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La característica principal de una APP es que junta las inversiones y provisión del

servicio en un solo contrato de largo plazo. Durante ese periodo, el concesionario


administra y controla el activo a cambio de transferencias del Estado y pagos realizados
por los usuarios que utilizan el servicio. Al final de la concesión, el activo retorna a manos
del Estado.
Es una manera de aligerar la carga del gasto público, pero también, de incentivar la
inversión privada. Las APP son atractivas porque se supone que las firmas son más
eficientes al invertir y administrar los recursos escasos. El problema está en asegurar
contratos que garanticen la rentabilidad de las inversiones, puesto a que, estas últimas
están sujetas a una gran demanda exógena que deriva en riesgo por incertidumbre.
El modelo presenta una estructura óptima de contratos (riesgo compartido) entre el
Estado y la firma privada. Se caracteriza por dos umbrales: un límite máximo de ingresos
y un flujo ingreso mínimo garantizado. Si los ingresos descontados están por encima del
límite de ingresos, el contrato finaliza cuando se alcanza este límite. Caso contrario, si
el ingreso no alcanza nunca al nivel mínimo garantizado, la firma es compensada con la
diferencia.
El Estado no provee a la firma un seguro completo libre de riesgo. El planeador puede
mejorar el contrato intercambiando riesgo por tiempo de concesión, a cambio de pagar
menos subsidios. Esto se cumple en países con altos flujos de demanda.
El contrato óptimo puede parecer difícil de implementar, pero se muestra que se puede
obtener mediante una subasta competitiva. Las firmas apuestan con las variables
(ingreso mínimo garantizado y un límite máximo de ingresos). El Estado puntúa de
acuerdo al promedio ponderado de los pagos esperados por las firmas (vía tarifas y
subsidios) y escoge a la firma con menor puntuación. Se espera que las firmas sean
competitivas y con similar estructura de costos.
Las concesiones suelen ser tangibles, por lo que son fáciles de monitorear. Se reduce
la posibilidad de que la empresa caiga en riesgo moral. El estudio se centra en un caso
cuando el financiamiento por subsidio es menos eficiente que el financiamiento por
tarifas. Se comprueba que la variable clave para un contrato óptimo de “riesgo
compartido” es el tiempo de duración de la concesión.
Resultado 1 - Irrelevancia
Se argumenta que se prefieren las APP dado que se emplea inversión privada, lo cual
aligera el presupuesto público (sin impuestos). Sin embargo, se demuestra que el costo
por dólar de la provisión pública o privada es la misma.
Se argumenta que la distorsión impositiva no es condición suficiente para preferir
provisión privada. Una solución es que las recaudaciones paguen a la inversión pública.
Otra solución es que el concesionario recolecte la totalidad de la inversión mediante la
recaudación de tarifas traídas a valor presente, pero sin ningún tipo de subsidio.
En el margen, el costo de oportunidad de pagar la inversión con la recaudación de tarifas
o subsidios es la misma (sustitutos perfectos). Esto implica que las APP no pueden
basarse en el supuesto de “aligerar el presupuesto público”. Un mejor motivo recae en
la eficiencia productiva de las firmas con la estructura de financiamiento (bundling). Otra
razón explica que las APP reducen el flujo de transferencia de la provisión pública y las
posibles ineficiencias asociadas a los costos de transacción.
Resultado 2 – Contrato óptimo para el caso de demanda alta y baja.
Se requiere subsidios más recaudación mediante tarifas para cubrir el financiamiento
del concesionario.
Proposición 4 – El contrato óptimo puede ser alcanzado mediante un una subasta PVR
(valor presente de los ingresos). Las firmas participantes revelan el nivel de inversión.
El caso General
El planeador no tiene información sobre la demanda, no conoce la aversión al riesgo de
las firmas, pero si saben la densidad de la probabilidad f (v)
Proposición 5 – El gobierno anuncia la densidad de probabilidad del flujo de ingresos
descontados y el costo sombra de los de los fondos públicos y los subsidios. Las firmas
participan de la subasta en el mínimo flujo de ingreso garantizado y sobre el ingreso
tope límite. La firma con el menor valor de la función de puntuación gana la subasta.
En la práctica, las APP son conferidas mediante subastas de competencia por el
mercado (Demzets). Las variables más comunes son la duración del contrato, ingreso
mínimo garantizado, ingreso tope límite, entre otros. Se ha demostrado que contratos
con duración fija son sub-óptimos, mientras que una duración del contrato variable
genera resultados eficientes. El contraargumento para las subastas con tiempo
variables es la existencia de lobbies.
El impacto en el presupuesto intertemporal es similar al de una provisión pública, esto
sugiere que las APP deben ser consideradas como un proyecto público en el
presupuesto. Se explica la importancia de la ubicación del riesgo de cara a la
incertidumbre causada por el desconocimiento de la demanda.

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