4 Personajes:
1. Casilda: Habitante del pueblo que se preocupa por ayudar a las personas que
necesitan.
2. Mariana: Ayudante de Casilda en la recolección de ayuda.
3. Policarpo: Dueño del almacén del pueblo.
4. Francisca: Esposa de Policarpo.
ACTO I
Casilda (Con cara de tristeza y preocupación): Buenos días don Policarpo ¿Cómo
se encuentra?
Policarpo (Sin poner mucha atención): Si eso oímos, designios de Dios, les va a
tocar duro para levantarse, pero a trabajar, es lo que toca.
Casilda: Si les va a tocar muy duro, pero ahora no tienen nada, ni ropa, ni comida,
les dieron un lugar en la iglesia para quedarse pero necesitan todo lo demás, nosotras
queremos ayudarlos y estamos haciendo una colecta en el pueblo para llevarles las
cosas necesarias, leche, comida, ropa, cobijas, agua potable, medicinas.
Policarpo (asintiendo): Muy bien, espero que tengan mucha suerte y consigan
ayudar a esa gente.
Mariana: No le pedimos mucho, cualquier cosa que pueda donar es una gran ayuda.
Casilda: Póngase la mano en el corazón don Poli, hoy son ellos y mañana podemos
ser nosotros.
Casilda (molesta): Vamos Mariana, es evidente que don Poli no nos va a ayudar,
que se le multiplique todo lo que tiene don Poli y gracias por nada.
Casilda y Mariana salen del almacén y francisca molesta deja a Policarpo solo en la
tienda.
ACTO II
Introducción: Casilda y Mariana organizan las cajas en el salón, sus caras son de
tragedia, están despeinadas y sucias. Entra Policarpo y su esposa en las mismas
circunstancias, despeinados, la ropa sucia y rota.
Policarpo (deprimido): ¡Dios! ¿Cómo nos vino a pasar esto? Lo perdimos todo, esta
vez el rio creció hacia este lado y nos dejó sin nada.
Francisca (avergonzada): Mariana tiene razón Poli, debes buscar como resolver, y
no aprovecharte de la ayuda de la gente que tú te negaste a ayudar.
Casilda (en tono conciliador): Nada don Poli, aquí es bien recibido, la ayuda es para
todos porque existe gente buena y capaz de ayudar al necesitado, pueden quedarse,
pero espero que esto le haga aprender la lección. Hoy por ti, mañana por mí.
FIN
Título: “Un macho muy dócil”
3 personajes:
ÚNICO ACTO
Fausto (Hablando alto y muy animado): Hola compadre ¿Cómo me le va? Sírvame
una copa que tengo la garganta seca.
Fausto (molesto): Mire compadre, mejor sírvame un trago y deje de estar repitiendo
los chismes del pueblo, en mi casa mando yo, y si mi mujer no le gusta, se aguanta,
cuando una mujer se casa, sabe que tiene que obedecer al marido, Sino que se quede
vistiendo santos.
Cantinero (riendo ya con más ganas): Como habla estupideces compadre, seguro
que viene a gastarse el dinero del mandado, yo no quiero problemas con la comadre
Mara, así que mejor vaya a hacer su mandado y no venga a gastarse la plata aquí.
Fausto (subiendo el tono de voz): ¿Y quién le dijo a usted que Mara puede decirme
que hacer con el dinero? Usted si se nota que su mujer lo trae con la cuerda bien
corta compadre, lo compadezco.
Fausto: Sírvame el trago pues ¿Va a pasar toda la mañana diciendo sandeces en vez
de servirme?
El cantinero sirve el trago y cuando ya lo acerca a Fausto entra una mujer gritando
su nombre.
Mara (Gritando y en tono amenazante) ¡Fausto! ¿Me puedes decir qué demonios
haces tú en la cantina?
Fausto (petrificado y con los ojos muy abiertos por el asombro, aún de espaldas
contesta en voz muy baja) Amor ¿Qué haces aquí?
Mara (sin dejar de hablar fuerte y muy molesta): Eso pregunto yo, ¿Qué haces tú aquí? Yo
te mande a comprar la comida para los cochinos, y en la casa hay una ruma de platos que
lavar y hay que limpiar el patio, ¡Qué bello! Y el señor perdiendo el tiempo.
Fausto (tratando de recuperar la dignidad): Bueno amor, pero tú no haces nada, podías
lavar los platos al menos.
Mara (Tomando su cartera y comenzando a golpear a Fausto) Párate de ahí y vamos a la casa,
sinvergüenza, ya vas a ver cuando lleguemos, ¡muévete!
Fausto se levanta tratando de cubrirse de los golpes de Mara y el cantinero riendo los ve alejarse.
Cantinero (Gritando para que Fausto lo escuche y riendo a la vez): Así es compadre, no se deje que
usted es el que manda ¡es un macho!
FIN
Título: “Una apuesta donde gana la autoestima”
5 personajes:
ACTO ÚNICO
Paula (muy entusiasmada): Bueno, ya estamos aquí, ahora vamos a hacer algo, cada
una hará la entrevista con el dueño del parque y la que logre el trabajo gana.
Milagros (sentándose en una banca): No me parece justo, tú eres la única que tiene
experiencia, es una apuesta injusta.
Dora (caminando muy segura frente a Milagros): Milagros, deja el miedo, cuando
se quiere se puede, hagámoslo ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué nos digan que
no? De todas formas hay un solo empleo y tres de nosotras quedaremos sin él, así
que tómalo como un reto y listo.
Carmen (moviendo sus manos sobre su cabeza en señal de disipar dudas): Bueno,
bueno, ya, vamos a hacerlo, es el momento de demostrar que es lo que tiene cada una
y cual de nuestras cualidades es la que más llama la atención. Quizás sea el
conocimiento de Paula o el miedo a todo de Milagros, quizás sea la gran autoestima
de Dora o mi personalidad relajada y feliz… vamos a poner en juego nuestra
personalidad como si fuera un súper poder.
Carmen (parándose frente al escritorio): Buenos días, soy Carmen y vengo por el
empleo que están ofreciendo.
Dueño del parque (mostrando el asiento): siéntese señorita, voy a hacerle algunas
preguntas y luego de terminar las entrevistas haremos la selección.
Dueño del parque (Sonriendo amablemente): Muy bien señorita, espere que al
final de la entrevista haremos la selección.
Carmen se levanta y sale de la oficina a la vez que hace señas a Milagros para que
entre.
Dueño del parque (tratando de apurar la entrevista): Buenos días, tome asiento,
le haré unas preguntas y al final tomaremos la decisión, ¿Tiene alguna experiencia
en el empleo? ¿Sabe tratar con el público? ¿Trabajar bajo presión? ¿Por qué cree que
es la persona ideal para el puesto?
Milagros (Aun con la mirada baja y sin dejar de frotar sus manos): No tengo
experiencia, nunca he trabajado, soy introvertida, no me comunico mucho con la
gente, les caigo mal. ¿Si puedo trabajar bajo presión? Yo vivo bajo presión día a día,
y creo que puedo hacer el trabajo porque soy responsable y obediente.
Dueño del parque (no muy convencido): Bueno, estudiaremos sus respuestas y al
final avisaremos.
Al salir milagros entra Paula con una sonrisa en los labios y pensando que la
apuesta ya está ganada por ella.
Dueño del parque (aún más apurado): Tome asiento y vayamos al grano las
preguntas son, ¿Tiene alguna experiencia en el empleo? ¿Sabe tratar con el público?
¿Trabajar bajo presión? ¿Por qué cree que es la persona ideal para el puesto?
Dora (con la cabeza en alto, caminando muy segura): Buenos días ¿me puedo
sentar?
Dueño del parque (mostrando el asiento): Claro señorita, tome asiento, le haré
unas preguntas y de ellas depende la decisión que tomemos. ¿Tiene alguna
experiencia en el empleo? ¿Sabe tratar con el público? ¿Trabajar bajo presión? ¿Por
qué cree que es la persona ideal para el puesto?
Dora (Acercándose un poco a la orilla del escritorio): Señor le voy a ser muy sincera
no tengo experiencia en el trabajo pero puedo aprender todo lo que me empeño,
puedo tratar al público ser simpática y hacer que se sientan bien. Puedo trabajar bajo
presión por que confió en mí y sé que lo que me propongo lo logro y eso me hace la
persona ideal para el puesto. Creo en mí, confió en mi capacidad y pienso que usted
me dará la oportunidad de desarrollarme en este nuevo trabajo.
Dueño del parque (Sorprendido con las respuestas de Dora): Creo que ya tengo la
decisión, el trabajo es suyo, no perderé la oportunidad de contar con alguien tan
seguro y con una autoestima tan alta, las personas así son capaces de lograr cualquier
cosa en la vida ¡felicitaciones!
Dora sale de la oficina muy feliz abrazando a sus amigas y celebrando con ellas que
su autoestima y seguridad le habían hecho ganar el empleo y la apuesta.
FIN
Título de la obra: “El hijo desobediente”
4 Personajes:
Acto I.
Jeison: ¡Madre!
Narrador: En seguida Jeison la mira con gran molestia en sus ojos y se da la vuelta;
mientras Elizabeth se dirige a continuar sus quehaceres y a doblar la ropa recién
lavada de sus amados hijos, para salir por la tarde a trabajar y generar dinero para el
sustento de su preciado hogar.
Mathias: Mamá, ¿quieres que te ayude con eso?, yo puedo planchar la ropa.
¡Necesitas descansar!
Elizabeth: Amado Dios, gracias por este hijo tan acomedido que me diste; sin
embargo, hoy te pido con todo mi corazón que le des sabiduría y entendimiento a mi
hijo Jeison y que me lo llenes de mucha salud, porque me angustia los peligros
Acto II.
Mathias: Madre, quiero decirte que agradezco todo lo lindo que haces por mí,
porque nadie hace un esfuerzo tan grande como tú.
Acto III.
Narrador: A causa de la desobediencia, Jeison llega a casa golpeado tras haber sido
víctima de un robo en el centro de la ciudad a altas horas de la noche.
Jeison: ¿Dios pero qué he hecho tan mal para que me ocurra esto?
Narrador: En ese momento tan intenso y de dolor por todo lo que le había sucedido,
vino a su memoria el trato tan amargo dado al ser que le dio la vida.
Jeison: ¡Madre!, ¿por qué haces esto por mí? ¡No lo merezco!
Jeison: Perdóname madre, porque no supe valorarte y has sido tanto madre como
padre, has luchado incansablemente por darnos alimento y por hacer de nosotros
mejores personas, y nunca te he agradecido por el esfuerzo tan enorme que has
hecho. ¡Te amo mamá!
FIN.
Título de la obra: La conducta inapropiada de Jesse
7 Personajes:
Acto I
(Jesse saluda a su amigo Ryan, chocando la parte posterior de sus palmas, para luego
chocar sus manos empuñadas)
Jesse: ¡Genial!, esperando a ver qué niño nuevo llega para molestar un rato.
Narrador: Como todo primer día de clases, las caras nuevas se hacen notar;
mientras Jesse busca como fastidiar.
(Camina una bella chica por el pasillo y seguidamente ignora a Jesse y a Ryan)
Narrador: Daniel y Damián, dos hermanos que por años vieron la conducta
inapropiada de Jesse, tomaron la decisión de investigar la razón por la cual se la
pasaba maltratando y golpeando a los niños injustamente. Por ende, al finalizar la
clase procedieron a inmiscuirse para lograr su cometido.
Charles: Quítate de ahí, en vez de estar saludando, dime ¿dónde está mi dinero de
hoy?.
Jesse: éste…
Narrador: Al ocurrir tan abrumador hecho, Jesse en un instante quiso llorar, pero
luego la rabia lo consumió por dentro por el maltrato constante de su padre, el cual
yacía en su hogar desde varios años atrás.
Daniel: Ahora ya sabemos la verdadera razón, del por qué Jesse actúa así en la
escuela. Vámonos Damián.
Narrador: Al ver ese panorama tan degradante para cualquier niño, Damián y
Daniel se unen con el propósito de encontrar una solución.
Acto III
(Damian se dispone a saludar a Jesse, según lo acordado)
Daniel: ¡Chicos, que gusto verlos!. Justo quería invitarlos a jugar una partida de
Soccer
(Jesse mira sorpresivamente a Daniel y a Damián, pero aun así acepta la invitación)
Daniel: ¿En serio?. Muchachos saben que tengo algo que confesarles. ¡Mis padres
son adoptivos!.
Jesse: Que bien, y te comprendo. En mi caso, desde que mamá nos abandonó hace
cinco años, mi papá suele regañarme frecuentemente además de golpearme de vez
en cuando.
Damián: La justicia siempre llega, solo trata de ser tú el mayor ejemplo, sin cometer
el mismo error de tu padre. Pues no hay nada mejor que marcar la diferencia.
FIN.
Título: “Cómo se sufre en un baño púbico”
Monólogo
Único personaje:
ACTO ÚNICO
Sandra: Hola, soy Sandra y quiero contarles una experiencia que seguro muchos
han vivido, pero que tal vez no le han dado la importancia que realmente tiene, ¡sí!
Porque no entiendo que nos pasa que cada vez que salimos a algún lugar es inevitable
que de pronto nos den ganas de hacer pis – se ríe irónicamente- Que momento tan
espeluznante y no por el mero hecho de hacer nuestra necesidad, sino por saber
cómo se sufre en un baño público. A ver les cuento.
Estas de lo más divertida, sentada en una mesa con tus amigas, tomando un delicioso
capuchino cuando de pronto sientes esa necesidad imperiosa de ir al baño –Cara de
tragedia- ¡No puede ser! Horror, pero no puedes evitarlo, así que te levantas,
indicándole a tus amigas que ya vuelves, vas al baño, y te diriges a ese macabro lugar
donde pasarás minutos de angustia hasta poder regresar a la mesa con tus amigas.
Sé que se están preguntando ¿de qué hablo? Pues no desesperen y díganme si tengo
o no la razón.
Te levantas y caminas rumbo al baño, pero cuando ya estas cerca te encuentras con
una larga fila, preguntas si están vendiendo alguna oferta y te responden que no, que
es la fila para entrar al baño. ¿Ven? En ese momento comienza el sufrimiento.
Al fin estás a una persona de tu turno y de pronto llega una chica con una ancianita
y te dice, ¿Puedes permitir que ella entre? Es rapidito. ¿Cómo le dices que no? Así
que aprietas más tus piernas y con una voz apenas audible le dices: Si, claro, que pase
la señora.
Mientras sientes que son horas las que transcurren, cuando al fin sale la señora,
corres desesperada, agarras la puerta y entras, para encontrarte con que el piso esta
mojado y tienes que llegar al Wáter en puntillas, con paciencia lo logras, pero claro,
todo está mojado, además los gérmenes. Tu mamá te enseño que no te sientas en
baños púbicos, así que con mucho cuidado te acomodas y comienzas a hacer
malabares para apuntar apenas agachada al lugar indicado.
Cuando al fin logras hacerlo, tu cartera que tienes colgada en el hombro se desliza y
casi cae al piso mojado, así que como puedes la rescatas antes de caer, pero te moviste
y ahora tienes que volver a hacer malabares para lograr apuntar y justo en ese
momento alguien empuja la puerta, tu velozmente cierras con tu mano gritando,
¡Está ocupado! Y te concentras nuevamente en lo que hacías.
Cuando al fin has terminado, estiras tu mano para buscar el papel de baño y ¡horror!
No hay, sin perder tiempo comienzas a buscar en tu cartera, aun haciendo malabares
para no mojar tu ropa, en una posición realmente incomoda, hasta que das con un
minúsculo pedacito de servilleta, lo tomas, lo doblas en varias partes, pensando que
así cumplirá mejor su función y te secas. Bueno realmente no te secas, pero eso te
hace sentir mejor moralmente. Vuelves a acomodar tu ropa, caminas en puntillas
hasta la puerta para mojarte lo menos posible y triunfante sales de ahí, caminando
airosa al lado de la larga fila que espera paciente o impaciente por que le toque su
turno de enterarse como se sufre en un baño público.
FIN