:El viento
entre los
sauces
Ramón Iván Suárez Caamal
Elio Carmichael / Mural Forma, Color e Historia de Quintana Roo. Palacio Legislativo
CAMPUS PLAYA DEL CARMEN
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CUADERNO 6 / El Viento entre los Sauces
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CUADERNO 6 / El Viento entre los Sauces
Directora
Zita Finol
Coordinador Editorial
Nicolás Durán de la Sierra
Diseño
Sergio Gomez Villarreal
Consejo Editorial
Jorge Polanco Zapata
Fernando Espinosa de los Reyes
Juan José Morales
Raúl Espinosa Gamboa
gacetadelpensamiento@yahoo.com.mx
www.gacetadelpensamiento.com
Con la impresión de El Viento Entre los Sauces de Ramón Iván Suárez Caamal,
en Cuadernos de la Gaceta da comienzo la edición de una serie de plaquettes que
pretenden dar al lector del estado y el país un nutritivo paseo por las fértiles
tierras de la poesía que se genera en Quintana Roo, un quehacer artístico del
que muchas veces se sabe más allende las lindes de nuestra casa común. Mas la
omisión, como se puede ver, es subsanable.
En el presente volumen, el más nuevo del laureado Suárez Caamal, el autor
presenta una profusa colección de tankas y haikús, imágenes de joyería inspiradas
en la poesía del Antiguo Oriente, una vena que late siempre bajo la piel de sus
trabajos. El más nuevo de sus galardones es el IV Premio Internacional de Poesía
para Niños Ciudad de Orihuela, en España, obtenido apenas en octubre del 2011.
El libro consta de dos partes: la primera es El Viento Entre los Sauces, formada
en tankas y la otra, Pájaros de Papel, en haikús. Las tankas abordan de manera
sutil las emociones que las propias situaciones de la vida tocan al autor; los haikús
van por la ruta de las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno, y
en cada estación se halla cada una de las etapas del desarrollo de la vida humana.
Es éste un libro para disfrutar en el silencio y la soledad gozosa del contacto
con la poesía.
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EL VIENTO ENTRE LOS SAUCES
Tankas
Bruma, silencio,
el viento entre los sauces.
¿A quién invoco?.
¿Qué dice la tristeza?
¿Por quién canta la luna?
Bajo la noche
encontrar el camino
es muy difícil.
Si me ayuda el relámpago
llegaré pronto a casa.
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¿Qué puede ser
inmutable y perfecto
brillo de Buda?
La gota del rocío
eternamente instante.
Es el ungüento
de las primeras lluvias
sobre la tierra
quien sana las heridas
en mi alma de niño.
No te confíes
a los hilos del eco…
¡Qué laberinto
el caracol del mar
y el corazón humano!
Y si de pronto
te dijeran lo frágil
que puedes ser.
¿Buscarías consuelo
en el río que pasa?
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Si pinto sauces
en el biombo del río,
¿podré llorar?
Si pinto sauces, ¿puedo
marcharme con el agua?
No digas puente
si no piensas cruzarlo
ni sueñes río
cuando no tengas sed.
Di polvo si respiras.
Cuánto me agobia
este paisaje inmóvil.
Serenidad
debería traerme
la quietud de los árboles.
Luna menguante,
¿se mojará mi ropa
-quiero saberlo-
cuando vadee el río
que no tiene retorno?
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Gracias, otoño,
por la alfombra de flores;
no la merezco.
Mejor dala a la lluvia,
a la brisa tal vez…
Hierba flotante
en el río que pasa…
Mi corazón
es quien sigue a los pájaros
para morir con ellos.
Cómo un momento,
un desdén de la hierba
nos hace trizas.
Si con cerrar los ojos
se fuera la desgracia.
¿Sabrás leer
el rastro de las aves
sobre la arena?
¿Escucharás sus gritos
antes que el mar los borre?
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Déjame, madre.
Seré pastor de nubes,
pastor de olas.
Verás que en mi rebaño
toda la nieve cupo.
Cuando me vaya:
un espejo, una vela,
pincel, tintero,
el viento entre las hojas...
No necesito más.
Hecho un ovillo
me dormí bajo el bosque.
Recuerdo el sueño:
Era un joven bambú
en mis huesos cansados.
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PÁJAROS DE PAPEL
haikús
Otoño, invierno,
primavera,
verano…,
gira el rehilete.
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P RI M A V ERA
Sea mi casa
la del gorrión que instruye
con su alegría.
Cuando creía
que todo era silencio,
canto de pájaros.
Se aclara el pico
el cenzontle si bebe
gotas del alba.
Si desprendiera
sus flores el naranjo:
abejas blancas.
Cuando la tarde
tuvo una flor, su aroma
zumbó en la abeja.
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Yo que conozco
casi nada de flores
saludo a todas.
¡Qué cortesía
la del sauce en el río
cuando se inclina!
Dale el pañuelo
del viento al sauce lánguido.
¡Seca sus lágrimas!
Afilador
de cuchillos: de día
vuelan luciérnagas.
Yo no sabría
al diente de león
decirle estrella.
Estando solo
orillas del estanque
no se está solo.
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Beso con música:
-bambú, alas las manos-
el del flautista.
Ese gorrión
tras la miga que rueda…
¿Acaso yo?
Tres movimientos
al pintar un haikú:
sol, agua, cielo.
Afán de faro
abre sus flores blancas,
de noche, el cactus.
Las campanulas
sonarán a perfume
cuando se abran.
Si verdeciera
mi jaula de carrizos
sería libre.
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V ERA N O
¿Sabes leer
la escritura del musgo
en la pared?
¡Cuánta osadía!,
el agua de los charcos
ama a la luna.
No soy un monje
pero lo hubiera sido
de estar sin hojas.
Besar la luna
en el lirio del lago.
¡Tan sólo eso!
Larga, larguísima
la cola del relámpago.
La iguala el trueno.
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No me regañes,
lluvia, no me regañes.
¿No ves que lloro?
Dichoso el viento
cuando toca las cuerdas
de la llovizna.
Sentado, inmóvil,
(soy el río y la rana)
en una hoja.
El loco cree
que es grillo su violín.
Y salta, salta.
A mi cometa
-pájaro de papel-
le até una pata.
Traje de baño
con algo de felino
viste la abeja.
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Tenía sed.
El cuenco de mis manos
me acercó el cielo.
Estaré sordo
pero ya te escuché,
mosquito terco.
Yo no sabría
decirle al caracol:
-¡Vas tan de prisa!
Muerdo un durazno.
Mis dientes, su perfume,
hicieron trizas.
Si fuera dentro
-puño, semilla, palma-
si dentro fuera.
Estanque, luna…,
como el sapo que salta
es el deseo.
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Niño que vendes
tus naranjas en gajo,
¿te saben dulces?
La lluvia escribe
ideogramas de luz
sobre la seda.
Si cae un fruto
lo pruebo y me regalo
el paraíso.
Lancé mi anzuelo;
si picara la luna,
¡qué gran pelea!
El lirio (luna
de las ranas e insectos)
brota del charco.
¿Lirio la luna?,
pañuelos perfumados,
a veces nubes.
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¿Ponerme serio?,
(se rió el sapo) siempre
que no haya lluvia.
Virtuoso no;
desafinó su flauta
mosquito hambriento.
¿Te comerías
la luna del estanque,
gato sarnoso?
Aré en la hoja.
¿Qué haré en la hoja? Eras.
¿Eras tú, lluvia?
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En una pata
la garza del estero
busca el Nirvana.
¡Prodigio! El cactus
a la luz de la luna
da flores blancas.
La tordo hembra
me vio: delgadas patas,
ojos de oro.
¡Estrellas mías!,
puedo hablar de luciérnagas
porque las tengo.
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Impertinentes
las moscas de las uvas
ebrias discuten.
Ilusa araña,
las gotas del rocío
no son luciérnagas.
Aunque te esfuerces
nunca serás el trueno,
sapo, si croas.
Toros de barro
braman. O será el río
que embiste a todos.
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¿Cómo pintar
la noche? Aquí y allá,
manchas de pájaros.
Recién la lluvia
cuando llegó la noche
como un ladrón…
La tempestad:
dragones, sí, dragones.
Oye su luz.
Si tengo suerte
podré pescar estrellas
en el estanque.
Aves, ¡alerta!,
en mi siguiente vida
seré un insecto.
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OTO Ñ O
Siempre lo supe:
en una hoja cabe
todo el otoño.
Lloraré. ¿Cuándo?
El duelo del rocío
me está negado.
Escribo versos…
Se llenan las colinas
de oscuros pinos.
Hoy mi ventana
es el marco perfecto
para la luna.
Adiós dichoso,
al vaivén de una hoja
abandonarse.
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¿Habrá otro día?
Como el sauce sin hojas
miro el espejo.
Aroma dulce,
hay manchas en las frutas;
igual, mis manos..
Al lago baja
un éxodo de patos:
plato de laca.
Si digo flor
se marchita el poema.
Mejor me callo.
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Frente a la vela
tal vez confesaría
mi oscuridad.
Filas de álamos
a la orilla del río
velan el día.
Siempre se queja
la escalera de roble,
suban o bajen.
Buena cosecha:
mi dolor, el rocío.
Y no amanece.
Caligrafía
de la locomotora:
humo y deseos.
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¿Dónde estás, padre?
Mamá lava la luna…
¿Fuiste a buscarla?
Anula luna.
Las olas, sal o sal.
Dé sed de sed.
Si no es invierno
¿por qué tienen los bosques
barbas de niebla?
Canta el rocío:
Pico del colibrí,
bebe de mí.
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Se quebró el aire,
en astillas el aire:
¡Cuánta libélula!
¡Cómo creciste,
hijo! ¡Mira!, las grullas
corren en zancos.
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Pocos amigos:
la cigarra, el cuclillo,
tal vez el árbol.
La luna es sabia
pues permite que brille
lo más oscuro.
Un grillo muerto
y pardo. Ya es seguro.
Llegó el otoño.
De un solo trazo
rama, cuervo, la luna
y este poema.
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Otra hoja más…,
ni los grillos son verdes
en el otoño.
Aunque me esfuerce
no las alcanzo nunca,
aves de paso.
Arranco hojas
del almanaque, ¿cuántas
te quedan, árbol?
A veces voces
ay en las hojas muertas
aves a veces
Algunas hierbas
si las tocan se cierran:
así mi alma.
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I N V IER N O
Si te pregunto,
me dirás que no sabes,
campana lúgubre.
Calor arriba
(la vela parpadea);
debajo, nieve.
Gallo friolento
¿quién te dará en el patio
arroz con luna?
En donde habitan
espíritus de niebla,
¿brilla la luna?
Si tiembla el puente
es que ha temblado el río,
luna de invierno.
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Ir, ir a dónde:
blanco el follaje oscuro,
ya nadie canta.
Colgué un farol
junto a la luna. Viento,
jamás lo apagues.
Diez campanadas...
En el aire la vida
se desvanece.
¡Cómo te atreves!
No digas que las flores
no son eternas.
Ningún camino
a pesar de lo andado
nos pertenece.
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También la luna
-y por eso está pálida-
tiembla de frío.
Los pensamientos
caen de mi cabeza.
No, mis cabellos.
Abro la puerta
del ropero en Noviembre:
¡un estornudo!
Tiemblan de frío
los ángeles de piedra
del camposanto.
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Cae la nieve.
No necesitan ellos
otra mortaja.
Cerré cortinas;
pese a ello la lámpara
tirita aún.
Huye un hurón,
la cola de un hurón
en mi pincel.
El sol de invierno
-pato de buche rojo-
muy tarde emigra.
Tambores fieros:
lluvia, granizo, nieve
puertas del templo.
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A la intemperie
enciendo mis palabras,
el frío cede.
Me hice devoto:
tibias mis oraciones.
Afuera, el frío.
Sucia tu cara,
te cubres con periódicos,
niño mendigo.
Cuando el invierno
no me deje más hojas,
¿habrán más versos?
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Pobre muchacha,
el chal de la llovizna
te da más frío.
Arde, tarántula.
El miedo de los niños
te volvió bruja.
Apenas hoy
monje, gorrión y rana…
¡Cuánto silencio!
La nieve es blanca,
dice la liebre y huye;
la muerte es blanca.
Si escribo invierno
en un grano de arroz
cae la nieve.
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Soplo el brasero,
decenas de luciérnagas
retan al frío.
A los setenta
te pediré posada,
espantapájaros.
No le hagas caso
al viento que te dice:
¡Te vas! ¡Te vas!
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Diez Meses de Gobierno:
Más de 280 millones para la educación estatal.
TU GOBERNADOR
TE CUMPLE
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Este Cuaderno apuesta
al futuro y no tan
sólo como proyecto
editorial, sino también
como vehículo para
la expansión de las
ideas que se generan
en Quintana Roo; la
única manera de que
podamos alcanzar un
porvenir luminoso
como comunidad
depende de lo que
sembremos ahora.