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¿Naturaleza de la ciencia o naturaleza de las ciencias?

3 de enero de 2018
José Antonio Acevedo-Díaz
 Inspector de Educación jubilado. Huelva, España
 Mediante
un constructo holístico de la naturaleza de la ciencia (NDC), que incluye sus componentes
epistémicos y no-epistémicos, se analizan brevemente las diferencias y semejanzas entre
las diversas ciencias al respecto, de un modo que resulta útil. Se muestra, con algunos
ejemplos, que es en los componentes no-epistémicos donde se dan las semejanzas entre
las distintas ciencias, mientras que algunas diferencias surgen en los componentes
epistémicos, sobre todo en aquellos relacionados con los procesos de las indagaciones
científicas.

Hace una década, en una revisión sobre el estado de la naturaleza de la ciencia (NDC) en la
didáctica de las ciencias (Acevedo, 2008), planteé la pregunta que da título a este documento.
Aunque ciertos rasgos de las diversas ciencias parecen ser diferentes, se ha investigado poco
este asunto respecto a sus implicaciones sobre la comprensión de la NDC. Una excepción es el
trabajo de Schwartz y Lederman (2008) respecto a lo que dicen científicos de diversas
especialidades, con una amplia experiencia, sobre los aspectos epistémicos de la NDC; esto es,
los conocimientos científicos producidos y los procesos de indagación científica. Según estos
investigadores, sus resultados no apoyan con claridad la hipótesis de que existan grandes
diferencias entre las diversas ciencias; atribuyen las encontradas a aspectos idiosincrásicos
relacionados con la experiencia personal de los científicos participantes, más que a la
especialidad de estos. En consecuencia, concluyen que, en general, no hay diferencias entre las
disciplinas o los enfoques de investigación respecto a perspectivas amplias y generales de la
NDC, argumentando que “existe el peligro de perder el ‘bosque a través de los árboles’ si esos
matices son el centro de la enseñanza de la ciencia en lugar de las características generales
más amplias de los contextos” (Schwartz y Lederman, 2008, p. 764). De otro modo, sugieren que
hay que prescindir de los diversos detalles diferenciales de la NDC en la educación científica
preuniversitaria.

Irzik y Nola (2011) se refieren al hecho de que cada ciencia tiene rasgos específicos y otros
comunes con las demás ciencias, lo que cuestionaría que la NDC se deba abordar de un modo
genérico y común para todas las disciplinas de ciencias. Estos filósofos de la ciencia señalan
que: “la astronomía y la cosmología son muy diferentes de, por ejemplo, la química en el sentido
de que no son disciplinas experimentales.” (p. 593).

Asimismo, también apuntan lo siguiente:

Las teorías astronómicas (antes de los radiotelescopios) han apelado a las observaciones
telescópicas humanas, pero la astronomía no es una ciencia experimental; los experimentos
simplemente no son posibles en este campo. Consideremos la característica de hacer
predicciones. La mayoría de las ciencias pretenden hacer predicciones, especialmente
predicciones nuevas, pero no todas tienen éxito. Por ejemplo, la mecánica celeste es muy buena
para predecir las posiciones de los planetas. Por el contrario, a pesar de que la biología evolutiva
hace un trabajo maravilloso para explicar la evolución de las especies, no ha producido
predicciones novedosas matemáticamente precisas. Del mismo modo, la sismología explica bien
por qué ocurren los terremotos, pero hasta ahora no ha podido predecir cuándo sucederán los
grandes terremotos, aunque tiene bastante éxito prediciendo sus ubicaciones. La sismología
tampoco es una ciencia directamente experimental; no se experimenta manipulando terremotos
(aunque haya técnicas elaboradas para la detección sísmica que no son experimentales en un
sentido estricto). La física de partículas, por el contrario, es a la vez una ciencia observacional y
experimental, y es muy buena explicando y prediciendo muchos fenómenos subatómicos. (Irzik
and Nola, 2011, p. 596).

Otro aspecto que puede considerarse está relacionado con las leyes científicas en las diversas
disciplinas (Acevedo-Díaz, 2017). Se ha señalado con frecuencia que las leyes de la biología son
mucho menos frecuentes y de un tipo distinto, cuando las hay, que en otras ciencias.
Por ejemplo, Dagher (2014, p. 210) apunta que: “A diferencia de la física, que incluye un gran
número de leyes a priori, la biología tiene menos referencias a leyes caracterizadas de empíricas
por los filósofos de la ciencia.”. Asimismo, la expectativa de generalización de las leyes en
biología es bastante menor que en física o química, y también son distintas las reglas para su
aplicación (McComas, 2015).

A lo anterior han aludido eminentes científicos como Mayr (2004), que sostiene que las leyes
tienen un papel bastante pequeño en la construcción teórica de la biología si se compara con la
física o la química. Y también Crick (1989), que lo expresa de la manera siguiente:
[…] La física es también diferente porque sus resultados pueden ser expresados con poderosas
y profundas leyes generales que a menudo parecen contradecir la intuición general. En biología
no hay nada parecido a la relatividad especial o general, ni a la electrodinámica cuántica o incluso
a sencillas leyes de conservación como son las de la mecánica newtoniana: la conservación de
la energía, de la cantidad de movimiento o del momento angular. La biología tiene sus «leyes»,
como las de la genética mendeliana, pero a menudo no son más que generalizaciones muy
amplias con significativas excepciones. Se cree que las leyes de la física son las mismas en
cualquier parte del universo. Es improbable que esto pueda aplicarse a la biología. No tenemos
ni idea de en qué se parecerá la biología extraterrestre (si existe) a la nuestra […] (p. 158).

En resumen, de lo expuesto anteriormente se colige que hay un conjunto de aspectos que son
característicos de algunas ciencias, pero no de otras.

Si consideramos los componentes del constructo NDC de un modo holístico, es posible analizar
diferencias y semejanzas entre las diversas ciencias de una manera que resulte útil. Tal
constructo está conformado por dos tipos de componentes. Por un lado, los componentes
epistémicos, que incluyen aspectos relacionados tanto con los procesos de indagación científica
como con los productos de la ciencia. Por otro, los componentes no-epistémicos, relativos a
aspectos internos y externos a la comunidad científica. Irzik y Nola (2014) llaman a los primeros
el sistema cognitivo-epistémico de la ciencia, y a los segundos el sistema social-institucional de
la ciencia.

Hay algunas diferencias significativas entre las diversas ciencias (e.g., física o química y biología)
en determinadas características epistémicas de la NDC, que habría que tener en cuenta cuando
se tratan esos aspectos. Ello se refleja sobre todo en los procesos de indagación científica. Por
ejemplo, el caso histórico de la elucidación de la estructura molecular del ADN permite plantearse
cuestiones como los propósitos distintos de cristalógrafos y genetistas al respecto, lo que a su
vez se relaciona con la especialidad de los científicos que investigaron este asunto, e influyó en
las diferentes metodologías que se utilizaron (Acevedo y García Carmona, 2016b). Otro ejemplo,
entre muchos más posibles, es la influencia de los esquemas de clasificación que hacen los
científicos en la metodología que emplean, y en la interpretación de los resultados de sus
experimentos, tal y como se ilustra en la controversia sobre la fermentación entre Pasteur y Liebig
(Acevedo y García Carmona, 2016c). En resumen, la inclusión conjunta de los procesos de
indagación científica con los productos de la ciencia, como dos componentes epistémicos del
constructo NDC, permite apreciar ciertas diferencias, y también semejanzas, entre las distintas
ciencias. Por tanto, considero que es una limitación importante para una mejor comprensión de
la NDC, si no un craso error, no hacer tal inclusión.

Por otra parte, los aspectos comunes entre las diversas ciencias predominan en los componentes
no-epistémicos del constructo NDC. Es precisamente en ellos donde el “parecido de familia”
entre las ciencias, al que se refieren Irzik y Nola (2011), resulta mucho mayor (Acevedo-Díaz y
García-Carmona, 2016a). En efecto, como han puesto de manifiesto Wong y Hodson (2010),
entre otros, los científicos reconocen la relevancia para su práctica de la comunicación de sus
investigaciones en congresos, simposios, seminarios y publicaciones (“publica o perece”, “no
existe ciencia si no está publicada”; y expresiones similares).

Asimismo, la práctica científica se ve inmersa cotidianamente en asuntos tales como la


competitividad y la cooperación entre los grupos de investigación, el papel de los pares
académicos en la aceptación de los resultados obtenidos, aspectos relativos a la ética, la
influencia de la política y los lobbies, el apoyo económico a la investigación científica, el impacto
de la ciencia en asuntos socio-económicos, por citar solo algunos ejemplos de aspectos no-
epistémicos propios de la NDC (Acevedo-Díaz, García-Carmona y Aragón-Méndez, 2017). Es
fácil constatar que todo ello no es algo que sea diferente para los científicos de cualquier
especialidad.

Es necesario resaltar que mientras que Irzik y Nola (2014) reconocen que su trabajo es teórico,
pues no aportan resultados de aula con profesorado o estudiantes, nuestro punto de vista sobre
la NDC no solo es teórico, sino que se ha aplicado con éxito a diversos estudios empíricos
realizados con estudiantes de profesorado de ciencias y de Educación Secundaria (ESO y
Bachillerato); de los que se dará cuenta en un libro que publicará próximamente la OEI.

Como se ha señalado al principio de este documento, Schwartz y Lederman (2008) sostienen


una visión general y monolítica de la NDC, restringida a unos pocos principios epistémicos, por
aquello de que “los árboles no nos impidan ver el bosque”. Mi respuesta a ello es que la posición
que venimos defendiendo sobre la NDC (e.g., Acevedo y García Carmona, 2016a; Acevedo-
Díaz, García-Carmona y Aragón-Méndez, 2017) tiene un potencial explicativo mucho mayor de
la NDC, y permite contemplar “un bosque más variopinto y rico en matices”.

Referencias
Acevedo-Díaz, J. A. (2008). El estado actual de la naturaleza de la ciencia en la didáctica de las
ciencias. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 5(2), 134-169.
Acevedo-Díaz, J. A. (2017). Sobre leyes y teorías científicas. OEI, Divulgación y Cultura
Científica Iberoamericana, 19-4-2017. Disponible en
http://www.oei.es/historico/divulgacioncientifica/?Sobre-leyes-y-teorias-cientificas.
Acevedo, J. A. y García-Carmona, A. (2016a). «Algo antiguo, algo nuevo, algo prestado».
Tendencias sobre la naturaleza de la ciencia en la educación científica. Revista Eureka sobre
Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 13(1), 3-19.
Acevedo-Díaz, J. A. y García-Carmona, A. (2016b). Rosalind Franklin y la estructura del ADN:
Un caso de historia de la ciencia para aprender sobre la naturaleza de la ciencia. Revista
Científica, 27, 162-175.
Acevedo-Díaz, J. A. y García-Carmona, A. (2016c). Uso de la historia de la ciencia para
comprender aspectos de la naturaleza de la ciencia. Fundamentación de una propuesta basada
en la controversia Pasteur versus Liebig sobre la fermentación. Revista Iberoamericana de
Ciencia, Tecnología y Sociedad, 11(33), 203-226.
Acevedo-Díaz, J. A., García-Carmona, A. y Aragón, M. M. (2017). Historia de la ciencia para
enseñar naturaleza de la ciencia: Una estrategia para la formación inicial del profesorado de
ciencia. Educación Química, 28(3), 140-146.
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Barcelona: Tusquets.
Dagher, Z. R. (2014). The Relevance of History of Biology to Teaching and Learning in the Life
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Schwartz, R. y Lederman, N. G. (2008). What scientists say: scientists’ views of nature of science
and relation to science context. International Journal of Science Education, 30(6), 727-771.
Wong, S. L. y Hodson, D. (2010). More from the horse’s mouth: What scientists say about science
as a social practice. International Journal of Science Education, 32(11), 1431-1463.
José Antonio Acevedo-Díaz
e-mail: ja.acevedodiaz(arroba)gmail.com

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