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Introducción

El presente trabajo tiene como objetivo analizar el derecho penal y su relación con las
mujeres. Como, el derecho, a través de distintos mecanismos hace operativa una
función disciplinadora y/o creadora de un estereotipo ideal de mujer.

En primer término explicare brevemente que es el derecho penal y como actúa a


través de sus normas, que si bien dicen ser neutras no lo son. Para eso analizare
algunos tipos penales dirigidos al sexo femenino.

Luego mencionare dos casos jurisprudenciales que, ante un mismo delito, se analizan
y enfocan de diferente manera dependiendo de las características personales de las
víctimas.

Por último, en la conclusión, explicare alguna de las herramientas propuestas por el


movimiento feminista, a través de sus diferentes autoras, para intentar solucionar el
conflicto de las mujeres con el derecho penal.

La ley penal y su relación con las mujeres

El derecho penal es un “saber normativo que sirve para estructurar un sistema penal
operado por varias agencias o corporaciones que declaran tener por objeto la
represión y prevención de delitos”1.
Una de sus funciones es condicionar el comportamiento de la sociedad, guiándolo
hacia un tipo ideal. El derecho penal hace realidad esta función a través de las leyes
penales y la imposición de penas para aquellos sujetos que se desvíen de ese
“estándar ideal de comportamiento”.
Garland explica que el “castigo actúa como un mecanismo de regulación social de dos
formas distintas: regula el comportamiento de forma directa al establecer los cursos de
acción social, pero también regula el significado, el pensamiento, la actitud y el
comportamiento a través del significado”2.
Dichas leyes penales se regulan bajo una falsa y supuesta neutralidad, como si para
todas las personas se reflejara de la misma manera. La realidad es que no solo no son
neutrales, sino que son machistas y opresoras respecto del sexo femenino.

1
Zaffaroni, Raúl E., Alagia, Alejandra y Slokar, Alejandro, “Manual de Derecho Penal. Parte general”,
Editorial Ediar, Buenos Aires, 2014, pp. 3.
2
Garland, David “Punishment and modern society”, edición University of Chicago Press, 15 de junio de
1993. Pág. 252.
Un problema común del derecho penal es que, en muchos casos, se coloca al alcance
de las normas penales conductas, que analizando la teoría, no deberían ser
alcanzadas por ellas. Roxin sostiene que “la comisión de un delito debe presuponer,
como minimo, la creación o el incremento de un riesgo no permitido”3. Esto implica
excluir del alcance de las normas penales a las conductas que resultan “socialmente
adecuadas”, que crean o incrementan un riesgo permitido y aquellos comportamientos
estereotipados que no tienen un sentido delictivo.
A este problema se le suma uno nuevo, adicional, en el caso de las mujeres que es el
siguiente: En el ordenamiento jurídico existen normas “destinadas a la mujer que
reflejan (y construyen) una determinada visión de mujer”4 y que esa “visión de la
mujer” está dada por la visión que tiene el hombre de ella. Como sostiene Mackinnon
“el derecho ve y trata a las mujeres como los hombres ven y tratan a las mujeres”5.

Delitos en particular

Para demostrar lo expuesto hasta ahora creo que es necesario mencionar algunos de
los tipos penales dirigidos a las mujeres y los problemas que traen a la hora de su
aplicación. Entre los delitos que pretenden establecer estereotipos de mujer ideal y
que son los más conflictivos se encuentran el aborto, los delitos de omisión y también
se podría hablar del ya derogado infanticidio.
La tipificación del aborto (vigente desde comienzos del siglo pasado) es un claro
ejemplo de como el derecho penal busca proteger o tutelar a la maternidad y el rol
reproductivo de la mujer a través de la aplicación de sanciones a quienes se desvíen
de ese estereotipo. Al igual que el infanticidio que disponía que “la que matare a su
hijo durante el nacimiento mientras se encontrara bajo la influencia del estado
puerperal y a los padres, hermanos, marido e hijos que, para ocultar la deshonra de su
hija, hermana, esposa o madre, cometiesen el mismo delito” son delitos que intentan
imponer un comportamiento ideal para la mujer.
Con respecto a los delitos de omisión, Cecilia Hopp pone como ejemplo al caso en que
un “niña/o resulta dañado o muere a causa de violencia sufrida en el ámbito
intrafamiliar por parte de su padre, y la mujer es imputada como cómplice del delito
comisivo, autora de un delito de omisión o responsable por el resultado a título de

3
Roxin Claus, “Manual de Derecho Penal. Parte general, Tomo 1”, Editorial Civitas, Madrid España, 1997.
Págs. 365/372.
4
Larrauri, Elena, “Una crítica feminista al derecho penal”. Pág. 2.
5
Mackinnon, Catharine. (1983:644).
imprudencia. El reproche se basa, todos los casos, en su función de garante del
bienestar de sus hijos6”.
Lo que se observa en este caso claramente es que la aplicación del derecho penal,
que debiera ser neutral, le exige a la mujer un esfuerzo distinto del que le exige al
hombre. “A pesar de las declaraciones de principios de quienes se dedican al estudio
de la teoría del delito, y en contra de las normas constitucionales y tratados sobre
derechos humanos, se han esbozado criterios de aplicación del derecho penal, que
bajo una aparente neutralidad, conducen a un tratamiento discriminatorio hacia las
mujeres”7.

Lucia Pérez y Ángeles Rawson

Dejando de lado por un rato el derecho penal y el ordenamiento normativo es


necesario mencionar otra forma de exteriorización los ideales del derecho penal. El
derecho, no solo condiciona y guía comportamientos a través de imposición de penas
sino que tiene distintas vías.
Otra manera se da a través de las sentencias emitidas por los órganos
jurisdiccionales. Para graficar esto voy a poner de ejemplo dos casos donde, ante el
mismo delito, el tratamiento que les dio el tribunal es totalmente distinto.
Los casos en cuestión son el de Lucia Pérez y Ángeles Rawson donde se evidencia un
importante contraste en los enfoques y argumentos adoptados por los tribunales.
El caso de Lucia Pérez es un excelente ejemplo de una sentencia machista y con nula
perspectiva de género.
Lucia era una chica que no se correspondía con los estereotipos ideales de mujeres y
por eso se resaltan de manera exacerbada, en la sentencia de primera instancia, sus
características negativas (negativas de acuerdo con el estereotipo ideal de mujer
planteado por la sociedad). El mensaje que se quiere dar es: si no cumplís con los
estereotipos (impuestos por una sociedad patriarcal) vas a terminar mal.
El caso de Lucia, en resumen, es un caso que tienen como protagonista a una chica
que al momento de su muerte, a raíz de un paro cardiaco, se encontraba con tres
hombres. La muerte de Lucia se da durante una relación sexual que mantenía con uno
de los tres hombres (todos mayores que ella, algunos la doblaban en edad), que a su
vez le vendía drogas. Según las pericias judiciales la relación fue consentida. El

6
Hopp, Cecilia Marcela “Buena madre”, “buena esposa”, “buena mujer”: abstracciones y estereotipos
en la imputación penal, capítulo 1. Págs. 16-17.
7
Hopp, Cecilia Marcela “Buena madre”, “buena esposa”, “buena mujer”: abstracciones y estereotipos
en la imputación penal, capítulo 1. Págs. 16.
problema en este caso es como los jueces fundamentan su postura de que las
relaciones fueron consentidas ya que no se ampararon solamente en las pericias
realizadas. Para llegar a esta conclusión, además, se expusieron aspectos de la vida
privada de Lucia tales como charlas de whatsapp con otros chicos donde mencionaba
que tuvo relaciones con personas mayores que ella o también su condición de
consumidora de drogas. Esta sentencia viola claramente todos los estándares y
convenciones internacionales que hacen referencia a la perspectiva de género.
En contraposición a este fallo, tenemos el caso de Ángeles Rawson. Ángeles fue
víctima de violación seguida de muerte. Comparando la sentencia de este caso con el
de Lucia Pérez se observa fácilmente que no se hace referencia a los aspectos de su
vida privada. ¿La razón? Se podría inferir que tiene relación con las características
personales de la víctima y la vida que llevaba. Era una chica de Palermo, blanca,
estudiante que a partir de un crimen vio truncada su vida, sus sueños, deseos, etc.
Nos encontramos frente a una buena víctima, una mujer que si cumple con los
estereotipos de “buena mujer”.
La diferencia entre ambos casos radica entre lo que se conoce como “buena victima” o
“mala victima”. La buena víctima es aquella que es “creíble” que demuestra que no
quiso el contacto, que no invita a la violación8.
Lo que hace el derecho penal en estos casos es legitimar estereotipos deseados por
quien detenta el poder.
Lo que se observa en estos casos es un maltrato a la mala víctima, a aquella persona
que se desvía del estereotipo ideal. María Luisa Pique al hablar de la justicia penal
menciona que “la justicia penal suele dejar a las mujeres en una peor situación que en
la que se encontraban, ya sea porque vuelven a sufrir victimizaciones por parte del
agresor, o porque pierden el hogar o tenencia de sus hijos, o, como en pasa en la
mayoría de los casos, se las obliga a inspeccionar su intimidad, a ser inspeccionadas
de forma invasiva y a ser peritadas psiquiátricamente”9. Esto último es lo que sucede
en el caso de Lucia Pérez.

Conclusión

A modo de conclusión se puede decir que si bien desde la teoría, más que nada
internacional, se visibiliza un gran avance en materia de perspectiva de género (al

8
Pitch, Tamar. “De la victimización a la autonomía de las mujeres. Las mujeres, el feminismo y la ley
sobre violación”, Capitulo 8. Pág. 252.
9
Pique, Maria Luisa. Revictimizacion, acceso a la justicia y violencia institucional, capitulo 11”. Págs. 309-
310.
menos desde la teoría con algunos instrumentos internacionales tales como la
Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer
a nivel internacional, Convención de Belén do Para a nivel interamericano, entre
otros), a nivel nacional, ese avance no se materializa teniendo en cuenta la vigencia
de normas que otorgan un tratamiento desigual para las mujeres respecto de los
hombres y las aplicación de ella por parte de los tribunales. El derecho penal objetivo y
su aplicación no solo no respetan la perspectiva de género sino que además no
respeta, entre otras cosas, el principio constitucional de igualdad.
Entre las herramientas para solucionar algunos de estos problemas planteados hay
diversas propuestas.
Por un lado, Cecilia Hopp, propone que para evitar la discriminación al momento de
aplicar los textos normativos, es necesario la formación de los actores del sistema
judicial a fin de que incorporen al género como una variable de análisis del caso.
Agrega que es necesario y urgente incorporar la perspectiva de género a la
interpretación de las leyes y una posibilidad para lograrlo sería a través de que “el
máximo tribunal enfatizara en sus sentencias que la falta de aplicación de las
convenciones referidas a los derechos de las mujeres es tan grave y tan generadora
de responsabilidad internacional como el incumplimiento de las obligaciones derivadas
de la Convención Americana de Derechos Humanos”10 y demás tratados
internacionales de relevancia.
Por otro lado, Elena Larrauri, quien tiene una visión abolicionista, busca proponer una
solución sin recurrir al derecho penal. Piensa esto ya que considera “contradictorio que
se acuse al derecho penal de ser un medio patriarcal y se recurra a él, con lo cual en
vez de extinguirlo, se contribuye a engrandecerlo”11. Continua diciendo, respecto de
las leyes, que “la introducción de tipos penales, no asegura una aplicación libre de
estereotipos masculinos que socavan la pretendida eficacia del derecho penal como
un medio idóneo para proteger a las mujeres”12.

10
Hopp, Cecilia Marcela “Buena madre”, “buena esposa”, “buena mujer”: abstracciones y estereotipos
en la imputación penal, capítulo 1. Págs. 38.
11
Larrauri, Elena, “Una crítica feminista al derecho penal”. Pág. 37.
12
Larrauri, Elena, “Una crítica feminista al derecho penal”. Págs. 37-38.

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