(Año 2013)
Ejemplifica esta situación el que uno de los sucesos que con más fuerza se han
remarcado y lamentado tanto por las fuerzas políticas como los medios de comunicación
haya sido la polémica opinión del Sr. Arias Cañete, afirmando casi con estas mismas
palabras que: “debatir con una mujer es complicado porque mostrar superioridad
intelectual parece machista”, declaraciones que han sido consideradas como un gesto
de sexismo desmerecedor de la mujer, y por las que el propio Arias Cañete llegó a pedir
disculpas posteriormente.
Efectivamente, según la OIT los accidentes laborales junto con las enfermedades
profesionales, ocasionan cada año más de dos millones de muertes a nivel mundial.
http://www.ilo.org/global/about-the-ilo/media-centre/press-
releases/WCMS_071435/lang--es/index.htm
De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en nuestro país
entre los años 1.997 y 2.012 las muertes de hombres en el puesto de trabajo se han
mantenido en una media de unas mil anuales hasta el año 2.003 aproximadamente. De
este año en adelante se ha producido un lento descenso en las mismas hasta llegar al
2.008, año de comienzo de la crisis económica que ha destruido empleo en sectores
fundamentalmente masculinos, sobre todo en el de la construcción que es uno de los
que más accidentes laborales ocasionan, llegando a 431 fallecimientos en el 2.012.
Pero si comparamos estas cifras con la cantidad de muertes en el trabajo sufridas por
mujeres para ese mismo periodo observamos la gran desigualdad contra el sexo
masculino que son los accidentes laborales. Como media más del 95% de las muertes
laborales han sido sufridas por hombres. Igualmente entre los accidentados graves el
porcentaje masculino es muy superior al femenino, manteniéndose cercano al 90%.
Link a la base de datos del INE referida a accidentes laborales leves, graves y mortales
sufridos por hombres y mujeres en su puesto de trabajo para el periodo de 1.997 a
2.012.
http://www.ine.es/jaxi/tabla.do?
path=/t22/a063/a1998/l0/&file=m10008.px&type=pcaxis&L=0
Hombres 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Leves 563838 623467 713674 756955 759734 753283 686411 683614 701462 714808 714973 603868 448642 408811 364128 285017
Graves 9453 9748 10500 10287 10754 10548 9969 9298 8311 7695 7753 6146 4522 4266 3810 3187
Mortales 1030 1045 1078 1102 1003 1070 981 931 909 913 792 782 598 546 527 431
Mujeres 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
Leves 101727 117988 142612 163201 173750 171918 176177 176690 179220 187254 200601 193389 162984 155208 143509 119330
Graves 1062 1118 1271 1353 1332 1338 1147 1154 944 857 828 746 660 669 586 551
Mortales 28 30 26 34 27 31 39 37 26 34 34 28 34 23 24 21
Gráficas comparativas para los accidentes laborales sufridos por ambos sexos entre
1.997 y 2.012.
Accidentes leves:
Accidentes graves:
Accidentes mortales:
Número de accidentes laborales totales sufridos por ambos sexos en el periodo 1.997 a
2.012 divididos por grado de lesividad (leves, graves, mortales):
Cómputo total de los accidentes leves, graves y mortales comparados por sexo para el
periodo de 1.997 a 2.012.
Hubo 141.863 accidentes graves, de los cuales 126.247 casos fueron sufridos por
hombres, un 88,99% del total, y 15.616 casos sufridos por mujeres, el 11% restante.
Los accidentes mortales ascendieron durante este periodo a 14.214 casos. De estas
muertes la inmensa mayoría fueron sufridas por hombres, con 13.738 fallecidos, o un
96,65% del total. Las mujeres sufrieron en estos quince años 476 muertes laborales o un
3,34% del total.
Es decir, hubo en Turquía un total de 5.080 muertes laborales para el periodo de cuatro
años que va del 2.009 al 2.012, de las cuales 4.992 fueron sufridas por hombres, el
98,26% del total, y 88 por mujeres, un 1,73% del total.
Cualquiera que desee verificar estos datos sobre accidentes laborales mortales sufridos
en Turquía u observar la relación de muertes y accidentes laborales sufridas por los dos
sexos en diferentes países del mundo puede hacerlo en el siguiente link a las estadísticas
de la OIT**.
http://www.ilo.org/ilostat/faces/home/statisticaldata/data_by_subject?
locale=es&_afrLoop=251262439239127#%40%3Flocale%3Des%26_afrLoop
%3D251262439239127%26_adf.ctrl-state%3D197yx51c2q_41
Pero esta información no es ningún conocimiento nuevo, desde hace muchos años se
sabe ya de la grave desproporción en accidentabilidad laboral sufrida por los hombres, a
la que hace referencia el siguiente artículo escrito por Ignacio Arechaga en el año 2.000:
http://www.aceprensa.com/articles/accidentes-laborales-un-coto-masculino/
http://www.jovenesenaccion.com/10-de-las-profesiones-mas-peligrosas-del-mundo/
Pero desde nuestro gobierno, partidos políticos, sindicatos o instituciones no se ha
hecho ningún reconocimiento público del claro ejemplo de discriminación sexual que
estos accidentes representan, aunque sólo fuese porque esta terrible tragedia sucedida en
Turquía pone directamente el dedo en la llaga sobre esta cuestión, pero eso sí, sólo
desde el punto de vista de cualquier persona igualitaria dispuesta a valorar
objetivamente lo que estos sucesos implican en el reconocimiento de las
discriminaciones de género masculinas, no desde una posición femicéntrica, interesada
exclusivamente en focalizar la atención en lo que discrimina a las mujeres e ignorar u
ocultar cuanto más mejor todo lo que resulten ejemplos y pruebas inequívocas de graves
discriminaciones antivarón.
Especialmente sangrantes dentro de este contexto resultaron las declaraciones del muy
hembrista señor Willy Meyer, candidato por Izquierda Plural, dentro de sus discursos de
campaña, remarcando con gran parcialidad la mayor presencia masculina en los puestos
directivos de las empresas del Ibex-35 como prueba de discriminación contra las
mujeres. Sin embargo en ningún momento señaló como discriminación contra los
hombres la presencia muy superior de víctimas masculinas dentro de la lacra de la
siniestralidad laboral, ni siquiera después de que se produjera el accidente minero en
Turquía y este ya fuese suficientemente conocido.
No lo supo ver o no le intereso verlo, pese a que desde hace ya muchos años, incluido
todo el tiempo que la Sra. Valenciano lleva metida en política, ésta haya sido una
discriminación mayoritariamente masculina. Pero ella sólo denuncia y trata de resolver
las discriminaciones femeninas. Como por ejemplo las lingüísticas, ya que en el año
2010 la Fundación Mujeres presidida en aquella época por ella realizó la “Guía para
una comunicación incluyente” destinada a evitar el lenguaje discriminatorio con las
mujeres. Sin embargo jamás ha hecho una guía, ni ella ni ningún cargo político de
nuestro país, o ninguna fundación que estos presidan, sobre el tema de los accidentes
laborales sufridos por hombres. Esto demuestra que para la mayoría de nuestros
dirigentes y considerado desde el punto de vista de la igualdad de sexos, los aspectos del
lenguaje que ofenden, molestan o discriminan a las mujeres tienen más importancia que
la vida y la salud de los hombres muertos o heridos por accidentes graves en el trabajo.
No me creo en lo más mínimo que si la situación fuese la contraria y las mujeres fuesen
las principales víctimas de la accidentabilidad laboral, las asociaciones feministas que
actualmente marcan el concepto de igualdad en este país, junto con las fuerzas políticas
que las respaldan y apoyan, tuviesen la misma actitud ante un problema grave sufrido
por el sexo femenino.
Incluso podrían crearse leyes específicas para proteger a las mujeres en este contexto,
con la justificación de que ellas son víctimas de una grave discriminación, y los
sindicatos serían los primeros en respaldar con firmeza esta medida. Es decir, leyes que
diesen una protección especial para el sexo femenino en el ámbito laboral si ellas
sufriesen una mayor discriminación por accidentes laborales que los hombres. ¿Porqué
afirmo esto con tanta seguridad? Porque la disposición adicional novena de la Ley de
Igualdad, referida a las modificaciones de la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema
Nacional de Salud y creada por un Gobierno y unas asociaciones feministas radicales,
defiende en su punto dos: “La promoción y protección de la salud laboral, con especial
consideración a los riesgos y necesidades específicos de las trabajadoras.»”
priorizando la atención a la salud laboral de las mujeres.
Incluso si desde el punto de vista de la salud laboral los hombres son los más
discriminados, la sociedad hembrista en la que vivimos crea leyes para defender más
aún, en este caso privilegiar más aún, a las mujeres, y salvaguardar su integridad, no a
los hombres como debería ser en este tema si pretendemos ser justos con la situación
objetiva que les toca a ambos sexos. Evidentemente para el actual caballo ganador que
es el hembrismo politizado, también llamado de un modo más habitual y académico
feminismo de género, los hombres somos bastante menos significativos que las
mujeres****.
Hasta los mismos Willy Meyer, Elena Valenciano y Arias Cañete, habrían reivindicado
con indignación que ya basta de que las mujeres mueran en el puesto de trabajo, que
esta tragedia debe terminarse, que hay que poner fin a esta horrible discriminación. Pero
no han hecho lo mismo cuando el accidente laboral ha sido sufrido por los hombres,
como ha sucedido y acostumbra a suceder en la realidad. Han dado una importancia
menor al tema y se han olvidado de hacer igualdad. Como hacen siempre que toca
comprender, señalar y resolver discriminaciones masculinas.
Esta situación general no ha sido vivida por las mujeres, es una discriminación que ellas
no han sufrido. Ni de lejos han sido educadas por la sociedad para competir entre ellas
hasta los extremos que se ha enseñado a los hombres, y como resultado han podido
unificarse antes en su propio movimiento social, el feminismo, lo cual ha potenciado su
lucha a favor de sus derechos antes de que los hombres empecemos la nuestra.
Hoy en día, en una Europa afortunadamente más unida y pacífica que la de aquellos
días, donde las guerras no son ni tan frecuentes ni tan extendidas, somos los grandes
segundones comparados con las mujeres, ya que las cuestiones que a ellas las afectan
son analizadas, comprendidas y tenidas en cuenta para buscarlas una solución por parte
de quienes nos gobiernan, y usan los recursos de todas y todos para erradicar dichas
discriminaciones femeninas. Por contraste las discriminaciones sexuales que nos tocan
vivir a los hombres, incluidas las más graves como el terrible accidente minero de
Turquía, son pasadas por alto, y ni aún siendo claramente justo se nos da el grado de
apoyo que merecemos para resolverlas en igual proporción que las mujeres.
De hecho si juntamos los datos de la OIT sobre accidentabilidad laboral con los de la
UNODC o los de la Conferencia de Ginebra*****, referidos a la carga de la violencia
armada y la criminalidad, los hombres tenemos muchas más posibilidades que las
mujeres de sufrir violencia o muerte violenta incluso fuera de períodos de guerra, sin
que esto le importe a nadie, ya que con no remarcar desde una perspectiva de género, o
añadiéndoles el matiz del grupo sexual al que afectan, nuestros problemas desaparecen
como si no existieran de cara a las políticas de igualdad. Una vez ocultos a la opinión
pública nadie se ocupa de resolverlos con el interés específico y la gran cantidad de
recursos****** con los que sí se abordan las discriminaciones sufridas por las mujeres.
Vivimos serias discriminaciones que apenas nos han sido explicadas y recibiremos
nuevos perjuicios hasta que creemos nuestro propio movimiento social, el cual nos
impulse adelante y dote del poder que necesitamos para luchar más unidos que nunca
por nuestros derechos, dispuestos a no dejarnos utilizar, discriminar ni mentir, hasta
liberarnos y potenciarnos como sexo, de forma similar a lo que se favorece que suceda
con las mujeres desde hace décadas*******.
Y una discriminación que se suma en contra nuestra es toda la resistencia y
obstaculización que se está ejerciendo para que esto suceda, a pesar de ser algo más que
legítimo. Esa será otra deuda histórica que siempre tendremos derecho a reivindicar.
Notas:
http://www.juliaotero.net/web/index.php/la-vanguardia/53-la-mujer-el-emigrante-del-
mundo
Afirmando que:
Y:
“Si es escandaloso que las mujeres cobren de promedio el 27% menos a igual trabajo,
lo es más que las titulaciones universitarias reciban la mitad de los honorarios que sus
iguales masculinos.”
Si queremos dar cifras elocuentes recordemos la enorme desproporción que existe entre
los accidentes laborales femeninos y masculinos, lo cual justifica de sobra el mayor
absentismo laboral masculino respecto al femenino y el mayor coste de las bajas
normales respecto a la baja por maternidad. Para empezar si los hombres no sufriesen la
mayoría de los daños derivados del trabajo no tendrían que generar más gastos en bajas.
En efecto, teniendo en cuenta que este artículo se escribió en 1.997 ó 1.998, esa es la
referencia más exacta a su fecha de publicación dada en la página de la autora, los datos
del INE referidos a accidentes laborales para estos años indican que:
Es decir, de los 1.430.534 accidentes laborales sufridos en 1.997 y 1.998 los hombres
alcanzaron el 84,48% del total y las mujeres el 15,51% restante. Queda así demostrado
una vez más como al aclarar adecuadamente verdades a medias o mentiras usadas para
desmerecernos a los hombres, obtenemos con facilidad nuevos argumentos
masculinistas que prueban discriminaciones antivarón o méritos no reconocidos al sexo
masculino.
Conviene aclararlo una vez más para evitar tergiversaciones que impidan el dar una
información veraz y dificulten la lucha por la igualdad.
Es muy importante remarcar también que de los 656.212 casos valorados por lesiones y
malos tratos en los juzgados por supuesta violencia de género entre junio del 2005 y
junio del 2012, la inmensa mayoría, 520.839 casos, se correspondían con denuncias en
base al artículo 153 del Código Penal, es decir, casos de menoscabo psíquico o lesiones
no definidas como delitos, salvo en el ámbito de la violencia de género, o bien golpear o
maltratar sin causar lesión. Básicamente acciones de un valor muy leve, agresiones
apenas significativas, que como mucho llegarían a tipificarse como faltas de ser
cometidas por mujeres, si es que se diese valor al testimonio del hombre denunciante, ya
que como se indica no es necesario que las agresiones físicas lleguen siquiera a causar
lesión para instruir un caso por violencia de género en base a este artículo.
No olvidemos tampoco como la señora Julia Otero –la misma que mencionaba en su
artículo lo necesario de dar cifras elocuentes- criticó injustamente a la en su día jueza
decana de Barcelona, María Sanahuja, de levantar sospechas y no estar de parte de las
mujeres en una entrevista de radio, por haber advertido esta jueza públicamente sobre
el aumento de las denuncias falsas y otros abusos surgidos al amparo de la Ley Integral.
Pero las cifras anteriores tomadas de los datos oficiales demuestran que la señora
Sanahuja no sólo no sembraba sospechas, sino que estaba mucho mejor orientada e
informada sobre esta cuestión que la propia Julia Otero.
*** Para las personas no igualitarias que en buena medida copan el pensamiento
políticamente correcto dentro del bloque occidental en el que se incluye Europa,
pertenecer al sexo femenino se considera mejor que pertenecer al masculino.
En efecto, hay numerosas pruebas de que en nuestra sociedad occidental como resultado
de la línea feminista radical antivarón y el proceso de empoderamiento femenino,
diseñado para aumentar en exclusiva la autoestima y ambición social de las mujeres
mientras se intenta dañar el amor propio de los hombres para convencernos de que
valemos menos y en consecuencia defendamos peor nuestros derechos y consigamos
menos en la competencia por las mejores posiciones sociales, existe una clara misandria
cultural, o educación para fomentar el odio y desprecio hacia lo masculino.
http://dfg1313.blogspot.com.es/2009/05/perlas-feminazis-una-buena-secretaria.html
El artículo feminista radical titulado “El sexo valioso”, escrito por Remedios Morales,
probablemente un pseudónimo antes que el nombre auténtico del autor o autora, en el
que se expresa claramente que las labores de peligro, riesgo y perjuicio grave deben ser
preferentemente realizadas y sufridas por hombres, ya que las mujeres tienen más valía
como seres humanos.
“Nobles copulantes: Una cosa es que las mujeres hagan trabajos duros o peligrosos y
otra cosa es que sea conveniente que los hagan. Lo digo porque, de existir un principio
biológico respecto a la división del trabajo, debería obedecer a la consideración de que
las mujeres constituyen el sexo valioso, que no el sexo débil, y la supervivencia de un
grupo humano depende de que no corran más riesgos que los justitos.”
Es decir para la o el hembrista repugnante que firma como Remedios Morales las
discriminaciones sexuales del estilo al mayor ratio de accidentes laborales sufridos por
hombres se justificarían y deberían aceptarse como parte del correcto statu quo social
ya que los hombres valemos menos, en una parte posterior de su artículo llegará a
calificarnos como el sexo barato, que las mujeres. En consecuencia el modelo social
debería imponernos de un modo más o menos directo estos riesgos y nosotros mismos
aceptarlos y padecerlos en nuestra piel evitando que los sufran las mujeres.
En esencia, para la persona llena de racismo sexual autora de este artículo la tragedia de
los más de trescientos hombres muertos asfixiados dentro la mina mientras corrían hacia
la salida desesperados por salvar sus vidas, es más aceptable precisamente por su
condición masculina y eso atenúa la gravedad de esta desgracia a sus ojos. No
solamente esto, trata además de convencernos para que los demás pensemos de este
mismo modo.
Pero por desgracia las cosas ya son así y esto es lo que se ha hecho con los hombres
desde que el mundo es mundo. Remedios Morales y quienes defienden su forma de
pensar saben de sobra que la sociedad ya da preferentemente estas cargas a los hombres,
y no menciona para nada que se trate de una discriminación sexual. Con el trasfondo de
privilegios matriarcales, discriminaciones de rol antivarón y manipulaciones y mentiras
hembristas más recientes, se siguen reservando para los hombres las cargas peligrosas
que les ocasionan tanto daño, mientras se les evitan a las mujeres, que en general no
necesitan jugarse la vida o la salud en el trabajo tan a menudo.
http://www.libertaddigital.com/opinion/fin-de-semana/el-sexo-valioso-
1276238991.html
Como en general no me agrada difundir misandria sin darle una respuesta adecuada
adjunto el link a un texto de réplica que escribí, presente en el ya mencionado blog
“Tendencias Feminazis” e invito a los hombres a que cada vez seamos más solidarios y
nos apoyemos más los unos a los otros. Así podremos defendernos de cualquier forma
de misandria y hacer justicia con el grave daño que han tenido que sufrir en sus vidas
muchos desafortunados hombres concretos.
http://dfg1313.blogspot.com.es/2011/06/no-existe-un-sexo-barato-hombres-y.html
“Yo siento que el odio hacia el hombre es un acto honorable y políticamente viable, que
el oprimido tiene derecho al odio de clase contra la clase que lo oprime"
Y también suya:
**** Queda hacer aquí alusión a todos los hombres muertos prematuramente por
enfermedades graves provocadas por sus empleos, mucho más difíciles de rastrear y
detectar, ya que en general estos casos no llaman tanto la atención de las instituciones y
se desarrollan en el anonimato del medio familiar u hospitalario. Pero la mayor parte de
personas muertas o seriamente dañadas por enfermedades surgidas de una inadecuada o
nula protección de la salud en el puesto de trabajo, o la directa aplicación de
procedimientos laborales nocivos, han sido hombres también, sobre todo en épocas
pasadas en las que el interés por la seguridad laboral era muy escaso.
Así el dogma hembrista radical que afirma que en cualquier sociedad el hombre más
discriminado ha podido tener a una mujer aún más discriminada bajo su mando, podría
darse la vuelta diciendo que en cualquier sociedad la mujer más discriminada también
ha podido disponer de un hombre todavía más discriminado, el cual ha trabajado en
unas condiciones penosísimas arriesgando su vida, exponiendo su salud, y a veces
encontrando la muerte por accidente o una lenta enfermedad, fruto de la labor que
realizaba para llevar un sueldo a su hogar, esposa e hijos.
Los muertos invisibles podrían ser los hombres que han perdido la vida por
enfermedades como la silicosis, los trabajadores del amianto, los de las fábricas de
pinturas con plomo o metales pesados, los chóferes de vehículos obligados a realizar
muchas horas seguidas de trayecto, además de un mayor número de casos que los
expertos en enfermedades laborales y sindicatos deberían ser los primeros en denunciar
como discriminaciones laborales masculinas, sino fuese porque carecen de la visión
igualitaria más elemental. Tampoco entre las clases altas y los trabajadores de corbata y
traje caro han faltado los hombres sometidos a un considerable grado de estrés y
sobreexplotación, que han muerto de un modo anticipado debido al deterioro continuo
que está situación les ha causado año tras año, mientras proveían a su unidad familiar de
una elevada calidad de vida que ellos mismos apenas disfrutaban por estar demasiado
absorbidos por sus empleos y responsabilidades. Y en no pocas ocasiones éste ha sido el
modelo de “buena boda” o “buen partido” que guía a determinadas mujeres a la hora de
elegir un compañero.
Callando lo mucho que han sufrido los hombres, en esta área específica muchísimo más
que las mujeres, se hace una magnífica propaganda hembrista. De esta manera la
mayoría de los varones podemos continuar siendo discriminados y tachados de
privilegiados sin serlo, las mujeres reciben cada vez más ayuda y ventajas, mientras el
conjunto de la sociedad permanece ignorante de en qué consiste el verdadero sexismo.
***** Según la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el
Delito) en su primer Estudio Global sobre el Homicidio, publicado en el año 2011,
estableciendo una media mundial los hombres se enfrentan a un riesgo mucho mayor de
muerte violenta (11,9 por 100.000) que las mujeres (2,6 por 100.000).
“Hay que empezar por fiscalizar el destino de las ingentes sumas de dinero público
empleado durante estos años. Sólo el Plan Estratégico de Igualdad de oportunidades
2008-2011 estaba dotado con 3.690.249.738 euros. Esto es, sólo esta partida
presupuestaria es el equivalente a 5,8 veces el presupuesto del Ministerio de Trabajo.
http://www.redfeminista.org/noticia.asp?id=5722
Esta ingente cantidad de dinero público ha sido dada, no lo olvidemos, en una época de
fortísima crisis económica y en la que se han producido importantes recortes en áreas
claves del Estado de Bienestar.