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Título: “Todo lo que haces se devuelve”

Autora: Clara Pérez

4 Personajes:

1. Casilda: Habitante del pueblo que se preocupa por ayudar a las personas que
necesitan.
2. Mariana: Ayudante de Casilda en la recolección de ayuda.
3. Policarpo: Dueño del almacén del pueblo.
4. Francisca: Esposa de Policarpo.

ACTO I

Ambientación: Almacén de pueblo.


Introducción: Casilda y Mariana llegan muy consternadas al almacén a solicitar
ayuda a Policarpo y su esposa.

Casilda (Con cara de tristeza y preocupación): Buenos días don Policarpo ¿Cómo
se encuentra?

Policarpo: Muy bien doña ¿En qué puedo servirle?

Mariana (tomando la palabra): ¿Cómo le va? No sé si ya se enteró que el rio creció


en la parte sur y la gente que vivía cerca perdió sus casas, eso se llevó todo, no dejo
nada a su paso, esa gente se la está viendo muy mal.

Francisca (preocupada): Si nos enteramos pobre gente ¿Ahora qué harán?

Policarpo (Sin poner mucha atención): Si eso oímos, designios de Dios, les va a
tocar duro para levantarse, pero a trabajar, es lo que toca.

Casilda: Si les va a tocar muy duro, pero ahora no tienen nada, ni ropa, ni comida,
les dieron un lugar en la iglesia para quedarse pero necesitan todo lo demás, nosotras
queremos ayudarlos y estamos haciendo una colecta en el pueblo para llevarles las
cosas necesarias, leche, comida, ropa, cobijas, agua potable, medicinas.

Policarpo (asintiendo): Muy bien, espero que tengan mucha suerte y consigan
ayudar a esa gente.

Mariana (negando con la cabeza): No señor Policarpo, no vinimos solo a contarle,


vinimos a solicitar su ayuda, usted tiene un almacén, y es una de las personas más
pudiente del pueblo, échenos una manito y done algo para ayudar a las personas que
están pasando por esa tragedia.
Francisca (tomando la mano de Policarpo): Si Poli, vamos a donar algo, esa gente
debe sentirse desbastada.

Policarpo (soltando la mano de Francisca y caminando para alejarse un poco):


Miren, a mí me da tristeza con esa gente, pero esto no es una casa de caridad, todo
lo que vendo a mí me cuesta, si regalo las cosas pierdo, y no puedo volver a comprar,
las felicito por su iniciativa, pero no puedo ayudarlas.

Francisca (sorprendida): ¡Poli! ¿Cómo no puedes ayudar? personas que tienen


menos lo están haciendo.

Mariana: No le pedimos mucho, cualquier cosa que pueda donar es una gran ayuda.

Casilda: Póngase la mano en el corazón don Poli, hoy son ellos y mañana podemos
ser nosotros.

Policarpo (convencido de no ayudar): Si Dios decide que en algún momento


seamos nosotros los que pasemos por eso, ya veremos cómo salir adelante, yo tengo
dinero guardado, la gente no previene.

Casilda (molesta): Vamos Mariana, es evidente que don Poli no nos va a ayudar,
que se le multiplique todo lo que tiene don Poli y gracias por nada.
Casilda y Mariana salen del almacén y francisca molesta deja a Policarpo solo en la
tienda.

ACTO II

Ambientación: Salón solo con un montón de cajas apiladas, cobijas, mantas y


suministros.

Introducción: Casilda y Mariana organizan las cajas en el salón, sus caras son de
tragedia, están despeinadas y sucias. Entra Policarpo y su esposa en las mismas
circunstancias, despeinados, la ropa sucia y rota.

Policarpo (deprimido): ¡Dios! ¿Cómo nos vino a pasar esto? Lo perdimos todo, esta
vez el rio creció hacia este lado y nos dejó sin nada.

Casilda (preocupada): ¿Están bien? ¿No les paso nada?

Francisca: Afortunadamente logramos subir a la montaña y salvamos nuestra vida,


es lo que importa.

Mariana (irónica): ¿Y que lo trae por aquí don Poli?

Policarpo (molesto por la pregunta): Estoy haciendo turismo Mariana. Vine a


refugiarme como todos los que perdimos nuestras casas.
Mariana (sin perder la ironía): ¿Se va a refugiar aquí? Hace 8 meses exactamente
a la gente del sur le paso esto mismo, y usted se negó a ayudar, porque tiene dinero
guardado y cada quien tenía que resolver sus problemas. Y ahora ¿Se va a refugiar y
a servir de la ayuda de esa gente que no quiso ayudar antes?

Francisca (avergonzada): Mariana tiene razón Poli, debes buscar como resolver, y
no aprovecharte de la ayuda de la gente que tú te negaste a ayudar.

Policarpo (también avergonzado y dándose cuenta de su egoísmo): Lo se


Francisca pero estamos incomunicados, lo perdimos todo y no puedo llegar al banco
¿Qué puedo hacer?

Casilda (en tono conciliador): Nada don Poli, aquí es bien recibido, la ayuda es para
todos porque existe gente buena y capaz de ayudar al necesitado, pueden quedarse,
pero espero que esto le haga aprender la lección. Hoy por ti, mañana por mí.

Policarpo, se acerca a Casilda tomando su mano y sonriendo en gesto de


agradecimiento.

FIN
Título: “Un macho muy dócil”

Autora: Clara Pérez

3 personajes:

1. Fausto: Hombre machista


2. Cantinero: Compadre de Fausto.
3. Mara: Esposa de Fausto.

ÚNICO ACTO

Ambientación: Una cantina


Introducción: El cantinero se encuentra limpiando las mesas de la cantina que aún
se encuentra cerrada, cuando llega Fausto muy animado.

Fausto (Hablando alto y muy animado): Hola compadre ¿Cómo me le va? Sírvame
una copa que tengo la garganta seca.

Cantinero (Haciendo cara de pocos amigos): Compadre son las 11 de la mañana,


la cantina está cerrada ¿no ve que estoy limpiando?

Fausto (burlándose de su compadre): Compadre parece una vieja limpiando


mesas, contrate una mujer que limpie, los hombres no estamos para trapear.

Cantinero (sonriendo con desgano): Déjese de hablar estupideces compadre, que


en el pueblo se dice que usted hasta tiende las camas cuando la comadre se pone
fuerte.

Fausto (poniendo cara de impresionado): ¿Quién dijo eso? Yo soy un macho


compadre, yo no hago cosas de viejas, eso de limpiar y oficios es para ellas, para eso
las trajo Dios al mundo, pues ¡para servirnos!

Cantinero (desaprobando con la cabeza): Usted finge haberse quedado en el


pasado compadre, ahora con eso del feminismo y la igualdad, la mujer limpia si
quiere, sino, pone al marido, como lo ponen a usted.

Fausto (molesto): Mire compadre, mejor sírvame un trago y deje de estar repitiendo
los chismes del pueblo, en mi casa mando yo, y si mi mujer no le gusta, se aguanta,
cuando una mujer se casa, sabe que tiene que obedecer al marido, Sino que se quede
vistiendo santos.

Cantinero (riendo ya con más ganas): Como habla estupideces compadre, seguro
que viene a gastarse el dinero del mandado, yo no quiero problemas con la comadre
Mara, así que mejor vaya a hacer su mandado y no venga a gastarse la plata aquí.
Fausto (subiendo el tono de voz): ¿Y quién le dijo a usted que Mara puede decirme
que hacer con el dinero? Usted si se nota que su mujer lo trae con la cuerda bien
corta compadre, lo compadezco.

Cantinero (burlándose): Si compadre, como le digo pues, mi mujer me trae bien


sometido, al menos no me pega, eso hay que agradecerlo.

Fausto: Sírvame el trago pues ¿Va a pasar toda la mañana diciendo sandeces en vez
de servirme?

Cantinero: Bueno compadre, pero no me hago responsable, si la comadre se


molesta, usted se echa la culpa.

El cantinero sirve el trago y cuando ya lo acerca a Fausto entra una mujer gritando
su nombre.

Mara (Gritando y en tono amenazante) ¡Fausto! ¿Me puedes decir qué demonios
haces tú en la cantina?

Fausto (petrificado y con los ojos muy abiertos por el asombro, aún de espaldas
contesta en voz muy baja) Amor ¿Qué haces aquí?

Mara (sin dejar de hablar fuerte y muy molesta): Eso pregunto yo, ¿Qué haces tú aquí? Yo
te mande a comprar la comida para los cochinos, y en la casa hay una ruma de platos que
lavar y hay que limpiar el patio, ¡Qué bello! Y el señor perdiendo el tiempo.

Fausto (tratando de recuperar la dignidad): Bueno amor, pero tú no haces nada, podías
lavar los platos al menos.

Mara (indignada): ¡¿Qué?! ¿Qué dijiste Fausto? Y usted compadre de alcahueta

Cantinero (excusándose): No comadre a mí no me meta, yo estaba limpiando la


cantina y el llego solo aquí.

Mara: Te pregunte ¿Qué dijiste fausto?

Fausto (asustado): Nada mi amor.

Mara (Tomando su cartera y comenzando a golpear a Fausto) Párate de ahí y vamos a la casa,
sinvergüenza, ya vas a ver cuando lleguemos, ¡muévete!

Fausto se levanta tratando de cubrirse de los golpes de Mara y el cantinero riendo los ve alejarse.

Cantinero (Gritando para que Fausto lo escuche y riendo a la vez): Así es compadre, no se deje que
usted es el que manda ¡es un macho!

FIN
Título: “Una apuesta donde gana la autoestima”

Autora: Clara Pérez

5 personajes:

1. Milagros: Chica insegura.


2. Carmen: Chica de buen humor medianamente inteligente.
3. Dora: Chica segura de sí con alta autoestima.
4. Paula: Chica relajada que conoce el trabajo pero es tímida, no confía en ella.
5. Dueño del parque: Quien hace las contrataciones.

ACTO ÚNICO

Ambientación: parque de diversiones, donde hay una oficina de contratación.

Introducción: 4 chicas deciden solicitar un empleo en un parque que acaba de


llegar a la ciudad, solo una de ellas conoce el trabajo, pero deciden hacer una apuesta
a ver quién logra ser contratada.

Paula (muy entusiasmada): Bueno, ya estamos aquí, ahora vamos a hacer algo, cada
una hará la entrevista con el dueño del parque y la que logre el trabajo gana.

Milagros (sentándose en una banca): No me parece justo, tú eres la única que tiene
experiencia, es una apuesta injusta.

Dora (caminando muy segura frente a Milagros): Milagros, deja el miedo, cuando
se quiere se puede, hagámoslo ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué nos digan que
no? De todas formas hay un solo empleo y tres de nosotras quedaremos sin él, así
que tómalo como un reto y listo.

Carmen (moviendo sus manos sobre su cabeza en señal de disipar dudas): Bueno,
bueno, ya, vamos a hacerlo, es el momento de demostrar que es lo que tiene cada una
y cual de nuestras cualidades es la que más llama la atención. Quizás sea el
conocimiento de Paula o el miedo a todo de Milagros, quizás sea la gran autoestima
de Dora o mi personalidad relajada y feliz… vamos a poner en juego nuestra
personalidad como si fuera un súper poder.

Dora (riendo la ocurrencia de Carmen): Ok ¿Quién será la primera?

Carmen (decidida): Lo haré yo, deséenme suerte.

Carmen entra a la oficina, donde se encuentra sentado en un escritorio el dueño del


parque.

Carmen (parándose frente al escritorio): Buenos días, soy Carmen y vengo por el
empleo que están ofreciendo.
Dueño del parque (mostrando el asiento): siéntese señorita, voy a hacerle algunas
preguntas y luego de terminar las entrevistas haremos la selección.

Carmen (tomando asiento): Gracias ¿usted dirá?

Dueño del parque (acomodándose en el asiento comienza a preguntar): ¿Tiene


alguna experiencia en el empleo? ¿Sabe tratar con el público? ¿Trabajar bajo
presión? ¿Por qué cree que es la persona ideal para el puesto?

Carmen (respondiendo con una amable sonrisa): No tengo experiencia realmente,


tengo buen trato con las personas, no me gusta mucho la presión, pero puedo
intentarlo y creo ser la persona ideal para el puesto, porque soy inteligente y muy
alegre, y esto es un parque, hay que estar alegre.

Dueño del parque (Sonriendo amablemente): Muy bien señorita, espere que al
final de la entrevista haremos la selección.

Carmen se levanta y sale de la oficina a la vez que hace señas a Milagros para que
entre.

Milagros (sin levantar la cara del piso): Buenas…

Dueño del parque (tratando de apurar la entrevista): Buenos días, tome asiento,
le haré unas preguntas y al final tomaremos la decisión, ¿Tiene alguna experiencia
en el empleo? ¿Sabe tratar con el público? ¿Trabajar bajo presión? ¿Por qué cree que
es la persona ideal para el puesto?

Milagros (Aun con la mirada baja y sin dejar de frotar sus manos): No tengo
experiencia, nunca he trabajado, soy introvertida, no me comunico mucho con la
gente, les caigo mal. ¿Si puedo trabajar bajo presión? Yo vivo bajo presión día a día,
y creo que puedo hacer el trabajo porque soy responsable y obediente.

Dueño del parque (no muy convencido): Bueno, estudiaremos sus respuestas y al
final avisaremos.

Al salir milagros entra Paula con una sonrisa en los labios y pensando que la
apuesta ya está ganada por ella.

Dueño del parque (aún más apurado): Tome asiento y vayamos al grano las
preguntas son, ¿Tiene alguna experiencia en el empleo? ¿Sabe tratar con el público?
¿Trabajar bajo presión? ¿Por qué cree que es la persona ideal para el puesto?

Paula (sonriendo y tomándose del asiento): Tengo experiencia, ya antes trabaje en


algo similar, trato al público muy bien y soy la persona ideal porque no hay que
entrenarme ya se lo que hay que hacer.
Dueño del parque: Muy bien haga pasar a la última señorita y luego daremos la
decisión.

Paula camina hacia la puerta y hace entrar a Dora.

Dora (con la cabeza en alto, caminando muy segura): Buenos días ¿me puedo
sentar?

Dueño del parque (mostrando el asiento): Claro señorita, tome asiento, le haré
unas preguntas y de ellas depende la decisión que tomemos. ¿Tiene alguna
experiencia en el empleo? ¿Sabe tratar con el público? ¿Trabajar bajo presión? ¿Por
qué cree que es la persona ideal para el puesto?

Dora (Acercándose un poco a la orilla del escritorio): Señor le voy a ser muy sincera
no tengo experiencia en el trabajo pero puedo aprender todo lo que me empeño,
puedo tratar al público ser simpática y hacer que se sientan bien. Puedo trabajar bajo
presión por que confió en mí y sé que lo que me propongo lo logro y eso me hace la
persona ideal para el puesto. Creo en mí, confió en mi capacidad y pienso que usted
me dará la oportunidad de desarrollarme en este nuevo trabajo.

Dueño del parque (Sorprendido con las respuestas de Dora): Creo que ya tengo la
decisión, el trabajo es suyo, no perderé la oportunidad de contar con alguien tan
seguro y con una autoestima tan alta, las personas así son capaces de lograr cualquier
cosa en la vida ¡felicitaciones!

Dora sale de la oficina muy feliz abrazando a sus amigas y celebrando con ellas que
su autoestima y seguridad le habían hecho ganar el empleo y la apuesta.

FIN
Título de la obra: “El hijo desobediente”

Autora: Nathalie Marin

4 Personajes:

1. Narrador (Voz en off)


2. Jeison (hijo desobediente)
3. Elizabeth (madre de Jeison)
4. Mathias (Hermano menor de Jeison

Acto I.

(Elizabeth y Jeison sentados en la sala de su casa)

Narrador: Jeison era un joven extraordinario que habitaba con su madre en el


barrio chino de la ciudad, intrépido pero muy rebelde; hecho que ocasionaba
constantemente grandes angustias para su mamá Elizabeth Morantti.

Jeison: ¡Madre!

Elizabeth: Dime hijo, ¿qué necesitas?

Jeison: No encuentro mi camisa de la suerte y hoy tengo una salida importante.


¡Búscala!

Elizabeth: Pero hijo…

Narrador: En seguida Jeison la mira con gran molestia en sus ojos y se da la vuelta;
mientras Elizabeth se dirige a continuar sus quehaceres y a doblar la ropa recién
lavada de sus amados hijos, para salir por la tarde a trabajar y generar dinero para el
sustento de su preciado hogar.

Mathias: Mamá, ¿quieres que te ayude con eso?, yo puedo planchar la ropa.
¡Necesitas descansar!

Elizabeth: Bello hijo no te preocupes, yo puedo hacerlo sola.

Mathias: ¡Insisto madre!

(Elizabeth agradece a Dios por tener un hijo tan servicial)

Elizabeth: Amado Dios, gracias por este hijo tan acomedido que me diste; sin
embargo, hoy te pido con todo mi corazón que le des sabiduría y entendimiento a mi
hijo Jeison y que me lo llenes de mucha salud, porque me angustia los peligros
Acto II.

(Jeison llega a casa para cenar)

Jeison: Hola mamá, ¿ya está la cena?

Elizabeth: No hijo, ¿hoy vas a dormir en casa?

Jeison: No, debo hacer algo importante

Elizabeth: Pero hijo…

(Jeison sale de su casa)

Narrador: Después de observar este escenario, Mathias se acerca a su madre para


consolarla ante su angustia inquietante.

Mathias: Madre, quiero decirte que agradezco todo lo lindo que haces por mí,
porque nadie hace un esfuerzo tan grande como tú.

Acto III.

Narrador: A causa de la desobediencia, Jeison llega a casa golpeado tras haber sido
víctima de un robo en el centro de la ciudad a altas horas de la noche.

(Jeison corre a encerrarse en su cuarto y se arrodilla)

Jeison: ¿Dios pero qué he hecho tan mal para que me ocurra esto?

Narrador: En ese momento tan intenso y de dolor por todo lo que le había sucedido,
vino a su memoria el trato tan amargo dado al ser que le dio la vida.

(Elizabeth entra rápidamente al cuarto de Jeison y se une al llanto de su hijo Jeison)

Elizabeth: ¡Mathias, Mathias!

Mathias: Dios, pero ¿qué te ha pasado hermano?

Elizabeth: Tráeme rápido la caja de primeros auxilios

(Mathias corre a buscar el botiquín de primeros auxilios)

Mathias: Toma mamá.


Narrador: Jeison mira fijamente a su madre, conmovido por el acto inmenso de
amor emanado.

Jeison: ¡Madre!, ¿por qué haces esto por mí? ¡No lo merezco!

Elizabeth: Lo hago porque eres mi hijo.

Narrador: Al escuchar tan sinceras palabras de su mamá, Jeison entra llanto


incontrolable y le pide perdón por no haberla valorado lo suficiente.

Jeison: Perdóname madre, porque no supe valorarte y has sido tanto madre como
padre, has luchado incansablemente por darnos alimento y por hacer de nosotros
mejores personas, y nunca te he agradecido por el esfuerzo tan enorme que has
hecho. ¡Te amo mamá!

(Jeison abraza a su madre, y seguidamente Mathias se une al abrazo en familia)

FIN.
Título de la obra: La conducta inapropiada de Jesse

Autora: Nathalie Marin

7 Personajes:

1. Narrador (Voz en off)


2. Jesse (adolescente de 13 años mala conducta)
3. Ryan (amigo de Jesse)
4. Ronald (niño nuevo)
5. Charles (Papá de Jesse)
6. Damian (Joven de 17 años estudiante de secundaria)
7. Daniel (Joven de 16 años estudiante de secundaria)

Acto I

Narrador: Jesse, un adolescente rebelde especialista en humillar y golpear a los


niños de su escuela. Inesperadamente en un abrir y cerrar de ojos transformará su
vida.

(Jesse saluda a su amigo Ryan, chocando la parte posterior de sus palmas, para luego
chocar sus manos empuñadas)

Ryan: ¿Qué hay amigo?. ¿Cómo estás?

Jesse: ¡Genial!, esperando a ver qué niño nuevo llega para molestar un rato.

(Ryan y Jesse se ríen al unísono)

Narrador: Como todo primer día de clases, las caras nuevas se hacen notar;
mientras Jesse busca como fastidiar.

Jesse: ¡Ey tú!, el de la gorra azul, dame lo que traes de merienda.

Ronald: pero…¿Por qué?

Jesse: ¡Cállate niño!, solo dámelo.

(Camina una bella chica por el pasillo y seguidamente ignora a Jesse y a Ryan)

Ryan: Amigo, ¡Que linda es esa chica!

(Jesse con cara de enamorado)

Jesse: Sí, que hermosa es.


Acto II

Narrador: Daniel y Damián, dos hermanos que por años vieron la conducta
inapropiada de Jesse, tomaron la decisión de investigar la razón por la cual se la
pasaba maltratando y golpeando a los niños injustamente. Por ende, al finalizar la
clase procedieron a inmiscuirse para lograr su cometido.

(Daniel y Damián escondidos en los arbustos cercanos a la casa de Jesse)

Daniel: ¡Mira!, acaba de llegar Jesse luego de su entrenamiento de Soccer.

(Daniel y Damián espiando el interior de la casa con binoculares, mientras Jesse


entra.)

Jesse: ¡Hola papá!. ¿Cómo estás?

Charles: Quítate de ahí, en vez de estar saludando, dime ¿dónde está mi dinero de
hoy?.

Jesse: éste…

(Charles agarra a Jesse por la camisa)

Charlas: ¡Que me des mi dinero te dije!

(Charles golpea a Jesse, el cual cae bruscamente en el suelo)

Narrador: Al ocurrir tan abrumador hecho, Jesse en un instante quiso llorar, pero
luego la rabia lo consumió por dentro por el maltrato constante de su padre, el cual
yacía en su hogar desde varios años atrás.

(Daniel y Damián se miran el uno al otro con cara de susto)

Daniel: ¡No puedo creer lo que acabo de ver!

Damián: Estoy tan sorprendido como tú.

Daniel: Ahora ya sabemos la verdadera razón, del por qué Jesse actúa así en la
escuela. Vámonos Damián.

Narrador: Al ver ese panorama tan degradante para cualquier niño, Damián y
Daniel se unen con el propósito de encontrar una solución.

Acto III
(Damian se dispone a saludar a Jesse, según lo acordado)

Damián: ¿Qué hay Jesse?

Jesse: Nada nuevo, ¿por qué lo preguntas? (con tono serio)

(Daniel se acerca a Damián y a Jesse sorprendiéndolos por la espalda)

Daniel: ¡Chicos, que gusto verlos!. Justo quería invitarlos a jugar una partida de
Soccer

(Jesse mira sorpresivamente a Daniel y a Damián, pero aun así acepta la invitación)

Jesse: Claro, ¡estupendo!, vamos.

Narrador: Luego de terminar el partido, los tres muchachos se disponen a


descansar. Pero antes, Daniel busca la forma de sacarle provecho a la situación.

Daniel: ¿En serio?. Muchachos saben que tengo algo que confesarles. ¡Mis padres
son adoptivos!.

Jesse: Y ¿cómo te tratan?.

Daniel: Bien, aunque a veces me regañan pero dentro de lo normal, cuando me


porto mal. (Risas).

Jesse: Que bien, y te comprendo. En mi caso, desde que mamá nos abandonó hace
cinco años, mi papá suele regañarme frecuentemente además de golpearme de vez
en cuando.

(Jesse, coloca cara de tristeza, recordando el frecuente maltrato de su padre)

Daniel: Pero eso no está bien Jesse.

Jesse: ¡lo sé!

(Damián escuchando la conversación de Jesse y Daniel decide intervenir)

Damián: La justicia siempre llega, solo trata de ser tú el mayor ejemplo, sin cometer
el mismo error de tu padre. Pues no hay nada mejor que marcar la diferencia.

FIN.
Título: “Cómo se sufre en un baño púbico”

Autora: Clara Pérez

Monólogo

Único personaje:

Sandra: Nos cuenta su experiencia en el uso de baños púbicos.

ACTO ÚNICO

Ambientación: Deberá recrear con sus movimientos y hacer imaginar al público


cada una de las cosas que cuenta.

Sandra: Hola, soy Sandra y quiero contarles una experiencia que seguro muchos
han vivido, pero que tal vez no le han dado la importancia que realmente tiene, ¡sí!
Porque no entiendo que nos pasa que cada vez que salimos a algún lugar es inevitable
que de pronto nos den ganas de hacer pis – se ríe irónicamente- Que momento tan
espeluznante y no por el mero hecho de hacer nuestra necesidad, sino por saber
cómo se sufre en un baño público. A ver les cuento.

Estas de lo más divertida, sentada en una mesa con tus amigas, tomando un delicioso
capuchino cuando de pronto sientes esa necesidad imperiosa de ir al baño –Cara de
tragedia- ¡No puede ser! Horror, pero no puedes evitarlo, así que te levantas,
indicándole a tus amigas que ya vuelves, vas al baño, y te diriges a ese macabro lugar
donde pasarás minutos de angustia hasta poder regresar a la mesa con tus amigas.
Sé que se están preguntando ¿de qué hablo? Pues no desesperen y díganme si tengo
o no la razón.

Te levantas y caminas rumbo al baño, pero cuando ya estas cerca te encuentras con
una larga fila, preguntas si están vendiendo alguna oferta y te responden que no, que
es la fila para entrar al baño. ¿Ven? En ese momento comienza el sufrimiento.

Te colocas al final de la fila, y comienzan a pasar los minutos, apenas se mueve y tu


cada vez más desesperada aprietas las piernas, te mueves de un lado a otro,
comienzas a sudar, sientes que ya no vas a aguantar más, pero tienes que hacerlo.

Al fin estás a una persona de tu turno y de pronto llega una chica con una ancianita
y te dice, ¿Puedes permitir que ella entre? Es rapidito. ¿Cómo le dices que no? Así
que aprietas más tus piernas y con una voz apenas audible le dices: Si, claro, que pase
la señora.
Mientras sientes que son horas las que transcurren, cuando al fin sale la señora,
corres desesperada, agarras la puerta y entras, para encontrarte con que el piso esta
mojado y tienes que llegar al Wáter en puntillas, con paciencia lo logras, pero claro,
todo está mojado, además los gérmenes. Tu mamá te enseño que no te sientas en
baños púbicos, así que con mucho cuidado te acomodas y comienzas a hacer
malabares para apuntar apenas agachada al lugar indicado.

Cuando al fin logras hacerlo, tu cartera que tienes colgada en el hombro se desliza y
casi cae al piso mojado, así que como puedes la rescatas antes de caer, pero te moviste
y ahora tienes que volver a hacer malabares para lograr apuntar y justo en ese
momento alguien empuja la puerta, tu velozmente cierras con tu mano gritando,
¡Está ocupado! Y te concentras nuevamente en lo que hacías.

Cuando al fin has terminado, estiras tu mano para buscar el papel de baño y ¡horror!
No hay, sin perder tiempo comienzas a buscar en tu cartera, aun haciendo malabares
para no mojar tu ropa, en una posición realmente incomoda, hasta que das con un
minúsculo pedacito de servilleta, lo tomas, lo doblas en varias partes, pensando que
así cumplirá mejor su función y te secas. Bueno realmente no te secas, pero eso te
hace sentir mejor moralmente. Vuelves a acomodar tu ropa, caminas en puntillas
hasta la puerta para mojarte lo menos posible y triunfante sales de ahí, caminando
airosa al lado de la larga fila que espera paciente o impaciente por que le toque su
turno de enterarse como se sufre en un baño público.

FIN

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