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LA POSESIÓN, A LA LUZ DE FRIEDRICH CARL VON SAVIGNY Y RUDOLF VON IHERING

I. INTRODUCCION

Hablar sobre la posesión a la luz del desarrollo doctrinario que nos han podido ilustrar Friedrich Carl
von Savigny, y Rudolf von Ihering, es introducirnos a uno de los debates más interesantes a lo largo
de la historia del derecho, estas posiciones antagónicas han permitido la formación de posiciones de
muchos juristas posteriores a ello, intensos debates, creación de códigos, todos ellos ha enriquecido
el conocimiento jurídico.

Vamos a ver que los romanos no establecieron en qué consistía el animus o intención en la posesión,
así de esta manera en el siglo XIX se defendieron dos teorías:

Veamos, teoria subjetiva planteada por Savigny, para este ilustre jurista la posesión está integrada por
dos elementos: corpus y animus siendo este último el característico de la posesión y el que transforma
la detentación en posesión. El animus es la voluntad de tener la cosa para sí, la intención de ejercer
la propiedad, por lo cual el animus possidendi se identifica con el animus domini y se contrapone al
animus detinendi que es propio del detentador. Este, no teniendo o no pudiendo tener, la intención de
tratar la cosa como propia (por ej.: porque él mismo la ha recibido en arrendamiento, comodato o
depósito), la posee para otro ("nomine alieni") quien es el verdadero poseedor (en los ejemplos
indicados, el arrendador, comodante o depositante).

De acuerdo con Savigny, sólo la posesión era protegida por los interdictos. Pero, en realidad, el
acreedor pignoraticio, el secuestratario y el precarista, que según la definición de Savigny debían ser
considerados detentadores, gozaban de protección interdictal. Para resolver la objeción, Savigny
recurrió al concepto de posesión derivada: el poseedor originario podía transferir a otra persona su
posesión, o sea, no sólo la mera detentación sino también la posesión que gozaba de protección
interdictal. Así esas tres figuras anómalas en el sentido de que desprovistas del "animus domini" eran
protegidas interdictalmente como verdaderas posesiones, fueron explicadas por Savigny como tres
casos de posesión derivada para salvar el principio de que sólo la posesión era protegida por
interdictos.

Por otro lado, Ihering planteó la teoría objetiva de la posesión, Ihering niega que la existencia de la
posesión requiera un "animus" calificado; y mucho menos un animus domini. Reconoce que la
posesión requiere un elemento intencional; pero afirma que ese elemento no es específico de la
posesión ya que la mera detentación también supone una voluntad sin la cual sería un caso de simple
yuxtaposición local, como cuando a una persona dormida se le pone algo en la mano. Igualmente
afirma que el elemento intencional no es distinto ni independiente del "corpus": el "animus" es el
propósito del poseedor de servirse de la cosa para sus necesidades y el "corpus", la exteriorización de
ese propósito.

Así, según Ihering, para que exista posesión basta la relación material con la cosa acompañada de la
intención de querer mantener esa relación. En consecuencia, por regla general, toda detentación es
posesión y goza de protección interdictal. Sin embargo, excepcionalmente, el Derecho le niega dicha
protección de acuerdo con la causa possessionis, o sea, de acuerdo con la relación que media entre
quien tiene la cosa en su poder y la persona de quien la obtuvo. Así se niega la protección cuando esa
causa revela que la cosa es tenida en interés ajeno y no propio, o es de tal clase que no puede
considerarse como digna de protección directa. En tales hipótesis, la causa degrada la posesión y la
reduce a una relación de mera detentación desprovista de protección interdictal. Tal es el caso del
depositario, comodatario, mandatario y arrendatario. Siendo así, en el plano procesal, al demandante
le basta probar el "corpus" y es a su contradictor a quien incumbe la carga de probar, si fuere el caso,
que aquella situación, en razón de su causa, es de las que la ley no protege interdictalmente.

II. BREVE BIOGRAFIA DE LOS AUTORES:

II. 1. BIOGRAFIA DE SAVIGNY, REPRESENTANTE DE LA ESCUELA HISTÓRICA DEL DERECHO

Friedrich Carl von Savigny nació en Frankfurt an Main, el 21 de febrero de 1779. Empezó enseñando
en la Universidad de Marburgo, entre los años 1801 y 1803-1804.

En 1810 se fundó la Universidad de Berlín, y Savigny empieza ahí la docencia como profesor de
Derecho Romano, habiendo sido nombrado Rector años después en concreto, a partir del 16 de abril
de 1812 hasta el 18 de octubre de 1813.

En 1817, el recordado profesor de Berlín, fue nombrado miembro del Consejo de Estado prusiano, y
en 1819 Consejero del Tribunal de Revisión y Casación de las provincias renanas de Prusia. Savigny
planteó a la Ciencia Jurídica una doble orientación: debía ser al mismo tiempo histórica (positiva,
concreta) y filosófica (absoluta, sistemática, general). Estos planteos provocaron diversos debates
entre sus contemporáneos.

Como lo ha descrito con acertadísimas frases Joachim Rückert: Savigny logra ser un estudioso de
categoría por la energía con que reduce lo positivo a unidad, principio y sistema. Esta doble cualidad
la muestra sobre todo en su obra dogmática e histórica juvenil sobre el derecho de la posesión, en la
que agudamente reúne los detalles de las fuentes romanas en reglas de principio y ubica la posesión
de manera estrictamente sistemática junto a los derechos reales y el derecho de obligaciones.

Sin embargo, una de las notas características que Savigny plasmó a través de la Escuela Histórica del
Derecho, y que hasta hoy late, es el concepto del «espíritu del pueblo» (Volksrecht) a través del cual
se condensan todas las manifestaciones del Derecho, la vida, las costumbres, el arte, el lenguaje, al
igual que la organización política, del que toman nacimiento y luego se unifican. Igual sucede con su
preferencia que tuvo al Derecho Romano, tal como se desprende de sus obras. Savigny falleció en
Berlín el
25 de octubre de 1861.

II. 1. 1. LA ESCUELA HISTORICA DEL DERECHO DE SAVIGNY

Por escuela histórica del derecho se entiende una forma especial de filosofía del derecho que nació a
principios del siglo XIX en relación con una tendencia general de aquella época: el romanticismo.
Especialmente Federico Carlos von Savigny (1779 - 1861) y Puchta (1798 - 1846).

La característica esencial del pensamiento romántico es la creencia en los espíritus. Al lado de los
hombres hay espíritus que influyen en su destino, ya favoreciéndolo ya dañándolo. Esta creencia en
los espíritus la transpuso el romanticismo al pueblo. Su postulado fundamental es que, así como los
hombres son seres dotados de alma, también tienen alma los pueblos; fenómeno psíquico que no ha
sido estudiado científicamente, pero que se manifiesta en la experiencia en forma de ciertas
convicciones en cuestiones determinadas, que son comunes a todos los miembros de una comunidad.
Cuando esta convicción se refiere al derecho, entonces ella misma es el derecho. Al legislador sólo le
queda dar forma a este derecho ya existente.

El hecho que dió nacimiento a esta doctrina fue una discusión literaria entre Thibaut y Savigny (1854)
sobre la conveniencia de formular un Código Civil alemán. Thibaut insistía sobre las deficiencias del
derecho privado tradicional y propugnaba una codificación unitaria por razones políticas; Savigny se
oponía a ello por su posición antes dicha. Y se salió con la suya. Las consecuencias prácticas de la
escuela histórica fueron las siguientes: a) Aversión contra la legislación, sobre todo los códigos y
predilección por el derecho consuetudinario, no como la mejor forma técnica de legislación al servicio
de la seguridad jurídica sino como el mejor medio de conocer lo que jurídicamente quería el espíritu
popular, de tal modo que la práctica no daba la fundamentación sino sólo la fijación del derecho o sea
de la conciencia jurídica; el derecho mismo nacía al principio de la costumbre y no al final de ella. b)
Insistencia especial en la investigación histórica del derecho dado, no tanto en interés práctico de la
aplicación del derecho como en el deseo de conocer mejor el objeto mismo de la investigación o sea
el carácter del espíritu popular. c) Negación de la posibilidad de una crítica objetiva del derecho positivo
a la luz de la idea directriz de la justicia. Sólo puede investigarse si un derecho técnicamente formado
refleja efectivamente la voluntad del espíritu popular; en caso afirmativo ese derecho es justo porque
no cabe la censura y el rechazo del espíritu popular.

Una comunidad jurídica no es un cuerpo en el espacio. El concepto de una comunidad jurídica de


hombres no puede fundarse en el atributo de la extensión en tres dimensiones. Conceptualmente es,
al contrario, una comunidad de fines. En esto y no en su supuesta existencia como ente corpóreo está
su característica esencial.

No puede decirse otra cosa de la representación de individualidades colectivas como seres vivos y
animados. Con ello se transferirá al pueblo la representación de la conciencia individual. Tal
transportación es científicamente aceptable sólo cuando sin ella no puede concebirse el otro objeto.
Esto sucede con la representación de las individualidades humanas, pero no con la del pueblo. Este
es el conjunto de hombres jurídicamente ligados de un modo concreto y total. sin que implique
necesariamente el atributo condicionante de una psiquis propia.

El postulado de un alma popular, como ser existente y permanente no es sólo mítico sino
contradictorio. Pues si el alma popular ha de causar el derecho en la experiencia histórica, a su vez ha
de ser efecto de otra causa y por lo tanto, como propiedad de una cosa natural limitada, el pueblo,
debería representar un fenómeno natural cognoscible, lo que precisamente no quiere la escuela
histórica.

El alma popular no debe confundirse con las características nacionales o sean las características
individuales relativamente uniformes que se pueden observar en ciertos grupos humanos.

El concepto de nación aparece en una convívencia orgánica que deriva en general de una misma
procedencia u origen. Se completa por la solidaridad consciente que se presenta con más o menos
vigor según el lugar y el tiempo. De ahí surge una cierta concordancia de la vida y la acción. Las
características nacionales de un pueblo varían con el tiempo aun cuando algunas de ellas resistan
largamente su influencia. También se entrecruzan constantemente con influencias internacionales si
bien acostumbran a predominar sobre ellas.

La justificación teórica del pensamiento nacional deriva de la necesidad de la existencia de órdenes


distintos que en realidad sólo se manifiestan por el derecho. Los hombres viven ineludiblemente en
círculos concéntricos. La idea del llamado cosmopolitismo en el sentido de una reglamentación jurídica
sin órdenes distintos es una quimera. Sólo el concento y la idea del derecho como modos formales
normativos de la voluntad tienen importancia general e incondicional para todos los hombres. En tal
carácter son de aplicación y observancia en los grupos concretos de convivencia humana. Pero a la
esencia del pensamiento jurídico corresponde la categoría de la soberanía. Esta es la directriz lógica
de una voluntad jurídica que lleva en sí el fin de su destino. Esta directriz lógica sólo tiene aplicación
práctica en los diversos órdenes jurídicos ya que sin estos no se comprende el concepto del derecho.
Sólo dentro del marco de esta condición es admisibIe una unión internacional para fines concretos.
Ella ha de respetar la soberanía de cada comunidad nacional lo mismo que las obligaciones jurídicas
del individuo humano han de respetar su rango de fin en si. Teóricamente no se justifica que una
nación, buscando la paz a todo precio, renuncie a su autodeterminación.

II.2. BIOGRAFIA DE VON IHERING

Rudolf von Ihering (o Jhering) nació el 22 de agosto de 1818 en Aurich (Hannover). Fiel heredero a la
vocación jurídica de su padre, estudió en las universidades de Halle, Múnich, Gotinga y Berlín, para
luego obtener el grado de doctor. En 1845, luego de frustrados intentos, obtuvo la cátedra de Derecho
Romano en la Universidad de Basilea, habiendo ejercitado también la docencia en Rostock y Kiel. Sin
embargo, su talante científico se desarrolló en Gissen, Viena y Gotinga, donde falleció el 17 de
setiembre de 1892.

Su configuración humanista, la brillantez de sus exposiciones, la hondura de su espíritu investigador y


el calor que infunde a todos los temas que trata, por abstrusos que sean, hicieron de von Ihering un
maestro favorito y siempre actual como aguijón para la curiosidad y la exégesis del mundo que nos
rodea. Filósofo, sociólogo, moralista, es uno de los pensadores de la segunda mitad del siglo [XIX] que
no cayó ni debe caer en
el olvido como guía intelectual que fue desde la cátedra y el libro en el campo del Derecho, y cuyas
enseñanzas continúan latente como algo vivo. Así lo ha descrito, en perfecta sintonía, uno de sus
traductores, Diego Abad de Santillán, en la Presentación que realiza al libro de Ihering que lleva por
título El fin en el Derecho, y que vio la luz en 1872.

Consiguientemente, el insigne Ihering se inició y luego se enfrentó, sin miramientos, acaso seguro de
su férrea personalidad científica, a la afamada Escuela Histórica del Derecho, representada, y fundada,
entre otros, por el gran Friedrich Carl von Savigny (1779-1861), al igual que Gustav Hugo (1764-1844),
Georg Friedrich Puchta (1789-1846) y Carl Friedrich Eichhorn (1781-1854). Y lo hizo a través de sus
escritos sobre la teoría de la posesión, en cuanto a la interpretación de la materia que trata y en
cuanto a la metodología utilizada. Y, como es natural, tuvo seguidores como también críticos entre sus
contemporáneos.1

II. 2. 1. Teoría objetiva de la posesión


El autor, partiendo de sus análisis del Derecho romano, desarrollará la teoría objetiva de la posesión,
opuesta a la teoría subjetiva elaborada principalmente por su colega Friedrich Karl von Savigny. De
esta manera, niega que la posesión requiera un animus domini, como pensaba Savigny. Pese a ello,
Ihering admite incluir dentro de la posesión el requisito de intencionalidad, pero equipara tal elemento
al ánimo que el sujeto tiene en la mera detentación.
Continuando con el razonamiento, llegará a la conclusión de que esa parte intencional,
o animus posesorio, se identifica con el corpus, siendo este último la exteriorización del propósito
posesorio. Finalmente, el animus vendría a concretarse en la intención del sujeto de utilizar
la cosa para satisfacer sus necesidades e intereses.
Ihering, por todo ello, afirmará que los únicos requisitos de la posesión serán la relación material y el
deseo de continuar con aquella relación. De esta manera, a priori, equipara la mera tenencia con la
posesión. No obstante, establece que la protección interdictal no es aplicable para la mera tenencia,
con lo que sigue existiendo el requisito de causa possesionis que ambos supuestos cumplen, pero se
afirma que hay que prestar atención a los detalles de tal requisito. De esta manera, cuando la causa

1
http://blog.pucp.edu.pe/blog/seminariotallerdpc/2010/10/14/la-posesion-y-la-posesion-precaria/, Por: José Félix Palomino
Manchego.
possesionis tiene unos determinados rasgos, como pudiera ser la posesión en interés ajeno, corrompe
la figura de la posesión, y la reduce a una mera detentación para la que no cabe protección interdictal.
Tal diferencia tiene gran importancia a la hora de establecer quién ha de soportar procesalmente
la carga de la prueba, de manera que el supuesto poseedor sólo tendrá que probar la relación material,
mientras que la parte contraria habrá de probar que la causa possesionis concreta pertenece a la
categoría que no goza de protección interdictal.

III. TEORIAS SOBRE LA POSESION:

“TEORÍA CLÁSICA O SUBJETIVA” Esta teoría planteada por SAVIGNY, señala los
dos elementos de la posesión (animus y corpus), el primero más importante, pues
sin el la persona que tiene físicamente una cosa será sólo mero tenedor; ya que no
tiene animo de ser dueño. Savigny es el precursor de esta tesis, quien le atribuye a
la voluntad de la persona el efecto fundamental para que se configure la posesión.
Para esta teoría, el animus domini, ya sea el hecho de obrar como propietario o
dueño, es lo que a uno le hace propietario, no la convicción de ser dueño”

“TEORÍA MODERNA U OBJETIVA” Ihering, señala que el “animus” y el “corpus”


forman un todo indivisible, donde el primero es el propósito de servirse de la cosa
y el segundo la exteriorización de ese propósito. El corpus no es una simple relación
material con la cosa, sino la manifestación externa de esa voluntad. Señala por tanto
que toda relación posesoria implica un animus, aun la mera tenencia, pues esta
última también supone voluntad de actuar. Así el corpus contiene el animus. En
resumen, la posesión se da por el corpus, que es la exteriorización de la voluntad
(animus). Se la denomina por eso teoría objetiva, dado que para ella, hay una
posesión cuando se verifica el hecho visible que se da hacia el exterior. Por tanto,
todo poder físico ejercido de manera voluntaria es posesión.

III. 1. CONCEPTOS PREVIOS:

a) POSESIÓN:

Primitivamente la posesión se manifestó por actos del hombre, de apropiación y ocupación de tierras
y cosas integraban el mundo físico y natural en el cual vivía, y fue regulada diversamente e influida por
la evolución política, social y económica.
En la sociedad primitiva la posesión y la propiedad, según las concebimos hoy, no estaban
diferenciadas, aunque la forma posesoria debe haber sido la exteriorización inmediata y más simple
del poder del hombre sobre los bienes, pues la propiedad, solo adviene en un periodo histórico más
adelantado.
Desde la más remota antigüedad la apropiación y la ocupación aseguraron el dominio sobre los bienes,
que mantuvo por la fuerza física, o porque haya existido entonces, aún precariamente alguna doctrina,
un orden jurídico que delimitara los derechos y, por tanto, la coexistencia proveniente de la autoridad
del padre de familia, del jefe guerrero, del jefe de tribu o clan, según la época histórica.
Originariamente, las relaciones de hecho parecerían haber sido las predominantes, siendo la posesión
la única manifestación que el individuo tenía las cosas corporales mediante el poder físico.
Posesión etimológicamente: de acuerdo a una opinión muy difundida y defendida por prestigiosos
estudiosos de la historia del derecho romano, la posesión derivaría de “a pedibus” y significaría “estar
sobre una cosa” , “estar establecido”, hace referencia a ser amo, señor o jefe de una cosa.
La posesión significa tener, ocupar, detentar, disfrutar una cosa, no importando cual sea el título en
cuya virtud se obtenga ese disfrute: tampoco importa que el poder ejercido sobre la cosa tenga su
respaldo en un título; lo único que tiene trascendencia es la tenencia de hecho de la cosa.
b) TENENCIA:
En el Derecho Romano se conoció al lado de la posesión, una relación de hecho de menor rango, tal
el caso de aquella persona que tenga efectivamente una cosa, pero reconociendo en otro la propiedad,
en tal caso tendrá la tenencia de la cosa como simple tenedor de la cosa y representante de la posesión
del propietario.
Se puede afirmar así que en la tenencia esta presente el corpus (poder físico sobre la cosa) y falta el
animus domini, ya que el tenedor reconoce como dueño de la cosa a otra persona.
Messineo dice: “Cuando alguien tenga el mero poder de hecho, no acompañado del ánimo –o sea la
intención de ejercer una actividad correspondiente al ejercicio de un derecho real, esto es, de atribuirse
o de afirmar para si el derecho real que se ejercita, sino por el contrario, tenga la intención de ejercer
una situación preferente de otro respecto de la cosa, se perfila un fenómeno diverso de la posesión,
que se llama detentación (tenencia)”.
La tenencia se clasifica en:
1) TENENCIA ABSOLUTA
Acá la tenencia no tiene vínculo con la posesión, ya que son cosas que no pueden poseerse
por estar fuera del comercio. Ejemplos: Las cosas que son de dominio público del Estado y que
los particulares las usan libremente como caminar por las calles, jugar en las plazas, bañarse
en los ríos, etc.
Sobre dichas cosas puede existir el uso especial adquirido a través de permisos o concesiones
(permiso para usar un río para riego, para poner un kiosco en la vereda, una calesita en una
plaza, concesión para explotar un servicio público, etc.). El sujeto que los usa es determinado.
2) TENENCIA RELATIVA:
acá la posesión es ejercida por otra persona. Esta tenencia puede ser interesada (cuando el
tenedor tiene interés en la tenencia de la cosa porque puede usar o gozar de ella, obteniendo
un beneficio para sí, como por ejemplo, el locatario), o desinteresada (cuando el tenedor no
tiene interés en la tenencia, ya que no puede usar la cosa, como los que poseen en nombre de
otro).
La diferencia más significativa entre Posesión y tenencia es que el poseedor tiene una posesión
a título propio, no derivada de la cesión temporaria que le ha hecho un tercero (por contrato por
ejemplo), por ello puede adquirir el dominio por usucapión, lo que no puede hacer el tenedor
(sus derechos están siempre regulados por un contrato que los liga al poseedor o al propietario).
c) EL CORPUS
En la posesión se denomina Corpus, a la ocupación material y actual de la cosa y esta
ocupación significa apoderamiento, tener una cosa en nuestro poder, lo que implica que se tiene
la posibilidad de disponer de ella en forma directa e inmediata.
d) EL ANIMUS
El Animus en este caso, es la voluntad especial en el que pretende poseer, es el ánimo de
servirse de la cosa para sus necesidades. Es el propósito exteriorizado por hechos concretos
por el que posee la cosa, con ánimo de dueño. El animus consiste en el propósito de realizar la
apropiación económica de la cosa. El propósito de obrar como dueño material de ella.
Los actos concretos a que nos referimos son por ejemplo: Cercarla, darle mantenimiento,
desarrollo de obras de construcción (pozos, sistemas de riego, cercas, muros),
aprovechamiento con cultivos agrícolas, producción ganadera, maderable, utilizarla para el
sustento familiar, para vivienda junto con su familia, etc.
III. 2. POSICION DE SAVIGNY
Para Savigny, ““El corpus no es solamente la tenencia material de una cosa, sino también la posibilidad
física de ejercer una influencia inmediata sobre ella y de excluir toda influencia extraña” 2. Es decir “la
tenencia de una moneda en la mano, hace del sujeto que mantenga esta relación, poseedor innegable
de aquella. De esto, ha sido deducido el carácter esencial que tiene el contacto físico para adquirir la
posesión. Sin embargo, existe otro elemento que concurre con el contacto físico: es la posibilidad
material de disponer de la cosa de cualquier manera, sin interferencia extraña alguna (…)”.
Respecto del animus a quien le consideró como elemento espiritual de la posesión, es la voluntad de
tener la cosa para si y como dueño (animus rem sibi habendi; animus domini)”3. “El animus possidendi
(como conocía el derecho romano) era definido como la intención de ejercer el derecho de propiedad”.
En esta teoría, savigny considera que el animus es la condición precisa de la posesión, de lo contrario
solo habría detentación. Así dentro de esta teoría, el inquilino o arrendatario, el usufructuario y el
depositario no contaban con el animus domini y por tanto no son poseedores solamente detentadores.
Hay que entender que “si el derecho lo protege, concediéndole garantías especiales, es porque la
perturbación o el despojo constituyen violencias contra la persona del poseedor y el Estado debe
siempre defender al individuo contra las vías de hecho ilícitas. Las acciones posesorias son por tanto
personales, y los delitos los actos que las provocan”.
III. 3. POSICIÓN DE VON IHERING
Distinguiéndose de la teoría expuesta, Rudolf von YHERING (defensor de esta teoría) de gran
influencia en el derecho civil alemán, no recusa la voluntariedad en la posesión (rectus: en el “corpus”)
sino la existencia de una especial intención de comportarse como propietario materializada en el
animus domini.
El corpus, para Ihering no depende de la presencia o de la “posibilidad física” de adquirir la posesión,
sino de la relación exterior del sujeto con las cosas, conforme al comportamiento ordinario del titular
del derecho respecto de ellas, o sea “la manera como el propietario ejerce de hecho el derecho de
propiedad debe ser el criterio determinativo del corpus y consiguientemente de la posesión”.
“El animus, según Ihering, es la voluntad en sentido abstracto, es decir, el hecho de querer tener una
cosa, de influir sobre ella”.El animus, en cuanto no es para Ihering un requisito especifico
independiente, no puede servir para trazar la línea divisoria entre detentacion y posesión. El paso de
una a otra no viene determinado en virtud de ningún criterio subjetivo, sino por un criterio objetivo: la
causa possessionis. Esto significa que “el ordenamiento jurídico, con base en consideraciones
practicas, establece cuando un consciente estado de dominación sobre las cosas es o no posesión”.

2
DIEZ PICAZO, Luis Y GULLON, Antonio. Sistema de Derecho Civil. Ed. Tecnos. Quinta edición. Vol. III. Madrid- España 1995. pp.103
3
DIEZ PICAZO, Luís Y GULLON, Antonio. Ob. cit. Pp.103.
Según Ihering nos dice que el corpus y el animus son entre si como la palabra y el pensamiento. En el
corpus toma cuerpo la voluntad; y la relación de lugar es la condición indispensable de la realización
de la voluntad de poseer, pero no se convierte en corpus sino desde que la voluntad le imprime el
sello de la relación posesoria.
La distinción entre la posesión y la tenencia no puede estar obviamente, en el animus domini que para
el no existe. Por tanto, la frontera entre ambas figuras se delimita por obra del ordenamiento jurídico –
ya que en los hechos la relación posesoria y la de tenencia son idénticas-que en bases a
consideraciones practicas o utilitarias establece si una determinada dominación fáctica debe ser
considerada como tenencia o posesión. Normalmente la posesión se presume siempre que exista
corpus y la voluntariedad. Sin embargo, en algunos casos el ordenamiento degrada la relación
posesoria para convertirla en tenencia4.

Para otros usos de este término, véase Posesión (desambiguación).


La posesión es un hecho jurídico que produce consecuencia jurídica y consiste en que una persona
tenga en su poder una cosa corporal como señor y dueño.1
En las comunidades primitivas, posesión y propiedad se confundían, hasta que el derecho
romano comenzó a regular la propiedad de forma separada marcando sus diferencias. Según
esta doctrina, la posesión era un estado protegible.
Es una situación de hecho, mas no de derecho como la propiedad, derecho real por excelencia y
consecuencia de la posesión a través de la prescripción.
La posesión requiere o necesita dos elementos para configurarse y ellos son el corpus, que es la cosa
en si y el animus rem sibi habendi que es la intención de tener la cosa como propia, de comportarse
respecto a ella como lo haría su dueño. Es decir, la posesión requiere la intención y la conducta de un
propietario. Así se distingue de la mera tenencia, en la cual el tenedor reconoce en otra persona la
propiedad de la cosa en su poder.
La posesión se presume siempre de buena fe. Como establece el artículo 2363 del Código Civil
argentino, el poseedor «posee porque posee».
Naturaleza jurídica[editar
La imprecisión de la definición y la necesidad de una detentación efectiva del bien o derecho, llevan a
la mayor parte de la doctrina a considerar la posesión como un hecho con efectos jurídicos.
Si bien la posesión no es un derecho en sí, es necesaria una protección de la misma, de forma que un
poseedor no se vea en la obligación de probar su título posesorio (el motivo por el cual posee
lícitamente) cada vez que alguien intente interrumpir su posesión.
Clases[editar]
Según la mayoría de la doctrina se puede diferenciar entre:
1. Posesión regular u ordinaria es aquella que aúna el justo título y la buena fe.

4
GONZALES BARRON, GUNTER. Derechos Reales. Jurista Editores. Primera edición. Septiembre 2005. pp. 254.
2. Posesión irregular es aquella donde faltan uno o los dos requisitos anteriores, es decir, el justo
título y la buena fe.
3. Posesión legal es la estipulada por la ley. Por ejemplo, la del heredero o la especificada en
materia de vivienda de interés social.
4. Posesión efectiva es la que declara el juez que lleva la sucesión para efectos de una posesión
por parte de uno de los delegatarios de la herencia.
5. Posesión definitiva es la que se deriva de una sentencia de adjudicación por el proceso de
repartición
6. Posesión de buena fe la buena fe de la que hablamos en la posesión es calificada y se probará
según las estipulaciones del código de derecho civil.
7. Posesión presunta es aquella que se tiene por imperio de la ley, con independencia de la
voluntad y el conocimiento del poseedor, pero solo se aplica a la vivienda de interés social,
cuando el arrendatario de un bien inmueble deja de pagar el canon de arrendamiento por 1 año.
Protección de la posesión[editar]
En todos los ordenamientos políticos se ha convenido que la justa posesión es un derecho protegible
en la medida que garantiza la paz social. Así, quien crea tener un derecho de posesión mejor que
aquel que lo ejerce, debe acudir a los tribunales de justicia. Las legislaciones han incluido la figura
del interdicto posesorio, que se muestra ante los tribunales, bien para evitar los actos que pudieran
perturbar la paz de la posesión, bien aquellos que privan al poseedor del bien o derecho.
La posesión puede llevarse a cabo por muchos títulos posesorios diferentes:
propiedad, arrendamiento, depósito, prenda, etc. Por lo tanto, la persona que ostenta la posesión no
tiene por qué ser siempre el propietario, sino que dependerá de cada caso concreto.
La protección de la posesión es provisional y supone una serie de presunciones en favor del titular: la
buena fe, la posesión de los bienes muebles de aquel que posee el bien inmueble donde se encuentran
y la continuidad.
La posesión tiene además un efecto especial: cuando es en concepto de dueño, pacífica e
ininterrumpida durante un periodo de tiempo largo, permite la adquisición de la propiedad del bien; es
lo que se conoce como usucapión.
Regulaciones nacionales[editar]
Derecho chileno[editar]
Según el artículo 700 del Código Civil de Chile, la posesión es «la tenencia de una cosa determinada
con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por
otra persona que la tenga en lugar y a nombre de él.»
Por otro lado, señala el inciso segundo de este mismo artículo que "el poseedor es reputado dueño,
mientras otra persona no justifica serlo".
La posesión se puede agrupar en útil e inútil.
 Posesiones útiles son aquellas que habilitan para adquirir el dominio por prescripción
adquisitiva. Esta especie se subdivide en posesión regular e irregular.
 Posesiones inútiles o viciosas son aquellas que no conducen a la adquisición del dominio por
prescripción. Tales son, la posesión violenta y clandestina.
En consecuencia, podemos distinguir entre posesión:
 Regular es la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe; además, si el título es
traslaticio de dominio, es necesaria la tradición.
 Irregular es la que carece de uno o más de los requisitos de la posesión regular.
 Violenta es la que se adquiere por la fuerza, la cual puede ser actual o inminente.
 Clandestina es la que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho para oponerse a ella. 2
La tramitación de la protección jurídica de la posesión está regulada en los artículos 549 al 564 del
Título IV del Código de Procedimiento Civil vigente (DE LOS INTERDICTOS).

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