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INDICE

Pag.

Clasificación de las Ciencias 8


Funciones de las Ciencias 10
Entorno a la Política 11

UNIDAD TEMÁTICA I

OBJETO Y METODOS DE LA CIENCIA POLITICA.

Objeto De Estudio De La Ciencia Política. 27


Métodos y técnicas de la ciencia política 28
Bosquejo de la evolución de la ciencia política 29
Finalidad de la ciencia política 34
Sociedad y Estado 35
El origen del estado 35
La esencia y tipos de estado 39
Los elementos constitutivos del estado 40

UNIDAD TEMÁTICA II

EL PODER POLÍTICO

Origen del Poder 49


Conceptualización del poder 50
Formas de expresiones del Poder político 54
Factores del Poder político 61
El Poder político 73

UNIDAD TEMÁTICA III

EN TORNO A LAS FORMAS DE GOBIERNO

El sistema autocrático y sus formas de gobierno 77


Tipologías 77
El sistema democrático y sus formas de gobierno 79
El sistema socialista y sus formas de gobierno 86

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UNIDAD TEMÁTICA IV

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Concepto y concepciones sobre partido político 89


Origen y evolución de los partidos políticos 94
Los Partidos Políticos II 110
Ordenamiento legal del partido político 110
Sistema de Partidos Políticos 111
Los grupos de presión 123
Concepto y tipos de grupos de presión 123
Factores de Poder de los Grupos de Presión 125

UNIDAD TEMÁTICA V

ENTORNO A LA OPINIÓN PÚBLICA

Concepto 128
Desarrollo histórico de la opinión pública 129

UNIDAD TEMÁTICA VI

ENTORNO A LAS ELECCIONES

Elección, representación y gobierno 133


Sufragio y Técnicas Laborales 134
Organigrama 137

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1.1.2.1. VALIDACIÓN Y DIFUSIÓN DE UN HALLAZGO CIENTÍFICO


Los conocimientos científicos se tienen que poder comprobar y verificar.
Por eso tienen que ser observaciones o experimentos que otros científicos
puedan repetir para confirmar la exactitud de lo observado o medido.
Todo hallazgo o trabajo científico debe ser publicado para que sea
analizado y contrastado por otros investigadores.

La publicación se hace en revistas científicas. Antes de que un trabajo sea


aceptado en estas publicaciones lo suelen revisar otros científicos
independientes para aprobar o no su edición o devolverlo para
correcciones. Hay más de 30 000 revistas científicas en el mundo y se
llegan a publicar miles de páginas de cada ciencia. Por ejemplo, al año se
publican más de 15 000 páginas de química.

La mayor parte de los artículos publicados no tendrán ninguna relevancia.


Porque no aportan nada nuevo, o es demasiado nuevo y nadie lo entiende;
o porque rápidamente es superado por otros descubrimientos mejores en el
mismo campo, o porque es citado y tenido en cuenta durante un cierto
tiempo pero pronto se descubre que lo que aporta o sugiere no es
totalmente cierto o no sirve para lo que se propone por lo que, muy pronto,
es olvidado. Sólo unos pocos hallazgos científicos pasan a la categoría de
permanentes y constituyen el conocimiento científico más valioso.

Es importante resaltar que el aprecio o desprecio de un resultado


comunicado por un científico debe ser hecho exclusivamente teniendo en
cuenta su calidad, sin que importe nada la personalidad, raza, religión o
ideología política del autor. Aunque esta ética científica es imprescindible
para la ciencia, no siempre es fácil de vivir, sobre todo ante presiones
políticas o económicas o ante la división de los científicos en escuelas que
se aferran en el mantenimiento de determinadas posturas por motivos
ideológicos, de orgullo o por intereses personales.

1.1.2.2. IMPORTANCIA
La Ciencia como conjunto de conocimientos racionales, objetivos y
sistematizado, puede entenderse en dos vertientes subjetiva y objetiva, la
primera es el conjunto de conocimientos que posee una persona; la segunda
consta de una serie de preposiciones referidas a objetos ya sean reales o
irreales.

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En general, la ciencia como conjunto de conocimientos sobre hechos o


fenómenos que conforman la realidad donde el hombre desenvuelve su existir
obtenidos y comprobados mediante la investigación y la utilización de métodos
racionales o cognoscitivos y expresados en proposiciones lógicas.
La Ciencia es muy importante debido a la estructuración de conocimientos para
llegar a una explicación razonada de las causas, interrelaciones y efectos de
los fenómenos observados e implica una manera de ver el mundo. Es la
explicación que se concreta en el permanente afán por descubrir las leyes de
naturaleza.

1.1. CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS


Las ciencias se clasifican tanto en ciencias formales y en ciencias fácticas.
Esta ramificación preliminar tiene en cuenta el objeto o tema de las respectivas
disciplinas; también da cuenta de la diferencia de especie entre los enunciados
que se proponen establecer las ciencias formales y las fácticas. Mientras los
enunciados formales consisten en relacionarse entre signos, los enunciados de
las ciencias fácticas se refieren, en su mayoría, a entes extracientíficos: a
sucesos y procesos.
La ciencia representa un conjunto de conocimientos ciertos sobre un objeto,
adquiridos sistemáticamente. Para ello, emplea la observación, método por
excelencia para ver y comprender el mundo. Se esfuerza por desentrañar las
leyes de la naturaleza. Se divide en ciencias formales y fácticas. Las formales
tienen como objeto de estudio aspectos ideales, caracterizados por ser
exactos, como por ejemplo, las Matemáticas y la Lógica. Las fácticas se
encargan del estudio de los hechos, los acontecimientos, actos o sistemas
concretos, susceptibles de ser apreciados cuantitativa y cualitativamente. La
ciencia policial es fáctica, porque nace del estudio de la realidad social, de
normas que guían y orientan la conducta humana y que tiene contenidos y
objetivos, así como un método racional y observacional claramente definido.
Según Mario Bunge tenemos la siguiente clasificación:

1.2.1. CIENCIAS FORMALES


Su objeto de estudio no es la realidad empírica, sino los entes ideales,
caracterizados por ser exactos, sin contenido concreto, por cuanto no se
hace ostensible la relación entre lo fenoménico y el razonamiento lógico,
como puede apreciarse en la matemática, la Cibernética, la Estadística y
la Lógica Simbólica, en las que las operaciones funcionales se efectúan
con objetos ideales.

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Estas ciencias tienen por objeto de estudio los entes ideales,


caracterizados por ser exactos, sin contenido concreto, por cuanto no se
hace ostensible la relación entre lo fenoménico y el razonamiento lógico,
como puede apreciarse en la matemática, la Cibernética, la Estadística y
la Lógica Simbólica, en las que las operaciones funcionales se efectúan
con objetos ideales.

1.2.2. CIENCIAS FÁCTICAS


Estas ciencias tienen por objeto el estudio de los hechos,
acontecimientos, actos o sistemas concretos, susceptibles de ser
apreciados cuantitativa y cualitativamente. Son partes de esta categoría
de conocimientos, las ciencias naturales y algunas ramas de las ciencias
sociales.
Son aquellas, cuyo objeto de estudio son los hechos, acontecimientos,
actos o sistemas concretos, susceptibles de ser apreciados cuantitativa y
cualitativamente. Son partes de esta categoría de conocimientos, las
ciencias naturales y algunas ramas de las ciencias sociales.
a) LAS CIENCIAS NATURALES
Son las que tienen por objeto de estudio los fenómenos que se
producen en la naturaleza. Dentro de este campo se incluyen varias
disciplinas como la Geología, la Astronomía, la Biología, la Genética,
la Anatomía, la Zoología, la Botánica, la Psicología, la Medicina, la
Física, la Química, etc.

b) LAS CIENCIAS SOCIALES


Denominadas también ciencias humanas, comprenden todas
aquellas disciplinas que tratan sobre los actos y hechos de los seres
humanos, surgidos en sus interacciones sociales, como entes que
constituyen sociedades y culturas. En su amplio sentido, se
encuentran insertos en este campo la Antropología, la Sociología, la
Ciencia Política, el aspecto fáctico del Derecho, la Historia, la
Filosofía, etc.
El Derecho (en el cual está el Derecho Policial), visto, desde el punto
de vista sociológico, se aprecia, como el criterio de valoración ético-
social de las relaciones intersubjetivas de los seres humanos, así
como la formalización de las normas jurídicas, en base de los datos
de las diversas disciplinas de las ciencias sociales, por lo que, la
mayoría de los juristas consideran el Derecho como parte de las
ciencias sociales, en su aspecto fáctico.

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1.2. CLASIFICACIÓN DE LAS CIENCIAS


En la Ciencia las diversas disciplinas estudiadas se describen y explican por
medio de sistemas de Conceptos y Categorías cuyo grado de generalidad
permite la transmisión y aplicación del conocimiento científico

a. HECHOS
El concepto de la etapa empírica del conocimiento científico lo constituye el
hecho científico. El hecho es el acto objetivo y real que sirve de base para
elaborar, confirmar y poder refutar las teorías científicas.

b. HIPOTESIS
Constituye una formulación científicamente fundamentada y dirigida a
explicar previamente una situación problemática adelantando su probable
solución.

c. LEY
Las leyes científicas o teorías se refieren a los objetos no observados,
contienen conceptos que no pueden ser obtenidos directamente de la
experiencia ni ser comprobados por ella. La ley científica es una hipótesis
bien comprobada

d. TEORIA.
Es la sistematización lógica y orgánica a hechos, hipótesis, generalizaciones
y leyes mutuamente relacionadas que explican una determinada región de
procesos y fenómenos de la realidad material. La teoría es un conjunto de
conocimientos lógicamente estructurados, vinculados deductivamente que
clasifica y sistematiza los fenómenos por ellos estudiados.

1.3. FUNCIONES DE LA CIENCIA.

1. DESCRIBIR LA REALIDAD
a. Responde a la pregunta ¿cómo es la realidad?
b. Describimos el problema.

2. EXPLICAR LA REALIDAD
a. Responde a la pregunta ¿por qué es así la realidad?
b. Identificar las causas

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3. PREDECIR LA REALIDAD
a. Responde a la pregunta ¿cómo será la realidad?
b. Nos transportamos a un futuro.

BUNGE, Mario Epistemología. Edit. Ciencias Sociales. La Habana 1982

KEDROV Y SPIRKIN La Ciencia. Edit. Nauka Moscú 1967.

SANZ ELGUERA, Julio Introducción a la ciencia. Edit. AMARU 1987.

2. ENTORNO A LA POLÍTICA.

2.1. CONCEPTO DE POLÍTICA.


El intento de comprender y precisar en forma analítica, crítica y rigurosa la
acción humana e interacción social que conocemos como política no es una
aventura reciente, pues se remonta a la antigüedad clásica.

A través de la historia encontramos una serie de apreciaciones sobre política


en pensadores de genial dimensión como Platón, Aristóteles, Séneca, Polibio,
Maquiavelo, Santo Tomás, Hobbes, Bodin, Lecke, Suárez, Belarmino.
Montesquieu, Rosseau, Tosqueville, Marx, Stuart Mill, Lenin, Bertrand Bussell y
otros.
Platón decía que la política es la "ciencia regia", Aristóteles, sostenía que era
una mixtura institucional y social.

Siendo la acción política objeto de estudios cada vez más especializados, los
pensadores modernos que se preocupan por el tema en la gran mayoría son
científicos políticos, aunque hay también sociólogos, economistas, juristas y
filósofos, al igual que sus antecesores clásicos han planteado una serie de
definiciones y elaborado diversos conceptos que a continuación exponemos:

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En uno de sus múltiples ensayos, "La Política como vocación", el famoso


sociólogo alemán Max Weber sostiene que la política es "sólo dimensión, o la
influencia sobre la dirección de una asociación política". Según el tratadista
germano, política significa esfuerzo por compartir el poder, o esfuerzo para
influir sobre la distribución del poder, ya sea entre Estados o entre grupos
dentro de un Estado. Observa Weber, que "los que actúan en política luchan
por el poder, bien para servir otros fines, ideales o egoísmos o bien como
"poder por el poder"; es decir, para disfrutar de la sensación que proporciona el
poder. Con estas palabras Weber está señalando un elemento esencial de la
política: su naturaleza agonal.

La política es lucha por el poder. Los móviles que dan sentido a esta lucha son
variados. Pueden ser fines nobles como la toma y doma del poder para liberar
a los pueblos de la dominación y explotación de los poderosos; pueden ser
fines innobles como la captura del poder con el solo y único afán de gozar de
las prebendas, privilegios y prestigio que éste ofrece.

Una de las notas esenciales del poder - según Weber -es la dominación, que
se sustenta en el uso de la fuerza física, de la represión, y del cuadro
administrativo (burocrático-administrativo), que garantizan el establecimiento
de un statu-quo determinado.

Maurice Duverger, politólogo francés, medita sobre la política como "ciencia del
poder" y como "ciencia del Estado" y aunque estima importante considerar al
Estado, por ser una estructura fundamental en donde actúa y se desenvuelve
la vida política, se pronuncia a favor de la política como "ciencia del poder".
Señala Duverger que la política, su significado y naturaleza, es siempre
ambivalente. Para demostrarlo da un ejemplo partiendo del mito romano del
dios Jano, al sostener que "la imagen de Jano, el dios de las dos caras, es la
verdadera representación del Estado y la expresión más profunda de la
realidad política".

Para dicho científico-político galo, la política como organización institucional


(Estado) y como realidad social (política práctica) es lucha e integración. Ello
es así porque el Estado, institución de poder a través de la historia, no es sólo
un instrumento de dominación sino también de integración que intenta
asegurar "cierto orden social".

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La tesis de comprender la política como realidad social e institucional


organizada es expuesta, con meridiana claridad, por el politólogo
norteamericano David Easton, para quien la política es una "forma de hacer"
que se traduce en actividades grupales (partidos políticos, grupos de presión)
y en formas de gobierno que establecen medidas de interés para el
conglomerado social. En Easton siempre encontraremos una identificación de
la política con la autoridad, al sostener que "se hace política o luchan los
diferentes grupos para influir en el tipo de medidas de carácter autoritario".
Luego, a este concepto agrega lo siguiente: "Si fuera a resumir el concepto de
política inspirado en nuestro sentido común probablemente tendría la siguiente
forma : la vida política se refiere a toda actividad que influye de manera
importante en el tipo de medida autoritaria que adopta una sociedad y la forma
en que la pone en práctica" .

Para David Easton "la vida política es un sistema de conducir, incorporado a un


ambiente a cuyas influencias está expuesto al sistema político mismo, que a su
turno reacciona frente a ellos”.

Esta concepción de Easton no se limita a admitir que la política es un "sistema


de conducta" y que se trata de un "Sistema aislado", es decir, cerrado. Por el
contrario, desde el punto de vista de Easton, la vida política es un sistema
abierto, expuesto a la influencia de otros sistemas y rodeado de los ambientes
físico, biológico, social y psicológico. Más aún, Easton no se queda allí:
pretende ir más lejos al sostener que el sistema político, en sí toda la vida
política, tiene capacidad de autorregulación para responder a las
perturbaciones que lo engloban, de manera que tiene una especie de
capacidad de adaptación.
De la visión eastoniana de la política se desprende la siguiente conclusión: "los
sistemas políticos acumulan gran cantidad de mecanismos mediante los
cuales pueden tratar de enfrentarse a sus ambientes. Gracias a ellos son
capaces de regular su propia conducta, transformar su estructura interna y
hasta llegar a remodelar sus metas fundamentales. Pocos sistemas, aparte de
los sociales, gozan de esta posibilidad.

Hemos hecho un breve comentario de las tres más importantes definiciones


que se han dado sobre política en los últimos años; pero sin duda dentro de
este período hay otras muy importantes que no se pueden descartar y que
vamos a indicarlas, si bien no es nuestro propósito analizarlas en estas líneas
como hemos hecho con las de Weber, Easton y Duverger.

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"Política es la actividad humana fundada en intereses justificados


ideológicamente, que pretende conseguir objetivos valederos para toda la
comunidad mediante el ejercicio del poder público organizado y el flujo sobre
él" (Pablo Lucas Verdú).

"Un sistema político es cualquier patrón persistente de relación interhumana


que englobe, en un significado extenso, el poder, la regla y la autoridad"
(Robert Dahl).

"La política es la toma de decisiones por medios públicos" (Larl W. Deutsch)


(11).

"Por política entendemos el conjunto que se establece entre individuos y


grupos animados de deseos contradictorios y de relaciones estables de
autoridad y de dependencia" (Francoise Parroux) (12).

En estas definiciones encontramos conceptos que son propios de la acción


política como poder, decisión, autoridad, interés, ideología, acción grupal,
dependencia.

Hay politólogos que prefieren abstenerse de dar una definición sobre política,
porque consideran que el término es ambiguo e impreciso, Así lo cree, por
ejemplo, Robert Murphy al afirmar que hay dificultades en dar una definición
única y omnicomprensiva de política; y Beiley, quien está más preocupado por
comparar la política con el juego, porque sostiene que ambos se mueven
dentro de ciertas reglas.

Los soviéticos Yákivlev, Bieglov, Bikkenin, Brutents, Kelle, Okorelov, Vólkov,


Petrenko y Zeglandin, quienes parten de la concepción de Lenin sobre la
política, sostienen que "la política es la expresión concentrada y la culminación
de la economía".

Los politólogos soviéticos admiten que la política tiene una relativa


independencia de la economía, y también la capacidad para influir sobre ella.

Consideran que, por ser la expresión concentrada de la economía, depende de


ésta, porque sirve para mantener y sostener un régimen. La política es una
superestructura de lo económico, que es la base de lo social.

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La concepción marxista de política vincula correctamente la acción política con


la acción económica y está atenta a sus interrelaciones.

Así como hay diferencias de regímenes políticos y existen diferentes


regímenes económicos, la sociedad se diferencia siempre en ambos
regímenes.

La concepción soviética de la política es clásica y está fuertemente ligada a las


interpretaciones que ha hecho Lenin sobre ella.

Otras interpretaciones marxistas de la política distinguen la política de los


políticos; distingo que también hacen politólogos "no marxistas" como Jiménez
de Parga y Burdeau. Desde la perspectiva marxista, lo político se reduciría al
Estado: es pues, la superestructura jurídico-política del Estado; en cambio, la
política es la práctica política de clase.

Nicos Poulantzas diferencia con acierto la organización política de la práctica.


Dice que mientras la primera es una superestructura, la segunda es la acción
conflictual. En este caso, la política como acción humana es lucha de clases.
Esta idea coincide con las de Marx y Engels, quienes sostienen en "El
Manifiesto Comunista" que "toda la lucha de clases es una lucha política".
Es significativo, por otra parte, el aporte de los politólogos argentinos para la
comprensión de la política. Según Carlos A. Floria "la política" es una
dimensión constitutiva del hombre, de modo que no se puede proponer no
tener un comportamiento político o ser apolítico, porque de alguna forma ello
es una posición política" (16). Entiende Floria que la política se ocupa del
poder, que es un fenómeno intrínsecamente político.

El planteamiento de Floria nos parece correcto. Las posiciones apolíticas son


políticas en la medida en que evitan el desenvolvimiento dinámico de la política
y contribuyen al mantenimiento de las injusticias sociales en un sistema. Esta
posición "apolítica" tiene las características propias del pensamiento y
conducta totalitarios y reaccionarios, que intentan encapsular la vida política
dentro de marcos institucionales y categorías ideológicas consideradas
inmutables. Las posiciones apolíticas contribuyen al mantenimiento del sistema
y en tal sentido son conservadoras. Ven un peligro en la difusión de ideas
distintas a las del sistema imperante y en conflicto social.

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Ello sucede frecuentemente con las corrientes tecnocráticas, administrativas y


burocráticas que pretenden desvincular la ciencia y la técnica de la política,
haciéndolas vivir en compartimientos distintos como si el ejercicio del poder no
fuera el producto de una técnica orientada a inclinar voluntades, que con
acierto llama Mario Justo López, aspecto formal de la política.

También nos parece correcto el planteamiento de Floria sobre las dimensiones


políticas, pues la característica de toda relación de poder es la de mando-
obediencia, que se produce a consecuencia de los mecanismos que utilizan
los grupos de poder dominantes para inclinar voluntades, a fin de poner en
práctica un proyecto político determinado. Estos mecanismos de poder son: la
Fuerza Armada, la ley positiva y los sistemas educativos y propagandísticos;
reflejo de la mezcla de tres elementos claves en toda política formal de
dominación: fuerza, Derecho e ideología.
Según Jorge Venossi, "cuando se hace política se está creando o se está
tratando de reemplazar un sistema de lealtades por otro”.

Estas lealtades pueden ser hacia las ideas, hacia los hombres o hacia los
intereses. Para que la política funcione bien estas tres lealtades deben
interrelacionarse, pues de no ser así se produciría el descalabro. La política
como acción no es sólo lucha; es proyecto y construcción de estructuras
sociales y de Instituciones. De allí que es más importante el político fundador
que el conductor, sostiene Vanossi. El político fundador y visionario es escaso.
Por lo general, la vida política cotidiana favorece a los conductores.

Luis R.M. Dellera Jofré sostiene que la acción social se convierte en acción
política cuando su finalidad es el poder. Para este científico-político argentino
"el fenómeno social se trasmuta en política recién cuando el objetivo último
perseguido es posible de ser merituado como finalidad de poder" (18). Agrega
luego que "la relación así generada se interesa en provocar presión a full de
uno de los términos sobre otro; en tratar de alterar la voluntad, en pretender
modificar la conducta: el emisor puede intentar o transformar la relación social
en relación de poder definitivo, o utilizar para adquirir, conservar, aumentar o
disminuir su propio poder”.
De estas observaciones se desprende que las relaciones sociales, tal como
sostiene Puolantzas, Onofri y Pissorno, son relaciones de poder. Su
característica principal, la de inclinar voluntades y conductas para poner en
práctica un proyecto político, es consecuencia de la dinámica de la sociedad
en su faz agonal y arquitectónica.

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El planteamiento de Mario Justo López.


Mención especial y estudio detenido merece el planteamiento que hace el
politicólogo y jurista argentino Mario Justo López. El considera que la política
es un término de difícil definición por su naturaleza múltiple, polifacética,
variable, simbólica y multirrelacionada. Para López, la política es una realidad
plenaria en donde interactúan una serie de elementos que constituyen las
diversas fases de la misma.

Como realidad polifacética, la política tiene una fase estructural, otra dinámica,
una agonal y otra arquitectónica.

Sostiene dicho profesor argentino que "la actividad política no se desarrolla en


el vacío, no tiene sentido sino como relación interhumana, y tal relación implica
una estructura que se presenta como jerarquizada, existente entre los seres
humanos, que permite a los unos inclinar la voluntad de los otros. Esa
estructura, aunque puede presentarse, a veces, muy débil y fluida, ofrece
siempre una tendencia natural a traducirse en instituciones políticas-órganos y
normas- con vocación de orden y estabilidad.

Si concebimos la estructura social como el conjunto de grupos que


desempeñan roles y funciones, que son complementarios y diferenciados
dentro de una relación jerarquizada, no cabe duda que la política acontece en
ella como actividad humana y relación interhumana. Las diferencias en la
organización funcional de las estructuras son las que determina, en gran
medida, la jerarquización y el ejercicio del poder político. Es una secuencia de
órdenes verticales entre las diversas instancias institucionales de la estructura.
Así, quienes desempeñan roles y funciones de más alto nivel en la estructura
social son aquéllos que tienen mayor capacidad de decisión para encausar el
comportamiento individual y social.

La estructura social vendría a ser el terreno en donde se desenvuelve la acción


política, pero ésta no es un terreno baldío: es un terreno organizado,
debidamente planeado a través de las instituciones. La revolución social
consistiría en la ruptura de la estructura jerarquizada de dominación y de poder
y el cambio de una estructura por otra en donde no existan jerarquías y los
roles sean funcionales.

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La actividad política que opera dentro de la estructura social es dinámica y


está en constante movimiento y cambio. La actividad en la política tiene como
principal fin la captura del poder político, o en otros términos, de los roles y
funciones que permiten el ejercicio de ese poder. Al respecto Mario Justo
López sostiene que la política como "actividad, tiende inmediatamente a la
conquista y conservación de los cargos o roles, o también, caso contrario, a
resistir la actividad desplegada desde ellos. En tal sentido la faz dinámica de la
política traduce una vocación de movimientos y cambio".

Los participantes en la acción política que actúan dentro de la estructura y en


relación dinámica, entran en conflicto por razones de orden ideológico, social y
personales, es decir que entre ellos se produce una lucha por conquistar o
conservar el poder. A esta lucha se le denomina faz agonal. Indica López que
"esa competencia, esa lucha por la conquista, y en un momento, por la
conservación de los cargos y roles, forma parte de la faz agonal de la Política".
En la faz agonal, la lucha puede darse dentro de los cruces normativos e
institucionales establecidos en la estructura social. En tal sentido, los grupos
antagónicos actúan dentro de los límites señalados por la ley. Esto sucede, por
ejemplo, en la democracia representativa y competitiva, o también en las
monocracias. Pero la lucha puede extenderse más allá de los cauces
normativos e institucionales llegándose a la "destrucción organizada", como
dice Mannheim, a través de la guerra revolucionaria, o a través de medidas
revolucionarias que paulatinamente van mellando y desdibujando el orden
institucional de una estructura social. El fenómeno de la influencia, tan
frecuente en política, también desempeña una función importante como
elemento integral de la faz agonal.

El acto de influir es diferente al acto de capturar el poder. A los grupos de


influencia y de presión no les interesa capturar el poder para ejecutar un
proyecto político determinado, sino por el contrario, persiguen modificar las
medidas y las conductas de quienes ocupan roles y funciones en las
instituciones de la estructura social, para que éstos tomen medidas a favor de
sus intereses.

Los grupos de presión y de influencia se valen de una serie de medidas para


llevar a la práctica sus objetivos. Desde el chantaje, pasando por los medios
de comunicación o utilizando relaciones directas de contacto cara a cara con
quienes ejercen el poder.

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La realidad política, que es agonal y que opera dentro de una estructura social,
tiene, por último, la faz arquitectónica. No cabe duda que de alguna manera los
hombres elaboran "modelos" de organización social y que luego luchan para
llevarlos a la práctica.

De allí que la política sea también organización, conducción y administración


del comportamiento individual y colectivo. La ejecución de un proyecto
determinado impone una secuencia de pasos aparentemente prefijados, que
pasan de la simple concepción teórica del modelo, a la planificación,
organización y control de la sociedad. Así los políticos que ponen en acción "su
modelo" son arquitectos o ingenieros sociales, hombres eminentemente
prácticos, ejecutores de un plan determinado. López dice que la faz
arquitectónica "es la actividad creadora, constructora, conductora, integradora,
sin que estos calificativos importen en modo alguno, juicios de valor". Lo que
debe admitirse es la necesidad de organizar la sociedad. El problema consiste
en saber cuál de los "modelos" propuestos es el más adecuado.
La realidad política es variable, cambia en el tiempo; con los hechos políticos,
al igual que los hechos históricos, no se repiten de igual manera.

No obstante, habría que buscar ciertas constantes de regularidad cíclica que


nos permitan precisar objetivamente leyes de la política aplicadas en todas las
épocas de la historia. Quizás el desgaste progresivo de los sistemas políticos,
el desgaste de los gobiernos y las revoluciones, se repiten a pesar de sus
diferencias y, en tal sentido, podrían formularse leyes de esta naturaleza que
sean universales para todas las épocas y para todos los casos posibles.

Por último, la realidad política es una realidad simbólica. La ideología, como


concepción del mundo y como expresión de clase social, determina el
comportamiento social y político. Los hombres crean una serie de teorías para
justificar la posición privilegiada que ocupan en la estructura social. Incluso,
llegan a afirmar que la situación es objetiva, racional y científica.

El elemento subjetivo juega un papel importante en la vida política y esta


subjetivación conduce a internalizar una visión determinada como un
fenómeno universal, válido e inmovible. Lo ideológico y lo político están
íntimamente ligados, y muchas veces las ideas que tenemos sobre las cosas
no son la fiel expresión de su objetividad sino el reflejo de una deformación de
la realidad.

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La sociedad política está organizada en función de esas ideas, y el agente


sujeto de la política, el hombre político, actúa en función de valores
internalizados, como expresión del proceso de socialización del
comportamiento.
A la adecuación de las conductas, al conjunto de ideas rectoras que justifican
un "modelo político", se le llama proceso de ideologización.

Rasgos característicos de la política.


A continuación como resumen y utilizando todo lo expuesto, vamos a señalar
los rasgos característicos de la política. Creemos que son constitutivos los
rasgos siguientes:
a. La política es parte de la realidad social y está inmersa en ella.
b. La política es actividad humana interrelacionada.
c. La política es la expresión del ejercicio del poder coactivo físico dentro del
proceso de decisiones de efectos colectivos.
d. La política es una actividad dinámica y agonal.
Se basa fundamentalmente en la lucha por el poder político y en los
diversos intereses ideológicos y materiales que expresa acción humana.
Teniendo en cuenta las anteriores características, podemos intentar una
definición de Política:

La política es una actividad humana y una relación Inter-humana que acontece


en una estructura social, dinámica y agonal; la misma que, dentro de una
medida significativa del ejercicio del poder físico coactivo que manifiesta
aspiraciones ideológicas para poner en práctica un modelo societal, afecta el
comportamiento colectivo con el fin de inclinar voluntades, de una manera
eficaz.

2.2. LA POLÍTICA COMO PRÁCTICA SOCIAL.


Para Poulantzas, la política y la historia están íntimamente ligadas. La política
es la expresión de una práctica social, de una acción dinámica. La práctica
política como expresión de la dinámica política, en el devenir histórico ligado a
las luchas de clases, haría de la política una ciencia revolucionaria orientada a
los cambios profundos de la sociedad.

Sostiene Mihailo Markovic que la política es la "realización de todas aquellas


actividades y la toma de todas aquellas decisiones mediante las cuales son
regulados y dirigidos los procesos sociales públicos esenciales".

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Este filósofo yugoslavo estima que en la política hay dos formas de realización
y manifestación. Por una parte, es actividad y, por otra, es decisión. La
actividad y la decisión tienen una función de regulación y dirección de los
procesos políticos. La política es un mecanismo de regulación del
comportamiento inter-subjetivo y de los conflictos sociales. Partiendo de Marx,
Markovic señala los rasgos esenciales de la política como forma de
deshumanización y despersonalización. Las formas de alienación política
según Markovic serían:

a. El hombre pierde el control de las instituciones políticas, del Estado, del


partido, que él mismo ha creado y que funcionan en su nombre.

b. En una sociedad burocrática (entiéndase contemporánea) el hombre se


aliena respecto a los demás, tanto si pertenece a los dominadores como a
los dominados. En la elección de aquéllos con quienes desearían
mantener relaciones estrechas, no tiene fundamental importancia para él
quién sea el otro hombre sino qué función ejerce.
c. En la sociedad burocrática la actividad política deja de ser creadora.

d. Todas estas condiciones llevan a la ruptura total entre la existencia política


del hombre y su esencia auténtica posible.

La política es la lucha por el poder. Pero no es lucha ciega, al menos


modernamente, pues se halla condicionada por intereses morales, por
ideologías que conforman una cultura política, o sea un ámbito que es parte de
la cultura general. La realidad social es gobernada y orientadas por la política
en cuanto a vocación de poder. La actividad política se diferencia de las demás
funciones sociales en el hecho de que sobre ella recae la responsabilidad de
dirigir lo social. Mucho antes de que hubiera Estado, la actividad política existía
como función social que organizaba la cooperación del grupo. El concepto de
lo político es más amplio que el de lo estatal; no sólo la actividad política es
anterior a la aparición del Estado sino que existen grupos políticos dentro del
Estado y entre los Estados. No toda actividad del Estado es actividad política,
pues la mayor parte de sus funciones constituyen aspectos de mera
administración. Ordinariamente, la actividad de los órganos estatales
subordinados, que se realiza siguiendo pautas precisa, no es función política.
Esta consiste en dirigir la marcha del Estado o en disputar la tenencia del
Poder.

21
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

La idea del poder ha sido obsesiva en muchos pensadores alemanes, sobre


todo desde el siglo diecinueve. "La voluntad de poder" fue exaltado por
Nieztche y primó como teoría sicológica y racial con el nazismo. Cuando el
Estado resulta un ente ávido de poder, ello conduce, inevitablemente, a la
dictadura en lo interno y a la guerra en lo exterior. La política se explica por la
aspiración al poder y a la ostentación de él, lo que pervierte con frecuencia
todo sistema de valores y lleva a constatar que los recursos jurídicos de nada
sirven frente a los hechos de poder. Si la vida internacional se mira con
realismo, no puede negarse que ella obedece, casi siempre, a un pugna de
poder, pugna que puede ser sutil o con despliegue de fuerza, pero que
subyace respecto de las doctrinas y las declaraciones retóricas.

El poder político es el único que puede ejercerse sobre la comunidad entera, a


diferencia del poder económico, del poder religioso o del poder sindical. El
poder es multiforme e incluye desde la jefatura de una organización de
cualquier tipo hasta el de la burocracia. Pero el cargo político es el único que
inviste de autoridad global, el que dota de la aptitud para imponer un orden de
conducta. El poder económico o el sindical son prominentes, pero no alcanzan
la amplitud y eficacia del poder gubernativo, que es el máximo. El empuje de
una convicción determinada mueve a los hombres a una acción unida, como
sucede con los nacionalismos que ofrecen motivación eficaz para el todo
social. Los poderes distintos al poder político pueden ser temporalmente muy
fuertes o aún dominantes, pero si bien influyen en la vida del Estado al punto
que no cabe afirmar que existe una forma de poder social con carácter de
absoluto, el poder del gobierno resulta siempre distinto e impone a la
comunidad el sentido unitario que esta requiere. Puede ser influido, a veces
quebrantado, pero se reconstituye por necesidad vital del grupo humano y
emprende su propia dirección, para realizar un orden determinado. Al final de
toda crisis, es el poder de signo político el que predomina sobre el mando
militar, la influencia económica o la presión sindical.

El poder cumple una triple función: de dirección, de especialización y de


coacción. En efecto dicta reglas, las aplica de modo continuo y sanciona a los
infractores.

2.3. LA POLÍTICA COMO CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.


La Ciencia Política es una ciencia crítica que ha venido a destruir la ingenuidad
del derecho constitucional, que encubría en parte los hechos al atribuir a las
formas una realidad separada de la vida que las inspira. Equivale a la

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

sociología política, o sea que es una ciencia pragmática y realista, empírica.


Sus especialistas se denominan politólogos y en los países anglosajones
«científicos políticos». La nueva disciplina se ha desprendido de la Sociología,
con dimensión propia, a partir de la Segunda Guerra Mundial. Analiza la
naturaleza y el ejercicio de la autoridad. Es objeto de su estudio la relación
mando-obediencia dentro de la sociedad. Hace luz sobre el gobierno como
hecho y sobre el origen y la formación de las decisiones políticas. Este estudio
del proceso decisional (decision-making processus) permite particu-larizar lo
político dentro del marco de lo social. Se trata de un conocimiento
preferentemente sociológico, dado que el poder reprime pero a la vez absorbe
la influencia innovadora de los gobernados.

2.3.1. POLÍTICA Y CIENCIA POLÍTICA


También debe distinguirse entre política, que es acción práctica,
disputa del poder, y la ciencia política, que es conocimiento reflexivo
del objeto de la política. Ni la teoría del Estado ni el derecho
constitucional pueden hacer abstracción del acontecer real, de esa
«vida estructurada en que consiste el Estado» como anotó Hermann
Séller. Por eso, el ser y el deber ser no pueden ser totalmente
emancipados; cuando se pretende hacerlo, nos encontramos con que
todo lo estatal se ha volatilizado y flotamos en la vaguedad.

Es tan grande la importancia alcanzada por la ciencia política que


Georges Burdeau, eminente profesor de la materia, pretende que el
derecho constitucional sea segregado de las disciplinas propiamente
jurídicas y pase a ser considerado como complemento de la ciencia
política, en el área de las ciencias sociales. En verdad, la politología
refleja una nueva actitud mental, pues aborda los temas con realismo
penetrante. Mediante el análisis de lo fáctico esclarece lo doctrinario e
incita a remodelar las estructuras tradicionales. El estructuralismo,
corriente filosófica que es ante todo un método, comienza a ser
aplicado a la ciencia política, con el ánimo de encontrar invariantes en
las relaciones de poder. Pero su estudio del comportamiento político
es todavía incipiente, por lo que no cabe hablar de constantes.

El surgimiento de la ciencia política se debe principalmente a la


corriente marxista, a los estudios realizados en las universidades
estadounidenses y a la obra de notables especialistas franceses. El
marxismo ha aportado aspectos positivos para la investigación,

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

incitando a la desacralización, a la destrucción de ciertos mitos


políticos, al análisis de problemas tales como la dependencia externa,
la estratificación social y la selección de los cuadros o dirigente. La
ciencia política occidental debe a los Estados Unidos y a Francia una
poderosa corriente creativa, perceptible desde fines del siglo pasado.
Duverger, Burdeau, Meynaud, Parsons y Easton son los especialistas
más notables. Pablo Lucas Verdú y Luis Sánchez Agesta son
representativos españoles ilustres. Desde la segunda guerra mundial,
la ciencia política se ha configurado como disciplina autónoma,
coincidiendo con la protesta del Tercer Mundo, con la crisis del
marxismo oficial y con cuestionamiento de los sistemas de
democracia formal imperantes en Estados Unidos y en Europa
Occidental.
No es demás subrayar que la ciencia política propiamente dicha es
sociología. Estudia el comportamiento humano en un área de la
actividad social. Se ha enriquecido con observaciones de la sicología
social y guarda relación con disciplinas no sociológicas, como son el
derecho constitucional y la teoría del Estado, de carácter jurídico y
filosófico, respectivamente. El poder se legitima por su
institucionalización como Estado, o sea cuando se organiza como
autoridad impersonal. A partir de entonces se entiende que ejerce
coacción con miras de proteger los derechos de cada cual y a cautelar
el cumplimiento de lo deberes.

No basta hoy el análisis de las disciplinas constitucionales o el razonar


sobre las teorías políticas que justifican el ejercicio del poder. La
investigación sociológica ha penetrado todas las disciplinas
atañederas al Estado y trata de elucidar la conducta política. Por ello,
como quieren Duverger, Gatlin y Bentley, las expresiones sociología
política y ciencia política son equivalentes. Explicarse la política sobre
bases científicas, es decir descubriendo las leyes del comportamiento
político, es la aspiración de la ciencia política. Desde luego, sin incurrir
en la exageración de formular leyes de rigor matemático o con la
precisión de un recetario, puesto que la observación de la conducta
humana sólo permite esbozar leyes tendenciales.

El trasfondo económico y social, antes ignorado por los expositores


políticos, aflora modernamente con interés avasallador. Se analiza el
papel que cumplen los sindicatos,la Fuerza Armada, los medios de

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

comunicación o información (prensa, radio, televisión), la Iglesia, los


grupos de presión, los electores, la opinión publica. Toda la política ha
entrado en crisis y sus fundamentos doctrinarios son revisados hasta
llegara posiciones anárquicas. En algunos países la opinión se divide
por mitades, determinado gobiernos precarios, o de indefinición
obligada. Por doquiera se indaga e impugna respecto de la alineación,
del burocratismo, de la tecnocracia privilegiada, de los mecanismos
de poder, de la dominación y del «poder popular». La redistribución de
la renta nacional entre los diversos sectores, la conducción de masas,
la fabricación de mitos, la estrategia revolucionaria, la prioridad de
acumulación de capital nacional, las aspiraciones a una justicia social
real, las superestructuras y la correlación entre el poder y el status de
diversos grupos, todo ello ha determinado una movilización del interés
intelectual, dirigida a desmontar la teorización abstracta. Claro está
que tal inflación sociológica, acompañada casi siempre del uso de un
lenguaje esotérico, ocasiona distorsiones de la realidad y de las
ideologías, pero el cúmulo de observaciones y planteamientos
inquietantes resulta sumamente útil para hallar la verdad.

2.3.2. LA ÉTICA Y LA POLÍTICA.


La Ética es la encargada del estudio de la conducta moral y de las
obligaciones del hombre en la vida social; es decir, ética es la
investigación filosófica de los problemas relativos a la conducta
humana. Ética es la parte de la filosofía que trata sobre la moral y las
obligaciones del hombre. Es la filosofía de la moral. En las ciencias
de las costumbres, la moral al fijar las normas que deben regir la
conducta del hombre en todos los momentos y circunstancias, la
ética se erige como fundamento de la vida social.

 BIDART CAMPOS, Germán Lecciones elementales de Política. Edic.


auspiciada por la UPLA 2002. Leer las Lecciones 1
y 2.
 MIRO QUESADA RADA, F. Manual de Ciencias Políticas. Edit. Libros y
Publicaciones. Lima Perú 2001, 2da Edic. Leer
Cap. I.
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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. Concepto de ciencia y clasificación de las ciencias.

2. Estructura y funciones de la ciencia.

3. Concepto de Política y ésta como práctica social.

4. La Ética y la Política.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática I

OBJETO Y METODOS DE LA CIENCIA POLITICA.

1. OBJETO DE ESTUDIO DE LA CIENCIA POLÍTICA.


La descripción e interpretación del fenómeno político, es decir de la movilidad del
poder, o sea de los hechos políticos, es decir de la vida política, constituye el área
propia de la ciencia política. Pero con frecuencia, sobre todo cuando la tratan
autores franceses, la ciencia política ensancha su ámbito y pretende constituirse
en ciencia global del Estado. En su acepción estricta, la ciencia política es el
conocimiento de la vida política, del comportamiento humano en relación con el
poder, la dominación y la toma de decisiones. En una acepción amplia o
globalizadora, atañe al Estado: ideas, instituciones y vida. Hasta hoy no existe
unanimidad respecto a establecer si el estudio de las realidades y de las
abstracciones que conforman el Estado constituye una sola ciencia o varias, o sea
si cabe emplear la expresión ciencias políticas o solamente la de ciencia política.

Es pertinente recordar que los especialistas, reunidos por la UNESCO en 1948, se


inclinaron por la denominación en singular, o sea ciencia política, fundándose en
que a la unidad de objeto debe corresponder la unidad de ciencia de la ciencia. A
pesar de que dicho consenso ha sido corroborado en importantes certámenes
internacionales, lo real es que el comportamiento político no puede ser analizado
sino por una gran variedad de disciplinas, por ser un comportamiento humano de
complejidad extensa. De entre esa variedad de disciplinas tres son las que
comprenden la mayor parte de los conocimientos relativos al Estado: Teoría del
Estado, Derecho Constitucional y Ciencia Política. Hemos considerado útil
demarcar estas tres disciplinas con la mayor claridad e inclusive con reiteración.
Distinguiendo entre teoría del Estado y ciencia política, repetiremos que esta última
es la ciencia del poder; de los hechos y no de los principios. La teoría del Estado
se propone desentrañar la esencia del Estado, o sea lo que éste tiene de
permanente, aquello que le confiere identidad. Pero, dado que existe una conexión
indisoluble entre lo teórico y lo práctico, la actitud teórica no alcanza a
desprenderse de los factores reales para cobrar una autonomía radical. Por eso,
en todo estudio doctrinario sobre el Estado advertimos la presencia, o cuando
menos la referencia ilustrativa, de hechos reales, con valoración política.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El estudio del derecho constitucional, que debería circunscribirse a los textos


legales supremos, se extiende hoy al análisis de las instituciones políticas, tal y
como funcionan en la realidad. Casi siempre existe disconformidad entre los textos
legales y los hechos. Tal contraposición entre los hechos y el derecho distingue
qué parte del derecho tiene aplicación real y qué parte no la tiene. Más aún, hoy
reluce que el ordenamiento jurídico se esfuerza por coordinar la realidad con la
legislación, adecuando ésta a aquélla. El derecho constitucional, para analizar
instituciones que la constitución ignora, tales como los partidos políticos, la prensa,
los grupos de presión, la manipulación de la opinión pública, recurre a la ciencia
política, desprendida de la sociología.

1.1. MÉTODOS Y TÉCNICAS DE LA CIENCIA POLÍTICA.


Efectúase así un valioso proceso de abstracción. Dicho proceso, partiendo
del estudio de los hechos políticos (ciencia político), conduce al estudio de la
organización formal del Estado (derecho constitucional), y por último, se
eleva a lo especulativo racional (teoría del Estado). El eslabonamiento de las
tres disciplinas es constante y resulta imposible demarcarlas con nitidez
excluyente. Pero, en sus líneas fundamentales, cada una tiene su ámbito
propio y constituye una etapa de la operación gnoseológica que permite
penetrar en la naturaleza del ente estatal.

La técnica de la ciencia política tiene mucho de sociología y aún de micro-


sociología, como cuando estudia la formación de líderes o el discurrir de las
opiniones en grupos de magnitud menor que la sociedad nacional o regional.
Pero guarda gran conexión con el derecho, como que muchos de los
investigadores llamados científicos políticos (political scientist) han ejercido
primero como constitucionalistas y recaen en lo jurídico, no obstante el móvil
de su disciplina. Su pragmatismo no les impide elevarse a abstracciones, a
conceptos generales que están más allá de los datos materialmente
identificables. Al aprehender el fenómeno político que está inextricablemente
unido al conjunto de fenómenos sociales, realizan un proceso de abstracción
para expresar la unidad de la esencia. Como dice Burdeau, sin tal
abstracción la ciencia política resulta encadenada a la política menuda; se
hace de ella una simple recopilación de recetas para cada contingencia. El
científico político realiza investigación valiosa, pero se halla lejos de la
objetividad que proclama. Al fin y al cabo, está implicado en la «la aventura
humana que analiza», aunque no se crea comprometido; tanto más en los
casos en que se sabe comprometido y considera que tiene por ello un mayor
título moral.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1.2. BOSQUEJO DE LA EVOLUCIÓN DE LA CIENCIA POLÍTICA


Democracia, definía el Dr. Raúl Ferrero, es la forma de gobierno que se
concentra en la libertad y la justicia. Está orientada al bien común y al respeto
de los derechos humanos. Se basa en el predominio de la mayoría y en el
derecho de oposición.

En síntesis, quien fuera profesor de este Centro, nos decía lo siguiente: el


predominio de la mayoría y el derecho de la oposición, se reflejan sólo en lo
que se ha dado en llamar democracia representativa, forma de gobierno en
que el pueblo depositario de la soberanía elige a sus mandatarios para que
ejerzan el Poder.
La minoría es un problema de legislación electoral, si se acepta su presencia
tal como lo demandan las doctrinas democráticas. La cuestión es que se
debe conciliar la decisión (mayoría), con la representación (minoría), a fin que
se pueda gobernar. La misión de la minoría es supervisar; la de la mayoría,
gobernar. En consecuencia, minoría puede ser un tercio, un cuarto, un quinto
de representantes y, a veces, mediante la cifra repartidora, se introduce no
una sino varias "minorías" lo que, a nuestro juicio, entorpece el desenvolvi-
miento de las instituciones políticas.
Su destino, agrega el maestro, en la síntesis que interpretamos, es asegurar
la libertad y la justicia, consagrar la plena vigencia de los derechos humanos
y, sobre todo que el poder se oriente hacia el bien común.

John Stracey en "El desafío de la Democracia", estimaba que un país era


democrático, cuando en él los ciudadanos adultos procuran gobernarse a sí
mismos en vez de dejarse gobernar por una autoridad que escape totalmente
a su control, entre sus preocupaciones señalaba: que si el pueblo desea ser
gobernado en su propio interés, debe hacerlo el mismo, pues nadie lo haría
mejor. "...No hay nada que pueda sustituir satisfactoriamente al gobierno
propio, cuando el gobierno está en manos de terceros resulta al final un go-
bierno de beneficios de terceros. Si se encomienda la función de gobierno a
un sólo individuo, como es más frecuente, a una sola clase, se termina
siempre siendo explotado".

Las libertades que este autor invoca, son clásicas, las de asociación, de
palabra, de reunión y la cuarta que denominaba el imperio de la Ley. Esta
última, un poco difícil de explicar, le reducía el deseo de todos los hombres de
ser regidos por las leyes y no voluntades arbitrarias.

29
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Lenín en "El Estado y la Revolución" caracteriza a la utópica sociedad que


quería formar como aquella en donde había "la completa elegibilidad y
revocabilidad en cualquier momento de todos los funcionarios, sin excepción
" (4). Si comparamos, vemos que la alternabilidad de la democracia
representativa es realidad, mientras que la promesa de alternabilidad
marxista, no se ha cumplido.

Por el contrario, en los países en donde gobiernan marxistas el político


vitalicio es la realidad mientras que la alternabilidad sigue siendo promesa.
Hemos citado este pasaje de Lenín, porque nos preguntamos si el concepto
democracia, tal como lo conocemos hoy, ha existido siempre.

Y aquí es bueno hacer un primer deslinde. Hablamos de democracia, porque


la evolución de las ideas políticas tienen que encararse alrededor de este
término. La política está siempre vinculada al poder, se dice incluso, poder
político. Todo análisis de la política debe llevarnos, necesariamente al poder.
Y, si rechazamos el poder despótico, debemos admitir que hay un poder
democrático. Esa es la razón por la cual nuestro análisis gira alrededor de
esta palabra. Y si hemos hecho este primer enfrentamiento con Lenín, es
porque los marxistas critican lo que llaman democracia burguesa, por
oposición a la que denominan democracia popular.

Debemos señalar que no existe un contrasentido o redundancia en usar


ambos términos. Etimológicamente democracia significa demos-pueblo;
cratos, poder, poder del pueblo. Decir democracia popular no es decir poder
del pueblo popular; se quiere graficar la idea de un gobierno ejercido por la
clase explotada, el pueblo, pero por el pueblo sólo comprenden el
proletariado y al campesinado, y llaman a nuestra democracia burguesa,
(también la califican de formal, literal), porque consideran que es un sistema
que naciendo con la revolución francesa, descansa en la clase media (burgo
viene de ciudad), y sólo la sirve. Hay aquí cuando menos, dos planteamientos
encontrados.

Y vemos que la alternabilidad propuesta por la democracia se cumple,


mientras que el buen propósito marxista ha trocado la alternabilidad por la
perpetuación política en el poder.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Podríamos decir que la evolución de la sociedad humana se ha dado entre


despotismos y poderes compartidos, entre concentración del poder y el poder
ejercido democráticamente. Si las naciones han sido gobernadas transito-
riamente por tiranías, ello no invalida la esencia de la democracia, así como
un eclipse no destruye la presencia de los astros.
Igualmente, como veremos más adelante, en medio de ambas doctrinas ha
surgido el cristianismo para decir lo que se entiende por democracia, en un
esfuerzo por hacernos comprender que su reino puede edificarse en este
mundo.
Antes de la Revolución Francesa hay un despotismo, absolutismo lo han
llamado, encarnado por los reyes, quienes presumen que su poder viene de
Dios. La voluntad de los monarcas es ley suprema. Nadie osa contrariarlos,
hasta que Voltaire, Rousseau, Montesquieu, llamados los enciclopedistas,
van a cuestionar la teoría de los reyes, forjada por Bodin, desplegando el
centro del poder hacia el pueblo como única fuente de la soberanía. Este es
el fin de los gobiernos hereditarios, vitalicios, sin controles. Es el comienzo de
los gobiernos fundados en la voluntad de poder y sujetados a la normatividad
de la ley. La doctrina democrática es muy simple: el poder emana del pueblo,
el pueblo elige a sus gobernantes, los gobernantes se deben al pueblo; la
libertad es el centro de toda la decisión política y la justicia es la meta de todo
esfuerzo del poder. Ello lleva a elaborar toda una arquitectura administrativa
que va desde la separación de funciones, hasta la fijación de plazos para
cambios de los gobernantes, como garantía de la libertad y la igualdad. El
liberalismo va a oponer al feudalismo, el concepto de igualdad por contraposi-
ción a las estructuras estamentarias; la individualidad frente al sometimiento
colectivo; el derecho de todos los hombres como reivindicación al derecho de
un solo hombre.

El liberalismo distingue entre sociedad y estado; entre el hombre, como


individuo y la sociedad. Priman los derechos naturales que son inherentes al
hombre y anterior al Estado. El derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad
son propios de la naturaleza humana, y toda la arquitectura legal sólo puede
edificarse alrededor de estos cimientos. De allí, reiteramos, se diseña la
política de la representación porque el pueblo es el depositario de la
soberanía; se esboza la teoría de la "separación de poderes" como garantía
de esa libertad, para que el poder no se concentre en pocas manos, con el
consecuente peligro de la dictadura; y se enmarca un Estado dentro de las
normas - Estado de Derecho -, para que la arbitrariedad no sea la medida de
todas las cosas.

31
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Comparado con el feudalismo, el liberalismo es un avance indiscutible. Pero


se agota ante las exigencias contemporáneas, los hombres tienen ansias de
justicia, urgencia de dignificación. Sobre el individuo prima el interés social.
Ante la infinidad de problemas, el Estado no puede ser espectador. La
indiferencia estatal no puede institucionalizarse. De aquí deriva otra
concepción; el Estado social de Derecho, enfatizando que tiene prioridad en
lo social sin sacrificar el individuo.

El marxismo, convertido en una religión, surgió para oponerse al liberalismo.


El materialismo dialéctico explica los procesos naturales a través del método
de los contrarios: tesis o afirmación, le sigue su antitésis o negación, cuya
solución momentánea es la síntesis, la que vuelve otra vez a ser tésis de una
escala superior. Se denomina materialismo, porque se funda en la materia, a
la que considera anterior a la conciencia. El materialismo histórico,
basándose en las mismas leyes, se esfuerza en explicar la evolución social:
del feudalismo surge el liberalismo, de éste el socialismo, cuya negación lleva
al comunismo. Habría, eso sí, que preguntarse : ¿Sí el comunismo se
convierte en tesis cuál es su contrario, antitésis?.

La realidad económica, formada por las relaciones que surgen de la


propiedad de los medios de producción, determina una estructura concreta, la
que a su vez da origen a una superestructura formada por leyes, el arte, la
religión, etc. Toda estructura social tiene un equivalente de superestructura.
He aquí un fatalismo que rechazamos: la realidad determina el espíritu; la
estructura origina una superestructura. Si fuera totalmente cierto, ¿Cuáles
son las posibilidades de liberarse de un medio opresor?.

A la burguesía como clase social, dueña de los medios de producción, dueña


del aparato político, se le va a oponer el proletariado, como clase antagónica,
hasta arrebatarle el poder y fundar una dictadura que servirá de medio para
la construcción del socialismo y pasar de este estado a otra etapa, que es la
sociedad sin clases que llama comunismo y en la que se extinguirá el Estado.

No se puede negar la importancia del marxismo. Frente al liberalismo que


partía del supuesto del hombre libre, nos llamó la atención hacia la
dominación del hombre y postuló su liberación, por lo menos en teoría.

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Fascículo No. 1
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Pero el marxismo no ha creado instituciones políticas propias ni ha cumplido


con abolir el Estado, ni lo ha debilitado como preconizaba Lenin; por el
contrario, el Estado se ha fortalecido en dimensiones fantasmales.
No se han atendido las necesidades básicas del hombre, el pueblo no elige a
sus representantes; hay perpetuación en el poder. Los postulados teóricos no
han alcanzado concreción real.

Hay, pues, en ambos sistemas, el liberal como el marxista, graves fallas, pero
mientras por la vía de la libertad es posible concretar alguna forma de
socialismo, por el camino del socialismo marxista no se alcanza la libertad,
como lo prueban los diversos Estados regidos bajo este signo.

Como una solución del choque de los extremos, surgiría el fascismo, aunque
tarde se comprobaría que era otra forma abominable de dictadura. Si el
marxismo adecuaba el diseño político a la infraestructura económica, el
fascismo consideraba al Estado como el supervisor del sistema económico; si
el marxismo hizo de la lucha de clases, irreconciliable motor de la historia, el
fascismo se esforzó en soldar o conciliar las diferencias de clases; y, si el
liberalismo exaltó la libertad individual, el fascismo lo hizo sinónimo de
egoísmo, en lugar de la soberanía popular proclamó la autoridad y en sustitu-
ción de la igualdad propuso la jerarquía.

El fascismo fue un intento de conciliar ambos sistemas. No extraña por eso la


denominación del nacional socialismo que acuñara Hitler. Ni que Mussolini
arguyera que había bebido el socialismo desde los senos maternos. El
falanguismo español y el cooperativismo portugués reivindicaban idéntica
posición. Por descontado que hubo diferencias. El Nazismo se centró en el
endiosamiento de la raza aria, más el estilo de gobierno fue el mismo y todos
enfrentaban los males del capitalismo y el peligro comunista. Podría
agregarse que el Nazismo hizo del Estado un servidor de la Nación, mientras
que el facismo pensaba que el Estado es el creador de la Nación. Podría
complementarse esta disertación diciendo que el Nazismo basó su fuerza
política en los terratenientes mientras que el facismo lo hizo en la burguesía;
en tanto que el nazismo no trató de corporatizar el Estado, lo que sí hizo el
facismo, la verdad es que ambos tuvieron como común denominador la
violencia, la opresión, la intolerancia. Y acabaron siendo desplazados como
sistemas políticos, por la más grande conflagración que haya atormentado a
la humanidad, la segunda guerra mundial.

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Frente a esas concepciones surgió el social-cristianismo. Creemos que en el


futuro cercano, la lucha se dará entre el social-cristianismo y el marxismo, por
la natural extinción del liberalismo. No se trata de una tercera posición. El
social cristianismo, contenido en las encíclicas (5) toma del liberalismo su
profundo sentido de la libertad humana y los derechos que son esenciales al
hombre.
Rechaza el egoísmo individualista, en cuanto trata de prevalecer sobre los
intereses generales. Pero admite, como el marxismo, que si bien el hombre
nace libre, hay un orden que le impide desarrollar su personalidad, por lo que
trata de liberarlo; admite las profundas desigualdades económicas y sociales
y postula un replanteamiento de la sociedad para hacerla girar alrededor del
bien común.
No cree, a diferencia del marxismo, que el hombre sea un producto de la
materia, sin posibilidad de salvación, ni que deba sacrificar su libertad
presente por su utopía venidera.

De allí que la doctrina social de la iglesia preconice una igualdad y un rol más
activo por parte del Estado y un régimen que, menoscabo de la libertad,
pueda afirmar la libertad total.
La dignidad del hombre no debe ser atacada. Si admitimos que el marxismo
alerta a los cristianos, no queremos decir que una alianza entre ellos sea
inevitable.
Esta pugna que vemos rondando los umbrales, no se dará en el nivel de la
satisfacción de las necesidades, sino en el del respeto a la libertad, de la
dignidad, en la trascendencia del hombre; será la batalla por la primicia del
espíritu en esfuerzo por edificar en la tierra el mundo que Dios quiso a su
semejanza.

1.3. FINALIDAD DE LA CIENCIA POLÍTICA


La Ciencia Política tiene como finalidad el darnos una valiosa explicación de
la dinámica del Estado, o sea de los grupos que lo dominan. La evaluación
hecha por la ciencia política es útil particularmente a los países en desarrollo
para la adopción de una política de mejoramiento social y de reforma o
sustitución de estructuras.
De este modo, la ciencia política, que es de naturaleza sociológica, se
entrelaza con la teoría del Estado, que es filosofía, y con el derecho
constitucional, que es jurídico-positivo, para hacernos comprender que el
Poder, el Estado, el Gobierno, entre otros conceptos, son instituciones
fundamentales para el desarrollo de la sociedad.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

 FERRERO REBAGLIATI, R. Ciencias Politicas-Teoria del Estado y Derecho


Constitucional. 7ma Edic. Lima Perú 1984. Leer
Pag. 17 a 30.
 ANDRADE SANCHEZ, Eduardo Introducción a la Ciencia Política. Edit.
HARLA, Mexico 2da Edic. Leer Cap. I.
 GARCIA BELAUNDE, Domingo Constitución y Política. Lima Perú 1981. Leer
paginas 15 a 63.
 BIDART CAMPOS, Germán Ob. Cit. Leer P. 11 a 28.
 MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. Cit. Leer Cap. II.

2. SOCIEDAD Y ESTADO.

1. EL ORIGEN DEL ESTADO.


El Estado, representa un ente político y jurídico que establece reglas y
disposiciones para el desarrollo colectivo. El Estado es una realidad jurídico-
política, resultado de la vigencia de un poder soberano sobre una población
específica en un territorio bien delimitado. Los fundamentos del Estado lo
encontramos en la necesidad que tuvieron los hombres, desde la Antigüedad
de contar con un poder político, debidamente instituido y legitimado que
controlara la vida de los pueblosi.
Estamos hablando de un ente político creado por el hombre para la
conducción de la sociedad, para el manejo del poder y para dotar a la
comunidad de las normas y reglas que posibiliten la convivencia pacífica.
Según Durán Abarcaii, el Estado es una sociedad humana, asentada de
manera permanente en el territorio que le corresponde, sujeta a un poder
soberano que crea, define y aplica un orden jurídico que estructura la
sociedad estatal para obtener el bien público temporal de sus componentes.
Considera Aristóteles que el Estado es la asociación de hombres que tienen
como fin el bien común, una definición donde se prioriza el bienestar colectivo
pero no se hace mención al ejercicio de la autoridad.
Hauriou tiene una definición más completa al señalar que el Estado es la
unidad jurídica y política capaz de unificar la organización social a través del
poder. Es un concepto más integral, que unifica la colectividad con el ejercicio
de la autoridadiii.

35
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El Estado ha sido definido por muchos tratadistas como persona jurídica, y


atendiendo al articulo 32 de nuestro Código Civil entendemos por persona
física "Todos los entes susceptibles de adquirir derechos, o contraer
obligaciones, que no son personas de existencia visible, son personas de
existencia ideal, o personas jurídicas". Dicha actuación de tales personas es
generadora de responsabilidades, que todo esto resume la colectividad social.
Ahora la palabra "Estado" viene del latín status y se define como una
comunidad política desarrollada, de un fenómeno social, el Estado es un ente
jurídico supremo, o algo no visible pero palpable en los sujetos sometidos a
un orden jurídico establecido que nos limita y reconoce derechos, pero estos
derechos es una forma de organización de vida, porque somos nosotros
mismos quienes creamos derechos y limitamos derechos, y no tan solo como
los "otorga" la Constitución de 1917 en su articulo primero, sino más bien
como lo plasma en la de 1857 en su mismo articulo pero esta "reconoce" y no
otorga, esto claro, por la conveniencia política de aquellos tiempos, entonces
tenemos que radicar todo en un solo ente supremo capaz de autoregularse,
por eso de la justificación del Estado. Del Estado se derivan aspectos
secundarios, pero que están sumamente ligados decretos, etc. y su fuente
primaria: la Constitución. Para dar una definición más adecuada del Estado
empezaremos por decir sus elementos, después el concepto de cada uno de
los elementos para después así unificar todos estos y así tendremos una
definición del Estado menos compleja.

1.1. CONCEPTO DEL ESTADO


El Estado, representa un ente político y jurídico que establece reglas y
disposiciones para el desarrollo colectivo. El Estado es una realidad
jurídico-política, resultado de la vigencia de un poder soberano sobre
una población específica en un territorio bien delimitado. Los
fundamentos del Estado lo encontramos en la necesidad que tuvieron
los hombres, desde la Antigüedad de contar con un poder político,
debidamente instituido y legitimado que controlara la vida de los pueblos.
Estamos hablando de un ente político creado por el hombre para la
conducción de la sociedad, para el manejo del poder y para dotar a la
comunidad de las normas y reglas que posibiliten la convivencia pacífica.
El Estado es una sociedad humana, asentada de manera
permanente en el territorio que le corresponde, sujeta a un poder
soberano que crea, define y aplica un orden jurídico que estructura
la sociedad estatal para obtener el bien público temporal de sus
componentes.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1.2. FINES

A. LOS FINES DEL ESTADO


Toda colectividad humana que ha llegado a conformar una
organización social, política y jurídica, conocida
contemporáneamente como estado tiene ineludibles fines que
realizar. Los fines del Estado constituyen "e/ para que existe, su
razón de ser, la misión que debe cumplir, su justificación histórica".

B. EL FIN SUPREMO: EL BIEN COMÚN

a. La expresión "Bien Común" contiene un concepto de gran


amplitud y generalidad. A lo largo de la historia, destacados
filósofos y científicos políticos han especulado y formulado
diversos contenidos para el fin primordial y último del Estado. Así
se han acuñado sucesivamente términos, tales como "interés
público", "paz social", "bienestar colectivo", "interés general", bien
público", etc. Desde Aristóteles empezó a considerar el "bien
común", con el fin mayor y último que el Estado persigue en su
actividad política.

b. En determinado momento se consideró el Bien Común como el


resultado de la suma de todos los bienes individuales; concepción
errónea que no tuvo en cuenta que la suma exige que los
sumandos sean homogéneos, en cuanto a su naturaleza,
mientras que los bienes individuales son de naturaleza
notablemente heterogénea.

c. Mas tarde se postuló que el Bien Común era el bien de las


mayorías de una colectividad nacional, concepción que no resiste
el análisis a la luz de los legítimos derechos de las minorías; los
que serían desconocidos o postergados contradiciendo la idea
central de Bien Común, entendido como el bien de todos y no de
una parte de los integrantes de un cuerpo social.

C. DEFINICIÓN DEL BIEN COMÚN


a. Es el Fin Supremo del Estado, considerado como una situación
ideal por alcanzar, de manera que signifique el medio social
propio para la plena realización de la persona humana.

37
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Se reconoce el Bien Común como el Fin Supremo del Estado.


Como situación ideal se caracteriza por un alto grado de progreso
y perfección de la sociedad. Sería utópico referirse a una
sociedad perfecta.

Se condiciona a la plena realización de la persona humana,


objetivando en un estado de cosas que configuran el ambiente
social propicio paira la realización de ella, contenidas en
condiciones altamente óptimas que no solo posibiliten, sino que
las promuevan, protejan y garanticen.

D. LOS FINES ESENCIALES


Del Bien Común tal como lo hemos concebido se desprende que lo
componen dos Fines Esenciales: El Bienestar General y la
Seguridad Integral.

a. EL BIENESTAR GENERAL
Es una situación en la cual las necesidades espirituales y
materiales de la persona humana se satisfacen en forma
adecuada y oportuna.

b. LA SEGURIDAD INTEGRAL
Es una situación en la cual el Estado tiene garantizada su
existencia, la integridad de su patrimonio, sus intereses
nacionales; así como su soberanía e independencia; entendida
ésta como la facultad de actuar con plena autonomía en el
campo interno y libre de toda subordinación en el campo
externo,

c. LA SEGURIDAD INTERNA
Está orientada a preservar a la colectividad nacional de los
peligros que contra su supervivencia, autonomía, integridad y
logro del Bienestar General, pueden surgir en el interior de un
Estado.

d. LA SEGURIDAD EXTERNA
Se dirige al cautelamiento de la existencia, soberanía,
independencia e integridad del Estado frente a las oposiciones,
amenazas o presiones que surgen en el campo externo.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

2. LA ESENCIA Y TIPOS DE ESTADO.


Los Estados con el tiempo se han clasificado en los siguientes:

2.1. LOS PRIMEROS ESTADOS


Surgieron a partir de la evolución de una situación primitiva, pasando en
algún momento determinado de su propio desarrollo, automáticamente y
sin influencia extranjera de un grado de organización política no estatal
al Estado. Es el caso de la Antigua China, de Mesopotamia, Egipto,
Cusco y Mesoamérica (Mayas, Aztecas)1.
a. ESTADO MONÁRQUICO
La Monarquía, forma del Estado en la que una persona tiene
derecho a reinar como cabeza del mismo, en general por vía
hereditaria, con carácter vitalicio. El poder del rey puede ser absoluto
o estar muy limitado, como es usual en las monarquías actuales
sometidas a regulación constitucional en la mayoría de los casos. El
nombre con que gobiernan varía según las zonas y las estructuras
jurídicas de su gobierno (reyes y reinas, emperadores y
emperatrices y zares y Káiseres)2.

b. ESTADO REPUBLICANO
República (del latín res publica, `la cosa pública`), forma de Estado
basado en el concepto de que la soberanía reside en el pueblo,
quien delega el poder de gobernar en su nombre a un grupo de
representantes elegidos. En la práctica este concepto ha sido, sin
embargo, ampliado, distorsionado y corrompido de diversas formas,
por lo que se hace difícil dar una definición unívoca del término. Para
empezar, es importante diferenciar entre república y democracia. En
el estado republicano teórico, en el que el gobierno se convierte en
portavoz de los deseos del pueblo que lo han elegido, república y
democracia pueden ser dos conceptos idénticos (existen también las
monarquías democráticas). Pero las repúblicas que se han dado a lo
largo de la historia nunca se han ajustado a un único modelo teórico,
y en el siglo XX la república ha servido de forma de Estado a
regímenes democráticos pero también a regimenes de partido único
y dictaduras. En realidad, la república ha pasado designar a todo
Estado cuya jefatura es responsabilidad de un presidente, o figura
similar, y no de un monarca.
1
GONZALES URIBE, Héctor. “Teoría Política”. Edit. Porrua S.A. Mexico. 1989. Pág. 56.
2
Serra Rojas, Andrés, Teoría del Estado, Editorial Porrúa, México 1993. Pág. 48

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

c. ESTADO IMPERIAL.
Organización política en la que un Estado extiende su poder sobre
otros países: el imperio austro-húngaro. Es el conjunto de los
Estados sometidos a un emperador: el imperio romano.

También se le puede definir como el espacio de tiempo que dura el


gobierno de un emperador: aquello sucedió durante el imperio
napoleónico.

d. EL ESTADO MODERNO
Una de las principales interrogantes a resolver con respecto a este
tema es ¿Por qué surge el Estado moderno? De acuerdo con
Hermann Heller, para que apareciera el Estado tuvo que haber en
primer lugar, una división del trabajo. Pero así mismo, tuvo que
haber interdependencia y cooperación. El Estado moderno aparece
cuando se han producido en Europa las siguientes causas:

1. El Renacimiento
2. La Reforma protestante
3. La expansión geográfica y sus descubrimientos

Y su principal característica es la clara división del poder que opera


en su estructura, por lo cual los mecanismos de control, vigilancia y
fiscalización se encuentran maximizados ya que por lo general
hacen suyos los prjncipios democráticos.

3. LOS ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL ESTADO.


3.1. PUEBLO
Se entiende como tal al compuesto social de los procesos de asociación
en el emplazamiento cultural y superficial, o el factor básico de la
sociedad, o una constante universal en el mundo que se caracteriza por
las variables históricas. El principal valor del pueblo está en su
universalidad. No habrá Estado si no existe el pueblo y viceversa.
El Pueblo es el elemento más importante del Estado, porque de él
emana el poder y a la vez constituye el ámbito social de aplicación de
éste, de validez al ordenamiento jurídico y es el destinatario del Bien
Común.
Es el elemento humano del Estado constituido por el conjunto de
personas unidas por un vínculo jurídico – político sustentado en valores

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

comunes históricamente compartidos”. El pueblo es el elemento más


importante del Estado porque de él emana el Poder.

Es el conjunto de habitantes que radican en el territorio patrio, teniendo


la denominación común de peruanos. Al respecto de la actual
Constitución en el Art. 52 establece “Son peruanos por nacimiento los
nacidos en el territorio de la República. También lo son los nacidos en el
exterior de padre o madre peruanos, inscritos en el registro
correspondiente durante su minoría de edad”.

Son asimismo peruanos los que adquieren la nacionalidad por


naturalización o por opción, siempre que tengan residencia en Perú.
La población peruana está unida por vínculos:

(1) HISTÓRICOS:
Que nos ligan al pasado y a la forma y manera cómo hemos ido
evolucionando hasta el presente.

(2) IDIOMÁTICOS:
Lengua o habla que hemos cultivado y cultivamos en nuestro desarrollo
social. En este caso el castellano, quechua, aymará y otros idiomas y
dialectos aborígenes.

(3) COSTUMBRES Y TRADICIÓN:


O modo de desenvolverse particular de los pobladores de las localidades
y regiones que integran el país.

(4) RELIGIÓN:
Sistema de culto predominantemente católico y que se mezcla con las
creencias de los pueblos de ideología y fe ancestral vinculados al
pasado aborigen.

(5) TERRITORIAL:
Representado por el suelo común en que habitamos y en el que
desenvolveremos nuestras actividades.

(6) ÉTNICO-CULTURALES:

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Que es la expresión de nuestra raza predominantemente mestiza y la


manera de hacer y trabajar creando formas espirituales como: arte,
ciencia, pensamiento, etc que otorgan singularidad al carácter de
nuestra población.

3.2. PODER
Es el elemento formal o jurídico del Estado. Es la potestad o facultad
delegada, independientemente pero limitada de la que dispone para
ejercer su autoridad, organizar y conducir la vida social, política y
económica de la Nación, incluyendo el uso de la fuerza coactiva.

Es la capacidad o autoridad de dominio, freno y control a los seres


humanos, con el objeto de limitar su libertad y reglamentar su actividad.
Este poder puede ser por uso de la fuerza, la coerción voluntaria, o por
diversas causas, pero en toda relación social, el poder presupone la
existencia de una subordinación de orden jerárquico de competencias o
cooperación reglamentadas. Toda sociedad, no puede existir sin un
poder, absolutamente necesario para alcanzar todos su fines
propuestos.

Es la parte formal o jurídica del Estado. Es la potestad o facultad


delegadas para gobernar, limitada por la ley.

Es la forma cómo se organiza jurídicamente el Estado para ordenar,


mandar y ejecutar en procura del bienestar de la nación o población. El
gobierno se ejerce a través de los poderes del Estado y las autoridades
libre y legítimamente elegidas. Existe, pues, una delegación de
facultades de la población hacia quienes van a gobernar. Estos en
consecuencia, deben corresponder a las justas expectativas de quiénes
los han elegido. Al mismo tiempo, la población nacional debe estar
atenta al actuar de sus gobernantes y solicitar, según mandato
constitucional, su remoción o cambio cuando fuere necesario. Algunos
tratadistas consideran el ordenamiento jurídico como elemento del
Estado. Evidentemente que es, pero esto va implícito cuando afirmamos
que el Estado se organiza “jurídicamente” para gobernar.

a. CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES:

42
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1) Abarca a toda la sociedad que vive en el territorio del Estado.-


Es un poder sobre toda la comunidad. Ninguna organización
tiene tal extensión en la capacidad de decidir sobre los
comportamientos sociales. El poder del Estado obliga a todos los
que vivan en él, cualquiera sea su origen, incluso nacionalidad,
religión, cultura, situación económica o cualquiera que sea la
consideración que para si pretenda el hombre que vive en esa
nación.
2) El Poder del Estado es omnicomprensivo.- A diferencia de los
otros poderes, en que cada organización sólo puede referir sus
órdenes a un espectro de la actividad personal. El Estado puede
referirse a toda manifestación del ser humano, y como fenómeno
de poder, inclusive está en capacidad de exigir posiciones hasta
en lo personal. Que esto tenga o no aceptación, que sea legítimo
o no, es otro problema, pero que el Estado puede dictar esa
norma, en efecto, puede.
3) El Poder del Estado es coercible.- Esto le permite que las
órdenes que dicta, sean exigibles por la fuerza física como
consecuencia del monopolio que el Estado tiene en la sociedad
moderna.
4) La soberanía.- Es la capacidad que tiene el Estado para decidir
lo conveniente sin aceptar órdenes de nadie y sin estar
subordinado a ningún otro sistema normativo.

3.3. TERRITORIO
Es el elemento natural o físico del Estado. Puede ser definido como la
porción del globo terráqueo sobre el cual el Estado ejerce su soberanía.
Comprende la superficie del suelo, el subsuelo, las aguas fluviales
lacustres y el mar adyacente, el fondo marino y el espacio aéreo que los
cubre.
Es el último elemento constitutivo del Estado. Francisco Pérez Porrúa lo
considera como el elemento físico de primer orden para que surja y se
conserve el Estado, pero agrega “La formación estatal misma supone un
territorio. Sin la existencia de éste no podrá haber Estado”. Según
Ignacio Burgoa, el territorio es el espacio dentro del cual se ejerce el
poder estatal o “imperium” . Como esfera de competencia el Estado
delimita espacialmente la independencia de éste frente a otros Estados,
es el suelo dentro del que los gobernantes ejercen sus funciones”.

43
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

En este concepto cabe hablar de la Soberanía, que es la determinación


incondicionada e incondicionable de organizarse política, social y
económicamente y de emplear sus recursos en la forma que considere
más conveniente para el logro de los fines que justifican su existencia.

Es el componente natural o físico del Estado. Es el área territorial sobre


la cual el Estado ejerce su soberanía.

El territorio es el espacio geográfico delimitado dentro del cual se ha


organizado jurídicamente la población. Comprende: “El suelo, subsuelo,
dominio marítimo y el espacio aéreo que lo cubre. Es inalienable e
inviolable”. (Art. 54º de la Constitución).

El suelo y el subsuelo nos proporcionan bienes y riquezas que al ser


aprovechadas sirven para satisfacer las necesidades del pueblo
peruano.

El dominio marítimo comprende el mar adyacente a nuestras costas, así


como su lecho y subsuelo hasta una distancia de 200 millas marítimas.
Esto ha dado origen al Mar Territorial del Perú, ahora denominado Mar
de Grau, que fue establecido por decreto supremo el primero de agosto
de 1947.
Sobre su territorio el Estado ejerce plena soberanía, es decir, la
capacidad de organizarse de manera autónoma e independiente, sin
intervención ni injerencia externa, sino de acuerdo a la voluntad popular.
Por esto mismo, el Estado ejerce soberanía y jurisdicción sobre el
espacio aéreo y el mar adyacente sin perjuicio de las libertades de
comunicación internacional.

La jurisdicción, es la facultad del Estado para aplicar su cuerpo jurídico


de leyes y normas en el territorio nacional, a hacer prevalecer sus
derechos en todo aquello que comprometa los sagrados intereses del
país.

El territorio nos otorga, además, el valioso sentimiento e idea de Patria


como heredad nacional, comprendida y valorada con el accionar de
quienes nos antecedieron y trabajaron sobre este suelo, se inmolaron y
sacrificaron en su defensa o difundieron su grandeza en los confines del
concierto mundial.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1. CARACTERÍSTICAS:
(a) UNIDAD
No puede haber varios territorios en un mismo Estado.

(b) INDIVISIBILIDAD
El territorio del Estado no puede dividirse y alienarse o entregarse a
otras entidades o a otros Estados.

(c) INALIENABILIDAD.
El territorio del Estado es inalienable. La enajenación sólo se concibe
en el Derecho Privado, en cuanto a los productos de la actividad
humana que tienen un valor de comercio y de cambio. El Territorio
nacional está fuera del comercio humano. Tampoco se concibe la
enajenación en Derecho Público, la soberanía no puede cederse ni
donarse y cualquier acto de esa índole sería nulo e inexistente en
Derecho.

(d) IMPENETRABILIDAD
El territorio de un Estado, se caracteriza porque en su extensión sólo
es aplicable la soberanía de un centro de poder, y se prohíbe que los
demás Estados desarrollen actos de coacción.

2. FUNCIONES:
a. Brinda asiento a la población.- En el territorio vive la población
que conforma un Estado. Claro que hay miembros del Estado que
viven fura del territorio como los diplomáticos, o hay extranjeros
que sin conformar parte del pueblo del Estado, habitan en el
territorio de éste, pero ello es una excepción. En él desarrolla sus
actividades y programa su existencia. De este territorio extraen lo
necesario para vivir o realizan las tareas que le permitan el
sustento.
b. Es la base para la aplicación de las órdenes y normas emanadas
del centro de poder.-El territorio delimita el ámbito donde debe de
cumplirse con el ordenamiento que formula el centro del poder del
Estado. Fuera de sus fronteras la coercibilidad, que es una de las
características de la voluntad estatal, no existe. El territorio, en
consecuencia sirve como campo de aplicación del poder y como
asiento de la sociedad de un Estado.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

3. LAS FUNCIONES DEL ESTADO


El Estado Peruano tiene obligaciones para con su población, las mismas que
están consignadas en el Art. 44º de la Constitución Política; y son:
a. DEFENDER LA SOBERANÍA NACIONAL
Esto significa que el Estado debe velar y garantizar nuestra integridad
territorial, no permitiendo que potencias o elementos externos pretendan
apropiarse de parte de nuestro suelo, que no se exploten nuestros
recursos por empresas extranjeras, sino en condiciones de equilibrio que
favorezcan a nuestros intereses, es , además, rechazar cualquier
injerencia exterior en las decisiones que sólo a nosotros nos compete; es
determinar nuestra propia organización afirmando nuestra independencia,
soberanía y personalidad que, como Estado, nos corresponde dentro del
contexto mundial.
Es, también, y dentro de un plano interno, defender las instituciones que
integran el Estado; afirmar el sistema democrático respetando la voluntad
popular; velar por el imperio del estado de derecho; afirmar su
representatividad frente a cualquier intento desestabilizador que quisiera
surgir promovido por individuos o grupos que atenten contra el Orden
Interno de la Nación.

b. GARANTIZAR LA PLENA VIGENCIA DE LOS DERECHOS HUMANOS


Ya se ha establecido que los derechos humanos son facultades
inherentes a la persona, para exigir y demandar ante la sociedad y el
estado, se les permita desarrollarse y realizarse dentro de un ambiente de
respeto, paz y seguridad públicos. Inscritos y aprobados en la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, por la III Asamblea de la ONU, del
1º de Diciembre de 1948, fueron incorporados a nuestra legislación en
Diciembre de 1959. Nuestra actual Constitución los contempla en el Art. 2º
incisos 1 al 24.

c. PROMOVER EL BIENESTAR GENERAL


Que es la situación de tranquilidad y confort que se tiene al disponer de
los elementos suficientes para satisfacer nuestras necesidades vitales.
Esto no es fácil de conseguir, de allí, que es deber primordial del Estado,
promover la búsqueda de este bienestar basado en la justicia y en el
desarrollo equilibrado e integral del país. Esto significa contar con una
remuneración en el trabajo justa y equitativa, libre de explotación; otorgar
fuentes y capacidad laboral para la masa trabajadora a fin de que cuente
con disponibilidad para conseguir este ansiado bienestar; desterrar la

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

miseria, el desempleo, buscar sacar de la pobreza al país, propiciar una


justa distribución de la riqueza y que ésta llegue a la mayoría poblacional.
También significa, promover el desarrollo equilibrado en la economía del
país. Descentralizar los organismos que producen y controlan a esta
economía; mirar a las regiones, a los polos de desarrollo. Otorgar
igualdad de condiciones y prioridades a efecto de lograr un desarrollo
competente y armónico en todas las esferas del territorio nacional, sin
privilegios ni exclusividades, puesto que el Estado es un todo orgánico y
su progreso y desarrollo depende del funcionamiento de sus partes, esto
es, de las distintas áreas del país.

d. ESTABLECER Y EJECUTAR UNA POLÍTICA DE FRONTERAS


Las fronteras marcan los límites de la patria y demarcan la integridad
territorial; nos permiten una relación inmediata con los países vecinos. Es
deber del Estado implementar y llevar a efecto una política de fronteras de
tal manera que ellas se integren, activamente a la vida nacional. Estas
zonas son, por lo general, áreas geo-económicas con potencial de
recursos y riqueza; existe, por tanto, la necesidad de vincularnos a ellas, a
través de carreteras y otro tipo de vías de comunicación; crear zonas
comerciales, abrir escuelas, hospitales, centros asistenciales de tal
manera que los pobladores, que han mostrado su nacionalismos a toda
prueba, se sientan más arraigados y compenetrados con nuestro
quehacer y devenir histórico, al tiempo que les proporcionamos seguridad
y confianza si, llegado el caso, se presentar la oportunidad de defender
nuestra soberanía territorial.

e. PROMOVER LA INTEGRACIÓN, PARTICULARMENTE, LA


LATINOAMERICANA.
Este es un viejo anhelo, que data desde el momento en que los países de
esta parte del continente se estructuraban como repúblicas libres del
colonialismo español. Los pueblos de América mestiza sienten la
necesidad de integrarse, sino políticamente, cuando menos en el aspecto
económico, porque entienden que, así, en conjunto, podrán satisfacer
mejor sus necesidades y requerimientos. Establecer mercados de
compensación, pactos y tratados regionales, nivelación o liberación de
aranceles para comercializar mejor y más ágilmente los productos; todo
ello llega a promover la integración. Ya hay evidencias de esto, tal es el
caso del Pacto Sub-Regional Andino, Tratado de la Cuenca del Plata,
Tratado MERCOSUR, el de los países de Centro América y el Caribe, etc.

47
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

ENGLES, Federico Origen de la familia, de la propiedad y del Estado.


Edit. CLARIDAD, Bs. As. 6ta. Edic. 1957.
SILVA SANTISTEBAN L. Fundamentos de la Ciencia Politica. Univ. Lima
1986 Leer el Cap. II.
BOREA ODRIA, Alberto Los elementos del Estado moderno. Edit. Hochman
Internacional S.A. Lima 1994.
ZHIDKEV Y OTROS Teoría del Estado y el Derecho. Edit. STAR Leer
Cap. II.
BAZAN SALVADOR, O. Ciencia Política: Teoría del Estado. EDIGRABER.
Lima Primera Edic. 2001 Leer Cap. IV.

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. Objeto y Métodos de la Ciencia Política.

2. Bosquejo de la Evolución de la Ciencia Política.

3. Origen y Concepto de Estado.

4. Elementos Constitutivos del Estado.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática II

EL PODER POLÍTICO

1. ORIGEN DEL PODER


SEGÚN RAÚL FERRERO REBAGLIATTI, de acuerdo con el citado autor: “La
primera necesidad es subsistir, lo que implica alimentarse y resistir a los vecinos.
Ello no se logra sin un mínimo de cohesión. La formación del Estado (máxima
forma de concentración del poder) obedece a una inclinación de la naturaleza
humana y ha sido admitida en todo tiempo por la razón como algo conveniente y
necesario. Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad superior a todos y
que mira el bien común, es evidentemente preferible a las fuerzas particulares,
dispersas y antagónicas, que emplearían los hombres si el Estado no existiera.
El conflicto de intereses y el contraste de apetitos y pasiones, que son la entraña
misma de la vida, hacen quimérico pensar en la conciliación espontánea. Si se
ensayara la anarquía como forma de la vida legítima, inspirada en la creencia de
la bondad universal, el resultado sería la imposición despótica de un hombre o
de un grupo. El orden social que la historia de la humanidad patentiza nos indica
que la sociedad ha optado entre una sociedad de anarquía, librada al abuso de
los más fuertes, y una situación de autoridad, con imperio de la fuerza pública
que el Estado emplea para proteger a todos los asociados. La sociedad ha
escogido siempre el gobierno que asegura un orden. (...)

Lo cierto es que la necesidad del poder se confunde con la necesidad del


estado, pues su triple función de dirección, especialización y coacción es lo que
determina y mantiene el hecho Estado, que perfecciona la sociedad, la
estructura conscientemente y la domina. La unidad social previa al Estado nace
por obra del poder y de la convivencia”.

SEGÚN ALBERTO MALPARTIDA MANSILLA, de acuerdo con éste autor: “El


origen del poder, se distingue entre el absoluto y el histórico. El absoluto se
refiere a los motivos por el cual existen los seres humanos que tienen autoridad
y mando precisando las razones. El histórico a las circunstancias por lo que
surgió este poder sean o no legítimos, es decir legal o constitucional y de facto o
por la fuerza según sea el caso. Para Jellinek existen doctrinas que tratan de

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

probar la necesidad de Poder del Estado, partiendo de situaciones religiosas,


físicas, jurídicas, morales y psicológicas. Enúnciase también a la fuerza como
explicación del origen del poder. En esta clasificación tenemos entre los que más
trascendencia alcanzan, al marxismo, que indicaba que el Estado era el
mecanismo que usaba una clase dominante para explotar a las demás clases
inermes constituidas por el proletariado. Hay otro grupo de pensadores que
refieren también en este tema a la fuerza, pero lo mencionan sólo como una
creadora por reacción del estímulo que mueve a la aparición del poder, que en
definitiva surge mediante otro camino. En consecuencia no es fácil encontrar
expositores que funden la legitimidad del poder tan solo en la fuerza, quizás en
muchas obras aparezca ello como un presupuesto, pero en pocas se les enuncia
en forma clara y terminante. Hay doctrinas que consideran que el poder surge
como consecuencia de las necesidades de la vida o de la naturaleza del
hombre. Platón y Aristóteles, entre los antiguos. Hegel y Heller entre los más
cercanos son un buen ejemplo de estas opiniones. En alguna medida estas
explicaciones se encuentran también en muchas de las doctrinas religiosas así
como en los contractualistas.

(...) El poder que interesa se manifiesta únicamente en el ámbito de la libertad


humana y en la relación del hombre con sus semejantes. Pero aún cabe otra
distinción y es el que actúa no sobre la facultad de deliberar sino sobre la
decisión que es lo que diferencia el poder del consejo. En este último caso,
según se advierte no hay una energía que obre sobre la facultad de hacer y que
ponga al destinatario en la disyuntiva de cumplirla o no, sino que lo hace en
forma tal que procura que el propio agente por si haga lo que el consejero
pretende. Con lo cual agregamos a lo que tenemos dicho precedentemente que
esta energía actúa sobre el poder de decisión del destinatario.”

2. CONCEPTUALIZACIÓN DEL PODER.


Según FELIPE ORTIZ DE ZEVALLOS M., el poder se puede definir como la
capacidad para lograr obediencia, constituye un error, que crea confusión, llamar
autoritarios a los gobiernos de fuerza, porque autoridad y fuerza no son
sinónimos sino antónimos.
Para ARNOLD BRECHT, La palabra PODER designa siempre la posibilidad de
imponer la propia voluntad y anular planes contrarios a ella, pero no expresa
unívocamente cuales son los medios y los fines por los cuales se busca y utiliza
esa posibilidad. Por lo que hace a sus fuentes, el poder puede basarse en
circunstancias muy diversas, o proceder de ellas, como por ejemplo:

50
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

a. De la fuerza bruta o del efecto intimatorio de ella;


b. Del prestigio o del a autoridad, conseguidos de un modo legítimo ,
c. De los medios financieros que dan a su propietario la posibilidad o el poder
de comprar en el mercado todo lo que quiera.
d. Del atractivo personal, la personalidad fascinadora, el carisma, el amor
(fenómenos que pueden tener a su voz origen en muy diversos factores,
como la hermosura, las cualidades intelectuales, la agilidad de espíritu, la
popularidad, o aquel algo indefinido al que se da el nombre de encanto
personal).

Todo esto es o da poder. Aquí es fundamental la distinción entre el poder


jurídicamente fundado y capacitado para emitir prescripciones jurídicamente
válidas, y el poder de hecho que consiste en tener influencia sobre ese poder
jurídico, o poder oponerse a las normas sentadas por dicho poder.

CARRE DE MALBERG, en su “Teoría General del Estado” al referirse al a


distinción entre poder, sus funciones y sus órganos, dice que está distinción tan
sencilla está oscurecida, desgraciadamente, por el lenguaje usado en materia de
poder, lenguaje que es completamente vicioso. En la terminología vulgar y hasta
en los tratados de Derecho Público, se emplea indistintamente la palabra poder
para designar a la vez, sea el mismo poder o sus funciones o sus órganos.
Dicha terminología ilógica y equívoca es peligrosa, pues, su naturaleza suscita y
mantiene numerosos malentendidos en esta materia. Un lenguaje claro y preciso
es la primera condición de todo estudio científico.

Para ROBERTH DUBIN, el concepto de poder es usado universalmente para


describir relaciones humanas. Sin embargo, es una de las ideas menos
comprendida y es un concepto acerca del cual existe, relativamente, poco
acuerdo, pero continua el mismo DUBIN , podríamos expresar que existe poder “
al hacer que las cosas se hagan“.

La características fundamental de la sociedad, es que ordena las relaciones


entre los individuos, entro los individuos y los grupos y entre los grupos. Los
grupos y los individuos no se internacional al azar; la interacción esta
estructurada y organizada. El elemento que esta tras estos sistemas de
interacción organizada es el poder. El poder esta atrás de toda asociación y
sostiene su estructura. Sin poder no existe organización y sin poder no existe
orden.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El poder en resumen, es un fenómeno universal en las sociedad es humanas y


en todas las relaciones sociales. Debemos dejar sentado que le poder no es una
fuerza y el poder no es una autoridad, sin embargo, está íntimamente
relacionado con ambas y puede ser definido en término de ellas.
ROBERT BIERSTEDT, propone tres definiciones y analiza sus implicaciones y
son:
1. EL poder es una fuerza latente;
2. La fuerza es la manifestación del poder ; y
3. La autoridad es un poder institucionalizado.

Las dos primeras de estas proposiciones pueden ser consideradas juntas.


Parecen ser, por supuesto, definiciones circulares, y de, hecho, lo son.

Para el peruano ENRIQUE GHERSI es el poder, en último termino, el elemento


que subyace en el funcionamiento general de las sociedades, y, agrega que
FABRIZZIO ONOFRI escribe con belleza y precisión que “Solo el poder y nada
más que el, determina el comportamiento de una sociedad, porque el poder ésta
en la base de todas las relaciones sociales.”

SEGÚN RAUL FERRERO REBLAGLIATTI, señala el autor que el poder es “(...)


la facultad de gobernar, de dictar reglas a la conducta ajena. Al abordar el
presente estudio, comprobamos que el poder es inherente a la naturaleza
humana y que el estado, en un primer aspecto, es institucionalización del poder.
El Poder es la energía organizadora de la vida social. Hauriou lo define como
“una energía de la voluntad” que asume el gobierno gracias a su superioridad,
para asegurar el orden y crear el derecho. Ello significa que la aptitud para el
mando y la vocación de poder son cualidades naturales del espíritu, que
corresponden a personas dotadas de ascendiente. Acertadamente, Meinecke
define el poder como un impulso de intensificación de la personalidad.

Para Bourdeau, el Poder es una fuerza al servicio de una idea. “Es una fuerza
nacida de la voluntad social preponderante, destinada a conducir el grupo hacia
un orden que estima benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer a los
miembros los comportamientos que esta búsqueda exige”. La coacción que el
poder ejerce en todo grupo social, así como el derecho de la colectividad a
imponer normas, constituyen hechos evidentes y constantes, más allá de las
justificaciones que se buscan para razonarlos. La fuerza de que dispone el
estado es tan ostensible que domina por simple demostración, sin que el poder
necesite recurrir a ella en la generalidad de los casos iv. (...)”

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Fascículo No. 1
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SEGÚN ALBERTO MALPARTIDA MANSILLA, la definición de poder viene


dada por considerar a éste como: “...la facultad que tiene una persona o un
grupo de personas de obligar a otra u otras a realizar un procedimiento o
conducta”. En ese sentido este poder viene determinado por una facultad, una
autorización, una previsión de posibilidad otorgada por quien es legítimamente
poseedor de él. El concepto de legitimidad se hace importante en la
conceptualización de poder de Malpartida Mansilla, ya que hace alusión a una
facultad o una permisión, una colectivización de ciertos aportes individuales o
cuotas de poder.

Con respecto a la NATURALEZA DEL PODER, según RAÚL FERRERO


REBAGLIATTI, el poder comporta dos elementos: dominación y competencia.
Este último determina que normalmente el poder sea obedecido sin recurrir a la
coacción. En cuanto idea, el poder pertenece al mundo del espíritu, a diferencia
de la fuerza, que pertenece al mundo físico. Tiene el poder quien sabe ofrecer al
hombre motivos eficaces del obrar; posee la fuerza quien dispone de armas ante
las que desparece toda resistencia, dice Mayer. El poder puede existir sin la
fuerza, así como la fuerza puede carecer de poder. La Iglesia, que carece de
medios de compulsión material, ejerce un poder evidente sobre sus creyentes y
sobre la sociedad en general; inversamente, un gobierno de ocupación detenta
la fuerza, pero carece de poder. El poder precede al derecho positivo, pues
establece el Estado y éste se organiza y consolida mediante normas jurídicas.

No cabe explicarse la vida social sin analizar el impulso de poder, ya que la


historia nos prueba que la voluntad de dominio es una de las fuerzas más
constantes en la dinámica social y seguramente la de mayor expansión.
Sociológicamente, el poder es la aptitud de un individuo o de un grupo para
realizar su voluntad, para exigir colaboración de los demás individuos o grupos.
La voluntad de poder, verdadera libido dominandi, significa la ambición de un
hombre, de un sector o de un pueblo. El temperamento político aspira a ocupar
el escenario, a dominar o cuando menos sobresalir, y constituye la motivación
impura de los grandes.

SEGÚN ALBERTO MALPARTIDA MANSILA, al desarrollar su idea de origen


del poder, citando a autores trascendentales aborda también su naturaleza, en
los siguiente términos: “Platón, por ejemplo, en su obra “La república” indica:”lo
que da origen a la sociedad no es la impotencia en que cada hombre se
encuentra da bastarse y la necesidad de muchas cosas que experimenta ¿Hay
otra causa:...Así es que habiendo la necesidad de una cosa obligada a un

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

hombre a unirse a otro hombre y a otra necesidad a otro hombre , la


aglomeración de estas necesidades reúne en una misma habitación a muchos
hombres con la mira de auxiliarse mutuamente y a esta sociedad hemos dado el
nombre de Estado”. De modo que las necesidades de los hombres, por sí
mismos, son los que motivan el establecimiento del poder.

Aristóteles por su parte dice en su obra La Política: “...el Estado es un hecho


natural y el hombre es un ser naturalmente sociable, que el que vive fuera de la
sociedad es ciertamente o un ser degradado o un ser superior a la especie
humana” con lo que resulta aquí, que en la propia naturaleza del hombre es
donde se encuentra el origen del Estado y por consecuencia del poder.

Hegel, piensa que la autoridad del estado no depende de un capricho, teniendo


al contrario un carácter incondicional es un fin en sí superior a todos los demás.
El Estado es la realidad de la idea ética, el espíritu en tanto voluntad sustancial.
Es así que es una realidad práctica y que el más alto deber del individuo es
integrarlo. Considera Hegel al estado el sumo grado y que la evolución dialéctica
alcanza el espíritu objetivo y le atribuye el valor de realidad de la idea moral.
Concluyendo con las explicaciones psicomorales y al mismo tiempo con las
doctrinas justificatorias del poder Herman Heller indica: “la institución estatal se
justifica pues por el hecho de que en una determinada etapa de la división del
trabajo y del intercambio social la certidumbre. Del mismo modo que el aumento
del tráfico y el tránsito hasta un cierto grado reclama una regulación e incluso un
reordenamiento de los servicios de policía de tránsito, así también el desarrollo
de la civilización hace preciso una organización estatal cada vez diferenciada
para el establecimiento, explicación y ejecución del Derecho. En estos casos
nace del hombre mismo ero no como consecuencia de un acto contractual sino
en razón de las propias necesidades o tendencias de aquél.”

3. FORMAS DE EXPRESIONES DEL PODER POLÍTICO.


Según J. BLANCO ANDE, en los términos, poder y política conviven
mutuamente involucrados, en tanto y en cuanto que la política no existe sin
poder, y el poder se decanta prioritariamente como un concepto ante todo
político, por ello, es ponderado reconocer, como lo dicen R.E. Dowse y J.A.
Hughes, que “La política hace referencia al poder; que hay política allí donde
existen diferencias relativas de poder o autoridad. El poder, existe en todas las
sociedades, y si hacemos equivalentes política y poder, entonces la política es
también endémica a la vida social.”.

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En el contexto de la moderna politología, ¿Qué papel le corresponde la termino


poder político? Entendemos que su noción, según J. Bentham, “no es mi mas ni
menos, que un hábito y una disposición a la obediencia (hábito, cuando la
referimos a actos pasados; disposición, cuando nos referimos al futuro”. Este
concepto implica:

- Conquista la conservación y el ejercicio del poder constituyen el tema y el


fundamento del “mundo de la política.
- El Poder Político es la relación entre el mando y la obediencia.
- El Poder Político como sustantivo o material requiere el uso o la amenaza del
uso de la coacción material osea la fuerza física para lograr obediencia
- El Poder Político como Poder relativo, trata de coacción que no sea
simplemente física, sino mas bien una cuestión de INFLUENCIA
- El Poder Político es la capacidad de “A” de lograr que “B” actúe de acuerdo
con sus deseos----aun cuando a veces “B” no quisiera hacerlo.
- El Poder Político se relaciona íntimamente con el poder económico.
- La “Autoridad es algo que acompaña el Poder Político
- La autoridad política puede entenderse como “Legitimada”.
- Cuanto menor es la legitimidad de un régimen político(o gobernante), mayor
coacción necesitara para hacerse obedecer.

Entre las expresiones del Poder Político tenemos:

3.1. EL PODER ESTATAL


Para J. BLANCO ANDE, poder y Estado son términos interrelacionados
obligados a convivir juntos. El poder encuentra en la sociedad política el
marco más adeucado para su ejercicio y para su desarrollo. El estado
necesita del pode para organizarse, para mantener el orden y en definitiva,
subsistir. El Estado sin poder se convierte en un ente inerte, vacío de
sustancia, en un no Estado, por eso el poder es el requisito “sine que non”
para la existencia de la máquina estatal, y, como dice M.FRAGA
IRIBARNE,” Donde está el Estado está el poder. Este poder es
esencialmente uno, y su misión mas importante es la de legislar. En este
punto está de acuerdo Santo Tomás y Suarez. En definitiva, resulta que el
poder, es la fuente de todo el Derecho Positivo, y que a su vez esta basado
en el Derecho Natural. Y así llegamos a un auténtico concepto del poder de
derecho, puente unificado del mundo jurídico – político”.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

La temática del binomio Poder y Estado tiene excepcional interés, tanto


para le estudioso de la politología, como para el simple espectador de la
vida misma.
El poder en el Estado es un atributo absolutamente imprescindible para la
existencia y supervivencia de la sociedad, toda vez que esta no puede
desarrollar su actividad, ni hacer cumplir las leyes, ni sancionar los delitos,
ni garantizar el orden ciudadano, ni oponerse por la fuerza a un presunto
rival que pretende apoderarse de su territorio, si no tiene la espada del
poder. La cuestión del poder en el Estado, tiene sus precedentes en la
“potestas” romana, la regalías fuedales y los poderes del constitucionalismo
decimonónico; así pues, no nos enfrentamos con un tema abstracto, sino
con uno de los resultados de la cultura occidental en su devenir histórico.

3.2. PODER DE POLICÍA


Para CHARLES EVANS HUGHES, en su obra “ La Suprema Corte de los
Estados Unidos” define el poder de la policía como el poder de velar por la
salud, la seguridad, la moral y el bienestar del pueblo. De modo general se
extiende a todas las grandes necesidades públicas.

Para BRANDAO CALVALCANTI T, el poder de policía no se puede definir


de manera rígida, y así lo reconocen los autores que más profundamente
estudiaron este asunto. Incluye todas las restricciones impuestas por el
poder público a los individuos, en beneficio de los intereses colectivos,
salud, orden público, seguridad y además los intereses económicos y
sociales. En otras palabras es la disciplina de las actividades individuales
impuesta por la colectividad, cuyos derechos deben ser respetados por los
individuos.

El Estado es valor axiológico, juricidad y poder, en otras palabras es la


institucionalización del poder en base a estos tres elementos. En toda
acción social observamos que la ausencia de una buena administración
implica el desorden. Es pues por lo tanto indispensable promover este
orden mediante la dación de dispositivos legales que dirigen un
comportamiento adecuado a este ordenamiento legal, para el efecto es
imprescindible contar con un poder, SANTO TOMAS DE AQUINO, en la
“Suma Teológica”, se preguntaba: si la autoridad sería necesaria en una
sociedad compuesta por seres perfectos, y se respondía: “la vida en una
sociedad numerosa no es posible sin un jefe que vele por el bien común,
librado a ellos mismos, hombres distintos tienden a cosas distintas”.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

En consecuencia todo gobierno requiere de un poder que dirija y tome las


decisiones pertinentes y adecuadas a las necesidades de orden y
seguridad en su comunidad.

Para que estas decisiones se cumplan en determinadas circunstancias


deberá disponerse su empleo compulsivo, empleándose la fuerza y
coacción racional a fin de que sus mandatos que debe ser imperativos se
cumplan con la finalidad de mantener y conservar vigente el ordenamiento
jurídico del Estado que afronta esta responsabilidad con la sociedad de
conformidad a la competencia que por mandato legal y social le
corresponde.

Al respecto del empleo de la fuerza coactiva, Raúl FERRERO, indica: dado


el progreso material logrado y en parte por efecto del mismo, el tipo actual
de nuestra sociedad hace cada día más necesaria la función coactiva del
poder en razón de la creciente actividad antisocial”, que en el ápice del
Estado se halla el poder o sea la facultad de gobernar, de dictar reglas a la
conducta ajena... y agrega, que el poder se manifiesta como el principio
creador del orden dentro de una sociedad, es decir del derecho y dentro del
cual se va a conducir a la colectividad hacia el logro de sus aspiraciones.

BOURDEAU, precisa que el Poder de Policía “es una fuerza nacida de la


voluntad social, ponderantemente destinada a conducir el grupo hacia un
orden que estima beneficioso y llegado el caso capaz de imponer a los
miembros los comportamientos que esta búsqueda exige”.

3.3. EL PODER NACIONAL

A. DEFINICIÓN
El Poder Nacional, es la capacidad del Estado para imponer su
voluntad de lograr y/o mantener sus objetivos y realizar sus fines, pese
a los obstáculos internos y externos; capacidad que emana de la
integración de los medios tangibles e intangibles, cuálitativa .y
cuantitativamente considerados, que posee dicho Estado en un
momento determinado.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

B. CARACTERÍSTICAS

1. INSTRUMENTALIDAD
El Estado busca alcanzar objetivos y fines esta búsqueda supone
una voluntad que demanda el despliegue de la acción.

Pero la voluntad por si sola es insuficiente y la acción requiere de


múltiples recursos que otorguen capacidad o poder suficiente para
conseguir aquellos objetivos y fines.

Por tanto la capacidad puesta al servicio de la consecución de fines


y objetivos, asume el carácter de instrumentación para la acción.

Entre muchos instrumentos para la acción el poder tiene destacado y


a veces definitorio papel. Por ello la instrumentalidad es una de las
características principales del Poder Nacional en cuanto es el medio
por excelencia para impulsar el Desarrollo y hacer efectiva la
Defensa.

2. DINAMISMO
El Poder Nacional indica una capacidad actual y al mismo tiempo
transitoria, es decir que está en movimiento. El Poder Nacional de
hoy, no es el mismo de ayer, ni será el de mañana. Los medios están
en la Realidad Nacional y ésta es esencialmente dinámica, por tanto
el poder o capacidad que trasciende en los medios, como parte de
ese dinamismo.

3. VARIABILIDAD
El Poder Nacional está condicionado por los factores de tiempo y
espacio. En cuanto al tiempo. se advierte que por su característica
dinámica. el valor de los medios que otorga poder varia de una
época a otra "por múltiples razones. Principalmente porque los
medios se incrementan cualitativa y cuantitativamente por un lado y
otro se desgastan caducan o parecen; y porque un medio o
conjuntos de medios pudo tener en el pasado un valor que no es el
mismo en la actualidad y puede no serlo en el futuro, en función al
destino de su uso.

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Fascículo No. 1
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En cuanto al espacio la variabilidad es asimismo patente puesto que


un medio o c1asede medio en un lugar determinado son escasos
tienen alto valor que no es el mismo en un lugar donde son
abundantes. Por otro lado la Realidad Nacional concreta e virtud de
su grado de desarrollo alcanzado puede requerir preferentemente
una clase determinada de medios aplicables en otra realidad de
diferente desarrollo.

4. TOTALIDAD
El Poder Nacional es el resultado de la integración de las
capacidades específicas de medios de toda naturaleza que el
Estado a logrado poseer en su devenir histórico. El Poder Nacional
es pues la combinación singular de un sistema de fuerzas que se
Interrelacionan combinan y se potencian recíprocamente cuyos
orígenes se encuentran en los medios de cualidad y cantidad
diversas. El Poder Nacional abarca la totalidad de los medios
existentes en la Realidad Nacional.

En virtud de su totalidad el Poder Nacional es aplicable a todo tipo


de situaciones y problemáticas que se dan tanto en el campo interno
como en el externo para la consecución de los fines fijados en el
"quehacer " político.

5. RELATIVIDAD
El Poder Nacional es relativo en el sentido de que la "realidad
concreta del Poder Nacional difiere de la creencia del Poder
Nacional", En un Estado puede creerse que la situación del Poder
Nacional es una, pero la realidad de esa situación puede ser distinta
si es vista desde el campo de un eventual oponente o antagonista.
En el ámbito interno del Estado puede creerse que el Poder puede
surtir determinados efectos pero su aplicación puede poner en
evidencia los errores en su apreciación, con resultados negativos.

De aquí que la apreciación y evaluación de la capacidad inherente al


Poder Nacional. No pueda efectuarse en términos absolutos si no
relativos, considerando no sólo la variabilidad de los medios, sino
también el campo específico en que van a ser aplicados.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

C. LA APRECIACIÓN Y EVALUACIÓN DEL PODER NACIONAL

1. LA APRECIACIÓN.
Comprende el establecimiento del Estado o situación real en que se
encuentra el Poder Nacional en un determinado momento.

2. LA EVALUACIÓN
Consiste en la contrastación de las posibilidades del Poder Nacional,
antes apreciadas (considerando las limitaciones) con las necesidades
y obstáculos previamente determinados que Confrontan el desarrollo
de la Política Nacional.

3. EXPRESIONES DEL PODER NACIONAL


Conforme a la naturaleza predominante de los medios son:
a) Medios que tienen naturaleza predominantemente política.
b) Medios que tienen naturaleza predominantemente económica.
c) Medios que tienen naturaleza predominantemente sicosocial.
d) Medios que tienen naturaleza predominantemente militar.

Todo Estado persigue fines u objetivos, por cuya razón orienta sus
esfuerzos y emplea todos los medios a su alcance encarando los
obstáculos de distinto tipo que se presentan en el interior y desde el
exterior, su Realidad Nacional.
Los Estados, en razón de sus realidades, tienen capacidades
diferentes, es decir Poder Nacional diferenciados; unos son más
poderosos que otros, en el sentido que unos influyen en mayor grado
en el ámbito internacional, así como influidos de distinta medida.

Es en virtud del Poder Nacional que los Estados tienen capacidad de


negociación, de transacción, de disuasión en sus relaciones con otros
Estados.

El Poder Nacional, no solo es diferenciado en una relación de Estado


a Estado, sino que también lo es en lo que respecta a los efectos que
pueden producir en su ambiente interno, frente a sus propias
necesidades y obstáculos que son inherentes a la Política Nacional,
en el camino hacia la realización de los altos fines del Estado y del
logro de sus objetivos.

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Fascículo No. 1
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El concepto de Poder se cementa a su vez en dos conceptos:


"voluntad y capacidad " de ahí que una primera aproximación a la
definición del Poder, permite señalarlo como " la capacidad para
imponer una voluntad " en donde el Poder aparece como un
instrumento por excelencia, de la voluntad plasmada en acción.

Cabe hacer notar en el aspecto de la voluntad, que tanto para su


determinación como para la viabilidad, juega importante papel el
sujeto (individual y colectivo) encargado de expresarla, aquí tienen
lugar la motivación y el liderazgo, la capacidad de conducción, las
habilidades y destrezas, las técnicas, los valores y en general todo
aquello que redunde en la acción efectiva y positiva en el logro de
fines y objetivos.

El Poder Nacional está constituido por el conjunto de medios de toda


índole que se encuentran en posesión de la Nación y por lo tanto del
Estado, en un determinado momento de su existencia como entidad
social y jurídico – política; esto significa que para los efectos de la
determinación del Poder Nacional cuenta únicamente los medios
como aptitud de aplicación inmediata o a lo sumo, en plazos breves,
es decir en la coyuntura.
Los medios que se encuentran en estado latente con aptitud de
empleo posterior, escapan a los alcances del concepto del Poder
Nacional, integrando el contenido del Potencial Nacional.

4. FACTORES DEL PODER POLÍTICO.

4.1. NECESIDAD DEL ESTADO


La primera necesidad es subsistir, lo que implica alimentarse y resistir a los
vecinos. Ello no se logra sin un mínimo de cohesión. La formación del Estado
obedece a una inclinación de la naturaleza humana y ha sido admitida en
todo tiempo por la razón como algo conveniente y necesario.

Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad superior a todos y que
mira el bien común, es evidentemente preferible a las fuerzas particulares,
dispersas y antagónicas, que emplearían los hombres si el Estado no
existiera. El conflicto de intereses y el contraste de apetitos y pasiones, que
son la entraña misma de la vida, hacen quimérico pensar en la conciliación

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

espontánea. Si se ensayara la anarquía como forma de vida legítima,


inspirada en la creencia de la bondad universal, el resultado sería la
imposición despótica de un hombre o de un grupo. El orden social que la
historia de la humanidad patentiza, nos indica como la sociedad ha optado
entre una situación de anarquía librada al abuso de los más fuertes, y una
situación de autoridad, con imperio de la fuerza pública que el Estado emplea
para proteger a todos los asociados. La sociedad ha escogido siempre al
gobierno que asegura un orden.

Guillermo Ferrero coincide con Hobbes a explicar que la humanidad se ha


organizado en Estados porque cada hombre sabe que es más fuerte que
otros, pero también que es más débil que otros. Para liberarse del círculo de
terrores, o sea para no temer a los más fuertes, el hombre renuncia a
imponerse sobre los más débiles. El orden social radica en admitir la
autoridad porque ella organiza la defensa contra otros grupos, a la vez que
impone normas para precaver a todos contra la agresión interna. El temor al
abuso, así como el temor a la guerra, explican el acatamiento al Poder desde
las sociedades más rudimentarias hasta hoy día en que se aspira a una
organización internacional o super-Estado.

Lo cierto es que la necesidad del Poder se confunde con la necesidad del


Estado, pues su triple función de dirección, especialización y coacción es lo
que determina y mantiene el hecho Estado, que perfecciona la sociedad, la
estructura conscientemente y la domina. La unidad social previa al Estado
nace por obra del poder y de la convivencia.

4.2. PODER DE HECHO Y PODER DE DERECHO


Propiamente hablando, no existe sino un Poder, pero se distingue
corrientemente entre el poder de hecho y el poder de derecho. En puridad,
son los gobiernos los que pueden ser clasificados en regímenes de jure y
regímenes de facto, según se posesionan del poder conforme el
ordenamiento jurídico o quebrantando sus reglas.

Los gobiernos de hecho se constituyen por revolución o por golpe de Estado,


como sucedió en los casos típicos de Cronwell y Bonaparte, respectivamente.
Por lo general se consolidan por medio de una Constitución o bien por el uso
acertado de las facultades legislativas que se arrogan. El gobierno de facto
conserva casi todos los caracteres del poder legítimo y su legislación es
convalidada expresamente por el régimen legal posterior o bien subsiste por

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Fascículo No. 1
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la bondad intrínseca de las normas dictadas. Fundamentalmente, el gobierno


de facto se legítima cuando cumple el fin para el que existe el Poder. El
advenimiento del General de Gaulle al gobierno, en 1958 demuestra hasta
qué punto la toma del poder es una empresa de la voluntad.

Cualquiera que sea su origen, el Poder necesita contar con adhesión pública,
siquiera sea en su forma de asentimiento tácito, pues de lo contrario
establece un régimen de fuerza que es inestable. El grupo que ejerce el
poder tiende a convertir su gobierno de hecho es un gobierno de derecho,
sea que provenga de un golpe de Estado o de una revolución.

Un gobierno puede mantenerse por la fuerza durante largos períodos, pero


sólo en los casos en que una raza más ilustrada domina a otra. En cierto
grado de civilización, es imposible que subsista un gobierno que tenga en su
contra a la enorme mayoría de la nación. La adhesión a las monarquías en
gran parte pasiva e inspirada en hábitos tradicionales, explica el poder de que
gozaron los reyes. El principio de la soberanía del pueblo reside en el fondo
de todos los gobiernos y se oculta aún en las instituciones menos libres,
como observara Tocqueville. El propio emperador romano, autócrata
omnipotente, decía fundar su autoridad en la delegación de poder que había
recibido del pueblo.

El poder de Derecho posee la ventaja de ser ejercido en nombre de una


institución, el Estado. Ello le permite dar respuesta a dos grandes
interrogantes:
1° En virtud de qué principio tiene el Poder la facultad de mandar?
2° En un grupo dado, a quién le corresponde el derecho de mandar?

En cuanto a lo primero, o sea como competencia del Estado, el poder tiene la


facultad de mandar porque la naturaleza social del hombre hace necesaria
una autoridad. En cuanto a determinar a qué grupo de hombres corresponde
el gobierno, ello constituye un problema debatido durante milenios y que
trataremos de delucidar más adelante.

El Poder institucionalizado es el Estado. La formación de éste no trae


consigo, aparentemente, una modificación del fenómeno político primordial,
pues siempre se ve unos hombres que mandan y otros hombres que
obedecen.

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Pero en esencia sí existe una transformación, pues las personas que deciden
ya no llevan en sí mismas la vocación de mando. Ahora es la voluntad social
la que sustenta la existencia de un Poder y no reconoce jefes sino simples
gobernantes, habilitados en virtud de un estatuto del poder, o sea la
Constitución, obligados a ceñirse en el ejercicio de su autoridad a los fines del
Estado. Desde que el Estado adquiere forma, la investidura de los
gobernantes, así como su actividad y su sucesión, se hallan normados por el
derecho.

El titular del Poder es el Estado, o sea un titular abstracto. En su nombre se


exige obediencia y se obliga a un comportamiento determinado. El Poder
resulta así dividido entre un titular, que es el Estado, y los agentes a su
servicio, que son los gobernantes. Como ilustran Kalsen y Georges Burdeau,
el Estado existe porque es pensado, a la vez que se da en la experiencia
como real. Es pensado por los gobernantes, que encuentran en él la fuente
de su autoridad, y por los gobernados, que ven en él un fundamento de las
reglas.

4.3. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA


Política es la relación entre gobernantes y gobernados y una búsqueda de lo
que es bueno para los gobernados. El acto político tiene una naturaleza
propia, tal como se distingue un acto moral o un acto económico. Dado que
los hechos se vinculan con el pensamiento, el conocimiento del Estado no
puede desprenderse de la actividad política. Esta es la actividad ordenadora
que precede a la sociedad ordenada o Estado, así como al orden de la
sociedad o sea a la Constitución. Como anota Sánchez Agesta, la actividad
política no es una forma de conducta que realice su efecto (la ordenación) y
luego se inhiba. Por el contrario, supone una acción contínua dentro del
Estado e influye sobre el orden constitucional para remoderarlo según las
ideas que predominan.

La "Razón de Estado" es la máxima del obrar político, la ley motor del


Estado, a fin de mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos discrepar en
cuanto a los medios para alcanzar los objetivos del Estado, pues en cada
momento histórico hay una línea ideal de obrar, o sea una razón de Estado
ideal. Pero, junto al valor del bien del Estado, existen otros valores elevados
que también piden para sí una vigencia incondicionada, como son la moral y
la idea del Derecho. En último término, el poder mismo puede verse
amenazado por el quebrantamiento de los valores morales y jurídicos.

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Meinecke, en "La idea de la razón de Estado en la Edad Moderna", señala el


vasto espacio en la cual se entrecruzan en la acción gubernativa al
utilitarismo y la motivación ética al punto que ésta se pone de manifiesto sólo
cuando coincide con el provecho del Estado. El político respeta las fronteras
del Derecho y limita su impulso de mayor poder por la presión coincidente de
razones prácticas y de móviles idealistas. El hombre "goza con deleite del
poder en sí y en lo que tiene de intensificación de la personalidad". La
voluntad de poder, al lado del hambre y del amor, dice Meinecke, es uno de
los impulsos más eficaces; "sin las bárbaras concentraciones de poder,
tejidas con terror y crueldad, de déspotas y castas primitivas, no se hubiera
llegado a la fundación de Estados ni a la educación del hombre para grandes
cometidos supra-individuales". Desde luego, en la misma dirección han
obrado también los ideales, como factores para edificar y vigorizar el Estado.

Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual, engendrado por el ansia de


justicia, que aspira a ser derecho actual mediante su consagración por la ley.
Por eso, las ideas políticas adquieren juricidad, o sea que la política se
juridiza, cuando la aspiración alcanza a triunfar en la esfera del poder. Una
visión realista del poder nos lleva a considerar la relación entre derecho y
política, ya que el objeto directo de la idea de derecho no es el hombre sino el
grupo social, el cual asume un ordenamiento según sea la ideología de
quienes gobiernan.

La política tiene por fin al gobierno y dirección del Estado; para sus relaciones
se sirve de técnicos y administradores que hacen posible la ejecución de los
planes concebidos por los políticos. El estadista posee el arte de hacer
posible lo que es necesario, sirviendo su ideal con eficiencia. Se encuentra
situado en la zona de interferencia de dos ámbitos: lo que debe ser y lo que
puede ser, como anota Ruíz del Castillo; orienta a la opinión pública y procura
crear el ambiente favorable a sus designios. Para el pensador, la política es
un conjunto de principios; para el estadista, es una realización que marcha a
través de escollos, transacciones e impurezas.

Cabe distinguir, pues, entre la política como ciencia de gobierno,


especulación teórica, y la política como arte de gobierno, actividad práctica.
En la realidad social tal diferencia es difícil de advertir, pues la política se vale
de instrumentos jurídicos y de medios prácticos para alcanzar finalidades
señaladas por la elaboración doctrinaria. Arnold Brecht ha puesto de relieve,
con los ejemplos de Lenin y Stalin, que el pensamiento teórico no es asunto

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

ajeno a la vida, como sostienen algunos políticos de oficio. La importancia de


la teoría es muy grande. Basta recordar que la ideología Marxista condujo al
poder a Lenín, precisamente en el país que Marx consideró no adecuado en
razón de hallarse insuficientemente desarrollado.

La ideología, es decir la superestructura, cambió las formas de producción es


decir la infraestructura, contrariando el determinismo económico por efecto de
la voluntad de poder.

Por lo que se refiere a la importancia que tiene las teorías políticas, citamos el
pensamiento de Stalin, expresado en una de sus conferencias sobre los
fundamentos del leninismo: "La teoría pierde todo objeto si no enlaza con la
práctica revolucionaria, exactamente igual que la práctica queda ciega si no
elimina su camino con la teoría". La teoría puede convertirse en otra inmensa
fuerza si se desarrolla en unión con la práctica.

Más allá de toda cuestión jurídica, es indubitables que la voluntad de poder


constituye una de las grandes fuerzas de la vida individual y social.

Bertrand Rusel afirma en su obra "El Poder" que éste tiene en el mundo del
espíritu la misma importancia que la energía en el mundo de la física.
Por tanto, el Estado debe ser mirado esencialmente, como agrupación
política, o sea como un ente de poder, antes que como ordenamiento jurídico.
Es la agrupación política suprema y; como quiera que orienta su actividad
con arreglo a cauces jurídicos, puede definírsele como un ser político que se
organiza jurídicamente.

Querer huir de la política es como pretender huir del Estado, dice Carl
Schmit, dado que la comunidad nacional nos envuelve y nos afecta en una
totalidad en la que se entrecruzan la administración, la economía, la moral y
el poder. El fenómeno político guarda relación con el fenómeno económico, el
demográfico y otros, que pueden ser anteriores, concomitantes o
subsiguientes, pero siempre es motor de una colectividad el poder por el
poder, la voluntad de dominio. De ahí la importancia de integrar el mando en
un orden moral para evitar la opresión.

La política está constituida por puntos de vista sobre la justicia. Los partidos y
los grupos presionan en el sentido de aquello que consideran justo, aunque
no lo sea objetivamente. La política actual se cubre de un substrato

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

ideológico y todo obrar tiene tras de sí, más o menos conscientemente, un


pensamiento. La noción ideológica según la cual se organiza jurídicamente la
convivencia social, es llamada "fórmula política", inspirada en una concepción
capital sobre el modo de relación que deba existir entre la sociedad y los
individuos. Por eso, hablamos de sistemas políticos liberales, socialistas,
comunistas, etc. Claro está que, unas veces, son las ideas las que
determinan los hechos políticos, y otras veces son éstos los que toman
tributarias a las ideas, en un proceso de interacción.

La función política es vital, figura el lado de aquellas que aseguran


físicamente la supervivencia de la especie, como la nutrición o la
reproducción. Expresa la conciencia del grupo para encontrar un eje de
cohesión.

La política está profundamente inserta en lo social. Las teorías que


diferencian la sociedad natural de la sociedad política pretenden señalar el
paso de la primera a la segunda, como sucede con tal liberalismo y con el
marxismo, se funda en una hipótesis no comprobada por la historia. El
carácter religioso o guerrero que tuvieron las primeras autoridades ha
ocultado el hecho esencial de que la autoridad es siempre política, no importa
quien la ejerza, ya provenga de la imposición o de la elección.

El hecho político es simultáneo al hecho social, es indispensable para evitar


que la sociedad se disuelva. La distinción entre sociedad natural y sociedad
política puede hacerse conceptualmente pero no en la realidad.

4.4. EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS


La sociedad de nuestro siglo es una sociedad de masas, caracterizada por su
tamaño y su complejidad. A las pequeñas democracias griegas, a las
nacionalidades surgidas desde la edad moderna y gobernadas por pequeñas
élites, han sucedido las sociedades masivas, sean pluralistas o totalitarias en
las que la voluntad política determinante es aquella que sabe apoyarse en la
masa. El comportamiento de las masas las hace vulnerables al totalitarismo,
al engreimiento arrollador del derecho, a la manipulación mediante maniobras
de conductismo, pero es innegable que traduce la aspiración de mejores
niveles de vida, a la vez que una exigencia de mayor participación en las
decisiones políticas, lograda a través del sufragio frecuente o por la cohesión
transitoria en torno a una dictadura.

67
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El máximo problema de nuestra época radica en organizar el consentimiento,


o sea la adhesión a una forma política, bien sea por resignación o por
participación activa. El creciente número de contestatarios e impugnadores y
la violencia desatada por "el poder joven", el "poder negro" y el terrorismo
urbano constituyen fisuras en el orden social, que hoy es movimiento hacia el
cambio. Nuestra sociedad respeta cada vez menos los medios jurídicos de
resistencia a la opresión, por ineficaces, y es incitada a los métodos de
violencia. La masa intuye una necesidad de transferencias de los centros de
poder, problema arduo y de manejo más difícil que el de los explosivos, pues
supone el planteo de los teóricos y la habilidad innata del hombre político, del
conductor carismático que sea capaz de equilibrar su poder personal con la
subsistencia de instituciones valiosas pero necesitadas modificación urgente.
Vivimos una era de discontinuidad, tentando vías que conduzcan a nuevo
pluralismo, a la reforma de todo lo viciado, a la organización de un
consentimiento sin miedo. En cada circunstancia histórica ha surgido la
reinterpretación de los ideales vigentes. Para ello, la teoría Política y la
ciencia política nos brindan un rico material de reflexión, aunque ésta sea
contemporánea a la realización de hechos violentos que viene alterando la
subestructura social.

La sociedad no es una adición de individuos, sino un compuesto. Por virtud


del Poder adquiere una voluntad y sigue un comportamiento determinado.
Este comportamiento es producto de la orientación política. El ordenamiento
jurídico y la estructura del Estado son resultantes de la actividad política. Por
la toma de conciencia de ésta realidad, el poder se ha convertido hoy en el
centro de la lucha social y económica. A su vez, la política es mirada como el
arte de convertir las tendencias sociales en normas jurídicas. El político hace
posible el objetivo entrevisto o anhelado.
Nuestra época es una transición del Estado Liberal al Estado Social, siendo
perceptible una mayor participación del pueblo en el poder. Se quiere pasar
de la democracia gobernada a la democracia gobernante. Las construcciones
formales están cambiando su contenido, para no quedar vacías de verdad.
Tanto el pensamiento del derecho natural del Siglo XVIII como el derecho
racional de Kant, concibieron una organización estatal con raíces individualis-
tas. Pero a partir de la primera guerra mundial, se hizo patente que los
partidos políticos, los sindicatos y los grupos de presión iban operando con
un dinamismo que debilitaba lo formal del derecho. Por ello se ha acentuado
notablemente desde que los sindicatos de masas, las Iglesias, el poder militar
y la tecnocracia han gravitado claramente sobre la vida del Estado.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Paralelamente a esta transformación del Estado en el interior, se ha venido


produciendo la declinación de su soberanía exterior y el surgimiento de
organizaciones supranacionales que limitan la autodeterminación. El proceso
más hondo es el de una nivelación subjetiva y acompañada de un desplaza-
miento del poder, que ha pasado de las esferas parlamentarias y gubernativa
al seno de los partidos políticos. El estado ya dejó de ser neutro, por virtud de
la exigencia general de que tome posición contra determinadas formas de
orden existentes.

Podemos señalar, siguiendo a Fayt, tres posiciones en pugna ideológica: la


de quienes quieren conservar el Orden existente y consideran que bastaría
dulcificar la injusticia humana; la de quienes quieren establecer la burocracia
totalitaria, arrebatando al hombre la posibilidad de decidir por sí sobre su
destino, y, por último, la de quienes deseen la transformación del orden
dentro de la libertad, para obtener un ordenamiento social que asegura la
justicia económica y el pleno desarrollo de la personalidad humana. Esta
tercera posición es la única que permitirá crear una sociedad nueva en el
mundo occidental.

Ello significa analizar, con frialdad de especialista, cuáles son los


instrumentos que permitirán implementar el cambio de un modo racional,
progresivo, con la conciencia de que el poder es bifásico, o sea supone
percepción clara de las metas en quienes gobiernan y motivación acertada
en quienes obedecen y presionan para participar. La relación mando-
obediencia conduce, en el mundo de hoy, hacia una amplia participación
popular, con lo que la política se ennoblece en la medida en que el miedo
deja de ser el sistema normal de gobernar.

4.5. EL ORDEN, EL PODER, LA LIBERTAD


Orden social, poder y libertad son nociones llamadas a equilibrarse en la vida
normal de un estado. Maurice Hauriornu, eminente constitucionalista de la
década anterior a la segunda guerra mundial, opina que la concepción de un
régimen constitucional tiene por fin establecer "un equilibrio fundamental que
sea favorable a la libertad, asegurando el desenvolvimiento regular del
Estado". Este equilibrio se establece por juego de dos fuerzas dinámicas o de
movimiento, que son el poder y la libertad, y de una fuerza de resistencia,
que es el orden. Así como afirmó Freud, toda sociedad se construye sobre el
renunciamiento a las satisfacciones instintivas; por ello es represiva. Orden,
poder y libertad conforman una trilogía en torno a la cual se centra toda la

69
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

problemática política. Son factores recíprocamente imbricados, pues el poder


hace un juego equilibrador a fin de compatibilizar el orden y la libertad. Si se
pone énfasis extremo en el orden, o sea si es preferida la libertad, el poder
resulta un aparato de coacción y arbitrariedad.

El equilibrio constitucional es el término medio, pues el orden hace resistencia


a los cambios, en tanto que la libertad y el poder suelen presionar para alterar
lo establecido por virtud de la dinámica política. Si la resistencia que el orden
opone a los cambios reclamados por la libertad, es excesiva, dice Haurion, el
poder coloca su fuerza al lado del cambio. Por el contrario, si las reformas le
parecen exageradas o prematuras, el poder se inclina del lado del orden.
Otro tanto podemos decir de las reformas exigidas por el sentido, de justicia o
de liberación social, que Hauriou no pudo entrever.

La primacía del poder en la formación o en la vida del estado es evidente. Es


él quien mantiene la cohesión entre los componentes de una sociedad, más
por situación que por adhesión, como anota Prélot. Un mínimun de fuerza
material le es indispensable, pues la cooperación libre, espontánea, unánime,
no pasa de ser una utopía; por ello afirmó Idering que hablar de Estado sin
fuerzas es "una contradicción en sí". Pero desde luego, la autoridad no es
solamente fuerza material, compulsiva; consiste sobre todo en ofrecer
motivos para ser obedecida. Si el poder residiera en la fuerza, tras de cada
súbdito habría que situar un vigilante o un policía, así como tras de éste
habría que colocar otro guardián. En el límite cabría preguntar ¿Quién
custodia al guardián? El orden previene del hecho de que cada súbdito del
Estado reconoce que éste tiene derecho a ser obedecido, porque existe una
relación de dependencia respecto de la norma. De ahí que, cualquiera sea su
origen, todo gobierno invoca algún tipo de legitimidad, sea por su
procedencia democrática o afirmando que realiza el bien común. Todo poder
aspira a ser obedecido con un empleo mínimo de la fuerza y trata de ganar
prestigio como condición de perdurabilidad.

Ciertamente, la importancia de la represión varía en razón inversa del grado


de consenso. En los grupos coherentes, la represión es innecesaria de modo
general, pero en los grupos de consenso débil, la represión es indispensable
para evitar la disolución. Por ello, en los países en lo que el consenso sobre
los valores colectivos es grande, la influencia de la Fuerza Armada es menor
y su actividad se limita al rol específico de seguridad.

70
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

En el punto de partida de toda concepción humanista está la afirmación de la


libertad humana, que opone resistencia a los gobernantes en todo caso de
arbitrariedad. Se admite la necesidad del mando, y más ahora que se tiende
a hacer del Estado el "agente creador de una sociedad nueva", como definen
muchos. El diseño de esta organización futura es impreciso, además de que
varía ciento ochenta grados de uno a otro lado del mundo. Sin embargo,
existe la convicción de que el Poder no es solamente el servidor del orden
establecido sino también el regulador de los cambios anhelados, el árbitro
que puede hacer de la democracia un movimiento más que un estado de
cosas. Movimiento que conduzca a la justicia económica sin anular la
libertad.

4.6. LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO


La realidad política es la de un orden en movimiento. Como dice Georges
Burdeau, llamamos estabilidad a lo que no es sino un equilibrio de fuerzas. El
orden muestra siempre un determinado grado de aptitud para integrar las
fuerzas de renovación.

Cuando el proceso de cambio se cumple por medio de una contínua


incorporación de normas de justicia al orden establecido, éste no sufre
convulsión.

Pero cuando el orden no muestra capacidad para introducir los cambios que
la tensión social exige, se presenta el fenómeno denominado revolución.
Consiste en el cambio brusco de estructuras, sea raíz de un simple golpe de
estado o bien tras una subversión radical, que se enfrenta a las fuerzas del
Gobierno y las domina.

Las democracias representativas tienen mecanismos reguladores,


principalmente la autoridad de las ánforas libres, para que el orden, solidario
de una determinada idea del Derecho, incorpore reformas con oportunidad
que evita violencias. El instrumento legislativo es el modo normal de usar la
flexibilidad si el orden tiene razonable porosidad. Pero cuando el pluralismo
de las corrientes políticas enerva la autoridad gubernativa, o bien cuando las
fuerzas conservadoras se muestran impermeables y ciegas, adviene el
cambio brusco; la revolución. Esta realiza el cambio que inspiró el desacato
del orden, pero a la vez aspira a restablecer la cohesión social, pero que el
nuevo orden sea estable. Más allá del cambio de equipo gobernante, una

71
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

revolución entraña la sustitución del orden social sobre el cual se basaba el


anterior aparato político.
La revolución recoge la nueva idea del derecho y la convierte en derecho.
Desde luego, la palabra Derecho comprende todo lo legislado que esté
vigente. Por tanto, no hay derecho y viejo derecho, sino simplemente
Derecho. Esto se enriquece incorporando medidas de justicia que la
convicción general reclamaba y que faciliten un orden social estable, de
acuerdo con los tiempos.

No es imposible, aunque si improbable, efectuar una revolución dentro de la


libertad, o sea mediante la ley, respetando las formas de la democracia
representativa. En la esencia de la revolución, no está la violencia, pero
generalmente le acompaña, como sucedió en la revolución francesa, la rusa,
la mexicana, la china y la cubana. La experiencia de algunos países no
desarrollados es contradictoria al respecto, pues la transformación se ha
realizado de maneras diversas, inclusive sin derramamiento de sangre. A
partir de la experiencia cubana, los regímenes instaurados con el propósito
de cambiar las estructuras rápidamente se denominan "gobiernos
revolucionarios", tales como los de Argelia, Perú, Guinea e Irak.

La conquista del Poder no es un fin en sí: el Poder que tiende a oficializarse


no es otra cosa que la promesa y el símbolo del orden social futuro, nos dice
Burdeau, el cual agrega: "La revolución sanciona el desajuste entre la vitali-
dad de las representaciones colectivas y la atrofia del aparato político que
hubiera cuando el Poder dicta las reglas por encadenamiento de los sucesos,
debido registrarlas". Las tensiones sociales desaparecen consolidando la
posición política obtenida.

ANDRADE SANCHEZ, Eduardo Ob cit Leer Cap III.

MIRO QUESADA RADA, Fca Ob cit Leer Cap III.

BAZAN SALVADOR, Oscar Ob cit Leer Pag. 30 a 36.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

EL PODER POLITICO

1. TIPOS DE PODER.
Según (el poder en las organizaciones): hay 4 tipos principales de poder en las
organizaciones con sus fuentes:

a. Poder personal: carisma, personalidad, magnetismo personal. Surge de


forma individual en cada líder. Es la capacidad que tienen aquellos para
conseguir seguidores a partir de su personalidad. Tienen fe en los objetivos
que atrae y retiene a dichos seguidores. Consiguen que haya personas que
deseen seguirle. El líder percibe las necesidades de las personas y promete
éxito para ellas. Ejemplo: Jesucristo.

b. PODER LEGITIMO: poder de posición, poder oficial. Es el que se le adjudica


por una autoridad superior. Culturalmente, las autoridades delegan el poder
legitimo a otros para que les controlen los recursos, compensen o castiguen a
los demás en su nombre. Este poder es deseado por casi todas las personas,
cuya finalidad debe ser el orden de la sociedad. Ejemplo: el juez no dicta
sentencias por sus cualidades personales sino como miembros del poder
judicial que tienen la autoridad legitimada por un superior.

c. PODER EXPERTO: autoridad del conocimiento.  Proviene del aprendizaje


especializado, de los estudios académicos o formativos. Nos lo inculcan, los
conocimientos y la información que tenga ese líder sobre una situación
compleja. También, influyen la educación, la capacitación, la experiencia. Es
un poder muy importante en esta época de tecnologías nuevas. Ejemplo: el
poder que tiene un medico dentro de un hospital.

d. PODER POLÍTICO: apoyo de un grupo. Es muy importante la habilidad que


tenga ese líder para trabajar en equipo, con otras personas y dentro de
sistemas sociales cuya finalidad sea la de conseguir sus apoyos. Este poder
surge dentro de los medios técnicos y organizaciones inciertos. Se da
frecuentemente en aquellas situaciones de apoyos recíprocos. Ejemplo: el
político que pide votos a cambio de mejoras laborales.

Según French y Raven (1960) señala los siguientes tipos de poder:

73
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

PODER DE RECOMPENSA. es la capacidad para ofrecer incentivos cuando se


realizan las conductas que se desean: promoción, aumento de sueldo, etc.
Generalmente, se relaciona con el poder formal inherente a alguien que ocupa
un cargo superior.

PODER COERCITIVO. es la posibilidad de castigar aquellas conductas que no


son apropiadas: despido, sanciones, etc. suele estar también relacionado con el
poder formal existente en una organización. Tanto el poder de recompensa
como el coercitivo están muy conectados y así, a veces, no resulta fácil
distinguirlos. Por ejemplo, ¿es lo mismo no dar una recompensa que castigar?
O la retirada de un castigo ¿puede percibirse como una recompensa?.

PODER REFERENTE O CARISMÁTICO. Es la capacidad de cada líder para


influir en sus seguidores a partir de su magnetismo personal. Por determinadas
características o forma de ser crea un clima de confianza y provoca el que los
demás se incorporen a su proyecto, ya que sostienen que deben hacerlo.

2. LÍMITES DEL PODER.


La existencia de frenos que limitan la actuación del poder es, por otra parte, una
categoría diferenciadora que separa a unos regímenes de otros. Estos límites
pueden ser institucionalizados, cuando proceden de la propia Constitución; pero
también el respeto a la opinión pública y a la libre organización de los
ciudadanos en asociaciones para la defensa de sus intereses constituyen otras
tantas limitaciones. Otra restricción lo constituye la coexistencia del poder
central con otros poderes locales, originados por un proceso descentralizador, o
bien por la organización federal del Estado.

a. LEGITIMIDAD DEL PODER.


La autoridad es, pues un poder legitimo que el individuo posee en virtud de su
posición en una estructura social organizada. La base de este poder es su
legitimidad. La aceptación de la autoridad se realiza a través del contrato
psicológico y/o el legal. El reconocimiento de la legitimidad no significa que
haya un cumplimiento en todo momento de las órdenes.

Por ello el modelo de poder y autoridad legitima suele estar respaldado por un
sistema auxiliar de recompensas castigos. El poder esta delimitado por reglas,
leyes y ello constituye a su aceptación por los miembros de la organización.
Las condiciones que facilitan su aceptación son los siguientes:

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

- Un contexto social que posibilite los procesos de socialización normativa.


- Símbolos de autoridad reconocidos y apropiados.
- Claridad de las normas y requerimientos legales.
- Delimitación de penalizaciones y castigos que apoyes esa autoridad legal.
- Posibilidad de expulsión de aquellos miembros que no se conforman al
sistema.

b. LA ESTRUCTURA Y LAS RELACIONES DEL PODER.


El estructuralismo, corriente filosófica que es ante todo un método, comienza a
ser aplicado a la ciencia política, con el ánimo de encontrar invariantes en las
relaciones de poder. Pero su estudio del comportamiento político es todavía
incipiente, por lo que no cabe hablar de constantes.

El análisis de la estructura jerárquica permite conocer el comportamiento


organizacional de los miembros; delimitar las relaciones y el tipo de
interacciones de autoridad y subordinación entre los miembros. Además de
especificar el dominio y amplitud de control de cada superior. La podemos
definir como una relación que asegura el comportamiento coordinado dentro
del grupo o la organización subordinando de los individuos a las decisiones
comunicadas por otros. La autoridad jerárquica junto con la coordinación,
cumple una función de control y por tanto impone responsabilidades del
individuo ante aquellos que posen autoridad. El orden jerárquico presenta dos
características que lo definen:
- La asimetría.
- Transitividad.

La asimetría porque si la organización establece que A tiene autoridad sobre


B, este no tiene sobre A.
La transitividad porque si A tiene autoridad sobre B y B tiene sobre C y D, A
tiene sobre C y D.

BOREA ODRIA, Alberto Ob cit Leer Cap IV.


CASTRO CONTRERAS J, Sociología Edit. San Marcos Lima 8va edic.
1990 Cap. VII.
MIRO QUESADA RADA, F. Ob cit pag. 88 a 103.

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A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. El Poder Político – Origen

2. Formas de Expresión del Poder Político

3. Tipos de Poder

4. Limites y Legitimidad del Poder

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática III

EN TORNO A LAS FORMAS DE GOBIERNO


Concepto de formas de Estado y de Gobierno.

1. EL SISTEMA AUTOCRÁTICO Y SUS FORMAS DE GOBIERNO.


Es un régimen político que deriva de la desaparecida monarquía absoluta, en el
que el gobernante ejerce un poder absoluto, asumiendo todas las funciones
ejerciéndolas unipersonalmente, no reconociendo límite alguno, pues su
voluntad es la suprema ley.

1.1. TIPOLOGÍAS
La diversidad de regímenes no democráticos abarca un extenso abanico
dentro del cual se produce una considerable cantidad de variantes.
De las distintas tipologías elaboradas por los diferentes autores sobre
regímenes autoritarios, hemos seleccionado las elaboradas por L.
MORLINO y M. GASIOROWSKI. A nuestro juicio son las más completas,
ya que cubren realidades muy generales a la vez que detallan
sistemáticamente cada una de ellas.
A. L. MORLINO clasifica seis modelos de régimen políticos, dentro de cada
uno de los cuales elabora sucesivas variantes que, tanto por su amplitud y
sistematización como por su planteamiento pedagógico y bibliográfico, no
ha parecido conveniente reseñar.

1) Los denominados regímenes tradicionales, aunque no se pueden incluir


dentro de los totalitarismos, presentan algunas peculiaridades respecto
de los autoritarismos. Su base de legitimación es patrimonial y su forma
monárquica, como es el caso de los Emiratos árabes. Dentro de este
modelo se producen algunas variantes: a) los regímenes sultanistas,
basados en el poder personal del soberano, que lo utiliza de modo
particularista y con fines privados y, a través de decisiones arbitrarias,
mantiene con sus colaboradores relaciones basadas en miedos y
recompensas. Las Fuerzas Armadas y la policía desempeñan un papel
importante; no existe ideología ni movilización de masas, y el ámbito

77
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

político está dominado por élites e instituciones tradicionales. El modelo


característico ha sido el régimen de Somoza en Nicaragua. b) También
forman parte de los regímenes tradicionales las oligarquías competitivas,
en las que con una base económica fundamentalmente agraria,
persisten elementos culturales tradicionales, entre los que destacan los
valores y las instituciones religiosas. Sus variantes son el caciquismo y
el caudillismo, caracterizados por una política de alianzas entre las élites
detentadoras de poder y los jefes locales, que proveen de votos al poder
a cambio de protección política.

2) Otra variante de los regímenes autoritarios es la que L. MORLINO


denomina híbridos institucionales, dentro de los cuales incluye los
regímenes de transición. Estos regímenes, aunque no pertenecen
totalmente a la categoría de los autoritarismo porque han entrado en un
proceso de democratización, tampoco se pueden incluir dentro de los
sistemas democráticos porque no cumplen las condiciones requeridas
para ello. Su origen es el sector moderado de los gobernantes de los
regímenes autoritarios –con distintas variantes- y que tras una
“experiencia autoritaria, comienzan una apertura, liberalización y ruptura
parcial de las limitaciones del pluralismo”. (L. MORLINO, 1988: 137).
En ellos existe una escasa institucionalización del Estado, y junto a los
viejos actores del régimen anterior pertenecientes a una coalición, que
ya no es dominante ni está cohesionada, ha surgido la oposición, y se
permite un cierto respeto por los derechos civiles. Aunque existe un
pluralismo limitado, uno de los partidos se mantiene como dominante-
hegemónico en las elecciones semicompetitivas, mientras que el resto
de los partidos de reciente creación/recreación tienen escasa
organización y pocos seguidores.
3) La denominación de régimen militar o pretoriano surgido de un golpe de
Estado, tiene a los militares como el actor más importante. No tiene
ideología definida (por lo que recurre a valores tales como el interés
nacional, la seguridad, orden, la racionalización del despilfarro), tiene
escasa movilización desde arriba, así como una considerable apatía a
nivel de masas. Dentro del cual se producen variantes: un régimen que
se plantea de tipo provisional, especie de “dictadura” en el sentido
romano, está formado por Juntas Militares, que no suelen crear partidos
únicos ni parlamentos. Se puede dar o no la presencia de un líder militar
con una posición preeminentemente respecto a la institución militar, en
cuyo caso se la denomina “autocracia”, “tiranía militar” o “cleptocracia”.

78
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

La principal estructura de poder es el ejército, que es poco profesional,


se recluta sobre bases personalistas o conexiones tribales y son
regímenes inestables por sus propias características. Aquí se podría
encuadrar el modelo cubano de la etapa de Batista.
4) Los regímenes civiles-militares son frecuentes en países con sociedades
más complejas y heterogéneas que aquéllas en que es posible que se
puedan producir con mayor facilidad los regímenes militares.
Estos regímenes civil-militares se basan en una alianza entre militares
profesionales y distintos sectores civiles: burócratas, políticos
profesionales, tecnócratas y representantes de la burguesía industrial y
financiera. Pero esta alianza no es armónica, ya que se producen
tensiones por la diversidad de intereses entre civiles y militares.
Dentro de esta variante se encuadran los regímenes burocráticos-
militares, que se han formado como consecuencia de una coalición entre
oficiales y burócratas, aunque también forman parte de ellos otros
grupos. No existe un partido único, aunque es posible la creación de un
partido que manipule la participación política. A veces se aceptan otros
partidos políticos, pero no existen elecciones libres y competitivas.

5) La tipología régimen civil de movilización responde a aquellos regímenes


en los que, a pesar de que existen otros partidos, el partido único o
hegemónico desempeña un papel preponderante, ya que no se produce
competitividad entre ellos. Las variantes de este modelo se diferencian
entre sí tanto por sus orígenes como por los contextos culturales, socio-
económicos y en las ideologías-mentalidades que los legitiman (L.
MORLINO: 153). Los regímenes nacionales de movilización surgen en
el contexto de las luchas por la independencia, están dirigidos por la élite
local, suelen tener un líder carismático que, a través del partido único y
con una ideología nacionalista, moviliza a la sociedad desde abajo. Tras
conseguir la independencia, el partido se convierte en estructura
sostenedora del nuevo régimen, pero a medida que transcurre el tiempo
se puede transformar en una maquinaria burocrática clientelar, mientras
que la ideología nacionalista adopta formas autóctonas de un ambiguo
socialismo. El modelo son las ex colonias.

1.2. EL SISTEMA DEMOCRÁTICO Y SUS FORMAS DE GOBIERNO.


Confiere cada una de aquellas funciones a órganos distintos, formados por
personas y procedimientos diferentes. En la actualidad, esta última es la
formula de configuración más comúnmente aceptada, aunque no la más

79
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

fielmente cumplida, cuyas características básicas son la formación de


parlamentos por sufragio, la separación en grados diversos entre el
legislativo y el gobierno, y la existencia de jueces independientes de los
dos poderes anteriores.
Sin embargo, es claro que no basta con separarlos; es preciso establecer
unos controles, tanto entre gobernantes y gobernados como entre los
distintos órganos. A este respecto, la organización de consultas electorales
periódicas es el más sobresaliente (de los controles), aunque no el único.

1.2.1. LA DEMOCRACIA GRIEGA


La idea de democracia implica el abandono de la idea del gobierno
de la ciudad por los sabios y los mejores, tal y como la concebían los
filósofos clásicos griegos. Y, sin embargo, fue en Grecia donde
comenzó la aventura de la experiencia democrática, mostrando ya
entonces, durante los efímeros periodos de florecimiento, su
naturaleza frágil y su carácter prosaico.
La polis griega tenía un territorio bien definido, de pequeñas
dimensiones, gozaba, en términos generales, de autarquía
económica y militar, y poseía unas reglas de conducta y de
organización compartidas. En la época de esplendor, solamente
aquellos griegos nacidos de padres ciudadanos de la polis tenían
plenos derechos de ciudadanía, quedando excluidos los extranjeros,
los esclavos y las mujeres. Aunque resulta imposible conocer con
exactitud la proporción de ciudadanos con respecto a la población
total, algunos estudios históricos y demográficos rigurosos (G.
GLOTZ y R. COHEN, 1948: 222-228) indican que en la ciudad-
estado de Atenas, antes de la guerra del Peloponeso (431-401 a. de
C.), de una población total de 418.000 habitantes, había 210.000
esclavos entre hombres, mujeres y niños, 70.000 metecos, es decir,
personas nacidas libres pero que no poseían derechos de
ciudadanía, y 138.000 atenienses entre los cuales sólo 41.700 eran
hombres adultos y, por tanto, ciudadanos del Atica.
ARISTÓTELES (384-322 a. de C.) llevó a cabo el primer esfuerzo de
clasificación de los regímenes políticos, utilizando para ello un doble
criterio: el número de los que gobiernan y la legitimidad, es decir, el
gobierno de acuerdo a la ley. Cada uno de los tres tipos de régimen
político, monarquía, aristocracia y democracia podían degenerar en
virtud de las propias imperfecciones inherentes al tipo de régimen.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

La democracia era el gobierno del demos y su forma corrompida la


constituía el reino caótico de los demagogos.

1.2.2. LA DEMOCRACIA LIBERAL


Durante el siglo XVIII y principios del XIX, las ideas democráticas
fueron esencialmente producto del liberalismo. Los regímenes
políticos del mundo angloamericano, las primeras democracias que
existieron y las más estables, partieron de un interés primordial
centrado en el gobierno constitucional y la protección de los
derechos individuales.
Aunque la concepción de la democracia liberal y representativa no
se inicie hasta el siglo XVIII, hubo en Europa algunas comunidades
aisladas, radicadas en las ciudades, donde los individuos gozaron
de ciertos derechos reconocidos y de garantías legales contra la
arbitrariedad de los gobernantes. La república de Venecia en el
siglo XVI y los burgos holandeses del siglo XVII son ejemplos
históricos interesantes que muestran una cierta protección de las
libertades. El consejo municipal de algunas ciudades estaba
formado por representantes elegidos de los distintos oficios, con
iguales derechos. Estas comunas medievales fueron excepciones
en el mundo feudal y tremendamente inestables, siendo suprimidos
sus privilegios a medida que se formaban los grandes Estados
nacionales centralizados bajo las monarquías absolutas a partir del
siglo XVI.
Las revoluciones americana y francesa introducen una concepción
radicalmente diferente del republicanismo clásico. La referencia a
la virtud del republicanismo había sido defendida por PLUTARCO,
CICERÓN y TITO-LIVIO, y retomada posteriormente por
MONTESQUIEU y los enciclopedistas del siglo XVIII. En la
clasificación de ARISTÓTELES, la democracia y la aristocracia son
dos tipos diferenciados de régimen político, mientras que para
MONTESQUIEU son dos modalidades de un mismo tipo de
gobierno llamado republicano. Para que perdure, la república tiene
que ocupar un territorio de pequeñas dimensiones, exige el
abandono de la ambición y del egoísmo personal, es decir, la
devoción a la comunidad, la virtud política de los ciudadanos. Es un
gobierno en el que la autoridad se ejerce de acuerdo con las leyes,
está basado en la igualdad, en la virtud y en la participación
general en el poder soberano.

81
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1.2.3. LAS REVOLUCIONES LIBERALES


Las revoluciones inglesas del siglo XVII aseguraron la victoria del
Parlamento sobre el monarca, instaurando una monarquía
parlamentaria a partir de 1688. El acuerdo de 1688-1689 fue un
acto de confirmación de un estado de cosas constitucional que el
Parlamento consideraba legítimo, de acuerdo con las principales
leyes inglesas existentes. La soberanía descansaba en “el Rey en
el Parlamento”, es decir, en los Lores y en los Comunes. El
gobierno limitado y las libertades constitucionales son el punto de
partida del gobierno representativo en Inglaterra. Como se ha
resaltado tantas veces, Inglaterra, la cuna de la democracia liberal,
desafía la concepción clásica de la democracia como el gobierno
basado en la soberanía popular, pues aún hoy en día, formalmente,
la soberanía descansa en el Parlamento.

La Revolución americana creó una nueva nación al cortar los lazos


de dependencia con Inglaterra. Más que una revolución, fue una
secesión. En la Declaración de Independencia y en la fundación de
los Estados Unidos contribuyeron de manera decisiva el arsenal de
principios políticos elaborados por el pensamiento europeo
occidental hasta ese momento: la igualdad de todos los hombres,
sus inherentes e inalienables derechos y el derechos de los
pueblos a instituir su propio gobierno. En el proceso, sin embargo,
desarrollaron una nueva idea de la representación, importante para
la democracia. Los americanos no encontraban en el Parlamento
de Londres quien representará sus propios y legítimos intereses.
Se fue abriendo paso paulatinamente el principio de que los
hombres sólo deben obediencia legítima aun gobierno al que
hubieran dado el consentimiento. La Constitución estipulaba el
derecho del pueblo a la elección de los representantes de la dos
cámaras legislativas y de la presidencia, aunque con métodos
diferentes. Sin embargo, en los orígenes, quedaban excluidos de
la participación las mujeres, los negros y se excluía del derecho de
sufragio a los que no tenían propiedades o no pagaban impuestos.
En vez de una monarquía parlamentaria como la de Inglaterra, el
modelo representativo se impuso en los Estados Unidos con la
creación de una república presidencialista federal como tipo de
régimen.

82
Fascículo No. 1
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a) La Democracia representativa y el modelo de


representación política
En las democracias modernas no se produce la identidad entre
los que gobiernan y son gobernados. La gran dimensión de los
Estados nacionales convirtió en inaplicable el tipo de democracia
directa tal y como se había practicado en la Grecia clásica.

Dos tradiciones opuestas surgen tras los procesos


revolucionarios durante el siglo XVIII: el modelo de democracia
representativa, cuyas fuentes principales son las aportaciones
de J. LOCKE hasta J.S. MILLl, los padres fundadores de la
Constitución americana, y el modelo de democracia directa
inspirado en J.J. ROUSSEAU.

La aportación radical de ROUSSEAU fue el concepto de


voluntad general, según el cual cada ciudadano tenía un interés
colectivo en el bienestar de la comunidad, distinto del interés
privado y, por tanto, el cuerpo de ciudadanos debía actuar como
un todo y aprobar libremente las leyes que serían aplicadas por
igual a todos los individuos. El pueblo es, por tanto, el único
soberano legítimo de una comunidad, y la voluntad del conjunto,
el poder legislativo, no puede ser representada por ninguna
persona o grupo. Por ello, escribe ROUSSEAU en el Contrato
Social al referirse al sistema parlamentario de Inglaterra, los
ingleses sólo son libres durante la elección de los miembros del
Parlamento para después volver a la esclavitud. Rechazaba el
sistema representativo que se había impuesto gradualmente en
Inglaterra como fórmula de compromiso entre los intereses de la
monarquía y el pueblo. ROUSSEAU establece la distinción entre
el pueblo como soberano, es decir, la soberanía popular, y la
forma de gobierno, que puede ser monárquica, aristocrática o
democrática. El gobierno democrático, esto es, que la gran
mayoría sea responsable de la ejecución de las leyes, constituía
un gobierno tan perfecto, pensaba ROUSSEAU, que sólo era
apto para los dioses, no para los hombres.

83
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

b) La igualdad de condiciones y la libertad


La complejidad de la vida en la sociedad industrial dejaba al
descubierto una serie de problemas nuevos, que los primeros
liberales no pudieron prever. En sus escritos J.S. MILL examina
el problema de la “tiranía social” o “tiranía de la opinión y del
sentimiento dominantes”, y de su amenaza para la
individualidad; es decir, llama la atención y pide protección frente
a la opresión que puede surgir cuando la misma sociedad es el
tirano. Ahora bien, el problema planteado por MILL no sería más
que un hecho relevante si no lo conectamos con el principio de
mayoría o regla de procedimiento para tomar decisiones propias
de la democracia. TOCQUEVILLE observó y conectó ambos
factores (SARTORI, 1988: 174).

El primer trabajo sobre la democracia tal y como se presentaba


en las grandes sociedades modernas, dominadas por una
creciente industrialización, fue realizado por ALEXIS DE
TOCQUEVILLE a mediados del siglo XIX. En su obra
encontramos la descripción de un Estado nuevo, con más
atribuciones políticas y administrativas, más interventor y, sobre
todo, el hecho de advenimiento de la era de las masas como
producto de un irresistible proceso de democratización surgido
de la difusión de la idea de igualdad. La democracia, en la
concepción de TOCQUEVILLE, es la negación de la aristocracia,
el final de los privilegios, la supresión de las distinciones de
“estado” y la lenta tendencia hacia una igualdad económica y a
una uniformidad de modos de vida. La democracia estimulaba la
creación de asociaciones para la defensa de una pluralidad de
intereses de tipo político, económico, religioso y cultural que
hacían inevitable y saludable el conflicto. Esta definición de
democracia social queda conectada con la definición política de
la democracia o gobierno democrático, es decir, aquel gobierno
donde el pueblo desempeña un papel más o menos activo en el
gobierno. El objetivo clave de la reflexión es cómo lograr la unión
de la democracia y el liberalismo o, en otras palabras, cómo
pueden las sociedades democráticas definidas por la igualdad
de condiciones –como había observado en los Estados Unidos
al compararla con la sociedad francesa de su época- conservar
las libertades personales e intelectuales, la protección de la ley

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

contra la arbitrariedad del poder, y la participación de los


ciudadanos, por medio de sus representantes elegidos, en la
gestión pública. Es precisamente el acceso de las masas a la
participación política lo que más preocupaba a TOCQUEVILLE,
que temía la “tiranía de la mayoría”. Las sociedades modernas –
la americana era el modelo que seguirían las europeas- tendían
a realizar la creciente igualdad de condiciones, pero podrían
tomar dos caminos diferentes: preservar las instituciones
liberales, o bien evolucionar hacia lo que llamó “el despotismo
democrático” (TOCQUEVILLE, 1980, T. 2: 264-277).

c) La extensión de la ciudadanía
Desde el final de las guerras napoleónicas hasta el estallido de
la Primera Guerra Mundial, la democracia liberal se va
consolidando en el mundo occidental.
En términos generales, la emergencia de los partidos políticos
está ligada al constitucionalismo y al gobierno representativo en
el siglo XIX. El nacimiento de los partidos socialistas en Europa
está ligado a la concesión del derecho al voto a los campesinos
y a los obreros, aunque la organización de los partidos políticos
en algunos países sea anterior a la extensión del sufragio. En el
siglo XVIII, E. BURKE argumentaba que la competición
organizada por el poder era no sólo aceptable sino incluso
deseable. El desarrollo de los partidos políticos en Europa en el
último cuarto de siglo XIX, y la extensión del sufragio universal
recondujeron la cuestión hacia soluciones más inclusivas que las
pretendidas por la tradición liberal.

Como hemos visto, los clásicos de la democracia liberal no


tenían mucha confianza en la capacidad ni en la prudencia del
pueblo, del cual obtenía su legitimidad el gobierno popular. Y
esto explica lo reducido de la representación parlamentaria, las
limitaciones al sufragio y otras estrategias institucionales como la
elección indirecta de algunos cuerpos legislativos. Como dato
histórico significativo, hasta la reforma de 1832, los miembros de
la Cámara de los Comunes eran elegidos por unas 200 familias
hacendadas.

85
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

En el siglo XIX, la guerra civil americana emancipó de la


esclavitud a cuatro millones de negros, y la exigencia de poseer
propiedades para tener derecho al voto fue eliminándose en
todos los países. A medida que avanzaba el siglo XIX, la presión
de las masas obreras, entre otros factores, obligó a una gradual
ampliación de la representación parlamentaria, que culminó con
la concesión del sufragio universal masculino, es decir, que los
derechos de ciudadanía fueron extendidos a prácticamente
todos los adultos varones. De 1828 a 1926, 29 países
instauraron gobiernos basados en el sufragio universal.

1.3. EL SISTEMA SOCIALISTA Y SUS FORMAS DE GOBIERNO.


“El sentido del socialismo, tanto lógica como sociológicamente, sólo puede
ser entendido como contraste con el individualismo” (DANIEL BELL,
Socialismo, E.IC.S., vol. 9). Es cierto, como señala BELL, que el ataque
contra el individualismo moderno empezó a ser significativo desde las
perspectivas ideológicas conservadoras, particularmente en pensadores
católicos como DE BONALD, DE MAISTRE, LAMARTINE, LAMMENAIS,
DE TOCQUEVILLE, etc. (sin olvidar al español DONOSO CORTÉS),
culminando en las filosofías cristianas “sociales” del siglo XX, de origen
denominacional diverso: el cristianismo ortodoxo de BERDIAEV; el
protestantismo liberal de RAUSCHENBUSCH; el protestantismo neo-
ortodoxo de KARL BARTH o de REINHOLD NIEBUHR; el catolicismo social
de las doctrinas pontificias desde LEÓN XIII, y las aportaciones de
pensadores como MARITAIN, DAWSON y MOUNIER.
En este conglomerado ideológico cristiano se combinan elementos de un
individualismo transformado (“humanismo”, “personalismo”) con los de un
colectivismo ideal, éticamente fundamentado en los lazos orgánicos de la
communitas cristiana (“solidarismo”, “comunitarismo”, “corporativismo”)
radicados en una tradición, en un pasado que hasta cierto punto se desea
conservar.
Sin embargo, la ideología propiamente colectivista-socialista, como bien
explicó E. DURKHEIM en su famoso curso sobre el socialismo, dictado en
la Universidad de Burdeos en 1895-1896, está totalmente orientada hacia
el futuro: “Es ante todo un plano de reconstrucción de las sociedades
actuales, un programa para una vida colectiva que aún no existe o que no
existe tal cual es soñada, y que es propuesta a los hombres como digna de
sus preferencias. Es un ideal. Se ocupa mucho menos de lo que es o ha
sido que de lo que debe ser”.

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Fascículo No. 1
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Teniendo en la mente la distinción de MARX y ENGELS entre un socialismo


utópico y un socialismo científico, DURKHEIM cuestiona la posibilidad del
último, “porque, si un tal socialismo fuera posible, serían para ello
necesarias ciencias que aún no están hechas y que no pueden ser
improvisadas” (¿postula DURKHEIM unas ciencias de la conducta –
behaviorism- que en la misma época del revisionismo de BERNSTEIN
encontramos en el socialismo fabiano, principalmente en GRAHAM
WALLAS?), por lo que se inclina hacia una visión pragmático-política e
ideología del mismo: “El socialismo no es una ciencia, una sociología en
miniatura, es un grito de dolor y, a veces, de cólera, lanzado por los
hombres que sienten más vivamente nuestro malestar colectivo... El
individualismo, como el socialismo, es ante todo una pasión que se afirma,
aunque eventualmente pueda pedir a la razón razones para justificarse”.
Ahora bien, si el socialismo no es una ciencia es un objeto científico,
sociológico, en cuya comprensión entran en juego diversas nociones:
negación de la propiedad individual; subordinación del individuo a la
colectividad; igualdad de las condiciones sociales; intervención y/o
abolición/extinción del Estado, etc. DURKHEIM propone una definición
operativa: “Se llama socialista toda doctrina toda doctrina que reclama la
vinculación de todas las funciones económicas, o de algunas de ellas que
son actualmente difusas, a los centros directores y conscientes de la
sociedad”. Subrayamos la palabra vinculación, porque el sociólogo francés
no quería que se entendiera subordinación, siendo más bien una especie
de comunicación o nexo constante hacia y desde el centro director (Estado,
Gobierno), encontrando su razón de ser en la organización: “El socialismo
es esencialmente una tendencia a organizar... El socialismo no se reduce
a una cuestión de salarios, o, como se dice, de estómago. Es ante todo
una aspiración a una reorganización del cuerpo social que tenga por efecto
situar diferentemente el aparato industrial en el conjunto de organismo,
sacarlo de la sombra en que funcionaba automáticamente, llamarlo a la luz
y al control de la conciencia”.

El Socialismo deviene en una dictadura del Comunismo, una situación que


muchas veces se ha transformado en la dictadura comunista como la de
Stalim, la que vivió la China Comunista y la que vive actualmente Corea del
Norte.

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MIRO QUESADA RADA, F. Introducción a la Ciencia Política. Parte Especial.-


Edit. Cultural Cusco, S.A. Lima Perú 1997 Leer
Cap. IV.
ZHIDKEV Y OTROS Ob. cit. Leer Cap III.
FERRERO R. Raúl Ob. cit. Leer Cap XIV.
LOWENSTEIN, kart Teoría de la Constitución. Leer Caps. III y IV.

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. El Sistema Autocrático y sus formas de Gobierno.

2. El Sistema Democrático y sus formas de Gobierno.

3. Las Revoluciones Liberales.

4. El Sistema Socialista y sus formas de Gobierno.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática IV

LOS PARTIDOS POLITICOS

1. CONCEPTO Y CONCEPCIONES SOBRE PARTIDO POLÍTICO.


Es evidente que considerar por separado el sistema electoral y los partidos
políticos sólo se justifica expositivamente y de acuerdo con la perspectiva general
que impone un texto introductorio a la ciencia política. Como es lógico, todo
análisis específico centrado en un país fuerza a que ambos se consideren
conjuntamente en el marco de un sistema político concreto, dado el influjo que
ambos factores ejercen recíprocamente.

Teniendo en cuenta esto –análogamente a como hicimos con la exposición de los


sistema electorales- vamos a plantear la problemática de los partidos políticos en
tanto que ésta es sólo una forma más de expresión de la actividad colectiva de los
actores políticos; la interrelación entre ambos factores se tratará sólo
incidentalmente. Como bien se advierte, estamos conjugando dos niveles
distintos –pero complementarios- de la idea de sistema político, en la medida en
que por sistema político podemos entender tanto la cuestión general del
funcionamiento organizativo de la vida política de los diferentes países o naciones
como la realidad plena de la organización de un Estado o país concreto.
Estos dos niveles no son, en ningún caso, formas contrapuestas entre sí, sino
límites metodológicos derivados del plano en el que se quiere proyectar el
análisis. En este sentido, no hay que entender esto como una contradicción, sino
como condiciones derivadas del límite representativo que invade todo el
fundamento del conocimiento, tal como se planteó más arriba.
Establecer una definición general de los partidos políticos no deja de resultar
complicado. Existen muchas definiciones que, delimitando matizaciones
específicas de la envoltura de los partidos políticos, hay que estimarlas como
esenciales para la captación de la función que cumplen. Naturalmente, no ofrecer
un catálogo de estas definiciones, ya que la más importantes de ellas, en sus
líneas generales, quedarán reflejadas en lo que sigue.
En cambio, resulta funcional ofrecer un marco global de las características de los
partidos políticos que permita adentrarnos en su problemática general. Como es
lógico, este marco global encuentra su punto axial en el límite que traza la misma

89
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

concepción del sistema político, en la medida en que de él dependen la propia


construcción del partidismo político como fenómeno tanto de canalización y de
expresión (SARTORI, 1980: 80 ss.) como de articulación y combinación de
intereses (ALMOND-POWELL, 1972: 91 ss.) Hay que tener en cuenta que en
caso contrario se anularía la singularidad de los partidos políticos, esto es, que
sería excesivamente fácil confundirlos con cualquier otro tipo de movimiento
social.

Por tanto, dado que el sistema político, gravitando en torno al poder, tiene que
facilitar el mecanismo de flujo circular permanente o retroalimentación entre
demandas y recursos, no puede omitir la función central que cumple el ejercicio
de gobierno y a la que les es esencial la característica de la alternativa u
oposición política. Así, está claro que este marco global hay que fijarlo entre la
definición de SARTORI –“...un partido es cualquier grupo político identificado por
una etiqueta oficial que se presenta a las elecciones, y puede sacar en elecciones
(libres o no) candidatos a cargos públicos...” (SARTORI, 1980: 91)-, y el
acotamiento establecido por EPSTEIN cuando señala que “... los partidos son
sólo un tipo de participación política posible y no desde luego el más significativo,
sobre todo en los Estados Unidos... (pues) ... es difícil afirmar que estas otras
formas de participación política (por ejemplo, las asociaciones voluntarias y la
actividad comunitaria) son menos funcionales en un sistema político democrático
que la simple adhesión a un partido o que el activismo partidista...” (EPSTEIN,
1967: 357-358).
Como puede advertirse, este marco global nos coloca ante dos límites: de un
lado, la posibilidad de contemplar como partidos políticos a los partidos únicos o
totalitarios para poder dotar de rigor científico a la construcción que se hace de los
sistemas no-competitivos y que es, en definitiva, lo que lleva a SARTORI a
transponer la función de gobierno en el acceso a cargos públicos conforme con la
transición que él supone desde el gobierno responsable hacia el gobierno que
responde como gobierno de partidos propio de la sociedad de masas. De suerte
que la competencia política de los partidos parece así, más un combate entre
oligarquías para lograr el botín público que una responsabilidad efectivamente
adquirida a través de la elección (BACHRACH, 1973: 156 ss.). Esta, como tal
elección, no puede ser no-libre o, mejor dicho, sólo puede ser no-libre eliminado la
función de responsabilidad gubernativa, ya que ésta depende exclusivamente de
la existencia de una legítima alternativa política que es lo que justifica de ipso el
proceso electoral. La legitimidad de la unanimidad popular, como vimos, es sólo
un valor marginal que en ningún caso puede esgrimirse para convertir al mismo
proceso electoral en un acto nominal o de iuris.

90
Fascículo No. 1
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Por otro lado, nos coloca ante el hecho de que los partidos políticos no son la
única y exclusiva forma de comunicar, canalizar o expresar los intereses, puesto
que existen sociedades donde tales intereses se desenvuelven también bajo otras
formas de carácter eminentemente social y sobre la base de partidos débilmente
organizados, no programáticos y poco cohesionados (EPSTEIN, 1967: 351).

Partiendo de que la responsabilidad gubernativa y su implícita alternativa política


es lo que caracteriza al partidismo político desde el trasfondo del poder político en
aras a garantizar la legitimidad del sistema político, está claro que no hay ninguna
razón para convertir a los partidos en el mecanismo central de la participación
política. La existencia de otras formas distintas de organización, por ejemplo, las
asociaciones o comunidades de todo tipo, no deja de revelarse como
manifestaciones efectivas de participación y, por lo mismo, como actores políticos
reales que inciden desde su condición de actores sociales.

Desde este punto de vista, el contraste entre el sistema bipartidista anglosajón y


el sistema multipartidista europeo-continental –diferenciados por WRIGHT
respectivamente como modelo racional-eficiente y de democracia partidista (1971:
passim), constituye un contraste relativamente forzado allí donde se opera
básicamente con tipologías –que en realidad son sólo clasificaciones- y no se
muestran suficientemente los aspectos topológicos de las mismas, esto es, la
descripción confrontada con la realidad, como exige ROKKAN para no desvirtuar
el sentido del método “típico-ideal” que WEBER extrae de la idea de la ciencia
social donde previamente JELLINEK ha encuadrado la comprensión del Estado
lato sensu.

Es indudable que este contraste resulta forzado en la medida en que no se tienen


en cuenta los problemas metodológicos inherentes a la propia ciencia social y se
observa el campo de estudio de la ciencia política con la mera óptica del
empirismo y con el exclusivo ánimo de describir la realidad. Sin advertir –y esto
es lo grave- que acaso semejante descripción, por ausencia de confrontación, se
establezca forzando los fundamentos generales del conocimiento político. Así, en
cuanto que se puede pensar que la acción del gobierno responsable sea algo que
se desarrolle como luchas interoligárquicas, está claro que sólo marginalmente se
fundamenta aquel contraste. Incluso en el caso de que esto último fuera efectivo,
la única explicación posible para justificar el desinterés y la indiferencia política, y
en consecuencia las luchas Inter-oligárquicas, sólo puede encontrarse en un
plano distinto del relativo a ponderar otros factores más sobresalientes como, por
ejemplo, el temor a la expansión de la dictadura soviética durante el transcurso de

91
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

la guerra fría, tal como se ha concebido en el modelo PARSONS-PARETO hasta


la caída del modelo soviético desde 1989 en adelante. Salvo factores de este
tipo, resulta difícil justificar tanto aquel desinterés como aquella indiferencia
política, ya que son elementos antidemocráticos que sólo marginalmente pueden
ser soslayados por el propio sistema político en cuanto que inciden muy
directamente en su eficaz funcionamiento organizativo.

En este sentido, la dominación oligárquica establecida en las cúspides de los


distintos partidos políticos no puede significar omisión de los problemas políticos y
socio-económicos que tiene planteado el propio sistema político. En todo caso,
debe forzar a que se replantee la cuestión de la participación política, en cuanto
es fundamental para la propia estabilidad del sistema político mismo. Por tanto, si
la participación política constituye un elemento esencial al propio sistema político,
es obvio, por su parte, que éste no puede descuidarlo (BACHRACH, 1973:
passim). Y previendo este hecho, es por lo que el mismo sistema político tiene
que desarrollarse de forma que tanto el factor electoral como el factor partidista se
encuentren integrados respondiendo así a sus necesidades socio-políticas de
toda índole.

Por ende, operando desde el trasfondo del sistema político, el marco global del
partidismo político viene delimitado por los siguiente puntos: 1) las elecciones no
pueden ser no-libres, al margen de cuál sea su resultado, ya que sólo así se
puede asegurar la participación política y garantizar la legitimidad; 2) la existencia
efectiva de alternativa política y de alternancia partidista es lo que produce y
garantiza la función de gobierno responsable; y 3) el partidismo político, aún
siendo la condición de los dos puntos anteriores, no puede ser sino una forma
entre otras aunque importante, de expresar los intereses políticos, puesto que por
intereses políticos no se puede entender exclusivamente lo político concebido al
margen de todo lo social (SCHUMPETER, 1968: 210 ss.), tal como ocurriría si no
se salvase el escollo parsoniano, esto es, si consideráramos la política como un
subsistema del sistema social.

A este respecto, hay que tener en cuenta que estos intereses políticos, si
salvamos el citado escollo y lo entendemos con la complejidad planteada por
EASTON hemos de advertir, a su vez, que por intereses políticos no hay que
entender sólo intereses puramente políticos de acceso y distribución del poder. Al
ser la ciencia social, como se dijo, un ámbito global de campos interdependientes
entre sí (WILDAVSKY, 1959: 308 ss.), no es posible proyectar, more
geometricum, en un plano el eje de coordenadas empírico de lo político –que es lo

92
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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

que justificaría la concepción positivista del partido político en su mera búsqueda


de cargos públicos-, sino que se hace necesario enfatizar la función de gobierno
como gobierno responsable, implicado el acto de dirección y de orientación
política, intentando programáticamente el reconocimiento del statu quo o su
modificación. Este es un hecho que no puede soslayarse en la función de
expresión ni, mucho menos, ocultarse tras el velo de la ambición oligárquica, de la
voluntad de poder sin más, ya que el positivismo científico que ello lleva
aparejado no puede justificarse sino por pura ingenuidad científica como, por
ejemplo, concibiendo la política, frente al presunto carácter redentor del
comunismo anclado en la autoconciencia del sovietismo (SCHUMPETER, 1968:
494 ss.), como un acto que se expresa meramente a partir de los propios
intereses redentores, como queriendo legitimar la existencia de estos mismos
intereses aun a costa de deslegitimar a las propias instituciones político-estatales.
Estas, cayendo bajo la férula de la dominación partidista en su acceso a cargos
públicos como simple expresión de sus intereses políticos, reflejan la posible
inutilidad de aquellas instituciones en cuanto pueden ser sólo instrumentos de
poder para preservar la dominación oligárquica stricto sensu.
Naturalmente, esto no significa que los partidos políticos, ejerciendo o no una
dominación oligárquica, pierdan de vista el acceso prebendario (winner-take-all) a
los cargos públicos (spoils system), pero sí que ello es insuficiente para justificar
su función en el terreno institucional estatal.

Desde este punto de vista, la posibilidad de considerar a los partidos políticos bajo
la óptica del liberalismo como partidos que esperan alcanzar un gobierno
responsable en la defensa de los intereses de clase –como partidos burgueses-,
es un tratamiento igualmente ingenuo. Por tanto, no se puede perder de vista la
propia especificidad del capitalismo, esto es, la profunda inherencia del
proletariado, de la clase trabajadora, para el propio desarrollo de la economía
burguesa o capitalista, que es por su parte lo que fuerza a la admisión legal de los
partidos políticos obreros bajo la etiqueta de socialistas; asimismo, hay que
valorar la ampliación del derecho de sufragio hasta el sufragio universal como
condición efectiva para la estabilidad de las propias instituciones estatales y para
la legitimidad del sistema político. De otra manera, no habría solución al conflicto
social, siendo todo esto la base del Estado de bienestar, que debe tener como
referencia obligada la idea de solidaridad (LUHMANN, 1993: 31 ss.).
Teniendo en cuenta este marco global acerca del partidismo político, vamos
seguidamente a establecer un análisis de la perspectiva histórica del partidismo
político para abordar ulteriormente los modelos de partidos políticos en su aspecto
general.

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2. ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.


Históricamente los Partidos Políticos devienen de los grupos de notables –
Burgueses – intelectuales que habían decidido intervenir en política. Estos
grupos operaban de dos maneras: cuando tenían el candidato adecuado
buscaban el auspicio de celebridades, elementos influyentes y sectores
significativos de la comunidad y, cuando contaban con el auspicio, el respaldo y
apoyo, buscaban el candidato adecuado es decir al “Mejor Hombre”.
Una definición de partido político, debe contener los siguientes puntos:
- Una Organización bien establecida y articulada que mantenga relaciones
regulares y variadas.
- Una Organización duradera, es decir aquella cuya esperanza de vida política,
sea superior a la de sus dirigentes.
- La voluntad deliberada de asumir y ejercer el poder, solos o en alianzas, y no
simplemente de influir en él.
- Buscar apoyo popular, sea por elecciones u otros medios.

Michels, en su obra “Los Partidos Políticos” conviene en que estas organizaciones


“generan natural e indefectiblemente, una oligarquía burocrática, caracterizada
por la existencia en la cumbre de la organización, de un círculo interior – cerrado
– dirigentes profesionales, prácticamente inconmovibles que controlan toda
promoción, toman su interés de dirigentes por el interés general de los que dirigen
y difunden la perpetuidad de la organización con sus fines, su razón de ser. Este
poder exorbitante se funde en un monopolio de la información y en la habilidad
política de profesionales frente a amateurs; en la voluntad de los mismos de ser
dirigidos firmemente, en la veneración de las masas por los líderes.”
La existencia de un planteamiento ideológico, ayuda a la consolidación de la
institución denominada Partido. Considerándose a la ideología como la parte de
las ciencias filosóficas, que trata del origen de las ideas, es pues un sistema
coherente que explica, justifica o expresa las actitudes del hombre en el mundo
en que vive. La ideología define una perspectiva sobre el mundo.
Por naturaleza, el partido es un grupo social que actúa para influir en el poder y, si
es posible para conquistarlo. El partido suele ofrecer una particular perspectiva de
la historia, un punto de vista sobre el futuro de la sociedad, una concepción sobre
el rol que le compete a cada elemento que constituye parte de esa sociedad. Los
individuos asumen el trabajo político con una orientación definida. El partido
aglutina, agrupa, reúne a todos aquellos que conciben el mundo desde una
perspectiva similar, que aspiran a un cierto modelo final y que convienen en un
determinado tipo de trabajo.

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2.1. CONFIRMACIÓN Y ESTRUCTURA DE LOS PARTIDOS.

2.1.1. LOS PARTIDOS Y SU CLIENTELA


Tal como Samuel J. Elderseveld ha señalado, los partidos políticos
difieren de otras formaciones o grupos sociales por sus "propiedades
estructurales primordiales". En particular, un partido democrático es un
sistema de acción especializado cuyo objetivo es la ocupación de cargos
en el gobierno, una relación competitiva electoral con organizaciones
similares y una pauta especial de apoyo público y de estrategias de
adaptación. Los partidos se orientan hacia una clientela de electores
actuales o potenciales aunque la presencia de un electorado "flotante"
sustancial puede variar según el sistema. El Partido y su clientela, e
incluso sus miembros, en cierto sentido se utilizan mutuamente en
beneficio de todos; esto contribuye al carácter abierto y multifaccionario
de la mayor parte de los partidos. Por otra parte, algunos partidos muy
unidos, como los totalitarios de izquierda o de derecha, suprimen las
banderías.

2.1.2. AGREGACIÓN DE INTERESES


Los partidos también están unidos por "subcoaliciones" a los intereses
socioeconómicos que buscan reconocimiento político si no control. Esto
los relaciona estrechamente con la función de la articulación de intereses
así como la agregación de intereses (Almond y Coloman). Generalmente
los intereses se articulan con anterioridad o para el propósito de
vincularse con la política a través de un partido. Les conviene buscar
expresión e influencia a través de uno o, incluso, varios partidos. Al
partido por su lado, le conviene formar una gran alianza; o agregación de
tales subcoaliciones, y preferiblemente una alianza que le asegura una
mayoría en los cuerpos representativos. Si no alcanza esa mayoría no
podrá tener el control político. Una alianza que le ofrezca mucho más de
la mayoría, por otra parte, podría comprometerlo con demasiados socios
todos los cuales esperarían resultados de alguna clase. La agregación de
diferentes subcoaliciones en un mismo partido requiere una considerable
capacidad de organización y bastante esfuerzo. Sus intereses suelen
oponerse y deben reconciliarse también con los objetivos comunes del
partido. Las tensiones interiores resultantes deben ser cuidadosamente
manejadas por la dirección del partido que tiene conocimiento de cómo
satisfacer las demandas de los grupos a cambio de su dedicación a la
causa.

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2.1.3. ORGANIZACIÓN JERÁRQUICA


Al igual que muchos autores desde Robert Michele, Eldersveld también
hace hincapié en la estructura jerárquica de los partidos políticos que
combina pautas de "deferencia descendente" que van hasta la base de
mando centralizado. La propia dirección puede ser reclutada en fuentes o
carreras muy numerosas y diversas o convertirse en una camarilla
cerrada y oligárquica tal como Michels ha descrito. Sea como fuere e
independientemente de las pautas de deferencia descendente, incluso
los partidos más democráticos suelen estar dominados por los criterios
de la dirección en materia de política más que la iniciativa de los
miembros ordinarios. Este hincapié en la dirección deriva evidentemente
del carácter competitivo de los partidos y difiere considerablemente del
que suele esperarse de la dirección gubernamental. Cuando los
dirigentes del partido se convierten en dirigentes del gobierno deben, por
lo tanto, sufrir un gran cambio en su conducta y actitud puesto que sirven
a un nuevo electorado: el público.

2.1.4. TIPOS ESTRUCTURALES DE PARTIDOS


Algunos autores como Maurice Duverger y Sigmund Neumann han
indicado la conveniencia de clasificar a los partidos políticos según su
estructura o tipo. Duverger propuso distinciones estructurales basadas en
el carácter del personal del partido, tales como entre partidos de cuadro y
partidos de masas y entre los miembros directos e indirectos (de la
organización). Generalmente los partidos de masas tienen también
miembros directos mientras que los partidos de cuadro, como los de
Estados Unidos, no tienen personal formal. Los partidos indirectos, como
los de la Gran Bretaña, se apoyan en comités electorales, parecidos a
cuadros, escogidos por organizaciones constituyentes que realmente
pueden proporcionarles una base de masas. Duverger también hizo hin-
capié en las diferentes estructuras locales o tipos distintivos de los
partidos europeos. El tipo junta, comité electoral compuesto de figuras
principales, es característico de los más antiguos partidos europeos
liberales, conservadores o radicales. En realidad, éstos son también los
que Neumann llamó "partidos de representación individual" que son
pautas típicas de participación popular muy limitada y que no va mucho
más allá del acto de votar. Entre las elecciones, la organización electoral
desaparece y el representante electo puede gozar su "libre mandato" y
decidir de acuerdo, únicamente, con su conciencia. Aunque la idea del
libre mandato puede estar bien arraigada en las teorías occidentales del

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gobierno representativo, es evidente que sufrió un gran menoscabo con


la aparición de las camarillas de cabilderos de la disciplina de partido en
las legislaturas.

El segundo tipo de estructura local que Duverger menciona es la sección,


una asamblea local y club de debates de considerable tamaño que se
reúne con frecuencia. Típicos partidos de sección fueron los socialistas
del contingente europeo antes de que de ellos derivarán los "partidos
inclusivos" o "populares". Estos son los que Neumann llamó "de
integración social", partidos de masas unidas por la trama social de
asociaciones auxiliares, incluídos la atención a los hijos de los trabajado-
res, las organizaciones juveniles, los clubes recreativos, culturales y
educativos, los sindicatos, etc., que literalmente rodeaban a los miembros
por todas partes y durante toda su vida. Naturalmente, esta subcultura
política también los aislaba mucho de la sociedad no socialista lo cual
reforzaba su estereotipo ideológico "del sistema". Algunos partidos católi-
cos e incluso conservadores y agrarios evolucionarios en la misma
dirección. Los tipos tercero y cuarto de estructura local que Duverger
señala, la pequeña y a menudo clandestina célula de fábrica o célula de
área y la milicia del partido han caracterizado a los movimientos fascistas
y comunistas, especialmente en las décadas de 1920 y 1930. Por lo
general, cada una de ellas está relacionada con el partido superior
inmediato sólo por lazos verticales lo que permite la práctica del centralis-
mo democrático en las estructuras comunistas y del principio de dirección
en las estructuras fascistas. El grado de centralismo, disciplina y fuerza
de articulación" de todo el partido también brinda distinciones significa-
tivas. Neumann caracteriza la intensa vida de las células y milicias como
una "integración total" a diferencia da "integración democrática", para
relacionar la militancia y el utopismo ideológico de la lucha por el poder
de éstos partidos con la dictadura totalitaria que suelen establecer una
vez que la alcanzan.

Otros criterios para clasificar los partidos políticos han sido aceptados
desde hace mucho tiempo en esta disciplina. Huelga decir que es posible
clasificar los partidos de acuerdo con sus programas ideológicos, o con
su culto de pragmatismo o de la dirección. A menudo se establece, tam-
bién, una distinción entre los partidos que defienden el statu quo (o que
tratan de restaurar el anterior) y los partidos reformistas y revolucionarios.

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Esta última distinción en las democracias constitucionales utiliza con


frecuencia el término "partidos constitucionales" (partidos dispuestos a
aceptar al gobierno constitucional prevaleciente, incluidas las reglas para
el cambio constitucional) a diferencia de los partidos que se oponen a la
constitución o que no están dispuestos a aceptar su autoridad legítima.

2.1.5. SISTEMAS DE UN SÓLO PARTIDO


Estos sistemas no son fáciles de definir. La literatura tradicional ha
tendido a excluir de la definición, automáticamente, a esos partidos en
cuanto cesa la competencia. Sigmund Neumann, por ejemplo, ha
afirmado que: "El sistema de un sólo partido es una contradicción en sí
mismo". A juicio, la competencia no puede excluirse al definir un partido
político como "la organización articulada de los agentes políticos activos
de la sociedad, quienes se ocupan del control del poder gubernamental y
compiten por el apoyo popular con otro grupo, o grupos que tienen
distintas opiniones". Neumann y otros se interesaban en el fenómeno de
las dictaduras de un partido que surgieron en el período entre las dos
guerras mundiales.

Cada vez que un partido totalitario fascista o comunista se adueñaba del


poder y eliminaba a todos los demás partidos de un sistema determinado,
podía verdaderamente decirse que el carácter básico de la organización
había sufrido un cambio drástico. En muchos casos el hecho de asumir
funciones totalmente nuevas que hasta entonces estaban reservadas a la
policía, el ejercicio o la administración, indicaba que su básica raison
dietre había cambiado al lograr el monopolio del poder.

El interés de los especialistas en Ciencias Políticas por las naciones en


desarrollo así como por las primeras fases de la formación de los países
más viejos, centró nuevamente la atención en el parti unique ya que la
mayoría de los sistemas en desarrollo parecían haber empezado con un
solo partido, generalmente una especie de movimiento nacionalista o de
independencia.

Estos sistemas de un partido de los países en desarrollo pueden no ser


competitivos pero no son forzosamente dictatoriales y es posible que se
dividen en facciones Oportunamente, el movimiento nacionalista quizá se
divida en dos y la competencia política aparece mucho después de la
primera organización semejante a un partido.

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Esa es la razón de que quienes estudian los partidos políticos africanos,


por ejemplo, evitan relacionar su definición de los partidos con la
competencia James S. Coloman y Carl Rosberg, por ejemplo, los definen
como "asociaciones formalmente organizadas con el propósito explícito y
declarado de adquirir y/o mantener el control legal, bien sea solos o en
coalición o competencia electoral con otras asociaciones similares, sobre
el personal y la policía del gobierno de un estado soberano real o futuro".
En otras palabras incluso los partidos únicos son aceptados como
partidos si cumplen ciertas funciones sociales que normalmente se
adescriben a los partidos políticos.

2.2. FINES Y ACTIVIDADES DE LOS PARTIDOS.

2.2.1. FINES
1. Reclutamiento y selección del personal directivo para los diversos
cargos gubernativos.
2. Generación de programas y políticas de gobierno.
3. Coordinación y control de los órganos de gobierno.
4. Integración social mediante la satisfacción y reconciliación de las
demandas de los grupos o por la generación de un sistema común
de creencias o ideología.
5. Integración social de los individuos mediante la movilización de la
ayuda y la socialización política.
6. Contraorganización de oposición o subversión.

2.2.2. ACTIVIDADES DE LOS PARTIDOS POLITICOS

A. PAPEL DE LOS PARTIDOS EN LAS ELECCIONES


Un aspecto relacionado de la selección de candidatos en los sistemas
competitivos, es también, el esfuerzo organizado para lograr que sean
elegidos y reelegidos. En realidad, hay muchas pruebas de que los
partidos modernos deben en gran parte su existencia a la necesidad
de representantes parlamentarios elegidos para crear comités
electorales o una organización netamente nacional para asegurar su
reelección. Por lo menos este fue el origen de las organizaciones
permanentes de los partidos en Inglaterra y en otros lugares al
ampliarse el sufragio.

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B. GENERACIÓN DE PROGRAMAS Y POLÍTICAS


La segunda función básica que generalmente se atribuye a los
partidos es la generación de programas y políticas. Algunos partidos
pueden variar mucho en lo que respecta al grado de compromiso
ideológico o de pragmatismo que tienen. En realidad, el que un partido
determinado sea considerado como muy ideológico o muy pragmático
dependen más bien del criterio del observador.

Si un partido se acerca a nuestras propias opiniones sobre


determinadas políticas nos parecerá más pragmático al abordar
cuestiones concretas. Si está bastante lejos de nuestro propio criterio,
nos parecerá más estrechamente ideológico en sus pautas. Sin
embargo, algunos partidos sumamente ideológicos se caracterizan por
su hincapié en fórmulas verbales coherentes y complejas para toda
clase de políticas. Para ellos la ideología es un medio de organización
y disciplina así como una cuestión de convicción. Por ejemplo, para el
miembro individual de un partido, comunista o fascista, la ideología
constituye a menudo al mundo de significado real, un hogar espiritual
alejado de aquel enajenado que ocupa en la sociedad que la rodea.
Un partido pragmático, por el contrario, vive en un medio caracterizado
por el consenso básico por plural que sea.

C. PROGRAMAS Y POLÍTICAS DEL PARTIDO


En cualquier caso, incluso el partido más pragmático tiene que
desarrollar una respuesta más o menos coherente al reto constante
que supone la determinación de una política. Si está en la oposición,
muestra un punto de vista propio al criticar a quienes están en el
poder. Generalmente, en la competencia electoral tiene que mostrar
un programa de políticas alternativas para atraer a los electores. En
realidad, hay muchos sistemas oligárquicos de determinación de la
política en la que ésta sólo se decide en la cumbre o en donde su
elaboración, atañe principalmente a los organismos del gobierno y a
los grupos de presión más que a los electores que son miembros
ordinarios de un partido. Pero incluso en los sistemas de un sólo
partido suele haber cierta competencia interior entre los intereses a las
facciones organizadas informalmente alrededor de propias alternativas
de política.

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Cuando un partido de distinto programa llega al poder, ese programa


suele servir para orientar a los numerosos individuos que ocupan
cargos en los cuerpos legislativos, ejecutivos o en los gobiernos
regionales o locales en lo que respecta a los objetivos comunes. Como
las ideologías políticas y los programas electorales de los partidos más
allá de las volubles fórmulas verbales son bastante vagos, el programa
del partido en el poder suele ser modificado considerablemente al
ejecutar las políticas día tras día. Los seguidores ven lo que "su
partido" lleva a cabo y se identifican con él, independientemente de los
detalles del programa. En otras palabras: la idea unificadora del
programa en la mente de los adictos al régimen se convierte en su
percepción de lo que el partido en el poder realiza.

Naturalmente, la percepción de los regidores y opositores está teñida


por sus respectivas ideologías. Pero el hecho es que no se aferran
tanto a éstas como a sus dirigentes en el poder. Tienden a identificar el
gobierno existente, en el historial del partido, con su propia adhesión u
oposición al partido en el poder.

2.2.3. MODELOS DE PARTIDOS Y PERSPECTIVA ACTUAL


Estos supuestos ayudan a superar, porque lo explican, el aparente
cinismo que envuelve al pensamiento de DOWNS sobre los partidos
políticos, allí donde los concibe en su condición de maximizadores de
votos en su esfuerzo por lograr el poder, teniendo en cuenta que éste
no se logra nunca a partir del óptimo de PARETO. Debido a esto, se
pueden hacer promesas que como es lógico no tienen por qué
cumplirse una vez que se ha obtenido el fin: el poder. Este aparente
cinismo –o maquiavelismo partidista actual-, que sólo es un efecto
perverso derivado de los caracteres concretos de un periodo histórico –
el que lleva desde el liberalismo, a través del desenvolvimiento del
nacionalismo, hasta la consolidación de la república democrática, o en
su defecto a la democracia representativa, que se hace patente en toda
su crudeza durante el proceso que va desde 1919 con la firma del
Tratado de Versalles hasta la caída del muro de Berlín (9-XI-1989), y
que en virtud de los acuerdos de Yalta y Potsdam (1945) racionalizan el
statu quo de los bloques militares-, nos permite no obstante entender
que sus razones no son algo ficticio ni baladi, pues responden
exactamente a hechos incontrovertibles, fundamentalmente el que
hace referencia a la pérdida de orientación y rumbo ante la complejidad

101
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

del problema social, en función precisamente de la arrogante e insólita


posición que se infiere de que una parte –pequeña o grande, es
indiferente- se tome el privilegio de decidir qué sea lo bueno o lo mejor
para los demás, y genere en consecuencia la escisión y el desgarro
entre la élite u oligarquía y las masas.

Dado que el sovietismo se encuentra en la necesidad de actuar así, por


reflejo reactivo también la sociedad occidental o no-soviética debe
actuar del mismo modo, y es aquí donde tiene lugar el despliegue
global de aquella perversidad, generadora del cinismo, en cuanto que
los partidos políticos de las sociedades occidentales tanto por temor a
la infiltración soviética como, velis nolis, por justificación añadida para
la conservación y abuso del poder se ven obligados a operar como
maximizadores de votos, en un esfuerzo por perdurar en el poder todo
el tiempo posible y empleando el cinismo en toda su extensión:
promesas incumplidas, sesgo en las informaciones, mediocridad
cultural, etc., que son características específicas propias del periodo
analizado.

Supuesta la extinción de este periodo, la readaptación política tiene


que empezar a producirse, a pesar del intento lógico de retardamiento
que es previsible por la conservación del poder y de sus privilegios por
parte de las élites oligárquicas, y por parte de las masas, debido a la
inercia de su indiferencia y desinterés.

En este sentido, el cinismo downsiano, que tanta perplejidad causa al


lector de su obra y que se refleja en el capítulo final de SARTORI,
resulta de difícil solución para éste, pese a que empleando un eje de
coordenadas cartesiano, intenta delimitar espacios complejos que
permitan integrar los cleavages sociales que intersectan al campo
político. Pues DOWNS no opera, como interpreta SARTORI, sólo con
el bipartidismo, sino con el bipartidismo a partir de la bipolaridad como
categoría central, que es lo que subsiste en la formulación económica
de HOTELLING, y esto se pone de relieve con mayor enjundia si cabe,
en el hecho singular de tener que forzar la creación de espacios
complejos como única alternativa para poder convertir al campo
científico de la política en el contrapunto redentor del campo científico
de la economía en general y del pensamiento soviético en particular,
cuando esto es un hecho que ya el propio D. TRUMAN había revelado

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

con toda claridad, modificando profundamente el punto de vista de A.


BENTLEY y sobre el pluralismo grupal, al señalar que”... toda
concepción del proceso político debe tener en cuenta las efectivas
diferencias individuales que separan a los hombres... (e) integrarse en
el sistema de relaciones que llamamos Estado...” (TRUMAN, 1960:
262). Ello, como ya se advirtió, no tiene necesariamente que significar
que la ciencia política sea la panacea redentora, sino que al contrario
debe poner de relieve que semejante integración no es algo que se
pueda hacer sólo contemplando sus márgenes y omitiendo sus límites,
que existen y son esenciales para evitar una desvirtuación de su
genuino contenido científico.

Naturalmente, cobrar consciencia de estos límites inherentes a la


ciencia política es, como se dijo, fundamental no sólo para entender la
función que desarrollan los grupos de presión o grupos de interés, a
saber, sindicatos, Iglesia, ejército, organizaciones financieras, etc., sino
asimismo los movimientos sociales de toda índole, como por ejemplo,
los ecologistas, asociaciones a favor de la paz, etc. que cumplen unas
funciones esenciales como canalizadores de múltiples intereses,
independientemente de que no siempre logren imponer sus objetivos o
fines, debido precisamente a los límites que envuelven al campo
científico-político o, cuando menos, a cada sistema político en
concreto.

La existencia completamente funcional de este aspecto plurigrupal,


cuya integración política deviene compleja debido a los propios límites
de la misma ciencia política, es lo que induce a R. Dahl a concebir los
sistemas políticos actuales como poliarquías (palabra compuesta,
derivada de -autoridad, dominio-), reflejándose así la intrínseca
complejidad del problema científico-político actual, allí donde nos
advierte de la falacia de la concepción de la política como algo válido in
aeternum, más allá de su aspecto meramente formal. Todo contenido
material de la misma –como dinámica de su sistema político-
transciende enteramente toda racionalización científica del propio
campo, debido a la interdependencia que hay que establecer con los
demás campos que integran el ámbito general de la ciencia social.

103
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Con el trasfondo de la poliarquía dahliana podemos proceder a advertir


que todo el fundamento bipolar presenta una inconsistencia científica si
no se concibe bajo el límite de la representación o bajo el
condicionamiento de fraccionalidad que es justamente, lo que nos
permite remontar el cínico laberinto bipolar bipartidista de A. DOWNS –
entendiéndolo en su funcionalidad histórica- a la vez que atisbar la
fragilidad de las taxomanías neobaconistas –allí donde la paradoja del
tercio excluso (A no puede ser A y no-A al mismo tiempo) (SARTORI,
1980: 346) no tiene otra vigencia que la meramente formal-. Ahora
bien, que esta vigencia sea meramente formal no quiere decir que no
se puedan elaborar fundadamente clasificaciones susceptibles de
tipologizar. Sobre todo, si no se pierde de vista la necesidad de que
cuando se establezca una tipología se prevea asimismo su propio
límite o por el contrario, se la investigue correlativamente con sus
distintas posibilidades de clasificación y se la deduzca con todas las
reservas previsibles. De este modo, la economización que política y
socialmente representa el bipartidismo aparece entonces al resguardo
de cualquier desautorización que pueda impedir una diversidad de
expresión de intereses. Pues, todo esto no es sino la consecuencia de
expandir reactivamente –como contrapunto redentor de la conciencia
occidental frente al mágico economicismo soviético- el campo de la
política y de sus soluciones operativas a toda la vida social en general,
subtendida en la democracia partidista y en la representación
proporcional pura.

La justificación sotto voce de este último proceso se puede observar


cuando se procede a examinar la evolución de los modelos de partidos
políticos que se han ido proponiendo desde la mitad del siglo XIX hasta
la época actual. En líneas generales, suele fijarse en el año de 1848 el
genuino inicio de los partidos políticos, correlativamente con la
insurrección revolucionaria que se produce en gran parte de la Europa
continental, de la que dan cuenta en sus escritos, entre otos, tanto
MARX como el mismo TOCQUEVILLE. Ya que, con el desarrollo de la
conciencia proletaria impuesta por el desarrollo capitalista tras el
paulatino control que la burguesía va adquiriendo del poder político
después de desplazar, tras la emblemática revolución de 1789 en
Francia, a la aristocracia de los centros neurálgicos de dominio, se
justifica la pertinencia de la existencia de los partidos políticos en
cuanto responden a realidades efectivas: la necesidad de crear un

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

marco de convivencia para intereses divergentes, que sin embargo no


pueden dejar de converger. Y que es lo que plantea la importancia de
una profundización democrática de la angosta estructura política del
Estado liberal que, basado en el sufragio censitario y en un
parlamentarismo radical que pusiera freno a la omnipotencia de la
Monarquía absoluta, resultaba ya una forma organizativa incongruente
para poder integrar los problemas que planteaba la sociedad de masas
y los inicios de la industrialización, tal como se puede percibir en el
cuadro siguiente que s ilustrativo en relación con todo esto.

Naturalmente, esta profundización era inevitable que sucediera no sólo


tras la creación, sino incluso la legalización e integración estatal de los
partidos políticos en el mismo marco democrático, lo que alteraba la
endeble cobertura social sobre la que se había edificado el Estado
liberal, que por la irrupción de las masas en la vida socio-política se
tornaba inconsistente e inelástico. La integración partidista en el Estado
democrático es sin embargo algo que se lleva a cabo de forma
paulatinamente paralelamente en el planteamiento teórico de la
cuestión, ya que no será hasta 1903 cuando, a partir de la publicación
de la obra del ruso M. OSTROGORSKI (1854-1919), La Democracia y
la Organización de los Partidos Políticos, se empiece a tomar
conciencia del fenómeno partidista en su sentido estricto, en la medida
en que la crítica marxista a la democracia representativa y el fenómeno
del partidismo político no constituye sino un arcano anclado en la razón
ilustrada, pues la posibilidad de que el proletariado, como actor socio-
político colectivo pueda a través de la dictadura del proletariado edificar
el socialismo no deja de ser un simple desideratum y sin que de ello se
infiera ausencia de orientación real en el pensamiento de MARX. Pues
como es lógico, el problema aquí no estriba en que MARX carezca de
razón, sino en cuáles son los senderos por los que ha de discurrir una
evolución que no se puede concebir con la simplicidad de la
unilinealidad, sino cobrando pena conciencia de la realidad, siempre
mucho más lábil y curvilínea de lo que en principio se puede suponer,
como consecuencia derivada del propio fundamento representativo del
conocimiento científico-social, y por lo mismo del científico-político.

La razón de esta toma de conciencia se debe fundamentalmente a la


parábola que construye el mismo OSTROGORSKI, en cuanto que, sin
de un lado, viendo el impacto extraño que la democratización, a través

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

del partidismo, produce en sociedades tan ordenadas como la inglesa


del siglo XVIII –con las reformas de 1832, 1867 y 1885, previas al
reconocimiento del sufragio universal y a la entrada en liza del
laborismo- y en la estadounidense durante la evolución del siglo XIX –
con las disputas entre el Norte y el Sur, con el trasfondo del federalismo
y los problemas de estabilización política derivados de la corrupción del
dominio republicano a principios del siglo X- se ve obligado, por otro
lado, a estimar que el partidismo es un mal a desechar.

El intento de buscar soluciones al problema como por ejemplo, el


establecimiento de un sufragio restringido referido mucho más al mérito
que a la renta, acompañado de la sustitución de los partidos políticos
por organizaciones ad hoc; es decir, grupos especializados en temas
concretos –análogos a los grupos de presión o a asociaciones
voluntarias- que se constituyan en canalizadores de los intereses, pero
que inmediatamente se disuelvan tras la consecución de su fin, no
refleja en realidad otra cosa sino una percepción del fenómeno social
enteramente alterado en función de no poder asumir las
transformaciones sociales de toda índole que la democratización trae
aparejadas consigo misma, sobre todo el problema de la sociedad de
masas que constituye un auténtico laberinto para el fundamento de la
filosofía liberal, que es el trasfondo del pensamiento político de
OSTROGORSKI (1979: 37ss.).

Es así como OSTROGORSKI advierte, respecto a la dirección de los


caucus –comités de dirigentes de los partidos- que los partidos políticos
no son más que un mero instrumento de dominación de élites
escondidas detrás de programas ómnibus (OSTROGORSKI, 1979:
209 ss.), programas que ofrecen soluciones universales, que nunca se
realizan y que alteran sustancialmente la conexión que el liberalismo
había establecido con la vida social, ya que el gobierno de partidos que
la democratización trae consigo no es de suyo más que una falacia en
cuanto que son los dirigentes los que controlan todo y ponen en
funcionamiento el party game (juego de partidos) que da la impresión
de democratización y que sin embargo, no es más que una
reproducción inconsecuente del principio de la volonté genérale de
ROUSSEAU para dar legitimidad al principio de mayoría, que por su
ambivalencia no deja de contener un cesarismo encubierto.

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La impresión de OSTROGORSKI se refuerza cuando R. MICHELS


(1876-1936) publica, en 1911, su obra Los partidos políticos. Un
estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de las democracias
modernas, en el que intenta poner de relieve que la organización es el
instrumento que utilizan las élites para dominar a las masas y que es
en función de ella como se justifica la formulación del principio
michelsiano que conocemos con el nombre de ley de hierro de la
oligarquía. Bajo los efectos de este principio y para poder
fundamentarlo, MICHELS se inscribe en el Partido Socialdemócrata
Alemán –lo cual le costará la denegación de su acceso como profesor
a la Universidad de Marburgo en 1907, a pesar de la protesta de MAX
WEBER, yendo finalmente a la Universidad de Torino, donde enseñaba
G. MOSCA- y estudia a fondo esta organización política. Su resultado
será el libro mencionado que, bajo el influjo de la teoría de la
circulación de las élites de G. MOSCA y de W. PARETO, le lleva a
poner de manifiesto las limitaciones organizativas que poseía el mayor
partido obrero del mundo para poder conseguir efectivamente sus
objetivos: la integración organizada de las masas en la vida socio-
política. La inevitable dominación oligárquica ejercida por la élite del
partido socialdemócrata contradecía su genuino funcionamiento
democrático, en claro contraste con sus radicales exclamaciones a la
democratización de la vida política, máxime cuando, tras la caída de
Bismarck y la inauguración de la Weltpolitik (Política mundial) del
Kaiser Guillermo Ii a partir de 1890, la socialdemocracia eleva
sustancialmente sus porcentajes de votos hasta llegar a convertirse en
los momentos previos a la Primera Guerra Mundial en un partido clave
en el sistema político germano (MICHELS, 1983, 2 v.: 153 ss.).
Se supone, dada la relación de MICHELS con WEBER, que éste pudo
verse influido por aquél, ya que los escritos weberianos sobre los
partidos políticos son posteriores. Sin embargo, esto no deja de ser
una impresión inconsecuente, en cuanto que no es posible dejar de
integrar, por lo que afecta al pensamiento weberiano, sus escritos
dentro de su metodología. Esto no significa que WEBER eludiese dar
opiniones políticas, pero sí que a lo largo de sus escritos no es difícil
encontrar junto a aquellas, argumentos que puedan llegar incluso a
contradecirlas, en función básicamente del sentido que tiene la propia
fundamentación comprensiva de su pensamiento sociológico.
Desde este punto de vista, hay que inferior que la concepción
weberiana de los partidos políticos, partiendo de que él estima que son

107
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

“... nuevas formaciones... hijas de la democracia, del sufragio universal


y de la necesidad de reclutar y organizar las masas ... (y que)... son
relaciones de tipo asociativo y en una pertenencia fundada sobre
reclutamiento de forma libre...” y de que su objeto es “... asegurar el
poder a sus dirigentes en el seno de un grupo institucionalizado con el
fin de realizar un ideal u obtener ventajas materiales para sus
militantes...” (CHARLOT, 1971: 47) es pese a todo una concepción
mucho más compleja de lo que señala esta breve formulación. Pues el
propio WEBER desglosa cada uno de estos conceptos casi hasta el
milímetro para evitar convertir la comprensión del partidismo político en
un hecho científico-social y político inconsistente (WEBER, 1969: 1076
ss.). De ahí que el influjo michelsiano no deje de ser algo relativo, ya
que, independientemente de la novedad del fenómeno partidista como
tal, a partir de la estructura organizativa actual, está claro que el mismo
WEBER no magnifica en ningún caso tal realidad, sin que esto
signifique, por otro lado, que la desprecie como inconsecuente.

La valoración de los límites anejos al partidismo político es algo que


WEBER tiene bien presente en los comentarios que realiza al respecto,
sobre todo por lo que hace referencia a una intelección del partidismo
orientada exclusivamente bien por un ideal, bien por intereses
materiales, los cuales por sí mismo no representan nada si no se tiene
bien presente el efecto de la lucha de valores y fines con el trasfondo
de la distinción entre la ética de la responsabilidad y la ética de la
convicción que se abre con el proceso de secularización que genera
las condiciones para el desarrollo del capitalismo, y para la
institucionalización de la democracia moderna y de lo que no puede
sustraerse la función de gobierno.

Es aquí donde hay que plantear entonces la distinción weberiana entre


los partidos de notables (Honoratiorenparteien) y los partidos de
masas (Massenparteien). WEBER configura su tipología clásica
concibiendo estos últimos de modo ambivalente bajo el transfondo de
los de los partidos americanos, motivados por el aforismo de A.
Jackson: to the victor belong the spoils, y de la socialdemocracia
alemana (LENK, 1980: 48). Ahora bien, esta concepción del
partidismo político weberiano es una formulación que sólo responde a
medidas a la verdad, en la medida en que el propio WEBER no concibe
esta distinción partidista sino dentro de todo el cambio político-

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

constitucional y, por ende, del cambio global que sufren los países más
avanzados dentro del proceso de democratización. Sin embargo, no
plantea la posibilidad de que el gobierno de partidos se superponga
sobre el gobierno responsable, ya que es precisamente de esto de lo
que se lamenta por la ausencia de desarrollo parlamentario que tuvo el
Reichstag bajo la arrebatadora personalidad política del Canciller
Bismarck, cuyas intrigas constantes y veleidades coalicionistas
permanentes para mantenerse en el poder habían fraguado una
situación de impasse para el desarrollo de la profesionalidad de los
representación políticos.

Con este trasfondo, WEBER nos advierte acerca de la ineficacia de los


Honoratiorenparteien en cuanto que, aunque creados por el sector
burgués-liberal germano, éste no obstante dependía, a través de la
omnipotencia de Bismarck, de la estructura de poder del Junkertum
(grandes aristócratas latifundistas) prusiano, en contrapartida con los
Massenparteien que, si por su configuración organizativo-burocrática
dificultaban el desarrollo democrático interno, como bien había
planteado MICHELS, venían sin embargo a representar la orientación
de salida al impasse bismarckiano. No obstante, tampoco veía
WEBER en estos últimos ningún tipo de alternativa allí donde éstos no
entendían bien la significación de su integración en el marco estatal, en
el marco parlamentario según se produce en 1896, cuando se origina la
resolución de la Segunda Internacional –creada en 1889 tras la
disolución de la Primera Internacional en 1871 y que había sido creada
en Londres en 1864 que fuerza a la eliminación de las minorías que no
aceptasen participar parlamentariamente, dando así inicio a lo que se
ha denominado integración negativa, esto es, a la integración estatal
del partido cuando la masa se encontraba integrada a su vez sólo en el
partido.

La posición ambivalente de WEBER a este respecto ha sido hasta


cierto punto criticada, sobre todo porque se ha operado con una
interpretación simplista del fenómeno partidista en relación con su
formulación de los tipos de legitimidad; interpretación que bien mirada
desde la óptica del fundamento comprensivo de su pensamiento
sociológico es inconsecuente a todas luces y que requería un examen
más detenido.

109
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

MIRO QUESADA RADA, F. Introducción a la Ciencia Política. Parte Especial.


Leer Caps. VI, VII, VIII y IX.
Evolución, desarrollo y crisis del sistema de Partidos. Leer todo.
ANDRADE SANCHEZ, E. Ob. cit. Leer Cap IV.
SILVA SANTISTEBAN, L Ob. cit. Leer Cap VI.

LOS PARTIDOS POLÍTICOS II

1. ORDENAMIENTO LEGAL DEL PARTIDO POLÍTICO.

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL PERÚ. Artículo 35°. Los ciudadanos pueden


ejercer sus derechos individualmente o a través de organizaciones políticas
como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones
concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular. Su inscripción
en el registro correspondiente les concede personalidad jurídica.

La ley establece normas orientadas a asegurar el funcionamiento democrático


de los partidos políticos, y la transparencia en cuanto al origen de sus recursos
económicos y el acceso gratuito a los medios de comunicación social de
propiedad del Estado en forma proporcional al último resultado electoral
general.

NUEVA LEY DE PARTIDOS POLÍTICOS:


Ley 28094: Ley de Partidos Políticos
Sólo los partidos podrían participar en las elecciones nacionales, mientras que
los movimientos lo harían solamente en las regionales y locales y las
organizaciones solamente en las locales. Dice el Art. 17: “En las elecciones
regionales o municipales pueden participar los movimientos. En las elecciones
municipales pueden participar las organizaciones políticas de alcance local”.
Ciertamente, no señala expresamente que los movimientos regionales u
organizaciones locales no puedan participar también en las elecciones
nacionales, pero el texto claramente apunta en ese sentido.

110
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El segundo, que las organizaciones políticas locales sólo existen para fines de
los procesos electorales y su reconocimiento legal se cancela al terminar el
respectivo proceso electoral. En efecto, el mismo Art. 17 dice: “En el caso de las
organizaciones políticas locales, concluido el proceso electoral se procede a la
cancelación de oficio del registro respectivo”. En el otro extremo, se mantiene
automáticamente el registro de los partidos que consigan 5% o más de los
sufragios, o al menos una representación parlamentaria. No se especifica en qué
condiciones se mantiene o se revoca el registro de los movimientos regionales.

El tercero, que sólo los partidos pueden tener acceso al “financiamiento público
directo” pues el artículo 28 recientemente aprobado establece que “Solo los
partidos políticos que obtienen representación en el Congreso reciben del
Estado financiamiento público directo”.
En suma, la nueva ley aprobada no contempla la existencia partidos regionales
que puedan presentar candidatos a las elecciones congresales y presidenciales
ni –en consecuencia- recibir financiamiento público, quedando en la ambigüedad
en que condiciones pierden o mantienen su registro.
La pregunta ahora es si el ejecutivo dará luz verde a esta ley. De un lado, la ley
cuenta con el apoyo de los partidos los partidos “nacionales” presentes en el
Congreso, incluyendo a sus dirigentes regionales (ver entrevista a Miguel Reyes,
Presidente de la Región Amazonas de las filas del APRA). Dentro, cuenta con la
oposición de congresistas del propio partido de gobierno (ver entrevista a Walter
Alejos de Perú Posible) y –como era de esperarse- de líderes políticos
regionales (ver entrevista a Yehude Simon, Presidente de la Región
Lambayeque y lider del Partido Humanista).

2. SISTEMA DE PARTIDOS.
Por lo general, la mayoría de los científicos políticos coinciden en afirmar que a un
determinado tipo de régimen político corresponde una forma específica de sistema
partidario. De esta manera, se afirma que en los regímenes totalitarios hay partidos
únicos y que en los regímenes democráticos se han establecido sistemas
bipartidistas y multipartidistas.

Esta afirmación es cierta pero sólo en parte, porque en los regímenes políticos
encontramos una serie de variantes en relación a los sistemas de partidos. Por
ejemplo, en los regímenes socialistas, además del unipartidismo, existe el sistema
denominado de "partidos hegemónicos ideológicos", que es una característica de
algunas democracias populares, como Polonia y la República Democrática
Alemana (RDA).

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El "partido hegemónico ideológico", tal como su nombre lo indica, es un partido que


tiene el control del Estado y del gobierno, pero que permite la existencia de otros
partidos; los mismos que pueden participar en la vida política, pero dentro de
fuertes limitaciones legales y de acuerdo a ciertas reglas de juego establecidas por
el partido hegemónico. En este sistema, los demás partidos actúan en la perifería
del partido principal, es decir, como "partidos de segunda", tal como indica Sartori.
Estos "partidos de segunda", no compiten con el partido hegemónico en pie de
igualdad; pero tienen, aunque muy reducidamente, alguna presencia en la
estructura formal del Estado. Están permitidos siempre y cuando no alternen las
reglas de juego fijadas por el partido hegemónico y no pongan en tela de juicio la
ideología dominante en la sociedad.

Según La Palombara y Weiner, el partido hegemónico deja de ser expresión de un


sistema monopartidista y funciona en un sistema "unipartidista Pluralista". En este
caso, se trata de la presencia de un partido hegemónico fuertemente autoritario,
que también tiene el control del gobierno e impone ciertas reglas de juego a la
contienda partidaria; e, incluso limitaciones legales que regulan la participación en
el poder de los otros partidos, pero se diferencia de los partidos hegemónicos
ideológicos porque no impone una ideología, sino que se preocupa sólo por
mantener su status privilegiado.

Hay casos en que estos partidos hegemónicos autoritarios son pragmáticos,


porque dan más importancia a soluciones inmediatas y efectistas de los problemas
sociales que a una concepción del mundo o al ejercicio autoritario del poder.
Dentro de esta clasificación, podemos mencionar al PRI mexicano y a la antigua
"falange" española. Partidos de esta naturaleza, tanto hegemónicos ideológicos,
como hegemónicos autoritarios y pragmáticos existen en Africa, pero la tendencia
hegemónica ideológica tiene mayor presencia que la autoritaria y pragmática
Guinea, Túnez y Argelia son ejemplos-tipo.

Jean Blondel señala que hay tres sub tipos de partidos único: sistema de partido
único autoritario-radical (del tipo comunista) sistema de partido único autoritario de
centro (de tipo populista); sistema de partido único autoritario conservador (de tipo
fascista).

Para Coleman y Almond, los partidos autoritarios se subclasifican en totalitarios y


autoritarios propiamente dichos. Ambos sistemas son similares, pero se diferencian
por el grado de penetración en una sociedad. La penetración autoritaria es menos
completa e integral que la totalitaria que es más ideológica y universal.

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Por su lado, Duverger se refiere a lo que él llama partido único provisional, que se
mantiene en el poder por cierto tiempo; pero que, luego desarrolla una tendencia
hacia el pluralismo multipartidista, como sucedió en Turquía durante el gobierno de
Kemal Ataturk; y el partido político que es definitivo, como en los casos de los
países de regímenes totalitarios, de tipo stalinista y fascista; en que el partido está
ligado al Estado, o viceversa, es portador de una ideología dominante y asume la
conducción de la sociedad hacia un supuesto "destino histórico" que no puede ser
puesto en tela de juicio.

Un caso similar al explicado sobre el sistema de partido único es el de los


regímenes políticos con más de un partido como son los del sistema bipartidista,
multipartidista, dominante y ultradominante.

A nivel del sistema bipartidista, tenemos dos tipos o modelos; el bipartidismo


perfecto, en donde participan y predominan, en franca y libre competencia, dos
partidos políticos que suman alrededor del 90% del electorado. Estos partidos
predominan sobre otros partidos menores que tienen poca influencia en el
electorado.

El bipartidismo perfecto existe en los países anglosajones (Gran Bretaña, Estados


Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelandia). Se dice también que el bipartidismo
perfecto es sólo una característica de los regímenes anglosajones, pero esta
afirmación carece de base empírica, porque hubo y hay bipartidismo perfecto en
Austria y Uruguay. En este último país, el sistema se rompió por el golpe de Estado
en 1973, pero con las elecciones de 1984 se ha vuelto a restablecer.

El bipartidismo imperfecto se produce porque al lado de los dos partidos


importantes existe un tercero que, si bien no tiene mucho arraigo electoral, es
valioso para lograr la estabilidad en el parlamento y el gobierno. En este caso, uno
de los dos partidos principales debe por lo general, formar alianza con el tercero
para poder tener el control del gobierno.

Por otro lado, la imperfección puede consistir en la marginación de ciertos sectores


y partidos políticos que los grupos dominantes imponen, como práctica y norma,
en una sociedad: tal como sucede en Africa del Sur, en donde el bipartidismo es
imperfecto por discriminación racial y política.
También hay bipartidismo imperfecto en sociedades no anglosajonas como
Alemania Federal, Bélgica, Ceilán, Colombia, Filipinas y Japón.

113
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Lo que se viene señalando respecto al bipartidismo también es aplicable al


multipartidismo. En este sistema hay, como es lógico, una serie de variantes. El
multipartidismo puede ser integral o extremo cuando, por lo general, hay más de
cuatro partidos que determinan una polarización tal del sistema político que,
incluso, puede poner en riesgo el sistema parlamentario; situación que obliga, para
su mantenimiento estable, a la formación de pactos o alianzas partidarias a fin de
lograr una mayor estabilidad de la democracia competitiva. También el
multipartidismo puede ser atemperado o moderado. Según autores, como
Schwartzenberg y Sartori, esta modalidad supone la presencia de cuatro partidos,
los mismos que por medio de pactos y alianzas como en el caso anterior, contribu-
yen a evitar la polarización extrema y con ello una situación intermedia entre el
bipartidismo y el multipartidismo integral o extremo. Esta modalidad de
multipartidismo moderado predomina en países como Alemania Federal, Bélgica e
Irlanda, que tienen tres partidos importantes; y que, como se ha indicado, podrían
considerarse dentro de la clasificación de bipartidismo imperfecto, porque el tercer
partido sólo sirve de apoyo de los dos más importantes, ya que tiene poca
influencia en la sociedad y la vida política. Este sistema también existe en Suecia,
Islandia y Luxemburgo.

Duverger indica que el sistema electoral es un factor técnico prioritario para la


formación de los sistemas de mas de un partido, aunque no el único factor porque
hay que considerar situaciones de orden histórico. Pero, por regla general, el
escrutinio mayoritario de una sola vuelta tiende al dualismo de los partidos.

a. EL SISTEMA MULTIPARTIDISTA PERUANO.


El escrutinio mayoritario de dos vueltas y la representación proporcional tienden
al multipartidismo.

Hay multipartidismo integral o extremo en la mayoría de los países de Europa


latina (Francia, Italia, España, Portugal); en países de América Latina como
Perú, Ecuador, Chile (antes del golpe de Estado), Honduras, República
Dominicana, El Salvador, Nicaragua, Panamá. En cambio, en Argentina, Brasil,
Venezuela y Costa Rica se tiende al multipartidismo atemperado o moderado.
Hay multipartidismo extremo en países no latinos como Dinamarca, Finlandia,
Suiza, Israel, Noruega.

Como se ha indicado ya, entre los sistemas con más de un partido, además del
bipartidismo y del multipartidismo, encontramos el sistema de partido dominante
y ultradominante.

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El sistema de partido dominante se presenta en los casos en que un partido


político logra, de manera constante y permanente el control electoral en un
porcentaje que oscila entre el 40 y 50% de los votos. Estos partidos reflejan, en
cierta medida, las aspiraciones sociales principales de un pueblo y están ligados
a su tradición histórica; pero su predominio se desarrolla dentro de marcos
pluralistas y democráticos, en franca competencia con otros partidos, los que
coaligados pueden desplazar del poder al partido dominante. Lo mismo se
puede decir sobre los sistemas de partidos ultradominantes; pero, en esta
situación, un partido en tales condiciones, logra de manera permanente e
ininterrumpida, por medios democráticos, competitivos y pluralistas, el control de
aproximadamente el 90% del electorado, como sucede con el Partido de
Congreso en la India. Pero también este partido puede perder las elecciones y
ser derrotado por sus opositores, por lo menos en el control del gobierno (poder
ejecutivo).

Al partido dominante Sartori lo llama predominante, y al ultradominante,


hiperdominante. La diferencia entre estos sistemas partidarios y el partido único
o hegemónico, en sus forma ideológicas y autoritaria, es que no se mantienen
en el poder por la fuerza sino por la persuasión, dentro de las reglas de juego
pluralista y competitivas, vale decir, democráticas.

b. LA CRISIS DEL SISTEMA DE PARTIDOS EN EL PERÚ.


La crisis de un sistema deviene cuando éste deja de funcionar al tomarse
obsoleto e incapaz de cumplir con sus funciones. Estamos ante la crisis del
sistema de partidos cuando los partidos políticos que los conforman dejan de
cumplir su función intermediadora entre el poder del Estado y los ciudadanos,
y dejan de representar los intereses de la sociedad o ésta no se siente
representada por ellos, con lo que deviene una crisis de representación. En tal
sentido Domingo García Belaúnde considera que la crisis de los partidos se
advierte a todas luces en la crisis de representación: "la sociedad civil no se
siente representada en los partidos que hasta hace poco concentraban las
simpatías populares y más bien se orienta hoy hacia otros cauces".

Como toda creación humana los partidos son finitos, por lo que tienen un ciclo
de vida al término del cual se extinguen. La crisis del sistema de partidos
ocurre cuando la crisis de representatividad alcanza a todos los partidos que
lo conforman. La mayor parte de la sociedad revoca su apoyo a los partidos
entrando en crisis no sólo el sistema de partidos sino la propia democracia ya

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E x c e le n c ia A c a d é m ic a

que no sólo el sistema de partidos necesita de la de la democracia sino la


democracia necesita del sistema de partidos. Cuando el sistema de partidos
está en crisis, el sistema democrático se queda sin sustento y totalmente
vulnerable a cualquier arremetida autoritaria.

2.1. EVALUACIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERU


Históricamente, los partidos en el Perú no han sido organizaciones sólidas,
con propuestas políticas claras ni han sido constituidos por fuertes
movimientos sociales. Generalmente nacen de arriba hacia abajo, en una
coyuntura de crisis en la que recogen intereses inmediatos, sin lograr
estructurarse en una organización con vocación de continuidad. Ello puede
apreciarse, por ejemplo: En su poca actividad fuera del contexto electoral y
su centralismo; sin preocuparse por ejemplo: En su poca actividad fuera del
contexto electoral y su centralismo; sin preocuparse por plantear
propuestas alternativas de gobierno, desarrollar locales en provincias o
captar y formar militantes.

Otro rasgo que demuestra cuán débiles sin estas organizaciones es su


dependencia al fundador o caudillo que los dirige, en quien se basa la
simpatía del electorado. El único partido político del Perú fue el APRA cual
sobrevive a su fundador.

Los Partidos Políticos de los 70 estaban sumisos con una lógica


movientista, según la cual su fortaleza radicaba en los movimientos que les
apoyasen por ello buscaron desarrollar redes de clientelaje político que
dejaban fuera de ellas a grandes sectores de la sociedad no representados
por estos movimientos. Se desarrolla, entonces, un régimen de dominación
patrimonial en el que los líderes de los partidos y el Poder Ejecutivo
distribuyen restan a cambios de lealtad.

En 1980 el régimen que se instalaba aparecía como liberal y de alcance


universal, basado en el respeto al pluralismo y los intereses de consenso,
no pudo librarse de la tradición clientelista de la historia peruana. Los
líderes de los partidos elegían a sus demás miembros en base a criterios
personales o de acuerdo a una lógica de supuesta representación de
grupos, de muchas veces no era tal.

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Otra vez, entonces, se formaron redes de clientes al rededor de líderes que


veían en ellos sus aliados en la sociedad. En vez de optar por promover la
formación de ciudadanos en los sectores emergentes y reconocer que un
Estado en crisis no podía mantener relaciones de clientelaje sólidas, los
grupos.

2.2. LISTADO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS EN EL PERÚ

1) PARTIDO COMUNISTA PERUANO (PCP), 1928 (*). Fundado por José


Carlos Mariátegui, con el nombre de Partido Socialista del Perú. En
1930 cambió de nombre por el de Partido Comunista Peruano. Jorge
Del Prado ostentó el cargo de secretario general desde 1966 hasta
1991. Participó en las elecciones constituyentes de 1978, generales de
1962 (en el FLN), 1980 (en UI), 1985 y 1990 (estos dos últimos en IU);
municipales de 1980, 1983, 1986, 1989 y 1993 (todas al interior de IU).
En 1980 fundó, con otros partidos, Izquierda Unida. En el Referéndum
de 1993, apoyó la opción por el NO. Desde 1992, dejó de tener
representación parlamentaria.

2) PARTIDO APRISTA PERUANO (PAP), 1930 (*). Fundado por Víctor


Raúl Haya de la Torre. Entre sus principales líderes históricos se
encuentran Luis Heysen, Luis Alberto Sánchez, Armando Villanueva del
Campo, Ramiro Prialé, Manuel Seoane, Andrés Townsend, Alan
García. Es el partido con mayor número de participaciones electorales:
constituyentes y presidenciales de 1931, constituyentes de 1978,
generales de 1962, 1963, 1980, 1985 y 1990; municipales de 1963 y
1966 (en alianza con la UNO), 1980, 1983, 1986, 1989, 1993, 1995 y
1998; complementarias de 1967. Ha sido partido gobernante, con Alan
García, entre 1985 y 1990. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción
por el NO. Lanzó la candidatura presidencial de Mercedes Cabanillas,
en 1995 y Carlos Roca Cáceres, en el 2000, sin éxito.

3) ACCION POPULAR (AP), 1956 (*). Fundado en Chincheros (Cusco)


por Fernando Belaúnde Terry, luego de las elecciones de 1956. Entre
sus principales líderes han figurado: Javier Alva Orlandini, Manuel
Ulloa, Javier Arias Stella, José María de la Jara y Ureta, Eduardo
Orrego. Participa en las elecciones generales de 1962, 1963 (en
alianza con la DC), 1980, 1985, 1995, municipales de 1963, 1966, 1967

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(estas tres en alianza con la DC), 1980, 1983. Forma en 1988, con el
PPC y el Movimiento Libertad, el Frente Democrático (Fredemo) y
participa en sus listas en las elecciones municipales de 1989 y
generales de 1990. Participa, asimismo, en las elecciones municipales
de 1993, 1995 y 1998. Fue partido de gobierno en dos períodos: 1963-
1968 y 1980-1985. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción por el
NO. En 1995, lanzó la candidatura presidencial de Raúl Diez Canseco
y, en el 2000, de Víctor Andrés García Belaunde.

4. PARTIDO POPULAR CRISTIANO (PPC), 1967 (*). Partido formado por


un sector de la DC dirigido por Luis Bedoya Reyes. Entre sus
principales líderes se encuentran Mario Polar Ugarteche, Roberto
Ramírez del Villar, Ernesto Alayza Grundy, Felipe Osterling, Alberto
Borea. Participó en las elecciones constituyentes de 1978, generales
de 1980, 1985; municipales de 1980, 1983, 1986. En 1988, forma con
AP y el Movimiento Libertad, el FREDEMO y participa en sus listas en
las elecciones municipales de 1989 y generales de 1990. Se presenta
solo en las elecciones del Congreso Constituyente de 1992 y las
municipales de 1993, 1995 y 1998. En el Referéndum de 1993, apoyó
la opción por el NO.

5. PARTIDO COMUNISTA DEL PERU (PATRIA ROJA), PC DEL P (PR),


1970 (*). Ruptura del PCP (BR) liderado por Alberto Moreno, Jorge
Hurtado Pozo, Rolando Breña. Inicialmente de tendencia maoísta.
Participa en las elecciones generales de 1980 bajo las siglas del UNIR.
Es otros de los fundadores de IU. Al interior de sus filas participó en las
elecciones generales de 1985, 1990 y 1995 y municipales de 1980,
1983, 1986, 1989 y 1993. En el Referéndum de 1993, apoyó la opción
por el NO.

6. PARTIDO COMUNISTA PERUANO (Sendero Luminoso)(PCP-SL),


1970 (*). Ruptura del PCP (BR) dirigido por Abimael Guzmán, Antonio
Díaz Martínez, Osmán Morote. Con bases principalmente estudiantiles
y docentes en Ayacucho, inició acciones armadas y terroristas en 1980.
A pesar que gran parte de sus líderes se encuentran presos, entre ellos
su máximo líder Abimael Guzmán, aún mantienen presencia importante
en el escenario peruano.

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7. UNION DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA (UNIR), 1980 (*). Frente


electoral de izquierda conformado por PC del P(PR), FLN, VR-PC. Se
incorpora a IU y participa en todas las elecciones desde las
municipales de 1980 hasta las municipales de 1993. En el Referéndum
de 1993, apoyó la opción por el NO.

8. IZQUIERDA UNIDA (IU), 1980. Frente político electoral conformado


inicialmente por UDP, UNIR, PCP, PSR, PCR, FOCEP. En 1984, UDP y
parte del PCR forman el PUM y se incorporan a IU. Lo presidió Alfonso
Barrantes Lingán hasta 1987. En 1989 realiza su primer congreso.
Presenta listas en las elecciones generales de 1985, 1990 y 1995 en
las municipales de 1980, 1983, 1986 y 1989. Entra en crisis orgánica
en 1990 y presenta candidaturas municipales en 1993, donde sólo
participan PCP, UNIR y FOCEP.

9. PARTIDO UNIFICADO MARIATEGUISTA (PUM), 1984 (*). Fusión de


VR, MIR y un sector del PCR. En su mayoría conformado por la antigua
UDP. Sus líderes principales: Javier Diez Canseco, Agustín Haya de la
Torre, Santiago Pedráglio, Eduardo Cáceres, Carlos Tapia. Integra IU y
participa en sus listas en todas las elecciones desde 1985. Se retira de
IU en 1990 y participa en las elecciones municipales de 1993. Vuelve a
participar, junto con UNIR, al interior de IU, en las elecciones generales
de 1995. En el Referéndum de 1993, apoya la opción por el NO.

10. CAMBIO 90, 1989 (*). Fundado por Alberto Fujimori Fujimori. Entre sus
fundadores se encontraron Máximo San Román, Julián Bustamante,
Carlos García García. Ganó las elecciones presidenciales de 1990,
luego del golpe de 1992 sus líderes se retiran de dicha agrupación
junto con otros parlamentarios. Participa en Alianza con Nueva Mayoría
en CCD de 1992, en las municipales de 1993 y generales de 1995. En
el Referéndum de 1993, apoya la opción por el SI. En 1999, conforma
con otros grupos, la alianza Perú 2000, que lanzó la candidatura de
Alberto Fujimori Fujimori.

11. FRENTE POPULAR AGRICOLA-FIA DEL PERU (FREPAP) (*). 1989.


Integrado básicamente por miembros de la secta religiosa Los Israelitas
del Nuevo Pacto Universal. Es dirigido por Ezequiel Ataucusi Gamonal.
Participó en las elecciones generales de 1990, 1995, CCD de 1992,

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municipales de 1993 y las elecciones del 2000, con Ataucusi como


candidato presidencial.

12. NUEVA MAYORIA 1992 (*). Formado por el presidente Alberto Fujimori
para participar en el CCD de 1992, las municipales de 1993 y las
generales de 1995, conjuntamente con Cambio 90. Entre sus líderes
fundadores se encuentran Jaime Yoshiyama, Carlos Torres y Torres
Lara y Martha Chávez. En el Referéndum de 1993, apoya la opción por
el SI. En 1999, conforma con Cambio 90 y Vamos Vecino, el frente
Perú 2000, que apoyo la candidatura de Alberto Fujimori Fujimori.

13. RENOVACION, 1992 (*). Agrupación formada para participar en el CCD


de 1992, reúne independientes y militantes de Libertad, bajo el
liderazgo de Rafael Rey Rey. En el Referéndum de 1993, apoya la
opción por el SI. En 1999, conforma con el CODE Avancemos que
lanza la candidatura de Federico Salas Guevara para las elecciones
generales del 2000.

14. COORDINADORA DEMOCRATICA (CODE) 1992 (*). Formado por ex-


apristas entre los que se encuentra José Barba Caballero para
participar en las elecciones del CCD de 1992. Posteriormente, lo hace
en las generales de 1995. En 1999 forma con Renovación la alianza
Avancemos, para participar en las elecciones del año 2000, con
Federico Salas Guevara como candidato presidencial.

15. UNION POR EL PERU (UPP), 1994 (*). Agrupación fundada y dirigida
por el embajador Javier Pérez de Cuellar. Participó en las elecciones
generales de 1995, convirtiéndose en la primera fuerza de oposición.
Entre sus principales líderes se encontraban Alfonso Grados Bertorini,
Henry Pease, Gustavo Mohme, Daniel Estrada, entre otros. Al final del
período parlamentario la mayoría de sus integrantes habían
abandonado la agrupación. Para las elecciones del 2000, lanza la
candidatura presidencial de Máximo San Román.

16. PERU POSIBLE, 1994 (*). Agrupación formada por Alejandro Toledo,
quien fue candidato a la presidencia -en alianza con CODE- en 1995 y
2000. Entre sus líderes principales se encuentran Luis Solari y Carlos
Ferrero Costa.

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17. SOMOS PERU, 1998 (*). Formada en base del movimiento


independiente Somos Lima, que había fundado, en 1994, el alcalde de
Miraflores, Alberto Andrade. Participa en las elecciones municipales de
1998 y obtiene la alcaldía de Lima y varias otras provinciales y
distritales. Presenta a Alberto Andrade como candidato presidencial
para las elecciones del 2000.

18. VAMOS VECINO, 1998 (*). Agrupación oficialista fundada para


participar en las elecciones municipales de 1998. Presentó como
candidato en Lima al ex -ministro Juan Hurtado Miller. En 1999,
conformó la alianza Perú 2000 apoyando la candidatura del presidente
Alberto Fujimori.

19. PERU 2000, 1999 (*). Frente que agrupó a las organizaciones Cambio
90, Nueva Mayoría, Vamos Vecino y movimiento independiente Perú
2000, con el propósito de lanzar la candidatura presidencial, en las
elecciones del 2000, de Alberto Fujimori Fujimori.

20. AVANCEMOS, 1999 (*). Agrupación formada por Renovación y CODE,


que lanzó la candidatura de Federico Salas Guevara como candidato
presidencial a las elecciones del 2000.

21. SOLIDARIDAD NACIONAL, 1999 (*). Agrupación formada por Luis


Castañeda Lossio, que encabezó la candidatura presidencial de las
elecciones generales del 2000.

22. UNIDAD NACIONAL


Formado por la Integración de de Unidad Nacional y Renovación y
liderado por Lourdes Flores Nano en las últimas elecciones
presidenciales del 2006.

23. PARTIDO NACIONALISTA DEL PERÚ


Formado por Ollanta Humala Tasso para participar en las elecciones
del 2006, esbozando un argumento nacionalista.

121
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

BIDART CAMPOS, Germán Ob. cit. Leer Cap. XXII.


MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. cit. Leer todo.
CHANAME ORBE, Raúl Diccionario de Ciencia Política. Edit. San
Marcos 1993. Leer p. 303 a 325.

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. Concepto y Concepciones sobre Partido Político


2. Fines y Actividades de los Partidos
3. Ordenamiento Legal del Partido Político
4. Partidos Políticos en el Perú. Evaluación.

122
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

LOS GRUPOS DE PRESIÓN.

1. CONCEPTO Y TIPOS DE GRUPOS DE PRESIÓN.


Asociación o grupo organizado de personas o instituciones que manifiestan
deseos conscientes o intereses comunes a sus miembros, realizando una acción
destinada a influir en las instituciones del poder público para producir decisiones
de éste favorables a sus fines. Algunos autores prefieren usar el vocablo cabildeo
en vez de grupo de presión para referirse a los grupos que intentan ejercer
presión sobre el poder público, ya que la mayor parte de dichos grupos, durante la
mayor parte del tiempo sólo plantean solicitudes y en el caso de usar la presión,
ella no es utilizada de manera regular.
Los grupos de presión pueden clasificarse atendiendo a diferentes criterios:
• Grupos de personas y grupos de organizaciones
Este criterio atiende a la naturaleza del grupo. Hay grupos de presión
integrados de personas naturales (sindicatos, asociaciones gremiales,
asociaciones profesionales, asociaciones de vecinos, etc.), como hay grupos
de presión constituidos por otros grupos o asociaciones (federaciones y
confederaciones de sindicatos o asociaciones profesionales; federaciones o
confederaciones de organizaciones campesinas; federaciones o
confederaciones de asociaciones estudiantiles; federaciones o confederaciones
de organizaciones empresariales, etc.).

• Grupos de masas y grupos de cuadros


Los grupos de presión de masas están compuestos de una gran cantidad de
miembros, con una organización bien estructurada y con aportes financieros
pequeños y regulares (organizaciones sindicales de trabajadores industriales o
de campesinos). Los grupos de presión de cuadros están compuestos de una
cantidad pequeña de miembros con fuerte influencia económica o social
(asociaciones de banqueros, asociaciones de grandes empresarios industriales
o agrícolas, etc.).

• Grupos de presión exclusivos y grupos de presión parciales


Los grupos de presión exclusivos son aquellos cuya razón de ser para
constituirse es ejercer presión (los lobbies en Estados Unidos). Los grupos de
presión parciales son aquellos grupos en los que la presión es utilizada en
momentos específicos o como instrumento adicional, no siendo ella la única
finalidad del grupo (asociaciones profesionales, asociaciones de cooperativas,
asociaciones empresariales, etc.).

123
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

• Grupos de presión promocionales y grupos de presión funcionales o


seccionales
Los grupos de presión promocionales o de causa tienen por objeto promover
un ideal o una causa determinada, su número de adherentes no es susceptible
de apreciarse. Tales asociaciones buscan atraer miembros con base en
compartir determinados valores o una visión determinada de ciertos problemas
(sociedades protectoras de animales, asociaciones opuestas al uso de
centrales atómicas, Amnesty International, etc.). Los grupos de presión
seccionales o funcionales son aquellos que hablan en nombre de una función o
sección reconocible de la sociedad (agrupaciones de comerciantes, federación
de sindicatos industriales, colegios profesionales).

• Grupos de presión privados y grupos de presión públicos


Los primeros son todos aquellos que emergen de la organización de la
sociedad civil, mientras que los segundos están compuestos de personas o
agrupaciones de ellas que desarrollan sus funciones dentro del poder
gubernamental o estatal (organizaciones de funcionarios públicos, las fuerzas
armadas, organizaciones militares, industriales).

• Grupos de presión nacionales y grupos de presión internacionales


Los grupos de presión nacionales son aquellos que desarrollan su acción
dentro de los límites de un Estado. Los grupos de presión internacionales
ejercen su acción traspasando los límites de un Estado, sin que
necesariamente pueda ser identificados con las organizaciones internacionales.

• Grupos de presión directos y grupos de presión indirectos


Los primeros son aquellos que presionan en búsqueda de su propio interés
(agrupaciones profesionales, asociaciones empresariales, asociaciones
sindicales). Los segundos son aquellos que ponen al servicio de otros grupos
su influencia a cambio de una remuneración (los lobbies en Estados Unidos).

• Los grupos de presión material y los grupos de presión moral


Entre los últimos que tienen intereses morales o valóricos, encontramos las
asociaciones filantrópicas, agrupaciones culturales, las iglesias. Entre los
primeros que son aquellos que persiguen un interés material generalmente de
carácter financiero (aumento de remuneraciones, alzas de precios,
deducciones tributarias, bonificaciones), aunque también pueden ser de otro
orden (mejoramiento de las condiciones de trabajo, ventajas previsionales,
entre otras).

124
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

2. FACTORES DE PODER DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN.


Se basa en los siguientes aspectos:
1) un grupo organizado;
2) expresar conscientemente intereses parciales o particulares;
3) ejercer presión sobre el poder público para obtener sus fines;
4) no buscan ejercer por sí mismos el poder público y
5) no asumen la responsabilidad de las decisiones adoptadas bajo su influencia.

La fuerza y efectividad del grupo de presión dependen de la importancia del grupo


más que de la forma jurídica que éste adopte. La efectividad del grupo de presión
dependerá del sistema político en que éste se inserte y de los recursos que
controle, de la facilidad de acceso a las autoridades competentes para adoptar la
decisión política. Los recursos económicos constituyen una manera de facilitar la
influencia directa o indirecta, ya que ellos permiten adquirir y orientar los medios
de comunicación, entregar información orientada, influir en la opinión pública, etc.
La fuerza del grupo de presión es creciente a medida que controle un bien
escaso, sea éste material o inmaterial (conocimiento, capacidad, riqueza), ya que
ello lo sitúa en una posición negociadora más fuerte. En los regímenes
democráticos el número de las personas que conforman el grupo de presión y el
apoyo de la opinión pública constituyen un elemento importante de su fuerza
negociadora, ya que el poder político se sustenta en la decisión ciudadana que se
expresa normalmente a través del sufragio. Los límites de la eficacia de los
grupos de presión están dados porque éstos son diversos y persiguen objetivos
paralelos o muchas veces contradictorios entre sí, como asimismo, al hecho de
que la presión no es sólo unidireccional, vale decir, de los grupos de presión hacia
el poder público, sino que también el poder público puede influir en los grupos de
presión a través de las decisiones que adopte.
Otro factor limitante de la eficacia de los grupos de presión es que las personas
que los integran pertenecen a otros grupos, ello hace que su lealtad a cada grupo
del que participan sea una lealtad parcial y condicional, dependiendo la mayor o
menor lealtad de la importancia de los propósitos del grupo de presión para la
vida de sus integrantes. Finalmente, la compatibilidad o incompatibilidad de los
intereses del grupo con los valores predominantes de la sociedad respectiva,
constituye un elemento que puede favorecer o limitar la eficacia del grupo de
presión.

a. FORMAS DE ACTIVIDAD DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN.


Los grupos de presión utilizan tres formas o tipos de presión: la persuasión,
la corrupción, y la intimidación.

125
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

• La persuasión
Esta forma de presión se emplea a través de las negociaciones, la
información y la propaganda, con el objeto de convencer de que ella está
orientada hacia el bien común, aun cuando en la práctica representa el
interés particular o sectorial que sirve al grupo de presión respectivo.

• La intimidación
Esta forma de presión lleva aparejada una amenaza velada o abierta del uso
de la fuerza o de no colaboración con el gobierno en el caso de no
aceptarse la propuesta del grupo de presión.

• La corrupción
Constituye éste el mecanismo más contrario al ordenamiento jurídico,
siempre se realiza fuera del escenario público, utilizándose generalmente
medios económicos para recompensar la decisión política favorable al grupo
de presión.

b. FORMAS TÍPICAS DE LOS GRUPOS DE PRESIÓN.


LABORAL

CGTP (CONFEDERACION GENERAL DE TRABAJADORES DEL PERU)


HUAMAN RIVERA MARIO (PDTE)
AURIS MELGAR OLMEDO (VICE PDTE.)

CUT, CTP
(CENTRAL UNICA DE TRABAJADORES, CENTRAL DE TRABAJADORES
DEL PERU)
JOSE GUERRERO FLORES
ELIAS GRIJALVA ALVARADO

FEDERACION DE TRABAJADORES DE CONSTRUCCION CIVIL DEL


PERU (FTCCP)
HUAMAN RIVERA MARIO (SEC. GRAL)
SEMINARIO ABRAMONTE FERNANDO (SEC,. GRAL ADJUNTO)
VERA PEREZ BUENAVENTURA (SEC. ORGANIZACION)
COORDINADORA NACIONAL DE TRANSPORTE TERRESTRE
OMAR CALDERON TERAN
JOSE LUIS DIAZ LEON
MARIO ARCE VERA

126
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

COORDINADORA NACIONAL DE TRANSPORTE URBANO


OMAR EUSEBIO CALDERON TERAN (PDTE SETUM)
JOSE LUIS DIAZ LEON (PDTE. ASETUP)
MANUEL ROLANDO O´DIANA QUIROZ (PDTE. AMETUR)

EDUCACIONAL
SUTEP (SINDICATO UNITARIO DE TRABAJADORES EN LA EDUCACION
DEL PERU)
NILVER LOPEZ AMES (SEC. GRAL)
LUIS MUÑOZ ALVARADO (SUB SEC. GRAL)
JUAN CONTRERAS MENDOZA (SEC. ORGANIZACION)

POBLACIONAL
UNION DE FRENTES REGIONALES
ANTONIO BRAVO BARRETO (PDTE)
ALFONSO VALDERRAMA GONZALES. (SEC.)

FRENTE AMPLIO CIVICO DE LIMA


ALFONSO VALDERRAMA GONZALE (PDTE. COLEGIADO PCP-PR)
JUAN LA TORRE MONTOYA (PDTE. COLEGIADO PCP)
ZOCRATES OMAR CAMPOS GARCES (PDTE. COLEGIADO PCP-PR)
CIRO SILVA PAREDES

MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. cit. Leer Cap. X.


ANDRADE SANCHEZ, E. Ob. cit. Leer Cap 5.
MEGNAUD, Jean Los grupos de presión. Edit. EUDEBA Leer todo.

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. Concepto y Tipos de Grupos de Presión.


2. Factores de Poder de los Grupos de Presión
3. Formas de Actividad de los Grupos de Presión.
4. Formas Típicas de los Grupos de Presión.

127
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática V

EN TORNO A LA OPINION PÚBLICA

1. CONCEPTO
Opinión pública" significa cosas distintas según se contemple como una
instancia crítica en relación a la notoriedad pública normativamente licitada del
ejercicio del poder político y social, o como una instancia receptiva en relación a
la notoriedad pública, "representativa" o manipulativamente divulgada, de
personas e instituciones, de bienes de consumo y de programas. En la
publicidad concurren ambas formas de notoriedad pública, pero "la" opinión
pública es su común destinatario: ¿qué relevancia tiene tal magnitud?

Los dos aspectos de la notoriedad pública (y de la opinión pública) no están en


una relación de norma y hecho -como si se tratara del mismo principio, cuya
actuación efectiva restara meramente subordinada a la actuación licitada por la
opinión pública (y, análogamente, la conducta efectiva del público, subordinada a
la conducta que de él se espera)-. Se trataría en ese caso de coordinar una
magnitud ideal de la opinión pública con su configuración real; pero éste no es
evidentemente el caso. Las funciones de la notoriedad pública, la crítica y la
manipulativa, son claramente distinguibles. Actúan socialmente contrapuestas.
Cada una de ellas conlleva una expectativa de conducta distinta del público: una
-por enlazar con la distinción ya establecida- tiene que ver con la opinión pública;
la otra, con la opinión no pública. No puede decirse sin más que la conjunción de
notoriedad pública y destinatarios de ésta constituye una norma. Como norma
constitucionalmente ìnstitucionalizada que es la notoriedad pública (cuya base
social ha cambiado estructuralmente respecto de la situación de partida del
Estado burgués de derecho), determina una parte importante de los
procedimientos a los que están fácticamente obligados el ejercicio y la
compensación del poder. Eso "proporciona" a la notoriedad pública algo así
como un destinatario que colma las expectativas de conducta que ella conlleva
-no es, por cierto, este destinatario el público globalmente considerado, sino un
sustituto funcionalmente capaz-. Otra cuestión empíricamente decidible es en
qué ámbitos están en vigor estas funciones de la notoriedad pública, qué

128
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

dimensión tiene y en qué condiciones está el público que le corresponde. Por


otra parte, tampoco puede decirse que la conjunción, competidora de aquélla, de
notoriedad pública y de sus destinatarios constituya algo parecido a un hecho;
ella está acompañada de una específica autocomprensión cuya obligatoriedad
normativa puede aparecer hasta cierto punto en contraposición a los intereses
directos del "trabajo en publicidad". Es significativo que esta autocomprensión
proporcione elementos esenciales precisamente a su adversario publicístico.

2. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA.


Opinión pública, como se irá viendo, es una expresión polisémica de
resonancias heterogéneas que, por culpa de ese disenso, ha constituido el punto
de partida de actividades profesionales, científicas y sociales bien dispersas o
incluso opuestas. Como objeto de reflexión ensayística, en sus vertientes
filosófica, política y jurídica tenía ya una identidad madura en pleno siglo XIX,
por referirnos tan sólo a los antecedentes inmediatos de una cierta
sistematización académica. La obra de Holtzendorff (ed. 1880), o las revisiones
históricas de Speier (1950) y F. Graham Wilson (1962) suponen sólidas
certificaciones del cúmulo de trabajos relativos al fenómeno en la pasada
centuria. En realidad puede afirmarse que de las citadas alusiones a la "opinión
publique" de Rouseau y Mercier de la Riviere, ninguna revisión de los problemas
interciudadanos o de la relación de éstos con un sistema de gobierno
representativo puede prescindir de su invocación. Por ello hay que convenir con
Murillo Ferrol (1972) y con Padioleau (1981, p. 27) que el referente "opinión
publica" como elemento simbólico o valor astracto de legitimación ha quedado
fijado a la esencia misma de la noción del Estado Liberal de Derecho.

Hay que insistir sin embargo en que, desde el principio, los deseos de encontrar
un sentido unívoco -OTAN siquiera un contenido-, para el viejo término, han
fracasado en la ambigüedad y la pluridefinición. El mayor efecto de expresión,
en mi opinión, lo ha desencadenado su propio éxito. Es evidente, en las palabras
de Candidato Monzón (1887, p.135),que una realidad tan compleja y dinámica
como la opinión pública puede llevarnos a tantas definiciones como marcos de
referencia se utilicen. O como han escrito Muñoz Alonso y Rospir: "La falta de
acuerdo sobre la falta de naturaleza de este concepto, evanescente y proteico,
es, sin ninguna duda, una debilidad congénita de la que adolece esta área de la
reflexión sociopolítica. Pero posiblemente todavía mayor es la dificultad para
determinar cuál sea, en un momento dado, la opinión pública de una comunidad"

129
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

a. RASGOS ESENCIALES OPINIÓN PÚBLICA.

A. "ESPACIO PÚBLICO" FRENTE A "ESPACIO SOCIAL" Y "ESPACIO


PRIVADO"
Las leyes y tendencias de la interpelación sociológica resultan
imprescindibles para su estudio. La noción de "espacio publico" requiere
una interrelación de "lo público" que es contrario a lo privado, pero no en
un sentido jurídico-social, sino psicosocial.

El cosmopolismo contemporáneo, viene a decir Sennett, ha generado una


necesidad de ciertos códigos de interrelación con los extraños; formas de
implicarse con ellos, de colaborar, dialogar, etc..., mediante los que
muestra presentación ante ellos no tenga por qué significar una
presentación desnuda de nuestra intimidad, nuestros verdaderos
sentimientos, etc. Ni siquiera tiene que mostrarse la autenticidad de
nuestra personalidad que reservamos para las relaciones interpersonales
privadas. Se trata, en definitiva, del mismo mecanismo que preserva la
interioridad del actor de teatro, por debajo de los diferentes "papeles" o
"personajes" que interpretan.

B. ANQUILOSAMIENTO MENTAL
Con frecuencia se ha pensado que la mayor amenaza contra la integridad
del profesional de la comunicación pública la constituía su posible
debilidad ante los sobornos o su temor ante presiones o chantajes de
cualquier tipo. En un creciente número de críticos del actual sistema
periodístico va surgiendo la convicción, sin embargo, de que el mayor, o
por lo menos más común, enemigo de la clarividencia periodística no son
esas presiones externas, sino los anquilosamientos mentales de los
propios profesionales.

Como ha comentado también el citado Savater: ¿Por qué los encargados


de transmitir información -son capaces de prevenir toda objetividad y
exactitud en el cumplimiento de sus tareas? Los ingenuos creen que
solamente a causa de los sobornos, chantajes y amenazas del poder,
basado en el oscurantismo de la mentira. En ocasiones así ocurre
naturalmente. Pero en otros muchos casos se trata de gentes con
convicciones tan firmes que ni siquiera los hechos los hacen cambiar de
opinión

130
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

b. POLÍTICA Y OPINIÓN PÚBLICA


El análisis jurídico-estatal y teórico-político de las normas constitucionales en
relación a la realidad constitucional de las democracias de masas constituidas
por el Estado social tiene que atender a la ficción institucionalizada de la
opinión pública, sin poder, empero, identificar directamente a ésta en el
comportamiento del público de ciudadanos con una magnitud real. La
dificultad resultante de ello ha sido señalada por Landshut. Landshut registra,
por una parte, el hecho de que "en el lugar tradicionalmente destinado a la
opinión pública [aparezca] la vaporosa inclinación sentimental. Ésta es
orientada y dirigida según convenga a través de determinadas disposiciones y
por determinados acontecimientos en uno u otro sentido. Esa inclinabilidad
sentimental se mueve como el resbaladizo cargamento de un barco
balanceante". Landshut recuerda, por otra parte, que las instituciones
constitucionales de la democracia de masas estatal-social cuentan con una
opinión pública intacta, puesto que ésta sigue siendo la única base reconocida
de la legitimación del dominio político: "El Estado moderno presupone como
principio de su propia verdad la soberanía popular, y ésta, a su vez, tiene que
estar encarnada por la opinión pública. Sin esa atribución, sin la sustitución de
la opinión pública como origen de toda autoridad de las decisiones obliga-
torias para todo el mundo, falta a la democracia moderna la sustancia de su
propia verdad". Si no se puede abandonar el mandato, implícito en las normas
constitucionales, de una publicidad políticamente activa a la simple facticidad
de una publicidad disgregada (o no se puede abandonar, al menos, sin
sostener al mismo tiempo una idea ingenua respecto de la racionalización del
dominio político), entonces se abren fundamentalmente dos caminos para
definir el concepto de opinión pública.

Uno de ellos retrotrae a posiciones liberales; el liberalismo quiso salvar la


comunicación -en el ambiente de una publicidad desintegrada- de un círculo
interno de representantes capaces de publicidad y formadores de opinión; el
liberalismo quiso salvar un público raciocinante en el ambiente del público
meramente aclamativo. "Se comprende que sea mucho más difícil formar una
opinión pública a partir del desierto de sentimientos, difusas opiniones y
popularizados puntos de vista difundidos por las medios de comunicación de
masas, que a partir de la polémica racional entre las grandes corrientes de
opinión que pugnan entre sí en la sociedad civil. Porque hay que admitir que
es más difícil que nunca el que una opinión pública consiga imponerse".
Evidentemente, Hennis constata ese estado de cosas sólo para urgir a la
creación de organizaciones especiales encargadas de procurar audiencia y

131
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

obediencia "al punto de vista representada por los ciudadanos relativamente


mejor informados, más inteligentes y de mayor rectitud moral". El momento
de la publicidad, que es garantía de racionalidad, tiene que ser salvado al
precio del momento de la universalidad, que es garantía de accesibilidad
universal. De ahí que las cualificaciones que las personas privadas podían
conseguir antes como criterios de pertenencia a un público dentro de la esfera
del tráfico mercantil y del trabajo social, puedan llegar a autonomizarse como
cualidades jerárquicas de la "representación"; porque no puede contarse ya
con aquella base: una "representación" de este tipo no puede ya, dadas las
circunstancias, determinarse sociológicamente de un modo satisfactorio.

BIDART CAMPOS, Germán Ob. cit. Leer Lec. Vigésima.


MIRO QUESADA RADA, F. Ob. cit. Leer Cap. XI.

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. En torno a la Opinión Pública. Concepto.


2. Desarrollo Histórico de la Opinión Pública
3. Rasgos Esenciales de la Opinión Pública.
4. Política y Opinión Pública.

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Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

Unidad Temática VI

EN TORNO A LAS ELECCIONES

1. ELECCIÓN, REPRESENTACIÓN Y GOBIERNO


La Elección es el derecho político que se puede ejercer de acuerdo a la
capacidad establecida por ley. A través de este proceso y derecho, los
ciudadanos activos con derecho a voto, delegan su ejercicio en las autoridades
que la Constitución establece, eligiéndose por votación solemne y general a las
personas que deben ocupar la Presidencia de la República, las curules del
Congreso y los cargos municipales. Es, pues, un acto de soberanía que
corresponde exclusivamente a los miembros de la sociedad política. Es la raíz y
base del Estado Democrático; es la más genuina manifestación de la voluntad
popular. Los elegidos democráticamente se convierten en representantes del
pueblo y en depositarios de la soberanía nacional, ya que como dijo Lamartine:
“Todo ciudadano es elector, todo elegido es un soberano”.

Según Montesquieu, el elector debería ser infalible en su exigencia. El


ciudadano está investido de una función: concurrir a la designación de
autoridades y organizar democráticamente el Estado. Pero es, al mismo tiempo,
el titular de un derecho. El individuo que vota, no lo hace en su condición de
persona privada, sino en virtud de un título que le confiere la Constitución,
llamándolo a definir la voluntad general de la nación, es decir, le confía una
comisión pública al investirlo del poder legal del voto. Sus deberes con la Patria
y los sacrificios que ella le exige tienen como contrapartida el derecho a
participar en el Gobierno por el sufragio y que le corresponde por su calidad de
miembro del cuerpo político. El voto es, pues, la parte del Poder atribuible a
cada ciudadano en la sociedad política. El cuerpo electoral, observa Jellinck, es
el órgano central del Estado Democrático. La elección popular es la base de los
Poderes Públicos, expresa la Declaración Universal de París sobre los Derechos
Humanos de 1948.
La Representación es el acto por el cual el elegido representa la voluntad
popular y suele tener carisma electoral. La representación se alcanza a partir de
las preferencias electorales, que mayoritariamente eligen a un determinado
representante.

133
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

El Gobierno viene a ser el poder que se ejerce legítimamente a partir de la


democracia representativa, según el cual, el pueblo depositario de la soberanía
elige a sus mandatarios para que ejerzan el Poder. El gobierno se encarga de las
decisiones políticas, de acuerdo a la constitución y a las leyes vigentes.

2. SUFRAGIO Y TÉCNICAS ELECTORALES.


El derecho de sufragio constituye la principal concreción y desarrollo del derecho
a la participación política. El cual es, a su vez, expresión del derecho a la
participación en los asuntos públicos.

El derecho de sufragio tiene dos manifestaciones fundamentales.

a. EL DERECHO DE SUFRAGIO ACTIVO O CAPACIDAD ELECTORAL


ACTIVA.
El derecho de sufragio activo se define como el derecho de todo ciudadano a
votar y elegir libremente a sus representantes, fundamentalmente en el,
ámbito las Asambleas Parlamentarias.

b. EL DERECHO DE SUFRAGIO PASIVO O CAPACIDAD ELECTORAL


PASIVA
Se define este derecho como el derecho a presentarse como candidato a
unas lecciones libres y a resultar elegido. Como señala la sentencia del
Tribunal Constitucional español (sentencia 45/1983) ambos derechos se
encuentran en íntima conexión y, desde una consideración objetiva del
ordenamiento, se presuponen mutuamente. El derecho de sufragio consagra
la potestad de la persona ya se apara elegir a quienes hayan de ocupar
determinados cargos públicos, para manifestar su opinión respecto a una
medida propuesta, o para expresar su criterio con respecto a un asunto de
política nacional en un determinado momento. La concepción del sufragio
como derecho personal concreta a nivel individual el precepto de participación
en los procesos de decisión de los poderes públicos, en correspondencia con
el principio de soberanía popular. A través del sufragio se materializa la
participación política, entendiéndose ésta como expresión de la dignidad
humana y de la autodeterminación de la persona.
Entre las Técnicas Electorales tenemos:

134
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

1. El uso de las boletas electorales. En las boletas electorales se ofrecen


todas las opciones electorales desde escoger un candidato o a un grupo
de ellos (lista electoral), elegir una o varias propuestas (plebiscito) o
incluso ratificarse a un gobernante o disposición legal (referendum). Las
boletas electorales se fabrican, por regla general, en diversos tipos de
papel seguridad, pero en algunos países donde se teme el fraude
electoral, se agregan medidas adicionales como el foliado y la firma de los
representantes de partidos sobre las boletas, ya que se quiere evitar la
falsificación o duplicación ilegal de las boletas. Durante el siglo XIX, antes
de que se perfeccionara el sistema de elección que todavía utilizamos,
eran frecuentemente utilizados libros en los que se registraba el sentido
del voto de cada elector, dicho sistema se descartó pues en todos los
casos se conocía el sentido del voto de los electores y podían sufrir por
ello distintos tipos de represalias.

2. Tenemos las técnicas del Sondeo y las Técnicas de las Encuestas, las
mismas que se utilizan para obtener resultados sobre los ganadores y
perdedores de la justa electoral.

a. ESCRUTINIO
Es el proceso por el cual las autoridades electorales proceden al
conteo de los votos emitidos. Es un acto público y fundamental para
garantizar la veracidad y legitimidad del proceso electoral. En la
actualidad el escrutinio se ve apoyado por los procedimientos y
soportes informáticos.

b. SISTEMA ELECTORAL PERUANO


Está conformado por el Jurado Nacional de Elecciones que resuelve
las discrepancias y controversias en materia electoral y también por la
ONPE órgano que tiene a su cargo el control administrativo y técnico
del proceso electoral. Cada uno de estos órganos está descentralizado
a nivel nacional.

135
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

PHILLIPS SHIVELY, W. Introducción a las ciencias políticas. Edit Mc Graw


Hill 5ta. Edic. 1997 Leer P. 196 a 206.
ANDRADE SANCHEZ, E. Ob. cit. Leer el Cap 6.
MIRO QUESADA RADA, Fco Ob. cit. Leer Cap. XII.
Manual de Ciencias Políticas. Edit. Libros y Publicaciones. Lima Perú 2001. Leer
Cap. VIII.
Bibliografia general:
DUVERGER, Maurice Introducción a la Política. Ediciones Ariel – Caracas
– Barcelona.
FUKUYAMA, Francis El fin de la historia y el último hombre. Editores
Planeta Argentina, 1996.
HUNTINGTON, Samuel P. El Orden Político en las sociedades
en cambio. Edic. Paidós 5ta. Edic. 1997.
OOSORIO, Manuel Diccionario de ciencias jurídicas, políticas,
y sociales. Edit. Heliastas. 26 Edic. actualizada,
corregida y aumentada por Guillermo Cabanellas.
Buenos Aires, 1999.
SABINE, George H. Historia de la teoría política. Fondo de Cultura
Económica 200.
SARTORI, Giovanni La Sociedad Multiétnica, Pluralismo,
Multiculturismo y Extranjeros. Editorial Taurus.
Buenos Aires, 2001.
TOFFLER, Alvin La tercera ola.
El cambio del poder. Editora Plaza & Janes S.A.
España, 1997.

136
Fascículo No. 1
E x c e le n c ia A c a d é m ic a

A u to e v a lu a c ió n fo r m a tiv a

1. En torno a las Elecciones: Elección, Representación y Gobierno.


2. Sufragio y Técnicas Electorales.
3. Escrutinio.
4. Sistema Electoral Peruano.

ORGANIGRAMA

JEFAT
URA
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ÓRGA ÓRGANO
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DE TEMPOR
LÍNEA ALES

ÓRGANOS COMITÉ DE OFICINAS DE


ÓRGAN
DE GERENCIA DESCENTRALIZA
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