AUTODISEÑO PERSONAL
SÉ EL INGENIERO DE TU PROPIA VIDA
Todos los derechos reservados. No está permitida la reimpresión de parte alguna de este libro, ni tampoco su
reproducción, ni utilización, en cualquier forma o por cualquier medio, bien sea electrónico, mecánico, químico o de
otro tipo, tanto conocido como los que puedan inventarse, incluyendo el fotocopiado o grabación, ni se permite su
almacenamiento en un sistema de información y recuperación, sin el permiso anticipado y por escrito del editor.
Para mi esposa Silvia, y mis hijos Carla y Adrián. Por su apoyo incondicional en
todos mis emprendimientos. También
dedicado a los miles de personas que siguen mi trabajo y muestran su constante
aprecio y agradecimiento, asistiendo a mis conferencias a nivel internacional. Un
agradecimiento muy especial a los cientos de personas que estoy encontrando
cada año, que han recorrido centenares de kilómetros para venir a escuchar mis
charlas. A todas las personas que han
recurrido a mí y han experimentado un cambio positivo
en su vida, regalándome después sus muestras de aprecio sincero. También
dedicado a la memoria de mi amigo Juan Manuel Pérez Martínez, un excelente
ingeniero e investigador en temas de software, que nos dejó físicamente, pero cuya
memoria siempre nos acompaña.
No podemos lograr ser felices. ¿Por qué? La razón es que ya somos felices. La
felicidad no es nada alcanzable, y por tanto no puede ser nunca el resultado de un
logro. La felicidad reside ya en nosotros, aunque nuestra mente trabaja duro para que
no seamos capaces de verlo. No espere alcanzar la felicidad como una meta, puesto
que no es posible. No se puede lograr ser feliz, pero sí puede lograr dejar de ser no-
feliz. Atraviese las nubes creadas por su propia mente, y conecte con la felicidad que
ya reside en usted. Recuerde que detrás de esas nubes siempre brilla el sol.
ÍNDICE
1. Introducción .................................................................. 17
2. Todo se crea primero en la mente .................................. 33
3. Un claro propósito, una visión, un camino,
y al final… los detalles ................................................... 51
4. Lluvias de ideas .............................................................. 83
5. Planificación estratégica ................................................. 95
6. Diseño hacia abajo y hacia arriba ................................... 109
7. Compromisos de diseño ................................................. 135
8. Documentarlo todo ........................................................ 167
9. Probarlo todo… O casi todo .......................................... 179
10. Los procesos de revisión ............................................... 213
11. La importancia de la formación ................................... 241
12. ¡Celebre sus logros! ...................................................... 247
SINOPSIS
¿Piensa que la ingeniería es un campo del conocimiento muy complejo? ¿Sabía que
los más importantes conceptos de la ingeniería tienen un gran campo de aplicación
en nuestro crecimiento personal? ¿Sabía que dichos conceptos se pueden comprender
sin necesidad de conocimientos especializados? Al hablar de Ingeniería, es común
pensar en complicados cálculos, fórmulas matemáticas, diagramas incomprensibles,
etc.
Pero, en realidad, el objetivo final de un ingeniero es realizar invenciones útiles
para los problemas de la humanidad, y tales artefactos técnicos no dejan de ser una
herramienta, que todo ingeniero desea que resulte lo más simple y sencilla posible.
Si el mismísimo Albert Einstein buscaba una fórmula sencilla y elegante para
explicar el Universo entero… ¿Por qué iba a desear un ingeniero crear herramientas
más complejas de lo necesario para realizar su trabajo, que no es nada comparado
con la inmensidad del universo?
Por muchas fórmulas y ecuaciones que sirvan como vehículo para realizar tales
invenciones, las creaciones de la ingeniería siguen patrones comunes. Y lo curioso
es que, tras las más complejas obras de ingeniería, los procesos clave que
determinan el éxito de un proyecto se fundamentan en tales patrones comunes, que no
son distintos de los que se aplican en muy diversos campos, no sólo
profesionalmente hablando, sino incluso en nuestra propia vida. Además, tales
conocimientos no requieren de una formación como ingeniero, y a menudo los
utilizamos sin ser conscientes de ello.
A través de esta obra, descubrirá al gran ingeniero que reside en usted, con la
capacidad de —primero— concebir en su mente grandes creaciones, y —después —
convertirlas en segundas creaciones en la realidad. En definitiva, descubrirá su
propio poder para llevar a cabo la ingeniería de su propia vida.
AGRADECIMIENTOS
Gratitud sincera e infinita a todas las personas que han aportado algo a este libro, de
forma directa o indirecta, siendo o no siendo conscientes de ello.
Ha sido muy emotivo encontrar en este último año a tantas personas que han
recorrido grandes distancias —incluso cruzando un país— para asistir a alguna de
mis presentaciones de libro, charlas, conferencias, etc. Para ellos, un sincero
agradecimiento.
Gracias a mis padres, José Félix y Amparo; y a mis suegros, Paco y Maru; a Enrique
y María, a quienes considero mis abuelos. Igualmente a Julieta, a quien también
considero mi abuela, y quien nos abandonó físicamente en 2009, conociendo y
apoyando al máximo todos mis proyectos.
Un recuerdo muy especial para Juan Manuel Pérez Martínez, un excelente ingeniero y
amigo que nos abandonó físicamente en 2009, y a quien me hubiera encantado poder
regalar un ejemplar de esta obra. Al escribir este libro, te he tenido presente.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
La ingeniería es una disciplina que acostumbramos a ver como muy compleja. Es una
asociación que aparece de forma casi automática. Y lo cierto es que la mayoría de
invenciones de los ingenieros esconden, tras ellas, multitud de ecuaciones, fórmulas
matemáticas, leyes físicas, líneas de código fuente, y otros múltiples elementos de
gran nivel de complejidad, que requieren de una formación especializada para ser
comprendidos.
Y es en esa línea donde este libro proporciona su valor añadido y donde reside su
originalidad. Constituye un acercamiento entre la forma de pensar de un ingeniero y
el crecimiento personal, al cual llamaré a partir de ahora a través del término
«autodiseño personal».
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
Se dice que el éxito consiste en un 15% de aptitud y un 85% de actitud. Puede saber
mucho, pero si no hace nada con lo que sabe, el único éxito que conocerá es el de ser
consciente de que usted es una persona muy sabia. Entre la ciencia y la ingeniería
encuentro que pasa algo similar. La ciencia aporta importantes elementos adquiridos
a través del rigor del método científico. Ahora bien, disponer de conocimiento no
termina de ser útil para el beneficio y avance de la humanidad si no se lleva a la
práctica de algún modo. Y es ahí donde entra en juego la ingeniería.
En el papel, las formulas pueden llegar a ser muy bellas y exactas. Pero en el mundo
real, las cosas no son como en el papel. Es por ello que la ingeniería adopta una
aproximación pragmática. Es tan rigurosa como resulta posible, dentro de los límites
que marca el paso entre el papel —donde todo es exacto y funciona— y la realidad
— donde las cuentas no siempre salen, y los mejores inventos no siempre funcionan
—.
Podemos conocer mil formulas maravillosas de la física, que nos permitirán idear,
por ejemplo, una estructura de ingeniería civil sin precedentes. Pero sólo con eso,
esa obra difícilmente terminará siendo real. Empezaremos a vislumbrar limitaciones
técnicas, que parecen salir de todas partes. Tendremos limitaciones contractuales,
económicas, y de otros tipos. Tendremos plazos que respetar. Tendremos que
visionar, negociar, liderar, tratar con personas difíciles, gestionar riesgos, gestionar
tareas, controlar progresos, resolver conflictos, motivar a otras personas, y un largo
etcétera de cosas que no se pueden expresar —ni remotamente— en forma de
ecuaciones matemáticas, y que —sin duda— están fuera del alcance de la ciencia.
En resumen, la ciencia nos brinda resultados muy valiosos, pero nunca podremos
lograr que dichos resultados se transformen en soluciones que mejoren la calidad de
vida y resuelvan los problemas actuales de la humanidad, si lo hacemos con un
pensamiento puramente científico. Un ingeniero lo sabe bien, y es por ello que debe
adquirir no sólo conocimientos técnicos, sino también conocimientos que se escapan
de los dominios de la ciencia.
El segundo mensaje que deseo hacerle llegar es que puede acumular mucho
conocimiento, pero si desea experimentar éxito y felicidad, deberá hacer algo con
aquello que ha aprendido. Es importante adquirir conocimiento sobre desarrollo
personal pero, al mismo tiempo, es todavía más importante comportarse como
ingenieros de nuestro propio desarrollo personal, y llevar todo ese conocimiento a la
práctica. Un libro repleto de poderosas herramientas no es suficiente para tener éxito
y ser feliz. Es necesario llevar lo aprendido a la acción.
Igualmente, desde hace doce años he dedicado un gran esfuerzo (de igual magnitud
que el entregado a la ingeniería, probablemente mayor) al crecimiento personal.
Comencé por un extenso ejercicio de auto observación de mis propios éxitos y mi
conexión con la felicidad, unido a la investigación, el desarrollo de herramientas de
crecimiento personal, y muy diversos eventos, tanto en forma presencial como
utilizando las nuevas tecnologías —en el momento de escribir estas líneas, ya me
encuentro cerca del millar de eventos—. Lo que comenzó por la alegría de ayudar y
orientar a decenas de personas en su crecimiento personal, pronto se convirtió en la
felicidad de llegar a cientos y luego miles de personas de todo el mundo.
En todo ese camino, los temas relacionados con la ley de la atracción ocuparon un
lugar muy importante. Encontraba un enfoque demasiado esotérico al respecto, pero
por otro lado, lograba ver tras ello algo tangible, que podría ser explicado de una
forma práctica, palpable, y alejada de interpretaciones esotéricas. Y todo ello mucho
antes de que dicho tema cobrara su máximo auge por la aparición de la película y el
libro «El Secreto». Por ello, no es extraño que años más tarde publicara un libro
sobre el tema, titulado «La respuesta del Universo»1, seguido de «La ley de la
autocreación»2, que han logrado gozar de un considerable éxito y muy buena crítica.
Durante casi ocho años realicé mucho trabajo en ese campo, pero lo hice de forma
muy discreta, pues bien es sabido que la ciencia no se lleva demasiado bien con
estos temas, y no quería que mi carrera pudiera verse afectada. Una vez obtuve el
título de doctor, empecé a difundir los resultados de mi trabajo a gran escala. Y me
alegra decir que sigo trabajando intensamente en dichos temas, produciendo
resultados, y poniéndolos al alcance de otras personas.
Tuve —y tengo— la fortuna de conocer a personas de todo el mundo que han
experimentado increíbles éxitos, algunas de ellas felices, y otras no tanto. Esto me ha
permitido conocer de primera mano sus propias experiencias, y con ello, llevar mi
trabajo en este campo mucho más allá, siendo capaz de identificar las pautas que se
ocultan tras el éxito y la felicidad de dichas personas, así como tras diferentes
fracasos que acontecieron en sus vidas, y que compartieron conmigo.
Si me permite compartir con usted una de las muchas conclusiones que he podido
extraer de esa magnífica fuente de información, es que el éxito se puede lograr
partiendo desde el momento presente, incluso si las condiciones externas son
desfavorables (pobreza, crisis, mal ambiente doméstico, etc.). Las personas
proactivas, que comprenden que son responsables de su propio destino, aceptan
dicha responsabilidad, y toman las riendas de su vida, saben bien que es posible
alcanzar los mayores éxitos partiendo de las situaciones más difíciles, porque el
éxito depende, en muy elevada medida, de nosotros mismos, y en muy reducido
grado de lo que acontece a nuestro alrededor. Es tan importante, que ya desde este
punto le invito a adoptar una conducta proactiva. Jamás se arrepentirá, y este libro
sin duda le va a motivar en esa línea. Le proporcionará herramientas que son una
llave para los mayores éxitos cuando caen en manos de una persona proactiva.
1 Dr. Félix Torán, «La respuesta del Universo». Gaia Ediciones (2008). 2 Dr. Félix Torán, «La ley de la
autocreación». Ediciones Corona Borealis (2010).
Tal como explicaba en la sección anterior, los conocimientos que vuelco en esta
obra proceden de una intensa carrera en diversos campos de la ingeniería, así como
de otro intenso recorrido —que todavía continúa— en temas de crecimiento
personal.
Cuando una persona trabaja en dominios tan dispares, es muy fácil ser
malinterpretado, y es necesario aportar una serie de notas de precaución. En multitud
de entrevistas y publicaciones he aclarado que mi forma de aproximar los temas
científicos y de crecimiento personal consiste en ponerlos a comer juntos en la
misma mesa, pero cada uno en su propio plato. En la presente obra, aplico el mismo
principio. Y es necesario que insista en ello, para evitar cualquier ambigüedad.
Me gustaría aclarar desde el comienzo que este libro está escrito exclusivamente
desde mi propia experiencia. No habla en nombre de ninguna empresa u organización
en particular. Refleja exclusivamente mi propia experiencia como doctor en
ingeniería, que ha trabajado y trabaja en diferentes ámbitos: académicos, técnicos,
conferencias, proyectos internacionales, etc. Y tampoco refleja, en absoluto, mis
vivencias en ninguna empresa u organización en particular. De hecho, he pasado por
diversas organizaciones.
Este texto no tiene vínculo alguno con ninguna organización o empresa en particular,
nada más lejos. La forma de pensar de los ingenieros suele estar influida por la
cultura propia de cada organización, de eso no hay duda. Pero desde el punto de
vista más general, la forma de enfocar los problemas de un ingeniero es algo más
propio de la ingeniería que de la organización en la cual se trabaja. Es en ese tipo de
aspectos generales en los que me voy a centrar en esta obra. Son aspectos que no
están vinculados a ningún trabajo u organización específica.
Los conocimientos que voy a compartir con usted no tienen nada de secreto, ni de
clasificado. Nada más lejos. No están basados en el conocimiento de ninguna
organización, sino tan sólo en mi experiencia personal como ingeniero, sumado a una
amplia experiencia impartiendo charlas y talleres de motivación y superación
personal a miles de personas, grupos, y organizaciones en diferentes dominios de
trabajo y en diferentes lugares del mundo.
Pero de ninguna manera este libro habla de ningún proyecto ni revela ninguna
información de ninguna organización. He tenido un gran cuidado con ése aspecto, por
lo cual le puedo asegurar que este libro está completa y absolutamente desvinculado
de cualquier organización.
En esencia, este libro refleja mi intensa experiencia en dos mundos que no terminan
de llevarse bien—la ingeniería y el crecimiento personal— en los cuales he
recorrido una intensa carrera que todavía continúa. Entre esos dos mundos todavía
no existe un matrimonio, pero este libro los convierte al menos en pareja de hecho.
SOBRE LA INGENIERÍA
En la conocida enciclopedia en línea Wikipedia, puede encontrar la siguiente
definición de ingeniería:
Hay una parte de dicha definición que me encanta, y es la inclusión del término
«humanidad». Sin embargo, no me gusta el enfoque orientado hacia los problemas
que conlleva dicha definición. Es cierto que el trabajo de un ingeniero, en la
práctica, consiste en la resolución de problemas. Pero no es, en absoluto, un trabajo
centrado en buscar y eliminar problemas. No se trata de concentrarse en lo negativo
e intentar eliminarlo. De ser así, la ingeniería sería muy negativa, y siempre
encontraría mil cosas negativas que resolver.
Aunque debo decir que todavía no me convence, pues olvida la parte humana. Para
mí la definición ideal es una combinación de las dos anteriores, y escribiría como
sigue:
Esa parte es muy importante, y está ligada a lo que ya he introducido en una sección
anterior. El ingeniero aplica la ciencia, y descubre que en la realidad hay muchas
más variables de las que se consideraban en el papel, algunas difíciles o imposibles
de controlar. En definitiva, encuentra que las cosas no son tan perfectas como
parecían en el papel o el ordenador. Por ello, la ingeniería adopta una actitud
pragmática, menos rigurosa que la que se deriva de aplicar el método científico, y
que termina complementando con habilidades propias del uso del hemisferio
cerebral derecho, como liderazgo, visión, gestión, negociación, intuición,
creatividad, etc.
Esto es muy importante, tiene gran relación con la eliminación de resistencias, que
son los obstáculos que nuestra propia mente impone, y que se oponen a nuestro
crecimiento personal. Al igual que en la ingeniería, en nuestro desarrollo personal
debemos identificar esas resistencias, entenderlas, aceptarlas, y trabajar en
solucionarlas.
Todos los capítulos que componen esta obra se caracterizan por una estructura
similar. Cada capítulo enfoca un aspecto particular de la ingeniería, explicándole la
forma de pensar de un ingeniero con respecto a dicha faceta. Lo hace abordando
diferentes aspectos del tema en cuestión. Pero todo no termina en tales
explicaciones, centradas en la ingeniería. El libro le irá mostrando consejos y
herramientas para transportar lo explicado al plano de su propio crecimiento
personal. Finalmente, cada capítulo termina con un resumen de los puntos más
importantes a recordar. Se trata de un poderoso recurso para ayudarle a asimilar los
conceptos, y llevarlos a la práctica.
A continuación, aprenderá que no basta con ser capaz de alcanzar sus metas, sino que
es necesario disponer de un claro propósito y una visión, que le permitirán fijar
objetivos en una dirección clara, para después ir creando un camino, recorrerlo, y
así alcanzar sus metas por la vía de la felicidad.
• La planificación estratégica.
• El proceso de diseño descendente y ascendente.
• Los compromisos de diseño.
• La importancia de la documentación.
• Las pruebas: un proceso esencial.
• Los procesos de revisión.
• La importancia de la formación.
• La celebración de los logros alcanzados.
¿Hay algún punto al que le ha estado dando vueltas y todavía tiene preguntas por
resolver? ¡Es fantástico! Eso significa que este libro está cumpliendo con su misión
de ayudarle a experimentar un crecimiento personal positivo. ¡No deje de lado esas
preguntas! No sólo le invito a enviármelas, sino que le doy las gracias por ello.
CAPÍTULO 2
Parte, pues, de una misión muy clara, capturada a partir de los requisitos de su
cliente. El propósito es construir un sistema que le permita ver películas, de una
forma lo más parecida posible a la experiencia en una sala de cine.
Decide, por tanto, construir un sistema que cumpla con esa misión. Pasa a la fase de
captura de los requisitos del sistema.
Empieza a establecer una serie de requisitos, como por ejemplo, que el coste no
debe superar cierto límite, que los componentes deben ser de un una serie de
fabricantes concretos, que el sonido debe ser envolvente, que la pantalla debe tener
un cierto tamaño mínimo, que debe ser capaz de ver películas en 3D, etc. Esos
requisitos conectan con la misión que ha definido, y de hecho, derivan directamente
de la misma.
A continuación, comienza el diseño del sistema y llega a un primer diseño
preliminar. En él ha identificado que necesitará una televisión de determinado
tamaño de pantalla y capaz de reproducir películas en 3D, un juego de altavoces con
sonido envolvente, un mueble para acomodar todo el equipo, un reproductor de
películas en formato digital, y un mando a distancia integrado. Realiza un esquema
sobre un papel dibujando los diferentes componentes conectados entre sí.
A partir de ese diseño preliminar, comienza a desarrollar un diseño más detallado.
Realiza diversas comparativas entre aparatos de televisión y sus diferentes
tecnologías, precios, etc. Llega a la conclusión de que desea una televisión plana de
alta definición, con tecnología LED, y con capacidad 3D. Realiza comparativas entre
reproductores digitales, llegando a la conclusión de que necesita un lector de discos
Blu-Ray. Esa decisión está justificada por un argumento: en el momento de hacer la
selección, descubre que es el único sistema que le permitirá reproducir películas en
3D. Después, con respecto al mueble, toma una decisión de comprar o fabricar.
Usted ha visto varios muebles en diversas tiendas, pero encarecen mucho el precio
final de su proyecto. Sin embargo, usted tiene conocimientos y experiencia
suficientes para construir usted mismo el mueble, y cuando calcula cuánto le costaría
fabricarlo usted mismo, resulta en un precio realmente mucho más económico, por lo
cual toma la decisión de fabricarlo usted mismo. Respecto al mando a distancia,
usted dispone ya de un mando universal programable que no estaba empleando, así
que su decisión de diseño es clara: reutilizará lo que ya tiene en lugar de comprar.
Termina por tener un diseño mucho más detallado. Ya no sólo sabe cuáles son los
componentes principales, sino que ha definido muchos más detalles acerca de los
mismos, incluyendo detalles acerca de las interconexiones entre componentes.
Pasa, tras ello, a adquirir los diferentes componentes, y a fabricar el mueble. Los
componentes que compra han sido probados en fábrica, y tienen garantía. Aun así,
realiza unas mínimas pruebas para verificar que cada componente, por separado,
funciona correctamente. El mueble lo construye usted, pero igualmente lo prueba,
verificando que soportará el peso suficiente, que es estable, etc.
Ahora ya, con cada componente probado por separado, procede a la integración. Va
a su garaje, e instala allí el mueble, coloca en el mismo la televisión y el
reproductor, distribuye los altavoces, y procede a unir cables, interconectando los
componentes entre sí: la televisión con un cable hasta el reproductor, los altavoces
con cables unidos al reproductor, y el mando a distancia programado para controlar
la televisión y el reproductor. Realiza pruebas para verificar que las conexiones han
sido realizadas correctamente. Ya ha realizado su prueba de integración.
Pasa entonces a realizar una prueba de validación del sistema. Toma una película en
3D en formato Blu-Ray, y procede a verla con el sistema ya integrado. Realiza
diferentes pruebas, llegando a la conclusión de que el sistema cumple con los
requisitos que impuso en las primeras fases del mismo.
Entra entonces en la fase de despliegue. Con su vehículo, transporta todos los
componentes hasta casa de su amigo, y realiza allí la instalación, integrando el
sistema. Realiza una prueba ante su amigo, quien queda maravillado. Ésa es la
aceptación del cliente, que marca que el proyecto ha finalizado con éxito. Después,
la operación y mantenimiento (cambiar elementos, llevar componentes a reparar,
etc.) queda en manos de su amigo, que cuenta con las garantías ofrecidas por los
fabricantes de los componentes, además de la garantía personal que usted le ofrece
para el caso particular del mueble.
Poniéndole otro ejemplo, cuando realizamos reformas en casa y recurrimos a un
profesional, ya tenemos en mente lo que queremos lograr. Cuando viene el
profesional a quien consultamos, suele armarse de papel y lápiz, y hacer un esquema
de lo que podría realizar, sobre el cual se discute, se realizan cambios, y se
converge en una solución.
Cuando vamos a cenar a un restaurante, tras consultar el menú, tenemos una idea
mental de lo que queremos comer. Ya está creado en nuestra mente. Después, el
camarero toma nota de nuestro pedido en el papel. Quizás algo que pedimos está
agotado, o quizás alguna variación que solicitamos no es posible. Tras conversar con
el camarero, se llega a una conclusión, que queda anotada en el papel. Y tras un
tiempo, esa imagen mental, que luego paso por una hoja de papel, se encuentra
físicamente ante usted.
¿Se da cuenta de cómo todo pasa de la mente al papel, y luego a la realidad?
Los anteriores son ejemplos imaginarios, pero seguramente será capaz de recordar
multitud de proyectos que usted ha llevado a cabo en muy diversos ámbitos hasta la
fecha. Le invito a tomar uno de esos recuerdos, y analizarlo, tratando de identificar
las fases comentadas en esta sección. Se asombrará de comprobar que, en efecto, las
pautas son muy similares a las de un proyecto de ingeniería espacial.
Es más, analice las situaciones cotidianas que acontecen en su día a día. ¿Verdad que
hay muchos procesos en los cuales una idea en su mente pasa por un papel y después
se materializa? Quizás usted no es ingeniero, pero como ha podido ver ya pensaba,
de forma general, como lo hace un ingeniero. Y, en realidad, no es extraño, pues la
ingeniería ha aprendido mucho y se ha inspirado en lo que ocurre en la vida, como
no podría ser de otra forma.
El mensaje más importante al que deseo llegar con lo anterior es que todo lo que se
crea en la realidad, se ha creado antes en la mente. La forma de crear algo en la
realidad es comenzar por crearlo en su mente. Todo se crea dos veces, primero en la
mente, y después en la realidad. Entre medio, es posible que se pase a través del
papel, como una creación intermedia antes de llegar a su materialización final, o
puede ser que no se pase por el papel. Pero lo que siempre se cumple es que, para
crear algo en la realidad, debe comenzar por crearlo en su mente.
3 Dr. Félix Torán. «La respuesta del universo». Gaia Ediciones (2008).
Aparecerán después sincronicidades, deberá actuar ante las mismas, y eliminar sus
resistencias mentales, y como resultado, terminará materializando su deseo. Todas
las creaciones se logran por esa misma vía, y ya ha podido ver que la ingeniería no
es una excepción.
A continuación aprenderá algo muy curioso: cómo la ley de la atracción está también
presente en la propia ingeniería, o mejor dicho, en el trabajo de un ingeniero.
También aprenderá acerca de la importancia de pasar por el papel en la creación de
su vida ideal, y algunas técnicas al respecto.
El punto de partida hacia nuestros deseos consiste en tener claro qué es lo que
queremos, de forma que podamos crear una imagen mental de ello.
Seguro que habrá oído hablar de tan famosa ley, que viene a decir que si algo puede
salir mal, saldrá mal. Es una ley muy pesimista, sin duda. Le invito a verla desde dos
perspectivas muy diferentes. La primera es desde los ojos de la ingeniería. Esta ley
la originó un ingeniero, y por tanto, se puede entender que las cosas nunca salen de la
forma esperada. Esto es exactamente lo que indicaba anteriormente: en el papel todo
es maravilloso, pero en la realidad ocurren cosas inesperadas. Un buen ingeniero no
toma dicha ley con espíritu pesimista, sino más bien acepta que en la realidad los
inventos que son perfectos en el papel a veces explotan, y está listo para tomar
acciones al respecto sin perder la salud ni tirar la toalla por ello…
Pero, también se puede ver dicha ley desde unos ojos perfectamente conectados con
el universo: los de la ley de la atracción. En efecto, lo que usted puede creer lo
puede crear. Y si usted cree que algo puede salir mal, lo más probable es que va a
salir mal, incluso las cosas que podrían salir bien…
Un buen ingeniero tiene en cuenta los dos puntos de vista. Primero, acepta como
cierto lo que dice la ley de Murphy, en el sentido de que debe estar preparado para
lo inesperado, y no pensar que todo será perfecto como en el papel. Pero por otro
lado, no debe obsesionarse con la ley de Murphy en su vertiente más pesimista,
porque entonces, estará condicionando su mente subconsciente para que le ayude a
que las cosas salgan mal.
En su vida cotidiana, le invito a tomar esa doble visión. Recuerde que la vida es un
10% de lo que le pasa —y que no puede controlar— y un 90% de lo que hace al
respecto —y sí puede controlar—. Por ello, asuma que siempre hay un pequeño
margen para lo imprevisto, pero recuerde que tiene la gran mayoría del control en
sus manos. ¡No se obsesione con la ley de Murphy poniendo ese 90% al servicio del
otro 10%!
Antes comentaba que todo se crea por primera vez en la mente, pasa por el papel, y
termina creándose por segunda vez en la realidad. Es necesario matizar que, el paso
por el papel, es opcional. Aunque es muy común, y suele surgir de forma espontánea,
no ocurre siempre así. La verdadera cuestión es que todo se crea primero en la
mente, y termina creándose en la realidad. El paso por el papel es una
materialización intermedia. Es un ejemplo más de cómo en el universo la energía no
se crea ni se destruye, sino que se transforma constantemente. Nuestra idea, en
nuestra mente, en forma de pensamiento, es energía —la actividad energética del
cerebro se puede medir por medio de un electroencefalograma—. Se trata de energía
que contiene información. Después, una vez volcada en el papel, nuestra idea es
igualmente energía, de otro tipo, pero energía igualmente. Recuerde que la materia y
la energía son equivalentes, tal y como explica la conocida fórmula E=mc2 de Albert
Einstein. En el formato papel, nuestra idea se ha transformado en otro tipo de energía
que almacena información. Si en lugar de papel utilizamos un archivo de ordenador,
de nuevo la idea se ha archivado en forma de energía que almacena información:
otro tipo distinto de energía. Si optamos por utilizar una grabadora de sonido y
almacenar esas ideas dictadas con nuestra propia voz en un archivo, tenemos de
nuevo otro tipo de energía, almacenando información. Las posibilidades son
inmensas.
Lo que siempre es cierto es que todo lo que el ser humano crea en la realidad, ha
comenzado por crearse en la mente, y entre esas dos creaciones, es posible que
existan otros medios como el papel, archivos de ordenador, etc. La energía e
información que comenzó en la mente se ha ido transformando, y uniéndose
oportunamente a otras fuentes de energía, hasta adoptar el estado final. Y, por
supuesto, para que todo eso ocurra, entre una creación y la otra hace falta una fuente
de energía imprescindible: la nuestra. Si no actuamos, no crearemos nada. Nuestros
deseos no se hacen realidad por obra del azar, de un milagro, o cualquier otro ente
imaginario. Sin acción por nuestra parte, todo se quedará en una primera creación en
nuestra mente, pero difícilmente llegará a convertirse en una segunda creación en el
plano físico.
Sin embargo, en el primer capítulo comentaba que las cosas en la realidad son muy
diferentes y no tan ideales como en el papel. Dicho de otro modo, lo que creamos en
nuestra mente, luego en la realidad no es exactamente igual… Si piensa que es
contradictorio, tiene razón en hacerlo. Permítame que se lo explique mejor, y verá
que no hay contradicción alguna.
Cuando se utiliza el papel con la ley de la atracción, nos centramos en el qué, y no en
el cómo. Esto es esencial, puesto que intentar fijar el cómo, significa restar grados
de libertad al universo. Restringimos el abanico de sincronicidades hasta el mínimo,
y a veces hasta la nada… Cuando intentamos imponer un cómo, una solución, nos
cegamos y sólo estamos preparados para ver lo que queremos ver. No se trata tanto
de ver para creer, sino más bien de creer para ver… Y, a menudo, la solución ideal
está delante de nosotros y ni siquiera la vemos, precisamente por estar cegados
buscando una solución concreta que nosotros mismos hemos impuesto.
4 Puede sustituir «papel» por cualquier otro medio de almacenamiento de la información, como un archivo de
ordenador, etc.
Los proyectos de ingeniería espacial, siguen una estructura muy bien definida, con
una serie de fases que siguen un orden lógico y muy bien estudiado, resultante de la
experiencia de un enorme número de ingenieros, que han realizado innumerables
proyectos espaciales a través de varias décadas.
En términos generales, los proyectos espaciales comienzan por definir la misión del
proyecto, que —a través de una visión— se transforma en especificaciones del
sistema, que definen lo que el sistema a desarrollar deberá hacer.
Tras ello, es posible entrar en la fase de diseño, primero a alto nivel, llegando a un
diseño preliminar que contiene los principales bloques funcionales del sistema.
Cada bloque del diseño se fabrica, y se pasan los oportunos tests en fábrica. En el
ejemplo del coche, una compañía podría fabricar y probar la caja de cambio,
mientras otra empresa podría estar fabricando el motor, etc.
Después, los bloques principales del diseño, que ya han sido fabricados y probados,
se llevan al lugar de integración, donde se ensamblan, de acuerdo con el diseño
preliminar que ya fue aprobado. Volviendo al ejemplo del automóvil, la caja de
cambio, el motor, el sistema eléctrico, etc., se llevarían al lugar de integración, y se
ensamblarían entre sí, implementando las oportunas interconexiones (interfaces).
Después, ante el cliente, se deberán realizar pruebas que demuestren que los
requisitos de misión se satisfacen. Es decir, que la invención cumple con el
propósito para el cual fue creada. Y ese propósito nació de las necesidades de un
cliente, por lo cual, dicho cliente debe quedar satisfecho. En este caso, el cliente es
una comunidad de usuarios cuyos requisitos ya han sido estudiados al comienzo del
proyecto.
Pero, ¿siempre hay un cliente? Desde luego. Un proyecto de ingeniería se hace para
cumplir con una misión, y esa misión la definen las necesidades de un cliente. Pero
es necesario aclarar que el cliente puede tomar muy diversas formas. En algunos
proyectos de ingeniería el cliente es un particular, mientras que en otros puede ser
una empresa, una organización, una comunidad de usuarios, etc.
A veces, alcanzar lo que podríamos calificar como órbita final cuesta muchos años.
Tome el ejemplo de la sonda interplanetaria Rosetta, de la ESA. Se lanzó en marzo
de 2004, y en el momento de escribir estas líneas, la misión se espera concluir en el
año 2014. Se le hizo abandonar la atracción terrestre, alcanzando una órbita
heliocéntrica —es decir, alrededor del sol, como hacen los planetas del sistema
solar—. En ese viaje alrededor del sol, la sonda ha pasado tres veces cerca de la
Tierra y una vez cerca de Marte, para conseguir energía suficiente para catapultarse
hacia su objetivo final, el cometa Churyumov-Gerasimenko, al que se acercará en
2014, tras el encuentro y observación de una serie de asteroides en el camino, y un
periodo de hibernación. Allí, a 800 millones de kilómetros del Sol, encenderá su
sistema de propulsión para entrar en la órbita del cometa. En otras palabras, quedará
girando a su alrededor. Más tarde, soltará a la sonda Philae, que se posará y se
anclará sobre el cometa, realizará mediciones utilizando diversos instrumentos de
medida que incluye en su carga útil, y las transmitirá a la sonda Rosetta, que
retransmitirá los datos hacia la Tierra. Todo esto, con la misión o propósito de
obtener importantes datos sobre la composición química del cometa, lo cual nos
podría permitir adquirir valiosa información científica acerca de las condiciones
existentes cuando se formó el sistema solar.
Cabe indicar que, en estos proyectos, además del satélite es necesario desarrollar y
desplegar todo un conjunto de estaciones terrestres —o emplear infraestructuras
terrestres ya existentes— que puede incluir estaciones de monitorización y control,
estaciones de transmisión de datos, estaciones de medida, etc. Visto así, el satélite
es, en realidad, un componente del diseño del proyecto, que conforma lo que se suele
llamar «segmento espacial», que se complementa con el «segmento terrestre» y el
«segmento de lanzamiento». Además, en algunos proyectos es necesario desarrollar
equipos para que los usuarios puedan explotar las señales generadas por el sistema,
por lo cual también puede existir un «segmento de usuario».
4. El camino. Se avanza hacia esos objetivos, ahora sí, fijando un camino concreto
hacia los mismos, que se define a través de metas. Se aplican conocimientos
especializados de ingeniería para llevar a cabo las diferentes fases del proyecto
(diseño, desarrollo, integración, verificación, etc.).
Se trata de un recorrido que comienza por la parte más «filosófica» —que define el
sentido o razón de ser del proyecto— para pasar después a una parte creativa, donde
hay que ser capaces de crear una imagen mental del proyecto hecho realidad,
desdoblando después esa visión en objetivos intermedios más tangibles. Finalmente,
es posible definir un camino concreto, que conduce hacia los objetivos intermedios a
través de metas. En resumen, las metas conducen hacia los objetivos, y los objetivos
hacia la visión.
Si un proyecto se condujera sin una clara misión y visión, entonces andaría perdido.
Posiblemente progresaría, pero es muy difícil que lo hiciera por la vía más rápida.
Lo más probable sería que iría a la deriva en muchas ocasiones, y progresaría en
modo «prueba y error». Es decir, el proyecto andaría en la dirección que cree
oportuna, y al tropezar y caerse, se daría cuenta de que esa dirección no es la
correcta, y emprendería otra. Tras muchos tropiezos, el proyecto iría aprendiendo de
sus errores, y enderezando su dirección. Y además de ese largo recorrido, quedaría
un gran problema: al no tener visión, es muy difícil —si no imposible— saber dónde
está el final del proyecto…
Por ello, en las siguientes secciones vamos a recorrer esos importantes elementos
antes presentados, y ver cómo transportar lo aprendido de esas fases al dominio de
nuestro crecimiento personal.
LA MISIÓN
La misión responde a por qué hacemos lo que hacemos en nuestra vida. Es la razón
de ser de lo que hacemos. Da sentido a nuestra vida. Nos permite ser conscientes de
para qué estamos aquí. Nos permite saber qué aportamos a través de nuestra
experiencia humana, y para quién lo aportamos. Como introducía en la sección
anterior, cuando nos preguntamos por qué hacemos lo que hacemos, la respuesta nos
la proporciona nuestra misión.
En ambos casos, es muy fácil que, antes o después, se pierda la conexión con el
propósito. Imagine que llega cada día a la oficina, encontrando decenas de gestiones
urgentes a realizar. Al finalizar una larga jornada laboral, se marcha a su casa con
una tremenda fatiga mental, y preguntándose por qué hace lo que hace… ¿Cuál es
realmente su motivación? ¿Para qué sirve lo que está haciendo? ¿Está aportando algo
realmente útil? ¿Qué sentido tiene poner tanta energía en su trabajo? Opino que todo
ingeniero ha pasado alguna vez por esos momentos. Quien se dedica a los detalles
técnicos, necesita saber qué contribución está haciendo con su trabajo intelectual.
Recuerde que, en un proyecto de ingeniería, la misión debe estar conectada con los
requisitos de un cliente, para que el proyecto tenga sentido. En el ejemplo, es
necesario conectar con los requisitos de la comunidad representada por los
agricultores europeos.
Y lo anterior se puede extender a cualquier ámbito de la vida. Aunque tengamos
claro lo que queremos hacer y cómo hacerlo, antes o después, cuando nos
sumergimos en los detalles, empezamos a enfrentarnos a diferentes problemas, que
fácilmente nos hacen perder la conexión con nuestro propósito.
Si está sumergido en ecuaciones y fórmulas, tiene en todo momento claro que está
haciendo una importante contribución a la agricultura en Europa. Si está abordando
el liderazgo de un equipo, tendrá igualmente una positiva sensación al conocer el
valor de lo que está haciendo. Sabe que invierte mucha energía, pero sabe para qué
la está invirtiendo. Y sabe que lo hace para algo muy importante.
Y si es tan importante para las empresas tener una misión… ¡Todavía lo es mucho
más en nuestra propia vida!
Es esencial que tengamos claro cuál es nuestro propósito. Nos permite saber en cada
instante por qué hacemos lo que hacemos. Si caemos en momentos en los que nos
preguntamos por qué hacemos lo que hacemos, allí tenemos nuestra misión, que nos
da respuesta inmediata. Además, nos ayuda a tomar decisiones importantes: elegimos
aquel camino que se encuentra en línea con nuestra misión. Y también nos ayuda a
fijar metas consistentes con nuestro propósito, y que por tanto, nos permitirán ser
felices durante todo el camino hacia su consecución. Por si fuera poco, gracias a
nuestra misión, podemos tomar objetivos que parecen escapar de nuestro propósito,
y reorientarlos o adaptarlos al mismo.
Lo mire como lo mire, disponer de una misión es esencial para sentir en todo
momento que nuestra vida tiene sentido. Una persona sin una clara misión es posible
que emprenda muchos proyectos, y posiblemente tenga muchos éxitos, pero están
desordenados, y no siguen un claro rumbo, por lo cual la persona termina —antes o
después— en un estado de desánimo. Cuando no tenemos misión nos separamos de
nuestra esencia, y de ahí que la palabra desánimo se define como falta de ánimo, y la
R.A.E. define ánimo como «Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad
humana». Nuestra misión nos reconecta con nuestra esencia.
SU DECLARACIÓN DE MISIÓN
Ahora es el momento de determinar su misión, y escribirla en forma de texto —al
que llamamos «declaración de misión»—. Para ello, debe responder a tres preguntas
clave:
1. ¿Quién soy? O dicho de otro modo: ¿cuáles son los talentos que me hacen único?
2. ¿Qué voy a aportar con esos talentos?
3. ¿Para quién?
Las preguntas anteriores son fáciles de plantear, pero no necesariamente sencillas de
responder.
Tome a las personas que han pasado a la historia por sus vidas ejemplares y
exitosas. Todas ellas tienen un denominador común: se vieron impulsadas a
descubrir cuál era su propósito, lo hicieron, y consagraron su vida a dicha misión.
Los grandes líderes que han dejado páginas escritas en la historia de la humanidad
han tenido clara una misión, a la cual se han entregado. Por supuesto, hay misiones
más nobles que otras, pero ese es un tema en el cual no deseo adentrarme. En esta
obra, me refiero siempre a definir una noble misión, que conecte con su espíritu, y no
con su ego.
No tenga duda de que la escuela de la vida tenderá a llevarle hacia ese despertar,
pero mi recomendación es que adopte una actitud mucho más proactiva. No espere a
que ese despertar de la búsqueda llegue para buscar su misión. En su lugar…
¡Búsquela ya!
Empiece por descubrir cuáles son los talentos naturales con los que ha nacido.
Todos los tenemos, y son únicos. Seguro que ha tenido alguna vez momentos en los
que estaba realizando alguna actividad, y el tiempo pareció detenerse. Pasaron
horas, y usted seguía realizando dicha actividad con todo su entusiasmo y
satisfacción. Podría continuar muchas más horas sin dejar de sentir satisfacción. En
esos momentos, es muy fácil que esté realizando una gran inversión de energía, pero
sin embargo, no estará experimentando ningún esfuerzo, y por ello, no se cansa —
todo lo contrario—.
Tome un ejemplo, imagine que usted encuentra que desarrollar software es una tarea
difícil y que le agotaría mucho realizar. Se agota sólo de pensarlo… Sin embargo,
cuando toca música con su guitarra, pasan las horas sin darse cuenta. Sólo existe
usted y su guitarra. Cualquier distracción simplemente no entra en su experiencia.
Usted y su guitarra se funden en un único ser. ¡Es ciertamente una experiencia
meditativa! En este ejemplo, tocar la guitarra, o posiblemente la música en general,
es uno de sus talentos. Si usted intenta dedicar su vida a los ordenadores, antes o
después experimentaría frustración, desánimo, etc. Pero, sin embargo, si da un giro a
su vida, y la orienta alrededor del mundo de la música, quizás tenga ante usted
infinidad de metas a alcanzar, pero en el camino hacia las mismas será inmensamente
feliz, pues lo va a recorrer a través de su pasión por la música y la guitarra.
Seguramente trabajará mucho, pero sin el menor esfuerzo. ¿No es fantástico? Sin
duda, tener claro su propósito es esencial para alcanzar el éxito por la vía de la
felicidad.
LA VISIÓN
Las más prestigiosas empresas de todo el mundo, y en todas las áreas del mercado,
definen también una declaración de visión. Los grandes líderes que han escrito
páginas en la historia de la humanidad, han tenido clara su visión, y se han entregado
en cuerpo y alma a su consecución.
Una empresa con visión sabe a dónde quiere llegar. Pero, para llegar allí, hay
infinidad de posibles caminos, y muchos de ellos llevarían a la empresa hacia sus
objetivos por terrenos no deseados, que provocarían más frustraciones que alegrías.
Si la empresa tiene también una clara misión, entonces avanzará hacia su visión por
un camino correcto, que reportará satisfacciones, además de éxitos.
Los dos elementos anteriores nos dan un guiado de alto nivel, y de gran alcance en
nuestra vida. Son elementos directores, de guiado, de orientación. De hecho, cuando
hablamos de una visión, nos referimos a objetivos a largo plazo. Pero para llegar a
alcanzar esa visión, es necesario seguir una sucesión de logros, de gran importancia,
pero de menor calibre, que nos irán conduciendo hacia esa visión.
Se trata de una serie de logros intermedios, que tienen lugar a medio plazo, y que se
relacionan entre sí, conduciendo hacia esa visión. Éstos se denominan objetivos,
aunque también podemos llamarles hitos (en inglés milestones).
Cada uno de esos objetivos se alcanza a través de una sucesión de metas, a las
cuales se llega a través de tareas o proyectos bien definidos. Podemos decir que
nuestra visión a largo plazo se alcanza a través de la consecución de una serie de
objetivos, a los que se llega a través de la consecución de una serie de metas.
Aquí puede apreciar la diferencia entre visión, objetivos y metas. Nuestra visión se
enfoca a largo plazo. Marca una dirección a seguir. Es general, flexible, positiva, y
no se le asignan fechas concretas.
Los objetivos son más concretos, aunque todavía no es posible asignar fechas
concretas. Sin embargo, al menos se puede realizar una estimación a grandes rasgos.
Los objetivos se concentran en el qué y no en el cómo.
A los objetivos se llega a través de una serie de metas que, ahora sí, son tangibles y
manejables. Son concretas, se pueden asignar fechas, medir el progreso, etc.
Mientras que los objetivos se centran en el qué, las metas se centran ya en el cómo.
La visión marca una dirección, y los objetivos trazan una aproximación del camino a
seguir. Finalmente, las metas definen un camino concreto a recorrer.
DIVIDA Y VENCERÁ
Comience por su visión a largo plazo, luego identifique objetivos a medio plazo, y
finalmente llegue a definir metas a corto plazo(al menos, identifique la siguiente meta
frente a usted). Después, concéntrese en recorrer el camino hacia la siguiente meta.
Cuando la alcance, verá con mayor claridad cuál es la próxima meta, sin perder de
vista sus objetivos a medio plazo, y su visión a largo plazo.
Es muy importante tener una visión personal, es decir, objetivos muy ambiciosos a
largo plazo. Pero después, hay que desdoblar esa visión en objetivos intermedios.
Esto le permiti rá desdoblar el camino hacia su visión como una sucesión de fases
genéricas. De esta forma, cada fase es la sucesión de tareas entre hitos intermedios.
Esas fases no son aún demasiado concretas, pero ya dejan ver al menos un borroso
camino. Eso es mucho más importante de lo que aparenta.
Si es capaz de fijar metas que cumplen con todo lo anterior, entonces ha llegado a un
nivel correcto en su proceso de dividir para vencer.
FIJANDO PLAZOS
Con los hitos intermedios ya podrá fijar un año de consecución con mayor precisión,
y por tanto menor margen de tolerancia. Cuando avanza hacia su próximo hito, puede
ya tener una más clara idea de si va con poco o mucho retraso, y tomar las medidas
apropiadas.
Finalmente, con las metas propiamente dichas, los plazos deben ser mucho más
precisos, y con mucha menor tolerancia. Según el nivel de división al que ha llegado,
puede encontrar adecuado fijar un mes del año o una semana concreta, mientras que
para otras metas más específicas, puede llegar a fijar una fecha concreta con mes, e
incluso día.
En los pasos anteriores las habilidades que más cuentan son las que tienen que ver
con el hemisferio derecho de su cerebro: creatividad, liderazgo, visión, intuición,
etc.
Y puedo decir que una situación muy típica consiste en que, una vez incorporados al
equipo, les he propuesto una serie de metas para comenzar, y les he motivado a
aceptar el reto de alcanzarlas. Se trata de auténticas metas, y por tanto son medibles,
específicas, alcanzables, con un plazo bien definido, y manejables.
Me alegra decir que siempre me han sorprendido por el entusiasmo que han puesto
en completar tales metas, logrando resultados siempre por encima de mis
expectativas, tanto en rapidez como en calidad. Estos jóvenes tienen una gran pasión
por los detalles técnicos, y un gran cúmulo de competencias técnicas que poner en
práctica. Y vienen deseosos de poner en marcha todo lo que saben y generar
resultados útiles. Sea cual sea la tarea —sin importar demasiado a qué proyecto
contribuye, ni en qué forma— ellos son capaces de completarla, porque cada tarea
tiene un objetivo técnico muy concreto, y ellos tienen las competencias para lograr
alcanzarlo. Puedo ponerme en su lugar, puesto que yo un día también experimenté lo
mismo.
Lo interesante es que, tras un cierto número de tareas, algo que ocurre siempre —en
algunos casos antes, y en otros más tarde— es que terminan preguntándose por qué
hacen lo que están haciendo. No les basta con saber que están cumpliendo una meta.
Eso ya no es suficiente motivación. Para mantenerse motivados, necesitan saber por
qué es útil el trabajo que están realizando. Como todos los seres humanos, para ser
felices, necesitan saber por qué hacen lo que hacen… Saben que están trabajando en
un proyecto de gran envergadura, pero todavía no entienden cómo su trabajo está
contribuyendo a dicho proyecto. Es normal, y a mí también me ocurrió en su día. Y
nos ocurre a todas las personas en todos los ámbitos de la vida. Necesitamos
entender la razón de ser de lo que hacemos cada día. Y como aprendió anteriormente
en este capítulo, es ahí donde la declaración de misión personal toma un papel
imprescindible.
En nuestra vida ocurre igual. Cuando dejamos de entender la razón de ser de las
cosas que hacemos, nos sentimos desanimados. Cuando recobramos la conexión con
la misión, entendemos de nuevo el por qué y el para qué de lo que hacemos, y
entonces recobramos la conexión con la felicidad.
CAPÍTULO 4
LLUVIAS DE IDEAS
LA IMPORTANCIA DE LA CREATIVIDAD
Incluso en las fases más detalladas, como por ejemplo durante las pruebas, es
necesaria la creatividad. A menudo ocurre que un test no funciona, y es necesario
comprender lo que ha fallado, identificar soluciones preliminares, un plan de
resolución, etc.
En el ciclo de vida de un proyecto de ingeniería —especialmente si es de gran
envergadura— siempre existe la posibilidad de que aparezcan sorpresas, y sea
necesario encontrar soluciones creativas, a veces en periodos de tiempo muy
limitados.
Es ahí donde entra en juego un proceso muy importante, al que se suele llamar
brainstorming o tormenta de cerebros, pero que yo prefiero llamar lluvia de ideas.
Como aprenderá más adelante, es un proceso también muy poderoso en el campo de
nuestro autodiseño personal.
Ahora bien, por otro lado, a todo el mundo le gusta la satisfacción que se
experimenta al aportar buenas ideas.
Por ello, sin lugar a dudas, es mucho más agradable, motivador, y positivo pensar en
que nuestra mente vuelque una lluvia de ideas, antes que imaginar una tormenta
cerebral… En resumen, el verdadero objetivo no es crear tormentas, sino obtener
buenas ideas, en la mayor cantidad posible. De ahí que prefiera llamarlo lluvia de
ideas.
Existen diversas variantes de brainstorming, que han probado dar buenos
resultados. Pero hay una interpretación que he encontrado en muchas ocasiones y que
está lejos de ser la correcta. Precisamente por ese negativo y tormentoso nombre,
algunas personas confunden el verdadero propósito de una lluvia de ideas, y piensan
que consiste en encerrarse en una habitación y no salir de allí hasta que se haya
encontrado una buena idea.
Eso sí que es una auténtica tormenta de cerebros, porque lo que se suele conseguir
como resultado es un conjunto de cerebros atormentados, y menos ideas de las que se
podrían lograr. Debo decir que, en determinadas situaciones, no existe otra mejor
opción. Pero, en la mayoría de casos, se puede optar por alternativas mejores.
Las más conocidas variantes de brainstorming tienen algo en común: juntar a
personas en una sala, y se les fuerza a generar ideas en un determinado tiempo. Cada
variante tiene sus pros y sus contras. Se suele llegar a buenos resultados, pero nunca
son realmente óptimos, precisamente por forzar a generar ideas de esa manera.
La razón es muy simple: la creatividad no funciona así. Por un lado, es cierto que,
ante situaciones que conllevan un cierto nivel de tensión, las ideas afloran más
rápido. Por ejemplo, cuando se prepara una conferencia en la cual se van a recibir
cuestiones de un comité de expertos, eso suele generar miedo. Como todos los
miedos, suele ser infundado, ya que nadie puede saber más que uno mismo de un
tema en que uno ha trabajado durante mucho tiempo. Lo normal es intentar anticipar
las preguntas que los expertos podrían realizar, y siempre existe el miedo ante alguna
pregunta imprevista, para la cual la mente se quede «en blanco». Y, a menudo,
durante la conferencia, surgen preguntas inesperadas, y el ponente se asombra a sí
mismo generando respuestas muy creativas, que jamás habría creído ser capaz de
proporcionar en un clima tan tenso. Y es precisamente por esa tensión que se generan
ideas más rápido y mejor.
Pero, por otro lado, no es lo más conveniente crear climas de tensión para fomentar
la creatividad. Es contraproducente en diversos aspectos.
Y, finalmente, no hay que olvidar que la creatividad no es un interruptor que se
puede activar y desactivar cuando uno lo desea.. A menudo un ingeniero tiene las
mejores ideas cuando no está en la sala de reuniones, e incluso ni siquiera en la
oficina.
Tal como nos enseña la ley del efecto contrario de Emile Coué, el mero hecho de
obligarnos a generar ideas se convierte en una barrera que impide obtener ideas…
Intentamos forzar conscientemente un proceso que requiere la conexión con nuestra
mente subconsciente. Así, lo consciente se transforma en una barrera para lo
subconsciente. Después, en el momento menos esperado, cuando estamos en otra
situación diferente y nuestra mente se encuentra más relajada y concentrada,
aparecen las ideas.
Incluso si se pide a los participantes que digan sin miedo todo lo que se les pase por
la cabeza, el resultado no es óptimo tampoco. Algunos participantes no se encuentran
suficientemente inspirados. Otros no pueden evitar ciertas resistencias, como el
miedo a ser juzgado de incompetente por decir algo incorrecto, etc. Y a esto se
podrían añadir otro etcétera de casos posibles.
Siempre se dice que en un buen brainstorming es necesario no juzgar, y aceptar toda
idea, por disparatada que parezca. Precisamente las ideas más disparatadas son las
que dan lugar a los resultados creativos más brillantes. Sin embargo, esto no siempre
se cumple. A veces, quien dirige la sesión —e incluso otros participantes— juzga
las ideas. Y es muy fácil que la persona que recibe esos juicios piense que se le está
juzgando a él o ella. Esto ocurre porque todos tenemos un ego. Es una situación que
he podido experimentar en infinidad de estas sesiones, en distintas organizaciones y
distintos campos de trabajo. Y es un error actuar así.
Además, hay personas que no se sienten cómodas trabajando así, incluso si se les
promete que no se va a juzgar nada de lo que digan e incluso si, verdaderamente, no
se les juzga. No hay ninguna duda sobre la utilidad del brainstorming, pero es
necesario reconocer que hay personas muy creativas que no trabajan a gusto de esa
forma, y es una pena perder ese potencial.
Otra cosa que ocurre a veces es que suele haber una persona que viene con las ideas
ya preparadas. Esa persona suele ser quien lidera la sesión o influye en la misma. Al
final, la idea generada es muy parecida a la que dicha persona traía de casa…
¿Casualidad? En realidad, no. Esa persona tiene las mejores ideas porque ha sido
quien se ha planteado las preguntas a resolver, y ha estado bastante tiempo pensando
en ello. Ha tenido suficiente tiempo para experimentar momentos de inspiración. Le
ha dejado suficiente tiempo a su subconsciente para trabajar en su favor. Así que
llega con muchas respuestas ya preparadas en su mente. Algunas de estas personas
tienden entonces a condicionar la lluvia de ideas —e incluso manipular— para que
las conclusiones sean ésas que ya trajo en mente. No digo que siempre sea así, nada
más lejos, pero es algo que ocurre, y es necesario admitirlo.
Incluso algunas veces el conductor de la sesión no es consciente de que la está
condicionando con las respuestas que se trajo de casa.
En otro extremo, he visto también algunos casos muy claros, donde el conductor de
la sesión ha humillado a todo aquél que proponía alguna idea que se alejara de lo
que ya tenía preparado en mente.
Llegar con ideas ya generadas a una de estas sesiones no me parece nada malo.
Incluso es muy útil dar una serie de ideas generales a todos los participantes para
marcar un rumbo a seguir y canalizar la generación de ideas. Pero lo que sí me
parece mal es que sea sólo un participante quien traiga ideas preparadas, y los
demás sean forzados a generarlas en el momento. ¿Acaso no es más útil que todos
los participantes vengan con ideas que proponer?
Y esto último refleja lo que considero una auténtica lluvia de ideas efectiva, y que le
voy a exponer a continuación. Es una combinación que toma lo mejor de esas
sesiones de creatividad forzada con lo mejor de la creatividad natural que fluye de
un ser humano. La he aprendido, la he visto aplicar, y la he aplicado con éxito desde
hace años.
Se trata de hacer llegar de antemano a los participantes las preguntas clave que se
van a intentar responder, e invitarles a recolectar sus propias ideas. Esa lista de
preguntas es una herramienta esencial, que centra la mente, y pasa al subconsciente
las órdenes oportunas. Con un número de preguntas claras, bien formuladas, y en
suficiente número, el subconsciente se pondrá a trabajar para nosotros en la
dirección que le indiquemos. Se deja entonces un tiempo razonable —que depende
de cada caso— para que los participantes puedan ir generando sus ideas. Ésa es la
verdadera lluvia de ideas. Después, llega el día de la sesión creativa, y cada
participante llega con su lista de ideas a aportar. La verdadera lluvia de ideas ocurre
dentro de la mente de cada participante. Después se trata de llevar las ideas
obtenidas y ponerlas en común con los demás participantes. Es como si cada
participante llenara un cuenco con su lluvia de ideas, y después lo volcara en un
cuenco más grande donde se juntaría toda la lluvia recogida. Siguiendo el proceso de
brainstorming forzado, a menudo se logra un cuenco con algo de lluvia, pero al
mismo tiempo, mil rayos en las mentes de los participantes, lo cual no es nada
óptimo.
Con esta forma de enfocar la lluvia de ideas, el proceso conlleva algo más de
tiempo, pero se consiguen mejores resultados con menor fatiga. El proceso conlleva
una gran energía a lo largo de un periodo de tiempo. Pero se trata de energía
empleada de forma natural, sin tratar de forzar procesos que no se pueden forzar. Por
tanto, se trata de mucha energía, pero no de mucho esfuerzo. Algunas veces incluso
se organiza una segunda lluvia de ideas más tarde para llegar a un resultado creativo
todavía más preciso. Los participantes disfrutan, y no sufren tormento alguno. El
papel del conductor de la sesión es esencial para asegurar que se sigue un rumbo
correcto, y para provocar (sin manipular) la generación de ideas.
Me gustaría remarcar que el mensaje principal de este capítulo no es decirle que el
brainstorming no es útil. Todo lo contrario, es extremadamente útil, y hay muchas
formas de enfocarlo. Cada una tiene sus pros y sus contras. Según sea el propósito,
la técnica correcta a aplicar será una u otra.
Mi experiencia personal me ha enseñado que, en la gran mayoría de casos, la forma
óptima de hacer brainstorming es la que he introducido en las anteriores líneas, que
me gusta llamar lluvia de ideas. Hay excepciones, como por ejemplo el caso de tener
que resolver una situación muy crítica, bajo una gran presión de tiempo. En ese caso,
la sesión tendría que enfocarse de un modo distinto y más bien dentro del campo de
las sesiones de creatividad forzada.
Veamos ahora cómo trasladar esta importante herramienta al campo del autodiseño
personal.
Como ya sabe, hay multitud de técnicas para el brainstorming, pero algo común a
todas ellas es la existencia de un proceso de recolección de ideas. Puede hacerse en
una pizarra, en libretas, en notitas autoadhesivas, etc. Pero siempre existe ese
proceso, ese «cuenco» para recoger la lluvia de ideas. Le propongo hacerse usted
con su propio «cuenco». Esa herramienta la va a constituir un elemento muy
poderoso: una libreta dedicada a la lluvia de ideas.
Anote esas preguntas que le ayudarán a definir su misión en la libreta, y para cada
cuestión, deje espacio para recopilar las ideas que se le ocurran como respuesta. Le
recomiendo dejar varias páginas para cada cuestión.
Lea las preguntas cada día —mi recomendación es hacerlo al comenzar la jornada—
y si se le ocurre alguna respuesta, anótela de inmediato. Si no se le ocurre nada,
déjelo estar. Vuelva a sus otras tareas cotidianas. Deje espacio a su mente
subconsciente, que ya se habrá puesto a trabajar para usted. Cuando menos lo espere,
aflorarán las respuestas. Tenga siempre cerca su libreta para anotar las ideas, que
irán apareciendo —eso jamás lo dude—. Convierta su libreta en una de sus mejores
amigas. En cuanto aparezcan ideas… ¡No deje pasar un segundo! Anote sus ideas.
No es necesario extenderse mucho, basta con que apunte las palabras clave que
considere más significativas. También puede incluir dibujos, garabatos, etc.
Quizás al anotar algo no entienda nada. Pero recuerde que nuestro subconsciente nos
envía mensajes simbólicos. A veces no son claros por sí solos, pero al ir atándolos
con otros empieza a tejerse un claro mensaje. Un garabato puede parecer sin sentido,
pero quizás más tarde empiece a atar cabos. No desprecie ninguna información
aunque parezca carecer de sentido. Si una palabra le ronda la mente, anótela.
Es posible que ya parta de una idea predefinida de lo que desea encontrar. Pero, aun
así, mantenga una mentalidad abierta. Tenga claro que su idea preliminar es
posiblemente muy buena, pero puede incluso mejorarla más. Deje la puerta abierta
para ello.
Como ahora sabe, los ingenieros no sólo aplican las lluvias de ideas en las fases
iniciales de diseño de un proyecto. De hecho, la lluvia de ideas es una herramienta
de gran importancia a lo largo de todo el ciclo de vida de un proyecto. Los
problemas inesperados que requieren soluciones creativas pueden surgir en
cualquier momento (producción, ensamblaje, validación, operación, mantenimiento,
etc.). En todos esos momentos, las reuniones de brainstorming —en algunos casos
bajo presión— son esenciales.
PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA
SER CONSCIENTES DE LA SITUACIÓN Y MEJORARLA
¿Y qué implica mejorar? ¡Buena pregunta, sobre todo si los beneficios dependen de
ello! Para mejorar, una empresa debe aceptar dos hechos básicos.
Para comenzar, debe aceptar que se mueve en un entorno cambiante y que la empresa
no puede controlar. Hay un mercado, hay empresas con las que se compite, ocurren
acontecimientos externos, etc. Si no se adapta al cambio, la empresa no mejora, todo
lo contrario… En los tiempos que corren, una empresa de éxito necesariamente
acepta que el entorno cambia constantemente, y está preparada para adaptarse al
cambio y seguir avanzando.
En segundo lugar, es necesario aceptar que ninguna empresa es perfecta. Siempre hay
algo que mejorar. Toda empresa tiene puntos fuertes y puntos débiles. Y mejorar
significa eliminar las actuales debilidades, evitar que aparezcan nuevas debilidades,
mejorar todavía más los actuales puntos fuertes, y crear nuevos puntos fuertes. Este
ejercicio de ver las cosas como son es esencial. Si una empresa se considera
perfecta, no hará nada por progresar, y en un entorno tan cambiante, sufrirá las
consecuencias. Tampoco puede progresar una empresa que piensa que lo hace todo
muy mal, y mejorar es algo que queda muy lejos.
EL DAFO
El objetivo de este capítulo no es entrar en todos los detalles del DAFO aplicado a
la empresa, para lo cual haría falta una mayor extensión. Sin embargo, se puede dar
una explicación resumida y sencilla de entender, que al mismo tiempo aporte lo
suficiente para llevar esta poderosa herramienta al campo del crecimiento personal.
En esta sección aprenderá cómo funciona dicha herramienta en el campo de la
empresa, y con lo aprendido, la siguiente sección dará el salto al autodiseño
personal.
Con estos elementos se construye lo que se llama una «matriz DAFO». Se divide una
hoja en cuatro cuadrantes, correspondientes a las debilidades, amenazas, fortalezas y
oportunidades, respectivamente. Esto queda reflejado en la siguiente figura.
FORTALEZAS DEBILIDADES
OPORTUNIDADES AMENAZAS
El análisis de la matriz DAFO conduce a estos cuatro resultados, que constituyen una
poderosa herramienta para conocer la situación de la empresa, y cómo mejorarla.
Tal como aprendemos mediante la ley de la atracción, la realidad que atraemos ahí
fuera en nuestra vida, se corresponde con la realidad que creamos primeramente en
nuestro interior. Como expliqué en mi libro «La ley de la autocreación», cualquier
pequeño cambio positivo en nuestra mente se amplificará como un gran cambio
positivo en nuestra vida. Y ocurre lo correspondiente cuando los cambios son
negativos. Así que nuestro universo externo es un reflejo de nuestro universo interno.
A este se le añaden hechos externos que no están bajo nuestro control, pero son los
menos en comparación con la parte que refleja lo que sí podemos controlar.
Así que, en muy elevada medida, nuestra realidad externa la creamos a través de
nuestro universo interior. Pero, sin embargo, no debemos olvidar que existe un
margen para aquello externo que no podemos controlar, y a menudo tampoco siquiera
anticipar.
Un conocido principio dice que la vida es un 10% de lo que nos ocurre, y un 90% de
lo que hacemos al respecto. Podemos decir, entonces, que ese 90% se corresponde
con lo que creamos interiormente, que podemos controlar, y por tanto tiene mucho
que ver con esa batalla interior entre fortalezas y debilidades. Por otro lado, el 10%
restante corresponde a todo lo que se escapa de nuestro control, y que acontece
exteriormente.
LA IMPORTANCIA DE LA PROACTIVIDAD
Lo comentado anteriormente sobre el 10% y el 90% puede ser utilizado positiva o
negativamente. En efecto, si empleamos ese 90% para crear nuestra vida ideal,
podremos llegar a gestionar oportunamente el otro 10%, y tener una vida feliz. Ese
comportamiento se denomina proactivo.
Sin embargo, hay muchas personas que utilizan el 90% para quejarse del otro 10%.
O simplemente, usan el 90% para esperar que el otro 10% —que no pueden
controlar— les entregue mágicamente lo que tanto desean, sin hacer nada por
lograrlo. Esa conducta se denomina reactiva.
Comparemos nuestra vida con un coche. Las personas proactivas saben que un coche
no conduce sólo. Saben que para llegar al destino deseado, hay que tomar el volante,
y por tanto tomar la responsabilidad de conducir el vehículo. Saben que existe un
cierto margen de riesgo ahí fuera en la carretera, donde a veces hay accidentes. Pero
ese riesgo está controlado, es asumible, y toman la responsabilidad de conducir el
coche. La probabilidad de llegar a su destino es ciertamente muy elevada. Si, por
alguna de aquellas, tienen algún imprevisto, no derrumban su vida por ello.
Simplemente saben que existía una mínima probabilidad, y ha sucedido, y aprenden
una lección para el futuro, reduciendo todavía más el riesgo de imprevistos.
Las personas reactivas sueltan el volante, y esperan que el coche les lleve a su
destino deseado. Pero, claro está, lo más probable es que el coche se estrelle antes o
después, ya que no hay conductor. Cuando eso ocurre, dichas personas maldicen su
suerte, o piensan que el destino les ha traicionado, que la vida les trata mal, etc. En
definitiva, pasan la vida sufriendo, primero esperando para ver si llega mágicamente
lo que tanto desean, y después porque ven que no llega… Alguna vez ocurre la
mínima probabilidad de que el coche caiga en el lugar deseado después de soltar el
volante. Las probabilidades son mínimas, pero puede suceder alguna vez. Les ha
tocado la lotería. En esos casos, son felices. Algún tiempo después —usualmente
poco— ya están pidiendo un nuevo deseo, y como esa remota probabilidad no
vuelve a darse, entonces vuelven a sufrir. En resumen, las personas reactivas
siempre sufren, salvo quizás en breves y puntuales periodos de tiempo.
Para ilustrarlo de otro modo, una persona proactiva que quiere cerezas planta un
cerezo. La persona reactiva planta semillas de amapola esperando que salga un
cerezo, y cuando ve las amapolas, maldice su suerte. La persona proactiva actúa
para lograr lo que se propone. La persona reactiva simplemente espera a que ocurra
mágicamente.
Lo anterior es más serio de lo que parece, porque es el caso que más predomina. Un
porcentaje muy considerable de personas tienen una conducta reactiva, y un
porcentaje reducido corresponde a las personas con actitud proactiva. Y es por ello
que hay un elevado porcentaje de personas que dicen fracasar, y un porcentaje
reducido de personas que alcanzan sus metas.
La planificación estratégica en su autodiseño personal es muy poderosa, pues el
hecho de construir su DAFO denota una conducta proactiva. Al tomar esa decisión,
está decidiendo tomar el control del volante. Al construir nuestro DAFO, tomaremos
un gran control de nuestra vida. Eso nos permitirá manejarnos mucho mejor en
nuestro entorno, y poder avanzar hacia nuestras metas incluso ante muy diversas
adversidades. Y el margen para lo imprevisto quedara mucho más reducido y mejor
controlado.
CONSTRUYA SU DAFO
Identifique las oportunidades que se abren ante usted. Antes comentaba que su
universo interior se refleja ahí fuera como un universo exterior. Y esto incluye que,
ahí fuera, van a aparecer diversas sincronicidades o señales, que abrirán
oportunidades ante usted. Manténgase a la expectativa. Viva en el momento presente.
Si conecta con el ahora, y deja de tener su mente constantemente en el pasado o en el
futuro, empezará a percibir estas señales con mayor claridad. Estará más conectado
con el universo. Formará parte de su plan para ayudarle a lograr sus metas. Usted
será parte de la solución, y no se convertirá en un obstáculo. Empezará a vislumbrar
caminos ante usted que le conducirán hacia su meta. Sea consciente de esas
oportunidades y anótelas en su matriz DAFO.
Identifique también las amenazas externas que puedan existir. Éstas son resistencias
externas, que se oponen a su progreso. Por ejemplo, es posible que usted haya
compartido sus proyectos con otra persona, y esa persona se haya propuesto frenarle
para que no alcance sus metas. Es un posible ejemplo de oposición externa a anotar.
Ante las resistencias externas recuerde siempre que son un hecho, están ahí, no vale
la pena negar la realidad. Acepte que están ahí, pero no se resigne. Recuerde que
ahora, en el momento presente, usted y sólo usted tiene el poder de decidir cómo
quiere pensar, y está en sus manos tomar una decisión u otra. Su futuro depende en
menor grado de esas resistencias externas que de su actitud interna. No permita que
su barco sea conducido por el capitán de otro barco. Recuerde que el capitán de su
barco es usted y sólo usted. Ahí fuera hay más barcos, cada cual con su capitán.
Tampoco puede controlar los vientos ni las olas… Pero sí puede controlar su barco.
Su plan debe incluir una lista de metas, siguiendo las pautas que aprendió en el
capítulo tercero de este libro. Esas metas deben llevarle hacia construir sobre sus
potencialidades, eliminar limitaciones, gestionar riesgos y aceptar los desafíos.
Mi consejo es que, cada año, fije una fecha para revisar su plan estratégico. Se trata
de analizar su estado de progreso con respecto a las metas que se marcó en su plan
estratégico. Es el momento de revisitar su matriz DAFO, y como resultado, actualizar
su plan estratégico para el año siguiente.
Es por ello que le animo de todo corazón a que aplique la planificación estratégica
en su vida. Puede aplicarla en varios campos a la vez, de hecho, es recomendable.
Hay infinidad de campos en los que puede realizarlo, por ejemplo, el trabajo, los
estudios, el deporte, etc. En todos los ámbitos de nuestra vida están nuestras
cualidades interiores expuestas a factores externos, y por tanto el DAFO es de gran
ayuda. También se puede hacer de forma colectiva, por ejemplo, a nivel familiar, en
un equipo de futbol, etc. Junto a mi familia, hemos aplicado esta técnica en varios
ámbitos, y los resultados han sido tan positivos que nunca hemos dejado de
utilizarla.
Se trata de una herramienta que está ahí para ayudarle, y el esfuerzo de adoptarla en
su vida es algo que le reportará grandes progresos… ¡que luego no querrá
abandonar!
Los proyectos de ingeniería, mirados desde los detalles, suelen ser complejos. Tan
complejos, que parece imposible que la mente humana pueda llegar a
comprenderlos. Cuando era un niño, acompañaba a mi padre mientras reparaba
televisores de muy diversas marcas. Tenía una colección de libros con los esquemas
eléctricos de infinidad de fabricantes y modelos de televisores. Cuando tomaba
cualquiera de esos esquemas, pensaba que habría que tener un cerebro superdotado
para ser capaz de entender que es lo que hacía todo ese conjunto de resistencias,
transistores, chips, y otros componentes, interconectados entre sí por un laberinto de
caminos eléctricos… Gracias a mi padre, desde muy temprana edad, yo tenía una
idea general acerca del propósito y funcionamiento de una resistencia, un
condensador, un transistor, etc. Pero cuando veía esos componentes electrónicos
unidos entre sí de forma tan compleja, era incapaz de entender nada.
Años más tarde, ya como ingeniero, descubrí que nadie es capaz de entender esos
esquemas, a menos que consiga formar agrupaciones de componentes que cumplen
una función especifica, para luego entender cómo esos grupos se relacionan entre sí.
Entender un circuito era posible, sin duda. Pero para entender aquellos complejos
esquemas, era necesario comprender la noción de sistema. Lo que antes aparentaba
ser una infinidad de componentes interconectados sin sentido, empezaba a tener un
poco de lógica. Podía ver un esquema e imaginar que una zona del mismo
correspondía con un amplificador, la otra con un circuito de barrido, etc.
Cuando sólo tenía ocho años, mi padre tuvo la excelente idea de comprar un
ordenador personal. En los tiempos que corren, ese ordenador nos parecería de
broma. Sólo contaba con 2 Kilobytes de memoria RAM —lo cual es medio millón
de veces menos que la memoria RAM que tiene el ordenador con el que escribo
estas líneas—. Mi padre y yo nos sentábamos a aprender a programar en lenguaje
BASIC —un lenguaje de programación de computadoras de propósito general
orientado a principiantes, pero que logró llegar bien lejos, y que sigue utilizándose
—.
Pero pasó el tiempo y empecé a entender que con los programas de ordenador tenía
que aplicar la misma estrategia que seguí con los esquemas de televisores. Tenía que
ser capaz de agrupar esas líneas de programa en subrutinas, funciones, módulos, etc.,
que cumplían con una misión concreta. Las diferentes componentes se
interconectaban entre sí, dando lugar a la funcionalidad del programa de ordenador.
Así, por dar una ilustración, lo que podían parecer 500 líneas incomprensibles de
código fuente, se podían convertir en cinco sub-programas de 100 líneas cada uno,
con funciones específicas. Más tarde fui descubriendo nuevos paradigmas de
programación, como la orientación a objetos, orientación a aspectos, etc. Y en todos
los casos, el concepto de sistema estaba bien presente.
Al hacer lo anterior, decimos que hemos subido a un nivel de abstracción más alto.
Hemos tomado componentes básicos, y los hemos ido agrupando en componentes de
alto nivel. Quizás, al hacerlo, todavía vemos demasiados componentes. Sin duda,
podemos volver a hacer una agrupación de componentes entre sí, subiendo a un nivel
todavía mayor. Podemos ir subiendo de nivel varias veces, y en algún momento,
vamos a llegar a una comprensión mucho más sencilla del sistema.
Después de reparar los componentes que no funcionaban dentro del sistema ABS, la
forma estricta de proceder consiste en ir subiendo hacia arriba nivel a nivel, y
haciendo pruebas. Habrá que probar primero que dichos componentes funcionan bien
y se han integrado bien. Entonces se sube a un nivel mayor de abstracción, probando
que el sistema ABS funciona (por separado). Después se sube a un nivel más arriba,
y se prueba que el sistema de frenado funciona. Y después se toma el coche, se da
una vuelta, y se prueba que frena bien, llegando al mayor nivel de abstracción
posible (el coche).
Los niveles de abstracción son tan importantes, que deseo asegurarme de haberlos
explicado correctamente. Por ello, no puedo evitar ponerle otro ejemplo,
relacionado con algo que todos conocemos: el cuerpo humano.
Al abordar un diseño de ingeniería, la lógica nos dicta que se debería comenzar por
el nivel de abstracción mayor, e ir descendiendo hacia abajo. Y es cierto, aunque no
suficiente. Como aprenderá en esta sección, los ingenieros deben trabajar
moviéndose en ambas direcciones —hacia arriba y hacia abajo— para realizar su
trabajo.
Tomar como punto de partida el nivel de abstracción más alto y descender hacia
abajo tiene toda su lógica, puesto que estamos hablando de un nivel de abstracción
general, y por tanto más cercano a nuestra comprensión. ¡Como puede ver, en
ingeniería, la casa suele comenzar por el tejado!
Cuando tenemos claro el diseño a ese nivel, podemos ir descendiendo hacia abajo,
abordando niveles de abstracción más bajos. Tomamos cada componente de alto
nivel, y lo diseñamos internamente.
Por ejemplo, imagine que tiene que diseñar un sistema cuyo propósito es detectar
vertidos contaminantes en el agua de un río y generar alarmas oportunamente. De ese
propósito, se puede pasar a un objetivo de alto nivel: realizar el análisis de
parámetros químicos sobre una muestra de agua para detectar la presencia de
vertidos contaminantes. Si entramos (todavía a alto nivel) en el terreno del cómo,
podríamos pensar en un sistema que hiciera cinco cosas:
1. Tomar agua.
2. Analizar químicamente el agua.
3. Emitir alarmas en caso de detectar vertidos contaminantes.
4. En caso de detectar agua contaminada, tomar una muestra y etiquetarla.
5. Expulsar el agua.
Como puede ver, todavía estamos pensando a alto nivel. Tan sólo tenemos cinco
componentes en nuestro diseño, y responden de forma muy directa a la forma de
funcionar que debería tener el sistema, tal como nos lo dicta la lógica. No hay duda
de que un diseño de alto nivel está muy cercano al entendimiento humano. Como
punto interesante a remarcar, en este nivel de abstracción tan alto, no hablamos de
soluciones, sino de conceptos. No hablamos del cómo sino del qué. Hemos
identificado cinco componentes cumpliendo unas ciertas funciones, pero dichos
componentes aún no tienen forma.
Después, podemos ir un poco más hacia abajo. Cada uno de los subcomponentes se
descompone en nuevos subcomponentes. Por ejemplo, se elegiría el tipo de bomba
de agua a emplear y sus especificaciones. Se diseñaría cada una de las sondas
químicas, determinando sus especificaciones. Y así con todos los componentes. En
estos últimos movimientos hacia abajo, ya estamos lejos de los dominios del qué y
estamos de lleno en el terreno del cómo. Se necesitan, por tanto, conocimientos
especializados para abordar cada componente.
El diseño sigue hacia abajo hasta llegar a los mismísimos componentes reales. Allí
ya vemos resistencias, transistores, chips, líneas de código, etc. Todo formando un
complejo sistema interconectado entre sí. Ése es un nivel de abstracción muy bajo, y
por tanto nos resulta difícil —si no imposible— comprenderlo. Sin embargo, si
ascendemos en ese diseño hacia arriba, empezamos a comprenderlo todo. Ahí reside
la magia de diseñar hacia arriba y hacia abajo.
Tras el diseño hacia abajo, aquí viene un punto muy interesante. A ese camino tan
lógico de descenso hacia menores niveles de abstracción, se le complementa en todo
momento —ya desde el punto de partida— con un diseño hacia arriba. En otras
palabras, es muy conveniente realizar el ejercicio de anticipar la solución, incluso
cuando el diseño se encuentra en los más elevados niveles de abstracción, donde
todavía se manejan conceptos y no soluciones.
Y el diseño hacia arriba es necesario también para realizar las pruebas. Cuando el
sistema se construye, hay que probarlo, y las pruebas se realizan en el sentido
contrario al diseño. Diseñamos hacia abajo, y probamos hacia arriba. Comenzamos
por probar los componentes de más bajo nivel, y después verificar que interaccionan
correctamente entre sí. Por ejemplo, comprobaríamos que los sensores, chips,
transistores, y otros componentes de una sonda de medida interactúan correctamente
según lo esperado (no es necesario probarlos por separado, ya que vienen probados
de fábrica, y en algún nivel hay que poner el límite de profundidad hasta el que
vamos a probar). Después subimos un nivel hacia arriba, y vemos que cada
componente cumple la función esperada. Por ejemplo, probamos que la sonda de pH
realiza las mediciones correctamente y cumple con sus requisitos de diseño. Y eso
para cada uno de los componentes en este nivel.
Después, se prueba que todos los componentes de este nivel (diferentes sondas,
bomba, computadora, etc.) interactúan correctamente entre sí. Y volvemos a subir un
nivel hacia arriba, probando que cada grupo de componentes (los cinco definidos
antes: toma de agua, medición química, etc.) realiza correctamente su función,
cumpliendo con los requisitos impuestos en su diseño.
A la hora de resolver problemas con el sistema, no sólo nos movemos hacia arriba,
sino también hacia abajo. A menudo, al analizar el problema, se puede dar con el
componente de alto nivel donde reside el fallo. Después, se desciende al nivel
siguiente, y se encuentra el subcomponente que produce el fallo. Y así se sigue
descendiendo hasta dar con el componente o componentes concretos a reparar. Y
luego se prueba hacia arriba, tal y como se ha explicado anteriormente.
También a la hora de realizar evoluciones del sistema, es necesario moverse en
ambas direcciones. Si la evolución se sitúa en un determinado nivel de abstracción,
se tratará después de descender para diseñarla, y luego ascender para probarla, hasta
llegar al sistema completo.
Podemos concluir de lo explicado hasta ahora que los ingenieros trabajan por
niveles de abstracción, y lo hacen «navegando» entre niveles tanto hacia arriba como
hacia abajo.
Le recomiendo utilizar su libreta para ello. Como ya puede ver, contar con una
libreta de autodiseño personal es muy importante. ¡Tan importante, que en capítulos
posteriores insistiré de nuevo en este aspecto!
Trabajar en las dos direcciones es muy poderoso. Al partir de arriba hacia abajo,
nos aseguramos de que nuestros proyectos van a servir a nuestro propósito y
conducirnos hacia nuestra visión. Y al trabajar hacia arriba, optimizamos el camino,
maximizamos la reutilización de nuestros conocimientos y generamos mejores ideas.
Además iremos viendo luz donde había oscuridad. Las partes borrosas del cómo que
todavía no tenemos claras, pueden ir tomando forma gracias a ese diseño hacia
arriba. Es muy fácil que al diseñar hacia abajo, encontremos muchos «huecos », es
decir, partes del camino hacia nuestra visión que aún no tenemos claro cómo van a
realizarse. Al diseñar hacia arriba, varios de esos huecos irán rellenándose.
En esta sección deseo mostrarle algunos ejemplos que ilustran cómo los niveles de
abstracción se encuentran también involucrados en las comunicaciones entre
personas. Voy a tomar los ejemplos del mundo de la ingeniería, y usted podrá
aplicarlos después a cualquier campo de su vida.
En ingeniería, los ingenieros que ocupan cargos de liderazgo se comunican ante todo
en el nivel más conceptual, de mayor nivel de abstracción. Les interesa la
información general, presentada de forma sintética, muy resumida. No tienen tiempo
y quieren obtener respuestas completas, a la vez que directas y breves. Sin embargo,
cuando consultan a los ingenieros más técnicos, suele ocurrir que éstos últimos
comienzan a hablar a nivel general, pero no tardan mucho —a veces nada— en dar
un salto hacia las profundidades técnicas, entrando en todo tipo de detalles. Esto
último es completamente comprensible: una persona que pasa gran parte del tiempo
manejando detalles técnicos, tiene tendencia natural a dar ese salto hacia el detalle,
lo cual es completamente normal.
En esa situación, generalmente, el ingeniero jefe pide al ingeniero técnico que vuelva
de nuevo hacia un mayor nivel de abstracción, lo cual no siempre resulta fácil para
una persona que trabaja frecuentemente inmersa en los detalles.
También se da el caso de ingenieros que han desarrollado durante largo tiempo una
carrera muy técnica, y pasan de repente a ocupar un cargo de liderazgo, sin disponer
de conocimientos en dicha área. Todavía piensan demasiado con el cerebro
izquierdo, y están hambrientos de detalles. No han desarrollado todavía las
importantes capacidades para el liderazgo, que se corresponden más bien con el
hemisferio cerebral derecho. Estos ingenieros suelen caer en diversos errores,
siendo uno de los más graves el de no saber delegar, y querer controlar todos los
detalles. Deberían mantener su trabajo en un nivel de abstracción más elevado, y sin
embargo, dan el salto hacia un bajo nivel de abstracción. A esto se le llama micro
gestión o micromanagement, y constituye una autentica patología de la gestión, con
consecuencias negativas.
En las lluvias de ideas, los saltos repentinos hacia el detalle no siempre ayudan.
Cuando se está intentando encontrar ideas, por ejemplo para resolver un problema,
lo correcto es primero encontrar el qué, moviéndose en el nivel de los conceptos.
Cuando la solución está clara a nivel conceptual, entonces ya se tiene claro el qué, y
se puede entrar a estudiar el cómo en segundo término.
Pero si se comienza por el nivel del cómo, a menudo es difícil encontrar una buena
solución al problema, puesto que se ha perdido por completo la visión general del
mismo. Y a veces se encuentra una solución, pero muchas veces resulta no ser la más
adecuada.
Si estamos perdidos en una gran ciudad y sólo vemos una calle, resulta muy difícil
guiarse hacia donde queremos ir. ¡Apenas tenemos para empezar! Sin embargo, si
nos facilitan una foto aérea o un mapa, tenemos una visión general del terreno, y
desde ahí podremos trazar un camino (una solución) adecuado. Sin el mapa quizás
podríamos ir probando calles, y algún día llegar al destino…Pero difícilmente lo
haríamos por el camino más rápido. Este ejemplo ilustra la importancia de comenzar
de arriba hacia abajo, reafirmando algo en lo que han insistido las anteriores
secciones de este capítulo.
Y ocurre a veces en las lluvias de ideas que los participantes intentan moverse en el
nivel más general, y de repente, hay alguien muy técnico que desciende de inmediato
al nivel más bajo. En lugar de pensar en un concepto, piensa directamente en cómo
hacerlo, en detalle. Al hacer esto, es muy fácil que empiece a encontrar problemas y
bloqueos. Así logra desviar a todos los demás participantes del verdadero hilo de
generación de ideas, que se encuentra a alto nivel, y no en los detalles. Es, por ello,
muy importante en esas sesiones que exista un conductor de la sesión que detecte
desviaciones respecto al nivel de abstracción oportuno, y reencamine la discusión en
esos casos.
A partir de los ejemplos anteriores, ante cualquier comunicación que lleve a cabo
con otras personas, le recomiendo que identifique primero a qué nivel maneja la
información la otra persona. Cuando lo tenga, adapte su mensaje, expresándolo en
ese mismo nivel. Si la otra persona es muy dada al bajo nivel, comunique su mensaje
entrando en los detalles. Si es una persona que maneja información de carácter
general, hable en esos términos. De esta manera, su mensaje llegará a la otra
persona. El objetivo de la comunicación es lograr que un receptor reciba un mensaje
que deseamos enviar. Si no adaptamos nuestro estilo de comunicación al receptor
del mensaje, entonces es posible que no lo entienda. Eso significaría que la
comunicación no habrá tenido éxito. Así que, si no estamos dispuestos a ser flexibles
y adaptarnos al receptor, tenemos grandes posibilidades de que la comunicación
fracase, por lo cual no merece siquiera la pena comunicar. Y no comunicar trae,
obviamente, múltiples desventajas. Así que, lo mire como lo mire, ser flexible en la
comunicación es más que recomendable.
Cuando su objetivo sea generar ideas, comience por el nivel más alto, y deje los
detalles de más bajo nivel para el final. Cuando un detalle asalte su mente, empezará
a bloquearle. Ese detalle le hará preguntarse «pero ¿cómo?», lo cual le conducirá a
un nuevo detalle. Así continuará una cadena de detalles, que en algún punto terminará
haciéndole creer que su objetivo es inalcanzable. Se trata de una gran resistencia,
que como toda resistencia, es innecesaria. Tome la decisión de mantenerse alerta
ante los detalles. Tan pronto le asalte uno, no permita que la cadena siga. No se
pregunte ningún cómo. Simplemente, tome el detalle, y vea si puede sacar del mismo
algo útil para emplear a alto nivel, y retorne de nuevo al nivel general. Anótelo, pues
más tarde le puede resultar útil.
Sin salirme demasiado del tema, aprovecho para comentar que, dependiendo de la
situación, delegar puede no ser la mejor solución. Lo anteriormente explicado
concierne la delegación. Pero es importante aclarar que la delegación no siempre es
la mejor opción, pues todo depende de la situación concreta. En ciertos casos puede
resultar más conveniente adoptar un comportamiento altamente directivo (pero sin
llegar a los extremos de la microgestión). En otros casos, puede ser más oportuno
guiar o adoptar una actitud participativa.
NARRANDO Y REPORTANDO
Uno de los aspectos que diferencian cómo las personas procesan la información son,
precisamente, los niveles de abstracción. Hay quien prefiere tratar la información de
alto nivel, y hay quien se siente mejor con los detalles, lo cual ya se ha comentado
anteriormente.
Entre las múltiples técnicas de comunicación que existen, aquí me centraré en dos
muy poderosas, con respecto a los niveles de abstracción. Son dos estilos de
comunicación a los que me gusta llamar narrativo y ejecutivo.
Imagine que tiene que contar a otra persona algo muy sorprendente que usted ha
vivido en los días anteriores.
En el modo narrativo, se cuenta la historia como en una novela. Se introducen los
personajes, y la historia va tomando forma, aportando nuevos elementos que crean
más y más expectación. El receptor de la información va formulándose preguntas, y
desea hallar respuestas. Es como ocurre en las novelas o en las series de televisión,
donde los capítulos terminan con algo inesperado y que nos desconcierta. Nos
formulamos multitud de preguntas, a las cuales sólo encontraremos respuesta si
vemos el capítulo siguiente.
Cuando usted cuenta su vivencia en modo narrativo, logra que la otra persona le siga
con interés y expectación. Pero, por supuesto, esto implica que la otra persona debe
disponer de las ganas y el tiempo para escuchar su historia. Y no siempre es el caso.
En la mayoría de películas que recuerdo sobre investigadores criminales, la trama va
revelando pequeños detalles, que al final encajan unos con otros para formar una
importante conclusión: quíén es el asesino. Se trata de una forma de contar la historia
al estilo que arriba definía como narrativo, puesto que se parte de los detalles para
llegar finalmente a una conclusión.
Pero, en el extremo opuesto, existe otro estilo al que llamo ejecutivo. Se trata de
comenzar directamente con la conclusión, para luego mostrar los detalles.
En conclusión, el modo narrativo va desde los detalles hasta la conclusión (de abajo
a arriba), y el modo ejecutivo desde la conclusión hasta los detalles (de arriba
abajo). Ninguno de los dos estilos es el mejor. Simplemente son diferentes, y en cada
situación, conviene utilizar uno u otro.
Otro ejemplo. Imagine que va a recoger su coche, que dejó ayer en el taller con un
problema de frenado. Necesita su coche para trabajar, así que se trata de una
cuestión crítica para usted. Tiene una gran preocupación, especialmente por lo cara
que pudiera llegar a ser la reparación. En el taller no le supieron decir cuánto podría
costar, ya que todo dependería del problema concreto. Normalmente antes de
intervenir en algo que tiene un coste importante, el taller suele llamar para pedir
autorización. Pero para los efectos de este ejemplo, suponga que usted dio
autorización para reparar lo que encontraran, ya que disponer de su coche es vital
para usted.
Recibe una llamada del taller. Imagine que el mecánico utiliza el modo narrativo, y
comienza a contarle una bella historia acerca de todo lo que han ido haciendo desde
que llevó el coche. Le cuenta las partes que fue verificando, lo que fue encontrando,
cómo lo fue reparando, una historia sobre una vez que reparó algo similar en el
pasado, etc. Probablemente, a los dos minutos, la inquietud le invada… Pasa el
tiempo, y no obtiene la respuesta que le interesa… ¿Cuánto cuesta eso? Y es posible
que, en una situación así, pierda la calma y la comunicación termine de forma
negativa. El mecánico no ha utilizado el modo de comunicación correcto. Ha optado
por un estilo narrativo.
Sin embargo, suponga que el mecánico comienza diciéndole que su coche está bien,
que han encontrado sólo dos cosas menores, y cuánto cuesta. En ese caso, usted
recibe exactamente la información que desea, de forma directa, respondiendo a sus
cuestiones directamente y sin hacerle esperar. Es posible que la información le guste,
o quizás no. Según sea el caso, probablemente realice más preguntas al mecánico
para conocer los detalles de la reparación y la justificación del precio. Pero la
cuestión es que recibe la información de una forma oportuna, y el resultado de la
comunicación es mucho mejor que si se emplea el modo narrativo.
Es por ello muy importante utilizar el tipo de lenguaje apropiado al comunicar con
otras personas, según el nivel de detalle que manejan. Si una persona está interesada
por los detalles, entonces es mejor que comunique en modo narrativo, partiendo de
información detallada, y llegando hacia una conclusión. En cambio, otras personas
esperarán directamente conclusiones generales, y no tendrán tanto interés en los
detalles. En ese caso, es mejor opción comunicar en modo ejecutivo.
Por ejemplo, imagine que usted siente una gran pasión por la informática. Un familiar
suyo —que no sabe mucho de ordenadores y los usa sólo para escribir documentos
en su trabajo— le pide que le ayude a resolver un problema con un virus en su
ordenador. Usted lo resuelve, y siente una gran emoción por la solución tan creativa
y brillante que ha encontrado para resolver el problema.
Si habla con un amigo suyo experto en informática, y le cuenta ese problema de virus
informático y cómo lo ha resuelto, sin duda podrá usar el modo narrativo. A su
amigo le interesan los detalles, y apreciará ese estilo de comunicación. Se sentirá
cómodo porque podrá seguirle sin perderse con su vocabulario técnico.
Sin embargo, cuando llame al familiar que le pidió ayuda para comunicarle la buena
noticia, no deberá usar el modo narrativo. Su amigo no quiere saber los detalles
sobre cómo lo ha hecho. No sería capaz de seguirle, ni tiene interés. Sólo quiere
saber si lo ha resuelto o no, y qué va a ocurrir a continuación. Quiere saber cuándo
podrá volver a realizar su trabajo con normalidad.
Para este caso, la solución consiste en usar el modo ejecutivo. Empezaría por la
conclusión. Comentaría que el problema está solucionado, y que el ordenador está
listo desde hoy mismo para ser utilizado. Su familiar se quedaría contento, y
probablemente asombrado y con admiración hacia usted. Quizás entonces podría
sentirse motivado a conocer algún detalle sobre cómo lo ha hecho. En ese caso, se lo
preguntaría, y entonces usted ya podría descender hacia un nivel de detalle más bajo.
Me gustaría comenzar este capítulo con un tema muy importante, sobre el que he
insistido en anteriores páginas de la presente obra. La ingeniería se enfrenta al
mundo real, lo cual significa que las cosas no son tan perfectas como en el papel,
donde todas las cuentas encajan a la perfección, sin error alguno.
En las prácticas de física general, los estudiantes suelen demostrar importantes leyes
físicas en el laboratorio. En el papel son maravillosamente exactas, en su forma
matemática. Son ideales. Predicen con completa precisión. Pero, en el laboratorio
damos la bienvenida al mundo real, y por ello, hay que introducir el concepto de
error, de forma estadística. En efecto, toda medida tiene un error asociado, y al ir
combinando medidas entre sí para llegar a un resultado, los errores también van
combinándose entre sí. Por ello, al final obtenemos un resultado, que tiene también
un error asociado. Si el error es asumible (es decir, insignificante en comparación
con la magnitud del resultado), entonces podemos aceptar el resultado como bueno.
Debido a los errores, para poder llegar a demostrar las leyes de la física a partir de
las medidas de laboratorio, es necesario realizar diferentes ajustes. Por ejemplo, hay
muchas leyes físicas que, una vez representadas gráficamente, deberían mostrar una
línea recta perfecta. Después, vamos al laboratorio, tomamos medidas, señalamos
puntos en la gráfica, y si los unimos, no vemos una línea recta por ninguna parte. La
razón, claro está, es la presencia de errores. La solución es realizar un ajuste por
mínimos cuadrados, que en palabras simples, equivale a buscar una recta perfecta
que pase lo más cerca posible de todos los puntos. De alguna forma, estamos
trucando un resultado que no es (de ninguna manera) ideal, para hacer que sea ideal.
No hay más remedio que aceptar la presencia de errores, y dicho ajuste resulta una
solución razonable, siempre y cuando la recta que trazamos se ajuste razonablemente
bien a las medidas realizadas (y hay una forma de calcularlo). Como puede ver, las
leyes que tan bien predicen los resultados en el papel, no son tan perfectas en la
realidad, y por eso es necesario utilizar conceptos estadísticos para cubrir esas
imperfecciones, que nos recuerdan que no todo es predecible.
Lo anterior ya nos permite extraer una importante conclusión: cuando se suma por un
lado, se resta por otro. Si quitamos de un sitio, ponemos en otro. Si ponemos en un
sitio, quitamos de otro. Y esto se refleja en la ingeniería de forma muy clara, en
cualquiera de sus áreas de aplicación.
Cuando utiliza el compresor ZIP, habrá notado que existen varias opciones de
compresión. Hay una opción que le permite comprimir mucho, dejando los archivos
en un tamaño muy reducido. Otra opción le permite comprimir menos. La pregunta
obvia sería por qué dar a elegir, si lo que queremos es comprimir lo máximo
posible. Y la respuesta es que cuanto más queremos comprimir, más trabajo le
damos al procesador de nuestro ordenador, por lo cual, más tiempo tendremos que
esperar a que el fichero se comprima. Si queremos comprimir mucho, tenemos que
esperar más. Si queremos acabar pronto, tenemos que conformarnos comprimiendo
poco.
Como ha podido ver en la anterior sección, y como no podría ser de otro modo,
cuando se gana por un lado, se pierde por otro. Todo cuesta un precio en la
ingeniería. Retomando el ejemplo del compresor de archivos, si quiere velocidad, el
precio a pagar es menor compresión. Si quiere comprimir mucho, el precio a pagar
es la lentitud.
Todas las opciones incluyen pros y contras. Lo que ganan por un lado, lo pierden por
otro. ¿Cómo elige un ingeniero por qué opción decantarse? Lo hace tomando una
decisión de compromiso. Para hacerlo, debe tener claro el propósito de su diseño, y
decidir basándose en ello.
Esa decisión de compromiso tiene sus consecuencias, como todas las decisiones. Su
algoritmo será rápido, pero generará ficheros grandes. Por ello, su cliente necesitará
utilizar ordenadores con gran capacidad de almacenamiento de datos.
Ahora imagine otra situación basada en el mismo ejemplo. Su cliente le dice que
diseñe lo mismo, pero esta vez el requisito es que, cada día, su software debe ser
capaz de servir a 100 clientes, almacenando menos de dos Gigabytes de información.
En este caso, el parámetro que conduce todo ya no es la velocidad, sino el nivel de
compresión. Usted ahora tomará una decisión de compromiso diferente. Diseñará su
sistema para que la información correspondiente a cien clientes ocupe menos de dos
Gigabytes de espacio en disco. Esto le obliga a fijar un nivel de compresión que
debe obtener como mínimo para cumplir con ese requisito. Puesto que está exigiendo
un cierto nivel de compresión, el precio a pagar será que su software funcionará más
lento. Puestos a imaginar, suponga que lo hace así, y descubre que su software se
vuelve tan lento que no puede llegar a servir a más de 80 clientes en un día. Para
solucionarlo, tiene que exigir a su cliente que su ordenador funcione a un mínimo de
velocidad, o utilizar varios ordenadores trabajando en paralelo, por ejemplo.
Como ha podido ver, en este ejemplo si pedimos velocidad, el precio final a pagar
es comprar ordenadores con mayor capacidad de almacenamiento. Y si pedimos
limitar el almacenamiento, el precio final a pagar es utilizar ordenadores de gran
velocidad. Y a fin de cuentas, ese precio a pagar se traduce en dinero.
Los casos como el anterior son más frecuentes de lo que podríamos imaginar.
Cuando un cliente describe sus requisitos, la empresa proveedora analiza esas
exigencias, y es posible que llegue a la conclusión de que no pueden llegar a cumplir
con lo exigido. En esos casos, se tienen que negociar los requisitos con el cliente,
cediendo un poco de aquí, y apretando un poco de allá, hasta lograr llegar a un
compromiso de alto nivel. En estos casos es usual tener que entrar en asuntos de
tiempo, calidad y costes. En ocasiones, dando más tiempo para llevar a cabo el
proyecto, el proveedor puede llegar a solucionarlo. Otras veces es necesario
sacrificar calidad. Otras veces es necesario pagar más dinero. Las posibilidades de
ajuste son muchas, pero como puede ver, al final un compromiso es siempre
necesario.
Para tomar esa decisión, existe una poderosa herramienta que es la realización de
comparativas. Puesto que las decisiones de compromiso no son exclusivas de la
ingeniería, sino que también aparecen con frecuencia en muy diversos aspectos de
nuestra vida, la utilidad de dicha herramienta se puede extender a nuestro autodiseño
personal. Veamos un ejemplo sobre la importancia de realizar comparativas.
Imagine que lanza un proyecto a concurso, y las empresas que se presentan analizan
en detalle lo que usted exige como cliente, y presentan una propuesta lo más ajustada
posible a sus exigencias, reportando cualquier desviación con respecto a las mismas.
Hay otros posibles resultados finales a los que podría llegar. Por ejemplo, es
posible que todas las propuestas estén por debajo del nivel de aceptabilidad, y que
no se seleccione ninguna. Pero el caso es que la herramienta clave en el proceso de
selección es la comparativa.
El medio para llevar a cabo una comparativa suele ser una tabla. Cada fila de la
tabla corresponde a un producto, y las columnas corresponden a los criterios de
comparación. También se puede hacer al revés sin ningún problema, poniendo los
criterios en las filas, y los productos en las columnas. La figura siguiente ilustra la
estructura general que tiene una comparativa.
Por ejemplo, imagine que elabora una comparativa entre ordenadores, y allí incluye
portátiles y ordenadores de sobremesa. No termina de ser una comparativa muy útil
(al menos no lo es en todos los casos), puesto que quien busca un ordenador de
sobremesa, no se interesa por los portátiles, y viceversa, por la sencilla razón de que
son dos tipos de productos que responden a necesidades muy diferentes. En ese caso,
es mejor hacer dos comparativas, una de portátiles y otra de ordenadores de
sobremesa, y cada cliente decidirá a cuál dirigirse según sea el tipo de producto que
busca. En el fondo, el cliente ya ha hecho de antemano su propia comparativa entre
la opción portátil y la opción sobremesa.
Elegir los productos a incluir en la tabla requiere también nuestra máxima atención.
Intente incluir todos los tipos de productos que se encuentran a su disposición. Sus
productos deben abarcar un amplio abanico de tipos. Mi consejo es que muestre un
producto —máximo dos— de cada tipo, pero no más.
Si encuentra que hay tres o más productos de características muy similares, pues
pertenecen a una categoría o tipo muy específico, entonces es mejor dividir para
vencer. Haga una comparativa entre esos productos completamente aparte. Esto le
dará un producto «vencedor», que es el que debería incluir en su tabla comparativa.
Sin duda, le resultará mucho más claro hacer comparativas por separado, y luego
construir una comparativa final más sencilla, que crear una enorme tabla repleta de
productos y criterios que apenas pueda comprender…. Además, tiene otra ventaja.
Hay criterios muy específicos que resultará muy acertado incluir en esas
comparativas por separado y que, sin embargo, podrían no encajar bien en su tabla
comparativa final. Mirado desde cualquier ángulo, esta estrategia de dividir para
vencer sólo le reportará beneficios. Además, es importante evitar que la tabla
contenga productos que sabemos que se encuentran muy por debajo del límite de ser
aceptables. En la gran mayoría de casos, dejarlos en la tabla es lo mismo que
quitarlos, pues la propia comparativa los elimina con puntuaciones muy bajas.
Finalmente, al igual que con los productos, es muy importante que seleccione un
conjunto lo más representativo posible. En otras palabras, seleccione los criterios
que representan sus necesidades, y asegúrese de no olvidar ninguno.
Resumiendo, tanto para productos como para criterios, no sobrecargue su tabla con
elementos similares —en ese caso es mejor dividir para vencer— y tampoco olvide
ningún elemento importante. Y no menos importante, evite comparar peras con
manzanas. ¡Lo más probable es que una comparativa de coches y casas carezca de
sentido!
Para hacer las explicaciones más fáciles de seguir, le propongo tomar un ejemplo de
la vida cotidiana. Imagine que quiere comprar una casa, y tras mucho investigar y
hacer visitas, ha llegado a dar con tres casas que cumplen sus requisitos mínimos.
Las demás casas que ha visitado no cumplían los requisitos mínimos, así que
directamente las descartó. Se encuentra ante tres opciones que responden a sus
requisitos mínimos. Por ejemplo, uno de ellos es que la casa tenga jardín. Sin
embargo, ninguna de las casas es perfecta, y por lo tanto, no cumple con todo lo que
desearía. Encuentra que es un buen momento para comprar, y debe tomar una
decisión. Llamemos a las opciones «Casa 1», «Casa 2» y «Casa 3». Ha llegado a la
clara conclusión de que, para usted, los aspectos esenciales son:
Esto le indica los tres criterios a emplear en su comparativa. Podrían ser más, pero
para los efectos de este ejemplo, es suficiente.
Tras identificar los criterios, deberá asignar un peso a cada uno, es decir, un nivel de
importancia. Unos criterios le importarán más que otros, y debe expresarlo en forma
de números. Una forma de hacerlo es expresar la importancia de cada criterio con un
número al que llamamos «peso». La condición es que al sumar todos los números, el
resultado debe ser exactamente 10. Por ejemplo, podría asignar los siguientes pesos:
• Cercanía al trabajo: 3
• Superficie: 5
• Precio: 2
Es muy importante que compruebe que los pesos suman exactamente 10. Y en el
ejemplo anterior, es así, puesto que los pesos suman 3 + 5 +2 = 10.
En este ejemplo, se puede apreciar claramente que lo que más peso tiene para usted
es la superficie (quiere, ante todo, una casa grande). La cercanía al trabajo le
importa bastante, pero no tanto como la superficie. Y el precio tiene menor peso, lo
cual indica que estaría dispuesto a pagar más dinero siempre que la casa esté cerca
del trabajo y sea grande.
Anote en su tabla comparativa el peso asignado a cada criterio. Por ejemplo, puede
hacerlo poniendo cada peso entre paréntesis. Su tabla quedaría como se presenta a
continuación.
Cercanía
al lugar de Superficie (5) Precio (2) trabajo (3)
Casa 1
Casa 2
Casa 3
REALIZANDO LA COMPARACIÓN
Ahora que ya tiene su tabla diseñada, hay que empezar a rellenarla con datos.
Utilizaré el ejemplo elaborado en la sección anterior para que las explicaciones sean
más claras.
Hay quien se engaña a sí mismo en ese aspecto, con la sabia y rebuscada treta de
decirse a uno mismo «no estoy comparando las calificaciones que doy a cada
criterio, sino calibrándolas». Yo le recomiendo no caer en eso. No es necesario
calibrar los puntos que otorga con respecto a otros productos (en este ejemplo,
casas).
Hay otra forma mejor de hacerlo. Para cada criterio, el significado de sus
calificaciones es distinto. Antes de comenzar a evaluar, tome el primero de sus
criterios, y concéntrese en él, olvidando todos los demás. Establezca lo que
significaría para usted algo que roza la perfección para ese criterio. ¿Lo tiene? Ése
es el significado de un 10 para ese criterio.
Estará de acuerdo conmigo en que no es necesario comparar con otros criterios para
calibrar lo que significa cada puntuación. De hecho, si lo hace, estaría manipulando
la comparativa, y la conclusión resultaría igualmente manipulada. Esto último es muy
importante. Si realiza comparaciones de criterios, su comparativa no sea objetiva, y
por tanto, no será una buena comparativa. ¡Evítelo a toda costa! Deje que sea su
comparativa quien compare, y no lo haga usted en su lugar.
Casa 1
28 5
Casa 2 567
Casa 3
94 3
De forma resumida, podríamos decir que la «Casa 1» es bastante grande, pero está
lejos del trabajo y tiene un precio normal. La «Casa 2» está a una distancia
intermedia, tiene una superficie aceptable, y un precio atractivo. La «Casa 3» está
muy cerca del trabajo, pero es bastante cara y su tamaño está por debajo de lo que
considera normal. Aquí se puede ver lo explicado en este capítulo: ninguna solución
es perfecta. Y cuando ganamos en un criterio, solemos perder en otros… Vamos a
proceder ahora a completar el ejercicio.
Con la tabla ya poblada de datos, ahora es posible hacer la evaluación de cada casa
y determinar cuál es la opción que más nos conviene entre las tres. Se trata de un
proceso meramente aritmético. Tan sólo tendremos que hacer unas sencillas sumas y
multiplicaciones.
El primer paso consiste en tomar su tabla, y para cada celda, multiplicar el número
que contiene por el peso correspondiente (el que pusimos entre paréntesis),
escribiendo el resultado en la celda, en lugar del número que había allí.
Cercanía
al lugar de Superficie (5) Precio (2) trabajo (3)
Casa 1
640 10
Casa 2 15 30 14
Casa 3
27 20 6
Ahora ya se encuentra muy cerca del resultado. Para cada fila, sume los números que
encuentre. Obtendrá como resultado un número entre 0 y 100, que es la puntuación
final para cada producto —en este caso, para cada casa—. Obtendrá los siguientes
resultados:
• Casa 1: 6 + 40 +10 = 56
• Casa 2: 15 + 30 +14 = 59
• Casa 3: 27 + 20 + 6 = 53
Imagine que se da el caso de que obtiene dos casas con la misma puntuación, que al
mismo tiempo es la más alta. ¿Cuál elegiría en ese caso? En principio, podría
decidir cualquiera de las dos, pero yo le recomiendo convertir ese empate en una
nueva oportunidad. Intente identificar uno o más nuevos criterios que resulten muy
importantes para usted, y hacer una comparativa entre esas dos casas. Sería una
especie de desempate. Por ejemplo, podría decidir desempatar con respecto a la
capacidad de ampliación y la calidad de los materiales.
Por ello, al igual que la realización de comparativas resulta una herramienta muy
poderosa en la ingeniería, también lo es en nuestra vida. Puede aplicar comparativas
en infinidad de campos en su vida. Cuando se presenten decisiones importantes ante
usted, desarrolle una comparativa. Puede ser la decisión entre varias oportunidades
de trabajo, la compra de una casa, cambiarse de coche, decidir la escuela más
adecuada para nuestros hijos entre varias opciones… Hay infinidad de usos
posibles.
Tras lo aprendido en este capítulo, será más consciente de cómo toma con frecuencia
decisiones de compromiso, y podrá detectar en qué decisiones le conviene aplicar
una comparativa. Es una herramienta muy poderosa, y aplicada a las decisiones
clave de su vida, le dará una poderosa propulsión a su crecimiento personal.
Lo bueno que aportan con respecto a las tablas comparativas es que nos permiten
seleccionar la opción que se ajusta mejor a nuestras necesidades pero que, a su vez,
es la más equilibrada. Las tablas comparativas siempre nos indican cuál es la opción
que mejor se ajusta a nuestras necesidades. Pero, en determinados casos, esa opción
podría no ser la más equilibrada. Por ello, lo que va a aprender aquí es un excelente
complemento para asegurarse de que la opción seleccionada es realmente
equilibrada.
Volviendo al ejemplo de las casas, imagine que para usted el precio tiene un peso
enorme, y el resto de criterios tienen un peso muy reducido. Una opción que tenga un
excelente precio, y pésimas características para los demás criterios, obtendrá una
excelente puntuación al utilizar su tabla. Sin embargo, otra opción que tenga un
precio poco aceptable, pero que tenga excelentes puntuaciones para los demás
criterios, probablemente saldrá peor puntuada.
Para evitar que lo anterior ocurra en cualquier decisión, el gráfico radial es una
herramienta fabulosa. Le ayuda a tomar decisiones equilibradas. Sin un buen
equilibrio, las cosas no funcionan, en ningún aspecto de la vida. Destacar mucho en
una cosa y poco o nada en las demás no es recomendable. En nuestra vida, en
general, ocurre así. Si nos volcamos por completo en un aspecto —por ejemplo, en
el trabajo— lo más normal es que dejemos desatendidos otros aspectos importantes,
como la familia, la salud, etc. Ese desequilibrio no trae precisamente felicidad.
Tome una hoja de papel en blanco, y en el centro de la hoja dibuje un punto. Desde
ese punto, trace líneas hacia los extremos de la hoja. Tantas como criterios haya
decidido emplear en su comparativa. Las líneas deberán estar inclinadas entre sí por
un mismo ángulo. No es necesario aplicar conocimientos de dibujo técnico para
dividir una circunferencia en partes iguales —aunque si lo hace, es perfecto— pero
para lo que nos ocupa, tratándose de algo que no va a publicar, y que está aplicado a
su crecimiento personal, bastará con intentar hacerlo a simple vista de la manera más
precisa que pueda.
Cada una de esas líneas que ha trazado corresponde a un criterio. En la parte exterior
del diagrama, cerca de cada línea, escriba el nombre del criterio correspondiente.
Después, divida cada línea en diez partes iguales, poniendo unas pequeñas marcas,
con los números del uno al diez a su lado. Si lo encuentra demasiado comprimido,
puede optar por utilizar menos divisiones. Por ejemplo, puede hacer cinco marcas y
poner números de dos en dos («0», «2», «4», «6», «8» y «10»). El número cero es
común a todas las líneas, y corresponde al punto central. Finalmente, es común
(aunque no obligatorio) unir entre sí los trazos con el mismo valor numérico,
utilizando líneas rectas.
6
4
2
Criterio 4 0 Criterio 2
Criterio 3
6
Criterio 5 4 Criterio 2 2
0
Criterio 4 Criterio 3
Casa 1
Cercanía 8
6
4
2
0
Precio Superficie
Casa 2
Cercanía
8
6
42
0
Precio Superficie
Casa 3
Cercanía 10
8
6
4
2
0
Precio Superficie
Se puede apreciar claramente como la «casa 3» tiene un área más pequeña,
puntiaguda, apuntando hacia arriba y se encuentra descentrada. Ese carácter
puntiagudo denota que esta opción destaca notablemente en un aspecto frente a los
demás (el de la cercanía), lo cual es señal de desequilibrio. Tomando ahora la «casa
1», el área es un poco más grande, pero también se encuentra descentrada, y es
también algo puntiaguda, esta vez apuntando hacia el eje de «superficie». Es un poco
menos puntiaguda, y está más centrada que en el caso de la «casa 3», lo cual indica
que es una opción un poco más equilibrada.
¡Ahora bien, la «casa 2» tiene una figura bellísima! Se encuentra muy centrada, y
presenta un área grande. Le falta poco para ser un triángulo equilátero —la figura
que define al gráfico— y se encuentra muy bien centrado. Sin duda es la mejor
opción, resultando bien valorada y muy equilibrada. El resultado es el mismo que
obteníamos al aplicar la tabla comparativa, así que ahora ya tiene muy buenos
argumentos para decidir. Sabe que está seleccionando la casa que mejor se ajusta a
sus necesidades, pero además, sabe que está tomando una decisión equilibrada.
Si lo desea, puede optar por trazar todas las superficies sobre la misma hoja. En ese
caso, es aconsejable utilizar colores diferentes para cada área. Esto resulta más
compacto, e incluso ahorra trabajo. Pero si representa un gran número de áreas,
quizás lo encuentre sobrecargado, y prefiera realizar gráficas separadas.
Como ha podido comprobar, los diagramas radiales son una excelente herramienta
para seleccionar opciones bien equilibradas entre una serie de criterios. Por eso
mismo, esta herramienta resulta fabulosa para aplicarla en nuestra propia vida, para
asegurar que se encuentra correctamente equilibrada. Es algo importantísimo para
vivir una existencia feliz.
En nuestra vida hay toda una serie de aspectos que no debemos descuidar, y de los
cuales depende nuestra felicidad. Si alguno de esos aspectos no marcha bien, se
produce un desequilibrio, y llega la infelicidad.
Necesitamos una herramienta que nos permita evaluar cómo está nuestra vida con
respecto a los aspectos esenciales para una existencia feliz. Queremos saber si hay o
no equilibrio. Y los gráficos radiales son de gran ayuda para lograrlo. Nos permiten
disponer de una alarma para detectar a tiempo los problemas y poderlos corregir.
Le propongo que defina como criterios los aspectos que considera esenciales en su
vida. Le recomiendo no olvidar salud, economía, amor, familia, y trabajo. Puede
añadir cualquier otro aspecto que considere oportuno. Personalmente, le recomiendo
añadir el servicio. También le recomiendo considerar el descanso. Atención: no me
refiero a dormir ni más ni menos de la cuenta, sino lo necesario (que aunque los
expertos sitúan entre siete y ocho horas, también indican que depende de cada
persona y cada edad).
Con esos criterios definidos, ponga una calificación a cada aspecto. Sea sincero y
razonable, evaluando cada aspecto completamente por separado. Califique cómo va
su vida en ese aspecto. ¿Qué tal en el amor? ¿Qué tal con su familia? ¿Y en el
trabajo? Así con todos los aspectos que haya definido. De nuevo, es necesario que
considere qué es lo aceptable y qué es lo ideal para cada aspecto, para poder asignar
puntuaciones.
¡Pero esta situación no va a ser así para siempre y el grafico radial ya ha dado su
alarma! Nos dice « ¡Atención! ¡Si sigues así vas por mal camino! ¡Haz algo ya!». En
efecto, la falta de descanso afectará la salud. La edad también: los años pasan y la
salud no va a ser siempre la misma sin hacer nada. La falta de una buena
alimentación, de actividad física, etc., termina pasando cuentas. La falta de una vida
familiar y social suficientemente intensa también afectará psicológicamente, y
también terminará repercutiendo a nivel de salud (y de otros aspectos).
¡Le animo a crear su gráfico radial y crear un plan de acción para equilibrar su vida!
Y lo más importante, cuando lo tenga… ¡Póngase en marcha ya!
CAPÍTULO 8
DOCUMENTARLO TODO
Un ejemplo que conozco bien es el de los jóvenes con becas de formación, que
inician su carrera como ingenieros en alguna gran organización. Tras su periodo de
trabajo como becarios, deben realizar una presentación a todo el equipo del
proyecto, compartiendo lo que han hecho y los resultados. Personalmente, a los
jóvenes becarios que he supervisado durante mi carrera profesional les he
recomendado, desde el primer día, que vayan creando su presentación final conforme
vayan obteniendo resultados. No suelen terminar su estancia en mi equipo sin
agradecerme por aquel consejo. En otros proyectos, dentro de diversas
organizaciones y áreas de trabajo, he conocido el testimonio de jóvenes ingenieros
que dejaron la documentación para el final, y me comentaron que olvidaron cosas
por documentar. Se arrepintieron de ello, porque olvidaron compartir un resultado
realmente importante y que hubiera sido muy valorado.
Para que un proyecto de ingeniería —del tipo que sea— pueda funcionar
correctamente, es necesaria la comunicación. Detrás de los proyectos hay seres
humanos trabajando juntos. Unos conocen mejor los detalles de un determinado
aspecto del proyecto, y otros ingenieros conocen mejor otros detalles diferentes. Hay
ingenieros que tienen una visión más general —de alto nivel— mientras que otros
trabajan en el nivel de los detalles —bajo nivel—. La información y la competencia
se encuentran repartidas entre un determinado número de personas. Esas personas
son como piezas de un puzle. Para que el proyecto funcione, es necesario que las
piezas encajen. Y para que eso ocurra, la comunicación es imprescindible.
Incluso he llegado a ver a ingenieros tan apasionados con una discusión técnica, que
durante una comida de trabajo no han podido evitar improvisar una especie de
pizarra con un bolígrafo y una servilleta.
Recuerdo que en una ocasión, durante una comida junto a varios ingenieros que se
dedicaban a la investigación, surgió una discusión técnica muy interesante entre dos
ingenieros. Se mostraron tan apasionados con el tema, que no pudieron evitar
desarrollar ecuaciones matemáticas. Y a falta de papel, se les ocurrió escribir
directamente sobre uno de esos manteles de papel de usar y tirar que se emplean en
algunos bares y restaurantes. Llenaron toda una zona de la mesa de fórmulas, y
cuando se les acabó el espacio, siguieron en una servilleta. Se vieron tan apurados
de espacio, que hasta utilizaron el reverso de un ticket. Al marcharse del restaurante,
uno de ellos guardaba en su bolsillo trozos de mantel de papel, un ticket, una
servilleta…
No me resulta difícil comprender esa situación, pues cuando se vive la pasión por la
investigación en toda su intensidad, y surge una discusión interesante, parece que
todo se detiene, y sólo existe ese tema de discusión. Y lo peor que puede ocurrir en
esos momentos tan importantes es no disponer de algo para anotar. Como ya ha
aprendido en anteriores capítulos, precisamente las mejores ideas surgen en los
momentos más inesperados. Así que no es extraño que sea precisamente en
momentos en los que no se disponga de algo para anotar.
En el momento de escribir estas líneas, hace sólo tres días que me encontraba en una
cafetería esperando una llamada para una entrevista de radio, y se me ocurrió todo
un desarrollo de ideas. Al cabo de un rato, ya tenía en mente escrito un capítulo de
un próximo libro. Incluso estuve visualizando mentalmente varias figuras para
ilustrar las ideas. Lo siguiente que pensé, es que era imprescindible apuntar todo
ello. Pero no tenía nada para anotar, ni nada con lo que escribir. Así que pedí al
camarero el favor de prestarme un bolígrafo. Fue muy amable y jovial, y me dijo que
lo último que haría es poner en peligro la calidad de un futuro libro mío. Tomé unas
servilletas y allí lo anoté todo. Al llegar a casa, no tardé en anotar todo aquello en
mi libreta de notas. ¡Qué bien me hubiera venido mi libreta de notas en ese momento!
¡Y también algo para anotar!
Con todo lo anterior, un mensaje clave que quiero enviarle es que disponer de una
libreta de notas es muy importante. Pero lo es tanto o más llevarla a mano allá donde
vayamos, y no olvidar llevar algo con lo cual anotar. En la actualidad, con las
nuevas tecnologías, el rol de una libreta y un lápiz lo puede hacer hasta un teléfono
móvil.
Además, a una libreta nunca se le acaba la batería, lo cual es un duro golpe si ocurre
en el momento de anotar una excelente idea. A mí me ha pasado numerosas veces.
Por si fuera poco, se puede garabatear y crear dibujos de forma rápida y mucho más
libre que en un ordenador. Éstos son sólo unos pocos ejemplos de ventajas. Es por
ello que —aun en los tiempos que corren— la libreta sigue siendo un fiel amigo de
cualquier ingeniero.
Pero, en general, sirve en todos los ámbitos. Durante su día a día trabaja con
información. Puede proceder de personas, de medios de comunicación, de libros, de
Internet, etc. Pero la cuestión es que maneja información. Y cuando se maneja
información, ya sea en ingeniería o en otro campo… ¡Una libreta es una compañera
de valor incalculable!
Puede usar la versión informática, no hay problema. Pero le recomiendo darse la
oportunidad de probar un bloc de notas tradicional, aunque sea durante unas pocas
semanas. Quizás descubra que es mucho mejor, y ya no vuelva a abandonar su
cuaderno tradicional. En caso contrario, no hay problema alguno en utilizar la
versión electrónica, tome la forma que tome. En ese caso, le recomiendo explotar al
máximo las posibilidades de las aplicaciones que emplee, y sacar todo su partido.
Merece la pena dedicar un tiempo a leer bien las instrucciones y conocer todas las
funciones que cada dispositivo y aplicación nos ofrece al respecto, de forma que
obtengamos algo tan poderoso —o al menos similar— a la libreta tradicional.
Cada vez que se le ocurra una idea interesante, anótela. ¿Hay alguna acción o plan de
acciones que pueda llevar a cabo al respecto para convertir la idea en realidad?
¡Anótelo! Si acaba de mantener un encuentro con una o más personas —ya sea
programado o improvisado— y considera que dicho encuentro ha sido relevante, no
lo dude… ¡Anote las conclusiones más importantes en su libreta! ¿Ha acordado que
usted llevará a cabo alguna acción? ¿Quizás algo importante que otra persona se ha
comprometido a hacer? ¡Anótelo también!
¿Siente inspiración por escribir o dibujar algo? ¡Tome su libreta lo antes que pueda
y hágalo! Quizás esas palabras o esos dibujos ahora no tienen sentido, pero es muy
probable que encuentre un sentido muy claro más adelante. ¡Dele una oportunidad a
su mente subconsciente!
Permítame un último consejo. El orden en una libreta es siempre bienvenido, así que
todo lo que pueda hacer en ese sentido es maravilloso. Hay muchas cosas que se
pueden hacer, y cada persona tiene sus propias técnicas y trucos. Mi consejo es
simplemente que se asegure de que su forma de organizar su libreta no ponga en
compromiso la capacidad de encontrar rápidamente un buen espacio libre donde
escribir sus ideas tan pronto se le ocurran. Si de repente se le ocurre algo brillante,
pero necesita quince minutos para encontrar dónde escribirlo en su libreta, o quizás
el espacio del que dispone es muy limitado, entonces su libreta estará poniendo
obstáculos en lugar de convertirse en una solución.
LECCIONES DE AUTODISEÑO PERSONAL
► La documentación forma parte íntegra de cualquier proyecto de ingeniería. ¡Hasta
tal punto que un proyecto de ingeniería no tendría sentido sin documentación! ►
Antes o después, un ingeniero aprende que lo mejor es ir documentando un proyecto
durante su transcurso. Dejarlo para el final es mala idea, pues siempre se dejan ideas
«en el tintero».
► Un ingeniero suele acudir a todos sus eventos profesionales (reuniones,
conferencias, seminarios, charlas improvisadas, etc.) siempre acompañado de su
libreta de notas (o una herramienta electrónica equivalente). Se trata de una
herramienta simple, pero de valor incalculable. ► Los ingenieros suelen revisar
frecuentemente sus notas. Así van uniendo piezas de información procedentes de
diferentes contextos, que van atándose entre sí y formando nuevas piezas más
poderosas.
► Todo lo anterior se aplica igualmente en nuestro autodiseño personal. Una libreta
es un recurso sumamente valioso. Utilícela para anotar ideas, apoyarse en sus
razonamientos, trazar gráficos, escribir conclusiones tras sus interacciones con otras
personas, cosas por hacer, cosas a las que dar seguimiento, etc.
► Resulta muy desagradable tener una idea brillante y no encontrar un papel donde
reflejarla, ya sea con texto, esquemas, trazos, dibujos, etc.
► Y es tanto o más desagradable tener un papel a mano, pero no tener nada con lo
que escribir.
► ¡No olvide llevar siempre a mano su libreta, y algo con lo que escribir!
► Incluso si tiene ganas de trazar garabatos en alguna parte, ¡hágalo en su cuaderno!
Esos garabatos pueden
transmitirle más tarde alguna información que ahora mismo no comprende.
► También puede optar por versiones modernas de un cuaderno de notas, como
teléfonos móviles, ordenadores portátiles, etc. Le recomiendo, en todo caso, darle
una oportunidad al cuaderno de notas tradicional. ¡Es posible que se lleve una grata
sorpresa y ya no quiera utilizar otra cosa!
► Cuanto más ordenada se presente su libreta, mucho mejor. Pero no deje nunca que
el orden se convierta en un obstáculo. Siempre que desee anotar algo, debe ser capaz
de encontrar rápidamente un buen espacio donde escribir.
CAPÍTULO 9
Desde luego, en proyectos aeroespaciales, se toma muy, pero que muy en serio.
Imagine un avión que sólo se ha probado superficialmente… ¡Volar con algo así
podría representar pérdidas humanas! Ese tipo de sistemas requieren un nivel de
prueba muy elevado, a realizar con el máximo rigor, y además, las pruebas son
tremendamente exigentes.
Dicho de otro modo, para que un diseño sea aceptable, es necesario tener claro de
antemano cómo va a ser probado, y demostrar que las pruebas propuestas son
válidas. Es necesario presentar un plan de tests que, si se pasa con éxito, garantice
que el sistema funciona correctamente y cumple con todos los requisitos. Si hay
dudas sobre esto último, o existe cualquier duda sobre la validez de alguna de las
pruebas, el plan no es aceptable.
Esta forma de proceder, orientada a probarlo todo a fondo, puede parecer obsesiva.
Pero realmente es necesaria. Y en el fondo es una prueba de humildad. Los
ingenieros saben que en el papel todo es perfecto, pero que al pasar a la realidad, las
cosas fallan. Se utilizan fórmulas matemáticas para aproximar la realidad bajo
determinadas condiciones, y así se lleva la realidad al papel. Después se trabaja en
papel con dichas fórmulas, donde todo es perfectamente exacto. Se obtiene un
resultado que es exacto en el papel. Pero luego, hay que volver a la realidad, donde
las cosas no son siempre tan exactas y predecibles.
Y, además, los ingenieros también saben que los desarrolladores de los sistemas son
personas muy competentes, preparadas, e inteligentes, y con mil brillantes cualidades
más. Pero también saben que un ingeniero es un ser humano, y por tanto, tiene
derecho al error. Esto significa que hay que ser humildes, y aceptar que hay lugar
para fallos. Por ello es necesario probarlo todo.
Le recomiendo realizar pruebas para todo lo que cree. ¿Va a irse de viaje? Defina un
test a pasar antes de cada viaje, para verificar que todo está listo. Viajará más
seguro y tranquilo. ¿Va a estar fuera de casa unas semanas? Defina las pruebas a
pasar para marcharse con la tranquilidad de que lo deja todo en orden. ¿Ha trabajado
con productos que no pueden permanecer al alcance de los niños tras su trabajo?
Pase su prueba para quedarse tranquilo de que así es. Los ejemplos son infinitos, y
usted los encontrará constantemente en su propia vida. No lo dude, definir y aplicar
pruebas requiere un esfuerzo, pero los resultados lo compensan con creces.
En primer lugar, se deben especificar los componentes del test. Es necesario dar un
listado de los componentes necesarios para llevar a cabo el test: equipos de medida,
equipos auxiliares, instrumentos de laboratorio, etc. ¿Ha comprado alguna vez un
producto de los que debe montar usted mismo (por ejemplo, un mueble)? Si lo ha
hecho, lo más normal es que venga acompañado de un manual de instrucciones para
montar el producto. Y si el producto es de calidad, el primer paso que encontrará en
el manual será, muy probablemente, un listado de los materiales que necesita para
montar el producto —que suelen ir incluidos—. De esta forma, comenzará por
«pasar revista» para asegurarse de que tiene todo lo necesario para comenzar a
trabajar. En un test ocurre algo similar. Es necesaria una lista de todos los materiales
necesarios para llevarlo a cabo, de forma que se pueda comprobar de antemano que
todo lo necesario está disponible.
Después, se debe describir el entorno de prueba. Antes de realizar un test, hay que
preparar el entorno en el cual va a realizarse, reproduciendo las condiciones
apropiadas para ello.
Hay que instalar equipos de diversos tipos, y hay que configurarlos de una
determinada forma. Hay que reproducir unas determinadas condiciones de forma muy
precisa.
Por ejemplo, recuerdo haber presenciado hace años algunas pruebas en las cuales un
pararrayos se sometía a una descarga eléctrica que simulaba un rayo. El entorno de
test requería unas características muy particulares, para simular lo que ocurre en la
realidad cuando se forma el rayo. Había sido configurado en una sala siguiendo un
riguroso procedimiento de configuración del entorno de prueba. La sala ya estaba
lista para desarrollar toda una serie de tests en los días posteriores.
Tenga en cuenta que realizar una misma prueba en un entorno diferente hace que la
prueba ya no garantice nada, y pierda su validez. De ahí que estos detalles se tomen
tan sumamente en serio y con tanto rigor.
He leído muchas veces una sabia frase que dice: «no se puede resolver un problema
con la misma mentalidad que se creó». Y qué cierto es lo anterior a la hora de
resolver problemas. Cambiar de entorno, de mentalidad, de enfoque, es esencial para
encontrar respuestas sobre un mismo problema.
Pero, desde luego, a la hora de hacer pruebas —que se hacen precisamente para
tener que resolver menos problemas— se trata justo de lo contrario. Para que las
pruebas funcionen, es necesario reproducir con la máxima precisión posible el
entorno de test.
Imagine que prueba que su teléfono móvil es capaz de realizar llamadas en una zona
con cobertura. Si se va a una zona con buena cobertura, podrá realizar el test, y los
resultados que obtenga serán fiables. Si el test se pasa con éxito, entonces tendrá
confianza en la capacidad de su móvil para hacer llamadas. Si no pasa el test, dudará
de la capacidad de su teléfono móvil para hacer llamadas. Habrá detectado un
problema a corregir. Ahora bien, si viaja a un lugar perdido en el desierto y sin
cobertura, sin duda, no pasará el test, incluso si el móvil está en perfecto estado. En
otras palabras, la prueba ya no es válida, sólo por haber cambiado de entorno.
Al igual que en los pasos anteriores, este aspecto debe documentarse de forma muy
precisa y sin lugar a confusión, mediante un procedimiento paso a paso. Quien lo lea
debe ser capaz de llevar a cabo cada paso sin lugar a ninguna duda.
Para cada paso del procedimiento, se establecen los criterios de éxito. Esto se hace
indicando cuál es el resultado esperado tras cada paso. Debe especificarse con
precisión suficiente para poder valorar, sin ambigüedades, si el resultado obtenido
es o no es el esperado.
Hay otros datos a incluir que, sin ser tan sumamente esenciales como los anteriores,
no dejan de ser importantes. Entre ellos, los siguientes:
Ahora que conoce mejor cómo funcionan las pruebas en la ingeniería, es momento de
dar el salto al terreno del autodiseño personal.
Desde luego, lo que siempre es cierto es que las pruebas son necesarias. Y ésa es
una conclusión con un enfoque muy humano. Precisamente, asume que somos
humanos y por ello cometemos errores; de ahí que las pruebas sean tan necesarias.
Ahora bien, el rigor a aplicar a nuestras pruebas debe seleccionarse con sentido
común. No podemos hacerlo todo con el mismo rigor que un ingeniero. Sin embargo,
hay aspectos en los que sí conviene hacerlo. Usted es el ingeniero de diseño de su
propia vida por excelencia, y es la única persona capacitada para decidir el nivel de
rigor a aplicar a cada aspecto de su vida.
Con la experiencia irá viendo resultados. Verá como muchas cosas han mejorado
desde que decidió aplicar pruebas. Otras cosas ya iban bien y siguen igual de bien.
En ese caso, quizás le convenga no hacer pruebas al respecto. Y también es
perfectamente posible que algunas cosas que iban bien, pasen a funcionar peor desde
que hace pruebas. Por ejemplo, puede que el hecho de hacer pruebas haga que un
proceso tome más tiempo, y esto introduzca obstáculos. En ese caso, es mejor
eliminar la prueba en cuestión. Nadie mejor que usted puede decidir, basándose en
su propia experiencia. Las pruebas están ahí para ayudarle. Abandone las pruebas
que no le convenzan, y mantenga las que han marcado una diferencia.
Después, cuando ejecute sus tests, no es necesario aplicar el formalismo y rigor que
se emplea en los proyectos de ingeniería. De nuevo, no somos máquinas, ni tampoco
debemos tratarnos a nosotros mismos como si fuéramos un producto. Puede tomar
sus notas en un papel aparte, e incluso en algunos casos puede hacerlo sin papel
alguno.
Pero le recomiendo que las observaciones que encuentre las anote en su libreta, en
un lugar reservado para ello, o incluso en una libreta dedicada. Es muy importante,
ya que sus pruebas le van a ir revelando lecciones aprendidas, y problemas por
corregir.
Anteriormente hablaba de la humildad del ingeniero para aceptar que las cosas son
ideales en el papel, pero no lo son tanto al pasar de la teoría a la práctica. Son
igualmente humildes al aceptar que ellos son seres humanos, y por tanto cometen
errores. Por ello los ingenieros atribuyen una importancia vital a las pruebas.
Sin embargo, todavía queda una muestra de humildad muy importante, y que viene
incluida en el título de este capítulo: «Probarlo todo… o casi todo». En efecto, los
ingenieros son conscientes de que es muy importante hacer pruebas, pero también
son conscientes de que —salvo en raros casos de invenciones muy simples— no se
puede probar un sistema al 100%. Por ejemplo, en el caso de los programas
informáticos, se puede decir que probar al 100% es imposible a nivel humano,
financiero, e incluso matemáticamente hablando.
Ahora imagine un dispositivo que tiene dos conmutadores, cada uno de los cuales
puede adoptar dos posiciones diferentes. En este caso, hay cuatro posibles
combinaciones de los conmutadores a probar.
Hasta aquí parece sencillo. Imagine ahora un microchip que implementa un sistema
digital, con ocho terminales (en ingeniería electrónica se les suele llamar «pines»)
de entrada, a los cuales les llega un voltaje eléctrico que puede adoptar dos valores
diferentes (lo que llamamos «0» y «1» en electrónica digital). En este caso, tenemos
256 posibles combinaciones a probar. Y para cada una de las combinaciones,
sabemos exactamente cuál debe ser el comportamiento del sistema digital (es decir,
qué valores «0» y «1» encontraremos en los terminales de salida). Ahora ya
hablamos de una prueba mucho más compleja. Si en lugar de 8 terminales fueran 16,
el número de combinaciones a probar sería de 65.536.
Imagine ahora que ese microchip funciona de forma síncrona, es decir, diferentes
valores (unos y ceros) van entrando por cada terminal al ritmo marcado por una
señal de reloj. ¡Esto se vuelve muy complejo! Pues en realidad… ¡eso no es nada!
Imagine ahora el caso de una aplicación informática. Los programas informáticos se
componen por líneas de código. Cada línea define una instrucción precisa, algo que
el ordenador debe hacer. A veces, una línea encapsula una complejidad mucho
mayor, pero a efectos de simplificar, no deseo ir más allá en este ejemplo. En los
lenguajes que se denominan interpretados, se comienza por la primera línea del
programa, y el ordenador realiza lo que allí indica. Después se pasa a la siguiente
línea, y así sucesivamente. Pero no todo sigue siempre en orden. A veces, se
producen saltos entre partes del programa. Algunos saltos son siempre igual. Otros
saltos dependen del estado que tiene una serie de parámetros en el momento de
saltar…
Está claro que es imposible lograr un 100% de cobertura. Y si recordamos que casi
cualquier invención que utilizamos hoy en día contiene software, podemos extender
la conclusión a casi cualquier desarrollo de ingeniería. Y, desde luego, cuanta más
cobertura se desea lograr, mayores son los esfuerzos necesarios. Llegar a un 70% de
cobertura es un nivel muy bueno. De hecho, en muchos proyectos, llegar a ese nivel
de cobertura y justificarlo sería completamente prohibitivo, por el elevado coste que
implicaría.
Siempre estarán ahí esas líneas de código «dormido» que algún día podrían
despertar, ante inesperados estímulos externos. Por ejemplo, en algunos sistemas
operativos que usamos en nuestros ordenadores, cuando ocurren esos errores
inesperados, vemos el famoso «pantallazo azul» o un mensaje que dice «excepción»
y como explicación indica una secuencia de números en formato hexadecimal —que,
honestamente, ya es suerte si lo comprenden quienes han desarrollado el sistema
operativo—.
Pero, por favor, no me malinterprete: no estoy diciendo que las aplicaciones críticas
se pueden probar de cualquier manera. Si fuera así, preferiría realizar mi próximo
viaje transoceánico en una lancha motora antes que en un avión… Bromas aparte,
debe saber que no es así. Como le decía antes, existen incluso estándares al
respecto. El software crítico requiere un elevado nivel de cobertura en las pruebas, y
esto se refleja de forma notable en la cantidad de recursos humanos necesarios, y en
el enorme coste de dichos proyectos —como ya le avanzaba al comenzar este
capítulo, puede llegar sin problemas al 80% del coste del proyecto—.
Por ponerle un ejemplo, siendo un viajero frecuente, adopté una serie de pruebas
para la preparación de mis viajes que me dieron excelentes resultados, y por
supuesto seguí utilizando. Todo iba muy bien, pero de repente un día se dio una
condición que no había ocurrido antes: anularon uno de mis vuelos. Esto me permitió
ver que mis pruebas aún no eran suficientemente buenas en algunos aspectos. Me di
cuenta de que si hubiera tomado una serie de sencillas acciones de antemano, el
impacto de una anulación de vuelo hubiera sido mínimo. Así que enseguida mejoré
mis pruebas al respecto, haciéndolas robustas a algo que no había previsto desde el
principio: las anulaciones de vuelos.
En el anterior ejemplo, la forma de implementar mis pruebas era a base de una lista
de verificación, una importante herramienta de la cual trata la próxima sección.
Las listas de verificación son una herramienta muy poderosa a aplicar en el contexto
de las pruebas de ingeniería, y que resulta igualmente poderosa en los diferentes
tipos de pruebas que realicemos en nuestra vida. Nos permiten asegurar que
realizamos una serie de comprobaciones —en general, operaciones— sin olvidar
nada.
Son un recurso que dota a nuestras pruebas de rigor. No en vano, se utilizan en los
contextos más rigurosos. Incluso en el mundo de la aviación, los pilotos utilizan
listas de verificación en cada vuelo. Imagine el impacto que podría tener olvidar
alguna comprobación esencial en términos de seguridad.
Hay distintas variantes, pero la más habitual consiste en una lista de elementos a
verificar —del tipo que sean— donde cada uno de ellos suele ir precedido de un
recuadro o casilla. Cuando hemos comprobado —o realizado— satisfactoriamente
lo que un elemento nos indica, marcamos el recuadro con un signo (puede ser una
equis u otros símbolos). De esta manera, sabemos qué hemos comprobado, y qué nos
falta por comprobar, y cuando hayamos comprobado todo, lo podremos ver con
claridad.
A la hora de pasar pruebas de ingeniería, hay que ser muy estrictos y rigurosos, y por
ello se utilizan mucho las listas de verificación. Se encuentran con frecuencia en los
planes de pruebas, y al realizar los tests, los ingenieros las utilizan como herramienta
para ejecutar las pruebas —y a menudo se presentan en el informe de pruebas
correspondiente—.
Observaciones ______________________________________
En este ejemplo, se trata de una lista donde hay que seleccionar sólo una opción —
los resultados mostrados son incompatibles entre sí, y por tanto una prueba no puede
presentar dos resultados a la vez—.
¡Le animo a utilizar las listas de verificación! En la vida, a menudo la forma más
rápida, práctica y poderosa de poner en marcha una prueba consiste en escribir una
de estas listas.
También resulta una excelente herramienta para gestionar listas de tareas por
completar. En efecto, podemos listar tareas, e ir marcándolas conforme las
completamos. Es usual clasificar las tareas en categorías —por proyectos, tipos,
urgencia, importancia, etc.— También es usual ordenarlas por fecha límite u otros
criterios. Es un recurso de organización muy poderoso, que termina repercutiendo en
una mejor gestión de nuestro tiempo.
Y además, se pueden reutilizar. Hay quien las crea y luego hace copias. Con un
ordenador, las posibilidades son todavía mayores, pues se puede «copiar y pegar» o
utilizar plantillas.
Como ha podido comprobar, las listas de verificación son muy útiles. Sin embargo,
es importante remarcar que se trata de listas en las cuales no existe ningún orden
predefinido. Por ejemplo, si en un procedimiento de test se listan una serie de tareas
que se pueden realizar en cualquier orden, una lista de verificación será de gran
ayuda. Conforme ejecutamos pasos del procedimiento —en el orden que queramos—
los vamos marcando, hasta completar todos.
Pero, ¿qué ocurre si las tareas se tienen que hacer necesariamente en un determinado
orden? En ese caso, podemos utilizar otra excelente herramienta: las listas
numeradas. En éstas, en lugar de emplear una casilla de verificación (recuadro sobre
el cual se puede colocar una marca), cada elemento va precedido de un indicador
ordinal —ya sea un número decimal, romano, o de otro tipo— que indica el orden en
el cual realizar las tareas. Si lo desea, también puede colocar al lado de cada paso
una casilla de verificación, lo cual es muy útil para identificar visualmente los
elementos completados y los restantes.
PRUEBAS DE REGRESIÓN
Suponga que toma la decisión de cambiar el sistema de suministro eléctrico por una
batería, que no tiene ninguna protección eléctrica —es decir, no existe ningún
mecanismo para cesar el suministro de corriente en caso de alcanzar cierto valor
máximo—. Cuando realiza el cambio, el sistema parece funcionar bien. Durante
bastante tiempo, así lo hace. Pero un día, por alguna razón desconocida, la batería
suministra más corriente de la habitual durante unos segundos. La magnitud de la
corriente alcanzada supera con creces lo que el motor puede soportar. Y el motor
empieza a emanar un humo muy negro…
¿Cómo se podrían haber evitado las situaciones anteriores? Desde luego, si algo no
se ha hecho en ninguna de ellas, es pasar las oportunas pruebas. Tras cambiar un
componente por otro con especificaciones diferentes, se ha asumido que ese
componente es perfectamente compatible con el diseño, y por tanto, todo debe ir
bien. Pero ésa es una conclusión basada en hipótesis incorrectas.
La forma correcta de hacer esos cambios habría sido tomar el nuevo componente, y
primero probarlo por separado. Se repiten las pruebas con las que el componente fue
probado en fábrica, o una selección de pruebas considerada representativa. Si el
nuevo componente cumple con los requisitos, entonces superará las pruebas. Y si
supera las pruebas, entonces se puede integrar en el diseño sin problemas. Si no las
supera, entonces mejor no emplear ese componente. Tome el ejemplo del motor y la
batería. Desde luego, la batería no habría superado las pruebas que verifican su
capacidad de protegerse ante corrientes demasiado elevadas. Y entonces no la
habría utilizado, y todo habría terminado sin humo…
Como ejemplo, imagine una persona que no aplica pruebas de regresión en su vida, y
que tiene una lista de verificación que utiliza para sus viajes. La tiene guardada en un
archivo de texto en su ordenador, y para cada viaje, hace una copia del fichero, y
particulariza la lista para el viaje en cuestión —añadiendo o quitando elementos—.
Un día, decide pasar la lista a un nuevo programa de gestión de listas de viajes que
ha encontrado en Internet. Lo hace manualmente, y olvida copiar algunos elementos,
entre ellos, su teléfono móvil. Cuando utiliza esa aplicación informática en su
siguiente viaje, todo parece ir bien. Pero, al llegar a su destino, decide llamar a casa,
y descubre que no ha cogido su teléfono móvil. La razón: no estaba en la lista… Una
evolución en el sistema de gestión de viajes (pasando del tradicional mundo de
papel al ordenador) ha introducido un error.
Una persona que pasa pruebas de regresión no habría tenido problemas. Desde
luego, la mejor prueba de regresión sería hacer un viaje y descubrir los fallos, pero
obviamente no es muy acertado… Una forma de hacer la prueba sería sencillamente
comparar la lista de la aplicación informática elemento por elemento con la lista
original.
Cuando tropiece con uno de esos nuevos errores inesperados, no tire la toalla. Actúe
como lo hace un ingeniero profesional: con actitud mental positiva. Acepte el error,
pero no se resigne. Analice el problema hasta dar con una solución. Tome medidas
para reducir el riesgo de que ocurra de nuevo, y también para reducir el impacto en
caso de que ocurra. Esta experiencia, como mínimo, le ha enseñado algo más a tener
en cuenta. Es una experiencia negativa, que encerraba algo positivo: ¡ahora es más
fuerte! Tome buena nota de todo lo que esta experiencia le ha enseñado y que debe
tener en cuenta para seguir mejorando en el futuro. Su libreta de notas es un excelente
lugar para recoger esta información.
Y en cuanto a sus pruebas, considere introducir nuevas pruebas que cubran esta
situación inesperada que ha acontecido. Quizás deba modificar pruebas existentes, e
incluso crear pruebas nuevas.
Por ejemplo, hace años, me ocurría con frecuencia que al facturar mi equipaje en un
aeropuerto olvidaba presentar mi tarjeta de fidelidad —para acumular los conocidos
puntos o «millas»— e incluso a veces me olvidaba de seleccionar mi preferencia de
viajar en asiento con ventana. Una vez me enviaron mi maleta a un aeropuerto
intermedio, y no al destino final. Por ello, ideé mi propio y sencillo procedimiento,
consistente en comprobar que las maletas iban al destino, que había presentado la
tarjeta de fidelidad y que me situaban en un asiento con ventana. Así que memoricé
simplemente MIVEDES (MIllas VEntanilla y DEStino). Desde entonces, antes de
facturar, me repito ese acrónimo, y así no me olvido de pedir ventanilla y presentar
mi tarjeta de fidelidad. Pero mucho más, me sirve como prueba, pues al entregarme
el billete, verifico que se ha tenido en cuenta mi tarjeta de puntos, que mi asiento
corresponde a ventanilla, y que el destino de facturación de mi maleta es correcto).
Para empezar, piense siempre en los pasos previos necesarios para preparar la tarea
en cuestión. ¿Qué es necesario hacer antes de poder comenzar la tarea? ¿Ha
completado ya todo lo necesario? Ésta es la «P» de PEVA.
Después, verifique los resultados. Ésta es la «V». Pase pruebas. Compruebe que el
resultado obtenido es el esperado.
Finalmente, analice la experiencia. ¿Qué ha salido bien? ¿Qué ha seguido igual?
¿Qué ha salido mal? Con lo que obtenga, identifique las lecciones aprendidas y
anótelas en su cuaderno. ¿Qué va a seguir haciendo? ¿Qué va a dejar de hacer? ¿Qué
acciones nuevas va a tomar a partir de ahora? ¿Qué cambios va a realizar en la
forma de llevar a cabo algunas acciones? Ahí entra en juego la «A», que se refiere al
aprendizaje que nos ayuda a crecer y mejorar constantemente, a través de los errores.
Tome acciones al respecto y… ¡póngase en marcha ya!
Incorporar la regla PEVA en su vida es siempre un acierto. Sus acciones adquirirán
un procedimiento que brinda calidad. Así, sus resultados mejorarán en calidad. Y
observará una mejora de calidad en su vida, cada vez más remarcable, conforme
extienda la regla PEVA a más aspectos de su vida.
En el capítulo anterior, quedó claro que nada es perfecto cuando se pasa del papel a
la realidad. Al entender que los ingenieros son seres humanos, la ingeniería
considera que es necesario realizar no sólo pruebas, sino algo más: revisiones. Si
todo fuera perfecto, tan sólo sería necesario que el cliente y el proveedor se
reunieran un día para lanzar el proyecto, y después se encontraran directamente el
día de finalización del mismo, para celebrar que todo ha salido a la perfección.
Pero, claro está, tal perfección no existe en la realidad.
Por ello, el peor error que se puede cometer es dejar un proyecto progresar por sí
mismo, y esperar ir a ver los resultados el día esperado. Y sería un error por muchas
razones.
Primero, porque es posible que tal día el cliente descubriera que sólo se ha logrado
completar el 50% de los objetivos, quedando todavía meses de trabajo. Esto es
completamente normal. Los planes son imprescindibles, pero no son una ciencia
exacta, y los retrasos existen.
También puede ocurrir que un proyecto resulte muy ambicioso, y el cliente invierta
mucho dinero en el mismo, y mucho más tarde, se descubra que es inviable. Invertir
mucho dinero en un proyecto de este tipo, puede desembocar en perder mucho dinero
sin alcanzar resultados.
Los anteriores son sólo algunos de los importantes beneficios de realizar revisiones
en cualquier proyecto de ingeniería. En los grandes proyectos se hacen revisiones
mayores para ver el estado de progreso, autorizar las siguientes fases, y detectar y
corregir cualquier desviación. Son eventos de importancia máxima en un proyecto.
Otro ejemplo similar es el de nuestro historial médico, que también tiene hitos
importantes, asociados a revisiones.
Cuando llegue el momento de revisar, asegúrese de que nada va a cambiar durante o
inmediatamente después de su revisión, ya que la validez de la misma podría resultar
impactada.
Le propongo un ejemplo que podría considerarse más bien una prueba, pero que
sirve para los efectos de ilustrar lo anterior. Imagine que se va de viaje el próximo
domingo. Quizás, el mejor momento para revisar que su casa se queda en
condiciones sería la misma mañana en que viaja, utilizando su lista de verificación.
Hacerlo el día de antes quizás no sea buena idea, porque, entre ese momento, y el
momento de partir, podría deshacer algunas cosas que han sido verificadas, y estaría
introduciendo errores. Por ejemplo, imagine que tiene la buena costumbre de
desenchufar la toma de antena de su televisor antes de marcharse de viaje. El día de
antes, realiza su revisión, y desenchufa el cable de su televisor de la toma de antena.
Pero horas más tarde, quiere ver un partido de fútbol por televisión, y vuelve a
conectar la toma de antena. En ese caso, ha deshecho parte de su revisión, y con ello,
está introduciendo posibles fuentes de error. Es posible que al día siguiente se
marche y su televisor quede conectado a la antena, con los riesgos que ello entraña.
Su revisión habría fracasado sencillamente por haberla conducido en el momento
inapropiado.
Según se trate de un objetivo a corto, medio o largo plazo, deberemos aplicar un
menor o mayor nivel de rigor al revisar.
Cuando nos movemos a corto plazo, tenemos el camino bastante bien definido. Los
objetivos son claros, y la sucesión de tareas a realizar también. Se trata normalmente
de un nivel de descomposición bastante detallado, por lo cual, se trata de tareas de
envergadura razonablemente pequeña —al menos en comparación con nuestra
ambiciosa visión—. Al igual que se suele hacer en tareas de ingeniería de corta
duración y que conllevan un esfuerzo razonablemente pequeño, es normalmente
suficiente con realizar una revisión al final de la tarea, básicamente para comprobar
que se han alcanzado los objetivos, y tomar medidas al respecto.
Pase a revisar los productos generados por las tareas realizadas. ¿Responden a las
cuestiones que usted esperaba? ¿Hay alguna información importante que no se ha
respondido? ¿Realizan las funciones que usted esperaba? ¿El trabajo realizado
responde a los objetivos? ¿Está de acuerdo con el contenido y con las conclusiones?
¿Las hipótesis o supuestos que se asumen son correctas?
Anote todas sus discrepancias con respecto a los puntos anteriores. Podrá dar con
desviaciones importantes: retrasos, ausencia de productos, y discrepancias técnicas
sobre el resultado. Ante cualquier tipo de desviación, identifique las causas, y tome
acciones correctivas al respecto. Fije una nueva fecha realista para culminar la tarea.
Programe un nuevo punto de revisión para ese momento. Al tratarse de una actividad
a corto plazo, dichas medidas también se proyectan a corto plazo, y si se ponen en
marcha de inmediato, dan resultados con rapidez. Por ejemplo, imagine que ha
organizado una comida en un restaurante para celebrar su cumpleaños, que tendrá
lugar dentro de dos semanas. Se trata de un proyecto a corto plazo, y lo ha
descompuesto en una serie de tareas que ya ha identificado, como por ejemplo,
elaborar una lista de los invitados, elegir el menú, llamar al restaurante para
reservar mesa, enviar a los invitados unas indicaciones para llegar al restaurante,
etc. Realiza todas estas acciones de forma muy rápida, prácticamente en un día, y
desconecta del tema. El día de la celebración, acude al restaurante, y se encuentra
con que el restaurante ha reservado una mesa para una fecha equivocada. El
propietario del restaurante reconoce que ha sido su error, y presenta sus excusas.
Para intentar solucionarlo, hace todo lo posible para ofrecerles una mesa, aunque es
mucho más pequeña, y tienen que comer muy apretados. Además, debido al error con
la fecha, el restaurante no puede ofrecerle lo que pidió, y la comida es de peor
calidad. Para colmo, dos de los invitados, un tanto despistados, olvidaron asistir…
El precio ha resultado más económico de lo esperado, pero el resultado ha dejado
mucho que desear.
En este ejemplo imaginario, usted no tuvo en cuenta realizar una revisión. ¿Cuál
hubiera sido la diferencia si hubiera realizado una sola revisión? ¡Realmente muy
grande! Habría anotado en su agenda —ya desde el primer día— un recordatorio
para revisar que todo está en orden unos tres días antes de la celebración.
Como usted leyó el capítulo anterior, ya desde hace tiempo tenía preparado un
poderoso recurso: una lista de verificación, y se dispone a utilizarla. La lista le
permite comprobar que todo está listo. Ha ido perfeccionando su lista con el tiempo,
haciéndola cada vez más robusta ante situaciones inesperadas. Toma su lista y la
complementa con algunos detalles específicos de la celebración que está
organizando.
Tres días antes de la celebración, al revisar su agenda, encuentra la anotación que le
recuerda realizar una revisión. Toma su lista de verificación, y comprueba que todos
los aspectos están listos. Entre ellos, se encuentra comprobar que el restaurante lo
tiene todo listo, que todos los invitados van a asistir, etc. Realiza una llamada al
restaurante, y se dan cuenta de que habían anotado mal la fecha del evento. Pero no
es grave, ya que ha llamado tres días antes, y el restaurante lo puede arreglar todo
sin problema. Llama también a los invitados para recordarles la fecha y el lugar, y
todos confirman su intención de asistir. El día de la celebración, todo está en orden,
y todo es un éxito. Usted siente una gran satisfacción, al igual que sus invitados. Sin
duda… ¡Hay una gran diferencia! Merece la pena aplicar revisiones.
Hasta aquí le he hablado de revisiones de pequeños proyectos a corto plazo. En
realidad, el principio es el mismo para sus metas a corto y largo plazo. Asocie a
cada meta intermedia —a medio plazo— un punto de revisión.
De antemano posiblemente no podrá identificar todos los detalles a comprobar, pero
siempre podrá identificar indicadores de progreso más generales. Por ejemplo, si
está planificando su carrera, quizás pueda poner como meta intermedia obtener la
diplomatura en una determinada carrera. Después vendría la licenciatura, y el
doctorado.
Si desea hablar de cantidades —del tipo que sean— es mejor que hable de un orden
de magnitud, pero no de cantidades muy específicas, ya que es muy difícil —si no
imposible— predecir con tal precisión. Por ejemplo, si su meta tiene que ver con
ahorrar una determinada cantidad de dinero, es mejor que fije un rango de ahorros
razonable como meta intermedia. Una revisión en ese punto intermedio será ideal
para verificar si se encuentra razonablemente cerca de ese rango, o muy lejos. En el
ejemplo de la carrera, si desea hablar de fechas para la diplomatura, licenciatura,
etc., es mucho mejor que hable de años. Ser más precisos no es recomendable, pues
significaría intentar predecir más allá de lo que podemos, y por tanto, introduciría
una importante fuente de incertidumbre.
Para sus metas más ambiciosas, a largo plazo, ya no es tan sencillo establecer
revisiones con tanta antelación. Se encuentra mirando hacia muy lejos. Demasiado
lejos. Pero, sin embargo, se pueden realizar revisiones de control, que aseguren que
nuestro rumbo no se desvíe demasiado del esperado.
Es mejor que siga avanzando y realizando revisiones en sus metas a medio plazo.
Conforme avance, lo que un día era largo plazo, se convertirá en medio plazo, y lo
podrá gestionar mejor.
Sin embargo, hay algo muy recomendable que puede hacer de forma periódica, y que
beneficiará a su proyecto, tanto a medio como a largo plazo. Se trata de una revisión
sumamente importante, que debería realizar cada año, o incluso de forma semestral
si desea un mayor control.
Ya soy ingeniero
Es conveniente dedicar más horas por semana para lograr completar la tarea a tiempo
Largo 2017 No Sí 0% Comenzaré con plazo el doctorado tras obtener el grado de licenciado
Si incluye tareas a corto plazo en su tabla, será necesario que realice una revisión
más frecuente. Si va a revisar de forma anual, es mejor que no incluya las tareas y
objetivos a corto plazo, ya que su gestión requiere de una mayor frecuencia de
revisión.
Insisto una vez más en un punto que no he dejado de repetir a lo largo de este libro:
no es conveniente llevar las cosas a los extremos. Nuestro autodiseño personal es
justamente eso: personal…. ¡Humano! No nos tratemos como máquinas. Realizar
revisiones es un hábito positivo que le reportará notables beneficios. Le ayudará a
avanzar más rápido hacia el éxito. Pero, sin embargo, si se obsesiona con pasar el
tiempo revisándolo todo, el hábito positivo terminará convirtiéndose en una
importante resistencia, que se opondrá a su progreso. Recuerde que la virtud está en
el término medio.
Por ejemplo, imagine que hay un componente que se está produciendo con mucho
retraso. Es un componente importante, que va a dar mejoras importantes al sistema.
Pero, por otro lado, no es un componente crítico, lo cual significa que el sistema
puede funcionar perfectamente sin él. En ese caso, puede autorizarse la realización
de las pruebas sin ese componente, y la oportuna revisión, organizando en una fecha
posterior una segunda revisión integrando el componente que faltaba. Una vez el
componente está listo, se integra, y se realizan las pruebas que faltaban.
Posiblemente sean necesarias también algunas pruebas de regresión, para asegurarse
de que el nuevo componente no introduce problemas inesperados. Entonces, se
realiza la segunda parte que completa la revisión.
Por ejemplo, para un viaje que va a hacer dentro de un par de semanas, sabe que su
lista de verificación la puede pasar en menos de una hora. Por ello, es razonable no
fijar ningún punto de decisión. Directamente pasará su lista en el momento fijado,
por ejemplo, el día anterior al viaje. Si hubiera algún cambio de fecha, cambiaría la
fecha de la revisión sin problema alguno.
Sin embargo, suponga que está esperando un importante contrato que debe revisar,
discutir, y llegar a firmar antes de una determinada fecha. Se encuentra ante un
proceso de revisión de un documento (el contrato). Usted estima que contendrá unas
treinta páginas, llenas de «letra pequeña». Posiblemente requerirá de varias horas de
lectura y revisión, distribuidas entre varias sesiones. Es probable que deba añadir
algunas horas de discusión con la otra parte, para aclarar y negociar diferentes
puntos del contrato. Se trata de un proceso de revisión que conlleva un esfuerzo
considerable, que estima en una semana de trabajo. Por ello, anota en su agenda un
punto de decisión unos diez días antes de la revisión, para asegurarse de que la otra
parte le va a enviar el contrato en la fecha prevista, que la otra parte estará
disponible para discusiones y aclaraciones, etc. Si en ese momento —diez días antes
— encuentran que todo está en orden, entonces podrán autorizar la revisión y fijar su
comienzo preciso (en la fecha en la que le enviarán su contrato) y su duración.
Sin embargo, si encuentra problemas, las decisiones serán diferentes. Imagine que la
otra parte del contrato le asegura que el documento llegará una semana más tarde de
lo previsto. Tan sólo hay un retraso administrativo bajo control. Entonces, podrían
acordar que la revisión comenzará dos semanas más tarde, y terminará dos semanas
después de la fecha límite originalmente prevista. Imagine otra situación: le indican
que el contrato no podrá estar listo hasta dentro de dos meses, quizás tres.
Encuentran que en ese tiempo pueden suceder demasiadas cosas que podrían
invalidar los términos del contrato. Deciden no autorizar la revisión, y fijar un
segundo punto de decisión dentro de dos meses. Si en ese momento todo se encuentra
listo, entonces podrán fijar una fecha precisa para la revisión, discusiones, etc.
Programe sus puntos de decisión con suficiente antelación. Pero… ¿con cuánta?
Depende de cada revisión. Para saberlo, visualícese realizando el punto de decisión.
Imagine que, desafortunadamente, la conclusión que obtiene es que todo se encuentra
muy lejos de estar listo. Imagine un escenario razonablemente negativo. ¿Qué cosas
cree que podrían fallar? ¿Las tiene? Imagine ahora que han fallado. Ante esa
situación, toma la acción inmediata de resolver todos los problemas identificados
con urgencia. Ahora intente estimar cuánto tiempo le llevaría resolver esos
problemas, de forma aproximada. ¿Lo tiene? Pues ese tiempo es aproximadamente la
antelación con la que debería poner su punto de decisión.
Las revisiones que tiene a medio plazo podrían llevarle a decidir cambiar su
dirección, y quizás esas metas a largo plazo cambien. Es perfectamente posible. Con
el tiempo se va conociendo mejor y puede sufrir un proceso muy positivo de
reinventarse a sí mismo. Con ello, es perfectamente posible que sus metas a largo
plazo cambien.
En los proyectos de ingeniería de gran envergadura, que suelen llevar varios años de
trabajo, es habitual fijar ya de partida una serie de revisiones intermedias entre los
grandes hitos, que hacen a su vez de puntos de decisión.
En general, antes de cualquier reunión formal, los ingenieros suelen fijar también un
punto de decisión, para asegurarse de que todo está listo, y evitar descubrir
sorpresas cuando la reunión ya esté en curso. De hecho, esto no es —ni mucho menos
— exclusivo de la ingeniería, sino que es una buena práctica de gestión que se
adopta prácticamente en todo tipo de proyectos.
En las revisiones de ingeniería, sin duda hay que leer mucho. Se presenta mucha
información en forma de documentos, que suelen presentar una extensión y
complejidad considerables. En los proyectos de gran envergadura, perfectamente
podemos estar hablando de miles o decenas de miles de páginas en una revisión.
Dicho lo anterior, queda claro que un ingeniero tiene que leer, y mucho. Y no se trata
precisamente de literatura que nos entretiene. En los textos de ingeniería, es
necesario realizar un importante esfuerzo intelectual para entender lo que se lee. Y
no sólo eso, hay que entender multitud de piezas de información —de por sí ya
complejas— y lograr entender cómo encajan entre sí, hasta ser capaces de elaborar
discrepancias relevantes, verificar si los objetivos se han cumplido, etc. La tarea es
muy compleja, y todavía lo es más considerando que no todos los documentos
presentan una escritura sencilla de seguir.
Es por ello que, en multitud de grandes organizaciones, entre los cursos de formación
para ingenieros, se encuentra el entrenamiento para leer y escribir documentos
técnicos con eficacia.
Por ello, un documento de ingeniería resulta igualmente apasionante que una novela,
pero se lee de una forma bastante diferente, y requiere una serie de conocimientos
especializados para poderlo hacer. Cuando lee un documento técnico, el ingeniero
puede ser que lo revise, o si el documento ya ha sido aprobado, puede ser que lo lea
en busca de determinada información.
Desde luego, cuanto mejor escrito esté un documento de ingeniería, más fácil es
encontrar respuestas o determinar que no están en su interior. Es por ello que existan
cursos de entrenamiento para escribir buenos documentos de ingeniería. Estos se
deben escribir identificando cuáles son las preguntas clave, y respondiéndolas a
través del documento. Hay que tener muy claro cuáles son esas preguntas, y
responderlas de forma clara y estructurada. El lector tiene que ser capaz de
identificar, de la forma más rápida y sencilla posible, cuál es la razón de ser del
documento, a qué preguntas responde, y cuáles son las respuestas.
A la hora de revisar un documento, los ingenieros principiantes suelen utilizar una
aproximación similar a la lectura de un libro de narrativa. Intentan seguir una trama,
y encontrar puntos de discrepancia. Y lo que suele ocurrir es que identifican una
larga lista de puntos de discrepancia. La mayoría de ellos son válidos, pero no
siempre muy relevantes para la revisión que se está realizando, lo cual significa que
esos comentarios no contribuyen en gran medida a los objetivos de la revisión. A
todo ello se suma toda una serie de erratas, acrónimos mal redactados, etc. No es
nada malo, y es completamente normal que ocurra al comenzar una carrera como
ingeniero. Yo lo veo como una parte lógica y normal dentro de dicha carrera.
Y es normal que surjan comentarios que no son del todo relevantes, por la simple
razón de que el documento se ha leído como una novela… Se ha revisado sin tener
claro en mente qué es lo que se está buscando. Por ello, se encuentran muchas cosas,
pero esas cosas no responden a las preguntas concretas más importantes, puesto que
no se han identificado antes. No hay ninguna pregunta en mente antes de leer el
documento, por lo cual, es fácil encontrar muchos comentarios, pero dispersos y sin
seguir una línea clara.
La mejor técnica para revisar un documento técnico es tener claras las preguntas que
el documento debería responder. ¿Cómo sabemos cuáles son esas preguntas? Para
ello, debemos tener claros los objetivos de la revisión. Estamos revisando uno o más
documentos por una determinada razón. Se busca comprobar que todo progresa
correctamente, con respecto a unos objetivos esperados. Los documentos que
estamos revisando deberán demostrar que dichos objetivos se cumplen. Cuando
tenemos claros cuáles son los objetivos, entonces podemos transformarlos fácilmente
en preguntas. Y es posible que las preguntas se respondan a través de diferentes
documentos.
Por ejemplo, imagine que tiene que revisar un documento, y el objetivo principal de
la revisión es «demostrar que se han realizado todas las pruebas acordadas, que se
han superado con éxito, y que se han identificado planes de trabajo técnicamente
viables para cubrir cualquier anomalía detectada». Entonces, podría partir de las
preguntas:
Imagine que está a punto de firmar un contrato que le ofrece determinados servicios,
y quiere revisarlo. La mejor manera de comenzar es escribir una lista de las cosas
que espera que ese contrato le ofrezca. Dedíquele un tiempo. Después, convierta esa
lista en una lista de preguntas. Lea bien sus preguntas, y proceda a revisar el
contrato, buscando respuestas. Después ya podrá proceder con una lectura detallada
para examinar el contenido cuidadosamente, pues en el caso de un contrato, es
esencial.
Lo anterior se emplea para revisar documentos, pero también funciona cuando se lee
un documento en busca de determinada información. Construya una lista con la
información que está buscando. ¿Cuáles son las preguntas para las cuales está
buscando una respuesta? Construya su lista, y verá como leer el documento es un
proceso mucho más sencillo. Estará buscando elementos concretos.
Con la técnica de las preguntas, aunque tenga delante de usted un documento de mil
páginas, eso no va a intimidarle, porque sabe exactamente qué es lo que está
buscando, y no va a tener que leer las mil páginas para encontrarlo.
Le recomiendo que, ante los documentos más decisivos que tenga que revisar, pida
siempre que se los presenten. ¿Va a firmar un contrato? Pídale a la otra parte que le
presente brevemente su contenido, de forma resumida. Podrá capturar cuáles son los
puntos clave. Además, podrá percibir cuáles son los puntos más importantes para la
otra parte. Podrá también percibir multitud de señales no verbales que le revelarán
mucha información. Después, pida el tiempo que necesite para realizar su revisión
tranquilamente, y volver en otro momento con su decisión y posibles comentarios.
Está en su derecho.
UNA TÉCNICA PARA LEER MÁS RÁPIDO
Hay una técnica muy poderosa que le permitirá leer documentos con contenido
práctico de forma muy rápida. Yo la utilizo con frecuencia cuando visito librerías y
tomo libros que me parecen interesantes. Los tengo en las manos diez minutos, y me
ha ocurrido varias veces que ese mismo día me han entrevistado, y han mencionado
uno de esos libros, pidiendo mi opinión. En todos los casos he hablado del libro
durante más de 15 minutos, realizando una completa sinopsis. ¿Magia? Ninguna. Tan
sólo es práctica con la lectura en «diagonal», y cualquier persona puede hacerlo.
Podría decidir parar ahí. Pero le recomiendo dar un paso más. Tome el primer
capítulo, y lea solamente la primera línea de cada párrafo. Y si desea continuar,
podrá hacerlo también con el resto de capítulos. En los documentos de calidad, la
primera línea de cada párrafo suele ser muy reveladora y condensar la esencia del
párrafo entero.
Sólo un consejo más: descanse su vista. Pasar largas horas revisando sin descanso
resulta contraproducente. Haga pausas. Adopte un entorno de trabajo adecuado, con
un correcto nivel de iluminación. Ilumine el papel con una lámpara, e intente que el
entorno esté también iluminado, aunque con menor nivel de intensidad. Si trabaja
frente al ordenador, intente bajar el nivel de brillo y utilizar un contraste medio.
También existe la conocida técnica del 20/20/20. Nos dice que cada veinte minutos
se debe mirar por lo menos veinte segundos a un objeto que se encuentre a unos
veinte pies de distancia (lo cual equivale a unos seis metros). Sin ser oftalmólogo,
estos son consejos que he ido recolectando durante años, y que a mí me han dado
buenos resultados. En todo caso, mi mejor consejo es que consulte a un especialista
para recibir el mejor consejo al respecto. ¡Es muy importante cuidar nuestra vista!
MENTES CONCENTRADAS
Quizás se pregunte por qué no podrían trabajar por separado, y así se ahorran gastos
de viajes, alojamientos y dietas. Y es muy buena pregunta. En realidad, es muy
importante reunirse para trabajar durante un determinado periodo, por las razones
que expongo a continuación.
En primer lugar, cada experto tiene otras mil cosas que atender en su oficina. Los
teléfonos suenan, los jefes encargan nuevas tareas, hay que participar en reuniones,
etc. Eso no va a cambiar. Es el día a día, y hay que aceptar que es así. Y en esas
condiciones no se puede trabajar en la revisión de documentos de forma productiva.
El proceso de revisión requiere de un esfuerzo intelectual considerable, y las
interrupciones salen muy caras. Se tardan más de diez minutos en lograr concentrarse
y empezar a rendir en la revisión de un documento. Si somos interrumpidos, hay que
volver a emplear esos diez minutos para retomar la concentración.
Para ello, se suele reservar un lugar de reunión alejado de las oficinas, donde se
trabaja exclusivamente en la revisión durante un periodo de tiempo. En revisiones de
gran envergadura, se suelen organizar paneles (grupos de trabajo formados por
expertos) que enfocan diferentes aspectos de la revisión. Cada panel trabaja en una
sala dedicada. Allí los participantes se concentran en una única cosa: la revisión. Y
además, algo muy importante: trabajan en equipo. Sus fuerzas se suman, o incluso se
multiplican. El todo es mayor que la suma de las partes.
Al llevar las revisiones a nuestra vida no hace falta tan elevado nivel de rigor. No es
necesario generar elaborados informes (en algunos casos ni siquiera escribiremos
nada). Pero, como ha ocurrido hasta ahora en este libro, sí que podemos inspirarnos
en lo que hacen los ingenieros para aplicarlo en nuestro crecimiento personal.
En efecto, se trata de tomar buena nota de lo que hemos encontrado en nuestro punto
de revisión. ¿Qué discrepancias ha encontrado entre el estado actual de las cosas y
el estado en que teóricamente deberían estar? A partir de tales discrepancias,
elabore una serie de recomendaciones hacia usted mismo, que tengan como objetivo
reencauzar su vida hacia esa dirección. En otras palabras, las recomendaciones
deben ir orientadas hacia corregir las discrepancias o desviaciones.
Pero, eso sí, una recomendación está muy bien, pero no sirve de nada si no se hace
algo al respecto… Es esencial pasar a la acción. Es preciso elaborar planes de
acción derivados de su propia revisión.
¿Los tiene? Anótelos y… haga algo ya ¡Póngase en marcha! Recuerde que la gran
mayoría de logros no se pueden alcanzar sin acción por nuestra parte.
LA IMPORTANCIA DE LA FORMACIÓN
LA FORMACIÓN EN LA INGENIERÍA
Como nos explica Stephen Covey5, hay un importante hábito que es el de «afilar la
sierra». Hace una analogía con un leñador, que emplea una sierra como herramienta.
La sierra corta muy bien al principio, así que el leñador puede cortar árboles muy
rápido, y su esfuerzo produce importantes resultados. Pero ninguna sierra permanece
afilada para toda la vida…
Si el leñador sólo piensa en cortar y cortar, y nunca dedica tiempo a afilar la sierra,
ésta cada vez cortará menos. Y dentro de algún tiempo, para cortar los mismos
troncos, necesitará hacer más esfuerzo, y consumirá mucho más tiempo. Sin embargo,
si de vez en cuando deja de cortar, y dedica un tiempo a afilar la sierra, entonces
evitará ese problema. Además, al dedicar ese tiempo, quizás aprenda nuevas formas
de cortar más eficientes, o conozca nuevas herramientas, lo cual le llevará todavía
más lejos: será capaz de hacer más, en menos tiempo, y con menor esfuerzo. Por
ejemplo, quizás el leñador decida adquirir una sierra mecánica, que permite realizar
el mismo trabajo con menor esfuerzo.
5 Stephen R. Covey. «Los siete hábitos de la gente altamente efectiva». Ediciones Paidós Ibérica (1998)
Los ingenieros saben esto muy bien, y por ello, le dan un valor muy importante a la
formación. Además, saben que para desarrollar una carrera de éxito en la ingeniería,
la formación es un punto que no se puede abandonar bajo ningún concepto.
FUENTES DE INFORMACIÓN
En muchas organizaciones, sus ingenieros tienen acceso a —al menos— un curso de
formación cada año.
Según sea su trabajo dentro del campo, reciben una formación diferente. Algunos
ingenieros trabajando en materias muy técnicas, reciben formación especializada.
Otros ingenieros que deben gestionar el seguimiento de proyectos, reciben formación
de gestión. Los ingenieros que realizan tareas de liderazgo y gestión de personas,
reciben formación en ese ámbito.
La respuesta no siempre es evidente, nada más lejos, y sobre todo la primera vez.
Pero le garantizo que el mero hecho de realizar esa pregunta producirá un importante
cambio. ¡En las profundidades de su mente, ya hay procesos en marcha para intentar
ayudarle!
Le recomiendo que cada año fije una fecha en su agenda para autoevaluarse con
respecto a su formación. Le aconsejo que lo haga en conjunto con la revisión anual
de objetivos que se explicó en el capítulo anterior. Comience por su evaluación de
objetivos. Tras ello, verá más claro en qué aspectos le ha ido mejor y en cuáles
peor. Identifique qué tipo de formación necesita para lograr que los aspectos a
mejorar logren hacerlo.
El camino hacia nuestros objetivos puede llegar a ser duro. Mantener la motivación
es esencial para que logremos alcanzar nuestras metas.
Cabe anotar que, cuando estamos recorriendo un camino alineado con nuestra
misión, que conduce hacia nuestra visión, disfrutamos de cada paso del camino, y
aunque empleamos mucha energía, no nos cuesta un gran esfuerzo. La motivación
florece de forma natural.
Un pequeño avance en el trabajo del día a día se contempla como un pequeño paso
hacia un objetivo menor, a corto plazo. Sentirse felices por esos pequeños progresos
es muy importante. Le recomiendo adoptar la costumbre de celebrar interiormente
cada paso del camino. Sea feliz, y disfrute de la felicidad de cada paso adelante.
Conecte con la belleza de ese momento. Usted lo merece. Esos momentos son
mágicos.
De la misma forma que los pasos del día a día conducen a objetivos menores, un
logro a medio plazo es un paso importante hacia un logro mayor, a largo plazo. Y
algo así no ocurre cada día. Debe celebrarse. Si no se hace, entonces algo tan
importante pasaría desapercibido. Estaríamos perdiendo una oportunidad de
llenarnos de entusiasmo, motivación, felicidad, etc.
En los proyectos de ingeniería, cuando se alcanzan las metas mayores —las más
importantes para el proyecto y que denotan un progreso enorme hacia los objetivos
— suele organizarse una celebración, que puede tomar diferentes formas.
Pero, eso sí, no se celebra de forma individual, sino en equipo. Por ello, la
celebración no es un evento personal, sino social. Es esencial que el equipo unido
celebre los logros. Esto llena a todo el equipo de energía renovada, motivación,
entusiasmo, etc. Y algo tan importante o más: refuerza el espíritu de equipo.
CUÁNDO CELEBRAR?
Como explicaba anteriormente, no conviene celebrar cada paso por todo lo alto. Por
supuesto, es muy importante sentir felicidad por cada uno de esos pasos. Esos pasos
conducen a logros de envergadura menor, que resulta apropiado celebrar de forma
personal, y generalmente modesta.
Cuando se alcanzan con éxito hitos de gran calibre —por ejemplo la culminación con
éxito de un proyecto cuya duración ya se mide en años— se suele realizar un evento
social de mayor envergadura. Todo depende del tipo de proyecto, los fondos
invertidos, la duración, la cantidad de personas involucradas, etc.
Como ilustración, me remito al libro de Lewis Carroll, «A través del espejo y lo que
Alicia encontró allí», que dio lugar al concepto de «no cumpleaños» en la película
de Walt Disney «Alicia en el país de las maravillas». Allí tres personajes celebran
su no cumpleaños. Una persona celebra una vez al año su cumpleaños, y durante el
resto del año, cada día celebra su «no cumpleaños». Si hiciéramos así, cuando
llegara nuestro cumpleaños posiblemente no lo veríamos como algo tan especial,
puesto que estaríamos ya acostumbrados a una celebración diaria.
En los proyectos —de ingeniería o de cualquier otro tipo— pasa igual. Si nos
pasáramos el tiempo celebrando la «no meta», cuando llegara la meta, la celebración
no sería tan especial. Nos pasaríamos la vida celebrando, y no trabajando, por lo
cual difícilmente llegaríamos a alcanzar grandes objetivos…
Hay ciertas excepciones a lo anterior. Por ejemplo, existen proyectos de muy larga
duración, que han comenzado siendo muy ambiciosos, que se han enfrentado a
grandes incertidumbres imposibles de predecir, y que han conseguido grandes
logros, aunque no todos los que se proponían en un principio. En ese caso, no es
justo decir que el proyecto ha fracasado. Todo lo contrario, el proyecto ha tenido un
gran éxito, y ha encontrado problemas por tratarse de objetivos ambiciosos y a muy
largo plazo. En esos casos sí que conviene celebrar esos logros. Ha costado
muchísimo trabajo llegar hasta allí. Se han conseguido grandes cosas, y otras quedan
aún por resolver. Es un momento importante para celebrar lo obtenido, y para
agradecer el trabajo realizado a todo el equipo. Asimismo, una celebración en ese
punto ayuda a inyectar una buena dosis de motivación. Tras un periodo tan largo de
trabajo, es algo absolutamente esencial que no se debe descuidar.
Es perfectamente posible llegar a un hito clave del proyecto, habiendo cumplido con
los objetivos, pero a la vez habiéndose desarrollado importantes conflictos humanos.
Una organización puede estar desarrollando un malestar acerca de determinadas
cosas, y llegar a cumplir con su objetivo, pero el malestar existe.
Cuando aparecen conflictos, del tipo que sean, antes que pensar en celebraciones, lo
mejor es pensar en resolver los conflictos. Se debe tomar como una tarea más del
proyecto. De hecho, lo es, aunque no sea una tarea técnica. Y es igualmente
importante que las demás. Si se crea un excelente producto, pero se deteriora a largo
plazo la relación entre cliente y proveedor, ¿realmente estamos ante un éxito?
Permítame dudarlo. Merece la pena resolver la situación y luego celebrar, ahora sí,
de verdad. De otro modo, sólo se conseguiría poner en la misma habitación o mesa a
personas con conflictos que resolver entre sí, y es posible que la fiesta se convierta
en un campo de batalla (no sería la primera ni la última vez que ocurre en el mundo,
de hecho, algunas veces incluso lo hemos podido ver en televisión).
En resumen, conviene celebrar logros, pero no todos, y tampoco todos del mismo
modo.
En su autodiseño personal, es muy importante que seleccione bien los momentos
ideales para celebrar sus logros. Inspírese en las pautas anteriormente comentadas
para decidirlo.
INCENTIVOS
Es muy importante. Es como una forma de decir gracias por el trabajo realizado. Es
una forma de decir «aprecio tus esfuerzos, reconozco tus contribuciones, y te doy las
gracias por todo lo que has hecho por el proyecto».
Al aplicarlos, las personas experimentan motivación. Un buen líder sabe que no debe
esperar que las personas hagan las cosas que dicte, sólo porque dé la orden. Un buen
líder logra que su equipo desee hacer esas cosas. Mantiene a su equipo motivado. Y
los incentivos son esenciales para ello.
¿Hay algo sencillo y accesible que hace tiempo que desea hacer y nunca se lanza?
¿Algo que desea y puede comprar, pero que nunca se decide? ¡No lo haga porque sí!
Guárdelo como un incentivo, y asócielo a un logro a corto plazo. Para los logros a
medio y largo plazo, concéntrese en incentivos un tanto más ambiciosos, dentro de la
medida de las posibilidades.
Ya que el anterior es uno de los errores de comprensión del liderazgo más extendido
de lo que parece, permítame insistir: un líder debe conseguir que un conjunto de
personas trabaje en una determinada dirección, y que lo haga de buen grado, con
motivación. El cargo de líder no es un título que otorga poder y comodidad, que se
puede lucir con aires de grandeza, mirando a los demás hacia abajo, como quien
mira a seres inferiores. Nada más lejos. El liderazgo lo que otorga es una grandísima
responsabilidad. Es un trabajo muy complicado. No hay que tratar tanto con diseños,
fórmulas, y esquemas técnicos. Hay que tratar con algo mucho más complejo: con
personas.
No lo dude, cualquier paso que pueda dar en hacer que su equipo trabaje motivado,
son puntos para usted como líder. Esto es aplicable en el ámbito de cualquier
equipo, ya sea profesional, deportivo, humanitario, etc.
Y para lograr ese importante objetivo, hay una herramienta clave que no se debe
olvidar jamás: el poder de los incentivos. Se trata de recompensar a las personas por
el trabajo bien hecho. Y me refiero a recompensar de corazón. Eso es lo que más
vale. Por supuesto, queda completamente fuera de mi definición de incentivo
cualquier cosa que se parezca a sobornar a otras personas.
Además, cada componente del equipo tiene unos talentos, competencias, y en general
cualidades, de carácter único. Cada integrante del equipo ha contribuido al éxito del
proyecto gracias a aportar esas cualidades. Es muy importante reconocer sus
contribuciones.
Es muy importante hacerlo en persona, y ahí el papel del líder es esencial. Tiene que
ser él o ella quien transmita en persona el agradecimiento sincero y el
reconocimiento. En algunos proyectos incluso se entregan diplomas que reconocen la
aportación a un proyecto. Las personas que lo reciben se sienten entusiasmadas.
Sienten que su trabajo tiene un valor importante. Se sienten consideradas. Y es justo
eso lo que se desea transmitir. Además, el hecho de que el agradecimiento venga
expresado directamente desde el liderazgo del proyecto, y transmitido de forma
sincera, hace que el resultado sea mucho más emotivo. La imagen de ese momento
queda acompañada de importantes e intensas emociones. Esto hace que ese momento
quede grabado en nuestra mente como si estuviera tallado en una piedra. Ya puede
llover, hacer viento o nevar… Esa marca queda allí. Se trata de un proceso donde la
componente principal es humana. Por ello, es esencial que el líder sea quien
transmita esos mensajes.
En sus logros en equipo con otras personas, es muy importante que reconozca el
trabajo bien hecho de los demás, y exprese dicho reconocimiento, junto con
agradecimiento, y todo ello de forma sincera. Piense sinceramente en cuánto le gusta
a usted que otras personas reconozcan sus contribuciones y le expresen
agradecimiento. Recuerde que a las demás personas les gusta tanto como a usted.
Cuando lo haga, recuerde que es ley del universo que recibimos de lo que damos. Si
entrega agradecimiento sincero a los demás, antes o después recibirá agradecimiento
sincero de otras personas. Conseguirá tender puentes en lugar de crear separación.
El espíritu de equipo se verá reforzado. Ganará en todos los sentidos. Se sentirá
feliz, y hará felices a otras personas, y esa felicidad es como una onda expansiva que
se propaga a otras personas.
Cada logro es un mundo, y por ello, requiere un tipo particular de celebración. Para
que la celebración de un logro cumpla con sus positivos objetivos, es necesario
analizar cuidadosamente cuál es la forma correcta de enfocarla. Hay logros que no
conviene celebrar de forma privada, mientras que otros no conviene abrirlos a una
amplia audiencia.
2134
!
Personal Equipo Logro
Corresponde a los logros de equipo celebrados en equipo. ¡No hay mejor forma de
hacerlo! Se disuelven los egos. Se fomenta el espíritu de equipo. Cada componente
del equipo se siente más motivado y entusiasmado. Y la motivación total es mayor
que la suma de las partes. Imagine un equipo de fútbol que acaba de ganar un
importante trofeo. La forma típica de celebrarlo es en equipo. Se puede hacer a
varios niveles, incluyendo sólo al equipo, o incluyendo familia, simpatizantes,
amigos, etc. Las formas son muchas, y se deben tratar caso por caso, pero celebrar
los logros de equipo en equipo es sin duda imprescindible.
CUADRANTE 2
Representa a los logros obtenidos a nivel personal que se celebran en equipo. Este
cuadrante debe tratarse con precaución. No digo que deba evitarlo, pero sí le
recomiendo pensar cuidadosamente a qué nivel debería llevar a cabo la celebración,
pues quizás sea más conveniente pasar al cuadrante 3.
Por ejemplo, si celebra su cumpleaños con su equipo, es algo muy bonito y que se
llevará a cabo con verdadera alegría.
Pero, imagine ahora otra situación. Trabaja en un equipo donde ha salido un puesto a
competición, y usted lo ha ganado. Por el mismo puesto competían algunos de sus
compañeros de equipo.
Para usted, su familia y sus amigos, es un gran logro que merece ser celebrado, y de
eso no hay duda. Pero si hace una celebración en equipo, algunos componentes
podrían sentirse ofendidos —muy en particular, aquéllos que compitieron por el
mismo puesto que usted ha ganado—. Recuerde que en el interior de las otras
personas hay un ego, igual que en el nuestro. Ese ego les causa sufrimiento, y si usted
realiza ese tipo de celebración, posiblemente alimentará los egos de las otras
personas, y con ello estará transmitiéndoles sufrimiento adicional. No es raro, en ese
desacertado tipo de celebraciones, escuchar ironías, e incluso comentarios
ofensivos.
CUADRANTE 3
Representa los logros personales que se celebran a nivel personal. Como indicaba
anteriormente, esto puede incluir familia, amigos, etc. El nivel de apertura correcto
para cada celebración es diferente, y se debe estudiar caso por caso. Este tipo de
celebración también es muy recomendable.
Regálese algo positivo, que le haga bien. Defina usted su premio. Quizás ese viaje
que tanto sueña realizar con su familia. Quizás ver esa obra de teatro que tanto
anhela. Las posibilidades son inmensas, y es cada persona quien las define. De
nuevo, insisto en que sea razonable a la hora de definir ese premio. La magnitud del
premio debe estar alineada con la magnitud del logro.
Puede ser mil cosas, pero sea lo que sea… ¡Disfrútelo al máximo! ¡Viva el
momento! ¡Sea consciente de lo que celebra y lo importante que es! Asocie unos
bonitos momentos con su meta hecha realidad. Rodéelo de positividad. ¡Ha
trabajado muy duro para llegar a su meta, y ahora se merece un premio!
CUADRANTE 4
Representa los logros obtenidos en equipo que se celebran de forma personal. Este
cuadrante encierra peligros. De ahí la señal de precaución que se muestra en su
interior, en la figura de arriba.
Celebrar de forma personal (más cerrada) los logros de un equipo no tiene por qué
ser malo, en principio, siempre que no sustituya a la celebración en equipo, que es
realmente esencial, y debería ser la prioridad.
Y hay un caso extremo al que algunos llegan, que es el de no sólo celebrar a nivel
personal los logros del equipo, sino además, atribuirse los méritos. Se trata de
atribuirse a uno mismo los logros de un equipo de personas, y celebrarlo al margen
del equipo. Desde luego, es lo último que desearía recomendarle.
Mi consejo es que pase primero por el cuadrante 1, es decir, los logros de equipo
celebrados en equipo. Y después, si lo desea, puede pasar al cuadrante 4 y
celebrarlo a nivel personal. En principio no es grave hacerlo al revés, y pasar
primero por la celebración personal (cuadrante 4), pero sin olvidar pasar después al
cuadrante 1.
Los ingenieros más brillantes y felices que conozco son todos ellos personas
humildes. Apetece hablar con ellos. Tratan los temas de forma objetiva y factual. Se
basan en los hechos. Y nunca hablan de sus propios méritos. En ellos se puede ver el
brillo de una gran competencia. No hace falta que ellos mismos hablen de lo
competentes que son, puesto que salta a la vista y se transmite sin palabras. No
juzgan, ni envidian, ni se comparan con otros ingenieros. Disfrutan de su trabajo, son
felices, y se rodean de un ambiente positivo.
De hecho, mucha gente con la que me encuentro sabe perfectamente que esa
tecnología se deriva de mi trabajo durante años, y algunas personas incluso me han
felicitado por ello. Pero siempre han sido las otras personas las que han hablado de
ello, y nunca yo mismo.
Pasé noches en vela, y jornadas de doce horas de trabajo durante siete años
invertidas en ese proyecto. Hice multitud de viajes de trabajo para hacerlo avanzar,
a veces muy agotadores. Me expuse a retos muy complicados. Pero he disfrutado
durante cada segundo. No tengo la menor queja, todo lo contrario, me siento muy
agradecido por haber logrado realizar todo ello, por la confianza puesta en mí, por el
apoyo recibido, por haber superado todos los retos, aprendido infinidad de lecciones
profesionales, y sobre todo, he disfrutado en cada paso del camino.
Recuerde que la arrogancia es como una nube. Por muy brillante que usted sea, si
crea una nube de arrogancia a su alrededor, nadie verá los rayos de sol. Más bien,
verán caer una tormenta de rayos desde las nubes…
Todavía tengo muchas más cosas que decir sobre este tema. La verdad es que, al
escribir este libro, he tenido que fijar un límite y seleccionar los temas a tratar, para
evitar que esta obra se convirtiera en un libro demasiado extenso, lo cual lo haría
menos práctico. Por ello, es probable que en el futuro volvamos a encontrarnos
alrededor de este tema a través de páginas como las que tiene hoy en sus manos.
Le deseo los mayores éxitos, y por encima de todo, que viva una vida en conexión
con la felicidad. Estoy seguro que la obra que tiene en sus manos puede aportarle
importantes herramientas en ese apasionante camino. Y, desde luego, la componente
mágica más importante la aporta usted, al llevar este libro a la práctica.
LECTURAS RECOMENDADAS
1. Dr. Félix Torán. «La Respuesta del Universo». Gaia Ediciones (2008). ISBN 978-
84-8445-243-0.
2. Dr. Félix Torán. «La ley de la autocreación». Ediciones Corona Borealis (2010).
ISBN 978-84-92635-31-3.
3. Brian Tracy. «21 Secretos para mejorar sus finanzas». Amat editorial (2009).
ISBN 9788497353359
4. Victor Frankl. «El hombre en busca de sentido». Herder (2004). ISBN
9788425416101
5. Stephen R. Covey. «Los siete hábitos de la gente altamente efectiva». Ediciones
Paidós Ibérica (1998). ISBN 9788475098357.
6. Brian Tracy. «Metas». Ediciones Empresa Activa. ISBN 9788495787590.
7. Dale Carnegie. «Cómo ganar amigos e influir sobre las personas». Edhasa (2001).
ISBN 9788435017503
nas». Edhasa (2001). ISBN 9788435017503
9505118786
9. Deepak Chopra. «Alquimia». Ediciones Obelisco (2007). ISBN 978-8497773560
10. Wayne W. Dyer. «Tus zonas erróneas». Debolsillo (2005). ISBN 978-
0307274069
11. Napoleon Hill. «Piense y hágase rico». Editorial Mondadori. ISBN
9788497938389
12. Napoleon Hill. «La actitud mental positiva». Debolsillo (2005).
9789707809956.
13. Eckart Tolle. «El poder del Ahora». Gaia Ediciones (2006). ISBN
9788484450344
14. Fundation for Inner Peace. «Un curso de Milagros». Alfaomega (2009). ISBN
9780960638857
15. Rhonda Byrne. «El Secreto». Ediciones Urano (2007). ISBN 978-8479536442
16. William Arntz et al. «¿Y tú qué sabes?». Palmyra (2006). ISBN 9788496665026
¡Gratis! Decenas de programas de audio del autor sobre crecimiento personal en:
http:// felixtoran.podomatic.com
El Dr. Félix Torán Dr. Félix Torán es orador, coach y escritor de motivación y
superación personal de reconocido prestigio en España, Latinoamérica y Estados
Unidos. Es autor de La Respuesta del Universo y del best seller La Ley de la
autocreación, donde aborda la Ley de la Atracción de forma clara, práctica, tangible
y alejada de falsas creencias. Doctor en Ingeniería, es autor de más de 110
publicaciones en diversas áreas de la Ciencia y la Ingeniería. Ha recibido diversos
premios científico-técnicos de carácter internacional. Desde el año 2000 es
Ingeniero de la Agencia Espacial Europea.
El Dr. Torán posee una vertiente filantrópica y participa activamente en proyectos
humanitarios de carácter internacional. Su biografía está presente en las obras Who
is Who in the World (quién es quién en el mundo), Who is Who in America (quién es
quién en América), y otras relevantes guías biográficas internacionales.
R Ediciones Corona Borealis E
CFRONTERAS DE LA REALIDAD Rafael Andrés Alemañ
Berenguer
O REGLAS DE ORO DE LA ABUNDANCIA Selene Jade Aghina
M HISTORIAS MALDITAS Y
E
OCULTAS DE LA HISTORIA Francisco J. Fernández
LEGADON Rafael Romero Rico
D
LOS PODERES DE LA MENTE Alejandro Parra
A AVATARES EN EL PRINCIPIO DE LOS TIEMPOS M Matt.
D. Ivansky
EL RECUERDO INFINITOO Raúl Ruiz-Berdejo y Manuel Briante
SANADORESS Luisa Alba González
EL CARCELERO
Víctor Vilar R
CONCIENCIA: EEL ENIGMA DESVELADO
Guillermo Caba Serra
LOS PADRES QUE LLORAN EN LA ALMOHADAC
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ADIÓS A LOS MIEDOS
Helen Flix M
EL PEQUEÑO LIBRO DE LOS ESPEJOS
Manuel Arduino E
CUENTOS DE MAGIA Y MISTERIONJosé Rubio y José Miguel Cuesta
HEREJES DE LA CIENCIA DAlejandro Polanco Masa
LO QUE ES, ES AGermán González y Ana María Liñares
MOS