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ESPIRITUALIDAD Y LAICIDAD

Primero hay que recordar cuales son los dos rasgos específicos de este movimiento,
siendo uno de naturaleza política y el otro cultural.

I. LA ESPECÍFICA POLÍTICA o la laicidad y la sociedad

1) La especificidad política es la que tiene que ver con el modo de concebir de


papel y la acción del Estado.

* Nuestro movimiento tiene por objeto descartar:

a) toda fundamentación de carácter religiosa o sagrada.


Para la mayoría de nosotros la ley moral ha perdido, después de la ley jurídica, su
carácter sagrado, o al menos su relación con las fuentes religiosas reveladas. Al igual
que el resto de la cultura moderna en la que participa, está hecha a "escala humana".

b) cualquier referencia a la trascendencia


Nos parece inaceptable que en esta época nuestra de progreso científico permanezca
la creencia en un espíritu que viene de lo alto o en algún tipo de fuerza espiritual
exterior al mundo, capaz de intervenir en el curso de la historia, o en cualquier fuente
de la verdad y de la moral absoluta, a la accede la intuición humana, como lo
conciben los trascendentalistas.

c) cualquier intervención por parte de las iglesias en la política y en el


funcionamiento del Estado
Desde Nietzsche, e incluso ya con la "Ilustración" y su crítica a la superstición,
numerosos analistas han visto el amanecer del universo democrático como un efecto
de la ruptura con la religión. "La muerte de Dios", "el desencanto del mundo"
(Weber, Gauci), el final de lo "teológico-política" (Carl Schmitt), "la secularización",
"la laicización": más o menos controlados y controvertidos, estas expresiones
simbolizan hoy las múltiples interpretaciones de un mundo laico en el que la creencia
en la existencia de un dios ya no estructura nuestro espacio político. Y no es que esta
creencia haya desaparecido, sino que se ha convertido, para muchos de nosotros, en
un asunto personal, que tiene que ver sólo con la esfera privada – teniendo la esfera
pública que mantener una estricta neutralidad al respecto.

* Nuestro movimiento, llamémoslo laico o humanista, se opone a cualquier


intrusión de la ley o de los poderes políticos, a cualquier intervención, bien sea
imperativa o políticamente avalada por una iglesia en nombre de su moral
religiosa, en la vida privada o sexual de las personas y de las familias.
* Nuestro movimiento, a la vez que reconoce, sin restricciones, el derecho de afirmar
y vivir plenamente todo tipo de creencia y a que se puedan constituir organizaciones
eclesiales, pretende fundar el Estado y las prácticas políticas en base al
reconocimiento de un concepto humanística de la persona la cual, creyente o no,
debe beneficiarse de ello.
Dicho concepto implica el respeto de la integridad y de la identidad individuales, el
derecho a la realización personal siempre que no perjudique ese mismo derecho en
el prójimo y por último implica la promoción de la solidaridad humana, mediante la
participación al bienestar y el comportamiento altruista en las relaciones
interpersonales.

2) El principio de la laicidad y del humanismo es que "EL HOMBRE ES LA


MEDIDA DE TODAS LAS COSAS Y NO UN DIOS”

El hombre es la medida de todas las cosas y no un dios, tampoco una sociedad que
pretenda ser y producir la verdad en materia social, lo cual sería como deificar el
Estado que se convertiría en totalitario.
El que un Estado se afirme como laico, anticlerical, a-religioso o incluso anti-
religiosos, no cambia en nada su naturaleza antihumanista ni su clericalismo objetivo.

Nuestra humanismo, políticamente, tiene una tendencia universalista que postula


que la organización y la vida política deben ir más allá del Estado nacional e integrar
a toda la humanidad.

Consideramos a la especie humana como una entidad biológica, como un todo,


como una unidad natural.
El ser se ha construido como una "asociación momentánea" de materiales
procedentes de la naturaleza y que volverán a ella para ser integrados en nuevas
combinaciones creadas por una multitud de cadenas determinadas que atraviesan y
se entrecruzan en el universo: el juego de las partículas más finas, tanto como aquel
de las combinaciones genéticas.
Nuestra filosofía política trata de que cada persona (como miembro de la especie)
experimente y cultive un sentimiento de pertenencia prioritaria a la humanidad, sin
olvidarse de los deberes que se siguen de su pertenencia a otros grupos. Pero la
prioridad es la persona, todos los hombres como tales.
Al presentar estas exigencias que manan de la especificidad laica y humanista en
materia de política, formulamos su fundamento ético: la actitud y el comportamiento
que consisten en proporcionar un modo de vida y unas relaciones sociales tales que la
persona encuentre las condiciones favorables para su realización personal y acepte
el deber de solidaridad para ayudar a que todos lo alcancen. Esta moral, socialmente
definida, exige que la vida apunte hacia el postulado de autonomía y de
responsabilidad personal.

Política, sociedad y la moral están, para nosotros, estrechamente unidos: nuestro


diseño forma un todo. Sin autonomía ni responsabilidad, esta moralidad es letra
muerta. No es necesario aquí mostrar que la humanidad está amenazada en su propia
supervivencia por un Apocalipsis nuclear, un desastre ecológico o por una asfixia
demográfica. Todos los hombres son objetivamente interdependientes y únicamente
la solidaridad políticamente buscada puede salvar la especie. Aquí es donde nuestra
ética toma su dimensión universal, no quedándose en una mera aspiración, sino
siendo un imperativo de la acción política.
Así es cómo definimos nuestra especificidad en el plano de la sociedad civil y en el
de la humanidad. Así surge el fundamento ético de esta especificidad política.

II. La especificidad cultural

Consideramos el uso sistemático de la razón como la única vía de búsqueda de las


verdades que tengan la calidad de poder ser comprobadas o por lo menos, de
poder reunir probabilidades cuya estimación deba ser reconocida como válida de
acuerdo a unos criterios objetivos.

Somos racionalistas.

Esto no quiere decir para nosotros que la mente humana se tenga que limitar al único
juego de la razón. Somos plenamente conscientes de la importancia de los afectos y
del imaginario, así como de la estética. Sólo afirmamos que la búsqueda de la verdad
socialmente, cognitivamente y técnicamente válidas, le incumbe a la razón, por lo
menos en cuanto a su comprobación.
No vamos a negar que se puedan obtener verdades por otros medios que no sean
racionales, como los místicos, pero estas verdades no pueden, en nuestra opinión, ser
consideradas como pruebas o probabilidades que puedan ser adecuadamente
evaluadas por cualquier mente humana normalmente constituida, para que esta se vea
obligada a aceptarlas.
Para nosotros, la demostración se basa en la experiencia que se pueda repetir, en la
observación sistemática y múltiple, en la precisión del cálculo y en la coherencia
de la lógica probada en unos amplios debates sobre todos los factores involucrados
sin omitir ninguno de ellos. Nuestra regla metodológica es la de los hechos, no de los
hechos sin ideas.
Moralmente, el modo racionalista de búsqueda de las verdades en todos los campos
es un deber que debemos cumplir, de forma individual por espíritu y de forma
colectiva a través de la confrontación organizada, y pacífica de los espíritus entre sí.
Existe, por tanto, por una parte, una ascesis personal y por otra una disciplina social.
Si el método se aplica naturalmente para el conocimiento puro, también es válido
para la acción en la vida social. Genera incentivos para actuar así como razones para
entender mejor.
El método racional tiene por lo tanto, para los movimientos laicos y humanistas una
dimensión moral: es un deber así como lo son el rigor y la honestidad intelectual
en su práctica. Esta es nuestra versión de la imagen antigua e ideal del Sabio.
Como no todo el mundo es capaz de la indispensable reflexión crítica, todo el mundo
no puede juzgar con prudencia. Todo el mundo no está dispuesto a aceptar las
responsabilidades que esto conlleva. En su análisis de las causas del Holocausto,
Hannah Arendt llegó a la conclusión de que los peores criminales de la Alemania
nazi no eran esencialmente los malos. Eran personas comunes, que se habían
educado en el temor de Dios, pero que simplemente se negaban a hacer cualquier
juicio moral sobre los acontecimientos y el papel que desempeñaban en estos.
H. Arendt también advirtió que, entre sus colegas y amigos de la universidad,
aquellos con tendencia a aceptar una autoridad moral externa eran los mismos que
aceptaban con más facilidad las afirmaciones de Hitler.
Para aquellos acostumbrados a encontrar apoyo en una rampa, es la presencia de la
rampa lo que cuenta y no su naturaleza. ¡Cambiar una rampa por otra es la cosa
más fácil del mundo!
Y el autor concluye que, en tiempos difíciles, no hay que fiarse de los verdaderos
creyentes. Dentro del círculo de sus conocidos, los incrédulos y los escépticos son los
que resultan ser más de fiar porque están acostumbrados a ver las cosas de manera
crítica y decidir por sí mismos.
Por supuesto que reconocemos que el racionalismo, en sus aplicaciones prácticas y
cotidianas, no puede siempre prevalecer sobre el rigor científico o filosófico, incluso
no se puede aplicar siempre de manera sistemática. Este ejercicio de la razón, por
más presionado que esté por la exigencia ética, se ve alterado por la complejidad y el
entramado de los hechos inmediatos, por la frecuente brevedad del tiempo que queda
disponible en función del ritmo de la acción y por la escasa capacidad intelectual de
muchas mentes. Además, el método racional se aplica a menudo después de los
hechos para justificar acciones en gran parte espontáneas, apasionadas o abandonadas
al azar. Se trata entonces de racionalización.
Pero estas advertencias se pueden aplicar a todas las formas de búsqueda de la
verdad. Los enfoques no racionales - místicos o mágicos - están sujetos a los mismos
defectos en el mejor de los casos. La superioridad del enfoque racional se caracteriza,
sin embargo, siendo iguales todas las condiciones de cualidades humanas, por el
rechazo de todo arbitrario mental. La clave para el racionalismo frente a la vida
práctica está en incorporar a su forma de pensar y de actuar el máximo posible de
rigor racional. Y esto también es un comportamiento moral.

EL LENGUAJE SIMBÓLICO

Hay que advertir que la actividad intelectual del cerebro humano como tal consiste
en agenciar significativamente representaciones simbólicas de la realidad, las
cuales permiten una adaptación eficaz de las acciones al mundo tal y como está, y
para que cambie.... Es la versión humana de la conducta de adaptación, mientras
que en las demás especies vivientes - al menos sin simbolización generalizada y
sistemática- dominan las conductas llamadas instintivas o puramente repetitivas, que
llevan a una selección objetivamente empírica donde juega su papel el azar y donde
lo que está en juego es la supervivencia del individuo, sometida a la quiniela de los
hechos y no, como en el caso de los seres humanos, al grado de exactitud de las
simbolizaciones intelectuales.
La actividad intelectual simbolizante del cerebro humano se traduce necesariamente
en un código consciente que no es otro que el lenguaje utilizado, ya sea internamente
por el individuo, ya sea en la comunicación interpersonal la cual permite la
búsqueda conjunta, codificada, a su vez, de los arreglos simbólicos más adecuados a
una acción en el entorno físico y social.

Por la propia naturaleza de su sistema nervioso central, productor del lenguaje


simbólico, los humanos son animales sociales. ... muy especial!

Esta definición de la naturaleza humana - porque de eso se trata aquí - permite


mostrar que el racionalismo es en última instancia, la interpretación cultural más
coherente de esta naturaleza porque toma consciencia de la especificidad racional del
ser humano y tiende a realizar conscientemente su realización óptima.
La cultura racionalista tiende a construir el hombre en su plenitud. Por eso se la
puede decir humanista en el pleno sentido de la palabra. Esta es la especificidad
cultural de nuestro movimiento. Pero esta tiene unas implicaciones de máxima
importancia.
El racionalismo como modo de cultura supone necesariamente un ambiente social
que garantice el libre ejercicio de la razón. Por consiguiente, el racionalismo
supone el reconocimiento del derecho así como la posibilidad social y técnica de
poder informarse,
instruirse,
expresarse libremente,
asociarse a tales fines y
debatir opiniones contradictorias entre individuos y entre grupos.
Exige que el poder político y sus decisiones sean la representación de los
resultados, socialmente integrados, de esta actividad racional.
En otras palabras, el racionalismo implica la democracia constituida por ciudadanos
autónomos e iguales.
Se requiere el reconocimiento orgánico del pluralismo de opiniones y el derecho a
asociarse en organizaciones militantes.
El carácter incompatible de algunas corrientes políticas, filosóficas y religiosas, hace
necesario en una democracia que exista un orden institucional que excluya el
recurso a la violencia bien sea de Estado o privada. Pero el Estado debe disponer del
monopolio de la fuerza que sólo es legítima en una democracia, condición para
control de su uso y garantía para su traducción en un derecho público.
Por lo tanto, no hay democracia sin reconocimiento y protección institucionales de
los Derechos Humanos que son a la vez condición, expresión vivida y criterio de su
nivel de existencia. Y volvemos a la dimensión ética, inevitablemente vinculada a la
práctica de la razón, primero moral del pensamiento, de la búsqueda, de la sabiduría;
Se impone a lo social y a lo político como un código completo de modalidades para
la acción humana. Y no para su contenido ... ....

UN SENTIDO PARA LA VIDA

Conviene mirar cuales son las OBJECIONES de nuestros adversarios con los
objetivos de nuestros adversarios:

1) Muchos reconocen que nuestra moral racionalista permite vivir humanamente, en


paz socialmente, pero la acusan de no darle un sentido de la vida, de no darle una
mayor orientación como sólo serían capaces de hacerlo:
- Para las morales religiosas: la divinidad trascendente;
- Para las morales totalitarias: un modelo absoluto de sociedad.

Nuestra respuesta:
A esto se podría contestar que la primera cualidad de nuestra ética es, precisamente,
la de no constituir un sistema de valores ya construido y listo para usar.
Su característica es la de estar en constante devenir y mejora siempre que se
respeten, por una parte, las reglas del ejercicio de la razón y por otro lado, las
referencias a la humanidad y a lo humano, al bien de la especie y a los derechos
Humanos. También deben aplicarse las reglas sociales del pluralismo, del diálogo y
de la democracia. Estas normas, por su potencial en corregir errores, permiten poder
prescindir de la dirección autoritaria de la conciencia.

2) Nuestra naturaleza moral, sería necesariamente materialista u oportunista; como


mucho, permitiría una vida social sujeta a la moral común, pero sería incapaz de
proporcionar suficientes criterios vinculantes (porque incondicionales) para resolver
las cuestiones álgidas, dramáticas o nuevas; no podría, o lo haría de manera
insuficiente, inspirar sacrificios supremos de la persona o de la vida. Una moral a ras
del suelo, incapaz de movilizar para grandes propósitos.

Nuestra respuesta:
¿Sería cierto que, como realistas, como materialistas, estemos amputados de toda
espiritualidad, que no tengamos vida espiritual, seamos incapaces de una meditación
desinteresada?
Para responder a esta pregunta, primero tenemos que eliminar la confusión entre la
espiritualidad y el espiritismo, algo cuidadosamente mantenido en los ambientes
religiosos y de la filosofía Trascendental.

EL ESPIRITUALISMO
El espiritualismo es la corriente de pensamiento en la cual prevalece el espíritu como
entidad absolutamente heterogénea a la materia y que representa al ser vivo, en
particular y al mundo en general, como objetos materiales regidos por la acción
creadora de unas fuerzas espirituales.
El espiritualismo se basa en la premisa de que el espíritu puede existir sin soporte
material y es independiente de la materia. Sin embargo, puede actuar sobre ella
incluso puede reorganizarla y hasta crearla.
El individuo está "animado": lo dirige su alma. Del mismo modo, a nivel global, todo
lo que existe sería producto o, al menos, regido por un anima mundi, un ser
inmaterial. Espíritus individuales han hablado de "alma" y de alma del mundo, han
hablado de Dios o de "El Gran Arquitecto del Universo" o de "El Gran Relojero".
Estos son inmortales puesto que escapan de las leyes de entidades materiales.
Ciertamente, uno puede ser espiritual y deista, a la vez que laico y humanista. Pero la
corriente espiritualista, en su conjunto, rechaza este compromiso pero, al menos,
emite un juicio que desvaloriza más o menos deliberadamente conceptos no
espiritualistas. Estigmatizan cualquier forma de materialismo, el ateísmo, el
agnosticismo, el marxismo como modos de pensamiento no sólo inferiores en
calidad, pero incapaces de crear morales cuyas reglas se puedan imponer a la acción
humana.
En el fondo, el espiritualismo se proyecta en una concepción dual de la naturaleza
humana, compuesta por alma y cuerpo, siendo el auténtico individuo inmaterial pero
estando colocado, durante su vida, dentro de una envoltura mortal. Este diseño
incluye, por ejemplo, las variantes cristianas, hindúes, islámicas o para la pura
metempsicosis.

LA ESPIRITUALIDAD
La espiritualidad es otra cosa: es un caminar psico-intelectual que expresa la
necesidad humana de situarse en relación con el Todo existencial, intentando definir
cómo se conecta a ese Todo. El hombre plantea de ese modo el problema central del
sentido de su vida y de la vida. El que toma realmente conciencia de esta cuestión y
se esfuerza en elaborar su respuesta (ya sea acudiendo o no a sistemas existentes),
accede a la espiritualidad, porque, más allá del mero conocimiento de lo existencial,
está buscando con su espíritu y en su espíritu, mediante un proceso de
concentración internalizada (la meditación), el sentido del ser. Sea la que sea la
naturaleza de sus conclusiones, por ejemplo espiritualistas o materialistas, religiosas
o positivistas, está desarrollando un propósito espiritual.
Por el contrario, el que accede a una creencias espiritualista mediante algo inculcado
y no sometido a su propia crítica, hágase por costumbre o por medio de ritos, no
participa de ninguna de las maneras a la espiritualidad -tampoco entre nosotros los
racionalistas - lo mismo que el que afirma sus convicciones espiritualistas sin
haberlas realmente experimentado desde un propósito espiritual.
En consecuencia, los laicos y humanistas pueden reclamar su propia espiritualidad,
incluso aquellos que rechazan las tesis espiritualistas de una manera radical. Ellos,
también, tienen una mirada al interior.

Para los laicos, hacer unos juicios de valor llenos de la sabiduría es el propósito
humano más extraordinario y el más espiritual de todos. Combina las cuatro
habilidades espirituales siguientes en una una gloriosa actividad maestra:
* requiere un pensamiento creativo;
* Una visión sana del mundo, que reconoce la importancia del papel de la
humanidad en el proceso de evolución;
* requiere un sentido moral que aspira a la justicia, a la paz y al orden en las
relaciones humanas así como al mantenimiento de la vida en nuestro planeta
* requiere el respeto a la verdad y al punto de vista científico.

Queda la objeción según la cual la moral laica y humanista sólo sería capaz de
justificar y de regular las prácticas en sociedad. Al carecer de fundamentos
trascendentes e incondicionales, sería inoperante frente a elecciones de carácter
excepcional o frente a sacrificios supremos... ... Los resortes de la moral no
confesional sólo podrían ser los del deseo de responder a las normas vividas en la
sociedad y en sus grupos, la aspiración a ser reconocido y estimado, a estar bien
integrado en su comunidad y, para los mejores, la búsqueda de ser aprobado por su
propia conciencia, en definitiva, una forma de conformismo y de confort social e
individual. También... una respetabilidad.

Lo que se ha dicho acerca de nuestra moral, es que toma por referencia los criterios
de la razón que trata que las acciones vayan en beneficio de la especie humana
(que se ha vuelto objetivamente interdependiente en cada una de sus partes) y en pro
de la realización personal, necesaria para la felicidad de todos, y que enriquezcan a la
comunidad con sus contribuciones sin menoscabo del respeto mutuo. Hemos visto
que la moral laica se proyecta socialmente en el modelo político de la democracia
pluralista.
La democracia es gobierno de la mayoría tras un debate libres e igualitario de los
"partidos" (en el sentido más amplio) libremente constituidos. Pero pluralista añade
el hecho de que la mayoría debe respetar a la o las minorías, y abstenerse alterar su
carácter específico. También debe facilitarle unas oportunidades normales para
poder sobre la opinión pública actuar y convertirse en mayoría según las reglas del
juego democrático, ya sea en lo que se refiere a la gestión general del Estado o a una
legislación particular.

Podemos destaca en el contexto que el criterio operativo de racionalidad es la


búsqueda ética de la justicia basada en el principio de la igualdad esencial de los
hombres como miembros de la especie humana. Por lo tanto Kant aparece como el
filósofo sin igual para esta "razón práctica". Sus dos teoremas éticos siguen siendo
para nosotros fundamentales:

- Una acción es buena sólo si, suponiéndola absolutamente universalizada en todos


los casos similares, debemos reconocer que sigue siendo buena efectivamente (es el
teorema y el criterio de la universalidad ética);
- Un acto sólo puede ser moral si considera al prójimo como un fin y nunca como
un medio (es el teorema y el criterio de la igualdad y la dignidad humanas)

Esta moral, ejercida por personas que no quieren necesariamente ser autónomas y
responsables, es un código de modos de acción, y no una nomenclatura inamovible
e integrada, de valores de acción y de prescripciones.
Nuestras referencias, aunque sean una orientación obligatoria en lo que se refiere a
los valores centrales, siguen siendo sin embargo generales: el bien de la especie y los
Derechos Humanos. Estos son los términos de referencia, y no unos modelos dados
e inmutables.
Nuestra ética es, por naturaleza, una búsqueda constante.
En la acción, sólo puede significar un esfuerzo constante de superación. En casos
particulares, esto puede alcanzar extremos y, en el nombre de la justicia, puede llegar
hasta el sacrificio supremo como la historia lo ha demostrado ... .. Porque nosotros
también tenemos nuestros héroes y nuestros mártires.

3) Si unimos estrechamente moral y razón, nuestra postura amputaría el aspecto ético


de las principales aportaciones de la afectividad, la espontaneidad y la imaginación,
que no tendrían aquí cabida.

Nuestra respuesta:
En cuanto a la reducción de la ética a su referencia racional que la privaría de las
ricas aportaciones de la emoción, de la espontaneidad y del imaginario, en realidad se
trataría de una crítica hacia cierto tipo de racionalismo estrecho, relacionado en
general con actitudes sectarias.
Este jacobinismo filosófico identifica la razón con una lógica combinatoria y formal
que excluye cualquier otro componente intelectual como factor venido de fuera y que
abriría las puertas a todas las doctrinas irracionalistas ...
Pero no podemos definir al hombre por el único carácter lógicamente racional, es
decir, por el único juego intelectual de la lógica simbolizante.
La razón, en realidad, está hecha también de intuición y de imaginación. Las
perspectivas globales e inmediatas así como la "poesía" creadora de nuevas imágenes
de lo real son unas formas primordiales, a menudo concluyentes, de la aprehensión
de lo existencial. Confundir la razón con la única facultad combinatoria
operatoriamente consciente, con la única lógica formal y el resultado es simplemente
aberrante.
¿No es la intuición, en su espontaneidad, la que inventa las hipótesis de trabajo del
científico, sin que todos los elementos se hayan hecho conscientes y "lógicos"? ¿No
es la imaginación la que le permite, por etapas cada vez más concienciadas,
extrapolar los resultados de los experimentos y observaciones en unos sistemas
teóricos? Pero la razón clásica sigue siendo sin duda un instrumento indispensable de
verificación.

Sin embargo, toda la intelectualidad de la persona no está en la única razón, aunque


se amplíe y conciba como impulso creador que tenga su parte de espontaneidad
inmediata y de azarosa inconsciencia.
El hombre está hecha de pasión, de aspiración estética, de sueños, de impulsos
imperativos, de expresividad física y sensual, de sublimes deseos, de apetitos
egocéntricos y generosos. Todos los hombres ... ... ... ....
Pero precisamente estos componentes del juego del espíritu humano, que tiñen más o
menos todas sus actividades, han sido reprimidos, inhibidos o duramente canalizados
por las morales tradicionales en el nombre de unos valores incondicionales cuya
legitimación es trascendental.
La ética del laicismo y del humanismo pretende liberar estas fuerzas y volverlas
creadoras. Su expresión es necesaria para la armonía y el equilibrio de la
personalidad. Pero nuestra ética pretende liberar el aspecto creador de estas fuerzas,
sometiendo sus manifestaciones a los límites del respeto mutuo entre las personas, la
paz, las relaciones sociales y las reglas de la competencia pacífica. La moral de la
autonomía responsable, - interiorizada por una educación laica y sancionada por las
normas políticas, jurídicas y unas prácticas de pluralismo institucionalizado- es apta
para dar la máxima libertad a los individuos y grupos, una libertad que sólo puede
existir si existe un orden aceptado por todos, riguroso pero democrático, luego
reformable.
El orden como medio de garantizar la democracia.

EL MITO DEL PROGRESO

Seguimos apegados a la idea del progreso, una de las orientaciones más importantes
de nuestro pensamiento históricamente hablando. Pero ya no creemos, con el
optimismo ingenuo del siglo XIX, que este sea el producto de una evolución
automática.

Ilya Prigogine, premio Nobel, ha demostrado que incluso la evolución biológica y


natural no es fruto de un determinismo absoluto. Discurre por "bifurcaciones", que
constituyen unas formas de elección o, si se quiere, unas alternativas reales. ¡La
evolución pues tiene una historia! Estas consideraciones están relacionadas con la
teoría de las "estructuras disipativas" de Ilya Prigogine que "invierte" el grado de
generalización de los principios clásicos de la termodinámica.

Estamos de acuerdo con Schweitzer de que la negativa de la mayoría de las


religiones en aceptar para la moral una fuente y una responsabilidad exclusivamente
humanas ha supuesto un obstáculo para el progreso espiritual a lo largo de la
historia y constituye hoy día una amenaza para la existencia misma de la vida en el
planeta.

Hoy sabemos que la humanidad es mortal así como lo son las civilizaciones ... Sin
embargo seguimos apegados a la idea de progreso en el sentido en que se considera al
hombre responsable del desarrollo de la especie y que nuestra apuesta - que ya no se
centra en la salvación individual, como la de pascal Pascal, sino en la de toda la
humanidad – invita a apostar por la irreductible voluntad de sobrevivir de los
hombres.
El hombre hace su "juego" y hace la historia.

El humanista y el laico meditarán a modo de conclusión, sobre dos fórmulas:


* El lema del señor de Gruuthuse, importante comerciante burgués de la Brujas
medieval: "¡Más hay en ti! "
* El pensamiento de Chandidas, sabio de India del siglo XV: "No hay verdad más
elevada que el hombre".

*****************
Referencias
“Espiritualidad y laicidad”
Colección « Outils de réflexion « n° 2 ( novembre 1999 )
* Un sentido para la vida
Lucette Schouters - Decroly : Doctor en medicina
* Espiritualidad y laicidad.
Luc Ferry : Profesor y filósofo
* ¿Seguimos todavía adhiriendo a unos valores espirituales?
Marthe Van de Meulebroecke : Profesor honorario de moral laica
* Humanidad y humanismo
Henri Janne : Profesor y rector en la U.L.B.
* Una visión laica de la espiritualidad
Hutcheson Pat Duffey: Sociólogo, "profesor de educación" en Vancouver (Canadá)

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