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Libro “21 lecciones para el siglo XXI” de Y.N.

Harari
El libro empieza con la revisión de la problemática política y tecnológica actual. Al finalizar el siglo XX parecía que las grandes batallas
ideológicas entre el fascismo, el comunismo y el liberalismo daban como resultado la victoria abrumadora del liberalismo. La política
democrática, los derechos humanos y el capitalismo de libre mercado parecían destinados a conquistar el mundo. Pero, como es
habitual, la historia dio un giro inesperado, y ahora, tras el hundimiento del fascismo y el comunismo, el liberalismo se halla en apuros.
Así pues, ¿hacia dónde nos dirigimos?
Esta pregunta resulta particularmente turbadora, porque el liberalismo está perdiendo credibilidad justo cuando las revoluciones
paralelas en la tecnología de la información y en la biotecnología nos enfrentan a los mayores retos que nuestra especie ha encontrado
nunca.
La fusión de la infotecnología y la biotecnología puede hacer que muy pronto miles de millones de humanos queden fuera del mercado
de trabajo y socavar tanto la libertad como la igualdad. Los algoritmos de macrodatos pueden crear dictaduras digitales en las que todo
el poder esté concentrado en las manos de una élite minúscula al tiempo que la mayor parte de la gente padezca no ya explotación,
sino algo muchísimo peor: irrelevancia.

Ciencia ficción en el siglo XXI, modela la idea de la gente sobre las cuestiones tecnológicas, sociales y económicas más
importantes de nuestra época.

el sexo es una característica de los seres orgánicos multicelulares», sino que expone que el «cuerpo» es una característica
de los seres humanos. «¿Qué puede significar para un ser cibernético no orgánico?»

Otra de las críticas planteadas por Harari a la ciencia ficción es que no nos revela la realidad en que vivimos. Sé que, dicho
así, uno podría preguntarse si esa queja no debería formulársele al género realista. Al fin y al cabo, plasmar la realidad es
el «objetivo» del realismo.

Sin embargo, el concepto de «realidad» que expone Harari es un poco distinto del habitual (y, a mi entender, muy acertado
en estos tiempos):

«La revolución tecnológica y científica actual no implica que individuos auténticos y realidades auténticas puedan ser
manipuladas por algoritmos y cámaras de televisión, sino más bien que la autenticidad es un mito. A la gente le asusta
estar atrapada en una caja, pero no se da cuenta de que ya está encerrada en el interior de una caja, su cerebro, que a su
vez esta encerrado dentro de una caja mayor, la sociedad humana con su infinidad de ficciones».

Partiendo de esta idea, puede entenderse la crítica que plantea a The Matrix:

«Cuando Neo se evade de la matriz, al tragarse la famosa píldora roja, descubre que el mundo exterior no es diferente del
interior: tanto fuera como dentro hay violentos conflictos y personas que actúan movidas por miedo, deseo, amor y
envidia. La película tendría que haber terminado informando a Neo de que la realidad a la que ha accedido es solo una
matriz mayor, y que si quiere huir al “verdadero” mundo real debe volver a elegir de nuevo entre la píldora azul y la roja».

En 21 lecciones para el siglo XXI, este argumento forma parte de una reflexión mucho mayor, una forma distinta de ver la
realidad

«La tesis subyacente al libro es que los humanos son algoritmos bioquímicos, que la ciencia puede piratear el algoritmo
humano, y que entonces puede usarse la tecnología para manipularlo.

En este mundo nuevo y valiente el gobierno mundial emplea biotecnología e ingeniería social avanzadas para asegurarse
de que todos estén siempre contentos y nadie tenga ningún motivo para revelarse. (…) Por tanto, no hay necesidad de
una policía secreta, ni de campos de concentración, ni de un Ministerio del Amor al estilo de 1984, de Orwell. De hecho,
el genio de Huxley consiste en demostrar que es posible controlar a la gente con mucha mayor seguridad mediante el
amor y el placer que mediante el miedo y la violencia».

¿Puede negarse la capacidad visionaria de Un mundo feliz? ¿Acaso no siguen cuestionando nuestra realidad casi noventa
años después de haber sido publicada? Incluso me atrevería a decir que los debates que planta Un mundo feliz son ahora
más urgentes que cuando fue publicada… Lo que me conduce a pensar que «quizás el mayor pecado de la ciencia ficción
actual» (parafraseando a Harari) es que lleva impresa en sus genes la maldición de Casandra: es capaz de vislumbrar el
futuro, pero nadie parece prestar atención de sus advertencias.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL, TRABAJO E IRRELEVANCIA

Suponiendo que los nuevos empleos no sean solo sinecuras gubernamentales probablemente exigirán una gran pericia, y
a medida que la I.A. continúe mejorando, los empleados humanos deberán aprender sin parar nuevas habilidades y
cambiar de profesión». En un futuro en el que las I.A. reconozcan los datos y patrones de la realidad y efectúen cualquier
tarea de un modo más rápido, interconectado y eficiente que los humanos, estos, de facto, serán excluidos.

El único modo que tendrá un humano de introducirse en el mercado laboral será a través de la modificación de su cuerpo
y su cerebro. Injertándose dispositivos que lo ayuden a adaptarse al ritmo de las máquinas. En otras palabras: Watts
plantea que para que un ser humano siga siendo «eficiente» y «productivo» deberá convertirse en un cíborg. Su libertad
se reducirá a elegir el tipo de modificaciones a las que quiera someterse, en función del área de trabajo en la que quiera
especializarse.

¿Y qué ocurrirá con aquellos que no acepten ser modificados?

Eso nos lleva a la segunda tendencia expuesta por Harari: «Hacia 2050 podría surgir una clase “inútil” debido no
simplemente a una falta absoluta de trabajo o a una falta de educación pertinente, sino también a una resistencia mental
insuficiente»

la ciencia ficción es capaz de predecir con gran lucidez tendencias sociales. La palabra “televisor” procede del griego “tele”
que significa lejos y del latín “visio”, visión. Originalmente se concibió como un artilugio que nos permite ver desde lejos,
pero pronto nos permitirá que seamos vistos desde lejos. Tal como George Orwell imaginó en 1984, la televisión nos estará
observando mientras la vemos. Una vez hayamos visto toda la filmografía de Tarantino, quizá podamos olvidar la mayor
parte de ella, pero Netflix o Amazon o quien quiera que posea el algoritmo de la televisión conocerá nuestro tipo de
personalidad y cómo pulsar nuestros botones emocionales. Estos datos pueden permitir a Netflix y a Amazon elegir filmes
para nosotros con precisión asombrosa, pero también puede permitirles que tomen por nosotros las decisiones más
importantes de nuestra vida, como qué estudiar, dónde trabajar y con quién casarnos».

En el siglo XXI puede asegurarse que la ciencia ficción es el género más importante de todos porque da forma a cómo
entiende la mayoría de la gente asuntos como la I.A., la bioingeniería y el cambio climático

el desarrollo de ficciones especulativas es más importante que nunca. Porque son las únicas capaces de lidiar con la
velocidad a la que se desarrollan los procesos tecnológicos, y con el bombardeo de información al que nos vemos
sometidos, y con las interacciones entre el mundo real y el virtual, en busca de sentido

ese enfoque utópico, proactivo de la ciencia ficción, interesa recalcar su papel predictivo, su capacidad de reconocer
tendencias emergentes, y advertirnos sobre sus posibilidades y riesgos.
lo que Harari desarrolla partiendo del análisis histórico, llegando hasta la ciencia ficción al definirla como modeladora de
ideas

Mientras estamos atareados en nuestros problemas cotidianos, están pasando cosas a nivel global que nos deberían
importar. “A la filosofía, a la religión y a la ciencia se les está acabando el tiempo”. La inminente crisis ecológica, la creciente
amenaza de las armas de destrucción masiva y el auge de las nuevas tecnologías disruptivas no permitirá prolongar mucho
más el debate sobre el significado de la vida. Porque ese significado se ha de usar para tomar decisiones importantes (en
ciencia, biotecnología, inteligencia artificial…). Los mercados son impacientes y no toman siempre las mejores decisiones
para todos.

En estas Lecciones se mueve entre la Arcadia y el apocalipsis, pues piensa que estamos en el filo de la navaja y cualquier
pequeña decisión puede equilibrar el futuro de la humanidad hacia un lado o el otro: la civilización o la barbarie.

En un mundo inundado de información irrelevante, la claridad es poder. En teoría, cualquiera puede intervenir en el
debate acerca del futuro de la humanidad, pero es muy difícil mantener una visión clara. Con frecuencia, ni siquiera nos
damos cuenta de que se produce un debate, o de cuáles son las cuestiones clave. Somos miles de millones las personas
que apenas podemos permitirnos el lujo de indagar en estos asuntos, porque tenemos cosas más acuciantes que hacer:
ir a trabajar, cuidar de los niños u ocuparnos de unos padres ya ancianos. Lamentablemente, la historia no hace
concesiones. Si el futuro de la humanidad se decide en nuestra ausencia, porque estamos demasiado ocupados dando
de comer y vistiendo a nuestros hijos, ni ellos ni nosotros nos libraremos de las consecuencias. Esto es muy injusto, pero
¿quién dijo que la historia es justa?

Como historiador, no puedo proporcionar a la gente comida ni ropa, pero sí intentar ofrecer cierta claridad, y de este
modo contribuir a nivelar el terreno de juego global. Si esto empodera aunque solo sea a un puñado de personas para
que se incorporen al debate sobre el futuro de nuestra especie, habré hecho mi trabajo.

cuál podría ser el destino último de la inteligencia y la conciencia.

los asuntos actuales y el futuro inmediato de las sociedades humanas. ¿Cuáles son los mayores retos y opciones de hoy
en día? ¿A qué debemos prestar atención? ¿Qué tenemos que enseñar a nuestros hijos?

Desde luego, 7.000 millones de personas tienen 7.000 millones de prioridades, y, como ya hemos dicho, pensar en el
panorama global es un lujo relativamente escaso. Todos ellos tienen problemas mucho más acuciantes que el
calentamiento global o la crisis de la democracia liberal.

principales fuerzas que modelan las sociedades en el mundo, y que es probable que influyan en el futuro de nuestro
planeta como un todo. El cambio climático quizá esté muy lejos de las preocupaciones de la gente que se encuentra en
una emergencia de vida o muerte, pero puede que al final haga que los suburbios de Bombay sean inhabitables, que
envíe nuevas y enormes oleadas de refugiados a través del Mediterráneo, y que conduzca a una crisis mundial de la
atención sanitaria.

Su objetivo es fomentar más reflexión y ayudar a los lectores a participar en algunos de los principales debates de
nuestra época.

Versiones previas de algunas partes se publicaron ya en formas diferentes, Algunas secciones se centran en la
tecnología, otras en la política, otras en la religión y otras en el arte. Determinados capítulos celebran la sabiduría
humana, otros destacan el papel central de la estupidez humana.

¿Qué implica el ascenso de Donald Trump? ¿Qué podemos hacer con la epidemia de noticias falsas? ¿Por qué está en
crisis la democracia liberal? ¿Ha vuelto Dios? ¿Se aproxima una nueva guerra mundial? ¿Qué civilización domina el
mundo: ¿Occidente, China, el islam? ¿Tendría Europa que abrir sus puertas a los inmigrantes? ¿Puede el nacionalismo
resolver los problemas de la desigualdad y del cambio climático? ¿Qué debemos hacer con respecto al terrorismo?

el terrorismo es a la vez un problema político global y un mecanismo psicológico interno. El terrorismo opera pulsando a
fondo el botón del miedo en nuestra mente y secuestrando la imaginación individual de millones de personas. De forma
similar, la crisis de la democracia liberal se desarrolla no solo en los parlamentos y los colegios electorales, sino también
en las neuronas y las sinapsis. Es un tópico señalar que lo personal es lo político. Pero en una era en la que científicos,
compañías y gobiernos aprenden a acceder ilegalmente al cerebro humano, este estereotipo resulta más siniestro que
nunca. En consecuencia, el libro ofrece observaciones acerca de la conducta de los individuos, así como de las
sociedades enteras.

Un mundo global ejerce una presión sin precedentes sobre nuestra conducta personal y nuestros valores. Cada uno de
nosotros está atrapado por numerosas telarañas que lo abarcan todo, que por un lado restringen nuestros movimientos
pero que al mismo tiempo transmiten nuestras más minúsculas sacudidas a destinos muy alejados. Nuestra rutina
cotidiana influye en la vida de personas y animales que se hallan a medio mundo de distancia, y algunos gestos
personales pueden incendiar el mundo entero, como ocurrió con la autoinmolación de Mohamed Bouazizi en Túnez, que
desató la Primavera Árabe, y con las mujeres que compartieron sus experiencias de acoso sexual y desencadenaron el
movimiento #MeToo.

Esta dimensión global de nuestra vida personal significa que es más importante que nunca poner al descubierto
nuestros prejuicios religiosos y políticos, nuestros privilegios raciales y de género, y nuestra complicidad involuntaria con
la opresión institucional.

¿Cómo puedo encontrar un terreno ético firme en un mundo que se extiende mucho más allá de mis horizontes, que
gira completamente fuera del control humano y que considera sospechosos a todos los dioses y todas las ideologías?
Capítulo 1. Decepción ante la ausencia de una ideología convincente

Tras la caída del fascismo y del comunismo, el liberalismo se ha impuesto casi por todo el mundo de una u otra forma,
defendiendo cosas tan bonitas como la libertad, los derechos humanos, la libertad de movimiento (más para el dinero que
para las personas, ciertamente), o el libre mercado (que con tanto acierto criticó N. Klein). Pero desde la crisis global de
2008, los decepcionados por el liberalismo crecen y hay, además, dos retos que para Harari son muy inquietantes: la
infotecnología (desarrollos tecnológicos, inteligencia artificial, robots…) y la biotecnología (modificar genes,
transgénicos…). “Los humanos siempre han sido mucho más duchos en inventar herramientas que en usarlas sabiamente.
Es más fácil reconducir un río mediante la construcción de una presa que predecir las complejas consecuencias que ello
tendrá para el sistema ecológico de la región”.

El poder de “manipular el mundo” ha llevado a que “nos enfrentamos a un colapso ecológico”, porque las revoluciones
en biotecnología y en infotecnología las lideran científicos o emprendedores “que apenas son conscientes de las
implicaciones políticas de sus decisiones”. Así, “Donald Trump advirtió a los votantes que mexicanos y chinos les quitarían
el trabajo y (…) nunca advirtió a los votantes que los algoritmos les quitarían el trabajo” (poniendo a las máquinas a
trabajar). “Quizá en el siglo XXI las revueltas populistas se organicen no contra una élite económica que explota a la gente,
sino contra una élite económica que no la necesita”. Cada vez se precisan menos trabajadores y ahora debemos ya
empezar a buscar soluciones (como reducir la jornada laboral o la renta básica), antes de alcanzar el “desempleo masivo”.

Los que votaron a Trump en EE.UU. o a favor del Brexit en Reino Unido, no rechazaron el liberalismo totalmente pero sí
quisieron encerrarse un poco en su casa y que se adoptaran “políticas intolerantes para con los extranjeros”. Pretender
aislarse, como pide el nacionalismo, es una política inviable en la era de internet y del calentamiento global. China lo hace
al revés: aplica el liberalismo más fuera de sus fronteras que dentro, mientras Rusia aplica un liberalismo atroz que genera
la “mayor desigualdad del mundo” (el 87% de la riqueza está en manos del 10% de los más ricos) y el islamismo solo atrae
a algunos de los que crecieron en su seno. A pesar de todo, la humanidad no puede abandonar el liberalismo, “porque no
tiene ninguna alternativa”, aunque tampoco ofrece respuestas “a los mayores problemas a los que nos enfrentamos: el
colapso ecológico y la disrupción tecnológica”. El liberalismo todo lo resuelve con el crecimiento económico pero esa
solución no sirve porque ya sabemos que esa es precisamente la causa de la crisis ecológica y que gran parte de la
tecnología tiene un fuerte impacto social y ambiental. Por eso, para Harari la primera medida es la perplejidad: reconocer
que no sabemos lo que está ocurriendo.

Capítulo 2. Trabajo: en el futuro habrá mucho menos empleo

La robotización tiene ventajas e inconvenientesEs obvio que las máquinas y los robots están efectuando cada vez más
trabajos: mejoran nuestra vida y, a la vez, nos quitan el trabajo. El poder de las máquinas, junto con la IA (Inteligencia
Artificial) es inmenso y tienen dos capacidades muy importantes: la conectividad y la capacidad de actualización. Por
ejemplo, en conducción automática de vehículos, dos coches podrían conectarse para acordar quien pasa primero y evitar
colisionar. Además, cualquier nueva norma de tráfico o mejora del software podría actualizarse en todos los vehículos
automáticos de forma inmediata.

También es cierto que se están creando nuevos empleos, pero en general exigen “un gran nivel de pericia y, por tanto, no
resolverán los problemas de los trabajadores no cualificados”. Podría ocurrir que padezcamos “a la vez unas tasas de
desempleo elevadas y escasez de mano de obra especializada”. Además, dado la vertiginosa velocidad de cambio, podrían
ser profesiones que surgen y desaparecen en cuestión de una década, por lo que es muy complicado exigir derechos
laborales o crear sindicatos en tales circunstancias. El autor sostiene que “hoy ya son pocos los empleados que esperan
ocupar el mismo empleo toda la vida”. Además reconoce que “el cambio es siempre estresante” y podría ser complicado
reeducar a miles de empleados.

Por otra parte, evitar la pérdida de puestos de trabajo no es una buena opción, porque supone abandonar las ventajas de
la mecanización, pero tampoco podemos hacerlo sin dar alternativas a los empleados. Harari alaba lo que ocurre en
Escandinavia, donde los gobiernos siguen el lema «proteger a los obreros, no los empleos». Una forma de hacer esto es
lo que llamamos las dos erres urgentes: Reducir la jornada laboral y la RBU (Renta Básica Universal). Por supuesto, también
se está aplicando en muchos países la subvención de servicios básicos universales: educación, sanidad, transporte… Pero
en estas opciones el problema está en definir qué es «universal» y qué es «básico»: Por universal se suele interpretar la
población nacionalizada en un país, pero hay que tener en cuenta que las principales víctimas de la automatización quizá
no vivan en donde se apruebe la RBU o esos servicios básicos universales. Automatizar en exceso podría generar la ruina
en países en desarrollo que actualmente están dando mano de obra barata a los países ricos.

Por básico se puede interpretar la comida que un sapiens requiere (entre 1500 y 2500 calorías), pero también se pueden
considerar básicos aspectos como la educación, la sanidad, el acceso a internet…

El problema es complejo, porque contentar a los sapiens no es tarea sencilla. La felicidad puede depender de las
expectativas y éstas dependen de las circunstancias. Por tanto, aunque se mejoren las condiciones, no se garantiza que
haya satisfacción. Como ejemplo exitoso cita el caso de Israel, país que obtiene buenos resultados en la satisfacción de la
población, en parte gracias a un montón de personas pobres que no trabajan y que se dedican exclusivamente a cuestiones
religiosas (el 50% de los hombres judíos ultraortodoxos). El gobierno da generosas subvenciones y se constata que debatir
el Talmud es más satisfactorio que el trabajo de los obreros. Así pues, “la búsqueda de plenitud y de comunidad podría
eclipsar la búsqueda de un puesto de trabajo”. El objetivo debería ser combinar una red de seguridad económica universal
y básica, comunidades fuertes con servicios básicos universales y educar para una búsqueda de una vida plena. Esto podría
compensar la pérdida de empleos y mejorar la calidad de vida de la gente. “Dado el inmenso poder destructor de nuestra
civilización, no podemos permitirnos más modelos fallidos”, pues equivocarnos ahora podría acabar en una guerra
nuclear, en desastres por manipulación genética o en un colapso completo de la biosfera.

Capítulo 3. Libertad: computadoras y big data contra los derechos humanos

Dice Harari que “los referéndums y las elecciones tienen siempre que ver con los sentimientos humanos, no con la
racionalidad”. Aunque algunas personas están más informadas y otras son más racionales, al final cada voto cuenta lo
mismo y los sentimientos son los que guían a la mayoría. El biólogo Richard Dawkins dijo a propósito de la votación del
Brexit que someterlo a referéndum es como «dejar que los pasajeros de un avión votaran en qué pista debería aterrizar
el piloto». Teniendo esto en cuenta, queda claro el alto interés en acceder al corazón humano, a sus entresijos y a cómo
manipularlo. Si se consiguiera en grado suficiente, la política sería “un espectáculo de títeres emocional”.

Pensemos que, al final, los sentimientos están basados en el cálculo. Millones de neuronas calculan, por ejemplo, cuando
tener miedo según la probabilidad de ser dañados. Los sentimientos “encarnan la racionalidad evolutiva”, pero “pronto
los algoritmos informáticos podrán aconsejarnos mejor que los sentimientos humanos”. Seguramente cometerán errores,
pero solo se necesita que sean, de media, mejor que nosotros, lo cual “no es muy difícil, porque la mayoría de las personas
no se conocen muy bien a sí mismas, y (…) suelen cometer terribles equivocaciones en las decisiones más importantes de
su vida”. Incluso en ética, las máquinas superarán a la mayoría de los humanos, porque las máquinas no tienen emociones.
Se ha demostrado que las emociones humanas controlan las decisiones humanas, por encima de sus ideologías o de sus
planteamientos filosóficos. La selección natural no ha seleccionado a los homínidos más éticos, sino a los que gracias a sus
emociones (miedo, deseo…) han conseguido reproducirse con más éxito. Por otra parte, “los ordenadores no tienen
subconsciente” y si fallaran, resultaría “mucho más fácil corregir el programa que librar a los humanos de sus prejuicios”.
Esto abre mercado a los filósofos, pues hará falta la filosofía para hacer buenos programas. Cuando las decisiones
importantes las tomen los algoritmos, basados en el cómputo de millones de datos (macrodatos o big data), ¿dónde queda
nuestra libertad? ¿Confiaremos en los algoritmos para que nos escojan pareja, qué estudiar o dónde trabajar? ¿Escogerán
también a quien votar? ¿Qué sentido tienen entonces las elecciones y los mercados libres?

Ya hoy día la gente confía en Google para hallar respuestas mientras “la capacidad para buscar información por nosotros
mismos disminuye”. Esto hace que la gente considere «verdad» lo que aparece en los primeros resultados de la respuesta
de Google. Más aún, la capacidad para orientarse es como un músculo que o lo usas o lo pierdes, y mucha gente depende
tanto de Google Maps que si falla se encuentra completamente perdida. El que controle esos algoritmos de macrodatos,
controlará buena parte del mundo. Un ejemplo está en Israel, país que controla el cielo, las ondas de radio, el ciberespacio
y el mar y, gracias a ello, un puñado de soldados pueden controlar a 2.5 millones de palestinos en Cisjordania. Y lo hacen
usando IA: en 2017 un palestino publicó una foto poniendo en árabe “¡Buenos días!”. Un algoritmo israelí confundió las
letras árabes y lo tradujo como “¡Mátalos!” y el obrero fue detenido. Quedó en libertad cuando se aclaró el error, pero el
incidente demuestra la importancia de la IA para controlar a la población. Llevado al extremo, en manos de gobiernos
autoritarios las herramientas de IA podrían controlar a la población “más incluso que en la Alemania nazi”.

Usando las reglas de la selección natural, hemos criado vacas dóciles que producen más leche, pero que son inferiores en
otros aspectos. Igualmente, “estamos creando humanos mansos” pero que “en absoluto maximizan el potencial humano”.
De hecho, “sabemos poquísimo de la mente humana”, mientras la investigación se centra en mejorar los ordenadores y
los algoritmos. “Si no somos prudentes, terminaremos con humanos degradados que usarán mal ordenadores
mejorados”. Para Harari esto podría provocar el caos, “acabar con la libertad” y “crear las sociedades más desiguales que
jamás hayan existido”. La inmensa mayoría de la gente podría sufrir algo peor que la explotación: la irrelevancia.

Que la inteligencia artificial tome decisiones por los humanos, qué carrera profesional estudiar, qué vía tomar, decidir si
continúa fumando o no.

Permitimos que netflix nos diga qué ver, donde trabajar, con quién casarnos y así la toma de decisiones deja de convertirse
en un trabajo complejo para el ser humano.

El mundo estará regido por modelos, algoritmos que buscará elegir lo correcto para nosotros, y así el mundo se convierte
básicamene en una crifra, un sistema de almacenamiento, una cuenta macro de miles de millones de datos que componen
la vida de cada ser humano

Capítulo 4. Igualdad: El que tenga los datos dominará el mundo

Los primeros grupos de sapiens eran más igualitarios que cualquier sociedad posterior. La revolución agrícola multiplicó
la propiedad (tierra, herramientas…) y con ella la desigualdad. En el siglo XX se ha reducido la desigualdad en muchos
países, pero “hay indicios de una desigualdad creciente”: “El 1% más rico posee la mitad de las riquezas del mundo” y las
100 personas más ricas tienen más que los 4.000 millones más pobres. En el futuro, la biotecnología podría dar ventajas
a ciertos sapiens (mayor longevidad, mejores capacidades físicas…) y podrían generarse “castas biológicas”, lo cual
ahondará en la desigualdad. También insiste en el poder de la infotecnología para eliminar la utilidad de los humanos para
las élites.

Antiguamente la tierra era el bien más importante. Luego pasaron a ser las máquinas y la industria. Hoy, cada vez tienen
más importancia los datos. Empresas como Google, Facebook, Baidu y Tencent lo saben bien. Por ejemplo, Google nos
proporciona servicios gratuitos, pero gracias a eso consigue millones de datos de sus usuarios. Esos datos valen mucho.
No solo para ponernos la publicidad en la que caeremos con mayor probabilidad. Creemos que Google nos ayuda mucho,
pero nosotros ayudamos a Google mucho más, porque mientras Google solo nos hace la vida un poco más fácil, nosotros
somos los que permitimos que Google pueda existir haciendo negocio con nuestros datos. Así, en el futuro habrá que
responder a una pregunta clave en nuestra era: ¿quién es el propietario de los datos? (datos sobre nuestros hábitos,
nuestro ADN, nuestros gustos…). Tenemos experiencia regulando la propiedad de la tierra y la propiedad de la industria,
pero “no tenemos mucha experiencia en regular la propiedad de los datos”, los cuales tienen características especiales
(fáciles de copiar y de transportar, están en muchos sitios y en muchos formatos…).

La tecnología y más específicamente la analítica avanzada basada en inteligencia artificial, es una de las soluciones que
permite que las entidades financieras conozcan de antemano el perfil crediticio del aplicante y puedan consultar en tiempo
real quién es apto para un nuevo crédito, quién podría estar sobre endeudándose, qué monto se debería aprobar para que
la persona no vaya a entrar en problemas de morosidad, etc.

“Incluso se pueden hacer análisis de datos más sofisticados, por ejemplo: cuando está pronto a iniciar un campeonato
importante de fútbol y si la persona es aficionada, es probable que se endeude para comprar un televisor o para viajar.
También, cuando hay un festival de música como Estéreo Picnic, los bancos ya pueden saber por los comportamientos
históricos, cuáles usuarios van a usar sus tarjetas para comprar boletas y lo mismo sucede en fechas como las del Día del
Padre o la temporada escolar, que representan gastos adicionales y por ende la oportunidad de ofrecer proactivamente
productos de crédito a personas seleccionadas, usando analítica avanzada”, explica Javier Rengifo, Senior Manager de
Customer Avisory de SAS Institute, una de las compañías que dan a los bancos esa inteligencia para tomar decisiones a
partir de los datos. ESTOS SON QUIENES POSEEN DATOS DE LAS PERSONAS Y SON QUIENES EMPIEZAN A DETERMINAR EL
NIVEL DE CONSUMO DE ALGUIEN, COMO TAMBIÉN RESTRINGEN SU ACCESO A ELLO, LIMITANDO EL PODER ADQUISITIVO
ENTRE OTRAS COSAS COMO VEHÍCULO, VIVENDA, VACACIONES, ESTUDIOS EN EL EXTERIOR.

Capítulo 5. Comunidad: “La gente lleva vidas cada vez más solitarias en un planeta cada vez más conectado”

Las redes sociales están rompiendo aún más las comunidades íntimas, las cuales ya están bastante sustituidas por
gobiernos y empresas. Facebook se propuso conectar a los humanos, pero el escándalo de Cambridge Analytica reveló
que se recogían datos “para manipular las elecciones en todo el mundo”. En teoría, las redes sociales pueden contribuir a
fortalecer el tejido social y a hacer que el mundo esté más unido (ingeniería social), pero es complicado porque eso choca
con intereses empresariales. Mientras la gente esté más interesada en el ciberespacio que en lo que pasa en su calle hay
mayores posibilidades de manipularlo y de sacarle el dinero online. No olvidemos que los gigantes tecnológicos han sido
acusados repetidas veces de evasión fiscal. ¿Es creíble que empresas que no pagan sus impuestos nos vayan a ayudar
realmente a crear comunidades fuera del mundo virtual?

Capítulo 6. Civilización: Solo existe ya una civilización

Harari desmonta la teoría de que hay un choque de civilizaciones, pues en realidad la globalización tiende a unir cada vez
más a la gente y no es posible, ni deseable, dar marcha atrás. “Hace diez mil años la humanidad estaba dividida en
incontables tribus aisladas. Con cada milenio que pasaba, estas tribus se fusionaron en grupos cada vez mayores”. El
proceso de unificación de la humanidad se ve claro si uno piensa los vínculos que hay entre los distintos grupos y las
prácticas comunes entre ellos. Con sus diferencias, todos los países aceptan una serie de protocolos diplomáticos, leyes
internacionales… y participan en los Juegos Olímpicos bajo las mismas reglas, lo cual es “un asombroso acuerdo global” y
debemos “sentir orgullo porque la humanidad sea capaz de organizar un acontecimiento de este tipo”. Más aún, todos
comparten similares reglas económicas, confianza en el dinero, los médicos comparten conocimientos y tienen similares
protocolos… “La gente tiene todavía diferentes religiones e identidades nacionales. Pero cuando se trata de asuntos
prácticos (…) casi todos pertenecemos a la misma civilización“. Nuestras diversas opiniones traerán debates y conflictos,
pero eso nos hará aún más conectados, más interdependientes.

Revisar la última parte del capítulo

Capítulo 7. Nacionalismo: La historia tiende a unirnos, no a separarnos

El Brexit o el nacionalismo en Cataluña… ¿a qué se deben? ¿pueden dar respuestas a los problemas más importantes? Las
formas moderadas de patriotismo pueden ser benignas. “El problema empieza cuando el patriotismo benigno se
metamorfosea en ultranacionalismo patriotero”, lo cual es “terreno fértil para los conflictos violentos”. En el pasado era
razonable buscar seguridad y sentido en el regazo de la nación, pero hoy, sin negar eso, tenemos al menos tres retos que
nos obligan a trabajar más conjuntamente. La guerra nuclear es el primero y ciertamente en este campo lo estamos
haciendo bien: a pesar de las guerras, hoy mueren menos personas por violencia humana que por obesidad, accidentes
de tráfico o suicidio. El miedo a la guerra nuclear hace que los estados poderosos piensen bien antes de meterse en una
guerra que sería desastrosa para el planeta.Resumen del libro "Sapiens", muy recomendable. Haz click para leerlo.

El segundo reto es el cambio climático y el desastre ambiental (contaminación de la agricultura, pérdida de


biodiversidad…). “Un agricultor que cultive maíz en Iowa podría, sin saberlo, estar matando peces en el golfo de México”.
Homo sapiens ha pasado de ser un asesino ecológico en serie (como explica Harari en su libro Sapiens) a ser un asesino
ecológico en masa. “Los científicos están de acuerdo en que las actividades humanas (…) hacen que el clima de la Tierra
cambie a un ritmo alarmante. (…) Es fundamental que realmente hagamos algo al respecto ahora”. Harari tiene claro que
el nacionalismo no puede sino empeorar la respuesta a este problema, porque las actuaciones “para ser efectivas, tienen
que emprenderse a un nivel global”. Harari subraya que la industria de la carne, además del enorme sufrimiento que
infringe, “es una de las principales causas del calentamiento global, una de las principales consumidoras de antibióticos y
venenos, y una de las mayores contaminadoras de aire, tierra y agua” (producir 1 kilo de carne puede consumir 15.000
litros de agua).

El tercer reto es la disrupción tecnológica (biotecnología e infotecnología). A muchos nacionalistas les gustaría volver a
tiempos pasados, pero eso es algo imposible. Estos tres retos pueden servir para “forjar una identidad común” que permita
afrontar los riesgos. Por supuesto, queda espacio para “ese patriotismo que celebra la singularidad de mi nación y destaca
mis obligaciones especiales hacia ella”. Harari ve claro que debemos “globalizar nuestra política”, lo cual no implica
necesariamente un gobierno global, sino que todos los gobiernos (nacionales o de ciudades) “den mucha más relevancia
a los problemas y los intereses globales”. Por ejemplo, recientemente muchas ciudades se han propuesto muchos retos
en el llamado Pacto de Milán, como por ejemplo reducir el consumo de carne.

El tema de la degradación ecológica, no impedirá el avance de la tecnología artificial.

Diseño de políticas verdes del gobierno

Capítulo 8. Religión: ¿Una ayuda para la unión del mundo o un inconveniente?

¿Pueden las religiones ayudar a resolver los problemas? Para Harari hay tres tipos de problemas —técnicos, políticos y de
identidad— y las religiones solo pueden ayudar en el último tipo. Precisamente porque no ofrecen soluciones interesantes
a los dos primeros tipos de problemas, “la autoridad religiosa ha estado reduciéndose”. Por ejemplo, cada vez menos
gente acude a la religión ante problemas de salud, y si acude, lo hace después de acudir a la ciencia. A nivel político
tampoco la religión ofrece alternativas globales a los retos actuales. De hecho, en muchos casos se desoye la religión
cuando están en juego intereses políticos. Harari dice que “aunque algunas de las cosas que dijo Jesús suenan a
comunismo total, (…) buenos capitalistas norteamericanos seguían leyendo el Sermón de la Montaña sin apenas darse
cuenta”. Otras veces es la religión la que intenta meterse en política, con escaso éxito. Tal es el caso de la encíclica
“ecológica” del Papa Francisco, “Laudato Si” (véase aquí un resumen sobre ella).

Las religiones determinan quiénes somos y quiénes son los demás. Es aquí donde la religión puede jugar un papel
importante. Las religiones continuarán siendo importantes y pueden contribuir a la unión del mundo pero, como el
nacionalismo, en demasiados casos lo que hacen es dividir y generar hostilidades.

Capítulo 9. Inmigración: La discriminación por la cultura genera injusticias

“Aunque la globalización ha reducido muchísimo las diferencias culturales en todo el planeta, a la vez ha hecho que sea
más fácil toparse con extranjeros y que nos sintamos molestos por sus rarezas”. Pero las migraciones son naturales en el
hombre a lo largo de toda su historia, y hoy el problema más grave está en Europa. La Unión Europea ha conseguido
convivir con las diferencias entre los distintos países pero tiene problemas para convivir con todos los inmigrantes y
refugiados que llegan.

Para Harari, “mientras no sepamos si la integración es un deber o un favor, qué nivel de integración se exige a los
inmigrantes y con qué rapidez los países anfitriones deben tratarlos como ciudadanos de pleno derecho, no podremos
juzgar si las dos partes cumplen sus obligaciones”. Pero si esa evaluación se hace de forma colectiva pueden generarse
injusticias. Por otra parte, cada cultura tiene distinto nivel de aceptación a otros. Harari resalta que “Alemania ha acogido
a más refugiados sirios de los que han sido aceptados en Arabia Saudí”.

Harari dice que la gente “lucha contra el racismo tradicional sin darse cuenta de que el frente de batalla ha cambiado”,
porque ahora hay discriminación por la cultura (que este autor llama «culturismo»). Así, muchas veces se culpa a los
inmigrantes de tener una cultura y valores no adecuados, pero por otra parte, “en muchos casos, hay pocas razones para
adoptar la cultura dominante y en muchos otros se trata de una misión casi imposible”, pues podría, por ejemplo, requerir
un nivel económico o educativo imposible de alcanzar por las clases inferiores (sean o no inmigrantes). Los dos grandes
problemas de la discriminación por la cultura son:

Usan afirmaciones generales, poco objetivas, que evalúan una cultura como superior a otra, sin hacer una valoración
completa y objetiva. Discriminan a individuos concretos en base a esas afirmaciones generales. “Si 500 millones de
europeos ricos no son capaces de acoger a unos pocos millones de refugiados pobres, ¿qué probabilidades tiene la
humanidad de superar los conflictos de mucha más enjundia que acosan a nuestra civilización global?”. “La humanidad
puede dar la talla si mantenemos nuestros temores bajo control y somos un poco más humildes respecto a nuestras
opiniones”.

Capítulo 10. Terrorismo: los terroristas son débiles y su arma es el miedo

Los terroristas “matan a muy pocas personas, pero aún así consiguen aterrorizar a miles de millones”. Desde el 11-S los
terroristas han matado anualmente a unas 50 personas en la UE, 10 en EE.UU…. y hasta 25.000 en el mundo
(principalmente en Irak, Afganistán, Pakistán, Nigeria y Siria). “En comparación, los accidentes de tráfico matan
anualmente a unos 80.000 europeos, 40.000 norteamericanos (…) y 1,25 millones de personas en todo el mundo”. Por su
parte, la contaminación atmosférica mata a unos 7 millones.

“Existe una desproporción asombrosa entre la fuerza real de los terroristas y el miedo que consiguen inspirar”, pero ellos
son débiles. Si tomamos conciencia de su debilidad, ellos serán aún más débiles, porque su mayor poder radica en el
miedo que generan. Por supuesto, los gobiernos y los medios de comunicación deben luchar contra el terrorismo e
informar, pero evitando la histeria. “El dinero, el tiempo y el capital político invertido en luchar contra el terrorismo no se
han invertido en luchar contra el calentamiento global, el sida y la pobreza; en aportar paz y prosperidad al África
subsahariana, o en forjar mejores vínculos” entre las naciones del mundo.

Capítulo 11. Guerra: hoy se pierde más con las guerras de lo que se gana

El militar japonés Tojo fue el culpable de que Japón se metiera en la Segunda Guerra Mundial. Sus malas decisiones
generaron millones de muertos. Fue juzgado por un tribunal internacional y condenado a muerte en la horca.“Las últimas
décadas han sido las más pacíficas de la historia de la humanidad” (ver datos). Antiguamente, ganar una guerra era un
símbolo de prosperidad pero las cosas han cambiado. Hoy las guerras no traen prosperidad, sino miseria, porque “los
principales activos económicos consisten en el conocimiento técnico e institucional más que en los trigales, las minas de
oro o incluso los campos petrolíferos, y el conocimiento no se conquista mediante la guerra“. De hecho, tras la Segunda
Guerra Mundial, las potencias derrotadas prosperaron como nunca antes (Alemania, Japón…). La guerra fue producto de
un “error de cálculo”. Pensaron que sin nuevas conquistas estaban condenados al estancamiento económico, pero se
equivocaron. Por todo esto, las nuevas guerras merecen menos la pena, pero Harari nos advierte de que no podemos
confiarnos, pues “los humanos son propensos a dedicarse a actividades autodestructivas”. Y dado que un detonante de la
guerra es el sentimiento de superioridad, Harari recomienda “una dosis de humildad”.

Capítulo 12. Humildad: ¿Y si aprendemos más de las demás culturas?

“La mayoría de la gente suele creer que es el centro del mundo y su cultura, el eje de la historia”. Pero no es así. La historia
de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas. Harari dice que su pueblo,
los judíos, “piensan también que son lo más importante del mundo”, para luego pasar a desmontar punto por punto esa
“desfachatez”, desde el origen de la ética hasta las importantes contribuciones científicas de los judíos. Con respecto a lo
primero, “todos los animales sociales, como lobos, delfines y monos, poseen códigos éticos, adaptados por la evolución”,
así como sentimientos que muchos atribuyen solo a humanos. Además, Buda, Mahavira o Confucio crearon sistemas
morales anteriores al judaísmo. Por tanto, “humanos de todas las creencias harían bien en tomarse más en serio la
humildad”.

Capítulo 13. Dios: ¿Quién dice lo que es correcto?

Dios puede verse como un enigma del que “no sabemos absolutamente nada”, o bien, como un “legislador severo y
mundano, acerca del cual sabemos demasiado”, pues se han escrito bibliotecas enteras, y se ha usado el nombre de Dios
para justificar intereses de todo tipo. Aunque las religiones pueden generar amor y paz, también han generado odio y
violencia y por eso, para Harari no son estrictamente necesarias, pues la moral se puede justificar sin acudir a Dios. “Hacer
daño a los demás siempre me hace daño también a mí”, porque antes de hacer algo mal hay un sentimiento interno que
hace daño: “antes de que matemos a alguien, nuestra ira ya ha matado nuestra paz de espíritu”.

Capítulo 14. Laicismo: Ser responsables sin que lo mande Dios

El laicismo no es rechazar todo lo espiritual, sino no confundir verdad con fe, no santificar ningún libro, persona o grupo
como poseedores de la verdad absoluta. Y también es el compromiso con la compasión y la comprensión del sufrimiento.
Por ejemplo, “la gente secular se abstiene del homicidio no porque algún libro antiguo lo prohíba, sino porque matar
inflige un sufrimiento inmenso a seres conscientes”. Es mejor encontrar la motivación en la compasión que en la
obediencia divina. Pero el laicismo también se encuentra con dilemas complejos y, en tal caso, “sopesan con cuidado los
sentimientos de todas las partes”. El laicismo también valora la responsabilidad: “En lugar de rezar para que ocurran
milagros, necesitamos preguntar qué podemos hacer nosotros para ayudar”.

Capítulo 15. Ignorancia: A la gente no le gustan los hechos reales

Sócrates, el defensor de la necesidad de reconocer nuestra ignoranciaLos humanos nos movemos en la ignorancia y en la
irracionalidad. “La mayoría de las decisiones humanas se basan en reacciones emocionales y atajos heurísticos más que
en análisis racionales. (…) No solo la racionalidad es un mito: también lo es la individualidad. Los humanos rara vez piensan
por sí mismos. Más bien piensan en grupos. (…) Es probable que bombardear a la gente con hechos y mostrar su ignorancia
individual resulte contraproducente. A la mayoría de las personas no les gustan demasiado los hechos y tampoco parecer
estúpidas”. Más aún, los poderosos en vez de aprovechar su poder para obtener una mejor visión de la realidad, suelen
emplearlo en distorsionar la verdad. Así, los que buscan la verdad deben alejarse del poder y permitirse “la pérdida de
mucho tiempo vagando por aquí y por allá en la periferia” y como hizo Sócrates, “reconocer nuestra propia ignorancia
individual”.

Capítulo 16. Justicia: ¿Somos responsables de las injusticias de las empresas?

“Nuestro sentido de la justicia podría estar anticuado”. Dependemos de una red alucinante de lazos económicos y
políticos, hasta el punto de costarnos responder preguntas sencillas como de dónde viene mi almuerzo. ¿Podemos ser
inocentes de las injusticias que generan las multinacionales? Harari afirma que es erróneo tener en cuenta solo las
intenciones sin hacer un esfuerzo sincero por saber lo que se esconde. Pero también sostiene que “el planeta se ha vuelto
demasiado complicado para nuestro cerebro de cazadores-recolectores“. “Padecemos problemas globales, sin tener una
comunidad global” y por tanto, entender bien tales problemas es misión imposible. Por eso, mientras unos simplifican la
realidad para hacerla abarcable, otros se centran en alguna historia conmovedora olvidando los demás datos, otros
inventan teorías conspiratorias, y otros depositan su confianza en algún líder o teoría, porque “la complejidad de la
realidad se vuelve tan irritante que nos vemos impelidos a imaginar una doctrina que no pueda cuestionarse” y que nos
dé tranquilidad, aunque difícilmente proporcione justicia.

Capítulo 17. Posverdad: Los poderosos siempre mienten

Estamos rodeados de mentiras y ficciones, pero la desinformación no es nada nuevo. El autor comenta varios casos de
mentiras históricas, como los relatos falsos de asesinatos rituales por parte de judíos en la Edad Media, lo cual costó la
vida a muchos judíos inocentes. Si el ser humano es capaz de matar por una causa, ¿cómo no va a ser capaz de mentir?
De hecho, como explica Harari en su libro anterior, el ser humano conquistó el planeta gracias a su capacidad de crear
ficciones. Cuando un grupo cree en las mismas ficciones, son capaces de cooperar de manera eficaz. “Cuando mil personas
creen durante un mes algún cuento inventado, esto es una noticia falsa. Cuando mil millones de personas lo creen durante
mil años, es una religión, y se nos advierte que no lo llamemos «noticia falsa» para no herir los sentimientos de los fieles”.
Pero Harari aclara que no niega “la efectividad ni la benevolencia potencial de la religión”. Las religiones inspiran buenas
y malas acciones. Una de las mentiras más aceptadas en la actualidad procede de los anuncios de las marcas comerciales.
Nos cuentan repetidamente un relato hasta que la gente se convence de que es la verdad. Por ejemplo: ¿con qué se asocia
la Coca-Cola? ¿Con jóvenes divirtiéndose o con pacientes con diabetes y sobrepeso en un hospital? Beber Coca-Cola
aumenta la probabilidad de padecer obesidad y diabetes, y no nos va a hacer jóvenes . ¿Ha funcionado el relato falso que
nos cuenta Coca-Cola en su publicidad?
Harari asegura que “si queremos poder, en algún momento tendremos que difundir ficciones”, pues la verdad no siempre
gusta a todos. “Como especie, los humanos prefieren el poder a la verdad. Invertimos mucho más tiempo y esfuerzo en
intentar controlar el mundo que en intentar entenderlo”. Por eso, “es responsabilidad de todos dedicar tiempo y esfuerzo
a descubrir nuestros prejuicios y a verificar nuestras fuentes de información”. Harari ofrece dos reglas para evitar el lavado
de cerebro: a) “Si el lector consigue las noticias gratis, podría muy bien ser él el producto”. b) “Haga el esfuerzo para leer
la literatura científica relevante”, pues la ciencia suele ser objetiva. Y por eso hace un llamamiento a los científicos a hacer
oír su voz cuando el debate caiga dentro de su campo.

Capítulo 18. Ciencia ficción: No te puedes librar de la manipulación, pero tú puedes hacerte feliz a ti mismo

La ciencia ficción es un género artístico que ha de tomar importancia, porque modela lo que la gente piensa sobre
cuestiones tecnológicas, sociales y económicas de nuestra época, dado que poca gente lee los artículos científicos. Muchas
películas de este género, como Matrix, reflejan el miedo a estar atrapado y manipulado y el deseo de liberarse. Sin
embargo, “la mente nunca está libre de manipulación”. Por ejemplo, las películas de Hollywood socavan el subconsciente
creando paradigmas de lo bueno y lo correcto. Pero cuanto experimentamos en la vida se halla dentro de nuestra mente
y nosotros mismos podemos manipularlo también. O sea, no podemos librarnos de la manipulación, pero tampoco
necesitamos ir a Fiyi para sentir la alegría.

En la novela Un mundo feliz, Aldous Huxley describe una sociedad idílica, sin sufrimiento ni tristeza. Todo el mundo es
virtuoso gracias a soma, una droga que consigue volver a la gente paciente y sin problemas. La gente sabe lo que tiene
que hacer y lo hace sin esfuerzo. Es una sociedad libre de mosquitos. Pero hay un personaje, El Salvaje, que se queja
alegando que la sociedad se libra de todo lo desagradable en vez de aprender a soportarlo. El Salvaje, reclama su derecho
a ser libre con todas las consecuencias y el líder le dice que lo que está reclamando es el derecho a ser desgraciado, a
enfermar, a vivir con incertidumbre, a sufrir hambre, miedo… El Salvaje asiente y entonces le permiten salirse de la
sociedad para vivir como un ermitaño, un bicho raro en una sociedad que no le entiende y que le lleva a un triste final.

Capítulo 19. Educación: Conócete a ti mismo mejor que los algoritmos

Lo único que podemos asegurar del futuro es que habrá grandes cambios en poco tiempo. ¿Qué debemos enseñar a los
jóvenes? Gracias a Internet y a los medios de comunicación, estamos inundados de información, contradictoria casi
siempre. En educación, proporcionar más información no es lo más necesario, sino que debemos enseñar a dar sentido a
la información y a discriminar lo que es o no importante. Expertos pedagogos recalcan que se deben enseñar «las cuatros
CES»: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad.

Esta necesidad de aprender constantemente y de reinventarnos choca con el hecho de que con cincuenta años “no
queremos cambios”. Pero además, enseñar resiliencia, enseñar a aceptar los cambios con equilibrio mental es mucho más
difícil que enseñar una fórmula de física. Para Harari, el mejor consejo que dar a los jóvenes es que no confíen demasiado
en los adultos, pues aunque tengan buenas intenciones no acaban de entender el mundo.

La invención de la agricultura sirvió para enriquecer a una élite minúscula, al tiempo que esclavizaba a la mayoría de la
población. Algo similar podría ocurrir con la tecnología. “Si sabes lo que quieres hacer en la vida, tal vez te ayude a
obtenerlo. Pero si no lo sabes, a la tecnología le será facilísimo moldear tus objetivos por ti y tomar el control de tu vida“.
Por eso, hoy es más importante que nunca algo que han repetido filósofos desde antiguo: Conócete a ti mismo, “saber
qué eres y qué quieres en la vida”. Y hoy eso es más importante que nunca porque ahora hay una competencia seria:
multinacionales sin conciencia ética (y partidos políticos) están trabajando duro para usar los algoritmos y el big data para
conocerte mejor que tú mismo (cada vez que usas tu teléfono o tu tarjeta estás regalando valiosos datos sobre ti mismo).
“Vivimos en la época de hackear a humanos” y “si los algoritmos entienden de verdad lo que ocurre dentro de ti mejor
que tú mismo, la autoridad pasará a ellos”. Pero si quieres conservar cierto control de tu existencia, tendrás que conocerte
bien y saber cómo liberarte porque… “¿Has visto esos zombis que vagan por las calles con la cara pegada a sus teléfonos
inteligentes? ¿Crees que controlan la tecnología, o que esta los controla a ellos?”

Capítulo 20. Significado: ¿Para qué dar sentido a nuestras vidas?


¿Cuál es el sentido de la vida? Eterna pregunta para la que “cada generación necesita una respuesta nueva”. El libro
sagrado hindú Bhagavad Gita sostiene que cada ser debe seguir su camino concreto (dharma) y si no se sigue, no se hallará
paz ni alegría. Ideologías de todo tipo (religiones, política, nacionalismos…) cuentan un relato para hacer que los suyos se
sientan importantes, un relato que da trascendencia a sus vidas pero que siempre tiene contradicciones que evitan aclarar.
Los nacionalistas, por ejemplo, suelen centrarse solo en el valor de su nación pero no suelen aclarar el porqué de esa
superioridad. Para Harari, los relatos que cuentan esas corrientes de pensamiento son invenciones humanas y siempre
tienen errores. Sin embargo, esas invenciones humanas nos han permitido colaborar entre nosotros y montar sociedades
complejas que podrían desmoronarse si todos nos damos cuenta de que esos relatos son falsos: “La mayoría de los relatos
se mantienen cohesionados por el peso de su techo más que por la solidez de sus cimientos” (y el peso del techo
representa el peligro que hay al mostrar que los cimientos son débiles).

“Si queremos conocer la verdad última de la vida, ritos y rituales son un obstáculo enorme”. Los ritos solo sirven para
ayudar a mantener relatos falsos, pero también cierta armonía y estabilidad social. “Una vez que sufrimos por un relato,
eso suele bastar para convencernos de que el relato es real”, porque el sufrimiento es de las cosas más reales que existen.
Dado que a la gente no le gusta admitir que es tonta, cuanto más se sacrifica por una causa, más se fortalece su fe en ella.
También se usa el sufrimiento hacia los demás, y dado que a la gente no le gusta admitir que es cruel, también fortalece
la fe en una causa el hacer sufrir a los demás por ella. Ese “sufrimiento” (o esfuerzo) puede ser de muchos tipos: corporal,
dedicación de dinero o tiempo… Harari pregunta: “¿Por qué cree el lector que las mujeres piden a sus amantes que les
regalen anillos de diamantes?”. Creen que cuanto mayor es el sacrificio mayor es el compromiso. Por todo esto, los
embaucadores adoran las palabras sacrificio, eternidad, pureza, redención…

Para dar sentido trascendente a la vida, algunos se centran en dejar tras la muerte algo tangible (un poema, genes…), pero
puede ser complicado y, al fin y al cabo, ni siquiera el planeta es eterno (dentro de 7.700 millones de años el Sol absorberá
la Tierra y el fin del universo llegará, aunque tarde al menos 13.000 millones de años). Con ese panorama, Harari se
pregunta: “¿No será suficiente con que hagamos que el mundo sea un poco mejor? Podemos ayudar a alguien, y ese
alguien ayudará a continuación a alguna otra persona, y así contribuiremos a la mejora general del mundo y seremos un
pequeño eslabón en la gran cadena de la bondad“. En el fondo, el amor es más seguro que los demás relatos.

La gente corriente suele creer en varios relatos a la vez, sentir distintas identidades, y muchas veces hay contradicciones
importantes, porque en el fondo no están convencidos de su propias creencias. La historia está llena de estas “disonancias
cognitivas”. Un ejemplo son los que han ido a la guerra para defender el cristianismo, religión del amor. Pero aún hoy día
hay muchos cristianos que se oponen a las políticas de bienestar social, que se oponen a ayudar a los inmigrantes o que
apoyan las armas, por ejemplo. También es fácil encontrar gente que se lamenta de la injusta distribución de la riqueza
pero tienen inversiones en bolsa, cuando es bien sabido que invertir en bolsa genera injusticias y desigualdad (y si tu banco
no es ético también estás colaborando con sucios negocios).

Nuestros deseos nos llevan a actuar y Harari sostiene que somos libres para elegir nuestras acciones, pero no nuestros
deseos. Muy poca gente es la que controla sus pensamientos. Para la mayoría, los pensamientos vienen y van de forma
caótica y descontrolada. Algunas religiones enseñan a controlar la mente. Buda enseño que hay tres realidades básicas
del universo: que todo cambia sin cesar, que no hay nada eterno y que nada es completamente satisfactorio. Aceptando
esto, el sufrimiento cesa: “según Buda la vida no tiene sentido, y la gente no necesita crear ningún sentido”. El consejo de
Buda es: «No hagas nada. Absolutamente nada». “Todo problema radica en que no paramos de hacer cosas” (física o
mentalmente). No hacer nada es conseguir que la mente tampoco haga nada.

Capítulo 21. Meditación, para conocernos mejor

Haz click para aprender la bases teóricas e históricas del hinduísmo, la meditación, el tantra, el yoga...En el último capítulo,
el autor nos cuenta su experiencia personal aclarando que no tiene porqué funcionar bien a todo el mundo. Casi por
casualidad, descubrió la meditación Vipassana (introspección) que, simplificando, consiste en centrar la atención en algo
concreto, como el aire que entra y sale por la nariz. La gente corriente es incapaz de mantener esta atención de forma
prolongada y Harari confiesa que al instante perdía la concentración. El objetivo de esta meditación es observar las
sensaciones personales. Cuando uno se enfada se centra en pensar en el objeto que supuestamente provoca el enfado y
no la realidad sensorial. Harari dice que aprendió más cosas sobre sí mismo y los humanos observando sus sensaciones
en diez días que durante el resto de su vida hasta ese momento y, además, sin tener que aceptar cuentos o mitologías.
Basta solo con observar la realidad como es.

El origen del sufrimiento está en la propia mente. Cuando deseamos que ocurra algo y no ocurre, generamos sufrimiento.
Es una reacción de la mente. Es la mente la que provoca el sufrimiento. “Aprender esto es el primer paso para dejar de
generar más sufrimiento”. La meditación es cualquier método de observación directa de nuestra propia mente y, aunque
la han usado muchas religiones, la meditación no es necesariamente religiosa. La meditación Vipassana advierte que no
se debe practicar solo como búsqueda de experiencias especiales, sino para comprender la realidad de nuestra propia
mente, aprovechando todo tipo de sensaciones por simples que sean (calor, picor…).

Meditar te ahorrará tus sufrimientos Harari dice que medita dos horas diarias y que le ayuda al resto de tareas del día.
Además, recomienda meditar para conocernos a nosotros mismos, antes de que los algoritmos decidan por nosotros
quiénes somos realmente.

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