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1.

Escandell Vidal propone un modelo de análisis pragmático en el que considera los elementos
materiales y relacionales que operan en un acto comunicativo lingüístico. Entre los primeros,
define al emisor y destinatario, enunciado y por último, en entorno.

En base a esta distinción, podemos observar en la viñeta presentada, en tanto componentes


materiales, a tres personajes-un joven vendedor, un cliente de edad avanzada, una joven
supervisora- que participan en la escena. En el curso del intercambio, podemos discriminar al
menos tres momentos distintos: el intercambio entre el vendedor y el cliente, entre este y la
supervisora, y finalmente entre esta y el vendedor. Esto implica que cada uno de ellos se
constituye sucesivamente, por la dinámica propia del diálogo, en emisores y destinatarios de
una serie de enunciados, los cuales aluden a un mismo tema o tópico: el papel que el cliente
quiere comprar. El entorno en que se produce el encuentro es un comercio del rubro.
Entre los componentes relacionales Escandell Vidal menciona la información pragmática,
la intención y la distancia social. Podríamos explicar las dificultades que se producen en la
comunicación conforme tales categorías.
La intención expresa del emisor es comprar papel, y es evidente que esta intención es
reconocida por el destinatario. Ambos comparten un mismo código lingüístico mediante el cual
reconocen y asignan un mismo significado general al significante “papel”, es decir, le permite
decodificar a nivel semántico la expresión lingüística. Pero hay una diferencia que impide que
se produzca la interpretación, y esta diferencia, de naturaleza extralingüística, se origina en que
la información pragmática entre ellos difiere: en el conocimiento de mundo del cliente el papel
es un elemento simple que sirve para escribir a mano, en tanto que en el conocimiento del
vendedor y la supervisora el papel se concibe exclusivamente con una funcionalidad o uso
asociado a alguna forma de tecnología. Esta divergencia está vinculada a otra categoría
relacional: la distancia social. En efecto, hay una asimetría etaria entre el cliente y los demás,
una “diferencia generacional”, como se suele decir. Esta situación es manifiesta en el uso del
lenguaje, en el caso de los jóvenes, más moderno o seudomoderno, más tecnologizado
(“posesiona”, “descripcionarme”, “transfer”, etc.). Tal uso del lenguaje deja manifiesto que ni
el vendedor ni la supervisora, en cuanto emisores, construyen sus enunciados a la medida del
destinatario, posiblemente porque poseen un conocimiento insuficiente sobre la información
pragmática de su cliente para hacerlo. Son las diferencias señaladas las que llevan a que no se
produzca una comunicación plena entre los interlocutores.

1. Interpretamos con naturalidad el sentido irónico de la historieta, sentido propuesto por Quino
como emisor y dirigido a nosotros en tanto destinatarios. La clave para descifrar la ironía está
en la viñeta final, en el contraste entre lo que enuncian los personajes y la postura de Quino,
que entendemos como contraria. La pista que nos permite arribar a este sentido es lo que los
personajes –el vendedor y la supervisora-comentan al final, al hacer referencia a la dificultad
de la gente mayor para “expresionarse”, pues están “desneurologizados”, utilizando,
paradójicamente, una expresiones artificiosas, un lenguaje que atenta contra los principios
comunicativos. Es decir, los mismos términos utilizados en la afirmación la contradicen.

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