Ernesto Picco
Rosario, 2016
Picco, Ernesto
Políticos, empresarios y laicos católicos: historia y estructura de la elite de poder en
Santiago del Estero / Ernesto Picco - 1a ed. - Rosario : Prohistoria Ediciones, 2016.
244 p.; 22,5x15,5 cm. - (Universidad; 46)
ISBN 978-987-3864-24-7
© Ernesto Picco
© de esta edición:
Tucumán 2253, S2002JVA ROSARIO, Argentina
Email: prohistoriaediciones@gmail.com
www.prohistoria.com.ar
ISBN 978-987-3864-24-7
A mi viejo,
que fue el primero en enseñarme,
desde muy temprano,
a comprender la historia
Índice
agradecimientos...................................................................................... 13
prólogo
Por Marina Farinetti.............................................................................................. 15
Introducción
Perspectivas para pensar la política y el poder en un contexto periférico..... 19
1. Perspectiva epistemológica: ciencias sociales sobre y para la sociedad..... 20
2. Perspectiva filosófica: el pensar situado y la totalidad como falla.............. 21
3. Perspectiva teórica: la elite, sus capitales y estrategias............................... 22
4. La estructura del texto................................................................................. 27
II. Radicalismo.................................................................................................... 43
1. Orígenes y divisiones en la primera mitad del siglo XX............................. 44
2. Los gobiernos radicales entre las décadas del 20 y el 40............................ 48
3. El retorno del radicalismo al poder y la aparición de Benjamín Zavalía.... 51
4. Entre los gobiernos militares y las disputas del peronismo........................ 55
5. La generación del 80................................................................................... 58
6. La rebelión a caballo................................................................................... 62
7. Las escisiones del radicalismo: El Mociso y el Movimiento Viable........... 66
8. Las estrategias locales en tiempos de la Alianza......................................... 68
9. Recapitulación............................................................................................. 70
II. Peronismo....................................................................................................... 73
1. Orígenes de un peronismo sin obreros........................................................ 73
2. Javier González y el sindicalismo al gobierno............................................ 77
3. Una guerrilla apoyada por la elite gubernamental...................................... 79
4. El peronismo santiagueño sin Perón........................................................... 81
5. Los 70: La JP, los democristianos y el retorno de los líderes...................... 84
6. Venganzas y traiciones en el retorno a la democracia................................. 88
7. La Corriente Renovadora............................................................................ 91
8. Consolidación y caída del régimen juarista................................................. 92
9. Recapitulación............................................................................................. 98
Bibliografía.......................................................................................................... 233
AGRADECIMIENTOS
E
ste libro es fruto de seis años de una investigación realizada en diversos es-
pacios de trabajo colectivo. En primer lugar en el Equipo de Investigación en
Política y Ciudadanía, radicado en el Instituto de Estudios para el Desarrollo
Social (Indes) de la Facultad de Humanidades de la UNSE. Allí trabajo desde 2008, y
entre 2010 y 2014 fue la sede de mi beca de posgrado del Conicet. En segundo lugar,
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, donde realicé
mi doctorado. Quiero agradecer a muchas de las personas con las que compartí en
esos y otros espacios, este camino que empezó allá en 2009, cuando bosquejamos las
primeras líneas del proyecto.
A María Isabel Silveti y Homero Saltalamacchia, que por más de diez años han
dirigido nuestro equipo de investigación en el Indes. Su estímulo, su generosidad y
su paciencia han sido clave para mi trabajo personal y para el de muchos jóvenes
investigadores que nos formamos con ellos, en la comprometida tarea de estudiar la
política en Santiago del Estero.
A Hernán Campos, María José Rondano y Romina Cordero, compañeros de
equipo con quienes compartimos proyectos, preguntas y aportes para nuestros res-
pectivos trabajos en el equipo de investigación.
A Celeste Schnyder, que además de ser el faro entre los jóvenes del equipo, fue
una atenta lectora de los primeros borradores de la tesis doctoral.
A Marina Farinetti, que fue jurado de la tesis y aceptó escribir el prólogo en
medio del verano, para después regalarme un texto generoso que es una excelente
invitación a la lectura.
A Carlos Zurita y Luis Miguel Donatello, que también fueron evaluadores de la
tesis doctoral, y me aportaron nuevas relecturas de mi propio trabajo y recomendaron
su publicación.
A Ana Teresa Martínez, Alberto Tasso, Alejandro Auat y Mercedes Tenti, porque
nos marcan un camino y por la confianza que depositan en los jóvenes investigado-
res. Son muchos más nuestros guías en esto, pero especialmente en la lectura de sus
trabajos y en charlas compartidas con ellos he encontrado claves fundamentales para
mi investigación.
A Gabriel Vommaro, que viendo mis primeros apuntes en un café de Buenos
Aires, cuando yo estaba empecinado en estudiar otra cosa, me dijo las palabras claves
para cambiar la mira hacia el estudio de las elites.
A José Vezzosi, Esteban Brizuela y César Gómez, cuyas lecturas de los borrado-
res del libro me aportaron datos y observaciones de enorme utilidad para la reescri-
tura del trabajo, además de largas y atrapantes charlas sobre la historia de Santiago.
14 Ernesto Picco
H
ay un sentido común en torno a lo político en Santiago del Estero, que me
atrevo a decir que es compartido por el conocimiento ordinario y las ciencias
sociales: el Estado es todo en esta provincia.
Esto es así, dado que el Estado tiene el control de la mayor parte de los recursos
de los que depende la economía provincial. Sería lo primordial a tener que cuenta
para comprender los procesos políticos: la base económica sobre la cual se erige el
Estado y el régimen político, un punto de partida para formular preguntas de inves-
tigación. Hacía falta ampliar los márgenes de la indagación sobre ese Estado-todo,
como lo hace este libro, produciendo nuevos datos que serán ineludibles para los
estudios especializados en adelante.
El autor se ocupa de quiénes son los poderosos, su riqueza tiene nombres pro-
pios, historias familiares, biografías, avatares políticos. El libro sumerge al lector en
un mar de historias entrecruzadas, capturando su atención como si fuera una novela,
y le ofrece al mismo tiempo una visión ordenada para una perspectiva sociológica.
El sentido común señalado acerca del Estado-todo incluye una declinación tí-
pica en el caso santiagueño: el gobernador es todo, dado que controla los recursos
económicos que se obtienen por los mecanismos de coparticipación y los fondos
nacionales. Quienes investigamos el Juarismo podemos observar que esta era/es la
referencia que interviene en medio de la declinación Estado-gobernador. El Juarismo
nublaba miradas descentradas y múltiples de lo político. El Juarismo cayó en 2004 y
la era kirchnerista produjo grandes cambios en la provincia.
El autor adopta en este trabajo una mirada clásica sobre los partidos políticos,
que se puede ver en la organización de los capítulos sobre el radicalismo, el pero-
nismo, y el kirchnerismo, haciendo aparecer por igual las historias familiares, las
relaciones de amistad, los cruces con el capital económico, los procesos políticos
nacionales.
Las investigaciones reunidas en este libro interpelan fórmulas hechas y respon-
den a la exigencia de un análisis detallado y amplio de quiénes son los que ocupan las
posiciones de poder y los modos de estructuración de éstas.
El lector se sentirá obsequiado con la generosidad de la información laboriosa-
mente producida. Le aportará una mirada más amplia de la clase política provincial.
Agradecerá, asimismo, la escritura clara y tanto la presentación organizada como el
excedente de complejidad que lega para futuros estudios.
El libro echa luz sobre los individuos que habitan los circuitos del poder, de-
termina persistencias y continuidades. Es destacable el enfoque histórico, dado que
se indagan las transformaciones ocurridas en un período amplio: 1983 a 2008. Del
mismo modo, es destacable el enfoque integrador sobre los sectores dominantes, en
los diversos ámbitos: política, economía, religión y medios de comunicación.
El Juarismo no ocupa todo el espacio, no es el eje que organiza el texto. Este mo-
vimiento podría no merecer ningún comentario, sin embargo, sabemos la dificultad
de romper con visiones simplificadas con las operaciones del sentido común.
El libro se convertirá en una fuente documental de referencia sobre las trans-
formaciones históricas en el campo económico y empresarial en Argentina con una
mirada federalista. El autor construyó mapas con nombres y apellidos, es así que la
publicación pone al alcance datos originales sobre la clase dominante provincial.
Se cuentan aquí múltiples metamorfosis de los empresarios, en correlación con la
correspondiente a los políticos, siendo una contribución notable para el avance de los
conocimientos en sociología política. Las herramientas de Bourdieu son honradas en
la elaboración del trabajo, ponen las preguntas fundamentales sobre la estructuración
de una élite de poder que actúa en múltiples campos, los transforma y se transforma
a sí misma.
El autor se anima a preguntar quiénes son, y cómo ejercen el poder los políticos
y los empresarios. Así, descubre el trabajo activo de la metamorfosis de unos en
otros. Hay aquí un rompecabezas armado, que descubre los encastres de lo político
y lo económico.
La riqueza empírica del trabajo crece con la presentación de un mapa detalla-
do sobre los medios de comunicación, campo con su capital específico, duramente
atravesado por empresarios y políticos. Buscando ampliar la mirada sobre la élite de
poder santiagueña, el libro suma observaciones sobre el campo de la iglesia católica.
Su trabajo ha sido descubrir los elementos ordenadores del magma de relaciones
personales, redes familiares, amistades, instituciones.
El libro implica contribuciones para varias líneas de investigación existentes.
Con respecto a los estudios sobre el Juarismo, deja entrever, gracias a los magníficos
detalles que revela el libro, que no se puede seguir hablando un lenguaje vago, cuya
inercia es mostrar el eterno retorno de lo mismo en Santiago del Estero, patrones
inmutables, procesos fijos, en gran parte vestidos en las usinas de la trama imaginaria
del Juarismo.2
2 Farinetti, M., & Zurita, C. (2015). Montesquieu en Santiago del Estero: Temor y política en la trama
imaginaria del juarismo. Apuntes de Investigación del CECYP, (26). Cabe destacar las prometedoras
publicaciones sobre el Juarismo aparecidas los últimos años, que se enriquecerán dialogando con el
amplio panorama que dibuja esta investigación. Véase Mariana Godoy (2015). Los regalos de Marga-
rita. Conflictos, trama política y justicia en el juarismo santiagueño. Santiago del Estero: EDUNSE;
Políticos, empresarios y laicos católicos 17
Por otra parte, el libro que el lector tiene a disposición representa una notable
contribución a los debates contemporáneos sobre los regímenes políticos subnacio-
nales. Realiza aportes que se suman a los realizados por otras investigaciones sobre
los políticos santiagueños y los elencos gubernamentales.3 Asimismo, constituye una
fuente para responder las preguntas sobre la política de familias en el caso santiague-
ño.4 Los datos sobre el campo empresario repercutirán en la línea de investigación
inspirada en el federalismo fiscal.5 En síntesis, el trabajo estimula líneas de diálogo
con varias perspectivas en los estudios subnacionales.
Por último, cabe observar que el libro aparece en un presente en el cual hacen
falta ideas para indagar fenómenos políticos actuales con aires de familia con el pa-
sado, que se dejen atrapar por los espejismos de un lenguaje político incubado en la
historia y la estructura de la clase dominante a nivel provincial.
Invito, entonces, a celebrar la publicación de este libro ineludible para la com-
prensión de la política en Santiago del Estero. Este ayudará a discernir imágenes de
lo mismo, impregnadas de prejuicios y lugares comunes anquilosados, gastados por
el uso, que acuden a granel para las interpretaciones de académicos, periodistas y
gente común.
y Celeste Schnyder (2013). Política y violencia. Santiago del Estero 1995-2004. Santiago del Estero:
EDUNSE.
3 Se destacan los trabajos de Victoria Ortiz de Rozas. Véase por ejemplo (2011) “En búsqueda de la
especificidad perdida: Las características de la democracia en las provincias argentinas. Discusión a
la luz del caso de Santiago del Estero”. Trabajo y sociedad, (16). Mientras ella constata la circulación
y movilidad en los elencos políticos gobernantes orientada por el rendimiento electoral, nuestro autor
encuentra la historia y la estructura de una elite de poder. Nada más estimulante que este variado
material para favorecer el diálogo entre los investigadores del caso santiagueño.
4 Línea de investigación cultivada por Jacqueline Berhend. Véase (2011). “The Unevenness of De-
mocracy at the Subnational Level: Provincial Closed Games in Argentina”. Latin American Research
Review, 46 (1).
5 El enfoque sostiene la primacía del control de los recursos económicos por parte del Estado, en parti-
cular, por parte del gobernador, para dar cuenta de los resultados políticos. Véase por ejemplo, Carlos
Gervasoni (2010) “A rentier theory of subnational regimes: Fiscal federalism, democracy, and authori-
tarianism in the Argentine provinces”, World Politics, 62 (02).
Introducción
P
ara acerarnos a la comprensión de la política no alcanza con estudiar al Estado,
a los procesos electorales o a la burocracia. Es necesario, pero el problema es
que estas instituciones y procedimientos que han sido creados para encauzar la
vida política son permanentemente desbordados por las prácticas sociales cotidianas,
que inciden en la res pública a partir de su conexión con otras redes de relaciones,
generalmente más opacas y difusas. Es necesario mirar mucho más allá de lo formal-
mente instituido: en las tramas y vínculos informales, en la dimensión de los afectos,
atravesada por historias de amor, amistades y enconos, y en la vinculación del Estado
con otras instituciones que a priori no serían específicamente políticas, como la igle-
sia católica o las empresas privadas.
La importancia de la dimensión de los afectos y las pasiones para entender la
política ha sido señalada por Mouffe1 como así también la necesidad de divisar la
existencia de una política subterránea, que normalmente no se ve a simple vista. Otra
distinción clave es la que la autora plantea entre lo político y la política. En este libro
me aboco a estudiar principalmente lo político, entendido como las luchas formales
e informales para acceder a distintos espacios de poder, aunque no perdemos de vista
la política, entendida como las gestiones y administraciones de la sociedad y sus
gobiernos en distintos niveles.
Cuando se habla de Santiago del Estero se dice con frecuencia que estuvo do-
minada cincuenta años por el juarismo. Esto es falso, porque el caudillo peronista
ocupó el sillón de Ibarra 27 años y con largas intermitencias entre algunos de sus
mandatos.2 Pero sobre todo es falso porque no mandó solo: siempre que estuvo en el
gobierno debió hacer alianzas con otros sectores de la elite de poder local para poder
sostenerse. Y por otra parte, no se puede asociar exclusivamente las características
del Estado santiagueño a lo que fue el Estado del régimen juarista, ni tampoco decir
que las características de aquel fueron exclusivamente suyas.3
Este libro explora los entramados de la política santiagueña, a partir de dos pre-
guntas centrales: ¿Quiénes son y cómo se han relacionado entre sí los integrantes de
la elite de poder en Santiago del Estero? ¿Cuáles han sido sus herramientas formales
e informales para mantener sus posiciones de privilegio?4 Las respuestas, que se van
construyendo a lo largo de los capítulos, sostienen el argumento central de este texto,
que es el siguiente: la estructura social y de dominación que ha caracterizado a la
sociedad santiagueña y a ciertos regímenes políticos que han sido calificados como
autoritarios por algunos estudios recientes,5 no dependen sólo del sistema político y
los caudillos de turno, sino de la existencia de grupos sociales que se relacionan con
el Estado, sobreviven a los cambios de gobierno, y pueden continuar moldeando e
influenciando el sistema para conservar sus privilegios.
8 AUAT, Alejandro Hacia una filosofía política situada. Wadhuter, Buenos Aires, 2011.
9 Por estructura no entendemos una cosa empírica y objetiva que el investigador debe observar, descri-
bir e informar, sino un modelo que nos permite dar cuenta relaciones no necesariamente instituciona-
lizadas, formales o plenamente visibles. Se trata de una construcción teórica que no está en el objeto
mismo, sino que es una suerte de “superobjeto” que expresa un sistema de relaciones, que nos permite
desde el modelo volver a lo concreto (Viet, 1965).
22 Ernesto Picco
por eso que espero que el texto inspire otros estudios o líneas de investigación que
puedan ayudar a completar el cuadro o conducir a otros hallazgos.
Doy cuenta de lo que falta en este trabajo porque, como dice Edgar Morin,10
estamos condenados a un pensamiento acribillado de agujeros: no podemos escapar
a la incertidumbre ni aspirar a un saber total. El saber total, dice el francés, es el
no saber. Y esto es válido no sólo para el conocimiento, sino para las propias for-
mas sociales. Eduardo Rinesi señala que el capitalismo, la república y el populismo
son totalidades imposibles, porque encierran en sí mismas promesas que no pueden
cumplir. Ante esas totalidades fallidas, o se acepta la falta y las contradicciones en
dirección a un pensamiento liberador, o se las reprime, negándolas.11 Entonces: sólo
aceptando la incompletud en el conocimiento y la falla en nuestros grandes sistemas
sociales podemos estar un poco más lejos de la ignorancia y del engaño a los que la
diaria construcción social de la realidad nos expone.
15 DE IMAZ, José Luis Los que mandan Eudeba, Buenos Aires, 1963.
16 WRIGHT MILLS, Charles The power elite. Oxford University Press, New York, 2000.
17 Una enorme variedad de autores han abordado la cuestión de las elites. Aquí nos limitamos a citar
algunos que han servido como referencia a nuestro trabajo. Germani (2010) abordó la cuestión antes
que De Imaz, identificándolas en los estratos altos de los distintos sectores sociales y atribuyéndoles
un papel modernizador y organizador del país. Agulla (1991) estudió el caso cordobés y dio cuenta
del paso de una elite doctoral a una elite industrial. Más recientemente desde la economía y las cien-
cias políticas se ha trabajado a las elites empresariales. Entre ellos se cuentan los trabajos de Heredia
(2011), Schoor, Manzinelli y Basualdo (2012), Galvez (2013). Donatello (2012) ha trabajado la rela-
ción entre las elites empresariales y la iglesia católica.
18 En la larga discusión en las ciencias sociales sobre la relación entre individuo y estructura, o sobre
los universos simbólicos y la praxis social, se ha producido un sinnúmero de artificios teóricos desde
distintas tradiciones que, con mayor o menor alcance y eficacia, abordan esta presencia de lo social en
los sujetos y viceversa: nos referimos a las diversas variantes de imaginarios, hábitus, representacio-
nes sociales, construcciones simbólicas y distintos enfoques de la teoría de la cultura. Algunas de ellas
serán de utilidad en los capítulos subsiguientes.
24 Ernesto Picco
gueño, el plexo del que hablaba Wright Mills se presenta de una forma muy especí-
fica y está formado principalmente por: a) el Estado, especialmente por el personal
político que pertenece a los sectores más altos de los partidos que lo conducen, b)
la elite económica, ligada a los contratistas del Estado y a los medios privados de
comunicación; c) la iglesia católica, con especial protagonismo de las instituciones
dirigidas por el laicado.
Las ciencias políticas tradicionalmente han abordado a los partidos como or-
ganizaciones, estudiando sus resortes institucionales para las disputas formales de
poder. Entre los aspectos a los que se ha prestado más atención se puede contar las
prácticas de cooperación o competencia entre facciones, los recursos como afiliacio-
nes o cargos públicos y la distribución de beneficios colectivos y selectivos19. Pero
aquí no abordo ni al Estado ni a los partidos políticos como organizaciones o institu-
ciones, sino como espacios de poder en los cuales las luchas y los recursos tienen otra
dinámica más allá de la eminentemente institucional.
Una de las bases fundamentales desde las que entiendo la cuestión del poder
es la teoría sociológica de Pierre Bourdieu. Lo entiendo no como una sustancia que
poseen los individuos, sino como un efecto de ciertas relaciones sociales, que están
signadas por distintos tipos de capitales por los que los agentes luchan en diversos
campos sociales, que tienen sus propias reglas y límites formales e informales20. Los
capitales pueden ser de diverso tipo: económico, político, intelectual, social, discur-
sivo, simbólico, entre otros. Son el botín que se disputan quienes ostentan las posi-
ciones dominantes y quienes las pretenden. Veremos a lo largo del texto, como estas
disputas no implican siempre intenciones conscientes o tomas de decisiones explíci-
tas por parte de los agentes.
Debe agregarse que estos campos se despliegan dentro de un escenario mayor
que es el campo de poder, aunque este no es un campo en sí mismo. Lo explica
Wacquant:
19 LEIRAS, Marcelo Todos los caballos del rey, Prometeo, Buenos Aires, 2007.
20 Una síntesis de las leyes de la teoría de los campos: a) Cada campo tiene lógicas diferenciadas, según
la jerarquía de los tipos de capital –económico, cultural, social, simbólico u otro– que varía en los
distintos casos; b) Puede definirse al campo como una fotografía de un estado de las relaciones de
fuerza, pero al decir esto entendemos que se trata de un espacio dinámico, cuyos cambios pueden ser
analizados en el eje de la diacronía; c) Esa dinámica está dada por los cambios en las posiciones, las
distancias entre fuerzas y la distribución de los capitales en el campo; d) En el campo existen sectores
dominantes y pretendientes: es decir, quienes concentran mayor capital y luchan por conservarlo y
quienes luchan por arrebatarlo; e) Las estrategias de los agentes dependerán de su posición en el
campo, de la distribución del capital, y de la percepción que estos tengan del campo; e) El campo
determina el hábitus –las disposiciones, expectativas y prácticas dentro de los límites marcados por
las significaciones posibles del porvenir– de los agentes que lo integran; f) El límite de cada campo se
detecta allí donde se terminan los efectos del campo sobre los agentes y sus relaciones.
Políticos, empresarios y laicos católicos 25
21 WACQUANT, Loïc –coord.– El misterio del ministerio, Gedisa, Barcelona, 2005, pp. 30-31.
22 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Santiago del Estero en los años 20 y 30” en Los hermanos Wagner: entre
ciencia, mito y poesía. Editorial UNQ, Quilmes, 2011, p. 22.
23 BOURDIEU, Pierre Las estrategias de reproducción social Siglo XXI, Buenos Aires, 2011
26 Ernesto Picco
son dos cosas: los capitales que los agentes poseen, y el sistema: la propia estructura
en la que ellos ocupan lugares de privilegio.24
Para poder dar cuenta de esas estrategias hay que tener un conocimiento sincró-
nico y diacrónico de los grupos sociales estudiados. Producir ese conocimiento en
base a un arduo trabajo empírico es lo que he tratado de hacer con esta investigación,
analizando agentes, cargos, posiciones, relaciones y movimientos en los campos en
los que se disputan los capitales en juego.
Del inventario de estrategias de reproducción que propone Bourdieu, enumero
las que he comprobado que tienen relevancia en el caso santiagueño: a) estrategias
económicas, que son las que hacen crecer el patrimonio y el dinero; b) estrategias de
inversión social, que implican la instauración y el mantenimiento de relaciones per-
sonales movilizables y utilizables en el corto o largo plazo; c) estrategias ideológi-
cas, que proponen marcos interpretativos de la realidad que legitiman los privilegios
naturalizados de los grupos dominantes, y que se despliegan a través de discursos
sociales y prácticas institucionales; d) estrategias sucesorias, que consisten en el
traspaso de los capitales de una generación a otra.
Durante el trabajo de campo se hizo visible otra estrategia que puede agregarse
al inventario bourdieano. Es la estrategia de articulación entre campos, que se pone
en juego cuando un agente, para conservar o reproducir su capital, se mueve a un
espacio que en principio le es ajeno, para conseguir beneficios que repercutirán en el
lugar del que proviene. Por ejemplo, cuando un empresario de la construcción, que
en su campo lucha por capital económico a partir de contratos de obra pública con el
Estado, se desplaza al campo de los medios de comunicación, donde lo que se juega
es capital discursivo, es decir, la capacidad de construir y hacer circular versiones de
la realidad.
Existe otra variante de esta modalidad. La llamo gozne público-privado. Gozne
es un sustantivo que denomina la pieza que articula una puerta o una ventana con la
pared. La palabra aquí adquiere el estatuto de verbo. El gozne público-privado se
ejecuta cuando un agente que pertenece a la elite económica o religiosa se lanza a la
competencia política o coloniza espacios burocráticos del Estado para beneficiar a su
sector, o cuando desde el Estado se hace un paso al sector privado para adquirir be-
neficios que se vuelven posibles por la propia posición en el sector público. De todos
estos casos, veremos ejemplos a lo largo de los capítulos.
Es importante tener en cuenta que por tratarse de un estudio provincial, en todos
los casos estamos ante lo que Ana Teresa Martínez llama campos periféricos. Es
decir que están delimitados en un dominio geográfico-institucional subnacional, que
24 También, para poder sostenerse en el tiempo, además de poner en juego estrategias de reproducción,
los agentes ponen en juego estrategias de reconversión: son aquellas que les permiten transformarse,
mudar de piel para adaptarse a nuevos contextos y mantenerse en las posiciones de dominación.
Políticos, empresarios y laicos católicos 27
mantiene una relación con un dominio nacional: este último opera como espacio de
facilitación u obturación de prácticas y relaciones, como así también de legitimación
o estigmatización simbólica de prácticas, agentes y relaciones del dominio local25.
Este armazón teórico, desplegado aquí de manera más bien abstracta y sintéti-
ca, es el que nos indica a dónde mirar y qué preguntar, parados ante la marea de la
historia y los fenómenos sociales que busco describir. Nos introduciremos en ellos,
mediados por la mirada de la historia y la teoría social.
La investigación que da lugar a los datos e interpretaciones que comparto en
este texto se desarrolló en primer término con una serie de entrevistas y reentrevistas
a tres decenas de informantes clave vinculados a la elite de poder santiagueña. La
mayoría de ellos son o fueron protagonistas directos o agentes de los campos que
aquí estudiamos: dirigentes políticos, funcionarios públicos, empresarios, referentes
de la iglesia católica, y personas de los círculos de confianza de todos los anteriores26.
A las entrevistas se suma un largo trabajo sobre otras fuentes, como archivos pe-
riodísticos, del Boletín Oficial, datos estadísticos, resultados electorales, documentos
judiciales, documentación propia de las instituciones estudiadas, y archivos privados.
25 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Para estudiar campos periféricos. Un ensayo sobre las condiciones de utili-
zación fecunda de la teoría del campo de Pierre Bourdieu” en Revista Trabajo y Sociedad N° 9, UNSE,
Santiago del Estero, 2007.
26 Estas entrevistas permitieron construir relatos encontrados, a veces contradictorios, visiones y pers-
pectivas diferentes. Cualquiera sea el tema que se trate en un trabajo de investigación que se valga de
este recurso, lleva al encuentro de entrevistados que son muchas veces los personajes centrales de los
episodios estudiados, y sus testimonios pueden verse tergiversados, voluntariamente o no. Teniendo
esto en cuenta, seguimos en esta línea algunos consejos de Saltalamacchia (1992) para controlar la
confiabilidad de las entrevistas: básicamente los de carear los testimonios de dos o más entrevistados
sobre un mismo hecho o episodio, y de contrastar la información brindada con otras fuentes de infor-
mación o documentación disponible. En muchos casos ha sido posible hacer esto, y en otros ha sido
más difícil o imposible.
28 Ernesto Picco
L
a estructura de la elite de poder en Santiago del Estero ha cambiado a lo largo
del último siglo. La composición de las elites políticas, las elites económicas
y los elencos de gobierno durante el siglo XX ha ido mutando y dándole a esa
estructura una nueva forma, cuya principal transformación tiene lugar entre las déca-
das del 50 y 60. Una vez centrados en el período de estudio más profundo, que son
las décadas del 80, 90 y 2000, veremos las características que tiene el Estado en ese
período y daré algunas de las primeras referencias de la articulación de los gobiernos
con la elite de poder.
totalidad. Eran una clase dirigente”.28 Hacia la segunda mitad del siglo XX esos espa-
cios de sociabilidad perdieron importancia, y la escena era completamente diferente:
“El joven sacerdote estudiaba en Roma, el flamante guardiamarina
se establecía en una base del Sur, el hijo del empresario estudiaba
en Zurich o en un colegio británico, o ingeniería textil en Bélgica o
Francia, el self made man árabe o polaco apenas arribaba, el apren-
diz de una fábrica ni soñaba con el papel que le tocaría desempeñar
en los 50, el aspirante a político estudiaba Derecho y andaba en el
comité, y el gran propietario rural frecuentaba su grupo exclusivo”.29
Así es que se fue perdiendo de a poco ese transitar por espacios comunes, que daba
cierta cohesión a las elites. La composición de los elencos dirigentes también se mo-
dificó en Santiago del Estero, pero menos por estas transformaciones sociales que por
los cambios de la estructura económica de la provincia, atada a las del orden nacional.
En un estudio publicado recientemente, María Mercedes Tenti aborda la rela-
ción de las elites santiagueñas con la formación del Estado provincial. En el período
que va de 1875 a 1916 reconoce tres formaciones diferentes de la elite. A la elite
militar, más típica del siglo XIX, que tuvo como exponentes locales a los Taboada, le
siguió una elite de comerciantes e industriales que fueron también quienes se hicieron
cargo del diseño y la construcción del Estado santiagueño:
“Una nueva élite de antigua raigambre capitular –muchos de sus
integrantes exiliados durante la dominación taboadista– dedicada
más a la agricultura, a la agroindustria y al comercio, asentada en
zonas cercanas a la Capital –dentro del área de riego del Río Dulce–
comenzó a proyectar la conformación del Estado sobre la base de
lo construido en el período anterior, pero con una nueva perspectiva
organizativa, alentada por los progresos del Estado-nación”.30
La figura central de este período fue Absalón Rojas, que logró tener una posición
dominante en Santiago no sólo por su capital económico –era un importante co-
merciante– sino porque había podido invertir su capital social en capital político:
estando exiliado en Tucumán durante el taboadismo, había trabado amistad con Julio
Argentino Roca, quien luego sería presidente, y a posteriori, el principal referente
político nacional durante los años de gobierno provincial de Rojas. La figura de Roca,
durante todo ese período, funcionó como árbitro de las disputas internas de Santiago.
Durante los tres períodos que señala Tenti reinaron los conflictos interélites, que no
eran ideológicos o políticos –todos los miembros de la elite eran liberales y roquis-
tas– sino meramente de facciones. Los distintos referentes locales reportaban a Roca
para plantear sus versiones de los conflictos, y el presidente arbitraba.
Durante este período gobernaron Rojas (1886-1889) y su primo Maximio Ruiz
(1889-1892). Rojas inició un nuevo mandato en 1892 pero fue truncado por un le-
vantamiento opositor. En estos años del rojismo se dieron los primeros pasos de la
organización del Estado provincial y la creación de sus principales instituciones –Re-
gistro Civil, Departamento de Aguas, Boletín Oficial– a la vez que se intentó organi-
zar la educación pública y se modernizó la ciudad capital.
El derrocamiento de Rojas en 1892 dio lugar a la llegada de un tercer grupo,
que Tenti caracteriza como una elite intelectual. Este sector estaba integrado por
los miembros de las familias Palacio y Santillán.31 Varios de ellos estaban formados
en derecho y habían realizado estudios en Buenos Aires, mientras que otros eran
maestros. Se trataba de un sector social diferente, pero también referenciado en el
roquismo y con la ambición de gobernar la provincia:
“Las aspiraciones hegemónicas de la élite del poder llevaron a fre-
cuentes enfrentamientos entre grupos antagónicos […] en todos los
casos, la preocupación de controlar el aparato del Estado radicaba
en la importancia que las instancias de gestión tenían para el acceso
a la información sobre negocios, al crédito público, a prebendas y
beneficios y a la manipulación de la esfera legal”.32
A partir de ese momento podemos marcar tres períodos en la historia del Estado san-
tiagueño de la primera mitad del siglo XX: el período de los gobiernos conservadores
(1898-1919); el período de los gobiernos radicales (1920-1943); y el período del
primer peronismo (1946-1955).
Debemos ver qué cuestiones, qué capitales estaban en juego en estas décadas.
Por una parte se luchaba por el acceso al espacio político, cerrado por la oligarquía
conservadora, y luego en disputa en el seno del partido radical tras sucesivas divi-
31 Las familias Palacio y Santillán tuvieron gran influencia política durante gran parte del siglo XIX.
Domingo Palacio fue presidente del cabildo santiagueño en 1810, luego de la revolución de mayo.
Su sobrino, Sebastián de Palacio tuvo el grado de Coronel durante el gobierno de Ibarra, y fue abuelo
de Dámaso Palacio, gobernador conservador entre 1898 y 1901 y entre 1908 y 1910. Por su parte,
Mariano Santillán fue presidente del cabildo en 1917. Estaba casado con Tomasa Gondra, hermana de
Adeodato Gondra, secretario, ministro y principal hombre de confianza de Ibarra. Sus dos hijos fueron
gobernadores. Gregorio Santillán Gondra entre 1875 y 1876 y Mariano Santillán Gondra entre 1878 y
1879. El hijo de este último, José Domingo Santillán, fue gobernador entre 1904 y 1908, y fue yerno
de Dámaso Palacio, dado que estaba casado con su hija Carolina.
32 TENTI, María Mercedes La reforma…, cit., p. 374.
32 Ernesto Picco
siones internas. En esas luchas es el capital político mismo el que está en juego.
Primero, porque desde allí se delineaban los parámetros para la construcción de una
provincia en la que todo estaba aún por hacerse, y segundo –y tal vez esto es más
importante– porque desde ese lugar se hacía la distribución discriminada del capital
económico, que era, básicamente, la tierra.
En 1908, un editorial del diario El Liberal, que por entonces era opositor al go-
bierno, denunciaba que “la tierra pública, las rentas fiscales y los bosques se reparten
entre los solidarios del gobierno”.33
En este primer período que marcamos, tuvieron lugar los gobiernos provinciales
bajo la tutela del roquismo, y con la rotación de los cargos, que generalmente se daba
entre las bancas del Congreso de la Nación y el Poder Ejecutivo provincial. Se suce-
dieron los gobiernos de Dámaso Palacio (1898-1901), Pedro Barraza (1901-1904),
y José Domingo Santillán (1904-1908). Luego regresó Palacio, que gobernó desde
1908 y renunció en 1910, para que completara su mandato Manuel Argañarás. Más
tarde gobernaron los también conservadores Antenor Álvarez (1912-1916), José Ca-
banillas (1916-1918) y Juan Anchezar (1918-1920).
Cuando Yrigoyen asumió la presidencia de la nación, Santiago era, junto con
San Juan, la única provincia en la que el radicalismo había perdido las elecciones a
gobernador. En 1919, el presidente decidió intervenir ambas provincias y en 1920
comenzó en Santiago la etapa de gobiernos radicales. Pasaron por el gobierno Ma-
nuel Cáceres (1920-1924), el interventor alvearista Rogelio Araya (1924), Domingo
Medina (1924-1928), y Santiago Maradona (1928-1930).
Con la caída de Yrigoyen, la provincia estuvo intervenida durante dos años lue-
go del golpe de Uriburu, y después de este ínterin volvieron los radicales con Juan
Bautista Castro (1932-1936), Pío Montenegro (1936-1939) e Ignacio Cáceres (1940-
1943).
Más allá de este inventario de gobernadores, que apenas sirve para tener un
mapa de los nombres que estuvieron en el poder, lo que interesa marcar son tres cosas
que ocurrieron en ese período: la instalación del obraje como actividad económica
privilegiada, el exilio de las familias tradicionales, y una recomposición de la estruc-
tura de las elites locales.
A finales del siglo XIX había fracasado el proyecto de la producción provincial
de azúcar cuando desde el gobierno nacional se le dio prioridad a Tucumán en el ten-
dido de las vías férreas para transportar la producción. A partir de allí, las principales
fuentes de negocios que empezaron a emerger en Santiago fueron la ganadería, la
producción de alfalfa y sobre todo, la industria forestal.
Los obrajes madereros se expandieron principalmente gracias a la venta de tie-
rras fiscales y se dedicaron primero a la producción de durmientes para la red ferro-
33 El Liberal, 25/04/1908.
Políticos, empresarios y laicos católicos 33
viaria en todo el país. Luego, se usó para producir leña y carbón, ante las dificultades
para importar dichas materias primas de Europa, donde había comenzado la primera
guerra mundial.
Por esos años, Santiago fue pensada no como un área de desarrollo, sino como
un área periférica y funcional al desarrollo de la economía pampeana y portuaria.34
Este proceso trajo aparejado la degradación del bosque, la explotación de los hache-
ros, y la concentración del capital económico.35 Un estudio de Amalio Olmos Castro
realizado en 1942 daba cuenta de que en seis departamentos veinte firmas –entre ellas
varias de capital extranjero– poseían un millón y medio de hectáreas.
Ana Teresa Martínez explica que las familias tradicionales que formaron parte
de la elite santiagueña a finales del siglo XIX y principios del XX tenían un gran
entusiasmo por el desarrollo y el porvenir santiagueño, pero estaban más vinculados
al proyecto azucarero y a los emprendimientos ganaderos y comerciales. Las crisis
económicas y los cambios en el modelo productivo –a lo cual se podría agregar los
reveses electorales del conservadurismo– vieron truncarse ese futuro de promisión
deseado. Esto significó una relativa reestructuración de los sectores dominantes en la
política y en la economía santiagueña:
“Todo sucede como si hubiera habido en esos años una disociación
entre capital económico, político y social: si en el siglo XIX eran las
mismas familias que acumulaban todas las especies de capital –pre-
cisamente por indiferenciación del capital simbólico– aquí encon-
tramos evidencias de una diferenciación progresiva […] el empresa-
rio obrajero ya no tenía necesidad de actuar directamente en política
para cuidar que sus intereses no fueran perjudicados, ni asegurarse
un miembro de su familia en el poder, bastaba una alianza con un
político ‘profesional’, o mejor aún, la inclusión de alguno de ellos
en los espacios gremiales de obrajeros, para tener un espacio donde
acceder a peticionar”.36
34 El trabajo sobre la historia ecológica de Brailovsky y Foguelman señala sobre los obrajes santiague-
ños: “Entre 1906 y 1915 la provincia produjo 20.700.000 durmientes con os que se construyeron
1.600 kilómetros de vías férreas […] La producción de postes, que en 1903 fue de 960.245 unidades,
bajó en 1923 a 739.127 unidades, pero la producción de carbón, que en 1903 fue de 23.940 toneladas,
en 1923 ascendió a 250.940 toneladas (Brailovsky y Foguelman 2010: 180 y 182).
35 En Santiago se ha producido una frondosa bibliografía sobre el tema, entre los que se cuentan los ensa-
yos de Ricardo Rojas (1959) y Orestes Di Lullo (1937), todos los informes de Olmos Castro, entre los
que se destaca El Trabajo (1942), y la obra sociológica de Raúl Dargoltz (1981, 1994), Alberto Tasso
(2007) y Ana Teresa Martínez (2007).
36 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Santiago del Estero en los años 20 y 30” en Los hermanos Wagner: entre
ciencia, mito y poesía. Editorial UNQ, Quilmes, 2011, pp. 37-38.
34 Ernesto Picco
Ese exilio de las familias de las elites tradicionales va a coincidir entonces con una
diversificación de la sociedad santiagueña, sus agentes y sus roles, ocurrida entre las
décadas del 20 y el 40. Esa reconfiguración va a cobrar rasgos aún más profundos con
la llegada del peronismo y la posterior caída del obraje como actividad económica
privilegiada.
A mediados de los años 40, más del 30% del presupuesto provincial provenía
de los impuestos recaudados en la industria forestal. La importancia de esa actividad
disminuyó lentamente hasta casi desaparecer en la década del 50, momento en el que
el presupuesto adquirió una fisionomía bastante similar a la que tiene en la actualidad.
En otro estudio sobre el tema, Ana Teresa Martínez da detalles sobre la composición
y la planificación de los fondos públicos:
“En 1950, el 15 de febrero se publica el presupuesto sancionado
por la Cámara de Diputados. Lo primero que llama la atención es
un sensible aumento del monto total, de 37 a 57 millones de pesos.
Lo que es constante es que en él el 54% procede de recursos de la
Nación, el 5,4 de la explotación de bosques, el 5% del Casino de
Termas, el 3,9 de venta de tierras fiscales y se parte de un superávit
del año anterior que asciende al 7,7% del total de ingresos. Respecto
de los egresos, crecen dos rubros de modo significativo respecto de
las previsiones del año anterior: las erogaciones en sueldos insumen
el 54% del total de dinero previsto, los subsidios han disminuido
considerablemente en peso proporcional (vuelven al 6,2%) y au-
menta el monto destinado a obras públicas, que asciende a un 19,7%
del gasto provincial”.37
Aquí queda clara la manera en que, durante el primer peronismo, se delineó la po-
lítica económica del Estado provincial que marcó una estructura presupuestaria y
financiera que continúa hasta el presente, y que tiene como características principales
la dependencia de las finanzas locales de la coparticipación federal38 y el alto porcen-
37 MARTÍNEZ, Ana Teresa “Estado, economía y política en Santiago del Estero 1943-1949. Explora-
ción de algunas condiciones estructurales de la cultura política” en Revista Andes N° 19, Universidad
Nacional de Salta, Salta. 2008, p. 19.
38 La disparidad productiva entre el puerto de Buenos Aires y el interior provincial ha sido históricamen-
te el origen de las diferencias de desarrollo, recaudación y distribución de los ingresos fiscales en el
país. Un informe de la Cepal sobre el tema señala que desde “los conflictos por las rentas aduaneras
que marcaron los primeros años de la organización nacional hasta las más recientes disputas por los
fondos de coparticipación federal, la potestad y el reparto de los tributos han estado en el centro del
debate entre los diferentes niveles de gobierno” (Certángolo y Jiménez 2004: 12). El régimen de
coparticipación, que comenzó a organizarse en Argentina en la década del 30, ha sufrido diversas
modificaciones, creaciones de nuevos tributos, y delegación de la responsabilidad de recaudación
Políticos, empresarios y laicos católicos 35
de algunos de ellos a las provincias, pero sigue marcando la notable dependencia económica que los
Estados provinciales tienen del Estado nacional.
39 Nos referiremos a ella en el capítulo II.
40 El origen y desarrollo histórico de este sector es analizado en detalle en el capítulo VI.
41 Según el autor, hay dos puntos de vista para estudiar el Estado: a) el punto de vista estructural: que
contempla un sistema complejo de instituciones y normas que gestionan el sistema de representación
ciudadana y la administración de distintas actividades que van desde la salud, la vivienda y el inter-
cambio de bienes y servicios, y b) el punto de vista histórico: que contempla las relaciones desple-
gadas en el tiempo entre los gobiernos, las burocracias y los propietarios privados de los medios de
producción. A lo largo de los capítulos de este libro nos apoyamos en uno y otro.
36 Ernesto Picco
44 DASL, 1984, p. 7.
45 DASL, 1985, p. 8.
46 SCHNYDER, Celeste Violencia y política, Edunse, Santiago del Estero, 2013; CASTIGLIONE, An-
tonio Historia de Santiago del Estero. Academia de las Ciencias y las Artes, Santiago del Estero,
2010; PICCO, Ernesto “Acerca del peronismo subnacional, el juarismo y otras variantes locales:
alianzas y disputas internas en Santiago del Estero entre 1946 y 2010” Revista Trabajo y Sociedad N°
21, UNSE, Santiago del Estero, 2013.
47 Ana Teresa Martínez señala que el capital simbólico consiste “fundamentalmente, en la acreditación
de capital, es decir, en lograr que los otros reconozcan implícita o explícitamente un poder y orienten
sus conductas teniéndolo en cuenta. Aquí tener poder es lograr hacer creer que se lo tiene” (2009:84).
48 En los capítulos II y III profundizamos la diferencia entre capital político y capital estatal y en cómo
se jugaron en los espacios del radicalismo y el peronismo.
38 Ernesto Picco
49 Sobre este período en Santiago ver AUYERO, Javier “¿Por qué grita esta gente? Los medios y los
significados de la protesta popular en la Argentina de hoy” en América Latina hoy N° 36, Universidad
de Salamanca, Salamanca, 2004; FARINETTI, Marina “Violencia y risa contra la política en el San-
tiagueñazo. Indagación sobre el significado de una rebelión popular”. en Revista Apuntes de Investiga-
ción. CECyP. Nº 6, Buenos Aires, 2000; TENTI, María Mercedes La reforma del Estado Santiagueño,
Ediciones UCSE, Santiago del Estero, 2005.
50 DASL, 1999, pp. 1-2.
Políticos, empresarios y laicos católicos 39
51 Ver FARINETTI, Marina La trama del Juarismo: política y dominación en Santiago del Estero 1983-
2004. Tesis para optar por el título de doctora en Ciencias Sociales. Facultad de Ciencias Sociales de
la Universidad de Buenos Aires, 2013.
52 Ver SCHNYDER, Violencia…, cit.
53 Ver SALTALAMACCHIA, Homero y SILVETI, María Isabel “Movilización popular y régimen polí-
tico en Santiago del Estero” en El protector ilustre y su régimen: redes políticas y protesta social en
el ocaso de juarismo, UNSE, Santiago del Estero, 2009.
40 Ernesto Picco
3. Recapitulación
Durante el siglo XX se produjeron varias recomposiciones de la elite de poder en
Santiago del Estero. Desde mediados del siglo XIX y hasta la década de 1920 hubo
un sector que concentraba a la vez los capitales político, económico y simbólico.
Ese sector sostenía luchas de poder inter-élite en pos de ocupar el Estado para poder
intervenir en el reparto de los beneficios para sus familias y aliados. Se trató primero
de una elite primordialmente militar, luego de una vinculada a la industria y el comer-
cio, y finalmente una elite intelectual. Los enfrentamientos dados al interior de cada
sector eran meramente de tipo facciosos, ya que en general compartían la ideología
política liberal y su alineación con el gobierno nacional.
Con el paso de la matriz productiva agro-ganadera a la de la industria forestal y
el paulatino crecimiento y diversificación de la población, se produjo una separación
de los capitales político y económico, acompañado por la retirada del mapa político
de algunas de las familias tradicionales santiagueñas. A partir de la década del 50, con
la caída de la industria forestal y la pérdida de su peso en el presupuesto provincial, se
reestructuró el gasto público y la matriz económica en la provincia, dando lugar a una
nueva fisionomía del Estado, que se profundizó y adquirió características definitivas
a finales de los 80. Sus características, independientemente de quien gobierne, son: a)
que el empleo y la actividad económica dependen en gran parte del Estado provincial,
b) que a su vez se trata de un Estado rentístico que depende de los fondos de la copar-
ticipación federal para subsistir; c) que existe un notorio grado de control de la vida
política y social a partir de las tecnologías de vigilancia, la cooptación de los medios
de comunicación, o la imposición suave de consensos; d) que por todo lo anterior es
un Estado que deja poco margen para el surgimiento de alternativas políticas y para
el propio rol de la oposición como agente del campo político.