DE CONSTRUCCIÓN
La construcción y los materiales.
Podemos definir las técnicas de arquitectura como los métodos para la construcción con
determinados materiales. Para construir existe no sólo el condicionante de los materiales
usados, sino también el grado de tecnología que tenga la sociedad en cuestión, las
herramientas, el tipo de transporte para los materiales y la durabilidad de éstos. La
evolución de las técnicas está condicionada por la fuerza económica, que busca conseguir la
mayor estabilidad y persistencia en lo que se construye, y la fuerza estética, que a veces
hace florecer incluso nuevas técnicas de aplicación. Se trata siempre de construir una
estructura estable; ya que sobre un edificio actúan fuerzas que lo pueden desestabilizar,
como es su propio peso y las cargas. Para mantener la estabilidad hay que equilibrar estas
fuerzas, lo cual se consigue con una serie de elementos arquitectónicos.
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La construcción en piedra .
Es uno de los materiales mas usados. Las rocas naturales se clasifican en: Eruptivas, que a
su vez pueden ser plutónicas, como la sienita o la diorita, de gran dureza y entre las que se
encuentra el granito; y volcánicas, como los pórfidos, traquitas y diabasas, que se suelen
usar en pavimentación o como componentes de los morteros. Los basaltos se usan en
construcciones masivas de fábrica. Sedimentarias, donde destacan las areniscas, formadas
por granos de cuarzo cohesionados por cementos naturales. Se pueden tallar fácilmente y
por eso se usan en sillerías y en decoración. Las calizas se emplean mucho en construcción,
entre ellas la grauwaca o los travertinos. Metamórficas, como el gneis o granito
metamorfoseado en todas sus variantes, la serpentina o las pizarras y cuarcitas. El mármol
procede de recristalizaciones de las dolomías y de las calizas
La construcción preindustrial .-
• Sistemas estáticos, basados en piezas rectas de gran formato, dinteles y arquitrabes, que se
apoyan en estructuras masivas de muros y pilares
• Estructuras dinámicas, que transforman los esfuerzos a flexión de las piezas, a través del
diseño en arco, bóveda o cúpula, que se transmiten hasta las estructuras portantes a través
de los componentes verticales que absorben muros o pilares y esfuerzos horizontales que se
recogen por medio de contrafuertes.
Los mesopotámicos construían templos con muros exteriores de ladrillo y tejados planos
sobre vigas o dinteles de madera. Las mezquitas musulmanas o los palacios persas también
desarrollan una arquitectura adintelada, en la que un muro y un bosque de columnas de
piedra dominan el espacio vacío. En la arquitectura griega el espacio interior se resuelve
como una gran sala rectangular de techo plano sostenido por líneas de columnas
regularmente dispuestas. Se preocupan de conseguir una organización armoniosa y racional
del cerramiento. Las columnatas de los distintos órdenes: jónico, dórico y corintio
conforman las fachadas y sustentan grandes dinteles de piedra bajo triglifos y metopas, y
sobre ellos suele haber frontones y cornisas esculpidos.
Ya con el imperio romano llega la arquitectura abovedada como una nueva fórmula para
cubrir los espacios. Aparecen el arco, la bóveda y la cúpula, que hacen olvidar las
estructuras horizontales de madera o de piedra, y por eso se pueden construir edificios
mucho más grandes. Se crean espacios interiores diáfanos, cada vez más grandes y
liberados de los gruesos paramentos por la apertura de grandes vanos que sirven de
iluminación. Todo ello se cubre con superficies cóncavas situadas a gran altura, bóvedas y
cúpulas cuyo punto focal se encuentra en el interior de la estructura y no en el exterior. Se
usan en la construcción sillares, ladrillo u hormigones a base de morteros. Ejemplo de
cúpula es el Panteón de Roma ., que tiene un diámetro de 43,50 metros e igual altura. Es un
enorme recinto circular con gruesos muros de ladrillo para soportar los empujes
horizontales, y sobre ellos se levanta la inmensa cúpula construida por sucesivos vuelos de
placas de hormigones aligerados con árido de piedra pómez. Las bóvedas paralelas
permiten la elevación de varias plantas sobre arquerías con un reparto de esfuerzos en
pirámide, como es el caso del Coliseo de Roma o la basílica de Constantino, que consta de
una gran nave central cubierta por bóveda semicircular y naves laterales con bóvedas
perpendiculares a la principal para absorber los empujes horizontales, por lo cual la gran
bóveda central solo necesita como apoyos verticales unas columnas adosadas reducidas a
pilastras. La arquería posibilita equilibrar los empujes horizontales reduciendo los esfuerzos
a verticales en las fachadas o en los espacios interiores, casi libres de estructura vertical,
con enormes superficies donde el vacío domina el paramento macizo. Permiten también
salvar
grandes luces con estructuras conformadas por elementos portantes de secciones reducidas,
como sucede en los acueductos, tales como el de Nimes o el de Segovia.
El estilo gótico no hace sino usar y desarrollar las anteriores soluciones. En esta estructura
la base es la concentración de los esfuerzos de las cubiertas en puntos concretos, mientras
que en el románico el peso de las bóvedas se repartía a lo largo de los muros sustentantes.
El gótico usa las bóvedas nervadas que permiten liberar los muros y hacer grandes
ventanales.
En el Renacimiento reaparece la arquitectura clásica y se estudian de nuevo las reglas de
Vitrubio. Se enfatizan las ideas modulares, las ideas de proporción y simetría, y se resucitan
los órdenes clásicos. Palladio, Alberti, Serlio o Vignola son los teóricos del momento.
Nacen arquitecturas horizontales, centradas y simétricas, que se resuelven mediante
soluciones arquitrabadas o adinteladas, con superposición de arquerías de Tema I. Técnicas
y medios artísticos. María Isabel Espiñeira Castelos. UNED curso 2011-12 16 distintos
órdenes y cubriciones planas de madera. Las cúpulas se usan para cubrir los espacios
centrales de las plantas o los cruceros de las iglesias. Podemos poner como ejemplo la de
Brunelleschi en Santa María dei Fiori.
En el siglo XVIII aparece el hierro fundido. Aunque era un material conocido desde la
Prehistoria, apenas se había usado en construcción. El mismo Alberti recomendaba en el
Renacimiento usar materiales en su estado natural, como la piedra. Miguel Ángel empleó el
hierro en zunchos para ensamblar la cúpula de San Pedro del Vaticano, aunque se tratase
tan sólo de simples elementos de trabazón. El hecho de que apenas se haya usado el hierro
en construcción se debe a que era costoso construir con él y era poco resistente a algunos
cambios atmosféricos. La revolución industrial vendría a cambiar todo esto. El primer
efecto de la industrialización fue la extensión del uso del ladrillo, aunque la auténtica
revolución fue el hierro. Las primeras estructuras metálicas complejas se montan a
mediados del siglo XIX. Después del incendio de las cubiertas del Teatro francés de Paris,
Víctor Louis hace una estructura de hierro sobre la que asentar la Tema I.
cubierta. Poco a poco se va usando para muchas cubiertas en edificios públicos, como
teatros o grandes almacenes. En 1818 se aplicará en el Royal Pavilion de Brighton, donde
Nash proyecta una fantasía de estilo indio rematada con una cúpula en forma de bulbo,
sostenida por una estructura de columnas de hierro. Más tarde se realizarán estructuras
como la del Hall Central de Paris o el Palacio de Cristal de Paxton, en la exposición de
Londres. Ambos están construidos en hierro y cristal. El edificio londinense establece una
nueva relación entre los medios técnicos y las finalidades representativas y expresivas del
edificio. Se crea un nuevo espacio arquitectónico que rompe con la opacidad, y a la manera
de las catedrales góticas, los muros se hacen transparentes, enlazando interior y exterior.
Las bibliotecas Nacional y de Santa Genoveva en Paris, junto con la cúpula de la Ópera,
además del Museo de la Universidad de Oxford o las estaciones de San Pancracio de
Londes y de Atocha en
Madrid son estructuras muy del momento. Pero el punto cumbre se alcanzará con la Torre
Eiffel, construida para una Exposición Universal.
El vidrio es un mineral que se obtiene por la fusión a altas temperaturas de una mezcla de
arena y carbonato sódico o potásico, con pequeñas cantidades de carbonato cálcico,
magnesio, aluminio. Se modela caliente cuando la pasta está fluida y desde el siglo XV se
llamó cristal al producto más transparente y puro. Al principio su uso
se limitaba a la creación de piezas artísticas, pero en el siglo XIX se incorpora a la
construcción. Poco a poco van aumentando los vanos en los edificios hasta llegar a la
construcción de muros de cristal. El vidrio plano es el usado en vidrieras y aparece por
primera vez en la ciudad de Pompeya. Se trabajaba con la técnica del soplado, estirándolo
con pinzas, o con la llamada corona de vidrio, que consiste en hacer rotar una burbuja de
vidrio soplado hasta lograr una placa delgada en forma de disco. El problema era que se
conseguía un vidrio de escasa calidad. En el siglo XVII se logró una nueva técnica de
elaboración de vidrio, que se vertía fundido sobre un molde y se aplanaba con un rodillo
metálico para luego pulirlo con arena de cuarzo. Su uso en arquitectura se hizo decisivo
porque posibilitó el desarrollo de los vanos en fachadas y la mejora de los sistemas de
aireamiento y luminosidad de interiores. En el siglo XIX los procesos industriales de
fabricación aumentan su calidad, transparencia y dimensiones. En construcción son
decisivos a este efecto Paxton y Turner, con sus invernaderos de cristal. La construcción de
pabellones de cristal en las diferentes exposiciones universales o el desarrollo de los
rascacielos afianzó la técnica del vidrio, mientras que las tesis de Paul Scheerbart en
Arquitectura de Cristal establecen las bases teóricas de un nuevo lenguaje arquitectónico.
Los paramentos se convierten ahora en “muros cortina” apoyados en estructuras de hierro y
hormigón. El uso del cristal ha cambiado el concepto arquitectónico y la relación interior-
exterior.
El hierro fundido se desarrolló de manera notable y a finales del siglo XIX se produjo un
descubrimiento trascendental, el acero, producto elástico y muy resistente, que deja atrás al
hierro fundido. El hormigón aparecerá en 1849, descubierto por Monnier, aunque no se
aplica en arquitectura hasta 1883. El estupendo comportamiento a flexión de los aceros
hace que este material sustituya a todos los conocidos hasta el momento. Ya no existen
limitaciones en el diseño de estructuras, tanto verticales como horizontales, y se construyen
edificios de alturas imponentes, al tiempo que se salvan vanos con luces rectas, lo que da
lugar a interiores de grandes dimensiones, libres de estructuras.