la fama y el placer, ya que todo se reduce a
pura jactancia y no despre cian tales cosas, siendo su aspecto mezquino y sombrío, su
aus teridad, indigencia y suciedad no otra cosa que cebos que tienden para que los tengan por
amantes de la decencia, la prudencia y la fortaleza.

34. Pero no pueden engañar a los que con mayor cuidado examinan el interior de las personas
y no se quedan en las apariencias. Éstos, en efecto, rechazan tales manifestaciones como
meras envolturas de otras cosas y se atienen a lo que hay oculto dentro examinando cuál es su
verdadera na turaleza; y, si es algo elevado, lo admiran; mas, si es algo bajo, mófanse y
aborrecen la hipocresía de aquellos.

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35. Digamos, pues, a tales hombres: ¿Anheláis la vida ajena a todo contacto y convivencia,
aislada y solitaria? ¿Y qué prueba habéis dado antes de las nobles cualidades que ejercítanse
en la vida en común? ¿Renunciáis a las ganancias de dinero? Mas, cuando os habéis hallado
ocupados en negocios, ¿habéis procedido con determinación de ser justos? Dais muestras de
despreciar los placeres del vientre y de las partes que le siguen; mas, cuando habéis tenido
abundantes materiales para procurároslos, ¿los habéis usado con moderación? ¿Tenéis en poco
la fama? Porque, cuando habéis recibido distinciones, ¿habéis obrado con modestia? Vosotros
os burláis de la vida propia del ciudadano,13 quizá porque no habéis meditado cuan
provechosa cosa es esta.
13 Es decir, de la vida de la que son ingredientes todas las aspiraciones y actividades propias

de quien no rehuye las responsabilidades ni las ven tajas de la existencia en comunidad.


Evidentemente, Filón enrostra la postura de ciertos estoicos que alardeaban un desprecio,
simulado según nuestro exégeta, hacia las cosas que interesan al común de la gente, aunque en
el fondo de su corazón las apetecían.

36. Comenzad, entonces, por ejercitaros y prepararos en los negocios privados y públicos de
la vida y, una vez que mediante las dos virtudes hermanas, que son la buena administración
del hogar y la cualidad de ciudadano, os hubiereis convertido en hombres expertos en ambos
órdenes, iniciad, con sobrados me dios ahora, vuestra migración hacia una diferente y mejor
forma de vida. Porque la vida práctica precede a la contemplativa, a modo de lides
preliminares preparatorias de una lucha más acabada; y bueno es librar primero estos
encuentros. Si así lo hiciereis evitaréis que se os tache de tardos y perezosos.

37. De conformidad también con esto se ha prescripto a los levitas el cumplimiento de los
servicios a su cargo hasta los cincuenta años,14 y que, una vez desvinculados de su servicio
activo, se ocupen en la observación y contemplación de cada cosa; con lo que, como premio
por el recto cumplimiento de lo correspondiente a la vida práctica, alcanzan una vida diferente
de aquella, una vida que se complace sólo en el conocimiento y el estudio.
14 Núm. IV, 3 y ss.

38. Es, por otra parte, necesario también que los que pre tenden alcanzar las Divinas obras de
justicia, cumplan primero con las humanas. Porque no poca locura es el pretender que quienes
son incapaces de superar lo inferior puedan alcanzar lo superior. Por lo tanto, destacaos
primeramente en la virtud con respecto a los hombres para que podáis alcanzar también un
lugar en la virtud que mira a Dios.

39. VII. Esto es lo que aconseja al ejercitante la perseve rancia.15 Pero conviene que
examinemos con más detención las palabras. "Mira", le dice, "Esaú, tu hermano, te amenaza".
¿No es, acaso, cierto que el carácter duro como el roble y des obediente a causa de su
ignorancia, llamado Esaú, dominado por un hondo resentimiento ansia aniquilarte y para ello
pone ante ti como cebos para tu destrucción riquezas, fama, placeres y cosas como estas?
"Pero tú, mi niño, huye por ahora de tal lucha, pues tus fuerzas todavía no han alcanzado su
pleno desarrollo y aún las energías de tu alma, como las de un niño, son demasiado tiernas".
15 A Jacob Rebeca.

40. Este es el motivo por el que lo llama "niño", apelativo que expresa un sentimiento de
afecto, y al mismo tiempo alude a la edad. Es que consideramos que el carácter del ejercitante
es, por una parte, joven comparado con el que ha alcanzado la perfección, y, por otra, digno de

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nuestro amor. Un carácter en estas condiciones está capacitado para ganar los premios al
alcance de los niños, pero no es capaz todavía de lograr los que se ofrecen a los hombres; y el
mejor de los premios que pueden alcanzar los hombres es el servicio del único Dios.

41. Por eso, cuando nos presentamos en las habitaciones donde hemos de ejercer tal servicio,
pero lo ha cemos sin habernos purificado aún completamente, solamente con la creencia de
habernos lavado de las manchas que afean nuestra vida, escapamos del mismo con más
celeridad que al venir, no soportando el austero régimen de vida que ese minis terio implica,
las vigilias del ceremonial y el continuo e incesante trabajo.

42. Huid, por lo tanto, por ahora de ambas cosas: de lo peor y de lo mejor; de lo peor, que
consiste en la fabulosa invención,16 en el poema sin ritmo ni melodía, en la concepción y
persuaden verdaderamente duras y de roble a causa de la ignorancia, de las que procede el
nombre de Esaú; y de lo mejor, que consiste en la ofrenda, puesto que la clase de los aplicados
al Divino servicio es una ofrenta a Dios, pues se ha consagrado a Él solamente para el magno
sumo sacerdocio.
16 Ver Sobre la unión con /os estudios preliminares 61 y 62.

43. Emplear el tiempo en el mal es, en efecto, el sumo daño; consagrarlo al bien es lo más
peligroso. Jacob, por ejemplo, evita ambas cosas: huye de Esaú y se aparta de sus padres,
porque, siendo todavía un ejercitante y combatiente, huye sí del vicio, pero es incapaz de
convivir con la virtud perfecta y adquirida sin enseñanza.

44. Por ello emigrará hacia Labán, no Labán el sirio, sino el hermano de su madre; vale decir,
llegará a los esplendores de la vida. "Labán", en efecto, significa "claro". Y una vez que ha
llegado, no se envanecerá enorgullecido por sus prósperos sucesos. Porque, si bien "sirio" se
traduce por "envanecido", en este caso no es a Labán el sirio a quien se trae a colación sino al
hermano de Rebeca.

45. VIII. En efecto, los medios de vida puestos a disposición del hombre ruin exaltan su
inteligencia vacía de sensatez, inteligencia llamada "siria"; en cambio, el hombre amante de la
disci plina y fija y firmemente perseverante en los principios de la nobleza de alma, éste es el
hermano de Rebeca, es decir, de la perseverancia. Y habita en Harrán; lugar cuyo nombre
quiere decir "cavidades", las que son símbolo de los sentidos; porque el hombre que todavía
danza en el ámbito de la vida mortal no puede pasarse sin los órganos de los sentidos.

46. Y así, su madre le dice: "Hijo mío, habita con él", no para siempre, sino "algunos días".17
Esto equivale a: Conoce bien la región de los sentidos; conócete a tí mismo y las partes de tu
ser; qué es cada una de ellas, para qué ha sido hecha, de qué manera están capacitadas para
sus actividades y quién es el que, invisible de por sí, invisiblemente pone en movimiento los
títeres y maneja los hilos que los controlan; si es la inteligencia que hay en tí o es la
Inteligencia del universo.
17 Gen. XXVII, 44.

47. Y, una vez que te hubieres examinado a ti mismo, indaga cuidadosamente sobre cuanto es
propio de Labán, vale decir, sobre los éxitos de la gloría vana, considerados como brillantes; y
sin ser presa de ninguno de ellos, sino, como un buen artífice, adáptalos con pericia a tus
propias necesidades. Y, si, situado ya en esta turbulenta vida de ciudadano, llegares a
evi denciar una conducta constante y bien disciplinada, te haré llamar desde allí,18 para que

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puedas alcanzar el premio que obtuvieron tus mayores, premio que consiste en el servicio
irrenunciable y persistente del único Sabio.
18 Gen. XXVII, 45.

48. IX. Del mismo tenor son las instrucciones que le da su padre, con pequeños agregados.
Dícele, en efecto: "Levántate y huye hacia la Mesopotamia, a la casa de Batuel, el padre de tu
madre, y toma de allí una esposa para ti de entre las hijas de Labán, el hermano de tu madre."
(Gen. XXVIII, 2.)

49. Tampoco Isaac nombra a Tabán el sirio, sino al hermano de Rebeca; a quien presenta en
vísperas de contraer parentesco con el ejercitante por vía de un matrimonio. "Huye", dice,
"ha cia la Mesopotamia", o lo que es lo mismo, hacia el medio del torrentoso río 19 de la vida,
y procura no ser cubierto y devo rado por él; mantente firme y rechaza vigorosamente la
violen tísima corriente de acontecimientos cuyas olas se precipitan desde arriba, desde uno y
otro costado y desde todas las direcciones.
19 "Mesopotamia" significa tanto "entre ríos" como "en medio de un río".

50. Hallarás, en efecto, en la morada de la sabiduría un calmo y tranquilo puerto, que te


acogerá sin dificultad alguna cuando eches anchas en él. Es el nombre de la sabi duría el que
proclaman los sacros oráculos al decir "Batuel", término que, traducido a nuestra lengua
significa, "hija de Dios". Y, en verdad, trátase de una legítima y siempre virginal hija, a la que
ha cabido una naturaleza intacta e inmaculada en razón de su propia modestia y de la dignidad
de Quien la ha engendrado.

51. Pero Batuel es llamado padre de Rebeca. ¿Y cómo es que la sabiduría, siendo hija de Dios,
puede ser llamada de verdad padre? ¿Será porque, si bien el nombre de la sabiduría es
femenino, su naturaleza es masculina? Y efec tivamente, todas las virtudes llevan nombres
propios de mujeres, pero poseen poderes y actividades peculiares de hombres com pletísimos.
Es que aquello que viene después de Dios, aunque se tratare de algo más elevado que todas las
demás cosas, ocupa un lugar secundario, y es designado como femenino para mar car su
oposición respecto del Hacedor del universo, que es masculino, y su afinidad con las demás
cosas. En efecto, siendo la preeminencia condición propia de lo masculino, lo femenino queda
a la zaga y ocupa un lugar inferior.

52. No hagamos, pues, cuestión respecto de la incongruencia en las denominaciones y


admitamos que la sabiduría, la hija de Dios, es masculina y padre además; padre que siembra
y engendra en las almas la aptitud para instruirse, la disciplina, el saber, la sensatez y las
buenas y laudables acciones. De allí es de donde el ejercitante Jacob procura obtener una
esposa. ¿Dónde, en efecto, como no fuere en la morada de la sabiduría hallará una compañera,
un criterio irreprochable, con el que convivir perpetuamente?

53. X. Con bastante detalle ha hablado el legislador acerca de la huida en el pasaje en que
establece la ley relativa, a los asesinos, en el que reconoce cada una de las especies del
ase sinato: el intencional, el involuntario y el premeditado y con agresión. El texto es este: "Si
un hombre golpeare a otro y lo matare, sea condenado a morir con muerte. Pero, si alguien
matare a otro no voluntariamente sino porque Dios lo ha puesto en sus manos, te daré un lugar
a donde huirá el matador. Y, si alguno acechare contra su vecino para matarlo a traición y
huyere a un refugio, lo sacarás del altar para darle muerte." (Ex. XXI, 12 a 14.)

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54. Sabiendo claramente que Moisés no emplea ninguna palabra superflua pues muévele un
indecible deseo de hablar de manera concreta, me he preguntado a mí mismo por qué al
referirse al matador intencional no dice sola mente: "sea condenado a muerte"; sino "sea
condenado a morir con muerte".

55. Porque, ¿es que hay otra manera de morir que no sea con muerte? Pues bien, recurrí a las
enseñanzas de una sabía mujer, cuyo nombre es "indagación", y allí acabó mi duda.
Enseñóme, en efecto, que hay quienes están muertos en vida, y quienes viven una vez
muertos. Me dijo que los hombres ruines, aunque sus días se extendieron hasta la extrema
vejez, son hombres muertos pues están privados de la vida en compañía de la virtud; y que, en
cambio, los hombres de bien, aun cuando hubie ren sido separados de la unión con el cuerpo,
viven por siempre, pues les ha cabido una parte en la inmortalidad.

56. XI. Y confirmó sus afirmaciones con oráculos también; entre ellos este: "Los que os
habéis entregado al Señor vuestro Dios vivís todos hoy." (Deut. IV, 4.) Es que bien sabe
Moisés que sólo los que se refugian en Dios y Le suplican viven; en tanto que los otros son
muertos; y evidentemente atestigua en aquéllos la inmortalidad al agregar "vivís hoy".

57. "Hoy" es la eternidad sin límite ni término; porque los períodos de meses, años y de todo
tiempo en general son meras nociones de los hombres, los que han atribuido excesiva
importancia al número. Pero el verdadero nombre de la eternidad es "hoy". El sol, en efecto,
nunca cambia sino siempre es el mismo, marchando ora por encima ora por debajo de la
tierra, y él es el que da la pauta del día y la noche, medidas del curso sin fin de las edades.20
20 El razonamiento resulta poco claro. Tal vez quiera Filón dejar en claro que el movimiento

del sol da lugar al diario trascurso o período de tiempo, y éste sirve de medida de la eternidad
o edad sin límites, ya que, a pesar da la alternada sucesión de noches y días, es eterno y
siempre el mismo. Ver Interpretación alegórica III, 25.

58. Otro oráculo en el que se confirma lo dicho por aquella es este: "He aquí que he puesto
ante tu faz la vida y la muerte, el bien y el mal." (Deut. XXX, 20.) Por lo tanto, oh
sapien tísimo, el bien y la virtud son la vida; el mal y el vicio, la muerte. Y en otra parte: "Tu
vida y tu longevidad no son otra cosa que el amar al Señor Dios tuyo." (Deut. XXX, 20.)
Ninguna defi nición de la vida inmortal es más excelsa que esta: ser poseído por el amor y la
amistad hacia Dios, amor y amistad ajenos a la carne y al cuerpo.

59. Conforme con esto, los sacerdotes Nadab y Abiud,21 para poder vivir, mueren, recibiendo
a cambio de la vida mortal una existencia imperecedera y pasando de lo creado a lo increado.
Sobre ellos elévase la proclama que simboliza la inmortalidad, a saber: "Murieron ante el
Señor" (Lev. X, 2), vale decir: 'comenzaron a vivir'. Y de nuevo: "Esto es lo que ha dicho el
Señor: 'Seré santificado en aquellos que se me acercan'." (Lev. X, 3.) En cambio, como se nos
dice en los Salmos "los muertos no alabarán al Señor" (Salmos CXIII, 25); puesto que esta es
obra propia de vivientes.
21 Ver Interpretación alegórica II, 58, y Sobre la herencia de las cosas Divinas, 309.

60. Por otra parte, en ningún pa saje de la legislación se halla registrada la muerte de Caín, el
maldecido fratricida; y, en cambio, hay un oráculo revelado sobre él que dice así: "Puso Dios
Soberano una señal a Caín para que nadie que lo encontrase lo matara." (Gen. IV, 15. )22
22 Acerca de cómo interpreta Filón el pasaje y la naturaleza de la señal ver Sobre las habituales

intrigas de lo peor contra lo mejor, 177.

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61. ¿Por qué? Pues, porque, a mi parecer, la impiedad es un mal sin término, siempre
encendido y que jamás puede apagarse, al punto de que cabe decir de la maldad lo que dice el
poeta: "No es ella una mortal, sino un mal inmortal";23 pero es en la vida nuestra donde es
inmortal; porque comparada con la vida de Dios es un cadáver sin vida y, como alguien ha
dicho,24 "más repelente que el estiércol".
23 Odisea XII, 118.
24 Heráclito.

62. XII. Ahora bien, preciso del todo era ciertamente que diferentes regiones se distribuyesen
entre diferentes cosas: asig nándose el cielo a las cosas buenas, y lo terrestre a las malas. Lo
bueno tiende, pues, a elevarse, y, aunque alguna vez puede venir hacia nosotros, pues el Padre
del bien es generoso, no puede menos de desear vivamente retomar sobre sus pasos. El mal,
en cambio, permanece aquí, separado lo más posible del Divino coro, rondando en tomo de la
vida mortal y sin poder abandonar, muriendo, nuestra raza mortal.

63. Esta verdad ha sido manifestada también por cierto varón, notable entre los que han sido
admirados por su sabiduría, quien en la obra del Teeteto de manera más excelente aún dice:
"Los males no pueden cesar, pues es preciso que siempre haya algo opuesto al bien; ni pueden
residir entre los dioses, sino rondan en tomo de la naturaleza mortal y de este lugar nuestro.
Por lo tanto, necesario es que huyamos de aquí hacia allí lo más rápidamente posible. Fugarse
es asemejarse a Dios en la medida de lo posible; y asemejarse a Él es llegar a ser justo, santo y
sabio."25
25 Platón, Teeteto 176 a y b.

64. Es natural, pues, que Caín no muera, siendo, como es, sím bolo de la maldad, la que
necesariamente perdura entre los hombres en la raza mortal. De modo que por las causas
señaladas no está desacertado lo de "morir con muerte" referido al asesino.

65. XIII. Las palabras "no voluntariamente sino porque Dios lo ha puesto en sus manos" son
una admirable referencia a aquellos que cometen un homicidio involuntario. Es que nuestro
autor opina que los actos voluntarios son obras de nuestra propia determinación, en tanto que
los involunta rios son obra de Dios; no me refiero a las faltas sino, por el contrario, a todos
aquellos actos que constituyen el castigo de las faltas.26.
26 Filón no se refiere, pues, sino a aquellos errores o faltas en los que inconscientemente

obramos como ejecutores de la voluntad Divina.

66. Es inconveniente, en efecto, que sea Dios mismo el que castigue, puesto que es el primero
y supremo Legislador; pero es, en cambio, por intermedio de Sus servidores como lo hace; no
por Sus propias manos. Brindar gracias, dones y beneficios es propio de El, por cuanto es
bueno y generoso por naturaleza; pero los castigos corresponde que sean aplicados a través de
otros, en condiciones de prestar tales servicios; no, empero, sin el mandato del mismo Rey,
como que es el Soberano.

67. Testigo de mis palabras es el ejercitante cuando dice: "El Dios que me nutre desde mi
niñez; el ángel que me libera de todos los males." (Gen. XLVIII, 15 y 16.) Ha atribuido, en
efecto, a Dios los bienes más importantes, con los que el alma se nutre; y a un servidor de
Dios lo de menor importancia, los que resultan del huir de las faltas.27
27 Ver Interpretación alegórica III, 177, y Sobre la confusión de las lenguas, 169.

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68. Por esa misma razón, pienso, también cuando expone Moisés las enseñanzas acerca de la
creación del mundo, mientras de todas las demás cosas dice que fueron creadas por Dios, solo
al hom bre lo presenta como modelado con el concurso de otros. Dice, en efecto, que "Dios
dijo: 'Hagamos al hombre según Nuestra imagen'" (Gen. I, 26); donde la expresión "hagamos"
da a entender más de uno.28
28 Ver Sobre 1a confusión de las lenguas, 169.

69. Dialoga, en consecuencia, el Pa dre de todas las cosas con Sus potencias, a las que confió
el modelado de la parte mortal de nuestra alma mediante la imi tación del procedimiento
seguido por Él cuando daba forma a la parte racional de nuestro ser; por cuanto entiende que
es justo que la parte soberana del alma sea producida por el So berano, y que la parte
subordinada lo sea por Sus subordinados.

70. Pero no sólo por la razón mencionada empleó Dios las potencias que Lo acompañan, sino
también porque el alma humana era la única de las creaturas que habría de alcanzar las
concepciones acerca de los bienes y los males, y hacer uso de unos o de otros; como que le es
imposible hacer uso de ambos. Así pues, consideró Dios necesario asignar la creación de las
cosas malas a otros operarios, y reservarse la de las buenas a Sí mismo.

71. XIV. Por eso también, habiéndose dicho primero: "Ha gamos al hombre"; expresión que
alude a más de uno; a con tinuación se dice, refiriéndose a Dios solamente: "Creó Dios al
hombre." (Gen. I, 27.) Es que del hombre verdadero, que es una inteligencia purísima, uno
sólo es el Hacedor, el Dios único; en tanto que son muchos los que han producido al
comúnmente llamado hombre, que es una mezcla que incluye a la sensibilidad.

72. Tal es el motivo por el que el hombre por excelencia es mencionado precedido del
artículo, en tanto que en la mención del otro el artículo no aparece. Mientras leemos que "creó
Dios al hombre", al hombre consistente en un raciocinio invi sible y sin mezcla; en cambio,
con la expresión: "Hagamos al29 hombre" se nos muestra al que es un compuesto de naturaleza
racional e irracional.
29 Es imposible distinguir en castellano el matiz que quiere señalar Filón. Literalmente en el

primer caso dice el texto bíblico: "Creó Dios al hombre", y en el segundo: "Hagamos
hombre", como diríamos nosotros en plural: "Hagamos hombres". En griego, sin embargo, la
ausencia de artículo, omisión que ordinariamente equivale a nuestro artículo indeterminante
(un hombre), en nada altera en muchos casos, como el presente, el sentido de la construcción
y ésta se traduce como si llevara el artículo. Filón, por supuesto, acomoda a sus propósitos la
frase y lee: "Hagamos hombre". De allí su aclaración sobre la omisión del artículo en el texto
bíblico.

73. De acuerdo con estos principios atri buyó a diferentes personas el bendecir a los buenos y
el maldecir a los culpables. Unas y otras, es verdad, reciben alabanza;
pero, puesto que el bendecir a los que lo merecen encierra la prerrogativa propia de los
elogios, el pronunciar maldiciones contra los ruines ocupa un orden secundario; y así, de los
designados para este fin, que son los doce jefes de nuestra raza, a los que es costumbre llamar
jefes de tribu; confió a los seis mejores, a saber: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín
la misión de bendecir, y la de maldecir confióla a los otros, que eran el primero y el último de
los hijos de Lía, Rubén y Zabulón, y los cuatro bastardos nacidos de las criadas.30
30 Deut. XXVII, 12 y ss.

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74. En la primera lista, en efecto, es en la que figuran los jefes de la tribu real y la tribu
sagrada, Judá y Leví respectivamente.31 Es natural, pues, que ponga Dios en manos de otros
para su castigo a aquellos que han hecho cosas que los hacen merecedores de muerte. Con ello
quiere enseñarnos que la naturaleza del mal hállase apartada por grandes distancias del Divino
coro, como se desprende del hecho de que también aquel bien que lleva trazas del mal, vale
decir, el castigo, concrétase por intermedio de otros.
31 No es totalmente claro el sentido de lo que se expresa aquí. Tal vez se refiere Filón a que,

incluyendo la primera lista a las dos tribus de mayor dignidad, también la lista es la de mayor
dignidad.

75. Las palabras "Te daré un lugar a donde huirá el matador" involuntario, parécenme estar
dichas muy acertadamente. No llama en este caso "lugar" a un espacio completamente
ocupado por un cuerpo;32 sino se refiere simbólicamente al mismo Dios, por cuanto Dios
contiene sin ser contenido y porque es el refugio para el universo.
32 Según los estoicos el topos = lugar, está completamente lleno por el soma = cuerpo. Si éste

no llena un espacio completamente el lugar se denomina klóra, entendiéndose por este tipo de
lugar uno más amplio o extenso que el topos, por lo cual el término designa también una
región, un país y otros espacios extensos.

76. Está en un derecho, pues, quien, creyendo haber intervenido en una involuntaria falta, diga
que la falta ha tenido lugar por designio de Dios; mas no es lícito que diga tal cosa aquel que
ha delinquido a sabiendas. Por otra parte, dice que "dará" ese lugar no al matador sino a aquel
con quien habla, de lo que se infiere que no son la misma persona el que lo habitará y el
fugitivo. Es que, mientras a Su lógos 33 le ha concedido Su saber para que resida como en su
patria, como autóctono de tal lugar; a aquel que ha incurrido en involuntarios yerros se lo ha
concedido en calidad de refugio, como tierra ajena a un extranjero, no como tierra natal a un
ciudadano.
33 Filón entiende que el interlocutor de Dios en la presente ocasión es Su lógos, y que es a éste

a quien le concederá un lugar de refugio.

77. XV. Tras exponer estas enseñanzas acerca de los actos involuntarios, pasa Moisés a
legislar en lo relativo a la asechanza y premeditación, diciendo: "Sí alguno asechare contra su
vecino para matarlo a traición y buscare refugio..."; refugio en Dios, a quien antes se llamó
simbólicamente "lugar", y de quien re sulta la vida para todos los seres. Dice, en efecto,
también en otro pasaje: "Quien huyere a ese lugar vivirá." (Deut. XIX, 5.)

78. ¿Y no consiste la vida eterna en refugiarse en el Que Es, al par que la muerte en huir lejos
de Él? Mas, en tanto que lo hecho involuntariamente no implica culpa, el que tiende
asechanzas delinque deliberadamente y la acción traicionera intencional es culpable.

79. Por lo cual de ninguno de los delitos. perpetrados con sentimiento hostil, a traición y
premeditadamente es correcto decir que ocurre con asentimiento de Dios, pues todos ellos son
de nuestra exclusiva responsabilidad. Es. en nosotros, en efecto, donde se hallan los depósitos
de los males,. como he dicho; con Dios están solamente los tesoros de los bienes.

80. Por lo tanto, quien buscare un refugio, vale decir, quien achacare a Dios, no a sí mismo,
sus iniquidades, sea castigado mediante su separación del refugio que está reservado. para la
salvación y seguridad de los suplicantes exclusivamente, vale decir, del altar. Y es lo

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razonable sin duda. Porque el lugar de los sacrificios está ocupado por víctimas
irreprochables, me refiero a almas inocentes y purificadas; y el afirmar que también la
Divinidad es origen de males es, en cambio, vitu perio difícil de remediar o completamente
irreparable.

81. To dos estos caracteres 34 han procurado ser amantes de sí mismos antes que amantes de
Dios. Aléjense, por lo tanto, del recinto consagrado, para que, manchados e impuros como
son, no pue dan contemplar ni siquiera desde lejos la sagrada llama encen dida con
inextinguible fuego y ofrecida en sacrificio a Dios con poder pleno e intacto.
34 Los que delinquen deliberadamente y atribuyen sus faltas a Dios

82. Con excelentes palabras uno de los antiguos sabios, coin cidiendo conmigo en este punto,
manifestó resueltamente que en ningún caso y de ninguna manera es Dios injusto; sino es la
suma justicia y ninguna cosa se parece más a Él que aquel de nosotros que obra a su vez lo
más justamente posible. Es con relación a Él como se pone de manifiesto tanto la verda dera
capacidad, como la nulidad y falta de reales condiciones-. humanas de un hombre. En efecto,
el conocer a Dios es sabiduría y virtud verdadera; ignorarlo es torpeza y maldad patente; y las
demás aparentes capacidades y las llamadas mues tras de sabiduría no resultan más que
vulgaridades cuando se-aplican al logro de preeminencias políticas, y simples manualidades
cuando se aplican a los oficios y profesiones.35
35 Platón, Teeteto 176 c.

83. XVI. Luego, pues, de establecer que el hombre que pro fana y difama las cosas sagradas
debe ser alejado de los sacratísimos lugares y entregado para su castigo, dice Moisés a
continuación: "El que hiriere a su padre o a su madre sea matado";
y análogamente: "El que injuriare a su padre o a su madre sea matado." (Ex. XXI, 15 y 17.)

84. Podríamos decir que grita y proclama en alta voz que a ninguno de los que blasfeman
contra Dios le es dado alcanzar el perdón. Porque, si los que injurian a los padres mortales son
castigados con la muerte, ¿de qué castigo hemos de considerar merecedores a aquellos que
asumen la responsabilidad de blasfemar contra el Padre y Hacedor de todas las cosas? ¿Y qué
blasfemia hay más ver gonzosa que el afirmar que el origen de los malos no se halla en
nosotros sino en Dios?

85. Arrojad, pues, oh iniciados y merofantas de los sacros misterios, arrojad fuera a las
mezcladas, confusas y desordenadas almas, rebeldes a la purificación y a la clarificación, que
llevan por todas partes abiertos los oídos, y desenfrenada la lengua, como preparados
instrumentos de su mísera condición, aquellos para escuchar todo cuanto está ve dado, y ésta
para manifestar cuanto conviene callar.

86. Pero todos aquellos que han sido instruidos en la distinción entre las acciones
intencionales e involuntarias, y han recibido una boca capaz de guardar religioso silencio en
vez de una lengua blas femadora son merecedores de alabanza cuando obran recta mente, y no
es mucho el reproche que merecen si cometen yerros sin intención. Esta es la razón por la que
para ellos han sido separadas ciudades de refugio.36
36 Núm. XXXV, 9 y ss.

87. XVII. Pero vale la pena que con particular detención ha gamos algunas consideraciones
necesarias tocantes a este asunto. Son cuatro en total. Una es por qué las ciudades para

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fugitivos no fueron separadas de entre las que obtuvieron las otras tribus y sólo lo fueron de
entre las que cupieron a la tribu de los levitas. La segunda, por qué fueron seis en total, ni una
más ni una me nos. La tercera, por qué tres de ellas se hallaban más allá del Jordán y las otras
en la tierra de Canaán. La cuarta, por qué el plazo señalado para el retomo de los fugitivos fue
la muerte del sumo sacerdote.

88. Comenzando por la primera de estas cues tiones hemos de decir lo que cabe señalar acerca
de cada una de ellas. El huir hacia las ciudades asignadas a los levitas corresponde solamente
a los levitas y con toda legitimidad, pues ellos son en cierta manera también fugitivos, en
razón de que a fin de complacer a Dios han abandonado padres, hijos, her manos y toda su
mortal parentela.

89. Así, el fundador de esta congregación 37 es presentado en actitud de decir a su padre y a su


madre: "No os he visto, no conozco a mis hermanos, desconozco a mis hijos" (Deut. XXX, 9),
pues sirvo sin distrac ciones al Que Es. La verdadera fuga equivale a la privación de las cosas
que nos son más familiares y caras. Es, pues, en vista de la similitud de acciones por lo que el
legislador pone a los fugitivos al amparo de fugitivos para que puedan alcanzar una amnistía
por lo que han hecho.
37 Leví.

90. ¿Fue, pues, esta la única razón o hubo otra, consistente en que la tribu de los levi tas,
compuesta por los cuidadores del templo, es la de los que se lanzaron de improviso a la
matanza de aquellos que entre los jóvenes en edad de tomar las armas habían divinizado al
becerro de oro, es decir, la egipcia vanidad; y los mataron movidos por una legítima irritación
al par que por una Divina inspiración y una posesión proveniente de la Divinidad? Leemos, en
efecto, lo siguiente: "Y cada uno mata al hermano, al vecino y al más allegado" (Ex. XXXII,
27); vale decir, al cuer po, que es hermano del alma; a la parte irracional, que es vecino de la
racional; y a la palabra pronunciada,38 que es lo más allegado a la inteligencia.
38 Acerca de los dos lógoi ver Sobre los querubines, nota 8.

91. Es que solamente procediendo de ese modo puede la parte más excelente de nuestro ser
convertirse en servidora del mas excelente de todos los seres. En primer lugar el hombre se ha
de disolverse hasta convertirse en un alma desligándose y separándose de su hermano el
cuerpo y de sus inacabables apetencias; en segundo término, el alma ha de arrojar de sí, como
he dicho, al vecino de la parte racio nal, es decir, a la parte irracional, ya que ésta, a modo de
un torrente dividido en cinco partes que penetran a través de todos los sentidos, excita la
violencia de las pasiones.

92. Y en tercer lugar, la parte racional ha de separar y des terrar lejos de sí aquello que
aparentemente le está más estre chamente vinculado, la palabra pronunciada; todo ello para
que la palabra encerrada en la inteligencia, libre del cuerpo, libre de los sentidos y libre de la
pronunciación de la palabra audible, pueda encontrarse sola; pues, una vez que haya sido
dejada sola, viviendo una existencia acorde con la soledad, sin mezclas ni distracciones,
rendirá su homenaje al Ser Único.

93. Asimismo hay que hacer presente, además de las consideraciones apuntadas, que si la tribu
de Leví es la de dos servidores del templo y de los sacerdotes, a los cuales ha sido confiado el
servicio del santuario; también, por su parte, los que cometen un homicidio involuntario
ejecutan un servicio, como que Moisés dice: "Dios ha puesto en sus manos" (Ex. XXI, 13) a

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los que han hecho cosas dignas de muerte, a fin de que los destruyan. Sólo que, mientras los
levitas han sido establecidos para la exaltación de los buenos; ellos lo han sido para el castigo
de los culpables.

94. XVIII. Estas son las razones por las cuales los que han cometido un homicidio
involuntario huyen solamente hacia las ciudades de los servidores del templo. A continuación
hemos de decir cuáles son éstas y por qué su número es de seis. Pues bien, a no dudarlo, la
más venerable, la más segura y la más excelsa metrópolis,39 no una simple ciudad solamente,
es el Divino lógos, hacia el que es incomparablemente ventajoso huir en busca de refugio.
39 Es decir, una ciudad madre, ciudad que ha fundado otras.

95. Las otras cinco, comparables a colonias, son las potencias del que lo 40 pronuncia; al frente
de las cuales hállase la potencia creadora, en virtud de la cual Aquél creó el mundo mediante
la palabra.41 La segunda en jerarquía es la potencia real, en virtud de la cual el Hacedor
gobierna aquello que ha sido creado; la tercera es la potencia propicia, mediante la cual el
Artífice se apiada y compadece a su propia obra; la cuarta es la (legislativa, mediante la cual
prescribe nuestras obligaciones; y la quinta)42 es la parte de la legislativa mediante la que
prohibe lo que no debe ser hecho.
40 "Que pronuncia a Su lógos". Filón toma aquí el término lógos en uno solo de sus sentidos:

el de "palabra".
41 Porque cada acto creador de Dios fue precedido por una orden Suya. Gen. I, 3 y ss.
42 Laguna del texto llenada según lo propuesto por Wendland.

96. Exce lentes y fortificadísimas ciudades son estas, y, por cierto, los mejores refugios para
las almas merecedoras de eterna salvación. Benigna y benéfica es, por otra parte, la
prescripción, y capaz de estimular y fortalecer en una firme esperanza. Porque, ¿qué
prescripción mejor que esta para hacer patente la tan grande abundancia de estas benefactoras
potencias, adaptadas a las diferencias que se dan en los que se han hallado envueltos en
involuntarias claudicaciones, los que difieren entre sí en el grado de fortaleza o debilidad?

97. Ella estimula al hombre capaz de correr de prisa a avanzar sin respiro hacia el supremo
lógos Divino, que es la fuente de la sabiduría, para que pueda extraer agua de su corriente y
alcanzar como premio la libe ración de la muerte y la vida eterna. A quien no es capaz de
avanzar tan rápidamente lo estimula a dirigirse en busca de refugio hacia la potencia creadora,
a la que Moisés llama "Dios", en razón de que mediante ella ha sido establecido43 y ordenado
el universo; y lo estimula hacia esta potencia porque grande es el bien que llega a adquirir
aquel que ha alcanzado a comprender que el universo ha tenido un comienzo. Este bien es el
conocimiento del Hacedor, conocimiento que al punto mueve a la creatura a amar a Aquel a
quien debe su existencia.
43 Como en otros pasajes, Filón vincula el término theós = Dios, con el verbo theínai =

colocar, establecer.

98. A quien no está presto en el mismo grado que el anterior lo urge a refugiarse en la potencia
real, ya que el temor al soberano tiene la virtud de amonestar con correctora fuerza de
persuasión al súbdito, cuando la benevolencia del padre no lo logra en el hijo. Para aquel que
no llega a alcanzar las metas mencionadas por hallarse éstas demasiado distantes, en su
opinión, han sido fijadas puntos de llegada más próximos: el de la potencia propicia, el de la
potencia que prescribe lo que es preciso hacer y el de la que prohíbe lo que es preciso evitar,
potencias necesarias todas ellas.

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99. Es que aquel que ha comprendido que la Divinidad no es inexorable sino bene volente,
pues Su naturaleza es dulce, aunque primero hubiere delinquido, pronto se arrepiente movido
por la esperanza de ser perdonado; a su vez, aquel que ha llegado a concebir a Dios como el
legislador alcanzará la felicidad, acatando cuanto Él prescribe a todos; y, por su parte, el
último de ellos alcanzará el último de los refugios: el apartamiento de los males, aunque no
alcanzare a participar de bienes superiores.

100. XIX. Estas son las seis ciudades que Moisés llama "luga res de refugio";44 cinco de las
cuales han sido representadas mediante figuras simbólicas que se hallan en el santuario. Las
leyes colocadas en el arca simbolizan la prescripción y la pro hibición; la tapa del arca
representa la potencia propicia y lleva el nombre de "propiciatorio": en tanto que, los alados
querubines situados sobre ella son símbolo de las potencias creadora y real.
44 Núm. XXXV, 12.

101. A su vez, el Divino lógos, situado por sobre todas ellas, no ha llegado a ser representado
de manera perceptible por nuestra vista, por cuanto no tiene semejanza alguna con ninguno de
los objetos sensibles, y él mismo es imagen de Dios, el más eminente de todos los seres
aprehensibles intelectualmente, situado el más próximo, sin que medie distan cia alguna, al
Único verdaderamente existente. Leemos, en efecto: "Hablaré contigo desde lo alto del
propiciatorio, en medio de los dos querubines" (Ex. XXV, 21); de lo que se deduce que
mientras el lógos es el conductor de las potencias, Aquel que habla va sentado indicando al
conductor lo necesario para la recta conducción del universo.

102. Aquel, pues, que resulta libre también de involuntaria claudicación (en la voluntaria ni
pensar siquiera) tendrá al mismo Dios por heredad 45 y su morada estará en Él solamente. En
cambio, aquellos que, si bien no con premeditación, sí in voluntariamente han experimentado
caídas, tendrán como refugios las mencionadas ciudades, tan rica e inagotablemente provistas.
45 Deut. X, 9.

103. De las ciudades de refugio tres, que se hallan a gran distancia de nuestra raza, están más
allá del río.46 ¿Cuáles son? El lógos del Soberano, la potencia creadora y la potencia real del
Mismo. Con estas, en efecto, hállanse asociados el cielo y el universo todo.
46 Núm. XXXV, 14.

104. En cambio, aquellas que están en rela ción con nosotros y en contacto con la perecedera
raza de los mortales, la única raza en la que tiene lugar el cometer faltas, son las tres de
dentro,47 vale decir, la potencia propicia, la que prescribe lo que se debe hacer y la que
prohíbe lo que no ha de hacerse. Estas, en efecto, nos tocan ya estrechamente.
47 O "de este lado del río".

105. ¿Qué necesidad, en efecto, tienen de prohibiciones aquellos que no están en condiciones
de obrar mal? ¿Qué necesidad de prescripciones aquellos cuya naturaleza está libre de faltas?
¿Qué necesidad de benevolencia quienes no habrán de delinquir en absoluto? Mas, nuestra
raza tiene necesidad de estas poten cias a causa de su natural inclinación hacia las faltas
voluntarias e involuntarias.

106. XX. El cuarto punto que nos resta de los propuestos para considerar es el tiempo
prescripto para el retorno de los fugitivos, vale decir, la muerte del sumo sacerdote.

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Considerada literalmente, esta prescripción encierra, entiendo yo, una gran dificultad. Porque,
el castigo que la ley establece para aquellos que han cometido idénticas faltas es desigual, ya
que unos son fugitivos por más tiempo y otros por menos. Los sumos sacerdotes, en efecto,
unos viven muchísimo tiempo y otros poquísimo.

107. Además unos son designados jóvenes aún; otros cuando ya son ancianos; y de los
culpables de homi cidio involuntario, unos han buscado refugio cuando comenzaba. el
sacerdocio; otro cuando estaba ya a punto de acabar sus días el sacerdote; de modo que
algunos estarían separados de la. tierra de sus padres por un largo tiempo; en tanto que otros
lo estarían por un día quizás, luego del cual llegarían con la cabeza erguida, con aire arrogante
y burlándose de los parientes más próximos de los que han sido matados.

108. Apliqué monos, pues, a una explicación acorde con la naturaleza de las cosas,
desentrañando el sentido oculto de las palabras, que de ese modo escaparemos de esa
dificultad y hallaremos justificado su contenido. Decimos, en efecto, que el sumo sacerdote no
es un hombre sino el Divino lógos, libre de todas las faltas así voluntarias como involuntarias.

109. Dice, en efecto, Moi sés que no puede mancharse ni por su padre, vale decir, la
inteligencia, ni por su madre, o sea, la sensibilidad,48 lo que, a mí parecer, se debe a que le han
cabido padres incorruptibles y purísimos; su padre. Dios, que es también padre del universo, y
su madre la sabiduría, mediante la cual todas las cosas han llegado a existir.
48 Refiérese Filón al Lev. XXI, 11, donde se lee "ni se acercará a ningún muerto ni se

contaminará ni por su padre ni por su madre"; lo cual significa literalmente que, mientras los
demás sacerdotes pueden tocar el cadáver de alguno de sus familiares más próximos, aunque
les está vedado tocar uno de persona extraña, al sumo sacerdote le está prohibido incluso el
contacto con el cuerpo muerto de su padre y de su madre. Alegórica mente, según Filón, ello
ha de interpretarse en el sentido de que, mientras un simple mortal puede ser manchado por o
a causa de su padre, la inteligencia, o su madre, la sensibilidad, el Divino lógos no puede
mancharse pues su padre es Dios y su madre la sabiduría misma.

110. Y, además, a que su cabeza ha sido ungida con óleo, quiero decir a que su facultad
rectora está ilu minada por una brillante claridad,49 a tal punto que ha sido juzgado merecedor
de "ponerse las vestiduras" (Lev. XXI, 10). Ahora bien, la vestidura que el supremo lógos del
Que Es viste es el mundo, pues se envuelve a sí mismo en la tierra, el agua, el aire, el fuego y
cuantas cosas proceden de éstos; mientras que el cuerpo es la vestidura de una parte del alma,
50 y las virtudes lo son del entendimiento del sabio.
49 Simbolizada en el óleo o aceite con que se alimentaba la llama de las lámparas.
50 Vale decir, sólo aquella parte que queda, excluido su elemento rector, la inteligencia, y que

comprende los cinco sentidos, la facultad de hablar y el poder de engendrar. Ver Sobre la
creación del mundo 117.

111. Dice además Moisés que "jamás se sacará la mitra" de la cabeza, es decir, no se despojará
de la real diadema, el símbolo, no de absoluta soberanía, sino de su admirable mandato
subordinado; "ni tampoco rasgará sus vestiduras". (Lev. XXI, 10.)

112. Es que el lógos del Que Es, siendo, como quedó dicho, el nexo que une a todas las cosas,
reúne y ciñe todas las porciones impidiendo que las mismas se desliguen y separen; y el alma
particular, a su vez, en la medida en que está dotada de fuerza, no permite que ninguna de las
partes del cuerpo se separe y aparte contra la naturaleza; y así, en cuanto de ella depende,

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todas las partes permanecen completas y mantienen indisoluble su recíproca -armonía y unión.
Y la purificada inteligencia del hombre sabio conserva indestructibles y sin daño las virtudes
armonizando con una más firme comprensión mutua la afinidad y vincula ción que les es
connatural.

113. XXI. El sumo sacerdote, dice Moisés, "no se acercará a ningún alma muerta" (Lev. XXI,
11). La muerte del alma es la vida en compañía del vicio, de modo que jamás entrará aquél en
contacto con ningún objeto contaminado de aquellos a los que tiende permanentemente la
insensatez.

114. Adáptase,51 asimismo, a éste una joven virgen de la sagrada estirpe, vale decir, una pura,
sin mancha y por siempre inviolada intención. Jamás, en efecto, será esposo de una viuda, de
una divorciada, de una impura o de una ramera;52 por el contrario, siempre librará contra ellas
una guerra sin treguas ni avenencias, por cuanto es odioso para él la viudez respecto de la
virtud, así como el divorciarse de ella y huirle, y también toda convicción que sea impura y
profunda. En cuando a la ramera, es decir, la maldad de la promiscuidad, de la poliandria y del
politeísmo o, más bien, del ateísmo, ni siquiera se digna a mirarla, pues ama a aquella que ha
adoptado como único esposo y como padre a Dios Soberano.
51 Como esposa.
52 Lev. XXI, 13 y ss.

115. En este carácter adviértese un máximo de perfección. Tratándose del que ha formulado el
gran voto el legislador re conoce en cierto modo que incurre en falta involuntaria, si bien no
con deliberada intención. De allí sus palabras: "Si alguno muriere repentinamente junto a él, al
instante él resul tará manchado." (Núm. VI, 9.) Y así ocurre: aquello que se precipita de
improviso sobre nosotros desde fuera, sin que nues tra voluntad tenga parte, mancha a nuestra
alma de inmediato, aunque no por un tiempo muy prolongado, puesto que se trata de algo no
intencional.53 Pero en lo que al sumo sacerdote hace, nada tiene que ver con estos yerros,
como tampoco con los voluntarios, pues se halla por encima de ellos.
53 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios. 89, y Sobre la agricultura 175.

116. Lo que he señalado no carece de motivos; por el con trario, tiende a demostrar que el
término prefijado para el retorno de los fugitivos, que es la muerte del sumo sacerdote, está
del todo de acuerdo con la naturaleza de las cosas.

117. En efecto, es imposible que una involuntaria falta retome al alma mientras en ella viva y
esté presente este sacratísimo lógos, puesto que por naturaleza él es incapaz de tener parte en
falta alguna ni de admitirla. Mas, si éste muriese; lo cual no significa que él haya sido
aniquilado sino que se ha desvinculado de nuestra alma; al punto les estará expedito el retorno
a las faltas involuntarias. Es que, si, mientras él perma necía y conservaba su integridad en
nosotros, aquéllas estaban desterradas, en separándose él de nosotros completamente, las
faltas retornarán.

118. En efecto, el inmaculado sumo sacer dote, vale decir, la admonición,54 ha recogido como
fruto de su naturaleza la especial prerrogativa de jamás admitir en sí en absoluto un desliz en
el juicio.55 Por eso bueno es que supliquemos que viva en el alma el sumo sacerdote y rey a la
vez, es decir, la justiciera admonición, ya que a él le ha cabido el tribunal todo de nuestro
entendimiento y no es confundido por ninguno de los que son presentados para su juicio.56
54 O la refutación, en el sentido del hecho de poner al descubierto la verdadera naturaleza de

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nuestros actos o intenciones.
55 El texto griego en su estado actual resulta aquí intraducible, por lo que la traducción es

conjetural.
56 Como se advierte. Filón, que en las consideraciones anteriores tomaba el verbo phéugein =

huir, estar desterrado, en la primera de las dos acep ciones, refiriéndose a las ciudades en -las
que los culpables de faltas invo luntarias buscan refugio en su huida; luego, en los parágrafos
216 a 218 se apoya en la segunda acepción, la de destierro, y señala la imposibilidad de que
compartan el mismo sitio el Divino lógos, identificado con una ciudad de refugio, y las faltas,
por lo que éstas forzosamente permanecen desterradas mientras el lógos permanece en el
alma. En ambos casos habla, pues, de fugitivos, pero en el primero de fugitivos hacia, y en el
segundo de fugitivos de.

119. XXII. Habiendo, pues, dicho todo lo adecuado acerca de los fugitivos, pasaremos a urdir
la trama de lo que, en lógica ilación, viene a continuación. Leemos, en efecto, a ren glón
seguido: "La halló un ángel del Señor." (Gen. XVI, 7.) Este ángel había decidido el retorno del
alma que movida por la vergüenza estaba en trance de convertirse en vagabunda y ha hecho su
aparición como una escolta, podríamos decir, en el retorno hacia la inteligencia que sigue un
recto camino.

120. Útil será, empero, que no pasemos tampoco por alto las reflexiones del legislador acerca
del hallazgo y de la búsqueda. En efecto, nos presenta él a algunos como ni buscando ni
hallando, a otros teniendo éxito en una y otra tarea, y a otros logrando o bien una o bien otra
cosa, de los cuales unos, aunque buscan, no hallan, y otros hallan sin buscar.

121. Aquellos que no se preocupan ni por hallar ni por buscar, grave daño causan a su
discernimiento a causa de su falta de preparación y adiestramiento, y, pudiendo ver con
agudeza se convierten en ciegos. A propósito de ello dice el legislador que "la mujer de Lot al
volverse hacia atrás se convirtió en columna". (Gen. XIX, 26.) Y no se trata aquí de una
fábula, sino de la indicación precisa de un hecho concreto.

122. En efecto, aquel que, llevado por una innata y rutinaria pereza no presta aten ción a quien
le enseña, acaba por abandonar cuanto tiene de lante, merced a lo cual es posible ver, oír y
hacer uso de las otras facultades para la determinación de la naturaleza de los hechos; y,
desnucándose por darse vuelta hacia atrás, conviértese en una columna semejante a una piedra
sin vida y muda, a fuerza de buscar ardorosamente las cosas obscuras y ocultas no tanto de las
partes del cuerpo cuanto de los sucesos de la vida.

123. Estos caracteres, como dice Moisés, no han llegado a poseer "un corazón para entender,
ojos para ver y oídos para escuchar; antes bien, han producido para sí mismos una vida que no
es tal, ciega, sorda, necia y completamente embotada, sin aplicarse a cosa alguna que lo
merezca.

124. XXIII. Conductor de esta compañía es el rey de la región corpórea. Leemos, en efecto,
que "el faraón volvió sobre sus pasos y se dirigió hacia su casa sin prestar atención ni siquiera
a esto" (Ex. VII, 23); o lo que es lo mismo, sin atender a cosa alguna absolutamente; antes
bien, permitiendo que su inteli gencia se marchitase como planta sin cultivar e incapaz de
engendrar nada en su esterilidad.

125. Ciertamente, los que deliberan, observan y examinan cuidadosamente todas las cosas, le

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confieren agudeza y precisión. Y esa inteligencia que se ejercita cosecha sus propios frutos: la
sagacidad y la profundidad, mediante las cuales se preserva del engaño. En cambio, el hombre
sin hábito de observación embota y aniquila el vigor de la inteligencia.

126. Dejemos, pues, de lado a la irracional y verdaderamente inerte cofradía de estas tales, y
apliquémonos a la consideración de la de aquellos que cultivan la investigación y el
descubrimiento. Consideramos en primer lugar al carácter que, sin desvincularse de los
negocios públicos, muy lejos está de apetecer la gloria desmedidamente; carácter que,
tendiendo hacia aquella superior estirpe cuya heredad han sido las virtu des, nos es presentado
buscándola y hallándola.

127. Leemos, en efecto, que "un hombre halló a José vagando por el llano y le preguntó:
'¿Qué buscas?' Y él dijo: 'Busco a mis hermanos; dime dónde apacientan sus ganados'. Y el
hombre le dijo: 'Par tieron de aquí'. Les oí decir, en efecto: 'Marchemos hacia Dotan'." (Gen.
XXXXXVII, 15 a 17.)

128. "Dotan" significa "abandono", y es símbolo del alma que ha huido no a medías sino
totalmente de las vacías opiniones, que más se parecen a las prácticas de las mujeres que a las
de los hombres. Tal es la razón por la que con sumo acierto se dice que "Sara, es decir, la
virtud, 'deja de experimentar las menstruaciones'." (Gen. XVIII, 11), vale decir, aquellas
costumbres por las que nos esforzamos los que vamos detrás de la vida sin virilidad
verdaderamente afeminada. Pero también el hombre sabio, se gún afirma Moisés en todo de
acuerdo con la naturaleza de las cosas, "abandona y es acrecentado".57 (Gen. XXV, 8.) Es que
la pérdida de la vacía opinión trae consigo el aumento de la verdad.
57 En el texto bíblico el sentido es: "...es agregado a su pueblo". Ver Sobre los sacrificios de

Abel y Caín.

129. Si un hombre, mientras sus días transcurren en esta vida mortal, confusa y variable;
mientras dispone de inago tables materiales para derrochar, considera e indaga acerca de
aquella estirpe superior cuya mirada vuélvese sólo hacia la grandeza moral, es merecedor de
aprobación siempre, que los sueños y visiones de los bienes supuestos y aparentes no resurjan
y prevalezcan nuevamente.

130. En efecto, si él perseverare en una legítima investigación acerca del alma, no cejará en su
marcha tras las huellas de las cosas indagadas, en el segui miento de las mismas, hasta
alcanzar aquello que constituye el norte de sus deseos.

131. Pero, ninguna de ellas hallará en el ámbito de lo ruin. ¿Por qué? Pues, porque "se han
marchado de aquí" abandonando lo que nosotros procuramos y emigrando hacia la región de
los hombres piadosos, en la que no habitan los malvados. Tal es lo que dice el verdadero 58
hombre, el amonestador situado en el alma, quien, al ver su perplejidad, su indagación y su
búsqueda, la previene para que no ande errante ni pierda el recto camino.
58 El "verdadero" hombre, el de Gen. XXXVII, 15, cuya interpretación desarrolla Filón en

Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor, 23.

132. XXIV. Grande es, asimismo, mi admiración hacia aque llos dos, de los que uno, ansioso
de informarse acerca del ele mento intermedio entre dos extremos, dice: "Aquí está el fuego y
la leña; pero, ¿dónde está la oveja para el holocausto?" (Gen. XXII, 7); y el otro le responde:
"Dios buscará Él mismo una oveja para el holocausto, hijo" (Íd. 8); y halla después la res

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sustituía, pues "he aquí que un camero estaba sujeto por los cuernos en un arbusto de sabek".59
(Íd. 13.)
59 "Sabek". Por este nombre traducen los LXX el término hebreo que significa matorral,

tomándolo, al parecer, por el nombre de una planta.

133. Pues bien, veamos cuál es el problema del que inquiere y qué sentido tiene la respuesta; y
en tercer lugar qué fue lo hallado. La pregunta es de este tenor: "He aquí la causa eficiente: el
fuego; he aquí también el objeto afectado: la materia, la leña; ¿dónde está el tercer elemento,
vale decir, el resultado?" En otros tér minos: "He aquí la inteligencia, soplo cálido y ardiente;
he aquí también los objetos mentalmente aprehensibles, como si dijéramos sus materiales;
¿dónde está el tercer elemento: la aprehensión mental?"

134. O también: "He aquí la vista, he aquí el color; adonde está la aprehensión visual?" Y, en
general; "He aquí la sensibilidad, es decir, el instrumento del discernir; y he aquí también las
cosas sensibles, los materiales; ¿dónde, entonces, está el acto de percibir?

135. A tales preguntas no cabe sino una respuesta: "Dios buscará por Sí mismo". En efecto, el
tercer elemento no es otra cosa que la obra propia de Dios. Porque es gracias a Su cuidado
como la inteligencia aprehende, la vista ve y todos los sentidos perciben. En cuanto al
"carnero hallado atado" no es otro que la razón en estado de quietud y espectativa.

136. No hay mejor ofrenda, en efecto, que la quietud y suspensión del juicio en aquellos
asuntos en los que faltan pruebas totalmente. Porque sólo una cosa hemos de afirmar: "Dios
buscará", Dios, para quien todas las cosas son claras; Dios, que con la más brillante de las
claridades: Él mismo, ilumina todas las cosas. Afirmar las demás cosas no compete a las
creaturas, sobre las cuales una inmensa sombra ha sido derramada. En la obscuridad lo seguro
es la quietud.

137. XXV. Otro caso es el de los que preguntaban qué es lo que nutre al alma, pues, como
dice Moisés, "no sabían qué era". (Ex. XVI, 15.) Se instruyeron y hallaron que era la pala bra
de Dios, el Divino lógos, del que manan inagotables toda instrucción y toda sabiduría. Este es
el celestial alimento, y así se hace patente en las sagradas escrituras cuando la causa en
persona manifiesta: "He aquí que Yo hago llover sobre vos otros panes desde el cielo." (Ex.
XVI, 4.)

138. Es que, real mente, Dios vierte gota a gota desde lo alto la etérea sabiduría en las
inteligencias bien dotadas y amantes de la contempla ción. Estas, por su parte, ven, gustan y
experimentan gran pla cer adquiriendo conocimientos sobre lo que perciben, pero ignoran la
causa que produce la percepción. Por eso preguntan: "¿Qué es esto" (Ex. XVI, 15) 'de
naturaleza más dulce que la miel y más blanca que la nieve? Y el evidente les enseñará que
"este es el pan que el Señor les había dado para que comiesen". (Ex. XIV, 15.)

139. ¿Cuál, díme, pues, es este pan? "Es", dice él, "esta palabra 60 que el Señor ha ordenado".
(Ex. XVI, 16.) Esta Divina prescripción llena al alma capaz de ver de claridad y dulzura a la
vez, encendiendo el resplandor de la verdad y dulcificando con la dulce virtud que es la
persuasión a los que tienen sed y hambre de nobleza de carácter.
60 Ver Interpretación alegórica III,, 173, donde Filón, alterando el sen tido del texto citado,

identifica el maná con la palabra de Dios y, por ende, con Su lógos.

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140. Habiendo también el mismo profeta indagado cuál es la causa del éxito en las empresas,
descubrió que lo es la com pañía del único Dios. En efecto, ante su pregunta: "¿Quién soy yo,
y qué hay en mí para que vaya a liberar a la raza vi dente del poder del carácter con realeza
aparente y enemigo de Dios?", una Divina comunicación le enseña que "estaré a tu lado". (Ex.
III, 12.)

141. Por supuesto que las indaga ciones acerca de asuntos particulares constituyen para
nosotros una delicada y profunda investigación; mas la indagación acerca del más excelente
de los seres, el incomparable, la causa de todas las cosas. Dios, deleita no bien emprendemos
tal inves tigación; y no resulta vana, puesto que Él sale a nuestro en cuentro con Sus virginales
gracias impulsado por Su connatural benevolencia y Se muestra a los que anhelan
ardientemente verlo; no como El es; cosa, por supuesto, imposible; como que hasta Moisés
"dio vuelta su rostro, pues no osó mirar cara a cara a Dios" (Ex. III, 6); sino en la medida en
que a la naturaleza creada le es dado aproximarse al Poder que está más allá del alcance de sus
aprehensiones.

142. También esto se halla escrito en la Exhortaciones, donde leemos: "Os volveréis hacia el
Señor vuestro Dios, y lo hallaréis siempre que Lo busquéis con todo vuestro corazón y con
toda vuestra alma." (Deut. IV, 29.)

143. XXVI. Habiendo ya hablado lo suficiente también acerca de éstos, pasemos a


continuación a nuestro tercer caso funda mental, en el cual, como dijimos, se da la búsqueda
pero no seguida del hallazgo. Un ejemplo es Labán. Habiendo regis trado completamente la
casa del ejercitante, "no halló", así dice Moisés, "los ídolos" (Gen. XXXI, 33), pues ella estaba
llena de cosas reales, no de sueños y vanas fantasías.

144. Análogo es el caso de los sodomitas, ciegos de inteligencia, los que, empeñados con toda
vehemencia en mancillar a los sacros e inmaculados lógos,61 no hallaron el camino que los
condujese a sus propósitos; sino, como dice la sagrada revelación, "se can saron buscando la
puerta" (Gen. XIX, 11), a pesar de que co rrieron en tomo de la casa toda y removieron todas
las piedras en su empeño por saciar su espurio e impío apetito.
61 Es decir, ángeles. Ver Sobre la confusión de las lenguas, nota 14.

145. Y no han faltado quienes anhelando convertirse de simples por teros en reyes y dar por
tierra con lo más hermoso que hay en la vida, el orden; no sólo no han visto coronadas sus
injustas esperanzas sino también se han visto obligados a soltar lo que tenían en sus manos.
La ley, en efecto, nos dice que los cofra des de Coré, que aspiraban al sacerdocio....,62
fracasaron en ambas cosas.
62 Laguna en el texto, la que conjeturalmente podría llenarse con algo como: "y no se

conformaban con el cargo de guardianes del templo".

146. Es que, así como los niños no aprenden las mismas cosas que los mayores, existiendo
instrucciones adecuadas a una y otra edad, del mismo modo existen almas infan tiles siempre
por naturaleza aun en cuerpos ya envejecidos; y, a la inversa, almas perfectísimas en cuerpos
que apenas han alcanzado la plena Juventud. Sean, pues, convictos de demencia cuantos
apetecen cosas superiores a su propia naturaleza, puesto que todo lo que sobrepasa nuestras
fuerzas es frustrado por la violencia del esfuerzo.

147. El faraón es también uno de ellos. "Al pretender ani quilar a Moisés" (Ex. II, 12), vale

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decir, a la naturaleza profética, jamás lo encontrará, no obstante que ha escuchado un grave
cargo contra aquél: que el mismo ha intentado dar por tierra con todo el dominio del cuerpo
mediante dos ataques.

148. El primero de ellos lo ha llevado a cabo contra el carácter egipcio, que oponía la valla del
placer al alma. En efecto, "des pués de golpearlo lo cubrió con arena" (Ex. II, 12), sustancia
dispersa, ya que entendía que una y otra doctrina: la de que el placer es el primero y mayor de
los bienes, y la de que los principios de todas las cosas son los átomos, pertenecen al mismo
autor. El segundo ataque ha sido contra el que desmenuza la naturaleza del bien asignando
uno al alma, otro al cuerpo y otro a las cosas exteriores. Es que el bien está por naturaleza
reservado a la parte más elevada de nuestro ser, a la inteligencia exclusivamente, y no se
adecúa a ninguna de las cosas sin vida.63
63 Filón interpreta que el primero de estos dos ataques va dirigido con tra la doctrina epicúrea,

y el segundo contra los peripatéticos.

149. XXVII. Es perfectamente comprensible que el enviado en su busca no encuentre a la


invencible virtud, amargada por los absurdos empeños de los hombres, cuyo nombre es
Tamar. Leemos, en efecto, que "Judá envió el cabrito en la mano de su pastor, el adulamita,
para que recibiese la prenda de manos de la mujer, y no la encontró. Interrogó a los hombres
del lugar: '¿Dónde está la ramera que estaba en Enán a la vera del ca mino?' Y ellos dijeron:
'Allí no había ramera alguna'. Volvió aquél hacia Judá y le dijo: 'No la hallé y los hombres del
lugar dicen que allí no hay ninguna ramera'. Entonces, Judá dijo: 'Que se quede con ello pero
que nunca seamos objeto de risa; yo le he enviado este cabrito y tú no la has hallado'." (Gen.
XXXVIII, 20-23.) ¡Oh admirable prueba! ¡Oh sagrado testimonio!

150. Una inteligencia, empeñada en comprar la más hermosa de las propiedades, la piedad, ha
entregado una prenda bajo la forma de tres garantías o símbolos: un anillo, un cordón. y un
báculo,64 vale decir, la firmeza y la fidelidad, la ilación y la correspondencia de la palabra con
respecto a la vida y de la vida con respecto a la palabra, y la recta e indoblegable educación,
en la que es provechoso apoyarse.65
64 Gen. XXXVIII, 18.
65 Ver Sobre los cambios de nombres 134 y 135 donde se trata el mismo pasaje, aunque con

marcadas diferencias, ya que allí es Dios. personificado. por Judá, quien frena a la
inteligencia, personificada por Tamar.

151. La inteligencia constata si la entrega de tal prenda ha estado bien. ¿En qué, pues, consiste
la constatación? En lanzar cierto cebo dotado de un atractivo poder: la fama, la riqueza, la
salud cor poral o cualquier otra cosa de esta especie, y conocer hacia cuál de ellas se inclina
como sobre un platillo de balanza. Porque,, si se produce una inclinación hacia alguna de estas
cosas, la prenda no es segura. Por eso envió el cabrito para recobrar la prenda de manos de la
mujer con el propósito de hacerse de ella nuevamente no en cualquier caso sino en la
eventualidad de que aquella no fuera digna de retenerla.

152. ¿Y cuándo no lo será? Cuando trocare las cosas superiores por las vulgares prefiriendo
los bienes bastardos a los genuinos. Bienes genuinos son la fidelidad, la conformidad y
correspondencia de las pa labras con los actos, las normas de recta disciplina, así como,
contrariamente, son males la infidelidad, la incongruencia, la falta de disciplina; en tanto que
los bienes espurios son todas aquellas cosas que dependen del irracional impulso.

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153. Buscó, pues, y "no la halló". Es que la excelencia moral es difícil de hallar, o imposible
del todo, en la confusión de esta vida. Y si indagare cuidadosamente si en el ámbito todo de la
excelencia moral hay un alma entregada a la prostitución, escu chará una respuesta categórica:
"Ni hay tal alma ni la hubo antes". En efecto, allí no hay ni una licenciosa, ni una cortesana, ni
una provocadora de encrucijadas, ni una que vende a vil precio la flor de su lozanía, ni una
que se asea exteriormente con baños y purificaciones pero está manchada por dentro; ni una
que, a falta de natural belleza, se pinta la cara con colores, como si fuera una pintura; ni una
que va tras esa desgracia llamada poliandria como si se tratara de un bien, ni una que apetece
la poligamia, ni una que se entrega a innumerables tratos a manos de éstas".

154. Al oír esto el que había en viado al mensajero, hombre que ha apartado de sí la envidia y
es de natural alegre, se regocija no poco y dice: "Pues mi anhelo es precisamente que mi
inteligencia sea de verdad una mujer digna y bien nacida, que se destaque por su castidad, por
su recato y por las demás virtudes, entregada a un solo esposo, aficionada al cuidado del hogar
de uno solamente y regocijada con un solo señor. Y pues ella es así, que conserve lo que ha
recibido: la disciplina, la correspondencia de la palabra con respecto a la vida, y de la vida con
respecto a la palabra, y, lo que es más importante de todo, la firmeza y la fidelidad".

155. Pero de ningún modo nos convirtamos en objeto de risa pensando que nuestros presentes
son inmerecidos; tales dones los hicimos, ciertamente, en la seguridad de que eran
apropia dísimos para el amia. Yo, por mi parte, he hecho lo que era natural que hiciera quien
deseaba obtener un testimonio y una prueba acerca de un carácter, vale decir, he echado un
cebo y enviado un mensajero. Por su parte, este carácter ha puesto en evidencia que no es, por
naturaleza, fácil de atrapar.

156. Pero lo que no veo claro es el motivo por el cual uno es difícil de atrapar y otro no. La
verdad es que he visto a mu chísimos en extremo ruines obrar exactamente igual que los muy
buenos, pero no por la misma razón, puesto que unos prac tican la sinceridad y otros la
hipocresía; y es difícil distinguir entre ambas, pues muchas veces la apariencia prevalece
sobre la realidad.66
66 Sigo en la traducción de este parágrafo el texto propuesto por Colson. El sentido es que la

prueba llevada a cabo era necesaria porque, como la experiencia muestra, no es fácil ver lo
que se oculta detrás de los actos de las personas, ya que la apariencia engaña a menudo.

157. XXVIII. El amante de la virtud busca también el macho cabrío correspondiente al


pecado, mas sin hallarlo. Es que ya, como lo manifiesta la sagrada escritura, había sido
quemado.67 Veamos qué significado oculto hay en esto. El no obrar mal es propio de Dios; el
arrepentirse es peculiar del hombre sabio. Esto último es cosa muy dificultosa y
verdaderamente difícil de hallar.
67 Lev. X, 16.

158. Dice, en efecto, el oráculo que "Moisés buscó diligentemente" en esta vida mortal la
razón del arrepentimiento por las faltas. Intentaba, en efecto, hallar un alma que, habién dose
desnudado de las malas acciones, avanzara sin vergüenza libre de faltas. Mas, con todo, no
halló ninguna pues la llama, digo la agudeza de movilidad del irracional impulso, había
invadido y devorado el alma toda.68
68 Así interpreta Filón lo de "había sido quemado el macho cabrío".

159. Es que lo menos cede ante lo más, lo más lento ante lo más rápido, lo porvenir ante lo

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presente; y el arrepentimiento es restringido, lento y tardo, en tanto que el delinquir es
múltiple, presto y constante en la vida mortal. Con razón, pues, uno 69 que se hallaba
cometiendo faltas afirmó no ser capaz "de comer de la ofrenda correspondiente al pecado". Su
conciencia, en efecto, no le permitía nu trirse con el arrepentimiento;70 razón por la cual
"Moisés", según leemos, "lo oyó y se sintió complacido" (Lev. X, 19).
69 Aarón en el texto bíblico.
70 Simbolizado, según Filón, en el macho cabrío, y quemado por el fuego del irracional

apetito, por lo cual no fue hallado por Moisés, que lo buscaba.

160. Es que muy diferentes son las condiciones de nuestra relación con Dios de las de nuestra
relación con la creación. A la creación sólo le son manifiestas las cosas visibles; a Dios
también las invisibles. Y el hombre que, sin dejar de cometer faltas, afirma estar arrepentido,
falsea la verdad y es un demente. Su caso es semejante al del enfermo que tratara de aparentar
hallarse sano. Su enfermedad se agravará, evidente mente, pues renuncia a practicar toda
medida conducente a la salud.71
71 Por eso se sintió complacido Moisés, el amante de la virtud, ante la sincera confesión del

pecador que afirma no haberse nutrido con el arre pentimiento; con lo cual el suyo resulta ser
un mal menor comparado con el estado o actitud de quien, persistiendo en sus faltas, empeora
su situación con un simulado arrepentimiento.

161. XXIX. En cierta ocasión el profeta, movido por su amor al aprender, inquiere por las
causas por las que tienen lugar los hechos más esenciales en el mundo. En efecto, al observar
todo cuanto en la creación se extingue y nace, perece y de nuevo otra vez perdura, queda
estupefacto y pasmado y grita diciendo: "¿Por qué arde la zarza72 y no se consume?" (Ex. III,
2); como que su mente estaba concentrada en la jamás transitada región donde residen las
Divinas naturalezas.
72 Zarza es en griego batos, y Filón juega con este término y abatas = inaccesible.

162. Mas, cuando ya se apresta a pugnar en una labor inaca bable y vana, acude a aliviarle la
compasiva providencia de Dios, el Salvador, de todas las creaturas, quien desde los sacros
lugares le hizo saber Su voluntad en estos términos: "No te acerques acá" (Ex. III, 4), lo que es
como decir: "Desiste de semejante indagación; la tarea implica una osadía y un afán tan altos
que está más allá de las humanas posibilidades. Ad mira, sí, las cosas que llegan a la
existencia; pero de las causas por las que alcanzan el ser y perecen no sigas preocupándote".

163. Porque "el lugar en que te hallas", dice la escritura, "es tierra sagrada". (Ex. III, 5.) ¿De
qué clase de lugar73 se trata? Pues, evidentemente trátase del estudio acerca de las causas,
asunto que Dios asignó a las naturalezas Divinas sola mente; sabedor, como era, de que
ninguno de los hombres era capaz de abocarse a la indagación de dichas causas?
73 Aquí "lugar mental o intelectual", es decir, asunto del que se ocupa el pensamiento.

164. El profeta, empero, movido por su anhelo de conocer, eleva su vista por sobre el mundo
entero e investiga acerca del Hacedor preguntando quién es este Ser difícil de ver y de
adi vinar; si es un cuerpo o es incorpóreo o algo que está por sobre ambas cosas; si se trata de
una naturaleza simple, algo así como una mónada, o de un ser compuesto; y cuál de los seres
es. Y, viendo hasta qué punto es esta verdad difícil de perseguir y de alcanzar con el
pensamiento, suplica que sea Dios mismo quien le enseñe quién es Dios, ya que no tiene
esperanza de poder saberlo de boca de otro alguno inferior a Dios.

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165. Con todo, no le fue posible averiguar nada acerca de la naturaleza del Que Es. Oye, en
efecto, lo siguiente: "Verás lo que hay detrás de Mí; pero Mi faz no te es dado ver" (Ex.
XXXIII, 23.) Cabe al sabio llegar a conocer lo que acompaña, lo que sigue, lo que viene
después de Dios, mas quien aspirara a dirigir su mirada hacia la Naturaleza soberana, quedará
ciego ante el resplandor que Ella irradia sin alcanzar a verla.

166. XXX. Habiendo dicho tanto acerca del tercero de los casos fundamentales 74 también,
pasaremos al cuarto y último de los propuestos; el del hallazgo que suele sobrevenir sin que
haya tenido lugar una búsqueda. A esta categoría pertenece todo sabio que lo sea sin haber
estudiado ni recibido instruc ción. Tal sabio, en efecto, realiza progresos sin indagar, sin
practicar y sin esfuerzos; antes bien, encuentra la sabiduría a su alcance apenas nacido, llovida
desde lo alto del cielo; y la bebe sin mezcla alguna en un festín en el que no cesa de
embriagarse con la sobria embriaguez que procede de la recta razón.
74 Es decir, el caso de aquel que buscando no halla.

167. Tal es el que las escrituras llaman Isaac, al que el alma 75 no concibe en un momento
dado para darlo a luz en otro; por lo que se nos dice: "Concibió y dio a luz" (Gen. XXI, 2), tal
como si ello ocurriera fuera del tiempo.76 Es que no es un hombre el aquí engendrado sino un
purísimo pensamiento, hermoso por naturaleza y no por obra de la ejercitación. Y por ese
motivo se nos dice que la que lo engendra "había abando nado ya las menstruaciones" (Gen.
XVIII, 11), vale decir, las costumbres y las formas de discurrir propia de los hombres.
75 En el relato bíblico Sara.
76 Vale decir, sin que medie un transcurso de tiempo o un desarrollo progresivo.

168. En efecto, la estirpe de los sabios sin aprendizaje previo es rara, superior al humano
discernimiento y verdaderamente Divina, y reconoce por origen no los humanos designios
sino un éxtasis inspirado por Dios. ¿Ignoras, por ventura, que las hebreas no necesitan
parteras para sus partos, sino, como dice Moisés, "engendran antes que lleguen las parteras"
(Ex. I, 19), quiero decir, antes que lleguen los métodos, las artes y las cien cias, sin otro
colaborador que la naturaleza? Admirables y en extremo apropiadas son las pautas que ofrece
para caracterizar al hombre que ha alcanzado el saber sin ajena ayuda: una, la prontitud del
hallazgo, otra, el hecho de que "Dios lo puso en sus manos". (Gen. XXVII, 20.)

169. Es que, mientras el que es enseñado por otro ha menester de mucho tiempo, el sabio por
obra de la naturaleza es rápido y, podríamos decir, intem poral; aquél tiene por guía a un
hombre; éste, a Dios. La primera pauta la registró Moisés en la pregunta: "¿Qué es esto que
has hallado rápidamente,77 hijo?"; la segunda es la res puesta, diciendo: "Lo que Dios
Soberano puso en mis manos". (Gen. XXVII, 20.)
77 O sea, que has descubierto tú mismo, automáticamente, sin dificultad y sin que medie ayuda

ni enseñanza de parte de otro.

170. XXXI. Pero hay además una tercera señal del que apren de sin ajena colaboración, y esta
señal se halla en aquello que se eleva por sí solo. Así, se lee en las Exhortaciones: "No
sem braréis ni cosecharéis lo que de ella se eleva por sí solo". (Lev. XXV, 11.) Es que las
plantas que brotan por obra de la naturaleza no han menester de ningún cuidado especializado,
pues Dios las siembra y con arte de agricultor hace que alcancen su completo desarrollo,
aparentemente por sí mismas, aunque, en realidad, no crecen por propio poder, si se exceptúa
la circunstancia de no tener necesidad alguna en absoluto de cuidado de parte del hombre.

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171. No se trata aquí de una simple exhortación sino de la manifestación de una predicción.78
En efecto, si se tratara de una exhortación hubiera dicho: "No sembréis, no cosechéis"; pero es
una manifestación de una predicción y dice: "No sembraréis ni cosecharéis lo que se eleva por
sí solo". Y en efecto, cuando nos encontramos ante estas plantas que se desarrollan por sí
solas por natural condición, advertimos que ni sus comienzos ni sus fines dependen de
nosotros.
78 O es enunciado de lo que se piensa sobre lo que cabe normalmente esperar que ocurra, sin

que la manifestación lleve implícita una orden. Ver Sobre la ebriedad 138.

172. Ahora bien, la siembra es el comienzo de algo, y la co secha es su fin; por lo que la
expresión se entiende mejor de esta manera: Todo principio y todo fin tienen lugar por sí
mis mos, vale decir, son obra de la naturaleza, no obra nuestra. Por ejemplo, ¿cuál es el
comienzo del aprender? Pues, sin duda, la naturaleza que yace en el discípulo, con la buena
dis posición que ella posee para la aprehensión de los particulares asuntos de estudio. ¿Y cuál,
a su vez, el origen de la plenitud del aprender? También, si hemos de hablar con franqueza, la
naturaleza. Porque, el que enseña es capaz de hacemos avanzar en sucesivos progresos; pero,
la suma perfección sólo Dios, la más excelsa de las naturalezas, es capaz de producirla.

173. El que se nutre de estas doctrinas posee una paz perpe tua, y se ve libre de interminables
trabajos. Ahora bien, la paz y el número siete son cosas idénticas según el legislador, como
que en el séptimo día la creación abandona su aparente actividad y descansa.

174. Por eso es acertada la alegoría conteni da en las palabras: "Y los sábados 79 de la tierra
serán alimentos para vosotros" (Lev. XXV, 6); por cuanto, sólo el descanso en Dios es
nutritivo y sabroso alimento; pues nos procura el sumo bien que es la paz ajena a todo
conflicto. Porque, la paz que media entre los estados resulta mezclada con la contienda civil;
en tanto que la paz del alma está al margen de toda discordia.
79 Es decir, los séptimos días, de donde saca Filón la vinculación del sábado con el número

siete. Ver Sobre la inmutabilidad de Dios, 49 ss.

175. Pero, a mi parecer, el más claro ejemplo del hallazgo sin búsqueda, es el que presenta el
legislador en estos términos: "Cuando el Señor tu Dios te introduzca en la tierra que juró a tus
padres darte; grandes y hermosas ciudades, que tú no has edificado; casas llenas de todos los
bienes, que tú no has llenado, cisternas cavadas, que tú no has cavado; viñedos y olivares, que
tú no has plantado...". (Deut. VI, 10 y 11.)

176. ¿Ves la inagotable abundancia de los bienes derramados, grandes y listos para su
adquisición y disfrute? Comparadas con ciudades son las virtudes genéricas pues ellas abarcan
el ámbito de mayor amplitud; compáranse con casas las virtudes especí ficas, por cuanto éstas
se ciñen a un campo menor; con cisternas se comparan las almas bien dotadas, pues están bien
capacitadas para la adquisición de la sabiduría, como aquellas para recibir agua; a viñedos y
olivares asimílanse los progresos, los creci mientos y las producciones de frutos; y el fruto de
la ciencia es la vida contemplativa, que nos procura, al igual que el vino, un gozo sin mezcla;
y la luz de la inteligencia, semejante a la de una llama alimentada por el aceite.

177. XXXII. Habiendo también 80 dicho esto acerca del ha llazgo, pasaremos a continuación a
ocupamos del punto que sigue en nuestro plan de argumentación. "La halló el ángel del Señor
sobre la fuente de agua" (Gen. XVI, 7), prosigue el relato. "Fuente" es un término que se
emplea con muchos sentidos. Aplícase en primer lugar a nuestra inteligencia; en segundo

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lugar, a la capacidad de razonar y a la educación; en tercer lugar, a la ruin disposición; en
cuarto, a la disposición noble, opuesta a la anterior; en quinto, al mismo Creador y Padre de
todas las cosas.
80 Es decir, además de lo dicho sobre la huida.

178. Las pruebas de estos sentidos las señalan los oráculos de la escritura. Hemos, pues, de
exa minar cuáles son. En el comienzo de la legislación, inmediata mente después del relato de
la creación del mundo, aparece una en el siguiente cántico: "Una fuente surgía desde la tierra y
regaba toda la faz de la tierra". (Gen. II, 6.)

179. Los pro fanos en materia de interpretación alegórica y en la naturaleza que se complace
en ocultarse identifican dicha fuente con el río de Egipto, el que, al desbordarse, todos los
años convierte a la llanura en un pantano y parece, se diría, mostrar un poder rival del poder
del cielo.

180. Fúndanse en que lo que el cielo es para las otras regiones en el invierno, eso mismo es
para Egipto el Nilo en pleno verano. Aquél envía desde lo alto la lluvia sobre la tierra, éste
lloviendo desde abajo hacia arriba, cosa en extremo paradójica, riega las tierras laborables; en
lo cual se apoya Moisés para describirnos al carácter egipcio como ateo, por cuanto éste
prefiere la tierra al cielo, lo terrestre a lo celestial y el cuerpo al alma.

181. Pero, acerca de este asunto habrá oportunidad de hablar más adelante cuando las
circunstancias lo aconsejen. Ahora, hemos de procurar no extendernos y, por ello, hemos de
aplicarnos a la interpretación alegórica del pasaje, y diremos que las palabras: "Una fuente
brotaba y regaba toda la faz de la tierra" equivalen a lo siguiente.

182. La parte rectora de nuestro ser es semejante a una fuente de la que, como lluvia, brotan
muchos poderes cual si atravesaran las venas de la tierra; poderes que aquélla envía hasta los
sentidos, los ojos, los oídos, las fosas nasales, etcétera. Éstos, en todo animal, se hallan en la
cabeza y en la cara. Así, como de una fuente, la porción rectora del alma riega la porción
rectora del cuerpo, que es la cara, extendiendo hacia los ojos el soplo 81 de la visión, hacia los
oídos el de la audición, hacia las fosas nasales el de la olfación, hacia la boca el del gusto y
hacia la piel toda el del tacto.
81 O espíritu o corriente.

183. XXXIII. Existen también variadas fuentes de educación, junto a las cuales germinan
como troncos de palmeras rectas formas de discernimiento, nutritivas en grado sumo. Leemos,
en efecto, que "marcharon hacia Elim, y en Elim había doce fuentes de agua y setenta troncos
de palmeras. Y allí acam paron junto al agua". (Ex. XV, 27.) "Elim" significa "umbrales", y
simboliza el acceso a la virtud. Así, en efecto, como los um brales son los comienzos de una
casa, los estudios preliminares sobre la cultura general82 lo son de la virtud.
82 Ver Interpretación alegórica III, 85.

184. Además, el doce es un número perfecto, como lo atestigua en el firmamento el círculo del
zodíaco, el que se presenta con ese número de luminosos astros. Testigo es también el circuito
solar, pues el sol completa su círculo en doce meses, e iguales en número a los meses del año
son las horas del día y de la noche por las que se guían los hombres.

185. No pocos son los pasajes, por otra parte, en los que Moisés celebra a este número, pues

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con signa que doce eran las tribus de la nación, legisla que doce deben ser los panes de la
exposición, y manda que sean doce las piedras con inscripciones que se engarcen sobre el
pectoral en la sagrada vestidura larga hasta los pies.83
83 Ex. XXVIII, 17 y ss.

186. Pero, asimismo, celebra al siete multiplicado por diez, al decir en este pasaje que son
setenta las palmeras que hay junto a las fuentes; y en otro, que sólo son setenta los ancianos a
los que se asignó el Divino espíritu profético;84 y nuevamente, que son setenta los becerros
ofrecidos como víctimas en la fiesta de los tabernáculos, distribuidos en divisiones
regularmente orde nadas, ya que no son sacrificados todos juntos sino en siete días
comenzando por trece toros.85 De esta manera, en efecto, disminuyendo de a uno cada día
hasta el séptimo, habría de completarse el número total de setenta.86
84 Núm. XI, 16.
85 Núrn. XXIX, 13 y ss.
86 Vale decir: 13 + 12 + 11 + 10 + 9 + 8 + 7 = 70.

187. Una vez que hubieron llegado a los vestíbulos de la vir tud, vale decir, a los estudios
preliminares, y habiendo contem plado fuentes y palmeras brotando junto a ellas, acamparon,
se nos dice, no junto a las plantas sino junto a las aguas. ¿Por qué? Pues, porque con una
palma y cintas se adornan aquellos que poseen los premios de la completa virtud; mas,
aquellos que aún se hallan abocados a los estudios preliminares, sedien tos de aprender como
están, tienen su sede junto a los conocimientos que pueden regar sus almas y darles de beber.

188. XXXIV. Tales son las fuentes de la educación intermedia. Consideremos la de la


insensatez; fuente de la que el legislador ha dicho lo siguiente: "Si alguien se hubiere acostado
con una mujer durante su separación 87 y hubiere puesto al descubierto la fuente de ella, y ella
hubiere puesto al descubierto el flujo de su sangre, sean ambos entregados a la muerte". (Lev.
XX, 18.) Llama mujer a la percepción sensible y supone esposo de ella a la inteligencia.
87 Es decir, durante su menstruación.

189. La percepción sensible está en el período de separación, vale decir, situada a enorme
distancia, cuando, habiendo abandonado a la inteligencia, su esposo legí timo, se ha
establecido en los seductores y corrompedores objetos sensibles y se aterra apasionadamente a
ellos. Consecuen cia: que, si en esos períodos la inteligencia, que debería per manecer
despierta, va a dormir, "ha puesto al descubierto la fuente" de la percepción sensible, vale
decir, se ha puesto al descubierto a sí misma, puesto que ella es, como he dicho ya, la fuente
de la percepción sensible. En otras palabras: se ha puesto a sí misma sin abrigo, sin defensa y
expuesta a las acechanzas.

190. Pero, también aquella 'Tía puesto al descubierto el flujo de su sangre". Cada sentido, en
efecto, en su fluir hacia los objetos exteriores, es cubierto y cobijado mientras acata el control
de la razón; pero es abandonado solo cuando ha enviudado de ese recto guía. Es que, así como
no hay mal mayor para una ciudad que el carecer de murallas, no hay mal mayor para el alma
que carecer de protección.

191. Ahora bien, ¿cuándo se halla sin protección? ¿No es, acaso, cuando son dejados al
descubierto la vista, derramada hacia los objetos visibles; el oído, fluyente hacia toda clase de
sonidos; y también el olfato y los otros poderes de este tipo, prestísimos todos ellos para
experimentar cuanto los merodeadores quisieren procurarles; y cuando otro tanto ocurre con la

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facultad de hablar, que divulga sin ton ni son infinidad de cosas vedadas, aprovechando que
nada obstaculiza tal torrente? Por cierto que en su incontrolado fluir ha hecho ella zozobrar
gran des proyectos de vida que navegaban, podríamos decir, sin tro piezos sobre la mar en
calma.

192. No otro es el grande diluvio en el que "fueron abiertas las cataratas del cielo", es decir,
de la inteligencia; y "fueron descubiertas las fuentes del abismo" 88 (Gen. VII, 11), vale decir,
de la percepción sensible. En efecto, sólo de esta manera el alma queda anegada; cuando
desde lo alto, como desde el cielo, o sea, la inteligencia, estallan sobre ella las iniquidades; y
desde abajo, como desde la tierra, vale decir, la percepción sensible, manan como lluvia las
pasiones.
88 Ver Sobre la confusión de las lenguas 23.

193. Tal es la causa por la que Moisés prohíbe "descubrir lo vergonzoso de su padre y de su
madre" (Lev. XVIII, 7), conociendo claramente cuan gran mal es el no contener y no
disimular las faltas de la inteligencia y de la percepción sensible y hacerlas, en cambio,
públicas cual si fuesen acciones rectas.

194. XXXV. Tales son las fuentes de las faltas; pero, inves tiguemos la de la sensatez. Hacia
ella desciende la perseve rancia, es decir, Rebeca, y, una vez que ha llenado el recipiente todo
del alma, sube. El legislador es perfectamente consecuente al hablar del descenso y del
ascenso, puesto que el alma que se decide a descender de la engreída impostura, es exaltada
hasta la cima de la virtud.89
89 Ver Sobre la posteridad de Caín 136.

195. Y así, dice: "Habiendo des cendido hasta la fuente, llenó el recipiente y subió". (Gen.
XXIV, 16). Esta fuente es la Divina sabiduría, de la cual beben las ramas particulares del
saber y todas aquellas almas amantes de la contemplación que están poseídas por el amor
hacia lo más excelso.

196. La sagrada revelación aplica a esta fuente los nombres más apropiados al denominarla
"juicio" y "santa". Dice, en efecto: "Retornaron y marcharon hacia la Fuente del Juicio. Ésta es
Cadesh" (Gen. XIV, 7); y "Cadesh" significa santa. Es poco menos que un grito que proclama
que la sabiduría de Dios es, por una parte, "santa", no habiendo en ella nada terrestre; y por
otra, "juicio" de todas las cosas, por el que todos los opuestos están separados entre sí.90
90 Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 133 y 134, y 207 y 208.

197. XXXVI. Pero tiempo es ya de que hablemos acerca de la más excelsa y excelente de las
fuentes, la que el Padre de todas las cosas prescribió por boca de los profetas. Dijo, en efecto,
en cierto lugar: "Me han dejado a Mí, que soy fuente de vida; y han cavado para sí cisternas
agrietadas, que no podrán conservar agua". (Jerem. II, 13.)

198. Dios, por consiguiente, es la fuente suprema; y por cier to que es lo que cabe pensar,
puesto que todo este mundo ha brotado de El. Pero colma mi admiración oír que esta fuente es
"fuente de vida". Sólo Dios, en efecto, es el origen del alma y de la vida, en especial del alma
racional y de la vida unida a la sabiduría. Porque la materia es algo muerto, en tanto que Dios
es algo más que la vida, es la fuente inagotable de vida, como El mismo lo ha dicho.

199. Sin embargo, los impíos huyen de Él persistiendo en no gustar el agua de la inmortalidad,

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y "cavan" en su demencia "para sí mismos", y no para Dios, prefiriendo las propias obras a las
celestiales y los resul tados de la diligencia a lo que se les brinda espontáneamente y
preparado.

200. A esta primera locura añaden otra. Lo que cavan no son fuentes, vale. decir,
conocimientos profundos de los que surgen potables discernimientos, como los sabios
Abraham e Isaac; sino "cisternas", las que carecen de por sí de toda cosa excelente y
nutridora, y necesitan una corriente prove niente de fuera, la que puede provenir de la
enseñanza de los maestros, que derraman incesantemente en los oídos de los dis cípulos un
fluir ininterrumpido de doctrinas y exclusiones cien tíficas, a fin de que éstos capten con la
inteligencia y atesoren con la memoria aquello que se les imparte.

201. Pero, en este caso se trata de "cisternas agrietadas", vale decir, de todos los receptáculos
del alma sin educación, deteriorados y horada dos, incapaces de retener y guardar la corriente
de las cosas beneficiosas.

202. XXXVII. Acerca de las fuentes hemos dicho, pues, cuanto venía al caso. Agreguemos
que profunda es la intención de los oráculos al presentamos a Agar descubriendo la fuente,
mas no bebiendo de ella. Es que el alma que se halla en la etapa de los progresos aún, no es
capaz de aprovechar la bebida sin mezcla que es la sabiduría, si bien nada impide que sus días
transcurran junto a ella.

203. Ahora bien, el camino de la educación es un camino real, segurísimo y defendido al


máximo. De ahí que se nos diga que ella fue hallada "en el camino hacia Sur" (Gen. XIV, 7);
término que significa "muro" o "recta dirección". Hablando, pues, el admonitor al alma le
dice: "¿De dónde vienes y hacia dónde marchas?". (Gen. XIV, 8.) No es la duda o el deseo de
averiguar lo que lo mueve a dirigirle estas palabras, sino, más bien, lo hace con intención de
reprochar y despertar la vergüenza en ella. No cabe, en efecto, pensar que un ángel ignore
cosa alguna relativa a nosotros,

204. La prueba está a la vista: aun las cosas del vientre, no obstante ser invisibles para las
creaturas, las conoce claramente, como lo demuestran sus palabras: "Mira, llevas en tu vientre
un hijo, y darás a luz, y le pondrás por nombre Ismael" (Gen. XVI, 11); porque escapa a las
posibilidades del hombre el saber si el embrión es masculino, ni el conocer la norma a que
ajustará su existencia el que aún no ha sido engendrado; que será agreste, no urbana y culta.

205. No, las palabras "¿De dónde vienes?" encierran un reproche para el alma que ha huido de
la superior madurez de juicio, su señora, a cuyo servicio, no de nombre sino con obras
concretas, grande gloria iba camino de alcanzar. En cuanto a las palabras "¿Hacia dónde
marchas?", ellas significan: "Corres tras las cosas inciertas y dejas detrás las probadas".

206. Bien está que elogiemos al alma por el gozo con que recibe el reproche. Señales de su
alegría son el hecho de no acusar a su ama y atribuirse a sí misma la culpa de la huida, así
como el no responder a la segunda pregunta: "¿Hacia dónde marchas?"; como que esto era
incierto, y acerca de las cosas inciertas lo seguro y necesario es abstenerse de opinar.

207. XXXVIII. Habiendo, pues, aceptado la obediencia de ella, el admonitor le dice: "Retorna
hacia tu señora"; pues provechoso es para la que aprende, la autoridad de la que enseña, y para
la que es imperfecta la servidumbre bajo la sensatez. Y, cuando hayas retomado, "humíllate

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bajo sus manos" (Gen. XVI, 9) con una noble humillación que lleve consigo la destrucción de
la irracional presunción.

208. De ese modo, en efecto, darás a luz en un parto sin los dolores del parto un vástago
varón, llamado Ismael, pues has sido corregida por escuchar las palabras Divinas. "Ismael", en
efecto, significa "audición de las palabras de Dios". La audición ocupa el segundo lugar,
correspondiendo el primero a la visión, y la visión es la porción que ha correspondido a Israel,
el hijo legítimo y primogénito. "Israel", efectivamente, traducido sig nifica "que ve a Dios".
Puede ocurrir que oigamos lo falso y lo tomemos por verdadero, pues la audición es engañosa;
en cambio, la visión, por medio de la cual discernimos lo que real mente es, está libre de
falsedad.

209. El admonitor describe al carácter engendrado diciendo que será agreste,91 algo así como
un ingenio rústico, no considerado aún digno de la refinada y verdaderamente urbana porción,
que no es otra que la virtud, la cual constituye la vía natural hacia la mansedumbre de
carácter; y afirmando que "sus manos estarán contra todos y las manos de todos estarán contra
él". (Gen. XVI, 12.) Tal es, en efecto, la aspiración del sofista;92 que fingiéndose reflexionador
hasta el exceso se complace en las controversias dialécticas.
91 O rudo o propio de hombre de campo, de donde el contraste con "la urbana porción".
92 Simbolizado por Ismael, según expone Filón en varios pasajes. Ver Sobre los querubines 8,

y Sobre la ebriedad 8.

210. Además, este carácter ataca a todos los caracteres forjados en las ciencias, enfrentándolos
a cada uno en particular y a todos en común; y, a su vez, es atacado por todos, pues, como es
de suponer, éstos se defienden con el mismo empeño que quien defiende a sus propios
vástagos, vale decir, a las doctrinas que su alma ha engendrado.

211. Mas, también describe una tercera característica cuando dice: "Habitará cara a cara frente
a sus her manos" (Gen. VXI, 11), palabras en las que prácticamente nos brinda una clara
representación de la lucha cara a cara y el perpetuo antagonismo.
El alma, pues, que lleva en su vientre al discernimiento so fístico dice al admonitor que le
habla: "Tú eres un dios, que me contempla" (Gen. XVI, 13); lo que equivale a decir: Tú eres
el autor de mis deseos y mis vástagos. Y no le falta razón al decirlo.

212. Porque de las almas libres y bien nacidas es creador Aquel que es libre y libertador; en
tanto que de las esclavas lo son seres esclavos; y los ángeles, son servidores de Dios,
considerados como dioses por aquellos cuya vida transcu rre todavía en trabajos y
servidumbre.

213. "Por eso", dice, "ella llamó a la fuente 'Fuente donde Lo vi frente a mí'." (Gen. XVI, 14.)
¿Y cómo podrías no ver, como reflejado en el espejo de tu instrucción, al Autor del saber, oh
alma, que, mientras vas progresando, ahondas tu conoci miento de las enseñanzas acerca de la
cultura general? Apro piadísima es, además, la ubicación de tal fuente "en medio de Cadesh y
Barad"; como que "Barad" significa "en males", y "Cadesh", "santa"; y en verdad, el que se
halla en la etapa de los progresos, huyendo de las cosas ruines, pero sin ser aún capaz de
convivir con los bienes perfecto, encuéntrase ubicado en el ámbito que separa lo santo de lo
profano.

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SOBRE AQUELLOS CUYOS NOMBRES SON CAMBIADOS Y SOBRE LOS MOTIVOS
DE LOS CAMBIOS

(DE MUTATIONE NOMINUM)

1. I. "Abraham llegó a la edad de noventa y nueve años, y se mostró el Señor a Abraham y le


dijo: 'Yo soy tu Dios'." (Gen. XVII, 1.) El número suma de nueve más noventa es vecino del
cien, número iluminado por la naturaleza que se instruye por sí misma, es decir, Isaac, la
mejor de las gratas experiencias,1 o sea, la alegría. Isaac, en efecto, le nace a Abraham cuando
éste tiene cien años.
1 Ver Sobre las habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 120, Sobre la migración de

Abraham 157, Sobre la unión con los estudios preliminares 36, v los parágrafos 131 y 188 del
presente tratado.

2. Cien también suman las pri micias dadas a los sacerdotes de la tribu de los levitas, puesto
que, cuando los levitas reciben las décimas, de ellas, como si se tratase de sus propios frutos,
apartan otras décimas, las que contienen el cien.2 El diez, en efecto, es símbolo del progreso;
en tanto que el cien lo es de la perfección; y, por otra parte, quien se halla en etapas
intermedias tiende siempre hacia lo más alto, empleando las buenas cualidades de que la
naturaleza le ha dotado; y es un hombre en esas condiciones el que Moisés dice que vio al
Señor de todas las cosas.
2 Núm. XVIII, 26.

3. Mas, no pienses que la presencia del Señor fue ante los ojos del cuerpo. Éstos, en efecto,
sólo ven las cosas sensibles, cosas compuestas, contaminadas de corrupción; mientras que lo
Divino es puro e incorruptible. No, la Divina imagen fue captada por el ojo del alma.

4. Por otra parte, los ojos del cuerpo todo cuanto contemplan lo aprehenden mediante la
cooperación de la luz, la que es algo distinto de lo visto, y del que ve; en tanto que el alma lo
que contempla lo ve ella por sí sola y sin ajena colaboración; porque los pensamientos son
ellos mismos una luz para sí.

5. Y otro tanto ocurre con el apren dizaje de las ciencias. En efecto, la inteligencia, aplicando
su nunca cerrado ni dormido ojo a las doctrinas y conclusiones, las ve, no con la luz espuria
sino con la legítima, que ella emite de sí misma.

6. Cuando, pues, oyeres que Dios ha sido visto por un hombre, ten presente que ello ocurre sin
intervención de la luz sensible. Es evidente que sólo por la inteligencia puede ser aprehendido
lo intelectualmente aprehensible. Y Dios es la fuente de la más pura luminosidad; de modo
que, cada vez que se manifiesta a un alma, lanza Sus rayos clarísimos y sin mezcla de sombra.

7. II. Pero, con todo, no supongas que el Que Es, que de verdad existe, es aprehensible por
hombre alguno. Porque nin gún órgano tenemos en nosotros mismos mediante el cual
po damos representárnoslo; pues no lo es ni por la sensibilidad, por no ser de naturaleza
sensible; ni por la inteligencia. Así, Moisés, el contemplador de la naturaleza invisible (los
sagrados oráculos nos dicen, en efecto, que penetró en la oscuridad,3 con la que figuradamente
representan la naturaleza invisible e incorpórea), investigaba todas las cosas a través de todo
buscando ver claramente a Aquel que anhelamos ardientemente y que constituye el único bien.

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3 Ex. XX, 21. Ver Sobre la posteridad de Caín 14 y ss.

8. Y al no encontrar nada, ni siquiera una representación semejante al Objeto de sus


espe ranzas, sin confianza alguna en la enseñanza procedente de otros, se refugia en el Mismo
a quien busca y suplica diciendo: "Revélate a mí Tú mismo para que Te vea y Te conozca".
(Ex. XXXIII, 13.) Y, con todo, no alcanza su propósito. Es que el límite del saber que ha sido
considerado apropiado para con cederse a la mejor de las razas mortales es el conocimiento de
la", cosas materiales e inmateriales que vienen después del Que Es.

9. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Verás aquello que está detrás de Mí; Mi faz no será vista
por tí". (Ex. XXXIII, 23.) En otras palabras: todas las cosas materiales e inmateria les que
vienen después del Que Es, aun cuando no todo hu biere sido aprehendido aún, están al
alcance de nuestra aprehensión; pero el único que por naturaleza no es visible es El.

10. ¿Y qué tiene de admirable el hecho de que el Que Es no pueda ser aprehendiendo por el
hombre, si ni siquiera la inteligencia que hay en cada uno de nosotros nos es conocible?
¿Quién, en efecto, conoce la naturaleza del alma, cuyo misterio ha suscitado infinitas
controversias entre los sofistas, los que presentan opiniones divergentes o aun total y
genéricamente opuestas.

11. De esto sigúese que ni siquiera un nombre es posible asignarle apropiadamente al Que
realmente Es. ¿No ves, acaso, que, cuando el profeta desea conocer qué habrá de responder a
los que le preguntaren acerca de Su nombre, Él dice: "Yo soy el Que Es" (Éx. III, 14), lo que
es como decir: "Mi naturaleza es el ser, no el ser expresado"?

12. Sin embargo, para que la raza humana no carezca totalmente de una denominación del Ser
más excelente, Éste per mite que los hombres empleen, como si fuera Su propio nom bre, el
título de Señor Dios de los tres órdenes naturales: la enseñanza, la perfección y la ejercitación,
de los cuales nos son descriptos como símbolos Abraham, Isaac y Jacob respectiva mente.4
Así, Él dice: "Éste es a través del tiempo Mi nombre"; como circunscrito al tiempo de la
existencia humana y no al tiempo anterior a ésta; "y Mi memorial", es decir, establecido no
más allá de la memoria y el conocimiento; y una vez más: "para las generaciones" (Ex. III,
15), no para naturalezas no engendradas.
4 En numerosos pasajes Filón reproduce la idea aristotélica de la triple forma de la educación:

por enseñanza, por naturaleza y por ejercitación; y entiende que la personificación alegórica
de dichas vías de acceso al saber y a la virtud son respectivamente Abraham, Isaac y Jacob. En
el caso presente se refiere, evidentemente, a este esquema, pero resulta extraño que señale a
Isaac como símbolo no del saber adquirido espontáneamente, sin maestros ni ejercicios, sino
de la perfección. Tal vez se trate de una corrupción del texto.

13. Es que aquellos que han llegad» a perte necer a la mortal generación necesitan de un
sustituto del Di vino nombre, a fin de que, si no de hecho, al menos mediante un nombre
excelso puedan aproximarse y relacionarse con Él. Confírmalo un oráculo puesto en boca del
Soberano de todas las cosas en el que declara que Su propio nombre no ha sido revelado a
nadie. "He sido visto", dice, "por Abraham, Isaac y Jacob Yo, que soy su Dios; y no les he
revelado a ellos Mi nombre de Señor". (Ex. VI, 3.) En efecto, si se restituyera el orden natural
de los términos, la expresión resultaría así: "Y no les he revelado a ellos Mi propio nombre";5
sino el nombre sustituto, por las razones mencionadas.
5 El texto bíblico dice tó ónoma mou kyrion = mi nombre (de) Señor, pero Filón entiende, al

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parecer, que la lectura debería ser ónoma mou tó kyrion = mi nombre, el propio o mi propio
nombre. Kyrios significa señor y propio, según los casos.

14. A tal punto es imposible nombrar al Que Es, que ni siquiera las potencias 6 que están a Su
servicio nos dicen su propio nombre. Así por ejemplo, después de la lucha que el ejercitante
ha librado por la adquisición de la virtud, dice a su invisible supervisor: "Hazme saber tu
nombre"; y éste le dijo: "¿Por qué preguntas este mi nombre?" (Gen. XXXII, 29); y no le
revela su personal y propio nombre. 'Bastante tienes con aprovechar mis bendi ciones', dice, 'y
en cuanto a esos signos propios de las criatu ras que son los nombres, no intentes hallarlos
entre las naturalezas imperecederas'.
6 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss.

15. III. Y no te cause extrañeza el hecho de que el más augusto de los seres sea innombrable,
puesto que tampoco Su lógos es nombrable por nosotros me diante un nombre que le sea
propio. Y, por cierto que, si no es nombrable, tampoco es definible ni aprehensible.
De modo que las palabras: "Se mostró el Señor a Abraham" (Gen. XVII, 1) deben entenderse,
no en el sentido de que la Causa universal extendió su luz sobre él y se le apare ció; puesto
que, ¿qué humana inteligencia es capaz de contener la inmensidad de tal visión?; sino como
que se le apareció una de las potencias que la acompañan, la potencia soberana; pues el título
de "señor" es propio de la soberanía y la realeza.

16. En aquella época en que nuestra inteligencia estaba en tregada a las abstrusas
especulaciones de los caldeos, atribuía al mundo poderes activos considerándolos causas.
Mas, una vez que hubo emigrado de la doctrina caldaica comprendió que las riendas y el
timón de aquél son controlados por un Sobe rano, cuya soberanía percibió a través de una
visión.

17. He ahí el sentido de "se mostró", no el Que Es, sino el "Señor". Es como si dijéramos: "El
rey se ha mostrado; el rey, que, siendo tal desde el principio, aún no era reconocido por el
alma; la que, aunque lenta en instruirse, no ha permanecido por siempre en su ignorancia, sino
ha recibido la visión de la Soberanía que rige todo cuanto existe".

18. Pero, en su aparición el Soberano brinda un beneficio aún mayor al que Lo escucha y
contempla diciéndole: "Yo soy tu Dios". (Gen. XVII, 1.) En efecto, yo podría decir: ¿Acaso no
eres Dios de todos los seres que han llegado a la existencia?; pero Su reveladora palabra me
mostrará que no se refiere aquí al mundo, del cual indudablemente es Creador y Dios, sino a
las almas humanas, a las que no ha considerado dignas de la misma providencia.

19. Es Su designio, en efecto, que se Le llame Soberano y Señor de los ruines; Dios, de los
que pro gresan y mejoran; y Señor y Dios a la vez, de los mejores y más perfectos. Así, por
ejemplo, cuando hubo presentado al faraón como el mayor caso de impiedad, jamás se llamó a
Sí mismo Dios de él sino dio este título al sabio Moisés; como que dijo a éste: "He aquí que te
doy como dios al faraón". (Ex. VII, I.) En cambio, se dio el nombre de Señor en muchos
pasajes de los oráculos revelados por Él mismo.

20. En efecto, proclámanse cosas como éstas: "He aquí lo que dice el Señor" (Ex. VII, 17); y
al principio:7 "Habló el Señor a Moisés diciendo: 'Yo soy el Señor, dile al faraón, rey de
Egipto, cuanto Yo te" digo'." (Ex. VI, 29. 21. Y Moisés dice al faraón: "Cuando salga de la
ciudad extenderé mis manos hacia el Señor y cesarán las voces, y no habrá granizo ni lluvia,

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para que conozcas que pertenecen al Señor tanto la tierra" ("tierra" aquí significa todo el
compuesto corpóreo y terrestre) "como tú" (es decir la in teligencia que dicho compuesto
escolta) "y tus servidores" (vale decir, los pensamientos particulares, que la acompañan),
"pues sé que aún no teméis al Señor" (Ex. IX, 29), o lo que es lo mismo, 'al que es Señor no
meramente de nombre sino de hecho'.
7 Al principio de las instrucciones que Yahvé le imparte sobre los parla mentos que habrá de

tener con el faraón.

22. Porque ninguna creatura es señor de verdad, aunque de un extremo al otro del orbe se
extienda la soberanía de que estuviere investido. Sólo el Increado es Soberano en rigor de
verdad, y aquel que teme y se anonada ante Su soberanía recoge el más provechoso de los
premios, Sus admoniciones; en tanto que el que la tiene en menos es arrastrado sin excepción
a una lamentable muerte.

23. Así, pues, Él nos es presentado como el Señor de los in sensatos, como que extiende sobre
ellos el terror propio del poder soberano; pero de los que se perfeccionan es registrado como
Dios; por ejemplo en este pasaje: "Yo soy tu Dios" o "Yo soy tu Dios; crece y multiplícate"
(Gen. XXXV, 11); y de los perfectos, como ambas cosas: Señor y a la vez Dios, según se lee
en el Decálogo: "Yo soy el Señor tu Dios" (Ex. XX, 2); y en otro pasaje: "El Señor Dios de
vuestros padres". (Deut. IV, 1.)

24. Es que Él ha determinado que el hombre ruin se incline ante Su autoridad como ante un
señor, a fin de que humillado y gemebundo lleve sobre sí pendiente el temor ha cia el
Soberano; que el que progresa sea beneficiado por Él como Dios, para que con estos
beneficios alcance la perfección; y que el que ya es perfecto sea a la vez gobernado por Él en
cuanto Señor y beneficiado por Él en cuanto Dios. Por lo pri mero permanece libre de toda
alteración; por lo segundo es totalmente hombre de Dios.

25. Esto se pone de manifiesto sobre todo en el caso de Moisés. "Esta", leemos, en efecto, "es
la bendición que impartió Moisés, el hombre de Dios". (Deut. XXXIII, 1.) ¡Oh excelso y
sagrado trueque, del que ha sido considerado merecedor: darse a sí mismo a Dios a cambio de
la Divina providencia!

26. Mas, no pienses que es la misma la manera en que el hombre es de Dios, y Dios es del
hombre. El hombre es de Dios como una propiedad; Dios, en cambio, es del hombre en
cuanto que constituye la gloria y la protección de éste. Si tú quienes tener a Dios como
porción correspondiente a tu inteligencia, primero conviértete tú en porción digna de Él. Y
llegarás a serlo siempre que huyas de todas las faltas voluntarias que forjas tú mismo.

27. IV. Pero preciso es no pasar por alto tampoco lo siguiente: las palabras "Yo soy tu Dios"
están usadas como una licencia de expresión; no con el sentido que les es propio. El Que Es,
en efecto, existe con existencia absoluta, no con relación a algo. Él está lleno de Sí mismo y
Se basta a Sí mismo; y esta con dición Le es propia desde antes de la creación del mundo y
después de la creación del universo.

28. Es que Él no puede cambiar ni variar y no tiene necesidad de cosa alguna en absoluto, de
modo que todas las cosas Le pertenecen sin que Él pertenezca en estricto sentido a cosa
alguna. En cambio, ocurre que de algunas de las potencias que ha extendido hacia la creación
para beneficio de lo que ha formado, se habla como si existiesen con relación a algo. Tal el

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caso de la potencia real y de la benefactora, porque rey se es de alguien, y el benefactor
beneficia a alguien, ya que forzosamente el súbdito y el beneficiado son otras personas.

29. Emparentada con éstas está también la potencia creadora, la llamada Dios. Llá mase así
porque fue a través de esta potencia como el Padre, Hacedor y Artífice, estableció 8 el
universo; de modo que las palabras "Yo soy tu Dios" equivalen a "Yo soy el Hacedor y el
Artífice".
8 Como en otros pasajes Filón vincula etimológicamente el nombre theós = Dios, con el verbo

theînaí = colocar, establecer.

30. Supremo don es tener por Forjador al Mismo que ha forjado también al mundo entero;
puesto que Él no modela el alma del hombre ruin, ya que la maldad es enemiga de Dios; y al
alma en estado intermedio no la forja, nos dice el santísimo Moisés, Él por Sí solo, puesto que
ésta es apta para recibir, como una cera, las impresiones distintas de lo noble y de lo bajo.

31. De allí Sus palabras: "Hagamos al hom bre según Nuestra imagen" (Gen. I, 26), a fin de
que, en caso de recibir una ruin impresión, aparezca como obra de otros; y, si la impresión
recibida fuere noble, como manufactura del Que sólo es artífice de lo noble y lo bueno.9
Completamente virtuoso es, en verdad, el hombre a quien Dios dice: "Yo soy tu Dios", puesto
que tiene por creador sólo a Dios sin cooperación de otros.
9 Ver Sobre la creación del mundo 72 y ss.. Sobre la confusión de las lenguas 168 y ss., y

Sobre la huida y el hallazgo 68 y ss.

32. Ciertamente, al mismo tiempo nos presenta Moisés también aquí la doctrina muchas veces
expuesta por él de que Dios es hacedor solamente de seres sabios y bue nos; cofradía ésta que
en su totalidad 10 se ha despojado volun tariamente de la inagotable abundancia de bienes
externos y ha despreciado además cuanto place a la carne.
10 Sigue en este punto Filón la doctrina estoica según la cual todos los hombres virtuosos son

austeros. Pero la presente afirmación contrasta, evidentemente, con lo que expone en los
parágrafos 39 y ss., en los que, siguiendo el punto de vista aristotélico al respecto, afirma que
entre los sabios u hombres de bien existen también los que llevan una vida virtuosa pero sin
despreciar ni prescindir de !as cosas humanas.

33. Es que, mientras vigorosos y robustos atletas son los que fortifican al esclavo cuerpo
contra el alma; pálidos, en cambio, desmayados, esqueléticos, por así decir, son los formados
en la disciplina, pues han puesto las fuerzas corpóreas al servicio de las potencias del alma y
se han disuelto, si hemos de hablar con precisión, en una sola forma, la del alma,
convirtiéndose en incorpóreas inteligencias.

34. Es natural, sin duda, que el elemento terrestre se arruine y disuelva cuando el alma entera
en todas sus partes se ha determinado a complacer a Dios. Pero esta clase de hombres es rara y
difícil de encontrar, aun que no imposible de darse. Lo prueba este oráculo pronunciado a
propósito de Enoch: "Complació Enoch a Dios y no fue encontrado". (Gen. V, 24.)

35. Es que, ¿dónde podría buscarse y encontrarse este bien? ¿Recorriendo qué mares, yendo
hacia qué islas y hacia qué continentes? ¿Entre los no griegos o entre los griegos?

36. ¿No hay, acaso, todavía entre los consagrados a la filosofía quienes dicen que, puesto que
el hombre sabio no existe, tam poco existe la sabiduría? Aseguran, en efecto, que nadie desde

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el comienzo de la creación del hombre hasta la generación pre sente ha sido tenido por
completamente libre de faltas, y que ello se debe a que es imposible que quien está encerrado
en un cuerpo mortal alcance la felicidad perfecta.

37, Mas ya ten dremos ocasión propicia para ver sí están en lo cierto. Por el momento nos
atendremos al texto y diremos que la sabiduría es algo que realmente existe y que también
existe el amante de ella, el sabio, mas, que, si bien existe, nuestra maldad nos impide verlo,
debido a que el bien rehúsa mezclarse con el mal.

38. De allí que se nos diga que "no fue encontrado" este carácter que complacía a Dios, para
dar a entender indudablemente que, sí bien existe, nos está oculto y evita nuestra compañía. Y
por eso se nos dice también que "fue trasladado" (Gen. V, 24), vale decir, que fue cambiado
de residencia y trasladado como un emigrante desde la vida mortal a la inmortal.

39. V. Estos11 son hombres que, poseídos de una celestial demencia, han llegado a una salvaje
exaltación; pero, hay otros, que se han entregado a una mansa y cultivada sabiduría. Éstos
practican, por una parte, la piedad en grado eminente, y, por otra, no desprecian las cosas
humanas. Lo atestiguan los orácu los en los que se registran estas palabras Divinas dirigidas a
Abraham: "Sé grato delante de Mí" (Gen. VXII, 1), lo que significa: "Sé grato no sólo para Mí
sino también para Mis obras, mientras Yo, como juez, velo y vigilo sobre ti".
11 Es decir, aquellos sabios que, según el ideal estoico, han renunciado a toda complacencia

con lo humano y terrenal.

40. En efecto, si honras a tus padres, te apiadas de los pobres, beneficias a los amigos,
defiendes a tu patria y observas con cuidado las comu nes obligaciones hacia todos los
hombres, serás sin duda grato a los destinatarios de tus obras, pero también lo serás ante Dios.
Y en verdad. Él con un ojo que no duerme todo lo contempla y por una gracia especial llama
hacia Sí y aprueba todo lo bueno.

41. Así, el ejercitante nos revelará esto diciendo en su plegaria: "El Dios al que fueron gratos
mis padres"; y agrega: "delante de Él" (Gen. XLVIII, 15) para que conozcamos la diferencia
concreta que media entre ser grato "a Dios" y serlo "delante de Él". Esto último, en efecto,
abarca ambas cosas; lo primero, en cambio, limitase a una solamente.

42. Y del mismo modo, Moisés nos aconseja en sus Exhortaciones diciendo: "Harás lo que sea
grato delante del Señor tu Dios" (Deut. XII, 28), o lo que es lo mismo: 'Harás todo aquello que
merezca aparecer ante Dios, y que Él, en viéndolo, lo apruebe; cosas éstas que frecuentemente
alcanzan a nuestros semejantes'.

43. Tal es lo que tuvo presente Moisés cuando, al concebir el tabernáculo, lo dividió en dos
recintos colocando en medio de ambos un velo que separara el interno del externo;12 cuando
cubrió de oro por dentro y por fuera la sagrada arca en que se guardaban las leyes;13 y cuando
estableció para el gran sa cerdote dos vestidos, uno interior hecho de lino, y otro exterior de
variados colores largo hasta los pies.14
12 Ex. XXVI, 33.
13 Ex. XXV, 10.
14 Ex. XXVIII, 4, y Lev. VI, 10.

44. Éstos y otros como éstos son símbolos de un alma que en las cosas interiores es pura

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frente a Dios, y en las exteriores, inmaculada respecto del mundo sensible y la vida humana.
Acertadas son, pues, las palabras dirigidas al victorioso luchador cuando se aprestaba a ser
coronado con las coronas de la victoria. En efecto, la proclama en que se pregona su victoria
es la siguiente: "Has sido fuerte con Dios y poderoso con los hombres". (Gen. XXXII, 28.)

45. Este ganar honra en ambos ór denes, en el que mira al Increado y en el que mira a lo
creado, no es cosa al alcance de una inteligencia pequeña, sino, si he mos de hablar con
verdad, propia de una intermedia entre Dios y el mundo. En síntesis, corresponde que el
hombre de bien siga tras los pasos de Dios, pues el Soberano y Padre de todas las cosas se
preocupa por Sus creaturas.

46. Porque, ¿quién puede ignorar que antes de la creación del mundo Dios Se bastaba por Sí
mismo y que después de la creación ha perma necido idéntico sin cambio alguno? ¿Por qué,
entonces, creó lo que no existía? Pues, porque era bueno y generoso. ¿Y no seguiremos
nosotros, Sus esclavos, a nuestro Amo, movidos por una extraordinaria admiración hacia la
Causa, sin desdeñar, empero, nuestra propia naturaleza?15
15 Ver Sobre la ebriedad 80 a 87.

47. VI. Después de haber dicho: "Sé grato delante de Mí", agrega a continuación: "y hazte
irreprochable" (Gen. XVII, 1), lo que está de acuerdo y en lógica relación con lo anterior.
Aplícate, pues, preferentemente a lo que es excelente, a fin de ser grato a Dios; pero, a no ser
así, apártate al menos de las faltas, para no hacerte reprensible. El que obra rectamente es, en
efecto, merecedor de alabanza; el que no delinque está, por su parte, libre de reproche.

48. El premio más alto, el del ser grato, corresponde a los que obran positivamente bien; el
segundo, el de ser irreprochable, toca a los que evitan las faltas. Y aun, tal vez, para la criatura
mortal el hecho de no cometer faltas es considerado por la Escritura equivalente e idéntico al
realizar obras buenas. Porque, "¿quién", como dice Job, "es puro de mancha, aunque su vida
no durare más que un día?". (Job. XIV, 4.)

49. Infinitas son las manchas que ensucian al alma y no es posible lavarse y liberarse
completamente de ellas. Fatalmente quédanle a todo mortal defectos innatos, los cuales es
factible amenguar pero imposible aniquilar del todo.

50. ¿Pretende, pues, alguien hallar en esta confusa vida un hombre perfectamente justo, o
sabio o moderado o bueno en general? Conténtate con hallar uno no injusto o no insensato o
no intemperante o no cobarde o no ruin por completo. Porque debemos darnos por satisfechos
con desterrar los vicios;
ya que la completa adquisición de las virtudes es imposible para nuestra humana naturaleza.

51. Con razón, pues, ha dicho Dios: "Hazte irreprochable", sentando el principio de que el
permanecer libre de faltas y culpa implica una gran ventaja en orden una vida feliz.
A aquel que ha decidido vivir de esta manera Él le promete que le entregará una porción ya
convenida, porción que corresponde a Dios dar y al hombre sabio recibir.

52. Dice, en efecto: "Estableceré Mi convenio entre Yo y tú". (Gen. XVII, 2.) Ahora bien, los
convenios se establecen para beneficio de los que merecen un don, de modo que un convenio
es símbolo de la gracia que Dios ha colocado entre Él mismo, que la con fiere, y un hombre,
que la recibe.

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53. Esto es lo sumo en ma teria de beneficios: que entre Dios y el alma no medie cosa alguna
salvo la virginal gracia. Pero, como acerca de los con venios he escrito cuanto cabía decir en
dos tratados, para no entrar en repeticiones, y al mismo tiempo porque no deseo interrumpir el
curso de nuestro asunto, dejaré esto de propósito.

54. VII. El texto continúa en estos términos: "Abraham cayó sobre su rostro". (Gen. XVII, 3.)
¿Qué otra cosa podía esperarse sino que, ante las Divinas promesas, se conociera a si mismo y
conociera la nada que es la raza mortal, y cayera ante el Que estaba de pie para manifestar la
concepción que acerca de sí mismo y de Dios tenía? Sabía él que Dios permanece en un
mismo lugar y mueve, no obstante, la naturaleza toda, siendo Su propio movimiento de
autoextensión, con un movi miento no mediante los pies; que Él no tiene forma humana; sino
tal, que pone de manifiesto Su inalterable e inmutable naturaleza.16
16 La traducción de la parte final de este parágrafo es meramente conjetural por cuanto el texto

griego aparece, evidentemente, adulterado.

55. Sabía, además, que él, en cambio, nunca está firme en un sitio estable y sí sujeto a
mudanzas en todas direcciones; y que, desdichado de él, su vida toda es un rodar, en el que
tropieza y precipítase con grande caída.

56. Esto ocurre unas veces por involuntaria ignorancia; otras por voluntaria flaqueza. Por eso
se nos dice que "cayó sobre su rostro", vale decir, sobre sus sentidos, sobre su inteligencia,
sobre su palabra; como si gritara a grandes voces que la sensibilidad estaba caída, incapaz de
percibir por sí sola a no ser que la providencia del Salvador le comunicara capacidad para la
aprehensión de las sustancias materiales; que también lo estaba la palabra, sin poder para
expresar nada acerca de cuanto existe, si Aquel que fabricó y dio armonía al órgano del habla
no arrancaba la música de sus sonidos, abriendo la boca y ar ticulando los movimientos de la
lengua; que, asimismo, caída estaba la real inteligencia, privada de sus poderes de captación a
menos que el Forjador de la vida la levantara nuevamente y la asentara, y, agudizando su
visión con penetrantes pupilas, la condujera a la contemplación de las cosas inmateriales.

57. VIII. Aprobando, pues, en el carácter que se ocultaba ante Él y caía con voluntaria caída el
reconocimiento sustentado acerca del Que Es en el sentido de que sólo Él es inmutable de
verdad; mientras que todos los que vienen después de Él están sujetos a toda clase de cambios
y mutaciones; insiste en hacerle partícipe de Su comunicación diciendo: "Y Yo; he aquí que
Mi convenio es contigo". (Gen. XVII, 4.)

58. Esto nos sugiere el siguiente pensamiento: Las especies de convenios, que aseguran
gracias y beneficios a quienes lo merecen, son muchísimas, pero el género de convenios más
alto "soy Yo mis mo". En efecto, una vez que Se ha señalado a Sí mismo, en la medida en que
es posible que sea indicado el que es inmostrable; mediante las palabras "Y Yo" agrega: "He
aquí que Mi convenio", vale decir, el principio y la fuente de todas las gracias, "soy Yo
mismo".

59. Y así es. Mientras a algunos acostumbra Dios hacer llegar Sus beneficios a través de otros
seres: la tierra, el agua, el aire, el sol, la luna, el cielo y otras fuerzas inmateriales; a otros, en
cambio, se los procura por Sí mismo, convirtiéndose Él mismo en porción de los que Lo
reciben; a quienes acto seguido considera merecedores de un nombre diferente del que tenían.

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60. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Tu nombre no será Abram, sino Abraham". (Gen. XVII,
5.) Algunos malvados de los que se empeñan siempre en aplicar vituperios inmerecidos, no
tanto a las cosas materiales cuanto a las acciones e ideas, y llevan a cabo una guerra sin tregua
contra las cosas sagradas; siempre que algo les resulta inverosímil considerado literalmen te,
olvidando que se trata de símbolos de una naturaleza incli nada siempre a mantenerse oculta,
denigran y profieren calum nias sin preocuparse por inquirir cuidadosamente la verdad. Y en
especial si se trata de cambios de nombres.

61. No ha mucho tuve ocasión de oír las chanzas e injurias de un hombre ateo e impío, quien
se atrevía a decir: "Grandes y excelentes son los dones que dice Moisés prodiga el Soberano
de todas las cosas. ¿A quién no le parecerá admirable beneficio el proporcionado a Abraham
al agregar una letra, un alfa, a su primitivo nombre Abram; y a su mujer Sara al duplicar la rho
mediante una nueva adición llamándola Sarra?" Y con todo sarcasmo prosiguió repa sando
todos los casos semejantes sin cansarse.

62. Por cierto que no pasó mucho tiempo sin que sufriera el castigo adecuado a su demencia.
Un motivo trivial y casual le impulsó a ahor carse, de modo que ni siquiera la muerte fue pura
para este impuro y malvado.
IX. Justo es que, para evitar que otro sea víctima de los mismos errores, salgamos de dudas,
investigando la naturaleza de las cosas y mostrando que esto que decimos merece ser
considerado cuidadosamente.

63. No son, en efecto, letras, con sonantes o vocales, ni verbos ni nombres los dones que Dios
prodiga. ¿Cómo habrían de ser tales, si, después de haber creado a los vegetales y animales,
escogió al hombre como so berano de ellos y lo distinguió de todos en virtud de su
cono cimiento, a fin de que asignase a cada uno el nombre apropia do? "Cualquiera fuera", se
nos dice, "el nombre que Adán les asignaba, ese era el nombre del designado". (Gen. II, 19.)

64. Si Dios no consideró apropiado el asignar nombres, ni si quiera tratándose de atribuir


nombres completos, y confió tal cometido a un hombre sabio, al progenitor del género
humano, ¿cómo pensar que El mismo agregara o cambiara partes de nombres o sílabas o
letras, en unos casos vocales, en otros conso nantes y que esto lo hiciera a título de don y
preeminente beneficio?

65. Ni pensarlo. Lo que ocurre es que tales cambios son signos de valores morales, signos
pequeños de cosas grandes, sensibles de cosas intelectuales, visibles de cosas invisibles. Estos
valores morales se hallan en las doctrinas sublimes, en las verídicas y puras concepciones y en
los progresos del alma.

66. La prueba la tendremos fácilmente a mano sí parti mos del presente cambio de nombres.
"Abram" significa "ele vado padre"; "Abraham", "elegido padre del sonido". En qué difiere
una cosa de la otra lo sabremos más claramente una vez que descubramos cuál es el
significado de una y otra acepción.

67. Recurriendo, pues, a la interpretación alegórica decimos que "elevado" es aquel que gana
las alturas partiendo desde la tierra, observa las cosas de lo alto, se familiariza con los
fenómenos del mundo superior mediante la investigación de los mismos, averigua el tamaño
del sol, cuáles son sus reco rridos, cómo determina las estaciones anuales avanzando y
retornando nuevamente en revoluciones de igual velocidad; cómo son los grados de

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luminosidad de la luna, sus fases, sus menguantes y sus crecientes; y cómo el movimiento de
los demás astros, tanto de los de cursos fijos como de los errantes.

68. La indagación sobre tales cosas no está al alcance de un alma sin felices disposiciones e
improductiva; ella es propia una altamente dotada y capaz de engendrar vástagos completos y
perfectos; por eso el estudioso de los fenómenos celestes llámase también "padre", pues no es
estéril en sabiduría.

69. X. Tal es el sentido exacto del simbolismo que encierra el nombre "Abram"; el de
"Abraham" es como vamos a demostrar. Tres son sus significados que contiene: "padre",
"elegido" y "del so nido". Digamos que por sonido se entiende aquí la palabra hablada, pues el
instrumento del sonido en los seres vivientes es el órgano del habla; que el padre de la palabra
es la inteli gencia, pues del entendimiento, como desde una fuente, brota la corriente de la
palabra; y que la inteligencia elegida es la del hombre sabio, pues en él se da lo más selecto.

70. Así pues, en los primeros rasgos apareció delineado el hombre que ama el saber, el
investigador de los fenómenos celestes; en los que acabamos de señalar, en cambio, se pone
de manifiesto el filósofo o, más bien, el sabio. No supongas, pues, en adelante, que la gracia
concedida por la Divinidad fue un cambio de nombres; no, se trata de un mejoramiento de
carácter, expresado simbólicamente.

71. Porque al que antes se ocupaba de la naturaleza del cielo, al astrólogo, como dirían
algunos, lo llamó a participar de la virtud y lo hizo y denominó sabio, dando al carácter así
transformado el nombre de Abraham, en lengua hebrea, y de "elegido padre del sonido", en
términos griegos.

72. Lo que le dice equivale, en efecto, a lo siguiente: "¿Qué sacas con investigar los ritmos y
las revoluciones de los astros y dar tan gran salto desde la tierra hacia el éter? ¿Toda lo que
buscas es curiosear en las cosas de allí? ¿Y qué provecho te resulta de esa curiosidad
indiscreta? ¿Te libera en algo de la tentación del placer? ¿Anula en alguna medida a la
concu piscencia? ¿Constituye algún alivio para el dolor o el miedo? ¿Aparta a alguna de las
pasiones, que agitan y confunden al alma?

73. Porque, así como ningún provecho se saca de árboles que no son aptos para producir
frutos, otro tanto pasa. con el estudio de la naturaleza, si él no te habrá de llevar a la
adquisición de la virtud. Porque este es el fruto que cabe esperar de la investigación.

74. Por esa razón algunos de los antiguos compararon el estudio de la filosofía con un campo
y establecieron un paralelo entre la física y las plantas, entre la lógica y los setos y cercos, y
entre la ética y el fruto;17 consi derando que las vallas han sido erigidas en torno al campo por
sus propietarios con miras a la protección del fruto, y las plan tas, trabajadas para la
producción del mismo.
17 Ver Sobre la agricultura 14, e Interpretación alegórica 1, 57.

75. Del mismo modo, decían, también en la filosofía la investigación física y lógica debe
remontarse hasta la investigación ética, con la cual el carácter mejora y anhela adquirir y
aprovechar la virtud".

76. Tales son las conclusiones a que nos ha llevado nuestra-consideración del asunto.

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Literalmente entendido, el cambio es sólo una mutación de nombres; pero en realidad
consistió en el tránsito desde la filosofía física hacia la filosofía ética, y el abandono del
estudio del mundo para pasar al conocimiento del Hacedor, merced al cual Abraham obtuvo la
piedad, la más hermosa de las adquisiciones.

77. XI. Ahora indagaremos acerca de la mujer de Abraham, Sara. También el nombre de ésta
es trocado y queda "Sarra" mediante la adición de una sola letra, la rho. Esos son los nombres;
veamos los hechos expresados. "Sara" significa "mi soberanía"; "Sarra", "soberana".

78. El primero es símbolo de la virtud específica; el último, de la genérica. Y, en la medida en


que el género es. superior a la especie., también lo es el se gundo nombre con respecto al
primero. Porque la especie es estrecha y perecedera, en tanto que el género es amplio e
imperecedero.

79. Y es deseo de Dios agraciar con dones .grandes e inmortales a cambio de bienes pequeños
y perece deros; y hacer tal cosa se amolda decorosamente a Él. La sabi duría que hay en el
hombre de bien es una soberanía que sólo a Él pertenece y quien la posee no estará errado si
dice: "La sabiduría que hay en mí es mi soberanía". En cambio, la sabi duría que sirve de
arquetipo a aquella, vale decir, la sabiduría genérica, ya no es soberanía de alguien, sino
soberanía "a secas.

80. Así, mientras que aquella sabiduría específica perecerá Juntamente con su posesor; la que,
a manera de un sello, la modela permanecerá, en cambio, imperecedera por siempre pues está
al margen de todo lo mortal. Otro tanto ocurre con las artes. Las específicas perecen con sus
poseedores: geóme tras, gramáticos, músicos; las genéricas subsisten imperecederas. Otra
enseñanza que se nos expone en este mismo pasaje es que toda virtud es una reina, soberana y
señora de las acciones de nuestra vida.

81. XII. Otro caso de cambio de nombres es la sustitución de Jacob por Israel, cambio que no
carece de acierto. ¿Por qué? Porque "Jacob" significa "suplantador", en tanto que "Israel"
quiere decir "el que ve a Dios". Tarea propia de un suplan tador que se ejercita en la virtud es
el conmover, sacudir y des baratar los fundamentos en los que se asienta la pasión, y todo lo
que pueda haber en ellos de firme y estable. Ésta es obra que normalmente exige salir a la
palestra y luchar, y sólo se lleva a buen término cuando alguien sostiene hasta el cansancio las
luchas del saber y practica los ejercicios del alma combatiendo contra los pensamientos que se
le oponen y la estrangulan. En cambio, el cometido propio del que ve a Dios es no abandonar
la sagrada palestra sin la corona sino munido de los premios de la victoria.

82. ¿Y qué corona más florida y más provechosa puede ser entretejida para un alma victoriosa
que el po der contemplar claramente al Que Es? Por cierto que es un hermoso galardón para
ofrecer al alma atleta el proporcionarle ojos para la brillante aprehensión del Único que es
digno de ser contemplado.

83. XIII. Vale la pena preguntarse por qué razón Abraham, después de serle cambiado el
nombre, ya no es designado por su antiguo nombre sino siempre recibe el mismo título como
el correcto, en tanto que Jacob, después de recibir el nombre de Israel, a pesar de ello es
llamado en adelante Jacob cada vez con más frecuencia. Pues, hemos de decir que también
estos nombres son signos, con los cuales se distingue la virtud adquirida mediante la
enseñanza de la ejercitación.

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84. El que es mejorado mediante la enseñanza y dotado de una feliz na turaleza, la que le
asegura el recuerdo mediante la cooperación de la memoria, saca provecho de la permanencia
de cuanto ha aprendido aterrándolo tenazmente y con firme abrazo. En cam bio, el que se
ejercita, una vez que ha realizado una intensa práctica, se toma nuevamente un respiro y
descansa mientras renueva y recobra la fortaleza, debilitada por el esfuerzo, tal como hacen
los atletas cuando se untan los cuerpos. Éstos, en efecto, cuando están cansados por el
ejercicio, a fin de que no se les agoten completamente las fuerzas debido a lo intenso y duro
de la ejercitación, derraman aceite sobre sus cuerpos.

85. Luego el que ha recibido enseñanza cuenta con un admo nitor imperecedero y, en
consecuencia, con una ayuda que re suena en sus oídos para siempre; con lo que no retrocede.
El que se ejercita, en cambio, no cuenta sino con su propia decisión, y la ejercita y adiestra
para que destruya la pasión propia de la creatura, pero, aun cuando alcanzare su objeto, con
todo, por efecto del cansancio, retorna a su antigua especie.

86. Éste está sometido a un mayor esfuerzo; aquél es más afortunado, puesto que tiene a otro
por maestro, en tanto que el otro busca, indaga y se multiplica en su labor sin ajena ayuda
explorando los secretos de la naturaleza, entregado a una faena incesante e ininterrumpida.

87. Tal es la razón por la que fue Dios, el inalterable, quien cambió de nombre a Abraham,
quien habría de permanecer igual en adelante, pues de ese modo su estabilidad futura quedaba
asegurada firmemente por Aquel que está fijo y es siempre el mismo e idéntico. En cambio, en
el caso de Jacob el que le cambió el nombre fue un ángel, un ministro de Dios, un lógos; con
lo que quedó en claro que nada de lo que viene después del Que Es puede producir una firme
e inconmovible estabilidad, sino, a lo más, una armonía como la de un instrumento musical,
formada por elevaciones y descensos de tonos que concurren a formar una artística melodía.

88. XIV. Pero siendo así que fueron tres los padres de la estirpe, mientras al primero y al
último, Abraham y Jacob, les fueron cambiados sus nombres, el intermedio, Isaac, mantuvo
para siempre el mismo. ¿Por qué? Pues, porque en tanto que la virtud alcanzada mediante la
enseñanza y la adquirida me diante la ejercitación son susceptibles de mejoramientos, puesto
que el que se instruye anhela conocer todo aquello que ignora, y el que recurre a la
ejercitación aspira a las coronas y trofeos que se ofrecen al alma amante del esfuerzo y de la
contem plación; en cambio la estirpe que se instruye por sí sola y aprende sin ajena ayuda,
siendo su condición fruto no de la dedicación sino de la naturaleza, marcha igual, perfecta y
completa desde el principio, no habiendo menester de nada para su plena concreción.

89. No ocurre, en cambio, lo mismo con el administrador de las necesidades corpóreas que es
José. En efecto, cambia de nombre siendo llamado Psontonfanec18 por el rey del país. Preciso
es que aclaremos el sentido de este cambio, "José" sig nifica "agregado"; y agregados de los
bienes naturales son los bienes convencionales: el oro, la plata, las posesiones, las ga nancias,
los servicios de los criados, las inagotables reservas de bienes heredados, de muebles y de los
demás excedentes, y los inmuebles medios para procurar placer.
18 Gen. XLI, 45.

90. Resulta apropia do, pues, el nombre de "agregado" aplicado a José, el procura dor y
administrador de estos bienes; puesto que se halla inves tido de la dirección de estos recursos
externos que se agregan y suman a los naturales. Atestiguando así los oráculos cuando señalan

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que procura el abastecimiento de víveres haciendo re servas de las provisiones de todo el país
corpóreo, es decir, Egipto.19
19 Gen. XLI, 45.

91. XV. Tal es como se nos muestra "José" a través de los datos que poseemos de él. Veamos,
a su vez, cuál es la natu raleza de "Psontonfanec". Este nombre significa "boca que juzga en
respuesta". Todo insensato, en efecto, piensa que el hombre rico, que se ve inundado por las
riquezas externas, es rápido y exacto en el discernir, capaz de responder a quien le pregun tare
algo y capaz de emitir de por sí razones de peso. En general, coloca la sabiduría a merced de
la suerte, cuando, en realidad, es la suerte la que depende de la sabiduría, puesto que
forzosamente lo inestable debe ser guiado por lo estable.

92. También el hermano uterino de José lleva dos nombres. Su padre lo llama Benjamín, y su
madre, "hijo del dolor", en todo de acuerdo con la realidad de las cosas. "Benjamín", en
efecto, significa "hijo de los días", y el día es iluminado por la luz sensible del sol, con la que
nosotros comparamos la gloria vana.

93. Tiene, en efecto, esta gloria cierta brillantez aprehensible por los sentidos en los elogios de
la vulgar multitud, en el texto de los decretos, en las dedicatorias de las estatuas y retratos, en
los purpúreos mantos y las áureas coronas, en las cuadrigas y en la multitudinarias
procesiones. Lógico es, pues, que haya sido llamado "hijo de los días", vale decir, de la luz
sensible y de la brillantez de la vanagloria, aquel que ama estas cosas.

94. Este nombre, realmente exacto y apropiado, es el que le aplica su padre, la venerable
razón; en cambio, el alma, consciente del sentimiento que la afecta, le da uno acorde con el
motivo de su experiencia. Llámale, en efecto, "hijo del dolor". ¿Por qué? Pues, porque los que
son arrastrados por las vacías opiniones son tenidos por felices, pero, en realidad, son muy
desdichados.

95. Múltiples son, por cierto, las contra riedades, tales como la envidia, los recelos, las
continuas disputas, las irreconciliables rivalidades hasta la muerte, los rencores trasmitidos de
generación en generación, la pérdida de una herencia.

96. Por fuerza, pues, el sagrado intérprete debe repre sentar en medio de los dolores mismos a
la que engendra la vanagloria. Dice, en efecto, que "Raquel murió en un penoso parto". (Gen.
XXXV, 16.) Es que, realmente, la concepción y nacimiento de la vacía gloria de los sentidos
es la muerte del alma.

97.20 XVI. ¿Y qué? ¿No han sido comparados muy acertada mente los hijos de José, Efraín y
Manases, con los dos hijos mayores de Jacob, Rubén y Simeón? Dice, en efecto, Jacob: "Los
dos hijos tuyos engendrados en Egipto antes de llegar yo a Egipto son míos; Efraín y Manases
serán para mí como Rubén y Simeón". (Gen. XLVII, 5.) Observemos pues, de qué manera
concuerdan ambas parejas entre sí.
20 El contenido de los parágrafos 97 y 102 poco o nada tiene que ver con lo precedente y con

lo que sigue a partir de 103. A ninguna de las cuatro personas cuyos nombres se sacan a
colación le fue trocado su nom bre original por otro. Solamente simbolizan cualidades
opuestas.

98. Rubén, cuyo nombre significa "hijo que ve", es símbolo de la feliz disposición natural,

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pues todo el que goza de facilidad de aprehensión y naturales cualidades está dotado de
visión. Efraín, por su parte, es sím bolo de la memoria, como hemos dicho en otros lugares.21
Su nombre significa "fructificación", y el mejor fruto del alma es la memoria. Ningún
parentesco es más estrecho que el que media entre la natural buena disposición y la memoria.

99. A su vez, "Simeón" es nombre de aprendizaje y enseñanza, pues significa "audición", y es


propio del que aprende escuchar y atender lo que se le dice; Manases, en cambio, es símbolo
de la reminiscencia, pues su nombre significa "procedente del olvido".

100. Necesariamente ocurre que aquello que sale fuera del olvido se convierte en
reminiscencia, la que es propia del aprender. Muchas veces los conocimientos, que han
quedado fuera del alcance del que los ha aprendido, por ser éste incapaz de fijarlos a causa de
su debilidad, surgen de nuevo en su totalidad. El hallarse afectado por esa dispersión llámase
olvido; el nuevo fluir de los conocimientos, reminiscencia.21
21 Ver Interpretación alegórica III, 91 y 92, Sobre la sobriedad 27 y 28, Sobre la migración de

Abraham 205 y 206, y Sobre la unión con los estudios preliminares 40 y 41.

101. Y, a no dudarlo, la memoria corresponde estrechamente a la natu ral capacidad, en tanto


que la reminiscencia corresponde al estudio. Y la misma relación que media entre Simeón y
Rubén, vale decir, entre el estudio y la natural capacidad, se da también entre Manases y
Efraín, o sea, entre la reminiscencia y la memoria.

102. Y en la medida en que la capacidad natural es superior al aprender, como que lo primero
aseméjase a la vista y lo segundo al oído, y el oído ocupa un plano secundario res pecto de la
vista; también lo es desde todo punto de vista el recordar al tener reminiscencia, dado que la
reminiscencia está mezclada con el olvido, mientras que la memoria permanece pura, sin
mezcla desde el principio hasta el fin.

103. XVII. También el suegro del sumo profeta 22 recibió dos nombres: los oráculos llámanlo
unas veces Jetró, otras Raguel. Es Jetró cuando florece en él la vanidad, pues "Jetró" significa
"superfluo" y la vanidad es algo superfluo en una vida sincera, una burla de las cosas
equilibradas y necesarias para la existencia y un culto de lo innecesario y desequilibrado.
22 Moisés.

104. Para Jetró valen más las cosas humanas que las Divinas, los hábitos que las leyes, lo
profano que lo sagrado, lo mortal que lo inmor tal y, en general, la apariencia que la realidad.
Así, por propia iniciativa se atrevió a presentarse en calidad de consejero, y a sugerir al sabio
que no enseñase aquello que precisamente es lo único digno de aprenderse, es decir, "las
prescripciones y la ley de Dios";23 sino los convenios concertados entre los hom bres, los que,
prácticamente, son origen de vinculaciones ca rentes de unión verdadera. El grande 24 acata
todo lo que dice, y piensa que es correcto aplicar la gran justicia a los grandes y la pequeña a
los pequeños.25
23 Ex. XVIII, 16 y 17.
24 En los manuscritos se lee ho megas = el grande; pero Filón no apli caría tan laudatorio

epíteto al vapuleado Jetró, ni puede referirse a Moisés pues éste no se hubiera adherido jamás
al punto de vista o consejo de Jetró. Tal vez deba entenderse "el grande" en un sentido
genérico, equivalente a "los grandes de este mundo".
25 Posiblemente Filón tiene in mente las prescripciones de Deut. I, 17,. y XXIV, 13 a 16 sobre

el evitar, tratándose de la justicia, hacer discriminaciones entre poderosos y humildes.

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105. Sin embargo, este presun tuoso cambia a menudo y, abandonando los ganados que en su
ceguera se avino a guiar, busca el Divino rebaño y se transforma en un miembro irreprochable
de él, convertido en admirador de la naturaleza del conductor del rebaño y reverente ante la.
capacidad de que éste hace gala en el cuidado de sus gana dos.26 "Raguel", en efecto, significa
"apacentamiento de los ganados de Dios".
26 Ex. II, 18.

106. XVIII. Lo fundamental está dicho, pero el legislador nos. mostrará las pruebas. En primer
lugar, lo presenta como un servidor del juicio y la justicia. En efecto, la palabra Madián,27
traducida, significa "desde un juicio". El significado de esto es doble.28 Por una parte,
significa exclusión y descarte, tal como suele entenderse en el caso de los competidores en los
llamados juegos sagrados. Muchísimos, en efecto, han sido considerados ineptos y excluidos
de antemano por los jueces de los torneos.
27 Jetró-Ragüel era "sacerdote de Madián" (Ex. III, 1).
28 En el texto se le ék kríseos =. desde o procedentes de un juicio, y Filón señala que también

podría leerse ekkríseos = de la separación o exclusión.

107. Los madianitas, iniciados en los impíos ritos de Baal Fogor,29 y ensanchando todos los
orificios del cuerpo para la recepción de las corrientes que se derraman desde fuera ("Baal
Fogor" significa "boca de la piel arriba"30), inundan a la rectora inteligencia y la precipitan en
las profundidades de modo que no pueda salir a flote ni esté en condiciones de ele varse ni
siquiera un poco.
29 Núm. XXV, 3.
30 O tal vez, "boca sobre la piel", cuyo simbolismo seria, según Filón, la fácil receptividad de

todo lo malo procedente de afuera a través de las "bocas" u orificios que comunican el cuerpo
con el exterior.

108. Esto es lo que le ocurría a la inteligencia hasta que un hombre de paz indiscutible 31
sacerdote de Dios, Frineas,32 se presentó por su propia iniciativa como defensor suyo, movido
por su natural odio hacia lo ruin y poseído del celo por lo noble. Este, tomando una lanza,33
vale decir, la penetrante y aguda razón, apta para probar y explorar cada cosa, tomóse inmune
al engaño y munido de una poderosa vitalidad pudo dar por tierra con la pasión, atravesándola
en medio del vientre a fin de que no pudiera ya engendrar ninguna plaga enviada por Dios.34
31 O evidente. El adjetivo tronos = evidente, resulta aquí extraño. Se han propuesto algunas

enmiendas al texto, pero no resultan sino conjeturas poco satisfactorias.


32 Núm. XXV, 12 y 13.
33 Ver Interpretación alegórica III, 242, Sobre la posteridad de Caín 183, y Sobre la ebriedad

73.
34 Núm. XXV, 7 y 8.

109. Es también contra estos madianitas contra los que la raza vidente emprende la mayor de
las guerras, en la cual "no resultó perdido ninguno" de los combatientes,35 sino todos
retornaron salvos y sin heridas, coronados con las guirnaldas de la victoria.
35 Núm. XXXI, 49. Ver Sobre la confusión de las lenguas 56, y Sobre la ebriedad 114.

110. XIX. Este es uno de los tipos humanos indicados por el término Madián. El otro es el
judicial, el de los tribunales, tipo que por matrimonio está emparentado con la estirpe

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profética. "El sacerdote" del juicio y la justicia, leemos "tenía siete hijas" (Ex. II, 16), símbolo
de las facultades irracionales, es decir, de la reproducción, del habla y de los cinco sentidos,
"las que apacentaban las ovejas de su padre".

111. A través de estas siete facultades, en efecto, tienen lugar crecimientos e incrementos que
las reiteradas percepciones producen en su padre, la inteligencia, pues "llegando" cada una de
ellas a los objetos que les son propios: la vista a los colores y las formas, el oído a los sonidos,
el olfato a los olores, el gusto a los sabores y los demás a los objetos correspondientes a ellas,
"extraen", por así decir, las cosas sensibles exteriores, "hasta que llenan las cavidades" del
alma, "de las cuales beben las ovejas de su pa dre", me refiero al purísimo rebaño del
razonamiento, que con ello cobra seguridad y ornato.36
36 Pensamiento explicado más adelante, en el párrafo 246.

112. Pero, entonces "llegan" los compañeros de la envidia y la malicia, pastores del mal
rebaño, y las echan de las prácticas conformes con la natura leza.37 En efecto, ellas llevan los
objetos exteriores hacia aden tro, hacia la inteligencia, que es como un juez y un rey, a fin de
llevar a buen término su cometido bajo la mejor de las di recciones; [113.] pero los otros las
atacan persiguiéndolas y forzándolas a hacer lo contrario, vale decir, a tratar de atraer a la
inteligencia hacia afuera y a abandonar las representaciones sensibles a merced de ellos.38 Y
esto durará hasta que "levan tándose" el carácter amante de la virtud e inspirado por Dios,
llamado Moisés, de su hasta entonces aparente inoperancia, proteja y "salve a aquéllas" de los
que las oprimen, nutriendo al rebaño con la grata bebida de los pensamientos.
37 Ex. II, 17.
38 El sentido es poco claro. Tal vez deba enmendarse el texto y leerse, con Mangey,

poimainómena = rebaños, en vez. de phainómena = repre sentaciones sensibles; o con Cohn y


Wendland, agógimon toís phainoménois = prisionera (la inteligencia) de las representaciones
sensibles.

114. Y, una vez que las jóvenes se han visto libres del ataque de los enemigos de la
inteligencia, los que no tienen otra aspiración que la de alcanzar lo superfluo, como si la vida
fuera una simple ficción teatral; retoman, pero ya no hacia Jetró sino hacia Ragüel. Es que han
dejado ya detrás toda vinculación con la vanidad y se han entregado a la tutela de la ley,
resueltas a convertirse en parte del sagrado rebaño, del que el Divino lógos es conduc tor,
como lo atestigua el nombre "Ragüel", que significa "apa centamiento de los ganados de
Dios".

115. XX. Como es Dios el que cuida de Su propio rebaño, grande es el cúmulo de bene ficios
que tiene preparados para aquellos por Él apacentados que Le obedecen y no se rebelan. Un
cántico contenido en los salmos lo celebra en estos términos: "Dios es mi pastor y nada me
faltará". (Salmos XXIII [XXII], 1.)

116. Razón hay, pues, para que la inteligencia, que tiene por pastor y rey al Divino lógos,
pregunte a sus siete hijas: "¿Por qué habéis vuelto hoy tan impacientes y presurosas?". (Éx. II,
18.) 'Por que antes ibais al encuentro de los objetos sensibles, y perma necíais fuera largo
tiempo costándoos mucho retomar, atraídas, como estabais, por ellos. Pero ahora no sé lo que
os pasa que os volvéis tan excitadas contra lo que acostumbrabais'.

117. Ellas no podrán menos que contestar que la causa de esta carrera a todo correr y sin
respiro hacia los objetos sensibles y en retorno desde los mismos no han sido ellas sino un

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hombre que las ha rescatado de las manos de los pastores del rebaño salvaje. Y llaman egipcio
a Moisés,39 quien no sólo es un hebreo sino de la más pura estirpe entre los hebreos, de la
única consagrada. Es que no les es dado a ellas ir más allá de su propia naturaleza.
39 Éx. II, 19.

118. Siendo, en efecto, los sentidos entes intermedios entre las cosas sensibles y el mundo
inteligible, han de conten tarse con poder aspirar a ambos órdenes y con que no sean sólo las
cosas sensibles las que los atraigan. Pero pensar que alguna vez se sentirán atraídas por las
cosas de la inteligencia sola mente es gran locura. Tal es la razón por la que dan a Moisés
ambos calificativos. Mediante la palabra "hombre" expresan aquello que sólo la razón
discierne; con "egipcio" representan las cosas sensibles.

119. En oyendo esto el padre preguntará de nuevo: "¿Dónde está (Ex. II, 20) el hombre? ¿En
que parte de las que frecuentáis reside el elemento racional? ¿Por qué lo habéis abandonado
(Ex. II, 20) tan fácilmente? ¿Por qué, en cambio, habiéndoos encontrado una vez con él, no os
habéis quedado con posesión tan hermosa y tan provechosa para vosotras?

120. Pero, si no lo hicisteis antes, al menos ahora lla madlo para que coma (Ex. II, 20) y os
nutra en vuestros pro gresos en el bien y el logro de una mayor relación con él. Porque tal vez
llegue a habitar entre nosotros y se case con la alada, inspirada y profética naturaleza llamada
Sófora".40
40 Ex. II, 21.

121. XXI. Sobre el cambio de Jetró en Ragüel basta con lo dicho. Pero Moisés también
cambia el nombre de Osea en Josué, con lo que transforma el particular proceso hacia un
estado en el estado mismo. "Osea", en efecto, significa "éste tal es salvado": "José", en
cambio, significa "salvación del Señor", nombre para el mejor de los estados.

122. Los estados, en efecto, son superiores a sus particulares gestores, como es supe rior la
música al músico, la medicina al médico y cada arte o profesión al artista o profesional, tanto
en perduración, como en capacidad, como en la incuestionable superioridad en los asuntos
que abarcan. El estado es perdurable, activo, perfecto; el individuo, mortal, afectable,
imperfecto. Y superior es lo imperecedero que lo mortal, la causa eficiente que el objeto de
sus operaciones; lo perfecto que lo imperfecto.

123. Así también la moneda de dicho hombre fue reacuñada 41 adquiriendo mejor forma.
41 Expresión para manifestar que el carácter de Osea se transformó hasta adquirir una superior

condición.

123. En cambio, en Caleb es una trasformación total de él mismo lo que tiene lugar. Leemos,
en efecto, que "otro espíritu había en él", lo que equivale a decir que la parte rectora de su ser
habíase trocado en suprema perfección. "Caleb", efectivamente, significa "todo corazón".

124. Esto es una manera simbólica de dar a entender que el suyo no fue el cam bio parcial,42
propio de un alma cuyo estado es aún indeciso y oscilante, sino el de una que por entero en
todas sus partes ha experimentado una transformación hacia lo digno de apro bación; y, que si
algo hubiera habido no enteramente laudable, lo ha desterrado con pensamientos de
arrepentimiento. De ese modo, en efecto, habiéndose lavado de cuanto la manchaba y
haciendo uso de las lustraciones y purificaciones que procura el saber, no podía sino alcanzar

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radiante limpieza.
42 Es decir, como en el caso de los otros personajes bíblicos anteriormente citados a propósito

de los cambios de sus nombres, todos los cuales simbolizan cambios parciales solamente de
su modo de ser.

125. XXII. Un caso de persona con muchos nombres es el del sumo profeta. En efecto, cuando
interpreta y enseña los oráculos que le han sido inspirados es llamado Moisés; cuando suplica
y bendice al pueblo, "hombre de Dios";43 cuando Egipto purga sus impías actitudes, es dios 44
del faraón que reina sobre ese país. ¿Por qué?
43 Deut. XXXIII, 1.
44 Ex. VII, 1.

126. Porque el transcribir las leyes para provecho de aquellos a los que se aplicarán es
cometido propio de alguien que palpa y toca con sus manos siempre las cosas Divinas, de
quien es llamado desde lo alto45 por el Legislador que se expresa en oráculos,46 de quien ha
recibido de dicho Legislador un gran don, la interpretación y profecía de las sagra das leyes.
"Moisés", en efecto, traducido significa "recepción"; pero también "palpamiento", por las
razones apuntadas.47
45 Ex. XXIV, 1.
46 Es decir, por Dios.
47 Las razones son, evidentemente, las expuestas al comienzo del pará grafo, pero no se

advierte por qué el nombre "Moisés" incluye el sentido de "palpamiento".

127. En cuanto al suplicar y bendecir, no son cosas de cualquier hombre, por cierto, sino de un
hombre que no tiene puestos los ojos en el parentesco con la creación, habiéndose, en cambio,
asignado a sí mismo como porción perteneciente al Soberano y Padre de todas las cosas.48
48 Es decir, las cosas propias de un "hombre de Dios".

128. Contentos hemos de estar, en efecto, con que se nos permita hacer uso del buen
discernimien to; que en cuanto a procurar el bien también para provecho de otros, esto sólo
puede prometerlo un alma superior, más perfecta y verdaderamente inspirada por Dios; alma
cuyo dueño con razón llevará el nombre de "hombre de Dios". En tercer lugar, esta misma
persona es un "dios" por cuanto se trata de un sabio y, por ende, soberano de todo insensato
aunque dicho insensato se apoyare en los reales cetros, haciendo pública su jactancia. Y es
"dios" muy especialmente por esto.

129. Quiere, en efecto, el Soberano de todas las cosas que algunos, aunque por su intolerable
iniquidad hayan de recibir su castigo, tengan mediadores que supliquen por ellos, los cua les,
imitando a la potencia propicia del Padre echarán mano a los castigos con razonable mesura y
humanidad. Y el beneficiar es algo propio de un dios.

130. XXIII. Habiendo tratado suficientemente lo concerniente al cambio y la sustitución de los


nombres, pasaremos a los si guientes asuntos de nuestra argumentación. Sigue ahora la
promesa del nacimiento de Isaac. En efecto, después de llamar a la madre de éste Sarra en vez
de Sara, dice Dios a Abraham: "Te daré de ella un hijo". (Gen. XVII, 16.) Preciso es que
examinemos cada parte de esto separadamente.

131. El que, en el correcto sentido del término, da, sea lo que fuere, da nece sariamente algo
que le pertenece. Si esto no es falso, Isaac resulta ser, no el hombre así llamado, sino el ser

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cuyo nombre es el de la mejor de las impresiones gratas, la alegría, de la que brota de lo
íntimo; un hijo de Dios, quien lo da para dulzu ra y regocijo de las almas profundamente
pacíficas.

132. Por que no cabe pensar que uno sea el esposo y otro el que le engendre hijos bastardos
frutos del adulterio. Y así. Moisés registra precisamente a Dios como esposo de la inteligencia
amante de la virtud, cuando dice: "Viendo Dios que Lía era detestada, abrió su matriz". (Gen.
XXIX, 31.)

133. En efecto, por piedad y compasión hacia la virtud detestada por la raza mortal, y hacia el
alma amante de la virtud, torna estéril a la favorita, en tanto que honra a la naturaleza amante
de lo noble abriendo la fuente de una hermosa descendencia al agraciarla con un feliz
alumbramiento.

134. Tamar es otro ejemplo. Quedó preñada por las Divinas simientes, aunque sin haber visto
al Sembrador. Se nos dice, en efecto, que entonces "ocultó su rostro" (Gen. XXXVIII, 15); tal
como Moisés cuando se volvió pues temió ver a Dios.49 Pero, habiendo Tamar examinado con
cuidado los símbolos y testimonios y juzgado en su fuero íntimo que aquello no provenía de
un mortal, exclamó en alta voz: "Estoy encinta por obra de Aquel a quien esto pertenece".
(Gen. XXXVIII, 25.)
49 Ex. III, 6.

135. ¿De quién es el anillo, es decir, la prenda de buena fe, el universal sello, la forma
arquetipo, por la cual todas las cosas informes y sin cualidades fueron estampadas y
modeladas? ¿De quién, el cordón, vale decir, el orden universal, la cadena del destino, la
correspondencia y se cuencia de todas las cosas con su ininterrumpido encadena miento? ¿De
quién, el bastón, o sea, lo firmemente plantado, . lo inconmovible, lo inmóvil, la admonición,
la corrección, la disciplina, el cetro, la realeza?

136. ¿De quién? ¿No son cosas de Dios solamente? Por eso el carácter que expresa su
gratitud, representado por Judá, complacido por la Divina inspiración de que está ella poseída,
habla con franqueza en estos términos: "Está justificada puesto que no la he dado a ningún
mortal" (Gen. XXXVIII, 26); pues entiende que es acción impía man char las cosas Divinas
con las profanas.

137. XXIV. También la prudencia, que, como una madre, ha dado a luz a la naturaleza
autodidacta, revela que ha sido Dios quien ha engendrado a ésta. En efecto, una vez parido,
ella se jacta diciendo: "El Señor ha producido la risa para mí" (Gen. XXI, 6); que es como si
dijera: 'El Señor ha modelado, ha producido, ha creado a Isaac; pues Isaac y la risa son una
misma cosa'.

138. Pero no a todos es dado escuchar esta afirmación; a tal punto fluye por nuestro ser el mal
de la supers tición y anega nuestras afeminadas y degeneradas almas. Por eso ella agrega:
"Aquel que me oyere se regocijará conmigo" (Gen. XXI, 6), como dando a entender que son
pocos aquellos cuyos oídos están abiertos y preparados para recibir estas sa gradas palabras,
que nos enseñan que el sembrar y engendrar el bien es obra exclusiva de Dios. Todos los
demás, fuera de éstos, son sordos para tales cosas.

139. Conozco, también, cierto oráculo revelado por una profética voz con encendidas palabras

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como estas: "Procedente de Mí será hallado tu fruto. ¿Quién es sabio como para entender
esto? ¿Quién es inteligente como para conocerlo?" (Oseas XIV, 9 y 10.) En estas palabras
reconocí oculta la voz de quien pulsaba el instrumento de la humana expresión invisiblemente
y, al mismo tiempo, admiré pasmado el pensamiento que encierran.

140. En efecto, todo lo que hay de bueno en las cosas existentes, o más bien, el cielo y el
mundo todo son, si hemos de hablar con propiedad, fruto de Dios, fruto sostenido, como por
un árbol, por la Naturaleza eterna y siempre lozana. Y saber y reconocer esto es propio de los
hombres inteligentes y sabios, no de los insignificantes.

141. XXV. Queda, pues, aclarado el significado de la expresión "te daré"; aclaremos ahora las
palabras "de ella". Algunos han admitido que se trata de un engendramiento "fuera de ella",50
pues piensan que a juicio de la recta razón no hay actitud su perior a la de manifestar el alma
que nada bueno le pertenece como cosa propia y que todo le ha venido de afuera gracias a la
gran benevolencia de Dios, que hace descender una lluvia de gracias.
50 La expresión griega ex autés puede significar "procedente de ella" o "fuera de ella".

142. Otros suponen que quieren decir "inmediatamente", "rápidamente", pues decir "ex autés"
es como decir "al instante", "enseguida", "sin dilación", y esta es la manera como
normalmente tienen lugar las Divinas mercedes, más rápidas in cluso que los instantes del
tiempo. Una tercera opinión es la de aquellos que dicen que la virtud es la madre de todo bien
que llega a existir y que recibe las simientes del Ser que nada tiene de mortal.

143. Otros, a su vez, preguntan si una mujer esté ril puede engendrar, pues los oráculos, que
antes la presentaron como estéril, ahora admiten que Sara será madre. A éstos es preciso
decirles que la mujer estéril no está naturalmente capa citada para engendrar, como no lo está
un ciego para ver ni un sordo para oír; pero que un alma que se ha tomado estéril para lo ruin
e infecunda para los excesos de las pasiones y los vicios, es prácticamente la única capaz de
felices alumbramien tos, y engendra hijos dignos de ser amados, o lo que es lo mismo,
engendra el número siete, conforme con el cántico que entona Ana, es decir, la gracia, cuando
dice: "La estéril engendró siete; la abundante en hijos ha languidecido" (I Samuel II, 5.)

144. Llama "abundante" a la inteligencia que lleva amontonados y mezclados confusos


pensamientos, y, a causa de la multitud de turbas y tumultos que la circundan, engendra
irremediables males; en tanto que califica de "estéril" a la que rehúsa aceptar ninguna simiente
mortal como fructífera y, por el contrario, hace abortar y perecer todas las relaciones e
intimidades de los malvados, cobijando, en cambio, al "siete" y la suprema paz que él procura.
Porque de esta paz quiere ella quedar preñada y llegar a ser madre.

145. XXVI. Tal es otro de los sentidos "de ella". Examinemos ahora la tercera parte de la
expresión, es decir, "hijo". En primer lugar, bien podemos asombramos de que no diga que ha
de darle muchos hijos, sino que sólo uno le será concedido. ¿Por qué? Porque lo excelente no
puede ser tasado en cantidad sino en valor.

146. En efecto, tomando ejemplos al azar, mu chísimas, las cosas justas, prudentes, valientes,
moderadas; pero la música, la gramática y la geometría en sí; la justicia, la pru dencia, la
valentía y la moderación mismas no son cada una más que una sola cosa, la más elevada, no
otra que la forma arquetípica, de la cual se ha partido para la formación de aquellas múltiples,
incontables cosas. Lo dicho basta acerca de la afirmación de que será uno solo el dado.

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147. En cuanto al término "hijo", su empleo en este caso revela cuidado y previo examen, y
tiende a dejar sentado que el niño no es ajeno ni supuesto, ni tampoco adoptado ni bastardo,
sino legítimo y libre de nacimiento verdaderamente, engendrado por un alma de libre cuna. El
término "hijo",51 en efecto, que deriva de "pa rir", se emplea para destacar el vínculo que por
naturaleza liga los hijos a los padres.
51 En griego téknon = engendrado, vástago, de la raíz ték/tok-, sobre la que se forma tókon =

acción de engendrar, alumbramiento. Lo que Filón desea señalar es que dicho término alude
más directamente a la filiación que otros sinónimos como hyiós = hijo, o páis = niño, hijo,
porque encierra la idea de engendrar.

148. XXVII. Y continúa: "La bendeciré y ella derivará 52 en naciones". (Gen. XVII, 16.) Con
ello pone de manifiesto que no solo la virtud genérica se divide "en naciones", vale decir, en
las especies próximas y en las subordinadas; sino que también eso ocurre con las acciones, las
que constituyen en cierta manera naciones, como los seres vivientes; y que para estas
naciones" es de gran provecho que se les agregue la virtud.
52 Literalmente: "Ella será (o estará) para naciones". El sentido es: "De ella procederán

naciones, o ella será origen de naciones". Filón, según se advierte en lo que sigue, entiende
que el sentido es de "división en"; y más abajo, de "extensión hacia".

149. Por que, todo lo carente y despojado de prudencia es dañoso, tal como por fuerza es
tenebroso todo aquello que el sol no ilu mina. Por la virtud, en efecto, cuida con mayor
atención el labrador sus plantas; por la virtud el auriga guía su carro irreprochablemente en las
carreras; por la virtud el piloto maneja. el timón conduciendo el bajel durante la travesía. La
virtud procura mejores condiciones a los hogares, las ciudades y los. países, produciendo
hombres aptos para administrar los hogares, de ejercer las públicas funciones y de guardar las
normas de convivencia.

150. Asimismo, la virtud establece las mejores. leyes y echa por todas partes las simientes de
la paz. Prueba de ello es que donde prevalece la condición contraria a la virtud lo normal es
que resulten situaciones contrarias a aquéllas, a. saber: la guerra, la ilegalidad, el mal
gobierno, las confusiones, las desgracias en el mar, las revoluciones, y en el campo de las
ciencias la más penosa de las enfermedades, la inescrupulosidad,. la que ha hecho que se las
llame artificios más bien que artes. Necesariamente, pues, la virtud se extenderá a naciones, es
de cir, a grandes y compactos conjuntos de seres vivientes y accio nes, para beneficio de los
que la reciben.

151. XXVIII. Leemos a continuación que "también de ella procederán reyes de naciones".
(Gen. XVII, 17.) Y es cierto» pues todos los concebidos y engendrados por ella son soberanos
elegidos, no por sorteo, procedimiento incierto, o por votación de hombres, venales los más;
ni para breve tiempo; sino establecidos por la Naturaleza y para siempre.

152. Y esto no es. invención mía sino aserto de los sacratísimos oráculos en los que son
presentados ciertos hombres diciendo a Abraham: "Tú entre nosotros eres rey procedente de
Dios". (Gen. XXIII, 6.) Al decirlo no tenían en cuenta sus recursos materiales; porque,. ,-
cuáles eran éstos en un hombre emigrante, que ninguna ciudad habitaba, errante a través de
una tierra dilatada, desierta e in transitable? Lo que advertían en él era la soberana condición
de su inteligencia. De este modo, Moisés reconoce que sólo el sabio es un rey.53
53 Ver Sobre la sobriedad 57, Sobre la migración de Abraham 197, y Sobre los sueños II, 244.

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153. Es que, realmente, el hombre sensato es soberano de los insensatos, pues sabe qué es lo
que debe hacerse y qué no; y el hombre moderado es rey de los libertinos pues ha estudiado
con cuidado qué es lo que ha de escogerse y que es lo que ha de rehuirse; y el valiente lo es de
los cobar des, ya que ha aprendido claramente lo que se ha de soportar y lo que no; y el justo,
de los injustos en razón de que se atiene con criterio imparcial a la equidad en los repartos; y
el piadoso, de los impíos ya que en él prevalecen las más excelsas concep ciones acerca de
Dios.

154. XXIX. Lógico hubiera sido que promesas tales hubieran envanecido a la inteligencia
impulsándola a remontarse hacia las alturas. Sin embargo, Abraham, para reproche de
nosotros, que nos pavoneamos por las más pequeñas cosas, cae en tierra y al punto se echa a
reír 54 con la risa del alma, con el rostro sombrío pero la inteligencia sonriente, impregnado de
una alegría inmensa y pura.
54 Gen. XVII, 17.

155. Ambas cosas, el reír y el caer, le suceden simultáneamente al sabio que ha recibido en
herencia bienes que sobrepasan sus esperanzas. El caer, para que, conociendo la
insignificancia de lo mortal, evite envanecerse; el reír, para que, considerando que Dios es la
única causa de las gracias y bienes, adquiera una firme piedad.

156. Caiga la creatura con la faz sombría; cosa natural, pues, al fin y al cabo, es inestable y
triste de por sí; pero, sea levantada por Dios y ría, pues sólo Él es su sostén y su alegría.

157. Con razón podría alguno preguntarse cómo es posible admitir que alguien ría siendo así
que aún la risa no había llegado a existir entre nosotros. Porque Isaac es la risa y, según vemos
ahora aún no había nacido; y así como no sería posible ver sin los ojos, oír sin los oídos, oler
sin la nariz, emplear las otras sensaciones sin sus correspondientes órganos, aprehender sin la
capacidad de aprehensión, tampoco lo sería el reír si aún no ha sido hecha la risa.

158. ¿Qué cabe, pues, decir? Pues, que muchos son los indicios que nos procura a través de
deter minados símbolos la naturaleza de las cosas cuya existencia se avecina. ¿No ves, acaso,
cómo el pichón, antes de flotar por el aire, intenta batir y agitar sus alas, preanunciando su
futura capacidad de volar, que aún es sólo una esperanza?

159. ¿Y el cordero o el cabrito o el buey joven todavía? ¿No has visto que aunque aún no les
han salido los cuernos, si alguno los provoca, ellos lo enfrentan y tratan de rechazarlo con
aquellas partes de las que surgen los medios de defensa que la naturaleza les procura?

160. Y en los combates entre animales los toros no intentan hacer oposición de inmediato,
sino separan bien sus patas, extienden su cuello en la medida adecuada, lo vuelven hacia uno
y otro lado y miran con verdadera mirada de toros, y sólo entonces se lanzan al ataque
resueltos a llegar hasta el fin. Los que se ocupan de la asignación de nombres llaman "órousis"
(salto vigoroso) a este hecho, especie de impulso que precede a otro impulso.

161. XXX. Pues bien, algo parecido acontece frecuentemente al alma. Cuando un bien es
esperado, se alegra ella anticipada mente, como sí, en cierto modo, el alegrarse precediera a la
alegría, y el sentirse dichoso a la dicha. Podríase comparar esto también con lo que sucede
entre los vegetales; pues también éstos, cuando están por producir frutos, se anticipan echando

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brotes, flores y hojas.

162. Observa la cultivada viña, qué milagrosa obra de la naturaleza es con sus ramas,
zarcillos, chupones, pétalos, pámpanos, los "que parecen como si rompieran a hablar y nos
revelaran la alegría por el futuro fruto de la planta. También el día ríe hacia la primera
alborada anticipándose a la inminente salida del sol. Es que la claridad anuncia a la claridad y
la luz más apagada a la luz más brillante.

163. Así también la alegría acompaña al bien ya alcanzado, y la esperanza al que aguardamos.
Mientras con el bien logrado nos regocijamos, el bien por llegar despierta nuestra esperanza.
Y otro tanto sucede con los opuestos a ellos. La presencia del mal engendra dolor; su espera,
temor. El miedo, en conse cuencia, no es sino un dolor anterior a otro dolor, del mismo modo
que la esperanza es una alegría que precede a otra alegría.

164. También los sentidos encierran claras muestras de lo dicho. El olfato, en efecto, precede
al gusto, y juzga con anticipación casi todo lo destinado a alimento o bebida. Por eso algunos,
en atención a este hecho evidente, lo han llamado, y no sin acierto, "pregustante". Y también
está en la naturaleza de la esperanza el gustar anticipadamente el bien inminente, cualquiera
fuere, y recomendarlo al alma que habrá de adquirirlo definitivamente.

165. Otro caso es el de quien padece hambre y sed durante un viaje y de pronto ve fuentes o
árboles. de todas clases cargados de apacibles frutos. Todavía no ha comido ni bebido, ni
extraído agua siquiera, ni cortado los fru tos, y ya se ha hartado por anticipado con la
esperanza de sabo rearlos. Y si, tratándose de los alimentos del cuerpo, entendemos que cabe
darse un festín antes de consumirlos de hecho, ¿consideraremos que los alimentos de la
inteligencia no son capaces de anticiparnos también una alegría cuando el festín
está próximo?

166. XXXI. Es, por lo tanto, natural que Abraham riera aunque todavía la risa, evidentemente,
no había sido engendrada. en la raza mortal. Y no sólo él ríe; también lo hace su mujer.
Leemos, en efecto, otra vez: "Rióse Sara diciendo para sus aden tros: 'Hasta ahora no me ha
sucedido todavía (Gen. XVIII, 12)' este bien espontáneo, sin esfuerzo. Con todo, el Que me ha
hecho la promesa es mi Señor y anterior a toda la creación y preciso es tenerle fe'."

167. A la vez nos enseña Moisés también esta lección: la virtud es por naturaleza motivo de
regocijo y quien la posee siempre está alegre; el vicio, por el contrario, es causa de pena y el
que lo tiene es sumamente' desdichado. Después de este aserto, ¿cabe que admiremos a los
filósofos que declaran que la virtud consiste en un sentimiento placentero?

168. Porque, he aquí que nos encontramos con que Moisés ha sido el primero en proclamar
esta sabia doctrina, al presentarnos al hombre de bien como alegre y risueño. Además, en otro
pasaje no sólo a éste lo describe como tal sino también a sus acompañantes. "Al verte", dice,
"se regocijará por ello". (Ex. IV, 14.) Con estas palabras da a entender que el mero hecho de
ver a un hombre de bien es suficiente para colmar a la inteligencia de felicidad, desterrando de
ella el más penoso de los males del alma, que es el dolor.

169. En cambio, a ningún malvado le es conce dido el alegrarse, como por voz de los profetas
se proclama: "Alegrarse no es dado a los impíos, ha dicho Dios . Isaías XLVIII, 22.) Palabras
y oráculo en verdad Divinos es el decir que la vida de todo perverso está llena de sombras, de

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duelo y de miseria, aun cuando trate de aparecer sonriente.

170. Por que, yo no diría que los egipcios se alegraron realmente cuando oyeron que los
hermanos de José se aproximaban; sino, más bien, que simularon hipócritamente para parecer
alegres; porque a ninguno de los insensatos le resulta grata la confrontación con la refutación,
del mismo modo que no lo es la presencia del médico para el enfermo por incontinencia. El
esfuerzo, en efecto, es compañero de las personas útiles, la facilidad lo es de los dañosos; y,
como éstos prefieren la facilidad al esfuerzo, no pueden menos que sentir repugnancia por
aquellos que les persuaden para su bien.

171. Cuando oyeres, pues, que "se alegraron el faraón y su servidumbre" (Gen. XLV, 16) ante
la llegada de los hermanos de José, no pienses que es una alegría verdadera, salvo que
previeran quizá apartar a la inteligencia de los bienes del alma, con los que se había criado, y
conducirla hacia las innumerables concupiscencias del cuerpo, para que adulterara la antigua y
ancestral moneda de su connatural virtud.

172. XXXII. Esperanzado en tales designios, la inteligencia amante del placer no se conforma
con apresar mediante los se ductores lazos de las concupiscencias a los más jóvenes y recién
familiarizados con los ejercicios de la prudencia, sino se consi dera capaz de someter también
al discernimiento de más edad, en el cual el frenesí de las pasiones ha desaparecido.

173. Y así, dice una vez más con aviesas intenciones, bajo un simu lado propósito de
beneficios: "Tomad a vuestro padre y vues tros efectos y venid hacia mí" (Gen. XLV, 18),
'hacia Egipto, hacia este rey del terror, que, cuando vuestros paternos y vues tros
verdaderamente reales bienes, impulsados por la libertad que les es connatural, habían dejado
ya atrás al cuerpo, los hizo retroceder y los redujo por la violencia a una esclavitud harto
amarga; y nombró guardián de la prisión, según nos dice el oráculo, a Putifar,55 el eunuco y
jefe de cocina; eunuco, porque escasas eran las cosas nobles de que disponía, habiéndole sido
mutilados los órganos fecundantes de su alma, por lo que era incapaz ya de sembrar y
engendrar cosa alguna de las que miran a la disciplina; y cocinero, porque, a manera de
cocinero, mataba a los seres vivientes y los cortaba y dividía sus partes y sus miembros; iba y
venía más que entre cuerpos, en medio de acciones cadáveras y sin alma; y con bien
elaborados condi mentos despertaba y excitaba los apetitos de las infructuosas pasiones,
apetitos que debiera más bien apaciguar y calmar".
55 Gen. XXXIX, 1.

174. Dice además este amante del placer: "Os daré de todos los bienes de Egipto, y comeréis
la médula del país". (Gen. XLV, 18.) Pero nosotros le diremos: "Habiendo visto los bienes del
alma, no aceptamos el bien del cuerpo. Porque intensa mente ha arraigado en nosotros un
profundísimo amor por aque llos, al punto de hacernos olvidar todo cuanto es apetecido por la
carne".

175. XXXIII. Tal es la falsamente llamada alegría de los in sensatos. La verdad en esto es,
como quedó más arriba sentado, que la alegría solo se adapta a los hombres de bien. Así pues,
"Abraham cayó y rió". (Gen. XVII, 17.) Cayó, no desde Dios, sino desde sí mismo. En su
dependencia del Inconmovible se mantuvo en pie; su caída fue desde su propia presunción.

176. Y así, cuando el espíritu pagado de sí mismo hubo sido arrojado en tierra, y el espíritu del
amor a Dios hubo sido ele vado y firmemente asentado en torno del Único indoblegable, rióse

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al punto "y dijo en su inteligencia: '¿Le sucederá esto a un hombre de cien años, y Sara, con
sus noventa años, dará a luz?'" (Gen. XVII, 17.)

177. No pienses, empero, amigo mío, que lo de agregar a ' decir", no con la boca, sino "en su
inteligencia" es un agregado ocioso; al contrario, está hecho con muy premeditada intención.
¿Por qué? Porque, al decir: "¿Sucederá esto a un hombre de cien años?", parece formular sus
dudas respecto del nacimiento de Isaac, en el que antes se nos decía que confiaba, como poco
antes lo reveló un oráculo que dice así: "No será éste quien te heredará, sino uno que saldrá de
ti"; para agregar a renglón seguido: "Abraham creyó en Dios y esto le fue contado por
justicia". (Gen. XV, 4 y 6.)

178. Luego, como la duda no con decía con la pasada confianza, Moisés ha presentado esa
duda como de no mucha duración, ni extendida hasta la lengua y la boca, sino relegada a la
parte de más acelerado movimiento de su ser, la inteligencia. Así, leemos que "dijo en su
inteli gencia", a la que ninguna de las creaturas ponderadas por su celeridad podría igualar en
rapidez, pues aun a todas las naturalezas aladas deja atrás.

179. Lo cual tuvo presente, se me ocurre, el más ilustre de los poetas griegos cuando dijo:
"Como un ala o un pensamiento","56 poniendo de manifiesto la celeridad de la penetración de
éste, lo que hace más patente aún al poner el pensamiento después del ala. La inteligencia, en
efecto, mué vese al mismo tiempo hacia muchas cosas materiales e inma teriales con
indescriptible impulso e instantáneamente se ade lanta hasta los extremos de la tierra y el mar
reuniendo y sepa rando distancias de infinita magnitud. Al mismo tiempo salta tanto desde la
tierra, que, atravesando el aire, se eleva hasta el éter y apenas se detiene en las proximidades
de la más remota esfera de las estrellas fijas.
56 Odisea VII, 36.

180. La intensidad del calor de aquella ígnea naturaleza no le permite permanecer. Por eso,
después de haber dejado atrás muchas cosas, atraviesa el límite de este mundo sensible en
dirección al mundo constituido por las formas ejemplares, que le es afín. Así, pues, en el caso
del virtuoso Abraham el desliz fue breve, instantáneo, indivisible, no sensible sino mental
solamente, y en cierto modo intemporal.

181. XXXIV. Pero, no faltará tal vez quien diga: "¿Cómo es. que, habiendo antes tenido fe,
admite un asomo, una sombra, un soplo de incredulidad cualquiera fuere? "Este tal pretende,
me parece a mí, nada menos que hacer de lo creado algo in creado, de lo mortal algo inmortal,
de lo corruptible algo incorruptible, y del hombre, si es lícito hablar así, un dios.

182. Porque la fe, que puede poseer el hombre, según él, debe ser tan firme que en nada
difiera de la que corresponde al Que Es, es decir, una fe firme y completa en todos los
aspectos. Así, dice Moisés en el Cántico Mayor:57 "Dios es fiel y no hay injusticia alguna en
Él". (Deut. XXXII, 4.)
57 Nombre con que Moisés distingue el cántico de Deut. XXXII del Éx. XV.

183. Pero grande ignorancia es suponer que pueda el alma del hombre contener las
inconmovibles y firmísimas excelencias de Dios. Debemos darnos por satisfechos, en efecto,
con poder adquirir copias de ellas, muy inferiores a los modelos en número y magnitud.

184. Y con razón seguramente, pues por fuerza las virtudes de Dios son sin mezcla ya que

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Dios no es compuesto sino simple por naturaleza; en tanto que las de los hombres están
mezcladas, dado que también nosotros somos mezclas, habiendo sido reuni dos en nuestro ser
lo Divino y lo mortal con la armonía propia de las proporciones de la música perfecta; y lo
compuesto de mas de un ingrediente está sujeto a opuestas fuerzas que lo arrastran hacia cada
uno de ellos.

185. Feliz aquel al que le ha sido dado inclinarse hacia la mejor y más Divina parte durante la
mayor parte de su vida. Porque que ello ocurra du rante la totalidad de su existencia es cosa
imposible, ya que a veces la opuesta carga de lo mortal hace contrapeso y, puesta al acecho,
aguarda las circunstancias difíciles para la razón, a fin de acometerla con todas sus fuerzas.

186. XXXV. En consecuencia, "Abraham ha creído en Dios", pero solo como un hombre
puede hacerlo; en lo que podrás reconocer esa condición propia de la raza mortal que es la
claudicación y aprender que ella no tiene otro origen sino su misma naturaleza. Pero hemos de
dar gracias si esa claudica ción es breve y momentánea; que otros muchos han sido inun dados
por el impetuoso torrente y han perdido la vida sin remedio.

187. Porque, amigo mío, la virtud, como lo establece el santísimo Moisés, no anda con pies
muy firmes en un cuerpo mortal, sino casi como si padeciera un entumecimiento y cojeara
algo. Leemos, en efecto, que "El ancho del muslo se le entu meció y cojeaba sobre él". (Gen.
XXXII, 25 y 31.)

188. Pero quizá alguno de los más osados se presente y diga que la manifestación de Abraham
no es signo de desconfianza sino de súplica en el sentido de que, pues la mejor de las buenas
experiencias, la alegría, habría de nacer, su nacimiento tuviera lugar, no bajo el signo de otros
números, sino del noventa y del cien, a fin de que este bien perfecto alcanzara la existencia
bajo números perfectos.

189. Los números citados son perfec tos, sobre todo de acuerdo con las sagradas escrituras.
Consi derémoslos por separado. Comencemos por Sem, el hijo del justo Noé. El progenitor de
la raza vidente, según leemos, "Te nía cien años cuando engendró a Arfaxad" (Gen. XI, 10),
cuyo nombre significa "desbarató la aflicción". A no dudarlo, cosa excelente es que el vástago
del alma turbe, confunda y destroce a la afligente y rebosante de males injusticia.

190. Por su parte, Abraham "plantó un campo" 58 (Gen. XXI, 33), emplean do el número cien
para determinar las dimensiones de la tierra. Y a su vez, Isaac "Halla centuplicada la cebada".
(Gen. XXVI, 12.) Y Moisés edifica el recinto del tabernáculo calculando una distancia de cien
pies de este a oeste.59
58 El término griego ároura = tierra o campo labrado o cultivado, designaba también una

porción de terreno de 100 codos de lado.


59 Ex. XXVII, 9.

191. La proporción de cien se encuentra, asimismo, en la primicia de la primicia que los


levitas ofrecen a los consagrados,60 pues ellos reciben para sí estas circunstancias como
propiedades de ellos, les está prescripto dar a los sacerdotes lo que podríamos llamar la
sagrada décima de las décimas.
60 Núm. XVIII, 28.

192. Muchos otros ejemplos en ala banza del mencionado número podríamos hallar si los

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buscásemos en las leyes, pero por ahora bastan los casos citados. Mas, si separáramos del cien
una décima parte, como la sagrada ofrenda de primicias a Dios, el que hace nacer, crecer y
alcanzar su plenitud a los frutos del alma, hallaremos otro número per fecto, el noventa. ¿Y
cómo no habría de serlo, constituyendo, como constituye, el límite entre el primero y el
décimo diez; y si sirve para separar unas santidades de otras tal como el velo en medio del
tabernáculo,61 mediante el cual se distinguen las cosas de un mismo género de acuerdo con las
divisiones en las respectivas especies.
61 Ex. XXVI, 33.

193. XXXVI. Así pues, el hombre de bien dice "con su inte ligencia" 62 cosas verdaderamente
virtuosas; el ruin, en cambio, a veces manifiesta con elevados pensamientos cosas nobles,
pero practica con ruindad cosas sumamente viles, tal como hace Siquem, el hijo de la
ignorancia. Su padre, en efecto, es Emor, cuyo nombre significa "asno", en tanto que
"Siquem" quiere decir "hombro", siendo el hombro un símbolo del trabajo. Pero el trabajo que
ha sido engendrado por la ignorancia es mísero y lleno de aflicción, del mismo modo que el
trabajo emparentado con la sagacidad es provechoso.
62 De lo que sigue se desprende que Filón, en una segunda interpreta ción de la expresión "en

su inteligencia", entiende ahora que ella equivale a "con sinceridad".

194. Así, los oráculos dicen que Siquem "habló según la inteligencia de la virgen" (Gen.
XXXIV, 3), después de haberla deshonrado previamente. ¿No está con todo propósito dicho
lo que "habló según la inteli gencia de la virgen", como para demostrar que lo que hacía no
estaba de acuerdo con lo que decía? Porque Dina es la inco rruptible justicia, la justicia
compañera de Dios, la siempre vir gen, como que el nombre "Dina" significa "juicio" o
"justicia".

195. Y los insensatos que intentan corromperla mediante sus tramas y prácticas repetidas día
tras día, recurren a las palabras capciosas en su afán de escapar de la refutación. De berían
éstos o proceder conforme con lo que afirman; o, por lo menos, si delinquen callar; que, como
dicen, el silencio reduce el mal a la mitad. Así, también Moisés al reprender al que considera a
la creación como digna de los primeros honores y el imperecedero Dios sólo de los segundos,
dice: "Has delinquido; cállate". (Gen. IV, 7.)63
63 Ver Sobre la sobriedad 50, donde Filón interpreta el verbo hesykházein en el sentido de

quedarse o permanecer quieto, mientras que la inter pretación que le da en el caso presente es
de callar.

196. Es que el ponderar y celebrar jactanciosamente las maldades es doble falta. Pero esto es,
prácticamente, lo que ocurre con la mayoría de los hombres. Permanentemente están
pronunciando palabras de amistad y justicia para la virgen virtud, pero no dejan pasar ocasión
pro picia alguna sin ultrajarla y vejarla, si de ellos depende. ¿Qué ciudad no está llena de
aquellos que con himnos celebran a la siempre virgen virtud?

197. Los tales fatigan los oídos de cuantos hallan al paso con exposiciones como estas: "La
pru dencia es necesaria; la imprudencia, dañosa; se ha de procurar la templanza y combatir la
destemplanza; la valentía es digna de perduración; la cobardía debe rehuirse; la justicia es
prove chosa; la injusticia, perjudicial; la santidad eleva, la falta de santidad denigra; la piedad
es digna de elogio, la impiedad es censurable; nada es más apropiado a la humana naturaleza
que el querer, obrar y hablar bien; y nada más ajeno a ella que el proceder mal en cada uno de
estos aspectos de la vida".

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198. Sosteniendo estas y otras cosas semejantes pasean el engaño por los tribunales, los
teatros y todas las asambleas y cofradías humanas, como aquellos que cubren con hermosas
máscaras el aspecto harto vergonzoso de sus rostros previniéndose para que las miradas ajenas
no los hagan sonrojar.

199. Pero es en vano. Porque llegarán algunos, rebosantes de vigor y poseídos del celo por la
virtud, los que, desatando la trama de todas estas envolturas y ataduras urdidas con avieso
designio en las pala bras; y contemplando el alma misma en sí misma, desnuda, conocerán los
secretos vedados a la vista en las profundidades de su naturaleza. De ese modo, pondrán al
descubierto ante todos a plena luz del sol su vergüenza y cuanto de vituperable hay en ella;
con lo que harán ver cómo es realmente, cuan ver gonzosa y ridícula; y cómo la apariencia de
hermosura forjada con ataduras no sino una espuria falsificación.

200. Estos defensores, listos para repeler tales orientaciones tan impuras y profanas son dos en
número, Simeón y Leví, pero uno en desig nio. Por ese motivo en las bendiciones el padre de
ambos los cuenta en un solo ordena pues sus pensamientos concuerdan y armonizan, y los
mueve un único impulso hacia una misma dirección; y Moisés, por su parte, cesa en adelante
de mencionar a los dos y, en cambio, incluye completamente a Simeón en Leví,64 mezclando
ambas naturalezas, de la que hace una sola cual si las estampara con una sola forma, uniendo
el oír con el obrar.
64 Gen. XLIX, 5.

201. XXXVII. Así pues, cuando el hombre de bien conoció la promesa, al pronunciar aquellas
palabras llenas de reverencia y piedad "conforme a su inteligencia", experimentó ambos
sentimientos: la fe en Dios y la desconfianza hacia la creación. Y es natural que dijera en tono
de súplica: "Que este Ismael viva en Tu presencia" (Gen. XVII, 18); expresión donde ninguna
de las palabras: "este", "viva", "en Tu presencia", carece de apropiada razón de ser. Lo digo
porque no pocos han sido engañados al aplicar los mismos términos a cosas diferentes.

202. Preciso es que aclaremos lo que quiero decir. "Ismael" significa "audición de Dios", y las
Divinas doctrinas son oídas por unos con provecho, pero por otros con daño para sí y para los
demás. Observa al adivino Balaán. Éste es presentado como "oyente de los oráculos de Dios y
receptor de la ciencia que proviene del Altísimo". (Núm. XXIV, 16.)

203. Pero, ¿qué le aprovecha haber escuchado tales cosas; qué el haberlas apren dido si su
intención oculta es procurar la ruina del más noble ojo, el del alma, que ha sido enseñado a
ver solamente a Dios? No lo logra, pero ello débese solamente a la fuerza invencible del
Salvador. El resultado es que, atravesado por su propia demencia, recibe muchas heridas y
perece "en medio de la herida" (Núm. XXXI, 9), por haber desvirtuado con su ciencia de
adivino )a profecía inspirada por Dios.

204. Con razón, pues, suplica el hombre de bien para que sólo "este Ismael" goce de salud,
porque están los otros que oyen las sagradas instrucciones pero no con leal intención, y a estos
Moisés les ha prohibido terminantemente concurrir a la asamblea del universal Soberano.

205. Tanto los que, habiendo comprimido 65 y hasta perdido completamente los órganos
fecundantes de la inteligencia, ensalzan su propia inteligencia y su sensibilidad como únicas
causas de cuanto ocurre entre los hombres; como los que aman la creencia en múltiples dioses

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y honran a esta cofradía de divinidades; hombres estos nacidos de ramera, que no conocen a
Dios, el único esposo y padre del alma amante de la. virtud; todos ellos, ¿no es con toda razón
que han sido expulsados y desterrados? 66
65 Deut. XXXII, 8.
66 El verbo thlán = comprimir, aplastar, es de la misma raíz que thiadías = eunuco, concepto

éste al que alude aquí Filón comparando al estéril mental con el estéril para la procreación.

206. También los padres que acusan a su hijo de ebriedad hacen, al parecer, un uso semejante
del pronombre. Dicen, en efecto: "Este hijo nuestro es desobediente" (Deut. XXI, 20), dando a
entender mediante el agregado de "este" que existen otros hijos pacientes y moderados, que
obedecen los mandatos de la recta razón y la instrucción. Porque éstos 67 son los verísimos
progenitores del alma, y gran humillación es ser acusados por ellos, así como grandísima
gloria el merecer su aprobación.68
67 Deut. XXIII, 1 y 2. Ver Sobre la migración de Abraham 69.
68 Ver Sobre la ebriedad 13 a 94.

207. Tampoco creamos que los demostrativos han sido usados descuidadamente o sin otro
propósito que el de introducir los nombres, en el caso de las frases: "Estos son Aarón y
Moisés, a quienes Dios dijo que sacaran de Egipto a los hijos de Israel" (Ex. VI, 26); y: "Éstos
son los que hablan con el faraón, el rey". (Ex. VI, 27.)

208. En efecto, como la más pura de las inteli gencias, Moisés, y su palabra, Aarón, fueron
instruidas, la inte ligencia para captar las cosas santas como lo haría un dios, y la palabra para
expresarlas con propiedad, los sofísticos imita dores y adulteradores de esta auténtica moneda
afirman conocer correctamente y expresar de laudable manera todo lo relativo al Supremo Ser.
69 Así pues, para que no resultemos engañados a causa de la semejanza de rasgos cuando están

frente a frente los espurios y los auténticos, nos ha sido dado una pauta para distinguir a unos
de otros.
69 Éx. VII, 11.

209. ¿Cuál es esta pauta? Pues, el sacar de la región corpórea a la vidente inteligencia amante
de la contemplación y de la sabiduría.70 Y el que es capaz de tal cosa es "este Moisés", y el
que es incapaz, que no tiene más que el nombre y se reviste a sí mismo con egregios títulos, es
objeto de irrisión.
Cuando Abraham suplica que Ismael viva, no es en la vida del cuerpo en la que piensa; su
súplica es que lo que él oiga de Dios se perpetúe en su alma y lo mantenga despierto y con
ánimo encendido.
70 Alusión a la liberación del pueblo de Israel por Moisés, quien saca a la raza "vidente" del

país corpóreo, Egipto.

210. XXXVIII. Y, en tanto que Abraham suplica que viva la audición de las palabras de Dios
y el aprendizaje de las sagradas doctrinas, según queda dicho; Jacob, el ejercitante, lo hace por
las buenas dotes naturales, cuando dice: "Que Rubén viva y no perezca". (Deut. XXXIII, 6.)71
¿Por ventura, suplica la inmortalidad y la incorruptibilidad, cosas im posibles para el hombre?
No, por cierto.
71 En realidad fue Moisés quien formuló esta súplica.

211. Digamos, por lo tanto, qué es lo que quiere mostrarnos. Todo cuanto se es cucha y se

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aprende se apoya, como sobre un cimiento asentado de antemano, sobre una naturaleza capaz
de recibir instrucción; porque, si la naturaleza no da los pasos preliminares, todo lo demás es
inútil. Ninguna diferencia es dable apreciar entre los carentes de dotes naturales y un roble o
una muda piedra. Nada, en efecto, puede adherírseles o adecuárseles; todo, en cambio, rebota
y es rechazado por ello como por una sustancia sólida.

212. Por el contrario, en las almas naturalmente bien dotadas es posible: ver que, a manera de
suave cera, ni muy dura ni demasiado blanda, constituyen una mezcla adecuada mente
proporcionada, y fácilmente reciben todo cuanto oyen y contemplan. Y reproducen
perfectamente las formas impresas sobre ellas, vale decir, ciertas copias vividas conservadas
por la memoria.

213. Preciso era, por lo tanto, suplicar que la racio nal nación llegara a poseer sus felices
disposiciones naturales libres de enfermedad y de la muerte. Porque pocos son los que
participan de la vida según la virtud, que es la vida por excelencia; estando excluidos quienes
pertenecen al vulgar rebaño, ya que a ninguno de éstos le ha cabido parte en la vida verdadera,
por estar reservada exclusivamente a los que han logrado huir de las preocupaciones de los
hombres y vivir solamente para Dios.

214. Por eso también grande fue el asombro del valeroso ejercitante frente al hecho de que en
medio del río de la vida al guien fuera arrastrado sin que alguna impetuosa corriente aca bara
con él, y de que pudiera, en cambio, hacer frente al copioso fluir de la riqueza, repeler el
desmedido impulso del placer y sobrevivir al huracán de la vanagloria.

215. Y así, dice no tanto Jacob a José como la sagrada palabra a todo hombre vigoroso de
cuerpo situado en medio de inagotables cosas mate riales superfinas sin ser presa de ninguna
de ellas: "Puesto que tu vives todavía". (Gen. XLVI, 3.) Admirable pensamiento es el aquí
manifestado. Él se proyecta más allá de esta vida común que vivimos quienes, no bien
alcanzamos leves brisas de pros peridad, soltamos todas las amarras e, inflados de desmedido
orgullo, soplamos con fuerza y vehemencia, y con las velas des plegadas nos lanzamos hacia
los goces de las pasiones, sin que contengamos la irrefrenable e incontrolada licencia de
nuestros apetitos, hasta que, dando contra las rocas, naufragamos con todo el bajel del alma.

216. XXXIX. Muy bien hace,72 pues, Abraham al suplicar que este Ismael viva. Y agrega: "en
presencia de Dios", esta bleciendo que la cima de la felicidad consiste en que la inteligencia
sea considerada digna de vivir bajo el control y la vigi lancia del más Excelso de todos los
seres.
72 Sigo la rectificación de Wendland, que propone éukhetai = suplica, por eukhómetha =

suplicamos, que se lee en los manuscritos.

217. En efecto, si, estando presente el tutor, el guiado por él no puede obrar mal; si la
proximidad del preceptor beneficia al que aprende; si en presencia del de mayor edad se
adorna el joven con modestia y prudencia; si el padre y la madre, sin pronunciar palabras,
im piden que el hijo a punto de obrar mal lo haga, sólo con que éste los vea, ¿qué pensaremos
de la inmensidad de los beneficios que alcanzan a aquel que tiene conciencia de que la mirada
de Dios está siempre vigilante sobre él? Si tiene presente la dignidad de Quien siempre le
acompaña, temeroso y tembloroso huirá con todas sus fuerzas del mal obrar.

218. Pero, cuando suplica que Ismael viva, no desespera del nacimiento de Isaac, ya lo he

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dicho antes. Con todo, si bien confía en Dios, (reconoce la flaqueza humana),73 por cuanto no
es dado al hombre recibir beneficios en la medida en que Dios puede brindárselos, pues a Él le
es fácil conceder inmensos y numerosísimos dones, en tanto que a nosotros nos resulta difícil
tomar los bienes que se nos tienden.
13 Existe aquí una laguna en el texto, y la traducción es conjetural.

219. Hemos, pues, de contentamos con poder alcanzar los bienes que produce el tra bajo y el
esfuerzo, los bienes que nos son familiares y crecen con nosotros; mas, descartemos la
esperanza de alcanzar aque llos que se producen espontáneamente sin previa elaboración o en
general sin humana diligencia, y se dan preparados. Éstos, en efecto, como que son Divinos,
sólo pueden ser descubiertos por naturalezas más próximas a Dios, sin mezclas y sin contacto
con un cuerpo mortal.

220. Pero, Moisés nos ha enseñado a elevar nuestra acción de gracias en la medida en que ello
está en nuestras manos:74 el hombre sagaz ha de presentar como ofrenda su sensatez y su
prudencia; el elocuente consagrar to das las bondades de su expresión mediante cánticos y
alabanzas en prosa al Que Es; y cada uno según su especialidad: el estu dioso de las cosas
naturales debe ofrendar la ciencia de la naturaleza, el de los problemas éticos la filosofía ética,
el experto en artes y ciencias, los conocimientos de las mismas.
74 Núm. VI, 21.

221. De esta manera el navegante y el piloto ofrendará la feliz travesía, el labrador el


acrecentamiento de las cosechas, el ganadero la fecundidad de sus animales, el médico la
salud de sus pacientes, así como el general su victoria en la guerra, el hombre de estado o
coronado su autoridad o soberanía legal; y, para decirlo en pocas palabras, todo aquel que no
lo centra todo en sí mismo confiesa que la causa de todos los bienes, tanto los del alma como
los del cuerpo, como los que vienen de fuera no es otra que la única causa verdadera, Dios.

222. Por lo tanto, ninguno de los que evidencian una más obscura y humilde condición
titubee, desesperando de mejores perspectivas, en elevar su agra decida súplica a Dios; antes
bien, aunque no aguardare ya bie nes mayores en absoluto, manifieste su agradecimiento en la
medida de sus fuerzas por los que ya ha alcanzado.

223. Gran de es el número de éstos: nacimiento, vida, alimento, alma, sen sibilidad,
imaginación, impulso, raciocinio. Ahora bien, "racio cinio" es una palabra corta, pero el hecho
que expresa es perfectísimo y Divino en sumo grado, una porción del alma del universo, o,
para decirlo más reverentemente, conforme con las enseñanzas de Moisés, una fiel impresión
de la Divina imagen.

224. XL. Bien está, también, que alabemos a aquellos explo radores que intentaron arrancar de
raíz el tronco todo de la virtud y llevárselo, y al no poder hacerlo, tomaron, al menos, una
rama y un solo racimo, lo único que podían cargar, como una muestra y parte del todo.75
75 Núm. XIII, 24.

225. Hemos de suplicar que nos sea posible transitar en medio de una compacta
muche dumbre de virtudes. Pero, si esto escapa a las posibilidades de la humana naturaleza,
contentémonos con que lleguemos a fa miliarizarnos con una sola de las virtudes particulares,
la tem planza, la valentía, la justicia, la filantropía. Lleve, en efecto, en su vientre y dé a luz el
alma un bien al menos, y no sea infecunda y estéril en todos los bienes.

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226. ¿Impondrás tú a tu propio hijo prescripciones como las que siguen? "Si tú no tratas con
moderación a tus servidores, tampoco tendrás amiga bles relaciones con tus iguales; si no
brindas un digno trato a tu mujer, tampoco honrarás a tus progenitores; si desprecias a tu
padre y a tu madre, pecarás también de impiedad hacia Dios: si te deleitas con el placer, no te
librarás de la codicia; si anhelas grandes riquezas, caerás en las vacías opiniones".

227. ¿Por qué?, preguntaría yo. ¿No consideras, acaso, que ha de prece derse con mesura en
algunas cosas al menos, si no es posible hacerlo en todas? Podría, entonces, decirte tu hijo:
"¿Cómo es, eso, padre? ¿Pretendes que tu hijo se convierta en un bien completo o en un mal
completo, y no te darás por satisfecho si eligiere el término medio en vez de uno de los
extremos?"

228. ¿No es, acaso, ésta la causa por la que también Abraham en el caso de la destrucción de
los sodomitas comienza por cincuenta y acaba con diez 76 cuando pide y suplica para que, en
caso de no poderse hallar en la creación la completa salida hacia la libertad,77 cuyo símbolo es
la sagrada condición del número cincuenta, sea aceptada la educación intermedia,
repre sentada numéricamente por el diez, para la liberación del alma que está a punto de ser
condenada? 78
76 Gen. XVIII, 24 y 25.
77 Lev. XXV, 10.
78 Ver Sobre los sacrificios de Caín y Abel 122.

229. Los que han recibido una instrucción poseen mayores oportunidades para progresar que
los que no la han recibido; los que están familiarizados con la cultura general mayores que los
que no tienen relación alguna con ella, pues, desde la niñez casi, han sido sumergidos en la
corriente de pensamientos relativos a la forta leza, la templanza y cada una de las otras
virtudes.79 Por lo tanto, aunque no se hayan liberado y purificado completamente de su
iniquidad en su proceso de purificación, con todo se han limpiado de ella, ciertamente, en
razonable y moderada medida.
79 Ver Interpretación alegórica III, 85.

230. De una manera semejante habló, al parecer, Esaú a su padre: ";Acaso no tienes más que
una bendición, padre? Ben díceme a mí también, padre". (Gen. XXVII, 38.) Y tiene razón,
pues diferentes bendiciones han sido reservadas para diferentes personas; bendiciones
perfectas para los que son perfectos, intermedias para los imperfectos; tal como ocurre con los
cuerpos, en los cuales la salud y la enfermedad reclaman diferentes ejer cicios y diferentes
dietas; y con todas las otras cosas relacionada? con el régimen de vida, las que no son las
mismas en todos los casos. Unos necesitan recibir elementos que eviten la enfer medad; otros,
los apropiados para recobrar un mejor estado de salud.

231. Siendo, pues, como son, muchos los bienes que pueden darse en la naturaleza,
concédeme 80 el beneficio de aquellos que a Tu juicio me aprovechan, aunque fueren
pequeñísimos sin tener presente otra cosa sino los límites de mi capacidad para recibir con
facilidad lo que se me diere; y no me des, en cambio bienes que, desdichado de mí, me
dobleguen y aniquilen de fatiga.
80 Invocación del autor a Dios, en la que debe sobreentenderse "oh Señor o algo semejante.

232. ¿Y qué pensaremos que significan las palabras; "¿Acaso no será suficiente la mano del

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Señor?" (Núm. XI, 23 ) ¿Qué otra cosa sino que los poderes del Que Es se extienden por todas
partes para beneficio no sólo de los altamente reputados 5ino también de los tenidos en menor
consideración? A unos y a otros beneficia el Señor con dones acordes con la medida y
dimensión del alma de cada uno, estimando y midiendo Él mis mo a base de la igualdad lo
correspondiente a cada uno.

233. XLI. Me deja completamente pasmado la ley establecida a propósito de aquellos que
despojándose de sus faltas se mues tran arrepentidos. Manda ella, en efecto, que, ante todo se
lleve para sacrificarla una oveja en irreprochables condiciones. Pero, dice, si no tuviere
fuerzas suficientes su mano para una oveja, llevará por la falta que ha cometido dos tórtolas o
dos pichones de palomas, uno por la falta y uno para un holocausto.

234. pero si su mano no hallare una pareja de tórtolas m dos pichones de paloma llevará
como su regalo una décima de efá 81 de flor de harina de trigo. No derramará sobre él aceite ni
pondrá sobre ella incienso, puesto que la ofrenda es por una falta. Y la llevará al sacerdote y el
sacerdote tomará de ella un puñado completo y colocará el memorial sobre el altar . (Lev. V, 1
y ss.)
81 Medida hebrea de capacidad para sólidos cuyo contenido equivalía a 38,88 litros.

235. De lo citado se desprende que tres son las maneras de arrepentimiento empleadas para la
propiciación: bestias, aves o flor de harina, según la capacidad del arrepentido que se purifica.
Es que ni cosas pequeñas han menester de grandes purificaciones, ni cosas pequeñas necesitan
purificaciones pequeñas, sino iguales y semejantes en la correspondiente proporción.

236. Vale, ciertamente, la pena que indaguemos por qué la purificación admite tres maneras.
Los casos tanto del bien como del mal obrar se reducen a tres: de pensamiento, de palabra y
de obra. Por esa razón Moisés en sus exhortaciones, enseñándonos que la adquisición del bien
no es ni imposible ni difícil, dice:

[237] "No es necesario remontarse hasta el cielo ni marchar hasta los confines de la tierra y
del mar para hacerse de ella; al contrario, cerca, muy cerca (y lo que sigue muestra esta
proximidad casi como si la vieran nuestros ojos) está toda obra para tu boca, tu corazón y tus
manos" (Deut. XXX, 12 a 14); lo que simbólicamente equivale a "en tus palabras, tus
intenciones y tus obras". Establécese, en efecto, que la humana felicidad procede de la buena
intención, de la buena palabra y del bien obrar, así como la desdicha es producto de las
condiciones opuestas.

238. La rectitud y las faltas hállanse, en efecto, en estas tres zonas: el corazón, la boca y la
mano, pues algunos resuelven con acertadísimo cri terio, dicen las cosas más excelentes y
practican lo que se debe hacer. De los tres procederes opuestos el más leve es el tener
intenciones indebidas, el más grave el llevar a cabo la injusticia y en un plano intermedio está
el decir lo que no se debe.

239. Pero sucede que el más leve es el más difícil de eliminar, pues es cosa difícil trocar el
cambio del alma en quietud. Más rápido, en efecto, podríamos contener el ímpetu de un
torrente que la irrefrenable corriente del alma en sus cambios. Incon tables pensamientos se
precipitan unos tras otros como enorme ola, arrastrándola, perturbándola y derribándola total y
violentamente.

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240. Esta es, pues, la mejor y más perfecta forma de purificación: evitar todo pensamiento
inconveniente y vivir en compañía de los conciudadanos en paz y dentro de la ley, bajo la guía
de la justicia. La. segunda, no delinquir con las palabras mintiendo, perjurando, engañando,
sutilizando, calum niando o, en general, dando riendas sueltas a la boca y la len gua para que
causen la ruina de otros, en vez de sujetarlas mediante una rienda y atadura irrompible.

241. XLII. Fácil es ver por qué el decir lo que no corresponde es más grave falta que el
pensarlo. A veces lo que pensamos lo pensamos no voluntariamente sino sin quererlo. Uno se
ve obligado a recibir pensamientos que no desea; y nada de lo involuntario merece reproche.

242. En cambio, quien habla lo hace voluntariamente, de modo que, si el que se expresa no lo
hace con palabras benévolas, peca, para su desgracia, de injusto, ya que, aun cuando tiene
oportunidad de decir cosas más convenientes, no quiere hacerlo. A éste provechoso le sería
optar por un silen cio completamente seguro; y si carece de esa seguridad a su alcance, es
porque no quiere callar.82
82 La traducción de la última parte es conjetural. El original está evi dentemente corrupto y

resulta imposible reconstruir el texto alterado.

243. Pero más grave falta aún que el hablar injustamente es el obrar sin justicia. "La palabra es
la sombra de la obra",83 se ha dicho. Y, si la sombra es dañosa, ¿cómo no ha de serlo aún más
la obra? Por eso también Moisés declara que la intención está libre de acusación y castigo,
pues las más de las veces sus cambios y desvíos son involuntarios, y es más bien una pasiva
víctima de los pensa mientos que la asedian continuamente desde afuera, que la verdadera
productora de dichos cambios. En cambio, todo aquello que se exterioriza a través de la boca
requiere para su justificación y juzgamiento que se tenga presente que el hablar depende de
nuestra decisión.
83 Expresión de Demócrito, según Diógenes Laercio IX, 37.

244. Con todo, las palabras son juzgadas con un criterio relativamente benigno, las acciones
culpables, en cambio, lo son más severamente.; Grandes casti gos, en efecto, establece la ley
para los que cometen grandes iniquidades y llevan a cabo aquello que han planeado con errada
intención y proclamado con lengua temeraria.

245. XLIII. Las purificaciones de estas tres cosas: la inteli gencia, la palabra y la acción son,
según Moisés, la oveja, la pareja de tórtolas, la de palomas y la sagrada medida que es el
décimo de un efá de flor de harina, entendiendo el legislador que la inteligencia puede ser
purificada por la oveja, la palabra por las aves, y la acción con la flor de harina.

246. ¿Por qué? Pues, porque, así como en nosotros lo más elevado es la inteli gencia, del
mismo modo en la raza de los animales irracionales lo es la oveja por cuanto es el más manso
de todos ellos y ofrece anualmente el producto de sí para beneficio y a la vez adorno de los
hombres. Un vestido protege de los daños procedentes del frío y del calor, y ocultando lo que
la naturaleza quiere que permanezca oculto, salvaguarda la decencia de los que lo llevan.

247. Sea, pues, símbolo de la purificación de la mejor parte de nuestro ser, la inteligencia, el
mejor de los animales, la oveja; y en lo que hace a la purificación de la palabra, sean su
representación las aves. La palabra, en efecto, es liviana y alada por naturaleza, se mueve más
rápido que un dardo y se lanza hacia todas las direcciones; y aquello que ha sido dicho una
vez, ya no puede retroceder, antes, lanzado hacia afuera, corre a gran velocidad, golpea los

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oídos y, atravesando todo el aparato auditivo se torna enseguida resonancia.

248. Mas, la palabra es de dos clases: la verdadera y la falsa; y es ése el motivo, creo yo, por
el que se la compara a una pareja de tór tolas o de palomas. Moisés dice que una de las aves
debe servir como ofrenda por la falta, en tanto que la otra debe ser quemada en holocausto, en
razón de que es condición de la palabra verdadera el ser entera y totalmente sagrada y
perfecta, mientras que de la falsa lo es el delinquir y necesitar una reparación.

249. De la acción, a su vez, el símbolo es la flor de harina, como he dicho. Ocurre, en efecto,
que ésta no adquiere total pureza sin habilidad y cuidado, y es seleccionada por las manos de
los moledores experimentados en la práctica de este proce dimiento. Consecuentes con ello
son las palabras: "El sacerdote tomará de ella un puñado completo y ofrecerá su memorial".
Aquí "el puñado" significa la empresa y la acción.

250. Y muy cuidadosamente ha dicho a propósito de la bestia: "Si su mano no tuviere fuerzas
suficientes para una oveja": en tanto que en el caso de las aves la expresión es: "Pero si su
mano no hallare". ¿Por qué? Porque grande vigor y superlativo poder se precisan para anular
los desvíos de la inteligencia, en tanto que basta una moderada fortaleza para poner coto a las
faltas de la palabra.

251. Todos los males de los que delinquen con la voz tienen, en efecto, un remedio, al que ya
me he referido: el guardar silencio, cosa que a todos les es fácil, si bien muchos, por su
propensión a hablar desmedidamente, no hallan manera de poner coto a las palabras.

252. XLIV. Criado y ejercitado en estas y parecidas maneras de analizar y distinguir las cosas,
¿cómo no ha de resultar razonable que el hombre virtuoso 84 suplique que Ismael viva, si no le
es posible todavía engendrar a Isaac?
84 Abraham, en el relato bíblico.

253. ¿Qué hace, entonces, el bondadoso Dios? Pues, da dos cosas a quien ha pedido una sola
y concede una gracia superior a quien ha suplicado una inferior. Leemos, en efecto, que "dijo
Dios a Abraham: 'Sí, he aquí que Sara, tu mujer, te dará a luz un hijo'." (Gen. XVII, 19.) El
simbolismo del "sí" de la respuesta es, sin duda alguna, acertado. ¿Qué, en efecto, es más
propio de Dios que asentir en cuanto a los bienes y acordarlos sin dilación?

254. Con todo, aquellos a los que Dios da Su asentimiento en ningún caso lo alcanzan de parte
del hombre insensato. Por ejemplo, los oráculos presentan a Lía como detestada. Su nombre
obedece, precisamente, a eso, ya que significa "rechazada y fatigada". Y efectivamente, todos
nosotros rechazamos a la virtud y la consideramos fatigosa, pues sus prescripciones no nos
resultan gratas a menudo.

255. En cambio, tan grande es la aceptación que ha merecido de parte del universal Soberano,
que, abierta su matriz por Él, recibió la simiente de la Divina fecundidad para que diera a luz
las nobles prácticas y acciones.
Aprende, pues, oh alma, que también "Sara", fe virtud, "te dará a luz un hijo"; no sólo Agar, la
educación intermedia. El hijo de Agar es vástago de la instrucción; el de Sara es el saber
adquirido sin ajena enseñanza en absoluto.

256. Y no te asom bre el hecho de que Dios, que lleva en Sí todas las cosas bue nas, haya

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creado también esta especie, rara sobre la tierra, pero numerosa en el cielo. Esto podrás
constatarlo en otros elemen tos de los que componen al hombre. ¿Acaso los ojos han sido
instruidos para ver? Y las narices, ¿aprenden para oler? ¿Por ventura las manos palpan y los
pies avanzan ateniéndose a órdenes y prescripciones de instructores?

257. Y los impulsos y las representaciones mentales, que son los primeros movimien tos y
disposiciones del alma, ¿son resultado de una enseñanza? ¿Acaso fue concurriendo a casa de
un maestro, como nuestra inteligencia aprendió a discernir y a aprehender? Todos ellos,
prescindiendo de toda enseñanza, hacen uso de su propia naturaleza, forjada por sí misma,
para sus respectivas actividades.

258. ¿Por qué, entonces, te admiras todavía por el hecho de que Dios derrame una lluvia de
virtud cuya adquisición no requiere trabajo ni esfuerzo ni vigilancia alguna; siendo, por el
contrario, completa y perfecta desde el principio? ¿Y qué tes timonio más digno de confianza
podrías hallar, si lo buscares, que el de Moisés? Y Moisés dice que los alimentos de los otros
hombres proceden de la tierra y sólo los de la raza vidente vienen del cielo.

259. Los procedentes de la tierra se dan mediante la cooperación de los labradores; los que
vienen del cielo son lanzados cual copos de nieve por Dios, el único ser que obra por sí
mismo, sin que sea menester que otros coope ren. Y así, leemos estas palabras: "He aquí que
os hago llover alimentos desde el cielo" (Ex. XVI, 4.) ¿Y a qué otro alimento llovido del cielo
puede en rigor referirse como no fuere a la celestial sabiduría?

260. Esta es enviada desde lo alto a las almas ávidas de virtud por Aquel que derrama con
pródiga abundancia la prudencia e impregna el universo todo con Su riego, especialmente en
el sagrado séptimo tiempo al que llama sábado.85 Por lo tanto, lo que Él dice es que habrá una
abun dancia de aquellos bienes que se brindan espontáneamente, bienes que los recursos todos
del humano arte no pueden hacer surgir, pero que germinan y producen los frutos que les son
propios en la naturaleza que se engendra a sí misma y alcanza por sí misma su propia
plenitud.
85 Referencia al año sabático, sobre el que trata Lev. XXV, 4 y 5. Ver Sobre la huida y el

hallazgo 170 y ss.

261. XLV. La virtud, pues, te dará a luz un noble hijo varón, ajeno a todo femenino
sentimiento, y tú le darás un nombre conforme con el sentimiento que despierte él en ti, que,
con toda seguridad, será alegría. Por lo tanto, le pondrás un nombre que sea símbolo de esa
alegría; es decir, "risa".

262. Así como el dolor y el temor tienen sus propias exclamaciones, provocadas por la
violencia y fuerza de la emoción, del mismo modo los buenos designios y las alegrías nos
fuerzan a usar naturales ex clamaciones, tan acertadas y apropiadas, que nadie hallaría mejores
expresiones por muy versado que estuviere en materia de exclamaciones.

263. Por eso Dios dice: "Le he bendecido; lo engrandeceré y multiplicaré; engendrará doce
naciones" (va le decir, el círculo y coro todo de las diversas especialidades de los estudios
preliminares) "pero Mi pacto lo estableceré con Isaac" (Gen. XVII, 20 y 21), 'a fin de que el
género humano alcance uno y otro tipo de virtud, la que se adquiere por enseñanza de otro y la
que se aprende sin ajeno adoctrinamiento, pudiendo aspirar a la primera el hombre de débil
condición, y a la que se brinda sin dificultad el hombre vigoroso'."

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264. XI. VI. Y sigue diciendo: "Y para esa oportuna ocasión dará a luz para ti" (Gen. XVII,
21), vale decir, la sabiduría dará a luz a la alegría. ¿Qué ocasión oportuna es la que nos
muestras, oh suprema Maravilla? ¿No es, acaso, aquella ocasión única, que criatura ninguna
puede mostrar? En efecto, nadie sino Él mismo puede ser la verdadera ocasión oportuna, el
orien te de todas las cosas, la fortuna y la oportunidad propicia en la tierra, en el cielo, en las
naturalezas intermedias, a la vez que en todos los animales y las plantas.

265. Por eso Moisés se atrevió a decir a los que habían huido y se negaban a marchar a la
guerra en defensa de la virtud contra sus antagonistas: "La ocasión 86 les ha abandonado; pero
el Señor está entre nosotros" (Núm. XIV, 9). Prácticamente reconoce sin ambages que Dios es
la ocasión que se aparta a gran distancia de todo impío y ronda en torno de las almas
virtuosas.
86 En Sobre la posteridad de Caín 122 la "ocasión" es interpretada de manera distinta.

266. Dice, en efecto, el Señor: "Yo rondaré en torno de vosotros y será vuestro Dios" (Lev.
XXVI, 12). En cambio, aquellos que dicen que las estaciones 87 son las distintas etapas, del
año no emplean con corrección los nombres, y ello se debe a que no han estu diado con el
debido cuidado las naturalezas de las cosas y son muy propensos a proceder sin norma
precisa.
87 Otra de las acepciones del término kairós = ocasión favorable u oportuna.

267. XLVII. Para acrecentar la hermosura del engendrado le dice que su nacimiento tendrá
lugar "durante el otro año" (Gen. XVII, 21); entendiendo por "otro año" no un intervalo de
tiempo determinado por las revoluciones de la luna y el sol, sino algo verdaderamente fuera de
lo normal, extraño y novedoso, ajeno a las cosas visibles y sensibles, algo del orden de lo
incorpóreo y aprehensible por la inteligencia, algo a lo que ha corres pondido ser el modelo y
arquetipo del tiempo, vale decir, la eternidad.88 El término "aión" (eternidad) refiérese a la
vida del mundo del pensamiento, como el término "tiempo" se aplica a la de los sentidos.
88 Tomado de Platón, Timeo 37 d. Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 165, y Sobre la

inmutabilidad de Dios 32.

268. En ese mismo año, también, "halló la cebada centuplicada" (Gen. XXVI, 12) aquel que
siembra 89 las gracias de Dios sobre la creación para acrecentar los bienes y aumentar al
máximo posible el número de aquellos que merecerán alcanzarlos.
89 Isaac, en el relato bíblico.

269. Ahora bien, lo normal es que el que siembra coseche. Sin embargo, el que ha sembrado y
puesto de manifiesto en si a esa enemiga de la envidia y del vicio, que es la virtud, no
cosecha, sino halla, según se desprende del texto. Es que Otro era el que había hecho madurar
la espiga de Sus beneficios y la había llenado de ellos; Otro el que había preparado y
dispuesto mejores esperanzas y más nume rosos dones y los había colocado al alcance de los
que los buscan.

270. XLVIII. Las palabras "Completó Su hablar con él"90 (Gen. XVII, 22) equivalen a
"Perfeccionó al oyente mis mo", que anteriormente estaba vacío de sabiduría, llenándolo de
pensamientos imperecederos". Y, cuando el alumno hubo llegado a ser perfecto, "el Señor se
apartó de Abraham" (Gen. XVII, 22), dice Moisés no para poner de manifiesto que Abra ham
se había separado de El; que el hombre sabio es acompa ñante de Dios; sino para mostrar la

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independencia del alumno, es decir, cómo este, cuando ya el Maestro no lo controla y nada le
fuerza, pone en juego sus propios poderes y, por voluntario esfuerzo y propia iniciativa, él
mismo da muestras de cuanto ha aprendido. El maestro, en efecto, procura al que aprende
oportunidad para una práctica independiente, sin tutela; para lo cual imprime en él
firmísimamente la imagen de un imborrable recuerdo.
90 Más castizo: "Terminó de hablarle". En la traducción he buscado destacar el sentido de

"llevar a la plenitud o perfección", en el que Filón funda su equivalencia.

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SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS

(DE SOMNIIS)

SOBRE LOS SUEÑOS I

1. I. El precedente tratado l abarcó las clases de sueños en viados por Dios correspondientes a
la primera especie. En ellos, decíamos, la Divinidad envía por Su propia determinación las
visiones presentes en los sueños. En este tratado señalaremos, en cambio, hasta donde cabe,
las clases correspondientes a la segunda especie.
1 Tratado que no se ha conservado.

2. Esta última es la de aquellos sueños en los que nuestra inteligencia, moviéndose al par de la
Inteligencia del universo fuera de sí misma, parece estar poseída e inspirada por Dios, al punto
de ser capaz de captar por anticipado y prever en cierta medida los sucesos futuros. El primer
sueño correspondiente a la especie señalada es la siguiente visión que tiene lugar sobre la
escala del cielo.

3. "Y sobrevínole un sue ño; y he aquí que había una escala firmemente asentada sobre la
tierra, cuya parte superior llegaba al cielo, y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban.
Firmemente situado sobre ella estaba el Señor, quien dijo 'Yo soy el Dios de Abraham, tu
padre, y el Dios de Isaac: no temas. La tierra sobre la que tú duermes te la daré y la daré a tu
descendencia; y tu descen dencia será como la arena de la tierra y se extenderá hacia el oeste y
el sur y el norte y el este; y en ti serán bendecidas las tribus todas de la tierra, y también en tu
descendencia. Y he aquí que Yo estoy a tu lado protegiéndote en todo camino por donde
marchares. Y te traeré de regreso a esta tierra, pues de ninguna manera te abandonaré hasta
haber cumplido cuanto te he dicho'" (Gen. XXVIII, 12 a 15).

4. La visión va precedida de una aclaración preparatoria, ne cesaria para su comprensión; y


hemos de considerarla detalla damente para estar en condiciones de entender, con facilidad
quizá, el significado de la visión. ¿Cuál es, pues, esa aclaración preparatoria? La siguiente: "Y
partió Jacob de la fuente del juramento y se dirigió hacia Harrán, y encontró un lugar; pues el
sol se ponía; y tomó una de las piedras del lugar y la colocó bajo su cabeza, y se acostó en
aquel lugar" (Gen. XXVIII, 10 y 11). Y entonces de inmediato tuvo lugar el sueño.

5. Pues bien, para comenzar corresponde que nos planteemos estas tres cuestiones: primera,
qué es "la fuente del juramento" y por qué fue llamada así; segunda, qué es "Jarán" y por qué
saliendo de dicha fuente se dirige directamente a Jarán; y la tercera, cuál es "el lugar" y por
qué cuando se presenta en él pénese el sol y Jacob se tiende a dormir.

6. II. Averigüemos, pues, sin más preámbulos lo primero. Pues bien, a mi juicio la fuente es
símbolo del conocimiento. La naturaleza de este, en efecto, no es superficial sino del todo
profunda. El saber no se presenta al descubierto, sino tiende a ocultarse en lo secreto. No con
facilidad sino con muchos esfuerzos y dificultades es descubierto. Y esto se advierte no sólo
en el caso de las ramas del saber que contienen grandes e innumerables problemas sino
también en las más simples investigaciones.

7. Toma como ejemplo aquella que quieras entre las artes; no la mejor, te ruego, sino la más

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modesta de todas ellas, una que seguramente ningún hombre libre criado en una ciudad
practicaría de grado, y en el campo apenas la ejercería, y contra su voluntad, un sirviente
sometido a un amo insoportable y maligno que le fuerza a ejecutar muchas cosas a disgusto.

8. Hallarás, en efecto, que no se trata de un co metido sencillo sino complicado, de aquellos


para los que has de emplear las dos manos; difícil de descubrir y difícil de dominar, en riña
con la indecisión, el descuido y la indiferencia; pleno de diligencia y responsabilidad, de
sudores y preocupa ciones. Por ello los escavadores afirman no hallar agua en esta fuente,2
como que aquello hacia lo que tienden las distintas ramas del saber no sólo es difícil de hallar
sino indescubrible por completo.
2 Gen. XXVI, 32.

9. Tal es la causa por la que un hombre es mejor gramático o geómetra que otro; dado que es
imposible fijar límites a los alcances y progresos en tales asuntos. En efecto, lo que todavía
resta por aprender aguarda su tumo y está a la espera siempre en mayor proporción aún que
los avances realizados ya en el aprendizaje; y así, aquel de quien se piensa que ha alcanzado
los límites de la sabiduría, a juicio de otro sólo se halla a mitad de camino; y el veredicto de la
verdad es que sólo acaba de comenzar.

10. Es que, como ha dicho alguien,3 "la vida es corta, y el arte es largo"; y nadie capta mejor
su grandeza que aquel que se interna con sinceridad en sus profundidades y excava en él como
en una fuente. Es fama que, al morir, un hombre canoso ya y de avanzada edad lloró, no por
un miedo cobarde hacia la muerte, sino por un ardiente deseo de instrucción, como si en esos
instantes llegara a ella por primera vez, no obstante ser esa su despedida final de ella.
3 Hipócrates. "Arte" o saber práctico (thékne), en este caso la medicina, por oposición a la

ciencia pura.

11. La verdad es que el alma alcanza su plenitud inte lectual cuando la del cuerpo se marchita
bajo el peso de los años; y es penoso, por lo tanto, que den con uno en tierra, como con una
zancadilla, antes de que uno haya alcanzado la flor de la juventud y el pleno vigor para la
aprehensión más detenida de las cosas. Esto lo han experimentado por igual todos los que
gustan aprender, en los que nuevos estudios sur gen y derraman su luz sobre los viejos
conocimientos. Muchos de estos conocimientos son engendrados por el alma, cuando ésta no
es estéril e infecunda; otros muchos, por la naturaleza, cuando ésta, sin previa señal y
espontáneamente, los muestra a aquellos cuya inteligencia está dotada de aguda visión. Así
pues, la fuente del conocimiento, la fuente sin límite ni fin, nos ha sido descripta de la manera
señalada.

12. Pero, hemos ahora de decir por qué ha sido llamada "juramento". Mediante el juramento
se ponen en claro los asuntos dudosos, las cosas inseguras témanse seguras, y la desconfianza
truécase en segu ridad. De todo lo cual concluimos que de cosa alguna podría mos tener más
seguridad que de lo ilimitado e inacabable de la sabiduría.4
4 Es decir, de que es imposible alcanzar el saber completo y absoluta mente seguro. Ver Sobre

la obra de Noé como plantador 82.

13. Bueno es, pues, dar el asentimiento a quien discurre sobre estas verdades, aun cuando éste
no hubiere pres tado juramento; pero quien no esté dispuesto a dar fácilmente ese
asentimiento, hágalo cuando el que habla haya jurado. Y na die se niegue a prestar tal
juramento, pues, no lo dude, su nombre aparecerá registrado en la estela de los juramentos

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verdaderos.

14. III. Sobre este punto basta con lo dicho. A continuación examinaremos por qué de las
cuatro fuentes excavadas por Abraham, Isaac y los suyos,5 el nombre de "juramento" ha sido
aplicado a la cuarta y última.
5 Gen. XXI, 25, y Gen. XXVI, 19 a 23.

15. Quizá sea porque Moisés quiere mostrarnos mediante ale gorías que de los cuatro
elementos del universo; elementos de los que se compone este mundo y que en igual número
se dan en nosotros mismos, como que hemos sido modelados y dotados de forma humana con
ellos; tres son de tal naturaleza que pue den ser aprehendidos de una u otra manera, en tanto
que el otro, a juicio de todos, está más allá de nuestras posibilidades de aprehensión.

16. Cuatro, pues, son en total los elementos de que está compuesto el mundo, a saber: tierra,
agua, aire y fuego. A tres de ellos les ha sido concedida la propiedad de no ser imposibles de
descubrir, aunque sí difíciles.

17. Así, nos damos cuenta de que la tierra es un cuerpo pesado, indiso luble, sólido, dividido
en regiones montañosas y llanas, separado por ríos y por el mar, de lo que resultan las islas y
los conti nentes; de que, además, una parte de ella es de suelo pobre y otra de suelo feraz; una,
dura, áspera, pedregosa y completamente estéril; y otra, blanda, suave y fértilísima; y de otros
mil aspectos además de estos.

18. En cuanto al agua, percibimos que tiene muchas características de las citadas en común
con la tierra, en tanto que otras son privativas de ella. Una parte es dulce, en efecto, otra
salada, y otra reconocible por otras pro piedades. Además una parte es potable y otra no
potable; no siendo estas dos últimas propiedades iguales para todos: el agua potable para unos
no lo es para otros; y la que unos no pueden beber otros la beben sin dificultad alguna.
Asimismo, hay agua caliente en estado natural y la hay fría.

19. Innumerables fuentes hay, en efecto, en muchos lugares, de las que brota agua hirviente, y
esto no sólo en la tierra sino también en el mar. No faltan, ciertamente, ejemplos de
apariciones de venas en medio de los mares, de las que surge agua hirviente, sin que el
inmenso torrente de los mares circundantes haya podido, precipitándose sobre ella desde
tiempo inmemorial, extinguir su temperatura o amenguarla en alguna medida.

20. Asimismo,. percibimos que el aire posee una naturaleza que cede a la pre sión de los
objetos materiales envueltos por él; que es el instru mento de la vida, de la respiración, de la
visión, de la audición y de los demás sentidos; que admite diversos grados de densidad y
enrarecimiento, así como movimientos y quietud; que está sujeto a toda clase de variaciones y
cambios; que es origen de los inviernos y veranos y de las estaciones otoñales y primaverales,
de los que resultan las naturales divisiones del ciclo anual.

21. IV. Todas estas cosas están al alcance de nuestras percep ciones; el cielo, en cambio, se
caracteriza por su naturaleza inaprehensible para nosotros y ningún indicio claro de sí mismo
nos hace llegar. En efecto, ¿qué podemos decir de él? ¿Qué es un cristal fijo, como han
pensado algunos? ¿O que es fuego absolutamente puro? ¿O que es una quinta sustancia, en
mo vimiento circular al margen de los cuatro elementos? y además, ¿es una inmóvil y la más
exterior esfera, cóncava hacia lo alto o se trata solamente de una superficie sin concavidad,

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semejante a los planos geométricos?

22. O también; ¿Son las estrellas-masas de tierra llenas de fuego? Porque algunos han dicho
que constituyen valles, planicies arboladas, masas de metal incan descente; aserto que les hace
merecedores de una prisión y una piedra de molino, en los que se empleen tales cosas para
castigo de los impíos.6 ¿O son, como ha dicho alguien, una densa y compacta armonía,
condensaciones indisolubles de éter? ¿Son seres vivientes e inteligentes o carecen de
inteligencia y vida? ¿Tienen parte en la determinación de sus movimientos o éstos obedecen
sólo a leyes forzosas?
6 "Tales cosas", es decir, "las masas de metal incandescente", que Filón vincula con el hierro

enrojecido al fuego, empleado para torturar a los presos o prisioneros.

23. ¿Y qué decir de la luna? ¿La claridad que la cubre es suya realmente, o procede de los
rayos solares? ¿O se trata de una mezcla que no se origina en ninguno de estos dos astros
exclusivamente, sino en ambos, como si dijéramos en un fuego propio y en un fuego ajeno?
Todas estas cosas y las demás como estas, relativas al mejor y cuarto de los elementos
cósmi cos, vale decir, al cielo, están fuera de nuestra visión y aprehensión, y se apoyan en
conjeturas y comparaciones y no en un sólido razonamiento sobre la verdad.

24. Tan cierto es ello que hasta podría uno atreverse a jurar que jamás mortal alguno alcanzará
a comprender ninguna de estas cosas claramente. Y ese es el motivo por el cual fue llamada
"juramento" la cuarta y seca fuente, es decir, la interminable y absolutamente ineficaz
indagación acerca del cuarto de los elementos cósmicos, que es el cielo.

25. V. Pero veamos de qué manera también el cuarto elemento de nuestro propio ser es
especial y peculiarmente inaprehensible por naturaleza. Cuatro son, en efecto, los elementos
de mayor importancia de nuestro ser: el cuerpo, la sensibilidad, la palabra y la inteligencia. De
ellos hay tres que no son obscuros en todos sus aspectos y, en cambio, poseen ciertas
indicaciones en sí que permiten su conocimiento.

26. ¿Que qué quiero decir con esto? Pues que sabemos que el cuerpo es triple en dimensiones
y séxtuplo en movimientos, pues tiene tres dimensiones: longitud, profundidad y anchura; y el
doble, es decir, seis movimientos: hacia arriba, hacia abajo, hacia la derecha, hacia la
izquierda, hacia adelante y hacia atrás. Pero tampoco ignoramos que es un recipiente para el
alma, y sabemos además perfectamente que llega a su plenitud, se consume, envejece y se
disuelve.

27. Y otro tanto ocurre con respecto a la sensibilidad. No somos completamente embotados ni
ciegos res pecto de ella, y estamos en condiciones de decir que tiene cinco partes, y que cada
parte posee órganos propios preparados por la naturaleza, la vista los ojos, el oído las orejas,
el olfato las narices, y los otros sentidos los órganos apropiados; que éstos son mensajeros de
la inteligencia, a la que ponen al tanto de colores, formas, sonidos, particularidades de sabores
y olores; en una palabra, de las sustancias materiales y todas sus cuali dades; y que además,
como escoltas del alma, ponen al descu bierto cuanto ven u oyen; y, si alguna cosa perjudicial
sobreviene desde afuera, adoptan las previsiones del caso y pénense en guardia para que no se
infiltre furtivamente y se convierta en causa de un incurable mal para su señora.

28. Tampoco el sonido escapa del todo a nuestro discernimiento. Sabemos que uno es agudo y
otro grave; uno entonado y armonioso y otro desentonado y en extremo desacorde; uno más

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potente y otro más débil. Que además difieren en otros incontables aspectos: en géneros,
modulaciones, intervalos, sistemas conjuntos y dis juntos, armonías de cuarta, de quinta, de
octava.

29. Y también en el caso especial del sonido articulado, que sólo al hombre le ha cabido entre
todos los seres vivientes, hay cosas que nos son conocidas; por ejemplo, que procede de la
inteligencia, que se articula en la boca, que la lengua golpea y confiere la articulación y
carácter de palabra a la tensión de voz, y que no se trata únicamente de la producción de un
sim ple descuidado sonido e informe ruido, pues su cometido es el de heraldo e intérprete de
cuanto sugiere la inteligencia.

30. VI. ¿Y el cuarto de los elementos de nuestro ser, la sobe rana inteligencia, es también
aprehensible? De ninguna manera. ¿Qué idea, en efecto, tenemos acerca de su naturaleza
esencial? ¿Es aire o sangre o, en general, un cuerpo? Sin embargo, hemos de decir que no es
un cuerpo sino incorpórea. ¿Es un límite o una forma o un número o una continuidad o una
armonía? ¿Qué es de cuanto existe?

31. ¿Se introduce en nosotros desde afuera inmediatamente después de nuestro nacimiento?
¿O su cede que la naturaleza caliente que hay en nosotros es templada por el aire que la
envuelve, y de este modo se fortifica al má ximo tal como ocurre con el hierro al rojo cuando
el herrero lo sumerge en el agua fría? Porque, al parecer el nombre "alma" se debe a ese
"enfriamiento" 7 ¿Y cuando morimos, se extingue y perece junto con los cuerpos, o les
sobrevive algún tiempo más, o es completamente imperecedera?
7 Juego de palabras entre psykhé = alma, y psyxis = enfriamiento.

32. ¿Y en qué lugar del cuerpo está oculta la inteligencia? ¿Tiene, acaso, asignada una
residencia? Hay quienes le han atribuido la ciudadela de nuestro ser que es la cabeza, teniendo
presente que también los sentidos están situados en ella y que es lógico que estén apos tados
cerca de la inteligencia, como los miembros de la escolta de un gran monarca. Otros defienden
tenazmente el parecer de que es en el corazón donde ella es conducida.

33. Así, en cada caso el cuarto elemento es inaprehensible. En el mundo lo es el cielo por
oposición a la naturaleza del aire, a la de la tierra y a la del agua; en el ser humano lo es la
inteligencia en contraste con el cuerpo, la sensibilidad y el intérprete de los pensamientos,
vale decir, la palabra. Y quizá sea por esta misma causa por lo que en las sagradas escrituras el
cuarto año es presentado como "santo y para alabanzas"8 (Lev. XIX, 24).
8 Más propiamente: laudable, digno de alabanza; pero Filón, según se desprende de lo que

expresa más abajo, toma el término ainetós con la acepción adoptada en la traducción, es
decir, de autor de alabanzas, no de receptor de ellas.

34. Es que entre las cosas creadas es, por una parte, santo en el mundo el cielo, en el cual las
naturalezas imperecederas e inmortales recorren sus órbitas; y en el hombre la inteligencia,
que es un fragmento de la Divinidad; como muy especialmente lo señala Moisés cuando dice:
"Sopló en su cara el aliento de la vida y el hombre convirtióse en un alma viviente" (Gen. II,
7).

35. Y no sin acierto, creo yo, ambos han sido calificados como elementos "para alabanza".
Ellos son, en efecto, el cielo y la inteligencia, los capacitados para expresar so lemnemente las
alabanzas, panegíricos y votos de felicidad en honor del Padre que les ha dado el ser. El

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hombre, efectiva mente, ha recibido el privilegiado galardón que lo distingue de los demás
seres vivientes, consistente en servir al Que Es; en tanto que el cielo canta una perpetua
melodía, produciendo en los movimientos de los cuerpos celestes la más musical de las
armonías.

36. Y si se diera el caso de que su sonido llegara hasta nuestros oídos, nacerían deseos
irrefrenables, frenéticos anhelos e impulsos apasionados, interminables y rayanos en la locura,
al punto de dejar de lado incluso las cosas necesarias y no nutrirnos ya con alimentos y
bebidas a través de la garganta como lo hacen los mortales; sino con Divinos cánticos de
per fecta melodía a través de los oídos, cual seres que aguardan la inmortalidad. Así, es fama
que Moisés, oyendo tales cánticos, perdió todo contacto con lo corporal y pasó cuarenta días
con sus noches sin probar en absoluto ni pan ni agua.9
9 Ex. XXIV, 18.

37. VII. Al parecer, pues, el cielo, el arquetipo de todo instrumento musical, ha sido dotado de
una suprema armonía, no con otro propósito que el de que los himnos elevados en honor del
Pa dre del universo tuvieran un musical acompañamiento. Además, oímos que Lía, la virtud,
ya no es capaz de dar a luz a partir del nacimiento de su cuarto hijo, y que cesa o es hecha
cesar en sus alumbramientos. Es que hallaba, se me ocurre, que todo nacimiento procedente
de ella misma era improductivo y estéril, una vez que hubo hecho florecer ese fruto perfecto
que es Judá, es decir, la confesión de gratitud.

38. Ninguna diferen cia media entre la expresión: "Cesó ya de engendrar" (Gen. XXVI, 35) y
el decir que los hijos de Isaac no hallan agua en la cuarta fuente,10 como que una y otra son
expresiones sim bólicas que dan a entender que todas las cosas están sedientas de Dios, por
quien son regados los nacimientos y, para los ya nacidos, los alimentos.
10 Gen. XXVI, 32.

39. No faltarán, pues, ciudadanos de los pequeños estados 11 que supongan que semejante
exposición del legislador versa sobre la excavación de fuentes; pero aquellos que se hallan
em padronados en una patria más grande, en este mundo, siendo, como son, de más acabados
discernimientos, conocerán clara mente que las cuatro cosas sobre las que cabe que indaguen
los hombres de clara visión y amantes de la contemplación, no son fuentes sino las partes del
mundo, a saber: la tierra, el agua, el aire y el cielo.
11 Es decir, ciudadanos de los estados o naciones fundados por los hombres, por oposición al

gran estado que es el mundo entero, del cual el hombre sabio es cosmopolita o ciudadano
universal.

40. Recorriendo cada una de estas partes con pensamientos cada vez más elevados descubren
en tres de ellas cosas al alcance de sus aprehensiones, y por eso a las que han sido
descubiertas les asignan tres nombres: "injusticia", "enemistad" y "vastedad" 12 (Gen. XXVI,
20 y ss.). En la cuarta, en cambio, es decir, en el cielo, según hemos demostrado poco antes,
no hallan absolu tamente nada. En efecto, la cuarta fuente resulta seca y sin agua, y por la
causa ya mencionada se llama "juramento".
12 En el relato bíblico, según la versión de los LXX, las tres fuentes descubiertas por los

pastores reciben los nombres de adikía = injusticia, ekhthría = enemistad, y eurykhoría =


vastedad o amplitud. No es claro el simbolismo que Filón supone contienen estos tres
nombres. Tal vez en los dos primeros halle una alegoría de la tierra y el mar, donde
transcurren las existencias humanas con sus injusticias y hostilidades recíprocas; y vea

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simbolizada la inmensidad o vastedad del aire en el tercero.

41. VIII. Examinaremos ahora lo que sigue en nuestro texto averiguando qué es Harrán y por
qué el que parte de la fuente llega a ella.13 Pues bien, Harrán es, a mi parecer, lo que
podríamos llamar una metrópoli de los sentidos. Su nombre significa una veces "cavada" otras
"agujeros", términos ambos que designan una misma cosa.
13 Gen. XXVIII, 10.

42. Nuestro cuerpo, en efecto, está cavado en cierta manera para hacer lugar a los órganos de
los sentidos y cada uno de los órganos se ha convertido en algo así como un agujero en el que
la naturaleza ha dispuesto que esté alojado cada sentido. En consecuencia, cada vez que
alguien sale, como quien parte de un puerto, fuera de la tuente llamada "juramento", llega
forzosamente a Harrán de manera directa. Aquel, en efecto, que ha iniciado su marcha desde
el ilimitado e infinito lugar del conocimiento necesariamente es recibido por los sentidos, sin
necesidad de guías.

43. Porque nuestra alma muévese a menudo por sí misma, después de desnudarse de la masa
corpórea y escapar de la turba de los sentidos; pero a menudo también lo hace envuelto en
ellos. El movimiento del alma desnuda corresponde a lo que es aprehensible sólo por la
inteligencia; el que realiza junto con el cuerpo toca a las cosas sensibles.

44. Por lo tanto, si un hombre es absolutamente incapaz de unirse con la inteligencia sola,
halla en la sensibilidad un segundo refugio; y cualquiera que cae de las cosas intelectuales, al
punto se precipita hacia las sensibles. Siempre, en efecto, a los que no han sido capaces de
navegar prósperamente hacia la soberana inteligencia les queda la posibilidad de una
navegación secundaria hacia la sensibilidad.

45. Pero, bueno es, aun cuando se hubiere llegado a esta situación, no envejecer y pasarse toda
la vida en ella, sino hacerse a la idea de que se halla uno transitoriamente en tierra extraña a
modo de forasteros y buscar siempre partir y retornar a la tierra de sus antepasados. Así,
Labán, el hombre que no conoce ni la especie ni el género ni la forma ejemplar ni la
concepción ni, en suma, otro alguno de los objetos de exclusiva aprehensión intelectual, y
depende de las cosas mani fiestas a los sentidos, que llegan a los ojos, los oídos y sus
co rrespondientes poderes; ha sido considerado merecedor de tener por patria a Harrán, la que
Jacob, el amante de la virtud, habita por poco tiempo y como tierra extranjera, con el
pensamiento puesto siempre en el retorno hacia su hogar.

46. Su madre Rebeca, la perseverancia, dícele, en efecto: "Levántate y huye hacia Harrán
hacia mi hermano Labán, y ha bita junto a él por unos días" (Gen. XXVIII, 43 y 44). ¿Te das
cuenta, entonces, cómo el ejercitante no soporta residir en la región de los sentidos, y sólo lo
hace por unos pocos días, es decir, por corto tiempo, forzado por las necesidades del cuerpo,
al que está ligado, y es, en cambio, en la ciudad intelectual donde le está reservada una larga
vida y permanencia?

47. IX. Tal es el motivo, creo yo, por el que tampoco el abuelo de su instrucción,14 llamado
Abraham, soporta el residir por largo tiempo en Harrán. Leemos, en efecto, que "Abraham
tenía setenta y cinco años cuando partió de Harrán" (Gen. XII, 4), no obstante que su padre,
cuyo nombre "Tera" significa "indagación del olor", vivió allí hasta su muerte.
14 Curioso título éste que aplica Filón a Abraham. Sin embargo aparece confirmado en Sobre

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la inmutabilidad de Dios 92, en Sobre los sacrificios de Abel y Cam 43, y más abajo en el
parágrafo 70.

48. Expresamente, en efecto, se manifiesta en las sagradas escrituras que "Tera murió en
Harrán" (Gen. XI, 32). Es que era solamente un indagador de la virtud, no ciudadano de ella, y
hacía uso sólo de los olores, no llegando a nutrirse con alimentos por no ser aún capaz de
llenarse de sensatez. No era capaz de gustar y debía conformarse con oler.

49. Y efectivamente, así como nadie ignora que los perros empleados para la caza, dotados,
como están, por la naturaleza de una agudeza señalada en lo que al sentido del olfato hace, se
orientan a grandísima distancia y hallan los cuerpos muertos de los animales salvajes; del
mismo modo el amante de la instrucción va tras un grato efluvio ema nado de la justicia y las
otras virtudes, movido por el anhelo de alcanzarlas. Y tan deliciosa es la fragancia que de ellas
se desprende, que, al no poder, da vueltas infructuosamente de un lado para otro su cabeza sin
hacer otra cosa que aspirar el sacratísimo aroma de los alimentos de la nobleza. No niega, en
efecto, que está ávido de sabiduría y sensatez.

50. Dichosos, pues, son aquellos a los que les es posible dis frutar de los atractivos de la
sabiduría y regalarse con la enseñanza de cuanto ella ha descubierto, y, después de haberse
deleitado con ello, estar aún sedientos, llevando consigo un inextinguible e insaciable apetito
de conocimientos.

51. A aquellos, en cambio, a los que no ha sido dado el disfrutar de la sagrada mesa, aunque sí
llenar sus almas con el aroma de sus viandas, les corresponderá un galardón de segundo
orden. Estos, en efecto, son vivificados con soplos de virtud, tal como ocurre con los
postrados que, debilitados por no poder consumir alimento, inhalan las reparadoras esencias
que los médicos tienen preparadas como saludables remedios del agotamiento.

52. X. El relato según el cual Tera, abandonando el país caldeo, emigró a Harrán llevando
consigo a su hijo Abraham y a sus familiares, no hemos de entenderlo como un testimonio
histórico de que determinadas personas convirtiéronse en emi grantes, abandonando la tierra
de sus antepasados y habitando una extraña como nueva patria; sino como una exhortación a
no echar en saco roto una lección sumamente provechosa y conveniente para la vida humana.

53. ¿Cuál es esta lección? Los caldeos se abocan al estudio de los astros, en tanto que los
ciudadanos de Harrán se ocupan de lo relativo a los sentidos. Y la sagrada palabra dícele al
que indaga sobre las cosas de la naturaleza: "¿Para qué haces averiguaciones acerca del sol: si
es de un pie de diámetro, si es más grande que toda la tierra, si la abarca muchas veces? ¿Para
qué averiguas acerca de las iluminaciones de la luna: si la claridad que posee es prestada o si
hace exclusivamente uso de una luz propia? ¿Para qué, acerca de la naturaleza de los demás
astros, de sus revoluciones y de las influencias que ejercen entre sí y sobre las cosas
terrestres?

54. ¿Por qué, si marchas sobre la tierra, andas brincando sobre las nubes? ¿Cómo es que dices
ser capaz de tocar aquello que está situado en él éter, cuando estás enraizado en la tierra?
¿Cómo osas abrir juicio sobre lo que escapa a toda determinación? ¿Por qué te esfuerzas en lo
que no debes, en las cosas de lo alto? ¿Por qué llevas hasta el cielo tus superficiales estudios?
¿Por qué te metes a astrónomo y divagas sobre las cosas celestes? Ocúpate, amigo, no de lo
que está en lo alto y fuera de tu alcance, sino de lo que tienes a tu lado; o más bien, concentra

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en ti mismo tu investigación y que sea irreprochable.

55. ¿Cómo harás, pues, tu indagación? Pues, marcha en espíritu a la excavada Jarán, es decir,
a los agujeros y cavi dades del cuerpo, inspecciona los ojos, los oídos, las narices y los otros
órganos de los sentidos, y practica la investigación filosófica más necesaria y provechosa para
el hombre, averi guando qué es la vista, qué el oído, qué el gusto, qué el olfato, qué el tacto, y
qué, en general, la sensación. Averigua luego qué es él ver y cómo ves, qué el oír y cómo
oyes, qué el oler, el gustar y el palpar y cómo se. produce normalmente cada una de estas
funciones.

56. Pero, antes de haber hecho una aca bada investigación en tu propia morada, ¿no es el
colmo de la insensatez andar averiguando lo relativo al universo? Y todavía me falta
prescribirte una exhortación aún mejor: que mires tu propia alma e inteligencia, de la que
tienes tan elevada opinión. Digo que 'mires', porque en cuanto a comprenderla jamás serás
capaz.

57. Elévate ahora hacia el cielo y jáctate de lo que ves allí, tú, que todavía no has sido capaz
de conocer lo que enseña el poeta cuando dice: Todo cuanto de bueno y de malo ha ocurrido
para tí en tus mansiones;15 pero luego, dirigien do tu investigación más abajo del cielo y
apartándote de la búsqueda de lo de allí, conócete a ti mismo y aplícate con todo cuidado
también a esto, a fin de que puedas alcanzar la felicidad que es dable al hombre."
15 Odisea, IV, 392.

58. A un espíritu en esas con diciones los hebreos lo llaman Tera y los helenos Sócrates.
Dícese, en efecto, que Sócrates envejeció entregado a una pro funda reflexión acerca del
"Conócete a ti mismo", sin que su filosofía se apartase jamás de los problemas relativos a su
propio ser. Pero, al fin y al cabo, no era más que un hombre; en cam bio, Tera era el mismo
conocimiento de sí, una vía para el co nocer puesta ante nosotros como un árbol exuberante en
grado sumo, con miras a que los amantes de la virtud lo hallen fácil mente cuando recojan el
fruto de sus disposiciones morales y se llenen de salvador y gratísimo alimento.

59. Tales se nos presentan aquellos que se abocan a la inda gación de la prudencia; pero más
perfectas que éstos son las naturalezas de los que combaten y bregan por ella. Estos, en efecto,
habiendo aprendido detalladamente cuanto concierne a los sentidos, entienden que les
corresponde avanzar hacia una contemplación aún más alta y han dejado atrás las cavidades
de la sensibilidad, que se conocen con el nombre de Harrán.

60. Entre éstos se cuenta Abraham, quien realizó progresos y avances en orden a la
adquisición de un saber más elevado. En efecto, cuando se hubo conocido a sí mismo al
máximo, entonces en igual grado se desprendió de sí mismo a fin de llegar a un exacto
conocimiento del Que verdaderamente Es. Y es natural que así fuese: aquel que se ha
comprendido suficientemente a sí mismo, se desprende suficientemente de sí al darse
clara mente cuenta de la insignificancia de las creaturas en todos los aspectos; y quien se
desprende de sí mismo conoce al Que Es.

61. XI. Queda, pues, aclarado qué es Harrán y por qué el que deja la fuente del Juramento
marcha hacia allí. Consideremos ahora el tercer punto, que está en relación con lo precedente:
¿Cuál es el lugar en el que se detuvo? Porque se nos dice que "encontró un lugar" (Gen.
XXVIII, 11).

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62. Tres significados tiene el término "lugar": primero, un espacio lleno por un cuer po;
segundo, el Divino lógos,16 al que el mismo Dios llenó com pletamente y en todas sus partes
con incorpóreas potencias. Dice, en efecto, el legislador que "vieron el lugar donde estaba
situado el Dios de Israel" (Ex. XXIV, 10 ),17 único lugar en el que les permitió hacer
sacrificios vedándoles hacerlo en otro alguno. Prescribióseles, en efecto, subir hacia el lugar
que el mismo Dios Soberano escogería, y practicar allí "los holocaustos y las ofrendas en
acción de gracias" (Ex. XX, 24) y ofrecer los otros irreprochables sacrificios.
16 Ver Sobre la confusión de las lenguas 146.
17 Ver Sobre la confusión de las lenguas 96.

63. Pero hay un tercer signi ficado, y a él se alude cuando se dice que el mismo Dios es un
lugar, por cuanto Él todo lo encierra sin ser contenido por cosa alguna absolutamente, y es el
refugio a donde se acogen todas las cosas, y porque Él mismo es Su propio espacio pues Él Se
contiene a Sí mismo y sólo por Sí mismo es contenido.

64. Yo, por cierto, no soy un lugar sino estoy en un lugar; y lo mismo ocurre con cada una de
las cosas que existen, porque lo que es contenido es diferente de aquello que lo contiene; pero
la Divinidad, al no ser contenida por cosa alguna, forzosamente es Ella misma Su propio
lugar. Testimonio de lo que digo es el siguiente oráculo revelado a propósito de Abraham:
"Marchó hacia el lugar que Dios le había dicho, y habiendo alzado la vista vio el lugar desde
lejos" (Gen. XXII, 3 y 4).18
18 Ver Sobre la posteridad de Caín 17 y 18.

65. Ahora bien, ¿piensas que el que había ido hacia el lugar lo vio desde lejos? No, sin duda
se trata de un mismo nombre aplicado a dos cosas diferentes, uno de los cuales es un Divino
lógos y el otro es Dios, que estaba delante de ese lógos.

66. El que llega al primero de estos lugares bajo la guía de la sabiduría, halla en el Divino
lógos el coronamiento y la culminación de su complacencia; y situado en él, no avanza hacia
Aquel que es de esencia verdaderamente Divina sino Lo ve desde lejos. O más bien digamos
que ni siquiera es capaz de verlo a Él desde lejos, y que sólo ve cuan lejos se halla Dios de la
creación toda y cómo el aprehenderlo está situado a grandísima distancia de todo humano
discernimiento.

67. Pero muy bien puede ser que en esta ocasión no haya Moisés empleado el término "lugar"
para designar figuradamente a la Causa, sino haya querido sig nificar lo siguiente: "Marchó
hacia el lugar y alzando la vista vio con sus ojos" 'el lugar mismo al que había marchado,
lugar que está a gran distancia del ser innombrable, inexpresable e inaprehensible bajo
ninguna representación que es Dios'.

68. XII. Habiendo aclarado estos supuestos previos, digamos que el ejercitante, cuando ha
llegado a Jarán, vale decir, la sensibilidad, "halla un lugar". No se trata del lugar llenado por el
cuerpo mortal, pues tal tipo de lugar lo poseen todos los nacidos en la tierra, por cuanto todos
ellos llenan un espacio y ocupan necesariamente un determinado lugar. Tampoco se trata del
tercero y más excelente, del que difícilmente le hubiera sido posible formarse una idea durante
su permanencia en la fuente llamada "juramento", en la cual mora Isaac, vale decir, la
naturaleza autodidacta, que jamás se aparta de la fe en Dios y de la invisible concepción de El.
No, este lugar no es otro que el Divino lógos, lugar intermedio, que señala el camino hacia las

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cosas supremas y enseña cuanto requiere cada ocasión.

69. En efecto, entendiendo Dios que no cabe que Él vaya hacia la sen sibilidad, envía a Sus
lógos 19 para asistir a los amantes de la virtud. Estos lógos son los médicos que curan
completamente las enfermedades del alma brindándoles las sagradas exhortaciones a modo de
inviolables normas, llamándolos a la práctica de las mismas y dotándolos, cual maestros de
gimnasia, de fuerza, poder y vigor superiores a toda oposición posible.
19 Es decir. Sus ángeles o mensajeros, los lógos particulares, de los que el Divino lógos es el

arcángel o lógos supremo. Ver Sobre la huida y el hallazgo 5, y Sobre la confusión de las
lenguas, nota 14.

70. Por fuerza, pues, Jacob, habiéndose allegado a la sensibi lidad, no puede ya encontrarse
con Dios sino con un lógos de Dios; cosa que también le ocurre a Abraham, el abuelo de su
sabiduría. 20 Leemos, en efecto, que "una vez que hubo acabado de hablar a Abraham el Señor
se marchó, y Abraham se volvió hacia su lugar" (Gen. XVIII, 33). La expresión "volvió hacia
su lugar" señala el encuentro con estos sagrados lógos, de los que Dios, el primero de todos
los seres, se ha apartado, cesando de enviar las visiones procedentes de Sí mismo y
extendiendo en adelante sólo las procedentes de las potencias inferiores a Él.
20 Titulo dado a Abraham también más arriba, en el parágrafo 47.

71. Sumamente acertado es el decir, no que fue Jacob hacia un lugar, sino que "halló un
lugar"; porque el ir implica libre determinación, en tanto que el hallar es a menudo
involuntario; de lo que resulta que el Divino lógos, manifestándose súbita mente y
ofreciéndose como compañero de viaje al alma solitaria, le proporciona una imprevista dicha,
superior a su esperanza. Así, en efecto, ocurrió también con Moisés, quien "condujo al pueblo
al encuentro de Dios" (Ex. XIX, 17), sabiendo clara mente que Él va invisiblemente hacia las
almas ávidas de encontrarlo.

72. XIII. La causa por la cual Jacob halló el lugar es registrada luego con estas palabras: "pues
el sol se ponía", no este sol al alcance de nuestros ojos, sino la claridad brillantísima y
resplandeciente del invisible y supremo ser que es Dios. Cuando esta claridad ilumina el
entendimiento, se eclipsan las luces secundarias, propias de los lógos, y en una medida mucho
mayor aún se cubren de sombras todos los lugares sensibles. Cuando aquella se marcha a otra
parte, al punto todos estos resurgen y se elevan.

73. Pero no te asombres de que, conforme con las normas de la alegoría, se haya comparado al
sol con el Padre y Soberano de todas las cosas; porque, si bien ninguna cosa es en realidad
semejante a Dios, hay, con todo, dos únicas cosas que, en la humana opinión, son tenidas por
tales, una de ellas invisible, otra visible; la invisible, el alma; la visible, el sol.

74. La semejanza del alma la puso de manifiesto el legislador en otro lugar diciendo: "Hizo
Dios al hombre, lo hizo según la imagen de Dios" (Gén. I, 27 );21 y nuevamente en la ley
esta blecida contra los asesinos: "Si alguien derramare la sangre de un hombre, la suya será
derramada a cambio de la de aquel, porque en la imagen de Dios hice Yo al hombre." (Gen.
IX, 6). La semejanza del sol ha sido, a su vez, indicada mediante figuras.
21 Aquí Filón parece apartarse de su habitual interpretación del pasaje, según la cual el hombre

fue plasmado como una copia no de Dios sino del Divino lógos, que es la "imagen de Dios".
Ver, por ejemplo. Interpretación alegórica III, 96.

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75. Fácil es, también, averiguar esto de otra manera mediante un razonamiento. En efecto, en
primer lugar, Dios es claridad, por lo cual en los salmos se canta: "El Señor es mi claridad y
mi salvador" (Salmos XXVII, 1). Y no sólo es cla ridad sino también arquetipo de toda otra
luz; más aún, es el más excelso y elevado de los arquetipos, siendo su condición la de modelo
de un modelo. En efecto, el modelo dotado de la plenitud suma fue Su lógos, vale decir, la
luz, pues, como dice Moisés, "Dios dijo: 'Hágase la luz' " (Gen. I, 3).22 El, en cambio, a
ninguno de los seres creados se parece.
22 Tal vez el sentido de esto sea que, si para crear la luz, dijo Dios: "Hágase la luz", la luz

procede de la palabra de Dios, del lógos en una de sus acepciones, y por lo tanto la luz es
palabra o lógos. Mangey propone eliminar el término "luz", con lo que la traducción quedaría
así: "el modelo fue una palabra (lógos) Suya... pues... Dios dijo (es decir, empleó Su
palabra)...

76. En segundo lugar, así como el sol separa el día y la noche, del mismo modo, según
Moisés, Dios ha puesto una valla entre la luz y la oscu ridad. En efecto, "Dios separó por
medio la luz y por medio la oscuridad" (Gen. I, 4). Y sobre todo, así como el sol, al elevarse,
hace visibles los objetos que estaban ocultos, así también Dios, al producir todas las cosas, no
sólo las condujo hacia la luz, sino también dio el ser a cosas que antes no existían, siendo no
solamente el artesano sino el mismo creador de ellas.

77. XIV. En muchos pasajes de la sagrada escritura es men cionado el término "sol" con
sentidos figurados. Una vez se lo menciona como símbolo de la inteligencia humana, a la que
han edificado y erigido como una ciudad los que no han podido menos que servir a la creación
antes que al Increado; a propó sito de los cuales se han dicho que "edificaron fuertes ciudades
para el faraón, Pitom", es decir, la palabra, a la que se ha reservado el persuadir;23 "Ramesés",
vale decir, la sensibilidad, por la cual es devorada el alma como por gusanillo ("Ramesés", en
efecto, significa "conmoción de gusanillo"); "y On", o sea, la inteligencia, a la que Moisés
llamó "ciudad del sol" (Ex. I, 11), en razón de que, cual si fuese un sol, tiene a su cargo la
conducción de la totalidad de nuestro ser y proyecta hacia cada una de sus partes, cual rayos,
sus potencias.
23 En griego Pitom es Peitho, término que significa persuasión, vincu lado al verbo péithein =

persuadir.

78. Y todo aquel que ha aceptado la ciudadanía del cuerpo, es decir, todo aquel que es
simbolizado con el nombre de José, registra como suegro suyo al sacerdote y servidor de la
inteligencia.24 Leemos, en efecto, que el faraón "le dio a Asenet, hija de Petefré, sacerdote de
Heliópolis"25 (Gen. XLI, 45).
24 Porque, según afirma Filón en el parágrafo 88, los sentidos (femenino en griego) son hijas

de la inteligencia.
25 O "ciudad del sol". Heliópolis era el nombre griego de la ciudad egipcia de On, cuyo clero

elaboró la síntesis solar centrada en el Dios Re.

79. En segundo lugar. Moisés llama simbólicamente sol a la sensibilidad, en razón de que ella
muestra todas las cosas sensibles a la inteligencia. A la sensibilidad se refiere cuando habla de
la siguiente manera: "El sol se elevó sobre él cuando se alejó de la forma26 de Dios" (Gen.
XXXII, 31). Es que realmente, cuando ya no podemos permanecer en compañía de las
sacratí simas formas, que son como incorpóreas imágenes, y nos volve mos marchando hacia
otra parte, usamos de otra luz, la de la sensibilidad, luz que, comparada con la sana razón, en
nada difiere, francamente, de la oscuridad.

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26 O presencia o imagen.

80. Esta luz, al surgir, despierta la vista y el oído, así como el gusto, el olfato y el tacto, como
de un sueño, mas sume en un sueño a la sensatez y la justicia, la ciencia y la sabiduría, que
estaban despiertas.

81. XV. Tal es el motivo por el que la sagrada palabra dice que nadie puede ser puro hasta la
tarde, en razón de que aún prevalecen los movimientos de la sensibilidad sobre la inteligencia.
También para los sacerdotes establece ella una inexo rable ley, que a la vez es una predicción,
27 cuando dice: "No comerá de las sagradas cosas hasta que se haya lavado el cuerpo con agua

y hasta que se hubiere puesto el sol y él se hubiere tomado puro" (Lev. XXII, 6 y 7).
27 O simple aserto acerca de algo que cabe esperar que suceda de determinada manera.

Cuando el texto bíblico no emplea el imperativo sino el futuro de indicativo. Filón entiende
que más que de una prescrip ción se trata de una predicción o afirmación sobre algo que no
pueda dejar de suceder. Ver el parágrafo 101.

82. Con toda claridad se ha puesto de manifiesto en estas palabras que ninguno es
com pletamente puro como para celebrar los santos y venerables misterios, si todavía tributa
honor a los esplendores sensibles de esta vida mortal. Mas, si alguno los desdeña, de ello
resulta que se ve iluminado con la luz de la sensatez, gracias a la cual estará en condiciones de
lavarse y limpiarse de las manchas de las vanas opiniones.

83. ¿O no ves lo que ocurre con el sol mismo? Los efectos de su salida son contrarios a los de
su puesta. Cuando se eleva todas las cosas del ámbito terrestre se iluminan, mientras todas las
del cielo se ocultan; y al contrario, al ponerse los astros se hacen visibles y los objetos
terrestres se envuelven en sombras.

84. Pues, de manera análoga en nosotros, cuando la luz de los sentidos, como un sol, se eleva,
resulta que las verdaderamente excelsas y celestiales ramas del saber desapa recen; y cuando
llega aquélla a su ocaso, se hacen visibles las inmensamente parecidas a los astros y
divinísimas claridades de las virtudes, y la inteligencia se torna entonces pura sin que objeto
alguno sensible la empañe.

85. El tercer sentido con que el legislador emplea el término sol es el del Divino lógos,
modelo, como ya se ha dicho,28 del sol que describe su órbita en el cielo. Es a este Divino
lógos al que se refiere la escritura cuando dice: "El sol se elevó sobre la tierra y Lot penetró en
Zegor, y el Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego" (Gen. XIX, 23 y 24).
28 En el parágrafo 75.

86. En efecto, el lógos de Dios, cuando llega al terrestre com puesto de nuestro ser, procura
socorro y ayuda a los que están familiarizados con la virtud y se inclinan29 hacia ella,
brindán doles de ese modo refugio y salvación completos, e infiriendo a sus adversarios
irreparable daño y ruina.
29 Alusión a la interpretación del nombre de Lot como "inclinación". Ver Sobre la migración

de Abraham 148.

87. Con un cuarto sentido es empleado el término "sol", como ya he dicho,30 refe rido al
mismo Soberano del universo, por obra del cual los incu rables males de las faltas, ocultos en
apariencias, son puestos al descubierto. Para Dios, en efecto, todas las cosas así como son

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posibles también son conocidas.
30 En el parágrafo 73.

88. Por eso Él conduce hacia el sol para ser expuestas públicamente a aquellas energías del
alma enervadas por las licenciosas y lascivas relaciones con las hijas de la inteligencia, es
decir, los sentidos, cual si se tratase de prostitutas y rameras.

89. Dice, en efecto, la escritura: "Y el pueblo estableció su residencia en Setim", lugar cuyo
nom bre significa "espinas", las que son símbolo de las pasiones, que clavan su aguijón y
hieren al alma; "y fue corrompido para prostituir con las hijas de Moab", que no son sino los
sentidos, llamados aquí "hijas de la inteligencia". "Moab", en efecto, significa "procedente del
padre". Y prosigue con esta orden: "Toma a todos los jefes del pueblo y castígalos
públicamente ante el Señor cara al sol, y la cólera del Señor se apartará a Israel" (Núm. XXV,
1 y 4).

90. No se limita, en efecto, en su deseo de hacer patentes las ocultas iniquidades, a extender
sobre ellas la claridad de los rayos solares, sino además llama simbólicamente sol al Padre de
todas las cosas, para el que todas ellas son patentes, aun todas aquellas que se consuman
invisiblemente en los resquicios de la inteligencia; pero dice que, cuando éstas se hayan
puesto de manifiesto, el único Propicio se mostrará tal.

91. ¿Por qué? Pues, porque, bien puede ocurrir que la inteligencia se haya convencido de que
su falta pasará inadvertida para la Divinidad, como si Esta no fuera capaz de ver todas las
cosas; y haya delinquido secretamente en su fuero interno. Mas, si luego cae en la cuenta, por
sí misma o bajo la dirección de otro, de que es imposible que cosa alguna permanezca oculta
para Dios; y entonces se muestra a sí misma abiertamente y hace otro tanto con todas sus
acciones, y, poniéndolas al des cubierto, las expone como a la luz solar ante el Observador de
todas las cosas, mientras confiesa que está arrepentida por las-viles opiniones sustentadas
anteriormente con irreflexivo criterio ya que para Aquel nada es invisible, sino todas las cosas
claras y notorias; tanto las ya cumplidas como también aquellas que en número mayor aún
cabe esperar se cumplan en el futuro. En tal caso quedará purificada y beneficiada y habrá
apaciguado a la vindicadora refutación 31 que con justificada irritación se cernía sobre ella. Tal
es lo que sucederá al alma que acoge al arrepentimiento, que es hermano menor de la
completa inocencia.
31 O convicción o admonición.

92. XVI. Hay evidentemente también otros pasajes en los que-el legislador emplea el término
sol aplicado simbólicamente a la Causa; por ejemplo, en la ley establecida a propósito de los
que prestan dinero con garantía. El texto de esta ley es el siguiente: "Si tomares como prenda
el manto de tu vecino, se lo devolverás antes de la puesta del sol; es lo único que tiene para
cubrirse, es el manto de su indecencia. ¿En qué dormirá? Si él, pues, eleva su clamor hacia
Mí, Yo le prestaré oído, porque soy compasivo" (Ex. XXII, 25 y 27).

93. Aquellos que piensan que toda esta diligencia del legislador la motiva una simple prenda
de vestir merecen, sin duda, si no un reproche, al menos que se les haga presente lo siguiente:
"¿Qué estáis diciendo, buenos señores? ¿El Creador y Soberano del universo se presenta a Sí
mismo compadeciéndose por cosa tan trivial como es un manto no devuelto a un deudor por
el prestamista?

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94. Suponer semejantes cosas es propio de quienes no han sido capaces de ver de una vez por
todas la magnitud de las excelencias del infini tamente grande Dios, y, contra toda licitud y
justicia, atribuyen !a humana pequeñez a la Naturaleza increada e incorruptible y plena de
dicha y felicidad."

95. ¿Qué tiene, en efecto, de malo y especial el que los prestamistas guarden en su poder las
pren das de garantía mientras continúe pendiente la devolución de lo que les pertenece?32 No
faltará, seguramente, quien diga que los deudores son pobres y merecen compasión.33 En ese
caso, ¿no habría sido mejor redactar una ley que les procurara asistencia y no una en que se
los presenta como deudores; o bien prohibir los préstamos con garantías? Pero el legislador,
que ha permitido tales préstamos, no puede razonablemente irritarse contra aquellos que no
devuelven antes del plazo fijado lo que han recibido, ni tratarlos de impíos.34
32 Filón trata de probar lo absurdo de la interpretación literal de esta. ley, es decir, lo absurdo

de pensar que lo que la ley tiene presente es la devolución anticipada de una prenda de vestir.
La primera de sus razones es que aceptar tal interpretación significa pensar que Dios se ocupa
de menudencias.
33 Y por lo tanto no se trata de algo sin trascendencia, que no merezca la preocupación del

legislador.
34 Es decir: el legislador acepta tales préstamos; luego, es absurdo pensar que legisla duras

medidas contra lo mismo que él ha legalizado, como la retención de prendas.

96. Por otra parte, un hombre que ha llegado a los límites mismos de la pobreza, por así decir,
y que para cubrirse no posee más que un vestido harapiento, ¿va en busca de prestamistas
descono cidos, en vez de recurrir a la compasión de los que lo ven en tal estado, compasión
que se prodiga en las puertas, en los templos, en la plaza y en todas partes sobre los que
padecen semejantes infortunios?

97. Pero en nuestro caso se trata, efec tivamente, de quien ha llevado y ofrecido con garantía
incluso lo único que tiene para cubrir sus vergüenzas, aquello con lo cual vela las partes
secretas de su naturaleza. ¿Y por qué lo ofrecería en garantía? Dímelo. ¿Acaso para procurarse
otro mejor? Porque nadie se ve privado del necesario sustento mientras las fuentes manan, los
ríos desbordan en invierno y la tierra ofrece los frutos estacionales.35
35 En otras palabras: "porque no cabe pensar que sea para comer, puesto que nadie..."

98. ¿Y será el prestamista tan acaparador de riquezas y tan desmedidamente cruel, que no esté
dispuesto a proporcionar a aquél un tetradracmo, o algo menos todavía; o que haga un
préstamo a quien es tan pobre, en vez de obsequiarle; o que le exija como garantía el único
manto que posee, gesto que no merece evidentemente otro nombre que el de robo de ropas?36
Porque esa es la conducta habitual de los ladrones de ropas: se quedan con los vestidos de los
que han desnudado y dejan a sus dueños desnudos.
36 Es decir, la hipótesis de un préstamo a quien no tiene sino una prenda de vestir es también

absurda, pues en tal caso el prestamista, apiadado de tanta pobreza, le daría una ayuda, nunca
un préstamo.

99. Además, ¿por qué la previsión del legislador es para la noche y para que alguien no
duerma sin ropas, y no se ha tomado parecido cuidado para el día y para que no falte al decoro
con su desnudez una persona fuera ya de su lecho? ¿Por ventura no es durante la noche y al
abrigo de la sombra cuando todas las cosas pasan inadvertidas, de modo que la vergüenza de
la desnudez es menor o nula e-n absoluto; en tanto que con la luz del día todas las cosas se

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hacen patentes, de modo que entonces mayores son los motivos que nos fuerzan a
ruborizarnos?

100. ¿Y por qué ha prescripto no la donación sino la devolución del manto? Porque se
devuelve lo que es de otros, y las fianzas pertenecen más a los prestamistas que a los que han
recibido los préstamos. ¿Y no te das cuenta de otra cosa: que no ha mandado al deudor que,
después de haber tomado el manto para cubrirse en el lecho, en llegando el día se levante, lo
tome y lo lleve al prestamista?

101. Ciertamente, ante las particularidades de la expresión hasta el más tardo de


entendimiento puede ser llevado a percibir algo más que el sentido literal del pasaje. La
prescripción, en efecto, más parece una predicción 37 que una exhortación. Por que, quien
hubiera pronunciado una exhortación hubiera dicho: "Si el manto entregado en prenda fuere el
único que poseyere el deudor, devuélveselo antes del anochecer para que tenga con qué
cubrirse durante la noche". En cambio, para manifestar una simple predicción se expresaría
como en el presente pasaje: "Se lo devolverás pues es lo único que tiene para cubrirse, este
manto es el de su indecencia. ¿En qué dormirá?"
37 Ver la nota 27.

102. XVII. Vayan, pues, estas y otras consideraciones seme jantes para los sumamente
engreídos y pedantes divulgadores de las interpretaciones literales; nosotros, por nuestra parte,
si guiendo las leyes de la interpretación alegórica digamos acerca de este pasaje lo
conveniente. Pues bien, aclaramos que el "manto" es símbolo del pensamiento y la expresión
racionales.38
La ropa, en efecto, evita al cuerpo los daños que le suelen sobre venir provenientes del frío y
del calor; oculta sus partes ver gonzosas de su naturaleza; y todo vestido constituye un
apropiado adorno para el cuerpo.
38 O simplemente la rosón, ya que, aunque en los parágrafos 103 y 104 con el término lógos

parece referirse a la razón y la palabra juntamente, en todo el resto de las reflexiones se refiere
expresamente a la razón.

103. De manera análoga, el pensamiento y la palabra racionales constituyen el más hermoso


don hecho por Dios al hombre. En primer lugar, como arma de defensa contra aquellos que
maquinan novedades contra él. En efecto, así como la naturaleza ha fortificado a cada una de
las otras criaturas vivientes con los medios de defensa apropiados, mediante los cuales
repelerán a quienes intenten perjudi carlas, también al hombre ha proporcionado en el
pensamiento y la palabra racionales una excelente protección y una inexpug nable fortaleza.
Empuñándolos con toda fuerza, como el sol dado empuña sus armas, llevará consigo una
guardia personal apropiada y eficacísima. Y teniéndola como ayuda en el com bate, podrá
rechazar los daños con que le amenazaren los enemigos.

104. En segundo lugar, constituyen una muy necesaria capa de las cosas vergonzosas y
reprochables, como que es grande la habilidad del pensamiento y la palabra racionales para
ocultar y velar las iniquidades de los hombres. En tercer lugar, sirven como adorno de la vida
toda, ya que hacen a cada uno de nosotros mejor, e impulsan a todo hombre hacia las cosas
superiores.

105. Mas existen entre los hombres ciertas funestas plagas» que retienen en prenda al
pensamiento y la palabra racionales despojando de ellos a sus dueños; y, aunque lo que

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corresponde es hacerlos desarrollar, los tronchan completamente, tal cual hacen los que
saquean las tierras de los enemigos y procuran arruinar su trigo y los demás frutos, los que, si
se hubieran salvado, hubieran sido de gran provecho para quienes los consumen.

106. Así pues, no faltan quienes libran una guerra sin tregua ni pactos contra la naturaleza
racional, los cuales cortan a ras de tierra los brotes de esa naturaleza y aplastan sus primeros
crecimientos haciéndola, por así decir, improductiva y estéril con respecto a toda empresa
noble.

107. A veces, en efecto, como ella se lanza con irrefrenable impulso hacia la instrucción y está
dominada por el amor hacia las indagaciones de la filosofía, la envidia y el recelo les hacen
concebir el temor de que, en alas de una gran inspiración e inmensamente elevada, sumerja,
cual un torrente, sus triquiñuelas y sus persuasivas conclusiones contra la verdad; y desvían
hacia otra parte me diante sus malas artes esa corriente encauzándola por canales que llevan
hacia estudios y. prácticas viles y degradados. Y a menudo, habiéndola esterilizado y
obstruido, dejan su natural grandeza improductiva, cual malos tutores de niños huérfanos que
hicieran de una tierra rica y fértil un estéril páramo; y no se avergüenzan, como que son los
más despiadados de todos los hombres, de despojar a un hombre del único "manto", vale
decir, de su pensamiento y palabra racionales; único, pues el legislador dice: "Esto es lo único
que tiene para cubrirse" (Ex. XXII, 27).

108. ¿Qué otra cosa es "esto" sino el pensamiento y la palabra racionales? En efecto, así como
es peculiar del caballo el relinchar, del perro el ladrar, del buey el mugir, del león el rugir, así
también es propio del hombre el pensar y hablar racionalmente. El hombre, en efecto, es decir,
el ser viviente más amado por Dios, emplea como bien exclusivo de él este pensar y hablar
racional, que es su abrigo, su protección, su armamento y su muralla.

109. XVIII. Y así, se agrega: "Este manto es el único velo de su indecencia" (Ex. XXII, 27).
En efecto, ¿qué otra cosa vela y oculta las cosas vergonzosas y reprochables de la vida en la
medida en que lo hace la razón? La ignorancia, emparentada con la naturaleza irracional, es
motivo de vergüenza; la cultura, hermana de la razón, es un adecuado adorno.

110. "¿En qué, pues, dormirá?", vale decir, ¿en dónde hallará paz y completo reposo el
hombre sino en la razón? La razón, en efecto, eleva la condición de la parte menos afortunada
de nuestro ser. Así como a menudo la gentileza, la solidaridad y la cortesía de ami gos han
procurado remedio a quienes se hallaban oprimidos por penas, temores u otros males, del
mismo modo, no ya a menudo sino siempre, sólo esa alejadora de males que es nuestra razón
aparta la penosísima carga que han echado sobre nosotros las necesidades de nuestro
impotente cuerpo y las imprevistas consecuencias de cuanto se precipita sobre nosotros desde
fuera.

111. La razón, en efecto, es nuestra amiga, aso ciada, compañera, se halla vinculada
estrechamente a nosotros, o mejor aún, pegada y unida por cierta cola de naturaleza
indisoluble e invisible. Tal es la causa por la que ella conjetura lo que sucederá y, cuando algo
indeseable ocurre, se presenta por su propio impulso para ayudamos, llevando no una sola
clase de ayuda, la del consejero que no interviene activamente o la del que lucha a nuestro
lado sin pronunciar palabra, sino ambas.

112. Es que el poder con que la razón obra no produce un efecto a medias, sino completo en

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todos los aspectos. Y, si ella fracasa en sus proyectos o en la obra, recurre a un tercer modo de
ayuda, el consuelo. Del mismo modo, en efecto, que existen curativos medicamentos para las
heridas, la razón es el salvador remedio para las calamidades del alma, remedio que, según el
legislador, es preciso "devolver antes de la puesta del sol" (Ex. XXII, 26), es decir, antes de
que se oculten los des lumbradores rayos del ser más inmenso y luminoso, que es Dios, quien
los envía desde el cielo hacia la inteligencia humana movido por Su -compasión hacia nuestra
raza.

113. Mientras en el alma resida esta luz de semejanza suma con Dios e incor pórea,
devolveremos la razón que nos ha sido dada en prenda, al modo de un manto, para que aquel
que ha recibido esta peculiar posesión del hombre pueda cubrir lo que hay de ver gonzoso en
la vida, gozar del divino don y disfrutar de calma y reposo merced a la presencia de tal
consejero y protector, que jamás abandonará la posición en la que ha sido apostado.

114. Mientras derrama, pues, Dios sobre ti Su sagrada claridad, apresúrate durante el día a
devolver esa prenda al Señor. Porque, cuando ella se oculte, tú, como "el Egipto todo" (Ex. X,
21), te verás envuelto para siempre en una oscuridad palpable y, golpeado por la ceguera y la
ignorancia, serás privado de todas aquellas cosas de las que te juzgas dueño, siendo forzado
esclavo de Israel, el vidente, al que tú, no obstante ser su naturaleza inmune a la esclavitud,
retenías en su poder.

115. XIX. Este extenso camino38 que hemos recorrido no ha tenido otro objeto que poner de
manifiesto cómo la inteligencia del ejercitante muévese con movimientos desiguales, ora
hacia lo provechoso, ora hacia lo contrario, y en cierta manera con ininterrumpidos ascensos y
descensos. Y cómo, cuando obra provechosamente y se eleva hacia lo alto, es iluminada por
los ejemplares e incorpóreos rayos de la fuente de razón que es Dios, el perfeccionador; en
tanto que, cuando desciende y es im productiva, ilumínanla las copias de aquellos rayos, es
decir, los inmortales lógos, que acostumbramos llamar ángeles.
39 Del parágrafo 87 al 114, en los que trató Filón de probar que "el sol" que "se ponia" no es

otra cosa sino Dios.

116. Por eso en este pasaje dice también: "Encontró un lugar puesto que el sol se ponía" (Gen.
XXVIII, 11). Es que, cuando abandonan al alma los Divinos resplandores, merced a los cuales
las aprehensiones de las cosas cobran claridad suma, surge la luz secundaria y más débil de
los lógos,40 no ya de los hechos. Lo mismo ocurre también en este mundo, en el que la luna
cuya jerarquía es inferior a la del sol, al ponerse éste envía su luz, menos clara, sobre la tierra.
40 O de las palabras. Aquí Filón, que a lo largo de toda esta extensa exposición ha empleado el

término legos alternando sus varios sentidos, parece aplicarlo concretamente a la palabra,
según se desprende de la. oposición que destaca.

117. Y por otra parte, el encon trar un lugar o lógos es un beneficio más que suficiente para
aquellos que no pueden 41 ver a Dios, que está antes que un lugar y un lógos, puesto que ellos
no tienen su alma totalmente desprovista de luz; y cuando aquella claridad sin mezcla se
oculta de ellos, alcanzan la claridad mezclada. Así, leemos en el Éxodo: "En todos los lugares
donde residían había una luz para los hijos de Israel"; de modo que la noche y la oscuridad
habían huido de ellos para siempre, noche y oscuridad en la que viven aquellos que están
ciegos no de los ojos del cuerpo sino-de los del alma y no conocen los resplandores de la
virtud.
41 Momentáneamente o en una situación dada.

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118. Algunos, suponiendo que en este pasaje con el término. "sol" se designa figuradamente a
la sensibilidad y a la inteli gencia, vale decir, los elementos de juicio que se descubren en
nosotros mismos, y que el término "lugar" designa simbólica mente al Divino lógos, explican
el texto de esta manera: "El ejercitante encontró un Divino lógos cuando se ocultó la mortal y
humana claridad".

119. Es que, en tanto juzgan alcanzar una firme aprehensión, la inteligencia de las cosas
intelectuales y la sensibilidad de las sensibles, y divagan por las alturas el Divino lógos se
mantiene a gran distancia. Mas, cuando cada uno de ellos reconoce su flaqueza y se eclipsa
mediante una especie de ocaso, la recta razón,42 defensora del alma ejercitante, sale a su
encuentro al instante y la acoge benévolamente cada vez que ella ha' perdido su confianza en
sí misma y aguarda a la que desde fuera viene a su encuentro invisiblemente.
42 O el recto lógos, en su acepción restringida de razón.

120. XX. Dice el legislador a continuación que aquél "tomó una de las piedras del lugar y la
colocó bajo su cabeza y durmió en aquel lugar" (Gen. XXVIII, 11). Aquí cabe admirar no sólo
la alegórica y filosófica enseñanza del legislador sino también la indicación con que estimula
a la práctica del trabajo y la moderación, según la letra del texto.

121. En efecto, no con sidera digno de quien se afana por la virtud vivir una vida muelle y
delicada, aficionado a las inclinaciones y ambiciones de los que son tenidos comúnmente por
felices pero que en realidad están llenos de desdicha, y cuya vida toda es sueño y quimera a
juicio del más sano de los legisladores.

122. Estos durante el día, cuando han andado a través de las iniquidades contra los demás en
los tribunales, en los consejos, en los teatros y cualquier otra parte, llegan a su casa para
arruinar, desdi chados, su propia residencia, no la residencia formada por cons trucciones sino
la unida por naturaleza al alma, vale decir, el cuerpo. En él introducen sin interrupción
cantidades desmedi das de alimentos y le hacen beber abundante vino puro, hasta que el
discernimiento queda sumergido, y las sensuales pasiones, hijas del exceso, excitadas y
movidas de un furor incontenible, tras precipitarse y enmarañarse con todo cuanto hallan, han
vomitado su enorme frenesí y reposan.

123. Por la noche, al llegar la hora del reposo se echan muy muellemente sobre suntuosos
lechos y floridas mantas dispuestas al efecto, imitando la voluptuosidad de las mujeres, a las
que la naturaleza ha per mitido llevar un modo de vida relajado, razón por la cual el Artífice y
Hacedor ha formado para ellas ese cuerpo de más blanda conformación.

124. Ninguno como éstos es discípulo del sagrado lógos; sólo lo son los hombres de verdad,
amantes de la templanza,, el decoro y el pudor, hombres que han puesto, por así decir, como
cimientos de su vida, toda la moderación, la frugalidad, la for taleza, seguros refugios del
alma, en los que sin peligros y firmemente ella echa anclas; hombres que están por sobre las
riquezas, el placer, la gloria; despreciadores de las comidas, las bebidas y demás cosas
necesarias, siempre y cuando la privación de alimentos no comience a traer aparejados
trastornos; hombres que por adquirir la virtud están perfectamente dispuestos a aceptar el
hambre y la sed, el calor y el frío y todas las otras cosas difíciles de soportar; entusiastas por
las cosas que se ad quieren más fácilmente, al punto de no avergonzarse jamás por llevar una
capa barata, sino, por el contrario, considerar que las costosas son cosa reprochable y gran

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menoscabo en su vida.

125. Para estos hombres un blando pedazo de tierra hace de costoso lecho, su manta de cama
la constituyen arbustos, hierbas, pastos y un montón de hojas, y sus almohadas algunas
piedras o pequeños montículos que se elevan un poco del nivel del suelo. Los voluptuosos
califican de difícil de sobrellevar a este género de vida; los que tienen por meta de su
existencia lo bueno y noble, la califican de la más placentera de todas. Es que ella corresponde
no a los que son hombres de nombre sino a los que lo son de verdad.

126. Observa cómo en este pasaje el legislador presenta al atleta de las nobles empresas,
aunque poseedor de abundantes materiales y recursos principescos, durmiendo en la tierra y
usando como almohada una piedra, y suplicando poco después en sus plegarias por pan y un
manto, riqueza de la naturaleza.43 Siempre pone él en ridículo la riqueza tal como la conciben
las vacías opiniones y escarnece a los que la miran con admiración. Este atleta es el modelo
original del alma que se ejercita, y un enemigo de todo hombre afeminado y hermafrodita.
43 Gen. XXVIII, 20. El "atleta de las nobles empresas" es Jacob, de quien en Sobre las

habituales intrigas de lo peor contra lo mejor 13 se dice "que era dueño de una riqueza propia
de un rey". Filón parece querer destacar el contraste entre sus posibilidades económicas y su
sencilla vida patriarcal.

127. XXI. Expuesto ya el elogio del hombre amante del es fuerzo y la virtud, en lo que hace al
sentido literal del pasaje, hemos de averiguar el significado simbólico que encierra. Para eso
conviene que tengamos presente que el Divino "lugar" y la sagrada región está llena de
incorpóreos lógos y que estos lógos son almas inmortales.

128. Tomando dicho hombre uno de estos lógos, eligiendo para ello como el mejor al más
elevado, tal como en el conjunto corpóreo es la cabeza, lo sitúa junto a su inteligencia.44 Hace
esto aparentemente para echarse a dor mir, pero en realidad lo hace para reposar sobre el
Divino lógos y apoyar su vida toda, la más ligera de las cargas, sobre él.
44 Gen. XXVIII, 11.

129. El Divino lógos recibe complacido al atleta para que sea en primer lugar un discípulo.
Entonces, satisfecho de las favorables disposiciones de su naturaleza, le coloca los guan tes
como un maestro de atletas y lo llama a ejercitarse; y lo obliga a luchar haciendo él de
contendiente hasta que aquél alcanza a desarrollar en sí mismo una fuerza irresistible, y por
efectos de Divinas inspiraciones trueca sus oídos en ojos y, remodelado con esta nueva forma,
recibe el nombre de Israel, vale decir, el vidente.

130. Entonces el lógos le otorga tam bién la corona de la victoria; corona que tiene un nombre
extraño, exótico y quizá mal sonante. En efecto, el presidente del certamen la llama
"entumecimiento"; pues leemos que "en tumecióse la parte ancha" (Gen. XXXII, 25); un
galardón que es el más digno de admiración entre todos los trofeos procla mados en honra de
vencedores.

131. Y en efecto, si el alma que ha alcanzado un poder indomable, ha llegado a la perfec ción
en las justas por la virtud y ha tocado el límite mismo del bien, en vez de remontar alturas en
alas de la arrogancia y andar pavoneándose y vanagloriándose en la seguridad de poder
recorrer grandes distancias con pasos apropiados, logra "entumecerse" y contiene el "ancho"
miembro dilatado por la vanidad, y luego de mutilarse voluntariamente a sí misma mar cha

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cojeando, a fin de quedar detrás de las naturalezas incor póreas, esa alma aunque
aparentemente vencida alcanzará la victoria.

132. Costumbre sumamente provechosa es, en efecto, entre los mejores por convicción y no
por necesidad el renunciar a los premios, por cuanto también los galardones secundarios
ofrecidos en esta justa son por su grandeza y dignidad incom parablemente más altos que los
primeros premios de los otros certámenes.

133. XXII. Tal es, pues, la introducción a la visión enviada por Dios,45 y es ya ocasión de
volvemos a la visión misma y examinar detalladamente cada uno de sus puntos. "Sobrevínole
un sueño", leemos, "y he aquí que había una escala firmemente apoyada sobre la tierra, una
escala, cuya parte superior llegaba al cielo y por la cual los ángeles de Dios subían y bajaban.
Firmemente situado sobre ella estaba el Señor" (Gen. XXVIII, 12).
45 Introducción anunciada y comenzada en el parágrafo 4.

134. "Escala" es un término que designa simbólicamente en el mundo al aire, el que se apoya
en la tierra y toca con su cima el cielo. El aire, en efecto, se extiende hasta los límites
terrestres en todas las direcciones desde la esfera lunar, la que, según los estudiosos de los
fenómenos celestes, es descripta como el último de los círculos del cielo, y el primero con
relación a nosotros.

135. El aire es la morada de las almas sin cuerpos pues al Hacedor parecióle bien que todas
las partes del mundo estu vieran llenas de seres vivientes. Por ello dispuso los terrestres en la
tierra, los acuáticos en los mares y ríos, y los astros en el cielo. De éstos se dice que cada uno
de ellos es no sólo un ser viviente sino también una inteligencia, la más pura, com pletamente
en todas sus partes. Por lo dicho colígese que tam bién en la restante porción del universo, el
aire, existen seres vivientes. Que no pueden ser aprehendidos por los sentidos, ¿y eso qué?
También el alma es invisible.

136. Por cierto que es más lógico eme el aire nutra seres vivientes que la tierra y el agua, por
cuanto él es quien vivifica a los seres que habitan en éstas. El Artífice hízolo, en efecto, el
medio de cohesión de inmóviles cuerpos, el principio de desarrollo de cuerpos que se mueven
pero no perciben sensiblemente, en tanto que en los seres capaces de movimiento propio y
representaciones sensibles ese papel lo confió al alma.

137. ¿No sería, pues, extraño que el elemento merced al cual los otros alcanzan la vida
careciera él de seres vivientes? Por eso nadie pretenda excluir del elemento más excelente
entre los vinculados a la tierra, que es el aire, la naturaleza más excelente, es decir, la de los
seres vivientes. No se halla, en verdad, el aire solitario, desierto de todas las cosas, sino, cual
una ciudad, está densamente poblado, y lo está por ciudadanos incorruptibles e imperecederos,
almas cuyo número iguala al de las estrellas.

138. De estas almas unas, movidas por su tendencia hacia lo terrestre y los materiales gustos
descienden para unirse a cuerpos mortales; en tanto que otras ascienden y son distribuidas
nuevamente conforme con los números y tiempos determinados por la naturaleza.46
46 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 14.

139. De estas últimas unas, deseosas de las acostumbradas y familiares formas de la vida
mortal, tornan pronto sobre sus pasos nuevamente; en tanto que otras, recono ciendo que tal

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vida es una inmensa locura, llaman prisión y tumba al cuerpo y huyen como de un calabozo o
un sepulcro hacia las alturas y, elevadas hacia el éter por sutiles alas, ganan esas alturas para
siempre.

140. Pero hay otras, purísimas y excelentes en grado sumo, dotadas de un natural superior y
más divino, sin tendencia al guna jamás hacia ninguna de las cosas terrestres, soberanos
subordinados al Universal Soberano, "ojos y oídos", podríamos decir, "del Gran Rey",47 que
ven y oyen todas las cosas.
47 Expresión con que se designaba a los emisarios o inspectores de los reyes persas, enviados a

recorrer las satrapías e informar a los soberanos sobre la conducta de los sátrapas. Jenofonte,
Ciropedia VIII, 2, 10.

141. Los demás filósofos las llaman "dáimones",48 la sagrada escritura prefiere llamarlas
"ángeles",49 empleando una deno minación harto apropiada, como que ellas comunican las
disposiciones del Padre a Sus creaturas y las necesidades de las creaturas al Padre.50
48 En español: genios o divinidades inspiradoras.
49 O mensajeros.
50 Ver Sobre los gigantes 16.

142. Tal es la razón por la que el legislador las presenta ascendiendo y descendiendo, no
porque Dios, que está presente en todas partes, necesita de informantes, sino por que es
provechoso para nosotros, seres efímeros, el contar con los servicios de los lógos en calidad
de intermediarios y árbitros, dado que el universal Monarca y el inmenso poder de Su
soberanía nos anonada y causa escalofríos.

143. Con plena con ciencia de ello cierta vez suplicamos a uno de estos mediadores en estos
términos: "Habíanos tú a nosotros; y que no nos habla Dios, no sea que perezcamos" (Ex. XX,
19). Nosotros, en efecto, somos incapaces de recibir, no digo ya castigos, pero ni siquiera
beneficios tan incomparables y puros, si Él mismo fuere quien nos los alcanzare con Sus
propias manos sin emplear a otros como servidores.

144. Hermosa es la visión en la cual el aire apoyado sobre la tierra aparece representado por
una simbólica escala. Sucede, en efecto, que las exhalaciones que emite la tierra, rarificadas
retornan al aire, de modo que la tierra es la base y raíz del aire y el cielo su cabeza.

145. Así, se nos dice que la luna no es una masa pura de éter, como lo es cada uno de los otros
astros, sino una mezcla de sustancia etérea y aérea; y que la parte que en ella aparece negra, a
la que algunos llaman "faz", no es otra cosa que el confuso aire, el que, siendo negro por
naturaleza, se extiende hasta el cielo.

146. XXIII. Tal es en el orden cósmico la simbólicamente llamada escala; un examen nos
permitirá descubrir que dicha escala en el ser humano es el alma, cuya base es la sensibilidad,
que es como el elemento terrestre en el hombre; y cuya cabeza es la purísima inteligencia, a la
que podríamos calificar del elemento celestial.

147. Arriba y abajo a través de toda ella los lógos de Dios van y vienen constantemente,
cuando ascienden y se desvinculan de lo mortal la elevan mostrándole el espec táculo de las
únicas cosas que merecen verse. En cambio, cuando descienden no la arrastran hacia abajo, ya
que ni Dios ni un lógos Divino son origen de daño; sino descienden a la par de ella por amor

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al hombre y compasión por nuestra raza, a título de colaboradores v aliados, a fin de poder,
exhalando sobre ella su salvador soplo, comunicarle nueva vida al alma, que es transportada
aún por el cuerpo como sobre un río.51
51 Imagen tomada de Platón, Timeo 43 a. Ver Sobre los gigantes 13.

148. En las inteligencias de aquellos que han sido purificados al máximo, el Guía del universo
se pasea silenciosamente, soli tario, invisiblemente. Hay, en efecto, un oráculo revelado al
sabio,52 en el que se dice: "Me pasearé en vosotros y seré vues tro Dios" (Lev. XXVI). En
cambio, en las inteligencias de los que aún se están purificando y todavía no han lavado
completamente su vida manchada y sucia por las cargas corpóreas, se pasean ángeles. Divinos
lógos, que las limpian con las doctrinas sobre lo noble y bueno.
52 A Moisés.

149. Claramente se advierte cuan grande turba de males radicados en el alma es arrojada fuera
para que el Único Bien pueda entrar a ocuparla. Esfuérzate, pues, oh alma, para convertirte en
morada de Dios, en sagrado templo, en la más hermosa de las residencias. Porque bien puede
ser que a Aquel a quien el mundo entero tiene como dueño de casa, también tú Lo recibas
como protector de tu propia casa, a fin de que ésta se vea preservada para siempre con
segurísima defensa e inmunidad.

150. Pero quizá, también, fue la propia vida del ejercitante lo que. su visión le mostró bajo la
forma de una escala. La ejercitación, en efecto, es una práctica fuera de lo común por
naturaleza; que ora se eleva hacia lo alto, ora retrocede en direc ción contraria, y una vez, cual
una nave, navega con prósperos vientos; otra experimenta una adversa travesía. Es que la vida
de los ejercitantes es, como alguien ha dicho,53 de días alter nados, unas veces viviente y
despierta, otras muerta y dormida.
53 Odisea XI, 303, donde el poeta se refiere a los gemelos Castor y Polux, los llamados

Dioscuros, los cuales se alternaban en el mundo de los vivos y en la Mansión de Hades,


viviendo por turno un día cada uno y retornando a permanecer durante el siguiente entre los
muertos, por haberlo convenido así con Zeus, cuando Polux, que era inmortal, compa decido
por la muerte de su hermano, rogó al supremo dios que permitiera a Castor compartir su
inmortalidad de la manera señalada.

151. Y quizá esta interpretación no sea desacertada. A los sabios ha cabido, en efecto, habitar
la región olímpica y celestial, pues han aprendido a frecuentar siempre las alturas; y a los
ruines están reservadas las profundidades del Hades, pues se han habituado a ir muriendo
desde el principio al fin, familiarizados, como se hallan, con la corrupción desde los pañales
hasta la vejez.

152. En cambio, los ejercitantes, hallándose en medio de estos extremos, recorren la escala en
am bos sentidos a menudo, ya atraídos hacia lo alto por la mejor porción, ya arrastrados en
sentido contrario por la peor, hasta que Dios, arbitro de esta competencia y rivalidad, acuerda
los galardones al orden superior y arruina completamente a su oponente.

153. XXIV. En la visión hay además la siguiente concepción, que no sería justo pasáramos
por alto. Las acciones de los hombres son semejantes por naturaleza a una escala en virtud de
lo irregular del desarrollo de las mismas.

154. Un solo día, en efecto, basta, como se ha dicho,54 para despeñar a uno desde lo alto y

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para elevar a otro a las alturas pues la naturaleza de las cosas humanas no permite que hombre
alguno permanezca en una situación estable y todas ellas, en cambio, están sujetas a toda clase
de cambios.
54 Eurípides, Ino.

155. ¿Por ven tura de simples particulares no se convierten en hombres de estado, y de


hombres de estado en simples particulares; de ricos en pobres y de pobres en opulentos; de
oscuros en famosos, de desconocidos en populares; de débiles en fuertes y de impotentes en
poderosos; de insensatos en prudentes y de dementes en sumamente discretos?

156. Este es el camino de los hu manos sucesos, que ora surgen ora decaen, vía caracterizada
por inseguras e inestables circunstancias, de cuyas irregularidades el verísimo testimonio del
tiempo nos convence no con contusas sino con claras muestras.

157. XXV. El sueño mostraba firmemente apoyado sobre la escala al Jefe de los ángeles, al
Señor. Y en efecto, como a un auriga sobre un carro o como un piloto sobre su nave, debemos
concebir al Que Es colocado sobre los cuerpos, sobre las almas, sobre los sucesos, sobre las
palabras, sobre los ángeles, sobre las fuerzas sensibles, sobre la naturaleza invisible, sobre
cuanto es contemplable y sobre cuanto no lo es; pues, habiendo hecho que el mundo todo esté
ligado a Él y de Él dependa, guía como un auriga tan inmensa creación.

158. Al oír que estaba apo yado, nadie piense que algo presta a Dios su cooperación para que
se sitúe firmemente; entiéndase, en cambio, que lo puesto aquí de manifiesto no es otra cosa
que el hecho de que Dios, en Su firmeza, es el soporte y el apoyo, la seguridad y la estabilidad
de todas las cosas, y marca con el sello de la estabilidad a aquellos a quienes desea brindarla.
Es, en efecto, porque Él las fija y mantiene unidas por lo que las cosas creadas están
firmemente protegidas de la destrucción.

159. Aquel, pues, que está situado en la escala del cielo dice al que en sueños contempla la
visión: "Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios de Isaac; no temas." (Gen.
XXVIII, 13.) Este oráculo era la fortaleza y el más firme apoyo del alma que se ejercita, y le
enseñaba claramente que el Señor y Dios de todas las cosas era a la vez Señor y Dios de su
fami lia; ya que en uno y otro título es registrado como vinculado a sus padres y abuelos; a fin
de que tanto el mundo todo como el amante de la virtud pudieran alcanzar la misma herencia.
55 Y así, también ha sido dicho: "El Señor es tu heredad" (Deut. X,9).
55 En efecto, legalmente lo que perteneció a los padres y abuelos pasa en herencia al

descendiente; y habiendo sido Dios posesión de Abraham e Isaac, es normal que Jacob Lo
heredara.

160. XXVI. No pienses que carece de motivo el que en este pasaje se haya dicho que Él es
señor y dios de Abraham y sólo dios de Isaac. La razón es que Isaac es símbolo del saber que
se adquiere por naturaleza, sin mediación de lecciones, maestro ni aprendizaje: en tanto que
Abraham lo es del saber alcanzado mediante la instrucción; y mientras el primero es natural
del país en que habita, el segundo es un emigrante y extranjero en el país.

161. Este, en efecto, tras abandonar la extraña y ajena lengua caldaica, propia de los que
examinan el cielo para estu diar los astros, se aproximó a la lengua que corresponde al ser
viviente racional, es decir, al lenguaje consistente en el servir a la Causa de todas las cosas.

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162. Este carácter ha menester de dos poderes tutelares, la autoridad y la generosidad, a fin de
que el poder del Soberano le mueva a escuchar obediente Sus mandatos y merced a Su
generosidad reciba grandes beneficios; el otro, en cambio, sólo necesita del poder benefactor.
Ningún avance, en efecto, en orden a su perfeccionamiento le ha sido procurado por una
autoridad mediante amonestaciones, pues como la excelencia de alma habíala alcanzado por
naturaleza y por un don llovido desde lo alto, resultó bueno y perfecto desde el principio.

163. Ahora bien, "Dios" es el nombre que designa al poder benefactor; "Señor", el que alude
al poder so berano.56 ¿A qué bien calificaremos, entonces, de supremo sino al hecho de
encontrar una generosidad cabal y sin mezcla; y a cuál tendremos por segundo en jerarquía
sino al alcanzar la generosidad que resulta de combinar la soberanía y el don? Esto, a mi
parecer, es lo que tenía presente el ejercitante al elevar la más admirable de las súplicas
pidiendo que el Señor se convirtiera para él en Dios.57 Quería, en efecto, en adelante no ya
reverenciarlo como a un soberano, sino honrarlo afectuosamente como benefactor.
56 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 86 y ss.
57 Gen. XXVIII, 21.

164. ¿No es verdad que cabe esperar que con estas y pare cidas enseñanzas aún los ciegos de
entendimiento lleguen a-ver con agudeza, recibiendo desde los más sagrados oráculos la
capacidad de ver, de modo que sean capaces de penetrar en la naturaleza de las cosas y no se
concentren solamente en el sentido literal de las expresiones? Mas, aunque nosotros, ciegos en
cuanto a la vista del alma, no procuremos o no podamos re cobrar la visión, tú mismo, oh
sagrado intérprete, haz que tu voz. resuene en lo íntimo de nuestro ser, controla nuestros pasos
y no te canses jamás de untar nuestros ojos,58 hasta que, habién donos hecho descubrir la
oculta claridad de los sagrados miste rios, nos muestres las bellezas en ellos encerradas,
invisibles para los no iniciados.
58 Con un ungüento o pomada de propiedades estimulantes de la visión.

165. A ti te compete hacer tal cosa. Pero, vosotras, oh almas, todas las que habéis saboreado
los Divinos amores, como si os levantarais de un profundo sueño y despejarais las tinieblas,
lanzaos hacia el espectáculo que atrae todas las miradas, desechando la pesada y
contemporizadora indecisión a fin de que podáis captar con la vista y el oído cuanto el
Presidente del certamen ha preparado para vuestro provecho.

166. XXVII. Innumerables son los notables ejemplos para la demostración de esto. El pasaje
citado un poco antes es, preci samente, uno. En efecto, el oráculo ha llamado padre del
ejer citante a quien por parentesco es su abuelo, y, en cambio, al que es realmente su padre no
le asigna el título de progenitor. "Yo", dice, "soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre" (no
obstante que era el abuelo). Y de nuevo: "el Dios de Isaac" (Gen. XXVIII, 13), sin agregar "tu
padre".

167. ¿Valdrá la pena indagar sobre la causa de esto? Por cierto que sí. Averigüemos, pues, con
cuidado cuál es esa causa. El legislador dice que la virtud se alcanza o por naturaleza o por
ejercicio o por estudio y por ello ha señalado que los patriarcas de la raza son también tres,
todos hombres sabios,59 que, sí bien no tienen como punto de partida una misma forma de
carácter, tienden, en cambio, hacia una misma meta
59 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 35 y 36.

168. Abraham, el mayor de ellos, tuvo a la enseñanza como guía en el camino que conduce al

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bien, como en otro tratado hemos expuesto dentro de nuestras posibilidades; Isaac, el
intermedio, tuvo por guía a su naturaleza, la que sólo a sí misma escucha y por sí misma
aprende; Jacob, el tercero de ellos, recurrió a ejercicios y prácticas con las que se preparan los
rudos esfuerzos de las luchas atléticas.

169. Siendo, pues, tres los caminos por los que se adquiere la .sabiduría, el primero y el
último son los más íntimamente rela cionados, por cuanto lo que resulte de la ejercitación es
hijo y producto de lo que se alcanza con la instrucción, en tanto que aquello que se da por
naturaleza está, indudablemente, empa rentado con ellos, como que es cual una raíz que
sostiene a todo árbol; pero, por otra parte, le ha cabido una prerrogativa libre de toda
oposición y exenta de todo esfuerzo.

170. De esto se deduce que razón hay para que se diga que Abraham, que debió su
mejoramiento a la instrucción, fue padre de Jacob, el que se ha forjado mediante la
ejercitación; lo cual más que significar que determinado hombre fue padre de otro hombre
significa que la facultad de oír, que es un muy accesible instrumento para aprender lo es de la
facultad de ejercitarse, cuyas ventajas atañen al luchar.

171. Mas, si este ejercitante corre hacia su meta y alcanza a ver claramente lo que
anteriormente veía vagamente como en un sueño, modelándose en él un carácter superior y
recibiendo el nombre de "Israel", es decir, "el que ve a Dios", en lugar de "Jacob", "el
suplantador",60 ya no se atribuirá como padre a Abraham, el que aprende, sino a Isaac, el
hombre que fue engendrado bueno por naturaleza.
60 Título que alude a la sustitución de Esaú por Jacob en el derecho de la primogenitura. Ver

Sobre los cambios de nombres, 81.

172. Y esto no es una invención mía sino un oráculo grabado en las sagradas estelas. Leemos,
en efecto, que "Israel partió con todas sus cosas y llegó a la fuente del juramento y ofreció un
sacrificio al Dios de su padre, Isaac" (Gen. XLVI, 1). ¿Dudas aún de que aquí no se está
hablando de hombres mortales sino, como se ha dicho ya, acerca de hechos de la naturaleza?
Observa, en efecto, que el mismo caso una vez es llamado Jacob, con Abraham por padre, y
otra Israel, con Isaac por padre, y ello por la razón ya detallada.

173, XXVIII. Habiendo dicho, pues: "Yo soy el Señor, el Dios de Abraham, tu padre, y el Dios
de Isaac", agrega: "no temas" (Gen. XXVIII, 13), como cabía esperar. ¿Cómo, en efecto,
seguiremos aún temiendo, si tenemos en Ti, nuestro Defensor, un arma que libera del miedo y
de toda pasión? En Ti, que además para que fueran visibles hiciste que cobrasen forma los
hasta entonces ocultos modelos ejemplares de nuestra educación, instruyendo a Abraham y
engendrando a Isaac.61 Del uno, en efecto, permitiste que Te llamaran instructor; del otro,
padre, asignando al primero la condición de discípulo, y al segundo la de hijo.
61 Ver Interpretación alegórica III, 219.

174. Tal es el motivo por el que Tú prometes que darás al ejercitante también la tierra, en otras
palabras, la fertilísima y ferocísima virtud, sobre la cual él yace echado repo sando, dormido
para la vida de los sentidos, pero despierto para la del alma. De este modo apruebas su
pacífico reposo, que ha alcanzado, no sin lucha ni penalidades propias de la lucha; lucha en la
que no empuñó armas ni destrozó hombres (ni pensar tal caso) sino arruinó a la turba de las
pasiones y vicios enemiga de la virtud.

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175. La estirpe de la sabiduría es comparada con la arena de la tierra,62 así por su ilimitada
cantidad como porque el banco de arena frena los embates del mar y otro tanto hace el
principio de la educación 63 con las acometidas de las iniquidades e injusticias. Este principio,
de conformidad con las Divinas pro mesas, se extiende hasta los confines del universo y
convierte a quien lo posee en heredero de las partes del mundo, hacia todas las cuales, este,
oeste, sur y norte, se dilata. En efecto, se nos dice que "se extenderá hacia el oeste, hacia el
sud, hacia el norte y hacia el este" (Gen. XXVIII, 14).
62 Gen. XXVIII, 13.
63 O la educadora o instructora razón, personificada en el sabio u hombre de bien.

176. Además el hombre virtuoso es un beneficio no sólo para sí mismo sino co mún a los
hombres todos y brinda sin dilación alguna el prove cho que de él emana. Es que, así como el
sol es la luz de cuantos poseen ojos, del mismo modo el hombre sabio lo es de cuantos
participan de la naturaleza racional. De allí las pala bras: "En ti serán bendecidas todas las
tribus de la tierra" (Gen. XXVIII, 14).

177. XXIX. Esta revelación se aplica tanto a cada persona privadamente con relación a sí
misma como colectivamente con relación a las demás. En efecto, si la inteligencia que hay en
mí fuere purificada por la virtud perfecta, también las "tribus'" de la parte terrestre de mi ser se
verán purificadas juntamente, tanto aquellas que corresponden a los sentidos como la que toca
a su inmenso recipiente, el cuerpo. Y a su vez, si alguien como miembro de una casa, una
ciudad, un país o una nación llegare a convertirse en amante de la prudencia, esa casa, esa
ciudad, ese país y esa nación no podrán menos que participar de un mejor modo de vida.

178. Es que, así como los aromas que exhalan las yerbas aromáticas llenan de grata fragancia
a los que están próximos, del mismo modo todos aquellos que viven en la vecindad y contacto
con un sabio, al aspirar la at mósfera que de él emana y se expande en torno, experimentan.
mejoras en sus costumbres.

179. XXX. Inmenso beneficio es para el alma que se esfuerza y combate tenazmente el tener
como compañero de ruta a Dios, presente en todas partes; a propósito de lo cual leemos: "He
aquí que Yo estoy a tu lado" (Gen. XXVIII. 15). ¿Qué otra riqueza, pues, podemos llegar a
necesitar en adelante si Te tenemos a Ti, la única verdadera riqueza, "protegiéndonos en la
ruta" (Gen. XXVIII, 15) que conduce hacia la virtud a través de todas sus divisiones? 64
Porque, en la vida acorde con la razón no es una sola parte la que tiende hacía la justicia y
hacia las demás virtudes, sino innumerables partes, de cada una de las cuales es dado partir al
que procura la sabiduría.
64 Así interpreta Filón lo de "en todo camino por donde marchares" (Gen. XXVIII, 15).

180 XXXI. Con suma propiedad fueron también dichas las palabras: "Te traeré, de regreso a
esta tierra" (Gen. XXXVIII, 15). Hubiera sido hermoso, en efecto, que el discernimiento,
permaneciendo en sí mismo, no hubiere trocado su morada por la de la sensibilidad; pero, no
siendo así, bueno es que retome hacia sí mismo nuevamente.

181. Quizá, también, lo que en estas palabras se nos da a entender es la doctrina de la


inmortalidad del alma. Ésta, en efecto, después que ha abandonado la celestial morada, como
se ha dicho un poco antes, ha llegado al cuerpo, como a una tierra extranjera. Mas el Padre
que la ha engendrado, dice que no permitirá que permanezca prisio nera para siempre, y que,
movido de piedad, desatará sus ata duras y la escoltará libre y segura hacia la ciudad madre;65

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y no la soltará de Su mano hasta que se hayan concretado en hechos ciertos las promesas
expresadas en palabras; que es propio de Dios el manifestar lo que sin lugar a dudas habrá de
pasar.
65 O hacia Id metrópoli, es decir, hacia la ciudad de donde en otro tiempo partió para

establecerse lejos de ella como en una colonia.

182. Pero, ¿a qué viene mencionar esto, si, bien lo sabemos, los hechos siempre confirman
Sus palabras? Encaminada, pues, y elevada el alma ejercitante hacia las in dagaciones acerca
del Que Es, su primera impresión es que el Que Es se halla en un lugar, pero a poco, frenada
por las difi cultades que las conjeturas sobre el objeto de su averiguación ofrecen, cobra temor
y comienza a cambiar de opinión.

183. Leemos, efectivamente, que "Jacob se despertó y dijo 'El Señor está en ese lugar, mas yo
no lo sabía'" (Gen. XXVIII, 16). Mejor hubiera sido, diría yo, no saber nada que suponer que
Dios se encuentra en un determinado lugar, Él, que contiene y envuelve todas las cosas.

184. XXXII. Con razón, pues, se atemoriza y dice con admi ración: "¡Qué terrible es este
lugar':" (Gen. XXVIII, 17). Es que, en verdad, ningún lugar resulta más dificultoso en el
estu dio tocante a la Naturaleza, que aquel en el que los hombres buscan la ubicación del Que
Es, y si, en suma, alguna cosa Lo contiene. Unos dicen que toda sustancia ocupa un lugar
de terminado; y entre ellos hay quienes Le asignan uno dentro del mundo, y quienes Le
atribuyen uno fuera de él en cierto espacio entre los mundos.66 Otros aseveran que el Increado
nada tiene de común con cosa alguna de las creadas, y que está más allá de todas ellas, a tal
punto que aun el entendimiento más sutil y rápido se queda muy curto en la aprehensión de Él
y reconoce su fracaso.
66 Alusión a la doctrina epicúrea según la cual los dioses habitan los intermundos o espacios

entre los mundos.

185. Por eso el ejercitante gritó al punto: "No es" (Gen. XXVIII, 17) lo que supuse, es decir,
"que el Señor está en cierto lugar (Gen. XXVIII, 16); no, no lo es, pues según el verdadero
razonamiento, Él contiene mas no es contenido. En cuanto a esto que aparece manifiesto y
visible, este mundo sensible, no es otra cosa que una casa de "Dios",67 es decir, de una de las
potencias del Que Es, la potencia correspondiente a Su bondad.
67 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss.

186. Pero a este mundo al que llamó "casa", lo denominó también "puerta del" verdadero
"cielo" (Gen. XXVIII, 17). ¿Qué significa esto? Pues, que al mundo aprehensible por la
inteligencia, el formado por las formas ejemplares en aquel 68 que fue elegido de conformidad
con las Divinas larguezas, no es posible aprehenderlo de otra manera que pasando a él desde
este mundo sensible y visible.
68 Seguramente se trata del lógos Divino, que, según Sobre la creación del mundo 17, contiene

o es él mismo el mundo aprehensible por la inteligencia.

187. Es imposible, en efecto, alcanzar el conocimiento de ninguna de las cosas incorpóreas


existentes si no es tomando como punto de partida las corpóreas. De la inmovilidad de éstas,
en efecto, ha surgido la noción de lugar, de su movimiento la de tiempo, y de lo que
podríamos llamar envoltura exterior que las cubre, las de puntos, líneas y superficies y, en
general, límites.

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188. Y por la misma vía se pasa a la concepción del mundo aprehensible por la inteligencia
partiendo del sensible, el que, en consecuencia, es en cierto modo una "puerta" de aquél;
puesto que, así como los que desean contemplar las ciudades penetran en ellas a través de
puertas, del mismo modo cuantos quieren llegar a conocer el mundo invisible son guiados por
la representación mental del mundo visible. Pero ese mundo, cuya sustancia es aprehensible
sólo por la inteligencia, sin que medie ninguna visión de formas mate riales, es decir, sólo a
través de la forma ejemplar presente en su configuración, será llamado a convertirse en la
imagen pre sente ante la vista del mismo 69 sin interposición de sombras 70 una vez que hayan
sido quitados todos sus muros y cada una de sus puertas de modo que no sea visto desde algún
lugar exterior sino sea contemplada la misma inalterable belleza en sí misma con una visión
inexpresable e inexplicable.71
69 De Jacob, quien a estas alturas sólo puede verlo a través del mundo sensible, al que

denomina "puerta del cielo".


70 Es decir, sin que medien estas sombras que son las cosas sensibles.
71 La traducción del párrafo en su estado actual resulta sumamente engorrosa, y es difícil

desentrañar con relativa aproximación su verdadero sentido. Me aparto de la opinión de


Colson, quien formula la sugerencia de que Filón se está refiriendo a Moisés y destacando su
privilegio de archiprofeta, privilegio consistente en poder contemplar directamente el mundo
de los arquetipos o formas ejemplares. En caso de aceptarse esta interpretación habría que
sustituir en el texto griego kósmos = mundo, por cosmólogos = indagador del mundo, término
desconocido por los anti guos autores, aunque bien pudo acuñarlo Filón para su propósito. A
ser acertada la versión que adoptó, resultaría, de todos modos, imposible determinar a ciencia
cierta qué quiere decir Filón al referirse a un eventual acceso del hombre sabio, simbolizado
en Jacob, a la contemplación directa del mundo de los arquetipos. Wendland aventura la
hipótesis de que se trata de un pasaje interpolado por cristianos para atribuir a Filón una
referencia a la nueva Jerusalén de la revelación, cuyas puertas permanecen abiertas por
siempre.

189. XXXIII. Sobre este punto ya hemos dicho bastante. Hay también otro sueño
correspondiente a este tipo de visiones; es el referente al rebaño de variadas manchas, sueño
que quien lo soñó, una vez despierto, relata en estos términos: "El ángel de Dios me dijo
durante el sueño: 'Jacob'; y yo dije: '¿Qué es esto?': y dijo él: 'Alza tus ojos y mira los cabrones
y carneros que cubren a las ovejas y cabras, todos ellos completamente blancos, manchados y
de un salpicado ceniciento. Porque Yo he visto cuanto Labán te hace. Yo soy el Dios que fue
visto por ti en el lugar de Dios, donde tú Me consagraste una colum na y Me hiciste un voto.
Ahora, pues, levántate, parte de esta tierra y ve hacia tu tierra natal, que Yo estaré junto a ti'"
(Gen. XXXI, 11 a 13).

190. Ves cómo la Divina palabra proclama como sueños en viados por Dios no sólo los que
comunica la Suprema de las causas, sino también los que revela a través de Sus portavoces y
servidores, los ángeles, los que han sido considerados dignos de recibir del Padre a Quien
deben el ser una porción Divina y feliz.

191. Mas, observa también lo que sigue. El sagrado lógos comunica sus anuncios a unos
como un rey, prescribiéndoles soberanamente lo que se debe hacer; a otros les indica, romo un
maestro a sus discípulos, lo que les conviene; a otros brinda grandes beneficios, sugiriéndoles,
como un consejero, las mejores determinaciones, ya que ellos no conocen por sí mismos lo
que conviene hacer; a otros comunica provechosa y persuasi vamente, como amigo, incluso
muchas verdades secretas de aquellas de las que no es lícito enterarse a los no iniciados.

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192. En ocasiones también a algunos, como a Adán, les pregunta: ¿Donde estás?" (Gen. III,
9); pregunta para la cual no cabe .sino una respuesta apropiada: "En ninguna parte"; ya que
ninguna de las cosas humanas permanece en un mismo sitio, antes bien, todas ellas están en
movimiento tanto en el alma, como en el cuerpo, como en las cosas exteriores. Inestables son,
en efecto, los razonamientos pues reciben de los mismos objetos no las mismas sino opuestas
impresiones; inestable es también el cuer no. como lo revelan los cambios que a través de
todas las edades de la vida tienen lugar desde la infancia hasta la vejez; e inestables también
son las cosas exteriores, suspendidas, como están, sobre la corriente de una suerte siempre
cambiante.

193. XXXIV. Mas, cuando el sagrado lógos ha llegado a la asamblea de sus amigos, no
comienza a hablar sin antes dirigirse a cada uno de ellos y llamarlos por su nombre a fin de
que agucen sus oídos y con tranquilidad y atención escuchen los sagrados preceptos como
para no olvidarlos jamás. Así, en otro pasaje se dice también: "Calla y escucha" (Deut.
XXVII, 9).

194. De manera análoga es llamado Moisés desde arriba de la zarza. 1 (Vinos, en efecto, que
"no bien el Señor lo vio aproximarse para ver, lo llamó desde la zarza diciendo: 'Moisés,
Moisés'. Y este dijo: ¿Qué es?'" (Ex. III, 4).
Y también fue llamado Abraham, presto ya al holocausto de su amado y único hijo, en el
momento en que comenzaba a ofrecer el sacrificio, cuando, habiendo dado prueba de su
piedad, se le vedó hacer desaparecer de entre los hombres a la naturaleza autodidacta, llamada
Isaac.

195. Se nos dice, efectivamente, que al comenzar el sacrificio "Dios, que estaba probando a
Abraham, le dijo: 'Abraham, Abraham'. Y éste dijo: 'Aquí estoy'. Y Dios le dijo: 'No extiendas
tu mano sobre el niño no le hagas nada'" (Gen. XXII, 1, 2, 9 a 12).

196. Y siendo el ejercitante un miembro de la cofradía de los amigos de Dios, es lógico que
sea tenido por digno de la misma prerrogativa y se le llame por su nombre. Así, leemos: "El
ángel de Dios me dijo en el sueño: 'Jacob'. Y yo dije '¿Qué es?' " (Gen. XXXI, 11).

197. Y habiendo sido llamado prestó aten ción tratando de captar con precisión los signos que
aparecían; signos que eran uniones y alumbramientos de pensamientos representados en
animales. Leemos, en efecto, lo siguiente: "Alza tus ojos y mira los cabrones y cameros que
cubren a las ovejas y cabras" (Gen. XXXI, 12).

198. Un cabrón es el guía de un rebaño de cabras, un carnero lo es de un rebaño de ovejas; y


estos animales son símbolo de las dos formas perfectas del pensamiento, de las cuales una
purifica y vacía al alma de faltas, en tanto que la otra la nutre y llena de rectas acciones. Tales
son los conductores pensamientos que guían los rebaños de nuestro ser; y los rebaños, dotados
de disposiciones acordes con los nombres de ovejas y cabras se lanzan y avanzan con premura
hacia la rectitud.72.
72 Filón vincula próbaton = oveja, con probáinein = avanzar; y aix = cabra, con áissein =

lanzarse.

199. Levantó, pues, el hasta entonces cerrado ojo del entendimiento y vio Jacob los perfectos
pensa mientos, que corresponden a cabrones y cameros, procurando con agudeza la

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disminución de las faltas y el incremento de las cosas convenientes; vio cómo ellos cubren a
las ovejas y cabras, es decir, a las almas jóvenes y tiernas aún, en los albores de la juventud y
engalanadas con la flor de la plenitud vital; y vio que lo hacen no en procura de un irracional
placer, sino aprovechando la invisible simiente de las doctrinas de la sensatez.

200. Abundante en prole es, en efecto, este apareamiento, que no implica entrelazamiento de
cuerpos, sino es la unión de virtudes perfectas con almas bien dotadas, por naturaleza. Pues
bien, vosotros, todos los rectos pensamientos de la sabiduría, apareaos, cubrid, fecundad; y,
cada vez que veáis un alma pin güe, fértil, virgen, no paséis de largo; antes bien, invitadla a la
unión y apareamiento con vosotros, perfeccionadla y hacedla fecunda, que todo cuanto dé a
luz será de valor, descendencia masculina constituida por "totalmente blancos, manchados y
de un salpicado ceniciento" (Gen. XXXI, 10).

201. XXXV. Qué poder posee cada uno de estos vástagos es cosa que debemos averiguar. Los
más brillantes y esclarecidos son los "completamente blancos", como que lo de
"completa mente" se aplica muy a menudo a lo grande, siendo costumbre llamar
"completamente evidente" o "completamente destacado" a lo que es en gran medida evidente
y en gran medida destacado.73
73 Refiérese Filón al valor intensivo del prefijo diá = muy o comple tamente, que aparece en

diáleukos = completamente o muy blanco, en diádelos = muy evidente, y en diásemos = muy


destacado o claro.

202. Es, pues, deseo del sagrado lógos que los vástagos primogénitos sean completamente
blancos, semejantes, no a una luz tenue, sino a una claridad brillantísima, como el resplandor
sin sombras que emiten los rayos solares en la clara atmósfera del mediodía. Pero desea
también que haya vástagos "mancha dos", no a modo de la multiforme y cambiante impureza
de la lepra, destinados a una vida inestable y agitada, sin firmeza de juicio: sino grabados con
inscripciones y estampados con sellos, diferentes sí, pero todos genuinos; marcas cuyas
particularidades mezcladas y combinadas producen una delicada armonía.

203. Algunos han juzgado al arte del bordado 74 como labor tan obscura y tan modesta que la
han relegado a la categoría de trabajo de tejedores. Yo, en cambio, admiro no sólo el arte en sí
sino también su nombre, sobre todo cuando contemplo las porciones de la tierra, las esferas
celestes, las variedades de animales y plantas y la variadísima trama que es este mundo.
74 Ver la nota 77.

204. Es que al instante me siento movido a pensar que el Autor de toda esta combinación es el
inventor de la ciencia del bordado75 y rindo culto al Inventor, justiprecio el descubri miento,
admiro profundamente la obra, y, aunque no soy capaz de ver sino una parte ínfima de ella;
por la parte que me ha sido dado ver, si es que realmente ha tenido lugar tal visión, conjeturo
detalladamente la totalidad, seguro de que el resto corresponderá a lo visto.
75 Jacob en este caso.

205. Admiro, asimismo, al amante de la sabiduría, por cuanto se ha consagrado a este mismo
arte, entendiendo que vale la pena reducir a una sola cosa y reunir en un lazo común muchas y
diversas cosas superando sus diversidades. Así, tomando de la gramática que se enseña a los
niños los dos primeros asuntos: el escribir y el leer; de la gramática más avanzada la
familiarización con los poetas y el aprendizaje de la antigua historia; de la aritmética y la
geome tría la absoluta seguridad en asuntos que requieren proporción y cálculos; de la música

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ritmos y medidas, y melodías enarmónicas, cromáticas, diatónicas, conjuntas y disjuntas; de la
retórica la concepción, la expresión, la ordenación, la distribución, la memoria, la
presentación; de la filosofía todo cuanto en aquéllas no ha sido tratado y las demás cosas de
que está constituida la vida toda de los hombres; combina todas estas cosas y forma una sola
obra frondosísima mezclando la amplitud de conoci mientos con la facilidad para conocer
todavía más.

206. El sa grado lógos ha llamado Beseleel al artífice de esta construc ción,76 nombre que
significa "en la sombra de Dios". Beseleel, en efecto, es el arquitecto de las copias, en tanto
que Moisés construye los modelos. Por eso el primero diseñó como sombras, en tanto que
Moisés forjó no ya sombras sino las mismas naturalezas arquetípicas.
76 Éx. XXXI, 2 y ss.

207. Ahora bien, si el sagrado tabernáculo fue construido por el arte del bordado,77 y solo al
sabio se aplica el calificativo de bordador en los oráculos revelados;78 (XXXVI) y si además
esa hermosa obra bordada por Dios que es este mundo es la acabada obra de un saber que todo
lo capta, ¿cómo podríamos negarnos a acoger el arte del bordado como instrumento del saber?
77 Ésta es la acepción corriente de poikiltiké, en tanto que el sentido usual de poikiltés es

bordador. Con tales términos caracteriza Filón, apo yándose en el texto bíblico (Ex. XXVI,
36), a Beseleel, el encargado, por disposición Divina, de confeccionar los paños y los demás
elementos para la fabricación de la tienda o tabernáculo con toda la gama de variados colores
prescripta por el mismo Dios a Moisés.
Lo que la traducción no puede sugerir es el juego de palabras que emplea Filón aprovechando
las diversas acepciones que toman los vocablos formados a base de la raíz poikil. El adjetivo
poikílos significa variado, diverso, matizado, salpicado, manchado, y Filón, partiendo de esta
última acepción, con que el texto bíblico describe a una parte de los rebaños, pasa al sentido
de bordador (literalmente: el que combina diversos colores en las telas) y de arte del bordado
(o de la combinación de variados colores en las telas) mediante los vocablos poikiltés y
poikiltiké.
78 Ex. XXXI, 3.

208. La más sagrada representación de él estará esculpida en la casa toda de la sabiduría tanto
en el cielo como sobre la tierra; y de él el ejercitante toma las especies de va riados
pensamientos que elabora, pues después de los pensamientos completamente blancos ha visto
acto seguido los variados, los que llevan impresas las marcas de la instrucción.79
79 Otro pasaje por demás obscuro. Tal vez el sentido sea el siguiente: el conocimiento

estampado mediante el "arte del bordado" en el sacra tísimo templo del universo sirve de
modelo al ejercitante Jacob para "bordar" o concebir la variedad de los humanos
conocimientos.

209. En tercer lugar están los de salpicado ceniciento. Mas, ¿quién dotado de sentido común
no dirá que también éstos pertenecen a la especie de los manchados? Pues bien, no es una
diferencia entre animales lo que el legislador quiere destacar con tanto empeño; a lo que se
refiere es al camino que conduce hacia la nobleza de vida.80
80 Es decir, esta distinción entre "manchados" y "de salpicado ceni ciento" no se justifica si se

toma el texto en sentido literal, pues la segunda coloración es, al fin y al cabo, una variedad
dentro de la primera; pero es plenamente clara enfocada desde el punto de vista alegórico,
según el cual se trata de dos vías de acceso a una vida superior.

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210. Su deseo, en efecto, es que el hombre que marcha hacia ella se rocíe con ceniza y agua,
por cuanto, como se nos ha narrado, tierra y agua mezcladas y modeladas fueron separadas
por el Forjador del hombre para formar nuestro cuerpo, el que no es producto de la industria
humana sino obra de una naturaleza invisible.

211. Es, pues, principio de la sabiduría el no olvidarse de sí mismo, sino poner siempre ante
los ojos los elementos de los que el hombre está formado, ya que de este modo es posible
despojarse de la soberbia, el vicio más aborrecido por Dios. ¿Quién, en efecto, al arrojar sobre
su inteligencia la verdad de que ceniza y agua son los orígenes de su existencia, se hinchará de
vanidad y se remontará hacia las alturas?

212. Este es el motivo por el cual el legislador juzgó preciso que los que se aprestan a efectuar
sacrificios se purifiquen con los materiales mencionados, convencido de que nadie es digno de
los sacrificios si previamente no ha llegado a conocerse a sí mismo ni a comprender la
humana insignificancia, deduciendo de los elementos de que está compuesto su falta absoluta
de merecimientos.

213. XXXVII. Estos tres signos, lo completamente blanco, lo manchado y lo de salpicado


ceniciento, aparecen imperfectos en el ejercitante, como que éste es aún imperfecto; mientras
que en el hombre perfecto ellos aparecen también perfectos.

214. Veamos de qué manera ocurre esto. Cuando el gran sa cerdote se apresta a llevar a cabo
las ceremonias proscriptas por la ley debe en primer lugar purificarse con ceniza y agua, por
prescripción de la sagrada palabra, 81 para recordar lo que es. Abraham, por ejemplo, cuando
iba a interceder ante Dios se calificó de tierra y ceniza.82 En segundo lugar debe el gran
sacerdote revestirse con la túnica que llega hasta los pies y sobre ella el llamado pectoral,83
bordado con variados colores,84 re presentación e imagen de los resplandecientes astros del
cielo.85
81 Ex. XXIX, 4, donde, empero, no se menciona la ceniza.
82 Gen. XVIII, 27.
83 Ex. XXIX, 5.
84 Ex. XXVIII, 15.
85 Es decir, de los doce signos del zodíaco, según se expone en Sobre las leyes particulares I,

87.

215. Dos son, evidentemente, los templos de Dios: uno este mundo, en el cual es también
sumo sacerdote Su primogé nito, el Divino lógos; y el otro el alma racional, de la cual es
sacerdote el verdadero hombre, cuya imagen sensible es aquel que ofrece las tradicionales
súplicas y sacrificios,86 a quien ha sido prescripto vestir la mencionada túnica, réplica del
cielo todo, a fin de que el mundo sea copartícipe del hombre en los sagrados ritos y el hombre
lo sea del mundo.
86 O sea, el sumo sacerdote.

216. El sumo sacerdote ha aparecido ya vistiendo dos señales características; la salpicada y la


de bordado multicolor. Indi caremos a renglón seguido la tercera y más perfecta, la calificada
de "completamente blanca". Cada vez que este mismo sumo sacerdote se aproxima a las
partes más internas de los lugares santos, desvístese de la túnica multicolor y se pone otra
fabricada con la más pura clase de lino.87

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87 Lev. XVI, 4.

217. Esta túnica es símbolo de la fortaleza, de la incorruptibilidad, de la claridad más radiante.


El hilo fino es, en efecto, indestructible, no está hecho de sustancia perecedera alguna,88 y
además cuando ha sido cui dadosamente purificado, posee un color brillantísimo y sumamente
luminoso.
88 Como ocurre, en cambio, con la lana, la que procede de un animal, un ser perecedero.

218. Estos símbolos significan lo siguiente: de aquellos que sincera y puramente sirven al Que
Es, ninguno hay que, en primer lugar, no haga uso de fuerza de voluntad y juicio despreciando
los negocios humanos, que nos asechan, dañan y debilitan; que, en segundo lugar, no anhele la
inmortalidad mofándose de cuantas cosas envanecen a los mortales; y que, finalmente, no esté
alumbrado por el luminoso resplandor sin sombra que irradia la virtud, sin que en adelante
acepte ninguna de las conclusiones de la falsa opinión, íntimamente vinculadas con la
obscuridad.

219. XXXVIII, Quede de esta manera descripto el gran sumo sacerdote marcado con los tres
mencionados sellos: el comple tamente blanco, el multicolor y el de salpicado ceniciento. En
cambio, es posible observar que el hombre inclinado a intervenir en el humano gobierno, cuyo
nombre es José, no participa de los caracteres primero y tercero, y sólo cábele el intermedio, o
sea, el multicolor.

220. Se nos dice,89 en efecto, que vestía una túnica de variado color. Es que ni se había
purificado con las aguas de las sagradas purificaciones, de las cuales hubiera aprendido que no
era sino una mezcla de ceniza y agua, ni era capaz de tocar el absolutamente blanco y
luminosísimo vestido que es la virtud, y estaba, en cambio, envuelto en el inmensa mente
variado velo de la política, velo en el que sólo una ínfima porción de verdad tiene parte, pero
contiene, en cambio, mu chas y grandes partes de falsedades, probabilidades, verosimili tudes,
conjeturas, de las que han brotado todos los sofistas egip cios, los augures, los ventrílocuos,
los agoreros, hábiles todos en seducir, hechizar y embaucar, y cuyos insidiosos artificios es
tarea ímproba evitar.
89 Gen. XXXVII, 3.

221. Por eso Moisés presenta, de con formidad con la naturaleza de las cosas, esta túnica
teñida en sangre,90 ya que la vida toda del hombre de estado está man chada, combate y es
combatida, y es blanco de dardos y flechas que le arrojan los acontecimientos ajenos a su
voluntad que se precipitan sobre él.
90 Gen. XXXVII, 31.

222. Examina, pues, al hombre entregado de lleno a los negocios públicos, hombre del que
están pen dientes los intereses del estado, examínalo sin dejarte impresionar por los que le
tributan admiración. Hallarás muchas dolen cias agazapadas en su ser, muchas calamidades
suspendidas so bre él, cada una de las cuales agobia violentamente su alma y la acosa
invisiblemente buscando derribarla y aniquilarla, ya sea porque la multitud está disgustada
con su gobierno, ya porque un rival más poderoso le ataca.

223. Además la envidia es un penoso enemigo difícil de eliminar, enraizado siempre en las
que los hombres llaman situaciones prósperas; un enemigo del que no es cosa sencilla
escapar.

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224. XXXIX. ¿Por qué, entonces, nos envanecemos cuando llevamos, como un costoso
vestido, el florido traje de la vida pública, engañados por la apariencia de lo que tenemos ante
los ojos, sin percibir la fealdad artera y peligrosa, oculta e invisible?

225. Despojémonos, de verdad, de esta florida tú nica y pongámonos la túnica sagrada, tejida
con variada trama de virtudes. De ese modo escaparemos también a las embos cadas, que
contra nosotros, tienden la incapacidad, la ignorancia y la indisciplina, cofradía esta, de la que
es miembro Labán.

226. Cuando, efectivamente, el sagrado lógos nos ha purificado con las aspersiones dispuestas
para nuestra santificación y nos ha matizado con los secretos conocimientos de la verdadera
filo sofía, poniendo ante nosotros las pruebas, y nos ha hecho claros, manifiestos y brillantes,
censura al carácter insidioso, agazapado para malograr dichas medidas.

227. Dice, en efecto: "He visto todo cuando Labán contra ti hace", (Gen. XXXI, 12) 'lo
contra rio, precisamente, de lo que yo te había procurado, es decir, lo impuro, lo espurio y lo
obscuro en todas sus partes'."
Con todo, no debe atemorizarse el hombre que asienta su es peranza en la Divina alianza,
hombre al que van dirigidas estas palabras: "Yo soy el Dios que se te apareció en el lugar de
Dios" (Gen. XXXI, 13).

228. Hermosísimo motivo de orgullo es, ciertamente, para el alma el hecho de que Dios tenga
a bien mostrársele y conversar con ella. Y no tomes a la ligera Sus palabras; antes, examina
cuidadosamente si hay dos Dioses. Dice, en efecto, así: "Yo soy el Dios que se te apareció",
no "en Mi lugar", sino "en el lugar de Dios", como si hubiera otro Dios

229. ¿Qué decir a esto? Pues, que el verdadero Dios es uno solo, pero los impropiamente así
llamados son más de uno. Por eso la sagrada palabra ha señalado en el presente caso al Que
Es verdaderamente Dios mediante el artículo diciendo: "Yo soy el Dios"; en tanto que señala
al que es impropiamente llamado así omitiendo el artículo al decir: "que se te apareció en el
lugar", no "del Dios", sino simplemente: "de Dios".

230. Aquí llama "Dios" al lógos de mayor jerarquía de Dios, no porque le guíe la superstición
en la asignación de los nombres, sino con una sola intención, la de ajustar la narración a los
he chos. Así, en otro pasaje al inquirir si existe algún nombre apli cable al Que Es, claramente
reconoció que no hay ninguno apro piado para El, y que cualquiera que se Le aplicare será por
licencia de lenguaje; porque la naturaleza del Que Es no es expresable, solamente es.

231. XL. Entre otros testimonios de esto está la Divina res puesta a Moisés cuando éste
pregunta si Él tiene un nombre, respuesta formulada en estos términos: "Yo soy el Que Es"
(Ex. III, 14), a fin de que, no habiendo en Dios determinaciones aprehensibles al hombre,
pueda éste conocer al menos Su existencia.

232. Nada se opone, pues, a que Él se muestre tal como es a las almas incorpóreas y
serviciales y que converse con ellas como un amigo con sus amigas; mas, a las que aún
permanecen en un cuerpo muéstrase bajo el aspecto de ángeles, sin alterar por ello Su propia
naturaleza, pues ésta es inmutable, sino pre sentando a quienes son testigos de Su presencia
una apariencia de forma distinta, de modo que ellos imaginen que la imagen no es una copia

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sino la misma forma original.

233. Un antiguo relato narra que la Divinidad, tomando el aspecto ora de un hombre ora de
otro va recorriendo las ciudades informándose de las iniquidades y transgresiones.91 Quizá el
relato no es verdadero, pero de todos modos es útil y provechoso.
91 Odisea XVII, 485 a 487.

234. Y la sagrada palabra, que siempre reviste las concepciones sobre el Que Es de la debida
dignidad y santidad pero, al mismo tiempo, desea procurar instrucción a la vida de los que
carecen de ella, ha comparado a Dios con el hombre, aunque no con al guno de los hombres
particulares.92
92 Ver Sobre los sacrificios de Caín y Abel 94 y 95, y Sobre la inmutabilidad de Dios 53 y 54.

235. Este es el motivo por el que Le ha atribuido rostro, manos, pies, boca, voz, ira e
indignación, amén de armas defensivas, entradas y salidas, y movimientos hacia arriba, hacia
abajo y en todas las demás direcciones; sin asignarle a esta norma general de expresarse el
carácter de verdadera, y buscando sólo el provecho de los que aprenden.

236. Hay, en efecto, algunos hombres de natura lezas completamente embotadas, al punto de
no ser capaces en absoluto de concebir a Dios sin un cuerpo. A éstos es imposible instruirlos
de otra manera que esta, diciéndoles que, como un hombre, Dios llega, parte, desciende,
asciende, usa la voz, se disgusta ante las faltas, es inexorable cuando se irrita y está provisto
de dardos, espadas y toda otra suerte de instrumentos apropiados para el castigo de los
inicuos.

237. Contentémonos,. pues, con que éstos puedan adquirir el control de sí mismos mediante el
temor suspendido sobre ellos por este medio. Y,. prácticamente, sólo dos son los caminos
seguidos en toda la legislación: uno que persigue la verdad misma y mediante ella deja
sentado que "Dios no es como el hombre" (Núm. XXIII, 19); otro que tiene presente las
opiniones de los algo más tardos de entendimiento, a propósito de los cuales se dice: "El
Sobe rano Dios te instruirá tal como lo haría cualquier hombre con el hijo suyo" (Deut. VIII,
5).

238. XLI. ¿Por qué, entonces, hemos de extrañarnos ya de que tome el aspecto propio de los
ángeles, si hasta toma el de los hombres para ayuda de los que la han menester? En
con secuencia, cuando dice: "Yo soy el Dios que se te apareció en el lugar de Dios" (Gen.
XXXI, 13), entiende tú que Dios, sin cambiar, ocupa el lugar de un ángel sólo en cuanto a las
apariencias, para provecho del que aún no es capaz de ver al verdadero Dios.

239. Es que, así como los que no son capaces de mirar al verdadero sol, contemplan el
resplandor del parhelio como si fuera el sol mismo, y ven el halo que rodea a la luna como si
la vieran a ella misma, del mismo modo algunos consi deran la imagen de Dios, vale decir, el
lógos mensajero Suyo,. como Dios mismo.

240. ¿No ves, por ventura, a Agar, es decir, la instrucción correspondiente a la cultura
general93 diciendo al ángel: "Tú eres el Dios que ha extendido Su mirada sobre mí" (Gen.
XVI, 13), pues, siendo egipcia de raza, no era capaz. de ver a la más excelsa de las Causas.
Mas, en el caso que nos ocupa 94 la inteligencia, en proceso de superación, comienza a
adquirir una representación mental del Soberano de todas estas potencias.

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93Ver Interpretación alegórica III, 85.
94 Vale decir, en la situación a que se refiere el pasaje de Gen. XXXI, 13, situación que
corresponde a una etapa más avanzada en el camino hacia la perfección por el que transita el
ejercitante Jacob, quien ante riormente, en una etapa menos próxima a la meta, había visto al
lógos de Dios, y ahora ve a Dios.

241. Por ello Él mismo dice: "Yo soy el Dios" (Gen. XXXI, 13) 'cuya imagen tú has
contemplado antes creyendo que era Yo mismo, y a quien has dedicado una columna en la que
grabaste la más santa de las inscripciones. Esta inscripción ex presaba que solamente Yo me
mantengo fijo y he conferido fijeza a la naturaleza de todos los seres, trocando la confusión y
el desorden en orden y regularidad, y sostenido el universo para que perdurase firme bajo el
poderoso lógos, Mi virrey'.95
95 Ni en el pasaje aquí transcripto ni en el resto del relato bíblico se menciona tal inscripción.

Seguramente Filón se propone interpretar la frase "'Colocó la piedra como una columna"
(Gen. XXVIII, 18), agregando por su cuenta el que ésta contuviera un texto escrito.

242. XLII. Una columna es, en efecto, símbolo de tres cosas: fijeza, ofrenda, inscripción.
Queda ya aclarado lo relativo a la fijeza y la inscripción. La ofrenda, en cambio, ha menester
de explicación.

243. El cielo todo y toda la tierra constituyen una ofrenda dedicada a Dios, que es el creador
de lo ofrendado. Y todas las almas que aman a Dios y son ciudadanas del mundo conságranse
a sí mismas, sin dejarse atraer por cosa alguna mortal y sin cansarse jamás de santificar y
consagrar su imperecedera vida.

244. Loco es el hombre que no ofrenda a Dios sino a sí mismo una columna, pretendiendo
fijar cosas perte necientes a la creación, que es inestable en todas sus partes, y teniendo por
dignas de inscripciones laudatorias a cosas que, estando llenas de censura y vituperio, bueno
sería o no registrarlas en absoluto o, si lo fueran, borrarlas enseguida.

245. Por ello dice sin rodeos la sagrada palabra: "No erigirás columna alguna para ti" (Deut.
XVI, 22). Es que, en realidad, nada humano es estable, aunque algunos lo afirmen falsamente
hasta reventar.

246. Y en verdad que piensan no sólo que están firmemente establecidos sino también que son
dignos de honores e inscripciones, olvidados del único Que realmente merece honor y está
firme, pues la sensibilidad, esa mujer que for ma parte de su naturaleza, cada vez que se
desvían y apartan del camino de la virtud, extravíalos aún más y los fuerza a ir a la deriva.

247. Por lo cual, acosada por todas partes, como una nave, el alma es colocada a manera de
columna. Las sagra das revelaciones dicen, en efecto, que la mujer de Lot, habién dose dado
vuelta, se convirtió en una columna de sal.96 Y esto es lo que cabía esperar y convenía.
96 Gén. XIX. 26

248. Si alguien, en efecto, no ve claramente lo que hay delante de sí, vale decir, las cosas
dignas de contemplarse y oírse, que son las virtudes y las accio nes virtuosas; y, en cambio, se
vuelve a mirar lo que tiene detrás y su espalda en procura de la gloria necia, la riqueza ciega,
la estúpida lozanía física, la inconsciente belleza externa y todas las demás cosas de esta clase,
terminará fijado como una co lumna sin alma, que se desintegra en derredor, puesto que las

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sales carecen de consistencia firme.

249. XLIII. Muy bien hizo, por lo tanto, el ejercitante cuando, habiendo aprendido, merced a
un ininterrumpido ejercicio, que la creación es móvil por naturaleza, y que, en cambio, el
Increado es inalterable e inmóvil, erigió una columna dedicada a Dios y, tras erigirla, la ungió.
Leemos, efectivamente, lo siguiente: "Erigiste para Mí una columna" (Gen. XXXI, 13).

250. Mas, no pienses que esto se refiere a una piedra ungida con óleo; no, se trata de que la
doctrina que enseña que Dios es el único ser fijo es ejercitada y practicada en el alma
mediante la ciencia de la preparación atlética,97 no con aquella con la que se fortalecen los
cuerpos, sino con la que permite al alma adquirir vigor y fuerza irresistible.
97 Intraducible juego de palabras entre aléiphein = untar, engrasar preparar para la lucha; y
aleiptiké = relativo ala prepararon de atletas o al maestro del gimnasio que preparaba a los
atletas.

251. Porque amigo de la lucha y amigo de la ejercitación es aquel que se halla abocado a la
persecución de las elevadas acciones. Y así, habiendo cultivado a fondo el arte de la
ejercitación, hermano del arte médico; es decir, habiendo ejercitado y practicado todos los
pensamientos relativos a la virtud y la piedad, dedicará a Dios, como era de esperar, la más
hermosa y firme de las ofrendas.

252. Por ello, después de la ofrenda de la columna, leemos: "Tú Me hiciste un voto" (Gen.
XXXI, 13). Un voto es, hablando con propiedad, una ofrenda, por cuanto se dice que un
hombre hace un presente a Dios, cuando no sólo Le ofrece lo que posee sino también se
ofrece a sí mismo, el poseedor.

253. Dice, en efecto, la escritura: "Santo es el que deja crecer el cabello de su cabeza" (Núm.
VI, 5), en otras palabras, el que ha formulado un voto. Y si él es santo, es desde todo punto de
vista una ofrenda, por cuanto ya no entrará en contacto con cosa alguna impura o profana.

254. Confirma lo que digo la profetisa y madre de profetas, Ana, cuyo nombre traducido al
griego es "gracia". Dice ella, en efecto, que está ofrendando como pre sente al Santo su hijo
Samuel;98 ofrenda consistente no en un ser humano sino, más bien, en un espíritu inspirado y
poseído de Divina demencia. "Samuel" significa "dedicado a Dios".
98 I Samuel I, 11.

255. ¿Por qué, pues, oh alma, sigues con tu demencia y realizas trabajos inútiles en vez de
convertirte en discípulo del ejerci tante y aprender a usar las armas y recursos contra la pasión
y la vana opinión? Si eso aprendieres, al punto te convertirás en pastor, no de un rebaño sin
marca, sin inteligencia y sin disciplina, sino de uno genuino, racional y de variadas marcas. Y,
si llegares a ser su guía, llorarás por la deplorable raza humana, pero no cesarás de volverte
hacia la Divinidad; y nunca dejarás de proclamar la felicidad de Dios; por el contrario,
grabarás además sagrados himnos en columnas con miras a celebrar las excelencias del Que
Es, no sólo con la elocuencia de la palabra sino también con la música del canto. Porque, de
esa manera estarás en condiciones de retornar a la mansión de tus padres poniendo fin a tu
larga, inacabable agitación sobre suelo extraño.

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SOBRE LOS SUEÑOS ENVIADOS POR DIOS

SOBRE LOS SUEÑOS II

1.1. Al describir la tercera especie de sueños enviados por Dios sobrados motivos tenemos
para llamar en nuestra ayuda a Moisés, a fin de que, así como él aprendió cuando no sabía,
también a nosotros en nuestra ignorancia nos instruya acerca de sus indicaciones aclarándonos
cada una de ellas. La tercera clase de visiones sobreviene cuando el alma durante el sueño,
movién dose por sí misma y agitándose a sí misma, entra en trance y, poseída de un profetice
poder, predice el futuro.

2. La pri mera clase de sueños es, según vimos, aquella en que Dios pro voca el movimiento y
sugiere invisiblemente las cosas invisibles para nosotros pero patentes para El. La segunda es
la de aque llos sueños en los que nuestro entendimiento muévese de con cierto con el alma del
universo y se llena de una locura inspirada por Dios, mediante la cual es permitido predecir
muchas de las cosas que sucederán.

3. Según esta clasificación, el sagrado intérprete nos ha indi cado de manera completamente
clara y nítida las visiones propias de la clase señalada en primer término, ya que las
comunica ciones enviadas por Dios a través de los sueños aseméjanse a claros oráculos. Las
correspondientes a la segunda clase las ha mostrado ni de manera completamente clara ni
demasiado obs curamente. Un ejemplo de ellas es la visión que apareció sobre la escala del
cielo. Esta visión fue, ciertamente, enigmática, pero el enigma no era del todo impenetrable
para los capaces de ver con agudeza.

4. Para las visiones de la tercera clase, como son más obscuras que las anteriores en razón de
lo profundo e impenetrable del significado que ocultan, ha sido necesaria la ciencia de la
interpretación de los sueños. Consecuentemente, todos los sueños de esta clase registrados por
el legislador han sido interpretados por hombres expertos en dicha especialidad.

5. ¿De quién, pues, son estos sueños? Para nadie es un secreto que se trata de los de José, de
los del faraón de Egipto y de los que vieron el jefe de reposteros y el copero mayor.

6. Con vendrá, seguramente, que comencemos nuestra enseñanza par tiendo siempre de los
primeros, que son los que contempló José cuando, desde las dos divisiones del mundo: cielo y
tierra. alcanzó sendas visiones. De la tierra sobrevínole el sueño de la siega, que narra en estos
términos: "Me parecía que estábamos nosotros atando haces en medió del llano, y mi haz se
levantó" (Gen; XXXVII, 7). Del cielo sobrevínole el relacionado con el zodíaco, narrado así:
"Como si fueran el sol, la luna y los once astros, se prosternaban ante mí" (Gen. XXXVII, 9).

7. Una interpretación del primer sueño, cargada de viva amenaza, es la siguiente: "¿Acaso
reinarás como rey sobre nosotros? ¿Man darás sobre nosotros como un señor?" (Gen.
XXXVII, 8). El segundo, a su vez, mereció una justa cólera: "¿Por ventura, lle garemos yo, tu
madre y tus hermanos a prosternamos en tierra ante ti?" (Gen. XXXVII, 10).

8. II. Quede lo que precede sentado a manera de cimiento de nuestro edificio, el resto
construyámoslo siguiendo las normas de este sabio arquitecto que es la alegoría, en nuestra
investigación de los detalles de uno y otro sueño. Pero, digamos a propósito de ambos sueños

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algunas cosas que es preciso oír previamente. Algunos han interpretado la naturaleza del bien
en un sentido amplio, otros la han restringido exclusivamente a lo más exce lente, admitiendo
los primeros que se trata de algo mixto y los segundos de algo sin mezcla.

9. Ahora bien, aquellos que dicen que sólo la belleza moral es cosa buena, preservándola de
toda mezcla, la atribuyen exclusivamente a la parte más noble de nuestro ser, que es la razón;
los que consideran al bien como algo que admite mezcla lo adaptan a tres cosas: al alma, al
cuerpo y a las cosas exteriores. Estos últimos son gente de vida bastante muelle y lujuriosa,
gente que pasa la mayor parte de su tiempo desde su infancia en las habitaciones de las
mujeres y en los hábitos afeminados de las mismas, Los otros, en cambio, son de vida austera,
criados entre hombres, y ellos mismos de espíritu varonil, inclinados antes a lo conveniente
que a lo pla centero, y se alimentan con alimentos propios de atletas, en pro cura no de
placeres, sino de robustez y vigor.

10. Como guías de las dos cofradías Moisés presenta a Isaac y José. La cofradía noble es
guiada por Isaac, el autoinstruido y autodidacta, como que Moisés lo presenta como destetado,
vale decir, como desdeñando en absoluto el empleo de alimentos delicados, lácteos, inmaturos
e infantiles, y usando, en cambio, siempre alimentos fuertes y perfectos, pues estuvo en su
modo de ser tender a adquirir una buena constitución desde la niñez y siempre gozó de la
plenitud de sus fuerzas con renovada juventud.

11. La comunidad que contemporiza y cede fácil mente tiene por guía a José. Este, en efecto,
no es de los que descuidan las virtudes del alma, pero se preocupa también por el bienestar del
cuerpo y anhela asimismo la abundancia de cosas externas. Y es natural que sea arrastrado en
direcciones opuestas, ya que muchos son los fines que persigue en la vida. Y, atraído en
contrarios sentidos por cada uno de ellos, vive agitada y desordenadamente sin poder alcanzar
una situación sólida.

12. Es como. ..l ni siquiera viven en paz como los estados entre los que median pactos (sino
soportan) 2 y lanzan a su vez ataques, alternándose las victorias y los reveses. Unas veces, en
efecto, fluye un intenso apetito de riqueza y fama y se enseñorea completamente de los
intereses del cuerpo y del alma; y poco después nuevamente es forzado a ceder por el impulso
opuesto y es vencido por ambos intereses o por uno de ellos.
1 Laguna en el texto. Tal vez deba llenarse con algo de este tenor: "las almas y los cuerpos de

tales hombres".
2 Reconstrucción conjetural de parte de la laguna del texto.

13. De la misma manera los placeres del cuerpo derrámanse sobre nosotros inundando y
anulando una tras otra las cosas del entendimiento; y, a continuación, sin que medie un largo
intervalo, la sabiduría con impetuoso y vigoroso espíritu lanza su contrataque y diluye el
ímpetu de los placeres y mitiga, en general, los apetitos todos y ambiciones que nos llegan a
través de los sentidos.

14. De esa manera ronda el ciclo de la incesante guerra en torno del alma sin rumbo definido.
Eli minando un adversario, surge siempre otro más poderoso al modo de las múltiples cabezas
de la hidra. De ella, en efecto, dícese que, si se le corta una cabeza, crécele otra en su
reem plazo; de modo que lo que se quiere dar a entender es cuan difícil resulta el vencer al
multiforme y prolífico clan del eternamente perdurable vicio.

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15. Nunca, pues, atribuyas a José una sola cosa con exclusión de las demás; por el contrario,
ten presente que éste es el re presentante de la heterogénea y mezclada opinión. En él, en
efecto, se pone de manifiesto, por una parte, la racional moda lidad de la templanza, que le
viene por línea masculina, modelada de conformidad con Jacob, su padre.

16. Y se mani fiesta también, por otra parte, la modalidad irracional de la sensibilidad,
reproducción de los rasgos de la ascendencia ma terna, representada por Raquel. Adviértese,
asimismo, en él el germen del placer corpóreo que le imprimieron sus tratos con coperos
mayores, jefes de reposteros y jefes de cocina. Y tam bién está patente la modalidad de la
vanagloria, sobre la cual, como sobre un carro,3 sube impulsado por su espíritu superficial,
irguiéndose altivo y lleno de vanidad con ánimo de dar por tierra con la igualdad.
3 Gen. XLI, 43.

17. III. Con los rasgos citados se tiene una sumaria descrip ción del carácter de José.
Corresponde ahora que consideremos cuidadosamente cada uno de sus sueños y hemos de
examinar en primer lugar el relativo a los haces. "Me parecía" dice, "que estábamos nosotros
atando haces en medio del llano". La ex presión "me parecía", con que comienza, es
manifestación propia de quien está inseguro, dudoso y con suposiciones poco claras, de quien
no ve con fijeza y claridad.

18. Decir "me parecía" se acomoda a quienes se levantan de un profundo sueño y están
todavía somnolientos; no es propio, en cambio, de que ya están levantados y ven las cosas
claramente.

19. El ejercitante Ja cob no dirá: "Me parecía", sino: "Y he aquí que había una escala
firmemente fijada, cuya parte superior llegaba al cielo" (Gen. XXVIII, 12); y nuevamente: "En
la época en que las ovejas conciben, las vi con mis ojos en mi sueño, y he aquí que los machos
cabríos y cameros cubrían a las ovejas y cabras, y eran completamente blancos, manchados y
de un salpicado ceniciento" (Gen. XXXI, 10 y 11).

20. Es que de hecho las visiones que tiene durante sus sueños los que consideran que la
belleza moral es apetecible por sí misma, son necesariamente más claras y más puras, del
mismo modo que también sus acciones del día han sido más dignas de aprobación.

21, IV. Ahora bien, cuando escucho a aquel que nos narra el sueño, me asombro de que
creyera que se hallaban atando haces, no segándolos. Lo primero es trabajo propio de siervos
sin mayor preparación; lo segundo, cometido reservado a amos y a quienes son expertos en las
labores del campo.

22. Porque la capacidad de distinguir las cosas necesarias de lo superfino, lo nutritivo de lo no


nutritivo, lo genuino de lo espurio, el fruto altamente provechoso de la raíz inútil, no en
aquello que produce la tierra sino en lo que engendra el discernimiento, esa capacidad es señal
de una virtud perfectísima.

23. Así, la sagrada palabra presenta a los videntes4 segando y, lo que menos cabía esperar,
segando, no cebada o trigo, sino la misma siega. Y así, leemos lo siguiente: "Cuando seguéis
vuestra siega no agotaréis lo que queda de la siega" (Lev. XIX, 9).
4 Es decir, a los israelitas.

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24. Quiere, en efecto, el legislador no sólo que el hombre virtuoso sea un juez de las cosas que
difieren, distinguiendo y separando las que producen de sus productos, sino que además borre
de su mente la misma opinión de que es capaz de distin guir, cosechando la misma cosecha y
separando la obra de su propia inteligencia, persuadido y obediente ante la afirmación de
Moisés de que "el juicio pertenece sólo a Dios" (Deut. I, 17), a quien competen todas las
comparaciones y distinciones; y por el cual es noble confesarse vencido, más glorioso aún que
una celebrada victoria.5
5 El sentido es que, así como del pasaje bíblico se desprende que no sólo se siega segando o

separando el cereal sino también segando o sepa rando la siega misma, del mismo modo es
preciso operar en el plano del pensamiento, es decir, debemos segar o separar las cosas
pensadas, y ade más segar o separar de nosotros la idea de que somos nosotros los autores de
las separaciones.

25. Semejante al "segar la siega" es la doble circuncisión, la que en cierta ocasión inventó
Moisés como una nueva práctica: una circuncisión de una circuncisión;6 o "la consagración de
una consagración" (Núm. VI, 2), es decir, la purificación de la mis ma purificación del alma,
que tiene lugar cuando reconocemos que a Dios compete el tornamos puros, sin que nos pase
jamás por el pensamiento la idea de que nosotros mismos, sin la Intervención vigilante de la
Divinidad, somos capaces de purificar nuestra vida limpiándola de las manchas que la llenan.
6 Gen. XVII, 13.

26. Y de la misma especie es también la "doble cueva" (Gen. XXIII, 9), es decir, las dos
preciadas recordaciones, una cerca de lo que ha llegado a existir, otra acerca del Creador de
todo ello, con las que se nutre el hombre de bien contemplando las cosas de que se compone
el mundo y meditando también acerca del Padre a quien deben el ser.

27. De ellas, se me ocurre, pro cede el descubrimiento de la sinfonía del doble diapasón en la
música. Necesario era, en efecto, que tanto la obra como su Artesano fueran celebrados por
dos perfectísimas melodías, no por la misma en ambos casos.

28, Puesto que las alabanzas se refieren a temas distintos, preciso es que también las melodías
y acordes difieran de un tema a otro, asignándose el tetracordio conjunto al mundo, que es un
armónico conjunto de diferentes elementos; y el disjunto a Aquel que por Su propia esencia
está separado de la creación toda, es decir, a Dios.

29. V. Pero, una vez más expone una opinión plena de amor a la virtud el sagrado intérprete
cuando dice: "Ni agotaréis lo que queda de la siega" (Lev. XIX, 9). Tiene presente, en efecto,
el principio sentado al comienzo, por el que reconocía que "el fin es del Señor" (Núm. XXXI,
28), en quien residen el soberano control y la estabilidad de estas cosas.

30. Pero, el pro fano en los misterios de la siega se pavonea diciendo: "Me parecía que en
compañía de otros ataba yo haces que no había segado",7 sin caer en la cuenta de que éste es
servicio propio de esclavos e inexpertos, según he dicho un poco más arriba.

31. Al interpretar su significado figurado decimos que los "haces" son acciones de las que
cada uno toma como su propio alimento con la esperanza de hallar en él vida y subsistencia
eternas.
7 Gen. XXXVII, 7.

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32. V. Ahora bien, innumerables son las variedades de "haces", digo de acciones que decimos
ser alimentos; e innu merables también, las especies de hombres que toman y escogen los
haces; tantas que no es posible ni enumerarlas ni concebirlas a todas. Con todo, no estará de
más examinar como ejemplo algunas variedades que son recordadas en la narración del sueño
de José.

33. Dice éste, en efecto, a sus hermanos: "Me parecía que estábamos atando haces" (Gen.
XXXVII, 7). De sus hermanos diez lo eran por parte de padre, uno por parte de madre; y el
nombre de cada uno de ellos es símbolo de una cosa de vital importancia. "Rubén" lo es de la
buena disposición natural, pues equivale a "hijo que ve", consistiendo su buen natural no en
que sea un hijo perfecto sino en que posee visión y agudeza en ella;

[34.] "Simeón" lo es del aprender, pues quiere decir "oído atento"; "Leví", de las buenas
acciones y prácticas y de los sagrados ministerios; "Judá", de los cánticos e himnos; "Isacar",
de los premios adjudicados en recompensa por nobles acciones; siendo quizá las mismas
acciones el premio perfecto; "Zabulón", de la luz, ya que significa "flujo de la noche", y
cuando la noche fluye y se va surge necesariamente la luz;

[35.] "Dan", de la división y análisis de las cosas; "Gad", del ataque y contraataque de piratas;
"Aser", que sig nifica "felicitación", lo es de la riqueza natural, puesto que la riqueza es
considerada una feliz posesión;

[36.] "Neftalí", de la paz, pues este nombre significa "dilatación" o "abierto", y con la paz
todas las cosas se abren y dilatan, del mismo modo que con la guerra se cierran; "Benjamín",
del tiempo de la juventud y de la vejez, pues significa "hijo de los días", y la edad, tanto joven
como vieja, se calcula por días y noches.

37. Toma, pues, cada uno de aquello que le es propio y, tras tomarlo, ata todas sus partes
juntas. El hombre bien dotado por naturaleza toma agudeza, perseverancia, memoria,
cualida des en las que se manifiesta el buen natural; el buen discípulo toma aptitud para oír,
silencio, atención; el emprendedor toma resolución y coraje para arriesgarse ante los peligros.

38. El dador de gracias toma alabanzas, elogios, himnos, votos de felicidad; el que tiende a las
recompensas toma activa asiduidad, animosísima fortaleza y diligencia combinada con
precavida celeridad.

39. El que persigue la luz en reemplazo de la obs curidad toma hábitos de vigilia y agudeza de
visión; el inclinado al análisis y división de las cosas toma argumentos incisivos, ca pacidad
para no confundir la semejanza con la identidad, imparcialidad, integridad.

40. El que, bastante parecido a los piratas, responde a las emboscadas con emboscadas, toma
en gaño, artimaña, impostura, falacias, disimulo, fingimiento, prac ticas repudiables en sí pero
laudables cuando se emplean contra enemigos; el que procura adquirir la natural riqueza toma
do minio de sí mismo y moderación; el que ama la paz toma buena organización, justicia,
modestia, igualdad.

41. VI. Estos son los elementos que se atan para formar los haces de los hermanos paternos,
en tanto que el haz del hermano uterino se compone de días y tiempo, en los que todas las
cosas ocurren, mas sin que ellos sean las causas.

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42. El mismo que soñó e interpretó el sueño, pues ambas cosas hizo, toma para sí la
vanagloria como la más excelente, brillante y vital adquisi ción. Por ello, en primer lugar llega
a ser conocido del soberano del país corpóreo8 no como resultado de haber puesto de
ma nifiesto "acciones" luminosas, que para exhibirse han menester del día, sino como
resultado de sueños, que son amigos de la noche.
8 Es decir, conocido del o por el faraón egipcio.

43. Acto seguido es proclamado administrador o pro tector de todo Egipto, para gozar de
honores solamente infe riores a los del rey, condición esta que el dictado de la sabi duría
registra como más insignificante y ridícula que el fracaso y la deshonra.

44. A continuación coloca en torno a su cuello "un collar de oro" (Gen. XLI, 42), un dogal a
todas luces, un círculo y aro de perpetua necesidad; no el ordenado transcurso de la vida, no el
encadenamiento de los hechos de la naturaleza, como en el caso de Tamar, cuyo atavío no
consiste en un collar sino en un cordón (Gen. XXXVIII, 18).9 Y se pone también un anillo
real,10 regalo que no es tal y prenda que nada garantiza, lo contrario al dado a Tamar por Judá,
el rey del pueblo vidente, es decir, Israel.
9 O en una gargantilla. Ver Sobre la huida y el hallazgo 150, y Sobre los cambios de nombres,

135.
10 Gen. XLI, 42.

45. Da éste, en efecto, al alma un sello,11 hermosísimo don, enseñándole que, cuando la
sustancia del universo carecía aún de forma. Dios se la imprimió; cuando aún carecía de
rasgos definidos. Dios se los modeló; cuando carecía de cualidades. Dios se las determinó; y,
en habiendo acabado esto, selló el mundo todo con una imagen y forma, la de Su lógos.
11 Gen. XXXVIII, 18.

46. Pero, volviendo a José, éste sube sobre el segundo carro,12 envanecido por vértigos
mentales y una vana hinchazón, y se convierte en proveedor de granos,13 guardando los
tesoros del cuerpo y proveyéndolo de alimentos provenientes de todas partes. Temible muralla
erigida contra el alma es éste.
12 Gen. XLI, 48.
l3 Gen. XLI, 43.

47. Su nombre es testimonio, y no el menor, de su norma de vida y de la ambición que la


caracteriza. "José", en efecto, significa "adición"; y la vanagloria nunca cesa de agregar.
Agrega a lo genuino lo espurio; a lo apropiado lo extraño, a lo verdadero lo falso, a lo
suficiente lo excesivo, a la vitalidad la relajación, a la vida normal la vanidad.

48. VII. Pero, observa lo que quiero darte a entender. Nos alimentamos con alimentos sólidos
y bebidas, aunque ellos se limiten al modestísimo pan de cebada y al agua de la fuente. ¿Por
qué, entonces, la vanagloria ha sobreagregado incontables clases de tortas de leche y pasteles
de miel, así como elaboradas y variadas mezclas de innumerables vinos, preparadas más para
gozar del placer que para participar del alimento?

49. Y es más, puerros, verduras, muchos frutos de árboles, queso además y también alguna
otra cosa semejante a éstas son los condi mentos necesarios en una comida; si quieres, les

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agregamos para los no vegetarianos también pescado y carne.

50. ¿Y no sería suficiente que, tras asar estos alimentos o tostarlos a la ligera a la manera de
los cabales hombres de la edad heroica, los comiesen? Mas, no se contenta con esto el hombre
glotón. Habiendo obtenido la alianza de la vanagloria y despertado la golosa pasión que lleva
en sí, busca y rebusca cocineros y preparadores de convites famosos por su arte.

51. Éstos ponen en acción los cebos que desde mucho tiempo hace se han inven tado para
tentar a nuestro mísero vientre y, habiendo arreglado y dispuesto en orden particulares
variedades de sabores, halagan y tornan dócil a la lengua. Acto seguido echan su anzuelo al
gusto, sentido que sirve de puente hacia los demás y a través del cual el glotón no tarda en
manifestarse esclavo en vez de hombre libre.

52. Un vestido, como todos saben, ha sido hecho ante todo para proteger al cuerpo contra los
daños que originan el calor y el frío, y tanto nos preserva del fresco en invierno, como en
cierto lugar dicen los poetas,14 como nos refresca en verano.
14 Odisea XV, 529.

53. ¿Quién, entonces, es el artesano que produce esos costosos mantos de púrpura, quién esas
trasparentes y ligeras ropas de verano, quién los vestidos tejidos como telas de araña, quién
esos trajes teñidos o bordados con variados colores por expertos en el teñir y en el bordar tales
variedades, que superan a los pintores en la habilidad para imitar a la naturaleza? ¿Quién?
¿Pues, quién si no la vanagloria?

54. VIII. Otro caso: todos necesitamos una casa por esas mis mas razones y además para que
no nos dañen los ataques de las fieras o de hombres más salvajes todavía que ellas. ¿A qué
viene, entonces, el decorar los pisos y los muros con costosos mármoles? ¿Por qué recorremos
Asia, Libia, toda Europa y las islas en busca de selectas columnas y arquitrabes?

55. ¿Por qué, al adornar los capiteles de las columnas, se despierta entre nos otros el
entusiasmo y la rivalidad a propósito de los tallados dorios, jónicos y corintios y cuantos
ornatos han imaginado los que desdeñan los estilos establecidos? ¿Por qué construimos
habitaciones para hombres y habitaciones para mujeres con techos de oro? ¿No es acaso por la
vanagloria?

56. Por cier to que para dormir bastaría con un blando pedazo de suelo, como es fama que
hasta nuestros días se acuestan entre los hindúes de acuerdo con antiguas costumbres los
gimnosofistas;15 o si no, una cama hecha de paja, por ejemplo, o un lecho de piedras
amontonadas o de maderas comunes.
15 Nombre con que los griegos designaban a ciertos sabios indios, que, según era fama, vivían

desnudos.

57. Sin embargo, se confeccionan lechos con patas de marfil para sostén, y divanes con
costosas madreperlas y caparazones de tortugas multicolores incrustadas, todo ello a trueque
de muchos trabajos y gastos y gran pérdida de tiempo. Algunos de esos lechos son
comple tamente de plata, o completamente de oro, o incrustados con piedras preciosas, y
provistos de cubrecamas floreados y bor dados en oro para exhibición y suntuosidad, no para
el uso diario. El artesano de todo esto es la vanagloria.

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58. Y para ungüentos, ¿qué necesidad hay de buscar otra cosa que el fruto prensado que nos da
el olivo? Éste suaviza, contrarresta el cansancio del cuerpo y produce lozanía; y, si algún
músculo. estuviere relajado, él lo envuelve fortificándolo y le proporciona. vigor y resistencia
con no menos eficacia que cualquier otro. ungüento.

59. Pero frente a estas cosas provechosas han plan tado sus reales los delicados ungüentos de
la vanagloria, para. cuya producción trabajan perfumistas y contribuyen grandes países, Siria,
Babilonia, la India y la Escitia, en los que crecen las plantas aromáticas.

60. IX. Y en lo que a la bebida se refiere, ¿qué más podría. necesitarse que esa obra maestra de
arte que es la copa de la naturaleza? Tal copa es la que forman nuestras manos. Si se las junta
y forma con ellas un hueco y luego se las aproxima con cuidado a la boca mientras otro vierte
en ellas agua, se obtiene no solamente el remediar la sed sino también inefable placer.

61. Y, si fuera absolutamente necesaria otra, ¿no bas taría la rústica copa de madera? ¿Sería
necesario ir en busca de obras de arte de famosos artistas? ¿Por qué es menester que
inagotable cantidad de copas de plata y de oro sean fabricadas, si no es porque las exigen la
grande presunción de la vanidad y las caprichosas inclinaciones de la vanagloria?

62. Y frente a algunos que no se avienen a ser coronados con una fragante corona de laurel o
de hiedra o de violetas o de lilas o de rosas o de olivo, desdeñando así los dones que Dios
distribuye a través de las estaciones del año; al verlos equilibrando sobre la cabeza guirnaldas
de oro, carga pesadísima, en medio de la plaza re pleta de gente y sin que ello les avergüence,
¿qué otra cosa pensar sino que son esclavos de la vanagloria, aunque ellos se jacten de ser no
sólo hombres libres sino también jefes de muchos otros?

63. Un día entero no me bastaría para enumerar las corrup ciones de la vida humana. Mas,
¿para qué extendernos sobre eso? ¿Quién no las ha oído, quién no las ha contemplado?
¿Quién, por lo tanto, no está familiarizado y habituado a ellas? Bien está, en consecuencia, el
que la sagrada palabra haya dado el nombre de "adición" a quien fue enemigo de la modestia y
amigo de la vanidad.

64. Porque, así como en los árboles crecen, con gran daño de los genuinos, brotes superfinos,
que los agricultores podan y eliminan para protección de los necesarios productos, del mismo
modo junto a la vida verdadera y modesta crece como parásita la vida de falsedad y vanidad,
vida de la que hasta hoy ningún agricultor ha sido hallado que cortase hasta las mismas raíces
el sobrebrote dañino.

65. Por tal motivo, los que se ejercitan en la prudencia, al ver que José, primero con la
sensibilidad y luego con la inteligencia, persigue esta manera afectada de ser, gritan sin
rodeos: "Una bestia feroz ha apresado y devorado a José" (Gen. XXXVII, 33).

66. ¿Y qué es ciertamente, esta vida complicadísima y forjadora de vanidades, propia de los
hombres en confusión, en la que la ambición y la malicia son expertos artesanos, sino una
fiera salvaje que devora a cuantos se le aproximan? Y así, el luto acompañará a estos hombres
como si estuvieran muertos, aun cuando están todavía vivos, puesto que la vida que han
cose chado es digna de lamentación y llanto. Así, Jacob lleva luto por José estando aún vivo
éste.

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67. En cambio, no permitirá Moisés que los sagrados principios representados por Nadab y
sus hijos sean llorados como muertos.16 Es que no habían sido apresados por una bestia feroz
y salvaje, sino arrebatados por una avalancha de fuego inextinguible y una inmortal claridad,
porque, después de arrojar lejos de sí la contemporizadora inde cisión, habían consagrado
santamente su celo cálido y ardiente, ruina de la carne, prestísimo en pos de la piedad, celo
ajeno a la creación y familiar a Dios. Y no fue yendo sobre sus pies hasta el altar como lo
hicieron, pues lo tenían prohibido por ley,17 sino impulsados por una favorable brisa y
conducidos hasta las celestes revoluciones, para allí dispersarse hacia las etéreas claridades al
modo de las ofrendas quemadas completamente en los holocaustos.
16 Lev. X, 6.
17 Ex. XX, 26.

68. X. Preciso es, pues, oh alma, que, obediente a la enseñanza del maestro, te cortes tu propia
mano, tu poder, cuando ella comienza a aferrarse a los órganos genitales,18 ya consistan éstos
en las cosas de la creación, ya se trate de los anhelos y cuidados de los hombres.
18 No resultan claros la conexión y el sentido de este párrafo. Quiza lo de "aferrarse" tenga que

ver con la condición de cosas asibles o recogibles propia de los haces o gavillas, y quiera
Filón marcar el contraste entre lo que debe asirse o recogerse y lo que no debe tomarse. Los
órga nos genitales" simbolizarían en ese caso la vida de lujuria descripta en los pasajes
precedentes, opuesta a la verdadera gavilla, que se describe en los parágrafos 71 y ss.

69. Por muchos motivos, en efecto. Moisés nos prescribe cortar la mano que ha asido los
testículos,19 en primer lugar porque ella ha acogido de grado el placer que era preciso detestar;
en segundo lugar por haber considerado que el fecundar es cosa de nuestra incumbencia; en
tercer lugar porque ha atribuido a la creatura el poder que pertenece al Hacedor.
19 Deut. XXV, 11 y 12.

70. ¿No ves cómo esa masa de tierra que es Adán muere cuando toca el árbol doble,20
honrando al tocarlo al dos antes que al uno, y admirando a lo creado antes que al Creador? Tú,
en cambio, pasa "a distancia del humo y la ola"21 y huye de los inmensamente ridículos
cuidados de la vida pere cedera, como si huyeras de aquella temible Caribdis, sin tocarle ni
siquiera la punta del dedo del pie, como se dice.
20 Juego de palabras con el sentido general de dídymos = doble, gemelo, y la especial acepción

de ese mismo término en plural: los testículos.


21 Odisea XII, 219.

71. Mas, cuando te hubieres aprestado ya para el servicio de los sagrados ritos, extiende tu
mano y tu poder y toma en abundancia las enseñanzas de la instrucción y la sabiduría. Hay, en
efecto, una prescripción concebida en estos términos: "Si un alma trajere una ofrenda o
sacrificio, esta ofrenda será flor de harina de trigo"; y continúa luego: "y, tomando un puñado
lleno de flor de harina junto con el aceite y todo el incienso, erigirá un memorial sobre el
altar" (Lev. II, 1 y 2).

72. Excelente pensamiento es el expuesto: quien se apresta a ofrecer el sacri ficio es una
incorpórea alma, no esa doble masa compuesta de un elemento mortal y de otro inmortal. En
efecto, lo que suplica, lo que da gracias, lo que ofrece sacrificios verdaderamente
irreprochables debe ser, como hemos dicho, una sola cosa, un alma.

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73. Ahora bien, ¿en qué consiste el sacrificio que ofrece un alma incorpórea? ¿En qué sino en
flor de harina, el símbolo de una decisión purificada por los consejos de la instrucción,
decisión que es capaz de proporcionar un alimento sano y una vida irreprochable?

74. De esta ofrenda está prescripto que tome el sacerdote con toda su mano, vale decir, con
todos los medios de aprehensión que posee la inteligencia, para ofrecer, como el más
excelente de los sacrificios, el alma toda, que ha. llegado a estar rebosante de sincerísimas y
purísimas verdades, alma opulenta y gorda, alegrada por la Divina luz y perfumada. por las
brisas que emanan de la justicia y de las demás virtudes, y capacitada así para disfrutar por
siempre de la más fragante y dulce de las vidas. Porque esto es lo que significa el aceite y el
incienso que el sacerdote toma juntamente con la flor de harina.

75. XI. Por eso también Moisés ha dedicado una especial fiesta a la gavilla de espigas, no a
cualquier gavilla, sino a aque lla que proviene de la tierra sagrada. Dice, en efecto: cuando
lleguéis a la tierra que Yo os doy, y cosechéis la cosecha de ella, llevaréis como primicia de
vuestra cosecha al sacerdote una gavilla de espigas" (Lev. XXIII, 10).

76. Esto significa: Cuan do, oh inteligencia, entres en el país de la virtud, que solamente
corresponde ofrendar a Dios, el país abundante en pastos, fértil, fructífero; entonces, si
habiendo sembrado bienes adecuados a él, los cosechares aumentados por el Perfeccionador,
no los lleves a tu casa, es decir, no te asignes ni atribuyas la causa de lo pro ducido, hasta
ofrendar las primicias a Aquel que es fuente de riquezas y te mueve a ocuparte en obras que
enriquecen .

77. Y se nos dice que es preciso llevar "las primicias de la cosecha de vosotros" mismos, no
de la tierra; a fin de que seguemos y cosechemos nuestro propio ser, consagrando todos los
brotes excelentes, nutritivos y meritorios.

78. XII. Pero, aquel que es a la vez iniciado e iniciador en los misterios se atreve a decir que
su haz se levantó y se mantuvo erguido.22 Es que, en realidad, así como los caballos
arrogantes levantan rebeldes el cuello, todos aquellos que son cofrades de la vanagloria se
colocan a sí mismos por sobre todas las cosas, sobre las ciudades, las leyes, las costumbres
ancestrales y los asuntos de cada uno de los ciudadanos.
22 Gen. XXXVII, 7.

79. El siguiente paso de éstos es procurar la opresión del pueblo mediante la dema gogia, y,
mientras echan por tierra la posición de sus vecinos, elevan la propia y la mantienen
firmemente en pie, consumando así la sujeción aun de los espíritus libros e independientes por
naturaleza.

80. Por esa razón José añade: "Vuestros haces giraban en torno de mi haz y lo reverenciaban"
(Gen. XXXVII, 7). En efecto, el amante de la modestia se intimida ante el obstinado; el
precavido, ante el arrogante; el que honra a la igualdad, ante el desigual para consigo mismo y
para con los demás. Y esto es natural.

81. El hombre virtuoso, en efecto, como que es observador no sólo de la vida humana sino
también de todas las cosas del universo, ha visto hasta qué punto suelen soplar los vientos de
la necesidad, de la fortuna, de la oportu nidad, de la violencia; y cuántos proyectos y cuan
grandes pros peridades que en su incesante avance tocaban el cielo sacudieron y echaron por

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tierra esos vientos.

82. En consecuencia, no puede menos que adoptar las precauciones para escudarse, a modo de
inseparable salvaguardia para no experimentar ningún desastre imprevisto. La precaución, en
efecto, es para cada uno individualmente lo que la muralla para la ciudad.

83. ¿No son, por ventura, maniáticos y dementes todos los que se em peñan en mostrar su
franqueza a destiempo, y en ocasiones se atreven a hacer manifestaciones y actos contrarios a
los reyes y tiranos? Los tales no se dan cuenta de que no sólo tienen el cuello bajo el yugo,
como las bestias, sino también están sometidos sus cuerpos todos y sus almas, sus esposas,
sus hijos, sus padres y el numeroso círculo de los demás allegados y fami liares ligados a ellos
por lazos de amistad e intereses comunes, y que nada impide al conductor y jinete aguijonear,
hacer de tener, reprimir y disponer cuantas imposiciones pequeñas o grandes quisiere; todo
ello con absoluta facilidad.

84. Con secuencia de ello es que son aguijados, azotados, mutilados, y soportan un cúmulo de
sufrimientos de toda suerte que cruel y despiadadamente les infligen, para ser finalmente
conducidos a la misma muerte.

85. XIII. Estos son los premios de la franqueza inoportuna, que a juicio de los que piensan
sensatamente no es franqueza, sino simpleza, demencia e incurable desequilibrio mental. ;Que
qué digo? ¿Quién, si ve una tor menta en plena intensidad, un fuerte viento contrario, un
hura cán que avanza con ímpetu o las agitadas olas del mar, se hará a la vela y se internará en
el mar, pudiendo permanecer en el puerto?

86. ¿Qué piloto o capitán estuvo jamás tan beodo y demente que, amenazando los peligros
que he dicho, quisiera navegar para que la nave, llegando a anegarse bajo el torrente marino,
fuera devorada con tripulación y todo? Quien desee navegar sin peligro puede, ciertamente,
aguardar una brisa favorable, tranquila y suave.

87. ¿Y qué? ¿Quién, al ver un oso, o feroz jabalí o un león avanzando para atacarlo, y siéndole
posible amansarlo y calmarlo, lo irrita y excita ofreciéndose a sí mismo para festín y regalo de
esos en extremo despiadados carniceros?

88. Nada bueno, tampoco, obtendrá nadie con ha cer frente a las tarántulas y los áspides de
Egipto y a los demás animales provistos de mortal veneno, que con una sola picadura
provocan una muerte inevitable. Contentos hemos de estar, en efectos, si, calmándolos y
domesticándolos, evitamos recibir grave daño de parte de ellos.

89. Y finalmente, ¿no existen algunos hombres más salvajes e insidiosos aún que los jabalíes,
las tarántulas y los áspides; cuya insidia y malicia es imposible evitar de otra manera que
mediante el amansamiento y la domesticación?
Por eso el sabio Abraham acatará a los hijos del Het.23 cuyo nombre significa "alterantes",
cuando las circunstancias le aconsejen obrar así.
23 Gen. XXIII, 7.

90. En efecto, no fue porque tuviese un alto concepto de los que por naturaleza, raza y
costumbres son ene migos de la razón, de los que adulteran la acuñación del alma, que es la
instrucción, y la transforman en moneda menuda ma lográndola de manera deplorable; no fue

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por eso por lo que acudió a rendirles acatamiento, sino porque temía su presente poder y su
formidable fuerza, y se cuidaba de provocarlos, y era su intención adquirir como grande y
segura posesión, como galardón de la virtud, la doble caverna, cuya adquisición no era posible
mediante la guerra y la contienda, y sí mediante el tacto y precaución manejados por la razón.

91. ¿Y qué? ¿Acaso también nosotros, cuando pasamos el tiempo en la plaza, no


acostumbramos a dejar paso tanto a las autoridades como a las bestias de carga, aunque por
motivos enteramente diferentes? A las autoridades por cortesía; a las bestias por temor de que
nos causen algún inconveniente imprevisto.

92. Bueno es do blegar la violencia de los enemigos mediante un ataque cuando la ocasión se
presenta propicia; pero si la situación no lo permite lo seguro es quedarnos quietos, y, si
queremos sacar de aquéllos; algún provecho, lo apropiado es domesticarlos.24
24 O ganarse su benevolencia.

93. XIV. Por eso merecen también nuestro aplauso aquellos que en el caso que nos ocupa no
ceden ante el cabecilla de la vanagloria, sino le hacen frente y dicen: "¿Acaso reinarás como
soberano sobre nosotros? (Gen. XXXVII, 8). Es que ven que todavía no se ha tornado temible,
que no es como una llama encendida y resplandeciente alimentada por abundante
combus tible, sino constituye aún como una chispa humeante, un hom bre que ve la gloria en
sueños y no va todavía tras ella con clara visión.

94. Alimentan en su fuero íntimo saludables es peranzas de que podrán evitar ser apresados
por él, y por eso dicen: "¿Acaso reinarás sobre nosotros?", lo que equivale a de cir: "¿Piensas
enseñorearte de nosotros mientras aún tenemos vida, existencia, fuerza, aliento? Cuando nos
hayamos debili tado, quizá llegarás a imponerte; pero mientras conservemos el vigor tu lugar
es el de un subordinado."

95. Y es natural que esto sea así; porque, cuando la recta razón es fuerte en la inteligencia, la
vanagloria es desbaratada; pero, cuando aquélla se ha debilitado, ésta se consolida. Por lo
tanto, mientras el alma conserva aún intacto su poder y ninguna parte de él ha sido
menoscabada, puede atreverse a acosar con proyectiles y dardos a la vanidad que la enfrenta, a
hablar con completa libertad, afirmando: 'Ni reinarás ni dominarás sobre nosotros ni, mientras
nosotros vivamos, sobre otros.'

96. Por el contrario, nosotros con un sólo embate caeremos sobre tus bravatas y amenazas
secundados por los porta-lanzas y porta-escudos, vástagos de la sensatez, a propósito de los
cuales se ha dicho que "vinieron a odiarlo a causa de sus sueños y a causa de sus palabras".'
(Gen. XXXVII, 8).

97. ¿Y qué son todas las fantasías que crea la vanidad sino palabras y sueños, en tanto que
cuanto se refiere a la vida recta y a la recta razón consiste en hechos y claras realidades?
Aquéllos merecen que los detes temos a causa de su falsedad; éstos merecen nuestro afecto
pues rebosan de amable verdad.

98. Nadie, pues, se atreva en adelante a acusar a hombres-con tales virtudes de exhibir rasgos
propios de un natural misantrópico y detestador de sus hermanos; antes, conociendo que no es
un hombre lo que ahora estamos considerando, sino uno de los rasgos que se dan en el alma
de cada uno, en este caso la obsesión de fama y amor a la vanidad; reciba de buen grado a

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aquellos que sustentan una enemistad implacable y un odio irreconciliable contra ese rasgo, y
jamás tolere lo que ellos aborrecen.

99. Haga ambas cosas con clara conciencia de que tales jueces jamás han cometido el error de
emitir un veredicto no sano; y que, por el contrario, habiendo sido enseñados y aprendido
desde el comienzo a adorar y honrar al verdadero Rey, es decir, al Señor, se irritan cuando
alguno pretende apro piarse del honor a Él debido y llaman a su propio servicio a aquellos que
Le suplican.

100. XV. Por eso, cobrando ánimo dirán: '¿Acaso reinarás como soberano sobre nosotros?
¿Por ventura ignoras que no somos dueños de nuestro propio destino sino súbditos de un Rey
inmortal, el único Dios? ¿Y qué? ¿Man darás sobre nosotros como un señor? ¿Acaso no
estamos bajo un mando y tenemos y tendremos el mismo Señor por la eternidad toda? Siendo
esclavos de este Señor somos más dichosos que otro cualquiera con la libertad." Es que en el
orden de lo creado no hay entre las cosas que se tienen por honrosas una más excelente que el
ser esclavo de Dios.

101. Por eso, también yo mismo bien puedo suplicar el per manecer firmemente fiel a los
juicios de éstos, ya que ellos son observadores, exploradores y supervisores rigurosamente
justos, de contenidos mentales, no de cosas materiales, permanente mente sobrios, al punto de
no ser engañados ya por ninguno de los que acostumbran a tender atractivas trampas.

102. Pero, hasta hoy he estado ebrio, en medio de una gran incertidumbre, y, como los ciegos,
necesito de bastones y guías. Con algo en que apoyarme firmemente evitaría probablemente
tropezar o resbalar.

103. En cambio, aquellos que, a pesar de saberse ajenos a la investigación e irreflexivos, sin
embargo, no se esfuerzan en seguir a los que indagan con exactitud y con circunspección
cuanto es preciso, a los que conocen el camino que ellos ignoran, tengan por cierto que no
podrán ya avanzar, encerrados en abismos intransitables, por más esfuerzos que hagan.

104. Mi caso es distinto: cuando mi ebriedad amengua algo, estoy en tan buenos términos con
dichos jueces, que considero enemigo a quien lo es de ellos y amigo a quien es su amigo. Y,
aun en mi estado presente, enrostraré y detestaré al soñador, porque también ellos lo detestan.
Y ninguna persona sensata podrá echarme algo en cara por eso, puesto que los votos y
opiniones de la mayoría siempre prevalecen.

105. Pero, cuando aquel haya trocado esta manera de vivir por otra mejor y ya no se entregue
a ociosas visiones ni sufra en la maraña de las vanas fantasías de los vanidosos, ni sueñe al
abrigo de la noche v la obscuridad con contingencias resultantes de hechos vagos y obscuros;

[106.] cuando despierte de su profundo sueño para ya no volver a caer en él y reciba la


claridad en vez de la incertidumbre, la verdad en vez de la falsa suposición, el día en vez de la
noche, la luz en vez de la obscuridad; cuando, movido por un anhelo de continencia y un
inefable celo por la piedad, rechace al placer corpóreo, esa mujer del egipcio que le incita a
venir hacia ella y gozar de su compañía;25
25 Gen. XXXIX, 7.

[107.] cuando reclame nuevamente los bienes familiares y paternos de los que parecía haber

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sido desheredado, deseoso de recobrar la porción de virtud que le corresponde; cuando,
avanzando paso a paso de mejoramiento en mejora miento, se establezca firmemente como en
la cumbre y coro nación de su vida, y proclame en alta voz la lección profunda dejada por su
experiencia, diciendo que "pertenece a Dios" (Gen. I, 19) y ya no será de ninguna
absolutamente de las cosas sensibles que han llegado a existir;

[108.] entonces sus hermanos concretarán conciliatorios convenios con él, trocando su
aversión en amor y su malevolencia en benevolencia; y yo, el seguidor de éstos, pues he
aprendido a obedecerles como un siervo a sus amos, no dejaré de alabarle por su
arrepentimiento.

109. Y con ello, además, me atendré a Moisés, el sagrado intérprete, quien salva de la
destrucción la historia de ese arrepentimiento, tan digna de amor y recordación, utilizando el
símbolo de los huesos, que entendía él no debía permitir que estuviesen para siempre
enterrados en Egipto;26 pues conside raba penosísimo el permitir que, si algo noble ha
florecido en el alma, se marchite y desaparezca inundado por las corrientes desbordadas que
derrama incesantemente a través de los canales de todos los sentidos el egipcio río de las
pasiones que es el cuerpo.27
26 EX. XIII, 19.
27 Ver Sobre la migración de Abraham 16 a 25.

110. XVI. Queda, pues, expuesto lo relativo a la visión acerca de los haces, hecha patente
desde la tierra, y a su interpretación. Ocasión es ya de examinar la otra visión y ver de qué
manera los métodos de interpretación de sueños nos la explican.

111. Dice, en efecto, la escritura que "tuvo otro sueño y habló a su padre y a sus hermanos y
dijo: 'Como el sol, la luna y once estrellas se prosternaban ante mí'. Y su padre le reprendió y
dijo: '¿Qué sueño es este que has soñado? ¿Por ventura, llega remos yo, tu madre y tus
hermanos a prosternarnos sobre la tierra ante ti?' Y sus hermanos sentían rencor hacia él, pero
su padre no olvidó lo que había dicho."

112. Pues bien, los que estudian el firmamento aseguran que el zodíaco, que es el ma yor de
los círculos del cielo ha sido fijado en constelaciones correspondientes a doce signos, de los
que también dicho círculo ha tomado su nombre.28 El sol y la luna, agregan, dan
ince santemente vueltas en torno del mismo atravesando cada uno de los signos, aunque no a
igual velocidad sino en desiguales cantidades de tiempo, el sol en treinta días y la luna en una
duodécima parte de este tiempo aproximadamente, o sean, dos días y medio.
28 Efectivamente, zodiakós = zodíaco, deriva de zódion = signo (del zodíaco ).

113. Por lo tanto, el que vio la celestial visión que nos ocupa supuso que once estrellas le
prestan acatamiento; con lo que se atribuía a sí mismo la condición de duodécima
completando así el círculo del zodíaco.

114. Ahora bien, recuerdo haber oído cierta vez a una persona consagrada intensa y
activamente al estudio, que no solo los hombres tienen delirios de grandezas, sino también las
estrellas disputan por cuestiones de precedencias y las mejores consi deran justo que las
inferiores les sirvan siempre de escolta.

115. En qué medida esto es verdad o mero hablar por hablar, es cosa que hemos de dejar para

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que lo averigüen los investigadores de las cosas celestes. Nosotros, en cambio, decimos que el
hombre que ama la presteza irreflexiva, la rivalidad irracional y la vanagloria, está siempre
envanecido por su demencia y pretende elevarse no sólo por sobre los hombres sino también
por sobre el mundo de la naturaleza.

116. A su juicio, todas las cosas han llegado a existir gracias a él y cada una de ellas, tierra,
agua, aire v cielo, está obligada a pagarle tributo como a un rey. Y a tal extremo de
exageración llega su necedad, que no está en condiciones de discernir lo que hasta un niño sin
uso de razón entendería, es decir, que ningún artífice construye jamás el todo a causa de una
parte, siendo la parte la que se produce con miras al todo; y que el hombre es sólo una parte
del universo, de modo que, habiendo llegado a existir para completar el mundo, justo sería
que pagara su contribución a éste.

117. XVII. Pero, algunos rebosan de tan grande necedad, que se irritan porque el mundo no se
atiene a sus deseos. Esa es la razón por la que Jerjes, el rey de los persas, queriendo
atemo rizar a sus enemigos, realizó una demostración de obra en gran escala, alterando las
condiciones naturales.

118. En efecto, transformó la tierra en mar y el mar en tierra, dando tierra firme al océano y
océano a la tierra firme al unir el Helesponto mediante puentes y convertir el Monte Athos en
profundas depresiones,29 las que anegadas por el mar no tardaron en con vertirse en un mar
nuevo y artificial en extremo modificado con relación a su antigua naturaleza.
29 Referencia a la apertura de un canal, llevada a cabo por orden de Jerjes, en la península más

septentrional de las tres que forman la Calcídica, a fin de evitar a las flotas del rey persa !a
ruta del promontorio Atos situado en el extremo de dicha península, dado lo peligroso del mar
en ese punto.

119. Y, habiendo hecho estas obras, a su juicio prodigiosas, con las cosas de la tierra, se elevó
hacia el cielo con sus temerarios intentos llevando consigo la impiedad, el miserable, con la
intención de mover lo que es inmóvil y derribar a la Divina hueste, y, como dice el proverbio,
comenzó por la "sagrada línea".30
30 La expresión "mover la sagrada línea" es un tecnicismo antiguo apli cado al juego de dados,

cuya acepción precisa nos es desconocida. En cuanto al sentido que quiere sugerir Filón con
esta frase proverbial, es imposible determinarlo. ¿Querrá, simplemente, decir que, traspasando
los límites de lo razonable, echó Jerjes mano a recursos extravagantes movido por su
desesperada soberbia?

120. Arrojaba, en efecto, sus flechas contra el más excelso de los seres de allí, contra el
soberano del día, el sol, sin darse cuenta de que era él mismo quien resultaba herido por el
invisible proyectil de la insania a causa no sólo de su tendencia a lo imposible sino también de
su apego a las obras en extremo impías, empresas ambas que redundan en gran descrédito
para el que las intenta.

121. Es fama, asimismo, que la porción más numerosa de los germanos, cuya región bañan las
aguas del mar, cuando se produce allí la pleamar, se lanzan impetuosamente contra las aguas
en avance blandiendo en lo alto las espadas desnudas y corriendo como tropel de enemigos al
encuentro del encrespado mar.31
31 Estrabón (VII, 2, 1) atribuye esta costumbre a los cimbros; y Eliano (Historias II, 23) dice lo

mismo de los celtas, a los que sin duda confunde en este caso con los germanos.

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122. Merecen éstos que los detestemos por cuanto a causa de su ateísmo se atreven a tomar las
armas para oponerlas a las partes de la naturaleza que no conocen la sumisión; pero, también
merecen que los ridiculicemos porque intentan cosas imposibles como si fueran posibles,
pensando que cabe alan cear, herir y matar al agua como a un animal, o bien que ella puede
sentir dolor o miedo, huir atemorizada ante los que la atacan, y experimentar todo cuanto
experimenta el alma tanto placentero como doloroso.

123. XVIII. Muy recientemente conocí a cierta persona de la clase dirigente, quien, cuando
ejercía las funciones de gober nante y administrador de Egipto, determinóse a alterar nuestras
costumbres tradicionales y en especial a suprimir la más santa e imponente de las leyes, la
establecida acerca del séptimo día.32 Procuraba forzarnos a servirle en ese día y a hacer otras
cosas en contravención con la costumbre establecida, entendiendo que, en caso de lograr
acabar con la ancestral regla del séptimo día, ello sería el comienzo del relajamiento de las
otras costumbres y de un general abandono de ellas.
32 En su tratado titulado Flaco Filón narra la persecución de que el gobernador de Egipto de

ese nombre hizo objeto a los judíos de Ale jandría. Pero nada menciona acerca de un atentado
contra las normas sabáticas de los hebreos, por lo cual se ha pensado que la presente alusión
no se refiere a Flaco sino a alguno de sus predecesores, que habría inten tado el referido
atropello aunque sin llegar a concretarlo.

124. Y, cuando vio que ni aquellos a los que oprimía acataban sus prescripciones ni el resto de
la población tomaba la cosa con deferencia, sino reaccionaba con indignación y violencia, y
todos se mostraban consternados y desconsolados como si presenciaran el someti miento, el
saqueo y la ruina de su patria, creyó oportuno expo nerles las razones para el quebrantamiento
de la ley.

125. "Su pongamos", les dijo, "que se produjera un imprevisto ataque de enemigos, o una
inundación causada por el torrente del río que se sale de madre y destroza la represa, o un
violento incendio o la caída de un rayo o un hambre general o una plaga o un temblor de tierra
o cualquiera de las otras desgracias cau sadas por el hombre o mandadas por la Divinidad, ¿os
quedaréis perfectamente tranquilos en casa?

126. ¿O saldréis a la calle en la forma acostumbrada, llevando la mano derecha apoyada


delante y la otra metida al costado bajo el vestido para no pro curar, ni siquiera
involuntariamente, cosa alguna conducente a vuestra salvación?

127. ¿Y os sentaréis en nuestras asam bleas y congregaréis vuestra habitual cofradía para leer
sin peli gro vuestros sagrados libros, aclarando algún punto no claro y entreteniéndoos largo y
tendido en ociosas discusiones sobre vuestra ancestral filosofía?

128. Nada de eso; dejaréis de lado todas estas cosas y os abocaréis a la salvación de vosotros
mis mos, de vuestros progenitores, de vuestros hijos y de las otras personas que os son
allegadas y amadas, y, ¿por qué negarlo?, de vuestras propiedades y riquezas, para que nada
de esto sea aniquilado.

129. Pues bien, yo, aquí presente, soy todas esas cosas que acabo de mencionar: tormenta,
guerra, inundación, rayo, plaga de hambre y enfermedad, el terremoto que sacude y confunde
cuanto está firmemente asentado, la fuerza visible y presente, no el nombre solamente, del

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destino inexorable."

130. ¿Qué decir de uno que como éste manifiesta o simple mente piensa semejantes cosas?
¿Qué sino que se trata de un caso jamás visto? Trátase, sin duda, de un mal nada común, de un
ser de allende el océano y allende el universo, que se atrevió a compararse él, creatura
completamente miserable, con el Ser completamente feliz.

131. ¿Tardará éste en ponerse a blasfemar contra el sol, la luna y los otros astros, si alguna
cosa de las que espera en cada una de las estaciones del año no se le brindan en absoluto o las
obtiene con dificultad, si el verano lo agobia con un calor intenso, si el invierno le llega con
un penoso frío, si la primavera resulta estéril en frutos, si el otoño se caracteriza por ser
pródigo en enfermedades?

132. Sin duda que no. Dará rienda suelta a todas las amarras de su boca desenfrenada y de su
difamante lengua y acusará a los astros de no pagar su acos tumbrado tributo, convencido casi
de que las cosas del cielo deben honrar y reverenciar a las de la tierra y de especial manera a él
mismo, en la medida en que, como hombre que es, se considera superior a las otras creaturas
vivientes.

133. XIX. Tal es como describimos a los que dirigen el coro de la vanagloria; consideremos
ahora separadamente la cate goría de los seguidores del mismo. Estos se lo pasan urdiendo
tramas contra los que practican la virtud. Cuando los ven empeñados en ilustrar su propia vida
con la verdad irreprocha ble e irradiarla como claridad lunar o como la luz pura del sol, se lo
obstaculizan con engaños o con violencia, y los impulsan hacia la región sin sol de los impíos,
en la que reinan la noche profunda, la obscuridad eterna e innumerables tribus de espec tros,
fantasmas y sueños; y, una vez que los han precipitado en ese lugar, los obligan a obedecerles
como a amos.

134. En efecto, por "el sol" entendemos al que practica la sabiduría, puesto que, así como
aquel brinda la luz a las cosas materiales, éste la brinda a las inmateriales cosas del alma. En
"la luna" vemos simbolizada a la instrucción, de la que el ejercitante se sirve, porque una y
otra prestan un servicio inmensamente puro y provechoso iluminando en la noche. Los
"hermanos" son los pensamientos elevados, los que son como vástagos de la instrucción y del
alma ejercitante, y a los que, si bien son ellos los que encauzan el recto sendero de la vida, los
hombres que no saben ni decir ni pensar nada saludable, pretenden doblegar estrangulándolos
con estratagemas múltiples en variantes y re cursos, y derribar en tierra como con una
zancadilla.

135. Ante ello, uno de estos tales 33 es reprendido con suavidad por su padre; no Jacob, sino la
recta razón, que es aun superior a Jacob; en estos términos: "¿Qué sueño es este que has
soñado?" (Gen. XXXVII. 10. 136. Esto es como decir: "No ha habido tal sueño. Lo que ocurre
es que has llegado a pensar que lo que es libre por naturaleza será por fuerza esclavo de los
seres humanos y que lo que debe naturalmente mandar será sometido; y, lo que es aún más
increíble, que esta sumisión será no bajo otros cualesquiera sino bajo aquellos que son sus
subordinados, y dicha esclavitud, no bajo otros sino bajo sus mismos esclavos; cosa que sólo
sería posible si, por el poder de Dios, el único ser que todo lo puede y de cuya voluntad
depende incluso el que las cosas inmóviles se muevan y las móviles se estabilicen, el presente
estado de las cosas se trocará en su contrario." 34
33 Uno de los adeptos o seguidores del coro de la vanagloria.

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34 Para dar un sentido coherente al párrafo me he permitido cierta libertad de detalle respecto
del texto griego, ya que éste en su forma actual presenta dificultades insalvables para una
traducción.

137. No, no ha tenido un sueño; porque, ¿qué sentido tendría el irritarse y reprender a quien
ha visto una fantasía en sueños? 35 Este diría: "¿Acaso ha dependido de mi voluntad el verla?
¿Por qué me formulas cargos que se hacen a los que delinquen deli beradamente? Te he
narrado lo que me sobrevino desde fuera y golpeó mi inteligencia sorpresivamente, sin que mi
voluntad interviniera".
35 Es decir: si Jacob o la razón reprende a José o al servidor de la vanagloria es porque no se

trata de un sueño, sino de un pensamiento o creencia culpable; porque, si se tratara de un


sueño, no lo reprendería.

138. En efecto, no es a un sueño a lo que se refiere el pre sente relato, sino a cosas que se
asemejan a sueños; cosas que parecen grandes, brillantes y apetecibles a aquellos que no están
suficientemente purificados, no obstante que se trata de cosas pequeñas, oscuras y ridículas, a
juicio de los incorruptibles arbitros de la virtud.

139. XX. Lo que la recta razón le dice es lo siguiente: "¿Llegaré yo, la recta razón, y llegará
también la fructuosa instrucción, madre y, a la vez, nodriza de la cofradía del alma, cofradía
amante del aprender; y se apresurarán tam bién a venir los hijos de nosotros dos; y todos,
situados delante en ordenada fila, con las manos alzadas, elevaremos nuestras súplicas a la
vanidad?

140. ¿Nos someteremos primero, y lue go, echándonos sobre la tierra, comenzaremos a
suplicar y obe decer? No, el sol jamás podría alumbrar estos hechos, pues es la sombra
profunda lo que corresponde a las cosas malas, en tanto que la claridad brillante corresponde a
las buenas. ¿Y qué mal puede ser mayor que el hecho de que la fementida y engañosa vanidad
reciba el elogio y la admiración en vez de recibirlos la verídica y sincera modestia?"

141. Excelente es el pensamiento contenido en las palabras que siguen: "El padre no olvidó lo
que había dicho" (Gen. XXXVII, 11). Es propio, en erecto, de un alma no demasiado joven ni
estéril ni infecunda, sino verdaderamente madura y experta en alumbramientos, llevar una
vida circunspecta y no despreciar absolutamente cosa alguna, sino inclinarse pasmada ante el
poder inevitable e invencible de Dios, y observar atentamente en derredor para ver en qué han
de parar las cosas para ella.

142. También por esto los oráculos dicen que la hermana de Moisés, a la que nosotros, los
alegoristas, llamamos "la esperanza", "está vigilando desde lejos" (Ex. II, 4) mirando sin duda
el fin de la vida, para que él nos salga al encuentro con buenos augurios cuando el
Perfeccionador lo envíe desde lo alto del cielo.

143. Porque 36 muchos, después de haber recorrido largos itinerarios marinos y realizado una
larga navegación sin peligros, impulsados por vientos favorables, muchas veces, ya en puerto,
han naufragado de repente cuando estaban a punto de echar anclas.
36 El pasaje "El padre no olvidó lo que había dicho" sugiere a Filón la idea de la necesidad de

ser precavidos y cuidarse siempre; y los casos que siguen son ejemplos de lo que suele o
puede suceder a quien no observa esa norma.

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144. Innumerables son, también, los que han combatido en penosas y prolongadas guerras con
todas sus fuerzas y, tras permanecer libres de heridas, sin un rasguño siquiera sobre la piel,
han regresado como se vuelve de una fiesta pública o de un banquete cívico, con regocijo y
alegría; y, ya en sus propias casas, han sido objeto de conspiraciones por parte de aquellos de
quienes menos cabía esperarlo y asesinados, como dice el relato cual "bueyes ante el pesebre".
37
37 Odisea IV, 535. Refiérese a Agamenón, asesinado por su esposa a poco de su triunfal
regreso de Troya.

145. XXI. Y, así como circunstancias imprevistas e inesperadas suelen acarrear tales
consecuencias, del mismo modo también tuercen ellas a las potencias del alma hacia extremos
contrarios y las desvían de su rumbo, si les es esto posible, produciendo su violento derrumbe.
¿Quién, en verdad, empeñado ya en la. lucha de la vida, permanece sin experimentar caída
alguna?

146. ¿Quién no ha sido derribado como por una zancadilla? Y feliz de aquel a quien esto no le
ha ocurrido muchas veces. ¿A quién no ha aguardado el hado adverso cobrando aliento y
concentrando fuerzas, para tomarlo en sus brazos y llevárselo sin darle tiempo para prepararse
para hacer frente a tal enemigo?

147. Bien sabemos que algunos, que han pasado sus vidas desde la niñez hasta la vejez sin
experimentar ningún trastorno gracias ya a sus buenas dotes naturales, ya a los cuidados de
aquellos que los han criado y educado, ya a ambas cosas; que han sido hombres llenos de una
profunda paz interna, que es la paz verdadera, modelo de la que une a los estados; hombres
que han sido considerados felices porque, ni en sueños, han co nocido la intestina guerra
provocada por las pasiones, es decir, la más cruel de todas las guerras; sin embargo, ya en el
ocaso mismo de la vida han encallado y naufragado o por una lengua desenfrenada o por un
vientre insaciable y por una incontrolada lascivia de las partes que están más debajo del
vientre.

148. Es que algunos, "en el mismo umbral de la vejez":38 envidian la vida pueril, deshonrosa,
abandonada y vergonzosa de los liber tinos; y otros una existencia maliciosa, calumniadora y
desleal, comenzando sus intrigas en momentos en que lo razonable sería que, en caso de estar
habituados ya a ellas, cesaran de practicarlas.
38 Ilíada XXII, 60.

149. Por eso es preciso invocar y suplicar incansablemente a Dios para que no pase por alto a
nuestra perecedera raza, y mande, en cambio, a Su salvadora misericordia permanecer a
nuestro lado hasta el fin. Porque, penosa cosa es, después de haber gustado de una paz
absoluta, nos veamos impedidos de gozar plenamente de ella.

150. XXII. Aunque, con todo, esta hambre, como la atemperan el anhelo y el deseo, es un mal
más leve que la sed;39 pero, si, impelidos por el ansia de beber, nos vemos obligados a beber
de la otra fuente,40 cuya agua es turbia y nociva, entonces forzoso nos será, saturados de
agridulce pla cer, entregarnos a una vida que no merece vivirse persiguiendo como
provechosas las cosas perjudiciales a causa de nuestra ignorancia sobre lo que nos conviene.
39 El sentido es probablemente el siguiente. Esta hambre de paz…., es menos penosa que la

sed de placeres, por cuanto dicha hambre se ve aliviada por el ansia misma de alcanzar la paz,
en tanto que la sed de placeres nos hace esclavos de una vida indigna. Tal vez el segundo

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término de la comparación: dípsos = sed, sea una interpolación y deba
40 Filón no ha mencionado la primera fuente, pero, evidentemente, se trata de la fuente de la

paz, opuesta a la segunda, que es la de los placeres o de la irracionalidad.

151. Y el torrente de estos males resulta más afligente cuando las irracionales poten cias del
alma atacan y vencen a las de la razón.

152. Es que, mientras los rebaños de bueyes obedecen a los boyeros, los de ovejas a los
pastores, los de cabras a los cabreros, las cosas re sultan bien para el ganado; mas, cuando los
encargados de controlarlo tórnanse más débiles que éste, todas las cosas se dislocan y el orden
se convierte en desorden, la buena disposición en desarreglo, la estabilidad en alteración, la
organización en con fusión, dado que ningún control legítimo subsiste, pues, si al guna vez
existió", ahora está aniquilado.

153. ¿Y qué? ¿No pensamos, acaso, que, pues el irracional tropel está establecido en el alma,
hay en nosotros mismos un rebaño de ganado y también un cuidador del mismo, que es la
rectora inteligencia? Y mientras ésta es vigorosa y capaz de gobernar al rebaño, todas las
cosas se cumplen con justicia y provecho.

154. Mas, cuan do el soberano tómase enfermo, forzosamente la parte subordi nada a él
comparte su mal; y cuando más libre se juzga, enton ces precisamente se convierte en el más
fácil de los trofeos al alcance de cualquiera con solo querer éste apresurarse a obtener lo. La
anarquía, en efecto, es por naturaleza forjadora de daños; en tanto que la autoridad es
salvadora, y especialmente cuando la ley y la justicia son respetadas, vale decir, cuando el
gobierno está basado en la razón.

155. XXIII. Pongamos punto final ahora a estas prolijas con sideraciones acerca de los sueños
de la vanagloria. En cuanto a la glotonería, dos son sus especies: la bebida y la comida; pero
es variada la preparación de la primera, e innumerables las especias y condimentos que
necesita la segunda.41 Estas cosas están confiadas al cuidado de dos encargados: la esmerada
preparación de la bebida, al copero mayor; la más delicada aún de la comida, al jefe de
reposteros.
omitirse. En tal caso la traducción sería: "Esta hambre es un mal relativamente leve".
41 Literalmente: "...pero las especias y condimentos son variados en el caso de la primera (la

bebida), e innumerables en el caso de la segunda (la comida)". Pero, evidentemente, las


especias y los condimentos no son ingredientes o aditamentos de las bebidas, sino sólo de los
alimentos sóli dos, y he preferido una traducción menos fiel al texto griego pero más acorde
con la realidad de las cosas.

156. Razones fundadas hay para que los sueños sean descriptos como presentándoseles en una
sola noche; ya que ambos tienden al servicio de la misma necesidad, ocupándose de la
preparación no del simple alimento sino del alimento acompañado de placer y deleite; y, si
bien cada uno de ellos se ocupa de la mitad de la alimenta ción, ambos concurren a la
alimentación total.

157. Cada una de esas partes, además, atrae a la otra, como que los que comen de inmediato
sienten deseos de beber, y los que beben lo expe rimentan de comer. Y esta es una de las
razones fundamentales por las que los sueños de ambos son presentados como simultáneos.

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158. Ahora bien, la esfera de acción del copero mayor es la embriaguez; la del jefe de
reposteros, la voracidad; y cada uno de ellos vio en su visión aquello que le es propio; el uno
el vino y la planta con él emparentada, la vid; el otro panecillos de harina pura dispuestos
sobre cestas que él mismo conducía.42
42 Gen. XL, 16 y 17.

159. Convendría que examináramos primeramente el primero de estos sueños, que es como
sigue: "En mi sueño había una vid delante de mí. En la vid había tres raíces y ella estaba en
brote echando retoños. Las uvas estaban maduras en el ra cimo. La copa del faraón se hallaba
en mis manos y, tomando el racimo, lo exprimí en ella, y alcancé la copa al faraón poniéndola
en sus manos" (Gen. XL, 9a 11).

160. Las primeras pa labras, "en mi sueño", son admirables y llenas de verdad. En efecto, el
que se entrega a la embriaguez, no a la producida por el vino, sino más bien a la de insensatez,
no soporta el estar ni el mantenerse de pie ni la vigilia, y permanece echado y tum bado como
los que duermen, con los ojos del alma cerrados, incapaces de ver ni oír aquellas cosas que
merecen verse y oírse.

161. Y así, vencido, recorre, no ya un camino, sino un impracticable sendero en la vida sin la
guía de la vista ni de una mano, hiriéndose con zarzas y abrojos, y a veces precipitándose en
huecos o llevando a otros por delante, con lo que acarrea la mísera ruina de éstos y de sí
mismo.

162. El profundo y abismal sueño que cubre a todo hombre ruin, priva al entendimiento de las
verdaderas aprehensiones y lo llena de falsos fantasmas e infundadas visiones, al par que lo
persuade para que acepte como digno de alabanza cuanto es vituperable. Así, en el presente
caso, el que sueña ve en sueños como alegría lo que es dolor, sin darse cuenta de que la viña
que ve es la planta de la insensatez y la demencia.

163. "Ha bía", dice, "una vid delante de mí" (Gen. XL, 9), vale decir, lo deseado estaba frente
al deseoso, el mal frente al malvado. Nosotros, en nuestra insensatez, cultivamos esta vid sin
darnos cuenta de que es para nuestro mal, y de su fruto comemos y bebemos distribuyéndolo
para uno y otro tipo de alimentación; alimentación que evidentemente no nos trae aparejada
sólo la mitad del daño sino el daño íntegro, completo, total.

164. XXIV. Mas, conviene no ignorar que la embriaguez pro ducida por la vid no afecta por
igual a todos los que la expe rimentan, y que a menudo sus efectos son opuestos, al punto de
que cabe observar que algunos mejoran con ella y otros empeoran.

165. En algunos, efectivamente, es un sedante para la preocupación y el desánimo, serena las


agitaciones del espí ritu, atenúa las penas y temores, guía hacia cosas razonables el habitual
comportamiento y reconcilia a las almas consigo mis mas. En otros, por el contrario, estimula
las reacciones iracun das, aguza las penas, excita los deseos eróticos, despierta la rusticidad, y
da rienda suelta a la boca, quita todo freno a la lengua, abre las puertas a los sentidos,
enardece las pasiones, y torna a la inteligencia salvaje y violenta frente a todas las cosas.

166. Así, la condición de los primeros parece semejante a la pureza serena del aire, a la calma
del mal sin oleaje, a la tranquilidad y paz profunda de las ciudades; y la de los segun dos, en
cambio, se asemeja al viento violento y persistente, al mar tormentoso y desatado, a una

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revuelta política, conmoción aún más odiosa que una guerra sin tregua ni convenciones.

167. De los dos simposios, pues, uno está lleno de alegría, esparcimiento, promesas de bienes,
esperanzas, dádivas, gratos sentimientos, buenas expresiones, rostros sonrientes, espíritus
dichosos, seguridad.

168. El otro, en cambio, rebosa de preocupa ción, desánimo, descontentos, insultos, heridas,
manifestaciones de ira, desconfianzas, vociferaciones, ahogos, peleas de todo orden,
mutilaciones de narices, de orejas, v de cuantos miem bros y partes del cuerpo determinare la
suerte;43 y en él se ma nifiesta la ebriedad y demencia de la vida entera en impía contienda y
toda suerte de acciones vergonzosas.
43 Ver Sobre la obra de Noé como plantador 160.

169. XXV. De todo esto se desprende que la vid puede ser considerada como símbolo de dos
cosas, la locura y la sensatez. Uno y otro simbolismo puede ser puesto de manifiesto mediante
numerosos testimonios; mas, para no extenderme demasiado, expondré solamente unos pocos.

170. Cuando Moisés nos condujo a través del camino desierto, libre de pasiones y maldades
que es la filosofía v nos hizo subir como hacia la mon taña, colocó la recta razón como sobre
un pico de panorámica visión y mandó inspeccionar todo el país de la virtud, para ver si era
rico y de suelo profundo, fértil en pastos y pródigo en frutos, apto tanto para desarrollar las
enseñanzas en él sembra das como para que elevasen sus troncos las doctrinas plantadas a
modo de árboles; o si ocurría todo lo contrario; para ver, tam bién, si las acciones, cual si
fueran ciudades, estaban bien cer cadas y muy seguras o estaban desnudas y carentes de la
segu ridad que brindan las murallas; y si los habitantes mostraban un gran progreso en número
y poder o eran escasos a causa de su debilidad o débiles a causa de su escaso número.44
44 Núm. XIII, 18 a 21.

171. XXVI. Nosotros, incapaces entonces de transportar todo el tronco de la sabiduría,


cortamos y levantamos un solo sar miento y racimo de uvas, signo clarísimo de alegría,
levísima carga, mostrando a los de aguda visión mental el vástago y fruto de la nobleza de
alma representado en la vid de vigorosos sarmientos cargados de racimos.45
45 Núm. XIII, 24.

172. Esta vid, de la que sólo una parte somos capaces de tomar, es con propiedad comparada
con la alegría, como lo atestigua uno de los antiguos profetas, que dijo poseído de Divina
inspiración: "El viñedo del Señor Todopoderoso es la casa de Israel" (Isaías V, 7).

173. Israel es la inteligencia que contempla a Dios y al mundo, como que "Israel" significa
"que ve a Dios"; en tanto que la casa de la inteligencia es el alma toda, y ésta es el más
sagrado viñedo, cuyo fruto es el Divino vástago que llamamos virtud.

174. A tal punto es grande y luminoso el pensar felizmente, pues ese es el significado
primi tivo de felicidad,46 que dice Moisés que Dios no desdeña em plearlo, y muy
especialmente cuando la raza humana retorna de sus faltas y se inclina y vuelve a la rectitud
siguiendo por propia determinación las leyes y normas de la naturaleza.
46 Parentesco fonético, inadvertible, por supuesto, en la traducción, entre eu phroneín = pensar

bien o felizmente, y euphrosyne = felicidad.

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175. Dice, en efecto: "Dios, tu Señor, se volverá para alegrarse sobre ti por el bien, tal como
se ha alegrado por tus padres, siempre que tú prestes oído a Su voz para guardar todos Sus
mandamientos, dictámenes y juicios registrados en el libro de esta ley" (Deut. XXX, 9 y 10).

176. ¿Qué cosa podría infundir un mayor anhelo de virtud y un mayor ardor por una vida
noble? "¿Quieres, oh inteli gencia", dice, "que Dios se alegre? Pues alégrate tú misma y no te
preocupes de ofrecerle nada costoso; que él no ha menes ter de cosa alguna de las tuyas; antes,
por el contrario, acepta con alegría cuantos bienes te da.

177. Es para Él una alegría el dar cuando entiende que los que reciben son dignos de Su
generosidad. Sólo quien considere que no se puede decir con seguridad que las vidas
reprochables exasperen e irriten a Dios, dudará de que las vidas dignas de elogio Lo alegren.

178. Si a los padres y a las madres, progenitores mortales, por muchas que sean sus
deficiencias, nada les alegra más que las buenas cualidades de sus hijos; al Progenitor de todas
las cosas, en quien no hay deficiencia alguna en absoluto, ¿podrá no alegrarle la nobleza de
Sus creaturas?

179. Por lo tanto, aprende, oh inteligencia, cuan grande es la irritación de Dios por el mal y
cuan grande es Su alegría por el bien; y no provoques nada de lo que para tu propia ruina
merezca Su ira, y practica sólo aquellas acciones por las que alegrarás a Dios.

180. Estas no las hallarás ni atravesando largos y no transitados caminos ni cruzando mares no
navegados hasta hoy ni dirigiéndote sin pausa hacia los confines del mar y de la tierra. Ellas
no habitan a inmensa distancia ni están desterradas de la parte habitada de la tierra; por el
contrario, el bien, como dice Moisés,47 está situado aquí mismo a tu lado y unido a tu
naturaleza, íntima mente ligado a las tres partes más importantes de tu ser: el corazón, la boca
y las manos, o lo que es lo mismo: la inteli gencia, la palabra y las obras, pues el bien pensar,
el bien hablar y el bien obrar constituyen algo esencial, una, plenitud com puesta de buenos
propósitos, de buenos actos y de buenas expresiones.
47 Deut. XXX, 12 a 14.

181. XXVII. Digamos, pues, al copero mayor, a cuyo cuidado está una de las dos especies de
la glotonería, es decir, el exceso. en las bebidas: "¿Por qué desempeñas ese mal papel, necio?
Porque, aunque pienses que tus preparaciones conducen a la. alegría, lo que en realidad haces
es encender la llama de la insensatez e incontinencia echando en ella muchísimo
combustible".

182. El, sin embargo, nos dirá tal vez: "No me vengas con reproches precipitados, sin
considerar antes mi verdadera situación. Se me ha designado para copero mayor no de un
hombre adornado de continencia, piedad y demás virtudes, sino de uno voraz, licencioso,
injusto, envanecido a causa de impiedad, que se ha atrevido a decir 'No conozco al Señor' (Ex.
V, 2). Yo, naturalmente, me he ocupado por mi parte de lo que le procura placer.

183. Y no te asombres de que los motivos de alegría para Dios y para el faraón, usurpador de
la dignidad Divina, sean opuestos. ¿Quién es, entonces, el copero de Dios? Aquel que hace la
libación de paz, el verdaderamente grande sumo sacerdote, que recibe primeramente los
brindis de las perennes gracias, y brinda a su vez éstas cuando derrama completamente toda la
copa de la pura y embriagante bebida, es decir, cuando practica la libación de sí mismo.48

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Como ves, las diferencias entre los coperos corresponden a las diferencias entre aquellos a los
que sirven.
48 Es decir, el sacerdote, personificación del Divino lógos, es, como. éste, un vinculo entre

Dios y la creación. El lógos es imagen de Dios y a la vez modelo de la creación; el sacerdote


es receptor de las Divinas gracias, y las prodiga a su vez a los hombres.

184. En consecuencia, como servidor del faraón, que con total desenfreno desarrolla su
soberbio y licencioso pensamiento, yo soy un eunuco con los órganos de la generación del
alma mutilados, un desalojado de.-'tas' habita ciones de los hombres, un exiliado de las de las
mujeres, ni varón ni mujer, incapaz tanto de procurar como de recibir simiente, un ser neutro y
ambiguo, simple remedo del legítimo cuño humano, sin derecho a la inmortalidad, la que se
renueva por siempre mediante las sucesiones de hijos y de hijos de hijos; excluido de la
asamblea y congregación sagrada, pues está prescripto categóricamente que el eunuco y
privado de los órganos de la generación no penetre en ella.49
49 Deut. XXIII, 1.

185. XXVIII. El sumo sacerdote, en cambio, es irreprochable, perfecto, esposo de una virgen,
50 la que, y he aquí lo más admirable, jamás llega a ser una mujer, antes bien, con la compañía

del esposo deja atrás su naturaleza femenina;51 y no sólo es un esposo capaz de sembrar
inmaculados y virginales pensamientos, sino también padre de sagrados entendimientos.
50 Lev. XXI, 12 v 13.
51 Gen. XVIII, 11.

186. De éstos, algunos son supervisores e inspectores de los hechos de la natu raleza, como
Eleazar e Itamar;52 otros, ministros de Dios y cui dan que esté encendida y arda la celestial
llama;53 ya que, ocu pados siempre en pensamientos y palabras acerca de la santidad, hacen
que la piedad, la más semejante a Dios entre las cuali dades, resplandezca cual si surgiera de
materias inflamables.
52 Ex. XXVIII, 1.
53 Lev. X, 6.

187. El preceptor y padre de éstos no es un simple miembro de la sagrada congregación sino


alguien sin cuya presencia el solemne concilio de las partes del alma en modo alguno podría
jamás congregarse, el presidente, el magistrado supremo, el demiurgo.54 el único capaz de
examinar y ejecutar cada cosa por sí solo sin recurrir a otros.
54 Magistrado supremo de ciertos estados griegos.

188. Éste, cuando está en compañía de otros es poca cosa, pero cuando actúa solo resulta
múltiple, todo un tribunal, todo un consejo, todo un pueblo, toda una multitud, toda la raza
humana, o más bien, si hemos de hablar claramente, una naturaleza intermedia entre Dios y el
hombre, inferior a Dios y superior al hombre.

189. Por eso la escritura nos dice que "cuando el sumo sacerdote penetrare en el santo de los
santos no será un hombre" (Lev. XVI, 17 ).55 Y si no es un hombre, ¿qué es, entonces? ¿Acaso
un Dios? Yo no diría eso, ya que ese calificativo fue una singular prerroga tiva de Moisés, el
supremo profeta, cuando, hallándose aún en Egipto, fue denominado "dios del faraón" (Éx.
VII, 1); ni tam poco que es un hombre sino un ser que toca uno y otro extremo, como si uno
fuera su cabeza y el otro los pies." 56

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55Ver Sobre la herencia de las cosas Divinas 84.
56Aquí concluye, al parecer, el largo discurso puesto en el parágrafo 182 en boca del copero
mayor, quien, para justificar su misión, razona que a tal amo tal servidor, y se explaya sobre
las diferencias que median entre él, servidor del impío y licencioso soberano egipcio, y el
Divino lógos, encarnado en el sumo sacerdote, copero de Dios.

190. XXIX. Hemos puesto en claro lo concerniente a una de las dos clases de vides, la que
corresponde a la alegría; a la embriagadora bebida que ella proporciona, es decir, el sabio
consejo sin impureza alguna; y también al copero que la vierte desde la Divina copa, que el
mismo Dios ha llenado de virtudes hasta el borde.

191. La otra clase de vid, la de la locura, el dolor y el frenesí del alcohol ya ha sido tratada en
cierta manera, pero ella es caracterizada con otros rasgos mediante las palabras que se leen en
otra parte en el Cántico Mayor,57 que son éstas: "Su vid procede de la vid de Sodoma, y su
sarmiento de Gomorra; su racimo es un racimo amargo, un racimo de amargura para ellos. Su
vino es la cólera de los dragones, y la cólera incurable de los áspides" (Deut. XXXII, 32 y 33).
57 Ver Sobre los cambios de nombres, nota 57.

192. Ves cuántas cosas produce el embriagante vino de la in sensatez: amargura, malignidad,
irascibilidad, grande irritación, salvajismo, mordacidad, insidia. Sumamente significativa es la
declaración de que la planta de la insensatez está en Sodoma, ya que ,'Sodoma" significa
"ceguera" o "esterilidad", y la insen satez es ciega y estéril en bienes; y persuadidos por ella
algunos pretenden medir, pesar y contar todas las cosas según su propio patrón; pues
"Gomorra" quiere decir "medida".

193. Moisés, en cambio, sostuvo que es Dios, y no la inteligencia humana, la medida, el peso
y el número de todas las cosas.58 Lo pone de manifiesto en estas palabras: "Ni habrá en tu
bolsa pesas dis tintas, grande y pequeña. No habrá en tu casa medidas distin tas, grande y
pequeña. Tendrás una pesa verdadera y exacta" (Deut. XXV, 13 a 15).
58 Alusión a la doctrina de Protágoras, según la cual el hombre es la medida de todas las cosas.

194. Y la verdadera y exacta medida consiste en sostener que Dios, el único justo, mide y pesa
todas las cosas y señala la naturaleza de todos los seres mediante números, límites y
separaciones; en tanto que lo inexacto y falso es pensar que esto ocurre bajo el control de la
inteligencia humana.

195. Este eunuco y a la vez copero mayor del faraón, tras haber contemplado en su visión la
planta emparentada con la insensatez que es la vid, nos la describe luego con tres raíces para
mostrar los extremos que en las tres divisiones del tiempo 59 puede alcanzar el mal obrar. La
raíz, en efecto, es el extremo de la planta.
59 Pasado, presente y futuro.

196. XXX. Cuando, pues, la insensatez ensom brece y somete al alma toda y no permite que
parte alguna de ella quede sin trabas ni cadenas, la obliga a cometer no sólo aquellas faltas
que admiten remedio sino también aquellas que son incurables.

197. Las que admiten remedio son descriptas como las más leves y primeras; las
irremediables, correspondientes a las raíces, como las más penosas y últimas.

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198. Y, así como la sensatez comienza, entiendo yo, a beneficiar partiendo de las rectas
acciones más modestas v acaba en las más eleva das, del mismo modo también, la insensatez
ejerce su violencia sobre el alma partiendo de lo alto, la aparta gradualmente de la instrucción,
la instala lejos de la recta razón y la derriba postrándola hasta los últimos extremos.

199. Después de las raíces el sueño mostraba la vid en brote y echando retoños y produciendo
frutos. "Ella", dice el copero mayor, "estaba en brote y echando retoños. Las uvas estaban
maduras en el racimo" (Gen. XL, 10). ¡Ojalá hubiera perma necido sin frutos y jamás hubiera
echado brotes y fuera estéril por toda la eternidad!

200. ¿Qué mal, en efecto, puede ser mayor que el que la insensatez germine y produzca
frutos? Además dice: "'La copa del faraón', el receptáculo de la in consciencia, del frenesí del
vino y de la embriaguez incesante a lo largo de la vida toda, está 'en mi mano' (Gen. XL, 11),
es decir, en mis proyectos, empresas y facultades, pues sin los recursos de mi inteligencia
poco es lo que podrá progresar la pasión por sí misma.

201, Porque, así como conviene que las riendas se hallen las manos del conductor y el timón
en las del piloto, pues sólo así el carro marchará derechamente en la ca rrera y el navío en su
navegación; del mismo modo en la mano y poder del experto en una de las dos especie de
glotonería, el hartazgo de vino, hállase el satisfacer al hombre incontinente."

202. ¿Pero, qué pensó éste para atreverse a jactarse por una tarea que más merecería ser
negada que reconocida? ¿Acaso no hubiera sido mejor no reconocer que era maestro de
incon tinencia, y atribuir, en cambio, los incentivos de la pasión al incontinente mismo, como
inventor y personal autor de su vida inconsistente, enervada y sumamente vergonzosa?

203. Pero el hecho es que la insensatez se vanagloria por aquellas cosas que por lógica
deberían ocultarse. En este caso no sólo se jacta de hacer circular la copa, el receptáculo del
alma incontinente, en sus manos, y de mostrarla a todos, sino también de exprimir las uvas
dentro de ella, o, lo que es lo mismo, de preparar el medio para llevar la pasión a su plenitud y
poner al descubierto lo que estaba oculto.

204. Es que, así como los lactantes ávi dos de alimento, no bien se aprestan a chupar la leche,
exprimen y aprietan el pecho de la nodriza, del mismo modo el artesano de la incontinencia
oprime con fuerza en la fuente de la que brota como lluvia el mal de la embriaguez, a fin de
que en las exprimidas gotas halle el incontinente delicioso manjar.

205. XXXI. Tal sea nuestra descripción de este ebrio, delirante e incurable mal que es el
hombre enloquecido por la inconti nencia en la bebida. Toca ahora el tumo a la consideración
de su allegado, también él un servidor del vientre, el amigo de la comida abundante y la
glotonería, experto en lo tocante al comer sin medida.

206. No será muy grande la tarea que requerirá nuestra pesquisa; la visión contenida en el
sueño es una exactísima reproducción de su imagen y considerándola cuidadosamente,
contemplaremos a nuestro hombre reproducido como en un espejo.

207. "Pensaba", dice, "que llevaba tres cestas con panes de trigo sobre mi cabeza" (Gen. XL,
16). Por "cabeza" entendemos en nuestra interpretación alegórica la parte rectora del alma,
que es la inteligencia, en la que todas las cosas se apoyan, por lo que en cierta ocasión ella ha

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gritado con acento tenso:60 "Todas estas cosas han sucedido sobre mí" (Gen. XLII, 36).
60 O con acento en el que se traduce el esfuerzo.

208. Así, pues, preséntasenos organizando la procesión de todos los medios que ha preparado
para daño del desdichado vientre, y no se avergüenza el insensato de ser él mismo el portador
de las rituales cestas y soportar el triple y tan grande peso de las mismas, vale decir, las tres
partes en que el tiempo se divide.

209. Los cofrades del placer aseguran, en efecto, que éste consiste en el recuerdo de los
deleites pasados, en el goce de los presentes y en la esperanza de los futuros.

210. De modo que las tres cestas corresponden a las tres partes del tiempo, y los tres pasteles
que van sobre ellas, a la situación correspondiente a cada una de las partes, es decir, a los
recuerdos de los placeres pasados, a la participación en los presentes y la expectativa de los
futuros; y el que conduce todas estas cosas es presentado como el amante del placer, el que
tiene su mesa llena de lo necesario no ya para un único género de incontinen cia sino para
todas las especies y todos los géneros práctica mente del desenfreno; mesa en la que está
ausente la copa de la paz, y que carece de las sales de la amistad.

211. En esta mesa no hay más que un solo comensal, aunque equivale a un público banquete;
y ese comensal es el rey faraón, por quien ha resultado dispersada, desmembrada y arruinada
la continen cia. Su nombre, en efecto, significa "dispersión". Su orgullo y realeza no se
complace en aquellas cosas de que sería razonable enorgullecerse, es decir, en los bienes de la
moderación; sino se envanece en aquellas en las que no debería, es decir, en las prácticas de
una conducta repugnante, pues se arrastra tras la apetencia insaciable, la voracidad y la lujuria.

212. Y por eso, las aves,61 vale decir, las imprevistas circuns tancias que se precipitan desde lo
alto sobre nosotros, arderán a modo de un fuego sobre todas sus complacencias, las abrasarán
y las consumirán con su fuerza devoradora de todo, de tal manera que no dejarán residuo
alguno para goce del que conduce las cestas, quien había esperado proseguir con sus
invenciones y proyectos para toda la eternidad como posesión intocable y segura.
61 Gen. XL, 17.

213. Pero, gracias sean dadas a Dios, el victorioso, quien trunca los intentos, aunque forjados
a la perfección, del amante de la pasión, haciendo descender sobre ellos invisiblemente aladas
naturalezas para su ruina y destrucción. De ese modo, enteramente despojada la inteligencia
de aquellas cosas que había forjado, aparecerá como un cadáver sin cabeza con el cuello
cercenado y clavado, como los crucificados en el árbol de la mísera y menesterosa ignorancia.

214. En efecto, mientras ningún daño han recibido de parte de esos visitantes que
acostumbran hacerse presentes imprevista e invisiblemente, las partes que practican para el
goce del placer parecen dar felices resultados. Más, cuando estos visitantes se precipitan
desde lo invisible, tales artes se desmoronan y el artesano perece con ellas.

215. XXXII. Hemos, pues, explicado los sueños de los que se han distribuido el taller del
paladar, en el que una y otra especie de provisión: la bebida y la comida, son producidas, y no
la bebida y la comida necesarias, sino las superfluas y des medidas. A continuación, siguiendo
el hilo del asunto hemos de indagar acerca del sueño de aquel que creía ser rey de estas dos y
de las demás facultades del alma, es decir, del llamado faraón.

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216. "En mi sueño", dice, "pensaba que estaba yo si tuado a orillas del río, y como si vinieran
del río surgían siete vacas de escogida carne y de hermoso aspecto, y pastaban en el pasto
verde. Y he aquí que otras siete vacas surgieron detrás, defectuosas, de aspecto desagradable y
pobres de carnes, tales que no había yo visto más feas en todo Egipto.

217. Y las vacas flacas y feas devoraron a las siete vacas primeras, las hermosas y escogidas, y
éstas pasaron a los vientres de aquéllas. Mas, no se notó que habían pasado a los vientres de
aquéllas y el aspecto de las mismas permaneció feo como al principio.

218. Me desperté y volví a dormirme y vi otra vez en mi sueño cómo de un mismo tallo
surgían siete espigas cargadas y her mosas. Mas, otras siete espigas delgadas y dañadas por el
viento brotaron junto a aquéllas. Y las siete espigas devoraron a las hermosas y cargadas"
(Gen. XLI, 17 a 24).

219. Observas las palabras iniciales del pagado de sí mismo, que, siendo, como es, movible,
inestable y cambiante, dice: "Pensaba que estaba yo situado", y no ha razonado que la
inmovilidad y la fijeza a nadie más caben que a Dios y a los que son Sus amigos.

220. De Su poder inmutable es prueba cla rísima este mundo, que se mantiene siempre el
mismo e idéntico; pues, si e! mundo es inconmovible, ¿cómo no ha de ser firme su Hacedor?
Además son testigos dignos de toda fe los sagrados oráculos.

221. Leemos, en efecto, estas palabras puestas en boca de Dios: "Aquí y allí estoy situado Yo
antes que tú, sobre la roca de Horeb" 62 (Ex. XVII, 6), lo cual significa: "Yo soy este, el que,
estando aquí patente, estoy también allí y en todas partes pues todas las cosas están llenas de
Mí. Estoy y perma nezco sin cambios, pues soy inmutable, desde antes que tú o cualquiera de
los otros seres llegara a existir, establecido en la más alta y antigua fuente de poder, desde la
cual ha brotado como lluvia la generación de cuanto existe, y desborda la co rriente de la
sabiduría."
62 Ver Sobre los sacrificios de Abel y Caín 67.

222. En otro pasaje, en efecto, leemos: "Yo soy Aquel 'que hizo brotar de la dura roca la fuente
de agua'" (Deut. VIII, 15). Y también Moisés atestigua la inalterabilidad Divina cuando
afirma: "Vieron el lugar donde estuvo situado el Dios de Israel" (Ex. XXIV, 10); pues
mediante la ubicación y la instalación da a entender la inmutabilidad.

223. Mas, es tan grande la superlativa estabilidad de la Divinidad, que también hace partícipes
de Su fijeza a las naturalezas escogidas, brindándoles así un bien excelente. Por ejemplo, dice
que Su pacto, pleno de mercedes, que es de las leyes y los prin cipios que rigen a los seres el
más importante, estará firmemente asentado como una estatua de Divina forma, y que el alma
del hombre justo será su pedestal. En efecto, en cierta ocasión dijo a Noé: "Estableceré Mi
pacto en tí" (Gen. IX, 11).

224. XXXIII. Estas palabras tienen dos sentidos. Uno, que justicia y pacto de Dios son la
misma cosa; otro, que, mientras las mercedes que otros acuerdan son cosas distintas de los
seres que las reciben, Dios no solo concede las mercedes a quienes las reciben sino entrega a
éstos como don a sí mismos. Yo, en efecto, he sido dado por El a mí mismo, y cada cosa que
existe ha sido dada a sí misma por Él, pues "Estableceré Mi pacto en ti" es lo mismo que "Te

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daré a ti mismo".63
63 Tal vez el sentido de este complicado razonamiento sea el siguiente: 1) Dios establece en

Noé su pacto, vale decir, se lo concede. 2) Pacto de Dios y justicia son una misma cosa. 3)
Luego, como Noé es la personifi cación del hombre justo, Dios concede la justicia al hombre
justo, que es como decir que Noé es concedido a sí mismo por Dios.

225. Además todos los que aman a Dios, huyendo de las tor mentosas aguas de las incesantes
actividades con su perpetua y confusa agitación y oleaje, tienden ansiosamente a anclar en los
segurísimos fondeaderos de los puertos de la virtud.

226. Observa cómo se dice del sabio Abraham que estaba "situado frente a Dios" (Gen. XVIII,
22). ¿Cuándo, en efecto, es lógico esperar que la inteligencia esté fija y ya no se balancee
como sobre una balanza, sino cuando está en presencia de Dios vién dolo y siendo vista por
Él?

227. Porque este equilibrio le viene de dos fuentes: del ver al Incomparable, pues de ese modo
no es arrastrado por las cosas de su misma naturaleza; y del ser visto, porque la inteligencia
que ha sido juzgada por el Guía digna de ser objeto de Su mirada, es una inteligencia
reservada por Él para el único sumo bien, es decir, para Sí mismo. Tam bién Moisés recibió
una Divina prescripción en estos términos: "Permanece aquí conmigo" (Deut. V, 31), en la
que se ponen de manifiesto las dos cosas ya señaladas, a saber: la inmovilidad del hombre
virtuoso y la absoluta estabilidad del Que Es.

228. XXXIV. Y, en verdad, aquel que se aproxima estrechamente a Dios traba íntima relación
con el Que Es; y, asimilando Su estabilidad, llega él mismo a adquirir fijeza. Y, cuando la
inteligencia ha llegado al reposo, reconoce claramente cuan grande bien es la tranquilidad; y,
lleno de admiración ante su belleza, no concibe ya que esa tranquilidad esté reservada sino a
Dios y a la naturaleza intermedia entre la especie inmortal y la mortal.

229. Así, dice: "Y yo estaba de pie en el medio entre el Señor y vosotros" (Deut. V, 5), con lo
cual no manifiesta que estaba apoyado sobre sus propios pies, sino quiere dejar en claro que la
inteligencia del hombre sabio, apartada de las tormentas y contiendas, envuelta en una serena
calma y en una profunda paz, es superior al hombre e inferior a Dios.

230. En efecto, mientras la inteligencia humana común se ve agitada y revuelta por la fuerza
de los acontecimientos, la Otra, gracias a Su bienaventuranza y felicidad, está exenta de
males, y el hombre virtuoso está en una situación intermedia; de modo que cabe afirmar que
ni es Dios ni es hombre, sino se halla tocando ambos extremos, por su condición humana, la
raza mortal; por su virtud, la Naturaleza inmortal.

231. A este oráculo se asemeja también el revelado a propósito del sumo sacerdote, que dice
así: "Cuando penetre en el santo de los santos no será un hombre hasta que saliere" (Lev. XVI,
17 ).64 Y, si bien en tales ocasiones, se convierte en un ser no humano, es evidente que no es
Dios sino un ministro de Dios, estando ligado a la creación por lo que en él hay de mortal, y al
Increado por lo que tiene de inmortal.
64 En el parágrafo 189 se trata el mismo pasaje bíblico, pero el sumo sacerdote es interpretado

como personificación del Divino lógos.

232. Y esta con dición intermedia la retiene hasta que sale de nuevo al ámbito del cuerpo y la

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carne. Y es natural que así sea. Cuando la inteligencia, dominada por el amor hacia lo Divino,
dirige sus es fuerzos hacia los más recónditos santuarios, y pone todo su ardoroso empeño en
avanzar, poseída de Divina inspiración se des prende de todas las cosas, se desprende de sí
misma y sólo tiene presente en su memoria y en sus preocupaciones a Aquel de quien es
escolta y sierva, y a quien consagra el incienso de las sagradas e invisibles virtudes.

233. Pero, cuando la inspiración se interrumpe y el intenso anhelo mengua, al retornar de los
Divinos lugares se convierte en hombre poniéndose en contacto con las cosas humanas, las
que estaban al acecho en los vestíbulos para echarle mano no bien asomara desde adentro.

234. XXXV. En suma, que Moisés no describe al hombre perfecto ni como Dios ni como
hombre, sino, como he dicho, cual es un ser intermedio entre la naturaleza increada y la
perecedera. En cuanto al hombre que está en vías de progreso, lo ubica, a su vez, en la zona
intermedia entre la vida y la muerte, llamando vivientes a quienes ajustan su existencia a los
dictados de la inteligencia; y muertos a los que se complacen en la insensatez.

235. A propósito de Aarón 65 se dice, en efecto, que "estaba ubicado entre los muertos y los
vivos, y se calmó la fractura (Núm. XVI, 48). Es que el hombre en vías de progreso ni es
clasificado entre los que están muertos para la vida de la virtud, puesto que ansia con ardor el
bien; ni entre los que viven las supremas y perfectas bienaventuranzas, pues aún le falta para
llegar a la meta. En cambio, está vinculado a ambos extremos.
65 Es decir el sumo sacerdote, que líneas más arriba aparece como personificación del hombre

perfecto, y ahora es presentado como encar nación del hombre que aún no ha llegado a la
perfección, hallándose por lo tanto en la etapa de los progresos.

236. Por eso está perfectamente dicho: "Se calmó la fractura", y no: "Cesó". Porque mientras
en el caso de los perfectos los agentes de "fracturas", roturas y que brantamientos del alma
"cesan"; en cambio en los que están en la etapa de los progresos estos agentes sólo
"disminuyen",. son, por así decir, detenidos y retenidos.

237. XXXVI. Si, pues, esta estabilidad, fijeza y permanencia en el mismo estado, en razón de
su por siempre inmutable e inalterable condición, sólo es atributo, en primer lugar, del Que
Es; en segundo lugar, del lógos del Que Es, lógos al que Él ha llamado Su pacto; en tercer
lugar, del hombre sabio; y en cuarto lugar, del hombre en vías de progreso, ¿qué es lo que
mueve al alma ruin y sujeta a todas las desgracias a pensar que ella puede estar sola, siendo
así que es arrastrada como en medio de un diluvio y llevada de aquí para allá por los
torbe llinos que fluyen incesantemente a través de los canales de este vehículo de la muerte
que es el cuerpo?

238. Dice, en efecto: "Pensaba que me hallaba ubicado al borde del río" (Gen. XLI, 17). En
nuestra interpretación el "río" es símbolo de la palabra, dado que uno y otra fluyen hacia fuera
y se deslizan con rapidez e ímpetu; y en unas ocasiones tanto el río como el habla tórnanse
pródigos en desbordes, de agua el uno y de verbos y nombres la otra; en tanto que otras veces
son estériles por la mengua y reducción de sus elementos.

239. Y ambos resultan beneficiosos, el uno irrigando los prados; la otra irrigando las almas
prestas a escuchar, y a veces ambos son agentes de daño a causa de su ímpetu, el río anegando
la tierra vecina, la palabra sembrando confusión y desorden en el entendimiento de los que no
escuchan atentamente.

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240. La palabra se asemeja al río, y tiene una naturaleza doble; la mejor y la peor, la mejor
que es la que beneficia, la peor, como no podía ser de otro modo, la que daña.

241. Moisés ha proporcionado a los que son capaces de ver, ejemplos clarísimos de una y otra.
"Un río", dice, sale del Edén para regar el parque; desde allí se divide en cuatro cabeceras"
(Gen. II, 10).

242. Llama Edén, nombre que significa "de leite", a la sabiduría del Que Es, porque, entiendo
yo, la sabiduría es fuente de deleite para Dios y Dios lo es para la sabiduría; y así, se proclama
en los salmos: "Deléitate en el Señor" (Salmos XXXVII, 4). La Divina palabra desciende,
co mo de la fuente de la sabiduría, al modo de un río, para mojar y regar los olímpicos y
celestiales vástagos y plantas de las almas amantes de la virtud, que forman como un parque.

243, Esta sagrada palabra "se separa en cuatro cabeceras", o, lo que es lo mismo, se subdivide
en las cuatro virtudes, cada una de las cuales es una reina. En efecto, lo de separarse en
cabe ceras nada tiene que ver con separarse en zonas de terreno y sí con una separación en
reinos; y así, cuando expone lo relativo a las virtudes, de inmediato presenta al sabio que las
posee como un rey, un rey elegido no por los hombres sino por la Naturaleza, único elector
veraz, incorruptible y libre.

244. Así, los que han visto al hombre de bien que es Abraham le dicen: 'Tú eres un rey
procedente de Dios entre nosotros" (Gen. XXIII, 6);66 con lo que exponen para los que se
ocupan de la filosofía la doctrina según la cual sólo el sabio es soberano y rey, y la virtud una
soberanía y reino independiente.
66 Ver Sobre Abraham 261.

245. XXXVII. Comparando esta palabra con un río uno de los discípulos de Moisés dijo en
los salmos: "El río de Dios se llenó de aguas" (Salmos LXV, 10); expresión que no tendría
sentido si se refiriese a alguno de los ríos que corren sobre la tierra. No, aquí se refiere
claramente a la Divina palabra y la presenta, a lo que parece, como llena de la corriente de la
sabiduría, sin que parte alguna de ella se halle desprovista y vacía de sí, ...67 como ha dicho
alguien, llena fluyendo en todas sus partes y remontándose hacia las alturas por el constante e
ininterrumpido fluir de aquella perenne fuente.
67 Laguna breve en el texto.

246. Hay también otro salmo, que dice así: "El ímpetu del río alegra la ciudad de Dios"
(Salmos XLVI, 5). ¿Qué ciudad? Porque la que actual mente es la ciudad sagrada,68 en la que
además se halla el sagra do templo, está situada a gran distancia tanto del mar como de los
ríos. De lo que se desprende que lo que quiere sugerir el salmo alegóricamente es algo distinto
de lo que se entendería literalmente.
68 Jerusalén. La idea es que no puede tratarse de la ciudad sagrada material, a la que no llegan

las aguas ni del mar ni de no alguno.

247. La verdad es que el torrente de la Divina palabra, al correr . . .69 e incesantemente con
fuerza y ordenadamente, hace desbordar y alegrarse al universo entero en todas sus partes.
69 Breve laguna. Quizá deba llenarse con "rápida e".

248. Porque, "ciudad de Dios" es, en determinado sentido, el nombre del mundo, el que,

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habiendo recibido la copa toda de la Divina bebida, ha bebido en ella, y radiante de alegría ha
entrado en posesión de la dicha que por siempre perdura sin disminuir ni extinguirse. En otro
sentido la "ciudad de Dios" es el alma del sabio, en la que Dios, se dice, paséase como en una
ciudad. "Pasearé", dice, "entre vosotros y será vuestro Dios" (Lev. XXVI, 12).

249. Y, cuando el alma feliz extiende la sacratísima copa que es su propia razón, ¿quién
de rrama en ella los contenidos de verdadera felicidad, sino la palabra de Dios, Su copero y
maestro de festines, palabra que, por otra parte, no es cosa distinta de la bebida vertida, y que
está libre de toda mezcla y es el deleite, la dulzura, la expansión, el buen ánimo, la ambrosíaca
droga, para decirlo también con términos poéticos, de la alegría y la dicha?

250. XXXVIII. Ahora bien, la ciudad de Dios es llamada por los hebreos Jerusalén, cuyo
nombre, traducido, quiere decir "visión de paz".70 En consecuencia, no busques la ciudad del
Que Es en las regiones de la tierra, que no se trata de una ciudad construida con maderas y
piedras; sino en un alma pacífica y de aguda visión, que se ha propuesto como norte de la vida
de contemplación y de paz.
70 Significado del que se deduce que se trata de un estado o condición espiritual, no do una

ciudad material.

251. ¿Qué casa, en efecto, más digna y santa podría hallarse para Dios entre las cosas
exis tentes que una inteligencia inclinada a la contemplación, ansiosa de ver todas las cosas y
que no desea la subversión ni el alboroto ni siquiera en sueños?

252. Yo he oído decir una vez más al invisible espíritu que acostumbra acompañamos
invisiblemente: "Amigo, al parecer no estás al tanto de este importante y precioso asunto; y
yo, que en muchas otras cosas te he instruido en su momento oportuno, te lo explicaré de muy
buen grado.

253. Ten bien presente, mi buen amigo, que sólo Dios es la inmensamente cierta y verdadera
paz; la naturaleza toda creada y mortal es, en cambio, una incesante guerra. Dios, en efecto, es
un ser de libres decisiones; la existencia nuestra está regida por la necesidad. Con justicia,
pues, puede llamarse residencia y ciudad de Dios a cualquiera que tuviere la fuerza necesaria
para abandonar la guerra, la necesidad, la creación y la destruc ción y para cambiar de bando
marchando hacia lo increado» hacia lo imperecedero, hacia la libre voluntad, hacia la paz.

254. No te dé, pues, cuidado el llamar al mismo objeto visión de la paz y visión de Dios,
porque de la cofradía de las poten cias del Que Es, a las que se designa con muchos nombres,
la paz no sólo es miembro sino jefe."

255. XXXIX. Asimismo, al sabio Abraham le dice Dios que le dará una porción de tierra
"desde el río de Egipto hasta el gran río Eufrates" (Gen. XV, 18), haciendo referencia no a una
división de un país sino a la mejor parte de nuestro ser. En efecto, nuestro cuerpo y las
pasiones producidas en él y por él son comparados con el río de Egipto; nuestra alma y las
cosas que le son caras, con el Eufrates.

256. Establécese una doc trina de vitales consecuencias y enorme contenido según la cual el
hombre virtuoso ha recibido, como porción suya, el alma y las virtudes del alma; al par que el
hombre ruin se ha quedado con el cuerpo y los vicios que se dan en el cuerpo y por el cuerpo.

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257. En cuanto al vocablo "desde", le caben dos signifi cados, uno, que incluye aquello desde
donde decimos que co mienza algo; otro, que lo excluye. En efecto, cuando decimos que hay
doce horas desde el alba hasta el atardecer o treinta días desde el primero hasta el último día
del mes, incluimos la primera hora y el primer día respectivamente. Cuando, en cam bio, se
dice que el campo está a una distancia de tres o cuatro estadios de la ciudad, es evidente que
no se incluye la ciudad.

258. Así pues, en este caso en la expresión "desde el río de Egipto" hemos de entender que el
río no está incluido, ya que Moisés desea que moremos fuera de las cosas corpóreas, las que
se presentan en un flujo y movimiento ruinoso para las demás cosas y para sí; y que recibamos
como herencia el alma junto con las virtudes, que son indestructibles y dignas de
inmortalidad.

259. Hemos así hallado en el curso de nuestra investigación que la palabra digna de elogio es
comparada con un río. En consecuencia, la palabra censurable vale decir, la palabra inepta,
ignorante y, por así decir, sin alma, no es otra cosa que el río de Egipto. Por eso éste se
transforma en sangre,71 y no sirve ya como alimento. Es que nadie puede beber la palabra de
la ignorancia. Y, además, proliferan en él las ranas, seres sin san gre ni alma, que emiten un
sonido extraño y duro, torturante para el oído.
71 Ex. VII, 20.

260. Se nos dice, además, que todos los peces que en él había perecieron.72 Los peces
simbolizan los pensa mientos. Estos, en efecto, nadan y encuentran su residencia natural en la
palabra, como en un río, y, semejantes a seres vivientes, le infunden vida. En cambio,
colocadas en la palabra ignorante las ideas resultan muertas. Ningún sentido es dable hallar en
ella, sólo sonidos propios de griterías, desordenados y, como ha dicho alguien,73
desmesurados.
72 EX. VII, 21.
73 Ilíada II, 212.

261. XL. Sobre estos puntos ya es bastante. Ahora bien, al decir: "Pensaba yo que estaba
situado al borde del río", reconoce que en su sueño veía no sólo una posición y un río, sino
también las orillas de un río. Es necesario que a propósito del "borde" 74 del río hagamos
algunas observaciones que vienen al caso.
74 El término kheílos = borde, significa también labio. De allí que en

262. Advertimos que la naturaleza ha dotado de labios a los seres vivientes y en particular a
los hombres con dos fines suma mente necesarios. El primero es el silencio, pues los labios
son la más fuerte barrera y valla para el sonido; el segundo, la expre sión, pues a través de
ellos fluye la corriente de las palabras, siéndoles imposible pasar si ellos no se abren.

263. De ese modo los labios ejercitan y preparan para ambas cosas: hablar y callar atendiendo
a la ocasión propicia para hacer una u otra cosa. Por ejemplo: ¿vale la pena escuchar lo que se
nos dice? Pues, presta atención en silencio, sin contradecir, conforme con la prescripción de
Moisés: "Calla y escucha" (Deut. XXVII, 9).

264. De ninguno, en efecto, de los que se meten en con troversias verbales podemos en rigor
pensar que habla o escucha; aquel que realmente intentara hacer (una y otra cosa, debería
reconocer) la utilidad (del silencio).75

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75 Los términos entre paréntesis corresponden a una laguna en el texto, por lo que la
traducción es conjetural.

265. Asimismo, cuando en medio de las guerras y males de la vida vieres la misericordiosa
mano del Divino poder extendida sobre tí como un escudo, guarda silencio. Este Auxiliador
no ha menester de alianza. También de esto hay una prueba re gistrada en las Sagradas
Escrituras. "El Señor", dice, luchará por vosotros, y vosotros permaneced callados" (Ex. XIV,
14).

266. Y si lo que vieres es que perecen los hijos legítimos primo génitos de Egipto, es decir, la
concupiscencia, el placer, el dolor, el temor, la injusticia, la insensatez, la incontinencia y
todas las demás cosas estrechamente emparentadas con éstas, sobrecogido de admiración
guarda silencio y humíllate ante el tremendo poder de Dios.

267. Porque, "no gruñirá un perro con su len gua, ni desde el hombre hasta la bestia" (Ex. XI,
7), lo que significa que ni la canina lengua con sus ladridos y vociferaciones, ni el hombre que
hay en nosotros, es decir, la rectora inteligencia, ni la criatura semejante a los animales, que es
la sensibilidad, deben envanecerse cuando ante la inminencia de nuestra ruina total nos llega
desde fuera el socorro que espon táneamente nos escuda los razonamientos que siguen Filón
pase de una a otra acepción varias veces empleando el mismo vocablo.

268. XLI. Mas, sobrevienen muchas ocasiones nada propicias para el silencio, ocasiones que
reclaman la palabra en prosa o en verso. De estas dos formas de expresión es posible también
hallar ejemplos apropiados. ¿Cómo? Supongamos que imprevistamen te nos vemos dueños de
una porción de bien. Bueno es, en tal caso, que expresemos las gracias y cantemos himnos a
quien nos la procuró.

269. ¿Y cuál es ese bien? Supongamos que la pasión que nos acosaba está muerta y ha sido
arrojada des truida completamente y sin sepultura. No perdamos tiempo, en tonces, y poniendo
en orden nuestro coro cantemos el más sa grado de los cánticos y exhortemos a todos a decir:
"Cantemos al Señor, que se ha mostrado en toda Su gloria; al caballo y al que lo montaba ha
arrojado al mar" (Ex. XV, 1).

270. Pero aunque la ruina y destierro de la pasión es, sin duda, un bien; con todo, no un bien
perfecto. El bien sin paralelo es el hallazgo de la sabiduría. Descubierta ésta, todo el pueblo
canta, no con una parte sola de la música sino con todas las armonías y melodías de ella.

271. En efecto, dice la escritura que "entonces Israel entonó este cántico sobre la fuente"
(Núm. XXI, 17), o, lo que es lo mismo, sobre el saber, que en otro tiempo estuvo oculto, y
luego fue buscado y, finalmente, des cubierto; saber, cuya naturaleza es profunda y por el cual
habitualmente son regados los racionales campos de las almas de los amantes de la
contemplación.

272. Y otro caso más: cuando cosechamos el legítimo fruto de la inteligencia, la sagrada
palabra nos prescribe que presente mos, como colocadas en el cesto 76 de nuestro
entendimiento, las primicias de esta copiosa cosecha de excelencias que han brotado, que han
germinado, que han sido producidas por obra del alma; y que, acto seguido, echemos mano a
los recursos de la oratoria para alabar a Dios, el perfeccionador, en términos como estos: "He
quitado de mi casa las cosas santas" y las he guardado en la casa de Dios 77 poniéndolos bajo

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la administra ción y cuidado de aquellos que por su selecta condición han sido escogidos para
el sagrado cuidado del templo.
76 Deut. XXVI, 2 y 4.
77 Deut. XXVI, 13.

273, Estos son los levitas y los prosélitos, los huérfanos y las viudas,78 de los cuales los
primeros son suplicantes; los segundos, emigrados y fugitivos de sus hogares; y los restantes,
huérfanos y viudas con respecto a la creación, que han adoptado a Dios como legítimo padre y
esposo de sus serviciales almas.
78 Deut. XXVI, 13.

274. XLII. Esta es la manera más apropiada de hablar y de callar. Pero los hombres ruines
hacen exactamente lo contrario.. Cultivan ardorosamente el silencio culpable y la expresión
reprensible, y ejercitan uno y otra para ruina de sí mismos y de otros.

275. La práctica a que son más afectos es la de decir lo que no deben. Abren, en efecto, sus
bocas y les quitan todo freno permitiendo así que su hablar sin ton ni son, como dicen los
poetas,79 se precipite cual torrente incontenible, acarreando a su paso innumerables perjuicios.
79 Ilíada II, 246.

276. Así, algunos de ellos se abocan a la defensa del placer, la concupiscencia y todo
des medido apetito, fortificando a la irracional pasión contra la rec tora razón; otros se
presentan con ánimo belicoso para mezclarse en contenciosas controversias con la esperanza
de cegar a la raza vidente y de poder arrojarla en precipicios y profundidades, de las cuales ya
no podría volver a salir.

277. Algunos, en fin, se han mostrado opositores no sólo a la virtud humana sino también a la
Divina. A tal punto ha llegado su demencia. El faraón, rey de la tierra de Egipto, es señalado
como jefe de la primera de estas cofradías, la de los amantes de las pasiones. Así, Dios dice al
profeta: "He aquí que él saldrá en persona hacia el agua, y tú estarás allí para salirle al
encuentro junto al borde del río" (Ex. VII, 15).

278. Es, en efecto, característico en él marchar siempre hacia el torrente desbordante de la


irra cional pasión, así como es propio del sabio salir al encuentro de la fuerte corriente de
argumentos en pro del placer y la con cupiscencia; no con sus pies sino con su entendimiento,
seguro e indoblegable, sobre los bordes del río, es decir, sobre la boca y la lengua,80 que son
los órganos de la palabra. Firmemente subido sobre ellos podrá desbaratar y echar abajo las
aparentes verdades con que se pretende justificar la pasión.
80 Ver la nota 73.

279. En cuanto al enemigo de la raza ^vidente, no es otro que el pueblo del faraón, el que
atacó, persiguió y esclavizó incesantemente a la virtud, hasta que recibió el merecido pago por
las maldades que había cometido, sumergido en el mar de las iniquidades y calamidades que
su pasión había despertado, al punto de que aquella ocasión ofreció un espectáculo sin igual,
una victoria indisputada y una alegría superior a la esperada.

280. Por eso leemos que Israel vio muertos junto al borde del mar a los egipcios" (Ex. XIV,
30). Poderosa es la mano pro tectora que hizo que la boca, los labios y la palabra presenciaran
la caída de quienes los habían aguzado contra la verdad, para que de ese modo perecieran, no

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con armas ajenas sino con las propias, aquellos que los habían empleado contra otros.

281. XLII. Tres son los excelentes anuncios que aquí se formulan al alma: uno, la ruina de las
egipcias pasiones; otro, el hecho de que ella tiene lugar no en otro lugar sino en los bordes de
la salada y amarga fuente, comparable a un mar, a través de las cuales la sofística palabra,
enemiga de la virtud, se había de rramado; y el último, la circunstancia de que esa ruina era
visible.

282. En efecto, así como es justo que ninguna cosa excelente permanezca oculta y que, por el
contrario, sea sacada a la claridad de la luz y al brillo solar; también lo es que el contrario mal
sea precipitado en las tinieblas profundas. Este, ni por casualidad debería jamás llegar a ser
visto; el bien, en cambio, debería ser contemplado atentamente por los mejores ojos. ¿Y qué
bien hay mayor que el hecho de que los seres nobles vivan y los ruines perezcan?

283. En tercer lugar están, dijimos,81 aquellos que extendieron hasta el mismo cielo la
habilidad de sus palabras. La actividad de éstos iba dirigida contra la naturaleza pero más aún
contra su propia alma, ya que afirmaban que sólo existe este mundo visible y sensible, que ni
ha sido creado ni perecerá, que es, por el contrario, increado y eterno y que nadie lo controla,
dirige ni protege.
81 En el parágrafo 277.

284. Luego apilaron una sobre otra sus demos traciones y así elevaron hacia las alturas, como
una torre, el edificio de su espuria doctrina. En efecto, leemos que "toda la tierra era un labio"
(Gen. XI, 1), un discordante concierto de todas las partes del alma para desalojar de su
posición a la más grande fuerza de cohesión del universo, el gobierno del mismo.

285. El resultado fue que, cuando esperaban remon tarse hasta el cielo en alas de sus
concepciones y dar por tierra con la eterna Realeza, la poderosa e indestructible mano los
arrojó abajo y desbarató el edificio de su doctrina.

286. Al lugar le quedó el nombre de "confusión", nombre apropiado para su inusitado


atrevimiento. Porque, ¿qué hay más confuso que la falta de gobierno? ¿No están llenas de
conflictos y desorden las casas donde no existe autoridad?

287. ¿Y no son arruinadas por las arbitrariedades de la muchedumbre, la mayor de las


oposiciones a la autoridad, aquellas ciudades que han quedado sin reyes? ¿No han perdido sus
antiguos y grandes motivos de felicidad los países, naciones y regiones de la tierra cuyos
gobiernos se han disuelto?

288. ¿Y qué decir en el caso de la humanidad? Las comunidades de los otros seres vivientes,
aéreos, terrestres y acuáticos no están congregadas sin que un guía los gobierne; por el
contrario, siempre desean un jefe y lo honran como si de él procediera cuanto de bueno tienen;
y, si éste les falta, se dispersan y son destrozadas.

289. ¿Pen saremos, entonces, que, mientras para los seres terrestres, es decir, la porción más
insignificante del universo, el origen de los bienes se halla en la autoridad, y el de los malos
reside en la anarquía, el mundo no deberá la suprema felicidad de que está lleno al reinado de
Dios?

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290. Pues bien, los sediciosos de que hablamos recibieron el castigo correspondiente a su
intento. Habiendo llevado el des orden al ámbito de lo sagrado, contemplaron su propia
impiedad desordenada por la anarquía. Los que sembraban confusión habían sido
confundidos. Pero, mientras este castigo no les ha llegado, envanecidos por su demencia,
tratan de destruir con impías palabras el gobierno del universo, se erigen ellos mismos en
gobernantes y reyes, y traspasan a la creación, inestable, tran sitoria y perecedera, como es, el
indestructible poder de Dios.

291. XLIV. Adoptando el tono de comediantes y llenos de va nidad acostumbran, sumamente


ridículos, como son, a decir:
"Nosotros somos los jefes, nosotros somos los soberanos. Todas las cosas dependen de
nosotros. ¿Quiénes, si no nosotros, pueden producir los bienes y sus opuestos? ¿De quiénes, si
no de nosotros, dependen los beneficios y los daños sin lugar a dudas? No hacen sino decir
tonterías los que aseguran que todas las cosas dependen de un poder invisible, al que
consideran rector de las cosas humanas y Divinas del mundo."

292. Tales son sus presuntuosas jactancias. Con todo, si tornan a ser dueños de sus actos,
como los que recobran la sobriedad después de una borrachera; si, llegando a darse cuenta de
sus pasadas actitudes de ebrios, se avergüenzan y se echan en cara las faltas en las que su
insensato juicio les hizo incurrir; si toman como insobornable e incorruptible consejero al
arrepentimiento y tratan de alcanzar la clemencia de la potencia propicia del Que Es con
santas retractaciones por sus profanas presunciones; en ese efecto, el Auriga que está subido al
alado carro que es este caso alcanzarán un completo perdón.

293. Pero, si, en cambio, continúan siempre rebeldes a las riendas y se encabritan indó mitos
como si fueran independientes, libres y señores de otros, se verán fatal e implacablemente
forzados a ser testigos de su nulidad en todas las cosas, pequeñas y grandes.

294. En efecto, el Auriga que está subido al alado carro que es este mundo les pondrá el freno,
tirará hacia atrás con fuerza las hasta entonces sueltas riendas, apretará los bozales, y con
látigos y agudos instrumentos les hará presente Su condición de amo, de la que, como
esclavos ruines, habían olvidado fiados en la bondad y dulzura del soberano.

295. Ellos desvirtúan la benignidad de los amos tomándola por falta de autoridad y simulan un
estado sin gobierno hasta que su dueño frena la impe tuosa corriente de su enfermedad
aplicando castigos a título de remedios.

296. Por eso leemos que "el alma sin ley, que dis tingue con los labios el hacer el mal o el
hacer el bien", más adelante: "proclamará su falta" (Lev. V, 4 y 5). ¿Qué es lo que dices, alma
rebosante de presunción? ¿Conoces, acaso, qué es el bien verdadero, o la nobleza o la justicia
o la santidad, o qué conviene a cada uno?

297. El conocimiento y el poder sobre estas cosas reside en Dios solamente y en quien es Su
amigo. Testimonio de esto es el oráculo en el que se lee: "Yo mataré y daré la vida; golpearé y
curaré" (Deut. XXXII, 38).

298. Pero ciertamente, cuando el alma que se tiene a sí misma por sabia ha tenido este sueño
sobre cosas que están fuera de su alcance, no lo toma a la ligera, sino a tal punto la llenan los
vientos del orgullo, que llega a jurar 82 que esas cosas, falsas suposiciones suyas, se hallan

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segura y firmemente establecidas.
82 Lev. V, 4.

299. Y, si la agitación afiebrada de su enfermedad co mienza a abatirla, la chispa de la salud,


encendiéndose gradualmente, la forzará primero a "proclamar su falta", es decir, a reprocharse
a sí misma, y a presentarse luego ante el altar como suplicante, para recabar gracias con
súplicas, votos y sacrificios, únicos medios para alcanzar el olvido de sus culpas.

300. XLV. A continuación podríamos, con razón, preguntar por qué sólo al hablar del río de
Egipto, y no así en el caso del Eufrates y de los otros sagrados ríos, señala Moisés que tiene
labios. En erecto, mientras en un pasaje dice: "Estarás colocado en el borde (o labio) del río
para salirle al encuentro" (Ex. VII, 15) ...83
83 Se advierte en este punto que el texto se halla trunco y que debían seguir seguramente

algunos ejemplos.

301. No faltarán, probablemente, quienes digan en tono bur lón que tales cuestiones no
deberían ser objeto de nuestras inda gaciones; que, a todas luces, resultan sutilezas más bien
que averiguación provechosa. Pero yo sostengo que tales estudios son como condimento que
sazona las sagradas escrituras para mejoramiento de sus lectores; y que no se ha de tachar de
ociosos parlanchines a los que están entregados a estas investigaciones, y sí de inoperantes a
los que las desechan.

302. Porque el asunto que nos ocupa ahora nada tiene que ver con los conoci mientos acerca
de los ríos, y sí con vidas a las que se compara con las corrientes de los ríos, y en las que se
dan tipos opuestos. La vida del hombre virtuoso se manifiesta, en efecto, a través de obras; la
del ruin, a través de palabras.
Y la palabra... a la lengua, a la boca, a los labios.. .84
84 Laguna en el texto.

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SOBRE ABRAHAM

(DE ABRAHAMO)

Vida del hombre sabio cuya perfección es resultado de la instrucción; o primer libro de las
leyes no escritas, que trata sobre Abraham

1. I. El primero de los cinco libros en que se hallan escritas las sagradas leyes es designado y
registrado con el nombre de Génesis, nombre que hace referencia a la génesis del mundo,
relatada en la primera parte de dicho libro. Lleva ese título a pesar de que abarca otros
innumerables asuntos, tales como la guerra y la paz, la fecundidad y la esterilidad, el hambre y
la abundancia, los inmensos estragos producidos sobre la tierra por el fuego y el agua,1 y los
sucesos contrarios a estos, vale decir, las creaciones y los desarrollos tanto de animales y
plantas al influjo de las condiciones propicias del aire y de las estaciones anuales, como de los
hombres, de los que unos han consagrado sus vidas a la virtud y otros al vicio.
1 Es decir, el diluvio universal y la destrucción de Sodoma y Gomorra. Ver Sobre la vida de

Moisés II, 52 a 65 y 263.

2. Pero, dado que de estas cosas unas forman parte del mundo y otros son aconteci mientos
relacionados con él, y el mundo es la perfectísima ple nitud que los contiene, es al mundo al
que el legislador le ha dedicado la totalidad del libro.

3. Lo que toca a la manera como tuvieron lugar las sucesivas etapas de la creación del mun do
ha sido detalladamente expuesto por nosotros, hasta donde nos era posible, en el tratado
precedente.2 En cuanto a las leyes, puesto que es preciso que al examinarlas lo hagamos
con forme con un orden apropiado, dejaremos para después la consideración de las
particulares, que son copias, por así decir; y examinaremos primeramente las más generales,
las que podríamos llamar arquetipos de aquéllas.
2 El "tratado precedente" es muy posiblemente Sobre la creación del mundo según Moisés, en

el cual se desarrollan los temas que ahora men ciona Filón. Según esto. Sobre la creación del
mundo no encabezaría el conjunto total de las obras de Filón, sino sólo la segunda parte, es
decir, la dedicada a exponer las leyes contenidas en el Pentateuco, después de haberlas
comentado o interpretado alegóricamente en la primera parte. Así lo han entendido algunos
editores modernos, que colocan Sobre la creación del mundo inmediatamente antes de Sobre
Abraham. En la pre sente edición se sigue la ordenación tradicional ubicándose aquél a la
cabeza de todos los tratados filonianos, y éste al comienzo de la segunda parte. Uno y otro
criterio resultan aceptables por cuanto el contenido y el carácter de Sobre la creación, del
mundo hacen que el tratado pueda servir de iniciación tanto de la interpretación alegórica
como de la exposición de las leyes. Ver Introducción, pág. 17 y 18.

4. Estas leyes están per sonificadas en hombres de vida irreprochable y noble, cuyas virtudes
hállanse registradas en las sacratísimas escrituras, y no para alabanza de ellos exclusivamente,
sino además para instruir a quienes las leen y despertar en estos el deseo de emularlos.

5. Dotadas de vida y razón, dichas leyes encárnanse en tales hombres, a los que Moisés
encomia por dos motivos: en primer lugar porque desea dejar en claro que las prescripciones
establecidas no están reñidas con la naturaleza; y en segundo lugar porque quiere hacer
patente que el trabajo que sobrelle van los que aspiran a vivir conforme con las disposiciones

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de la ley no es muy grande, como lo prueba el hecho de que las primeras generaciones se
ajustaran con facilidad suma a la le gislación no escrita, antes de que por primera vez se
redactara cada una de las legislaciones particulares, al punto de que bien podría afirmarse que,
una vez establecidas, éstas no son otra cosa que recordaciones de la vida de aquellos antiguos,
encaminadas a perpetuar la memoria de sus obras y pensamientos.

6. Ellos, en efecto, sin haber sido discípulos o alumnos de otros ni haber aprendido de
maestros lo que debían hacer y decir, siguiendo sólo sus propias determinaciones e
instruyén dose a sí mismos, aceptaron de buen grado vivir conforme con la naturaleza, por
considerar que la naturaleza misma era, y realmente lo es, la más venerable de las
legislaciones. De ese modo, su vida toda se ajustó a leyes excelentes, y no incurrieron
voluntariamente en nada reprochable; y, en los casos de faltas casuales, invocaron a Dios, y
con ruegos y plegarias recabaron Su perdón; con lo que aseguraban que su vida entera
estuviera rectamente encaminada a través de ambas contingencias, tanto las acciones
preconcebidas como en las realizadas sin deliberado propósito.

7. II. Pues bien, como el primer paso hacia la participación en los bienes es la esperanza y el
alma amante de la virtud la abre y despliega como una ancha vía, en su empeño por alcanzar
la verdadera excelencia. Moisés ha dado el nombre de "hombre" al primero que amó la
esperanza, concediéndole como especial distinción el nombre que es común a toda nuestra
raza. "Enós", en efecto, es el nombre con que los caldeos 3 designan al hombre.
3 Filón llama habitualmente lengua caldea a la hebrea. Recuérdese que después del destierro

de Babilonia la lengua hebrea dejó de hablarse y que su conocimiento quedó reservado a los
eruditos. Los hebreos adop taron la lengua internacional de entonces, el arameo, y
posteriormente el griego los radicados fuera de Palestina en las zonas orientales del
Medi terráneo, particularmente en Alejandría. De ese modo estos judíos no podían entender la
escritura en su lengua original, como lo señala Filón en Sobre la vida de Moisés II, 26.

8. Le dio ese nombre porque, a su juicio, solo es verdadero hombre aquel, que espera el bien y
reposa firmemente sobre honestas esperanzas;4 lo cual nos demuestra que a quien no posee
esperanzas no lo consideraba un hombre sino un sim ple animal con forma humana, ya que
está desposeído de la posesión más peculiar del alma humana, que es la esperanza.
4 Filón asocia la esperanza con Enós, basándose en Gen. IV, 26, donde se lee que "este Enós

fue el primero que esperó pronunciar el nombre de Dios Soberano". Ver Sobre las habituales
intrigas de lo peor contra lo mejor, 138.

9. Por ello, en su deseo de ensalzar cumplidamente al esperan zado, después de expresar que
éste había puesto su esperanza en el Padre y Hacedor de todas las cosas, agrega: "Este es el
libro de la creación del hombre"; no obstante que antes habían sido creados los padres y los
abuelos de aquél. Es que el legis lador entendía que éstos eran los fundadores de la raza
mez clada, en tanto que Enós lo era de la raza sin mezcla ni impureza alguna, de la
verdaderamente racional.

10. En efecto, así como, aunque los poetas son innumerables, decimos "el poeta"
refiriéndonos a Hornero, el poeta por excelencia; y al decir "el negro" 5 nos referimos a
aquello con lo que escribimos, a pesar de que todo lo que no es blanco es negro; y entre los
atenienses quien dice "el arconte" 6 dice "el arconte epónimo", el de mayor jerarquía entre los
nueve arcontes, aquel cuyo año de magistratura sirve para determinar las fechas; de la misma
manera Moisés ha dado el nombre de hombre por excelencia a. aquel hombre que acariciaba

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esperanzas, no haciendo lo mis mo en el caso de la multitud de los otros hombres por
considerarlos no merecedores de recibir el mismo título.
5 To mélan = el (o lo) negro, designa además la tinta para escribir.
6 El título de arconte, sin aditamento alguno, designaba en Atenas al arconte por excelencia o

primer arconte, que posteriormente se denominó arconte epónimo porque con su nombre se
designaba el año de su ejercicio del cargo. Los otros arcontes llevaban una especificación
adicional y eran el arconte basileo, el arconte polemarco y los seis arcontes tesmótetas.

11. Acertado estuvo también Moisés al decir "el libro de la creación del hombre" verdadero.
El término "libro" es muy apropiado, puesto que el hombre esperanzado merece que su
memoria se registre no ya en papiros, que serán destruidos por las polillas, sino en el
imperecedero libro de la naturaleza, en el que se hallan registradas las buenas acciones.

12. Es más, si contamos las generaciones desde la primera, el hombre nacido de la tierra,
hallaremos que aquel que los caldeos llaman Enós y en lengua griega es llamado "hombre" es
el cuarto.7
7 Enós era hijo de Set, y éste de Adán, por lo cual Enós sería el tercero en la lista.

Posiblemente Filón considera también a Abel y a Caín, pero descartando a uno de ellos, o bien
a Abel puesto que, asesinado, fue susti tuido por Set (Gen. IV, 25), o bien a Caín, como
maldecido por Dios. En cualquiera de los dos casos Enós sería, efectivamente, el cuarto.

13. Y entre los números el cuatro es tenido en alta estima no sólo por los otros filósofos que se
han consagrado al estudio de las cosas inmateriales e intelectuales, sino también, y de manera
muy especial, por el omnisciente Moisés, el que, glorificando este número, dice que "es santo
y loable".8 Las razones de este aserto quedan expuestas en el tratado precedente.9
8 Refiérese Filón a lo que afírmase en Lev. XIX, 24: "En el cuarto día el fruto será santo y

loable para el Señor." En otros lugares, como Sobre la obra de Noé como plantador 119, y en
Sobre los sueños I, 33, Filón no interpreta el término ainetós como loable, digno de alabanza,
sino le atribuye un sentido activo de para alabanza, referido a algo que mueve a alabar a Dios.
9 En Sobre la creación del mundo 47 y ss. Ver la nota 2 del presente tratado.

14. Santo, tam bién, y merecedor de elogios es el hombre esperanzado, en la medida en que el
desesperanzado es culpable y reprochable, pues en todas las situaciones toma al miedo por su
funesto con sejero. No hay, en efecto, dicen, dos cosas tan enfrentadas entre sí como la
esperanza y el temor; y por cierto que dicen bien. Ambos son estados de expectación, pero la
esperanza lo es de bienes, y el temor, por el contrario, es espera de males, siendo sus
naturalezas irreconciliables e incapaces de armonizar entre sí.

15. III. Ya hemos dicho lo suficiente acerca de la esperanza, virtud que ha sido colocada por la
naturaleza a modo de portera en los pórticos de las soberanas virtudes interiores, las que no es
posible alcanzar si previamente no se ha rendido honores a aquélla.

16. Grande, ciertamente, es la preocupación de los legisladores y grande la de las leyes en


todas las naciones por llenar de saludables esperanzas las almas de los hombres libres; mas, el
que, sin necesidad de exhortación y sin que medie man dato alguno, ha hecho suya la
esperanza, ése ha sido instruido respecto de esta virtud, sin mediación de maestros, por una
ley no escrita que la naturaleza ha establecido.

17. El segundo lugar, después de la esperanza, ha cabido al arrepentimiento por las faltas y al

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mejoramiento; razón por la cual a continuación menciona Moisés a aquel que trueca una vida
inferior por otra mejor, a quien los hebreos llaman Enoch, que es como decir en griego "el que
ha recibido la gracia"; a propósito del cual se nos ha dicho que "Enoch fue grato a Dios, y no
era hallado porque Dios lo había trasladado".10
10 La idea de que Enoch personifica el arrepentimiento la extrae Filón del verbo metatíthénai

= cambiar de lugar, trasladar, transformar, que en el plano moral significa, según él, cambiar
de vida.

18. El traslado, en efecto, implica modificación y cambio; y en este caso el cambio es hacia un
mejor estado por cuanto él tiene lugar por obra de la providencia de Dios, y todo lo que se da
con la ayuda de Dios es excelente y en todo sentido provechoso, así como de nada sirve
cuanto tiene lugar sin la Divina guía.

19. Bien dicho está con respecto a la persona trasladada lo de "no era hallada", bien sea
porque la vieja vida reprensible ha quedado borrada y suprimida y ya no es hallada, como si
nunca absolutamente hubiera existido; bien porque el trasladado y situado en un orden
superior es difícil de ver por naturaleza. El vicio, en efecto, está ampliamente difundido y por
ello es conocido por muchos; la virtud, en cambio, es rara, al punto de que ni siquiera por los
menos es comprendida.

20. Por otra parte, el hombre ruin, en su manía de meterse en asuntos ajenos, recorre las
plazas, los teatros, los tribunales, los consejos, las asambleas y toda reunión o congregación
de hombres, y da rienda suelta a su lengua en desmedida, interminable y confusa charla,
desordenando y confundiéndolo todo, mezclando lo falso con lo verdadero, lo apropiado con
lo inconveniente, lo privado con lo público, lo profano con lo sagrado, lo ridículo con lo
sen sato; porque el silencio, que a su debido tiempo es la cosa más excelente, no ha formado
parte de su educación.

21. Con in discreta curiosidad mantiene el oído alerta movido por su avidez por conocer tanto
lo bueno como lo malo de los demás, para envidiar lo bueno y alegrarse por lo malo, ya que el
hombre ruin es un ser malicioso, que por naturaleza odia el bien y ama el mal.

22. IV. El hombre virtuoso, por el contrario, habiendo nacido en él el deseo de una vida
quieta, se aísla y ama la soledad y tiene por un bien el pasar inadvertido para los demás, y no
por misantropía, que es filántropo como el que más, sino porque ha desterrado de sí al vicio,
el que es grato a la inmensa mayo ría, la que se complace en aquello que merece lamentarse y
se aflige por las cosas a propósito de las cuales debería alegrarse.

23. En consecuencia, enciérrase de ordinario en su casa y rara vez atraviesa sus puertas, o más
frecuentemente aún, para evitar visitas, se va fuera de la ciudad y en un solitario rincón
campestre transcurren sus días en la grata compañía de los miembros más excelsos de la raza
humana toda, de los que el tiempo ha consumido los cuerpos, pero de cuyas virtudes
man tienen vivo el fuego los escritos que nos han quedado en poesía y en prosa, y con los que
el alma logra progresos en el bien.

24. Tal es la razón por la que el legislador ha dicho que "no era hallado", ya que es difícil dar
con él y tenerlo a mano. Pasa, pues, desde la ignorancia hacia la instrucción, desde la
insen satez hacia la prudencia, desde la cobardía hacia el valor, desde la impiedad hacia la
piedad, y también de la voluptuosidad hacia la continencia y de la vanagloria hacia la

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humildad. ¿Y qué riqueza se iguala en mérito a estas cosas o qué posesión de reino o dominio
es más provechosa?

25. Porque, a decir ver dad, la riqueza, no la ciega sino la de aguda visión, consiste en la
abundancia de virtudes, en la que, consecuentemente, hemos de reconocer a la legítima y
ecuánime soberanía que todo lo rige con equidad, en contraste con los espurios gobiernos, que
sólo lo son de nombre.

26. Ahora bien, no debemos olvidar que el lugar que corres ponde al arrepentimiento es el
segundo, inferior al de la per fección, tal como el grado inmediatamente inferior a la salud
corporal corresponde al paso de la enfermedad al estado sano. Así pues, la inmutable
perfección de las virtudes ocupa el lugar más próximo al Divino poder; en tanto que el
mejora miento progresivo es un bien apropio del alma bien dotada por naturaleza, que no se
deja estar en las concepciones pueriles sino busca con pensamientos maduros y
verdaderamente de hombre una serena condición, en procura de la visión de las cosas
excelsas.

27. V. Es, por lo tanto, natural que el legislador sitúe a continuación del hombre arrepentido al
hombre amante de la virtud y amado de Dios, el que en lengua hebrea llámase Noé y en
lengua griega "reposo" o "justo",11 títulos apropiadísimos para el sabio. Que lo es el de justo
salta a la vista, por cuanto nada hay mejor que la justicia, la soberana de las virtudes, que,
como la más hermosa del coro, ocupa el primer lugar. Y también el de reposo pues su
contrario, el movimiento antinatural,12 resulta ser la causa de alteraciones, trastornos,
disensiones y contiendas. Tal movimiento es buscado por los hombres ruines, en tanto que los
que han ganado estima por la nobleza de su carácter van en procura de una vida calma, serena,
tranquila y pacífica a la vez.
11 Es decir, éstas son las acepciones del nombre Noé.
12 Los estoicos definían la pasión como "el antinatural movimiento del alma".

28. Consecuente consigo mismo, da Moisés el nombre de "reposo" también al séptimo día, al
que los hebreos llaman sábado; y no, como piensan todos, porque el común de la gente hace
un alto en las habituales tareas al cabo de seis días; sino porque realmente en el universo y en
nosotros mismos el número siete está siempre libre de disensión, guerra y riva lidad, y es el
más pacífico de todos los números.

29. Testigos de lo que digo son las facultades de nuestro ser. Seis 13 de ellas, en efecto, libran
en tierra y en mar una guerra incesante y sin tregua; los cinco sentidos porque ansian las cosas
sensibles y se afligen cuando no dan con ellas; la palabra, porque con desenfrenada lengua
parlotea innumerables cosas que deberían callarse.
13 En otros lugares sostiene Filón que nuestras facultades son siete, aparte de la inteligencia,

pues agrega a las seis facultades irracionales la facultad de engendrar. Ver Sobre la creación
del mundo 117, y Sobre los cambios de nombres 111.

30. En cambio, la séptima facultad es la de la sobe rana inteligencia, la que, una vez que ha
triunfado sobre las otras seis y ha retornado victoriosa gracias a su fuerza superior; ansiosa de
soledad y feliz de platicar consigo misma, consciente de que no necesita de otro y de que se
basta a sí misma, des prendiéndose entonces de los cuidados y negocios de la raza mortal, se
entrega a una vida calma y serena.

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31. VI. A tal punto exalta Moisés al amante de la virtud, que, cuando nos da su genealogía, no
hace, como es su costumbre en los otros casos, la lista de abuelos, bisabuelos y antepasados
de la rama paterna y de la materna, sino la de ciertas virtudes, lo que equivale prácticamente a
proclamar sin ambages que la mansión, familia y patria del hombre sabio son exclusivamente
las virtudes y las acciones virtuosas. Dice, en efecto: "Estas son las generaciones de Noé. Noé,
hombre justo, perfecto en su generación, fue grato a Dios" (Gen. VI, 9).14
14 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 117.

32. Preciso es tener presente que en esta ocasión no llama "hombre", según el sentido habitual
de esta palabra, al ser viviente mortal dotado de razón, sino al hombre por excelencia, o sea, a
aquel que jus tifica tal nombre por haber arrojado fuera del alma las salvajes y frenéticas
pasiones y los en extremo bestiales vicios.

33. He aquí la prueba: después de "hombre" agrega "justo", y con la expresión "hombre justo"
da a entender que el hombre injusto no es realmente hombre, siendo más correcto hablar de
una bestia con figura humana; y que sólo lo es el que busca con empeño la justicia.

34. Dice también que Noé llegó a ser "perfecto", con lo que sugiere que adquirió no una sola
virtud sino todas, y que, habién dolas adquirido, continuó poniendo en práctica cada una de
ellas en toda oportunidad.

35. Y, tras coronarlo como vencedor en la justa, lo enaltece aún más diciendo a modo de
espléndida proclama que "fue grato a Dios" ¿Qué cosa mayor que esa puede darse en la
naturaleza? ¿Qué prueba más esclarecida de noble za de espíritu? Ninguna, porque si aquellos
que desagradan a Dios son desdichados, una total felicidad acompaña a aquellos a los que es
dado complacerlo.

36. VII. No sin acierto, luego de haber celebrado Moisés a este "hombre" por poseer tan
grandes virtudes, agrega que fue "perfecto en su generación", con lo que pone de manifiesto
que fue bueno no con el bien absoluto sino en comparación con los hombres de su tiempo.

37. No mucho más adelante el legislador habrá de mencionar a otros sabios, poseedores de
una virtud inconmovible, libres de la lucha contra la maldad, considerados merecedores de
aprobación y distinción no por haber llegado a ser mejores que sus coetáneos, sino porque,
habiendo sido dotados de una feliz naturaleza, la conservaron intacta; hombres que no solo no
han huido de perniciosas prác ticas, sino ni siquiera llegaron a entrar en contacto con ellas en
absoluto; y por el contrario, convertidos desde sus principios en practicantes de elevadas
acciones y palabras, adornaron con ellas sus vidas.

38. Admirables en sumo grado resultan, por eso, aquellos varones cuyas inclinaciones fueron
libres y resul tado de una feliz naturaleza, y acogieron cuanto es elevado y justo, no por
imitación o por enfrentamientos con otros, sino por propio impulso, pero admirable es
también el que ocupó un lugar aparte entre los de su generación y no participó de los deseos
de los más. Éste alcanzará el segundo galardón; el primero será conferido por la naturaleza a
aquellos.

39. Pero el segundo premio es también grande de por sí. ¿Qué cosa, en efecto, de las que Dios
ofrece y brinda no es grande y merecedora de nuestros esfuerzos? Pero la más clara prueba de
ello la constituye la excelencia sin par de las gracias que alcanzó Noé.

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40. Aquella época, en efecto, engendró un torrente de iniquidades, y cada región, cada nación,
cada ciudad, cada familia y cada persona en particular se vio llena de malvadas-prácticas,
rivalizando con plena voluntad y premeditación por aventajarse, como en una contienda, en
las culpables acciones; y todos ponían todo su empeño en esta competencia esforzándose cada
uno por superar a su vecino en la magnitud, de su vicio sin omitir cosa alguna de las que
constituyen una vida culpable y execrable.

41. VIII. Irritado, como era de esperar, Dios por todo ello, al ver que la que parecía ser la
mejor de las creaturas vivientes, la que había sido juzgada merecedora de entrar en relaciones
con Él en mérito a que estaba dotada de razón, en vez de practicar la virtud, como debía, se
entregaba ardorosamente al vicio y a cada una de sus formas particulares, dispuso el castigo
apropiado. Determinó destruir mediante un diluvio a cuantos entonces vivían, no sólo a
aquellos que habitaban en las llanuras y lugares bajos sino también a los habitantes de las altas
montañas.

42. En efecto, el gran mar15 creció ganando altura como nunca antes había crecido y con
concentradas fuerzas irrumpió a través de sus salidas en os mares que nos rodean; sus
desbordadas aguas sumergieron islas y continentes, encanto que, fuera de cauce, las comentes
de las fuentes perennes, de los ríos mediterráneos y de los torrentes se mezclaban unas con
otras y se elevaban remontándose a grandes alturas.
15 Gén. VII, 11. Es decir, el océano que se suponía rodeaba el mundo terrestre.

43. Tampoco el aire permaneció tranquilo; una profunda y cerrada obscuridad cubrió el cielo
todo, y tremendas ráfagas de viento, ensordecedores truenos, resplandores de re lámpagos, y
caídas de rayos acompañaban a las lluvias que se precipitaban sin cesar, dando la impresión
de que las diversas partes del universo se apresuraban a retomar hacia, una única naturaleza:
la del agua; hasta que, por la torrencial caída de la que venía de arriba y el desborde de la de
abajo, las aguas se elevaron a las alturas, y anegadas por ellas, desaparecieron de la vista no
sólo las planicies y tierras bajas sino también las cumbres de los más altos montes.

44. Todas las partes de la tierra se sumergieron, en efecto, bajo el agua, al punto de que
parecía haber sido violentamente aniquilada toda ella y, lo que no es lícito decir ni pensar,
mutilada la integridad y perfec ción del mundo al serle tronchado un gran sector; Y la misma
suerte corrió el aire; excepto una pequeña porción correspon diente a la luna, todo él fue
completamente desplazado vencido por el violento torrente del agua, que ocupó con toda su
tuerza el espacio de aquél.

45. Al punto entonces perecieron todos los sembrados y árboles, pues tan ruinosa les es la
desmedida abundancia de agua como la carencia excesiva de ella; y murie ron las incontables
multitudes de animales, tanto domésticos como salvajes. Es que, como era de esperarse, si era
aniquilada la raza superior, la humana, no podía sobrevivir ninguna de las inferiores, puesto
que habían sido creadas para las necesida des del hombre, esclavas en cierto modo para
obedecer las órdenes de sus amos.

46. Cuando tan grandes y vastas calami dades se precipitaron sobre el mundo con las lluvias
que en aquella ocasión se produjeron, y todas sus partes, con excepción del cielo, sufrieron la
antinatural catástrofe, como enfermas de una grave y mortal plaga, sólo una familia, la de
dicho varón justo y amado de Dios, fue salvada. Con esto recibió los dos dones más elevados:

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uno, consistente, como he dicho, en no perecer juntamente con los demás; otro, el constituirse
en el nuevo fundador de una nueva raza de hombres. Dios, en efecto, lo había considerado
digno de ser el fin y el principio de nuestra especie, el fin de los anteriores al diluvio, el
principio de los que vinieron luego.

47. IX. Tal fue aquel que fue el mejor entre los de su época, y tales fueron los premios
concedidos a él, premios cuya naturaleza ha mostrado la sagrada escritura. Ahora bien, los tres
o bien hombres o bien tipos de alma mencionados constituyen una serie en armónica
progresión: el hombre "perfecto" es com pleto desde el principio; el "trasladado" lo es solo a
medias puesto que ha dedicado al vicio la primera parte de su vida y la segunda a la virtud,
hacia la cual ha pasado o emigrado; el "esperanzado", como su mismo nombre lo da a
entender, es imperfecto pues siempre está anhelando el bien sin poder to davía alcanzarlo,
semejante a los navegantes que, ansiosos de arribar a puerto, deambulan por el mar sin poder
entrar en la rada.

48. X. Queda, pues, presentada la primera serie formada por tres varones amantes de la virtud.
Pero más grande aún es la segunda tríada, de la que hemos de hablar ahora. Aquélla, en
efecto, asemejase a los estudios de la edad infantil; ésta es com parable a los ejercicios de los
atletas que se preparan para competencias verdaderamente sagradas: 16 atletas que,
despreciando los ejercicios corporales, forjan la robustez del alma, ansiosos de alcanzar la
victoria contra las enemigas pasiones.
16 Por oposición a los certámenes de los griegos, falsamente llamados sagrados, según Filón.

49. En qué difieren entre sí éstos en su empeño por llegar a una única y una misma meta lo
diremos con la detención necesaria a conti nuación. Pero no debemos pasar por alto la
mención de ciertas cosas que conviene se digan previamente de los tres en conjunto.

50. Ocurre que estos tres pertenecen a una única casa y familia, como que el último es hijo del
segundo y nieto del primero, y que todos son amantes al par que amados de Dios, siendo su
amor hacia el Dios verdadero correspondido por Éste, que, como lo muestran las revelaciones,
en mérito a lo excelso de las virtudes que practicaron durante sus vidas los ha consi derado
dignos de participar del título que Le es propio.

51. Su propio nombre, en efecto, unió a los nombres de ellos combi nándolos, al designarse a
Sí mismo mediante una denominación que incluye los nombres de los tres. "Pues este es Mi
eterno nombre: el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob" (Ex. III, 15).17 El
nombre "Dios" está empleado en un sentido relativo, no absoluto;18 y seguramente con razón.
Por que Dios no necesita, ciertamente, nombre alguno; mas, aunque no ha menester de él, con
todo, concede a la raza humana la gracia de un nombre Suyo acomodado a ella para que los
hom bres, pudiendo refugiarse en las plegarias y súplicas, no se vean privados de una
bienhechora esperanza.
17 Ver Sobre los cambios de nombres, 12 y 13.
18 Filón emplea aquí la distinción que hacían los gramáticos griegos y latinos entre el nombre

empleado solo. Dios, por ejemplo; y el empleado en relación con otro, tal como en Dios de
Abraham,

52. XI. Aparentemente estas palabras han sido referidas a hombres de vida santa; pero ellas
son también indicaciones acerca de un orden de cosas menos visible pero muy superior al
perceptible por los sentidos. En efecto, lo que la sagrada palabra aparece examinando son

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tipos de alma, todos meritorios, uno que tiende al bien a través de la enseñanza, otro
conducido por su misma naturaleza y otro mediante la ejercitación. Sus nombres son
Abraham, Isaac y Jacob respectivamente, y son símbolo el primero de la virtud adquirida por
la enseñanza, el segundo de la brindada por la naturaleza y el tercero de la lograda con la
ejercitación.

53. Empero, preciso es tener pre sente que cada uno de ellos participa de las tres cualidades,
pero lleva el nombre conforme con la que de manera relevante prevalece en él. Porque ni la
enseñanza puede alcanzar su per fección sin la natural disposición y la ejercitación; ni la
natura leza es capaz de llegar a su plenitud sin la enseñanza y la ejer citación; ni la práctica
tampoco, si no se cimenta sobre la base que le proporcionan la naturaleza y la enseñanza.

54. Con todo fundamento, pues. Moisés establece el estrecho parentesco entre estas tres cosas
(hombres si nos atenemos a la letra, pero, como dije, virtudes en realidad) que son la
enseñanza, la na turaleza y la ejercitación, a las que con otro nombre los hombres denominan
gracias, las que son también tres. Llámanlas así o bien porque estas tres potencias son gracias
brindadas por Dios a nuestra especie para alcanzar la perfección de la vida, o bien porque ellas
se han dado a sí mismas al alma racional como el don perfecto y más excelente. De esta
manera el eterno nombre manifestado en las sagradas revelaciones aparece referido no ya a
tres hombres reales sino, más bien, a las tres dichas potencias.

55. Es que mientras la naturaleza humana es perecedera; la de las virtudes, en cambio, es


imperecedera; y es más razo nable que lo que es eterno sea predicado acerca de las cosas
im perecederas que acerca de las mortales, ya que lo imperedecero es afín a la eternidad,
mientras que la muerte es enemiga de ésta.

56. XII. Ahora bien, tampoco es dable ignorar lo siguiente: mientras Moisés presentó al
primer hombre, el formado de tierra, como padre de los engendrados hasta el diluvio, y a Noé,
que con toda su familia fue el único sobreviviente de semejante destrucción en atención a su
justicia y nobleza de alma, como padre de la nueva raza de hombres que comenzaría a
multiplicarse nuevamente; las sagradas palabras atribuyen a esta insigne y valiosísima trinidad
la paternidad de una única espe cie, a la que se califica de "real", de "sacerdocio" y de "raza
sagrada".19
19 Ex. XIX, 6.

57. El nombre de dicha especie manifiesta su rele vante condición. Llaman, en efecto, a esta
raza en lengua hebrea Israel, nombre que, traducido, significa "el que ve a Dios". Ahora bien,
si la visión que nos proporcionan los ojos es la más excelente de todas las percepciones, ya
que sólo por ella son aprehendidas las cosas más excelentes de la realidad, el sol, la luna y
todo el cielo y el mundo, la visión de la inteligencia, elemento rector del alma, sobrepasa a
todas las demás facultades de la inteligencia. Dicha visión es la sabiduría, la cual es la vista
del entendimiento.20
20 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios 46.

58. Aquel al que ha sido concedido no sólo el aprehender mediante el conocimiento todo lo
demás que hay en la naturaleza, sino también el ver al Padre y Hacedor de todas las cosas,
tenga por seguro que ha alcanzado la cima de la felicidad. Porque nada hay más alto que Dios,
y, si alguien, extendiendo la mirada del alma, ha llegado hasta Él, niegue que le sea dado
quedarse y mantenerse firme donde está.

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59. Porque, mientras los caminos escarpados son fati gosos y pesados; el impulso en
pendiente, sin demasiado pro nunciado declive, es rápido y facilísimo, y muchas resultan ser
las fuerzas que llevan hacia abajo, aunque ninguna de ellas prevalece cuando Dios sostiene al
alma mediante Sus potencias y la conduce hacia Sí con una atracción más potente aún.21
21 Más potente que aquellas fuerzas que arrastran hacia abajo.

60. XIII. Queda, pues, dicho con lo que antecede cuanto era preciso decir acerca de los tres en
común. Lo que sigue se ha de referir a aquellos aspectos en que cada uno se destacó
separadamente. Comenzaremos por el primero. Abraham, pleno de celo por la piedad, la más
excelsa y grande de las virtudes, se esforzó por seguir a Dios y ser obediente a Sus mandatos,
entendiendo por tales no sólo las prescripciones reveladas oral mente o por escrito, sino
también las manifestadas a través de la naturaleza mediante más claros signos, las que capta el
más veraz de los sentidos,22 y no el inseguro e indigno de confianza oído.
22 La vista.

61. Cualquiera, en efecto, al contemplar el orden de la naturaleza y la organización, superior a


toda ponderación, por la que rige el mundo, aprende, sin que nadie se lo diga, a vivir una vida
ordenada y pacífica, mediante la contemplación de tales bellezas con ánimo de asimilarlas.
Pero las más claras muestras de la piedad de Abraham son las que contienen las sagradas
escrituras. Hemos de referirnos primeramente a la que figura primero.

62. XIV. Habiéndole impuesto un oráculo la obligación de abandonar su país, parientes y casa
paterna y emigrar, él, considerando que la celeridad en el cumplimiento de lo or denado era
condición básica de su perfecta ejecución, se apresuró a hacerlo con toda prisa, no como quien
se apresta a aban donar su país hacia tierra extraña sino como quien retoma desde tierra
extranjera hacia su país.

63. ¿De qué otro hubiera ca bido esperar que fuera tan firme y decidido que no cediera y
sucumbiera ante la atracción de los parientes y la patria, siendo así que el apego a éstos nace y
crece, podríamos decir, con cada uno y está consustanciado con nosotros tanto o más que las
partes que componen nuestro ser?

64. Así lo atestiguan los legisladores, los que para aquellos que han sido convictos de los más
grandes delitos han establecido la pena de destierro como pena que sólo a la de muerte cede
en severidad; aunque, a mi parecer, no es menos severa que la muerte, si nos atenemos al
dictado de la verdad, sino mucho más penosa, por cuanto la muerte es, al fin y al cabo, el
término de las desgracias, en tanto que el destierro es el comienzo, no el fin, de nuevas
desdichas, y en lugar de una sola muerte que acaba con los dolores acarrea innumerables
muertes a los que conservan sus sentidos.

65. Al gunos se hacen a la mar o bien en viajes de negocio movidos por el deseo de ganancias
o bien como embajadores o bien por amor a la cultura para ver las cosas de otros países. A
todos ellos los mueven motivos para residir en el extranjero, a unos las ganancias, a otros la
posibilidad de beneficiar a su país en los asuntos más vitales e importantes, si se dan las
ocasiones propi cias, a otros el conocimiento de aquello que anteriormente igno raban,
conocimiento que proporciona al alma goce y provecho, ya que la misma diferencia hay entre
quienes viajan y los que permanecen en su tierra que entre los dotados de aguda visión y los
ciegos. Y con todo, todos ellos están impacientes por ver la tierra natal, besar y abrazar a los

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familiares y gozar de la gratísima y sumamente apetecida vista de allegados y amigos; y a
menudo, viendo que los negocios que motivaron el viaje se pro longan demasiado, los
abandonan impelidos por el irresistible deseo de las cosas que les tocan de cerca.

66. Pero el caso de Abraham fue distinto. Escuchó el mandato y partió al instante con unos
pocos o aun solo. Su emigración no era corporal sino del alma, y el amor por las cosas del
cielo dominaba al apego hacia las cosas mortales.

67. Y así, sin preocuparse por nada, ni por los de su tribu, ni por los de su demo, ni por sus
com pañeros, ni por sus amigos, ni por cuantos le estaban emparen tados por línea paterna o
materna, ni por su patria, ni por las costumbres ancestrales, ni por la mesa común ni por la
vida hogareña, seres y cosas que poseen un poder de atracción que llama y es difícil de
resistir, se marcha sin dilación alguna mo vido por espontáneos y libres impulsos. Primero
emigró de la tierra de los caldeos, tierra dichosa y en la cumbre de su prosperidad por aquellos
tiempos, hacia Harrán; luego, no mucho tiempo después, partió de allí hacia otro lugar del que
hablaremos después de decir algo más sobre lo que nos ocupa.23
23 Gen. XI, 31, y XII, 5.

68. XV. Las migraciones indicadas fueron llevadas a cabo por un hombre sabio, según el
sentido literal de la escritura; pero, de acuerdo con las leyes de la alegoría, lo fue por un alma
amante de la virtud en busca del verdadero Dios.

69. Los caldeos, en efecto, aplicados más que otro pueblo alguno al estudio de los astros y
relacionando todas las cosas con los mo vimientos de los mismos, han supuesto que el curso
de los fenómenos del mundo está regido por influencias contenidas en números y
proporciones numéricas, y se han forjado una elevadísima opinión acerca de la naturaleza
visible, sin tener en cuenta absolutamente la naturaleza aprehensible por la inteligencia e
invisible; e investigando las condiciones de dichos números y proporciones en relación con
las revoluciones del sol, la luna y los otros planetas y estrellas fijas, con los cambios de las
esta ciones anuales y con la interdependencia entre los fenómenos celestes y los terrestres,
llegaron a suponer que el mundo mismo es Dios, comparando profanamente lo creado con el
Creador.

70. Abraham, que había sido formado en esta creencia y que había permanecido por largo
tiempo en tierra caldea, abriendo el ojo del alma, como quien despierta de un profundo
"sueño, y comenzando a ver la pura claridad en vez de la espesa sombra, marchó tras la luz y
observó lo que no había contemplado antes, es decir, que cierto Conductor y Piloto preside al
mundo, dirige sin peligros Su propia obra y ejerce el cuidado y la vigilancia de ésta y de todas
las partes de ella que merecen la Divina atención.

71. Y así, para que en su entendimiento cobrara mayor firmeza y seguridad la visión que le
había sido revelada, la sagrada palabra la confirma diciéndole: "Las grandes cosas se conocen
muchas veces, amigo, por el esbozo que de ellas proporcionan las más pequeñas, y con la
vista puesta en éstas el observador acrecienta su visión en proporciones ilimitadas. Abandona,
pues, a los que rondan por los cielos, deja la ciencia caldea, y aléjate por un corto tiempo de la
más grande de las ciudades, es decir, de este mundo, hacia una más pequeña, a través de la
cual te será posible hallar al Supervisor del universo".

72. Tal es la razón por la que se le prescribe la primera emigración, desde el país caldeo hacia

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Harrán. XVI. "Ha rrán" significa en lengua griega "agujeros".24 Simbólicamente representa los
lugares donde están ubicados nuestros sentidos, a través de los cuales, como a través de
orificios, cada uno de ellos escudriña naturalmente para la aprehensión de lo que le
corresponde.
24 Ver Sobre la migración de Abraham, 176 y ss., y Sobre los sueños I, 41 y ss.

73. Pero cabría preguntarse lo siguiente. ¿Qué utilidad proporcionarían éstos, si no estuviera
la invisible inteli gencia, como un titiritero, para hacerse oír desde dentro me diante sus
facultades, ora aflojando y dejándolas sueltas, ora reteniéndolas y controlándolas con energía,
y haciendo que sus muñecos unas veces se muevan armónicamente y otras se man tengan
quietos? Si tienes presente este ejemplo, fácilmente conocerás aquello cuyo conocimiento
anhelas alcanzar.

74. No puede ser, en efecto, que, habiendo en ti una inteligencia establecida como rectora, a la
cual acata toda la comunidad del cuerpo y sigue cada uno de los sentidos, el mundo, es decir,
la obra más hermosa, grande y perfecta, del que todas las demás cosas no son sino partes,
carezca de un rey que le dé cohesión y guía según los dictados de la justicia. Por el hecho de
que este rey sea invisible no te asombres; porque tampoco en tí la inteligencia es visible.

75. Quien reflexiona sobre estas cosas y recoge enseñanzas no de fuentes distantes sino de
cerca, de sí mismo y de lo que atañe a su ser verá con claridad que el mundo no es el Dios
supremo sino una obra del Dios supremo y Padre de todas las cosas, el cual, aunque invisible,
todo lo hace manifiesto revelando las naturalezas de las cosas pequeñas y de las grandes.

76. Dios no consideró justo, en efecto, ser aprehendido por los ojos del cuerpo, quizá porque
era contrario a la santidad el que lo mortal tuviera contacto con lo eterno o quizá también a
causa de la debilidad de nuestra vista. Porque ésta no hubiera sido capaz de recibir las
claridades que emanan de aquel Que Es, cuando ni siquiera es capaz de mirar de frente los
rayos del sol.

77. XVII. Un clarísimo testimonio de la emigración de la in teligencia desde la astrología y la


opinión caldaica lo hallamos en las palabras que siguen a propósito de la partida del sabio.
"Dios", dicen, "fue visto por Abraham" (Gen. XII, 7). Esto demuestra que Dios no se le había
mostrado antes de esta ocasión, es decir, cuando movido por el espíritu caldeo tenía su
pensamiento fijo en los rítmicos movimientos de los astros, sin llegar en absoluto a
aprehender fuera del mundo y de la sustancia sensible una naturaleza armoniosa y perceptible
por la inteligencia.

78. Pero, después que hubo partido y cambiado de residencia, por fuerza hubo de conocer que
el mundo es subordinado y no soberano, que no es gobernante sino gobernado por su Hacedor
y Causa, cosa que su entendimiento, recobrada la visión, vio entonces por primera vez.

79. Antes, en efecto, una intensa obscuridad había sido derramada sobre ella por las cosas
sensibles, y sólo con dificultad pudo disipar esa obscu ridad gracias a ardientes e inflamadas
doctrinas, y recibir, como bajo la serena claridad del cielo, la visión de Aquel que hasta
entonces le era vedado e invisible. Éste, movido por Su amor hacia el hombre, cuando el alma
es aproximada hacia Él, no le volvió la faz, antes bien, salió a su encuentro y le mostró Su
propia naturaleza, en la medida en que al que la veía le era posible ver.

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80. Es por eso por lo que se dice, no que el sabio vio a Dios, sino que "Dios fue visto" por el
sabio. Era,. en efecto, imposible que alguien pudiera por sí mismo aprehen der al
verdaderamente Existente, a menos que Éste Se manifestase y revelase a Sí mismo.

81. XVIII. Atestiguan, asimismo, lo dicho la alteración y cam bio de su nombre. Su nombre
original, en efecto, era Abram, pero en adelante fue llamado Abraham.25 Si nos atenemos al
sonido, no ha habido más que una reduplicación de un sonido, el alfa; pero por su sentido lo
que se ha puesto de manifiesto es un cambio importante como hecho y como doctrina.
25 Gen. XVIII, 5. Ver Sobre los querubines 4 a 7; Sobre los gigantes 62 a 64, y Sobre los

cambios de nombres 66. En griego Abraham se escribe Abraam, lo que explica que Filón diga
que la única modificación de una. a otra forma (Abram - Abraam) es la duplicación de la a.

82. En efecto, "Abram" significa "elevado padre", en tanto que "Abraham" quiere decir
"elegido 26 padre del sonido". Lo pri mero pone de manifiesto al que llamamos astrólogo y
meteoró logo, al que dedica sus afanes a las doctrinas caldeas tal como un padre lo haría con
sus hijos; lo segundo alude al hombre sabio.
26 O selecto.

83. Con el término "sonido" simbolízase la palabra ha blada; con "padre", la rectora
inteligencia,, ya que el pensa miento íntimo es por naturaleza padre del pensamiento
expre sado, precediéndolo en el tiempo y siendo el oculto sembrador de cuanto la palabra ha
de expresar; con "elegido" señálase figuradamente al hombre virtuoso, puesto que, así como el
ca rácter ruin es vulgar y confuso, el carácter bueno es selecto, escogido entre todos por su
mérito superior.

84. Ahora bien, al entregado al estudio de los astros parécete que nada en abso luto existe
superior al mundo, al que atribuye el origen de cuanto llega a existir. El sabio, en cambio,
mediante una observación más prolija ve algo perceptible solo por la inteligencia y superior en
perfección rigiendo y gobernándolo todo, como amo y piloto de todas las otras cosas; y ante
ello, se echa en cara severamente su pasada existencia, entendiendo que ha sido una vida
ciega la que ha llevado, sin otro apoyo que el mundo de los sentidos, cosa insegura e inestable
por naturaleza.

85. La segunda migración que el hombre de bien emprende, también obedeciendo a un


oráculo, ya no es desde un estado a otro estado, sino hacia una región desierta,27 en la cual
anda errante sin que en momento alguno se muestre descontento por su peregrinar y la
inseguridad que le acarrea.
27 Gen. XII, 9.

86. Y sin em bargo, ¿qué otro no se hubiera enojado no sólo por ser alejado de su propio país
sino también por ser conducido por sendas intransitables y penosas? ¿Quién no hubiera dado
marcha atrás y retornado de prisa hacia su casa, haciendo poco caso de las futuras esperanzas
y ansiando escapar de la presente indigencia, convencido de que es locura aceptar males a la
vista a trueque de bienes por verse?

87. Sólo Abraham se nos presenta ani mado por sentimientos opuestos a estos, seguro de que
la más grata de las existencias es aquella que transcurre sin la compañía de la multitud. Y es
natural que sea así, puesto que aquellos que buscan a Dios y anhelan hallarlo aman la soledad
que Él ama, y consecuentemente con ello procuran ante todo asimilarse a Su feliz y dichosa

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naturaleza.

88. Así pues, en una y otra explicación, la literal, según la cual el relato se refiere a un
hombre, y la alegórica, en la que lo referíamos a un alma, tanto el hombre como el alma
hemos mostrado que eran dignos de nuestro afecto; aquél, porque obedeció Divinos preceptos
y fue apartado de cuanto le era más íntimo; el alma, porque ni persistió indefinidamente en su
engaño ni se afincó en el ámbito de lo sensible ni se aferró a la idea de que el mundo visible
es el sumo y supremo Dios, sino empleó su razón para huir hacia lo alto y contempló una
segunda naturaleza, la aprehensible. por la inteligencia, que es superior a la sensible, y además
al Hacedor y Soberano de ambas juntamente.

89. XIX. Estos son los preliminares de la historia del amado de Dios; a ellos siguen hechos en
modo alguno comunes. Pero no a todos les es dado ver la grandeza de los mismos, sino sólo a.
los que gustan de la virtud; a aquellos que, en vista de la grandeza de los bienes que tocan al
alma, tienen por norma burlarse de los que provocan la admiración de los más de los hombres.

90. Habiendo, pues, aprobado Dios el hecho rela tado, poco más tarde recompensa al hombre
de bien con un gran don, ya que conserva intacto y salvo su matrimonio cuando éste corre
peligro ante las asechanzas de un hombre poderoso e incontinente.28
28 Gen. XII, 10 a 20.

91. El motivo de este atentado tuvo el siguiente origen. Habiendo tenido lugar malas cosechas
durante un prolongado período, unas veces a causa de una grande y exce siva lluvia, otras por
la sequía y las tormentas, las ciudades de Siria, agobiadas por una permanente carestía de
alimentos, ha llábanse despobladas de sus habitantes, los que estaban disper sos unos por unas
partes otros por otras en procura de alimento y para proveer a sus necesidades.

92. Habiendo Abraham tenido noticia de que en Egipto había una cosecha y pros peridad
inagotable, puesto que el río con sus crecidas había convertido los llanos en zonas anegadas
en época oportuna, y vientos propicios habían favorecido y procurado una fecunda siembra; se
puso en marcha con toda su familia.

93. Era su mujer de una bondad suma de espíritu y sobresaliente por su belleza corporal entre
las de su tiempo. Al verla y admirar su belleza los magistrados egipcios, que nada se les pasa
inadvertido a los encumbrados, hiciéronlo saber al rey.

94. Éste la hizo comparecer ante él y, habiendo visto su rostro incompara ble, en poco tuvo la
decencia y las leyes establecidas sobre el respecto a los extranjeros; antes, dando rienda suelta
a su incon tinencia, determinó tomarla como esposa de palabra y cubrirla en realidad de
vergüenza.

95. Ella, hallándose en tierra ex tranjera a merced de un déspota incontinente y cruel y


care ciendo de quien la protegiese, pues su esposo nada podía hacer en su favor, impedido,
como estaba, por el terror hacia la te rrible amenaza de los más poderosos, huyó en compañía
de éste a refugiarse en la última alianza que le quedaba, la de Dios.

96. Dios, que es bondadoso, clemente y protector de los injus tamente tratados, sintió piedad
por los extranjeros e infligió al rey las más intolerables penas y dolorosos castigos, llenando
su alma y su cuerpo de toda clase de incurables males, al punto de que todas sus apetencias de

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placer desaparecieron dejando lugar a los opuestos cuidados sobre cómo verse libre de los
inacabables tormentos por los que día y noche era oprimido y sumido en la desgracia.

97. Participó de su castigo toda su mansión,. ya que ninguno se había indignado ante el
ultraje, y todos fueron. prácticamente cómplices en la iniquidad al consentirlo.

98. De esta manera fue preservada la castidad de la esposa, en tanto que la nobleza y piedad
del esposo fue considerada por Dios digna de ser públicamente manifestada, para lo cual le
concedió la más alta de las distinciones, la de que su matrimonio, que había estado en
inminente peligro de ser violado, permaneciera intacto y sin ultrajes; ese matrimonio, del que
habría de nacer no un corto número de hijos e hijas, sino toda una raza, y la raza más amada
por Dios, la que ha alcanzado el don del sacer docio y la profecía para beneficio, entiendo yo,
de toda la especie humana.

99. XX. He escuchado también a hombres dedicados al estu dio de la naturaleza,29 quienes
interpretaban este pasaje alegó ricamente, y no sin acierto. Aseguraban que el esposo
simboliza a la inteligencia noble, conjeturando, por el sentido que encierra la interpretación de
su nombre,30 que se trata de una noble disposición del alma; en tanto que su esposa es símbolo
de la virtud, siendo su nombre Sara en caldeo, pero "soberana" en griego,31 ya que nada es
más soberano y dominante que la virtud.
29 O Dios, pues en el pensamiento filoniano es tan estrecho el vínculo entre Dios y la

naturaleza, que en numerosos pasajes el término naturaleza está empleado como sinónimo de
Dios.
30 Abraham = elegido (o selecto) padre del sonido.
31 Ver Sobre los querubines, 8, y Sobre los cambios de nombres, 77.

100. Ahora bien, en un matrimonio cuya unión se cimienta en el placer la relación resulta ser
entre cuerpos; en uno, en cambio, unido por la sabiduría esta relación tiene lugar entre
pensamientos que tienden a alcanzar la purificación y las virtudes perfectas. Dichos
matrimonios son diametralmente opuestos entre sí.

101. En el matrimonio corporal el ser mas culino pone la simiente y el ser femenino la recibe;
en la unión dentro del alma ocurre lo contrario: la virtud, que aparenté mente ocupa el lugar
de la esposa, tiene como función natural el sembrar buenos consejos, elevados pensamientos y
sugerencias contenidas en doctrinas en extremo provechosas para la vida; en tanto que el
pensamiento, aunque se considera que ocupa la posición del esposo, es quien recibe las santas
y Divinas simientes. Aunque quizá lo que acabamos de decir sea un error derivado del engaño
implícito en los nombres, ya que inteli gencia tiene forma masculina, y virtud forma femenina.
32
32En griego noús = inteligencia, es masculino, en tanto que arete = virtud, es femenino, y
mientras la terminación os de noús (contracto de noos) pertenece generalmente a sustantivos
masculinos y adjetivos en género masculino, la terminación e (alargamiento ático de a) indica
género femenino.

102. Sin embargo, si alguien quisiere desembarazar los hechos de las denominaciones que los
obscurecen y observarlos clara mente en su desnudez, verá que la virtud es masculina por
na turaleza en cuanto que es ella quien mueve y dispone y sugiere nobles concepciones sobre
nobles hechos y palabras; mientras que la inteligencia es femenina, como que es movida,
enseñada y ayudada, y en general pertenece a la categoría pasiva, siendo la pasividad su única

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garantía de preservación.

103. XXI. Pues bien, todos los hombres, aun los más ruines, honran y ponderan de palabra a
la virtud sin pasar más allá de las apariencias; pero sólo los hombres de bien se ajustan a sus
prescripciones. Y así el rey de Egipto, que es el símbolo de la inteligencia amante del cuerpo,
finge como un actor de teatro y simula una falsa vinculación con la castidad, pese a ser un
impuro; con la templanza, no obstante ser un incontinente; y con la justicia, a pesar de ser un
injusto; y en su deseo de ganar reputación ante la multitud llama hacia sí a la virtud.

104. Al ver esto Dios, el Supervisor, pues sólo a Dios le es dado ver al alma, se irritó, rechazó
y oprimió al simulador carácter con las penas más torturantes. ¿De qué instrumentos se sirve
para estas torturas? Pues, sin duda alguna, de las diferentes partes de la virtud, las que,
penetrando en él, lo maltratan e hieren peno samente. La frugalidad es, en efecto, una tortura
para la avi dez, y la moderación lo es para la incontinencia, en tanto que el engreído padece
ante el florecer de la modestia; y el injusto, cuando la justicia es alabada.

105. Es, en efecto, imposible que residan en una misma alma dos naturalezas hostiles, como
son el vicio y la virtud; razón por la cual cada vez que ambos se reúnen, surgen con ello
sediciones y guerras sin posibilidad de acuerdo y conciliación, a pesar de que la naturaleza de
la virtud es sumamente pacífica, y además preocúpase, según dicen, cuando se apresta a entrar
en contienda por medir antes sus propias fuerzas, de modo de salir a la palestra solo en caso
de sentirse con fuerzas para imponerse en la pelea; y de no osar siquiera dar comienzo al
choque si resulta demasiado débil la fuerza con que cuenta.

106. Porque mientras la derrota no resulta vergonzosa para el vicio por cuanto la deshonra es
con natural en él, para la virtud es un baldón ya que nada es más propio de ella que el
renombre que le ha ganado el hecho de o resultar victoriosa o al menos permanecer sin
derrotas.

107. XXII. Queda referido lo relativo a la falta de hospita lidad y a la incontinencia de los
egipcios. En cuanto a aquel que fue objeto de tales insidias,33 es digno de admiración por su
amor al prójimo. Era mediodía cuando vio tres viajeros bajo la apariencia de hombres, pues la
naturaleza más próxima a la Divinidad propia de los mismos no le era dado ver. Corrió hacia
ellos y con comedido gesto les rogó que no pasaran de largo ante su tienda, sino, como
correspondía, entrasen y partici paran de su hospitalidad. Ellos, que veían, no tanto por sus
palabras cuanto por su sentir, que decía la verdad, asintieron sin vacilar.
33 Para los parágrafos 107 a 118 ver Gén. XVIII.

108. Él, con el alma llena de gozo, se aplicó dili gentemente a preparar la recepción sin
demora, y dijo a su mujer: "Date prisa, y cuece bajo las cenizas tres medidas de pan" (Gen.
XVIII, 6). Por su parte él, dirigiéndose hacia los rebaños, trajo un ternero tierno y carnoso y lo
entregó a un siervo, que lo sacrificó y preparó con toda premura.

109. Nadie, en efecto, en la morada del sabio es lento en la demostración de afecto al prójimo:
mujeres y hombres, esclavos y libres están llenos de celo por atender a los convidados.

110. Festejados éstos, no tanto con los manjares preparados para ellos cuando con la
deferencia del huésped y con una grande e ilimitada liberalidad, le conceden una recompensa
que sobrepasa cuanto podía esperar al prometerle el nacimiento de un hijo legítimo, el que

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tendría lugar el ano próximo. Tal promesa fue hecha por boca de uno de los tres, del más
eminente, ya que repugna a la sensatez el que todos hablen a una y a un tiempo, siendo lo
apropiado que hable uno y los demás den su asentimiento.

111. Pero Abraham y Sara, ante lo increíble del hecho, no toman en serio la promesa, por
cuanto ya han sobrepasado los años de la fecundidad y lo avanzado de la edad les ha hecho
perder la esperanza del nacimiento de un hijo.

112. Y así, la escritura dice que la esposa al principio se rió, y que después, cuando ellos
dijeron: "Nada es imposible con Dios" (Gen. XVIII, 14), se avergonzó y negó haberse reído.
Sabía, en efecto, que con Dios todas las cosas son posibles pues había aprendido esta doctrina
casi desde los pañales ya. 113. En ese momento, creo yo, advirtió por primera vez en los que
tenía ante sus ojos un aspecto distinto y más imponente, un aspecto de profetas o ángeles,
aunque habían transformado su naturaleza espiritual y anímica en forma humana.34
34 Sobre otras interpretaciones de esta risa de Sara, ver en este mismo tratado el parágrafo 112,

y también Interpretación alegórica III, 217 y ss., y Sobre los cambios de nombres, 116.

114. XXIII. Queda, pues, descripta la hospitalidad de Abra ham, la que es una virtud derivada
de otra mayor. Esta es la piedad, de la que ya hemos hablado antes, y cuya demostración más
clara se halla en lo que acabamos de narrar, aun cuando al referirnos a los extranjeros lo
hemos hecho como si se tratase de seres humanos.

115. Algunos han sostenido que es una morada feliz y dichosa aquella en la que se da el caso
de que hombres sabios se detengan y residan un tiempo, ya que tales hombres no se habrían
dignado ni a mirarla de lejos siquiera, en caso de haber visto en las almas de los que la habitan
alguna pasión incurable. Si eso es así, yo no sé cómo expresar la feli cidad y dicha
incomparables de aquella morada en la cual no han tenido inconveniente en detenerse y recibir
hospitalidad de parte de hombres ángeles, es decir, sagradas y Divinas natu ralezas, servidores
y lugartenientes del supremo Dios, a los que Este emplea como embajadores para comunicar a
nuestra raza cuanto desea preanunciar.

116. ¿Cómo, en efecto, se hubieran avenido en absoluto a entrar, si no hubieran sabido que
todos .sus moradores, cual una bien ordenada tripulación de una nave, respondían obedientes
a una sola orden de quien, a modo de piloto, los dirigía? ¿Y cómo hubieran dado lugar a la
idea de que se les agasajase y brindase hospitalidad, a menos que con siderasen que el que les
brindaba el agasajo era un familiar y compañero de servidumbre de ellos, que había buscado
refugio en el mismo Señor al que ellos servían? No cabe sino suponer que a la llegada de ellos
todas las partes de aquella casa habían realizado ya progresos apreciables en orden al bien
habiendo sobrevenido en ella cierto soplo inspirador de una perfectísima virtud.

117. El ágape fue como correspondía que fuese; los convidados mostraron ante su huésped la
sencillez propia de una mesa cordial, dirigiéndose a él de la manera más franca y adecuando
sus pláticas a la ocasión.

118. Maravilla es que estos, que ni beben ni comen, den la impresión de estar bebiendo y
comiendo. Pero esta es una cuestión secundaria; el primer y más extraordinario prodigio es
que, siendo incorpóreos, hayan tomado forma humana en obsequio del hombre de bien. ¿Qué
motivo hubo, en efecto, para que tal milagro tuviera lugar, salvo el procurar al sabio mediante
una visión suficientemente clara la percepción del hecho de que al Padre no se Le pasaba por

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alto su condición de hombre sabio?

119. XXIV. Lo expuesto es suficiente en cuanto a la explica ción literal del relato; y
corresponde que comencemos con la interpretación alegórica. Las palabras pronunciadas son
símbo los de las cosas aprehendidas sólo mediante el entendimiento. Cada vez, pues, que el
alma, como en pleno mediodía, es ilu minada por Dios, y toda ella en todas sus partes se torna
sin sombras, saturadas de luz intelectual por los rayos que en torno se derraman, aprehende
una triple imagen de un único objeto, una que corresponde a la realidad y las otras dos que son
como sombras proyectadas desde ella; algo semejante a lo que nos sucede también a veces a
quienes vivimos envueltos en la luz sensible, pues a menudo los objetos fijos o móviles
proyectan sombras dobles simultáneamente.

120. Mas, nadie piense que ha de tomarse en sentido literal lo de las sombras atribuidas a
Dios. Se trata de un modo de expresarse con miras solamente a hacer más clara la
comprensión del hecho expuesto, ya que la verdad no es esa realmente.

121. Más bien, como podría decir alguien, colocándose muy próximo a la verdad, lo que
sucede es que el Padre del universo. Aquel a quien las sagradas escrituras designan con el
nombre propio de "el Que Es", ocupa el lugar central, mientras a uno y otro lado de Él se
encuentran las potencias de mayor jerarquía y más próximas al Que Es, vale decir, la creadora
y la real. La creadora recibe el título de Dios,35 por cuanto ella ha establecido y ordenado el
universo; la soberana, el de Señor, pues es ley que el Hacedor gobierne y controle lo que él ha
hecho.
35 Como en otros pasajes Filón asocia el nombre theós = Dios, con el verbo theínai = colocar,

establecer, hacer.

122. Escoltado, pues, el Ser central por una y otra potencia presenta al entendimiento dotado
de visión unas veces el aspecto de uno solo, otras el de tres; de uno cuando la inteligencia se
halla purificada en sumo grado y, dejando atrás no solo la restante multitud de los números,
sino también el dos, que es vecino de la unidad, se lanza presurosa hacia la forma sin mezcla,
sin vínculos y que, bastándose a sí misma, no ha menester de otra cosa alguna en absoluto; de
tres cuando, no iniciada aún en los más altos misterios, participa todavía de los ritos menores
y no es capaz de aprehender al Que Es sólo en Sí mismo, aparte de cualquier otro, pudiendo
sólo hacerlo a través de sus actos, o como creador o como gobernante.

123. Esta disposición de espíritu es, pues, como dicen, una navegación de segundo orden,36 lo
cual no es óbice para que tenga parte en el modo de pensar grato a Dios. La primera, empero,
es decir, la superior, no participa simplemente, sino ella misma es ese pensamiento que
complace a Dios, o más bien es la verdad misma, más ele vada aún que un modo de pensar,
más estimada que cualquiera opinión. Pero convendrá que expongamos la interpretación de
una manera más accesible.
36 Expresión proverbial.

124. XXV. Tres son las clases de caracteres humanos; y a cada una de ellas le está asignada
como propia una de las misiones mencionadas. A la mejor le ha cabido la visión central, vale
decir, la del Que realmente Existe; a la que le sigue en dignidad le ha correspondido la que se
halla en la derecha, o sea, la de la potencia benefactora, cuyo nombre es Dios; y a la tercera, la
que se halla a la izquierda, o sea, la de la potencia gobernante, llamada Señor.

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125. Los caracteres de la clase superior viven consagrados al Que existe por Sí mismo sin la
compañía de otro alguno, y ninguna otra cosa puede apartarlos de Él, puesto que se hallan
orientados, con exclusión de toda otra tendencia, a honrar al Uno. De los otros caracteres unos
son presentados y hechos fa miliares al Padre a través de la potencia benefactora; otros por
medio de la real.

126. Me explicaré mejor. Los hombres, cuando advierten que otros, que se aproximan a ellos
bajo la capa de la amistad, andan a la caza de ventajas, los miran con malos ojos y les dan la
espalda temerosos de que la estudiada adulación y amabilidad les resulte harto perjudicial.

127. Dios, en cambio, como nin gún daño puede alcanzarle, invita complacido a todos los que
se consagran a honrarlo de cualquier forma que sea, conside rando que de ninguna manera
debe rechazarse a nadie. Por el contrario, podríamos decir que a aquellos cuya alma es capaz
de oír Dios les hace abiertamente la siguiente revelación:

[128.] "Los primeros de mis premios serán asignados a quienes se consagran a honrarme a Mí
solo por Mí; los segundos, a los que me honran por su propio interés, o bien esperando
alcanzar bienes o bien aguardando obtener la remisión de cas tigos. Estos, aunque Me sirven
por un provecho y no desinteresadamente, no dejan, sin embargo, de hacerlo dentro del círculo
de los Divinos recintos, y no andan extraviados fuera 129. Pero, mientras los premios
asignados a aquellos que Me honran por Mí mismo serán premios de amistad; en cambio, los
reservados para los movidos por el interés no son muestra de Mi amistad sino de que no son
tenidos por extraños. Acepto, en efecto, tanto al que desea gozar de Mi potencia benefactora
para participar de bienes, como a aquel que por temor quiere hacerse propicia a Mi potencia
soberana y dominadora con miras a apartar un castigo, pues no ignoro que, además de no estar
en vías de empeorar, llegarán a ser mejores gracias a su perseverancia en el Divino servicio y
a la práctica de una piedad pura y sin mancha.

130. Efectivamente, por muy diferentes que sean las disposiciones de espíritu que los mueven
a procurar Mi agrado, no se les ha de echar en cara, puesto que tienden a un único objetivo y
un único fin, el servirme."

131. Que la triple 37 visión corresponde, en realidad a un solo objeto es cosa que resulta clara
no sólo de los razonamientos basados en la interpretación alegórica, sino también del sentido
literal del texto que contiene lo que sigue.
37 Gen. XVIII, 2.

132. En efecto, cuando el sabio suplica a los en apariencia viajeros que acepten su
hospitalidad, conversa con ellos, no como si fueran tres, sino como si se tratara de uno solo.
Dice así: "Señor, si verdadera mente he hallado gracia ante ti, no pases de largo ante Tu
siervo". Las expresiones "Señor", "ante ti", "no pases de largo" y las demás como éstas 38 es
natural que se dirijan a una persona y no a varias. Y mientras disfrutaban de la hospitalidad, al
testimoniar sus buenas disposiciones para con el huésped, de nuevo es uno solo el que, como
si allí no hubiera otros más que él, promete el nacimiento de un hijo legítimo de la siguiente
manera: "Retornaré y vendré a verte el año próximo por esta época, y Sara, tu mujer, tendrá un
hijo" (Gen. XVIII, 10).
38 Gen. XVIII, 3.

133. XXVI. De la manera más clara y prolija aclaran lo que estamos exponiendo los párrafos

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que siguen.39 El país de los sodomitas, parte de la tierra de Canaán, llamada más tarde Si ria
Palestina, estaba llena de innumerables iniquidades, espe cialmente de las que proceden de la
gula y la lujuria, y erigíase como un baluarte para la inmensa multitud de todos los demás
placeres, por lo que al cabo había sido condenada por el Juez del universo.
39 Para los parágrafos 133 a 141 ver Gen. XIX.

134. Causa de esta desmedida incontinencia re sultaba ser para sus habitantes la permanente
abundancia de recursos. Siendo, en efecto, esa región de suelo fértil y bien regado, ofrece una
abundante producción de toda clase de frutos durante el año entero, y "la excesiva abundancia
de bienes es", como no sin acierto dijo alguien, 40 "el comienzo por excelencia de males".
40 Menandro.

135. Incapaces de conformarse con la saciedad, se encabritan como el ganado y apartan de sus
cuellos la ley de la naturaleza, lanzándose tras los excesos de la em briaguez, las mesas
refinadas y los actos sexuales ilícitos. En efecto, no sólo por pasión hacia las mujeres
corrompieron los hogares ajenos, sino además los hombres cubrían a los de su mismo sexo,
sin respetar los que asumían la parte activa la común naturaleza que los ligaba a los que
desempeñaban el papel pasivo; y así, cuando trataron de engendrar hijos púsose en evidencia
que la emisión de semen resultaba inútil para la procreación; descubrimiento, empero, que de
nada les sirvió pues prevalecía en ellos la violenta incontinencia que los dominaba.

136. Luego, a fuerza de acostumbrar poco a poco a aceptar desempeñar la parte de las mujeres
a quienes habían nacido hombres, hicieron nacer en ellos el irremediable mal de una
femenina41 enfermedad, ya que no sólo afeminaron sus cuerpos con la lujuria y la
voluptuosidad, sino además con tribuyeron a una mayor degeneración de sus almas; y en la
medida en que les era dado hacerlo, a todo el género humano iban corrompiendo. Por cierto
que, si los griegos y los no helenos hubieran a la par compartido esta inclinación por tales
uniones, con el tiempo sus ciudades se hubieran convertido en desiertos, como si las hubiera
despoblado una pestilente enfermedad.
41 La calificación de femenino atribuida al mal resultante de las anti naturales relaciones que

aquí comenta, obedece a las connotaciones nega tivas o peyorativas con que Filón se
representa al sexo femenino y a lo característico de él, siguiendo en ello el pensamiento
pitagórico sintetizado en la tabla de los pares opuestos, en la que figura la oposición hembra-
macho.

137. XXVII. Pero Dios, movido a piedad por la humanidad, como que es su Salvador y
Amigo, hizo multiplicar en la ma yor medida posible las uniones realizadas entre hombres y
mu jeres conforme con las leyes naturales con miras a la procreación de hijos, y abominó, en
cambio, y extinguió las uniones desna turalizadas e ilícitas, y a los apasionados por ellas les
hizo sentir el peso de Su justicia castigándolos no ya con los castigos usua les sino con penas
extraordinarias y desusadas creadas a tal efecto.

138. En efecto, mandó que de improviso el aire se cubriera de nubes y descargara una gran
lluvia, no de agua sino de fuego. Y al precipitarse en continuo e incesante torrente la masa
Ígnea ardieron los campos y los prados, los espesos bosques, la densa vegetación de los
lugares pantanosos y los tupidos matorrales; y ardieron también la llanura y todos los frutos
del trigo y de los otros sembrados; y otro tanto ocurrió con los árboles de la zona montañosa,
los que consumiéronse desde las ramas hasta las raíces.

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139. Establos, casas, muros y todos los bienes privados y públicos contenidos en los edificios
ardieron conjuntamente, y en un solo día las populosas ciudades se convirtieron en tumbas de
sus habitantes y las construcciones de piedras y maderas se hicieron cenizas y fino polvo.

140. Y una vez que las llamas hubieron consumido completa mente cuanto estaba a la vista
sobre la superficie de la tierra, acto seguido penetraron profundamente en ella e hicieron presa
de ella misma aniquilando la potencia fecundante de su seno hasta hacerlo completamente
estéril, de modo de que ya jamás pudiera en adelante producir ni fruto ni verdor alguno en
ab soluto. Y hasta nuestros días arde, pues el fuego del rayo no se ha extinguido de modo
alguno, obrando unas veces como agente de destrucción y permaneciendo otras latente.

141. La más clara prueba está aún hoy a la vista, pues una evocación del desastre que tuvo
lugar entonces es el humo que se eleva permanentemente,42 y el azufre que se extrae de las
minas. Y como testimonio de la antigua prosperidad de la región que dan todavía una única
ciudad entre las de la vecindad, y su zona circunvecina, ya que la ciudad es populosa, y la
tierra rica en cereales y pastos, y en general fértil, lo cual atestigua aquel castigo decretado por
la decisión Divina.43
42 De ciertos lugares de la tierra afectada por el desastre.
43 Es decir, el contraste de la ciudad y la tierra vecina con el resto del país es prueba de que la

antigua prosperidad del país entero fue en. aquella zona aniquilada por Dios.

142. XXVIII. Pero he mencionado estos detalles no con ánimo de describir las calamidades
sin precedentes dispuestas por el inmenso poder de Dios, sino con el propósito de poner de
re lieve lo siguiente: que habiendo sido tres los que bajo aspecto humano se aparecieron al
sabio, la sagrada escritura dice44 que solamente dos llegaron a la región hecha desaparecer
para ruina de sus habitantes, no habiendo querido el tercero acompañarlos.
44 Gen. XIX, 1.

143. A mi Juicio, éste no era otro que el verdade ramente Existente, quien entiende que es
apropiado que Él mismo distribuya Sus gracias personalmente, pero que corresponde confiar
la tarea opuesta45 totalmente a sus potencias, como a servidoras suyas, a fin de que se Le tenga
por origen de bienes solamente y no como causa directa de ningún mal. 46
45 Es decir, el castigar o distribuir castigos.
46 La misma idea de que Dios asigna la ejecución de los castigos a Sus subordinados aparece

en Sobre la creación 72 y ss.; Sobre la huida y el hallazgo 68 y ss., y Sobre la confusión de las
lenguas 168 y ss.

144. Esto mismo, a mi parecer, hacen los reyes que imitan el modo de ser Divino; conceden
personalmente los beneficios, pero emplean a otros para imponer los castigos.

145. Ahora bien, como de las dos potencias una era la benefactora y la otra la punitiva,47 es
natural que una y otra hicie ran su aparición en la tierra de los sodomitas, ya que de las cinco
ciudades más importantes de ella cuatro estaban a punto de ser abrasadas, pero una iba a
resultar sana y salva, sin expe rimentar mal alguno; y era preciso que la destrucción tuviera
lugar por intermedio de la potencia punitiva, en tanto que la preservación se realizara a través
de la benefactora.
47 Ver Sobre la huida y el hallazgo 95 y ss.

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146. Mas, como las virtudes de la parte preservada no eran completas y perfectas, recibió sí
beneficios a través de una de las potencias del Que Es, pero no fue considerada digna de
recibir la visión de Él directamente.

147. XXIX. Esta es, pues, la explicación del hecho, exteriormente considerado y para el
común de la gente. Pero en lo que sigue expondremos la interpretación de su sentido profundo
y reservado a unos pocos que indagan sobre las condiciones del alma y no sobre las formas
materiales. Las cinco ciudades simbolizan los cinco sentidos de nuestro ser, vale decir, los
instrumentos de los placeres, los que, pequeños o grandes, llegan a concretarse a través de
ellos.

148. Sentimos placer, en efec to, o viendo las variedades de colores y formas de los objetos
inertes y vivos, o escuchando melodiosos sonidos, o a través del gusto en los alimentos y
bebidas, o por el olfato en los aromas fragantes, o mediante el tacto en las sustancias suaves,
cálidas y también tersas.

149. Ahora bien, de los cinco sentidos tres son los de mayor naturaleza animal y los más
serviles: el gusto, el olfato y el tacto, los cuales provocan de un modo particu larísimo la
excitación en los ganados y en los animales salvajes más inclinados a la glotonería y la pasión
sexual, como que durante el día y la noche enteros éstos se saturan insaciable mente de
alimentos o se entregan a los actos sexuales.

150. Los otros dos, la vista y el oído, están relacionados con la filosofía y cumplen un papel
de guías. Pero los oídos son en cierto modo más torpes y femeninos que los ojos, los que
animosa mente salen al encuentro de los objetos visibles y no se limitan a aguardar hasta que
éstos operen sobre ellos sino anticipan el encuentro y buscan ávidamente actuar sobre los
mismos. Por lo tanto, el oído, en razón de su mayor torpeza y su carácter más femenino, debe
ocupar el segundo lugar; y el primer lugar ha de constituir una especial distinción para la
visión. A ésta, en efecto, la ha constituido Dios en reina de los demás sen tidos, colocándola
por sobre todos ellos; y, elevándola como sobre una ciudadela, la ha unido de la manera más
estrecha al alma.

151. Esto cualquiera puede comprobarlo con tener presente las variaciones que la vista
experimenta paralelamente a los cambios del alma. Cuando ésta experimenta una pena, los
ojos se llenan de ansiedad y tristeza; si el alma, en cambio, siente alegría, ellos sonríen y
gozan; cuando el miedo prevalece ellos se llenan de confusa turbación, haciéndose
desordenados sus movimientos, sus parpadeos y sus rotaciones.

152, Si la ira domina al alma, la mirada se toma dura y amenazante;48 en los momentos de
reflexión y meditación sobre algún asunto, se muestra reposada y lejana, casi como
acompañando al en tendimiento en sus vuelos; y en los de alivio y relajación, ella relájase al
mismo tiempo y descansa.
48 Literalmente: inyectada de sangre (hyphaimos), la vista o los ojos.

153. Si el que se apro xima es un amigo, con un mirar plácido y sereno le anuncia el grato
mensaje de las buenas disposiciones hacia él; si se trata, en cambio, de un enemigo adviértele
sobre el desagrado que el alma experimenta; y mientras el coraje hace que los ojos parezcan
dos dardos lanzados hacia adelante, la modestia los torna amables y reposados. En pocas
palabras, cabe decir que la vista ha sido forjada como una imagen del alma, y que, gracias a la

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perfección del arte que ha producido esa buena copia, ella, como a través de un espejo, refleja
una clara representación de un original que de por sí carece de naturaleza visible.

154. Mas no es sólo por eso, ciertamente, por lo que la exce lencia de los ojos supera a los
otros sentidos, sino también porque los otros, en el tiempo en que se está despierto, que no
hay para qué considerar su inacción durante el sueño, funcio nan sólo por momentos, como
que, cuando no los mueve alguno de los objetos externos, permanecen inactivos; en tanto que
las actividades de los ojos, mientras están abiertos, son permanentes e ininterrumpidas, sin
que ellos jamás se saturen; con lo que hacen patente el parentesco que los liga con el alma.49
49 Cuya actividad es también permanente.

155. Sin embargo, mientras el alma está siempre en movimiento y en renovada actividad día y
noche, los ojos, como su principal elemento es la carne, han de conformarse con que les haya
sido concedido el don de mantenerse durante la mitad de todo el tiempo y de la existencia
humana ejerciendo las actividades que les son provechosas.

156. XXX. Pero ya es tiempo de que hablemos del aspecto más positivo del beneficio que nos
brindan los ojos. Dios ha hecho que para un solo sentido, la vista, se propague la luz; y la luz
es la más hermosa de las cosas que existen y la primera en ser calificada como un bien en los
libros sagrados.50
50 Gen. I, 4.

157. Ahora bien, la naturaleza de la luz es doble; una, que procede del provechoso fuego, es
perecedera como su fuente, cuyo brillo acaba por extinguirse; la otra es inextinguible e
imperecedera, y nos viene desde lo alto del cielo como de una eterna fuente, al derramar sus
rayos cada una de las estrellas. Con una y otra pénese en contacto la vista ya través de am bas
se lanza a la aprehensión más exacta posible de los objetos visibles.

158. Y bien, ¿hemos aún de intentar elogiar a los ojos con palabras, cuando Dios ha erigido en
el cielo esas estelas que son los astros para verdadera alabanza de ellos? Porque, ¿para qué si
no para servir a los ojos y contribuir a la visión han sido creados los rayos del sol, de la luna y
de los otros. astros errantes y fijos?

159. Y así, gracias al empleo de la. luz, el mejor de todos los dones, los hombres contemplan
lo que contiene el mundo: tierra, plantas, animales, frutos, desbordamientos de mares, ríos que
nacen en fuentes de la región y ríos alimentados por las lluvias invernales, variadas clases de
fuentes, de las que unas vierten una corriente de agua fría y otras de agua caliente; las
naturalezas de todos los fenómenos que tienen lugar en el aire, cuyas infinitas formas no
alcanza a expresar la palabra; y, sobre todo, el cielo, que ha sido en verdad forjado como un
mundo dentro del mundo, y las celes tiales y Divinas naturalezas que lo adornan. ¿Cuál de los
otros sentidos, entonces, puede jactarse de recorrer alguna vez tan grandes extensiones?

160. XXXI. Mas, dejemos de lado a los sentidos que no hacen sino engordar en sus pesebres a
esa bestia connatural en nosotros que es la pasión; y examinemos el que pretende tener una
parte en la labor intelectual, el oído. Éste, cuando su carrera es tensa y alcanza los límites de
sus posibilidades, es decir, cuando la violencia de los vientos y el estrépito de los truenos
hacen llegar a los oídos el eco del fuerte huracán y el terrible estruendo, se detiene en el aire
que rodea la tierra.

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161. En cambio, los ojos abandonan la tierra y en un instante se adelantan hasta el cielo y los
límites del universo, hacia el levante, el poniente, el septentrión y el mediodía, y, ya de vuelta,
conducen al entendimiento a la observación de aquello que ellos han visto.

162. Y el entendimiento, tras recibir la impresión más aproximada, no se queda tranquilo;


lejos de eso, como nunca se da reposo ni permanece quieto, tomando la vista como punto de
partida para poder observar las cosas de su esfera, se aboca a investigar si las cosas vistas son
increadas o tuvieron un principio de creación; si su número es ilimitado o limitado- si hay un
solo mundo o más de uno; si los elementos de todas las cosas son cuatro o si el cielo y lo que
en él existe tienen asignada una naturaleza espe cial, habiendo recibido una sustancia más
Divina y diferente de las otras.

163. Y además, si el mundo ha sido creado, ¿por quién lo fue? ¿Cuál es la esencia y cuáles las
cualidades del Hacedor? ¿Con qué propósitos lo creó? ¿Qué hace al presente, y qué género de
vida lleva? Y, como estas cuestiones, aborda todas las otras que una inteligencia no vulgar,
siempre de la mano con la sensatez, tiene por costumbre investigar.

164. Ahora bien, estos problemas y los semejantes a ellos pertenecen a la filosofía; por lo que
resulta claro que la sabiduría y la filosofía de ninguna otra de nuestras facultades recibe su
punto de partida, excepto de la soberana de los sentidos, que es la vista;51 el único entre los
sentidos del país corpóreo que Dios, cuando destruyó los cuatro restantes por ser esclavos de
la carne y de las pasiones carnales, conservó en razón de que ella tuvo fuerza suficiente para
mantener el cuello erguido y contemplar y descubrir en la contemplación del mundo y lo que
él contiene otros placeres muy superiores a los del cuerpo.
51 Ver Platón, Timeo 47 a.

165. Correspondía, pues, que de esta como pentápolis de los cinco sentidos uno solo, la vista,
alcanzara una especial prerro gativa y en medio de la ruina de los restantes fuera preservado,
por cuanto su ámbito no se circunscribe exclusivamente a las cosas mortales, como el de
aquellos, sino tiende a emigrar hacia las naturalezas imperecederas, en cuya contemplación se
complace.

166. Por eso están del todo acertados los oráculos cuan do, aludiendo a la vista, presentan a
esta ciudad primeramente como pequeña y luego como no pequeña.52 Pequeña, en efecto,
decimos que es en cuanto constituye una parte diminuta de nuestro ser; pero que es grande por
cuanto aspira a cosas grandes en su anhelo por contemplar el cielo y el mundo todo.
52 Gen. XIX, 20.

167. XXXII.53 Queda expuesto hasta donde nos era posible hacerlo lo concerniente a la visión
que sobrevino a Abraham, y lo tocante a las espléndidas y excelentes muestras de
hospi talidad, en las que el acogedor dueño de casa, que parecía ser el que agasajaba, fue en
realidad el agasajado. Pero no debe mos pasar por alto el hecho más importante y digno de
darse a conocer. Estoy, en efecto, por decir que se trata casi de la acción que sobrepasa a todas
cuantas complacen a Dios. Pero digamos sobre el mismo cuanto viene al caso.
53 Para los parágrafos 167 a 177 ver Gen. XXII, 1 a 19.

168. Un hijo legítimo le es engendrado al sabio por su esposa, hijo amado y único, de suma
belleza corporal y excelente de espíritu. Antes de tiempo, en efecto, dio muestras de poseer
virtudes dema siado perfectas para su edad, al punto de que su padre, no solamente por la

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natural afección que sentía por él sino además por una convicción propia de un censor de
costumbres, profesábale una profunda ternura.

169. Tales eran sus sentimientos, cuando de improviso recibió un Divino mensaje jamás
esperado: mandábasele sacrificar a su hijo sobre cierta colina muy elevada, situada a la
considerable distancia de unos tres días de camino de la ciudad.

170. Abraham, aunque ligado al niño por un indecible cariño, ni cambió de color ni sintió
desfallecer su espíritu, sino permaneció firme como antes, sin ceder ni titubear en sus
convicciones. Dominado por el amor a Dios, se sobre puso con toda energía a todos los
llamados y atractivos de la sangre, y, sin comunicar el Divino aviso a ninguno de los de la
casa, llevando consigo de la numerosa servidumbre solamente dos criados, los más viejos y
leales, partió con el niño, siendo cuatro en total, como para llevar a cabo alguno de los ritos
acostumbrados.

171. Pero, cuando vio a lo lejos, como desde una atalaya, el lugar proscripto, ordenó a los
servidores que darse y encargó al niño transportar el fuego y la leña, esto último porque
entendía que era justo que la víctima misma condujera los instrumentos para el sacrificio,
peso sumamente liviano, pues nada hay menos trabajoso que la piedad.

172. Y caminando a pasos parejos,54 no tanto con los cuerpos cuanto con los entendimientos
por la corta senda que conduce a la piedad, llegan al lugar fijado.
54 Gen. XXII. Ver Sobre la migración de Abraham. 166 y 167.

173. Allí, mientras el padre reunía piedras para construir un ara, el hijo, viendo preparadas-las
otras cosas para el sacrificio pero no animal alguno, mirando a su padre, le dijo: "He aquí el
fuego, padre, y la leña; pero, adonde está la víctima?"

174. Otro que, como él, supiera lo que estaba a punto de llevar a cabo y llevara el alma
en vuelta en sombras, al oír estas palabras se hubiera llenado de confusión y lágrimas, y el
silencio producto de su extrema emoción hubiera dado indicios de lo que iba a ocurrir.

175. Pero Abraham, sin experimentar alteración alguna ni en el cuerpo ni en el entendimiento,


con la mirada firme y con el pensamiento tranquilo dijo en respuesta a la pregunta: "Hijo,
Dios se encargará de proveer la víctima" (Gen. XXII, 8), 'aún en este vasto desierto, que quizá
te haga desesperar de encontrarla. Pero ten presente que para Dios todo es posible, incluso
aquellas cosas que para los hombres son imposibles e inalcanzables'.

176. Y a la vez que esto decía, tomó con toda presteza a su hijo y lo colocó sobre el altar, y
habiendo tomado el cuchillo con su mano derecha se aprestó a matarlo. Pero Dios, el
Sal vador, adelantándose a su propósito, impidió que lo concretase, haciendo oír desde el aire
Su orden de detenerse y no tocar al niño. Dos veces llamó al padre por su nombre para hacerlo
volver y retroceder, y así impedir se consumara la inmolación.

177. E Isaac es salvado, al restituir Dios el presente y retribuir con la misma ofrenda con que
la piedad del oferente Le honraba; en tanto que para Abraham su acción, si bien no alcanzó el
fin perseguido, ha quedado registrada como completa y perfecta, y como tal se ha perpetuado
no sólo en las sagradas escrituras sino también en las mentes de los lectores.

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178, Sin embargo, los malintencionados, que todo lo critican y tienen por norma juzgar
censurando y nunca elogiando, no comparten nuestra opinión de que lo ejecutado por
Abraham sea grande y admirable.

179. Dicen ellos que muchos otros hombres muy amantes de su familia e hijos también han
entre gado sus hijos, unos para ser sacrificados por sus países a título de precio pagado para
evitar guerras, sequías, lluvias excesivas o epidemias; otros, en nombre de algo que se
considera piedad pero que en realidad no es tal cosa.

180. Dicen, ciertamente, que entre los griegos hombres de altísima repu tación, no sólo
ciudadanos privados sino también reyes, sin preocuparse mucho por aquellos a quienes habían
engendrado, los entregaron al sacrificio para salvar ejércitos poderosos por su fuerza y
número, si estaban en las filas de los aliados; y para destrozarlos al primer asalto si estaban
alistados entre los enemigos.55
55 La referencia es indudablemente a sacrificios como el de Ifigenia y el de Macana, tratados

por Eurípides en las tragedias Ifigenia en Áulide y Los Heraclidas;

181. Agregan que los pueblos no helenos han admitido durante mucho tiempo los sacrificios
de niños como obra santa y grata a la Divinidad, y que incluso el santísimo Moisés registra esa
abominación, cuando, echándoles en cara esta mancha, dice que "queman a sus hijos e hijas
en honor de sus dioses" (Deut. XII, 31).

182. En la India, prosiguen, los gimnosofistas 56 aún en nuestros días, cuando la larga e
in curable enfermedad que es la vejez comienza a hacer presa en ellos, antes de que ella se
adueñe completamente de ellos, amontonan una pira y se entregan a las llamas, a pesar de que
podrían seguir viviendo quizá por muchos años. Y no faltan ejemplos de esposas que, al morir
sus esposos antes que ellas, se lanzan gozosas sobre la misma pira y soportan ser quemadas
vivas con los cuerpos de aquellos.
56 Es decir, los sabios desnudos de la India, a los que se refieren Plu tarco, en la Vida

Alejandro, 64, y otros autores.

183. Es indudable que estas mujeres sí merecen ser admiradas por su valentía, pues encaran la
muerte con una indiferencia sin límites y corren hacia ella ansiosas y sin aliento como si
marcharan hacia la inmortalidad. XXXIV ¿A. qué viene, entonces, el alabar a Abraham como
si hubiera emprendido un hecho sin preceden tes, cuando tanto simples particulares, como
reyes, como naciones enteras lo realizan cada vez que la ocasión se presenta?

184. Yo, frente a su mala fe y mordacidad, diré lo que sigue. De los que sacrifican a sus hijos
unos lo hacen por ajustarse a la costumbre, como ocurría en algunos pueblos no helenos,
según se afirma, en tanto que otros lo sacrifican por importantes razones de estado, que
escapan a su arbitrio, ya que sus ciudades y países no están en situación de solucionar por otra
vía sus problemas. De éstos hay quienes entregan a sus hijos por necesidad, forzados por
poderes superiores; y quienes lo hacen deseosos de honra y gloria para ganar prestigio entre
sus coetáneos y buena fama ante la posteridad.

185. Ahora bien, aquellos que los inmolan siguiendo la costumbre, nada grande, como se
advierte, hacen; por cuanto una costumbre de larga data se torna igual a la naturaleza, al punto
de que cosas difí ciles de sobrellevar y emprender ella las convierte en ligeras y fáciles,
moderando el exceso de temores.

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186. Y cuando se trata de ofrendas hechas por temor, ningún elogio cabe, puesto que el elogio
se registra en el caso de rectas acciones volunta rias, en tanto que las involuntarias dependen
exclusivamente de otras cosas: o bien de ocasiones favorables, o bien de azares o bien de
compulsiones provenientes de los hombres.

187. Y si es por deseo de fama por lo que alguno renuncia a un hijo o a una hija, lo justo es
más bien que se le reproche y no que se le alabe, por cuanto trafica con la muerte de los seres
más queridos para adquirir una honra que, aún en el caso de que ya la poseyere, debería
desechar si estuviese en juego la conservación de sus hijos.

188. Corresponde averiguar, pues, si fue bajo el imperio de alguna de dichas circunstancias:
costumbre, honra o temor, como Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo. Pues bien, en
Babilonia y Mesopotamia y en la nación caldea, en la que aquél creció y pasó la mayor parte
de su vida, no se da la costumbre de dar muerte a hijos, como para pensar que la continua
práctica en ella haya tenido la virtud de amenguar las impresiones de los horrores de tal acto.

189. Ni tampoco tenía nada que temer de parte de los hombres, pues nadie es taba al tanto del
Divino mensaje, revelado sólo a él; ni lo apre miaba ninguna desgracia colectiva, cuyo
remedio debiera venir de la inmolación de un hijo de sobresalientes cualidades.

190. Pero, ¿no le habrá impulsado a consumar el hecho el deseo do ganarse la alabanza de la
multitud? ¿Qué alabanza podía lograr en la soledad, donde nadie estaba presente para poder
divulgar más tarde su fama? Hasta los dos sirvientes habían sido dejados lejos de propósito,
para que no pareciese que lle vaba testigos para hacer alarde y ostentación de conducta
piadosa.

191. XXXV. Pongan, pues, cerrojo a sus desenfrenadas y difamadoras bocas, controlen la
envidia y el odio que llevan consigo contra lo noble, y no desfiguren las virtudes de los
hom bres que han vivido una buena vida, virtudes que correspon dería contribuyeran a ilustrar
con elogios.
Que se trata de un acto realmente digno de alabanza y simpatía, es cosa fácil de ver por varias
razones.

192. En primer lugar, la obediencia a Dios, que a juicio de todas las perso nas bien
intencionadas es una norma merecedora de todo respeto y esfuerzo, fue practicada de manera
relevante por Abraham, al punto de no descuidar jamás uno solo de los mandatos Divinos, y
sin disgusto ni repugnancia, aun cuando esa obediencia implicara trabajos y dolores. Por eso
frente a la Divina prescripción sobre su hijo se comportó con toda altura y firmeza.

193. En segundo lugar, no existiendo en el país la costumbre de hacer sacrificios humanos,


que quizá existía en otros lugares y que por la constante repetición suele debilitar las
impresiones de sus horrores, el acto que se aprestaba a realizar era el primero en su género allí
y resultaba totalmente novedoso y fuera de lo común, de tal modo que no creo pudiera
sobrellevarlo nadie, aunque tuviera el alma hecha de hierro y acero; que, como dijo alguien,
no es cosa fácil enfrentarse con la naturaleza.

194. Además, habiendo engendrado un hijo legítimo nada más, al punto a la posesión de este
hijo se agregó el sentimiento, también legítimo, de afecto hacia él, sentimiento que en este

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caso estaba por sobre todos los amores sanos y por sobre todos los tan celebrados vínculos de
amistad.

195. Con tribuía a ello también un poderosísimo incentivo consistente en el hecho de que
había engendrado a su hijo, no en la edad apro piada sino en la vejez. Los progenitores, en
efecto, están locos, por así decir, por los hijos tardíos, a causa o bien de que han ansiado largo
tiempo su nacimiento, o bien de que no esperan tener ya otros por haber la naturaleza detenido
allí su curso como si hubiera llegado a su último y extremo límite.

196. Ahora bien, que un padre de numerosa prole ceda uno cualquiera de sus hijos a Dios a
título de ofrenda, nada tiene de extraordinario, puesto que le quedan los hijos vivos para
brindarle alegrías, y ello constituye un consuelo y un lenitivo-nada despreciables del dolor por
el hijo sacrificado. Pero aquel que no teniendo más que un único y amado hijo, lo entrega,
lleva a cabo un acto superior a toda ponderación, puesto que, sin hacer concesión alguna a los
lazos familiares, coloca todo su peso en el platillo de la balanza del lado de lo que complace a
Dios.

197. El paso siguiente sale de lo común y, prácticamente, constituye un caso único. En efecto,
los otros entregan, es cierto, a sus hijos para ser sacrificados por la salvación de sus países o
ejércitos, pero permanecen en su casa o muy distantes de los altares, o en caso de que se
hallen presentes, vuelven la vista pues no soportan ser testigos, y dejan a cargo de otros la
ejecución del sacrificio.

198. Abraham, en cambio, el más amante de los padres, da comienzo él mismo, como un
sacerdote, al rito, del sacrificio del más excelente de los hijos en todos los mentidos. Quizá,
ajustándose a la ley, de los holocaustos, hubiera también desmembrado a su hijo para
ofrecerlo miembro por miembro. De esta manera, no repartió 57 su alma entre el hijo la piedad,
sino que la consagró toda, sin exceptuar parte alguna de ella, a la santidad, haciendo caso
omiso del llamado de la propia sangre.
57 Filón, pasando de la hipótesis a la concreción del hecho, da por sentado el mérito de

Abraham, como si hubiera consumado el holocausto de su hijo, apoyándose en que en la


voluntad de Abraham se había con cretado, aunque la voluntad de Dios impidió su realización
efectiva.

199. ;Cuál de las cosas señaladas puede de cirse de otros? ¿Cuál de ellas no resulta
extraordinaria y supe rior a toda ponderación? Ninguno, pues, como no sea un ca lumniador y
un malintencionado, puede menos que conmoverse y admirarse ante esta piedad con mucho
inigualada, aunque no se detenga a considerar a la vez todos los puntos que he mencionado,
sino sólo uno de entre todos. En efecto, la repre sentación mental de uno solo de ellos, por
pequeña que sea la forma de la imagen, aunque ninguna obra del sabio es pe queña, resulta
suficiente para poner de manifiesto su grandeza y elevación del alma de Abraham.

200. XXXVI. Pero la explicación literal y manifiesta no es la única que admite el relato que
nos ocupa. A mi parecer éste deja además entrever una interpretación demasiado obscura para
los más, pero reconocible para aquellos que prefieren lo aprehensible por la inteligencia a lo
sensible y son capaces de verlo. Es la siguiente. El que está a punto de ser sacrificado se llama
Isaac en caldeo,58 pero la traducción griega de ese nombre es "risa", si bien no se trata de la
risa que se origina en el cuerpo con las bromas, sino de la sensación de agrado y alegría que
tiene lugar en el entendimiento.

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58 Es decir, en hebreo. Ver la nota 3.

202. Esta risa es lo que se nos dice que el sabio sacrifica a Dios como corresponde; con lo que
se da a entender mediante un simbolismo que la alegría sólo a Dios esta íntimamente ligada.
En efecto, mientras la especie humana está sujeta al dolor y vive en el temor de los males
presentes y esperados; de modo que los hombres están o afligidos por los males en que contra
su voluntad se hallan envueltos o estremecidos por la intranquilidad y el temor ante los que
habrán de sobrevenir, la naturaleza de Dios, en cambio, está libre de dolor y temor, y ninguna
pasión cabe en ella, participando solamente de la felicidad y dicha perfectas.

203. Al carácter que ha reconocido esta verdad Dios, que es bienhechor y amigo del género
humano, y tiene desterrada de Sí la envidia, lo premia convenientemente retri buyéndole con
un don en la medida en que la capacidad del receptor lo permite. Hasta podríamos decir que
Se dirige a él en estos términos:

[204.] "Sé claramente que toda alegría y dicha a ningún otro pertenece sino a Mí, el Padre del
universo. Con todo, no me opongo a que hagan uso de Mi propiedad los que la merecen. Pero,
quién puede ser merecedor de ella salvo el que Me siga y siga Mis determinaciones? A éste,
en efecto, le será dado verse libre en el mayor grado posible del dolor y del temor durante su
marcha por este camino, que no pueden recorrer las pasiones y los vicios, y por el que, en
cambio, caminan los buenos sentimientos y las virtudes".

205. Sin embargo, nadie se haga a la idea de que la alegría desciende del cielo a la tierra pura
y sin mezcla de dolor; no, ella es una combinación de ambas cosas, si bien prevalece el
elemento superior. Ocurre lo que con la luz, que en el cielo es pura y sin mezcla de sombra,
pero en las regiones sublunares aparece combinada con la obscuridad del aire.

206. Este es el motivo, creo yo, por el que Sara, que es como decir la vir tud,59 si bien al
principio se rió, luego negó la risa ante el que la interrogaba, temerosa de estar apropiándose
de la alegría, que es de Dios exclusivamente y no de mortal alguno. Por eso la sagrada palabra
la anima diciéndole: "No tengas temor; te has reído realmente y eres partícipe en la alegría".60
59 Filón considera a Sara como la personificación de la virtud "in genere", como símbolo de la

sabiduría en particular, y como personificación de la soberanía.


60 Gen. XVIII, 12 y 15. Ver el parágrafo 112.

207. Es que el Padre no ha permitido que la existencia del género humano transcurra en medio
de dolores, penas y pesares incurables, y mezcló con ellos elementos de la naturaleza superior,
considerando que es justo que el alma experimente también tranquilidad y paz en
determinados momentos; y quiso además que el alma de los hombres sabios pasase la mayor
parte del tiempo feliz y dichosa en la contemplación del mundo.

208. XXXVII. Acerca de la piedad de Abraham basten estas consideraciones, aunque podrían
agregarse otras infinitas. Pero corresponde que examinemos también sus buenas disposiciones
para con los hombres. La naturaleza que es piadosa es también amable, y en la misma persona
se ponen de manifiesto ambas cosas: la santidad con respecto a Dios y el justo proceder frente
a los hombres. Describir la totalidad de los actos de Abraham en tal sentido sería cosa de
nunca acabar; pero no estará de más mencionar dos o tres.

209. Siendo, como era, dueño de excepcionales riquezas en oro y plata, poseyendo rebaños de

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numerosos animales, rivalizando en la abundancia de bienes con los nativos de la región
poseedores de suficientes recursos, y habiendo llegado a ser más rico de lo que cabía esperar
en un inmigrante, no obstante ello no fue objeto de reproches de parte de ninguno de los que
fueron recibidos en sus posesiones y jamás dejó de ser alabado por todos aquellos que
llegaron a conocerlo.

210. Y si, como sucede muchas veces, alguno de sus servidores o de quienes convivieron con
él se veía envuelto en alguna disputa o discrepancia con otros, él trataba de sub sanarla con
calma, pues merced a una enérgica norma de vida había desterrado lejos de su alma todo lo
que tuviese que ver con las disputas, los desórdenes y las facciones.

211. Y nada tiene de admirable que observara tal conducta ante los extraños; que, al fin y al
cabo, se hubieran unido para hacerle frente con el peso de una fuerza superior si él hubiera
querido imponerse injustamente; puesto que lo vemos obrar con moderación frente a quienes,
ligados a él por lazos de familia, pero ajenos por sus ideas, estaban solos, sin apoyo y con
recursos muy inferiores a los suyos, y aceptar voluntariamente llevar la peor parte ante
quienes hubiera podido sacar ventajas.

212.61 Tenía, en efecto, un sobrino, que lo había acompañado cuando emigró desde su país
natal; persona nada firme, de actitudes equívocas, sin una norma definida de conducta, quien
unas veces lo adulaba con amables salutaciones y otras se rebelaba y resistía, a través de
constantes cambios de actitud.
61 Para los parágrafos 212 a 216 ver Gen. XIII, 5 a 11.

213. De ahí que hasta la ser vidumbre de éste, al carecer de control, era disputadora y
tur bulenta, y muy particularmente los pastores, que se hallaban situados a considerable
distancia de su amo. Y por cierto que, dueños de obrar a su capricho, su arrogancia los ponía
en permanente conflicto con los que tenían a su cargo los rebaños del sabio, los que las más de
las veces cedían en atención a la mansedumbre de su señor. Resultado de ello fue que
aquéllos, entregándose a una insensata y desvergonzada audacia, excita dos e irritados ya,
encendieron en sus almas el fuego de una hostilidad irreconciliable, hasta que obligaron a los
agraviados a tomar medidas para defenderse.

214. Habiendo llegado a las manos de manera extremadamente violenta, y enterado el hombre
noble del enfrentamiento con los agresores, no obs tante saber que su bando gozaba de mejor
reputación62 por su fuerza y número, no permitió que la disputa se prolongara hasta la victoria,
a fin de que su sobrino no recibiera pena por la derrota de los suyos. Y así, colocándose en
medio de ellos, reconcilió a los enfrentados mediante proposiciones conciliadoras no sólo para
las circunstancias presentes sino también para el futuro.
62 Literalmente: era más glorioso (epikydestéran oúsan). Afirmación hiperbólica que no

justifican los antecedentes mencionados en el Génesis hasta la ocasión que se trata aquí.
Inconscientemente tiene Filón presente, sin duda, la campaña contra Codorlaomor y sus
aliados narrada más ade lante en Gen. XIV; y anticipa el juicio que, a su parecer, habrían de
merecer las huestes de Abraham.

215. Sabía, en efecto, que si vivían y residían en un mismo lugar las diferencias de pareceres
los enfrentarían suscitando permanentes desacuerdos y peleas de unos contra otros; y pensó
que, para que esto no sucediera, era conveniente poner fin a la vida en común y fijar sitios de
residencia sepa rados. Mandó, en consecuencia, llamar a su sobrino y le dio a elegir la zona

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mejor, aviniéndose de buen grado a que se que dara con. la parte que prefiriera; ya que
consideraba que él ganaba la mayor de las ganancias, la paz.

216. Y sin embargo, ¿qué otro cedería en caso alguno ante uno más débil siendo él el más
fuerte? ¿Quién, pudiendo imponerse, querría llevar la peor parte y no respaldar sus intereses
con la fuerza? Sólo él, que consideraba que el sumo bien reside no en la fuerza y el propio
engrandecimiento, sino en una existencia libre al máximo de agitaciones y tranquila en cuanto
de uno depende; y así se nos mostró como el más admirable de los hombres.

217. XXXVIII. Como además del elogioso juicio que sobre Abraham en su condición de
hombre encierran las palabras del relato, ellas, según los que desde el sentido literal pasan a
las conclusiones de orden espiritual, revelan a la vez caracteres del alma, convendrá de seguro
examinar también estos caracteres.

218. Son ellos innumerables, procedentes de infinitos puntos de partida y resultados de toda
clase y variedad de cir cunstancias; pero los que ahora vamos a considerar se reducen a dos:
uno de mayor dignidad, otro de dignidad inferior. El de mayor dignidad es aquel que tributa
honor a las cosas de naturaleza superior y dominante; el de menor es el que honra a las cosas
subordinadas y últimas en jerarquía.

219. Ahora bien, de naturaleza superior y dominantes son la sensatez, la templanza, la justicia,
la fortaleza, la virtud en general y las acciones virtuosas; de menor jerarquía, en cambio, son
la riqueza, la reputación, el mando, la nobleza de cuna, es decir, no la verdadera nobleza, sino
la que el común de la gente tiene por tal; y además todas las otras cosas que, a continuación de
las espirituales y de las corporales, ocupan el tercer lugar, que es justamente también el
último.

220. Cada uno de estos dos caracteres posee lo que podríamos llamar hatos y rebaños; el
apegado a las cosas externas posee plata, oro, vestidos, y todas aquellas cosas que constituyen
y procuran riqueza, así como también armas, máquinas de guerra, trirremes, fuerzas de
caballería, de infantería y navales, vale decir, los instrumentos básicos para la dominación, los
fundamentos de la seguridad en el poder; el amante de lo noble, en cambio, es dueño de las
doc trinas relativas a cada una de las virtudes y de las verdades descubiertas por la sabiduría
misma.

221. Ahora bien, al frente de uno y otro conjunto, encargados de velar por ellos, hállanse
ciertos hombres comparables a los cuidadores de ganado. El de las cosas exteriores está a
cargo de amantes de la riqueza y la gloria, de los aspirantes a generalatos y de cuantos
apetecen el mando sobre las multitudes; al frente del de las cosas del alma hállanse todos los
amantes de lo noble y de la virtud, todos los que escogen, no los bienes espurios en vez de los
legítimos, sino los genuinos en vez de los bastardos.

222. Es natural, por lo tanto, que surja entre ellos un encarnizado conflicto, ya que .sus puntos
de .vista son totalmente distintos, dis crepando y disintiendo- siempre acerca del asunto más
importante en la vida, es decir, acerca de la elección de los verdaderos bienes.

223. Durante cierto tiempo pues, el alma se halló envuelta en un conflicto y fue sede de tal
enfrentamiento. Esto ocurría cuando aún no se .hallaba purificada completamente, y todavía
las enfermizas pasiones prevalecían sobre los saludables princi pios. Pero, desde que comenzó

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a adquirir mayor vigor y a de moler con superior fortaleza la hostil muralla de las enemigas
doctrinas, despliega sus alas y, llena enteramente de sensatez, aísla con un muro de separación
al carácter admirador de las materias exteriores afincado en ella; y como si se dirigiera a un
hombre, le dice:

[224.] "Es imposible que tú y el amante de la sabiduría y de la virtud compartáis la casa y la


mesa. Anda, pues, cambia de residencia y aíslate lejos, que nada tie nes, o mejor, ni siquiera
puedes tener de común con él. Todo cuanto tú supones que está a la derecha, él piensa que
está a la izquierda; y, a la inversa, cuanto tú consideras situado a la izquierda, a juicio de aquél
está a la derecha".63
63 Gen. XIII, 9.

225. XXIX. Por cierto que64 el noble hombre no sólo fue pacífico y justiciero sino también
valeroso y batallador; y no por espíritu belicoso; que no era amigo de disputas y penden cias;
sino por asegurar para el futuro la paz que sus oponentes menoscababan.65
64 Retoma Filón la exposición interrumpida desde el parágrafo 217 para la digresión sobre la

alegoría implícita en el episodio de ambos bandos de pastores.


65 Para los parágrafos 225 a 235 ver Gen. XIV.

226. Sus hechos constituyen la más clara de las pruebas. La parte del mundo habitado que se
extiende ha cia el levante estaba bajo el dominio de cuatro grandes reyes, a los cuales estaban
sometidas todas las naciones de Oriente situadas a uno y otro lado del Eufrates. Ahora bien,
mientras las demás naciones permanecían al margen de conflictos, obe dientes a los mandatos
de los reyes y pagando sin dilaciones los tributos anuales, sólo el país de los sodomitas, antes
de ser arrasado por el fuego, comenzó a socavar la paz, maquinando durante largo tiempo una
deserción.

227. En efecto, como era extremadamente próspero, gobernaban allí cinco reyes, que se
habían repartido las ciudades y la región, que no era extensa, pero sí rica en cereales, bien
arbolada y abundante en frutos. Lo que las otras regiones debían a sus territorios extensos, a
Sodoma procurábanselo sus buenas condiciones naturales, de donde veníale el tener no uno
sino varios soberanos, que la amaban y estaban prendados de su belleza.

228. Éstos en otro tiempo pagaban los tributos establecidos a los recolectores de
contribuciones, movidos por el respeto y el miedo a la vez a los más poderosos, de quienes
ellos eran monarcas vasallos. Pero, después que se hubieron saturado de bienes y, como suele
ocurrir, la saciedad engendró la insolencia, concibieron proyec tos superiores a sus
posibilidades y comenzaron por sacudir el yugo, para luego atacar a sus señores, como malos
servidores, fiados en la sedición y en la fuerza.98

229. Pero los otros reyes, conscientes de su mayor nobleza de estirpe y contando con una
fuerza más poderosa, saliéronles al encuentro, seguros de ven cerlos al primer ataque; y
habiendo venido a las manos, a unos los dispersaron de inmediato en franca fuga, y a otros los
ulti maron en masa matándolos a diestra y siniestra, mientras que una gran multitud fue
conducida prisionera y distribuida con el resto del botín. Entre otros condujeron cautivo al
sobrino del sabio, quien había emigrado a una de las cinco ciudades no mucho tiempo antes.

230. XL. Cuando esto llegó a oídos de Abraham por boca de uno de los que escaparon de la
derrota, penosa fue la aflic ción que lo embargó, y ya no tuvo tranquilidad, alterado su ánimo

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por los sucesos. Su pesadumbre al saber que su sobrino vivía era mayor aún que si se hubiese
enterado de su muerte; puesto que la muerte es, como su mismo nombre lo indica,67 el fin de
todas las cosas de la vida, y muy especialmente de las malas; mientras que las desgracias
inevitables que aguardan a los vivientes son innumerables.
66 En la fuerza que ellos creían tener. Pero tal vez haya un error en el texto griego y la lectura

correcta sea: más en la sedición que en la fuerza.


67 Emplea aquí Filón el término télos = fin, que, al igual que la pala bra fin en español, se usa

también como sinónimo de thánatos = muerte.

231. Pero, cuando se dis puso a marchar tras aquéllos con miras a rescatar a su sobrino se
encontró falto de aliados, pues era extranjero e inmigrante, y nadie se atrevía a enfrentarse con
las invencibles fuerzas de aquellos reyes, tantos en número y recientemente victoriosos.

232. Sin embargo, obtuvo la colaboración para la lucha de ma nera harto novedosa; que quien
se aboca a empresas en pro de la Justicia y el provecho de sus semejantes, halla recursos
donde no los hay. En efecto, reunió a sus siervos y, tras haber ordenado a los adquiridos por
compra que permanecieran en sus casas, temeroso de que desertaran, hizo un recuento de los
nacidos bajo sus techos y, habiéndolos distribuido en grupos de a cien, avanzó con tres
batallones. Su confianza, empero, no reposaba en estas fuerzas, cuyo número no era sino una
pequeña parte del de aquellas con que contaban los reyes, sino en el Campeón y Defensor de
la justicia. Dios.

233. Apresuróse, pues, a avanzar decididamente, sin aminorar para nada la velocidad, hasta
que, habiendo acechado la ocasión propicia, cayó durante la noche sobre los enemigos, que
acababan de cenar ya y se disponían a entregarse al sueño. A algunos los mató en sus lechos; a
otros, que alcanzaron a tomar las armas para opo nerse, los aniquiló completamente,
doblegando a todos vigoro samente, más por la valentía de su alma que por los recursos
guerreros.

234. Y no se dio tregua hasta que, habiendo des truido totalmente al ejército enemigo con sus
mismos reyes, los vio tendidos frente a su campamento. Su brillante y esclarecida victoria
culminó con el rescate de su sobrino y la captura, además, de todos los caballos, de la multitud
de las otras bestias y de un copiosísimo botín.

235. El gran sacerdote del Altísimo Dios, al verlo avanzar cargado de trofeos, sano y salvo
con toda su fuerza intacta, sin haber perdido un solo hombre de los que había llevado consigo;
pasmado ante la magnitud de la hazaña y teniendo presente, como no podía ser menos, que sin
la pro videncia y ayuda Divina su empresa guerrera no hubiera llegado a buen término, lo
alabó elevando plegarias por él con las ma nos tendidas hacia el cielo, ofreció sacrificios en
acción de gra cias por la victoria, y agasajó espléndidamente a todos los que habían tomado
parte en la contienda, gozoso y complacido a la par de ellos, como si el éxito hubiera sido
propio. Y en realidad también a él le correspondía, pues "las cosas de los amigos son
comunes", como dice el proverbio, y mucho más si se trata de las cosas de los buenos, cuya
única meta es complacer a Dios.

236. XLI. Tal es lo que nos dice el sentido literal de las escrituras; pero todos aquellos que son
capaces de contemplar los hechos desnudos de sus envolturas materiales, aquellos que viven
más con el alma que con el cuerpo, dirán que de los nueve reyes cuatro representan los efectos
que producen en nosotros las cuatro pasiones: el placer, el deseo, el temor y el dolor; en tanto

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que los otros cinco son los sentidos, que son también cinco: vista, oído, gusto, olfato y tacto.

237. En cierta manera, en efecto, estos nueve son como nuestros reyes y gobernantes, estando
en sus manos la soberanía; aunque no de la misma manera en todos, ya que los cinco son
vasallos de los cuatro, y se ven forzados a pagar a éstos los tributos y contribuciones
establecidos por la naturaleza.

238. En efecto, las penas, los placeres, los temores y los deseos surgen de aquello que vemos,
oímos, olemos, gustamos y tocamos, y ninguna de las pasiones cobraría vigor por sí misma, si
no contara con los medios que los sentidos le procuran.

239. Éstos medios cons tituyen, en efecto, las fuerzas de las pasiones, en forma o de colores y
figuras, o de sonidos pronunciados u oídos, o de gus tos, o de olores, o de cualidades de las
cosas tangibles, que son blandas y duras, ásperas y suaves, calientes y frías. Todas estas cosas,
en efecto, son proporcionadas a cada una de las pasiones a través de los sentidos.

240. Y mientras dichos tributos son pagados, subsiste la alianza entre los reyes; pero cuando
ya no se cumple con ellos de la misma manera, no tardan en sus citarse conflictos y guerras.
Tal es lo que, evidentemente, su cede cuando sobreviene la dolorosa vejez: en ella no solo no
menguan en nada las fuerzas de las pasiones, cuyo poder tórnase quizás más dominante que
antes; sino además los ojos son más débiles; los oídos, más torpes para oír; y cada uno de los
otros sentidos, más embotado, no siendo ya ninguno de ellos capaz de distinguir con la misma
precisión de antes ni de pagar los tributos en la medida correspondiente.68. Y así, debilitados'
en todas las formas y doblegados ya de por sí, es natural que sean fácilmente descalabrados
por las enemigas pasiones.
68 En los manuscritos léase: isa tói pléthei =. iguales a la multitud, lectura que resulta

inaceptable. Colson propone: isa tói plérei = iguales al total de la cuota.

241. Muy de acuerdo con la naturaleza de las cosas resulta el aserto de que de los cinco reyes
dos se precipitan en una fuente y tres se habían dado a la fuga. El tacto y el gusto, en efecto,
llegan a las más profundas zonas del cuerpo y llevan a sus entrañas aquello que es propio para
su desarrollo, en tanto que los ojos, los oídos y el olfato en buena parte se van hacia afuera y
huyen de la esclavitud del cuerpo.

242. El hombre noble, que está atento a todas estas cosas, cuando observa que las alianzas y
amistades de poco antes se quebrantan y que, en vez de la paz, sobreviene la guerra entre los
nueve reinos, enfrentándose por el poder soberano los cuatro contra los cinco, espía la ocasión
oportuna y se lanza al ataque imprevistamente en procura de establecer en el alma la
demo cracia, el mejor de los sistemas políticos,69 en lugar de las tira nías y monarquías,70 y la
legalidad y la justicia en vez de la ilegalidad y la injusticia, que hasta entonces habían
prevalecido.
69 Ver Sobre la inmutabilidad de Dios, 176.
70 El contexto parecería sugerir que el término dynastéia, que aparece en el texto griego,

debería traducirse por oligarquía, para marcar mejor la oposición que parece sugerir Filón
entre el régimen basado en la igual dad y la ley, que es la democracia, y los dos regímenes
fundados en la desigualdad y el poder arbitrario de una persona (tiranía) o de un sector
minoritario de la población (oligarquía). Pero con ese mismo término-califica nuestro autor en
el parágrafo 244 a las pasiones y los sentidos, que en la interpretación corresponden a los
nueve reinos del relato bíblico, a los que es imposible que califique de oligarquías. Por eso he

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preferido traducirlo por monarquía, pero es de advertir que en el texto griego no se emplea el
término monarkhía = gobierno de uno solo, sino el ya mencionado de dynastéia, emparentado
con dynamis = fuerza, por lo que cabe suponer que se refiere a una monarquía autoritaria, afín
a la tiranía, por lo que su mención junto a tyrannís = tiranía, no sería sino una de tantas
reiteraciones de conceptos a que echa mano Filón frecuentemente. Ver Aristóteles, Política. 4,
5, 2.

243. Lo dicho no es producto de mi imaginación, sino uno de los hechos más verídicos
observados en nosotros mismos. A menudo, en efecto, los sentidos mantienen la concordia
con las pasiones y les proveen de elementos sensibles; pero a menudo también se rebelan y ya
no consideran procedente el pagar los mismos tributos, o no pueden hacerlo por hallarse,
presente la correctora razón.71 Esta, cada vez que se reviste con su pano plia, o sea, con las
virtudes y las doctrinas y principios relativos a las mismas, las que constituyen una fuerza
irresistible, se impone con tremendo vigor, ya que no es posible que lo inco rruptible conviva
con lo corruptible.
71 Aquí Filón olvida que en el relato bíblico los cuatro reinos tribu tarios no se rebelaron

animados o incitados por Abraham, símbolo de la razón, sino por propia decisión; por lo cual
el paralelo es muy parcial.

244. Las nueve monarquías, es decir, las cuatro pasiones y los cinco sentidos, son corruptibles
y origen de corrupción; y la sagrada y verdadera mente Divina razón, cuya fortaleza reside en
las virtudes y a la que en la serie de los números corresponde el diez, el número de perfección
suma,72 marcha a la contienda y, munida de la poderosísima fortaleza que procede de Dios,
derrota categóricamente a los mencionados reinos.
72 Ver Sobre la unión con los estudios preliminares 89 y ss., y Sobre el decálogo, 20 y ss.

245. XLII. Algún tiempo más tarde muéresele a Abraham su esposa, fuente de inmensa
complacencia para él y excelente en todos los sentidos, la que le había dado innumerables
pruebas de su amor de esposa, soportando junto a él la separación de sus familiares,
sobrellevando sin titubear el abandono de la tie rra natal, las incesantes y sucesivas
peregrinaciones por suelos extraños, las privaciones de alimentos y las campañas guerreras en
las que lo acompañó.

246. Siempre, en efecto, y en todos los lugares ella estuvo a su lado sin abandonarlo en sitio ni
ocasión alguna, participando realmente de su vida y de los acontecimientos de su vida,
convencida de que le correspondía participar por igual en las buenas y en las malas
contingencias. No hizo como algunas mujeres, que huyen de las situaciones desfavorables y
están al acecho de las propicias; sino con ánimo entero aceptó su parte en unas y en otras,
segura de que eso es lo que atañe y corresponde a una esposa.

247. XLII.73 Si bien son muchos los hechos enaltecedores que podría narrar sobre esta mujer,
haré mención sólo de uno de ellos, el que constituirá una prueba clarísima de la verdad de los
demás. Siendo, en efecto, infecunda y estéril, su temor de que la casa amada de Dios quedase
enteramente privada de descendencia, la movió a dirigirse a su esposo y hablarle en estos
términos:
73 Para los parágrafos 247 a 254 ver Gen. XVI, 1 a 6.

[248.] "Mucho tiempo llevamos ya de vida en común con mutua complacencia sin que el
motivo por el cual nos hemos unido nosotros y por el cual la naturaleza ha constituido la

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unión del hombre y la mujer, que es la procreación de hijos, se cumpla; y en lo que a mí toca,
por lo avanzado de mi edad, no hay esperanzas de que en el futuro ocurra eso.

249. Mas no sufras tú también las consecuencias de mi incapacidad para tener hijos, ni por
consideración hacia mí quedes impedido de ser padre pudiendo serlo. La verdad es que no
podría tener celos de otra mujer que tú tomares, si a ello te mueve no un irracional apetito sino
el cumplimiento de una inevitable ley de la naturaleza.

250. Por lo tanto no dejaré pasar más tiempo sin procurarte una joven que esté en condiciones
de proporcionarte lo que a mí me es negado. Y si nues tras súplicas por el nacimiento de hijos
son escuchadas, los vástagos serán tuyos por legítima paternidad y míos por cabal adopción.

251. Mas para borrar toda sospecha de celos de mi parte, toma, si te place, a mi criada,
esclava de cuerpo, pero libre y noble de espíritu, de lo que durante mucho tiempo he recibido
pruebas y testimonios desde que por primera vez fue traída a mi casa; egipcia por nacimiento
pero hebrea por sus normas de vida.

252. Grandes son los bienes que poseemos e inagotable la riqueza, mayores de lo que cabría
esperar en inmigrantes; que en ello hemos dejado atrás a nativos de la región reputados por su
prosperidad; pero no hay indicios de heredero y sucesor alguno; aunque, si sigues mis
consejos, es posible que éste sea una realidad."

253. Abraham, con cre ciente admiración ante el amor siempre renovado y rejuvenecido de su
esposa, y ante su previsión y preocupación por el futuro, se unió a la que aquélla había
juzgado conveniente, hasta que la misma dio a luz; o, como afirman quienes exponen la
versión más segura,74 hasta que estuvo preñada; y cuando eso ocurrió, poco después se
abstuvo obedeciendo a su natural continencia y por la consideración que sentía hacia su
esposa.
74 También en Sobre la vida de Moisés 1, 4, menciona Filón haber ma nejado más de una

versión o tradición sobre los hechos narrados en el Pentateuco.

254. Por esa época, pues, les nace un hijo de la criada, pero mucho tiempo más tarde, aunque
habían desesperado de engendrar en común, náceles uno propio, premio por la nobleza de sus
espí ritus, con el que la generosidad Divina los recompensaba más allá de cuanto habían
esperado.

255.75 XLIV. No es necesario agregar más pruebas acerca de los méritos de esta mujer; los
elogios al sabio, son más numerosos y a algunos de ellos me he referido en detalle algo más
arriba. Pero aún he de hablar de una actitud suya que no puede pasarse en silencio: la
observada con ocasión de la muerte de su esposa.
75 Para los parágrafos 255 a 261 ver Gen. XXIII.

256. Habiendo perdido a esa compañera de toda la vida» adornada de cualidades tales como
las que nuestro relato ha-puesto de relieve y revelan los oráculos; cuando el dolor se aprestaba
ya a encarnizarse con su alma, él, como un atleta, lo dominó estimulando y vigorizando al
máximo al natural ene migo de las pasiones, la razón, a la que durante toda su vida tuvo por
consejera, y cuyas excelentes y provechosas prescrip ciones resolvió obedecer de manera
especial en esa ocasión.

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257. El consejo era el siguiente: no debía desesperarse más de la medida, como si se tratara de
una desgracia sin precedentes ni razón de ser, ni tampoco hacer gala de indiferencia, cual si
nada penoso hubiera sucedido; había, en cambio, de preferir lo intermedio en vez de los
extremos, tratando de moderar sus sentimientos, no disgustándose porque se cobrara la
naturaleza la deuda que le es debida y haciendo con tranquilidad y calma más llevadero lo
sucedido.

258. Los sagrados libros contienen pruebas sobre el particular,. que no es lícito tachar de
testimonios falsos. Ellas revelan que, tras llorar unos instantes sobre el cadáver, se alejó de él,
consi derando, al parecer, que el penar por más tiempo estaba reñido con la sabiduría, de la
cual había aprendido a concebir la muerte, no como la extinción del alma sino como su
separación del cuerpo y su retorno al lugar de origen, que no es otro que Dios, según queda
demostrado en la historia de la creación.76
76 Ver Sobre la creación del mundo 135.

259. Y así como ninguna persona razonable puede sentirse molesta de devolver una suma
adeudada o depósito a quien antes se lo otorgó liberalmente; de la misma manera, pensaba
Abraham que es preciso no tomar a mal el hecho de que la naturaleza reclame lo que le
pertenece, sino aceptar de buen grado lo inevitable.

260. Cuando los gobernantes de la región llegaron para acompañarle en su dolor y no vieron
cosa alguna de las que, según la costumbre, tenían lugar entre ellos en ocasión de funerales: ni
lamentación fúnebre ni canto plañidero ni golpes de pecho ni de hombres ni de mujeres, sino
una moderada tristeza en la casa toda, su admiración no tuvo límites, no obstante que ya desde
antes el resto de la vida de este hombre los tenía presos de asombro.

261. Acto seguido, ante la grandeza y excelencia de la virtud de aquél, virtud totalmente fuera
de lo común y superior a cuanto podían concebir en sí mismos, se le acercaron y exclamaron:
"Tú eres un rey procedente de Dios entre nosotros" (Gen. XXIII, 6). Y nada más cierto que lo
que decían; porque los otros reinos surgen entre los hombres me diante guerras, campañas
militares y daños sin número que los que ambicionan tronos se infligen unos a otros en
recíprocas matanzas, organizando para las contiendas fuerzas de infantería, caballería y
navales; mientras que el reino del sabio lo propor ciona Dios, y el hombre virtuoso, al
recibirlo, no se convierte en causa de mal para nadie, antes bien resulta para todos sus
subordinados origen de adquisición y a la vez goce de bienes, como mensajero, que es, de paz
y de orden.

262. XLV. Otro elogio de Abraham conservado en las escri turas es el que atestiguan las
revelaciones en las que el inspi rado Moisés manifiesta que aquél "confió en Dios"; cosa que
se dice con poquísimas palabras, pero que, traducida en hechos, es de máxima importancia.

263. ¿En qué otra cosa, en efecto, se ha de confiar? ¿Por ventura en el poder o en la fama o en
los honores o en la abundancia de riqueza o en la nobleza de cuna o en la salud o en la
eficacia de los sentidos o en la fuerza y la belleza del cuerpo? Pero el mando es cosa insegura
com pletamente, siendo incontables las insidias que le aguardan al acecho; y si por casualidad
llega a consolidarse, su solidez va acompañada de todos los innumerables males que llevan a
cabo y sufren los que están en el poder.

264. La fama y los honores, a su vez, son posesiones en extremo precarias, a merced de

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in controladas disposiciones de ánimo y de fugitivas palabras de hombres superficiales. Y
aunque perduraran, su naturaleza es tal que no contienen bien genuino alguno.

265. En cuanto a las riquezas y a la buena cuna, ellas alcanzan también a los hombres más
ruines. Y aunque sólo a los hombres virtuosos al canzasen, los méritos pertenecen a los
progenitores y al destino, no a los poseedores.

266. Pero ni siquiera vale la pena enorgullecerse por las cualidades corporales, ya que en ellas
los aní males irracionales nos aventajan. ¿Qué hombre, en efecto, es más fuerte o más robusto
que el toro, entre los animales domés ticos, o que el león, entre los salvajes? ¿Cuál tiene una
mirada más penetrante que el gavilán o el águila? ¿Cuál ha sido agraciado con una agudeza de
oído igual a la que posee el más torpe de los animales, el asno? ¿Quién, tratándose de percibir
los olores, supera al perro? Éste, según los cazadores, guiándose por el olfato cae diestramente
sobre presas distantes sin haberlas visto antes, como que lo que es la vista para otros animales
son las narices para los perros empleados en la caza y en seguir rastros.

267. En cuanto a la salud, la mayor parte de los ani males son muy sanos y están libres de
enfermedades hasta donde es ello posible. Si de confrontar bellezas se trata, creo que la
hermosura de formas así de los hombres como de las mujeres puede ser superada y
sobrepasada por determinados objetos inanimados, tales como las estatuas, los grabados y las
pinturas y, en general, todas las creaciones pictóricas y escul tóricas bien logradas dentro de
uno y otro arte, creaciones que son vivamente deseadas tanto por los helenos como por los
extranjeros y colocadas para adorno de las ciudades en los lugares más destacados.

268. XLVI. Sólo la confianza en Dios es, pues, un bien ver dadero y firme, consuelo de la
existencia, plenitud de elevadas esperanzas, escasez de males, abundancia de bienes,
descono cimiento de la desgracia, familiaridad con la piedad, completo mejoramiento del
alma, la que se halla firmemente apoyada en Aquel que es la causa de todas las cosas y que
todo lo puede, pero que sólo quiere lo más excelente.

269. En efecto, al igual que aquéllos que, mientras recorren un camino resbala dizo, tropiezan
y caen, también los que conducen su alma a través de las cosas corpóreas y externas no hacen
sino. habi tuarla a las caídas; que tales cosas son resbaladizas y las más inseguras de todas. En
cambio, los que se apresuran en su mar cha hacia Dios a través de las doctrinas relativas a las
virtudes,. avanzan derechamente por un camino seguro e inconmovible. Así pues, con toda
verdad podemos afirmar que el que confía en aquellas cosas desconfía de Dios y el que
desconfía de aquéllas confía en Él.

270. Pero no sólo atestiguan los orácu los que Abraham poseyó la reina de las virtudes, es
decir, la confianza en aquel Que Es; sino además se trata del primero a quien presentan como
anciano,77 no obstante que, habiendo vivi do los anteriores a él un número tres o muchas veces
mayor de años que él, no tenemos noticia de que a ninguno de ellos lo consideraran merecedor
de tal calificativo.
77 Gen. XXIV, 1.

271. Y seguramen te que hay razones para ello, ya que el que verdaderamente es anciano es
presentado como tal, no por lo prolongado de sus días sino por lo laudable y perfecto de su
vida. Por eso "niños de muchos años" es como debe llamarse a los que han gastado una larga
existencia en la vida del cuerpo apartados de lo no ble y lo bello, niños que nunca han sido

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instruidos en enseñanzas dignas de una cabeza cana. En cambio, aquel que ama la sensatez, la
sabiduría y la confianza en Dios, con justicia puede ser llamado "anciano", término cuyo
significado está próximo' al de "primero".

272. Y realmente el hombre sabio es el pri mero de la raza humana, comparable con el piloto
en la nave,. el jefe de estado en la nación, el general en la guerra, el alma en el cuerpo, la
inteligencia en el alma y también con el cielo. en el mundo y con Dios en el cielo.

273. Dios, admirando la confianza de Abraham en Él, lo re compensó con una muestra de
buena fe al confirmarle mediante un juramento los dones que le había prometido, hablándole,
no. sólo ya como Dios a un hombre, sino también como un amigo a un conocido. En efecto,
aunque en Él la simple palabra equi vale a un juramento, sin embargo le dice: "He jurado por
Mí mismo" (Gen. XXII, 16), a fin de que la inteligencia de aquél se afirmase de manera más
estable y fija aún que antes.

274. Anciano, pues, y primero es el hombre de bien y así debemos llamarlo. Joven, en cambio,
y último es todo insensato que va en procura de rebeliones 78 y de las cosas que ocupan los
últimos lugares.
78 Intraducible juego de palabras entre neoteros = de menos edad, joven, y neoteropoiós =

innovador, rebelde, maquinador de novedades.

275. Acerca de todas estas materias basta con lo dicho; pero Moisés a modo de coronamiento
de lo expuesto añade a tantas y tan grandes alabanzas del sabio, la afirmación de que "este
hombre cumplió la ley Divina y todos los mandatos de Dios" (Gen. XXVI, 5), no adoctrinado
por enseñanzas escritas sino impulsado por la. no escrita naturaleza a seguir saludables y
sanos estímulos. Y tratándose de lo que Dios promete, ¿qué otra cosa corresponde que hagan
los hombres sino confiar con la más firme de las confianzas?

276. Esa fue la vida del primero, del fundador de la nación; que más que un hombre obediente
a las leyes, como algunos dicen, fue él mismo una ley y norma no escrita, como lo ha
demostrado nuestra explicación.

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SOBRE JOSÉ

ES DECIR, LA VIDA DEL HOMBRE DE ESTADO

(DE IOSEPHO)

1. I. Tres son los caminos que llevan a la perfección suma: la instrucción, la naturaleza y la
ejercitación; y tres también, según Moisés, los sabios de mayor jerarquía cuyos nombres son
símbolo de los mismos. Como ya he narrado las vidas de estos tres, vale decir, la vida que es
fruto de la instrucción, la que alcanza el saber por sí misma y la de ejercitación,1 relataré
ahora, continuando la serie, una cuarta, la del hombre de estado. También este género de vida
tiene un representante, y es uno de los patriarcas, a quien Moisés muestra preparándose desde
temprana edad.
1 Vale decir, las vidas de Abraham, Isaac y Jacob. Los tratados sobre estas dos últimas no han

llegado hasta nosotros, por lo que a la vida de Abraham sigue inmediatamente la de José en
las ediciones modernas.

2. Esta preparación comenzó para él hacia los diecisiete años con los conocimientos propios
del oficio de pastor,2 los que corren parejos con los correspondientes al hombre de estado; de
donde, pienso yo, viene la costumbre de los poetas de llamar "pastores de pueblos"3 a los
reyes. Es que quien ha tenido éxito como pastor está en condiciones de ser también el mejor
de los reyes; pues a través del gobierno de los rebaños merecedores de cuidado y
consideración menores, se ha instruido acerca del gobierno del más noble rebaño de seres
vivientes, el de los hombres.
2 Gen. XXXVII, 2.
3 Por ejemplo, Ilíada I, 263.

3. Y, así como para el que ha de comandar futuras guerras y campañas militares son de suma
utilidad los ejercicios de la caza, de la misma manera también lo más apropiado para quienes
esperan estar al frente de un estado es el oficio de pastor, que es como una etapa pre paratoria
para el ejercicio de la autoridad y guía del pueblo.

4. Así fue como su padre, observando en él una nobleza de espíritu superior a la común, lo
admiraba y dábale muestras de consideración, a la par que su amor por él superaba el que
sentía por los demás hijos, por tratarse del nacido en sus últimos años, circunstancia que,
como ninguna otra, tiene la virtud de despertar cariño. Y movido por natural inclinación hacia
lo noble, encendió con especiales y excepcionales cuidados el fuego de la naturaleza del niño,
a fin de que no se redujera a echar humo, sino resplandeciera más rápidamente.

5.4 II. Pero la en vidia, que siempre es hostil a las grandes y exitosas acciones, también en esta
ocasión puso manos a la obra e introdujo la división en una morada bien encaminada en todas
sus partes; para lo cual movió a muchos hermanos a completarse contra uno. El odio de que
ellos dieron muestra hacia él era comparable al afecto que le profesaba su padre, detestándolo
en la misma medida en que era amado por éste. Pero no hacían pública esa aversión sino la
mantenían oculta en su fuero in terno, lo que contribuía a hacerla más violenta, puesto que las
emociones que se soportan sin el desahogo de las palabras que las atemperen, hácense más
intensas.
4 Para los parágrafos 5 a 27 ver Gen. XXXVII.

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6. José, ausente toda malicia de su manera de ser, no cayó en la cuenta de la hosti lidad
recóndita que sus hermanos le guardaban; y, teniéndolos por bien dispuestos para con él, les
contó una visión que había tenido en sueños. "Me parecía", les dijo, "que el tiempo de la
cosecha había llegado y que, habiendo ido todos nosotros al llano a la recolección de granos,
segábamos con nuestras guadañas. Pero, he aquí que de improviso mi haz se levantó y
enderezó elevándose, mientras que los vuestros, como obede ciendo a una consigna, llenos de
admiración se apresuraron a inclinarse ante él con muestras de total veneración."

7. Sus hermanos, hombres de agudo entendimiento y expertos en la interpretación de símbolos


que permiten mediante conjeturas verosímiles hacer patente el lado obscuro de las cosas,
dijéronle: "¿Acaso piensas que serás nuestro rey y señor? Porque eso es lo que das a entender
a través de esa visión inventada por ti." Y su odio, terreno propicio siempre para cualquier
nuevo pretexto que contribuyese a incrementarlo, se encendió aún más.

8. José, sin sospechar nada, habiendo tenido pocos días después un sueño más admirable
todavía que el primero, lo contó a sus hermanos. Lo soñado era que el sol, la luna y once
estrellas se le aproximaban y le rendían homenaje. Esto causó sorpresa a su padre, quien
guardó celosamente en su entendimiento el hecho y se esforzó por descubrir lo que habría de
suceder.

9. Pero, temiendo que el niño hubiera cometido una seria falta, lo reprendió diciéndole:
"Aparentemente el sol a que te refieres alude a tu padre, la luna a tu madre, y las once estrellas
a tus once hermanos. ¿Y es posible que yo, tu madre y tus hermanos hayamos de prosternamos
ante ti? Que eso no se te vaya a ocurrir jamás, hijo mío, y que se te olvide lo que acabas de
manifestar, sin que vuelvas a acordarte de ello. Porque el es perar y aguardar impacientemente
alcanzar el primer lugar entre los de su propia familia es, a mi juicio, en extremo abominable,
y entiendo que tal como yo piensan también todos cuantos se preocupan porque en el seno de
las familias reine la igualdad y la justicia."

10. Y, previniendo que no surgiera algún alboroto o enfrentamiento entre los hermanos debido
al rencor que había despertado el visionario con sus sueños, envió a los otros a las labores del
pastoreo, pero retuvo a aquel en casa, a la espera de la ocasión propicia, pues sabía que, como
se dice común mente, el tiempo es un médico de las pasiones y enfermedades del alma y es
capaz de borrar la tristeza, apagar la cólera y remediar el miedo, por cuanto todo lo atempera,
incluso aquellas cosas difíciles por naturaleza de remediar.

11. Pero, cuan do creyó que la aversión había cesado ya completamente en el corazón de
aquellos, envió de inmediato a su hijo para que saludara a sus hermanos, y al mismo tiempo le
informara cómo se hallaban ellos y los rebaños a su cuidado.

12. III. Este viaje resultó ser origen de grandes males y, a la vez, de bienes que sobrepasarían
las esperanzas de unos y otros. En efecto, obediente a los mandatos de su padre, José fue hacia
donde estaban sus hermanos; pero éstos, al verlo desde lejos acercarse, tuvieron entre ellos un
conciliábulo que nada bueno presagiaba. Al referirse al joven no se dignaron a llamarlo por su
nombre sino emplearon calificativos tales como "alterado por los sueños", soñador y otros
semejantes; y a tal punto creció su cólera, que resolvieron, no por unanimidad pero sí por
mayoría, asesinarlo: y, para que no se descubriese el delito, determinaron que, después de
matarlo, arrojarían su cuerpo en una profundísima fosa bajo tierra, de las que, cavadas por el

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agua, de las lluvias, abundan en esa región.

13. Y poco faltó para que cometieran el mayor de los crímenes, el fratri cidio; pero las
exhortaciones del mayor alcanzaron, aunque no sin dificultad, a disuadirlos. Éste los instó a
que no se mancharan con un crimen, y a que se conformasen con arrojarlo en una de las fosas.
Al instarlos pensaba en algún medio para sal varlo contando con poder rescatarlo una vez que
los otros se fueran, y enviarlo a su padre sin haber sufrido daño alguno.

14. Acababan de ponerse de acuerdo, cuando José llegó hasta ellos y los saludó. Pero ellos lo
apresaron como si se tratara de un enemigo y lo despojaron de su vestido. Bajáronle luego con
una cuerda a unas hoyas profundas y, tras manchar de rojo el vestido con sangre de cabrito, lo
enviaron a su padre con la falsa noticia de que unas fieras habían acabado con el joven.

15. IV. Pero, quiso el azar que aquel día ciertos mercaderes de los que habitualmente
trasportan carga desde Arabia hacia Egipto, pasaran por allí. A éstos les venden a su hermano,
luego de sacarlo a la superficie, siguiendo en esto las sugeren cias del cuarto en edad entre
ellos. Éste, creo yo, temiendo que José pudiera ser muerto traicioneramente por quienes ardían
en implacable cólera contra él, les aconsejó que lo vendiesen, trocando así la muerte, un mal
mayor, por uno más leve, que es la esclavitud.

16. El hermano mayor, que no había estado presente en la venta, cuando, al echar una mirada
a la fosa, no vio a José, a quien poco antes había dejado allí, daba voces y gritos y, tras
rasgarse las vestiduras, lanzábase arriba y abajo enloquecido, agitando las manos y
arrancándose los cabellos. "¿Qué le ha pasado?", decía, "decidme, ¿vive o está muerto?

17. Si no existe ya, mostradme su cadáver para que, llorando sobre sus restos mortales, haga
más llevadera esta desgracia; que, si lo viere aquí yacente, hallaré algún alivio. ¿Por qué
hemos de guardar rencor a quien está muerto? Ningún odio pueden despertar los que ya están
lejos. Pero, si está vivo, ¿a qué lugar de la tierra se ha marchado? ¿Quiénes lo retienen
consigo? Decídmelo, que no reza conmigo la desconfianza que sentís hacia él, y por lo tanto
no debéis desconfiar de mí."

18. Ellos le dijeron que aquél había sido vendido y le mostraron la paga recibida; ante lo cual
él dijo: "¡Hermoso negocio el que habéis hecho! Dividámonos las ganancias. Y pues hemos
competido con los traficantes de esclavos por los trofeos de la maldad, llevemos las cabezas
coronadas y vanagloriémonos de haberlos superado en crueldad; que ellos se conciertan para
daño de extraños y nosotros lo hacemos en perjuicio de los seres más allegados y queridos.

19. Lo que acaba de consumarse es un inusitado y grande vituperio, una vergüenza cuya fama
correrá lejos. Nuestros padres dejaron tras de sí recuerdos de nobleza de espíritu por toda la
tierra habitada; nosotros deja remos los repudios irremediables que provocan la mala fe y la
falta de amor al prójimo, pues las noticias de los hechos impor tantes se divulgan en todas
direcciones, pero mientras las nuevas acciones loables causan admiración, la fama de las
reprochables halla censuras y críticas condenatorias.

20. ¡De qué manera recibirá nuestro padre la noticia de lo sucedido? Sumamente dichoso y
feliz, como era, habéis hecho todo lo posible por tor narle insoportable la vida. ¿De quién se
apiadará más; del vendido, al verlo esclavo, o de los vendedores, al verlos tan crueles? Bien sé
que es a nosotros a quienes compadecerá mucho más, puesto que más penoso es esclavizar

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que ser esclavizado; que esto último tiene el paliativo de dos ayudas excelentes, la compasión
y la esperanza, en tanto que el esclavizar, que no cuenta ni con una ni con otra, resulta peor a
juicio de todos.

21. Pero, ¿a qué viene este gritar y lamentarme? Más vale que me calle; no sea que también a
mí me toque mi parte en algo abominable. Porque sois durísimos e implacables en vuestro
resentimiento y aún se agita en cada uno de vosotros una intensa cólera."

22. V. Cuando el padre hubo oído, no la verdad, es decir, que su hijo había sido vendido, sino
la mentira de que estaba muerto y de que, al parecer, había sido devorado por las fieras, las
palabras cayeron como un golpe para sus oídos y el espectáculo hirió cruelmente sus ojos,
pues la túnica de José le había sido traída desgarrada, destrozada v manchada de rojo con
abundante sangre. Anonadado por la profunda conmoción, permaneció largo rato sin despegar
los labios, incapaz de levantar la cabeza, oprimido y agobiado por la desgracia.

23. Luego pro rrumpió de pronto en copioso llanto acompañado de amargas lamentaciones,
bañando sus mejillas, sus barbas, su pecho y sus vestiduras, al mismo tiempo que hacía oír
quejas como estas: "No es tu muerte lo que me oprime, hijo mío, sino el modo como has
muerto. Si hubieras sido sepultado en tu propia tierra, te hubiera rodeado antes de atenciones y
cuidados, hubiera. tomado parte en las postreras despedidas en el momento de tu muerte,
cerrado tus ojos, llorado sobre tu cuerpo yacente y rendido suntuosas honras fúnebres sin
omitir cosa alguna de las que señala la costumbre.

24. Y aun cuando tu sepultura hubiera estado en tierra extraña, yo me hubiera dicho: 'No estés
triste, hombre, porque la naturaleza haya recobrado el tributo que le es debido;5 el país de los
antepasados concierne a los que viven aún; para los que están muertos toda tierra sirve de
tumba.' Ningún hombre muere tempranamente; o más bien, todos perecen tras corta vida, que
no hay vida, por larga que ella sea, que no resulte corta comparada con la eternidad.
5 Véase Sobre Abraham 257.

25. Y, ciertamente, si hubiera sido inevitable que murieras por la violencia, como víctima de
una asechanza, hubiera sido un mal más leve para mí pues hubieras muerto en manos de
hom bres, los que, cometido el crimen, se hubieran apiadado de su víctima y, cubriéndolo de
tierra, hubieran ocultado tu cuerpo. Y, aun en el caso de que se tratara de los más crueles de
los hombres, ¿qué otra cosa hubieran podido hacer fuera de arrojarlo insepulto y seguir su
camino? Posiblemente, en ese caso, alguno de los que por allí pasaran se hubiera detenido al
verlo, y, movido a piedad por nuestra común naturaleza, lo hubiera considerado merecedor de
atención y sepultura. Mas, según han ocurrido las cosas, te has convertido, como se dice
común mente, en banquete y festín de salvajes bestias carnívoras, que se han alimentado y
regalado con mis propias entrañas.

26. Curtido estoy en las justas de la adversidad, ejercitado por muchos inesperados golpes de
la desdicha; peregrino, extran jero, siervo, oprimido, mi alma ha sido blanco de asechanzas
aun de parte de aquellos de quienes menos cabía esperarlas. Si muchas son las calamidades
irremediables que he visto y oído, muchísimas son las que yo mismo he sufrido, las que,
habiéndoseme enseñado a controlar mis sentimientos, no alcan zaron a doblegarme. Pero
ninguna ha sido tan difícil de sobrellevar como este suceso, que ha dado por tierra con la
fuerza de mi alma aniquilándola.

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27. ¿Qué sufrimiento, en efecto, puede ser mayor y más digno de piedad que este? El vestido
de mi hijo me ha sido enviado a mí, su padre; de él, en cambio, ni un miembro, ni un pequeño
resto. Todo él, sin exceptuar parte alguna de su ser se ha extinguido, sin que le fuera dado
alcanzar una sepultura, y yo pienso que ninguna otra razón ha habido para que me fuera
enviado su vestido que el despertar mi dolor y hacer que tenga parte en sus sufrimientos,
conver tidos en desdichas imborrables y permanentes para mí." Así se lamentaba Jacob,
mientras los mercaderes vendían en Egipto al niño a uno de los eunucos del rey, que era jefe
de cocinas.

28. VI. Bueno es que, después de este relato literal de los hechos, expongamos su significado
oculto, ya que toda o la mayor parte del libro de las leyes constituye una alegoría. El carácter
objeto del presente examen es designado por los he breos con el nombre de José, cuyo
equivalente en lengua griega es "adicto de un señor",6 denominación sumamente acertada y
muy apropiada para la realidad que manifiesta, por cuanto el gobierno de cada país no es otra
cosa que un agregado a la naturaleza, la cual está investida con el señorío sobre todas las
cosas.
6 Ver Sobre los cambios de nombres, 89, y Sobre los sueños II, 47..

29. Este mundo es, en efecto, el gran estado7 y se rige por un solo gobierno y una sola ley, que
no es otra que el lógos de la naturaleza, que prescribe cuanto debe hacerse y veda lo que no
debe ser hecho. En cambio, los estados territoriales que conocemos son ilimitados en número
y se rigen por diferentes formas de gobierno y leyes, que no son las mismas para todos sino
unas en unos y otras en otros, según las costumbres y hábitos que cada uno ha inventado y
agregado por su parte.
7 O la gran ciudad, la megalópolis, término que designa el ideal estoico del estado universal.

Su derivado kosmopolítes = ciudadano del mundo, es empleado en Sobre la creación del


mundo 19 y 143, y en Sobre la vida. de Moisés II, 51.

30. Causa de ello es la repugnancia a mezclarse y unirse que sienten no sólo los helenos hacia
los pueblos extranjeros y éstos hacia los helenos, sino también los de una y otra raza
separa damente hacia los de su propia nación.8 Sobre este distanciamiento alegan motivos que
no son sino aparentes, tales como circunstancias ajenas a su voluntad, la escasez de frutos, la
po breza del suelo, la situación geográfica ya marítima ya medite rránea, ya insular ya
continental, y otras razones semejantes a estas. Pero la verdadera razón se la callan, y no es
otra que la ambición y la desconfianza mutua, a causa de las cuales, no bastándoles las leyes
de la naturaleza, han designado con el nombre de leyes a aquellas normas que dan muestras de
servir para el común provecho de las sociedades de hombres movidos por comunes intereses.
8 Lo que Filón quiere destacar con lo de "su propia nación" es que, dentro del convencional

esquema de las dos razas: griegos y no griegos, ni aquéllos lograron jamás la unidad, ni éstos
dejaron nunca de vivir des unidos y hostiles entre sí; pero olvida que en este último caso no se
trata de una única nación o raza sino de múltiples pueblos sin vínculos étnicos entre sí.

31. De ello se desprende que los go biernos particulares son más bien "adiciones" al gobierno
único de la naturaleza, por cuanto las leyes de cada uno de los estados son adiciones al recto
lógos de la naturaleza, y el hombre de estado es una "adición" al hombre que vive conforme
con la naturaleza.

32. VII. No está, asimismo, fuera de razón el decir que José se puso un manto de variados
colores. La vida del hombre de estado es, en efecto, variada y múltiple, sujeta a innumerables

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cambios, que resultan de las personas, las circunstancias, los motivos, los particulares modos
de obrar, y las variantes en las situaciones y los lugares.

33. El piloto mantiene en su ruta al bajel no con una única maniobra sino procurando una
prós pera navegación mediante cambios acomodados a los cambios de vientos; el médico no
recurre a un único tratamiento ni para todos los enfermos ni para uno solo si la enfermedad
cambia de curso; antes bien, observando con atención relajamientos, tensiones, saturaciones,
evacuaciones y cambios de síntomas, va ría los procedimientos curativos, aplicando una vez
uno, otra vez otro.

34. Y del mismo modo, entiendo yo, es también preciso que el hombre de estado sea una
persona de múltiples faces y aspectos: una en la paz, otra en la guerra, distinta según sean
pocos o muchos sus opositores, vigoroso en tomar medidas .si éstos son pocos, persuasivo en
el trato si constituyen mayoría; aventajando a los demás con su actividad personal cuando el
logro del bien común está expuesto a peligros; manteniéndose al margen de actividades y
confiando la labor a otros cuando las perspectivas son solamente de trabajos.

35. También es acertado decir que nuestro hombre "es ven dido", pues el que se dirige al
público tratando de granjearse el apoyo popular sube al estrado tal como la mercancía de los
traficantes de esclavos, y se convierte de libre en esclavo, a través de los honores que cree
recibir pues, en realidad, resulta ser un cautivo de innumerables amos.

36. Además es presen tado como "presa de bestias feroces". Y con razón, pues la va nagloria
que, emboscada al asecho, apresa y destroza a aquellos de quienes se apodera, es una bestia
salvaje. Por otra parte, los que lo han comprado "lo venden" a su vez; y ello es cierto puesto
que los hombres de estado obedecen no a uno solo sino a una multitud de amos, que tras
aguardar su turno, los adquie ren sucesivamente unos de otros; y los que han sido vendidos
muchas veces, como los malos servidores, cambian de señores porque, impulsados por sus
extravagantes maneras de ser, in constantes y amigos de innovaciones, no soportan a los
anteriores.

37.9 VIII. Acerca de estos asuntos basta con lo dicho. Una vez que el joven fue conducido a
Egipto y llegó, como se ha dicho, ante su amo, el eunuco, habiendo a los pocos días dado
muestras de su noble condición y buenas disposiciones, recibió el mando sobre sus
compañeros de servidumbre y el cuidado de toda la casa. Es que su comprador había
observado ya muchas pruebas de que cada cosa que el joven hacía y decía la hacía y decía
bajo la guía de Dios.
9 Para los parágrafos 37 a 53 ver Gen. XXXIX.

38. Así pues, aparentemente fue su comprador el que lo designó administrador de la casa,
pero, en realidad y en rigor de verdad, fue la Naturaleza 10 la que lo designó, con el designio
de brindarle el mando sobre ciudades, sobre un pueblo y sobre un gran país. Correspondía, en
efecto, que el que habría de ser hombre de estado se ejercitase y adquiriese experiencia en el
gobierno de la casa, ya que una casa es una ciudad de dimensiones limitadas, y su
administración bien podría calificarse de gobierno de un estado en pequeño, de la misma
manera que el estado es, en cierto modo, una gran casa, y el gobierno una administración de la
cosa pública.11
10 Uno de los frecuentes casos en que Filón emplea el término physis = naturaleza, para

designar a la Divinidad. Ver Sobre los sacrificios de Abel y Caín 98.

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11 Es imposible reproducir en español la precisión contenida en los términos griegos
empleados en este paralelo. Dichos términos son, por una parte: polis = estado, politéia =
gobierno del estado, y politikós = hombre de estado; y por otra: oikía = casa, oikonomía =
administración de la casa, y oikonomikós = administrador de la casa, ecónomo.

39. Esto pone de manifiesto muy claramente la identidad de condición entre quien administra
una casa y el que gobierna un estado, aun cuando las cosas sujetas a la autoridad de uno y otro
difieran en número y tamaño. Otro tanto ocurre en la pintura y en la escultura. El buen
escultor y el buen pintor es el mismo artista y evidencia la misma capacidad artística tanto si
lo que produce es múltiple y de dimensiones colosales como si es poco y más pequeño.

40. IX. Pero, cuando por su dedicación a la casa gozaba José de la más alta reputación, la
esposa de su amo le hizo objeto de intrigas, frutos de un amor licencioso. Locamente
prendada de la belleza del jovencito y frenética en su incontrolada pasión, le formuló
proposiciones de compartir su lecho, a las que él se opuso enérgicamente rehusando de
manera categórica aceptar, pues su naturaleza y el ejercicio le habían infundido decoro y
continencia.

41. Y como ella, encendida en la ardiente llama de su ilegítimo deseo, renovaba de continuo
sus intentos sin lograr nunca éxito, finalmente echó mano a la violencia, movida por su pasión
creciente, y asiéndolo de su vestido lo arrastró con gran vigor hasta su lecho gracias a su
superior fuerza, acrecentada en ese caso por la pasión, la que a menudo torna vigo rosos aun a
los más débiles.

42. Pero él, haciendo gala de una entereza superior a la que cabía esperar en su desfavorable
situación, le habló enérgicamente con palabras francas y dignas de su raza diciendo: "¿Por qué
me haces violencia? Nosotros, los hijos de los hebreos, nos atenemos a costumbres y leyes
exclusivamente nuestras.

43. Entre los otros hombres está per mitido tener relaciones totalmente libres después de los
catorce años con rameras, con prostitutas y con cuantas trafican con sus cuerpos; entre
nosotros no es lícito que una cortesana viva siquiera, y la muerte es la pena para las que
practican tal ofi cio.12 Antes de llegar a las legítimas uniones no conocemos relación sexual
alguna con otra mujer, y vamos vírgenes a los desposorios con jóvenes vírgenes, teniendo
como objetivo al hacerlo, no el placer sino la procreación de hijos legítimos.
12 Como en Sobre las leyes particulares III, 51, se refiere aquí Filón a Deut. XIII, 17, aunque el

pasaje bíblico no hable de la pena de muerte para la prostituta.

44. Hasta el día de hoy he permanecido puro y no comenzaré a violar la ley por cometer un
adulterio, la más grave de las faltas. Aun en el caso de que hubiera yo llevado hasta aquí una
vida al margen de las leyes, entregado a los impulsos de la juventud y ávido tras la lujuria que
reina en este país, con todo no me sería dado andar en procura de la mujer de otro. ¿Qué
hombre no sentirá deseos de que se mate al adúltero? Porque, mientras tratándose de los otros
delitos los hombres suelen discrepar, sólo en éste han estado todos y en todas partes de
acuerdo, entendiendo que los culpables son merecedores de infinitas muertes y de ser puestos,
sin proceso, en manos de los que han descubierto sus culpas.

45. Pero tú, en tu inmode rado propósito, me impones una triple mancha al exigirme no sólo
cometer un simple adulterio sino además corromper a mi señora y a la esposa de mi señor.

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Piensas como si yo al entrar en vuestra casa lo hubiera hecho con el propósito de hacer caso
omiso de las obligaciones que debe cumplir un servidor y jugar como un grosero borracho con
las esperanzas de quien me adquirió; ultrajando su matrimonio, su casa y su linaje.

46. Pero yo me veo obligado a honrarle en lo porvenir no sólo como a señor sino como a
benefactor además. Él me tiene confiado todo cuanto le pertenece y nada me ha vedado en
absoluto, ni grande ni pequeño, excepto su esposa. ¿Y es cosa digna que por todo ello le
pague con lo que me incitas a hacer? ¡Her mosos presentes los que, evidentemente, le haré en
retribución; dignos de los favores antes recibidos!

47. El amo ha trocado con sus beneficios mi condición de esclavo y extranjero en la de libre y
ciudadano hasta donde dependía de su voluntad, ¿y yo, el esclavo, me comportaré con mi
señor como si se tratara de un extranjero y esclavo? ¿Qué alma tendría yo si me prestase a
semejante impiedad? ¿Con qué ojos lo miraría aunque fuera yo de hierro? Mi conciencia, sin
apartarse de mí, me impediría mirarlo cara a cara, aun cuando pudiera pasar inadvertido. Pero,
de ningún modo ocurrirá eso; que los testigos de mis secretas acciones son innumerables.

48. Pasemos por alto el hecho de que, aun en el caso de que ningún otro se enterara o de que,
enterado, no me denunciara; no obstante ello, yo mismo me convertiría en mi propio delator a
través del color de mi rostro, de mi mirada y de mi voz, acusado, como acabo de decir, por mi
conciencia. Y, aun cuando ninguna clase de delación tenga lugar, ¿acaso no tenemos temor ni
respeto por la justicia, asesora de Dios y supervisora de nuestras acciones?"

49. X. Estas largas y sabias razones no hallaron eco alguno. en ella. Es que los deseos
apasionados son poderosos y envuel ven en sombras aun a los más agudos de los sentidos.
Com prendiéndolo, él huyó, pero, al hacerlo, dejó en manos de ella las vestiduras que ésta
tenía asidas.

50. Esta circunstancia. proporcionó a ella la oportunidad de inventar una historia y maquinar
falsos cargos contra el joven para vengarse de él. En efecto, cuando su esposo hubo regresado
del mercado adop tó las apariencias de mujer sensata y recatada, indignada en. extremo ante
las prácticas licenciosas, y le dijo: "Nos has traído. como sirviente a un muchacho hebreo, que
no sólo ha corrom pido tu espíritu cuando tú, irreflexiva y precipitadamente, le confiaste tu
casa, sino, además, se ha atrevido a deshonrar mi cuerpo.

51. No le ha bastado en su inmenso descaro y lascivia echar mano a las mujeres esclavas
como él, sino intentó también seducirme y violentarme a mí, su señora. Las pruebas de su
demencia son claras y evidentes, pues, cuando, presa de pro funda impresión, lancé gritos
llamando en mi ayuda a los de adentro, él, confundido ante una reacción que no esperaba, dejó
su vestido al huir, temeroso de ser aprehendido." Mostró la mujer dicho vestido y con ello
pareció presentar evidencias sobre lo dicho.

52. El amo, creyendo que esto era verdad, or denó que llevaran a José a prisión; en lo que
cometió dos im portantes errores: el primero, no haberle concedido la oportu nidad de
defenderse y haber condenado sin juicio previo a quien. nada malo había cometido, como si
hubiera incurrido en la más grave de las violaciones; el segundo, no ver que la vestidura, que
su mujer presentaba alegando que había sido abandonada por el joven, era una prueba, no de
violencia consumada por el joven contra ella, sino de la que él había experimentado de parte
de ella, por cuanto, si él hubiera sido el autor de la vio lencia, él hubiera retenido el vestido de

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su señora; pero, habiendo sido víctima del atropello, lógico es que fuera arrebatado el suyo.

53. Sin embargo tal vez la extrema torpeza de su amo es perdonable, ya que pasaba su tiempo
en una cocina. llena de sangre, humo y ceniza, donde el entendimiento no tiene ocasión de
reposar y solazarse consigo mismo, pues vive en medio de una confusión, si no mayor, al
menos no menor que la del cuerpo.

54. XI. Tres son ya los rasgos del hombre de estado, que Moisés ha descripto: su condición de
pastor, de administrador de una casa y de hombre dueño de sí mismo. Sobre los dos primeros
hemos hablado; en cuanto al dominio de sí mismo, es rasgo que apunta no menos que los dos
primeros al gobierno del estado.

55. Si la moderación es provechosa y preserva-dora en todas las actividades de la vida, lo es


de un modo es pecial en los asuntos de estado, como podrán apreciarlo los que lo desean en
innumerables ejemplos muy fáciles de hallar.

56. ¿Quién, en efecto, ignora las desgracias que han sobrevenido' a naciones, a países y a
todas las latitudes de la tierra habitada, en tierra y en el mar, como resultado de la
intemperancia?' La mayor parte de las guerras más importantes han estallado a causa de
amores, adulterios y engaños de mujeres, por cuya culpa se ha extinguido la mayor y mejor
parte de la raza helena y de los pueblos extranjeros, y perecido la juventud de sus ciudades.13
13 Filón alude a la Guerra de Troya, a la contienda civil entre Antonio-y Octavio y a otros

episodios bélicos a los que la historia o la leyenda atribuía el origen que menciona.

57. Y, si del desenfreno resultan las contiendas intes tinas y las guerras y males sin número
unos tras otros, es evidente que los resultados de la continencia son la estabilidad, la paz y la
adquisición y goce de bienes perfectos.

58. XII. Pero conviene que también expongamos, en orde nada secuencia, las enseñanzas que
se desprenden de este relato. El comprador de la persona a cuyo estudio estamos abocados es
calificado de eunuco. Y con razón, pues la multitud que compra al hombre de estado es, a
decir verdad, un eunuco, que aparentemente posee los órganos de la generación, pero que
carece del poder de engendrar; tal como ocurre con los que, poseyendo ojos, como padecen
cataratas en la vista, se ven privados del ejercicio de la actividad ocular y son incapaces de
ver.

59. ¿Y en qué reside la semejanza entre la multitud y un eunuco? En que" la multitud, aun
cuando aparentemente práctica la virtud, es infecunda en sabiduría. Cada vez, en efec to, que
una multitud de personas mezcladas y heterogéneas se concentra en un mismo sitio, dice lo
conveniente, pero piensa y hace lo contrario, prefiriendo lo espurio a lo legítimo porque se
gobierna por las apariencias y no pone en práctica lo verdaderamente noble.

60. Y así, por paradójico que parezca, con este eunuco cohabita también una esposa. Es que la
multitud tiende a hacer suya a la pasión, lo mismo que el hombre hace suya a una mujer; y la
pasión es el resorte de todas sus mani festaciones y acciones, pues él la convierte en su
consejera en todas las cosas, confesables e inconfesables, pequeñas y grandes, sin la menor
inclinación a escuchar los consejos que proporciona la razón.

61. Sumamente acertado está también Moisés al llamarlo jefe de cocinas. En efecto, así como

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un cocinero no se ocupa de otra cosa que de atender a los incesantes y superfluos placeres del
vientre, así también la multitud de los estados se entrega al cultivo de todo aquello que deleita
y place al oído, al par que debilita las energías de la inteligencia, y relaja, por así decir, los
poderes del alma.

62. ¿Quién no conoce la diferencia que media entre los cocineros y los médicos? Éstos
preparan con todo esmero solamente cosas saludables, aun cuando en ocasiones resulten
desagradables; aquéllos, por el contrario, solo preparan cosas agradables sin preocuparse por
si son provechosas.

63. Pues bien, en los estados democráticos el papel de los médicos corresponde a las leyes y a
los que gobiernan de conformidad con ellas, es decir, a los miembros de los concejos y a los
jueces que se preocupan por la común preservación y seguridad, sin ceder a las adulaciones;
en tanto que el de los cocineros, toca a la innumerable muchedumbre de espíritus inmaduros,
a los que tienen sin cuidado las cosas beneficiosas y sólo preocupa la manera de aprovechar el
placer del momento.

64. XIII. Y, como una mujer licenciosa, la concupiscencia de las multitudes siéntese
enamorada del hombre, de estado y le dice: "Aproxímate, hombre, a la multitud, con la que
cohabito; y olvídate de todas tus particulares convicciones, de los hábitos, los pensamientos y
las acciones en que te has educado. Hazme caso a mí, cuídame y haz todo lo que me
proporcione placer.

65. Porque no tolero a quien es austero, franco, amigo rigurosamente ecuánime de la verdad; a
quien obra con altura y dignidad en todas las cosas, sin ceder en nada, inclinándose sólo y
siempre hacia lo conveniente, indiferente en absoluto a lo que piensa el auditorio.

66. Un sinnúmero de acusaciones reu niré contra ti para presentarlas ante mi esposo y amo
tuyo, la mul titud. Lo haré porque hasta ahora, por lo que veo, obras como si fueras libre, sin
tener en cuenta absolutamente que estás con vertido en esclavo de un despótico señor. Si te
hubieras dado cuenta de que la independencia está íntimamente ligada a la condición de
hombre libre, pero es ajena al esclavo, hubieras aprendido a dejar de lado tu presunción y a
dirigir tus miradas hacia mí, la concupiscencia, es decir la esposa de tu amo, y a hacer lo que
es de mi agrado y será para ti el más seguro medio de alcanzar beneficios."

67. XIV. En realidad, el hombre de estado no ignora que el pueblo posee los poderes propios
de un amo, pero no admite ser esclavo y se tiene por libre, y en todos sus actos procura
complacer a su propia alma. Con toda franqueza, pues, dirá: "Ni he aprendido ni me dedicaré
jamás a captar el favor popu lar; pero, dado que ha sido puesto en mis manos el cargo de
presidir y cuidar el estado, yo sabré hacerlo como un buen administrador y un padre benévolo,
con sinceridad y pureza, sin la detestable simulación.

68. Ese es mi modo de pensar y nadie habrá de descubrir en mí ni claudicaciones ni


ocultamientos propios de un ladrón; mi conciencia es clara, como a plena luz del sol, como
que la verdad es luz. Nada temeré de las amenazas, ni siquiera ante amenazas de muerte; que
la muerte es un mal menos penoso que el fingimiento.

69. ¿Por qué razón me someteré a él? Admito que el pueblo es un amo, pero yo no soy un
esclavo, sino una persona de buena cuna como el que más; alguien que aspira a ser registrado

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en los padrones del mayor y más excelente de los estados, que es este mundo.

70. Si no me someto ni a las dádivas ni a las incitaciones ni al amor a los honores ni al deseo
de poder ni a la presunción ni al anhelo de fama ni a la incontinencia ni a la cobardía ni a la
injusticia ni a ninguna otra cosa procedente de la pasión o el vicio, ¿qué dominación puede ya
causarme temor?

71. Sólo la procedente de los hombres, claro está. Pero éstos poseen la soberanía sobre mi
cuerpo, no sobre mí verdadero ser. Y lo que yo valgo lo valgo gracias a la parte mejor de mi
ser, es decir, mi inteligencia, merced a la cual estoy preparado para vivir sin hacer mucho caso
del cuerpo mortal, ese elemento adherido en torno a mí como una ostra. Aunque algunos
pueden maltratarlo, si mi ser interior se ve libre de opresores amos y amas, no he de afligirme,
puesto que estoy a salvo de la más penosa de las opresiones.

72. Si, pues, me viere en la obligación de ser juez, juzgaré sin inclinarme por el rico a causa
de sus riquezas, ni por el pobre apiadado de sus desdichas; y arbitraré con toda integridad lo
que llegue a parecerme justo, haciendo caso omiso de la jerarquía y del aspecto de los
litigantes.

73. Si tomare parte en las deliberaciones del consejo, presentaré mociones provechosas para la
comunidad aunque no resulten agradables. Si participare en las asambleas, dejaré para otros
los discursos lisonjeros y solo echaré mano a los saludables y convenientes, reprochando,
advirtiendo, corrigiendo, empeñado en mostrar no una insensata y frenética arrogancia sino
una sobria franqueza.

74. Si a alguien no le gusta que se le mejore, que dirija también sus reproches a progenitores,
cuidadores, maestros y a todas las personas que tienen otras a su cargo, ya que todos ellos
reprenden tanto a sus pro pios hijos como a niños huérfanos o a pupilos, y en ocasiones los
castigan, sin que sea lícito llamar a tales medidas insulto ni violencia, pues, por el contrario,
se trata de afecto y benevolencia.

75. Estaría, en efecto, muy fuera de lugar que yo, el hombre de estado, a quien todos los
intereses del pueblo están confiados, en los cálculos acerca de lo conveniente, resultara
inferior a uno que se ocupa del arte de la medicina.

76. Por que éste no tiene para nada en cuenta la próspera situación del paciente según lo que
entienden los hombres por prosperidad, ni el hecho de que sea de noble cuna, o riquísimo, o el
más ilustre soberano o déspota de su tiempo; sino de una sola cosa se preocupa: de salvarlo en
la medida de sus posibilidades; y, cada vez que es preciso recurrir a las operaciones y
cauteriza ciones, él, el llamado súbdito y esclavo, aplica el cuchillo y el fuego a su soberano y
amo.

77. Y yo, que me he hecho cargo no de un solo hombre sino de todo el estado, enfermo de las
más penosas enfermedades, producidas por las concupiscencias que le son congénitas, ¿qué
debo hacer? ¿He de renunciar a lo que será provechoso para todos en común, para halagar a
los oídos de este o aquel hombre con obsecuente lisonja muy propia de esclavos? Morir
preferiría antes que emplear palabras placenteras para ocultar la verdad y descuidar lo
conveniente.

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78. "Por lo tanto" como dice el poeta trágico,14 "venga el fuego, venga la espada. Quémame,
consume mis carnes, satúrate de mí bebiendo mi negra sangre; porque descenderán las
estrellas bajo la tierra y se elevará la tierra hasta el éter antes de que procedente de mí te
llegue una palabra de adulación."
14 Eurípides. Ver Interpretación alegórica III, 202, y Todo hombre bueno es libre 99.

79. El despótico pueblo no puede soportar al hombre de estado, de espíritu tan vigoroso y
desvinculado de todas las pasiones, del placer, del miedo, del dolor, del deseo; y castiga como
a un enemigo al que es amigo y bien intencionado. Con ello, antes que a aquél, es a sí mismo
a quien inflige el más grande de los castigos, vale decir, la indisciplina; a causa de la cual no
aprende la más hermosa y provechosa de las lecciones, el respeto al mando; la que, entre otras
cosas, enseña también a ejercerlo.

80. XV. Habiendo tratado también estos asuntos con suficien te extensión, veamos lo que
sigue.15 El joven, caído en desgracia ante su señor a causa de las acusaciones inventadas por la
ena morada mujer, cargos que no eran sino una réplica de los que ella merecía se le hicieran,
fue conducido a la prisión sin haber tenido oportunidad de defenderse. Ya en la prisión, tan
grande fue la virtud de que dio prueba, que hasta los más mal vados de los que allí estaban
quedaron admirados hasta la perplejidad y consideraron haber hallado en él un consuelo para
sus infortunios y un remedio contra sus males.
15 Para los parágrafos 80 a 124 ver Gen. XXXIX, 20, y XLI, 45.

81. Nadie ignora de cuánta inhumanidad y crueldad están llenos los guardiacárceles. Son
implacables por naturaleza y se endurecen con la práctica, embruteciéndose día a día hasta el
salvajismo, pues no ven ni oyen ni hacen cosa provechosa, ni siquiera por ca sualidad, y sí
todo lo que es violento y cruel al máximo.

82. Es que, así como el hombre de buena contextura física, se fortifica cuando agrega a ésta la
preparación atlética, y llega a adquirir una fuerza irresistible y una inigualada robustez; de la
misma manera, cuando una naturaleza inculta y dura agrega la ejercitación a su salvajismo
natural, tómase doblemente insen sible y totalmente refractaria al humano sentimiento que es
la piedad.

83. Y, así como los que frecuentan la compañía de los buenos mejoran su modo de ser por el
gusto que hallan en sus compañeros, del mismo modo también aquellos que viven con los
malvados se impregnan en cierta medida de la maldad de los otros. La costumbre, en efecto,
es una poderosa fuerza, capaz de igualar la naturaleza de los seres.

84. Pues bien, los guardiacárceles pasan sus días en compañía de hurtadores de ropas,
ladrones, perforadores de paredes, propensos a la violen cia, agresores, corruptores, asesinos,
adúlteros, profanadores; y de cada uno de ellos toman y acumulan algo de depravación; y de
esta heterogénea mezcla producen un único mal, universal mezcla de toda clase de miserias.

85. XVI. Sin embargo, uno de esta clase, amansado por la nobleza de alma del jovencito, no
sólo le proporcionó seguridad y protección, sino también el mando sobre todos los
prisioneros; de tal modo que él conservó sólo nominalmente el cargo de guardiacárcel, para
guardar las apariencias, pero, de hecho, ha bía delegado en el joven su puesto, el que, de esta
manera, llegó a ser origen de no pocos beneficios para los recluidos.

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86. Por ejemplo, el lugar ya no merecía el nombre de prisión, sino el de casa de corrección, ya
que, en vez de las torturas y los castigos que soportaban noche y día, golpeados, encadenados
y sujetos a toda suerte de males, eran ahora reprendidos con palabras y doctrinas filosóficas y
con la conducta del maestro, más eficaz que cualquier discurso.

87. En efecto, poniendo ante ellos su vida, como bien acababa pintura y modelo de sensatez y
de cada una de las virtudes, llegó a hacer cambiar aun a los que parecían ser completamente
incurables; los que, como repuestos ya de prolongadas enfermedades del alma, se reprocharon
a sí mismo por su pasado y se arrepentieron e hicieron público su arrepentimiento en términos
como estos: "¿Dónde estaba antes este bien tan grande con que por primera vez hemos venido
a encontrarnos? Porque he aquí que, iluminados por él, hemos visto, como en un espejo,
nuestra conducta, y nos sentimos avergonzados."

88. XVII. Iban ellos de esta manera mejorando, cuando fueron introducidos dos eunucos del
rey, el copero mayor y el jefe de reposteros, ambos acusados y condenados por
incumplimiento de sus deberes. José se tomó por éstos el mismo interés que por los demás,
impulsado por el deseo de que le fuera posible hacer de los que estaban a su cargo personas en
nada inferiores a los hombres irreprochables.

89. Y poco tiempo después, mientras visitaba a los prisioneros, vio que los eunucos estaban
aun más llenos de preocupación y de miedo que antes; y, con jeturando por lo intenso de su
dolor que algo inusitado les había ocurrido, les preguntó el motivo.

90. Al responder ellos que habían tenido unos sueños que los habían llenado de disgusto y de
inquietud, pues nadie era capaz de interpretarlos, él dijo: "Cobrad ánimo y contádmelo; que, si
Dios lo quiere, resultarán claros. Él quiere que lo que aparece obscuro en las cosas, quede al
descubierto para los que anhelan la verdad."

91. Entonces tomó la palabra primero el copero mayor y dijo: "Me pareció ver una gran viña,
en un bien desarrollado tronco, que procedía de tres raíces. Estaba reverdecida y cargada de
racimos como en plena época de los frutos; y de un racimo, negro ya de maduro, tomaba yo
las uvas y las exprimía en la copa real; y, una vez llena de vino puro, se la alcanzaba al rey."

92. José, tras un breve silencio, le dijo: "Tu visión te anuncia prosperidad y la reposición en el
cargo anterior. Las tres raíces de la viña repre sentan tres días, al cabo de los cuales el rey se
acordará de ti y te mandará regresar de aquí. Te concederá su perdón y te ordenará retornar al
mismo cargo; y para tu confirmación en él llenarás una copa y la ofrecerás a tu señor." El
copero mayor se regocijó al oír esto.

93: XVIII. El jefe de reposteros, por su parte, aprobó la in terpretación, creyendo que también
él había tenido un sueño venturoso, aunque mucho distaba de serlo en realidad; y enga ñado
por las saludables esperanzas del otro, dijo: "También yo tuve un sueño, y en él me imaginaba
ir cargado con cestas; y tres eran las cestas llenas de pasteles que transportaba sobre mi
cabeza; y la de más arriba estaba llena de toda suerte de confituras de las que habitualmente se
producen para uso del rey, pues grande es la variedad de lo que para la mesa real elabora la
diligencia de los reposteros. Pero, unas aves, descendiendo sobre ellas, las arrebataban de mi
cabeza para devorarlas insa ciablemente hasta consumirlas por completo y no quedar una sola
de las provisiones."

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94. Pero José le dijo: "Bien quisiera que esta visión jamás se te hubiera presentado, o que, si la
hubieras tenido, no hubiera sido mencionada, o que, en caso de haberse mencionado, al menos
hubiera sido contada lejos de mis oídos para no llegar a oírla. Lamento, en efecto, más que
nadie ser nuncio de males y me conduelo con los que sufren desgracias, pues mis sentimientos
humanitarios me hacen padecer tanto como los mismos que sufren.

95. Pero, puesto que a los que interpretan sueños les es forzoso decir la verdad, ya que son
ellos profetas que exponen las Divinas revelaciones, te la diré sin omitir cosa alguna; que, si
nada hay superior a la verdad en todos los casos, tratándose de los Divinos mensajes, decir la
verdad es además la suprema norma de santidad. 96. Las tales cestas son símbolo de tres días.
Pasados éstos, el rey ordenará que seas empalado y decapitado, y las aves des cenderán
volando para regalarse con tus carnes hasta que seas totalmente aniquilado."

97. El jefe de reposteros, como era de esperarse, se sintió confundido y anonadado, sin poder
apartar de su pensamiento el plazo fijado y anticipando mentalmente sus sufrimientos. El
término de los tres días coincidió con el cumpleaños del rey, día que todos los habitantes del
país celebran, y de un modo especial los del palacio.

98. Y así, mientras los digna tarios participaban de un banquete y la servidumbre se regalaba
como en una pública comilona, el rey se acordó de los eunucos y mandó que los trajesen. Y
cuando los vio, confirmó la interpretación de los sueños, al disponer que uno fuera empalado
y decapitado, y el otro fuera repuesto en su anterior cargo.

99. XIX. Ahora bien, cuando el copero mayor hubo reco brado la confianza de su amo, olvidó
a aquel que le había predicho la reconciliación y aliviado todas las desgracias que pesa ban
sobre él. Quizá lo olvidó porque todo desagradecido es olvidadizo de sus bienhechores; o
quizá también por previsión de Dios, quien quería que la prosperidad llegara al joven no a
través de un hombre sino a través de Él mismo.

100. En efecto, dos años más tarde, durante un sueño el rey tuvo dos visiones en las que se le
revelaban los bienes y males futuros que sobrevendrían al país; visiones que para despertar
una más firme convicción, repetían ambas la misma cosa.

101. Parecíale al rey que salían del río siete vacas grandes, de abundantes carnes y de hermoso
aspecto, y pastaban junto a las orillas altas. Después de estas surgían otras siete, descamadas,
reducidas, por así decir, a esqueletos y de pésimo aspecto; y pastaban junto a las primeras.
Entonces, de improviso, las mejores fueron de voradas por las peores, y el volumen de los
vientres de éstas no creció absolutamente nada después del hartazgo, quedándoles los mismos
si no más delgados, en todo caso no menos que antes.

102. Habiéndose despertado el rey y vuelto luego a dormir, fue acosado por una segunda
visión. Pensaba que siete espigas de trigo habían brotado de un solo tallo. Eran exactamente
del mismo tamaño, y crecían y maduraban eleván dose vigorosas hasta alcanzar altura.
Enseguida otras siete, pequeñas y débiles, crecieron cerca de las primeras y cayendo sobre
ellas devoraron el tallo fecundo.

103. Después de tener esta visión, el rey permaneció despierto durante el resto de la noche,
pues las preocupaciones con su penetrante aguijón le impedían conciliar el sueño; y, apenas
amaneció, mandó a llamar a los sabios y les narró la visión.

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104. Mas, como ninguno de ellos fue capaz de vislumbrar la verdad mediante conjeturas
verosímiles, se presentó el copero mayor y dijo: "Señor, hay esperanzas de hallar al hombre
que buscas. Cuando yo y el jefe de reposteros incurrimos en falta, tú ordenaste que se nos
condujera a prisión. En ella estaba un hebreo, criado del jefe de cocinas, al cual contamos yo y
aquél unos sueños que habíamos tenido. Él los interpretó con tal precisión y acierto que
cuanto predijo a uno y a otro aconteció: a aquél el castigo que sufrió, y a mí la gracia y
benevolencia que alcanzaría de tu parte."

105. XX. El rey, al oírlo, mandó que fueran de prisa a llamar al joven. Ellos, después de
cortarle el cabello de la cabeza y la barba, pues desde su encierro lo llevaba largo y espeso; y
luego de trocar su manchado vestido por otro resplandeciente, y de aderezarlo de otras
maneras, lo condujeron ante el rey.

106. El rey conjeturó por el aspecto del joven que se trataba de una persona libre y de buena
cuna; que, si bien ciertos rasgos manifiestos en el aspecto exterior de las personas vistas no
son visibles para todos, sí lo son para aquellos cuyo discernimiento está dotado de aguda
visión. Y así, dijo: "Mi espíritu adivina que mis sueños no habrán de quedar para siempre en
la obscu ridad; este joven da muestras de manifiesta sabiduría y pondrá al descubierto la
verdad; y, así como la luz dispersa las tinie blas, el saber de éste dispersará la ignorancia de
nuestros expertos." Y le contó su sueño.

107. José, sin inmutarse ante la elevada dignidad del que hablaba, se dirigió a él, no como un
súbdito a su rey, sino como un rey a su súbdito; y con toda franqueza y a la vez con modestia
le dijo: "Dios te ha dado señal de cuanto está a punto de hacer en tu país. No pienses que las
dos visiones son dos sueños; se trata de uno solo repe tido, no con una repetición superflua,
sino para que te convenzas con más firme convicción.

108. En efecto, las siete vacas. gordas y las siete espigas lozanas y maduras indican siete años
de abundancia y prosperidad, en tanto que las siete vacas ra quíticas y esqueléticas y las siete
espigas ruinosas y contrahechas significan otros siete de hambre.

109. En consecuencia, los siete primeros años llegarán trayendo grandes e inagotables buenas
cosechas gracias a las anuales crecientes del río, que transformará en zonas anegadas las
tierras de cultivo; y go zando los campos de una fertilidad, desconocida anteriormente; pero
después de estos siete años llegarán a su turno, otros siete de condiciones contrarias a las
primeras, portadores de penosa penuria y carestía; en los que ni se desbordará el río ni la tierra
será feraz; de modo que no habrá memoria de la anterior pros peridad y toda huella de la
pasada abundancia será borrada.

110. Tal es lo que la interpretación pone de manifiesto; pero la voz de Dios llega hasta mí y
me comunica salvadoras sugerencias para la que bien podemos llamar enfermedad; que la
más: penosa enfermedad de las ciudades y los países es el hambre,. por lo que es preciso
preparar los medios para debilitarla a fin de que no alcance la plenitud de su poder y devore a
los habitantes.

111. ¿Y cómo se la debilitará? Pues habrá que alma cenar en la ciudad y en las aldeas el
sobrante de la cosecha de los siete años de abundancia, luego de destinar lo suficiente a la
alimentación de las poblaciones; aproximadamente una quinta parte. Para tranquilidad de los

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habitantes, no se transportarán las cosechas a lugares distantes sino se guardarán en aquellos
lugares donde hubieren sido producidas.

112. Los granos se rán llevados unidos a las espigas, sin desgranarlos ni limpiarlos en
absoluto; y esto por cuatro razones. En primer lugar por que, estando protegidos, se
mantendrán más tiempo sin echarse a perder. En segundo lugar porque así, al irlos
desgranando y aventando cada año, surgirá el recuerdo de la época de abun dancia; y bien
sabemos que la evocación 16 de los verdaderos bienes llega a producir un nuevo placer.
16 Sigo la corrección de Mangey, quien sustituye mimesis = imitación, cuyo sentido no

encuadra en el contexto, por hypómnesis = recuerdo, término que, por otra parte, aparece en el
renglón anterior.

113. En tercer lugar para que, no pudiendo ser contados los granos existentes aún en las
gavillas y espigas, resulte incierta e incalculable la can tidad de los mismos, y de ese modo no
decaiga el ánimo de la población anticipadamente al notar su gradual disminución del grano
calculado; sino, por el contrario, se sienta animosa, nutrida con un alimento mejor aún que los
granos; ya que la espe ranza nutre más que cualquier otro alimento; y así sobrelleve la penosa
enfermedad de la escasez con menos fatiga. En cuarto lugar para tener almacenado también
forraje para los ganados, a medida que se vayan separando por la limpieza del grano los
montones de pajas y residuos.

114. Preciso es, por otra parte, que se escoja para el control de estas providencias a un hombre
de suma sensatez, en extremo prudente y bien reputado en todo, que sea apto para llevar a
cabo las mencionadas medidas sin dilaciones, sin suscitar odios ni resistencias y sin dar a las
multi tudes ninguna impresión del hambre que habrá de sobrevenir. Porque sería cosa penosa
que se atormentasen de antemano y se abatiese sobre sus almas la desesperanza.

115. Y, si alguien preguntare el motivo de esas medidas, le dirá que, así como en plena paz es
preciso anticiparse en los preparativos para la guerra, del mismo modo es preciso que en las
épocas de pros peridad se adopten providencias contra una eventual escasez. Agregará que las
guerras, el hambre y todas las desgracias en general son inciertas y debemos prepararnos para
ellas sin esperar a que sobrevengan y buscar una solución cuando ya no hay remedio."

116. XXI. El rey, habiendo escuchado esta interpretación de sus sueños, que tan exacta y
acertadamente conjeturaba la ver dad, y este consejo que, según todas las apariencias, era el
más provechoso por su previsión del incierto futuro, mandó a los que le acompañaban que se
aproximaran para que José no alcanzase a oír, y les dijo: "Señores, ¿hallaremos a un hombre
así como éste, que tiene en sí el espíritu Divino?"

117. Y mientras ellos aprobaban y alababan sus palabras, él dirigió la mirada hacia José, que
estaba de pie cerca, y le dijo: "La persona que me aconsejas escoger, el hombre sensato y
prudente que, según tus recomendaciones, es preciso buscar, no se halla muy distante, está
aquí y eres tú precisamente, pues pienso que la asistencia Divina te ha acompañado al decir lo
que has dicho. Ven, pues, y hazte cargo de la administración de mi casa y de la
superintendencia de todo Egipto.

118. Ninguno me podrá acusar de precipitación, pues no he procedido movido por un


sentimiento de autosuficiencia, pasión difícil de remediar. Las grandes na turalezas no
necesitan mucho tiempo para dar muestras de sí, y con el peso de su ascendiente fuerzan a

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otros a una aceptación rápida y sin dilaciones. Además, en este caso los hechos no admiten
demora ni postergación, puesto que las circunstancias apremian para que se adopten las
medidas necesarias."

119. Finalmente, lo nombró virrey del reino; o más bien, para hablar con toda franqueza, rey;
que, aunque el título de tal se lo reservó para sí mismo, de hecho delegó en aquél la auto ridad
y tomó todos los otros recaudos necesarios para honrar al jovencito.

120. Así, le entregó el real sello y le puso el vestido sagrado y un collar de oro, y colocándolo
sobre el segundo de los carros, dispuso que recorriese la ciudad precedido de un heraldo que
anunciara su nombramiento a los que no estaban al tanto de él.

121. Además le asignó un nuevo nom bre en la lengua del país, nombre derivado del arte de
interpretar los sueños; y le dio por esposa a la dama más ilustre de Egipto, la hija del sacerdote
del sol. Estas cosas sucedieron cuando José tenía alrededor de treinta años.

122. Tal es, a la postre, el destino de los hombres piadosos: aunque se los incline, no caen
enteramente, sino se sobrepo nen y enderezan con firmeza y seguridad, de modo de no ser
derribados jamás en adelante.

123. ¿Quién, en efecto, hubiera esperado que en un solo día la misma persona cambiaría de
esclavo en señor, de prisionero en el más alto dignatario; que el subalterno del guardiacárceles
sería el lugarteniente del rey, que su residencia sería un palacio en vez de una prisión y que
sería objeto de los más altos honores en vez de soportar las más bajas humillaciones?

124. Sin embargo, estas cosas han sucedido y sucederán muchas veces, cuando Dios lo quiera.
Sólo es preciso que se mantenga como al rescoldo en nuestras almas una brasa de nobleza de
espíritu, la que, al ver aventada, resplandece necesariamente.

125. XXII. Pero, como después de examinar el contenido lite ral nos hemos propuesto
examinar el sentido alegórico del relato, digamos también lo que es preciso decir al respecto.
Tal vez algunos, demasiado apresurados en sus juicios, se rían al oírme; pero yo diré sin
retaceos que el hombre de estado es, sin lugar a dudas, un intérprete de sueños; no uno de los
bufones ni de los charlatanes ni de los que enseñan sutilezas capciosas a cambio de una paga y
hacen de la interpretación de las visiones habidas en sueños un pretexto para ganar plata; sino
una per sona acostumbrada a juzgar con precisión el grande, común y universal sueño propio
no solo de los que duermen sino también de los despiertos.

126. Este sueño, para hablar con toda exac titud, es la vida de los hombres; y tan cierto es ello
que, al igual que en las visiones de los sueños, viendo no vemos, oyendo no oímos, gustando
o tocando ni gustamos ni tocamos, hablando no hablamos, andando no andamos y, aunque
aparentemente realizamos los demás movimientos y adoptamos las restantes posturas, nada de
eso pasa en absoluto; que se trata de vacías invenciones de la mente, la que, sin ninguna base
concreta, sólo produce, en realidad, pinturas e imágenes de cosas no existentes, como si
existieran, de la misma manera, también las visiones que tenemos durante el tiempo en que
permanecemos despiertos aseméjanse a las de los sueños: Vienen, se van, aparecen, se alejan;
y antes de que podamos asirlas firmemente desaparecen volando.

127. Examínese cada uno a sí mismo y comprobará la verdad por sí mismo, sin necesidad de

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las pruebas que yo le podría proporcionar, muy especialmente si se trata de una persona ya de
avanzada edad. Esta persona no es otro' que aquel que una vez fue un infante, más tarde un
niño, luego un adolescente, después un muchacho, a continuación un joven, posteriormente un
hombre maduro y al fin un anciano.

128. Pero, adonde está todo aquello? ¿No desapareció el infante en el niño, el niño en el
adolescente, el adolescente en el muchacho, el mu chacho en el joven, el joven en el hombre y
el hombre en el anciano, y no sigue a la vejez la muerte? l7
17 Ver Sobre los querubines 114.

129. Y hasta po dría decirse que el hecho de que cada etapa de la vida ceda su vigor a la
siguiente, constituye ya una muerte anticipada, a través de la cual la naturaleza nos enseña
calladamente a no temer a muerte última, puesto que hemos sobrellevado sin nin guna
dificultad las anteriores, es decir, la del infante, la del niño, la del adolescente, la del
muchacho, la del joven, la del hombre maduro, ninguna de las cuales está presente ya cuando
la vejez ha llegado.

130. XXIII. ¿Y no son también sueños las otras cosas relacio nadas con el cuerpo? ¿No es
efímera la belleza, que se marchita antes de florecer? ¿Y la salud no es algo inseguro,
amenazada, como está, por las enfermedades? ¿No es el vigor físico presa fácil de
postraciones de innumerables orígenes? Y la agudeza de los sentidos, ¿no es acaso insegura y
fácilmente víctima del enfrentamiento con cualquier pequeña contingencia?

131. ¿Y quién no conoce la inseguridad de las cosas externas? Fortunas inmensas se han
disipado en un solo día. Muchísimos, que ha bían alcanzado los primeros puestos en las más
altas dignidades, han venido a parar en la obscura condición de aquellos de los que nadie hace
caso ni tiene presente. El poderío de los más grandes leyes ha caído por tierra a causa de un
pequeño cambio en la balanza de la fortuna.

132. Lo que digo se ve confirmado en el caso de Dionisio de Corinto, que fue tirano de
Sicilia, pero que, despojado del mando, se refugió en Corinto, donde tan grande gobernante se
convirtió en maestro de primeras letras.18
18 Refiérese a Dionisio II, que después de un turbulento reinado en Siracusa (367-345),

interrumpido por un largo destierro en Corinto, acabó finalmente sus días exiliado por
segunda vez en esta ciudad.

133. Otro ejemplo es el de Creso, rey de Lidia, el más rico de los reyes, que esperaba destruir
el imperio de los persas, y no sólo dio por tierra con el suyo, sino que, hecho prisionero,
estuvo a punto de morir en la hoguera.

134. No solo determinados hombres dan testimonios de que estas cosas son sueños; también
lo atestiguan ciudades, naciones, países, Grecia, el mundo no griego, continentales, isleños,
Europa, Asia, occidente, oriente. Es que nada absolutamente y en ninguna parte ha
permanecido en la misma condición; todo, en todas sus partes, está sujeto a cambios y
contingencias.

135. En cierta época Egipto poseyó la hegemonía sobre muchas naciones, pero ahora está
sometido. Los macedonios alcanzaron en su oportu nidad tal grado de prosperidad, que
extendieron su dominación a toda la tierra habitada; ahora, en cambio, entregan a los

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recolectores de contribuciones los anuales tributos fijados por sus amos.

136. ¿Y dónde está la casa de los Ptolomeos y la fama de cada uno de los diádocos,19 cuyo
esplendor llegaba hasta los límites de la tierra y el mar? ¿Dónde, las libertades de las naciones
y estados antaño independientes? ¿Dónde, a la inversa, la servidumbre de los que eran
vasallos? ¿No dominaron los persas a los partos; y ahora, por esos vaivenes y cambios de los
humanos negocios y por los altibajos del azar, no gobiernan los partos a los persas? 20
19 Es decir, los sucesores de Alejandro Magno tras el reparto de las satrapías hecho en

Babilonia en 323 a. C.
20 Reflexiones análogas a las precedentes lóense en Sobre la inmutabilidad de Dios 173 a 176.

137. Fórjanse algunos la perspectiva de grandes e ilimitadas bonanzas, pero estas no son sino
el comienzo de grandes calamidades; y, cuando ellos se apresuran, pensando que van tras una
herencia de bienes, se encuentran con terribles infortunios; en tanto que, por el contrario,
cuando esperan un mal vienen a hallar fortuitos bienes.

138. Atletas envanecidos de sus vigorosas fuerzas y de la robustez de sus cuerpos, que daban
por segura una indiscutida victoria, muchas veces resultaron excluidos de la competencia en la
selección previa; o, ha biendo sido admitidos en la lucha, han sido vencidos, en tanto que
otros, que no esperaban alcanzar ni siquiera un premio de segundo orden, han obtenido los
primeros y ceñido la corona.

139. Algunos, habiéndose embarcado en verano, época propicia para una próspera
navegación, han naufragado; en tanto que otros han zarpado en invierno, con el
presentimiento de un desastre, y han arribado a puerto libres de peligros. Algunos de los
comerciantes hacen largos viajes, seguros de obtener ganancias ciertas, sin darse cuenta de las
pérdidas que les aguardan; y, al revés, a veces piensan que sufrirán pérdidas, y luego disfrutan
de grandes ganancias.

140. Así pues, los resultados son inciertos en uno y otro sentido, y los negocios humanos se
balancean como sobre una balanza con pesos desiguales, que ora los levantan ora los arrastran
hacia abajo; y una terrible incertidumbre y espesa obscuridad envuelve los acontecimientos.
Como en un profundo sueño, andamos a la deriva sin poder recorrer nada con exacto cálculo
ni poder asir cosa alguna con vigor y firmeza, pues todas las cosas aseméjanse a sombras y
fantasmas.

141. Y, así como en las procesiones las primeras-filas pasan y se pierden de vista; y en los
torrentes la corriente fluye, adelántase y deja atrás a nuestra observación por ser tan violenta y
rápida; así también los acontecimientos de la vida pasan dejándonos de lado, y, aunque dan la
impresión de que permanecen, no se detienen ni siquiera un instante sino corren en perpetuo
torbellino.

142. Y los que están despiertos, que en la incertidumbre de sus percepciones en nada difieren
de los que duermen, se engañan a sí mismos al creerse capaces de ver las naturalezas de las
cosas con infalibles razonamientos. Cada uno de los sentidos les resulta un obstáculo en el
camino hacia. el saber, pues déjase sobornar por los objetos que contempla, por los sonidos
que escucha, por las variedades de gustos, por las particularidades de los olores, hacia los
cuales se vuelve y por los cuales es arrastrado, no permitiendo de este modo al conjunto del
alma mantenerse recto y avanzar sin tropiezo como por un amplio camino. De ese modo, los

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sentidos producen la confusión entre lo alto y lo bajo, entre lo grande y lo pequeño, y todo lo
emparentado con la desigualdad y la irregularidad; y provocan fatalmente el vértigo creando
inmensa desorientación.

143. XXIV. Por eso, estando la vida saturada de tan grande perturbación y desorden, es
preciso que el hombre de estado se presente y, como un sabio intérprete de sueños, explique
los. sueños y visiones que en pleno día tienen los que creen que están despiertos; y que con
conjeturas razonables y verosímiles brinden enseñanzas acerca de cada una de esas visiones,
indi cando que esto es hermoso, aquello feo, esto bueno, aquello malo, esto justo, aquello
injusto; y así en todo lo demás: lo prudente, lo valiente, lo piadoso, lo santo, lo conveniente,
lo útil; y a la inversa, lo inútil, lo irrazonable, lo innoble, lo impío, lo profano, lo
inconveniente, lo dañoso, lo egoísta.

144. Y a estas enseñanzas agrega todavía otras tales como: Esto es ajeno; no lo desees. Esto te
pertenece; úsalo sin abusar. Tienes gran des riquezas; compártelas con otros, pues lo excelente
de la riqueza no reside en las bolsas repletas sino en la ayuda a los necesitados. Posees poco;
no envidies a los pudientes, pues nadie compadece a un pobre envidioso. Eres famoso y has
recibido-honores; no te ensoberbezcas. Las circunstancias te han redu cido a una humilde
condición, que tu espíritu no se deprima. Te van todas las cosas tal como deseas; debes estar
preparado» para el caso de que cambien. Tropiezas a menudo; ten fe en que vendrán tiempos
mejores, pues las cosas humanas se truecan en sus contrarias.

145. La luna, el sol y el cielo todo presentan claras y nítidas determinaciones porque cada cosa
de allí permanece invariable y regulada por las leyes de la verdad mis ma, según armoniosas
ordenaciones y las más excelsas de las sinfonías. Las terrenales, en cambio, como están llenas
de in menso desorden y perturbación, son, en el estricto sentido de la palabra, discordantes y
sin armonía, ya que en ellas prevalece una obscuridad profunda, mientras que las del cielo
muévense en la más radiante claridad, o más bien, ellas mismas son una luz inmensamente
nítida y pura.

146. Por cierto que, si alguien quiere penetrar en lo íntimo de las cosas, hallará que el cielo es
un eterno día, sin que en él se den ni noche ni sombra. alguna, pues en todas sus partes brilla
incesantemente con claridad inextinguibles y sin mezcla.

147. Tanto cuanto difieren entre los hombres los que están despiertos de los que están
dormidos,21 difieren también, en el plano universal, las cosas celestes de las terrestres, pues
aquellas permanecen en ininte rrumpida vigilia gracias a la acción de fuerzas que no andan
errantes ni tropiezan ni se desvían jamás; en tanto que las segundas están entregadas al sueño,
y, aunque puedan por breve tiempo levantarse, son de nuevo arrastradas hasta caer de nuevo
en el sueño, pues son incapaces de ver rectamente con el alma y andan extraviadas y
tropezando, envueltas en las sombras de las vacías opiniones, que las fuerzan a soñar; y
rezagadas con respecto a los hechos, de modo que nada pueden captar de ma nera firme y
segura.
21 Ver Sobre los sueños II, 43 a 47.

148. XXV. También encierra un simbolismo la afirmación de que José sube sobre el segundo
de los carros. El hombre de estado ocupa el segundo lugar con relación al rey. No es, en
efecto, ni un particular ni un rey, sino algo intermedio entre ambos, pues es más importante
que un hombre común y menor que un rey, cuyo poder es absoluto, en tanto que él tiene por

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rey al pueblo, a cuyo servicio está resuelto a hacer todas las cosas con pura y sincera buena fe.

149. Además, es conducido, como sobre el asiento de un carro, sobre el elevado sitial a donde
le llevan los acontecimientos v las multitudes; en espe cial cuando todas las cosas, pequeñas y
grandes, resultan como él desea, cuando no surge contrariedad u oposición alguna, y todo,
como en una feliz travesía, es guiado sin peligro por el timón de Dios. En cuanto al anillo que
el rey da al joven, es una clarísima prueba de la confianza que ese rey que es el pueblo tiene
depositada en el hombre de estado, y el hombre de estado en el rey pueblo.

150. El collar de oro en tomo de su cuello parece significar tanto la fama como el castigo,
pues, mientras los negocios públicos van bien encaminados para él, es enaltecido, venerado y
honrado por las multitudes; pero, cuando sobreviene el desastre, no por deliberado propósito,
que sería actitud culpable, sino fortuitamente, lo que es perdonable; así y todo, es arrastrado y
derribado mediante el adorno que rodea su cuello, y sufre su humillación mientras le parece
oír a su amo, que dice: "Este collar en tomo de tu cuello te lo obsequié para adorno si mis
asuntos marchaban bien, y como cuerda de horca si resultaban adversos."

151. XXVI. He oído, sin embargo, a quienes explican también alegóricamente este mismo
punto, pero de distinta manera. Su explicación es la siguiente. Dicen que el rey de Egipto es
nues tra inteligencia, es decir, el soberano del país corpóreo que hay en cada uno de nosotros,
el que está investido del poder, como un rey.

152. Cuando la inteligencia se convierte en amiga del cuerpo, todos sus esfuerzos se aplican a
tres cosas, que entiende son las más dignas de especial cuidado: panes, alimentos cocidos y
bebidas; y por eso echa mano a tres encargados: un jefe de reposteros, un copero mayor y un
jefe de cocinas, el primero de los cuales preside lo concerniente a la comida, el segundo lo
relativo a la bebida, y el último los condimentos que se agregan a. los alimentos propiamente
dichos.

153. Todos ellos son eunucos, pues el amante del placer es estéril en las cosas más necesarias:
en sensatez, en modestia, en templanza, en justicia y en el resto de las virtudes, ya que no
existen dos cosas sepa radas por la hostilidad tan grande como la que separa de la virtud al
placer, a causa del cual los más descuidan las únicas cosas que merecen ser tenidas en cuenta,
complaciéndose, en cambio, en incontenibles concupiscencias y accediendo a lo que ellas
ordenan.

154. El jefe de cocinas no es conducido a prisión ni sobre él cae castigo alguno, en razón de
que los condimentos no son elementos de suma necesidad ni constituyen placeres en sí, sino
incentivos para el placer, fáciles de extinguir. En cambio, los otros dos, el jefe de reposteros y
el copero mayor, los encargados de atender al miserable vientre, ellos sí sufren tales cosas
debido a que la comida y la bebida constituyen los más indispensables entre los elementos
necesarios para vivir; y quie nes los tienen a su cargo alcanzan el elogio si, naturalmente, lo
ejercen como se debe; pero merecen que se los trate airada mente y castigue cuando lo
descuidan.

155. Pero también difieren los castigos, porque la utilidad de uno y otro es diferente, siendo el
empleo de alimentos absolutamente necesario, en tanto que el uso del vino no lo es
totalmente, ya que los hombres viven igual sin recurrir al vino puro bebiendo el agua que
brindan los manantiales.

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156. Ese es el motivo por el que, mien tras en el caso del copero mayor tienen lugar
reconciliaciones y acuerdos en atención a que la transgresión toca a la parte menos
importante; en el caso del jefe de reposteros 22 no hay posibilidad de avenimiento y
conciliación, y la irritación que provoca le acarrea la muerte, como que es culpable en algo de
máxima importancia. La muerte, en efecto, es la consecuencia de la falta de alimentos, y así,
es lógico que el culpable de ella muera en la horca, padeciendo el mismo mal que ha causado,
que en este caso es precisamente haber "ahorcado"23 y torturado al hambriento mediante el
hambre.
22 O jefe de ponederos. Cualquiera sea la acepción que se adopte, la idea de Filón es,

evidentemente, que se trata del responsable de la preparación de alimentos sólidos en general,


por oposición al copero mayor, a cuyo cargo está la provisión de bebidas.
23 Otro juego de palabras de Filón, quien echa mano a ellos aun a costa de malabarismos

semánticos.

157. XXVII.24 Sobre estos puntos basta con lo dicho. Pues bien, José, designado lugarteniente
del rey y elevado a la ad ministración y superintendencia de Egipto, viajó para darse a conocer
a todos los habitantes; y, recorriendo los llamados nomos, ciudad por ciudad, logró que los
que lo veían lo acogieran con mucho placer, no sólo por los beneficios que brindó a cada uno
sino también por la impresión inefable y nada común que ofrecían su aspecto y trato en
general.
24 Para los parágrafos 157 a 257 ver Gen. XLI, 46 a XLVII, 12.

158. Cuando, de conformidad con la interpretación de los sueños, sobrevino el primer período
de siete años, que era el de abundancia, reunió, por intermedio de los gobernadores25 y demás
funcionarios que le servían para atender las necesidades públicas, la quinta parte de los frutos
de cada año y almacenó una cantidad tan grande de haces que nadie recordaba haber habido
hasta entonces otra igual. La prueba más clara es que fue imposible contarlos, no obstante que
muchísimas personas encargadas de ello no perdonaron esfuerzos por llegar a cabo un prolijo
cálculo.
25 Los manuscritos registran el término hyparkhos = funcionario subor dinado, lugarteniente,

gobernador, etc., cuyo sentido exacto para el caso es imposible de determinar. Tal vez se trate
de un error y deba leerse topárkhes = magistrado o jefe local, vocablo empleado en Gen. XLI,
34.

159. Pero transcurridos los siete años en los que la tierra llana produjo grandes cosechas,
comenzó el hambre, el que, extendiéndose y creciendo, traspuso las fronteras de Egipto.
Esparciéndose alcanzó también sucesivamente a ciudades y países hasta los límites del oriente
y del occidente, y no tardó en hacer presa de toda la tierra habitada en tomo de Egipto.

160. Es fama, en efecto, que jamás una enfermedad de tal magnitud agobió a la sociedad
humana. Era semejante a la que los médicos llaman herpe,26 en razón de que, avanzando paso
a paso a la manera del fuego, va atacando una a una todas las partes de esa comunidad que
constituyen los maltrechos cuerpos.
26 Como en otras ocasiones Filón recurre al paralelo con esta enfermedad caracterizada por la

extensión progresiva de una erupción sobre la piel, acompañada de comezón e inflamación.

161. Y así fue como en cada región, escogiendo por comisionados para la adquisición de trigo
a los de mayor repu tación, los enviaron hacia Egipto, pues se había divulgado ya hacia todas

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partes la noticia de la previsión del joven que había almacenado provisiones inagotables para
la época de escasez.

162. José ordenó primeramente que fueran abiertos todos los depósitos, pensando que así
reconfortaría el ánimo de los que los vieran y nutriría, por así decir, las almas con saludables
esperanzas antes de nutrir los cuerpos. Luego, por intermedio de los comisionados en las
intendencias de víveres, vendió a los que querían comprar, atento siempre al futuro y
considerando con mayor preocupación lo por venir que lo presente.

163. XXVIII. En esas circunstancias, también el padre de José, que ignoraba la próspera
situación de su hijo, ante la escasez de lo necesario para subsistir, envió a diez de sus hijos
para la compra de trigo. Al menor, que era el hermano uterino del lugarteniente del rey, lo
retuvo en su casa.

164. Cuando aquéllos llegaron a Egipto, tuvieron una entrevista con su her mano, pensando
que se trataba de un extraño; y, asombrados ' ante la dignidad de su persona, se prosternaron
ante él de acuerdo con la antigua usanza, con lo que vino a cumplirse al cabo lo que él había
visto en sueños.

165. José, al contemplar a los que lo habían vendido, los reconoció al instante a todos, sin ser
reconocido absolutamente por ninguno de ellos. Dios, por imperiosas razones, que entonces
era mejor permanecieran en secreto, deseaba que no se revelara la verdad; y así, o cambiaba la
visión de los que veían a José, haciendo que la figura del administrador del país resultara más
majestuosa aún, o alte raba las aprehensiones de sus entendimientos para que no fue ran
exactas.

166. En esas circunstancias, José, elevado a tan altas funciones, pese a su juventud, investido
del primer cargo después de la dignidad real, contemplado con admiración en el este y el
oeste, exaltado en la plenitud de su vida con la gran deza de su poder; aunque tuvo
oportunidad de vengarse, no les guardó rencor. Pero, sobreponiéndose con firmeza a sus
senti mientos y ocultándolos en su alma, con muy bien deliberado propósito, fingió hostilidad
hacia ellos y simulando desagrado en las miradas, la voz y las demás actitudes, les dijo:
"Señores, vuestras intenciones no son pacíficas; alguno de los enemigos del rey os ha enviado
como espías, y vosotros, al acceder a prestarle estos bajos servicios, habéis pensado que no
seríais descubiertos; pero ninguna acción insidiosa pasa inadvertida, aunque una profunda
obscuridad la cobije."

167. Los herma nos intentaron justificarse y sostuvieron que los cargos carecían de
fundamento, diciendo que ni estaban allí enviados por per sonas hostiles; ni ellos estaban mal
dispuestos para con los habitantes del país, ni aceptarían jamás semejante misión, pues eran
hombres pacíficos por naturaleza y tenían aprendido desde casi la primera infancia a valorar la
vida bien ordenada junto a un padre lleno de santidad y amadísimo de Dios, "Nues tro padre",
decían, tiene doce hijos, de los cuales el más joven, por no tener aún edad suficiente para
viajar al extranjero, permanece en nuestra casa; otros diez somos nosotros, los que aquí tienes
ante tu vista, y el restante ya no existe."
XXIX. ¿Qué sentimientos no experimentaría el alma de José al escuchar estas cosas, y oír
cómo los que lo habían vendido declaraban que estaba muerto?

168. Aunque no dejó traslucir por el momento su emoción en modo alguno, en su fuero

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interno consumíalo completamente el recóndito fuego encendido por ellos. Sin embargo,
disimulando su estado de ánimo, les dijo: "Si es verdad que no habéis venido como espías a
este país, dadme una prueba de buena fe quedándoos vosotros aquí por breve tiempo y
mediante una carta llamad a vuestro hermano menor para que venga hasta aquí.

169. Pero, si estáis deseo sos de partir a causa de vuestro padre, que tal vez esté alarmado por
lo prolongado de vuestra ausencia, partid todos los demás y que uno solo de vosotros
permanezca .aquí. en calidad de, rehén hasta que regreséis con el más joven. En caso de que
os neguéis a obedecer, sufriréis el más grave de los castigos, la muerte."

170. Y tras estas amenazas, se apartó de ellos mirán dolos de soslayo y dando muestras,
aparentes solamente, de profunda irritación. Ellos, por su parte, llenos de pesar y desánimo, se
reprochaban a sí mismos por la acción falaz contra su her mano. "Aquella iniquidad", decían,
"es la causa de nuestros presentes males. La justicia, que lleva cuenta de los hechos de los
seres humanos, ya toma medidas contra nosotros. Durante un corto tiempo ha permanecido
callada, pero ahora se yergue y muestra su naturaleza implacable e inexorable a aquellos que
merecen castigo.

171. ¿Y cómo no hemos de merecerlo, si, ajenos a toda piedad, hicimos caso omiso de las
súplicas y ruegos de nuestro hermano? Ninguna falta había cometido y, sólo movido por su
amor hacia los suyos, nos había contado, como a personas íntimas, las visiones tenidas en
sueños; pero nosotros, los más salvajes y brutales de los hombres, disgustados por esas
visiones, hemos consumado actos, que, preciso es decir la verdad, nada tienen de honestos.

172. Tengamos, pues, por cierto que padecemos no sólo este castigo sino también otros peores
aún, ya que, siendo casi los únicos entre todos los hombres cuya condición de personas nobles
débese a las eminentes virtudes del padre, del abuelo y de los otros antepasados, he mos
deshonrado a nuestra estirpe y hecho todo lo posible para cubrirnos de infamia."

173. El mayor de todos los hermanos, aquel que desde el principio se había opuesto a la
intriga que tramaban, les dijo: "De nada sirven los arrepentimientos tardíos. Yo os hice ver
cuan grande iniquidad cometeríais y os pedí y supliqué que no os dejarais llevar por vuestra
irritación; pero, aunque debíais haber aceptado mi advertencia, permitisteis que se concretaran
vuestros irreflexivos propósitos.

174. El resul tado es que estamos recogiendo lo merecido por nuestra sober bia e impiedad. La
intriga que maquinamos contra nuestro hermano está siendo investigada, y el investigador no
es un hombre sino Dios o Su lógos o Su ley."

175. XXX. Mientras ellos hablaban sin preocupación alguna, pues en la conversación había
intervenido un intérprete,27 el hermano vendido por ellos escuchaba lo que decían. Vencido al
cabo por la emoción y a punto ya de llorar, dio vuelta el rostro y derramó cálidas e
ininterrumpidas lágrimas hasta que experimentó algún alivio. Cambiando, entonces, de
semblante, se volvió y mandó que el segundo de los hermanos fuera atado en presencia de los
otros. Este hermano era el que correspon día a él, puesto que en una serie el segundo es
simétrico del penúltimo por la misma razón por la que el primero lo es del último.
27 De cuya intervención colegían que el virrey no hablaba la lengua hebrea, y por lo tanto

podían hablar ellos con toda libertad, seguros de no ser entendidos; lo cual supone que el
intérprete se había alejado, no así José, que, pese a lo afirmado en el parágrafo 170, estaba a

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una distancia lo suficientemente corta como para alcanzar a oírlos.

176. Pero, bien puede ser también que haya pensado que a este hermano le correspondía la
mayor responsabilidad en la mala acción, pues había sido prácticamente el jefe del grupo y
director de la malvada trama. En efecto, si se hubiera adherido al hermano mayor cuando éste
aconsejaba benignidad y humanidad; aunque era menor que aquél, como mayor que los otros
casi seguramente hubiera evitado la iniquidad, pues los dos de más alta posición y jerarquía
hubieran sumado sus sentimientos y propósitos acerca del asunto y esto de por sí hubiera sido
un peso decisivo en el platillo de la balanza.

177. Pero a esa altura de los hechos, al renunciar a la disposición benigna y superior y desertar
hacia la cruel e inhumana cuya dirección asumió, de tal modo animó a sus colaboradores en el
atropello, que estos pusieron todo su empeño en la vitu perable empresa. Tal fue, a mi
entender, la causa por la que solo éste fue encadenado.

178. Ya se aprestaban los demás para el viaje de retorno a su tierra, cuando el administrador
del país mandó a los encar gados de la venta de trigo que llenaran todas las alforjas de sus
hermanos, como si se tratara de extraños; que colocaran en secreto en la boca de cada una de
ellas el dinero recibido en pago, sin comunicar la devolución a los beneficiados; y, en ter cer
lugar, que agregaran alimentos adicionales en cantidad suficiente para el viaje, a fin de que el
trigo comprado llegara a destino en su totalidad.

179. Ya en camino, los hermanos sentían compasión, como era natural, por el que quedaba
en cadenado, y no menos se lamentaban por su padre, que una vez más se enteraría de una
desgracia y de que en cada viaje su numerosa prole disminuía y cercenábase. "No querrá
creer", decían, "que ha quedado encadenado, y pensará, en cambio, que lo de las cadenas es un
pretexto para encubrir su muerte; que los que una vez han experimentado un mal vuelven a
caer en las mismas desgracias." En esto les sorprendió el anochecer y, cuando hubieron bajado
las cargas de los animales, éstos se sintieron aliviados; no así ellos, que experimentaban en
sus almas preocupaciones más pesadas aún28 pues, como sucede de ordinario, cuando los
cuerpos descansan, más claramente lle gan al entendimiento las visiones de las adversidades y
penosa en extremo es la aflicción que lo oprime.
28 Que cuando se marchaban.

180. XXXI. Por otra parte, habiendo uno de ellos desatado una de las alforjas, vio en la boca
de la misma una bolsa llena de dinero y, habiéndolo contado, halló que le había sido devuelta
la misma suma que había pagado por el trigo; y, presa de estupefacción, refirió el hecho a sus
hermanos.

181. Éstos no sospecharon que se trataba de un regalo y, pensando que estaban ante una
trampa, se descorazonaron y, aunque deseaban examinar todas las alforjas, el temor de que
vinieran siguiéndolos los movió a levantar campamento sin pérdida de tiempo y a avanzar con
toda prisa. Corriendo, casi sin un respiro, cumplie ron un trayecto de muchos días en un
tiempo relativamente breve.

182. Al cabo reunidos en tomo a su padre, lo abrazaron no sin lágrimas, y lo besaron a medida
que él tomaba a cada uno y lo estrechaba entre sus brazos con intenso afecto. Sin embargo su
alma adivinaba ya alguna adversidad. En efecto, a medida que se aproximaban y los saludaba,
los iba observando y, pensando que el hijo que faltaba se había retrasado, lo reprochaba por su

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tardanza y miraba hacia los accesos ansioso de ver completo el número de sus hijos.

183. Pero, como nadie se acercaba ya desde fuera, ellos dijeron, viéndolo alarmado: "Pa dre,
en las adversidades la incertidumbre es más afligente que el conocimiento de la verdad; que
quien la conoce puede hallar el camino de la solución, en tanto que la ambigüedad de la
ignorancia es causa de perplejidad e impotencia. Escucha, pues, una historia dolorosa por
demás, pero que es preciso contarte.

184. El hermano que fue enviado en nuestra compañía a la compra de trigo y que no ha
retomado, está vivo y debes apartar de ti el pensamiento de su muerte y con ello el miedo de
lo peor. Pero, aunque está vivo, permanece en Egipto con el administrador de ese país, quien,
o por insidias de alguien o por sus propias sospechas, nos ha acusado de espías. Nosotros nos
defendimos de la manera como las circunstancias lo acon sejaban y le hablamos de ti, nuestro
padre, y de los hermanos ausentes, diciéndole que uno estaba muerto ya y que el otro se había
quedado contigo, pues, como era joven, había permanecido en casa a causa de su edad.
Expusimos abiertamente y sin ocultamientos todo lo concerniente a la familia, sin dar lugar a
malentendido alguno;

[185.] pero él dijo que la única prueba que aceptaría de la verdad de lo que decíamos sería que
el hijo más joven se presentara ante él; y que para asegurarse de esto quedaría detenido el
segundo de los hermanos como garantía y prenda por el otro.

186. Ninguna disposición hu biera sido más penosa que esta, pero quien nos la imponía más
era la situación que quien la ordenaba, y hubimos de acatarla forzosamente a causa de las
provisiones indispensables para los agobiados por el hambre, provisiones que sólo Egipto
puede proporcionar."

187, XXXII. El padre lanzó un profundo gemido y dijo: "¿Por quién debo llorar primero? ¿Por
el penúltimo de mis hijos, que fue el primero, no el último, al que cupo la suerte de los
desdichados? ¿Por el segundo, que obtuvo el segundo galardón en las desventuras: cadenas en
vez de la muerte? ¿O por el menor de todos, que, en caso de partir, habrá de recorrer un
fatídico camino, sin que las desgracias de sus hermanos hayan fogueado su espíritu? Yo, entre
tanto, dividido miembro por miembro y parte por parte; que los hijos son parte de sus
progenitores; yo, el considerado hasta hace poco como padre de una nume rosa y excelente
prole, corro peligro de quedarme sin hijos."

188. Entonces, el mayor de los hijos le dijo: "Yo te entrego en garantía mis dos hijos, los
únicos que he engendrado. Mátalos si no te devuelvo sano y salvo al hermano que tu pondrás
en mis manos y cuyo viaje a Egipto habrá de procuramos dos grandes ventajas: una, probar
claramente que no somos espías' ni enemigos; otra, poder rescatar a nuestro hermano del
cautiverio."

189. El padre, lleno de pesadumbre, decía que no sabía qué hacer, pues de dos hermanos
nacidos de la misma madre 29 uno ya estaba muerto y el otro, que había quedado aislado y
solo, miraría con prevención el viaje y sufriría una muerte en vida a causa del terror que
despertarían en él las cosas terribles sucedidas al otro anteriormente. Mientras esto decía, ellos
esco gieron al cuarto en edad, el más animoso entre todos, al par que hombre hábil por
naturaleza para dirigir y con capacidad para hablar; y lo persuadieron para que expusiese lo
que pensaban todos.

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29José y Benjamín, hijos de Raquel y medio hermanos de los hijos de Jacob nacidos de Lía,
Bala y Zelfa.

190. Entendían que, como escaseaban las pro visiones, pues el trigo traído en el precedente
viaje estaba agotado y el hambre prevalecía y los agobiaba, había que partir a comprarlo, pero
que no debían marchar sin llevar consigo al más joven, puesto que el administrador del país
les había prohibido presentarse sin él.

191. El padre, hombre sabio como era, reconoció que más valía exponer a uno solo a las
eventua lidades de un incierto futuro, que abandonar a tantos hombres a la segura ruina que se
cernía sobre cada hogar bajo el peso de esa incurable enfermedad que es el hambre, y por eso
dijo:

[192.] "Pues bien, si la fuerza de la necesidad es más poderosa que mi voluntad, preciso es
acceder. Tal vez la Na turaleza tiene dispuesto algo mejor, que todavía no considera
conveniente revelarnos.

193. Tomad, pues, al más joven, como proponéis, y marchad, pero no de la misma manera que
antes. En la anterior ocasión ibais como simples desconocidos que no habían experimentado
aún ningún mal irreparable, y no necesi tabais otra cosa que dinero para la compra de trigo; en
esta, en cambio, habéis de llevar también regalos por tres motivos: primero para causar buena
impresión en el gobernador y jefe de aprovisionamientos, quien, según decís, os conoce ya;
se gundo para rescatar más rápidamente al detenido, presentando un abundante rescate; y
tercero para borrar hasta donde ello es posible, toda sospecha de que sois espías.

194. Tomad, por lo tanto, muestras de cuantos frutos produce nuestra tierra y llevádselos en
calidad de primicias a ese hombre, junto con una doble cantidad de dinero, vale decir, el que
os fue devuelto la vez anterior, que quizá os fue devuelto por descuido de alguno; y otra suma
suficiente para la compra del trigo.

195. Y llevad también mis plegarias, que dirijo al Dios de salvación para que en vuestra
condición de extranjeros resultéis gratos a los habitantes del país y retornéis sanos y salvos, y
devolviendo a vuestro padre lo que se ha visto forzado a ceder en prenda, es decir, sus hijos:
aquel que la vez anterior fue dejado en cade nas y el que ahora os lleváis con vosotros, joven
en extremo y sin experiencia en la vida." Ellos partieron y se encaminaron hacia Egipto.

196. XXXIII. Pocos días después el administrador del país los vio llegar y se alegró mucho. El
mayordomo de su mansión recibió la orden de preparar un suntuoso banquete y de conducirlos
a participar de su sal y de su mesa.

197. Como se los llevó sin que se les informara con qué intención, estaban ellos aterrados y
confusos, conjeturando que iban a ser acusados de robo alegándose que habían hurtado el
dinero del trigo que la vez anterior habían encontrado en sus alforjas. Entonces se
aproximaron al mayordomo y expusieron su defensa, descargando sus conciencias de algo que
nadie se había adelantado a echarles en cara; y presentaron y mostraron, al mismo tiempo, el
dinero que traían para su devolución.

198. Pero el mayordomo los reanimó con palabras amables y benévolas diciéndoles: "Nadie es
tan impío como para difamar las gracias de Dios, que propicio nos sea. Él, en efecto, ha hecho

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llover tesoros en vuestras alforjas, proveyéndoos no sólo de alimentos sino tam bién de dinero
para que hagáis uso de él."

199. Calmados ya, ellos comenzaron a colocar ordenadamente los presentes que habían traído
desde su tierra; y, cuando hubo llegado el señor de la mansión, se los ofrecieron. Él preguntó
cómo se encontraban y si vivía todavía el padre de quien antes le habían hablado; y ellos nada
respondieron acerca de sí mismos, pero acerca de su padre le dijeron que vivía aún y estaba
bien de salud.

200. José elevó una invocación por él y lo llamó muy amado de Dios; y entonces, cuando al
echar una mirada en tomo vio a Benjamín, el hermano nacido de la misma madre que él, no
pudo contenerse y, vencido ya por la emoción, se dio vuelta antes de que ello se hiciera
patente, y con el pretexto de un asunto urgente, pues no era todavía ocasión de darse a
cono cer, salió de prisa hacia un lugar retirado de la casa, donde estalló en sollozos y derramó
un torrente de lágrimas.

201. XXXIV. Enjugó luego su rostro y, dominando la razón a la aflicción, retomó y agasajó a
los extranjeros con un banquete, no sin antes devolverles al que había quedado en calidad de
rehén por el menor de todos. En el convite participaron también otros dignatarios egipcios.

202. Durante el mismo cada grupo observó las costumbres ancestrales relativas al trato en la
mesa, pues José entendía que es cosa lamentable violar las antiguas usanzas, particularmente
en un banquete, donde los placeres son más numerosos que los malestares.

203. Habiendo ordenado que se sentaran de acuer do con el orden de edad; que por entonces
los hombres no tenían aún la costumbre de reclinarse en los convites; ellos se sorprendieron
de que los egipcios se atuvieran a las mismas re glas que los hebreos y se preocuparan por el
orden de prece dencia, demostrando un conocimiento de la diferencia de ho nores que
corresponden a los de más edad y a los más jóvenes.

204. "Tal vez en otro tiempo", decían, "este país conoció formas de vida menos cultivadas, y
este hombre, después que llegó al poder, introdujo el buen orden no sólo en los grandes
asuntos, de los que depende el llevar a feliz término lo relativo a la paz y a la guerra, sino
también en los que se tienen por menos importantes; la mayor parte de los cuales tocaron a
acti vidades intrascendentes; entre ellas los convites, que exigen alegría y no resultan en modo
alguno lugar apropiado para convidados excesivamente serios y austeros."

205. Mientras ellos plácidamente discurrían tales alabanzas, iban siendo preparadas mesas
moderadamente suntuosas, pues el dueño de casa no consideraba conveniente, teniendo en
cuenta el hambre reinante, darse a los placeres en medio de las desventuras de otros. Ellos,
con muy buen criterio, hicieron recaer también sobre este de talle sus encomios, sosteniendo
que había evitado una grosería, cosa vituperable, y que quedaban a salvo tanto su condición de
persona solidaria con los apremiados por la necesidad, como la de dueño de casa en el
agasajo, colocándose en un punto medio entre ambos y evitando el reproche en uno y otro
sentido.

206. Así pues, lo preparado nada tenía de chocante ya que resultaba acorde con las
circunstancias presentes. Toda omisión era compensada por las continuas muestras de
amistad, mediante brindis, votos e invitaciones a tomar de algo; cosas todas que proporcionan

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mayor placer a los hombres de condición liberal y cultivada, que el que proporcionan todas las
exquisiteces en materia de comidas y bebidas a los aficionados a los convites ajenos y
propios; los que, para muestra de lo poco sensatos que son, hacen ostentación de cosas que no
merecen la menor consideración.

207. XXXV. Al siguiente día, no bien despuntó la aurora, José mandó llamar al mayordomo
de la mansión y le ordenó llenar de trigo todas las alforjas que los hombres habían traído, y
poner, como la vez anterior, en las bocas de las mismas, bolsas con el dinero de la compra; y
que se colocase además en la del más joven una hermosísima copa de plata, en la que él
mismo acostumbraba a beber.

208. El mayordomo cumplió prestamente con lo ordenado, sin llevar consigo testigo alguno; y
ellos» ignorantes de lo sucedido secretamente, partieron de regreso, contentos por toda aquella
buena suerte, que sobrepasaba sus esperanzas.

209. Lo que habían esperado era concretamente lo siguiente: ser falsamente acusados de haber
rollado el dinero que se les había devuelto; no poder rescatar al hermano dete nido como
rehén; y perder quizás también al hermano más joven, si quien les había forzado a traerlo lo
retenía consigo.

210. Pero los acontecimientos sobrepasaban sus más esperan zadas súplicas. En vez de ser
acusados, habían participado de la mesa y la sal, lo que los hombres consideran como señal de
sincera amistad; habían también recobrado a su hermano sin haber sido éste objeto de
violencia, y sin que mediase ges tión ni súplica alguna; y, en cuanto al más joven, lo llevaban
sano y salvo hacia su padre. Además, no sólo se veían libres de las sospechas de espionaje
sino traían también consigo cantidades inagotables de alimentos, amén de buenas perspectivas
para el futuro. "En efecto", discurrían, "si llegan a repetirse los casos de escasez de
provisiones, ya no partiremos de nuestro hogar llenos de miedo, como antes, sino con el
placer de quien va al encuentro del administrador del país seguro de hallar en él un amigo
personal y no un extranjero."

211. XXXVI. Pero, estas impresiones y las reflexiones que maduraban en el fondo de sus
almas, viéronse interrumpidas por un súbito e inesperado contratiempo. En efecto, el
mayordomo, por orden de su señor, salió apresuradamente tras ellos en com pañía de un buen
número de servidores, agitando los brazos y haciendo señas para que se detuviesen.

212. Cuando les hubo dado alcance, lleno de sofocación les dijo: "Habéis confirmado los
primeros cargos que se os echaron en cara. Una vez más habéis reanudado el camino de la
iniquidad devolviendo mal por bien. Habéis hurtado el dinero del trigo y, no satisfechos con
eso, habéis ido más allá aún. Es que la villanía, si se la perdona, cobra alas.

213. Vosotros, los agradecidísimos, los en extremo pacíficos, los que ni el nombre de espías
conocíais, los que regresasteis con doble cantidad de dinero para devolver el de la primera
vez, por lo visto como treta y señuelo para la caza y rapiña de cosas mayores aún; habéis
robado la copa más hermosa y apreciada de mi amo, la misma en que bebió al brindar ante
vosotros. Pero el éxito de la maldad no dura siem pre; aunque se las ingenia para pasar
inadvertida, acaba por quedar al descubierto."

214. Mientras él continuaba en el mis mo tono, ellos quedaron paralizados y mudos,

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abrumados de pronto por esos dos penosísimos males que son el dolor y el miedo, al punto de
no poder ni siquiera abrir la boca, ya que la acometida de males inesperados deja mudos aun a
los más elocuentes.

215. Pero, anonadados y todo, no queriendo que su silencio se interpretase como producto del
remordimiento de sus conciencias, dijeron: "¿Cómo habremos de justificarnos y ante quién?
Porque llevas camino de ser a la vez nuestro juez y nuestro acusador, tú, que, por lo que ya
sabes de nosotros, deberías defendernos ante otros si nos formularan cargos. ¿Acaso nosotros,
que, sin que nadie nos conminara a ello, trajimos con ánimo de devolverlo el dinero hallado
en nuestras alforjas la vez anterior, hemos experimentado un cambio tal en nuestra manera de
ser, que seamos capaces de retribuir con perjuicios y hurtos a quien nos acogió como
huéspedes? Pues esto no ha ocurrido ni podrá jamás pasársenos por las mientes.

216. Pe rezca aquel de los hermanos que, sea sorprendido con la copa en su poder; que la
muerte es el castigo que, a nuestro juicio, tal delito, si es que realmente se ha cometido,
merece por mu chas razones. En primer lugar, porque la avidez de bienes y el deseo de lo
ajeno es en grado sumo contrario a la ley; en segundo lugar, porque intentar dañar a los
benefactores es com pletamente impío; en tercer lugar, porque es la más vergonzosa de las
deshonras el hecho de que quienes blasonan de la nobleza de su estirpe, osen aniquilar con sus
reprobables acciones el prestigio de sus antepasados. Si alguno de nosotros ha come tido el
robo, culpable es de todos estos cargos y debe morir, pues lo que ha hecho merece infinitas
muertes."

217. XXXVII. Y mientras esto decían, bajaban las cargas de sus bestias y procedían con toda
diligencia a revisarlas. El mayordomo, que no ignoraba que la copa se hallaba oculta en la
alforja del más joven, como que él mismo la había colocado sin ser visto, los engañaba
comenzando su búsqueda por la alforja del mayor y siguiéndola en orden de edad,
presentando y mostrar a cada uno su alforja hasta llegar al último, en cuyo poder se encontró
el objeto buscado. Al verlo ellos lanzaron al unísono ayes lastimeros y, rasgando sus
vestiduras, lloraban entre gemidos y anticipados lamentos tanto por la muerte de su hermano
vivo aún, como por ellos mismos y por su padre, que había predicho las desgracias que le
acontecerían a su hijo y solo con reservas había cedido ante los que querían llevar consigo a
su hermano en el viaje.

218. Desalentados y confusos, retornaron por el mismo camino hacia la ciudad, agobiados por
lo sucedido y seguros de que todo era fruto de una intriga y no de avidez de dinero por parte
de su hermano, Luego, ya en presencia del administrador, dieron muestra de solidaridad
fraternal nacido de un genuino afecto.

219. En efecto, cayendo todos a la par de rodillas, como si todos fueran culpables del robo,
cargo cuya sola mención respecto a ellos constituía una iniquidad, lloraban, suplicaban y se
ofrecían a sí mismos a cambio de su hermano, prometían aceptar voluntaria mente la
esclavitud, llamábanlo amo de ellos y se aplicaban a sí mismos los calificativos de probletas,
ecotribas, argironetos30 sin omitir ninguno de los calificativos propios de esclavos.
30 Con el término probleta tal vez se designe al esclavo que, abando nado por sus progenitores

al nacer, pasó a la condición servil al ser recogido por alguien que se convirtió en su amo.
Esto es, al menos, lo que posible mente deba inferirse de la etimología del término. Ecotriba
era el esclavo-nacido en casa del amo; argíroneto, el adquirido por compra.

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220. Pero él, llevando aún más adelante la prueba, con aire en extremo severo, les dijo: "No
haría yo cosa como esa, que significa convertir en esclavos a tantos por la culpa de uno solo.
¿Por qué razón se debe hacer partícipes de los castigos a quienes no han tenido parte en la
ejecución del delito? Puesto que solo aquel lo cometió, solo él sea castigado.

221. Estoy al tanto de que antes de entrar en la ciudad también vosotros señalas teis que el
culpable merecía morir; pero yo, que en todo me inclino hacia la humanidad y la moderación,
hago más leve el castigo y lo sentencio a la esclavitud en vez de la muerte."

222. XXXVIII. Abrumados quedaron por la amenazadora deci sión y llenos de pesar por las
falsas acusaciones de que eran objeto. En esto el cuarto en edad, que era osado y valiente al
par que modesto, y que se expresaba con franqueza sin llegar al descaro, se adelantó y dijo:
"Te ruego, señor, que no te dejes llevar por la cólera, ni tampoco, puesto que tienes asignado
el cargo que sigue al de rey, nos condenes por anticipado sin escuchar nuestra defensa.

223. Cuando en nuestra primera vi sita nos preguntaste acerca de nuestro padre y de nuestro
her mano, nosotros te respondimos: 'Nuestro padre es viejo, no tanto por los años que lleva
vividos, cuanto por las adversidades incesantes, a causa de las cuales no ha cesado de vivir,
como un atleta, en la práctica de trabajos y dolorosas experiencias difíciles de soportar. A su
vez, nuestro hermano es en extremo joven y por él nuestro padre siente un amor fuera de lo
común, puesto que, además de ser el postrero de sus hijos, es el único que queda de dos que
nacieron de la misma madre, ya que-el mayor de ellos murió de manera violenta.

224. Cuando tú ordenaste que trajéramos a nuestro hermano hasta aquí y nos amenazaste con
que, si no se presentaba, no admitirías que llegásemos a tu presencia, quedamos abatidos y, en
llegando a casa, mucho nos costó exponer a nuestro padre tus condiciones.

225. Él en el primer momento se opuso, temeroso en ex tremo por la suerte del niño; pero,
cuando las provisiones esca searon, como ninguno de nosotros se atrevía a venir a comprar
trigo sin la compañía del más joven a causa de tus amenazas, él se dejó convencer, aunque
con dificultad, en cuanto a enviar al niño con nosotros. Muchísimas veces nos echó en cara el
haberte hecho saber que teníamos otro hermano, y otras tantas se tuvo por desventurado pues
había de separarse del pequeño, niño aún e inexperto en las cosas de la vida, no sólo de un
país extranjero sino también de la propia comunidad.31
31 "De la propia comunidad": la traducción es conjetural y corresponde a la corrección de

Mangey, quien propone sustituir katá ten pólin = según (o de) la ciudad (o estado), cuyo
sentido no se amolda al contexto, por katá ten ídian pólin = según (o de) su propia ciudad (o
estado).

226. ¿Có mo, pues, llegaremos a la presencia de nuestro padre, siendo éstas las disposiciones
de su ánimo? ¿Con qué ojos podremos contemplarlo si no llevamos al niño? Una muerte
terrible se desplomará sobre él no bien oiga que no ha retornado; y luego nos llamará asesinos
y parricidas cada uno de los maliciosos que se complacen en tales desgracias.

227. Y el mayor peso de la acusación caerá sobre mí, que di muchas seguridades a mi padre y
acepté recibir al niño como depósito que había de devolver cuando me fuese exigido. Pero,
¿cómo, si tú no te apiadas de él, puedo yo devolverlo? Te pido que tengas piedad del anciano
y que tengas presentes los sufrimientos que expe rimentará si no le es devuelto aquel a quien
contra su propia voluntad confió en mis manos.

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228. Tú, sin embargo, aplica el castigo que corresponde a las faltas que consideras que se han
cometido contra ti. Yo me entregaré de mi entera voluntad. Regístrame como esclavo a partir
de este día; que con gusto soportaré la suerte de los esclavos recién comprados, a cambio de
que quieras dejar en libertad al niño.

229. Si accedes a esto, no será él mismo el favorecido sino alguien que no está aquí presente,
que se verá aliviado en sus preocupaciones, el padre de todos los que te estamos suplicando.
Porque eso so mos: suplicantes que nos hemos acogido a la protección de tu muy venerable
diestra, la que ojalá no frustre nuestra esperanza.

230. Ten, pues, piedad de la vejez de un hombre que ha dedicado los esfuerzos de su vida toda
a conquistar los trofeos de la virtud. Las ciudades de Siria no han podido menos que acogerlo
y honrarlo, no obstante que sus costumbres y hábitos son muy distintos de los de ellas,
diferenciándose él en no pequeña medida de los habitantes de la región. Pero ha prevalecido la
nobleza de su vida y la reconocida adecuación de sus palabras a sus obras y de sus obras a sus
palabras; al punto de que, aun aquellos que por prejuicios ancestrales no lo mi raban con
buenos ojos, acabaron por sentirse identificados con él.

231. La gratitud que habrás de lograr es superior a cuantas puede el hombre alcanzar, pues no
hay para un padre un don superior al recobro de un hijo al que daba por perdido."

232. XXXIX. Todas estas escenas, así como las anteriores, eran pruebas mediante las que José
tendía a averiguar cuál era el sentir que aquéllos demostraban bajo la mirada del
admi nistrador del país hacia su hermano camal. Temía, en efecto, que abrigasen hacia éste
cierto desapego natural, como el que suelen sentir los nacidos de una madrastra hacia los hijos
de otra esposa que disfruta de las mismas consideraciones que la propia madre.

233. Tal era el motivo por el cual los había acusado de espías y les había hecho preguntas
acerca de su familia con la intención de conocer si este hermano vivía aún y no había sido
víctima de una intriga; y por el que, además, retuvo a uno de ellos permitiendo que los
restantes partieran, previa promesa de traer consigo al más joven, al que ansiaba intensamente
contemplar, para apartar la aflicción que tan penosamente pesaba sobre él.

234. Y fue, asimismo, el motivo por el que, aunque experimentó un moderado alivio una vez
que tuvo ante su presencia y contempló a su hermano; después que los hubo invitado a la
hospitalidad de su mesa, rodeó en ella a su hermano carnal de más suntuosos aprestos y
atenciones que a los otros, y observó a cada uno tratando de descubrir en sus miradas si en su
fuero íntimo se encerraba alguna secreta envidia. 235. Mas, cuando los vio contentos y
complacidos por la distinción que brindábase al más joven, quedando a estas alturas
establecido por dos testimonios que ningún desapego latente existía hacia el hermano,
proyectó una tercera compro bación, consistente en aparentar que le había sido robada su copa
y en echar la culpa al más joven. Esta había de ser la más clara prueba del sentir y del apego
de cada uno de ellos hacia el falsamente acusado hermano.

236. De todas estas comprobaciones saco al cabo como conclusión que no existía
animadversión ni intriga alguna contra la descendencia de su madre; y respecto de lo que a él
personalmente le había ocu rrido, admitió en su fuero interno que sus sufrimientos no ha bían
sido resultado de intrigas de sus hermanos sino de la providencia de Dios, quien ve desde

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lejos los sucesos y contempla con la misma claridad los hechos futuros que los presentes.

237. XL. En consecuencia, vencido por los sentimientos de afecto familiar, no pudo dilatar
más la reconciliación y ave nimiento. Para que ningún reproche pudiera alcanzar a sus
hermanos por la acción cometida, consideró conveniente que ningún egipcio estuviera
presente en este primer reconocimiento.

238. Mandó, pues, que toda la servidumbre se retirase, y entonces de improviso, mientras se
desataba en un torrente de lágrimas, hízoles con la mano derecha señal de que se acercaran
para que ningún otro pudiera por casualidad escuchar, y les dijo: "Voy a revelaros algo que ha
estado envuelto en sombras y mucho tiempo pareció quedar definitivamente oculto; y seré yo
sólo quien a vosotros solamente lo ponga de manifiesto. El hermano que vosotros vendisteis
para ser traído a Egipto soy yo mismo, a quien veis ahora ante vosotros."

239. Atónitos y pasmados quedaron ellos ante lo inesperado de la revelación, y, como


impelidos por una imperiosa fuerza, bajaron sus miradas hacia la tierra y permanecieron como
clavados en el suelo, mu dos y boquiabiertos. Entonces él les dijo: "No os sintáis abati dos; yo
os concedo el perdón y el olvido de cuanto hicisteis contra mí; no necesitáis de nadie que
interceda por vosotros.

240. Por mi libre y espontánea decisión me avengo de grado a la reconciliación, siguiendo en


ello la guía de dos consejeros: mi reverente respeto hacia mi padre, en consideración al cual
sobre todo os muestro mi favor, y el natural amor al prójimo, que profeso a todos sin
excepción, pero particularmente a los de mi misma sangre.

241. En cuanto a lo ocurrido, pienso que no vosotros sino más bien Dios ha sido la causa, y
que se pro puso en ello que me convirtiera en administrador y dispensador de las gracias y los
dones que Él se digna proporcionar al género humano en las circunstancias más apremiantes.

242. Una clara prueba de ello podéis tenerla en lo que estáis viendo. Todo Egipto está
confiado a mis manos, poseo el primer lugar de honor ante el rey, y, aunque soy joven y él es
de más edad, me honra como a un padre. Me colman de atenciones no sólo los habitantes de
este país sino también la mayor parte de las otras naciones, tanto las vasallas como las
independientes, porque todas ellas necesitan de quien las proteja en la indigencia.

243. Plata y oro hay almacenados a mí disposición exclusiva mente. y también lo que es más
necesario que ambos, alimentos, que yo fracciono y distribuyo entre los que lo solicitan, de
acuer do con las necesidades y urgencias de cada uno, de modo que ni les sobre para el mero
placer ni les falte lo necesario para satisfacer su necesidad.

244. Esto os lo describo, no con ánimo de vanagloriarme y alabarme, sino para que percibáis
que ningún hombre podría haber sido causa de cosas de magnitud tal como que un hombre sea
esclavo, ya que eso fui yo a causa de una falsa acusación, y más tarde se convierta en señor; y
para que comprendáis que aquel que trocó mis extremas desdichas y sinsabores en la más alta
y mayor felicidad no fue otro sino Dios, para quien todo es posible.

245. Y pues yo me hallo de tal manera dispuesto, no tengáis ya prevención alguna, antes dejad
de lado las inquietudes y trocadlas en un alegre optimis mo. Pero bueno sería que os
apresurarais a ir hacia nuestro padre para ser los primeros en darle la buena nueva de mi

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hallazgo: porque los rumores vuelan hacia todas partes."

246, Sus hermanos, dando rienda suelta a las palabras, no cesaban de pronunciar alabanzas en
su honor una tras otra. Cada uno puntualizaba una cosa distinta de los otros: uno su
incli nación al perdón, otro su amor familiar, otro su prudencia; y todos a la par ponderaban
tanto su piedad puesta de manifiesto al atribuir a Dios el feliz desenlace de los
acontecimientos, y al abandonar todo resentimiento por los sinsabores que acom pañaron a los
ingratos comienzos y primeros contratiempos; como su fortaleza incomparable, que iba unida
a una prudente discreción.

247. Habiéndose visto, en efecto, en tan grandes contrariedades, ni durante su esclavitud había
pronunciado de nuncia alguna contra sus hermanos por haberlo vendido; ni, conducido a
prisión, le había movido la desesperación a hacer público cosa alguna de las que guardaba en
secreto; ni, durante su larga permanencia en la cárcel, había revelado las cosas que es
costumbre revelar en tales lugares, pues es característico de los presos el contar sus personales
infortunios.

248. Por el contrario, como si nada supiese de sus pasadas experiencias, habiendo tenido, con
ocasión de la interpretación de los sueños a los eunucos y al rey, oportunidad propicia para
exponer los hechos, ni siquiera entonces había hecho referencia a su nobleza de cuna. Y al ser
designado lugarteniente del rey y asumir la superintendencia y administración de todo Egipto,
tampoco había dicho nada para evitar que se le tomara por hombre insignificante y obscuro,
no obstante ser realmente de noble estirpe; esclavo no por naturaleza sino a causa de
infortunios y funestas intrigas por parte de quienes menos hubieran debido obrar así.

249. Y a este torrente de alabanzas se agregó un grande elogio de su equidad y afabilidad.


Conocían ellos, en efecto, que los gobernantes suelen ser arrogantes y rudos, y se admiraban
de la falta de ostentación v de desmedido énfasis de José; y también de cómo durante la
primera estadía en Egipto, a poco de conocerlos, aunque pudo hacerlo matar o, en último caso,
negarles al menos los alimentos en momentos de hambre, no sólo no los castigó, sino además
les proporcionó lo necesario a título de obsequio, como si hubieran sido merecedores de su
gracia, mandando que les fuera devuelto el dinero de la paga.

250. XLI. De ese modo la historia de la intriga y de su venta había permanecido sin hacerse
pública y dentro de un secreto tan absoluto, que ahora los funcionarios egipcios se regocijaban
pen sando que .por primera vez acababan de llegar los hermanos del administrador, e
invitábanlos a gozar de su hospitalidad y se apresuraban a comunicar al rey la buena noticia; y
una alegría general rebosaba por todas partes, no menos que si la planicie se hubiera tornado
fértil y el hambre se hubiera trocado en abundancia.

251. XLII. Enterado el rey de que su lugarte niente tenía padre y numerosos parientes, los
exhortó a que emigrase la familia en pleno, prometiéndoles dar la parte más fértil de Egipto a
los que vinieran. A tal efecto, proveyó a los hermanos de carros, carruajes de lujo y gran
cantidad de ani males cargados de provisiones, así como de una adecuada servi dumbre para
que condujeran sin peligro alguno a su padre.

252. Cuando ellos llegaron a su casa y contaron la historia de su hermano, increíble v superior
a toda esperanza, el padre no les dio crédito en absoluto, porque, aunque los que la contaban
eran dignos de toda confianza, sin embargo lo extraordinario del asunto impedía aceptar

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fácilmente su realidad.

253. Pero, cuando el anciano vio los equipajes propios de una ocasión como esa y los
suministros inagotables de provisiones, que confirma ban los felices sucesos narrados acerca
de su hijo, alabó a Dios por haber llenado el vacío que aparentemente 32 existía en una porción
de su morada.
32 Aparentemente, porque aquel a quien se daba por muerto, José, existía en realidad.

254. Pero la alegría engendró inmediatamente en su alma 'también el temor por los ancestrales
métodos de vida. Conocía, en efecto, la natural facilidad con que la juventud se desvía de su
camino; la propensión Hacia el pecado, Que caracteriza la vida de otros pueblos y muy
especial mente a Egipto, país que tiene por dioses a creaturas perecede ras y es incapaz de ver
al verdadero Dios. Conocía, además, las incitaciones que la riqueza y la fama ofrecen a los
entendi mientos poco prudentes, y sabía que, abandonado a sus propias fuerzas, sin que
ninguna de las influencias moderadoras que le ofrecía la casa paterna le acompañara, solo y
apartado de las buenas enseñanzas, estaría expuesto a adoptar extrañas costumbres.

255. Viéndolo dominado por tales sentimientos, Aquel cuya mirada es la única capaz de ver
en la invisible naturaleza del alma, movido a compasión, se le apareció una noche durante el
sueño y le dijo: "Nada temas en cuanto a la ida a Egipto. Yo mismo te guiaré en el camino y
haré que tu marcha sea segura y placentera. Además te devolveré a tu tan anhelado hijo, que
cierta vez creíste muerto y que no sólo está vivo sino se halla además a cargo del gobierno de
tan gran país." Lleno Jacob de promisorias esperanzas, no bien despuntó la aurora se aprestó
gozoso a partir.

256. Por su parte su hijo, habiendo oído la noticia de su partida, pues exploradores apos tados
en la ruta lo mantenían al tanto de todo, salió con toda prisa al encuentro de su padre, cuando
éste se hallaba no muy distante de la frontera. El encuentro tuvo lugar en la llamada ciudad de
los héroes,33 donde sus cabezas se reclinaron sobre sus cuellos y sus lágrimas mojaron sus
vestidos en medio de prolongados abrazos, a los que parecían no querer darles fin. Cuando al
cabo pusieron término a tales efusiones, se dirigieron a la residencia real.
33 Tal es el nombre que se da en la versión de los LXX a la ciudad que en la versión hebrea se

denomina Gosén.

257. El monarca, al ver al anciano, im presionado por su venerable aspecto, le dio la


bienvenida, no ya como al padre de su lugarteniente, sino como a su propio padre, con todo
respeto y consideración. Y, tras las acostum bradas y también especiales muestras de cortesía,
le concedió una porción de tierras de suelo muy fértil y productivo; y a sus hijos, enterado de
que eran cuidadores de ganado muy exper tos, los estableció como encargados de sus propios
rebaños, confiándoles innumerables manadas de cabras, bueyes y ovejas.

258. XLIII.34 El joven Tose hizo gala de una honestidad sin igual, a tal punto que, brindándole
las circunstancias y el curso de los acontecimientos muchísimas ocasiones para alcanzar
ri quezas, y pudiendo convertirse en poco tiempo en el hombre más rico de su tiempo, su
devoción a la riqueza genuina de verdad antes que a la espuria, a la riqueza con ojos antes que
a la ciega, le movió a atesorar en las arcas reales todo el oro y la plata que reunió como
producto de la venta del trigo, sin apropiarse ni de una sola dracma, y contentándose
exclusivamente con los obsequios con que el rey retribuía sus servicios.
34 Para los parágrafos 258 a 260 ver Gen. XLVII, 13 a 26.

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259. Como si se tratara de una sola casa, este hombre administró con eficacia superior a toda
ponderación Egipto y con él a los otros países y naciones apremiados por el hambre,
distribu yendo en la medida conveniente los alimentos y teniendo en cuenta no sólo la
necesidad presente sino también las ventajas para el porvenir.

260. Así, al iniciarse el séptimo año de ca restía, como a estas alturas todos tenían sobrados
motivos para esperar buenas cosechas, mandó llamar a los agricultores y les dio semillas de
cebada y trigo para la siembra; pero, para que ninguno se apropiase de las mismas, sino
sembrase en las tierras de labranza las que había recibido, escogió entre las personas de más
calidad inspectores y supervisores para la vigilancia de la siembra.

251.34 Habiendo muerto su padre mucho tiempo después del período de hambre, sus
hermanos, intranquilos y temerosos pues sospechaban que, recordando su iniquidad, José les
haría víctimas de alguna dolorosa venganza, fueron a él acompañados de sus mujeres e hijos y
le elevaron vehementes súplicas.
35 para los parágrafos 261 a 268 ver Gen. L, 15 a 26.

262. Pero él, sin poder contener el llanto, les dijo: "La presente circunstancia es propicia para
despertar sospecha en aquellos que han cometido actos intolerables y sienten los reproches, no
de otra persona, sino más bien de su conciencia. La muerte de nuestro padre ha renovado
aquel antiguo temor que sentíais antes de nuestra reconciliación, como si, a vuestro juicio, os
hubiera concedido el perdón sólo por no apenar a nuestro padre.

263. Mas el tiempo no cambia mi modo de ser; ni, después de haber acordado estar en buenos
términos con vosotros, obraré en ocasión alguna al margen de ese avenimiento, porque no he
estado yo aguardando una venganza largamente diferida, sino os he concedido para siempre el
estar exentos de castigo. En ello he atendido, ¿para qué negarlo?, en parte al respeto que
merecía nuestro padre, y en parte a los favorables sentimientos que no puedo menos que sentir
hacia vosotros.

264. Y, aun suponiendo que todo cuanto hacía de noble y humanitario lo hacía solo en
atención a nuestro padre, observaré las mismas normas aunque ya no esté él entre nosotros. Yo
entiendo que ninguno de los hombres buenos está realmente muerto, sino vivirá eternamente
sin envejecer jamás, con un alma inmortal por naturaleza, no atada ya a las necesidades del
cuerpo.

265. Pe ro, ¿para qué sacar a colación al padre creado? Tenemos al Padre increado, el
imperecedero, el eterno, "Aquel que todo lo observa y todo lo oye",36 aun las cosas que no se
expresan; que ve en todo momento, aun en los más recónditos rincones de la inteligencia. Y es
a Él a quien yo invoco como testigo de la sinceridad de mi reconciliación.
36 Ilíada III, 277, Odisea XI, 109 y XII, 323, donde se afirma esto del sol.

266. Yo, en efecto; y no os asombréis de lo que digo; pertenezco al Dios que convirtió
vues tros malos designios en sobreabundantes bienes. Desechad, pues, todo temor; que en el
futuro alcanzaréis beneficios mayores aún que los que gozasteis en vida de nuestro padre."

267. XLIV. Con tales palabras animó a sus hermanos, y con las obras confirmó sus promesas
sin pasar por alto cosa alguna, siempre preocupado por ellos.

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