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REALIDAD ECOMICA SOCIAL Y POLITICA DE

EUROPA

LA POLITICA

Aunque el malestar económico se está convirtiendo en un fenómeno global, con la desaceleración


registrada en China y Japón, sus manifestaciones políticas más agudas siguen concentradas todavía
en Europa. Una de las razones es la severidad de la contracción en la Eurozona, donde la producción
y la inversión siguen todavía muy por debajo de los niveles de 2008, el desempleo no baja de los dos
dígitos y los efectos combinados de la austeridad fiscal y las restricciones crediticias han hecho
disminuir aún más la demanda, mientras que el capital excedente huye a Londres y Zúrich. La caída
del diferencial de crédito de los bonos italianos y españoles tiene que ver más con la liquidez a corto
plazo del Banco Central Europeo que con ninguna mejora de las condiciones subyacentes: los
niveles de deuda nacionales son más altos que nunca y vulnerables al menor asomo de volatilidad;
los bancos, sobreexpuestos, están a merced de las sacudidas procedentes de los mercados
emergentes; el motor alemán depende de una demanda externa que se debilita.
Pero los desequilibrios políticos europeos son ahora tan marcados al menos como los económicos.
La crisis financiera pilló a los sistemas monetario y fiscal de la Unión Europea a medio construir, y ha
habido que levantar estructuras de emergencia en medio de la tormenta. Lejos de desintegrarse,
como predecían los catastrofistas, la UE se ha fortalecido, viéndose obligadas sus instituciones
supranacionales a servir a propósitos ni siquiera imaginados por sus creadores, al tiempo que se
agudizaban las divisiones entre sus ciudadanos. Sin embargo, esas asimetrías tienen una
prehistoria. Desde el inicio del largo declive a principios de la década de 1970, la entidad política
europea ha estado sometida a un conjunto de torsiones estructurales en tres planos distintos: el
de las relaciones cívico-democráticas entre los gobernantes y los gobernados; el de las relaciones
interestatales entre los países miembros, y el de las relaciones geopolíticas con el exterior del
bloque. Se han estructurado en gran parte mediante los intentos de los gobernantes europeos de
atemperar una serie de estremecimientos exógenos: el colapso del sistema de Bretton Woods a
principios de la década de 1970, el desmoronamiento del bloque soviético durante la de 1990 y la
crisis financiera mundial que estalló en 2008.

LA ECONOMIA

Tras la crisis de 2008 y sus consecuencias en las finanzas internacionales, ¿qué pasa en Europa?
Sucede que esas reglas decididas en Maastricht e inspiradas por una filosofía económica específica,
el neoliberalismo, se volvieron un dogma universal incuestionable. El punto central de tal dogma
económico es que la inflación constituye algo terrible y debe evitarse a toda costa. Se afirma incluso
que el nazismo de Alemania nació de la inflación. No lo creo. La verdad es un tanto diferente: el
nazismo nació de la deuda. La inflación en la Alemania de los años 20 se originó de la deuda. Un
episodio central en la historia moderna fue el Congreso de Versalles de 1919. En él se habló de
la guerra y los franceses decidieron castigar, destrozar la economía alemana y
humillar el sentimiento nacional. Y lo consiguieron: impusieron una deuda de guerra
que tuvo un efecto letal sobre la economía alemana. Dicha imposición, junto con la afrenta política
y cultural que cayó sobre Alemania, fue la raíz de la locura criminal que llamamos nazismo.

Si se me permite una licencia, en cierta forma es como si los protestantes le dijeran a los vagos
católicos del sur: demasiado sol, holgazanería, placer y espagueti. Hay que trabajar y pagar deudas.
Para mi gusto hay una idea antigua en este concepto de trabajo. La modernidad no sólo es trabajo,
es también y sobre todo comunicación, creación, libertad. Pero no es mi papel hablar de historia
religiosa.

Lo que está pasando hoy es que el centro económico de Europa, junto con una clase financiera
pequeña, está grabando una enorme deuda sobre la sociedad europea. ¿Cómo? A través del recorte
de gastos en educación, transporte público y salud, así como con la privatización de otros servicios
públicos. ¿Es esto la cura auténtica para la enfermedad europea? No lo sé, no soy economista. No
obstante, si me remito a los acontecimientos de Grecia en el último año y medio, puedo observar
que la reducción del salario de los trabajadores y los recortes en educación y servicios públicos, dio
como resultado la disminución de las tasas de crecimiento y, en contraste, un aumento de la deuda
pública. ¿Esa es la medicina que se pretende imponer a Italia, España y el resto de Europa?

Hoy en día experimentamos con verdadero pánico la política europea. ¿En qué consiste este
pánico? En la antigüedad, los griegos consideraban dicho sentimiento como la impotencia del ser
frente a ciertas manifestaciones de la naturaleza –privándonos hasta de la respiración. Para los
siquiatras modernos, el pánico está relacionado con una realidad que supera la capacidad de
elaboración racional del individuo; por su parte, el pánico colectivo es aquel en donde la sola
información produce miedo. Lo que sabemos nos pone en un estado de exaltación e irracionalidad.
Y eso es lo que está sucediendo en la política europea. Los dogmáticos creen que el crecimiento es
obligatorio siempre, la acumulación del capital infinito y el respeto a la regla de la inflación
indiscutible. Sin embargo, de ninguna manera se trata de una ley natural. Constituye una decisión
humana susceptible de modificación. Imprimir o morir, afirman. Donde imprimir significa aumentar
la disponibilidad de circulante y “permitir” a una sociedad retomar su vida productiva normal. Pero
¿quién tiene miedo de la inflación? Los individuos con capital. Para mí, con dos mil euros en una
cuenta, sólo significa la pérdida efectiva del 10%. Esto no es una tragedia. En cambio, sí es
alarmante perder los financiamientos públicos destinados a mi universidad.

LO SOCIAL

La Comisión ha iniciado hoy una consulta pública para evaluar las actuales realidades y tendencias
sociales de las sociedades europeas. Este «ejercicio de evaluación social» se propuso por primera vez
en la Comunicación de mayo de 2006 «Una agenda de los ciudadanos». El Consejo Europeo de junio
de 2006 aprobó esta idea. El objetivo es ponerse en contacto con diversos sectores de la sociedad
para discutir qué es lo que conforma la «realidad social» de Europa. Este ejercicio sin precedentes se
basará en un documento de consulta, una encuesta del Eurobarómetro y un sitio Internet especial. La
Comisión no está ensayando políticas, sino adoptando una actitud de «escucha». Cuando así proceda,
los resultados de este ejercicio podrán reflejarse en las futuras iniciativas estratégicas, como, por
ejemplo, la revisión de la Agenda social de la Comisión en una fecha posterior del presente año.
Como punto de partida para las consultas, la Comisión presentó los días 8 y 9 de marzo de 2007 un
informe provisional al Consejo Europeo, apoyado por un documento de consulta elaborado por la
Oficina de Asesores de Política Europea (OAPE) de la Comisión. El análisis de la OAPE, la
«realidad social de Europa», que expresa la opinión personal de los autores del documento, Roger
Liddle y Frédéric Lerais, plantea una amplia gama de problemas de una manera interesante que el
Colegio espera ayudará a estimular el tipo de debate serio y de amplio alcance al que querrían ahora
llegar. El Presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, acogió con satisfacción el lanzamiento de
este ejercicio y declaró lo siguiente: «El objetivo actual de la Unión Europea es permitir que los
ciudadanos de Europa aumenten su prosperidad, solidaridad y seguridad en esta era de globalización.
No podemos hacerlo adecuadamente sin un marco común de referencia a lo que está sucediendo en
nuestras sociedades y sin una comprensión común del probable impacto de los grandes desafíos
sociales a los que nos enfrentamos.» En la Cumbre de Hampton Court, los líderes de Europa
clasificaron estos desafíos en dos grandes epígrafes: la demografía y la globalización. Desde entonces
ha seguido creciendo la preocupación pública por las cuestiones relativas al bienestar y la equidad
sociales. «A nivel de la UE hemos examinado de manera objetiva y con gran detalle los desafíos
modernos de la competitividad. Ahora ha llegado el momento de analizar los desafíos sociales a los
que se enfrenta Europa y reflexionar sobre ellos de manera equitativa», añadió el Presidente Barroso.

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