En el inicio de los tiempos, los dioses decidieron crear mortales con mezcla de tierra y
fuego.
Epimeteo distribuyó (no a todos por igual), capacidades a los animales como: fuerza,
rapidez, armas para defenderse (cuernos, pinchos, colmillos….), protección (pelaje,
piel…). Sin embargo, olvidó repartirles a los hombres. Éstos estaban indefensos y
desnudos.
Para que los hombres pudieran sobrevivir , Zeus los reunió en ciudades. Pero la maldad
siempre amenazaba con destruirlas por dentro. Fue entonces cuando Zeus, temiendo
por nuestra especie, ordenó a Hermes (su mensajero) adjudicar a los hombres el
sentido moral y la justicia necesarias para vivir en armonía y en comunidad.
Protágoras considera que con respecto a defectos de nacimiento de los hombres como
ser feo, pequeño o débil no es posible modificación o cambio alguno. Sin embargo, los
vicios (injusticia, excesos,…..) si se pueden modificar en los hombres.
Sócrates le pregunta entonces: ¿Es posible enseñar la virtud (la justicia, valentía,
piedad, respeto,……) ? a lo que Protágoras responde convencido que sí.
Protágoras, para justificar su respuesta, utiliza el mito de Prometeo. “Si todos los
hombres (sin excepción) tienen SENTIDO MORAL Y DE JUSTICIA (sabiduría política
dada por Zeus), entonces la virtud se puede enseñar”
Por ejemplo, si los hombres injustos carentes de virtud política reciben castigos y
reprimendas, en el futuro ni ellos mismos ni otros obrarán mal. Eso es así porque se
considera que la virtud se puede enseñar.
Protágoras dice que un hombre que no es experto en tocar la lira y dice que si lo es, al tocarla
todos se burlarán de él. Por otra parte, cuando un hombre que es deshonesto, se sincera y habla
honestamente sobre lo deshonesto que es, inmediatamente quienes lo rodean lo consideran
locura. Es por esto dice Protágoras que todos participan, aunque sea solo en un grado de la
virtud.