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Reflexiones sobre la Ira/paciencia en San Bernardo

1. Su mirada antropológica y espiritual sobre la ira. Aspectos positivos y/o negativos,


y su relación con la vida en común.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que “una de las claves para familiarizarse
con San Bernardo es conocer su visión antropológica. ¿Cómo concibe al hombre? ¿Cómo
lo encuentra de hecho en la vida? ¿Qué espera de él y qué le pide?”1

Lo mismo que a San Agustín, a Bernardo le apasiona penetrar en el interior de la
persona2, reflexionar sobre sí mismo: «¿Qué eres, quién eres, cómo eres?...Es decir, ¿qué
eres por naturaleza, quién eres por tu persona, cómo eres por tus costumbres »3”4
Un tema capital de la antropología bernardiana es el clásico y muy querido para él y los
demás autores cistercienses, de la semejanza y desemejanza:
“Bernardo acentúa el estado enfermo y lamentable del pecador: el odio a sí mismo, la
soberbia, la envidia, la gula, la sexualidad, la ambición, el aturdimiento, la insensibilidad
espiritual, la dispersión, el olvido de sí y la enajenación espiritual: «No es extraño que el
alma no sienta estas heridas. Se ha olvidado de sí misma. Y ausentándose de su interior, ha
salido hacia un país lejano», a la tierra de la desemejanza” 5.
Bernardo asume con naturalidad el lado positivo de la ira, viéndola en primer lugar
como “la fuerza del alma” para enfrentar los vicios y sus causas:
“El alma tiene dos muros: uno interior y otro exterior. El muro interior es la cólera
natural, es decir, la fuerza del alma; por ella se enoja con los vicios y se defiende contra
las tentaciones”6.
También vemos el dualismo alma-cuerpo, y la idea de “cuerpo como cárcel del alma”:
“El muro exterior es el cuerpo, que encierra al alma y en cierto sentido la tiene
encarcelada. El alma, protegida por el muro interior, trata de rechazar en lo posible todo
lo carnal. Y apresada por el muro exterior condesciende a veces con las bajezas de las
seducciones carnales. Pero se encuentra entre ambos muros cuando no rechaza la carne
en lo necesario ni la ama en el placer” 7.
1
MARIANO BALLANO, A su Imagen y Semejanza, en Obras Completas de San Bernardo II, BAC, Madrid,
1984, pp. 3-4.
2
E. Gilson, La Théologie Mystique de Saint Bernard, París 1934, p. 91.
3
BERNARDO DE CLARAVAL, Sobre la Consideración, libro II, IV,20, en Obras Completas de San
Bernardo II, BAC, Madrid, 1984, p. 91.
4
MARIANO BALLANO, A su Imagen y Semejanza, en Obras Completas de San Bernardo II, BAC,
Madrid, 1984, p. 4.
5
Síntesis de la doctrina espiritual de San Bernardo de Claraval (parte 5) – Tratado Sobre la conversión
( https://omesbc.wordpress.com/2010/05/ ).
6
BERNARDO DE CLARAVAL, Tercera Serie de Sentencias, Sent. 77, en Obras Completas de San
Bernardo VIII, BAC, Madrid, 1993, p.197.
7
BERNARDO DE CLARAVAL, Tercera Serie de Sentencias, Sent. 77, en Obras Completas de San
Bernardo VIII, BAC, Madrid, 1993

1
2. Descripción de la ira y situaciones que la suscitan y aumentan, según S. Bernardo
Bernardo equipara la ira con un dragón: “¡Ay de nosotros frente al dragón! Es una bestia
cruel, extermina cuanto alcanza su resuello incendiario, ya sean los animales de la tierra o
las aves del cielo. Y yo creo que no es otro sino el espíritu de la ira. ¡A cuántos, cuya vida
parecía sublime, hemos tenido que llorar por haber caído torpemente debajo de su boca,
abrasándose miserablemente con el resuello de este dragón! ¡Cuánto mejor hubiese sido
airarse contra sí mismos, y así no habrían pecado! La ira es una pasión natural del
hombre; pero, si se abusa de este don, se convierte en grave ruina y exterminio”8.
Para nuestro santo abad la ira es una energía: “El alma tiene por naturaleza tres
energías o potencias: la razón, la concupiscencia y la cólera. La razón discierne
naturalmente entre el bien y el mal, y también entre un bien mayor y otro menor, como
entre un mal menor y otro mayor. La concupiscencia desea y ambiciona naturalmente el
bien que discierne la razón, pero le agrava la molestia de la carne y la entorpece la
pesadez del cuerpo. Se necesita la contrapartida de la cólera que se rebela frente a esa
molestia y pesadez. Naturalmente, se irrita contra el mal y se aparta de él”9.

Bernardo enumera magistralmente varias situaciones que suscitan y enardecen la ira:


“Muchas veces se une la intolerancia al desprecio; y en vez de intentar enmendarse una
vez corregido, se indigna incluso con el que le reprende, como el frenético que rechaza la
mano del médico. ¡Extraña perversidad! ¡Se irrita contra el médico y no contra el que le
ha herido! Alguien lanza a oscuras su saeta contra los rectos de corazón y te ha herido a ti
de muerte. ¿Por qué no te irritas contra él? ¿Por qué te enojas contra mí, que deseo
sanarte? Enojaos, dice, y no pequéis. Si te indigna el pecado, no pecas y además borras el
pecado cometido. Pero si rechazas el remedio añades un pecado a otro, porque te indignas
sin razón; eso es un pecado sobremanera pecaminoso”10.

3. Pedagogía-remedio-herramientas que propone Bernardo para curarla, domesticarla

San Bernardo nos presenta varias alternativas para encausar la ira como Dios manda:
“Orientemos, hermanos, (la ira) hacia el bien, no sea que se lance al mal o a lo inútil”11.
“Yo os diré con quién debéis airaros. Irritaos contra quien sólo puede dañaros
consiguiendo que ninguna cosa os sirva para nada. ¿Queréis saber de qué se trata? De
vuestro propio pecado. Sí, arded de ira contra él. Porque no lo dañará adversidad alguna
a quien no le domine pecado alguno. Quien se enoje de lleno contra el pecado, no se
alterará por nada, pues todo lo asume”12.
“Es posible que en el mismo camino de la obediencia se te presenten situaciones duras y
8
BERNARDO DE CLARAVAL Sobre el Salmo 90, Serm. 13, 5, en Obras Completas de San Bernardo III,
BAC, Madrid, 1985, p. 581.
9
BERNARDO DE CLARAVAL, Tercera Serie de Sentencias, Sent. 105, en Obras Completas de San
Bernardo VIII, BAC, Madrid, 1993, p.279.
10
BERNARDO DE CLARAVAL, Sobre el Cantar de los Cantares, Serm. 42, 3, en Obras Completas de San
Bernardo V, BAC, Madrid, 1987, pp.569-571.
11
BERNARDO DE CLARAVAL Sobre el Salmo 90, Serm. 13, 5, en Obras Completas de San Bernardo III,
BAC, Madrid, 1985, pp. 581.
12
Idem

2
ásperas. Debes asentir a órdenes a veces nada agradables, si bien muy provechosas. Si
comienzas a impacientarte, si criticas al superior, si murmuras en tu interior, aunque
cumplas exteriormente lo que te mandan, no ejercitas la virtud de la paciencia, sino una
malicia solapada. Es preciso que despunte el día de la paciencia, para que con tu conciencia
sosegada asumas esas situaciones duras y ásperas, juzgándote sin compasión a ti mismo y
reprendiéndote con crudeza, aunque te desagrade lo que conduce a la salvación. Contrasta
en tu conducta la norma de tu maestro, acusándote siempre a ti mismo en todo y tratando de
excusar al superior. Creo que en tal situación debes precaverte de la soberbia. Gran cosa es
vencerse por completo a sí mismo. Dice Salomón: Más vale la paciencia que la valentía; y
dominarse, más que conquistar ciudades. Considera cómo el profeta enseña la necesidad de
una humildad enraizada en la paciencia: Sométete a Dios, alma mía, porque él es mi
paciencia”13.

Tanto en el texto anterior, como en los que siguen a continuación, el doctor melifluo nos
da como remedio definitivo para curar el vicio de la ira, la poderosa virtud de la paciencia,
personificada insuperablemente en el “Gran Paciente”, nuestro Señor Jesucristo:

“Tres son las armas de los fieles: la plenitud de la sabiduría, que es la honda de David, y
lanza las piedras de las sentencias. La firmeza de la paciencia, que es el bastón de David, y
aleja a los lobos rabiosos. La capacidad del amor, que es el morral de David, del que
brota la oración”14.
“En la boca hay una doble lepra. Ante una contrariedad murmuramos, y aparece la lepra
de las palabras impacientes. Para limpiarnos de ella fijémonos en el cordero llevado al
matadero, y que como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Cuando le
insultaban no devolvía el insulto; mientras padecía no profería amenazas”15.
“…hay que inmolar un carnero, que simboliza la cólera, que provoca la apostasía y aleja
de Dios. El carnero instigado retrocede para atacar con más violencia. También la cólera
se distancia del orden y apostata de Dios para poder perjudicar más y lesionar. La cólera
debe inmolarse a Dios, porque se opone y destruye la vida común y social, la contradice y
disuelve lo que está unido”16.
“El recuerdo de aquella paciencia ¿no va a rechazar el placer? La consideración de
aquella humildad ¿no va a aniquilar la arrogancia? El amor auténtico absorbe de tal
modo la mente y el espíritu al meditarlo que anula el vicio de la curiosidad. La Pasión del
Salvador es un arma invencible”17.
13
BERNARDO DE CLARAVAL, En la Circuncisión del Señor, Serm. 3, 8-9, en Obras Completas de San
Bernardo III, BAC, Madrid, 1985, pp. 267-269.
14
BERNARDO DE CLARAVAL, Segunda Serie de Sentencias, Sent. 68, en Obras Completas de San
Bernardo VIII, BAC, Madrid, 1993, p. 83.
15
BERNARDO DE CLARAVAL En la Resurrección del Señor, Serm. 3, 2, en Obras Completas de San
Bernardo IV, BAC, Madrid, 1986, p. 103-105.
16
BERNARDO DE CLARAVAL, Tercera Serie de Sentencias, Sent. 116, en Obras Completas de San
Bernardo VIII, BAC, Madrid, 1993, p.339.
17
BERNARDO DE CLARAVAL, En el Miércoles Santo, 5, en Obras Completas de San Bernardo IV, BAC,
Madrid, 1986, p. 45.

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