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Contenido

INTRODUCCIÓN ..........................................................................................................................1
Estado del Arte..............................................................................................................................1
1. EL RESGUARDO Y LA TIERRA EN LA COLONIA..........................................................2
2. EVOLUCIÓN EN LA INDEPENDENCIA .........................................................................4
3. POLÍTICA DE TIERRAS Y EL RESGUARDO EN EL REPUBLICANISMO .................6
4. APERTURA DE LA COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA E INICIO DEL CAFÉ............9
5. CONCLUSIONES (respuesta al problema académico) ............................................................10
Bibliografía......................................................................................................................................11

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Praesidio et Agro. Tras la evolución del resguardo y la tenencia de tierras en la Zona
Andina Colombiana entre 1810 y 1875

INTRODUCCIÓN
El tema de la repartición de tierras en la historia nacional, ha sido un motivo de constantes
disputas internas por algo más que un factor productivo, ya que desde siempre ha sido el
motor para el desarrollo y sinónimo del poder. Esto ha implicado varios sucesos históricos a lo
largo del tiempo, que han impactado de muchas maneras a la sociedad y a la economía misma;
en respuesta a esta situación, el ensayo busca específicamente el ¿Por qué la abolición del
resguardo permitió la integración de esta población al sistema de tenencia de tierras,
donde predomina la gran propiedad?

Siendo así y basado en los recursos bibliográficos existentes, teniendo en cuenta las
delimitaciones (geográfica y temporal) se proponen dos premisas de investigación que
implican, cómo la abolición del resguardo derivó en la migración de las comunidades indígenas
a zonas de producción agrícola, favoreciendo el desarrollo agrario e integrándolas a la política
de tierras. Además, se propone que (contrariamente a la primera) el planteamiento y la
ejecución de las leyes de repartición de tierras excluyeron a las colectividades adyacentes y
desplazadas, causando así un conflicto en la tenencia, explotación y manejo de los recursos
agrícolas.

Estado del Arte


A través de la bibliografía de la historia económica de Colombia, se pueden encontrar diversos
autores y teorías que contribuyen a recrear el pasado para dar una explicación al desarrollo y
actualidad de una sociedad. Dicho lo anterior, al navegar en las páginas de los autores
recomendados que estudiaron los temas de tierras: repartición, explotación y conflicto como C.
LeGrand o A. Machado, se encuentran las descripciones de colonización y migración
campesina descrita por la primera autora; junto a la explicación de la evolución en la tenencia
y/o repartición de tierras en el segundo escritor.

El libro de W.P McGreevey y el editado de J.A Ocampo muestran diversos recorridos


seculares de la producción, evolución y explotación de recursos con gran detalle, tratando de
dar una postura ecléctica del asunto económico en general. A. Mejía cumple el mismo

1
quehacer, sin embargo sus estudios son muy partidarios de una economía liberal, lo cual puede
opacar en cierta medida sus estudios.

Finalmente, este ensayo va más allá de los descubrimientos de estos autores, con él se busca
explicar o dar una respuesta (ya sea positiva o negativa) desde tres épocas importantes: La
Independencia, el Republicanismo y la Expansión Económica.

1. EL RESGUARDO Y LA TIERRA EN LA COLONIA


Antes de iniciar la argumentación del ensayo, se requiere una enunciación anterior a la
independencia y una descripción de la situación colonial de esa época, para dar una explicación,
respecto a la evolución del resguardo indígena y si éste, verídicamente, influyó en el modelo
agroexportador de mitad del siglo XIX en la Zona Andina de Colombia; que para el presente
trabajo, la región mencionada se define como el territorio comprendido actualmente por los
departamentos de Antioquia, Boyacá, Caldas, Cundinamarca, Quindío, Risaralda y Tolima,
involucrando el dominio colonial en estas zonas antes del siglo XIX.

Conocemos la historia, los conquistadores luego de implantar todo el sistema de Conquista en


el Nuevo Mundo, empezaron a administrar ese novedoso espacio que habían podido dominar
sin muchos inconvenientes. Por supuesto que las comunidades existentes y habitantes de esos
amplios lugares no opusieron resistencia, lo cual llevó al exterminio de los más de “tres
millones de indígenas que pudieron existir a la llegada de los españoles” (Colmenares, 1987),
mientras que los nuevos inquilinos del continente avanzaban al corazón de Colombia;
encontraron que las comunidades de la Zona Andina eran sedentarias y de una organización
tribal más compleja.

Sin embargo, el impacto de la Colonia no se sintió de manera pareja en todo el territorio, ya


que las diversas dificultades geográficas y climáticas lo impidieron. La Colonia así mismo vino
con propósitos “netamente esclavistas” (Colmenares, 1987) lo que trajo numerosas bajas de
indígenas que sucumbieron a causa de las enfermedades, el mestizaje y la fragmentación
cultural, además de los abusos constantes a los que se mantenían sometidos. Con lo que en a
finales del siglo XVI la Corona buscó aumentar la población indígena que sufrió con “la
pauperización demográfica mínima a inicios del siglo XVII llegó al 10% de la población
original, causando así que entre 1530 y 1610 se diezmó al 95% de los 100.000 que quedaron”

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(Colmenares, 1987), creando concesiones de títulos de zonas especiales donde las comunidades
indígenas se pudieran establecer que más adelante se llamarían resguardos.

La disputa de varios autores por la clasificación de la economía colonial, ha sido de amplio


debate durante décadas, “sin embargo, ignoran que el modo de producción colonial se asemeja
al asiático” (Colmenares, 1987), aunque se pudo evidenciar que la encomienda fue una especie
de servidumbre. No obstante, no voy a detenerme en este debate, ya que la idea es explicar a
fondo el método y las instituciones de producción de la época.

Centrándonos en el resguardo (que se empezó a llamar corporado), éste tenía ciertas


condiciones como la prohibición del comercio de tierras (siglo XVII) o la obligación de la
explotación agrícola en el territorio, cosa que los indios omitían (las pasadas son razones por
las que se consideró la abolición de esta entidad); con lo que la Corona empezó a ceñir las
políticas económicas, creando la encomienda, que no es más que un grupo de personas
adjudicadas a un intermediario que cobraba un tributo a dichas comunidades, éste tributo era
destinado a la corona y el intermediario (encomendero) se quedaba con una parte que debía ser
destinada para la manutención y evangelización de estos grupos. Otra manera de control
“fiscal” fue el concertaje, que era un trabajo obligatorio para las comunidades en las haciendas
de blancos, “allí eran bien remunerados” (McGreevey, Continuidades en la política social
agraria (1760-1845), 2015), cumpliendo diversas labores agrícolas u otros servicios; esto
conllevó a “una desorganización tribal y una descomposición paulatina del resguardo”
(Machado, La tierra y las instituciones durante la colonia, 2009) que ocasionó las migraciones
con destino a las haciendas de los blancos.

Al iniciar entonces una migración de indios desde los resguardos hasta las haciendas, los
territorios antes ocupados por estas comunidades, fueron aún más codiciados, y a mediados del
siglo XVII, las reformas borbónicas (conjunto de reformas agrarias/tributarias) permitieron la
adquisición de resguardos por terceros, lo que trajo la ampliación de las fronteras de “la más
importante estructura de la sociedad neogranadina” (Jaramillo Uribe, 1987) que fue la
hacienda. Esto llevó a los indios exiliados, incrementar las filas de la mano de obra
hacendataria; lo que conllevó a nuevas maneras de adscripción del personal, ya no a un
encomendero, sino a un terrateniente poderoso no sólo económicamente, sino política y

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socialmente. Además, sus salarios eran en parte dinero y otra en especie, es decir en alimentos.
Cosa prohibida en ese tiempo.

La hacienda colonial, era de grandes proporciones, en ellas se obtenían diversos productos que
servían para el autoconsumo y para una comercialización menor en los mercados locales, ésta
hacienda se caracterizó “por una baja proporción del capital productivo y por una alta
inversión” (Colmenares, 1987).

Volviendo a la sociedad indígena, ésta no estaba en obligación de quedarse en la hacienda, los


campesinos indígenas tenían el derecho de movilizarse a su libre albedrío, algunos de estos lo
hicieron así, pero al no encontrar tierras donde establecerse “dio inicio al vagabundaje u
ociosidad -en Antioquia-” (McGreevey, Continuidades en la política social agraria (1760-1845),
2015) que eran aquellas comunidades errantes en las zonas urbanas.

2. EVOLUCIÓN EN LA INDEPENDENCIA
A finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, el inicio de las campañas de Independencia
por parte de los criollos empezó a tomar demasiada fuerza, el movimiento libertario apoyado
por las grandes élites criollas, buscó socios para tomarse en el poder y lo encontró en las clases
medias y altas de la nación neogranadina.

Sin embargo la población de esa época era un poco diferente en comparación a la Colonia, por
ejemplo se empezó una distribución por castas que no se había visto antes (blancos, negros,
indios y libres) que evidenciaba una población demasiado vertical, lo cual eliminó la revolución
realizando un proceso de división social entre esclavos y libres. Además la población se
caracterizó por tener un “crecimiento sostenido y constante menor del 1%” (Tovar Pinzón,
1987) en un momento de guerra y austeridad, lo cual no es muy común. La guerra trajo varias
consecuencias, una fue la eliminación del ritmo productivo y la segunda la incorporación de
poblaciones aisladas a nuevos centros urbanos.

En los diez años de lucha constante (Independencia, Patria Boba, Pacificación y Nueva
Independencia), el manejo agrario fue borrado y esto “arruinó los bienes agrícolas
productivos” (Tovar Pinzón, 1987) que si bien eran escasos y subproductivos, junto con la
competencia de otras Colonias causó en el agro una gran depresión. Las arduas campañas

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llevadas a cabo en el proceso de Independencia, como todo conflicto armado llevó a una gran
deuda interna y externa; por consiguiente la única manera de pagar las acreencias fue con el
único factor productivo disponible: la tierra.

La deuda pública emitida en esos momentos (bonos), “se redimieron en entrega de terrenos
baldíos (pertenecientes al Estado y confiscados a españoles)” (Machado, La tierra y las
instituciones durante la colonia, 2009), sumado a que la nueva República buscaba desarrollar
nuevos horizontes económicos, inició un proceso de migración extranjeros para adjudicarles
los terrenos y dar un impulso agrícola al país; no obstante este plan gubernamental falló, por lo
que se recurrió a una colonización interna de esos terrenos que los extranjeros no quisieron
tomar.
La hacienda fue el gran elemento productivo de la Colonia, sin embargo como la causa de
Independencia iba tomando gran fuerza entre las clases bajas, los esclavos e indios empezaron
a tomar retaliaciones en contra de sus amos o hacendarios “los esclavos empezaron a tener una
actitud hostil” (Tovar Pinzón, 1987). Los esclavos e indios, sintiéndose involucrados en la
revolución, iniciaron un proceso de saqueos constantes a las haciendas (bienes, esclavos y
secuestros de terratenientes), lo que trae un momento de crisis para las clases dominantes de
los factores productivos que iniciaron a vender sus bienes (a excepción de los partidarios del
movimiento), llevando a un detrimento de la tierra ya fuese por abandono del propietario o
porque la guerra devastaba el territorio.

Con el fracaso de la migración extranjera, la colonización de los terrenos baldíos por parte de
nacionales se volvió una gran estrategia de pago de deudas, primero las características de la
tierra no eran óptimas por lo que “la tierra era muy barata y por ello se entregaron grandes
cantidades de la misma” (Machado, La tierra y las instituciones durante la colonia, 2009), en
segundo plano, los contratos de la tenencia de tierra caducaban, por consiguiente muchas de
las tierras de españoles son embargadas e incluidas en la repartición de baldíos; sin embargo las
tierras dejadas a los indios son excluidas de la repartición, ya que ellos tendrán un trato
diferente.

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Con el inicio de la repartición de tierras, los indios y esclavos fueron beneficiarios del
arrendamiento por parte del estado “los indios y esclavos se vuelven terrajeros1 y peones2” (Tovar
Pinzón, 1987) asumiendo así una posición de “propietarios legales” de la tierra (una especie de
minifundistas y arrendatarios), sin embargo esta ya no es comunitaria, sino es propiedad
privada. Los indios ocupan tierras embargadas por deudas o hipotecas del pasado periodo
colonial.

Algunos de ellos no toman ningún terreno propio y “pueden haber se incorporado a las filas
de trabajadores rurales, aunque fueron muy pocos los que hicieron esto” (Tovar Pinzón, 1987).

3. POLÍTICA DE TIERRAS Y EL RESGUARDO EN EL REPUBLICANISMO


Luego de una sinuosa transformación social, varias campañas independentistas arrojaron un
nuevo país con estructuras poco sólidas política y socialmente hablando; por consiguiente la
economía sufrió ciertos cambios. Uno de estos (y de hecho el principal método) fue el inicio
de la adjudicación de las tierras del Estado (también denominadas baldíos), esto con
“propósitos de desarrollo y también de ingreso económico para el estado” (LeGrand,
Escenario, 1988).
Los primeros cincuenta años del nuevo régimen republicano, fijó los baldíos como manera de
recomponer el fisco demasiado golpeado por las luchas de independencia, claramente el nuevo
gobierno contrajo una pesada deuda externa que se pagó con los mismos terrenos. Los
primeros gobiernos, en su concepción de nuevos administradores públicos, no vieron que los
extranjeros no estaban interesados en aquellas tierras por diferentes causas de orden logístico.
Por lo cual el gobierno puso en el mercado los “bonos territoriales en 1838” (LeGrand,
Escenario, 1988), para cualquier persona interesada en explotar las tierras baldías (claramente
los grandes empresarios fueron los que pudieron adquirir los bonos).
Es necesario agregar, que a raíz de la victoria en el proceso independentista, la Ley de
Angostura de 1819 promulgaba que los militares (sin importar su rango, que además
demostrasen su participación en dos o más campañas de independencia) se les pagaría con
tierras baldías que antes comprendían las haciendas de los españoles, que notablemente
fortaleció la posesión de los grandes terratenientes militares.

1Los Terrajeros son los labradores que pagaban un tributo en especie a las autoridades. Véase Tovar Pinzón.
2El peón es un labrador agrícola, que labora en propiedades más grandes. Véase Hermes Tovar Pinzón, Ruptura con el
pasado Colonial, Bogotá D.C. ,1987

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Al momento de ejecutar obras de infraestructura para el bienestar público, el estado (ante el
gran déficit fiscal existente) “no tenía más entregar baldíos como forma de pago por las obras
realizadas” (Machado, La feria de los baldíos durante el siglo XIX, 2009).
Anteriormente se mencionó la compra de bonos territoriales; sin embargo hubo población que
migró hacia el campo, a raíz de la violencia de la independencia, se detallará más adelante.

Con el fracaso de la migración extranjera, especificado en el apartado anterior, los territorios


baldíos se dieron en colonización libre de campesinos, que “planeaba desplazar a los
campesinos a las zonas limítrofes” (McGreevey, Liberalismo y cambio agrario (1845-1890),
2015) con la razón de deslindar las fronteras del país. Estos campesinos que serán reconocidos
como “colonos” por la acción que llevaron a cabo, “eran mestizos y de diversos orígenes”
(LeGrand, Los colonizadores campesinos, 1988).

Las relaciones entre estos colonos, eran diversas según la zona geográfica donde habitasen,
para este ensayo se tomó la referencia de la Zona Andina, que se caracterizó por “la
preferencia del individualismo” (LeGrand, Los colonizadores campesinos, 1988); partiendo de
este hecho, los colonos en general representaban una existencia de un fenómeno de
Reciprocidad3, porque se tenían asentamientos con relaciones sociales horizontales entre sí, a
raíz del parentesco. En el caso de la Zona Andina, ante el fenómeno de un individualismo, se
pasó a un procedimiento de Reciprocidad Negativa4.

Las constantes divisiones políticas y sociales (alimentadas por una gran desigualdad) fueron el
combustible para un gran cambio en plena mitad del siglo XIX en el país, empezando por la
eliminación de censos (tributos para el estado) y los diezmos (tributos para la iglesia) que
“beneficiaron a los terratenientes” (Machado, La feria de los baldíos durante el siglo XIX,
2009), junto a las concesiones de tierras otorgadas por el gobierno para favorecer a esta clase
socioeconómica (con la condición de explotar la tierra), permitieron que los grandes latifundios
pulularan en esa época y que se originara el proceso de privatización de baldíos.
El desconocimiento y descuido del gobierno central para los terrenos repartidos, fue tanto que
permitió la usurpación ilegal de baldíos por los grandes terratenientes, causando así “que los

3 Karl Polanyi manejó estudios sobre la antropología económica y el término Reciprocidad, Véase Trade and Markets in
Early Empires. Cap. XIII. Pag.296. Free Press. 1965.
4 La Reciprocidad Negativa es un fenómeno institucional (antes del mercado) en el cual se intercambian bienes, sin

embargo uno de los agentes saca provecho del otro para asegurarse mayor bienestar.

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modos de supervivencia de los colonos se acabara” (LeGrand, Los empresarios territoriales,
1988). La ampliación exagerada de las propiedades de los grandes terratenientes significó un
cambio radical en los colonos “que tenían dos opciones: Una. Irse de las tierras. Dos. Trabajar
como arrendatarios del propietario” (LeGrand, Los empresarios territoriales, 1988).

Los indígenas fueron otras de las comunidades más afectadas por esto, ya que “sus territorios
fueron individualizados, la propiedad colectiva se había eliminado” (McGreevey, Liberalismo y
cambio agrario (1845-1890), 2015), por lo cual se vuelven jornaleros y migran a terrenos
cálidos. Finalmente, la iglesia fue despojada de sus derechos sobre la tierra (al igual que los
colonos) con la desamortización de manos muertas que fue la ley que permitió al estado reclamar las
propiedades civiles y eclesiales como de propiedad de la nación, lo que trajo ciertas estrategias
económicas como la seguridad jurídica o la eliminación de créditos con base en censos.

El modelo agroexportador, primeramente se basó en las plantaciones tabacaleras de Ambalema


en el Tolima que fueron el inicio de la producción agrícola para la exportación, a diferencia del
café, éste producto tuvo otras características. Para iniciar, las políticas de librecambio adaptadas
detalladamente por los gobiernos liberales surtieron efecto para dar un nuevo empuje a la
economía.
El cultivo de tabaco necesitó de una administración monopólica para su subsistencia, algo muy
criticado por los economistas contemporáneos ya que los tres periodos del tabaco en el país
fueron manejados por monopolios “desde la primera etapa en 1776 con un monopolio
gubernamental, la segunda en 1845 por Montoya, Sáenz y Cía., hasta la moderación de la
plantación en 1875” (McGreevey, Agricultura, exportaciones y desarrolllo económico, 2015).

El tabaco dependía del consumo alemán, por ello cuando la demanda se estancó por la
competencia holandesa y la difícil industrialización del producto, causó una merma en las
ganancias percibidas por los terratenientes. Los excedentes producidos a partir de la
exportación fue consumido en bienes de lujo para los mismos terratenientes; conllevando a
promulgar una baja inversión en infraestructura, confirmado sólo con el vapor por el
Magdalena e impidiendo el desarrollo de algún avance de tipo industrial en el país y en la
región.

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4. APERTURA DE LA COLONIZACIÓN ANTIOQUEÑA E INICIO DEL
CAFÉ
Antioquia había sido dejada de lado por los colonizadores, y por los próceres independentistas
también, había “gente que detallaba que en esa zona era sólo miseria” (Tirado Mejía, La
colonización antioqueña, 1988); por lo tanto, las migraciones de los colonos campesinos
permitieron la formalización y población de la región en la primera mitad del siglo XIX, para
luego desarrollarse como pilar de la economía.
Por eso las condiciones especiales (geográficas y climáticas) permitieron un fomento de una
Reciprocidad en todo el sentido de la palabra, con lo que floreció la parcelación de pequeños
productores (un fenómeno nunca antes visto) que fueron fundamentales en la elaboración del
“gran crecimiento sostenido caracterizado de la región” (McGreevey, Colonizacióin
Antioqueña y expansión del café, 2015).

Las grandes diferencias con los cultivos tabacaleros en el Tolima, fue prácticamente la
administración de bienes y su organización productiva, ya que los excedentes de la producción
del grano llevaron a la inversión en educación, tecnificación e industrialización (manufacturas).
El café fue el fruto “salvador de la colonización antioqueña del estancamiento, porque vinculó
las parcelas al mercado” (Tirado Mejía, La tierra durante la República: Siglo XIX, 1988) y esto
trajo además el rompimiento de la economía de auto subsistencia, para pasar a una economía
abierta.

Claramente la colonización antioqueña se pronunció con mayor vigor a finales del siglo XIX y
principios del XX, sin embargo en 1875 fue el inicio de las contrataciones para realizar las
obras de los diversos ferrocarriles y carreteras que permitirían transportar los productos para el
exterior y aumentar las comunicaciones en la zona, en esto fue una de las diferencias con el
tabaco, porque en Ambalema el cultivo solo permitió el vapor como medio de extracción, pero
en cambio, el café daba mayores beneficios sociales.

Tales consecuencias de la colonización en Antioquia como “la pequeña unidad campesina, la


ampliación del transporte, una sociedad un poco más igualitaria e inclusiva y un aumento en la
capacidad adquisitiva” (Tirado Mejía, La colonización antioqueña, 1988) produjeron la
migración de diversas comunidades en todo el país, lo cual trajo un aumento de beneficios para
las comunidades que llegaron a ingresar al ciclo productivo. Entre ellos muchos mestizos e

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indígenas que buscaron fortuna; sin embargo no son muy claras las cifras que indiquen una
cantidad exacerbada de entrada de estas poblaciones.
5. CONCLUSIONES
Tras un minucioso estudio por sesenta años de historia de tierras, guerras y políticas en el siglo
XIX, la transición de una población golpeada por la violencia, la injusticia y la desigualdad
social como fue la indígena y más en la Zona Andina donde el fenómeno de clases sociales era
muy marcado, logra caracterizar el panorama de la época en pocas palabras. Junto con la
desigual participación en política de tierras o en los fenómenos productivos de mitad y final de
siglo fueron varios temas de discusión muy complejos e interesantes.
En principio, la investigación llevó por senderos diversos que permitieron encontrar dos
conclusiones al trabajo hecho:

 La primera, en efecto la abolición del resguardo permitió un desplazamiento de las


comunidades; sin embargo no todas (la verdad muy pocas) participaron en los procesos
de repartición, colonización u obtención de exportaciones, por lo cual se puede decir que
esta conclusión es parcial y merece ser estudiada más a fondo para tener una respuesta
más clara al fenómeno.
 La segunda, permitió de diversas maneras entender la administración de las políticas de
tierras y su ejecución. Establecer la exclusión y el poco control de los gobiernos y entes
reguladores de la época sobre la apropiación y uso de baldíos como propiedad privada de
los grandes latifundistas fue muy notorio a lo largo de la investigación. Esto sí impidió
definitivamente un acople idóneo de las comunidades a un sistema de tierras que nunca
las tuvo en cuenta.

Finalmente, cabe recalcar que las anteriores conclusiones, permiten generar una conclusión
más general, la cual consiste en que el problema de repartición de las tierras en el país, no es un
problema nuevo (como generalmente se considera), dado que evidentemente ésta
complicación tiene sus orígenes en el periodo Colonial, que se caracterizó por la disgregación y
secularización de comunidades y poblaciones. Lo que ha sido un constante impedimento para
el desarrollo agrícola nacional, que ha llevado a grandes conflictos que actualmente se
presencian a nivel social, político y claramente económico.

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