El Río

Revista de historia regional de Mexicali y su valle

Año VII, núm. 25, julio-septiembre de 2014
Universidad Autónoma
de Baja California

A Picachos por la cuesta de Cantú

Ayer y hoy
La cuesta de Cantú

1940. La Cuesta de Cantú vista desde lo más alto del camino, llegando al campo Alaska, hoy Rumorosa.

2010. La Cuesta de Cantú, vista desde lo más alto del camino. Al frente miembros del GEU (Grupo Explorador Universitario). Foto:
Colección Alberto Tapia Landeros.
2
 Índice
Editorial
Sergio Noriega Verdugo 3

Semillero de artistas. El ICA y la Escuela

de Artes José Clemente Orozco
4 Gabriel Trujillo Múñoz 4

Humberto Torres Sanginés

Médico del centenario 1903-2003
José Pérez Madrigal 12

Desmitificación de un duelo a muerte

Gerardo Sánchez Benavidez 15
12 A Picachos por la cuesta de Cantú
Rubén Castro Bojórquez 19

La enfermería en Mexicali en los años de 1930

Javier Galván Pérez 33

El Ferrocarril de Mexicali a Puerto Otis

19 Jimmy Griffin 42

Expedición para establecer una colonia

agrícola-militar en 1917
Jimmy Griffin 46

El IMSS en el valle de Mexicali

33 Ángel Juárez Estrada 53

Libros, reseñas, comentarios

Sergio Noriega Verdugo 55

42
Foto de portada:
2010. La Cuesta
de Cantú, vista
desde lo más alto
del camino. Aún se

53 conserva intacta.
Foto: Colección Víctor
Beltrán Corona.

1
 El Río
El Río es una publicación trimestral de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A.C. en coedición con la Universidad
Autónoma de Baja California para la divulgación histórica regional sobre el municipio de Mexicali, Baja California, México.
Tiraje 1 100 ejemplares.
Directorio
Universidad Autónoma Sociedad de Historia
de Baja California “Centenario de Mexicali” A.C.

r elipe uamea Veláz uez Lorenzo Hurtado Valenzuela

RECTOR PRESIDENTE
Mtro icardo agnino Moreno Jorge Núñez Verdugo
SECRETARIO GENERAL VICEPRESIDENTE
r Miguel ngel Mart nez omero Leocricia Gómez Hernández
VICERRECTOR CAMPUS MEXICALI SECRETARIO
r l redo li uenrostro e allos Lizardo López Mendoza
COORDINADOR GENERAL DEL CESU-UABC TESORERO

PRESIDENTA HONORARIA VITALICIA

Yolanda Sánchez Ogás
Revista El Río
DIRECTOR Y DISEÑADOR: u n astro o ór uez
COORDINADOR DE FOTOGRAFÍA: arlos Manuel e es Moreno
COMITÉ EDITORIAL: Luz Mercedes López arrera u n astro o ór uez Miguel ngel Lino Ol era
Sergio Noriega Verdugo Lorenzo Hurtado Valenzuela Miguel ste an Valenzuela o les
CAPTURA atalina o as Monzón Liliana Yadira a oada Villa
DIGITALIZACIÓN Y APOYO TIPOGRÁFICO L dia oronel Yáñez
REVISIÓN: Luz Mercedes López arrera
APOYO LOGÍSTICO Mar a oncepción Ortiz guilar
la orada en CESU-UABC
INVITACIÓN
La Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”, A.C. invita a todas las personas amantes de la historia, aficionados
o expertos, a asistir a sus reuniones y, de ser el caso, a formar parte de ella como socios activos.
Las sesiones se llevan a cabo todos los miércoles a las 17:30 horas en la Sala Junta de Gobierno del Centro de Estudios Sobre
la Universidad de la UABC, ubicado en la planta baja del edificio de Investigación y Posgrado en bulevar Benito Juárez.
Teléfonos: (686) 566 9592 y (686) 841 2076

Las fotografías utilizadas en la elaboración de esta revista pertenecen a las colecciones de:
Archivo Histórico del Estado de Baja California • Archivo Histórico del Municipio de Mexicali • Instituto de
Investigaciones Culturales UABC Museo • Centro de Estudios Sobre la Universidad (CESU-UABC) • Instituto Municipal de
Investigación y Planeación Urbana de Mexicali (IMIP)• Colecciones particulares de Marcos Buruel, Rubén Castro Bojórquez,
Javier Galván, Jimmy Griffin, Beatriz Limón, Carlos Reyes, Yolanda Sánchez Ogás,
Gerardo Sánchez, Austreberto Silva, Martín Tamayo y Esteban Valenzuela.

Esta revista se distribuye gratuitamente. Si desea obtener un ejemplar, puede solicitarlo en las oficinas del CESU-UABC
o con cualquier miembro de la Sociedad.

2
F!e!j!u!p!s!j!b!m

Geografía e historia

H
urgar en el pasado obedece más que a la nostalgia, también es manifiesto del querer conocer
más sobre nuestra identidad. Y esta búsqueda que encierra nuestra historia es además un
reflejo de querer saber no solo quiénes somos sino el porqué de o qué somos. Sabemos que
la humanidad tiene razas y culturas distintas que ayudan a explicar la conducta de pueblos diversos,
la nuestra tiene lo suyo. Pero no es solo por cuestiones de geografía que los pueblos del mundo sean
diferentes, sino también porque el tiempo nos cambia a todos de maneras diferentes. Preguntarnos de
dónde venimos y qué nos ha pasado en el devenir histórico responde a cómo se ha conformado nuestra
cultura. De ahí que nos parece aconsejable asomarnos a las diferencias étnicas, de idiomas, credos
religiosos, costumbres y el cambio social.
Nuestro pueblo nació en el desierto, aislado del resto del mundo. Debido a la adversidad de su
clima y a la falta de infraestructura hizo de nuestros primeros agricultores trabajadores perseverantes
y ambiciosos. A la geografía también debemos que Mexicali sea un pueblo joven, de poca historia.
Sin embargo, sus pioneros no solo abrieron las tierras de cultivo, luchando contra los elementos, sino
sobrevivieron y fueron capaces de crear un patrimonio para sus hijos.
Por otra parte, la misma geografía nos bendijo con el Río Colorado. Sus caudalosas aguas y sus milenarias
inundaciones depositaron el limo y arcilla que hizo del delta del Río Colorado una tierra fértil. Sus prodigiosas
aguas nos han permitido saciar la sed de incontables bocas y plantas que hacen nuestra vida posible.
Aun más la geografía y la historia se han confabulado para hacer de este lugar una frontera. Después
de la guerra entre 1846 y 47 con Estados Unidos, en la que México perdió los territorios de Texas, Nuevo
México, y la Alta California, se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1848, mismo
que delimitó nuestra frontera, tomando como referencia la confluencia del Río Gila con el Colorado.
Desde un principio, la frontera ha influido sobre los que aquí vivimos. Como toda frontera denota
un límite sobre lo que podemos llamar nuestro y lo que corresponde ajenos. Pero este límite va más allá
de lo inmediato, pues se trata de los confines de la patria, e involucra a dos naciones enteras. Esto hace
que la delimitación geográfica rebase una situación de vecinos y se convierta en la competencia de dos
gobiernos federales, con sus respectivas sedes curiosamente alejados de la propia frontera.
Primero se creó la frontera y después se formó el pueblo. Por ello, su influencia, a pesar de lo
cambiante, nunca ha dejado de existir. La frontera es una característica esencial de quiénes somos. La
frontera esta inserta en nuestra acta bautismal. La historia de Baja California está intrínsecamente
ligada a esta característica geográfica. Una muestra de ello fue la introducción de aguas del Río
Colorado al Valle Imperial, que dio inicio a Mexicali.
La frontera dio principio al comercio regional y estrechó los lazos de las comunidades. La
complementación era lógica entre un país desarrollado y otro con aspiraciones de serlo.

Sergio Noriega Verdugo

3
Semillero de artistas. El ICA y la escuela
de artes José Clemente Orozco
P
ocas instituciones públicas, en el transcurso de la
historia de nuestra entidad, han tenido un impacto
tan profundo en el desarrollo del movimiento
artístico bajacaliforniano que el Instituto de Ciencias y Artes
del estado (ICA), específicamente su escuela de artes plásticas
José Clemente Orozco, ubicado en Mexicali. De esta escuela,
como semillero de los artistas pioneros a mediados del siglo
XX, trata este artículo. Su intención es mostrar cómo fue
fundada esta institución y cómo llegó a ser la base de la
educación de las artes plásticas en la región, dotando a una
decena de creadores (hoy nacionalmente conocidos) con las
herramientas y conocimientos indispensables para convertirlos
en profesionales de sus respectivas disciplinas artísticas, en
elementos transformadores de la cultura en Baja California.
Aún hoy, a sesenta años de distancia, esa proeza educativa
resuena en todos los ámbitos de las artes de nuestra entidad.
Durante la primera mitad del siglo XX, Baja California
sólo tiene una pintura decorativa y artesanal. Sus espacios
de exhibición son, por lo mismo, aquellos donde prospera
el turismo: hoteles, cantinas y casinos. En esta época hay
algunos intentos de pintura mural constreñidos a las salas
cinematográficas, al patio interior del edificio de la Colorado
River Land Company y en la Escuela Álvaro Obregón de
Tijuana, pero no se vislumbra la aparición de algún artista
plástico cuya obra tenga un perfil individual, característico.
A lo más prosperan retratistas itinerantes o talleres de artes
en escuelas secundarias o normalistas. La creación del estado
libre y soberano de Baja California, en enero de 1952, va a
cambiar pronto este panorama desolador. Es notorio que el
camino de la plástica bajacaliforniana como una búsqueda
artística, como una expresión creativa personal, se inicia en
los años cincuenta cuando comienzan a llegar a estas tierras
* Poeta, narrador y ensayista mexicalense.
1
Maestro fundador de la Escuela Normal Urbana Federal Fronteriza de Mexicali, hoy Benemérita, cuya primaria anexa lleva su nombre. Su hijo mayor, Flavio
Antonio Jiménez Castro fue también profesor normalista, columnista y cronista en Mexicali.
4
Gabriel Trujillo Muñoz*
pintores y escultores de otras partes del país. La piedra de
fundación es doble: la creación por un lado de la escuela de
artes plásticas José Clemente Orozco en 1955, en Mexicali,
gracias al empeño del muralista Jesús Álvarez Amaya y del
maestro en artes Fernando Robledo Dávila.
La escuela de artes plásticas José Clemente Orozco
formaba parte del Instituto de Ciencias y Artes de Mexicali
(ICA). Este Instituto fue fundado en 1953 y tuvo como
director fundador al profesor Salvador Jiménez Gómez.1
Según Cándido Zataráin en el libro colectivo Los pasos
ganados (1997): “El profesor Jiménez Gómez era un estudioso
de la pedagogía y de la filosofía. Nació en Ahualulco del
Mercado, Jalisco, y en el Colegio Internacional de la ciudad
de Guadalajara, cursó la normal y otras disciplinas. Residió
un tiempo en Culiacán, Sinaloa, en cuya universidad
impartió clases. Tuvo una meritoria carrera masónica, pues
alcanzó el grado 32 y aquí en Mexicali, en donde residió
desde 1947, fue miembro de la Respetable Logia Masónica
Precursora, Número Dos. Jiménez Gómez dirigió el ICAE
por espacio de diez años, de 1953 a 1963, en que murió. En
la fase inicial del instituto los maestros impartían clases por
cooperación, pero a partir de 1956 el primer gobernador del
estado, licenciado Braulio Maldonado, le otorgó subsidio
regular y ya no se denominó Instituto de Ciencias y Artes
de Mexicali sino Instituto de Ciencias y Artes del Estado,
popularizándose sus siglas ICAE. El gobernador Maldonado
siempre tuvo mucho interés en el instituto y eso se puso de
manifiesto en el apoyo que le brindó y en sus constantes
referencias a él en sus informes anuales de gobierno. Con
frecuencia lo mencionaba como una institución que brindaba
oportunidades de superación a jóvenes que no podían salir
del estado para estudiar en otras entidades. Otra persona
que apoyó mucho al instituto fue el profesor Lorenzo
López González,2 quien fue colaborador muy cercano del
gobernador Maldonado Sández. Como director fundador
de la Dirección de Acción Cívica y Cultural, dependencia
que actualmente se denomina Secretaría de Educación y
Bienestar Social, siempre estuvo al cuidado del instituto, ya
que éste formaba parte del sistema educativo del naciente
estado de Baja California”. Según Rubén García Benavides
(Panorama histórico de Baja California, 1983):
En 1955 llegó a Mexicali el pintor muralista y grabador Jesús
Álvarez Amaya; venía del Instituto Nacional de Bellas Artes
de la Ciudad de México, contratado para pintar un mural en
el edificio del Ayuntamiento de Mexicali y traía también la
finalidad de fundar una escuela de artes plásticas. Se puso en
contacto con el maestro Fernando Robledo Dávila, profesor
de artes plásticas en la Escuela Normal Fronteriza, quien de
inmediato se interesó por el proyecto y lo promovió ante la
Dirección General de Acción Cívica y Cultural, encargada de
la educación pública del naciente Estado de Baja California.
El director de esta dependencia era el profesor Lorenzo López
González. El proyecto fue aprobado y —después de vencer una
serie de dificultades— se fundó ese año de 1955 la Escuela de
Artes Plásticas José Clemente Orozco; los primeros maestros
fueron: Fernando Robledo Dávila, Jesús Álvarez Amaya y
Florencio Ruiz Enríquez. El mes de septiembre se iniciaron
las clases con treinta alumnos, entre los que destacaron: José
Morales, Guillermina Quiwis, Eduardo Solano, Graciela Romo,
Esdras Corpus, Salvador Romero y Eliseo de Alba. El que esto
escribe ingresó el segundo semestre. Se consiguió una parte de
la Escuela Cuauhtémoc para su funcionamiento y había mucho
entusiasmo en maestros y alumnos. Sin embargo, un primer
obstáculo fue la falta de presupuesto estatal, lo cual provocó
la deserción de Álvarez Amaya y Ruiz Enríquez a los escasos
meses de haberse iniciado las clases. La escuela subsistió
gracias a la perseverancia del maestro Fernando Robledo. El
doctor Francisco Dueñas Montes era en esa época el director de
la Escuela Normal Fronteriza y había sido el primero en apoyar
la fundación de la Escuela de Artes Plásticas; precisamente con
el objeto de impulsarla permitió que se iniciaran las clases en
el salón de actos de la Escuela Cuauhtémoc. No obstante la
2
Fue a quien el gobernador Braulio Maldonado encomendó la tarea de integrar y organizar los órganos de gobierno de la UABC: Comité Pro Universidad, Junta
de Gobierno y Patronato.
3
En los años de 1950 creó las esculturas: Junípero Serra, Cuauhtémoc, Agricultor y Campesino, que todavía se pueden admirar en la colonia Nueva de Mexicali.
carencia de recursos económicos, el mes de noviembre de ese
año los alumnos montaron su primera muestra de los trabajos
realizados, en el mismo salón de actos que servía de aula. La
prensa local cubrió el evento, el cual dio renombre a la escuela y
estimuló al maestro Robledo y a los alumnos que perseveraban
en su empeño. El 17 de abril de 1956 se finaliza el primer curso
con la inauguración de una segunda exposición, ya con mejores
resultados, lo cual fue también un éxito en la localidad.
Al iniciarse el segundo curso en septiembre de 1956, lo que
se denominaba Instituto Mexicali se transformó en Instituto
de Ciencias y Artes del Estado y el gobierno estatal le asignó
un presupuesto para que incrementara sus actividades. Dentro
de este instituto quedó comprendida la Escuela de Artes
Plásticas, asegurando de este modo su existencia, al resolverse
el problema económico. Cabe observar que más que la calidad,
era el entusiasmo lo que motivaba a la prensa, los alumnos y
los maestros de la Escuela de Artes Plásticas en estos primeros
años. Todos veían con muy buenos ojos la fundación de una
escuela de pintura en esta apartada región, como un principio
de la afirmación de nuestros valores nacionales. Eran los años
en que el muralismo mexicano tenía gran resonancia a nivel
nacional. Considero justo dejar aquí constancia de la meritoria
entrega del maestro Robledo Dávila a la escuela, de su pasión
infatigable y del deseo que supo inculcar en quienes fuimos sus
discípulos de abrazar la pintura como nuestra actividad vital.
Su manera de ser lo constituyó en un guía y un estímulo, que
fue más allá de enseñar dibujo y color. Era originario de la
ciudad de Puebla y realizó estudios —sin haber concluido la
carrera —de artes plásticas y arquitectura.
La importancia del papel del Instituto Nacional de
Bellas Artes en la creación de la escuela de Artes Plásticas
en Mexicali debe considerarse por dos antecedentes: la
fundación, en 1953, de la Asociación Cultural Pro Arte (ACPA)
en Mexicali, gracias a un grupo de empresarios, funcionarios
públicos y profesionistas jóvenes que se vincularon con el
INBA para traer a la capital del recién fundado estado de
Baja California a conferencistas y músicos de la ciudad de
México. En cuanto a las artes plásticas, el contacto de los
miembros del ACPA fue con Roberto de la Selva,3 el escultor
que ya había trabajado arte público en Mexicali. En un
5

oficio enviado por Fernando Tafoya Chávez, secretario
del primer ayuntamiento de Mexicali (2-XII-1954), este le
pedía a Miguel Álvarez, director del INBA, apoyo para que se
montara una magna exposición en Mexicali:
Por acuerdo del C. Presidente Municipal participamos a
usted que hemos tenido el agrado de charlar con nuestro
dilecto amigo Roberto De la Selva, quien en forma entusiasta
se interesa por todo lo que sea manifestaciones del Arte y la
Cultura. Nos hacemos causa común con su idea de presentar en
las poblaciones de Baja California una exposición de Pintura
y Escultura en las que usted con su carácter de Director del
Instituto Nacional de Bellas Artes tomara especial interés, ya
que nuestro Pueblo por su insipiente vida como Estado Libre y
Soberano, necesita del impulso de las Autoridades Educativas
que como usted, permitan en Baja California exposiciones de
alta cultura, como la que se señala.
Roberto De la Selva nos ha manifestado que ese Instituto a
su digno cargo puede proporcionar 20 ó más obras de trabajos de
distinguidos pintores para dar un verdadero realce a un evento
de tal naturaleza. En la presentación de trabajos locales, De la
Selva ha seleccionado a un grupo de seis pintores, más las propias
obras de él, de pintura y escultura, para complementar un
atractivo conjunto que despertará el interés Estatal y del vecino
país del Norte. Como este acto tendrá verificativo el próximo
día 5 de febrero, atentamente le suplicamos sus noticias sobre el
particular, manifestándonos a la vez la fecha en que podremos
6
1955. Primera exposición de los
alumnos de la Escuela de Artes
Pláticas, José Clemente Orozco, del
ICAE (Instituto de Ciencias y Artes
del Estado) En el salón de actos de la
Escuela Cuauhtémoc.
En la foto, de izquierda a derecha:
Profesor Fernando Robledo Dávila,
alumno Esdras Corpus Guajardo y
Profesor Salvador Jiménez Gómez.
recibir sus obras y anticiparnos el nombre de ellas, para formular
un catálogo adecuado a la categoría de dicha exposición.
Pero las autoridades no sólo deseaban pinturas y esculturas
del INBA. El gobierno del estado necesitaba maestros capaces
de generar una escuela de artistas propios, un proyecto
educativo que creara todo un movimiento de creadores
en la frontera y el apoyo decidido de la propia comunidad
bajacaliforniana. Ya un columnista, cuyo seudónimo era
Miroir (Guía de Baja California y Sonora, diciembre 1956),
daba a conocer a los aficionados al arte que “se viene
trabajando con mucho entusiasmo en el ICAE, y que se están
descubriendo importantes valores que puedan representar
un nuevo concepto de expresión y colorido para el desarrollo
artístico local. Nuestras más calurosas felicitaciones a los
esforzados maestros de pintura del mencionado instituto”.
Tales palabras nacían de ver un proyecto al que se sumaban
jóvenes talentos. En una carta de Jesús Álvarez Amaya
(Agenda cultural ICBC, junio 2003), éste afirmaba que:
El mes de marzo de 1955 llegué a ese lugar para pintar con
el apoyo del Lic. Eduardo “Galo” Tonella el primer mural
profesional en el estado con el tema de un cuadro premiado
en el concurso del bicentenario del natalicio de Don Miguel
Hidalgo y Costilla organizado por la SEP. La obra pictórica
fue inaugurada por el señor Adolfo Ruiz Cortines, Presidente
de la República; al mismo tiempo, con la ayuda del Lic.
 Miguel Álvarez Acosta, Director del INBA y las instituciones
culturales del estado, fundé la escuela de Artes Plásticas
“José Clemente Orozco” que funciona hasta la fecha y ha sido
venero de artistas plásticos del estado. Antes de regresar al
D.F., en diciembre, presentamos una exposición de los alumnos
fundadores entre los que se encontraba Salvador Romero, que
sería con el tiempo, un gran grabador miembro del Taller de
Gráfica Popular. Los maestros fueron el pintor Florencio Ruiz
y el arquitecto Fernando Robledo.
La versión de Jesús Álvarez Amaya cuenta los hechos
que dieron origen a las artes plásticas bajacalifornianas
como actividad escolar con fundamentos pedagógicos y
continuidad educativa. Una versión menos oficial la dio
Rubén Vizcaíno Valencia (El Mexicano, 17-V-1987) al ser
entrevistado por Víctor Soto Ferrel:
Mientras era Secretario General del PRI, llegó a Mexicali,
contratado por el presidente municipal, Rodolfo Escamilla
y por Eduardo Tonella, secretario particular de Braulio
Maldonado, el joven muralista mexicano Jesús Álvarez Amaya,
que con un mural muy al estilo de Orozco, decoró el edificio del
Ayuntamiento. Desafortunadamente, terminada la obra, el
Municipio no le pagó lo que él consideraba que valía su trabajo;
mientras se resolvía si se le pagaba o no, le dio por frecuentar
las peluquerías, que era el lugar donde se jugaba ajedrez. Ahí
lo conocí; a él se le ocurrió hacer la Escuela de Artes Plásticas
de Mexicali, además de reclamar el pago del adeudo, porque
de paso, a todos los jóvenes a quienes les gustaba el dibujo o la
pintura ya los había congregado para obligar al gobernador a
formar la escuela, amenazando con hacer un desfile de pancartas
que no llegó a verificarse completamente porque le pedimos al
gobernador que interviniera y, efectivamente, se le ofreció al
maestro Amaya un salón en nuestra escuela Preparatoria, que
antes era la escuela Cuauhtémoc y ahora es la Casa de la Cultura
de Mexicali. Desde el PRI convocamos a hijos de campesinos y
a otros muchos personajes jóvenes en su mayoría para que se
inscribieran. Este hombre no dura mucho tiempo en Mexicali,
pero dejó organizada la Escuela y regresó a México. De esa
primera generación es Rubén García Benavides.
Es preciso apreciar el papel de Jesús Álvarez Amaya y
el de Fernando Robledo Dávila en la ruta que va a seguir el
arte bajacaliforniano en las primeras décadas de existencia
del estado de Baja California. El primero es un joven pintor,
grabador y muralista mexicano nacido en la ciudad de México
en 1926. Discípulo de Ramón Alva de la Canal y miembro
del Taller de Gráfica Popular, asistente en los murales que
produjo Diego Rivera durante los años cuarenta y cincuenta
del siglo XX. Pintor y grabador que pone en el centro de
sus preocupaciones estéticas el mensaje social y político. Si
Álvarez Amaya funda la escuela, es Fernando Robledo quien la
mantiene funcionando ante los contratiempos propios de una
institución revolucionaria para su época. Es él quien se esfuerza
no sólo en que haya talleres sino que se estudie a fondo, con
un alto concepto del arte como historia viva de la humanidad.
De ahí que sus ideas sobre el arte puedan ser apreciadas en un
artículo que publicara en la Revista universitaria (julio-agosto,
1962), donde señalaba las directrices de la recién fundada
plástica bajacaliforniana y su vigencia como punta de lanza
de un nacionalismo esclarecedor, de una pedagogía colorística,
para la enseñanza cultural de la población de la entidad, donde
se daba preferencia a lo nuestro. En su ensayo, “La nueva
plástica”, consideraba que se podía aceptar lo novedoso en
las artes plásticas, siempre y cuando esta nueva plástica se
situara en el proceso histórico de la nación mexicana. Para
este maestro, los artistas bajacalifornianos eran parte de una
tradición nacional de la que él mismo era intermediario y
vocero oficial.
Fernando Robledo veía a la nueva plástica como un concepto
unido a cada una de las revoluciones de la humanidad. Cada
nueva idea del ser humano traía consigo su propia estética,
una nueva forma de arte, una nueva manera de expresar la
condición humana en el trance de los tiempos que el artista
vivía y experimentaba, como una ordalía que le ayudaba
a comprender mejor que lo novedoso estaba íntimamente
relacionado con los aconteceres de su época, con los sucesos
de la historia que era suya, con los hallazgos de la ciencia que
permiten ver el mundo con mayor claridad y precisión:
Nosotros, los mexicanos, que arrastramos el cataclismo de
nuestro arte autóctono y la pesada herencia del coloniaje español
tan lleno de convencionalismos e ideas retrógradas, tuvimos
que sufrir igual Via-Crucis que los pueblos europeos, sólo que
prolongado por algunos siglos más. Sufrimos la férula del rey,
la de la nobleza, la de la iglesia y la de Dios, y en nuestro tardío
despertar en busca de la verdad, también nos hemos dado cuenta
que es un problema particular a cada uno de nosotros, también
7
1955. Primera exposición de los alumnos de la Escuela de Artes Pláticas José Clemente Orozco, del ICAE en el salón de actos de la Escuela
Cuauhtémoc. En la foto sobresalen de izquierda a derecha: en el lugar cinco de pie: alumna Graciela Romo Rodríguez, profesor Fernando
Robledo Dávila, pintor Jesús Álvarez Amaya, no identificada, profesor Noé de la Peña, Lucy Torres, licenciado Sosa y Silva, director de la
Escuela Preparatoria del Estado y el profesor José Guevara, subdirector de la Escuela Preparatoria del Estado.

nos hemos librado del rey, de los nobles, de la iglesia y de Dios,
y hemos demandado el derecho de expresarnos libremente, con
una forma distinta de ver las cosas, particularmente lo nuestro,
con los caprichos de nuestra luz, de nuestro paisaje y en general
de nuestras formas. Así surgieron Rivera, Orozco, Siqueiros,
Morado, Tamayo, Goytia, Meza, O’Gorman, Castellanos,
Anguiano, Guerrero Galván, González Camarena y otros;
aquellos mostrándonos el camino de una plástica mexicana,
muy nuestra y asombro del mundo, otros siguiendo la ruta
trazada y los más, los incógnitos, en busca de la identificación
con lo nuestro. ¿Cómo podríamos aceptar otra vez otra plástica
importada, si la nuestra no ha hecho más que empezar la parábola
ascendente del ciclo que le corresponde por naturaleza?, ¿cómo
si aún se encuentran en gestación integral nuestra manera de
sentir y ver la forma?, ¿cómo si no se asoman ni los barruntos
de las mistificaciones que anuncien el crepúsculo antecesor al
ocaso? La plástica contemporánea extranjera puede ser buena,
pero dentro de su proceso gestivo que aglutine a los pintores de
sensibilidades condicionados a una luz, a un paisaje, a un tipo de
gentes, que no sean ajenos a ellos; pero para nosotros no puede
ser normativa, sin recaer en el “snobismo” cuando poseemos
nuestra propia inquietud por nuestra “Nueva plástica”.
El ensayo de Fernando Robledo, fechado en Mexicali el 10
de septiembre de 1962, es un hito en la historia de las artes
plásticas en Baja California. Por vez primera se visualiza
el conjunto de cambios políticos, económicos y culturales
que han hecho posible la plástica mexicana que Robledo
y otros maestros de la escuela de Artes Plásticas José
Clemente Orozco están dando a conocer en Baja California.
Lo trascendente aquí es que esta lección artística va a pasar
íntegra a las primeras generaciones de artistas mexicalenses
y tendría una honda repercusión en la obra de muchos de
ellos. Décadas después, uno de los principales estudiantes de
las clases de pintura, Rubén García Benavides (Panorama
histórico de Baja California, 1983), escribió que Robledo4
fue, junto con los pintores Jesús Álvarez Amaya y Florencio
Ruiz, los que dieron el impulso definitivo a la práctica
pictórica en Mexicali, los que no sólo les enseñaron a pintar
sino que los pusieron a pensar acerca de lo que pintaban:
Con el establecimiento en 1955 de la Escuela de Artes Plásticas
José Clemente Orozco surgen con los años las primeras
generaciones de pintores. De la centena de estudiantes que
pasaron por sus aulas (estrechas, insuficientes) sólo queda
hoy, un producto reducido pero valioso de artistas plásticos
que enriquecen el panorama regional con su obra. A dicha
generación pertenece: José García Arroyo (finado), Salvador
Romero González (finado), Manuel Aguilar, Salvador Aguilar
Covarrubias (finado), Ruth Hernández Ortiz, Rodrigo Muñoz,

8
 Francisco Arias, Rubén García Benavides, Ángel Val-Ra
(Alfonso Valenzuela Ramos). Al margen de este grupo, pero
en estrecha relación con el mismo son parte de esta primera
generación Alejandro Carranza, Carlos Coronado Ortega,
Rodolfo Fabián Torres y Enrique Badilla.
Otro alumno de la escuela de Artes José Clemente Orozco,
Rodrigo Muñoz, ha dicho que el ambiente cultural y artístico
de Mexicali aún conservaba el glamour de los años treinta
y cuarenta, cuando las estrellas de Hollywood se paseaban
por la ciudad. Y que, en los lugares de diversión, aún era
posible toparse con Lana Turner o Ava Gardner en plan de
fin de semana. Y, a la vez, la sociedad mexicalense seguía
volcada en sus propios espacios de entretenimiento: cines,
circos, teatros y carpas, donde el “arte” eran los cantantes
de moda, las obras de burlesque y las películas nacionales de
charros y charras. El arte como disciplina y oficio implicaba
el doble sacrificio de aprender algo que no era práctico ni
utilitario, que no daba beneficios tangibles, a la vez que
no era comprendido si estas manifestaciones artísticas se
salían de la perspectiva tradicional, realista o figurativa.
Sin embargo, los jóvenes pintores seguían adelante, como el
propio Muñoz señala en entrevista personal:
Fue una educación por medio de un programa ya establecido en
México para las escuelas de artes plásticas, donde la historia del
arte la impartía el profesor Fernando Robledo que era el director
de la escuela, un maestro con gran sentido del humor, con gran
conocimiento, muy apasionado, que no solamente nos daba la
clase de Historia General del Arte sino que nos enseñaba a ver,
a analizar, nos hacía que comprendiéramos y conociéramos a los
pintores mexicanos, que nos sintiéramos orgullosos de ellos y que,
desde luego, supiéramos de su trayectoria. Nuestras actividades
eran las propias de un estudiante en una escuela que carecía
de todos los medios, pues, vamos, no era un salón de clases, la
clase se impartía bajo las escaleras, bajo las gradas de la cancha
de básquetbol de la escuela Cuauhtémoc, sin embargo, mira,
debo decirte que yo formaba parte de la sociedad de alumnos
y yo creo que fuimos nosotros en ese tiempo quienes dimos el
inicio aquí, en Mexicali, del apoyo a la cultura por medio de las
ventas de banquetas, de los tianguis, porque nos apoderábamos
4
El maestro Fernando Robledo Dávila falleció el 19 de noviembre de 1962 de un infarto, durante un encuentro de softbol entre alumnos y maestros de la Escuela
Normal Fronteriza. Él fue profesor de artes plásticas (y muy estimado por sus alumnos). En enero de 1963 lo suple como maestro en la Normal el arquitecto
Rubén Castro Bojórquez.
de todo lo que teníamos en la casa para poder venderlo; discos,
revistas, ropa, cualquier cosa que encontráramos y que la gente
nos donaba, nosotros la vendíamos para sufragar los gastos de
la escuela, para comprar materiales, telas, pinturas y pinceles.
Carecíamos de todo excepto de entusiasmo, de ganas de aprender
los secretos de la pintura. De saber más y más. No queríamos
quedar rezagados. Devorábamos los libros, las revistas que caían
en nuestras manos. Éramos unos ávidos de arte, de cultura, de
todo lo que fuera novedad y estímulo para nuestros ojos.
Pero Mexicali, con su espíritu de trabajo de sol a sol y
su visión pragmática y utilitarista, no fue, sobre todo en
aquellos tiempos iniciales, una comunidad que aceptara
de buena gana al arte por el arte, es decir, como forma de
ser y como manera de vivir y prosperar. Y los primeros
creadores tuvieron que soportar la burla o el desdén de
sus conciudadanos, que veían en la expresión artística sólo
una forma de perder el tiempo. Rubén García Benavides
(Trazadura, enero-abril de 1991) menciona este conflicto
al recordar a José García Arroyo (1934-1988), un pintor
que compartiera con él las largas caminatas, el amor por
el paisaje mexicalense y la incomprensión de una sociedad
agrícola altamente tecnificada, pero entonces poco apta
para darle su lugar al arte y a la cultura locales:
¿Te acuerdas cuando caminábamos de la Cuauhtémoc al Garitón,
al salir de clases, y nos daban las doce de la noche mordisqueando
el tiempo por el Camino Nacional, sacudiéndonos de cada en
cuando a los patrulleros mordelones? ¿Qué andan haciendo a
estas horas?... o se recogen a sus casas o nos los cargamos. Y el
tipo que con tremenda escopeta nos disparó dos balazos al aire por
meternos dizque en sus propiedades con el fin de pintar aquellos
pinos verdes que estaban mirando al sol a contraluz, en aquel
atardecer? “¡O se largan o los saco a plomazos, hijos de María
Morales... mira, que ingenieros a mí!” ¡Que culpa teníamos de
que la inocencia del propietario confundiera nuestros caballetes
con el teodolito! Te acuerdas también, José, del fulano que
rayó su picap blanco y reluciente, en nuestras propias narices,
a la orilla del canal en donde pintábamos escenas de aquel valle
dormido, y levantando toneladas de polvo que invadía nuestras
pinturas al óleo, “fresquecitas”, nos sentenció: “¿Qué van a ser
9
 1955. Primera exposición de los alumnos de la Escuela de Artes Plásticas, José Clemente Orozco, del ICAE, en el salón de actos
de la Escuela Cuauhtémoc. En la foto de izquierda a derecha: profesor Salvador Jiménez Gómez, director del ICAE, alumna (hoy
profesora) Graciela Romo Rodríguez y el profesor Fernando Robledo Dávila, director de la Escuela de Artes Plásticas.

ustedes pintores? Pobres jodidos, se van a morir de hambre”, y
arrancó, agregando más tierra a nuestras lonas que intentábamos
desesperadamente de proteger del polvo sin lograrlo.
Pocos, como el profesor Rubén Vizcaíno Valencia (ABC, s.f., 5
probablemente 1957), asumían la insurgencia del arte en pleno
desierto como una cruzada moral, como un deber ciudadano:
“¿De qué sirve la riqueza, el progreso y el éxito si no traen
aparejada una formación cultural superior? ¿Qué es la vida sin
goce, sin contemplación? Por otra parte, la tragedia inaudita de
colonizar, de arraigarse a la tierra, de vencer este aire que arde,
este polvo, esta lejanía. ¿Quién habrá de cantarla? ¿En dónde
habrá de ser consignada? Y nuestra tradición, el sacrificio
de tantos, ¿quién habrá de pintarla? He ahí la tarea... No es
pues una sorpresa que sea la pintura la actividad artística que
tenga que sobresalir necesariamente en la cultura de nuestra
entidad”. Y Vizcaíno añadía que:
Hace ya algo más de un año, se me ocurrió decir: “nuestra Baja
California es un pueblo sin bibliotecas, sin universidades, sin
instituciones de alta cultura, sin teatro, sin música propia, en fin,
carecen de expresión sus más grandes anhelos y las tareas que la
comunidad señala a sus hombres más representativos en el terreno
del arte, se encuentra aún en la fase de los proyectos”. Lo que
dijimos con respecto a la cultura de nuestra entidad, sigue siendo
cierto, aunque no en todas sus partes, pues diversas personas e
instituciones realizan hoy día una importante labor por este
olvidado aspecto del progreso. El Instituto de Artes y Ciencias
de Mexicali, cuenta con una “Escuela de Artes Plásticas” en la
que la juventud está dando forma a sus inquietudes artísticas.
Una veintena de jóvenes avisoran un mundo nuevo hasta hoy casi
desconocido. El mundo del arte y dentro de él, el de la pintura.
Mexicali y con el Baja California, desperdiciaban la inquietud de
su juventud y nadie había logrado, de manera importante, iniciar
un esfuerzo semejante. Los intentos anteriores habían caído en
la indiferencia y los artistas de la pintura permanecían aislados,
arrollados materialmente por el torbellino del progreso material
de su pujante economía que crece y se multiplica rompiendo
marcas de producción y apartando a la juventud por otra parte
de algo que no por antiguo deja de ser profundamente valioso. El

5
Maestro fundador en 1958-1959 de la Preparatoria de Mexicali, al incorporarse a la UABC.

10
 arte es cosa de la vida, tarea del hombre y a decir verdad, de la José Morales y otros más. Mientras ellos se educan y se educa el
parte más sutil de sus sentimientos y de su sensibilidad creadora. pueblo de Baja California, la vida sigue su misterioso camino lleno
El pueblo mexicano, se ha dicho tantas veces, es un pueblo trágico, de circunstancias y contradicciones; pero la lucha no es nunca
emotivo, sensible y no debe extrañar a nadie esta observación. De estéril cuando se dirige al logro de propósitos elevados y nobles.
todas las actividades artísticas en nuestro país, la más relevante Confiamos que de esta generación de pintores que ahora empiezan
y la que ha alcanzado mayor grado de originalidad y grandeza, a forjarse bajo el magnífico esfuerzo del maestro Robledo, surjan
es la pintura. El mexicano pinta desde la época arcaica. Durante también las primeras obras artísticas de la entidad hechas con las
la colonia recibe el impulso de otro gran pueblo de pintores que manos de sus propios hijos y que ellas sean reveladoras de algo
es España. En el siglo XIX se le abren las puertas de la cultura nuevo, que nace y tiene y tendrá una forma propia, el espíritu, el
universal a través de las nuevas formas artísticas europeas y a inconfundible espíritu de Baja California.
la largo de cuatro siglos la pintura mexicana va encontrando su
estilo, su línea, su matiz propio, su temática, su mensaje. Mensaje Para 1959, como lo recuerda Rubén García Benavides,6
humano del mexicano a todos los demás hombres de la tierra. nuevos creadores se suman a las primeras generaciones de
artistas locales, en donde destacan, entre otros, “José García
Para Vizcaíno, la Escuela de Artes Plásticas perteneciente Arroyo, Ruth Hernández Ortiz, Manuel Aguilar, Rodrigo
al Instituto de Artes y Ciencias de Mexicali, servía para que Muñoz del Hoyo, Francisco Arias Beltrán, Salvador Aguilar,
un puñado de soñadores, conducidos por el maestro Fernando Gilberto Vargas Rosas y Rubén Bedoya, quienes con
Robledo, respondieran a tal reto mostrando sus inquietudes algunos de los alumnos iniciales vinieron posteriormente a
artísticas más allá del progreso material y la pujante economía formar parte de los más sobresalientes representantes de lo
de Baja California. Por eso don Rubén concluía con un que es hoy la plástica bajacaliforniana”. Con estos artistas
reconocimiento a este proyecto artístico y al maestro ejemplar en ciernes, las actividades pictóricas se empiezan a notar en
que mantenía la llama encendida del arte en la entidad: las principales ciudades de la entidad.
Y de ahí en adelante se van creando los movimientos,
La labor del maestro Robledo —creo sinceramente— que aún no los grupos, las exposiciones en recintos públicos y privados,
ha sido aquilatada en todo lo que vale y merece el estímulo de los la expansión incesante de las artes plásticas por toda
hombres cultos, lo mismo que de las instituciones oficiales y del la entidad. De la semilla del ICA y de la escuela de artes
pueblo en general. Por otra parte, los jóvenes estudiantes empiezan José Clemente Orozco nacen espacios y promotores de la
a dar sus primeros frutos y Baja California puede enorgullecerse pintura, la escultura, el dibujo o el grabado en el estado.
de todos esos esforzados de la belleza, que van aprisionando en Si hoy volteamos hacia atrás, de esa institución proviene
sus telas y con sus pinceles los anhelos y la realidad de nuestra el impulso inicial para que la expresión artística fuera
vida. Para nuestro gusto personal, se van destacando algunos tomada en serio, para que fuera vista como una profesión,
pintores regionales, en primer término, Rubén García y Esdras para que fuera aceptada por la sociedad bajacaliforniana en
Corpus, uno con su delicadeza, otro con su fuerza, ambos jóvenes su conjunto como un acto de sabiduría, como una mirada
van captando en su paleta diversas formas del Valle de Mexicali, válida sobre su propio entorno. Sólo hasta veinte años
de sus hombres, de su paisaje y en ellos puestos los ojos para después de la fundación del ICA, con la creación de las casas
verlos triunfar un día no lejano. Les siguen Eduardo Sciano — de la cultura en las principales ciudades del estado y con la
equilibrado artista de tantas facetas— y la encantadora jovencita puesta en marcha de la Dirección de Extensión de la UABC,
Graciela Romo —no sé si ella trágica o rebelde— sólo sé que es se darán pasos nuevos para la educación artística en Baja
por ahora una promesa. Sobresalen también, Salvador Romero, California. Pero esa, desde luego, es otra historia.
6
Rubén García Benavides se graduó también de maestro normalista en los años de 1960 a 1963. A la creación de la Escuela de Arquitectura fue invitado a impartir
las materias de dibujo natural y técnicas de representación arquitectónica. En pocos años se convirtió en excelente maestro, muy apreciado por los alumnos.
Actualmente es maestro jubilado y Profesor Emérito de la UABC.
Los pintores José García Arroyo y Francisco Arias laboraron como dibujantes en la Dirección de Obras Públicas del Estado durante las décadas de 1960 y 1970, y
a la creación de la Casa de la Cultura, en 1974, fueron invitados como profesores de artes plásticas. El profesor Francisco Arias es titular del Taller de Artes Plásticas
del Instituto Tecnológico de Mexicali. Recibió la Presea Mexicali en 2008, y en 2014 fue nombrado forjador de Baja California por la Fundación Acevedo.

11
Humberto Torres Sanginés
Médico del centenario: 1903-20031
José Pérez Madrigal *

S
iempre se ha dicho, se dice y se dirá de las personas
que mueren, que de ellas sale a relucir en el velorio solo
lo bueno; yo siempre he considerado que el humano
trasciende por sus hechos y acciones dentro de su comunidad
y las instituciones trascienden por su continuidad.
Visto de esta manera, ¿cómo trasciende el médico? El
profesional de la medicina que suele ser un ejemplo dentro de
la comunidad a la cual presta sus servicios y logra el respeto
de sus colegas con base en sus conocimientos y disposición
para compartirlos, así como el carisma y la habilidad para
manejarlos, pues suele suceder que no siempre el médico
mejor calificado es el más aceptado en su comunidad, y
aunado a esto debe tener una gran calidad humana, ser
amable, respetuoso, de honestidad y responsabilidad a toda
prueba, pero sobre todo siempre estar presente cuando se le
requiera, es por lo tanto, la comunidad a la que se debe la
que pone al médico en el lugar que le corresponde.
Al ser Mexicali una ciudad centenaria, en 2003 se lanzó 1965. Doctor Humberto Torres Sanginés, delegado
del IMSS en Baja California.
una convocatoria para elegir al médico del centenario. ¿Por
qué hasta ahora se da a conocer el nombre de ese médico? para ostentar tan significativo honor, pero la vida nos da
Considero que es porque ya somos parte todos nosotros de diferentes oportunidades en tiempo y forma.
esa historia de nuestro Mexicali. ¿Qué se tomó en cuenta para elegir al médico del
Los médicos considerados para ese nombramiento fueron: centenario? El médico del Centenario debía reunir los
Manuel Monter, Enrique D´Flores, Francisco Dueñas requisitos siguientes:
Montes, Santos Silva Cota, Humberto Torres Sanginés y 1. Calidad humana del médico.
Ramón Paz Ramírez. 2. Esfuerzo y continuidad de su trabajo.
Indudablemente que la lista pudo ser mayor pues ha 3. Disposición para estar siempre presente cuando se le
habido y habrá muchos médicos con suficientes méritos requiriera.
* Doctor en medicina. Dermatólogo.
1
En este artículo encontrarán apreciaciones personales y emociones que me embargan al momento de recordar a compañeros y a colegas que ya se fueron, que
dejaron honda huella de servicio y calor humano dentro de nuestra comunidad.

12
 De esta información traemos para
el lector esta semblanza que muestra
una parte del su ejercicio profesional,
la actividad médica que fue su pasión
y su principal ocupación, sin dejar de
incursionar en lo administrativo y su gran
preocupación que fue la docencia estando
siempre presente y pendiente de alumnos
y profesores de la Facultad de Medicina.
Dr. Humberto Torres Sanginés nació
en Tijuana B. C., el 11 de mayo de 1926.
Egresó de la Universidad de Guadalajara
en 1953. Director del IMSS Mexicali en
1990. El doctor Humberto Torres con su familia: su hermano Héctor (también doctor) y
sus hijos, a la izquierda, Humberto; atrás a la derecha, Carlos y a su izquierda su hija. En el
1959; de 1972 -1996 fue director de la
evento donde el IMSS le reconoció, imponiéndole su nombre a la clínica núm. 30 de Mexicali Facultad de Medicina de la UABC en
Mexicali. Fue profesor durante todo
ese tiempo de la cátedra de ortopedia y
traumatología en la Facultad de Medicina
de la UABC en Mexicali. De 1983-1984
se desempeñó como jefe de los servicios
médicos del IMSS de Mexicali. Fue miembro
de la Comisión de Honor y Justicia del
Consejo Universitario de la UABC de 1990
a 1992. En 1991 fue precandidato a rector
de la UABC. En 1992 recibe reconocimiento
en vida del IMSS al ponerle su nombre a la
clínica #30 llamándosele hoy en día Dr.
Humberto Torres Sánginés; en su honor
la calle donde se encuentra la primera
unidad de la Facultad de Medicina lleva
su nombre. En 1997 se devela el busto
1961. Recorrido por las instalaciones del IMSS durante la inauguración. En la foto, al
centro el licenciado Adolfo López Mateos, presidente de México, y a su izquierda el doctor del Dr. Torres Sánginés que se encuentra
Humberto Torres Sanginés, director médico del IMSS en Baja California. en la Facultad de Medicina. En 1988 es
nombrado Forjador de Mexicali por el
Grupo Madrugadores.
4. Su empeño para tratar de enseñar a otros para que Debo hacer notar que fue el único director de la Facultad
haya servicio y bienestar en bien de la comunidad. de Medicina que se eternizó en ese puesto, considerándolo
Por todo lo anterior se elaboró una semblanza de cada 2 unos, una violación a los estatutos de la universidad y
uno de los médicos seleccionados, que se entregaron a 100 otros lo reconocieron como una institución dentro de la
médicos de nuestra comunidad para que conocieran su misma universidad. Malo para unos, bueno para otros.
trayectoria y su trabajo; finalmente, a través del voto de Mi primer contacto con él fue en marzo de 1978.
esos médicos, eligieron al Dr. Humberto Torres Sanginés. Siendo yo médico de base del Instituto Dermatológico de

2
Se puede consultar en la revista El Río, número 24, reseñas, semblanzas, biografías de los médicos seleccionados.

13
Guadalajara, me dijo el director y maestro José Barba
Rubio que habían solicitado un maestro de dermatología
para impartir la cátedra de dicha materia, y me propuso
venir a una entrevista con el director de dicha escuela, que
de no concretarse mi estancia en Mexicali podría regresar
a mi puesto de base y seguir trabajando y enseñando en
la Universidad de Guadalajara (U. de G.). La entrevista
no fue en la Escuela de Medicina sino en su consultorio.
Desde luego, me pasó, me sentó de frente a él. Jamás
me quitó la vista de encima y me pidió que hablara. No
sabía qué decirle, pero inicié con esto: Bueno, aquí estoy.
Soy dermatólogo. Mi maestro me pidió que vinera a una
entrevista con el director, y a una prueba para impartir la
clase de dermatología en esta Escuela de Medicina. Esa fue
mi presentación. Me hizo pocas preguntas, pues era parco de
palabra y profundo de mirada; más bien trataba de probar
mi sinceridad a través de mis palabras. Jamás me dijo qué
pensó de mí en esos momentos. Finalmente, y viéndonos de
frente, expresó: Lleva tus documentos mañana a la Escuela.
Yo que venía tan solo a prueba por un año para la enseñanza
de la dermatología me atrapó la Escuela de Medicina hoy
Facultad. Me enamoré de la UABC.
Me siento cimarrón de corazón y tengo ya 35 años dentro
de la institución.
1996. El doctor Humberto Torres Sanginés es reconocido por alumnos
y maestros de la Facultad de Medicina por sus veinticinco años
Finalmente, deseo agregar algunas consideraciones muy actuando como director de la misma.
personales acerca del Dr. Torres Sanginés. No pretendo entrar
en polémica con nadie, todos los médicos estamos expuestos
a la crítica del hacer y quehacer de cada una de nuestras era fuerte de carácter, algunas veces mal hablado, ni duda
diarias actividades. Considero que el Dr. Torres Sanginés cabe; pero nunca injusto con el necesitado, por eso hoy le
fue el hombre de su tiempo; le tocó llegar a Mexicali justo recordamos como el médico del centenario de Mexicali con
a la mitad del centenario de nuestra ciudad, pero ¿cuántos su frase favorita “Hacer el bien sin mirar a quién”. El doctor
de nosotros fuimos los que llegamos al mismo tiempo y poco Torres Sanginés murió el 29 de julio de 1996.
hemos trascendido? Lo importante del Dr. Torres Sanginés no
fue llegar, sino tener continuidad en el quehacer constante de Falta mucho por escribir acerca del médico, de su quehacer
su fructífera vida, de sus diarios desvelos pero, sobre todo, sin de la evolución de la medicina en Mexicali; en relación con el
negarle sus servicios a toda la comunidad, de aliviar el dolor perfil del médico, el porqué de su carácter y temperamento,
y mitigar sus penas, sin considerar su capacidad económica, el reto que representa ejercer la medicina hoy, del porqué
por eso siempre impartió su sabiduría y conocimiento dentro se pasa de medicina general a especialidad y ahora a la
de las instituciones, pues trabajó tanto en el IMSS como subespecialidad, por qué algunas personas lucran con la
en el Hospital General de Mexicali, donde prestaba sus medicina sin estar preparadas para ello. Si le interesó y si le
conocimientos desinteresadamente a los que menos tienen gustaría otro (s) artículo (s) escríbame a: jperezmadrigal@
que son los más necesitados de restablecer su salud. Que yahoo.com

14
Desmitificación de un duelo a muerte
Gerardo Sánchez Benavídez*

L
os personajes del viejo Mexicali lentamente van
quedando como historias olvidadas, muy poco se
comenta de sus importantes aportaciones y mucho
menos se habla de los eventos en los que participaron.
Estos sucesos y estos personajes quedan registrados
comúnmente de dos formas: memoria colectiva, que si no
son contadas con el tiempo se pierden en el olvido; y otras
en archivos, esas que quedan guardadas en nuestros objetos
personales o en el papel impreso. Al ser retomadas estas
historias, con el tiempo, dichos personajes toman tintes
heroicos, como cuentos o convertidas en leyendas.
Nuestro personaje tiene estos tintes, en ocasiones me
hace pensar que cuando hablamos de aquellos personajes
del ayer, con vestimenta de aplomo, verdad y don de gente,
creo que son ideales inspirados en un personaje como el
nuestro: El señor José Severo Castillo.

Biografía
José Severo Castillo nació en 1879, en Reynosa, Tamaulipas.
En su adolescencia su oficio fue de arriero, actividad que le
dio la oportunidad de conocer ciudades aledañas de su estado.
En plena época de los alzados se integró a las filas de los
villistas llegando a ser coronel, ahí afinó su recio carácter.
Hombre de ley, comprometido por las causas nobles y con
la verdad como se diría vulgarmente: ¡hombre bragado!
Ahí fue donde realizó sus inicios como escribano y publicó
su primera obra: El Centauro del Norte, seudónimo que los
medios le daban a Francisco Villa y donde cuenta la vida
revolucionaria del caudillo.
Dicho texto provocó su destierro, y huyó hacia el norte,
llegando a vivir en Texas. En 1922 regresó a su patria y se
estableció en la ciudad de Mexicali. El 10 de febrero de 1923
publica su primer periódico: El Combate, con José de Pereda
como director del diario.
1940. Don José S. Castillo. Director del periódico
El Regional.
Inmediatamente después publica su semanario que
lo consagra: El Regional. Con sus notas periodísticas da
muestras de su carácter de hombre independiente, viril y
decidido a denunciar casos y hechos injustos.
En este semanario revela injusticias, le da seguimiento
a los casos más sospechosos y acusa a las autoridades que
abusan de su poder. Su fama crece. Tiene seguidores que
alimentan con entusiasmo su pluma infalible; hubo algunos
que lo definieron como un periodista “combativo, ecuánime
y justiciero”; sus notas tenían inconformes a más de un
político, empresario y personajes influyentes de su época.
El 24 de septiembre de 1924 crea la Liga Regional del
Periodista, fungiendo el señor Castillo como su primer
presidente, dicha liga duró escasos dos años.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

15

Algunos influyentes no estaban muy contentos con estas
notas y no podían quedarse con los brazos cruzados. Llegó
el día en 1926 cuando el Sr. Castillo se dirigía a Caléxico, fue
interceptado y detenido por el comandante Juan Meneses,
con órdenes del juez de lo Penal, Lic. José Elías Castro, el
comandante lo presentó en Barandillas, y posteriormente lo
pasó a la cárcel pública.
La acusación era por injurias, difamación y ultrajes a
funcionarios públicos, así como ataques al orden y a la paz
pública, el denunciante era nada más que el magistrado
de Justicia en el Distrito Norte de la Baja California, Lic.
Fidel Ruiz. Esta acción provocó la pérdida del registro de su
semanario El Regional.
Este hecho no amedrentó al Sr. Castillo, al contrario,
con su espíritu combativo y defensor de causas nobles,
asesora a personas sobre la defensa de sus derechos, a
los trabajadores sobre el sindicato y colabora con otros
periódicos usando seudónimos.
Las autoridades seguían muy de cerca sus pasos, la
policía especial de Mexicali lo seguía hasta después de las
fronteras mexicanas, pues las autoridades de Caléxico les
daban este permiso, por lo que él mismo decide su destierro.
Con un amparo del juez del Distrito, regresa a Mexicali, y
el 31 octubre de 1931 reaparece con El Regional, con cuatro
16
1939. Citatorio al señor José S.
Castillo para comparecer ante
el ministerio público, para una
diligencia de carácter penal. Lo firma
el 9 de octubre de 1939 el licenciado
Mariano Vázquez López agente del
ministerio público, de Mexicali, B.C.
páginas tipo tabloide, y con el número 99, continuando al
que le seguía el último ejemplar publicado años anteriores.
En él publica como nota principal: DE NUEVO EN LA
BRECHA. En este ejemplar explica brevemente su ausencia.
José Severo Castillo era de humor agudo, sarcástico; solo
por citar un ejemplo, en ese mismo número del ejemplar,
cuando terminaba su mandato Carlos Trejo Lerdo de
Tejada, él le escribió una calavera, a la que le puso por
nombre: “Carlos Trajo Larga la Tajada”.
En los siguientes años siguió defendiendo causas diversas
de gente humilde, incomodando a muchos: comerciantes,
políticos (de todos los niveles), empezando por el gobernador,
a los dueños de casinos ¡ni qué decir! A don Miguel González
y su monopolio cervecero. Nadie escapó de la pluma
justiciera del Sr. Castillo. En abril de 1947 fundó el Bloque
Periodistas de Mexicali, A. C. el cual podría considerarse el
antecedente de la Asociación de Periodistas de Mexicali
Evocando un duelo
Entre los hechos que acaecieron en torno a los artículos del
Sr. Castillo, hubo uno en particular que ha sido motivo de
comentarios y hasta citado en algunos textos. Se ha sospechado
que fue un duelo, otros sugieren un atraco y hay quienes se
encargan solo de mencionarlo como un acto de valor por parte

Portada de fecha 19 de enero de 1946, del periódico El
Regional cuyo director lo fue el señor José S. Castillo.
Portada de fecha 6 de julio de 1946 del periódico El Regional
cuyo costo era de 20 centavos.
Su director fue el periodista José S, Castillo.
del periodista, aquí nosotros retomamos sus textos para citar su propia
experiencia de los hechos suscitados:
Aconteció que en 1939, el Sr. Castillo aborda entre sus notas
semanales una en particular que le da seguimiento, es sobre un predio
que se encontraba en espera de resolución. Siguiendo la nota, habla
sobre el problema de sucesión de herencia y explica que la señora
Adelaida García fallece, dejando sus bienes a su hijo Abraham García,
quien vivía en dicho predio con dos tíos ancianos de 80 años; el primero
era el general Juan Antonio García y el segundo el teniente coronel
Belisario García, veteranos de la revolución mexicana.
Abraham fallece y su tío el general Juan Antonio García aparece
como albacea del sobrino. Legalmente no había impedimento de
tomar como propios los bienes del sobrino, pues se comprobó ante
la ley lo requerido para la posesión de los bienes.
Sin embargo, se encontraron con un joven agente del Ministerio
Público, el abogado Mariano Vázquez López, quien parecía que
tenía otros planes con el mismo predio; retrasó la entrega de los
documentos, les dio larga al asunto descrito. En el semanario El
Regional aparece la nota argumentando:
Don Cosme Hinojosa exdirector general de Correos en esta ciudad y apoyando
la causa de los ancianos, envía una carta al Lic. Mariano Vázquez López
reclamando su proceder sobre este caso, le solicita agilizar los trámites para
beneficio de los hermanos García, esta misiva iría con copia al Presidente de
la República, el Gral. Lázaro Cárdenas y al Gobernador del Territorio Norte
de la Baja California, Coronel Rodolfo Sánchez Taboada.
De igual forma el Sr. José S. Castillo en su semanario El Regional
apoyaba a los veteranos de la Revolución Mexicana, publicaba los
acontecimientos ya descritos, el pueblo estaba atento al seguimiento
de dicha nota, situación que tenía muy incómodo al Lic. Vázquez.
Pero la gota que derramó el vaso fue la última nota publicada en
El Regional sobre el caso. Mencionaba unas vacas que el licenciado
Vázquez ya tenía en su poder y argumentaba que no estaban siendo
alimentadas correctamente y como responsable de ellas por estar a su
resguardo, las tomaba mientras se arreglaba lo de la herencia.
Con los comentarios desfavorables en su contra, el Lic. Vázquez
manda por el periodista. Serían las 13:30 del 9 de octubre de 1939
cuando el agente de la Policía Judicial, Federico Ríos Alemán acata
la orden y se presenta en el taller de imprenta (actualmente en
Obregón y calle A, y le pide al Sr. Castillo que lo acompañe; este,
conocedor de las leyes, se niega por no haber citatorio y se retira a su
casa; estando ya tomando sus alimentos, llega el mismo policía, con
el solicitado citatorio en donde se le solicita su presencia y sabiendo
17
que sería arrestado. El Sr. Castillo se cambia de ropa para
estar más cómodo en la cárcel.
En la oficina del Lic. Vázquez, ubicada en lo que fue
el Palacio Municipal (hoy Escuela de Artes de la UABC) le
dice: —estoy a sus órdenes. A lo cual el licenciado le ordena:
acompáñeme. Salieron del edificio por el subterráneo y el
licenciado le indica: —Súbase al carro. El Sr. Castillo se
niega (puesto que se sentía en desventaja ya que su pistola
estaba en su carro) a lo que responde: —tengo mi carro
a la vuelta, yo lo sigo. Salieron por la calle del árbol (hoy
Pedro F. Pérez y Ramírez), tomaron la calle Internacional
(Av. Cristóbal Colón), rumbo a Packard (hoy Justo Sierra),
desviándose hacia Compuertas (por la Aviación). Ya en las
afueras de la ciudad se detienen en un lugar sin especificar
cuál, el periodista saca su pistola de la guantera, se la pone
en el cinto, se apean y lo confronta.
Después del suceso, don José S. Castillo, escribiría la nota
que describe su propia experiencia de los hechos e indica
paso a paso la confrontación, sin dudar en hacer una nota
aclaratoria antes: “si el lector encuentra alguna falla de
hilación en esto, se debe a que aun estoy resentido por los
pistoletazos que me diera el representante de la sociedad”.
A continuación el Sr. Castillo, describe el suceso:
El licenciado se encaminó a mí y me fui a su encuentro, sin darme
cuenta que traída la pistola en mano, arrojando espuma por la
boca, me dijo es usted un hijo de… y me ha insultado con lo de
las vacas, y acompañando la acción a la palabra, me disparo un
tiro a corta distancia. Traté de sujetarle el brazo que esgrimía
la escuadra automática, pero era un hombre muy fuerte, es un
atleta, me dio una sacudida y se soltó, asestándome un fuerte
cañonazo en la cabeza, al mismo tiempo que disparaba la pistola.
El golpe fue terrible, me descontroló y caí de espaldas y él cayó
sobre mí, yo, por instinto de conservación, volví a sujetarle el
cañón de su pistola que traía en la mano derecha; con la izquierda,
así caído, me dio varios puñetazos que yo trataba de esquivar
en vano, la mole que tenía sobre mí era enorme, es un hombre
como de 300 libras de peso, el público lo llama Cerro Prieto, y
está en la flor de su edad, pudo darme otro puñetazo más, porque
volvió a soltárseme el brazo, al fin, en un movimiento violento
pude sacar mi pistola y él desde luego asía mi brazo con su mano
izquierda, logré disparar dos balazos, diciéndome el Lic.: —“Ya
me ...” Repetía la expresión, pero con ira, redobló sus esfuerzos
para golpearme, estaba hincado y me tenía entre sus piernas.
18
Sea por suerte, porque estaba herido, o por lo que sea,
logré desarmarlo, seguía repitiendo: —“Ya me fregó…”, pero
agotándole propuse que lo traería al hospital, para clamarlo le
dije que podría salvarse.
Lo monté a mi carro, cosa que hizo con su propio pie y
violentamente lo traje al hospital para su curación, y llamé
a la policía a la que le entregué la pistola del licenciado (El
Regional, octubre 28, 1939).
Inmediatamente llegaron los agentes Federico Ríos
Alemán y Fernando Necochea, a lo que el Sr. Castillo sospechó
una celada, y en la reconstrucción de los hechos mencionó:
habrían transcurrido 35 minutos, sonó el teléfono de la Agencia
del Ministerio Publico: ¿Quién Habla?
Habla José Castillo, me encuentro en la dirección del
Hospital de Mexicali a disposición de la autoridad, acabo de
conducir al Sr. Licenciado Vázquez López, quien se encuentra
herido. ¡Aquí los espero! (Ramírez, Mondragón; 1967).
El Lic. Vázquez López fue operado con satisfacción,
se aseguraba un resultado favorable; a los dos días se
presentaron complicaciones y falleció.
El Sr. Castillo, alegando inocencia por defender su vida
fue procesado y permaneció poco más de un año en la cárcel,
hubo una serie de muestras de afecto por todos los sectores
de Mexicali, el periodismo del territorio también mostró su
apoyo al compañero en desgracia.
El 28 de octubre de 1939, el Viejo Castillo, como lo llamaban
con afecto y respeto, publica en su semanario, que los bienes
de Abraham García pasarían a sus tíos, los octogenarios
veteranos de la revolución, en su texto se muestra orgulloso
del resultado, quedándose con la satisfacción de haber
cumplido hasta el último momento.
Referencias
Pérez y Ramírez, Pedro F. Hombres, hechos y cosas vol. 1.
Ed. Jorge Issachtts Corrales.
Ramírez Mondragón, Filemón. (1967). “Un duelo a muerte
en Mexicali”, en Huellas de Baja California. Noviembre.
Semanario El Regional del 14, 21 y 28 de octubre de 1939
Lelevier, Ives. (1943). Historia del Periodismo y la Imprenta
en el Territorio Norte de la Baja California.
A Pichachos por la cuesta de Cantú1
Rubén Castro Bojórquez*

E
n el año de 1943, de escasos cuatro años de edad
realicé junto con mi familia mi primer viaje a
Picachos. Desconozco si anteriormente mi padre
don Luis Castro López había realizado el mismo recorrido.
De ese primer viaje pocos recuerdos siguen grabados en mi
memoria, recuerdo por ejemplo, cuando subíamos la cuesta
en su parte más empinada, el automóvil en el que viajábamos
se detuvo y los frenos no funcionaron porque con la pendiente
del camino el vehículo se resbalaba peligrosamente hacia el
precipicio; uno de los adultos que nos acompañaba saltó del
auto y le colocó una roca en una de las llantas traseras e hizo
que el carro se detuviera. Después proseguimos el viaje. Otro
detalle que recuerdo es el hermoso paisaje de Picachos con
los árboles y rocas de una belleza increíble y, por si eso fuera
poco, un venero de agua cristalina brotando de la arena,
formando un arroyo que corría hacia las rocas y más adelante
formaba pequeñas cascadas que se perdían en el Cañón de
Llanos. Donde brotada el venero se formaba un pequeñísimo
lago cubierto totalmente por una planta verde llamada
“berro” que mi padre nos hacía comerla y nos decía que con
ello creceríamos grandes y fuertes. 1918. Esteban Cantú. Gobernador del Distrito Norte
de Baja California.
Si bien es cierto que por mi edad en ese tiempo mis
recuerdos son escasos, no es lo mismo con mis hermanos
mayores, Olga y Luis quienes en aquel año tenían 11 y 6 montaña para ver si con eso mejoraba. Mi padre se preparó
años de edad, respectivamente, a quienes acudí para poder y aprovechó los dos meses de julio y agosto en los que no
describir con mayor precisión ese viaje que realizara a había escuela (mis hermanas Olga y Norma acudían a la
Picachos por la cuesta de Cantú en 1943. Escuela Benito Juárez), y preparó el viaje a La Rumorosa,
específicamente a Picachos. Llevó lo necesario: carpa,
Hacia Picachos provisiones, rifle 22 y otras herramientas que nos pudieran
En marzo de 1942 nació mi hermano Joel, con múltiples servir. Además de toda la familia (mi madre y cinco hijos),
problemas pulmonares que perduraron por todo ese año mi padre invitó a dos amigos, el Sr. Zepeda mayor que él, y
y principios del siguiente. Al no encontrar la solución en otro joven a quien le decíamos Babayo.
la medicina tradicional, el Dr. Barreto, quien lo atendía, El traslado de Mexicali a Picachos duró más de ocho
le recomendó a mi padre que lo llevara a un clima de horas. El viaje fue en un pequeño automóvil Ford coupé 1932

* Miembro de la Sociedad de Historia Centenario de Mexicali, A.C.

1
También llamada Cuesta de Alducín, Cuesta de Picachos, Cuesta de la Rumorosa y Camino Nacional.

19

1917. Puente colorado sobre el Río Nuevo. Se ubicaba al final sur de la calle
Altamirano y cruzando el río llegaba a la hoy avenida Jalisco y calle Segunda de
Pueblo Nuevo.
1950. Camino Nacional en Pueblo Nuevo. Cruzaba en diagonal de calle Segunda y
Michoacán hasta la calle Once y Tamaulipas. Foto desde el tanque de agua entre
calles Cuarta y Quinta y avenidas Puebla y Tabasco de Pueblo Nuevo.
1918. Inicio de la Cuesta de Cantú en el Cañón de Llanos. El coronel Esteban Cantú
recorriéndolo con su equipo de colaboradores.
20
donde nos amontonamos los cuatro adultos y los
cinco pequeños: Olga de 11, Norma de 8, Luis de
6, Rubén de 4 y Joel de 1 años.
En aquel año de 1943 nuestra estancia en
Picachos de dos meses durante julio y agosto y
estuvo llena de peripecias e incidentes. Todos
los días muy temprano mi padre, sus amigos y
Luis, mi hermano, salían a cazar con un rifle 22
y casi siempre regresaban con uno o dos conejos
que mi padre, excelente cocinero, los preparaba
para cenar. Los desayunos consistían en leche de
cabra, queso y tortillas de harina hechas por mi
madre. La carne de cabra se compraba al Chivero,
dueño de un rancho que estaba a la entrada a
Picachos, de ahí nos surtíamos de huevo, pollo,
leche, queso y carne de cabra. Cuando escaseó
la provisión que habíamos llevado, mi padre y el
Babayo hicieron un viaje a Mexicali para traer
más alimentos, preferentemente: harina, frijol,
arroz, avena, sal y manteca. En aquellos años no
había comida enlatada.
La principal atracción y diversión en esos dos
meses fue subir y bajar cerros y recorrer el arroyo,
encontrar la primera cascada, que era la única
accesible, en la cual nos dábamos un chapuzón
de vez en cuando. El cerro más importante es el
llamado “Teta de la India”, todavía hoy es muy
característico de La Rumorosa.
En el área de Picachos, además del Rancho
del Chivero (contaba con más de 100 chivas),
estaba nuestra carpa y otra de una familia que
llegó poco después de nosotros.
Por las noches dormíamos todos dentro de
la carpa grande que mi padre consiguió con un
amigo militar, en el piso sobre colchas, solo Joel
dormía en la hamaca. El señor Zepeda que nos
acompañaba, todos los días se dedicaba a buscar
oro en el arroyo, decía que en esa zona había
muchas minas. No corrió con suerte, nunca lo
encontró. Después de dos meses la familia regresó
a Mexicali con la salud de mi hermano Joel muy
mejorada. (Hace seis meses cumplió 72 años). Es
quizás el viaje que más impactó en nuestras vidas
por los recuerdos que nunca olvidaremos.
 En el campo Alaska, hoy Rumorosa, se iniciaba un
pequeño poblado de 10 casas-habitación y contaba
con tienda de abarrotes, gasolinera. Se explotaba una
pequeña calera, un restaurante, una estación de la
cruz roja, escuela y dos hospitales, uno para pacientes
de tuberculosis y otro para enfermos mentales.
En un viaje posterior, ya con 11 años cumplidos
conocí a plenitud el recorrido que por lo imponente
del paisaje difícilmente se puede olvidar.
En esta parte del relato es oportuno reseñar 1916. Un descanso durante el trazo de la cuesta. De izquierda a derecha:
cómo se ideó y construyó el Camino Nacional, sobre 1. Luis Enrique Alducin, 2. Juan de Dios Bátiz, 3. Miguel S. Ramos Hernández,
todo el tramo más complicado que corresponde a la 4. Ignacio Romero, 5. Medina Sánchez, 6. “El indio” Ayala y al final persona no
identificada. Todos fueron ingenieros militares de la época del coronel Esteban
cuesta de Cantú. Cantú. Texto y foto de la colección de Alberto Tapia Landeros.
En 1915 Mexicali tenía una población de 3000
habitantes.2 Dos eventos acontecidos previamente
habían detenido el crecimiento del poblado, en 1906,
la inundación de Mexicali y en 1911 la incursión
floresmagonista. Ese año de 1915 los límites de la
ciudad eran al norte la línea internacional, al sur el
barranco del dren 134 (hoy avenida James W. Stone),
al oeste el barranco del Río Nuevo (hoy bulevar
Río Nuevo) y al este la hoy calle Peritus (límite del
terreno que vendió Antonio Heber en 1904).
La avenida Madero y calle Altamirano eran
el centro del poblado. Sobre la Altamirano se
encontraban sitios importantes de esa época: la
Escuela Primaria Cuauhtémoc, la estación del
ferrocarril, La Chinesca y el cuartel militar; al sur, 1924. Cuesta de Cantú. A mitad del camino. En la foto automóvil de la época.
al final de esta calle se iniciaba el Camino Nacional.
Hacia el oeste se construyó un puente para cruzar
el Río Nuevo, posteriormente se le llamó Puente
Colorado, nombre que adquirió porque al ser de acero
se le pintó con pintura anticorrosiva de color rojo,
misma que le duró hasta su demolición en los años de
1950. El nombre de Camino Nacional se le adjudicó
porque iba a comunicar la ciudad de Mexicali con
Tecate, Tijuana y Ensenada.
Al final del puente se llegaba a la hoy esquina de
calle Segunda con avenida Jalisco (en ese año todavía
no existía Pueblo Nuevo), de ahí seguía hacia el sur por
la calle Segunda hasta la avenida Michoacán, donde se
formaban cinco esquinas y de ahí el Camino Nacional

1918. El coronel Esteban Cantú develando la placa de inauguración del

2
En 1910 había 1 210 habitantes, y en 1920, los pobladores eran 6 132. tramo de la cuesta a Picachos. Le acompañan sus colaboradores.

21
1943. Avenida Madero frente al Parque Héroes de Chapultepec, al fondo el edificio del Hotel Comercial. En la foto en primer plano un automóvil
Chevrolet, sedán 1932, idéntico al que en el verano de 1943, la familia Castro Bojórquez realizara su primer viaje a Picachos, por la Cuesta de Cantú.

partía en diagonal hacia el suroeste, hasta la hoy calle once
donde se instaló años después una caseta de vigilancia
llamada “El Garitón”, desde este lugar el recorrido era el que
después y hoy sigue la carretera a Tijuana.
Para describir el Camino Nacional de Mexicali a La
Rumorosa, qué mejor que transcribir aquí lo que viejos
residentes que lo recorrieron han escrito sobre él. El Ing.
Adalberto Walther Meade lo describió así:
Camino Nacional de Mexicali a Tijuana
El Camino Nacional fue la primera ruta hecha con base en
especificaciones técnicas de la ingeniería. El trazo inicial fue
realizado por el ingeniero Luis Robles Linares y posteriormente
fue modificado, con base en observaciones prácticas, por
el ingeniero Enrique Alducin, al frente de un cuerpo de
topógrafos. El desarrollo de este camino siguió una pendiente
aceptable para vehículos de motor, con excepción de la cuesta
de Picachos, cuyo trazo se realizó siguiendo pendientes de 7 a
10% en tramos cortos. La construcción en la cuesta fue con
cierto grado de dificultad debido a que se desarrolló sobre roca
granítica y escaseaba la pólvora necesaria. Esta obra resultó
de gran importancia porque con ella se logró comunicación por
medio de vehículos de tracción mecánica, tanto de carga como
de pasajeros, que antes era imposible. Este camino se concluyó
en su mayor trecho en 1917.
En la mesa de la Zacatosa salía un ramal que conducía a
Ensenada y otro que comunicaba a las poblaciones de Tecate
y Tijuana. Con el transcurso del tiempo el tráfico del tramo la
Zacatosa-Tecate-Tijuana se intensificó en la medida en que esta
última ciudad se desarrollaba. Llamaba la atención el recorrido
que hacía una caravana de cuatro o cinco grandes camiones, de
color verde, que transportaban cerveza Mexicali hasta Tijuana.

22
 2010. Vista de la Cuesta de Cantú. Desde la cúspide se pueden observar automóviles subiendo el último tramo del camino.
Les llamaban “los troques cerveceros” y sus choferes eran
considerados como héroes populares por lo riesgoso de su travesía.
En 1946 se iniciaron los estudios para el trazo de una carretera
pavimentada que partiera de Mexicali, atravesara La Rumorosa y
Tecate y llegara a Tijuana. Esta vía fue entrando en uso a medida
que avanzaba su construcción de Tijuana hacia el este. El trazo
más difícil y que duró más tiempo en realizarse fue el de la cuesta
de La Rumorosa. Esta carretera fue inaugurada por el presidente
Miguel Alemán el 5 de mayo de 1952. (Walther, 1996:124-125).
El ilustre maestro Matías Gómez, quien lo recorrió en varias
ocasiones anotó en sus apuntes geográficos en 1918 lo siguiente:
Mexicali era aún no hace mucho tiempo, una población aislada
de las demás del Distrito y para ir a ella, había que atravesar
la frontera con Estados Unidos, con las conocidas molestias.
El camino se construyó con muchos esfuerzos económicos
y su tardanza se debió en ocasiones a la falta de obreros y en
otras por falta de pólvora.
La parte más costosa del camino nacional lo fue la comprendida
entre el pie y la cumbre de la sierra de Picachos, con un extensión
de 11 km y un desnivel entre los mismos de 806 metros.
Este camino es y será siempre motivo de honor y satisfacción
para el gobierno que lo ideó y costeó y para los ingenieros que
lo construyeron, muy principalmente el entendido Ing. Luis
Robles Linares ya finado, que hizo el primer trazo general
(Matías, 2010).
Don Antonio Gastélum, quien llegó a Mexicali en 1939 y
recorrió el tramo de la cuesta de Cantú, relató en sus memorias:
El coronel Esteban Cantú fue gobernador del Distrito Norte
del 1 de enero de 1915 al 20 de mayo de 1920.
La Rumorosa tomó el nombre por el viento que oscila entre
las piedras de la montaña. Produciendo rumores de ruidos
sonoros y confusos que quebrantan el silencio de la noche.
Picachos, en lo más alto de la sierra, es un valle acogedor
escondido entre los cerros, arbolado y bañado por las aguas
de un pequeño arroyo que se desliza tranquilo por el centro de
los acantilados, perdiéndose en cascadas que se forman por el
abrupto descenso entre rocas por el Cañón de Llanos.
Un camino de tierra, angosto y sinuoso da inicio al viaje
rumbo a Picachos. En el Garitón se cruzaba el canal del oeste
que llevaba agua a esa parte del Valle Imperial. Se pasaba
23
 1945. El trayecto de Tijuana a Mexicali lo recorrían autobuses de pasajeros.
En la foto un autobús de esos años en el paradero de La Rumorosa en el restaurante La Gloria.
por el Rancho Lee. En la colonia Progreso se revisaba el
motor y el radiador del automóvil.
Como prueba de lo que se esperaba más adelante: para
salvar el paso del Centinela, el camino serpenteaba por sus
laderas hasta bajar a la Laguna Salada, que por algunos años
fue un lugar recreativo aprovechándose sus aguas para nadar,
pasear en lancha y montar a caballo y disfrutar de una comida
acompañada de sodas y refrescos.
Seguía luego un tramo de bajar y subir por caminos
arenosos hasta llegar a la entrada del Cañón de Llanos, donde
existía una casa en donde se podía obtener café, agua para
radiador y refrescos. Ya preparados se iniciaba el ascenso de
la Cuesta de “Alducin” llamada así en memoria del ingeniero
que la construyó, una obra que para su tiempo se antoja de
grandes merecimientos, por sus dimensiones y complejidad,
en su construcción. Por lo angosto del camino subirla era
una odisea, los picos de las piedras del camino reventaban las
llantas, los motores se calentaban, y se tenía que llevar agua y
esperar a que el motor se enfriara. Otra complicación se tenía
cuando se encontraba un camión en sentido contrario, tenía
que orillarse y dejarlo pasar.
24
En esos años sobresalía el tráfico de autobuses de transporte
público en vehículos angostos y cortos que pudieran circular por
ese camino. Era difícil para estos autobuses dar las vueltas en
algunas curvas muy cerradas. Por lo que se detenía el vehículo
y en cortos movimientos para atrás y para adelante se lograba
proseguir el viaje. Durante ese trayecto era común encontrarse
a caravanas de 5 o 6 camiones de carga de color amarillo y verde
que transportaban la Cerveza Mexicali a Tijuana. El trayecto de
Mexicali a Tijuana duraba más de 20 horas su traslado.
Los camiones eran de bajo cilindraje de velocidad lenta y
desesperante. Durante el trayecto los vehículos se detenían
en varias ocasiones para que se enfriara el motor, poniéndole
agua y revisar el motor. Los pasajeros se bajaban del vehículo
y podían admirar el paisaje, el serpentear del camino, del cual
se observaba abajo como se había dejado atrás el sin número de
curvas que se habían superado (Gastélum, 1991).
Alberto Tapia Landeros, investigador universitario y
conocedor de todos los confines de la Baja California nos
comentó lo siguiente:
1960. Una de tantos paseos de la familia Castro Bojórquez, el primero
de izquierda a derecha es Joel Castro Bojórquez.
Cuando era adolescente mi padre me permitió utilizar su
vehículo para explorar el entorno serrano. Dos lugares
frecuentábamos seguido. Picachos y la Cuesta Blanca.
Picachos se ubica al pie Norte de la Teta de la India. Era
un arroyo con agua corriendo durante todo el año. Un
escurrimiento de una cuenca hidrológica bastante amplia.
Si acudíamos acompañados de mujeres, hermanas, primas o
invitadas, solo nos mojábamos en el arroyo. Pero si íbamos
puros varones, entonces dejábamos el Jeep con unos mineros
de la mina de talco y cal y caminábamos hasta “las cascadas”.
El arroyo de Picachos corre hacia el este, hacia el fin de la
sierra, hacia el desierto. Al llegar al filo de la montaña empieza
a descender entre rocas gigantescas y por debajo de ellas. Era
toda una aventura seguir su cauce en la penumbra con riesgo
de resbalar y caer en alguna grieta profunda. En el trayecto
hacia el cantil había varias caídas de agua que pomposamente
llamábamos “cascadas”. Chorros que apenas imitaban a una
regadera doméstica pero nos proporcionaba un baño refrescante
durante el verano. A pesar de lo apropiado del hábitat para los
reptiles nunca nos topamos con una cascabel, ni fiera alguna, a
pesar de ser hogar también del gato montés, la zorra y el puma.
A Picachos acudíamos solamente los fines de semana.
Hacia el este de Nejí, a 32 kilómetros de distancia destacan en
el altiplano de Sierra de Juárez, dos cerros: uno en forma de mesa
3
msnm: metros sobre el nivel del mar.
1953. Rosa María Espinoza Bojórquez y Hugo Abel Castro Bojórquez
en La Rumorosa, en la casa de campo del tío Pioquinto Espinoza
Burgueño de los Monteros, quien en Mexicali se desempeñaba como
agente aduanal.
y otro con su parte más elevada rematada en una forma oscura y
redondeada. Este último es el más alto de los dos alcanzando los
1 400 msnm3 y, debido al aspecto de su cumbre, se le nombró “Teta
de la India”. La meseta de menor altura fue llamada “Cerro de las
Plastas”. Al conjunto se le conoce como “Cerros de Picachos”. Se
encuentran en el lindero sur de una importante cuenca hidrológica
que siempre tiene agua en el arroyo de “Picachos”, mismo que
corre al oriente y desemboca en el Cañón de Llanos.
Para los viajeros del desierto que buscaban el paso hacia la
costa pacífica, “Picachos” significaba, primero agua, después
la vereda ancestral para vencer los 1 300 metros de diferencia
entre el desierto de San Felipe y el altiplano de Sierra de Juárez.
Para los viajeros de la sierra, los que se trasladaban de Tijuana
o San Diego al valle llamado más tarde de Mexicali, los cerros de
Picachos significaban el fin del altiplano, del bosque piñonero,
del agua. Representaba el inicio del descenso hacia el desierto. El
cambio de clima. El entrar a otro mundo ambiental.
El mismo Alberto Tapia reseña con mayor profundidad
“La Cuesta de Alducin” en su libro En el reino de Calafia:
La ciudad de Mexicali nació aislada del resto de México. Al
norte, los Estados Unidos de América; al sur, el desierto y
el golfo de California; al este, el caudaloso Río Colorado y
25

1960. Paseo a Picachos. En la foto destacan Rosario Ávila, futura esposa de Luis Castro
Bojórquez y al final a la derecha Raúl Espinoza Bojórquez, médico y primo de la familia
Castro Bojórquez.
1954. Rubén Castro Bojórquez en la primera cascada de Picachos, durante una excursión
con su hermana Norma a La Rumorosa.
el gran desierto de Altar; y al oeste, la barrera natural que
representaba la sierra de La Rumorosa.
El ferrocarril nos conectó con México; la carretera a San
Felipe, con el golfo; y la cuesta de Alducin, con la costa del Pacífico
bajacaliforniano. Este Camino Nacional, llamado también Cuesta
de Picachos, fue construido por el coronel Esteban Cantú. En
1915 inició su planificación y en 1918 se inauguró.
Antes de la “cuesta vieja” –como le decíamos en mi infancia–,
solamente había un camino de herradura (sólo para caballos), que
26
improvisó en 1901 el también coronel Agustín
Sanginés, a quien se atribuye la autoría del
nombre “Mexi-Cali” (México-California). Esta
vereda para subir y bajar la sierra fue mejorada
en 1904 por otro coronel, Celso Vega, pero con
todo y eso, era una tortura viajar por ella.
Con el estallido de la Revolución y
la primera guerra mundial, el tráfico de
mexicanos por el lado estadounidense se
dificultó, por lo que el gobernador Cantú
tomó una decisión histórica: construir un
verdadero camino nacional para vehículos
automotores a través de la sierra.
El ingeniero Luis Robles Linares en 1917,
a causa de las bajas temperaturas registradas
ese año enfermó y murió de pulmonía en
Campo Alaska (La Rumorosa). Entonces la
obra quedó a cargo del también ingeniero
militar Luis E. Alducin, de donde tomó unos
de sus nombres este arriesgado camino.
A decir del propio Abelardo L. Rodríguez
en su Memoria Adminsitrativa 1924-
1927, la cuesta de Picachos fue “una obra
gigantesca”. “En sólo 11 kilómetros, vence
un desnivel de 806 metros”. Tal distancia se
da entre Acatita, lugar en la entrada al cañón
de Llanos, y el Campo Alaska.
Esta obra colosal (aún para nuestro
tiempo), fue inaugurada el 18 de marzo de 1918,
develando una placa el propio Esteban Cantú
a la vez que pronunciaba emotivo discurso. Se
guardó un minuto de silencio a la memoria de
Robles Linares y otros que perecieron durante
la obra y luego la banda militar de música
dirigida por el maestro Rafael Jarero entonó el
Himno Nacional. A partir de entonces el tránsito entre Mexicali,
Zaragoza (Tijuana) y Ensenada se incrementó, y lo sigue haciendo
hasta nuestros días. En 1952, el presidente Miguel Alemán Valdés
inauguró la primera carretera asfaltada, abandonándose por
completo la cuesta de Alducin. Cuatro años después conocí a los
borregos cimarrones en este camino, olvidado ya desde 1956.
Las lluvias que periódicamente caen en la sierra, destruyeron
la cuesta. Más tarde el poliducto cavó una sanja que impidió el
tránsito de todo vehículo.
2000. En los años de 1940 funcionaron en La Rumorosa dos hospitales, uno para enfermos mentales y otro para pacientes con tuberculosis. En
los años noventas el que originalmente fue cuartel y luego hospital, se acondicionó para museo, mismo que hoy se puede apreciar en la foto.
En 1994 la cuesta se reconstruyó para correr la Baja
1000, carrera fuera de camino. A partir de entonces, el Grupo
Explorador Universitario (GEU) ha recorrido la histórica ruta en
varias ocasiones, hasta que la tormenta tropical Nora destrozó
la parte del cañón de Llanos en octubre de 1997, permaneciendo
intransitable por siete meses, hasta que en mayo de 1998 el GEU
restableció la ruta de nuevo después de ardua tarea (Tapia, 1998).
La maestra Yolanda Sánchez Ogás relató en la revista El
Río núm. 20 su experiencia sobre el Camino Nacional:
Con el fin de facilitar la comunicación, Cantú ordenó la
construcción del Camino Nacional que comunicaba Mexicali,
Tijuana y Ensenada. La parte más difícil de construir fue el
tramo conocido como cuesta de La Rumorosa, en el ascenso
a la sierra de Juárez, también se le llamó cuesta de Alducin
en reconocimiento al ingeniero Luis Enrique Alducin, quien
dirigió la obra hasta su terminación después de la muerte
del ingeniero Robles Linares, ocurrida a principios de 1917,
víctima de frío y las nevadas. La inauguración de la carretera
fue el 18 de marzo de 1918.
El Camino Nacional iniciaba en las Cinco Esquinas que se
formaban en calle Segunda y avenida Michoacán, seguía una
diagonal que llegaba al Garitón y continuaba por donde ahora
está Virreyes, seguía al norte de las actuales colonias Zaragoza
y Progreso y continuaba hasta El Centinela. Esta primera
parte era de 23 kilómetros. La segunda era de allí al Cañón
de Llanos, antes de iniciar el ascenso a la Sierra de Juárez. Al
subir continuaba el camino hasta Tijuana.
Para la construcción de ese camino se establecieron
varios campamentos, uno de ellos llamado Alaska, que
después cambió su nombre a La Rumorosa y se transformó
en una población permanente. Unos 40 kilómetros adelante
del campamento Alaska había una desviación que conducía
hacia el valle de Ojos Negros pasando por las comunidades
indígenas kumiai de Nejí y La Huerta.
Es importante resaltar que parte del contingente de
trabajadores del camino a La Rumorosa fueron chinos y japoneses
detenidos. El castigo por su entrada ilegal en Mexicali consistía en
enviarles a trabajar en la cuesta. Existen documentos que hablan
de asiáticos ilegales, internados en el hospital, enfermos por el frío
de la sierra. También existen notificaciones de migrantes asiáticos
27
 Llegada

1917. Plano topográfico del Camino Nacional de Mexicali-Ensenada en la sección Sierra de Picachos. Elaborado por el Ing. Enrique Medina
Saules y con el visto bueno del ingeniero Enrique Alducin. En este tramo el camino recorría una distancia aproximada de 11 kilómetros y subía
poco más de 860 metros desde el inicio del Cañón de Llanos a Campo Alaska.

28
Inicia subida

29

1952. Placa de inauguración de la carretera pavimentada.
que escapaban del trabajo forzado. Su trabajo contribuyó a la
construcción de esta primera carretera.
Los primeros meses de inaugurada la carretera no hubo
ningún cobro por usarla, pero el Periódico Oficial de 10 de
marzo de 1919 se publicó un aviso de la Tesorería General del
Distrito Norte de la Baja California:
Se pone en conocimiento de todos los dueños y conductores
de automóviles de carga a pasajeros o carros de cargo,
que transiten por el Camino Nacional, entre los puntos
denominados Cañón de Llanos y La Rumorosa o viceversa, la
obligación que tienen de proveerse en la Tesorería General del
Distrito o en la recaudaciones de rentas de Tecate, Tijuana o
Ensenada, de las correspondientes boletas de paso que serán
expedidas por dichas oficinas de Hacienda de conformidad
con la siguiente tarifa:
Diligencias de pasajeros o auto-móviles particulares, por
viaje $2.00 pesos oro nacional.
Automóviles de carga o carros de carga, por viaje $4.00
pesos oro nacional.
En pleno vigor desde el 20 del actual. Mexicali, Baja California
a 14 de diciembre de 1918. El Tesorero General Tomás Beléndez.
El señor Santiago Sánchez Alvarado, cuando tenía 14 años, en
30
1920, trabajó bajo las órdenes de Valente
Moreno en la conservación de la carretera
de Mexicali a las poblaciones de la costa,
de aquella experiencia recordaba:
Mi cuñado Valente Moreno era
encargado de mantener el tramo del
Centinela a La Rumorosa; revisaba si
algo andaba mal. Cuando había lluvias
y algo de deslaves o derrumbes, él se
encargaba de arreglar, a veces con dos
o tres hombres. Emparejaban con pura
carretilla, picos y palas; en ese tiempo
no había más. Cuando andábamos en la
cuesta poníamos una carpa en medio de
la cuesta, cerca de un aguaje que le decían
La Víbora, porque siempre que alguien
iba por agua encontraba una víbora.
Mi hermana Isabel era la encargada
de hacernos la comida y nosotros
caminábamos para revisar si algo
andaba mal. La cuesta era un camino
muy peligroso, en partes muy
empinado. La bajada empezaba al
norte del poblado, no donde es ahora; estaba muy empinada,
iba faldeando el cerro y terminaba en el Cañón de Llanos. Allí
había mucha piedra, piedras tan grandes que todos los rines de
los carros se enchuecaban.
El camino era muy angosto, no cabían dos carros, sólo
en las curvas había espacio para que un carro se hiciera a
un lado y el otro pasara; por eso cuando se avistaban dos
carros, el que iba bajando caminaba hasta donde hubiera
modo de hacerse a un lado para el otro pasara. Los carros
debían estar en muy buenas condiciones para poder subir,
porque se hacían como cinco horas de Mexicali a Tijuana.
Tenía uno que llevar lonche para viajar por allí.
Después de trabajar en el camino me fui al Centinela. Estuve
cuidando de la maquinaria que quedó, porque allí estuvo el
campamento grande, tenían mucha pólvora, tenían polvorín
en un túnel y allí guardaban la pólvora que quedó. Estaba la
caballeriza grande, había mucha mulada y caballos; estaba la
maquinaria, fresnos (apero para raspar, jalado por caballos),
que usaron cuando hicieron la carretera.
Moreno era el encargado de cuidarla, pero yo me quedaba
solo cuidando porque él se venía a diario a Mexicali por el agua
 que se le daba a la gente que pasaba. El gobierno
tenía tres tanques con ruedas y se jalaban con dos
mulas y mientras iba y venía siempre había uno en
el campamento porque allí empezaba la Salada y
yo lo que hacía era darle agua a la gente. Pasaban
pocos carros, pero mucha gente viajaba a caballo.
El ejército pasaba a pie, no tenían carros. La
tropa pasaba a Ensenada o Tijuana o venían de
allá y los soldados traían a sus mujeres y chamacos
y yo les daba agua, También cargaban agua en
lo que podían para pasar el desierto. A veces se
quedaban a dormir allí. 2010. Parajes actuales de Picachos y sus alrededores. Entrada al Rancho de Picachos.
Había otro campamento en el Cañón de
Llanos, pero aquel era chico, en el del Centinela
estaba todo y yo lo cuidaba. No había ninguna
otra caseta ni nunca se cobró nada por el agua
ni por los carros. Se cuidaba el camino y a veces
el mismo gobernador lo recorría para vigilar que
estuviera en buenas condiciones (Sánchez, 2013).

En el periódico La Vanguardia en 1918, el

cronista Héctor González comenta:

El coronel Cantú acostumbraba visitar los

diferentes poblados del Distrito, tres cuartas partes
del año se la pasaba en Mexicali y el resto en las
demás poblaciones. 2010. Parajes actuales de Picachos y sus alrededores. Balneario actual en Picachos.
El trabajo sobre la pared (ladera) se hacía
sobre roca con explosivos que seguido escaseaban.
La terminación de la cuesta de Cantú constituyó
la comunicación geográfica de todo el Distrito
Norte: donde sus principales poblaciones lo eran
Ensenada, Tijuana, Tecate y Mexicali, ésta última
permaneció aislada del resto del distrito. Su única
comunicación era por caminos de herraduras
(veredas para caballos) (veredas dificultosas, buenas
solo para cabalgaduras).
El movimiento de pasajeros se hacía por el lado
norteamericano, camino de San Diego a El Centro,
pasando por el poblado de Campo, casi frontera
con Tecate.
El punto más alto se encontraba en La Zacatosa
(hoy El Hongo) con una elevación de 5 000 pies
2010. Parajes actuales de Picachos y sus alrededores. Escenario característico de
(1616 m).
toda el área de Picachos.

31
 El Camino Nacional se inició en el año de 1915 con proyecto
e inicio de obra por el Ing. Robles Linares, para 1916 ya estaba
al frente de la obra el Ing. Enrique Alducin, ya que el Ing.
Robles Linares falleció de pulmonía en La Rumorosa.
Paralelo al camino se tendió la línea telefónica, comunicando a
Mexicali con el resto de los poblados del Distrito (González, 2009).
Múltiples viajes a Picachos
A partir del año de 1943 la familia Castro Bojórquez realizó
varios viajes a La Rumorosa, algunos antes de 1952, año en que
quedó concluida la carretera asfaltada de Mexicali a Tijuana
y, desde esta fecha fue común viajar todos los domingos de
verano a pasar todo el día en lo fresco de la montaña.
Contribuyó mucho que mi tío el agente aduanal
Pioquinto Espinoza, esposo de la hermana mayor de mi
madre, compró un terreno con una pequeña casa en el
fraccionamiento Alaska, misma que se convirtió en centro
familiar. De ahí la excursión seguía a Picachos, a la Calera,
El Pico Teta de La India y los hospitales para tuberculosos
uno y para enfermos mentales otro. En este último, nosotros,
adolescentes, nos divertíamos platicando con algunos de los
“loquitos” que eran muy simpáticos.
En diferentes etapas La Rumorosa fue el centro de diversión
más visitado por nuestra familia: en los años de 1940 por mis
padres Luis y Amada y todos sus hijos; en los cincuentas
por Norma, Luis y el que esto escribe y mis primos Raúl y
Pioquinto Espinoza, en los años de 1960 mis hermanos Joel y
Lidia y ya entrados a los setentas mis hermanos Hugo Abel y
Meche y mi prima Rosa María Espinoza Bojórquez.
Años después, Picachos, aquel vallecito encantador,
escondido entre las rocas y la vegetación y bañado por las aguas
de un arroyo angosto que corría hacia los acantilados y al caer
formaba cascadas de poca altura, en las cuales nos dábamos de
vez en cuando un chapuzón, fue impactado por la civilización
que lo convirtió en una propiedad privada, donde se encuentra
un balneario y áreas de convivencia. Sigue teniendo el clima,
vegetación y rocas, pero el arroyo prácticamente desapareció.
Un accidente que toda la familia recuerda, acontecido
el 10 de agosto de 1955, fue en el que perdió la vida la
señorita Matutuy Garza Zenande, hija única del capitán
Garza Zenande, periodista muy estimado por la comunidad
de Mexicali, Luis Castro Bojórquez, mi hermano mayor
acompañó a Matutuy en ese paseo a La Rumorosa, pero él
no viajaba en el auto que sufrió el accidente.
32
Una vez que la carretera de Mexicali a La Rumorosa
estuvo asfaltada y terminada, muchas familias construyeron
casa habitación de verano, las familias que recuerdo eran:
Flores, Espinoza, Vidal, Salgado, Sánchez, Mancillas,
Morales, Salazar y otras más.
Hace ya más de 60 años que se abandonó como camino
que conectaba Mexicali-Tijuana la cuesta de Cantú, o del
Alducin, o de Picachos o simplemente Camino Nacional.
Para beneplácito de los mexicalenses la cuesta de Cantú
sigue intacta, como firma indeleble de la obra del coronel
Cantú. Cuando por las lluvias, el viento y deterioro normal
se ve interrumpido su paso, los aficionados a las excursiones,
a la caminata y a las carreras, logran que la autoridad
correspondiente la repare y la mantenga en buen estado.
La cuesta de Cantú se ha convertido en una excursión
excelente, cientos de aficionados organizan caminatas y
carreras. También se sube o baja la cuesta solo por ejercicio
o diversión, son muchos los que en grupo lo acostumbran
hacer, unos se quedan en cañón de Llanos para subir
caminando y otros los esperan en la cúspide o a la inversa.
El Grupo Explorador Universitario (GEU) realiza el ascenso
a Picachos en autos de doble tracción dos o tres veces por año.
La permanencia de la cuesta de Cantú es un monumento
a la historia de los pioneros que a pesar de las dificultades
lograron construir un estado bien comunicado, pujante,
creativo, trabajador y solidario.
Referencias
Gastélum Gámez, A. (1991). Mi viejo. Mexicali, Remembran-
zas. Mexicali, Baja California, México Edición particular.
González, H. (2009). La Vanguardia (16 de junio de 1918),
en Gabriel Trujillo Muñoz (Coord.) Biblioteca. Clásicos
Cachanillas. Tomo I. Tijuana, Baja California. Instituto
Municipal de Arte y Cultura de Mexicali.
Gómez, M. (2010). Breves apuntes geográficos del Distrito
Norte de la Baja California. 1918. Biblioteca. Clásicos Ca-
chanillas. Gabriel Trujillo Muñoz (coord.). Tijuana: Ins-
tituto Municipal de Arte y Cultura de Mexicali.
Sánchez Ogás, Y. (2013). Caminos construidos durante el
periodo cantuista, Revista El Río, núm. 20. Abril-Junio.
Tapia Landeros, A. (1998). En el reino de Calafia. Mexicali
Baja California, Universidad Autónoma de Baja California.
Walther, Adalberto. (1996). El valle de Mexicali. Mexicali,
Baja California, Universidad Autónoma de Baja California.
La enfermería en Mexicali en los años de 1930
Los recuerdos de Conchita
S
u nombre es María Concepción Pérez Aréchiga, hoy
viuda de Galván, nació el 8 de diciembre de 1921,
en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el barrio
de Mexicalzingo, en la calle de Donato Guerra # 761. Sus
padres fueron Merced Pérez Castellanos y Jesusita Aréchiga
Aguayo. Ambos progenitores fallecieron en el lapso de
una semana a finales del año 1936, la hermana mayor de
Conchita, la profesora Soledad Pérez Aréchiga de Santana,
quien vivía en la ciudad de Mexicali y laboraba en la Escuela
Primaria “Cuauhtémoc” (hoy Casa de la Cultura), viendo la
nueva situación familiar, decide traerse a Mexicali a todos
sus hermanos menores, haciéndose cargo de ellos y tomando
el papel de tutora.
Tomaron el tren en Guadalajara, Jalisco hasta Nogales,
Sonora, teniendo que cruzar la frontera —Nogales,
Arizona—. Como no tenían pasaporte el oficial encargado
les formuló dos preguntas a toda la familia: ¿Saben
leer y escribir? ¿Están vacunados? A ambas preguntas
respondieron afirmativamente, permitiéndoles con ello el
ingreso a Estados Unidos.
Cuando llegaron a Mexicali, lugar totalmente extraño
para ellos, tristes, asustados pues no conocían a nadie,
además de la preocupación que implicaba la nueva situación
económica, se instalan en la casa que rentaba la profesora
Soledad en la Ave. Bravo y callejón Reforma #234. Era una
casa de madera, chica pero bonita, con una palma enfrente.
La casa aun existe, ahora con una gran palma.
La llegada a Mexicali fue traumática pues el frío era
totalmente distinto del que habían vivido en Guadalajara,
Jalisco. Con las heladas el agua en baldes, tinas o en la
propia tubería se congelaba. Una capa delgada de hielo se
formaba en los vidrios de los automóviles. El gas butano
de los tanques también se congelaba, impidiendo cocinar o
calentar alimentos a temprana hora.
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.
Javier Galván Pérez*
Y el verano fue también difícil para ellos, pues a todos
los hermanos les afectó el calor, por el clima extremoso de
Mexicali.
Mexicali en esos tiempos era muy pacífica y segura, la
gente amable, respetuosa y muy legal. Los tratos se hacían a
la palabra y se cumplían, ya fuese la compra de un automóvil
o de una casa: la gente cumplía sin requerir un papel firmado
y con testigos, aunque también había unos que otros vivales.
Recuerda que el aeropuerto o aviación como le decían
entonces, estaba en la hoy colonia Nueva.
Había desfiles de la cabalgata de Anza, desfilaban
bastoneras, escuelas, escoltas, carros antiguos, carros
alegóricos, payasos, gente a caballo, disfrazados de vaqueros
o de indios, o de misioneros. El Sr. Adolfo Bendert, químico
alemán de la Cervecería de Mexicali, desfilaba como
misionero, arriba de un burro.
Entre los vecinos que recuerda estaba la familia Presichi,
la familia Siqueiros, y otros más. En la esquina estaba la
Botica de Guadalupe que fue el origen de la cadena de Boticas
Guadalupana, aunque con distintos propietarios. En ese
entonces su propietario era el Sr. Francisco Siqueiros de quien
todos se expresaban como una gran persona, muy correcta,
con ese don de gentes y de servir a los demás, sin esperar recibir
nada a cambio, nunca quería cobrar por usar el teléfono,
aunque la familia de Conchita, se lo pedía esporádicamente.
Don Francisco Siqueiros tenía una hija llamada Virginia
Siqueiros Aguayo hoy viuda del Dr. José Sariñana Natera
quien a la vuelta de los años se convertiría precisamente en su
consuegra. Obviamente, Conchita nunca imaginó emparentar
con tan estimada familia. Doña Virginia tiene el mismo
carácter de su papá, es muy correcta, bondadosa y alegre.
Afuera de la Botica de Guadalupe en la banqueta, por
las tardes, se reunían varias personas a platicar de política
principalmente.
33
1938. Concepción Pérez Aréchiga es nombrada enfermera de segunda
del Hospital Civil de Mexicali, B.C.
Conchita después se enteró de que estas personas fueron los
primeros panistas de la entidad, gente muy respetable. Entre
ellos recuerda al Sr. Enrique Silva, al Prof. Héctor Siqueiros,
al Ing. Antonio Aguirre, al Dr. Serafín Sodi, al Dr. Francisco
Cañedo, al Dr. Manuel Monter, al Lic. Salvador Rosas
Magallón, al Sr. David Montaño Córdova, al Sr. Francisco
Siqueiros, y a muchas personas más de las cuales recuerda su
fisonomía pero desafortunadamente no sus nombres.
La señora Conchita también se acordaba de algunos
profesores en la localidad, todos ellos por su valioso
trabajo eran bien conocidos: Teodoro Beltrán, Héctor
Siqueiros, Maximino Virgen, Vicente Gastélum, A.
Burgueño, los profesores Armenta Vivanco, el profesor
Andrés Silva, el profesor Raymundo Beltrán Olmos,
quien después se casó con una hermana de Conchita
de nombre María de la Luz Pérez Aréchiga, la Profa.
34
1940. Matrimonio de Concepción Pérez Aréchiga con el señor Miguel
Arcángel Galván Cota.
Jesusita Palacios, la Profa. Cuquita Medina, la profesora
Nana Chela, la profesora Estelita Quiroz de Pujol, la
Profa. Pilar Dávalos, la Profa. Elvira Cota de Silva, la
Profa. Guadalupe Macedo, la Profa. Sarita Silva Cota, y
tantos más que de momento no recuerda.
En una ocasión, Conchita tuvo necesidad de comprar
zapatos, en la vecina población de Caléxico, aunque no
disponía de pasaporte, tomó la decisión de ir a la oficina
de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos en la
ciudad de Caléxico, explicándole al oficial de su problema.
El oficial le permitió pasar, pero que tenía que regresar
de inmediato y además enseñarle los zapatos que había
comprado. Así lo hizo, regresando tal como se lo indicó el
oficial, agradeciéndole el favor. Ante ello el oficial le dice “Ok,
ba-bay, Miss”. Al tiempo gestionó su pasaporte en la oficina
de Inmigración de Caléxico Ca., y lo obtuvo.

Por supuesto, Conchita recuerda los bailes que había,
cercanos a su casa: el Casino Fuerza y Progreso, la Logia
Masónica, y de los bailes Blanco y Negro así como los clubes
sociales Alba, Rococó, Selene y otros más.
De los músicos de antaño recuerda al Mocho y al
Quichicho, hermanos Contreras, Ramón Valdez, Antonio
Valdez Herrera y Chinto Mendoza.
Por otra parte, recuerda que había muchas personas de
origen cucapá, hindú, japonés y principalmente chinos.
El Hospital Civil de Mexicali
El primero de enero de 1935 entró a trabajar al Hospital Civil
de Mexicali, de 14 años de edad, muy joven pero con mucha
necesidad, pues dada su orfandad, no disponía de ningún tipo
de apoyo económico de parte de sus familiares.
Después de estar trabajando un año en el hospital y a
la edad de quince años Conchita recibió su nombramiento
oficial firmado por el señor teniente coronel Rodolfo
Sánchez Taboada, entonces gobernador del Territorio
Norte de la Baja California, así como por el secretario
general de Gobierno, Lic. Esteban Flores Díaz, y por el Dr.
Rafael Bátiz, director del Hospital Civil de Mexicali. En el
1948. Doña Conchita Pérez de Galván
con sus hijos Elba, Miguel Ángel e
Irma.
expediente 852/111/1107 número-3.1220 se establecía que el
sueldo de la señorita María Concepción Pérez Aréchiga sería
de $150.00 pesos al mes.
Cuando le entregaron el nombramiento le informaron que
el gobernador solicitaba que se presentara inmediatamente
ante él. Asustada, asistió a su oficina, aun con el uniforme y
con el consentimiento de su supervisora. La oficina estaba
ubicada en el segundo piso del Palacio de Gobierno. Cuando
llegó la señorita Conchita, la secretaria del gobernador
expresó que ya la estaban esperando, la secretaria, al ver
el nerviosismo de la enfermera Conchita le dice que no se
preocupe, que el gobernador era todo un caballero.
Ya en la entrevista, sentía que le temblaban las piernas.
El gobernador la saludó de mano y le hizo varias preguntas:
si ya había recibido su nombramiento, cómo le estaba yendo
en el hospital, que si estaba a gusto, qué cuántos años tenía.
Al decir su edad, el gobernador le comentó que era muy joven
para la gran responsabilidad y esfuerzo de ser enfermera.
Apenada, le contó brevemente sus recientes pérdidas
familiares y de su necesidad de trabajar para apoyar a
sus hermanos menores. Al platicarlo con un nudo en la
garganta, se contuvo de llorar.
35

1938. Nombramiento de la srita. Concepción Pérez Aréchiga como enfermera del Hospital
Civil de Mexicali firmado por el teniente coronel Rodolfo Sánchez Taboada y el licenciado
Esteban Flores Díaz, gobernador y secretario general, respectivamente, del Gobierno del
Territorio Norte de la Baja California.
El gobernador después de escucharla le estrechó la mano
y le agradeció el haber acudido ante él, insistió que la
consideraba muy joven para ese tipo de trabajo. Emocionada
por el trato caballeroso del gobernador, Conchita salió a
seguir desempeñando su trabajo.
El Hospital Civil se encontraba en la manzana situada
atrás del Palacio de Gobierno: Al poniente la Av. Guillermo
Prieto, por el norte la avenida Reforma, al oriente la calle
E, y al sur, la avenida Álvaro Obregón. El hospital se había
construido entre 1926 y 1927.
36
Su primer director fue el Dr. Carlos Dávila.
El anfiteatro daba a la calle G, y lo atendía
el Dr. Manuel Monter. El sostenimiento
económico del hospital se resolvía a través
de las aportaciones del Gobierno Federal, así
como del gobierno del Territorio Norte de la
Baja California en lo fundamental. También
ingresaban las cuotas de los enfermos
alojados en salas especiales.
Recuerda, además, a algunos compa-
ñeros del Hospital Civil, entre ellos al
doctor Rafael Bátiz (director), al doctor
Francisco Dueñas Montes (subdirector),
al doctor Gastón Salazar, y al doctor
Bernabé Barreto (médicos generales), a
las enfermeras, empezando por la jefa de
enfermeras: la señora Beatriz Robles, quien
era la única que había estudiado enfermería
y su nombramiento era de “Enfermera de
primera”. El grupo de enfermeras estaba
conformado por Amada Sánchez, Josefina
López, Leonor Franco y María Concepción
Pérez Aréchiga, todas con nombramiento
de “Enfermeras de segunda” ya que
ninguna tenía formación académica, pero
contaban con poca o alguna experiencia,
sabían inyectar o hacer pequeñas curaciones
o vendajes, o bien habían sido parteras. Lo
que no sabían ahí lo aprendieron, no había
opción. Recuerda también al empleado de
intendencia a quien apodaban el Cepillo
y, finalmente, al jardinero que era el Sr.
Medina. En ese tiempo el hospital solo
contaba con una ambulancia.
El hospital tenía cuartos especiales para personas
pudientes, ya que ahí sí se cobraba. Estos cuartos especiales
contaban con sanitario, lavabo y regadera para el enfermo
o su familia, con timbre para llamar a las enfermeras, y lo
mejor de todo: había privacidad y a los pacientes que no
podían pagar, se les ubicaba en una sala general sin las
comodidades de quienes sí podían hacerlo.
El hospital tenía tres turnos, el primer turno se cubría de
7 a.m. a 3 p.m., el segundo de 3 p.m. a 11 p.m., y el tercero
que era el nocturno de 11 p.m. a hasta las 7 a.m.

Las salas del lado norte eran ocupadas por mujeres y las
del sur por hombres, después se construyeron otros edificios
que albergaron los consultorios de Ginecología, Banco
de Sangre, pabellón de enfermedades pulmonares, así
como salas para enfermos infecto-contagiosos y enfermos
mentales y casa para el administrador.
En ocasiones, Conchita tenía temor, sobre todo cuando
había que certificar la muerte de alguien, pues debía
tomar el pulso del difunto y luego avisar a su superiora,
informándole de la hora del deceso del paciente.
También sentía temor cuando llegaban los agraristas, pues
entraban armados, usaban sombreros y huaraches, como si
fueran a la guerra, gritando sin necesidad, como queriendo
impresionar por sus gritos, insultos y amenazas, sin respeto
de las personas, mujeres o niños que se encontraban en
el hospital, les daba igual. Gritaban: ¡Venimos a ver al
compañero agrarista! pobre del personal que estuviese
presente si el compañero no mejoraba de salud. Entraban a
los pabellones sin importarles absolutamente nada, es decir, si
estaban curándolos o bien cambiando de ropa a los pacientes.
Las enfermeras y doctores les temían a los agraristas,
pues ellos inclusive llegaron a golpear a algunos doctores, o a
enfermeras por pedirles a los agraristas que se comportaran
y esto sucedió por mucho tiempo.
Otro aspecto de su vida en el hospital es cuando Conchita y
sus compañeras no comían en el hospital, iban a las flautas,
1965. Concepción Pérez Aréchiga y su
esposo señor Miguel Galván Cota.
a unos restaurantes, cuyos dueños eran personas de origen
japonés, a los que les decían “Los Chapos”. También iban al
restaurante Chapultepec en la calle Oriente que, por cierto,
esta calle ha tenido cinco diferentes nombres: Oriente, del
Árbol, Ley de Alfabetización, del Comercio y en el presente
Peritus o Pedro F. Pérez y Ramírez.
No faltaban las salidas a Caléxico, en donde paseaban a
pie, a comer nieve con soda y, por supuesto, a los hot-dogs,
enseguida del Kress en la calle Segunda.
Recuerda también que en una ocasión hubo plagas de
grillos en gran parte de Mexicali, así como en el hospital. No
se podía caminar sin que tronaran horriblemente los grillos
al pisarlos. Se los acabaron con sustancias químicas, según
recuerda se llamaba “Salvadrine”.
En 1939 hubo un temblor, lo cual generó un caos en el
hospital, no solo porque se cayeron muchos de los frascos de
medicinas de los estantes, sino porque las sustancias de esos
frascos tenían olores muy fuertes y peor mezclados. Nos
costó mucho trabajo quitar los “olorcitos”.
Cuando el gobernador Sánchez Taboada se hace cargo del
gobierno del territorio, se preocupó mucho por atender a los
agraristas y solicitó personal para el Sanatorio del Agrarista.
Así fue como llegaron más médicos, entre ellos los
doctores: Mario Núñez Bassó, Ramiro Bermúdez Alegría,
A. Zenteno Orantes, Manuel Vázquez Gómez, Salvador
Pérez Álvarez, Enrique Sánchez Zarazúa, Gustavo Sotelo,
A. Solorio Pastelin, Santana Gallo, Francisco Cañedo;
37
 1947. Evento de creación del Colegio Médico de Mexicali.
unos años después llegan los hermanos doctores Ricardo y
Francisco Díaz Ruiz Esparza, el doctor Víctor Gutiérrez, y
los doctores Arturo y Enrique Díaz Montes.
Los médicos particulares atendían a sus pacientes en
las salas especiales cobrando ellos sus honorarios y el costo
del cuarto lo cobraba el mismo hospital. Las urgencias
nocturnas las atendían dos médicos oficiales, a los enfermos
alojados en salas generales no se les cobraba en la atención
del paciente, de acuerdo con sus condiciones socioeconómicas
pero no se cobraba a los pobres que carecían de trabajo.
Creación del Sindicato de Burócratas
En 1937 se empezaron a notar movimientos políticos entre
diferentes compañeros al querer formar un sindicato de
trabajadores del Territorio Norte de la Baja California.
Uno de ellos, el más sonado era un grupo autonombrado
“el músculo” que agrupaba al personal de limpia, parques
y jardines. De hecho eran los empleados más aguerridos
y más numerosos y a la vez se decían, los marginados.
El otro grupo rival se autonombró “el escritorio” que
agrupaba personal de oficinas y su participación fue
38
mucha más lenta ya que no se sentían con fuerza suficiente
para agrupar a la mayoría del personal. Estaban indecisos,
como si tuvieran mucho más que perder si se metían a la
política sindical.
A pocos meses de asumir su encargo el Coronel Rodolfo
Sánchez Taboada, Gobernador del Territorio Norte de la
Baja California, apoyó al personal para dar para adelante
a la iniciativa presidencial del general Lázaro Cárdenas
del Río cuyo Estatuto Jurídico de 1937, presentado por él
mismo en su campaña política, cumpliendo fielmente su
palabra al llegar al poder.
El 23 de junio de 1937, el presidente Lázaro Cárdenas
del Río presentó un proyecto de Acuerdo, a las Secretarías
y Departamento de Estado y demás dependencias del
Poder Ejecutivo Federal sobre el Estatuto Jurídico de los
Trabajadores al Servicio de Gobierno, el cual, proponía
la sindicalización de los trabajadores además de elevar a
norma jurídica el derecho de huelga, adoptando además
medidas que fomentaban la unificación sindical, creando
ventajas a favor del trabajador agremiado en la medida que
se creaba la nueva ley del trabajo. Esto generó desconfianza

entre los propios trabajadores burócratas ya que no había
referencia a tal derecho anteriormente.
Sin embargo, el propio general Lázaro Cárdenas enfatizó
que no tuvieran desconfianza de él, ya que lo que perseguía
era la protección de los trabajadores en contra de los abusos
de los altos funcionarios de gobierno o de los contiendas
electorales asegurando la estabilidad en sus puestos y en sus
ascensos así como el garantizar su derecho a asociarse para
proteger sus intereses, satisfaciendo así una vieja y justa
aspiración de los empleados de gobierno. El 5 de diciembre de
1938 se aprueba el citado proyecto. Este estatuto tuvo una
vida muy corta ya que el 4 de abril de 1941, con el presidente
Manuel Ávila Camacho se publicó el nuevo Estatuto Jurídico
de los Trabajadores al Servicio de los Poderes de la Unión,
con algunas modificaciones y precisiones en sus preceptos.
Después del 5 de diciembre de 1938, en el territorio de
la Baja California se multiplicaron las reuniones, además
que se fue haciendo más numeroso el grupo “El Músculo”
encabezados `por Antonio Agramont, Juan Güicho,
Jorge García, José Lira; Narciso Arreola, Rosa Ángel
Barrera. Todos estaban muy politizados y orgullosos de
autonombrarse los proletariados, parecía que ellos tenían
la mayoría del personal, pero muchos no querían saber
nada de los movimientos pro-sindicatos por temor a ser
1938. Personal de Hospital Civil
de Mexicali: Doctor Bernabé
Barreto, doctor Gastón Salazar,
Doctor Francisco Dueñas Montes
y el administrador señor José
Cota. En la fila superior: Frnando
Vera, Concepción Pérez Aréchiga,
Esperanza Torres y Carlos Cota, en
la fila de en medio: Beatriz Robles,
Josefina Avilez, Amada Sánchez,
Rosa María y Leonor Franco.
corridos. Al poco tiempo fueron dándose a conocer los del
otro grupo “El escritorio”, quienes encabezaban este grupo
eran Antonio Banuett, Antonio Jerez, José Rodríguez y
algunos más. Los del “Músculo” como burla, les llamaban
burgueses o burócratas comentando que no podría haber
igualdad social entre un empleado del departamento de
recolección de basura y uno de “El escritorio” ya que estos
últimos ganaban mucho más, en comparación con los de “El
músculo”. La justificación del grupo “El escritorio” era que
tenían mejor preparación académica y por lo tanto podrían
vestir mejor, tener mejores casas, automóviles, etc. y sobre
todo relaciones con las personas que tenían dinero, su
esfuerzo era mental más que físico, ya que ellos manejaban
máquinas de escribir, máquinas de medición, sumadoras,
posteadoras, protectoras de cheques, y cajas registradoras.
La división entre compañeros subía cada vez mas de tono,
faltándose el respecto de ambos grupos, en múltiples ocasiones
llegando también a los golpes. No aflojaba la presión ni “El
músculo”, ni “El escritorio”. “El músculo” sesionaba en el
Teatro Municipal, mientras que “el escritorio” lo hacía en el
sótano del Poder Ejecutivo. Las relaciones eran tensas, teniendo
que intervenir el gobernador Rodolfo Sánchez Taboada-
Antonio Banuett hablaba con los integrantes de los
dos grupos pidiéndoles que pusieran algo de su parte,
39
1938. Personal del Hospital Civil de Mexicali. De izquierda a derecha sentados: Doctores: Francisco Dueñas Montes, Gastón Salazar y Bernabé
Barreto. Atrás: En la segunda fila la primera es Concepción Pérez Aréchiga. El resto no identificados.
sin embargo, “El músculo” pretendía generar su propio
sindicato, aunque fue Antonio Banuett quien logró, poco
a poco que se calmaran, afirmando la idea de formar un
solo sindicato grande y fuerte en vez de dos contrapuestos.
Parecía que por fin se daba el arreglo entre uno y otro bando.
A mediados de agosto de 1938, el secretario particular
del gobernador, el capitán Garza Zenande había sugerido
la formación de una sociedad mutualista en vez de una
unión de servidores públicos. La reacción del gobernador
fue de total rechazo, contra su secretario particular
generando la renuncia del funcionario, quien retornó al
Distrito Federal.
A los varios años el capitán Garza Zenande regresa Baja
California y vuelve a ocupar puestos públicos y en segundo
término fue periodista de prensa y televisión. Frases que
hicieron famoso a Garza Zenande fueron: “como dijo mi
dulce abuelita”, y “bonitas sábanas grises, Chela.”
40
En 1938 hubo una votación interna para nombrar un
representante de cada departamento en cada municipio. La
reunión sería en la ciudad de Tijuana, en la escuela Primaria
Álvaro Obregón, hoy Casa de la Cultura.
Para nombrar al delegado del Hospital Civil, fueron muchas
e intensas discusiones, Después de días se pusieron de acuerdo
en nombrar a la señorita María Concepción Pérez Aréchiga,
representante de la sección que amparaba el Hospital Civil
de Mexicali. Aun existiendo unanimidad del personal en esta
decisión, el director del hospital no autorizó el permiso lo cual
reinicia las discusiones, enfrentando ahora al director Rafael
Bátiz con los empleados del Hospital Civil de Mexicali. Se le
comentó que actuaban bajo el marco de la ley con el fin de
nombrar a su representante sindical, a lo cual el Director muy
molesto contestó: “me vale madre el sindicato”.
El administrador doctor Carlos Cota, le decía al Dr.
Bátiz: “Rafael, tienes que dejar ir a Conchita a la reunión,
es una decisión autónoma del sindicato”. El doctor Bátiz
respondió con una serie de groserías e improperios.
A la vuelta de algunos días se enteró el gobernador,
llamándole la atención y pidiéndole que no opusiera
obstáculos. Finalmente se disciplinó y dio su permiso para
la asistencia al evento sindical en Tijuana a la señorita
María Concepción Pérez Aréchiga.
Ella no quería aceptar, viendo la serie de problemas que
se dieron entre los propios compañeros y con el director, no
quería represalias, a sus 16 años ella no sabía de política, pero
no valió ningún argumento, lo ordenó la asamblea y tuvo que
asistir a Tijuana a representar al Hospital Civil de Mexicali en
la Primera Convención Anual, los días 6 y 7 de marzo de 1938.
La representación de Tecate estuvo a cargo de Enrique
Bastida, la de Ensenada fue Jaime S, Pardo, la de Mexicali
la representó José J. Rodríguez, Antonio Banuett, Antonio
Jerez, Carlos Córdova, Alfonso Vélez, Alberto Fanganel.
Algunos delegados de Mexicali fueron: José Zulema Mexía,
Ramón Sánchez Lizama, Esther Pozo Rodríguez, Carlos
Fernández de Córdova, Antonio Jerez, Arturo Ruiz, Rosa
Jiménez, Ricardo L. Bernal, Cruz Romero, Alejandro
Martínez, Alejo Martínez, José Ruiz Hernández, Antonio
Ramírez Agramont, Alfonso Vélez, Miguel Villalba,
Apolonio Núñez, Jesús Sobarzo, Tomás Meneses, María
Magdalena Moreno y María Concepción Pérez Aréchiga.
Las discusiones planteadas en relación con los asuntos
a tratar se tornaron intensas y en algunos momentos
repetitivos, fue muy agotador pero se logró el objetivo. La
asamblea terminó el 8 de octubre de 1938.
Los dimes y diretes siguieron en el centro de trabajo,
aunque con menos intensidad, pues finalmente “El
escritorio” ganó la representatividad. Así pues el Sindicato
de Burócratas de Baja California nació dividido entre dos
fuerzas. Sin embargo, la fuerza del tiempo fue reduciendo
las resistencias y la mesa directiva del sindicato quedó
integrada de la siguiente forma:
Mexicali: secretario general: Antonio Banuett; secretaria
de Escalafón, Trabajo y Conflictos: Magdalena Moreno;
secretario de Actas, Acuerdos y Prensa: Antonio C. Jerez;
secretario de Educación y Previsión Social: Tomás Meneses
Duarte; secretario Tesorero: Cruz Romero Murillo.
Tijuana: Secretario general: Onofre R. Muñoz; secretario
de Escalafón, Trabajo y Conflictos: José Rodríguez;
secretario de Actas, Acuerdos y Prensa: José Sierra Osuna;
secretario de Educación y Previsión Social: Zacarías
Burrola; secretario Tesorero: Juan P. Serrano.
Ensenada: secretario general: Jaime Pardo; secretario
de Escalafón, Trabajo y Conflictos: Manuel Labastida;
secretario de Actas, Acuerdos y Prensa: Manuel Martínez
Ríos; secretario de Educación y Previsión Social: Mariano
San Juan; secretario Tesorero: Alfonso Mexía Hijar
Como representante en la ciudad de México se designó al
profesor Ramón Caloca, cargo que ocupó hasta la aprobación
del Estatuto Jurídico y formarse la Federación Nacional
de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, y
en diciembre de 1938, delegándose esa representación a
los señores Enrique Pérez Rul, Manuel Quiroz Martínez y
Francisco A. Rocha.
Todo este movimiento asociado al fortalecimiento del
sindicato trajo consigo distintos beneficios como regularización
de nombramientos y asignaciones presupuestales, sin solicitar
aumentos de sueldos, tomando en consideración la situación
del erario público, que con raquítico subsidio federal, hacía
frente al cambio social, político y económico que se estaba
viviendo en Baja California a consecuencia de la aplicación
de la reforma agraria.
En contraste, fue precisamente el Sindicato de Burócratas
el primero en aportar su cooperación para la solución del
problema que se generó por la expropiación petrolera del 18
de marzo de 1938.
También se creó el fondo de defunciones que llegó en el
primer ejercicio presupuestal a 2751.10 pesos, mismo que
afortunadamente no fue utilizado.
Se estableció la Junta de Arbitraje, tal como lo planteaba
el estatuto. Teniendo como representante ante ella a los
señores José María Pastor y José Luis Patiño y por parte
del gobierno del territorio al oficial mayor de gobierno, el Sr.
Ricardo Ramírez Guerrero.
Fue lo que le tocó vivir a Conchita, en el tiempo que
trabajó en el Hospital Civil, de la ciudad de Mexicali, B. C.
Ella renunció el 23 de octubre de1940 para contraer nupcias
con Miguel Arcángel Galván Cota, con quien formó una
familia de siete hijos de nombres Elba, Miguel Ángel, Irma,
Alberto, María Elena, Adolfo Javier y Olivia Valentina. Don
Miguel Arcángel procreó una hija de su primer matrimonio,
Astrid Galván Escalona, hermana nuestra.
María Concepción Pérez Aréchiga viuda de Galván,
murió en Mexicali, B. C., el 28 de diciembre de 2007.
41
El ferrocarril de Mexicali a Puerto Otis
Históricos pies para fotos no encontradas
Jimmy Griffin*

P
or allá en 2005 – 2006, cuando anduvimos buscando En las fechas de las notas, el señor Stone estaba trabajando
fotografías para el libro Aquellos años del algodón, en aquella vía, pero hasta el momento no hemos podido
nos prestaron muchas fotos que en un tiempo fueron confirmar si la letra es de él o no. Agrego que él fue contratado
posesiones del señor James W. Stone. Ninguna tenía pie o nota como gerente general de la Compañía Industrial Jabonera del
que explicara de qué se trataba la foto. Yo heredé la chamba Pacifico (La Jabonera) en 1931, puesto que ocupó hasta su
de obtener esa información y de escribir un pie adecuado para retiro en 1966. Siguió viviendo en Mexicali hasta su muerte
cada foto. Muchas de ellas eran de La Jabonera, y comparando en enero 1979. Me contrató en 1953 para trabajar con él y
unas con otras y rebuscando en mi memoria, pude establecer cuando se retiró yo seguí en la empresa hasta 1971.
las fechas aproximadas en que fueron tomadas, y detalles
suficientes para satisfacer nuestras necesidades.
Mostré las demás fotos a personas como Alfredo Dipp,
César Córdoba, al ingeniero Óscar Sánchez Ramírez, y otros,
y así logramos identificar aproximadamente 10% más,
quedando al final aproximadamente 30% sin identificar.
Aparte de estas fotos quedaban dos hojas pequeñas cubiertas
con notas numeradas, manuscritas en inglés en pequeñas
letras, muy legibles. Pies descriptivos de fotos, pero no
correspondían a ninguna de las numerosas fotografías en la
colección. De cualquier manera decidí guardarlas, teniendo
en mente que algún día, quizás, serian útiles.
Hace poco encontré esas notas y decidí ver qué podía hacer
con ellas. Sabía que probablemente un ingeniero que estaba
trabajando en la construcción de la vía del ferrocarril Inter-
California Sur en 1928 y 1929 las tomó para que formaran
parte de un reporte sobre el avance de dicha construcción.
¿Pero quién fue? Posiblemente haya sido el Sr. James W.
Stone, ingeniero civil que llegó a Mexicali en 1925 justamente
para trabajar en la construcción de aquel ferrocarril. Dejó ese
trabajo en 1930 cuando la vía estaba terminada hasta Fuentes
Copia de la segunda página de las notas en inglés sobre las fotografías,
Brotantes (Médanos) en el lado sonorense del Río Colorado. de fechas 21 de marzo de 1928 y de 4 de mayo de 1929.

* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

42
 Me gustaría saber que él escribió estas notas pero 531: Viendo hacia el sur por el puente 35-A (mayo 4, 29).
no creo que eso sea necesario para aceptar que son 533: Martinete clavando pilotes en el puente 41-A, tramo
importantes datos históricos. Seleccioné algunas fotos #2 (mayo 4, 29).
de otras fuentes, que muestran escenarios parecidos a 532: Sitio puente 41-A (Mayo 4).
los que describen las notas e ilustran las condiciones de 534: Igual al 533 pero viendo al sur.
trabajo en esa muy importante obra. 535: Puente Pescadero (Mayo 4, 29).
A continuación la traducción de las notas: 536: Ilustrando relleno no terminado en kilómetro
Incluimos una copia de la segunda página de las notas 50+600 (Marzo 17). [1929].
en inglés [foto 1] para que puedan apreciar la letra original.
Las fechas en las notas están algo revueltas pero la primera Entre las fotos incluimos una de un anuncio en inglés
tiene fecha de 21 de marzo de 1928, y la última es del 4 referente al propuesto puerto Otis cuando el ferrocarril en
de mayo de 1929. Cada pie tiene uno o más números que construcción todavía tenía el nombre, Ferrocarril Mexicali
suponemos corresponden a las fotos no encontradas. En la & Gulf. Aquí lo traducimos:
traducción utilizamos esos mismos números.
497-498: Primer tren [“que llegó”] estacionado en el
puente 35-A viendo hacia el norte (marzo 21).
499-500-501: Descargando tierra en el acceso al puente
35-A y el primer tren que cruzó ese puente (Mar. 21).
502: Se muestra la terracería no terminada y un martinete
esperando riel y clavos (Mar. 17).
514: Una draga Monighan de cuatro cilindros haciendo
relleno en km 48+300 (Dic. 11).
511: Monighan de cuatro cilindros haciendo relleno en
kilómetro 47+250 (Nov. 27).
512: Monighan de cuatro cilindros emparejando
kilómetro 47+860 (Dic. 2, 1928).
513: Viendo hacia el sur. Una 4 cyl. Mon [ighan] y 1 cyl.
McMeyle r1 al fondo –trabajando para cruzar el pantano
(Dic. 11, 1928).
515: Una 4 [cyl] Mon [ighan] en pantano (Dic.11).
516: Dic. 11 –Monighan de cuatro cilindros emparejando
km 48+300.
517: Monighan de cuatro cilindros moviendo tapetes en
pantano km. 48+900.
521-522-523: Harry Chandler con grupo de inspección
(Dic. 2, 1928).
524-526 Martinete clavando pilotes en el puente de
Pescaderos 9/4/29.
525-527-528-529: (Abril 29, 1929): Campamento en
inundación. Elevación de agua en el río, 9.95 metros.
530-38B: (mayo 4, 29). Nota publicitaria en inglés del Puerto Otis.

1
McMyler Interstate Company, desde 1910, era manufacturera de maquinaria pesada, entre otras cosas, martinetes, palas mecánicas, dragas y equipo como grúas
para ferrocarriles.

43

Trabajos de relleno de la terracería para subir los rieles al nivel
deseado. No se observa la locomotora mencionada en las notas pero en
la parte inferior de la foto se aprecia un hombre parado en uno de los
carros que trajeron la tierra. Notas: 499-500-501. Sherman Library.
Martinete trabajando en la hincada de pilotes para un puente sobre
la corriente Pescaderos. Notas 502-524 y 526. Sherman Library.
44
Ferrocarril Mexicali y golfo.
Mexicali, Baja California, México.
De Mexicali, Baja California.
Al Puerto Otis, Sonora.
En el extremo norte del golfo de California.
Abriendo un nuevo emporio de desarrollo y cultivación.
El Ferrocarril Mexicali y golfo está más de la mitad terminado,
y dentro de dos años sería concluido, corriendo de Mexicali al
sur hasta en el lado sonorense de la extremidad norteña del
Golfo de California y el nuevo Puerto Otis.
Este ferrocarril abrirá 200 000 acres [80 972 hectáreas] de
tierras, de las más fértiles, a cultivación y desarrollo.
Barcos de vapor ya han sido comprados para operar del puerto
Otis a todos los puertos mexicanos en el mar pacifico, dando
comunicación directa entre Baja California y el interior de México.
Este ferrocarril fue concebido e iniciado por el Gobierno
mexicano como parte integral de Ferrocarriles Nacionales de
México y su desarrollo fue asumido in 1924 por la Colorado River
Land Company. El cambio en la ruta y el establecimiento del
Puerto Otis acabo de ser autorizado por el gobierno mexicano.
W. I. Bassett, gerente general y jefe ingeniero
K. R. Belvin, auditor y agente de compras.
Fueron grandes planes que estaban cerca de realización
cuando, en octubre 1929, la caída de la bolsa de valores en
Nueva York inició la Gran Depresión que afectó la economía
no solo de Estados Unidos sino de todo el mundo. La vía
del, para entonces, Ferrocarril Inter-California del Sur, fue
terminada a unos tres kilómetros más al este de Fuentes
Brotantes en mayo 1930 y los trabajos fueron suspendidos
por la crisis que tocó muy fuerte a la Colorado River Land
Company. El tramo pendiente entre Fuentes Brotantes y
el multicitado puerto Otis nunca fue iniciado y, en junio,
1934, el entonces presidente, Abelardo Rodríguez, canceló
el contrato. Más adelante el nombre Fuentes Brotantes fue
cambiado a Medanos, tal vez porque estaba en la orilla del
llamado, Gran Desierto de Altar.
Lo bueno fue que el tramo se terminó y oficialmente
se puso en servicio en octubre 1931, una acción vital para
el desarrollo de la parte sur de los valles Mexicali y San
Luis. Transportaba el algodón hueso y otros productos de
los terrenos que estaban recién abiertos, hasta Mexicali.
Llevaba materiales y suministros en el otro sentido a la serie
de estaciones sobre la vía, donde esa misma gente creaba los

Locomotora vista desde un furgón que va jalando, posiblemente con
fecha de marzo 1 de 19 9. Esta misma máquina, en septiembre de
19 9se descarriló cerca del río, se volteó y cayó en las aguas de una
inundación para desaparecer en el lodo. o se identificó el objeto en el
agua al lado derecho de la vía, posiblemente es parte de un martinete
flotante que se estaba armando para trabajar en la vía.
otas 497-498. Sherman Library.
Locomotora número 1387 que trabajó durante el año de 19 9.
Esta misma máquina, en septiembre 19 9, se descarriló cerca del río,
se volteó y cayó a las aguas de una inundación para desaparecer
en el lodo. otas 497-498.
Mapa del área donde proyectaron construir el Puerto Otis, frente a la
isla Gore. El tramo de la estación Medanos a lo que sería el Puerto Otis,
nunca se construyó. Fragmento de un mapa del Sherman Library.
Draga trabajando en el reforzarmiento de la terracería en el kilómetro
49. cerca del actual puente sobre el ío Colorado .
otas 11- 1 y 14.man SherLibrary.
Grupo de trabajadores tratando de trazar la vía y establecer niveles.
Podemos observar las condiciones pantanosas en que trabajaron del
kilómetro 30 en adelante. ota 1 . Sher man Library.
primeros pueblos en el bajo delta. Había una autovía que
daba servicio en los dos sentidos, para esos pasajeros.
En 1936 el presidente Lázaro Cárdenas autorizó la
construcción del Ferrocarril Fuentes Brotantes-Puerto
Peñasco que entraba en servicio en mayo 1940.
Debido, principalmente, a la escasez de rieles y otros
materiales durante la segunda guerra mundial, la vía
no fue terminada hasta Benjamín Hill, Sonora hasta
diciembre 1947 y así el Ferrocarril Sonora-Baja California,
incorporando las vías previamente construidas entre
Mexicali y Puerto Peñasco, podía ser inaugurado en abril
1948. Un evento de mucha importancia histórico ya que por
primera vez, Mexicali estaba comunicada por vía terrestre
con los demás estados y territorios mexicanos.
Referencias
John A Kirchner (1988). Baja California Railways, Golden
West Books, San Marino, California.
Hendricks, W. O. (1971). Puerto Otis, artículo publicado en el
Brand Book número II del San Diego Corral de Westerners.
45
Expedición para establecer una
colonia agrícola militar en 1917
Jimmy Griffin*

E
n la primavera de 1917 el general Plutarco Elías de diez toneladas llamado… ‘Agua Prieta’; otro de dos toneladas,
Calles, con cuartel general en Empalme, Sonora, y el sin nombre conocido, ambos con motores de gasolina y velámenes
gobernador del estado de Sonora, Adolfo de la Huerta adecuados a su capacidad, y una canoa de ‘canaletas’.
tomaron la decisión de organizar una expedición militar y de
colonización al bajo delta del Río Colorado. El sobrino del El 20 de marzo de 1917 el capitán regresó de Hermosillo y
general Calles, capitán primero Carlos G. Calles fue nombrado esa noche recibió noticias del general Calles que le informaba
para encabezar esa expedición quien a su vez contrató al civil, que el cañonero Guerrero había zarpado de Mazatlán con
Adolfo Wilhelmy, como secretario general de la Colonia. destino a Guaymas donde embarcaría la expedición.
El capitán Calles puso a trabajar a Wilhelmy, de inmediato, En esos días el capitán designó oficialmente a Wilhelmy
cuando regresó a Guaymas desde Hermosillo, donde le habían como secretario de la expedición ya que necesitaba firmar
confirmaron la expedición. Le dijo: documentos, recoger dinero, etcétera, que requerían una
firma oficial. Notificó al general Calles y al gobernador de
Me va usted formulando una lista detallada, minuciosa de todo ese nombramiento y ellos telegrafiaron su aprobación. Los
lo que tendríamos que llevar. Sé que la región a que vamos está dos conocían a Wilhelmy de tiempo atrás.
desierta y como iremos a colonizarla, es menester no olvidar Cuando el Guerrero llegó a Guaymas se ultimaron los
ni el más mínimo detalle; necesitamos llevar de todo, desde preparativos para el embarque. Previamente se había
un automóvil hasta aguja para coser; vaya pensando la lista incorporado una fracción del 530 Batallón de Línea, al
sin omitir nada; carpas de campaña, provisiones, medicinas, comando del capitán 2º Efrén R. Juárez, que formaría parte
implementos de agricultura, menajes de casa, equipos de pesca, integrante de la Colonia. Los ingenieros agrónomos: Soria,
herramientas de carpintería, mecánica, hojalatería… Felipe de la Garza, Betancourt y otro, habían llegado. A las
tres de la tarde salieron de Empalme y una hora después
Siguió, su enumeración terminando: “La expedición va estaban en el puente de La Ardilla, donde ya se encontraba
bajo mi jefatura y están tan empeñados el viejo (general atracado el Guerrero, “haciendo Carbón”. Ahí acuartelaron
Calles) como Fito (el gobernador) en llevarla a cabo, ya que las tropas y sus familiares.
el gobernador designó a cuatro ingenieros agrónomos que se El contingente que se embarcaría era el siguiente:
incorporaran aquí…”.
En tres días, Wilhelmy había escrito quince hojas a Oficiales Tropa Civiles Familias
Escolta del general 7 78 123
máquina, y consideraba que estaba completa. Calles volvió a
Calles
Hermosillo y a Nogales Plana Mayor 2 4 9 17
530 Batallón 5 56 98
a hacer remisiones de artefactos y vituallas, que empezaron Servicio sanitario 3 9 1 11
Ingenieros 4
a llegar a Empalme, por trenes de carga… hasta instrumentos
Mecánicos 3 5
musicales —vitrolas, violines, guitarras y órganos de boca incluyó Guía 1
el previsor capitán. La Capitanía del puerto de Guaymas, por Marineros 4 2
orden superior puso en Empalme a disposición de Calles un barco Total general: 442 personas; 8 caballos y 15 acémilas.

* Miembro de la Sociedad de Historia Centenario de Mexicali, A.C.

46
 Al llegar a La Ardilla, destacaron los servicios de
vigilancia, que tenían la consigna de no permitir el acceso
al puente a persona alguna ajena a la expedición, así como
evitar la salida del campamento a individuos de tropa que no
justificaran plenamente ir al desempeño de alguna comisión.
Se procedió al embarque del cargamento, tan cuantioso
que hubo duda si cabría en las bodegas del barco. Fue
necesario el trabajo de grupos de cincuenta hombres por
más de veinticuatro horas, relevándose cada cierto tiempo
y ayudados por la marinería del Guerrero.
A las seis de la tarde del día 26 terminaron de cargar el
barco y subieron a bordo las familias y después las tropas. A
las ocho de la noche el Guerrero embarcó, remolcando el Agua
Prieta. En la cubierta habían cargado la lancha de gasolina
y la canoa. Al salir a mar abierto el viento del noreste se
intensificó, provocando un oleaje intenso que mojaba la
cubierta del Guerrero, mientras en el Agua Prieta los dos
marineros y sus esposas, que clandestinamente estaban
en la nave, pidieron auxilio. Pararon los motores del barco
y lograron acercar el Agua Prieta a un lado y acomodarlo
ahí. El comandante José de la Llave ordenó que las esposas
subieran al Guerrero pero ellas no querían dejar a sus maridos.
Finalmente el comandante las dejó en el Agua Prieta,
advirtiéndoles que si volvieran a pedir auxilio él regresaría
al puerto a dejarla a ellas y al balandro en ese lugar. Dicho y
hecho, el tiempo se puso peor, se quejaron, y el comandante
regresó a Guaymas donde dejó el Agua Prieta y a las mujeres.
Salieron nuevamente a mar abierto. El viento se había
calmado por lo que pudieron reponer el tiempo perdido. En
la madrugada del primero de abril sintieron que el Guerrero
tocaba fondo y tuvieron que detenerse. Ya con la luz del
amanecer vieron que estaban al frente de la punta norte de
la Bahía Adair y vieron el vasto Desierto de Altar, y en la
distancia los perfiles de la sierra del Pinacate. El segundo de
a bordo, Diego Corona, se encargó de un sondeo extensivo;
con dificultad encontraron aguas donde el barco no varara,
y para que el cañonero pudiera navegar.
Todavía faltaba camino para llegar a la desembocadura,
y el capitán Calles opinaba que podía desembarcar ahí
mismo y podían encontrar agua dulce escarbando pozos. El
comandante De la Llave no estaba de acuerdo, decía que no
contaban con embarcaciones menores salvo dos gasolineras
del barco y la de la expedición, quizá suficientes para bajar
la tropa pero no para todos los impedimentos y la caballada.
Calles insistió que no regresaría a Guaymas por ningún
motivo y mandó traer al guía Carlos Verdugo. Le dijo
dónde estaban y que la desembocadura del Río Colorado
quedaba como a veinte millas náuticas hacia el suroeste.
Le preguntó si sabría guiarlos hasta Puerto Isabel y, sobre
todo, decirles si podrían encontrar agua. Al cabo de un rato
Verdugo admitió que él no conocía esa región, solamente
conocía la ruta por la frontera.
El capitán Calles, rojo de ira, le preguntó si no había
considerado el hecho de que vienen mujeres y niños a
quienes con sus mentiras expone a morir, e hizo movimiento
de sacar violentamente la pistola. De la Llave se puso entre
Calles y el guía mientras Corona y Wilhelmy agarraron el
brazo del capitán, quien gritó al guía que lo iba a matar si
no se quitaba de su vista. El guía huyó rápidamente.
Calles reflexionó sobre esto y desde el puente de mando,
hizo traer a los cuatro ingenieros agrónomos. Les avisó
que el Guerrero no podía llegar al Puerto Isabel por estar
bloqueado por la poca profundidad del agua. Les informó
que había acordado con el comandante De la Llave, hacer
el desembarque donde estaban, utilizando balsas para los
impedimentos y caballada. El problema sería encontrar
agua suficiente para llegar hasta la desembocadura del
Colorado, donde él pensaba que había agua y pastura
en abundancia. Pedía su cooperación para resolver esta
dificultad. Cada uno debía salir con un grupo que abriría
pozos con palas en donde pensaban que podían encontrar
el preciado líquido. Cada uno tomaría el rumbo que
estimaba conveniente, pero siempre procurando converger
en la desembocadura del río.
Se organizaron los grupos embarcándose en los tres botes
de gasolina con los que contaban, provistos de raciones para
un día y de herramientas adecuadas. Como una hora después
los del barco veían cómo arribaban a la escueta playa y se
internaban en el desierto.
Los ingenieros y su gente regresaron a la playa a media
tarde haciendo señas con sus anchos sombreros de palma
que no habían encontrado agua. Ya reunidos en el salón
del barco expresaron que los cuatro estaban de acuerdo
que las condiciones que encontraron no eran apropiadas
para desembarcar.
El capitán Calles dijo que regresarían las mujeres,
los niños y la caballada a Guaymas, pero que él iba a
desembarcar con los que le quieran seguir; si nadie quiere,
47
desembarcaría solo, a morirse; ¡pero
desembarcaría! Ordenó que el capitán Arce
mandara a formar la tropa en el toldillo de
proa, ¡inmediatamente! Cuando las fuerzas
estuvieron formadas en dos alas, Calles les
habló exponiendo claramente la situación;
terminó diciendo: “A nadie obligo a que
me siga; el que quiera hacerlo, lo hace
por su propia voluntad; todo el que desee
queda en completa libertad para regresar a
Guaymas mañana mismo”. Luego dijo, “El
que quiera venir conmigo, que dé un paso
al frente.” ¡Todos aceptaron el reto! Calles,
visiblemente conmovido, solo exclamó:
¡Gracias, valientes compañeros!
Wilhelmy dice: “Mis nervios se crisparon
de entusiasmo, y optimista, pensé: Llegar,
sobre todo y a pesar de todo, al Río Colorado”.
En eso, Pablo Rosas, celador del
resguardo marítimo de Guaymas (quien
se incorporó a última hora a la expedición
solo por su entusiasmo, sin cargo definido
en ella y renunció a su empleo por vía
telegráfica), pidió hablar. Calles aceptó y
don Pablo Rosas dijo:

La noche que salieron de Guaymas, salió

Fragmento norte del golfo de California o golfo de Cortés tomado de un mapa actual en
también para el Río Colorado, el Carolina el que se puede adivinar la ruta del cañonero Guerrero del Puerto de Guaymas a la Bahía
Dixon, un barco del río con motor de gasolina. de Adair, en la costa del estado de Sonora.
Zarpó con un cargamento de japoneses que
tratan de internarse de contrabando en el
Distrito Norte de la Baja California. El andar
del Carolina es muy inferior al del Guerrero y,
si mis cálculos no fallan, a estas horas debe
estar remontando todavía el Colorado o,
cuando mucho, iniciando su retorno. Estos
barcos, según estoy informado, tienen que
esperar la pleamar para entrar al río, pues
siendo el agua del mar más pesada que la
dulce, el Colorado resiente los efectos de la
marea subiendo empujado por la misma
y bajando torrencialmente cuando bajan
aquellas, Según mis cálculos, el Carolina debe Área ampliada del alto golfo donde se marca con asterisco el lugar aproximado donde se
pasar a la vista de nosotros hoy por la noche quedó varado el cañonero Guerrero por la poca profundidad de las aguas.

48

Ruta de la expedición
Mapa del área del delta del Río Colorado. Rutas del ferrocarril Mexicali-Puerto Otis y de la expedición.
o mañana al amanecer; desplaza cuarenta y cinco toneladas
y en varios viajes podría conducirnos a Puerto Isabel. Pongo
esos detalles en su conocimiento, por si usted desea aprovechar
esta oportunidad que estoy seguro es la única que puede
presentársenos.
El comandante De la Llave dijo que estaba de acuerdo
con don Pablo, y si el Carolina Dixon pasaba esa noche, con
toda seguridad no escaparía a nuestras observaciones.
Prendieron las luces potentes del Guerrero y todos estaban
pendientes. En la madrugada el capitán Calles llegó con
San Luis
Wilhelmy para informarle que él había llegado al acuerdo con
el comandante de formar una expedición en las gasolineras con
el segundo de a bordo Diego Corona en comando, acompañado
del subteniente Enrique Peralta y 20 hombres.
Las gasolineras apenas se habían retirado del barco
cuando oyeron el grito; “¡Barco a estribor!” Entre los gritos
de entusiasmo de todos, regresaron al Guerrero. El capitán
Calles brincó a la lancha en que estaban Corona y Wilhelmy
y ordenó que la otra gasolinera quedara con el barco.
Salieron al encuentro con el Carolina Dixon que estaba
navegando como para seguir la costa de la península. Para
49
alcanzarlo tuvieron que cortar en diagonal y
cuando estaban cerca del barco hicieron señales,
tres silbatos y tres pitazos pero no se detuvo
hasta que Calles ordenó llevantar armas a los que
las traían.
Calles preguntó quién era el capitán. Él se
presentó declarando que era irlandés. Calles,
entabló una conversación amigable, en esta
plática el irlandés confesó que trataba de huir
porque pensaban que el Guerrero los había
detenido porque los relacionaba con los japoneses
Cañonero Guerrero, construido en Inglaterra en 1907, desplazamiento 1880
que habían dejado en la margen derecha del toneladas, largo 573 metros. Motor de vapor de 1 200 caballos. Velocidad, 12 nudos.
Colorado. Continuaron hablando hasta que Calles Armamento, cuatro cañones de 4 pulgadas, dos de 2 pulgadas, dos de 3 libras,
además llevaba ametralladoras. Este barco llevó la expedición del Puerto Guaymas
informó a Corona: “Esto ya está arreglado; este
a cerca de la desembocadura del Río Colorado.
amigo nada más quiere ver la carga y pasaje que
tendrá que transportar para darme precio…”
Regresaron al cañonero donde fueron recibidos
con aplausos. El irlandés vio la carga y a la gente,
y puso precio de 4 000 pesos para llevar todo a
Puerto Isabel, con la advertencia de que solo era
un atracadero sin habitantes ni evidencia de que
en algún tiempo hubo gente ahí.
El Carolina Dixon venía sin carga, e
inmediatamente pusieron a transferir a bordo
impedimentos de la colonia. En el primer viaje
embarcaría la fracción del 530 batallón al mando
del capitán Efrén R. Juárez. El subteniente
Peralta les acompañaría para que de regreso
Barco más moderno pero similar al Carolina Dixon mencionado en el texto
informara de las condiciones encontradas.
y que fue vital para el éxito de la expedición.
A mediodía, estando De la Llave, Calles, Corona
y Wilhelmy en el puente de mando, el telegrafista
llegó para informar al comandante que, por una
verdadera casualidad, acababa de interceptar un
radiograma de Mexicali a Chapultepec. Tendió un
escrito a De la Llave, que el marino, una vez que
lo leyó, lo pasó a Calles. El mensaje iba dirigido
por el coronel Cantú al presidente de la república,
don Venustiano Carranza, expresándole: “En
esta fecha memorable dos de abril... tengo el
honor de poner a su disposición la primera
estación inalámbrica en el remoto Distrito Norte,
vanguardia de nuestra nacionalidad...”.
“¡Luego, Cantú no está contra nosotros!”,
Automóvil Studebaker de 1916, similar a los dos, de esta marca,
exclamó el capitán. que llevó la expedición.

50
 “Pero quien sabe si no vea con buenos ojos la proximidad
de fuerzas federales”, arguyó alguien.
Calles ordenó a Wilhelmy redactar inmediatamente un
mensaje a Cantú cuya contestación aclararía la actitud que
asumirá el coronel con ellos.
Mandaron este mensaje:
Honrado por el gobierno de centro para establecer colonia
agrícola-militar en Puerto Isabel, hónrame ponerme sus
órdenes encareciéndose atentamente contestación al presente.
Respetuosamente— C. G. CALLES.
El telegrafista lo transmitió con órdenes estrictas de
su jefe de permanecer constantemente comunicado con
Mexicali e indagar el momento preciso en que el mensaje
fuera entregado al destinario. Por la tarde avisó el oficial
que el radiograma había sido entregado al gobernante
quien ofrecía contestarlo en su oportunidad, por estar de
momento muy ocupado presidiendo algunos actos cívicos
que se celebraron. Nunca obtuvieron la anhelada respuesta.
En las primeras horas de esa misma noche el Carolina
Dixon salió rumbo a Puerto Isabel para regresar en la
madrugada del día tres. El reporte que rindió el subteniente
Peralta no era alentador: no había agua, ya que las aguas
del río estaban saladas por las mareas. La playa estaba
invadida por sabandijas, alacranes y víboras. A Juárez le
urgía que le mandara agua. Iniciaron la preparación del
segundo viaje lo cual Calles ordenó que Peralta fuera otra
vez y con órdenes para Juárez de continuar por tierra la
exploración río arriba hasta encontrar agua dulce.
Esta vez embarcaron a dos practicantes de medicina y
cuatro ambulancias con los medicamentos considerados
más necesarios. También unas 100 damajuanas del agua
que el Guerrero producía en abundancia. El irlandés
aseguro a Calles que unas 10 millas arriba de Puerto Isabel
se podía encontrar agua buena y el capitán ordenó que
este segundo viaje se descargara ahí. Salió el Carolina al
amanecer y regresó cerca de media noche. Peralta informó
que Juárez tomó la iniciativa y armó los dos automóviles
Studebaker. Iniciaba la exploración río arriba con muchos
contra tiempos debido a que el río con los movimientos de
la marea cortaba muchos arroyos que tenían que arreglar
con palas para pasar los carros, los caballos y mulas.
También dijo que solo había agua dulce cuando se retiraba
la marea. Con esa información el capitán Calles hizo un
arreglo nuevo con el irlandés de llevar el próximo viaje río
arriba hasta encontrar un lugar donde el capitán Arce,
encargado del tercer viaje, determinara que era un lugar
apropiado para la expedición y con el entendimiento que
después concentraría todos los viajes previos en ese lugar
más el último que estaba todavía en el cañonero.
A las tres de la mañana hicieron las preparaciones para
el último viaje y a las seis de la mañana, con las notas de la
marcha “Zacatecas” en sus oídos despidieron al personal del
Guerrero. Aprovecharon la pleamar para entrar al Colorado
con facilidad. Wilhelmy hace una buena descripción de ese
fenómeno en aquellos años. Vale la pena repetirla aquí:
Ese fenómeno, que se acentúa en los plenilunios, se opera de una
manera asaz curiosa: al principiar a subir la marea, las aguas del
río, empujadas violenta y poderosamente por las del golfo, forman
una ola monstruo o ‘burro de agua’ que hace que el cauce de
aquel formado por altísimos paredones se llene hasta los bordes
y aún rebase estos inundando las extensas playas que forman su
ribera; la ola viene precedida de fuerte corriente de aire y produce
un ruido infernal; los barcos, llevados vertiginosamente por la
contracorriente, no necesitan hacer uso de sus motores, pues ésta
los lleva río arriba, con una velocidad que no alcanzarían a toda
máquina, La ola avanza arrastrando gran cantidad de peces:
totoabas, curvinas, tiburones, etc. Cuando la marea llega a su
máximum, la corriente queda paralizada, las aguas inmóviles por
breves minutos hasta tomar, en perfecto ‘crescendo’ su velocidad
torrencial característica de retroceso.
A las tres de la tarde llegaron al lugar designado por
el capitán Arce. Trazaron calles y les pusieron nombres.
Instalaron las carpas en orden formando el campamento
Puerto Edgardo, en memoria de un hijo del capitán Calles,
que había fallecido.
Al amanecer del día siguiente Calles mandó al capitán
Arce con 20 hombres montados en mulas para investigar
un humazo que vieron en el norte. A las ocho de la mañana
regresó uno de los jinetes con el reporte de que habían
descubierto un cerco de alambre y al seguirlo encontraron
un campo donde vivían tres vaqueros y dos soldados. Estos
últimos, que pertenecían a las fuerzas del coronel Cantú, se
echaron a correr y se tiraron al río. El campo se llamaba La
Bolsa y ahí había abundancia de agua y pasto.
51
 Arce regresó acompañado del señor Eustaquio Cáceres,
vaquero de unos setenta años, que conocía perfectamente la
región y mostró su voluntad de ayudar. Dijo que La Bolsa
estaba a unas seis millas, la mitad de esa distancia era playa y
lo demás una tupida selva donde tendría que abrir camino para
las carretas y automóviles. De La Bolsa hacia el norte había
un camino de tierra en malas condiciones hasta San Luis, en
la frontera con Estados Unidos. Pasaba por la deshabitada
colonia Lerdo (antes residían ahí algunos japoneses dedicados
a agricultura y pesca fluvial); la Salada, donde había suficiente
agua potable, Noche Buena con un pozo adecuado. Después
un tramo de desierto hasta encontrar el antiguo cauce del
Colorado y llegar a la “Isleta”; luego siguiendo el paredón del
cauce hasta “La Grulla” y, por último, San Luis, donde vivían
solo cuatro familias. De La Bolsa a San Luis era unas sesenta
millas. Cáceres ofreció guiarlos.
Abrieron una brecha en el bosque para que los vehículos
pudieran pasar a La Bolsa y respetando la advertencia de don
Eustaquio de que en el plenilunio Campo Edgardo quedaría
inundado; empezaron a llevar todo a La Bolsa. En eso, una de
las gasolineras fue detenida por un sargento y varios soldados
de las fuerzas de Cantú pero al llegar el jefe de ellos, el mayor
Manuel G. Cuevas, él dijo que solo quería mandar un recado al
capitán Calles e hizo una nota en una tarjeta de presentación
solicitando que Calles llegara con él para tratar un asunto
importante. Al leer la nota, Calles quería ir de inmediato a
verlo pero sus oficiales le hicieron recordar que nunca recibieron
contestación de su radiograma al coronel Cantú; entonces
decidieron que el capitán Efrén Juárez debía ir al encuentro.
Juárez regresó para contar que Cuevas traía un mensaje
del coronel Cantú de que cuando él tuvo oportunidad de
contestar el radiograma la expedición ya andaba en el
Carolina Dixon. Ahora les ofrecía la ayuda moral y material
de su gobierno, poniendo a su disposición las provisiones
de boca, semillas de cultivo e implementos de agricultura
que pudiera necesitar la Colonia, y terminaba invitando al
capitán Calles a visitarlo en Mexicali.
Después de dedicar dos meses sin éxito en buscar terrenos
aptos para cultivo y que no se inundaban, tomaron la decisión
de cambiar la Colonia al área de San Luis, como el viejo
amigo don Eustaquio Cáceres les había aconsejado desde
el principio. Ayudaron en el traslado algunos “fayuqueros”
que llegaron de Yuma a La Bolsa trayendo mercancías
como frutas, dulces, baratijas, tabaco, etcétera a precios
exorbitantes, hasta que Calles estableció un límite y a la vez
52
exigió a cada comerciante al regresar a San Luis cargara su
automóvil con familias e impedimentos de la Colonia.
En San Luis, dos de las cuatro familias mencionadas
vivían a pie del médano a la orilla de una ciénaga formada
por los derrames procedentes de los canales de riego del valle
de Yuma. Entre la falda del médano y la ciénaga había una
espesísima extensión de cachanilla y entre la ciénaga y el
río una intrincada selva. Tuvieron que trozar la cachanilla
para obtener terrenos donde ubicar el futuro pueblo y
canalizar las aguas de la ciénaga para poder emparejar
las tierras para convertirlas en terrenos cultivables. Una
vez transformado el pantano, los ingenieros empezaron a
fraccionar el terreno en parcelas, marcando los límites con
banderas. Levantaron planos correspondientes e iniciaron
los trámites oficiales para establecer los derechos de
propiedad. La Secretaría de Agricultura les informó que
los terrenos eran parte de la concesión Andrade pero podía
otorgar posesión provisional en cada caso.
Ya en San Luis, los de la Colonia tenían comunicación
rápida con el resto de mundo; el pueblo de Gadsden estaba
a cinco millas, Somerton, a catorce y Yuma, a veinticinco.
Wilhelmy nos cuenta mucho más sobre los interesantes
primeros años del pueblo de San Luis y los cultivos establecidos.
Entre otros que llegaron, para establecerse como agricultores,
estaba el entonces coronel, Abelardo L. Rodríguez quien
Wilhelmy había conocido antes y ahora se hicieron amigos.
Wilhelmy nombró ese capítulo de su libro La fracasada
Colonia Agrícola-Militar del Río Colorado. No estoy de
acuerdo con esa designación. No obstante las muchas
dificultades que enfrentaron y el eventual abandono de
la colonia, lograron establecer la agricultura en el lado
sonorense del Colorado aprovechando las buenas aguas
que sobraban del sistema del valle de Yuma, iniciando el
crecimiento de San Luis. Además se dieron cuenta de que el
coronel Cantú era un patriota, no el traidor, como algunos
pretendieron. Es cierto que los generales no tomaron eso
en cuenta y en 1920 organizaron una expedición militar
muy fuerte para reconquistar Baja California. Wilhelmy
acompañaba al general Abelardo L. Rodríguez en esa nueva
aventura. Lo cuenta muy bien, pero será otro día cuando les
narramos ese fragmento histórico.
Bibliografía:
Wilhelmy, Adolfo (1956). Periodismo, Teatro y Revolución,
Talleres de la Editora de Mexicali.
El IMSS en el valle de Mexicali

Ángel Juárez Estrada*

A
finales de los años de 1950, y debido al crecimiento
demográfico del valle de Mexicali, urgían las
asistencias médicas para toda la comunidad de
jornaleros que las requirieran.
Inicialmente los servicios médicos que se propor-
cionaban eran con lo más elemental: al paciente que
necesitara atención médica se le daba, procurando tener
toda clase de cuidados para no lamentar ningún deceso,
que afortunadamente nunca sucedió.
Así lo relata el doctor Manuel Zapién G., que dio sus
mejores años al servicio de la comunidad del entonces
naciente Seguro Social de Cuervos.
En 1959, la primera clínica que se instaló en Cuervos era 2000. Plaza en reconocimiento al general Lázaro Cárdenas del Río, en
Ciudad Morelos.
con cuartos prefabricados; es decir, se armaban uniéndolos
con tornillos para después levantar una pared, ventanas
y techo. Esta pequeña clínica se localizaba atrás del
edificio que ocupara la Escuela Padre Ugarte, y después
la delegación del poblado. El señor Zapién comenta en su
relato, que en esa clínica provisional no se contaba con aire
acondicionado, y que cuando el clima era insoportable, las
consultas las realizaban en los patios de la clínica para de
esa manera mitigar el calor sofocante.
Después de sufrir por un tiempo las incomodidades de la
pequeña clínica, donde nació el Seguro Social, llegamos al
año 1964, que se terminó de construir el nuevo y funcional
Hospital Clínica del Seguro Social, y que se localiza hasta la
fecha a la salida del poblado, rumbo al ejido Pachuca.
La inauguración fue el 20 de febrero de 1964, con una
gran fiesta popular. El pueblo se vistió de gala para recibir 2000. Clínica Hospital del IMSS de Ciudad Morelos.

*
Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali” A. C.

53
1964. Placa de inauguración del IMSS en beneficio de los trabajadores
y campesinos del ejido Morelos.
1955. Carretera de ingreso a Ciudad Morelos, antes Cuervos.
a un huésped distinguido, el entonces presidente de México,
licenciado Adolfo López Mateos. Para ese año el valle de
Mexicali ya contaba con varias clínicas del Seguro Social
distribuidas estratégicamente en los principales poblados.
La presencia del licenciado López Mateos se aprovechó
para inaugurar las clínicas del poblado Guadalupe
Victoria, ejido Hermosillo, ejido Nuevo León y la clínica
de Luis B. Sánchez.
El primer director del Hospital Clínica del Seguro Social,
fue el doctor Rodolfo de las Fuentes, y fue a él al que le
tocó organizar y estructurar las bases que regirían el buen
funcionamiento que hasta hoy se tiene.
El segundo director fue el doctor Marcos Santoyo, y
le siguieron los doctores Manuel Güereña y Javier Ochoa
Chávez; de los posteriores no tenemos los nombres;
pero estos fueron los primeros doctores que iniciaron la
administración del IMSS en Ciudad Morelos.
54
Doctor Rodolfo de las Fuentes Rodríguez. Nació en Saltillo, Coahuila
en 1917, médico por la UNAM. Arribó a Baja California en 1946, laboró
en el poblado de Cuervos (hoy Ciudad Morelos) donde fue director de
la Clínica 3 del IMSS.
Los ejidos que se han beneficiado con esta asistencia
médica son: Pachuca, Mérida, Tepic, Morelos, República
Mexicana, Gertrudis Sánchez, Oribe de Alba, Paredones,
Tabasco, Algodones, José María Rodríguez M., 5 de
Mayo, colonia Granados, colonia Libertadores, y otros
lugares aledaños.
En la vida del servicio médico de Ciudad Morelos
recordamos a los pioneros del movimiento inicial que de una
u otra manera nos han legado su profesionalismo, y es así
como recordamos con agrado a los doctores Rodolfo de las
Fuentes, Héctor Cortés Aponte, Marcos Santoyo, Ignacio
Nieto Bernal. Jaime Pankoski, Carlos Cevallos Nava,
Manuel Güereña Valle y Jesús Pérez González.
Para la elaboración de este artículo se contó con el apoyo
del profesor Pedro Ríos Pérez, de su Compendio Regional de
Cuervos realizado en 1990.
Libros, reseñas, comentarios...
La conquista del agua y del imaginario: Mexicali y Valle Imperial, 1901-1916 de
Miguel Ángel Berumen
C
abe dar la bienvenida a un
nuevo libro escrito sobre la
historia inicial del valle de
Mexicali, es decir, la que corresponde
a principios del siglo XX. Su autor es
Miguel Ángel Berumen, originario
de Ciudad Juárez, Chihuahua, donde
nació hace solo 52 años. Con varios
libros de historia en su haber, Berumen
es sociólogo, y analista de cine para la
radio y televisión.
El título del libro La Conquista
del Agua y del Imaginario, Mexicali
y Valle Imperial (1901-1916) sugiere
algo imperceptible, con la palabra
“imaginario”, y a pesar de su promi-
nencia y de su uso a lo largo del texto,
no queda claro su significado o la
característica que pretende destacar
para este lector. Dicho problema se
agudiza porque el libro no cuenta con
una introducción que explique las
intenciones del autor sobre su obra. Por
ejemplo, no nos explica porque se ocupó
de esta historia en particular. No señala
a que público de lectores está dirigida la
obra. Tampoco menciona un argumento
general o tesis que le pudiera dar sentido
y cohesión a su contenido.
La obra consta de cinco apartados:
La Frontera se hace visible; La conquista
del agua; La memoria selectiva; El
Egipto de América entra en crisis; y
La conquista del imaginario. Como se
podrá apreciar de estos cinco apartados,
* Miembro de la Sociedad de Historia “Centenario de Mexicali”.
tampoco revelan una secuencia de
acontecimientos que nos permitiera
entender la organización de este libro de
historia regional. Ni siquiera es evidente
la razón o razones del periodo histórico
que el autor escogió para su libro. El
primer año de “1901” resulta más fácil
interpretar que el segundo de “1916”.
La importancia histórica de 1901, tanto
para Mexicali como el Valle Imperial,
es la introducción de agua del Río
Colorado a los valles mencionados, con
lo que se inició el desarrollo regional. El
segundo año da lugar a la especulación.
Según el autor: “No fue sino hasta
1916 que el valle de Mexicali igualó al
estadunidense (sic) en la producción de
algodón, con una cantidad de 14,163
hectáreas (sic). (p. 262).
Es más probable que el periodo
escogido por el autor se relacione
con “la disputa por el agua del Río
Colorado que ambos países libraron en
la zona de Mexicali y Valle Imperial
entre 1901 y 1916” (p. 31). Este
periodo tiene sentido si confiamos en
las palabras atribuibles al expresidente
de los Estados Unidos de América,
Ulises S. Grant, en una visita a México
quien supuestamente dijo que su país
“había dejado atrás la conquista de
más territorios mexicanos para dar
paso a la del mercado y los recursos
naturales de la nación” (p. 31). Con
lo que se puede inferir un cambio de
Sergio Noriega Verdugo*
forma más no de fondo en la política
expansionista de Estados Unidos.
De ser este el caso también tiene
sentido el que la línea divisoria entre
México y Estados Unidos, en los valles
de Imperial y Mexicali, cobrara más
importancia a partir de la introducción
del agua. Berumen, citando la prensa
extranjera de entonces, da una amplia
muestra de norteamericanos que
querían adueñarse y controlar la parte
norte del Valle de Mexicali. También esto
tiene sentido, pues a partir de entonces
la tierra valía mucho más que antes y
dado que el agua que llegaba al Valle
Imperial cruzaba por el valle de Mexicali
a través del Álamo, muchos agricultores
norteamericanos consideraban inadmi-
sible su dependencia de México.
El título del libro: La Conquista
del Agua y del Imaginario, Mexicali
y Valle Imperial, 1901-1916 resulta
aún más confuso. Es decir, puede
55
llevarnos a creer que se trata de la
historia original, en orden cronológico
de dos pueblos fronterizos. O puede
hacernos pensar que se trata de dos
historias paralelas, cada una separada
de la otra, tal vez con el propósito de
poderlas comparar. La verdad es que
no es una ni la otra. Como el documento
se centra sobre el manejo del agua con
fines de irrigación y dado que fueron
norteamericanos los que tomaron la
iniciativa para introducir el líquido al
desierto, ellos resultan los principales
protagonistas. Y desde luego no tiene
nada de malo que el libro hable más de
ellos que de nuestros pioneros.
Ningún libro de historia lo dice todo.
La narración de la historia siempre es
selectiva, pues pretende explicar los
eventos del pasado. Sin embargo, aquí
se trata de una narrativa inconexa. Un
problema es que el autor señala eventos
que no explica. La historia que nos cuenta
se encuentra salpicada por personajes
y acontecimientos sin antecedentes o
consecuencias. Como ocurre desde el
principio del libro, después de mostrar
un mapa y una fotografía. El texto
comienza en la página tercera haciendo
referencia al general Harrison Gray Otis,
del que nos dice de manera escueta fue
“uno de los hombres más poderosos de
California y dueño también de 80% de
la tierra irrigable del valle de Mexicali”
(p. 3). La siguiente referencia sobre el
mismo personaje no aparece sino hasta
la página 16.
Otros protagonistas de esta historia
aparecen en la página 10:
George Chaffey y Charles Rockwood,
presidente e ingeniero en jefe de la
California Development Company,
respectivamente, decidieron construir
56
en México, a través de su subsidiaria
en el país, La Sociedad de Irrigación y
Terrenos de la Baja California, un canal
que condujera el agua por gravedad
hasta el Valle Imperial sobre el antiguo
lecho del arroyo Álamo, en una zona que
hoy se conoce como el valle de Mexicali.
La siguiente mención sobre Charles
R. Rockwood aparece al pie de una
fotografía en la página 34, para
efectos de identificarlo entre otras
personas, junto a una compuerta en
construcción que lleva su nombre.
El libro no se ocupa de explicarnos
los personajes que hicieron posible la
infraestructura hidráulica de los valles
de Imperial y Mexicali ni de quienes
lucharon por reencausar las aguas
del Río Colorado para que fluyeran
hacia el golfo de California, durante
la inundación de 1905 a 1907. Lo que
sí hace el autor es mencionar quienes
tomaron las fotografías, algunas
razones explicando el porqué de las
mismas y aproximar las fechas en que
fueron tomadas.
Reconocemos que la escasez de
información sobre el pasado siempre
limita lo que cualquier historiador
puede contar respecto a protagonistas
como a los hechos. Sin embargo, lo
que Miguel Ángel Berumen comenta
en su libro no resulta particularmente
novedoso. Existe mucha información
publicada, misma que atestigua la
amplia bibliografía incluida en su
libro. Por lo tanto, la lectura del libro
hace pensar que el autor no aprovechó
cabalmente la información a su alcance.
El texto de Miguel Ángel Berumen
resulta polémico y con algunos
errores, pero sobresalen las fotografías
que contiene. La Conquista del Agua
y del Imaginario nos proporciona
una selección extraordinaria de
fotografías, principalmente de
canales y presas de ambos valles a
principios del siglo veinte. Además no
es solo la cantidad de fotografías que
es extraordinaria, sino también su
calidad. Además del rescate pictórico,
que esto implica, el libro proporciona
algunos mapas interesantes.
La conquista del Agua y del Imaginario
consta de 280 páginas, mismas que
incluyen notas al final de cada apartado
y de una bibliografía extensa. La
investigación realizada fue financiada
por el Fondo Nacional para la Cultura y
las Artes y los productores asociados son
World Cotton Traders y Gabriel Flores.
La obra fue publicada en 2013.
Referencias
Cory, H.T., “Irrigation and River
Control in the Colorado River Del-
ta”, American Society of Civil En-
gineers, Transactions Paper No.
1270, January 8th, 1913.
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nes norteamericanas en México, Mé-
xico, D.F.: Ediciones Era.
Hendricks, William O. (1996). Guiller-
mo Andrade y el Desarrollo del Delta
Mexicano del Río Colorado, 1874-
1905, Mexicali, B.C.: Secretaría de
Educación Pública y Universidad
Autónoma de Baja California, 1996.
Hundley Jr., Norris. (1990). Dividing
the Waters: A century of Controversy
between the United States and Méxi-
co, Berkeley and Los Angeles: Uni-
versity of California Press, 1966.
Tout, Otis B., The First Thirty Years,
1901-1931, Facsimile Reprint Edi-
tion, Holtville, California.
Ayer y hoy
Cañón de Llanos

1918. El coronel Esteban Cantú y su equipo de trabajo en el arranque de la Cuesta, en el cañón de Llanos. El arroyo corre por
entre rocas, mismas que todavía existen.

2010. El GEU (Grupo Explorador Universitario) librando el arroyo y las rocas del cañón de Llanos, en el inicio del ascenso a La
Rumorosa por el viejo camino nacional, en el tramo de la Cuesta de Cantú. Foto: Colección Víctor Beltrán Corona.
3
A Picachos por la cuesta de Cantú

2010. El cañón de Llanos, por donde se construyó la Cuesta de Cantú. Visto desde la cima de la Sierra de Juárez.

2010. Característicos de Picachos son los cerros Teta de la India y Cerro de las Plastas que alcanzan una altura de 1,400 metros. Se
encuentran en el lindero sur de una importante cuenca hidrológica que siempre tiene agua en el arroyo de Picachos, mismo que corre
al oriente y desemboca en el cañón de Llanos. Texto y foto de la Colección de Alberto Tapia Landeros.
4