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BOLILLA I.
1. LA SOCIEDAD EUROPEA DEL SIGLO XV. EL CAPITALISMO
INCIPIENTE .LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER POLITICO. LA
EXPANSION EXTRACONTINENTAL DE LOS REINOS DE EUROPA,
LAS RUTAS OCEANICAS. LOS REINOS DE LA PENINSULA IBÉRICA.
2. EL CONFLICTO ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL POR LA
NAVEGACIÓN DEL ATLÁNTICO DURANTE EL SIGLO XV. LA
CUESTIÓN LUEGO DEL VIAJE DE COLÓN. LAS BULAS DE
ALEJANDRO VI. EL TRATADO DE TORDESILLAS. LA CUESTION
LUEGO DEL VIAJE DE MAGALLANES-EL CANO.
3. EL OBJETIVO INICIAL DE LA EMPRESA HISPANA EN EL
OCCIDENTE DEL ATLANTICO. LAS CAPITULACIONES DE SANTA
FE ENTRE LOS REYES CATOLICOS Y COLON. LA CASA DE
CONTRATACION. EL CAMBIO DE OBJETIVO, CAUSAS, LA
CONQUISTA DE LA TIERRA FIRME, NUEVA RELACION
ECONOMICA, LOS PUERTOS UNICOS Y EL MONOPOLIO.
4. LA INCORPORACIÓN DEL NUEVO MUNDO A LA CORONA DE
CASTILLA; EL VINCULO JURIDICO-POLITICO: LOS “REINOS DE
INDIAS”; LA INSERCIÓN ECONOMICA.
5. LA EMPRESA ESPAÑOLA EN AMERICA, CARACTERISTICAS DE LA
CONQUISTA. EL SOMETIMIENTO DE LOS INDIGENAS; LA
“ENCOMIENDA”, EL TRABAJO FORZADO, LEGISLACIÓN. LA
IGLESIA CATOLICA EN AMERICA , LAS MISIONES RELIGIOSAS.
6. PARTICIPACION DE OTROS PAISES EURPEOS EN LA FORMACIÓN
DE AMERICA. CARACTERISTICAS DE LAS COLONIZACIONES EN
NORTE AMERICA. LA COLONIZACIÓN DEL BRASIL.
7. LA COLONIZACIÓN, ORGANIZACIÓN DE LAS TIERRAS
CONQUISTADAS. LOS ADELANTADOS, ORIGENES DEL TITULO, SU
APLICACIÓN EN AMERICA.
8. EL POBLAMIENTO, LA CIUDAD COMO NUCLEO DE LA
COLONIZACIÓN. EL VECINO DE INDIAS. EL MUNICIPIO INDIANO,
ANTECEDENTES ESPAÑOLES. EL CABILDO. INTEGRACION,
FORMA DE ELECCION DE SUS MIEMBROS. LAS FUNCIONES DE
GOBIERNO. LA JUSTICIA CAPITULAR. CABILDOS ABIERTOS.
CABILDOS PROVINCIALES. LOS PUEBLOS DE INDIGENAS.

HISTORIA CONSTITUCIONAL

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BOLILLA I): Punto 1

A) LA SOCIEDAD EUROPEA DEL SIGLO XV


La tradicional división de la historia en edades nos indica que la Edad Media tuvo
su origen en el siglo V de nuestra era, con la destrucción del Imperio Romano de
Occidente por obra de los bárbaros germanos.
Los primeros siete siglos de la Edad Media (V a XII) se caracterizaron por la
violencia y la inseguridad. En ese período, la Cristiandad europea vivió ase- diada
por el peligro que representaban:

 Desde el sur: los musulmanes, que en el año 711 habían invadido la península
Ibérica conquistándola casi totalmente.
 Desde el norte: los vikingos o normandos, que durante mucho tiempo se
mantuvieron paganos.
 Desde el este: los nómades mongoloides procedentes del Asia Central.
La respuesta socio-política a ese clima de inseguridad fue el feudalismo, por el que
un señor capaz de ofrecer protección y resguardo en su castillo con- vertía en
vasallos a quienes lo solicitaban. Naturalmente, este régimen ato- mizó el poder y la
autoridad se repartió entre múltiples señores. Comenzó a vivirse en un estado de
descentralización política que disminuyó el poder de los reyes en cada uno de los
estados surgidos luego de la desaparición del imperio Romano. En la época del
feudalismo el rey era simplemente "primus inter pares", es decir, el primero entre
iguales.
Los efectos del clima de inseguridad imperante también se hicieron sentir en el
orden económico. Las ciudades quedaron arruinadas y las comunidades de cada
región limitadas a satisfacer sus necesidades elementales en un estado de economía
"cerrada", sin tráfico comercial ni circulación moneta- ria.
Esta situación comenzó a modificarse a mediados del siglo XII, cuando la
Cristiandad pudo disfrutar de una cierta paz y estabilidad. En esa época co-
menzaron a verificarse cambios en casi todos los aspectos de la vida euro- pea: las
ciudades fueron reconstruidas y fundadas otras nuevas; se tendie- ron caminos,
talado bosques y disecado pantanos; renacieron la agricultu- ra, la ganadería y el
comercio; cobró impulso el estudio de las ciencias y co- menzaron a renovarse las
letras y las artes.
Tres siglos y medio más tarde, en el siglo XV, aquellas transformaciones e- ran
evidentes. Por esa razón, algunos historiadores comenzaron a hablar de "nuevos
tiempos" o "tiempos modernos". Así iba a imponerse el nombre de Edad Moderna,
iniciada para la mayoría de los estudiosos en 1453, con la caída del Imperio Romano
de Oriente en manos de los turcos otomanos.
(En los países del norte de Europa prefieren ubicar el inicio de la Edad Moderna a
comienzos del siglo XVI, cuando se produjo la rebelión protestante. No faltan
autores que se inclinan por el año 1492, cuando Cristóbal Colón arribó a América).

Las principales transformaciones a las que hemos aludido fueron:

 En lo social: Surgió una nueva clase que se desarrolló en los burgos, que eran
mercados fortificados aledaños a ciudades, monasterios o castillos y que concluyeron
por convertirse en verdaderas ciudades. Sus habitantes, burgueses, estaban

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abocados a actividades lucrativas, básicamente el co- mercio. Con el tiempo, la
burguesía se volvió necesaria a reyes y señores, en razón de su riqueza y
conocimientos, por lo que fueron obteniendo privile- gios.
 En lo económico: B) EL CAPITALISMO INCIPIENTE. El capitalismo fue el
resultado de un proceso de concentración comercial e industrial que se pro- dujo
especialmente en el sector textil. Un grupo reducido de comerciantes fue
concentrando en sus manos la fabricación y comercialización de los pa- ños.
Paralelamente, la economía comenzó a monetarizarse por el hallazgo de yacimientos
de plata en Alemania, Austria, Hungría y Bohemia.
La necesidad de capital determinó que se constituyeran compañías privadas que
abrieron agencias en el extranjero, cartas de pago y finalmente, la apari- ción de las
primeras instituciones bancarias.
Este capitalismo inicial tuvo su origen en las ciudades pañeras de Flandes, Inglaterra
e Italia. Algunas familias burguesas dedicadas primeramente al co- mercio,
concluyeron por convertirse en verdaderas dinastías que accedie- ron a la nobleza
(los Medici de Florencia, los Fugger y los Welser, en Alema- nia).
 En lo político: C) LA CENTRALIZACIÓN DEL PODER POLÍTICO. Terminó
por consolidarse el estado nacional moderno, obra de los reyes, que doble- garon la
competencia de los señores feudales con el apoyo de la burguesía.
Las característica fundamental de este nuevo tipo de estado fue la concen- tración
del poder político en la persona del rey. En el estado moderno sólo regía la ley del
rey, en cuyo nombre se administraba justicia, en tanto se uni- ficaban bajo su
autoridad las fuerzas armadas, la diplomacia, la moneda y los sistemas de pesas y
medidas.
Francia, Inglaterra y más tarde los reinos cristianos surgidos en la penínsu- la
Ibérica constituyeron los primeros estados modernos. Alemania e Italia, por el
contrario, mantuvieron la fragmentación feudal.
 En lo artístico y literario: Se produjo un retorno al culto de los valores y modelos
de la antigüedad clásica (greco-romana), tanto en las artes plásti- cas (Renacimiento)
como en las letras (Humanismo).
 En lo científico: Numerosos inventos y descubrimientos caracterizaron el
período de transición entre los tiempos medievales y los modernos. Los más
trascendentes fueron: la imprenta, la pólvora y el papel. A ellos pueden agre- garse:
los molinos de viento, las chimeneas, las herraduras para las cabalga- duras, los
anteojos y, particularmente importantes, los progresos en el arte de la navegación
(brújula, portulanos, carabela), que posibilitaron los gran- des descubrimientos
geográficos de la época. En lo estrictamente científico, la astronomía presentó los
descubrimientos más importantes, gracias a figu- ras como Copérnico, Kepler y
Galileo.
 En lo espiritual: Una nueva concepción frente a la vida constituyó el fun-
damento espiritual del hombre moderno. Se trata del Antropocentrismo (el hombre
en el centro), que vino a desplazar al Teocentrismo (Dios en el cen- tro) medieval. Sin
negar a Dios, el hombre se ubica en el centro de sus preo- cupaciones, aprestándose
a tomar posesión de la herencia recibida.

D) LA EXPANSIÓN EXTRACONTINENTAL DE LOS REINOS DE EUROPA.


LAS RUTAS OCEÁNICAS.
Desde fines de la Edad Media llegaban a Europa productos caros y exóticos
procedentes de Oriente. Conducidos por mercaderes árabes, eran traslada- dos a los

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puertos del Cercano Oriente y el Mar Negro, donde eran adquiridos por
comerciantes europeos -especialmente genoveses y venecianos- para ser distribuidos
en los países occidentales.
Las ganancias extraordinarias que generaba el comercio de aquellos produc- tos,
despertó en muchos países europeos el ansia por conquistar las regio- nes que los
producían:

 Arabia: caballos, café, oro, drogas.


 Persia (actual Irán): alfombras, tapices, muselinas.
 India: marfil, esencias, ébano, diamantes.
 China: sedas, porcelanas, jade.
 "Islas de las Especies" (las Indias orientales, actual Indonesia): pimienta, clavo
de olor, canela, jengibre, alcanfor.

Para alcanzar aquel objetivo, era preciso encontrar un ruta marítima que con-
dujese a Oriente y, en esa búsqueda, los marinos portugueses eran los más
adelantados en el siglo XV.

PROYECTO PORTUGUÉS: navegar por el litoral atlántico de África hacia el sur


para penetrar en el océano Índico y así arribar a los países de Oriente.

Dicho proyecto les había permitido alcanzar el extremo sur del continente africano,
tras setenta años de viajes por el litoral (1418-1488). Las explora- ciones
portuguesas eran promovidas por la corona lusitana. Así, uno de los grandes
impulsores de estas empresas fue el infante Enrique "el Navegan- te", que fundó la
escuela de náutica de Sagres, donde se acumulaban los mayores conocimientos de
la época en la materia. Hasta 1488, los navegan- tes de Portugal habían llegado a:

 Isla Madeira
 Islas Azores
 Cabo Bojador
 Islas de Cabo Verde
 Golfo de Guinea
 Desembocadura del río Congo

Finalmente, en 1488, Bartolomeu Días llegó al extremo sur del continente a- fricano:
el Cabo de Buena Esperanza.
Algunos años antes del viaje de Días, se presentó ante el rey Juan II un per- sonaje
oriundo de Génova, llamado Cristóforo Colombo (más tarde, Cristó- bal Colon), que
propuso al soberano un proyecto alternativo para alcanzar las Indias.

PROYECTO DE COLON: "cabalgando (navegando) por sobre el paralelo de 28º en


dirección a poniente (oeste), se alcanzarían las regiones más orien- tales de Asia en
60 días".

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Juan II rechazó el proyecto de Colon, aunque algunos historiadores portu- gueses
sostienen que envió secretamente a un capitán a verificarlo, aun- que sin resultados
positivos. Entonces, Colon pasó al reino de Castilla. Entanto, los portugueses
continuaron aferrados a su proyecto, lo que permitió final- mente a Vasco da Gama
alcanzar la India en 1497... Pero Colon, había llega- do a América cinco años antes.

E) LOS REINOS DE LA PENÍNSULA IBÉRICA


A mediados del siglo XV existían en la península Ibérica cinco reinos: cua- tro
cristianos y uno musulmán.

Era gobernado por la dinastía de Avís,


Reino de PORTUGAL cuyo objetivo era la búsqueda de una ruta
maríti- ma a Oriente.
Era gobernado por la dinastía de
Reino de CASTILLA Trastámara empeñada en expulsar de la
península a los últimos musulmanes.
Era gobernado por otra rama de la familia
Reino de ARAGÓN de Trastámara, y sus intereses estaban
puestos en los dominios italianos de la
corona arago- nesa (Cerdeña, Sicilia y
Nápoles).
Reino de NAVARRA No tardaría en ser incorporado al reino de
A- ragón.
Último dominio musulmán en la península,
Reino de GRANADA que sería incorporado a la corona de
Castilla en 1492.

Punto 2:
A) EL CONFLICTO ENTRE CASTILLA Y PORTUGAL POR LA
NAVEGACIÓN EN EL ATLÁNTICO DURANTE EL SIGLO XV.
La extensa zona de influencia lusitana a lo largo del litoral atlántico de Áfri- ca
presentaba una excepción. A principios del siglo XV, el aventurero fran- cés Juan
de Bethencourt había tomado posesión de las islas Canarias, ce- diéndolas a la
soberanía del rey de Castilla.
En 1481, portugueses y castellanos firmaron el Tratado de Alcaçovas-Tole- do, por el
cual ambos reinos se dividían la navegación en el Atlántico. Dos años más tarde, el
Papa ratificó aquel tratado. En el mismo, se reconocía a Portugal derechos sobre las
tierras y mares ubicados al sur del paralelo del cabo Bojador y a Castilla "las islas
Canarias ganadas y por ganar".
Como veremos, los conflictos entre ambos reinos se reanudarían luego del viaje
Colon, ya que el texto del tratado era confuso y escasísimos los cono- cimientos sobre
el Atlántico. Mientras los portugueses entendían que el tra- tado les había dejado el
señorío del mar menos Canarias, los castellano apo- yados en el texto (decía "... que
de las Canarias para abajo y contra Guinea" el mar sería para siempre portugués),
sostenían que eran señores de todo el océano al norte y al oeste de las Canarias.

Colon:
Recién en el año 1486, Colon fue recibido por los Reyes Católicos (Isabel de Castilla
y Fernando de Aragón) que se hallaban abocados a la conquista del reino moro de
Granada. Por esa razón, derivaron al genovés al juicio de una junta de sabios y

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teólogos que, presidida por fray Hernando de Talavera, de- bía expedirse acerca de
la viabilidad de su proyecto.
Al cabo de un tiempo prolongado, la junta se pronunció de manera negativa,
considerando irrealizable el proyecto de llegar a Oriente navegando hacia poniente.
La causa del rechazo estaba justicada, por cuanto los sabios ma- nejaban unas
dimensiones de la Tierra muy próximas a las reales, en tanto Colon sostenía que el
planeta era mucho más pequeño. Según los sabios, al cabo de sesenta días de
navegación sólo se encontraría mar. Naturalmente, unos y otros desconocían la
existencia de América.
Cuando parecía que el proyecto sería otra vez rechazado, y Colon se dispo- nía a
abandonar Castilla, la mediación de varios consejeros del rey Fernan- do (judíos
conversos como, tal vez, era el propio Colon) convenció al sobe- rano de dar una
oportunidad al genovés, especulando con la posibilidad de ganar a los portugueses
"la carrera de las Indias".

Punto 3:
B) LAS CAPITULACIONES DE SANTA FE.
En abril de 1492, una vez conquistada Granada, Colon y los Reyes Católicos
firmaron las Capitulaciones de Santa Fe, que establecían:

 Colon era nombrado Almirante de "la Mar Océano" (el Atlántico).


 También se lo designaba Virrey y Capitán General de las tierras que
descubriese.
 Recibiría la 10ma. parte de las riquezas obtenidas en la empresa.
 Podría participar con una 8va. parte de los gastos y beneficios de todas las
empresas comerciales a que diera lugar el descubrimiento.
 Se le otorgaba la hidalguía, primer grado de la nobleza castellana, pudiendo
anteponer a su nombre el tratamiento de don.

La empresa estuvo organizada del siguiente modo:

Almirante: Cristóbal Colon.


Comandantes: Vicente Yáñez Pinzón, Martín Alonso Pinzón y Juan de la Cosa
(piloto).
Naves: "Pinta" y "Niña" (carabelas), "Santa María" (nao).
Tripulantes: Alrededor de 90 hombres.
Sacerdotes: No viajaron.
Mujeres: No viajaron.
Puerto y fecha de partida: Palos de Moguer, agosto de 1492.
Escala: Islas Canarias.

VIAJES DE COLON
PRIMER VIAJE:
 Año: 1492
 Descubrió: Bahamas, Cuba y Haití o Sto. Domingo.

SEGUNDO VIAJE:

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 Año: 1493
 Descubrió: Puerto Rico, Antillas menores y Jamaica.

TERCER VIAJE:
 Äño: 1498
 Descubrió: costas de Venezuela (delta del Orinoco) e isla Trinidad.

CUARTO VIAJE:
 Año: 1502
 Descubrió: América Central (costas de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y
Panamá).

Estos descubrimientos fueron complementados por los hallazgos efectua- dos por los
denominados Viajes menores castellanos, realizados entre los años 1499 y 1502:

JUAN DE LA COSA
ALONSO DE OJEDA
RODRIGO DE BASTIDAS  Colombia, Guayanas, Brasil
DIEGO DE LEPE
PEDRO ALONSO NIÑO
VICENTE YÁÑEZ PINZÓN

Tanto al servicio de Castilla como al de Portugal, formó parte de este grupo de


exploradores iniciales el florentino Américo Vespucio, quien arribó a la conclusión
de que las tierras halladas constituían un Mundus Novus (Nuevo Mundo) distinto de
Asia. En un mapa de las mismas, el cartógrafo Martín Waldsmüller las denominó
América.

Punto 2:
C) LA CUESTIÓN LUEGO DEL VIAJE DE COLON
Al retornar de su primer viaje, una tormenta obligó a Colon a refugiarse en Lisboa,
donde se vió conminado a relatar al rey Juan II la síntesis de los des- cubrimientos
realizados. El soberano portugués hizo referencia a la posibili- dad de que las tierras
encontradas por Colon se hallaran dentro de la juris- dicción portuguesa.
El comentario del rey lusitano, una vez conocido por los Reyes Católicos, in- dujo a
estos a plantear el reconocimiento de los derechos de Castilla ante el Papa.
Alejandro VI (español, Rodrigo de Borja o Borgia) dio a conocer una serie de
documentos o bulas.

Punto 2:
C) LAS BULAS DE ALEJANDRO VI.
Las bulas del Papa Alejandro VI fueron cinco. De ellas, nos interesan las de-
nominadas Inter Caetera:

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 INTER CAETERA PRIMERA o BULA de DONACIÓN: Reconocía la
soberanía de Castilla sobre las tierras descubiertas por Colon, a condición de que no
pertenecieran a otro prínci- pe cristiano. Comentario: El Papa se cubría de no estar
donando tierras pertenecientes a Portugal. Actuaba siguiendo la doctrina de la
época, que consideraba válida la Donación de Constantino (más tarde se comprobó
que había sido una falsificación) según la cual el em- perador había donado al
pontífice todas las islas del Imperio Romano. Además, el Papa vol- vía a cubrirse al
señalar que el "citado Cristóbal" las había poblado (referencia al fuerte Na- tividad
en la isla de Sto. Domingo), con lo que había cumplido un requisito fundamental pa-
ra reclamar derechos sobre ellas.

 INTER CAETERA SEGUNDA o BULA de DEMARCACIÓN: El Papa trazaba


una línea de polo a polo que corría a 100 leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo
Verde, señalando que serían de Castilla las tierras descubiertas o por descubrirse
ubicadas al oeste y el sur de dicha línea, a condición de que no pertenecieran a otro
príncipe cristiano. Comentario: El Papa no hacía referencia a los dominios
portugueses ubicados al este de la línea, la que por otra parte, corría en un solo
hemisferio.

De las tres bulas restantes es importante la denominada Dudum Siquidem, porque


extiende la donación no sólo a las tierras ubicadas en el hemisferio occidental, sino
también a las ubicadas en el hemisferio oriental.
La bula Eximis Devotionis reconocía a Castilla los mismos derechos y privi- legios
otorgados por la Iglesia a los portugueses en las tierras que habían descubierto.
Finalmente, la bula Piis Fidelium (descubierta recién en 1890) estaba desti- nada al
vicario de las Órdenes de los Mínimos en España, al que se designa- ba vicario
pontificio para propender a la extensión de la fe católica en las nuevas tierras.

Punto 2
D) EL TRATADO DE TORDESILLAS
Ni Portugal ni Castilla quedaron conformes con la demarcación pontificia. Por esa
razón, en 1494, los representantes de ambos reinos firmaron el tra- tado de
Tordesillas, por lo que decidieron correr la línea de Alejandro VI 270 leguas hacia
el oeste. Los castellanos quedaban autorizados a cruzar la zo- na portuguesa para
dirigirse a sus dominios, pero sin detenerse ni descubrir tierras.

 Portugal: que continuaba fiel al antiguo proyecto, necesitaba una mayor


amplitud de mar propio, por resultar muy peligrosa la navegación costera de África
en razón de los arrecifes y corrientes marinas que debía afrontar. No hay pruebas
de que los lusitanos conocieran por entonces la existencia del Brasil, como ha
sugerido algún historiador portugués. De he- cho, en el año 1500, Pedro Álvares
Cabral arribó a las costas brasileñas, pocos meses antes que Vicente Yáñez Pinzón.
Sin embargo, no tardó en retomar la ruta de la que había sido desviado por los
vientos, prosiguiendo en dirección a la India que era lo único que seguía interesando
a los portugueses.
 Castilla: entendía que cuanto más al oeste se corriera la línea demarcatoria
mayores po- sibilidades tendría de que las "Islas de las Especies" entraran en su
jurisdicción. De hecho, las islas Molucas quedaron dentro de la jurisdicción
castellana.

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Punto 2
D) LA CUESTIÓN LUEGO DEL VIAJE DE MAGALLANES-ELCANO.
En el año 1513, Vasco Núñez de Balboa cruzó el istmo de Panamá y descu- brió el
océano Pacífico, al que llamó Mar del Sur. A partir de ese momento, el objetivo de
todas las naciones marítimas de Europa fue hallar un paso marí- timo que uniera el
Atlántico con el Pacífico. En esa búsqueda sería descu- bierto el actual territorio
argentino por cuatro expediciones.

AÑO COMANDANTE REGIÓN DESCUBIERTA

1516 JUAN DÍAZ de SOLÍS Río de la Plata


HERNANDO de Costas bonaerenses,
1520 MAGALLANES patagó- cas, fueguinas e
islas Malvi- nas

1526 SEBASTIÁN GABOTO Ríos Paraná, Paraguay y


Pil- comayo.
1526 DIEGO GARCÍA

Solís, que era piloto mayor de la Casa de Contratación, fue enviado en bús- queda
del paso interoceánico, tratando de adelantarse a los portugueses que ya
merodeaban por las regiones rioplatenses. Murió en la empresa.
En 1520, el portugués al servicio de España, Hernando de Magallanes, par- tió con
el mismo propósito, descubriendo el estrecho que hoy lleva su nom- bre, y que
bautizó Estrecho de Todos los Santos, en noviembre de aquel a- ño. Al recorrer las
costas patagónicas, el comandante portugués había teni- do que imponerse de
manera drástica a un intento de sublevación y a la de- serción de la nao "San Antón"
(1). Luego, tras una penosa travesía por el Pacífico, donde estuvieron a punto de
perecer de hambre y sed, arribaron a las primeras islas oceánicas y luego a las
Filipinas (así llamadas en homena- je al heredero de la corona española, el futuro
Felipe II). En las Filipinas, Ma- gallanes fue muerto por los nativos, asumiendo el
comando de la expedición Sebastián Elcano que, en setiembre de 1522, arribó con
una única nave a Es- paña después de haber circunnavegado el globo terráqueo.
Careciéndose en España de noticias sobre el destino de la expedición de García Jofré
de Loaysa, designado primer gobernador de las islas Molucas, se encomendó
auxiliarlo a Sebastián Gaboto. Llegado a estas tierras, Gabo- to tuvo noticias de una
región cercana de extraordinarias riquezas, que le aportaron los náufragos de una
de las naves de Solís refugiados en Santa Catalina. A poco, los viajeros se
encontraron con la expedición de Diego García, que también tenía órdenes de
atravesar el estrecho. No obstante, am- bos comandantes prefirieron explorar estas
regiones en busca de las semi- legendarias riquezas del Rey Blanco, la Montaña de
Plata y la Ciudad de los Césares. Al no hallarlas, retornaron a España con la versión
de que las tie- rras rioplatenses eran pobres, carentes de alimentos y metales

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preciosos y pobladas por tribus hostiles aunque, sus ríos eran "la puerta de entrada"
ha- cia países de notables riquezas.
(1) Al desertar de la expedición de Magallanes la nao "San Antón", su piloto Esteban
Gómes avistó las islas Malvinas en su regreso a España.

Con el propósito de justificar la posesión castellana de las islas Molucas, los


cartógrafos portugueses que asesoraron a Magallanes empujaron de tal mo- do la
línea de Tordesillas que el Paraguay y el Río de la Plata quedaban den- tro de la
jurisdicción portuguesa, dando pie a ulteriores reclamos lusitanos.
Pero, cuando España se aprestó a explotar comercialmente aquellas islas, el
gobierno de Lisboa protestó alegando que se lesionaban sus derechos. Pa- ra poner
fin al extenso pleito, se celebraron en 1524 las conferencias de Ba- dajoz y Yelves, que
no arribaron a ningún resultado concreto. Finalmente, en 1529, Carlos I (V) empeñó
las Molucas a Portugal.

Punto 3
A) EL OBJETIVO INICIAL DE LA EMPRESA HISPANA EN EL OCCIDENTE
DEL ATLÁNTICO.
Punto 3
E) EL CAMBIO DE OBJETIVO, CAUSAS DE LA CONQUISTA DE TIERRA
FIR-
ME. NUEVA RELACIÓN ECONÓMICA. LOS PUERTOS ÚNICOS Y EL MO-
NOPOLIO.
El objetivo inicial de la empresa hispana -como en el caso de los portugue- ses- estaba
exclusivamente vinculado con el deseo de alcanzar las Indias, para lograr el dominio
del comercio de la "especiería". Colon, que como vi- mos creía que las dimensiones
terrestres eran más reducidas que las rea- les, ubicaba Zipango (Japón) a la altura
de Panamá y, en su primer viaje, portaba una carta de los Reyes Católicos para el
Preste Juan, un legendario soberano cristiano que, según antiguas versiones reinaba
en las inmediacio- nes de Cathay (China). Llegado a América, interpretó que las islas
antillanas constituían el umbral de Asia.
La consecución de ese objetivo había sido causa prioritaria para la acepta- ción
castellana de una modificación a la demarcación pontificia, tal como se verificó en
Tordesillas.
Veinte años más tarde, el descubrimiento del océano Pacífico por Balboa dio nuevo
impulso al deseo de alcanzar las "Islas de las Especies". Pero, en tan- to, América se
iba revelando en toda su inmensidad y riquezas y el interés por Oriente se fue
diluyendo. De las islas, los castellanos saltarían a Tierra Firme, donde les
aguardaban los tesoros de Méjico y Perú, concretando en alrededor de medio siglo
la conquista del continente.
Intentando sistematizar la conquista o "pacificación" (expresión empleada por los
soberanos españoles) de América, hablarenos de:

 Un ÁREA SEPTENTRIONAL (Antillas, América del Norte y porción


septentrional de Amé- rica Ístmica).
 Un ÁREA MERIDIONAL (América del Sur y porción meridional de América
Ístmica).
 Dos FOCOS de IRRADIACIÓN PRINCIPAL: que eran las bases de operaciones
de las que partían las expediciones.

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 Dos FOCOS de IRRADIACIÓN SECUNDARIA: que eran nuevas bases de
operaciones es- tablecidas cuando las conquistas se iban alejando de los focos
principales.

AREA SEPTENTRIONAL
FOCO de IRRADIACIÓN PRINCIPAL: Santo Domingo.
REGIONES CONQUISTADAS: Puerto Rico, Cuba y La Florida.

FOCO de IRRADIACIÓN SECUNDARIO: México (conquistado por Hernán


Cortés).
REGIONES CONQUISTADAS: El Salvador, Guatemala y Honduras.

AREA MERIDIONAL
FOCO DE IRRADIACIÓN PRINCIPAL: El Darién (golfo entre Colombia y
Panamá).
REGIONES CONQUISTADAS: Panamá, Colombia, Costa Rica y Nicaragua.

FOCO de IRRADIACIÓN SECUNDARIO: Perú-Bolivia (conquistado por


Francisco Pizarro).
REGIONES CONQUISTADAS: Chile, Ecuador, Amazonas.

Como puede apreciarse, no figuran en esta dinámica de la conquista de A- mérica,


Argentina, Uruguay y Paraguay, que están vinculados a un contexto particular.
Tampoco Venezuela, cuya conquista cedió Carlos I (V) a los ban- queros alemanes
Welser, de quien era deudor por los préstamos recibidos al momento de postularse
como candidato a emperador de Alemania.

Punto 4
A) LA INCORPORACIÓN DEL NUEVO MUNDO A LA CORONA DE
CASTILLA. EL VÍNCULO JURÍDICO-POLÍTICO. "LOS REINOS DE
INDIAS". LA INSER- CIÓN ECONÓMICA.
Las Indias fueron incorporadas a la Corona de Castilla como bienes heredita- rios,
es decir, a título personal, por eso fueron reinos patrimoniales. Carlos I (V) confirmó
la incorporación a la Corona y no al reino castellano, ratificando que no eran
propiedad particular de los reyes ni del Estado español, sino un bien de la
monarquía.
No se trató pues de colonias, y los americanos eran súbditos libres igual que los de
otros dominios. Tenían sus propias leyes (las Leyes de Indias), su propio consejo (el
Consejo de Indias), sus propias autoridades.
Tal vez, si no hubiera existido el desastre de la "Armada Invencible" (1588), los
Austrias las hubieran convertido en colonias complementarias de la eco- nomía
española. Pero, al quedar cortadas de España, las Indias desarrolla- ron una
economía propia y aislada, y sus habitantes gozaron de independen- cia material y
espiritual.
La implantación de los cabildos fue una muestra de la política descentraliza- dora
de los Austrias y el propio rey español invitaba a que si llegaba a Amé- rica alguna

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disposición real que contraviniera la legislación vigente fuera o- bedecida pero no
cumplida ("se obedece pero no se cumple").
No obstante ser consideradas "reinos", las Indias nunca fueron consultadas ni
estuvieron representadas en las Cortes.

Punto 3
Los puertos únicos y el monopolio: continuación del acápite E
En un principio, el único puerto autorizado a comerciar con las Indias fue el de
Sevilla, sede de la Casa de Contratación y de los principales astilleros. Más tarde,
Carlos I (V) extendió este privilegio a otros 9 puertos españoles, pero el privilegio
fue apenas utilizado, por lo que Felipe II revocó la medida.
El sistema económico español con respecto a las Indias se encuadró dentro de las
pautas del mercantilismo, que pregonaba una intervención absoluta del Estado en la
economía. España, a diferencia de Inglaterra y Francia, que procuraban el
desarrollo de la industria y el comercio, sólo buscó la acumu- lación del oro y plata
americanos.
Como la corona española no estaba dispuesta a permitir que las riquezas a-
mericanas fueran compartidas con otras naciones, establecieron un régimen de
monopolio. Ello generó permanentes agresiones y robos, especialmente por parte de
piratas y corsarios extranjeros.
Para impedir estos latrocinios, se estableció el sistema de "Flotas y galeo- nes", cuyas
características principales eran:

SISTEMA de "FLOTAS y GALEONES"


 Una o dos veces por año partía la Flota de España, de los puertos de Sevilla o
Cádiz, cargada con manufacturas españolas.
 Las naves mercantes (hasta 25 a mediados del s.XVII y hasta 90 a fines de ese
siglo) na- vegaban en convoy, escoltadas por buques de guerra.
 Una vez llegada a La Habana, la Flota se dividía en dos partes:
a) Una parte se dirigía a Veracruz (México).
b) La otra, a Portobelo (Panamá).
 Al momento de la llegada de los barcos se realizaban grandes ferias; las
manufacturas españolas eran descargadas, cargándose, a su vez, los productos
americanos (cacao, añil, maderas, azúcar, cueros y pieles, oro, plata, diamantes)
 Finalmente, los barcos retornaban a La Habana, para reemprender juntos el
retorno a la península.

Los territorios rioplatenses dependían del aprovisionamiento de la flota de


Portobelo, pero aquel sistema generó múltiples consecuencias:

1) Retraso en la llegada de productos esenciales (vestidos, calzados, muebles,


artículos de metal, artículos científicos).
2) Notable encarecimiento de dichos artículos como consecuencia de los fletes que
debían pagarse. Un artículo requerido en el Río de la Plata debía ser
transportado a lomo de mula desde Portobelo a Panamá, a orillas del Pacífico.
Luego, embarcado con destino al puerto de El Callao (Perú), para ser llevado
desde allí hasta su destino a lomo de mula.

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3) Incitó al desarrollo paulatino de una industria artesanal local y a la
interdependencia económico-comercial entre regiones vecinas:
 El Litoral: cueros, lana, sebo, yerba mate, harinas.
 El Tucumán: telas vastas, "frezadas", ponchos, alpargatas, sombreros, cigarros,
azúcar, maderas y piedras de construcción, mulas.
 Cuyo: vinos, aguardientes, aceite, aceitunas, pasas de uva, "caldos" (dulces).
Finalmente, el sistema económico impuesto por España permitía el comercio entre
México y las posesiones españolas de Asia, a través del "Navío de Chi- na", que
circulaba entre Acapulco y Manila.
El puerto de Buenos Aires que, raramente recibía algún navío procedente de
España, así como las demás regiones rioplatenses, dependieron hasta muy avanzado
el siglo XVIII del abastecimiento del comercio limeño.
Sin embargo, las costas rioplatenses se fueron convirtiendo en la boca de entrada de
un fluido contrabando, lo que perjudicaba a los comerciantes de Lima. Ante sus
protestas, una Real Cédula del año 1622 creó la "aduana se- ca" de Córdoba. En esa
ciudad, los funcionarios disponían de una lista de precios de artículos varios,
elaborada por la Audiencia de Charcas. Todo ar- tículo procedente de Buenos Aires
pagaría allí un recargo del 50% sobre el precio que figuraba en la lista. De ese modo
se pretendió circunscribir los efectos del contrabando.

Punto 5
LA EMPRESA ESPAÑOLA EN AMÉRICA, CARACTERÍSTICAS DE LA CON-
QUISTA. EL SOMETIMIENTO DE LOS INDÍGENAS, LA "ENCOMIENDA",
EL TRABAJO FORZADO, LEGISLACIÓN. LA IGLESIA CATÓLICA EN
AMÉRICA, LAS MISIONES RELIGIOSAS.
La conquista española tuvo las siguientes características:

 Fue una empresa particular costeada por navegantes y grandes mercaderes,


aunque a veces, la corona contribuyó económicamente.
 Tuvo una base contractual, ya que los particulares firmaban con la corona
contratos y capitulaciones.
 Tuvo particularismos jurídicos, ya que cada capitulación establecía diferentes
derechos y privilegios.
 Fue una empresa popular de la que no participaron las grandes familias de la
aristocra- cia española.
 Tuvo para la corona una finalidad evangelizadora y civilizadora, contrarrestada
por la desmedida codicia de los conquistadores.

El sometimiento de los indígenas:


Después de su segundo viaje, Colon envió a su agente Juan Berardi un gru- po de
indios para que los vendiera como esclavos. Una Real Cédula del 18 de abril de 1495
autorizó la venta. Sin embargo, cuatro días después, otra Real Cédula suspendió la
venta hasta tanto se conociera la opinión de teólo- gos y juristas. Las presuntas
razones de este cambio habrían obedecido a los cargos de conciencia que los
confesores despertaron en la reina Isabel.
En el año 1500, otra Real Cédula proclamó la libertad de los indios, conside- rados
vasallos capaces de adoptar la fe cristiana, aunque el ejercicio de sus derechos debía
ser tutelado como sucede con los menores de edad.

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En aquellos primeros tiempos, los gobernantes de Sto. Domingo recibieron
instrucciones reales destinadas a promover la evangelización de los indios y su
protección. Se recomendaba que los aborígenes fueran reunidos en pue- blos, que
habitaran en casas, que no durmieran en el suelo, que se vistieran y que trabajaran.
Estas buenas intenciones que, indudablemente, desconocían la naturaleza de los
indios, contrastaron con la actitud cruel y codiciosa de los conquista- dores. Los
excesos cometidos dieron lugar a graves denuncias de dos reli- giosos dominicos:
fray Antonio de Montesinos y fray Bartolomé de las Ca- sas (autor de la "Brevísima
relación de la destrucción de las Indias", una o- bra hábilmente explotada como
propaganda por los enemigos de España).
Las denuncias de Montesinos condujeron a Fernando de Aragón a disponer una
reunión de teólogos y juristas que, en el año 1512, produjeron las Leyes de Burgos,
las cuales consagraban :

 La libertad de los indios.


 La obligación de instruirlos en la fe.
 La obligación de imponerles trabajos soportables.
 La obligación de concederles tiempo para la recreación.
 La obligación de facilitarles tiempo para atender sus propiedades.
 La obligación de abonar el salario de los indios en vestidos y alimentos.

Estos temas dieron lugar a fuertes discusiones en España. En ellas, se des- tacaron
las posiciones de:

FRANCISCO de VITORIA: Diferenció la guerra justa y la guerra injusta. Entendía


que sólo sería justa la guerra cuando los indios se opusieran al comercio o a la
predicación de la fe cristiana.
FRAY BARTOLOMÉ de las CASAS: No aceptaba la conquista armada,
propiciando exclusi- vamente la evangelización.
JUAN GINÉS de SEPÚLVEDA: Sostenía que, siendo los indios bárbaros e
inhumanos, se ne- gaban a obedecer a otros hombres más perfectos, por lo que era
justo someterlos por la fuerza.

Estas discusiones se originaron como consecuencia del Requerimiento. Se trataba de


un documento que debía ser leído a los indios, en el que se histo- riaba la vida de la
Iglesia, desde San Pedro hasta llegar al Papa que había hecho donación de las tierras
americanas a los Reyes Católicos. Si se nega- ban a aceptar dicho dominio, era lícito
declararles la guerra. Fue relatado por Palacios Rubio y no produjo ningún tipo de
mejora en las relaciones entre conquistadores e indios, ya que muchas veces se
carecía de quien pudiera traducirlo al idioma de los indios, cuya naturaleza
continuaba no siendo comprendida por los soberanos, teólogos y juristas de España.

La encomienda:
La encomienda fue una institución que colocaba al indio en una situación in-
termedia entre la esclavitud y el trabajo asalariado. Estaba destinada a resol- ver el
problema del trabajo y de la recaudación fiscal.
Había tenido su origen durante las luchas de la Reconquista española y, en América
fue adaptada a las características propias del medio. Sus bases ju- rídicas fueron
establecidas por Fernando de Aragón en 1509.

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Con este sistema el encomendero, a cambio del trabajo personal de los in- dios, debía
comprometerse a evangelizarlos y pagar un peso oro anual por indio a la Corona.
Las características principales de esta institución eran:

 Se trataba de un bien inalienable (los indios no podían ser repartidos ni


prestados por el encomendero).
 El encomendero recibía indios, pero no sus territorios.
 Los derechos del encomendero fueron, en un principio perpetuos, pero luego se
fijaron en dos (2) vidas.
 Los indios que dejaban de pertenecer a una encomienda pasaban a vivir en un
pueblo de indios o "corregimiento".
 El indio podía tener bienes propios.
Casi todas estas disposiciones fueron violadas por los encomenderos y, aunque las
Leyes Nuevas de 1542 prácticamente abolieron las encomien- das, prometiendo
grandes castigos a quienes maltratasen a los indios, la institución siguió existiendo
hasta entrado el siglo XVIII.
La obstinación y codicia de los encomenderos generaría levantamientos en- tre los
indígenas. Por ello, Felipe II ordenó a la Audiencia de Charcas la re- dacción de un
informe sobre la situación que se vivía en Tucumán, Cuyo, Buenos Aires y Paraguay.
Esta inspección dio lugar a las Ordenanzas de Al- faro de 1611 (Alfaro era oidor de
la Audiencia de Charcas, y puede apreciar- el retraso en el cumplimiento de la
orden, teniendo en cuenta que Felipe II murió en 1598).

ORDENANZAS DE ALFARO (1611)


 Ratificaban la libertad de los indios.
 Suprimían el trabajo servil.
 Disponían la elección de patrón por parte de los indios.
 Ordenaban que el pago por su trabajo no se verificase en especies.
 Reglamentaban los pueblos de indios y la mita.

Punto 8
Pueblos de indios y reducciones o corregimientos:
Los pueblos de indios, reducciones o corregimientos agrupaban a aquellos indios
que no habían sido repartidos en encomiendas o habían dejado de pertenecer a una.
 Debían estar ubicados cerca de los lugares de trabajo, pero lejos de las
poblaciones españolas.
 Los indios debían solicitar autorización si querían abandonarlos, y sólo el rey o
el virrey podían autorizar el traslado de toda la reducción.
 El gobierno y administración del corregimiento estaba a cargo de un Ca- bildo
integrado por un alcalde indio y un regidor, que elegían anualmente a sus sucesores
(si el pueblo superaba las 80 casas eran 2 alcaldes y 4 regido- res). Lo integraba
también un corregidor, que era un español cuya autoridad era similar a la de los
encomenderos.
 El producto del trabajo colectivo era reservado para las necesidades del
corregimiento, y el corregidor se encargaba del repartimiento de mercade- rías

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europeas entre los indios. Esto, dio lugar a excesos, que terminaron ge- nerando
rebeliones, como sucedió en el caso de Tupac Amaru.
 En cada corregimiento existía un cura doctrinero encargado de la evan-
gelización.

La mita y el yanaconazgo:
Los españoles tomaron instituciones indígenas como la mita, un sistema de trabajo
de origen incaico. Los conquistadores sorteaban a los indios que de- bían trabajar a
su servicio durante cierto tiempo, también eran incluidos las mujeres y los niños.
Existían distintos tipos de mitas:

 La mita PASTORIL (duraba 3 o 4 meses).


 La mita MINERA (duraba 10 meses).
 La mita DOMÉSTICA (duraba 15 días al año).
Los indios no podían ser llevados más de 10 leguas de sus viviendas, ni o- bligados a
trabajar hasta que no hubiese cumplido su turno la totalidad de los habitantes del
pueblo. En la práctica, aunque se les pagaba en dinero, los indios se endeudaban
viéndose obligados a continuar trabajando.
El yanaconazgo era otra institución aplicada por los incas con aquellos pue- blos que
se mostraban rebeldes. Los yanaconas vivían en las tierras de los encomenderos,
absolutamente vigilados y sujetos. Estaban ligados a la pro- piedad, y pasaban con
ésta a los sucesivos propietarios.

La Iglesia Católica:
Después de la muerte de la reina Isabel de Castilla, el rey Fernando hizo ges- tiones
en Roma para lograr el Patronato sobre la Iglesia americana, lo que fue concedido
por una bula del Papa Julio II. De acuerdo con ella:

 El Papa se limitaba a aprobar lo dispuesto por el rey.


 Éste, por intermedio del Consejo de Indias, proponía a Roma los obispos, los
cuales de- bían prestar juramento al Papa y al rey.
 El Consejo de Indias examinaba las bulas y los breves pontificios para otorgarles
el pa- se o "exequatur".

De acuerdo con el Patronato, la Corona española se reservaba el derecho de:


 Admitir la entrada en América de órdenes religiosas.
 Crear obispados.
 Levantar templos.
 Sostener el culto.
 Conceder permiso a los religiosos para pasar a América.
 Si un religioso cometía alguna falta, podía ser procesado y expulsado por
virreyes y au- diencias.

Con los Borbones, el ejercicio del Patronato se fundó en la propia soberanía de la


Corona, conforme con las tendencias regalistas francesas, y no en la concesión papal
como los Austrias.

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Hispanoamérica se dividió en arzobispados y obispados -asesorados por los cabildos
eclesiásticos (los deanes estaban al frente de las catedrales)- que, generalmente
coincidían con las jurisdicciones político-administrativas. Ca- da obispado se dividía
en parroquias.
Al principio, todas las diócesis americanas dependían del arzobispo de Sevi- lla. A
mediados del siglo XVI se crearon los arzobispados de Santo Domingo, Méjico,
Bogotá, Lima y Manila.
La Corona otorgó permiso para misionar a: Franciscanos - Dominicos - Mer-
cedarios - Agustinos y Jesuitas.
Las más importantes misiones jesuíticas se establecieron en Paraguay (Cha- co,
Guayrá y Paraná). Los indios tapes, perseguidos por los "bandeirantes" paulistas, se
refugiaron junto a los guaraníes en la región donde se habían establecido los jesuitas.
El superior de la Orden residía en Yapeyú. Los pue- blos principales fueron: Yapeyú,
San Ignacio, San Javier, Corpus Chisti, A- póstoles y Loreto.

LAS MISIONES JESUÍTICAS


 Cada pueblo de las misiones estaba digido por un cura y un teniente cura.
 El corregidor era elegido por el gobernador de una lista de caciques; lo era en
forma vi- talicia.
 El cabildo estaba constituido por:
a) 2 alcaldes (de 1º y 2º voto)
b) 1 alcalde de hermandad
c) 1 alférez
d) 4 regidores
e) 1 alguacil
f) 1 mayordomo
g) 1 secretario
 Cada cabildo duraba un año; el cabildo saliente elegía al entrante, que era
confirmado por el gobernador.
 En los pueblos, los indios debían respetar los toques de campana para asistir a
misa e ir a trabajar. No podían beber bebidas alcohólicas y debían vivir con
moralidad.
 La tierra comprendía tres categorías:
1) la tierra de la comunidad: se trabajaba 3 días a la semana y la cosecha se
destinaba a un granero común.
2) La tierra de Dios: se trabajaba 2 días a la semana y la cosecha se destinaba a
sostener enfermos, viudas y ancianos, para épocas de crisis y para pagar el
tributo al soberano.
3) Las tierras de los particulares: cada indio, al casarse, recibía una parcela de
tierra que trabajaba en su provecho. Para evitar que malgastaran su cosecha,
debían depositarla en almacenes públicos, entregándoseles los productos que
necesitaran.
 Los indios se manejaban a través del trueque. Para obtener moneda metálica, a
fin de pagar los tributos, vendían su yerba mate en Santa Fe o Buenos Aires.

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Cuando en 1750 se firmó el Tratado de Permuta entre España y Portugal, los
lusitanos se comprometieron a dejar la Colonia del Sacramento a cambio de las
Misiones guaraníticas. Los indios de 7 pueblos de las misiones se rebela- ron,
rechazando aquel cambio que los entregaba a manos de los portugue- ses, tras largos
años de luchas contra los "bandeirantes" que, desde su ba- se en Sao Paulo
organizaban expediciones para cazar indios que esclaviza- ban.
El gobierno español interpretó que la actitud de los rebeldes había sido el re- sultado
de las maquinaciones de los jesuitas, a quienes atribuían un notable poder político,
militar y económico. En 1767, el rey Carlos III decretó la expul- sión de los jesuitas
y las misiones pasaron a manos de otras órdenes religio- sas, mientras su gobierno
quedaba en manos civiles. Aquello provocó la rui- na de las misiones, y muchos
indios prefirieron retornar a la selva.

Punto 6
PARTICIPACIÓN DE OTROS PAÍSES EUROPEOS EN LA FORMACIÓN DE
A- MÉRICA. CARACTERÍSTICAS DE LAS COLONIZACIONES EN NORTE
AMÉRI- CA. LA COLONIZACIÓN DEL BRASIL.
Inglaterra, Holanda y Francia buscaron por el norte otro pasillo hacia el O- riente.
No lo hallaron, pero sus exploradores descubrieron los lagos, ríos, bosques y
aborígenes norteamericanos.

 INGLATERRA: En 1497, el italiano Juan Gaboto buscó el paso marítimo por


las costas de Terranova. Hasta comienzos del siglo XVII participaron de esa
búsqueda explorado- res como Humphrey Gilbert, John Davis y Henry Hudson.
 HOLANDA: Convertidos en súbditos rebeldes de Felipe II de España, los
holandeses también se sumaron a esa búsqueda a través de las expediciones de
Willem Barents y el inglés Henry Hudson.
 FRANCIA: Ya entrado el siglo XVI, Francia intentó encontrar la ruta al Oriente
con las expediciones de Giovanni Verrazano y Jacques Cartier, que descubrió el
río San Loren- zo.

INGLATERRA: Al finalizar el siglo XVI, los ingleses no habían logrado organi- zar
una colonización estable en América. En los primeros años del siglo XVII, el capital
privado y el respaldo del gobierno se unieron para hacer posible u- na ocupación
permanente.
La reina Isabel I había reclamado para Inglaterra la región norteamericana u-
bicada al norte del paralelo 30º, sobre el litoral atlántrico. Le atribuía a Juan Gaboto
su descubrimiento. El sucesor de Isabel, Jacobo I, adjudicó la explo- tación de estos
territorios a dos compañías comerciales: la Compañía de Londres y la Compañía de
Plymouth.
La concreción de este tipo de empresas fue favorecida por:

1) En la paz de 1604, entre Inglaterra y España, Jacobo I reconoció a los españoles


el mo- nopolio sobre todos los territorios que había ocupado en América; pero
no lo hizo con aquellos que aún se hallaban desocupados.
2) España había perdido mucho de su interés inicial por los temas americanos.
3) A los españoles les resultaba imposible defender su monopolio en todo el
continente.

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La región concedida había sido bautizada con el nombre genérico de "Virgi- nia".
Fue dividida en dos porciones:

 VIRGINIA (porción meridional): correspondió a la Compañía de Londres.


 NUEVA INGLATERRA (porción septentrional): correspondió a la Compañía de
Plymouth.

A corto plazo, la gestión de ambas compañías fracasó. Virginia se convirtió en una


colonia que dependía directamente de la Corona; en tanto que Nueva Inglaterra fue
asiento de refugiados puritanos que buscaban libertad para profesar su fe.
Con el transcurrir de los años, las colonias inglesas de la costa atlántica se
multiplicaron hasta llegar a ser trece. Lograron formar un bloque territorial luego
de la expulsión de los colonos holandeses por parte de Inglaterra.
¿Qué móviles impulsaron la colonización inglesa?

a) Aparte de la ilusión de encontrar tierras fértiles y oro, buscaban alimentos,


viñas, frutas, tabaco, madera y cáñamo.
b) Pensaban que las colonias podían ser mercados para los productos ingleses.
c) Las consideraban refugios posibles para personas pobres y disidentes religiosos.

¿Cúal fue la característica más saliente de la colonización inglesa?

 El trasplante a América de núcleos poblacionales completos, que abarcaban


hombres, mujeres y niños, mano de obra y técnica europea.

Inglaterra ocupó diversas islas en la zona del mar Caribe (Jamaica, Bahamas y
Barbados, las más importantes). Estos establecimientos desarrollaron ac- tividades
vinculadas con el tráfico negrero, el contrabando y la piratería, que aportaron a la
economía inglesa grandes capitales.

FRANCIA: Francisco I de Francia, que fue un tenaz adversario de Carlos I (V), no


reconoció nunca el derecho exclusivo de España sobre las Indias.
Sin embargo, durante el siglo XVI, las empresas oficiales francesas en Amé- rica
fueron aisladas. Francia era un reino cuya economía se basaba en la a- gricultura y
políticamente estaba absorbida por problemas europeos, por lo que América y sus
riquezas sólo adquirieron interés para los marinos de la costa atlántica, muchos de
ellos protestantes. Sus incursiones apuntaron es- pecialmente a la Florida y el Brasil.
La situación se modificó en el siglo XVII, cuando la Corona tomó a su cargo el
objetivo de ocupar áreas territoriales en el nuevo continente.
La región reconocida por Jacques Cartier se convirtió en "puerta de ingreso" de los
exploradores y colonizadores franceses. La región ofrecía una vía de penetración
apropiada: el río San Lorenzo, los Grandes Lagos y el río Misisi- pi, y por aquel
camino, Francia fue consolidando un vasto dominio nortea- mericano, que tenía sus
centros de irradiación en Québec y Montreal, en el Canadá. También la América
insular fue objeto de las apetencias francesas, habiendo sido ocupadas algunas
Antillas menores (Martinica, Guadalupe) y la porción occidental de la isla de Haití.

HOLANDA: Para estudiar el fenómeno de la expansión holandesa en Améri- ca es


preciso tener en cuenta que:

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1) Los holandeses habían adoptado en su mayoría la doctrina de Juan Calvino que
bende- cía la acumulación de riquezas como fruto del trabajo. Esta concepción
religiosa favore- cía el desarrollo del capitalismo.
2) Suscribían la teoría del "mar libre", formulada por su connacional Hugo Grocio.
3) No buscaban colonizar, sino tan sólo explotar económicamente las regiones que
ocupa- ban.
4) No encararon como empresa nacional su expansión colonial, sino que la
delegaron en compañías comerciales, como las de las Indias Occidentales y las
Indias Orientales.

No se puede desvincular este tema de las cuestiones políticas, ya que los holandeses,
súbditos de Felipe II, se habían sublevado contra el monarca es- pañol a partir de
1565. Decidieron entonces, desgastar el poderío de su ad- versario atacándolo en sus
posesiones ultramarinas.
La coyuntura histórica que los decidió a adoptar esa estrategia, se dio cuan- do
Felipe II, convertido en soberano de Portugal, cerró el puerto de Lisboa al comercio
holandés.

NORDESTE de BRASIL: Entre 1631 y 1635, una fuerte expedición holandesa ocupó
el nor- deste brasileño estableciendo una colonia que prosperó durante varias
décadas basada en la explotación del azúcar. Más que la acción de Portugal, fue la
resistencia de los colonos brasileños la que determinó el retiro de Holanda en 1654.
NUEVA HOLANDA: Con el objetivo de explotar el comercio de pieles, la Compañía
Holande- sa de las Indias Occidentales dispuso la fundación de Nueva Amsterdam,
en la isla de Man- hattan, en 1626. La población se convirtió en el corazón de la
región bautizada como Nueva Holanda. Sin embargo, en 1644, Inglaterra se apoderó
del asentamiento rebautizado como Nueva York.
GUAYANA: Las Guayanas fueron objeto de las disputas entre españoles, ingleses y
holan- deses a lo largo de los siglos XVI y XVII. En 1667, Inglaterra cedió a Holanda
la región de lo que sería la Guayana holandesa (hoy Surinam) como compensación
de la pérdida de Nueva Holanda.

PORTUGAL:
El Tratado de Tordesillas de 1494, había reservado a Portugal una porción de
Sudamérica: el ángulo nordeste del Brasil.
Durante muchos años, el único interés que despertaba esta región en la Co- rona
lusitana era la explotación del "palo brasil", ya que sus aspiraciones es- taban
centradas en las Indias Orientales.
Así fue como el rey Manuel arrendó el comercio de la madera tintórea a Fer- nando
de Noronha, a condición de que enviara barcos para la exploración de 300 leguas
anuales de costa brasileña por un plazo de tres años.
Sin embargo, no tardaron en hacerse presentes en el país navíos franceses, que
iniciaron tratos comerciales con los aborígenes y comenzaron a cortar "palo brasil".
Las protestas portuguesas resultaron vanas, y el gobierno de Lisboa llegó a la
conclusión de que Portugal debía ocupar el Brasil o resignarse a comprar- tirlo con
los extranjeros que arribaran.
Entre 1530 y 1540 comenzó la colonización del país, iniciada con el envío de una
poderosa flota comandada por Martin Affonso de Souza, cuyo primer ob- jetivo fue
limpiar la región de colonos franceses. Fundó, además, las colo- nias permanentes
de San Vicente y Pernambuco.

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En 1533, el rey Juan III dividió el Brasil en 12 capitanías, que fueron adjudi- cadas
en propiedad a "donatarios". Éstos, debían colonizar el territorio por su cuenta,
recibiendo a cambio privilegios administrativos, judiciales y fisca- les sobre los
colonos que emigraran.
Este sistema concedía a los beneficiarios mayores poderes que los adelan- tazgos
castellanos; pero fracasó por falta de capitales privados y por el de- sinterés que
generó.
En 1549, el soberano portugués decidió crear un gobierno centralizado. Nombró
Capitán General del Brasil a Tomé de Souza, y declaró capital a la ciudad de Bahía
de Todos los Santos.
El período que se inició entonces presentaría las siguientes características:

 Fueron expulsados los franceses que aún permanecían en el país y fundada, en


1567, la ciudad de Río de Janeiro.
 Se inauguró una política de colaboración entre las autoridades y los jesuitas con
respec- to a los aborígenes. Esta política apuntaba a:
1) Pacificar a las tribus belicosas.
2) Suprimir el canibalismo.
3) Convertir a los indios al cristianismo.
4) Combatir sus hábitos nómades y concentrarlos en "reducciones".
5) Protegerlos de los cazadores de esclavos.
 Se desarrolló una economía de plantaciones basada en la explotación del azúcar,
que delinearía la personalidad del Brasil con:
1) La formación de una clase de grandes propietarios o "senhores de engenho".
2) La incorporación de esclavos africanos, que ya sumaban 14.000 en 1580.

Precisamente en 1580, al quedar vacante el trono de Portugal, Felipe II de España


se convirtió en el nuevo soberano de los lusitanos.
Felipe II no unificó sus dominios y conservó la organización colonial de los
portugueses en Brasil y otras regiones asiáticas y africanas. Mientras la Co- rona
española actuaba como si la "línea de Tordesillas" hubiera perdido su razón de ser,
los portugueses no dejaron de expandirse al oeste de la mis- ma. Los protagonistas
principales de aquella penetración en los territorios españoles fueron los
"bandeirantes", cazadores de esclavos mestizos de portugués e india, llamados
mamelucos.
Durante el reinado de los Austrias españoles en Portugal (1580-1640), se produjeron
ataques de los enemigos de España sobre el Brasil y otros do- minios lusitanos. El
intento realizado por los holandeses en el nordeste del país fue el más importante.
Cuando finalmente los portugueses se independizaron, coronando un nuevo
soberano de la dinastía de Bragança, la política de expansión sobre los te- rritorios
españoles de Sudamérica no se detuvo. La mejor prueba de esta a- firmación fue la
fundación, en 1680, de la Colonia del Sacramento, en la mar- gen oriental del Río
de la Plata.

Punto 7:
LA COLONIZACIÓN. ORGANIZACIÓN DE LAS TIERRAS CONQUISTADAS.
LOS ADELANTADOS, ORÍGENES DEL TÍTULO, SU APLICACIÓN EN AMÉ-
RICA.
La conquista de América fue una empresa mixta realizada entre la Corona y
particulares. Un particular se comprometía a financiar la conquista de un sector

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determinado del continente, a efectos de lo cual firmaba con la Coro- na
capitulaciones, que establecían los deberes y derechos recíprocos. Este particular
recibía el título de Adelantado, que era la adaptación en América de una antigua
institución peninsular de la época de la "Reconquista", por la cual se otorgaban
determinados privilegios a quienes ganaran tierras para la Cristiandad.

El Adelantado:
 Era capitán general y justicia mayor en su jurisdicción.
 Entendían en asuntos civiles y criminales.
 Podían repartir encomiendas y tierras.
 Monopolizaba el tráfico comercial en el adelantazgo.
 Podía fundar poblaciones o fortalezas.
 Organizaba la hueste, cuyos integrantes no percibían salario, siendo pagados con
los beneficios obtenidos en la empresa. No podían pasar a América los "cristianos
nuevos" o conversos y quienes no fueran súbditos de la Corona de Castilla.
 El título era concedido por dos vidas.
La Corona se reservaba, por su parte, la 5ª. o la 10ª. parte de los beneficios,
controlando el cumplimiento de lo estipulado a través de veedores reales. En 1534,
Carlos I (V) dividió sus posesiones en Sudamérica en cuatro grandes jurisdicciones
que, de norte a sur, fueron así adjudicadas:

NUEVA CASTILLA (Perú): adjudicada a FRANCISCO PIZARRO.


NUEVA TOLEDO (Chile): adjudicada a DIEGO de ALMAGRO.
NUEVA ANDALUCÍA (Argentina-Paraguay): adjudicada a PEDRO de
MENDOZA.
NUEVA LEÓN (Patagonia): adjudicada a SIMÓN de ALCAZABA.

El Poblamiento:
Habiendo fracasado los intentos de poblamiento en la Patagonia, la expedi- ción de
Pedro de Mendoza (1536) marcó el inicio del poblamiento de la Ar- gentina.
La finalidad de esta expedición era esencialmente militar, destinada a desa- lentar
los intentos portugueses sobre las regiones rioplatenses. Mendoza, mandó fundar 5
fortalezas o "reales" a orillas del Río de la Plata, del Paraná y del Paraguay. La
primera de ellas fue el "real" bautizado "Santa María del Buen Aire" (febrero de
1536).
Gravemente enfermo, el Adelantado emprendió el retorno a España, dejando por
testamento, como heredero, del adelantazgo a Juan de Ayolas, que había
emprendido una expedición a través del Chaco en busca del "Rey Blanco". Mendoza
murió en alta mar y, cuando la Corona tuvo dudas sobre el retorno de Ayolas, emitió
una orden extraordinaria, concediendo a los pobladores de la región el derecho de
elegir un gobernador (Real Cédula de 1537). Como consecuencia de aquella
ordenanza, resultó elegido Domingo Martínez de I- rala, que ordenó el
depoblamiento de las cinco fortalezas, concentrando a to- da la población a orillas
del río Paraguay donde, en 1541, fundó la ciudad de Nuestra Señora de la Asunción
(la fortaleza del mismo nombre había sido e- rigida en 1537). Con este hecho se inició
el proceso de poblamiento del ac- tual territorio argentino, realizado por tres
corrientes colonizadoras:

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CORRIENTE del ESTE o del LITORAL
(procedente de ESPAÑA)
FECHA CIUDAD FUNDADOR
1541 Asunción Domingo Martínez de Irala
1573 Santa Fé Juan de Garay
1580 Buenos Aires Juan de Garay
1588 Corrientes Juan Torre de Vera y
Aragón
 Esta corriente pobladora fundó también CONCEPCIÓN del BERMEJO, que
debió ser abandonada por sus pobladores al cabo de algunos años.

CORRIENTE del NOROESTE


(procedente del PERÚ)
FECHA CIUDAD FUNDADOR
1553 Santiago del Estero Francisco de Aguirre
1565 Tucumán Diego de Villarroel
1573 Córdoba Gerónimo Luis de Cabrera
1582 Salta Hernando de Lerma
1591 La Rioja Juan Ramíres de Velazco
1593 Jujuy Francisco de Argañaraz
1683 Catamarca Fernando de Mendoza
Mate de Luna
 Otras ciudades fundadas en el Noroeste fueron: TALAVERA de ESTECO,
MADRID de las JUNTAS, LONDRES, CAÑETE y CÓRDOBA del CALCHAQUÍ.
Sin embargo, dejaron de existir como consecuen- cia de catástrofes naturales o en
razón de las guerras contra los calchaquíes.

CORRIENTE del OESTE


(procedente de CHILE)
FECHA CIUDAD FUNDADOR
1561 Mendoza Pedro del Castillo
1562 San Juan Juan Cufré o Jufré
1594 San Luis Luis Cufré o Jufré

Punto 8:
EL MUNICIPIO INDIANO: ANTECEDENTES ESPAÑOLES. EL CABILDO:
INTE- GRACIÓN, FORMA DE ELECCIÓN DE SUS MIEMBROS. LAS
FUNCIONES DE GOBIERNO. LA JUSTICIA CAPITULAR. CABILDOS
ABIERTOS. CABILDOS PROVINCIALES. LOS PUEBLOS DE INDÍGENAS.
Los territorios que hoy conforman la Argentina dependieron durante los si- glos
XVI, XVII y parte del XVIII (creación del Virreinato del Río de la Plata) del
Virreinato del Perú. Se dividían en tres jurisdicciones:

 Gobernación del Río de la Plata y Paraguay (en 1616 se dividieron en dos): Santa
Fé, Buenos Aires y Corrientes (comprendía también la Patagonia y la Banda
Oriental).
 Gobernación del Tucumán: Santiago del Estero, Tucumán, Córdoba, Salta, La
Rioja, Ju- juy y Catamarca.

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 Corregimiento de Cuyo (dependiente de la Gobernación de Chile): Mendoza,
San Juan y San Luis.

A diferencia de lo acontecido en la América anglosajona, donde la coloniza- ción


tuvo un carácter predominantemente rural, en Hispanoamérica revistió un carácter
urbano. Esto quiere decir que las ciudades fueron el foco de irra- diación de la
conquista y colonización de los territorios circundantes.
El gobierno municipal estaba en manos de los cabildos que, como otras ins-
tituciones trasplantadas a América, tuvo su origen en la época de la Recon- quista
española, cuando los soberanos y señores de los Estados ibéricos procuraban
consolidar su dominio sobre las tierras recuperadas poblándo- las.
Estas poblaciones, gobernadas por los ayuntamientos, disfrutaban de privi- legios y
libertades concedidas a través de fueros o cartas (1). Sin embargo, la importancia
política de los municipios castellanos y de sus burguesías, se derrumbó en el mismo
momento en que se desarrollaba la conquista y po- blamiento de América.
Precisamente en 1521, Carlos I (V) derrotó a los "co- muneros castellanos" en la
batalla de Villalar, imponiéndoles el absolutismo.
Mientras en la península los ayuntamientos perdían sus libertades, en Amé- rica, los
cabildos disfrutaron de una gran autonomía por razones de distan- cias y
aislamiento.
(1) No debe aceptarse el empleo de las palabras fuero y carta como sinónimos de
constitución, ya que mientras ésta se origina en la soberanía popular, los
anteriores son el resultado de una con- cesión del soberano.

Según el derecho español, en América, "no había ciudad sin cabildo ni cabil- do sin
ciudad". El fundador de una ciudad debía cumplir rigurosamente una serie de
requisitos, que fueron condensados en una ordenanza de 1573.
 Una vez elegido el sitio del emplazamiento de la ciudad, el fundador debía
designar el Cabildo, es decir, los alcaldes y regidores que lo integraban.
 Luego, procedía a marcar sobre el terreno el lugar que ocuparía la Plaza Mayor,
rodeada por el Cabildo, el Fuerte, la Iglesia y el Hospital. Esa plaza estaría en la
costanera si la ciu- dad iba a erigirse a orillas del mar o un río; en el centro, si la
ciudad era mediterránea. Las calles serían anchas si el clima era frío y angostas si
era cálido.
 A continuación, distribuía entre los pobladores los solares (donde edificarían sus
vivien- das) y las chacras (para huertas y cría de animales). También destinaba el
espacio para el ejido (tierras de propiedad común).
 En el centro de la plaza se levantaba el "rollo de justicia" o picota (un poste). Allí
se rea- lizaba el solemne acto de fundación bajo acta de un notario.
 Finalmente, el fundador distribuía encomiendas entre los vecinos fundadores.
El Cabildo tenía a su cargo el gobierno y administración de la ciudad. Com- prendía:
LA JUSTICIA
Integrada por:
 El Alcalde de Primer voto: presidía el Cabildo y era juez en asuntos civiles.
 El Alcalde de Segundo voto: era juez en lo criminal y comercial.
 Los Alcaldes "de hermandad": dictaban justicia en la campaña.

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EL REGIMIENTO
Integrado por regidores:
 El Alférez Real: jefe de las milicias y portador frl estandarte real.
 El Síndico Procurador: Defendía los derechos de los vecinos.
 El Fiel Ejecutor: Vigilaba los precios e inspeccionaba los mercados.
 El Defensor de Pobres y Huérfanos.
 El Alguacil Mayor: Era el jefe de policía.

LOS OFICIOS
(Dependían del Cabildo aunque no lo integraban)
 Secretario.
 Escribano.
 Tesorero.
 Mayordomo.
 Maestro de primeras letras.
 Cirujano.
 Barbero.

Existían dos clases de sesiones:

 Las sesiones ORDINARIAS en las que participaban los alcaldes y regidores


(algunos au- tores sostienen que no participaban los síndicos, por no ser regidores).
 Las sesiones EXTRAORDINARIAS o CABILDOS ABIERTOS en las que eran
invitados a participar miembros de la adninistración política, de la justicia, del clero,
militares y vecinos caracterizados para tratar temas graves o urgentes (terremotos,
epidemias, invasiones).

Las funciones del Cabildo eran amplias:

JUDICIALES: Administraba justicia. En lo civil, también funcionaba como


tribunal de apela- ción en los asuntos que superaran un monto determinado. En caso
contrario, se apelaba ante la Audiencia.

MILITARES: Organizaba las milicias locales.

ADMINISTRATIVAS: Percibía y administraba los fondos denominados:


 Propios: obtenidos del arrendamiento o venta de tierras de la ciudad.
 Arbitrios: que eran impuestos sobre pesas y medidas.
EDILICIAS: Tenía a su cargo la conservación y limpieza de los edificios públicos.

POLICIALES: Velaba por el mantenimiento del orden por medio de un cuerpo de


alguaciles.

ASISTENCIALES: Mantenía hospitales y asilos.

EDUCATIVAS: Mantenía las escuelas capitulares.

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FISCALIZADORAS: Controlaba pesas, medidas, precios y calidad de los productos
en mer- cados, tiendas, mataderos y almacenes.

En muchas ocasiones, el fundador designaba regidores a perpetuidad y otro tanto


podía hacer el rey.
En los tiempos de Carlos I (V) se dispuso que los cabildos se renovasen to- dos los 1
de enero, cuando el cabildo saliente elegía al entrante. Pero desde la época de Felipe
II se introdujo la costumbre de vender en subasta pública los cargos, excepto el de
alcalde.

El vecino de Indias:
El carácter de vecino era el equivalente al de ciudadano. Eran vecinos los
descendientes de los primitivos pobladores, que:

 Integraban el Cabildo.
 Formaban parte de las milicias desde los 15 años.
 Podían poseer tierras.
 En Buenos Aires, podían obtener permisos de vaquerías, es decir, la posibilidad
de ac- cionar contra los animales cimarrones que habitaban la campaña.
 Podían exportar sus productos.
Por su parte, el resto de la población libre constituía la clase de los estantes, que sólo
podían disfrutar de los privilegios de la vecindad si, por méritos propios solicitaban
y obtenían una "carta de vecindad".
La venta de cargos capitulares y la adquisición de "cartas de vecindad" por parte de
individuos enriquecidos a partir de actividades poco honorables (trata de esclavos,
contrabando), fue haciendo perder al Cabildo su primitivo carácter popular para
convertirlo en bastión de las oligarquías locales. La política centralista de los
Borbones restó a los cabildos gran parte de su im- portancia política que pasó a
manos de los Intendentes.
Las poblaciones hispanoamericanas tenían distintas categorías:

 Asientos: poblaciones que carecían de Cabildo.


 Villas: poblaciones con menos de 30 familias, que tenían Cabildo (un alcalde y 4
regido- res).
 Ciudades sufragáneas: tenían 8 regidores y milicias.
 Ciudades metropolitanas: eran las capitales de las gobernaciones; tenían
Cabildo (12 re- gidores) y milicias.

En la época de mayor relevancia de los cabildos, éstos asesoraban a las au- toridades
(gobernadores y tenientes gobernadores) y, en casos de vacancia de un cargo, ejercía
el gobierno provisionalmente como Cabildo gobernador.

FIN DE LA BOLILLA I

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________________________

Bolilla II
1. ESTRUCTURA DEL GOBIERNO INDIANO. LA CENTRALIZACIÓN
DEL PODER. LOS CONTROLES Y CONTRAPESOS EN LA
ADMINISTRACIÓN. LAS FUNCIONES ENTRECRUZADAS. EL JUICIO
DE RESIDENCIA Y LAS VISITAS. LAS LEYES DE INDIAS:
CARACTERÍSTICAS. RECOPILACIONES.
2. EL PODER CENTRAL. ELREY. LA MONARQUÍA CASTELLANA. LA
CONCEPCIÓN DE LOS HABSBURGO. EL CONSEJO DE INDIAS.
3. ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO INDIANO: LAS
DISTINTAS JURISDICCIONES. EL OFICIO DE GOBERNADOR. LAS
CAPITANÍAS GENERALES. EL CARGO DE VIRREY.FUNCIONES
4. LAS REALES AUDIENCIAS.ORIGENES HISPANOS DE LA
INSTITUCION. DISTINTAS CLASES DE
AUDIENCIAS,COMPOSICION.FUNCIONES JUDICIALES.
FUNCIONES DE GOBIERNO. ESQUEMA DE LA JUSTICIA INDIANA,
INTANCIAS Y RECURSOS.
5. EL FUERO ECLESIÁSTICO. EL FUERO UNIVERSITARIO. EL
PROTOMEDICATO. EL CONSULADO: ORIGEN DE LA INSTITUCIÓN,
SU INSTALACIÓN EN A- MÉRICA, LA FUNCIÓN CORPORATIVA, LA
JUSTICIA CONSULAR.

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6. LAS REFORMAS INSTITUCIONALES DEL SIGLO XVIII. LA
RECENTRALIZACION DEL PODER, EL REGALISMO. EL SISTEMA
MINISTERIAL, LAS SECRETARIAS DEL ESTADO. LA UNIFICACION
LEGISLATIVA. LA REAL ORDENANZA DE INTEDENTES PARA EL
RIO DE LA PLATA.

BOLILLA 2): Punto 1


ESTRUCTURA DEL GOBIERNO INDIANO. LA CENTRALIZACIÓN DEL PO-
DER. LOS CONTROLES Y CONTRAPESOS EN LA ADMINISTRACIÓN. LAS
FUNCIONES ENTRECRUZADAS. EL JUICIO DE RESIDENCIA Y LAS VISI-
TAS. LAS LEYES DE INDIAS: CARACTERÍSTICAS. RECOPILACIONES.

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El sistema político establecido por España en América no puede ser enten- dido a
través de nuestra actual concepción de la división de poderes.
Como hemos afirmado, el comienzo del proceso de descubrimiento, con- quista y
colonización, se trató en gran medida de una obra de particulares legalizada por las
capitulaciones que, en muchos casos, otorgaba grandes privilegios a sus titulares.
Paradójicamente, mientras el poder de la monarquía se imponía en España al
fraccionamiento feudal, en América, los primeros adelantados parecían des- tinados
a implantar un sistema casi feudal.
Pero aquella fue sólo una tendencia de los primeros tiempos. Cuando el pro- ceso se
estabilizó, los reyes fueron imponiendo gradualmente su autoridad a través de una
burocracia centralizada. Esto sucedió ya con los primeros Austrias.
Refiriéndose a la estructura del gobierno indiano, Ricardo Zorraquín Becú
explicaba que en Indias no había ninguna autoridad suprema. Si bien cada una tenía
cierta autonomía funcional dentro de su propia competencia, exis- tían también
contrapesos, limitaciones y controles destinados a evitar los a- busos de poder y a
sancionar los excesos a que podían sentirse inclinados los funcionarios tan alejados
de la metrópoli. Este sistema de coordinación y de recíproca vigilancia funcionaba
de manera análoga a la división de pode- res del constitucionalismo moderno. Y si
el juego normal de las instituciones se revelaba ineficaz, siempre existía el recurso
de nombrar visitadores o jue- ces "de comisión" que restablecieran el orden y la
justicia.
El régimen indiano, con esos sistemas de coordinación y control, quería afir- mar el
imperio de las normas jurídicas mediante recursos y procedimientos fundados en
las leyes. No existía una dependencia estricta entre unos y o- tros organismos o
funcionarios, sino que todos actuaban con cierta libertad dentro de su esfera, aunque
vigilados por los demás.
Así, por ejemplo, si bien el virrey podía impartir órdenes a los gobernadores, éstos
eran nombrados por el monarca en la mayoría de los casos, se comu- nicaban
directamente con él, y el Consejo de Indias les daba instrucciones sin pasar por la
vía jerárquica del virrey y, en oportunidades, sin darle cono- cimiento de ellas. Las
ordenanzas del gobernador no iban al virrey para ser confirmadas, sino al Consejo
de Indias, y sus resoluciones podían ser revo- cadas por la Audiencia del distrito.
La organización del poder en América no configuraba una pirámide, sino que
podría compararse con una circunferencia, cuyos rayos partían todos de la Corona
-centro de la soberanía-. Es decir, un vigoroso centralismo impuesto desde España;
una jerarquía elásticamente organizada; varios sistemas de colaboración y control
entre las autoridades y por el localismo con el que se gobernaban las provincias.
Algunos de los sistemas de control fueron:
Los juicios de residencia:
 Todos los altos funcionarios de América eran residenciados al finalizar sus
mandatos.
 Llegaba al lugar un juez residenciador nombrado por el Consejo de Indias para
juzgar la conducta pública del magistrado en cuestión.
 Se anunciaba el inicio del proceso a través de un bando para que cual- quier
vecino pudiera formular las denuncias.
 Reunidas las pruebas y descargos, se confeccionaba un expediente que era
remitido al Consejo de Indias para su fallo definitivo.
 Sólo se eximían de este juicio aquellos funcionarios destacados por su actuación
relevante (Cevallos y Vértiz, virreyes del R. de la Plata).

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 Las penas podían ser multas, inhabilitación o confinamiento.
Las visitas:
 Sólo se ponían en práctica cuando se estaba ante la presunción de algún fraude
o abuso de poder.
 Se nombraba un visitador para investigar y sancionar si se comprobaban
infracciones
Los jueces pesquisidores:
 Eran nombrados para investigar denuncias concretas.
 Realizaban la investigación y elevaban su informe a los superiores.
Las "Leyes de Indias":
Para el gobierno de América se promulgó una legialación especial designada con el
nombre de "Leyes de Indias". Estaban integradas por:

CARACTERÍSTICAS
 Prevalecía un criterio particularista
REALES CÉDULAS desti- nado a legislar para cada caso y cada
Eran prpuestas por el Consejo de Indias. lugar.
Se referían a una cuestión determinada y  Al no integrar un programa orgánico
co- menzaban con la fórmula: "Yo el Rey, de gobierno, sumado a las distancias,
hago saber". generaba confusiones.
REALES ÓRDENES  A veces, las autoridades aplicaban por
Fueron creadas en la época de los desconocimiento, leyes que ya habían sido
Borbones. Emanaban del Ministerio por derogadas.
orden del rey.  A veces, el desconocimiento de las auto-
ridades que legislaban sobre las caracterís-
PRAGMÁTICAS ticas de un lugar daban origen a
Eran leyes de carácter general. resistencias, por lo que quienes debían
aplicarlas suspen- dían su vigencia
ORDENANZAS y BANDOS ("acátase pero no se cum- ple").
Eran dictadas por los virreyes o las audien-  Fue de raiz castellana, pero
cias. Legislaban sobre asuntos diversos y, a influenciada por las costumbres indígenas.
veces, constituían verdaderos códigos.  Se realizaron intentos de
Tam- bién las dictaban los cabildos. ordenamiento, eliminación de
contradicciones y superposi- ciones.

Tras varios intentos de recopilación, en 1680, se completó la "Recopilación de las


Leyes de Indias", realizada por una comisión que se basó en los tra- bajos anteriores
de Juan de Solórzano Pereira y Antonio de León Pinelo. Contenía alrededor de 6400
leyes, reunidas en 9 libros.
LIBRO I Asuntos religiosos y Patronato
LIBRO II Consejo de Indias y Audiencias
LIBRO III Virreyes y gobernadores
LIBRO IV Descubrimiento y conquista
LIBRO V Alcaldes, regidores y demás funcionarios
menores

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LIBRO VI Situación de los indios
LIBRO VII Policía y moralidad pública
LIBRO VIII Rentas y finanzas
LIBRO IX Organización comercial y Casa de
Contrata- ción

Punto 2:
EL PODER CENTRAL. ELREY. LA MONARQUÍA CASTELLANA. LA
CONCEP- CIÓN DE LOS HABSBURGO. EL CONSEJO DE INDIAS.
Los antiguos condes de Castilla a quienes la "federación de castelos" o cas- tillos
había encomendado la defensa común, pasaron a convertirse en el si- glo X en reyes
de Castilla. En un largo proceso que comprendió más de dos siglos, estos reyes se
fueron imponiendo a los otros sectores de la sociedad castellana: nobles, clero y
burgueses reunidos en las Cortes.
En realidad, el apoyo que recibió Isabel de Castilla por parte de la nobleza se debió
al rechazo que ésta experimentaba hacia la política del rey Enrique IV, hermano de
Isabel. Este soberano venía activando el proceso de fortaleci- miento definitivo de la
autoridad monárquica frente a los nobles de Castilla. Derrotado, Enrique IV se vio
obligado a reconocer a Isabel como heredera suya en el Compromiso de los Toros de
Guisando.
Dueña del trono castellano, y casada con Fernando de Aragón, Isabel "la Ca- tólica"
proseguiría la política de Enrique, la que se continuaría -muerto Fer- nando- con el
cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, regente hasta la lle- gada a España de
Carlos I de Austria.
Con el advenimiento de los Austrias, hallamos un soberano que basaba su poder en
el pacto de sumisión celebrado con el pueblo y, que por lo tanto, no constituía un
gobierno absolutista en el sentido que luego tendría en Francia, pues reconocía
limitaciones a su autoridad por la vía del derecho.
Estas ideas pactistas tuvieron como principales defensores a los religiosos Francisco
de Vitoria y Francisco Suárez.
Consideraba que el poder es un derecho
FRANCISCO de VITORIA na- tural que proviene de Dios, pero no le
es transmitido directamente al gobernante
por Dios sino por la comunidad.
También para él, el pueblo es el medio a
tra- vés del cual recibe el rey el poder que
le o- torga Dios. Se oponía al absolutismo
FRANCISCO SUÁREZ de dere- cho divino expresando: "Si la
potestad radica en la comunidad, luego,
para que empiece a estar en alguna persona
como un príncipe, es necesario que le sea
concedido por con- sentimiento de la
comunidad".
Suárez, en quien se basó Castelli en el cabildo abierto del 22 de mayo de 1810,
aceptaba la monarquía hereditaria, estableciendo que una vez que el pueblo
trasladó su poder al rey ya no puede reclamar su libertad a capricho. Pero, la
comunidad puede reasumir la soberanía en caso de acefalía o puede hacer la guerra
justa contra el rey si éste hubiere caído en tiranía.
Según la concepción hispánica, el rey era el símbolo de la nación y jefe del Estado.
Su poder era inmenso. En la realidad, el gobierno de España y sus dominios descansó

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en los Consejos (el de Castilla, el de Hacienda, el de Guerra y el de Indias). Los
consejeros -letrados o clérigos- recibían las ideas del monarca a manera de
proposiciones que podían ser discutidas, analiza- das y modificadas. La
participación del rey podía humanizar la fría burocra- cia de los consejeros.

El Consejo de Indias:
En un principio, los asuntos de las Indias fueron atendidos por los Reyes Ca- tólicos
asistidos por el arcediano de la Catedral de Sevilla, Juan Rodríguez de Fonseca, que
integraba el Consejo de Castilla. Con el tiempo, se hizo ne- cesario crear algunos
organismos especializados. Así, en 1503, nació la Ca- sa de Contratación.

LA CASA DE CONTRATACIÓN
 Fue creada en 1503 por los Reyes Católicos.
 Funcionaba en Sevilla y estaba integrada por un administrador, un tesorero y un
conta- dor.
 Intervenía en todos los asuntos de comercio y navegación relacionados con América.
 Tenía atribuciones aduaneras e intervenía en los pleitos de índole comercial y en las
controversias entre armadores y marinos.
 A medida que las circunstancias lo fueron exigiendo, se le incorporaron:
1) El cargo de piloto mayor, encargado de controlar los conocimientos náuticos que se
iban alcanzando.
2) Los de correo mayor y cosmógrafo real.
3) Una Escuela de Náutica.

Desde 1518 se habla de un Consejo de las Indias, que era la reunión de algu- nos
funcionarios del Consejo de Castilla para tratar asuntos americanos. El aumento de
los problemas derivados de la conquista, condujo a Carlos I (V) a crear un
organismo autónomo llamado Real y Supremo Consejo de Indias, en 1524. Estaba
compuesto por:

 Un presidente y 5 consejeros, que formaban la Cámara del Consejo.


 También lo formaban: un canciller, un fiscal, dos secretarios y funcionarios
menores.

Las atribuciones del Consejo eran de índole legislativa, judicial, eclesiástica, militar
y administrativa.

A) Atribuciones Legislativas:
 Formulaba leyes relacionadas con el gobierno de América.
 Daba fuerza de ley a las ordenanzas dictadas por las Audiencias o Virreyes.
B) Atribuciones JUDICIALES:
 Era tribunal supremo de apelación en los fallos de las Audiencias y la Casa de
Contrata- ción.
 Entendía en los juicios de residencia.

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C) Atribuciones ADMINISTRATIVAS:
 Preparaba los juicios de residencia.
 Proponía al rey el nombramiento de los altos funcionarios americanos.
 Designaba visitadores y jueces pesquisidores.
D) Atribuciones ECLESIÁSTICAS:
 Atendía el Patronato, proponiendo al rey los candidatos para ocupar los cargos
eclesi- ásticos.
 Daba el exequatur o pase a las Bulas y Breves de los Pontífices.
E) Atribuciones MILITARES:
 Actuaba como Consejo de Guerra, ocupándose de la defensa de los territorios
ameri- canos (flotas, tropas, armamentos).

En época de Felipe II comenzaron a restringirse algunas de las atribuciones del


Consejo de Indias, especialmente en materia de hacienda, ya que se creó el Consejo
de Hacienda, lo que le quitó autonomía financiera.
Debido al recargo de trabajo, se eliminó la posibilidad de apelar ante el Con- sejo
de Indias por los fallos de las Audiencias (que quedaron como tribuna- les
superiores), a menos que se utilizase el recurso de "segunda suplica- ción", o el rey
así lo disponía.

Punto 3:
ORGANIZACIÓN TERRITORIAL DEL GOBIERNO INDIANO: LAS
DISTINTAS JURISDICCIONES. EL OFICIO DE GOBERNADOR. LAS
CAPITANÍAS GENE- RALES. EL CARGO DE VIRREY.
La etapa inicial de la conquista estuvo a cargo de los Adelantados. Al con- cluirse
la misma, los Adelantados fueron desapareciendo, reemplazados por los
gobernadores, que eran funcionarios a sueldo de la Corona.
Los gobernadores:

GOBERNADORES:
 Duraban un período más o menos fijo de alrededor de 5 años.
 Eran nombrados a propuesta del Consejo de Indias y confirmados por el rey,
aunque hubo casos en que el nombramiento procedía de los virreyes con la posterior
aprobación real.
 Sus funciones no estaban explícitamente señaladas por las leyes y comprendían
facul- tades administrativas, militares y judiciales. En este último caso, podía
apelarse a ellos por los fallos de los cabildos.

CORREGIDORES:
 No se trata, en este caso, de los de los "pueblos de indios", sino de los
corregidores de españoles.
 Actuaban en las áreas gobernadas por una Audiencia, y su jerarquía era inferior
a la de los gobernadores, aunque sus atribuciones eran similares.

TENIENTES:

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 Existían tanto en las gobernaciones como en los corregimientos y tenían una
jerarquía administrativa inferior, cumpliendo mandatos específicos encomendados
por el gobernador o el corregidor.

GOBERNADORES PRESIDENTES:
 Así se llamaban a quienes eran a la vez gobernadores y presidentes de la
Audiencia.

Los virreyes:
Fueron otra de las instituciones trasplantadas de la península que, en Amé- rica,
gobernaban como representantes del rey. En un principio fueron vitali- cios, pero
luego se redujo su mandato a tres (3) años. El no nombramiento de un sucesor
significaba la prórroga de su mandato.
Los virreyes redactaban una memoria en la que consignaban los principales
problemas que habían tenido que afrontar. Si el virrey moría durante su man- dato,
la Audiencia gobernaba hasta el nombramiento de su sucesor, siempre que que el
difunto no hubiera designado un sucesor interino por el "pliego de mortaja".
A los virreyes se les rendían honores reales, pero se les prohibía asistir a reuniones
sociales o contraer matrimonio en su jurisdicción. No obstante, sus atribuciones eran
muy amplias, pudiendo hacer todo cuanto no les estu- viese expresamente prohibido.
Estaban sometidos a juicios de residencia. Sus principales atribuciones eran:

ADMINISTRATIVAS: Nombraban a los funcionarios inferiores y eran


superintendentes de la Real Hacienda.

LEGISLATIVAS: Promulgaban bandos y ordenanzas.

JUDICIALES: Presidían las Audiencias pero sin voto, aunque en ciertos casos
ejercían estas funciones. Podían conmutar sentencias en materia civil y criminal.

RELIGIOSAS: Ejercían el vice-Patronato.

MILITARES: Eran jefes supremos de las fuerzas armadas en su jurisdicción.

Los capitanes generales:


Gonernaban las Capitanías Generales, que eran jurisdicciones territoriales más
pequeñas que los virreinatos, pero sus atribuciones eran idénticas a las de los
virreyes.
Las jurisdicciones hispanoamericanas al momento de finalizar el dominio de España
eran:

1) Virreinato de NUEVA ESPAÑA o de MÉXICO: Creado por los Austrias en


1534.
2) Vireinato de PERÚ: Creado por los Austrias en 1543.
3) Virreinato de NUEVA GRANADA: Creado por los Borbones en 1718.
4) Virreinato del RÍO de la PLATA: Creado por los Borbones en 1776-77.

1) Capitanía General de GUATEMALA: Creada por los Austrias en 1573.


2) Capitanía General de CUBA: Creada por los Austrias en 1607.
3) Capitanía General de VENEZUELA: Creada por los Borbones en 1777.

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4) Capitanía General de CHILE: Creada por los Borbones en 1778.

Los virreinatos y capitanías generales se dividían en gobernaciones y presi- dencias.


Así, por ejemplo, el Virreinato de Perú, en época de los Austrias, se dividía en:
 Gobernaciones de: Paraguay, Río de la Plata, Tucumán y Chile.
 Presidencias de: Nueva Granada, Quito y Charcas.
Punto 4:
AUDIENCIAS.
Como otras instituciones establecidas en Indias se basaron en modelos pe-
ninsulares, pero fueron modificándose frente a la realidad americana. Esta- ban
integradas por:

 5 jueces llamados oidores (nombrados por el rey y que conservaban sus puestos
mien- tras tuvieran buena conducta) sujetos a juicio de residencia.
 2 fiscales (uno civil y otro criminal).
 un canciller.
 un escribano.
 un alguacil.
Como tribunales de justicia entendían:
 En pleitos civiles y criminales.
 Por apelación, de las sentecias de los alcaldes.
 En los juicios criminales no había apelación, pero en los civiles, cuando
sobrepasaban un monto determinado, sus fallos podían ser apelados ante el Consejo
de Indias.
Hubo tres categorías de Audiencias:

VIRREINALES: en las capitales de virreinatos y presididas por el virrey.


PRETORIALES: en las capitales de las capitanías generales y presididas por el
capitán ge- neral.
SUBORDINADAS: en otras ciudades subordinadas y presididas por el gobernador-
presiden- te.

Además de administrar justicia, las Audiencias:

 Actuaban como órganos consultivos de virreyes y capitanes generales,


constituyéndose en Consejos de Estado.
 Frente a vacantes forzosas (muerte o enfermedad grave) de virreyes o capitanes
genera- les, gobernaban provisionalmente la jurisdicción hasta que la Corona
designaba al reempla- zante.
 Intervenían en los conflictos entre autoridades civiles y eclesiásticas.
 Fiscalizaban todos los actos de gobierno.
 Intervenían en la protección de los indios.
Punto 5:

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EL FUERO ECLESIÁSTICO. EL FUERO UNIVERSITARIO. EL
PROTOMEDICA- TO. EL CONSULADO: ORIGEN DE LA INSTITUCIÓN, SU
INSTALACIÓN EN A- MÉRICA, LA FUNCIÓN CORPORATIVA, LA JUSTICIA
CONSULAR.
El fuero eclesiástico:
Los fueros eclesiásticos intervenían en pleitos en los que eran parte sacer- dotes y
religiosos. Entendían, según los casos, en asuntos de 1aª o 2ª. ins- tancia, en causas
que tenían que ver con matrimonios, divorcios, nulidades, tenencia de hijos, etc.
El fuero universitario:
Encontró su razón de ser en las Universidades, en donde tanto rector como vice-
rector podían imponer el orden. La monarquía aceptaba la autonomía de las
Universidades que, en realidad, formaban parte de la Iglesia.
Según la legislación indiana, el objetivo perseguido por este fuero era la reforma de
la vida y las costumbres de los estudiantes.
El fuero minero:
El fuero minero lo encontramos en aquellas ciudades donde existía algún
yacimiento, y donde las autoridades podían juzgar distintos actos que se producían
en aquel ámbito.

El Protomedicato:
Para favorecer el desarrollo de la medicina, la Corona española creó los tri- bunales
del Protomedicato, que se establecieron en México y Lima. En el Río de la Plata
existían representantes del Protomedicato limeño, hasta que el virrey Vértiz dispuso
la creación de un tribunal local. Formaron parte de él figuras como Miguel
O'Gorman y Francisco y Cosme Argerich. Sus funcio- nes eran:
 Controlar la práctica de la Medicina, persiguiendo a los curanderos y hechiceros.
 Velar por el estado de los hospitales y la calidad y precio de los medicamentos.
 Introducir la aplicación de la vacuna antivariólica.
 Detectar a los portadores de enfermedades contagiosas.
 Más tarde, se autorizó al Protomedicato de Buenos Aires a crear una Escuela de
Medici- na.

Los Consulados:
Eran corporaciones de comerciantes y, su función primera, era la de actuar como
tribunales para dirimir los pleitos que se entablaban entre comercian- tes. Se trataba
de una institución surgida en la península en la Edad Media, que la Casa de
Contratación trasplantó a América, estableciéndose consula- dos en Méjico y Lima.
En América, debían además, promover el desarrollo e- conómico de la región.
Con la apertura de nuevos puertos, la desconcentración de la actividad mer- cantil
hizo necesaria la creación de nuevos consulados en Caracas, Santiago de Chile y
Buenos Aires (1794). En general, los consulados se componían de:

 Un prior.
 Dos cósules. Los integrantes del primer Consulado eran
nombrados por el rey; luego, se renovaban
 Varios vocales. anualmente, siendo designados por sorteo
 Un síndico. en una asamblea de comerciantes.
 Un secretario.
 Un contador. Designados a perpetuidad por el rey.

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 Un tesorero.

De los fallos del Consulado podía apelarse a:


 Ante un Tribunal de Alzada: integrado por un oidor y dos comerciantes.
 Ante la Casa de Contratación, si el monto de lo cuestionado superaba
determinada can- tidad.
 Excepcionalmente, ante el Consejo de Indias.
El decreto de creación del Consulado de Buenos Aires, dado por Carlos IV, hacía
hincapié en que esta institución se ocupara del fomento de la agricul- tura, la
industria y el comercio. El secretario designado fue Manuel Belgrano (tenía 24 años),
abogado recibido en España, especializado en cuestiones e- conómicas, que conocía
el pensamiento económico del siglo XVIII (Adan S- mith y los fisiócratas).
Su labor fue muy importante:
 Logró neutralizar el predominio de los comerciantes partidarios del monopolio
con la in- corporación de igual número de hacendados, en su mayoría criollos.
 Hizo fundar la Escuela de Dibujo y la Escuela de Náutica.
 Propuso premios como estímulo a la producción.
El Consulado de Buenos Aires existió hasta 1862.

FIN DE LA BOLILLA II

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Bolilla III
1. LA DECADENCIA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVII. LA
INSTAURACIÓN DE LA CASA DE BORBON: FORTALECIMIENTO
DE LA MONARQUÍA. EL CAMBIO ECONÓMICO EN EUROPA, EL
MERCANTILISMO. LA CONCEPCIÓN DEL NUE- VO
IMPERIALISMO COLONIAL. LA ILUSTRACIÔN. EL DESPOTISMO
ILUSTRADO, REFLEJOS EN AMÉRICA. LA EXPULSIÓN DE LOS
JESUITAS. LAS REFORMAS ECONÓMICAS DE CARLOS III. LA
MUEVA RELACIÓN COLONIAL.
2. LA QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LAS REVOLUCIONES
BURGUESAS. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: SIGNIFICADO,
EFECTOS. ELCONSTITUCIONALISMO.
3. LA SITUACIÓN DE LAS PROVINCIAS RIOPLATENSES A PARTIR
DE LOS CAMBIOS Y REFORMAS DEL SIGLO XVIII. EL TRATADO
DE UTRECHT, SUS EFECTOS EN LA REGIÓN. LAS RIVALIDADES
COLONIALES. CREACIÓN DEL VIRREINATO DE BUENOS AIRES.
4. LA ALIANZA DEL REY DE ESPAÑA CON NAPOLEÓN. LA GUERRA
CON GRAN BRETAÑA. LA INFLUENCIA BRITÁNICA EN EL
PENSAMIENTO INDEPENDENTISTA INICIAL DE
HISPANOAMÉRICA. LAS INVASIONES INGLESAS A BUENOS
AIRES.
5. LA CRISIS DE LA LEGITIMIDAD EN ESPAÑA, LAS ABDICACIONES
DE A- RANJUEZ Y BAYONA. RECHAZO DEL PUEBLO ESPAÑOL.
LA JUNTA CENTRAL DE SEVILLA. REPERCUCIONES EN
AMÉRICA. EL CARLOTISMO. EL MOVIMIENTO JUNTISTA. LA
JUNTA DE MONTEVIDEO; LA ASONADA DE ENERO DE 1809 EN
BUENOS AIRES. LA REVOLUCIÓN ALTOPERUANA.
6. LA CRISIS ECONÓMICA, LA RECESIÓN DEL COMERCIO
EXTERIOR. EL TRA- TADO APODACA-CANNING. LA APERTURA

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DEL PUERTO DE BUENOS AIRES: MONOPOLISTAS Y
LIBRECAMBISTAS. EFECTOS Y CONSECUENCIAS.

BOLILLA 3:
Punto 1:
LA DECADENCIA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVII. LA INSTAURACIÓN DE
LA CASA DE BORBON: FORTALECIMIENTO DE LA MONARQUÍA. EL
CAMBIO E- CONÓMICO EN EUROPA, EL MERCANTILISMO. LA
CONCEPCIÓN DEL NUE- VO IMPERIALISMO COLONIAL. LA
ILUSTRACIÔN. EL DESPOTISMO ILUS- TRADO, REFLEJOS EN AMÉRICA.
LA EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS. LAS REFORMAS ECONÓMICAS DE
CARLOS III. LA MUEVA RELACIÓN COLO- NIAL.
La política imperial de los Austrias Mayores agotó a España durante el siglo XVI.
Carlos I (V) debió enfrentar a Francia, a los turcos Otomanos y la rebe- lión
protestante en Alemania. Felipe II continuó las guerras contra Francia, a la que

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sumó el enfrentamiento contra la Inglaterra de Isabel I y la subleva- ción de los
Países Bajos del Norte (actual Holanda).
Esas guerras demandaron gastos inmensos que las riquezas de América no llegaron
a compensar. A fines del siglo XVI, en dos ocasiones, España entró en cesación de
pagos.
Bajo esas perspectivas, España ingresó en el siglo XVII, en el que debió ce- der su
primer lugar en la política mundial alcreciente poderío de Francia. Las causas de la
decadencia española en esta centuria fueron diversas:

 La mediocridad de los soberanos, llamados por este motivo Austrias Menores:


Felipe III (incapaz), Felipe IV (indolente) y Carlos II (enfermo físico y mental).
 La postura de Felipe III y Felipe IV de abandonar las tareas de gobierno a
personajes mediocres y ambiciosos llamados "validos": el duque de Lerma (Felipe
III) y el conde-duque de Olivares (Felipe IV).
 La sucesión casi continua de períodos de sequía o inundaciones a lo largo del
siglo XVII, a la que se sumaron hambrunas y epidemias.
 El paulatino despoblamiento del campo español y la emigración a América, que
gene- raron problemas de abastecimiento alimenticio.
 El deterioro de la actividad artesanal en España, atribuido, entre otras cosas, a
la expul- sión de los moriscos, lo que generó la fabricación de productos de escasa
calidad.
 Las humillaciones en la política internacional, como fue la independencia de
Portugal que, tras sesenta años de ser gobernado por los reyes de España (1580-
1640), reconoció a una dinastía nacional en el trono: los Bragança.

Este panorama se agravó considerablemente con el ascenso al trono de Car- loas II


que, a sus problemas mentales, sumaba la impotencia. Sin embargo, aquel soberano
conocido por el apodo de "el Hechizado", por haber recurri- do a brujos y hechiceros
procurando engendrar un heredero, no dejó de per- cibir el peligro que se cernía
sobre España y su imperio, cuando tuvo cono- cimiento de que en Londres las
grandes potencias planificaban el reparto de sus dominios luego de producida su
muerte.
Frente a esta situación, fue necesario que el rey designase un heredero en- tre
algunos de sus parientes extranjeros más próximos. Ellos eran:

Carlos de Austria: era hijo del emperador de Alemania y posible sucesor suyo, cuya
desig- nación como rey de España reeditaría la situación de Carlos I (V), perspectiva
que no acep- tarían las demás naciones, afiliadas al principio del "equilibrio
europeo", sustentado por Gran Bretaña.

Felipe de Anjou (Borbon): Nieto de Luis XIV, rey de Francia y eventual sucesor de
su abue- lo, cuya coronación como rey de España generaría inquietudes similares.

Fernando José de Baviera: Un príncipe alemán de menor importancia que los


anteriores.

Para preservar a España de una guerra contra toda Europa, Carlos II terminó
optando por el príncipe bávaro, pero éste habría de morir antes que el rey es- pañol.

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Al acceder al trono de España en 1665, se había pensado que el reinado de Carlos II
sería breve, ya que su precaria salud lo llevaría pronto a la tumba. No obstante, el
suyo fue uno de los reinados más prolongados de la historia española. Hacia fines de
siglo, cuando la muerte del anciano rey parecía cer- cana, no quedó a este más opción
que elegir entre los dos candidatos res- tantes. Lo hizo por Felipe de Anjou.
Luis XIV había manifestado que de ninguna manera su nieto sería a la vez rey de
España y de Francia, pero al aceptar la oferta de Madrid, expresó ante su corte:
"Señores, os presento al rey de España; los Pirineos ya no exis- ten", lo que
demostraba su cambio de opinión.
Como podía preverse, Europa no aceptó aquella elección que, incluso tam- bién fue
rechazada en algunos lugares de España (Cataluña), lo que dio lu- gar a la Guerra
de Sucesión Española.

GUERRA de SUCESIÓN ESPAÑOLA


 DURACIÓN: 1700 - 1713
 RIVALES:
a) Potencias borbónicas: Francia y España.
b) Coaligados: Gran Bretaña, Holanda, Austria, Dinamarca, Portugal, Saboya y otros
Esta- dos alemanes e italianos.
 HECHOS: Francia llevó el mayor peso en la guerra, pero fue desgastándose hasta
el punto de convencer a Luis XIV que debía abandonar a su nieto. Fue entonces cuando
Felipe de Anjou obtuvo la victoria de Villaviciosa, lo que determinó a todos los actores
del conflicto a buscar la paz.
 LA PAZ: Se firmó en la ciudad holandesa de Utrecht, donde se estableció, entre otras
co- sas:
1- Felipe de Anjou sería reconocido como rey de España con el nombre de Felipe V,
pero nunca una misma persona de la familia Borbon sería simultáneamente
soberano de España y Francia (No obstante, a lo largo del siglo XVIII, Francia y
España fueron aliadas en virtud de los Pactos de Familia).
2- Inglaterra, que había conquistado Gibraltar durante la guerra, permaneció dueña
de a- quel punto estratégico.
3- España perdió Sicilia, que más tarde permutó por Cerdeña al duque de Saboya,
ahora reconocido como rey.
4- España concedió a Inglaterra el monopolio de la trata de esclavos, habilitándose al
efec-
to 10 puertos (en Bs. As. se estableció uno de los asientos de negros). También se
auto- rizó a los ingleses a participar con un navío cargado de mercaderías en la feria
de Carta- gena.

LA DINASTÍA DE BORBON EN ESPAÑA


 FELIPE V
 LUIS I (hijo de Felipe V)
 FELIPE V
 FERNANDO VI (hijo de Felipe V)
 CARLOS III (hijo de Felipe V)
 CARLOS IV

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 FERNANDO VII

El mercantilismo:
Ya en el siglo XVI, pero especialmente en el siglo XVII, predominó entre las naciones
marítimas europeas el mercantilismo, que era un sistema económi- co de carácter
estatista que sostenía que la riqueza de una nación dependía de la acumulación de
metales preciosos, para lo que era necesario exportar mucho e importar poco. Las
naciones que aplicaron el mercantilismo lo hi- cieron a partir de diversas
metodologías.

 FRANCIA: A partir de una política de subsidios y medidas proteccionistas


apuntadas a lograr el desarrollo de industrias. Comenzó a ponerla en práctica Juan
Bautista Colbert, mi- nistro de Hacienda de Luis XIV.
 INGLATERRA: A partir de un sistema de fletes y flotas, favoreciendo la
formación de una poderosa flota mercante.
 HOLANDA: A partir de compañías comerciales privadas, una poderosa marina
mercante y el control del comercio (incluso las españolas)
 ESPAÑA: A partir del monopolio comercial y el sistema de "flotas y galeones".
 PORTUGAL: Aplicó en el Brasil una política monopolista similar a la española,
con puer- tos únicos y prohibiciones de producir determinados productos (vinos).
Después de su in- dependencia de los reyes de España (1640), se convirtió en aliado
de Inglaterra, con la que firmó varios tratados comerciales.
Como se permitía la entrada en Portugal de manufacturas inglesas, la industria
portuguesa se arruinó; sin embargo, Brasil salió ganando porque sus productos
tropicales (maderas) llevados a Lisboa por compañías mercantiles portuguesas, eran
adquiridas por los ingleses.

La Ilustración:
En el siglo XVIII apareció un movimiento espiritual surgido en Europa y co- nocido
con el nombre de "Ilustración". El antecedente más remoto de este movimiento fue
el Humanismo renacentista (espíritu crítico) y el más cerca- no el racionalismo del
siglo XVII (Descartes), más el auge alcanzado por las ciencias físico-naturales y la
investigación.
El ideal de la Ilustración fue la naturaleza dominada por la razón. Por eso, el
racionalismo fue la nota característica del movimiento, también llamado "I-
luminismo", por sostener sus cultores que "las luces de la razón humana i-
luminarían el camino a la felicidad". La libertad espiritual y la tolerancia reli- giosa
constituían otras de sus particularidades.
No se trató exclusivamente de un movimiento cultural, sino que influyó en lo político,
lo social y lo económico. El conjunto de principios políticos y eco- nómicos o "nuevas
ideas del siglo XVIII", derivados de este movimiento die- ron origen al Liberalismo.

FILÓSOFOS
AUTORES NACIONALIDAD OBRAS PENSAMIENTO
"Ensayo sobre el go- Negaba el origen
John LOCKE Inglés. bierno civil". divi- no de la

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autoridad de los
reyes.
Sostuvo el principio
MONTESQUIEU Francés. de la división y sepa-
"El espíritu de las le- ración de los
yes". poderes del Estado
(Ejecutivo,
Legislativo y
Judicial)
Afirmaba que el
único gobierno
Juan Jacobo ROU- legítimo era el
SSEAU Suizo. "El Contrato democrático; es
Social". decir, que las leyes y
la soberanía sólo po-
dían emanar de la
vo- luntad del
pueblo.
Atacó el
colonialismo por ser
generador de la
corrupción de las
costumbres, la
VOLTAIRE Francés. "El siglo de Luis explo- tación del
XIV". nativo y las guerras
"Cartas intercolonia- les.
Filosóficas". Defendió la
tolerancia religiosa y
combatió a la
Iglesia, burlándose
de la superstición e
ignorancia de la épo-
ca.

ECONOMISTAS
FISIOCRACIA (del griego Sostenían que la riqueza de una nación se
fisio=naturaleza y cratos=poder o hallaba en la agricultura, considerando
autoridad). nega- tiva la intervención del Estado en la
Escuela en la que sedestacaron, entre econo- mía.
otros, Gournay, Quesnay y Turgot
Autor de "La riqueza de las naciones".
Sostenía que la riqueza de una nación se
ha- llaba en el trabajo individual y que la
divi- sión del trabajo y la cooperación
creaban en la sociedad una comunidad de
intereses.
Sostuvo que leyes naturales concurrían
ADAM SMITH (escocés) para la formación de:
El capital (derivado del ahorro) y el precio
de los artículos, regulado por el costo de las

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materias primas, el trabajo para
producirlos y la ley de la oferta y la
demanda.
El Estado debía limitarse a:
 Velar por el cumplimiento de la ley.
 Administrar la hacienda pública.
 Defender el territorio nacional.

Punto 6:
El "Despotismo Ilustrado":
Las ideas de la Ilustración influyeron en la actitud de algunos soberanos eu- ropeos.
La teoría del origen divino del poder de los reyes comenzó a declinar ante una nueva
concepción del Estado, entendido ahora como un hecho ar- tificial, creado por el
hombre, y entregado mediante un contrato al soberano.
La función del rey -que detenta todo el poder- es proporcionar la mayor feli- cidad
a sus súbditos, aunque sin su participación ("todo para el pueblo pero sin el pueblo").
A esto se llamó "Despotismo Ilustrado".
Los déspotas ilustrados gobernaron mediante una burocracia modernizada y un
sistema jurídico ordenado. De este modo, recogieron las ideas provenien- tes de la
burguesía, pero sin dar a ella poder político.
Los principales representantes del Despotismo Ilustrado fueron:

 FEDERICO II "el Grande" de Prusia.


 JOSÉ II de Austria.
 CATALINA II "la Grande" de Rusia.
Estos soberanos aplicaron algunas medidas novedosas como:

 Creación de escuelas elementales, técnicas y comerciales.


 Planes de colonización interna y construcción de carreteras y puentes.
 Mejoras en la situación de los campesinos.
 Mejoras en la situación de los judíos.
 Humanización de la justicia (abolición de la tortura).
 Mayor tolerancia religiosa.
 Control del Estado sobre la Iglesia.

En España, el principal representante de esta política reformadora fue Carlos III,


apoyado en sus ministros Aranda, Campomanes y Floridablanca. Algunas de sus
realizaciones fueron:

Con respecto a la IGLESIA:


 Política regalista de control estatal.
 Expulsión de los jesuitas de sus dominios.
 Paso a la competencia civil de los crímenes de adulterio y bigamia.
 Impugnación de la tortura frente a la Inquisición.

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 Prohibición de encarcelar sin pruebas de herejía.
 Anulación de la validez de títulos universitarios expedidos por seminarios.
 Inspección estatal de las obras pías y control sobre los bienes de la Iglesia.
Con respecto a la EDUCACIÓN:
 Las Universidades pasaron a la jurisdicción real.
 Se implantan planes modernos de enseñanza.
Con respecto al ESTADO:
 Comenzó a modernizarse.
 Se creó la Orden de Carlos III, para premiar el celo en el servicio del rey.
 Se adoptaron la bandera y el himno nacional, y se reorganizó el Ejército.
Con respecto a la SOCIEDAD:
 Fueron favorecidos en la provisión de cargos los universitarios pobres.
 Fueron dejadas de lado las cuestiones de linaje en la adjudicación de cargos.
 Se crearon los síndicos personeros del común, libremente elegidos por los
plebeyos, a los que no se exigiría pureza de sangre.
 Se entregaron grandes extensiones de tierra consideradas improductivas.
Con respecto a AMÉRICA:
 Carlos III completó las reformas que se habían iniciado con el ascenso al trono
de la di- nastía de Borbon. Es preciso recordar aquí que para los Borbones las
posesiones america- nas eran "colonias", es decir, dependencias de ultramar
destinadas a producir beneficios económicos a la metrópoli.
 En 1714, se había creado el Despacho Universal de Indias, un ministerio
destinado a o- cuparse de los asuntos americanos. Carlos III lo dividió en cinco
secretarías (Estado, Gra- cia, Justicia, Hacienda y Guerra y Marina).
 Estas medidas determinaron la supresión de la Casa de Contratación y la
limitación de las funciones del Consejo de Indias.
 De acuerdo a necesidades administrativas, económicas y defensivas, se amplió
la divi- sión política de Hispanoamérica de la época de los Austrias, creándose dos
nuevos virrei-natos (Nva. Granada y Río de la Plata) y dos nuevas capitanías
generales (Venezuela y Chi- le) .
 En lo militar, dependían de las secreatarías de Guerra y Marina:
a) Escuadras reales para la protección de la navegación.
b) Flotillas locales para la vigilancia costera.
c) Regimientos Fijos (integrados por 12 cías.) acantonados en distintas regiones.
d) Regimientos veteranos, traídos en casos de conflictos serios.
e) Milicias, integradas por habitantes de las ciudades y la campaña.
f) Fortines y blandengues para vigilar las fronteras con los indios.

 Para subordinar el gobierno de América directamente a la Corona fueron


creadas las In- tendencias. Era ésta una institución francesa creada en el siglo XVII
por el cardenal Riche- lieu para despojar a la nobleza del gobierno de las provincias.

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Carlos III dictó la Real Ordenanza de Intendentes en 1782. Los intendentes eran
nombrados directamente por el rey, duraban cinco (5) años y se los sometía a juicio
de residencia. Sus funciones eran:

 Percibían los impuestos.


 Controlaban las finanzas de los
HACIENDA cabildos.
 Estimulaban el desarrollo económico.
 Podían dictar justicia (civil y criminal)
con apelación ante la Audiencia.
 Podían rever las sentencias de los alcal-
JUSTICIA des.
 Eran asesorados en materia judicial
por tenientes letrados.
 Vigilaban el orden.
POLICÍA  Estimulaban las obras públicas y
contro- laban el régimen de trabajo.
 Se encargaban de todas las cuestiones
administrativas relacionadas con las
GUERRA tropas fijas o en tránsito (sueldos, equipos,
abaste- cimientos).

 En lo económico, los Borbones buscaron agilizar el comercio entre España y


América, procurando abastecer a las colonias para frenar el contrabando y
aumentar la recaudación aduanera. Las principales reformas fueron:

Algunas compañías fueron autorizadas a e-


fectuar el comercio exclusivo con
determina- das regiones americanas. La
LAS COMPAÑÍAS DE COMERCIO Cía. Guipuzcoa- na obtuvo la exclusividad
del tráfico con Ve- nezuela; la Cía. de La
Habana con Cuba, en- tre otras.
Se permitió a naves mercantes particulares
comerciar con puertos americanos que eli-
giesen. Debían registrarse en la Casa de
Con- tratación y aceptar la inspección de la
LOS NAVÍOS "DE REGISTRO" carga.
Poco después de establecido este sistema, se
abolió el régimen de "Flotas y galeones".
Aunque el único puerto peninsular fue
Cádiz, pueros como Bs. As. se
beneficiaron, pues por él comenzaron a
entrar mercaderías des- tinadas a Chile o
Perú.
Por esta medida, tomada por Carlos III,
LA SUPRESIÓN DEL SISTEMA DE nueve (9) puertos españoles fueron
PUERTO ÚNICO autorizados a comerciar con América y se

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aumentaron los puertos americanos
habilitados.
Fue un servicio regular entre España y
Amé- rica, que también se extendería a
LOS CORREOS MARÍTIMOS Buenos Ai- res. Estos correos también
podían transpor- tar productos españoles y
cargar america- nos.
Algunos dominios españoles (México, Nva.
Granada y Guatemala) fueron autorizados
a intercambiar "efectos de Castilla". Más
LA AUTORIZACIÓN DEL COMERCIO tarde, se les permitió comerciar con frutos
INTER- COLONIAL del país, a excepción de aquellos productos
que com- pitiesen con los españoles (vinos,
aceite, a- ceitunas).

Al crearse el Virreinato del Río de la Plata, surgió el problema de que las regiones
que lo in- tegraban no podían comerciar entre sí, pues dependían del comercio
limeño. Entonces, el virrey Pedro de Cevallos dictó el Auto de Libre Internación que
permitía la libre circulación de mercaderías entre aquellas regiones.
En 1778, Carlos III promulgó el:

 Se autorizaba el comercio directo entre


13 puertos españoles y 24 americanos
(entre ellos Bs. As.).
 Los dueños de los barcos y la mayoría
de la tripulación debían ser españoles.
 Ciertas mercaderías americanas
REGLAMENTO de COMERCIO (pieles, carne salada) no pagarían
LIBRE (1778) impuestos en Es- paña durante diez (10)
años.
 Por el mismo período, no pagarían im-
puestos en América algunos productos de
la- na, lino y algodón.
 Si las mercaderías llegadas a América
fueran enteramente de origen español, los
a- ranceles se rebajarían a 1/3, y si llegaran
a las 2/3 partes de la carga, a 1/5. (1)
(1) Las manufacturas españolas debían pagarse en metálico, lo que generaba
dependencia. Además, como dichas mercaderías no podían satisfacer la demanda,
continuó el contrabando.

Otras medidas:
 Se permitió la libre introducción de negros.
 Se autorizó a algunos puertos americanos (entre ellos Bs. As.) a comerciar con
Guinea y Brasil, a condición de que no se tratara de productos que compitieran con
los españoles.
 Como consecuencia de la guerra anglo-española, se autorizó la compra de
mercaderías en países neutrales.

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Punto 2:
LA QUIEBRA DEL ANTIGUO RÉGIMEN. LAS REVOLUCIONES
BURGUESAS. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL: SIGNIFICADO, EFECTOS.
LA REVOLUCIÓN IDEOLÓGICA: LAS IDEAS FUERZA DEL NUEVO
RÉGIMEN. EL CONSTITU- CIONALISMO.
El crecimiento del poder político de la burguesía tuvo una primera manifes- tación
en la Inglaterra del siglo XVII. Antes, los monarcas de la dinastía Tu- dor (Enrique
VII, Enrique VIII e Isabel I) había consolidado la autoridad real, intentando
establecer el Absolutismo. Pero aquellas intenciones fracasaron con el ascenso al
trono de la dinastía Estuardo.
Jacobo I, pero especialmente Carlos I, fueron ganándose enemigos entre la
burguesía y la pequeña nobleza, acusados de favorecer los privilegios y per- seguir
a los grupos protestantes disidentes (puritanos), muchos de los cua- les emigraron a
América.
Finalmente, en 1642, estalló la guerra civil a causa de la pretensión de Carlos I de
gobernar sin el Parlamento. Derrotado, el soberano acabó ejecutado, e Inglaterra se
convirtió en una república dictatorial. Aunque la autoridad esta- ba repartida entre
un Consejo de Estado de 40 miembros, que detentaba el poder Ejecutivo, y el
Parlamento (sólo la Cámara de los Comunes), que ejer- cía el Legislativo, las
atribuciones propias de un verdadero dictador recaye- ron en Oliver Cromwell, el
más importante protagonista de la guerra civil y jefe de los puritanos, que recibió el
título de Lord Protector. A Cromwell se debió el inicio del poderío naval inglés, ya
que con sus "Actas de Navega- ción", estimuló la industria astillera al disponerse que
las mercaderías im- portadas por el país debían ser introducidas en buques de
bandera inglesa. No obstante, a la muerte de Cromwell se produjo la restauración
de la mo- narquía de los Estuardo, en la persona de Carlos II.

Su sucesor, Jacobo II, hermano de Carlos, era católico. Su favoritismo por personas
de su religión, sumado al aumento de los impuestos, generaron la denominada
"Revolución Gloriosa" de 1688.
Mientras el soberano huía, su hija, casada con Guillermo de Orange que go- bernaba
Holanda, fue llamada junto a su marido para reinar en Inglaterra. La pareja vió
condicionado su ascenso al trono por la previa aceptación de la monarquía
parlamentaria como fórmula política. El sistema restableció la di- visión de poderes,
garantizó la libertad individual y la propiedad privada y consagró la superioridad
del Parlamento sobre la autoridad del rey, que só- lo podía dictar leyes con el
consentimiento parlamentario. Todo ello signifi- caba el triunfo de los ideales e
intereses de la burguesía, cuya consolidación hizo posible en el siglo XVIII la
Revolución Industrial.

La Revolución Industrial:

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL INGLESA


 Lugar Gran Bretaña.
 Época: Mediados del siglo XVIII.
 Definición: Fue el proceso económico-tecnológico que determinó el reemplazo de
la ma- no de obra humana por las máquinas en la producción.
 Causas:

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1) El avance de los conocimientos en el campo de las ciencias físico-matemáticas.
2) La existencia en Gran Bretaña de grandes capitales generados por la piratería,
la trata de esclavos y el contrabando.
3) El poderío marítimo de Gran Bretaña puesto al servicio de la adquisición de
materias pri- mas y el abastecimiento de los mercados extranjeros.
A estas causas debe agregarse el mejoramiento general de la agricultura, a partir de
la po- lítica de "cercamientos", que puso fin a la existencia de "campos abiertos".
Una política más racional en el campo fue acompañada por la introducción de
métodos tales como la rotación de cultivos, el empleo de abonos y la lucha contra las
plagas.
El nuevo orden rural generó una gran emigración del campo hacia las ciudades,
donde los antiguos campesinos pasarían a convertirse en la mano de obra de la
naciente industria.
 Rubros industriales: La industria textil se constituyó en la punta de lanza de la
Revolu- ción Industrial, en base a la invención y fabricación de telares mecánicos. A
esto, siguió una serie de invenciones destinadas a aprovechar la fuerza expansiva del
vapor de agua, lo que transformaría el mundo de los transportes (ferrocarriles y
navegación a vapor).

Las consecuencias de la revolución maquinista fueron diversas y afectaron todos los


aspectos de la vida inglesa:

 Pequeñas localidades medievales pasaron a convertirse en grandes urbes


industriales:
MANCHESTER: textiles
BIRMINGHAM: textiles
SHEFFIELD: ferreterías
WORCESTER: cerámicas

 Entre las consecuencias socio-económicas tenemos:


1) Desocupación (al principio, las máquinas eran destruidas por los trabajadores
que las consideraban sus enemigas).
2) Disminución de salarios.
3) Deterioro de las condiciones de vida en los centros industriales (hacinamiento,
promis- cuidad, enfermedad, prostitución, alcoholismo, delito).
 La falta de legislación laboral protectora generaba la explotación del proletariado
indus- trial:
1) Jornada laboral de 16 horas.
2) Trabajo de mujeres y niños con igual horario y menor remuneración.
3) Ausencia de descanso dominical y vacaciones.
4) Ausencia de jubilaciones y pensiones.
5) Desprotección de la maternidad.
6) Desconocimiento de reparaciones por accidentes de trabajo.

La revolución ideológica:
Hemos expresado que las llamadas "nuevas ideas del siglo XVIII" constituye- ron el
fundamento del Liberalismo. En lo político, las "ideas fuerza" del nue- vo régimen
eran:

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 La soberanía popular, que se concretaba en una constitución donde se
consagraba la división de poderes y se manifestaba a través del sugragio.
 La consagración del derecho de propiedad.
 la vigencia de la libertad civil, del principio de igualdad ante la ley, la libertad de
expre- sión (de palabra y de prensa), la libertad religiosa.

Todos estos principios se expresan a través del Constitucionalismo, cuya e- volución


comprende un extenso período de la historia europea, en la que pueden señalarse
como momentos fundamentales:

LA CARTA MAGNA: En el año 1215, el rey Juan "sin Tierra", de Inglaterra, fue
enfrentado por los barones del reino, apoyados por los obispos y los burgueses, que
le impusieron la acep- tación de un documento conocido con el nombre de Carta
Magna. En ella se establecía:
1) Ningún hombre libre podía ser arrestado sin orden judicial.
2) Nadie sería juzgado sino por un tribunal de sus pares.
3) No se establecería ningún impuesto sin el consentimiento de un Consejo
integrado por nobles.

LA PETICIÓN DE DERECHOS: Es de 1628 y corresponde al inicio de los


enfrentamientos en- tre el rey Carlos I de Inglaterra y el Parlamento. En ella se
imponía al rey la obligación de consultar al Parlamento en problemas económicos y
se refirmaba el derecho de todos los habitantes del reino de ser juzgados por sus
tribunales naturales.

EL AGREEMENT OF THE PEOPLE y EL INSTRUMENT OF GOVERNMENT:


Estos documen- tos corresponden al momento de la victoria de las fuerzas
parlamentarias sobre el rey Car- los I, siendo las únicas constituciones escritas en la
historia de Inglaterra. No obstante, el primero no pasó de un proyecto, que fue
reemplazado por el segundo, obra de Oliver Crom- well.

LA DECLARACIÓN DE DERECHOS: Representa el compromiso que debieron


aceptar Gui- llermo de Orange y su esposa María, hija de Jacobo II de Inglaterra,
para acceder al trono inglés en 1688. Establecía:
1) Que el poder Ejecutivo lo detentaría el rey y el Legislativo el Parlamento.
2) Que el rey tenía la obligación de convocar regularmente al Parlamento.
3) Que el rey debía consultar al Parlamento para establecer nuevos impuestos,
mantener tropas en tiempos de paz, cambiar la religión oficial y dictar leyes.

También en España, durante la época de la Reconquista, la necesidad de poblar las


tierras ganadas a los musulmanes condujo a los reyes y señores a conceder derechos
y privilegios a los habitantes de las nuevas ciudades. Di- chos privilegios estaban
contenidos en los fueros.

Los fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad,
cuya finali- dad era, en general, reglar la vida local estableciendo un conjunto de
normas, derechos y privilegios otorgados por el rey al señor de la tierra o al propio
Consejo municipal.

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Este sistema de derecho local fue utilizado en la península Ibérica, donde algunos de
estos fueros fueron anteriores a la Carta Magna;
 Fuero de LEÓN (1017).
 Fuero de JACA (1076).
 Fuero de LOGROÑO (1095).
 Fuero de CALATAYUD (1120).
Se destacaron especialmente los fueros de Aragón. En ellos se aprecia la intención
de no- bles, clero y burguesía de establecer garantías frente a las extralimitaciones
del poder mo- nárquico. En Aragón existía una institución muy peculiar llamada el
Justicia Mayor de Ara- gón, que tenía la misión de velar por el cumplimiento y
vigencia de los derechos y garantías concedidos, y que podía incluso, acusar al rey.

La Revolución Norteamericana:

Desde el punto de vista económico, las colonias inglesas de América del Norte sufrían
una serie de restricciones impuestas por el monopolio de la metrópoli. No obstante,
habían prosperado gracias a su industria, agricultu- ra y, sobre todo, al
contrabando.
Al concluir la Guerra de los Siete Años (1756-1763), por la cual Gran Bretaña
adquirió el Canadá y la porción oriental de la cuenca del Misisipi, el Parla- mento
inglés decidió resolvió que los colonos americanos debían contribuir al sostén de las
tropas establecidas para defender las conquistas. A tal efec- to, sancionó la Ley del
Azúcar que fijaba impuestos a las partidas de ese producto que entraran en las
colonias. Más tarde, sancionó la Ley del Tim- bre (estampilla fiscal), que obligaba a
colocar una estampilla vendida por el gobierno a todos los documentos que
circulaban por las colonias, incluidos los periódicos.
Los colonos se opusieron tenazmente al pago de estos impuestos, argumen- tando
que carecían de representantes en el Parlamento. La Asamblea de Vir- ginia sostuvo
que los colonos sólo estaban obligados a acatar las leyes fi- nancieras votadas por
sus asambleas. Al difundirse estos principios, se reu- nieron delegados de nueve
colonias en Nueva York para realizar un congre- so (1765), que produjo la siguiente
declaración de derechos:
1) Los americanos son súbditos ingleses.
2) El Parlamento no puede imponerles impuestos en cuya creación no ha- bían
participado.
Como consecuencia de esta resistencia, el Parlamento anuló la ley, aunque
reiterando su derecho a imponer contribuciones. Al aprobarse una nueva ley que
imponía gravámenes sobre el papel, el vidrio, el plomo y el te, el conflic- to se
reinició. Desconocidos disfrazados de indios arrojaron un cargamento de te al mar
en el puerto de Boston. Como consecuencia, el rey ordenó el cierre de dicho puerto,
prohibió las reuniones públicas y dispuso el aloja- miento obligatorio de las tropas
británicas en las casas de los colonos.
La indignación generada por estas medidas condujo a los colonos a la reu-
nión de un Congreso en Filadelfia (1774).
A este Congreso asistieron delegados de doce colonias (Georgia no asistió). Allí, se
resolvió solicitar al rey Jorge III la supresión de las leyes que impo- nían
contribuciones a las colonias sin su consentimiento. El rey rechazó la petición y envió

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más tropas a América. En abril de 1775, un grupo de milicia- nos americanos
derrotó a un contingente británico en Lexington. Con este hecho se inició la guerra.
Poco después, se reunió en Filadelfia el llamado Segundo Congreso Conti- nental que:
1) Organizó un ejército que puso bajo las órdenes de George Washington.
2) Aprobó la Declaración de la Independencia de las colonias, redactada por una
comisión de la que formaban parte John Adams, Benjamin Franklin y Thomas
Jefferson, el 4 de julio de 1776.

Más tarde, se incorporarán a la lucha Francia, España y Holanda, a favor de los


americanos. Finalmente, en 1781, las tropas de Washington y la escuadra francesa
obligaron a rendirse a las fuerzas británicas atrincheradas en York- town.
Como la guerra se había vuelto impopular en Inglaterra, el partido whig (libe- ral)
y los comerciantes de Londres exigían su terminación. Se iniciaron con- versaciones
de paz que concluyeron con la firma del Tratado de Versalles (1783).
 Gran Bretaña reconoció la independencia de las colonias norteamericanas.
 Francia recuperó algunas islas americanas y Senegal.
 España recuperó la isla de Menorca y La Florida.
Después de declarada su independencia, los americanos afrontaron una se- ria crisis
político-económica, pues la Confederación creada en 1781, no con- taba con un
autético poder Ejecutivo, delegando toda la autoridad en el Con- greso Continental,
carente de poder real para hacer cumplir sus decisiones. Se trataba de un poder que
no podía imponer contribuciones y, por lo tanto, dependía financieramente de los
Estados.
En 1786, ante la gravedad de la situación económica, cinco Estados invita- ron a los
demás a una Convención Nacional en Filadelfia, para modificar los Artículos de
Confederación. Pero, existían recelos de crear un sistema fede- ral más efectivo, que
afectase la autonomía de los Estados. Mientras unos querían un gobierno de gran
fuerza y capacidad ejecutiva, otros, creían que ese gobierno sería idéntico al
británico.
Tras largos debates, y una campaña periodística de esclarecimiento, llevada a cabo
por Hamilton, Madison y Jay (el conjunto de los artículos periodísti- cos se recopiló
bajo el título de "El Federalista"), se aprobó la Constitución federal en 1787. Sus
rasgos fundamentales eran:

 Poder Legislativo: Bicameral, con una Cámara de Representantes integrada por


un nú- mero de diputados proporcional a la población de cada Estado, y un Senado
integrado por miembros por cada Estado.

 Poder Ejecutivo: Ejercido por un Presidente de los Estados Unidos de América,


elegido por cuatro años.

 Poder Judicial: Desempeñado por un Tribunal Supremo y demás tribunales


inferiores.

 Los Estados: Gozaban de autonomía política, excepto en las Relaciones


Exteriores, Fuerzas Armadas y recaudación aduanera.

La Revolución Francesa:

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La situación social de Francia en el último cuarto del siglo XVIII era suma- mente
injusta. Sobre un total de 24 millones de habitantes, apenas un 4,5% disfrutaba de
todos los privilegios y estaba exenta del pago de la mayoría de los impuestos.

LA NOBLEZA: Integrada por la nobleza "de sangre" y la "nobleza de toga",


compuesta és- ta última por burgueses ennoblecidos por sus servicios a la Corona.
Monopolizaba los car- gos políticos y militares.

EL CLERO: Integrado por el alto clero (arzobispos, obispos, abades) y el bajo clero
(párro- cos, curas de aldea). Monopolizaba la educación y velaba por las
costumbres.

EL ESTADO LLANO: Compuesto por grupos o sectores de muy diferente


naturaleza y sobre el que recaían todas las cargas y gravámenes:
1) La burguesía (Banqueros, comerciantes, hombres de leyes, empresarios,
miembros de profesiones liberales, profesores, periodistas). Concentraba a las
personas de mayor cultura y recursos económicos, pero le estaba vedada la
participación política.
2) Los obreros y artesanos.
3) Los campesinos, divididos en:
 Propietarios de las tierras.
 Arrendatarios.
 "Braceros", cuya única propiedad eran sus brazos, y que sumaban 12 millones.
Naturalmente, la injusta situación social -que no era la peor de Europa por
entonces- constituyó una de las causas de la Revolución Francesa, espe- cialmente
como consecuencia de las aspiraciones de la burguesía que, due- ña del poder
económico, aspiraba a alcanzar el poder político.
Otras de las causas fueron:
 La prédica de los filósofos y economistas del siglo XVIII.
 La difícil situación financiera de Francia durante el reinado de Luis XVI como
consecuencia de:

 Los gastos militares. No debe olvidarse que Francia acababa de participar en la


Guerra de la Independencia Norteamericana contra Gran Bretaña.
 Los gastos generados por la Corte. El sometimiento de la nobleza en los inicios
del rei- nado de Luis XIV indujo a los reyes a mantener a los nobles a su lado, en
una vida de perma- nente diversión y jolgorio. En medio de festines, bailes,
representaciones teatrales, cace- rías y conciertos, los nobles ya no competían con la
monarquía por el poder.

El problema económico-financiero constituía la mayor preocupación de Luis XVI,


que terminó nombrando ministro de Hacienda al fisiócrata Robert Tur- got. Éste,
adoptó una serie de reformas: reducción de gastos, libre circula- ción de cereales,
disolución de los gremios que, con sus reglamentaciones trababan el desarrollo
industrial, abolición de la corvea, que obligaba a los campesinos a trabajar en obras
del gobierno, sin remuneración, algunos días al año. Pero, cuando pretendió

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imponer contribuciones a las clases pri- vilegiadas, generó una fuerte oposición y
perdió el favor del rey.
Luis XVI llamó entonces al banquero ginebrino Jacques Necker, que hizo pú- blico
una especie de presupuesto en el que aparecían detallados los gastos del Estado.
Nuevamente, los privilegiados se indignaro al ver expuestas las erogaciones que
demandaba su régimen de vida en la Corte. Esta vez, fue la reina María Antonieta
la que determinó el alejamiento del ministro.
Como la situación financiera se agravaba, el soberano vovió a llamar a Ne- cker, que
le aconsejó entonces la convocatoria a los Estados Generales, úni- ca forma de
obtener recursos fiscales de manera consensuada. A principios de 1789 fue
anunciada la convocatoria, que no se efectuaba desde el año 1614.
El tema de la votación en los Estados Generales dio lugar a fuertes debates, ya que
el Estado Llano exigía el voto por cabeza y no por orden. Asimismo, los electores
comenzaron a hacer llegar a los diputados del tercer estado u- nos "cuadernos de
petición" en los que figuraban sus quejas y aspiraciones.
Así se inició la Revolución Francesa, que se prolongaría por 10 años, desde 1789
hasta 1799 y que, a efectos de facilitar su estudio, puede dividirse en varias etapas.

PRIMERA ETAPA: Los Estados Generales se inauguraron en mayo de 1789, pe- ro


en la apertura, el rey manifestó que los diputados sólo debían abocarse a resolver
los problemas financieros y no se permitirían innovaciones que a- fectaran el poder
real.
Los representantes del tercer estado -y los religiosos y nobles que los apo- yaban-
decidieron declararse en Asamblea. Ante la actitud de Luis XVI, que ordenó cerrar
la sala de sesiones, se reunieron en una cancha de pelota, ju- rando no separase hasta
que no se sancionase una constitución.
Al fracasar los intentos del rey de disolver la Asamblea, Luis XVI, por conse- jo de
Necker, ordenó a la nobleza y al alto clero incorporarse a ella.
Mientras tanto, los sospechosos movimientos de tropas que se habían ad- vertido,
dieron lugar a un estallido popular que se concretó el 14 de julio de 1789, con la toma
de la Bastilla, prisión que era considerada símbolo del Ab- solutismo.
Poco después, para reimplanter el orden en París, los revolucionarios orga- nizaron
una municipalidad electiva que se llamó la Comuna, la que organizó un cuerpo
armado denominado Guardia Nacional, bajo las órdenes del mar- qués de Lafayette.
A partir de ese momento, la Asamblea comenzó a tomar una serie de medi- das que
empezaron a liquidar el Antiguo Régimen:

1) La abolición de los privilegios feudales.


2) La Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, que consagraba la
vida, la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión como
derechos natura- les; la soberanía popular, la ley como expresión de la misma,
la igualdad ante la ley, la libertad religiosa, de opinión y de prensa.
3) La Constitución Civil del Clero: que colocaba a la Iglesia bajo la soberanía del
Estado y que generó poco después la nacionalización de los bienes de la Iglesia
para afrontar la crisis financiera.

En este momento comienzan a popularizarse los términos izquierda, centro y


derecha, tomando en cuenta las ideas de los diputados:

IZQUIERDA: partidarios de reformas profundas.

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CENTRO: moderados.
DERECHA: paridarios de las posturas conservadoras.

Aunque no existían partidos políticos en el sentido moderno de la palabra, aparecen


los clubes, que eran agrupaciones de personas con ideas coinci- dentes. Los más
famosos fueron: el club de los Jacobinos (Robespierre) y el club de los Cordeleros
(Danton).
Aunque Luis XVI prometió respetar la Constitución, sus prejuicios religiosos lo
llevaron a intentar escapar de Francia, mientras el clero francés se dividía en
juramentados (partidarios de las reformas) y refractarios (contrarios a las mismas).
El rey fue capturado y suspendido en su cargo.
Finalmente, se sancionó la Constitució de 1791 que hizo que Francia dejara de ser
una monarquía absoluta.

CONSTITUCIÓN de 1791
 Creó una monarquía constitucional
 Estaba precedida por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Poder Ejecutivo: En manos del rey, inviolable e irresponsable, que elegía a sus
ministros y tenía el derecho de veto por dos legislaturas (dos períodos legislativos).
Poder Legislativo: En manos de una Asamblea Legislativa de 750 diputados
elegidos, por dos años por aquellos ciudadanos que pagaran impuestos directos.
Poder Judicial: Integrado por jueces y jurados elegidos por el pueblo.

La Constitución expresaba los intereses de la burguesía. No establecía el su- fragio


universal, ya que sólo votarían quienes pagasen impuestos directos, quedando los
ciudadanos divididos en activos (elegían y podían ser electos) y pasivos (sólo elegían).
Además, se desconocía el derecho de huelga.

SEGUNDA ETAPA: La Asamblea Legislativa prevista por la Constitución de 17 91


estaba integrada por una inmensa mayoría de diputados que deseaban conservar la
monarquía. Los elementos radicalizados (jacobinos y girondi- nos) constituían
apenas una cuarta parte del total. Fueron llamados "monta- ñeses", pues se sentaban
en los escaños más altos del recinto.
Sin embargo, no tardaron en producirse roces con el rey, ya que éste vetó los
decretos que ordenaban jurar la Constitución a los sacerdotes "refracta- rios" y
retornar a los emigrados realistas en un plazo determinado. Como és- tos últimos se
agolpaban en las fronteras de Francia, la Asamblea exigió al emperador de Austria
que los internara. Ante la negativa del soberano ex- tranjero, Francia le declaró la
guerra.
Nuevos roces con el soberano llevaron a los elementos radicalizados a orga- nizar
una manifestación que penetró en el palacio de Las Tullerías y agravió a Luis XVI.
Entonces, se conoció el Manifiesto del duque de Brunswick, co- mandante del ejército
prusiano que, bajo amenazas, exigió la libertad del so- berano francés y el respeto a
su persona.
Se hizo circular entre la opinión pública la versión de que el rey mantenía re-
laciones secretas con los enemigos de Francia, por lo que una muchedum- bre asaltó
el palacio de Las Tullerías, produciendo una matanza en la guar- día suiza que lo
custodiaba. A continuación se suspendió al rey, se lo arres- tó y se eligió una
Convención Nacional destinada a:

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1) Reformar la Constitución de 1791.
2) Juzgar la conducta del rey.
Para elegir a los miembros de la Convención Nacional se recurrió por prime- ra vez
al sufragio universal, pudiendo votar todos los franceses mayores de 21 años. No
obstante, estas elecciones se realizaron en un clima de violencia y temor, lo que
redujo el número de votantes.
Las primeras medidas de la Convención fueron:

 Se abolió la Monarquía, estableciéndose la República.


 Se resolvió fechar los documentos como "Año I de la República".
 Se modificó el calendario.
 Luis XVI fue juzgado, encontrado culpable y ejecutado en enero de 1793. La
reina María Antonieta le seguiría poco después. Aquella ejecución causó tal
impresión que toda Europa se alineó contra Francia, incluidas Gran Bretaña y
España.
 Se sancionó la Constitución de 1793 que jamás se aplicó.
TERCERA ETAPA: La guerra internacional y las sublevaciones de católicos y
monárquicos generaron una situación que hizo imposible poner en práctica la nueva
Constitución. Por esa razón, el poder, durante ese período, estuvo en manos del
Comité de Salvación Pública, en el cual desempeñaba un pa- pel directriz
Maximiliano de Robespierre. Este momento de la Revolución fue conocido con el
nombre de "El Terror", ya que las ejecuciones en París y las provincias eran
continuas. Ante tal derramamiento de sangre, surgieron en la Convención dos
grupos: los "rabiosos" (que querían extremar la repre- sión) y los "indulgentes" (que
pedían moderación y eran liderados por Dan- ton).
Robespierre, equidistante de ambos, se preparó para destruirlos separada- mente.
Aliado con Danton, eliminó y ejecutó a los "rabiosos" y luego, se vol- vió contra su
aliado para eliminarlo también.
Robespierre era un fanático admirador de Rousseau; sostenía que la virtud era
fundamental para lograr la libertad, combatía el ateísmo creyendo en el Ser
Supremo. Se le conocía como "el Incorruptible".
A esta altura de los acontecimientos, la burguesía se hallaba espantada por tanta
sangre y, ante la posibilidad de nuevas medidas terroristas, la mayoría de los
diputados de la Convención se unió para derribar a Robespierre, que también fue
ejecutado. Este hecho se conoce con el nombre de "la reacción Termidoriana".

CUARTA ETAPA: La Convención, dominada por los elementos moderados, san-


cionó entonces la Constitución del Año III (1795).
Nuevamente se volvió al voto restringido, ya que sólo podrían votar los varo- nes
que supiesen leer y escribir, quienes elegirían a los electores que desig- narían a los
miembros del Poder Legislativo.
Éste, sería bicameral, con una cámara baja llamada Consejo de los 500 y una cámara
alta denominada Consejo de Ancianos. Los miembros de la primera propondrían
nombres y, la cámara alta designaría a los cinco miembros del Poder Ejecutivo, que
se denominaría Directorio, y que durarían cinco años en sus funciones.
El nuevo gobierno debió enfrentar a los elementos jacobinos por izquierda y a los
realistas y católicos por derecha. Esta oposición y las derrotas milita- res condujeron
al desprestigio del Directorio, por lo que muchos viejos re- volucionarios temieron

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por la suerte de las reformas de la Revolución. El a- bate Siéyes, jefe de un nuevo
grupo llamado "los políticos", se inclinó por recurrir a un joven y exitoso general
que se había destacado en Italia y diri- gía una campaña en Egipto: Napoleón
Bonaparte.
Napoleó retornó a Francia y produjo el golpe de Estado del 18 Brumario (no-
viembre de 1799), que disolvió al Directorio, el que fue reemplazado por un nuevo
gobierno llamado Consulado, integrado por tres miembros, el prime- ro de los cuales
fue el propio Napoleón. Con este hecho finalizó la Revolu- ción Francesa.

Punto 3:
LA SITUACIÓN DE LAS PROVINCIAS RIOPLATENSES A PARTIR DE LOS
CAMBIOS Y REFORMAS DEL SIGLO XVIII. EL TRATADO DE UTRECHT,
SUS EFECTOS EN LA REGIÓN. LAS RIVALIDADES COLONIALES.
CREACIÓN DEL VIRREINATO DE BUENOS AIRES.
Con respecto a la situación de las provincias rioplatenses a partir de los cambios de
los Borbones, hay que repetir lo dicho en el Punto 6 de la BOLI- LLA II, en lo
referido a aquellas reformas económicas que involucraban al puerto de Buenos
Aires, que se fue convirtiendo en clave de un creciente de- sarrollo regional,
acompañado de un considerable aumento de la población.
Es preciso señalar también la importancia que gradualmente fue adquirien- do, al
conjuro de esas medidas, la burguesía comercial asociada al puerto y la clase de los
hacendados. Con respecto a la disposición resuelta en el Tra- tado de Utrecht de
convertir a Buenos Aires en uno de los "asientos de ne- gros" de Hispanoamérica,
debe destacarse que la masa de esclavos introdu- cida en la región era conducida
hacia el norte, región con una economía mi- nera o de plantaciones. En Buenos Aires,
en tanto, apenas permanecían u- nos pocos destinados a tareas domésticas. Esa
circunstancia favoreció la introducción ilegal de mercancías (ropa, calzado,
sombreros) por parte de los ingleses, agravando un mal endémico en la región, cual
era el contraban- do.
Las rivalidades coloniales:
Es preciso tener en cuenta que los portugueses no respetaron nunca el Tra- tado de
Tordesillas y continuaron ocupando tierras al oeste de dicha línea. En ese sentido,
la presencia de los jesuitas, oponiéndose a través de la orga- nización militar de los
guaraníes, a las correrías de los "bandeirantes", de- sempeñó un papel geopolítico
de primer orden.
Sin embargo, las seculares aspiraciones lusitanas sobre la región rioplaten- se nunca
fueron abandonadas por sus gobiernos. En 1680, los portugueses fundaron frente a
la propia Buenos Aires la Colonia do Sacramento, que pa- só a convertirse en un foco
permanente de contrabando.
El problema de la Colonia del Sacramento presenta la curiosidad de que, mientras
España la conquistaba por las armas, los portugueses la recupera- ban por vía
diplomática. Las acciones más destacadas en torno a este tema fueron:

 Durante la Guerra de Sucesión Española, el gobernador de Buenos Aires se


apoderó de la Colonia, pero España debió restituirla como consecuencia del
Tratado de Utrecht. Po- co después, frente a los intentos portugueses de establecerse
en otros puntos de la Ban- da Oriental, el gobernador de Buenos Aires, Bruno
Mauricio de Zavala, fundó Montevideo (1726).

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 En el año 1750, España y Portugal firmaron el Tratado de Permuta, por el que
los por- tugueses acordaron entregar la Colonia, recibiendo a cambio las Misiones
Guaraníticas y Mato Grosso, lo que dio origen a la guerra guaranítica.
 Luego de reiterarse la situación otras dos veces, en 1776 el rey Carlos III envió
una fuerte expedición al Plata, comandada por Pedro de Cevallos, que tomó por
asalto la Colo- nia, destruyéndola. En ese momento, Portugal carecía de la
posibilidad de recibir ayuda de los británicos, enfrentados con la sublevación de las
colonias de América del Norte.
 Al año siguiente -1777-, las ganancias territoriales españolas se diluyeron con
la firma del Tratado de San Idelfonso, por el cual Portugal reconocía la soberanía
española sobre la Banda Oriental y las Misiones ubicadas a la orilla izquierda del
río Uruguay, pero recibía Mato Grosso, Santa Catarina y el resto de las Misiones.

El virreinato del Río de la Plata:


Las causas que dieron lugar a la decisión de crear el virreinato del Río de la Plata
eran de naturaleza distinta:

De naturaleza administrativa: La gran extensión del virreinato del Perú daba lugar
a que un trámite administrativo o judicial o la cobertura de un cargo vacante se
retrasara considera- blemente.

De naturaleza económico-comercial: Las regiones rioplatenses se fueron


desarrollando eco- nómicamente y aumentaron su población durante el siglo XVIII.
Buenos Aires, en particular, adquirió gran importancia comercial a partir de las
reformas implementadas por los reyes de la dinastía de Borbon, al tiempo que su
burguesía comercial ansiaba liberarse de la hegemo- nía del comercio limeño.

De naturaleza estratégico-defensiva: Era preciso fortalecer militarmente el extremo


meridio- nal de Sudamérica a fin de detener la continua expansión portuguesa sobre
los territorios españoles. Otro tanto acontecía con las aspiraciones británicas sobre
las islas Malvinas y el estrecho de Magallanes.

EL VIRREINATO del RÍO de la PLATA


(1776-1777)
 Creador: Carlos III
 Fecha: 1776-1777
 Primer virrey: Pedro de Cevallos
 Extensión: 5 millones de km2.
 Población: Alrededor de 800.000 habitantes.
 Capital: Buenos Aires.
 Países actuales que lo integraban: Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, y
partes de Chile y Brasil.
 División política: La Real Ordenanza de Intendentes de 1782 dividió al virreinato
en las siguientes jurisdicciones:

1) Intendencia de BUENOS AIRES


2) Intendencia de CÓRDOBA del TUCUMÁN

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3) Intendencia de SALTA del TUCUMÁN
4) Intendencia de POTOSÍ
5) Intendencia de COCHABAMBA
6) Intendencia de LA PAZ
7) Intendencia de CHARCAS
8) Intendencia del PARAGUAY

a) Gobernación Militar de MONTEVIDEO


b) Gobernación Militar de MISIONES
c) Gobernación Militar de MOXOS
d) Gobernación Militar de CHIQUITOS

Éstas últimas, de carácter netamente militar, ocupaban las áreas de frontera con el
Brasil.

Punto 4:
LA ALIANZA DEL REY DE ESPAÑA CON NAPOLEÓN. LA GUERRA CON
GRAN BRETAÑA. LA INFLUENCIA BRITÁNICA EN EL PENSAMIENTO
INDE- PENDENTISTA INICIAL DE HISPANOAMÉRICA. LAS INVASIONES
INGLESAS A BUENOS AIRES.

La alianza del rey de España con Napoleón:


En los últimos años del siglo XVIII y primeros del XIX, las familias reales de España
y Portugal estaban así integradas:

ESPAÑA ( Borbon )
 CARLOS IV (rey).
 MARÍA LUISA de PARMA (esposa).
Hijos:
 FERNANDO (heredero del trono con el título de Príncipe de Asturias).
 CARLOS (infante).
 FRANCISCO de PAULA (infante).
 CARLOTA JOAQUINA (infanta).

PORTUGAL ( Bragança )
 MARÍA I (incapacitada para reinar por demencia).
 JUAN (hijo de la anterior y Regente, casado con la infanta española CARLOTA
JOAQUI- NA de BORBON).
 PEDRO (hijo de los anteriores y futuro emperador de Brasil).

No obstante reinar Carlos IV, soberano anciano y débil, el gobierno español se


hallaba en manos de Manuel Godoy, favorito de la reina.

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En el año 1795, Godoy abandonó la lucha con Francia, firmando con ese país la Paz
de Basilea, lo que le valió el título de Príncipe de la Paz. Al año si- guiente, España se
convirtió en aliada de Francia y, por el Tratado de San I- delfonso quedó
subordinada a ella.

Para obligar a España a definir su situación, obligándola a abandonar a Fran- cia o


combatir junto a ella, Gran Bretaña atacó cuatro fragatas españolas procedentes del
Río de la Plata en 1804 (en esas naves viajaba la familia Al- vear).
Al declarar la guerra a Gran Bretaña, la escuadra española se unió a la fran- cesa,
resultando ambas derrotadas en la batalla de Trafalgar por el almirante Horacio
Nelson. Como consecuencia de la pérdida de su escuadra, España quedó aislada de
sus dominios americanos.
Este último hecho, unido a la vergüenza del Tratado de San Idelfonso, origi- naron
un gran odio hacia Godoy por parte del pueblo español.

Las invasiones inglesas:

Luego de la derrota de los británicos en la guerra contra los americanos, Jorge III
designó como Primer Ministro a William Pitt, que desarrolló una po- lítica basada
en tres principios: paz, economía y reformas.
Con respecto a Hispanoamérica, Pitt y algunos de sus allegados más íntimos
manejaron la posibilidad de apoyar una independencia bajo la protección bri-
tánica. El más importante de los hispanoamericanos que participó en aque- llos
planes fue el venezolano Francisco de Miranda. Entre los británicos, se encontraba
el comodoro Home Popham, a quien el gobierno comisionó, jun- to con Miranda,
para planificar esas acciones.
Miranda estuvo varias veces en Inglaterra, de la que recibió escaso apoyo. En sus
proyectos pensaba involucrar a los Estados Unidos y prometía venta- jas económicas
para Gran Bretaña y los americanos en caso de triunfar. Un intento de insurrección
que encabezó en Venezuela fracasó rotundamente por el escaso apoyo que le prestó
la gente. Los sucesos de España de 1808 suspendieron aquellos planes.
En el año 1805, habiendo caído Holanda bajo el poder de Napoleón, que co- ronó a
su hermano Luis Bonaparte como soberano de aquella nación, los in- gleses
decidieron despojar a Holanda de la colonia del Cabo de Buena Espe- ranza, punto
estratégico de la ruta hacia la India. Entre los participantes de aquella empresa se
encontraba Home Popham que, conocedor de las esca- sas defensas con que contaba
Buenos Aires, convenció al comandante bri- tánico sir David Baird de atacar la
capital del virreinato rioplatense.
Resulta evidente que Baird tenía la idea de apoderarse de Buenos Aires y convertirla
en dominio inglés, sin compartir la antigua idea de favorecer la independencia
hispanoamericana bajo protección británica. Ello quedó de- mostrado cuando
designó comandante de la expedición a William Carr Be- resford y no a Popham.

PRIMERA INVASIÓN (1806):


 En junio de 1806, los ingleses (unos 1600 soldados) desembarcan en Quilmes y
disper- san a las fuerzas enviadas para atacarlos. A continuación, derrotan una débil
resistencia en el Puente de Gálvez (sobre el Riachuelo).

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 La ciudad se rinde y los británicos ocupan el Fuerte. En tanto, el virrey Rafael
de Sobre- monte se retira a Córdoba en procura de refuerzos, pero los caudales del
virreinato son in- terceptados y capturados por los ingleses en Luján.
 Beresford hace jurar fidelidad a Jorge III a los empleados civiles, eclesiásticos y
milita- res y anuncia el establecimiento del comercio libre.
 Un grupo de conspiradores dirigidos por Martín de Álzaga envía a Montevideo
(donde se hallaban las fuerzas veteranas), a reunir tropas, al comandante de la
Ensenada, Santiago de Liniers. Pero éste no podrá contar con los veteranos porque
el virrey Sobremonte ordena que sean trasladados a Córdoba.
 Aprovechando una sudestada, Liniers logra desembarcar en el río Reconquista
unos 1300 hombres, mientras el temporal mantiene inmovilizados a los buques
ingleses (3 y 4 de agosto). Dos días antes, los invasores desbaratan en la chacra de
Perdriel las fuerzas de paisanos que estaba reuniendo Juan Martín de Pueyrredón.
 El día 12, Liniers ataca la Plaza Mayor, donde se han acantonado los ingleses,
apoyado por una multitud de habitantes. Beresford se rinde.
 Para tratar los problemas emergentes del triunfo, se reúne un Cabildo Abierto
el 14 de agosto de 1806, que toma las siguientes decisiones:
1) Conceder el mando militar de la ciudad a Liniers (se basan en las Leyes de Indias,
en las que se prevé la posibilidad de que un virrey delegase el mando militar en
un Teniente). Sobremonte, informado de la impopularidad de que goza en
Buenos Aires, acepta y, a- además, delega el mando político en el regente de la
Audiencia.
2) Otorgar pensiones a viudas y huérfanos de los caídos en la lucha.
3) Organizar las milicias, ante la posibilidad de un retorno de los ingleses:

CUERPOS CRIOLLOS:
 Legión Patricia (nacidos en Bs. As. que no se dedicaban al comercio).
 Arribeños (oriundos de las provincias norteñas).
 Castas (pardos, morenos e indios).
 Granaderos.
CUERPOS PENINSULARES: españoles dedicados al comercio.
 Vizcaínos y Castellanos.
 Cántabros.
 Gallegos.
 Andaluces.
 Catalanes.
CUERPOS de CABALLERÍA:
 Húsares.
 Migueletes.
 Labradores.
CUERPOS de ARTILLERÍA:
 Regimiento Unión.
 Milicianos.

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 Castas.

SEGUNDA INVASIÓN (1807):


 Aunque al principio causó enojo en Londres la noticia de la expedición contra
Buenos Aires, decidida sin autorización oficial, al conocerse el éxito alcanzado y
arribar los cauda- les rioplatenses, se pensó en la posibilidad de enviar refuerzos a
Beresford e intentar la con- quista de Chile. Para ello, se dispuso el envío de dos
ejércitos de alrededor de 4.000 hom- bres cada uno al mando de Robert Craufurd y
Samuel Achmuty.
Enterados de la reconquista de la ciudad, fueron puestas ambas fuerzas bajo el
mando de John Whitelocke, con un total de unos 12.000 soldados.

 El 2 de febrero de 1807, los británicos tomaron Montevideo. Nuevamente, el


virrey So- bremonte mostró su ineptitud en la defensa. El pueblo de Buenos Aires,
clamó entonces por su destitución.

 El temor por una eventual reacción popular, y la energía de Álzaga, convencen


a la Au- diencia de celebrar un Congreso similar al del 14 de agosto de 1806 en el
que se solicitó la suspensión de Sobremonte, su internación y posterior arresto luego
que intentó resistir (10 de febrero de 1807).

 Llegan de España órdenes de designar a Pascual Ruiz Huidobro virrey interino,


pero como éste se encontraba prisionero de los ingleses, la Audiencia lo reconoce a
Liniers.

 Después de tomar Colonia, los ingleses desembarcan en Ensenada (julio 1807).


Liniers comete una serie de errores estratégicos y, al no poder impedir que los
enemigos crucen el Riachuelo, los enfrenta en los Corrales de Miserere, pero es
derrotado. Sin embargo, Álzaga ha formado un cerco de trincheras y cañones en
torno a la Plaza Mayor, hasta donde llega Liniers con los dispersos que ha logrado
reunir.
 Los ingleses atacan desde el norte de la ciudad (dos columnas irían por el sur),
dividi- dos en 13 columnas. En las calles fangosas, y con cada casa convertida en un
reducto, son diezmados. Sólo alcanzan sus objetivos las columnas del sur que
marchaban paralelas al río, pero no pueden aproximarse al reducto de Álzaga. El 7
de julio, Whitelocke capitula:
1) Los británicos abandonarían el Río de la Plata.
2) Evacuarían Montevideo.
3) Se intercambiarían prisioneros.

Las invasiones inglesas al Río de la Plata dejaron una serie de consecuen- cias muy
importantes en vista de los acontecimientos que se desarrollarían en los próximos
años:
1) Despertaron en los rioplatenses la conciencia de su propia capacidad mi- litar y
política.
2) Volvieron a sobredimensionar la importancia del Cabildo.
3) Dotaron a la futura Revolución de 1810 de fuerzas militares.

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4) Para algunos autores, el periódico "Southern Star" (bilingüe editado en
Montevideo) influyó con sus incitaciones a la independencia y a la liber- tad de
comercio.
5) Convencieron a los ministros Castlereagh y Canning (próximos gober- nantes de
Gran Bretaña) sobre la conveniencia de abandonar los intentos militares sobre
Hispanoamérica, buscando exclusivamente la dominación económica.

Punto 5:
LA CRISIS DE LA LEGITIMIDAD EN ESPAÑA, LAS ABDICACIONES DE A-
RANJUEZ Y BAYONA. RECHAZO DEL PUEBLO ESPAÑOL. LA JUNTA CEN-
TRAL DE SEVILLA. REPERCUCIONES EN AMÉRICA. EL CARLOTISMO. EL
MOVIMIENTO JUNTISTA. LA JUNTA DE MONTEVIDEO; LA ASONADA DE
E- NERO DE 1809 EN BUENOS AIRES. LA REVOLUCIÓN ALTOPERUANA.

La crisis de la legitimidad. Las abdicaciones de Aranjuez y Bayona. La Jun- ta


Central:
En el año 1802, por haber logrado la paz europea en Amiens, Napoleón se hizo
consagrar cónsul vitalicio después de un plebiscito. Por el mismo me- dio, en 1804,
fue reconocido Emperador de los Franceses, aunque la guerra volvió a renacer en
Europa.
En poco tiempo, la situación estratégica quedó claramente definida:

En el mar: Gran Bretaña quedó dueña de la situación después de su victoria en


Trafalgar (1805).

En el continente: Por el contrario, el árbitro absoluto pasó a ser Napoleón después


de sus victorias en Austerlitz (contra austríacos y rusos), en Jena (contra los
prusianos) y en Ey- lau (contra los rusos).

Considerando inviable la posibilidad de invadir las islas Británicas, el empe- rador


decidió agredir económicamente a los ingleses y, desde Berlín, procla- mó el
"Bloqueo Continental", que prohibía a los países europeos recibir mer- cancías
inglesas. Sólo los Estados Pontificios (que fueron ocupados) y Por- tugal
desobedecieron la orden.
Napoleón, pactó entonces con Manuel Godoy la invasión del territorio lusita- no a
través de España. Aunque España y el propio Godoy serían beneficia- dos con restos
de Portugal, el emperador se proponía derribar a los Borbo- nes españoles como
venganza por las tratativas secretas que Godoy había mantenido con los prusianos.
Cuando las tropas francesas comenzaron a penetrar en territorio español, ciertas
actitudes despertaron la desconfianza española y del propio gobier- no, ya que
fueron ocupados castillos, guarniciones y plazas fuertes.
Al llegar a Portugal, los franceses contemplaron la retirada hacia el Atlántico de
naves de guerra inglesas que conducían a la familia de Bragança y cerca de diez mil
cortesanos y funcionarios hacia el Brasil. Los reyes portugueses permanecerían allí
desde 1808 hasta 1821.
Según se dice, también en el círculo íntimo de los reyes españoles se mane- jó la
posibilidad de escapar hacia el Río de la Plata.
En marzo de 1812, mientras la familia real española descansaba en Aranjuez, se
produjo un motín popular contra Godoy, que salvó la vida a duras penas escondido
en un mueble. Aunque la reacción no apuntaba a su persona, Car- los IV se sintió

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agraviado y abdicó a la corona. El Príncipe de Asturias se convirtió en el rey
Fernando VII, despertando grandes simpatías y esperan- zas entre los españoles.
Esta solución no fue del agrado de Napoleón, ya que en su plan de derribar a los
Borbones contaba con la indiferencia del pueblo español ante el derroca-miento de
un rey débil y desprestigiado. Por lo tanto, citó a toda la familia re- al a un lugar
indeterminado del norte de España. Custodiados por soldados franceses que ya
habían tomado posesión de Madrid, los príncipes españo- les terminaron siendo
recibidos por el Emperador en la localidad francesa de Vayona.
En un principio, Napoleón permitió que el hijo y sus padres se enfrentaran en duras
y mutuas recriminaciones. Más tarde, intervino exigiendo a Fernan-do que
restituyese el trono a su padre. Cuando finalmente Fernando cedió, ignoraba que
Carlos IV había transferido sus derechos al trono español a Na-poleón quien, eligió
como soberano de España a su hermano José Bonapar-te, quien fue ratificado como
soberano por unas Cortes de españoles "afran-cesados" celebradas en Vayona.
Casi simultáneamente, el pueblo de Madrid convencido de que sus sobera-nos eran
prisioneros de Napoleón, se levantó en armas contra la guarnición francesa (2 de
Mayo de 1808). Tras combatir durante todo el día, los france-ses lograron imponerse
al anochecer. Pero, al día siguiente, toda España se alzó en armas contra Napoleón.
En todas las provincias españolas se crearon Juntas que gobernaban en nombre del
rey cautivo Fernando VII, internado en el castillo de Valençay, donde permanecería
desde 1808 hasta 1813. Este hecho terminó configuran-do una verdadera revolución,
ya que con excepción de los reyes, toda la es-tructura española estaba intacta
(gobernadores, capitales generales, ayunta-mientos). Sin embargo, como estas
autoridades eran frutos del "godoísmo", no inspiraban confianza al pueblo alzado
en armas.
La sublevación del pueblo español cambió totalmente el sistema de alianzas
imperante. Gran Bretaña pasó a convertirse en aliada de los españoles y, en-
tendiendo claramente la necesidad de pactar con un gobierno único, exigió la
unificación de las Juntas. Así nació la Junta Suprema Central.
Napoleón no tardó en reaccionar, y en el transcurso del año 1809 conquistó
prácticamente todo el territorio español. Ante la proximidad de las tropas francesas,
los miembros de la Junta Suprema Central escaparon hacia Cá- diz, inaccesible para
el Emperador por su carácter insular. Allí, la Junta se di- solvió.
Estas noticias llegaron al Río de la Plata hacia el 15 de mayo de 1810, traídas por los
buques británicos "Misletoe" y "John Parish".

Repercusiones en América. El "carlotismo". El movimiento juntista. La Junta de


Montevideo. La asonada del 1º de enero de 1809. La revolución altoperua- na.

Los años 1808 y 1809 fueron muy agitados en Buenos Aires. Las causas de esa
agitación fueron:
1) La llegada a Brasil de la Corte Portuguesa y las intenciones lusitanas de
aprovechar la situación por la que atravesaba España en provecho pro- pio.
2) La división del denominado partido "patriota" (formado al calor de las in-
vasiones inglesas) entre los seguidores de Liniers (de disimuladas simpa- tías
bonapartistas el marino francés) y los del Alcalde de 1er. voto Martín de Álzaga,
llamados "godos" o "sarracenos", que no estaban dispuestos a admitir a España
gobernada por José Bonaparte.

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Una serie de acontecimientos fueron distanciando a Liniers de Álzaga. Uno de ellos
fue el tema del juramento de Fernando VII, que el alcalde procuraba apurar y
Liniers retardar. A ello se agregó la presencia en el Río de la Plata de un enviado de
Napoleón, destinado a entrevistarse con Liniers, el mar- qués Bernardo de Sassenay.
Aunque Liniers procuró mostrarse discreto al recibir al enviado francés, mantuvo
una reunión privada con éste, en la que le habría manifestado su simpatía por ver
unidas su patria de origen y su patria de adopción. El tenor de esa conversación fue
confesado a Francisco Javier de Elío, gobernador de Montevideo, por Sassenay,
cuando Elío lo detuvo y remitió preso a Cá- diz.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, Liniers se apresuró a orde- nar la
jura de Fernando VII, pero acompañada de un manifiesto en el que ra- tificaba sus
inclinaciones bonapartistas, expresando que José Bonaparte había sido jurado por
Cortes españolas reunidas en Bayona. Por aquel en- tonces, Liniers estaba dolido
por haber sido confirmado sólo como virrey interino desde España.
Conocidas las notas enviadas por Elío al Cabildo y Audiencia de Buenos Ai- res, en
las que proponía la destitución del virrey, Liniers le ordenó compare- cer en la
capital, cosa que el gobernador no acató. Entonces, dispuso el re- emplazo de Elío
por el marino Juan Ángel Michelena.
Michelena no fue reconocido en Montevideo y un Cabildo abierto decidió la
separación de aquella gobernación de la jurisdicción del virreinato del Plata y la
constitución de una Junta, según el modelo de las peninsulares.
Álzaga, por su parte, consideró llegado el momento de actuar contra Liniers y, tras
alguna postergación, resolvió con su gente hacerlo el 1º de enero, fe- cha de la
renovación del Cabildo.
En esa jornada, pareció que el grupo "sarraceno" alcanzaría la victoria por el apoyo
que le brindaron los cuerpos españoles. Sin embargo, la intervención de los cuerpos
criollos -especialmente la Legión Patricia comandada por Cornelio Saavedra- hizo
fracasar el intento. Álzaga y sus seguidores fueron remitidos presos a Carmen de
Patagones, de donde los rescató Elío. Los cuerpos españoles fueron disueltos.
Además del grupo político de los "patriotas" que, como vimos, acababa de
escindirse, existía en el Buenos Aires de aquellos días el de los "regalistas" o
"colonialistas", integrado por altos funcionarios, jerarquías eclesiásticas y oficiales
de marina. Sostenían el carácter colonial de América y la dependen- cia absoluta de
ésta hacia la metrópoli. En las jornadas de enero de 1809 es- tuvieron del lado del
virrey, conservándose fieles a sus convicciones. Tal fue el caso del obispo Benito Lué
y de la Audiencia.
Para completar este panorama de confusión, es preciso señalar las intencio- nes y
acciones de la política portuguesa dirigida por el ministro Rodrigo de Souza
Coutinho.
Coutinho recogió un antiguo proyecto de William Pitt, que apuntaba a forta- lecer
un imperio portugués con centro en Brasil, y del que se beneficiaría comercialmente
Gran Bretaña, como aliada de los lusitanos. El ministro por- tugués fue, en realidad,
el principal impulsor de lo que se denominó "carlo- tismo". Vale decir, el
reconocimiento por parte de Hispanoamérica de la re- gencia de la infanta Carlota
Joaquina (esposa del regente Juan de Bragan- ça), único miembro de la familia real
española que no se hallaba bajo el con- trol de Napoleón.
Para evitar las suspicacias de los hispanoamericanos respecto de un interés oculto
de Portugal, publicitó la separación de hecho de la infanta y su espo- so.

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El último factor que debe señalarse para completar este panorama fue la ac- titud
opuesta de los dos británicos más importantes en esta parte del mun- do: el
almirante Sidney Smith y el ministro en Río de Janeiro, Lord Strang- ford.
Mientras el marino apoyaba con entusiasmo a la infanta de Borbón, el diplo- mático
consideraba que la situación se había modificado y no resultaba con- veniente
favorecer la creación de un Portugal poderoso, agrandado con los dominios
hispánicos que podía separar de la influencia británica.
Pero, las bases carentes de sustentación de este proyecto lo hicieron fraca- sar
rápidamente, aunque los agentes portugueses en Buenos Aires lograron captar, al
menos provisoriamente, a figuras como Manuel Belgrano, Juan Jo- sé Castelli,
Hipólito Vieytes, Cornelio Saavedra y Juan Martín de Pueyrredón. El proyecto
venía acompañado por personas muy mal vistas en Buenos Ai- res, como Saturnino
Rodríguez Peña (que facilitó la fuga del brigadier Beres- ford). La propia infanta,
temerosa de ser juguete de las intenciones indepen- dentistas de los
hispanoamericanos, abandonó aquellos planes.

La Revolución Altoperuana:
El "carlotismo" causó graves inconvenientes en las provincias altoperuanas del
virreinato del Plata. A la ciudad de Chuquisaca (Charcas) arribó el envia- do de la
Junta Suprema Central, José Manuel Goyeneche con papeles proce- dentes de Brasil,
ofreciendo establecer el protectorado sobre América espa- ñola de la infanta Carlota
Joaquina y su esposo, el regente Juan.
Goyeneche contó con el apoyo del gobernador García Pizarro y del arzobis- po. Por
el contrario, la Audiencia y muchos criollos (Bernardo de Monteagu- do) se
manifestaron en contra, por entender que se estaba favoreciendo las pretensiones
portuguesas.
García Pizarro fue obligado a renunciar, asumiendo el mando político la Au- diencia
y el militar el teniente coronel Antonio Álvarez de Arenales. Éstos, se aprestaban a
resistir por las armas la llegada de tropas de Potosí, enviadas por el intendente
Francisco de Paula Sanz, amigo del gobernador y "carlotis- ta". Además, enviaron
comisionados a las otras ciudades altoperuanas en busca de apoyo.
En La Paz, por el contrario, el movimiento que estalló en julio de 1809, tenía un
carácter verdaderamente insurreccional. Los jefes, Pedro Morillo y Juan Pedro
Indaburu, depusieron al gobernador y al obispo, en tanto el Cabildo creaba una
Junta Representativa y Tuitiva (protectora) de los derechos del Pueblo.
Los gobiernos del Perú y Río de la Plata reaccionaron violentamente contra la
insurrección. Las fuerzas peruanas, mandadas por Goyeneche, reprimie- ron con
dureza inaudita, mientras que las comandadas por el mariscal Vicen- te Nieto,
enviado por el nuevo virrey del Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo hicieron con
mayor moderación. Algunos de los jefes del movimiento, co- mo Morillo, fueron
ejecutados.

Punto 6:
LA CRISIS ECONÓMICA, LA RECESIÓN DEL COMERCIO EXTERIOR. EL
TRA- TADO APODACA-CANNING. LA APERTURA DEL PUERTO DE
BUENOS AI- RES: MONOPOLISTAS Y LIBRECAMBISTAS. EFECTOS Y
CONSECUENCIAS.
El 6 de enero de 1809 llegó a Buenos Aires la noticia del establecimiento de la Junta
Suprema Central Gubernativa en Sevilla. Aunque se tenían dudas sobre su legalidad,
Liniers, a cinco días de la "asonada" de los "sarracenos", se apresuró a jurarla.

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Como la Junta Suprema quería poner fin al pleito entre Liniers y Elío, reem-
plazando a ambos, decidió compensar al virrey nombrándole Conde de Bue- nos
Aires, y designando nuevo virrey al marino Baltasar Hidalgo de Cisne- ros.
Se dieron a éste instrucciones que resaltaban las actitudes sospechosas de Liniers y
las irregularidades de su gobierno. Además, se solicitaba la deten- ción y envío a
España de Juan Martín de Pueyrredón, hijo de franceses con- siderado poco fiable.
Aunque un grupo importante de militares -entre los que figuraba Saavedra- y de
civiles -entre los que se contaban Belgrano, Castelli, Pueyrredón y Passo- se
propusieron resistir al nuevo virrey, la actitud conciliadora de éste y la indecisión
de Liniers pusieron fin a esta conspiración. A fines de julio del a- ño 1809 llegó
Cisneros, siendo bien recibido por la población.

La crisis económica, la recesión del comercio exterior. El tratado Apodaca-


Canning:
Aunque la situación económica del virreinato era buena, no lo era la situa- ción
financiera, debido a los grandes gastos originados por las invasiones inglesas, al
desorden administrativo del gobierno de Liniers y al auge del contrabando que
disminuía los ingresos aduaneros.
En tanto, los británicos habían logrado la firma del Tratado Apodaca-Can- ning,
firmado por la Junta Suprema, que prometía facilidades al comercio inglés. Hasta
que se firmara un tratado comercial definitivo, se reglamenta- rían dichas ventajas.
La espectativa creada por este tratado determinó que a los pocos días de llegado
Cisneros, 20 buques cargados de mercaderías in- glesas se presentaron en el Río de
la Plata.
En agosto de 1809, Cisneros recibió una presentación de la casa Juan Dillon & Cía.,
con residencia en Buenos Aires, pidiendo se autorizara a una nave británica
procedente de Río de Janeiro para vender su carga, ya que el puer- to brasileño
estaba abarrotado de mercaderías, y pensando que de un mo- mento a otro se abriría
el puerto al comercio inglés. Cisneros pidió asesora- miento al Consulado, sabiendo
que si concedía la excepción, debería exten- derla a los demás buques ingleses.
Aunque el síndico del Consulado, Manuel Yániz, señaló los inconvenientes que
presentaría abrir el mercado con Inglaterra:

1) - Desaparecería el metálico.
2) - Se arruinaría la industria local al competir con la industria mecanizada inglesa.

Sin embargo, el Consulado terminó argumentando que las necesidades del erario
público justificaban esa autorización.
El Cabildo, por su parte, consideró que autorizar ese comercio -bajo estric- tas
reglamentaciones y limitaciones- era un mal necesario ya que no se po- día controlar
el contrabando.
El representante del Consulado de Cádiz, Miguel Fernández de Agüero, a su vez,
manifestó las razones de su oposición:

 No se podría evitar la salida de metálico.


 Se arruinarían la industria nacional y la marina mercante.
 Los productores criollos deberían aceptar el precio impuesto por los ingleses a
sus pro- ductos.
 Hispanoamérica terminaría convertida en colonia económica de Gran Bretaña.

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Pidió entonces vista del expediente José de la Rosa, apoderado de Manuel Belgrano,
que tenía intereses rurales en la Banda Oriental. Pocos días des- pués, éste presentó
una "Representación de los Hacendados y Labradores de ambas márgenes del Plata",
escrita por el abogado Mariano Moreno. Bel- grano no podía aparecer por ser
secretario del Consulado y por su reciente oposición a Cisneros.

"REPRESENTACIÓN de los HACENDADOS y LABRADORES de AMBAS


MÁRGENES del PLATA"
Parte política: Aconsejaba aceptar las pretensiones inglesas, ya que Inglaterra sería un
alia- do poderoso en momentos en que teníamos por vecina una potencia como Portugal,
que aspiraba a agrandarse.

Parte económica: Los adversarios de la idea de abrir el puerto eran rivales que
desconocían las normas elementales de la Economía. Después de exponer las ideas de
Adam Smith en cuanto a que el precio se regula exclusivamente por la oferta y la
demanda, agregaba que lamentar que nos lleven la plata sería como lamentar que nos
llevasen los cueros, sebos, la- nas, crines, ya que la plata era un fruto del país y
estancarla bajaría su precio. Finalmente, sostenía que las mercaderías inglesas podrían
ser imitadas por nuestros artesanos y, si ga- naban los agricultores y labradores,
también ganarían los artesanos.

Por fin, Cisneros convocó a una Junta Consultiva de la que formaron parte la
Audiencia, el Consulado, la Real Hacienda, comerciantes y representantes de los
hacendados y labradores, para aceptar la introducción de mercaderías inglesas y
redactar el:

REGLAMENTO de LIBRE COMERCIO


(noviembre de 1809)
 Los consignatarios serían comerciantes locales que sólo podían vender al por mayor.
 No se permitía el ingreso de artículos del Estanco de la Corona (naipes, tabacos).
 Se recargarían con un 12% sobre los derechos comunes los productos cuya entrada
perjudicara la producción local.
 Quedaba prohibida la introducción de vinos, aceites y aguardientes.
 Se cobrarían los derechos de círculo (cuando los buques hubieran tocado puertos ex-
tranjeros).
 Trigo, harinas y cebadas del país pagarían el 2%.
 Se prohibía la extracción de oro y plata amonedados.

Cuando resultó evidente que los ingleses violaban el reglamento, extrayen- do


metálico, Cisneros les dio ocho días para abandonar el puerto. La media- ción de un
comandante de guerra británico logró que el plazo se extendiera por cuatro meses.
La experiencia mejoró la situación del erario público, pe- ro tuvo consecuencias
negativas para la economía del país.

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FIN DE LA BOLILLA III

Bolilla IV
1. LA ACTITUD DE LA CLASE PRINCIPAL DE BUENOS AIRES FRENTE
A LA CRISIS DE ESPAÑA. PREEMINENCIA DEL "JUNTISMO". LOS
INDEPENDENTISTAS. EL AVANCE DE NAPOLEÓN. LA CAÍDA DE
SEVILLA. EL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO, MOTIVOS DE
SU CONVOCATORIA, EL DEBATE, INTERVENCIONES DE LUÉ,
CASTELLI, VILLOTA Y PASSO. LA VOTACIÓN. LOS CAPITULARES
INTENTAN DESVIRTUAR LO RESUELTO EN EL CABILDO. LA
JUNTA DE GOBIERNO DEL 25 DE MAYO, EL COMIENZO DE LA
EMANCIPACIÓN. RASGOS COMUNES DE LOS MOVIMIENTOS
EMANCIPADORES DE HISPANOAMÉRICA.
2. LA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIA EN EL SENO DE LA JUNTA.
LAS IDEAS DE MORENO, BELGRANO Y CASTELLI. EL "PLAN DE
OPERACIONES". LA POSICIÓN DE GRAN BRETAÑA FRENTE A LOS
SUCESOS. LA CLASE PRINCIPAL Y LA REVOLUCIÓN. LA
SITUACIÓN DE LOS DEMÁS PUEBLOS DEL VIRREINATO. LAS
EXPEDICIONES AL INTERIOR. EL CONFLICTO EN EL SENO DE LA
JUNTA.
3. LA "JUNTA GRANDE". CREACIÓN DE LAS JUNTAS PROVINCIALES.
LOS PRIMEROS PASOS HACIA EL CONSTITUCIONALISMO
LIBERAL. EL DECRETO DE LIBERTAD DE IMPRENTA. LA
PUEBLADA DEL 5 Y 6 DE ABRIL. RE- VOLUCIÓN Y
CONTRARREVOLUCIÓN. LA CLASE PRINCIPAL TOMA EL PODER.
EL PRIMER TRIUNVIRATO. LLEGADA DEL VIRREY DEL RÍO DE LA
PLATA, SU INSTALACIÓN EN MONTEVIDEO. EL TRATADO DE PAZ
DE 1811.
4. EL RECHAZO DEL PUEBLO ORIENTAL AL TRATADO, EL ÉXODO.
EL DES- PRESTIGIO DEL TRIUNVIRATO. LA "SOCIEDAD
PATRIÓTICA" CONDUCIDA POR MONTEAGUDO. LA "LOGIA
LAUTARO": INDEPENDENCIA Y CONSTITUCIÓN. REEMPLAZO
DEL TRIUNVIRATO. CONVOCATORIA A UNA ASAMBLEA DE LOS
PUEBLOS.
5. LA ASAMBLEA DE 1813. EL CAMBIO EN LA POSICIÓN DE LA
"LOGIA LAU- TARO", ACTITUD DE SAN MARTÍN. LA
POSTERGACIÓN DE LA INDEPEN- DENCIA. LEGISLACIÓN
DICTADA POR LA ASAMBLEA, CONSOLIDACIÓN DE LOS
PRINCIPIOS LIBERALES. EL CARGO DE DIRECTOR SUPREMO, EL
CONSEJO DE ESTADO. LA CONCEPCIÓN CENTRALISTA.
PREEMINENCIA DE LA RELACIÓN CON EUROPA, LOS INTERESES
MERCANTILES. LOS PROYECTOS CONSTITUCIONALES EN LA
ASAMBLEA DE CARÁCTER CENTRALISTA, FUENTES,
DESCRIPCIÓN DE LOS MISMOS.
6. ACTITUD DEL PUEBLO ORIENTAL FRENTE A LA ASAMBLEA, EL
INGRESO POR PACTO. LAS INSTRUCCIONES A SUS DIPUTADOS,

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INDEPENDENCIA Y FEDERACIÓN. EL PROYECTO FEDERAL EN LA
ASAMBLEA, FUENTES. A- NÁLISIS. CONFLICTO CON LOS
CENTRALISTAS, NEGATIVA DE ÉSTOS A QUE LA PROVINCIA
ORIENTAL SE INCORPORE A LA ASAMBLEA. EL EN-
FRENTAMIENTO DEL DIRECTORIO CONTRA ARTIGAS,
CONSECUENCIAS.
BOLILLA IV):
Punto 1:
LA ACTITUD DE LA CLASE PRINCIPAL DE BUENOS AIRES FRENTE A LA
CRISIS DE ESPAÑA. PREEMINENCIA DEL "JUNTISMO". LOS
INDEPENDEN- TISTAS. EL AVANCE DE NAPOLEÓN. LA CAÍDA DE
SEVILLA. EL CABILDO ABIERTO DEL 22 DE MAYO, MOTIVOS DE SU
CONVOCATORIA, EL DEBA- TE, INTERVENCIONES DE LUÉ, CASTELLI,
VILLOTA Y PASSO. LA VOTA- CIÓN. LOS CAPITULARES INTENTAN
DESVIRTUAR LO RESUELTO EN EL CABILDO. LA JUNTA DE GOBIERNO
DEL 25 DE MAYO, EL COMIENZO DE LA EMANCIPACIÓN. RASGOS
COMUNES DE LOS MOVIMIENTOS EMANCI- PADORES DE
HISPANOAMÉRICA.
En lo que respecta a las ideas que influyeron en la Revolución de Mayo, po- demos
decir que:

EN LO POLÍTICO: Influyeron las ideas europeas del siglo XVIII, por ejemplo, se
adoptaron fórmulas del "Iluminismo" y del Despotismo Ilustrado, destinadas a
imponer reformas des- de arriba. Esas ideas, conocidas en el siglo XVIII por núcleos
muy pequeños, habían pene- trado en Hispanoamérica a comienzos del siglo XIX
(Rousseau, Montesquieu, Voltaire -en menor medida- y los autores de la
Enciclopedia) y las conocían los sectores más ilustrados de la sociedad colonial. Sin
embargo, en general, las ideas liberales llegaron por vía de au- tores y políticos
españoles, como por ejemplo Jovellanos.
Si tomamos el caso de Mariano Moreno, puede apreciarse en él la confluencia de dos
pensa- mientos distintos: la influencia de la filosofía francesa del siglo XVIII
(opuesta al Absolutis- mo y partidaria de la soberanía del pueblo) y la influencia del
pensamiento tradicional hispa- no (la concepción contractualista de Francisco
Suárez y el pensamiento de los padres Ma- riana, Feijoó y Vitoria).
No se atribuye mayor influencia al pensamiento inglés (Locke) y, algo más, al
norteamerica- no (Paine), principalmente en el federalismo de Artigas.

EN LO ECONÓMICO: Se ha discutido la influencia de la "Representación de los


hacenda- dos" en el proceso de 1810. Para algunos autores fue fundamental; otros,
han relativizado su influencia. Allí, se exponían ideas económicas de la época, cuya
autoría sería de Belgra- no, en tanto Moreno le habría dado forma jurídica.
Como ya lo había percibido el régimen borbónico, el sistema de monopolio no
generaba recursos aduaneros. La apertura del comercio a los ingleses era un mal
necesario porque el contrabando había reemplazado al sistema impuesto por
España y el erario necesitaba re- cursos.
El sistema económico español había permitido el desarrollo de ciertas economías
regiona- les que permitían un comercio interno limitado. Pero, los cambios
económicos favorecieron en el Plata la formación de una burguesía de hacendados
y comerciantes portuarios que se enriquecería con el aumento del comercio.

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Moreno quería limitar la importación a artículos que el país no produjera. Belgrano
se pro- ponía salvar a las producciones locales, señalando las virtudes del trabajo y
la instrucción. Se basaba en las ideas de Adam Smith, Filangieri y Jovellanos.

Estas ideas eran sostenidas por los llamados "jóvenes de luces" o ilustra- dos, entre
los que se contaban figuras como Belgrano, Castelli, Vieytes, los hermanos
Rodríguez Peña, Berutti. Su centro de reunión era el "Café de Mar- cos". Algunos
de ellos, sostenedores de un pensamiento similar al del vene- zolano Miranda, creían
en la posibilidad de una independencia protegida por Gran Bretaña. Incluso, se
habían aproximado a los ingleses durante las inva- siones de 1806-07. Algunos,
incursionaron en el "carlotismo".
Sin embargo, en los primeros momentos de la Revolución de Mayo, las ideas
independentistas no aparecieron con claridad, tal como aconteció, por ejem- plo, en
la revolución venezolana. En general, como personas cultas y progre- sistas
deseaban una profunda transformación política en la que tuvieran ca- vida y
protagonismo, vale decir, una independencia civil dentro del imperio español.
Ya hemos mencionado los otros grupos políticos existentes en el Río de la Plata a
comienzos del siglo XIX: "patriotas" y "regalistas".
Con respecto al grupo "patriota", cabe realizar algunas apreciaciones.
Se trataba del grupo mayoritario y popular que había sido protagonista prin- cipal
durante las Invasiones inglesas, y del que formaban parte las milicias. Pero, los
acontecimientos posteriores generaron situaciones paradójicas. U- no de sus jefes,
Liniers, era "regalista" ("debemos aceptar lo que venga de España aunque sea un
escuerzo"). El otro, Álzaga, había intentado derribarlo en la jornada de enero de
1809. Lideraba la fracción "sarracena" (capitulares, tenderos y familias
acomodadas); eran "juntistas", defendían la "Patria" y a Fernando VII. Puede
admitirse que, entre los criollos de las milicias y los "sa- rracenos" se percibía la
oposición de clases entre ricos y pobres.
Eclipsadas las figuras de Liniers y Álzaga, los "patriotas" reconocerán el li- derazgo
de Cornelio Saavedra y, a ellos, se sumarán los "ilustrados" y algu- nos
"sarracenos", como Larrea y Matheu. Este conjunto constituirá el Parti- do de la
Revolución, que terminará creando una Junta, tal como lo habían querido antes
Álzaga y Elío.

La semana de Mayo:
Como ya hemos explicado, en torno al 15 de mayo de 1810, buques británi- cos,
trajeron al Plata las noticias sobre la caída de la ciudad de Sevilla en manos de los
franceses, la huída de los miembros de la Junta Suprema Cen- tral hacia Cádiz y la
posterior disolución de ésta. En realidad, Cisneros las conocía desde algunos días
antes, y generaban en el virrey gran preocupa- ción.
Poco después, otro navío inglés trajo impresos en los que se hablaba de una Junta
Suprema instalada en Cádiz e instaba a los americanos a formar jun- tas. Nada se
decía del establecimiento de un Consejo de Regencia.
El día 18 de mayo, el virrey publicó un bando pidiendo calma a la población. No
decía nada sobre la alternativa de formar juntas.
Con los ánimos agitados por la circulación de bandos y proclamas, los cuar- teles,
cafés y casas de familia se convirtieron en centros políticos donde pre- dominaba la
idea de no convertirse en colonos de Francia y de que el virrey debía cesar por no
haber gobierno en España.

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Mientras los jefes de Patricios quieren marchar sobre la fortaleza y deponer al
virrey, los antiguos "carlotistas" (Castelli y Belgrano) se inclinan por la ce- lebración
de un Cabildo abierto. Cisneros intenta conservarse en el poder, y convoca a los jefes
de las milicias, pero, al no obtener de éstos promesas de apoyo, acepta autorizar la
celebración de un Cabildo abierto.
Éste se celebró el día 22 de mayo, habiéndose repartido alrededor de 400 in-
vitaciones, aunque sólo asistieron algo más de 200 personas, ya que jóve- nes
apostados en los accesos a la Plaza Mayor impidieron la entrada de al- gunos
personajes que se sabía de antemano votarían por la continuidad de Cisneros.
Iniciados los debates, se llegó finalmente a la formulación de la proposición que
debía ser votada: "ha caducado o no el supremo gobierno de España".

 Obispo BENITO LUÉ: Se ha discutido acerca de sus expresiones en aquella


ocasión, concluyéndose en que sus palabras no debieron ser tan irritantes como
refiere la versión tradicional según la cual habría manifestado que "... mientras
hubiera en España un peda- zo de tierra mandado por españoles, esa pedazo debía
mandar a los americanos". De todos modos, su postura fue sin duda la clásica del
"regalismo".

 JUAN JOSÉ CASTELLI: Propuso la siguiente moción: "¿Debe reemplazarse al


Virrey por otra autoridad que dependiera de la metrópoli si esta se salva?". Demostró
que, en efecto, había caducado toda autoridad en España, por lo que la soberanía
había retrovertido en el pueblo de Buenos Aires, con derecho a crear un nuevo
gobierno.

 MANUEL VILLOTA (fiscal de la Audiencia): Objetó que Buenos Aires


asumiera la reso- lución de un problema que competía al virreinato por entero.

 JUAN JOSÉ PASSO: Aceptó la teoría de Villota, pero explicó que aquella
situación era análoga a la gestión de negocios ajenos del derecho común y que Buenos
Aires, como her- mana mayor de las otras ciudades del virreinato, podía resolver la
situación de hecho.

Concluido aquel debate, se pasó a votar la fórmula propuesta por Escalada, que
contenía dos proposiciones:

1ª) ¿Había de subrogarse otra autoridad a la del Sr. Virrey, dependiente de la soberanía
que se ejerza legítimamente a nombre del Rey?
2ª) ¿En quién?

Los resultados de la votación determinaron que:


 Una mayoría de alrededor de 160 votos se pronunció por la cesasión del virrey
Cisneros.
 Una mayoría parecida se pronunció porque se subrogara la autoridad en el
Cabildo hasta que éste eligiese un nuevo gobierno.
 Tuvo muy pocos votos la moción de que el nuevo gobierno dependiese de la
legítima autoridad que se ejerciera en la península.
El día 23 de mayo comenzó a conocerse la integración del nuevo gobierno creado
por el Cabildo, con voto definitorio del síndico procurador Julián de Leiva.

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JUNTA DEL 24 DE MAYO
 Baltasar Hidalgo de Cisneros (Presidente)
 Vocal: Juan Nepomuceno Sola (Iglesia)
 Vocal: José Santos Incháurregui (Comercio)
 Vocal: Cornelio Saavedra (Milicias)
 Vocal: Juan José Castelli (Intelectuales)

Mucho se ha discutido en torno a la maniobra de Leiva en la conformación de la


Junta del 24 de mayo, especialmente el mantenimiento de Cisneros al frente del
gobierno, lo que de inmediato produjo un gran malestar en la po- blación y las
milicias. Lo cierto es que Leiva parece haber querido mantener la figura de Cisneros
con el objeto de ofrecer a los pueblos del virreinato una imagen de orden y
tranquilidad. Resulta bastante ridícula la versión de que quiso equiparar el número
de criollos (Castelli-Saavedra) y españoles (Sola-Incháurregui), por cuanto el
presbítero Sola era porteño.
Como hemos expresado, y, a pesar de la aceptación inicial de Saavedra y Castelli
que no tardaron en renunciar, la Junta fue mal recibida en los secto- res más
politizados de la población, por lo que la madrugada entre el 24 y el 25 de mayo
resultó muy agitada en cuarteles y conventos. Leiva, fue prácti- camente arrancado
del descanso y obligado a trasladarse al Cabildo para conformar otro gobierno, pero
ahora simplemente debía confirmar los nueve nombres de una lista que se le entregó.
Así nació la Junta Provisional del 25 de mayo de 1810 o Primera Junta.

JUNTA PROVISIONAL
(25 de mayo de 1810)

 Cornelio Saavedra (Milicias)


(Presidente)
 Secretario: Mariano Moreno (Intelectuales).
 Secretario: Juan José Passo (Intelectuales).

 Vocal: Manuel Belgrano (Intelectuales).


 Vocal: Juan José Castelli (Intelectuales).
 Vocal: Manuel Alberti (Iglesia).
 Vocal: Miguel de Azcuénaga (Milicias).
 Vocal: Juan Larrea (Comercio).
 Vocal: Domingo Matheu (Comercio).

Rasgos comunes en los movimientos emancipadores hispanoamericanos.


La respuesta a la disolución del Estado español por parte de varias de las ju-
risdicciones hispanoamericanas, creando gobiernos que reemplazaron a las antiguas
autoridades, constituyó el primer rasgo común de la Revolución de 1810.

JURISDICCIÓN FECHA

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 Capitanía General de VENEZUELA  Abril de 1810
 Virreinato del RÍO de la PLATA  Mayo de 1810
 Virreinato de NUEVA GRANADA  Julio de 1810
 Virreinato de MÉXICO  Setiembre de 1810
 Capitanía General de CHILE  Setiembre de 1810

No se registraron movimientos de este tipo en:

 Virreinato del PERÚ (Convertido en principal foco anti-revolucionario de


Sudamérica).
 Capitanía General de CUBA
 Capitanía General de GUATEMALA
Con excepción de México, la Revolución fue protagonizada por las clases a-
comodadas: las aristocracias venezolana y chilena y los grupos ilustrados
rioplatenses y neogranadinos, partidarios de imponer reformas liberales y más o
menos inclinados hacia la idea de la independencia. Ya veremos de qué modo
terminó neutralizada la participación popular que, inicialmente, se verificó en la
Revolución de Mayo a través de las milicias. En todos los ca- sos el movimiento se
originó en las capitales.
Otro rasgo común fue el surgimiento en cada una de esas jurisdicciones de focos
contra-revolucionarios que, con excepción del Río de la Plata, contri- buyeron dos
años más tarde a la derrota de la Revolución.
En México, por el contrario, el "Grito de Dolores" se produjo en la periferia
(Querétaro) y fue protagonizado por masas de indios conducidas por el pa- dre
Miguel Hidalgo. Fue un movimiento de clases y de contenido racial. En 1815, la
revolución mexicana estaba vencida.

Punto 2:
LA CONCEPCIÓN REVOLUCIONARIA EN EL SENO DE LA JUNTA. LAS I-
DEAS DE MORENO, BELGRANO Y CASTELLI. EL "PLAN DE OPERACIO-
NES". LA POSICIÓN DE GRAN BRETAÑA FRENTE A LOS SUCESOS. LA
CLASE PRINCIPAL Y LA REVOLUCIÓN. LA SITUACIÓN DE LOS DEMÁS
PUEBLOS DEL VIRREINATO. LAS EXPEDICIONES AL INTERIOR. EL CON-
FLICTO EN EL SENO DE LA JUNTA.
El tema en torno a la concepción revolucionaria en el seno de la Junta Provi- sional
se vincula con los nombres de Moreno, Belgrano y Castelli, represen- tantes de la
juventud intelectual y conocedores de las "nuevas ideas del si- glo XVIII". En ese
sentido, como ya hemos expresado, Belgrano aventajaba a sus dos compañeros por
su conocimiento de las nuevas doctrinas económi- cas imperantes.
Este tema, tiene también íntima relación con el famoso "Plan de Operacio- nes",
atribuido a Mariano Moreno.

"PLAN de OPERACIONES"
 Una copia del mismo fue hallada a principios del siglo XX por Eduardo Madero
en el Ar- chivo General de Indias, en Sevilla.
 Primeramente, se le habría encomendado su redacción a Belgrano, quien lo
habría pa- sado a Moreno.

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 Paul Groussac planteó las primeras dudas sobre su autenticidad, porque
presentaba a- nacronismos (el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata se
empezó a usar en 1811. Artigas, aún no se había sumado a la Revolución y Rondeau
aún no había llegado de Espa- ña. Para el autor francés y para Ricardo Levene se
trató de un fraude destinado a despres- tigiar a Moreno y a la Junta. Enrique de
Gandía, por su parte, sostuvo que se le introduje- ron párrafos. Finalmente, Ruiz
Guiñazú entendió que el plan era auténtico después de ha- llar otra copia en Brasil.
 El terrorismo del Plan se ajusta a las instrucciones dadas a Castelli (para la
expedición sobre Córdoba y el Alto Perú) y a Belgrano (en su expedición a
Paraguay).

Contenido del "Plan de Operaciones":


 Propone adoptar una conducta cruel y sanguinaria con los enemigos de la
Revolución, imponiendo destierros y confiscación de bienes.
 Sugiere montar la propaganda revolucionaria en base al "misterio de Fernando",
hacién- dose pasar por más realistas que los enemigos.
 Aconseja apartar a los hombres buenos que no desean derramar sangre, y
cuidarse de aquellos que ambicionan honores (Saavedra) o gloria (Castelli). No los
nombra, pero pare- cen palabras destinadas a ellos.
 Con respecto a Inglaterra: sostiene que hay que mantenerla amiga, aunque se
sufran al- gunas desventajas comerciales. Propone entregarle la isla de Martín
García.
 Con respecto a España: se muestra partidario de excitar a los Cabildos para que
eleva- ran quejas contra el régimen español y protestasen fidelidad al rey Fernando
VII hasta tan- to se descubriesen las verdaderas intenciones de la Revolución.
 Con respecto a la economía: (Texto que parece haber sido obra de Belgrano). Se
aspira a alcanzar la soberanía económica, incurriendo en la contradicción de creer
que podía lle- garse a esa situación manteniendo una estrecha alianza con Gran
Bretaña. En este sentido, se atribuye a Belgrano la misma ingenuidad en la que
cayeron todos los jóvenes ilustrados hispanoamericanos, incapaces de percibir las
verdaderas intenciones inglesas y las conse- cuencias que reportaría el otorgarles
ventajas comerciales a cambio de protección.
 Con respecto al Brasil: propone sembrar el desorden y favorecer su
fraccionamiento, separando la provincia de Río Grande.
 Con respecto al futuro político: se mostraba partidario de la democracia y el
gobierno representativo, según las ideas de Rousseau. El autor o autores, exponían
una visión de- masiado teórica de la realidad hispanoamericana, teñida de un cierto
desprecio hacia deter- minados sectores de esa realidad, como demostraría Castelli
con su incomprensión de la psicología de los indios del Alto Perú.

En resumen, el "Plan de Operaciones" parece haber sido obra conjunta de Moreno


y Belgrano, con algunos agregados e interpolaciones que alguien le introdujo.
La otra figura fundamental de la Revolución de Mayo fue la de Cornelio Saa- vedra,
a quien los jóvenes ilustrados procuraron neutralizar aunque, al prin- cipio,
consideraran indispensable su participación por el prestigio de que gozaba entre las
milicias. Sin embargo, a su mentalidad conservadora Saa- vedra unía cierta
indecisión y escasas dotes políticas, por lo que no supo sacar partido de su liderazgo.

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Siendo el hombre imprescindible en la Revolución, no obtuvo otra cosa que la
presidencia de la Junta, cuyo valor en las decisiones apenas equivalía a un voto, tal
como surge del Reglamento de la Junta Provisional del 28 de ma- yo de 1810, que
liberó a ésta de la tutela del Cabildo y creó las secretarías de Gobierno y Guerra
(Moreno) y Hacienda (Passo).(1)

(1) Respecto de las principales instituciones virreinales que permanecían en Bs.As.,


la Junta terminó expulsando a Cisneros y a los miembros de la Audiencia al
tomar conocimiento de que habían jurado en secreto al Consejo de Regencia de
Cádiz. Al Cabildo no tardó en renovarlo.

Con respecto a Gran Bretaña, la Junta procuró atraerla, pero la política ingle- sa de
esos días, conducida desde Río de Janeiro por Lord Strangford, fue de prudencia,
ya que no debe olvidarse que Gran Bretaña era aliada de los es- pañoles, aunque sin
desdeñar ciertas ventajas comerciales que la Junta le o- freció. Strangford, sólo se
mostró preocupado al conocer los excesos de la política represiva llevada a cabo por
Castelli en Córdoba y el Alto Perú, lo que condujo a la Junta a ordenar mayor
moderación al vocal.
Con el transcurrir de los días se fueron perfilando en la Junta dos grupos con
concepciones diferentes acerca de cómo debía conducirse la Revolu- ción. Estos
grupos eran liderados respectivamente por el presidente Saave- dra y el secretario
Moreno.

" SAAVEDRISMO"
 Liderado por Cornelio SAAVEDRA
 Apoyado por los sectores populares de Buenos Aires encuadrados en las milicias y
por los pueblos del interior.
 Proponía una transformación gradual y moderada de la realidad.

"MORENISMO"
 Liderado por Mariano MORENO
 Apoyado por la juventud ilustrada.
 Proponía una transformación rápida y profunda, para crear una sociedad
gobernada por leyes sabias, como era el caso de Inglaterra.

El comienzo de la crisis entre ambos grupos se produjo cuando se le negó a Moreno


la entrada en una recepción que se efectuaba en el cuartel de Patri- cios, donde se
produjeron exageraciones en la exaltación de la figura del presidente de la Junta.
Moreno respondió con un decreto que toda la Junta aprobó. Fue el llamado Decreto
de Supresión de Honores, de diciembre de 1810, que establecía:

 Se suprimían los honores tributados al presidente de la Junta.


 Se resaltaban la igualdad y la austeridad republicanas.
 Recordaba que la Junta gobernaba ciudadanos y no súbditos.

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El desenlace se produjo poco después, pero para llegar a él es preciso retro- ceder al
27 de mayo. Dos días después de instalada, la Junta Provisional re- mitió una
circular a los pueblos del interior del virreinato, en la que:

1) Explicaba lo acontecido en Buenos Aires y los motivos que habían conducido a


la insta- lación de una Junta Provisional.
2) Invitaba a los pueblos del interior a elegir diputados que "debían incorporarse a
ella".
3) Anunciaba la celebración de un Congreso General de los Pueblos del Virreinato y
el en- vío de una expedición auxiliadora de 500 hombres para garantizar el
orden.

RECONOCIERON A LA JUNTA NO LA RECONOCIERON


PROVISIONAL
 Santa Fé  Córdoba
 El "continente" de Entre Ríos  Potosí
 Corrientes  Cochabamba
 Mendoza  La Paz
 San Juan  Charcas
 San Luis  Paraguay
 La Rioja  Montevideo
 Catamarca
 Tucumán (1) Córdoba y las intedencias altoperuanas
se subordinaron al virrey de Perú.
 Santiago del Estero
 Salta (2) La Gobernación de Montevideo
 Jujuy recono- ció al Consejo de Regencia
 Tarija establecido en Cádiz.

Electos los diputados del interior, tal como establecía la circular del 27 de mayo,
fueron llegando a Buenos Aires, pero transcurrían los días sin que se produjese su
incorporación al seno de la Junta. Moreno, autor de la circular, reconoció haber
cometido un error fruto de la inexperiencia política al refe- rirse en ella a la
inmediata incorporación de los diputados a la Junta, cuando su verdadera intención
era que integraran el futuro Congreso. Sin embargo, ante la solicitud de los
provincianos, la Junta sometió la cuestión a votación, resultando derrotada la
interpretación del secretario que procedió a renun- ciar a su cargo.

Punto 3:
LA "JUNTA GRANDE". CREACIÓN DE LAS JUNTAS PROVINCIALES. LOS
PRIMEROS PASOS HACIA EL CONSTITUCIONALISMO LIBERAL. EL
DECRE- TO DE LIBERTAD DE IMPRENTA. LA PUEBLADA DEL 5 Y 6 DE
ABRIL. RE- VOLUCIÓN Y CONTRARREVOLUCIÓN. LA CLASE PRINCIPAL
TOMA EL PO- DER. EL PRIMER TRIUNVIRATO. LLEGADA DEL VIRREY
DEL RÍO DE LA PLATA, SU INSTALACIÓN EN MONTEVIDEO. EL
TRATADO DE PAZ DE 1811.

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La incorporación de los diputados del interior en diciembre de 1810 convirtió a la
Junta Provisional en "Junta Grande". Hipólito Vieytes ("morenista") re- emplazó a
Moreno como secretario; en tanto, el deán Gregorio Funes, dipu- tado por Córdoba
(después de la represión del movimiento contra-revolucio- nario que culminó con el
fusilamiento de Liniers), se convirtió en figura im- portante del nuevo gobierno.
Poco más tarde, al morir Manuel Alberti, lo sus- tituyó Nicolás Rodríguez Peña
("morenista").
Una de las primeras medidas de la Junta Grande fue la creación de:

JUNTAS PROVINCIALES
 En cada capital se crearía una Junta de 5 miembros, integrada por el gobernador-
inten- dente y 4 vocales elegidos por el pueblo.
 En las ciudades subordinadas se crearía una Junta de 3 miembros, integrada por el
co- mandante de armas y 2 vocales elegidos por el pueblo.

En abril de 1811, se dio uno de los primeros pasos hacia el constitucionalis- mo


liberal. Por obra del deán Funes, fue dado a conocer el:

DECRETO de LIBERTAD de IMPRENTA


 Se podía publicar sin censura previa.
 Los escritos religiosos serían autorizados previamente por los tribunales
eclesiásticos.
 Para pevenir abusos se creaba la Junta Suprema de Censura.
En tanto, la situación de la Revolución se estaba complicando:

 En enero de 1811 llegó a Montevideo Francisco Javier de Elío con el


nombramiento de virrey del Río de la Plata, expedido por el Consejo de
Regencia. Como no fue reconocido por la Junta Grande, el virrey le decla- ró la
guerra.

 Los barcos de Montevideo dominaban el río de la Plata, bloqueando el puerto de


Buenos Aires, a la que bombardearon aunque sin producir da- ños ni víctimas.

 Comenzó la insurrección de la campaña oriental, a la que se sumó pronta- mente


el comandante de blandengues José Gervasio Artigas. Luego de la victoria
patriota en Las Piedras, se inició el sitio de Montevideo, mientras Elío solicitaba
la ayuda de los portugueses de Brasil.

 La Junta Grande se muestra firme y rechaza la oferta de mediación britá- nica.

 Este panorama se complicó con la noticia de las derrotas militares de Bel- grano
en el Paraguay y, especialmente, el desastre de Huaqui, que signifi- có la pérdida
del Alto Perú, momentáneamente adherido a la causa revo- lucionaria después
de la victoria de Suipacha (noviembre de 1810).

La burguesía porteña, que presagiaba un porvenir sombrío, convirtió a la Junta


Grande en el blanco de sus críticas. Temerosa de la represión que e- ventualmente
seguiría a una derrota en manos de los contra-revolucionarios, no ocultaba su odio

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contra aquel gobierno sostenido por las milicias popula- res de Buenos Aires e
integrado por un puñado de despreciables provincia- nos. A esta oposición sorda, no
tardó en sumarse el grupo de los partidarios de Moreno, organizados en la Sociedad
Patriótica y Literaria, la que contaba con el apoyo del regimiento de la Estrella, única
unidad existente en ese mo- mento en Buenos Aires.
Fue entonces que se produjo una reacción auténticamente popular que constituyó
un episodio poco frecuente, por tratarse de un movimiento desti- nado a apoyar al
gobierno y cuya jefatura y organización no se atribuyó na- die.
En efecto, en la madrugada del 5 y 6 de abril de 1811 una muchedumbre pro- cedente
de las orillas de la ciudad marchó sobre la Plaza Mayor, presentando una serie de
exigencias:

1) El reemplazo de los "morenistas" que integraban la Junta (Vieytes, Azcuénaga,


Larrea y Rodríguez Peña).
2) Disolución del regimiento de "La Estrella".
3) Enjuiciamiento de Belgrano por su actuación en Paraguay.

Aceptada la mayoría de las exigencias, los principales dirigentes del "more- nismo"
fueron internados en Carmen de Patagones. Entre los nuevos inte- grantes de la
Junta iría a desempeñar un papel importante uno de los líderes del movimiento
"orillero", Joaquín Campana.
Este gobierno, auténtico representante del pueblo de Buenos Aires y de los pueblos
del interior se mostró firme frente a Gran Bretaña, derogando algu- nas medidas
favorables al comercio inglés que la Primera Junta le había concedido y se prohibió
de envío de géneros británicos al interior, el comer- cio al por menor y el pago de
intereses con las deudas de Aduana.
La eliminación del "morenismo" sólo representó una victoria parcial de la Junta
Grande. Quedaba en pie la burguesía porteña, cada vez más atemori- zada,
especialmente al conocerse la noticia del desastre de Huaqui (junio de 1811) y la
entrada de tropas portuguesas en la Banda Oriental.
La representación política de la burguesía porteña era el Cabildo que, de modo
intempestivo, dispuso la elección de diputados para el Congreso Ge- neral que
tendría por objeto el arreglo definitivo de la situación.
En el seno de la Junta, por su parte, aprovechando la ausencia de Saavedra que
había marchado al norte a frenar la anarquía generada por Huaqui, se suscitaron
divisiones y presiones que llevaron a la destitución de Campana.
Finalmente, los dos diputados electos (Juan José Passo y Feliciano Chicla- na) y el
suplente (Manuel de Sarratea) terminaron siendo investidos por la propia Junta con
el poder Ejecutivo, en setiembre de 1811.
En su afán por no perder el control de la situación, la Junta Grande, que pa- saría
a llamarse Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, inten- tó
subordinar al Ejecutivo constituido como Triunvirato. Para ello, dio el Re- glamento
Provisorio de 1811, en el que por primera vez aparece consagrado el principio de la
división de poderes.

REGLAMENTO PROVISORIO de 1811


 La Junta Conservadora (Legislativo) se ocuparía de guerra y paz, impuestos,
comercio, creación de tribunales y nombramiento de los miembros del Ejecutivo en
caso de muerte o renuncia.

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 El Triunvirato tendría a su cargo la defensa, el cumplimiento de las leyes, el
nombra- miento de empleados y la convocatoria a un Congreso. Sería responsable
ante la Junta.
 El poder Judicial sería independiente.

El Triunvirato remitió este Reglamento al Cabildo de Bs.As., que lo rechazó. La


Junta protestó por entender que, mientras ella constituía una autoridad nacional, el
Cabildo era sólo un organismo local. Entonces, el Triunvirato di- solvió a la Junta y,
después del "motín de las trenzas", expulsó a los diputa- dos provincianos de la
ciudad. A continuación, se dio su propio estatuto.

ESTATUTO PROVISIONAL de 1811


 En el exordio (preámbulo) explicaba los peligros existentes y llamaba arbitraria
a la Jun- ta.
 Los vocales se renovarían alternativamente cada 6 meses (la presidencia se
rotaría en sentido inverso).
 La elección de cada vocal la efectuaría una Asamblea General integrada por:
1) El Cabildo de Buenos Aires.
2) Apoderados de las ciudades.
3) 100 vecinos de Buenos Aires.
 Podría adoptar cualquier medida considerada necesaria para la salvación de la
Patria con el sólo límite de la libertad de imprenta y la seguridad individual.
 El poder Judicial sería independiente, pero en la segunda instancia intervenía el
Triun- virato asociado a dos ciudadanos.
 Algunos autores aceptan que este Estatuto respetaba la división de poderes. En
él no se hablaba de las provincias, cuyas juntas fueron disueltas.

SISTEMA DE ELECCIÓN DE LOS 100 CIUDADANOS DE BUENOS AIRES:


a) Se dividía la ciudad en cuatro cuarteles.
b) El Cabildo designaba un regidor por cuartel.
c) Los regidores recibían los votos de los vecinos.
d) Los más votados, conjuntamente con el Cabildo, elegían 300, de los cuales
surgían los 100 reque- ridos, por medio de un sorteo.

Ahora, removido el obstáculo que había representado la Junta Grande con su


actitud digna y firme, fue posible alcanzar la paz con Montevideo.

Punto 4:
EL RECHAZO DEL PUEBLO ORIENTAL AL TRATADO, EL ÉXODO. EL DES-
PRESTIGIO DEL TRIUNVIRATO. LA "SOCIEDAD PATRIÓTICA"
CONDUCIDA POR MONTEAGUDO. LA "LOGIA LAUTARO":
INDEPENDENCIA Y CONSTI- TUCIÓN. REEMPLAZO DEL TRIUNVIRATO.
CONVOCATORIA A UNA ASAM- BLEA DE LOS PUEBLOS.
El temor de la burguesía porteña y la presión de Lord Strangford condijeron
rápidamente al Triunvirato a concertar la paz con Elío. Ese tratado, firmado en
octubre de 1811, produjo varias consecuencias.

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1) - Significó el fin de la Revolución de Mayo, ya que el Congreso General que se
reuniría reconocería a las Cortes de Cádiz y se dispondría el envío de diputados
a dichas Cortes. Naturalmente, las tropas porteñas (coman- dadas por José
Rondeau) levantarían el sitio de Montevideo y evacuarían la Banda Oriental.
2) - Reconoció que los pueblos de Arroyo de la China (hoy Concepción del
Uruguay), Gualeguay y Gualeguaychú -así como la Banda Oriental- que- darían
bajo la autoridad de Elío. Ello, significó dejar a los patriotas orien- tales
conducidos por Artigas, librados a la venganza de Elío. Artigas, se- guidos por
sus hombres con sus familias, emprendió el llamado "Éxodo del Pueblo Oriental"
hacia el campamento de Ayuí, en Entre Ríos.
El incumplimiento por parte de las tropas portuguesas que habían penetrado en la
Banda Oriental de su obligación de retirarse, creó un nuevo problema. Ahora, los
portugueses exigían que el Triunvirato reconociera la soberanía lusitana sobre las
Misiones orientales. Como esto no fue aceptado, y surgie- ron discusiones con
Gaspar de Vigodet (reemplazante de Elío aunque sin el título de virrey), el tratado
de paz se rompió y Manuel de Sarratea pasó a ser nuevo jefe del sitio de Montevideo,
mientras los barcos de aquella plaza bombardeaban Buenos Aires por cuarta vez.
Sin embargo, las intenciones portuguesas no llegaron a prosperar por la e- nérgica
oposición de Lord Strangford y, finalmente, el Triunvirato firmó un armisticio con
el gobierno de Río de Janeiro, mientras intentaba apartar de Artigas de la
conducción de los orientales, captando a sus mejores hombres, que se pasaron al
campo de Sarratea.
Indudablemente, el Triunvirato (donde predominaba la influencia del secreta- rio
Bernardino Rivadavia) quería la paz a toda costa (por eso desautorizó la creación
de una bandera por Belgrano). Pero fue duro y sangriento con sus adversarios
interiores, como pudo demostrarlo en:

EL "MOTÍN DE LAS TRENZAS": que fue un levantamiento del cuerpo de


Patricios, disgusta- dos por el destierro de Saavedra, que se amotinaron por la orden
del nuevo jefe -Belgrano- de cortarse la trenza.

LA CONSPIRACIÓN DE ÁLZAGA: que fue un presunto plan de levantamiento de


los espa- ñoles de Buenos Aires -encabezados por Martín de Álzaga- en combinación
con las fuerzas de Montevideo, nunca bien aclarado y plagado de odios personales.

En ambas ocasiones, la represión fue sangrienta y los cabecillas ejecutados.


Como contrapartida, el Triunvirato produjo el:

DECRETO SOBRE SEGURIDAD INDIVIDUAL


(Contenía principios recogidos por la posterior legislación argentina)
 Nadie podía ser penado ni expatriado sin proceso y sentencia legal.
 Nadie podía ser arrestado sin prueba, semiprueba o indicios claros.
 Era inviolable el domicilio de las personas.
 Nadie podía estar incomunicado después de confesar; las cárceles serían para
seguir- dad y no para castigo.
 Las personas podían permanecer o abandonar el país.
 Se suspenderían los derechos y garantías si estuviera comprometida la seguridad
públi- ca o la de la Patria, y luego, el gobierno daría cuenta a la Asamblea General.

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Con la Asamblea General existieron roces desde el primer momento. Cuan- do cesó
el triunviro Passo, el secretario Rivadavia ocupó interinamente su lugar, mientras
se modificaba el requisito de los 100 ciudadanos de Buenos Aires, reemplazándolos
por 33.
Reunida la Asamblea, ésta eligió a Juan Martín de Pueyrredón que estaba au- sente,
por lo que designó a Díaz Vélez como sustituto. Sin embargo, el Triun- virato sostuvo
que, en ausencia de Pueyrredón, el sustituto debía ser el se- cretario más antiguo.
Ante la protesta de la Asamblea que se consideraba soberana, el Triunvirato la
disolvió. Volvería a reunirse otra Asamblea.
Ante el evidente desprestigio del Triunvirato, se constituyeron en Buenos Ai- res dos
grupos opositores:

Después de su disolución, la Sociedad


reapa- reció tras la caída de la Junta
Grande, pero la creciente oposición a la
política del Triunvira- to por parte de
LA SOCIEDAD Bernardo de Monteagudo, su más señalado
"PATRIÓTICA y LITERARIA" dirigente, originó una nueva disolución.
Desde su periódico "Mártir o Libre",
Montea- gudo renovó sus críticas al
gobierno y dio vi- da a la tercera "Sociedad
Patriótica y Litera- ria", decididamente
partidaria de la indepen- dencia.
En marzo de 1812 arribaron a Buenos
Aires, procedentes de Europa, varios
militares que habían residido en España:
Carlos María de Alvear, Matías Zapiola y
el teniente coronal José de San Martín, a
LA "LOGIA LAUTARO" quien el Triunvirato en- comendó la
creación de un cuerpo de caba- llería
(Granaderos a Caballo).
Estos militares crearon en Bs.As. la "Logia
Lautaro", una sociedad secreta semejante
a la "Gran Reunión Americana", fundada
en Londres por Francisco de Miranda. Los
obje- tivos de la logia eran:
1) La declaración de la independencia.
2) La sanción de una constitución.

Entre setiembre y octubre de 1812, los hechos se precipitaron. Al volver a convocarse


la Asamblea General, el Triunvirato rechazó a Bernardo de Mon- teagudo como
diputado por Mendoza. Con la elección de Mariano Medrano, partidario del
gobierno como triunviro, se desencadenó la reacción militar de octubre, en la que
los cuerpos con destino en la capital (entre ellos los Gra- naderos a Caballo de San
Martín) se hicieron cargo del poder.
A esta determinación contribuyó también la victoria de Belgrano en la batalla de
Tucumán. Belgrano, a quien el Triunvirato había ordenado no presentar batalla,
había tenido que retroceder de Jujuy a Salta, y de ésta a Tucumán. Cuando recibió

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la orden de replegarse a Córdoba, desobedeció a instancias del pedido de los
tucumanos y presentó batalla, derrotando al enemigo.
Los militares de Buenos Aires convocaron al Cabildo, el que disolvió la A- samblea
y declaró cesantes a los miembros del Triunvirato, nombrando un nuevo gobierno
integrado por Juan José Passo, Nicolás Rodríguez Peña y Antonio Álvarez Jonte.

Punto 5:
LA ASAMBLEA DE 1813. EL CAMBIO EN LA POSICIÓN DE LA "LOGIA LAU-
TARO", ACTITUD DE SAN MARTÍN. LA POSTERGACIÓN DE LA INDEPEN-
DENCIA. LEGISLACIÓN DICTADA POR LA ASAMBLEA, CONSOLIDACIÓN
DE LOS PRINCIPIOS LIBERALES. EL CARGO DE DIRECTOR SUPREMO, EL
CONSEJO DE ESTADO. LA CONCEPCIÓN CENTRALISTA. PREEMINENCIA
DE LA RELACIÓN CON EUROPA, LOS INTERESES MERCANTILES. LOS
PROYECTOS CONSTITUCIONALES EN LA ASAMBLEA DE CARÁCTER
CEN- TRALISTA, FUENTES, DESCRIPCIÓN DE LOS MISMOS.
A los pocos días de su instalación, el Segundo Triunvirato convocó a una A- samblea
General Constituyente que debía declarar la independencia y san- cionar una
constitución. En virtud de sus maniobras, la "Logia Lautaro" lo- gró que casi todos
los diputados electos fueran afiliados a ella.
El sistema de elección de los diputados establecía que:

 Buenos Aires elegiría 4 diputados.


 Las capitales de provincia elegirían 2 diputados.
 Las ciudades subordinadas elegirían 1 diputado (menos Tucumán que elegiría
2).
 Era una elección de 2º grado (por electores).
 Las ciudades se dividirían en "cuarteles" y en cada uno de ellos un alcalde de
barrio pre- sidiría la elección de electores.

Las razones por las que la Asamblea no declaró la independencia ni sancio- nó una
constitución las analizaremos más adelante. Por ahora, nos limitare- mos a señalar
la obra legislativa realizada, obra destinada a calmar las ex- pectativas generadas,
de carácter liberal, en buena medida tomadas de la le- gislación de las Cortes
Constituyentes de Cádiz.

Legislación dictada por la Asamblea:

LEYES QUE PREANUNCIABAN LA INDEPENDENCIA


 La Asamblea se proclamó soberana, lo que implicaba que no reconocía poder alguno
superior a ella.
 Adoptó un sello con un escudo nacional que reemplazaba las armas reales.
 Consintió -aunque no consagró- la bandera creada por Belgrano.
 Adoptó como Himno Nacional la "Marcha Patriótica", obra de Vicente López y
Planes y Blas Parera, aunque procuró que el autor de la letra eliminara los versos
marcadamente in- dependentistas. Aquella letra parecía adecuada al establecimiento
de una monarquía (trono, majestad, etc.).
 Declaró día de Fiesta Cívica el 25 de mayo.

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LEYES JUDICIALES
 Fueron abolidos los tormentos y el juramento en juicio.
 Se modificaron los tribunales (los alcaldes ordinarios entenderían en segunda
instancia los fallos de los alcaldes "de hermandad" que, por su parte, dictarían
sentencia en peque- ños diferendos de no más de 50 pesos). La tercera instancia estaría
a cargo de las Cáamaras de Apelaciones de Buenos Aires y Charcas. Se preveía la
creación de un Supremo Poder Ju- dicial.

LEYES SOCIALES
 Se dispuso la libertad de vientres, que declaraba libres a los hijos de esclavos nacidos
a partir del 31 de enero de 1813.
 Se declaraba libre a todo esclavo que pisara el suelo de las Provincias Unidas, lo que
fue derogado poco después por los conflictos originados por los esclavos escapados del
Brasil.
 Ratificó la supresión del tributo de los indios realizada por la Junta Grande y agregó
la de la mita y el yanaconazgo.
 Se abolieron los fueros personales (no existía la igualdad ante la ley, pues religiosos,
militares y universitarios eran juzgados por sus pares), los títulos de nobleza y el
mayorazgo (heredaba sólo el hijo mayor).

LEYES VINCULADAS CON LA IGLESIA


 Se suprimió la autoridad del Tribunal de la Inquisición en el Río de la Plata.
 Declaraba la independencia de los eclesiásticos respecto a autoridades de fuera del
te- rritorio de las Provincias Unidas.

Aunque no se sancionó constitución alguna, fueron presentados a la Asam- blea


cinco (5) proyectos constitucionales. La descripción de los mismos es como sigue:

PROYECTOS de CONSTITUCIÓN PRESENTADOS a la ASAMBLEA del AÑO


XIII

 Proyecto de una COMISIÓN OFICIAL (Nicolás Herrera, Pedro Agrelo, Va-


lentín Gómez, Hipólito Vieytes y Gervasio Posadas. Se inspiraba en la Cons-titución
española de 1812). Lo identificamos como (1)
 Proyecto de la "SOCIEDAD PATRIÓTICA" (Bernardo de Monteagudo, Cos-
me Argerich, Juan Larrea y otros. Se inspiraba en las constituciones france-sa de
1795 y norteamericana de 1787). Lo identificamos como (2)
 Proyecto ANÓNIMO (publicado por primera vez por Emilio Ravignani), Lo
identificamos como (3)
 Proyecto FEDERAL de la BANDA ORIENTAL (basado en el Pacto de U- nión
Perpetua de los Estados Unidos. Aunque se habla de Confederación, el proyecto
concebía una Federación). Lo identificamos como (4)
 Proyecto de CONSTITUCIÓN TERRITORIAL de la BANDA ORIENTAL
(complementaba el anterior). Lo identificamos como (5)

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1 - 2 - 3 República unitaria
FORMA DE GOBIERNO y de ESTADO 4 República federal
1 En el pueblo
SOBERANÍA 2 - 3 En los representantes
4 En las provincias
1 - 2- 3 La religión del Estado es la católica
RELIGIÓN 4 No establece
5 Libertad de cultos
PODERES del ESTADO 1 - 2 - 3 - 4 - 5 Tripartito
1 - 2 - 5 No se prevé
3 A propuesta del Congreso o del po-
REFORMA de la CONSTITUCIÓN der Ejecutivo
4 A prpopuesta de las 2/3 partes del
Congreso
PODER LEGISLATIVO 1 - 2 - 3 - 4 - 5 Bicameral
1 - 3 Directorio de tres miembros
PODER EJECUTIVO 2 - 4 Presidente
5 Gobernador
1 - 2 - 3 - 5 Independiente con un Tribunal
Su- perior y tribunales inferiores
PODER JUDICIAL 4 Las provincias formarían el
Tribu- nal Superior de las Pcias. Unidas
del Río de la Plata
1 - 3 No las menciona
2 Gobernadas por prefectos nombrados
por el Presidente a propuesta en terna
PROVINCIAS de los municipios
4 Cada provincia es soberana, libre e
inde- pendiente y conserva todo el poder no
dele- gado
1 Ayuntamientos en poblaciones con más
de 300 habitantes
MUNICIPIOS 2 - 3 Ayuntamientos en poblaciones con
más de 2000 habitantes
4 Cada provincia organizaría sus propios
mu- nicipios
1 - 2 - 3 Indirectas
4 La Asamblea de Representantes
ELECCIONES (cá- mara baja) elegida directamente por el
pue- blo

El cambio en la posición de la "Logia Lautaro", actitud de San Martín. La


postergación de la independencia:
El entusiasmo por declarar la independencia comenzó a enfriarse poco des- pués de
producida la revolución de octubre de 1812. El primer motivo de es- ta vacilación
fueron las advertencias del embajador Lord Strangford, que se manifestó contrario
a aquella idea, resquebrajando la solidez y la unidad de la Logia, y determinando el

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alejamiento de San Martín, lo que dejó a Alvear al frente de la misma. Otro hecho
importante fue la incorporación a la sociedad de personas que representaban los
intereses de la burguesía porteña y ha- bían pertenecido al gobierno caído, tal como
sucedió con Rivadavia. Los ha- bituales temores de esta burguesía se agudizaron con
las derrotas de Bel- grano en Vilcapugio y Ayohúma.
Los acontecimientos de Europa en 1813 dieron por resultado la ruptura de- finitiva
de la Logia, que quedó dividida en "alvearistas" (partidarios de pos- tergar
cualquier decisión con respecto a la independencia hasta que se acla- rara el
panorama en el Viejo Mundo), que eran mayoría en la Asamblea, y los
"sanmartinianos" (partidarios de cumplir los objetivos iniciales de la Logia), que
eran minoría.
La modificación acelerada de la situación europea comenzó a evidenciarse a partir
de la desastrosa expedición de Napoleón a Rusia que, en 1813, dio por resultado la
formación de una gran coalición vencedora del emperador en la batalla de Leipzig,
a la que se sumó la pérdida de España como consecuen- cia de las victorias del duque
de Wellington.
Estas dificultades condujeron a Napoleón a la decisión de restituir el trono español
a Fernando VII, con el solo objeto de sacarse de encima, al menos, un enemigo. En
diciembre de 1813, Fernando había vuelto a ocupar el trono, mostrándose, desde el
primer momento, receloso con las medidas tomadas por las Cortes de Cádiz,
fundamentalmente la Constitución de 1812. Además, consideró "rebeldes y
traidores" a los revolucionarios americanos, exigien- do su rendición incondicional.
Tal como había expresado Strangford, Hispanoamérica debía retornar a la o-
bediencia de Fernando VII. Para poder alcanzar, al menos, un cierto grado de
soberanía dentro del imperio español, Triunvirato y Asamblea enviaron a Eu- ropa
una misión diplomática que fue encomendada a Manuel de Sarratea.

El cargo de Director Supremo. El Consejo de Estado:


Al entender que se avecinaban duras negociaciones en el intento de lograr el perdón
de Fernando VII, se creyó conveniente simplificar el gobierno, ofre- ciéndole la
posibilidad de poder actuar con mayor agilidad y protitud. Esta fue la causa
principal de la creación, en enero de 1814, de un poder Ejecuti- vo unipersonal que
recibió el nombre de Director Supremo de las Pcias. Uni- das del Río de la Plata, con
todas las facultades que confería a este poder el Estatuto Provisional de 1811, o sea,
de carácter casi dictatorial.

EL DIRECTORIO
(enero de 1814 - febrero de 1820)
 Concentraba el poder Ejecutivo en una sola mano.
 El Director Supremo sería elegido por la Asamblea por el término de 2 años.
 Sería asesorado en cuestiones de paz, guerra y comercio por un Consejo de Estado
de 9 miembros, cuyo presidente, también elegido por la Asamblea, reemplazaría al
Director en caso de enfermedad. El secretario del Consejo de Estado y los vocales seían
elegidos por el Director.
 Retornaba la preponderancia del Cabildo en el que el Alcalde de 1er. voto retendría
las funciones establecidas por la Real Ordenanza de Intendentes. Así, el Cabildo
terminaría ac- tuando como autoridad soberana y, en 1815 (al caer Alvear), disolvería
la Asamblea.
 Se imponía un cerrado centralismo.

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Alvear, el "hombre fuerte" del momento, estableció la conveniencia de elegir a su
tío, Gervasio Antonio Posadas como Director Supremo, entendiendo que se trataba
de la persona más a propósito para negociar con el rey en ra- zón de sus escasas
simpatías por la Revolución de Mayo.

LOS DIRECTORES SUPREMOS HASTA 1820


 Gervasio Antonio Posadas
 Carlos María de Alvear
 Ignacio Álvarez-Thomas (interino)
 Antonio González Balcarce (interino)
 Juan Martín de Pueyrredón
 José Rondeau

Punto 6:
ACTITUD DEL PUEBLO ORIENTAL FRENTE A LA ASAMBLEA, EL
INGRESO POR PACTO. LAS INSTRUCCIONES A SUS DIPUTADOS,
INDEPENDENCIA Y FEDERACIÓN. EL PROYECTO FEDERAL EN LA
ASAMBLEA, FUENTES. A- NÁLISIS. CONFLICTO CON LOS
CENTRALISTAS, NEGATIVA DE ÉSTOS A QUE LA PROVINCIA ORIENTAL
SE INCORPORE A LA ASAMBLEA. EL EN- FRENTAMIENTO DEL
DIRECTORIO CONTRA ARTIGAS, CONSECUENCIAS.

Actitud del pueblo oriental frente a la Asamblea:


Desde la insurrección del interior de la Banda Oriental, pasando por las peri- pecias
del "Éxodo", los choques con los portugueses y los roces cada vez más serios con el
Ejército conducido por Sarratea, fue adquiriendo identidad el pueblo oriental bajo
la conducción de su caudillo Artigas.
Cuando se convocó a los pueblos para elegir diputados a la Asamblea del año 1813,
se entendió que la Banda Oriental debía estar representada por 3 diputados:

 Uno por los emigrados de Montevideo que estaban en el campamento del


Ejército que sitiaba la ciudad.
 Uno por Maldonado, única localidad libre del dominio español.
 Un diputado por los tres pueblos del "continente de Entre Ríos".
Artigas no aceptó esta decisión, menos aún cuando los electos fueron digi- tados por
Sarratea. Por esto, convocó al Congreso de Peñarol en el que se dispuso la elección
de 6 diputados, ya que Artigas sostenía que en la Banda Oriental existían 5 Cabildos:

 Dos por Montevideo.


 Uno por Maldonado.
 Uno por Soriano.
 Uno por Canelones.
 Uno por San José.

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Estos diputados llegaron a Buenos Aires portando las "Instrucciones" que les
entregara Artigas. Existen varias versiones -con algunas diferencias- de las mismas,
aunque sus aspectos más salientes eran:

1) Declaración de la independencia.
2) Establecimiento de una república.
3) Designación de una capital fuera de Buenos Aires.
4) La provincia Oriental suscribiría con las demás Provincias Unidas un "Pacto de
estre- cha e indisoluble confederación" (debe entenderse como "federación").

Se supone que el autor de estas "Instrucciones" fue el presbítero Dámaso Larrañaga,


que se inspiró en el proceso norteamericano.
Además de elegir a los diputados, el Congreso de Peñarol creó un gobierno provincial
para la Banda Oriental bajo la presidencia de Artigas.
La Asamblea rechazó a los diputados orientales con el argumento de no ha- ver sido
electos conforme a la reglamentación establecida. El rechazo de sus diputados
produjo el alejamiento de Artigas del sitio de Montevideo. Posa- das terminaría
declarando al jefe de los orientales "fuera de la ley y traidor a la Patria".
No obstante las intenciones del "alvearismo" de negociar con Fernando VII, no
tardaron en circular rumores sobre una posible expedición de castigo al Río de la
Plata. Por ello, la actividad del Directorio fue por un lado, diplomá- tica y por otro,
militar.

En lo diplomático: Ya hemos mencionado el envío de Sarratea a Europa. El antiguo


triunviro se reunió en Inglaterra con Rivadavia y Belgrano, comisio- nados por
Posadas. Éstos últimos llevaban instrucciones públicas (felicitar a Fernando VII por
su regreso al trono y conseguir garantías para los america- nos) e instrucciones
reservadas (reconocer como rey a Fernando VII en un marco de independencia civil
para el Río de la Plata, es decir de autonomía, dentro del imperio español).
Por iniciativa de Sarratea, se inició una gestión poco seria -en razón de las
características de algunos personajes involucrados- para coronar en el Río de la
Plata al infante Francisco de Paula, hermano de Fernando VII.
La negociación no arribó a ningún resultado positivo y, mientras Belgrano
retornaba a Buenos Aires, Rivadavia logró ser recibido por el ministro espa- ñol
Cevallos, sin que lograra obtener ningún tipo de garantía.

En lo militar: La amenaza del envío de una expedición al Plata convirtió en


imprescindible la toma de Montevideo, ya que se trataba del único puerto de aguas
profundas de la región, capaz de recibir a los grandes navíos que transportarían a
las tropas españolas.
El objetivo de apoderarse de Montevideo trajo aparejada la necesidad de or- ganizar
un escuadra de guerra, la que puesta bajo las órdenes de Guillermo Brown, no tardó
en dominar el río de la Plata, a partir de sus victorias en Martín García y El Buceo.
De este modo, la suerte de la ciudad estaba echa- da, ya que sitiada por tierra por
Rondeau y bloqueada por mar por Brown, no tardó en capitular (junio de 1814).
Debe resaltarse, sin embargo, que decidi- do a favorecer la carrera militar de su
sobrino, Posadas retiró a Rondeau del mando y le dio la jefatura del Ejército del
Norte. Así fue como Alvear entró triunfante en la capital oriental.

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Hasta ese momento, Artigas -apartado del sitio- no había obstaculizado el accionar
de las fuerzas del Directorio. Pero su aspiración de autonomía con- dujo
inevitablemente al enfrentamiento armado con los porteños. Finalmen- te, ya
convertido en Director Supremo por renuncia de su pariente, Alvear decidió la
evacuación del territorio oriental, aunque llevándose los armamen- tos de
Montevideo. Para ese entonces, la influencia del caudillo oriental se
extendía por Entre Ríos, Santa Fé, Corrientes, Misiones y Córdoba.

El Directorio de Alvear:
En enero de 1815, Posadas renunció a su cargo de Director Supremo, resul- tando
electo por la Asamblea Carlos María de Alvear para sustituirlo. La cau- sa de la
renuncia de Posadas fue la desobediencia del Ejército del Norte, que resistió el
nombramiento de Alvear como jefe, designado para sustituir una vez más a
Rondeau.
El centralismo cada vez más acentuado de los gobiernos porteños, unido al
personalismo y arbitrariedad de Alvear, generaron lo que de manera poco precisa
se conoce como "Revolución federal de 1815", que en realidad fue un estado de
desobediencia generalizado hacia la figura del Director Supre- mo.
1) En las provincias del Norte: El estado de rebeldía del Ejército del Norte, que
condujo a Posadas a renunciar, se mantuvo extendiendo sus efectos a las
provincias bajo su control.
2) En Cuyo: Después de su abandono de la actividad puramente política al dividirse
la "Lo- gia Lautaro", San Martín había sido designado jefe del Ejército del Norte
en reemplazo de Belgrano. Ocupando ese destino fue cuando el Libertador
concibió su proyecto de "tenazas" para marchar sobre Lima, lo que implicaba
la previa liberación de Chile. Nom- brado gobernador-intedente de Cuyo, se
abocó a la tarea de organizar el Ejército de los Andes, que debía ser el brazo
izquierdo de la "tenaza" (el Ejército del Norte sería el bra- zo derecho). Sin
embargo, enterado de que dependía de las órdenes del nuevo Director Supremo,
solicitó licencia. Alvear lo reemplazó por Gregorio Perdriel, lo que no fue a-
ceptado por el pueblo cuyano que, tras una asonada vecinal, confirmó en una
Asamblea a San Martín como gobernador.
3) En el Litoral: Ya hemos visto la situación que se vivía en la Banda Oriental, las
regiones del Litoral y Córdoba.

FIN DE LA BOLILLA IV

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Bolilla V
1. EL PRONUNCIAMIENTO DE FONTEZUELAS, DISOLUCIÓN DE LA
ASAMBLEA. LA JUNTA DE OBSERVACIÓN, CONVOCATORIA A UN
NUEVO CONGRESO. EXPANSIÓN DEL FEDERALISMO EN EL
LITORAL, EL CONGRESO DE ORIENTE. LA LIGA DE LOS PUEBLOS
LIBRES. LA PRIMERA INDEPENDENCIA EN EL PLATA.
2. EL CAMBIO EN EUROPA. LA RESTAURACIÓN DEL LEGITIMISMO
DINÁSTICO. EL CONGRESO DE VIENA. LA POLÍTICA BRITÁNICA.
REFLEJOS DE ESTA NUEVA SITUACIÓN EN LOS PUEBLOS
RIOPLATENSES, LOS PROYECTOS DE LA CLASE PRINCIPAL PARA
INSTAURAR UNA MONARQUÍA DESDE 1814. EL PREDOMINIO
CENTRALISTA EN EL CONGRESO DE TUCUMÁN. DECLARACIÓN
DE LA INDEPENDENCIA. PERSISTENCIA DEL PROYECTO
MONÁRQUICO, LAS TRATATIVAS CON FRANCIA. CONSTITUCIÓN
DE 1819, ANÁLISIS.
3. LA INVASIÓN PORTUGUESA A LA PROVINCIA ORIENTAL,
CONNIVENCIA CON LOS DIRECTORIALES, ACTITUD DEL
CONGRESO. EL PROYECTO DE ADHERIR A LA CASA DE
BRAGANÇA. ACEPTACIÓN DE LA OCUPACIÓN PORTUGUESA POR
PARTE DEL DIRECTORIO, EL CONVENIO DE 1817. LA "LIGA DE
LOS PUEBLOS LIBRES" Y LA GUERRA EN LOS "DOS FRENTES".
POSIBILIDAD DE UNA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA AL RÍO DE LA
PLATA. CONVOCATORIA A LOS EJÉRCITOS COMANDADOS POR
SAN MARTÍN Y BELGRANO. GESTIONES DE UNIDAD, EL
ARMISTICIO DE SAN LORENZO. VERDADEROS PROPÓSITOS DEL
DIRECTORIO. RUPTURA DEL ARMISTICIO, MOVILIZACIÓN DE
LOS "PUEBLOS LIBRES". DESOBEDIENCIA DE SAN MARTÍN.
SUBLEVACIÓN DEL EJÉRCITO DEL NORTE. REVOLUCIONES DE
TUCUMÁN Y SANJUAN. BATALLA DE CEPEDA.
4. LAS INSTRUCCIONES DE ARTIGAS A RAMÍREZ Y LÓPEZ,
ACTUACIÓN EN CONSECUENCIA. DISOLUCIÓN DEL DIRECTORIO
Y DEL CONGRESO. EL CABILDO GOBERNADOR, NACIMIENTO DE
LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES. LA JUNTA ELECTORAL,
NOMBRAMIENTO DEL GOBERNADOR. NOTICIAS SOBRE LA
DERROTA ORIENTAL EN TACUAREMBÓ, EFECTOS. EL TRATADO
DE PILAR, ANÁLISIS Y SIGNIFICADO.
5. LA NUEVA SITUACIÓN. LIQUIDACIÓN DEL PROYECTO
MONÁRQUICO, CON- SOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA.
NACIMIENTO DE LAS PROVINCIAS. EL INFLUJO DE LOS
"PUEBLOS LIBRES". ORGANIZACIÓN DE LAS PROVINCIAS,
ESTATUTOS, REGLAMENTOS Y CONSTITUCIONES, RASGOS
COMUNES. EL GOBERNADOR. LA SALA DE REPRESENTANTES.
6. EL CONFLICTO ENTRE RAMÍREZ Y ARTIGAS. LA CRISIS DEL
PODER EN BUENOS AIRES. REACOMODAMIENTO DEL PARTIDO
DIRECTORIAL. LEY DE INSTRUCCIONES Y CONSEJO DE
GOBIERNO. PROFUNDIZACIÓN DE LA CRISIS. CONSOLIDACIÓN
DEL ORDEN. GUERRA ENTRE BUENOS AIRES Y SANTA FÉ,
TRATADO DE BENEGAS Y COMPROMISO DE SAN NICOLÁS.

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BOLILLA V):
Punto 1:
EL PRONUNCIAMIENTO DE FONTEZUELAS, DISOLUCIÓN DE LA ASAM-
BLEA. LA JUNTA DE OBSERVACIÓN, CONVOCATORIA A UN NUEVO CON-
GRESO. EXPANSIÓN DEL FEDERALISMO EN EL LITORAL, EL CONGRESO
DE ORIENTE. LA LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES. LA PRIMERA INDEPEN-
DENCIA EN EL PLATA.
El desconocimiento de su autoridad, sumado a las noticias que referían la
posibilidad de una expedición de castigo sobre el Río de la Plata, impulsa- ron a
Alvear a despachar hacia Río de Janeiro a Manuel José García, con el objeto de
comunicar al ministro Lord Strangford que el gobierno de Buenos Aires solicitaba
la incorporación de las provincias del Plata al imperio britá- nico. Entre sorprendido
y despectivo, Strangford expresó al comisionado que la política británica del
momento no aconsejaba convertirse en enemiga de España, y que Gran Bretaña no
necesitaba insinuaciones para tomar lo que pudiera convenirle. La nota destinada
al Primer Ministro inglés le fue en- tregada a Rivadavia que, al no ser nunca
recibido, no podo entregarla.
El desenlace de aquella situación de desobediencia generalizada se produjo cuando
la vanguardia de las tropas destinadas a someter Santa Fé, bajo el mando de Ignacio
Álvarez-Thomas, se sublevaron contra Alvear en la Posta de Fontezuelas (abril de
1815), tras algunos acuerdos del militar con Artigas. Las fuerzas que en Olivos
mantenía el Director Supremo a las órdenes de Mi- guel Soler no tardarían en
imitarlas, uniéndose a importantes sectores del pueblo. El 15 de abril de 1815, con
participación del Cabildo, Alvear fue obli- gado a renunciar y la Asamblea del Año
XIII se disolvió.
De inmediato, el Cabildo llamó a elección de 12 electores (3 por cada uno de los
cuarteles en que se dividía la ciudad). Estos electores procederían a ele- gir un
gobierno provisional que, manteniéndose unipersonal, recayó en la fi gura de
Rondeau. Sin embargo, como el general había iniciado la tercera campaña al Alto
Perú, se designó a Ignacio Álvarez-Thomas como Director de Estado (se había
eliminado el calificativo de "Supremo") interino.

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A continuación, el cuerpo de electores en unión con el Cabildo, creó una Junta de
Observación, que resultó integrada por Medrano, Serrano, Sáenz, Gascón y
Anchorena, la que elaboró un Estatuto Provisional, destinado a re- gir hasta que el
Congreso que debía ser convocado por el Director de Esta- do sancionara
definitivamente una constitución.

Expansión del federalismo en el Litoral. El Congreso de Oriente. La "Liga de los


Pueblos Libres":
Aunque el nuevo gobierno trató de congraciarse con Artigas, no pudo lograr- se un
acuerdo definitivo. Los dos temas que evitaron ese acuerdo fueron:

1) La cuestión de los armamentos de Montevideo, retirados por Alvear.


2) La cuestión de Santa Fé a la que Buenos Aires no pensó conceder autonomía.

Mientras tanto, la influencia de Artigas se había extendido, consolidándose una


"Liga de los Pueblos Libres"

LA "LIGA de los PUEBLOS LIBRES"


 Banda Oriental.
 Entre Ríos.
 Santa Fé.
 Corrientes.
 Misiones.
 Córdoba (por un tiempo).
Dirigida por JOSÉ GERVASIO ARTIGAS como "PROTECTOR de los PUEBLOS
LIBRES"

Como la mayoría de los pueblos del interior, los "Pueblos Libres" iban a re- chazar
el Estatuto Provisional y la convocatoria al Congreso de Tucumán. E- llos, por su
parte, se reunieron en el CONGRESO de ORIENTE, reunido en A- rroyo de la
China que, en junio de 1815, declaró la independencia de España. Esta sería la
primera independencia del Plata, pero no hubo actas de aquel Congreso.
Mientras tanto, Santa Fé volvía a ser reducida a la obediencia por tropas de Buenos
Aires, lo que originó una fuerte reacción popular de la que surgiría un nuevo
caudillo artiguista, llamado Estanislao López.
Artigas, a su vez, hizo sancionar un Reglamento de Derechos Aduaneros (la primera
disposición de carácter proteccionista en el Río de la Plata) que es- tablecía:

1) Fuertes gravámenes a la introducción de ropas y calzados.


2) Fuertes gravámenes a la introducción de "caldos" (dulces y mermeladas) y
aceites, des- tinados a proteger la producción mendocina.
3) Pequeños gravámenes a la introducción de tejidos de Tucumán y yerba mate del
Para- guay.
4) Quedaban liberados del pago de gravámenes los libros, imprentas, máquinas y
armas.

El "Protector de los Pueblos Libres" puso en práctica por aquel entonces un


verdadero programa de gobierno de notable contenido social. En efecto, Ar- tigas

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desarrolló una revolucionaria política colonizadora, distribuyendo gra- tuitamente
entre los sectores más pobres de la población "suertes de están- cia" de una por una
y media leguas, utilizando las tierras expropiadas a los españoles y a los enemigos de
la revolución.

Con respecto al Estatuto Provisional de 1815, esta normativa no contribuyó a disipar


el malestar de los pueblos del interior hacia las prácticas centralistas de los
gobiernos de Buenos Aires. Confería prácticamente todo el poder -in- cluída la
autoridad militar- a la Junta de Observación y al Cabildo porteño. Sólo fue aceptado
por Tucumán, en tanto Cuyo, Córdoba y Salta, apenas se pronunciaron
favorablemente en lo referente a la convocatoria del Congreso de Tucumán.

ESTATUTO PROVISIONAL de 1815


(Análisis)
 Estaba precedido por una Declaración de los Derechos del Hombre.
 La religión del Estado sería la católica.
 Sólo votarían los propietarios y extranjeros con 4 años de residencia que supieran
leer y escribir y poseyeran propiedades, no pudiendo hacerlo los mulatos y cuarterones
(uno de los abuelos negro).
 Provisoriamente, el poder Legislativo residiría en la Junta de Observación y el
Cabildo de Buenos Aires, que sancionarían reglamentos provisionales.
 El poder Ejecutivo lo ejercería el Director de Estado con poderes muy limitados y
con u- na edad superior a los 35 años. Una de sus atribuciones era la convocatoria al
Congreso de Tucumán.
 Con respecto a la elección de los Cabildos, se suprimía el sistema hispánico de que
el Cabildo saliente eligiese al entrante. Ahora, sus miembros pasarían a ser elegidos por
elec- tores, a razón de un elector cada 5000 habitantes (esta sería la base de la futura
Junta de Re- presentantes de la provincia de Buenos Aires).
 Los gobernadores de provincia serían elegidos por estos cuerpos de electores que
de- signarían 6 nombres, de los cuales se eliminarían 3, eligiéndose al gobernador entre
los 3 restantes a pluralidad de sufragios. Estos mandatarios provinciales durarían 3
años.
 Continuaban vigentes los reglamentos sobre seguridad individual y libertad de
prensa.

Punto 2:
EL CAMBIO EN EUROPA. LA RESTAURACIÓN DEL LEGITIMISMO
DINÁSTI- CO. EL CONGRESO DE VIENA. LA POLÍTICA BRITÁNICA.
REFLEJOS DE ESTA NUEVA SITUACIÓN EN LOS PUEBLOS
RIOPLATENSES, LOS PRO- YECTOS DE LA CLASE PRINCIPAL PARA
INSTAURAR UNA MONARQUÍA DESDE 1814. EL PREDOMINIO
CENTRALISTA EN EL CONGRESO DE TUCU- MÁN. DECLARACIÓN DE LA
INDEPENDENCIA. PERSISTENCIA DEL PRO- YECTO MONÁRQUICO, LAS
TRATATIVAS CON FRANCIA. CONSTITUCIÓN DE 1819, ANÁLISIS.

Europa:

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La caída de Napoleón se precipitó desde comienzos de 1814. Francia fue in- vadida
por sus enemigos y el Emperador fue obligado a abdicar. Reconocido por las
potencias como soberano de la pequeña isla de Elba, Napoleón no tardó en recobrar
el poder en Francia donde, el restaurado Luis XVIII (Bor- bon) apenas tuvo tiempo
para escapar al exilio.
Se inició de este modo el último capítulo de la Era Napoleónica, conocido con el
nombre de "los 100 días", que culminaría en junio de 1815 con la de- rrota definitiva
del Emperador en la batalla de Waterloo, su destierro a la isla de Santa Helena y su
muerte en 1821.
Las potencias vencedoras, reunidas en el Congreso de Viena, tenían el pro- pósito de
retrotraer la situación de Europa a los tiempos anteriores a la Re- volución
Francesa. Esta política de restauración absolutista tuvo como prin- cipal exponente
y ejecutor al canciller austríaco, príncipe Clemente de Me- tternich, autor de la
"teoría de la legitimidad", según la cual sería considera- do ilegítimo todo gobierno
surgido de una revolución.
Tres de las potencias reunidas en Viena decidieron el empleo de la fuerza mi- litar
en los casos en que el orden monárquico peligrase, constituyendo la

SANTA ALIANZA:
 Austria (católica)
 Rusia (ortodoxa)
 Prusia (luterana)
Con respecto a Gran Bretaña, el apoyo más verbal que efectivo a los revolu-
cionarios hispanoamericanos cesó a partir del acuerdo entre Castlereagh y el
gobierno de Fernando VII, a partir de un tratado secreto firmado en 1814. Pero, el
compromiso británico no iba más allá de no prestar ayuda a los re- beldes
americanos. Entonces, Fernando solicitó la colaboración naval de Ru- sia para
reconquistar Buenos Aires a cambio de la cesión de la isla de Me- norca. Cuando el
acuerdo trascendió, Gran Bretaña presentó una protesta y los proyectos se
postergaron. Finalmente, Francia, luego del retorno de Luis XVIII al trono,
comenzó a trabajar para crear en América monarquías (México y Buenos Aires),
coronando a príncipes de Borbón.

El Congreso de Tucumán:

Los diputados para el Congreso de Tucumán fueron elegidos por electores (un
elector cada 5000 habitantes), a razón de un diputado cada 15000 habi- tantes.
Con excepción de los diputados de Tucumán y más tarde los de Jujuy, los diputados
no llevaban instrucciones para declarar la independencia. Debían limitarse a
sancionar una Constitución. El Congreso inició sus sesiones en marzo de 1816.
Los problemas por los que atravesaba el Directorio en Buenos Aires llevaron al
Congreso a dedicarse de entrada a la elección de un Director titular, cargo para el
que resultó electo Juan Martín de Pueyrredón.
En ese intervalo, Álvarez-Thomas, desprovisto de popularidad y apoyos, in- tentó
volver a Santa Fé a la obediencia de Buenos Aires. No obstante, las tropas destinadas
a cumplir este objetivo se sublevaron contra su autoridad, lo que le hizo renunciar.
El nuevo Director de Estado interino, Antonio González Balcarce, se encon- tró
imprevistamente al frente de un movimiento de carácter federalista, que por

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primera vez aparecía en Buenos Aires, y que no descartaba la alianza con Artigas.
Este movimiento, que contaba con el apoyo de algunos de los cuerpos cívicos, se
mostró particularmente irritado con la elección de Puey- rredón, y se exaltó ante la
noticia de que la Banda Oriental había sido invadi- da por los portugueses. Sin
embargo, los manejos del Cabildo y de la Junta de Observación desarticularon este
movimiento y, cuando arribó Pueyrre- dón, pudo hacerse cargo del gobierno
tranquilamente.

Declaración de la independencia:
Aunque ya hemos expresado que sólo los diputados de Tucumán y Jujuy lle- vaban
instrucciones de declarar la independencia, la presión combinada de San Martín
desde Cuyo -apoyado por Güemes- y de Belgrano fueron prepa- rando el terreno y,
este tema, figuró en el 3er. punto del "Plan de Materias" del Congreso de Tucumán.
En la sesión del 9 de julio de 1816, bajo la presidencia del diputado sanjuani- no
Francisco Narciso Laprida, se declaró la independencia de las "Provin- cias Unidas
de Sud América" de "Fernando VII sus sucesores y metrópoli".
No obstante, rumores que el tiempo confirmaría como ciertos, acerca de la intención
de cobijarse bajo protección extranjera, llevaron a los congresales a tranquilizar a
la opinión pública agregando, el día 19 de julio, al acta de la declaración de la
independencia "y de toda otra dominación extranjera".

Debate sobre la forma de gobierno:


Tres días antes de la declaración de la independencia, el Congreso recibió en sesión
secreta a Belgrano. La síntesis de la opinión de Belgrano fue:

1) Declarar la independencia porque ya no podía contarse con el apoyo de Gran


Bretaña.
2) Tratar de demostrar orden y serenidad, pues la revolución gozaba de escaso
prestigio en el exterior por haber caído en la anarquía, a efectos de lo cual era
preciso poner fin a la "infección" del artiguismo.
3) Tomando en cuenta que en Europa las ideas republicanas habían caído en
absoluto des- crédito ("hasta hace poco se intentaba republicanizarlo todo; ahora
se quería monarqui- zarlo todo").
4) Proponer el establecimiento de una monarquía restaurando la dinastía de los
Incas.

Los debates en torno a la forma de gobierno mostraron que, casi por unani- midad
(con la excepción de Godoy Cruz), los diputados eran partidarios de la monarquía.
Es una tradición carente de fundamento que el diputado sanjuanino fray Jus- to
Santa María de Oro fuera republicano, por haberse mal interpretado sus palabras
de que se retiraría del Congreso si se adoptaba la forma monárqui- ca. En realidad,
el fraile expresaba que carecía de poderes por parte de su provincia para
pronunciarse a favor de cualquier forma de gobierno.
Por su parte, la propuesta de Belgrano de coronar un Inca que, entre otras cosas,
implicaba la unidad política de América del Sur, sólo recibió una bue- na acogida
por parte de algunos diputados norteños y altoperuanos.
Al conocerse la noticia de la invasión portuguesa a la Banda Oriental, se votaron
instrucciones que llevarían los emisarios del Congreso ante el general invasor
(Carlos Lecor) y la corte de Río de Janeiro. Dichas instrucciones se dividían en:

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"RESERVADAS":
 Portugal debía reconocer la independencia de las Provincias Unidas
 El general Lecor debía declarar públicamente no tener intenciones sobre la
Banda Occidental
 Debía garantizarse el predominio de la idea monárquica constitucional en el
ámbito de las Provincias Unidas
 Debía sugerirse el proyecto de enlazar la dinastía de Bragança con la de los Incas.
Si esto último no se aprobaba se propondría coronar un infante de Bragança en el
Río de La Plata.

"RESERVADÍSIMAS":
 Si se exigía la incorporación de estas provincias al imperio portugués, éstas sólo
lo harían constituyendo un estado distinto y separado del Brasil, bajo la dinastía
portuguesa

Estas instrucciones implicaban dos consecuencias:


1) el abandono de Artigas y la Banda Oriental, cuya invasión había sido sugerida
por el ministro argentino en Río de Janeiro Manuel José García
2) la pérdida de la independencia recién declarada.
Estas instrucciones jamás llegaron a manos de los portugueses por haberlo impedido
Pueyrredón que, por aquellos días, se hallaba en tratativas con Francia.

Las tratativas con Francia:

Como ya hemos expresado, el gobierno de Luis XVIII pretendía coronar algún


príncipe de Borbón en Hispanoamérica. Estos planes tuvieron una amplia y
favorable recepción por parte de Pueyrredón que, en sus notas al gabinete de París,
se declaraba francés.
El gabinete de Luis XVIII, presidido por Richelieu, tuvo conocimiento de esa
situación por lo que remitió un agente secreto -Lemoine- a Buenos Aires. De allí
surgió la idea de establecer en el Río de la Plata una monarquía constitucional que
tendría por rey al príncipe Luis Felipe de Orleans. Aprobada por el Congreso esta
negociación, fue enviado a Europa Valentín Gómez.
Al llegar Gómez a París, la situación había cambiado y Richelieu ya no presidía el
gabinete. Por el contrario, los nuevos ministros respondían a la influencia británica
y sabían que Gran Bretaña no toleraría el establecimiento de un protectorado
francés en el Río de la Plata. Por ello, se ofreció a Gómez la coronación de una figura
de menor importancia, Carlos Luis de Borbón, duque de Luca, que llegaría a Buenos
Aires acompañado por tropas francesas y que, eventualmente, podría representar
la solución del problema de la Banda Oriental casándose con una princesa de
Bragança. Para preparar el advenimiento de la monarquía se elaboró una
Constitución en el año 1819.
La misma fue precedida por la preparación de un Reglamento Provisorio en 1817. El
Congreso, que se estaba trasladando a Buenos Aires, copió prácticamente de manera

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total el Estatuto Provisional de 1815. Sin embargo, Pueyrredón, al comprobar las
escasas atribuciones que le confería dicho reglamento, lo devolvió al Congreso. Éste
realizó algunas modificaciones que mejoraban los poderes del Director Supremo,
concediéndole el derecho de nombrar a los gobernadores-intendentes y colocando
bajo sus órdenes todas las milicias del país.

CONSTITUCIÓN DE 1819

 Se inicia con un Manifiesto, obra del deán Funes: "... no es ni la democracia


fogosa de Atenas, ni el régimen monacal de Esparta, ni la aristocracia patricia o la
efervescencia plebeya de Roma, ni el absolutismo de Rusia o el despotismo de Turquía
ni la federación complicada... es un estatuto que se acerca a la perfección".
 PODER LEGISLATIVO: Bicameral
a) Cámara de Representantes: elegidos por las provincias, a razón de uno cada
25000 habitantes. Mayores de 26 años y con una renta de $4000. Durarían 4 años
y se renovarían por mitades cada dos. La Cámara tendría la inciativa en materia
de impuestos y el derecho de acusar ante el Senado a los miembros de los otros
poderes.
b) Senado: un senador por cada provincia; tres militares con grado no inferior a
coronel mayor; un obispo y tres eclesiásticos; uno por cada Universidad y el
Director saliente. Debían ser mayores de 30 años y poseer un capital de $8000.
Durarían 12 años, renovándose por tercios cada 4.
Le correspondía juzgar a los acusador por la Cámara de Representantes, aprobar
tratados internacionales, declarar la paz o la guerra y aprobar los candidatos para
el Alto Tribunal.

 Elección de los senadores civiles: cada municipio nombraba dos electores que,
reunidos con los demás electores de la provincia, elegirían una terna (uno no
debía ser de la provincia). La terna se remitiría al Senado para que hiciera el
escrutinio o decidiese si había empate de votos.
 Elección de los senadores militares: por el Director
 Elección de los senadores religiosos: la primera vez, el obispo de la sede donde
residiera el Congreso. Luego, la Asamblea de Obispos. Los tres eclesiásticos
serían electos por Asambleas Eclesiásticas que formarían ternas y se procedería
igual que con los senadores civiles.
 PODER EJECUTIVO: Residiría en un Director de Estado elegido por 5 años
por mayoría en el Congreso. Sería mayor de 35 años y podía ser reelecto una vez.
Nombraba los coman- dantes militares, embajadores y, presuntamente, a los
gonernadores de provincia. No men- cionaba a las provincias.
 PODER JUDICIAL: Residiría en una Alta Corte de Justicia de 7 jueces y 2
fiscales nom- brados por el Director con acuerdo del Senado.
 RELIGIÓN: La religión del Estado sería la católica.
 CEREMONIAL: Era de carácter aristocrático. Los miembros de los tres
poderes tendrían el tratamiento de "soberanía"; el Congreso de "alteza serenísima"
y cada cámara el de "alte- za".

Punto 3:

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LA INVASIÓN PORTUGUESA A LA PROVINCIA ORIENTAL, CONNIVENCIA
CON LOS DIRECTORIALES, ACTITUD DEL CONGRESO. EL PROYECTO DE
ADHERIR A LA CASA DE BRAGANÇA. ACEPTACIÓN DE LA OCUPACIÓN
PORTUGUESA POR PARTE DEL DIRECTORIO, EL CONVENIO DE 1817. LA
"LIGA DE LOS PUEBLOS LIBRES" Y LA GUERRA EN LOS "DOS FRENTES".
POSIBILIDAD DE UNA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA AL RÍO DE LA PLATA.
CON- VOCATORIA A LOS EJÉRCITOS COMANDADOS POR SAN MARTÍN
Y BEL- GRANO. GESTIONES DE UNIDAD, EL ARMISTICIO DE SAN
LORENZO. VER- DADEROS PROPÓSITOS DEL DIRECTORIO. RUPTURA
DEL ARMISTICIO, MOVILIZACIÓN DE LOS "PUEBLOS LIBRES".
DESOBEDIENCIA DE SAN MARTÍN. SUBLEVACIÓN DEL EJÉRCITO DEL
NORTE. REVOLUCIONES DE TUCUMÁN Y SANJUAN. BATALLA DE
CEPEDA.
Al tiempo de inaugurarse el Congreso de Tucumán, tropas portuguesas vete- ranas,
que habían combatido en Europa, invadieron la Banda Oriental. En realidad, se
trataba de una antigua aspiración portuguesa de extender su do- minio hasta el Río
de la Plata. Pero, en aquellas circunstancias, se adaptaba perfectamente a las
ambiciones portuguesas el hecho de que el artiguismo constituía un factor
perturbador entre los pueblos brasileños de la frontera. En efecto, las poblaciones
de Río Grande do Sul, constituídas básicamente por paisanos libres dedicados a las
tareas rurales, tenían grandes afinidades con sus vecinas rioplatenses, hasta el punto
de ser denominados "gaúchos" sus habitantes. Dichas poblaciones no eran
indiferentes a los ideales que proclamaba el artiguismo.
A lo largo de cuatro años, Artigas luchó denodadamente con los invasores, llegando
incluso su lugarteniente Andrés Guacurari a invadir tierra brasile- ña. En todo ese
tiempo, el caudillo oriental clamó por la ayuda de Buenos Aires que nunca llegó a
efectivizarse.
Antes de cumplirse un año de iniciada la invasión de Lecor, Montevideo cayó en su
poder. Detrás de esta invasión, intentando convencer a las autoridades argentinas
de la conveniencia de liberarse del "anarquista" Artigas, se halla- ba Manuel José
García.
Al hacerse cargo del Directorio, Pueyrredón expresó palabras plenas de pa-
triotismo, pareciendo que declararía la guerra a Portugal. Sin embargo, el Di- rector
había reconstituído la "Logia Lautaro" y sus nuevos integrantes, re- presentantes de
una mentalidad conservadora, unidos al Cabildo porteño y al propio Congreso,
fueron aplacando sus ánimos.
Cuando fue evidente que Pueyrredón no haría nada en defensa de la Banda Oriental,
los cívicos de Buenos Aires, representantes del partido popular, co- menzaron a
agitarse. Pueyrredón respondió haciéndose conferir por el Con- greso poderes
especiales para suspender el ejercicio de los derechos indivi- duales y, en uso de esos
poderes, arrestó o desterró a los jefes de dicho par- tido (Manuel Dorrego fue
desterrado y viajó a los EEUU para aprender el fe- deralismo norteamericano).
Las tratativas secretas del gobierno argentino con los portugueses, conclu- yeron,
finalmente, con la promesa lusitana de que la invasión se limitaría ex- clusivamente
a la Banda Oriental. Pero, mientras arreglaba diplomáticamen- te su situación con
Portugal, Directorio y Congreso no cesaban de agredir a los "Pueblos Libres" o
pretendían captar a sus jefes para apartarlos de Arti- gas.
La noticia de la inminente llegada al Río de la Plata de una expedición espa- ñola de
castigo, de 20.000 hombres, alarmó a Pueyrredón, que ordenó a San Martín y a
Belgrano la concentración en Buenos Aires de los Ejércitos de los Andes y del Norte.

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San Martín dejó sus fuerzas en Mendoza y continuó su viaje hacia la capital en
compañía de emisarios del gobierno de Chile que llegaban para mediar entre los
artiguistas y el gobierno argentino, a fin de estar preparados para enfrentar la
invasión que se anunciaba.
Pueyrredón les avisó que no necesitaba una mediación, por lo que San Mar- tín
volvió a Mendoza y renunció a la jefatura del Ejército. Ante la gravedad de ese
hecho, y sabiendo que Belgrano también quería la paz con los "Pueblos Libres",
ordenó la cesación de hostilidades con estos. En abril de 1818, Bel- grano concertó
con Estanislao López el Armisticio de San Lorenzo, prepara- torio del arreglo
definitivo que acordarían los representantes de Artigas y Pueyrredón. Sin embargo,
aquel arreglo no llegaría a concretarse, pues los representantes del Directorio no
llevaron instrucciones acerca de una ruptu- ra con Portugal, único requisito exigido
por Artigas.
Tres días después de la firma del armisticio, Pueyrredón renunció, presiona- do por
las actitudes de los jefes militares (San Martín y Belgrano) y la "Logia Lautaro".
Ésta, conducida ahora por Gregorio Tagle, no quería arreglos con Artigas. Esperaba
la llegada del duque de Luca con tropas francesas.
El Congreso, por su parte, nombró a José Rondeau Director Supremo. Al sa- berlo,
San Martín presentó otra vez su renuncia para ponerse al servicio de Chile y
continuar su proyecto de invadir Perú. Rondeau lo confirmó como je- fe del Ejército
de los Andes, dándole libertad para proseguir sus planes.
Entonces, comenzaron a circular rumores de una carta de Valentín Gómez a-
nunciando la inminencia del viaje del duque de Luca. Esos rumores dejan confuso a
San Martín y enfurecen a los federales que hablan de "alta trai- ción", por quererse
entregar el país a los franceses. Artigas decide romper el armisticio y, como
consecuencia de su ruptura, Estanislao López interceptó un convoy de carretas que
se trasladaba a Córdoba, encontrando en él docu- mentos comprometedores (carta
de Rondeau a Manuel García) que hablaban de una acción conjunta con los
portugueses para aplastar a Artigas. Decla- rando oficialmente la guerra al gobierno
de Buenos Aires, el caudillo orien- tal -que aún resistía en la Banda Oriental- abrió
un "segundo frente", enco- mendando el mando de las operaciones contra Rondeau
al entrerriano Fran- cisco Ramírez, que llevaría a López como lugarteniente.
Ante la inminencia de la invasión artiguista, Rondeau ordenó a San Martín y
Belgrano que bajaran con sus ejércitos hasta Buenos Aires. El primero no o- bedeció
y Belgrano, enfermo de muerte, dispuso la marcha del Ejército del Norte bajo las
órdenes del general Fernández de la Cruz.
Sin embargo, al llegar a la Posta de Arequito, Juan Bautista Bustos, José Ma- ría Paz
y Felipe Ibarra encabezaron una sublevación que condujo al Ejército del Norte a su
disolución.

Bustos, Ibarra y Bernabé Aráoz, al frente de algunos contingentes de solda- dos,


marcharon entonces sobre sus provincias natales -Córdoba, Santiago del Estero y
Tucumán, respectivamente- para tomar el gobierno, generalizan- do la revolución
federal. Al mismo tiempo, Mariano Mendizábal, al frente de un cuerpo del Ejército
sanmartiniano, se sumó al proceso, proclamando la autonomía de San Juan.
Con las escasas fuerzas que poseía en Buenos Aires y San Nicolás, Ronde- au
enfrentó a los lugartenientes de Artigas, siendo derrotado el 1º de febrero de 1820
en la batalla de la Cañada de Cepeda. Pocos días antes, Artigas era derrotado por los
portugueses en la batalla de Tacuarembó y arrojado de la Banda Oriental, que fue
incorporada al imperio lusitano con el nombre de provincia Cisplatina.

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Punto 4:
LAS INSTRUCCIONES DE ARTIGAS A RAMÍREZ Y LÓPEZ, ACTUACIÓN EN
CONSECUENCIA. DISOLUCIÓN DEL DIRECTORIO Y DEL CONGRESO. EL
CABILDO-GOBERNADOR, NACIMIENTO DE LA PROVINCIA DE BUENOS
AI- RES. LA JUNTA ELECTORAL, NOMBRAMIENTO DEL GOBERNADOR.
NOTI- CIAS SOBRE LA DERROTA ORIENTAL EN TACUAREMBÓ,
EFECTOS. EL TRATADO DE PILAR, ANÁLISIS Y SIGNIFICADO.
Mientras Rondeau salía para combatir en Cepeda, la Logia y los directoria- les
produjeron en Buenos Aires un golpe de Estado. Apresaron a Pueyrre- dón, Tagle y
los miembros más resistidos del gobierno y les abrieron proce- so, aunque les
permitieron fugarse a Montevideo. Luego, designaron un Di- rector sustituto: Juan
Pedro Aguirre.
Ramírez, desde el mismo lugar de la batalla, dio a Buenos Aires un plazo de 8 días
para constituirse en provincia federal. Pasados los 8 días, ordenó mar- char sobre la
ciudad. Vuelto Rondeau, recobró el mando pero, la principal fuerza defensiva de
Buenos Aires formada por los cívicos de Miguel Soler simpatizaba con los federales.
Después de un pronunciamiento de Soler, el Cabildo intimó al Congreso a disolverse
y a Rondeau a entregar el mando, siendo obedecido. El Cabildo se erigió entonces
en Cabildo-gobernador. Como Ramírez no quería saber nada con el Cabildo y Soler
desconfiaba también de él, le hizo saber que de- bían efectuarse elecciones para
constituir la provincia de Buenos Aires.
La Junta electoral (3 electores por cada uno de los cuatro cuarteles de la ciu- dad)
había sido creada por el Estatuto Provisional de 1815. A los 12 electo- res o
"representantes" de la ciudad debían sumarse otros 11 de la campaña. Sin embargo,
el primer gobernador de la provincia de Buenos Aires y la pri- mera Junta de
Representantes no serían elegidos por este procedimiento.
En medio de la confusión reinante, operaban en ambos bandos grupos que
pretendían imponer sus puntos de vista e intereses.

 Para el partido directorial y la oligarquía porteña el interés era:


1) Ganar tiempo frente a Ramírez.
2) Neutralizar a Soler.

 En el campo federal, actuaba junto a Ramírez una especie de "Triunvirato" ,


integrado por Alvear, Sarratea y el chileno José Miguel Carrera (enemigo de San
Martín que, cuando se preparaba para invadir Chile, había preferido a su
adversario O'Higgins).

Procurando ganar tiempo, el Cabildo envió una comisión a Ramírez, pero és- ta fue
alcanzada por Sarratea que venía desde Buenos Aires y, en una entre- vista
celebrada en San Antonio de Areco, se convino que el gobernador de- bía ser el
antiguo miembro del Primer Triunvirato, aprovechando la ingenui- dad e indecisión
de Soler, que no le habían permitido marchar sobre la ciu- dad para apoderarse del
gobierno. De ese modo, Ramírez, Alvear, Carrera, Sarratea y el Cabildo porteño
acordaron que el primer gobernador bonaeren- se sería Manuel de Sarratea.
Para cumplir con lo estipulado en San Antonio de Areco, fue preciso que la Junta
de Representantes fuera elegida en un Cabildo abierto. Efectuado és- te, se hizo

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correr la voz de manera discreta que Sarratea debía figurar entre los 12 electos para
que una vez constituída la Junta, ésta lo eligiera goberna- dor.
Ya electo, Sarratea firmó con Ramírez y López el Tratado del Pilar.

TRATADO del PILAR


(23 de febrero de 1820)
 Fue un tratado tripartito entre tres provincias (Buenos Aires, Santa Fé y Entre
Ríos).
 Reconocía la preexistencia de la Nación Argentina.
 En 60 días se reuniría un Congreso en San Lorenzo (Sta. Fé) para organizar
federativa- mente el país, al que serían invitadas las demás provincias.
 No se declaraba la guerra a Portugal ("recuerdan" y dejan a la reflexión de los
firmantes el agobio que padecía la Banda Oriental).
 Los firmantes se reservaban la navegación de los ríos Paraná y Uruguay.
 Se disponía una amplia amnistía (que favorecía a Alvear).
 Serían juzgados por "alta traición" los miembros del gobierno depuesto que habían
ne- gociado la coronación del duque de Luca.
 Hipócritamente, deseaba la aprobación de todo lo convenido por parte del "Capitán
Ge- neral de la Banda Oriental", al que no se llamaba "Protector".
 Se convenía el retiro de tropas a las 48 horas de ratificado el tratado.
 Por un acuerdo secreto, Buenos Aires se comprometía a enviar armas y soldados a
Ra- mírez. También se darían armas y soldados (extranjeros que servían en Bs.As.) a
Carrera para que emprendiera la guerra contra O'Higgins.

Artigas había dado precisas instrucciones a su lugarteniente Ramírez de no llegar a


ningún acuerdo si antes no se declaraba la guerra a Portugal. Ramí- rez se arrogaba
el título de gobernador de Entre Ríos (no lo era). No se men- cionaban más los
"Pueblos Libres".

Punto 5
LA NUEVA SITUACIÓN. LIQUIDACIÓN DEL PROYECTO MONÁRQUICO,
CON- SOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA. NACIMIENTO DE LAS
PROVINCIAS. EL INFLUJO DE LOS "PUEBLOS LIBRES". ORGANIZACIÓN
DE LAS PROVIN- CIAS, ESTATUTOS, REGLAMENTOS Y
CONSTITUCIONES, RASGOS COMU- NES. EL GOBERNADOR. LA SALA DE
REPRESENTANTES.

Liquidación del proyecto monárquico:


La disolución del gobierno nacional, a partir de la batalla de Cepeda, signifi- có el
fin de las tentativas de establecer una monarquía en el Río de la Plata. Los gestores
de esta idea habían respondido a un sentir muy generalizado en el pueblo, para
quien la idea de tener un rey no representaba un despro- pósito, ya que habían
nacido y vivido bajo la autoridad de un rey. Lo grave de aquel propósito era que los
proyectos monárquicos venían vinculados a la casa de Bragança o, conforme a las
gestiones de Valentín Gómez, al du- que de Luca, lo que implicaba perder la
independencia que acababa de de- clararse.

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Artigas había considerado el proyecto de entregarse a Francia como una "al- ta
traición", pero el enfrentamiento con el Directorio y el Congreso se había basado
fundamentalmente en la falta de apoyo para su lucha contra el inva- sor portugués
y el descubrimiento de la connivencia entre Buenos Aires y los lusitanos.
La clase directorial había logrado eludir -en el Tratado del Pilar- cualquier
compromiso de liberar la Banda Oriental, presentando a los partidarios de la
coronación del duque de Luca como los únicos responsables de la guerra que había
concluido en Cepeda. Por eso acordó su enjuiciamiento.

Nacimiento del Derecho Público Provincial argentino:


Este momento de la historia nacional será el del nacimiento de las provin- cias
"tradicionales" argentinas, que serían 13 desde entonces, con el agre- gado de Jujuy
en 1834. Este proceso es la consecuencia del influjo que ejer- cieron desde hacía más
de cinco años los "Pueblos Libres" liderados por Ar- tigas, que arrancaron a Santa
Fé, Entre Ríos y Corrientes de la antigua de- pendencia de Buenos Aires.
Repasando este proceso, tenemos que las antiguas jurisdicciones virreina- les
comprendían las siguientes ciudades-cabildo:

JURISDICCIÓN VIRREINAL CIUDADES-CABILDO


 Buenos Aires
 Santa Fé
INTENDENCIA de BUENOS AIRES  El "continente" de Entre Ríos (Arroyo
de la China, Gualeguay, Gualegaychú)
 Corrientes

JURISDICCIÓN VIRREINAL CIUDADES-CABILDO


 Córdoba
 La Rioja
INTENDENCIA de CÓRDOBA  Mendoza
del TUCUMÁN  San Juan
 San Luis

JURISDICCIÓN VIRREINAL CIUDADES-CABILDO


 Salta
INTENDENCIA de SALTA  Tucumán
del TUCUMÁN  Santiago del Estero
 Catamarca

En el año 1815, las intendencias virreinales fueron convertidas por el Direc- torio en
Gobernaciones-intendencia. En tanto Buenos Aires conservó la mis- ma estructura
territorial, las otras dos fueron divididas:

REFORMA DE 1815 CIUDADES-CABILDO


 Buenos Aires
 Santa Fé
GOBERNACIÓN-INTENDENCIA de
BUENOS AIRES  Entre Ríos

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 Corrientes

Córdoba del Tucumán quedó dividida entre las Gobernaciones-intendencias de


Córdoba y de Cuyo:

REFORMA DE 1815 CIUDADES-CABILDO


 Córdoba
GOBERNACIÓN-INTENDENCIA de  La Rioja
CÓRDOBA

REFORMA DE 1815 CIUDADES-CABILDO


 Mendoza
GOBERNACIÓN-INTENDENCIA de  San Juan
CUYO
 San Luis

Salta del Tucumán quedó dividida entre las Gobernaciones-intendencias de Salta y


de Tucumán:

REFORMA DE 1815 CIUDADES-CABILDO


 Salta (Jujuy a partir de 1834)
GOBERNACIÓN-INTENDENCIA de
SALTA

REFORMA DE 1815 CIUDADES-CABILDO


 Tucumán
GOBERNACIÓN INTENDENCIA de  Santiago del Estero
TUCUMÁN
 Catamarca

Entre 1819 y 1823, cada una de estas ciudades-cabildo dio origen a una pro- vincia
autónoma, que comenzó a organizarse política e institucionalmente de manera
diferente a partir de estatutos, reglamentos y constituciones.
Las 13 provincias fueron el resultado de un movimiento federativo impulsa- do por
las milicias cívicas, cuyos jefes o "caudillos" terminaron convirtién- dose, por lo
general, en gobernadores. Tenían la jurisdicción de un munici- pio que, casi siempre,
les dio el nombre. Cada municipio dio origen a una provincia, con dos excepciones:
 SALTA: La gobernación-intedencia de Salta había tenido 3 municipios: Salta,
Orán y Ju- juy. Jujuy lograría su autonomía en 1834; Orán continuaría unida a
Salta.
 ENTRE RÍOS: El "continente de Entre Ríos" había sido una liga de 3 villas:
Gualeguay, Gualeguaychú y Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), que se
amplió a 5 cuando Paraná y Nogoyá erigieron sus cabildos.

SANTA FE
El ESTATUTO PROVISORIO de 1819 fue la primera constitución provincial del
país.
 Sostenía la religión católica.

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 Era ciudadano todo americano que no fuese enemigo de "la causa general de
América".
 No consagraba la división de poderes.
 Una Junta de Comisarios (12), elegidos directamente por el pueblo, designaba al
gober- nador, asesorándolo y auxiliándolo en la redacción de las leyes. También
debía aprobar las constituciones. Los comisarios duraban 2 años.
 El Gobernador, electo por 2 años, podía ser reelecto indefinidamente. Tenía
grandes a- tribuciones, ya que además de la administración y el mando de las
milicias, dictaba las leyes asesorado por la Junta de Comisarios y entendía por
apelación en todos los juicios que no fuesen de menor cuantía.
 No existía Poder Judicial, pues dejaba la administración de justicia en manos de
la exis- tente antes de la independencia.

El Gobernador:
El gobernador de cada una de las provincias era habitualmente elegido por la
Legislatura, Junta de Representantes, Sala de Representantes o Congreso
Provincial, por un término que oscilaba entre los 2 y los 3 años. En algunas de ellas,
se autorizaba la releección del gobernador, aunque el tema de la re- elección no fue
siempre respetado.
La Sala:
Llamada Junta de Representantes en Buenos Aires, Junta de Comisarios en Santa
Fé y Congreso Provincial en Corrientes, Entre Ríos y Córdoba, desem- peñaba las
funciones de los antiguos cabildos, ocupándose de precios de mercado, escuelas,
hospitales y, especialmente, de la elección del goberna- dor. Convertidas en
Congresos extraordinarios, votaban las constituciones que les presentaban.
Con la excepción de Entre Ríos, donde verdaderamente cumplía funciones
legislativas, en general se limitaban a asesorar y auxiliar a los gobernadores, -que
eran quienes dictaban la ley- en la redacción de las mismas.
El número y forma de elección de los diputados variaba. En Buenos Aires
terminaron siendo 47 (24 por la ciudad y 23 por la campaña). Por lo general, eran
elegidos directamente por el pueblo.
La Justicia:
Conservaba la estructura básica de la época hispánica.
 Los alcaldes fallaban en primera instancia.
 De sus fallos se apelaba:
1) ante el Cabildo en pleno o un "juez de alzada" en los asuntos civiles;
2) ante el gobernador en los asuntos criminales.
 Respecto de los recursos que antes se llevaban a la Audiencia:
1) Súplica: (cuando las sentencias de dos instancias eran contradictorias) se
llevaban ante el gobernador (asesorado por "expertos"), ante un tribunal
formado por las partes o ante un juez o un tribunal "de alzada".
2) Extraordinarios: (nulidad, injusticia notoria) y De fuerza (resoluciones de los
tribunales eclesiásticos), se llevaban ante tribunales especiales for- mados por
"expertos" designados por el gobernador.
Los "expertos" eran clérigos o comerciantes con algunas lecturas jurídicas. Sólo
había abogados en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Salta.

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En segunda instancia, Buenos Aires tenía la Cámara de Apelaciones (creada en 1812),
que estaba integrada por jueces letrados. Córdoba y Mendoza tu- vieron cámaras
letradas, y Tucumán un juez "de alzada" letrado.

Las constituciones:
Las constituciones perduraron cuando se trasladó a un estatuto la vida real de la
provincia; fracasaron cuando fueron una copia de otras realidades. En general, no
se contemplaba -ni menos aún se respetaba- la división de pode- res al estilo
anglosajón. Los gobernadores lo podían todo, en tanto interpre- tasen el sentir de
sus conprovincianos. Pero, el rasgo fundamental del primi- tivo Derecho Público
Provincial argentino fue el sufragio universal, originado en el voto de las milicias
cívicas.

Punto 6:
EL CONFLICTO ENTRE RAMÍREZ Y ARTIGAS. LA CRISIS DEL PODER EN
BUENOS AIRES. REACOMODAMIENTO DEL PARTIDO DIRECTORIAL.
LEY DE INSTRUCCIONES Y CONSEJO DE GOBIERNO. PROFUNDIZACIÓN
DE LA CRISIS. CONSOLIDACIÓN DEL ORDEN. GUERRA ENTRE BUENOS
AIRES Y SANTA FÉ, TRATADO DE BENEGAS Y COMPROMISO DE SAN
NICOLÁS.
Ramírez, aconsejado por Carrera y aceptado por los directoriales porteños, no había
respetado las instrucciones de Artigas, abandonando la Banda O- riental en manos
de los portugueses. Estaba seguro que sería consagrado jefe del país en el Congreso
de San Lorenzo.
Cuando Artigas conoció el contenido del Tratado del Pilar, se volvió furioso contra
el lugarteniente desleal. Apoyado por misioneros, correntinos y mu- chos
entrerrianos, obtuvo algunos triunfos sobre las tropas de Ramírez y o- cupó
Concepción del Uruguay.
Pero Ramírez, recibió artillería e infantería porteños, con los que derrotó al viejo
"Protector" en Sauce de Luna, Yuquerí y Ábalos, obligándolo a refu- giarse en el
Paraguay, de donde ya no saldría.

La crisis del poder en Buenos Aires:


La secuencia de los hechos en Buenos Aires, durante 1820, fue la siguiente:

 El 1º de marzo de 1820 entró en Buenos Aires Juan Ramón Balcarce con la


infantería que logró salvar en Cepeda. Los directoriales, agraviados por el desfile
de las montoneras de Ramírez y López por la ciudad, se exaltan dispuestos a
derrocar a Sarratea.

 El 6 de marzo, estalló una contra-revolución en la que aparece involucra- do


hasta Soler y los suyos, al difundirse el acuerdo secreto de entregar armas a los
federales. Sarratea es depuesto y reeplazado por Balcarce. Algunos personajes
pretenden restaurar el Directorio.

 Balcarce no llegó a gobernar ni una semana; sus tropas lo abandonarán, así como
Soler. Cuando fracasa el audaz golpe intentado por Alvear, los directoriales
prefieren restituir el gobierno a Sarratea.

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 Cuando Sarratea intenta vetar la designación de cuatro miembros de la Junta
de Representantes, implicados en el proceso por "alta traición" a- cordado en el
Tratado del Pilar, estalla la indignación de los directoriales y la gente decente, y
es obligado a renunciar (mayo). Sin embargo, a pe- sar de las esperanzas de
Soler, la Junta de Representantes eligió gober- nador interino al estanciero
apolítico Ildefonso Ramos Mejía.

 Mientras Ramírez enfrentaba a Artigas, Carrera y Alvear convencieron a


Estanislao López de marchar sobre Buenos Aires por el incumplimiento del
Tratado del Pilar. En Buenos Aires vuelve a desatarse la crisis:

1) Ramos Mejía renuncia y deposita el mando en la Junta de Representantes.


2) La Junta de Representantes se disuelve y deposita el mando en el Cabildo de
Bs.As.
3) El Cabildo de Luján elige gobernador a Soler.
4) El Cabildo de Buenos Aires reúne con la policía a los miembros de la Junta de
Repre- sentantes, que también ratifica a Soler como gobernador.
5) Soler sale a combatir a López, dejando a Manuel Dorrego como gobernador
provisorio.
6) Soler es vencido por López en Cañada de la Cruz y desaparece de la escena
política.

 Entre el 20 de junio (muerte de Belgrano y "día de los tres gobernadores" según


Bartolomé Mitre o "sin ningún gobernador" según José M.Rosa) y el 1º de julio,
la confusión es total:

1) Soler no ha renunciado.
2) El gobernador interino Dorrego está en la campaña.
3) El Cabildo de Buenos Aires destituye a Soler y reasume el mando.
4) Alvear ha reclutado vecinos de la campaña para crear en Luján una Junta de
Represen- tantes que lo elige gobernador.
5) Marcos Balcarce y Manuel Pagola, con tropas de Buenos Aires, pueden intentar
quedar- se con el mando.

 Los esfuerzos del Cabildo tropiezan con las amenazas de Alvear y la in-
transigencia de Pagola. En secreto, hacen elegir por los alcaldes de ba- rrio una
nueva Junta de Representantes, pero ésta se niega a elegir go- bernador por
temor a Pagola que está en el Fuerte.

 López, disgustado con Alvear y Carrera, se sitúa cerca de Buenos Aires, pero
carece de fuerzas suficientes como para invadir la ciudad. En tanto, Dorrego ha
vuelto con algunas tropas y se prepara para defender Bs.As. La Junta de
Representantes, creada "entre gallos y medianoche", lo elige "gobernador
interino de la ciudad".
 Dorrego sigue a López, que se vuelve despechado a Santa Fé. Mientras está en
campaña, deja instrucciones para que sea elegida la cuarta Junta de
Representantes en lo que va del año '20, destinada a nombrar al gober- nador
titular.

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 Con Dorrego marchan las milicias del sur de la provincia, bajo el mando de
Martín Rodríguez (uno de sus comandantes es Juan Manuel de Rosas). Luego de
una pequeña victoria en Pavón, Dorrego pretende invadir Santa Fé contra los
consejos de Rosas, que conoce los peligros de la región (arenales y pastos
venenosos). Licenciados Rodríguez y Rosas, Dorrego penetra en el sur
santafesino, siendo derrotado en Gamonal.

 Para alcanzar la paz, López exige la separación de Dorrego y la nueva Junta de


Representantes designa gobernador a Martín Rodríguez. Aún sucede un nuevo
episodio sangriento. Vuelve a sublevarse Pagola, que reclama la renuncia de
Rodríguez y la disolución de la Junta a los que a- cusa de directoriales. Pero la
intervención de las milicias rurales -espe- cialmente los "Colorados del Monte"
de Juan Manuel de Rosas- permite restablecer el orden.

 Martín Rodríguez decide proseguir la guerra contra López, y sale en cam- paña
munido de poderes especiales ("lleno de facultades"). Pero, no hay por parte del
sanfesino intenciones serias de combatir, pues desconfía de los propósitos de
Ramírez, que acaba de crear la República de Entre Ríos (Entre Ríos, Corrientes
y Misiones). Por su parte, Juan Bautista Bustos, gobernador de Córdoba, ofrece
su mediación, aunque existen dos dificul- tades:

1) Santa Fé exige una indemnización por largos años de invasiones porteñas.


2) Buenos Aires exige la entrega del chileno Miguel Carrera.

 Ambas dificultades son superadas. Por el Compromiso de San Nicolás, Rosas se


compromete personalmente a entregar 25.000 cabezas de gana- do, lo que se
mantiene en secreto para no desprestigiar a Buenos Aires. López, a su vez, en el
Tratado de Benegas promete "remover todos los obstáculos que atenten contra la
paz", lo que equivalía a desarmar a Ca- rrera. Finalmente, en noviembre de 1820,
se firma en la estancia de Tibur- cio Benegas el tratado de ese nombre.

TRATADO DE BENEGAS
(24 de noviembre de 1820)
 Se establece la paz entre Buenos Aires y Santa Fé.
 Ambas provincias se comprometen a asistir al Congreso que en 60 días se realizaría
en Córdoba.
 Ambas provincias acuerdan el libre comercio de armas y municiones.
 Ambas provincias disponen el intercambio de prisioneros.
 Córdoba será garante del tratado.

FIN DE LA V BOLILLA

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________________________

Bolilla VI
1. INTENTO DE ESTABLECER LA FEDERACIÓN DE DERECHO,
CONGRESO DE CÓRDOBA. NECESIDAD DE CONTINUAR LA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, PROMESAS DE GÜEMES Y
BUSTOS. DIFICULTADES DE LA UNIÓN, LA GUERRA DE RAMÍREZ,
CONFLICTO ENTRE TUCUMÁN Y SALTA. LA OBSTRUCCIÓN DEL
GOBIERNO DE BUENOS AIRES, LAS INSTRUCCIONES A LOS
DIPUTADOS, PÚBLICAS Y RESERVADAS, LIMITACIÓN POSTERIOR
DE LAS MISMAS. DISOLUCIÓN DEL CONGRESO DE CÓRDOBA. EL
TRATADO DEL CUADRILÁTERO.
2. ORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BUENOS
AIRES, LA JUNTA EXTRAORDINARIA Y CONSTITUYENTE. EL
"LLENO DE FACULTADES", LEY DE MINISTERIOS, LEY DE
ELECCIONES, SUPRESIÓN DE LOS CABILDOS, LEY DEL PODER
EJECUTIVO.
3. RECONVERSIÓN DEL CENTRALISMO, EL PARTIDO UNITARIO. EL
LIDERAZGO DE RIVADAVIA, SUS IDEAS, LAS REFORMAS. EL
LIBRECAMBIO IRRESTRICTO. LA DEUDA NACIONAL, CREACIÓN
DE LA CAJA DE AMORTIZACIÓN DE FONDOS PÚBLICOS. LA
HIPOTECA SOBRE LAS TIERRAS PÚBLICAS, LA ENFITEUSIS.
CREACIÓN DEL BANCO DE BUENOS AIRES, CAUSAS, OBJETIVOS,
FUNCIONAMIENTO. EL EMPRÉSTITO CON LA CASA BARING.
AISLAMIENTO DE BUENOS AIRES. ACTITUD FRENTE A LA

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OCUPACIÓN PORTUGUESA DE LA PROVINCIA ORIENTAL.
ABANDONO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA, NEGATIVA
DE APOYO A SAN MARTÍN.
4. LAS MISIONES AL INTERIOR DE ZAVALETA, COSSIO Y LAS HERAS,
OBJE- TIVO. INVITACIÓN DE BUENOS AIRES PARA FORMAR UN
CONGRESO, LEY DICTADA POR SU LEGISLATURA EL 27 DE
FEBRERO DE 1824, LA NEGACIÓN DEL PRINCIPIO FEDERATIVO AL
PROPONER LA PROPORCIONALIDAD EN LA REPRESENTACIÓN.
EL FEDERALISMO EN BUENOS AIRES, LA DIVISIÓN EN LA CLASE
PRINCIPAL, CAUSAS, LOS HACENDADOS, OPOSICIÓN AL
GOBIERNO. LEY DE LA LEGISLATURA DE BUENOS AIRES DEL 13
DE NOVIEMBRE DE 1824.
5. LA INDEPENDENCIA DEL BRASIL, REPERCUCIÓN EN LA
PROVINCIA O- RIENTAL, SUBLEVACIÓN DE MONTEVIDEO,
FRACASO DE LA INSURRECCIÓN, CAUSAS. NUEVA
INSURRECCIÓN, LA EXPEDICIÓN DE LOS "33 ORIENTALES",
APOYOS Y ENEMIGOS EN BUENOS AIRES. EL CONGRESO DE LA
FLORIDA. DECLARACIÓN DEL 25 DE AGOSTO DE 1825.
ACEPTACIÓN DEL CONGRESO DE LAS PROVINCIAS UNIDAS,
CONSECUENCIAS.
6. CONGRESO DE 1824. LEY FUNDAMENTAL, ANÁLISIS. EL BANCO
NACIONAL. LEY DE CONSULTAS, FINALIDAD, CUMPLIMIENTO DE
LA MISMA. EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN, DEBATES SOBRE
LA SUSPENSIÓN DEL E- JERCICIO DE LA CIUDADANÍA Y SOBRE LA
FORMA DE ESTADO. LA CONS- TITUCIÓN DE 1826.

BOLILLA VI): Punto 1


INTENTO DE ESTABLECER LA FEDERACIÓN DE DERECHO, CONGRESO
DE CÓRDOBA. NECESIDAD DE CONTINUAR LA GUERRA DE LA
INDEPENDEN- CIA, PROMESAS DE GÜEMES Y BUSTOS. DIFICULTADES
DE LA UNIÓN, LA GUERRA DE RAMÍREZ, CONFLICTO ENTRE TUCUMÁN

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Y SALTA. LA OBS- TRUCCIÓN DEL GOBIERNO DE BUENOS AIRES, LAS
INSTRUCCIONES A LOS DIPUTADOS, PÚBLICAS Y RESERVADAS,
LIMITACIÓN POSTERIOR DE LAS MISMAS. DISOLUCIÓN DEL
CONGRESO DE CÓRDOBA. EL TRATADO DEL CUADRILÁTERO.

Después de derrotar a Artigas, Ramírez había creado la República de Entre Ríos y


se había hecho designar "Jefe Supremo". Tenía grandes proyectos (incorporar al
Paraguay, liberar a la Banda Oriental) pero, por el momento, debía volver su
mirada sobre Buenos Aires, donde había resurgido el parti- do directorial.
Pretendió sumar a la provincia de Santa Fé a la lucha contra Buenos Aires, pero
López estaba unido a ella por el Tratado de Benegas. Entonces, tuvo que enfrentar a
Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba, garante del tratado.
Carrera, que después de conducir malones de ranqueles contra la frontera se dirigía
a Chile, se volvió para unirse a Ramírez. Pero éste, traicionado por las tropas
porteñas de su ejército, queda aislado y acorralado en la ribera oc- cidental del
Paraná. Para complicar más aún su situación, su escuadrilla (que le había entregado
Bs.As. por el Tratado del Pilar) es destruida por la escuadrilla porteña.
Acosados por todos lados, Ramírez y Carrera se separan. El chileno será vencido en
San Juan y fusilado. Ramírez, es alcanzado por los santafesinos cuando intentaba
huir hacia el Chaco. También es muerto (julio de 1821).
En el norte, mientras tanto, Bernabé Aráoz había creado la República de Tu- cumán
(Tucumán, Santiago del Estero y Catamarca). Cuando Güemes -que se preparaba
para invadir el Alto Perú en auxilio de San Martín- reclama a Aráoz el parque de
artillería del Ejército del Norte depositado en Tucumán, el tucumano se niega.
Enfrentados ambos, Güemes resulta derrotado. La noti- cia llega a Salta (se decía
que el caudillo había muerto) y la oligarquía salte- ña, afín a los directoriales
porteños, se apodera del gobierno.
Cuando Güemes reapareció, sus adversarios facilitan la entrada de fuerzas realistas
que, en una emboscada sospechosa, dan muerte al jefe salteño.

El Congreso de Córdoba:
En 1820, era urgente reunir un Congreso que volviese a unir políticamente a las
provincias argentinas, crease un gobierno nacional y dispusiese la orga- nización de
dos ejércitos:

 El Ejército del Norte, destinado a operar en el Alto Perú para auxiliar a San
Martín.
 Otro, destinado a recuperar la Banda Oriental.
Antes del fracaso del Congreso de San Lorenzo, Juan Bautista Bustos, afi- liado a
la "causa sanmartiniana", escribía a Buenos Aires señalando la ne- cesidad de obrar
rápidamente, pero advirtiendo el peligro que para los obje- tivos de San Martín
representaba la cercanía de Ramírez con Alvear y Carre- ra. Güemes, otro hombre
de la "causa sanmartiniana" proyectaba, en tanto, la realización de un Congreso en
Catamarca.
Finalmente, después de Benegas y la eliminación de Ramírez, el Congreso se
realizaría en Córdoba. Bustos sería ungido jefe de la República y San Martín
dispondría del Ejército del Norte.
En Buenos Aires, la designación por parte de la Junta de Representantes de los 4
diputados tuvo características entre cómicas y dramáticas. Nadie que- ría ser electo,

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porque se recordaba el proceso contra los diputados del Con- greso de 1816-1820.
A cada elección, seguía una y otra vez la renuncia del candidato. Por fin, llevados
por la fuerza pública, emprendieron el viaje los diputados García Valdez, Sánchez
de Bustamante, Patrón y Juan Cruz Vare- la. Sus instrucciones serían:

PÚBLICAS:
 Solicitar a los portugueses que no pasaran a Entre Ríos.
 Procurar que se restableciera la vigencia de la Constitución de 1819 y proponer
el siste- ma unitario.
 En caso de imponerse el sistema federativo:
A) Que la base de la representación fuese la población.
B) Que la capital no fuese Buenos Aires, la que tendría su propio sistema de
gobierno.
C) Inclinarse por la Confederación, al sólo efecto de defenderse de las agresiones
exterio- res y el comercio internacional.
D) Crear una "Santa Alianza" de estados sudamericanos.
E) Procesar a los responsables de la caída del Directorio y el Congreso en 1820.

RESERVADAS:
 Proponer el aniquilamiento de Ramírez, que aún no había sido vencido.
 Reclamar la dependencia de Santa Fé de Buenos Aires.
Como se ve, no se decía nada con respecto a San Martín ni a la Banda O- riental.
El Congreso no llegó a ser inaugurado porque los directoriales, nuevamen- te
fortalecidos en Buenos Aires, lo boicotearon de todas las formas posibles con
actitudes como:

1) Cambiar las instrucciones, reduciéndolas a tres:


 Firmar pactos de alianza y seguridad con las otras provincias.
 Nombrar agentes en Europa para lograr el reconocimiento de la independencia.
 Fijar las bases para la representación de un próximo Congreso.
2) Según instrucciones del ministro Rivadavia, retardar lo más posible la
inauguración del Congreso y dedicarse exclusivamente al tema de la base para
la representación.

3) Llamar a los diputados a que retornaran a Buenos Aires.

Luego de la derrota de Ramírez, la influencia de Buenos Aires fue indiscuti- ble y,


gracias a que Entre Ríos era gobernada por el porteño Lucio Mansilla y, en
Corrientes, Pedro Ferré simpatizaba con los directoriales, se firmó el Tratado del
Cuadrilátero entre Buenos Aires, Santa Fé, Entre Ríos y Corrien- tes.

TRATADO del CUADRILÁTERO


(22 de enero de 1822)

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 Consagraba la paz, amistad y unión entre las cuatro provincias.
 Ninguna de ellas declararía la guerra sin el consentimiento de las otras tres.
 Buenos Aires subvencionaría a las otras tres.
 Como Buenos Aires ya había retirado su representación del Congreso de Córdoba
y por el estado de devastación de Entre Ríos y Corrientes, Santa Fé retiraría su
diputado del Con- greso, al que calificaba de "diminuto".

Como consecuencia de este tratado, el Congreso de Córdoba se disolvió. Rivadavia,


ministro en Buenos Aires, se había apresurado en desarticularlo al circular las
noticias, por los diarios cordobeses, de que la intención de Bustos era hacer
nombrar a San Martín Director Supremo, mientras él que- daba como interino.
La consecuencia final de esta maniobra fue que San Martín, que ocupaba Li- ma
con poco más de 5.000 hombres, y necesitaba imperiosamente al Ejérci- to del Norte
para enfrentar a los casi 25.000 realistas distribuidos por el Pe- rú y el Alto Perú, se
encontró con Bolívar en condiciones de tal debilidad, en Guayaquil, que le entregó
el mando de las tropas destinadas a poner fin a la Guerra de la Independencia, y se
retiró.
Del mismo modo, la Banda Oriental en manos de Portugal y, desde setiem- bre de
1822, del Imperio de Brasil, era considerada provincia perdida.

Punto 2:
ORGANIZACIÓN DEL GOBIERNO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES,
LA JUNTA EXTRAORDINARIA Y CONSTITUYENTE. EL "LLENO DE
FACULTA- DES", LEY DE MINISTERIOS, LEY DE ELECCIONES,
SUPRESIÓN DE LOS CABILDOS, LEY DEL PODER EJECUTIVO.

Durante la guerra contra Ramírez, Martín Rodríguez gobernó la provincia de


Buenos Aires con el "lleno de facultades". Éstas, le habían sido dadas por tres meses.
Cuando cesó el plazo (enero de 1821), el gobernador pidió su re- novación. Se le
concedió el pedido "sin límite de duración".
En uso de aquellas facultades extraordinarias, podía aprehender a los res-
ponsables y a los implicados en conspiraciones. Las penas debía disponer- las con el
acompañamiento y asesoramiento del Consejo de Gobierno crea- do al asumir
Rodríguez.

 Para condenar a confinamiento, le bastaba el dictámen de un consejero.


 Para desterrar al extranjero o condenar a muerte, con proceso y acuerdo a
pluralidad del Consejo.

En uso de aquellos poderes, la Junta autorizó al gobernador a clausurar al- gunos


periódicos (por ejemplo, los de fray Francisco de Paula Castañeda). Al terminar la
guerra con Ramírez, Martín Rodríguez devolvió el "lleno de fa- cultades" (julio de
1821).
Ahora había llegado el momento de sancionar una constitución para la pro- vincia
de Buenos Aires. A tal efecto, la Junta de Representantes nombró una comisión
integrada por: Bernardino Rivadavia, Manuel José García (ambos fueron
nombrados ministros por Martín Rodríguez) y Juan José Passo.
Conforme al consejo de esta comisión, la Junta de Representantes:

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1) Duplicó el número de diputados (47: 24 por la ciudad y 23 por la campaña).
2) Se declaró "constituyente y extraordinaria".

No dictó una constitución, pero sí varias leyes de carácter constitucional.

1) LEY MINISTERIAL:
Creaba tres carteras: Gobierno, Hacienda y Guerra a cargo de ministros que
podían asistir a las sesiones de la Junta de Representantes para informar y ser
informados.

2) LEY de ELECCIONES:
Fue aprobada para duplicar el número de diputados de la Junta de Repre-
sentantes.
 En Buenos Aires, serían convocadas por los alcaldes barrio para realizarse en
los a- trios de 8 parroquias.
 Un cabildante abriría el acto electoral, nombrándose a pluralidad de votos un
presiden- te y 4 escrutadores, que recibirían de manera oral y pública los votos.
 Se llevaría un registro en el que figurarían nombre y domicilio del votante y por
quién votaba.
 Se sufragaría por lista completa.
 Terminada la votación, los 8 presidentes de "mesa" llevarían sus registros al
Cabildo para, en presencia del alcalde de 1er. voto, realizar el escrutinio final.
 En la campaña habría 12 secciones (se había incorporado Patagones que elegía
un di- putado).
 La ley aceptaba el sufragio universal (todo hombre libre, natural del país o
avecindado, desde los 20 años o antes si estaba emancipado).
 Los diputados durarían 2 años, renovándose por mitades anualmente (mayores
de 25 años y con alguna propiedad inmueble o industria). Podían ser reelectos.

3) SUPRESIÓN de los CABILDOS:


Rivadavia suponía que suprimiendo el Cabildo terminarían las revoluciones. La
oportunidad de discutir el tema la brindaron los vecinos de Luján, que deseaban la
supresión del suyo.
El ministro comenzó incautándose, por decreto, de todas las rentas del Ca- bildo,
disponiendo que la provincia se haría responsable de los sueldos y suprimiendo
varios cargos.
Finalmente, se dispuso la supresión de todos los Cabildos de la provincia hasta que
la futura constitución o la Junta de Representantes establecieran una Ley de las
Municipalidades.
El gobierno tendría, por el momento, las antiguas facultades edilicias, socia- les y
educativas. Con respecto a las facultades judiciales:

 5 jueces letrados quedarían a cargo de la justicia ordinaria (2 en Bs.As. y 3 en


la campa- ña).
 Las funciones del Defensor de huérfanos y pobres quedaban a cargo del
procurador también letrado.
 Los alcaldes de barrio y de campaña serían reemplazados por jueces de paz.

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 Se creaba un Jefe de Policía.

4) LEY del PODER EJECUTIVO:


El gobernador sería elegido por la Junta de Representantes por mayoría ab- soluta
de votos. Duraría 3 años y podía ser reelecto. Debía ser mayor de 35 años y nativo
de la provincia. En caso de fallecimiento, lo reemplazaba el presidente de la Junta
de Representantes, hasta tanto se efectuaran nuevas elecciones.

Punto 3:
RECONVERSIÓN DEL CENTRALISMO, EL PARTIDO UNITARIO. EL
LIDERAZ- GO DE RIVADAVIA, SUS IDEAS, LAS REFORMAS. EL
LIBRECAMBIO IRRES- TRICTO. LA DEUDA NACIONAL, CREACIÓN DE LA
CAJA DE AMORTIZA- CIÓN DE FONDOS PÚBLICOS. LA HIPOTECA SOBRE
LAS TIERRAS PÚBLI- CAS, LA ENFITEUSIS. CREACIÓN DEL BANCO DE
BUENOS AIRES, CAU- SAS, OBJETIVOS, FUNCIONAMIENTO. EL
EMPRÉSTITO CON LA CASA BA- RING. AISLAMIENTO DE BUENOS AIRES.
ACTITUD FRENTE A LA OCUPA- CIÓN PORTUGUESA DE LA PROVINCIA
ORIENTAL. ABANDONO DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA,
NEGATIVA DE APOYO A SAN MARTÍN.
Luego de la firma del Tratado del Cuadrilátero, Buenos Aires volvió a con- quistar la
primacía en el país, bajo la conducción de Bernardino Rivadavia, nombrado
ministro de Gobierno de Martín Rodríguez. El nuevo ministro lle- gaba prestigiado
por los conocimientos y relaciones adquiridas tras una permanencia de seis años en
Europa. Sus ideas apuntaban a la creación de un país moderno, mediante la
incorporación de los adelantos de la ciencia y de la técnica, la liberación del comercio
y la industria, y el fomento de las ar- tes, las letras y la inmigración. Su programa
cautivó a la clase "decente" de Buenos Aires, que lo erigió en "Padre de las Luces".
La concreción de aquel programa exigía el establecimiento del centralismo político
o unitarismo, sobre la base del predominio de Buenos Aires sobre un interior rudo
y bárbaro. Carente de fe en el pueblo, la obra civilizadora de- bía corresponder a
una élite ilustrada que realizaría las mejoras "desde arri- ba". Pero tal ideario se
iba a desarrollar sin la compenetración que siempre existió entre los caudillos y sus
pueblos y, lo que es más importante aún, con un gran desajuste entre los esquemas
racionales y culturales y la reali- dad.
Vuelto a Buenos Aires, Rivadavia se convirtió en jefe de lo que comenzó a
denominarse partido unitario, un grupo pequeño pero homogéneo (a diferen- cia de
los distintos matices que presentó el federalismo) que reunía a la cla- se "decente"de
Buenos Aires y de algunas provincias, entre los que se con- taban comerciantes del
puerto, muchos hacendados, profesionales y cléri- gos reformistas. En otras
palabras, los antiguos directoriales, incluída la Lo- gia.
En la Argentina de los años 1820 y 1830, unitarismo y federalismo no repre-
sentaban solamente una diferencia en cuanto a la forma de organizar el Esta- do,
sino dos concepciones diferentes frente a la vida.

UNITARIOS FEDERALES
 Constituían la minoría culta, afincada  Constituían la inmensa mayoría del
en Buenos Aires y algunas capitales del país, habitantes de las orillas de las
interior. ciudades y del ámbito rural. (1)

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 Se consideraban el único sector social  Practicaban una suerte de "democracia
capaz de crear una nación moderna, bárbara", ungiendo sus caudillos por el
confor- me a los ideales de la "Ilustración". pro- nunciamiento tumultuoso de las
milicias cívi- cas.
 Defendían el comercio libre y los intere-  Defendían las economías regionales, a-
ses del puerto de Buenos Aires. poyando políticas proteccionistas.
 Renegaban de su origen, por entender  Estaban orgullosos de pertenecer a la
que España era una nación bárbara e es- tirpe hispánica.
intole- rante.
 Admiraban a Gran Bretaña (en lo  Solían mostrarse xenófobos.
político y lo económico) y a Francia (en lo
cultural).
 No mostraron demasiado celo por con-  Eran celosos defensores de la soberanía
servar el patrimonio territorial heredado territorial.
(Pa- raguay, Banda Oriental y Alto Perú).
 Eran escépticos o indiferentes en  Eran católicos.
materia de religión.
(1) No obstante, muchos caudillos pertenecían a familias aristocráticas (Rosas,
Güemes, Quiroga).

Las reformas de Rivadavia:


Con los recursos de aduana que Buenos Aires se negaba a "nacionalizar", existían
los medios iniciales para encarar un plan de reformas, preparando la ciudad para
cuando la constitución la convirtiera en capital del país.

REFORMAS EDUCATIVAS Y CULTURALES:


1) La Universidad. En 1816, Pueyrredón había encargado al presbítero Antonio
Sáenz la instalación de una casa de estudios superiores. El proyecto estuvo listo
en 1821. Rivadavia la inauguró en 1823, cuando comenzó a funcionar el Colegio
de Ciencias Morales, que ofrecía dos becas para cada provincia. A los cinco
departamentos de Sáenz (Ciencias Preparatorias, Ciencias Sagradas,
Jurisprudencia, Medicina y Ciencias Exactas), Rivadavia sumó Economía
Política.

2) Educación Primaria. Antes en manos de los Cabildos, pasó a depender de la


Universi- dad, formándose el departamento de Primeras Letras. Se adoptó el
"sistema lancaste- riano" (la enseñanza se dana a "monitores" y éstos, a los
alumnos).

3) Academias y sociedades. Se impulsaron o crearon: la Sociedad Literaria, la


Sociedad de Música, la Sociedad de Amigos del País, la Academia de
Jurisprudencia, la Academia de Medicina y Ciencias Exactas. Suprimidos los
Cabildos,la misión de tutelar los hospita- les y asilos y escuelas de niñas pasó a
manos de la Sociedad de Beneficencia, integra- da por un conjunto de damas
distinguidas.

REFORMAS MILITARES: Prácticamente desentendida de la Guerra de la


Independencia, que aún continuaría hasta 1824, la provincia de Buenos Aires debió
hacerse cargo de los suel- dos de los ejércitos inactivos. Rivadavia pretendía

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simplemente crear un Ejército de la pro- vincia de Buenos Aires, pequeño y
mandado por oficiales leales.
Los demás oficiales fueron pasados a retiro, debiendo optar por dos posibilidades,
creadas por leyes sancionadas al efectos:
 Ley de Retiro Militar: Los oficiales que contaran entre 4 y 20 años de servicio
podían re- tirarse con la tercera parte de su sueldo. Quienes tuvieran entre 20 y 30
años de servicio con la mitad, y con sueldo íntegro los de más de 30 años.
 Ley de Premios Militares: Los oficiales y jefes retirados podían optar por recibir
de una vez la totalidad de los sueldos que les correspondiesen por 22 años en
"certificados" de la deuda interna, garantizados por la tierra pública.
El Ejército de la provincia de Buenos Aires quedó compuesto por:
 Un batallón de artillería.
 Dos batallones de infantería.
 Cuatro batallones de caballería.
El reclutamiento de este Ejército se hacía en base a la "Ley de Vagos", que aplicaban
el jefe de policía y los jueces de paz. La Ley Militar contemplaba los reclutamientos
voluntarios y los forzosos. Éstos últimos y la "Ley de Vagos" constituían poderosas
armas políticas pa- ra vigilar y controlar a los enemigos del gobierno. Sólo podían
exceptuarse de los recluta- mientos los dueños de talleres, establecimientos rurales
importantes, médicos, universita- rios y empleados públicos.

REFORMAS RELIGIOSAS:
La reforma religiosa tuvo por objeto:

1) Eliminar o disminuir la influencia de las órdenes religiosas.


2) Hacer efectivo el control del Estado sobre la Iglesia.

Comenzó con un pedido de informes del gobierno, procurando conocer el estado


patrimo- nial de la Catedral, iglesias y conventos. Seguido luego con la incautación
de los bienes del santuario de Luján, de varios hospitales y órdenes religiosas. Por
último, se sancionó la:

Ley de Reforma del Clero:


 Se suprimía el "diezmo", encargándose el gobierno de los sueldos de la Catedral
y las parroquias.
 Se cambiaron varias denominaciones( p/e: Senado del Clero en lugar de Cabildo
Ecle- siástico).
 Se suprimió la orden de los Bethlemitas.
 Se dispuso que Franciscanos, Dominicos y Mercedarios sólo podían tener un
convento.
 Se colocaba a los frailes bajo la autoridad diocesana.
 No se aceptaría convento con más de 30 o menos de 16 religiosos o religiosas.
 Nadie profesaría en un convento con menos de 16 años.
Las reformas religiosas de Rivadavia gozaron del apoyo de varios religiosos
seculares, co- mo Julián Segundo de Agüero, Antonio Sáenz, Valentín Gómez y
Diego Estanislao Zavaleta, que figurarían entre los miembros principales del
Unitarismo. La defensa de las órdenes re- ligiosas, principales víctimas de los

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cambios, estuvo a cargo de hombres como fray Caye- tano Rodríguez y fray
Francisco de Paula Castañeda. Éste último, desató una violenta gue- rra
periodística a través de varios diarios editados al mismo tiempo: "La Matrona
Comenta- dora", "Doña María Retazos", "El Desengañador". Pero, al propasarse
en su lenguaje, fue procesado y tuvo que exilarse.
También Gregorio Tagle, antiguo jefe de la Logia, intentó derrocar al gobierno por
las ar- mas; pero el movimiento fracasó y fue duramente reprimido.

Inglaterra y el libre cambio irrestricto:


En 1821, dos hechos fundamentales parecieron anunciar el fin de la guerra en
Hispanoamérica:

1) San Martín entró en Lima.


2) Agustín Iturbide se pronunció en México por la independencia.

Indudablemente, la independencia de las ex-colonias españolas era un he- cho casi


consumado, y Gran Bretaña se preparaba para sacar partido de a- quella situación.
Existían, no obstante, dos peligros para los británicos:

1) Las aspiraciones francesas de crear en América monarquías con príncipes de


Borbon.
2) Las ideas de unidad hispanoamericana expresadas por Bolívar y San Martín.

Por eso, resultaba necesario para el gobierno de Londres encarar el tema del
reconocimiento de los nuevos Estados, a lo que era contrario el rey Jor- ge IV. La
forma de tratar ese tema fue diferente en los gobiernos de Castle- reagh y Canning.
 Castlereagh se mostraba prudente y quería avanzar poco a poco. Pero, en
España se había producido en 1820 la revolución liberal de Riego y Fer- nando VII
se encontraba en manos de los liberales. La Santa Alianza se pre- paró entonces
para reponer al soberano español en su carácter de rey abso- luto y, en el Congreso
de Verona, se dispondría la intervención militar fran- cesa en el país vecino (los
"100 Mil hijos de San Luis"). Aquello significaba la posibilidad de que Fernando
fuera ayudado a recuperar sus colonias. Castlereagh parecía dispuesto a plantear
en Verona el tema del reconoci- miento de los nuevos Estados cuando, presa de una
crisis, se suicidó.
 Fue sucedido por Wellington, poco conocedor de los intereses comer-ciales
británicos, que apoyó la intervención en España.
 Al poco tiempo, lo reemplazó Canning, dispuesto a solucionar de una vez aquel
tema. Había escrito: "América española es libre, y si no la abandona-mos, será
inglesa".

Canning comenzó por nombrar representantes en Buenos Aires (Woodbine Parish),


Santiago y Lima, que prometían el inminente reconocimiento britá-nico de los
nuevos Estados, ofreciéndoles la posibilidad de contratar em-préstitos en Gran
Bretaña. El reconocimiento de la independencia argentina recién se produjo a
comienzos de 1824.
Un año después (ya estaba reunido el Congreso de 1824), en Febrero de 1825, las
provincias del Río de La Plata y Gran Bretaña firmaron el Tratado de amistad,
comercio y navegación, cuyas cláusulas principales establecían:

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 Recíproca libertad de comercio.
 No se impondrían a los productos exportados por ambas naciones aranceles
mayores que los pagados por otros productos extranjeros, ni por ser transportados
por buques de otra bandera.
 En el Río de La Plata, los ingleses tendrían libertad para manejar sus negocios,
pagarían los mismos impuestos que los nativos, quedaban exceptuados de todo
servicio militar, con reciprocidad para los argentinos.
 Se reconocía la libertad de cultos.
 Los argentinos no aceptarían el tráfico de esclavos.
Caja de Amortización de Fondos Públicos:
Para 1821, la deuda nacional alcanzaba 1.600.000 pesos. Pero no había Na-ción. Las
deudas se remontaban a tiempos virreinales, pensiones a solda-dos, cuentas de
proveedores de los ejércitos, indemnizaciones por daños de guerra, etc...
Como Buenos Aires se había apoderado de los recursos de la Aduana, era justo que
se hiciera cargo de la deuda. En tanto, muchos acreedores habían malvendido sus
créditos. Entonces, comenzó a circular -especialmente entre los comerciantes
ingleses- el rumor de que la provincia asumiría la deuda. Finalmente, el gobierno
bonaerense creó la Caja de Amortización de Fondos Públicos.

 Los créditos serían canjeados por certificados del 6% (deudas posteriores a


1810) y 4% (deudas anteriores a 1810).
 Se emitirían 5.000.000 de certificados.
 Los certificados tenían como garantía la tierra pública (no se otorgarían títulos
de pro-piedad ni se permitirían remates de tierras).
 La tierra pública inmovilizada sería dada en "enfiteusis" (la extensión que podía
denun-ciar un interesado no podía ser menor a una legua de frente por lengua y
media de fondo -se llamaba "suerte de estancia". No se fijó el cánon a pagar ni la
duración del contrato).

En 1826, siendo Rivadavia presidente, se ordenó el desalojo de muchos po-bladores


que ocupaban tierras baldías y no habían cumplido con la ley, tal vez por no haberse
enterado de su existencia.

El Banco:
Hacia 1821, tras haberse permitido la libre exportación de oro y plata, faltaba el
metálico. Se pensó en la creación de un Banco que emitiese papel mone-da. Sería
formado por los comerciantes exportadores de la plaza y apoyado por el gobierno.
A mediados de 1822 quedó constituído el Banco de Buenos Aires con un di-rectorio
integrado por comerciantes criollos e ingleses. Sus bases serían:

 Un capital de 1.000.000 de pesos en acciones. El 20% al suscribirla; otro 20% a


los se-senta días y el resto cuando lo dispusiese el directorio.
 Tendría el monopolio del crédito durante 20 años.
 Emitiría billetes canjeables a la vista por oro y plata.
 Actuaría como Tesorería del gobierno, gozando de privilegios judiciales y
penales.

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La prosperidad del Banco fue constante hasta 1826, pero el control del mis-mo ya
no estaba en Buenos Aires, ni siquiera en manos de los comerciantes británicos. La
mayoría de las acciones estaban en Londres. Así, una entidad creada para manejar
la economía, respondía a intereses que no eran nacio-nales. Siendo la política del
Banco de Inglaterra la mayor acumulación posi-ble de oro, el Banco de Buenos Aires
facilitó la salida del metal.
A fines de 1825 la institución no estaba en condiciones de cambiar oro por billetes.
Cuando el país se aprestaba a enfrentar a Brasil, el gobernador Las Heras debió
declarar el "curso forzoso" de los billetes. Quedaban en caja 250.000 pesos en
metálico contra cerca de 3.000.000 de pesos circulando en papel.
El salvataje del Banco por parte del Estado se haría en 1826.

El empréstito:
El conceder empréstitos a los nuevos estados hispanoamericanos consti-tuyó una
defraudación del gobierno británico para con los pequeños ahorris-tas ingleses.
Canning sabía que esos estados eran insolventes y, más tarde o más temprano,
dejarían de cumplir con sus obligaciones. Entonces, queda-rían absolutamente en
manos del país acreedor a menos que quisiesen ex-ponerse a una intervención
armada británica.
La política de empréstitos y boicot a las ideas de unidad hispanoamericana
constituyeron las estrategias de dominación británica sobre el continente.
Los empréstitos que se negociaron otorgaron a Hispanoamérica (Santiago de Chile,
Bogotá, Buenos Aires, México y Lima), todos excepto el de Buenos Aires, tenían una
finalidad relacionada o con la defensa de la región o para finalizar la guerra de la
independencia (como en el caso de Perú y Colombia).
En la Buenos Aires comercial y un poco más pacífica, se destinó a:

 Construir puertos para facilitar el acceso a buques británicos.


 Fomentar poblaciones ribereñas y fronterizas.
 Proveer a Buenos Aires de agua corriente.
Quienes se encargaron de la negociación del empréstito fueron Félix Castro y los
hermanos Juan y Guillermo Parish Robertson, con la casa bancaria in- glesa Baring
Brothers de Londres. El empréstito alcanzaba a un millón de li- bras esterlinas
(equivalentes a 5 millones de pesos).
La operación fue gestionada por un consorcio privado y no por el gobierno. La
tramitación dio lugar a una serie de manejos que desvirtuaron los fines o- riginarios
y permitieron la especulación de determinados núcleos financie- ros. Los honorarios
de los comisionados se fijaron en 100 mil libras, que se descontaron del préstamo.
La casa Baring retuvo el pago adelantado de los intereses correspondientes a dos
anualidades, más su propia comisión.
A la provincia llegaron sólo 560.000 libras enviadas en remesas a partir de julio de
1824, mayoritariamente en papeles de comercio y no en metálico.
Las obras a las que debía destinarse el empréstito no fueron realizadas, en- tre otras
causas, por los gastos que generó la guerra con el Brasil.

El aislamiento:
Desde 1820, Buenos Aires se sumió en el aislamiento, concentrada exclusi- vamente
en sus problemas y en el plan de reformas rivadaviano. Ni la Banda Oriental, ni la

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Guerra de la Independencia constituyeron temas de interés pa- ra el gobierno de
Martín Rodríguez.
Con respecto al primer problema, en setiembre de 1822 Brasil proclamó su
independencia de Portugal. En la llamada Provincia Cisplatina se originaron
problemas entre los generales Carlos Federico Lecor ("brasilerista") y Álva- ro da
Costa ("portuguesista"). Pero el gobierno de Buenos Aires no aprove- chó la
situación para actuar. Cuando ésta se aclaró y la Banda fue incorpora- da al Imperio
de Brasil, una misión presidida por Valentín Gómez pidió res- petuosamente a Pedro
I la devolución de aquel territorio. Pero, ante la nega- tiva imperial, no se insistió.

Al retornar al trono Fernando VII había declarado nulos todos los actos de las
Cortes de Cádiz, restableciendo el absolutismo. En enero de 1820, el e- jército que
se aprestaba a partir de Cádiz para reconquistar el Río de la Pla- ta se sublevó al
mando del teniente coronel Rafael del Riego. Fue imitado por la mayoría de las
guarniciones de España.

Obligado a jurar la Constitución de 1812, el monarca estuvo en poder de los liberales


hasta mediados de 1823, cuando tropas francesas (los "100 Mil Hi- jos de San Luis"),
cumpliendo las directivas del congreso de Verona, lo repu- sieron en su carácter de
soberano absoluto.
Suponiendo que la causa liberal era el único motivo de la revolución hispa-
noamericana, fueron enviados "comisionados" para concertar la paz. En Buenos
Aires, todavía convulsionada por la crisis de 1820, la Junta de Re- presentantes no
les permitió desembarcar. Como los enviados no traían po- deres para tratar el tema
de la independencia, retornaron a España.
En 1822, fueron destinados a Buenos Aires otros dos "comisionados", a los que el
ministro Rivadavia permitió desembarcar. El ministro firmó con ellos una
convención que establecía un armisticio, el restablecimiento de las rela- ciones
comerciales y la obligación por parte de Buenos Aires de negociar un tratado de
amistad con España entre los demás países hispanoamericanos.
Rivadavia acompañó esta convención con el proyecto de ayudar a la inde- pendencia
otorgando a España un empréstito de 20 millones de pesos paga- deros entre todos
los países hispanoamericanos (por entonces, se había ne- gado a financiar el Ejército
del Norte que reclamaba San Martín). Aunque al- gunos miembros de la Junta de
Representantes -como Manuel Moreno- se o- ponían al proyecto, éste terminó siendo
aprobado. En Chile y Perú se enten- dio que los españoles querían ganar tiempo
para reorganizarse e intentar la reconquista de América. Bolívar sostuvo que sólo
se trataría con los españo- les después del reconocimiento de la independencia
americana. En el inte- rior de nuestro país, la propuesta mereció respuestas
similares a la de Bolí- var. La intervención francesa en España puso fin a la
negociación.

Ya nos hemos referido varias veces a la necesidad de San Martín -que podía disponer
de poco más de 7000 hombres- de contar con el Ejército del Norte para atacar por
el frente y la retaguardia a las numerosas fuerzas realistas existentes en el Perú y el
Alto Perú.
A efectos explicar su plan en las provincias rioplatenses, despachó en mayo de 1822
al coronel peruano Antonio Gutiérrez de la Fuente, que debía entre- vistarse con
Bustos en Córdoba y Martín Rodríguez en Buenos Aires.

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San Martín deseaba que Bustos comandara el nuevo ejército, pero el cordo- bés,
anticipándose a los recelos porteños, se ofreció a ponerse a las órde- nes del jefe que
designara Buenos Aires, a la que se solicitaban fondos.
Gutiérrez de la Fuente presentó el pedido a la Junta de Representantes a i- nicios de
agosto. Un mes más tarde, aún no se le había respondido. Volvió a Córdoba, que no
podía costear el ejército, y de allí a Lima. San Martín ya sa- bía, por informes del
gobierno de Chile, que Buenos Aires no lo auxiliaría. La consecuencia de todo esto
fue la renuncia de San Martín ante Bolívar y la pérdida de las provincias
altoperuanas.

Punto 4:
LAS MISIONES AL INTERIOR DE ZAVALETA, COSSIO Y LAS HERAS,
OBJE- TIVO. INVITACIÓN DE BUENOS AIRES PARA FORMAR UN
CONGRESO, LEY DICTADA POR SU LEGISLATURA EL 27 DE FEBRERO DE
1824, LA NEGA- CIÓN DEL PRINCIPIO FEDERATIVO AL PROPONER LA
PROPORCIONALI- DAD EN LA REPRESENTACIÓN. EL FEDERALISMO EN
BUENOS AIRES, LA DIVISIÓN EN LA CLASE PRINCIPAL, CAUSAS, LOS
HACENDADOS, OPOSI- CIÓN AL GOBIERNO. LEY DE LA LEGISLATURA
DE BUENOS AIRES DEL 13 DE NOVIEMBRE DE 1824.
El Tratado del Cuadrilátero había estipulado que "... si alguna provincia cre- yere ser
llegada la oportunidad de instalarse el Congreso General, se harían entre sí las
invitaciones correspondientes".
Como la antigua unión entre las provincias estaba rota, Buenos Aires envió al
interior misiones destinadas a señalar la conveniencia de reconstituirla.

 Misión de Estanislao Zavaleta a Córdoba, Cuyo y La Rioja.


 Misión de Juan García de Cossío al Litoral.
 Misión de Juan Gregorio de Las Heras al Norte.
Con excepción del Paraguay, donde Gaspar Rodríguez de Francia no permi- tió la
entrada de Cossío, todas las provincias se manifestaron dispuestas a concurrir al
congreso que proyectaba Buenos Aires. En Mendoza, se supone que Zavaleta
aconsejó a San Martín sobre la conveniencia de abandonar el país, pues su presencia
podía resultar perturbadora. El Libertador lo haría a principios de 1824.
Finalmente, la Junta de Representantes de Buenos Aires sancionó el 27 de febrero
de 1824 la ley que autorizaba al gobierno de la provincia a invitar a las demás
jurisdicciones para reunir un Congreso, integrado por diputados que serían electos
a razón de uno cada 15.000 habitantes, conforme a lo dis- puesto en un decreto
reglamentario de la ley que estableció que la pobla- ción sería la base de la
representación. Todas las provincias aceptaron, eli- giendo a Buenos Aires como
sede.

El federalismo en Buenos Aires:


En las elecciones provinciales realizadas en Buenos Aires se enfrentaron por
primera vez federales y unitarios, aunque sin adoptar aquellas denomi- naciones
todavía. Los primeros, entre los que se contaban Manuel Dorrego y Manuel Moreno,
aparecieron en una denominada "lista del pueblo", resultan- do derrotados por
escasos votos por una llamada "lista ministerial" (unita- rios). Los "populares" no
se habían presentado en las elecciones de diputa- dos para el Congreso por no estar
aún organizados.

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Como acabamos de ver, el gobierno de Martín Rodríguez significó el retorno de
Buenos Aires a la supremacía en el país. En el ámbito exclusivamente provincial,
éste gobierno favoreció indudablemente a los hacendados bonae- renses,
beneficiados por las posibilidades que les ofrecía la ley de "enfiteu- sis", las
expediciones contra los indios que permitieron ganar nuevas tierras y la depuración
de la campaña a través del reclutamiento forzoso de "vagos y mal entretenidos", a lo
que se sumó la exigencia de la "boleta de concha- vo" para trabajar en el medio
rural.
La unidad de los sectores de las clases dominantes de Buenos Aires, logra- da por el
gobierno de Martín Rodríguez, se fue rompiendo con la llegada de Rivadavia a la
presidencia de la República. El plan unitario no favorecía a los hacendados y
terratenientes bonaerenses que:

 Discrepaban con la nacionalización de la Aduana y la posibilidad de que se


crearan nue- vos impuestos que los afectarían.
 Rechazaron la destrucción de la provincia de Buenos Aires a partir de la Ley de
Capita- lización.
 Se oponían a los proyectos de inmigración, colonización y fomento de la
agricultura.
 Rechazaron las reformas a la Ley de Enfiteusis que ponía trabas a la entrega de
nuevas tierras.
 Criticaban la desatención del gobierno por la frontera sur.
De este modo, se irá constituyendo el federalismo bonaerense que, en sus primeras
etapas, mostrará la alianza entre los hacendados y terratenientes con los sectores
populares liderados por Dorrego, todos ellos opuestos a la política rivadaviana.
Electo el general Las Heras gobernador de la provincia de Buenos Aires pa- ra
suceder a Martín Rodríguez, se podrá apreciar la preocupación por la de- fensa de
los intereses locales de Buenos Aires con la sanción de la ley de noviembre de 1824,
que disponía:

 Buenos Aires se seguiría rigiendo por sus propias instituciones hasta la sanción
de una constitución.
 Buenos Aires se reservaba el derecho de aceptar o no la constitución.
 La aceptación o no de dicha constitución debía realizarla la Junta de
Representantes totalmente renovada, elegidos sus integrantes exclusivamente para
ello.

Punto 5:
LA INDEPENDENCIA DEL BRASIL, REPERCUCIÓN EN LA PROVINCIA O-
RIENTAL, SUBLEVACIÓN DE MONTEVIDEO, FRACASO DE LA INSURREC-
CIÓN, CAUSAS. NUEVA INSURRECCIÓN, LA EXPEDICIÓN DE LOS "33 O-
RIENTALES", APOYOS Y ENEMIGOS EN BUENOS AIRES. EL CONGRESO
DE LA FLORIDA. DECLARACIÓN DEL 25 DE AGOSTO DE 1825.
ACEPTACIÓN DEL CONGRESO DE LAS PROVINCIAS UNIDAS,
CONSECUENCIAS.
La siguiente secuencia conduce a la guerra entre Argentina y Brasil

Independencia de Brasil:

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Juan de Bragança había llegado a Brasil como regente de su madre María I en 1808.
Muerta ésta, se convirtió en el rey Juan VI.
En 1820, como un reflejo de la rebelión de Riego, se produjeron pronuncia- mientos
militares liberales en Portugal, por lo que Juan VI debió emprender el regreso a
Lisboa. Diez días antes de partir para Europa, el soberano portu- gués reconoció la
independencia de las Provincias Unidas del Río de la Pla- ta (abril 1821). Su
propósito era conservar la Banda Oriental a cambio de a- quel reconocimiento. En
tanto, un Congreso digitado por el general Lecor e integrado por orientales fieles al
comandante portugués, votó la incorpora- ción de la Banda al Reino Unido de
Portugal Brasil y Algarves que, por el momento, Juan VI no pudo aceptar por la
oposición de España.
Mientras Juan VI presidía las Cortes destinadas a sancionar una constitu- ción,
Pedro, hijo del soberano, había quedado en Brasil como regente. ¿Qué lo llevó a
declarar la independencia brasileña?

1) Ciertas amistades entre las que se destacaba José Bonifacio de Andrada e Silva.
2) Razones sentimentales (su romance con la paulista Domitila de Castro).
3) Las noticias de que las Cortes portuguesas proyectaban dividir Brasil en cuatro
regio- nes autónomas para satisfacer a los regionalismos (Río Grande do Sul,
Pernambuco).

Requerida la presencia de Pedro en Portugal por las Cortes y por su padre,


desobedeció la orden, tomando la decisión cuando cruzaba el río Ipiranga. El Grito
de Ipiranga (setiembre de 1822) significó la independencia del Brasil.

La sublevación de Montevideo:
Casi no hubo derramamiento de sangre entre brasileños y portugueses. Los centros
de resistencia fueron rápidamente aplastados y el príncipe de Bra- gança fue
coronado como emperador con el nombre de Pedro I.
El problema mayor -como ya hemos visto- se produjo en Montevideo, donde el
coronel Álvaro da Costa era "portuguesista". Cuando se alzó contra Lecor y declaró
que el Congreso "cisplatino" de 1821 había sido una farsa, muchos orientales se
aprestaron para sublevarse. Estanislao López y Lucio Mansilla pidieron armas y
dinero para intervenir, pero el gobierno de Buenos Aires no se movió, limitándose a
enviar a Valentín Gómez para solicitar a Pedro I la restitución de la provincia
oriental. El tímido pedido fue rechazado, como ya hemos expresado.

Los "33 orientales":


Cuando la sublevación de Álvaro da Costa fue vencida, fue tomado preso Juan
Antonio Lavalleja que había intentado sublevarse. De regreso de su pri- sión en Río
de Janeiro, pasó a Buenos Aires, donde se contactó con otros orientales y argentinos
dispuestos a iniciar otra sublevación.
Provistos con las armas y el dinero que les brindaron Anchorena, Rosas y otros
argentinos, Lavalleja, al frente de 33 patriotas entre los que se destaca- ba Manuel
Oribe, cruzó el río burlando la vigilancia de los buques brasile- ños, y desembarcó
en territorio oriental en abril de 1825. De inmediato, se les sumaron centenares de
voluntarios y algunos orientales como Fructuoso Ri- vera, que habiéndose puesto
del lado de los portugueses había sido premia- do con un título de nobleza, se unieron

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a la cruzada libertadora que, en po- cos días, dominaba casi todo el territorio
oriental, excepto Montevideo.
Mientras el entusiasmo se manifestaba en Buenos Aires y el litoral argentino,
grandes grupos de voluntarios cruzaban el río Uruguay para unirse a los pa- triotas.
El gobernador Las Heras, partidario de la guerra pero contenido por su mi- nistro
Manuel José García y el Congreso, se sirvió de una excusa para pre- parar a la
Argentina para la lucha. A fin de evitar los cruces hacia territorio oriental, formó el
Ejército de Observación de más de 7000 hombres, puestos a las órdenes del general
Martín Rodríguez, y con oficiales excelentes de la escuela sanmartiniana, como Juan
Lavalle, Ángel Pacheco, José María Paz y Federico Brandsen.
En agosto de 1825, Lavalleja reunió un Congreso en el pueblo de La Florida, que
declaró la reincorporación de la Banda Oriental al seno de las Provincias Unidas.
Sin embargo, el Congreso argentino presentó objeciones a aquella reincorporación
que significaba la guerra con Brasil.
Los diputados orientales electos ratificaron al Congreso de La Florida que, el 25 de
agosto de 1825, declaró la independencia de la Banda Oriental del Im- perio del
Brasil, solicitando formalmente su reincorporación a la Argentina.

Aceptación de la reincorporación de la Banda Oriental:


El clamor popular y la prédica de los diarios puso en aprietos al Congreso. Para
mejor, Lavalleja venció a los brasileños en el Rincón de las Gallinas (a- gosto) y
Sarandí (octubre).
Hasta ese momento se habían mantenido contactos con Bolívar para obtener el
auxilio de su ejército ante una eventual guerra con Brasil. Sin embargo, el retorno
de Rivadavia, que regresaba de Europa, modificó la situación. Riva- davia explicó
que Gran Bretaña deseaba la guerra y que si Brasil no cedía en el plazo de seis meses,
tomaría partido a favor de Argentina. Esta novedad significó el fin de las
negociaciones con Bolívar, de quien los unitarios des- confiaban. Rivadavia no sabía
o no quiso explicar que los planes de Canning eran de que la guerra terminara
"tablas" (empate) y que la Banda Oriental se convirtiera en un Estado independiente
de Argentina y Brasil. Una especie de "Estado tapón", dominado económicamente
por Gran Bretaña, que ex- tendería su influencia en el Plata y sus afluentes.
A finales de octubre de 1825, el Congreso argentino aceptó la reicorporación de la
provincia Oriental. Poco después, Brasil declararía la guerra.

Punto 6:
CONGRESO DE 1824. LEY FUNDAMENTAL, ANÁLISIS. EL BANCO NACIO-
NAL. LEY DE CONSULTAS, FINALIDAD, CUMPLIMIENTO DE LA MISMA.
EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN, DEBATES SOBRE LA SUSPENSIÓN
DEL E- JERCICIO DE LA CIUDADANÍA Y SOBRE LA FORMA DE ESTADO.
LA CONS- TITUCIÓN DE 1826.
En diciembre de 1824 inauguró sus sesiones el Congreso; entre los diputa- dos
figuraba el de Misiones que, prácticamente, no existía como provincia. Más tarde se
agregarían representantes de Tarija y la Banda Oriental.
A poco de instalado, el Congreso aprobó la Ley Fundamental, cuyo proyecto había
sido presentado por el diputado Francisco Acosta de Corrientes.

LEY FUNDAMENTAL
 Constituía la base para el trabajo del Congreso.

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 Constaba de 8 artículos.
 Se ratificaba la independencia nacional.
 El Congreso se declaraba constituyente.
 Hasta la sanción de una Constitución, las provincias se regirían por sus propias
institu- ciones.
 El Congreso se ocuparía de temas como independencia, integridad territorial,
defensa y prosperidad.
 La Constitución que sancionase el Congreso sería puesta a consideración de las
provin- cias y no sería establecida en ellas hasta no ser aprobada.
 Hasta la elección de un Poder Ejecutivo nacional quedaría éste de manera
provisoria en manos del gobierno de Buenos Aires.

La Ley Fundamental gozó de una aprobación generalizada por parte de las


provincias. Desde Londres, Rivadavia manifestó su desacuerdo con respec- to a la
disposición que dejaba en manos de éstas la facultad de aprobar o no la
Constitución.

El Banco Nacional:
Cuando el Banco de Descuentos debió ir al "curso forzoso", el Congreso sancionó la
Ley del Banco Nacional de las Provincias Unidas que salió en su auxilio, aunque
creando una entidad nueva. De ese modo, Las Heras dejó de contar con el sobrante
del empréstito, que pensaba emplear en la guerra con el Brasil.
La ley estableció que el nuevo banco tendría un capital de 10 millones de pe- sos,
repartidos entre:

 El remanente del empréstito.


 El capital del Banco de Descuentos.
 Una emisión de acciones.
 Un aporte estatal.

No fue así. El único dinero real fueron los tres millones que puso el Estado. Además,
el liberalismo que profesaban los miembros del Congreso les hacía ser enemigos de
la iniciativa estatal. Por eso, el Estado sólo tendría 30 votos en las asambleas, contra
un voto por cada acción de $ 20 de los privados.
El Banco Nacional recibía todos los privilegios de su antecesor, ahora exten- didos a
nivel nacional. Con un banco que no manejaba, Argentina empezó la guerra con
Brasil.

La Ley de Consultas:
Conforme a lo establecido en la Ley Fundamental, las provincias debían a- probar
la Constitución para que entrase en vigencia. Por eso, se resolvió re- alizar una
encuesta entre ellas, sancionándose la Ley de Consultas que esta- blecía:

1) Las legislaturas provinciales debían pronunciarse acerca de "la base sobre la que
iba a formarse la Constitución".

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2) Esas opiniones no impedirían que el Congreso sancionase la Constitución más
confor- me con los intereses nacionales.

RESULTADOS DE LA ENCUESTA
(tardaron un año en conocerse)
 7 provincias se pronunciaron por el federalismo.
 3 provincias se pronunciaron por el unitarismo.
 El resto lo constituían las que dejaban la resolución en manos del Congreso, las que
a- ún no se habían organizado como provincias (Misiones) y las que habían dejado de
existir como tales (Buenos Aires por la Ley de Capitalización).

La Constitución: Es preciso tener en cuenta que al iniciarse los debates Ri- vadavia
ya era presidente de la República.

 El debate sobre la forma de gobierno se inició a partir de la curiosa inter-


pretación que se hizo de las respuestas provinciales a la Ley de Consul- tas. La
comisión encargada de ese cometido llegó a la conclusión de que la mayoría se
inclinaba por la forma unitaria. Dorrego, diputado por San- tiago del Estero,
objetó aquella interpretación.
Al cabo de un mes, la comisión se pronunció declarando: "La constitución se
redactará sobre la base de un gobierno representativo republicano conso- lidado en
unidad de régimen", lo que fue aprobado por 43 votos contra 11.
El debate sobre la Constitución llevó dos meses (setiembre a noviembre). En ese
intervalo, los diputados de Córdoba, La Rioja y Corrientes expresaron que sus
respectivos gobiernos los habían retirado del Congreso por haberse pronunciado a
favor del unitarismo. El Congreso se expidió por la permanen- cia de los mismos "ya
que representaban al pueblo y no a los gobiernos" (aunque éstos los habían hecho
elegir).

 En el debate propiamente dicho, el federal Manuel Moreno pidió la com- pleta


libertad de cultos, oponiéndose al texto que expresaba: la religión es la Católica
Apostólica Romana a la que prestará siempre la más eficaz y decidida protección".

 Fue cuestionado -aunque se mantuvo- que serían ciudadanos:


1) Los extranjeros que combatieron en los ejércitos de mar y tierra.
2) Los extranjeros residentes en el país desde antes de 1816 que se inscribieran en
el Registro Cívico.

 No se reconocería el derecho de voto a los menores, analfabetos (des- pués de 15


años de sancionada la Constitución), naturalizados en otro país, deudores
fallidos, dementes, notoriamente vagos, procesados en causas criminales, criados
a sueldo, peones jornaleros y soldados de lí- nea.
Se defendió la prohibición a criados y peones por estar bajo la influencia de sus
patrones. Dorrego atacó este punto preguntando si acaso los em- pleados
públicos no estaban bajo la influencia del gobierno, acusando a los unitarios de
querer imponer la aristocracia del dinero. Lo apoyó Pas- so, mientras Valentín
Gómez sostenía que ni en Europa ni en EEUU vota- ban los jornaleros ni
asalariados. El santafesino Galisteo se inclinó por la inclusión de los asalariados
en el voto.

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 Al volver a discutirse la forma de gobierno, Dorrego reconoció que mu- chas
provincias no estaban preparadas para ser Estados. Propuso la u- nión de
Buenos Aires y Santa Fé, de las provincias de Cuyo, de la Rioja y Catamarca y
de Santiago del Estero y Tucumán. Córdoba, Salta y la Ban- da Oriental estaban,
para él, en condiciones. Galisteo, más ubicado, ex- presó que la realidad
mostraba provincias que se administraban sin pro- blemas y dictaban sus leyes.
El resto del articulado demandó el mismo tiempo que los primeros siete artículos.
Casi no hubo debate.

ANÁLISIS DE LA CONSTITUCIÓN DE 1826

CONSTITUCIÓN DE 1826
PODER LEGISLATIVO: bicameral.
 Cámara de Representantes: diputados elegidos directamente a razón de uno
cada 15.000 habitantes o fracción no menor a la mitad. Debían acreditar 7 años
de ciudada- nía, 25 años de edad y una renta de 4.000 pesos o profesión o arte
útiles. Tendría la ini- ciativa en materia impositiva y podría acusar ante el
Senado al presidente, ministros, le- gisladores y miembros de la Alta Corte de
Justicia.
 Senado: dos senadores por cada provincia y dos por la capital. Los elegía una
junta electoral de 11 miembros que votarían dos nombres (uno debía ser de fuera
de la provin- cia). Durarían nueve (9) años y se renovarían por tercios cada
trienio. Debían tener 35 años y una renta de 10.000 pesos o profesión capaz de
producirla.

PODER EJECUTIVO: sería ejercido por un Presidente de la República


Argentina (aquí a- pareció por primera oficialmente el nombre de "Argentina").
Debía ser nacido ciudadano y poseer las condiciones de senador. Lo elegían
juntas electorales de 15 miembros en la capital y provincias, si obtenía las 2/3
partes de sus votos. De lo contrario, elegiría el Congreso entre los tres más
votados. Duraría 5 años y no podía ser reelecto inmediata- mente. Cinco
ministros asesorarían al presidente, pero no decía que los nombraría el
presidente.

PODER JUDICIAL: residiría en una Alta Corte de Justicia de 9 jueces y 2


fiscales, con 8 años de ejercicio de la profesión de abogado, 40 años de edad y los
requisitos para ser senador. Los nombraba el presidente con consentimiento del
Senado.

ADMINISTRACIÓN PROVINCIAL: en las provincias existirían gobernadores


que podían o no ser naturales de ellas; dependerían del presidente que los elegía
de una terna votada por los Consejos de Administración (1). Durarían 3 años y
no podían ser reelectos.
En las provincias que el Congreso designare, funcionarían Tribunales
Nacionales de

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Justicia.
Para que cada provincia aceptara la Constitución sería necesario el voto de las
2/3
partes de sus legislaturas. El que atentare contra la Constitución sería condenado
a
muerte.
(1) Los Consejos de Administración estaban integrados por más de 7 y menos de
15 miembros elegidos como los representantes y sin sueldo. Sus atribuciones
serían: trabajar por la prosperidad de la provincia, policía, educación
primaria y obras públicas. Su presupuesto debía ser autorizado por el
Congreso.

FIN DE LA BOLILLA VI

Bolilla VII
1. LEY DE PRESIDENCIA, FUNDAMENTOS Y OPOSICIÓN, FORMA EN
QUE FUE VOTADA, ELECCIÓN DEL PRESIDENTE, REACCIÓN DE LAS
PROVINCIAS. LEY DE CAPITALIZACIÓN, DISOLUCIÓN DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AIRES. LAS SOCIEDADES MINERAS Y DE
COLONIZACIÓN, CONSOLIDACIÓN DE LA DEUDA, LEY DE
ENFITEUSIS.
2. GUERRA CIVIL, EL EJÉRCITO PRESIDENCIAL. LAS PROVINCIAS
DESCONOCEN AL GOBIERNO Y AL CONGRESO. PACTO DE
HUANACACHE, LA LIGA DE GOBERNADORES DE ABRIL DE 1827. LA
MISIÓN DEL MINISTRO GARCÍA A RÍO DE JANEIRO, EL TRATADO
CON EL BRASIL, RECHAZO ARGENTINO. RENUINCIA DE RIVADAVIA,
LEY DEL 3 DE JULIO DE 1827.
3. DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL, LA CONVENCIÓN DE
SANTA FÉ. DORREGO GOBERNADOR DE BUENOS AIRES. PACTOS
INTERPROVINCIALES. RESTAURACIÓN DE LA UNIDAD
FEDERATIVA. INTENTOS POR CONTINUAR LA GUERRA CON EL
BRASIL, DIFICULTADES, EL ACUERDO PRELIMINAR DE PAZ.
4. LA IMPOSICIÓN DE LAS ARMAS, DERROCAMIENTO DEL
GOBERNADOR, GOBIERNO DE FACTO EN BUENOS AIRES, 1 DE
DICIEMBRE DE 1828. FUSI- LAMIENTO DE DORREGO. LA POLÍTICA
DEL TERROR. ACTITUD DE LA CONVENCIÓN REUNIDA EN SANTA FÉ,
AUTORIDAD NACIONAL. GUERRA ENTRE "DECEMBRISTAS" Y
NACIONALES. INVASIÓN DEL GENERAL PAZ A LA PROVINCIA DE
CÓRDOBA, DERROCAMIENTO DE BUSTOS, LA GUERRA EN EL
INTERIOR.

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5. EL SITIO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. RECHAZO DEL GENERAL
SAN MARTÍN. DERROTA DE LOS "DECEMBRISTAS". ROSAS JEFE DEL
EJÉRCITO SITIADOR, TRATATIVAS DE PAZ. EL PACTO DE
CAÑUELAS, EL ACUERDO RESERVADO, FRACASO. EL PACTO DE
BARRACAS, EL TRIUNFO FEDERAL.
6. RESTABLECIMIENTO DE LA JUNTA DE REPRESENTANTES EN
BUENOS AIRES. ELECCIÓN DE JUAN MANUEL DE ROSAS COMO
GOBERNADOR, LAS FACULTADES EXTRAORDINARIAS.
PACIFICACIÓN DE LA PROVINCIA. LA SITUACIÓN DE LAS DEMÁS
PROVINCIAS. EL RECESO DE LA CONVENCIÓN NACIONAL. LA LIGA
DEL GENERAL PAZ, EL TRATADO DEL 31 DE AGOSTO DE 1830.

BOLILLA VII): Punto 1


LEY DE PRESIDENCIA, FUNDAMENTOS Y OPOSICIÓN, FORMA EN QUE
FUE VOTADA, ELECCIÓN DEL PRESIDENTE, REACCIÓN DE LAS
PROVINCIAS. LEY DE CAPITALIZACIÓN, DISOLUCIÓN DE LA
PROVINCIA DE BUENOS AI- RES. LAS SOCIEDADES MINERAS Y DE
COLONIZACIÓN, CONSOLIDACIÓN DE LA DEUDA, LEY DE ENFITEUSIS.
En enero de 1826, el diputado cordobés Bedoya presentó al Congreso una Ley de
Presidencia, basándose en las necesidades de la guerra con Brasil.

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Al discutirse el proyecto que había sido desdoblado (Ley de Presidencia y Ley de
Ministerios), uno de los principales opositores fue Manuel Moreno, quien manifestó
que establecer la presidencia permanente era hacer gran parte de la Constitución
la que, según la Ley Fundamental, debía someterse a la aprobación de las provincias.
No obstante, los proyectos fueron aproba- dos.
El presidente de la República sería nombrado por simple mayoría de votos por el
Congreso, por el tiempo que estableciera la futura Constitución.
Hubo una propuesta de aguardar a que se reunieran los 2/3 del total de dipu- tados
(se había doblado la representación). Fue rechazada, procediéndose a elegir al
presidente. Resultó -como se preveía- electo Bernardino Rivadavia por 35 votos
sobre 38 presentes. Formó el siguiente Ministerio:

GOBIERNO: Julián Segundo de Agüero.


RELACIONES EXTERIORES: Manuel José García (reemplazado por Fernández
de la Cruz).
GUERRA y MARINA: Carlos María de Alvear.
HACIENDA: Salvador María del Carril.

La Ley de Duplicación de Diputados fue otra de las maniobras del grupo u- nitario,
que fueron enturbiando el clima de confianza generado por la Ley Fundamental.
Aunque la proporción se mantenía, la mayoría de las provin- cias no estaba en
condiciones económicas para pagar el viaje, hospedaje y viáticos de los nuevos
diputados, por lo que muchas optaron por elegir por- teños para que las
representasen.

Ley de Capitalización:
En su discurso inaugural, Rivadavia expresó quel presidente y el Congreso debían
tener una residencia bajo su jurisdicción exclusiva. Al día siguiente, envió el
proyecto de ley de capitalización, al tiempo que declaraba que esta- ban bajo su
mando todas las fuerzas militares provinciales que dependían de los gobernadores.
Las Heras protestó. Pedro Ferré, de Corrientes, se pa-só al partido federal.
La ley establecía:

LEY de CAPITALIZACIÓN
 Buenos Aires sería la capital del Estado.
 Estaría bajo la autoridad del presidente y el Congreso.
 Los establecimientos públicos se convertían en "nacionales".
 Se "nacionalizaba" el territorio comprendido por el puerto de Tigre, el límite
señalado por el río Reconquista hasta el Puente de Márquez y, de allí, una línea recta
hasta la Ensena- da de Barragán.
 Con el resto de la ex-provincia de Buenos Aires se haría una provincia (luego, se
proyec- tarían dos: "del Paraná" y "del Salado").
 Dicho territorio también quedaba, por el momento, bajo jurisdicción nacional.

Al debatirse el tema, hicieron oir su oposición hombres como Manuel More- no y


Juan José Passo. Los opositores sostenían que se estaba violando la Ley
Fundamental, que garantizaba a las provincias sus instituciones. Agüe- ro, Valentín

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Gómez y Gallardo, entre los unitarios, expresaron que la Ley Fundamental se
refería a las demás provincias y no a Buenos Aires, y que ésta última debía
desaparecer si es que el presidente iba a gobernar. Resul- tó aprobada.
Las Heras fue notificado que "había cesado" y Buenos Aires dejó de existir como
provincia en marzo de 1826.

Las sociedades mineras y de colonización:


En los primeros años de la década de 1820, Gran Bretaña atravesaba por un período
de euforia financiera. La conversión de la deuda inglesa había deja- do disponibles
muchas libras esterlinas y se pensaba invertir en negocios en las nuevas repúblicas
hispanoamericanas.
Aprovechando aquel clima de gran actividad bursátil, se había negociado el
empréstito con la casa Baring Brothers, y Rivadavia llegó a Londres con la intención
de hacer buenos negocios. Le interesaban las empresas mineras y colonizadoras.
Antes de partir, siendo aún ministro en la provincia de Bue- nos Aires, había
redactado sendos decretos que lo autorizaban a formar so- ciedades en ese sentido.
Así nacerían:

 La RIO DE LA PLATA AGRICULTURAL ASSOCIATION (empresa


colonizadora).
 La RIO DE LA PLATA MINING ASSOCIATION (empresa minera).
 Ambas con un capital de un millón de libras.
La experiencia colonizadora resultó un desastre. Las familias escocesas, ir- landesas
e inglesas arribadas al Plata no encontraron las tierras confisca- das que les habían
prometido ni el dinero para adquirir los útiles de labran- za. O desertaron,
volviendo a Gran Bretaña, o se dispersaron por estas re- giones, llegando muchos
de ellos a prosperar en distintas actividades (ove- jeros, artesanos, marinos).
La empresa minera había sido organizada en base a un verdadero fraude. Cuando
los ingenieros y obreros especializados llegaron a Buenos Aires, encontraron que el
gobierno de Las Heras no tenía jurisdicción sobre la re- gión minera, y que la Rio
de la Plata Mining Association no era propietaria de los yacimientos de Famatina
que decía haber comprado.
Al encontrarse con los mineros en Buenos Aires, Rivadavia reconoció que la Ley
Fundamental -con cuya sanción había discrepado- creaba ciertas con- fusiones que
se aclararían cuando él asumiera el gobierno nacional. En tan- to, el "boom"
bursátil comenzaba a desinflarse en Inglaterra: la explotación de las riquezas
hispanoamericanas no había arrojado los resultados espera- dos; muchos bancos
quebraron y la furia ganó a los accionistas particula- res.
Aquí, el problema fundamental era que las minas de Famatina, en la Rioja, ya eran
explotadas por una empresa nacional, uno de cuyos accionistas e- ra Juan Facundo
Quiroga que, convertido en el "hombre fuerte" del noroes- te argentino, impidió el
acceso de la Río de la Plata Mining.

La consolidación de la deuda:
Una semana después de asumir Rivadavia la presidencia, el Congreso apro- bó la
Ley de consolidación de la deuda, que declaraba nacional el emprésti- to contratado
por la provincia de Buenos Aires y aumentaba su garantía con todas las tierras y
bienes inmuebles de las provincias, que pasaban a ser nacionales. La expresión "...y
demás bienes inmuebles" que contenía la ley, se refería al subsuelo, es decir, las

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minas. Rivadavia y sus socios creyeron que bastaba esa declaración para poder
explotar los yacimientos de Famati- na.

Ley de "enfiteusis":
Esta ley consideraba toda la tierra pública del país propiedad de la Nación.

LEY DE "ENFITEUSIS"
 Se concedían tierras por 20 años renovables a perpetuidad.
 Cada 10 años, un "jury" de vecinos tasaría las tierras a efectos de fijar el canon.
 Los campos de pastoreo pagarían el 8% anual y los de laboreo el 4%.
 No decía nada sobre la obligación de poblar.
 Juan José Passo expresó: "creo que no es conveniente que haya grandes propietarios
y un montón de gente pobre a su alrededor". Se refería a las grandes parcelas concedidad.
La ley sólo se aplicó en la provincia de Buenos Aires.

Para concluir: las provincias habían recibido con beneplácito y esperanzas la Ley
Fundamental. Las maniobras del grupo unitario y las leyes posterio- res
destruyeron aquella confianza. En realidad, buena parte del interior vivía en guerra
civil desde 1825.
En efecto, comisionado por Las Heras, Gregorio de Lamadrid había marcha- do al
norte para reunir los contingentes militares destinados a combatir con- tra Brasil
eventualmente. Lamadrid empleó aquellas fuerzas para derribar al gobierno de
Tucumán y aprestarse a atacar a los gobiernos federales de Córdoba (Bustos) y
Santiago del Estero (Ibarra).
El Congreso no hizo ni dijo nada. Para los planes unitarios, era conveniente que se
crearan situaciones políticas favorables en el interior. Finalmente, Juan Facundo
Quiroga derrotó a Lamadrid y se convirtió en el árbitro del no- roeste.
En medio de esta situación, llegó la designación de Rivadavia como presi- dente de
la República, la curiosa interpretación de la Ley de Consultas y, por último, la
Constitución de 1826. El interior rechazó todo aquello.
Con total falta de tacto político, el Congreso remitió comisionados a las pro- vincias,
procurando convencer a los gobernadores para que aceptaran la Constitución.
Resultó un desastre.

 Algunos no se atrevieron a presentarse ante Facundo Quiroga (Vélez Sarsfield).


 A otros, no se les permitió entrar en la provincia (Zavaleta, en Entre Ríos).
 No faltaron quienes fueron tratados con absoluto desprecio (Tezanos Pinto en
Santiago del Estero).

Esta era la situación del país mientras se iniciaba la guerra con Brasil.

Punto 2:
GUERRA CIVIL, EL EJÉRCITO PRESIDENCIAL. LAS PROVINCIAS DESCO-
NOCEN AL GOBIERNO Y AL CONGRESO. PACTO DE HUANACACHE, LA
LIGA DE GOBERNADORES DE ABRIL DE 1827. LA MISIÓN DEL MINISTRO
GARCÍA A RÍO DE JANEIRO, EL TRATADO CON EL BRASIL, RECHAZO
AR- GENTINO. RENUINCIA DE RIVADAVIA, LEY DEL 3 DE JULIO DE 1827.

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A lo largo de 1825, 1826 y aún, en 1827, la guerra civil no cesó en el interior. Los
unitarios se sostenían Salta y Jujuy liderados por Alvarado y Gorriti (aunque
terminarían combatiéndose entre sí). A Alvarado se le habían unido algunos
llaneros venezolanos (llamados "los colombianos") desertores del Ejército
bolivariano. Las atrocidades cometidas por éstos dieron origen a la expresión
"salvajes unitarios".
Después de su derrota a manos de Quiroga, Lamadrid había logrado rehacer el
"Ejército presidencial", al que terminaron uniéndose los citados "colom- bianos".
En Cuyo, por su parte, la influencia de Quiroga en San Juan, y de José San- tos
Ortiz en San Luis, aseguraron el predominio federal. A principios de 18 27, las tres
provincias cuyanas suscribieron el:

PACTO de HUANACACHE
 Se resaltaba la intención de seguir trabajando por la organización nacional.
 Se comprometían a mediar para poner fin a la guerra civil.
 Se proponían intensificar la guerra con Brasil.
 Acordaban defenderse mutuamente de posibles agresiones.
 Se proponían defender la religión católica (los unitarios eran vistos como ateos e
irreli- giosos, y en la bandera negra de Quiroga figuraba la expresión "Religión o
Muerte".

Quiroga, por su parte, marchó otra vez contra Lamadrid, volviendo a vencer- lo en
el Rincón de Valladares. Al influjo de esta victoria, se alzaron los fede- rales en el
norte y, mientras los jefes unitarios escapaban hacia Bolivia, se impuso Pablo
Latorre, antiguo lugarteniente de Güemes.
En tanto se iban sucediendo las declaraciones de las legislaturas provincia- les
desconociendo la autoridad de Rivadavia y la Constitución de 1826, Bus- tos propuso
la formación de una "Liga de Gobernadores", en abril de 1827.

LA LIGA de GOBERNADORES de 1827


 Reunió a Córdoba, Santiago del Estero, Santa Fé, Entre Ríos, Corrientes, La Rioja,
Men- doza, San Juan y San Luis, cuyos gobernadores convenía:
 Rechazar la Constitución de 1826.
 Auxiliarse para rechazar y destruir al llamado "gobierno nacional".
 Formar otro Congreso en Santa Fé.
 Esforzarse para continuar la guerra con el Imperio de Brasil.

La guerra con Brasil hasta el tratado de Manuel José García:


Los inicios del gobierno de Pedro I habían sido tumultuosos:

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 La Asamblea Constituyente reunida debió ser clausurada en razón de las
reformas que allí se proponían. Se impuso una Constitución que otorgaba grandes
poderes al emperador.
 Al estallar insurrecciones separatistas en el nordeste debió reprimirse de modo
san- griento.
 La oposición republicana, encabezada por José Bonifacio de Andrada e Silva,
fue per- seguida.

Muchos pensaron que una guerra triunfante contra las Provincias Unidas del Río
de la Plata daría a Brasil la cohesión de que carecía. Para cubrirse, Pedro I prometió
a Gran Bretaña negociar la prórroga de un tratado firmado en 1810 entre
Porutugal y Londres (que convertía a Brasil en colonia econó- mica de los ingleses)
y abolir en cuatro años la trata de esclavos. Entonces, declaró la guerra a las Pcias.
Unidas, que habían aceptado en su seno a la Banda Oriental (diciembre de 1825).
Canning no tardaría en mostrar los reales designios de Gran Bretaña: una guerra
con resultado "tablas" y la Banda Oriental convertida en un estado independiente.
Durante la primera parte de la guerra no se produjeron acciones de impor- tancia,
con excepción de algunos combates navales en el Río de la Plata, destinados a
romper el bloqueo de la poderosa escuadra brasileña. La va- lentía del almirante
Brown y su conocimiento del río, le permitieron afrontar con escasos barcos mal
armados al enemigo en Colonia, Los Pozos y Quil- mes, registrándose pérdidas
equilibradas en ambos bandos.
En setiembre de 1826, arribó al Atlántico Sur Lord Ponsonby, para manifes- tar
claramente a los beligerantes el deseo británico de crear un Estado inde- pendiente
en la Banda Oriental y obtener la libre navegación de los ríos inte- riores del Plata.
Mientras el grupo gobernante en Buenos Aires deseaba fervientemente la paz, el
emperador Pedro I no podía aceptarla en aquellos términos, por lo que prefirió la
firma de un tratado de comercio con Gran Bretaña bastante humillante para el
Brasil y la promesa de la supresión del tráfico de escla- vos, a fin de ganar tiempo
sin ponerse a Gran Bretaña en contra.
Al reiniciarse las operaciones, las fuerzas republicanas bajo el mando de Carlos de
Alvear tomaron la ofensiva y obtuvieron una serie de victorias en los combates de
Bacacay, Ombú y Camacuá. El 20 de febrero de 1827, Al- vear derrotó a los
imperiales en la batalla de Ituzaingó. Paralelamente, los argentinos vencían en el
combate naval de Juncal y en la acción de Carmen de Patagones, base de los
corsarios republicanos, que fue atacada sin éxito por mar y tierra.
No obstante las ventajas obtenidas, el gobierno rivadaviano deseaba urgen- temente
la paz, con el objeto de destinar las fuerzas militares a la misión de imponer en el
interior la autoridad presidencial y la Constitución unitaria. Frente a la presión de
Lord Ponsonby, Manuel José García fue enviado a Río de Janeiro a efectos de
conseguirla "a cualquier precio". El Tratado que fir- mó en la capital del Imperio
establecía:

1) La Banda Oriental sería restituída a Brasil.


2) Sería neutralizada la isla de Martín García.
3) Argentina indemnizaría a Brasil por los daños causados por los corsarios.

Cuando el tratado se conoció, la indignación no conoció límites en Buenos Aires.


Rivadavia acusó a García de haberse excedido en sus instrucciones y el tratado fue
desconocido por el gobierno argentino. Pero, la publicación por parte de "El

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Tribuno" de Dorrego del negociado minero, tornaron insos- tenible la situación del
presidente, por lo que presentó la renuncia a su car- go.
Después de aceptar la renuncia de Rivadavia, el Congreso sancionó la Ley del 3 de
julio de 1827 que disponía:

1) Se elegiría un presidente provisional de la República que tendría la misión de


proseguir la guerra contra Brasil y procurar el fin de la guerra civil en el
interior.
2) El presidente provisional invitaría a las provincias a la reunión de una
Convención Na- cional.
3) Se restablecería la provincia de Buenos Aires.

"NACIMIENTO, MUERTE y RESURRECCIÓN de la PROVINCIA de BUENOS


AIRES"

NACIMIENTO: febrero de 1820 (como consecuencia de las exigencias de los


vencedores de la batalla de Cepeda).

MUERTE: marzo de 1826 (como consecuencia de la sanción de la Ley de Capitalización).

RESURRECCIÓN: julio de 1827 (como consecuencia de la ley de emergencia dictada


luego de la renuncia de Rivadavia).

Punto 3:
DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL, LA CONVENCIÓN DE SANTA
FÉ. DORREGO GOBERNADOR DE BUENOS AIRES. PACTOS
INTERPROVINCIA- LES. RESTAURACIÓN DE LA UNIDAD FEDERATIVA.
INTENTOS POR CON- TINUAR LA GUERRA CON EL BRASIL,
DIFICULTADES, EL ACUERDO PRE- LIMINAR DE PAZ.

La elección como presidente provisional de la República recayó en Vicente López y


Planes. Para reinstalar la Junta de Representantes de la Pcia. se lla- mó a elecciones,
pero sólo se presentaron los federales. La nueva Junta eli- gió gobernador a Manuel
Dorrego.
El 15 de agosto de 1827, López y Planes presentó su renuncia al Congreso y, dos
días después, éste se disolvió, no sin antes encomendar a las autori- dades de Buenos
Aires el manejo de las relaciones exteriores, la conduc- ción de la guerra con Brasil
y el pago de la deuda externa.
Ya nos hemos referido al Pacto de Huanacache y a la Liga de Gobernadores federales
propiciada por Bustos. Los acuerdos entre las provincias conti- nuaron luego de la
disolución del gobierno nacional.
Manuel Moreno (ministro de Gobierno de Dorrego) y Francisco Bustos (so- brino
de Juan Bautista Bustos) concluyeron el Pacto Buenos Aires-Córdo- ba, en el que
acordaron:

1) El envío de soldados por parte de Córdoba para la guerra con Brasil.


2) El otorgamiento del manejo de las relaciones exteriores a Dorrego.

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3) La asistencia al "Congreso" (lo llama Córdoba) o la "Convención" (la llama
Bs.As.) de Santa Fé.

Paralelamente, marcharon comisionados desde Buenos Aires con el objeto de


conseguir los mismos objetivos. Pero, cuando comenzaron a llegar a Santa Fé los
diputados que integrarían la Convención Nacional, surgieron las eternas
mezquindades y pequeñeces que habían hecho fracasar tantos intentos de
organización nacional

 Por un lado, los celos entre Bustos y Dorrego, pues ambos querían ser
presidentes de la República.
 Por otro, la negativa de Corrientes a integrar la Convención Nacional si
Misiones era re- conocida provincia.

Finalmente, sin tener aún el número total de diputados, la Convención de- bió
reunirse para considerar el Tratado de Paz con Brasil.

Alvear no había podido sacar ventajas de su victoria en Ituzaingó por falta de


hombres y recursos, desengañado al no recibirlos, retrocedió a territorio oriental,
teniendo el ejército imperial -reforzado después de la derrota- al frente y la
guarnición de Montevideo a sus espaldas.
Después llegó la firma del tratado por García y su desconocimiento por el gobierno
argentino, la renuncia de Rivadavia y la disolución del Congreso y, por último,
Dorrego a cargo de la conducción de la guerra.
No obstante las presiones de Lord Ponsonby, el gobernador de Buenos Ai- res
estaba dispuesto a continuar la lucha:

 Reemplazó a Alvear por Lavalleja al frente del Ejército.


 Logró que las provincias enviaran nuevos contingentes militares.
 Los corsarios argentinos creaban dificultades al comercio navan brasileño
(especial- mente al tráfico negrero).
 Fructuoso Rivera conquistó las Misiones Orientales.
Dorrego manejaba, además, otras dos posibilidades para alcanzar la victoria.

1) Un plan secreto con participación de republicanos brasileños (¿José Bonifacio


de An- drada e Silva?), que contaría con el alzamiento de mercenarios alemanes
e irlandeses quienes, apoderándose de la persona de Pedro I, lo embarcarían
subrepticiamente en un corsario para llevarlo prisionero a Buenos Aires.
2) La participación de Bolívar.

Nada de ello fue posible. Dorrego carecía de dinero y el Banco Nacional no se lo


daba, en tanto Bolívar había perdido poder en su propio país. Ponson- by, por su
parte, no dejaba de presionar y amenazar. Parece que hasta Lava- lleja fue tentado
con la promesa de la presidencia de la Banda Oriental inde- pendiente.
Al mismo tiempo que Dorrego abandonaba su posición irreductible, Pedro I era
convencido por sus ministros. Así, se llegó a la firma del convenio preli- minar de
paz que negociaron en Río de Janeiro, Juan Ramón Balcarce y To- más Guido.

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CONVENCIÓN PRELIMINAR de PAZ
(agosto de 1828)
 La Banda Oriental se convertía en Estado libre e independiente.
 Argentina y Brasil defenderían esa independencia.
 La Constitución del nuevo Estado sería examinada por representantes de ambas
nacio- nes.
 Las tropas argentinas y brasileñas evacuarían el territorio oriental en dos meses.
 Argentina y Brasil se reservaban la navegación del Plata y sus afluentes por 15 años.

Punto 4:
LA IMPOSICIÓN DE LAS ARMAS, DERROCAMIENTO DEL GOBERNADOR,
GOBIERNO DE FACTO EN BUENOS AIRES, 1 DE DICIEMBRE DE 1828. FUSI-
LAMIENTO DE DORREGO. LA POLÍTICA DEL TERROR. ACTITUD DE LA
CONVENCIÓN REUNIDA EN SANTA FÉ, AUTORIDAD NACIONAL. GUERRA
ENTRE "DECEMBRISTAS" Y NACIONALES. INVASIÓN DEL GENERAL
PAZ A LA PROVINCIA DE CÓRDOBA, DERROCAMIENTO DE BUSTOS, LA
GUERRA EN EL INTERIOR.
La paz con Brasil fue mal recibida por el Ejército. Después de las victorias
alcanzadas, la Banda Oriental se perdía. Los dirigentes unitarios más impor- tantes
(Agüero, Valentín Gómez, Juan Cruz Varela, Salvador María del Carril) decidieron
aprovechar aquel descontento, influyendo en el ánimo de algunos oficiales,
presentando a Dorrego como el principal responsable de la pérdi- da de la provincia
oriental.
Al retornar las tropas, todo el mundo sabía que éstas venían alzadas contra Dorrego.
Sólo el gobernador no creía posible aquella eventualidad y, deso- yendo los consejos
de Juan Manuel de Rosas (nombrado Comandante Gene- ral de la Campaña),
permaneció en la ciudad.
El 1 de diciembre de 1828, las fuerzas de la 1ª. División, comandadas por el general
Juan Lavalle, marcharon sobre la Plaza Mayor. Ante la evidencia de los hechos,
Dorrego escapó a la campaña.
Los unitarios organizaron entonces una asamblea popular, que se celebró en la
capilla de San Roque. Los asistentes consideraron depuesto a Dorrego y, en un
simulacro de elección (votaron levantando sus sombreros), designa- ron gobernador
a Lavalle.
Desoyendo nuevamente a Rosas que le aconsejaba reunirse con Estanislao López en
Santa Fé, Dorrego se propuso resistir en la campaña bonaerense, pero las milicias
aún desarmadas fueron dispersadas en Navarro por las tro- pas veteranas de
Lavalle.
Cuando se dirigía a San Nicolás, el gobernador depuesto fue apresado por fuerzas
que creía leales y trasladado a Navarro.
Mientras familiares y amigos de Dorrego conseguían la promesa del gober- nador
delegado Guillermo Brown de que el prisionero sería desterrado, los principales
dirigentes unitarios insistieron en sus cartas a Lavalle para que dispusiera su
ejecución.
En Navarro, Lavalle ordenó el fusilamiento de Dorrego (12 de diciembre de 1828).
A continuación, siguió una violenta represión que, en la campaña, ad- quirió un tono
salvaje. En la ciudad, Juan Ramón Balcarce, Felipe Arana, To- más Manuel de

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Anchorena, Manuel Vicente Maza y otros distinguidos federa- les, fueron internados
en buques de la armada.
Por aquellos días, regresó San Martín de Europa. En Montevideo tomó cono-
cimiento de los hechos acaecidos en Buenos Aires y de las ironías de la prensa
unitaria hacia su persona. Amargado, decidiría retornar al Viejo Mun- do, aunque
se vio obligado a permanecer más de dos meses en el Plata.
También el interior se pronunció en contra de la revolución de los "decem- bristas"
(unitarios) de Lavalle. Bustos, en una encendida proclama, condenó las acciones del
grupo unitario; Quiroga llamó a Lavalle "gobernador intruso de Buenos Aires".
La defensa de la causa federal disipó las desavenencias que separaban a al- gunas
provincias y la Convención Nacional de Santa Fé, con la representa- ción completa
de todas ellas, se declaró "soberana" en febrero de 1829; se pronunció por la guerra
contra Lavalle y designó a Estanislao López "gene- ral en jefe de las fuerzas
nacionales". López nombró a Rosas -que había lle- gado a Santa Fé- su segundo.
Lavalle cometió entonces el mismo error de otros jefes porteños: invadió Santa Fé.
En pocos días, la caballería de los unitarios murió envenenada en los pastizales de
"mío-mío". En medio de su crítica situación, Lavalle encon- tró a Paz que, con su
división, marchaba a Córdoba. Ante el pedido de Lava- lle de que se le uniera, Paz
se rehusó, pues su único objetivo era apoderarse del gobierno de su provincia natal.
Mientras Lavalle regresaba a marchas forzadas, acosado por las montoneras
federales, en el territorio bonaerense el coronel Federico Rauch, autor de grandes
matanzas, era derrotado y muerto por montoneros e indios en Las Vizcacheras. Su
cabeza fue arrojada dentro de la ciudad de Buenos Aires, que comenzaba a ser
cercada.
Díaz Vélez, ministro de Lavalle, declaró el "estado de Asamblea": cierre de negocios,
toque de queda y convocatoria de las milicias. Ordenó tomar las armas a los
residentes extranjeros. Ingleses (en virtud del tratado con Gran Bretaña) y
norteamericanos, fueron eximidos. El cónsul francés Mandeville protestó, y ante la
obstainación de Díaz Vélez, pidió los pasaportes.
Con contigentes de vascos franceses y levas forzadas, Lavalle llegó a reunir 2000
hombres, con los que intentó una salida de la ciudad. Fue dispersado por las
montoneras de López y Rosas en Puente de Márquez (abril de 1829).

Punto 5:
EL SITIO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. RECHAZO DEL GENERAL
SAN MARTÍN. DERROTA DE LOS "DECEMBRISTAS". ROSAS JEFE DEL
EJÉRCI- TO SITIADOR, TRATATIVAS DE PAZ. EL PACTO DE CAÑUELAS,
EL ACUER- DO RESERVADO, FRACASO. EL PACTO DE BARRACAS, EL
TRIUNFO FEDE- RAL.
Mientras López se retiraba lentamente hacia Santa Fé, Rosas apretaba el cer- co de
Buenos Aires.
Aprovechando que San Martín se hallaba aún en el Plata, Lavalle le envió dos
emisarios ofreciéndole el gobierno de Buenos Aires como prenda de paz y unión
entre los argentinos, con la condición de que dictara una amplia am- nistía.
El general se negó, y los emisarios explicaron que la razón de la negativa ra- dicaba
en las ideas monárquicas de San Martín. Pero, en cartas a O'Higgins y Guido, el
Libertador explicó las verdaderas razones de su proceder. Al pri- mero le dijo que
el grado de exaltación que se creó a partir de la revolución de diciembre de 1828 sólo
desaparecería con el exterminio de uno de los partidos en pugna. Acusaba a
continuación a Rivadavia y su grupo de innu- merables males y calificaba de

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"infernal" su conducta. A Guido le confesaba que la Patria podía exigir el sacrificio
de la vida y los intereses, pero no el honor.
En Buenos Aires, entre tanto, comenzó a vivirse el terror y se padecía ham- bre. Una
junta de los principales jefes militares llegó a la conclusión de que había que
entenderse con los federales. Al trascender esta noticia, unos 600 unitarios
escapararon hacia Montevideo, entre ellos Rivadavia y Agüero. Sin embargo, la
noticia de que José María Paz había derrotado a Bustos en San Roque, alivió la
situación de Lavalle, que decidió resistir. Ese cambio de ac- titud le llevó a rechazar
la propuesta de Estanislao López (que aún permane- cía en territorio bonaerense)
de delegar el poder en Tomás Guido y volver a reunir la disuelta Junta de
Representantes.
La presencia de Paz en Córdoba alarmó a López que, ahora sí, decidió reti- rarse
definitivamente del territorio bonaerense. Sin ambargo, antes de hacer- lo, insistió
en su oferta de mediación, enviando a su secretario Domingo de Oro. Éste,
sanjuanino y partidario de los unitarios, tramó una intriga: se pro- pondría
sobornar a López con dinero, reconocer a Lavalle como gobernador y resolver el
destierro por un año de Rosas. El gobernador de Santa Fé se negó a todo ello.
Para complicar aún más la situación de los unitarios, el cónsul francés Man- deville
(que había pedido sus pasaportes) solicitó la intervención de la es- cuadra francesa
en el Atlántico Sur. Las naves del comodoro Venancourt se apoderaron entonces de
los barcos de la escuadra nacional.
Rosas escribió a Venancourt pidiéndole que retuviese los barcos y no los devolviese
al gobierno ilegal. No obstante, el marino francés prefirió enten- derse con los
unitarios que, a cambio de la devolución de los barcos secues- trados, dispuso el
licenciamiento de los milicianos franceses.
Simultáneamente, el jefe federal presionaba sobre la ciudad, prohibiendo el ingreso
de provisiones. Sin embargo, varios personajes llegados hasta el campamento de
Rosas manifestaron que éste deseaba la paz, por lo que La- valle, en un acto de
indudable coraje, se presentó personalmente acompaña- do sólo por un ordenanza,
para entrevistarse con su adversario. El 24 de ju- nio de 1829, los dos concluyeron
el Pacto de Cañuelas.

PACTO de CAÑUELAS
 Cesarían las hostilidades.
 Se elegiría una nueva Junta de Reprsentantes que designaría al gobernador.
 Lavalle velaría por el orden en la ciudad y Rosas en la campaña.
 Los gastos del ejército federal serían pagados por el gobierno y los oficiales federales
tendrían el mismo rango que los unitarios.
 Nadie sería perseguido por su conducta y opiniones políticas.

Reservadamente, acordaron presentar una lista única para las elecciones y, después
de ponerse de acuerdo en los nombres que la formarían, decidieron que el
gobernador sería Félix de Álzaga.
No obstante, el pacto no fue bien recibido por los más intransigentes unita- rios
(Alvear, Del Carril, Díaz Vélez, Valentín Gómes, Valentín Alsina), que pre- sentaron
una lista totalmente partidaria. Los alentaba la noticia de que Paz había vencido a
Facundo Quiroga en La Tablada.

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Enterado, Rosas suspendió las elecciones en la campaña, pretextando la llu- via
existente. En la ciudad, en un clima de violencia, los unitarios intransi- gentes
hicieron triunfar su lista. Pero el ardor bélico de los unitarios duró po- co y
comenzaron las deserciones y fugas, mientars centenares de personas dejaban
Buenos Aires (paralizando cualquier actividad) en busca del campa- mento de
Rosas.
Ante lo insostenible de la situación, Lavalle decidió capitular ante Rosas de- jando
el gobierno en Barracas (agosto de 1829). Allí se acordó:

CAPITULACIÓN de BARRACAS
 El general Juan José Viamonte era designado gobernador provisorio de la
provincia.
 Tendría bajo sus órdenes todas las fuerzas militares de la misma.
 Lo asesoraría un "senado consultivo" de 24 miembros (5 serían figuras importantes
de la Justticia, la Iglesia, el Consulado y el Ejército; 19 serían elegidos por el
goberandor).

Punto 6:
RESTABLECIMIENTO DE LA JUNTA DE REPRESENTANTES EN BUENOS
AI- RES. ELECCIÓN DE JUAN MANUEL DE ROSAS COMO GOBERNADOR,
LAS FACULTADES EXTRAORDINARIAS. PACIFICACIÓN DE LA
PROVINCIA. LA SITUACIÓN DE LAS DEMÁS PROVINCIAS. EL RECESO DE
LA CONVENCIÓN NACIONAL. LA LIGA DEL GENERAL PAZ, EL TRATADO
DEL 31 DE AGOSTO DE 1830.

Los esfuerzos de Viamonte por pacificar Buenos Aires tropezaron ahora con la
intolerancia de los federales prominentes que, desoyendo los pedidos de Rosas a la
moderación, deseaban tomarse desquite. Lavalle, designado co- mandante de la
caballería provincial, se marchó al Estado Oriental.
Otra de las dificultades que el gobernador provisorio debió afrontar fue la
designación de la Junta de Representantes. Viamonte prefería convocar a e-
lecciones, pero el clima imperante le aconsejó consultar a Rosas, que había logrado
pacificar la campaña. Rosas se pronunció a favor de la propuesta de restaurar la
Junta que había elegido a Dorrego, lo que fue aceptado por el gobernador
provisorio.
Sin embargo, el intento del comandante de la "Guardia del Salto" de pasarse a Paz,
volvió a encrespar los ánimos, por lo que la Junta de Representantes votó por
otorgar al gobernador que debía elegir las "facultades extraordina- rias"
indispensables para desempeñar su cometido. Rosas, es electo por 33 votos contra 1
y es saludado como "Restaurador de las Leyes" (diciembre de 1829).
Procurando prservar el orden, Rosas mantuvo como ministros a Balcarce, Guido y
Manuel García. El ministro inglés en Buenos Aires, Parish, hizo pú- blica en Gran
Bretaña su confianza.
Pero las críticas de los unitarios y las sospechas de que conspiraban lleva- ron a
Rosas a aplicar las "facultades extraordinarias", mandando fusilar a un oficial
comprometido en el intento de la "Guardia del Salto" y arrestar a va- rios unitarios
conocidos. Al renovarse la mitad de la Junta a mediados de 1830, las "facultades
extraordinarias" fueron ampliadas, con el sólo límite de no celebrar tratados.

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Siendo inminente el choque con las fuerzas de Paz, Rosas intentó reunir u- nos
10.000 hombres. Entonces, volvió a repetirse el incidente con Francia por la
incorporación a las milicias de los residentes franceses. Existía ahora una situación
internacional diferente.
En virtud de la revolución de 1830, Luis Felipe de Orleans (antiguo candida- to a
reinar en la Argentina) se había convertido en rey de Francia. La "teoríaq de la
legitimidad" de Metternich quedaba enterrada, y el nuevo gobierno fran- cés surgido
de una insurrección reconoció a las nuevas repúblicas hispano- americanas..
El representante francés en Buenos Aires, Vins de Peyssac, protestó por el servicio
militar de los franceses, volviendo a resaltar la situación de los in- gleses, que estaban
eximidos de hacerlo. El gobierno de Rosas respondió que existía un tratado con Gran
Bretaña, y no había uno similar con Francia. Aunque no participarían de la guerra
civil, los franceses serían enrolados en batallones destinados a preservar el orden.

La situación de las demás provincias:


José María Paz llegó a Buenos Aires con la segunda División del Ejército que había
combatido con Brasil, en enero de 1829. A los pocos días emprendió la marcha hacia
Córdoba con poco más de 1000 hombres y, como hemos ex- presado, se negó a unir
sus fuerzas a las de Lavalle.
Al carecer tanto él como Bustos de las fuerzas necesarias como para impo-nerse,
entraron en negociaciones pero, en medio de ellas Paz atacó al gober-nador de
Córdoba derrotándolo en San Roque. Bustos escapó en procura de la ayuda de
Facundo Quiroga que, reuniendo tropas de las provincias federa-les del norte
marchó sobre Córdoba.
Procurando evitar que la guerra se generalizase, Estanislao López envió a Paz una
misión encomendada a Domingo de Oro y José de Amenábar. De-bían ofrecer a Paz
su reconocimiento como gobernador de Córdoba a cam-bio de que éste reconociese
la Convención Nacional de Santa Fé. Llegaron tarde, pues en ese intervalo Quiroga
atacó a Paz y fue derrotado en La Ta-blada.
Estos hechos tuvieron sus consecuencias:

1) La Convención Nacional (ya muy disminuída en su integración) sintiéndose


ignorada por las negociaciones iniciales de Paz con Bustos y por el Pacto de
Cañuelas, se disolvió.
2) Estanislao López, sintiéndose desobedecido por Quiroga que había atacado a Paz
con toda su voluntad, renunció a su cargo de Jefe del Ejército Nacional.

No parecía existir auténtica armonía entre los tres máximos jefes federales: López,
Rosas y Quiroga o, al menos, no veían a Paz de la misma manera. Por eso -para furia
de Quiroga- una misión cordobesa (Bedoya-La Torre) firmó en Santa Fé y Buenos
Aires acuerdos de "unión y amistad" y una misión porte-ña (Cavia-Cernadas) partió
para mediar entre el "Tigre de los Llanos" y Paz.
Sin embargo, en medio de las negociaciones, Paz cayó sobre Quiroga que había
vuelto a invadir Córdoba y lo derrotó en Oncativo. Quiroga logró sal-varse,
escapándose a Buenos Aires en el carruaje de Cavia y Cernadas. La victoria de los
unitarios desató, también en el interior, una feroz represión contra los federales.

La Liga del general Paz:


A continuación, columnas unitarias comenzaron a ocupar las provincias in-teriores,
desplazando a los gobernadores federales y creando gobiernos uni-tarios. Estas

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provincias comenzaron a acordar entre sí pactos de alianza. El primero fue entre
Córdoba y San Juan. Le siguió otro entre Córdoba, Cata-marca, San Luis, Mendoza
y La Rioja. Finalmente, se adhirieron todas las provincias gobernadas por los
unitarios (Agosto de 1830).

LIGA UNITARIA ó LIGA del INTERIOR


 La integraban: Córdoba, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca,
Salta, Tucu-mán y Santiago del Estero, que se proponían:
1) La organización de la República y la constitución del Estado.
2) Aceptar la Constitución que sancionase el Congreso.
3) Incluir en la convocatoria a Buenos Aires y Santa Fé.
4) Asistirse militarmente,
 Se confería a Paz el "Supremo Poder Militar" hasta la creación de un gobierno
nacional:
1) Sería jefe de todas las fuerzas militares provinciales.
2) Tendría la dirección de los asuntos de paz y guerra.
3) Dispondría de la cuarta parte de las rentas provinciales.

FIN DE LA BOLILLA VII

Bolilla VIII
1. LAS PROVINCIAS LITORALES FRENTE AL SUPREMO PODER
MILITAR, TRATATIVAS PARA FORMAR UNA LIGA, PACTOS
PRELIMINARES, REUNIÓN EN SANTA FÉ EN JUNIO DE 1830, EL
PROYECTO DE PACTO DEL REPRESENTANTE DE CORRIENTES
PEDRO FERRÉ, CREACIÓN DE UNA COMISIÓN REPRESENTATIVA DE
LAS PROVINCIAS LITORALES, FUNCIONES ECONÓMICAS QUE LE
ASIGNA A LA MISMA, LA CONVOCATORIA A UN CONGRESO
CONSTITUYENTE. POSICIÓN DE BUENOS AIRES Y SANTA FÉ ANTE LA
PROPUESTA DE FERRÉ. FRACASO DE LAS TRATATIVAS. ROSAS Y
LÓPEZ, AFIRMACIÓN DE LA UNIDAD, NUEVAS NEGOCIACIONES,
FIRMA DEL PACTO.
2. EL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831, ANÁLISIS DE SUS CLÁUSULAS,
LOS PRINCIPIOS UNIFICADORES, LAS OBLIGACIONES DE LOS
CONTRATANTES, LAS VALLAS PARA EVITAR SEGREGACIONES, LA
COMISIÓN REPRESENTATIVA, DIFERENCIAS CON EL PROYECTO DE
FERRÉ, FUNCIONES DE LA MISMA.
3. DERROTA DE LA LIGA DEL GENERAL PAZ. ADHESIÓN DE TODAS LAS
PROVINCIAS AL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831. LA

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CONFEDERACIÓN ARGENTINA. PROBLEMAS CON LA COMISIÓN
REPRESENTATIVA, OPOSICIÓN DE ROSAS SOBRE LA MISMA,
CAUSAS DE SU DISOLUCIÓN. LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA
CONFEDEARACIÓN, LAS BASES DEL ESTADO NACIONAL.
4. LA UNIÓN RIOPLATENSE. POSICIÓN DE ROSAS SOBRE LOS PUEBLOS
SEGREGADOS DE LA ANTIGUA UNIÓN. EL SEPARATISMO.
DERROCAMIENTO DE ORIBE, EL PARTIDO MONTEVIDEANO. EL
AISLAMIENTO DEL PARAGUAY. LOS EMIGRADOS ARGENTINOS, SU
POSTURA FRENTA A LA UNIDAD RIOPLATENSE. LA POLÍTICA DEL
BRASIL.
5. EL PENSAMIENTO FEDERAL SOBRE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL,
LOS DISCURSOS DE DORREGO EN EL CONGRESO DE 1824, POSICIÓN
DE QUIROGA Y LÓPEZ, LA CONCEPCIÓN DE JUAN MANUEL DE
ROSAS, LA CARTA DE LA HACIENDA DE FIGUEROA DE
1834.CONFLICTOS INTERNOS EN LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA,
LA DIVISIÓN DE LOS FEDERALES EN BUENOS AIRES. LA GUERRA
ENTRE TUCUMÁN Y SALTA. EL ASESINATO DE QUIROGA. RETORNO
DE ROSAS AL GOBIERNO DE BUENOS AIRES, MODIFICACIÓN DEL
TÉRMINO DEL MANDATO, LA "SUMA DEL PODER PÚBLICO". EL
JUICIO A LOS ASESINOS DE QUIROGA Y LA CONCEPCIÓN DE ROSAS
SOBRE EL ORDENAMIENTO FEDERATIVO. EL CAMBIO ECONÓMICO:
LA LEY DE ADUANA DE 1835, LEY SOBRE LA TIERRA PÚBLICA DE
MAYO DE 1836, ANULACIÓN DE LA ENFITEUSIS DE 1836, LEYES DE
COLONIZACIÓN. DISOLUCIÓN DEL BANCO NACIONAL, CREACIÓN
DE LA CASA DE LA MONEDA

BOLILLA VIII): Punto 1


LAS PROVINCIAS LITORALES FRENTE AL SUPREMO PODER MILITAR,
TRATATIVAS PARA FORMAR UNA LIGA, PACTOS PRELIMINARES, REU-

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NIÓN EN SANTA FÉ EN JUNIO DE 1830, EL PROYECTO DE PACTO DEL RE-
PRESENTANTE DE CORRIENTES PEDRO FERRÉ, CREACIÓN DE UNA CO-
MISIÓN REPRESENTATIVA DE LAS PROVINCIAS LITORALES,
FUNCIONES ECONÓMICAS QUE LE ASIGNA A LA MISMA, LA
CONVOCATORIA A UN CONGRESO CONSTITUYENTE. POSICIÓN DE
BUENOS AIRES Y SANTA FÉ ANTE LA PROPUESTA DE FERRÉ. FRACASO
DE LAS TRATATIVAS. ROSAS Y LÓPEZ, AFIRMACIÓN DE LA UNIDAD,
NUEVAS NEGOCIACIONES, FIRMA DEL PACTO.
Rosas creía necesario estrechar lazos con las provincias litorales para opo- ner un
bloque federal al general Paz. A fines de 1829, sugirió al correntino Pedro Ferré
que tomara la iniciativa para lograr la firma de un pacto.
De las conversaciones de Ferré con Estanislao López surgió la base del fu- turo
pacto:

1) Cada una de las cuatro provincias litorales enviaría un representante a Santa


Fé.
2) Se delegaría en el gobernador de Buenos Aires el manejo de las relaciones
exteriores.

A continuación, Ferré firmó acuerdos similares con Buenos Aires y Entre Rí- os. En
julio de 1830, se reunieron en Santa Fé los comisionados de las cua- tro provincias:

CORRIENTES: Pedro Ferré (reemplazado luego por Manuel Leiva, al ser el


primero electo gobernador de la provincia).
BUENOS AIRES: José María Roxas y Patrón.
SABTA FÉ: Domingo Cullen.
ENTRE RÍOS: Antonio Crespo (que reemplazó a otro comisionado luego de las
perturbacio- nes producidas en aquella provincia por Lavalle y otros unitarios
establecidos en el Uru- guay).

Pero, en el anteproyecto de Ferré existían algunos puntos que Roxas y Pa- trón no
se atrevió a aceptar por falta de instrucciones. Ellos eran:

1) La creación de una "Comisión Representativa" que llamaría a la reunión de un


Congreso.
2) El proteccionismo económico.
3) El reparto de las rentas de Aduana.

Rosas no quería la Comisión Representativa que sería para él un "semillero de


intrigas". También objetaba el Congreso: "antes debemos existir y des- pués
organizarnos". La polémica entre Ferré y Roxas y Patrón demandó tiempo.

Al reunirse, en julio de 1830, Ferré y Roxas y Patrón fueron encargados por los
otros dele- gados de la redacción del anteproyecto de Pacto litoral. Para el
correntino, la Comisión Re- presentativa no sólo tendría la función de convocar al
Congreso que organizara federativa- mente el país, sino arreglar el comercio
exterior y la navegación de los ríos Paraná y Uru- guay.
Roxas y Patrón sostuvo que el proteccionismo:
1) Crearía dificultades a la ganadería bonaerense y terminaría por impedir a
Buenos Aires hacerse cargo de los gastos nacionales.

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2) Terminaría por generar una "guerra de industrias" entre las provincias.
Expresa Alfredo Galletti que Roxas y Patrón defendía la economía pastoril de los
hacenda- dos bonaerenses, aún en detrimento del propio saladero. Simplemente,
aprovechaba el te- mor de las provincias litorales a Paz para mantener el "status"
de privilegio de Buenos Ai- res, sin profundizar en otros temas.
Ferré, por su parte, proponía:
1) La prohibición de importar artículos que el país produjera.
2) La habilitación de uno o varios puertos, además de Buenos Aires.
Para superar las objeciones de Roxas y Patrón, Domingo Cullen ofreció, como
transacción, un proyecto con reformas que cercenaban las atribuciones de la
Comisión Representativa. También fue rechazado.
Finalmente, la decisión final de Rosas y López terminaría por imponerse, aunque
Corrien- tes quedara, por el momento, a un lado.

La polémica mostró un Rosas (por quien hablaba Roxas y Patrón) partidario del
librecambismo, ya que Buenos Aires carecía de industrias. En lo que respecta al
reparto de las rentas de la Aduana, era preciso tener en cuenta que esta provincia
se hacía cargo de las relaciones exteriores, el ejército, la marina y la deuda externa.
Rosas terminó aceptando la Comisión Representativa, pero Ferré insistía con sus
argumentos. Urgidos por el tiempo, Buenos Aires, Santa Fé y Entre Ríos firmaron
el Pacto Federal el 4 de enero de 1831.

PACTO FEDERAL
 Los firmantes ratificaban todos los tratados anteriores respecto de la mutua unión
y a- mistad.
 Resistirían cualquier invasión extranjera a cualquier provincia argentina.
 Se unían en alianza ofensiva y defensiva.
 Se comprometían a no firmar tratados por separado; pero lo aceptarían si dichos
trata- dos no perjudicaban a alguna de las provincias firmantes.
 Se obligaban a que ninguno de sus habitantes ofendiera al gobierno o habitantes de
las otras y a no dar asilo a ningún criminal que huyera de las otras.
 Los habitantes de las provincias signatarias podrían entrar y transitar libremente
por el territorio de las otras y pagarían los mismos derechos de importación y
exportación que los naturales de ellas.
 Si por ley de una de las tres provincias se exceptuaba la prohibición de que un
ciudada- no de otra provincia ejerciera la primera magistratura, el beneficio se
extendería a las otras dos.
 Si otra provincia quería entrar en la Liga se necesitaba el consentimiento de las tres
fe- deradas.
 Se socorrería con todos los recursos militares posibles a cualquiera de las tres
provin- cias que fuera atacada por otra ajena al Pacto. Las fuerzas auxiliares obrarían
con sujeción al gobierno de la provincia auxiliada al pisar su territorio.

Era muy importante el artículo 15º.

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ARTÍCULO 15º del PACTO FEDERAL
 En tanto durase el presente estado de cosas y mientras no se estableciera la paz
pública en todas las provincias de la República, funcionaría en Santa Fé una comisión
integrada por un diputado por provincia, que podría ser removido al arbitrio de su
gobierno. Se llamaría Comisión Representativa de los gobiernos de las Provincias litorales
de la Rca. Argentina, cuyas atribuciones serían:
1) Celebrar tratados de paz que luego deberían ser ratificados por las autoridades de
las tres provincias.
2) Declarar la guerra.
3) Convocar al ejército -en caso de guerra- y nombrar a su general.
4) Determinar el contingente de tropas con el que participaría cada provincia.
5) Invitar a todas las demás provincias cuando "estén en orden y tranquilidad" a la
reunión de un Congreso General Federativo.

Punto 2:
EL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831, ANÁLISIS DE SUS CLÁUSULAS, LOS
PRINCIPIOS UNIFICADORES, LAS OBLIGACIONES DE LOS CONTRATAN-
TES, LAS VALLAS PARA EVITAR SEGREGACIONES, LA COMISIÓN
REPRE- SENTATIVA, DIFERENCIAS CON EL PROYECTO DE FERRÉ,
FUNCIONES DE LA MISMA.

TODO ESTÁ INCLUIDO EN EL PUNTO ANTERIOR

Punto 3:
DERROTA DE LA LIGA DEL GENERAL PAZ. ADHESIÓN DE TODAS LAS
PROVINCIAS AL PACTO DEL 4 DE ENERO DE 1831. LA CONFEDERACIÓN
ARGENTINA. PROBLEMAS CON LA COMISIÓN REPRESENTATIVA,
OPOSI- CIÓN DE ROSAS SOBRE LA MISMA, CAUSAS DE SU DISOLUCIÓN.
LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA CONFEDEARACIÓN, LAS BASES
DEL ESTADO NACIONAL.
El envío de Facundo Quiroga -que aún permanecía en Buenos Aires- al fren- te de
una división destinada a operar en Cuyo, precipitó la guerra. El 15 de febrero de
1831, la Comisión Representativa, recién establecida, declaró la guerra a la Liga
Unitaria y nombró a Estanislao López general en jefe del E- jército federal.
 Quiroga tomó Río Cuarto y, penetrando en Ciuyo, venció a los unitarios en
Rodeo del Chacón, comenzando a extender su dominio sobre las provin- cias
andinas.
 Paz, en tanto, intentó evitar la unión de los ejércitos de Buenos Aires y Santa Fé,
por lo que marchó decididamente sobre López. Sin embargo, fue aprisionado
cuando se aproximó imprudentemente a una partida que creyó de los suyos en el
paraje de El Tío. Fue trasladado a Santa Fé y luego a Lu-ján.
 Como por entonces una división del ejército de Buenos Aires, al mando del
general Ángel Pacheco, había derrotado al unitario Juan Esteban Peder- nera en
Fraile Muerto, el antiguo ejército de Paz quedó muy disminuido. Ha- biendo sido
elegido Gregorio de Lamadrid en sustitución del jefe prisionero, éste dispuso el
repliegue hacia Tucumán.
 Bedoya y Vélez Sársfield, delegados del gobierno de Córdoba, firmaron con
López el Pacto de Calchín, por el que Córdoba se adhería al Pacto Fe- deral,

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condicionado a la reunión del Congreso federativo y la convocatoria a elecciones de
gobernador de la provincia. Rosas objetó el pacto, ya que és- te sólo podía
suscribirlo la Comisión Representativa y la adhesión al Pacto Federal debía ser sin
condiciones. López aceptó aquellos argumentos y de- jó sin efecto lo convenido.
 En Córdoba, resulta electo gobernador José Vicente Reinafé (hombre de López)
que, con sus hermanos, había estado operando al frente de partidas federales en la
sierra.
 En noviembre de 1831, Quiroga, con fuerzas muy inferiores, fue inexpli-
cablemente enviado sin refuerzos por López contra Tucumán. Allí, derrotó a
Lamadrid en la batalla de La Ciudadela.
 Rudecindo Alvarado, gobernador unitario de Salta, que ya había ofrecido
infructuosamente la incorporación de su provincia a Bolivia, abandonó el gobierno
ante la cercana presencia de Quiroga. Luego de otra oferta similar, que el
presidente Andrés de Santa Cruz no atendió, los unitarios escaparon dejando otra
vez la provincia en manos de Pablo Latorre.

Una vez que Felipe Ibarra recuperó el control de Santiago del Estero, la su- ya fue
la primera provincia en adherir al Pacto Federal. La siguió Córdoba y, en agosto de
1831, Corrientes. Finalmente, todas las provincias accedieron, dando vida a la
Confederación Argentina, a partir de dos leyes de cada una de ellas:

1) Aceptando el Pacto Federal.


2) Delegando el manejo de las relaciones exteriores en el gobernador de Buenos
Aires.

Problemas con la Comisión Representativa:


Ni bien terminada la lucha con la victoria federal, comenzó a plantearse el debate
acerca de si el país se hallaba "en orden y tranquilidad", tal como lo requería el Pacto
Federal para poder convocarse un Congreso Federativo.
Quienes así lo entendían, serían conocidos como federales "doctrinarios" o
"cismáticos", y representaban el sector más ilustrado y juvenil del Federa- lismo;
generalmente se trataba de abogados que asesoraban a los caudillos y
gobernadores.
Frente a ellos aparecía Rosas. No quería congresos dominados por "docto- res" que
no parecían comprender la realidad. Prefería que cada provincia se organizase
hasta consolidar su estabilidad político-institucional. Entre tanto, el Pacto Federal
sería el nexo que uniría a todas ellas.
Pedro Feliciano de Cavia, era un "doctrinario" de Buenos Aires que, como todos
ellos, sostenía:

1) Rosas debía hacer entrega de las "facultades extraordinarias".


2) Debía reunirse el Congreso Federativo.

Enviado por Rosas, para solicitar a Santa Cruz que internase a los unitarios
argentinos lejos de su frontera (no fue recibido), anunció en las provincias del norte
la inminencia del Congreso. Ibarra, creyendo que Cavia expresaba la opinión de
Rosas, escribió a éste. Sin embargo, Rosas manifestó en su respuesta al santiagueño
que "aquel era el momento menos a propósito pa- ra reunir un Congreso". No creía
que el país se hallara realmente en orden y tranquilidad.

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Rosas y López se entrevistaron en Rosario para tratar aquellos temas que
comenzaban a dividir a los federales. Según correspondencia del primero con
Quiroga, el gobernador de Santa Fé había estado de acuerdo en no reu- nir el
Congreso, pero insistía en el mantenimiento de la Comisión Represen- tativa hasta
finalizar la guerra. Era octubre de 1831.
López, escribió a su vez a Quiroga quejándose de Rosas en una evidente maniobra
para separarlos. No contó el santafesino con el encono que guar- daba el riojano
hacia su persona.

1º) Por no haberle devuelto un famoso caballo moro, que los llaneros riojanos creían
que aconsejaba al "Tigre".
2º) Por entender que López la había arriesgado en La Ciudadela sin enviarle
auxilios.

Movido por aquellos sentimientos, Quiroga envió la carta de López a Rosas, pero
éste lo tranquilizó expresando que el santafesino se encontraba some- tido a nefastas
influencias (Cullen).
Finalizada la guerra, López no quiso cumplir su promesa de disolver la Co- misión
Representativa. Entonces, Quiroga recibió cartas escritas a vecinos de Catamarca
y La Rioja por dos de los miembros de la Comisión: Manuel Leiva (Corrientes) y
Juan Bautista Marín (Córdoba). Ambos, representantes del federalismo
"doctrinario", instaban a oponerse a la política de Rosas, que sólo "representaba el
bien para Buenos Aires y la ruina para el resto de la Repúlica".
Furioso, Quiroga escribió a Marín acusándolo de querer introducir la desu- nión.
Pero López no quiso enfrentarse con Rosas y Quiroga y retiró a su re- presentante
en la Comisión Representativa -lo mismo había hecho Buenos Aires-. Cuando sólo
quedó Leiva, la Comisión se disolvió (julio de 1832).
Cediendo a las opiniones de la "parte más influyente e ilustrada" de la po- blación,
Rosas devolvió en mayo de 1832 las "facultades extraordinarias". Cumplido su
mandato en diciembre, fue reelecto varias veces, pero declinó el nombramiento. La
Junta de Representantes eligió entonces a Juan Ra- món Balcarce gobernador de la
provincia de Buenos Aires.

Punto 4:
LA UNIÓN RIOPLATENSE. POSICIÓN DE ROSAS SOBRE LOS PUEBLOS
SEGREGADOS DE LA ANTIGUA UNIÓN. EL SEPARATISMO. DERROCA-
MIENTO DE ORIBE, EL PARTIDO MONTEVIDEANO. EL AISLAMIENTO
DEL PARAGUAY. LOS EMIGRADOS ARGENTINOS, SU POSTURA FRENTA
A LA UNIDAD RIOPLATENSE. LA POLÍTICA DEL BRASIL.

Uruguay:

En el año 1830, Fructuoso Rivera fue electo presidente del Uruguay por la "gran
familia" de los Obes que dominaba el Congreso oriental. Se trataba de un grupo
formado por los Obes y sus cuñados y algunos personajes vincu- lados a la familia,
unidos por lazos familiares, políticos y masónicos. Los nombres más importantes
del grupo eran Lucas Obes, Nicolás Herrera, Jo- sé Ellauri, Luis Lamas y Santiago
Vázquez.
Juan Antonio Lavalleja, que había sido desplazado por Rivera en la simpa- tía de
la "gran familia", realizó varios intentos infructuosos de sublevación, pero debió

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refugiarse en Brasil. Manuel Oribe, antiguo lugarteniente y amigo de Lavalleja, no
se plegó a éste en sus intentos revolucionarios, y Rivera a- cabó nombrándolo
ministro de Guerra.
Finalizado el mandato del presidente, fue electo Oribe que, por sus maneras y
procederes parecía satisfacer a todo el mundo. Sin embargo, Rivera retuvo para sí
el cargo clave de Comandante General de la Campaña.
Un cierto eclipse de la "gran familia", debido al descrédito de Lucas Obes como
ministro de Hacienda de Rivera, dieron a Oribe cierta libertad de ac- ción. Rosas,
en tanto, lo consideraba débil y sin carácter, molesto por el es- caso resultado de sus
quejas frente al accionar conspirativo de los unitarios exilados en Uruguay.
No obstante, al afianzarse, Oribe comenzó a dar muestras de un tempera- mento
fuerte.

1) Suprimió el diario unitario "El Moderador", editado en Montevideo.


2) Suprimió la Comandancia General de la Campaña al protestar Rivera por el
hecho ante- rior.
3) Inició proceso a Lucas Obes.

En 1836, Rivera se alzó en armas acompañado por Juan Lavalle. Pero, derro- tado,
se refugió en Río Grande do Sul.

Río Grande do Sul:


Las ideas autonomistas existían en Río Grande do Sul desde los tiempos de Artigas,
favorecidas por las afinidades entre los "gaúchos" riograndenses y sus equivalentes
rioplatenses. Las ideas de separatismo y republicanismo eran predicadas en la
frontera por el padre Caldas, uno de los líderes de la "Confederación del Ecuador"
que, en 1825, intentó separar las provincias norteñas del Imperio. Caldas estaba
exilado en Uruguay.
Existían en Río Grande do Sul dos partidos:

LOS "FARRAPOS" o "FARROUPILHAS" ("harapos" o "harapientos"): así


llamados por con- formar la clase baja de la sociedad. Eran autonomistas y los
lideraba el estanciero coronel de milicias Bento Gonçalves da Silva.

LOS "CARAMURÚS" (nombre dado a los portugueses): eran partidarios del


Imperio y los li- deraba el general Bento Manoel Ribeiro.

A través de Lavalleja, Bento Gonçalves conoció a Rosas, a quien envió un emisario


que obtuvo la promesa de ayuda cuando los "farrapos" proclama- sen su
independencia de Brasil.
En 1835, estalló la revolución de los "farrapos", pero sus proclamas habla- ban de
monarquía y de integridad del Imperio. Por eso, Rosas no quiso in- volucrarse. Al
cabo, Bento Gonçalves fue vencido y aprisionado.
No obstante, la insurrección prosiguió y, poco después, los "farrapos" pro-
clamaron la independencia de la "República de Río Grande" e instalaron un
Congreso en Piratiní.
Fue en aquellas circunstancias cuando Rivera y Lavalle llegaron a Brasil pa- ra
solicitar ayuda a Bento Manoel Ribeiro. Éste, los acogió y les brindó re- cursos pero,
en pocos meses la situación experimentó un giro espectacular.

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En efecto, la masonería, que se movía tras el levantamiento "farrapo", captó a Bento
Manoel Ribeiro, que de "caramurú" se convirtió en "farroupilha". Es- te cambio
sorprendió a Rosas y Oribe -simpatizantes de la revolución rio- grandense-, trajo la
eliminación de los "viejos farroupilhas" e introdijo el proyecto de la "Federación del
Uruguay".
Aquel plan consistía en crear un gran Estado intermedio entre la Confedera- ción
Argentina y el Imperio del Brasil. Lo integrarían:

 Río Grande do Sul y Santa Catarina.


 República Oriental del Uruguay.
 Entre Ríos y Corrientes.
 Eventualmente, Santa Fé y el Paraguay.

Siendo un plan de la masonería, posiblemente Gran Bretaña estuviera de- tras.

Uruguay:
Rivera invadió territorio uruguayo pero, al inicio, sufrió un par de derrotas a manos
de las fuerzas de Oribe. Sin embargo, a principios de 1838, los fran- ceses que
bloqueaban Buenos Aires pactaron con él. Con armas y dinero, Rivera logró vencer
en la batalla del Palmar.
Poco después, se firmó el Compromiso de Cangüé, entre representantes de Rivera,
Lavalle y Río Grande. Por él, el caudillo oriental prometía alternar la presidencia
del Estado con la comandancia general de la campaña, mientras durase la guerra
entre Brasil y la República de Río Grande. Ávido de dinero, Rivera se hizo pagar
por los "caramurús" para no cumplir con lo pactado en Cangüé.
En Río Grande, en tanto, Bento Gonçalves consiguió escapar de la prisión imperial
y se convirtió en presidente de la República, pero transformado en títere de la
masonería. Los masones, por su parte, trajeron para desempe- ñarse como jefe de
la escuadra riograndense al aventurero italiano Giuse- ppe Garibaldi, que colaboró
en el apoderamiento de Santa Catarina.
Despué de la derrota de sus fuerzas en el Palmar, Oribe sólo contaba con
Montevideo y Paysandú. El resto del país era dominado por Rivera.
Los representantes diplomáticos de Gran Bretaña y Francia mediaron, pro-
poniendo que el Uruguay se mantuviera así dividido hasta la terminación del
período presidencial de Oribe. Pero Rivera exigió su renuncia. Por entonces,
comenzaron a emplearse los nombre de "blancos" (partidarios de Oribe) y
"colorados" (partidarios de Rivera).
Entonces, los franceses decidieron las acciones a favor de su aliado Rivera. Por un
incidente insignificante en el puerto de Montevideo, en el que resul- taron heridos
dos marineros franceses, presentaron a Oribe un ultimatum, que terminó con el
bloqueo francés de aquel puerto. Aunque el presidente a- ceptó casi todas las
condiciones, los franceses no se detuvieron hasta con- seguir su renuncia (octubre
de 1838).
Mientras Oribe pasaba a Buenos Aires, donde Rosas lo recibió como "presi- dente
legal", Rivera entró en la capital y se proclamó dictador. Algunos me- ses más tarde,
fue electo presidente del Uruguay.

Los emigrados:

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Los emigrados argentinos del interior solían exilarse en Bolivia o Chile; los de
Buenos Aires y el litoral en el Uruguay. Se dividían en unitarios (primera
emigración) y "doctrinarios" o "lomonegros" (segunda emigración).
Aunque totalmente separados, tenían el objetivo de derrocar a Rosas: los primeros,
aliándose con Rivera y los franceses (Rivadavia, Agüero, Del Ca- rril, los hermanos
Varela, Valentín Alsina, Lavalle); los segundos, mante- niendo relaciones con
algunos gobernadores que vacilaban en su amistad con Rosas (Olazábal, Balcarce,
Cavia).
Los emigrados habían constituído logias o asociaciones, como la "Logia de los
Caballeros Liberales" (unitarios). En un principio, muchos se habían mostrado
indignados por el proceder de Francia para con su patria. Pero, al cabo, aquellos
escrúpulos fueron vencidos y, por sugerencia de Fructuoso Rivera, constituyeron
una Comisión Argentina, que unía a unitarios y "lomo- negros".

Paraguay:

Paraguay se había mantenido aislado del resto de las provincias argentinas desde
los comienzos de la Revolución. Marginado por decisión propia de la Guerra de la
Independencia, había sido gobernado durante décadas por Gaspar Rodríguez de
Francia, que lo moldeó según su parecer.
Allí, no había discusiones ni partidos políticos; no existían grandes diferen- cias
entre ricos y pobres; se exportaba yerba, tabaco, cereales y maderas y se importaba
poco. Por eso, abundaba el metálico, que el Estado invertía en armar un ejército de
5000 hombres. Esas fuerzas mantenían herméticamen- te cerradas las fronteras.
El Imperio de Brasil estuvo siempre interesado en que Paraguay no se rein- tegrase
a la Argentina y, cuando en vísperas de la guerra de 1825, Bolívar expresó su
intención de invadir Paraguay para rescatar a su amigo Amado Bonpland,
impedido de abandonar el país, Francia tuvo las primeras aproxi- maciones
amistosas con Brasil.
En 1840, murió Gaspar Rodríguez de Francia y, tras algunas convulsiones, se hizo
del poder el abogado Carlos Antonio López. Por entonces, resultaba cada vez más
difícil conservar el aislamiento. Empezaban a interesarse Gran Bretaña y Francia,
sin olvidar la renacida "Federación del Uruguay" de Rivera, los "farrapos" y los
correntinos.
Fue el agente británico George Gordon quien, finalmente, convenció a Ló- pez de
la conveniencia de declarar la independencia. En noviembre de 1842, un Congreso
presidido por Carlos Antonio López declaró la independencia de Paraguay. Rosas
se negó a reconocerla, pero no así Brasil.

Brasil:

Pedro I abdicó la corona en 1831 y, desde ese momento, hasta 1840, gober- nó en
Brasil "la Regencia"; es decir, una serie de lúcidos y patriotas minis- tros que
lograron preservar la unidad del Imperio.
Aunque divididos entre conservadores y liberales, estos políticos tuvieron siempre
muy claro el interés nacional y, superando sublevaciones e intentos separatistas,
impidieron el fraccionamiento de Brasil. En 1843 -ya alcanzada la mayoría de edad
por Pedro II-, el emperador llamó a formar gabinete al je- fe del partido
conservador Honorio Carneiro Leao.
Carneiro Leao pretendía terminar con todos los problemas aún no resueltos:

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1) La sublevación de los "farrapos" que persistía desde 1837.
2) La idea de la "Federación del Uruguay".
3) El próximo vencimiento de los tratado de comercio y trata de esclavos con Gran
Breta- ña qur implicaba la subordinación de Brasil a ése país.

Siendo sus enemigos los mismod que enfrentaba Rosas, parecía natural que se
estrecharan los vínculos entre el Imperio y la Confederación Argentina. Así lo hizo
ver el gobierno imperial al ministro argentino en Río de Janeiro, Tomás Guido.
El proyecto de alianza, que llevaba la firma del emperador, proponía:

1) Río Grande do Sul quedaría para Brasil.


2) La Banda Oriental quedaría para la Confederación.
3) Argentina y Brasil formarían un frente común ante Gran Bretaña y Francia.

Para sorpresa de todos -uincluído Guido que pretendió renunciar-, Rosas rechazó
el tratado. Expresó que sin la participación del gobierno "legal" del Uruguay, aquel
tratado humillaría la soberanía de los orientales. Carneiro Leao se opuso al tratado
tripartito y se mostró ofendido por la actitud de Rosas ante un acuerdo que llevaba
la firma de Pedro II. Pero, comprendió que Rosas no era un ambicioso conquistador
que quería reconstruir el vi- rreinato del Río de la Plata. Era un hombre que basaba
sus acciones en el respeto y la solidaridad americanas, por eso era un peligro para
Brasil. Desde entonces, Brasil volvió a la antigua táctica de conspirar contra la Ar-
gentina.

Punto 5:
EL PENSAMIENTO FEDERAL SOBRE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL,
LOS DISCURSOS DE DORREGO EN EL CONGRESO DE 1824, POSICIÓN DE
QUI- ROGA Y LÓPEZ, LA CONCEPCIÓN DE JUAN MANUEL DE ROSAS, LA
CAR- TA DE LA HACIENDA DE FIGUEROA DE 1834.
En el Congreso de 1824, Manuel Dorrego y Manuel Moreno expusieron en sus
discursos las tendencias democráticas del federalismo. Para ellos, la diferencia entre
Federalismo y Unitarismo eran las diferencias entre una de- mocracia al estilo de
los Estados Unidos y una República centralizada, go- bernada por los reprsentantes
de la aristocracia del dinero.
Para Dorrego, la organización federal era la única que podía asegurar:

1) El pleno desarrollo de las posibilidades económicas del país.


2) La más amplia democracia política.

La seguridad del éxito del federalismo radicaba en que era el único sistema
aceptable para el pueblo. Para él, no existían en nuestro país diferencias e- senciales
(como en Estados Unidos había entre blancos y negros) que impi- dieran el buen
funcionamiento del federalismo.
Respondiendo a los argumentos de los unitarios vinculados a la escasez de rentas,
Dorrego explicaba que con un reordenamiento general de la econo- mía y los
impuestos, y el fomento de la agricultura, se podía asegurar el progreso de los
pueblos.

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Finalmente, rechazaba la idea de que el federalismo fuera confundido con la
anarquía en que había caído el país y negaba que las provincias cereciesen de los
elementos como para instalar una forma representativa republicana y federal.
Estanislao López y Facundo Quiroga sobresalieron entre los caudillos fede- rales
por dos razones fundamentales:

1) Ellos fueron el prototipo y el resultado de aquella democracia primitiva


("democracia bárbara") que no tomaba en cuenta las formas clásicas de la
democracia anglosajona y que se manifestaba en el tumultuoso
pronunciamiento de las milicias provinciales, Eran "caudillos" (cabezas)
porque interpretaban el sentir de las masas y se consustanciaban con ellas.
2) Porque, más allá de sus aspiraciones autonómicas, eran portadores de un
sentimiento de nacionalidad y, si se opusieron a cada uno de los intentos de
organización unitaria, no abandonaron nunca la preocupación de organizar el
país sobre otras bases.

Contra las acusaciones de "anarquistas" que les atribuyeron sus enemigos, no


dejaron de bregar por la organización político-institucional de su patria.

ESTANISLAO LÓPEZ (a propósito de la ocupación británica de las Malvinas):


"ese, y mu- chos otros vejámenes varias veces inferidos a la República tienen su origen
en la incons- titución en que se encuentra el país y en la figura poco digna que por
ello representa".

JUAN FACUNDO QUIROGA (en carta a Rosas de 1832): "No me mueve otro
interés que el bien general del país. Primero es asegurar el país de la consternación en
que lo tiene un e- nemigo exterior y bárbaro, que desarrollar los gérmenes de su
riqueza a la sombra de las leyes que deben dictarse en medio de la tranquilidad y del
sosiego, y verá aquí justificado su pensamiento en orden a la Constitución".

Rosas no dejó de emplear argumentos para convencer a los dos caudillos acerca de
la inoportunidad de reunir un Congreso Federativo que sanciona- ra una
Constitución luego de la victoria contra la Liga Unitaria en 1831. En la Carta de la
Hacienda de Figueroa, que drigió a Quiroga cuando éste partió en misión
pacificadora al norte, expuso su pensamiento político:

CARTA de la HACIENDA de FIGUEROA


 Rosas es partidario de la Constitución, pero esa obra debe alcanzarse cuando
las con- diciones del país lo hagan posible. Previamente, los pueblos debían ocuparse
de sus cons- tituciones particulares. "Una República federativa es lo más desastroso
que pueda imagi- narse, toda vez que no se componga de Estados bien organizados".
Además, era preciso que los dirigentes provincianos adquiriesen educación política
y conciencia nacional. Re- conocía que el partido federal carecía de hombres
capacitados y cualquier intento de Con- greso y Constitución terminaría cayendo
en manos de los unitarios.
 Para Rosas, el único sistema posible para el país era el federalismo ("una muy
cara y dolorosa experiencia nos ha hecho ver que es absolutamente necesario entre
nosotros el sistema federal"). Para él, se trataba de un federalismo "empírico"
adentrado en los hechos y no en los cánones teóricos de otras experiencias.

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 Hacía al unitarismo responsable de todos los males del país: "... esa fracción (la
unita- ria) había destruido y aniquilado los medios y recursos que teníamos porque ha
irritado los ánimos, descarriado las opiniones, puesto en choque los intereses
particulares propugnan- do la inmoralidad y la intriga y fraccionando de tal modo la
sociedad, que no ha dejado ca- si reliquias de ningún vínculo".
 Su federalismo tenía fundamento religioso: "... no sólo de haber arruinado
económica- mente el país sino también de haber arrancado de cuajo sus mejores
esencias espiritua- les".
 Como Artigas, sostenía que la capital de la República no debía ser Buenos Aires
ni nin- guna capital de provincia, para evitar en el mismo lugar una superposición
de autoridades: "son estos inconvenientes de tanta gravedad que obligaron a los
norteamericanos a fundar la ciudad de Washington".
 Después de convenida la organización del gobierno, sus atribuciones, residencia
y mo- do de elegirlo, Rosas creía necesario "... crear un fondo nacional permanente
que sufragase los gastos nacionales ordinarios y extraordinarios". A la formación de
ese fondo, lo mismo que a los contingentes militares para la formación del "ejército
nacional" debían contribuir los Estados federados en proporción a su población.
 Creía que un gobierno federal sería la consecuencia de la unión entre las
provincias y no la causa de dicha unión. Sostenía que nada se ganaría adoptando
una Constitución, ya que ésta no produciría la unión automática: "El gobierno
federal en una República federati- va no une a los pueblos federados, los representa
unidos ante las demás naciones".

Punto 6:
CONFLICTOS INTERNOS EN LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA, LA DIVI-
SIÓN DE LOS FEDERALES EN BUENOS AIRES. LA GUERRA ENTRE TUCU-
MÁN Y SALTA. EL ASESINATO DE QUIROGA. RETORNO DE ROSAS AL
GO- BIERNO DE BUENOS AIRES, MODIFICACIÓN DEL TÉRMINO DEL
MANDATO, LA "SUMA DEL PODER PÚBLICO". EL JUICIO A LOS
ASESINOS DE QUIRO- GA Y LA CONCEPCIÓN DE ROSAS SOBRE EL
ORDENAMIENTO FEDERATI- VO. EL CAMBIO ECONÓMICO: LA LEY DE
ADUANA DE 1835, LEY SOBRE LA TIERRA PÚBLICA DE MAYO DE 1836,
ANULACIÓN DE LA ENFITEUSIS DE 1836, LEYES DE COLONIZACIÓN.
DISOLUCIÓN DEL BANCO NACIONAL, CREACIÓN DE LA CASA DE LA
MONEDA.
Balcarce:
Para suceder a Rosas, en diciembre de 1832, fue electo gobernador de la provincia
de Buenos Aires Juan Ramón Balcarce. Durante su gobierno, que no alcanzó a un
año:

 Rosas dirigió la expedición al desierto.


 Gran Bretaña se apoderó de las islas Malvinas.
 El partido federal se dividió de manera terminante.
El ministro de Guerra de Balcarce, general Enrique Martínez, se convirtió en jefe
de un grupo reunido con el objetivo de eliminar la influencia de Rosas. Lo formaban
los hermanos Olazábal, Tomás Iriarte (entre los militares), Gre- gorio Tagle, los

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jóvenes Marco Avellaneda y Juan María Gutiérrez (entre los "doctrinarios") y
algunos unitarios como Florencio Varela y Valentín Alsina.
Para abril de 1833, debían efectuarse elecciones para renovar la mitad de la Junta
de Representantes. Proliferaron las listas de candidatos mezclados (rosistas,
"doctrinarios" y unitarios). A último momento, se hizo circular una lista encabezada
por Rosas que muchos creyeron contaba con la adhesión de éste. Aquella lista, en la
que acompañaban al nombre del Restaurador la mayoría de los miembros del grupo
de Martínez, triunfó. Incluso, existieron maniobras fraudulentas.

Los rosistas tuvieron entonces en claro el juego de Martínez y los suyos pa- ra copar
la Junta de Representantes. Así, en torno a la figura de Encarnación Ezcurra, esposa
de Rosas, ausente en el desierto, se formó el grupo de los "apostólicos" (Tomás y
Nicolás de Anchorena, Felipe Arana, Tomás Guido, José María Roxas y Patrón).
La nueva Junta de Representantes, dominada por los antirrosistas, pidió la sanción
de una Constitución, la revisión de lo actuado por Rosas en uso de las "facultades
extraordinarias" y el restablecimiento de la libertad de pren- sa. Esto último se logró.
A la luz de esa medida, proliferaron los diarios y pasquines que, trenzados en una
guerra que no conoció límites, atacaron la vida privada y la honra de las personas
vinculadas a la política. En ese clima, debían realizarse las elec- ciones
complementarias a las de abril, para cubrir 7 cargos de diputados (Rosas había
enviado su renuncia).
Mientras los rosistas hacían circular volantes con los nombres escritos en tinta roja,
los cismáticos las confeccionaron con tinta negra (de ahí el apodo de "lomonegros").
Las elecciones se efectuaron en medio de tumultos y vio- lencias, por lo que Balcarce
las hizo suspender.
La medida enardeció a todos. Manuel Vicente Maza y García Zúñiga -amigos de
Rosas- tuvieron que dejar sus puestos como ministros de Balcarce. En- carnación
Ezcurra debió pedir protección en la legación francesa.
Mientras Rosas pedía calma y paciencia en su campamento del río Colorado y
Balcarce no sabía qué hacer, los periódicos no se detenían ante nada (En- carnación
Ezcurra es llamada "la mulata Toribia", "la borracha" y "mujer de mala vida"). Para
poner fin a la situación, el gobierno prohibió la salida de algunos periódicos y acusó
ante el jurado de imprenta a varios diarios cis- máticos y al "apostólico" "El
Restaurador de las Leyes", editado por Nicolás Mariño. Esto fue anunciado por
medio de carteles.
Aquella noticia fue interpretada por la gente humilde de las orillas como que sería
Rosas quien sería juzgado. El 11 de octubre, día del juicio, estallaron los tumultos.
De pronto, la multitud se retiró a Barracas. Se les sumaron mi- les, y la ciudad
empezó a quedar paralizada. El general Pinedo, enviado pa- ra convencer a los
sublevados, fue obligado por sus soldados a pasarse al bando de éstos.
Enrique Martínez escribió a Rosas, pidiéndole que convenciera a la gente. Pero
Rosas le responde que el gobierno había actuado contra el parecer del pueblo y éste,
ha reaccionado. Advierte que si el gobierno emplea la fuerza, él se sumaría a los
sublevados de Barracas que exigían la renuncia de Bal- carce.
Balcarce se negaba a renunciar pero, ante el avance de Pinedo y los subleva- dos, la
Junta de Representantes lo exoneró, eligiendo a Juan José Viamonte como
gobernador provisorio (3 de noviembre de 1833).

Viamonte:

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El gobierno de Viamonte careció de relevancia y auroridad, apenas tolerado por los
"apostólicos" triunfantes, que no confiaban en el mandatario.
Por aquel entonces, el ministro argentino en Londres, Manuel Moreno, puso en
conocimiento del gobierno de Buenos Aires la existencia de un plan in- ternacional
que amenazaba la estabilidad política de Sudamérica. No era la primera vez que
Moreno daba cuenta de aquellos manejos. En un principio, habían participado de
aquellos planes: el rey Fernando VII de España, Carlos X de Francia y Pedro I de
Brasil. El propósito de los mismos era crear monar- quías hispanoamericanas,
coronando príncipes de Borbón.
Para 1833-1834, Fernando VII había muerto, Carlos X había sido depuesto y Pedro
I había abdicado la corona de Brasil. No obstante, los proyectos conti- nuaban. Lo
importante era comprobar que, como en circunstancias anterio- res, aparecían
conspirando:

 Los unitarios argentinos.


 Los colorados uruguayos.
 Los liberales chilenos.
 El mariscal Santa Cruz.
 Un jefe federal que debía ser ganado y, después, sacrificado (¿López?).

Rivadavia, aparentemente involucrado en el proyecto, regresó por entonces a


Buenos Aires, pero el gobierno de Viamonte lo expulsó del país. Poco des- pués,
Viamonte renunció a su cargo (junio de 1834), pero debió permanecer en él hasta
octubre, por no hallarse quién quisiera reemplazarlo.
Efectivamente, elegido cuatro veces, Rosas no aceptó. En un momento, ex- presó que
ya las "facultades extraordinarias" no eran convenientes, pues se había exagerado
mucho, asimilando su ejercicio a la "tiranía". Tampoco a- ceptaron el cargo de
gobernador Anchorena, Terrero y Pacheco.
Finalmente, se dispuso que si para el 1º de octubre no había gobernador, a- sumiría
el presidente de la Junta de Representantes, Manuel Vicente Maza. Vencido el plazo,
así sucedió.

Maza:

El enfrentamiento entre jefes federales formaba parte de la "gran conspira- ción"


denunciada por Manuel Moreno. La razón estaba en las influencias que sobre
algunos gobernadores ejercían ciertos "doctores doctrinarios":

 Domingo Cullen (Estanislao López).


 Marco Avellaneda (Alejandro Heredia).
 Adeodato de Gondra (Felipe Ibarra).

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La acción insidiosa de algunos de estos personajes, unida a la participación de
unitarios que operaban desde Bolivia, condujo al enfrentamiento entre los
gobernadores federales de Tucumán (Alejandro Heredia) y Salta (Pablo Lato- rre).
Habiendo desaparecido la Comisión Representativa, correspondía al gober- nador
de Buenos Aires intervenir en el conflicto. Por eso, recurrió a Facundo Quiroga
(residente en Buenos Aires), en razón de la influencia del riojano en las provincias
del norte.
Rosas acompañó a Quiroga hasta San Antonio de Areco y se despidieron en la
Hacienda de Figueroa, donde Rosas prometió enviarle al "Tigre" una carta en la
que fijaría su posición política.

RESPECTO de la "CARTA de la HACIENDA de FIGUEROA", FIGURA en el


PUNTO 5 dela BOLILLA VIII.

En realidad, Quiroga llegó tarde al norte. Una revolución provocada por uni- tarios
armados y organizados en Bolivia, proclamó la independencia de Ju- juy,
manifestando su intención de incorporarse al país norteño. Latorre, fue vencido y
entregado a sus enemigos salteños que le dieron muerte.
Desde Santiago del Estero, Quiroga desautoriza la autonomía jujeña y, con-
siderando pacificada la región, emprende el retorno con la sola compañía de su
secretario José Santos Ortiz. Aunque fue advertido que uno de los herma- nos
Reinafé había reunido milicianos con el aparente propósito de intercep- tarlo.
Quiroga prosiguió su viaje. Sin embargo, poco después de ingresar en la provincia
de Córdoba, en el paraje de Barranca Yaco, la partida cordobesa, a las órdenes del
capitán Santos Pérez, asaltó al carruaje y dio muerte a los viajeros (febrero de 1835).

Rosas:

La noticia del asesinato de Quiroga se conoció en Buenos Aires el 2 de mar- zo,


produciendo una gran consternación. Al informar a la Junta de Reprsen- tantes,
Manuel Vicente Maza dio la razón a Rosas en lo referente a la exis- tencia de una
conspiración unitaria. Pidió un gobierno investido de los ma- yores poderes.
El 7 de marzo de 1835 la legislatura sancionó una ley que disponía:

LA "SUMA del PODER PÚBLICO"


 Rosas sería gobernador por 5 años.
 Se depositaba en él la "Suma del Poder Público".
 Las únicas restricciones al ejercicio de ese poder serían:
1) Defender la religión Católica Apostólica Romana.
2) Sostener la causa de la Federación.
 El ejercicio de ese poder duraría el tiempo que el gobernador creyera necesario.

Rosas exigió que aquella designación fuese sometida a plebiscito. Sólo se consultó la
opinión de la ciudad (la campaña siempre había dado muestras de adhesión a su
persona) y votaron 9720 personas (la mayor concurrencia de votantes hasta
entonces). Por la negativa se registraron 7 votos. En la Junta de Representantes

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votaron en contra Tomás de Anchorena y Felipe Senillosa -muy amigos de Rosas-
por considerar injusto el cargarlo con se- mejante responsabilidad.
Respetuoso en extremo de la ley, Rosas quiso:
1) Que si iba a gobernar como "dictador" lo haría a partir de una ley y un
pronunciamiento popular.
2) Que continuaran existiendo la Junta de Representantes y los tribunales de
Justicia, aunque el gobernador pudiera dictar leyes y firmar senten- cias.
Rosas hizo un uso moderado de aquel poder, dictando leyes por motivo de urgencia
y condenando cuando la pronta justicia aseguraba la tranquilidad general. Con
respecto a la administración general fueron cesanteados algu- nos empleados
públicos de ideología unitaria; los que permanecieron tuvie- ron que jurar lealtad a
la "Santa Causa de la Federación". También fueron se- parados algunos párrocos y
camaristas, y dados de baja algunos oficiales del Ejército.

Juicio a los asesinos de Quiroga:


Después de tratar infructuosamente de presentar el asesinato de Quiroga co- mo
obra de bandoleros, los hermanos Reinafé procuraron incriminar al go- bierno de
Santiago del Estero. Ibarra reaccionó furioso, alegando que en su provincia se sabía
que Guillermo Reinafé esperaba al caudillo riojano con u- na partida de milicianos,
por lo que él le había recomendado cambiar el itine- rario para la vuelta.
Esta respuesta obligó a los conspiradores a montar una parodia de juicio a santos
Pérez, del que, naturalmente, salió absuelto. Pero luego, hicieron cir- cular la versión
de que las huellas de los asesinos de Quiroga "también ve- nían de Santa Fé".
Pero, cuando Félix Aldao, gobernador de Mendoza, denunció a Rosas un plan que
uniría a varias provincias (incluída Santa Fé), al gobierno de Rivera y a los
"descontentos de Buenos Aires" contra él, si atacaba a Córdoba, de- cidió intervenir.
Sin acusarlo directamente -aunque sospechara de él-, convenció a López de la
necesidad de juzgar a los asesinos, "cuyos instigadores han sido los uni- tarios y los
ejecutores los hermanos Reinafé". Luego, exigió al gobierno de Córdoba entregar en
treinta días a los cuatro hermanos para ser juzgados "por el tribunal que designen
las provincias confederadas".
En Córdoba, una serie de personajes de simpatías unitarias -especialmente Santiago
Derqui- controlaban la situación buscando nuevos subterfugios. Sin embargo, un
sumariante honesto investiga a los integrantes de la partida de Santos Pérez,
hallando la ropa de los asesinados.
El ex-gobernador Manuel Vicente Reinafé (con la coartada de haber viajado a
Rosario al momento del crimen) era el único que se encontraba en la ciudad;
Guillermo Reinafé, escondido en la sierra, fue encontrado; José Antonio Rei- nafé,
refugiado en Bolivia, fue secuestrado por una partida tucumana; sólo Francisco
Reinafé logró escapar a Montevideo.
Para terminar con las dilaciones, Rosas con acuerdo de López, exigieron al Congreso
Provincial de Córdoba que eligiera gobernador a Manuel López "Quebracho",
amigo del santafesino, pero federal íntegro. Al frente de sus milicias, éste entró en
Córdoba y se hizo elegir gobernador.
Todos los involucrados en el crimen fueron remitidos a Buenos Aires, ya que por
resolución de las provincias Rosas debía juzgarlos. Sin embargo, éste delegó en
Manuel Vicente Maza el sumario y la sentencia, reservándose la fa- cultad de
revisarlas.
Rosas consultó con el asesor jurídico Lahitte acerca de la sentencia de Ma- za y,
finalmente, la confirmó. Fueron condenados a morir fusilados José Vi- cente y

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Guillermo Reinafé, Santos Pérez, cuatro oficiales de la partida y tres soldados
sacados a sorteo. Francisco Reinafé, en Montevideo, fue condena- do en ausencia y
José Antonio murió en prisión. Para tomar intervención el el caso, y requerir la
autorización de las provincias, Rosas había interpreta- do que se trataba de un delito
de orden federal.

El cambio económico:
El enfrentamiento entre la concepción económica librecambista y el protec-
cionismo no se agotó con la polémica entre Ferré y Roxas y Patrón, en los días
previos a la firma del Pacto Federal. Volvió a ponerse de actualidad en las cartas de
Manuel Leiva y Marín, cuando se discutía si era llegado el mo- mento de la
convocatoria a un Congreso federativo.
En esa oportunidad, la posición librecambista fue defendida por Pedro de Ángelis
desde las páginas de "El Lucero". Ferré volvió a intervenir pregun- tándose si los
sacrificios y la sangre derramada para ser independientes te- nía como objetivo ser
perpetuamente una factoría del Viejo Mundo.
Las primeras medidas proteccionistas aparecieron durante el primer interi- nato de
Viamonte, al aumentarse las tarifas aduaneras, aunque con el obje- to exclusivo de
incrementar los ingresos fiscales. Le siguieron algunas me- didas del primer
gobierno de Rosas destinadas a proteger las industrias sombrerera y harinera de
Buenos Aires.
La discusión no tardó en llegar al ámbito de la Junta de Representantes, donde
Balmero García apoyó el proteccionismo predicado por Ferré, soste- niendo que la
posición política de Buenos Aires la obligaba a contemplar los intereses de las
provincias.
En su segundo gobierno, Rosas pareció entender que ya no era exclusiva- mente "un
hombre de Buenos Aires" sino el "hombre de la Confederación Argentina", por lo
que decidió proceder de acuerdo con esa condición.

La ley de Aduana de 1835:


En 1835, durante el receso de la Junta, encomendó a Roxas y Patrón la mo-
dificación del régimen librecambista. Perseguía dos objetivos:

1) Defender las manufacturas nacionales.


2) Promover una política agrícola perjudicada por los bajos aranceles que pagaban
los gra- nos y harinas extranjeras.

Cuando la Junta de Representantes reanudó sus sesiones, aprobó la nueva "Ley de


Aduana".

LEY de ADUANA de 1835


 Prohibía la entrada de productos extranjeros cuyos similares criollos estaban en
condi- ciones de satisfacer el mercado: tejidos de lana y algodón, algunas manufacturas
de hierro, hojalata y latón, aperos para caballos, velas, escobas, algunas hortalizas.
 Gravaba con el 50%: otras hortalizas, sillas de montar, cervezas.
 Gravaba con el 35% aquellos productos nativos insuficientes: zapatos, carruajes,
artícu- los de cuero, vinos, quesos, frutas secas.
 Gravaba con el 25% las que no se hacían o cultivaban en el país.

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 Gravaba con el 24% el azúcar para estimular la producción tucumana.
 Gravaba con el 4% las exportaciones (no pagaban nada las que salieran en buques
na- cionales).
 Pagaban el 10% la yerba y el tabaco de Paraguay, Corrientes y Misiones.
 Pagaban el 24% la yerba brasileña, el café y el cacao.
 Los productos nacionales que llegaran a Buenos Aires en buques argentinos no
paga- ban nada; pero si la leña y el carbón de Santa Fé entraban en buques extranjeros,
pagarían el 17%.
 No se consideraban extranjeros los productos uruguayos y chilenos.

La Ley de Aduanas dio lugar al agradecimiento y entusiasmo de varias pro- vincias,


que se expresaron en sendas leyes.

La tierra pública:
En 1836 fue sancionada la Ley Agraria que restableció la propiedad de la tie- rra
pública, a pesar de las garantías de los empréstitos. Sacaba a la venta mil quinientas
leguas cuadradas distribuidas en tres zonas:

1) En el interior del Salado (5000 pesos la legua).


2) Entre el Salado y una línea que corría desde Tandil a Junín (4000 pesos la legua)
3) Al sur y al oeste de esa línea (3000 pesos la legua)

La mayor parte de la tierra de la primer y segunda zona estaba dada en "enfi-


teusis". La ley daba a los enfiteutas una opción de compra. Pero les advertía que al
cumplirse en 1837 los diez años de establecida la Ley de Enfiteusis (era por veinte
años), el cánon se duplicaría. La tierra libre de enfiteusis se vendería en "suertes de
estancia" (media legua por legua y media) en la pri-mer zona; dos y seis "suertes de
estancia" en la segunda y tercer zona.
Cuando comenzó el bloqueo francés y disminuyeron las exportaciones, Ro-sas, que
deseaba existieran muchos pequeños propietarios, anuló las enfi-teusis en una región
que abarcaba las zonas primera y segunda. Muchas tierras fueron puestas a la venta,
pero era un mal momento para los nego-cios, por lo que Rosas decidió donarlas a
los militares y empleados civiles: generales (6 leguas), capitanes (1 legua), cabos y
soldados (un cuarto de le-gua). La escala se aplicaba a los empleados civiles en
proporción a sus sueldos. No tenían obligación de poblar (recién fue obligatorio a
partir de 1840 y la Casa de Moneda otorgó créditos a quienes tuvieran la fianza del
Juez de Paz).
El orden y honesto manejo de las finanzas públicas, que caracterizaron a la gestión
de Rosas ("en la hacienda pública no hay suma de poderes") se vie-ron seriamente
perjudicados por los bloqueos, especialmente si tenemos en cuenta que sobre un total
de algo más de once millones de pesos (en 1836), diez millones correspondían a
derechos de aduana. Para paliar el déficit, debió recurrir a empréstitos internos.

Disolución del Banco Nacional:


En 1836 terminaba la concesión otorgada al Banco Nacional diez años atrás. Rosas
se incautó de la institución por el simple expediente de no renovar su concesión. En
el informe redactado por Roxas y Patrón y en el mensaje de Rosas a la Junta de

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Representantes se resaltaron algunas de las irregulari-dades de su existencia: un
capital que era una ficción, su carácter de árbitro de los destinos del país, su relación
con la conspiración de Diciembre de 1828, entre otras cosas. Se lo declaró disuelto.
En el mismo decreto se dispuso que una comisión de un presidente y seis vocales
tomara posesión de la Casa de Moneda y procediera a:

1) Administrar el papel moneda y la moneda metálica.


2) Liquidar el Banco Nacional.
3) Admitir depósitos particulares y descontar documentos.

Así, surgió el Banco de la Provincia de Buenos Aires, que fue conocido co-mo "la
Casa de Moneda", como institución estatal.

FIN DE LA BOLILLA VIII


_________________________

Bolilla.IX
1. LA SEGUNDA EXPANSIÓN IMPERIALISTA DE EUROPA. EL
TRIUNFO BUR- GUÉS Y LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA

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LIBERAL, EL DESARROLLO IN- DUSTRIAL, EL NUEVO
COLONIALISMO. LA PRESIÓN IMPERIALISTA EN EL RÍO DE LA
PLATA DESDE LA EMANCIPACIÓN.
2. LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO EN LA BURGUESÍA
RIOPLATENSE, INFLUENCIA DE LA ILUSTRACIÓN. LA
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES PRESENCIA DEL
UTILITARISMO, LA CÁTEDRA DE ECONOMÍA POLÍTICA. NUEVO
MOVIMIENTO CULTURAL EUROPEO, EL ROMANTICISMO, LA
NUEVA FILOSOFÍA, EL HISTORICISMO, INGRESO EN EL RÍO DE LA
PLA- TA. LA "GENERACIÓN DEL '37", EL SALÓN LITERARIO, LA
"ASOCIACIÓN DE MAYO", EL PENSAMIENTO DE ESTEBAN
ECHEVERRÍA, EL "DOGMA SOCIALISTA", LA POLÉMICA CON DE
ÁNGELIS. LAS IDEAS DE JUAN BAU-TISTA ALBERDI EN ESA
ÉPOCA, PREFACIO DE SU LIBRO "FRAGMENTO PRELIMINAR AL
ESTUDIO DEL DERECHO".
3. LOS CONFLICTOS DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA POR LA
CONSO- LIDACIÓN DE LA SOBERANÍA. LA GUERRA CON LA
CONFEDERACIÓN PE- RUANO-BOLIVIANA, CAUSAS. LA
INTERVENCIÓN DE FRANCIA E INGLATERRA EN EL RÍO DE LA
PLATA, LOS ARGUMENTOS, LOS OBJETIVOS IMPERIALISTAS
CIERTOS, LOS DOS BLOQUEOS. LA "COMISIÓN ARGENTINA" DE
MONTEVIDEO, LAS EXPEDICIONES LIBERTADORAS. LA GUE- RRA
DEL PARANÁ EN 1845, EL FRACASO IMPERIALISTA, LOS
TRATADOS QUE PUSIERON FIN A LA INTERVENCIÓN.
4. REELECCIÓN DE ROSAS EN 1850, LA HEGEMONÍA EN EL RÍO DE
LA PLA- TA. LA CONFRONTACIÓN CON BRASIL, PROXIMIDAD DE
LA GUERRA. EL CONFLICTO ENTRE ROSAS Y URQUIZA, EL
COMERCIO CON MONTEVI- DEO, LAS DIFERENTES POLÍTICAS.
ENTRE RÍOS SE SEPARA DE LA CON- FEDERACIÓN ARGENTINA,
EL PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA, SU A- LIANZA CON BRASIL
Y MONTEVIDEO. LA GUERRA, EL TRIUNFO DE LA A- LIANZA.
5. SITUACIÓN DESPUÉS DE CASEROS, LA PREEMINENCIA DE BRASIL
EN EL PLATA, ACTITUD DE FRANCIA E INGLATERRA, LA
SITUACIÓN EN BUENOS AIRES, EL GOBIERNO INTERINO, EL
RETORNO DE LOS EMIGRADOS, EL NUEVO GOBIERNO. LAS
PROVINCIAS DEL INTERIOR. URQUIZA REAFIR- MA EL
FEDERALISMO Y LA UNIÓN, LA MISIÓN DE BERNARDO DE IRIGO-
YEN. LOS PROTOCOLOS DE PALERMO, VIGENCIA DEL PACTO
FEDERAL, LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA
CONFEDERACIÓN.
6. CIRCULAR A LOS GOBERNADORES DEL 8 DE ABRIL DE 1852. EL
ACUER- DO DE SAN NICOLÁS, RATIFICACIÓN DEL PACTO
FEDERAL; LA CONVO- CATORIA AL CONGRESO GENERAL
FEDERATIVO, LA REPRESENTACIÓN DE LAS PROVINCIAS,
FORMA DE ELECCIÓN DE LOS CONSTITUYENTES, LA DIRECCIÓN
PROVISORIA DE LA CONFEDERACIÓN.

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BOLILLA IX): Punto 1
LA SEGUNDA EXPANSIÓN IMPERIALISTA DE EUROPA. EL TRIUNFO BUR-
GUÉS Y LA CONSOLIDACIÓN DEL SISTEMA LIBERAL, EL DESARROLLO
IN- DUSTRIAL, EL NUEVO COLONIALISMO. LA PRESIÓN IMPERIALISTA
EN EL RÍO DE LA PLATA DESDE LA EMANCIPACIÓN.
La primera expansión imperialista de Europa tuvo lugar en los siglos XV y X VI, y
fue protagonizada fundamentalmente por las naciones ibéricas. Su ac- cionar estuvo
esencialmente dirigido a América, la costa occidental de Áfri- ca y los países
ribereños del océano Índico. A España y Portugal las siguie- ron Inglaterra, Francia
y Holanda.
La segunda expansión imperialista se iniciará aproximadamente hacia 1830, con
Gran Bretaña y Francia asumiendo la iniciativa, para prolongarse hasta casi los
inicios de la Primera Guerra Mundial (1914-18). Las últimas décadas del siglo XIX
constituirán la época del Gran Imperialismo, con la incorpora- ción de nuevos
protagonistas: Alemania, Bélgica, Rusia, Italia, los Estados Unidos y el Japón.
Esta segunda expansión imperialista comenzó a materializarse cuando aún no se
había dirimido en Europa el enfrentamiento entre el conservadurisno de la
Restauración y el liberalismo, heredero de los ideales de la Revolución Francesa.

La Revolución de 1830:
Francia, donde el fermento revolucionario se mantenía latente, dio la primera
respuesta al absolutismo creciente. Reinaba Carlos X, hermano de Luis XVIII, un
hombre que era la expresión del más intransigente absolutismo. En los primeros seis
años de su gobierno, trató de mostrarse moderado pero, al chocar con la oposición
de liberales y republicanos en la Cámara Legislati- va, respondió con violencia y con
medidas que implicaban un retorno al An- tiguo Régimen.
Además de nombrar jefe del gabinete al príncipe de Polignac, absolutista e
intolerante, intentó restringir primero y suprimir después la libertad de pren- sa,
disolvió la Cámara, anuló elecciones que le habían sido desfavorables y modificó con
criterio conservador y elitista la ley electoral.
Frente a este cúmulo de atropellos estalló la revolución en 1830 y se comba- tió en
las calles de París. La segunda revolución francesa o "jornadas de ju- lio" concluyó
con la caída de Carlos X. Los liberales monárquicos, conduci- dos por Adolfo Thiers,
ofrecieron la corona al duque de Orleans que, tras ju- rar la Carta Constitucional,

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se convirtió en el rey Luis Felipe I, llamado "el rey burgués" o "el rey de las
barricadas".

La revolución de 1830 influyó en otros movimientos revolucionarios que bro- taron


por entonces en Europa. Sin embargo, con excepción de Bélgica, don- de el
movimiento insurreccional produjo la independencia del país de la co- rona de
Holanda, en todas partes resultaron vencidos.
No obstante, el ascenso al trono de Luis Felipe I significó un duro golpe para la
"teoría de la legitimidad" de Metternich. Aunque sin atreverse a intervenir en
Francia, Austria, Rusia y, especialmente Rusia, procuraron aislar aquel país.
Ello determinó una aproximación entre Francia y Gran Bretaña que, durante años
constituyeron una "entente cordiale", que procuró actuar de acuerdo en el campo
internacional.

Revolución de 1848:
Dieciocho años más tarde, Luis Felipe I alcanzaba los límites de la impopula- ridad
en Francia. Su gobierno fue la encarnación del régimen burgués censi- tario,
sostenido por la burguesía acomodada. La economía experimentó un gran
desarrollo, aunque -tal como postulaban los liberales- sin intervención alguna del
Estado que, se mostró indiferente a las demandas populares.
Con el ascenso al ministerio de François Guizot, la monarquía liberal devino en un
conservadurismo cada vez más acentuado y represor. Sordo a los re- clamos de
ampliación de los derechos políticos exigida por la pequeña bur- guesía y de
modificación del régimen económico-social reivindicada por los obreros, el gobierno
comenzó a ser jaqueado por "legitimistas" (partidarios de los Borbones),
"bonapartistas", republicanos y socialistas, que comenza- ban a difundir sus ideas
en el proletariado.
Cuando finalmente estalló la revolución, en febrero de 1848, pocas lealtades se
mantuvieron junto al trono, manchado por el pecado original de la "ilegiti- midad".
Luis Felipe I abdicó y, se proclamó la República, inaugurando un proceso del que
surgiría la figura de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón I.
Extendida, como en 1830, a otros puntos de Europa, la revolución de 1848 fracasó.
La alta burguesía, atemorizada por el contenido de aquel movimien- to, se alineó
definitivamente junto a las fuerzas conservadoras y los restos de la aristocracia. Los
revolucionarios, en tanto, expresaban intereses dis- tintos cuando reclamaban
mayor democracia: libertades políticas y participa- ción (la pequeña burguesía),
transformaciones sociales (la clase obrera), reivindicaciones nacionales (los polacos,
húngaros o italianos).

El desarrollo industrial:Entre 1830 y 1870 se desarrolló el proceso que conduciría a


la época del Gran Capitalismo, sistema en que la industria (la producción)
condicionaría los demás factores de la vida económica, social y política hasta
dominarlos por completo.
Factor decisivo de esta transformación fue la ciencia aplicada a la economía, es decir,
la técnica. Durante la primera mitad del siglo XIX, la transformación maquinista
descansó en dos materias primas: la hulla y el hierro. La primera como fuente
energía; la segunda, como material básico para la construcción de máquinas. La
técnica unió sus esfuerzos para hacer fructífera la combina- ción de ambos
materiales.

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La transformación en el campo de los transportes, con la aparición del ferro- carril
y la navegación a vapor, marcó los inicios de la denominada Segunda Revolución
Industrial, a la que se fueron sumando:

 El desarrollo de la siderurgia.
 Las aplicaciones técnicas de la electricidad (telegrafía, telefonía, cables
submarinos).
 El perfeccionamiento de la dinamo (luz de alumbrado y energía motriz).
Pero, en el siglo XIX, el fenómeno industrial ya no fue patrimonio exclusivo de
Gran Bretaña. Se sumaron al proceso naciones como: Alemania, Fran- cia, Estados
Unidos, Bélgica, Holanda, más tardíamente Rusia e Italia y, fi- nalmente, Japón.
Las potencias industriales comenzaron a organizar la vida económica del mundo,
haciendo creer a los partidarios del librecambio que el cosmopoli- tismo económico
eliminaría las guerras internacionales. Sin embargo, la ne- cesidad de materias
primas y de mercados donde colocar los excedentes de la producción abrieron paso
a una nueva expansión imperialista y a for- mas coloniales novedosas, en las que
los países económicamente depen- dientes apenas podían gozar de una aparente
independencia política.

Gran Bretaña:
Gran Bretaña había salido de las guerras contra la Revolución Francesa y
Napoleón convertida en la primera potencia colonial y marítima. La India y
Canadá eran, por entonces, los ejes de su Imperio.
Desde Gran Bretaña a la India, una serie de puntos fortificados e islas le permitían
controlar el "camino del mar": Gibraltar, Sierra Leona, Santa Ele- na, El Cabo,
Mauricio, Seychelles. En ese contexto, y con la mira puesta en el dominio de los
mares, se había apoderado de Adén (llave entre el Mar Ro- jo y el océano Índico),
Singapur (llave entre el océano Índico y el Mar de la China) y Malvinas (llave entre
el Atlántico y el Pacífico).
En esta primera mitad del siglo XIX, Gran Bretaña había prestado especial
atención al desarrollo de las "colonias de asentamiento" (Canadá, Austra- lia,
Nueva Zelanda y Sudáfrica), donde eran ubicados los excedentes de po- blación.
No obstante, la Guerra del opio contra China (1839), que le permitió adquirir la isla
de Hong-Kong, abrió una nueva etapa de imperialismo agresivo im- plementado
por hombres como Palmerston y Disraeli.
Con respecto a Hispanoamérica, Gran Bretaña se había mantenido fiel a la política
de hegemonía económica que, además de la presión sistemática sobre los gobierno
hispanoamericanos a favor de políticas librecambistas, se basaba, como vimos, en
dos estrategias:

 La concesión de empréstitos.
 La "balcanización" (boicot a los intentos de unidad y fraccionamiento de las ex-
colo- nias españolas).

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Francia:
Hacia 1830, el imperio colonial francés estaba reducido a la Guayana, las is- las de
Martinica y Guadalupe, en las Antillas, y algunas factorías en la India. Aquel año,
gobernando aún Carlos X, se inició la conquista de Argelia.
Sin embargo, durante los primeros años del reinado de Luis Felipe I, la polí- tica
colonial francesa fue moderada y poco ambiciosa, pues su gobierno no quería
indisponerse con quien era por entonces su amiga y protectora: Gran Bretaña.
Hacia mediados de la década de 1830, considerándose consolidada, la mo- narquía
comenzó a liberarse de la tutela británica e inició una política de expansión propia,
que condujo a la reanudación de la conquista de Argelia y a la intervención en
países como Tahití y Egipto.
En América, la humillación sufrida por Francia frente a los Estados Unidos,
que exigieron bajo amenaza el pago de una deuda de los tiempos de Napo- león, fue
compensada con la firma de un tratado de amistad, alianza y co- mercio con la
Confederación Peruano-Boliviana del mariscal Andrés de Santa Cruz. Gran
Bretaña se mostró rcelosa hasta que obtuvo un tratado si- milar con Santa Cruz.
Pero, cuando Chile y la Argentina declararon la guerra a la Confederación
Peruano-Boliviana, Francia se puso decididamen- te de parte de su aliado y ordenó
el bloqueo de las costas de ambos países.

Punto 2:
LA FORMACIÓN DEL PENSAMIENTO EN LA BURGUESÍA RIOPLATENSE,
INFLUENCIA DE LA ILUSTRACIÓN. LA UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
PRESENCIA DEL UTILITARISMO, LA CÁTEDRA DE ECONOMÍA
POLÍTICA. NUEVO MOVIMIENTO CULTURAL EUROPEO, EL
ROMANTICISMO, LA NUEVA FILOSOFÍA, EL HISTORICISMO, INGRESO
EN EL RÍO DE LA PLA- TA. LA "GENERACIÓN DEL '37", EL SALÓN
LITERARIO, LA "ASOCIACIÓN DE MAYO", EL PENSAMIENTO DE
ESTEBAN ECHEVERRÍA, EL "DOGMA SOCIALISTA", LA POLÉMICA CON
DE ÁNGELIS. LAS IDEAS DE JUAN BAU-TISTA ALBERDI EN ESA ÉPOCA,
PREFACIO DE SU LIBRO "FRAGMENTO PRELIMINAR AL ESTUDIO DEL
DERECHO".
Ya hemos señalado la influencia que ejercieron sobre la juventud "ilustra- da" del
Río de la Plata los filósofos y economistas del siglo XVIII, especial- mente en figuras
prominentes de la Revolución de Mayo: Moreno (en lo po-lítico y social) y Belgrano
(en lo económico).
Sin embargo, las obras de los pensadores de la Ilustración -Montesquieu, Rousseau,
Raynal- no alcanzaron el grado de difusión e influencia que lle-gó a tener Jeremías
Bentham.

El utilitarismo:

El utilitarismo fue una corriente de pensamiento propuesta por los británi-cos


Jeremías Bentham y sus seguidores, James Mill (padre) y John Stuart Mill (hijo).
Según el utilitarismo, la moralidad de cualquier acción o ley viene definida por su
utilidad para la sociedad, conforme a la fórmula: "la mayor felicidad para el mayor
número". Después de la Revolución Francesa y de Napoleón, Bentham se convirtió
en la gran autoridad en materia de ciencia política y uno de los pilares del
pensamiento liberal en Hispanoamérica, hasta donde arribó por vía de España. No
olvidar que entre 1808 y 1813 (las Cortes de Cádiz), y entre 1820 y 1823 (la

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revolución de Riego), los liberales españoles tuvieron estrechos contactos con sus
pares británicos.
En pocos lugares de Hispanoamérica se hizo sentir esa influencia como en el Río de
la Plata, en razón de la relación de Bernardino Rivadavia con Ben- tham, a quien
conoció en Inglaterra y con quien mantuvo correspondencia. Difusor de las ideas
del pensador británico, contenidas en el libro "Tratado de legislación", Rivadavia
debió a su influjo el alejarse de las ideas monár- quicas y poner en práctica un plan
de reformas en la provincia de Buenos Aires.
Para Rivadavia, la Universidad de Buenos Aires vino a llenar el hueco deja- do por
la desintegración de algunas instituciones de la estructura colonial, como el
Cabildo. Por su iniciativa, Pedro Somellera, admirador y seguidor de Bentham, fue
designado profesor de Derecho Civil.
Del mismo modo, la creación de la cátedra de Economía Política respondió a las
mismas razones, siendo encomendada su enseñanza a hombres como Pedro José
Agrelo y Dalmacio Vélez Sársfield, seguidores de la teoría de James Mill.

El carácter racionalista de las ideas de la Ilustración no dejó de generar al- gunas


perturbaciones en el seno del grupo rivadaviano, de manera particu- lar entre los
eclesiásticos (Antonio Sáenz, Valentín Gómez, Julián Segundo de Agüero), que
consideraban muchas de las enseñanzas impartidas desde la Universidad como
contrarias a la doctrina de la Iglesia.
El apoyo recibido desde el gobierno no modificó la situación de la Universi- dad,
que mantuvo una estructura bastante frágil en razón del escaso núme- ro de
alumnos que ingresaban a ella.

No es exacto que Rosas cerrara la Universidad. Lo único que hizo fue obli- garla a
sostenerse con sus propios recursos. El Estado carecía de los nece- sarios para
hacerlo, agobiado como estuvo por los gastos militares (Tener presente que, entre
1835 y 1852, sólo dos años fueron de cierta paz). Es po- sible, además, que Rosas
no considerara con mucho interés lo que podía esperarse de ella. Aquella situación
económica precaria retrajo la educa- ción: se suprimieron escuelas en los barrios
de gente rica, que podía pagar una enseñanza particular. Por las mismas razones,
en casi todas las pro- vincias, se llegó a considerar la enseñanza gratuita como un
beneficio ex- clusivamente disfrutado por los pobres.

El Romanticismo:
En los años finales del siglo XVIII, Europa fue el escenario del enfrentamien- to
entre dos concepciones de vida:

LA ILUSTRACIÓN: racionalista, irreligiosa, opuesta al pasado y defensora de un


humanis- mo abstracto.

EL ROMANTICISMO: que fue una reacción contra el racionalismo y el


materialismo y dio valor a lo que es peculiar de cada nación, apoyándose en el
espíritu creador del hombre.

El Romanticismo surgió en Alemania, donde los literatos (Schlegel, Holder- lin,


Brentano) se destacaron por exaltar el libre juego de la fantasía, por su inspiración
mística, por rescatar las culturas clásica y medieval y cultivar la poesía popular,

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los músicos (Gluck, Beethoven) por la mayor emoción y naturalidad de sus
creaciones y el sentimiento que pusieron en ellas.
Se considera que la difusión del romanticismo en Europa se inició con la
publicación de la obra de madame de Stael en Francia, en 1813.
En nuestro país, una prueba de la oposición entre ambas concepciones la ofreció
Esteban Echeverría al definir a Rivadavia como: "un hombre cuyas doctrinas
fueron el resultado del examen de hechos históricos de otras na- ciones o sistemas
abstractos concebidos por la razón europea".
Esteban Echeverría:

Fue el introductor en nuestro país de las formas literarias del Romanticis- mo,
después de una permanencia de cinco años en París.
Al retornar, en 1830, portador de algunas ideas en boga en Europa, sus ma- neras,
estilo de vida y forma de vestir, además de sus versos, generaron la curiosidad y
luego la admiración de algunos jóvenes de la clase "decente" porteña. Una serie de
jóvenes inquietos, nacidos en general hacia 1810, que pasarían a constituir la
llamada "generación de 1837": Juan María Gutiérrez, Santiago Viola, Juan
Thompson, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Miguel Cané, Carlos
Tejedor, que comenzaron a adquirir libros traídos ex- presamente de París o
comprarlos en la librería de Marcos Sastre.
Con el revuelo causado por la presencia de Echeverría, se iniciaron las ter- tulias
en salones de damas distinguidas (Mariquita Sánchez de Thompson) o en un local
anexo a la librería de Marcos Sastre donde, las reuniones ya iniciadas en 1835,
culminaron con la fundación del Salón Literario. Junto a las letras, se generalizó el
desarrollo de la música y del teatro, en un am- biente en el que Rosas gozaba de la
máxima popularidad.
No faltan quienes sostienen que el Salón Literario reunía a un grupo de jó- venes
presuntuosos, que acumulaban lecturas desordenadamente y, sin mayor análisis,
condenaban el pasado hispánico.
Su inclinación por conocer las nuevas ideas europeas a través de resú- menes de
segunda mano (Lerminier sobre el historicismo de Savigny; Le- roux sobre el
socialisno utópico de Saint-Simon) restó solidez a su forma- ción. La excepción, en
ese sentido, sería la del napolitano Pedro de Ánge- lis.
(Era un historiador y científico que, en su patria, había adherido a la causa de
Napoleón. Miembro de la Academia de Nápoles, fue contratado por Rivadavia para
publicar dos periódicos en Buenos Aires. Durante la época del predominio federal
editó "El Lucero" y logró reunir un importante archivo con los documentos de los
inicios de la Nación).
A un grupo de aquellos jóvenes - especialmente Alberdi- se debió la publi- cación
de un semanario de música y arte denominado "La Moda", que apa- reció entre
noviembre de 1837 y abril de 1838, cuando dejó de aparecer por falta de
suscriptores.

El Dogma Socialista:
En junio de 1838, Esteban Echeverría fundó la "Joven Argentina" destinada a
encauzar la ideología de moda que aparecía muy dispersa. Echeverría, Al- berdi y
Gutiérrez fueron los autores del Credo o Catecismo que condensaba las
aspiraciones del grupo. Fue publicado en dos diarios de Montevideo. Por aquel
entonces, los jóvenes románticos estaban a punto de romper con Rosas:

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1)Porque Rosas no había prestado la más mínima atencióm a aquellos jóvenes y a
sus i- deas.
2)Porque se consideraban "hijos espirituales de Francia", en momentos en que este
país entraba en conflicto con la Confederación Argentina.
3)Porque inyerpretaban que aquel era un conflicto entre "la Civilización y la
Barbarie".
4)Porque la caída de Rosas era segura.

Más tarde, cuando algunos de los miembros de aquella sociedad emigra- ron, la
misma fue conocida como "Asociación de Mayo" y sus adherentes, como los
"mayos".
Como hemos expresado, en 1839, Alberdi publicó en "El Iniciador" de Mon-
tevideo el Credo, Catecismo o Código de aquella organización que, según algunos
autores, nunca actuó como tal. En 1846, Echeverría también publi- có en la capital
uruguaya el "Dogma Socialista de la Asociación de Mayo", junto con "Ojeada
retrospectiva sobre el movimiento intelectual en el Plata desde el año 1837". Allí
explicó la sociedad que había creado a imitación de la "Joven Italia" de José
Mazzini, que luchaba por la unidad política de su patria. También aclaró las
"palabras simbólicas" que sintetizaban su pro- yecto de país.

LAS "PALABRAS SIMBÓLICAS"


ASOCIACIÓN.
PROGRESO: creencia en el progreso indefinido llevando al mundo moral el progreso
del mundo físico.
LIBERTAD: la democracia es el régimen de la libertad fundado en la igualdad de clases.
IGUALDAD: todo privilegio es un atentado contra la igualdad.
FRATERNIDAD: seguir la marcha adelante en busca de un porvenir industrioso y
fraterno.
DIOS: centro de nuestras creencias.
HONOR y SACRIFICIO: móviles y normas de nuestra conducta social.
INDEPENDENCIA: continuación de las tradiciones de la Revolución de Mayo e
independen- cia de las tradiciones retrógradas de la época "colonial".
EMANCIPACIÓN: del espíritu americano de cuanto nos subordina al antiguo régimen.
ORGANIZACIÓN: de la Patria sobre una base democrática.

 Opinaba que la Patria "era Mayo" y Mayo era la Revolución Francesa. La Patria
eran las tres banderas de la Revolución: "Libertad, Igualdad y Fraternidad" y, por lo
tanto, era patrió- tico todo lo que uniera a los espíritus superiores cualquiera fuera el
lugar de su nacimiento. Terminaría Echeverría por afirmar: "la Patria es la
Humanidad". Lo que no fuera "Mayo" era colonial.
 Sostenía que unitarios (malgastando sus energías en el vacío) y federales (sofocando
to- do bajo el peso de un despotismo brutal) habían aniquilado con sus guerras la
actividad na- cional.

Pedro de Ángelis criticó la postura de Echeverría en el Dogma por compar- tir los
"delirios" de Saint-Simon, instándolo a bandonar el paroxismo revo- lucionario y

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comprender lo ridículo que era pretender convertir a los argen- tinos en una
sociedad de "saintsimonianos".

La polémica entre Echeverría y De Ángelis arrancó del despecho que los jó- venes
románticos experimentaban por aquel extranjero que señalaba su es- casa
formación y al que no pudieron atraer a su grupo. Al enterarse que el Dogma había
sido calificado por el napolitano de "libelo", Echeverría volcó, especialmente en su
primer Carta, todo su rencor e ironía, acusándolo de poner su pluma y sus
conocimientos al servicio de la tiranía y ser adversa- rio de cualquier idea de
progreso. Llamó "colección de curiosidades" a la o- bra de recopilación
documental de De Ángelis, reunida con una paciencia "de vizcacha". No obstante,
sin reconocerlo directamente, Echeverría pare- ció más tarde comprender los
fundamentos de la política nacionalista de Rosas, el poder de las masas, la
conveniencia de no copiar una revolución y la necesidad de unir a toda América
española en su lucha contra las "na- ciones comerciantes".
Juan Bautista Alberdi:

El tucumano Juan Bautista Alberdi era el más lúcido de sus camaradas. Co- noció
el historicismo leyendo el ensayo con el que Lerminier dio a conocer en Francia la
tesis de la Escuela Histórica del alemán Federico Carlos de Savigny.
Según la Escuela Histórica, el Derecho procede del modo de ser "natural" de cada
pueblo. Lo mismo que el idioma, el Derecho se acomoda, a lo largo de su evolución
histórica, al desarrollo progresivo de cada pueblo.
Bajo estas influencias, Alberdi redactó el "Fragmento preliminar al estudio del
Derecho", publicado en 1837.

"FRAGMENTO PRELIMINAR AL ESTUDIO DEL DERECHO"


 En el "Prefacio" explicó la antinomia entre federales y unitarios al presentar la
contra- dicción de las leyes dictadas desde 1820 con el derecho vivo que perduraba en
las costum- bres.
 Alberdi encontraba que nuestra historia constitucional era una serie de continuas
imita- ciones.
 La vida social no podía copiarse ni importarse como si fuera un lienzo o un vino,
como habían pretendido los unitarios que además, habían llamado "pueblo"
exclusivamente a los de su clase.
 El advenimiento de los federales había significado el cambio de lo exótico por lo
nacio- nal, del plagio por la espontaneidad.
 El gobierno "plebeyo y dictatorial" (de Rosas), con todos sus defectos, era más
normal, más historicista. Los argentinos debían enorgullecerse de su "democracia
social", que sería la segunda lección dada por América a Europa (la primera, había sido
la "democracia bur- guesa" de EEUU). Las instituciones eran espontáneas cuando el
legislador distinguía lo que en la "conciencia nacional" hay de invariable.
 Según Alberdi, la obra historicista de Rosas, ciñéndose a la realidad, debería
completar- la la "joven generación". Lo hecho por Rosas no bastaba, pues le había
faltado tiempo y concentración filosófica.
 El ala política del Romanticismo ofrecía a "la persona grande y poderosa que
preside nuestros destinos" la justificación filosófica del federalismo.
Punto 3:

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LOS CONFLICTOS DE LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA POR LA
CONSO- LIDACIÓN DE LA SOBERANÍA. LA GUERRA CON LA
CONFEDERACIÓN PE- RUANO-BOLIVIANA, CAUSAS. LA
INTERVENCIÓN DE FRANCIA E INGLA- TERRA EN EL RÍO DE LA PLATA,
LOS ARGUMENTOS, LOS OBJETIVOS IMPERIALISTAS CIERTOS, LOS
DOS BLOQUEOS. LA "COMISIÓN ARGEN- TINA" DE MONTEVIDEO, LAS
EXPEDICIONES LIBERTADORAS. LA GUE- RRA DEL PARANÁ EN 1845, EL
FRACASO IMPERIALISTA, LOS TRATADOS QUE PUSIERON FIN A LA
INTERVENCIÓN.
Prácticamente a lo largo de todo su segundo gobierno -1835-1852- Rosas debió
enfrentar conflictos. Estos conflictos fueron internos e internaciona- les pero, se
caracterizaron, además, por su simultaneidad. A fin de poder estudiarlos, los
dividiremos en dos ciclos.

PRIMER CICLO de CONFLICTOS


1) Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana.
2) El bloqueo francés.
3) Sublevación de Berón de Astrada.
4) La conspiración de Maza.
5) La sublevación de los "Libres del Sur".
6) La campaña libertadora de Lavalle.
7) La Coalición del Norte.

1) Guerra contra la Confederación Peruano-Boliviana:

Andrés de Santa Cruz fue un militar altoperuano que había defendido la causa
realista hasta 1820 cuando apresado por las fuerzas patriotas, se "pasó" al bando
liderado por San Martín.
Convertido en presidente de Bolivia, aspiraba a crear un gran Estado suda-
mericano, empleando dos medios: la conquista militar y la diplomacia. Con ese
objetivo, no dejó de inmiscuirse en los asuntos internos de sus veci- nos: Perú, Chile
y Argentina.
El primero de estos países vivía en la década de 1830 en un estado de anar- quía,
dividido en tres gobiernos. Santa Cruz manejó hábilmente la situación, y después
de apoyar indistintamente a unos y a otros, intervino con su ejér- cito y se convirtió
en el árbitro de la misma. En 1837, por el Pacto de Tacna, creó la Confederación
Peruano-Boliviana, de la que era el "Protector".
Con respecto a la Argentina, Santa Cruz apoyó a los unitarios durante la guerra
civil, protegiéndolos en su país y permitiéndoles armarse. Las infor- maciones
recogidas en Londres por Manuel Moreno mostraban al jefe de la Confederación
vinculado con los unitarios y "lomonegros" argentinos, los colorados uruguayos y
los "pipiolos" o liberales chilenos. Con la ayuda de los unitarios, Santa Cruz
aspiraba a anexarse las provincias norteñas de la Argentina.
A mediados de 1836, con el apoyo de Santa Cruz, el general chileno Freire se
sublevó contra el gobierno conservador del ministro Diego Portales. Chi- le
respondió apoderándose de algunos barcos peruanos en el Callao y es- talló la
guerra.

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Así como el "Protector" boliviano había rechazado antes una misión envia- da por
Rosas, al no reconocer al gobernador de Buenos Aires el manejo de las relaciones
exteriores, Rosas se negó a recibir a un enviado de Santa Cruz, al par que se
concretaba una alianza con Chile.
Argentina entró en guerra en mayo de 1837, correspondiéndole la dirección de las
tropas argentinas al general Alejandro Heredia, cuya operaciones en territorio de
Jujuy tuvieron escasa importancia. Finalmente, a comienzos de 1839, los chilenos
vencieron a Santa Cruz en la batalla de Yungay, provo- cando la disolución de la
Confederación Peruano-Boliviana.

2) El bloqueo francés:
La Francia de Luis Felipe I buscaba recuperar en el mundo un espacio per- dido
desde los días de Napoleón. Como ya expresamos en su oportunidad, trabó las
mejores relaciones con el "Protector" de la Confederación Perua- no-Boliviana, con
el que suscribió un tratado muy ventajoso para los euro- peos. En retribución, el
mariscal Santa Cruz fue condecorado con la Legión de Honor.
Cuando se conoció en París el estado de guerra entre Chile y la Argentina con la
Confederación Peruano-Boliviana, el gobierno francés se puso en movimiento para
defender a su aliado, ordenando bloquear los puertos de Chile y presentar a Rosas
algunas reclamaciones destinadas a "cuidar la dignidad y los intereses" franceses.
Las reclamaciones eran ridículas e insignificantes: la prisión por espionaje a favor
de Santa Cruz del litógrafo suizo Bacle; la detención por intento de fraude de un
bolichero de Dolores y la presencia de dos franceses en las milicias de Luján,
respecto de lo cual Francia exigía que se diera a sus na- cionales en Argentina "el
trato de la nación más favorecida" (equiparándo- los a los ingleses, aunque no
existiera tratado alguno entre ambas nacio- nes).
Rosas, comprendió rápidamente la situación: Francia aprovechaba el hecho de que
Argentina estaba en guerra con Santa Cruz y temía una insurrección unitaria para
obtener una fácil victoria diplomática que lavase su honor, po- co antes manchado
por un incidente con EEUU. Si no, una ruptura ayuda- ría al "Protector" boliviano.
La reclamación fue presentada al canciller argentino Felipe Arana por el vi- ce-
cónsul francés Aimé Roger, a fines de noviembre de 1837. La respuesta de Arana
recién llegó en enero de 1838: se negaba carácter diplomático a Roger y no se
aceptaba su tono conminatorio.
Los franceses creían que la sola presencia de los ocho buques de guerra del
contralmirante Leblanc harían ceder a Rosas. Pero el gobierno se man- tuvo firme:
se daría a los franceses el trato de "la nación más favorecida" si se celebraba un
convenio con Francia; en los otros temas no cedería. Al contralmirante le expresó
Rosas que no aceptaría las intimaciones de un jefe naval al frente de sus fuerzas.
El 28 de marzo de 1838, Leblanc declaró el bloqueo al puerto de Buenos Aires y
todo el litoral del río perteneciente a la Argentina.
Naturalmente, el bloqueo generó dificultades económico-financieras, espe-
cialmente al no poder percibir los impuestos de Aduana. Rosas respondió con
diversas medidas:

 Se redujeron los sueldos.


 Se redujo el presupuesto de la Universidad y de la educación en general.
 Se duplicaron algunos impuestos directos y se aumentó el "canon" a los
enfiteutas.

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 Se hicieron modificaciones a la Ley de Aduanas, especialmente destinadas a
evitar el desabastecimiento.

No faltaron quienes atribuyeron todos estos males a la tosudez de Rosas y a su


impericia diplomática. Con esta clase de reacciones especulaban los franceses para
obligar a ceder al gobierno argentino.
Hacia mayo de 1838, algunos dirigentes de la Confederación querían "pro-
vincializar" el conflicto (que el bloqueo afectara sólo a Buenos Aires). Tal fue el
ejemplo de Domingo Cullen que, aprovechando la enfermedad mortal de
Estanislao López, intentó negociar a espaldas de Rosas con los france- ses.
Éstos, por su parte, se comprometieron cada vez más en los asuntos inter- nos del
Plata, repartiendo dinero y recursos:

 Apoyando a Fructuoso Rivera hasta forzar la caída del presidente Oribe.


 Atrayendo a muchos emigrados argentinos a actuar efectivamente contra
Rosas, a par- tir de la creación de la "Comisión Argentina" de Montevideo.
 Financiando y brindando todo tipo de auxilios a la llamada "Campaña
Libertadora" de Juan Lavalle,

Como transcurría el tiempo y la Confederación Argentina no cedía, el go- bierno


de Francia ordenó a sus agentes y marinos extremar el bloqueo, lle- vando sus
buques al Uruguay y al Paraná. El contralmirante Leblanc ocupó entonces la isla
de Martín García (octubre de 1838), provocando el primer derramamiento de
sangre.
Entonces, los acontecimientos tomaron un giro dramático. Cuando Estanis- lao
López murió a mediados de 1838, Domingo Cullen terminó resultando e- lecto
gobernador de Santa Fé. Pero sólo lo reconocieron Corrientes y San- tiago del
Estero. No tardó en renunciar ante la sublevación de Juan Pablo "Mascarilla"
López, hermano del caudillo difunto, y escapó a Santiago del Estero.
Mientras tanto, Rosas tuvo conocimiento -por informes de los británicos- del plan
de Aimé Roger, que procuraba formar una alianza con Santa Fé, Corrientes y
Fructuoso Rivera. Descartada Santa Fé, por la caída de Cullen, el gobierno
correntino de Genaro Berón de Astrada, creyéndose perdido, no quiso o no pudo
explicar sus actos y se unió a Rivera, quien declaró la gue- rra a Rosas.
En mayo de 1839, Pascual Echagüe, gobernador de Entre Ríos, atacó y ven- ció a
Berón de Astrada en Pago Largo, resultando muerto el gobernador co- rrentino
(3º: Sublevación de Berón de Astrada).
Ibarra, por su parte, tras algunas vacilaciones, accedió al pedido de Rosas, que
apelaba al artículo del Pacto Federal vinculado a la extradición de crimi- nales,
remitiendo preso a Cullen, que fue fusilado al pisar suelo bonaeren- se.
Mientras Rivera permanecía inactivo, costó gran esfuerzo a los miembros de la
"Comisión Argentina" de Montevideo convencer a Lavalle de sumarse a la lucha.
Al general no le agradaba la idea de colaborar con los franceses contra su patria,
indignándole los artículos a favor de la potencia bloquea- dora que publicaba
Alberdi en la capital uruguaya. Sin embargo, al fin cedió a las presiones.
El nuevo plan se basaba en:

 Una conspiración que, en Buenos Aires, debía dar muerte a Rosas.


 El alzamiento de varios estancieros bonaerenses.

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 El desembarco de Lavalle en territorio de la provincia de Buenos Aires.
La conspiración destinada a dar muerte a Rosas debía contar con el apoyo de
personas radicadas en Buenos Aires. No pudo ser la "Logia de los Caba- lleros
Liberales" porque su principal dirigente -Alvear- se acababa de poner a disposición
de Rosas, que lo nombró ministro en EEUU.
Fueron, en consecuencia, un grupo de jóvenes románticos (Jacinto Rodrí- guez
Peña, Carlos Tejedor, Rafael Corvalán y el escribiente del Restaurador, Enrique
Lafuente), imprudentes y mal organizados, que comprometieron en la trama al
teniente coronel Ramón Maza (hijo del ex-gobernador y presi- dente de la Junta de
Representantes, Manuel Vicente Maza).(4º: La cons- piración de Maza).
Rosas conoció la conjura porque en ella estaban involucrados los hijos de algunos
de sus amigos (el padre de Corvalán era edecán de Rosas) que, a- sustados, la
denunciaron.
El teniente coronel Maza fue apresado y fusilado, pero no se tomaron medi- das
drástricas contra los jóvenes. Manuel Vicente Maza, empero, fue asesi- nado por
la noche en su despacho de la legislatura por hombres que no pa- recían tener
relación con el gobierno (junio de 1839).
A poco de frustrada la conspiración, Lavalle levantó bandera de enganche en
Martín García para invadir el territorio bonaerense. Reunió poca gente y, sabiendo
que el levantamiento de los estancieros del sur de Buenos Aires continuaba
organizándose, se dispuso a desembarcar cerca de Dolores. Pe- ro la invasión de
Pascual Echagüe a la Banda Oriental lo obligó a cambiar de planes.
Rosas, entre tanto, tuvo conocimientos de los proyectos de los estancieros y tomó
medidas militares. Ello precipitó a los complotados, que reunieron una fuerza
formada por los peones de sus estancias. A principios de no- viembre de 1839,
Prudencio Rosas, un hermano del gobernador, cayó sobre ellos y los venció
fácilmente en Chascomús (5º: La sublevación de los "Li- bres del Sur").
Los peones prisioneros, que habían marchado engañados creyendo estar
combatiendo por Rosas, fueron dejados en libertad. De los jefes de los lla- mados
"Libres del Sur", Ambrosio Cramer y Pedro Castelli murieron en el combate;
Manuel Rico y Gervasio Rosas (otro hermano de Juan Manuel) lo- graron ser
recogidos en la costa del Tuyú y traladados a Montevideo.
Para colocar a Echagüe -que había invadido Uruguay- en una situación in- cómoda,
los aliados antirrosistas dispusieron que Lavalle, al frente de una "Legión
Libertadora" de 500 hombres, pasase a Entre Ríos. Después de una victoria en
Yeruá, los "libertadores" pasaron a Corrientes.

6º): La campaña libertadora de Lavalle.

En Corrientes, Pedro Ferré acababa de apoderarse del gobierno y ofreció fuerzas


militares a Lavalle, que llegó a contar con másde 4000 hombres. Juan Pablo
"Mascarilla" López, que había llegado hasta Corrientes con el e- jército
santafesino, debió retirarse al faltarle caballos y provisiones.
No fue necesario que Lavalle marchase a auxiliar a Rivera. Éste, logró ven- cer a
Echagüe en la batalla de Cagancha, aunque el entrerriano se retiró or-
denadamente.
Cada vez más comprometidos en los asuntos internos del Plata, los france- ses
habían desembarcado 800 marineros para proteger Montevideo ante el avance de
Echagüe. Pero, la situación internacional estaba cambiando. El primer ministro

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británico Palmerston, se estaba mostrando crecientemente inquieto por la política
francesa en Egipto y Sudamérica, y la "entente cor- diale" amenazaba romperse.
Ello produjo la caída del gabinete francés y el nuevo gobierno envió al Plata otro
comandante naval -Dupotet- con instruc- ciones dobles:

1) Por un lado, debía arreglar con Rosas.


2) Por otro, prometer a Rivera que no sería abandonado por Francia.

En marzo de 1840 se cumplieron dos años de bloqueo, sin que Francia obtu- viera
demasiado:

 Las presiones británicas eran cada vez más amenazantes.


 Rivera y Lavalle no cesaban de reclamar dinero.
 Rivera pretendía ser el comandante en jefe de todas las fuerzas comprometidas
en la lucha.
 Lavalle se resistía a quedar subordinado a Rivera.
 A Ferré no le agradaba la idea de que los soldados correntinos fueran sacados
de su provincia.
 La Confederación Peruano-Boliviana había dejado de existir.
Sin embargo, la política vacilante de Francia experimentó un cambio al llegar al
ministerio Adolfo Thiers. Imbuído de espíritu belicista, manifestó ante el
Parlamento que "era necesario destruir a Rosas" y, para ello, se llegaría a la guerra
si fracasaban las gestiones diplomáticas.

Alentado y auxiliado por los franceses, Lavalle se lanzó contra Echagüe, pe- ro fue
vencido en Arroyo Grande. Salvó parte de su ejército poniéndose bajo la protección
de los cañones de la escuadra francesa.
Se resolvió entonces que el general desembarcase en territorio bonaerense. Lo hizo
en San Pedro, hasta donde fue transportado por buques franceses (agosto de 1840).
Rosas quedó sorprendido al comprobar la actitud a "cara descubierta" de los
bloqueadores.
Contra las creencias de la "Comisión Argentina" y de la prensa de Montevi- deo, el
avance de Lavalle no provocó un alzamiento general contre "el tira- no". Sólo
encontró hostilidad, mientras se le escamoteaban todos los recur- sos posibles.
En su marcha, Lavalle llegó hasta Merlo. Allí, decidió emprender la retirada para
unirse con Lamadrid en el norte. Rosas, en tanto, había organizado la defensa de
Buenos Aires, reuniendo hasta 5000 milicianos (setiembre de 1840).
La retirada de Lavalle estuvo acompañada de robos, violaciones y fusila- mientos.
El colmo del terror unitario llegó con la ocupación de Santa Fé, que fue saqueada.
En Buenos Aires, por su parte, también los federales desata- ron el terror. Se
confiscaron propiedades, fueron aprisionadas muchas per- sonas y no faltaron
matanzas de unitarios, víctimas del furor popular.
Dispuesto a terminar el conflicto con Rosas, el gobierno francés se decidió
finalmente por la acción directa. A tal fin, organizó una poderosa flota con tropas
de desembarco. Pero Palmerston le hizo saber que conocía todas las violaciones al
derecho cometidas por los bloqueadores en el Plata. Luego, al insistir Thiers en su
nacionalismo agresivo, formó una coalición con Austria, Prusia y Rusia (las
potencias absolutistas que aborrecían a la Francia de Luis Felipe I),

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comprometiéndose a defender la integridad de Turquía, pertur- bada por la
insurrección egipcia, en la que estaba comprometida Francia. El gobierno de París
comprendió el peligro que corría, aunque no se menciona- ra el Río de la Plata.
Por ello, la escuadra fue disminuida en sus efectivos; fue puesta bajo las ór- denes
de un marino con experiencia diplomática, el barón Angel de Mackau, y aceptada
la mediación del ministro británico Mandeville.
Finalmente, llegó el acuerdo con la firma del:

TRATADO ARANA-MACKAU
(octubre 1840)
 Devolución por parte de Francia de la isla de Martín García.
 Devolución por parte de Francia de los barcos argentinos capturados.
 Amnistía para los unitarios, excepto los que hubieran tomado las armas.
 Indemnización por los daños sufridos por franceses.
 El trato a los franceses propio de "la nación más favorecida"

Rosas había triunfado en su propósito: había obligado a Francia a firmar un tratado


y no había cedido a la imposición.
7º): La Coalición del Norte:
En noviembre de 1838, fue asesinado el gobernador Alejandro Heredia. To- do el
mundo entendió que el instigador del crimen había sido el doctor Mar- co
Avellaneda, uno de los "mayos" del norte. En pocos días, cayeron tam- bién los
gobiernos federales de Salta y Jujuy, reemplazados por administra- ciones
encabezados por federales escasamente comprometidos. También se supuso
entonces que todo era obra del mariscal Santa Cruz, que contaba a- demás, con la
adhesión de Catamarca.
El complot tenía el objetivo de quitar a Rosas el manejo de las relaciones ex- teriores
y contaba con el pronunciamiento favorable de Ibarra, que nunca se produjo.
A principios de 1840, Lamadrid, que había vuelto del exilio por resultarle ina-
ceptable la actitud de Francia para con su patria, fue enviado a Tucumán a recoger
el parque del ejército que había combatido con Santa Cruz. Secreta- mente, Rosas
le pidió que se hiciera dueño de la situación en aquellas pro- vincias, pues
desconfiaba de sus autoridades.
Pero, Lamadrid es tomado preso por Mariano Acha (antiguo colaborador de Paz,
regresado de su exilio en Bolivia) y, extrañamente, se suma al movi-miento
antirrosista. En pocos días, por iniciativa de Marco Avellaneda, se crea la Coalición
del Norte (Tucumán, Salta, Jujuy, Catamarca y La Rioja). En setiembre de 1840, se
reúne en Tucumán un "Congreso de Agentes del Nor-te" (integrado por un
representante de cada una de las cinco provincias) que da forma a la liga, cuyo
propósito era la sanción de una constitución. El "Di-rector de La Liga" sería el
gobernador de La Rioja Tomás Brizuela.
La guerra se inició con el avance de Lamadrid que tomó Córdoba; luego se extendió
a las provincias de Cuyo. Pero, en tanto, el ejército de Rosas, man-dado por Oribe,
alcanzó a Lavalle y lo derrotó en Quebracho Herrado.
A pesar de algunos triunfos, los coaligados comenzaron a sufrir una serie de derrotas
definitorias: Lamadrid fue vencido en Rodeo del Medio y, en el mis-mo mes de
setiembre de 1841 Lavalle fue derrotado por Oribe en Famaillá.

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Vencida la Coalición del Norte sus principales dirigentes (con Marco Avella-neda a
la cabeza) fueron ejecutados. Lavalle, refugiado en una casa de Jujuy, fue muerto
por una partida federal.

SEGUNDO CICLO DE CONFLICTOS


 1) El general Paz en Corrientes.
 2) La Guerra Grande.
 3) La intervención anglo-francesa.
 4) Los hermanos Madariaga en Corrientes.

1º): El general Paz en Corrientes:

Después de permanecer ocho años en Buenos Aires, donde Rosas le había dado la
ciudad por cárcel, el general Paz escapó a Montevideo. Pasó a Co-rrientes donde,
con el apoyo del gobernador Ferré, formó un nuevo ejército. Atacado por Echagüe,
lo derrotó en la batalla de Caaguazú (noviembre de 1841). El resultado de la batalla
precipitó el pronunciamiento de Juan Pablo "Mascarilla" López en contra de Rosas.
En ese momento volvió a aparecer la antigua idea de la "Federación del Uru-guay".
Pero, todos los jefes se recelaban mutuamente (Rivera, Ferré y Paz) y López no era
tomado en serio en su propia provincia.
Después de invadir Entre Ríos, Paz se hizo nombrar por una amedrentada
legislatura gobernador de aquella provincia. Pero Ferré no quería que sus soldados
se alejaran de Corrientes y, cuando llegó el momento de actuar Paz se retiró,
alegando que los intereses argentinos no estaban contemplados en la alianza.
En tanto Oribe, vencedor de la Coalisión del Norte, cayó sobre Rivera que había
invadido Entre Ríos y lo derrotó completamente en Arroyo Grande (diciembre de
1842).

2º) La Guerra Grande:


Oribe cruzó el Río Uruguay, penetrando en territorio oriental en persecución de
Rivera. Éste, habiendo intentado detener a su rival fue dispersado y ale-jado de
Montevideo. En febrero de 1843 Oribe si situó frente a la capital e ini-ció el sitio.
Joaquín Suárez, presidente del Senado, a cargo del gobierno, preparó la de-fensa de
la ciudad, nombrando jefe de la misma al general Paz. Además de unos pocos
soldados y negros libertos, se formaron una "legión francesa", una "legión italiana"
y una "legión española". Británicos y franceses desem-barcaron de sus naves de
guerra cañones y marineros con el protexto de proteger a sus connacionales.
Cuando Rosas ordenó a Brown -que había derrotado a la cuadrilla montevi-deana
de Garibaldi en Costa Brava- bloquear Montevideo por mar el como-doro británico
Purvis se lo impidió. Se basaba en el curioso motivo de que "el gobierno de Su MB
no reconoce a los pueblos de Sudamérica como po-tencias marítimas autorizadas para
el ejercicio de tan alto e importante de-recho como el bloqueo". Simultáneamente, los
ministros de Francia y Gran Bretaña conminaron al gobierno de Buenos Aires a no
intervenir en los asuntos internos del Uruguay.

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3º): La intervención anglo-francesa:

El nacionalismo exagerado y agresivo ("chauvinismo") que había caracte-rizado a


la política francesa durante la década de 1830, había acabado por incorporarse
también a los partidos políticos británicos.
La primera y más importante expresión de ese cambio se puso en evidencia en el
nuevo partido llamado "conservador", desprendimiento de los antiguos "tory", cuya
razón de ser había sido la defensa de los intereses de la clase terrateniente. Mientras
los viejos liberales ("whigh") se basaban en la clase industrial y financiera, los
nuevos conservadores buscaban el engrandeci-miento del Imperio Británico por
cualquier método.
En 1841, los conservadores de Robert Pill llegaron al gobierno, con el Conde de
Aberdeen a cargo de las relaciones exteriores. Con respecto al Plata la nueva política
británica apuntaba a:
1) Poner fin a la inestabilidad política de la región.
2) Imponer la libre navegación de los ríos, aprovechando las ventajas de los barcos
a vapor.
Sin embargo, en un principio, el comodoro Purvis y los ministros briánico y francés
fueron desautorizados por sus respectivos gobiernos.
A fin de convencer a las autoridades de Londres y París de que intervinieran en el
conflicto, partió hacia Europa Florencio Varela, en nombre de Rivera y de la
"Comisión Argentina". Según las instrucciones recibidas, Varela debía:

1) Solicitar la intervención anglo-francesa a fin de poner fin a la guerra existente,


sin menos-cabo de la independencia oriental.
2) Ofrecer la libre navegación de los afluentes del Plata, acompañada de la
separación de Corrientes y Entre Ríos de la Argentina.
3) Pedir la intervención permanente de Gran Bretaña en la región como garantía
de paz.

Varela viajó munido de documentos como las "tablas de sangre" de Rivera Indarte,
que probaban el salvajismo del régimen imperante en Buenos Aires.
Varela tuvo la sensación de que su misión había resultado un fracaso. Sin embargo,
en aquel momento Gran Bretaña necesitaba resucitar la "entente cordiale" con
Francia, ya que le preocupaba la posible anexión de Texas (con sus vitales
plantaciones de algodón) a los Estados Unidos. El Río de la Plata sería la puesta
prueba de la nueva alianza.
A principios de 1845 Rivera fue totalmente derrotado por el entrerriano Justo José
de Urquiza en India muerta. Oribe se aprestó a ordenar el asalto a Mon-tevideo, y
Brown recibió órdenes de extremar el bloqueo.
Fue entonces cuando las dos potencias europeas presentaron a Rosas un ultimátum:

1) Debía levantarse el bloqueo naval.


2) Los soldados argentinos del ejército de Oribe debían evacuar el Uruguay.

Ante la negativa, los interventores declararon el bloqueo a las costas de Buenos Aires
(setiembre de 1845). La flota anglofrancesa, tras ocupar Martín García y apoderarse
de los barcos de Brown, se internó en el río Paraná en una expedición bélico-

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comercial, a fin de forzar la apertura de los puertos de Entre Ríos, Corrientes y
Paraguay al tráfico extranjero. Fue atacada por las baterías costeras del general
Lucio Mancilla, lo que dio lugar al combate de La Vuelta de Obligado (20 de
noviembre de 1845). Si bien las naves pudieron finalmente abrirse paso, la
experiencia no volvió a repetirse por los daños sufridos y las escasas ventajas
comerciales obtenidas.
Mientras la resistencia de la Confederación Argentina recogía elogios de la prensa
internacional y San Martín ofrecía sus servicios a Rosas, no cesaban los conflictos
en el orden interno. Rivera, Corrientes y hasta Paraguay, alen-tados por los
interventores y el Brasil, renovaban su alianza antirrosista.
En ese período, el hombre encargado de enfrentar a los enemigos era Urqui-za. Pero,
desde muy temprano, el gobernador de Entre Ríos fue objeto de ofertas y
proposiciones de abandonar el campo rosista, que comenzaron a debilitar su lealtad.
El comercio inglés se estaba perjudicando mucho por el bloqueo, al tiempo que
Rosas había suspendido los pagos por el empréstito. Por eso, las tratati-vas de
arreglo fueron numerosas y, en 1847, Gran Bretaña levantó su medida cohercitiva,
aunque recién en 1849 se firmó el tratado definitivo.

TRATADO ARANA-SOUTHERN
 Se devolvería la isla de Martín García.
 Se devolverían los buques argentinos y se desagraviaría el pabellón argentino
con venti-ún cañonazos.
 Se devolverían las presas del bloqueo.
 Los soldados argentinos del ejército de Oribe dejarían suelo oriental cuando
Francia de-sarmase las "legiones extranjeras" que defendían Montevideo.
 Se reconocía que la navegación del Paraná era "interna" de la Argentina y sujeta
a sus reglamentaciones, y la del Uruguay compartida por la Argentina y la
República Oriental.
 Oribe daría su conformidad al acuerdo.

Algunos meses después, llegó el arreglo -en términos similares- con Francia, a partir
de la firma del Tratado ARANA-LEPREDOUR

4º): Los hermanos Madariaga en Corrientes:


En medio del conflicto con Gran Bretaña y Francia, Corrientes volvió a alzar- se
contra Rosas. Ya en 1845, algunos exilados procedentes de Brasil se apo- deraron
del gobierno de la provincia. Al poco tiempo se sumó a ellos el ge- neral Paz. Los
líderes del movimiento eran los hermanos Juan y Joaquín Ma- dariaga.
Urquiza, encargado de reprimir aquel nuevo alzamiento, fue trabajado ince-
santemente por agentes europeos y del gobierno de Montevideo para que se
pronunciara contra Rosas. El gobernador entrerriano firmó entonces con los
hermanos Madariaga los Tratados de Alcaraz (Corrientes se reincorporaba a la
Confederación Argentina, pero disfrutaría de algunas excepciones, no quedando
comprometida a participar de la guerra contra Montevideo ni del conflicto con Gran
Bretaña y Francia). Si Rosas mostraba su intolerancia frente a estos tratados,
Urquiza se "pronunciaría", separando a Entre Ríos y Corrientes temporalmente de
la Confederación.

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Naturalmente, Rosas se opuso; pero Urquiza dio marcha atrás a sus proyec- tos y
atacó a los Madariaga venciéndolos en el Potrero de Vences. Corrien- tes se
reincorporó sin condiciones a la Confederación, eligiendo como go- bernador a un
hombre de Urquiza, Benjamín Virasoro.

Punto 4:
REELECCIÓN DE ROSAS EN 1850, LA HEGEMONÍA EN EL RÍO DE LA PLA-
TA. LA CONFRONTACIÓN CON BRASIL, PROXIMIDAD DE LA GUERRA. EL
CONFLICTO ENTRE ROSAS Y URQUIZA, EL COMERCIO CON MONTEVI-
DEO, LAS DIFERENTES POLÍTICAS. ENTRE RÍOS SE SEPARA DE LA CON-
FEDERACIÓN ARGENTINA, EL PRONUNCIAMIENTO DE URQUIZA, SU A-
LIANZA CON BRASIL Y MONTEVIDEO. LA GUERRA, EL TRIUNFO DE LA
A- LIANZA.
Hacia 1850, el prestigio de Rosas en el país era absoluto. Previo al venci- miento del
quinquenio 1845-1850, el Restaurador solicitó varias veces se lo eximiese de
encabezar un nuevo período, argumentando problemas de sa- lus. Sin embargo,
resultó reelecto.
En ese lapso, las provincias hicieron llegar mensajes a la Junta de Represen- tantes
de Buenos Aires solicitando la reelección de Rosas. Pero, Mendoza y La Rioja no se
limitaron a pedir la reelección; le confirieron la "Suprema je- fatura nacional".
Luego, a lo largo de de 1850 y 1851, las siguieron todas las demás, con excepción de
Entre Ríos y Corrientes.
Para resolver la nueva situación política que convertía a Rosas en "Jefe Su- premo
de la Confederación", comenzaron a llegar a Buenos Aires, a media- dos de 1851,
"plenipotenciarios" nombrados por cada una de las provincias.
El panorama que se vislumbraba para la Confederación Argentina era promi- sorio:

 Oribe no tardaría mucho en tomar Montevideo y, presumiblemente,


incorporaría al Uru- guay al Pacto Federal o, al menos, a una "Federación del
Plata".
 Después de llegar al estado de guerra con la Argentina, Carlos Antonio López
había ini- ciado una apertura que podía desembocar en la reincorporación del
Paraguay.
 Se habían iniciado las mejores relaciones con Manuel Isidoro Belzu, gobernante
de Bo- livia.

Naturalmente, el Imperio del Brasil observaba con recelo la favorable situa- ción
argentina. Como en el comienzo de la revolución de los "farrapos", los opositores
republicanos y antiesclavistas del Brasil miraban con simpatía al régimen de Rosas.
El gobierno imperial, por su parte, no había dejado de a- sumir actitudes hostiles
(pretendiendo asociarse a la intervención anglo- francesa, abasteciendo a
Montevideo y empujando a Paraguay a declararse independiente) para con la
Argentina.

Desde la invasión portuguesa de 1811 pero, especialmente, a partir de la re- volución


de los "farrapos", existían estancieros brasileños en territorio uru- guayo. Luego de
la derrota de los "farrapos" y la desaparición de la repúbli- ca independiente de Río
Grande, en 1845, se volvió costumbre entre aquellos estancieros realizar grandes
arreos de ganado al Brasil. Pero, no sólo lleva- ban animales propios, pues robaban
muchos de las estancias orientales. A- demás, todo negro capturado en territorio

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uruguayo era llevado para ser ven- dido como esclavo. Finalmente, muchos de los
animales faenados servían para abastecer por mar a Montevideo.
Tomás Guido, el ministro argentino en Río de Janeiro, presentó varias recla-
maciones, a las que el canciller Paulino Soares de Souza respondió con eva- sivas o
acusaciones, ya que algunas partidas brasileñas habían sido ataca- das por hombres
de Oribe, a quien Brasil no reconocía como autoridad legal del Uruguay.

En 1850, el gobierno imperial estaba decidido a declarar la guerra a la Con-


federación Argentina. En un principio, lo haría junto a Francia. Sin embargo, no
tardó en llegar el tratado Arana-Lepredour. Luego, los brasileños debie- ron
capitular totalmente frente a los británicos prohibiendo la trata de escla- vos.
Cuando, a mediados de aquel año, Rosas dispuso la ruptura de relaciones, la
situación militar del Imperio -con excepción de la marina- era francamente inferior.
La Confederación contaba con unos 30.000 hombres:
 El Ejército de Operaciones de Urquiza.
 El Ejército Aliado de Vanguardia de Oribe.
 La milicias de las provincias (incluídas las fuerzas de Rosas en Buenos Aires).
El "pronunciamiento" de Urquiza:

Desde el establecimiento del bloqueo anglo-francés, en 1845, Urquiza y su provincia


no habían dejado de enriquecerse al comerciar con buques prote- gidos por las
flotas de los interventores y abastecer de carne a Montevideo. Finalmente, Rosas
prohibió este "tráfico irregular": los buques de cabotaje procedentes de Entre Ríos
no podrían desembarcar productos de ultramar en territorio bonaerense. Urquiza
solicitó excepciones, pero Rosas no res- pondió nada, aunque no podía impedir que
el abastecimiento a la plaza con- tinuase.
Entonces, cuando ya estaban a punto de iniciarse las operaciones de la gue- rra con
Brasil, Urquiza pareció dispuesto a interesarse en las propuestas de alianza que le
llegaban desde el gobierno imperial a través de su agente en Montevideo, Antonio
Cuyás y Sampere. A estas negociaciones -que Rosas conocía- se agregó la
publicación en el semanario "La Regeneración", de Concepción del Uruguay, de un
artículo, en enero de 1851, en el que se ex- presaba que el "año 1851 sería el de la
organización nacional".
Se supone que Urquiza estaba obrando exclusivamente por móviles econó- micos, y
que sus tratativas con los brasileños y el artículo periodístico en cuestión eran
maniobras para forzar a Rosas a levantar las restricciones contra el "tráfico
iregular entrerriano". Sin embargo, el Restaurador no dio señales de vida.
En ese lapso, empero, las negociaciones entre Urquiza, Brasil y Montevideo
continuaron avanzando hasta decidir al gobernador de Entre Ríos a la ruptu- ra.
Según la leyenda, Urquiza se "pronunció" en un solemne acto público cele- brado
en Concepción del Uruguay, el 1º de mayo de 1851, en el que fueron leídos dos
decretos:
 Por el primero, Urquiza asumía las relaciones exteriores de Entre Ríos.
 Por el segundo, se reemplazaba la expresión "mueran los salvajes unitarios" por
"mue- ran los enemigos de la organización nacional".

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En la realidad, el pronunciamiento tomó estado público, apareciendo en la prensa,
el día 13 de mayo. Es decir, cuando ya estaba concluido el tratado entre Brasil,
Montevideo y Urquiza, el que establecía:

1) Mantener la independencia del Uruguay, haciendo salir de su territorio a Oribe


y los soldados argentinos.
2) Si el gobierno de Buenos Aires declarase la guerra a uno de los aliados, la alianza
se convertiría en común contra dicho gobierno.
3) Previamente, el gobierno de Entre Ríos (y eventualmente el de Corrientes) debía
reasu- mir el manejo de sus relaciones exteriores, es decir su independencia.

Una vez acordadas las operaciones militares y navales de los aliados, Urqui- za
desembarcó en territorio oriental, uniéndosele de inmediato varios oficia- les
blancos, que abandonaron la causa de Oribe (julio de 1851). Sin embar- go, como
las fuerzas brasileñas no se movían, Urquiza intentó ganar tiempo concertando un
armisticio con Oribe. En tanto, el ingreso de buques brasi- leños en el Paraná,
llevaron a Rosas a declarar formalmente la guerra.
Cuando, a inicios de setiembre, los brasileños cruzaron la frontera urugua- ya,
Oribe consideró que ya no podía sostenerse más y capituló ante Urquiza, tras
aceptar las bases del acuerdo del Pantanoso, en las que bajo la fórmula "ni
vencedores ni vencidos", se disponía:

 Reconocimiento de los actos administrativos, deudas y servicios militares de


quienes habían formado parte del "gobierno del Cerrito" (el gobierno de Oribe).
 Libertad de Manuel Oribe para disponer de su persona.
 Evacuación de los oficiales argentinos del ejército sitiador (promesa verbal). Los
solda- dos argentinos y el parque fueron incorporado a las fuerzas de Urquiza.

Paralelamente, el gobierno de Montevideo firmó varios tratados con Brasil, que


conferían al Imperio ventajas territoriales y control político y financiero sobre la
República Oriental. Otro éxito diplomático brasileño fue la incorpo- ración a la
alianza antirrosista del Paraguay de Carlos Antonio López, que se unía a ella para
obtener el reconocimiento de su independencia.
Convencidos de la imprescindible necesidad de eliminar a Rosas, la alianza se
renovó en noviembre de 1851. Brasil, Entre Ríos, Corrientes y el Uruguay
convinieron en:

ALIANZA CONTRA ROSAS


(noviembre de 1851)
 Hacer la guerra al gobierno de la Confederación Argentina, cuya existencia era
incompa- tible con la paz y la tranquilidad de la región.
 El peso militar de la misma lo llevarían Entre Ríos y Corrientes, en tanto las fuerzas
bra- sileñas actuarían como "auxiliares".
 La escuadra brasileña trasladaría a las tropas aliadas a territorio argentino.
 Entre Ríos y Corrientes influirían en el futuro para:
1) Obtener la libre navegación de los ríos.
2) Obtener el arreglo definitivo de los límites argentino-brasileños (respetando el
criterio brasileño de los "derechos adquiridos").

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 El futuro gobierno argentino se haría cargo de la deuda por los subsidios brasileños
a Urquiza (500.000 patacones).

El 3 de febrero de 1852, el "Ejército Grande" de Urquiza (28.000 hombres, de los


cuales 4.000 eran brasileños) derrotó en Caseros a Rosas (22.000 hom- bres). Desde
el campo de batalla, el Restaurador envió su renuncia a la Jun- ta de Representantes
porteña y se refugió en la legación británica.

Punto 5:
SITUACIÓN DESPUÉS DE CASEROS, LA PREEMINENCIA DE BRASIL EN
EL PLATA, ACTITUD DE FRANCIA E INGLATERRA, LA SITUACIÓN EN
BUENOS AIRES, EL GOBIERNO INTERINO, EL RETORNO DE LOS
EMIGRADOS, EL NUEVO GOBIERNO. LAS PROVINCIAS DEL INTERIOR.
URQUIZA REAFIR- MA EL FEDERALISMO Y LA UNIÓN, LA MISIÓN DE
BERNARDO DE IRIGO- YEN. LOS PROTOCOLOS DE PALERMO,
VIGENCIA DEL PACTO FEDERAL, LAS RELACIONES EXTERIORES DE LA
CONFEDERACIÓN.
La segunda guerra argentino-brasileña había durado apenas un mes (agos-
to/febrero), concluyendo con una inesperada victoria del Imperio, obtenida, más
que por las acciones militares, por la paciencia y habilidad de la diplo- macia
conducida por Paulino Soares de Souza.
Ahora, la preeminencia de Brasil en la región era incuestionable pero, el go- bierno
imperial sabía que era preciso aprovecharse del triunfo con modera- ción y
prudencia. Nada de incorporarse a la antigua Cisplatina ni procurar el
desmembramiento de las regiones mesopotámicas argentinas para crear Estados
que caerían bajo su órbita de influencia.
Aquella prudencia estaba dictada por el convencimiento de que Gran Breta- ña se
interpondría. En efecto, el desenlace de Caseros había tomado por sorpresa a
Londres. Consumado el hecho, Gran Bretaña se dispuso a:

1) Frenar cualquier intención expansionista de Brasil, especialmente en lo tocante


a Mon- tevideo.
2) Dejar sin efecto el tratado Southern en lo referente a la navegación de los ríos.

A la derrota de Rosas siguieron venganzas y ejecuciones en Buenos Aires. Incluso,


los vencedores produjeron saqueos y violencias en la ciudad. Ins- talado en la
residencia del Restaurador, Urquiza logró finalmente imponer el orden. Allí, en
Palermo, tras recibir al presidente de la Cámara de Justicia, Vicente López y
Planes, el gobernador entrerriano reconoció a éste como gobernador interino de la
provincia.
En tanto, sopesaba su situación, considerando que debía proceder con pru- dencia
con los gobernadores de las provincias. Lo contrario, implicaba:

a) Apoyarse en los unitarios que regresaban y en los liberales de las provincias.


b) Quedar totalmente subordinado a Brasil.

Considerando inaceptables cualquiera de las dos alternativas, decidió tran- quilizar


a los gobernadores asegurándoles una política de unión y olvido. Para realizar esta
misión, Urquiza designó al joven Bernardo de Irigoyen, que había sido secretario

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de Rosas. Irigoyen debía, simultáneamente, con- vencer a los liberales provincianos
de que no perturbasen aquel proceso que tenía por objetivo la organización
nacional.
Mientras la misión de Irigoyen era coronada por el éxito, surgían a díario
problemas con los unitarios y los brasileños.

 Los primeros habían retornado cargados de rencores y espíritu revanchista. En


un pri- mer momento eran dirigidos por Valentín Alsina, ministro de Gobierno
designado por Vi- cente López y Planes, quien dispuso la abolición de la divisa
punzó, la confiscación de los bienes de Rosas y numerosas cesantías en la
administración y hasta en el clero.

 Con los brasileños, existía el problema del trazado de límites y, especialmente,


la situa- ción interna del Uruguay, donde los blancos habían impuesto como
presidente a Juan Fran- cisco Giró y parecían dispuestos a no cumplir los tratados
de octubre de 1851, suscriptos por el Imperio y el gobierno de Montevideo.

Frente a las exigencias de los brasileños que demandaban el cumplimiento de los


compromisos, Urquiza -que sólo era gobernador de Entre Ríos- reu- nió a Vicente
López y Planes (Buenos Aires), Benjamín Virasoro (Corrien- tes), Manuel Leiva
(sin poderes específicos de Santa Fé) y él mismo, quienes suscribieron los Protocolos
de Palermo (abril de 1852):

PROTOCOLOS de PALERMO
 Se retiraba el manejo de las relaciones exteriores al gobernador de Buenos Aires.
 Se le otorgaba el mismo "a la persona del general Urquiza" con efecto retractivo (se
na- cionalizaban los compromisos de Urquiza con Brasil).
 Se convocaba a la extinguida Comisión Representativa que, por la cláusula 5ª. Del
artí- culo 16º del Pacto Federal, debía invitar a las provincias a la reunión de un
Congreso Fede- rativo.

Punto 6:
CIRCULAR A LOS GOBERNADORES DEL 8 DE ABRIL DE 1852. EL ACUER-
DO DE SAN NICOLÁS, RATIFICACIÓN DEL PACTO FEDERAL; LA CONVO-
CATORIA AL CONGRESO GENERAL FEDERATIVO, LA
REPRESENTACIÓN DE LAS PROVINCIAS, FORMA DE ELECCIÓN DE LOS
CONSTITUYENTES, LA DIRECCIÓN PROVISORIA DE LA
CONFEDERACIÓN.
No tardó en advertirse que los Protocolos de Palermo no aportarían solu- ción
prática al problema del futuro Congreso:

 Porque la Comisión Representativa había dejado de existir legalmente.


 Porque el gobernador de Buenos Aires, sin apoyos políticos y despojado del
manejo de las relaciones exteriores, carecía de relevancia para convocarlo.
 Porque el propio Urquiza no contaba para hacerlo más que con el apoyo de los
gober- nadores y un ministro.

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Se resolvió entonces que la convocatoria debían efectuarla "todos" los go-
bernadores. El 8 de abril, dos días después de firmados los protocolos, se envió una
circular a las provincias, citando a todos los gobernadores para una reunión a
celebrarse en San Nicolás de los Arroyos. Debían viajar muni- dos de los poderes
necesarios de sus legislaturas para poder abordar el te- ma en cuestión.
Descontando la hostilidad de los porteños hacia Urquiza, el correntino Juan Pujol
propuso volver a poner en vigencia la Ley de Capitalización de la épo- ca de
Rivadavia. De ese modo, Buenos Aires volvería a desaparecer como provincia y con
ella, su legislatura. Además, se facilitaría el dar a Urquiza po- deres nacionales y el
manejo de las relaciones exteriores de la Confedera- ción.
Sin embargo, el propio círculo de Urquiza consideró demasiado aventurado el dar
aquel paso. De ese modo, nerviosos por tener que dejar sus provin- cias en medio de
la euforia liberal (López "Quebracho" acababa de ser de- puesto en Córdoba),
viajaron los gobernadores hacia San Nicolás.
Catamarca (cuyo gobernador había muerto) se hizo representar por el propio
Urquiza. Otros tres mandatarios no llegaron a tiempo. Un grupo de ministros que
se hallaba en San Nicolás (Leiva, Pujol, Vicente Fidel López) redactó el Acuerdo, que
llevaba fecha 31 de mayo de 1852.

ACUERDO DE SAN NICOLÁS


 Nombraba a Urquiza "Director Provisorio de la Confederación Argentina", con un
poder jamás detentado por Rosas, ya que reunía "suma de poderes nacionales y
provinciales".
 Dispondría de todas las fuerzas militares de las provincias (veteranas y milicias),
pu- diendo intervenir en ellas para restablecer la paz y el orden cuando "su prudencia
o patrio- tismo lo sugieran".
 Dichas fuerzas serían sostenidas con los recursos de la Aduana.
 En casos graves, podría ser asistido por un "consejo de Estado", cuyos miembros se-
rían elegidos por el Director.
 Se declaraba ley fundamental de la República al Pacto Federal.
 Como el país se hallaba en paz y tranquilidad, se convocaba para agosto de 1852 la
reu- nión de un Congreso Constituyente en Santa Fé.
 Cada provincia enviaría dos diputados (por ser todas iguales en derechos), elegidos
por el sistema con el que cada provincia elegía a su legislatura.
 Los diputados no podían llevar instrucciones de sus provincias, aunque éstas podían
re- moverlos y no serían juzgados por sus opiniones.

FIN DE LA BOLILLA IX

________________________

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Bolilla.X
1. BUENOS AIRES CONTRA LA REUNIÓN DE SAN NICOLÁS,
INTERPRETA- CIONES EN LA LEGISLATURA POR LA
CONCURRENCIA DEL GOBERNA- DOR, DEBATE SOBRE EL
ACUERDO, CRÍTICAS AL EXCESO DE ATRIBU- CIONES
CONFERIDAS AL DIRECTOR PROVISORIO, IMPUGNACIÓN POR
CARENCIA DE FACULTADES LEGISLATIVAS DE LOS
GOBERNADORES. RENUNCIA DEL GOBERNADOR E
INTERVENCIÓN DE LA PROVINCIA. REVOLUCIÓN DEL 11 DE
SETIEMBRE DE 1852.
2. EL CONGRESO DE SANTA FÉ, INAUGURACIÓN DE LAS
SESIONES, RECE- SO, CAUSAS, FORMACIÓN DE LA COMISIÓN
ENCARGADA DE REDACTAR EL PROYECTO DE
CONSTITUCIÓN. LA INFLUENCIA DE ALBERDI: SU LI- BRO
"BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ORGANIZACIÓN
POLÍTICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA", EL PROGRAMA DE
LA ORGANIZACIÓN NACIONAL, EL PROYECTO DE
CONSTITUCIÓN AGREGADO EN LA SEGÚN- DA EDICIÓN,
FUENTES Y ESTRUCTURA DEL MISMO. INCORPORACIÓN DE
DISPOSICIONES DE LA CONSTITUCIÓN DE 1826.

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TRATAMIENTO DEL PRO- YECTO, DEBATE SOBRE LA
OPORTUNIDAD DE SANCIONAR LA CONSTI- TUCIÓN, Y SOBRE
LA LIBERTAD DE CULTOS, SANCIÓN DEL RESTO DEL
ARTICULADO.
3. LA CONSTITUCIÓN DE 1853, ESTRUCTURA DE LA MISMA, LA
ORGANIZA- CIÓN DE LOS PODERES, LA SEDE DEL GOBIERNO
NACIONAL, LAS CONS- TITUCIONES PROVINCIALES, EL
JUICIO POLÍTICO A LOS GOBERNADO- RES, EL FOMENTO DE
LA INMIGRACIÓN. "COMENTARIOS A LA CONSTI- TUCIÓN DE
LA CONFEDERACIÓN ARGENTINA" DE DOMINGO F. SAR-
MIENTO. PROMULGACIÓN Y JURAMENTO DE LA
CONSTITUCIÓN.
4. EL "ESTADO DE BUENOS AIRES". CONSTITUCIÓN DE 1854.
SITUACIÓN IN- TERNA, LOS LIBERALES DEL NUEVO ORDEN,
PROGRESISTAS Y CONSER- VADORES, LAS REBELIONES
FEDERALES. LA CONFEDERACIÓN, ELEC- CIÓN DE URQUIZA
COMO PRESIDENTE, INSTALACIÓN DE LAS AUTORIDA- DES
NACIONALES, LA CAPITAL PROVISORIA.
5. LAS DIFICULTADES ECONÓMICAS DE LA CONFEDERACIÓN,
EL TRATADO DE CONVIVENCIA CON BUENOS AIRES,
IMPOSIBILIDAD DE SOSTENERLO, LA LEY DE DERECHOS
DIFERENCIALES DE 1856. LA CUESTIÓN DE SAN JUAN. LOS
PREPARATIVOS DE GUERRA, TRATATIVAS DE URQUIZA CON
BRASIL Y PARAGUAY, EL EJÉRCITO DE BUENOS AIRES.
DECLARACIÓN DE GUERRA, CEPEDA.
6. EL "PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES", REINGRESO DE BUENOS
AIRES A LA CONFEDERACIÓN, RESERVAS Y DERECHOS,
MILITARES, POLÍTICOS Y ECONÓMICOS. EL DERECHO A
REVISAR LA CONSTITUCIÓN, LA CONVEN- CIÓN PROVINCIAL,
POSTURAS Y DEBATE. LAS REFORMAS PROPUESTAS POR
BUENOS AIRES, LA CONVENCIÓN NACIONAL "AD-HOC" DE
1860. A- NÁLISIS DE LAS REFORMAS INTRODUCIDAS, LA
NUEVA CONSTITUCIÓN.

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BOLILLA X): Punto 1
BUENOS AIRES CONTRA LA REUNIÓN DE SAN NICOLÁS, INTERPRETA-
CIONES EN LA LEGISLATURA POR LA CONCURRENCIA DEL GOBERNA-
DOR, DEBATE SOBRE EL ACUERDO, CRÍTICAS AL EXCESO DE ATRIBU-
CIONES CONFERIDAS AL DIRECTOR PROVISORIO, IMPUGNACIÓN POR
CARENCIA DE FACULTADES LEGISLATIVAS DE LOS GOBERNADORES.
RENUNCIA DEL GOBERNADOR E INTERVENCIÓN DE LA PROVINCIA.
REVOLUCIÓN DEL 11 DE SETIEMBRE DE 1852.

En marzo de 1852 se había declarado la caducidad de la Junta de Represen- tantes


de Buenos Aires, debiéndose llamar a elecciones para integrar otra.

 La lista "amarilla" (Dalmacio Vélez Sarsfield, Bartolomé Mitre, Pastor


Obligado, entre o- tros) obtuvo más de 7.000 votos. Era decididamente "anti-
urquicista" y la apoyaban:
1) El diario "Los Debates" (redactado por Mitre).
2) El diario "El Nacional" (redactado por Vélez Sarsfield).

 La lista "blanca" , partidaria de Urquiza y apoyada por el diario "El Progreso"


(redacta- do por Diego de Alvear), obtuvo menos de la mitad de los votos.

Cuando Urquiza hizo pública su preferencia por Vicente López y Planes, la nueva
legislatura no se atrevió a contradecirlo y consagró a éste como go- bernador
efectivo de la provincia.
Pero, los rumores primero, y la circulación luego, de una copia del Acuerdo de San
Nicolás, agitaron los ánimos de la oposición, dando lugar a las "Jor- nadas de
Junio".
Vicente López y Planes regresó a Buenos Aires y, dos días después, remitió el
Acuerdo a la Legislatura para su aprobación. Los opositores a Urquiza di-firieron
una semana el debate, sin duda con la intención de prepararse mejor para un
alzamiento.
El 21 de Julio, en la Legislatura, hablaron:

BARTOLOMÉ MITRE: atacó los poderes conferidos a Urquiza, a los que llamó
dictatoriales y despóticos; constituían un peligro para la libertad y que no tenían
precedente en la histo-ria nacional.

DALMACIO VÉLEZ SARSFIELD: atacó el Acuerdo desde el punto de vista


jurídico. Conside-ró ilegal el hecho de que los gobernadores confirieran poderes
superiores a los suyos, constituyéndose en San Nicolás en un cuerpo legislativo.

JUAN MARÍA GUTIÉRREZ (Ministro de Vicente López y Planes): defendió el


Acuerdo, pues consideraba que la falta de una autoridad con poder efectivo era la
causa de todos los ma-les del país.

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VICENTE FIDEL LÓPEZ (Hijo del gobernador): refutó a Vélez Sarsfield,
manifestando que el Acuerdo no creaba un pacto o una ley nueva, sino que era un
acto ejecutivo por el que se llamaba a cumplir el Pacto Federal.

Sin haberse producido aún una votación resultaba evidente que el acuerdo sería
rechazado por la Legislatura. Vicente López y Planes presentó la re-nuncia y la
Junta nombró a Manuel Guillermo Pinto, su presidente, como go-bernador
interino.

Al día siguiente (24 de Junio), Urquiza envió un escueto decreto a la Legislatura,


expresando que intervenía la provincia de Buenos Aires en uso de las facultades que
le otorgaba el Acuerdo de San Nicolás. Los diarios opositores fueron cerrados y los
principales dirigentes anti-urquicistas (Mi-tre, Vélez Sarsfield, entre otros)
desterrados a Montevideo.
Como no se materializó reacción alguna, el 26 de Junio devolvió el gobierno a
Vicente López y Planes.
Sin embargo, el anciano se hallaba molesto en aquella situación donde de-bía
cumplir las órdenes de Urquiza al tiempo de ser odiado por los porteños. Cuando
el vencedor de Caseros -que quería ganar a los antiguos rosistas- le ordenó que
anulase la confiscación de los bienes de Rosas, López buscó un pretexto y renunció,
encerrándose en su domicilio. Frente a esta situación, Urquiza se hizo cargo
directamente del gobierno de la provincia de Buenos Aires (31 de Julio).
Fue también creado el Consejo de Estado previsto en el Acuerdo de San Ni-colás.
Lo integraron, desde conocidos rosistas (Guido-Arana) hasta unita-rios
rivadavianos (Del Carril). En elecciones que, según los opositores fue-ron realizadas
"bajo el imperio de la fuerza" dos miembros del Consejo (Del Carril y Lahítte)
fueron electos diputados de Buenos Aires al Congreso de Santa Fé.
Por entonces, arribaron a Buenos Aires los comisionados de Gran Bretaña y
Francia, Hotham y St.-Georges. Venían con el propósito de anular los trata- dos
Southern y Lepredour. No tuvieron dificultades con Urquiza quien, no obstante, no
quiso comprometerse con la firma de un tratado que podía in- terpretarse como
fruto de una presión. Simplemente, declaró la libre navega- ción de los ríos
interiores por un decreto.
Como era preciso inaugurar el Congreso Constituyente de Santa Fé y des- pués de
proclamar una amnistía política, Urquiza se embarcó en el navío del representante
británico sir Charles Hotham, dejando como delegado en Bue- nos Aires al general
José Miguel Galán.
En la noche del 10 al 11 de setiembre de 1852, parte de las tropas de Urquiza se
sublevaron por iniciativa de los generales José María Pirán y Juan Mada- riaga,
que levantó a los correntinos. A Galán se le permitió salir de la ciudad con los
entrerrianos. Al movimiento se sumaron las dos facciones liberales (denominación
con la que reconoceremos a los antiguos unitarios) que co- menzaban a pergeñarse
en Buenos Aires, aunque tomarían forma algunos años más tarde:

"AUTONOMISTAS": aislacionistas y secesionistas que deseaban separar Buenos


Aires del resto de las provincias; liderados por Valentín Alsina.

"NACIONALISTAS": partidarios de imponer la hegemonía de Buenos Aires sobre


el resto del país; liderados por Bartolomé Mitre.

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Pocas horas más tarde, volvió a reunirse la Junta de Representantes, disuel- ta
despuéde las "jornadas de junio". En los días subsiguientes, se dispuso:

 Restituir el gobierno provisorio a Manuel Guillermo Pinto.


 Reasumir el manejo de las relaciones exteriores de Buenos Aires.
 Rechazar el Acuerdo de San Nicolás.
 Declarar nula la representación porteña al Congreso de Santa Fé.
 Sancionar por ley la libre navegación de los ríos.

En octubre, la Junta nombró gobernador a Valentín Alsina.


Urquiza, en tanto, no otorgó mayor importancia al movimiento de Buenos Aires,
considerando que resultaría fácil desbaratarlo como en junio. Pero, cuando supo
que muchos soldados entrerrianos de Galán estaban deser- tando y que los liberales
porteños trataban de atraer a sus pares de Corrien- tes, comenzó a preocuparse No
podía confiar en los gobiernos del norte y, entonces, vislumbró el peligro.
Encerrado con sus fuerzas en Entre Ríos, volvió a pensar en librarse de a- quella
situación retomando el antiguo proyecto de separar la Mesopotamia de la
Confederación Argentina. Pero, ahora era tarde. El ministro Hotham ex- presó a su
hijo Diógenes Urquiza que aquella proliferación de "republique- tas" sólo
beneficiaría a Brasil, que se convertiría en el amo de la región.
Presa de su espíritu bélico, y tratando de desmentir las intenciones secesio- nistas
que se le atribuían, Alsina envió al general José María Paz en una mi- sión "pacífica"
destinada a impedir la reunión del Congreso de Santa Fé. Si fracasaba, su misión
debía asumir carácter "militar".
Paralelamente, se organizó en Buenos Aires una expedición destinada a in- vadir
Entre Ríos y Corrientes, a cargo de Manuel Hornos y Juan Madariaga. Sin embargo,
ambos intentos fracasaron.

En Entre Ríos los invasores fueron derrotados, en tanto Paz no pudo contar con las
fuerzas que proyectaba reunir, pues el antiguo coronel rosista Hilario Lagos se
sublevó con la División Centro de la provincia de Buenos Aires.
La ciudad porteña fue sitiada, pero Lagos tardó un tiempo excesivo, perdien- do la
oportunidad de poner fin a la revolución liberal.
Mientras tanto, la intervención de los agentes diplomáticos de Gran Bretaña,
Francia y Estados Unidos intentaba poner fin al conflicto. A ella se sumó la
"mediación" del propio Urquiza, arribado con fuerzas militares hasta San Jo- sé de
Flores. En un principio, sólo se logró la separación de Alsina del go- bierno, las otras
bases de arreglo fueron discutidas sin llegarse a un acuer- do (reconocimiento de la
autonomía de Buenos Aires; incorporación al Con- greso de Santa Fé de los
diputados porteños, pero elegidos a razón de uno cada 15.000 habitantes; derecho
de Buenos Aires de revisar la Constitución; amnistía para las fuerzas de Lagos; pago
de una indemnización a los sitiado- res; devolución de los barcos de la escuadra
porteña capturados por los bu- ques de la Confederación).
El impacto causado por la defección del jefe de la escuadra de la Confedera- ción,
John Halstead Coe, sumado a los pocos deseos de luchar de Urquiza, determinaron
finalmente el levantamiento del sitio (julio de 1853).

Punto 2:

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EL CONGRESO DE SANTA FÉ, INAUGURACIÓN DE LAS SESIONES, RECE-
SO, CAUSAS, FORMACIÓN DE LA COMISIÓN ENCARGADA DE
REDACTAR EL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN. LA INFLUENCIA DE
ALBERDI: SU LI- BRO "BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA
ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA ARGENTINA", EL
PROGRAMA DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL, EL PROYECTO DE
CONSTITUCIÓN AGREGADO EN LA SEGÚN- DA EDICIÓN, FUENTES Y
ESTRUCTURA DEL MISMO. INCORPORACIÓN DE DISPOSICIONES DE LA
CONSTITUCIÓN DE 1826. TRATAMIENTO DEL PRO- YECTO, DEBATE
SOBRE LA OPORTUNIDAD DE SANCIONAR LA CONSTI- TUCIÓN, Y
SOBRE LA LIBERTAD DE CULTOS, SANCIÓN DEL RESTO DEL
ARTICULADO.
Las dudas que asaltaron a Urquiza al no poder someter rápidamente a Bue- nos
Aires, dejaron en segundo plano el Congreso de Santa Fé. Pero, cuando sir Charles
Hotham vetó el proyecto de segregar la Mesopotamia, el Director Provisorio debió
continuar con la idea original.
El 20 de noviembre de 1852, en el cabildo de Santa Fé, fue inaugurado el Congreso
Constituyente, con la lectura de un mensaje enviado desde Entre Ríos por Urquiza.
La proximidad de Paz postergó por unos días la actividad de los diputados, pero la
tensión se disipó al sublevarse Lagos. Entonces, se formó la "comi- sión de negocios
constitucionales":

 Manuel Leiva (Santa Fé).


 Pedro Díaz Colodrero (Corrientes).
 Juan María Gutiérrez (Entre Ríos).
 Pedro Ferré (Catamarca).
 Benjamín Gorostiaga (Santiago del Estero).

Gorostiaga y Gutiérrez recibieron el encargo de elaborar el anteproyecto y el


informe que lo acompañaría, respectivamente. Cuando aquella tarea estuvo
concluida, la misma encontró resistencias. Según se supo más tarde, exis- tían entre
los diputados dos tendencias:

"EL CÍRCULO": Salvador María del Carril (San Juan), Salustiano Zavalía
(Tucumán), Gutié- rrez y Gorostiaga, que eran liberales.

"LA MONTONERA": Facundo Zuviría (Salta), Pedro Zenteno (sacerdote,


Catamarca), Ma- nuel Pérez (sacerdote, Tucumán), Leiva, Díaz Colodrero y Ferré,
que eran católicos-localis- tas.

Como Urquiza necesitaba presentar a los porteños la Constitución como un hecho


consumado, exigía resultados. Para superar el estado de estanca- miento de las
discusiones, provocado por el tema de la libertad de cultos, fueron incorporados a
la comisión: Santiago Derqui (Córdoba), Martín Zapa- ta (Mendoza) y Zavalía, con
lo que los "circuleros" quedaron en mayoría.
Al presentarse el proyecto, se planteó el tema de la oportunidad o no de sancionar
una constitución. Facundo Zuviría, presidente del Congreso hasta entonces, se

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opuso, sugiriendo aplazar el debate hasta la completa pacifica- ción de la República.
En realidad, como explicó en un extenso memorial que leyó luego de dejar la
presidencia, se oponía a la constitución:

"...la ciencia del legislador no está en saber los principios del derecho constitucional...
es- tá en saber cuidarse de las teorías desmentidas por los hechos; las instituciones no
son si- no la fórmula de las costumbres públicas, de los antecedentes, del carácter de
los pue- blos".

En tanto el diputado Zenteno coincidió en que las circunstancias por las que
atravesaba el país no eran totalmente pacíficas, los "circuleros" rechazaron
airadamente esta visión (Gutiérrez, Zapata, Zavalía, entre otros). Gutiérrez se
preguntó:

"...¿Hemos de burlar a los pueblos en su anhelada esperanza de que una constitución


libe- ral ponga fin a las desgracias que los aquejan?".

El proyecto fue, en consecuencia, aprobado por los constituyentes urgidos por


Urquiza. A parir de ese momento, el Congreso se abocó al análisis y a- probación
de los 107 artículos del proyecto, en una tarea que demandó 10 noches (del 21 al 30
de abril). Los diputados de "la montonera" sólo hicie- ron cuestión por la libertad
de cultos, logrando imponer la obligación de que al menos el presidente de la
República fuera católico. No consiguieron que ese requisito fuera extendido a los
senadores.

"Las Bases" de Alberdi:

Para los unitarios y federales "doctrinarios", la constitución sería algo así como la
panacea capaz de remediar todos los males del país. Sólo que pa- ra los segundos
debía tratarse de un código descentralizado, según el mo- delo de los EEUU.
Los románticos, por el contrario, consideraban a los hombres, los países y las leyes
como formados por la historia, y que no podían ser modificados po códigos escritos.
Eso pensaban hombres como Alberdi y Sarmiento. Pero, en 1852, aceptaban las
constituciones.
El 1º de mayo de 1852, Alberdi editó en Chile "Bases y puntos de partida pa- ra la
organización de la República Argentina derivados de la ley que preside el desarrollo
de la civilización en la América del Sur" ("y del Tratado del 4 de enero de 1831", le
agregó en su segunda edición). Esta obra habría de ser el evangelio político de los
constituyentes de Santa Fé. En la segunda edición de agosto de 1852, Alberdi le
agregó, por expreso pedido de Juan María Gu- tiérrez, un proyecto de constitución
para ser analizado y votado por el Con- greso.

"LAS BASES"
 Era utópico -según Alberdi- pensar que la raza hispanoamericana, salida de un
"tenebro- so pasado colonial", pudiera realizar la república representativa.

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 Le parecía absurdo pretender aclimatar entre los argentinos los principios del
constitu- cionalismo anglosajón. Por eso, sostenía que no eran las leyes las que había
que cambiar sino los hombres.
 Decía que si íbamos a hacer la población para el sistema, debíamos fomentar la
pobla- ción anglosajona, identificada con el vapor, el comercio y la libertad. Es decir,
debía traerse la gente para la que había sido hecha la constitución.
 No era un problema de eduacación, sino de raza ("haced pasar el roto, el gaucho, el
cho- lo por el mejor sistema de educación: en cien años no haréis de él un obrero inglés").
 Sostenía que "gobernar es poblar", pero previamente era preciso despoblar el país
de criollos y repoblarlo luego con gentes aptas para la libertad.
 Para imponer la libertad e impedir los desbordes nacionalistas, era necesario
ponerse bajo la protección "del cañón extranjero". Pero, como ese cañón sólo vendría a
defender sus intereses, era preciso atraer a los intereses extranjeros y protegerlos,
otorgándoles pri- vilegios e inmunidades.
 Nada de guerras, sugería. "La gloria es una plaga de América del Sur". Había que
vivir con honor, pero con dinero. El extranjero diligente debía fecundar a nuestras
mujeres y ha- cer prosperar la tierra.

Esta sería la filosofía de una burguesía extranjerizada que no se identificaba con las
masas nacionalistas, incultas y rebeldes.
Contradiciéndose con respecto a la primera edición, Alberdi ya no se opon- dría a
las "constituciones importadas". Para su proyecto, tomó como "base y punto de
partida" la Constitución de los Estados Unidos. Para elaborar a- presuradamente
aquel proyecto se basó en las siguientes fuentes:

FUENTES EMPLEADAS POR ALBERDI PARA SU PROYECTO DE


CONSTITUCIÓN
 Una dudosa traducción de la Constitución de los Estados Unidas, debida al
venezolano Manuel García de Sena, de la que recogió conceptos equivocados (serían
enmendados en Santa Fé) como la inexistencia del vicepresidente y la integración del
Senado por un sena- dor por provincia.
 El estado de sitio, la organización de los ministerios y facultades para robustecer el
eje- cutivo fueron tomadas de la Constitución de Chile.
 La duración de seis años del período presidencial sin reelección, fueron tomadas de
la Constitución de Perú.
 El examen de las constituciones provinciales por el Congreso y la prohibición de
refor- mar la constitución por diez años, fueron tomadas del proyecto de Pellegrino
Rossi para Suiza.
 El trato preferencial para los extranjeros y la educación gratuita, fueron tomadas
de la Constitución de California de 1850.

Punto 3:

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LA CONSTITUCIÓN DE 1853, ESTRUCTURA DE LA MISMA, LA
ORGANIZA- CIÓN DE LOS PODERES, LA SEDE DEL GOBIERNO
NACIONAL, LAS CONS- TITUCIONES PROVINCIALES, EL JUICIO
POLÍTICO A LOS GOBERNADO- RES, EL FOMENTO DE LA
INMIGRACIÓN. "COMENTARIOS A LA CONSTI- TUCIÓN DE LA
CONFEDERACIÓN ARGENTINA" DE DOMINGO F. SAR- MIENTO.
PROMULGACIÓN Y JURAMENTO DE LA CONSTITUCIÓN.

Las fuentes inmediatas de la Constitución Nacional son dos: el proyecto de Alberdi


y la Constitución de los EEUU.
La influencia del proyecto de Alberdi es directa y se evidencia a través de sus
artículos, temas y sistemática. Con referencia a la Constitución de los EE UU, se ha
sostenido que nuestra Constitución copia de ella muchas dis- posiciones. No
obstante habérsela tenido en cuenta, en el texto nacional existen instituciones
basadas en la realidad histórica del país, particular- mente en algunos antecedentes
constitucionales, como el Estatuto Provisio- nal de 1815 y las Constituciones de 1819
y 1826.

ESTRUCTURA de la CONSTITUCIÓN

PREÁMBULO:
Tomado de la Constitución de los EEUU, fue adaptado a los antecedentes históricos
del país.
Para la doctrina constitucional argentina tiene valor interpretativo (expresó
Alberdi: "es la antorcha que disipa la oscuridad de las cuestiones prácticas, alumbra
el camino de la le- gislación y señala rumbos al gobierno"). Pero, nunca puede ser
invocado para ampliar las atribuciones de los poderes públicos.
Se compone de cuatro partes:
 La primera determina el origen de la Constitución. (Nos los Representantes del
pueblo de la Nación Argentina, reunidos en Congreso General Constituyente por
voluntad y elec- ción de las provincias que la componen, en cumplimiento de pactos
preexistentes).
Vale decir, que los diputados del Congreso Constituyente representaban al pueblo
de la Na- ción y a las provincias, reconocidas como preexistentes a la Nación; que
dicha reunión era el resultado de pactos anteriores (los tratados del Pilar y
Cuadrilátero, los pactos interpro- vinciales celebrados en 1827, 1829 y 1830 y el
Pacto Federal de enero de 1831).
En el Preámbulo norteamericano dice: "Nos, el Pueblo de los Estados Unidos de
América" porque no podían hacer referencia a la voluntad de los estados que se
manifestaría más tarde cuando ratificaran la Constitución.

 La segunda enumera los propósitos perseguidos. (... con el objeto de constituir


la u- nión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la
defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la
libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del
mundo que quieran habitar en el suelo argentino).
En el preámbulo norteamericano se expresa: "constituir una unión más perfecta".
En efec- to, allí existía la unión, que era preciso perfeccionar. En la Argentina, no
obstante actos reiterados que demostraban la existencia de una unión, faltaba
organizarla.

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También era preciso aquí organizar la justicia que subsistía, conservando rasgos de
la épo- ca colonial, confiando a veces su administración a funcionarios políticos. De
igual modo, era necesario consolidar la paz creando el derecho de intervención a las
provincias, el es- tado de sitio, la prohibición de resolver por las armas las querellas
interprovinciales y evi- tar las luchas económicas.
En el mismo sentido se inscribía el propósito de proveer a la defensa común, tanto
para preservar la paz interior como para proteger la indepencia.
Al referirse al bienestar general, los constituyentes crearon disposiciones referidas
a la or- ganización económica, al fomento de la cultura, inmigración, etc.
Finalmente, a diferencia del preámbulo norteamericano, el nuestro se propone
atraer la inmigración -conforme a los postulados de Alberdi-, ofreciendo a los
extranjeros protec- ción e idénticos derechos que a los nativos.
 La tercera invoca la protección divina. (...invocando la protección de Dios,
fuente de to- da razón y justicia). Es un reconocimiento a la fe imperante en la
sociedad argentina de me- diados del siglo XIX. No figura en el preámbulo
norteamericano.
 La cuarta es de carácter dispositivo. (... ordenamos, decretamos y establecemos
esta Constitución, para la Nación Argentina").

PARTE PRIMERA: Declaraciones, derechos y garantías.


En esta parte primera se agrupaban treinta y un artículos, de los cuales, unos
consigna- ban declaraciones, y otros, los derechos reconocidos a los habitantes o las
garantías a- cordadas a ellos.
Podemos agruparlos de la siguiente forma:
1) Declaraciones referentes al gobierno de la Nación, residencia de las autoridades
nacio- nales y gobiernos provinciales.
2) Declaraciones referentes al tesoro nacional.
3) Derechos civiles enumerados y no enumerados.
4) Garantías individuales y su suspensión.

(*) Con respecto a LA SEDE del GOBIERNO NACIONAL: El artículo 3 declaró a


la ciudad de Buenos Aires como capital de la Confederación. Una ley especial de
mayo de 1853 fijaba los límites de la ciudad y se federalizaban sus establecimientos,
invitándosela a consti- tuirse en estado autónomo en el resto del territorio que le
quedaba y a examinar y aceptar la Constitución.
(*) Con respecto al FOMENTO de la INMIGRACIÓN: El artículo 25 declaraba:
"El gobierno Federal fomentará la inmigración europea y no podrá restringir, limitar
ni gravar con im- puesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros
que traigan por ob- jetivo labrar la tierra, mejorar las industrias y enseñar las artes y
las ciencias".
(*) Con respecto a LOS GOBIERNOS PROVINCIALES: El artículo 5º
determinaba: "Cada provincia dictará para sí una Constitución bajo el sis tema
representativo republicano, de acuerdo con los principios, declaraciones y garantías
de la Constitución Nacional, y que asegure la administración de su justicia, su régimen
municipal y la educación primaria gratuita. Las constituciones provinciales serán
revisadas por el Congreso antes de su promulgación"

PARTE SEGUNDA: Autoridades de la Nación.

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TÍTULO PRIMERO: Gobierno Federal.
SECCIÓN 1ª: PODER LEGISLATIVO.
Un Congreso compuesto de dos Cámaras, una de diputados de la Nación y otra de
Senado- res de las Provincias y de la Capital, sería investido del Poder Legislativo
de la Nación.
 Capítulo 1: Cámara de Diputados.
Se compondría de diputados elegidos directamente por el pueblo de las Provincias
y la Capital en proporción de uno cada 20.000 habitantes o fracción no menor a
10.000; debían haber cumplido 25 años y tener 4 años de ciudadanía en ejercicio
como mínimo. Durarían 4 años en sus funciones, pero la Cámara se renovaría por
mitades cada bienio.
Atribuciones: Le correspondía la iniciativa de leyes sobre contribuciones y
reclutamiento de tropas. Con el voto de las dos terceras partes de sus miembros
presentes podía decla- rar haber lugar a la acusación ante el Senado del presidente,
el vicepresidente, sus minis- tros, los miembros de ambas cámaras, de la Corte
Suprema de Justicia y a los gobiernos provinciales.
 Capítulo 2: Senado.
Estaría formado de dos senadores de cada Provincia, elegidos por sus respectivas
legisla- turas, y dos senadores de la Capital. Debían tener 30 años de edad, 6 como
ejercicio de la ciudadanía y disfrutar de una renta anual de 2.000 pesos fuertes o
una entrada equivalente. Durarían 9 años en su mandato y podrían ser reelegidos
indefinidamente, pero la Cámara se renovaría mediante sorteo por terceras partes
cada trienio.
Atribuciones: Le correspondía al Senado autorizar al presidente de la Nación para
que de- clare en estado de sitio uno o varios puntos de la República en caso de ataque
exterior y le competía juzgar en juicio político a los acusados por la Cámara de
diputados.
 Capítulo 3: Disposiciones comunes.
 Capítulo 4: Atribuciones del Congreso.
Ambas cámaras se reúnen en sesiones ordinarias todos los años, desde el 1º de mayo
hasta el 30 de setiembre. Pueden ser convocadas a sesiones de manera simultánea.
Cada cámara hará su reglamento. Los diputados y senadores prestarán juramento
de desempe- ñar fielmente el cargo. Los servicios de diputados y senadores serán
remunerados.
 Capítulo 5: Formación y sanción de las leyes.
SECCIÓN 2ª: PODER EJECUTIVO.
 Capítulo 1: Naturaleza y duración.
Sería desempeñado por un ciudadano con el título de Presidente de la Nación
Argentina. Estaría acompañado por un Vicepresidente, que lo reemplazaría en caso
de enfermedad, ausencia de la capital, muerte, renuncia o destitución. Para ambos
casos se exigía haber nacido en territorio argentino o ser hijo de ciudadano nativo,
pertenecer a la comunión ca- tólica apostólica romana y las demás calidades de los
senadores. Serían elegidos por elec- tores elegidos directamente por el pueblo (el
escrutinio lo haría el Congreso) y durarían 6 años no pudiendo ser reelegidos sino
con un intervalo de un período. Percibirían un suel- do y al tomar posesión del cargo
deberían prestar juramento.
 Capítulo 2: Forma y tiempo de elección del vicepresidente.

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El Vicepresidente sería elegido simultáneamente con el Presidente.
 Capítulo 3: Atribuciones.
El Presidente sería el jefe supremo de la Nación, teniendo a su cargo la
administración ge- neral del país; nombraría a los magistrados de la Corte Suprema
y demás tribunales infe- riores con acuerdo del Senado; le correspondería la
apertura de las sesiones del Congreso; recaudaría las rentas de la Nación y podría
firmar tratados de paz, comercio y navegación.
 Capítulo 4: Ministros.
Cinco Ministros Secretarios tendrían a su cargo el despacho de los negocios de la
Nación: Interior, Relaciones Exteriores, Hacienda, Justicia Culto e Instrucción
Pública y Guerra y Marina.
Los ministros podrían participar de los debates legislativos, pero no podrían votar.
Perci- birían un sueldo.

SECCIÓN 3ª: PODER JUDICIAL.


El Poder Judicial de la Nación sería ejercido por una Corte Suprema de Justicia,
compues- ta por 9 jueces y dos fiscales, que residiría en la Capital, y por demás
tribunales inferiores que el Congreso estableciera en el territorio nacional.
Los jueces conservarían sus empleos "mientras dure su buena conducta", ninguno
podría ser miembro de la Corte sin ser abogado de la Nación con 8 años de ejercicio
y las calida- des exigidas a los senadores.
 Capítulo 1: Naturaleza y duración.
 Capítulo 2: Atribuciones.
TÍTULO SEGUNDO: Gobierno de las provincias.
Las provincias "conservan todo el poder no delegado por esta Constitución al
Gobierno Federal"; se darían sus instituciones, elegirían sus gobernadores,
legisladores y demás funcionarios sin intervención del Gobierno Federal.

"COMENTARIOS A LA CONSTITUCIÓN DE LA CONFEDERACIÓN


ARGENTINA"
(Domingo F. Sarmiento)

 A fines de 1852, Sarmiento fundó en Santiago de Chile el Club Argentino. Desde la


pren- sa defendió el golpe del 11 de setiembre, producido en Buenos Aires.
 Ello originó el inicio de una polémica con Alberdi, que atacó a Sarmiento desde las
pá- ginas de "El Diario" de Valparaíso. Después de discutir sobre algunos temas, la
polémica se trasladó al terreno constitucional.
 En su obra "Comentarios a la Constitución de la Confederación Argentina" sostuvo:
1) Que se adoptasen las instituciones y la constitución de los EEUU y el traspaso liso y
llano de la jurisprudencia norteamericana.
2) La adopción del federalismo norteamericano frente al modelo de unificación del
poder en torno a los presidentes y gobernadores, que recomendaba Alberdi.
3) Que se rediseñara el trazado de las provincias.
4) En tanto Alberdi mostraba una gran admiración por Europa, y deseaba modificar
y afian- zar la cultura argentina basándose en la civilización europea, Sarmiento
confiaba en que la educación de los habitantes, más que la inmigración, generaría
progreso en todo as- pecto.

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5) En su obra, Sarmiento expresó que "... las clases educadas son las que necesitan una
constitución que asegure sus libertades de acción y pensamiento. La constitución de
las clases populares son las leyes ordinarias, los jueces y la policía".

La Constitución fue:
 SANCIONADA: el 1º de mayo de 1853.
 PROMULGADA: el 25 de mayo de 1853 (por Urquiza en San José de Flores).
 JURADA: el 9 de julio de 1853.
Punto 4:
EL "ESTADO DE BUENOS AIRES". CONSTITUCIÓN DE 1854. SITUACIÓN
IN- TERNA, LOS LIBERALES DEL NUEVO ORDEN, PROGRESISTAS Y
CONSER- VADORES, LAS REBELIONES FEDERALES. LA
CONFEDERACIÓN, ELEC- CIÓN DE URQUIZA COMO PRESIDENTE,
INSTALACIÓN DE LAS AUTORIDA- DES NACIONALES, LA CAPITAL
PROVISORIA.

El "Estado de Buenos Aires":


Como el gobernador provisorio de Buenos Aires, Guillermo Pinto, había muerto, la
Junta de Representantes eligió como sustituto a Pastor Obligado, un federal que
había renegado de Rosas (julio de 1853).
Ahora, la provincia debía ser coherente con su pretendida superioridad en materia
de civilización y cultura, sancionando una constitución. Como la le- gislatura
porteña tenía poderes constitucionales desde 1821, no fue necesa- rio convocar a
elecciones de convencionales. Eligió una comisión de 7 dipu- tados (entre los que se
hallaban Alsina, Anchorena, Tejedor y Mariano Acos- ta) para redactar el
proyecto.

CONSTITUCIÓN del "ESTADO de BUENOS AIRES" (1854)


 Los constituyentes tomaron como modelo el proyecto provincial de 1833, a su vez
inspi- rado en la Constitución de 1826.
 Según el artículo 1º: "Buenos Aires es un estado con el libre ejercicio de su soberanía
interior y exterior, mientras no la delegue en un gobierno federal".
 Por el artículo 6º, eran ciudadanos todos los nacidos en él y los hijos de las demás
pro- vincias que componen la república, siendo mayores de 20 años.
 Fijaba la religión católica apostólica romana como oficial del Estado, si bien
permitía la libertad de cultos.
 Establecía un legislativo bicameral, cuyos miembros serían elegidos directamente
por el pueblo de la ciudad y campaña. El titular del ejecutivo era el Gobernador, que
duraba 3 años y no reelegible para el período inmediato.
 Fijaba los límites del Estado hasta la Patagonia inclusive.

Bartolomé Mitre cuestionó:

1) La concesión de la ciudadanía.

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2) Los límites del Estado, que según su opinión, debía fijarlos el congreso nacional.
3) El uso de la soberanía exterior, ya que Buenos Aires era un estado federal de la
Nación argentina.
4) El carácter constituyente de la Junta, que había prolongado su mandato por
más de 30 años.

No obstante, la Constitución fue sancionada en abril de 1854. Poco antes, Pastor


Obligado había sido confirmado como gobernador propietario de la provincia.
Luego de sancionada la Constitución, fue elegido por tercera vez, ahora como
gobernador constitucional.
En ese momento, el sector político más fuerte en Buenos Aires estaba re- presentado
por los conservadores, que no podían ser llamados unitarios, pero que tampoco
defendían la figura de Rosas. Eran tradicionalistas y ene- migos de los cambios
bruscos; se apoyaban en los valores familiares y en la religiosidad. Por eso, Mitre se
oponía a la Constitución del Estado de Bue- nos Aires, ya que formaba parte del
grupo que, por contraposición, se auto- denominaba progresista.
En realidad, la auténtica diferencia entre unos y otros era de naturaleza re- ligiosa.
En tanto los conservadores (Lorenzo Torres, Nicolás de Anchorena, Félix Frías)
eran católicos, los progresistas estaban afiliados a la masonería. Estos últimos
recibieron un fuerte refuerzo cuando se unió a ellos el sanjua- nino Domingo
Faustino Sarmiento.
Dueño de la Aduana y de la Casa de Moneda, Pastor Obligado emprendió
numerosas obras para el mejoramiento de Buenos Aires:

 Fundó numerosas escuelas primarias.


 Sentó las bases del Colegio Nacional de Buenos Aires.
 Convirtió antiguos fuertes en poblados.
 Comenzó las obras para el servicio de aguas corrientes y de gas de alumbrado.
 El 30 de agosto de 1857 presidió la inauguración de la primera línea férrea, que
reco- rría el trayecto entre la actual Plaza Lavalle y el pueblo (hoy barrio) de San
José de Flores.

Ante la necesidad de renovar autoridades en el estado, en 1857, conserva- dores y


progresistas se prepararon para una lucha enconada.

1) Los conservadores, reunidos en el Club del Pueblo, buscaron el apoyo de los


antiguos rosistas y el del propio Urquiza. Como sus reuniones eran tumultuosas
y vocingleras, recibieron el apelativo de "CHUPANDINOS".

2) Los progresistas, reunidos en varios clubes, de los que se destacó el Club de la


Liber- tad, contaban con fuerzas militares, ya que Bartolomé y Emilio Mitre
habían sido desig- nados comandantes en la lucha contra los malones de
Calfucurá (el primero había sido derrotado por los indios en Sierra Chica). Por
sus prácticas intimidatorias y su escaso número sus rivales los llamaron
"PANDILLEROS".

Los quince días previos a las elecciones fueron de verdadero terror por la violencia
desatada de las facciones, especialmemente por parte de los "pan- dilleros", que
empleaban a los soldados de Mitre. El día de los comicios, sin embargo, los

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"conservadores" no presentaron batalla. Valentín Alsina, jefe nominal de los
progresistas resultó electo segundo gobernador constitucio- nal del "Estado de
Buenos Aires".

Las rebeliones federales:


A fines de 1854, se produjo un nuevo intento de los federales por reinsertar a Buenos
Aires en la Confederación. Los exilados bonaerenses conspiraban desde Rosario,
Gualeguaychú y Montevideo. Urquiza, al tanto de aquellos movimientos, los
apoyaba con dinero y, por indicación suya, fue designado jefe de las fuerzas
invasoras el coronel Gerónimo Costa que, habiendo pe- netrado en territorio
bonaerense con escasas fuerzas, fue derrotado por Ma- nuel Hornos en El Tala.

Los sectores más hostiles a la Confederación que, con Mitre a la cabeza pre-
sionaban al gobierno de Pastor Obligado, querían acabar con Urquiza y "su remedo
de constitución". Aunque se realizaron aprestos militares en ambos bandos,
ninguno de los dos gobiernos deseaba realmente la guerra.
Finalmente, el comerciante ingés Daniel Gowland y el rosarino José María Cullen
(próximo gobernador de Santa Fé) acordaron con el ministro porteño Irineo Portela
mantener el statu quo sobre las siguientes bases:

1) Cesar los aprestos militares, mantenerse en paz y buena armonía y conservar


sus rela- ciones comerciales.
2) Comprometerse -la Confederación- a evitar que por dos años residiesen en
Santa Fé los jefes, oficiales y civiles que habían participado de la invasión.
3) Arreglar por medios amistosos sus mutuas relaciones.

Conforme a lo dispuesto en la cláusula 3ª, en enero de 1855 se firmó en Pa- raná el


Tratado de Convivencia.

TRATADO de CONVIVENCIA
 La Confederación y el Estado no consentirían desmembramiento alguno del
territorio nacional y unirían sus fuerzas en caso de agresión exterior.
 Se auxiliarían mutuamente contra las invasiones indias.
 La "separación interina" no alteraría las leyes generales de la Nación en los procedi-
mientos judiciales.
 Los buques mercantes de ambos Estados usarían la bandera nacional.
 Serían admitidos libremente en los puertos, sin pagar derechos diferenciales.
 No habría aduanas entre ambos.
 No existirían trabas al correo ni al tránsito de pasajeros.

Estos acuerdos facilitaron el reconocimiento internacional del "Estado de Buenos


Aires", ya que muchos países (Francia, Gran Bretaña, Brasil, Cerde- ña y EEUU)
entendieron que la propia Confederación lo había hecho explíci- tamente al tratar
a Buenos Aires de estado a estado. Sólo Gran Bretaña se abstuvo, aunque el vice-
cónsul Frank Parish actuara como un verdadero embajador.
Ante la proximidad de las elecciones para renovar autoridades en Buenos Aires, los
"conservadores" porteños buscaron la alianza con los federales (incluidos los

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antiguos rosistas) y con el propio Urquiza. Aquella situación condujo a un nuevo
intento de Gerónimo Costa.
Mientras Mitre perseguía algunas montoneras federales internándose en te- rritorio
santafesino, Costa desembarcó a la altura de Zárate. No encontró los hombres y
recursos que le habían prometido los "conservadores", terminan- do copado por
varias columnas enemigas. En Villamayor hubo una terrible matanza de federales y
el propio Costa fue muerto. La Confederación, por su parte, consideró roto el statu
quo como consecuencia de la invasión de Mitre a Santa Fé.

La Confederación Argentina: elección de Urquiza.


En noviembre de 1853 comenzaron a ponerse en práctica las disposiciones de la
Constitución Nacional, convocándose a elecciones presidenciales. Co- mo era
natural, los electores se inclinaron abrumadoramente por el nombre de Urquiza.
Para Vicepresidente resultó electo Salvador María del Carril. A- sumieron en
marzo de 1854.
Poco después se disolvió el Congreso Constituyente. Urquiza, por simple decreto,
federalizó la provincia de Entre Ríos, basándose en una ley del Congreso de Santa
Fé que había "federalizado la provincia donde resida el Poder Ejecutivo nacional".
Paraná pasó a ser la sede del gobierno.
Casi inmediatamente, el presidente convocó a elecciones para la integra- ción del
Congreso Nacional, que se instaló en octubre de 1854.

Punto 5:
LAS DIFICULTADES ECONÓMICAS DE LA CONFEDERACIÓN, EL
TRATADO DE CONVIVENCIA CON BUENOS AIRES, IMPOSIBILIDAD DE
SOSTENERLO, LA LEY DE DERECHOS DIFERENCIALES DE 1856. LA
CUESTIÓN DE SAN JUAN. LOS PREPARATIVOS DE GUERRA,
TRATATIVAS DE URQUIZA CON BRASIL Y PARAGUAY, EL EJÉRCITO DE
BUENOS AIRES. DECLARACIÓN DE GUERRA, CEPEDA.
Desde el primer momento la Confederación Argentina tropezó con el proble- ma de
la falta de recursos financieros. Las aduanas litorales, de Humahuaca y los Andes
recaudaban cantidades insignificantes y las bondades de la li- bre navegación de los
ríos no se apreciaban.
En efecto, los grandes buques de ultramar descargaban sus productos en Buenos
Aires y Montevideo -donde pagaban los derechos de Aduana- y lue- go eran
transportados a la Confederación en chalupas y barcos de cabota- je.
Aquella situación se fue agravando con el transcurrir del tiempo ya que el gobierno
de Paraná no hallaba medios para mantener una administración y un ejército
nacionales, a los que se pagaba con bonos que el comercio sólo aceptaba con
descuentos de más del 50%. En ocasiones, se hacía necesa- rio recurrir a préstamos
usurarios.
Durante su gestión como ministro de Hacienda de la Confederación, Maria- no
Fragueiro creó un Banco Nacional que emitiría papel moneda. Los bille- tes no
fueron aceptados por nadie y, antes del año, el banco dejó de existir y los pocos
billetes circulantes fueron tomados en pago de impuestos nacio- nales por la tercera
parte de su valor.
A fines de 1854, los diputados Lucero (Córdoba) y Rueda (Sgo. del Estero)
proyectaron prohibir la entrada en la Confederación de toda mercancía de
ultramar que no viniese directamente. El proyecto no se trató pues rompería el statu
quo vigente entre ambos Estados.

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Cuando los tratados quedaron rotos (1856), el Congreso de Paraná discutió
acaloradamente un proyecto de derechos diferenciales, que se convirtió en ley en
julio de aquel año.

LEY de DERECHOS DIFERENCIALES


 Entraría en vigencia a los 4 meses (luego se prolongó a 7) de promulgada.
 Los productos de cabos adentro (traídos de Bs. As. o Montevideo en cabotaje)
pagarían adicionales que iban del 30% al doble de los derechos ordinarios.
 Los productos de cabos afuera (traídos directamente en buques que no los hubieran
embarcado en Bs. As. o Montevideo) pagarían los derechos ordinarios.
 La ley marcó el inicio de la prosperidad de Rosario.

Conforme a lo expresado, quedaba claro que la Confederación:

1) quería evitar el ingreso de mercaderías procedentes de Europa que hubieran


pagado derechos de aduana en los puertos de Buenos Aires y Montevideo, ya
que eran excep- ptuados de la norma los artículos del sur de Brasil, Uruguay y
Paraguay y, los produc- tos naturales y manufacturados provenientes de la
provincia de Buenos Aires, que se- rían admitidos como propios de la
Confederación Argentina;

2) procuraba que los buques de ultramar llegasen a Rosario y cargasen los


productos de la Confederación, evitando los costos de los fletes que se cobraban
para trasladarlos al puerto de Buenos Aires.

La cuestión de San Juan:

La "guerra de tarifas" planteada por la Confederación vino a envenenar aún más


las relaciones entre ambos Estados, que quedarían definitivamente ro- tas por causa
de la "cuestión San Juan".
Hacia 1858, el gobernador de San Juan Nazario Benavídez, caudillo indiscu- tido
de su provincia, finalizó su mandato, aunque retuvo un mando militar que
aseguraba su influencia. Los liberales sanjuaninos que integraban el nuevo
gobierno de Manuel Gómez, buscando neutralizar definitivamente al caudillo, le
quitaron el mando y, sin demasiadas pruebas, lo encarcelaron a- cusándolo de
conspiración.
Mientras Sarmiento desde las páginas de "El Nacional" de Buenos Aires a- lentaba
a sus correligionarios sanjuaninos para que eliminaran al prisionero, se tuvo la
certeza de que Benavídez sería asesinado en la cárcel.
Urquiza, decidió obrar con premura ante el ruego de la esposa del antiguo jefe
federal, dejando actuar al vicepresidente del Carril para que interviniera
disuadiendo a sus comprovincianos. Por aquel entonces, del Carril y Derqui,
ministro del Interior de la Confederación, se hallaban en plena competencia por la
sucesión de Urquiza.
Del Carril quiso evitar la participación del ministro del interior y envió comi-
sionados a San Juan. Éstos, obrando con notable lentitud, llegaron a Cuyo en
momentos en que Benavídez era asesinado, lo que enfureció a Urquiza. Desplazado
violentamente de la cuestión el vicepresidente, Santiago Derqui llegó a San Juan

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acompañado por fuerzas militares al mando del general Juan Esteban Pedernera.
No necesitó emplear la fuerza para desarticular u- na eventual resistencia de los
liberales. Encarceló al gobernador Gómez y a a su ministro Laspiur (principal
responsable del crimen) y, tras depurar la legislatura, hizo elegir al coronel José
Virasoro, un oficial correntino que in- tegraba las fuerzas de Pedernera.

Tratativas de Urquiza con Brasil y Paraguay:


El escenario en el que se desarrollaban los hechos en vísperas de la guerra entre la
Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires era complejo. Además de las
dos fracciones en que se había escindido la Argentina, juga- ban los intereses del
Uruguay, Paraguay y, naturalmente, el Imperio del Bra- sil, cuyo papel hegemónico
era incuestionable, aunque vigilado estrecha- mente por Gran Bretaña.
Después de Caseros, Brasil había insistido ante Urquiza para que cumpliese su
compromiso de reconocer la independencia paraguaya. Por esa razón ha- bía sido
enviado a Asunción Santiago Derqui, que firmó con Carlos Antonio López un
tratado en el que, de manera irresponsable, cedía a Paraguay ex- tensas regiones
del Chaco, lesionando antiguos derechos de Salta, Jujuy y Santa Fé.
Pero, en pocos años, la situación había cambiado dramáticamente. El Supre- mo
paraguayo se resistía tenazmente a ser un títere del Imperio. No acepta- ba la
navegación de buques de guerra brasileños por el río Paraguay y me- nos aún
someterse a un tratado de límites que implicaba la pérdida de terri- torios que
consideraba históricamente propios. Se estaba materializando la posibilidad de una
guerra paraguayo-brasileña.
Frente a esa eventualidad, Brasil procuró mantener con Urquiza "la gloriosa
alianza de Caseros", mientras el presidente de la Confederación Argentina esperaba
el apoyo del Imperio en su conflicto con Buenos Aires.
Como primer paso, el Congreso Nacional rechazó en Paraná el tratado firma- do
años antes por Derqui. La furia de Carlos Antonio López debió atenuarse ante la
presencia del nuevo enviado de la Confederación, Tomás Guido, ya que quería
evitar motivos para que Urquiza, actuando como aliado de Brasil, se sumara al
reclamo por la libre navegación. El Supremo paraguayo acce- dió a firmar un nuevo
tratado que postergaba para mejor momento el arreglo de los límites entre ambos
países, accedía a reconocer los derechos argen- tinos -compartidos por su país- a la
navegación del río Paraguay y preveía la neutralidad de ambos países frente a un
conflicto con terceras naciones.
No obstante, a fines de 1857, se presentaron en Paraná el enviado del go- bierno
imperial, José María da Silva Paranhos y el banquero barón de Mauá, financista
de la campaña de Caseros. Convinieron con Urquiza:

 Mantener los acuerdos de 1851 en torno a la navegación de los ríos.


 Disponer la extradición de los esclavos brasileños escapados a territorio
argentino.
 La renuncia argentina a los territorios de Misiones ubicados más allá de los ríos
Pepirí Guazú y San Antonio.
 El otorgamiento a la Confederación de un empréstito de 300.000 patacones.
 La apertura en Paraná del Banco Mauá, con monopolio del crédito.
 Un protocolo secreto contra Paraguay.
 Una elíptica y poco comprometida promesa de ayuda brasileña en el conflicto
contra Buenos Aires.

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Era lo que se denominó "diplomacia del patacón".

La guerra con Buenos Aires:


Meses antes de los sucesos de San Juan ya estaba entablada una lucha sor- da por
la sucesión presidencial entre del Carril y Derqui. Urquiza, por su par- te prefería
a Alberdi, pero el vicepresidente arruinó las posibilidades del tu- cumano haciendo
rechazar por el Congreso el tratado que éste acababa de firmar con España (España
había aprovechado la división argentina para exigir a cam- bio del reconocimiento
de la independencia que el gobierno de la Confederación se hicie- se cargo de las
deudas españolas de la época de la colonia y que a los hijos de españoles se
reconociera la nacionalidad de sus padres durante la minoría de edad).
Para vengarse, Alberdi sugirió a Urquiza la elección de un personaje insigni- ficante
de su confianza que dispusiese la reforma de la Constitución para hacer posible la
reelección del entrerriano. Urquiza no aceptó. Quería mane- jar su provincia y
retener el mando militar, pero no le interesaba el poder po- lítico nacional (seis
meses al año los pasaba en su estancia de San José).
Los apoyos de del Carril y Derqui eran diferentes:

 A del Carril lo apoyaban los liberales del interior y se suponía que sería mejor
visto por los porteños. Al menos eso creía el ministro británico William Christie,
que deseaba la u- nión y por ello se inclinaba por el sanjuanino.
 A Derqui lo apoyaban los antiguos caudillos, en tanto el ministro del Interior
alentaba la desconfianza de Urquiza hacia los hombres de Buenos Aires.

Su actuación frente a lo acontecido en San Juan dejó fuera de carrera a del Carril.
En noviembre de 1858, Derqui resultó electo presidente de la Confe- deración, con
el general Pedernera como vicepresidente. Todo esto había pasado a segundo plano
pues la guerra con Buenos Aires era ya un hecho inevitable.

Efectivamente, a principios de aquel año el gobierno de Paraná había en- viado un


ultimátum a Buenos Aires. Se acusaba a sus autoridades de favo- recer violaciones
al territorio confederado y alentar las correrías de los in- dios, por lo que se le exigía
someter la Constitución al examen del pueblo bonaerense, pues no se toleraría por
más tiempo la separación existente. Alsina respondió de manera arrogante, nombró
a Mitre ministro de Gobier- no y luego comandante en jefe, embargó los
cargamentos de armas destina- dos a la Confederación y puso al Estado en pie de
guerra.
Urquiza empleó los patacones de Mauá en armar a las milicias entrerrianas y
adquirir algunos barcos que se reunieron en Montevideo. Pero, cuando el Congreso
de Parana le ordenó "reintegrar a Buenos Aires" al seno de la Confederación, se
encontró sorpresivamente solo y aislado internacional- mente. En efecto, Brasil no
manifestó intenciones de apoyarlo en la guerra, Gran Bretaña se inclinó finalmente
por Buenos Aires y Paraguay se rehusó a comprometerse con alguien a quien
consideraba perdido, limitándose a o- frecer su mediación.
El enemigo, por su parte, poseía mejores soldados y armamento y dos de sus buques,
comandados por el almirante Murature fueron remitidos al Pa- raná para evitar el
cruce de las tropas entrerrianas a Santa Fé. En tales cir- cunstancias, el ministro
norteamericano Benjamin Yancey, agradecido con Urquiza que acababa de mediar

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entre EEUU y Paraguay por el bombardeo de una nave norteamericana, ofreció sus
buenos oficios. Chocó, no obstante, con la arrogancia del gobierno de Alsina, seguro
de su victoria.
Entonces, la suerte comenzó a cambiar. Unos marinos partidarios de la Con-
federación se apoderaron de Murature y su Estado Mayor, así como uno de los
buques porteños, mientras el otro escapaba. Mientras Urquiza cruzaba a Santa Fé,
los barcos confederados salidos de Montevideo lograron zafar del fuego de las
baterías de Martín García y siguieron hacia el norte. Por último, las desacertadas
medidas de Mitre hicieron el resto.
Empapado en sus lecturas de manuales de táctica europeos, ingresó en Santa Fé
adelantando su caballería que fue desbaratada por la formidable caballería
entrerriana y permaneció en actitud defensiva confiando exclusi- vamente en su
ordenada infantería ("la reina de las batallas", según Napo- león), esperando al
enemigo. Con ello dio tiempo a Urquiza de cruzar con todos sus efectivos el arroyo
Pavón y disponer el ataque.
Tras varias horas de combate, y sin enemigos a la vista, Mitre no pudo con- tener
su oratoria heroica, hasta que fue convencido por sus propios oficia- les de que
estaba siendo rodeado por el enemigo. Apenas tuvo tiempo de escapar con los restos
de su infantería hacia San Nicolás. Tal fue la batalla de Cepeda (octubre de 1859).

Punto 6:
EL "PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES", REINGRESO DE BUENOS AIRES A
LA CONFEDERACIÓN, RESERVAS Y DERECHOS, MILITARES, POLÍTICOS
Y ECONÓMICOS. EL DERECHO A REVISAR LA CONSTITUCIÓN, LA
CONVEN- CIÓN PROVINCIAL, POSTURAS Y DEBATE. LAS REFORMAS
PROPUESTAS POR BUENOS AIRES, LA CONVENCIÓN NACIONAL "AD-
HOC" DE 1860. A- NÁLISIS DE LAS REFORMAS INTRODUCIDAS, LA
NUEVA CONSTITUCIÓN.
Varios días después de la batalla todavía se creía en Buenos Aires la versión de
Mitre -llegado en barco con las tropas que había logrado salvar- sobre u- na gran
victoria alcanzada en Cepeda sobre Urquiza.
Aquel entusiasmo comenzó a disiparse al saberse que las fuerzas de Urqui- za (unos
16.000 hombres) se aproximaban a la ciudad. Fue entonces que el gobernador
Alsina estuvo de acuerdo en aceptar la mediación ofrecida por el hijo del presidente
paraguayo, Francisco Solano López.
Comenzadas con el establecimiento de un armisticio, las negociaciones ini- ciadas
en Caseros y continuadas en San José de Flores, fueron difíciles, ya que en un
momento el presidente de la Confederación llegó a dar la orden de avanzar sobre
Buenos Aires al enterarse que los porteños no habían de- tenido sus aprestos
defensivos. En medio de aquellos manejos, Alsina de- bió renunciar, siendo
provisionalmente reemplazado por el conservador Fe- lipe Lavallol.

Finalmente, el acuerdo se alcanzó con la firma del:

PACTO DE SAN JOSÉ DE FLORES (11 de noviembre de 1859):


 Buenos Aires se declaraba parte integrante de la Confederación Argentina.
 Una convención provincial -libremente elegida por el pueblo bonaerense- se
convoca- ría en 20 días para examinar la Constitución Nacional.
 Si la convención provincial aceptaba la Constitución Nacional, Buenos Aires la
juraría el día y en la forma que dicha convención estableciese.

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 Si propusiese reformas, el gobierno de la Confederación convocaría a una
convención ad hoc integrada por Buenos Aires conforme a su población, debiendo
acatar lo que se resolviera, con la sola condición que mantuviese su integridad
territorial.
 Buenos Aires no ejercería más relaciones exteriores.
 Mantendría sus propiedades, excepto la Aduana que correspondía a la Nación,
aun- que se garantizaba a Buenos Aires su presupuesto de 1860 hasta 5 años.
Seguirían ri- giendo las leyes aduaneras de Buenos Aires hasta que el Congreso
Nacional estableciera las normas al respecto.
 Nadie sería molestado por sus actos u opiniones; habría perpetuo olvido y los
oficia- les de Buenos Aires al servicio de la Confederación serían restablecidos en
sus rangos y sueldos.
 Ratificado el pacto, el Ejército de la Confederación abandonaría la provincia
en 15 días.
 Si la provincia aceptaba la Constitución Nacional sin reservas, podía -hasta el
1º de enero- designar sus electores para la elección de presidente y vice, debiendo
remitir las actas al Congreso Nacional.
 El pacto sería ratificado en 48 horas.
Resulta bastante difícil comprender las razones por las que Urquiza no im- puso su
voluntad a los liberales porteños, dándoles la oportunidad de recu- perarse y
conservar su poder o como expresaría Mitre, demostrando que él había sido el
vencedor de Cepeda. Quizá el entrerriano esperaba la gratitud de sus adversarios
o, más probablemente, rechazaba la posibilidad de entre- gar los frutos de la
victoria a los federales de Buenos Aires, de los que po- dría surgir un nuevo Rosas.
Lo cierto es que los progresistas volvieron a ser los dueños de la situación ni bien se
retiraron las tropas de la Confederación. Los federales bonaeren- ses, agrupados en
un Club de la Paz, lograron hacer elegir a Vicente Fidel López, Bernardo de Irigoyen
y pocos más como convencionales. Otros, co- mo Guido y Lagos, se retiraron de la
política, consternados por la actitud de Urquiza.
Dueños del Ejército mitrista, cuyos soldados eran dueños y señores de los comicios
y vueltos a sus puestos los jueces de paz del norte de la provincia que habían sido
separados luego del armisticio, los progresistas tuvieron una amplísima mayoría en
la convención bonaerense (Mitre, Sarmiento, Vé- lez Sarsfield, José Marmol,
Valentín y Adolfo Alsina, entre los más destaca- dos).

REFORMAS PROPUESTAS POR LA CONVENCIÓN PROVINCIAL


 Cuestión capital: sería capital la ciudad que designase una ley especial del
Congreso, previa cesión de su territorio por la provincia a la que perteneciera.
 Impuestos a las exportaciones: se mantendrían hasta 1866.
 Educación gratuita: por iniciativa de Sarmiento se suprimió la obligación de las
provin- cias de brindar educación primaria gratuita para proteger a las provincias
pobres.
 Aprobación de las constituciones provinciales por el Congreso: se suprimía.
 Intervención a las provincias: el texto de Santa Fé facultaba al gobierno federal
a inter- venir en las provincias sin requisición para restablecer el orden interno o
asegurar la de- fensa nacional. Se propuso: 1) para restablecer el orden interno se

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necesitaría requisición de las autoridades locales; 2) para garantizar la forma
republicana o repeler invasiones ex- teriores no era necesaria.
 Ejecuciones a lanza y cuchillo: habían sido suprimidas en el texto de Santa Fé;
Sar- miento propuso borrar el texto que "denunciaba la barbarie de nuestras
costumbres polí- ticas".
 Artículos agregados: fueron obra de Sarmiento:
1) no habría leyes restrictivas de la libertad de imprenta;
2) las declaraciones, derechos y garantías enumerados no significaban la negación
de o- tros derechos no especificados;
3) el servicio federal no daría residencia en las provincias.
 Legisladores alquilones: los diputados y senadores deberían tener 3 años de
residencia inmediata en la provincia que los eligiese.
 Juicio por el Congreso de los gobernadores de provincia: se suprimía.
 Reforma de la Constitución: el texto de Santa Fé daba la iniciativa al Senado; se
propo- nía que fuera de ambas cámaras.
 Estado de sitio: según el texto de Santa Fé, el presidente podía decretarlo en caso
de urgencia, dando cuenta al Congreso antes de los 10 días; se suprimía hallándose
el Con- greso en sesiones.
 Ciudadanía: se aclaraba (a propósito del tratado de Alberdi con España) que
sería ar- gentino el nacido en el territorio, además del hijo de argentinos nacido en
el extranjero.
 Miembros de la Corte Suprema: Vélez Sarsfield sugirió que su número lo fijara
una ley posterior.

La comisión encargada de proponer las reformas lo hizo entre enero y abril de 1860.
El trabajo de la misma fue debatido desde el 3 de abril al 11 de ma- yo. Los
convencionales federales -partidarios de aceptar la Constitución sin reservas- no
participaron de las discusiones, limitándose a votar por la ne- gativa. Félix Frías
(conservador) propuso al catolicismo como religión ofi- cial, fue rechazado.
Sarmiento propuso el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata en lugar de
Confederación Argentina, fue aprobado.
En ese lapso, Buenos Aires eligió a su gobernador que, como podía supo- nerse en
razón de su control electoral, resultó Bartolomé Mitre, quien no o- cultó sus
intenciones belicistas. Derqui, en la Confederación, intentaba en vano neutralizar
la influencia de Urquiza que, desde su palacio de San José, no sólo gobernaba Entre
Ríos (desfederalizada con excepción de Paraná) sino que constituía la verdadera
autoridad.
Poco después, Dalmacio Vélez Sarsfield pactó con Derqui:

1) El Congreso convocaría a la Convención ad hoc en Santa Fé, la que se expediría


en 30 días. Los convencionales, elegidos en proporción a la población de cada
provincia, de- berían ser naturales o residentes en ellas.
2) A los 15 días de sancionadas las reformas, Buenos Aires las promulgaría.
3) El Congreso prorrogaría sus sesiones para permitir la incorporación de los
diputados y senadores porteños.
4) La Aduana y el ejército seguirían, por el momento, administradas por Buenos
Aires.
5) Para afrontar los gastos de la Convención, Buenos Aires adelantaría 1 millón y
medio de pesos. El dinero porteño podría circular por la Confederación.

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6) No habría derechos diferenciales.

Para celebrar el acuerdo alcanzado, Mitre invitó a Derqui y a Urquiza a los festejos
por el 9 de julio en Buenos Aires. Aquellos homenajes hicieron evi- dentes los recelos
de Urquiza para con el presidente de la Confederación. No obstante, masones los
tres personajes, se abrazaron jurando obligarse a alcanzar la unión nacional, en el
Templo de la Legión Unión del Plata.
La elección de los convencionales de la Confederación y la aceptación de las
propuestas porteñas, fueron otra demostración acerca de quién era la verdadera
autoridad allí.
Los convencionales urquicistas -amplia mayoría- estuvieron de acuerdo con los
porteños que impugnaron a los representantes de San Juan (gente de Virasoro, que
debía su puesto a Derqui) y aprobaron todo con dos excep- ciones:

1) El nombre del país sería indistintamente Provincias Unidas del Río de la Plata y
Confe- deración Argentina, usándose el de Nación Argentina en la promulgación
de las leyes.
2) La residencia de los diputados y senadores reducida de 3 a 2 años.

El 24 de setiembre de 1860 se sancionaron las reformas, promulgadas por Derqui


el 1º de octubre. El día 21 de ese mes, Mitre juró la Constitución re- formada.

FIN DE LA BOLILLA X

________________________
BOLILLA XI): Punto 1
POSICIONES POLÍTICAS EN BUENOS AIRES, SEPARATISTAS Y NACIONA-
LISTAS, EL LIDERAZGO DE MITRE. LA BICEFALIA EN LA CONFEDERA-
CIÓN, URQUIZA Y DERQUI. LA CRISIS DE SAN JUAN, INTERVENCIÓN A
LA PROVINCIA, REACCIÓN DE LOS LIBERALES PORTEÑOS. EL
RECHAZO DE LOS DIPLOMAS DE LOS DIPUTADOS NACIONALES DE
BUENOS AIRES. RE- TORNO DE LAS IDEAS SEGREGADORAS, BELICISTAS
Y PACIFISTAS. LA DECLARACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL DEL 5 DE
JULIO DE 1861. GES- TIONES PARA EVITAR LA GUERRA, LA ENTREVISTA
EN EL BUQUE OBE- RON, FRACASO DE LAS TRATATIVAS, BATALLA DE
PAVÓN. EL PLAN PO- LÍTICO DE MITRE LUEGO DEL TRIUNFO,
ACUERDOS CON URQUIZA. LAS EXPEDICIONES AL INTERIOR.
DISOLUCIÓN DEL GOBIERNO NACIONAL.
Ya hemos adelantado en la Bolilla anterior la situación política de ambos Es- tados.
Por un lado, la preeminencia de Mitre, cuya popularidad entre la ju- ventud
"decente" y la joven oficialidad no se deterioraba a pesar de las de- rrotas militares.
Frente a la rigidez y escasa simpatía que generaba Valentín Alsina, Mitre aparecía
como la alternativa, incluso para antiguos conservado- res y aún federales
desengañados de Urquiza.
Por el otro, Derqui no cesaba en procurar imponerse por sobre la autoridad de
Urquiza, intentando aproximarse a los liberales porteños que, al fin de cuentas,

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habían sido sus camaradas unitarios en el pasado. Tras aquel inten- to, el presidente
confiaba en poder rodearse de liberales y armar su propia fuerza en el Congreso.
Así, con inocultable torpeza, decretó en la convoca- toria para renovar la Cámara
de diputados un llamado a elegir reemplazan- tes para los diputados y senadores en
ejercicio que no tuvieran el nuevo re- quisito constitucional de los dos años de
residencia en la provincia que re- presentaban. Es decir, aplicaba la ley con efecto
retroactivo e invadía las prerrogativas del Legislativo, que era el único a quien
correspondía declarar la eventual nulidad de los mandatos. Ninguna provincia le
obedeció.
Urquiza, en tanto, desconfiaba cada vez más de las intenciones del presi- dente.
Dispuesto a poner las cosas en su lugar, invitó a Derqui y a Mitre al palacio San José,
para conmemorar el primer aniversario del Pacto de San José de Flores. No obtuvo
resultados y, al despedirse, los tres estuvieron de acuerdo en enviar una carta al
gobernador José Virasoro invitándolo a re- nunciar. Ese mismo día Virasoro fue
asesinado en San Juan.

La crisis de San Juan:


Rígido y carente de apoyos, Virasoro no era soportado ni por los propios fe- derales
sanjuaninos. Los liberales, por su parte, hablaban de deponer al ti- rano, alentados
por sus correligionarios porteños, particularmente por Sar- miento desde las
páginas de "El Nacional".
El 16 de noviembre de 1860, Virasoro fue asesinado en su casa. En una far- sa de
"asamblea popular" los liberales hicieron elegir una nueva legislatura que designó
gobernador a Antonio Aberastain.
.
Derqui y Mitre estuvieron de acuerdo en designar interventor en San Juan al
gobernador de San Luis, Juan Saa, que tendría como "adjuntos militares" a dos
oficiales de Buenos Aires, Paunero y Conesa.
Aquella decisión indignó a Urquiza, que anunció a las provincias su inten- ción de
castigar el crimen. Amedrentado, Derqui cambió las instrucciones a Saa (que debía
proceder sin violencia y había licenciado a las milicias punta- nas), ordenándole
actuar con decisión, apresando a los autores del crimen de Virasoro y desconociendo
a las autoridades sanjuaninas.
Sorprendido en Mendoza por las cartas de Urquiza y Derqui, Saa convocó a las
milicias mendocinas que, reforzadas por tropas riojanas del "Chacho" Peñaloza,
alcanzaron los 2.000 hombres. Aberastain, en tanto, sin compren- der la realidad y
sin conocimientos militares, le salió al encuentro en La Rin- conada del Pocito (enero
de 1861), siendo masacrados los sanjuaninos tras una carga "a lanza seca" de las
fuerzas interventoras ("Lanza Seca" se con- virtió desde entonces en el apodo de
Saa). Aberastain, tomado prisionero, fue fusilado.
Comprensiblemente, renacieron las recriminaciones recíprocas entre la Con-
federación y Buenos Aires. Decidido a solucionar la "cuestión San Juan", Derqui se
propuso viajar a aquella provincia para evitar represiones. Mitre, le aconsejó
reponer a Aberastain. No fue posible ya que el sanjuanino fue eje- cutado.

El rechazo de los diputados de Buenos Aires:


En medio de las acusaciones cruzadas, Derqui continuaba con su proyecto de crear
una fuerza propia en el Congreso que le permitiera "pronunciarse" contra Urquiza.
Sin embargo, empezaba a no encontrar salidas, ya que la prensa liberal porteña lo
acusaba de "tirano" junto con Urquiza, y éste, per- día la paciencia. Le quedaba,

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como última posibilidad, aguardar la incorpo- ración de los legisladores porteños al
Congreso Nacional. Pero, había un problema.
Los representantes porteños a la Convención ad hoc no habían sido elegi- dos
conforme a lo que disponía la ley electoral nacional (cada provincia era un distrito
único), sino en virtud de la ley electoral de Buenos Aires (que di- vidía la provincia
en 7 distritos: capital y 6 distritos rurales). No había habido inconvenientes. Pero,
otra cosa era elegir a los diputados (a los senadores los elegía la legislatura) en base
a la misma ley provincial. Cuando los 12 diputados porteños se presentaron en
Paraná, el Congreso Nacional recha- zó sus diplomas. Así lo había dispuesto
Urquiza.
No parece que el entrerriano buscara una nueva ruptura con Buenos Aires,
simplemente pretendía que todo el mundo supiera quien era el que realmen- te
mandaba. De nada sirvieron algunos intentos para convencerlo como los del
banquero Buschenthal o la propuesta de Mitre de suscribir un pacto o compromiso
admitiendo provisionalmente a los diputados porteños.

Pacifistas y belicistas:
En realidad, pocos deseaban la guerra. Tal vez, los más decididos eran los miembros
del Club Libertad, donde Sarmiento y Vélez Sarsfield querían en- trar en el interior
a sangre y fuego. Pero, los pacifistas de ambos bandos ve- ían como única alternativa
la partición de la Argentina.

En Buenos Aires, algunas personas como Pastor Obligado, José Mármol y Norberto
de la Riestra apoyaban una independencia indefinida, aunque no definitiva del
Estado bonaerense. De la Riestra, había sido hasta poco antes ministro de Hacienda
de la Confederación, formando parte de los entendi- mientos secretos entre Derqui
y Mitre y gozando del apoyo británico. En la Confederación, Urquiza volvía a la
vieja idea de segregar la Mesopotamia. Derqui, por su parte, continuaba a medio
camino entre Mitre y Urquiza. La posibilidad de un conflicto entre San Luis y
Córdoba le permitieron interve- nir a esta última provincia y trasladarse a ella, lejos
de Urquiza. Ahora, se planteaba la posibilidad de formar un bloque de provincias
liberales para inclinar la balanza (Córdoba, Tucumán, Salta, Jujuy y,
fundamentalmente Santiago del Estero, gobernada por el caudillo liberal Manuel
Taboada). Bue- nos Aires decidió emplear al tucumano Marcos Paz -federal tibio,
amigo de los liberales- para enviar dinero a estas provincias. Pero, Marcos Paz cayó
en manos de los federales y con él, el dinero y cartas comprometedoras de Mitre a
Derqui. Victorica, yerno de Urquiza, conoció el contenido de aquellas y lo comunicó
a su suegro.
Derqui, descubierto en su juego, se decidió a actuar como presidente de la
Confederación. Formó un Ejército del Centro, con puntanos, cordobeses,
catamarqueños y riojanos, con cuyos contigentes eliminó o neutralizó a los gobiernos
liberales del interior. La guerra era un hecho, pues Buenos Aires había convocado a
las milicias e Hilario Ascasubi acababa de partir para Eu- ropa a contratar
mercenarios genoveses y suizos.
Sin embargo, en la correspondencia de los principales actores, tanto como en sus
conversaciones, quedaba en evidencia que Urquiza y Mitre no desea- ban la guerra.
Otra cosa eran las opiniones Congreso de Paraná (que decla- ró la guerra el 5 de
julio de 1861) y las del presidente.

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Por iniciativa de los ministros británico y francés, Thornton y Lefebvre de Becourt,
los tres protagonistas se reunieron en el buque de guerra inglés "O- beron" ( 5 de
agosto de 1861) donde, se les presentaron las bases para evitar el conflicto:

1) Se mantendría el statu quo, permaneciendo Buenos Aires separada hasta 1864 o


1865, cuando los legisladores "alquilones" hubieran dejado el Congreso.
2) Buenos Aires subsidiaría a la Confederación con "más de un millón de pesos
mensua- les".

Estas bases serían complementadas con acuerdos a los que debían llegar
plenipotenciarios de ambos Estados reunidos en el buque francés "Fulmi- nante" .
No obstante, a la escasa voluntad de arreglo de los enviados porte- ños, se sumó la
actitud de los representantes de la Confederación que lleva- ban instrucciones de
Derqui para hacer fracasar el encuentro.
Derqui pensaba jugar la última carta para ser considerado la única autoridad de la
Confederación trasladando la capital a Córdoba y haciéndose fuerte con el Ejército
del Centro. No obstante, otra vez su correspondencia com- prometedora cayó en
manos de Urquiza y claudicó definitivamente, ponien- do sus tropas a las órdenes
del Capitán General.

La batalla de Pavón:
Con escasa iniciativa -especialmente por parte de Urquiza- ambos ejércitos se
aproximaron uno al otro. Detenido a orillas del arroyo Pavón, el ejército de la
Confederación dejó llegar a los porteños hasta sus inmediaciones. Am- bas fuerzas
oscilaban entre los 15.000 y los 18.000 hombres.
Entre los enigmas que rodearon a la batalla se destacó la visita de un nortea-
mericano de apellido Yateman, que estuvo en la noche del 14 de setiembre en ambos
campamentos.
El día 17, Mitre atacó, pero su caballería fue inmediatamente dispersada, no
deteniéndose hasta Luján. El ala de la infantería porteña, mandada por Pau- nero,
consiguió algunas ventajas y capturó cañones enemigos. Pero el ala de Emilio Mitre
fue detenida pese al auxilio de la reserva mandada por el comandante en jefe. Si
Urquiza, al mando de la reserva federal, atacaba con sus mejores tropas la batalla
estaría concluída. Así, lo entendió Mitre, que escapó hasta las cercanías de San
Nicolás.
Sin embargo, para sorpresa de todos, Urquiza mandó tocar retirada y se ale- jó del
campo de batalla, no deteniéndose hasta llegar a su palacio de San Jo- sé, desoyendo
las solicitudes de los jefes federales que acosaban a Mitre. A diferencia de Cepeda,
donde Mitre creyó haber vencido, en Pavón estuvo se- guro de la derrota.
Los días inmediatos a la batalla fueron de incertidumbre en todas partes.

 EN BUENOS AIRES: la llegada de los dispersos de la caballería porteña generó


angustia y desolación. Luego, al conocerse el triunfo, estalló el odio de los más
exaltados. Las ex- presiones de "El Nacional" produjeron el asombro y el repudio
de los diplomáticos extran- jeros. Sarmiento, escribió por entonces a Mitre: "No
ahorre sangre de gauchos... es lo úni- co que tienen de humanos".
También en la campaña bonaerense la creencia en una victoria de Urquiza dio lugar
a alza- mientos y pronunciamientos de paisanos federales. Costó trabajo
desbaratarlos.

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 EN LA CONFEDERACIÓN: Derqui, sorprendido por las noticias de la retirada
de Urquiza, reaccionó intentando hacerse fuerte en Rosario. No pudo conseguirlo,
pues los entrerria- nos que aún estaban allí se fueron tras el Capitán General.
Intentando convencer al general, fueron despachados emisarios hasta el palacio San
José, pero no lograron nada. Urquiza expresó que "no había querido aquella guerra
y había sido traicionado". A Mitre le hizo sa- ber:
1) Que no pensaba volver a tomar las armas.
2) Que para facilitar la pacificación estaba dispuesto a declarar caducas las
autoridades de la Confederación.

El plan político de Mitre y los acuerdos con Urquiza:


Para Mitre la situación tampoco era sencilla. Con el transcurrir de los días, la prensa
de Buenos Aires comenzó a criticar su inacción.
En aquellas circunstancias, el liberalismo porteño estaba escindido en dos opiniones,
que incluso, dividían al propio gabinete:

 Por un lado, estaban los que querían entrar a saco en el interior y masacrar al
caudilla- je federal. El principal expositor de esta idea era Sarmiento.
 Por otro, estaban los que consideraban imposible la unión con el interior
"bárbaro" y preconizaban la independencia de Buenos Aires. De la Riestra y
Mármol eran su voceros.
Ninguno aceptaba transacción alguna con Urquiza, pero Mitre era conscien- te de
su debilidad militar para intentar la conquista del interior por su sola cuenta. Por
otro lado, había comenzado a abandonar la idea de segregar Buenos Aires; tal vez
él podía convertirse en el presidente de la República.
En cartas a su gabinete, expuso su plan político:

EL PLAN POLÍTICO DE MITRE


 "Si las autoridades nacionales son un obstáculo..." esto no quiere decir que la
Constitu- ción Nacional también lo sea. Si se revocara la Constitución, se marcharía
hacia una nueva guerra civil, hacia el aislamiento de Buenos Aires o a su independencia.
 "Una vez lanzados a la guerra, nuestro destino está irrevocablemente unido al de la
Re- pública Argentia". "Debemos tomar a la República Argentina tal como Dios y los
hombres la han hecho, y con la yuda de Dios la vayamos mejorando".
 "Que no nos conviene llevar la guerra a todas partes, nadie lo pone en duda, además
que tampoco tenemos el poder para ello".
 Si el general Urquiza se pone al servicio de "...las ideas que sostiene Buenos Aires...
ni política ni moralmente podemos rechazar su concurso".

Las intenciones de resistir por parte de Derqui no duraron mucho, especial- mente
al enterarse que el vicepresidente Pedernera pensaba conferir a Ur- quiza poderes
dictatoriales para entenderse con Mitre. En los primeros días de noviembre de
1861, delega secretamente sus poderes en Juan Saa para "que en el interior puedan
defenderse con independencia de Urquiza y Pe- dernera" y, en una breve nota a éste
le comunica que piensa "separarse de hecho", por considerar que su presencia es
un obstáculo para el arreglo de la situación. Desde Santa Fé se embarca en un
buque inglés con destino a Montevideo.

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Las misiones entre Urquiza y Mitre continúan. Pero Mitre no acepta que el
entrerriano se presente investido con poderes nacionales y, ni siquiera en nombre
de Entre Ríos. En carta personal le sugiere: o continuar la lucha o entablar
negociaciones directas con el gobierno de Buenos Aires después de haber
reasumido Entre Ríos su soberanía.
Una revolución contra los "derquistas", en Córdoba, permitió entonces ac- ceder
al cargo de gobernador a José Alejo Román, que se apresuró en ma- nifestar su
adhesión tanto a Urquiza como a Mitre. El gobernado de Buenos Aires consideró
entonces llegado el momento de invadir el interior.
La primera acción de los invasores fue caer por la noche sobre el campa- mento de
las fuerzas federales que aún se mantenían en Cañada de Gómez.
Allí, los italianos de Wenceslao Paunero degüellan a los soldados dormidos que
integraban mayoritariamente la División Buenos Aires de federales bo- naerenses.
Los hermanos José y Rafael Hernández apenas logran salvar sus vidas. Aunque los
federales mueren gritando "¡Viva Urquiza!, éste per- manece en silencio.

Tampoco respondió a los desesperados reclamos de Pedernera. Poco des- pués,


Urquiza hizo votar a la legislatura entrerriana:

1) Entre Ríos reasumía su soberanía.


2) Entre Ríos se declaba en paz con todas las provincias, incluso Buenos Aires.
3) Entre Ríos desconocía a las autoridades nacionales.

Frente a la orden de entregar Paraná, Pedernera y sus ministros declararon "en


receso la autoridad nacional" (diciembre de 1861) y la escuadra de la Confederación
fue desarmada. Simultáneamente, una revolución permitió a los liberales
adueñarse del gobierno de Corrientes.
En dos o tres meses las misiones de Sarmiento y Marcos Paz cambian la si- tuación
de todas las provincias, creando en todas ellas gobiernos liberales.
 Sarmiento, con el general Rivas "libera" San Luis, Mendoza y San Juan.
 Paz, con el general Paunero hace lo propio en Córdoba, Tucumán, Cata- marca
y La Rioja.
Manuel Taboada, temporalmente depuesto por tropas federales de Catamar- ca,
vuelve a Santiago del Estero. Salta y Jujuy se pliegan a la causa de Mi- tre.

Punto 2:
LAS PROVINCIAS REASUMEN SU SOBERANÍA, MITRE ENCARGADO DEL
E- JECUTIVO NACIONAL, LEY DE LA LEGISLATURA DE BUENOS AIRES
AUTO- RIZANDO AL ENCARGO, EL DECRETO REGLAMENTARIO:
"GOBERNADOR DE BUENOS AIRES ENCARGADO DEL PODER
EJECUTIVO NACIONAL". INS- TALACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL.
ELECCIÓN DEL PRESIDENTE DE LA NACIÓN. PROYECTO PARA
FEDERALIZAR BUENOS AIRES, APLICA- CIÓN DEL ART. 3º DE LA
CONSTITUCIÓN NACIONAL, OPOSICIÓN DE LA LE- GISLATURA
PROVINCIAL, LA LEY DE COMPROMISO.
El escarmiento de Cañada de Gómez influyó de manera contundente en el in- terior,
facilitando la consolidación de los liberales. Paunero, en Córdoba, re- cibió
instrucciones acerca de cómo debían obrar las provincias.

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"Las provincias debían reasumir su soberanía desconociendo los poderes nacionales y
autorizar a Mitre a convocar el congreso nacional y representar a la República en su parte
externa".

A partir de diciembre de 1861, una a una fueron adoptando aquel criterio. Ma- yores
dificultades le planteó a Mitre su propio gabinete, ya que predominaba en él la idea
de que era necesario acabar con Urquiza.
El vencedor de Pavón comenzó entonces a plantear quejas al entrerriano a- cerca de
la entrega del archivo, muebles, capital de la Nación y escuadra. Urquiza se allanó a
todo; pero, cuando Mitre le presentó la necesidad de que abandonara el gobierno de
Entre Ríos, otra vez revivió la posibilidad de la guerra. Finalmente, la mediación de
Salvador María del Carril, Thornton y Le- febvre de Becourt disipó aquel peligro.
Urquiza se comprometió a licenciar su ejército, delegaría en Mitre las facultades
nacionales, lo autorizaría a con- vocar el congreso, entregaría las aduanas y
permanecería en el gobierno de su provincia hasta que "pudiera irse
decorosamente".

La ley de la legislatura provincial:


Mitre sometió a la legislatura bonaerense el proyecto que lo autorizaba a a- ceptar
la delegación "nacional". El debate duró cerca de un mes y en él se planteó el tema
de "la capital de la República". ¿Debería federalizarse toda la provincia de Buenos
Aires como había hecho Urquiza con Entre Ríos, o só- lo la ciudad como Paraná con
Derqui? En la discusión se enfrentaron, antici- pándose en casi veinte años a la
solución del problema, Carlos Tejedor (o- puesto a todo lo que disminuyese a Buenos
Aires) y Nicolás Avellaneda (la cabeza de la república debía estar "donde Dios y la
Historia la pusieron").
Finalmente, la legislatura exigió a Mitre un compromiso que limitase sus fa-
cultades. Aprobada la ley el 4 de abril de 1862, Mitre dio el siguiente regla- mento:

1) Mitre sería "Gobernador de Buenos Aires Encargado del Poder Ejecutivo


Nacional".
2) Se limitaría a mantener las relaciones exteriores con las naciones amigas, dando
solu- ción a las cuestiones urgentes.
3) Mantendría el orden y el respeto por la Constitución, defendería las fronteras y
percibi- ría la renta nacional, debiendo dar cuenta al futuro congreso de lo
actuado.

Instalación del Congreso:


Las elecciones de legisladores nacionales se realizaron en todas las provin- cias en el
mes de abril sin mayores problemas. En Buenos Aires se hizo una reparación a los
electos de 1861 y a los dos senadores (Valentín Alsina y Ru- fino de Elizalde),
volviendo a designarlos, aunque tres nombres fueron reem- plazados por los
autonomistas que se apoderaron de algunas mesas.
El 25 de mayo de 1862, Mitre inauguró el congreso que, pocos días más tar- de,
aprobó el uso que éste había hecho de sus facultades nacionales y con- vocó a
elecciones presidenciales.
De inmediato, el congreso pasó a ocuparse de la "cuestión capital". La legis- latura
de Santa Fé había ofrecido la capital de aquella provincia; también se barajó la
posibilidad de federalizar San Nicolás o San Fernando. Por fin se a- rribó a la
solución temporal de federalizar por 5 años la provincia de Buenos Aires íntegra.

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La juventud del club "Libertad" manifestó su oposición a esta salida. La lideraba
quien se perfilaba como jefe de los autonomistas, Adolfo Alsina.

Nadie discutió a Mitre como presidente. Para la vicepresidencia, Marcos Paz,


logrando la adhesión de las provincias del norte, pudo aventajar a Manuel Taboada.
Tomaron posesión el 12 de octubre de 1862.

La Ley de Compromiso:
Como era de esperarse, la legislatura de Buenos Aires se opuso a la federali- zación
de la provincia. Mitre llegó a amenazar con no ocupar la presidencia si no se resovía
la cuestión. Por fin, un proyecto redactado en común con los opositores dio origen a
la Ley de Compromiso:

1) La ciudad de Buenos Aires sería por 5 años residencia de las autoridades


nacionales con jurisdicción en todo su municipio.
2) El municipio mantendría su representación en la legislatura provincial
3) La provincia administraría el Banco y el ferrocarril y los tribunales no se
modificarían.

Punto 3:
IMPOSICIÓN DE GOBIERNOS ADICTOS A LA NUEVA SITUACIÓN EN LAS
PROVINCIAS, RESISTENCIA DE LOS FEDERALES, REPRESIÓN, LA "GUE-
RRA DE POLICÍA". LAS FRACCIONES POLÍTICAS EN BUENOS AIRES, AU-
TONOMISTAS Y NACIONALISTAS. LEY DEL CONGRESO NACIONAL
CREAN- DO EL MUNICIPIO DE BUENOS AIRES, RECHAZO DE LA
LEGISLATURA, IN- TERPRETACIÓN DE LA LEY DE COMPROMISO.
Los hombres encargados de imponer gobiernos adictos a Mitre en las pro- vincias;
los "procónsules" -dice José María Rosa-, eran en realidad oficiales uruguayos
(Paunero, Rivas, Arredondo, Sandes); entre sus soldados había pocos argentinos
(condenados a servir con las armas e indios), los demás eran extranjeros contratados
por Hilario Ascasubi. Esto no parece una ca- sualidad si tenemos en cuenta como
procedieron: destrucciones, asesina- tos, bárbaras ejecuciones, robos, violaciones y,
en un determinado momen- to, la práctica de mandar a los prostíbulos a las mujeres
e hijas de los mon- toneros federales.
La feroz represión, unida a la impopularidad de los gobiernos liberales, fue- ron la
causa de que durante 1862 y 1863 una parte importante del país (La Rioja,
Catamarca, Tucumán, Cuyo y Córdoba) viviera en estado de convul- sión.
El alma de aquella resistencia fue Ángel Vicente Peñaloza, el "Chacho", un
propietario rural de Los Llanos riojanos, que ostentaba el grado de general
conferido por el gobierno de la Confederación.

Sin conocer aún las consecuencias de Pavón, Peñaloza había marchado a fines de
1861 a proteger Tucumán, amenazada por Manuel Taboada. Sin em- bargo,
sorprendido por los hechos que habían seguido a la retirada de Urqui- za, no quiso
combatir y se aprestó a regresar a La Rioja. Esquivando los in- tentos de las fuerzas
porteñas que intentaban rodearlo, llegó a su tierra. En torno a su figura y a su
prestigio se alzaron montoneras federales por todas partes, acaudilladas por
hombres como Fructuoso Ontiveros, Severo Chum- bita, Carlos Ángel y Felipe
Varela.

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Mientras crecían la represión y el terror desatados por los jefes de Mitre, Pe- ñaloza
no ocultó en ningún momento sus intenciones de llegar a un enten- dimiento,
procediendo con una humanidad y caballerosidad que contrasta-ban con las
prácticas de sus enemigos.
Alcanzada la paz en La Banderita (mayo de 1862), la amnistía acordada a los
federales no fue respetada y, pocos meses después, la insurrección renació. Con el
"Grito de Guaja", Peñaloza declaró la guerra a Mitre, convirtiéndose en jefe del
Ejército Reaccionario.
Mitre designó entonces a Sarmiento Director de la Guerra. Sus instrucciones eran
llevar adelante una "guerra de policía"; vale decir, tratar a los montone- ros como
bandidos, negándoles el carácter de adversarios políticos y, por consecuencia, los
derechos de los prisioneros de guerra.
Mientras el levantamiento se expandía por Cuyo y Córdoba, Peñaloza aguar- daba
un pronunciamiento de Urquiza a favor de los federales. Llegó a pen- sarse en una
alianza del Chacho, Urquiza, Bernardo Berro (presidente blan- co del Uruguay) y
Francisco Solano López (convertido en presidente del Pa- raguay). Pero, Urquiza no
se movió.
En Córdoba, los rusos (nombre que se daba a los federales en razón de que eran
muchos, como los rusos en la guerra de Crimea) se apoderaron del go- bierno y
llamaron a Peñaloza, que fue recibido jubilosamente en la ciudad. Al acudir las
fuerzas de los interventores, el caudillo riojano cometió el error de combatirlos a
campo abierto, siendo derrotado en Las Playas. Por espacio de varios meses el
Chacho fue buscado infructuosamente. Reapareció cuan- do intentó derrocar a
Sarmiento del gobierno de San Juan. Otra vez derrota- do, una partida lo
sorprendió en su propia casa de Guaja, dándole muerte de inmediato. Su cabeza fue
exhibida como escarmiento (noviembre de 1863).

Las fracciones políticas en Buenos Aires:


Tal como lo hemos planteado anteriormente, el liberalismo porteño se fue
escindiendo definitivamente en dos corrientes:

LOS NACIONALISTAS: seguidores de Mitre que querían imponer la hegemonía


de Buenos Aires sobre el resto del país. Entre ellos se contaban figuras como Rufino
de Elizalde, E- duardo Costa, José María Gutiérrez. Se agrupaban en el Club del
Pueblo y su órgano de prensa era el recientemente fundado "La Nación Argentina".

LOS AUTONOMISTAS: localistas defensores a ultranza de los derechos de Buenos


Aires, entre los que se contaban algunos separatistas. Sus figuras más destacadas
eran Carlos Tejedor, los hijos de Florencio Varela, Pastor Obligado y, quien se
perfilaba como líder, A- dolfo Alsina. Se habían quedado con el Club Libertad; su
órgano de prensa era "La Tribuna" y su fuerza electoral se apoyaba en los
"orilleros" a los que se llamaba compadritos y mu- muchos federales.

Las frecuentes elecciones realizadas en Buenos Aires (provinciales y muni- cipales)


obligaban a los partidos a mantener "comités" electorales. Durante las elecciones,
las mesas eran disputadas a balazos, no sacándose ventaja, en ese aspecto, unos y
otros. Nientras los soldados de línea luchaban por los nacionalistas, las milicias y los
compadritos lo hacían por los autonomis- tas. En el ámbito rural volcaban todo el
peso de su influencia o su prepoten- cia los comandantes, los jueces de paz y los
estancieros.

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En 1863, los nacionalistas comenzaron a llamar "crudos" a sus rivales, re- cordando
la violencia de los compadritos, y tenía su origen en unos bandole- ros de la campaña
que usaban aquella denominación. Los autonomistas res- pondieron llamando
"cocidos" a sus adversarios.

Interpretación de la Ley de Compromiso:


Poco antes de sancionar la ley que unificaba las elecciones en el país, el Congreso,
entendiendo que la Ley de Compromiso le daba jurisdicción en Buenos Aires, dictó
una ley de régimen municipal. La mayoría autonomista de la legislatura no la aceptó.
Nicolás Avellaneda defendió la jurisdicción nacional que estaba claramente
expresada en la Ley de Compromiso. Manuel Quintana, Carlos Tejedor y A-dolfo
Alsina, entre otros, entendieron que esa jurisdicción era "sólo para cumplir o aplicar
las leyes, nunca para dictarlas".
El gobierno nacional debió acatar lo resuelto por la legislatura, devolviendo la
municipalidad a la provincia. Esa situación se prolongó hasta 1880.

Punto 4:
INSTALACIÓN DE LA CORTE SUPREMA. LEY NACIONAL DE
ELECCIONES, NOVIEMBRE DE 1863 (LEY Nº75). LA CODIFICACIÓN.
REFORMA CONSTITU- CIONAL DE 1860. EL LIBERALISMO
INTELECTUAL LATINOAMERICANO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO
XIX, NEGACIÓN DE LO HISPANO-CRIO- LLO, CONCEPTO SOBRE LA
CIVILIZACIÓN Y EL PROGRESO. EL PENSA- MIENTO EN LA ARGENTINA
SOBRE EL DESARROLLO SOCIAL, LAS IDEAS DE LA GENERACIÓN
INICIAL: ALBERDI, SARMIENTO Y MITRE.
Desde el punto de vista institucional, la presidencia de Mitre produjo:

1) La Corte Suprema del Estado:


El gobierno se preocupó por crear las condiciones jurídicas favorables para el
capital extranjero. En enero de 1863 fue instalada la Corte Suprema de Justicia.
Hubo dificultades para instalarla porque no existía en la tradición judicial argentina
un tribunal federal superior, que era una de las tantas ins- tituciones tomadas de los
EEUU; tampoco existían muchos abogados capa- citados.
Por la no aceptación de Valentín Alsina quedó como presidente del alto tri- bunal
Francisco de las Carreras. La Corte no funcionaría como un poder del Estado,
limitándose a velar porque la legislación nacional o provincial no trabase las
garantías al capital extranjero.

2) La Ley Nacional de Elecciones (Ley Nº75):


Desde el año 1863, en todo el país rigió el distrito único, en virtud de la Ley nacional
de elecciones sancionada por el Congreso. Los ciudadanos se ins- cribirían en un
Registro Cívico y el voto sería público.

3) La codificación:
El movimiento codificador argentino respondió a las pautas extranjerizantes que
fueron introduciéndose después de Caseros. Los códigos civil, comer- cial y penal
fueron tomados de los códigos extranjeros, considerados más civilizados que las
prácticas y costumbres nacionales.
La intención de Urquiza de que se dictaran diversos códigos al par de dar al país
una constitución no arrojó resultados. En el Estado de Buenos Aires, por el

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contrario, la legislatura encomendó a Dalmacio Vélez Sarsfield y al o- riental
Eduardo Acevedo, en 1857, la confección de un código de comercio. Fue una
adaptación de los códigos francés (1807) y español (1829), que el Congreso
nacionalizó sin corregir en 1862, no obstante su anacronismo y desactualización.
Poco después, el Congreso solicitó a Mitre que formara comisiones para e- laborar
los códigos civil, penal y de minería. El presidente encomendó a Carlos Tejedor el
código penal y a Vélez Sarsfield el civil.

 CÓDIGO PENAL: Fue una traducción que hizo Tejedor del código penal del
reino de Ba- viera. Estudiado parsimoniosamente durante años y sometido a
diversas modificaciones, fue sancionado recién en 1887.
 CÓDIGO CIVIL: Fue una adaptación casi textual del proyecto de código del
jurista bra- sileño Augusto de Freitas. Esa razón generó grandes resistencias -
Alberdi, por ejemplo- que denunciaban nuestra dependencia del Imperio. Aprobado
por el Congreso durante la presi- dencia de Sarmiento, debió ser sometido a varias
correcciones por los errores que conte- nía, proceso que se prolongó hasta 1882.

4) La reforma constitucional de 1866:


Al iniciarse el año 1866, el Congreso Nacional aprobó la convocatoria a una
Convención constituyente destinada a modificar la cláusula sobre los dere- chos de
exportación.
Una intensa campaña se abrió en Buenos Aires y las provincias sobre el des- tino de
los derechos de exportación. Los autonomistas porteños y muchos federales del
interior entendían que tales derechos debían ser exclusivanen- te provinciales.
Con grandes esfuerzos, el gobierno nacional logró impedir en la Convención reunida
en Santa Fé una derrota, logrando por escasos 3 votos que se supri- miera la frase
"hasta 1866, en cuya fecha cesarán como impuesto nacional no pudiendo serlo
nacional". Por lo tanto los recursos sobre la exportación -que eran la tercera parte
del presupuesto nacional- siguieron en manos del gobierno de la Nación.

El Liberalismo:
La generación que concretó la Organización Nacional basaba su ideario en la
negación de lo hispano-criollo. Su desprecio por lo nacional se fundaba en el repudio
de la tradición que le había dado origen y estaba influenciado por la "leyenda negra"
antiespañola, de origen protestante y masónico. Ésta, se ha- bía iniciado con la
publicación en las Provincias Unidas, sublevadas contra el rey de España, de la obra
de fray Bartolomé de las Casas, "Brevísima re- lación de la destrucción de las Indias",
empleada por los holandeses con fi- nes propagandísticos. Más tarde, había sido
abonada por aquellos españo- les que, en épocas de Carlos II, habían expresado una
auto-denigración de lo hispano.
Se repudió lo nuestro, lo tradicional, organizando el país con las formas, las
modalidades y la mentalidad de una colonia; sometiéndolo a lo extranjero y al
librecambio desenfrenado que arruinó al interior subordinado a los intere- ses de
Buenos Aires. Todo ello en nombre de la civilización.
Ha escrito Arturo Jauretche:

"¿La adscripción de la Argentina al sistema de la división internacional del trabajo era


inevi- table para los vencedores de Caseros?¿La única perspectiva de progreso que se
tenía por delante era la impuesta por la ortodoxia liberal y el libre juego de las fuerzas
económicas nacionales e internacionales con que se adoctrinaba?

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Ni teórica ni prácticamente era así. Lo que sí puede ser cierto es que las condiciones
histó- ricas determinaban la organización capitalista de la producción. Es cierto que
era la hora del capitalismo en marcha, pero no la del internacionalismo liberal. Los
constituyentes del 53 buscaron su inspiración en las instituciones de los Estados
Unidos, y hay aquí que pregun- tarse por qué se quedaron en las apariencias jurídicas
y eludieron la imitación práctica. ¿No entendieron la naturaleza profunda del debate
entre Hamilton y Jefferson, o la entendieron y vendieron después a las generaciones
argentinas desde la Universidad, desde el libro y desde la prensa una interpretación
superficial y formulista?
En ese debate está sintetizado el enfrentamiento entre liberalismo ortodoxo, que
implicaba aferrarse a la división internacional del trabajo, y el liberalismo nacional
que construyó los Estados Unidos...
...Hubo después en los Estados Unidos la guerra de Secesión: allí se enfrentaron san-
grientamente el Norte, liberal nacionalista, con el Sur, adscripto a la producción
exclusiva de materias primas y, consecuentemente, a la división internacional del
trabajo, y puede de- cirse que la verdadera independencia de los Estados Unidos se
resolvió en el campo de ba- talla de Gettysburg".

Las ideas de la generación inicial:


Los hombres de Caseros -Mitre, Sarmiento, Alberdi, Félix Frías, Carlos Teje- dor,
José Mármol, Juan María Gutiérrez- vivieron convencidos que trabaja- ban por el
bien de la patria, el pueblo y la libertad. Sólo que no las pensaban como cosas
concretas sino en generosas abstracciones compatibles con el dominio extranjero y
ejercidas solamente por su clase, a la que denomina- ban "racional". Fueron, en ese
sentido, románticos y desprendidos, y pocos morirían en la opulencia.
Un instrumento importante para hacer la "Patria" que soñaban fue la falsifi- cación
de la Historia, una "historia arreglada" (Alberdi), con "mentiras a de- signio"
(Sarmiento). La Revolución de Mayo había sido el grito de libertad que había puesto
fin al dominio español, de crueles conquistadores y luju- riosos frailes"; San Martín
y Belgrano habían llevado los beneficios de la li- bertad a Chile, Perú y el Paraguay
y el "Grande Prócer" Bernardino Rivada- via, cuyo proyecto de progreso, libre
comercio y constituciones había fraca- sado frente a la barbarie de los caudillos
"anarquistas", el "más grande hom-bre civil de la tierra de los argentinos". Tal fue lo
que hizo Mitre en su "Histo- ria de Belgrano y la independencia argentina" y Vicente
Fidel López en su "Historia de la revolución argentina".
Respecto de Rosas, su época debía ser borrada en bloque. "No puede librar- se el
juicio de Rosas a la historia... Si el juicio de Rosas lo libráramos al fallo de la historia,
no conseguiremos que sea condenado como tirano, y si tal vez que fuese en ella el más
grande y glorioso de los argentinos" (Nicanor Alba- rellos, diputado en la legislatura
porteña).

JUAN BAUTISTA ALBERDI:


No hubo un solo Alberdi. Uno fue el Alberdi del "Fragmento preliminar al es- tudio
del Derecho", donde brindó una interpretación cabal de la evolución de las ideas
políticas argentinas, condenando la falta de autenticidad de los re- gímenes
anteriores y reconociendo la "razón espontánea" que animaba a la nueva política
implantada por Rosas.
Pero otro, fue el de "Las Bases", donde hizo la apología de la Constitución
norteamericana, propugnando calcar sobre el país las instituciones extranje- ras y

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considerando la utilidad de cambiar la población nativa por otra de pro- cedencia
anglo-sajona ("en América, todo lo que no es europeo es bárbaro").
También publicó "Sistema económico y rentístico de la Constitución argen- tina de
1853", en la que concebía al país como una fábrica de riqueza y pros- peridad
materiales (industria, inmigración, ferrocarriles, canales, coloniza- ción de tierras
de propiedad nacional, importación de capitales extranjeros). En una palabra, el
programa que llevaría adelante la generación de Caseros, encuadrada en la más
pura línea del pensamiento liberal, según la cual toda ley que controlara el
desenvolvimiento económico era contraria a la "ley del progreso".
Finalmente, en 1871, publicó "Peregrinación de Luz del Día". Allí, caricaturi- zó a
la Argentina que había contribuido a crear: "los nuevos dueños de la Argentina
cambiaron la historia valiéndose de la prensa, el libro, la educa- ción y las logias"; "...
decreta hombres libres, forma municipales, hace le- gisladores y electores por la mera
virtud de sus decretos escritos... Suprime la historia del país y la complexión o
constitución social que un país debe a su historia secular, por un decreto en el cual
ordena que lo que ha sucedido no sea lo que ha sucedido sino lo que ha dejado de
suceder".
La reiniciación de nuestras guerras civiles -de la que la guerra del Paraguay sería
su más espantoso episodio- enfrentó a Alberdi con Mitre. La importan- cia
intelectual de éste último no hizo sino crecer en aquellos años, expresan- do el
antiguo duelo entre el Interior y Buenos Aires.

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO:


Consagró una obra especial al propósito de destruir toda ilusión o confianza puesta
en nuestro orígenes nacionales. La llamó "Conflicto y armonías de las razas en
América" (1883); manifiesta en ella el desprecio por la población nativa y
admiración por la colonización anglo-sajona.

"¿En qué se distingue la colonización del norte de América? En que los anglo-sajones
no admitieron a las razas indígenas, ni como socios ni como siervos en su constitución
social. ¿En qué se distinguía la colonización española? En que la hizo un monopolio
de su propia raza, que no salía de la edad media al trasladarse a América y que absorbió
en su sangre u- na raza prehistórica servil".

Sarmiento profesaba un odio feroz a todo lo que fuera propio de la tierra. Cuando
comenzaban a verse los efectos de la incorporación del capital bri- tánico, escribía:
"Pudimos en tres años introducir 300.000 pobladores y aho- gar en los pliegues de la
industria a la chusma criolla, inepta, incivil y ruda que nos sale al paso a cada
instante".
Trató el tema del desarrollo social en el país a través de la antinomia de civi- lización
y barbarie en su libro "Facundo". Para él "...los americanos se distin- guen por su
amor a la oscuridad y por su incapacidad industrial, con ellos la civilización es
irrealizable, la barbarie es normal".
Aunque con los años volvería sobre sus pasos (se haría industrialista y da- ría el grito
de alarma ante una inmigración incontrolada y sin conciencia na- cional), había
escrito en el "Facundo":

"La grandeza del Estado está en la pampa pastora, en las producciones tropicales del
Nor- te y en el gran sistema de los ríos navegables cuya aorta es el Plata. Por otra parte,

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los es- pañoles no somos ni industriales ni navegantes y la Europa nos proveerá por
largos siglos de sus artefactos en cambio de nuestras materias primas".

BARTOLOMÉ MITRE:
La síntesis de su política y de sus ideas es ésta: defensor de una "democra- cia"
formal, dirigida por una minoría oligárquica apta; enemigo del "criollis- mo
bárbaro" y partidario del foco civilizador de Buenos Aires y el Litoral; li-
brecambista, ganadero y agrarista, sostenedor de la estructura semicolonial y
comercial del país; anti-industrialista, cosmopolita, amigo de la iniciativa privada,
civilista, adversario del "militarismo" (excepto cuando encuentra un puñado de
oficiales dispuestos a servirle); traductor, sirviente espiritual de la cultura europea
y de su preeminencia técnica.

En síntesis, el programa de la generación inicial fue aplicado a lo largo de las tres


presidencias liberales: Mitre (1862-68), Sarmiento (1868-74) y Avellaneda (1874-80).
Se basaba en la organización de un gobierno nacional fuerte, reco- nocido como
autoridad suprema y legítima que debía:
 Imponer su autoridad a los gobiernos provinciales, acabando con los caudillos
fede- rales.
 Extender su soberanía a todo el territorio terminando con las fronteras
interiores que dividían las zonas dominadas por los indios y los blancos.
 Establecer en forma definitiva el ámbito de su funcionamiento fijando la
capital de la República.
 Garantizar el orden jurídico mediante la vigencia de las instituciones
constituciona- les y la sanción de normas jurídicas básicas para todo el orden
nacional.
 Civilizar siguiendo el modelo europeo (francés o inglés) o norteamericano en
el caso de Sarmiento.
 Fomentar la inmigración para poblar "el desierto", acelerar el proceso
civilizador y el desarrollo económico.
 Educar a las masas para que pudiesen acceder al ejercicio de sus derechos;
mien- tras tanto el poder debía ser ejercido por los grupos capacitados: la elite
dirigente.
 Desarrollar la economía atrayendo capitales extranjeros.
 Dar prioridad a las actividades agroganaderas destinadas a la exportación.
 Promover obras públicas que asegurasen la unión y la rapidez de las
comunicacio- nes: ferrocarriles, caminos, puentes, puertos.

Punto 5:
LA POLÍTICA DEL BRASIL EN EL PLATA, CONFLICTO CON EL
GOBIERNO URUGUAYO, LA INTERVENCIÓN DIRECTA,
CONFRONTACIÓN CON EL PA- RAGUAY. LA REVOLUCIÓN COLORADA
EN EL URUGUAY, ACTITUD DEL GOBIERNO ARGENTINO. LA GUERRA
DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA EL PARAGUAY.
La política del Brasil en el Uruguay:

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En 1860, gobernaba Uruguay el presidente Bernardo Berro, un blanco mode- rado
que creía en la posibilidad de alcanzar la conciliación con los colora- dos, en razón
de lo cual dio una amplia amnistía que permitía a muchos ofi- ciales emigrados en
la Argentina reincorporarse al ejército oriental. Sin to- mar en cuenta esta actitud,
el general Venancio Flores -al servicio de Mitre- no abandonó la idea de retornar a
su país e iniciar una revolución, lo que se tradujo en una serie de preparativos que
preocuparon a Berro, aunque Mitre intentó tranquilizarlo, asegurando la absoluta
neutralidad de la Argentina.
No obstante, Flores continuó preparando la invasión y, en abril de 1863, de-
sembarcó en territorio oriental transportado por un buque argentino. Pese a las
protestas de imparcialidad del gobierno de Mitre, resultaba evidente la ayuda que
se estaba brindando al revolucionario (500 soldados correntinos para Flores,
abundante cantidad de dinero y el incidente con el vapor "Salto", cargado con armas
para los colorados, capturado por un buque uruguayo, lo que dio lugar a una
protesta ar- gentina frente a la cual capituló el gobierno de Berro).
Venancio Flores inició entonces la denominada "cruzada libertadora", pro-
clamando la defensa de la religión católica (aprovechaba un incidente entre el go-
bierno blanco y la Iglesia).
Sin embargo, en aquella circunstancia era importante el papel que podían llegar a
jugar Paraguay y Brasil.

PARAGUAY
 Desde 1862, en que murió Carlos Antonio López, era gobernado por su hijo
Francisco Solano López.
 Tenía 1 millón y medio de habitantes (igual que la Argentina). Su sociedad no
presenta- ba diferencias pronunciadas en lo económico.
 Poseía ferrocarril y telégrafo.
 La exportación de productos subtropicales le permitía acumular un importante
supera- vit fiscal, en gran parte destinado a la compra de armamentos.
 Había fortificado las riberas del río Paraguay, construyendo una gran fortaleza en
Hu- maitá. Poseía fundición de cañones y oficiales perfeccionados en Francia. Su
ejército alcan- zaba los 18.000 soldados, con una reserva de 40.000 hombres.

HABÍA RESISTIDO LAS PRESIONES DE GRAN BRETAÑA Y EEUU PARA QUE


ABRIERA SUS PUERTOS AL COMERCIO LIBRE; PERO, ESPECIALMENTE
EXISTÍA UNA CUESTIÓN NO RE- SUELTA CON BRASIL, AL NEGARSE A
ABRIR LA NAVEGACIÓN DEL RÍO PARAGUAY Y NO ACCEDER A SUSCRIBIR
CON EL IMPERIO UN TRATADO DE LÍMITES.

BRASIL
 Un renovado partido liberal aspiraba a ubicar a Brasil a la cabeza de Sudamérica,
vol- viendo a la política expansionista. Sin embargo, la inexperiencia juvenil de sus
políticos, permitió que un veterano -el marqués de Olinda- retornara a la jefatura del
gobierno, aliado con conservadores (saquaremas) y liberales (luzias).

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 Decidido a terminar con las resistencias que oponía a esta política el gobierno blanco
del Uruguay, el Imperio volvió a agitar el tema de las vejaciones que sufrían los
brasileños en territorio oriental.

BRASIL ESTABA DECIDIDO A IMPONER EN URUGUAY UN GOBIERNO


COLORADO. UN IN- CIDENTE CON GRAN BRETAÑA LE IMPIDIÓ
INTERVENIR POR EL MOMENTO.

También era importante el papel que podía desempeñar Urquiza. Por enton- ces, el
entrerriano estaba nervioso por la concentración de tropas naciona- les cerca de
Entre Ríos que el gobierno de Mitre aprestaba para luchar con- tra el Chacho.
Cuando Paraguay hizo saber a Buenos Aires su interés por la seguridad del
Uruguay, exigiéndole que demostrara su neutralidad frente a la revolución de
Flores, Urquiza inició contactos con Francisco Solano López, planteando la
posibilidad de volver a separar el interior de Buenos Aires y formando un bloque
aliado con el Paraguay y el Uruguay. El presidente paraguayo exigió un
"pronunciamiento" previo de Urquiza.
Al fin, pareció que todo quedaba resuelto a favor del gobierno de Mitre y sus aliados
colorados:

 Urquiza desautorizó los numerosos pronunciamientos por parte de comandantes


en- trerrianos a favor del gobierno de Berro (Waldino Urquiza, uno de sus hijos, y
Telmo López, hijo de Estanislao, habían cruzado al Uruguay para luchar a favor de
los blancos). La causa de esta "retirada" de Urquiza tal vez tenía que ver con un
préstamo personal que le otorgó el Banco Mauá.
 El gobierno de Berro dio plenos poderes al embajador uruguayo en Buenos
Aires, que inexplicablemente (en razón de sus antecedentes) era Andrés Lamas,
quien firmó con el canciller argentino Rufino de Elizalde un protocolo para
solucionar los problemas que se ha- bían producido. Doblemente inexplicable
resultaba el hecho de que los firmantes designa- ran árbitro a ¡Pedro II de Brasil!

Mientras la guerra civil continuaba en el Uruguay, con la desembozada ayu- da del


gobierno de Mitre a los rebeldes, Brasil se decidió por fin a intervenir.
El Imperio había tenido que posponer sus planes a consecuencia del "inci- dente
Christie" con Gran Bretaña (unos oficiales británicos de marina habían sido de-
tenidos por la policía en Río de Janeiro por su estado de embriaguez y el ministro
Christie había exigido reparaciones). Cuando el gobierno del marqués de Olinda
capituló ante los británicos, su impopularidad lo llevó a renunciar. Fue reemplazado
por los liberales de Goes Monteiro, que se propusieron hacer con los uru- guayos lo
que los británicos acababan de hacer con Brasil: presentar un ul- timátum para que
se repararan las supuestas vejaciones a ciudadanos bra- sileños en el Uruguay.
Aunque Saraiva, el enviado brasileño, llegó a Montevideo acompañado por la
escuadra del almirante vizconde de Tamandaré, una conversación previa con el
barón de Mauá lo decidió a presentar una reclamación bastante tibia al go- bierno
del presidente Atanasio Aguirre (veterano dirigente blanco que acababa de suceder
a Berro en 1864). Mauá le habría alertado sobre una posible intervención del
Paraguay, y una eventual neutralidad argentina.
Fue entonces que comenzó a actuar decididamente el verdadero gestor de la guerra:
el ministro británico Edward Thornton. La meta de las aspiraciones de Londres era

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acabar con la resistencia paraguaya a la presencia del co- mercio inglés en sus costas,
amparado en su situación inexpugnable frente a la marina de SMB.
Thornton reúne a Saraiva con Elizalde y, acompañados por el embajador An- drés
Lamas, marchan a Montevideo a ofrecer su mediación en el conflicto in- terno del
Uruguay. El gobierno de Aguirre se mostró sorpendido, pero no tu- vo más remedio
que aceptar la oferta. Sin embargo, tal como estaba planea- do, las exigencias de
Flores fueron durísimas (ascensos para sus oficiales -aún los extranjeros- y medio
millón de pesos para repartir entre ellos). Desesperado, Aguirre a- ceptó, aunque
solicitando una disminución del monto acordado. Flores res- pondería aumentando
sus exigencias (el ministerio de Guerra para él y un nuevo ga- binete con mayoría
colorada).
Mientras solicitaba el auxilio del Paraguay, el gobierno oriental rechazó las nuevas
exigencias. Ofendidos, los mediadores se retiraron a Buenos Aires.
Allí, con explícita participación de Thornton, el gobierno de Mitre se compro- metió
a apoyar las exigencias brasileñas que, ahora, fueron presentadas en forma de duro
ultimátum. En agosto de 1864 Aguirre rechazó la intimación y comenzó la
intervención militar brasileña.
Como esperaba el ministro británico, Paraguay advirtió que no permitiría la
intromisión de Brasil. Creía que finalmente Urquiza estaría de su lado. Sin embargo,
en ese lapso, el entrerriano acababa de realizar un soberbio nego- cio, vendiéndole
a Brasil 30.000 caballos, lo que dejaba desmontado al ejér- cito de Entre Ríos.
Decidido a todo, López capturó en aguas paraguayas un barco brasileño dando
inicio a la guerra entre ambos países.
Al finalizar el año 1864, el ejército y la flota brasileños destruyeron Paysan- dú, tras
la heroica resistencia del general Leandro Gómez (enfrentó con apenas 800 hombres
a casi 20.000 brasileños y las fuerzas de Flores). Con excepción de la "Na- ción
Argentina", toda la prensa de Buenos Aires y el interior repudió la con- nivencia del
gobierno de Mitre con Brasil a la que, obviamente, se había aso- ciado Urquiza.

Basándose en el precedente de 1855, Francisco Solano López solicitó enton- ces a


Mitre autorización para cruzar Misiones en procura del territorio orien- tal.
Elizalde negó el permiso.
Durante el desarrollo de estos acontecimientos, el ardor patriótico estalló en
Montevideo: fueron quemadas banderas brasileñas y los tratados de 1851. Pero, la
ciudad no podría resistirse frente al cerco completo por mar y tierra. El legislativo
sustituyó a Aguirre y se dispuso a capitular.
Sobrevino entonces una dura puja entre los jefes militares y navales brasile- ños y
el encargado político de la misión, Silva Paranhos, futuro vizconde de Río Branco.
Los primeros deseaban entrar a sangre y fuego en Montevideo, oponiendo a los
blancos condiciones inaceptables y preparando la anexión de la antigua Cisplatina.
Silva Paranhos se contentó con el gobierno para Flores, el mantenimiento de la
alianza con Brasil y el castigo de los respon- sables de las actitudes anti-brasileñas.
Acababa de ser advertido por los bri- tánicos que Gran Bretaña no aceptaría la
anexión del Uruguay.

La guerra de la Triple Alianza:


Después de la fácil conquista de Mato Grosso, Francisco Solano López reu- nió un
congreso extraordinario en Asunción al que sometió sus acciones. Al plantear el
tema de la parcialidad argentina a favor de Brasil, los diputados se inclinaron por

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la declaración de guerra, aunque dejando constancia que la misma era contra el
gobierno de Buenos Aires y no contra el pueblo ar- gentino. Eso aconteció el 19 de
marzo de 1865.
El gobierno de Mitre -y naturalmente la prensa- ocultaron la declaración de guerra
paraguaya durante 25 días. Sabían que la guerra era muy impopular en el país por
lo que convenía presentar al Paraguay como agresor. A tal e- fecto, fueron dejados
en el puerto de Corrientes dos pequeños buques de guerra que los paraguayos
apresaron el día 13 de abril al ocupar la ciudad de Corrientes, donde nadie les
ofreció resistencia. Argentina pudo declarar la guerra considerándose agredida.
El 1º de mayo de 1865 se firmó el tratado de la Triple Alianza (Brasil, Argenti- na y
Uruguay, ya gobernado por Venancio Flores).

TRATADO de la TRIPLE ALIANZA


 La guerra no se haría contra el pueblo paraguayo, sino contra Solano López (el
"Atila de América", según la prensa porteña). No cesaría hasta no deponerlo y, de
continuar la resis- tencia de los paraguayos, hasta la extenuación.
 Las operaciones terrestres serían comandadas por Mitre y las navales por el
vizconde de Tamandaré.
 Se respetaría la integridad territorial del Paraguay, pero Brasil y Argentina se
incorpora- ban sus pretensiones territoriales. Paraguay sería despojado de la soberanía
de sus ríos.
 Paraguay se haría cargo de los gastos de la guerra.
 El tratado quedaría secreto.
Protocolo adicional:
 Serían demolidas las fortificaciones de Humaitá y no se dejarían armas ni elementos
de guerra al Paraguay una vez vencido.

La guerra comprendió dos momentos:

1) LA OFENSIVA PARAGUAYA.
2) LA DEFENSA PARAGUAYA.

LA OFENSIVA PARAGUAYA: 1865


 Las fuerzas de Solano López, divididas en dos grandes cuerpos, avanzaron
paralelo uno del otro: por la ribera del Uruguay (general Estigarribia), por la ribera
del Paraná (general Robles).
 El cuerpo de Robles detuvo su avance luego de la derrota y destrucción de la
escuadra paraguaya en Riachuelo, por su similar brasileña. Retrocedió hasta la
ciudad de Corrientes y luego retornó a territorio de Paraguay.

 El cuerpo de Estigarribia llegó a ocupar Uruguayana, quedando rodeado por el


grueso de las fuerzas aliadas, frente a las que capituló.
 La impopularidad de la guerra en el interior de la Argentina generó dificultades
al gobier- no de Mitre cuando deben reunirse las milicias de las provincias. Al propio
Urquiza se le desbandaron parte de las fuerzas entrerrianas.

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LA DEFENSA PARAGUAYA: 1866-1870
 La invasión a territorio paraguayo presentó grandes dificultades por la
naturaleza del terreno (pantanos y esteros) y la resistencia de las fuerzas de López.
Buscando abrirse ca- mino hacia la fortaleza de Humaitá, los aliados logran vencer
en Tuyuty (entre 10 y 12.000 muertos de ambos bandos); pero, a continuación, son
derrotadas en Boquerón. La conduc- ción por parte de Mitre comenzó a ser
cuestionada por los jefes aliados.
 En desacuerdo con el proyecto de aniquilar al Paraguay y repartirse luego sus
despo- jos, el gobierno británico dio publicidad al tratado de la Triple Alianza (que
se mantenía en secreto). Ello, produjo indignación en toda Hispanoamérica (la
"triple infamia"). Una entre- vista entre Solano López y Mitre no condujo a ninguna
solución.
 Como Brasil deseaba apurar el desenlace, Mitre ordenó el asalto a la posición
de Cu- rupayty. En medio de errores de todo tipo, murieron 10.000 soldados
argentinos.

 La resistencia en el interior: Numerosas personalidades de las letras condenaron


la guerra, entre ellos Juan Bautista Alberdi, Carlos Guido y Spano, Olegario
Andrade y José Hernández. A fines de 1866 comenzó en Mendoza la revolución de
los "colorados", a la que se sumaron antiguos caudillos federales como Felipe
Varela, Santos Guayama y Juan Saa.

 Pronto se plegaron casi todas las provincias cordilleranas. Pese a que fue
convocado a en- cabezar la rebelión, Urquiza no respondió.
Mitre se vio obligado a dejar el mando en Paraguay y destinar fuerzas del ejército
para re- primir el movimiento. Las derrotas de Saa en San Ignacio y de Varela en
Pozo de Vargas a manos del santiagueño Antonio Taboada, aliviaron en algo la
situación, agravada por una epidemia de cólera originada en el teatro de la guerra.
 Gran Bretaña no deseaba el exterminio del Paraguay y la hegemonía absoluta
de Brasil. Por esa razón realizó varias maniobras (entre ellas logró el apartamiento
de Elizalde -hom- bre de Brasil- como canciller) y ofreció una nueva mediación.
Tropezó con la negativa de López a abandonar su patria. Mitre, por su parte, tras
nuevas demostraciones de su impe- ricia militar, abandonó definitivamente el frente
al producirse la muerte del vicepresidente Marcos Paz.

 A cargo de la guerra casi con exclusividad, Brasil lanzará una gran ofensiva que,
des- pués de la derrota de Humaitá (última victoria paraguaya), logró desmantelar
y ocupar a- quella fortaleza. Con la masacre del pueblo paraguayo y sabiendo que
la guerra cesaría cuando se entregara López, hubo un complot. Pero el mariscal lo
descubrió y ejecutó a los responsables, aunque entre ellos estaban dos de sus
hermanos y el obispo de Asunción. Los aliados entraron en Asunción en enero de
1869 e instalaron un gobierno amigo. No obstante, recién un año después (marzo
de 1870), López fue alcanzado y muerto en Cerro Corá.

Brasil se apropió del máximo de sus aspiraciones territoriales. El canciller del nuevo
presidente Sarmiento, Mariano Varela renunció a parte de las pretensiones
argentinas a partir del concepto de que "la victoria no da de- rechos", reteniendo
para la Argentina el territorio de las actuales provincias de Misiones, Chaco y

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Formosa. La porción comprendida entre los ríos Verde y Pilcomayo fue sometida
al arbitraje del presidente de los EEUU, Ruther- ford Hayes quien, en 1876, falló a
favor del Paraguay.

FIN DE LA BOLILLA XI

________________________

BOLILLA XII: Punto 1


LA CRISIS DE 1880. LA CONCILIACIÓn DE 1877, AUTONOMISTAS Y
NACIO- NALISTAS, MUERTE DE ALSINA, FRACTURA DEL
AUTONOMISMO. LA SU- CESIÓN PRESIDENCIAL, LA LIGA DE
GOBERNADORES, LAS CANDIDATU- RAS A PRESIDENTE, ELECCIONES Y
GUERRA CIVIL. DERROTA DE LOS CONCILIADOS, LA NUEVA SITUACIÓN
POLÍTICA. CREACIÓN DEL PARTIDO AUTONOMISTA NACIONAL.

ANEXO
Antes de iniciar el Punto 1, haremos una síntesis de las presidencias de Sar- miento y
Avellaneda, para poder entender la situación del país hacia 1880.

DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO: 1868-1874

En 1868 debían efectuarse las elecciones presidenciales. Pese a que Mitre había
anunciado su prescindencia en la contienda electoral, se sabía que Rufino de Elizalde
(propuesto por el Partido Nacional o Nacionalista) era su candidato preferido,
habiendo ya criticado las candi- daturas de Urquiza (fuerte en el interior pero sin
chances en Buenos Aires), Alberdi (más o menos en la misma situación) y Adolfo
Alsina (fuerte en Buenos Aires pero sin chances en el interior).
Elizalde era apoyado por Brasil debido a que era quien había iniciado en 1864 las
tratativas para la alianza, y por consiguiente quien ofrecía "garantías al Brasil para
la observancia de los tratados y, en general, para el mantenimiento de las buenas
relaciones internacionales". Por las mismas razones, era quien pagaba el costo
político de la guerra del Paraguay.
El Partido Autonomista pudo ganar las elecciones de 1866 para gobernador de
Buenos Ai- res debido, entre otras razones, a que los más importantes comandantes
de frontera -que e- ran quienes digitaban las elecciones en la campaña a favor de los
candidatos nacionalistas- estaban en el frente de guerra.
Un grupo de oficiales del ejército, entre quienes se contaba el coronel Lucio V.
Mansilla, proclamó la candidatura de Domingo Faustino Sarmiento, quien se
hallaba en misión oficial en Estados Unidos; ésta fue apoyada por los liberales de 6
provincias.
Sorpresivamente, "Tribuna", el órgano de los autonomistas, proclamó la fórmula
Sarmiento- Alsina. El Club Libertad la ratificó. Adolfo Alsina abdicó sus
aspiraciones presidenciales, de- jando para cuando el Partido Autonomista tuviera
alcances nacionales la búsqueda de aquel objetivo.

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Pese a los esfuerzos de los mitristas, que llegaron a sugerir la fórmula Elizalde-
Urquiza, la elección se definió en el Colegio Electoral, donde la fórmula Sarmiento-
Alsina obtuvo mayo- ría. Asumieron el 12 de octubre de 1868.
Algunos aspectos de la presidencia de Sarmiento:
 Reparando el incumplimiento de la Constitución Nacional que ordenaba la
realización de un censo cada diez años, en 1869 se realizó el Primer Censo Nacional
que arrojó los si- guientes resultados:
Población total del país: 1.736.700 habitantes
Población de la ciudad de Bs. As.: 178.000 habitantes
Extranjeros: 211.000 habitantes
Población rural: 65%
 La política educativa -a cargo del ministro Nicolás Avellaneda- arrojó
importantes resul- tados: se fundaron 5 colegios nacionales, 2 escuelas normales,
numerosas bibliotecas y cursos nocturnos, el Observatorio de Córdoba, el Colegio
Militar de la Nación y la Escuela Naval Militar.
 En lo económico, se continuó apelando -y favoreciendo- al capital extranjero,
especial- mente en el terreno de los ferrocarriles: el Estado subvencionó al
Ferrocarril Sur para la ex- tensión de sus líneas; se hizo cargo de crear nuevos
ramales (a Cuyo y al norte) del Ferroca- rril Central Argentino y, por el contrario,
permitió el estancamiento del Ferrocarril del Oeste (estatal). Se contrató en Londres
un empréstito de 30 millones de pesos destinado a los fe- rrocarriles.
 Sarmiento vetó varias leyes fijando la capital de la República: en Rosario o en
un rectán- gulo alrededor de Villa María y Villa Nueva (Córdoba).
 En 1871, la república padeció una epidemia de fiebre amarilla, secuela de las
enfermeda- des generadas por la guerra del Paraguay.
 El gobierno de Sarmiento tuvo dificultades internacionales que pudieron
conducir a nue- vas guerras: con Brasil (disgustado por la doctrina Varela) y con
Chile (que basándose en o- piniones del propio Sarmiento pretendía extender su
dominio a la Patagonia).
 Finalmente, reprimió los movimientos de Ricardo López Jordán (1870/71 y 1873)
intervi- niendo militarmente en Entre Ríos. El asesinato de Justo José de Urquiza -
que poco antes se había reconciliado con Sarmiento- por la revolución federal de
López Jordán fue perpe- trado en venganza de lo que se consideraba su traición al
compromiso que una vez había asumido con las provincias: llamado por Peñaloza y
Felipe Varela, había asistido impávido a sus derrotas y al saqueo del interior.
Muchos federales concurrieron a apoyar a López Jor- dán, pero fueron derrotados
en Ñaembé por las tropas nacionales y debieron huir al Brasil. Allí, José Hernández,
uno de los revolucionarios federales, comenzó a escribir su "Martín Fierro", en
oposició a la política de Sarmiento.

NICOLÁS AVELLANEDA: 1874-1880

Sarmiento había asumido la presidencia sin un partido político propio. Sin embargo,
por la política aplicada en el interior, cuando finalizaba su mandato controlaba todo
el país, con excepción de Santiago del Estero que respondía a Mitre. En desacuerdo
con las candidatu- ras de Mitre y Alsina, propuso a su ministro Nicolás Avellaneda,
que había realizado una gran labor. Alsina, entendiendo nuevamente las
limitaciones del Partido Autonomista en el interior, lo apoyó también.

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En octubre de 1871, al inaugurarse la Exposición de Córdoba, Sarmiento expresó a
los go- bernadores presentes que su candidato era Avellaneda.
En febrero de 1874 se hicieron las elecciones para diputados, y en abril para
presidente. En las primeras hubo grandes discusiones y acusaciones (mitristas) de
fraude y violencia. Si bien el binomio Nicolás Avellaneda-Mariano Acosta triunfó
con amplitud, los resultados fue- ron muy parejos en la elección de diputados, y el
Congreso tardó demasiado en expedirse: la diferencia por la que ganó el gobierno a
los mitristas era menor a 300 votos.
Entonces, los nacionalistas comenzaron la rebelión: José C. Paz lanzó un manifiesto
revolu- cionario en setiembre y se sublevaron distintos jefes militares, como
Arredondo (Córdoba y Mendoza) y Rivas (en Azul). Avellaneda asumió el 12 de
octubre en medio del alzamiento.
A fines de aquel mes, Mitre se puso al frente del movimiento.
No obstante, los insurrectos fueron derrotados por el teniente coronel Inocencio
Arias (de- rrotó a Mitre en La Verde y luego lo obligó a rendirse en Junín) y el
coronel Julio Argentino Roca (venció a Arredondo en Santa Rosa).
Los jefes militares -incluído Mitre- fueron sometidos a Consejo de Guerra, siendo
condena- dos a 8 años de destierro. No obstante, pocos meses después, el Congreso
sancionó una ley de amnistía.
Algunos aspectos de la presidencia de Avellaneda:
 En Europa se observaban signos de una crisis de superproducción en el mercado
textil: se habían fabricado más telas de las que se podían vender en ese momento
para el merca- do disponible. El capitalismo, que haste ese momento era de libre
concurrencia (es decir, que participaban en la misma rama de producción
numerosas fábricas) había comenzado sus crisis periódicas. Fueron a la quiebra las
pequeñas empresas que no podían bajar los precios y sobrevivir sin ganancias, y se
produjo la concentración de los capitales en me- nos manos.
Cuando terminó este período de crisis, algunas de las grandes empresas se habían
trans- formado en monopólicas, pudiendo controlar ellas solas la producción y los
precios. Inclu- so, al avanzar la concentración se produjo la fusión del capital
industrial con el bancario, surgiendo el capital financiero que podía llegar a
controlar sectores claves de la economía de un país.
La crisis de 1873 repercutió en la Argentina en los años siguientes: los precios de la
lana ba- jaron abruptamente e incluso no había mercados para colocarla. Aumentó
nuestro déficit en el comercio exterior y nuestra deuda por los productos industriales
que seguíamos adqui- riendo. Se paralizaron las inversiones, quebraron
establecimientos (entre ellos el Banco Na- cional) y se volvieron a Europa muchos de
los inmigrantes que habían llegado.
Avellaneda, interesado en mantener el flujo de capitales y de inmigrantes, pensó que
no de- bíamos suspender el pago de los intereses y amortizaciones de la deuda
externa, y que te- níamos la obligación de mantener nuestro honor pagando lo que
correspondía ("ahorrare- mos sobre el hambre y la sed de los argentinos").
Para poder hacerlo, rebajó un 15% los sueldos y las pensiones, suspendió obras
públicas, no pagó a los acreedores internos y se atrasó 6 meses en el pago de los
salarios de los em- pleados. Se decretó el curso forzoso del papel moneda, y se emitió
más (aunque se depre- ciase con respecto al precio del metal) a fin de tener
circulante.
El gobierno de Santa Fé necesitaba que el Banco de su provincia no cerrara. Le pidió
res- paldo al Banco de Londres de Rosario, pero éste, prefirió competir requiriendo
el equiva- lente en oro de todos los billetes emitidos por el Banco de Santa Fé. El

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gobierno santafesi- no dispuso su intervención, incautando el oro y cerrando el
Banco de Londres. El gobierno británico envió entonces una cañonera al puerto de
Rosario y al abogado del banco, Manuel Quintana a presionar. El canciller
Bernardo de Irigoyen protestó por la medida, pero el bu- que recién fue retirado
cuando el gobierno nacional le prestó al Banco de Santa Fé el dine- ro, de modo de
devolver el oro incautado. El Banco de Londres fue autorizado a reabrir sus puertas.
Un resultado positivo de la crisis fue el surgimiento de una tendencia -todavía
tímida- al proteccionismo industrial. Al debatirse la Ley de Aduana de 1876, el
diputado Carlos Pelle- grini logró que se aumentasen un 40% los aforos de los
productos similares a los fabricados en el país (harina, tabaco, arreos, aguardiente,
ropa hecha).
 Otros aspectos se estudian en los puntos siguientes.
_________________________

La "conciliación" de 1877:
En 1876, con un gobierno desgastado por la crisis económico-financiera, el mitrismo
volvió a conspirar, aunque manteniendo a Mitre al margen. Para colmo de males,
Ricardo López Jordán retornó de su exilio, iniciando su ter- cera revolución en
Entre Ríos (tal vez tuviera alguna relación con el mitrismo).
El gobierno de Avellaneda declaró el estado de sitio y varios diarios que res- pondían
a Mitre ("La Nación" y "La Prensa") fueron clausurados. López Jor- dán por su
parte, fue rápidamente vencido por fuerzas nacionales y tomado preso, siendo
juzgado por los tribunales federales de Paraná (escaparía de su prisión y sería
amnistiado más tarde por Juárez Celman).
A esa altura de los acontecimientos, El ministro de Guerra, Adolfo Alsina, co-
menzaba a ver con preocupación la unidad del Partido Autonomista y sus
posibilidades de ser el sucesor de Avellaneda. Las candidaturas para el go- bierno
de la provincia de Buenos Aires mostraron la vigencia de un grupo de jóvenes
autonomistas (Aristóbulo del Valle, Leandro Alem y Dardo Rocha) poco inclinado a
someterse a las directivas del viejo jefe.
La celebración de un funeral por "las víctimas de la tiranía" (respuesta a un ho-
menaje similar promovido por los familiares de Rosas a propósito de su muerte en
Inglate- rra), dieron a Alsina la posibilidad de encontrarse con Mitre, sellando su
en- cuentro con un abrazo público.
Aquel hecho abrió camino a la "conciliación", un "pacto de caballeros" que, en un
principio, sólo perseguía restituir a Mitre y a sus camaradas de 1874 sus grados
militares, pero que culminaría con la formación de un gabinete nacional
"conciliado".
En el interior, la "conciliación" no arrojó resultados positivos y generó situa- ciones
revolucionarias. Pero, en Buenos Aires, las cosas fueron mejor y Car- los Tejedor se
convirtió en el candidato a gobernador de Buenos Aires, fruto del acuerdo. En
cambio, Alsina no pudo evitar la ruptura del Partido Autono- mista, ya que la
juventud se separó constituyendo el Partido Republicano. Del Valle, Rocha, Alem,
entre otros, entregaron el liderazgo del mismo a Sar- miento. En las elecciones que
consagraron gobernador a Tejedor, los repu- blicanos fueron derrotados por los
"conciliados", generando desórdenes en las mesas electorales.
De improviso, cuando todo parecía arreglado para asegurar la presidencia a Alsina,
éste murió después de sufrir una indisposición mientras inspeccio- naba un fortín en
Carhué (se dijo que había ingerido un alimento en mal estado).

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La sucesión presidencial:

Para 1878, todo parecía asegurar la presidencia de la república a Carlos Teje- dor,
el gobernador de la provincia de Buenos Aires. Lo apoyaba el autono- mismo otra
vez unificado después de la muerte de Alsina, lo apoyaban los mitristas y lo apoyaba
el joven y hábil comandante de Río IV, el flamante ge- neral Julio A.Roca que,
pacientemente, estaba organizando una liga de go- bernadores a partir de su dominio
político sobre las provincias de Cuyo (luego de la victoria en Santa Rosa) y Córdoba
(por la acción de su pariente Miguel Juárez Celman).
Pero, Tejedor era enemigo de la politiquería, era soberbio y de mal carácter.
Además, carecía de tacto: al asumir el gobierno provincial se había referido al
gobierno nacional llamándolo "huésped". En poco tiempo, comenzó a per- der sus
apoyos políticos. Los jóvenes autonomistas (llamados ahora "pu- ros") lo
abandonaron cuando Mitre se dispuso a apoyarlo. Roca, que pla- neaba su
expedición al desierto, no recibió seguridades de Tejedor de que sería su ministro de
Guerra (Tejedor sostenía que la Patagonia y la Pampa pertenecían a la provincia de
Buenos Aires), por lo que dejó de sugerir su nombre y también su liga de
gobernadores, creada para defenderse del mitrismo. Todas estas alternativas
llevaron a primer plano la figura de Roca, cuya candidatura fue sugerida por Dardo
Rocha, uno de los "puros".
Entre abril y julio de 1879, mientras se proclamaba la fórmula Tejedor-Las- piur,
el general tucumano llevaba adelante su campaña al desierto. Saturni- no Laspiur
era, por entonces, ministro del Interior de Avellaneda. Con su in- tervención había
favorecido el dominio de los mitristas en Corrientes. Aho- ra, trataba de repetir el
juego en La Rioja.
La situación empezó a complicarse por todas partes. El presidente Avellane- da,
poniéndose de parte de Roca, desautorizó a Laspiur, que renunció a su cargo de
ministro.
Roca, recibido en triunfo en Buenos Aires, perdió de un día para otro su po-
pularidad. Una ola de desenfrenado localismo inundó la ciudad. El presiden- dente,
un provinciano, era llevado de la nariz por un militar, también provin- ciano-.
Tejedor pronunciaba palabras belicosas, mientras Mitre agitaba las a- guas de
manera disimulada.
El nuevo ministro del Interior fue Sarmiento. Suponiendo que podría emerger como
una alternativa entre Tejedor y Roca, intentó crearse situaciones favo- rables a su
candidatura en el interior, interviniendo Jujuy. Desautorizado por Avellaneda
también se alejará.
Fue entonces que surgió el problema de las milicias. Tejedor comenzó por prohibir
a las fuerzas nacionales acantonadas en la ciudad de Buenos Aires realizar
ejercicios. Paralelamente, reivindicó el derecho de la provincia a or- ganizar la
guardia nacional. Pudo llegarse a una transacción y sancionarse una Ley de Milicias
en 1879: las provincias podrían organizar sus milicias, pero no podrían convocarlas
6 meses antes de una elección; además, Roca abandonaría el ministerio de Guerra,
siendo reemplazado por Carlos Pellegri- ni.
Por sugerencia de "La Nación", Tejedor pudo eludir la norma recién saciona- da al
crearse la "Sociedad de Tiro y Gimnasia", a fin de que la juventud por-teña pudiera
adiestrarse para "la defensa de Buenos Aires". Simultáneamen- te, la provincia
armó a los bomberos voluntarios, a los cuerpos de vigilantes y a los guardia cárceles,
adquiriendo armas y municiones del extranjero sin respetar las disposiciones

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legales. En medio de ataques e insultos de la prensa contra Avellaneda y Roca, de
agresiones y burlas a los legisladores de las provincias y de provocaciones a los
cuerpos militares nacionales, se llegó a 1880.

La guerra civil:
Entre febrero y abril de aquel año debían efectuarse tres elecciones:
 Renovación de la legislatura porteña: ganaron los "conciliados" de Tejedor.
 Renovación de diputados nacionales: ganaron los "conciliados" en Buenos Aires;
en el resto de las provincias, los que apoyaban a Roca.
 Elección de electores para presidente: ganaron los partidarios de Tejedor en
Buenos Aires y Corrientes; en el resto del país, los roquistas.

Entre abril y junio, a medida que crecía la tensión, fueron incesantes las tra- tativas,
conferencias y encuentros en busca de una salida pacífica. Roca se mantuvo firme
ante los pedidos de renuncia que se le formularon. No obs- tante, después de un
encuentro entre Roca y Tejedor a bordo de un vapor en el río Luján, volvió por un
momento a barajarse el nombre de Sarmiento.
Sin embargo, Roca y Pellegrini estaban decididos a desencadenar la lucha. El 1º de
junio, un contingente de fuerzas nacionales que trataba de impedir el desembarco
de armas para los porteños debió retirarse ante la presencia de fuerzas de Buenos
Aires. Pellegrini convenció a Avellaneda que el gobierno de Tejedor había
comenzado la guerra. El presidente dispuso entonces el traslado de los poderes
nacionales al pueblo de Belgrano. Allí:

1) Declaró el estado de sitio y movilizó las fuerzas nacionales.


2) Estableció por decreto que Belgrano se convertía en capital provisoria.

En Belgrano, el Senado estaba casi completo. En cambio, la cámara de Di- putados


no reunía el quórum necesario. En Buenos Aires, el resto de los di- putados tampoco
alcanzaban el número requerido. Frente a las dudas cons- titucionales de
Avellaneda, Roca propuso admitir a los diputados de Córdo- ba, cuyos diplomas
habían sido cuestionados por los porteños y declarar di- mitentes a los legisladores
ausentes.
También se cuestionaba la legalidad del decreto que convertía Belgrano en capital
provisoria. Se decía que violaba la Ley de Residencia. El gobierno respondió que
aquella ley fijaba un plazo de cinco años que ya había venci- do.
Sin que se disparara un tiro fueron transcurriendo los días. Pero, cuando el 13 se
conocieron los resultados de los colegios electorales, la situación que- dó tal como se
preveía: se impuso la fórmula Julio A.Roca-Francisco Made- ro. Poco después,
comenzaron las acciones militares.
Hubo combates en Barracas, Puente Alsina, Constitución y los Corrales. El número
de muertos fue muy elevado, pero las fuerzas nacionales no logra- ron ventajas. El
mando porteño fue entonces confiado a Mitre, que recelaba del apoyo popular que
acompañaba la causa de Buenos Aires y no creía en la posibilidad de una victoria.
Mitre se presentó en Belgrano para iniciar las conversaciones de paz, las que fueron
completadas luego de la entrevista entre Avellaneda y el vicego- bernador de Buenos
Aires, José María Moreno. Allí, acordaron un "pacto de caballeros" que establecía:

 Tejedor abandonaría el gobierno de Buenos Aires.

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 El mismo, quedaría en manos de Moreno, con total acatamiento a los poderes
naciona- les.
 Continuaría el estado de sitio para evitar excesos.
 Las milicias y cuerpos porteños serían desarmados.
 No se procesaría a nadie.
En los días siguientes, Dardo Rocha, con los autonomistas que seguían a Roca en
Buenos Aires (Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen, Torcuato de Alvear,
Antonino Cambaceres) decide la organización de un Partido Au- tonomista a nivel
nacional: se llamaría Partido Autonomista Nacional (PAN).

Punto 2:
LA FEDERALIZACIÓN DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. LA PROVINCIA
IN- TERVENIDA, CONSTITUCIÓN DE UNA NUEVA LEGISLATURA. EL
PROYEC- TO DE LEY DE CAPITAL EN EL CONGRESO NACIONAL,
SANCIÓN. EL DE- BATE EN LA LEGISLATURA PROVINCIAL.
El "pacto de caballeros" entre Avellaneda y Moreno no satisfizo a nadie.
Entre los revolucionarios, muchos se preguntaban por qué se había capitu- lado si
la victoria militar era posible. En el campo de los nacionales -espe- cialmente Roca-
se consideraba que el arreglo dejaba intacto el poder del e- nemigo.
El Congreso de Belgrano, convertido en vocero de las aspiraciones de Ro- ca,
terminaría apartándose de Avellaneda, convertido en una figura intras- cendente.
Nuevamente volvió a plantearse la cuestión de la capital de la Re- pública, que Roca
quería llevar a Rosario. Por otra parte, la Corte Suprema de Justicia no se reunía
para no tener que pronunciarse sobre temas tan di- fíciles como:

1) El decreto que declaraba capital a Belgrano.


2) El decreto que establecía el estado de sitio.
3) El hecho de que Avellaneda designase al coronel José María Bustillo -en plena
guerra civil- como comisionado nacional en la campaña bonaerense, lo que
constituía una ver- dadera intervención a la provincia.

En agosto, los hechos fueron precipitándose:


 Moreno pidió al gobierno nacional que se permitiera la reincorporación de los
diputados cesanteados como prueba de buena voluntad. La cámara de Diputados
de la Nación respondió invitando a Avellaneda a llamar a elec- ciones para cubrir
los puestos cesantes.
 La legislatura bonaerense, a su vez, declaró inconstitucional el traslado de la
capital a Belgrano sin existir una previa cesión del territorio. El Con- greso
Nacional respondió disolviendo la legislatura de Buenos Aires (el pre- texto fue que
al presidente del Senado bonaerense Juan José Romero se le había negado el uso de
la palabra cuando pidió explicaciones sobre los gastos miltares que había realizado
el gobierno de Tejedor).

Avellaneda se sintió desautorizado y presentó la renuncia declarándose en- fermo.


No le fue aceptada, porque el vicepresidente Mariano Acosta era "re- belde" (según
expresiones de Juárez Celman). Convencido, entre otros por Roca, Avellaneda
volvió al poder y vetó la ley que disolvía la legislatura pro- vincial, pero el legislativo
insistió.

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Rápidamente y sin oposición se cumplieron las disposiciones y el comisio- nado
Bustillo llamó a elecciones de diputados nacionales para cubrir los puestos cesantes
(ganó Dardo Rocha con el flamante PAN). José María Moreno, ig- norado por
todos, abandonó el gobierno de Buenos Aires.
Correspondía ahora abordar legislativamente la "cuestión capital".

El proyecto de ley de federalización de Buenos Aires:


El 24 de agosto de 1880, Avellaneda envió al Senado el proyecto declarando capital
de la República al municipio de Buenos Aires.

LEY DE FEDERALIZACIÓN DE BUENOS AIRES


 Se declaraba capital de la República al municipio de Buenos Aires, bajo sus límites
ac- tuales.
 Todos los edificios públicos situados en el municipio quedaban bajo jurisdicción de
la Nación sin que los municipales perdieran su carácter.
 Los Bancos Provincia, Hipotecario y Monte de Piedad quedaban bajo jurisdicción
pro- vincial, así como los ferrocarriles y telégrafo.
 La Nación tomaría sobre sí la deuda externa de la provincia.
 El gobierno de la provincia podría seguir funcionando en la ciudad de Buenos Aires.
 Hasta que el Congreso Nacional no organizase la administración de justicia,
seguirían ejerciéndola los tribunales provinciales.
 La ley regiría una vez que la Legislatura provincial hiciera la cesión
correspondiente.
 FUE SANCIONADA EL 20 DE SETIEMBRE DE 1880.

Esta ley se complementaba con otras dos:

 Si hasta el 30 de noviembre la legislatura no hubiese hecho la cesión, debía


convocarse a una convención constituyente para designar la capital.
 Hasta que se produjera la cesión, las autoridades nacionales residirían en Buenos
Aires, quedando sin efecto la disposición que declaraba a Belgrano capital
provisoria.

La solicitud de cesión formulada a la legislatura, ya reconstituida, fue apro- bada en


el Senado. En cambio, en Diputados, el diputado Leandro Alem opu- so una fuerte
resistencia: se lamentó de que el autonomismo, creado para defender los derechos
de la provincia, fuera ahora el que propiciara aquella ley; también expresó que
Buenos Aires se convertiría "... en el nido de un go- bierno tan fuerte que terminaría
absorbiendo toda la fuerza de los pueblos".
El proyecto, que terminaría aprobado, fue defendido por José Hernández y carlos
D'Amico.
El 12 de octubre de 1880, Roca y Madero asumieron.

Punto 3:
OCUPACIÓN DE LOS TERRITORIOS NACIONALES, LA "EXPEDICIÓN AL
DE- SIERTO" DE 1832, AMPLIACIÓN DE LAS FRONTERAS EN EL SUR. LEY

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SAN- CIONADA EN 1862 DELIMITANDO EL TERRITORIO DE CADA
PROVINCIA, LEY DE 1872 SOBRE EL GOBIERNO EN LOS TERRITORIOS
NACIONALES, LEY DE 1878 ESTABLECIENDO NUEVA DELIMITACIÓN. LA
"CAMPAÑA DEL DESIERTO" DE 1878, EL REPARTO DE TIERRAS. LEY DE
1882 ESTABLE- CIENDO LAS NUEVAS GOBERNACIONES.
La necesidad de ganar tierras hacia el sur para destinarlas a la cría del gana- do
había constituido uno de los objetivos constantes de los diversos gobier- nos surgidos
a partir de 1810. Sin embargo, apenas se habían materializado algunas pequeñas
iniciativas de carácter defensivo frente a las incursiones de los indios. El principal
avance de la frontera se registró a fines de la déca- da de 1820 con la fundación del
fuerte de Bahía Blanca y de varias poblacio- nes como Azul, Tandil y Tapalqué.
Concluído su primer gobierno, Rosas emprendió una campaña de la que to- mó
parte al frente de la columna principal, aunque el mando superior de la expedición
correspondió a Juan Facundo Quiroga.
El momento culminante de la campaña se produjo cuando el general Ángel Pacheco
tomó posesión de la isla de Choele-Choel en el río Negro.
Aunque se ganaron para la civilización casi 3.000 leguas de tierras, el objeti- vo de
Rosas fue la pacificación más que la conquista.
Después de la expedición de 1833, quedaron dentro del territorio argentino:

 Los borogas del cacique Rondeau en la zona de Guaminí.


 Los pampas del cacique Catriel "el Viejo" en la zona de Carhué.
 Los ranqueles del cacique Payné en los cañaverales del norte.
Rosas hizo imposible los grandes malones al controlar el "camino de los chi- lenos"
(a través de los valles de los ríos Colorado y Negro) con fortificacio- nes avanzadas.
Además, firmó tratados de paz con todos ellos.
Rondeau fue remiso en el cumplimiento de sus compromisos, por lo que Ro- sas
llamó de Chile al gulmen araucano Calfucurá, quien eliminó a Rondeau y a los
principales capitanejos, absorbiendo a los borogas.
Más tarde, Calfucurá invitó a todos los pueblos del "desierto" a colocarse bajo su
conducción ya que "su misión era unir a la gran familia araucana en un vasto e
invencible imperio"
En 1836, Rosas y Calfucurá (a través de su hijo Namuncurá) suscribieron la Paz del
Pino:

 Calfucurá, reconocido como Gran Gulmen de la Pampa, se comprometía a


impedir los malones o avisar a las autoridades fronterizas.
 Sería reconocido representante único del gobierno entre los indios; se reconocía
argen- tino y recibía el grado de coronel
 El gobierno le enviaría a sus toldos de Salinas Grandes anualmente, yeguas,
vacas, be- bidas, ropas, yerba, azúcar y tabaco.

El acuerdo dio resultados relativamente positivos y, durante la época de Ro- sas


fueron pocos los malones. En varias ocasiones, Calfucurá devolvió los animales y
cautivos capturados durante alguna incursión.
Las convulsiones que siguieron a la caída de Rosas dejaron poco protegida la
frontera. Ya en abril de 1852 los indios asolaron la frontera sur y pusieron sitio a
Bahía Blanca. Tentado por el gobierno de Buenos Aires y por el de la Confederación,

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Calfucurá simulaba volver a su actitud pacífica, pero no cum-plía. En 1855, el
ministro de Guerra de Buenos Aires, Bartolomé Mitre fue de- rrotado por Calfucurá
y Catriel en Sierra Chica. El gobierno pactó con el se- gundo, haciéndolo coronel y
entregándole abundantes provisiones, pero Ca- triel carecía de fuerza para oponerse
a Calfucurá, por lo que se refugió con su gente en Azul, poniéndose bajo la
protección de las autoridades porte- ñas.
En 1864, la línea de fortines fue rebasada por los indios que atacaron varias
poblaciones en Buenos Aires, sur de Mendoza y de San Luis. Asumida la presidencia
por Sarmiento, el gobierno se vio obligado a ceder ante las exi- gencias de Calfucurá,
ordenando la evacuación del fuerte de Choele-Choel, sobre el río Negro.
Entre 1870 y 1872, los intentos del gobierno nacional de reconstituir la línea
defensiva son constantemente frustrados por incursiones de los indios que logran
arriar miles de cabezas de ganado hacia Chile. Las fuerzas naciona- les, constituidas
por gauchos llevados por la fuerza, mal armados y mal montados, se mostraron
impotentes.
En marzo de 1872, Calfucurá lanzó una gran invasión de todos los pueblos del
desierto (alrededor de 6.000 hombres) para vengar la afrenta inferida a dos caciques
que habían sido remitidos presos a la isla de Martín García. Sin embargo, las fuerzas
nacionales lograron interceptar al gulmen (que con- ducía un gran arreo) en San
Carlos, partido de Bolívar. Allí, la superioridad del armamento de los blancos
decidió la derrota del anciano jefe araucano que, agobiado por la pena, murió al año
siguiente, dejando a su hijo Namun- curá al frente de la confederación india.
Todavía los indios intentarían desalojar a sus enemigos a principios de 1876. Era
ministro de Guerra de Avellaneda, Adolfo Alsina, que pretendía llevar la línea
defensiva hasta Carhué y Guaminí. Namuncurá negó el permiso y, tras difíciles
negociaciones que el ministro alargó para ganar tiempo, se produjo la llamada
"invasión grande" de casi todos los pueblos del desierto, que a- soló la zona de Azul
y Tandil. Sin embargo, no tardaron en imponerse los nuevos fusiles remington de las
tropas nacionales. En varios combates, se produjo un verdadero exterminio de los
indios.
Alsina comenzó entonces a poner en práctica un nuevo sistema defensivo: una zanja
de 3 varas y medio de ancha por 2 varas y medio de profundidad. La Zanja de Alsina
correría desde el sur de la provincia de Buenos Aires has- ta Mendoza, pasando por
el sur de Córdoba. Tenía por objeto dificultar el re- torno de los malones, cuando
venían arriando el ganado capturado. La zan- ja estaría jalonada por una extensa
línea de fortines.
Mientras tanto, nuevos enfrentamientos que tuvieron como protagonistas al coronel
Conrado Villegas y al cacique Pincén determinaron la casi total de- saparición de
los indios "de lanza", en tanto las represalias de los blancos se destacaron por su
ferocidad. Correspondía completar la total ocupación de los territorios del sur.

Dos razones justificaban esta decisión:

 Alcanzar las faldas orientales de la cordillera para anticiparse a una eventual


ocupación chilena.
 Ganar millones de hectáreas de tierras fértiles para desarrollar el destino
agroexporta- dor que habían delineado los hombres de la generación liberal-
romántica.

Leyes sobre los territorios nacionales:

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Una serie de leyes fue precisando la configuración de la República a medida que se
iban ganando territorios al "desierto":

LEY DE 1862: Delimitando el territorio de las provincias.


 El "despoblado" fuera de las provincias sería territorio nacional. La línea
seguiría los fortines existentes. No se tomaron en cuenta las objeciones de algunos
legisladores que sostenían que aquellas tierras pertenecían históricamente a las
provincias y que no se o- cupaban por razones de fuerza.

LEY DE 1872: Organizando el gobierno de los territorios nacionales.


 Esta ley respondía al hecho de que habían sido paulatinamente pobladas algunas
tie- rras, más allá de los límites de 1862, en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Santa
Fé y el Cha- co. El objeto de la misma se vinculaba con la situación de Villa
Occidental ocupada desde la guerra del Paraguay.

LEY DE 1878: Autorizando la expedición al desierto.


 El gobierno de Tejedor sostuvo que las leyes de 1862 y 1872 habían sido medidas
pro- visorias, sin que Buenos Aires hubiera hecho renuncia de sus derechos
históricos; otro tanto sostenían Mendoza, San Luis, Córdoba y Santa Fé.
 Se llegó al acuerdo de que el territorio nacional sería un cuadrilátero delimitado
por el meridiano 5º (por el este), el meridiano 10º (por el oeste), el paralelo 35º (por
el norte) y los ríos Negro y Barrancas (por el sur).
 Se autorizaba gastar 1.600.000 pesos a cubrirse con un empréstito interno con
garantía de las tierras a ganarse.

La expedición al desierto:
El proyecto que debía catapultar a Alsina a la presidencia de la República fue
usufructuado por otra persona que heredó el proyecto, el ministerio de Guerra y la
candidatura presidencial: Julio A.Roca.
Como ya hemos explicado, Alsina enfermó gravemente mientras inspeccio- naba un
campamento militar en la frontera (noviembre de 1877) y murió po- co después.
El nuevo ministro de Guerra discrepaba con el criterio de Alsina que, como Rosas,
quería manejarse con los indios a partir de tratados y era partidario de poblar
gradualmente las tierras fronterizas con colonos, plantaciones y estancias ("el plan
del poder Ejecutivo es contra el desierto para poblarlo y no contra el indio para
destruirlo). Roca se inclinaba por una acción ofensi- va que condujera, en primera
instancia, a apoderarse del "camino de los chi- lenos".
Sancionada la ley de 1878, la expedición integrada por cinco columnas se puso en
movimiento en abril de 1879. La acompañaban misioneros, zoólo- gos, botánicos,
topógrafos, agrimensores y periodistas. El 24 de junio de aquel año, el ministro de
Guerra retornó a Buenos Aires frente a la grave si- tuación política que allí se vivía.
Por entonces, ya se había alcanzado la con- fluencia del Neuquén con el Limay.
Casi no se encontraron indios y apenas se registraron escaramuzas con al- gunos
desesperados. Los pocos hallados fueron muertos o tomados prisio- neros. Tras
varios años de escapar a la persecución de las tropas naciona- les, Namuncurá sólo
se rindió en 1883. La ocupación de los territorios del sur prosiguió hasta alcanzar la
región de los lagos y los ríos Deseado y San- ta Cruz.

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En 1885 el Congreso sancionó la Ley de premios, que concedía en premio a los
expedicionarios fracciones de tierra que iban desde 15.000 hectáreas a Roca y a los
herederos de Alsina a lotes de 100 y 200 a los soldados. Algu- nos jefes colonizaron
las tierras recibidas, no así los soldados por la exigua extensión de sus propiedades
y su mala calidad. Terminaron vendiéndolas a especuladores o pagando con ellas las
deudas con los proveedores. Esta ley complementaba las leyes sancionadas en 1882:

 La ley que dividía el territorio nacional en nueve gobernaciones: Misiones -


Chaco - For- mosa - La Pampa - Neuquén - Río Negro - Chubut - Santa Cruz -
Tierra del Fuego (por enton- ces se estaba realizando la ocupación del Chaco).
 La ley de venta de tierras nacionales que dispuso la enajenación en remate
público de lotes de pastoreo de 10.000 hectáreas, o menores en zona de labranza (no
obtuvo mayor resultado) y la posterior ley de donaciones que las distribuía a
quienes quisieran poblarlas.

Punto 4:
LA POLÍTICA INMIGRATORIA DE LOS GOBIERNOS NACIONALES DESDE
1853. LEY DE INMIGRACIÓN Y COLONIZACIÓN DE 1876. LA
INMIGRACIÓN MASIVA CON DESTINO URBANO.
La necesidad de atraer inmigrantes europeos al Río de la Plata ya fue señala- da por
Mariano Moreno. Del mismo modo, el asunto fue del interés de Ber- nardino
Rivadavia, pero sus convenios de colonización, durante la década de 1820,
resultaron un fracaso. La inmigración prácticamente se detuvo du- rante la época
de Rosas.

PRIMER PERÍODO (desde 1853):


Durante la separación de Buenos Aires del resto de la Confederación comen- zó a
incrementarse el movimiento poblador. Se pueden citar en el lapso que se extiende
hasta 1862 los siguientes ejemplos en el ámbito de la Confedera- ción Argentina:

 El convenio del gobernador Juan Pujol, de Corrientes, con Amadeo Brougnes


(1853) que dio como resultado la fundación de la colonia Nueva Burdeos.
 La fundación, por esa época, de la colonia Esperanza en territorio de Santa Fé,
por ini- ciativa del empresario Aarón Castellanos.
 El ensayo del coronel Manuel Clemente (1854), que dio como resultado la
fundación de la Colonia Agrícola Militar de las Conchas (Entre Ríos), poblada por
alemanes.
 El convenio de Urquiza con Carlos Sourigues (1857) para el establecimiento de
la colo- nia San José, en Entre Ríos.
 En 1858, por iniciativa absolutamente privada de Ricardo Foster se fundó la
colonia de San Jerónimo en Santa Fé.

El gobierno de la Confederación recurrió, como vimos, a agentes particula- res que


se obligaban a introducir un número establecido de familias, indi- cando las
actividades económicas que realizarían. En compensación, el a- gente recibía las
tierras y podía fijar otras condiciones a los colonos, como por ejemplo la entrega de
una proporción de las cosechas durante un deter- minado tiempo o el arrendamiento
de las tierras.

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En el Estado de Buenos Aires, durante esa época, prevaleció la inmigración
espontánea. No obstante, pueden citarse los casos de:

 El intento de fundación de la colonia Nueva Roma, con italianos, cerca de Bahía


Blanca.
 La fundación de una colonia suiza en Baradero, desprendimiento de la colonia
Esperan- za.

No debe dejar de mencionarse la contribución de los galeses al poblamiento de la


Argentina. Apoyados por el ministro del Interior, Guillermo Rawson, a- rribaron
en 1865, 153 inmigrantes que se establecieron en Chubut.

SEGUNDO PERÍODO (después de 1862):


Luego de la batalla de Pavón, se inició la verdadera historia de la inmigra- ción en
la Argentina. El objetivo de los gobierno de Mitre, Sarmiento y Ave- llaneda era el
de convertir al país en una nación agrícola-ganadera. Sin em- bargo, tropezaban con
dos obstáculos:

1) El problema del indio.


2) La escasa población.

En materia de política inmigratoria predominó el pensamiento de Juan Bau- tista


Alberdi, sintetizada en el lema: "gobernar es poblar", inclinado a favore- cer la
inmigración procedente del norte de Europa (anglosajona), a la que consideraba
apta para el progreso y la libertad.
En el período iniciado en 1862, se fueron escalonando una serie de medidas que
definieron la política inmigratoria:

 En 1862 se autorizó al poder Ejecutivo a celebrar contratos de inmigración.


 En 1863 y 1864 se autorizó la entrada de útiles, equipos, semillas y máquinas.
 En 1869 se creó la Comisión Central de Inmigración.

 EN 1876 SE SANCIONÓ LA LEY DE INMIGRACIÓN Y SE CREÓ EL


DEPARTAMENTO GE- NERAL DE INMIGRACIÓN Y LA OFICINA DE
TRABAJO
 La Oficina remitía a Europa información sobre las necesidades de trabajadores,
sueldos y tipos de contratos. En los lugares de origen se establecieron agencias oficiales
para con- trolar la calidad de la preparación de los inmigrantes.
 La Ley definía al inmigrante como: "todo extranjero jornalero, artesano, industrial,
agri- cultor o profesor que, siendo menor de 60 años, y acreditando su moralidad y
actitudes lle- gase a la República para establecerse en ella, en buques a vapor o vela,
pagando pasaje de segunda o tercera clase, teniendo el viaje pagado por cuenta de la
Nación, de las provincias o empresas particulares protectoras del inmigrante".
 Determinaba las funciones del Departamento y de las comisiones que se instalarían
en los puertos o capitales de provincia.
 Establecía normas de protección (alojamiento y manutención por 5 días o 10 si la
perso- na deseaba instalarse en el interior, en cuyo caso el Estado se hacía cargo del
traslado. La Oficina procuraría la colocación de los recién llegados)

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 Establecía las normas para la colonización en territorios nacionales, previendo la
entre- gratuita de 100 hectáreas para cada una de las primeras 100 familias y la venta
a plazos pa- ra el resto.

La inmigración con destino urbano:


Entre 1859 y 1880 entraron al país 437.450 inmigrantes, de los cuales sólo se
radicaron definitivamente 172.564; el resto regresó a su lugar de origen. Su
distribución se redujo a la zona del Litoral, en especial Buenos Aires. De los
inmigrantes que ingresaron al país, una pequeña proporción se asentó en los campos
para dedicarse a la agricultura, debido a la dificultad para acce-der a la propiedad
de la tierra. Esto provocó la inmigración masiva con des-tino urbano a medida que
finalizaban los contratos de arrendamiento, ya que la ciudad, si bien no garantizaba
sueldos más elevados, proporcionaba la posibilidad de ingresar a los nuevos puestos
de trabajo abiertos por la expansión económica para los que mostraban mayor
capacidad de adapta-ción, desplazando a los criollos del mercado laboral. Luego
comenzarían a instalar comercios beneficiados por el continuo crecimiento del
consumo, ingresando en los sectores secundarios y terciarios.
Desde un punto de vista negativo, los inmigrantes debieron sufrir ser parte del
proletariado, ya que carecían de bienes y se hacinaban en los conventi-llos con
pésimas condiciones de vida y pagando gran parte de sus sueldos por ese
alojamiento.

Se calcula que los extranjeros llegados al país hasta 1914 superaban los 3 millones
de individuos; no obstante, las cifras de los Censos Nacionales no parecen revelarlo:

1) CENSO NACIONAL DE 1895: 1 millón de extranjeros sobre una población de


poco más de 4 millones
2) CENSO NACIONAL DE 1914: 2.350.000 extranjeros sobre una población de
cerca de 8 millones

Lo cierto es que muchos inmigrantes llegaban al país pero no permanecían en él. Un


importante sector era el constituído por la "Inmigración golondri-na", compuesto
por trabajadores que retornaban a su tierra luego de un pe-ríodo de trabajo. Otro
gran obstáculo fue la dificultad para adquirir la propie-dad de las tierras.
Los períodos que arrojaron saldos positivos en materia inmigratoria fueron:
 Década de 1880: más de 600.000 personas
 Década de 1900: más de 1 millón de personas
 Década de 1920: más de 870.000 personas
Punto 5:
LA ARGENTINA A PARTIR DE 1880. LA NUEVA CLASE DIRIGENTE O LA
LLAMADA "GENERACIÓN DEL 80". EL COSMOPOLITISMO, EL
HEDONISMO EN LA POLÍTICA, LA CORRUPCIÓN. EL "RÉGIMEN", EL
PRESIDENCIALIS- MO, LAS SITUACIONES PROVINCIALES, EL FRAUDE
ELECTORAL, LOS PARTIDOS ÚNICOS, EL "UNICATO".
La Argentina a partir de 1880:

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En 1880, después de la definitiva subordinación de Buenos Aires al Estado nacional,
el general Julio A.Roca asumió como presidente de la República y proclamó como
lema de su gobierno: "Paz y Administración". Roca y el gru- po de dirigentes que lo
acompañaba sabían que podían asegurar la obedien- cia a las autoridades
constituidas a través del poderoso ejército que respon- día a las órdenes del
presidente. Pero, al mismo tiempo, tenían como meta hacer de la obediencia un
hábito común entre los dispersos habitantes del país.
Por eso, para todos ellos, el gobierno significaba algo más que asegurar la unidad
recién alcanzada. Se trataba, sobre todo de fundar un régimen políti- co: es decir,
establecer quiénes serían los encargados de gobernar y en vir- tud de qué reglas
unos, y no otros, tendrían el privilegio de mandar. Un sis-tema en el que se
conciliaran los valores igualitarios de una república abier- ta a todos, con los valores
jerárquicos de una república restrictiva, circuns- cripta a unos pocos.
Las bases del régimen serían:

 Confiar al poder político central una capacidad de decisión dominante.


 Otorgar el ejercicio del gobierno a una minoría privilegiada compuesta por los
integran- tes de las familias de mayor poder económico y educación. Este criterio de
legitimidad fun- dado especialmente en la riqueza permite caracterizar como
oligárquico a este sistema.
 Limitar la participación política del resto de la población.
 Asegurar a todos los habitantes, sin distinción de nacionalidades, el máximo de
garan- tías en relación con su actividad civil, lo que permitió a muchos extranjeros
y nativos mejo- rar sus condiciones de vida y ascender socialmente, aunque sin
ejercer sus derechos políti- cos.

Esta oligarquía ya no debería enfrentarse con la oposición de las masas crio- llas y
sus molestos caudillos. Perseguidos o exterminados, los criollos ya no podían
desempeñar un protagonismo político. Este es el trasfondo que pre- senta el poema
"Martín Fierro".
Por otra parte, empezaban a llegar los inmigrantes. No serían, sin embargo, las
"viriles" razas del norte las que responderían al llamado de poblar estas tierras. Los
británicos eran apenas un puñado de gerentes y técnicos de los ferrocarriles. Por el
contrario, comenzaban a ingresar miles de personas pro- cedentes de Europa
meridional (napolitanos, gallegos y vascos), en su ma- yoría pobres e ignorantes.
Defraudado, Alberdi diría: "poblar es un arte, una ciencia; pero poblar es apestar,
corromper, cuando se puebla con las emi-graciones de la Europa atrasada". Aquellos
inmigrantes sin aspiraciones po- líticas ni jefes, ni conciencia de la nacionalidad,
cumplirían las funciones proletarias de una Argentina necesitada de trabajadores.

La "Generación del '80":


Los nacidos hacia la cuarta década del siglo XIX, que se destacaron en la política,
las letras, el foro, las ciencias y la milicia, fueron la primera genera- ción educada
por el liberalismo en la Argentina.
Cuando les llegó el momento de actuar, encontraron una nación sin pueblo, con
elecciones fraudulentas y violencia electoral y un Congreso donde se declamaba con
brillantez y sin eficacia. También conocieron las pequeñeces y errores de sus
maestros, Alberdi, Mitre, Sarmiento, Gutiérrez. Pero, menos románticos que

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aquéllos, callaron para poder ascender en una sociedad ca- da vez más mercantil y
materialista.
Si se los ha agrupado como "generación", es porque actuaron como grupo que
compartía un conjunto coherente de principios e ideas que convirtieron en objetivos
de gobierno, aunque su programa nunca fue enunciado de ma- nera explícita.
Compartían sí, el adjudicar una gran importancia a la ciencia y vieron en los
conocimientos científicos los instrumentos que abrían nuevos horizontes a la
humanidad.
Aquella creencia se correspondía con la realidad, ya que en sus tiempos la Argentina
estaba experimentando cambios producto de los adelantos técni- cos y tecnológicos
(el frío artificial para congelar las carnes, molinos de viento, teléfonos, luz eléctrica,
servicios sanitarios). Estas convicciones, que ponían de manifiesto una fe profunda
en el "progreso indefinido" estaban fuertemente influidas por los principios del
positivismo enunciados por los intelectuales europeos Augusto Comte y Herbert
Spencer.

Algunos de ellos, tenían opiniones diferentes sobre algunos temas:

 Leandro Alem, Aristóbulo del Valle e Hipólito Yrigoyen lucharon contra el


fraude y la violencia electoral.
 José Manuel Estrada y Pedro Goyena eran católicos.
 Carlos Pellegrini era industrialista.
 Adolfo Saldías se propuso depurar la Historia de los errores y engaños con los
que ha- bía sido escrita.
 Entre los demás, se pueden citar a Julio A.Roca, Miguel Juárez Celman,
Eduardo Wilde, Norberto Quirno Costa, Lucio Vicente López, Roque Sáenz Peña.

El pensamiento de la época:
El proyecto de la "Generación del '80" se sintetiza a veces en el lema del ge- neral
Roca: "Paz y Administración". En lo económico se centraba en la inser- ción de la
Argentina en la división internacional del trabajo a partir de la pro- ducción de
materias primas y alimentos, y la importación de la mayor parte de los productos
elaborados que se consumían en el mercado interno. En lo político, en la
conformación de un régimen administrativo moderno a partir de instituciones
imitadas de la Europa finisecular, con el propósito de ofre- cer garantías a los
capitales extranjeros que invertían en el país.
La oligarquía vivía en una suerte de "alternancia cultural", tributaria de los
movimientos ideológicos e intelectuales europeos, sobre todo de Francia. La soberbia
cultural de los argentinos, que se extendía incluso a sus relaciones con los EEUU,
aparecía mezclada con una suerte de prudente nacionalismo, frente al peligro del
caos internacional, un arrogante optimismo basado en la creencia en la fatalidad del
progreso y una sensación de dominio de la si- tuación y del porvenir.
Se fue constituyendo una sociedad:

 Materialista. Según Alejandro Korn, los dirigentes aprendieron a subordinar


todos los valores al valor económico. No practicaban un liberalismo romántico e
idealista, sino prag- mático y positivista. Una nueva Cartago -diría José María Rosa-
pero sin imperio, ya que la Argentina de Roca no era un imperio, sino un emporio
ajeno.

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 Cosmopolita. Que entendía al hombre como "ciudadano del mundo", aquel que
no se identifica sólo con su patria ni considera al resto de los humanos como
"extranjeros" y que se basaba en la idea de que la comunidad humana necesitamos
desarrollar el hábito de la coexistencia, la convivencia, la asociación. Por eso
predicaron una libertad individualista y un particular desapego por la tradición
nacional; fueron indiferentes en materia religiosa y asimilaron usos e ideas extraños.
En eso suponían que estaba el cambio de una sociedad tradicional a una moderna.
 Hedonista. El Hedonismo es la doctrina filosófica basada en la búsqueda del
placer y la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. En un sentido
estricto, el hedo- nismo se diferencia del utilitarismo, porque el primero cifra el bien
en el placer individual, mientras que el segundo afirma como bien sumo el placer, el
bienestar y la utilidad socia- les. El hedonismo de la oligarquía argentina tenía
carácter individualista.

El presidencialismo. El fraude:
Aunque Roca no tenía oposición, prefirió reforzar su poder por medio de un ejército
aún más eficaz y adicto y la liga de gobernadores, controlada desde Córdoba por su
concuñado Miguel Juárez Celman. Su partido, el PAN, más que un partido político
entendido en términos modernos, constituía, más bien, una red de amistades
políticas y económicas, un sistema de lealtades y compromisos con sus
corrrespondientes premios y castigos, manejados desde el poder central y afirmados
en los gobernadores provinciales.

En su obra "La República Argentina consolidada en 1880 con la ciudad de Buenos


Aires co- mo Capital", Juan Bautista Alberdi explicó que el régimen político de Roca
debía ser enten- dido como "un sistema de hegemonía gubernamental que se
mantenía gracias al control de la sucesión". Decía que la elección de presidente o
gobernador se había trastocado en de- signación del gobernante por su antecesor.

Desde 1880, los gobiernos mantuvieron las apariencias de la democracia po- lítica y
convocaron a elecciones en el orden nacional, provincial y municipal. Sin embargo,
el gobierno impedía el acceso de los candidatos de la oposi- ción a los cargos
legislativos y se aseguraba la integración del colegio elec- toral -encargado de elegir
al presidente y vice- con hombres de su confian- za.
A través de los caudillos electorales, los líderes políticos del PAN controla- ban los
comicios interviniendo de diferentes formas en el momento de la e- misión del voto.
Por un lado, intervenían en las comisiones empadronado- ras que conformaban el
registro electoral y, por otro, con las ventajas que les daba el hecho de que el voto
era voluntario y no secreto, organizaban el "voto colectivo", el "voto doble", la
repetición del voto y la compra de sufra- gios. Muy frecuentemente, también
utilizaban la violencia impidiendo que los opositores se acercaran a las mesas.
El régimen apenas respetaba los valores del liberalismo político, siendo cla- ramente
antidemocrático. En cambio, respondía a principios fundamentales del liberalismo
económmico: no intervención del Estado en la economía, di- visión del trabajo y
libertad de comercio.
El Estado fuerte en manos de una oligarquía pro-británica era la condición
necesaria para la expansión de los capitales ingleses en nuestro país. Gran Bretaña
lo apoyó con sus préstamos, que eran parte de la doble política im- perialista:
exportación de capitales y fortalecimiento de los estados naciona- les

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incondicionales. Sarmiento, crítico ya del régimen en esta etapa, lo defi- nió
interpretando el lema "Paz y Administración" como "Empréstitos y ré- mingtons".

Hacia el "unicato":
La campaña para la sucesión presidencial de 1886 comenzó muy temprano: en 1883.
Ese proceso puso de manifiesto que Roca era el jefe indiscutido, de qué modo
funcionaba el sistema de amistades, lealtades, premios y castigos y, que el presidente
no toleraba intromisiones en su feudo del interior. La principal víctima de aquel
juego fue Dardo Rocha.

Rocha, convertido en gobernador de la provincia de Buenos Aires, fundó la ciudad


de La Plata el 19 de noviembre de 1882. Sería, según sus cálculos, la futura capital
del país, cuando él asumiese la presidencia. En tanto, reunió en torno suyo a figuras
como Carlos D'Amico, Carlos Pellegrini y Aristóbulo del Valle, entre otros. Pero, su
arma más poderosa fue el Banco de la Provin- cia de Buenos Aires, cuyos préstamos
y subsidios servían para ganar volun- tades y sostener una parte importante de la
prensa (entre otros "La Nación" de Mitre).
Sin embargo, Rocha se mostró apresurado e imprudente al pretender rom- per la
hegemonía de Roca en el interior, queriendo crearse situaciones favo- rables en
provincias como Santiago del Estero, Corrientes, San Luis y San Juan. El presidente,
alertado por Juárez Celman, no había llegado a romper con Rocha, pero tampoco
estaba dispuesto a aceptar la intromisión de na- die en su bastión político. Así como
había frenado ciertos movimientos de Juárez en Córdoba, o de su ministro de
Guerra, Victorica, en Entre Ríos, des- truyó los manejos de Rocha.
Rocha, conociendo la preeminencia del catolicismo en el interior, se mani- festó
contrario al gobierno nacional cuando éste se enfrentó a la Iglesia. No obstante, "el
Zorro" (apodo de Roca) supo mantener de su lado incluso a al- gunas jerarquías
católicas, como el arzobispo de Buenos Aires, Aneiros.
Cuando Rocha terminó su mandato en la provincia de Buenos Aires, hizo e- legir
gobernador a Carlos D'Amico. Eso le ganó la enemistad de Carlos Pelle- grini, que
aspiraba a aquel cargo. Pero, lo más grave para el fundador de La Plata fue que, al
cerrársele todos los caminos, no le quedó otra opción más que el alzamiento. Llegó
a organizarse un movimiento, pero no pudo materia- lizarse.
Desechada claramente la candidatura de Rocha, Roca siguió manejándose con
frases equívocas y "medias palabras". Así, neutralizó a otros aspirantes como
Bernardo de Irigoyen, su ministro del Interior. Finalmente, resultó evi- dente que el
candidato oficial sería su concuñado Juárez Celman, ex-gober- nador de Córdoba y
senador.
La candidatura de Juárez Celman fue trabajada por Roque Sáenz Peña y Lu- cio
Vicente López. Lo apoyaban una serie de brillantes jóvenes universita- rios y, a
último momento, se incorporó el nombre de Pellegrini como acom- pañante en la
fórmula. Mientras los diarios porteños se burlaban de Juárez, al que llamaban "el
burrito cordobés", Roca no se percataba del error de convertir a su pariente -muy
inclinado a ceder ante las adulaciones- en jefe del partido y del gobierno.

Para oponerse a la candidatura oficial terminó constituyéndose una coali- ción


conocida como los Partidos Unidos. El artífice de aquella alianza fue Mi- tre a cuya
convocatoria se sumaron mitristas, rochistas, irigoyenistas y cató- licos. Sarmiento
los apoyó desde las páginas de "El Censor".

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Se preveía una elección muy reñida e irregular. En la capital, el proceder ho- nesto
e imparcial del juez Virgilio Tedín, hizo posible la depuración del Re- gistro Cívico
donde, casi la mitad de los nombres eran falsos. El rochismo logró remitir armas a
algunos puntos del interior.
Como siempre, el proceso se inició con las elecciones legislativas naciona- les, en
febrero de 1886. Los Partidos Unidos ganaron en las provincias de Buenos Aires,
Salta y Tucumán pero, sorpresivamente, fueron derrotados en la capital. En algunos
lugares hubo muertos.
Con muchas menos esperanzas -por la derrota en la capital- los Partidos U- nidos
concurrieron a las elecciones presidenciales de abril, llevando a Ma- nuel Ocampo
como candidato. Menos violentas, aunque con las trampas e i- rregularidades
habituales, triunfó el binomio Miguel Juárez Celman-Carlos Pellegrini.

El "Unicato":
Poco después de asumir, Juárez Celman intentó desestimar las acusaciones de
fraude expresando: "No creo en el sufragio universal. Consultar al pueblo siempre es
errar pues éste únicamente tiene opiniones turbias. El hecho del fraude, si es que existe,
será obra de los partidos en lucha; pero no vemos qué intervención pueda haber tenido
en el Poder Ejecutivo Nacional".
Carente de la energía y astucia de Roca, Juárez se dejó rodear por un grupo de
jóvenes que adulaban su vanidad. Aquel círculo, conocido como "la ca- marilla",
estaba integrado por hombres como Lucio V.López, Luis María Dra- go, el mitrista
Norberto Quirno Costa, los cordobeses Ramón Cárcano y Jo- sé Figueroa Alcorta y
varios representantes de la juventud provinciana. Los propósitos de "la camarilla"
eran:

 Separar al presidente de Roca y neutralizar la influencia de aquel.


 Convertir a Juárez Celman en jefe único del PAN.
 Aprovechar el control de todos los resortes del poder para sus negocios
públicos y privados.

Convencido por sus socios, el presidente inauguraría un régimen conocido con el


nombre de "Unicato", que fue consolidando a partir de sus interven- ciones en
provincias como Tucumán, Córdoba y Mendoza, a cuya dirigencia consideraba que
era necesario disciplinar.
Apartándose, entre sorprendido y desengañado, Roca emprendió un viaje a Europa.
Al retornar, encontró que su concuñado lo había desplazado en la conducción del
PAN.

Punto 6:
LA ARGENTINA PERISFÉRICA. EL CAMBIO ECONÓMICO, EL
DESARROLLO DE LA INDUSTRIA PESADA EN LOS PAÍSES DOMINANTES,
LA PROVISIÓN DE ALIMENTOS Y MATERIAS PRIMAS. EXTENSIÓN
BRITÁNICA EN LAS PRADERAS RIOPLATENSES, EL DOMINIO DEL
SISTEMA DE COMERCIALI- ZACIÓN DE LOS PRODUCTOS
AGROPECUARIOS. LA IMPORTACIÓN DE MANUFACTURAS. AFLUENCIA
DEL CAPITAL EXTRANJERO, INVERSIÓN Y ESPECULACIÓN. LAS
FINANZAS PÚBLICAS, EL CRÉDITO EXTERNO. LOS BANCOS
GARANTIDOS.
La Argentina perisférica:

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En la segunda mitad del siglo XIX, de acuerdo con las teorías de las venta- jas
comparativas de David Ricardo, que recomendaba aprovechar los bene- ficios de la
especialización de la producción y realizar una división interna- cional del trabajo
según las características de cada región, Gran Bretaña se reservó el papel de
metrópoli industrial, asignando a los países periféricos la provisión de materias
primas.
Según la teoría de Ricardo, se trataba de la ventaja que disfrutaba un país sobre
otro en la elaboración de un producto cuando éste se podía producir a menor costo,
en términos de otros bienes y en comparación con su costo en el otro país. La primera
nación debía especializarse en la producción y ex- portación de la mercancía en que
resulte menor su desventaja e importar la mercancía en la que su desventaja fuera
mayor. Naturalmente, en un marco de libertad de comercio.
La formación del Estado nacional, en la Argentina, acompañó e hizo posible el
progreso económico. La clave del crecimiento fue su inserción en el mer- cado
capitalista mundial como proveedor de materias primas agropecuarias. Como
contrapartida de las exportaciones de nuestros productos primarios, el país
compraba los productos manufacturados a los países industrializa- dos. Gran
Bretaña fue, desde el principio, el principal comprador y provee- dor de la
Argentina y uno de los más importantes inversores en áreas clave de la economía:
finanzas, comercio, puertos, frigoríficos, ferrocarriles.
Así, Argentina se convirtió en un país periférico.

Afluencia del capital extranjero, inversión y especulación:

A poco de asumir Roca, la situación financiera del país era grave por:
 La anarquía monetaria y continuas emisiones de papel moneda.
 La considerable deuda externa al haberse hecho cargo la Nación de los
empréstitos de la provincia de Buenos Aires.
 Los gastos del municipio federalizado (salubridad, puerto, embellecimiento).
 Los gastos ordinarios (educación, policía, etc.).
El ministro de Hacienda de Roca, Juan José Romero, encaró una reforma
monetaria que estableció dos patrones monetarios: el papel (que sería em- pleado
para transacciones internas, emitidos por cinco bancos autorizados) y el metálico
(monedas de 50 centavos y 1 peso de plata, y de 5 o más pe- sos de oro, que se
emplearía para pagos exteriores).
Sin embargo, el sistema fracasó por el vértigo de los grandes empréstitos exteriores,
cuyos intereses debían pagarse en oro. Además del aumento constante de los gastos
públicos y el crecimiento de la burocracia llevó la deuda consolidada (interna y
externa) de 57 millones de $ en 1880, a 122 mi- llones de $ en 1884. En 1885, el nuevo
ministro de Hacienda, Victorino de la Plaza, suspedió por dos años la
convertibilidad del peso.
El malestar financiero, que no parecía preocupar a la Argentina, generó in-
quietudes en Londres, donde se publicó que el país estaba en estado de quiebra.
Para no tener dificultades con los préstamos, Roca encargó a Car- los Pellegrini
gestionar un arreglo con los banqueros europeos. Lo hizo con un consorcio de

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instituciones francesas, que fue aceptado por las bancas Baring y Morgan. El
"arreglo Pellegrini", muy criticado por la prensa de Bue- nos Aires, disponía:

 El consorcio colocaría un empréstito por 8.400.000 libras, entregando a la


Argentina sólo el 75%.
 El gobierno argentino se comprometía a no gestionar más empréstitos sin la
previa a- probación del consorcio.
 Se hipotecaba la Aduana de Buenos Aires.
 Para cualquier acción judicial de los acreedores serían competentes los
tribunales fran- ceses.

La breve crisis de 1885 fue superada con relativa facilidad. En 1886, Juárez Celman
asumió dispuesto a lanzar al país hacia el progreso y la moderniza- ción. Para
cumplir con esos objetivos atrajo a los inversionistas extranjeros y los ferrocarriles
se extendieron a lo largo de 12.000 km. Paralelamente se expandió el crédito y el
consumo de bienes suntuarios aumentó de manera desproporcionada. El capital
extranjero, tanto en el plano de las inversiones como en el de los empréstitos, tuvo
un lugar prominente en el esquema eco- nómico de aquel período.
Grupos de financistas, gestores e intermediarios, especulaban con cada ven- ta, con
cada compra, con cada préstamo o licitación, haciendo grandes ne- gocios a costa de
los recursos del Estado y evadiendo el pago de impues- tos. El gobierno, en tanto,
llevaba adelante su política liberal, fomentando la privatización de los servicios
públicos. Se daba así, lugar a negociados y se generalizaba la corrupción en la
administración estatal.

Los bancos garantidos:


Para mantener la circulación de papel que exigía la prosperidad creciente y tener a
mano oro para pagos en el exterior, el gobierno sancionó la Ley de bancos garantidos,
en 1887. De acuerdo con ella, todo gobierno de provin- cia o sociedad particular
podía abrir un banco emisor, garantizando con una reserva en títulos cotizados a
oro, que compraba a la Nación, la cantidad e- mitida.
Los cinco bancos hasta entonces autorizados cambiaron su oro por aque- llos títulos;
las provincias contrataron empréstitos exteriores (que el arreglo Pellegrini no
prohibía) pata traer oro a fin de canjearlo por títulos. Todas, me- nos Jujuy,
abrieron bancos emisores.
Se había pensado que las provincias inundarían de dinero el interior, vitali- zando
el comercio y la industria naciente, mientras la Nación almacenaba o- ro para
afrontar los pagos exteriores. La Nación tuvo el oro, que emigraba rápidamente al
exterior, pero el dinero prestado por los bancos provinciales fue utilizado para
especular en la Bolsa de Buenos Aires, el único y gran ne- gocio, y con tierras.
La especulación se generalizó, cualquier cosa se compraba o vendía por el doble de
su valor, hasta que los precios perdieron toda relación con el ver- dadero costo de lo
que se negociaba. Hubo una emisión indiscriminada de billetes sin respaldo e,
incluso, el gobierno dispuso emisiones clandestinas. Todo ello provocó inflación,
mientras el sector financiero se sobredimensio- naba por encima del aparato
productivo.
Mientras aumentaba el precio del oro y el peso se depreciaba, la inflación só- lo
beneficiaba a quienes obtenían sus ingresos en oro (exportadores), perju- dicando a

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quienes recibían sus ingresos en papel, ya que los salarios no au- mentaban con la
rapidez que se depreciaba el billete.

ANEXO
Completamos algunos datos de la presidencia de Julio Argentino Roca.

 Política internacional:
En 1877 se había concertado en Buenos Aires el tratado de límites con Chile,
fijándose la frontera en "las altas cumbres que dividen las aguas"; el estrecho de
Magallanes sería chi- leno hasta Punta Arenas, manteniéndose en statu quo desde
allí en adelante, y la costa a- tlántica hasta Santa Cruz, mientras un arbitraje no
decidiera su dominio. Pero el convenio no fue ratificado por Chile y se produjeron
roces en la zona en litigio, que era la costa patagó- nica.
Por entonces, existió un gave peligro de guerra en el cono sur, entre Chile y Brasil
por un la- do, y Argentina, Perú y Bolivia por el otro. Finalmente, el conflicto estalló
entre Chile y Boli- via, que fue apoyada por Perú. Pese a las expectativas peruanas,
la Argentina de Roca bus- có el arreglo de sus cuestiones con Chile a través de la vía
diplomática (actuaron como me- diadores dos diplomáticos norteamericanos
acreditados en Santiago y Bs.As.). Por el trata- do de 1881, firmado por el canciller
Bernardo de Irigoyen:
1) Hasta el paralelo 52º la frontera correría por "las más altas cumbres", siguiendo
la "divi- soria de las aguas".
2) El estrecho de Magallanes sería chileno y la costa de la Patagonia argentina.
3) La isla de Tierra del Fuego se partiría en dos: oriente para Argentina y occidente
para Chile.
4) Las islas ubicadas al sur del canal de Beagle serían para Chile y las bañadas por
el A- tlántico para Argentina.
 Ley de educación común:
Las escuelas de Buenos Aires, ahora dependientes de la Nacion, se regian por una
ley dictada a iniciativa de Sarmiento, que incluia la enseñanza del catecismo católico.
Los padres de niños de otras confesiones religiosas podían solicitar que no se les
impartiese a sus hijos.
En 1881 el ministro Pizarro (autor de un proyecto de ley que mantenía la enseñanza
del catecismo y establecía la gratuidad y obligatoriedad de la educación primaria)
invitó a un congreso pedagógico a las principales figuras de la enseñanza, el
periodismo y la literatura, a reunirse en Buenos Aires para apoyar la gratuidad y
obligatoriedad de la educación. Sin embargo, Pizarro renunció por razones poíticas
siendo reemplazado por Eduardo Wilde. Por entonces, Sarmiento y "La Nación"
criticaron la enseñanza del catecismo en las escuelas.
En abril de 1882 se inauguró el Congreso Pedagógico, para el cuál Roca había
impuesto la prohibición de discutir cuestiones confesionales. No obstante, el asunto
fue puesto sobre la mesa y al ser derrotada la protesta de los representantes católicos
(Estrada, Goyena, Nava- rro Viola) se retiraron.
En medio de las polémicas entre los católicos (periódico "La Unión") y Sarmiento
(periódico "El Nacional"), el proyecto del ministro Pizarro se discutió en diputados,
luego de haber sido aprobado en senadores. Allí, fue modificado, disponiéndose lo
resuelto por el Congreso Pe-dagógico en cuanto a que la enseñanza católica se

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impartiera "fuera de las horas de clase". El ministro Wilde expresó la conformidad
del gobierno que, por otra parte, procuró mante-nerse al margen de las discusiones.
En 1884 Monseñor Clariá, vicario a cargo de la diócesis de Córdoba, dio una
pastoral acon-sejando no mandar los niños a la escuela normal porque algunas
maestras eran protes-tantes. El gobierno lo amonestó, separando de la Universidad
a tres profesores y a José Manuel Estrada (profesor en Buenos Aires) que habían
apoyado al prelado.
Molesto, el gobierno a través de la Cámara de diputados, logró que el Senado
aprobase la ley (Ley 1420 de Educación Común).
A este problema se sumó la Ley de Registro Civil en jurisdicción nacional, que fue
interpre-tada como otra provocación a la Iglesia. Muchos gobernadores
propusieron medidas idén-ticas en sus provincias. Monseñor Clariá y los obispos de
Salta y Paraná, junto con el inter-nuncio apostólico, Monseñor Mattera continuaron
con sus protestas. El representante del Papa exigió al gobierno una retractación de
las expresiones del diario "La Tribuna", que ha-bía criticado la intervención del
prelado extranjero en los asuntos internos argentinos. El gobierno devolvió la nota
por improcedente, acompañada de los pasaportes para que aban-donase el país en
el plazo de 24 horas.
Aunque no significó un rompimiento con la Santa Sede sino la cancelación del
Exequatur a un diplomático, tal como explicó Roca al Papa León XIII, las relaciones
quedaron interrum-pidas durante 16 años.
 Transformación de Buenos Aires:
Torcuato de Alvear estuvo a cargo del gobierno edilicio de Buenos Aires como
presidente de la municipalidad e intendente municipal a partir de 1883.
Entusiasmado por la obra del alcalde Haussman, alcalde de París, quiso imitarlo en
Buenos Aires. Desalojó rancherías, a-brió avenidas y proyectó notables palacios
públicos, que fueron quitando a Buenos Aires la imagen de "Gran Aldea". Fue muy
destacado el nuevo puerto diseñado por Eduardo Ma-dero.

FIN DE LA BOLILLA XII

BOLILLA XIII): Punto 1


LA CRISIS FINANCIERA DE 1889, REPERCUCIÓN POLÍTICA. LA UNIÓN
CÍVI- CA DE LA JUVENTUD, EL MITIN DEL JARDÍN FLORIDA, LA UNIÓN
CÍVICA. LAS ELECCIONES DE FEBRERO DE 1890. EL MITIN DEL
FRONTÓN BUENOS AIRES, EL LIDERAZGO DE LEANDRO ALEM. LA
REVOLUCIÓN DEL 90, SU- PERVIVENCIA DEL "RÉGIMEN".
La crisis de 1889:
La política económico-financiera del gobierno de Juárez Celman y la actitud
especulativa de los sectores acomodados siguió dentro de las pautas que hemos
descripto en la Bolilla XII. Durante este período fue cuando la política económica
liberal alcanzó su máxima expresión, cuando el Estado comenzó a desprenderse de
algunas líneas ferroviarias y de las Obras de Salubridad de la ciudad de Buenos
Aires. Los hombres del gobierno opinaban:

 "Que los gobiernos son malos administradores es una idea que en política tiene el
va- lor de axioma" (Eduardo Wilde).

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 "Lo que conviene a la Nación, según mi juicio, es entregar a la industria privada
la cons- trucción y explotación de las obras públicas que no sean inherentes a la
soberanía". (Miguel Juárez Celman).

Así se procedió con el Ferrocarril Andino, el Ferrocarril Central Norte, el Fe- rro
Carril Oeste, y los ferrocarriles de Santa Fé y Entre Ríos, todo ello en be- neficio de
empresas británicas. Paralelamente a la entrega de resortes funda- mentales de la
economía, se prosiguió con el despilfarro: aumentos de los sueldos de los legisladores
y de altos oficiales militares, pensiones gracia- bles, donación de tierras,
construcción de suntuosos edificios públicos.
La crisis comenzó a percibirse a fines de 1888: aumento del oro y pérdidas en la
Bolsa. Luego, mientras comenzaba la agitación obrera por los magros salarios
existentes, el oro empezó a subir de manera imparable. Los reme- dios del gobierno
(cierre de la Bolsa y venta del oro de las reservas) fracasa- ron. Comenzaron
entonces las huelgas obreras (zapateros, panaderos, por- tuarios, carpinteros,
ferroviarios) que exigían el pago en oro de los salarios. Gran Bretaña, interesada en
que no disminuyera el consumo, sugirió a las empresas de sus súbditos en la
Argentina que se pagara en oro.
En 1889, la crisis se desató con todo su rigor: caída del valor de las tierras, del precio
del trigo, la lana y los cueros, inflación, desocupación. La Banca internacional
suspendió el crédito y muchos bancos cerraron sus puertas.
Sin descartar la política irresponsable del gobierno de Juárez Celman, al que se
consideró único culpable de la crisis, lo sucedido en la Argentina no fue otra cosa
que el rebote de una crisis global, con epicentro en los grandes centros financieros
del mundo (París, Londres), que se extendió por Europa y que tuvo como hechos
paradigmáticos la quiebra de la compañía a cargo de la construcción del canal de
Panamá y de la Banca Baring. En una pala- bra, lo sucedido a la Argentina no fue
otra cosa que la consecuencia de la dependencia económica.

La Unión Cívica de la Juventud y la Unión Cívica:

A mediados de 1889, la preocupación iba ganando los espíritus de quienes


discrepaban con el gobierno, pero no habían practicado una oposición se- ria.
Comenzaban a reunirse en tertulias, cafés y confiterías, mientras la "ca- marilla"
parecía ajena a cuanto ocurría.
Una prueba de ello, fue la celebración de un banquete de los jóvenes oficia- listas
(los incondicionales) para proclamar la candidatura de Ramón Cárca- no.
Como respuesta, un artículo de Francisco Barrioetaveña en "La Nación", in- vitó a
la juventud a un mitin en el Jardín Florida, el 1º de setiembre de 1889. El propósito
era impulsar la acción de los jóvenes, dentro del marco de las leyes, para despertar
el espíritu cívico adormecido. En el mitin estuvo pre- sente, entre otras figuras de la
política, Leandro Alem. Allí, nació la Unión Cívica de la Juventud.

La agrupación no tardó en convertirse en partido político. Pero, como conse- cuencia


de la incorporación de viejos dirigentes (Mitre, Bernardo de Irigoyen, Pedro
Goyena, Aristóbulo del Valle y el propio Alem) se le quitó el agregado "de la
Juventud". Reunía a mitristas, católicos y antiguos autonomistas de- sengañdos. Su
presidente sería Alem.

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El bautismo de fuego de la Unión Cívica serían las elecciones legislativas de febrero
de 1890. Sin embargo, falto de inscriptos, el nuevo partido debió abs- tenerse. Ganó
el oficialismo sin oposición. Se supuso que el entusiasmo ini- cial había sido atenuado
por un mejoramiento parcial de la situación finan- ciera (descenso del precio del
oro).

El mitin del Frontón Buenos Aires y la Revolución del 90:


Los síntomas de mejoramiento financiero fueron efímeros y en marzo de 18 90 la
crisis produjo nuevos quebrantos, lo que revivió a la Unión Cívica.
El 13 de abril se realizó un mitin en el Frontón Buenos Aires. Asistieron tres
generaciones de políticos alineados en la Unión Cívica:

 Los veteranos: Bartolomé Mitre - Vicente Fidel López - Bernardo de Irigoyen -


Luis Sá- enz Peña.
 La generación intermedia: Leandro Alem - Aristóbulo del Valle - Lucio Vicente
López/
 Los jóvenes: Francisco Barroetaveña - Hipólito Yrigoyen - Adolfo Saldías -
Marcelo T. de Alvear - Lisandro de la Torre.

Los oradores coincidieron en que el problema del país era de naturaleza po- lítica y
así también pareció entenderlo el gobierno que, por sugerencia del vicepresidente
Pellegrini, aconsejó la renuncia de Cárcano a su candidatu- ra. Pero, las buenas
intenciones duraron poco, y Juárez Celman vovió a de- signar ministros entre los
miembros de la "camarilla", mientras estallaba el escándalo al conocerse la
existencia de emisiones clandestinas. En el seno de la Unión Cívica y en algunos
ámbitos militares comenzó a hablarse de re- volución.
Pese a las objeciones del mitrismo, la junta revolucionaria de la Unión Cívi- ca
acordó que Leandro Alem sería el "presidente provisional" de la Repúbli- ca luego
del triunfo del movimiento. El general Manuel Campos sería el jefe militar del
mismo. Entre mediados del mes de julio y el fin de la revolución abundaron los
hechos extraños y sospechosos, las traiciones y la especu- lación.

 Mitre emprendió un inesperado viaje a Europa.


 Enterado el gobierno de la inminencia de la revolución, el ministro de Guerra,
general Nicolás Levalle se limitó a arrestar a Manuel Campos y algún otro oficial.
 Roca visitó a Campos en su prisión. Luego, Campos escaparía para ponerse al
frente de los sublevados.
 Fracasó el plan de arrestar a Juárez Celman, Roca y Pellegrini, que debía llevar
adelan- te un comando civil.
 La escuadra -plegada a la revolución- intervino con retardo y sus disparos no
tocaron los objetivos propuestos.
 El jefe de Policía -único amigo de Juárez Celman- fue neutralizado por un
sospechoso disparo cuando estaba en condiciones de terminar con la revolución.
 Quedó la sensación de que Pellegrini (a cargo de la situación) y Levalle (su
amigo) aca- baron con el movimiento no bien se lo propusieron.

La revolución estalló el sábado 26 de julio de 1890 y, tras algunos comba- tes,


finalizó el martes 29. Los regimientos sublevados y los comandos civi- les (ataviados

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con boinas blancas) se acantonaron en la Plaza del Parque (actual Plaza Lavalle).
Entre ellos reinó la indisciplina desde el primer mo- mento y el desacuerdo entre
militares y civiles.
Finalmente, los revolucionarios capitularon, disponiéndose el retorno de los
cuerpos sublevados a sus cuarteles, la entrega de los buques de la flota y el desarme
de los civiles. Sin embargo, hasta el 6 de agosto reinó la inquietud y no cesaron los
conciliábulos, mientras todo el mundo comentaba: "la re- volución está vencida, pero
el gobierno ha muerto". El 6 de agosto, Juárez Celman, abandonado por todos,
presentó su renuncia al Congreso. Pellegri- ni y Roca se habían convertido en
dueños de la situación y el "régimen" lo- graba sobrevivir.
Pellegrini se hizo cargo de la presidencia para completar el período consti- tucional.
Colocó a Roca como ministro de Interior y a Vicente Fidel López al frente de
Hacienda. Las turbulencias financieras continuaron.
Antes de asumir, Pellegrini debió conseguir un préstamo de los banqueros locales
para hacer frente a pagos urgentes de la deuda externa. Luego, se recurrió al
expediente de contraer deudas en el exterior para pagar deudas. Las condiciones de
la City londinense eran cada vez más gravosas y, hasta se corrió el peligro de una
intervención británica, impulsada por ciertas me- didas nacionalistas (impuestos a
la importación de determinados produc- tos, a las operaciones de bancos
extranjeros y a las empresas de seguros extranjeras) promovidas por el ministro
López, decidido defensor de la in- dustria. El intento de anudar relaciones con
EEUU terminó mal, por las con- diciones inaceptables con las que este país
pretendía prestar su ayuda fi- nanciera. Después del cierre temporal de la banca
oficial, una serie de bue- nas cosechas volvieron favorable la balanza comercial. En
1891, se fundó el Banco de la Nación Argentina, destinado a brindar crédito a las
industrias locales, aunque no tardó en ser desvirtuado y volcó su ayuda al campo y
el comercio.
Pellegrini se hizo acreedor al título de "piloto de tormentas".

Punto 2:
ORGANIZACIÓN DE LA UNIÓN CÍVICA, LA CONVENCIÓN DE ROSARIO,
LA FÓRMULA PRESIDENCIAL. EL ACUERDO ROCA-MITRE, LA
INTRANSIGEN- CIA DE ALEM, LOS "CUATRO PUNTOS" DE LA UNIÓN
CÍVICA RADICAL. LAS ELECCIONES DE 1892, LA REVOLUCIÓN DE 1893.
Leandro Alem fue sacado por sus partidarios de la depresión en que había caído
luego de la capitulación de los revolucionarios, los que que se dispu- sieron a festejar
la caída de Juárez Celman. En la Plaza de Mayo, Alem ex- presó su credo político:

 El renacimiento del espíritu nacionalista.


 La democratización del sistema electoral.
A partir de entonces, la Unión Cívica comenzó a organizarse a nivel nacional. En
enero de 1891, una convención nacional celebrada en Rosario proclamó la fórmula
presidencial del partido: Bartolomé Mitre-Bernardo de Irigoyen.
Poco después, la Unión Cívica triunfó en las elecciones legislativas de la Ca- pital
Federal, demostrando a Roca y los suyos lo difícil que serían los comi- cios
presidenciales.

El "Acuerdo" Roca-Mitre:

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Por esos días retornó Mitre de Europa. Fue recibido en triunfo en el puerto de
Buenos Aires. Desde la azotea de su casa dijo a la multitud que: "era pre- ciso
pacificar los espíritus y unir a los argentinos". Roca no dejó pasar aque- llas palabras
y poco después le manifestó que su partido apoyaría su candi- datura. Eso sí, le
sugería el reemplazo de Irigoyen por un provinciano (José Evaristo Uriburu). Mitre
acordó.
La noticia del "Acuerdo" Roca-Mitre desorientó a los jóvenes de la Unión Cí- vica
e indignó a Alem quien, en un manifiesto, expresó que no se iban a a- ceptar
compromisos que condujesen a la continuación del régimen funesto.
Roca, en tanto, convertido en jefe del PAN, invitó a los cívicos para consti- tuir una
comisión destinada a estudiar las bases del "Acuerdo". La negativa de Alem y los
suyos a asistir a aquella reunión significó la ruptura de la U- nión Cívica, dividida
en:

UNIÓN CÍVICA NACIONAL: "acuerdista". Liderada por Mitre y sostenedora de


la fórmula Mi- tre-Uriburu.

UNIÓN CÍVICA RADICAL: "intransigente". Liderada por Alem y sostenedora de


la fórmula Bernardo de Irigoyen-Juan M.Garro.

El sector liderado por Alem adoptó la denominación de "radical" pues pensa- ba


cambiar de raíz el régimen. Se basaba en 4 puntos:
1) Libertad política.
2) Honradez administrativa.
3) Impersonalidad de la coalición.
4) Sentimiento nacional.
Alem realizó entonces una gira por varias provincias, logrando la adhesión de vastos
sectores de la sociedad (antiguos federales, jóvenes, intelectua- les, católicos y
enemigos del mercantilismo porteño).
Mientras tanto, el "Acuerdo" no parecía entusiasmar en el interior. Mitre, a-
tribuyéndose el ser factor de disociación, decidió renunciar a su candidatu- ra. Roca,
por su parte, dejó la jefatura del PAN. Pellegrini realizó entonces una reunión de
notables, a la que concurrió incluso Hipólito Yrigoyen por los radicales. El objeto
era evitar disturbios e inestabilidad. Sin embargo, no se llegó a ninguna solución.
En ese momento, por iniciativa del gobernador de la provincia de Buenos Ai- res,
Julio Costa, surgió la candidatura de Roque Sáenz Peña, bien recibida en varios
lugares del país. Sus seguidores serían llamados modernistas. Es- te hecho tuvo la
virtud de hacer volver a la lucha política a Roca y a Mitre.
En febrero de 1892 se celebraron las elecciones legislativas nacionales. En la capital
sólo participaron el mitrismo y los radicales. Contra todo lo previs- to, los radicales
fueron derrotados. Sin embargo, en la ciudad de Buenos Ai- res y en varias
provincias los seguidores de la UCR fueron objeto de todo ti- po de violencias.
La manera de neutralizar el "alud modernista sin abrirle la puerta a los radi- cales"
fue obra de Mitre, indudablemente aconsejado por Roca. Consistió en proponer la
candidatura de Luis Sáenz Peña.
Luis Sáenz Peña, un devoto católico, era un oscuro político que se desempe- ñaba
como miembro de la Corte Suprema de Justicia. Su resistencia a pre- sentarse contra
su hijo (Roque Sáenz Peña) y su amigo (Bernardo de Irigo- yen) fue vencida cuando
se lo convenció que era el único capaz de mostrar- se equidistante de todos los
partidos. Roque Sáenz Peña retiró su candida- tura y el modernismo dejó de existir.

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Sin embargo, al aproximarse el momento de las elecciones presidenciales la
inquietud era real en muchos puntos del país (los radicales se habían apode- rado
del gobierno de Mendoza). Una semana antes de los comicios, el presi- dente
Pellegrini declaró el estado de sitio en la capital y denunció un plan de acción
terrorista de los radicales, exhibiendo bombas secuestradas en va- rios locales
partidarios. Alem, Irigoyen y los principales jefes radicales fue- ron arrestados y
trasladados a un buque (se sostuvo, sin que nunca fuera desmen- tido, que Hipólito
Yrigoyen delató a sus correligionarios en una entrevista con Pellegrini).
Con el modernismo disuelto y la UCR descabezada, la fórmula Luis Sáenz Peña- José
Evaristo Uriburu no tuvo dificultades para imponerse.

La revolución de 1893:
La intranquilidad no cesó con la asunción del nuevo gobierno. En poco tiem- po se
registraron hechos revolucionarios en varias provincias, en tanto los líderes
radicales, vueltos del destierro, se preparaban para iniciar un nuevo levantamiento,
por considerar ilegítimo a un gobierno nacido del fraude.
Luis Sáenz Peña manifestó desde el primer momento su intención de renun- ciar
pero, convencido por los notables (Mitre, Roca y Pellegrini), nombró a Aristóbulo
del Valle ministro de Guerra. Éste, decidido a restaurar la pureza de las
instituciones, intentó poner en práctica una "revolución desde arriba", propiciando
la caída de todos los gobiernos provinciales, desarmándolos primero e
interviniéndolos luego.
A fines de julio y principios de agosto de 1893, estallan revoluciones en Buenos Aires,
Santa Fé y San Luis. Los radicales se apoderan del gobierno de las dos últimas. Sobre
La Plata convergen dos columnas revolucionarias: la de los radicales dirigida por
Hipólito Yrigoyen (vía Temperley) y la de los cívicos mitristas (vía Quilmes). Luego
de la renuncia del gobernador Julio Costa, del Valle reconoce al "gobernador
revolucionario" Juan Carlos Bel- grano (radical) y hace lo propio con los de San Luis
y Santa Fé.
Los líderes del régimen ya no pueden detenerlo y se esfuerzan en ponerle obstáculos.
Del Valle hubiera podido cumplir su objetivo restaurador del su- fragio y de la
legalidad si hubiera disuelto el Congreso y destituído al presi- sidente Sáenz Peña.
Pero, su respeto por la Constitución le hizo perder la oportunidad. Renunciará y con
su retiro, terminará su proyecto de "revolu- ción desde arriba".
Con Manuel Quintana como ministro del Interior, el gobierno intervino las tres
provincias. Ello, hizo renacer la revolución en Santa Fé, ahora con la participación
de algunos oficiales militares y de marina (setiembre de 1893). Sin embargo, las
fuerzas represoras puestas bajo el mando del general Julio Roca lograron, tras
algunos enfrentamientos terrestres y navales, controlar la situación. En enero de
1895, el presidente Sáenz Peña -que no quería am- nistiar a los oficiales de alta
graduación comprometidos en la revolución- presentó su renuncia. El
vicepresidente Uriburu se hizo cargo del gobierno, lo que significaba el retorno de
Roca al primer plano.

Punto 3:
LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES DE TRABAJADORES, ANARQUISMO Y
SOCIALISMO. LA REALIDAD SOCIAL. REACCIÓN DEL RÉGIMEN FRENTE
A LAS HUELGAS, LA LEY DE RESIDENCIA DE 1902. FUNDACIÓN DEL
PARTI- DO SOCIALISTA. LOS AGRICULTORES ARRENDATARIOS, EL
TRABAJO EN LOS CAMPOS. EL "GRITO DE ALCORTA".

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Las condiciones de vida y trabajo de los obreros que sufrían las consecuen- cias de
la industrialización y el maquinismo fueron el sustento de diversas doctrinas.
En 1864, en Londres, se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores (la
Internacional). Allí predominaron las concepciones del socialismo cienti- fico de
Carlos Marx (explicación de la Historia a partir de la lucha entre opresores y opri-
midos - teoría de la plusvalía - convocatoria a la unión de todos los proletarios del
mundo para liquidar el régimen burgués y crear la sociedad socialista, sin Estado ni
clases socia- les).

La incorporación de otras concepciones, las discusiones ideológicas y la persecución,


llevaron a la extinción de la Internacional en 1881. El movimien- to social se dividió
en:

LOS SOCIALISTAS MARXISTAS: proponían la lucha política para llegar a la


dictadura del proletariado (Bebel y Liebknecht).

LOS SOCIALISTAS REFORMISTAS: procuraban emplear la vía parlamentaria


para alcanzar mejoras para la clase obrera (Lasalle y Blanc).

LOS ANARQUISTAS: proponían la destrucción del Estado por la acción directa


(terrorismo) (Bakunin y Proudhon).

LOS SINDICALISTAS: fue un desprendimiento del anarquismo y proponía valerse


de los sin- dicatos para la lucha de clases y de la acción directa (Sorel).
Los inmigrantes llegados al país desde fines del siglo XIX trajeron aquella
diversidad ideológica. Los socialistas prosperaron entre los obreros de sa- larios más
altos y entre los artesanos; los anarquistas, entre los trabajadores sujetos a las peores
condiciones.

Las primeras organizaciones obreras:


Si bien la orientación económica del país era básicamente agro-exportadora, en las
últimas décadas del siglo XIX existían algunos talleres y fábricas de producción
subsidiaria, que hicieron posible el nacimiento de las primeras organizaciones
obreras:

 Desde 1878 existía la "Tipográfica Bonaerense".


 En 1880 apareció el "Club Socialista Vorwaerts", integrado por obreros
alemanes.
 En 1887 surgieron la "Unión de Panaderos" y "La Fraternidad". Esta última
agrupaba a los maquinistas y fogoneros de los ferrocarriles y tenía el carácter de
una mutual destinada a hacer frente a los accidentes de trabajo y enfermedades de
sus afiliados.
 En 1892, los "Círculos de Obreros", que agrupaban a los trabajadores católicos,
fueron reorganizados por el P. Gerardo Grotte. Habían sido fundados diez años
antes por monse- ño Aneiros.

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En 1889 se celebró en París la IIa. Internacional a la que concurrió un repre-
sentante del "Club Vorwaerts". Allí se dispuso conmemorar el 1º de mayo (a-
niversario de los "mártires de Chicago") como "Día del Trabajo".
En la Argentina, ya vimos que se produjeron huelgas obreras ese mismo a- ño como
respuesta a la crisis financiera. El acto del 1º de mayo de 1890 fue autorizado por las
autoridades. La síntesis de las reclamaciones obreras ex- puestas ese día fueron:

Jornada laboral de 8 horas.


Descanso continuo de 36 horas semanales.
Seguro obligatorio contra accidentes de trabajo a cargo de empresarios y del Estado.
Reglamentación del trabajo de mujeres y menores.

A principios de los años '90, se realizó el primer intento de crear una central de
trabajadores. Fracasó pronto como consecuencia de las disidencias inter- nas. En
1901, finalmente, se creó la FOA (Federación Obrera Argentina), inte- grada por
socialistas y anarquistas. Sin embargo, la coexistencia entre am- bos grupos fue
breve, ya que los socialistas discrepaban con la idea de em- plear la huelga general
como medio para crear desorden y violencia. En 1903 se separaron organizando la
UGT (Unión General de Trabajadores). La FOA, dominada por los anarquistas, se
transformó en 1904 en FORA (Federación Obrera Regional Argentina).
 Los socialistas: tenían las mayores adhesiones entre los ferroviarios (maquinistas
y fo- goneros), los trabajadores de los frigoríficos y los artesanos. Su órgano de
prensa era el periódico "La Vanguardia".
 Los anarquistas: aglutinaban a portuarios, albañiles, mecánicos, panaderos,
zapateros. Su órgano de prensa era "La Protesta".
 Los sindicalistas: menos violentos que los anarquistas, recibían apoyo de los
estibado- res y los obreros ferroviarios.

Por entonces, ya los socialistas se habían organizado como partido político. En


efecto, entre 1894 y 1896, diversos grupos de socialistas argentinos, ita- lianos,
franceses y alemanes crearon el Partido Socialista Obrero Internacio- nal, convertido
pronto en Partido Socialista Obrero Argentino, bajo la con- ducción del médico Juan
B.Justo. En su seno no tardaron en producirse di- vergencias interpretativas.
No obstante, cuando se implementó en 1904 el sistema de elección de los diputados
por circunscripciones uninominales, el socialista Alfredo Palacios resultó electo por
la circunscripción de La Boca.

Reacción del régimen frente a las huelgas:


En 1902, la huelga de los trabajadores del puerto de Buenos Aires fue res- pondida
con allanamientos a los locales socialistas y la detención de varios de sus dirigentes.
Una constante fue el establecimiento del estado de sitio. A partir de un pedido de la
UIA (Unión Industrial Argentina) al poder Ejecutivo, el senador Miguel Cané
presentó ante el Congreso un proyecto de expulsión de aquellos extranjeros
"perturbadores del orden social". El proyecto se convirtió en la ley Nº4144, conocida
como Ley de Residencia. Fue completa- da con la llamada Ley de defensa social.

Los agricultores arrendatarios, el trabajo en el campo. El "Grito de Alcorta":

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El siglo transcurrido desde la Revolución de Mayo había modificado sustan-
cialmente las estructuras heredadas de la Colonia y la Generación del '80, u- na vez
lograda la inserción de nuestra economía en la división internacional del trabajo de
los finales del siglo XIX, disfrutaba de una opulencia similar a la de las clases
dirigentes europeas, de la que se hallaban sistemáticamente excluídas las mayorías
nacionales.
El "gobernar es poblar" se expresaba en la llegada de más de 3 millones de
inmigrantes dedicados en gran parte a la agricultura, que llevaron la frontera
agrícola de poco más de 2 millones de hectáreas en 1888, a 20 millones en 1912.
Pero esta gigantesca incorporación de mano de obra se realizó a través de leoninos
contratos de arrendamientos, quedando la propiedad en manos de la oligarquía
terrateniente que la había recibido de quienes habían goberna- do el país desde la
Independencia a la Conquista del Desierto, más allá de al- gunos intentos válidos
pero insuficientes de colonización expresados en la enfiteusis de Rivadavia y en
proyectos y leyes de Sarmiento y Avellaneda.
Estos contratos, verdaderos glosarios de explotación, se fundaban en un
desmesurado costo del arrendamiento, la obligación de comprar los insu- mos y
herramientas a los arrendadores a precios exorbitantes y de vender- les lo producido
a valores muy inferiores de los que realmente poseían. Por más que se trabajara de
sol a sol, los esfuerzos no alcanzaban ni para dar un mínimo de dignidad a las
familias, que llegadas desde una Europa desangra- da por interminables guerras,
venían con la ilusión de construir un futuro próspero.
Una sucesión de malas cosechas, había dejado a los agricultores en una si- tuación
muy sensible, pero fue la formidable cosecha de 1912 la que motivó el repentino salto
de conciencia, al comprobarse que, a pesar de ella, luego de pagar las ingentes
deudas, nada quedaba en los bolsillos de los chacare- ros.
Cuando la huelga estalló, en la Sociedad Italiana de Alcorta (pcia. de Santa Fé), el
25 de junio, y rápidamente se propagó en toda la región, paralizando a más de
100.000 agricultores. Perseguía la modificación de los contratos de arrendamientos,
hecho que después de una larga lucha se consiguió. El doctor Francisco Netri pagó
con su vida este logro, al caer ante las balas de la oligarquía asesina. El "Grito de
Alcorta" llevaba el germen del reclamo de los agricultores por un lugar en la
sociedad que los había convocado y que ahora les cerraba las puertas al progreso y
al desarrollo.
El resultado directo fue la fundación de la Federación Agraria Argentina, que se
constituyó en la herramienta de los pequeños y medianos productores, con la cual
lucharon para mejorar sus condiciones de vida y acceder a la propiedad de la tierra.
Si bien el "Grito de Alcorta" no logró modificar la estructura agraria, creó las
condiciones para que los gobiernos populares que a partir de 1916 llegaron al poder,
permitieran una gradual democratización de la propiedad y el acce- so de miles de
agricultores a su porción de tierra, que le dieron el paisaje a toda una región y fueron
el motor del desarrollo y el progreso de nuestro país en el siglo XX.

Punto 4:
EL RADICALISMO FRENTE AL RÉGIMEN, LA CONDUCCIÓN DE
HIPÓLITO YRIGOYEN, LA "ABSTENCIÓN REVOLUCIONARIA".
REFORMA CONSTITU- CIONAL DE 1898, LEY ELECTORAL DE
CIRCUNSCRIPCIONES. EL FIN DEL ROQUISMO, LA RENOVACIÓN
PRESIDENCIAL DE 1904. LA REVOLUCIÓN DE 1905.

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Después del tormentoso año 1893, la presidencia de José Evaristo Uriburu se
caracterizó por la calma política. Una Ley de olvido propuesta por el pre- sidente,
contribuyó a ello. En ese período se registraron:

 En 1896, el suicidio de Leandro Alem, amargado y abatido por el fracaso de 1893


("que se rompa pero que no se doble", expresó en su testamento).
 El Censo Nacional de 1895 (poco más de 4 millones de habitantes, con algo más
de 1 millón de extranjeros).
 El malestar con Chile, alentado por sectores belicistas de uno y otro lado, que
condujo a una carrera armamentista, a partir de una distinta interpretación de la
norma "las altas cum- bres que dividan aguas".

Frente al tema de la sucesión presidencial, se pensó desde el primer mo- mento que
el PAN debería optar entre Julio Roca y Carlos Pellegrini. El pri- mero (seguía
dominando las situaciones provinciales) era casi universal- mente rechazado por
todas las fuerzas políticas, incluso dentro de su propio partido. Mucho más potable
aparecía el nombre de Pellegrini. Pero no hubo lucha. El propio Pellegrini rehusó
su candidatura, argumentando que Roca era la figura apropiada para gobernar el
país frente al agravamiento de las controversias con Chile. De este modo, nada se
opuso a la consagración de la fórmula Julio Roca- Norberto Quirno Costa.

Un intento de neutralizar a Roca fue realizado por los cívicos mitristas. Se le llamó
"de las paralelas". Cívicos y radicales actuarían paralelamente en la provincia de
Buenos Aires (imponiendo un mitrista) y en las elecciones na- cionales (imponiendo
a Bernardo de Irigoyen). El comité nacional de la UCR aprobó la "acción paralela";
pero el comité de la provincia de Buenos Aires, liderado por Hipólito Yrigoyen, se
opuso, argumentando que la alianza con el mitrismo era contraria a los principios
del partido. Lisandro de la Torre, ene- mistado con Yrigoyen, se alejó de la UCR.
No hubo, en consecuencia, "ac- ción paralela" y nada pudo oponerse a la elección de
Roca en los comicios de 1898.

Reforma constitucional de 1898:


 El artículo 3º de la Constitución Nacional fijaba el número de diputados
conforme a un cociente determinado de habitantes, que debía modificarse de
acuerdo al Censo de 1895. La reforma modificó el artículo 37º, que elevó a 33.000
habitantes o fracción no menor a 16.500 el cociente de cada distrito para elegir
diputados, agregando que después de la realización de cada cen- so el Congreso
fijaría la representación, pudiendo aumentar pero no dismi- nuir la base expresada
para cada diputado.
 Se modificó el artículo 87º, elevando de 5 a 8 la cantidad de ministerios. Una ley
especial deslindaría los ramos del respectivo despacho de los minis- tros.
 No se hizo lugar a la reforma del inciso 1º del artículo 67º, que proponía una
reforma aduanera.

Ley electoral de circunscripciones:


La presión ejercida por la oposición en su conjunto obligó al gobierno a ha- cer
concesiones, propiciando una reforma electoral. En 1902, la Ley de cir-
cunscripciones introdujo el sistema de circunscripciones electorales y el vo- to
uninominal. El país quedaba dividido en 120 circunscripciones, cada una de las

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cuales enviaba a un representante a la cámara de Diputados. Cada su- fragante
podía votar sólo por un candidato. Se proclamaban electos a los que obtenían la
mayoría de sufragios. El sistema podía conceder represen- tación a las minorías y,
como ya expresamos, posibilitó el ingreso a la cáma- ra de Alfredo Palacios, en 1904,
siendo el primer diputado socialista de Lati- noamérica.

El fin del roquismo:


Durante la segunda presidencia de Roca (1898-1904) se produjeron, entre o- tros,
los siguientes hechos:

 La sanción en 1901 de la Ley Orgánica del Ejército, que establecía el servicio


militar o- bligatorio.

 Se puso fin al peligro de una guerra con Chile (en un momento pareció que
Argentina se uniría a Perú y Bolivia para ayudarlas a recuperar Antofagasta, Tacna
y Arica) con la firma de los Pactos de Mayo (1902), que disponían:
1) El compromiso de ambas naciones de someter a arbitraje todas las controversias
que surgieran.
2) La limitación, por 5 años, de la carrera armamentista.

 La formulación, por parte del canciller argentino Luis María Drago de la


doctrina que condenaba el cobro compulsivo de las deudas internacionales (se
refería a las agresiones que sufría Venezuela por parte de sus acreedores europeos),
conocida como "Doctrina Drago".

 La sanción, en 1899, de la Ley de Conversión, según la cual podrían cambiarse


los pe- sos moneda nacional a 0,44 de oro sellado.

La UCR, en tanto, conducida ahora por Hipólito Yrigoyen, mantenía una acti- tud
que se definía como "abstencionismo revolucionario", es decir, no par- ticipaba de
las compulsas electorales con el objeto de desligitimar al régi- men fundado en el
fraude. También mantenía la postura anti-pactista, que le había imprimido Alem,
para no corromper la pureza de su doctrina. Después
de otorgar una tregua al régimen, durante el peligro de guerra con Chile, los
radicales se reorganizaron, dando pruebas en los actos y mitines de su po- pularidad.
De cara a las elecciones de 1904, se hizo patente la pérdida de influencia y poder de
Roca y la dispersión en que había caído el PAN. Sin embargo, con- tra todas las
previsiones que aseguraban la futura presidencia de Carlos Pe- llegrini (distanciado
de Roca), el "Zorro" logró una vez más imponer a sus candidatos. En medio de
conciliábulos, componendas, "reuniones de nota- bles", idas y venidas, tal como
sucedía en una república sin participación popular, terminaron por ser consagrados
Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta.

Aunque el régimen político imperante en la Argentina inspiraba un repudio


generalizado y favorecía la apatía de la gente, el único que trabajaba por la
revolución que "regeneraría la Patria" era Hipólito Yrigoyen.
Solitario, silencioso y poco conocido, el jefe de la UCR preparaba la revolu- ción
desde 1903, ganando con el poder de convicción de sus razonamien- tos a muchos
jóvenes militares. No pudo ser en 1904, pero estalló el 4 de febrero de 1905,

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simultáneamente en varios puntos del país. El movimiento quedó triunfante en
Córdoba, Rosario, Mendoza y Bahía Blanca, sin embar- go, fracasó en la Capital,
donde se había previsto convertir el Arsenal en el centro de las operaciones. A último
momento, el plan tuvo filtraciones, por lo que las fuerzas leales al gobierno
arrestaron a los militares comprometidos que se hallaban en el Arsenal y fueron
tomando uno a uno a los civiles que llegaban hasta allí. Los demás focos
revolucionarios terminaron por rendir- se. Hipólito Yrigoyen logró mantenerse
oculto.
Aquel año, murieron Bartolomé Mitre, el presidente Manuel Quintana, Carlos
Pellegrini y Bernardo de Irigoyen.

Punto 5:
EL ACUERDO ENTRE YRIGOYEN Y SAÉNZ PEÑA. SANCIÓN DE LA
REFOR- MA ELECTORAL, ANÁLISIS DE LA MISMA. EFECTOS DE LA
REFORMA, LAS PRIMERAS ELECCIONES, OPINIÓN DE SÁENZ PEÑA EN
SU ÚLTIMO MEN- SAJE ANTE EL CONGRESO DE LA NACIÓN. LAS
ELECCIONES DE 1916.
Al hacerse cargo de la presidencia, José Figueroa Alcorta demostró rápida- mente
que no permitiría que lo manejaran. Cordobés partidario de Juárez Celman y sin
capital político propio, reveló dotes de energía y astucia. Cuan- do el Congreso
comenzó a presionarlo, lo cerró, hasta que la renovación le- gislativa permitió
modificar su composición.
Sin embargo, al aproximarse las fiestas del Centenario (1910), la situación de los
sectores populares era crítica. Una nueva crisis internacional, producto del
abarrotamiento de lana en los mercados y el aumento de las tasas de in- terés,
repercutió con dureza en una economía dependiente como la argenti- na. El
gobierno respondió con las clásicas medidas de ajuste: cesantía de empleados,
disminución del presupuesto, suspensión de subvenciones, to- do ello acompañado
de medidas represivas frente a la protesta.
La conmemoración del Centenario debió realizarse con estado de sitio, ya que a la
represión policial, el anarquismo respondió con atentados (el jefe de Policía, coronel
Ramón Falcón murió en un atentado y una bomba estalló en el teatro Co- lón). La
celebración del Día del Trabajo, en 1909 y 1910, dejó un saldo de un- merosos
muertos y heridos. Atribuyendo a los inmigrantes extranjeros la causa de aquella
agitación, el Congreso sancionó la Ley de Defensa Social, que penaba las ideas
"extremistas" y establecía la pena de muerte.
Al iniciarse los trabajos para la renovación presidencial de 1910, un grupo de amigos
lanzó el nombre de Roque Sáenz Peña, héroe del Perú por su partici- pación en la
Guerra del Pacífico y embajador en Italia. El presidente Figueroa Alcorta no
disimuló su agrado por aquella candidatura.
Llegado al país Sáenz Peña, se creó un partido para apoyarlo: la Unión Na- cional.
Frente a él, el mitrismo propuso el nombre de Guillermo Udaondo, en tanto la UCR
reiteraba su actitud abstencionista al no obtener seguridades de Figueroa Alcorta
acerca de una reforma electoral.
Al final, el mitrismo también se abstuvo, disgustado por considerar fraudu- lentas
las elecciones legislativas de la Capital. De ese modo, nada se opuso a la consagración
del binomio Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza

A pesar del triunfo rotundo, persistió por algún tiempo el temor de que la UCR
intentase un nuevo movimiento revolucionario, quizá apoyado por el mitrismo (la

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Policía no podía dar con el paradero de Hipólito Yrigoyen). Aquel peligro se aventó
luego de dos encuentros entre Sáenz Peña e Yrigoyen.

 Sáenz Peña prometió:


1) padrón militar.
2) representación de la minoría.

 Yrigoyen pidió garantías y sugirió la intervención de todas las provincias (lo que
no fue considerado necesario por el presidente electo), pero rechazó los dos
ministerios que le ofreció Sáenz Peña.

Un manifiesto de la UCR, en el que se daba cuenta del contenido de ambos


encuentros, permitió que la asunción presidencial pudiera realizarse en paz y orden.

La reforma electoral:
Enfermo de cáncer, Sáenz Peña debió delegar varias veces el mando en su
vicepresidente. No obstante, desde el comienzo de su mandato, dedicó to- dos sus
esfuerzos al objetivo de "crear la ciudadanía" reformando el siste- ma electoral. Ya,
al jurar como presidente, había expresado: "Yo me obligo ante vosotros, ante mis
conciudadanos y ante los partidos, a promover el ejercicio del voto por los medios que
me acuerda la Constitución". Contó para ello con la colaboración del ministro del
Interior, Indalecio Gómez.
El objetivo pudo alcanzarse a través de la sanción de tres leyes: la Ley de
enrolamiento, la Ley de padrón y la Ley electoral. Sáenz Peña debió enfren- tar la
resistencia de los defensores del régimen que, en el Congreso, inten- taron poner
obstáculos a los proyectos.

LEY SÁENZ PEÑA (Nº 8871)

 El voto sería secreto, libre, individual y obligatorio.


 Cada ciudadano tendría que identificarse por medio de la libreta de enrolamiento
antes de emitir su voto.
 La obligatoriedad de sufragar comprendía a los ciudadanos desde los 18 hasta los
70 a- ños.
 El voto no era un mero derecho, sino una obligación.
 Todos los ciudadanos habilitados para votar (varones nativos o extranjeros
naturaliza- dos que no tuviesen incapacidades legales) serían inscriptos en un padrón
militar (confec- cionado por las autoridades militares).
 Las elecciones serían organizadas y supervisadas por el Poder Judicial Federal.
 La ley establecía el sistema de lista incompleta, mediante el que se le otorgaba un
tercio de las bancas a la minoría, siempre que hubiera obtenido, al menos, un 25% de
los votos.

Uno de los aspectos que generó mayor oposición fue el carácter obligatorio del voto.
Pero el gobierno entendía que era preciso crear al sufragante, ya que el pueblo

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acostumbrado a que su voluntad no era decisoria, no concu- rría a votar. El voto
voluntario u optativo era el que favorecía a las oligar- quías.

En un manifiesto, Sáenz Peña sintetizó la historia política argentina a partir de la


desapa- rición del caudillismo y su reemplazo por la violencia electoral. Expresó
que "la ausencia de las armas marcó un progreso", pero se hizo necesario "destruir
a los agentes sucedáneos de la fuerza, a las artes hábiles que hacen ilusorio el voto y
el efectivo imperio de la mayo- ría". Manifestó que la nueva ley aportaba dos
innovaciones: la lista incompleta y el voto o- bligatorio, aclarando que ni la ley ni el
sistema eran una finalidad, sino un medio. Finalizó diciendo: "He dicho a mi país
todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la
palabra y el consejo de su primer mandatario. Quiera votar".

Las primeras elecciones y las elecciones de 1916:


La provincia de Santa Fé había sido intervenida por el gobierno nacional y era
preciso normalizarla llamando a elecciones. Frente a las actitudes de Sáenz Peña,
que parecía dispuesto a cumplir con sus compromisos (la ley electoral todavía no
había sido sancionada), la mayoría de la conducción de la UCR se manifestaba
decidida a levantar la abstención. Sólo Yrigoyen po- nía reparos.
El presidente prometió entonces sustituir el padrón provincial de "papeletas
cívicas" en poder de los caudillejos locales, por el padrón militar. Yrigoyen debió
ceder a la presión de sus correligionarios.
Las elecciones santafesinas de marzo de 1912 dieron el triunfo a los radica- les. Para
desconcierto de todos, Yrigoyen se mostró amargado y expresó que el triunfo no
había tenido "el alto carácter moral que le imponía el honor nacional" (habían sido
muchas las denuncias de Lisandro de la Torre, jefe de la Coalición del Sur, acusando
al interventor federal de favorecer a los radicales).

Entusiasmados por el triunfo en Santa Fé, los radicales se presentaron en las


legislativas de la Capital Federal (donde obtuvieron la mayoría de las bancas) y en
las elecciones para gobernador en cinco provincias (donde fueron derrotados por
las maniobras fraudulentas que el gobierno nacional no impidió). En la provincia
de Buenos Aires volvieron a abstenerse.
Mientras tanto, la salud del presidente se deterioraba, por lo que solicitó va- rias
veces licencia. El 1º de agosto de 1914 empezó la Primera Guerra Mun- dial y, poco
después, murió Roque Sáenz Peña.
Antes de comenzar los trabajos para las presidenciales de 1916, los conser- vadores
(los restos del antiguo PAN) y radicales vieron con preocupación el triunfo socialista
en la Capital en las legislativas complementarias. Sin em- bargo, la unidad del
socialismo se rompería pronto con la separación de Al- fredo Palacios.
Finalmente, se presentaron a los comicios:

 Los conservadores no presentaron fórmula presidencial (en el Colegio Electoral


pre- sentaron el nombre de Ángel Rojas).
 Los demócratas progresistas (recién creados): Lisandro de la Torre-Alejandro
Carbó.
 Los socialistas (excluidos los seguidores de Palacios): Juan B.Justo-Nicolás
Repetto.

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 Los radicales: Hipólito Yrigoyen-Pelagio Luna (Yrigoyen aceptó a
regañadientes: "ha- gan de mí lo que quieran").

Como la fórmula de la UCR reunió 141 electores (necesitaba 151), se hicie- ron todas
las maniobras posibles para cerrarle el camino a la presidencia. Sin embargo, al fin
logró 152 votos en el Colegio Electoral y quedó triunfan- te.

Punto 6:
EL NUEVO PENSAMIENTO HISPANOAMERICANO, LA REACCIÓN
CONTRA EL POSITIVISMO, EL IDEALISMO NACIONALISTA, LA
REVALORIZACIÓN DE LO AUTÓCTONO. LA REFORMA UNIVERSITARIA.
La reacción contra el positivismo:
El impacto de la Gran Guerra impuso cambios en la percepción de la reali- dad. No
obstante, predominó una cierta inercia en el pensamiento de algu- nos sectores,
basada en la incredulidad con respecto a la permanencia de las transformaciones,
como si las convulsiones fueran episodios pasajeros y en poco tiempo se hubiera de
volver a la posición primitiva.
Esta descalificación de la magnitud y duración de los cambios, impidió efec- tuar las
adecuaciones urgentes que el nuevo orden de cosas requería. Cos- taba aceptar el
cambio. Las tensiones de una sociedad que tenía diferentes lecturas de esa realidad
llevaron a agudas polarizaciones y, en amplios sec- tores, a una acentuación del
paternalismo: "Que venga quien imponga orden y nos dé la solución que todos juntos,
con reglas establecidas, no podemos encarar".
Un sector volvió la vista hacia el interior y hacia América, redescubriendo la
inserción continental de la Argentina. Otro, siguió mirando hacia Europa, só- lo que
sus simpatías estaban divididas entre los que admiraban a Gran Bre- taña y Francia
y los que se sentían más identificados con Alemania, Italia y las nuevas corrientes
nacionalistas. También los Estados Unidos irrumpie- ron provocando cierto recelo.
El mundo estaba en plena efervescencia.
El eje de la cultura, que en el período anterior pasaba por la elite se despla- zó hacia
el "hombre medio". Aparecieron nuevos enfoques, intereses y au- tores que
expresaron lo popular y lo nacional. El radicalismo representó a ese "hombre
medio" y difundió las expresiones de su cultura, sin suprimir, por supuesto, las de
la elite.
El pensamiento positivista fue replanteado por el krausismo, que proponía una
concepción teísta del universo y representaba una síntesis de la razón humana y la
naturaleza, con un fuerte acento en la ética personal y pública.

El krausismo fue formulado por el filósofo alemán Karl Christian Krause (1781-
1832). Influ- yó poderosamente en Hipólito Yrigoyen y en la UCR, destacándose por:
 Su concepción democrática y la solidaria armonización del individuo con las
necesida- des de la sociedad.
 La idea de nación soberana.
 Su tendencia al diálogo, la tolerancia y la superación pacífica de los conflictos.
 El estilo sobrio y austero.

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José Ingenieros, en el "Hombre mediocre", habló de un idealismo fundado en la
experiencia; se basaba en el evolucionismo y en el biologismo filosófi- co. Más tarde,
en "La evolución de las ideas argentinas" aplicó la causalidad económica al análisis
de los hechos. Ambas obras fueron escritas entre 1911 y 1920.

Alejandro Korn, representante del idealismo, se opuso al positivismo cientí- ficista.


Expuso las bases de su filosofía en "La libertad creadora" y "Las in- fluencias
filosóficas en la evolución nacional".

El nacionalismo:
Entre quienes sostenían postulados nacionalistas estaban quienes atacaban la
"dependencia del extranjero" como Ricardo Rojas, que rechazaba "el ab- yecto
vasallaje de nuestras clases intelectuales". También Manuel Gálvez empezó a sentir
que "gobernar es argentinizar". Fueron dando los pasos ini- ciales del nacionalismo
de derecha que haría eclosión después, al tocar te- mas como tradición, hispanidad,
espititualidad y orden.

Hacia 1910 nace la denominada "generación del Centenario". Un componente


importante dentro del clima ideológico de ese momento es el hispanismo: el espíritu
de conciliación hacia España y la herencia española que tomó auge particularmente
después de la guerra hispano-norteamericana, abre paso a una nueva visión del
pasado y alimenta el mito de la raza. Esta nueva actitud aparece tanto en "La
restauración nacionalista" (1922), de Ricardo Rojas, como en "El solar de la raza"
(1913), de Manuel Gálvez, donde señala que: "Ha llega- do ya el momento de
sentirnos argentinos, de sentirnos americanos y sentirnos en último término españoles,
puesto que a la raza pertenecemos".
En 1917, Hipólito Yrigoyen proclamó el 12 de octubre "Día de la Raza".

La encarnación "chauvinista" de la nacionalidad se plasmó en la Liga Patrió- tica


Argentina, dirigida por Manuel Carlés y surgida en enero de 1919, con la violenta
represión a los obreros en la Semana Trágica. Su extremismo into- lerante era para
salvar "el Orden y la Tradición Nacional", de acuerdo a los criterios de los grandes
propietarios.
A fines de la década de 1920, surgieron los denominados "nacionalistas de derecha",
un conjunto heterogéneo de grupos culturales y políticos, que compartían algunos
elementos ideológicos comunes, tributarios de ideas europeas, cuya difusión
realizaban especialmente a través del periodismo ("La Nueva República" y
"Criterio"). Todos ellos (Leopoldo Lugones, Julio y Rodolfo Irazusta, Ernesto
Palacio) se caracterizaban por:

 Su oposición al proceso de modernismo iniciado en 1880.


 Sus críticas al liberalismo, al positivismo y al socialismo.
 Su exaltación de la nacionalidad.
 Su adhesión al catolicismo.

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Elitistas y despectivos hacia las clases obreras, muchos identificaron "de- mocracia
de masas" con "demagogia", y consideraron al radicalismo como una
administración de "plebeyos", por lo que apoyaron o participaron en el golpe que
derrocaría a Yrigoyen.

La Reforma Universitaria:
Un conflicto en la Universidad de Córdoba en 1918 alcanzó gran repercusión. Fue
la Reforma Universitaria. El movimiento perseguía los siguientes propó- sitos:

1) Solidaridad universitaria de toda Hispanoamérica.


2) Cogobierno estudiantil.
3) Autonomía universitaria.
4) Libertad de cátedra.
5) Facilitar el magisterio de "todas las ideas".
6) Concursos con jurados con participación estudiantil.
7) Extensión universitaria para llevar la cultura al pueblo.
8) Permitir los estudios universitarios a los menos pudientes
9) Investigación como función de la universidad.

Para cumplir aquel programa, los estudiantes debían tomar la dirección del
movimiento. De allí, la "ingerencia estudiantil" en el manejo universitario.
Triunfante en Córdoba, el movimiento se extendió a La Plata y Buenos Aires,
creándose además la Universidad del Litoral, con casa de estudios en Rosa- rio,
Santa Fé, Paraná y Corrientes.
Esta gran esperanza no alcanzó a concretarse plenamente, pues fracasó en sus
propósitos americanistas y sociales. A la enseñanza conservadora le siguió una
burocracia con escasa jerarquía intelectual, sólo interesada en halagar a los
estudiantes. A la tiranía conservadora en las cátedras sucedió la tiranía liberal.

FIN DE LA BOLILLA XIII


BOLILLA XIV ):Punto 1
PRESIDENCIA DE HIPÓLITO YRIGOYEN. CONFORMACIÓN DEL
RADICALIS- MO, LAS CONTRADICCIONES. LAS IDEAS DEL PRESIDENTE,
LA "REPARA- CIÓN". DIFICULTADES PARA LLEVAR ADELANTE SU
POLÍTICA, LAS MODI- FICACIONES AL SISTEMA QUE SE PUDIERON
REALIZAR. ACTITUD FRENTE A LA GUERRA EUROPEA O "PRIMERA
GUERRA MUNDIAL", LA NEUTRALI- DAD ACTIVA, POSTURA AL
CREARSE LA LIGA DE LAS NACIONES. EL A- MERICANISMO. LA
REVOLUCIÓN RUSA DE 1917, SU REPERCUSIÓN EN LA ARGENTINA.
FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA. LAS HUELGAS O- BRERAS, LA
"SEMANA TRÁGICA", LAS HUELGAS EN LA PATAGONIA, LA REPRESIÓN.
EL INICIO DE LA LEGISLACIÓN SOCIAL.

El objetivo de Hipólito Yrigoyen nunca había sido el de gobernar, sino la re-


paración moral de la política argentina, vale decir, hacer respetar la voluntad del
pueblo. La evolución de los acontecimientos y el entusiasmo de sus co- rreligionarios
lo condujo a la situación de tener que aceptar la presidencia.

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Desde el primer instante de su gobierno manifestó su intención de forzar la
interpretación de la Constitución Nacional para alcanzar sus propósitos, a-
segurando en cada una de las provincias la posibilidad de elecciones libres.
Para ello se valió de la intervención federal, pero nunca tuvo mayoría en el Senado
y sólo a partir de 1918 la alcanzó en Diputados. Por eso, sus inter- venciones a las
provincias se dividieron en:

 Intervenciones "constitucionales": fundadas en los artículos 5º y 6º de la


Constitución.
 Intervenciones "reparadoras": destinadas a poner a las provincias en
condiciones elec- torales y decididas por decreto, aprovechando el receso legislativo.

Sus miras "reparadoras" iban más allá de los estrictamente partidista. Con pocas
excepciones, los interventores federales era hombres que no pertene- cían a la UCR.
Magistrados y políticos de probada honestidad que, asegura- das las condiciones
electorales, debían entregar el gobierno a los vencedo- res, fuera cual fuese su signo
político.

Hemos expuesto en la bolilla anterior el pensamiento de Karl Krause, un filósofo


alemán que había sido muy difundido en España, pero que Yrigoyen conoció a
través del belga Tiber- ghien. Krause había hecho de la ética la esencia de la filosofía:
ética en el obrar humano, ética en la conducta de las naciones, ética en las relaciones
internacionales.
Esta concepción ética de la política fue la base de la idea de la Restauración Nacional
y constituyó "la Causa" a la que dedicó todos sus esfuerzos.

Yrigoyen debió enfrentar la dura oposición de conservadores y socialistas que lo


acusaban de no respetar la Constitución. Además, fue atacado y ridi- culizado desde
la prensa, la intelectualidad y aún desde el ámbito universi- tario, a pesar de la
Reforma gestada durante su mandato.
Sin embargo, el obstáculo más grave lo encontró en el seno mismo de la UCR. Se ha
hablado de la existencia de dos radicalismos:

 El pueblo, formado por antiguas familias criollas de origen federal, llamadas a


extinguir- se frente al aluvión inmigratorio, y también las primeras generaciones de
hijos de inmigran- tes, que se sentían argentinos y constituirían una incipiente clase
media.
Este pueblo, llamado despectivamente "la chusma", sería fiel a su caudillo y
conformaría el llamado radicalismo sentimental.

 Los "doctores", para quienes algunos de los principios (libertad y pureza


electoral, an- ti-personalismo, honestidad administrativa) enunciados desde los
tiempos de Alem, adqui- rían valor filosófico y que constituyeron el radicalismo
doctrinario.
A este sector de la UCR, que terminaría oponiéndose a Yrigoyen, debían agregarse
figuras independientes sumadas a último momento al gobierno y algunos caudillos
locales que re- sistirían la conducción del "Peludo", como Crotto (en Buenos Aires),
Lencinas (en Mendo- za), Cantoni (en San Juan Juan) o Laurencena (en Entre Ríos).

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El radicalismo constituía, en consecuencia, un heterogéneo conglomerado en el que
se agrupaban los tipos más diversos y opuestos del espectro so- cial: peones, obreros
y empleados públicos, estancieros y profesionales; ca- tólicos y masones, progresistas
y reaccionarios. Esa diversidad conspiraba, naturalmente, contra la unidad y era
causa de su debilidad intrínseca.

La política internacional:
Frente al hecho de la Primera Guerra Mundial (1914-18), la oligarquía agro-
exportadora y la alta burguesía, vale decir la "Argentina visible", con sus recursos y
sus medios de prensa, eran aliadófilos: por sus vinculaciones e- conómicas con Gran
Bretaña y sus afinidades culturales con Francia. A esa situación debía sumarse la
presencia de una inmensa colectividad italiana. En el seno del propio gabinete se
encontraban figuras inclinadas a la causa de los aliados (el propio canciller
Pueyrredón, por ejemplo). Muchos menos eran los que simpatizaban con Alemania.
En cambio, el pueblo anónimo era instintivamente neutral frente a ese con- flicto en
el que percibía que la Argentina no tenía nada por lo cual tuviera que interesarse.
Aquella, era también la postura de Hipólito Yrigoyen. (1)
A lo largo de toda la guerra, el presidente logró mantener su postura, no obs- tante
las presiones a que fue sometido:
1) Las palabras y acciones del canciller Honorio Pueyrredón y del embaja- dor en
Francia, Marcelo T. de Alvear, decididamente inclinados a romper relaciones
con Alemania.
2) Las actitudes del gobierno de los EEUU y de su embajador en Buenos Aires, a
partir de la entrada de aquel país en la guerra, en 1917 (Este hecho se produjo
cuando Alemania declaró el bloqueo submarino y comenzó a hundir buques
neutrales que transportaban provisiones a los aliados). El gobierno del
presidente Woodrow Wilson llegó a enviar una flota a Buenos Aires como
elemento de presión, ya que le resultaba intolerable que la Argentina no adoptase
una posición de solidaridad panamericana.
3) El hundimiento de buques mercantes argentinos por parte de submarinos
alemanes, que pudo solucionar Yrigoyen entendiédose directamente con el
embajador von Luxburg, de quien obtuvo disculpas, promesa de in-
demnizaciones y un trato preferencial hacia los buques de bandera ar- gentina
(Cuando los aliados lograron descifrar los cables enviados por von Luxburg a su
gobierno, ya no pudo sostenerse como embajador en Buenos Aires, pues llamaba
"asno aliadófilo a Pueyrredón" y aconsejaba hundir a los buques argentinos sin
dejar rastros ni sobrevivientes. No obstante, Yrigoyen continuó negándose a
romper con A- lemania).
Durante todo el conflicto, Yrigoyen mantuvo firme su política de solidaridad
latinoamericana (Pretendió reunir una conferencia de países latinoamericanos
neutrales; hizo saludar al pabellón dominicano por un buque argentino, cuando
aquel país estaba ocu- pado por EEUU; prometió el envío del Ejército argentino
para proteger Uruguay si aquel país -que acababa de romper con Alemania- era
invadida por residentes alemanes del sur de Bra- sil).
Yrigoyen entendía que el panamericanismo era un mero instrumento de la
dominación norteamericana sobre el continente. Así lo entendieron los pro- pios
gobiernos de Washington que, durante las dos presidencias del líder ra- dical
evitaron reunir Conferencias Panamericanas.

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Otro hecho revelador del pensamiento de Yrigoyen fue el caso de la Socie- dad de las
Naciones, creada en 1920 por sugerencia del presidente Wilson, con el objeto de
preservar la soberanía e integridad territorial de todos los estados, grandes o
pequeños.
Yrigoyen comenzó manifestando su oposición al criterio de dar a las nacio- nes
neutrales un trato diferente (no podrían ejercer el derecho de veto, reser- vado a los
vencedores de la guerra). Sin embargo, Marcelo de Alvear, a car- go de la
representación del gobierno argentino, adhirió "sin reservas" a la Sociedad, sin
plantear las objeciones del presidente. Cuando se materializó la creación del
organismo en Ginebra, la delegación argentina se retiró, por orden de Yrigoyen, al
establecerse que quedarían excluídas de ella las na- ciones vencidas. El Senado
argentino, principal centro de oposición al presi- dente, siguió, no obstante pagando
las cuotas a la entidad.
Tampoco permaneció en la Sociedad de las Naciones EEUU, pero sus razo- nes
fueron distintas (preeminencia de los sectores norteamericanos afectos al
aislacionismo (2)) de las argentinas, basadas en la fidelidad al principio de igualdad
de todas las naciones.

(1) La neutralidad argentina ya había sido declarada por el gobierno de Victorino


de la Pla- za apenas estallada la guerra.
(2) El aislacionismo norteamericano no implicaba abandonar la doctrina del
"Destino Ma- nifiesto", vale decir, el dominio sobre todo el continente americano.

La Revolución Rusa y el Comunismo en la Argentina:

A comienzos del siglo XX, Rusia constituía una sociedad jerarquizada, dominada
por la no- bleza terrateniente, con un gobierno absolutista, encarnado en la figura
de los zares, que coartaron las libertades individuales y ejercieron la censura.
La economía era fundamentalmente agrícola, aunque la industria había cobrado
desarrollo sobre todo en Moscú y San Petersburgo, por las inversiones en hierro,
carbón, acero y fe- rrocarriles que realizaron fundamentalmente Gran Bretaña y
Francia.
En 1905, durante el gobierno de Nicolás II, se produjo un movimiento revolucionario
enca- bezado por los obreros, que reclamaron un cambio político y derechos
laborales. Si bien el movimiento fue sofocado, obligó al gobierno a compartir su
poder con un Poder Legislati- vo o Parlamento, representado por la Duma,
integrada por todas sociales, que transformó la monarquía autocrática en una
monarquía parlamentaria, aunque en la práctica, el zar siguió gobernando con
poderes ilimitados.
La mayoría de la población rusa estaba representada por campesinos y obreros que
vivían en condiciones deplorables. Su situación empeoró con el estallido de la
Primera Guerra, que obligó a más de 15 millones de hombres a integrarse a las filas
del ejército, dejando a la producción agrícola y a la industria sin mano de obra.
La situación se agravó ante las derrotas de los rusos frente a los alemanes, lo que
condujo a la creación de soviets (comités formados por campesinos, obreros y
soldados) que se le- vantaron contra el Estado y originaro huelgas.
El imperio ruso llegó a su fin (febrero de 1917), tras fracasar el gobierno provisional
a cargo de Alejandro Kerenski, de ideas democráticas liberales, ungido luego de la
abdicación del zar. Paralelamente, los soviets iban incrementando su poder, junto

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con la consolidación de las ideas marxistas expuestas por el Partido Obrero Social
Demócrata, que se había dividi- do entre los moderados o mencheviques y los más
extremistas que proponían transforma- ciones radicales, llamados bolcheviques,
liderados por Lenin, nombre de combate de Vladi- mir Ilich Ulianov.
Esta última fracción se hizo del poder en octubre de 1917, instaurando la dictadura
del pro- letariado y la creación de la República Federal Socialista Soviética Rusa. El
nuevo Estado puso fin a la participación en la guerra, firmando con Alemania el
Tratado de Brest-Litovsk (marzo de 1918), por el que Rusia perdía los estados
Bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) y Polonia y reconocía a Finlandia y Ucrania
como estados independientes.
Siguiendo las ideas marxistas, el régimen bolquevique expropió las tierras de los
terrate- nientes y las repartió entre los campesinos. Los obreros obtuvieron el
control de las em- presas, que pasaron a ser propiedad del Estado. La mujer
equiparó sus derechos a los del hombre y la Iglesia fue separada del Estado. No tardó
en estallar la guerra civil.

La guerra generó nuevas divisiones en el socialismo argentino. Tanto la ban- cada


socialista en el Congreso, como la conducción del partido, era partida- ria de la
entrada de Argentina del lado de los aliados. Pero, un congreso so- cialista se inclinó
por la neutralidad. Ello condujo a la renuncia de los legisla- dores, la que no fue
aceptada. Entonces, los que se consideraban internacio- nalistas y entendían que la
guerra era resultado de las contradicciones bur- guesas abandonaron el Partido
Socialista.
Poco después, un Congreso celebrado en Bahía Blanca dispuso la salida del
socialismo argentino de la IIa. Internacional, pero no quiso adherir a la IIIa.
Internacional, que apoyaba a la Rusia soviética. Los partidarios de esta últi- ma
alternativa, junto con los internacionalistas, fundaron en 1921 el Partido Comunista.

Las huelgas obreras:


Las condiciones de la clase obrera argentina experimentaron diversos vaive- nes
como consecuencia del impacto de la guerra en la economía. Hubo mo- mentos de
desempleo e inflación y luego, al tener que sustituirse algunas importaciones, un
crecimiento de talleres y fábricas. Pero, para el esquema agro-exportador
predominante, los salarios no debían aumentarse ni sancio- narse leyes protectoras
del trabajo. La oligarquía, atrincherada en el Congre- so, habría de impedir u
obstaculizar cualquier proyecto en ese sentido.
El gobierno de Yrigoyen, por su parte, procuró asumir una actitud paterna- lista,
buscando arbitrar los conflictos entre el capital y el trabajo. Eso lo con- dujo a
adoptar criterios diferentes en cada caso, evitando malquistarse con el stablishment
(la UIA, la Sociedad Rural y la Bolsa de Comercio) y, al mis- mo tiempo, intentando
mostrarse comprensivo con las aspiraciones obre- ras, atento a que las masas
trabajadoras estaban inclinándose gradualmen- te a favor del Partido Socialista.
Rechazando la represión policial, a veces, y oponiéndose a las huelgas con- tra
empresas de capital extranjero o estatales otras, fue ganándose -a los o- jos de la
prensa opositora- una imagen de incapacidad frente al conflicto so- cial.
Entre 1917 y 1919, las huelgas y reclamos por mejoras de salarios, el impac- to
causado por la Revolución Rusa y los temores de los sectores conserva- dores ante el
peligro de una revolución maximalista (así se conocía a los bol- cheviques), fueron
abonando el terreno para lo que se llamaría la "Semana trágica".

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En enero de 1919, una huelga realizada por los obreros de los Talleres Metalúrgicos
Vasena en demanda de una jornada laboral de 8 horas y el pago de horas extras, se
extendió a otras fábricas de la Capital Federal.
Presionado por los empresarios metalúrgicos, el gobierno decidió imponer el orden
envian- do primero a la policía y después al Ejército, que reprimieron a los
trabajadores.
El sepelio de los obreros muertos por la represión, desembocó en un terrible
desorden que generó nuevas víctimas. Fueron incendiadas iglesias, los comercios
cerraron sus puertas y dejaron de salir los diarios. La falta de noticias permitió
circular las versiones de que se es- taba frente a una revolución maximalista, por lo
que la Liga Patriótica Argentina lanzó a la calle jóvenes armados (las "guardias
blancas") que se dedicaron a masacrar trabajadores.
Los enfrentamientos se sucedieron durante varios días. Para los conservadores y
naciona- listas, los maximalistas eran rusos y, por entonces, se les llamaba "rusos" a
los judíos, lo que desembocó en ataques a los barrios donde se agrupaba la
colectividad hebrea. A esa altura de los acontecimientos, las dos centrales obreras:
la FORA (anarquista) y la UGT (so- cialista) habían declarado el paro general.
El gobierno declaró el estado de sitio y Buenos Aires fue puesta bajo las órdenes del
coro- nel Luis Dellepiane. Pero el Senado se negó a considerar el estado de sitio al
trascender las exageraciones que se habían difundido acerca de los objetivos del
movimiento. Según da- tos del diario "La Vanguardia", se registraron más de 700
muertos y 4000 heridos.
Finalmente, la mediación del gobierno determinó que se acordaran aumentos de
entre el 20 y el 40% a los trabajadores y fueran liberados muchos dirigentes presos.

El otro episodio que puso en tela de juicio las relaciones del gobierno de Y- rigoyen
con el movimiento obrero se conoce con el nombre de "La Patago- nia rebelde".

La "Patagonia rebelde" es el título de una película realizada en 1973, basada en la


obra del investigador Osvaldo Bayer. Narra los hechos que tuvieron lugar en la
Patagonia entre no- viembre de 1920 y enero de 1922, cuando se produjeron huelgas
obreras en reclamo de un mejoramiento en las condiciones de trabajo y aumento de
salarios.
De acuerdo con Bayer, la falta de compradores para la lana acumulada durante la
guerra, originó una crisis que afectó a los estancieros, comerciantes y peones. Los
trabajadores, que vivían y trabajaban en condiciones inhumanas ante la falta de
pago y de trabajo, ocupa- ron estancias y tomaron rehenes. Las presiones de los
terratenientes decidieron al gobier- no a enviar al teniente coronel Benigno Varela,
al frente del 10º Regimiento de Caballería, con escasas instrucciones ("Cumpla con
su deber", "Ponga orden").
Después de una etapa de negociaciones, en la que se logró satisfacer las aspiraciones
de los trabajadores, el incumplimiento de los compromisos por parte de los
propietarios, de- terminó el reinicio de la lucha, ahora con violencias y crímenes por
ambas partes. La repre- sión indiscriminada por parte del Ejército arrojó alrededor
de 1500 muertos.
Según José María Rosa, muchas causas intervinieron en la tragedia de Santa Cruz:
1) Las condiciones de trabajo en las estancias del territorio.
2) El despertar de una conciencia sindicalista, orientada por dirigentes anarquistas.
El español Antonio Soto era el secretario general de la Sociedad Obrera de Río

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Gallegos, que aglutinaba a estibadores, mozos de hotel, mecónicos, dependientes
de comercio, obreros de los frigoríficos y peones rurales.
3) Que el anarquismo de los dirigentes obreros permitió a los patrones defender sus
inte- reses con el pretexto de estar defendiendo "la patria". Otro tanto aconteció
con los mi- litares, acuciados además por las versiones de que Chile se hallaba
detrás del conflicto.
4) La participación de bandas de ex presidiarios de Ushuaia que aprovecharon el
desorden para cometer robos y tropelías.
5) Las exageraciones de la prensa de Buenos Aires respecto de las acciones de los
traba- jadores.
6) La principal de todas: la carencia de una política obrerista definida en el
gobierno de Y- rigoyen, que transcurrió de un paternalismo excesivamente
complaciente a una repre- sión sin misericordia.

En lo que se refiere a la política social de Yrigoyen podemos agregar:


 El proyecto de Ley de descanso dominical.
 El proyecto de Ley de trabajo domiciliario de la mujer.
 También presentó el Poder Ejecutivo otros proyectos: Ley de conciliación y
arbitraje en los conflictos sociales, Ley de asociaciones profesionales y contratos
colectivos, Ley de creación de las juntas arbitrales de trabajo agrícola, Ley de defensa
de la población obrera en los territorios nacionales y un Código de Trabajo. Sin
embargo, ninguna logró vencer la oposición parlamentaria.

Punto 2:
LA RENOVACIÓN PRESIDENCIAL DE 1922. EL GOBIERNO DE MARCELO
T. DE ALVEAR. LA BONANZA ECONÓNICA. RUPTURA DEL
RADICALISMO, LOS "ANTIPERSONALISTAS". LAS ELECCIONES DE 1928,
EL TRIUNFO DE YRIGOYEN.

Superada la crisis de popularidad que le acarrearon hechos como la "Sema- na


trágica", la UCR llegó fortalecida a las elecciones presidenciales de 1922.
El resto de los partidos políticos se preparó del siguiente modo:

 Los diversos partidos conservadores (restos del antiguo PAN), bajo el nombre
de Con- centración Nacional, proclamaron la fórmula: Norberto Piñero-Rafael
Núñez.
 Los socialistas, que acababan de sufrir la escisión que dio origen al Partido
Comunista, llevaron a: Nicolás Repetto-Antonio de Tomaso.
 Los demócratas progresistas, que no quisieron unirse a los conservadores como
venían haciéndolo últimamente, presentaron a: Carlos Ibarguren-Francisco Correa.

Durante un período prolongado, los radicales -y la opinión pública en gene- ral-


aguardaron la media palabra de Hipólito Yrigoyen respecto de las candi- daturas de
la UCR. Finalmente, poco antes de la reunión de la convención nacional partidaria,
el presidente recibió uno por uno a los convencionales, dándoles la palabra entera:
"voten a Marcelo y Elpidio".
Así, quedó consagrada la fórmula Marcelo Torcuato de Alvear-Elpidio Gon- zález,
que triunfaría claramente en los comicios de abril de 1922. Alvear era un radical de

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la primera hora, nieto del general Carlos María de Alvear e hijo de Torcuato de
Alvear, primer intendente de Buenos Aires. En el momento de triunfar en las
elecciones, Alvear se hallaba en París.
No obstante, comenzaban a dibujarse los signos de una próxima ruptura de la UCR.
Miguel Laurencena, caudillo radical de Entre Ríos, opuesto a lo que comenzaba a
llamarse "personalismo" de Yrigoyen, fundó la UCR Principis- ta, presentándose
separado a las elecciones.

La bonanza económica:
La gestión de Alvear se vio beneficiada por la terminación de la crisis inter- nacional
de pos-guerra, lo que derivó en grandes ganancias a partir de la venta de productos
agropecuarios. Por entonces, se tuvo la visión falsa de que aquella prosperidad sería
indefinida, al considerarse a la Argentina "el granero del mundo".
Llegaron capitales extranjeros para invertir en nuestro país, especialmente
norteamericanos, alarmando a los británicos dominadores hasta entonces del
mercado argentino. En ese contexto deben inscribirse las "guerras de frigoríficos",
entre establecimientos norteamericanos, británicos y naciona- les. El comercio con
EEUU aumentó, pero el país del norte no adquiría los productos agropecuarios
argentinos, lo que originó la idea de "comprar a quien nos compra", una mera
formulación propagandística, ya que siguió siendo imprescindible importar
artículos norteamericanos, en razón de que los británicos eran escasos y de mala
calidad.
Aunque la moneda fue saneada y el país gozó de crédito ilimitado, la falta de
conciencia de la dirigencia y la resistencia interpuesta por el agro y el co- mercio de
importación hicieron perder la oportunidad ofrecida por la guerra para impulsar el
desarrollo industrial del país. Esa época arrojó también uno de los mejores saldos
en materia de inmigración.
Durante el período 1922-1928:

 Se organizaron las cajas de jubilación (maestros y bancarios) y previsión social;


fue re- glamentado el trabajo de mujeres y menores y se impuso el pago de los
salarios en mone- da nacional y no en vales.
 Se creó la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), puesta
bajo la dirección del general Enrique Mosconi.
 Fueron modernizadas algunas unidades de la armada y se creó la base de
submarinos de Mar del Plata.
 Se creó la Destilería de La Plata.

Ruptura en la UCR:
Desde el momento mismo de la asunción de Alvear pareció evidenciarse la intención
de Yrigoyen de continuar ejerciendo la dirección política. Se habló del intento de
crear un "gobierno paralelo", lo que molestó al presidente.
A partir de ese momento, sin producirse una ruptura clara, se registraron he- chos
y actitudes que ponían de manifiesto el distanciamiento entre ambas figuras. Alvear,
dejando en claro sus diferencias de estilo (inaugurando con un discurso el período
de sesiones del Congreso o presentándose ante él con todo su gabine- te a propósito
de una interpelación al ministro de Hacienda). Yrigoyen, o mejor el "yri-
goyenismo", criticando a través de la prensa partidaria los intentos del pre- sidente

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de mejorar sus relaciones con los conservadores o la presencia en el entorno
presidencial y el gabinete de muchos radicales "azules" (radicales de ideas
conservadoras, generalmente pertenecientes a la aristocracia o la alta clase media,
fuertes en la Capital Federal).
Se ha conjeturado que Yrigoyen confiaba en que la escasa voluntad de Al- vear
frente a las dificultades y su inclinación por la vida descansada lo lle- varían a dejar
el gobierno. Para eso, el líder radical había señalado a Elpidio González, hombre de
su mayor confianza, como vice-presidente. Alvear res- pondería no delegando nunca
el gobierno en González que, por su parte, de- jó de ejercer la presidencia del
Senado. Los manejos de algunos hombres de Alvear con los conservadores, para
neutralizar a González, pusieron en boga la expresión "contubernio".
Para 1924, la fractura de la UCR era un hecho. No era una cuestión de ideas o de
políticas. La división se estableció a partir de reconocer o no el lideraz- go de
Hipólito Yrigoyen.

UCR "personalista": reconocía el liderazgo indiscutido del caudillo. Su fuerza


estaba en la provincia de Buenos Aires y la integraban unos pocos de los viejos
dirigentes radicales, al- gunos jóvenes y la mayoría del pueblo. Se los llamaba
"peludos".

UCR "anti-personalista": constituía la estructura del partido, integrada por la


mayoría de los viejos dirigentes, los radicales "azules" y algunos caudillos
provinciales, como Laurencena en Entre Ríos, Lencinas en Mendoza y Cantoni en
San Juan. Decían basarse en la "imperso- nalidad" sostenida por Alem. Se los
llamaba "galeritas".

Durante el transcurso del año 1925 se produjo un apaciguamiento entre am- bas
fracciones, preocupadas porque la división radical había facilitado la vic- toria de
los conservadores en Córdoba. Pero el intento de acercamiento se enfrió y un
manifiesto de los antipersonalistas ("personalismo" es traición) selló definitivamente
la ruptura.
Para los antipersonalistas resultaba vital dominar la provincia de Buenos Ai- res -
bastión yrigoyenista-; pero Alvear no se atrevió a intervenirla con el pre- texto
(ofrecido por los socialistas) de un irregular manejo del tema de los casinos.
Finalmente, no les quedó otra alternativa que oficializar el contu- bernio con los
conservadores que, unidos en un Frente Ùnico, decidieron apoyar la fórmula de la
UCR antipersonalista: Leopoldo Melo-Vicente Gallo.
No obstante el despliegue propagandístico a favor de la fórmula oficial, que Alvear
apoyaba explícitamente, en las elecciones realizadas en varias pro- vincias comenzó
a crecer como "una bola de nieve" el yrigoyenismo.
Por entonces, comenzaron a manejarse versiones sobre un eventual golpe militar a
cargo del ministro de Guerra, Agutín P.Justo. No obstante, el golpe no encontró
ambiente favorable entre los militares
Cuando llegaron las elecciones presidenciales, la fórmula Hipólito Yrigoyen-
Francisco Beiró triunfó sobre Melo-Gallo por 400 mil votos. Habiendo falleci- do
Beiró, los colegios electorales eligieron a Enrique Martínez como segun- do de
Yrigoyen.

Punto 3:

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EL FIN DEL SISTEMA DEL IMPERIALISMO COLONIALISTA, LA CRISIS
DE 1929. REPERCUSIÓN EN LA ECONOMÍA ARGENTINA, LOS INTENTOS
DEL GOBIERNO DE HIPÓLITO YRIGOYEN PARA SUPERAR LA CRISIS. LA
AC- CIÓN OPOSITORA, LAS LOGIAS MILITARES, EL NACIONALISMO
ELITISTA. EL GOLPE DEL 6 DE SETIEMBRE DE 1930.

El fin del sistema del imperialismo colonialista:


Entre 1871 (Guerra franco-prusiana) y 1914 (Primera Guerra Mundial) se de-
sarrolló una desenfrenada carrera de las grandes potencias por construir imperios,
como método de dominación de los recursos destinados a satisfa- cer las necesidades
de un capitalismo en progresiva expansión.
Hacia 1914, el reparto y la ocupación de África habían concluido y también estaba
bajo el control político o económico de las potencias la mayor parte de Asia. Sin
embargo, la Primera Guerra Mundial -originada entre otros fac- tores por la lucha
interimperialista- provocó algunos reacomodamientos en el mundo colonial.
La firma del Tratado de Versalles (1919) obligó a la derrotada Alemania a en- tregar
sus colonias a Gran Bretaña y Francia; otro tanto aconteció con los países árabes
que habían integrado el desmembrado Imperio Otomano.
A partir de fines del siglo XIX, el imperialismo se caracterizó sobre todo por la
dominación económica impuesta por las grandes potencias sobre nacio- nes más
pobres, ya que la dominación política cada vez originó mayores re- sistencias.
Especialmente durante la posguerra, en los países subordinados, surgieron algunos
movimientos nacionalistas, acicateados por el empobre- cimiento de los pueblos, la
explotación de sus trabajadores y la presión de los impuestos para sostener las
administraciones coloniales.
En 1900 había estallado la rebelión de los "boxers" en China contra la pre- sencia
extranjera y Holanda ya había tenido que afrontar rebeliones en las Indias
Orientales a fines del siglo XIX. A consecuencia de la crisis mundial de 1930, aquella
resistencia se extendió a la India y Birmania (bajo dominio británico), a Indochina
(bajo dominio francés) y Filipinas (bajo dominio esta- dounidense).

La crisis de 1929:
El empeño de la economía mundial de posguerra se centró en la urgencia por la
reconstrucción de Europa. Ésta se realizó sobre la base ficticia de la financiación de
unos Estados Unidos lanzados a la superproducción indus- trial.
La prosperidad material que alcanzaría EEUU durante los años '20 escondía una
injusta distribución de la riqueza, que llevaría en breve a una tremenda crisis de
superproducción. Efectivamente, para una utilidad general de 10 mil millones de
dólares, entre 1918 y 1929, sólo 600 millones revirtieron en los sectores populares,
reduciendo la capacidad de consumo y llevando acele- radamente a la industria
norteamericana por el camino de la superproduc- ción. Esta desequilibrada
distribución de los ingresos afirmó la tendencia a la consolidación de los monopolios
en las diversas ramas de la industria: la Standard Oil en el petróleo, la Ford y la
General Motors en los automotores, la RCA en la radiotelefonía y, fuera de los EEUU,
la Royal Dutch-Shell y Impe- rial Chemical Limitada.
La standarización de la producción industrial se generalizó aún más, lo que permitió
una continua multiplicación de los productos, y la división interna- cional del
trabajo se afirmó en condiciones más duras y extremas, llevando a las economías
dependientes por el duro camino del monocultivo.

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El notable crecimiento económico hizo pensar a economistas y políticos que se había
iniciado una nueva era para el capitalismo, sin las bruscas crisis cíclicas, con sus
períodos de alzas y bajas. Esta confianza se tradujo en la compra, por parte de un
gran número de personas, de acciones de las em- presas industriales. Hacia la Bolsa
de Valores de Nueva York (Wall Street) -el nuevo centro de la economía mundial-
afluían capitales de todo el mundo. La compra casi desenfrenada de acciones entre
1927 y 1929 creció un 89%.
Sin embargo, la producción industrial en esos años sólo había crecido un 13%.
Aunque la especulación financiera permitía ganar mucho dinero en po- co tiempo,
el precio de las acciones estaba muy por encima del crecimiento real de las empresas.
Este desfase fue uno de los factores que preanuncia- ron la crisis.
El 29 de octubre de 1929 -el jueves negro- se desató una ola de pánico en la Bolsa de
Nueva York. En pocas horas fueron vendidos 13 millones de accio- nes y se
evaporaron las ganancias obtenidas por las empresas en los años de crecimiento.
Este hecho desató una crisis en el sistema capitalista internacional, de una gravedad
hasta entonces desconocida. Entre 1930 y 1932 se extendió un pe- ríodo que fue
conocido como la Gran Depresión. Las consecuencias de la crisis en los EEUU
fueron:

 La caída del consumo, originada por el descenso abrupto del poder adquisitivo
de la mayor parte de la población.
 El cierre de empresas que no podían vender su producción.
 La quiebra de bancos, producida porque los ahorristas retiraban sus fondos.
 El aumento de la desocupación.
Naturalmente, la crisis en la primera potencia industrial repercutió en todo el
mundo. EEUU dejó de importar y con ello, transfirió la crisis a las demás
naciones. En 1936, el economista británico John Maynard Keynes expuso en su
obra "Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero" una nue- va visión del
capitalismo. Según el "keynesianismo", la economía ya no funcionaba según los
principios clásicos y, por lo tanto, no se podía salir de la crisis a partir de la acción
automática de las fuerzas del mercado. Só- lo la acción del Estado corregiría la
situación, haciendo retornar a la eco- nomía al pleno empleo.

Repercusión en la economía argentina:


La extrema lentitud en la resolución de los problemas que planteaba la ad-
ministración del país había sido una de las notas distintivas de la gestión de
Hipólito Yrigoyen durante su primera presidencia. En la segunda, esa
característica adquirió un nivel casi patológico. Todo debía ser resuelto y decidido
por el presidente, que dedicaba al estudio de cada caso un tiem- po interminable.
Así, los expedientes se amontonaban, las vacantes no se cubrían y la parálisis
ganaba vastos sectores de la administración gene- ral. Para peor, la salud del
presidente no era buena y se fatigaba, lo que intentaba remediar concediendo
innumerables audiencias, que sólo ser- vían para postergar decisiones.
La nacionalización del petróleo había sido uno de los slogans de la cam- paña
electoral del yrigoyenismo. En realidad, la Ley de nacionalización del petróleo,
promovida por los legisladores del "personalismo", había sido aprobada
dificultosamente en 1927 en Diputados, aunque el Senado no la había tratado.

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Ahora, con Yrigoyen otra vez en el poder, los seguidores del caudillo volvieron a
la carga, procurando completar aquella ley con la ex- propiación, con
indemnización, a los particulares y sin indemnización a los permisos de cateo no
cumplidos. Volvió a ser aprobada en Diputados y, nuevamente, el Senado -donde
Yrigoyen no tenía mayoría- no la trató.
Yrigoyen había mantenido al general Mosconi al frente de YPF, convencido de la
conveniencia de convertirla en una empresa estatal. Pero, al margen de la cuestión
de la soberanía argentina sobre sus hidrocarburos, existía la posibilidad de
generar una nueva fuente de empleos, tema vital para la adhesión de la clase
media a la UCR.
En 1929, se supo que una empresa soviética -la Yuyamtorg- ofrecía la po- sibilidad
de un acuerdo con la Argentina, para vender nafta a bajo precio a cambio de toros
de pedigree y tanino. Aquel acuerdo liberaría al país de su dependencia de
Standard Oil y Royal Dutch para abastecer al consumo in- terno y de la posibilidad
de represalias ante la ley de nacionalización y expropiación. La habitual demora
en las decisiones, retardó la firma del acuerdo, que quedó sin efecto a partir del
golpe del 6 de setiembre de 19 30, del que alguien dijo "tenía olor a petróleo".

La crisis económica mundial tuvo rápidas repercusiones en la Argentina. Los


ingresos de Aduana disminuyeron debido a la contracción del comer- cio
internacional. Se sucedieron numerosas quiebras de empresas y co- mercios. El
peso moneda nacional perdió valor, disminuyeron las exporta- ciones y las
importaciones, y esto fue acompañado por una disminución de los salarios y por
una elevada desocupación.
Los problemas económicos y financieros que originó la crisis y la política de
endeudamiento externo, que inició el gobierno para asegurar su posi- ción,
terminaron por enfrentarlo con todos los grupos sociales que lo ha- bían apoyado.
El derrumbe de la adhesión de las clases medias fue conse- cuencia de la
disminución del gasto público, el atraso en el pago de sala- rios y el despido de
algunos agentes de la administración.
Las principales entidades que agrupaban a los terratenientes y a los ex-
portadores se aliaron contra Yrigoyen y buscaron el apoyo de los grupos
descontentos del Ejército.

La acción opositora y el golpe de Estado de 1930:


La ineficacia del gobierno, unida a los efectos de la crisis, desataron a un a- ño del
arrollador triunfo del yrigoyenismo un alud de críticas opositoras, al que iban
agregándose cada día nuevos actores.
A los editoriales de "La Prensa", "La Nación" y "Crítica", se unió la prédica
destructiva de conservadores, antipersonalistas y socialistas (el socialismo ha- bía
sufrido una nueva escisión y los separados -socialistas independientes- fueron los ma-
yores sostenedores del anti-yrigoyenismo), denunciando corruptelas, sobornos y
coimas, que nadie probaba.
La primera medida del segundo gobierno de Yrigoyen había sido la interven- ción a
las provincias de Mendoza y San Juan, controladas por caudillos hos- tiles al
"Peludo" (Carlos Washington Lencinas y Federico Cantoni, respecti- vamente).
Pero el accionar de las intervenciones sólo había servido para re- cordar los
procederes del "régimen", incluído el fraude electoral. Para colmo, Lencinas fue
asesinado y toda la oposición atribuyó el crimen a una orden de Yrigoyen.
A este cúmulo de opositores se sumó la derecha nacionalista:

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 Manuel Carlés volvió a reorganizar la "Liga Patriótica", ahora con el objetivo
de "defen- der el orden constitucional".
 El semanario "Nueva República", influido por el fascismo italiano y el
ascendente na- cionalsocialismo alemán, que se pronunciaba en contra de la
democracia, argumentando que "el hecho de gozar del auspicio de la mayoría, no
aseguraba la infalibilidad, ni siquiera la eficacia...".
 La influencia de Leopoldo Lugones que hablaba de "la hora de la espada" y que
se ma- nifestaba anti-liberal, a diferencia de conservadores, antipersonalistas y
socialistas.
 La "Liga Republicana" de Roberto de Laferrere, de intensa agitación callejera.
También en el ámbito militar, comenzaron a existir movimientos contrarios al
gobierno. En el Ejército, sólo una minoría apoyaba a Yrigoyen, encabezada por el
general Dellepiane. La mayoría de la oficialidad le era adversa; se di- vidían entre
consevadores, liderados por Agustín P.Justo, y nacionalistas, li- derados por José
Félix Uriburu.
Los anti-yrigoyenistas formaron la Logia General San Martín para canalizar sus
presiones; teóricamente, tenían como objetivo mantener a los militares apartados de
la política, pero en realidad su acción evidenciaba el creciente poder del sector.
Finalmente, el general Uriburu organizó la Legión de Mayo, una sociedad
paramilitar, sin definición ideológica, pero también contraria a Yrigoyen.
Con el transcurrir de los meses, la oposición se vio incrementada con el a- porte de
los estudiantes universitarios, liderados por el decano de la Facul- tad de Derecho,
Alfredo Palacios y otra figura del socialismo, Carlos Sán- chez Viamonte, autor del
libro "El Ùltimo Caudillo", donde se auguraba que con la caída de Yrigoyen el país
entraría definitivamente en la adultez.
Entre las acusaciones nunca probadas contra el yrigoyenismo figuró la de haber
organizado un grupo de choque destinado a defender al gobierno: el Klan Radical
(denominación tomada del Ku- Klux- Klan de los EEUU). A este supuesto grupo se
le atribuyeron todos los hechos de violencia perpetrados por entonces, llamándoselo
la "mazorca" del "tirano".
Desde tiempo atrás, los generales retirados Uriburu y Justo preparaban el golpe
para derrocar al gobierno, sin poder asegurarse suficientes adhesio- ones. Pero, el
clima de la opinión pública y los desórdenes callejeros los fa- vorecían. Entre el 1 y
el 6 de setiembre de 1930 la tensión creció, pero el pre- sidente se negó
sistemáticamente a reprimir o hacer detener a los más com- prometidos, lo que llevó
a la renuncia del ministro de Guerra, general Delle- piane. Yrigoyen, enfermo, no
sólo se negaba a renunciar, tampoco quería de- legar el mando. Finalmente,
convencido por sus médicos, delegó el mando en el vicepresidente Enrique Martínez,
que declaró el estado de sitio.
El 6, Uriburu y Justo, al frente del Colegio Militar y pocos soldados más, ini- ciaron
la marcha desde San Martín hasta la Capital Federal. Sólo respondió la base aérea
del Palomar, cuyo aviones arrojaron proclamas revoluciona- rias sobre Buenos
Aires. Aunque formada por pocos militares, la columna revolucionaria se
agrandaba continuamente por la incorporación de civiles.
Salvo un sorpresivo tiroteo en la plaza del Congreso, las tropas llegaron sin
inconvenientes a la Casa de Gobierno, en medio de una multitud. Allí, Uribu- ru

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exigió y obtuvo la renuncia de Enrique Martínez, que aún permanecía en su
despacho.
Mientras tanto, Yrigoyen accedió a los requerimientos de sus amigos y se dirigió a
La Plata, poco antes de que el populacho asaltara su casa. En el Re- gimiento 7º de
Infantería firmó su renuncia. Poco después sería trasladado a la isla Martín García,
donde permaneció hasta febrero de 1932, cuando el go- bierno revolucionario
dispuso su indulto. Falleció en Buenos Aires en julio de 1933.

Punto 4:
LA RESTAURACIÓN DEL RÉGIMEN. LAS FUERZAS ARMADAS COMO SOS-
TÉN DEL RÉGIMEN. LAS ELECCIONES DE 1932, LA "CONCORDANCIA",
INS- TALACIÓN DEL FRAUDE ELECTORAL SISTEMÁTICO. LA POSTURA
DE LA UNIÓN CÍVICA RADICAL DURANTE LA DÉCADA DE 1930,
ABSTENCIONIS- MO O PARTICIPACIÓN, LA INTRANSIGENCIA, EL
"ALVEARISMO". LA DE- MOCRACIA PROGRESISTA DE LISANDRO DE LA
TORRE, LOS SOCIALIS- TAS. EL MOVIMIENTO OBRERO.

Desde el despacho presidencial, Uriburu telegrafió a los jefes de las distintas


guarniciones militares, obteniendo la adhesión de todos ellos. La declara- ción del
estado de sitio para la Capital Federal, hecha por Enrique Martínez el día 5 y
ampliada a todo el país el día 6, fue complementada por Uriburu con el
establecimiento de la ley marcial.

ESTADO DE SITIO: suspensión de las garantías constitucionales, aunque el Presidente


no podrá condenar ni aplicar penas; sólo podrá arrestar a las personas o trasladarlas
de un lu- gar a otro, si ellas no prefiriesen salir fuera del territorio argentino. El estado
de sitio no ex- cluye ni limita el funcionamiento de los tribunales ordinarios y federales,
ni amplía las atri- buciones de la justicia militar.

LEY MARCIAL: determina el sometimiento de los habitantes a la jurisdicción


exclusiva de los tribunales militares.

A continuación, el presidente provisional dispuso la disolución del Congre- so,


declaró en comisión al Poder Judicial (podía remover a los jueces sin jui- cio político)
y ordenó a los jefes militares distribuidos en las guarniciones de las provincias o
territorios nacionales que se hicieran cargo de los respecti- vos gobiernos (con
excepción de Entre Ríos y San Luis).
El día 10 de setiembre, la Corte Suprema de Justicia de la Nación intentó le- galizar
el gobierno de facto a través de una acordada:

Aducía razones de "orden público", reconociendo a las nuevas autoridades como un


"go- bierno de hecho" y dando validez a sus actos "cualquiera pueda ser el vicio de
sus nombra- mientos o de su elección".

En el Ejército predominaba la concepción del general Riccheri, absolutamen- te


"profesional", que se jactaba de no haber pertenecido jamás a partido al- guno, ya
que el suyo era el partido militar. No obstante, los jefes del golpe del 6 de setiembre -
Uriburu y Justo- habían tenido actuación política.

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José Félix Uriburu no se preocupaba excesivamente por la Constitución, ya que su
inten- ción era modificar el sistema parlamentario representativo por uno
corporativista: quienes estuvieran en el Congreso deberían ser delegados de las
"fuerzas vivas de la Nación" (es decir, ya no surgiría su nominación de los partidos
políticos, sino que debían ser propues- tos por los grupos de poder que el gobierno
considerase importantes -Ejército, Iglesia, em- presas, sindicatos-. Es decir, quería
reemplazar el demoliberalismo por el fascismo; sin em- bargo no tuvo apoyo
suficiente para imponerlo.

Agustín P.Justo se inclinaba -como los sectores oligárquicos y los antiguos partidos
políti- cos- por retornar a la tradicional organización política republicana, basada
en los principios del liberalismo conservador. Tenía gran influencia entre los altos
mandos de la oficialidad.

Cuando Uriburu pensó que el radicalismo ya no tenía suficientes adeptos, convocó


a elecciones libres para elegir gobernadores, en abril de 1931. Se equivocó, pues
triunfó la UCR.
Uriburu anuló los comicios, pues consideró que no había liderado el golpe contra
Yrigoyen para admitir nuevamente a los radicales en el gobierno, aun- que fuera en
el provincial. Es por ello que, al convocar más tarde a nuevas elecciones -esta vez
presidenciales-, vetó el nombre de Marcelo T. de Alvear y se preocupó de asegurar
los resultados por medio del fraude.
Durante su gobierno:

 Los jueces opositores fueron exonerados.


 Los militares participantes en el golpe fueron ascendidos, en tanto los
partidarios de la legalidad eran castigados con prisión y la destitución.
 El estado de sitio se extendió por un año y medio; se implantó la ley marcial,
reinsta- lándose la pena de muerte (se fusiló a los anarquistas Di Giovanni y Scarfó).
 Fueron clausurados diarios y se puso en prisión al director del periódico
"Crítica", Natalio Botana.
 A los opositores se los castigó con la cárcel, que muchas veces incluía torturas.
Se deportaron ciudadanos (Se volvió célebre la Sección Especial de la Policía, a
cargo de Leopoldo Lugones, hijo).
 Se intervinieron casi todas las provincias, caducando los tres poderes en las
mismas.
 Fueron intervenidas las Universidades, reduciendo su presupuesto y
nombrando pro- fesores por decreto.
 Permitió y estimuló la creación de la Legión Cívica, una fuerza armada de
particulares, a quienes garantizó instrucción militar y armamento y actuaba en la
represión de las protes- tas obreras y en la implementación del fraude electoral.

Las elecciones de 1932:

Los partidos contrarios a Yrigoyen -conservadores o demócratas, socialistas


independientes y radicales antipersonalistas- pensaron encaramarse al triun- fo del
golpe del 6 de setiembre y convertirse en herederos del gobierno pro- visional
cuando se normalizase la situación política.

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No hallaron eco en Uriburu, que hubiera preferido a su amigo Lisandro de la Torre.
Pero el jefe de los demócratas progresistas le volvió la espalda. Por otra parte,
Uriburu repitió varias veces que la revolución no se había hecho para los partidos
políticos y postergaba el anuncio de las elecciones presi- denciales.
Pero, después de la derrota electoral de 1931, Uriburu perdió su optimismo y su
seguridad y enfermó de gravedad. Es posible que también fuera presiona- do por
sectores militares que respondían a Justo.
Éste, moviéndose con gran habilidad, ganaba adeptos en el Ejército y, ade- más, era
señalado por los partidos que integrarían la Concordancia, como el candidato
natural a la presidencia. Pero Justo, no obstante las muestras de amistad mutuas,
sabía que Alvear era un enemigo potencial a sus aspiracio- nes presidenciales. Por
eso, no es aventurado suponer que estuvo detrás del intento revolucionario del
coronel Pomar (yrigoyenista) en Corrientes, en ju- lio de 1931.
Derrotado Pomar, el radicalismo en pleno sufrió las consecuencias (destie- rros,
proscripciones, prisiones). Justo, se convirtió entonces en el candida- to del gobierno.
Llegadas las elecciones, triunfó la Concordancia (demócratas, socialistas in-
dependientes y algunos radicales) que postulaba la fórmula Agustín P.Justo- Julio
Roca. Se le opuso la fórmula de la Alianza Civil (demócratas progresis- tas y
socialistas) integrada por Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto. La UCR resolvió
abstenerse cuando el gobierno provisional vetó los dos nombres que presentaba:
Marcelo T. de Alvear-Adolfo Güemes.

El fraude electoral:
En 1931, la oligarquía impulsó la convocatoria a elecciones generales en to- do el
país, pero para asegurarse el control de la situación, y evitar que el ra- dicalismo
volviera a triunfar, impusieron hasta 1943 la práctica sistemática del fraude
electoral y la persecución a los opositores. Los demócratas o con- servadores lo
llamaron "fraude patriótico", porque entendían que el objetivo de "salvar a la
Patria" justificaba el uso de métodos ilegales. El secuestro de libretas de
enrolamiento, la expulsión de veedores de la oposición en los co- micios, el voto
ilegítimo -utilizando los documentos de personas fallecidas- y la intimidación fueron
algunos de los recursos que utilizaron los gobiernos conservadores durante la
llamada década infame. El socialista independien- te Federico Pinedo, luego ministro
de Hacienda de Justo, aseguraba que "fue tal la violación del sufragio en 1932 que
más que de fraude corresponde ca- lificarla de negación del sufragio".

La postura de la UCR:
En la UCR se enfrentaban dos posturas:

1) Los que seguían a Alvear, inclinado a participar en las elecciones, por considerar
que al abstenerse un partido político perdía su razón de ser.
2) Los abstencionistas, que no querían legitimar al régimen fraudulento integrando
las instituciones del Estado.

Yrigoyen murió en julio de 1933 y entonces, Alvear fue jefe indiscutido del partido.
Pero, la reorganización de la UCR se vio interrumpida por hechos que permitieron
al gobierno de Justo interrumpirla. En efecto, en dos oca- siones toda la dirigencia
radical se vio comprometida en intentos revolu- cionarios. La primera vez -aún vivía
Yrigoyen- , el movimiento dirigido por el teniente coronel Atilio Cattáneo fue
descubierto antes de estallar. Más tarde, fue el intento del coronel Francisco Bosch,

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al que se sumaron Pomar (desde el destierro) y Cattáneo (desde la cárcel), y que tuvo
su teatro principal en Corrientes. En ambas ocasiones, la conducción de la UCR -
que conocía a- quellos proyectos- pagó con el destierro o la detención en Martín
García y U- shuaia.
En enero de 1935, finalmente, la UCR decidió abandonar la postura absten- cionista.
Se sostiene que no fueron ajenos a esa decisión los intereses bri- tánicos. Por
entonces, el gobierno de Justo estaba listo para sancionar una serie de leyes
bancarias que consolidaban el dominio británico sobre la eco- nomía argentina y era
preciso que todo el espectro político convalidara al ré- gimen. De este modo, la UCR,
conducida por Alvear, legitimaba al gobierno del "fraude", convirtiéndose en una
oposición discreta y cómplice.
No todos los radicales aceptaron aquella situación, destacándose dos gru- pos:

1) La Intransigencia: representaba una concepción nacionalista e izquierdista,


liderada por el médico cordobés Amadeo Sabattini (caudillo de la "pampa
gringa"), Moisés Leben- sohn y Crisólogo Larralde. En su programa figuraban
la Reforma Agraria, la nacionali- zación del Petróleo y más tarde, la Justicia
Social (a partir de la influencia de Larralde en los ámbitos del movimiento
obrero).

2) FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina): integrada por


jóvenes ra- dicales que sostenían: "Somos una Argentina colonial: queremos ser
una Argentina li- bre". Se manifestaban nacionalistas, anti-imperialistas y
neutralistas frente a los conflic- tos entre las grandes potencias. La integraban
figuras como Arturo Jauretche, Raúl Sca- labrini Ortiz, Atilio García Mellid,
Homero Manzione (Manzi).

La Democracia Progresista. Lisandro de la Torre:


Lisandro de la Torre, radical disidente, creó la Liga del Sur, un movimiento
santafesino que apoyaba los reclamos de los arrendatarios y pequeños pro- pietarios
del sur de Santa Fé. Proponían reformas importantes a las institu- ciones, como el
régimen comunal autónomo y el voto de los extranjeros. So- bre la base de la Liga,
de la Torre creó el Partido Demócrata Progresista, que incluía en su plataforma la
protección de la industria nacional, el desarrollo de la marina mercante y la
organización del comercio de exportación bajo control del Estado.
Con apreciable caudal electoral en Santa Fé y la Capital Federal, el Partido
Demócrata Progresista, unido al Partido Socialista, conformó la Alianza Ci- vil, que
constituyó la oposición al gobierno de Justo.

El movimiento obrero:
Hacia 1930, en el movimiento obrero se diferenciaban dos sectores:

 Por un lado, el sector apolítico que se apoyaba en los sindicatos y que no creía en
la eficacia de los partidos obreros, representado por la USA (sindicalista) y la FORA
(anar- quista).

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 Por el otro, el sector político que sostenía la necesidad de organizar partidos
obreros para luchar por la defensa de los intereses de los trabajadores. En esta línea
estaban la COA (socialista) y la CUSA (comunista).

A pesar de sus diferencias ideológicas, en 1930, la Confederación Obrera Ar- gentina


(COA) y la Unión Sindical Argentina (USA) se unificaron y organiza- ron la
Confederación General del Trabajo (CGT), que resolvió la absoluta in- dependencia
política.
Así, al producirse el golpe del 6 de setiembre, la CGT se mantuvo prescin- dente,
pero días después, el secretario general mandó en nombre del comi- té central una
nota de apoyo al general Uriburu.

Punto 5:
LOS PACTOS DE OTTAWA ENTRE GRAN BRETAÑA Y SUS DOMINIOS, LA
ADECUACIÓN ARGENTINA, EL TRATADO ROCA-RUNCIMAN. LA
REGULA- CIÓN DE LA ECONOMÍA, REESTRUCTURACIÓN FINANCIERA,
CREACIÓN DEL BANCO CENTRAL, LA COORDINACIÓN DE
TRANSPORTES, EL INSTI- TUTO MIVILIZADOR DE INVERSIONES
BANCARIAS. LOS NEGOCIADOS. LA INVESTIGACIÓN SOBRE LOS
FRIGORÍFICOS DE 1935 EN EL SENADO DE LA NACIÓN.
La gran expansión de la economía argentina, desde mediados del siglo XIX hasta
1930, fue principalmente producto de su carácter complementario con la economía
británica. Esta complementariedad fue la causa del comercio y de las cuantiosas
inversiones de capital realizadas por los británicos en el país. Durante la década de
1920, Los saldos del comercio con Gran Bretaña eran favorables para la Argentina,
al contrario de lo que sucedía con Estados Unidos.
Si bien la Primera Guerra Mundial había permitido cierta sustitución de in- dustrias
y había promovido el debate sobre la necesidad del control nacio- nal de los pozos
de petróleo, de la creación de una marina mercante, del es- tablecimiento de tarifas
para promover la industrialización y del control de las exportaciones más
importantes, la prosperidad de los años '20 provocó que fueran pocos los que se
manifestaran en contra de la dependencia del mercado británico.
Consecuentemente, para la política argentina, la relación más importante e- ra la
que se mantenía con Gran Bretaña y la labor de la cancillería estaba di- rigida a
evitar interferencias en la misma. Esto se tradujo, incluso, en la opo- sición a
cualquier organización hemisférica que pudiera colocar a la Argen- tina en situación
de subordinación a otra nación o conjunto de naciones, le- sionando de esa manera
la relación con Gran Bretaña. Dicha oposición llevó al gobierno argentino a
impugnar las iniciativas de EEUU en las cuestiones panamericanas.
La situación cambiaría dramáticamente a partir de la crisis de 1929-1930.

EFECTOS DE LA CRISIS DE 1929-30 EN GRAN GRETAÑA


 Declinación de las industrias metalúrgicas, textiles y de extracción del carbón.
 Descenso del consumo y desocupación.
 Se abandona el laissez faire, sustituído por el dirigismo estatal.
 Se reducen gastos y se crean fuertes impuestos al capital y a la renta
 Se abandona el patrón oro.

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Los Dominios británicos trataron de manejarse en forma autónoma para de- fender
sus economías afectadas por la crisis de la metrópoli. Para salvar las apariencias del
Imperio, el Parlamento aprobó en 1931 el Estatuto de West- minster, que creaba la
"Comunidad Británica de Naciones" (British Common- wealth of Nations): un
conjunto de comunidades autónomas, unidas por su común fidelidad a la Corona
(Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Irlanda y Terranova).
En 1930 había manifestado sir Malcolm Robertson, ex-embajador en la Ar- gentina:
"Un país que no pertenece al Imperio debe considerarse parte de él. Este país es la
Argentina... donde hay entre 500 y 600 millones de libras in- vertidas, 25.000 km. de
ferrocarriles, líneas de tranvías, empresas hidráuli- cas, gasómetros, frigoríficos,
estancias, puertos..."
Por iniciativa del primer ministro de Australia, se reunió en Ottawa un con- greso
imperial, en 1932. El lema de la reunión fue: "primero la producción lo- cal, después
la del Imperio y último los extranjeros". El resumen de los a- cuerdos alcanzados fue:

 Mayor intercambio comercial dentro del Imperio.


 Derechos prohibitivos a las manufacturas extranjeras.
 El Reino Unido adquiriría, de preferencia, la carne y el trigo en los
Dominios.
 Los Dominios protegerían sus industrias con trabas "razonables" a la
competen- cia de la metrópoli.

Los acuerdos de Ottawa generaron una gran inquietud en la oligarquía a- gro-


exportadora argentina. Sin embargo, no eran más que un instrumento de presión de
los británicos (la exportación de carne enfriada (chilled beef) a Gran Bretaña no era
posible desde Australia y Nva. Zelanda y Canadá y Sudáfrica careían de ganado de
calidad), destinado a conseguir ventajas de todo tipo en la Argentina.

El Pacto Roca-Runciman:
En mayo de 1933, el vicepresidente argentino, Julio Roca, suscribió en Lon- dres con
el ministro de Comercio británico, Walter Runciman, un acuerdo que el Parlamento
británico aprobaría sin debate.

PACTO ROCA-RUNCIMAN
 Argentina se aseguraba una cuota de importación no inferior a 390.000 toneladas
anua- les de chilled beef, aunque Gran Bretaña se reservaba el derecho de restringir sus
compras cuando lo creyere conveniente.
 El 85% de dichas exportaciones debían realizarse a través de frigoríficos
extranjeros. El 15% restante sería exportado por empresas argentinas, pero serían
colocadas en el merca- do británico mediante buques y comerciantes británicos.
 El pago de dichas importaciones británicas no estaría sujeto al control de cambios,
des- contados 12 millones de pesos que irían a EEUU para servicios de empréstitos
serían consi- derados "remesas corrientes".
 Quedarían libres del pago de derechos el carbón y otros productos británicos.

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 El gobierno argentino se comprometía a no reducir las tarifas de los ferrocarriles y
brin- dar a las empresas británicas de servicios públicos un tratamiento benévolo.

CLÁUSULAS SECRETAS:
 Argentina se comprometía a la creación del Banco Central (empresa mixta
integrada por oficiales y capitales extranjeros) y la Corporación de Transportes
(empresas de capital britá- nico que tendría el monopolio del transporte urbano de la
Capital Federal por 56 años).
 Expresó Julio Roca: "por su importancia económica, Argentina se parece a un gran
do- minio británico".

El pacto generó apoyos y críticas. Lo apoyó "La Nación" y lo justificaron


funcionarios del gobierno. Los socialistas manifestaron que el gobierno se
preocupaba por la alimentación de los ingleses y no pensaba en el hambre de muchos
argentinos. Lisandro de la Torre hizo notar que Argentina recibía un trato menos
favorable que cualquier Dominio Británico.
Fue de la Torre el protagonista de un famoso debate en el Senado, a partir del hecho
de que los frigoríficos británicos podían digitar a los productores a quienes
comprarían y fijar los precios. Para investigar el accionar de los frigoríficos y sus
ganancias, el Senado formó una comisión de tres miem- bros, uno de los cuales fue
el líder demoprogresista.
La investigación tropezó con innumerables obstáculos interpuestos por el pool
figorífico, pero demostró que las irregularidades y preferencias exis- tían. Según
José María Rosa, de la Torre no atacó el fondo del problema (la brutal dependencia
económica argentina), limitándose a probar que el mi- nistro de Agricultura, Duhau,
era uno de los productores beneficiados. Al hacerlo minimizó el debate, no
adhiriendo al despacho de los otros dos in- vestigadores que probaron:

1) Que el pool seleccionaba a placer la cuota exportable.


2) Que abonaba los precios que quería.
3) Que las ganancias del pool eran exorbitantes.
4) Que el pool hacía manejos contables que eran un delito contra el Estado.

En la sesión del 20 de junio de 1935, en medio de insultos que terminaron en


agresiones, un presunto guardaespaldas del ministro mató de tres disparos al
senador Enzo Bordabehere, que pretendía defender a de la Torre, atacado por
Duhau. Sólo en diciembre de aquel año renunciaron Duhau y Federico Pinedo, el
ministro de Hacienda que lo había defendido durante el debate. La causa de sus
renuncias no se hallaba en el debate de las carnes, sino en ri- validades internas del
gobierno entre demócratas y antipersonalistas.
El escándalo de las carnes condujo al gobierno argentino a negociar algunas
modificaciones al pacto, que Gran Bretaña aceptó a cambio de nuevas con- cesiones.
Las tratativas las llevó el embajador argentino Luis Malbrán y con- cluyeron con el
convenio Malbrán-Eden, de 1936. Argentina manejaría las cuotas de exportación y
las empresas británicas recibirían un trato benévolo y preferencial, especialmente
en los rubros financiero y de transportes.

La reestructuración financiera. El Banco Central:

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Por efectos de la crisis mundial, el sistema bancario argentino se hallaba al borde
del colapso. Conforme a lo dispuesto en el pacto Roca-Runciman, a- cerca de la
creación de un Banco Central, llegó a Buenos Aires, en 1934, sir Otto Niemeyer,
vicepresidente del Banco de Inglaterra.
El proyecto de banco presentado por el funcionario extranjero al ministro de
Hacienda, Federico Pinedo, se basaba en el modelo empleado para estable- cer
instituciones similares en los Dominios británicos. Fue tomado, casi sin correcciones.
El ordenamiento financiero impuesto por Gran Bretaña, se tradujo en una se- rie de
leyes (de la Nº 12.155 a la Nº 12.160) sancionadas en marzo de 1935. La primera se
refería a la creación del Banco Central.

EL BANCO CENTRAL DE LA REPÙBLICA ARGENTINA


 Tendría la facultad de emitir moneda y prestarla a los bancos particulares.
 Sería una sociedad mixta, formada por el Estado y los bancos particulares.
 El directorio estaría integrado por un presidente, un vicepresidente y doce
directores.
 Los dos primeros debían ser argentinos y los nombraría el gobierno con acuerdo del
Se- nado, de una terna presentada por la asamblea de los bancos accionistas.
 Los otros directores no debían ser necesariamente argentinos; representaban al
Banco Nación, al Banco de la Provincia, a los bancos argentinos y a los bancos
extranjeros. Los 4 restantes, serían representantes del comercio, la industria, el agro y
la ganadería, elegidos por la asamblea de bancos accionistas.

La ley Nº 12.157 creó el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias, en- cargado


de financiar la liquidación de los bancos afectados por la crisis.

La Coordinación de Transportes:
Los planes viales de Uriburu representaban una amenaza para el monopolio
ejercido por los ferrocarriles ingleses. No pudieron concretarse, pero Justo logró
llevar adelante una importante serie de obras de ese tipo, construyen- do rutas
pavimentadas a Rosario, Mar del Plata y Córdoba. Los caminos que correrían
paralelamente a las vías férreas se dejaron para más adelante.
En la ciudad de Buenos Aires, por su parte, los británicos tenían el monopo- lio del
transporte público. Habían comenzado con los tranvías, para seguir más tarde con
los ómnibus y subterráneos. Pero, los primeros efectos de la crisis de 1929,
paralizaron la actividad de los taxímetros y entonces, sus pro- pietarios idearon el
"colectivo", un medio cómodo y veloz, con horario regu- lar, que se desplazaba a lo
largo de un itinerario determinado. El nuevo me- dio alcanzó gran éxito entre el
público.
El pacto Roca-Runciman se comprometía a defender las inversiones británi- cas en
servicios públicos, por lo que el gobierno se propuso salvar a los tranvías y al
transporte ferroviario suburbano, amenazado por los colectivos.
Para ello nombró una comisión que proyectó una Coordinación de Transpor- tes,
donde tranvías y colectivos dependerían de una empresa común, cuyo capital se
integraría por el valor del material que cada uno aportase (el 95% por los tanvías y
el 5% por los colectivos).

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El proyecto de ley que creaba una Corporación que manejaría todos los me- dios de
transporte urbano fue aprobada por ambas cámaras en 1935. De na- da sirvió la
oposición de socialistas, demócratas progresistas y algunos ra- dicales, así como
tampoco la campaña iniciada contra el proyecto por FOR JA y algunas
organizaciones nacionalistas.

Las compañías eléctricas:


Hacia 1932, el abastecimiento eléctrico de la ciudad de Buenos Aires lo com- partían
dos empresas que no competían, sino que actuaban de acuerdo para mantener los
precios de las tarifas en los límites máximos:

 La CHADE, aparentemente española, pero en realidad, perteneciente a un


holding con sede en Bruselas, Bélgica.
 La CIADE, aparentemente italiana, pero en realidad, perteneciente a un
holding con se- de en Baden, Suiza.

Los malos servicios y abusos de la CHADE, condujeron al Consejo Delibe- rante


de Bs.As. a prestar atención a las quejas, formando una comisión in- vestigadora,
formada por una mayoría de hombres políticamente adictos al gobierno de Justo.
Las conclusiones demostraron la existencia de abusos y aún, de delitos. Sin
embargo, sorpresivamente, el informe fue retirado. La razón: el hecho de que el
gobierno nacional debía favores financieros a la empresa.
A partir de ese momento se inició un proceso demostrativo del accionar del
capitalismo corruptor y de la venalidad de la clase política argentina. La CH ADE,
convertida en CADE, a partir del estallido de la guerra civil española, así como la
CIADE, fueron beneficiadas por prórrogas en las concesiones, extendidas hasta
entrado el siglo XXI. Aquel asunto no sólo afectó el honor de los consejales de la
Concordancia y a miembros del gobierno nacional, sino principalmente a la UCR y
a su jefe (Alvear), que habían levantado la abstención y tenían mayoría en el
Consejo Deliberante porteño.

Durante toda esta época, el gobierno tomó medidas para combatir la rece- sión y
reactivar la economía. Así, encaró un ambicioso programa de obras públicas y la
ampliación de la infraestructura necesaria para el transporte y comercialización
de los productos agropecuarios: rutas para el tráfico au- tomotor y elevadores de
granos.
El Estado comenzó a intervenir en el terreno de las relaciones laborales a través
del Departamento Nacional del Trabajo, que mediaba en los conflic- tos entre
obreros y patrones.
La crisis económica internacional hizo que los primeros años de la década del '30
estuvieran marcados por el desempleo y la miseria, reducción de sa- larios,
disminución del consumo familiar y empobrecimiento de los peque- ños
productores y trabajadores rurales. A partir de 1933, con la recupera- ción
económica, se produjo un descenso del desempleo y un aumento de las migraciones
internas.
La década de 1930 redujo las posibilidades de importar productos industria- les, lo
que estimuló la producción industrial local. También se radicaron nu- merosas
empresas extranjeras (Nestlé, Phillips, Osram, Duperial, Olivetti, Hierromat).
La expansión del sector industrial fue acompañada por el crecimiento de la clase
obrera. Muchos de sus integrantes eran migrantes internos que pro- venían de las

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zonas cerealeras afectadas por la crisis. El centro de atrac- ción era el Gran Buenos
Aires. Pero el área no estaba preparada para absor- ver semejante aumento de
población. Las condiciones de vida de los recién llegados en materia de viviendas y
de servicios públicos, como agua, luz y transporte eran muy deficientes.

FIN DE LA BOLILLA XIV

UNIDAD XV):
Punto 3:
El GOU:

En octubre de 1941, los tenientes coroneles, jefes de unidades acantonadas en la


Capital y el Gran Buenos Aires, sintiéndose no representados por los generales (que
respondían al ex-presidente Justo), hicieron un planteo al presidente provisorio
Ramón Castillo, a cargo del Ejecutivo por la grave en- fermedad de Roberto Ortiz.
Aparentemente (no se conservaron testimonios escritos), plantearon:

1) Absoluta neutralidad en la guerra.


2) No cesión de bases a las Naciones Unidas.
3) Disolución del Congreso.
4) Disolución del Consejo Deliberante de la Capital Federal.

(*) El embajador norteamericano en Buenos Aires informó sobre más condiciones:


Poster- gación de elecciones en las provincias intervenidas, retiro de Justo de la
actividad política, establecimiento del estado de sitio, clausura de varios diarios,
renuncia de los ministros de Guerra, Agricultura e Interior.

Castillo -que sería depuesto de no acceder al planteo- respondió haciendo algunas


correcciones al proyecto (mantendría la neutralidad y disolvería el Consejo
Deliberante). Sus correcciones fueron aceptadas por los tenientes coroneles.
Algunas de las consecuencias del planteo fueron: la creación de Fabrica- ciones
Militares (Fábrica Militar de Aceros, Altos Hornos Zapla, Fábrica de Cartuchos),
la formación de la Flota Mercante, la disolución del Consejo Deliberante, la
declaración del estado de sitio y, especialmente, la posición Argentina en la
Conferencia de cancilleres de Río de Janeiro, luego de la entrada de EEUU en la
guerra. En dicha conferencia, lo máximo que lograron los norteameri- canos fue
una declaración argentina de "completa solidaridad y determina- ción de cooperar
todos juntos para su protección recíproca...", pero "si- guiendo los procedimientos
establecidos por sus propias leyes y dentro de la posición y circunstancia de cada
país... recomiendan la ruptura de rela- ciones con Japón, Alemania e Italia".
En junio de 1942, Ortiz envió su renuncia al Congreso y Castillo se convir- tió en
presidente efectivo.

Los tenientes coroneles que habían realizado el planteo, aumentados con la


incorporación de algunos mayores y capitanes, habían permanecido uni- dos. Sin
estar aún organizados, se los conocía como el GOU (Grupo de O- ficiales Unidos). A
ese grupo se había incorporado el recientemente ascen- dido coronel Juan Domingo

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Perón, que había pasado de Mendoza a Buenos Aires. Según versiones, fue el
coronel Perón quien organizó el GOU, con- virtiéndolo en una logia, con su
comando y sus propósitos. Aquellos eran:

 Unir espiritual y materialmente a los jefes y oficiales del Ejército, dándoles una
doctri- na (Defensa del Ejército, del mando, del servicio y contra la política).
 Defender al Ejército -para salvar a la Patria- de sus enemigos internos y
externos.
 Prepararse para afrontar las intenciones de la Unión Democrática que se estaba
perge- ñando y que podía desembocar en una revolución comunista.

 En virtud de su doctrina, el GOU sólo obedecería órdenes del ministro de


Guerra, que había pasado a ser el general Pedro Pablo Ramírez.

En efecto, para las elecciones de 1944, se perfilaba la candidatura del gene- ral
Justo, apoyada por la Unión Democrática, de la que formaba parte la UC R
Unionista (el alvearismo luego de la muerte de Alvear), los demócratas progresistas
y los comunistas. Justo, se presentaba ahora como el cam- peón de la democracia
sin fraude. Su postura contraria al neutralismo le aseguraría el apoyo de la
embajada norteamericana. Sin embargo, Justo fa- lleció sorpresivamente en enero
de 1942 y la Unión Democrática se eclipsó.
El candidato oficial, vale decir de la Concordancia, nominado por Castillo, fue el
industrial salteño Robustiano Patrón Costas, presidente del Senado y jefe del
Partido Demócrata Nacional.

La revolución de 1943:

Por su valiente actitud frente a las presiones de EEUU, Ramón Castillo go- zaba de
una importante cuota de popularidad. Pero el apoyo a la candida- tura de Patrón
Costas derrumbó de un día para otro aquella popularidad.
El industrial salteño generaba escasas simpatías por su actitud altanera, su
oportunismo para amasar una gran fortuna y la casi segura posibilidad de que
abandonaría la neutralidad. No obstante, el principal motivo de oposi- ción era su
identificación con el régimen fraudulento y corrupto.
En ese rechazo se unían los sectores nacionalistas, los democráticos, los neutralistas
y los partidarios de los aliados. En el Ejército, los generales na- cionalistas Arturo
Rawson y Benjamín Menéndez se prepararon para enca- bezar una revolución.
En los primeros meses de 1943, el desprestigio cubría al gobierno de Cas- tillo, al
conocerse algunos casos de corrupción (en la Lotería Nacional y con la
comercialización de granos).
En el GOU nadie pensó que fuera imprescindible sublevarse para impedir la
llegada de Patrón Costas a la presidencia. Consideraron que bastaría con obligar
al gobierno -a través del ministro de Guerra- a garantizar la limpieza de las
elecciones en Buenos Aires y Santa Fé, para que el salteño no triun- fase. Había que
encontrar, eso sí, un candidato radical para oponerle.
Sin embargo, el candidato propuesto -Amadeo Sabattini- no se manifestó dispuesto
a comprometerse con una promesa de mantener la neutralidad y respetar al
Ejército. Trascendió además, que el general Ramírez se había reunido con
legisladores radicales para convencerlos de que esa era, en verdad, la opinión del

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Ejército. Los radicales propusieron entonces hacer de Ramírez su candidato, pero
éste respondió ambiguamente.
Las imprudencias cometidas por los participantes en la reunión hicieron que el
hecho llegara a oídos de Castillo, quien recriminó a Ramírez por su deslealtad. El
3 de junio por la noche, los jefes del GOU (entre los que se hallaba el coronel Perón),
persuadidos de que Castillo despediría a Ramí- rez por decreto, se pusieron en
movimiento para derrocar al gobierno.
Un equívoco determinó que el general Rawson obrara como jefe del movi- miento.
No conocía la existencia del GOU y al ser invitado a plegarse al mis- mo, consideró
que se lo estaba designando jefe, lo que, en principio, no fue extraño para nadie ya
que Ramírez había puesto como condición que el movimiento fuera encabezado
por un general.
En realidad, Castillo no había exonerado a Ramírez. Enterado de la existen- cia de
reuniones en Campo de Mayo, le pidió que fuera a tranquilizar la si- tuación.
Cuando llegó allí, vaciló ante la decisión tomada por los oficiales y, finalmente, se
sumó a ellos.
La proclama revolucionaria invocaba el supremo derecho de las armas de tutelar
los sagrados intereses de la Patria contra el fraude, la venalidad y la corrupción.
Mientras Castillo aguardaba el retorno de Ramírez, las columnas revolucio- narias
entran en la Capital. Sólo hubo un enfrentamiento contra los efec- tivos de la
Escuela de Mecánica de la Armada. Ramírez, una vez en la Casa de Gobierno,
informó al presidente del movimiento. Castillo lo hizo arrestar.
Sin embargo, el presidente se negó a oponer resistencia, decidiéndose a embarcar
en una unidad de la Armada, a la que creía leal. Allí, se le comu- nica que el
alzamiento era general, por lo que se dirigió a La Plata, para re- dactar su renuncia
en las instalaciones del Regimiento Nº 7 de Infantería.
El día 7 de junio quedó finalmente aclarado el equívoco. Rawson, había to- mado
posesión de la presidencia y designado un gabinete, aunque aún no había jurado.
Su aparente decisión de romper con el Eje e integrar a la Ar- gentina en la Unión
Americana, precipitó su salida. Se le comunicó que él no era el hombre destinado a
ocupar la presidencia y debió retirarse. Los integrantes del GOU convirtieron
entonces al general Pedro Pablo Ramírez en presidente provisional de la República.

Punto 4:
Gobierno de Ramírez:

La intervención militar que destituyó al presidente Castillo, a la que sus


promotores llamaron "revolución", contó con el apoyo de sectores suma-mente
heterogéneos. Coincidieron nacionalistas y proaliados, germanófi-los y liberales,
dirigentes de la UCR y conservadores. La expectativa de muchos era que el nuevo
gobierno actuara frente a dos problemas: en el plano interno, que pusieran fin a
las prácticas fraudulentas y promoviese un pronto retorno a la legalidad
constitucional; y, en el plano internacional, que se apartara de la política de
neutralidad, a la que los proaliados juzga-gaban como un alineamiento encubierto
con Alemania.
La gestión del presidente Ramirez se desarrolló en un contexto político muy
complejo, en el que los diversos sectores que apoyaron inicialmente el gol-pe
pugnaban por ver satisfechas sus propias expectativas y objetivos. Las pujas entre
proaliados, germanófilos y neutralistas por un lado, y entre quienes propugnaban
un retorno al liberalismo constitucional y quienes pretendían modificaciones

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institucionales de tipo corporativista, por el otro, debilitaron la posición de
Ramirez y favorecieron la polarización de la polí-tica entre los militares.
En tanto, las expectativas que había generado el golpe del 4 de junio empe- zaron
a diluirse para muchos:

 Los jefes militares que ignoraban la existencia del GOU comenzaron a ver con
preocu- pación y enojo el poder e influencia sobre el Ejército del general Edelmiro
Farrell (ministro de Guerra) y del coronel Perón (secretario del ministerio), ambos
"gouistas".
 Los comunistas, que habían saludado al Ejército "democrático", comenzaron a
ser a- cosados y cerrado su órgano periodístico.
 Los radicales y socialistas se mostraron inquietos cuando el gobierno dejó de
llamar- se "provisional", lo que parecía anunciar la intención de perpetuarse.
 El secretario de Estado norteamericano Cordell Hull, al comprobar que el
gobierno mi- litar no producía las medidas "amistosas" previas a la ruptura con el
Eje (control de radios, de personas sospechosas, de actividades culturales y
periodísticas, cambio de código de comunicaciones, que pudieran favorecer el
espionaje nazi). Además, las imprudentes de- claraciones del ministro de Relaciones
Exteriores, contralmirante Segundo Storni, que an- ticipó la ruptura y debió
renunciar.

El tema de la neutralidad argentina y del rearme militar, del que el país es- taba
expresamente excluido por los EEUU, habían sido fundamentales pa- ra el GOU.
En ese sentido, las vacilaciones de Ramírez comenzaron a preo- cuparle primero,
y lo llevaron a actuar luego.
La logia -bajo la influencia cada vez más fuerte de Perón-, exigió la desig- nación
de Farrell como vicepresidente y, desde octubre de 1943, la de Pe- rón como
director del Departamento Nacional del Trabajo, conservando su cargo de
secretario del ministerio de Guerra.
Los nacionalistas, por su parte, lograron el nombramiento de:

1) El general Luis Perlinger como ministro del Interior.


2) El intelectual conservador y católico Gustavo Martínez Zuviría como ministro
de Ins- trucción Pública.

Estos últimos, imprimieron al gobierno un carácter autoritario y conserva- dor,


con medidas tales como: disolución de los partidos políticos, imposi- ción de la
enseñanza católica en las escuelas, restricciones a la prensa y persecución a los
opositores.
Lo que José María Rosa llama "el extraño caso Helmuth" (*) agudizó las presiones
norteamericanas y británicas, exigiendo una definición argenti- na frente a la
guerra. La decisión de Ramírez de romper relaciones con el Eje provocó una crisis
política en el seno del Ejército y generó la disolu- ción del GOU.
Como consecuencia de ello, en febrero de 1944, el presidente delegó el mando en el
vicepresidente Farrell y, al mes siguiente, renunció. La movi- da política aceleró el
ascenso de Perón, quien pasó a ocupar el cargo de ministro de Guerra, conservando
el de secretario de Trabajo y Previsión y, unos meses después, la vicepresidencia de
la Nación.

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(*) Omar Helmuth era un funcionario del servicio diplomático argentino que fue
detenido en Trinidad por las autoridades británicas, acusado de espionaje a favor
de Alemania. Entre sus papeles se hallaron documentos que mostraban la intención
argentina de adquirir ar- mas en Alemania, cosa bastante extraña en momentos en
que los nazis estaban al borde de la derrota.

Perón al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión:

Al hacerse cargo del Departamento Nacional del Trabajo, Perón inició una política
de acercamiento a los dirigentes sindicales obreros y comenzó a mostrarse sensible
ante las necesidades de los trabajadores y los requeri- mientos de sus dirigentes.
Las primeras medidas adoptadas por Perón fueron reveladoras:

 Ordenó la liberación del dirigente comunista de la Carne, José Peter.


 Derogó el Estatuto de las Organizaciones Sindicales, que limitaba y reprimía la
activi- dad sindical.
 Designar al teniente coronel Domingo Mercante -hijo de un dirigente
ferroviario- inter- ventor en la Fraternidad y la Unión Ferroviaria.
 Obligar al empresariado a: aumentar salarios, reincorporar despedidos y
establecer las 60 horas semanales de trabajo.

Al mes de asumir Perón, su organismo fue elevado a Secretaría de Trabajo y


Previsión. Con una estructura burocrática y amplios recursos, el secreta- rio
avanzó en la promulgación de una legislación social y sindical que pudo
transformar la relación entre trabajadores y empleadores y mejoró las con-
diciones de vida de los primeros:

 Ley de Despidos, por el que todo trabajador despedido sin causa debía ser
indemni- zado proporcionalmente a su antigüedad.
 Establecimiento del seguro social y jubilación.
 Estatuto del Peón, que establecía mejoras salariales, de las condiciones de trabajo
y vivienda de los trabajadores rurales.
 Creación de los Tribunales de Trabajo.
 Aguinaldo para todos los trabajadores.
 Garantizó el cumplimiento de las leyes por parte de los empleadores
(indemnizaciones por accidente de trabajo, jornada laboral de 8 horas, vacaciones
anuales pagas).
 Reconocimiento de las asociaciones profesionales, organizadas por rama de
industria; afiliación sindical no obligatoria; otorgamiento de la personería gremial
a un solo sindicato por rama (se autorizaba el funcionamiento de otros, pero sin
personería gremial); autoriza- ción a los sindicatos para actuar en política, pero sin
interferencias del Estado.
 Prohibición del trabajo femenino antes de las 7 de la mañana.
Las cuatro Confederaciones Generales, de diversos rótulos ideológicos, que existían
a la llegada de Perón, fueron sustituídas por una sola CGT, en la que socialistas,
anarquistas y comunistas se encontraron cada vez más aislados, acabando por
perder toda influencia.

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La base del proyecto de Perón para reorganizar la sociedad argentina era el
desarrollo de la industria nacional en el marco de la armonía entre las cla- ses
sociales. Con el propósito de lograr la conciliación entre el capital y el trabajo,
Perón buscó alianzas con los sindicatos obreros y con las organi- zaciones de
empresarios y, también, con los dirigentes de los principales partidos políticos (sus
contactos más frecuentes fueron con los sectores intransigentes de la UCR, como el
liderado por Amadeo Sabattini).
Seguro de la adhesión de un gran número de trabajadores, intentó procu- rarse el
apoyo de los sectores capitalistas, en particular el de los empresa- rios industriales.
En abril de 1944 fue creado el Banco de Crédito Industrial. Se trataba del primer
banco estatal dedicado a la promoción de la industria. También se organizó la
Secretaría de Industria y Comercio.

Acción opositora:
Aunque los militares que habían desplazado a Ramírez procuraron cuidar la
imagen de continuidad, comenzando con una delegación del mando en fa- vor del
vicepresidente, el Secretario de Estado norteamericano Cordell Hull presentó el
hecho como un "golpe" y se negó a reconocer al nuevo gobier- no. Otro tanto
hicieron obedientemente las demás naciones latinoamerica- nas. Argentina
comenzó a vivir un período de aislamiento internacional.
La grave enfermedad de Cordell Hull y la Conferencia de Yalta, donde los líderes
de EEUU, Gran Bretaña y la URSS analizaron quiénes serían los pa- íses que
integrarían las proyectadas Naciones Unidas, ayudaron a cambiar la situación
(Stalin llegó a plantear la posibilidad de que las 16 repúblicas soviéticas que
integraban la URSS formaran parte de ella).
Una delegación norteamericana expuso en Buenos Aires los pasos que de- bía
seguir nuestro país:

1) Argentina debía declarar la guerra al Eje.


2) La Conferencia Panamericana que se reuniría en Chapultepec analizaría la
reincorpo- ración argentina al sistema americano.
3) Argentina adheriría a lo resuelto en Chapultepec.

Todo ello se hizo. Argentina declaró la guerra al Eje el 27 de marzo de 1945.


Para entonces, Perón sostenía que "había que seguir la corriente" o correr el peligro
de quedar desarmados frente al acopio armamentístico que había hecho Brasil.

En el orden interno, en tanto, la política social impulsada por Perón fue pro-
duciendo el reagrupamiento político de los distintos sectores de la socie- dad.

 Los trabajadores y los sectores sociales que se beneficiaron en forma directa con
la política de Perón se agruparon en torno de la Secretaría de Trabajo y
Previsión. Allí se reunían los dirigentes sindicales con Perón y definían las
acciones a seguir y también de allí provenían los fondos y recursos necesarios
para organizar una fuerza política nueva, que no contaba con ninguna
estructura partidaria propia.
 Los sectores que por diferentes motivos eran opuestos a Perón se fue- ron
agrupando en una alianza social y política alrededor de la Corte Su- prema de
Justicia. Ellos eran:
 La gran burguesía industrial agrupada en la UIA (Unión Industrial Argentina).

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 La burguesía agraria agrupada en la Sociedad Rural Argentina.
 Los estudiantes universitarios.
 Diversos núcleos de los sectores medios.
 La casi totalidad de los partidos políticos.

Durante 1944 y 1945 la Corte Suprema de Justicia intentó bloquear algunas de las
reformas emanadas de la Secretaría de Trabajo y Previsión (Se negó a tomar
juramento a los integrantes de los Tribunales de Trabajo - Muchos tribunales
consi- deraron que la estabilidad de los delegados sindicales avasallaba la libertad
de los contra- tos de trabajo - La corte se pronunció ambiguamente sobre la
obligación del pago del agui- naldo).
También creció la oposición entre los militares, en especial por parte de los oficiales
nacionalistas y católicos. Recelaban del poder acumulado por Pe- rón, le acusaban
de haberse apartado, con su política obrera, de los fines iniciales de la revolución
y, finalmente, le reprochaban por no haberse o- puesto a la ruptura con el Eje.
La oposición política identificaba a Perón con el fascismo, y reclamaba e-lecciones
para volver a la normalidad constitucional. El Partido Socialista planteaba que,
transitoriamente, se entregara el poder a la Corte Suprema.
Todo el espectro político se coaligó detrás de los conservadores en una o- fensiva
contra el gobierno. A esta operación se sumó el inesperado apoyo explícito del
nuevo embajador de los EEUU, Spruille Braden, llegado al país en mayo de1945.
Frente a la ofensiva opositora, el presidente Farrell se comprometió el 7 de julio a
convocar a elecciones "completamente libres". La coalición oposito- ra intensificó
su ofensiva y el 19 de setiembre de 1945 convocó a una con- centración pública a la
que se denominó "Marcha de la Constitución y de la Libertad". Unas 200 mil
personas reclamaron "la entrega del gobierno na- cional al presidente de la Corte
Suprema de Justicia y elecciones inmedia- tas y libres de acuerdo con la Ley Sáenz
Peña".
El proyecto integrador de Perón parecía haber fracasado. También le volvió la
espalda el radicalismo intransigente de Sabattini. Sólo lo apoyaban los sindicatos
obreros.
Los militares opuestos a Perón consideraron que había llegado el momento de
deshacerse de la figura más irritante del gobierno. El 8 de octubre lo o- bligaron a
renunciar a todos sus cargos y el 12, lo trasladaron detenido a Martín García.
Mientras el nuevo "hombre fuerte" del gobierno, el ministro de Guerra gene- ral
Ávalos, intentaba infructuosamente llegar a un acuerdo con los políti- cos, el
movimiento obrero se preparaba para desempeñar -por primera vez en la historia
argentina- un papel protagónico.

El 17 de Octubre de 1945:

Luego de una jornada de intensos debates en el local de la CGT, un grupo de


dirigentes obreros (federados y autónomos), influidos por la decisión de los
representantes de FOTIA (cañeros tucumanos) y de Cipriano Reyes, lí- der del
Sindicato de la Carne de Berisso, declararon una huelga general y una movilización
para el día 18 de octubre.
El clima de movilización entre los obreros, especialmente en los suburbios
industriales de Buenos Aires, Rosario y La Plata, creció más allá de las pre- visiones
de la central obrera y, en la mañana del 17 de octubre, desbordan- do a sus

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conducciones, millares de trabajadores comenzaron a movilizarse en los
principales centros del país.
Hacia el mediodía confluyeron hacia la Plaza de Mayo nutridas columnas de
obreros que manifestaban su adhesión a Perón y exigían su libertad. Accio- nes
similares se produjeron en otros puntos del país.
Ni Farrell, ni Ávalos, ni Mercante (representante de Perón), ni el Comité Na- cional
de Huelga atinaban a encontrar un solución, mientras la multitud cre- cía. Al fin,
los sectores antiperonistas, encabezados por Ávalos, se vieron obligados a ceder.
Pese a las órdenes recibidas de su jefe, la policía no di- ficultaba el paso de los
manifestantes y no todos los militares estaban dis- puestos a reprimir a los
trabajadores.
Finalmente, Ávalos autorizó a Perón a hablar a la multitud. Luego de dejar el
Hospital Militar, a donde había sido trasladado el día 15, Perón se presentó en el
balcón de la Casa Rosada y dirigió la palabra a los trabajadores. Ha- bía quedado
consolidada la alianza peronista.

-------------faltan puntos y la bol.XVI-------------

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