EL ACUERDO DE REORGANIZACION
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previo del editor.
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JUAN ESTEBAN PUGA VIAL
DERECHO CONCURSAL
EL ACUERDO DE REORGANIZACION
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Siempre para mi Elena Sofía y, esta vez,
además, para nuestra Olivia.
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PROLOGO A LA CUARTA EDICION
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Incluso equiparando lo créditos afectos a IVA a su situación en el proceso de liquidación, lo que antes era
un serio inconveniente a la hora de invitar a los proveedores a apoyar una solución de reorganización que no
les garantizaba prácticamente el 30% de recuperación que les aseguraba la quiebra por el solo hecho de
declararse (en efecto, era el 16% que representa el IVA en el valor total de la facture más el castigo del 20%
de Impuesto a la Renta que se podía deducir de las utilidades afectas)
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bondadoso. A nivel mundial las reorganizaciones exitosas son muy excepcionales
cundo hablamos de aquellas sujetas a un procedimiento formal de reorganización,
pues normalmente las empresas viables se reestructuran extrajudicialmente,
porque tanto a ellas como a sus acreedores la publicidad de la insolvencia las
perjudica. Al deudor, porque muchas veces el hecho de abrir un procedimiento
concursal de reorganización les implica que los proveedores suspenden su
suministro y los clientes buscan alternativas más confiables de provisión, lo que
termina muchas veces matando al deudor por inanición más que por insolvencia.
A los acreedores tampoco los ayuda la publicidad, porque su deudor sufre atrición
por un lado y, por el otro y debido a la misma causa, sus créditos contra el mismo
sufren de inmediato una depreciación que puede a su vez despertar rigideces en
sus respectivos acreedores, en especial cuando existe mucha concentración de
créditos de ese acreedor con el deudor insolvente. Cuando el deudor acude a
sistemas formales concursales de reorganización muchas veces responde a
alternativos que no dicen mucho relación con reorganizar, sino que vender
unidades económicas con la situación de carencias clara. En Chile se agregaba
además que muchas veces los convenios eran liquidaciones de empresas pero
convenidas para evitar así l declaración de quiebras y eventuales calificaciones
criminales. Sólo excepcionalmente el convenio de acreedores era una fórmula
genuina de rescate empresario. Pero aún siendo así, los convenios representaban
menos de un 15% de los procesos concursales y si de ellos restamos los
convenios por abandono de bienes o los con remisiones manifiestas o tácitas (v.gr.
una cuota pagadera a 100 años sin reajustes e intereses) es posible que ese
número fuera inferior al 10% y no porque no hubiere un mayor número de
reorganizaciones, sino porque la mayoría de ellas se llevaban a efecto
extrajudicialmente. Esto que ocurre en Chile más o menos coincide con la
estadística mundial2. En los Estados Unidos la solicitudes de reorganización
empresaria son aproximadamente el 20% de los casos, pero eso se mide por la
cantidad de solicitudes (filings), y no por el número de planes de reestructuración
efectivamente acordados.
Como la estadística mundial dice que en su gran mayoría las empresas insolventes
deben liquidarse, las reorganizaciones deben ser apoyadas pero a su vez bien
discernidas, porque quienes pagan las reorganizaciones son los acreedores, ya que
el deudor normalmente poco o nada arriesga en ellas dado que su patrimonio
efectivo vale cero o algo cercano a cero. En todo lo que se demore un proceso de
liquidación en actuar es a cosa de los acreedores y no del deudor. Se tiende a
pensar que la reorganización salva empresas y la liquidación las destruye, en
circunstancias de que en los procesos de ejecución normalmente las unidades de
verdad productivas se enajenan como unidad económica. La diferencia con la
reorganización es que los dueños de la unidad económica continúan dueños de
ella, esto es, permanece la unidad económica bajo la misma o análoga
administración y ello porque los acreedores estiman que es la fórmula más
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rentable, la vía de optimización de los activos del deudor más atractiva, lo que es
particularmente cierto en empresas de servicios cuyos activos están antes en la
cabeza de los gestores que en los "fierros" de la compañía.
3
.- Jordan y Warren….
4
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág………
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PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN
Este texto tiene por función actualizar su contenido con las modificaciones que en
lo atingente a convenios han producido las leyes Nos 20.004, 20.080 y
especialmente la Ley 20.073. Estas leyes se dictaron dentro del programa Agenda
Pro Crecimiento impulsado por el gobierno del Presidente señor Ricardo Lagos
Escobar en razón de un decaimiento en la actividad económica a tasas no vistas
desde mediados de la década de los ochenta.
Esto explica un poco los defectos de estas leyes, pues si bien tienen aportes
valiosos, tienen defectos sustantivos y, lo más triste quizá, es que no son el
resultado de un análisis económico empresarial profundo, sino que un ajuste de los
defectos de una ley un tanto anticuada.
Los convenios de acreedores en nuestra tradición constituían esencialmente
una nueva oportunidad de negocios para un deudor mal afortunado de buena fe.
Su único objeto fue, por centurias, una adecuada combinación de remisiones y
prórrogas que permitieran al deudor levantarse. A mediados del siglo XIX se creó
el convenio por abandono a cambio de prohibir al comerciante recurrir al
expediente de la cesión de bienes.
Las leyes más recientes ya no se debaten entre convenio o quiebra, sino entre
reestructuración o liquidación del patrimonio del deudor. El proceso concursal es
uno que desemboca en alguna de ambas alternativas. Normalmente las
reestructuraciones son resultado de un plan que debe ser aprobado por los
acreedores, como ocurre en el derecho peruano, en el derecho de los Estados
Unidos y en el sistema de la ley española del año 2003. Otras veces el plan de
reorganización depende de profesionales que lo someten a la aprobación no de los
acreedores, sino que del juez, como es el caso del derecho francés.
Otro factor común en las legislaciones actuales es que el convenio sólo se
aplica para empresas viables, esto es, para empresas cuya continuación es más
conveniente a los acreedores de la insolvencia que la liquidación inmediata. En
esto se requiere cierto cuidado, porque en muchas liquidaciones, como es el caso
de Chile, no se identifica necesariamente la salvación de la unidad económica con
el convenio. Especialmente cuando la insolvencia obedece claramente a
desaciertos de la administración, mejor que el convenio, es la venta como unidad
económica, pues esa fórmula maximiza los resultados, pues en una venta
competitiva en mercado abierto se obtendrá la mejor valoración de ese activo, con
resultados normalmente más efectivos que la permanencia de dicho activo bajo la
misma administración. Así, no hay que identificar el convenio con la salvación de la
empresa o unidad económica, porque la quiebra también tiene mecanismos que
propenden a conservar las empresas cuya unidad es más valiosa que sus partes,
9
como es el caso de la venta como unidad económica y la continuidad efectiva del
giro.
Lo principal en todo sistema concursal es maximizar el valor de los activos del
deudor. Creemos que ese objetivo debe quedar bajo la responsabilidad de los
principales afectados por la iliquidez crónica del deudor, a saber, sus acreedores.
El convenio, dentro de este contexto, sólo debiera imponerse como solución
cuando objetivamente conservar una empresa bajo la administración del deudor
sea la solución más efectiva a dicho fin. En los demás casos, debiera procederse
por liquidación y, desde luego, confiar esa liquidación fundamentalmente a los
acreedores en términos efectivos.
En suma, el convenio debe ser una herramienta concursal que tenga por
función permitir una solución a la insolvencia que quede entregada a la
administración del deudor.
La práctica internacional nos dice que las reorganizaciones son normalmente un
fracaso.5 Las explicaciones son muchas. A nuestro juicio la razón fundamental del
fracaso no se debe a factores jurídicos sino a la circunstancia de que
probablemente las razones económicas que arrastraron al deudor a la insolvencia
no son coyunturales sino que estructurales, y, por lo mismo, cualquiera sea la
administración, el negocio será siempre perdidoso.
5
Comentan Jordan y Warren que “quince años de experiencia han mostrado que el Chapter XI es un
popular pero a menudo un nada exitoso método para tratar con los negocios insolventes. En el ejercicio que
terminó el 30 de junio del año 1992, 24.000 compañías presentaron un Chapter XI, un 38% sobre las que lo
habían hecho en los tres años anteriores. El analista de la Oficina de Administración de Quiebras es citado
diciendo que la mayoría de estas compañías son pequeñas y que la mayoría no tendrán éxito en su
reorganización. El Wall Street Journal en su edición del 4 de noviembre de 1992, p. B2, sostiene que las
pequeñas compañías tienen muy pocos activos que redestinar o vender y más dificultades en encontrar
prestamistas o inversionistas que les provean de más capital. El artículo del Journal menciona una
investigación sobre 1.000 compañías sujetas al Chapter XI entre 1979 y 1990. Aquellas que lograron la
confirmación del plan de reorganización tenían activos promedio de 210 millones de dólares a la fecha de la
solicitud. Aquellas que tuvieron que liquidarse tenían activos promedio de cuarenta y seis millones de
dólares. El artículo cita una estimación de un 90% de las grandes compañías que acudieron al Chapter XI
emergieron como un negocio funcionando, pero que menos del 20% de las pequeñas compañías lograron
eso”. Ver Robert L. Jordan y William D. Warren, Bankruptcy, 4th edition, pág. 729. En el caso de Perú,
Huáscar Escurra señala algo similar. Nos dice que las estadísticas del INDECOPI nos llevan a la conclusión
de que “el promedio histórico de las decisiones de junta de acreedores ha sido en favor de la liquidación de
empresas: entre 1993 y el 2000 se acordó reestructuración en el 25% de los casos y se acordó liquidación en
el 75% de los casos” y añade que “solamente el 2,8% de los procesos de reestructuración iniciados
concluyeron, el 72,4% continúa en marcha y el 24,9% fue convertido en un proceso de liquidación”. Huáscar
Escurra, Derecho Concursal, ¿Por qué tan pocas reestructuraciones?, pág. 94.
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insolvencia, lo que primero resulta de un proceso de auditoría contable y física es
que los números que maneja la empresa no son efectivos, máxime si la empresa
es antigua. Por eso es que el proceso de reestructuración normalmente es mucho
más difícil si se mantiene la administración precrisis. Un avance teórico de la Ley
20.073 es el instituto del experto facilitador, pues se profesionaliza el análisis de la
viabilidad de las empresas en crisis y se confía a un tercero el plan de salvamento.
El tiempo y la experiencia dirán si es una solución factible, pues en el foro no ha
sido bien recibida, pero eso ocurre con mucha frecuencia en un ambiente que no
es propenso por formación a los cambios. Muchas veces ocurre que las
reorganizaciones por insolvencia sólo favorecen a los nuevos acreedores y a los
dueños, pero no a los acreedores falenciales. Como apunta Lynn LoPucki, “cuando
el prospecto futuro de un negocio es de utilidades moderadas o grandes pérdidas,
y cualquiera de ambos es igualmente probable, el dueño del negocio que opera
totalmente con contribuciones propias de capital preferirá cesar las operaciones.
Las expectativas de pérdidas serán superiores a las expectativas de ganancias y las
potenciales pérdidas serán tomadas de la contribución de capital en tanto los
gastos operacionales excedan los ingresos. Si, por el contrario, el negocio ya tiene
obligaciones que exceden los activos, las pérdidas potenciales serán soportadas
por los acreedores. El cese de actividades fijará la pérdida de los dueños y
eliminará toda posibilidad de ganancia, en tanto que la continuación ofrecerá una
moderada posibilidad de ganancia y ninguna posibilidad de pérdidas para los
dueños. Mientras el deudor, sin embargo, puede ser superado por un agudo pesar
de conciencia, sus incentivos financieros apuntan a seguir operando un negocio
que probablemente no dará utilidades”.6
Pero también hay estímulos hacia los acreedores para preferir la quiebra. El
más evidente es que para los acreedores contribuyentes del Impuesto al Valor
Agregado resulta más conveniente una quiebra que una reorganización que no les
6
Lynn LoPucki, A General Theory of the Dynamics of the State Remedies/Bankruptcy System, citado por
Warren y Jordan, op. cit., pág. 724.
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dé absoluta seguridad de que obtendrán al menos el IVA y la pérdida tributaria
que les dará la liquidación. Es una competencia dura en un país donde el Impuesto
a la Renta de Primera Categoría es de un 17% y el IVA de un 19% sobre el valor
neto de la operación. Esto ha llevado a casos en que el convenio se acuerda, pero
se lo tramita en una quiebra para que los acreedores puedan primero asegurarse
de estos beneficios tributarios.
Otro desestímulo a los convenios es la exclusión de los acreedores preferentes.
La Ley 20.073 aminoró este efecto en un texto un tanto difuso que al menos
eliminó el carácter definitivo de la renuncia de las preferencias a los acreedores
que votaban si no se acuerda el convenio, pero aún no se logra una fórmula que
permita a estos acreedores sumarse a la reestructuración sin afectar para nada la
parte preferente de sus créditos.
Tampoco favorece la reestructuración la circunstancia de que ni la quiebra, ni el
convenio suspenden las acciones de los acreedores con garantía real para ejecutar
esos bienes, en circunstancia de que pueden ser bienes vitales en la unidad
económica.73 Tampoco favorece la reestructuración el silencio de la ley en orden a
si la aprobación de un convenio inhibe la acción de quiebra de los acreedores
preferentes a quienes con arreglo a la ley no les afecta dicho acuerdo, como son
los acreedores preferentes que se abstuvieron de votar.
Pero la ley no puede olvidarse nunca que para ser una ley eficiente debe cuidar
del crédito y hacer expedito su cobro. Una ley no puede olvidar tampoco que como
comúnmente ocurre la insolvencia es soportada enteramente por los acreedores y
lo mismo el riesgo de continuar las actividades del deudor, por lo que ellos deben
ser soberanos en decidir el futuro del deudor. La ley no puede olvidar que sin un
marco regulatorio que obligue a los acreedores a actuar en forma colectiva, se
frustrará toda finalidad concursal. La ley no puede olvidar que la insolvencia no
puede cambiar la condición de los acreedores, en términos que, acudiendo al
lenguaje del profesor Huáscar Escurra, los derechos de los mismos ex ante deben
ser los mismos ex post insolvencia, porque un desbalance en esos derechos
importará que algunos acreedores irán por los concursos para mejorar sus
derechos y otros por la ejecución preconcursal para optimizar los suyos.4
4 Es el caso del acreedor hipotecario. En Chile un acreedor hipotecario evita la
quiebra al límite, porque sabe que ésta es una invitación a que su gravamen deba
compartirlo con acreedores que antes de la quiebra ni siquiera existen, como son
los acreedores por las indemnizaciones contractuales de origen laboral. Así,
mientras los trabajadores incrementan su crédito con la quiebra, los acreedores
hipotecarios ven limitadas sus posibilidades de cobro. Claro que los trabajadores lo
primero que harán será intentar salvar sus fuentes de trabajo y eso balancea con
el beneficio que les trae la quiebra.
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Sólo la aprobación de las bases de venta como unidad económica produce la suspensión del derecho de estos
acreedores a continuar sus ejecuciones adelante.
12
Todos estos factores deben ser analizados a la luz de la experiencia y la
legislación chilenas y con ello elaborar una ley concursal eficiente que permita que
las empresas viables se salven y las inviables se liquiden a la brevedad, por último,
que favorezca los convenios cuando la continuación de la administración o dominio
de la empresa sea realmente una alternativa más ventajosa que la liquidación pura
y simple del activo del deudor y todas estas alternativas siembre bajo el prisma de
la más eficiente alternativa para el pago de los acreedores o, lo que es igual, la
más eficiente alternativa para optimizar los activos del deudor.
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COMENTARIOS A MODO DE INTRODUCCIÓN
Con todo agrado escribo esta introducción o prólogo de la obra de don Juan
Esteban Puga Vial sobre Derecho Concursal. El Convenio de Acreedores.
El tema es de interés e importancia, tanto desde el punto de vista doctrinario
como práctico.
El estudio de los problemas que suscita en el Derecho la cesación de pagos o
insolvencia en las empresas para permitir su reintegro a la vida económica, es una
de las tendencias del derecho concursal moderno y se refleja tanto en la normativa
sobre los convenios como en la de continuación de giro, la administración
controlada y los sistemas de readecuación de las empresas que contemplan los
más modernos ordenamientos jurídicos. Pues bien, una de las más importantes
vías para lograr la reinserción en la vida económica de empresas fallidas o con
problemas económicos de importancia, ha sido y es la solución negociada con los
acreedores llamada en la mayor parte de los países de habla hispana
“concordatos” y en Chile “convenios”.
El estudio de los convenios es muy importante para la práctica forense. En
efecto, en la elaboración de las bases de los convenios se posibilita para el
abogado una labor de creación dentro de una amplia gama de posibilidades para
lograr fórmulas justas y adecuadas que equilibren los intereses involucrados tanto
del deudor como aquellos de sus acreedores y los requerimientos de orden
económico necesarios para una solución viable.
También conviene destacar la importancia social que muchas veces tienen los
convenios en cuanto ellos posibilitan que continúen empresas que por su
importancia comprometen de alguna manera el interés nacional como aquel de los
trabajadores de mantener su fuente de trabajo.
Pues bien, sobre tan importante materia, en nuestra literatura jurídica no existe
una obra que específicamente estudie en profundidad el tema desde la memoria
de don Luis Rondanelli escrita hace más de 60 años. La obra que comentamos es
entonces muy necesaria en nuestro medio.
Además cabe recalcar que en materia concursal y en especial tratándose de los
convenios se combinan en su estudio elementos procesales con aquellos de
legislación de fondo que requieren para su mejor comprensión comentarios
doctrinales.
La obra de don Juan Esteban Puga que comentamos en nuestra opinión llena
ampliamente y en forma satisfactoria el vacío de literatura jurídica sobre el tema
que antes anotábamos.
En la obra del señor Puga se plantean la mayor parte de los problemas de
interpretación que se han suscitado en nuestro medio. Las conclusiones a que
arriba el señor Puga podrán compartirse o no, pero no puede menos que
reconocerse que uno de los méritos de la obra es el planteamiento de la
problemática, lo que el autor realiza en forma clara y muchas veces brillante.
14
Quizás podría criticarse la obra que comentamos en cuanto ella desarrolla con
mucha latitud la temática en el derecho comparado y en la doctrina extranjera a
veces desvinculada en forma directa con nuestro derecho. Sin embargo, el acopio
de antecedentes muy abundantes del señor Puga sobre la materia no lo considero
excesivo, por cuanto también presenta indudables méritos pues recopila y señala
materiales que pueden emplearse en mejoras para nuestra legislación de quiebras.
15
INTRODUCCIÓN
16
gestación, la regulación extraordinaria de la ineficacia de estos acuerdos (nulidad,
resolución o declaración de incumplimiento, etc.), su carácter de contrato
colectivo, etc., no son mecanismos a los que estemos acostumbrados, pero que se
explican por la dificultad que presenta la naturaleza del problema que pretenden
resolver, a saber, la insolvencia o cesación de pagos, eje de todo el derecho
concursal.
El nuevo texto legal no regula la cesión de bienes como lo hicieron la El Código
de Procedimiento Civil, la Ley de Quiebras N 4558 y la Ley 18.175., pero no deroga
tampoco la institución regulada en el Código Civil, quedando su ajuste procesal en
tierra de nadie. Con todo, este desliz no es tan grave debido a la prácticamente
nula aplicación de esta institución desde hace más de 100 años-
Es probable que este trabajo contenga opiniones que son provisorias o
tentativas, pero todas ellas, incluso las más espinudas, han sido el resultado de
una larga reflexión y de un ánimo de dar cierta coherencia y sistemática a una
legislación muy intrincada.. Así, la dificultad teórica inherente a estos mecanismos
exorbitantes al derecho común, más la pésima técnica legislativa, son atenuantes
para los errores que puedan contener alguna de las conclusiones de esta obra, que
de seguro sufrirán variaciones ante una más detenida reflexión.
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PRIMERA PARTE
PRINCIPIOS GENERALES
1. EL ACUERDO ES UN CONTRATO
Para definir el género jurídico a que pertenece el convenio de acreedores, que bajo
el nuevo texto legal toma el nombre de acuerdo de reorganización judicial (ARJ)
se han formulado variadas teorías, al extremo de que no existe prácticamente
autor que no haya intentado la suya. Pero las teorías se dividen esencialmente en
dos grupos, una que afirma la tesis contractualista y otra que lo inscribe más bien
dentro de los institutos procesales8.
8
Sin embargo, estas teorías tienen un sustrato más profundo que podemos localizar en relación con la
concepción más o menos publicística o más o menos privatística con que se conciba el interés comprometido
en la insolvencia. Una visión más publicística acentúa la intervención pública en el orden concursal, en tanto
que una visión más privatística apunta más en un sentido voluntarista. La primera visión dará al convenio un
carácter de acto de autoridad pública; la segunda preferirá un perfil más privatístico. La noción más
privatística se encuentra en la raíz histórica del convenio judicial, que reconocemos en los statuti de las
repúblicas italianas renacentistas; en tanto que la visión más publicística tiene su primera formulación
conocida en la obra de Salgado de Somoza, a saber, el Labyrinthus Creditorum ad Litem per Debitorum inter
illos Causatam, visión que gozó de gran aceptación en el derecho alemán y español... Esta raíz se ha ido
diluyendo por las recíprocas influencias entre los ordenamientos jurídicos, pero es reconocible hasta hoy
9
Salgado de Somoza, Labyrinthus..., citado por García Martínez, Francisco, El Concordato y la Quiebra, t. I,
pág. 93; Pothier, Robert-Joseph, Traité des Obligations, 1ère partie, para quien es el juez que aprueba el que
“condena a acceder a la convención y a acordar al deudor las remisiones y los términos que son estipulados”
(Oeuvres de Pothier, t. II, pág. 47); Schultze, Das deutsche Konkursrechts in seinen juristischen Grundlagen,
citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 458; Provinciali, Renzo, Tratado de Derecho de Quiebra, t. III,
págs. 48 y ss.; Broseta Pont, Manuel, Manual de Derecho Mercantil, pág. 727.
10
Sandoval López, Ricardo, Manual de Derecho Comercial, Derecho de Quiebras, t. III, págs. 266 y 267.
18
“contrato procesal”, pues concibe el convenio judicial como “una convención en la
que interviene la justicia con su imperium y su fuerza, lo que le da fuerza
obligatoria general.11
11
Pinedo Neumann, Carlos, De las Quiebras, pág. 126.
12
Así lo señalaba expresamente el antiguo art. 1472 de nuestro Código de Comercio de 1865.
13
Esta norma fue trasplantada a nuestro Código de Comercio, cuyo antiguo art. 1475 disponía que “el juzgado
de comercio negará su aprobación al convenio si se hubiere omitido la declaración de quiebra, la formación
de balance e inventario, la verificación i afirmación de los créditos, o el cumplimiento de alguna de las reglas
establecidas en este párrafo i el anterior para la citación de los acreedores, deliberación de la junta, cómputo
de la mayoría o subscripción del convenio. Si a juicio del juzgado hubiere otros motivos deducidos del interés
público o del interés de los acreedores, podrá negar su aprobación”.
14
Lyon Caen et Renault, Précis de Droit Commercial, t. II, pág. 794.
15
En Argentina la Ley 24.552 de 1995 eliminó la norma de la anterior Ley 19.551 de 1972 que permitía al
juez proponer cambios al convenio acordado para darle luego su homologación o aprobación. No podía el
juez modificarlo, pero sí forzar a los interesados a hacerlo so pena de verse privados de la homologación. El
texto actual del art. 52 de la Ley 24.552 eliminó esa facultad del juez y en general eliminó toda
discrecionalidad del juez a efectos de dar o no la aprobación u homologación. Ver Mario Alberto Bonfanti y
José Alberto Garrone, Concursos y Quiebras, pág. 227, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1997.
16
Arts. 72 y ss. de la Ley 67-563, sobre Arreglo Judicial, Liquidación de Bienes, la Quiebra Personal y la
Bancarrota (derogada en 1985 por la Ley 85-98, sobre Redressement Judiciaire) de Francia; art. 179
19
el caso de Chile17 y recientemente de Argentina18y de algún modo de España que
también ha restringido bastante las facultades homologatorias del juez.
(concordato preventivo) y arts. 130 y 131 del concordato resolutorio del Decreto 267, de 1942, de Italia;
arts. 61 y ss. de la Ley 19.552/72, de Argentina; arts. 33 y ss. del Decreto Ley 350 de Colombia; arts. 1531
(convenio preventivo) y 1647 (convenio resolutorio) del Código de Comercio boliviano; ese era el caso de los
arts. 900 y ss. del Código de Comercio español, y art. 17 de la Ley de Suspensión de Pagos de 1922, de
España. Sin embargo, en la nueva Ley de Concursos N°22/2003 la aprobación del juez, que sigue
inmediatamente de la junta que lo acuerda, puede de oficio retener la aprobación de un convenio que haya
logrado las mayorías si estima que sus contenidos son contrarios a la Ley de Concursos o que han existido
infracciones procesales serias en la convocación o celebración de la junta o en la obtención de las adhesiones
escritas en su caso (art.131)
17
En Chile, con la vigencia del Código de Procedimiento Civil de 1902 y definitivamente con la Ley 4.558,
de 1929, se eliminó la sentencia de homologación de la amplitud que tenía bajo el Código de Comercio de
1865. Desde entonces el juez no “aprueba” propiamente el convenio, sólo se limita a declarar la aprobación
que se produce, cumplidos ciertos requisitos y plazos, por el solo ministerio de la ley.
18
En efecto, hoy el art. 52 de la Ley de Concursos Nº 24.552 de 1995 se limita a señalar que “no deducidas
las impugnaciones en término, o rechazadas las interpuestas, el juez dictará resolución homologatoria del
acuerdo en el plazo de 10 días”. Ya no hay calificación de fondo.
19
Esta es la teoría sostenida originalmente por Schultze (op. cit., págs. 120 y ss.), citado por Rocco, Alfredo,
Il Concordato nel Fallimento, págs. 102 y ss., y con más actualidad por Provinciali, op. cit., t. III, pág. 52;
Bolaffio (op. cit., pág. 45), citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 460.
20
Sostenida en Alemania por Wernz (Commentar zur Prozessordnung, etc., sobre el art. 1316), citado por
García Martínez, op. cit., t. I, pág. 456.
21
Garrigues, Joaquín, Derecho Mercantil, t. V, pág. 90.
20
anotada de que no existe posibilidad alguna de representación respecto de
aquellos que válidamente manifestaron su voluntad contraria al convenio; o una
variación propuesta por Satta, menos inteligible aún, que invoca no ya
representación, sino el carácter colegial que asume la deliberación de los
acreedores.22Por último, la forzada teoría de la personalidad jurídica de la masa de
acreedores, con la cual no existe voluntad de mayoría propiamente tal, sino una
voluntad obtenida por mayoría al interior de la persona jurídica.23
Pero puede ser que, en este caso, las proposiciones de convenio sean dirigidas
22
Satta, Salvatore, Instituciones del Derecho de Quiebras, pág. 391.
23
Rondanelli R., Luis, Del Convenio Judicial de Acreedores, págs. 72 y 73. Thaller, sin desconocer que no
hay persona jurídica stricto sensu, cree ver en la comunidad de acreedores una “personificación moral de la
masa de acreedores”, término, por decirlo de algún modo, equivalente e igualmente infundado. Thaller, E.,
Traité Élémentaire de Droit Commercial, pág. 1250. Bonelli, Gustavo, Del Fallimento, vol. III, págs. 133 y
ss.
24
Schultze (op. cit., págs. 120 y ss.), citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 458; Provinciali, op. cit.,
t. III, págs. 294 y ss.
21
al juez y, como sostiene Provinciali, la mayoría de acreedores es un dato en la
sentencia con que el juez resuelve la petición del deudor. Mas nuevamente nos
encontraríamos con una demanda judicial coja, pues no existiría el sujeto pasivo
de la acción.25 Sería una relación directa entre el juez y el deudor, lo que se opone
a la noción misma de negocio contencioso.
25
Claro, se puede decir que los acreedores son los sujetos pasivos de la acción del deudor. Pero este sujeto
pasivo representado por la totalidad de los acreedores desaparece una vez que aceptó por mayorías el
convenio; desde entonces no habría “controversia” y, es más, existiría “allanamiento”, pese a lo cual el juez
podría denegar la aprobación, lo que nuevamente representa una anomalía inexplicable dentro de las nociones
del derecho procesal civil.
26
Bolaffio (op. cit., pág. 45), citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 460; Kohler, Lerhbuch der
Konkursrechts, citado por Rocco, op. cit., Nº 63; Parra García, op. cit., t. I, pág. 18.
22
esencialmente de un acuerdo entre el deudor y sus acreedores; pero que sería
“procesal” porque su efecto se extiende a los acreedores ausentes o disidentes no
es resultado del contrato acordado entre la mayoría y el deudor, sino de la
concurrencia de todos los elementos que se deben tomar en cuenta para dar
homologación al concordato, constituyendo sólo uno de ellos el apoyo de
mayorías; es el juez, y no sólo la mayoría legal, el que reconoce las bondades del
acuerdo respecto de los acreedores ausentes o disidentes y quien se lo impone a
éstos por la fuerza de su resolución judicial.2722 Esta teoría tiene dos deficiencias
básicas. La primera es que la sentencia de homologación hace ejecutivo el
convenio no sólo para los disidentes y ausentes, sino también para aquellos que
sufragaron a su favor. La segunda es que con el mismo criterio se podría pensar
que el juez estaría facultado para homologar aun cuando las proposiciones no
hubieren recibido la aprobación mayoritaria mínima que requiere la ley.
27
Bolaffio (op. cit., pág. 45), citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 461. También Pinedo Neumann,
op. cit., págs. 125-126.
28
Carnelutti, Sistema..., t. III, págs. 102-103, 129 y 133 y ss.
23
impropiedad. La junta de acreedores de la ejecución colectiva es un órgano
procesal en quien la ley deposita la facultad de disposición que “expropia” al
deudor, pero que no tiene facultades sobre los bienes de los acreedores que la
integran. En los convenios, de lo que se “dispone” es de los créditos de los
acreedores y no del activo del deudor. En consecuencia, la función de la junta
como órgano del procedimiento concursal de liquidación no es equiparable a la
función de la junta que vota el convenio. La primera es un órgano procesal
concursal, la segunda es simplemente una formalidad o la instancia donde los
acreedores y el deudor deben manifestar su consentimiento, y dicha junta no
tiene, obviamente, personalidad o existencia como unidad distinta de sus
componentes.
Todas las teorías procesalistas tienen además una cojera adicional. No pueden
explicar el tratamiento diferenciado para los acreedores preferentes (privilegiados,
hipotecarios, prendarios y retencionarios). No se entiende cómo siendo convocados
(“emplazados”) depende de su sola voluntad ser abarcados por el efecto de la cosa
juzgada de la sentencia de homologación. Es inconcebible que dependa de un
“demandado”, de su sola voluntad, que le afecte o no la sentencia “definitiva” de
aprobación.
En Chile, desde la dictación del Código de Procedimiento Civil de 1902,29 que
en su Título III del Libro III trataba del convenio, se eliminó la sentencia de
homologación. Por cierto, aún subsiste la denominada sentencia de aprobación
(art. 89 de la Ley), pero a diferencia de la antigua regulación del art. 1475 del
Código de Comercio, esta resolución no tiene sino un mérito certificatorio de que el
acuerdo de reorganización acordado no fue impugnado dentro del plazo: si no hay
impugnación oportuna, el juez está obligado a declarar la aprobación del mismo,
porque ella no se produce por la sentencia del tribunal, sino por el “hecho” de no
haber mediado impugnación oportuna. Si, por el contrario, interviene impugnación,
no existe sentencia de aprobación, diligencia que se entiende producida por el solo
rechazo de la impugnación. En consecuencia, en Chile el convenio no es
“aprobado” por el juez, pues adquiere el carácter de perfecto por hechos a los que
la ley les atribuye dicho efecto aprobatorio. No hay, por tanto, sentencia de
homologación y mal puede entonces sostenerse algún carácter procesal al acuerdo
29
Verdaderamente, en Chile la necesidad de sentencia de homologación en los términos discrecionales en que
existía en nuestro Código de Comercio es la excepción, porque el convenio judicial ya existía bajo las
Ordenanzas de Bilbao de 1737 y –ya dentro de nuestro período republicano–, en el decreto sobre juicio
ejecutivo, cesión de bienes y convenios del 8 de febrero de 1837. Esta ley, arts. 121 y ss., trataba del convenio
tanto preventivo como resolutorio y prescindía de la sentencia de homologación propiamente tal, entendida
como una resolución calificatoria de las bondades del convenio. Ella se aplicaba tanto a comerciantes como a
deudores comunes y sólo vino a ser totalmente derogada con la promulgación del Código de Procedimiento
Civil de 1902, que mantiene en lo medular la ley de 1837, como veremos al tratar de la historia del convenio.
La sentencia de homologación en Chile tuvo corta duración, pues sólo se aplicó a los convenios de
comerciantes sujetos al Código de Comercio de 1865 y desde la vigencia del Código (1867) hasta su
derogación tácita por el Título XIV del Libro III del Código de Procedimiento Civil de 1902.
24
de reorganización, salvo tal vez por la circunstancia de que la organización y
dirección del procedimiento establecido para su perfeccionamiento estén
entregados a un órgano jurisdiccional. Pero no existe en dicho procedimiento
ejercicio de la jurisdicción; se trata de un procedimiento no contencioso destinado
a velar por la protección de la real transparencia de la votación.
30
Normalmente, tanto en Chile como en el derecho comparado es un órgano jurisdiccional quien
supervigila el procedimiento para perfeccionar el convenio de acreedores. Pero históricamente no ha sido
necesariamente así. En el régimen de las Partidas no intervenía el Juzgador, sólo bastaba el acuerdo de
mayorías. En Perú, para acordar convenios preventivos de mayoría, la entidad contralora no es un órgano
jurisdiccional, pues están autorizados para tal evento la Cámara de Comercio local, la Superintendencia de
Bancos y el Banco Central de Reserva del Perú (art. 194 Ley Procesal de Quiebras 7.566, de 1932). Para no ir
más lejos, en el caso de convenios por mayorías respecto de compañías de seguros insolventes es la
Superintendencia de Valores y Seguros (arts. 76 y ss. D.F.L. 251, sobre Compañías de Seguros), y en el caso
de los bancos e instituciones financieras, quien actúa como autoridad es la Superintendencia de Bancos e
Instituciones Financieras (arts. 119 y ss. D.F.L. 3, texto refundido y sistematizado de la Ley General de
Bancos).
31
.- Aunque es creciente el número de legislaciones que han aceptado las adhesiones anticipadas o posteriores
a la junta e incluso el acurdo por mayoría sin junta, como sería el caso de nuestra propi Ley 20.720.
25
práctica los acreedores excluidos terminarían por hacerlo ineficaz. Así, una vez que
para hacer posible un convenio se aceptó que bastaba cierta mayoría de
adherentes al mismo, la intervención de la autoridad se hacía indispensable para
cuidar por la transparencia y legitimidad de esa mayoría y, eventualmente, velar
por los intereses de la minoría. Si el acuerdo requiere de unanimidad, como
acontece con el convenio extrajudicial, la intervención de la justicia deja de ser
necesaria, pues inútil resulta que alguien vele por la efectividad y legitimidad de
las mayorías adherentes, como inútil que alguien vele por los intereses de las
minorías, que, en los acuerdos unánimes, no existen.
32
C. La Serena, 1904, Gaceta, 2º sem., 1904, pág. 668; Corte Suprema, 1919, R.D.J., t. 18, sec. 1ª, pág. 254;
Corte Suprema, 1936, Gaceta, primer semestre, sec. Civil, pág. 85, 1936; Corte Suprema, 1958. R.D.J., t. 55,
sec. 1ª, pág. 355; Corte Suprema, 1979, Gaceta Jurídica Nº 30, pág. 40, 1979.
33
Aunque hay que reconocer que dentro de las corrientes contractualistas hay diversas teorías. Lo
característico de todas ellas es que reconocen en la base de la institución un negocio privado, sin perjuicio del
valor que le adjudican a la sentencia de homologación o aprobación. Ver López Santa María, Jorge, Los
Contratos, Parte General, pág. 104; Varela Varela, Raúl, Curso de Derecho Comercial, págs. 155 y 160, y
“Sobre la Aplicabilidad del Convenio a los Acreedores Hipotecarios y Privilegiados”, R.D.J., t. 37, sec.
Derecho, pág. 206; Puelma Accorsi, Álvaro, op. cit., pág. 201; Rondanelli, op. cit., pág. 71; Alarcón
Hormazábal, Alejandro, Del Convenio Judicial en las Quiebras, pág. 11; Palma Rogers, Gabriel, Derecho
Comercial, pág. 410, 2ª edición (apuntes de clases de Roberto Belmar Puelma y Pedro Gandulfo Guerra);
Budnevich B., Orlando, Tratado Práctico de las Quiebras, pág. 431; García Martínez, op. cit., t. I, pág. 455;
Cámara, Héctor, El Concurso Preventivo y la Quiebra, t. I, págs. 363-364; Rocco, op. cit., págs. 149 y ss.;
Satta, op. cit., pág. 390; Bonelli, op. cit., vol. III, págs. 27 y ss.; Messineo, Francisco, Manual de Derecho
Civil y Comercial, t. IV, págs. 318 y ss. En el derecho francés: Renouard, Augustin-Charles, Traité des
Faillites et Banqueroutes, t. II, pág. 8; Thaller, op. cit., pág. 1251; Pardessus, J.M., Cours de Droit
Commercial, t. III, pág. 464; Bravard-Veyrières, M., Traité de Droit Commercial, t. V, pág. 457; Lyon Caen
et Renault, Traité de Droit Commercial, t. VII, págs. 528 a 530.
34
Rocco, op. cit., págs. 37 y ss.
26
b) La base del convenio son los acuerdos entre el deudor y sus acreedores:
ellos fijan los deberes, obligaciones, cargas, remisiones, prórrogas, etc.
c) El acuerdo entre el deudor y sus acreedores es irrevocable. No pueden ni
aquél ni éstos desistir del convenio luego de la asamblea que le dio su aprobación.
Es más, esta irrevocabilidad existe toda vez que se produce una oferta y su
aceptación manifestada en la forma señalada en la ley.
d) El juez, aun en los países que conservan la institución de la homologación,
aprueba o deniega su aprobación a un acuerdo entre particulares. El juez no puede
imponer un acuerdo si éste no existe ex ante y tampoco puede modificar el
acuerdo ya tomado. Así, la obligación no nace de la sentencia, nace del acuerdo.
e) El convenio es resoluble, como lo son los contratos, y no lo son las
resoluciones judiciales.
f) El acuerdo de reorganización judicial existe sólo en tanto no exista
unanimidad, de forma que concurriendo dicha totalidad, no interviene la justicia,
como acontece, de hecho, con el extrajudicial.35
27
analizar los institutos concursales bajo un prisma específicamente individualista,
singularista, como de hecho son los modelos jurídicos considerados en la mayor
parte de la legislación positiva. Es raro encontrar normas que discurran en sentido
plural, y más extraño aún las que lo hagan en sentido colectivista. Este problema
lo vimos al tratar de la naturaleza jurídica del juicio concursal36. Entonces vimos
que las categorías procesales de nuestro ordenamiento positivo discurren con gran
frecuencia sobre la base de un proceso declarativo y rara vez sobre nociones
procesales ejecutivas; y cuando la ley trata de aspectos procesales contenciosos
ejecutivos, siempre se mantiene en la esfera de las relaciones bilaterales... El
fenómeno colectivo de la insolvencia es una categoría prácticamente ignorada en
nuestro derecho procesal civil.
Las teorías expuestas para explicar este fenómeno de la obligatoriedad
universal del convenio son por regla general insuficientes, en muchas ocasiones
porque son tomadas de analogías del derecho común, pero las más de las veces
porque todas se inspiran en la teoría clásica o voluntarista en materia del
fundamento del efecto obligatorio de los contratos.37 La teoría de la representación
de las minorías por las mayorías no admite siquiera exposición: se contradice con
la naturaleza misma de la representación entre personas capaces, cuando
discurrimos en que ella pretende hacernos creer que dicha mayoría es capaz de
representar incluso a quienes provistos de discernimiento expresa y válidamente
manifestaron una voluntad opuesta a la de sus supuestos “representantes”. La
teoría de la voluntad presunta, que reposa en la equivocada noción de que existe
una presunción –a menudo absurda– afirmando que la mayoría escoge siempre lo
mejor, padece de las mismas dificultades y otras peores, porque respecto de
aquellos acreedores que expresamente rechazaron el acuerdo no se puede
presumir que lo hicieron equivocadamente; algo así como “oí su opinión, pero
como está equivocado, prefiero pensar que si tuviera la inteligencia de un ‘buen
padre de familia’ habría accedido a la oferta...”
36
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, pág….
37
Esta teoría no tiene hoy gran aceptación. No es la “autonomía de la voluntad” lo que asimila el contrato a
la ley, sino, sobre todo, el reconocimiento prestado por el derecho objetivo o positivo a dicha manifestación
de voluntad autónoma (ver López Santa María, op. cit., págs. 193 y ss.).
38
Bonelli anota que “la asamblea es el órgano de la masa concurrente, órgano deliberante y, para la ocasión,
órgano ejecutivo. No es el singular el que ha contratado, sino más bien la masa; los disidentes son obligados
porque forman parte de la masa, que tiene el poder de representarlos contractualmente y de obligarlos” (op.
cit., vol. III, pág. 133).
28
de realización de los bienes, cuya facultad de disposición les es atribuida por la ley
a los acreedores (art. 130 de la Ley) como resultado del desasimiento o embargo
universal propio de toda ejecución civil. La ley no le atribuye a la “masa de
acreedores” la facultad de disponer de los créditos y derechos de los acreedores,
porque la ejecución “expropia” judicialmente el patrimonio del ejecutado y no el
patrimonio de los acreedores.39
39
Rocco, también en esta línea discursiva, si bien rechaza la tesis de la masa de acreedores como persona
jurídica, echa mano a una noción que él denomina estado de comunidad (stato di comunione), no asimilable a
la comunidad civil ordinaria, sino un stato de comunione qualificata, que, a diferencia de la comunidad
ordinaria, impide el ejercicio de derechos frente a terceros en forma individual, debiendo siempre obrar con
una voluntad colectiva. Esta voluntad colectiva es la voluntad no de los acreedores, sino de esta comunidad
especial de la que forman parte los acreedores, cuya unidad conceptual y legal frente al convenio nace de la
circunstancia de que el convenio regula sus intereses colectivos no escindibles en la pluralidad de intereses
individuales de que está formada la colectividad o comunidad. Un ejemplo se da en aquellas comunidades en
que deben seguirse acuerdos relativos a la conservación de la cosa común, en que no es posible la actividad
individual o la escisión de voluntades de los comuneros, casos en los que se requiere de una sola voluntad. Si
se observa bien, esta teoría trata de salvar los inconvenientes de la teoría de la masa de acreedores como
equivalente a una persona jurídica. Dejando de lado que la comunidad no existe donde no hay derechos
iguales sobre una misma cosa (y los acreedores no tienen derechos iguales sobre una misma cosa), las críticas
a esta teoría serían las mismas que a la teoría de Bonelli expuesta supra (ver Rocco, op. cit., págs. 149 a 169).
40
Rondanelli, op. cit., pág. 72.
41
Rocco, op. cit., pág. 159.
29
universalmente. Este es un contrato colectivo cuyo efecto legal no es respecto de
los adherentes voluntarios, sino respecto de todos los acreedores que pertenezcan
a esa clase.42 No se trata, como señalaba Löhr,43 de que los que accedieron
quedan obligados por el contrato y los disidentes o ausentes por un hecho –el
concordato– al que la ley le atribuye determinados efectos, idénticos a los efectos
contractuales para con los acreedores adherentes.44 La fuente de las obligaciones,
remisiones, dilaciones, etc., para todos los acreedores es este contrato: el
convenio de reorgnización; pero esa obligatoriedad general nace de los efectos
que la ley le atribuye a este peculiar acto jurídico.
Lo que olvidan habitualmente los autores es que los contratos no son más que
tipologías de adhesión, pero que dichas tipologías son legales, es la ley la que les
ordena sus efectos.45 Como anota correctamente León Hurtado, el acto jurídico es
la manifestación de voluntad de una o más personas hecha con la intención de
lograr un determinado fin práctico y que produce los efectos jurídicos que el
derecho señala para la consecución de ese fin.46 No son las partes las que fijan los
efectos de los actos jurídicos, es la ley; es más: el propio principio de la autonomía
de la voluntad tiene valor “jurídico” sólo en tanto la ley se lo reconozca. 47 El
42
En el mismo sentido, De Semo, Diritto Fallimentare, pág. 397, citado por Provinciali, op. cit., vol. III,
pág. 49; Fassi, Santiago, Concursos Comerciales y Civiles, pág. 99.
43
Löhr, Uber die rechtliche Natur des Zwangsvergleichs, págs. 43-53, citado por Rocc Rocco destruye esta
teoría de la fuente legal de la obligatoriedad del convenio para los disidentes y ausentes, en razón de que Löhr
intenta justificar este instituto mediante el expediente de la estipulación en favor de un tercero, en que el
estipulante serían los adherentes y el tercero los disidentes. Claro, la doctrina está mal construida, porque los
disidentes no son afectados por un hecho –el convenio– sino por un acto jurídico que, como todos los actos
jurídicos, tiene los efectos que la ley le asigna, con la peculiaridad de que este acto jurídico tiene el efecto de
obligar a terceros ausentes o disidentes (ver Rocco, op. cit., págs. 140 a 142).o, op. cit., págs. 134 y ss.
44
Rocco destruye esta teoría de la fuente legal de la obligatoriedad del convenio para los disidentes y
ausentes, en razón de que Löhr intenta justificar este instituto mediante el expediente de la estipulación en
favor de un tercero, en que el estipulante serían los adherentes y el tercero los disidentes. Claro, la doctrina
está mal construida, porque los disidentes no son afectados por un hecho –el convenio– sino por un acto
jurídico que, como todos los actos jurídicos, tiene los efectos que la ley le asigna, con la peculiaridad de que
este acto jurídico tiene el efecto de obligar a terceros ausentes o disidentes (ver Rocco, op. cit., págs. 140 a
142).
45
Como señala Avelino León Hurtado, “las consecuencias jurídicas del acto no son creadas por la voluntad de
su autor, ya que en la mayoría de los casos el autor o los contratantes desconocen los efectos jurídicos del acto
que realizan” (La Voluntad y la Capacidad en los Actos Jurídicos, pág. 15).
46
León Hurtado, La Voluntad..., pág. 9. De hecho, es teoría muerta la noción de que los contratos tenían su
fuerza obligatoria sólo en virtud del principio de la autonomía de la voluntad (ver López Santa María, op. cit.,
págs. 193 y ss.).
47
Como señala Pablo Rodríguez Grez, “todo acto es una regla particular que arranca su validez de la
pertenencia a un sistema normativo. Por lo mismo, el valor jurídico es derivado y surge porque otra norma
jerárquicamente superior le confiere legitimidad. Para que la regla particular (acto o contrato) se integre al
sistema jurídico, debe cumplir con los requisitos señalados en la ley y, si ello no ocurre, no tiene carácter de
tal” (Inexistencia y Nulidad en el Código Civil Chileno, pág. 55). Claro, este autor se está refiriendo a la
dependencia de la existencia y valor del acto para con la ley en lo que dice relación con su formación, pero los
mismos principios pueden aplicarse a los efectos que la ley que legitima ese acto le reconoce.
30
contrato de hipoteca es un instrumento en manos de las partes, pero sus efectos
no son susceptibles de ser modificados por dicha autonomía, sin riesgo de
desnaturalizar el contrato o hacerlo ineficaz (v. gr., las partes no podrían derogar
la preferencia propia de la hipoteca, o hacerla divisible, etc.).
31
sin esta seguridad, ningún acreedor estaría dispuesto a dar esperas o a hacer
quitas o remisiones. En suma, el acuerdo de mayorías es un mecanismo necesario,
ineludible, tanto para que sea posible un acuerdo de este tipo como para que el
acuerdo sea eficaz.
Pero además hay que mencionar un factor que habitualmente se pasa por alto,
cual es que la mayoría a que se refiere la ley no es la ontológica, real, sino una
circunstancial, definida por la ley para el propósito de dar cumplimiento con el
elemento “voluntad” de este peculiar contrato. En otras palabras, la mayoría que
considera la ley no es la mayoría efectiva de los acreedores del fallido, es la que
existe en un estadio o momento contractual específico, que bien puede ser, en la
realidad, una minoría relativa al conjunto de los acreedores a quienes afectará el
convenio.48
48
Esto puede ser difícil en el convenio preventivo, pero es posible y ha ocurrido de hecho en el convenio
simplemente judicial o alzatorio, pues en él tienen derecho a voto sólo los acreedores cuyos créditos se
encuentran reconocidos y puede ser que a la sazón sólo una fracción menor haya verificado y obtenido el
reconocimiento de los créditos. Si este número reducido de acreedores vota favorable y mayoritariamente el
convenio, el acuerdo se impondrá sobre la totalidad de los acreedores, aunque los ausentes y disidentes en
conjunto sean de hecho la mayoría.
49
Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 49, nota 10.
50
En igual sentido, aunque no explica sus razones, Parra García, op. cit., t. I, pág. 20.
32
entre los autores,5144 aunque con la misma sinceridad diremos que cuenta con
satisfactoria aceptación en el derecho comparado.5245 La exclusión de los
convenios de reorganización de la categoría de negocios transaccionales se
explica, a nuestro entender, por las distintas formas de concebir, de legislación a
legislación, el contrato de transacción y tal vez por una un tanto estrecha
interpretación de las normas sobre el particular.
51
Le niegan ese carácter Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 537; Bonelli, op. cit., vol. III, pág. 28;
Garrigues, op. cit., t. V, pág. 94; Maffía, Osvaldo, Derecho Concursal, t. I, pág. 63; Rondanelli, op. cit.,
pág. 77; Prieto Castro, Leonardo, Derecho Concursal, Procedimientos Sucesorios, Jurisdicción Voluntaria,
Medidas Cautelares, pág. 73; Satta, op. cit., pág. 392; Concha Gutiérrez, Carlos, El Proceso de Quiebras,
pág. 17; García Martínez, op. cit., t. I, pág. 476.
52
En la doctrina extranjera podemos citar como partidarios de la índole transaccional del convenio a
Gabino Pinzón, Introducción al Derecho Comercial, pág. 396; a Rocco, op. cit., Nº 92, págs. 209 y ss.; en
España, a Majada, op. cit., pág. 315; a Gómez de la Serna y Reus, a Antonio Ramírez y a la jurisprudencia del
Tribunal Supremo, sentada en sentencias de 24 de febrero de 1872, 25 de noviembre de 1913, 20 de
noviembre de 1928, 18 de abril de 1929, 2 de enero de 1930 y 30 de diciembre de 1930 (ver Ramírez,
Antonio, en comentarios a Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 53 y ss.); también en sentencias de 20 de
noviembre de 1928 y 30 de diciembre de 1932, aunque controvertidas en sentencias más recientes de la
Audiencia Territorial de Zaragoza –1983– o por sentencias de la Primera Sala del Tribunal Supremo de 30 de
noviembre de 1955 y 30 de mayo de 1959, que incluso se inclinan a negarles el carácter contractual a los
convenios (ver Majada, op. cit., págs. 337 y ss.). En el derecho francés, M. Lavielle y Renouard daban por
descontada su naturaleza transaccional (Renouard, op. cit., t. II, pág. 84), y también Pardessus le reconocía el
carácter transaccional (op. cit., t. III, pág. 449), lo mismo que la jurisprudencia francesa decimonónica en
fallos de 18 de diciembre de 1878 y 18 de julio de 1843, citados por Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII,
nota 1, pág. 538. Más modernamente se pronuncian por el carácter transaccional del convenio Francesco
Ferrara Jr. y Alessandro Borgioli, Il Fallimento, 5ª edición, págs. 167 y 636.
53
En la práctica así ocurre, pues es pan de cada día ver cómo acreedores y deudores transigen en juicios
ejecutivos en los cuales no se opusieron excepciones o éstas fueron rechazadas. Negarles a estos actos la
naturaleza transaccional, haría de este contrato una suerte de figura de laboratorio y expuesta a ser siempre
cuestionada en razón de la sustancia de las concesiones que se hacen las partes.
33
exigencias en nuestro primer volumen: dicho procedimiento es un proceso
contencioso civil54. En efecto, la liquidación concursal es el juicio “concursal” por
antonomasia, es el juicio ejecutivo adecuado no ya al incumplimiento de una
obligación singular para el cual está el remedio del juicio ejecutivo singular, sino al
incumplimiento generalizado emanado de la insolvencia del deudor. Volveremos
sobre lo mismo al tratar del objeto de los acuerdos de reorganización.55
Tal vez no sea éste el momento más adecuado para polemizar sobre el
particular, pero esta exigencia, por un lado, no existe en nuestro derecho positivo
y, por el otro, a la hora de determinar en qué consisten estas concesiones mutuas,
los autores normalmente incurren en una ambigüedad inadmisible.
Que no existe en nuestro ordenamiento positivo es un hecho y una ventaja, y
no puede replicarse que las “concesiones recíprocas” sean algo así como un
elemento de derecho natural en los contratos de transacción, porque hay
legislaciones que expresamente aceptan la transacción unilateral.52 A lo que don
Andrés Bello le restó la calidad de transacción es al acto que “sólo” consiste en la
renuncia de un derecho. No existe norma alguna en nuestro Código Civil de la cual
pueda desprenderse que las partes de la transacción deban hacerse concesiones
recíprocas.
52 Al respecto el mismo Vodanovic cita el art. 1918 del Código Civil de la
54
De la misma opinión son Provinciali, op. cit., t. I, pág. 48; Concha Gutiérrez, op. cit., pág. 90; Alcalá
Zamora, Niceto, “Premisas para Determinar la Índole de la Llamada Jurisdicción Voluntaria”, Revista de
Derecho Procesal Argentina, 1ª parte, pág. 332, citado por Concha Gutiérrez, op. cit., pág. 90.
55
Puga Vial, Juan Esteban, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación , …..
56
Vodanovic, Antonio, Contrato de Transacción, pág. 14; Peláez, Francisco, La Transacción, pág. 46; Meza
Barros, Ramón, Manual de Derecho Civil, De las Fuentes de las Obligaciones, t. I, pág. 391; Gutiérrez
Olivos, Sergio, El Contrato de Transacción ante la Doctrina y la Jurisprudencia, pág. 27. Alessandri R.,
Arturo y Somarriva U., Manuel, Curso de Derecho Civil, t. IV, Fuente de las Obligaciones, pág. 561;
Carnelutti, Sistema..., t. I, pág. 199.
57
En tal sentido Bonelli, op. cit., vol. III, pág. 28; Rondanelli, op. cit., pág. 77; Garrigues, op. cit., t. V,
pág. 94; Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 538.
34
de admitir transacción mediante concesión de sólo una de las partes. Tampoco
contenía esta exigencia la definición del art. 2044 del Código Civil francés de 1804.
Es efectivo que en la mayoría de los Códigos (peruano, boliviano, paraguayo,
argentino, venezolano, italiano, portugués) la exigencia de concesiones recíprocas
es expresa, pero basta con adentrarse en el sentido de dicha exigencia para
encontrarnos de lleno en el mayor de los pecados jurídicos: la ambigüedad e
incertidumbre.
58
En esto hay que señalar que una transacción puede no reflejar en sus estipulaciones el objeto preciso de la
controversia. Un juicio reivindicatorio puede transigirse mediante compromisos recíprocos que no tengan
conexión alguna con la propiedad en disputa.
59
Cuando los autores tratan de definir la sustancia de este requisito de “concesiones recíprocas” intentan
justificar la razón de la sinrazón. Gutiérrez Olivos anota que las concesiones recíprocas no requieren ser
equivalentes y tampoco de naturaleza pecuniaria, para llegar a sostener que también las concesiones no
apreciables en dinero cabrían dentro de esta categoría y para concluir que ellas pueden ser “la principal
utilidad que reporta a las partes” (op. cit., pág. 28). Antonio Vodanovic, al calificar este requisito, también
tiene que admitir que las concesiones no deben ser necesariamente equivalentes, lo que es lo mismo que
renunciar a calificar que son concesiones recíprocas, porque si no es necesaria la equivalencia, entraríamos en
el debate fariseo de cuál es el extremo permitido del desbalance (ver Vodanovic, op. cit., pág. 18). Peláez, por
su parte, cita un fallo del Tribunal Supremo español que, de hecho, mantiene la carcasa de este requisito de
concesiones recíprocas al afirmar que “no constituye requisito esencial la entrega recíproca de prestaciones,
ya que en ocasiones, el designio de poner término a un litigio, soslayar discusiones y no extraer del olvido
hechos y actos ya ocurridos, mueve a los contratantes a la aceptación de acuerdos sin iguales alcances y
paridad de concesiones, llegándose al convenio incluso con sacrificios, bien de orden moral o ya de tipo
económico, con el exclusivo objeto de evitar los inconvenientes que los pleitos llevan siempre consigo” (op.
cit., pág. 49).
35
Antonio Vodanovic, al calificar este requisito, también tiene que admitir que las
concesiones no deben ser necesariamente equivalentes, lo que es lo mismo que
renunciar a calificar que son concesiones recíprocas, porque si no es necesaria la
equivalencia, entraríamos en el debate fariseo de cuál es el extremo permitido del
desbalance (ver Vodanovic, op. cit., pág. 18). Peláez, por su parte, cita un fallo del
Tribunal Supremo español que, de hecho, mantiene la carcasa de este requisito de
concesiones recíprocas al afirmar que “no constituye requisito esencial la entrega
recíproca de prestaciones, ya que en ocasiones, el designio de poner término a un
litigio, soslayar discusiones y no extraer del olvido hechos y actos ya ocurridos,
mueve a los contratantes a la aceptación de acuerdos sin iguales alcances y
paridad de concesiones, llegándose al convenio incluso con sacrificios, bien de
orden moral o ya de tipo económico, con el exclusivo objeto de evitar los
inconvenientes que los pleitos llevan siempre consigo” (op. cit., pág. 49).
60
Concesiones que además existen. Por supuesto, éstas no parecen claras en lo que se refiere a las
relaciones entre el deudor y el conjunto de sus acreedores, porque a primera vista únicamente éstos hacen
concesiones que, dicho sea de paso, no son sólo la renuncia de un derecho. Mas no siempre al deudor le
conviene el concordato; muchas veces para él sería más cómodo ir a la ejecución concursal y liberarse de su
empresa moribunda. Por otra parte, y esto sí es importante, el convenio en tanto contrato colectivo, implica
siempre y necesariamente concesiones recíprocas entre los acreedores, no ante la ejecución colectiva, es
cierto, pero sí en lo que dice relación a sus posibilidades de cobro extraconcurso.
61
Arts. 97 y 98 de la Ley. Volveremos sobre este punto al tratar de los efectos de los acuerdos de
rorganizacións, tanto judiciales como extrajudiciales.
62
Rondanelli, op. cit., pág. 77; García Martínez, op. cit., t. I, pág. 476; Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII,
pág. 538.
36
generalidad de la doctrina como consustancial a la transacción. 63 Toda la doctrina
de la res dubia o res litigiosa discurre en la noción de que la transacción sólo
puede obrar sobre un proceso declarativo, pensamiento que es muy probable que
haya correspondido al de Bello. Este principio en apariencia encuentra su sustento
en los arts. 2446 inc. 2º y 2455 del Código Civil.64
En lo que se relaciona con la primera disposición, nos parece que ella sólo
quiere decir una cosa, de la cual no pueden desprenderse principios tan generales.
Si el acto es únicamente la renuncia de un derecho que no se disputa, entonces no
hay transacción; si el acto va más allá de esa sola renuncia, entonces sí es
transacción. Pero no dice la norma que no hay transacción si no se discute la
legitimidad del derecho. Vale decir, el Código Civil no relega al universo de los
contratos innominados los acuerdos entre partes que persiguen poner fin o evitar
un juicio, aunque no exista duda sobre la legitimidad de la pretensión de sólo una
de las partes, siempre, claro está, que para evitar dicho proceso el acto no
consista solamente en la renuncia unilateral de un derecho no disputado. Eso dice
la disposición y nada más. Pues bien, como el mismo Vodanovic tiene que
reconocerlo, al tratar del carácter bilateral de la transacción, ella siempre importa
al menos una obligación recíproca, esto es, siempre implica algo más que la sola
renuncia de un derecho no impugnado, a saber, la renuncia recíproca de las
acciones y excepciones del pleito a que se pone fin o que se quiere eludir.65
Interpretando el art. 2455 del Código Civil, coinciden nuestros autores en que
una transacción celebrada en conocimiento de la sentencia definitiva ejecutoriada
no es nula, pero también coinciden en que no sería transacción.66 Nada hay en
nuestra ley que funde dogmáticamente esa exclusión. Por el contrario, lo que el
art. 2455 del Código Civil dice es que la transacción sobre un asunto resuelto,
hecho con conocimiento de dicha sentencia, es transacción, pues así denomina a
dicho pacto el art. 2455 de marras, y, además, es una transacción válida.
63
Ver Carnelutti, Sistema..., t. I, pág. 200; Peláez, op. cit., págs. 11 y ss.; Vodanovic, op. cit., pág. 11;
Gutiérrez Olivos, op. cit., págs. 24 a 27; Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Fuentes de las
Obligaciones, t. II, pág. 391; Alessandri y Somarriva, op. cit., t. IV, pág. 561.
64
El inc. 2º del art. 2446 dispone que “no es transacción el acto que sólo consiste en la renuncia de un derecho
que no se disputa”, y el art. 2455 preceptúa que “es nula asimismo la transacción si, al tiempo de celebrarse,
estuviere ya terminado el litigio por sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, y de que las partes o
alguna de ellas no haya tenido conocimiento al tiempo de transigir”.
65
Vodanovic, op. cit., pág. 23.
66
Gutiérrez Olivos, op. cit., pág. 150; Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las Fuentes de las
Obligaciones, t. I, pág. 398; Vodanovic, op. cit., pág. 125.
37
exista transacción debe existir duda en ambas partes relativamente al objeto
disputado o conflictivo. No vamos a reproducir aquí las entelequias a que se han
visto forzados los tratadistas para poder explicar la noción misma de res dubia,
partiendo por la de si dicha duda debe ser real o sólo aparente.67 Para nosotros la
noción de res dubia no se refiere a otra cosa que a cualquier objeto que sea
susceptible de un proceso jurisdiccional en el sentido estricto, esto es, excluyendo
la mal denominada jurisdicción no contenciosa. En otras palabras, la forma de
ejecución de un derecho no disputado, en que existe disputa, conflicto jurídico,
respecto a la ejecución misma, es res dubia, toda vez que es materia de un
proceso jurisdiccional, aunque no exista duda en orden a la naturaleza, extensión y
legitimidad de los derechos del ejecutante.68 Como señala Rocco, “la incertezza
deve potersi riferire non soltanto alla esistenza del diritto, ma anche alla sua
realizzabilità”.69 Esta interpretación le da sentido al art. 2455 del Código Civil, que,
tal como lo ha reconocido Ortúzar Santa María, “si ambas partes saben de la
sentencia, puede haber transacción, precisamente sobre la ejecución del fallo”.70
67
Primeramente los autores han levantado un arduo e inútil debate en orden a si la cosa sobre que se
transige es una relación jurídica dudosa o si se trata de una relación jurídica litigiosa. Una relación jurídica
dudosa es aquella que tiene ribetes poco claros, aquella sostenida por títulos objetivamente ambiguos. La
relación jurídica litigiosa alude derechamente a que sobre una determinada cuestión exista debate,
independientemente de la legitimidad del mismo. Para quienes sostienen que la cosa sobre que se transige es
la res dubia, tampoco hay coincidencia de pareceres en orden a si la duda debe ser objetiva, imputable al
título mismo de los derechos, o subjetiva, esto es existente sólo en la mente de los sujetos en controversia.
Como anota Viterbo, contrario a esta teoría, “los litigantes transigen no porque estén inciertos sobre el
fundamento de sus derechos, sino por otros motivos” (citado por Peláez, op. cit., pág. 14). Quienes afirman
que la cosa sobre la que se transige es la res litigiosa –Carnelutti, Sistema..., t. I, págs. 40 y ss.; Vodanovic,
op. cit., pág. 12; etc.–, tampoco se ponen de acuerdo en qué es una cosa controvertida; según unos, para que
exista controversia deben existir pretensión y resistencia; para otros esta calificación es subjetiva, que son las
partes las que llegando a una transacción están confiriéndole al asunto transigido un carácter controvertido
(ver Peláez, op. cit., págs. 11 y ss.). Para nosotros la transacción como institución y como finalidad perdería
toda eficacia si se permitiera cuestionar un acuerdo que pretende evitar un juicio en razón de que lo transigido
no era un derecho dudoso o que era objeto de un litigante temerario. Es efectivo que el Código Civil permite
la anulación de transacciones fundadas en ciertos errores de hecho determinantes en la transacción, como es el
caso del art. 2459, pero una lectura más detenida de dichas disposiciones apunta más bien a vicios del
consentimiento (error o dolo) que a falta de causa u objeto.
68
Esta tesis ha tenido acogida en nuestra jurisprudencia, toda vez que ha aceptado la validez y eficacia de
las transacciones celebradas en juicios ejecutivos ya en plena etapa de apremio (esto es con la oposición a la
ejecución inexistente o agotada). En fallo de la Corte de Apelaciones de Arica de fecha 6 de noviembre de
1985 se acoge la tesis de que una repactación de deuda, sus modalidades y plazos, llevada a efecto ya durante
el apremio, es transacción. Esta sentencia fue confirmada por la Corte Suprema en fallo unánime de 29 de
enero de 1986 (Revista Fallos del Mes Nº 326, págs. 961 y ss.).
69
Rocco, op. cit., pág. 211.
70
Ortúzar Santa María, Álvaro, Nulidad del Contrato de Transacción en Materia Civil, pág. 35, en Contratos
Coordinados, por Enrique Barros B.
38
naturalmente duda en orden a la naturaleza, extensión y accesorios de los
derechos de los acreedores sobre el deudor; pero sí existe incertidumbre en orden
a los resultados del juicio de ejecución, a saber, del procedimiento concursal de
liquidación. Por ello las partes le ponen término al mismo o precaven uno eventual
mediante esta transacción concursal que es el acuerdo de reorganización.
Una cuarta objeción que presenta el convenio de reorganización judicial para
ser admitido en el género de las transacciones es la peculiaridad de que la
transacción produce efecto de cosa juzgada en última instancia. El art. 2460 del
Código Civil chileno, siguiendo a su modelo el art. 2052 del Código Civil francés de
1804, y al igual que otros Códigos en el derecho comparado, como el español y el
argentino, dispone que “la transacción produce el efecto de cosa juzgada en última
instancia; pero podrá impetrarse la declaración de nulidad o la rescisión, en
conformidad a los artículos precedentes”.71
Hechas estas aclaraciones, tenemos que concluir lo que era manifiesto, pero que
71
Art. 1813 del Código Civil español; art. 850 del Código Civil argentino de 1869; art. 949 del Código Civil
boliviano de 1976.
72
Citado por Peláez, op. cit., pág. 161.
73
Peláez, op. cit., pág. 163.
74
Carreras Llansana, La Solución de Conflictos, pág. 323, citado por Peláez, op. cit., pág. 165.
39
en nuestro medio no se expone habitualmente en un sentido correcto. La
transacción es un contrato y no una sentencia y, como consecuencia, no da acción
o excepción de cosa juzgada, sólo priva al órgano jurisdiccional de resolver de un
modo diverso a la forma en que las partes autocompusieron su conflicto jurídico –
circunstancia que explica la razón de por qué nuestro sistema procesal civil trata la
cosa juzgada y la transacción como excepciones distintas, aunque equivalentes.75
75
Ver arts. 304 y 464 Nos 16 y 18 del Código de Procedimiento Civil.
76
Vodanovic, op. cit., pág. 132.
77
Concha Gutiérrez, op. cit., pág. 17.
78
En tal sentido, Gutiérrez Olivos, op. cit., pág. 12; Vodanovic, op. cit., pág. 19. Ver también Corte Suprema,
R.D.J., t. 26, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 38.
40
tratado a propósito de los poderes especiales del mandatario judicial.79
Nos saldríamos de los límites de este trabajo si quisiéramos exponer una teoría
sobre el contrato colectivo. Son muy pocos los casos en que nuestra legislación
contempla modalidades de contratos colectivos82 y hay diferencias notables entre
ellos, de forma que no existe un contrato colectivo único. Pero sí existen notas
diferenciales y comunes a todos ellos.
.
En primer lugar, el acto colectivo normalmente presupone un contrato u
79
Ver arts. 7 y 262 del Código de Procedimiento Civil.
80
Ese es el sentido de la indignidad a que se refiere el Nº 3º del art. 1617 del Código Civil, que permite “a los
acreedores” rechazar la cesión de bienes toda vez que el deudor ha obtenido “quitas o esperas de sus
acreedores”.
81
Alessandri Rodríguez, Arturo, De los Contratos, págs. 6 y 40-41; López Santa María, op. cit.,
págs. 103 a 105.
82
Se pueden mencionar los contratos y convenios colectivos de trabajo tratados en el Código del Trabajo, los
contratos de los comuneros de bienes comunes en la Ley 6.071, de Venta por Pisos, y los convenios de
acreedores de la Ley N°20.720. También han adquirido reconocimiento en la especial legislación en materia
de insolvencia de bancos e instituciones financieras –arts. 118 y ss. del D.F.L. 252, Ley General de Bancos,
conforme al texto introducido por la Ley 18.576, de 1986, que dispone expresamente (art. 124 inc. final) que
no se aplican ni supletoriamente las normas de la ley concursal común lo mismo que el convenio
extrajudicial especial regulado para las compañías de seguros (arts. 76 y ss. del D.F.L. 251), introducido por
la Ley 18.660, de 1987.
41
obligación individual subyacente. No es este contrato el que regula la obligación
principal, sino un acuerdo o relación jurídica individual. En este sentido, el contrato
colectivo es un supracontrato, que ordena bajo un denominador común las
múltiples relaciones contractuales o legales individuales a que se refiere (v. gr., los
contratos individuales de trabajo; los contratos individuales del deudor y sus
acreedores; los contratos u obligaciones de los comuneros entre sí). Sin relaciones
jurídicas individuales no puede existir contrato colectivo. Esto explica que por
definición estos acuerdos no tienen un efecto novatorio de las obligaciones
individuales subyacentes, pero, como contrapartida, explica también su primacía
sobre las modalidades y condiciones de dichas relaciones individuales.
En segundo lugar, por regla general basta para su celebración la voluntad de la
mayoría de clase, haciendo excepción a la norma del art. 1445 Nº 2º del Código
Civil, en el sentido de que sin perder su calidad de manifestación de voluntad
como fuente esencial de la obligación, es oponible a aquellos que no concurrieron
con su voluntad a su perfeccionamiento.
En tercer término, y esto es lo que los constituye en contratos “colectivos” en
oposición a los contratos individuales, es característica de los contratos colectivos
la circunstancia de que no regulan solamente las relaciones individuales
subyacentes, sino, además, las relaciones entre sí de cuantos contratan con el
sujeto común a todos. Se olvida que los acreedores y los trabajadores en los
convenios de acreedores y en los contratos colectivos de trabajo también asumen
obligaciones relativamente a sus compañeros de “clase”, porque entre ellos
también existen intereses encontrados. En el caso de los convenios judiciales, el
compromiso directo que asumen los acreedores entre sí es, en el ámbito
sustantivo, el de no reclamar más allá del contrato colectivo, independientemente
de lo estipulado en su relación individual, y, en el ámbito procesal, es la renuncia
de las acciones individuales de cobro en términos distintos a los señalados en el
convenio y, por sobre todo, de la acción de liquidación concursal.
En cuarto lugar, estos contratos colectivos se pactan entre sujetos que se
encuentran en una misma clase y obligan a la totalidad de sus integrantes. Debe
existir identidad de derechos entre todos aquellos que quedan sujetos al contrato
colectivo, porque su justicia reposa en una regulación igualitaria para quienes son
iguales. Esta era la razón por la cual los convenios no se extiendían sino a los
acreedores de quinta clase o quirografarios, porque tal como su nombre lo
expresa, los acreedores de otra clase no son asimilables –dado que no son
iguales– a los acreedores comunes...; son preferidos, privilegiados en el sentido
vulgar de la expresión. El nuevo texto puede arrastrar también a los acreedores de
segunda y tercera clase, pero siempre asumiendo que ellos constituyen una clase
uniforme, pues un crédito con prenda y uno con hipoteca tienen, en principio, la
misma naturaleza y la misma preferencia, sólo que sobre distintos productos o
bienes. Los convenios por categoría de que trata la nueva ley los veremos en su
momento, pero desde ya adelantamos que existe un error serio en pensar que los
acreedores de segunda y tercera clase pueden de verdad ser una clase uniforme
como lo son los acreedores valistas.
42
En quinto lugar, el contrato colectivo no es el título con que las partes
ejercerán sus derechos, sino la relación jurídica individual subyacente, a la cual
quedan incorporadas las ventajas y limitaciones estipuladas en el supracontrato.
En otras palabras, cada una de las partes del contrato colectivo mantiene una
relación individual y directa con su contraparte original, relación que conserva su
autonomía y que sigue constituyendo el título de su acreencia respecto de la otra
parte. Aplicado al acuerdo de reorganización lo dicho entraña que una vez
aprobado el mismo cada acreedor recupera sus acciones individuales y se entiende
directamente con el deudor, con las limitaciones impuestas por el estatuto común
o contrato colectivo.
83
Que de verdad es un tipo abreviado de convenio judicial, pues la única diferencia es que llega acordado al
tribunal. Sin embargo, nada obsta a pensar que además de este convenio extrajudicial simplificado, aún es
posible la existencia se un convenio extrajudicial destinado aprevenir la ejecución colectiva, pero sujeto a las
normas generales en materia de contratos, esto es, que sólo es oponible a los acreedores que adhieren a él y
que bien puede no incluirlos a todos si con ese acuerdo el deudor vuelve a estar al día en sus pagos por
medios normales o regulares.
84
Los convenios también existen en leyes especiales. Así en el D.F.L. Nº 3, Ley General de Bancos, y en
el D.F.L. 251, sobre Compañías de Seguros. Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal
de Liquidación, pág…….
43
aunque hoy en ambos se obra bajo la voluntad de la mayoría de clase.
Pero si vemos que la causa y el objeto de todos esos tipos de convenios son
idénticos, hay que buscar más de cerca a qué obedecen esas diferencias y luego
decidir si ellas son de la esencia o meramente accidentales a la noción misma de
convenio. Los acuerdos de reorganización, antes llamados convenios judiciales son
históricamente menos antiguos que los extrajudiciales desde el punto de vista
legislativo, por una razón evidente: nunca estuvieron impedidos los deudores de
negociar con sus acreedores en conjunto y lograr acuerdos alternativos a la
ejecución colectiva obrando dentro de las normas contractuales comunes.85 Pero
esa solución tenía y tiene un inconveniente: es difícil que todos los acreedores se
avengan a negociar sus deudas con el deudor; es difícil que un acreedor conceda
ciertos beneficios a su deudor sin tener la seguridad de que sus colegas más
ambiciosos, más ofuscados, más codiciosos, terminen por desbaratar el
entendimiento; muchas veces es difícil poder contactar a ciertos acreedores, e
incluso saber quiénes son los acreedores. Por ello se estatuyó el convenio por
mayorías.
85
En España en las Siete Partidas el convenio era por mayorías pro extrajudicial. En Francia de hecho no
tuvo jamás reconocimiento legislativo y fue, sin embargo, admitido con carta de legitimidad desde muy
antiguo por los tribunales de justicia (ver Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, pág. 684; Lyon Caen et Renault,
Précis..., t. II, págs. 812 y ss.; Thaller, op. cit., pág. 1250).
44
facultades de denegar la aprobación de un convenio por razonamientos propios de
su prudencia. Pero se mantienen los mecanismos para determinar la voluntad de la
verdadera mayoría y se conserva, aunque atenuado, el principio de la no
discriminación.86
86
La eliminación de la aprobación judicial propiamente tal puede interpretarse no como un desprecio a los
derechos de los acreedores “minoritarios”, sino como una fórmula que, acompañada de la prohibición de
convenios por mayorías discriminatorios, se presta mejor para proteger los intereses de las minorías, que irán
siempre amparadas y beneficiadas de las negociaciones que hagan los acreedores con mayor poder de
persuasión, presión y negociación. Estos serán los que impongan las mejores condiciones en el convenio y de
ellas sacarán ventaja los minoritarios. Esto puede ser discutible, como también puede serlo la discreción de un
juez, que no siempre garantizará la mejor de las soluciones y no siempre demostrará el mejor juicio. Sin
embargo, la nueva ley permite hoy los convenios discriminatorios sin necesidad de unanimidad cuando sean
aprobados 2/3 de los acreedores con derecho a voto de la categoría excluidos los beneficiarios de la distinción
(arts.61 inc.2° y 64 de la Ley)
45
6. CARACTERÍSTICAS DE LOS ACUERDOS DE REORGANIZACION JUDICIAL Y DEL
SIMPLIFICADO
i) Es un contrato solemne
Tal vez no exista en nuestra legislación un contrato más solemne que el acuerdo
de reorganización, sea judicial o simplificado judicial. Es solemne desde el doble
ángulo de estar sujeto a un procedimiento especial para la “formación del
consentimiento” y porque debe constar en determinados documentos señalados en
la ley.
Sin embargo, contrariamente con las reglas generales, la nulidad por falta de
solemnidades sigue un régimen especial. Esas normas y acciones especiales de
nulidad las veremos al tratar de las impugnaciones al acuerdo ya acordado, que
tienen causales muy estrictas, específicas y reducidas.
Mediante el convenio se podría decir que la única obligación que asumen las
partes es precisamente la de no iniciar o la de poner término al juicio concursal de
liquidación. Hay una renuncia recíproca de la acción de liquidación concursal. La
87
Vodanovic, op. cit., pág. 23.
46
sustitución de un procedimiento judicial por uno convencional es la ventaja tenida
en cuenta por todas las partes al celebrar el convenio.88
Rondanelli manifiesta además que “en el convenio hay dos partes que se
imponen obligaciones recíprocas: el deudor, a cumplir las obligaciones nacidas del
mismo y los acreedores, a no ejercitar apremios en su contra, manteniendo en
suspenso las acciones que emanan de sus créditos”.89
.
El art. 1440 del Código Civil señala que son onerosos los contratos cuando tienen
por objeto la utilidad de ambos contratantes, gravándose cada uno en beneficio
del otro.
La mayoría de los autores son de la opinión de que se trata de un contrato
oneroso. Pero no existe acuerdo en la razón de ser de tal onerosidad. Para García
Martínez es un contrato oneroso porque los acreedores no hacen sus concesiones
de remisión o plazo por mera liberalidad, sino por las ventajas que en ello les
acarrea;90 lo mismo Rondanelli, quien hace una larga lista de las ventajas
recíprocas del convenio.91 Para nosotros el carácter oneroso nace de la naturaleza
del objeto del acuerdo de reorganización, a saber, la renuncia recíproca a la acción
de liquidación concursal. Puede que el convenio sea sólo “ventajoso” para el
deudor desde la perspectiva teórica de los derechos de cada parte; pero será
oneroso en la medida en que cada parte renuncia a la acción concursal por las
ventajas objetivas o subjetivas que puedan ver en ello.
88
En igual sentido, García Martínez, op. cit., t. I, pág. 474; Rondanelli, op. cit., pág. 75; Ramírez, en
comentarios a Provinciali, vol. III, pág. 61. En contra, Bonelli, op. cit., vol. III, Nº 713, pág. 30; Garrigues,
quien señala que se trataría de un pacto unilateral “porque el deudor no asume en él ninguna obligación
nueva” (op. cit., t. V, pág. 90). Pero la verdad es que el deudor asume la obligación muy concreta de cumplir
el convenio, so pena de resolución. Amén de que el deudor queda inhibido de pedir su quiebra en tanto esté
vigente el convenio.
89
Rondanelli, op. cit., pág. 75.
90
García Martínez, op. cit., pág. 475.
91
Rondanelli, pág. 76; Ramírez, en comentarios a Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 61.
47
onerosidad.92
v) Es un contrato conmutativo
92
Vodanovic, op. cit., pág. 26; Peláez, op. cit., pág. 54; Meza Barros, Manual de Derecho Civil, De las
Fuentes de las Obligaciones, t. I, pág. 392.
93
Vodanovic, op. cit., págs. 29 y 104 y ss.; Gutiérrez Olivos, op. cit., pág. 19.
94
Ya reconocida en la Ordenanza de Comercio de Luis XIV de 1673.
95
Ver Guyenot, Jean, Curso de Derecho Comercial, t. II, pág. 243.
96
Vodanovic, op. cit., pág. 26.
48
proceso judicial.
El Código Civil dice que el contrato es principal “cuando subsiste por sí mismo sin
necesidad de otra convención” (art. 1442). El acuerdo de reorganización tiene esa
característica aunque puede aparejar un sinnúmero de contratos accesorios, esto
es, de aquellos que tienen por objeto asegurar el cumplimiento de una obligación
principal, de forma que no puedan subsistir sin ella.
Para nosotros no cabe duda la unidad del contrato y por una razón muy
sencilla. En este contrato los acreedores renuncian a un derecho que sólo pueden
renunciarlo colectivamente, a saber, la acción ejecutiva concursal. La ley le
concede a la unanimidad de los acreedores (convenio extrajudicial propiamente
tal) o a la doble mayoría (acuerdo de reorganización judicial y el simplificado de
los artsd.102 y ss) la facultad de renunciar a la acción de liquidación concursal,
que no es renunciable a título singular.98
97
Löhr era de la tesis de la multiplicidad de actos jurídicos y de causas entre el deudor y cada uno de sus
acreedores, tesis acertadamente refutada por Rocco (Löhr, Uber die rechtliche Natur des Zwangsvergleichs,
págs. 77-78, citado por Rocco, op. cit., pág. 137).
98
Ver Puga, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación pág………….
49
no hace desaparecer las relaciones individuales que conservan su título primitivo
sujeto a las modificaciones resultantes del convenio.
Por ello es que si bien compartimos las opiniones de García Martínez en orden a
que la unidad del convenio le viene dada por la unidad del acto, porque exista
unidad de contenido o unidad de forma contractual, no creemos como él que esta
unidad pueda fundarse en la unidad de sujeto contrayente.99
Pero ¿puede haber novación por sustitución de una obligación por otra distinta?
Para esto hay que hacer una aclaración: si se trata de un acuerdo puro y
simple, remisorio o dilatorio, no estaríamos ante una novación, porque no hay
diferencia sustancial entre las obligaciones antiguas y las nuevas pactadas en el
convenio. Son las mismas obligaciones primitivas a las que se les modifican
aspectos accesorios. Si se remite parcialmente una obligación, por definición, dicha
remisión es de una obligación que no se reemplaza (por ello novación y remisión
son dos modos distintos de extinguir las obligaciones); si se prorroga el plazo, de
conformidad al art. 1649 del Código Civil, tampoco hay novación. Si se modifican
las tasas de interés, tampoco habría novación, de conformidad a los arts. 1648 y
1650 del Código Civil. Si se hace abandono de bienes, siempre que sea admisible
esa solución bajo el nuevo régimen, no se está realizando otra cosa que solicitar
una remisión indeterminada de las mismas obligaciones. Lo propio puede decirse si
se acuerda una continuidad efectiva del giro o una venta como unidad económica,
donde en nada se están alterando los créditos de los acreedores. En la doctrina
hay cierta unanimidad al respecto.101
99
Opinión compartida por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 473; Rocco, op. cit., Nº 93, citado por García
Martínez, op. cit., t. I, pág. 473; Ramírez, en comentarios a Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 61; Garrigues,
t. V, pág. 90.
100
Ver art. 98 incisos 5, 6 y 7 de la Ley 20.720. En el derecho italiano existe la sustitución del deudor por un
tercero que asume todo su activo y pasivo como alternativa concordataria, pero es la excepción en el derecho
comparado (art. 124 del Decreto 267, de 1942).
101
Ver Rondanelli, op. cit., pág. 78; Palma Rogers, Gabriel, Legislación de Quiebras, pág. 149. También
Garrigues, op. cit., t. V, pág. 94; Bonelli, op. cit., vol. III, pág. 29; Rocco, op. cit., págs. 179 y ss.
50
deudor lo pactan. Nada parece oponerse bajo la legislación actual a que se pacte
expresamente una novación. Así una empresa constructora que adeuda a varios de
sus acreedores sumas de dinero y acuerda con ellos que en vez de pagarles dinero
les construirá un centro de oficinas y que cada uno se pagará con el valor
equivalente al total o parte de su crédito, quedando los acreedores como
comuneros de dicho inmueble... Hay que admitir que la hipótesis es de laboratorio,
porque en la práctica resulta bastante impracticable. Pero no cabe duda de que
dicho pacto es legítimo, pues ya no existe la limitación del antiguo Nº 5 del
art. 146 de la Ley 4.558, en el sentido de que amén de la prórroga y remisión, los
demás objetos del convenio debían versar sobre el pago de las deudas.
En vista del perfil jurídico que hemos esbozado respecto de los acuerdos de
reorganización, sean judiciales o simplificado, y de la noción unitaria del mismo
que avalan nuestras conclusiones, nos queda el camino más expedito para resolver
sobre las normas de interpretación del convenio y sobre las normas supletorias a
las específicas del Código de Comercio.
51
judicial ha estado dirigida históricamente a resguardar que el convenio resulte de
la aprobación de mayorías legítimas y, por otro lado, que no sea injustamente
perjudicial a las minorías disidentes o ausentes. Desde que en Chile se eliminó la
sentencia de homologación –Código de Procedimiento Civil de 1902–,102 el juez ya
no aprueba realmente estos acuerdos. En consecuencia, el procedimiento a que
deben sujetarse las propuestas de acuerdo de reorganización no es contencioso,
es un negocio de jurisdicción voluntaria, que, como lo afirma la mayor parte de la
doctrina, de jurisdicción sólo tiene el nombre.103
Concha Gutiérrez fija magistralmente la base para poder resolver esta cuestión,
al decir que “no ponemos en duda la existencia entre el deudor insolvente y sus
acreedores, de un conflicto jurídico, pero sí nos parece evidente que tal conflicto
jurídico no es resuelto aquí mediante un acto de autoridad, sino mediante un
acuerdo entre el deudor y sus acreedores. No queremos con ello reducir el
concordato sólo al ámbito convencional; no ignoramos la fundamental importancia
que tiene la labor del juez en esta materia, y ella corresponde, en nuestra opinión,
al campo de la actividad seudojurisdicción no contenciosa o voluntaria, cuya
finalidad sería, en este caso, la de solemnizar un acto jurídico y fiscalizar el
cumplimiento de los requisitos legales del concordato para evitar fraudes legales.
Tal concepción coincide plenamente con la moderna doctrina sobre la jurisdicción
voluntaria y con el texto positivo del art. 157 (hoy art. 89 de la Ley) del Código de
Comercio (art. 89 de la Ley), que atribuye a la resolución del juez un carácter
certificatorio”.104
102
La verdad es que en la historia del derecho patrio la sentencia de homologación es la excepción y no la
regla. No era conocida en las Partidas, ni en las Ordenanzas de Bilbao y tampoco en el decreto sobre juicio
ejecutivo de 8 de febrero de 1837. En las Partidas el convenio era extrajudicial. En las Ordenanzas y en el
Decreto existía un trámite de aprobación judicial, pero puramente formal y no discrecional, como la
homologación propia del derecho francés. Su introducción se debe al trasplante del derecho francés en el
Código de Comercio de 1865 y tuvo breve duración por derogación tácita derivada de la aprobación del
Código de Procedimiento Civil de 1902.
103
Chiovenda, Giuseppe, Instituciones de Derecho Procesal Civil, pág. 17; Jaeger C., Pablo y Maturana S.,
Francisco, Los Actos no Contenciosos y su Práctica Forense, págs. 23 y ss.; Quezada Meléndez, José,
Derecho Procesal Chileno. La Jurisdicción, pág. 207; Alcalá Zamora, Niceto, citado por Concha Gutiérrez,
op. cit., págs. 89 y 90; Guasp, Jaime, Derecho Procesal Civil, Madrid, t. I, pág. 107, citado por Quezada
Meléndez, op. cit., pág. 203.
104
Concha Gutiérrez, op. cit., pág. 26.
52
Ley) serían propiamente de jurisdicción contenciosa. Sin embargo, hay dos
elementos que deben considerarse antes de anticiparse a darles una importancia
dentro de la formación del acurdo que no tienen. En primer término, las acciones
de impugnación son eventuales y no necesarias al procedimiento de formación del
convenio. No son siquiera accesorias a dicho procedimiento; son simplemente
accidentales al mismo. Pero, además de eso, buena parte de la confusión
relativamente a la naturaleza jurídica de estas acciones nace de la circunstancia de
que no se ha definido realmente su esfera de actuación. La tesis de este trabajo es
que estas acciones son propiamente las acciones de nulidad del acuerdo de
reorganización, que la denominada nulidad del mismo del art.97 es una anomalía
que en muy poco se parece a las normas de la nulidad virtual de nuestro Código
Civil. La verdadera nulidad es ésta, la de los arts. 85 y ss.. Naturalmente esta tesis
tiene como fundamental inconveniente la circunstancia de que cuesta imaginar la
anulación de un acto inexistente. Pero tal vez allí está el error. Se ha pretendido
restar toda validez jurídica al convenio acordado por la junta y todavía no
aprobado (“un mero proyecto” lo denomina el Código de Comercio), mas en la
práctica este acuerdo tiene una existencia jurídica y un valor como acto jurídico,
aunque aún no sea perfecto, y la nulidad a que se refieren las acciones del art. 85
de la Ley es una nulidad de este acto jurídico imperfecto aún pero que tiene un
ser jurídico, al extremo de ser reconocido por la ley, que llega a regular su nulidad.
Históricamente la necesidad de aprobación postplazo de impugnación no se refería
a la existencia del convenio, sino a su ejecutabilidad. Al fundirse la tradición
francesa con la hispana en este aspecto, se dio origen a esta mixtura de
impugnación y nulidad previa a la existencia plena del acto. Por tanto, lo que
debemos conceptualizar como convenio es el acuerdo de la junta de acreedores, y
hasta entonces no interviene la jurisdicción propiamente tal. Por lo demás, se
supone que no debe intervenir, porque las impugnaciones no son necesarias, sino
accidentales al proceso de formación de este acto jurídico concursal.
Rondanelli define el convenio judicial como “un contrato que se celebra, antes o
durante el juicio de quiebra, entre el deudor y la totalidad o un cierto número de
los acreedores, con el objeto de establecer la forma de solucionar los créditos,
otorgándole a aquél los plazos u otras ventajas para el cumplimiento de sus
obligaciones”.105
105
Rondanelli, op. cit., pág. 56
53
García Martínez dice que es “un negocio jurídico que tiene por base el acuerdo
de voluntades entre el deudor y la mayoría legal de los acreedores votantes,
mayoría que representa la voluntad colectiva de todos los quirografarios, y que
tiene por objeto obtener una quita, una espera o ambas cosas a la vez, siempre
que en su celebración intervenga la autoridad judicial y sea homologado por
ésta”.106
Alfredo Rocco lo define como “un instituto jurídico por el cual, sustituyéndose
por una liquidación particular y amigable la liquidación judicial de la quiebra, se
hace cesar el procedimiento ya iniciado o se evita su apertura”.107
Puelma Accorsi expresa que los convenios son “acuerdos entre el deudor y la
masa de sus acreedores que versan sobre la forma de solucionar el pasivo del
deudor, adoptados cumpliendo las solemnidades legales y que tienen por fin
impedir o alzar la quiebra y obligan al deudor y a todos sus acreedores, salvo
excepciones legales”.108 Esta definición es la que más se ajusta a la noción de
convenio, tanto en su modalidad extrajudicial como judicial.
Si existe una materia difícil de definir es la causa en estos institutos, por la doble
circunstancia de que el mismo concepto de causa en los actos jurídicos es confuso
y polémico109 y además por la circunstancia de que también es dudoso en el
contrato de transacción y, por ende, en los convenios de reorganización.
106
García Martínez, op. cit., t. I, pág. 451.
107
Rocco, op. cit., Nº 2, ver García Martínez, op. cit., pág. 450.
108
Puelma Accorsi, Álvaro, Curso de Derecho de Quiebras, op. cit., pág. 198.
109
Sancho Rebullida lo resume magistralmente señalando que “el concepto de causa ha sido una de las
invenciones más pródigas de la doctrina civil; en relación con él todo está obscuro y todo es discutido: desde
su existencia como elemento independiente hasta su utilidad práctica; desde su referencia –el negocio
jurídico, el contrato, la atribución patrimonial, la obligación– hasta su carácter subjetivo u objetivo; se discute
su consistencia, su ámbito, su función; etc.” (Rebudilla, Sancho, “Notas sobre la causa de la obligación en el
Código Civil”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia, noviembre de 1971, pág. 663, citado por
Peláez, op. cit., pág. 24).
54
Ya desde principios del siglo XIX se debatía el concepto de causa por, entre
otros motivos, ser una noción inútil y fértil en confusiones.110 Pero en la especie
tiene interés y don Avelino León Hurtado se encargó de hacer una brillante
defensa de la noción y utilidad de la causa de los actos y contratos.111 Para una
correcta comprensión de este capítulo, tenemos que hacer una separación de tres
acepciones diversas con que los juristas emplean la voz “causa” aplicada a los
contratos: la causa eficiente, en el sentido de la fuente de la obligación, también
conocida como causa civilis (así, la ley puede ser causa de una obligación, lo
mismo que un contrato); la causa ocasional, que son los motivos que llevan a las
partes a contratar y que varían de contrato a contrato (celebro una compraventa
porque necesito esa propiedad), y, por último, se emplea la expresión “causa”
como equivalente a la noción de causa final, que Messineo define como “la
finalidad típica y constante, cualquiera sea el sujeto empírico que se valga del
negocio y cualquiera que sean sus móviles individuales”.112106 Se emplea este
vocablo, por ejemplo, para decir que la causa del comprador es la cosa que
adquiere y la “causa” del vendedor el precio que recibe.
110
Ver Peláez, op. cit., págs. 24 a 45; también León Hurtado, Avelino, La Causa, págs. 77 y ss.
111
León Hurtado, La Causa, págs. 79 y ss.
112
Messineo, op. cit., t. II, pág. 371.
113
León Hurtado, La Causa, pág. 28.
55
Vodanovic dice que la causa final de la transacción, “el fin que persiguen
ambos contratantes, es la eliminación de la controversia, sea terminando el litigio
pendiente o precaviendo uno eventual”,114 o mejor aún, como anota Gutiérrez
Olivos “la causa de este contrato es la finalidad de sustituir la situación incierta
anterior por la certidumbre futura, de manera que si esa no existe tampoco se
justifica aquél, y viceversa”.115
Ahora bien, no cabe duda de que estos acuerdos tienen asimismo por causa la
eliminación de la controversia, ya terminando el juicio concursal, ya precaviendo
uno eventual. Todos los pactos de la naturaleza o meramente accidentales de un
acuerdo concursal pueden modificarse; pero no existe causa en el convenio de
reorganización si no se asume la obligación de impedir la liquidación concursal, sea
alzándola, sea previniéndola. No define al acurdo la circunstancia de que trate o no
de la prórroga de los plazos o de remisiones. Lo que lo define es el interés de las
partes de resolver por la vía convencional o negociada el mismo fenómeno que
justifica la ejecución colectiva, pero sin echar mano a ésta.
114
Vodanovic, op. cit., pág. 97. Hay otros autores que son bastante más acuciosos en su definición, porque
existen otros actos por los cuales se pone fin a una controversia, como por ejemplo la renuncia unilateral o el
allanamiento a una pretensión ajena. Carnelutti anota que “la composición del litigio no constituye por sí sola
la causa de la transacción: hace falta, además, que la composición o la prevención tengan lugar con sacrificio
recíproco, que es precisamente el que explica, como dijimos, su naturaleza de contrato bilateral. Por tanto, la
transacción obedece a una causa compleja, que participa, a la vez, de la causa de la renuncia o del
reconocimiento y de la causa del contrato de seguro” (Carnelutti, Sistema..., t. I, pág. 200). También ha sido
muy importante la separación de la noción de controversia de una relación jurídico-material, etc. (ver Peláez,
op. cit., pág. 37).
115
Gutiérrez Olivos, op. cit., pág. 110.
116
Ver León Hurtado, Avelino, El Objeto en los Actos Jurídicos, págs. 13 a 15.
56
transacción ni siquiera quedará del todo expresado en el acto.117
117
Una transacción en un litigio reivindicatorio puede estar referida a la renuncia del demandante de sus
pretensiones, contra que el demandado poseedor no dueño le dé en arrendamiento un local comercial, a más
del pago de una suma de dinero por eventuales honorarios. Se elimina la controversia sobre el dominio, pero
las obligaciones que nacen de la transacción no pueden colegirse del objeto del pleito afinado.
118
Barbero, Doménico, Sistema de Derecho Privado, t. IV, pág. 547, Buenos Aires, 1967, citado por
Vodanovic, op. cit., pág. 70.
119
Peláez, op. cit., pág. 71.
120
Gutiérrez Olivos, op. cit., pág. 84.
57
Existen dos argumentos de derecho positivo que aplicados al problema que nos
ocupa resolverían afirmativamente nuestra cuestión. El primero nos lo dan los
arts.118 y 119 de la Ley que califica el pedido de concurso por un acreedor como
“demanda”, presión propia de los actos procesales contenciosos. Un segundo
aporte del derecho positivo nos lo da el contraste entre el art. 1º y el art. 2º del
Código Orgánico de Tribunales, pues la facultad de hacer “ejecutar lo juzgado” la
ley lo incluye entre los negocios contenciosos (art. 1º), en oposición al art. 2º, que
se refiere a los negocios propiamente no contenciosos, los cuales son ámbito de
competencia de los tribunales, siempre que “una ley expresa requiera su
intervención”.121
Pero no sería serio ampararse en una redacción positiva tal vez no del todo
profundizada por nuestro legislador. Recordemos la tan mentada frase de que en
derecho las cosas son lo que su naturaleza y no necesariamente lo que el a veces
incorrecto lenguaje legal dice.
Es muy difícil responder a esta cuestión, sin antes no asumir una posición en
un tema muy espinudo para los tratadistas, a saber, qué debe entenderse por litis,
porque no todos los negocios entregados a los tribunales son juicios. Es doctrina
mayoritaria y acogida plenamente por nosotros, que los denominados negocios de
jurisdicción voluntaria tienen de jurisdicción sólo el nombre,123que se trata más
bien de asuntos de naturaleza disímil que requieren de la intervención de la
autoridad judicial sólo porque precisan para su arreglo y control de letrados, y
cuya única nota común es que son actos no contenciosos.
121
Existen otras disposiciones en nuestro ordenamiento procesal orgánico que discurren sobre el carácter
contencioso del proceso de quiebra, en especial en materia de normas de competencia.
122
Sobre el carácter contencioso del juicio de quiebra ver Puga, Derecho Concursal, El Juicio de Quiebras, 3ª
edición, t. I, pág. 172; Concha Gutiérrez, op. cit., p. 89; Provinciali, op. cit., vol. I, págs. 33 y ss.; Satta, op.
cit., pág. 42; Vivante, citado por García Martínez, op. cit., t. I, pág. 181; García Martínez, op. cit., t. I,
págs. 182 y ss. En contra, Maffía, op. cit., t. I, págs. 21 y ss.
123
Jaeger y Maturana, op. cit., págs. 23 y ss.; Quezada Meléndez, op. cit., págs. 207 y ss.; Alcalá Zamora,
Premisas para Determinar la Índole de la Llamada Jurisdicción Voluntaria, págs. 287 y ss., citado por
Concha Gutiérrez, op. cit., págs. 90 y ss.; Aldea Moscoso, Rodolfo, De la Autocomposición, pág. 5; Concha
Gutiérrez, op. cit., pág. 26.
58
Lo que define los actos contenciosos es esencialmente la existencia de un
conflicto jurídico, esto es, la existencia de una resistencia a una pretensión. Esta
resistencia puede ser sobre la juridicidad misma de la pretensión (fundamento,
existencia, extensión de un derecho) y bien puede referirse a circunstancias de
hecho que resisten el cumplimiento efectivo de un derecho en su esencia y
extensión no disputado. Inherente entonces a la noción de conflicto jurídico es la
noción de parte: sin que existan al menos dos partes no puede haber un conflicto
jurídico. Alguien que pretende, alguien que resiste es tautológico de conflicto. En
la sociedad no organizada este conflicto se resuelve por vía directa: convención o
imposición de la parte relativamente más fuerte. En la sociedad organizada se
instituye un árbitro que tiene la facultad de resolver el conflicto (facultad de
juzgar, iuris dictio stricto sensu) e, importante, de imponer lo resuelto a las partes
en conflicto (imperium). La doctrina clásica de la jurisdicción se ha quedado con
sólo el primer elemento de esta participación del “árbitro” en la solución del
conflicto jurídico. Para la doctrina clásica la noción iuris dictio sólo apunta a la
función del juez de decir de qué lado del conflicto y en qué extensión está el
derecho124. Si esta teoría fuera correcta, los procesos ejecutivos en su fase no
cognitiva125 serían meros procesos de administración, procesos sólo delegados al
órgano jurisdiccional, pero no susceptibles de ser descritos como jurisdiccionales.
124
Esta es sostenida entre nosotros por Casarino Viterbo, para quien ejecutar lo juzgado es más propio del
Poder Ejecutivo que del Judicial, pues escapa a la órbita propia de la función jurisdiccional, atribuyendo la
delegación de dicha función (la de imperio) a los órganos jurisdiccionales sólo a razones de orden práctico
(ver Casarino Viterbo, op. cit., t. I, págs. 56 y ss.).
125
Decimos en su fase no cognitiva porque todos los procesos civiles de ejecución tienen una instancia de
discusión, prueba y sentencia previa a la ejecución o apremio propiamente tal. No nos confundamos con la
circunstancia de que no existiendo “contestación” en ellos se omita la sentencia. Lo que ocurre en los
procesos de ejecución es que su objeto principal no es ya la existencia del derecho, sino el derecho subjetivo
de ejecutarlo, vale decir, la procedencia del cumplimiento compulsivo. Esto explica que si no media
oposición, la primera resolución recaída en la “demanda ejecutiva” (cualquiera sea la denominación que la ley
le dé a esta actuación, v. gr., cumplimiento incidental del fallo, lanzamiento, etc.), sirve de sentencia
definitiva. En estos procesos se obra de un modo inverso a los procesos de cognición o declarativos, o sea, se
presume la legitimidad de la demanda y, por ende, es al sujeto pasivo a quien incumbe acreditar su
improcedencia, en tanto que en los procesos declarativos, salvo allanamiento expreso (y aun con él), el
demandante debe acreditar su pretensión. Esta característica es lo que Chiovenda muy acertadamente
denominó el contradictorio postergado en el proceso ejecutivo.
126
Lo que decimos de la sentencia debe leerse en general de todos aquellos títulos a los que la ley trae
aparejada ejecución y que, recordemos, tienen su origen histórico en su asimilación analógica al título
ejecutivo por antonomasia: la sentencia judicial (ver Samper, Francisco, Derecho Romano, págs. 49 y 50, y
Enciclopedia Jurídica Omeba, t. 26, pág. 210).
59
dicotomía medioeval entre la jurisdicción eclesiástica y el brazo secular. Es siempre
el juez quien ejecuta la obligación, aunque a veces, no siempre, para dicha
ejecución debe servirse de otros órganos públicos del Estado a los cuales la
Constitución y las leyes han dotado de ciertas atribuciones. No es que las partes
terminen su conflicto con una sentencia, pues las partes no resuelven en teoría su
conflicto sino cuando dicha teoría, reflejada en la sentencia o título equivalente, se
convierte en una solución real y concreta. La Administración obra solamente como
obediente y no deliberante ejecutora material de las órdenes del órgano
jurisdiccional, que sigue administrando el conflicto hasta su desaparición total de la
esfera de lo jurídico. Por ello, como contrapartida de la facultad de ejecutar lo
juzgado, las constituciones inhiben a la Administración de toda facultad de
interpretación o representación de las órdenes impartidas por el órgano
jurisdiccional. Lo que define a la jurisdicción es precisamente su carácter de
sustitutiva de las partes en conflicto y de su poder de resolver jurídicamente, esto
es real y concretamente, el conflicto jurídico que dio nacimiento a tal conflicto. No
es sólo por motivos prácticos que ejecutar lo juzgado sea función común y
universal de los órganos jurisdiccionales, es porque el acatamiento efectivo del
derecho y el respeto efectivo de los derechos subjetivos son inherentes a la
función jurisdiccional, sin que pueda, bajo ningún respecto, encontrarse la función
de imperio entre los elementos naturales de la función de la Administración. Sólo el
Poder Judicial tiene la facultad para decir cuál es el derecho y cuándo se ha
cumplido a cabalidad.
Por este motivo es que buena parte de los procesalistas se inclinan, sin
ambages, a estimar la función ejecutiva (imperio) dentro de la esfera propia e
inescindible de la jurisdicción.127
127
Ver Concha Gutiérrez, op. cit., pág. 64; Chiovenda, op. cit., t. II, págs. 15 y ss.; Quezada Meléndez, op.
cit., pág. 42.; Chiovenda…..; Couture….., Satta…..
128
.- Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, pág…
129
D’Avak y Apodaca, ver Concha Gutiérrez, op. cit., págs. 56 y ss.
130
Ver Carnelutti, Francesco, Instituciones del Proceso Civil, t. I, págs. 25 y 26, y t. III, págs. 321 y 322.
60
conflicto jurídico, y no digamos que entre el deudor y sus acreedores, sino
además, y sobre todo, de éstos entre sí. La solicitud del deudor evita sólo uno de
los conflictos propios de toda ejecución, a saber, el debate sobre su procedencia o
improcedencia entre él y sus acreedores. Porque subsiste el debate entre los
acreedores entre sí y, asimismo, subsiste el conflicto de cómo distribuir
jurídicamente (en justicia teórica y práctica) la forma en que se pagarán los
acreedores. El hecho que da origen a la ejecución colectiva es fértil en conflictos
cruzados entre el deudor y sus acreedores y de éstos entre sí. Ese es el conflicto
que el juez organiza y resuelve mediante el proceso de liquidación. Porque el juicio
concursal es un gran continente ejecutivo donde se ventilan y resuelven múltiples
acciones ejecutivas de los acreedores contra el deudor y de aquéllos entre sí (cada
verificación de crédito es una demanda ejecutiva contra el deudor y los demás
acreedores)131124 y no sólo, como anotara Provinciali, “un conflicto (disputa,
controversia, pleito, según las varias concepciones) entre el interés del acreedor a
ser pagado y el interés antagónico del deudor a (eventualmente) no hacerlo, o
hacerlo de modo, medida y tiempo distinto”.132 Ya vimos este asunto en nuestro
primer trabajo y nos remitimos, por tanto, a lo dicho entonces.133
131
Ver Puga Vial , Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidacion , págs………
132
Provinciali, op. cit., vol. I, pág. 49.
133
Puga, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, pág..
61
esfera del derecho concursal está representada por la ejecución o liquidación
colectiva. El objeto del acuerdo de reorganización no es obligatoriamente el pago
de las obligaciones, sino que la eliminación de la acción ejecutiva concursal, lo que
importa que el convenio debe resolver la cesación de pagos por cualesquiera de
los modos de extinguir las obligaciones que admite la ley. Por ejemplo, es legítimo
un acurdo en que se remite el 99% del pasivo del deudor. Nadie puede sostener
que tamaño beneficio es el objeto del convenio de reorganización; lo que se
persigue con tal beneficio es evitar la liquidación concursal o alzarla, pero no
“solucionar” el pasivo. Un acuerdo de reorganización podría ser de liquidación
(abandono total del activo), aunque hoy es más dudoso, pero también puede ser
de continuación del giro en manos del deudor. Claro, soluciona la insolvencia, mas
no en el sentido de hacerla desaparecer, sino en el sentido de eliminar solución
ejecutiva o liquidataria para la insolvencia. Estos acuerdos pueden tener múltiples
finalidades, pero la única común e infaltable es la de poner término al juicio
concursal o de prevenir uno eventual.
Sin perjuicio de lo anterior, el acuerdo tiene que hacerse cargo no sólo
formalmente sino también sustantivamente de la acción ejecutiva concursal, esto
es, debe necesariamente hacer desaparecer la cesación de pagos. No es convenio
un acuerdo por el cual las partes simplemente fijan un sistema de consultas para ir
resolviendo un estado de cesación de pagos, que no resuelve el mismo texto. El
convenio tiene que abordar de alguna forma el pasivo del deudor, sea ordenando
los pagos, estableciendo remisiones (determinadas o indeterminadas como en el
abandono de bienes), ampliando los plazos de pago, capitalizando los créditos, etc.
Los acuerdos entre el deudor y sus acreedores que no resuelven la cesación de
pagos no son convenios en el sentido nominado que estos acuerdos tienen en la
ley concursal. Así el pacto sobre un mecanismo de consultas entre las partes, o el
pacto que relega a futuro la celebración de un convenio, o el pacto que sólo
designa una comisión interventora, el pacto que entrega a un tercero la
formulación de un mecanismo de solución de pasivo, el pacto en que se acuerda
sólo una reestructuración de los activos de la empresa, etc. que no se
complementa con un régimen de modos de extinción de las obligaciones no es
acuerdo de reorganización. En consecuencia, no puede servirse del régimen de
mayorías para su perfeccionamiento, sin perjuicio de ser acuerdos habituales y
legítimos. Estos pactos son legales, pero no son convenio de reorganización en
tanto contrato nominado.
En el derecho romano se ignoró el convenio como tal, de forma que tiene poco
interés para nuestra investigación el acontecer jurídico previo a la Baja Edad Media
62
–o Renacimiento Temprano–.134 El convenio o concordato, que es lo mismo que
nuestro rebautizado acurdo de reorganización, tanto preventivo como alzatorio,135
es otro aporte de la libertad jurídica conceptual de los mercaderes del bajo
Medioevo italiano, tan desprejuiciados e irreverentes como eran ante las pesadas
autoridades de juristas romanistas como los glosadores y postglosadores. Si en
algo influyeron algunas instituciones romanas o medioevales que contemplaban los
acuerdos por mayorías, no pasa de ser una hipótesis no demostrada y que ninguna
utilidad reporta a la biografía o, si se quiere, biología de estos institutos. La verdad
es que la doctrina de los jurisconsultos romanistas, glosadores y postglosadores es
muy posterior al surgimiento, primero de hecho y luego de derecho (se sabe que
la regulación del convenio por estatutos municipales a partir del siglo XIII, es un
mero reconocimiento de un hecho jurídico que lo precede),136 del convenio de
mayorías, limitándose aquélla a sólo justificar en base a dudosas glosas la
legalidad de estos convenios.137
A este respecto también ha existido debate entre los autores españoles y los
italianos sobre la paternidad del convenio de mayorías, queriendo ver algunos de
134
Es corriente entre los autores remitirse al instituto romano postclásico del pactus ut minus solvatur, que
permitía a un heredero de una herencia insolvente llegar a un arreglo con sus acreedores, obligándose éstos a
reclamar sólo una fracción de sus créditos, siempre que el heredero no renunciara a su herencia, si era heres
voluntarius, o que no se amparara en el beneficium abstinendi, si se trataba de un heres suus et necessarius, o
siempre que no fuera procedente el beneficium separationis, si se trataba de un simple heredero necesario. La
semejanza fue mayor aún cuando Marco Aurelio estatuyó el carácter universalmente obligatorio –esto es,
obligatorio para los ausentes y los disidentes– de este pacto entre el heredero y los acreedores del causante, si
él era celebrado por la mayoría de los acreedores. Con la introducción por Justiniano del beneficio de
inventario, este instituto quedó en desuso. Este pacto no se extendió nunca como regla general a convenciones
entre el deudor y sus acreedores, quedando circunscrito y limitado a las relaciones entre el sucesor a título
universal de una herencia insolvente y los acreedores del causante. No existe ningún antecedente histórico,
salvo el que se menciona en la nota siguiente, que permita siquiera presumir algún tributo de este instituto con
el de los convenios de acreedores del derecho moderno (ver García Martínez, op. cit., t. I, pág. 32; también
Enciclopedia Jurídica Omeba, t. III, págs. 601-602).
135
Si bien los textos de algunos municipios eran ambiguos, en el Statuto dei Mercanti di Lucca, como señala
Rocco, no sólo estaba mencionado sino completa y precisamente disciplinado (ver Rocco, op. cit., Nº 23,
pág. 45).
136
Ver Rocco, op. cit., págs. 37 y 38.
137
Existe un vestigio de las mismas en la jurisprudencia del Sacro Regio Consiglio Napoletano, que
legitimaba el pacto por mayoría según las normas generales del Título De pactis del Corpus Iuris Civilis de
Justiniano, cuando: a) el deudor había fallecido y el heredero no quería aceptar la herencia; b) el deudor era
fugitivo y los acreedores no podían hallarlo e ignoraban el paradero de sus bienes, y c) cuando el deudor
insolvente declaraba ceder inmediatamente sus bienes si los acreedores no llegaban a concederle prórroga
para el pago de sus deudas. Sin embargo, todas estas referencias al derecho romano son tardías y se producen
cuando de hecho ya iban tres siglos en los cuales la práctica mercantil venía de hecho y de derecho empleando
el convenio de mayorías. Como anota Rocco: “E noi vediamo perciò ancora nel secolo XVI disputare i
dottori in quali casi op. cit. Voluto dalla maggioranza possa obbligare la minoranza, quando già da tre secoli
in tutti i centri commerciali quotidianamente i creditori si accordavano coi debitori insolventi, sulla base
della deliberazione della maggioranza” (ver Rocco, op. cit., págs. 36 y ss. Pero este precedente no puede
encontrarse en las ciudades más desarrolladas y más libres de la influencia romanista, como son las de
Toscana y Lombardía.
63
aquéllos en las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, elaboradas entre 1256 y 1263, el
antecedente de lo que después se traduciría en la reglamentación de la actividad
mercantil mediante los statuti de las polis italianas.138 De que las Partidas se
anticiparon en la regulación de los convenios no cabe duda, incluso al extremo de
tratar de la inoponibilidad de los mismos a los acreedores hipotecarios o
prendarios,139 y con la característica muy extraordinaria de ser acuerdos
extrajudiciales,140 pero nos encontramos con el inconveniente histórico de que
estos autores hispanistas no han logrado demostrar que las Partidas hayan tenido
influencia en el derecho mercantil italiano,141134 que es fuente conocida y aceptada
del derecho francés y, desde éste, del derecho concursal chileno. Sin embargo,
nosotros tenemos que conceder que la Ley 20.720 y su antecesoras las leyes 4558
de 1929 y la N° 18.175 de 981 reciben su influencia de dos fuentes paralelas en lo
que a convenios se refiere, una de ellas que entronca más con el derecho
138
Rodríguez señala que en las Partidas encontramos ya sistematizados, y aun con preferencia cronológica a
los estatutos italianos, los “principios que han sido considerados como básicos de la doctrina de la quiebra”, y
entre ellos el Título XV de la Partida V, en sus leyes V y VI, trata del convenio preventivo (quitas y esperas).
El argentino Apodaca, con mayor precisión, señala que en la Ley III se trata del abandono de bienes con
efecto liberatorio; del convenio preventivo por mayorías de quitas (remisiones) y esperas (ampliación), etc.
(ver Ramírez, en comentarios a Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 107-108.
Así la Ley V del Título XV de la Partida V dispone: “Debdor seyendo un home de muchos, si antes
139
que desamparase sus bienes los ayuntase en uno et les pediese que señalasen un plazo á que los pagase, si
todos non se acordasen en uno é otorgárfelo, aquel plazo debe haber quel otorgaren la mayor parte dellos,
maguer los otros non gelo quisieren otorgar. Et aquellos decimos que se deben entender que son mayor parte
que han mayor cuantia en los debdos. Et si fuese desacuerdo entre ellos, los unos queriendo otorgarle el plazo,
et los otros deciendo que gelo non otorgarien, mas que pagase ó desamparase los bienes, entonce, si fueren
eguales en los debdos et en quantidat de personas, debe valer lo que quieren aquellos quel otorgan el plazo,
porque semeja que se mueven á facerlo por piedat que han dél. Et si por aventura fuesen eguales en los
debdos et deseguales en las personas, aquello que quisiese la parte do fueren mas personas, eso debe valer”.
Asimismo, la Ley VI del Título XV de la Partida V añade que “rogando el debdor á aquellos á quien
debiese algo ante que le desampare sus bienes, quel quitasen alguna partida de lo que les debie, et que les
pagarie la otra, si por aventura fuese desacuerdo entre ellos queriendo los unos quitarle alguna cosa et los
otros non, aquello debe valer et seer guardado en razon del quitamento en todas las cosas que deximos en la
ley ante deste (ley V) en razon del plazo que pediese. Et aun decimos que maguer alguno de aquellos á quien
debiese algo non estodiese delante cuando los otros le quitasen alguna partida del debdo, que con todo eso
debe valer lo que facieren, et non lo puede revocar aquel solo, fueras ende si la quantia que él debie haber del
debdor fuese mayor que la de todos los otros; ca entonce nol empescerie lo que sin él facieren. Otrosi decimos
que si algunos que hobiesen á rescebir algo de su debdor le quitasen alguna partida del debdo, et non fuese hi
presente quando facien ese quitamiento algunt otro á quien fuese obligada señaladamiente alguna partida de
los bienes del debdor, ó toviese alguna cosa suya señalada en peños, que non le empesciese el quitamiento
que los otros le facieren; ca en salvo le fincarie todo su derecho en aquellos bienes quel fuesen obligados o
empeñados” (Las Siete Partidas del Rey Alfonso el Sabio, t. III, págs. 613-614).
140
En efecto, el procedimiento organizado en las leyes I (desamparo de bienes o cesión de bienes), II (par
condictio creditorum) y III (beneficio de competencia) del Título XV de la Partida V, era el único
procedimiento jurisdiccional civil concursal tratado en las Partidas. Los arreglos entre el “debdor de muchos”
y sus acreedores tratados en las leyes V y VI transcritas no hacen intervenir para nada al “juzgador” (Las Siete
Partidas, t. III, págs. 609 y ss.).
141
En cambio, sí existe certidumbre de que en la confección de las Partidas se tuvieron a la vista el derecho
italiano (Libri Feudorum) y también las costumbres del derecho marítimo mercantil mediterráneo (Roles de
Olerón) (ver Eyzaguirre, Jaime, Historia del Derecho, págs. 94-95).
64
hispánico, aunque la fundamental sigue siendo la del Código de Comercio francés,
según su texto modificado en 1838, el cual se afirma directamente en la tradición
italiana.142
Este sistema italiano fue trasplantado a Francia por el comercio entre las
repúblicas de la península y la Plaza de Lyon, foro comercial dominado en un
principio por inmigrantes italianos y hasta el siglo XVII centro comercial de Francia.
Esta influencia se deja sentir primeramente en la Ordenanza de la Plaza de Lyon
de 1667 y finalmente en la Ordenanza de 1673 de Luis XIV, obra del gran
Savary.148 El Título XI de la misma se refiere a des faillites et banqueroutes y, a
142
En efecto, la Ley 4.558 fundió en un solo texto las normas del Código de Comercio –de cuño francés– y
las del Código de Procedimiento Civil de 1902, que en materia de convenios recibe una fuerte influencia de la
ley sobre juicio ejecutivo, cesión de bienes y convenios del 8 de febrero de 1837 –redactada por don Mariano
Egaña–, la que conecta muy profundamente con las Partidas, en particular la Partida V.
143
.- Ver Puga Vial, El Acto de Comercio, edición 2013, pág….
144
De hecho esto se desprende de la misma redacción de las normas referentes a los convenios, como ocurre
con el estatuto de Pistoia, Lib. II, cap. LXXI, y del estatuto de Padua, que expresaba que “Creditor quilibet
volens facere pactum debitori suo fugitivo debent comparire coram domino Potestate Paduae”.
145
Ver García Martínez, op. cit., t. I, págs. 60-61.
146
Statuti de Venecia de 1244; Statuti de Nápoles de 1279; Statuti de Pistoia de 1295; Statutiis de Florencia
de 1327 y 1415; Statuti de Padua de 1420; Statuti de Brescia de 1475; Statuti de Ferrara de 1566; Statutorum
Civilium Republicae Genuensis (Génova) de 1589.
147
García Martínez, op. cit., t. I, págs. 69-70.
148
Esta Ordenanza era un verdadero Código de Comercio, pero su aplicación no se restringía a los
comerciantes, aunque algunas normas estaban destinadas exclusivamente a ellos, como era toda la
reglamentación de la contabilidad mercantil Ver Daniel Jousse, , Nouveau Commentaire sur Les Ordonnances
des mois D’ Aout 1669 & mars 1673, pág….. Merlin cita casos extraordinarios de deudores no comerciantes
65
diferencia de la Ordenanza de Lyon, trata del convenio de mayorías (arts. 5 a 7)149
sobre la base de una inspiración esencialmente privatística y voluntarista y siempre
excluyendo a los acreedores hipotecarios y privilegiados (art. 8).150 Esta
reglamentación, sin embargo, eliminó el convenio preventivo de mayorías,
conservando sólo el concordato alzatorio de quiebra.151 Asimismo trataba la
Ordenanza (Título X) de la cesión de bienes, que a la sazón era invocable también
por los comerciantes, aunque sujetos a una formalidad especial.152
Vemos en esta Ordenanza que los convenios tienen sólo dos objetos: las quitas
o remisiones (acquit des dettes o remises) y las prorrogas de plazo (atermoiement
o contrats d’atermoiement). Vemos que sólo son accequibles a deudores de bonne
foi. Los convenios son adaptados en asambleas debidamente notificadas, pues en
ese entonces “en relación a los acreedores que no estén presentes ni
representados en las deliberaciones tomadas en las asambleas, sea para remitir,
sea para prorrogar, ellos no estarán obligados a ejecutar esos acuerdos”. La
oposición al convenio acordado se planteaba en la misma asamblea y debe ser
oída si es fundada. En la Ordenanza de París de 1678, esto es, cinco años después
de la Ordenanza General de Comercio de 1673 se estableció el procedimiento o
forma de homologar los acuerdos de asamblea, ante el Preboste y no ante la
jurisdicción consular. La homologación sólo se perseguía cuando el “contrat” era
“refus de quelques-uns d’entre eux”, pues no habiendo rechazo u oposición el
contrato era efectivo desde su suscripción. Anota Jousse que “todos los acreedores
ya no tienen acción en contra de su deudor, aunque el mismo llegue a ser rico y se
encuentre en estado de pagar sus deudas...”, aunque este autor se adelanta en
señalar que en tal caso de todas formas el está obligado “par honneur”, pues las
remisiones son antes bien forzadas que voluntarias. Jousse también se adelanta en
señalar que “los acreedores pueden demandar (revenir) contra los contratos y
transacciones suscritas con su deudor, como en el caso de que exista fraude por
parte del deudor, o porque se ocultó una parte de sus bienes o de otra forma” y
también si “s’il n’a point exécuté les conditions de la transaction”, con lo que de
algún modo nos anticipa las acciones de nulidad y resolución del convenio que sólo
sujetos a penas de bancarrota, como un sacerdote, un notario y un auditor de cuentas (Lyon Caen et Renault,
Traité..., t. VII, pág. 11).
149
El art. 5 disponía que “les résolutions prises dans l’assemblée des créanciers à la pluralité des voix, pour
le recouvrement des effects ou l’acquit des dettes, seront exécutées par provision et nonobstant toutes
oppositions et appellations”. El art. 6 disponía que “les voix des créanciers prévaudront, non par le nombre
des personnes, mais eu égard à ce qui leur sera du, s’il monte aux trois quarts du total des dettes”. El art. 7
agregaba que “en cas d’opposition, ou de refuse de signer les délibérations par les créanciers dont les
créances n’excéderont le quart du total de dettes, voulons qu’elles soient homologuées en justice, et
excécutées comme s’ils avoient tous signé” (ver Jousse, op.cit., pág….Renouard, op. cit., t. I, págs. 86-87).
150
El art. 8 señalaba: “No se entienden sin embargo derogados los privilegios sobre los bienes muebles, ni los
privilegios e hipotecas sobre los bienes inmuebles, que serán conservados, sin que aquellos que tienen
privilegio o hipoteca puedan ser considerados de haber entrado en alguna composición, remisión o prórroga, a
causa de las sumas por las cuales ellos tienen privilegio o hipoteca” (ver Jousse, op.cit., pág… ; y Renouard,
op. cit., t. I, pág. 87; ver también Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 9).
151
Ver Renouard, op. cit., t. I, págs. 82 y ss.
152
Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 10.
66
serán reguladas legalmente en la reforma al Code de 1838. Un asunto que llama la
atención es que ya a principios del siglo XVIII los tribunales comerciales o
consulares no son más competentes para homologar, competencia que pasa a
justicia ordinaria. Por último, la Ordenanza fija el principio de que los acreedores
privilegiados, los privilegiados sobre bienes muebles (prendarios) e hipotecarios no
se ven afectados por el convenio, aunque se admite que ellos ingresen al mismo
con remisiones o prórrogas. Así, votar no implicaba renuncia a los privilegios o
preferencias (art. VIII).153
Ver Daniel Jousse, Nouveau Commentaire sur Les Ordonnances des mois
144 bis
153
Ver Daniel Jousse, Nouveau Commentaire sur Les Ordonnances des mois D’ Aout 1669 & mars 1673,
pág. 197.
154
A instancias del propio Napoleón el Código era igualmente drástico con la mujer del comerciante, pues
ambos eran inmediatamente encarcelados (ver Renouard, op. cit., t. I, pág. 137).
155
El Código de 1807 requería de la mayoría absoluta de los acreedores presentes que representaran 3/4 del
pasivo. Con la modificación de 1838 los acreedores en número se debían computar sobre el total de lo
verificado y afirmado y no sobre los presentes en la asamblea (ver Renouard, op. cit., t. II, págs. 30-31).
156
Arts. 524 y ss. del Código de Comercio de 1807. Pero las causales específicas para rechazar la
homologación es un aporte de la ley de mayo de 1838, como también lo es la regulación de la ineficacia por
resolución o nulidad del convenio.
157
El art. 520 del Código de Comercio de 1807 simplemente los excluía de toda posibilidad de votación y
también de los efectos mismos del concordato.
67
homologación judicial, elimina la indignidad para celebrar convenios que recaía
sobre los fallidos condenados por bancarrota simple (equivalente a los antiguos
delitos de quiebra culpable158) e instituye el mecanismo de la nulidad y resolución
del convenio ya homologado por causales idénticas a las de nuestro régimen de
ineficacia del convenio aprobado.
Finalmente, por la ley del 17 de julio de 1856 se modificó el art. 541 del Código
de Comercio ajustado en 1838, eliminando la facultad de hacer cesión de bienes
para los comerciantes159 a cambio de la institución del concordat par abandon
d’actif, institución que es una mixtura entre la cesión de bienes y el convenio
simple, pues a diferencia de la cesión de bienes, debía ser convencionalmente
aceptada por la mayoría legal y además entrañaba la remisión del saldo no pagado
con los bienes abandonados, y a diferencia del convenio común, su aprobación no
importaba la desaparición del desasimiento. Hasta aquí la influencia francesa sobre
nuestra legislación concursal, influencia que se vertió sobre el Código de Comercio
de 1865.
158
Ver Puga Vial, DerechoConcursal,Los Delitos de la Quiebra, 2da edición,págs…. y ss
159
Ver Renouard, op. cit., t. II, pág. 168.
160
La verdad es que las Ordenanzas tienen influencia francesa, por de pronto porque fueron promulgadas
bajo el dominio Borbón de la corona española, y ellas eran conocidas y aplicadas en la práctica en el
intercambio mercantil entre España y Francia.
161
Este decreto ley es de la mayor importancia, mucho mayor de la que habitualmente se le atribuye, porque
constituye el cuerpo orgánico sobre procedimientos ejecutivos individuales y universales vigente a la época
de la dictación del Código Civil, de forma que muchas de las palabras y referencias del Código de Bello a
68
por don Mariano Egaña y comprendido en el conjunto de las denominadas Leyes
Marianas), decreto que habría de tener vigencia en algunos aspectos hasta la
dictación del Código de Comercio y en otros hasta la entrada en vigencia del
Código de Procedimiento Civil de 1902.
Para acordar el convenio se requería de “la mitad más uno del número de
votantes que represente las tres quintas partes del total del crédito que
compongan entre los concurrentes”. La mujer (la ley hablaba de mujer, no de
cónyuge) y determinados parientes, el Fisco y los acreedores con “título de
dominio” y los hipotecarios, no eran considerados; pero estos dos últimos, si
tomaban parte en la deliberación (“si hubieren concurrido”, decía la ley, art. 144),
eran considerados en el convenio (aunque no existía la noción de renuncia de la
preferencia del actual art. 61 inciso 3° del Ley 20.720). El acta correspondiente era
suscrita por el juez, todos los concurrentes y el escribano.
Pero en la misma junta podía suscitarse oposición por falta de dignidad, sea
porque se exigiera al deudor “justificación de la causa de su atraso para acceder o
deliberar sobre el convenio”, sea porque un acreedor expusiese –ofreciese
probarlo– a la junta que el deudor había dilapidado sus bienes, o que había
falsedad u omisión en las listas presentadas o “se le acusare de cualquier otro
manejo fraudulento dirigido a burlar o perjudicar a sus acreedores”. El juez
normas sobre concursos, acción ejecutiva, cesión de bienes, embargo, etc., tenían en este cuerpo su referente
(ver Boletín de las Leyes y de las Órdenes y Decretos del Gobierno, reimpresión oficial, t. II, págs. 480 y ss.).
162
Notable era además la regulación del concurso, aplicable a la sazón a deudores civiles y comerciantes,
el que era decretado por el juez toda vez que comparecían al juicio ejecutivo “más de dos opositores, con
títulos distintos solicitando prelación, el juez... decretará llanamente que se forme concurso a los bienes del
deudor” (art. 82).
163
Esta lista constituye la exposición referida en el actual art. 1617 Nº 5º del Código Civil.
69
suspendía la junta y fijaba una nueva audiencia para resolver sobre estas
objeciones, y si prosperaban, el juez debía desechar la solicitud (arts. 133 a 135).
Es más, aun acordado el convenio, debía ejecutarse hasta después de cinco
días desde el acuerdo y su firma. Dentro de dicho plazo los acreedores disidentes y
los no concurrentes a la junta podían oponerse al convenio por las causales
taxativamente admitidas en la ley.164 Esta oposición se sustanciaba entre el deudor
y los opositores y, si había concurso o cesión de bienes en curso, con los síndicos
designados en dichos procesos. Si el juez “anulaba” el convenio por alguna de las
causales de los Nos 1 y 4 del art. 139, podía mandar a que se tomaran nuevamente
en consideración las proposiciones del deudor, subsanándose el vicio que hubiera
causado la nulidad. Tratándose de las otras causales, el deudor no podía lograr
convenio.
Aprobado el convenio, el deudor era excarcelado165 y repuesto en la
administración de su hacienda, y si el convenio no contemplaba intervención, el
juez de oficio designaba uno, que velaba por el uso y destino de los bienes del
deudor “hasta que se hayan cumplido íntegramente los pactos del convenio”;
también se fijaban los “alimentos” del deudor y la remuneración del interventor.166
164
Estas eran: 1º. Defectos en las formas prescriptas para la presentación del deudor, citación de los
acreedores, celebración y deliberaciones de la junta; 2º. Inhabilidad legal del deudor para solicitar convenio;
3º. Colusión del deudor con algún acreedor de los concurrentes a la junta, para votar en favor del convenio;
4º. Falta de personería legítima en alguno de los que hubieren concurrido con su voto a formar la mayoría;
5º. Exageración fraudulenta de crédito para constituir el interés que deben tener los que acuerdan la resolución
(art. 1 El art. 149 del decreto establecía que “el deudor que solicitare convenio, debe ser conducido a una
prisión pública, durante el juicio de convenio, en los mismos casos que el deudor que hiciere cesión de
bienes”. Por regla general, aprobado el convenio era liberado, salvo que se hubiese alzado con bienes ajenos,
por haber estado preso por deudas, por estar ya gozando del beneficio de esperas, por ser responsable de
delito o cuasidelito, por ser arrendador de rentas fiscales o municipales (art. 119).
39).
165
El art. 149 del decreto establecía que “el deudor que solicitare convenio, debe ser conducido a una prisión
pública, durante el juicio de convenio, en los mismos casos que el deudor que hiciere cesión de bienes”. Por
regla general, aprobado el convenio era liberado, salvo que se hubiese alzado con bienes ajenos, por haber
estado preso por deudas, por estar ya gozando del beneficio de esperas, por ser responsable de delito o
cuasidelito, por ser arrendador de rentas fiscales o municipales (art. 119).
166
Ver también Claro Solar, Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, vol. VI, págs. 307 y
ss.; Rondanelli, op. cit., págs. 33 y 34.
70
introduce la nulidad y resolución del convenio ya homologado.167 No nos vamos a
detener en los detalles de la regulación mercantil del convenio, porque durante el
desarrollo de esta obra iremos comparando sus disposiciones, en los puntos de
interés, con la ley vigente.
En otras palabras, esta ley unificó en un solo texto legal toda la legislación
atingente, en lo más importante, a los procedimientos concursales. Tal vez su
alcance más duradero fue el de haber unificado en un solo procedimiento el
167
Todo esto obedece a la influencia del Libro III del Código de Comercio francés, modificado por la ley de
mayo de 1838, que le sirvió de modelo.
168
Ver Rondanelli, op. cit., pág. 39.
71
concurso civil y la quiebra o concurso mercantil.169 Ya en nuestro primer volumen
recalcamos los aportes generales de esta ley, de forma que no vamos a
detenernos en ella,170 salvo para señalar que eliminaba absolutamente el convenio
preventivo,171 pero introducía el convenio extrajudicial, que si bien había sido
validado por la jurisprudencia, carecía de un reconocimiento positivo.
Dadas las críticas levantadas a esta ley, nació el Decreto con Fuerza de
Ley 248, cuyo proyecto lo debemos a la entonces recientemente creada
Sindicatura General de Quiebras, promulgado por el Gobierno en uso de las
facultades delegadas que le había concedido la Ley 4.945, con fecha 20 de marzo
de 1931. En el área que nos interesa, el gran aporte de este decreto con fuerza de
ley fue la reintroducción del convenio preventivo, aunque bajo modalidades
diversas que la del Código de Procedimiento Civil. El D.F.L. 248 y la Ley 4.558
fueron finalmente refundidas en un solo texto por el Decreto Supremo 1.297, del
23 de junio de 1931, por el que se dio redacción definitiva a la Ley 4.558. Es
interesante anotar que en este texto legal se funden dos tradiciones diferentes: la
francesa y la hispana, fenómeno que explica la coexistencia y, a veces, las
desavenencias de algunas de las instituciones que conforman nuestro sistema de
convenios.
A esta ley siguió la Ley N°18.175 que en términos generales mantenía las
normas de la Ley 4.558, con muy pequeñas variantes, siendo quizás la más
importante la variación del sujeto especial del mero comerciante –profesional
definido en el Código de Comercio– al deudor que ejerce una actividad comercial,
industrial, minera o agrícola, variación que tiene efectos en materia de convenios,
pero sobre todo en relación con la cesión de bienes, sustrayendo de dicho
beneficio a deudores civiles que antes podían implorarlo. También varían un tanto
las causales de nulidad de los convenios extrajudiciales (art. 171 L.Q.) y de los
judiciales (art. 208 L.Q.).
La Ley 18.598, de 5 de febrero de 1987, introdujo alteraciones y mecanismos
nuevos a la Ley 18.175. El más significativo de todos, sin duda, es el sistema de
suspensión de ejecuciones y de la declaración de quiebra cuando las proposiciones
de convenio preventivo judicial se presentan apoyadas por la mayoría de los
acreedores que representan el 51% del total del pasivo del deudor, suspensión
que se prolonga por 90 días contados desde la notificación de la resolución que
169
Esta unificación, sin embargo, no fue ni ha sido total, pues siempre se ha mantenido un tratamiento distinto
y marcadamente más severo para los comerciantes o, en el esquema actual, para los denominados deudores
del art. 41. Las diferencias entre el procedimiento para uno y otro deudor son de tal magnitud que puede hasta
hablarse de dos procedimientos diversos.
170
Ver Puga, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación págs. …..
171
Esta eliminación fue deliberada y fundada en los abusos que se cometían por las lagunas de la anterior
legislación. Hubo interés de algunos parlamentarios de reintroducirlo, pero la Comisión de Reforma se opuso
tenazmente (ver también Palma Rogers, Legislación..., pág. 9).
72
convoca a los acreedores a junta (art. 177 bis). También introduce un sistema
simplificado en el otorgamiento de garantías para el cumplimiento del convenio, en
particular de garantías reales (art. 179 bis). Un último aporte de esta ley es la
ampliación de los objetos posibles de las proposiciones de convenio judicial, no
sólo porque se agregan la continuación de la actividad del deudor y la venta como
unidad económica, sino porque se elimina la restricción en orden a que deban ser
convenios de pago, pues tanto el extrajudicial como el convenio judicial tenían
como limitación que siempre debían referirse a modalidades de pago de las deudas
y no a otras formas de solución. Esta restricción permanece sólo para el convenio
extrajudicial (art. 178 Nos 5 y 6 L.Q.).172
Finalmente con fecha 09 de enero del año 2014 se publica en el Diario Oficial la
Ley 20.720 denominada Ley de Reorganización y Liquidación de Activos de
Empresas y Personas que ha justificado publicar este nuevo texto merced de sus
múltiples innovaciones, aunque manteniendo en lo sustancial la estructura del
régimen anterior, aunque cambiando los nombres de los órganos e institutos que
tradicionalmente tenían desde el siglo XIX y algunos desde la distante Baja Edad
Media.
La Ley 20.720 tuvo dos propósitos: acelerar los procesos concursales mediante
la concentración de los plazos y actuaciones en el juicio de quiebra que pasa a
172
Prácticamente desde la legislación estatutaria hasta la ley francesa de 1856 los convenios sólo trataban de
quita y espera, porque el abandono del activo era objeto preciso de la cesión de bienes, común hasta entonces
a deudores civiles y comerciantes. Nuestro Código de Comercio, copiando la legislación francesa hasta
entonces, reconoció como objetos del convenio la remisión, la ampliación de plazo y el abandono total o
parcial del activo. La Ley 4.558 amplió el convenio a otras modalidades distintas de la quita, espera y
abandono, mas siempre restringido a alguna modalidad de pago, limitación que mantuvo la Ley 18.175, pero
que eliminó la Ley 18.598.
73
denominarse procedimiento concursal de liquidación173 y la resurrección en Chile
del trasnochado y fracasado principio de la conservación de la empresa que
privilegia una reestructuración de la empresa por sobre su liquidación. La ley
aspiraba además al principio redentor de fomentar el reemprendimiento, en
circunstancias de que el reemprendimiento de los quebrados en Chile no era
dificultado para nada por la ley concursal, sino por otros ingredientes del mercado
del crédito: la regulación bancaria y los registros de morosidad actual y pasada de
las personas, cosa que sigue exactamente igual. Debo confesar que fui de esa
procesión que pensaba que cambiando los nombres a las instituciones se eliminaba
el efecto infamante de los concursos sobre los quebrados, pero la experiencia
extranjera parece desmentirnos174.
173
.- Esto por el errádo diagnóstico hecho por Doing Business y represenbtadio a nuevo miembro de la OCDE
que fue nuestro país a partir del año 2008 de que los procesos de quiebra duraban en Chile como promedio 4,5
años en contraste con el promedio de la OCDE de 1,7 años. Sobre esto ver Puga Vial, Derecho Concursal, El
Procedimiento Concursal de Liquidación, pág…
174
.- En España el cambio de la voz quiebra por concurso al parecer en nada ha modificado la percepción
social de los fallidos (Ver….). Por otro lado en el país más amistoso con los insolventes, Estados Unidos de
Norteamérica, no sólo los procedimientos de liquidación se denominan quiebra (bankruptcy) sino también los
convenios de reorganización (Chapter XI).
74
porque, de hecho, son asimilables. Estos convenios por categoría será un
quebradero de cabeza, porque a diferencia de los acreedores valistas, los
acreedores de segunda y tercera clase no son entre ellos nunca una clase
uniforme.
f) Fuerza a los acreedores con garantía exógena, real o personal, a votar
favorablemente las propuestas de acuerdo, pues de otro modo su voto o se
contabiliza no obstante que sea una acreedor valista y eventualmente
mayoritario y a pesar de que ello no lo deja fuera de los alcances del
convenio.
g) Tributariamente , modificando el D.L. 825 de 1974 Sobre Impuesto a las
Compraventas y Servicios se intenta asimilar el tratamiento de los
acreedores provistos de factura afecta a IVA para eliminar el incentivo
perverso que tenía ese beneficio en la quiebra, dándoles la posibilidad de
aprovechar ese IVA como crédito fiscal o solicitar su devolución.
75
III. SISTEMAS PREVENTIVOS DE LIQUIDACION CONCURSAL
EN EL DERECHO COMPARADO
GENERALIDADES
76
insolvencia del deudor.
1. SISTEMA ARGENTINO
Contempla también una regulación del convenio extrajudicial, que puede ser
celebrado por el deudor que no tenga impedimento para un concurso preventivo o
que haya celebrado uno. Este era conocido en la Ley 19.551 mediante la
modificación introducida a esta ley por la Ley 22.985, de 1983. Este acuerdo
extrajudicial vino a regular los acuerdos innominados paraconcursales, que de
hecho existían en Argentina desde el siglo XIX. El acuerdo extrajudicial sólo obliga
a quienes lo suscribieron. Los demás acreedores no quedan afectos a él, salvo en
el caso de homologación. Este acuerdo es formalmente muy sencillo –puede
otorgarse por escritura privada– y sus objetos pueden ser amplios. La
homologación –que se otorga cuando el convenio goza al menos de la aceptación
de la mayoría numérica de los acreedores que representen 2/3 del pasivo– no
tiene por función hacerlo obligatorio a los ausentes y disidentes, sino para hacer
“oponibles los actos que en su consecuencia se otorguen a todos los acreedores,
aun a los que no participaron, y pese a que posteriormente se decrete la quiebra
175
.- Modificada a su vez por las Leyes 25.589 y 26.086, pero en aspectos secundarios. Ver Ariel Dasso,
Derecho Concursal Comparado, T.I., pág.117.
176
Entre estas reglas laborales de interés están la posibilidad de que los trabajadores renuncien a privilegios
para votar como categoría los convenios (se crea la categoría especial de los quirografarios laborales); está la
norma que suspende la aplicación de los convenios colectivos de trabajo por el solo hecho de abrirse a
tramitación un concurso preventivo; se obliga a la celebración de convenios colectivos de emergencia, etc.
77
del deudor”.177
177
Ver Ignacio A. Escuti y Francisco Junyent Bas, Instituciones de Derecho Concursal, págs. 378 y ss.,
Alveroni Ediciones, Córdova, 1998.
78
La mayoría legal exigida es la mayoría numérica de acreedores dentro de cada
categoría más 2/3 del capital computable dentro de cada categoría. Se excluye del
cómputo a la mujer y ciertos parientes y sus cesionarios. Si son sociedades, se
excluyen los socios, administradores y acreedores que sean cónyuges o parientes
de los socios y/o administradores. No se comprende a los accionistas del deudor,
salvo que sean controladores.
Dice Mafia: “Ahora el juez nada tiene que decir, salvo hacer cuentas...”, cita tomada de Ernesto Eduardo
178
Martorell, Tratado de Concursos y Quiebras, t. II-B, pág. 637, Depalma, Buenos Aires, año 2001.
79
denominado “salvataje de la empresa”, aplicable a las sociedades de
responsabilidad limitada, sociedad anónima o cooperativa o sociedad donde el
Estado nacional, provincial o municipal sea parte. Esta fórmula tiene cabida una
vez que ha fracasado el concurso presentado por el deudor y vencido el plazo de
exclusividad. En este caso el tribunal no debe declarar ex officio la quiebra. El juez,
dentro de 48 horas de vencido ese plazo, debe abrir un registro para quienes estén
interesados en adquirir la empresa en marcha, por medio de la adquisición de las
acciones o derechos de los accionistas o socios y en la misma resolución el juez,
en base sustancialmente al informe del síndico, hará una valorización, según
registros contables, de la empresa y designará un experto llamado a determinar el
valor presente de los créditos. Si transcurre un plazo en que nadie se registre, el
juez debe declarar la quiebra. Si hay interesados, éstos tienen 10 días para
presentar propuestas de acuerdo a los acreedores, sea manteniendo, sea
modificando las categorías hechas por el fallido –aquí no se requiere aprobación
del juez para la categorización del proponente–. Las propuestas pueden ser
modificadas hasta dos veces, a los 10 días y a los 20 días de su presentación.
Luego, dentro de 20 días, deben ser aprobadas las propuestas por los acreedores
en los mismos términos que para el Concurso Preventivo del deudor. Dispone
finalmente el art. 48 que el primero de los registrados que obtiene las mayorías
documentadas y certificadas en forma escrita debe comunicarlo al juzgado y
adquiere el derecho en caso de ser homologado el acuerdo, a que le sea
transferida la totalidad de la participación de los accionistas o socios. El precio que
fija el juez que se paga a los socios debe disminuirse en la misma proporción que
“los créditos afectados por la propuesta concordataria”.
Sólo si la oferta importa un precio por las acciones o derechos inferior al fijado
por el juez, aquélla debe ser anunciada al momento de presentar la propuesta de
convenio preventivo. “El tercero que, a raíz de todo lo actuado por él, lograse...
obtener la conformidad de los acreedores... en número necesario, deberá además
anejar al expediente la conformidad de los socios, como si éstos últimos integrasen
una ‘clase’ o ‘categoría’ más de acreedores de la concursada”. 179 Si la oferta de
precio por las acciones o derechos es igual o superior a la valuación judicial, los
accionistas y socios deben aceptar la venta de sus derechos, siempre que los
acreedores aprueben las propuestas formuladas a ellos. Huelga destacar que este
sistema tiene clara inspiración en el hemisferio norte.180
Cinco días antes del vencimiento del plazo para presentar las adhesiones por
terceros, debe llevarse a efecto la misma audiencia informativa que en el concurso
179
Ernesto Eduardo Martorell, Tratado de Concursos y Quiebras, t. II-B, pág. 625.
180
Salvando las diferencias, esto es, lo que se denomina en el derecho americano el cramdown ordenado para
la aprobación de planes de reorganización llevados a efectos bajo el Capítulo XI del Código de Quiebras
americano.
80
preventivo normal. Pero si las adhesiones ya existen para entonces, se omite esta
audiencia.
Logradas las mayorías legales y el cramdown en el caso de los accionistas o
socios que recibieron una oferta menor a la valuación judicial, el tribunal debe
homologar el acuerdo (art. 53), sin facultades tampoco para adentrarse en los
méritos del mismo. Esta resolución de homologación “sirve de título para la
trasmisión y con su inscripción en el Libro de Registro de Acciones, el adquirente
(nuevo accionista) puede convocar a asamblea para designar nuevo directorio y
emitir nuevos títulos”.181
Esta fórmula tiene por función salvar las empresas, aun contra la voluntad de
sus socios o accionistas y de los acreedores. Bonfanti y Garrone, siguiendo a
Dasso, lo definen como “desplazamiento del propietario de la empresa en crisis”.182
Entendemos que ya ha operado con cierto éxito en casos como Martín S.A. y José
Minetti y Cía. Ltda.183
Un último aporte interesante producido por la Ley 24.552, arts. 65 a 68, es que
por primera vez en el concierto latinoamericano se abre la posibilidad de organizar
convenios o concursos preventivos para grupos económicos y para garantes de
obligaciones del deudor en un mismo track y ante un mismo tribunal, en un
procedimiento unificado, con un mismo síndico, pero sin disolver a las distintas
personas del grupo en una y sin que se confundan patrimonios ni acreedores.185
Como señala Mafia “un agrupamiento de veinte sujetos no da lugar a un concurso
de veinte sujetos, sino a veinte concursos individuales (sólo que simultáneos ante
el mismo juez y con otras particularidades que pronto advertiremos)”.186
181
Mario Alberto Bonfanti y José Alberto Garrone, Concursos y Quiebras, 5ª edición, pág. 220, Abeledo-
Perrot, Buenos Aires, 1997.
182
Mario Alberto Bonfanti y José Alberto Garrone, Concursos y Quiebras, pág. 212.
183
Ver Ignacio A. Escuti y Francisco Junyent Bas, Instituciones de Derecho Concursal, págs. 357 y ss.,
Alveroni Ediciones, Córdova, 1998.
184
Ver Mario Alberto Bonfanti y José Alberto Garrone, op. cit., págs. 230 y ss.
185
Ver Martorell, op. cit., t. II-B, págs. 741 y ss.
186
Mafia, Osvaldo, Derecho Concursal, t. I, pág. 397, citado por Martorell, op. cit., t. II-B, pág. 746.
81
2. SISTEMA ESPAÑOL
El sistema concursal español hasta julio del año 2003 reposaba en la regulación de
un concurso civil para deudores no comerciantes (y su alternativa convencional de
quitas y espera), en una regulación mercantil de la quiebra y el convenio para
deudores comerciantes en que aún combinaban normas del Código de Comercio
de 1829 y el de 1885 y, por último, la vigencia de una ley que se dictó como
provisoria y quedó como uno de los ejes del sistema concursal hispano: la Ley de
Suspensión de Pagos de 1922. Toda esa segmentada regulación fue reemplazada
por la Ley Concursal Nº 22/2003, que vino a crear un sistema totalmente nuevo,
muy en la línea de las legislaciones francesa e inglesa, que en Latinoamérica ha
sido seguida por países como Colombia y Perú, aunque en la península se
conserva la determinante intervención judicial.
El presupuesto fáctico de todo el sistema es la insolvencia del deudor que
queda definida como “el estado” del deudor “que no puede cumplir regularmente
sus obligaciones exigibles”, que puede ser actual o “inminente”, esto es, aquel en
que “se prevea que el deudor no podrá cumplir regular y puntualmente sus
obligaciones” (art. 2).
¿Cómo funciona el derecho español? Pues bien, existe un solo sistema
concursal, un solo concurso, que tiene una etapa común y que puede derivar en
dos resultados diferentes: el convenio o la liquidación judicial, dependiendo de si
se aprueba o no un convenio una vez agotada la etapa de determinación del activo
y del pasivo. Por eso es indispensable comprender primero la etapa común
denominada “concurso”.
Primero la ley hace una diferenciación entre uno y otro concurso atendiendo a
quién tiene la iniciativa de su inicio.174 Por regla general es voluntario cuando lo
solicita el deudor y necesario cuando surge a petición de un acreedor, pero si el
concurso que se abre es a solicitud del deudor que fue precedida de solicitudes de
acreedores desistida, abandonada o no ratificada, el concurso se reputa
igualmente necesario (art. 22).
174Conforme al art. 5 de la ley ahora todo deudor tiene la obligación de solicitar
concurso dentro del plazo de los dos meses siguientes en que el deudor ha
conocido “o debido conocer” su estado de insolvencia.
82
deudor; la existencia de embargos por ejecuciones pendientes que afecten de una
manera general el patrimonio del deudor; el alzamiento o liquidación “apresurada
o ruinosa” de los bienes por el deudor; incumplimiento generalizado de
obligaciones tributarias por tres meses anteriores a la petición; de seguridad
social; otras de recaudación conjunta; de remuneraciones y otras derivadas de
relaciones de trabajo por los últimos tres meses187.
De la solicitud del acreedor se emplaza al deudor, y si el deudor se allana o no
formula oposición, el juez “dictará auto declarando el concurso de acreedores” y lo
mismo hará “si, con posterioridad a la solicitud de cualquier legitimado y antes de
ser emplazado, el deudor hubiere instado por su propio concurso. Si el deudor se
opone,175 entonces el juez cita a las partes a una “vista” que es de prueba y donde
el deudor debe concurrir además con toda la contabilidad “de llevanza obligatoria”.
Si el deudor no comparece, se abre concurso. Puede también comparecer y
consignar los fondos para pagar el crédito que sirve de base a la petición del
acreedor. Si no se consigna y el deudor se defiende, entonces el juez falla
conforme al mérito de las probanzas cuyo valor se ajusta a las reglas generales de
la Ley de Enjuiciamiento Civil (art. 19). El juez resuelve “declarando el concurso” o
“desestimando la solicitud”.176
175 Es interesante hacer notar que el art. 18 de la ley previene que “el deudor
“Si se desestima la solicitud, la ley previene que amén de las costas que
176
187
.- Ver Derecho Concursal…
83
con anterioridad”. El efecto devolutivo es porque de la declaración de concurso no
se sigue siempre un desasimiento. Si el concurso es voluntario, por regla general el
deudor mantiene la administración de sus bienes y los “administradores
concursales” obran sólo como interventores hasta en tanto no se decida la
liquidación; si el concurso fue “necesario” el deudor es privado de la administración
(art. 40). Sin embargo, el juez puede modificar estas reglas; esto es, puede
someter sólo a intervención en caso de concurso necesario y privar al deudor de la
administración en el concurso voluntario. Además, está el juez facultado para
decretar medidas cautelares que estime necesarias para asegurar la integridad,
conservación o la administración del patrimonio del deudor hasta que asuman los
administradores concursales. Con todo, mientras no se apruebe el convenio o, en
su defecto, se abra la etapa de liquidación, no se podrá ni enajenar ni gravar los
bienes del concurso sin autorización del juez, salvo las enajenaciones inherentes al
ejercicio comercial o profesional del deudor.
177 Hay una reposición pero sólo para modificar asuntos accesorios de la
declaración de concurso.
84
crédito o aseguradora, en vez del acreedor el tercer miembro lo designa el fondo
de garantía de depósitos que corresponda o el Consorcio de Compensación de
Seguros.
que por acto contractual sean subordinados respecto de los demás créditos contra
el deudor; los créditos por intereses de cualquier clase, salvo que provengan de
créditos provistos de garantía real; los créditos por multas o sanciones pecuniarias;
los créditos de personas “especialmente” relacionadas con el deudor en los
términos que indica el art. 93 de la ley y, por último, los créditos del tercero cuyo
acto fue revocado si se lo declaró en la sentencia pertinente como “parte de mala
fe” (art. 92). Se reputan personas relacionadas con el concursado persona natural
85
el cónyuge o quienes convivan con el concursado en “análoga relación de
afectividad o que hubieren convivido con él los dos años anteriores a la declaración
de concurso”; y los ascendientes o hermanos del concursado o de su “pareja”; los
cónyuges de los ascendientes, hermanos o descendientes del concursado; y
relacionados con el concursado persona jurídica, sus socios personal e
ilimitadamente responsables de las deudas sociales; los socios por el 10% del
capital social o 5% si la sociedad cotiza en el mercado secundario formal; los
administradores o liquidadores de la sociedad o que lo hubieren sido en los últimos
dos años; las sociedades que formen parte del mismo “grupo empresarial” de la
fallida y sus socios; quienes hayan adquirido créditos de personas relacionadas
dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso (art. 93).
182 En esta categoría caen, conforme al art. 84.2, los salarios por los últimos 30
días; las costas y gastos judiciales ocasionados por la solicitud del concurso; los
alimentos del deudor o de las personas respecto de quienes tenga la obligación de
prestarlos; los gastos de continuación del giro empresarial o profesional; los que
correspondan a obligaciones correlativas de contratos que continúen después de la
declaración de concurso; los que comporten redimir hipotecas o prendas o bien
rehabilitar contratos vigentes o arriendos con opción de compra; la devolución de
contraprestaciones al tercero cuyo acto fue revocado siempre que no haya sido
privado de este beneficio; las obligaciones de contratos autorizados celebrados por
el deudor después de la apertura del concurso y los nacidos de responsabilidad
extracontractual después de la declaración de concurso.
86
siguiente fase del proceso concursal que privilegia un convenio y que sólo ante la
imposibilidad de él, se entrega a la alternativa de ejecución judicial, que en el
derecho peninsular se denomina fase de liquidación.
184 Esta viabilidad tiene que ver con que la administración concursal está
188
.- Esto se ha dado en la práctica en el caso de Pescanova S.A. donde el plan contemplaba quitas de entre el
93 o 90% como ofertas alternativas.
87
activo o pasivo.
Si de esta forma de adhesiones se reúnen las mayorías, el juez proclamará el
resultado; si no se logran las adhesiones escritas, entonces el juez abrirá la fase de
convenio o liquidación, lo que dependerá esencialmente si ante la falta de
adhesiones el deudor a requerimiento del juez mantiene la propuesta para ser
votada en junta o pide la liquidación. Este convenio acordado se sujeta a un
proceso de aprobación análogo al del convenio ordinario (arts. 109 y 110).
El procedimiento ordinario de convenio se inicia porque el deudor reitera sus
proposiciones de convenio anticipado por falta de adhesión; porque el deudor hace
una propuesta o porque la hace un acreedor. En el caso del deudor, existen tres
instancias para este procedimiento ordinario: a) porque mantiene las propuestas
de convenio anticipado que no lograron las adhesiones suficientes; b) porque
presenta una propuesta entre vencido el plazo para verificar créditos y hasta firme
la lista de bienes y acreedores; c) porque presenta una proposición desde la
convocación a junta hasta 40 días antes de la fecha señalada para su celebración.
En los casos de las letras b) y c) también propuestas por los acreedores siempre
que representen al menos 1/5 del pasivo total. Lo que no puede suceder es que el
juez admita la propuesta a tramitación si el deudor solicitó liquidación. Hecha la
propuesta el juez pide informe a la administración concursal para que se pronuncie
sobre el plan de pagos y plan de viabilidad, en su caso. Al mismo tiempo ya se
pueden recibir adhesiones escritas de los acreedores.189
En la junta fijada por el tribunal se votan todas las propuestas. Primero la del
deudor; si ésta es rechazada, la de los acreedores en el orden que fueron
presentadas. Aceptada una propuesta, no se delibera sobre las demás. De esta
junta se levanta acta y esa acta es sometida a la aprobación del juez.
No pueden votar los titulares de créditos subordinados (entre los que están los
créditos relacionados)190 y los de créditos adquiridos por cesión entre vivos
voluntaria después de abierto el concurso. Los acreedores privilegiados pueden
votar, pero si votan les afecta el convenio sólo si se aprueba, aunque si es dueño
también de créditos ordinarios, se presume que vota sólo por éstos salvo
manifestación en contrario. Naturalmente, sólo si votan se los incluye en la masa
del pasivo ordinario para el cómputo de las mayorías. Vale decir, los privilegiados
no pueden votar en contra del convenio bajo ninguna circunstancia.
189
Si hubo propuesta anticipada, las adhesiones escritas que reunió entonces se reputan como votos favorables
en la junta, salvo que dichos acreedores concurran a la junta o revoquen por escrito antes de ella. El mismo
principio se aplica para quienes adhirieron por escrito en el procedimiento ordinario y a quienes apoyaron la
propuesta de un acreedor al principio.
190
Ver nota Nº….. precedente.
88
porción del pasivo ordinario superior a la que vote en contra” (art. 124). Pero si el
convenio discrimina entre acreedores, además de la mayoría general, se requiere
que más del 50% de los no favorecidos apoyen el convenio.
El convenio acordado puede ser impugnado por causales análogas a las
antiguas191 dentro del plazo de 10 días desde que alcanza las adhesiones en el
caso de la propuesta anticipada o desde la junta en el otro caso. Pueden
impugnarlo la administración concursal, los acreedores ausentes o disidentes y el
concursado mismo si la propuesta aceptada fue formulada por un acreedor. El
fallido puede pedir, además, que en vez del convenio se abra la fase de liquidación
y en ese evento el juez está obligado a abrirla.
191
Son causales las infracciones a las normas sobre contenido del convenio, forma y contenido de las
adhesiones, de la constitución de la junta o de su celebración y la improcedencia de un voto por un crédito
determinante para obtener las mayorías (art. 128). La ley añade como nueva causal la de que la administración
concursal o acreedores que representen un 5% del pasivo lo impugnen por inviabilidad del convenio.
89
y si el juez acoge esta acción, “supondrá la rescisión de éste y la desaparición de
los efectos sobre los créditos” privilegiados, ordinarios y subordinados a quienes
afecta el convenio (arts. 137 a 141).
No conoce la ley española la nulidad del convenio, pues ella se encuentra
implícita en las causales de oposición al mismo.
3. SISTEMA FRANCÉS
192
Ver Guyenot, op. cit., t. II, págs. 153 a 164.
90
Este procedimiento de la suspensión provisional de las actuaciones fue
derogado en virtud de la Ley 85-98 del 25 de enero de 1985, que instituyó el
denominado Redressement Judiciaire,193 que también contempla un procedimiento
preventivo de quiebra –la que ya no se denomina quiebra (faillite) sino
derechamente liquidación judicial (liquidation judiciaire)–, aplicable a los
comerciantes, artesanos, agricultores y personas morales o jurídicas de derecho
privado,194 pero siempre que estén organizados como empresa, porque tanto el
art. 1 como el art. 3 de dicha ley se refieren en general a las empresas.
193
Que también derogó, en su art. 238, en buena parte, la Ley 67-563, del 13 de julio de 1967, sobre
Reglamento Judicial, Liquidación de Bienes, la Quiebra Personal y las Bancarrotas (ver Code de Commerce,
pág. 1824).
194
Art. 2. Sin embargo, la propia ley establece un procedimiento simplificado para sujetos que comprendidos
en estas categorías tienen un ingreso inferior a un mínimo que fija el Consejo de Estado.
195
También es invitado por el juez un representante de los trabajadores que será el presidente del comité
d´entreprise, el delegado del personal o quien, a falta de dichos cargos, designen los trabajadores por votación
secreta.
196
Estas funciones pueden ir desde un mero interventor hasta una gestión total con exclusión del deudor.
197
.-estas funciones pueden ir desde un mero interventor hasta una gestión omnicomprensiva con total
exclusión del deudor.
91
cuyo título sea anterior a la apertura198 –incluyendo las acciones hipotecarias y
prendarias– y toda resolución de contrato por no pago de sumas de dinero
(art. 47). Los acreedores deben hacer declaración de sus créditos ante el
representante de ellos designado por el tribunal, so pena de no ser considerados
en los repartos. El representante de los acreedores confecciona la lista final y la
somete a aprobación del juez comisario, siempre que el producto de la liquidación
judicial o de la cesión sea mayor que las costas y que el pasivo preferente.
198
Los créditos posteriores se van pagando conforme a lo convenido, salvo que se decrete la cesación de
actividad.
199
Este procedimiento puede iniciarse a petición del deudor y siempre que se encuentre en la “imposibilidad
de hacer frente al pasivo exigible con su activo disponible”. El deudor tiene un plazo fatal de 15 días para
hacer dicha solicitud desde que sobrevino su estado de cesación de pagos. También puede iniciarse a
instancias de un acreedor, “cualquiera sea la naturaleza de su crédito”.
200
Decimos equivalente a nuestro procedimiento concursal de liquidación sin querer desconocer que nuestro
esquema también contempla la continuidad de giro y la venta como unidad económica. Pero el destino natural
de una liquidación concursal conforme a nuestra legislación es la realización de sus activos y la distribución
de su producto entre los acreedores. La venta como unidad y la continuidad de giro son sistemas de
“realización” extraordinarios. En cambio, el sistema francés primero intenta la continuidad o la enajenación
como unidad económica y sólo en la última y peor de las instancias echa mano a la liquidación.
92
la empresa ha cesado en el pago de sus obligaciones (de cualquier naturaleza); b)
cuando, después de agotado el período de observación, el informe del
administrador judicial no recomienda ni cesión de la empresa ni su continuación; c)
sin que exista tal período de observación, cuando estando la empresa en cesación
de pagos ya ha cesado en su actividad, y, finalmente, d) cuando el
restablecimiento de la empresa es “manifiestamente imposible”.
201
.- Ariel Dasso, op.cit., T.II, pág.806.
202
.- Es lo que menos le importa al legislador (Traducción del autor)
203
.- Ver Le Corre, op.cit., pág.24
204
.-Esta legislación apuntaba a eliminar la cesación de pagos como única fuente de apertura e procesos
concursales, con lo que se hacía eco de las sugerencias del ya antiguo Informe Sudreau y además internalizar
los avances del derecho sajón en el derecho francés a fin de hacer más competitiva a Francia como lugar par
el establecimiento de empresas dentro de la Unión Europea.
93
prime que se abatía sobre Francia con especial violencia. Esta Ordonnance se
ordena bajo el continuismo con la ley del año 2005, pero apuntando a hacer más
fácil, expedito y accesible la sauvegarde des entreprises, pues desde el 2005 al
2008 sólo 1915 sauvegardes se habían perfeccionado.
205
.- Que vino a reemplazar la conciliation amiable de 1985, aunque conservando la estructura general del
procedimiento.
206
.- Recordemos que en Francia desde el año 2000 al 2003 como promedio se liquidaban el 90% de las
empresas insolventes. Ver Le Corre, op.cit., págs..13 -14
207
.- Creada originalmente por la Ley 185 de 1984 denominada Prevention et Reglement Amiable del
Difficultés des entreprises” heredera directa del denominado Rapport Sudreau de 1975.
208
.- De hecho l ley permite que antes de abrir el proceso de conciliación el deudo ocurra al tribunal para que
designe un mandatarie ad hoc, que es un conciliador informal que puede avanzar mucho antes de que se
inicie la conciliation formal
209
Esto resulta de la remisión que hace a los arts.1244-1 y 1244-2 del Código Civil francés. El primero
dispone que “teniendo en cuenta la situación del deudor y en atención a las necesidades del acreedor, el juez
podrá diferir o espaciar el pago de la cantidad debida en el plazo de dos años. Por decisión especial y
motivada, el juez podrá disponer que las sumas correspondientes a los vencimientos aplazados devenguen
interés a un tipo reducido, que no podrá ser inferior al tipo legal, o que los pagos se imputen primero a capital
. Además podrá subordinar estas medidas al cumplimiento, por el deudor, de los actos dirigidos a facilitar o
garantizar el pago de la deuda. E la segunda regla se añade que “ la decisión del juez adoptada en aplicación
del art.1244-1, suspenderá los procedimientos de ejecución que se hubieren iniciado por el acreedor. El
recargo de intereses o de las penas en que haya podido incurrir en razón del retraso dejarán de deberse durante
el plazo fijado por el juez”.
94
tribunal de comercio del domicilio del deudor y es admisible hasta no más allá de
45 días de que el deudor cae en cesación de pagos. Pasado ese período, sólo es
posible el redressement judiciaire. Si el convenio logrado existen dos alternativas.
La primera es el procedimiento de constatación de acuerdo (constat de l´accord)
en que él solamente es entregado al tribunal pero sin solicitar su aprobación
porque se mantiene como un acuerdo confidencial. La segunda alternativa es la
homologación del acuerdo que sólo es posible siempre que el deudor no se
encuentre en cesación de pagos, que el acuerdo haya cuidado por los intereses de
los acreedores que no concurrieron a él y que el tribunal adquiera la convicción de
que por dicho acudo se vela por la “pérennité de l´activité de l´entreprise”. El
efecto de la constatación s que los acreedores signatarios no pueden ejecutar al
deudor sino en los términos del acuerdo. El efecto de la homologación es análogo
en el sentido de que las deudas homologadas quedan sujetas al acuerdo- que
mantiene su naturaleza contractual a pesar de la homologación, dicho sea de
paso- y no afecta a los acreedores no concurrentes. Además no se puede remontar
la fecha de cesación de pagos del deudor para antes de la fecha de la
homologación, lo que deja libre de revocatorias los actos anteriores a dicha
aprobación judicial y además concede un privilegio especial (privilege de la
consiliation) a los acreedores que otorgan crédito después de dicha homologación
siempre que ese crédito haya sido expresamente consentido en el acuerdo.
210
.- Esta causal objetiva reemplazó la de la Ley del año 2005 que era la de “dificultades que por su
naturaleza puedan conducirlo a la cesación de pagos”. El cambio apuntó a hacer más accequible la
sauvegarde de forma de eliminar la conexión de este proceso con la cesación de pagos y que abarcara “todas
las dificultades, de naturaleza juridical, económica, financiera, social o de cualquier otra naturaleza…que el
deudor no pueda superar” Le Corre, op.cit., pág.341.y también ver Caroline Texier y Gabriel Sonier, del texto
The Reestructuring Review, France, págs..140 y ss.
211
.- La ley no dice que e deudor no debe estar y en cesación de pagos, pero la doctrina está conteste que de
la lectura de varias disposiciones se extrae esa exigencia. Ver Ariel Dasso, op.cit., Tomo II., pág.815 y Le
Carré, op.cit., pág.339
95
tramitación, período durante el cual tampoco puede pagar deudas anteriores a la
apertura. Una vez admitida la solicitud el deudor tiene seis meses prorrogables por
causa grave a petición del administrateur, del deudor o del ministerio público, para
lograr un acuerdo con sus acreedores en que si bien permanece bajo el control de
la empresa, es sujeto a una intervención judicial por un administrateur judiciaire.
Las obligaciones contraídas durante este período tienen, al igual que en la
conciliación, preferencia para el pago (privilegio del procedimiento) siempre que
sean necesarias para el desarrollo del procedimiento (pour les besoins du
déroulement de la procedure).
212
.-Puede ser necesaria una asamblea de “obligacionistas” o tenedores de bonos especial si la empresa ha
emitido bonos de largo plazo en los términos del art. L 626-32 del Código de Comercio
213
.- Toda empresa cuya contabilidad es certificada por un comisario de cuentas o establecidas por un experto
contable o que su planilla de remuneraciones exceda a 150 salarios mínimos o a una facturación superior a 20
millones de euros anuales, debe constituir un comité de acreedores. En los demás casos no se constituye,
salvo que el deudor o el administrador judicial soliciten al juez comisario que se haga una contabilidad
certificada y así poder acceder al procedimiento con comités de acreedores propios de grandes empresas
214
.- Bancos, sociedades financieras, factorings- affacturage-, leasing, hedge funds, compañías de seguros de
garantía o crédito, etc.. Ver Le Carré, op.cit.,pág.1180
215
.- Se entienden tales aquellos que tienen un 3% o más del pasivo de los proveedores, no del total.
216
.-La reforma de año 2008, ´permite que el plan pueda también ser propuesto por un acreedor para
“su”comité.
96
del plazo de 30 días o el tribunal no de da su sanción, entonces se inicia un
proceso de consulta individual, pues los comités dejan de existir. Entonces un
administrador judicial envía notas todos a los acreedores para que
individualmente se pronuncien sobre el plan. El silencio es estimado aceptación.
Luego de recibidas todas las respuestas, el administrador debe confeccionar un
“estado” de las repuestas recibidas. Luego procede la consulta al administrador
judicial al deudor, a los controladores del deudor, a los representante del comité
de empresa o, en su defecto, a los delegados del personal, el tribunal puede
aprobar el plan por resolución judicial el que es oponible a todos los acreedores,
incluso los que no fueron parte de los comités (art.L 626-11). El plan así impuesto
no puede contemplar remisiones pero si incorporar las aceptadas por los
acreedores pertinentes, pero si plazos hasta 10 años, salvo que el deudor sea un
agricultor, pues el plazo en ese caso puede extenderse a 15 años.
4. SISTEMA BOLIVIANO
97
que éstos deben verificar sus créditos. Durante el período que se desarrolla desde
la dictación de esta resolución hasta la junta, el deudor queda sujeto a la
intervención del síndico designado por el juez. Durante el mismo período se
produce “la suspensión del trámite de los juicios de contenido patrimonial en
contra del deudor, salvo las ejecuciones de garantías prendarias e hipotecarias del
deudor y las que tengan por causa obligaciones familiares o laborales, quedando
interrumpida la prescripción de los créditos, cuyos juicios deberán radicarse en el
juzgado que conoce del procedimiento”. Tampoco se pueden iniciar acciones de
contenido patrimonial cuya causa o título sea anterior a la presentación de la
solicitud de concurso.
El juez, previo informe del síndico, resuelve qué créditos son admitidos a votar,
siempre que hayan sido oportunamente verificados.
Luego el síndico debe rendir un extenso informe al juez, el que habrá de
contener todas y cada una de las menciones a que se refiere el art. 1518 del
Código de Comercio y especialmente “su opinión fundada acerca de las
posibilidades de cumplimiento y si aquélla es susceptible de mejorarse”. Asimismo,
debe informar sobre la regularidad de sus matriculaciones y registros mercantiles y
la regularidad de su contabilidad, lo que es importante porque si el deudor no ha
cumplido con las obligaciones legales en cuanto al registro de comercio y a la
contabilidad de sus negocios, no puede proponer convenio.
La junta se celebra siempre que concurra el deudor o su representante legal,
bajo sanción de que su inasistencia comporta la quiebra, salvo imposibilidad
debidamente justificada.
Sólo pueden votar los acreedores cuyos créditos hayan sido declarados
admisibles por el juez, previa verificación.
Las mayorías para acordar el convenio varían según el objeto del mismo. La
regla general es que se acuerda el convenio si cuenta con el voto favorable de la
mayoría numérica de los acreedores con derecho a voto que representen dos
tercios del pasivo que se constituye por la suma total de los créditos ordinarios
reconocidos y los privilegiados cuyos titulares renunciaron al privilegio.
Si no se acepta el convenio, se debe declarar la quiebra.
Acordado el convenio, se inicia el proceso de homologación. Sólo tienen acción
de impugnación los acreedores disidentes, los ausentes y aquellos cuyos créditos
fueron impugnados, conforme a causales taxativamente enumeradas por la ley,
muy análogas a las de nuestra legislación.
Si se acoge una demanda de impugnación, debe declararse la quiebra.
Si no se oponen impugnaciones dentro de plazo o si éstas son rechazadas, el
juez entra a homologar o denegar la homologación del convenio. A diferencia de lo
que ocurre en Chile, el juez tiene amplias posibilidades de apreciación sobre la
legalidad y conveniencia del convenio, inclusive invocando alguna de las causales
de impugnación no alegadas oportunamente por los acreedores o en atención al
merecimiento de dicho beneficio por parte del deudor “en relación a las causas del
desequilibrio económico y con su conducta”.
Si el juez no homologa el convenio, debe declarar la quiebra del deudor.
98
Si lo homologa, se evita la quiebra y se produce una solución convencional.
pero a diferencia de lo que ocurre en la generalidad de las legislaciones, una vez
cumplido el convenio, el juez debe declararlo así, fijar los honorarios del síndico y
alzar las medidas conservativas y de control (art. 1536). Si no se cumple con el
convenio, el juez debe declarar su resolución y, consecuentemente, la quiebra del
deudor.
5. SISTEMA ITALIANO
En esta materia la reforma del año 2005 diferencia el presupuesto objetivo del
convenio del de la quiebra, conservando para ésta el estado de cesación de pagos
o insolvencia, pero para el convenio el fenómeno de “estado de crisis” descripción
más lábil si se quiere, pero por lo mismo más flexible, aunque la ley italiana se
encarga de dejar por escrito que “por estado de crisis se entiende también el
estado de insolvencia”. Además de que en el régimen italiano siempre se excluían
a los empresarios no comerciales, ahora queda fuera del régimen concursal el
pequeño empresario218; contra él sólo caben las ejecuciones singulares. El nuevo
texto flexibiliza los objetos del convenio. Antes existía una restricción fundamental
para llegar a un convenio, a saber, que el deudor debe estar en condiciones de
satisfacer al menos un 40% de los créditos quirografarios o valistas y que ellos
218
.- Es pequeño empresario aquel con un patrimonio meno a 300 mil euros en los últimos tres ejercicios; o
ingresos anuales menores a 200 mil euros en los últimos tres años o un total d de pasivo no superior a 50 mil
euros
99
serán pagados dentro de seis meses de aprobado el convenio. También se exigía
que el empresario proponente esté inscrito en el registro de empresas y que lleve
contabilidad. Ninguna de ambas exigencias subsisten tras la reforma. La propuesta
de convenio puede ser de “reestructuración de las deudas y la satisfacción de los
créditos por medio de cualquier forma, aún mediante cesión de bienes, concesión
u otras operaciones extraordinarias, comprendidas en ellas la atribución a los
acreedores , así como a la sociedad por ellos integrada, de acciones, cuotas o bien
también obligaciones convertibles en acciones u otros instrumentos financieros y
títulos de deuda” y con ello también “la subdivisión de los créditos en clases según
posiciones jurídicas e intereses económicamente homogéneos”219 y además
“tratamientos diferenciados entre acreedores pertenecientes a clases diversas”
(art.160)
Ya no hace falta que el deudo explique la causa del mal estado de sus
negocios. Sólo debe señalar, en orden a la situación de la empresa, en su pedido
“una relación actualizad de la situación contable, legal, económica y financiera de
la empresa y un “estado analítico y estimativo de la actividad” de la misma.
Naturalmente subsiste su carga de acompañamiento de las escrituras contables,
estimación analítica del activo y la relación de sus acreedores. El tribunal, ahora sin
necesidad con audiencia al ministerio público, decide por sentencia si dar curso o
no al procedimiento. Si le niega lugar, queda abierto el camino para que se declare
la quiebra el deudor a petición de un acreedor y el ministerio público y el propio
deudor, naturalmente, en los mismos términos que veremos infra al tratar de los
efectos del rechazo del mismo por los acreedores.
Si le da lugar, nombra un juez delegado y un juez comisario (equivalente a
nuestro síndico) y cita a junta.
Durante este procedimiento el deudor sigue a la cabeza de la empresa
(art.167), pero bajo la intervención del comisario judicial y bajo la dirección
superior del juez delegado, quien debe autorizarlo, so pena de inoponibilidad del
acto, para actos extraordinarios, enajenaciones y gravámenes fuera de la actividad
ordinaria de la empresa. Los libros contables son sellados en el tribunal y devueltos
al deudor, quien debe siempre tenerlos a disposición del juez delegado y del
comisario.
Durante este período se suspenden todas las acciones ejecutivas contra el
deudor y no puede ser declarada la quiebra.
El comisario debe redactar un informe completo sobre el activo y pasivo del
deudor, causas ya no de la insolvencia sino de “las causas del desequilibrio sobre
la conducta del deudo” y de si el convenio será susceptible de ser cumplido. Si el
comisario descubre algún fraude en la presentación del deudor, habrá de
comunicarlo al juez, revoca el decreto de admisión a trámite y da lugar al
procedimiento que puede conducir a la quiebra del deudor en términos idénticos al
evento de rechazo del convenio. El mismo curso se sigue si el deudor ejecuta
actos no autorizados o, lo que es más importante, si durante cualquier estado del
219
Pero la categorización por preferencia legal tiene como límite que “el tratamiento establecido para cada
clase no puede tener el efecto de alterar las causas legítimas de prelación”
100
procedimiento se descubre que faltan las condiciones prescritas para “la
admisibilidad del concordato”.
Los acreedores son citados individualmente, por correspondencia, por el
comisario; salvo que sean muchos o inidentificables, pues en tal evento se los cita
mediante publicación en la Gaceta Oficial.
La junta tiene lugar ante el juez delegado con los acreedores que asistan. Allí
se discuten tanto las proposiciones del concordato como los créditos de los
acreedores. El juez delegado, en la misma asamblea, resuelve sobre la
admisibilidad provisional para votar de los créditos discutidos. Los acreedores
provisionalmente excluíos sólo tienen la facultad de impugnar la homologación si
su crédito hubiere sido determinante para el rechazo de la propuesta.
101
condiciones de admisibilidad que establece el art. 160. También la ley ordena al
comisario judicial emitir, dentro del mismo plazo, un dictamen motivado.
El tribunal, no existiendo oposiciones y verificadas la existencia de las
condiciones de admisibilidad del concordato y la regularidad del procedimiento,
debe homologar, no siendo necesario como antes que calificara la conveniencia
económica del concordato, o si las garantías daban seguridad en relación a la
oferta del deudor, o si el deudor es “digno” del concordato. En caso de que el
convenio sea de cesión de bienes y no disponga de otro modo el mismo texto, el
tribunal deberá designar uno o varios liquidadores y una comisión de tres a cinco
acreedores para asistir a la liquidación y determinará las otras modalidades
necesarias.
Si el tribunal está por no homologar el convenio, debe proceder de igual modo
que en el caso de rechazo del mismo que y vimos.
El convenio homologado obliga a todos los acreedores anteriores al decreto de
apertura del procedimiento, pero ellos conservan sus derechos contra los
coobligados, los fiadores del deudor y “los obligados por vía de regreso”. También
obliga a los socios ilimitadamente responsables de la sociedad deudora, salvo
pacto en contrario (art.184).
Previene la ley que el convenio debe ser homologad dentro del plazo de seis
meses desde su admisión a trámite, plazo prorrogable por una vez y hasta por 60
días.
6. SISTEMA PERUANO
102
algunas críticas que recibe dicha normativa de parte de especialistas peruanos,220
no cabe duda de que en dicho país los adelantos y la modernización han sido un
acento no predicable de nuestro sistema. Esta ley señala que su propósito es “la
permanencia de la unidad productiva, la protección del crédito y el patrimonio de
la empresa” (art. 1).
Las mayorías exigidas por la ley peruana para aprobar sea un Plan de
Reestructuración Patrimonial en el Procedimiento Ordinario o un Acuerdo Global de
220
Ver Huáscar Escurra Rivero y Gerardo Solís “El Estado Contraataca. La múltiple personalidad de un
sistema concursal de ciencia ficción”, y también el artículo de Huáscar Escurra Rivero “La Nueva Ley
General del Sistema Concursal. ¿Hacia Adonde Vamos? ¿Avance o Retroceso?”. Leer estos trabajos es
verdaderamente un refresco al pensamiento concursal latinoamericano, porque son trabajos inspirados en el
modo de ser estadounidense e inspirados en los acercamientos de Ron Coase.
221
Esto para el inicio por el deudor. Si se quiere iniciar el procedimiento por un acreedor se aplica el art. 26,
que previene que se inicia a petición de “uno o varios acreedores impagos cuyos créditos exigibles se
encuentren vencidos, no hayan sido pagados dentro de los 30 días siguientes a su vencimiento y que, en
conjunto, superen el equivalente a 50 Unidades Impositivas Tributarias vigentes a la fecha de la presentación”
y siempre que dichos créditos “no se encuentren garantizados con bienes del deudor o de terceros, salvo que
el proceso de ejecución de dichas garantías resulte infructuoso” y siempre que el deudor no esté tramitando su
disolución y liquidación conforme a la Ley de Sociedades (art. 26).
103
Refinanciación en el Procedimiento Preventivo son las mismas, a saber, los
acreedores que representen un monto superior al 66,6% del monto total de los
créditos reconocidos222 por la Comisión,223 siempre que se trate de la primera
convocatoria; pues a la segunda basta el voto favorable del monto superior al
66,6% de los créditos asistentes (art. 53.1). Pero si entre los acreedores que votan
hay acreedores vinculados224 y éstos representan más del 66,6% del total del
pasivo, se deben realizar dos votaciones separadas, en que los acreedores
vinculados deben aprobar en un 66,6% el Plan o, en su caso, el Acuerdo, y el
66,6% de los no vinculados también, aunque en segunda citación “se requerirá el
voto favorable de más del 66,6% de los acreedores asistentes, en ambas clases”
(art. 59).
7. SISTEMA INGLÉS
222
El sistema de reconocimiento de créditos es tal vez lo mejor de esta ley (arts. 37 y ss.). Es un
procedimiento con estricto control administrativo y necesario (no eventual como en Chile), con plenas
garantías de transparencia y previo a adoptar acuerdos relativos al destino del deudor en el procedimiento
ordinario o de la votación del Acuerdo en el preventivo.
223
La Comisión es un ente administrativo y técnico que se denomina Comisión de Procedimientos
Concursales de INDECOPI, esto es, el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de
la Propiedad Intelectual, organismo fiscal regulado por la Ley 25.868, Ley de Facultades, Normas y
Organización de INDECOPI.
224
Se entienden vinculados por parentesco no sólo con el deudor, sino también con sus accionistas; por
matrimonio o concubinato; por relación laboral; por propiedad directa o indirecta del acreedor o deudor de
algún negocio de su respectiva contraparte; por asociación o sociedad o acuerdos similares entre acreedor o
deudor; por existencia de contabilidad común entre las actividades económicas de acreedor y deudor; por
integración común de un grupo económico y “por cualquier otra circunstancia que implique una proximidad
relevante de intereses entre acreedor y deudor” (art. 12.1). Como puede observarse, la relación es tan amplia
que impide, lo que ocurre muchas veces en nuestro país, que una quiebra o un convenio sea, en el fondo,
manejada por el propio deudor.
225
Ver Huáscar Escurra Rivero, Derecho Concursal, pág. 94.
104
El sistema inglés en vigor226 hace una distinción muy clara entre procedimientos
concursales (insolvency proceedings) para compañías o empresas (companies
registered under the Companies Act 1985 or earlier Companies Acts and
unregistered companies) 227y procedimientos concursales para individuos o
personas naturales228.
226
Denominamos “sistema inglés” al contenido en el texto refundido o consolidado denominado Insolvency
Act, que entró en vigencia el 29 de diciembre de 1986, en atención a que este estatuto es aplicable sólo a
Inglaterra y Gales y no a todo el Reino Unido de Gran Bretaña. Escocia, por ejemplo, tiene un estatuto
distinto contenido en la Bankruptcy (Scotland) Act de 1985, que derogó la antigua Bankruptcy Scotland Act de
1913 (ver W. McBryde, The Bancruptcy (Scotland) Act 1985, págs. 66 y ss.).
227
Existe un tercer tipo de sujeto especial, las denominadas partnerships, que son sociedades colectivas
de personas, normalmente de responsabilidad ilimitada, no registradas, que funcionan con administradores y
sin un board o directorio (corrientemente los estudios de abogados son partnerships), las cuales también están
sujetas a un régimen concursal especial, esto es, la Insolvent Partnerships Order de 1986 Nº 2.142, hecha
bajo legislación delegada del art. 420 inc. 1º de la Insolvency Act de 1986.
228
En Inglaterra la reglamentación concursal se inicia propiamente con la Bankruptcy Act de 1571, que creó
un sistema concursal a partir de leyes anteriores dictadas durante el reinado de Enrique VIII, tomadas de la
legislación italiana y restringidas a los comerciantes –los deudores civiles se regían por el Common Law,
ignorándose los procedimientos colectivos a su respecto hasta 1813, en que se dictó el procedimiento del
Insolvency–. Sólo hasta 1861 se hizo extensiva la Bankruptcy Act a todo tipo de deudor, comerciante o no.
Luego vino la Bankruptcy Act de 1869, de marcada índole privatística y un repliegue de la intervención oficial
o pública por la sobreestimación de los intereses privados afectados. Como reacción se dictó la Bankruptcy
Act de 1883, que volvió a restablecer la injerencia oficial de los procesos concursales, ley que sufrió al menos
ocho modificaciones importantes antes de ser refundida en un solo texto en la Bankruptcy Act del 10 de
agosto de 1914, fecha en que además se introdujo el convenio preventivo extrajudicial de acreedores (deeds of
arrangement). Es interesante anotar que todo procedimiento concursal judicial contemplaba una suerte de
conciliación previa a la liquidación judicial, mediante la cual se intentaba una liquidación amistosa y
negociada del patrimonio del deudor. Si fracasaba, entonces se abría propiamente la quiebra. Este texto es
importante para nosotros, porque fue consultado y seguido en algunos aspectos por nuestra Ley 4.558, de
1929.
105
2. Voluntary arrangements con la mayoría de los acreedores, con o sin
aprobación judicial;
3. Administration order proceeding, para compañías que pueden ser rescatadas
o que hayan celebrado o se proponen celebrar arreglos voluntarios con sus
acreedores o que sus activos pueden ser mejor liquidados que bajo el
procedimiento de liquidación judicial (winding up);
4. Receiverships, para los acreedores de una compañía provistos de una
garantía revestida de preferencia (secured creditors), mediante el cual estos
acreedores pueden realizar sus garantías o recuperar la suma asegurada sin que
necesariamente se liquiden los negocios sociales.
De los procedimientos señalados, dos tienen un fin preventivo, a saber, los
voluntary arrangements y el administration order pro-ceeding.
Esta medida puede ser solicitada siempre que concurran las mismas hipótesis
que autorizan una liquidación judicial (winding up by the Court) o que es probable
que se encuentre en alguna de dichas hipótesis “in a fairly near future”,230 y
siempre que además se acredite satisfactoriamente a la Corte que con esta medida
se logrará alguno de los cuatro objetivos definidos perseguidos por la ley por
intermedio de este mecanismo.
106
3) Sanción por la Corte de un compromiso o arreglo entre la compañía y
cualquier clase o clases de sus miembros o acreedores en conformidad a las
disposiciones de la Companies Act de 1985;
4) Una más ventajosa realización de los activos de la compañía que la que
resultaría de un proceso normal de liquidación (winding up).
Las etapas de este procedimiento son sustancialmente cuatro:
a) Solicitud de administration order;
b) Otorgamiento por la Corte de la administration order;
c) Propuesta del administrador (insolvency practitioner);
d) Aprobación de la proposición.
a) Solicitud de la proposición:
La solicitud de la proposición debe hacerse por escrito indicando el destino
específico de la medida, las bondades de su otorgamiento y acompañar una
declaración jurada con todos los antecedentes necesarios para una correcta
información de la Corte.231
231
Es difícil hacer equivalencias en orden a la organización judicial inglesa. El tribunal competente para
todos los procedimientos concursales en el régimen inglés es la High Court, pero radicados en ciertos jueces
de la Chancery Division nominados por el Lord Chancellor, que son conocidos como la Companies Court.
Sin embargo, los tribunales de distrito (County Court) pueden intervenir en estos procesos, siempre que el
capital pagado de las compañías en cuestión no sea superior a 120 mil libras esterlinas.
232
El receiver es un verdadero síndico, un auxiliar de la administración de justicia, designado por la Corte y
que, a diferencia del administrador, no requiere necesariamente ser un insolvency practitioner y cuya función
107
c) No puede ser ejecutada ninguna de las garantías contra bienes de la
empresa;
d) No puede ser iniciado ni continuado ningún otro procedimiento en contra de
la compañía, salvo autorización del administrador o de la Corte.
e) La Corte designa un administrator, que es una suerte de síndico (insolvency
practitioner), que desde entonces pasa a administrar la empresa con plenos
poderes, en particular con todas las facultades, judiciales y extrajudiciales, para
lograr la finalidad para la cual se dictó la administration order.233 Este
administrador puede incluso disponer de los bienes dados en garantía específica
(no flotante) a terceros, con autorización de la Corte, siempre que ésta quede
satisfecha en orden a que dicha realización irá en beneficio de los fines para los
cuales la administration order fue otorgada.
es la de realizar los bienes dados en garantía, pero pueden ser también gestores de la compañía en una
continuidad de giro sobre los bienes dados en garantía. Existe otro receiver denominado official receiver, que
es el designado por la Corte como síndico provisorio inmediatamente de conferida la winding up order y antes
de que los acreedores designen al liquidator definitivo, que puede ser el mismo receiver. Estos últimos son
siempre insolvency practitioners.
233
Los directores y demás administradores permanecen en sus cargos, pero con facultades muy disminuidas y,
además, pueden ser removidos por este administrador, quien designará el reemplazante.
234
El objeto de esta propuesta, dentro de los límites de la resolución de la Corte que otorgó la administration
order, es amplísima, desde la ampliación de plazos hasta la liquidación de la empresa en un plazo
determinado, o la salvación de una parte de ella y la liquidación del resto y hasta la transferencia de ciertos
activos y pasivos a una nueva compañía que sea sana desde el punto de vista financiero. También puede
referirse a un esquema para un posible convenio o voluntary arrangement (ver Pennington, op. cit., pág. 340).
108
agrega al expediente de la Corte, con o sin reserva para el público, según lo pida
el administrador y lo autorice la Corte.
Una vez hecha la proposición del administrador, éste debe citar a una reunión
de acreedores y de otras personas cuya presencia él estime necesaria (en especial
administradores o apoderados de la compañía), la que debe ser convocada
mediante aviso en el mismo periódico en que se notificó la administration order.
Esta reunión es presidida por el administrador, quien a su vez es el que califica las
demandas de los acreedores, quienes tienen plazo para “verificar sus créditos”
hasta el mediodía laboral anterior a la reunión de acreedores. Del rechazo o
aceptación del administrador a determinadas verificaciones se concede apelación al
acreedor verificante o a los demás acreedores, respectivamente, ante la Corte. 235
235
Si las apelaciones revierten lo resuelto por el administrador y de ello se sigue una variación determinante
en la mayoría de votos, la Corte puede ordenar que se lleve nuevamente a efecto la meeting of creditors.
236
La Corte no tiene facultades para hacer sugerencias o imponer alteraciones al plan del administrador.
109
cual debe hacer una nueva proposición, que a su turno debe ser aprobada por una
nueva asamblea de acreedores, todo con arreglo a las normas y mayorías exigidas
para la propuesta original.
Este mecanismo de administration order termina en las siguientes hipótesis:
i) Cuando el administrador solicita a la Corte que lo releve por haber cumplido
su proposición, que no necesariamente coincide con la aprobación del plan;
ii) Cuando el objeto de la administration order es inalcanzable. Sin embargo, si
el objeto de la orden inicial no puede ser cumplido, pero sí alguno de los otros
objetivos previstos en la ley, el administrador puede solicitar a la Corte que amplíe
o modifique la orden inicial.
Por regla general, el término de la administration order es casi siempre
equivalente al relevo del administrator por la Corte (discharge of an administration
order). El efecto fundamental del término de este instrumento importa la
restauración de la compañía en la condición anterior a que se concediera la
orden237 y, por tanto, no comporta automáticamente la liquidación judicial de la
empresa. La Corte no puede, luego del discharge del administrador, ordenar ex
officio la liquidación (winding up), pero puede solicitar al administrador que él, en
ejercicio de sus poderes legales, solicite a la Corte la liquidación judicial de la
compañía (salvo que su relevo esté condicionado a algún evento, como, por
ejemplo, que termine su función si la empresa se vende en un determinado
período). De todas formas, dado el discharge, los acreedores mismos y el propio
deudor pueden solicitar el winding up y, en el caso del deudor, él mismo proceder
extrajudicialmente a su liquidación.
a) Voluntary arrangements
Estos acuerdos pueden lograrse como resultado de una administration order, sea
durante el procedimiento de liquidación judicial o voluntario (winding up), o de
ambos procedimientos, a solicitud de la compañía deudora. Nosotros nos
concentraremos en estos últimos, porque el procedimiento para los acuerdos
237
Sin embargo, los actos celebrados o ejecutados por el administrador o con su autorización durante la
vigencia de la orden obligan a la empresa y las revocaciones (invalidations) permanecen firmes.
110
logrados a propósito de una administration order238 ya los hemos visto y en el caso
de liquidación judicial ya no estamos ante un procedimiento preventivo de
liquidación judicial.
238
En la práctica, sin embargo, la mayoría de los voluntary arrangements son el resultado de una previa
administration order y de una propuesta del administrador designado, porque siempre que se quiera ampliar
plazos, modificar condiciones o remitir es necesario el acuerdo de los acreedores. Además, sin este
procedimiento en curso, las proposiciones de arreglo no suspenden las ejecuciones ni la eventual liquidación
judicial de una empresa.
239
El contenido de la propuesta es muy detallado por la ley inglesa. Entre otras cosas, deben indicarse los
bienes del activo y sus gravámenes y otros bienes (y su fuente) que piensan aportarse al convenio; las deudas,
su origen y preferencia y en especial las deudas con los directores titulares o suplentes y su tratamiento; los
actos susceptibles de revocación en el evento de que se procediera por liquidación judicial y la forma en que
los acreedores serán “indemnizados” a cambio de la ausencia de revocación; garantías de terceros; duración
del convenio; fechas y montos que se distribuirán a los acreedores; fuente y modalidad de pago del supervisor
del acuerdo; garantías para el acuerdo y forma de otorgarlas u obtenerlas; forma de administración de la
compañía deudora durante la vigencia del arreglo y funciones del supervisor (que debe ser un insolvency
practitioner). Éstos son los requisitos mínimos conforme a la Insolvency Act de 1986, pero en realidad son
mucho más completos y por ello normalmente son preparados con la asesoría de un insolvency practitioner.
240
Con la dictación de la Insolvency Act de 1985, y también con la Insolvency Act de 1986, los encargados de
administrar y supervigilar los procedimientos concursales son los insolvency practitioners, que deben ser
personas calificadas y autorizadas para actuar como tales. Antes podía ejercer de trustee, receiver,
administrator y nominee cualquier persona. Quien ejecuta estos actos sin estar autorizado es castigado
penalmente. Aparte de las especiales calificaciones descritas en la ley, estas personas deben ser autorizadas
para actuar como insolvency practitioners por el Ministerio de Comercio e Industria (Secretary of State for
Trade and Industry).
111
acreedores.241
El arreglo además debe ser aprobado por la mayoría absoluta de las acciones o
votos de los miembros de la sociedad que estén presentes en la asamblea. No se
consideran los ausentes.
241
Contrariamente a lo que ocurre en los sistemas concursales latinos, en el régimen británico todas las
acciones de competencia de los directores que comporten convenio o liquidación deben también ser
aprobadas por los miembros o accionistas de la sociedad.
242
Directores titulares, directores suplentes o personas asociadas a ellos.
112
registrar of companies.243
El efecto de este arreglo es que obliga a todos los acreedores que fueron
convocados y tuvieron derecho a votar en ella. No afecta a los acreedores
posteriores ni los derechos de los miembros o accionistas de la compañía, y
tampoco puede cancelar, alterar o afectar los derechos de los acreedores provistos
de preferencia especial para ejecutar su garantía o afectar créditos que serían
privilegiados en una liquidación judicial.
Otro efecto de la aprobación es que si se logra dentro de un procedimiento de
liquidación, la Corte puede (no está obligada) suspender el procedimiento. Lo
mismo, si es el resultado de un procedimiento de administration order, la Corte
puede relevar al administrador y terminar, por tanto, el procedimiento. De no
terminar dichos procedimientos, la Corte puede dar instrucciones de manera de
hacerlos funcionales al arreglo.
Este arreglo puede ser impugnado, solicitando su suspensión o revocación a la
Corte dentro de 28 días contados desde la presentación del resultado de las
asambleas por el nominee. Pueden impugnarlos los respectivos nominees (el
designado por los directores, el liquidador judicial o el administrador en la
administration order), en razón de ser injustamente perjudicial a un acreedor,
miembro o contribuyente de la compañía, y/o en razón de existir una grave o
significativa irregularidad en la asamblea de miembros y/o de acreedores
(procedual irregularities). La Corte puede o invalidar el acuerdo o dar un plazo al
proponente para que modifique su proposición o un plazo para corregir, según
corresponda, las irregularidades procesales. Si no se modifica, se invalida el
acuerdo.
El acuerdo puede ser vigilado por un supervisor, que también debe ser un
insolvency practitioner. Este supervisor puede ser un mero interventor o
derechamente un administrador con facultades de disponer bienes de la compañía
para el cumplimiento del arreglo.
243
Éste es el equivalente a un Conservador, pero que está sólo referido a las compañías sujetas a la
Companies Act de 1985 o a anteriores Companies Acts. Él lleva el historial de las compañías inscritas, aunque
en Inglaterra la inscripción no es una formalidad por vía de solemnidad, sino de prueba y publicidad.
113
visibles limitaciones al poder de la Corte: a) la Corte sólo puede aprobar esquemas
que serían válidos con el voto de cada miembro o acreedor afectado por él y no
puede extenderse a poderes que ellos no tenían; b) lo mismo, si el esquema
comporta eliminación de condiciones que la ley reclama para la validez de dichos
actos; c) no puede ir tampoco la Corte contra normas legales especiales, y, por
último, d) las proposiciones sólo pueden emanar del directorio o del liquidador o
administrador en los casos de winding up o administration order,
respectivamente.244
Estos acuerdos deben ser aprobados por una doble mayoría de acreedores y
pasivo, pues ha de ser la mayoría absoluta de los acreedores (o clase de
acreedores afectados por el esquema) presentes en la asamblea que representen
tres cuartas partes de los valores interesados y que hayan votado. Los ausentes o
abstinentes no son considerados en ninguna de ambas mayorías.
Logradas estas mayorías, cualquier interesado puede pedir la sanción del
arreglo por la Companies Court, con una historia de la empresa, explicación del
esquema y resultado de la votación, acompañados por una declaración jurada
(affidavit) afirmando la veracidad y autenticidad de los antecedentes de la petición.
La Corte resuelve en una audiencia especial, previa verificación de que se
cumplen los requisitos legales y aun cuando algunas de las asambleas hayan sido
desfavorables al acuerdo, si a ellas no les afecta realmente el esquema. Pero la
Corte sólo puede sancionar o denegar la sanción al esquema, sin poder
modificarlo. Sin embargo, puede indicar las alteraciones bajo las cuales aprobaría
el esquema, debiendo a tal efecto volverse a convocar las asambleas de rigor,
salvo que la Corte lo apruebe a condición de que se cumplan ciertas medidas (v.
gr., que antes de transferir los activos a una nueva empresa, se paguen las deudas
no garantizadas).
La aprobación de la Corte, conforme ha resultado de la práctica judicial,
depende de tres factores fundamentales: a) que se trate de un acuerdo razonable,
esto es, beneficioso desde un punto de vista económico, financiero y comercial; b)
244
Pennington, op. cit., págs. 382 y ss.
245
Ídem, pág. 387. Aclaremos que estos esquemas de arreglo no siempre involucran a todos los acreedores.
Hay casos en que determinadas empresas requieren resolver problemas con sólo algunos de ellos. Por
ejemplo, llegar a un entendimiento con todos los asegurados por un tipo especial de seguro de vida; con todos
los acreedores con garantía real sobre unos mismos bienes; con todos los acreedores financieros, etc., sin que
las modificaciones que se estipulen con ellos afecten a los demás acreedores.
114
que el voto de la mayoría no persiga un beneficio de clase sino un interés extraño
a dicho beneficio objetivo, es decir, que sea en beneficio de los créditos
objetivamente considerados y no de los acreedores en sus relaciones entre sí o
con el deudor; c) que se trate de un esquema justo, esto es, que no sea el
resultado de una posición tal del deudor o de otros acreedores de la misma u otra
clase, que de no existir, no se habría logrado sin tales presiones.246
8. SISTEMA COLOMBIANO
Colombia junto con Argentina y Perú son los países que han avanzado hacia una
modernización de sus sistemas concursales. Pero Colombia iba muy lejos en la
“desjudicialización” de sus procedimientos concursales, con resultados
aparentemente muy halagüeños, pero que al parecer no lo fueron tanto dado el
giro de la Ley 1116 del año 2006, aunque conserva la regla de competencia de la
Superintendencia de Sociedades para conocer con facultades jurisdiccionales todos
los concursos de sociedades, empresas unipersonales y sucursales de sociedades
extranjeras y a prevención tratándose de personas naturales. Para los demás
deudores a quienes se aplica esta ley-que son el excepción- es competente el juez
civil de circuito del domicilio principal del deudor.224 Sin embargo Colombia no ha
quedado satisfecha con sus sucesivas reformas y con la Ley 1116 del año 2006
vino a superar tanto las normas pertinentes del Código de Comercio introducidas
por la Ley 222, de 1995, que modificó el Libro II del Código, y la Ley 550, de
1999, por la cual se establecía “un régimen que promueve y facilita la reactivación
empresarial y la reestructuración de los entes territoriales...”. Ariel Dasso llega tan
lejos como decir que por la Ley N°1116 Colombia se coloca entre los
“ordenamientos de avanzada en el derecho comparado concursal actual” 247 Alguna
necesidad tenemos de consultar este texto legal, porque se tuvo a la vista para
inspirar en algunos aspectos nuestra Ley 20.720248, al extremo de que nuestra ley
cambió la denominación tradicional de convenios de acreedores por la de acuerdos
de reorganización tomado ésta de la denominación de la ley colombiana aludida
para referirse a los instrumentos de prevención.
246
Ídem, págs. 393 a 398.
247
.- Ariel Dasso, op.cit. T I, pág.406
248
.- Ver Mensaje de la Ley 20.720
115
La ley (arts.13 y 15) instituye lo que se denomina un Proceso de Reorganización
que de ser exitoso culmina en un Acuerdo de Reorganización. Dicho proceso al
igual que el proceso de liquidación judicial tiene como presupuesto objetivo la
cesación de pagos249 o incapacidad de pago inminente250. Esta segunda
alternativa, por motivos no explicados, no es aplicable a los comerciantes
personas naturales.
249
La cesación de pagos está definida en la ley en términos muy calificado. Así señala que un deudor está en
cesación de pagos cuando incumple el pago por más de 90 días de dos o más obligaciones a favor de dos o
más acreedores, contraídas en el desarrollo de su actividad, o tenga por lo menos dos demandas de ejecución
presentadas por dos o más acreedores para el pago de obligaciones. En todo caso el valor acumulado de las
obligaciones en cuestión debe representar no menos de un 10% del pasivo total a cargo del deudor a la fecha
de los estados financieros de la solicitud…”
250
Este es definido como “la existencia de circunstancias en el respectivo mercado o al interior de su
organización o estructura, que afecten o razonablemente puedan afectar en forma grave, el cumplimiento
normal de sus obligaciones, con vencimiento igual o inferior a un año” Ver Rodríguez Espitía, op.cit.,
pág.117
251
No se incluyen, según la doctrina, los aportes previsionales que son de cargo del empleador, no
descontados de la remuneración del trabajador.
252
Un ejemplo es que la Superintendencia de Sociedades, un equivalente a nuestra Superintendencia de
Valores y Seguros, puede iniciar oficiosamente el proceso cuando se trate de una sociedad bajo su control que
cese en los pagos; cuando se lo solicite otra superintendencia respecto de sociedades bajo su control y cuando
exista un concurso de una sociedad de un grupo de sociedades que genere a su vez la cesación de pagos de
otra sociedad relacionada del grupo (art.15 Ley 1116). La ley no deja claro si las sociedades del grupo deben
ser también supervigiladas por la Superintendencia, pero como el texto nada dice, nos parece que l exigencia
no existe.
116
corregir situaciones de las entidades controladas253. Cuando la causal es
“incapacidad de pago inminente” la solicitud corresponde al deudor y a un número
plural de acreedores externos, esto es, no relacionados con el deudor y sus socios.
Como Colombia adoptó en la Ley 1116 las normas Uncitral sobre insolvencia
Transfronteriza, también puede iniciarse por el representante extranjero de un
proceso abierto en el extranjero254. Otra particularidad del sistema Colombiano es
que la solicitud se puede hacer respeto del deudor o de varios deudores vinculado
entre sí por su carácter de matrices, controlantes o subordinados o que cuyos
capitales estén integrados mayoritariamente por las mismas personas o
naturales, aunque obren por conducto de otras personas “o de patrimonios
autónomos afectos a la realización de actividades empresariales” sin personalidad
jurídica (como nuestros fondos de inversión de la Ley 18.815). En todo caso, esta
unidad es procesal y no sustantiva: cada sociedad del grupo sigue su propio
concurso y no existe subordinación en orden a que deban aprobarse todos ellos,
todo sin perjuicio que en la práctica normalmente se coordinan todos los acuerdos
como uno solo.
Chile tomó algo de los art.16 y 69 de la Ley 1168 en el sentido de que declara
ineficaz toda estipulación que prohíba o dificulte acudir al concurso preventivo o
que de él se sigan consecuencias negativas para los actos o contratos celebrados
253
Ver Rodríguez Espitia, op.cit., pág.168
254
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, pág……….
255
La verdad es que en esto se vislumbra más un descuido del legislador, porque aparentemente en el
proyecto original los acreedores podían presentar una propuesta con el deudor y, en esa hipótesis era
razonable que estuvieren los antecedentes referidos. En el texto final se cambió la conjunción “y” por la de
“o” y eso tuvo por resultado este absurdo.
117
por el deudor, incluso para los efectos de impedir o dificultar la participación del
deudor en licitaciones públicas o privadas, en igualdad de circunstancias256. Y lo
mismo que nuestra ley, si se declara ineficaz un acto por esta circunstancia y
siempre que la cláusula haya querido hacerse efectiva, el acreedor “beneficiado”
queda postergado en el concurso al pago previo de todos los restantes
acreedores257. Lo mismo, la apertura del concurso no es causal de terminación de
ningún contrato pendiente, pero el incumplimiento del deudor del mismo contrato
sí da derecho a solicitar su terminación. También puede el deudor solicitar la
terminación de sus contratos en forma directa a su contraparte y a falta de
acuerdo puede el deudor solicitar autorización de terminación al juez del concurso.
Tampoco se autoriza a solicitar la devolución de bienes muebles o inmuebles por
mora en el pago de rentas o cánones, norma que sigue nuestra ley
específicamente para los contratos de leasing, pero a diferencia de nuestra ley la
mora den el pago de las rentas después de abierto el concurso es causal de
terminación de esto contratos (art.22).
Pero sin duda el efecto más relevante de la admisión a trámite es que las acciones
ejecutivas no se pueden iniciar y se suspenden la iniciadas. Las ejecuciones con
defensas y las medidas precautoria quedan a discrecionalidad del juez del
concurso.
Para definir los acreedores con derecho a voto, el deudo debe presentar un
proyecto de prelación de créditos al promotor quien debe revisarlo y junto con el
inventario de bienes notificarlo a los acreedores. En la misma relación de pasivo
que hace el deudor debe señalar la individualizad de los acreedores relacionados.
Es interesante anotar que el derecho a voto se mide en razón de un voto por cada
peso colombiano del crédito, pero que no se considera sino el capital reajustado
del crédito y no sus intereses o multas. Si el crédito no se considerado en la
relación y el acreedor no objeta la misma oportunamente, dice que ley que sólo
podrá cobrar su crédito una vez cumplido a cabalidad del acuerdo de
reorganización, sin perjuicio que le asiste acción de perjuicios en contra de los
256
Ver art. 57 N1 letra d) de la Ley 20.720
257
Esta regla era casi igual en la Ley 550 de 1999, pero con la diferencia es que el crédito quedaba
postergado por la sola existencia de la cláusula y no por la exigencia adicional de que el acreedor deba
intentar hacer efectiva esa cláusula ilegal. Ver art. 57 N°1 letra c)de la Ley 20.720
118
administradores sociales y contadores que a sabiendas no hayan asentado ese
pasivo en la contabilidad del fallido. La relación que hace el promotor tiene dos
partes: la lista de acreedores y la clasificación de sus créditos conforme a las
normas civiles de la prelación de créditos, por un lado y; por el otro, la
determinación del derecho a voto que él debe incluir en alguna de las cinco
categorías que la ley concursal establece para el ejercicio del derecho a voto
(acreedores internos – v.gr. socios o accionistas del deudor- pero en tanto tales y
no como acreedores a otro título, entidades públicas y de seguridad social,
trabajadores, entidades financieras y restantes acreedores externos). Los
acreedores no deben verificar sus créditos para ser considerados en esta relación,
sino que sólo les basta objetar la relación de pasivo aludida dentro de 10 días de
su comunicación si sus créditos son omitidos y también si estiman que otros
considerados no corresponden en los términos que lo están (monto, preferencia,
categoría, relación con el deudor, etc.). La objeción también puede ser formulada
por el deudor. Hecha la objeción el tribunal da traslado par que los acreedores
objetados dentro del 5° día hagan sus descargos. Hecho, el promotor tiene 10 días
para conciliar las objeciones y transcurridos esos 10 días. Las objeciones no
resueltas se sujetan a un procedimiento por el cual el juez por no más de 30 días
ordena las probanzas del caso y al cabo de ese plazo fija una audiencia donde
resuelve todas las objeciones y en esa resolución se termina por completar la
nómina de acreedores con derecho a voto con sus preferencias y definición de
categorías. Ahora sólo falta el plan.
El plan debe acordarse dentro de un plazo de 4 meses desde que esté definida la
nómina de acreedores con derecho a voto, plazo prorrogable por dos meses más
bajo ciertas condiciones- solicitud conjunta del deudor y mayoría de acreedores - y
siempre que se acredite que el deudor está cumpliendo con las obligaciones
asumidas post admisión del procedimiento.
El plan no se vota en un audiencia, sino que debe ser presentado por el promotor
al juez dentro del plazo aprobado por un número plural de acreedores que
representen la mayoría absoluta de los votos admitidos 258. El convenio debe
además haber sido aprobado por al menos tres de las cinco categorías de
acreedores definidas en la ley y si sólo hay tres categorías, dos de ellas y si son
sólo dos, por ambas categorías. Pero si la votación por el número plural de
acreedores es igual o superior al 75% de los votos, entonces es irrelevante la
aprobación por categorías. Pero si resulta de que las mayorías se obtuvieron
merced de que votaron favorablemente por acreedores internos o acreedores del
mismo grupo empresarial que reúnan la mayoría absoluta de los votos emitidos, la
aprobación requiere además el voto favorable de un número plural de acreedores
258
Esto era así ya en la Ley 550. Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición,
pás.133 y ss
119
que correspondan al 25% de los restantes acreedores con derecho a votar
(art.32). Finalmente si el acuerdo de reorganización estipula quitas de capital e
requiere el apoyo de dos o más acreedores que comporten un 60% de los votos
de los acreedores externos de la clase que se verá afectada sin considerar para su
cálculo los créditos internos en esa clase o que cuente con el apoyo individual y
expreso del respectivo acreedor si no se cuenta con esa mayoría.
Lograda la mayoría dentro del plazo, el tribunal tiene tres días para citar a una
audiencia de confirmación del acuerdo de reorganización que debe llevarse a
efecto dentro de los cinco días durante la cual los acreedores pueden hacer sus
observaciones u objeciones. Normalmente el juez confirmará el acuerdo. Pero el
juez puede no hacerlo y la ley le da amplio margen para ese efecto259 y entonces
surge un plazo especial de 8 días para corregirlo y obtener el apoyo a las
correcciones levantadas por el juez. De no hacerse así, o de no haberse alcanzado
el acurdo dentro del término legal, el juez fija un plazo para “celebrar un acuerdo
de adjudicación” y “fijará la fecha de extinción de la personalidad jurídica del
deudor” y su eliminación del registro mercantil. Si los vicios se corrigen y los
apoyos se obtienen oportunamente, entonces el juez fija una audiencia para
conformar el acuerdo dentro de 8 días.
259
En general el juez retendrá la aprobación cuando el acuerdo viole los principios de contenido que señala el
art.34, en especial que no alcance a todos los acreedores; que no respete la prelación de créditos, que sea
discriminatorio o que no haya sido respaldado por las mayorías legales.
120
es libre de determinar el mismo plan- conformado por externos e internos y que
se contemple reuniones al menos anuales de asambleas plenarias.
Existen otros aspectos de interés en el texto de la Ley 1116. Uno es que pueden
alterarse en el convenio la prelación de créditos si lo acepta el 60% del total y no
se afectan las preferencia provisionales y laborales. Esto es para los acreedores
que entreguen recursos frescos. Cada peso nuevo aportado por los antiguos
acreedores durante el proceso de reorganización les conferirá una preferencia por
el mismo monto de las deudas anteriores al convenio. En materia de aportes de
capital durante el proceso o durante la ejecución de la reorganización también
tendrá la preferencia de ser desembolsada con antelación a los desembolsos de
capital anteriores. Ahora las renuncias de prelaciones pierden efecto si la
reorganización fracasa o no se cumple, de forma que tanto en el convenio de
adjudicación como en la liquidación judicial surgen inmáculas.
121
9. SISTEMAS PREVENTIVOS EN EL DERECHO ESTADOUNIDENSE
La legislación sobre quiebras en los Estados Unidos es ley federal, pues así está
definido en la Constitución.260 No obstante, en lo que a los derechos y obligaciones
se refiere, en gran medida la extensión y naturaleza de los mismos son objeto de
legislación local de los estados. Pero también hay que remitirse a este respecto al
Uniform Commercial Code, que regula en general la constitución de garantías
convencionales (security interest) en favor de obligaciones.261
260
El art. 1º, sec. 8, clause 4ª de la Constitución delegaba al Congreso la obligación de establecer “uniform
laws on the subject of bankruptcies throughout the United States”. Esta normativa constitucional ha llevado a
la Corte Suprema Federal a sostener no sólo que la legislación sobre quiebras o concursos es federal, sino que
los estados no tienen facultades para dictar normas sobre el particular, aunque existan vacíos legales en las
leyes federales. Sin embargo, el propio Código de Quiebras de 1978, en muchos aspectos se remite a las leyes
de los estados para complementar su texto o para fijar el derecho aplicable a ciertas acciones y contratos
afectados por la quiebra (ver Epstein, David, Bankruptcy and Other Debtor-Creditor Laws, págs. 5 y 6 y
págs. 130 a 133).
261
El art. 9º del Código de Comercio Uniforme se remite a la ley de los estados en lo que respecta a la
creación y la ejecución de dichas “garantías”.
262
Cuatro reglamentaciones federales ha tenido Estados Unidos. La primera de 1800, que tuvo una corta
duración por la oposición de los agricultores, que veían en ella un favoritismo a la línea más mercantilista, y
de los republicanos, que se oponían a la extensión del poder federal. Esta ley se aplicaba sólo a los mercaderes
y traders; no contenía reglas para procedimientos concursales voluntarios y era durísima con los deudores. La
segunda data de 1842, y fue aún más breve por la oposición presentada por la propia Corte Suprema, que,
influida por la tradición del Common Law, estimó que dicha ley favorecía en exceso a los deudores por el
mecanismo liberatorio del discharge. Pero como ventaja hay que anotar que esta ley introdujo procedimientos
concursales voluntarios aplicables a todo deudor, restringiendo los procedimientos involuntarios siempre a los
comerciantes y traders. Siguió la ley de 1867, dictada como consecuencia de la grave crisis económica que
afectó a la Unión luego de la Guerra Civil, la que fue derogada en 1878, dados sus innumerables defectos y
las bondades extraordinarias prescritas a favor de los deudores. Sin embargo, esta ley tuvo más alcance,
porque eliminó la discriminación entre deudores comerciantes y no comerciantes, introdujo un capítulo
especial para las corporaciones, reguló los creditors agreements, etc. La Bankruptcy Act de 1898, dictada a
consecuencia de la aún controvertida crisis de 1893, tuvo mejor fortuna, pero sufrió importantes
modificaciones y ampliaciones a raíz de la crisis de los años 30, como las modificaciones de 1932 y de 1938,
esta última el verdadero precedente del actual Chapter XI, que veremos en detalle.
263
Larga es la historia de leyes especiales relativas a los granjeros. De hecho el Chapter XII no existía en el
Código de 1978. Fue introducido por una ley especial de 1986.
122
procedimientos preventivos (Chapters XI, XII y XIII) son denominados
genéricamente bankruptcies.
264
Los trusts sin fines comerciales no elegibles para estos procedimientos.
265
Los trusts sin fines comerciales no elegibles para estos procedimientos
266
Como anotan Jordan y Warren, el Código de Quiebras sólo no se aplica a las unidades gubernamentales y a
los estados con excepción de las municipalidades, que sí son sujetos de estos procedimientos. Los trusts
tampoco están gobernados por el Código. Asimismo, existen leyes especiales para las compañías de seguros,
los bancos e instituciones financieras. Las empresas ferroviarias sólo pueden hacer uso del Chapter XI, pero
no pueden sujetarse al Chapter VII, esto es, a liquidación judicial (ver R. Jordan & W. Warren, Bankruptcy,
pág. 25).
267
Hay que tener presente que la normativa del Bankruptcy Code está complementada por los Títulos 18 y 28
del United States Code (una suerte de Código Orgánico de Tribunales), referidos a bankruptcy crimes y a las
Cortes de Quiebras, jurisdicción en materia de quiebras y procedimientos y administración de las quiebras. A
esto hay que agregar las Bankruptcy Rules promulgadas por la Corte Suprema Federal.
123
US$ 250.000, y que su pasivo no contingente, líquido y garantido es inferior a
US$ 750.000. Este sistema tiene el beneficio de que exime al deudor de perder sus
bienes embargables, a diferencia del Chapter VII, que importa sólo la liberación de
los bienes inembargables (exempted property). El deudor somete un plan a
aprobación de la Corte que implique el pago de las deudas anteriores a la solicitud
hasta un cierto monto por un período de tiempo que no puede exceder de tres
años, con los ingresos que se generen con posterioridad a la aprobación judicial
del plan, aunque naturalmente él puede importar la enajenación singularizada de
algunos activos.
A diferencia de lo que acontece con el Chapter XI, este plan no requiere
aprobación de los acreedores: es la Corte la que le da su aprobación y lo hace
obligatorio para todos los acreedores. Sin embargo, los acreedores pueden
oponerse a la aprobación del plan, si éste no cumple con ciertos requisitos: por
ejemplo, el plan debe contemplar el pago total de los créditos comunes, y si no es
tal, el deudor debe comprometerse a destinar toda su disposable income (renta
disponible)268 al servicio de dicha deuda por los tres años del plan. Diversamente a
lo que ocurre con el procedimiento del Chapter XI, bajo este esquema se designa
también un trustee (síndico), cuyas facultades, en todo caso, son distintas a las del
correspondiente del Chapter VII, pues la única función de este trustee es la de
recibir las rentas del deudor y pagarlas a los acree-dores.
268
Este concepto ha tenido desarrollo jurisprudencial. La ley sólo señala que la renta disponible es toda la
renta, menos lo necesario para la mantención del deudor y de sus dependientes o cargas.
269
Además, en la práctica así ha ocurrido. En un artículo publicado con fecha 4 de noviembre de 1992 en
el Wall Street Journal, pág. B-2, se hace un estudio de mil casos de empresas afectas al Chapter XI entre 1979
y 1990. De las empresas que obtuvieron confirmación de su plan el promedio tenía activos por sobre US$ 210
millones y las que tuvieron que ser liquidadas tenían como promedio US$ 46 millones. El artículo concluye
que el 90% de las grandes empresas conseguían la aprobación de su plan y sólo un 20% de las pequeñas
lograban confirmar su plan y llevarlo a efecto.
270
Hay que advertir, sin embargo, que también puede un acreedor solicitar el Chapter XI, bajo los
presupuestos de involuntary bankruptcy, situación que de hecho se ha producido como en el caso de Basin
Electric Power Cooperative vs. Midwest Processing Co. Para ejercitar la involuntary bankruptcy es necesario
que la solicitud sea hecha por tres o más acreedores, que en conjunto representen créditos valistas (unsecured
creditors) por un monto no inferior a US$ 10.000, no contingente, líquido no sujeto a disputa de buena fe,
salvo que el deudor tenga menos de doce acreedores quirografarios, caso en el cual basta un solo acreedor
124
(Bankruptcy Court).271 Esta solicitud debe ir acompañada del balance de la
empresa y de un inventario de sus activos y pasivos, con individualización del
acreedor y la cantidad adeudada, además de las modalidades de dicho
endeudamiento.
valista cuyo crédito sea igual o superior a US$ 10.000. Sólo pueden ser iniciados por los acreedores el Chap.
VII (liquidación) o el Chap. XI (reestructuración). Es privilegio exclusivo del deudor tanto el Chap. XII como
el Chap. XIII (ver Jordan & Warren, op. cit., pág. 277, y también Epstein, op. cit., p. 147).
271
Las Court of Bankruptcy o Bankruptcy Courts no constituyen propiamente una corte autónoma, sino que
son parte integrante de las cortes de distrito. Dentro de las cortes de distrito funciona el bankruptcy judge
designado por la correspondiente United States courts of appeals (cortes federales de apelaciones) (ver
Epstein, op. cit., págs. 136-138).
272
Un caso muy interesante es el de Texaco. Esta empresa se fusionó en 1984 con Getty Oil Co. mediante una
adquisición de acciones, las cuales también habían sido negociadas con Pennzoil Inc., la que había negociado
con Getty una adquisición importante de sus acciones. Texaco fue demandado y condenado por un jurado de
Houston, Texas, por ilegítima interferencia en los negocios de Pennzoil Inc. La condena fue de US$ 10.000
millones, y de conformidad a la ley de Texas, aun cuando la condena estuviera todavía en apelación ante la
Corte Suprema del estado, se podía cumplir provisionalmente el fallo (confirmado, aunque disminuido, por la
Corte de Apelaciones de Texas). En vista de esto, Texaco, para no verse obligada a pagar y a sufrir eventuales
embargos de su activo estimado en US$ 35.000 millones, presentó en la Corte del estado de Nueva York
(donde funciona la matriz de Texaco) una solicitud de Chapter XI y la Corte le concedió 120 días para
presentar su plan. Ya en un caso anterior, conocido como el caso Karum Group Inc., la Corte del Distrito de
Columbia rechazó un Chapter XI en razón de que no podía emplearse este Chapter XI para evadir una
sentencia judicial de condena. Sin embargo, en el caso Alton Telegraph la Corte de Illinois determinó que no
existía mala fe en la solicitud de un Chapter XI para defenderse del pago de una condena judicial. Estos casos
nos muestran la amplitud de este resorte pre-falencial (ver “Astuta Jugada de Texaco” –“Slick Move by
Texaco”–, por Robin E. Phelan, Dallas, Texas, en International Financial Law Review, junio de 1987,
págs. 26 y ss.).
273
La verdad es que el Chapter XI es fatal para los acreedores valistas. Sobre el particular casi todos los
autores están de acuerdo. No sólo porque el período entre la solicitud del deudor y la confirmación del plan es
ordinariamente muy extenso y durante todo ese lapso las deudas valistas no devengan interés, sino porque,
amén de los gastos de administración, los honorarios de consultores, administradores adjuntos, comité de
acreedores, examiners, etc., normalmente los denominados post-petition creditors tienen seguridades mayores
y preferencias de pago que terminan por consumir todo el activo valista (unencumbered property of the
estate) (ver Jordan & Warren, op. cit., págs. 723 a 726 y 771 y ss.).
125
Asimismo, queda definido el conjunto de bienes afectos al bankruptcy estate,
algo similar a nuestro desasimiento, pero cuya función no es la de determinar el
activo liquidable, porque se discurre en que no hay liquidación, al menos en teoría,
sino fijar el patrimonio afecto sólo a los acreedores anteriores a la solicitud (los
posteriores no tienen garantía sobre estos bienes) y, por supuesto, en el evento de
que deba irse a una liquidación (Chapter VII), cuantificar los bienes a que se
refiere dicha liquidación, pues los bienes futuros no quedan, en principio, afectos.
A continuación de admitido el caso a tramitación, dentro de un “plazo
razonable” el U.S. Trustee debe citar a una meeting of creditors, que es presidida
por el mismo trustee o su delegado, a la que debe concurrir también el deudor. En
esta asamblea examina al deudor bajo juramento y se analizan sus antecedentes y
sus méritos para acceder al sistema solicitado y si corresponde además que se le
otorguen los beneficios del “discharge” (extinción de los saldos insolutos de sus
deudas), como asimismo sus eventuales actos en perjuicio de los acreedores
(avoidable tranfers or preferences). Por expresa disposición de la ley, a esta
asamblea no puede concurrir el tribunal.
La administración de la empresa se mantiene en actividad (control by debtor in
possession) y puede ejecutar todos los actos y contratos que se encuentren dentro
del giro ordinario (ordinary course of business), esto es, puede comprar y vender
bienes de su giro, contratar empréstitos, etc. Pero no puede hacer o ejecutar estos
mismos actos si ellos quedan fuera de su giro o actividad ordinaria, salvo
autorización de la Corte, la cual inclusive puede autorizar que los créditos
asumidos tengan preferencia respecto de otros créditos preferidos, pues de no ser
así una empresa en estas condiciones no obtendría crédito alguno.
Sin embargo, extraordinariamente y sólo para los casos previstos en la ley
(sección 1104 del Código), es posible remover al deudor de la administración y
encomendársela a un trustee. Las causales dicen relación con que haya existido
una administración cuestionada por existir fraude, deshonestidad, mismanagement
o incompetencia, o porque la designación de un trustee es del interés de los
acreedores, accionistas o de la empresa. Este trustee, que puede ser cualquier
persona, es designado por el U.S. Trustee con la aprobación de la Corte, a menos
que los acreedores lo hayan designado por la mayoría absoluta del pasivo. Sus
funciones son operar el negocio y proponer el plan (en este caso el deudor queda
privado de dicha facultad). Hay que señalar que en la práctica esto es de rara
ocurrencia.
Pero a diferencia de lo que pueda pensarse, bien que el deudor continúe en la
administración o sea reemplazado por un trustee, esta administración se sujeta a
los límites de la señalada por la ley para el trustee en el caso del Chapter VII, o,
mejor dicho, esta administración se ejecuta “como representante de la propiedad
de la quiebra (estate of bankruptcy)”.274 Esta asimilación llega a tal extremo que
los avoiding powers reconocidos al trustee en el Chapter VII los tiene también el
deudor, de forma que él por sí solo puede obtener la revocación de las
274
En el fondo esta administración actúa en el doble carácter de administrador de los intereses colectivos y
administrador del deudor.
126
transferencias fraudulentas o preferenciales hechas antes del bankruptcy.
275
Este examiner debe ser designado a solicitud del U.S. Trustee si el pasivo valista del deudor excede los
US$ 5 millones y puede ser designado a petición de cualquier parte interesada si los intereses de los
acreedores, o de los accionistas u otros intereses del activo lo justifican.
277
Normalmente, estos comités no funcionan en la práctica, sino que emplean abogados y contadores que
ejecutan su trabajo. Además, en realidad ellos no se constituyen o ejecutan malamente su trabajo, salvo en
casos muy calificados y de deudores significativos que justifican su tiempo y su costo (ver Jordan & Warren,
op. cit., pág. 755).
127
ser muchos los planes que se propongan y voten, y c) la confirmación judicial del
plan, que debe darse sólo respecto de uno de los planes aceptados y en el evento
de ser varios, la Corte debe preferir aquel más favorable a los acreedores y a los
accionistas del deudor.
El deudor tiene 120 días para presentar su plan, contados desde la petición de
bankruptcy. Durante este lapso sólo él puede presentar el plan. Si lo presenta
dentro de dicho plazo, tiene otros 180 días para obtener su aprobación por los
acreedores. Estos plazos pueden ser acortados o extendidos por la Corte.278El
deudor puede crear varios tipos distintos de clases de acreedores, según sus
títulos, montos y preferencias, lo que tiene importancia porque estos grupos
constituyen una clase aparte al momento de votar el plan. Además, antes de la
votación el deudor debe presentar junto con su plan, un balance abierto
(disclosure statement) a todos sus acreedores, para que éstos puedan evaluar la
factibilidad real del plan, documento que debe ser previamente aprobado por la
Corte.
Los acreedores votan conforme a las clases configuradas por el deudor. Pero
no tienen derecho a votar sino los acreedores que ven deteriorado el pago de sus
créditos (impaired creditors).279 Así, si entre las clases de acreedores algunos no
ven alterados sus créditos materialmente, esa clase no será consultada para
efectos de dar su opinión, pues respecto de ellos se presume la aceptación del
plan.
278
Sin embargo, si el deudor es reemplazado por un trustee o síndico, cesa su derecho a proponer el plan.
279
Art. 1126 del Bankruptcy Code. Ver Herzog, Asa & King, Laurence, Bankruptcy Code, págs. 982 y ss.
128
VII, esto es, lo mismo que con la liquidación del patrimonio del deudor
(art. 1129 (a) (7)). El segundo principio dice que los acreedores por salarios y
beneficios accesorios (seguros de vida para los trabajadores), acreedores por
deudas de consumo y otros de tal naturaleza, deben ser pagados de inmediato
contra la aprobación del plan, salvo que ellos expresamente acepten el pago
diferido. El tercer principio dice que todos los impuestos dotados de preferencia
deben ser satisfechos por el plan, aunque sea en forma diferida, manteniendo su
valor real. El cuarto, es que la Corte debe velar por que el plan sea factible, que
evite al mediano plazo una liquidación o nueva reorganización.
Si el plan ha sido aceptado por menos que todas las clases, entonces se
requiere, para la aprobación judicial, la concurrencia de tres requisitos, reunidos
los cuales la Corte puede dar su aprobación, proceso que se denomina
coloquialmente “cram down”: a) que al menos una de las clases perjudicadas por
el plan (impaired creditors) lo haya aceptado –se entiende por impaired class
aquella que sufre algún menoscabo en su crédito, aunque sea en el plazo de
pago–, b) que el plan no contenga discriminaciones injustas o arbitrarias y c) que
el plan sea “fair and equitable” (justo y equitativo). Es justo y equitativo para los
acreedores provistos de garantía si mantiene la garantía, si los pagos previstos son
iguales al valor asegurado por la garantía (allowed secured claim) y si los pagos
protegen el valor de dicho allowed secured claim. Cuando el plan no es aprobado
por todas las clases, es justo y equitativo para un acreedor valista (senior
creditor), si los socios o accionistas del deudor (junior creditors) no recibirán nada
antes del pago íntegro del acreedor valista (principio que se denomina “first
priority rule”).280 Recordemos que esta regla sólo se aplica cuando el plan no ha
sido aceptado por todas las clases. En otras palabras, significa que los accionistas
o socios pierden sus derechos en la sociedad, salvo que el plan satisfaga
íntegramente primero a los valistas.
Este plan puede tener múltiples objetivos inmediatos, dependiendo del tipo de
problema por el que atraviesa la empresa, como, por ejemplo, una
reestructuración de la administración con reducción de gastos generales (reduced
overhead); el cierre de establecimientos u operaciones que arrojan pérdidas;
concentración en áreas más rentables; contratación de nuevos créditos; emisión
de bonos o acciones de pago.
Si el plan es aprobado por los acreedores y, a la vez, se cuenta con los fondos
para que sirva de forma de convencer también a la Corte, ésta dará su aprobación
al plan y liberará al deudor del Chapter XI, recobrando plenamente su autonomía
legal, económica y financiera, de acuerdo a lo previsto en el plan.281258 El deudor
280
Ver Jordan & Warren, op. cit., pág. 727.
281
Aunque el plan puede contemplar la creación de una nueva entidad que asuma el activo y el pasivo, o bien
que dicho activo y pasivo sean absorbidos por una tercera compañía. También puede contemplar una
capitalización de créditos mediante la emisión de nuevas acciones, de una misma serie o de una serie
preferencial, etc., fórmulas todas que en la práctica significan la remoción de la antigua administración y,
ciertamente, una alteración profunda en la propiedad de la compañía.
129
obtendrá liberación de las deudas o saldos no contemplados en el régimen de
pagos del plan (discharge)282 y se pondrá fin al automatic stay. Este plan es
obligatorio para todos los acreedores, con garantía (secured creditors) o sin ella
(unsecured creditors), sea que vean desmejorada su situación (impaired creditors)
o se la mantenga sustancialmente igual (unimpaired creditors); también obliga a
los accionistas y socios, a los garantes, a la entidad que emita bonos o acciones
conforme al plan, a la entidad que adquiera los activos del plan, etc. (art. 1141 del
Código).
Este plan puede ser además modificado, siempre que una parte importante del
mismo ya se haya cumplido.
282
Sin embargo, no habrá derecho a liberación de los saldos si el deudor es una corporación o partnership con
responsabilidad limitada, si el plan es simplemente una liquidación de todo o una parte sustancial de los
activos del deudor o si el plan no es sino la aplicación de las normas sobre liquidación judicial o Chapter VII
(art. 1141, Nº 3, letras A y C) (ver Herzog & King, op. cit., págs. 1032 y ss.).
283
Sobre estas críticas, ver Jordan & Warren, op. cit., págs. 723 y ss.
130
Hay que añadir además un poco de estadística. Durante el ejercicio del 2010
hubo 1.593.081 solicitudes de concursos, de los cuales 1.139.601 fueron para
liquidación (Chapter VII); 438.913 fueron reorganizaciones para “consumidores,
esto es, no empresas (Chapter XIII); 13.713 reorganizaciones (Chapter XI). De
esos 39.485 fueron para liquidaciones de empresas y 11.774 para reorganizaciones
de empresas. El año 2011 los números son 1.410.653 solicitudes de concursos, de
los cuales 992.332 fueron para liquidación (Chapter VII); 406.084 fueron
reorganizaciones para “consumidores, esto es, no empresas (Chapter XIII);
11.529 reorganizaciones (Chapter XI). De esos 33.698 fueron para liquidaciones
de empresas y 9.772 para reorganizaciones de empresas. El año 2012 las cifras
son: 1.221.091 solicitudes de concursos, de los cuales 843.545 fueron para
liquidación (Chapter VII); 366.532 fueron reorganizaciones para “consumidores,
esto es, no empresas (Chapter XIII); 10.361 reorganizaciones (Chapter XI). De
esos 27.274 fueron para liquidaciones de empresas y 8.900 para reorganizaciones
de empresas. Finalmente las cifras del año 2013 son 1.071.932 solicitudes de
concursos, de los cuales 728.833 fueron para liquidación (Chapter VII); 333.626
fueron reorganizaciones para “consumidores, esto es, no empresas (Chapter XIII);
8.980 reorganizaciones (Chapter XI). De esos 22.334 fueron para liquidaciones
de empresas y 7.660 para reorganizaciones de empresas. Las cifras no se refieren
a reorganizaciones aprobadas, sino que a las solicitudes.
131
autoadministración del deudor y a crear un proceso auxiliar a la reestructuración
denominado “escudo protector”284.
Una modificación menor sobrevino para capear la crisis sub-prime de los años
2008 y siguientes, que tuvo por finalidad, por un lado, disminuir las hipótesis de
concurso al podar en gran medida la denominada causal de sobreendeudamiento
que era de una amplitud insospechada en el régimen original, dejándola ahora
prácticamente equiparada con las de insolvencia actual o inminente que figuraban
como las dos causales adicionales en el régimen original de 1994; por el otro lado,
se introdujeron modificaciones interesantes en la ley de sociedades de
responsabilidad limitada –las famosas GmbHG286- orientadas a mejorar la posición
de los créditos u otros beneficios que confieren los socios a la sociedad de que
controlan más del 10% de capital los que devienen subordinados al pago d elos
créditos comunes, pero si han sido reembolsados ese reembolso ya no es
considerado devolución de capital sino pago y, por lo mismo más bien conectado
con las acciones revocatorias, legitimándolos en principio como cualquier otro
crédito otorgado por terceros.
El esquema alemán sin duda tiene la gran ventaja de que apunta esencialmente a
proteger el crédito y subordinadamente a rescatar la empresa en crisis siempre
que ello redunde en una protección más eficiente del crédito. El art.1° de la
Insolvenzordnung dispone que “el procedimiento e insolvencia tiene por finalidad
satisfacer colectivamente a los acreedores del deudor mediante la realización de su
patrimonio y distribución del producto resultante, o mediante un plan de
insolvencia en el que se contenga una reglamentación diferente especialmente
dirigida a la conservación de la empresa” y añade “a los deudores honestos les
será concedida la oportunidad de exonerarse de las obligaciones residuales”. En
suma, sea por liquidación sea por reorganización, el concurso apunta
esencialmente a “satisfacer colectivamente a los acreedores”.
284
-Ver Christian Köhler-Ma, Germany en el texto “The Reestructuring Review”, págs..149 a 163.
285
.-La Ley Concursal española del N°22/2003 expresamente la cita como fuente y no cabe duda que
tambipen tuvo incidencia en la Ley Colombian del año 2006.
286
.- Son las siglas del nombre completo -Gesetz betreffebd due Gesellschaften mit beschränkter Haftun - de
esta sociedades de capital pero cerradas y en muchos aspectos también análogas a nuestras SRL, creadas por
la Ley de 1892.
287
.- La insolvencia se define como cuando el deudor “no se encuentra en condiciones de cumplir las
obligaciones exigibles” y añade que “la insolvencia se supone como regla cuando el deudor ha cesado en los
pagos” (art.17).
132
la amenaza de insolvencia (Drohende Zahlungsunfähigkeit) (art.18)288 y, sólo para
las personas jurídicas, el sobreendeudamiento (Überschuldung) que consiste en
que los bienes del deudor no sean capaces de cubrir sus deudas y siempre que no
sea probable la continuidad de la empresa (art.19)
288
El deudor está bajo amenaza de insolvencia “cuando es previsible que no se encontrará en condiciones de
cumplir con las obligaciones de pago pendientes en el momento del vencimiento” (art.18 II)
289
Ver Köhler-Ma, pág.151
290
Deben ser empresas con un patrimonio sobre 4,8 millones de Euros; o con ventas anuales sobre 9,8
millones de Euros o con más de 50 empelados full time. En empresas menores también puede forzarse al juez
a designar uno, a pedido del deudor o de un acreedor, pero para eso deben acreditar que los miembros
propuesto están dispuestos a integrar dicho colectivo.
133
obliga al deudor a indicar en su solicitud los acreedores y configuración probable
del comité, bajo apercibimiento de ser desechada u ordenada corregir.
De esta indagatoria previa a la apertura resulta que los bienes del deudor no
previsiblemente no serán suficientes para cubrir los gastos del proceso, el tribunal
de plano puede denegar la apertura, salvo que alguien adelante la suma para
hacerlo “o si el pago de los costos se hubiere prorrogado”. Se trata de una suerte
de nuestro antiguo sobreseimiento temporal de la quiebra, que libera a los
acreedores de un proceso que de abrirse sería inconducente (art.26)
291
Ver Köhler-Ma, pág.159.
292
Caso en el cual el deudor queda sujeto al control de un síndico, también investido por el juez. Esto lo
decide el juez a petición del deudor y si el concurso fue instado por un acreedor éste debe consentir a la
solicitud de aquel. También debe decretarla el juez si la junta lo solicita. Siguiendo el modelo de los Estados
Unidos, el deudor se entiende administrar como si fuere el administrador de insolvencia y por lo tanto se
entienden respecto de él las atribuciones de éste. Para la verificación de créditos los acreedores no acuden ya
al administrador de insolvencia sino que al síndico (art.270). El síndico es quien debe autorizar las
134
(insolvenzverwalter). De no cumplir con la excepción de autoadministración, hay
que designar un administrador de la insolvencia, que la ley describe como la
persona física idónea para el caso concreto, experta en los negocios e
independiente del deudor y los acreedores (art.56)293 y que actúa bajo la
supervigilancia del tribunal de la insolvencia. Este administrador puede
reemplazado por la junta de acreedores y destituido por el juez por causa grave294.
operaciones fuera de giro ordinario y por la comisión de acreedores cuando el acto “es de particular
importancia para el procedimiento de insolvencia”. La autoadministración puede ser revocada por el juez.
293
A diferencia de Chile e Inglaterra, en Alemania no existen expertos en insolvencia calificados como los
veedores, liquidadores o insolvency practitioners.
294
Su remuneración se determina por el juez al momento de la clausura del procedimiento según la cuantía
de la masa activa y el volumen y dificultad de la gestión, siguiendo las pautas que fije el Ministerio Federal
de Justicia por medio de decreto
135
juez concursal295.
295
De hecho la destitución de un miembro de la comisión es atributo del juez, siempre que sea por causa
grave, sea que sea de oficio, a petición de un miembro del la comisión o de la junta de acreedores.
296
No pueden votar los acreedores cuyos créditos estén impugnados salvo que la junta por mayoría en
concilio con el administrador de insolvencia acuerden otra cosa o que el juez así lo determine. Los acreedores
subordinados no tienen derecho a voto.
297
En Alemania, al igual que en Italia y en Reino Unido y Estados Unidos por lo general las sociedades
colectivas o personalistas no tienen personalidad jurídica ni limite de responsabilidad. En Estados Unidos se
ha creado el instituto de las Limited Liability Companies (LLC) y en Gran Bretaña las Limited Liability
136
Si el plan contempla el pago con la continuación de la empresa, “debe añadirse
al plan un inventario del patrimonio en el que se mencionen los bienes y
obligaciones con su valor, confrontando con el que tuviesen a la entrada en vigor
del plan. Adicionalmente, deben mencionarse las mejoras y rendimientos que se
esperan para el período de tiempo en el cual debe satisfacerse a los acreedores …”
(art.229) y si el deudor es persona natural “la manifestación del deudor de que
está dispuesto a la continuación de la empresa sobre la base del plan”298
Con la reforma del año 2012 se ampliaron los ámbitos posibles para estos
planes. Esto porque hasta esta reforma, si los accionistas bloqueaban el plano en
lo que ellos se refería-por ejemplo un plan de capitalización de deudas –debt
equity swap-, no quedaba más alternativa que la venta de unidades económicas.
La reforma, haciéndose cargo de la circunstancia de que en la mayoría de los
casos las el valor de los derechos sociales o acciones del deudor son cercanos a
cero, modificó el régimen, permitiendo que el plan, en la práctica, pudiera
pronunciarse y comprender todos aquellos ámbitos propios de una modificación de
estatutos o de una junta de accionistas, según el caso. Ahora, los socios o
accionistas constituyen un grupo dentro del plan que puede modificar, redefinir e
incluso eliminar sus derechos enteramente, sin que proceda la aplicación de
normas sobre cambio de control- v.gr. una OPA- 299
Partnership, pero aún subsisten las partnership sin personalidad jurídica y con responsabilidad ilimitada de
los socios. En Alemania e Italia aún las sociedades colectivas-típicamente las de profesionales- no tienen
personalidad jurídica ni límite ce responsabilidad, aunque si individualidad fiscal.
298
También deben hacerlo los socios de las sociedades sin personalidad jurídica, los acreedores ue se hacen
socio de ella y el tercero que asume las obligaciones del plan (art.230)
299
Es tan amplia esta facultad como para modificar los estatutos, fusionar la compañía, transformar la
sociedad, etc…Ver Köhl-Ma, op.cit., pág.160
137
Lugo el tribunal fija un plazo para definir el derecho a voto – que no puede ser
inferior al de verificación-y para delibrar y votar la propuesta. La ley establece que
aquellos créditos que no resulten perjudicados por el plan no tienen derecho a
voto300. Agotado el plazo para determinar los acreedores con derecho a voto, el
secretario del tribunal debe confeccionar la nómina de los mismos. Agotado el
plazo de discusión puede el proponente del plan modificar su propuesta en base al
resultado de la discusión del mismo. Hecho esto se inicia el plazo de votación del
plan. El voto puede ser por correo pero sólo vale si llega al tribunal al menos el día
antes de la expiración del plazo para votar. Cada grupo vota por separado. Para
que el plan se repute aceptado por los acreedores, se requiere que en cada grupo
se apruebe el plan por mayoría y que en su conjunto reciba votos favorables de la
mayoría del pasivo con derecho a voto.
Tras la aceptación del plan por los acreedores y el deudor -cuyo consentimiento
la ley presume en los casos del art.247 si el plan fue sugerido por el administrador
de insolvencia-, el plan debe ser aprobado por el juez concursal., previa audiencia
al administrador, el comité de acreedores, si lo hay, y el deudor en su caso. Si el
plan está sujeto condiciones para su aprobación, éstas deben haberse verificado
antes de la misma y se haber fallado la condición, el plan no puede ser visado por
el juez.
El juez denegar el plan cuando: i) se violaron nomas de procedimiento y
votación esenciales no subsanables; ii) cuando la aceptación del plan sea
provocada de mal fe, especialmente para favorecer a un acreedor; iv) cuando un
acreedor se haya opuesto oportunamente y acredite que el plan lo deja en una
posición muy desmejorada en relación a su situación sin el acuerdo. Pero a partir
del 2012, el acreedor que se oponga debe acreditar prima facie en la junta de
acreedores que él quedará en peores condiciones con el plan que sin él, pero para
obviar estas alegaciones el plan puede contemplar un trato especial para ese
acreedor para cubrir el alegado daño. El daño debe ser acreditado en proceso civil,
300
Esto claramente está tomado del art.1126 del Bankruptcy Code americano que reputa acpotado el plan por
los “not impaired creditors or claims” tal como reputa rechazado el plan que nada concede a un grupo de
acreedores.Ver Epstein, Bankruptcy and…, págs.. 431-432.
301
Se entiende que los favorece si: ningún otro acreedor obtiene mejores condiciones que las de ese grupo; si
el plan favorece a un acreedor subordinado o al deudor en términos que no habrían sido favorecidos sin el
plan o si “ningún acreedor que sin el plan deba satisfacerse en iguales condiciones que los acreedores de su
grupo, con él salga favorecido (art.245 II)
138
pero la oposición con ese depósito cautelar, deja de ser motivo de retardar la
ejecución del plan. En suma, la oposición a la confirmación u homologación del
plan requerirá acreditar que el acreedor partición en el proceso de su gestación;
que se opuso al mismo; que acreditó en la junta que le era perjudicial; y que la
suma compensatoria no es suficiente para remediar el perjuicio que sin el plan no
habría sufrido. El juez puede, además, autorizar la ejecución del plan no obstante
la apelación, si estima que su inmediata vigencia compensa con mucho los daños
que podría causar.
Si el juez homologa el acuerdo sobre el plan, este produce efecto desde que la
resolución se encuentra firme y ejecutoriada. Con ello se pone término al proceso
concursal, término que debe ser declarado por el juez. Desde entonces plan surte
efecto por sí mismo sin necesidad de otorgar instrumentos adicionales (v.gr,
modificación de sociedad, prendas, transferencias de bienes, etc.). El plan puede
contemplar un régimen de vigilancia de su cumplimiento a costa del deudor que es
competencia del administrador de la insolvencia en los términos de los arts.260 a
263) y al cual pone fin el juez si se cumplen las obligaciones sujetas a vigilancia
(pueden no ser todas las obligaciones del plan) o si han transcurrido tres años sin
nuevas peticiones de concurso.
El plan aprobado es título ejecutivo contra el deudor o del tercero que sumió
sus obligaciones si el acreedor verificó y no fue impugnado oportunamente.
139
creó este mecanismo para facilitar las reestructuraciones de empresas viables
siempre que no estén en cesación de pagos efectiva ni que se le espere para los
próximos tres meses. Se inicia con la petición acompañada de un certificado
emitido por expertos en insolvencia que acredite la viabilidad de la empresa. No
hay administrador provisional, sino que un síndico sugerido por el deudor. Este
“escudo” permite al deudor presentar su plan en el plazo perentorio de tres meses.
Esta fórmula ha sido empleada en muchos casos y con mediano éxito en las
grandes empresas. Pero en la mayoría de los casos, los jueces deniegan dar curso
a este mecanismo por errores en su formulación, insuficiencia del certificado o
porque el deudor ya está en cesación de pagos302.
302
Ver Köhl-Ma, op.cit., pág.158.
303
Son cifras proporcionadas por la Statistiches Bundesamt, citadas por Reinhard Bork, Rescuing Companies
in England and Germany, pág.51
140
SEGUNDA PARTE
141
I. UNIDAD DOGMÁTICA DEL ACUERDO DE REORGANIZACION
304
El convenio preventivo judicial, a decir verdad, era conocido en Chile ya en 1837, pero la inspiración
directa del esquema actual, admitiendo naturalmente sustantivas diferencias, tiene su modelo más inmediato
en el Código de Procedimiento Civil de 1902.
305
Las diferencias sólo hacían relación con la fecha en que debía convocarse a la junta a deliberar y,
naturalmente, con la circunstancia de que los antecedentes requeridos para hacer proposiciones de convenio
preventivo (análogos a los de nuestro actual art. 42 L.Q.) no eran exigidos, por razones obvias, para el
convenio simplemente judicial. En todo lo demás, esto es, mayorías, acreedores con derecho a voto, dignidad,
objeto del convenio, efectos, eficacia, no había diferencia alguna.
142
II. DE LA FORMACIÓN DEL ACUERDO DE REORGANIZACION
A. Proposiciones de convenio;
B. La votación del convenio;
C . La aprobación del convenio.
1. NATURALEZA JURÍDICA
Otro requisito de esta oferta es que debe ser pura y simple, o sea, no estar
sujeta a condiciones de ningún tipo en su aceptación. Para aclarar este principio
debemos advertir que una cosa es que se establezcan obligaciones o derechos
condicionales en la oferta y otra es que ella se formule condicionada a alguna
circunstancia que de producirse haría nacer la oferta o la dejaría sin efecto. Por
ejemplo, la proposición no puede decir “propongo esta solución a mi insolvencia”,
306
Rondanelli, op. cit., págs. 91 y ss.
307
Las ofertas pueden ser expresas o tácitas, pero resulta inimaginable una proposición de convenio tácito.
308
Ver León Hurtado, La Voluntad..., pág. 57.
143
si del informe del veedor resulta que mi pasivo es sólo el doble de mi activo. La
oferta, aunque contenga obligaciones condicionales, debe ser pura y simple. Este
requisito nace además de la exigencia de que la oferta sea seria, esto es, debe
perseguir con su declaración de voluntad un fin práctico, que viene a ser un fin
jurídico en cuanto el derecho lo sanciona.309
Desde un punto de vista procesal, la solicitud de inicio del procedimiento es, tal
como la denomina la ley, una solicitud y no una demanda, 311pues estamos al
309
R.D.J., t. 52, sec. 1ª, pág. 243.
310
Fue el caso del derecho español hasta la Ley 22/2003 ya analizada. Ver Ramírez, en comentarios a
Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 65. Sin embargo, hoy el derecho español admite la posibilidad de
obligaciones de los acreedores, pues el art. 125.2 dispone que “no podrá someterse a votación la propuesta de
convenio que implique nuevas obligaciones a cargo de uno o varios acreedores sin la previa conformidad de
éstos...”.
311
La diferencia entre una demanda y una solicitud radica en que la primera persigue un pronunciamiento del
tribunal con efecto de cosa juzgada que resuelva un litigio o conflicto jurídico; la segunda perseguirá, según
sea el caso, tutelar derechos de incapaces, consolidar derechos sucesorios, constituir ciertas relaciones no
controvertidas o solemnizar ciertos actos (ver Casarino Viterbo, op. cit., t. VI, págs. 282 y 285, y Quezada
Meléndez, op. cit., págs. 215 y 219). Como todo punto de la Ley de Quiebras, tampoco esta afirmación es
pacífica. García Martínez, congruente con su noción de que la solicitud de convocación de acreedores es
contenciosa, sostiene que “la naturaleza jurídica de dicha solicitud es igual a la de una demanda judicial en el
sentido técnico, siendo sujeto pasivo del juicio el deudor convocatorio, cuya intervención preponderante no
puede serle desconocida” (op. cit., t. I, págs. 301-302). Satta también denomina esta petición “demanda” (op.
cit., pág. 393), y naturalmente Provinciali, quien afirma que “el concordato es una fase del procedimiento de
quiebra. Acto inicial es la demanda del deudor... Tal demanda (y esto también es sistemático) tiene la forma
144
inicio de una gestión voluntaria. Lo que se solicita al hacer proposiciones de
convenio es esencialmente que el tribunal convoque a la junta llamada a
pronunciarse y votar las proposiciones. Como acto jurídico colectivo, la unidad de
la manifestación de la voluntad de todos los interesados requiere de la
convocación a una asamblea única, de la que resulte una voluntad única, un solo
consentimiento.
de demanda judicial; y no se dirige a los acreedores, sino al juez” (op. cit., vol. III, pág. 295), teoría seguida
muy de cerca por Cámara (op. cit., t. I, págs. 571 y ss.).
312
Hugo Rocco, citado por Quezada Meléndez, op. cit., pág. 210.
313
Entre nosotros la mayoría de los autores participan de la opinión de que el no contencioso es una especie
de derecho administrativo (Jaeger y Maturana, op. cit., págs. 27 a 31; Quezada Meléndez, op. cit., pág. 213;
Casarino Viterbo, op. cit., t. I, pág. 63). Francisco Hoyos le niega todo carácter jurisdiccional y hace suya la
expresión de Niceto Alcalá Zamora en el sentido de ser la jurisdicción no contenciosa una verdadera arca de
145
manifiesto y evidente que la formación de un contrato no puede ser materia de un
juicio, que las explicaciones precedentes resultan sólo una gimnasia dogmática.
Pero es natural que el asunto se preste a confusiones, dado que es un contrato
que se forma a partir de las partes de un juicio. Para que resulte más familiar al
lector la diferencia, pensemos en un modelo más simplificado, a saber, el de un
contrato de transacción de un juicio cualquiera, y ya no será tan difícil aceptar que
las negociaciones de las partes “extrajudicialmente” no pueden calificarse de actos
de jurisdicción contenciosa y, valga la perogrullada, cuando un asunto no es
contencioso, cae en el inmenso, ilimitado y desperfilado mundo de lo no
contencioso.314
2. TRIBUNAL COMPETENTE
Sin embargo, si la solicitud del deudor va apoyada por acreedores que representen
al menos la mayoría absoluta del pasivo del deudor, será competente para conocer
de las propuestas y del proceso de aprobación el árbitro titular o, en su caso, el
suplente, sugeridos por el deudor, de entre la nómina de árbitros concursales, en
Noé, esto es, “una verdadera miscelánea jurídica en la que se encuentran reglados actos de la más variada
índole” (Cuestiones Fundamentales del Derecho Procesal, págs. 39 y 49). En general, no existe una
“jurisdicción no contenciosa” tal como existe una contenciosa. Ésta sólo puede definirse por contraste, es
decir, es no contencioso todo aquello que no es stricto sensu contencioso. Nada más disímil a la autorización
para enajenar bienes raíces de incapaces que el procedimiento para la confección de inventario solemne. Son
asuntos que la ley, por una mejor administración, confía a los tribunales de justicia a falta de un órgano del
Estado mejor calificado para la administración de dichos asuntos.
314
Al respecto existe una interesante jurisprudencia que si bien no trata expresamente del carácter no
contencioso del procedimiento para celebrar un convenio simplemente judicial, expresa ideas análogas. La
Corte Suprema en un fallo de 1957 señaló que “el convenio judicial no es propiamente una etapa del juicio de
quiebra, sino un acto jurídico resultante de la voluntad concorde del fallido con sus acreedores o, por lo
menos, con la mayoría de ellos, que tiene por objeto poner fin al estado de quiebra y fijar las condiciones
necesarias para dicha finalidad”. Corte Suprema, R.D.J., t. 54, sec. 1ª, pág. 206.314
315
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, pág…
146
su solicitud. El árbitro así designado es competente para “todo cuando sea
necesario para la tramitación” del procedimiento concursal de reorganización y los
incidentes que se promuevan durante ellos. Estos árbitros pueden ordenar
cualquier medio probatorio, esté o no previsto en el Código de Procedimiento Civil;
tiene pleno acceso a los libros y “medios de cualquier clase del deudor” y aprecia
la prueba “conforme a las normas de la sana crítica” que debe naturalmente
explicitar en sus fallos fundándolos debidamente. La regla de la Ley 20.720 que
reemplazó las antiguas introducidas por la Ley 20.073 se prestan a menos dudas
que las anteriores y mantienen un principio que nos parece muy ventajoso316.
Si bien estos arbitrajes son aún de excepción, porque sólo se aplican a sociedades
que rara vez recurrirán a un sistema concursal abierto o siempre que el 66% del
pasivo lo quiera, son de todas formas un avance y habrá que ver qué resultado
tienen en comparación a la competencia tradicional. Sólo si los árbitros son más
expeditos y eficientes puede que el mecanismo se difunda. Huáscar Escurra
proponía en Perú un sistema de arbitrajes previsto no en la ley, sino en los
estatutos del deudor que fueran vinculantes a los acreedores. Ya en 1996 por la
Ley de Reestructuración Patrimonial, Decreto Legislativo Nº 845, Perú autorizó al
INDECOPI317 para delegar sus atribuciones como única entidad substanciadora de
todos los procedimientos de la insolvencia en otras entidades, facultad que ha
ejercido delegando concursos al Colegio de Abogados de Lima y también al Colegio
de Contadores Públicos. Pero aún no se llega al arbitraje concursal. Esencialmente
los promotores de una privatización de la insolvencia en el Perú se apoyan en una
idea que nosotros hemos sugerido con más timidez en Chile: privatizar la
insolvencia, porque para ellos, como para nosotros, la insolvencia es un asunto
entre el deudor y sus acreedores y sólo hacen falta reglas mínimas de orden
público para sustraer de los órganos públicos este asunto.318 Escurra apunta tres
beneficios de abrir los concursos a la vía arbitral: habría competencia en el servicio
de administrar concursos, competencia que hoy no existe por el monopolio de la
justicia ordinaria y, por otro lado, bajaría la sobrecarga de los tribunales en la
administración de sus concursos con la consecuente mayor eficiencia.319
316
De hecho en la propuesta de la Comisión integrada por este autor llamada por el Ministro de Hacienda con
la Presidenta Sra. Michelle Bachelet apuntaba a someter todos los concursos a arbitraje.
317
Siglas del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual.
318
Ver Huáscar Escurra, Derecho Concursal, págs. 46 y ss. Como anota este autor, “la mayor virtud de
permitir que las partes contraten ex ante sobre la autoridad que resolverá la insolvencia, así como las reglas
que serán aplicables en tal escenario, será que ello brindará a quienes prestan dinero la posibilidad de
predecir con mayor claridad el riesgo de su crédito en la insolvencia”, op. cit., pág. 55.
319
Huáscar Escurra, op. cit., pág. 58. Siguiendo la tesis de Robert Rasmussen, este autor lleva esta regla tan
lejos que además de someter el proceso concursal a árbitros de libre elección, podría también escogerse el
foro más favorable a nivel internacional para insolvencias cross-border, y así salvar, en su opinión –que no
compartimos del todo–, los inconvenientes que tanto la teoría o principio de la territorialidad (que fragmenta
el concurso en tantos concursos como países están involucrados) como la teoría de la universalidad (que
unifica un concurso que comprende bienes y acreedores de múltiples Estados bajo una sola jurisdicción, ley y
competencia). Ver en el mismo Libro Una Aproximación Contractual al Tema de la Insolvencia
Internacional, op. cit., págs. 82 y ss.
147
2.2. ACUERDO DE REORGANIZACIÓN RESOLUTORIO.
En este evento, no cabe duda, será competente para tramitar las proposiciones de
acuerdo el tribunal donde se sustancia el juicio concursal correspondiente
Estas proposiciones pueden ser presentadas en todo tiempo, inclusive si existe una
petición de liquidación forzosa de parte de un acreedor.27 No es óbice la
circunstancia de que la empresa no se encuentre aún en incumplimiento efectivo
de una obligación, pues el mismo convenio puede plantearse como una forma de
evitar dicha cesación material.321
320
Los convenios preventivos fueron introducidos en nuestra legislación por el decreto ley del 8 de febrero de
1837 y con las modalidades actuales por el Código de Procedimiento Civil de 1902, y en ambos textos
legislativos (art. 121 del decreto ley de 1837 y art. 662 del Código de Procedimiento Civil) el convenio
preventivo era prerrogativa exclusiva del deudor. En el derecho comparado ésa es también la regla. Así en el
derecho argentino (art. 5 Ley 19.551/72), en el derecho paraguayo, colombiano, francés. Pero el acento puede
ser diverso en orden a la obligatoriedad. En Chile es una facultad del deudor, en otros países, como Paraguay,
es una obligación (ver Cámara, op. cit., t. I, págs. 364 y ss.).
321
Por primera vez vemos que en la legislación comparada se admite la posibilidad de una insolvencia o
cesación de pagos potencial como causal de concursos en la Insolvenzornung alemana de 1994 y en nueva
Ley 22/2003 de la Ley Concursal de España, que en su art. 2.3 dispone que “Si la solicitud de declaración de
148
4.2. ACUERDO DE REORGANIZACIÓN RESOLUTORIO
concurso la presenta el deudor, deberá justificar su endeudamiento y su estado de insolvencia, que podrá ser
actual o inminente”, y añade que “se encuentra en estado de insolvencia inminente el deudor que prevea que
no podrá cumplir regular y puntualmente sus obligaciones”.
149
5.1. CAPACIDAD
5.2. DIGNIDAD
Por fin, luego de tres reformas importantes a los principios del Código de
Comercio, la Ley 20.073, siguiendo otras legislaciones recientes, eliminó la
exigencia de que el deudor no sea cuestionado penalmente por su bancarrota para
poder proponer convenio. La Ley 20.073 eliminó la exigencia de que el deudor no
estuviere procesado o condenado por quiebra fraudulenta o por insolvencia
punible; eliminó como causal de impugnación la incapacidad o indignidad del
deudor para proponer convenios y eliminó como causal de nulidad del convenio
vigente la condena superviniente por quiebra fraudulenta. El convenio es un
instrumento útil también para los acreedores y puede perfectamente desvincularse
de la conducta penal del deudor, porque ésta es irrelevante para evaluar los
méritos inherentes del convenio. En consecuencia, se extinguió la noción de que el
convenio era un beneficio a favor del deudor desgraciado de buena fe. Hoy vale
por sus méritos propios como alternativa para solucionar una situación de
insolvencia.
No obstante, cuando analicemos la causal de nulidad del acuerdo ya aprobado
de que trata el art. 97 de la Ley veremos que al legislador la tradición le siguió
pesando, porque esa causal de nulidad sigue siendo una causal de caducidad por
indignidad y no propiamente un vicio del consentimiento. Lo mismo ocurre con la
causal de impugnación del N°5 del art.85, porque ella no se refiere a un vicio del
consentimiento, sino a un engaño del deudor sin atender a si dicho engaño era
relevante a la hora de votar favorablemente el mismo, por lo que sigue rondando
la noción de dignidad.
322
Art. 2447 del Código Civil.
323
Ver Vodanovic, op. cit., págs. 47 y ss.
150
5.3. PODERES PARA PROPONER ACUERDOS
a) Personas naturales
b) Personas jurídicas
151
mercantiles, el poder deberá constar en el acto constitutivo del mandato.
6.1.- Generalidades.
Así, lo que antes era un acto único procesal, hoy son dos. La solicitud de inicio del
procedimiento que de ser exitosa se traduce en la denominada resolución de
reorganización regulad en el art.57 y la propuesta de acuerdo de reorganización
que ha ser presentada por el deudor, pero por intermedio del veedor, dentro del
plazo de 10 días hábiles contados desde la notificación de la resolución de
reorganización (at.57 N°4).
325
Dice el art.54 inciso final que “un modelo de dicha solicitud se regulará por la Superintendencia mediante
una norma de carácter general, que estará disponible en sus dependencias, en su sitio web y en las
dependencias de los tribunales con competencia en Procedimientos Concursales de conformidad a lo
establecido en el artículo 3º
152
Para los efectos de la nominación de los Veedores titular y suplente, el Deudor
deberá presentar a la Superintendencia una copia del documento indicado en el
artículo anterior, con el respectivo cargo del tribunal competente o de la Corte de
Apelaciones correspondiente. Además, deberá acompañar un certificado emitido
por un auditor independiente al Deudor, inscrito en el Registro de Auditores
Externos de la Superintendencia de Valores y Seguros.
326
El art.22 de la Ley establece un procedimiento para designar al veedor que es idéntico al de la designación
del liquidador en la liquidación voluntaria ( Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal
de Liquidación, pág……. Dice que el art. 22.- : “Nominación del Veedor. Una vez que la Superintendencia
reciba los antecedentes señalados en el artículo 55, notificará a los tres mayores acreedores del Deudor según
la información entregada, dentro del día siguiente y por el medio más expedito. Esta notificación será
certificada por el ministro de fe de la Superintendencia para todos los efectos legales.
Dentro del segundo día siguiente a la referida notificación, cada acreedor propondrá por escrito o por correo
electrónico a un Veedor titular y a un Veedor suplente vigente en la Nómina de Veedores. Para estos efectos,
cada acreedor será individualmente considerado sin distinción del monto de su crédito.
Dentro del día siguiente al señalado en el inciso anterior, la Superintendencia nominará como Veedor titular al
que hubiere obtenido la primera mayoría de entre los propuestos para el cargo de titular por los acreedores, y
como Veedor suplente a aquel que hubiere obtenido la primera mayoría de entre los propuestos para ese
cargo. Si sólo respondiere un acreedor, se estará a su propuesta. Si respondieren todos o dos de ellos y la
propuesta recayere en personas diversas, se estará a aquella del acreedor cuyo crédito sea superior.
En caso que no se reciban propuestas, la nominación tendrá lugar mediante sorteo ante la Superintendencia,
en el que participarán aquellos Veedores que integren la terna propuesta por el Deudor en la solicitud señalada
en el artículo 54 o, en su defecto, todos aquellos Veedores vigentes en la Nómina de Veedores a esa fecha.
Los sorteos que efectúe la Superintendencia se regularán por medio de una norma de carácter general.
Excepcionalmente, si de los antecedentes señalados en el artículo 55, se acredita que un solo acreedor
representa más del 50% del pasivo del deudor, la Superintendencia nominará al Veedor Titular y al Veedor
Suplente propuesto por ese acreedor. En caso que dicho acreedor no propusiere al Veedor Titular y al Veedor
Suplente, se estará a las reglas generales establecidas en los incisos anteriores.
El Veedor titular y el Veedor suplente nominados serán inmediatamente notificados por la Superintendencia
por el medio más expedito.
El Veedor titular nominado deberá manifestar ante la Superintendencia si acepta el cargo a más tardar al día
siguiente a su notificación y deberá jurar o prometer desempeñarlo fielmente. Al aceptar el cargo, deberá
declarar sus relaciones con el Deudor o con los acreedores de éste, si las tuviere, y que no tiene impedimento
o inhabilidad alguna para desempeñar el cargo.
Aceptado el cargo, la Superintendencia emitirá el Certificado de Nominación del Veedor, el cual será remitido
directamente al tribunal competente, dentro del día siguiente a su emisión, para que éste designe a un Veedor
nominado en la Resolución de Reorganización.
El Veedor podrá excusarse de aceptar una nominación ante la Superintendencia, debiendo expresar
fundadamente y por escrito su justificación al día siguiente de su notificación. La Superintendencia resolverá
153
b) Antecedentes que deben presentarse en el tribunal:
Pero además del certificado aludido, para que el tribunal pueda dictar la
resolución de apertura del procedimiento de reorganización, es menester que
el deudor le proporcione los siguientes antecedentes adicionales:
1) Una relación de todos sus bienes, con expresión de su avalúo comercial, del
lugar en que se encuentren y de los gravámenes que los afecten. Deberá
señalar, además, cuáles de estos bienes tienen la calidad de esenciales para
el giro de la empresa.
dentro de los dos días siguientes con los antecedentes aportados por el Veedor y sin ulterior recurso. Si la
excusa es desestimada, el Veedor deberá asumir como tal en el Procedimiento Concursal, entendiéndose
legalmente aceptado el cargo desde que se resuelva la excusa y se emita el correspondiente Certificado de
Nominación. Si la excusa es aceptada, la Superintendencia nominará al Veedor suplente como titular,
nominándose a un nuevo Veedor suplente mediante sorteo.”
154
contenga la información financiera y contable, con una fecha de cierre no
superior a cuarenta y cinco días anteriores a esta presentación siempre que,
dice la ley, llevare contabilidad completa.
Al tratar del la tramitación propiamente tal de las propuestas veremos con más
detalle esta resolución así llamada “de reorganización” que es la sentencia de
apertura del procedimiento concursal de reorganización y que a nosotros nos
parece que participa de la naturaleza de una sentencia interlocutoria de segundo
grado, pues recae sobre un trámite esencial para la dictación de otras sentencias
definitivas e interlocutorias (art.158 del Código de Procedimiento Civil).
Por ahora nos parece útil e importante simplemente transcribir el art.57 de la ley
que enuncia sus contenidos:
155
b) Se suspenderá la tramitación de los procedimientos señalados en la letra a)
precedente y los plazos de prescripción extintiva.
156
3) La fecha en que expirará la Protección Financiera Concursal.
157
Veedor.
10) La orden al Deudor para que proporcione al Veedor copia de todos los
antecedentes acompañados conforme al artículo 56. Estos antecedentes y la copia
de la resolución de que trata este artículo serán publicados por el Veedor en el
Boletín Concursal dentro del plazo de tres días contado desde su dictación."
Cada uno de los elementos de esta resolución los iremos viendo a su turno cuando
infra con más detalle.
327
Casarino Viterbo, op. cit., t. VI, págs. 285 y 289.
328
Podría pensarse que es interlocutoria también por la circunstancia de que designa un veedor –que
procesalmente hablando es una medida precautoria– y en general, de conformidad al art. 194 Nº 3º del Código
de Procedimiento Civil, como las medidas precautorias son apelables, debe reconocérseles el carácter de
interlocutorias. Pero ello se debe más a la procedencia o improcedencia de la medida que a la persona del
interventor. En la providencia que admite el convenio a tramitación, el juez no accede a una medida
precautoria, sino que simplemente la ley la tiene como un efecto natural de la resolución que admite las
proposiciones a tramitación.
158
En consecuencia, de acuerdo al art. 822 del Código de Procedimiento Civil, esta
resolución no sería susceptible de recurso de apelación ni de casación, porque no
proceden contra los decretos.
8.1. GENERALIDADES
Con una técnica legislativa lamentable el art.60 de la Ley dice que la propuesta de
Acuerdo de Reorganización “podrá versar sobre cualquier objeto tendiente a
329
Casarino Viterbo, op. cit., t. VI, pág. 291.
330
Corte Suprema, 27 de abril de 1954, R.D.J., t. 51, sec. 1ª, pág. 91; Corte de Santiago, 20 de octubre de
1961, R.D.J., t. 58, sec. 2ª, pág. 101.
159
reestructurar los pasivos y activos de una Empresa Deudora”.
Se notará que el texto eliminó la exigencia de que el objeto sea lícito que existía la
legislación derogada331. La eliminación puede no ser casual, pues recordemos que
de conformidad al art.85 N°6 el acuerdo puede ser impugnado por contemplar
estipulaciones contrarias a “esta ley”. Esto es, la modificación apunta a que se
elimina como causal de impugnación de un acuerdo la de que adolezca de objeto
ilícito. Recordemos que hasta la Ley 20.073 el convenio no podía ser impugnado
alegando la ilicitud de su propósito. Esta última ley añadió esa exigencia, que no
nosotros criticamos mucho en su momento porque abría un abanico muy amplio
de causales de impugnación dada la amplitud que tiene en Chile la noción de
objeto ilícito332. Con el nuevo texto, la ilicitud del objeto no es “lícita” pero tampoco
es causal de impugnación que, como veremos, es el verdadero régimen de nulidad
de estos actos jurídicos.
331
.- Art.178 del Libro IV del Código de Comercio
332
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, págs.326 y ss
333
.- Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, op.cit., pág.1241.
160
gravedad de la insolvencia del deudor. Aprovecharse de estos mecanismos para
otros propósitos sería abusivo, como de hecho ha ocurrido.
334
.- Esto no es factible en Alemania, ni en Argentina, ni en Colombia ni en Los Estados Unidos
335
En el derecho estadounidense, el art. 1129 (a) (7), asumiendo que el plan de reorganización del Chapter XI
ha sido aprobado por la mayoría de todas las clases de acreedores en que el deudor los agrupó para someter el
plan a aprobación, de todas formas la Corte para darle su aprobación requiere verificar que el plan cumple con
el denominado “best interests o creditors test”, que implica verificar que cada uno de los acreedores que
dentro de su grupo o clase disintió del voto mayoritario recibirá al menos tanto como hubiere recibido de
procederse en una liquidación judicial conforme a las reglas del Chapter VII. Ver David Epstein, Bankruptcy
and Related Law in Nutshell, 7th edition, pág. 436. El art. 100 Nº 3 de la Ley 22/2003 española dispone que
“en ningún caso la propuesta podrá consistir en la cesión de bienes y derechos a los acreedores en pago o para
paga de sus créditos, ni en cualquier forma la liquidación global del patrimonio del concursado para la
satisfacción de sus deudas, ni en la alteración de la clasificación de créditos establecida por la ley. Ni en la
161
La nueva ley que las propuestas sean alternativas, discriminatorias y por
categorías de acreedores y en eso, salvo en lo que dice relación a las propuestas
alternativas, existe un desvío importante relativamente a nuestra tradición
concursal que, con todo, no es novedosa en el derecho comparado, pues, como
hemos visto en Alemania, Argentina, España, Colombia y Los Estados Unidos se
admiten convenios discriminatorios y por categorías.
Hasta la Ley 20.720 el convenio era uno y el mismo para todos los acreedores, en
términos de que no podían existir dos o más convenios simultáneos y tampoco
discriminar el tratamiento entre los acreedores, salvo que la unanimidad de los
acreedores aceptaran otra cosa. Con el éxito que en apariencia ha tenido el
régimen del Bankruptcy Code de los Estados Unidos, Alemania, España, Colombia
y Francia336 han aceptado los acuerdos en que los acreedores son agrupados por
categorías y en donde cada categoría recibe una propuesta distinta.
El art.61 de la Ley dice que “la propuesta de acuerdo podrá separarse en clases o
categorías de acreedores y se podrá formular una propuesta para los acreedores
valistas y otra para los acreedores prendarios e hipotecarios cuyos bienes se
encuentren garantizados con bienes del Deudor o de terceros”
cuantía de los mismos fijada en el procedimiento, sin perjuicio de las quitas que pudieran acordarse y de la
posibilidad de fusión o escisión de la persona jurídica concursada”.
336
.- Argentina, art.41 de la ley 24.552; en Colombia, donde no es el deudor, sino la ley la que hace dicha
clasificación como hemos v art.31de la Ley 1116 del visto supra- año 2006, que a su vez es heredera en esto
de la Ley N°550 del año 1999; En Alemania esta facultad fue introducida por la Insolvenzordnung de 1994
en su art.222 -Bildung von Gruppen- y en los Estados Unidos está regulada arts.1122 y 1123 del Bankruptcy
Code- classification of claims-
162
admite sólo que las propuestas se dirijan a los acreedores de quinta clase o
comunes y a los acreedores prendarios e hipotecarios. Naturalmente las ofertas
para ambas clases pueden ser distintas en términos de plazo, tasas, remisiones,
etc… No es posible, empero, que el deudor formule ofertas separadas para los
acreedores con créditos de privilegio general de primera o cuarta clase.
Nuestra ley además trata también como acreedores de tipo diferenciado a aquellos
que tengan prenda e hipoteca respecto de de bienes de terceros distintos del
deudor, en circunstancias de que ellos son acreedores valistas respecto el deudor.
Los las propuestas por categorías de una misma clase de créditos tienen el
inconveniente de que una categoría que está dispuesta a aceptar la oferta que se
le hizo, la vote en contra porque otra categoría a resulte privilegiada. Esto es un
tema de manejo político no menor.
Aunque nos parece que de una lectura atenta de los arts.61, 79 incisos 1° y final,
se podría extraer que en realidad lo que el art.61 permite es hacer una oferta
única a todos los valistas, cualquiera sea su categoría o tipo de crédito y otra para
los acreedores hipotecarios y/o prendarios, esto es, sólo dos propuestas, en
especial cuando el inciso final del art.79 dice que una propuesta se entiende
aceptada bajo la condición suspensiva de que se acuerde la de “la otra” categoría
en singular. No es esta la regla en los Estados Unidos, ni en Alemania, ni en
España ni en Colombia y además se contrapone un tanto al texto del art.61 que
admite la propuesta para varias categorías “y, añade, podrá formular una
propuesta para los acreedores valistas y otra para los acreedores hipotecarios y
prendarios cuyos créditos se encuentren…”. Se tiene la sospecha que tal vez sólo
se pensó en eso, en dos propuestas como máximo, pero debemos reconocer que si
163
ese era el caso, la redacción legal es muy poco feliz.
Además, como la ley, con poca sabiduría, trata como acreedores hipotecarios y
prendarios a los acreedores que tienen garantías reales exógenas y además les
impide votar en contra de la propuesta pues en tal evento sus respectivos pasivos
no se colacionan para el cálculo de las mayorías, nos quedamos con que estos
acreedores pueden sumarse a las categorías de los cuya garantía recae sobre
bienes del deudor, lo que se presta para abusos.
164
preferencia sólo se extiende al valor de la garantía y ex ante es un valor
aproximado que nuestra ley dice que debe ser el valor comercial. Esto traerá
consigo que los acreedores prendarios se vean favorecidos, porque en el caso de
los bienes muebles en casi la generalidad de los casos el valor comercial es el
doble o más del valor de liquidación, por lo que ellos se mostrarán más generosos
que los acreedores hipotecarios a la hora de hacer concesiones al deudor337. En el
fondo, lo que ocurre con esta categoría de acreedores es que ellos son uniformes
u homogéneos sólo en un ejercicio teórico en que las garantías tuvieren un valor
fijo, pero eso en la realidad no existe. La preferencia está dada aquí sólo por el
valor real de la garantía que, de verdad, se ignora ex ante. Pero lo que no se sabe
es entonces el valor real del crédito de cada acreedor y como en parte son
preferentes y en parte no lo son, es que esta clase no está de verdad configurada
por unidades uniformes de crédito como lo están los de quinta clase o comunes.
Las cosas serían algo más justas si la ley fijare como valor de la parte preferente
del crédito el valor de liquidación de las garantías, porque ese es de verdad el
valor alternativo al del acuerdo de reorganización y no el valor comercial.
337
Un ejemplo ilustra esto mejor. Digamos que hay un acreedor prendario con un crédito por $ 100.000 y con
prenda por bienes muebles valor comercial $ 100.000, pero valor liquidación $ 40 con conjunto con un
acreedor hipotecario por $ 100 con garantía valor comercial $ 120 pero valor liquidación $100.- Al acreedor
prendario le conviene que su categoría con el hipotecario acurde una quita de un 30%, porque de ese modo el
recupera $70 y no los $ 40 de la garantía; pero la hipotecario eso le significa recuperar $ 70 en vez del total
que recuperaría si se remata su garantía. Si resulta que conforme a este ejercicio, en una categoría los
acreedores prendarios e hipotecarios que tienen garantías bajo el 100% e su crédito juntan una mayoría legal
que permite doblegar a aquellos que tienen sus créditos garantizados 100% o con sobre garantía, no cabe duda
de que los sub garantidos aprobarán en convenio y los garantizados o sobre garantizados velarán ´porque no
se apruebe porque eso les obliga a compartir su garantía
338
Nosotros sosteníamos que no, pero era un punto más que debatible. Ver Juan Esteban Puga Vial, Derecho
Concursal, El Convenio de Actreedores,3ª edición, pág.351
165
posición merced de otros gracias a una aprobación forzada del acuerdo. Un juez
está en condiciones de valorar si un acreedor es injustamente tratado en un
convenio, es capaz de entender que un acreedor fu asignado indebidamente a una
categoría impropia; es capaz de ver si bajo las apariencias de equidad en el trato
igualitario de verdad se está perjudicando a un acreedor a favor de otros, cosa que
no ocurriría sin el plan acordado, etc…339
El art.62 de la ley señala que “en cada una de las clases o categorías, la propuesta
de acuerdo podrá contener una proposición principal y otras alternativas para
339
En Argentina la homologación con o son las mayorías logradas en cada categoría, está regulada en el
art.52 muy “copiado” de la norma estadounidense.; en Alemania sea con la aprobación por mayorías de todos
los gruppen de acreedores o sin ella, el plan siempre requiere ser aprobado por el juez del concurso (art.248
de la Insolvenzordnung; en los Estados Unidos los arts.1128 y 1129 del Bankruptcy Code exigen que el plan
sea aprobado, sea que haya o no obtenido las mayorías necesarias para su aprobación. En Colombia sólo el
convenio acordado es sujeto al trámite de homologación; si la propuesta es rechazada por los acreedores, pero
recordemos que el convenio o acuerdo se entiende acordado si de las cinco categorías al menos tres lo
aprueben; o si existen tres al menos dos lo aprueben y si sólo hay dos, ambas. Todo siempre que el total de
votos en cada una de ellas sea de la mayoría absoluta de votos o que en general el 75% del pasivo haya
aprobado la propuesta. Ver Dasso, op.cit., Tomo I, pág.418
166
todos los acreedores de una misma clase o categoría, en cuyo caso esto deben
optar por regirse por alguna de ellas, dentro de los 10 días siguientes a la Junta de
Acreedores llamada a debatir y pronunciarse sobre la propuesta de acuerdo”.
Esta norma es muy confusa, en especial porque deja para después de la junta
llamada a votar la propuesta la definición de si fe o no aceptada. Esos 10 días no
tienen mucho sentido, en especial si estamos hablando de muchos acreedores y de
que no habrá una nueva junta. La ley no regula tampoco como será eso de optar
por una y otra alternativa. ¿Cómo se sabrá? ¿Deberán los acreedores presentar
cada uno sus opciones individuales y el tribunal hacer el conteo al término de los
10 días? ¿Qué ocurre todos los acreedores aprueban alguno de los acuerdos, pero
ninguno de éstos obtiene singularmente las mayorías del art.79? Este plazo de 10
días podría encontrar ahora una justificación en la circunstancia de que la junta
que delibera y vota el propuesta puede suspenderse hasta por 10 días, pero nos
parece que no es el caso, porque el plazo del art.62 en comento es después de la
celebración junta y la suspensión se refiere a la única y misma junta que se
suspende. En fin, la fórmula es confusa y muy peligrosa precisamente por su
ambigüedad.
No se requiere mucha imaginación para descubrir que esta fórmula fue tomada de
la Ley N° 24.552 de la Argentina del año 1995 ley española del año 2003 o bien
del Bankruptcy Code de los Estados Unidos, pero en esos países esto es posible
dada la forma de aprobar un convenio o plan340. Claro como el art.80 permite que
las adhesiones a la propuesta se emitan antes de la junta, es posible llegar a ella
con el acuerdo arreglado, pero no existe la posibilidad de recaudar adhesiones con
fecha posterior a la misma, de modo que nuevamente el plazo post junta de 10
días simplemente no encuentra otra explicación que un desliz del legislador
340
El art.43 de la Ley 24.552 admite que el deudor pueda efectuar más de una propuesta respecto de cada
categoría. El art.99 N°1 de la Ley 22/2003 española admite las propuestas alternativas. En los Estados Unidos
el deudor puede presentar un plan, pero vencido su período de exclusividad, el plan puede ser presentado por
el trustee-si se designó uno-, los acreedores y “any other party in interest” (v.gr. los accionistas) y es
admisible que se voten varios planes en competencia. Ver Epstein, Bankruptcy and…, pág.424.
167
8.2. PRINCIPIOS FUNDAMENTALES EN MATERIA
DE PROPUESTAS
a) Libertad contractual
Bajo la Ley 4.558, el Nº 5 del art. 146 admitía cualquier objeto lícito relativo al
pago de las deudas. Con el texto de la Ley 18.175- que en esto no fue alterado por
la ley 20.073- era posible admitir un convenio de remisión total. Hoy del texto del
art.60 nos parece que se extrae que el convenio no puede comportar la
condonación total del pasivo, pues debe versar sobre la reestructuración del pasivo
y no sobre su extinción total donde nada se reestructura342.
341
Decimos natural, porque es el destino normal de una empresa en ejecución colectiva; pero es posible que,
sea por la continuidad efectiva o por la venta como unidad económica, no se produzca tal liquidación.
342
En el derecho comparado, prácticamente todas las legislaciones no admiten una remisión total. El Decreto
267 italiano requiere el pago de al menos un 40% de los créditos valistas; el art. 61 de la Ley de Concursos
argentina establece entre las condiciones de homologación del concordato “su congruencia con las finalidades
de los concursos de acreedores, y si resulta conforme con el interés general”. En España es también doctrina
168
b) Excepciones
común (ver Garrigues, op. cit., t. V, y Ramírez, en comentarios a Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 65).
El Código de Comercio chileno de 1865 sólo permitía la remisión parcial, la prórroga de los
vencimientos o el abandono total o parcial del activo. Bajo el régimen concordatario del Código de
Procedimiento Civil de 1902, se requería de unanimidad para acordar la remisión de la mitad o más de los
créditos y la concesión de esperas superiores a cuatro años (art. 670 C.P.C., derogado por la Ley 4.558, de
1929). Sin embargo, nos parece que siempre que se permita una remisión parcial se está admitiendo en los
hechos una remisión total, porque para salvar el inconveniente de que ésta fuera total el deudor podría
proponer la remisión del 99,9% de los créditos. En contra, Rondanelli, op. cit., pág. 81; Alarcón Hormazábal,
op. cit., pág. 22, y Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 21. Ver también Rondanelli, op. cit.,
págs. 108 y 109; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 22, y Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras,
pág. 218.
169
de liquidación concursal o acción ejecutiva colectiva. Sin embargo, hay que tener
presente que esta falta de objeto hace inexistente el acuerdo en tanto tal, pero no
el pacto correspondiente. Sin embargo, además, podría invocarse su existencia
jurídica por falta de voluntad, en el sentido de que para este pacto innominado ya
no se puede invocar las mayorías diseñadas para el convenio nominado, sino que
la unanimidad requerida por las reglas generales.
Es efectivo que la ley actual es menos clara que su precedente fijada en la Ley
20.073 en el sentido de que el convenio tenía por finalidad evitar la quiebra
(art.178 del Libro IV del Código de Comercio), pero del contexto general de la ley
se arriba a la misma conclusión, pues si la alternativa al fracaso del procedimiento
de reorganización concursal es el procedimiento concursal de liquidación, aunque
el texto apunte a que el acuerdo tiene por finalidad reestructurar los pasivos y
activos, resulta evidente que si esa reestructuración fracasa y si embargo el
deudor no se ve afectado en su solvencia no tiene sentido su liquidación concursal
que sería perjudicial para todos. En consecuencia, sólo adquiere sentido esa
conversión automática de un procedimiento en otro en el entendido que la
reestructuración apunta a poner fin al estado de cesación de pagos
Muy relacionado con el principio anterior, pero algo distinto, es que el convenio de
reestructuración no puede emplearse como fórmula para resolver otros asuntos
relacionados al pasivo del deudor distintos de la insolvencia. Así, no podría una
empresa solvente reestructurar la composición de su pasivo o su estructura de
corto, mediano y largo plazo. O emplearse para solicitar prórrogas o remisiones
por motivos distintos de la insolvencia. No existe en la ley una exigencia expresa al
respecto, pero no tenemos que olvidar que si el acuerdo es rechazado o
impugnado y acogida la impugnación, digamos, por efecto de entendimiento entre
los acreedores, se impone legalmente la resolución de liquidación del proponente
frustrado y sería absurdo que la ley estuviera contemplando dicha ejecución para
estos convenios fallidos, si no discurriera en el sentido de que ellos tienen por
finalidad resolver una situación que de no mediar acuerdo debería resolverse por
medio de la liquidación judicial de la empresa. La ausencia de insolvencia importa,
por tanto, una verdadera inexistencia de causa real.
170
(art.665de entonces), nos decía que “el convenio será uno mismo para todos los
acreedores, salvo que medie acuerdo unánime en contrario”. Hoy el art.60 nos
dice algo distinto cuando dispone que “la propuesta de acuerdo será igualitaria
para todos los acreedores de una misma clase o categoría, salvo que medie
acuerdo en contrario”
Desde que nuestro régimen acogió, aunque en forma coja- pues olvidó el resorte
muy esencial de la aprobación judicial con o sin cram down-, el esquema de los
convenios por categorías de acreedores importa de suyo la derogación del
principio de que el convenio es sólo uno y el mismo para todos los acreedores,
pues discurre precisamente en un tratamiento diferenciado a distintos grupos de
acreedores que se suponen homogéneos. Pero dentro de cada categoría la ley
sigue exigiendo un tratamiento igualitario.
Vimos que igualitario en el orden concursal significa que los acreedores sufran los
impactos del acuerdo en términos proporcionalmente equivalentes, no que todos
reciban lo mismo. No es igualitario un acuerdo que dice que todos los acreedores
se les remitirá la misma cifra de su crédito o que se les pagará el mismo monto. Es
igualitario aquel en que las pérdidas se sufren por igual en términos reales, porque
sólo en esta hipótesis el convenio es consistente con las normas sobre prelación de
créditos en que el principio ordenador no es la igualdad sino la prorrata o
proporcionalidad (art.2469 del Código Civil).
Sin embargo, del inciso primero del art.60 resulta que el deudor puede ordenar los
acreedores en dos tipos de categorías. En grupos de una misma clase: esto es,
varias categorías de acreedores quirografarios y; en grupos entre distintas clases,
esto es, valistas o preferentes de segunda o tercera clase. Vimos que el principio
de la igualdad presenta serios problemas a la hora de aplicarlo a la categoría de
acreedores prendarios e hipotecarios que la ley permite agruparlos en una sola
categoría y no en múltiples como sí parece posible, dado el texto de la ley, en el
caso de los acreedores comunes.
171
noción de la ley de “condiciones más favorables” es saber qué significa eso. Una
propuesta puede ofrecer una quita del 20% a unos a cambio de pagar en 1 año y
una de 5% a cambio de pagar en 10 años; puede ofrecer mejores garantías a unos
pero peor tasa de interés. Nos parece que el criterio para definir quién es más
favorecido es recurrir a la noción de valor de mercado, esto es, reducir los créditos
de esa categoría a su valor presente real y entonces comparar. Es un ejercicio no
del todo “científico” pero es de uso habitual y más o menos uniforme. Si este
acuerdo de reorganización discriminatorio pasa la calificación del juez y además
no es impugnado, estimamos que el juez estaría obligado a declarar su aprobación
(pues ya veremos que la aprobación sin impugnación opera por el solo ministerio
de la ley y el juez se limita a constarla en su resolución). Sin embargo, aceptada
que sea la teoría de la inexistencia del acto, la falta de quórum especial sería
precisamente lo que Rodríguez Grez denomina la ausencia de un elemento
estructural del acto (la voluntad requerida para su celebración) y, por lo mismo,
este convenio de reorganización podría ser desconocido de hecho por
inexistente.343
Nos parece que las violaciones al principio de la igualdad pueden resultar en que el
acuerdo sea impugnado por alguna de las causales del art.85 de la Ley. Por
ejemplo, si dentro de una misma categoría un acreedor supuestamente favorecido
en realidad es perjudicado, podrá impugnar el acuerdo por la causal del N°2 de
dicho artículo, esto es, error en el cómputo de las mayorías. Lo mismo, si dentro
de la categoría de los acreedores prendarios e hipotecarios de verdad un acreedor
es perjudicado precisamente por el trato igualitario dado los valores efectivos de
las garantías, también puede impugnar el acuerdo señalando que hubo un grupo
más favorecido y que el menos favorecido no dio su asentimiento por quórum
especial. Más difícil es la situación cuando dentro de los valistas un acreedor fue
mañosamente incluido en un grupo al que nada lo unía.
En los Estados Unidos esta clasificación del deudor ha sido fuente fértil en
litigios, no obstante que al menos la ley se preocupa de definir que en la
organización de los créditos que haga el deudor debe cuidarse de que los créditos
de cada grupo sean “sustancialmente similares” (substantially similar), salvo para
el caso de los créditos menores que pese a ser de distinta naturaleza vale la pena
agruparlos aparte si es “razonable y necesario para efectos de conveniencia
administrativa”. Con todo, los tribunales exigen que los créditos de un mismo
grupo al menos sean de la misma clase- same priority-344 En Alemania se sigue el
criterio de que los créditos de un mismo grupo deben ser, entre ellos, iguales en
orden a su situación jurídica o clase y entre estos para formar distintos grupos
debe existir “intereses económicos homogéneos” (art.222 de la Insolvenzordnung).
343
Ver Rodríguez Grez, op. cit., págs. 33 y ss.
344
Ver Epstein, Bankruptcy and…, págs.426-427
172
En Colombia, como vimos, las clases, que son sólo cinco, las define la ley345 En
Argentina la ley no fija límites máximos de categorización, son que un mínimo de
tres: quirografarios, quirografarios laborales-si los hay- y privilegiados; y tampoco
establece un criterio de agrupación. Pero exige que el juez apruebe la
categorización hecha por el deudor (arts.41 y 42 de Ley 24.552). En el derecho
español, como vimos, también se aceptan los convenios discriminatorios, pero para
su aprobación se requiere que además de las mayorías generales, más de un 50%
de los acreedores perjudicados (“el pasivo no afectado por el trato singular”, dice
la ley) por la discriminación aprueben el plan (art. 125.1 de la Ley 22/2003). En el
caso del derecho inglés, entre los voluntary arrangements que requieren
aprobación de la justicia están los arreglos con clases de acreedores, en que ni
siquiera se requiere entrar en pactos con los demás acreedores.346 Pero en el
procedimiento para lograr un convenio dentro del régimen de la Administration
Orden Proceeding o de la Administration Recievenship, la ley británica no acepta ni
la división entre acreedores ni el sistema del cram down.347
El texto de la nueva ley, como vimos supra, puso fin a ese veranito que fue la
vigencia de la Ley 20.073 que exigió no sólo que el convenio versare sobre objetó
lícito, sino que creó además una acción para impugnar aquel que fuere de objeto
ilícito. Volvemos al sistema tradicional, en que no sólo no se exige que el objeto
del acuerdo sea lícito, sino que además suprimió cualquier atisbo de acción para
impugnar una virtual ilicitud del objeto del acuerdo348.
345
.- Ver supra,pág…………
346
Ver Pennington, op. cit., pág. 381.
347
Ver Vanessa Finch, op.cit., pág.279
348
.- Sobre esto ver Pug Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, págs303 y 326 y ss
349
Sobre este particular, es conveniente consultar la obra ya clásica del desa-parecido profesor don Avelino
León Hurtado, El Objeto en los Actos Jurídicos, quien apunta a que “el objeto de los actos jurídicos –
comúnmente contratos– es crear obligaciones y correlativamente derechos” (pág. 2) y nos dice que el objeto
ilícito es “el que versa sobre cosas incomerciables o sobre hechos o contratos prohibidos por las leyes, o sobre
hechos contrarios a las buenas costumbres o al orden público” (pág. 44). Ver Avelino León Hurtado, op. cit.,
págs. 2 y 44, Editorial Jurídica de Chile, 1983. Ver también Víctor Vial del Río, Teoría General del Acto
Jurídico, págs. 163 y ss.
173
8.3. LEGITIMIDAD DE ALGUNAS CLÁUSULAS
A continuación veremos algunas cláusulas que presentan cierto interés y que, pese
a la opinión de algunos autores, no pueden todas ser admitidas como legítimas.
a) Cláusula novatoria
350
Éste es el caso reciente del convenio preventivo de la Sociedad Comercial e Industrial Textiles Ananías
Kuncar Ltda., en que una de sus cláusulas señalaba que “las obligaciones que hayan sido documentadas con
cheques firmados por representantes de la proponente y que hayan sido protestados con antelación a la junta
de acreedores, se entenderán novadas”. En base a esta cláusula se acogió por la Corte Suprema, en la
apelación del amparo denegado por la Corte de Santiago, un recurso de amparo contra auto de procesamiento
por giro doloso de cheque girado contra la cuenta de la sociedad con antelación al convenio y protestado con
posterioridad a él. El razonamiento de la Corte Suprema es lacónico, pero el voto disidente del Ministro
Paillas pareciera no haber atendido a la noción de novación, sino a una prórroga de los plazos prevista en el
convenio. Ni una ni otra es la solución. No se favorecen por la ampliación de plazos, porque los cheques por
definición son a la vista y no a plazo, sin efectos de comercio asimilados en muchos respectos al dinero. No se
favorecen por la novación, porque la regla general en materia de cheques es que los cheques de pago no
producen novación, salvo el caso de pago (art. 37 de la Ley de Cuentas Corrientes Bancarias y Cheques),
norma que no admite el pacto expreso de novación, como ocurre con la letra de cambio y el pagaré con
arreglo al art. 12 de la Ley 18.092. En consecuencia, dicha cláusula no podía tener otro alcance que la
prórroga, pero no la novación. Para que exista novación, insistimos que es necesario que exista diferencia
sustancial entre una y otra obligación (ver Fallos del Mes Nº 434, págs. 1140 y ss.).
351
Las obligaciones afectas al acuerdo son siempre, sin excepción, obligaciones dinerarias; no pueden ser de
otro tipo, y si primitivamente lo son, deben convertirse en tales, por ejemplo, mediante la obligación
indemnizatoria sustitutiva (ver Puga, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación,
págs….,
174
b) Cláusula compromisoria
La nueva ley, siguiendo la tradición creada por la Ley 20.073, permite estipular en
el acuerdo de reorganización una cláusula arbitral. Dice el art.68 que “en
cualquiera de las clases o categorías de un Acuerdo de Reorganización Judicial
podrá estipularse una cláusula arbitral, en cuyo caso las diferencias que se
produzcan entre el Deudor y uno o más de los acreedores o entre éstos, con
motivo de la aplicación, interpretación, cumplimiento, terminación o declaración de
incumplimiento del Acuerdo, se someterán a arbitraje. Para entender que esto de
que el arbitraje se puede pactar en el convenio de una categoría y sin embargo
afectar a todos se requiere de cierto esfuerzo hermenéutico porque se acerca a la
razón de la sinrazón, porque eso puede conducir a que terceros no parte de la
cláusula compromisoria se vean arrastrados a la nulidad o resolución del convenio
por una resolución de un árbitros que ellos no le reconocieron competencia. Pero,
por otro lado, no cabe duda de que si para una categoría se declara nulo o
resuelto por incumplimiento el acuerdo de reorganización, ello comporta la
ineficacia de todo el acuerdo y, por lo mismo, la apertura automática de la
ejecución colectiva en beneficio de todos los acreedores y en contra de todos los
bienes del deudor.
175
proceso de quiebra o liquidación concursal, como la facultad de aprobar la cuenta
del liquidador, la de convocar a junta de acreedores, la de representar a los
acreedores frente a terceros en asuntos que interesen al convenio y hasta la de
representar al deudor con amplias facultades de administración y disposición.
Todas esas cláusulas, en la medida que sean de poderes derivados de los
patrimonios privados envueltos en el acuerdo de reorganización y no de
facultades que la ley le atribuye a la junta –y que no tendrían fuera del proceso de
liquidación concursal–, nos parecen legítimas, porque el acuerdo no es sino la
suma de los poderes privados del deudor, en primer término y de los acreedores,
en segundo término.
También sigue siendo una cuestión en nuestro sistema qué ocurre si un acreedor
preferente vota para una propuesta a valistas que comprende la constitución o
renovación de las garantías para ese acreedor en razón es las cuales es preferente.
No hay disputa sobre que el acreedor hipotecario o prendario que vota una
propuesta para su categoría no pierde l preferencia, porque así lo dice el art.61
inciso primero; pero si ese mismo acreedor quiere votar en la propuesta a los
valistas, sí debe renunciar a su garantía, salvo que haga renuncia parcial por la
fracción no caucionada de su crédito. En esta segunda hipótesis el acreedor al
votar pierde su garantía, pero el convenio se la revive. Creeremos que los dos
problemas se resuelven apelando al art.64 de la Ley, que acepta discriminaciones
entre categorías siempre que los perjudicados por ella las aprueben por el más alto
de los quórum, a saber, el quórum especial.
176
acreedores a quienes no afecta, esto es, a acreedores privilegiados de primera o
cuarta clase, respecto de los cuales la ley no se abre a incorporarlos en la
propuesta como una categoría especial, como lo hacen muchas legislaciones.
353
En toda la metodología del acuerdo concursal llama la atención la falta de referencias a posibles nuevas
obligaciones de los acreedores (v. gr., la obligación de obtener financiamiento en el caso de continuidad de
giro). La explicación de este fenómeno obedece a una razón histórica; el convenio históricamente tenía sólo
dos objetos: una ampliación de plazo y/o una remisión parcial –sólo a partir de 1856 se amplió a un abandono
de bienes–. Tanto la quita como la espera tenían por función eliminar el estado de quiebra, esto es, la
insolvencia del deudor, habitualmente un comerciante persona natural. Dentro de este orden de ideas la
posibilidad de que los acreedores asumieran nuevas obligaciones era inconcebible. Si bien el art. 98 da
espacio a la resolución por incumplimiento de un acreedor, de todas formas niega la posibilidad de que dicha
resolución sea solicitada por el deudor. Ella sólo podría ser reclamada por otro de los acreedores. Sin
embargo, al deudor siempre le queda abierta la posibilidad de solicitar su liquidación voluntaria si el
incumplimiento de uno de los acreedores de sus obligaciones recíprocas asumidas en el convenio importa una
nueva cesación de pagos, sea actual o potencial.
177
de los acreedores o la colectiva por parte tanto del deudor (liquidación voluntaria)
como de sus acreedores (liquidación forzosa).
Se entiende la lógica y ethos de la cláusula, pero no nos gusta esta regla, porque
hace poco atractiva a una empresa en reorganización para atraer nuevos
inversionistas. Pero eso se puede salvar mediante una provisión especial en el
acuerdo que flexibilice este impedimento.
Si bien vimos que desde el punto de vista positivo no tienen mayor importancia
tanto el objeto específico de los acuerdos como el respeto de ciertos principios que
deben ser respetados en cualquiera de ellos, sí tiene importancia el objeto del
mismo desde el punto de vista de sus efectos. El pacto reorgnizacional remisorio
tiene efectos de interés; el acuerdo de abandono de bienes, siempre que sea
viable-lo que nos parece muy discutible en este nuevo régimen- también los tiene,
y para qué mencionar los efectos de un convenio dilatorio. Sin embargo, esto lo
trataremos en mayor profundidad al analizar el efecto de estos contratos.
354
Durante la vigencia de la reforma de la Ley 20.073 merced de la causal del Nº 6 del art. 196 del Libro IV
del Código de Comercio- que permitía impugnar por objeto ilícito- se era pensable impugnar un convenio
que contemple condiciones resolutorias ordinarias, en razón de no ser una cláusula lícita y, es más, de no ser
una cláusula que sea eficaz para impedir o alzar la quiebra, esto es, contraria a lo prevenido en el inciso
primero del art. 178 del Libro IV del Código de Comercio toda vez que dicho impedimento o alzamiento
queda sujeto a una condición que, recordemos, opera ipso facto por el solo hecho de producirse. Hoy como ya
no se exige objeto lícito no eficacia par impedir la liquidación concursal, esta línea de reflexión no es posible
178
9. DESISTIMIENTO DE LAS PROPUESTAS
El art.77 de la Ley 20.720 mantiene esta regla al prescribir que “una vez notificada
la propuesta de Acuerdo, ésta no podrá ser retirada”, pero añade que si puede
hacerlo si el retiro está apoyado por al menos el 75% del pasivo. Esto no significa
que la propuesta no pueda ser alterada en la junta llamada a pronunciarse sobre la
oferta; significa solamente que el proceso o termina con un convenio o termina
con una resolución de liquidación. La norma de permitir el retiro con un sustantivo
apoyo es muy útil, porque si bien no equivale al 75% del pasivo con derecho a
voto, si comporta que el deudor o salvo su situación de insolvencia o los
acreedores extrajudicialmente concedieron ventajas que hacían innecesario el
acuerdo judicial.
355
En el derecho argentino, hasta antes de la dictación de la Ley de Concursos 19.551/72, esto es, bajo la
vigencia de la Ley 11.719, se había resuelto que el desistimiento del deudor antes de la junta no importaba
quiebra, aunque éste no era un punto pacífico en la doctrina (ver García Martínez, op. cit., t. I, pág. 335). Con
la dictación de la Ley 19.551/72, este asunto pasó a estar regulado en los arts. 31 y 32. Bajo el régimen actual
se distingue entre desistimiento legal y voluntario. El legal es aquel que se produce por el solo ministerio de la
ley –el tribunal sólo lo declara– si el deudor no cumple oportunamente con las cargas económicas o
documentarias requeridas para dar curso a la solicitud de concurso preventivo (ver Cámara, op. cit., t. I,
págs. 569-570). El deudor se puede desistir voluntariamente sólo hasta la primera publicación de edictos o
avisos de notificación de la apertura del proceso de concurso preventivo. Si lo hace después, debe proseguirse
el trámite de la quiebra (ver Fassi, op. cit., pág. 64). La sanción aparejada al desistimiento en Argentina
consiste en que las solicitudes que se presenten dentro del año del desistimiento, “no deben ser admitidas si
existen pedidos de quiebra pendientes” (Cámara, op. cit., t. I, pág. 574).
En el derecho colombiano, hasta la dictación del Decreto Ley 350, de 1989, se eliminó la posibilidad de
desistimiento desde que se produce la admisión del trámite del concordato (art. 5), esto es, desde que el juez,
presentadas las proposiciones, le da curso al procedimiento para acordar el concordato (ver Parra García, op.
cit., págs. 78 y 93). En el derecho italiano, si se desecha la solicitud de proposiciones de convenio por el
tribunal, de oficio se declara inmediatamente la quiebra. Pero no hay un tratamiento expreso de la facultad de
desistirse y nos parece en todo caso dudoso, porque para la ley italiana el juez siempre tiene la facultad de
declarar oficiosamente la quiebra (arts. 6 y 8 del Decreto 267, de 1942). Sin embargo, Provinciali, congruente
con su tesis de que el concordato preventivo es un proceso contencioso, es de la opinión de que el deudor se
puede desistir de su “demanda” en cualquier estado del proceso antes de estar firme la sentencia de
homologación, que para este autor es sentencia definitiva (op. cit., vol. III, pág. 70). En el derecho boliviano,
de conformidad al art. 1508 del Código de Comercio, el deudor se puede desistir de su solicitud de
convocatoria hasta la publicación del primer aviso de notificación de la resolución del juez que admite a
tramitación las proposiciones. Después simplemente no es posible.
179
Pero lo que no debemos olvidar es que bajo el nuevo esquema la solicitud de inicio
del procedimiento para gestar un acuerdo de reorganización no contiene ya las
propuestas o el plan de reorganización. Este plan debe ser presentado por el
deudor al menos diez días antes de la fecha asignada a la junta que debe votar la
oferta (art.57 N°4 de la Ley), de forma que el deudor sí puede detener el proceso
cuya resolución de apertura- descrita en el art.57- haya sido ya notificada. Sin
embargo, la ley previene que si el deudor no presenta el plan dentro del plazo de
10 días de notificada la resolución de apertura, el tribunal debe dictar la
resolución de liquidación. ¿Cómo se conjugan ambas reglas? A nosotros nos parece
evidente que si el art.77 permite retirar la propuesta que es lo mismo que
desistirse de las presentación hasta antes de notificado el plan, puede también
desistirse en cualquier instancia anterior, esto es, aún ya notificada la resolución
de apertura del art.57; es sólo que si no se desiste dentro del plazo para presentar
el plan el tribunal debe dictar la sentencia de apertura para el proceso de
ejecución.
180
indicados en el art. 56 de la Ley; o si no existe aún la nominación de los veedores
titular y suplente.
Esta resolución del juez es susceptible de ser modificada por el mismo tribunal,
pues se trataría de una resolución negativa que con arreglo al art. 821 del Código
de Procedimiento Civil puede ser revocada o modificada por el juez a petición del
interesado.
En consecuencia, no habría cosa juzgada y lo que debería hacer el interesado-
deudor es simplemente reiterar la solicitud salvando los errores o vacíos que
fueron objetados respecto de la primera solicitud.
356
Es el caso de la legislación italiana, arts. 167 y ss. del Decreto Nº 267 de 1942; de la legislación argentina,
el art. 19 de la Ley 24.552 de 1995 suspende el curso de los intereses, pero sólo respecto de créditos no
garantizados por prenda e hipoteca; de la legislación boliviana, arts. 1511 (suspensión de intereses) y 1514
(suspensión de ejecuciones) del Código de Comercio boliviano. En España, el art. 1135 del Código de
Enjuiciamiento Civil proveía por la suspensión de intereses. En la actual Ley 22/2003 el asunto es un tanto
distinto, pues, como sabemos, el procedimiento concursal es uno solo, que puede derivar en un convenio o en
una liquidación y ambos se inician con la declaración de concurso que tiene el efecto de suspender el curso de
los intereses, salvo “los correspondientes a los créditos con garantía real, que serán exigibles hasta donde
alcance la respectiva garantía” (art. 59.1 Ley 22/2003) y tampoco hay suspensión para los créditos salariales.
Además, estos intereses, para todos los efectos legales, tienen la calidad de créditos subordinados, esto es, se
pagan después de los preferentes y de los créditos ordinarios.
357
Art.188 de la Ley 18.175. El primitivo art. 1457 del Código de Comercio disponía que “el juez podrá
ordenar, con previa audiencia del síndico, que entretanto se suspendan los trámites de la quiebra, si de ello no
se siguiere grave perjuicio a la masa fallida. Será causa bastante para ordenar dicha suspensión, la de estar
fundado el convenio en la conservación de las especies, que por su aprobación, deban devolverse al fallido; a
181
En suma, tratándose de proposiciones hechas para terminar el procedimiento
concursal de liquidación, no se produce ningún efecto suspensivo de la misma a
consecuencia de su presentación. Continúan los procedimientos de liquidación y
también, en su caso, la continuación de las actividades económicas del deudor;
siguen su curso los procedimientos o procesos “acumulados” al tribunal del
concurso; siguen su curso las verificaciones, impugnaciones, acciones revocatorias
y en general todos los procedimientos de cognición o declarativos que se siguen
“en” la ejecución colectiva o ante el tribunal del concurso por efecto de la
acumulación de juicios de que tratan los arts.142 a 148 de la Ley.
Es cierto que la ley se remite en todo lo no especialmente tratado en el texto
del acuerdo de terminación a las normas sobre convenio de reorganización
preventivo, lo que podría dar a entender que la presentación de una propuesta en
el juicio concursal sí tiene efectos suspensivos respecto de la realización de bienes,
pero no es así. La suspensión de medidas de apremio realización de bienes del
deudor en la propuesta preventiva viene dada como resultado de una resolución
judicial, a saber, la resolución de apertura del art.57. Esa resolución no existe en el
procedimiento para aprobar un acurdo de reorganización de terminación y, por
tanto, ninguno de los efectos de la misma aplican en esta hipótesis pensada para
finalizar el juicio concursal.
menos que dichas especies corran peligro inminente de perderse o deteriorarse, o de un menoscabo notable en
su valor, si la venta o realización de ellas hubiere de retardarse hasta la fecha señalada para la reunión de los
acreedores”. Estas normas fueron modificadas por el art. 667 del Código de Procedimiento Civil, que disponía
“tampoco se suspenderá por las proposiciones de convenio ninguno de los ramos de la cesión de bienes ni del
concurso necesario, a menos que lo pida o consienta en ello la mayoría legal de los acreedores. Con todo,
pendientes las proposiciones de convenio, no podrá el síndico proceder a la realización de otros bienes que los
expresados en el art. 504, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 680”. El art. 504 se refería precisamente a los
bienes de conservación dispendiosa o susceptibles de deterioro inminente.
358
ES principio no controvertido en nuestra jurisprudencia y doctrina que las resoluciones dictadas en
procedimientos no contenciosos no producen cosa juzgada en procesos contenciosos. Así lo sostienen
Casarino Viterbo, Manual de Derecho Procesal, Civil, t. VI, quien si bien admite la cosa juzgada derivada de
las resoluciones dictadas en procesos no contenciosos, nos recuerda que éstas no afectan a terceros en dicho
182
liquidación deben hacerse teniendo en cuenta esta diferencia esencial.
b.1.1.- Generalidades.-
proceso y tampoco gozan de dicha invariabilidad si se trata de resoluciones positivas aún no cumplidas, ver
págs. 293-294, edición 1976; y Hugo Pereira Anabalón, La Cosa Juzgada en el Proceso Civil, pág. 12,
Editorial Jurídica Conosur Ltda., 1997, y lo ha sostenido nuestra Excma. Corte Suprema, quien
invariablemente ha dicho que “No es admisible la aplicación del art. 198 (hoy 175) del Código de
Procedimiento Civil, que dispone que las sentencias definitivas o interlocutorias firmes producen la acción o
la excepción de cosa juzgada, a la resolución dictada en la gestión de jurisdicción voluntaria que concede la
autorización para hipotecar un inmueble. Además no procede aplicar en tal caso dicha disposición legal,
dado que por su significado esencial, por su ubicación en el Título XVII, destinado a las resoluciones
judiciales que se dicta en lo contencioso, y por la materia legislada por todos los artículos que forman esa
sección del Libro I del Código de Procedimiento Civil, no puede comprender las de jurisdicción voluntaria,
que están reglamentadas en el Libro IV, en que el legislador cuidó de no aludir, ni por vía de simple
referencia, a la fuerza de cosa juzgada y aún más, al reglar la revocación o modificación de las que se dictan
en lo no contencioso en el art. 993 (hoy 821) se refiere, en los dos casos que considera, a la petición del
interesado en las gestiones de jurisdicción voluntaria, de donde fluye que a dichas resoluciones no se les
puede atribuir la fuerza de cosa juzgada sobre toda clase de personas”, R.D.J., t. XXXII, 2ª parte, sec. 1ª,
pág. 427. Abunda en el mismo sentido un fallo reciente de la Corte de San Miguel, de 11 de agosto de 2000,
que señala: “la cosa juzgada, es decir, la autoridad y eficacia de una sentencia judicial, cuando no existen en
contra de ella medios de impugnación que permitan modificarla, se entiende referida al ejercicio de la
función jurisdiccional y, por tanto, no comprende las actuaciones voluntarias, donde no se decide sobre una
controversia entre partes, de forma tal que ellas siempre podrán ser impugnadas por terceros interesados en
la gestión en sede contenciosa”, C. San Miguel, 11 de agosto de 2000, causa Rol: 56-99 Apelación, y en el
mismo sentido nuestra Corte Suprema ha dicho que “el decreto que concede la posesión efectiva de una
herencia no puede hacerse valer como sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada”, C. Suprema, 24 de
diciembre de 1930, R., t. 28, sec.1ª, pág. 439.
183
Con la Ley 20.720 se consuma un movimiento que inicia con la Ley 4558 que
originalmente descartaba el convenio preventivo por los abusos que se habían
incurrido bajo el esquema del Código de Procedimiento Civil de 1902; que es
seguido por la reforma de 1931 que “injerta” el convenio preventivo en la Ley
4558, pero en que se le resta todo mérito suspensivo de acciones ejecutivas
individuales o colectivas ; con la Ley 18.593 que introduce en Chile el denominado
mecanismo del art.177 bis) en la Ley 18.175 que se abre a un período de
protección contra acciones ejecutivas individuales o colectivas mientras se tramitan
las proposiciones de 90 días, siempre que ellas vayan apoyadas por una mayoría
de acreedores en términos tales que hicieren presumir una aprobación de la
oferta. Con la nueva ley, el efecto de protección surte de la mera admisibilidad de
la solicitud de apertura de un procedimiento de reorganización concursal, sin
consulta alguna a los acreedores, admisibilidad que se radica n una resolución
denominada un tanto ampulosamente “resolución de reorganización” descrita en
el art.57 de la Ley. Con esto Chile se alinea con las legislaciones de Alemania,
Argentina, España y Colombia que tomaron del sistema de los Estados Unidos el
instituto del automatic stay, con la sola diferencia de que en éste último país el
efecto no deriva de una resolución judicial, sino del mero hecho de la solicitud
(filing) de apertura del concurso de reorganización regulado en el Chapter XI del
Bankruptcy Code.
184
el apoyo para esto fines de los acreedores hipotecarios o prendarios, no comporta
su renuncia a la preferencia (arts.57 N°1 y 58 de la Ley).
Existe además una prórroga automática del plazo de esta protección, cuando la
junta hace ejercicio de su facultad de suspender la reunión llamada a deliberar y
votar el plan en concordancia con el art.82 de la Ley. Esta suspensión no puede
durar más de diez días, pero por todo lo que se suspenda el deudor sigue bajo
protección financiera concursal.
Durante este período, “no podrá declararse ni iniciarse en contra del Deudor un
Procedimiento Concursal de Liquidación, ni podrán iniciarse en su contra juicios
ejecutivos, ejecuciones de cualquier clase o restituciones en juicios de
arrendamiento”. Salvo que sean juicios laborales sobre obligaciones que gocen de
preferencia de primera clase en que sólo se suspenden las medidas de apremio, a
menos que lo sean de trabajadores del deudor que sean su cónyuge o parientes,
o los gerentes, administradores, apoderados con poder general de administración
u otras personas que tengan injerencia en la administración de sus. Para estos
efectos, se entenderá por parientes del Deudor o de sus representantes legales los
ascendientes, descendientes, y los colaterales hasta el cuarto grado de
consanguinidad y afinidad, inclusive359. Naturalmente juicios de este tipo ya
iniciados se suspenden (art.57 N1 letra b)). Como las cotizaciones previsionales
son obligaciones laborales de primera clase, creemos naturalmente que esta regla
se extiende también a las ejecuciones por no pago de cotizaciones de seguridad
social y de salud.
359
Esto es curioso porque en el art.2 N°26 letra a) el parentesco alcanza hasta el sexto grado y aquí sólo al
cuarto grado.
185
unilateral, exigirse anticipadamente su cumplimiento o hacerse efectivas las
garantías contratadas, invocando como causal el inicio de un Procedimiento
Concursal de Reorganización”. Vale decir, no se pueden ejercer estas acciones
sólo amparado en que el deudor inició un procedimiento concursal de
reorganización, pero no por otras causas.
La sanción por la infracción a este precepto consiste en que el crédito del acreedor
que contraviniere esta prohibición queda pospuesto hasta que se pague a la
totalidad de los acreedores a quienes les afectare el Acuerdo de Reorganización
Judicial, incluidos los acreedores Personas Relacionadas del Deudor”.
La sanción no surge por el hecho de que exista una cláusula en tal sentido, que
además es ineficaz, sino del hecho de intentar ponerle término unilateralmente o
intentar ejecutar el acto. Pero sí es legítimo intentar dicha terminación por
incumplimiento de las obligaciones por parte del deudor, porque desde luego dicha
acción no está entre las prohibidas de la letra a) del N°1 del art.57 y además la
causal no es el haberse iniciado un procedimiento de reorganización sino que el
incumplimiento de las obligaciones por parte del concursado. La única acción de
terminación que no puede ejercitarse en este período por incumplimiento de las
obligaciones por parte del deudor es la de terminación del contrato de
arrendamiento que está expresamente incluido en la letra a) del N°1 del art.57 de
la Ley.
También tomamos de la ley colombiana360 la norma del art.57 N°1 letra d) que
previene que el deudor por el sólo hecho de iniciarse este procedimiento no puede
ser eliminado, durante la vigencia de la protección, de ningún registro público
como contratista o prestador de cualquier servicio, siempre, claro, que se
encuentre al día en sus obligaciones contractuales con el respectivo mandante.
Tampoco se le puede privar, durante este plazo, de participar en procesos de
licitación.
360
El Art.16 de la Ley N° 1116 previene que es nula toda estipulación que impida o obstaculice la
participación del deudor en licitaciones públicas en igualdad de condiciones, lo que no se limita a las
licitaciones públicas, sino también a “todos aquellos medios que la administración utiliza para seleccionar o
escoger una oferta”. Ver Rodríguez Espitía, op. cit, pág.172
186
de encontrarse al día en sus obligaciones con el respectivo mandante, deberá
indemnizar los perjuicios que dicha discriminación o eliminación le provoquen al
Deudor.
Durante este período el deudor no puede gravar o enajenar sus bienes, salvo
aquellos cuya enajenación o venta sea propia de su giro o que resulten
estrictamente necesarios para el normal desenvolvimiento de su actividad; y
respecto de los demás bienes o activos, se estará a lo previsto en el artículo 74.
Sólo le estará impedida la disposición o gravamen de los bienes del activo fijo,
aquellos que no dicen relación con el ejercicio normal de su actividad. Por ello es
que denominamos a esta restricción un desasimiento o desapoderamiento
atenuado.
187
estabilidad de un patrimonio en tanto se negocia un contrato cuya principal
garantía es precisamente este patrimonio.
A diferencia de lo que ocurría bajo el régimen del art.177 bis) derogado por la
Ley 20.720 que no permitía la venta de activos fijos361, esta contempla un sistema
de enajenaciones de bienes del activo fijo muy acotado, pues por regla general
sólo autoriza estas enajenaciones siempre que no excedan del 20% del activo fijo
contable, siempre que no se haga a personas relacionadas, pues si exceden tal
fracción o la operación es con personas relacionadas, requerirá la autorización de
los acreedores que representen más del 50% del pasivo (art.74 de la Ley). La ley
fija como límite para la enajenación de activos que no excedan al 20 % dl activo
contable, pero eso no significa que el bien se enajene a dicho valor. El bien se
venderá al valor comercial que fije el veedor de conformidad al art.76, pero no
puede enajenarse si ese valor venal excede al 20% del activo estimado conforme a
balance.362 Además los bienes que representan el 20% del activo contable,
pueden tener un valor muy superior desde el punto de vista estratégico- v.gr,
marcas, patentes, maquinaria antigua en perfecto estado, etc…- Grave asimismo
que la ley no haya impuesto un límite superior a dicho porcentaje, porque en
firmas grandes, un 20% del activo fijo puede ser mucho dinero y si a eso sumas
que pueden ser bienes mucho más valiosos que su registro contable, el detalle
deja de ser menor.
La ley no exige que el veedor vise esta operación, sino sólo que la valorice y
fiscalice como resulta de la lectura de los arts.25 N°4) en relación con el art.57
N°2 y el art.74 todos de la Ley. Claro el veedor puede trabar la operación
valorando el activo a niveles que excedan el 20% del haber contable haciendo uso
de la atribución que le otorga el art.76. Pero además al veedor siempre le es
361
Salvo que fueran bienes sujetos aproximo deterioro, a una conservación dispendiosa o una
desvalorización inminente. (art.177 bis, inciso 7°)
362
para efectos de determinar el valor de los activos a vender o enajenar, se estará a la valorización que
realice el Veedor. El veedor debe verificar que el producto de todos los actos o contratos que se otorguen o
suscriban con motivo de las operaciones durante la tramitación del convenio ingrese efectivamente a la caja
del deudor y se destine única y exclusivamente a financiar su giro.
188
posible impetrar medidas precautorias de los activos del deudor y también, con
autorización del tribunal adoptar medidas necesarias para mantener la integridad
de los activos del deudor cuando corresponda y, en caso de un uso abusivo de
esta facultad del deudor, corresponde (art.25 N°s.7 y 8).
Con todo, los reparos a la norma debieran ser más abstractos que concretos,
porque si un deudor está en un trámite para obtener un acuerdo de
reorganización, es poco probable que emplee abusivamente esta franquicia y poco
probable que los terceros adquirentes de estos bienes del activo fijo especulen
sobre este particular.
363
Esta regla está claramente inspirada en el art.17 de la Ley 1116 de Colombia.
364
.-En Inglaterra no existe un estatuto especial en la Insolvency Act de 1986. En general la jurisprudencia ha
defendido la legitimidad de la constitución de garantías (securities) –y por ese lado preferencias- sobre bienes
del deudor para otorgarle créditos durante el proceso de reestructuración. Pero la ley no le confiere privilegios
189
especiales a dichos créditos para un eventual fracaso del proceso de reorganización salvo que gocen de esa
preferencia merced de la garantía, que debe justificarse que fue útil. En Alemania, la jurisprudencia ha
tendido a validar las garantías constituidas con la intención de colaborar con el proceso de reorganización
siempre que se acredite que ellas fueron constituidas con la intención de favorecer al deudor y siempre que el
plan haya tenido razonables visos de factibilidad. Pero a diferencia de Inglaterra, sí le reconoce la
Insolvenzordnung a los créditos o líneas de créditos otorgados al deudor durante el proceso de
reestructuración un privilegio sobre los créditos pre apertura del proceso y los que se generen una vez vigente
el mismo, pero con la limitante de que ese privilegio sólo alcanza hasta tres años que dura el período de
supervisión del plan que vimos supra (pág……..). Ver Reinhard Bork, op.cit., págs..233-240. En los Estados
Unidos, donde en el común de los casos, todo o casi todo el patrimonio del deudor, está gravado o sujeto a
floating charges, una de las alternativas es el empleo de las denominadas cash colateral, que consiste en el
uso de garantías ya constituidas para su enajenación o gravamen, siempre que al acreedor se le de debida
protección de que su crédito no sufrirá mermas. Normalmente se les constituye otra garantía o se les paga una
cantidad y con ello el deudor tiene bines para hacer caja y operar el negocio pendiente la aprobación del plan.
Pro normalmente estas vías son insuficientes. Otra fuente de financiamiento es deshacerse de bienes del
activo fijo, esto es, bienes que no estén en el “ordinary course of business” y con ellos hacer caja. Pero lo
normal será recurrir al art.364 del Code, que confiere al acreedor que otorga créditos post-filing una super
preferencia, siempre que el crédito se otorgue para el desarrollo del giro normal del deudor (extention of
credit in the ordinary course of business). También es posible que el acreedor obtenga la misma preferencia si
el crédito no es para el giro ordinario, siempre que el tribunal lo apruebe (at.364b). Es más, si el crédito
claramente no aplica a ninguna de ambas situaciones, la corte puede conferirse judicialmente una special
priority. También es posible que la corte autorice a constituir garantías reales sobre créditos ya gravados pero
una senior priority al gravamen primitivo, para dichos créditos con arreglo al art.364 d) del Código, siempre
que el deudor o el trustee no obtenga ese crédito sin esa garantía y que el acreedor hipotecario o prendario
quede suficientemente protegido, en criterio de la Corte, aunque esta fórmula es poco habitual y sólo posible
cundo la garantía excede con mucho el valor del crédito pospuesto. Como estas fórmulas son con aprobación
judicial post audiencia contenciosa, si la resolución de la corte aprobando es luego revocada por el tribunal
superior, entonces el acreedor queda protegido en orden a que su crédito goza de privilegio sobre todo el
activo del deudor, si obró de buena fe. Finalmente, en los Estado Unidos existe una institución “doctrinara”
denominada cross-collateralization. Esta expresión tiene do alcances: es cuando una crédito post filing o
postpetition es garantizado sea con una garantía pre-filing o con una garantía constituida post filing o cuando
se exige para el otorgamiento de un nuevo crédito que se constituya post-filing una garantía sobre bienes del
deudor para garantizar un crédito pre-filing, caso este último que ha sido denegado y siempre de dudosa
validez (Ver Epstein, Bankruptcy and related…pág.422. En el derecho francés existe primeramente un
principio general: abierto que sea al perído de observación sean en el caso de redressement judiciaire o en el
caso de un proceso de sauvegarde, los créditos de proveedores o financieros y hasta de servicios se pagan a la
fecha de su vencimiento (“sont payeés á leur échéance”, dice el art. L 622-17 del Code). Hasta hoy en
Francia se denomina a estos acreedores acreedores del art.40 pues esta regla proviene de del régimen inicial
del Ley de Redressement Judiciaire de enero del año 1985, pero en la codificación que incorporó esa ley al
Code tomó la numeración art.632-32 y hoy, luego de la reforma del año 2005 la del art.622-17. La misma
norma añade además que “en el caso de un plan de sauvegarde, aquellos que no sean pagados a la fecha de su
vencimiento, dichos acreedores serán pagados con preferencia (par privilége) a todos los demás acreedores,
provistos o no de privilegio o de garantías (suretés), con excepción de los créditos laborales” establecidos en
el Código del Trabajo. Esta regla se aplica también en el evento de un redressement judiciaire para todo el
período denominado de observación, que es aquel que se extiende desde la resolución de apertura del proceso
hasta que se opta por un plan de continuación de la empresa, o un plan der cesión de la empresa como unidad
o, por último, una liquidación judicial de la misma. En la Ley de Liquidation Judiciaire de 1967 se reconocía
este privilegio sólo respecto de los acreedores valistas anteriores. Fue la Ley de enero de 1985 que instituyó el
Redressement Judiciaire la que extendió el privilegio aún sobre los acreedores privilegiados-salvo los
salarios- y de los acreedores con garantía real, lo que supuso un serio golpe al crédito hipotecario en Francia.
En 1994 se restableció limitadamente la prioridad de los créditos anteriores con garantía real. Con todo no hay
que confundir este privilegio con el denominado “privilege de la conciliation” que es la preferencia
reconocida no a los acreedores que adelantan crédito al deudor durante el procedimiento de gestación del
convenio, sin a los acreedores que suministran numerario, bienes o servicios al deudor después de
homologado el acuerdo o conciliación. El art.611-11 del Code previene que las personas que proporcionen en
190
créditos, en la generalidad del derecho comparado, no son afectos al convenio
pues son posteriores al inicio del procedimiento, pero de todas formas los
proveedores de bienes, servicios o dinero (fresh money) tienen justificadas
suspicacias de que si el proceso falla, esos créditos queden impagos. Y esta
suspicacia puede terminar por paralizar la empresa no por su insolvencia, sino por
la falta de suministro o por tener que buscar fuentes sustantivamente más caras
dado el riesgo asociado.365
Nosotros conocemos este régimen de protección pero sólo dentro del mecanismo
de la continuación de las actividades económicas del deudor, pero hasta ahora no
para los procesos de reorganización convencionales.
Esto ha venido a ser remediado por la Ley 20.720, aunque con algunos defectos
nada menores en cuánto a técnica legislativa
Dice el art.72 que “los proveedores de bienes y servicios que sean necesarios para
el funcionamiento de la Empresa Deudora, cuyas facturas tengan como fecha de
emisión no menos de ocho días anteriores a la fecha de la Resolución de
Reorganización y en la medida que en su conjunto no superen el 20% del pasivo
señalado en la certificación contable referida en el artículo 55, se pagarán
preferentemente en las fechas originalmente convenidas, siempre que el
respectivo proveedor mantenga el suministro a la Empresa Deudora, circunstancia
que deberá acreditar el Veedor.
La norma contiene una serie de aspectos que hay que representar. El primero es
que libera del convenio o acuerdo las facturas tengan como fecha de emisión no
razón del acuerdo homologado, un nuevo bien o servicio para asegurar la continuación de la actividad de la
empresa y su perennidad serán pagados, en el precio de su bien o servicio, con preferencia antes que todos
los acreedores nacidos antes de la apertura del de la conciliación” y lo mismo se aplica a quienes hagan un
“nouvel apport en trésorerie” (art.611-11), que se aplica incluso a los aportes de los socios o accionistas
hechos en cuenta corriente-pero no como aporte de capital-…La ley sólo reconoce esta preferencia especial a
los acreedores posteriores al la conciliación homologada y no a los que sean posteriores a la conciliación
simplemente constatada en el tribunal de comercio- sobre la diferencia entre uno y otro ver supra, pág…….-
Ver Le Corre, op.cit., págs.239-245 y págs.775-778.
365
.- Esa es un cara de la ecuación, la otra son los clientes que también tienden a emigrar de proveedores en
crisis por la pérdida de seguridad en el suministro y contra eso no es mucho lo que la ley puede hacer, salvo la
novedad de impedir la cancelación ´de la empresa de los registros públicos de contratistas.
366
La ley dice suscribirse, pero el acuerdo no existe como tal por la suscripción, sino porque se aprueba.
191
menos de ocho días anteriores a la fecha de la Resolución de Reorganización.
Estas se pagan según su vencimiento, en circunstancias que son créditos
anteriores a la apertura del procedimiento. Sin embargo, un error inexcusable del
texto es que deben se facturas de 8 días o más anteriores a la apertura, lo que
deja abierto que se trate de facturas con un mes, un semestre, un año o varios
años anteriores. Claramente aquí el legislador incurrió en un descuido y lo que
quiso decir es que se trate de facturas emitidas no al menos sino que con menos
de 8 días anteriores a la apertura.
En segundo lugar, este suministro tiene un tope: sólo tiene ese tratamiento hasta
en tanto se mantenga igual o menor al 20% del pasivo contable. No sabemos qué
objeto tiene esta limitación, porque se supone que son bienes o servicios a cambio
de crédito que en nada debiera arriesgar a los acreedores concordatarios. Se
supone una norma de prudencia a fin de aminorar el riesgo de los destinatarios de
la propuesta de acuerdo
El tercer factor es que para que estas facturas anteriores puedan ser pagadas en
régimen normal, es menester que este proveedor persevere en el suministro de
bienes y/o servicios. Para fiscalizar esto la ley dice que lo acreditará el veedor. La
voz acreditar está mal empleada. Suponemos que lo que quiso decirse es que el
veedor debe ser quien califique la necesidad de mantener el suministro y por qué
montos y además que efectivamente se produzca el mismo a la hora de tener que
pagar esas facturas.
Lo más grave de la norma es que sólo se aplica a los proveedores que lo eran
antes del concurso, lo que restringe mucho la órbita de proveedores disponibles.
La ratio de esta limitación absurda no se vislumbra.
192
movimiento de anulación de facturas y reemisiones será brutal una vez que el
deudor inicie el procedimiento.
Hubiere bastado, en buna técnica, reproducir las normas sobre los créditos de la
continuación de las actividades económicas del deudor- art.239 de la Ley- , con los
justes necesarios, para haber logrado lo mismo que esta norma sólo viene a
confundir
193
mismas anteriores a la resolución de reorganización al igual que en el caso del
art.72, pero la ley no lo dice.
194
b.3. Protección de los bienes esenciales para el plan de reorganización.
Previene el art.56 N°2 que el deudor debe acompañar a su solicitud de inicio del
procedimiento concursal de reorganización el listado de sus bienes y, entre ellos,
“deberá señalar, además, cuáles de esos bienes tienen calidad de esenciales para
el giro de la Empresa Deudora”, esto es, cuáles de sus bienes muebles e inmuebles
son vitales para el cumplimiento del plan de reorganización.
Con esta declaración del deudor quedan definidos los bienes que entran en un
régimen especial de protección durante el procedimiento de reorganización y
después, dentro del plan aprobado.
El efecto de esta declaración del deudor que estos bienes quedan sujeto a un
estatuto especial de protección cuando están gravados con prenda o hipoteca. La
ley obliga a los acreedores correlativos a solicitar al tribunal en el plazo fatal de 8
días de notificada la resolución de reorganización a solicitar la exclusión de su
garantía de esa calidad de bien esencial. Recordemos que conforme al art.57
N°10) en la notificación de esta resolución deben agregarse los antecedentes del
art.56 entre los que están el listado e bienes esenciales. Este plazo es fatal, por lo
que habría que interpretar que de no alegarse la exclusión oportunamente no
puede el acreedor hacerlo después
¿Qué significará que un bien sea esencial? La ley no se limita a requerir que sea
útil, sino que debe ser esencial. Esencial, a nuestro juicio es un bien que no puede
ser fácilmente reemplazable y que cumple una función principal en la producción o
prestación de los bienes o servicios que suministra la empresa. Si el bien es
fácilmente reemplazable o si no está en la cadena de producción o suministro, no
es esencial. El punto muchas veces recaerá en el costo o factibilidad de su
195
reemplazo. Puede que el inmueble donde funcione el deudor sea reemplazable,
pero puede no ser posible para ese deudor que alguien le arriende un inmueble
equivalente o bien que el costo de reemplazo puede ser muy gravoso y hasta
sideral (v.gr. trasladar la fábrica sobre él además de paralizar las faenas, puede ser
muy costoso o afectar gravemente la logística de la compañía). Lo importante es
recalcar que con la expresión “esencial” apunta a una condición excepcional,
especial y por tanto hay que proceder con un espíritu restrictivo a la hora de
calificar un determinad bien como tal. En fin, este será un asunto de hecho que
quedará entregado a la prudencia de nuestros jueces.
196
presentación de la solicitud de apertura del concurso respectivo.367 Desde
entonces, en muchos países se fija el importe del crédito y cesa el curso de los
intereses, al menos para los efectos del cómputo del pasivo con derecho a voto.368
Los acreedores de fecha posterior no tienen derecho a voto ni les afecta el efecto
relativo de dicho convenio.
Ahora, si bien la ley no lo dice expresamente, creemos que para determinar los
montos –y por tanto, los porcentajes relativos– de dichos créditos, esto es, capital
e intereses, en orden a su significación relativa en el pasivo con derecho a voto,
hay que estarse a lo prescrito en el art. 137 de la Ley, al menos como una norma
concursal de interpretación en razón de estar fundada en la equidad natural y en el
espíritu general de nuestro ordenamiento concursal.371
La ley no señala si para los cómputos de las mayorías de pasivo hay que tener
en cuenta sólo el capital o también los intereses devengados. En nuestra opinión,
deben considerarse el capital y los intereses devengados hasta el día de la
presentación de la solicitud de inicio de procedimiento de reorganización, porque
para los efectos del acurdo de reorganización de término, la nómina se hace en
367
Es el caso de Bolivia, art. 1516 del Código de Comercio de 1978; Argentina, art. ……… de la Ley de
Concursos 24.552/95. En Italia ello se desprende tácitamente del art. 168 del Decreto 267, de 1942.
368
Art. 169 en relación con el art. 56 del Decreto 267, de 1942, Italia; art. … de la Ley 24.552/95, Argentina;
art. 1511 del Código de Comercio boliviano de 1978.
369
Nuestra doctrina ha sido mezquina en analizar este punto de suyo muy importante. Varela Varela, siempre
con sus afirmaciones de genial intuición y raro sentido común, pero muchas veces sin mucho respaldo
dogmático, señalaba, discurriendo sobre el régimen anterior al actual, que “los acreedores cuya causa es
posterior a la quiebra (acreedores de la masa; acreedores por actos o hechos posteriores al convenio) no serán
obligados por el convenio porque no forman parte de la masa o sindicato de acreedores que lo celebró” (ver
Varela Varela, “Sobre la Aplicabilidad del Convenio a los Acreedores Hipotecarios y Privilegiados”, R.D.J.,
t. 37, sec. Derecho, pág. 205, nota Nº 13).
370
Ver págs. ….. y ss. de este trabajo.
371
La ley no señala si para los cómputos de las mayorías de pasivo hay que tener en cuenta sólo el capital o
también los intereses devengados. En nuestra opinión, deben considerarse el capital y los intereses
devengados hasta el día de la presentación de la solicitud de inicio de procedimiento de reorganización ,
porque para los efectos del acurdo de reorganización de término, la nómina se hace en razón de las
verificaciones de créditos y de conformidad al art. 170 de la Ley la verificación debe indicar la suma en
capital y los intereses devengados con arreglo a los incs. 2º, 3º y 4º del art. 137, norma que previene que para
determinar el monto de los créditos hay que reajustar el capital hasta el día de la resolución de liquidación y
sumar los intereses devengados hasta ese mismo día.
197
razón de las verificaciones de créditos y de conformidad al art. 170 de la Ley la
verificación debe indicar la suma en capital y los intereses devengados con arreglo
a los incs. 2º, 3º y 4º del art. 137, norma que previene que para determinar el
monto de los créditos hay que reajustar el capital hasta el día de la resolución de
liquidación y sumar los intereses devengados hasta ese mismo día.
Lo complicado de esta regla es que no se entiende bien qué destino tendrán esas
acciones. Si fuere admisible un acuerdo abandono de bienes tendría algún sentido,
pero si hablamos de una auténtica reorganización el asunto es más difícil en primer
término porque ella no ha de depender del resultado del ejercicio de dichas
acciones, ni menos una condición sea suspensiva o resolutoria de la misma. En
consecuencia si se revoca una transferencia o pago, eso sólo irá en beneficio del
deudor y muy indirectamente en beneficio de los acreedores del convenio en el
sentido de que el patrimonio de su obligado será más solvente.
Además el tercero vencido que pasa a ser acreedor del deudor como resultado del
éxito de la acción, es castigado en términos que su crédito queda subordinado al
pago íntegro de de los restantes créditos concordatarios, si no hace uso de la
franquicia de trabar la acción enterando el diferencia de precio del acto que haga
desaparecer el perjuicio, en los términos que previene el art.292 de la Ley.
198
absorción de competencia propio de la ejecución colectiva, porque para ello haría
falta norma expresa –aunque sería muy provechoso que así fuera–, ni tampoco
produce alzamientos ipso iure de embargos o medidas precautorias impetradas
sobre bienes que hayan de quedar afectos al acuerdo.
372
Aunque no nos parece del todo claro que bastaría esta presentación del deudor para poder ejecutar de
inmediato obligaciones aparejadas de título ejecutivo, pero que conforme al mismo no haya vencido el plazo,
porque previamente habría que declarar por sentencia judicial la caducidad de dicho plazo convencional
pendiente.
199
funciones del veedor, la de “propiciar los acuerdos entre el deudor y sus
acreedores, facilitando la proposición y negociación del acuerdo” y que para eso él
puede citar a reuniones informales y en cualquier momento luego de la notificación
de la resolución de reorganización y hasta la fecha en que debe rendir el informe
del N°8 del art.57. Naturalmente, el plan debe estar listo dentro de 10 días desde
publicada esa resolución, pero en esos 10 días la posiciones pueden acercarse
mucho pues lo natural será que el deudor aún antes de iniciar el procedimiento
circule sus primeras aproximaciones al mismo.
La nueva ley fija como funciones y atribuciones del veedor las siguientes373:
373
La normativa sobre los veedores está contenida en los arts.13 y siguientes de la Ley 20.720 que
reproducimos a continuación, porque no trataremos en el cuerpo de esta obra:
a) Nómina de Veedores: Pueden formar parte de la Nómina de Veedores toda persona natural que cumpla
con los siguientes requisitos:
1) Contar con un título profesional de contador auditor o de una profesión de a lo menos diez semestres de
duración, otorgado por universidades del Estado o reconocidas por éste, o por la Corte Suprema, en su caso;
2) Contar con, a lo menos, cinco años de ejercicio de la profesión que haga valer;
3) Aprobar el examen para Veedores a que se refiere el artículo siguiente;
4) No estar afecto a alguna de las prohibiciones establecidas en el artículo 17, y
5) Otorgar, en tiempo y forma, la garantía señalada en el artículo 16.
b) Examen de conocimientos: . La Superintendencia convocará a un examen de conocimientos los postulantes
a integrar la Nómina de Veedores; a los veedores que no hubieren asumido en procedimientos concursales en
un período de tres años contado desde su último examen rendido y aprobado y a los que hubieren reprobado el
examen en conformidad con la ley. El Veedor que hubiere reprobado el examen podrá rendirlo nuevamente en
el período de exámenes siguiente de y el hubiere reprobado el examen de repetición quedará suspendido de
pleno derecho para asumir nuevos Procedimientos Concursales de Reorganización, por un período de doce
200
meses y hasta que apruebe un nuevo examen, debiendo rendirlo una vez terminado el período de suspensión,
y su reprueba nuevamente será excluido de la Nómina de Veedores.
El examen de conocimientos señalado en este artículo se convocará dos veces en cada año calendario y será
regulado por la Superintendencia a través de normas de carácter general.
c) Responsabilidad del Veedor. La responsabilidad civil del Veedor alcanzará hasta la culpa levísima y
podrá perseguirse cuando corresponda, en cuyo caso se aplicarán las reglas del juicio sumario, una vez
presentada la Cuenta Final de Administración, y si no la rindiere dentro de plazo su responsabilidad civil
también podrá perseguirse desde el vencimiento de dicho plazo.
201
Sin perjuicio de lo anterior, en el evento que se produzcan algunas de las circunstancias previstas en los
numerales 1), 2), 3), 4) y 8) anteriores, la Superintendencia deberá previamente representarla al Veedor para
que éste presente sus descargos, dentro de los cinco días siguientes. Vencido el plazo señalado sin que se
presente descargo alguno, la Superintendencia dictará la correspondiente resolución de exclusión. Si el
Veedor presenta sus descargos, la Superintendencia podrá acogerlos o rechazarlos dictando la correspondiente
resolución.
Las personas excluidas de la Nómina de Veedores por las causales de los números 1), 2) y 6) podrán solicitar,
una vez transcurridos cinco años contados desde la fecha en que quedó firme el acto administrativo de
exclusión, su reincorporación en la referida nómina, estándose a lo dispuesto en el presente Título.
Las personas excluidas de la Nómina de Veedores por cualquier otra causal no podrán volver a solicitar su
inscripción en ella.
Lo anterior será sin perjuicio de la responsabilidad civil y penal que pudiere corresponderles en conformidad
a la ley.
El Veedor podrá reclamar de su exclusión de la respectiva nómina en los términos y plazos del art.19 de la
Ley
h) Nominación del Veedor. Una vez que la Superintendencia reciba los antecedentes señalados en el artículo
55, notificará a los tres mayores acreedores del Deudor según la información entregada, dentro del día
siguiente y por el medio más expedito. Esta notificación será certificada por el ministro de fe de la
Superintendencia para todos los efectos legales.
Dentro del segundo día siguiente a la referida notificación, cada acreedor propondrá por escrito o por correo
electrónico a un Veedor titular y a un Veedor suplente vigente en la Nómina de Veedores. Para estos efectos,
cada acreedor será individualmente considerado sin distinción del monto de su crédito.
Dentro del día siguiente al señalado en el inciso anterior, la Superintendencia nominará como Veedor titular al
que hubiere obtenido la primera mayoría de entre los propuestos para el cargo de titular por los acreedores, y
como Veedor suplente a aquel que hubiere obtenido la primera mayoría de entre los propuestos para ese
cargo. Si sólo respondiere un acreedor, se estará a su propuesta. Si respondieren todos o dos de ellos y la
propuesta recayere en personas diversas, se estará a aquella del acreedor cuyo crédito sea superior.
En caso que no se reciban propuestas, la nominación tendrá lugar mediante sorteo ante la Superintendencia,
en el que participarán aquellos Veedores que integren la terna propuesta por el Deudor en la solicitud señalada
en el artículo 54 o, en su defecto, todos aquellos Veedores vigentes en la Nómina de Veedores a esa fecha.
Los sorteos que efectúe la Superintendencia se regularán por medio de una norma de carácter general.
Excepcionalmente, si de los antecedentes señalados en el artículo 55, se acredita que un solo acreedor
representa más del 50% del pasivo del deudor, la Superintendencia nominará al Veedor Titular y al Veedor
Suplente propuesto por ese acreedor. En caso que dicho acreedor no propusiere al Veedor Titular y al Veedor
Suplente, se estará a las reglas generales establecidas en los incisos anteriores.
El Veedor titular y el Veedor suplente nominados serán inmediatamente notificados por la Superintendencia
por el medio más expedito.
El Veedor titular nominado deberá manifestar ante la Superintendencia si acepta el cargo a más tardar al día
siguiente a su notificación y deberá jurar o prometer desempeñarlo fielmente. Al aceptar el cargo, deberá
declarar sus relaciones con el Deudor o con los acreedores de éste, si las tuviere, y que no tiene impedimento
o inhabilidad alguna para desempeñar el cargo.
Aceptado el cargo, la Superintendencia emitirá el Certificado de Nominación del Veedor, el cual será remitido
directamente al tribunal competente, dentro del día siguiente a su emisión, para que éste designe a un Veedor
nominado en la Resolución de Reorganización.
202
El Veedor podrá excusarse de aceptar una nominación ante la Superintendencia, debiendo expresar
fundadamente y por escrito su justificación al día siguiente de su notificación. La Superintendencia resolverá
dentro de los dos días siguientes con los antecedentes aportados por el Veedor y sin ulterior recurso. Si la
excusa es desestimada, el Veedor deberá asumir como tal en el Procedimiento Concursal, entendiéndose
legalmente aceptado el cargo desde que se resuelva la excusa y se emita el correspondiente Certificado de
Nominación. Si la excusa es aceptada, la Superintendencia nominará al Veedor suplente como titular,
nominándose a un nuevo Veedor suplente mediante sorteo.
j) Deberes y atribuciones del Veedor. La función principal del Veedor es propiciar los acuerdos entre el
Deudor y sus acreedores, facilitando la proposición y negociación del Acuerdo. Para estos efectos, el Veedor
podrá citar al Deudor y a sus acreedores en cualquier momento desde la publicación de la Resolución de
Reorganización hasta la fecha en que debe acompañar al tribunal competente el informe que regula el numeral
8) del artículo 57, con el propósito de facilitar los acuerdos entre las partes y propiciar la celebración de un
Acuerdo de Reorganización Judicial en los términos regulados en la presente ley.
203
Diríamos que son cuatro las funciones fundamentales del veedor:
Para esto está facultado para: a.1) Imponerse de los libros, documentos y
operaciones del Deudor (N°1 del art.25);
a.2) Realizar las labores de fiscalización y valorización que se le imponen en los
artículos 72 y siguientes, referidas a la continuidad del suministro, a la venta
necesaria de activos y a la obtención de nuevos recursos (N°4 art.25).
a.3.) Impetrar las medidas precautorias y de conservación de los activos del
Deudor que sean necesarias para resguardar los intereses de los acreedores, sin
perjuicio de los acuerdos que éstos puedan adoptar (N°7 del 25).
a.4.) Dar cuenta al tribunal competente y a la Superintendencia de cualquier acto o
conducta del Deudor que signifique una administración negligente o dolosa de sus
negocios y, con la autorización de dicho tribunal, adoptar las medidas necesarias
para mantener la integridad de los activos, cuando corresponda (N°8 art.25)
a.5.- ) Rendir mensualmente cuenta de su actuación y de los negocios del Deudor
a la Superintendencia, y presentar las observaciones que le merezca la
administración de aquél. Esta cuenta será enviada, además, por correo electrónico
a cada uno de los acreedores (art.25 N°9)
204
Esta norma está tomada del antiguo art.174 de la ley derogada introducido por la
Ley 20.073 que tenía una triple finalidad: informar sobre la viabilidad del convenio;
informar sobre sus ventajas en contraste con la quiebra o ejecución colectiva y,
finalmente, informar sobre el costo del derecho de exclusión de los disidentes que
regulaba esa misma ley y que la actual no contempla como mecanismo auxiliar
para hacerse de las mayorías legales. Esto último era lo que justificaba la
necesidad de incluir en el informe el monto probable de recuperación a que hace
alusión el punto b.2 precedente que hoy no tiene finalidad alguna.
205
Bajo la Ley 18.175 y aún después de la reforma de la Ley 20.073 el entonces
síndico interventor, hoy veedor, no tenía funciones de corretaje de convenios o
acuerdos de reorganización. Hoy le ley señala como principal función del mismo “el
propiciar los acuerdos entre el Deudor y sus acreedores, facilitando la proposición
y negociación del Acuerdo” dice y para esos “efectos, el Veedor podrá citar al
Deudor y a sus acreedores en cualquier momento desde la publicación de la
Resolución de Reorganización hasta la fecha en que debe acompañar su informe al
tribunal con el propósito de facilitar los acuerdos entre las partes “
Es más, el veedor está facultado para ir recabando las adhesiones al acuerdo entre
que se publica el plan y tres días antes de la junta, con arreglo a lo dispuesto en el
art.80 de la Ley. En esto el veedor no obra como ministro de fe, sino como n
agente del deudor para convencer caso a caso a los acreedores y obtener de ellos
sus adhesiones.
Luego habrá que esperar a la junta para saber del destino del plan ofrecido por el
deudor.
206
B. DE LA VOTACIÓN DEL PLAN DE REORGANIZACION
Puede tal vez admitirse que, dado que ella obra dentro de un proceso, aunque no
contencioso, es también una actuación judicial. Ello sería posible si consideramos
que la regulación de las actuaciones judiciales en el Código de Procedimiento Civil
se ubican dentro de las Disposiciones Comunes a todo Procedimiento (Libro I,
Título VII), por lo que su aplicación se hace extensiva asimismo para los procesos
374
Esto explica un fenómeno que desarrollaremos más adelante, a saber, la denominada irrevocabilidad del
voto emitido en la asamblea. El voto debe emitirse sólo en la asamblea, de modo que una vez terminada ésta y
en vista de que no habrá otra asamblea o junta, el voto no se puede retirar o alterar, porque la forma para
manifestar voluntad respecto de este acto es sólo una: la junta de acreedores.
207
no contenciosos. Pero existen motivos para pensar que en muchos sentidos la
junta de acreedores no es tal. En primer lugar, no caben a su respecto las
nulidades procesales de derecho común, porque la ley no autoriza anular una junta
de acreedores sino por medio de la acción de impugnación del art. 85. En segundo
lugar, porque no existe un “competente funcionario” que deba autorizar el acto de
la junta, no al menos en la normativa positiva actual, y nos parece que es extender
demasiado la noción de “actuación judicial”, pese a sus indefinidos contornos, a
actos en los que legalmente se prescinde de la intervención de autoridades
judiciales, en circunstancias de que el art. 61 inciso final del Código de
Procedimiento Civil establece como elemento esencial para la validez de una
actuación judicial dicha “autorización del funcionario”.375
Pero la nueva ley ha abierto un mecanismo para que los acreedores emitan su
voto fuera de la junta. El art.80 previene que el veedor “podrá recabar la votación
de cualquier acreedor, mediante la suscripción de uno o más documentos ante un
ministro de fe o mediante firma electrónica avanzada, en que conste la aceptación
de los acreedores”, votos que se reputan haber sido emitidos en la misma junta.
Este documento puede suscribirse desde la publicación en el Boletín Concursal del
plan y hasta tres días antes de la fecha asignada a la junta.
2. LUGAR DE CELEBRACIÓN
375
Casarino Viterbo las define como “toda resolución, notificación, diligencia o acto de cualquiera especie,
que se consigne en un procedimiento judicial, autorizado por el funcionario a quien la ley confiere esta
facultad, incluso los escritos después de presentados y agregados a los autos” (op. cit., t. III, pág. 135).
376
A favor de la tesis sostenida por algunos –que nos gustaría, pero de la que no encontramos sostén
dogmático– de que las juntas fueran presididas por el juez y autentificadas por el secretario del tribunal, se
podría encontrar algún argumento en el sentido de que la junta es por naturaleza una actuación judicial, amén
de una formalidad del acto, independientemente de la presencia o ausencia del juez, y, desde esa perspectiva,
abrir espacio para que al menos se entienda que es requisito la asistencia del secretario del tribunal para la
autorización del acta de la junta con arreglo al art. 61 del Código de Procedimiento Civil.
208
En los acuerdos de término conforme al régimen actual, en la misma
resolución que recae sobre la presentación del plan, el tribunal debe definir lugar
de la celebración, que bien puede no ser ante los estrados del mismo (art.257 inc.
2°).
3. FECHA DE CELEBRACIÓN
La mayoría de los autores, aún bajo la vigencia de la Ley 18.175 son de la opinión
de que estas asambleas, tanto para el convenio (acuerdo) preventivo como para
el simplemente judicial –hoy acuerdo de reorganización de término-, deben ser
presididas por el juez y llevarse a efecto con el secretario del tribunal como
ministro de fe.377 Así lo dejaba claramente establecido el régimen de convenios de
la Ley 4.558.378 A nosotros nos parece la conclusión lógica. Pero el texto actual de
la ley no es igualmente claro.
En lo que respecta al acuerdo de reorganización de término celebrado durante
el proceso de liquidación concursal, hay que tener en cuenta que por regla general
las reuniones no son presididas por el juez, sino por el presidente designado de
377
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 216; Rondanelli, op. cit., pág. 117; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 27.
378
Art. 143 en relación con el art. 79 (convenio simplemente judicial) y art. 144 Nº 4 en relación con el art. 79
(convenio preventivo), todos de la Ley 4.558.
209
entre los acreedores con arreglo al art. 196 N° 4 de la Ley. Ya no existe una
norma general como la del derogado art. 79 de la Ley 4.558, que señalaba que las
juntas siempre eran presididas por el juez.
En lo que atañe a los acuerdos de reorganización preventivos, tampoco hay
norma que establezca que sea el juez quien presida la junta, pero a la vez no
tenemos un “presidente” regular como en las reuniones de la junta durante el
juicio concursal, ni tiene aplicación en la especie el art. 129 y 193 de la Ley
relativos a la junta constitutiva que se lleva a efecto en el juicio concursal.
Estaríamos entonces ante una asamblea acéfala.
En suma, el absurdo y, tenemos que suponer, no deseado régimen de la ley en
rigor, sólo puede arreglarse mediante expedientes que den certidumbre sobre lo
deliberado y acordado en la junta, para lo que no basta la simple acta (no sujeta a
formalidad alguna) a que se refiere el art.90.
Lo mismo, si el acuerdo es preventivo, la alternativa es que se celebre ante el
juez y con la presencia del secretario (como normalmente ocurre). Pero ello es un
convencionalismo que a la luz de nuestro derecho positivo –absurdo, ¡qué duda!–
carece de fundamento positivo: el juez no tiene facultad legal para presidir, como
tampoco el secretario del tribunal para oficiar de ministro de fe. Para mayor
seguridad, lo recomendable es invitar a un notario que autentifique el acta referida
en el art. 90 de la Ley.379
5. COMPARECENCIA Y PODERES
El art.187 de la Ley vino a modificar un tanto las cosas, porque hace una distinción
entre el mandato para asistir a juntas que se celebren en el tribunal y el mandato
para asistir a juntas que se celebren fuera del tribunal, como será lo corriente en
las juntas convocadas en un juicio concursal de liquidación.
Si el poder es para una junta a celebrarse fuera del tribunal, entonces se generan
muchas diferencias con el mandato judicial.
El poder para comparecer a la junta y votar el plan tiene cinco derogaciones o
379
Una enmienda legislativa resulta urgente que disponga de una vez que es el juez quien deba presidir y el
secretario quien deba dar fe pública de lo ocurrido y acordado en la reunión.
210
diferencias a las reglas generales en materia de mandatos judiciales.
a) Si bien es solemne, no se rige por las normas del art. 6º del Código de
Procedimiento Civil, sino por la especial del art. 187 de la Ley esto es, debe
constar en escritura pública o en instrumento privado, caso este último en que la
firma del poderdante deberá ser autorizada por el secretario del tribunal o por otro
ministro de fe;
b) En segundo lugar, no permite límites al mandatario, a tal extremo que la ley
exige que dicho mandatario debe estar provisto de “idénticas facultades que las de
su mandante, no obstante cualquier limitación que hubiere podido establecerse”.
Vale decir, las limitaciones no anulan el mandato, pero no tienen tampoco eficacia
alguna;380
c) Es un mandato que no admite mandatarios múltiples simultáneos, sea que
se faculte a dos o más personas para actuar en forma conjunta o separada. El
mandato debe darse específicamente a una persona o a una persona en subsidio
de la otra. Esta restricción nace de la misma circunstancia de que los mandatarios
no tienen limitaciones en su voto, de manera que no podría aceptarse el caso de
que comparecieran dos que no se pusieran de acuerdo cómo votar o que teniendo
facultades para obrar en forma separada voten con distinto signo;
d) Este mandato tiene la especialidad de que sin embargo dar plena libertad de
acción al apoderado, puede ser otorgado a uno mismo por varios acreedores, lo
que se contradice en cierta medida con las reglas del mandato, en el sentido de
que se trata de un mandatario que representa a personas con intereses
naturalmente opuestos (los acreedores tienen teóricamente intereses opuestos) y
en teoría sería válido que este procurador votara por alguno de sus representantes
en contra y por otros a favor;
¿Tiene aplicación el art. 187 de la Ley para las juntas llamadas a votar
acuerdos de reorganización judicial preventivos? En nuestro concepto, la afirmativa
se imponía antes de la nueva Ley 20.720. Pero ahora da la impresión de que el
poder para asistir y votar en las juntas de acreedores llamadas a deliberar votar
acuerdos de reorganización preventivos son distintos, porque el art.57 N°6 exige
que el poder para actuar en este proceso indique expresamente las facultades de
los apoderados para “conocer, modificar y adoptar el acurdo de Reorganización
Judicial” lo que se opone a la naturaleza de poder total e irrestricto que tiene el
del art.187. Además, la ley fija u plazo fatal de 15 días para hacer presente estos
poderes al tribunal. Así, uno sería el poder para votar acuerdos en el juicio
concursal, regido por el art.187 y donde las facultades son omnímodas y otro el
poder para vitar acuerdos de reorganización preventivos donde las facultades
deben expresarse precisa y detalladamente y además presentarse en el plazo fatal
380
Así, un mandato que otorga facultades al mandatario para sólo votar favorablemente el convenio,
igualmente lo facultaría para votar en contra de las proposiciones, porque dicha limitación no tendría eficacia
alguna y el voto sería válido y oponible al mandante.
211
de 15 días de notificada la resolución de reorganización. Nadie entiende,
naturalmente, cuál es la ratio de esta diferencia, si la hay.
En el caso del plan preventivo, dice el art.78 que “sólo tienen derecho a concurrir
y votar los acreedores cuyos créditos se encuentren en la nómina de créditos
reconocidos …y aquellos que figuren en la ampliación de esta nómina”. En suma,
esta junta no es un acto procesal público, sino que abierto al deudor y a los
acreedores con derecho a voto. La presencia del veedor tampoco es de la esencia
de la junta.
381
Rondanelli cree ver la necesidad de comparecer en persona en la circunstancia de que la facultad de
comparecer mediante procurador que contemplaba el art. 1468 del Código de Comercio no se expresó ni en el
Código de Procedimiento Civil ni en la Ley 4.558 y que dicha eliminación parece indicar “que el espíritu de
este Código y esta ley, fue precisamente alejar toda probabilidad de que el deudor asista a la asamblea por
apoderado” (op. cit., pág. 119).
382
Si se requiriera del consentimiento directo o de la presencia física, los convenios serían imposibles para las
personas jurídicas, que siempre actúan por mandatarios, y para los incapaces que actúan por medio de los
representantes legales que la ley determine.
383
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 222; Durán Bernales, Alberto, Explicaciones y
Jurisprudencia de la Ley de Quiebras de Chile, t. II, pág. 491. Sandoval López, pese a que expone el debate,
no se pronuncia claramente en ningún sentido (op. cit., t. III, pág. 282).
384
Ver Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, pág. 373, y Thaller, op. cit., pág. 1252.
385
El art. 174 inc. 2º dispone que “el deudor o quien tuviere representación legal deberá intervenir (en la
junta) personalmente. Sólo en caso de impedimento absoluto constatado (accertato) por el juez delegado,
podrá hacerse representar por un mandatario especial” (ver Satta, op. cit., pág. 489).
212
tienen derecho a voto los acreedores que tienen sus créditos reconocidos, sino
también aquellos que el juez autoriza a votar con arreglo al art.190 de la Ley. Pero
además, las juntas en los juicios concursales no están restringidas para el público
en general, esto es, pueden asistir quienes incluso ni siquiera son acreedores
(v.gr. en casos notorios, acude muchas veces la prensa). Excepcionalmente podrá
excluirse total o parcialmente al público cuando el liquidador lo disponga con
autorización judicial (art.182 de la Ley)
En nuestra edición segunda edición ,386 amparados por la ley entonces vigente,
nos inclinamos sin ambages a favor de la posibilidad de que las proposiciones
iniciales podían ser modificadas total o parcialmente hasta en la junta misma
llamada a deliberar y votar el convenio. Esto porque bajo el régimen anterior a la
Ley 20.073 las proposiciones iniciales nunca se notificaban y eran de verdad
irrelevantes. Nada contradecía esa aseveración, que era, por lo demás, congruente
con la práctica forense y aceptada por el grueso de la doctrina, aunque los autores
vacilaban ante la admisibilidad de una modificación sustantiva de las propuestas.
Así, Puelma Accorsi las aceptaba sin mayor distinción, en tanto que Rondanelli sólo
consideraba permisibles las alteraciones menores o accidentales.387
386
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 216 y ss.
387
Ver Puelma Accorsi, Curso..., pág. 221; Rondanelli, op. cit., pág. 117.
213
A partir de la Ley 20.073 las cosas han cambiado un tanto y más con la ley
20,720, porque ésta también obliga a notificar por el Boletín Concursal el plan de
reorganización que se entrega a la deliberación de los acreedores– art.77-y, es
más, permite que el veedor recabe votos de adhesión al mismo aún antes de la
junta (art.80). Esta fórmula sin duda viene a estrechar la capacidad de maniobra
del deudor.
Pero algunos argumentos son fuertes aún en afincar la idea de que es posible
modificar el plan después de notificado, antes o durante la junta llamada a
deliberarlo y votarlo.
Repitamos que el art. 187 que regula las formas y contenidos de los poderes
para juntas, impone que el apoderado tenga las mismas facultades que el
poderdante y que toda limitación en contrario se mira como no escrita justamente
para que el apoderado pueda votar eventuales cambios a la propuesta original.
Apunta en la misma vertiente la circunstancia de que entre las causales de
impugnación del art. 85 ninguna de ellas se funda en eventuales cambios a la
propuesta inicial hechos antes o durante la junta, ni siquiera la causal del Nos 6
podría prestarse para tal lectura.
Otro argumento a favor es el del art.57 N°6 de la Ley que establece que dentro
de los 15 días de notificada la resolución de reorganización los acreedores deben
acreditar ante el tribunal su personería para actuar en el procedimiento con
indicación expresa de la facultad que le confieren “a sus apoderados para conocer,
modificar, y adoptar el Acuerdo de Reorganización Judicial”. El lenguaje de esta
disposición es un tanto rústico e impropio, porque los acreedores no “conocen”
una propuesta y tampoco la modifican, pues eso es resorte del deudor. Pero lo que
leemos entre líneas es que el legislador quiso que en los poderes de los
apoderados de los acreedores a la junta se indique si pueden votar proposiciones
modificadas por el deudor en relación a la inicialmente publicada, pues de otro
modo no se entendería la alusión a la modificación del acuerdo.
Sin embargo, hay que reconocer que si el veedor recogió votos por la vía del
art.80, el asunto se hace más complicado, porque esos votos fueron para un
proyecto específico. Tal vez una solución intermedia sea admisible: no son
214
aceptables los cambios sustantivos, pero si los accesorios en el evento de que un
porcentaje significativo de los votos los haya recabado el veedor vía art.80 de la
Ley. Si, por el contrario, en la junta concurren satisfactoriamente las mayorías
legales y en ella se alteran las propuestas aún de modo sustantivo, no se
encuentra el motivo de por qué no aceptarlo y, lo que es más, la instancia en
donde objetar dichos cambios allende la junta
388
Ver Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, págs. 375 y 406; Rogron, J. A., Code de Comerce Expliqué, págs. 941
y ss.; Thaller, op. cit., pág. 1254.
389
Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 87 a 89.
390
Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 130-131.
391
Ver Prieto Castro, op. cit., pág. 107, y Arturo Majada, op. cit., pág. 315.
215
la Ley 19.551/72 que permitían alteraciones a la propuesta inicial y que fuera
mejorada a criterio del juez (art. 43). Hoy el deudor goza de un período de
exclusividad392 para formular propuestas, que se inicia con la resolución que
agrupa las categorías de acreedores sugerida por el deudor. La ley ordena que el
deudor, durante ese período, haga pública su propuesta de arreglo mediante su
presentación en el proceso al menos 20 días antes del vencimiento del período de
exclusividad, so pena de declararse su quiebra. El art. 43 inciso final de la Ley
24.552 expresamente le reconoce al deudor la facultad de modificar sus
propuestas “hasta el momento de celebrarse la junta informativa prevista en el
art. 45”, que es precisamente la junta que tiene por función verificar si se
reunieron o no las mayorías. A esta junta concurre el deudor con las adhesiones
necesarias, de forma que el convenio pudo ir variando durante todo el período de
exclusividad y puede que el deudor llegue con un texto muy diverso del hecho
público conforme al art. 43, pues durante todo el período de exclusividad del
deudor irá negociando extrajudicialmente un acuerdo. Sin embargo, todas las
modificaciones deben haberse presentado en el expediente antes de la junta
informativa (art. 45).393
9.1. GENERALIDADES
Pero a partir del Bankruptcy Code de 1978 de los Estados Unidos las
reestructuraciones dejaron de ser un acuerdo de clase única. En Chile era posible
hacer convenios discriminatorios, pero para ello había que renunciar a la ventaja
principal de estos institutos: ser acuerdos de mayoría; pues para discriminar era
menester la unanimidad. En cambio, en los Estados Unidos se concede al deudor
el arbitrio de organizar a sus distintos acreedores por grupos separados para
ofertarles a cada uno algo distinto, a condición de ser sustantivamente similares.
Lo mismo iban a hacer Alemania en 1994, Argentina en 1995, España en el 2003 y
Colombia primero en 1999 y mejorado en la ley del año 2006. Todos estos países
no sólo aceptaron las discriminaciones entre acreedores de distinto tipo y hasta de
392
Ver supra, págs. 94 y ss.
393
Ver Mario Alberto Bonfanti y José Alberto Garrone, op-cit. pág. 207.
216
distinta clase, sino que además acogieron en sus derechos internos el instituto
americano coloquialmente denominado cram down que permite que el tribunal del
concurso apruebe el plan votado favorablemente por una mayoría, aunque en
alguna de las categorías se lo haya rechazado mayoritariamente, siempre que se
cumplan algunas condiciones de equidad previstas en la ley.
Ya no basta con decir qué acreedores tienen derecho a votar. Hay que discernir en
qué clase deben hacerlo y por qué monto; si pueden votar en dos clases distintas
si tienen créditos diversos, etc…
Antes era claro que cada acreedor tenía sólo un voto, sin atender al número de
créditos que le adeudare el deudor395. Hoy ese principio ya no es tan claro, porque
un acreedor puede tener créditos de distintas categorías.
394
transcribir
395
La ley consulta dos mayorías para el acuerdo de reorganización: el monto del pasivo y la persona de los
acreedores (art…..) El voto es un derecho personalísimo. Pero ahondando en el mismo sentido, sería
contrario al espíritu de la ley permitir que un mismo acreedor tuviere tantos votos como títulos de deuda en
contra del deudor, porque por ese expediente la exigencia de mayoría de número de acreedores, esto es, la
exigencia de mayoría personal, sería ilusoria. Estas conclusiones que se desprenden del espíritu y letra de la
ley, eran norma expresa en el Código de Comercio cuyo primitivo art. 1462 expresamente señalaba que
“ningún acreedor tendrá más de un voto en la junta, aunque sea por diversos títulos directos o cedidos antes o
después de la declaración de quiebra”.
217
9.2.- Procedimientos para definir los acreedores con derecho a voto:
Desde el punto de vista del derecho material, sólo pueden votar una propuesta de
acuerdo de reorganización los acreedores cuyos títulos sean anteriores a la
resolución de reorganización o a la resolución de liquidación, según estemos un
proceso de reorganización o en uno de liquidación. Así resulta de los arts.66, 129
N°s.7 y 8 y 257 de la Ley.
La Ley 20.720 fija un procedimiento bien sui generis para definir el derecho a voto
que es casi idéntico al establecido en el procedimiento concursal de liquidación,
pero algo más abreviado.
Si los créditos están amparados en garantía real, sea que se trate de bienes del
deudor o de terceros, el acreedor deberá además una valorización comercial del
bien en cuestión a efectos de determinar la extensión de su voto en ele evento de
que se formule un acuerdo distinto para los acreedores hipotecarios y prendarios
conforme al art.60 de la Ley.
218
Una vez hecha la publicación anterior, surge un plazo común de 8 días para que
los acreedores, el deudor y el veedor, impugnen en el tribunal y por escrito los
títulos justificativos, créditos, preferencia y valorizaciones de garantía que han de
figurar en cualquiera de las siguientes dos nóminas: i) el conjunto del certificado
a que se refiere el N°4 del art.54 de la Ley, esto es, el listado de pasivo y
estimaciones de valores comerciales hecho por el deudor y certificado por un
auditor y ; ii) en la nómina de créditos verificados que publica el veedor conforme
al inciso 2° del art.70.
Con este informe se provoca una audiencia. Para esto vencido el plazo para
impugnar, el veedor publica la nómina de las impugnaciones no conciliadas y a los
tres días debe llevarse una audiencia de prueba y fallo de todas y cada una de las
impugnaciones de créditos, preferencias y tasaciones. Esta audiencia puede
suspenderse sin otro límite de que el tribunal está obligado a resolver todas y cada
una de las impugnaciones no más allá del segundo día anterior al de la fecha
asignada a la junta llamad a deliberar y votar el plan de reorganización. Añadamos
que la fecha de esta junta definida inicialmente en la resolución de reorganización
también puede modificarse, cada vez que se extienda la fecha de la protección
financiera concursal, conforme resulta de lectura de los arts.57 N°5, 58 y 82 de la
Ley.
219
La resoluciones que recaigan sobre estas impugnaciones, son apelables en el sólo
efecto devolutivo, lo que implica que en la junta valdrá la sentencia del juez a la
hora e fijar los acreedores con derecho a voto, sus preferencias y las estimaciones
del valor venal de sus garantías. ¿De qué sirve la apelación entonces?
Esta nómina a nuestro juicio sólo fija el derecho a voto. Si un acreedor queda
omitida en ella, no por eso pierde su crédito, porque el art.66 de la ley dice que el
acuerdo obliga a todos los acreedores cuyos créditos se originen con anterioridad a
la resolución de reorganización.
Con todo, con estas nóminas no basta para saber cómo se vota. Estas nóminas
deben ser contrastadas con los planes que 10 días contados desde la notificación
de de la resolución de reorganización presente el deudor agrupando a sus
acreedores. En este juego el deudor no tiene límites. La ley no le fija criterios de
cómo armar los grupos de acreedores, salvo el caso de aquellos con garantía real,
pues del art.61 se desprende que ellos sólo pueden ser una misma categoría.
Además, la ley admite que los acreedores de garantía real voten en más de una
categoría; en la especial de su categoría y en la de los valistas si renuncia o
parcialmente a su preferencia (art.61 incisos 3 y 4).
220
a nivel nacional y la redacción del art.61 es muy confusa para zanjar este debate.
Este procedimiento nos es más familiar porque mutatis mutandi sigue el modelo
impuesto por la ley 20.004 y 20.073 que modificaron los arts.102 y 179 de la Ley
18.175 original.
Lo que además se complica todavía mucho más, si se considera que las propuestas
a los acreedores con garantía real, como lo advierte el art.61 de la Ley, son no
sólo a los acreedores hipotecarios y prendarios sobre bienes del deudor, sino
también respecto de bienes de terceros, esto es, acreedores que no obstante ser
valistas en el juicio concursal, pueden ser incluidos en el grupo de los preferentes
con garantía real a la hora de formularse las propuestas.
Era muy corriente que, presentadas las proposiciones de un convenio, o aun antes,
se produzcan negociaciones entre acreedores o entre personas asociadas al
221
deudor o sus empresas, destinadas a reunir en manos seguras créditos que
significan la mayoría. Lo mismo se daba por el lado de los acreedores, que para
impedir la formación de convenios, adquieren créditos de otros acreedores. Por
último, hay situaciones en que, por motivos extraños al propio convenio, se
produzcan cesiones de créditos o pagos con subrogación legal.
Esta situación plantea una serie de interrogantes: ¿un mismo acreedor
cesionario de varios créditos es titular de tantos votos como créditos o de sólo un
voto por el total de sus créditos?, ¿los cesionarios parciales se estiman un solo
voto?, ¿deben votar todos por cuerda común?, ¿qué ocurre con las garantías?;
¿tienen iguales derechos del cedente en orden a estimárselos figurando en la
nómina de acreedores reconocidos en el caso del acuerdo de reorganización
preventivo o como acreedores por créditos reconocidos en el caso del acuerdo de
reoganización?
Un crédito puede fraccionarse sea por una cesión parcial396 del mismo o por un
pago con subrogación parcial. Ambas operaciones son perfectamente legítimas.
Esta situación se prestaría para multiplicar los votos de los acreedores todo lo
necesario para reunir las mayorías de número. Así, un acreedor que por sí solo
tiene un crédito que representa el 75% del pasivo con derecho a voto, podría
fraccionar su crédito para además reunir los dos tercios de los votos. Por ello el
primitivo art. 1462 del Código de Comercio expresamente establecía, sin distinción
de fechas, que “los cesionarios parciales de un mismo crédito serán considerados
como un solo acreedor para votar en la junta”. Lamentablemente esta norma, tan
apropiada y necesaria, no se conservó en la Ley 4.558 y tampoco en la
Ley 18.175, ni en la Ley 20.720 en vigor.
Ahora, como hay normas especiales para el acuerdo de reorganización judicial
preventivo, el tratamiento de este tema debe dividirse entre uno y otro tipo de
convenio.
En lo referente al acuerdo de reorganización de término el art.188 dispone que
después de declarada la resolución de liquidación no se pueden fraccionar los
créditos, como tampoco conferir mandatos por fracciones de créditos. El
contraventor no puede asistir a la junta, dice la ley. Ahora, si el crédito se
fraccionó dentro de los 30 días anteriores a la apertura, la ley ordena que estos
acreedores parciales emitan un solo voto. Aun en el caso autorizado en que la
división del crédito se produzca después de la apertura como consecuencia de la
partición de una comunidad o liquidación de una sociedad, que no estén formadas
exclusivamente por el crédito, siempre la ley ordena que el conjunto de acreedores
que resultan de la división del crédito voten por cuerda común y mediante la
396
No es posible el endoso de títulos de crédito representativos de dinero parcial, pues no tiene valor alguno
(art. 19 Ley 18.092).
222
emisión de un solo voto. Para este efecto se reputa que cualquier comunero
representa a la comunidad y si no se acuerda uno entre ellos, cualquiera de ellos
´puede solicitar al tribunal la designación de un apoderado común.
¿Se aplica esta norma en el caso del pago con subrogación? Estimamos que no,
porque el fraccionamiento de los créditos resultante del pago con subrogación
parcial no es un acto propiamente tal, sino un efecto legal de un pago parcial de
un crédito y, en consecuencia, si se extendiera esta prohibición al pago con
subrogación, se estaría prohibiendo al acreedor recibir pagos parciales de su
crédito.
¿Tampoco se aplicaría la norma del art. 188 en el evento de fraccionamientos
anteriores a los 30 días que preceden a la resolución de liquidación? Nos parece
dudoso el punto. En todo caso, para resolver este problema hay que irse a las
reglas generales y éstas no impiden el fraccionamiento de un crédito cuyo deudor
se encuentra insolvente, pues el art. 1907 del Código Civil tácitamente valida la
cesión de créditos hecha durante la insolvencia de su deudor.
En lo que toca al acuerdo preventivo, no existe norma ni prohibición alguna de
fraccionar créditos, y como la disposición del art.188 es especial y referida sólo a
la liquidación concursal, no es posible su aplicación analógica. Además, tampoco
existe norma que impida los pagos con subrogación con anterioridad al acuerdo de
reorganización.
Ahora, el problema es dilucidar si, en los casos no abarcados por el art. 188 de
la Ley , es posible que cada cesionario o subrogado se estime un voto o deban
ellos emitir en conjunto dicho voto. En nuestra opinión, estos acreedores, si
figuran como tales en las nóminas separadamente, pueden votar cada uno por su
fracción del crédito, simplemente porque no existe ninguna disposición que lo
prohíba o que resuelva el asunto de una forma distinta. 397 Sólo en los casos de
fraccionamientos de créditos dentro de los 30 días anteriores a la sentencia de
apertura, todos los acreedores en cuestión deben votar por cuerda común.398
b) Reunión de créditos en una sola mano por cesión o pago con subrogación
397
En igual sentido, Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, pág. 395; Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII,
pág. 554; Rondanelli, op. cit., pág. 146; Bonelli, op. cit., vol. III, págs. 75 y ss.
398
Lo que no resuelve el art. 188 de la Ley es si en el caso de los acreedores por créditos fraccionados
después de la resolución de liquidación que están vedados de asistir y votar, son considerados para efectos de
las mayorías. Nosotros pensamos que por aplicación del art. 189 de la misma ley no se pueden considerar
estos acreedores ni en el voto ni en el pasivo, porque ellos no tienen derecho a asistir a las juntas y, por tanto,
tampoco derecho a voto, y el art. 189 considera sólo los acreedores con derecho a voto.
223
después de la resolución de liquidación son legítimas. Lo importante es definir qué
consecuencias tiene en la dispersión de votos esta acumulación de créditos en una
mano.
El primitivo art. 1462 del Código de Comercio disponía que ningún acreedor
tendrá más de un voto en la junta, aunque lo sea por diversos títulos directos o
cedidos antes o después de declarada la quiebra, y agregaba en su inciso final que
“el acreedor que teniendo diversos créditos, endosare alguno de ellos para
aumentar el número de los sufragantes, perderá a favor de la masa el crédito
endosado”.
Nuestra doctrina se inclinaba por estimar que en el convenio preventivo- actuar
acuerdo de reorganización preventivo- este acreedor tendrá tantos votos como
créditos adquiridos por subrogación, cesión o endoso; en circunstancias de que en
el caso del convenio simplemente judicial – actual acuerdo de término-dicho
acreedor sólo tendría un voto por la totalidad de los créditos de que fuera titular,
incluyendo los adquiridos por cesión, endoso o subrogación, si se tratara de
adquisiciones anteriores a la sentencia de liquidación del art.129, dada la fijación
irrevocable del derecho de los acreedores resultante de la misma. En cambio, si las
adquisiciones fueran posteriores a la apertura de la ejecución concursal, el
acreedor podría votar por todas sus adquisiciones separadamente.399
Nosotros estimamos que el acreedor que adquiere varios créditos por cesión,
subrogación o endoso, únicamente puede emitir un voto por todos ellos. En efecto,
una cosa es que se adquiera el crédito y otra que se confundan las personas de los
acreedores y la ley atiende a las personas de los acreedores y no a la fuente de su
crédito. No es efectivo que conforme a las reglas generales el adquirente de un
crédito se coloque jurídicamente en la posición de su tradente. Él sólo adquiere los
derechos, pero en su patrimonio dichos créditos se confunden en el patrimonio del
acreedor.
Cuando la ley ha requerido la concurrencia de una doble mayoría es porque
quiere consultar a todos los acreedores y además a su significación en el pasivo
total con derecho a voto, y consideramos que contradice este principio la doctrina
de Rondanelli y Puelma Accorsi. Por otra parte, si fuéramos consecuentes, la
misma doctrina debería aplicarse a un acreedor que tiene varios créditos en contra
399
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 228; Rondanelli, op. cit., pág. 145.
224
del deudor: ¿también aquí podría votar por todos ellos?400
Tal vez esta distinción debe ser todavía más fina si estimamos que en la
expresión cesionario se comprenden también los endosatarios, pues si bien desde
un punto de vista jurídico existen notables diferencias entre un endoso y una
cesión de créditos, no sólo por la forma de operar, sino que también por los
efectos de una y otra,401 nos parece que el telos de la norma apunta a evitar que
se negocien créditos instrumentalmente antes de la junta para lograr o impedir
mayorías que naturalmente se hubieren logrado o para impedir que se adquieran
créditos para el solo efecto de impugnar acuerdos ya votados. Nosotros nos
inclinamos por esta interpretación amplia de la expresión cesionarios del inciso
tercero del art. 79 de la Ley, por lo que nuestra distinción se hará entre
endosatarios y cesionarios, por un lado, y subrogatarios por el otro.
c.1. Subrogatarios
400
En el mismo sentido, Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 39; Rocco, op. cit., pág. 441; Lyon Caen et
Renault, Traité..., t. VII, pág. 554; Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, págs. 391 a 393; Pardessus, op. cit., t. III,
pág. 448; Cámara, op. cit., t. II, pág. 966. Este ha sido también el precedente uniforme de la Corte de
Casación francesa.
401
Una cosa es que sean institutos distintos y otra es que la ley las estime una misma cosa para ciertos
propósitos. Los arts. 699, 1901 y 1908 del Código Civil hacen una distinción, pero el art. 164 del Código de
Comercio claramente entiende el endoso como una especie de cesión, en tanto que la Ley 18.092, Sobre Letra
de Cambio y Pagaré, se cuida muy especialmente al tratar del endoso de no hablar nunca de cesión de créditos
ni términos análogos.
225
(art.1612 del Código Civil). Ahora si el subrogarario es persona relacionada, no
ouede votar porque esa es una prohibición personal (art.79)
Confirma esta aseveración la norma del art. 79 inciso 4° de la Ley que dispone
que “los cesionarios de créditos adquiridos dentro de los últimos treinta días
anteriores a la fecha de inicio del Procedimiento concursal de Reorganización,
conforme se indica en el art.54, no podrán concurrir a la Junta de Acreedores para
deliberar y votar el Acuerdo, ni tampoco podrán impugnarlo”. Esta norma no se
extiende a los subrogatarios.
402
C. Santiago, 14 de enero de 1943, R. t. 40, sec. 2ª, pág. 305.
403
C. Suprema, 26 de septiembre de 1967, R. t. 64, sec. 1ª, pág. 305.
226
Por este motivo es que nos parece que el subrogatario no adquiere por la
subrogación derecho a voto y que, además, lo pierde el acreedor subrogado,
porque mediante la subrogación deja de ser acreedor, total o parcialmente.
¿Los acreedores solidarios participan con un solo voto o son tantos votos como
acreedores? La doctrina nacional y extranjera se inclinan por reconocerle a la
solidaridad activa sólo un voto, independiente del número de acreedores,404 y
nosotros no podemos menos que avenirnos por la misma circunstancia de que en
la solidaridad a cada uno se le debe todo y se comporta como dueño absoluto e
inconsulto del crédito en cuestión. Ahora, si se trata de acuerdo judicial, el
acreedor que haya verificado primero tendrá el voto, pues el art. 1513 del Código
Civil le confiere preferencia al que demanda primero y la verificación es demanda.
En el convenio preventivo dada la nueva modalidad de fijación de nómina de
créditos de los arts.70 y 71, cualquiera de los acreedores podrá votar, y aunque
haya desacuerdo entre los acreedores solidarios, el primer voto comprometerá el
de los demás, por el efecto propio de la solidaridad activa.
404
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 227; Rondanelli, op. cit., págs. 144-145; Lyon Caen
et Renault, Traité..., t. VII, pág. 555.
227
8.5. ACREEDORES QUE PUEDEN VOTAR BAJO CIERTAS
CIRCUNSTANCIAS
a) Acreedores preferentes
Los problemas que tenía la redacción del antiguo art. 181 de la Ley 18.175406y
405
El art. 131 del Decreto Sobre Juicio Ejecutivo de 1837 disponía que “Los acreedores... hipotecarios
pueden abstenerse de tomar parte en el convenio, i haciéndolo así, no les parará perjuicio la resolución de la
junta”, y el art. 144 señalaba que “aprobado el convenio será obligatorio para todos los acreedores, excepto
los hipotecarios i de dominio que no hubieren concurrido”. Vale decir, el voto no implicaba la pérdida de la
preferencia, pero sí sujetarse al convenio. Así, un acreedor hipotecario con una hipoteca de $ 100.000, pero
acreedor por $ 200.000, se acogía a un concordato de remisión del 75%, quedaba con una hipoteca de $
100.000, pero con un crédito de $ 50.000.
406
El art. 181 de la Ley de Quiebras Nª 18.175 disponía original que “los acreedores privilegiados,
hipotecarios, prendarios, anticréticos y los que gocen de derecho de retención podrán asistir a la junta y
discutir las proposiciones del convenio. Los acreedores a que refiere el inciso precedente podrán también
votar si renuncian a los privilegios o preferencias de sus respectivos créditos. El mero hecho de votar
importa de derecho esa renuncia. Si los acreedores de que habla el inciso primero renuncian a sus
privilegios o garantías hasta una determinada cantidad, podrán votar como acreedores comunes y
conservarán su garantía o privilegio por la suma restante. Si los acreedores a que alude el presente artículo
hicieren uso del derecho que les confieren los incisos segundo y cuarto, sus créditos se incluirán en el pasivo,
para los efectos del cómputo a que se refiere el artículo precedente por las sumas a que hubiere alcanzado la
renuncia”. Luego de la reforma de la Ley 20.073, el texto del art.191 los acreedores preferentes respecto de
los bienes o patrimonio del deudor podrán asistir a la junta y discutir las proposiciones de convenio y votar
si renuncian a la preferencia de sus créditos. La circunstancia de que un acreedor vote importa la renuncia a
la preferencia. Sólo para los acreedores que hayan votado en contra, en caso de rechazo del convenio, la
renuncia a la preferencia tendrá el carácter de irrevocable. La renuncia puede ser parcial, siempre que se
manifieste expresamente. Si un acreedor es titular de créditos preferentes y no preferentes, se presume de
228
que la Ley 20.073 quiso remediar –ya veremos con qué grado de éxito– eran los
siguientes:
En buena medida la reforma del año 2005 remedió todos estos males410.
derecho que vota por sus créditos no preferentes, salvo que exprese lo contrario”.“Si los acreedores votan
por sus créditos preferentes, los montos de éstos se incluirán en el pasivo para el cómputo a que se refiere el
artículo precedente por las sumas a que hubiere alcanzado la renuncia”
407
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, pág. 247.
408
Ídem, pág.242.
409
Ídem, pág. 239.
410
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.256.
229
sus dos últimos incisos dispone que “Los acreedores hipotecarios y prendarios
cuyos créditos se encuentren garantizados con bienes de propiedad del Deudor o
de terceros podrán votar la propuesta de Acuerdo que se formule para acreedores
valistas si renuncian a la preferencia de sus créditos y no podrán votar la
propuesta de Acuerdo que se formule para la clase o categoría de los acreedores
hipotecarios o prendarios, salvo que dicha renuncia sea parcial y se manifieste
expresamente. Si los acreedores hipotecarios y prendarios votan la propuesta de
Acuerdo de los acreedores valistas, los montos de sus créditos preferentes se
descontarán del pasivo de su clase o categoría y se incluirán en el pasivo de la
clase o categoría de los acreedores valistas para efectos del cómputo a que se
refiere el artículo 79 por las sumas a que hubiere alcanzado la renuncia"
Esta regla además hay que conjugarla con la circunstancia de que el deudor
"puede" gestar una propuesta especial para los acreedores hipotecarios y
prendarios, conforme a la misma disposición. En otras palabras, si el deudor tiene
acreedores hipotecarios y prendarios puede hacer una sola propuesta y sólo para
los valistas y omitir hacer una para los preferentes; si tiene dos o más acreedores
con garantía real, puede hacer además una propuesta especial para estos distinta
de la hecha para los quirografarios. Pero en esta propuesta sólo votan aquellos
acreedores provistos de prenda o hipoteca respecto de bienes del deudor cuyas
garantías son declaradas esenciales para el plan de reorganización, pues los
titulares de estas garantías reales que no son esenciales, no son considerados en
la votación formulada a estos preferentes como clase o categoría especial (art.94
de la Ley).
230
implícitamente da a entender que el voto es idéntico a renuncia cuando dice, en el
inciso final, que por el hecho de votar estos acreedores quedan excluidos de la
propuesta dirigida a los acreedores hipotecarios y prendarios y automáticamente y
considerados en la dirigida a los acreedores quirografarios.
Finalmente la norma permite que un acreedor con garantía real vote tanto la
propuesta para éstos como la para los acreedores de quinta clase, si renuncian
parcialmente a su preferencia. Lo que no aclara la ley es por cuánto se computan
sus votos en la propuesta dirigida a los acreedores con garantía real, aunque todos
los recaudos para determinar el valor comercial de las garantías en el acuerdo
preventivo debieran conducir a creer que el voto en esa categoría se cotiza hasta
un máximo del valor de la garantía, pues sobre el exceso el crédito es valista.
411
Rondanelli, op. cit., pág. 134. En el mismo sentido, Pardessus, op. cit., t. III, pág. 446; Bravard-Veyrières,
op. cit., t. V, pág. 377; Rogron, op. cit., pág. 948; Thaller, op. cit., pág. 1255; Cámara, op. cit., t. II, págs. 981-
982; Palma Rogers, Legislación..., pág. 142; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 285; Rondanelli, op. cit.,
pág. 134; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 31.
231
Estimamos insatisfactoria dicha explicación. La exclusión de los preferentes del
régimen general del convenio no se explica por esa indiferencia a sus resultados.
Estos autores confunden dos asuntos distintos pero estrechamente relacionados: el
voto con los efectos relativos del convenio acuerdo de reorganización. Olvidan en
su juicio que lo que es universal en la legislación comparada es que el hecho de
participar en la votación los hace “parte” del convenio y quedan obligados en sus
cláusulas. Esta interdependencia entre el voto y los efectos relativos del acuerdo
lleva consigo un grave riesgo, no para los acreedores valistas, sino
sustancialmente para los acreedores preferentes, porque si ellos hubieran sido
incorporados en el régimen común del convenio, lo que pudiera ocurrir sería que
se produjeran alianzas estratégicas entre los valistas para aprobarlo y así
incrementar el patrimonio del deudor en ventaja de los valistas y en perjuicio de
los preferentes. Claro, estos últimos no perderían sus garantías o privilegios, pero
verían modificados los montos de sus créditos por efecto de las remisiones
pactadas y alterados los cronogramas de pago, por las ampliaciones estipuladas en
el mismo. No hace falta extinguir los privilegios o garantías para perjudicar a los
preferentes; basta con que se alteren el monto de sus créditos y los plazos de
pago, para que del concordato resulte un perjuicio en su contra y en favor de los
acreedores comunes.412
412
Un ejemplo ilustrará lo dicho: Un acreedor hipotecario por $ 100 con una garantía apreciada en $ 100.
Valistas por $ 200 con bienes libres de garantía por $ 50. Pensemos que se propone una remisión del 50%. El
crédito del acreedor hipotecario se reduce a $ 50 y el pasivo total aumenta $ 150 sumando al acreedor
hipotecario, pero el activo valista se incrementa en $ 50 del mayor valor de la garantía. Inicialmente los
acreedores valistas recuperaban un 25% de sus créditos originales, pero con el acuerdo su recuperación, en
relación al crédito original, sería de un 40% y el acreedor hipotecario que antes recuperaba 100%, ahora sólo
recuperaría el 50%. Éste, de hecho, era el régimen adoptado en el decreto sobre juicio ejecutivo del 8 de
febrero de 1837 de don Mariano Egaña. Estos acreedores, por regla general, quedaban excluidos del convenio,
mas si votaban no perdían su preferencia, pero quedaban afectos al efecto relativo del convenio y obligados a
dar las quitas y a conceder las esperas estipuladas en el concordato, lo que de hecho importaba una renuncia
de sus preferencias (art. 131).
413
Percerou, Des Faillites et Banqueroutes et des Liquidations Judiciaires, citado por Varela Varela, “Sobre
la Aplicabilidad...”, pág. 209.
232
voto, sino también a los efectos relativos del contrato. No es sólo que la ley les
niegue el voto, lo que pasa es que se los excluye del acuerdo y, por ende, su
voluntad, en tanto preferentes, es irrelevante. En otras palabras, no es por la
exclusión del voto que se los excluye del convenio, sino por la exclusión del
convenio en que su voto es irrelevante. Para el concordato los acreedores
preferentes, en tanto preferentes, son perfectos terceros. Y se los mantiene en tal
calidad precisamente para protegerlos de que por el juego concertado de las
mayorías se vean perjudicados en sus preferencias, como se ha explicado. En
resumen, el fundamento de la exclusión de los preferentes es que por existir un
conflicto de clases entre éstos y los acreedores comunes, la ley los excluye del
acuerdo de reorganización en resguardo de las preferencias de sus créditos.414
Las normas del art.61 son de excepción y, como tales, sólo admiten una
interpretación restrictiva. Son excepcionales en el sentido de que se aplican sólo
para los eventos y con la amplitud que la norma especial expresamente señala. En
efecto, la del art. 61 es una disposición especialísima que se refiere a una forma
de extinguir los derechos reales de hipoteca y prenda, sólo para los efectos de un
tipo de negociación. Aquí no caben la aplicación ni la interpretación analógica y
tampoco la interpretación extensiva.415
Asimismo, como las normas de los incisos finales del art.61 son especiales, no se
pueden extender por analogía a otros créditos preferentes, como los de 1ª y 4ª
clase, como algunos especiales de 2ª clase y en general los créditos amparados
por retención.
414
De hecho, en la Comisión Redactora del Código de Procedimiento Civil de 1902, a instancias de los
señores Lira, Huneeus y Gandarillas, se señala expresamente que se excluye a los acreedores preferentes de
los acuerdos de mayoría, para evitar que sean perjudicados. Principio que quedó estampado en el art. 665 de
dicho Código.
415
La misma opinión tienen Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 789, y Rondanelli, op. cit., pág. 134.
233
El art. 61 recién citado permite a los acreedores amparados con garantía real
incorporarse al acuerdo para acreedores comunes mediante su participación en el
sufragio. Pero para eso la ley los obliga a despojarse de sus preferencias.
Normalmente, la doctrina ha intentado explicar este mecanismo de
incorporación de los preferentes confundiéndolo con las reglas sobre exclusión de
los mismos, de modo que no existe una explicación satisfactoria del resorte del
voto-renuncia a que se refiere el art. 61. Ahora, hecha la diferencia, el perfil del
voto como equivalente a renuncia de las preferencias adquiere una explicación
distinta que la dada para el principio de la exclusión de los preferentes del
esquema general del acuerdo. La privación del voto, dijimos, es correlativa a la
exclusión de los preferentes del sistema concordatario general y de su efecto
relativo.
Sin embargo, la ley permite que los acreedores hipotecarios y prendarios
participen del convenio ordenado para los valistas si tales son su voluntad y
conveniencia, pero condiciona dicha participación a que renuncien a sus
preferencias. La razón es evidente: lo que busca la ley es que estos acreedores se
asimilen a los que por ley pueden ser parte en el contrato concursal, es decir, a los
acreedores comunes o quirografarios, condición que sólo pueden adquirir si
renuncian a sus preferencias.
Si bien las leyes 20.073 y 20.720 morigeraron muy levemente el principio de
que el voto del preferente importa la renuncia de su preferencia, se mantiene en
líneas generales la noción de que el voto es irrevocable, definitivo e irretroactivo,
cualquiera sea la suerte de la votación y, es más, cualquiera sea la suerte final del
procedimiento. La ley no condiciona la renuncia a la participación en el acuerdo de
los acreedores comunes, sino a la participación misma en la votación. En otras
palabras, la extinción resulta del voto y no de la aprobación o vigencia del
convenio.416
416
El art. 123.2 de la ley española dispone que “el voto de un acreedor privilegiado a favor de una propuesta
producirá, en el caso de que sea aceptada por la junta y que el juez apruebe el correspondiente convenio, los
efectos que resulten del contenido de éste respecto de su crédito y privilegio”. En la Ley 24.552 argentina
pareciera que el voto es siempre irrevocable, salvo el caso de los créditos con privilegio laboral y siempre que
voten a favor del convenio, pues si votan en contra la renuncia es irrevocable (art. 43 Ley 24.552).
234
principio universalmente reconocido en otras legislaciones de que el voto renuncia
es irrevocable y definitivo sólo para el crédito preferente que vota oponiéndose al
plan, porque sólo el voto negativo estará inspirado en asuntos distintos al mérito
del mismo. En la práctica, la hipótesis de que un acreedor hipotecario o prendario
vote negativamente es muy remota, porque corre el riesgo de que se apruebe el
acuerdo y quede afecto a su régimen por el hecho mismo de haber votado y,
además, porque el voto sólo podría tener una explicación distinta de los defectos
propios de la fórmula o proposición (alianza con un acreedor valista contrario al
plan ; venganza; remuneración extraconcursal por su voto; ánimo de abrir una vía
criminal por calificación del concurso y así acceder al patrimonio de los
administradores, gerentes o directores de la fallida, etc.), pues no se explica de
qué modo dicho voto lo podría objetivamente beneficiar o mejorar. Pero cuando el
voto es favorable a la propuesta, estimamos muy injusto que si éste no logra la
adhesión legal, el acreedor pierda sus preferencias, pues para este acreedor el
apoyo al mismo nunca le será indiferente, pues aunque conserve las preferencias,
de aprobarse el acuerdo, de todas formas queda sujeto al régimen concordatario y
sufrirá las quitas y prórrogas de sus créditos, lo que importa de hecho una pérdida
de sus preferencias. En este sentido nos parecen más perfectos los sistemas
consagrados en el Código de Comercio español y en el régimen italiano,417
principio que mantuvo la Ley 22/2003 de concursos hispana. La Ley 20.073
lamentablemente no resolvió bien este defecto, como lo veremos al tratar del
carácter irrevocable del voto.418
417
Esto explica la razón por la cual en el derecho italiano, tanto anterior a la legislación de 1942 –art. 834 del
Código de Comercio de 1882– como en este ordenamiento –art. 131 del Decreto 267–, la renuncia del voto es
permitida sólo para sufragar favorablemente. Como anota Bonelli, “quindi il dire che perde la garanza chi
vota contro è come dire che la perde chi si astiene dal votare; la sanzione diretta della legge in questo caso è
tutta nell’aver tolto ogni significato ed effetto così all’astensione come al voto negativo, considerandosi quel
credito comme nol compreso nella massa. Se la manifestazione del voto contrario, accompagnata dalla
esplicita o implicita rinuncia alla garanzia, avesse per effetto di far rientrare quel creditore e quel credito nel
computo dei voti per numero e per somma, i creditori privilegiati e ipotecari potrebbero prendersi il gusto di
mandari all’aria ogni concordato, senza rimettervi nulla, perchè, a norma del penult. capov., quelle rinuncie
rimarrebbero poi senza effetto. Diciamo per tanto che non solo il voto contrario al concordato da parte di
uno di creditoro dovrebbe considerarsi per ogni effetto (e così anche pel mantenimento dalla garanzia) come
non dato...” (op. cit., t. III, pág. 86).En España, el sistema dispone que estos acreedores preferentes pueden
abstenerse de votar, pero si votan los obliga el convenio, sin perjuicio del lugar y grado que corresponda al
título de su crédito (art. 900 del Código de Comercio de 1885, aplicable al convenio de la suspensión de
pagos). No hay renuncia de los privilegios, pero el efecto práctico es el mismo (ver Majada, op. cit., pág. 816,
y Prieto Castro, op. cit., pág. 105). En Italia, el art. 127 inc. 2º del Decreto 267, de 1942, dispone que “los
acreedores provistos de privilegio, prenda o hipoteca, aunque la garantía fuese discutida, no tendrán derecho
al voto si no renunciaran al derecho de prelación. La renuncia podrá ser también parcial, con tal que no sea
inferior a la tercera parte del crédito íntegro, incluidos el capital y accesorios. El voto de adhesión deberá ser
explícito e importa la renuncia al derecho de prelación por el crédito íntegro, si fuese dado sin declaración de
que la renuncia es limitada. Si el concordato no fuese aprobado, no fuese homologado o fuera anulado o
resuelto, cesarán los efectos de la renuncia” (ver Satta, op. cit., págs. 576-577).
418
Ver infra, pág. 267.
235
a los acreedores contrarios a la reorganización de votar, sino especialmente para
amedrentar a los acreedores favorables a ella, porque la única forma de
asegurarles que su voto no será fatal es apostando al imposible, esto es, la el
quórum especial de los acreedores negativamente discriminados. En la práctica, lo
aconsejable como estrategia es que los acreedores preferentes partidarios del
convenio guarden el voto para el final de la votación y que lo emitan con pleno
conocimiento de las consecuencias de su voto sobre las mayorías necesarias.
Hasta la promulgación de la Ley 20.073 la pregunta que encabeza este título daba
espacio a controversia, pues los preceptos legales normalmente hablaban de
acreedores hipotecarios, preferentes, etc., pese a que la mayoría de los autores,
entre ellos nosotros también, eran de la tesis de que las normas sobre voto de
preferentes se referían a los créditos preferentes419o a la fracción preferente de un
crédito420 y no a la persona de los acreedores.421 El art. 191 introducido por la Ley
20.073 hablaba también de los “acreedores preferentes”, pero establece
expresamente el principio de que “si un acreedor es titular de créditos preferentes
y no preferentes, se presume de derecho que vota por sus créditos no preferentes,
salvo que exprese lo contrario”, lo que dejaba en evidencia de que la norma del
art. 191 en comento se aludía a los créditos preferentes y no a los “acreedores”
preferentes.
Un acreedor hipotecario o prendario puede tener otros créditos que no sean tales y
como el texto del art.61 admite que un acreedor hipotecario vote simultáneamente
la propuesta para valistas como la para preferentes de garantía real si renuncia
parcialmente a su preferencia, por lo mismo si ese acreedor tiene otros créditos
valistas, también podrá sufragar en ambas propuestas
419
Ver Renouard, op. cit., t. II, pág. 23; Rondanelli, op. cit., pág. 135; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 286;
Varela Varela, Sobre la Aplicabilidad..., pág. 210; Durán Bernales, op. cit., pág. 489; Puelma Accorsi,
Curso..., pág. 222; Pardessus, op. cit., t. III, pág. 447; Bravard-Veyriéres, op. cit., t. V, pág. 377; Lyon Caen et
Renault, op. cit., t. VII, Précis..., t. II, pág. 788; Fassi, op. cit., pág. 92; Alfredo Rocco, op. cit., pág. 429.
420
Ver Thaller, op. cit., pág. 1257; Rondanelli, op. cit., pág. 135; Héctor Cámare, op. cit., t. II, pág. 970;
Alfredo Rocco, op. cit., pág. 431.
421
Sobre esto ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 242 y ss.
236
que tiene un mismo crédito con preferencia sólo parcial. Esto es, un trabajador con
finiquito total, pero respecto del cual sólo una fracción es preferente; el acreedor
hipotecario o prendario que sabe a ciencia cierta que su garantía no cubrirá el
100% de su crédito, etc. Nosotros creemos que la única posibilidad para que este
acreedor vote sin perder su preferencia es que haga una renuncia parcial de su
preferencia, que, como veremos más adelante, no es una reducción de la garantía,
sino una liberación de la misma o del privilegio de un monto determinado del
crédito.
422
En efecto, la Corte Suprema en un caso muy comentado del Banco Atlántico había sostenido que la
fracción valista de un crédito preferente no quedaba afecta al convenio. Hubo jurisprudencia posterior que
rectificó este parecer y un pronunciamiento unánime de la doctrina a favor de la tesis contraria. Ver Puga
Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, págs. 264 y ss., ver también, Raúl Varela
Varela, Sobre la Aplicabilidad..., págs. 211 y ss.
423
Varela Varela, Sobre la Aplicabilidad..., pág. 211, ver Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 790.
237
tiene créditos preferentes y estaría, por tanto, en la misma situación que el tercer
deudor hipotecario, que también podría repetir contra el deudor si le es ejecutada
la hipoteca por deudas de aquél. En consecuencia, si el deudor enajenó la
propiedad hipotecada, su acreedor hipotecario –que ya no lo es respecto de él en
vista de la transferencia de la finca gravada a un tercero– puede votar, sin verse
privado de sus garantías. No obstante, no desconocemos la gran diferencia entre
este tercero y el tercero que voluntariamente constituyó hipoteca, y tampoco
desconocemos que desde el punto de vista del acreedor hipotecario hay también
una gran diferencia, en particular porque la ley asimila el voto a una renuncia, de
forma que podría interpretarse que su participación en la votación es renuncia, en
especial si ignora la enajenación de la finca hipotecada. Como bien dice Varela
Varela, “la cuestión es, sin embargo, controvertida”.424
424
Varela Varela, Sobre la Aplicabilidad..., pág. 211.
238
Antes además la norma se refería no sólo a estas preferencias de segunda y
tercera clase, sino en general a todas las preferencias. Más adelante veremos el
tema de la participación en el acuerdo de acreedores cuyos créditos tienen
preferencias o privilegios de otra clase.
El art.61 Ley 20.720, por último, mantiene el principio, aunque restringido a los
acreedores hipotecarios y prendarios y con una redacción nada feliz, de que se
puede renunciar parcialmente a la preferencia.
No tenemos que confundir esta situación con la del acreedor preferente que
tiene fracciones valistas de sus créditos u otros créditos comunes que vota por
estos créditos, caso en el cual no debe hacer renuncia alguna. La única duda que
presenta esta norma es si la renuncia se refiere a una determinada cantidad del
crédito o de la garantía. Así, ¿se le pide a un acreedor que renuncie a una fracción
determinada de la garantía o que reduzca dicha garantía a una suma determinada
de su crédito? Veamos un ejemplo: un crédito de $ 1.000 tiene una garantía
estimada en $ 1.000, y el acreedor vota por $ 500, pero la garantía se realiza
finalmente en $ 500. ¿Significa que el acreedor queda descubierto por el total de
su crédito o que, por el contrario, sigue siendo hipotecario por toda la fracción que
no votó y tiene total preferencia de pago sobre los $ 500 del precio? En nuestra
opinión, el acreedor no renuncia a una fracción del valor de su garantía, sino que
libera de dicha garantía o privilegio a una fracción de su crédito. Es cierto que en
la hipótesis planteada el acreedor que votó por $ 500 no habría padecido, de
hecho, menoscabo alguno en su preferencia. Pero también es cierto que de otro
modo es muy difícil aplicar la norma. Primeramente, tratándose de privilegios, la
renuncia siempre debe estar referida a un monto del crédito que queda liberado
del privilegio. Tratándose de garantías reales, no debemos nunca olvidar el
principio de la indivisibilidad de la hipoteca y la prenda, que, como lo describe
Somarriva, significa “que cada parte del inmueble hipotecado garantiza la totalidad
del crédito, y que a su vez cada parte del crédito está caucionado con la totalidad
del bien hipotecado”.425 No puede decirse que sólo la fracción de un inmueble está
garantizando un crédito. Además, el art. 61 requiere que la renuncia sea hasta una
determinada cantidad y expresa y esta determinación sólo es posible respecto del
crédito, pero no del valor de la garantía. Por otra parte, miradas las cosas ex post
facto, si la garantía al final se vendiera por un precio igual a la renuncia, resultaría
que el crédito jamás habría estado garantido por la otra fracción, que en tal
sentido el crédito remanente al valor de la garantía era valista. Es efectivo que en
el ejemplo propuesto el acreedor, a fin de cuentas, a nada ha renunciado, pero si
pensamos que su garantía se hubiera realizado antes de la votación, igualmente
no habría tenido que hacer tal renuncia respecto del saldo insoluto por el producto
425
Somarriva U., Manuel, Tratado de las Cauciones, pág. 326 y también pág. 212.
239
de la garantía. Por último, esta interpretación nos parece más acorde al
fundamento de la norma del art. 61 explicada supra y que está precisamente
diseñada para permitir que los acreedores que tienen dudas relativas a la eficacia
de su garantía, puedan también votar respecto de su fracción valista.426
Aparte de lo ya dicho, existe un problema práctico que tiene mucho que ver
con esta renuncia parcial, a saber, la situación de los cesionarios parciales de
créditos contra el deudor.
426
Así, por lo demás, lo establecía con mayor claridad el Código de Comercio, cuyo art. 1460 inc. 5º
establecía: “Si los acreedores de que habla el inciso segundo renuncian a sus garantías hasta una determinada
cantidad, podrán votar como acreedores comunes, conservando su garantía por la suma restante para el
complemento de sus créditos”.
240
retroactivo. En otras palabras, si un acreedor hipotecario o prendario ha recibido
pagos por enajenación de la garantía y luego vota en el plan de reestructuración,
no se puede repetir lo pagado en razón de dichas preferencias.427 La razón es
manifiesta: del instante que ha realizado su garantía real ya no es acreedor
preferente y si vota lo está haciendo como acreedor valista. Si, por el contrario, le
restan algunas garantías y ha realizado otras, se entiende que renuncia sólo a las
vigentes al momento del voto y no a las ya extintas, porque no se puede renunciar
a lo que no se tiene.
427
En igual sentido, Bonelli, op. cit., vol. III, pág. 87; Rocco, op. cit., pág. 439; Lyon Caen et Renault,
Traité..., t. VII, pág. 546.
428
Palma Rogers, Legislación..., pág. 142; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 32; Rondanelli, op. cit.,
págs. 138-139; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, págs. 222-223; García Martínez, op. cit., t. I,
pág. 485; Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, pág. 378, nota 2; Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 788.
Cámara es enfático tanto en su carácter generalmente irrevocable como en su naturaleza “irrecuperable” (op.
cit., t. II, págs. 975 y ss.).
241
Renault, Rondanelli y Palma Rogers, por citar algunos),429 el carácter definitivo de
la renuncia reposa en el mentado desinterés de los acreedores preferentes de
votar, de manera que si votaran negativamente el convenio sin perder la
preferencia, la sanción sería absurda e inconducente. Claro, en tal evento dichos
acreedores votarían negativamente desprendiéndose provisionalmente de la
preferencia por motivos distintos a los defectos intrínsecos de la propuesta. Como
señala Rondanelli, “si los acreedores garantidos de sus derechos recuperan su
carácter preferente por cualquiera de las circunstancias antes enumeradas, querría
decir que estaban facultados para hacer valer su capacidad de votantes cuando
quisieran hacer fracasar un convenio que contara con la opinión favorable de los
acreedores restantes, caso en el cual impondrían su voluntad aun contrariando el
parecer de los demás y mantendrían siempre sus garantías”.430 Como nosotros no
compartimos el fundamento que Palma Rogers, Rondanelli y Varela Varela431 ven
en el instituto del voto renuncia una defensa a los acreedores valistas, sino, por el
contrario, una consecuencia de la defensa de los acreedores preferentes y una
exigencia para que éstos participen de un convenio asimilándose a los valistas, es
que no creemos que el carácter definitivo de la renuncia surja de esas ideas. Para
nosotros el carácter definitivo es porque el acuerdo de reorganización es un
contrato colectivo o de clase: para ser parte en él se debe ser valista y de
momento que un acreedor entra a la negociación del mismo, debe ser por tanto
hábil, esto es, acreedor común. Por eso es que si el mismo acreedor vota en la
propuesta para los hipotecarios o prendarios, por votar no pierde su preferencia,
como claramente lo deja dicho el inciso 1° del art.61. En esto, nos parece que el
art.61 vuelve a la tradición anterior a la modificación que hizo al Ley 20.073 a la
Ley 18.175432
Sin perjuicio de todo lo anterior, hay que subrayar que la renuncia y el voto no
son la misma cosa.433 La renuncia es un acto jurídico unilateral y ella puede ser
anulada si en dicho acto jurídico se incurrió en vicios de nulidad (consentimiento
viciado; falta de capacidad o personería, etc.). Toda vez que la renuncia sea el
resultado de un vicio susceptible de anulación o de otra sanción que la prive de
efectos que importe su desconocimiento como acto jurídico real y válido, nada
impide que ella sea declarada inexistente o nula y que resurja por tanto la garantía
y preferencia renunciada.434 De este modo, por ejemplo, si se acoge una de las
429
Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 542; Rondanelli, op. cit., págs. 138-139; Palma Rogers,
Legislación de Quiebras, pág. 142.
430
Rondanelli, op. cit., pág. 139.
431
Varela Varela, Raúl, Sobre la Aplicabilidad..., pág. 212.
432
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, págs..269 a 272
433
En efecto, nada impide que un acreedor renuncie a sus privilegios o preferencias antes de la junta y que
ingrese a ella como quirografario. Si vota, en esta hipótesis, votará como valista, pues la renuncia fue anterior.
434
El art. 1466 del Código de Comercio primitivo, siguiendo el modelo francés (art. 509 del Code), establecía
que cuando no concurría la doble mayoría a la junta señalada, se postergaba la deliberación por ocho días
242
impugnaciones al plan acordado o si a posteriori se declara la nulidad del acuerdo
de reorganización, nos parece perfectamente legítimo que se anule la renuncia a la
preferencia en tanto acto jurídico unilateral. Pero dicha nulidad o inexistencia no es
automática, esto es, no opera ipso iure por la nulidad o impugnación del acuerdo,
sino que debe ser reconocida judicialmente, sea constatada (inexistencia), sea
anulada (nulidad), pues para tales efectos hay que estarse a las reglas generales
sobre ineficacia de los actos jurídicos. En resumen, la renuncia es una declaración
unilateral de voluntad que comporta la extinción de las garantías que sólo pueden
revivirse si dicha declaración de voluntad adolece de un vicio al que la ley común –
no la regulación especial de los acuerdos de reorganización contenida La Ley
20.720 – le asigna la ineficacia (sea inexistencia, sea nulidad).
improrrogables y agregaba que “la postergación deja sin efecto las aceptaciones manifestadas en la primera
junta, i restablece a los acreedores renunciantes en el goce de sus garantías”. Esto es, la falta de quórum de
la primera junta generaba la revocación de las renuncias.
435
Rocco, op. cit., pág. 441.
436
Ver Satta, op. cit., págs. 401 y 488. Bajo la Ley 11.719 argentina, se establecía expresamente este
principio. El art. 49 señalaba que “en caso de anulación del concordato de acuerdo con lo establecido en el
art. 47, recuperarán sus privilegios los acreedores que aceptaron el concordato renunciando en todo o parte a
esos privilegios o hipotecas”. Esta norma restringe el efecto de la nulidad a sólo los que aprobaron el
convenio y no a los que lo rechazaron, discriminación que García Martínez justifica en razón de que la
nulidad es la quiebra y si esos acreedores votaron contra el convenio estaban persiguiendo la quiebra que
ahora tienen y el legislador no hace sino “respetar la voluntad de tales acreedores, que a toda costa y
renunciando a una situación de privilegio, expresaron categóricamente su oposición a la aprobación del
concordato”. Opinión que nos parece acertada como explicación, pero que resulta difícil de admitir en nuestro
derecho positivo (ver García Martínez, op. cit., t. I, pág. 587). En la reglamentación trasandina actual se
eliminó dicha discriminación, pues el art. 71 Nº 4 de la Ley 19.551/72 expresamente señala como efecto de la
nulidad del convenio que “los acreedores recuperan el privilegio que han renunciado para votar el acuerdo”,
norma que no existe para el caso de la resolución del convenio (ver Fusaro, op. cit., págs. 158, 162 y 164).
243
dicha declaración de voluntad está afecta a algún vicio de nulidad de los
específicos que contempla, no el Libro IV del Código de Comercio, sino el derecho
común.437
El art.191 de la Ley 18.175- en el texto fijado por la Ley 20.073- disponía que si
estos acreedores preferentes hubieren hecho uso del derecho a renunciar total o
parcialmente sus preferencias, sus créditos se sumarían en el pasivo, para los
efectos del cómputo de las mayorías por las sumas a que hubiere alcanzado la
renuncia.439En suma, la renuncia significaba una asimilación del acreedor
preferente a los acreedores comunes y en tal sentido se consideraba su persona
en la votación y el capital de su crédito por el total o la fracción liberada por la
renuncia de la preferencia. Como consecuencia de lo anterior, este acreedor tenía
todas las facultades, cargas y obligaciones de los demás a quienes afecta el
convenio, esto es, pasa a ser parte del convenio, siempre que éste llegue a
perfeccionarse.
En el nuevo texto las cosas no son tan claras, aunque creemos que la regla sigue
siendo la misma, porque en esto, más allá de los manifiestos errores de texto, no
se sabe que se haya querido innovar. Dice el art.61 que si estos acreedores
hipotecarios o prendarios votan el monto de sus créditos en lo votado se incluirá
“en el pasivo de la clase o categoría de los acreedores valistas para los efectos del
cómputo a que se refiere el art.79 por las sumas que hubiere alcanzado la
renuncia”.
437
Por este mismo motivo, si se concurre a la junta por medio de mandatario, éste deberá estar facultado no
sólo para concurrir, sino también para votar, lo que significa que debe estar provisto expresamente de la
facultad de renunciar a dichas preferencias o privilegios (ver Rondanelli, op. cit., pág. 136).
438
En igual sentido, Rondanelli, op. cit., pág. 137; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 32; Lyon Caen et
Renault, Traité..., t. VII, pág. 543.
439
El art. 191 decía que el convenio no afectaba a los acreedores preferentes en general en cuanto se hubieren
abstenido de votar. Se sostuvo, por tanto, que si estos acreedores no concurrían a la junta de rigor, les
afectaría el convenio, porque ellos deberían concurrir y abstenerse de votar para que no les afecte. La Corte de
Santiago en sentencia de 4 de julio de 1984 aclaró la correcta doctrina: a estos acreedores no les afecta el
convenio si no votan, sea que asistan o no a la junta (R.D.J., t. 81, 2ª parte, sec. 2ª, pág. 57).
244
Así, el primer efecto es que la suma de la renuncia se colaciona con el pasivo de
quinta clase, aunque esto no ocurre siempre en el caso de los acreedores con
garantías exógenas como veremos más adelante.
Pero a lo anterior se añade la aberración del art.95 N°3 letra b) y N°4 letra b) que
señala que cuando las garantías personales o reales del deudor estaban
constituidas por terceros o sobre bienes de terceros, si los respectivos acreedores
votan en contra del plan, su pasivo no se colaciona con el total para determinar el
cálculo de las mayorías, de forma que estos acreedores sólo se consideran parte
del pasivo si votan a favor de la propuesta, lo que no significa que no les afecte el
acuerdo de reorganización si llega a aprobarse
245
salvo el efecto político que hubiere tenido al tocare este asunto tan sensible.
Lo lamentable es que la ley no se hizo cargo del gran vacío que tenían todas las
anteriores que destacamos en nuestro anterior texto440, a saber, ¿qué ocurre si el
deudor celebra un acuerdo de reorganización y a reglón seguido uno de estos
acreedores preferentes excluidos del acuerdo solicita su quiebra o liquidación
forzosa?. Pensemos que uno que tiene un título ejecutivo en contra del deudor
que da cuenta de una deuda vencida (v.gr. una cotización de previsional impaga; o
una sentencia laboral que obliga al pago de remuneraciones e indemnizaciones). Si
el titular de estos créditos solicita la liquidación forzosa en razón de la causal del
N°1 del art.117, ¿está obligado el tribunal a dictar la resolución de liquidación?
Tampoco aclara la ley qué significa eso de que estén inhabilitadas las sociedades
en que dichos parientes participen. Nos parece que la ley no hace distinciones
440
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.351
441
Rondanelli, op. cit., pág. 132. En Argentina desde la Ley 19.551/72 ya no se admitía el voto de parientes
de cualquier signo. Ver Cámara, op. cit., t. II, pág. 983.
246
relativamente al tipo de sociedad y tampoco a la fracción de participación. No
sabemos si abarca también pro participar el hecho de tener injerencia en la
administración no obstante carecer de derechos o acciones en la sociedad. Nos
parece que la voz participación se limita a tener derechos o acciones y no a
concurrir en su administración, aunque el telos podría ser el mismo. Lo decimos
porque excluye de esta regla las sociedades inscritas en el Registro de Valores y en
eso claramente está apelando a la participación como accionista de los parientes y
no en la gestión, porque se excluye el tipo de sociedad, no el tipo de participación.
Hasta la Ley 20.073 no estaba claro qué ocurría si los acreedores parientes no
votaban en orden a si les era oponible el convenio. Esta ley se encargó de aclarar
que el convenio obligaba a todos los acreedores, hayan o no concurrido a la junta,
y hayan o no tenido derecho a voto. Esto nos parecía de Perogrullo, pues de otro
modo , esto es, si si no los obligara, se les generaría una superpreferencia para
cobrarse extraconcurso no obstante ser acreedores valistas. El nuevo texto no
reeditó la regla expresamente, pero se extrae del texto del art.63 que establece
que los acreedores relacionados, entre los que se encuentran los parientes,
quedan subordinados al pago previo de todos los acreedores concordatarios antes
de comenzar a pagarse ellos, de lo que fluye que a ellos sí les afecta el acuerdo.
442
El primitivo art. 1460 inciso final del Código de Comercio dejaba sin voto al cónyuge y a los parientes
hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afinidad inclusive, y al acreedor que era “actualmente
síndico de la quiebra”. Hasta hoy el Decreto Real 267 de 1942 sólo impide votar a los parientes y a los
cesionarios o adjudicatarios de créditos de parientes desde un año antes de la declaración de quiebras
(art. 127).
443
En la Ley 19.551 de 1972 de Argentina los acreedores relacionados no tenían limitación de voto. La Ley
24.552 de 1995 excluye de la votación, además de los parientes, a los socios, administradores y accionistas
“controlantes” de la fallida (art. 45). En Perú el año 1999 se modificó la Ley de Reestructuración Patrimonial
de 1996, Decreto Legislativo Nº 845, y se estableció la obligación del deudor de declarar si existían créditos
relacionados y que si se determinaba que existían créditos con acreedores vinculados que representaren más
del 66% del pasivo, éste se dividiría en dos grupos: uno formado por los acreedores relacionados y otro por
los no vinculados, de forma tal que el plan de reestructuración debía ser aprobado por el 66% del pasivo de
ambas clases o grupos de acreedores (ver sobre esto el interesante trabajo de Huáscar Escurra, El Derecho a
Voto de los Acreedores Vinculados al Deudor Insolvente: Aproximación al Tema a Partir de un Análisis
Económico, del texto Derecho Concursal, págs. 127 y ss. En Colombia el Código de Comercio no contiene
normas especiales, pero la Ley 550 de 1999, que establece un régimen para promover la reactivación y
reestructuración empresarial, divide a los acreedores en dos grupos: los externos y los internos, señalando que
éstos son los “accionistas, socios, asociados o cooperados del empresario que tenga forma jurídica asociativa;
247
acreedores relacionados tienen intereses distintos muchas veces a los de los
acreedores no relacionados, notoriamente cuando el patrimonio del deudor es
negativo, porque entonces los relacionados se identifican más con el deudor que
con los acreedores. No existiendo homogeneidad de intereses, no pueden pues
tener una voluntad común. Además, estos acreedores relacionados por definición
no van a optimizar la solución en cuanto acreedores. Pero también hay que cuidar
no extremar las cosas, como ocurría antes de la Ley 20.073, en que los socios y
accionistas sin distinción no podían votar, aunque fueran acreedores socios o
accionistas muy minoritarios.
el titular de las cuotas de una empresa unipersonal; el controlante de la fundación y, en general, los socios,
controlantes, beneficiarios reales que hayan aportado bienes al desarrollo de la empresa en forma demostrable
y cuantificable”. “Luego, el voto de los acreedores internos de empresarios privados o mixtos de forma
asociativa tendrá el número de votos equivalente al valor que se obtenga de multiplicar su porcentaje de
participación en el capital, por la cifra que resulte de restar del patrimonio las partidas correspondientes a
dividendos, participaciones o excedentes decretados en especies, así como a revalorización del patrimonio,
sea que haya sido o no capitalizado” y agrega la ley que “las acreencias a favor de acreedores internos, que
sean distintas de las señaladas anteriormente, y que no correspondan a anticipos para futuras capitalizaciones,
a préstamos cuyo ingreso a la empresa se pueda acreditar o a pagos por la suscripción de bonos
obligatoriamente convertibles en acciones, no darán derecho a voto”. Como puede observarse, los acreedores
internos tienen derecho a voto hasta por su participación en el capital de la empresa y por todos sus créditos
ciertos y efectivos que representen ingresos efectivos a la empresa. Sin embargo, el art. 29 dispone que “los
acuerdos de reestructuración se celebrarán con el voto favorable de un número plural de acreedores internos o
externos que representen por lo menos la mayoría absoluta de los votos admisibles”, y más adelante señala
que “dicha mayoría deberá conformarse con los votos provenientes de por los menos tres de alguna de las
siguientes cinco clases de acreedores: acreedores internos, trabajadores y pensionados, instituciones públicas
y de seguridad social, instituciones financieras y demás entidades sujetas a control de la Superintendencia
Bancaria y los demás acreedores externos y si sólo hay tres clases, la mayoría se forma con el voto
proveniente de acreedores pertenecientes a dos de dichas clases y si sólo hay dos, entonces debe ser la
mayoría de ambas clases”. En la ley española 22/2003 a los acreedores subordinados, entre los que se
encuentran los relacionados, simplemente no se les concede derecho a voto (art. 122 Nº 1 en relación con los
arts. 92 Nº 4 y 93 de la Ley 22/2003). El art. 1525 del Código de Comercio boliviano también impide votar el
convenio, aparte de los parientes, a los socios o administradores de una sociedad.
248
acreedores relacionados con el deudor; la de determinados cesionarios de créditos
contra el deudor; y la de los acreedores hipotecarios y prendarios cuya garantía no
es estimada esencial para el plan de reorganización, pues éstos sólo pueden votar
como valistas, pero no la propuesta para la categoría der los acreedores provistos
de garantía real.
Para ser consistente la ley debió haber agregado otro grupo: la prohibición de
votar a quienes tiene un conflicto de interés en los mismos términos que están
previsto para las votaciones en juntas de acreedores durante el procedimiento
concursal de liquidación (art.191 inciso 2° de la Ley). Claro, porque a los acuerdos
de término se le aplican las reglas de los acuerdos preventivos; pero a éstos no se
les aplican las normas de aquellos. En consecuencia, un acreedor con conflictos de
interés, esto es, cuyo voto depende de elementos exógenos a las virtudes o
defectos de plan, puede de todas formas votar en la formación de un acuerdo de
reorganización preventivo, pero podría ser excluido del voto en uno que ponga
término al juicio concursal, porque las juntas respecto de estos se ciñen a las
normas de dicho juicio entre las que se encuentra el art.191. Si el voto se emite y
es determinante, haría entonces causal para impugnar el acuerdo de
reorganización de término con arreglo al art.85 de la Ley.
Hoy son acreedores relacionados también los parientes conforme al art.2 N°26
letra a) de la Ley, como vimos supra. Pero en este título denominamos personas
relacionadas a aquellas definidas como tales en el art.100 de la Ley de Mercado de
Valores.
El art. 100 de la Ley 18.045 Sobre Mercado de Valores establece las siguientes
hipótesis de personas relacionadas:
a) Que los acreedores pertenezcan a un mismo grupo empresarial que el
deudor (art. 100 letra a)). La Ley de Mercado de Valores define el grupo
empresarial diciendo que es “el conjunto de entidades que presentan vínculos de
tal naturaleza en su propiedad, administración o responsabilidad crediticia, que
hacen presumir que la actuación económica y financiera de sus integrantes está
guiada por los intereses comunes del grupo o subordinada a éstos, o que existen
riesgos financieros comunes en los créditos que se les otorgan o en la adquisición
de valores que emiten”. Esta es tal vez, de todas las situaciones de que trata el
art. 100 de la Ley de Mercado de Valores, la que se presta para mayor ambigüedad
y equívocos y si bien el art. 96 de dicha ley le confiere a la Superintendencia de
Valores y Seguros la atribución para definir casos de grupos empresariales –cosa
que hasta la fecha no ha hecho–, de todas formas esa regla no limita la posibilidad
de otras hipótesis que se ajusten con la definición legal.
b) Las personas jurídicas que tengan respecto del deudor la calidad de matriz,
coligante, filial o coligada en conformidad a las definiciones de la Ley 18.046 Sobre
249
Sociedades Anónimas. Esta regla también se presta a problemas, aunque menores,
porque recodemos que las sociedades son filiales de las matrices si ésta
directamente, o por intermedio de otra persona natural o jurídica, controla más del
50% del capital (art. 86 Ley 18.046) o si puede hacer designar la mayoría del
directorio o administradores. Lo mismo ocurre con las coligadas, con la diferencia
que para ser coligadas basta que una controle el 10% o más del capital con
derecho a voto o del capital si no es sociedad por acciones o que pueda elegir o
designar o “hacer elegir o designar” a un miembro del Directorio o de la
administración (art. 87 Ley de Sociedades Anónimas). Vale decir, la dificultad de
aplicar esta prohibición será especialmente difícil cuando el dominio de las acciones
o capital o la facultad de designar mayoría de la administración o algunos
miembros de ella, según sea matriz o coligada, no sea directo, sino que cuando lo
hagan por intermedio de otras sociedades.
c) Los directores, gerentes o administradores del deudor persona jurídica o
bien los cónyuges y parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o
afinidad de dichos directores, administradores y gerentes (art. 100 letra c) Ley
18.045). Tal vez aquí el legislador se excedió en sus afanes de transparencia,
porque de verdad no se ve por qué un miembro de la administración del fallido o
sus parientes no puedan votar un plan de reorganización propuesto por el deudor.
Naturalmente que mirarán con simpatía dicha propuesta, pero en razón de que
ellos no controlan ni en capital ni en la designación de la administración al deudor,
se supone que el acuerdo será evaluado por ellos por sus méritos propios, máxime
si los créditos adeudados son significativos.
d) Tampoco puede votar cualquier persona que por sí o mediante un acuerdo
de actuación conjunta pueda designar al menos un miembro de la administración
de la sociedad o controle un 10% o más del capital o del capital con derecho a
voto, si se trata de sociedad por acciones.
Esta restricción puede ser excesiva, pero tiene la dificultad adicional que de
mediar un acuerdo de actuación conjunta será muy difícil la prueba del mismo,
pues la ley define dichos acuerdos como “la convención entre dos o más personas
que participan simultáneamente en la propiedad de una sociedad, directamente o
a través de otras personas naturales o jurídicas controladas, mediante la cual se
comprometen a participar con idéntico interés en la gestión de la sociedad u
obtener el control de la misma” (art. 98 Ley 18.045). La ley presume este acuerdo
entre parientes y cónyuges, entre representantes y representados y entre
personas que pertenecen a un mismo grupo empresarial; entre la sociedad y su
controlador y cada uno de sus miembros. También presume la ley este acuerdo
cuando uno de los socios es una sociedad extranjera “ de cuya propiedad no haya
información suficiente”, acuerdo que se presume entre la sociedad extranjera y el
socio o accionista mayoritario o entre el grupo de socios o accionistas que con
pacto de actuación conjunta tengan la mayor participación en la propiedad de la
sociedad. Estas presunciones son simplemente legales.
Verá el lector que será difícil determinar si estos acreedores pueden o no votar,
porque será difícil poder calificar a cada uno de los acreedores en términos de si
250
encajan o no en las prohibiciones legales.
El art.79 prohíbe votar a los “los cesionarios de créditos adquiridos dentro de los
últimos 30 días anteriores a la fecha de inicio del procedimiento concursal de
reorganización”
Esto ya lo vimos supra, de forma que nos remitimos a dicha regla.445
444
Son créditos subordinados, los verificados o “comunicados” tardíamente; los que por acto contractual sean
subordinados respecto de los demás créditos contra el deudor; los créditos por intereses de cualquier clase,
salvo que provengan de créditos provistos de garantía real; los créditos por multas o sanciones pecuniarias;
los créditos de personas “especialmente” relacionadas con el deudor en los términos que indica el art. 93 de la
ley y, por último, los créditos del tercero cuyo acto fue revocado si se lo declaró en la sentencia pertinente
como “parte de mala fe” (art. 92). Se reputan personas relacionadas con el concursado persona natural el
cónyuge o quienes convivan con el concursado en “análoga relación de afectividad o que hubieren convivido
con él los dos años anteriores a la declaración de concurso”; y los ascendientes o hermanos del concursado o
de su “pareja”; los cónyuges de los ascendientes, hermanos o descendientes del concursado; y relacionados
con el concursado persona jurídica sus socios personal e ilimitadamente responsables de las deudas sociales;
los socios por el 10% del capital social o 5% si la sociedad cotiza en el mercado secundario formal; los
administradores o liquidadores de la sociedad o que lo hubieren sido en los últimos dos años; las sociedades
que formen parte del mismo “grupo empresarial” de la fallida y sus socios; quienes hayan adquirido créditos
de personas relacionadas dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso (art. 93).
445
Ver pág…………….. supra.
251
después de la resolución de liquidación. La misma norma prohíbe también conferir
mandatos por una fracción del crédito. Si bien este artículo no les prohíbe a dichos
acreedores del crédito fraccionado derechamente votar, sí les prohíbe asistir a las
juntas que se lleven a efecto en la ejecución colectiva. Además, en el caso de que
el fraccionamiento de créditos sea anterior en 30 o menos días a la resolución de
liquidación, todos los acreedores resultantes de dicho fraccionamiento deben emitir
un solo voto. Esta prohibición no afecta los créditos que se fraccionan producto de
la liquidación de una sociedad o la participación de una comunidad que no esté
exclusivamente formada por ese crédito.
Previene en inciso penúltimo del art.94 que “El acreedor cuya garantía recae
sobre un bien calificado como no esencial concurrirá y votará en la clase o
categoría de acreedores valistas, únicamente por el saldo del crédito no cubierto
por la garantía. El saldo cubierto por la garantía no se considerará en el pasivo de
la clase o categoría de acreedores garantizados".
252
acreedores presentes, calificando los poderes, etc. A continuación se da lectura a
las proposiciones de convenio y a la nómina de créditos con derecho a voto. Hoy la
ley se encarga de aclarar que en el procedimiento de acuerdo preventivo quien
califica los poderes es el veedor (art.25 N°6)
Lo corriente es que después quien dirija la reunión (que en los acuerdo de
término debería ser el acreedor designado como presidente con arreglo al art. 196
N°4 y en el acuerdo preventivo judicial podría ser el juez) debe dar la palabra a los
asistentes, sea que tengan o no derecho a voto (esto es, los acreedores
preferentes, los impugnados no admitidos a sufragar, los que tienen prohibición de
votar, etc.), para comentar sobre las proposiciones. Ésta será la oportunidad para
solicitar modificaciones, correcciones, aclaraciones e incluso para hacer apología o
descrédito al plan de reorganización. Además, era corriente en los convenios
preventivos que el síndico interventor -hoy veedor- diera sus explicaciones sobre
su informe en orden al porcentaje probable de recuperación en una liquidación, a
la viabilidad de plan y a sus conveniencias, En la práctica, los convenios de
reorganización son apenas discutidos y sólo algunos acreedores piden
explicaciones, pues todo el mundo llega a la junta con su decisión tomada.
Luego se someten las proposiciones –y sus modificaciones– a votación.
Generalmente esta votación se hace a viva voz. Se consulta al acreedor su voto
(algunas veces se designa el acreedor, se fija el monto de su crédito y se le solicita
formalmente que vote, lo que nos parece más acertado) y en la medida que se van
emitiendo los votos se hace una lista con dos columnas para el cálculo final.
Hecho esto, quien preside la reunión da lectura al resultado de la votación (a la
que es bueno estar atento, porque es posible que se cometan errores al ir
contabilizando los votos), con expresión del número de acreedores y monto del
pasivo que votaron en uno u otro sentido.
La comparecencia del veedor o, en su caso, del liquidador no es esencial y para
ellos meramente facultativa. En todo caso, su asistencia es de suma utilidad,
máxime en el caso del convenio preventivo.
446
Rondanelli, op. cit., págs. 143-144. En igual sentido, Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras,
pág. 228.
447
Nuestra Corte Suprema ha dicho que “si bien es cierto que... las proposiciones de convenio sean aceptadas
en junta de acreedores, ello no significa que no pueda un acreedor expresar por escrito su voluntad en tales
reuniones. La prohibición de que el convenio sea aprobado fuera de la junta tiene como único fin exigir la
celebración de tal reunión para evitar conclusiones o convenios clandestinos, pero no puede extenderse hasta
darle el alcance de una regla sacramental, que impida la comparecencia escrita de los acreedores a la junta”
(C. Suprema, 7 de octubre de 1957, R.D.J., t. 54, sec. 1ª, pág. 206). Este fallo desconoce que la junta no es
sólo los créditos, sino también la “concurrencia” de los acreedores.
253
(uno o más documentos dice la ley) ante ministro de fe o por firma electrónica
avanzada. Salvo esa regla excepcional, Los votos deben emitirse en la junta y no
valen los emitidos extraasamblea. El derogado art. 173 de la Ley 18.175 lo decía
expresamente, pero no por su derogación varía el principio, pues, como veremos
más adelante, las mayorías que se suman para acordar el convenio exigen que dos
tercios de los asistentes a la junta de rigor adhieran a las proposiciones. No es
ociosa naturalmente la exigencia que aún se mantiene postreforma de la Ley
20.720 en el sentido de que es una junta la que delibera y vota el convenio, de
forma que sigue ésta siendo la solemnidad circunstancial por la que debe
manifestarse la voluntad de los acreedores. Hay que decirlo, este esquema
transparenta mucho más el proceso, pues los votos por adhesión se prestan para
mayores abusos y para mantener el escrutinio abierto de forma indefinida. La
misma exigencia de que los acreedores exterioricen su voluntad por medio de un
“voto” explicita. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua nos dice que el
voto es el “parecer o dictamen explicado en una congregación o junta en orden a
la decisión de un punto o elección de un sujeto; y el que se da sin fundarlo,
decidiendo simplemente sí o no o por medio de bolas”.
Para este tema tenemos que distinguir dos situaciones: si las propuestas son
discriminatorias o si no lo son.
254
Precedentemente hemos ido definiendo los acreedores con derecho a voto. La
determinación de los mismos es importante para definir la mayoría porcentual de
pasivo, porque todos aquellos créditos que por ley o de hecho no tienen derecho a
voto no pueden ser contabilizados en el cómputo de esta mayoría de pasivo. Así,
no pueden ser contabilizados los créditos de los acreedores no incluidos en la
nómina de créditos reconocidos establecida conforme al procedimiento de los
arts.70 y 71 de la Ley. Tampoco votarán los créditos impugnados no admitidos
provisionalmente por el juez, los créditos de personas “relacionadas” con el
deudor, los créditos de los parientes ni tampoco los créditos de los acreedores
preferentes y sólo en la fracción preferente, si no renunció a su preferencia, salvo
que se trate de los acreedores prendarios e hipotecarios. Como vimos, si los
acreedores renuncian a su preferencia, o si los hipotecarios y prendarios votan la
propuesta de de los valistas se incluyen en el pasivo con derecho a voto.
Pero Chile hace diferencia a la totalidad de los países que se han hecho herederos
del sistema estadounidense de admitir planes por distintas clases o categorías de
255
acreedores. En todos dichos países no es indispensable que en todas las categorías
se logren las mayorías legales, pues permiten que cuando en una o más categorías
el plan fue rechazado, el y tribunal le otorgue su homologación si se dan ciertas
exigencias (v.gr. cuando el conjunto de votos de todos los planes excedan el 60%
del pasivo; que quienes votaron en contra no quedan peor con el plan que sin él;
que en una liquidación la solución para tales acreedores hubiere sido peor, etc…).
Por eso es que el apartado final del art.79 nos previene que “el acuerdo de la
propuesta de una clase o categoría se adoptará bajo la condición suspensiva de
que se acuerde la propuesta de la otra clase o categoría en la misma junta de
acreedores o en la que se realice de conformidad a lo previsto en el artículo 82”.
Este texto sugiere que las propuestas a lo sumo podrían ser dos: la de los valistas
y la de los preferentes hipotecarios y/o prendarios.
El texto actual en su art.79 estima que el acuerdo está acordado cuando cuenta
con el consentimiento del deudor. Añade además el art.81 que si el deudor no
asiste a la junta llamada a votar el plan, el tribunal deben inmediatamente en la
misma junta dictar la resolución de liquidación. Asimismo, el art.96 estima que
existe rechazo del acuerdo si el deudor no da su consentimiento.
En suma, todas las dudas que manifestamos en nuestro texto anterior448, hoy no
existen: si el deudor no asiste a la junta o no manifiesta su voluntad a favor del
acuerdo de reorganización, normalmente lo que ocurrirá es que el tribunal dictará
la sentencia de apertura del juicio concursal regulada en el art.129 de la Ley. Muy
excepcionalmente si la junta por quórum especial lo acuerda en los términos del
art.96, puede ofrecerse al deudor la posibilidad de levantar una nueva propuesta.
256
A continuación estudiaremos el rechazo efectivo del plan de reorganización y,
por otro lado, los efectos de la hipótesis de acuerdo.
Cuando el plan tiene por función evitar una liquidación concursal, naturalmente
que el rechazo del plan importa que entre en juego la conversión del proceso de
un proceso de reorganización a uno de liquidación. Pero el art.98 de la Ley abre la
posibilidad de que el juez no dicte de inmediato la resolución de liquidación, si los
acreedores por quórum especial, esto es, 2/3 del pasivo con derecho a voto, le
conceden una segunda oportunidad para formular un nuevo y mejor plan.
Recordemos que en la misma junta que rechaza el plan, los acreedores deben
designar al liquidador titular y suplentes provisionales que deberá designar el juez
en la sentencia de apertura.
En cambio, el efecto del rechazo del plan de reorganización para terminar el juicio
concursal será que el procedimiento concursal de liquidación que se pretendió
alzar mediante esa propuesta seguirá su curso sin demora.
257
se inclinaban por la afirmativa para la ley anterior,449 pero no lo dispone la ley
derogada y tampoco la vigente y nuestra jurisprudencia había resuelto que ello no
es necesario, sin perjuicio de reconocer la utilidad de dicha suscripción, en
particular para evitar alteraciones.450 Basta la certificación del ministro de fe que
asistió a la reunión, porque a falta de exigencia expresa de la ley, no pueden
presumirse solemnidades, dado que ellas son de derecho estricto. De hecho el
art.90 se satisface con una copia del acta con indicación de los votos favorables y
el texto íntegro del acuerdo sin mencionar la firma de los asistentes.
Si bien la ley no dice qué debe hacerse con el acta que resulte de la reunión y
tampoco que el juez deba declarar por acordado el plan, en la práctica bajo la ley
anterior se le solicitaba al juez que haga tal declaración.451 Pero ni hoy ni entonces
existía una disposición expresa que requiera de esta declaración judicial, pero de
la sistemática de la ley surge dicha necesidad. Antes por la sistemática de la ley se
era conclusiva la tesis de que debía dictarse dicha resolución452, hoy esa
sistemática no existe
Este acuerdo íntegro, con sus modificaciones, debe ser publicado n el Boletín
Concursal por el Veedor (art.84).
Pero esta es sólo una de las tradiciones que informan nuestro ordenamiento
sobre convenios. La otra es la hispánica, que se remonta al Código de
Enjuiciamiento Civil español y al tantas veces mencionado Decreto de 1837,
449
Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 289; Rondanelli, op. cit., pág. 147.
450
En el Código de Comercio se disponía que el convenio debía ser firmado, so pena de nulidad, acto
continuo de realizado el acuerdo (art. 1463). Pero la ley actual no lo exige y nuestra Corte Suprema ha
resuelto que “no es indispensable para la validez de un convenio judicial preventivo, el que aparezca suscrito
por todos los acreedores del deudor” (R.D.J., t. 41, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 122).
451
Durán Bernales, partidario dogmático de la necesidad de una resolución que declarase por acordado el
convenio, encontraba el fundamento positivo de la necesidad de dicha declaración en la circunstancia de que
una de las causales de impugnación del convenio acordado fuera el error en el cómputo de las mayorías
exigidas por la ley (op. cit., pág. 492); Rondanelli daba por descontada dicha resolución (op. cit., pág. 147);
Puelma Accorsi destacaba la circunstancia de que “la ley no requiere expresamente un pronunciamiento
(Curso de Derecho de Quiebras, pág. 229); Sandoval López simplemente se limitaba a señalar que es el juez
el que ordenaba la notificación por avisos del convenio (op. cit., t. III, pág. 289).
452
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición., pág.298.
258
elaborado por don Mariano Egaña. En este decreto, primera regulación patria de
los convenios, el mismo quedaba perfecto al momento en que se acordaba en
junta; sólo su vigencia quedaba postergada a un plazo de cinco días para efectos
que dentro de dicho plazo pudiera ser impugnado el convenio mediante las
acciones de nulidad expresadas en términos prácticamente idénticos al actual
art. 1443 del Código de Comercio (art. 196). Vale decir, para el sistema hispánico,
el convenio es el acuerdo resultante de la junta..., el plazo para impugnarlo no dice
relación con la existencia de dicho acto jurídico, sino que dice relación con su
vigencia.
¿Cuál de las dos tradiciones es más gravitante hoy? La respuesta nos parece
evidente: en el régimen actual desde la Ley 4558 el tribunal ya no aprueba el
convenio, se limita a certificar que está aprobado. Esta fórmula, que la Ley 4.558
extrajo no del Código de Comercio, sino que del Código de Procedimiento Civil,
hace de la aprobación del juez un mero acto certificatorio.
El art. 676 del Código de Procedimiento Civil señalaba que si dentro del plazo
de impugnación no se deducía alguna, “se entenderá aprobado por los acreedores”
el convenio y que “el tribunal lo declarará así de oficio o a petición de cualquier
interesado”. Luego de la Ley 20.073, el art. 199 del Libro IV del Código de
Comercio prevenía que “el convenio entrará a regir453 desde que se encuentre
vencido el plazo para impugnarlo sin que se hayan interpuesto impugnaciones en
su contra” y agregaba que en ese caso “se entenderá aprobado y el tribunal lo
declarará así de oficio o a petición de parte”.
En términos jurídicos la Ley 20.720 no ha innovado sobre lo avanzado por la
Ley 20.073. Vale decir, no existe stricto sensu aprobación judicial del acurdo de
reorganización. La aprobación resulta del solo ministerio de la ley por el hecho de
no mediar impugnación.
De forma que el acuerdo de junta no es un “mero proyecto”. Hoy el acuerdo de
junta “es” el convenio o, en términos actuales, el acuerdo de reorgnización454.
453
Esta es una de las innovaciones de la Ley 20.073, que aparejó no sólo la aprobación, sino desde luego la
vigencia del convenio, a la circunstancia de no mediar impugnaciones oportunas. Esto era así en el Código de
Procedimiento Civil, pero la Ley 4.558 y luego la Ley 18.175 habían introducido una escisión entre la
aprobación y la vigencia, estableciendo que la vigencia quedaba subordinada a que la resolución que
declaraba la aprobación quedare ejecutoriada, lo que se prestaba a grandes problemas.
454
Hay otros elementos de nuestra tradición que apuntaban en el mismo sentido aún antes de la Ley
20.073. Bajo el ordenamiento anterior a la Ley 20.073 el art.177 del Libro IV del Código de Comercio
figuraba entonces en el art. 177 inciso primero de la Ley de Quiebras y prevenía que “la tramitación de las
proposiciones de cualquier convenio...” no impedía la quiebra ni otras ejecuciones contra el deudor, artículo
por lo demás que se encontraba dentro del párrafo titulado “De las Proposiciones de Convenio”. Vale decir, lo
que no impedía la quiebra era la tramitación de las proposiciones, pero no el convenio acordado, acuerdo que
estaba regulado en otro título denominado “De la aprobación del convenio”. En otras palabras, la ley hacía
una clara distinción entre tramitación de “proposiciones” y “convenio”. La ley actual eliminó esa formulación
de la ley y el art. 1421 (art. 177), equivalente al primitivo art. 177, ya no habla de tramitación de
proposiciones, sino que dice que “la tramitación de esta clase de convenio (el preventivo) no embarazará el
ejercicio de ninguna de las acciones que procedan...”. ¿Un cambio de criterio del legislador? No nos parece.
A nuestro juicio la circunstancia de que el art. art. 190 del Libro IV del Código de Comercio hablase de que
259
La importancia práctica de este desarrollo es el efecto que tiene un acuerdo
votado favorablemente en relación a una eventual acción ejecutiva concursal en
contra del fallido (o del propio fallido) o en relación con ejecuciones llevadas
adelante que puedan implicar desmembrar su patrimonio antes de que el convenio
de reorganización adquiera la calidad de aprobado.
Normalmente si un acuerdo es impugnado o bien si la resolución que declara
aprobado el acuerdo es apelada –siempre que se admita, lo que es discutible, que
es apelable–, aun cuando haya gozado de la protección financiera concursal, que,
como sabemos siempre sólo dura hasta la junta que lo vota, demorará mucho en
adquirir la calidad de aprobado.
A nuestro juicio, una vez rechazada en primera instancia una impugnación o
dictada y notificada la resolución que lo declara aprobado, el acuerdo de
reorganización judicial se encuentra homologado, existe convenio como acto
jurídico, pero aún no rige, aún no produce efectos, sino hasta que el rechazo de la
impugnación o la resolución aprobatoria se encuentren firmes y ejecutoriada
arts.89 y 259 de la Ley
Entonces puede darse el caso que en este lapso de tiempo se solicite la
liquidación forzosa o se rematen los bienes del deudor. ¿Puede el acuerdo no
aprobado aún suspender dichas acciones ejecutivas colectivas o individuales?
Sumemos a lo anterior que los arts.89 y 259 previenen que el convenio rige
desde que se acuerda y que si se impugna, sólo se suspende su vigencia si la
impugnación va apoyada por un 30% del pasivo de la respectiva categoría a que
pertenece el deudor que lo impugnó y “que los actos y contratos ejecutados “entre
el acuerdo y la fecha en que quede ejecutoriada la resolución que acoja las
impugnaciones” no podrán dejarse sin efecto. En otras palabras, el acuerdo
preventivo judicial entra a regir desde que se acuerda en la junta, lo que despeja
toda duda en orden a que este convenio es acto jurídico pleno una vez acordado,
sujeto naturalmente a la condición resolutoria de que se acoja en definitiva una
impugnación y que por vigente impide la resolución de liquidación no obstante no
estar aún aprobado.
Es cierto que esta vigencia queda en suspenso, sin embargo, si se interpone
una impugnación apoyada por el 30% del pasivo con derecho a voto de la
categoría o clase pertinente.
Sin embargo, hay que admitir que la Ley 20.720 pecó de mucho entusiasmo al
igualar la vigencia del acuerdo preventivo con la del acuerdo de término. Desde la
“el convenio se considerará acordado...” implica que desde entonces ya era convenio, al igual que podía
colegirse del régimen anterior. Antes del acuerdo lo que hay es “tramitación del convenio” (arts. 177 y 180) o
tramitación de las proposiciones. Una vez acordado, la ley ya no hablaba de “tramitación” sino de convenio a
secas y por ello los arts. arts. 196 y ss. del Libro IV Código de Comercio hablan de la impugnación del
convenio. Recordemos que estas acciones de impugnación, que en el derecho patrio se remontan al Decreto
Sobre Juicio Ejecutivo de Mariano Egaña del año 1837 (art. 139 del mismo), eran las únicas acciones de
nulidad que dicho ordenamiento contemplaba en contra del convenio y si eran acciones de nulidad, era porque
discurrían y discurren en la existencia actual de un acto jurídico.
260
vigencia de la Ley 20.073 el convenio preventivo acordado regía desde la junta y si
era impugnado se suspendía su vigencia solo si ella iba apoyada por el 30% del
pasivo con derecho a voto. Añadía la ley que los actos del tiempo intermedio entre
la vigencia y la sentencia que acogía la impugnación eran revocable merced de la
acción pauliana civil. Esta norma no existía para el convenio simplemente judicial,
el que para tener efecto requería que estuviere dictada la resolución que declaraba
aprobado el convenio o la que desechaba las impugnaciones en primera instancia,
por la simple razón que de entrar en vigencia sólo estando acordado la quiebra se
alzaba con sólo la junta que lo acordaba. El texto actual del art.259 asimiló el
tratamiento para ambos tipos de acuerdo de reorganización, de modo tal que
acordado que sea el plan de reorganización termina el procedimiento concursal de
liquidación, pues desde dicho acuerdo el mismo entra en vigencia, la que se
suspende, eso sí, si el acuerdo es impugnado con el apoyo del 30% del pasivo.
Pero el mismo art.259 dice que el acuerdo rige desde que cause ejecutoria la
resolución que deseche la impugnación. No cabe duda que aquí hay un descuido
del legislador que se limitó a copiar par ambos tipos de acuerdo la antiguo norma
del art.199 del Libro IV del Código de Comercio. Para armonizar ambas reglas
habrá que entender que si el convenio fue impugnado y esa impugnación iba
apoyada por el 30% del pasivo de la respectiva clase o categoría, entonces entrará
en vigencia cuando se deseche la impugnación sea en primera instancia o en
segunda si en primera instancia la acción de impugnación fue acogida. Si, por el
contrario, la impugnación no contaba con tal respaldo, entonces el texto entra en
vigencia desde el acuerdo.
Otro cambio del nuevo texto es que, para ambos tipos de acuerdo de
reorganización, para suspender ya no hace falta que la impugnación vaya
apoyada por el 30% del pasivo con derecho a voto, sino que basta el 30% del
pasivo con derecho a voto de la respectiva clase o categoría, que tratándose de
créditos preferentes con garantía real puede ser un fracción insignificante del
pasivo (arts.89 y 259 de la Ley)
1. GENERALIDADES
261
El convenio de acreedores que denominamos hoy acuerdo de reorganización
como acto jurídico privado desde sus orígenes históricos italianos ha requerido de
intervención de la autoridad, normalmente judicial.455 En el derecho francés la
aprobación judicial se denominaba homologación, concepto que aún se mantiene
en el derecho argentino y boliviano, en virtud de la cual el juez, antes de sancionar
el acuerdo con su aprobación, debía cerciorarse de que se hubieran cumplido
todas las formalidades prescritas para la transparencia y autenticidad del
procedimiento, como asimismo velar porque las estipulaciones del acuerdo no
fueran contrarias al interés público, al respeto de las minorías y, normalmente,
verificar si el deudor era “digno” de dicho beneficio.456 Aún en países como
Argentina, Italia, España y Colombia457 subsiste ese control judicial.
262
El juez no puede negarse a declarar aprobado un acuerdo convenido porque le
parece injusto o violatorio de normas o principios generales de los contratos o
propios del acuerdo. El juez, si no se ha ejercitado una impugnación fundada en
causal legal o simplemente no se ha ejercitado oposición alguna, no tiene
facultades contraloras al momento de dictar la resolución que declara aprobado el
acto y tampoco podría, so pena de ultra petita o falta de competencia, acoger una
impugnación por una causal no alegada y menos aún sugerir o imponer
modificaciones al texto del acuerdo.
459
La mayoría de los autores nacionales –Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 44; Puelma Accorsi, Curso de
Derecho de Quiebras, pág. 231; Rondanelli, op. cit., pág. 148; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 294; Palma
Rogers, Derecho Comercial, pág. 412– hablan de aprobación judicial del convenio. Pero verdaderamente ella
no existe. La aprobación, si es que así puede llamársela, es legal dada la concurrencia de ciertos hechos.
263
Las causales de impugnación actuales fueron establecidas por el Código de
Procedimiento Civil de 1902, art. 672.460 Bajo el imperio del Código de Comercio, la
reglamentación era más ambigua, porque los acreedores no tenían límites en sus
acciones. Sólo el juez estaba obligado a negar la aprobación si “se hubiese omitido
la declaración de quiebra, la formación del balance o inventario, la verificación i
afirmación de los créditos o el cumplimiento de alguna de las reglas... para la
citación de los acreedores, deliberaciones de la junta, cómputo de la mayoría o
suscripción del convenio”.
La verdad es que las causales de impugnación tienen por función esencial velar
por la legalidad de forma y fondo del acuerdo. Sustancialmente las causales de
impugnación son: a) vicios procesales en la convocatoria o celebración de la junta;
b) falta de voluntad o consentimiento, sea que esa falta de voluntad es resultado
de que no se reunieron las mayorías para conformarla o sea porque ella es una
voluntad viciada por errores sustantivos en la información o por distorsión
deliberada de la información. La Ley 20.073, inspirada en la idea de que el
convenio no es sólo un beneficio para el deudor desgraciado de buena fe, sino un
mecanismo que puede ser mejor que la quiebra para los acreedores, eliminó la
causal de indignidad del deudor para proponer convenios; pero agregó dos
causales nuevas, que perseguían un control más de fondo de la legalidad del
convenio y reprimir los convenios logrados merced de información distorsionada.
Más adelante veremos con detención estas causales.
Lo común a todas esas acciones es que persiguen anular el acuerdo convenido,
persiguen anular la formación del consentimiento que tuvo lugar en la junta de
acreedores. Por ello es que hemos sostenido que, contrariamente a lo que dice la
ley, el verdadero régimen de nulidad del convenio o acuerdo de reorganización
está regulado a propósito de las impugnaciones de los arts. 85 y ss de la Ley.461 La
460
Pero a nadie puede llamar a duda que recibieron inspiración directa del decreto sobre juicio ejecutivo,
cesión de bienes y convenios de 1837 tantas veces mencionado. En dicho decreto las causales eran las
siguientes: “Dentro de este término, tanto los acreedores disidentes, como los que no concurrieron a la junta,
podrán oponerse a su ejecución (la del convenio) por alguna de las causas siguientes, y no por otras: 1.
Defectos en las formas prescriptas para la presentación del deudor, citación de los acreedores, celebración y
deliberación de la junta; 2. Inhabilidad legal del deudor para solicitar el convenio; 3. Colusión del deudor con
algún acreedor de los concurrentes a la junta, para votar a favor del convenio; 4. Falta de personería legítima
en alguno de los que hubieren concurrido con su voto a formar la mayoría; 5. Exageración fraudulenta de
crédito para constituir el interés que deben tener los que acuerdan la resolución” (art. 139).
461
Rocco sostiene que la oposición al convenio acordado antes de su homologación es una verdadera acción
de nulidad, teoría más difícil de sostener en el derecho italiano (op. cit., pág. 474). En los países en que aún
existe la homologación o aprobación judicial propiamente tal se tiende a pensar que esta oposición es sólo a la
homologación, como lo sostienen Cámara y Argeri en Argentina, pero ambos autores tienen que reconocer,
como lo hace expresamente Cámara, que los vicios en que se funda la oposición de los acreedores son
característicamente vicios de nulidad de un acto, por imperfecto que sea. No se trata de reclamaciones
ambiguas en orden a que el deudor no sea merecedor del beneficio, o que el convenio sea contrario al orden
público, o injusto, o perjudicial para las minorías. En el derecho hispano, que en este punto también es
continuado por el derecho argentino, las causales de impugnación son taxativas (art. 50 Ley 24.552/95) y se
refieren a los requisitos del convenio en su especialidad y no a las bondades del mismo que el juez califica en
264
nulidad de que tratan los arts. 97 de la Ley no es, stricto sensu, nulidad, sino una
forma muy especial de hacer terminar un acuerdo de reestructuración que nació
válido a la vida jurídica, pero que por hechos posteriores deja de serlo. Esta
“nulidad” del art. 97 es más bien una caducidad del acto.
265
Hemos visto que el procedimiento para la formación y perfeccionamiento de un
acuerdo de reorganización es un negocio de jurisdicción voluntaria, porque en él
no se trata de un conflicto jurídico que naturalmente deba ser resuelto mediante
una sentencia judicial dictada por un órgano jurisdiccional sustituido a las partes
en conflicto. Pareciera que este asunto de la impugnación viene a confundir esta
teoría, porque aquí sí estamos ante una situación que sólo puede resolverse
mediante una sentencia judicial que dirima el conflicto. La naturaleza estrictamente
jurisdiccional de las impugnaciones es manifiesta, pues se trata de un conflicto
jurídico que naturalmente ha de ser resuelto por una sentencia jurisdiccional.
En nuestra opinión, las impugnaciones, desde el punto de vista procesal, son
verdaderas demandas autónomas dirigidas a impugnar el acuerdo. Ellas no son
parte del procedimiento necesario para el perfeccionamiento del acto, son
demandas autónomas contra el acto jurídico real aunque insuficiente que, como lo
demostramos supra, es el plan de reorganización convenido. No se pueden
considerar parte esencial de la ritualidad del proceso para la formación del
acuerdo, porque en nada obsta al mismo que ellas no se interpongan. De hecho la
mayoría de los acuerdos votados favorablemente y luego aprobados no sufren
impugnaciones en el tiempo intermedio entre uno y otro estadio de su
perfeccionamiento.
Ellas tienen por finalidad anular el convenio, como cualquier otra acción de
nulidad. Será exorbitante en relación a las normas generales de derecho anular un
acto aún en vías de perfeccionamiento. Pero dentro de la sistemática negocial
concursal, ellas se encuadran en el mismo principio que justifica su restringidísimo
régimen de ineficacia. Todas las normas sobre ineficacia de estos actos apuntan en
igual sentido: dadas las especiales características del objeto, partes y
circunstancias de estos contratos, entregar su ineficacia a las normas generales
haría de ellos herramientas inútiles. El legislador refuerza la estabilidad de estos
contratos restringiendo al extremo su posibilidad de anulación o, más general aún,
de ineficacia. Las acciones de impugnación son acciones de nulidad, pero el
legislador las concede bajo hipótesis muy limitadas y por un espacio muy
restringido de tiempo para su ejercicio, pese a la gravedad y complejidad de
algunas de ellas, y, es más, limita extraordinariamente la legitimación activa para
impetrar esta especial nulidad.
266
los preferentes que se abstuvieron de votar; los acreedores posteriores a la
formulación de proposiciones, etc.). La Ley 20.073 innovó sustancialmente en esta
materia y en forma conveniente a nuestro juicio, al establecer que “el convenio
podrá ser impugnado por cualquier acreedor a quien éste pudiere afectarle” . Esta
es la misma regla de legitimidad activa que mantiene el art.85 de la Ley 20.720.
Empero el nuevo texto deroga la titularidad de los garantes de créditos
concordatarios cuyos respectivos acreedores no hubieren votado favorablemente el
convenio
267
Hasta la ley 20.720 el único legitimado pasivo de la acción de impugnación era
deudor, sin perjuicio de aceptar que “cualquier acreedor podrá intervenir como
tercero coadyuvante” (art.87).
Hoy la ley es muy ambigua, pues admite la participación en la audiencia de
contestación y prueba de las impugnaciones a “los que asistan”. Nos parece que
en principio deben admitirse los mismos sujetos pasivos que admitía nuestro
régimen hasta esta nueva ley: el deudor y los acreedores a quienes afecte el
acuerdo, pero con la nota diferencial de que en adelante los restantes acreedores
son parte pasiva tan principal como el deudor, porque todos ellos tienen interés en
el acto. No nos parece que puedan ser admitidos como parte pasiva, con todo, los
acreedores que votaron en contra del acuerdo. Tampoco nos parece que puedan
obrar como tales los acreedores a quienes no afecta el acuerdo, en especial,
aquellos cuyos títulos son posteriores a la resolución de reorganización.
El art.86 de la ley previene que el plazo para impugnar el acuerdo es de cinco días
fatales contados desde su publicación en el Boletín Concursal en los términos del
art.84. Las presentadas fuera de plazo, deben ser desestimadas de plano. Con
este texto se salvaron todas las dudas que se arrastraban desde la Ley N°4558 de
1929464.
464
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ra edición, págs. 312 y ss.
465
Vale la pena mencionar que si bien al respecto no hay jurisprudencia de nuestros tribunales, el
Tribunal Supremo español ha resuelto, a propósito de las oposiciones al convenio en la quiebra y del instituto
de quitas y esperas (que no es otra cosa que un convenio preventivo susceptible de ser acordado antes del
concurso necesario, pero sólo respecto de deudores civiles), que “la terminación de un procedimiento de quita
268
Estas causales se incorporan a nuestros sistema jurídico desde España por el
muchas veces aludido Decreto sobre Juicio Ejecutivo de 1837 (art.139 del mismo),
pero ha tenido variaciones tanto en su número como en su texto. La Ley 20.073
eliminó la exigencia de ser el deudor capaz de proponerlo, esto es, digno de
hacerlo, pero agregó la posibilidad de impugnarlo por objeto ilícito y, desde cierta
perspectiva, por no ser de verdad eficaz para evitar una ejecución colectiva466. El
nuevo texto nos parece de suma pobreza, pero con la ventaja de que vuelve a la
tradición de eximir a estos acuerdos del escrutinio sobre la licitud de su objeto
abierta por la ley 20.073, porque se prestaba para abrir un amplio espectro de
acciones de nulidad que no son aconsejables para este tipo de actos.
y espera, por acuerdo favorable del deudor, no puede impugnarse a título de nulidad de las actuaciones,
conforme a los arts. 742 y 745 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, sino conforme al procedimiento marcado en
el art. 1140” (sentencia de la Primera Sala del Tribunal Supremo de fecha 10 de julio de 1895, citada por
Arturo Majada, op. cit., pág. 49).
466
..- Las causales del art.196 del Libro IV del Código de Comercio que dispuso la Ley 20.073 eran:
1. Defectos en las formas establecidas para la convocación y celebración de la junta (art. 1443 Nº 1 del
Código de Comercio) (art. 196 Nº 1).
2. Error en el cómputo de las mayorías requeridas por la ley (art. 1443 Nº 1 del Código de Comercio)
(art. 196 Nº 1).
3. Falsedad o exageración del crédito de los que hayan concurrido con su voto a formar la mayoría, si
excluido este acreedor hubiere de desaparecer tal mayoría (Nº 2 del art. 1443 del Código de Comercio)
(art. 196 Nº 2).
4. Incapacidad o falta de personería para votar de alguno de los que hayan concurrido con su voto a
formar la mayoría, si excluido este acreedor hubiere de desaparecer tal mayoría (Nº 2 del art. 1443 del Código
de Comercio) (art. 196 Nº 2).
5. Inteligencia fraudulenta entre uno o más acreedores y el deudor para votar a favor del convenio o
para abstenerse de concurrir (art. 1443 Nº 3 del Código de Comercio) (art. 196 Nº 3).
6. Error u omisión sustancial en la lista de bienes o acreedores (art. 1443 Nº 4 del Código de Comercio)
(art. 196 Nº 4).
7. Ocultación o exageración del activo o pasivo (art. 1443 Nº 5 del Código de Comercio) (art. 196 Nº 5).
8. Por contener una o más estipulaciones contrarias a lo dispuesto en los incisos primero a quinto del
art. 1425 (art. 1443 Nº 6 del Código de Comercio) (art. 196 Nº 6).
269
4.- Acuerdo entre uno o más acreedores y el Deudor para votar a favor,
abstenerse de votar o rechazar el Acuerdo, para obtener una ventaja indebida
respecto de los demás acreedores.
5.- Ocultación o exageración del activo o pasivo.
6.- Por contener una o más estipulaciones contrarias a lo dispuesto en esta ley.
No creemos que de verdad el legislador del 2013 haya querido innovar en esta
materia, pero las nuevas redacciones se prestan para más de una duda.
Esta causal es típicamente procesal y nos parece que a este respecto se aplican
plenamente las normas y principios generales de la nulidad procesal, en particular
aquel principio que recorre todo nuestro ordenamiento procesal civil en el sentido
de que no existe nulidad sin perjuicio.467
Entre las causas que pueden señalarse están la incompetencia del tribunal –sólo
en el caso del acuerdo preventivo–; la falta de notificación de la convocatoria –
también en el caso del acuerdo preventivo–; que la junta no se haya constituido
con el quórum mínimo para sesionar de conformidad al art. 181; que la junta no se
haya celebrado a la hora o el día señalado.
En cambio si hubo errores del veedor en la confección o en la oportunidad de la
nómina con derecho a voto a que se refiere el art.71, o si hubo errores procesales
en la audiencia previa al convenio para determinar los acreedores con derecho a
voto a que hace alusión el art. 190, no creemos que sean susceptibles de alegarse
bajo esta causal, porque de verdad en nada afectan ni a la convocación ni a la
celebración de la junta. Otra cosa muy distinta es que por errores u omisiones del
veedor o del juez no resulte en definitiva una resolución con la lista de acreedores
con derecho a voto para el acuerdo preventivo o una lista de acreedores que sin
estar reconocidos sus créditos puedan votar en el convenio de término, porque
naturalmente sin esta nómina la junta llamada a deliberar y votar queda coja y
afecta a su validez. La causal en comento se refiere sólo a nulidades que se
fundan en defectos de forma, esto es, en lo relativo a la ritualidad para convocar o
467
Así, el art. 55 (notificación tácita aun en caso de notificación nula), art. 83 inc. 1º; art. 768 inc. 2º
(denegación del recurso de casación en la forma por ausencia de perjuicio), todos del Código de
Procedimiento Civil, etc.
270
celebrar la junta, pero no a problemas sustantivos que puedan haberse suscitado
en ella o en la audiencia anterior a la junta llamada a definir quién y por cuánto
vota, por la renuncia parcial de preferencias, por si un determinado acreedor está
o no relacionado con el deudor, etc. En otras palabras, es una causal de nulidad
procesal y pensamos que esta naturaleza estrictamente procesal importa que debe
además acreditarse un perjuicio sólo reparable por la nulidad procesal, esto es,
sólo reparable mediante la acogida de la impugnación, conforme a los principios
generales en materia de nulidad procesal, de los que no está eximida la legislación
concursal.
El nuevo texto agrega que para invocar esta causal no bastan las nulidades
procesales, sino que de ellas debe seguirse que “hubieren impedido el ejercicio de
los derechos de los acreedores o del deudor”. Esta expresión no podemos sino
equipararla con la noción de perjuicio ínsito en la doctrina de la nulidad procesal.
La frase nada agrega ni en calidad ni en precisión, en cambio sí ayuda su
asimilación a la noción de perjuicio de la teoría sobre la nulidad .
El asunto es más complejo cuando los errores son conceptuales, o sea, cuando
un acreedor ha sido excluido ilegítimamente de la votación o del cómputo. El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define “computar” como
“contar o calcular una cosa por números” y también como “tomar en cuenta, ya
sea en general, ya de manera determinada”.469 Es en este segundo sentido que el
asunto puede prestarse a problemas más de fondo.
468
La ley no dice qué pasivo debe considerarse y en qué momento debe determinarse el valor del crédito por
cada acreedor, esto es, si es el valor del capital o deben sumarse sus reajustes e intereses. Como la ley no
señala el monto, lo lógico sería que fuera el valor total del crédito, con sus reajustes e intereses al día en que
se efectúe la votación. Por ello es bueno que se efectúe una liquidación del pasivo para ese día con
anticipación.
469
Diccionario..., 21ª edición, 1992, t. I, pág. 527.
271
Así, entrarían en esta categoría los errores fundados en que se omitieron
créditos en la nómina de acreedores a que se refieren los arts.70y 71 o de los
acreedores nómina de acreedores con derecho a voto (reconocido o autorizados
para sufragar) en el acuerdo de término; errores fundados en los cálculos de las
renuncias parciales a la preferencia, etc.
Avanza el nuevo texto en dejar en claro lo que nosotros nos parecía de una
evidencia indesmentible:471 los errores de cómputos deben ser sustantivos y
determinantes en la mayoría obtenida, porque los errores que no hacen
desaparecer la mayoría son irrelevantes, o, en el lenguaje de la nulidad procesal
que constituye el fundamento de esta causal, se trata de errores que no irrogan
perjuicio.
470
.- La verdad eran vicios más bien propios de la derogada causal N°4 del art.196 del Libro IV del Código de
Comercio, esto es, error u omisión sustancial en la lista de bienes o acreedores
471
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ra edición, pág.317
272
Desde la Ley 20.073 se agregó la falta de personería de quien vota en
representación de un acreedor. Históricamente esta causal no se refería a la
capacidad del acreedor para votar, sino a la falta de representación de un
mandante aparente del acreedor.472
Aquí no basta un mero error, sino una falsedad o una exageración del crédito, lo
que entraña un cierto grado de participación del deudor y del acreedor respectivo
en la errada contabilización del crédito del acreedor. La expresión “falsedad”
importa además la alegación de pasivos inexistentes, y la exageración al
abultamiento no sólo del capital del crédito, sino también de sus intereses y
reajustes.
Como la ley subordina la sanción de esta falsedad o exageración a que ella sea
determinante en la obtención de las mayorías, no se aplica al caso de que dicho
crédito haya votado desfavorablemente el plan y tampoco cuando la mayoría no
desaparece al excluir este crédito.
472
En el decreto de 1837 esta causal se refería precisamente a la falta de personería legítima de alguno de los
votantes. El Código de Procedimiento Civil, en su antiguo art. 672 Nº 3, introdujo el texto actual.
473
En igual sentido, Durán Bernales, op. cit., pág. 496.Ver también Puga Vial, Derecho Concursal, El
Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.321.
273
términos del art.64.
Por otro lado, la ley no sanciona los entendimientos entre acreedores sin
participación del deudor, aunque sean fraudulentos, pues la inteligencia que
requiere la ley es entre uno o más acreedores “y” el deudor.
474
En efecto, bajo el régimen anterior ese era el sistema: el deudor partícipe de un delito concursal no podía
beneficiarse del convenio, de forma tal que no podía proponerlo si estaba acusado, procesado o condenado
por un delito de esa naturaleza (art. 174); el convenio acordado podía impugnarse si el deudor era indigno de
él (art. 186 Nº 1) y luego, el convenio aprobado y vigente podía anularse si el deudor era condenado luego de
la resolución aprobatoria del convenio (art. 208). Había espacios en la ley, por tanto, para que un deudor
indigno se beneficiara del convenio: el caso de que el convenio se acordare y al deudor se le condenare antes
de la resolución aprobatoria; o si siendo indigno del convenio, nadie lo impugnare de conformidad al art. 186
Nº 1, ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 151, 152, 153 y 301-
302.
274
convenio.
475
En efecto, el Nº 1 del antiguo art. 1334 del Código de Comercio establecía que “se presume de
derecho que la quiebra es fraudulenta en los casos expresados a continuación: 1º. Si en el inventario i
balance anual o en el que se adjuntare a la manifestación de quiebra, el fallido hubiere ocultado dinero,
mercaderías, créditos u otros bienes, de cualquiera naturaleza que sean”.
275
Esta nueva causal introducida por la Ley 20.073 y estaba contenida en el Nº 6 del
art. art. 196 Nº 6 del Libro IV del Código de Comercio, pero en términos ligera
pero significativamente, distintos, pues que establecía que se puede impugnar el
convenio acordado “por contener una o más estipulaciones contrarias a lo
dispuesto en los incisos primero a quinto del art. art. 178”, y el art. 178 prescribía,
entre otras cosas, que “las proposiciones de convenio judicial preventivo pueden
versar sobre cualquier objeto lícito para evitar la declaración de quiebra del
deudor, salvo sobre la alteración de la cuantía de los créditos fijada para
determinar el pasivo”. En suma, la ley anterior exigía objeto lícito y además un
convenio idóneo para evitar la declaración de quiebras (hoy resolución de
liquidación). Esto abría todo un espacio para impugnar el convenio por adolecer de
objeto ilícito o porque sus estipulaciones no eran conducentes para evitar la
cesación de pagos.
La nueva ley elimina la licitud del objeto al tratar en el art.60 de las propuestas de
acuerdo de reorganización, por lo que se vuelve a la neutralidad tradicional en este
punto y, por lo mismo, no es posible ampararse en esta causal para alegar por
virtuales objetos ilícitos.
Hemos visto supra las causales que nos parecen legítimas y las que no lo serían
tanto. Probablemente existan otras estipulaciones que sean contrarias a la Ley
20.720. Eso habrá que verlo caso a caso.
276
aprobado salvo el caso que vengan con la adhesión del 30% del pasivo con
derecho a voto. La otra ha sido mediante el reducción de los plazos para demandar
la impugnación. La nueva ley además crea un procedimiento concentradísimo para
tramitar estas acciones de nulidad.
Ya vimos que si bien la ley dice que ella se lleva a efecto con “los que asistan”,
fórmula por lo demás muy infeliz del legislador, la cierto es que los que pueden
asistir a ese comparendo son el o los impugnantes, el deudor y los acreedores que
adhieran a la impugnación, pues ellos son los sujetos activo y pasivo de la acción
como lo hemos desarrollado supra. Sólo esas partes podrán presentar escritos o
minutas, ofrecer y rendir pruebas, etc… Otras personas serán simplemente
“público” pero no partes en la audiencia.
277
en él son múltiples e interdependientes. Por la misma razón veremos que la
denominada nulidad del convenio del art. 97 y la declaración de incumplimiento del
mismo del art. 98 también traen aparejada la extinción erga omnes del contrato
independiente de quienes fueron parte en la respectiva instancia.
Mucho se ha discutido sobre la naturaleza de la sentencia que resuelve las
impugnaciones. Nuestra jurisprudencia, en una época anterior a la dictación de la
Ley 4.558, resolvió que se trataba de una sentencia interlocutoria, atendido el
carácter incidental del procedimiento,476 doctrina que cuenta con el apoyo de
buena parte de la dogmática nacional.477 Nosotros, dada la naturaleza jurídica de
estas acciones, no podemos suscribir la tesis mayoritaria. Estamos necesariamente
ante una sentencia definitiva. Es irrelevante para calificar la naturaleza jurídica de
una resolución el procedimiento a que se ajusta su tramitación, toda vez que lo
que interesa es la categoría de resolución que tiene en base a la clasificación del
art. 158 del Código de Procedimiento Civil, y esta sentencia es la que recae sobre
las acciones de impugnación, que no son otra cosa que demandas de nulidad, esto
es, se trata de una resolución que pone fin a la instancia resolviendo la cuestión o
asunto objeto principal del pleito. Las demandas de impugnación no son un
incidente del proceso de formación del acuerdo de reorganización, pues este
proceso no constituye juicio, sino un negocio de naturaleza voluntaria. Son juicios
especialísimos de nulidad, sujetos a tramitación incidental.
Sin perjuicio de las dudas sobre la naturaleza jurídica de la resolución que falla
estas acciones, la ley se encarga de decirnos que ella se notifica por el boletín
concursal y sólo desde entonces correrán los plazos para recurrir en su contra.
Lo mismo, antes de la Ley20.073 para que rigieran los convenios en general
era necesario que la resolución que declaraba aprobado el convenio o que
desechaba las impugnaciones se encontraran firmes y ejecutoriadas. Desde dicho
texto legal y en el actualmente en vigor no, pues el inciso segundo del art. 89 de
la Ley, con una redacción un tanto tortuosa en contraste con el texto derogado,
establece que si el acuerdo ha sido impugnado y las impugnaciones fueren
desechadas, el tribunal competente lo declarará aprobado en la resolución que
¿deseche la o las impugnaciones y aquél comenzará regir desde que dicha
resolución cause ejecutoria”.
476
Corte Suprema, 25 de septiembre de 1926, R.D.J., t. 24, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 181.
477
Durán Bernales, op. cit., pág. 498; Rondanelli, op. cit., págs. 152-153; Alarcón Hormazábal, op. cit.,
pág. 44; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 293. A la misma conclusión había llegado en España el Tribunal
Supremo en lo relativo a los incidentes de oposición al convenio resultante del procedimiento de quitas y
esperas, equivalente al convenio preventivo, pero restringido a los deudores no comerciantes (sentencias del
20 de diciembre de 1899 y 1º de marzo de 1905) (ver Majada, op. cit., pág. 50).
278
confirma nuestra tesis de que estamos ante una sentencia definitiva,
2.8. EFECTOS
La regla general será que si se acogen las impugnaciones por sentencia firme y
ejecutoriada en el caso del acuerdo preventivo, el tribunal abra el concurso judicial
dictando la correspondiente resolución de liquidación. Pero si la resolución de
liquidación es resultado de haberse acogido impugnaciones amparadas en los
N°s.4 y 5 del art.85, entonces al deudor además le queda vedado hacer nuevas
propuestas entendemos que en el procedimiento concursal de liquidación que se
sigue del éxito de las impugnaciones.
Un segundo efecto de que se acoja una impugnación tiene que ver con la
suspensión de los efectos del convenio acordado. Vimos que en el caso del acurdo
de reorganización preventivo, conforme al art. 98 de la Ley, él entra a regir a
partir de la junta que lo acuerda, aun cuando posteriormente sea impugnado,
salvo el caso de que dicha impugnación vaya apoyada por el 30% del pasivo con
derecho a voto, caso en el cual se suspenden sus efectos a partir de la
interposición de la demanda de impugnación. Pues bien, si no operó suspensión
porque la impugnación no fue presentada con dichos apoyos, entonces dictada
que sea la resolución que acoge la impugnación, debieran cesar los efectos del
acuerdo convenid. Sin embargo, pareciera que no es ese el caso, porque el art. 98
inc.4° fija el ámbito de revocación entre “el tiempo que medie entre el acuerdo y
la fecha en que quede ejecutoriada la resolución que acoja las impugnaciones”, y
por la misma razón se daría a entender que el plan sigue operando no obstante se
haya acogido la impugnación en primera instancia y hasta que esta resolución no
quede ejecutoriada.
279
En el acuerdo de término en el juicio concursal la circunstancia que se acoja en
primera instancia la demanda de impugnación no produce efecto alguno, porque la
ejecución simplemente sigue operando, pues este concordato a diferencia del
preventivo, no comienza a regir sino una vez vencido el plazo para impugnar o
desde que cause ejecutoria la resolución que rechaza la impugnación.
Es más, establece el inciso quinto del art. 98 que “el recurso de casación
deducido en contra de la sentencia de primera o segunda instancia que desecha la
o las impugnaciones, no suspende el cumplimiento del fallo, incluso si la parte
vencida solicita se otorgue fianza de resultas por la parte vencedora”.
478
Sobre la naturaleza colectiva del convenio de acreedores, ver supra, pág. 53.
280
Francia ha sido pionera en ir creando mecanismos donde el convenio se
negocie y acuerdo antes de acceder a la entidad judicial, de forma que la
tramitación del acuerdo sea lo más breve posible, esto es, donde la instancia
judicial se inicie con un plan ya aprobado por las mayorías legales. Esta es la
fórmula tanto para la conciliation amiable como para el procedimiento de
sauvegarde que ya vimos479. Otros países han seguido fórmulas análogas, como es
el caso de Alemania, España480 La gran ventaja de estos procedimientos es que se
evitan la agonía de los procedimientos normales de perfeccionamientos de planes
o convenios de reorganización, agonía que muchas veces termina por sepultar
empresas viables por inanición, pues durante ese más o me nos largo período los
proveedores suspenden su crédito y los clientes buscan proveedores que les
provean de más certeza en sus suministros. En estos procedimientos simplificados
se llega con el acuerdo logrado y por tanto no sólo la tensión es más breve, sino
que viene acompañada ya del hecho positivo de estar virtualmente lograda la
solución.
Formalidades y procedimiento.
Dice el art.104 que el Acuerdo Simplificado deberá ser otorgado ante un ministro
de fe o ante un ministro de fe de la Superintendencia, quien certificará, además, la
personería de los representantes que concurran al otorgamiento de este
instrumento, cuyas copias autorizadas deberán agregarse al Acuerdo respectivo.
Junto al plan deben acompañarse: i) los mismos antecedentes que el art.56 exige
para la solicitud de apertura del procedimiento concursal de reorganización que ya
vimos (listado de bienes con señalamiento de los esenciales, listado de acreedores
certificado, tres mayores acreedores; valorización de los bienes otorgados en
479
Ver supra, págs……….
480
.- En España no existe propiamente un procedimiento pre o extrajudicial, pero si un procedimiento
concentrad dentro del concurso que se denomina “propuesta anticipada de convenio” regulada en los arts.104
a 109 de la Ley 22/2003. En Alemania
281
garantía, , etc…); ii) Un listado de todos los juicios y procesos administrativos
seguidos contra el Deudor que tengan efectos patrimoniales, con indicación del
tribunal, órgano de la Administración del Estado, rol o número de identificación y
materias sobre las que tratan estos procesos.; iii) Un informe de un Veedor,
elegido por el Deudor y sus dos principales acreedores, que deberá contener la
calificación fundada acerca de:
El juez ordenará:
282
c) La prohibición al Deudor de gravar o enajenar sus bienes, salvo los que
resulten estrictamente necesarios para la continuación de su giro.
Las causales son las mismas, pero además pueden impugnarlo por la vía de
impugnar la existencia, los montos y las preferencias de los créditos abarcados
por el acuerdo.
283
tribunal podrá citar a todos los acreedores a quienes les afecte, para su aceptación
ante el tribunal, la cual deberá contar con el quórum del art.109, esto es sólo la
mayoría de pasivo representativo de su 75% o más. Esta audiencia de aceptación
es opcional para el tribunal y no queda muy bien claro para qué la estableció ley,
fuera del hecho de que el tribunal pueda abrigar suspicacias relativas a la
autenticidad de las firmas de los acreedores supuestamente partidarios del mismo.
Esta facultad es extraña, porque arroja duda en orden a si en esta audiencia debe
votarse nuevamente el acuerdo. De ser así, sería borrar con el codo lo escrito con
la mano, porque los jueces siempre adoptarán este recaudo y todas las ventajas
de esta modalidad de acuerdo se van a perder. Lo lógico sería citar a esta
audiencia sólo si hubo impugnaciones dirigidas a cuestionar el monto y preferencia
de los créditos que aprobaron el plan.
Una vez aceptado el acuerdo simplificado, o vencido el plazo de 10 días que tiene
el juez para citar audiencia de aceptación, sin que el tribunal hubiere citado, y
vencido el plazo para presentar impugnaciones sin que se hayan interpuesto o si,
deducidas, son rechazadas por sentencia encuentre firme y ejecutoriada, el
tribunal, previa verificación del cumplimiento de los requisitos legales, dictará la
correspondiente resolución aprobando el acuerdo, resolución que debe publicar el
veedor Boletín Concursal.
El acuerdo simplificado una vez aprobado produce los mismos efectos que el
acuerdo de reorganización normal, que veremos más adelante. No existe diferencia
entre ellos. Asimismo, está sujeto al mismo régimen de nulidad y resolución a que
se refieren los aets.97 y 98 de la Ley.
La expresión aprobación del acuerdo sigue siendo en Chile, aun bajo la nueva
284
regulación, un eufemismo. En Chile los convenios o acuerdos de reorganización no
son aprobados por el juez. Su aprobación y vigencia dependen de hechos objetivos
definidos por la ley y no del juez. Al juez la ley le confiere una función meramente
certificatoria de que se han producido los hechos que determinan la aprobación y
vigencia del acto.
Bajo el esquema anterior de la Ley 18.175 aprobación y vigencia de un
convenio eran dos estadios distintos. Existía aprobación ipso iure cuando el
convenio no era impugnado oportunamente y cuando se rechazaba en primera
instancia la impugnación oportuna deducida; existía vigencia desde que quedaba
ejecutoriada la resolución que declaraba aprobado el convenio o, en su caso,
ejecutoriada la resolución que rechazaba la impugnación. La Ley 20.073 vino a
modificar abruptamente este orden de cosas, pues el convenio preventivo judicial
regía por regla general cuando se producía el acuerdo en la junta - o después si
éste era resultado de exclusión oportuna de disidentes-, salvo que hubiere
impugnado con una demanda apoyada por 30% del pasivo con derecho a voto,
pues en esta hipótesis comenzaba a regir desde el rechazo primera instancia
dicha impugnación conforme a la regla muy general del inc. 2º del art. 199 del
Libro IV del Código de Comercio. Tratándose del convenio simplemente judicial su
vigencia dependía de la expiración del plazo para impugnar o de que cause
ejecutoria la resolución que la desestime. Ambos convenios se reputaban
aprobados una vez vencido el plazo sin intervención de impugnaciones oportunas o
desde que éstas son desestimadas en primera instancia por resolución que cause
ejecutoria. Val decir, en principio se identificaban vigencia y aprobación, pues por
regla general ya no son estados distintos, salvo en el caso excepcional del
convenio preventivo judicial, en que se daba la singularidad de que el convenio
entraba en vigencia, esto es, produce sus efectos antes incluso de estar
legalmente aprobado.
Este régimen ha sido conservado intacto en la Ley 20.720 tanto para el acuerdo
de reorganización preventivo como para el de término.
Además desde Ley 20.073, que modificando la tradición del Código de
Procedimiento Civil y la de las leyes de quiebras Nº 4.558 y Nº 18.175,481 torna
inadmisible la apelación contra la resolución que declara aprobado el convenio en
razón de no concurrir impugnaciones oportunas en su contra. Ese es el sentido
mínimo que se le puede atribuir al derogado art.199 de la Ley 18.175, art.89 de la
Ley vigente. En ediciones anteriores nosotros nos inclinábamos por la
inadmisibilidad de la apelación desconociéndole a esa resolución una jerarquía
superior a la de providencia o decreto.482 Pero hoy la ley descarta el recurso de
reposición inclusive.
481
Recordemos que el primitivo art. 674 del Código de Procedimiento Civil prevenía que el convenio
comenzaba a regir desde que causaba ejecutoria la resolución que lo declaraba aprobado. El art. 190 de la Ley
18.175 siguiendo lo prevenido en la Ley 4.558, estableció que la vigencia comenzaba desde que estaba
ejecutoriada la resolución que declaraba aprobado el convenio o ejecutoriada la que desestimaba la
impugnación.
482
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág. 335. Esta doctrina iba
contra la tesis mayoritaria. Ver Puelma Accorsi, Curso..., pág. 234.
285
Pero en el caso contrario, si el tribunal deniega la aprobación, compartimos con
Puelma Accorsi la opinión de que dicha resolución sería apelable en razón del
art. 188 del Código de Procedimiento Civil, ya que se trataría de un decreto que
alteraría la sustanciación regular del procedimiento.483 ¿Por qué? Pues
simplemente porque no existe jurídicamente hablando resolución denegatoria de la
aprobación. El juez puede no dictar la resolución aprobatoria, pero no puede dictar
una denegando expresamente la aprobación.
1. GENERALIDADES
Aparte de esa obligación típica del acto, infaltable, esencial, sus efectos
sustantivos estarán representados por lo que el art. 61 denomina “objeto de las
propuestas”, pero ellas son accidentales a la obligación esencial asumida en el
acuerdo, esto es, la renuncia de la acción de liquidación concursal.
Por ello es que en tanto el acto esté vigente, dicho deudor no podrá ser sujeto
a concurso de liquidación ni ejecutado en razón de los títulos primitivos de los
483
Puelma Accorsi, Curso..., pág. 234.
286
acreedores o, lo que es igual, por la insolvencia que justificó el acuerdo. La
ejecución singular y la colectiva que puedan seguirse de un acuerdo de
reorganización vigente son las del incumplimiento de dicho mismo.484
Todos estos efectos de este acto concursal, bajo el nuevo sistema de vigencias
de los mismos introducidos por la Ley 20.073y conservador por la actual Ley
20.720, reiteramos, se produce cuando el convenio entra en vigencia o, en los
términos de la ley, cuando comienza a regir, circunstancia que ya no depende
necesariamente de que el mismo esté aprobado como lo vimos supra.485
484
Somos de la opinión de que si el deudor no cumple con el acuerdo se puede pedir su resolución, pero
también se puede iniciar una liquidación forzosa en base al acto mismo. Normalmente los acreedores
preferirán la resolución, porque así recuperarán todos los beneficios renunciados por dicho acuerdo, pero nada
obsta, desde el punto de vista‑ legal, para solicitar la resolución de liquidación en razón de créditos
concordatarios vencidos. Lo mismo acontece con el contrato de transacción. En él se renuncian ciertas
acciones, excepciones y derechos, pero no los que tienen como título a la propia transacción, cuyo
incumplimiento es fuente de otro juicio distinto del intentado, prevenido o terminado por la transacción.
485
Ver págs. ………..y ss., supra.
287
bienes concursados (salvo acuerdo distinto asumido en el acuerdo), recobran los
acreedores el derecho a ejecutar individualmente al deudor (ahora por las
obligaciones pactadas en el acto concursal), finalizan todos los procesos accesorios
al juicio concursal, etc.
a) Desacumulación de juicios
Bajo el régimen anterior a la Ley 20.073 se permitía que, alzada que fuere la
quiebra merced del perfeccionamiento del convenio, se devolvieran a su tribunal
de origen los juicios trasladados al tribunal de la quiebra merced de la denominada
vis attractiva del juicio de quiebras. Actualmente el art. 142 de la Ley deja ver que
los juicios acumulados al procedimiento concursal de liquidación se tramitan hasta
la sentencia definitiva en el tribunal del concurso, sin que exista norma alguna que
permita devolverlos a su tribunal de origen como acontecía antes de la Ley 20.073.
288
reconocidos, es posible que el plan se proponga, delibere y vote con
verificaciones en curso
486
.- Dicho texto establecía los acreedores cuyos créditos sean anteriores a la fecha de la resolución
recaída en la presentación de las proposiciones o en la solicitud de designación de un experto facilitador, en su
caso, pero que no los hubieren verificado oportunamente, podrán demandar que se cumpla el convenio a su
favor, mientras no se encuentren prescritas las acciones que de él resulten, mediante un procedimiento
incidental que se seguirá con el deudor, ante el tribunal que conoció del convenio, salvo que se haya
celebrado el pacto de compromiso a que se refiere el art. art. 178, en cuyo caso conocerá el tribunal que
corresponda de acuerdo a éste. En este procedimiento podrá actuar como parte cualquiera de los acreedores
del convenio”. Esta norma tenía su origen en el Código de Procedimiento Civil, pues no tiene
reconocimiento ni en el Decreto de 1837 Sobre Juicio Ejecutivo y Concursos ni en el primitivo Libro IV del
Código de Comercio. El art. 684 del Código de Procedimiento Civil decía que “los acreedores que no
hubieren comparecido a verificar oportunamente sus créditos podrán exigir que se cumpla el convenio a su
favor en cualquier tiempo, mientras no hubieren prescrito las acciones que del convenio resulten. Las
cuestiones que sobre la efectividad o cuantía de los créditos se promuevan se tramitarán sólo con el deudor”.
El art. 166 de la Ley de Quiebras Nº 4.558 de 1929 sólo modificaba la parte final del texto del Código de
enjuiciamiento señalando que “Estos acreedores deberán verificar sus créditos en la forma dispuesta por el
art. 110 y ante el tribunal que conoció de la quiebra” y añadía que “cada solicitud de verificación se tramitará
en este caso con el deudor y los acreedores y se notificará en la forma que prescribe el Código de
Procedimiento Civil para la primera notificación judicial”. Este texto se mantuvo idéntico en el art. 198 de la
Ley 18.175. En el Código de Procedimiento Civil la norma tenía sentido, porque en dicho cuerpo legal la
289
texto derogado nos hacía pensar que las verificaciones en curso en el proceso
concursal se seguían tramitando no obstante su terminación merced de la
aprobación del convenio simplemente judicial. Desaparecida la norma, nada
justifica la supervivencia de dichos procesos de verificación pendientes a la hora de
perfeccionar el acuerdo de reorganización de término
Hasta la Ley 20.720 no había espacio a dudas de que las acciones revocatorias
sólo podían entablarse en el juicio concursal y se extinguían consecuencialmente
merced de su terminación por un convenio, porque su finalidad era atraer bienes
a la ejecución colectiva o bien hacer desaparecer determinas preferencias para
así aumentar el activo en beneficio de los acreedores valistas487. Esta era, por lo
demás, la doctrina universal488.El nuevo régimen admite las acciones
revocatorias sobre actos ejecutados antes de la resolución de reorganización o
antes de la resolución de liquidación, en su caso (arts.287, 290 y 291).
La pregunta entonces es si bajo este nuevo esquema, fenecen o no las acciones
revocatorias entabladas en el transcurso del procedimiento concursal de
liquidación. Nos inclinamos por la negativa, por la misma circunstancia de que
en el acuerdo de reorganización preventivo tampoco pone fin a las acciones
dirigidas a revocar actos anteriores a la resolución de reorganización. Tenemos
naturalmente las mismas observaciones en orden al absurdo que significa que
habiéndose negociado y aceptado un acuerdo de reorganización judicial en base
a los activos, pasivos y flujos del deudor, donde no figuraban los bienes
extraídos de su patrimonio merced de los actos cuestionados, se siga adelante
con estas acciones, pues ellas logrado que sea el acuerdo van en exclusivo
beneficio del deudor y muy indirectamente de los acreedores que ven
incrementada su garantía general. Pero estos bienes “recuperados” no se aplican
directamente al pago de deuda de los acreedores, pues ese pago estará
normado en el acuerdo de reorganización.
290
Es más, si el acuerdo ofrece el pago de un 100% de los créditos concordatarios,
el elemento perjuicio del acto cuestionado prácticamente desaparecería, salvo
que atraídos esos créditos a valor presente su valor venal sea menor que los
créditos en su concepción original. Más grave será aun continuar estos procesos
si ellos apuntan a declarar ineficaces garantías prendarias o hipotecarias, porque
entonces el acto carece de todo efecto pernicioso o tendrá cero incidencia en el
resultado del convenio.
Sobre este punto no debiéramos detenernos mucho más, porque es evidente que
terminada la ejecución colectiva que representa la liquidación concursal, cesa
naturalmente el embargo general que constituye el desasimiento y el deudor
recupera la administración y disposición irrestricta de su patrimonio, salvo
estipulación en contrario del concordato mismo, como resulta de la lectura
coordinada de los arts.259 en relación a los efectos d ela resolución de término del
art.254. Si lo hacemos es sólo para recordar que éste es un efecto procesal y no
de orden sustantivo.
Pero es bueno hacer presente que este efecto no es retroactivo. Como señalan
Lyon Caen et Renault, el efecto de este alzamiento general del embargo obra sólo
a futuro, quedando a firme todos los actos –jurídicos y materiales– y contratos
celebrados o ejecutados por el síndico o liquidador hasta la aprobación del
convenio: el fin del desasimiento no tiene efecto retroactivo.489
489
Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 797; también Rondanelli, op. cit., pág. 162; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 50.
490
Ver Rodríguez Grez, Inexistencia…., págs.210 y ss.
291
Como con motivo de la aprobación del acuerdo el deudor es restablecido en la
administración de sus bienes conforme al art.259 en relación con el art.254 y los
acreedores restablecidos en su derecho de ejecutar individualmente al deudor, la
necesidad del curador judicial desaparece. Por ello el art.50 N°3 en relación con el
art.38 manda a rendir cuenta final de su administración
292
pendiente el plazo para oponer excepciones, el deudor podrá defenderse
oponiendo la excepción de transacción del art. 464 del Código de Procedimiento
Civil y aun las de remisión parcial y la de concesión de esperas y prórroga del
plazo, también consideradas dentro de dicho artículo.
Asimismo, deberán alzarse todos los embargos trabados sobre bienes del
deudor, producto del efecto de término del proceso nacido del convenio-
transacción. Pero, a diferencia del alzamiento ipso iure que produce la resolución
de liquidación, para el alzamiento de los embargos decretados en ejecuciones
singulares deberán mediar solicitud de parte y resolución del juez.
Finalmente, si algún acreedor inicia una demanda ejecutiva con posterioridad a
la homologación, el deudor deberá oponer a este acreedor las excepciones que
correspondan al objeto preciso del acuerdo (v. gr., remisión, prórrogas o esperas,
etc.) y además la de transacción.
En los juicios declarativos el acuerdo de reorganización judicial no tendrá el
efecto paralizador que tiene respecto de los juicios ejecutivos, pues, como dijimos,
la transacción contenida en el mismo dice relación con las acciones ejecutivas,
colectivas, como la liquidación concursal, o singulares, como el juicio ejecutivo
singular.
En orden a las medidas precautorias no nos parece que ellas caduquen por
efecto del concordato. Puede solicitarse una reducción de las mismas hasta la
concurrencia de la cuota del crédito que deba ser hipotéticamente satisfecha al
acreedor en el convenio, en el evento de prosperar su demanda. Una medida
precautoria podría desbaratar el acuerdo, particularmente si su objeto es el
abandono de bienes, si se accede a los bienes necesarios para cubrir la cuota. A
falta de norma que regule esta situación, igualmente nos parece que no sería
legítimo que se decretaran o conservaran medidas precautorias contra bienes
concordatarios, porque ellas obrarían en beneficio de un acreedor, todavía
eventual, en perjuicio de todos los demás acreedores. Aquí quedamos entregados
a la prudencia de nuestros jueces.
491
En el mismo sentido, Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 800; Thaller, op. cit., pág. 1263; Bravard-
Veyrières, op. cit., t. V, pág. 428; Rocco, op. cit., pág. 541; Rondanelli, op. cit., pág. 163; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 51.
492
Rocco, op. cit., pág. 541.
293
Entre los derechos de ejecución individual que restablece el convenio para los
acreedores ¿podemos contar la acción de liquidación forzosa derivada del
incumplimiento de las obligaciones concordatarias? En muchos casos, los
acreedores escogerán la acción de declaración de incumplimiento del convenio del
art. 98 porque sólo resolviendo el contrato será posible concurrir en la nueva
ejecución colectiva por los montos y condiciones de los créditos primitivos, por lo
general mayores y mejores que los créditos concordatarios. Pero en otras
circunstancias puede ser más eficaz y hasta más conveniente derechamente
solicitar la liquidación forzosa del deudor en base a créditos concordatarios (v. gr.,
pensemos en un acuerdo de reorganización puramente dilatorio). Si se reúnen los
demás requisitos para dictar la resolución de liquidación, no vemos impedimento
alguno para que el acreedor la solicite en el evento de incumplimiento del crédito
concordatario. Además nos parece que decretada la apertura de la ejecución
colectiva, fenece ipso iure el acuerdo de reorganización, como lo veremos más
adelante.
Todos estos acreedores que no sean sujetos de propuestas no son por tanto
arrastrados por sus estipulaciones y queda la duda siempre de si estos acreedores,
cuyos títulos sean anteriores a la resolución de reorganización o a la resolución de
liquidación, en su caso, se encuentran en alguna de las hipótesis del art.117
pueden solicitar la liquidación forzosa del deudor.
294
Sin embargo es un sinsentido que la ley haya ordenado estos acuerdos admitiendo
que ellos no abarca a los acreedores preferentes, en especial aquellos acreedores
privilegiados cuya preferencia no emana de prenda o hipoteca, a sabiendas de que
son ineficaces para impedir una ejecución colectiva del deudor. Nos parece que la
razón de ser de estos acuerdos es precisamente evitar la liquidación concursal.
Pero la pregunta queda instalada sin que todavía encontremos una razón
satisfactoria para inclinarnos con convicción por una u otra solución.
Los efectos de orden sustantivo del acuerdo aprobado son múltiples, pero el efecto
esencial es que el deudor y sus acreedores quedan sujetos a un nuevo acuerdo
que determinará, por sobre la fuente de la obligación anterior, los montos,
condiciones y forma de plazo de pago de los créditos asociados a la insolvencia
resuelta por el concordato. Las relaciones privadas entre cada acreedor y el deudor
son supragobernadas por el mismo. Pero ello no significa que las relaciones entre
el deudor y sus acreedores permanezcan como una relación bilateral de carácter
colectivo. Cada acreedor tiene una relación directa con el deudor y puede
nuevamente renegociar sus créditos, darle nuevas ventajas, prórrogas y
remisiones, porque ni el deudor ni el acreedor son expropiados de su libertad
contractual por efecto del convenio.493
Los temas que desarrollaremos con ocasión de este título son los siguientes: a)
los efectos relativos del acuerdo, esto es, a quiénes obliga directamente o quiénes
son parte del mismo, y b) los efectos del acuerdo respecto de terceros.
493
Contrariamente a lo que ocurría en el Código de Comercio, hoy no existe ese efecto que dicho Código
denominaba hipoteca legal en favor de los acreedores. Si bien esa hipoteca legal se extendía sólo sobre los
inmuebles del fallido a tiempo de perfeccionarse el concordato, al menos constituía algún grado de protección
a los acreedores frente a las demandas de otros acreedores. Conforme a la legislación actual, no existe
ninguna preferencia establecida en favor de los acreedores concordatarios que los proteja de los acreedores
posteriores. De esta circunstancia nace la posibilidad para el deudor de mejorar postaprobación a alguno de
los acreedores concordatarios en manifiesto perjuicio de los demás. Por ejemplo, podría otorgarle hipoteca o
prenda sobre bienes “concordatarios” en garantía de los créditos que resultan del convenio. Nada lo prohíbe,
sin perjuicio de que si fracasa el convenio, puedan revocarse estos beneficios (art. 1480 del Código de
Comercio, derogado por la Ley 4.558 de 1929).
295
determinación de las personas a quienes obliga. No cabe duda de que obliga al
deudor y que obliga a los acreedores, pero no es claro a qué acreedores.
Como primera regla hay que señalar que normalmente el acuerdo obliga sólo a
los acreedores comunes o quirografarios, o, mejor dicho, a todos los acreedores
cuyos créditos total o parcialmente son valistas y sólo en la fracción valista, pues
normalmente el deudor hará propuestas sólo para ellos. Existe un fallo de la Corte
Suprema de la década de los años 30 muy comentado por nuestros autores,494 en
que se sentó como jurisprudencia que si un acreedor hipotecario que no participó
en la votación realiza su garantía y con ella no satisface íntegramente su crédito,
tendría preferencia sobre los acreedores concordatarios de pagarse sobre el
patrimonio del deudor por su remanente valista, pues conforme a ese fallo, dicho
acreedor no estaría obligado por el plan de reorganización. La Corte no se
pronunció sobre que la fracción fuere “legalmente” preferente, pero le atribuyó a
la misma una preferencia de hecho al no serle oponible el convenio.495 Esta
doctrina es manifiestamente equivocada, contraria al art. 191 del Libro IV del
Código de Comercio, que expresamente permitía renunciar a la garantía por un
monto determinado; contraria al art. 2490 del Código Civil, que claramente señala
que por el déficit no cubierto por la preferencia los créditos preferentes pasan “a la
lista de los créditos de la quinta clase, con los cuales concurrirán a prorrata”, y
contraria a la idea clara y distinta de que las prendas e hipotecas constituyen
preferencias especiales y no generales, en el sentido de que sólo se extienden
hasta el valor de la garantía y no sobre la totalidad del patrimonio del deudor.496
Contrapartida de lo anterior es que el plan para los valistas no obliga los
créditos preferentes en la fracción preferente y siempre que dichos créditos no
hayan sido objeto de sufragio por parte de su titular dentro de las propuestas para
acreedores comunes, pues de ser así son también créditos de quinta clase o
comunes.
Como segunda regla, el convenio obliga a todos los acreedores a quienes van
dirigidas las proposiciones, concurran o no a la junta, voten o no favorablemente,
sean conocidos o desconocidos, haciendo así excepción al principio general en
494
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 236; Varela Varela, Sobre la Aplicabilidad...,
págs. 208 y ss.
495
Corte Suprema, R.D.J., t. 35, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 444.
496
Lamentablemente la jurisprudencia que sostiene la correcta doctrina es anterior a la jurisprudencia de
Corte Suprema citada anteriormente. Pero ya en el siglo pasado la Corte de Valparaíso había señalado que
“aun cuando el Banco (acreedor prendario) se abstuvo de tomar parte en la deliberación del expresado
convenio, en resguardo de la garantía que favorecía su crédito, debe, no obstante, tenerse presente que
conforme a las prescripciones terminantes de la ley (art. 2490 del Código Civil), el acreedor prendario es
estimado como mero acreedor común en cuanto se refiere al déficit de la deuda que no alcanzare a cubrirse
con el valor de la prenda. Que, en consecuencia, afectando a todos los acreedores comunes del fallido el
convenio aprobado judicialmente y que puso término a los procedimientos de la quiebra, debe entenderse que
corresponde al Banco ser cubierto en la parte insoluta de su crédito en el carácter de acreedor común con
arreglo a las estipulaciones del convenio” (Gaceta de los Tribunales, año 1897, t. II, sentencia 4122). En el
mismo sentido para acreedores hipotecarios, Gaceta de los Tribunales, año 1863, sentencia 2247; Gaceta,
1864, sentencia 471 y para otros acreedores privilegiados, Gaceta, año 1881, sentencia 527 (ver Varela
Varela, Sobre la Aplicabilidad..., R.D.J., t. 37, pág. 201).
296
materia de contratación de “res inter alios acta aliis neque nocet prodest”.497
Una tercera regla es que el convenio sólo obliga a los acreedores que eran tales
ya sea a la fecha de dictarse la resolución de liquidación del art.129 o a la fecha de
dictarse la resolución de reorganización del art.57 según se trate de un acuerdo de
término o preventivo, respectivamente498
497
Ver Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 803.
498
En ambos casos nos referimos a la fecha del título en que se funda el crédito. Si un crédito es condicional,
es afectado por el plan, porque cumplida la condición la obligación se entiende pura y simple
retroactivamente. Si se trata de una obligación de hacer anterior a las propuestas pero que, por efecto de las
mismas, se hace imposible de cumplir en especie, el título de la indemnización compensatoria será igualmente
anterior; si se trata de una obligación extracontractual, bastará con que el hecho ilícito y dañoso se haya
verificado con anterioridad. En materia de contratos de trabajo, nos parece que si el contrato es anterior al
convenio de reorganización, los trabajadores serán afectados por él en los extremos no privilegiados de sus
créditos, siempre, claro está, que el contrato sea de fecha anterior a las proposiciones. En igual sentido,
Rondanelli, op. cit., pág. 155; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 48; Durán Bernales, op. cit., págs. 500-501.
499
Ver Puga, Derecho Concursal, El Juicio de Quiebras, pág. 236. De la misma opinión, Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 48; Durán Bernales, op. cit., pág. 500; Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II,
pág. 803.
500
Ver Durán Bernales, op. cit., pág. 500; Rondanelli, op. cit., pág. 155; Puelma Accorsi, Curso..., pág. 236, y
Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 295.
501
García Martínez, op. cit., t. I, pág. 557; Satta, op. cit., pág. 486; Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 326. De
hecho en la legislación italiana hay norma expresa en tal sentido prevista en el art. 184 del Decreto 267, de
1942; en el derecho español ésta parece ser la tesis de Majada, op. cit., pág. 340; en Argentina existía norma
expresa en tal sentido, art. 67 de la Ley 19.551/72, pues dicha disposición señala que “el acuerdo homologado
produce efectos respecto de todos los acreedores quirografarios cuyos créditos se hayan originado por causa
anterior a la presentación, aunque no haya participado en el procedimiento” (ver Fassi, op. cit., pág. 104), la
que estávigente en la actual Ley 24.552/95; en Bolivia también se reconoce este límite al efecto relativo del
convenio expresamente en el art. 1533 del Código de Comercio de 1978.
297
para el caso de la cesión de bienes en el art. 1622 del Código Civil, que previene
que “el acuerdo de la mayoría obtenido en la forma prescrita por el Código de
Enjuiciamiento, será obligatorio para todos los acreedores que hayan sido citados
en la forma debida”.
3.2.1. Generalidades
298
no perjudica ni aprovecha a los otros; salvo, empero, los efectos de la novación en
el caso de solidaridad”. Esta norma ha sido leída por los civilistas 502 como que la
transacción no aprovecha ni perjudica a los codeudores o coacreedores que no
consintieron en ella, de forma que en nada los afecta, salvo que hubiere novación,
caso en el cual a nuestro juicio se extingue la solidaridad en razón de lo señalado
en el art. 1645 del Código Civil; pero la transacción sí afectaría a quienes no son
principales interesados, expresión que conforme a la doctrina común comprende a
los fiadores y a los terceros poseedores de bienes prendados o hipotecados en
garantía de obligaciones del transigente503.
299
acertada comprensión de los efectos del plan respecto de estos terceros o de las
garantías que ellos otorgaron, hay que ver si el acreedor respectivo votó o no a
favor de la propuesta
Hay que señalar que en este título comprendemos al acreedor que votó en contra
del convenio, como a aquel que no votó. Pero la ley hoy crea, al menos, una nueva
categoría de acreedores: el que se abstuvo de votar.
a.1.- Respecto de las obligaciones del deudor garantizadas con prenda o hipoteca
sobre bienes de propiedad de terceros, declarados no esenciales para el giro del
deudor de acuerdo a los artículos 56 y 94, si el respectivo acreedor manifiesta su
intención de no votar o no asiste a la junta llamada a conocer y pronunciarse sobre
la propuesta, su crédito no se considera en el pasivo con derecho a voto
correspondiente a su clase o categoría, y “podrá cobrar su crédito respecto de las
prendas o hipotecas otorgadas por terceros” (art.95, N°3 letra b).
obtenía una remisión concordataria del 75% de su crédito y pagaba el 25% no remitido y el fiador era
demandado por el 75% restante, su pago no podía ser repetido contra el deudor concordatario, porque estaría
protegido por el convenio (ver Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, págs. 577 y ss.). En España la Ley
22/2003 sobre Concursos establece que “los acreedores que no hubieren votado a favor del convenio no
quedarán vinculados por éste en cuanto a la subsistencia plena de sus derechos frente a los obligados
solidariamente con el concursado y frente a sus fiadores y avalistas, quienes no podrán invocar ni la
aprobación ni los efectos del convenio en perjuicio de aquéllos”, pero agrega que “la responsabilidad de los
obligados solidarios, fiadores o avalistas del concursado frente a los acreedores que hubieren votado a favor
del convenio se regirá por las normas aplicables a la obligación que hubieren contraído o por los convenios
que sobre el particular hubieren establecido” (art. 135 N os 1 y 2). La doctrina española anterior a la Ley
22/2003 establecía que fuere que votaren a favor o en contra, los acreedores conservaban íntegras sus
garantías personales (ver Majada, op. cit., pág. 342, y Garrigues, op. cit., t. V, pág. 94). Los arts. 61 y ss. y 169
del Decreto Nº 267 de 1942 italiano establecen que “los derechos correspondientes a los coobligados y
fiadores del deudor y las obligaciones por vía de regreso, permanecen intactos” (Provinciali, op. cit., vol. III,
págs. 357 y ss.). La Ley 11.719 argentina prescribía que “la remisión concedida por el concordato no
aprovecha a los codeudores o fiadores, con excepción de los que garantizan el cumplimiento del concordato
por el deudor” (ver García Martínez, op. cit., I, pág. 570); la Ley 19.551/72 guardó silencio a este respecto,
pero la doctrina y jurisprudencias trasandinas se inclinó abiertamente por la tesis de que el convenio no
beneficiaba ni a los codeudores ni a los fiadores (ver Héctor Cámara, op. cit., vol. II, págs. 1216 y ss.). En
cambio la actual Ley 24.552 de 1995 prescribe en su art. 55, que “en todos los casos el acuerdo homologado
importa novación de todas las obligaciones con origen o causa anterior al concurso” pero que “esta novación
no causa la extinción de las obligaciones del fiador ni de los codeudores solidarios”, con lo que según los
autores Bonfanti y Garrone “se modifica la legislación común en la materia...”, Bonfanti y Garrone, op. cit.,
232. En el caso de nuestra cesión de bienes, el art. 1623 del Código Civil expresamente nos advierte que la
cesión “no aprovecha a los codeudores solidarios o subsidiarios”.
300
personales, si el respectivo acreedor manifiesta su intención de no votar o no
asiste a la junta llamada a conocer y pronunciarse sobre la propuesta, su crédito
no se considera en el pasivo con derecho a voto correspondiente a su clase o
categoría, y, añade la ley “podrá cobrar su crédito respecto de los fiadores o
codeudores, solidarios o subsidiarios, o avalistas en los términos originalmente
pactados” (art.95 N°4 letra b).
Admitir que va de implícito que el legislador hace una distinción entre el acreedor
que manifiesta su voluntad de no votar con el que vota en contra, al menos salva
a la ley del más aberrante de los absurdos: que siempre que un acreedor con
cauciones exógenas vote en contra, su voto no se considerará. Esto es un grave
atentado al crédito, porque normalmente los bancos, en Chile y el extranjero,
cuando otorgan créditos a las empresas pequeñas y medianas – es menos
corriente en las grandes empresas o en las que cotizan en bolsa- al otorgar un
crédito a la empresa solicitan fianzas, solidaridad o avales de los socios o
accionistas de la sociedad que normalmente tienen patrimonios personales muy
inferiores al de la empresa, si es que alguno tienen. Entonces resulta que si ese
acreedor tiene un crédito enorme y porcentualmente muy significativo dentro del
pasivo total del deudor dueño a su vez de un gran patrimonio o uno congruente a
la entidad de sus obligaciones, si ese acreedor vota en contra del plan, su voto no
se colaciona y queda, de todas formas afecto al acuerdo, no obstante representar
un porcentaje determinante del pasivo. Un ejemplo ilustrará más esta situación.
Imaginemos un acreedor con un crédito del 50% del total pasivo del deudor o tres
acreedores con un 60% del total pasivo, pero que tienen como avales a los socios.
Si ellos votan en contra, su crédito no se colaciona y por tanto bastaría que un
30% del pasivo para convenir el acuerdo, que, sin embargo, sería oponible al
100%del pasivo. Hubiere sido preferible creer que el legislador quiso expresar lo
que literalmente expresó: que la regla sólo se aplica a aquellos acreedores
provistos de garantías exógenas que manifiestan expresamente su voluntad de no
votar. Sin embargo, el contexto de la ley desmiente esta salida, pues la misma
regla reproducida para el acuerdo de renegociación de la persona deudora en el
art.266 y con el mismo efecto de exclusión del voto negativo del pasivo
considerado, ya no señala que se aplica al acreedor que “manifiesta su voluntad de
no votar” sino derechamente del que “vota en contra” del acuerdo de
renegociación (art.266 letra b) y N°2 de la Ley). De forma que para que para que
exista entre todas las partes de la ley la debida correspondencia y armonía”,
necesariamente la expresión “manifestar su voluntad de no votar” debe leerse
como equivalente a votar en contra, con todas las consecuencias aberrantes que
se siguen, lamentablemente, de éste hermenéutica
301
voluntad de no votar, el que simplemente se queda callado. ¿Dónde colocamos a
este acreedor, entre los que manifiestan su voluntad de no votar o entre los que
votan en contra? A nosotros nos parece que quienes manifiestan su voluntad de
no votar, quienes votan en contra o quienes asisten a la junta y nada dicen, son la
misma cosa: acreedores que votaron en contra del acuerdo y, por tanto, a todos
ellos se les aplica la regla de exclusión de sus créditos en el total pasivo sobre que
se calculan las mayorías. Una tontería mayúscula, pero promulgada.
a.3.- Dado el lenguaje extraño del los N°3 letra b) y N°4 letra b) del art.95, no
sabemos si es posible abrir una tercera categoría: cuando el acreedor con
garantías exógenas vota derechamente en contra de la propuesta, esto es, cuando
asiste a la junta y sin ambigüedades vota contra la propuesta, caso en el que
debiéramos creer que su crédito sí se considera y se colaciona en la base de
cálculo para la determinación de las mayorías.
Respecto de las obligaciones del deudor garantizadas con prenda o hipoteca sobre
bienes de propiedad de terceros, declarados no esenciales para el giro de la
deudor de acuerdo a los artículos 56 y 94, si el respectivo acreedor vota a favor
302
del acuerdo, se sujeta a los términos y modalidades establecidos en el acuerdo y
no puede perseguir su crédito en términos distintos a los estipulados.
Pero nada dice del caso en que los respectivos acreedores hubieren votado a favor
del acuerdo o que hubieren sufragado derechamente en contra o que habiendo
participado de la asamblea hubiere guardado sagrado silencio- admitiendo que
para el legislador del 2014 el acreedor que durante la junta vota en contra o
mantiene la boca cerrada tiene un tratamiento distinto a quien manifiesta su
voluntad de no votar-. Es que estos terceros no pueden reclamar por lo que
hubieren pagado por el deudor a los acreedores concordatarios, o es que éstos no
pueden cobrar a los terceros sino en los términos previstos en el acuerdo de
reorganización.
La buena ratio era la del antiguo y vilipendiado Code du Commerce de 1807 que
303
establecía, al igual que nuestro art.2441 del Código Civil506, que el convenio o
transacción no tiene efectos respecto de los coobligados con el deudor, porque eso
hace que el efecto sobre terceros no sea un disuasivo para votar favorablemente
un buen plan. Se objetará que esto perjudica a los coobligados, pero nos parece
que de verdad en nada los perjudica, porque el acreedor siempre tiene la facultad
de demandarlos como coobligados principales- ya casi no existe la fianza no
solidaria o fianza sin excusión- y éstos una vez cumplida su obligación de garantía
repetir contra el deudor, sea en razón del reembolso, de la subrogación o de la
acción de repetición, cosa que, naturalmente, han de hacer valer solicitando se de
cumplimiento del acuerdo a su favor. En cambio la fórmula de castigar al acreedor
que es proclive al plan privándolo, si no de derecho si de hecho, de su caución
exógena, es castigar el crédito y restar toda significación a dichas obligaciones
accesorias, tan esenciales en el mercado y, hay que decirlo, el precio del crédito.
Tanto la solución inicial de la ley 4558 que heredó el art.193 de la Ley 18.175
como la fórmula mucho más inteligente de la Ley 23.073 tienen sus defectos, pero
la actual es por lejos la que más daña el crédito, que es, a fin de cuentas bien
jurídico principal inspirador de toda ley concursal.
El nuevo texto legal trae consigo dos adelantes en materia tributaria que
favorecen, hasta cierto punto, el logro de acuerdos de reorganización, uno
asociado a la Ley de Impuesto de la Renta (D.L.824 de 1974) y el otro relativo a
la Ley de Impuesto a las Compraventas y Servicios (D.L. 825 de 1974).
506
En efecto, el antiguo art.545 del Code de Commerce, versión 1838, señalaba que “nonobstant le
concordat, les créanciers conservent leur action pour la totalité de leur créanse contre les coobligués du
failli”
304
junta se celebra y por regla general desde entonces rige el acuerdo. Lo que no
entendemos es que para poder castigarlos los créditos deben tener más de un año
desde la fecha del acuerdo. ¿Cuál es la lógica de esta discriminación tan absurda ?;
Es tan aberrante que con esta exigencia quedarán fuera del beneficio
prácticamente el total de los proveedores, y sólo beneficiará a algunos acreedores
financieros, porque es difícil que los créditos de proveedores sean más antiguos
que un año. Con esta limitación, se borra con el codo lo escrito con la mano,
porque ella actuará muchas veces como disuasivo para apoyar el acuerdo.
Termina el texto de la ley con otra atrocidad, al señalar que todo lo anterior es sin
perjuicio de la obligación del deudor de reconocer como ingreso, para efectos
tributarios, aquellas cantidades que se hubieren devengado a favor del acreedor y
que se condonen o remitan. Claro, porque una remisión del 10% genera "renta"
por dicha cantidad y por lo mismo impuestos. Entonces, salvo que el deudor tenga
enormes pérdidas acumuladas que compensar con las rentas logradas merced del
acuerdo y generosidad de los acreedores, del acuerdo mismo surgirá una nueva
obligación para el deudor equivalente normalmente al impuesto de primera
categoría aplicado sobre todo el incremento patrimonial de que goce el deudor
debido a las remisiones del acuerdo. Así, el acuerdo puede resultar un salvavidas
de plomo para el deudor y, de paso, un perjuicio muy serio para sus acreedores.
La solución será, como hoy, condonar vía una cuota pagadera en lejana fecha sin
reajustes ni interese, de forma tal que el valor presente de esa cuota sea nulo.
305
estuvieren pendientes de pago también puedan ser recuperados en el evento de
un acuerdo de reorganización. Este efecto se logra merced de la introducción del
art. 27 ter en el D.L. 825 Ley de Impuesto a las Compraventas y Servicios.
Dice la norma que Los contribuyentes gravados con los impuestos de dicho
Decreto Ley , que sean acreedores por impuestos IVA que hayan sido recargados
en facturas pendientes de pago emitidas un deudor sujeto a acuerdo de
reorganización pueden imputar el monto de dichos tributos a cualquier clase de
impuestos fiscales, incluso de retención, y a los derechos, tasas y demás
gravámenes que se perciban por intermedio de las Aduanas u optar porque éstos
les sean reembolsados por la Tesorería General de la República.
306
Internos.
Para cuidar el mal uso de estos beneficios, la ley previene que el utilizar cualquier
procedimiento doloso encaminado a efectuar imputaciones y obtener devoluciones
improcedentes o superiores a las que realmente corresponda, es delito y que la
no devolución a arcas fiscales de las sumas imputadas o devueltas en exceso
cuando no sea fraude tributario, se sanciona con la tasa de interés tributario
(1,5% mensual, según el Código Tributario) desde la fecha en que se emitió el
Certificado de Pago que dio origen al derecho a la imputación, o desde la fecha de
la devolución, en su caso.
507
La Superintendencia de Insolvencia y Reemprendimiento remitirá al Servicio de Impuestos Internos copia
de los Acuerdos de Reorganización que se hallen en dicho estado, en la forma y plazo que dicha
Superintendencia fije, mediante resolución, dice el aet.27 ter del D.L. 825., nadie sabe para qué.
307
la cuantía de los créditos fijada para determinar el pasivo”. En consecuencia, esta
ley eliminó la enumeración de lo que en ediciones pasadas denominamos “objetos
típicos” de los convenios. Basta con que el objeto sea lícito.
El texto actual es algo más complejo, porque dice que el objeto de los acuerdos de
reorganización “puede versar sobre cualquier objeto tendiente a reestructurar los
pasivos y activos de la Empresa Deudora” (art.61). Nosotros leemos e ese texto
que no es posible ya más el convenio por abandono de bienes, pues el abandono
de bienes nada reorganiza y nada reestructura, es simplemente una liquidación
convencional. Abunda en el mismo sentido la circunstancia el hecho de que al
tratarse de los acuerdos de la persona deudora- arts.266 y 267- , la ley hace un
distingo entre el acuerdo de renegociación y el acuerdo de ejecución que es el
equivalente al antiguo convenio por abandono de bienes, distinción que no hace al
tratar de los acuerdos de la Empresa Deudora y claramente renegociación y
reorganización pueden ser sinonimias, pero no reorganización y ejecución.
Con todo, como el texto de la ley no es absolutamente claro sobre esta temática,
vamos a ver también en este título los acuerdos de reorganización que sean un
equivalente a los convenios por abandono de bienes
i) Acuerdo dilatorio
Si el plan es puramente de prórroga del plazo, conocido en la doctrina como
“convenio dilatorio”, los acreedores quedarán sujetos a los términos del acuerdo
de reorganización para el ejercicio de sus acciones de cobro.
La Ley 20.073 introdujo una muy esencial norma aclaratoria que expresamente
resolvía el conflicto que otrora se suscitara en orden a la aplicabilidad del
art. 1649 del Código Civil relativo a la caducidad de las garantías de terceros por
prórroga del plazo también al convenio dilatorio. Dicha ley previno que “la
ampliación del plazo de las deudas acordada en el convenio no pone fin a la
responsabilidad de los fiadores y codeudores, solidarios o subsidiarios, o de los
avalistas del deudor sujeto al convenio ni extingue las prendas o hipotecas
constituidas sobre bienes del deudor”. Esta norma será criticada por algunos, pero
tiene el interés de que facilita desde luego el apoyo al convenio de los acreedores
garantidos con cauciones colaterales personales o reales”. Lamentablemente el
texto de la Ley 20.720 no reprodujo esta regla, lo que revive las dificultades en
orden a los acuerdos de prorroga en que no concurren los garantes externos en
los términos del art.1649 del Código Civil, pues se vuelve al problema de si por la
prorroga del plazo se extinguen las fianzas, prendas e hipotecas otorgas por dichos
308
y terceros, lo que redunda, a su vez, en perjuicio de las soluciones a la insolvencia
negociadas
Tampoco reproduce el texto actual la norma introducida por la Ley 20.073 que
señalaba que “cuando el convenio verse sobre ampliación de plazo, éste empezará
a correr para todos desde que entre a regir el convenio, cualesquiera sean los
vencimientos particulares de los créditos”. La norma no era clara, pero pretendía
en el fondo evitar aquellos convenios en que se pactaban fechas fijas
independientes de la vigencia (v. gr., un año a contar de la junta que lo acuerda;
un año a contar de un día determinado, o plazos con vencimientos fijos como
aquellos que estipulan el pago de una cuota al 30 de junio de un año
determinado), se interpreten siempre como plazos que se inician al momento de
que rige el convenio. La norma quiso decir que no se podrá pactar el pago de
cuotas o totales de un convenio de prórroga cuyo plazo no se cuente sino desde su
vigencia. El texto actual deja todavía a obscuras esas cláusulas muchas veces mal
intencionadas que fijan día cierto y determinado para el pago de las cuotas, plazo
que muchas veces expira antes de que el convenio comenzara a regir; hipótesis,
es cierto, hoy más difícil dado que por regla general los acuerdos empiezan a regir
ya sea desde su votación o desde que se vence el plazo para impugnarlos, sin que
hubieren mediado impugnaciones oportunas o desde que cause ejecutoria la
resolución que las rechace, en su caso.
Sin embargo, el nuevo texto legal admite que los acreedores hagan castigo
inmediato de los saldos remitidos de sus créditos en los términos del art.93 de la
Ley que vimos al tratar de los efectos tributarios del acuerdo de renegociación.
Esto permite que las remisiones en esos casos no sean tratadas tributariamente
como gastos rechazados.
309
regulación, sino simplemente indicándolo entre los objetos del convenio (antiguo
art. 1455 del Código de Comercio). Desde entonces, también en nuestro país la
cesión de bienes quedó restringida a los deudores no comerciantes.
A diferencia de la legislación francesa, en Chile el convenio por abandono no
tenía un tratamiento distinto de los demás convenios. En Francia el convenio por
abandono era una institución que si bien se regía supletoriamente por las normas
aplicables a los convenios simples, tenía un perfil diverso y un tratamiento
diferenciado, a tal extremo que la generalidad de los autores galos los tratan como
institutos distintos.508 Así, si bien en orden a las mayorías requeridas para su
aprobación, sus solemnidades, la necesidad de homologación y su ineficacia eran
idénticas a las del concordat simple, en lo que respecta a sus efectos era de la
naturaleza del convenio la consecuente remisión de los saldos insolutos resultantes
de la realización de los bienes y, además, durante toda la vigencia de dicho
convenio el deudor se mantenía sujeto al desasimiento, pues el síndico permanecía
en funciones y el deudor inhibido de administrar sus bienes.509 Además, a
diferencia del concordato simple, en el concordato por abandono de activos la
masa de acreedores no se disolvía luego de la homologación y, por la misma
circunstancia, durante la ejecución del convenio eran procedentes las acciones
revocatorias.510 Todo esto tiene su explicación en un fenómeno ignorado en
nuestra legislación, aun durante la vigencia del Código de Comercio de 1865, a
saber, que el concordato por abandono de activos era una forma de poner fin al
estado de Union, institución ignorada en nuestro régimen concursal.511
En otras palabras, el concordato por abandono de activos no era otra cosa que
una reglamentación “convencional” de la cesión de bienes, con algunas diferencias
propias del derecho galo y, por lo mismo, no predicables para nuestro
ordenamiento concursal.
Existen tres cuestiones que pueden prestarse a dudas en orden a este convenio
o acuerdo de reoganización.
Una primera cuestión es la naturaleza jurídica del abandono. Esto es, si se trata
de un plan pro solvendo –entrega de los bienes para administración, realización y
508
Ver Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, págs. 832 y ss.; Thaller, op cit., págs. 1288 y ss.; Bravard-
Veyrières, op. cit., t. V, págs. 157-158 y 431 y ss.; Pardessus, op. cit., t. III, págs. 498 y ss. Además, este
concordato no era aplicable al caso de la Unión de Acreedores y tampoco de la Ley sobre Liquidación
Judicial de 1885, posterior a su dictación.
509
Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 833; Thaller, op. cit., pág. 1288; Pardessus, op. cit., t. 3,
pág. 500.
510
Ver Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, pág. 834.
511
El estado de Union, como principio general, era el resultado natural de una quiebra no resuelta mediante un
concordato. Procedía el estado de Union si el convenio no era aceptado por las mayorías legales; si el fallido
no formulaba proposiciones; cuando no era posible el concordato por haberse condenado o procesado al
deudor por bancarrota fraudulenta, y, por último, cuando el convenio acordado no era en definitiva
homologado por el tribunal. Vale decir, la Union era pura y simplemente una quiebra que sólo se resolvería
mediante liquidación judicial (ver Thaller, op. cit., pág. 1276; Lyon Caen et Renault, Précis..., t. II, págs. 815
y ss.). El convenio por abandono podía ser celebrado durante este estado de Union.
310
pago de los acreedores que no priva al deudor, entretanto, de su dominio– o de un
acuerdo de reorganización in solutum, o sea, que los acreedores se pagan
directamente con los bienes, a modo de una dación en pago. La doctrina nacional
y buena parte de la doctrina extranjera se inclinaban porque se trataría de un
pacto pro solvendo equivalente a la cesión de bienes.512261 Por la historia fidedigna
del instituto, pareciera ser razonable la tesis mayoritaria, porque, como dijimos, el
convenio por abandono de activos se constituyó en el mecanismo que vino a
reemplazar la cesión de bienes de los comerciantes y la cesión de bienes es
siempre pro solvendo. Pero no existe disposición alguna que impida que se pacte
un acuerdo no pro solvendo, sino derechamente constitutivo de una dación en
pago, porque estaría dentro de los objetos lícitos admitidos por el art. 61, si es que
es admisible el acuerdo por abandono. La tesis mayoritaria apoyada por nosotros,
entonces, sólo tiene un interés interpretativo a la hora de aclarar el sentido y
alcance de un convenio en que se pacta el abandono sin especificar su modalidad.
En nuestro concepto, nada hay ni había en la ley que permita sostener dicha
remisión, y a falta de norma explícita no puede presumirse una remisión “legal”
por la sola aprobación del convenio. Es más, en nuestra cesión de bienes no se
producía tampoco la remisión de los saldos no cubiertos con el producto de la
realización de los bienes cedidos. Se podría pensar que una larvada apelación a la
historia de la institución se presta para sostener esta remisión, pero contra eso
oponíamos el sugerente silencio de nuestra ley sobre ello. En consecuencia, para
evitar malentendidos, es aconsejable señalar expresamente en el acuerdo, de ser
procedente, que los saldos insolutos quedan remitidos.
512
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 216; Cánovas Robles, José, “El Abandono en el
Convenio Judicial Preventivo”, publicado en la R.D.J., t. 63, 1ª parte, pág. 141; Rondanelli, op. cit.,
págs. 111-112; Alarcón Hormazábal, op. cit., pág. 23.
513
Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 216; Rondanelli, op. cit., págs. 112-113; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 23; Palma Rogers, Legislación..., pág. 141.
311
En suma, el convenio por abandono era simplemente una fórmula de convenio
dilatorio de liquidación de activos, en que el plazo no queda definido sino sujeto al
término de duración de la liquidación de los bienes. En todo caso, no era de la
naturaleza de estos convenios su carácter remisorio.
Hasta la Ley 20.073 la intervención del convenio era un elemento que, en palabras
de Puelma Accorsi,514 se enmarcaba dentro de los elementos de la naturaleza del
mismo, porque si nada decía el convenio, se presumía la intervención y además
que esa intervención recaía en el síndico interventor del convenio preventivo o
administrador de la quiebra; dicha ley convirtió la intervención en un elemento o
cláusula meramente accidental, pues previene que “el convenio podrá estipular el
nombramiento de un interventor, que podrá o no ser síndico de la nómina y tendrá
las atribuciones que el mismo señale”.
La ley no dice que el veedor deba ser el mismo del procedimiento concursal de
reorganización que gestó el acuerdo y si bien dice que debe permanecer en el
cargo al menos un año, eso dependerá en buena medida de lo que establezca el
convenio.
514
Puelma Accorsi, Curso..., pág. 238.
312
En nuestra edición anterior sostuvimos que la intervención, aun cuando el cargo lo
ejerciera un síndico de la nómina nacional y aun cuando este síndico coincidiera
con el que fue interventor de las proposiciones de convenio o síndico administrador
de la quiebra, es siempre un mandato privado, en los términos cabales con que el
art. 2116 del Código Civil define este contrato: mandato entre el deudor y los
acreedores y dicho interventor. A él se le confía una gestión económica de control
y coadministración por particulares y sus deberes y atribuciones emanan del
convenio, tal como lo señala el art. 69.
Pero por lo mismo que este mandato resulta del acuerdo, los mandantes son el
deudor y los acreedores; no sólo los acreedores, ni sólo el deudor. Así es
manifiesto que el deudor por sí mismo no puede revocar el mandato al interventor,
tal como por lo demás resulta de la aplicación de las reglas generales en materia
de mandatos que interesan a más de una persona, pues como señala Stitchkin, “la
facultad de revocar el encargo es una cosa de la naturaleza del encargo, no de su
esencia. Diversas disposiciones del Código Civil dejan de manifiesto que es lícito
estipular la irrevocabilidad del encargo confiado al mandatario y que ni aun es
necesario estipularla, porque se subentiende, cuando el interés legítimo de un
tercero exige el mantenimiento del mandato”.515
515
Ver David Stitchkin, El Mandato Civil, pág. 393; ver también Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio
de Acreedores, 3ª edición, pág.368
313
ii) Llevar cuenta de las entradas y gastos de los negocios del deudor”. Esta es una
labor propia de la intervención. El interventor no tiene injerencia en la
administración del deudor sino como un contralor de la misma.
iii) Visar, en su caso, los pagos a los acreedores”, que no está implícita en la
intervención del C.P.C. sino que era de origen concursal. Para que exista bajo el
nuevo texto, debe pactarse en el acuerdo.
iv) Cuidar de que el deudor no retire para sus gastos personales y los de su familia
otras sumas que las proporcionadas al rango social del deudor o las autorizadas
en el convenio”, regla que tiene interés en acuerdos de personas naturales, pues
en las personas jurídicas por efecto del art.67, no se pueden hacer repartos.
Esto debe este ser materia de norma expresa en el acuerdo, porque no está
dentro de los atributos del interventor del Código de Procedimiento Civil
vi) Citar a junta de acreedores. Esta era una facultad bajo el régimen anterior; hoy
debe contemplarse expresamente dentro de las atribuciones que le indique el
acuerdo.
314
No olvidemos que durante la vigencia del Código de Comercio era un efecto
natural del convenio la hipoteca sobre inmuebles concordatarios, institución que
desapareció con la dictación de la Ley 4.558, de 1929. Ni esta ley ni la 18.175, en
vigor, se pronunciaron especialmente sobre garantías del convenio, aunque nada
impedía pactarlas expresamente. Sin embargo, dadas las características de estos
contratos, resulta muy difícil cumplir con algunas solemnidades y proveer a dichas
garantías de todas las franquicias y salvaguardas con que normalmente están
amparadas cuando se trata de contratos individuales. Entonces la Ley 18.598 de
1987, vino a remediar este asunto facilitando la constitución de cauciones,
especialmente las reales, para garantizar el convenio, norma que se mantiene en
la Ley 20.720.
Las garantías del acuerdo pueden ser de dos tipos, a saber, personales o
reales.
Si las garantías son personales, como por ejemplo que un tercero se constituya
en fiador o en codeudor solidario o en fiador solidario, no representan mayores
problemas. Esta fianza o solidaridad se pactará mediante la participación del fiador
o codeudor solidario en la junta respectiva o en un acto separado en que los
acreedores comparecerán representados conforme al inc. 2º del mismo art. 65.
Recordemos que tanto la solidaridad como la fianza son convencionales, que no
basta una declaración unilateral del fiador o codeudor solidario para constituirlas.
El aval, en este caso, no tiene posibilidad alguna de aplicación, salvo que las
obligaciones del acuerdo se documenten por medio de títulos de crédito en los
que se estipule un aval.
Ahora, el art. 98 fija una norma muy especial para las personas obligadas por
cauciones que garanticen el cumplimiento del convenio en el evento de que se
extinga por declaración de incumplimiento. Pueden impedir la declaración de
incumplimiento pagando lo asegurado durante el juicio de declaración de
incumplimiento.516 Pero si ésta prospera, pueden ser demandados por el pago de
la cuota del acuerdo de reorganización, caso en que les aprovecha lo que resulte
de la liquidación del procedimiento concursal de liquidación, y si la caución se
516
La ley no dice que se entrabe la acción por el pago de lo caucionado sino que el pago del dividendo
“prometido”, pero creemos que si la caución fue limitada a una fracción del dividendo concordatario, bastaría
con la satisfacción de dicha fracción para impedir la continuación del juicio, pues como la ley no hace
distinción entre garantes totales o parciales, la expresión “dividendo prometido” debe entenderse como
“dividendo caucionado”.
315
limita sólo a una fracción del dividendo concordatario, lo que resulte de la
ejecución colectiva se imputa primero a la fracción no garantizada y sólo el
excedente va en abono de la obligación del garante. Esta regla del art. 98, sólo se
aplicaba a una caución específica, a saber, la fianza. Pero en razón de la
modificación introducida por la Ley 20.073, y conservada ´en la actual Ley 20.720
todas las cauciones a favor del convenio de reorganización quedan afectadas a
este absurdo gravamen.517
517
La razón de su especialidad es sólo histórica (ver infra nota …..).
518
Es el caso del art. 2428 del Código Civil y el art. 492 del Código de Procedimiento Civil para el contrato
de hipoteca y la Ley de Prenda sin Desplazamiento, Nº 20.190.
519
Este concurso de acreedores prendarios no siempre está contemplado en las leyes que regulan las prendas
especiales. Así en la Ley sobre Prenda Agraria, Nº 4.097, o en la Ley de Prenda sobre Objetos Muebles que se
Vendan a Plazo, Nº 4.072, en las que no hay norma equivalente a la del concurso de acreedores hipotecarios.
Somarriva cree que en estos casos la prenda genera una preferencia igual para cada acreedor, con
independencia de las fechas de constitución, pero no resuelve el problema práctico de cómo hacer que los
coacreedores prendarios sean citados a reclamar sus privilegios (op. cit., págs. 281 y 285). La prenda del
Código Civil –con desplazamiento– ni siquiera hipotetiza sobre el particular, pero en el caso específico del
convenio sería perfectamente aplicable.
316
y en la ejecución de ella deberán ser citados todos los acreedores concordatarios
con arreglo al art. 2428 del Código Civil.520
520
No tiene aplicación en este caso el art. 492 del Código de Procedimiento Civil, porque entre unos y otros
acreedores concordatarios no existen acreedores de grado preferente.
521
Ver Puga, Derecho Concursal, Delitos de la Quiebra, págs. 37 y ss.
522
Etcheberry, Alfredo, Derecho Penal, t. III, pág. 302.
523
Puga, Derecho Concursal, Delitos de la Quiebra, págs. 221-222.
317
que de la dictación de la resolución de término se extingan los saldos insolutos de
los créditos ejecutados en el pertinente procedimiento concursal de liquidación, y
como ese efecto no se producirá por la aprobación del plan, nos merecen serias
dudas de que sea un efecto del convenio aprobado la rehabilitación del deudor.
El nuevo texto legal mantuvo sin modificaciones el texto introducido por la Ley
20.073. La ley vigente dispone en el art.83 que “las modificaciones al Acuerdo
deberán adoptarse por el Deudor y los acreedores que lo suscribieron agrupados
en sus respectivas clases o categorías, conforme al mismo procedimiento y
mayorías exigidas en el artículo 79”525.
Esta norma se refiere a la mera modificación de un acuerdo de reorganización
judicial, en la que se quiere modificar un texto ya aprobado. La regla dice para
esta hipótesis, que en esa modificación participan sólo los acreedores primitivos y
que sólo puede hacerse mediante un procedimiento ordinario , lo que excluye la
posibilidad de modificarlo vía acuerdo extrajudicial o simplificado, sin que se
vislumbre una razón válida para esta restricción. Otra cosa lamentable es que el
legislador no haya establecido que, en el evento del rechazo de la reforma, no se
siga la resolución de liquidación, sino que simplemente siga vigente el acuerdo
primitivo, porque muchas veces será motivo para no tocar un acuerdo incómodo
para todos la sola circunstancia de que iniciar una nueva proposición trae consigo
el riesgo de una liquidación concursal, producto sea del rechazo de la reforma o de
que se deseche por acogerse una impugnación.
524
Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, pág. 371.
525
El texto derogado del art.190 prevenía que “la modificación del convenio deberá acordarse con el mismo
procedimiento y con las mismas mayorías exigidas en el inciso primero de este artículo, excluidos los créditos
de los acreedores cuyos títulos sean posteriores a las proposiciones primitivas del convenio aprobado que se
pretende modificar, a quienes no obliga”
318
puede recaer sobre todo o parte del contenido del convenio original, no puede
alterar: i) la calidad de acreedor; ii) su clase o categoría; iii) las diferencias entre
acreedores de igual clase o categoría; iv) los montos de los créditos, sus
preferencias, y; v) aquellas materias que el acuerdo determine como no
modificables por la comisión de acreedores si se contempló una.
La Ley 20.720 innovó en aceptar que el acuerdo pueda ser sujeto a modificaciones
por una comisión de acreedores designada en el acuerdo primitivo con el quórum
de aprobación que el mismo acto determine, el que en ningún caso podrá ser
inferior al Quórum Simple dice la ley. Pero no dice si ese quórum simple es de la
comisión o de todos los acreedores. Para ser coherentes, debe tratarse de un
quórum simple de la comisión. La ley también se abre a que en el convenio en que
se designa esta comisión se determinen materias que no pueden ser alteradas por
ésta, sino que deban ser sometidas a la aprobación de todos los acreedores.
Pero muchas veces no bastará con una mera modificación del convenio
primitivo. Muchas veces será necesario un nuevo acuerdo de reorganización que sí
comprenda a los acreedores cuyos títulos son posteriores a las propuestas del
anterior, porque puede ser que para realmente superar la insolvencia deban
también hacer sacrificios los nuevos acreedores. En este caso, el deudor deberá
necesariamente citar a los nuevos acreedores, y ya no se tratará de una mera
modificación del convenio, sino que de un nuevo acto concursal que naturalmente
ha de reemplazar al anterior y que ha de tener efecto sobre la vigencia y
aplicabilidad de ese acuerdo de reorganización.
Otro asunto que presenta cierto interés es qué debe entenderse por modificar
un acuerdo. El problema se suscitó en el caso de una firma de Valparaíso que
celebró un convenio y que luego lo modificó sólo en términos de ampliar los plazos
de pago en una junta ordinaria llamada por el interventor. Esta reforma fue
impugnada por algunos acreedores y la Corte de Valparaíso estimó que como la
reforma se refería a “una mera ampliación de plazo”, ello no comportaba una
modificación del convenio que debiera sujetarse al procedimiento de un nuevo
convenio.526 En nuestro concepto el fallo de la Corte porteña incurrió en un error
526
El caso más destacado es el del convenio de “Plásticos Warda S. A.” del 5º Juzgado Civil de Viña del
Mar, causa por demanda en juicio sumario de resolución de convenio caratulada “Petroquímica Dow S. A.
con Plásticos Warda S. A.”. En esta causa el tribunal de primera instancia con fecha 25 de abril del año 2000
desestimó la demanda en razón de que el convenio del año 1982 supuestamente incumplido, había sido
modificado por otro posterior del año 1998 celebrado en razón de una citación de los acreedores del convenio
hecha por el síndico interventor a una junta para reformar dicho concordato, junta que había aprobado la
319
de proporciones, porque la “mera ampliación de plazo” era y es precisamente uno
de los objetos principales del convenio. A nuestro juicio cualquier cambio en las
estipulaciones de acuerdo, en el contenido de las obligaciones, plazo de pago,
modo de extinguirlas, tasa de descuento, porcentaje de condonación, garantías,
etc., cualquiera sea el grado en que se alteren, son modificación al mismo y sólo
pueden pactarse mediante un nuevo procedimiento de reorganización, sea sólo
con los acreedores primitivos o con los nuevos acreedores si el deudor así lo
estima necesario para realmente resolver su insolvencia.
reforma ampliando los plazos. No se hicieron nuevas proposiciones, sino que en una junta del convenio se
acordó su modificación. La actora estimó que no le era oponible esa modificación de 1998, porque para
modificar un convenio se necesitaba de otro convenio nuevamente tramitado y no de una modificación al
amparo de las normas de la intervención del convenio. Para el tribunal esa ampliación de plazos “no implica
un nuevo convenio” y que “sólo constituye una variación o cambio del calendario o plan de pagos del
convenio”. La Corte de Apelaciones de Valparaíso por resolución de la apelación de fecha 13 de enero del
año 2001, reiteró también que no procedía la apelación porque esa ampliación de plazos no constituía un
nuevo convenio. Este fallo es derechamente contra el texto de la ley entonces vigente, porque precisamente el
art. 178 de la Ley 18.175 a la sazón en rigor, expresamente señalaba como uno de los objetos específicos de
los convenios la prórroga o ampliación de los plazos.
320
como acuerdo que equipare la vulnerabilidad de su circunstancia. De otro modo,
estos actos serían una suerte de cultivo fértil en acciones judiciales.
¿Cuáles son las causales de ineficacia de un acuerdo de reorganización judicial?
En nuestra opinión, nuestro régimen concursal contempla cuatro causales: dos
expresas y dos implícitas. Las causales expresas son la nulidad del convenio y la
declaración de incumplimiento del mismo. Causales implícitas, dos también: la
inexistencia jurídica del convenio y la apertura de un concurso judicial merced de
una resolución de liquidación dictada durante la vigencia del acuerdo.
La Ley 20.073 introdujo notables modificaciones en el régimen de ineficacia
expreso, que trataremos cuando veamos las acciones de nulidad y de declaración
de incumplimiento. No alteró, sin embargo, el régimen de ineficacia implícito.
Nosotros dejaremos para el final de este título la apertura del procedimiento
concursal de liquidación como causal de ineficacia. Pero desarrollaremos ahora las
ideas generales en materia de su inexistencia.
La nulidad de estos contratos está sumamente restringida en nuestro sistema
positivo, pero la ley nada dice en orden a su inexistencia jurídica. Como bien
apunta Rodríguez Grez,527 la inexistencia es un asunto de hecho, y, por esta razón,
es una materia irreglamentaria, porque se refiere a una situación jurídicamente ex
ante de la existencia jurídica, de forma que sería inútil esperar encontrar una
regulación expresa y sistemática de la inexistencia; y lo dicho para los actos
jurídicos en general se extiende para estos actos jurídicos denominados convenios.
527
Rodríguez Grez, op. cit., pág. 32.
528
Claro Solar, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado, vol. 6, págs. 588 y ss.; Pablo
Rodríguez Grez, Inexistencia y..., págs. 31 y ss.; Víctor Vial del Río, Teoría General del Acto Jurídico, 5ª
edición, págs. 241 y ss., Editorial Jurídica de Chile, 2004.
321
con la de nulidad. No es posible que un acto aparentemente real y legítimo se
impugne por ser la nada jurídica, salvo casos grotescos: claro, si una persona dice
estar casada con otra que niega la existencia de ese matrimonio, será muy difícil
que haga valer sus derechos por otro medio que exhibiendo el acta de matrimonio.
Pero ningún tribunal se tomará en serio una acción en que el cónyuge diga que
está casado por escritura privada celebrada en una notaría. La teoría de la
inexistencia jurídica sólo tiene interés cuando la inexistencia no es evidente,
cuando hay una apariencia de existencia. Puede ser que nuestro sistema no
reconozca la inexistencia, sino que ésta se confunde con la nulidad, y que por ello
dice el art. 1681 del Código Civil que “es nulo todo acto o contrato a que falta
alguno de los requisitos que la ley prescribe para el valor del mismo acto o
contrato, según su especie...”; y que aunque algunos dicen que esa referencia al
valor precisamente apunta a los elementos de validez y no de existencia, otros
como Arturo Alessandri, entienden que comprende también estos últimos, pues
también éstos son necesarios para que un acto tenga valor.
322
ineficacia de este acto jurídico. La respuesta no es sencilla: un acuerdo de
reorganización que existe en cuanto a acto, pero que carece de alguno de sus
elementos estructurales es inexistente... pero eso no necesariamente significa que
pueda demandarse la declaración de inexistencia. Recordemos que la norma que
actualmente figura en el art. 97 que previene que “no se admitirán otras acciones
de nulidad del acuerdo que las fundadas en...”; la causal que señala esa
disposición, es, como lo veremos más adelante, una norma introducida en el
derecho francés por la reforma de 1838, que modificó entero el Libro III del Code
de 1807 y cuya función fue zanjar una disputa doctrinal y jurisprudencial anterior a
esa reforma entre quienes sostenían que al convenio aprobado se le aplicaban las
normas generales en materia de nulidad, y quienes sostenían que dichas normas
no tenían aplicación en materia de convenios.529 La Comisión de 1838 admitió la
nulidad, pero sólo para la hipótesis de que el deudor hubiere incurrido en un hecho
constitutivo de quiebra fraudulenta. En otras palabras, la noción de entonces fue
prácticamente eliminar toda posibilidad de nulidad del convenio y para ese
entonces en Francia la voz nulidad comprendía la nulidad y la inexistencia. Así, el
convenio acordado no era susceptible de ser anulado ni por falta de voluntad o
consentimiento de las partes ni por vicios del consentimiento ni por objeto ni causa
ilícita. Piénsese luego en aquellos vicios (que en realidad son omisiones)
constitutivos de una inexistencia, pero respecto de un acto que tiene la apariencia
de ser completo, pues aquí nada importa un acto que es inexistente y es
manifiestamente inexistente... y habrá que honestamente asumir que esos vicios al
tiempo de la reforma de 1838 eran fundamento de una acción de nulidad y no de
inexistencia, porque la teoría de la inexistencia jurídica si bien tiene sus orígenes
en Alemania en 1827, su difusión en Francia data de 1837 y es absolutamente
ignorada por los comercialistas sino pasada la segunda mitad del siglo XIX.530 En
1838 un contrato era válido o nulo; no se hablaba siquiera de inexistencia, de
forma que la inexistencia de un acto aparentemente existente sólo era posible
alegarla vía nulidad. No estamos en contradicción con Rodríguez Grez en el sentido
de que “el estatuto jurídico de la nulidad excluye la inexistencia, puesto que
reglamenta otra situación que supone un acto que se ha perfeccionado porque han
concurrido en él los elementos estructurales”,531 pero sí queremos sembrar la duda
en materia de inexistencia de los acuerdos de reorganización, en que creemos que
para lograr la finalidad que llevó al legislador de entonces a prácticamente suprimir
la nulidad de estos actos, hay que interpretar dicha restricción de la nulidad como
extensiva también a la inexistencia, porque, recordemos, la teoría de la
inexistencia importa para actos que pueden carecer de un elemento estructural,
529
Ver Agustín-Charles Renouard, op. cit., t. II, pág. 93.
530
La teoría de la inexistencia jurídica nace de un análisis que hace el profesor de Heilderberg Karl Salomo.
Zacharie al derecho francés, en especial en relación a los elementos constitutivos de un acto como el
matrimonio, que no podía estimarse meramente nulo si era celebrado entre dos personas de un mismo sexo. El
texto de Zacharie titulado Handbuch des Französischen Zivilrechts, es de 1827 y fue famosa la traducción del
mismo bajo el nombre Le Droit Civil Français hecha por Aubry y Rau en 1837. En Chile el primer autor en
levantarla es Luis Claro Solar en sus famosas Explicaciones... (vol. 6, págs. 588 y ss.).
531
Rodríguez Grez, op. cit., pág. 41.
323
pero que tienen apariencia, jurídicamente hablando, de actos existentes, porque
los actos manifiestamente inexistentes –una compraventa de inmuebles
meramente consensual– no son normalmente objeto de un debate judicial. Sin
embargo, nos parece que ante la ausencia grosera de un elemento estructural del
acuerdo, nada impediría que al menos por vía de excepción o de réplica se haga
ver la inexistencia del mismo.
Desde la reforma del Libro III del Code hasta la Ley 20.073, tradicionalmente en
todos los países que se siguió el régimen francés, la nulidad del convenio
contemplaba una doble causa: la condena superviviente del deudor por quiebra
fraudulenta o la alteración maliciosa del patrimonio. Esto porque en el derecho
532
Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.386
533
Ver pág……..supra.
324
francés la acción penal por quiebra fraudulenta era resorte exclusivo del Ministerio
Público y los comisionados de 1838 estimaron injusto que si dicho Ministerio no
ejercía la acción penal, perviviera el convenio del cual el deudor era indigno y por
eso admitía como causal el mismo hecho constitutivo del delito de quiebra
fraudulenta: la distorsión maliciosa del patrimonio.
534
En efecto, el art. 208 inciso segundo de la Ley 18.175, siguiendo una antigua tradición que se remonta al
Code, disponía que “la anulación del convenio inhabilita al fallido para celebrar otro nuevo...”.
535
Históricamente ni en los Statutii italianos del bajo Medievo o del Renacimiento, ni en la Ordenanza
General de Comercio francesa de 1673, ni en el texto original del Código de Comercio francés de 1807 se
trataba de la nulidad del convenio. Pero luego del Code de 1807 no era pacífico el punto pertinente a la
procedencia o no de la nulidad del convenio conforme a las normas generales del derecho común. En la
reforma al Libro III del Code, de mayo de 1838, regula expresamente esta materia con un resultado idéntico al
vigente en la Ley 18.175 antes de la reforma de la Ley 20.073 y que tuvo como inspiración la necesidad
admitida por los comisionados de 1838 presididos por Renouard, de que la nulidad sólo debía aceptarse en
caso de dolo constitutivo del delito de bancarrota fraudulenta. El art. 518 del Code quedó entonces con el
siguiente texto: “ninguna acción del concordato será admisible, desde la homologación, sino por causa de
dolo descubierto después de esta homologación, y de la que resulte una ocultación del activo, o una
325
En las ediciones precedentes opinábamos que esta nulidad del convenio no era
una nulidad propiamente tal. En efecto, las causales de nulidad eran la condena
por quiebra fraudulenta o por alguno de los delitos del art. 466 del Código Penal o
la ocultación o exageración del activo o pasivo, sin que fuera relevante si ello había
producido algún vicio del consentimiento en los acreedores. Por ello nos parecía
que más que una nulidad, esta nulidad especial de la Ley de Quiebras era una
sanción de caducidad del beneficio del concordato que se le había concedido al
deudor, discurriendo en que era acreedor de dicho beneficio, esto es, un deudor
desgraciado, pero de buena fe. El legislador privaba de ese beneficio al deudor si
después de la resolución aprobatoria se descubría que era reo de una causal o de
una condena de quiebra fraudulenta. De allí que concluíamos que esta ineficacia
especial no era asimilable a la nulidad civil. A partir de la Ley 20.073 en que el
convenio ya no se concibe como tal beneficio, le dábamos una lectura distinta a la
causal. A eso había que sumar que la ley del año 2005 incorporó también como
causal de impugnación en el Nº 5 del art. Nº 5 art. 196 y que mantiene el art.85
N°5 del texto vigente. La tradición sigue en esto pesando más que los propósitos
del legislador, porque nuevamente la causal no está planteada necesariamente
como un vicio del acto, como un vicio de la voluntad de los acreedores, sino que
como un gesto reprochable del deudor que lleva como sanción la “nulidad del
acuerdo de reorganización”. En efecto, esta causal de nulidad está repetida en el
Nº 5 del art. 85 de la Ley. Pero en ambas causales no se exige que dicha
ocultación o exageración produzca un vicio o error sustancial en los acreedores, ni
tan siquiera que sea sustantiva; basta el gesto doloso de ocultar o exagerar. En
términos penales diríamos que aquí se sanciona el disvalor en la acción y no el
resultado. Estamos, por tanto, no en un vicio de nulidad del acto, sino que en una
sanción a la indignidad del deudor de ser beneficiario y merecedor del “beneficio”
del acuerdo o convenio. No nos sorprenda que una causal de indignidad se haya
incluido en las causales de impugnación, porque antes de la Ley 20.073 la primera
de las causales de impugnación era precisamente la incapacidad por indignidad del
deudor para poder proponer convenios.536 Por eso es que sostuvimos antes que si
bien se intentó independizar el convenio de la conducta penal del deudor, esto no
se logró del todo, porque se insiste en anular un acuerdo no por un vicio del
exageración del pasivo”, ver Renouard, op. cit., t. II, págs. 83 y 88.
536
Esta causal del Nº 1 del antiguo art. 186 de la Ley de Quiebras 18.175, que se remonta al Nº 1 del art. 139
del Decreto sobre Juicio Ejecutivo y Concursos de 1837, y que fue eliminada por la Ley 20.073, siempre se
interpretó por la doctrina y jurisprudencia como equivalente a indignidad y no a incapacidad civil. Ver Puga
Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, pág. 300. Ver también R., t. 49, 2ª parte,
sec. 2ª, pág. 35; Arturo Davis, Código de Comercio Anotado, Ley de Quiebras, págs. 232-233; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 42; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 290. Pero habían autores que estimaban que
dicha voz, incapacidad del art. 186 Nº 1 referido comprendía tanto la indignidad como la incapacidad de
derecho común. Ver Puelma Accorsi, Curso..., pág. 232; Rondanelli, op. cit., pág. 150, y Durán Bernales, op.
cit., págs. 494-495.
326
consentimiento como creían algunos autores antes también,537 sino que por una
conducta del deudor, reprochable sin duda, cualquiera sea el resultado que esa
conducta haya tenido en la formación del consentimiento. Es, nuevamente, por
tanto, no una causal de nulidad sino que una causal de indignidad y por eso la ley
no gradúa el grado de ocultación o exageración necesarios para la nulidad, pues
cualquiera sea la exageración u ocultación hay causal de “nulidad” para obtener la
ineficacia del acto.
Otra diferencia esencial de esta nulidad con la ordinaria es que declarada que
sea respecto de una de las partes, produce efectos respecto de todos los
acreedores y no sólo de los instantes, como sería de aplicarse en la especie el
art. 1690 del Código Civil.
El art. 1457 del Código de Comercio (art. 210) señala que “no se admitirán otras
acciones de nulidad del acuerdo que las fundadas en la ocultación o exageración
del activo o del pasivo y de las que se hubiere tomado conocimiento después de
537
Rocco expone con magistral inteligencia la teoría de la nulidad como vicio del consentimiento
específicamente constitutivo de la ocultación del activo o exageración del pasivo. En razón de estimarlo vicio
del consentimiento es que requiere que el fraude sea determinante y eficaz. Determinante en el sentido de que
la entidad de la ocultación o exageración hubiere disuadido a los acreedores de contratar, y eficaz en el
sentido de que el fraude debe haberse perpetrado en forma tal de engañar a una persona sensata (Rocco, op.
cit., págs. 608 y ss. En igual sentido Rondanelli, op. cit.., pág. 183; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de
Quiebras, pág. 243). En otros países el trasplante de la legislación francesa y las legislaciones posteriores ha
ido acentuando la noción del vicio del consentimiento por sobre la de indignidad. Es el caso de Argentina
(art. 71 Ley 19.551/72), Uruguay (art. 1538 del Código de Comercio), México y Honduras (ver Cámara, op.
cit., t. II, págs. 1254-1255).
327
haber vencido el plazo para impugnar el acuerdo”.538
Ya advertimos que esta causal fue tomada del Code reformado en 1838 que en
el fondo era el sustento fáctico del delito de quiebra fraudulenta. Era una causal
que permitía anular un convenio celebrado por un deudor que había incurrido en
quiebra fraudulenta, cuando la acción penal pertinente no hubo sido ejercida. Era,
en sus orígenes, una causal de caducidad por indignidad y nosotros creemos que
mantiene ese carácter o naturaleza.
538
Hasta la Ley 20.073 esta causal en todo parecida a la primitiva segunda causal del art. 208 de la Ley
18.175, con la sola diferencia que esta disposición requería que el descubrimiento de la distorsión fuera
posterior a la “resolución aprobatoria” del convenio y no después de vencido el plazo para impugnar.
328
Uno de los elementos delicados de la acción es acreditar que el descubrimiento
se verificó después de vencido ese plazo. Como ese es un elemento de la acción,
el acreedor que demanda la caducidad del acto deberá acreditar la fecha en que
se produjo el descubrimiento aquél.539 No es relevante que otros acreedores hayan
hecho el descubrimiento antes de expirado el plazo a que se refiere la ley; lo
importante es la fecha de dicho descubrimiento por el demandante. Claro, si
estuviéramos ante un vicio del consentimiento, la ley hubiera exigido además que
este acreedor que demanda la nulidad fuera titular de un crédito determinante en
la votación de la propuesta; pero como no se trata de un vicio del consentimiento,
carece de importancia el monto del crédito del acreedor demandante.
539
Ésa era por lo demás la teoría del creador de esta acción de nulidad, el jurisconsulto Renouard, ver
Renouard, op. cit., t. II, pág. 90.
540
En la legislación comparada la legitimación activa no es única. Hay países como Paraguay que
expresamente la limitan a los acreedores quirografarios; otros que se la reconocen a “cualquier acreedor”, y
hasta al síndico, como Honduras, y, por último, casos en que se puede declarar de oficio, como ocurre en
Italia. En Argentina se le concede acción a “cualquier acreedor comprendido en el acuerdo homologado”
(art. 71 Ley 19.551/72) (ver Cámara, op. cit., t. II, pág. 1246).
541
Palma Rogers, Legislación..., pág. 154; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 243; Durán
Bernales, op. cit., t. II, pág. 467.
542
Rondanelli, op. cit., pág. 183.
329
Código de Procedimiento Civil.543
A partir de la Ley 20.073- y en esto nada innova el nuevo texto- los efectos que
se siguen de la nulidad del acuerdo de reorganización judicial y del simplificado los
podemos sintetizarlos en cinco: a) Pone fin al acto para todas sus partes; b) Pone
fin a todas las cauciones que garantizan el concordato; c) Se sigue la resolución de
liquidación de oficio; d) Todos los efectos sustantivos de la nulidad operan hacia el
futuro, sin que dicha nulidad tenga efecto retroactivo ; y ) Se designa un veedor.
Normalmente la acción de nulidad será ejercida por uno o pocos acreedores. Pero
a diferencia de lo que ocurre en el derecho común conforme al art. 1691 del
543
Así, por ejemplo, no vemos inconveniente en admitirla respecto de los garantes del plan. Los terceros
poseedores de bienes prendados o hipotecados, los fiadores, etc., tendrían legitimación, porque tienen interés
en la nulidad.
544
Ver supra, págs. 335 y ss.
330
Código Civil, en que la nulidad de una de las partes no aprovecha a las otras, en el
caso de la nulidad del convenio, la nulidad no sólo impacta a las partes de la
instancia, sino que extingue el acuerdo respecto de todos. Esta conclusión era
evidente bajo el régimen anterior a la Ley 20.073, porque claramente entonces la
causal era una causal de indignidad y, por lo tanto, si el deudor era indigno
respecto de unos, lo era respecto de todos los demás acreedores. Además, la ley
decía que en la misma sentencia que se declara la nulidad debía declararse la
quiebra, y como el art. 217 de la Ley 18.175 decía que la “reapertura del estado de
quiebra reintegra a los acreedores anteriores a todos sus derechos respecto del
fallido” y la circunstancia de que los actos celebrados en el ínterin entre la
aprobación y nulidad del convenio eran revocables vía acción pauliana, era
evidente que la nulidad del convenio liberaba del mismo a todos los acreedores y
no sólo a los que fueron parte en la instancia. Los mismos principios subsistieron
bajo la Ley 20.073 aunque desde esta ley que no es la misma resolución la que
acoge la acción de nulidad la que debe declarar abrir el concurso ejecutivo, pues
para esto es menester que se encuentre firme y ejecutoriada la sentencia de
nulidad (art.100 de la Ley)
El antiguo art. 97 de la Ley 18.175 decía que la nulidad del convenio ponía fin a las
fianzas que lo garantizan, pero nosotros ampliábamos dicha extinción en general a
todas las garantías otorgadas o constituidas, sea por terceros o por el deudor
mismo, por el principio ese tan básico de que si se extingue la obligación principal,
no puede subsistir la accesoria. A partir de la Ley 20.073 “la declaración de nulidad
del acuerdo extingue de derecho las cauciones que lo garantizan”. Así, fianzas,
codeudorías solidarias, prendas, hipotecas, warrants, etc., destinados a garantizar
el plan terminan por efecto de la nulidad declarada por el solo ministerio de la ley.
331
casación, acoge la acción de nulidad, el árbitro no puede él dictar la resolución de
liquidación del art.129, sino que debe remitir los autos al tribunal ordinario
competente.
El inciso segundo del art. 99 dispone que “la sentencia que acoja la demanda de
nulidad... será apelable en ambos efectos, pero el deudor quedará de inmediato
sujeto a intervención de un veedor que tendrá las facultades del interventor del de
los numerales 1, 7, 8 y 9 del art.25”545. Vale decir, esencialmente el deudor
quedará sujeto a una intervención judicial y el veedor provisto de facultades
exorbitantes a las normales de un interventor judicial civil
545
Dichos numerales señalan como facultades: 1) Imponerse de los libros, documentos y operaciones del
Deudor. 7) Impetrar las medidas precautorias y de conservación de los activos del Deudor que sean
necesarias para resguardar los intereses de los acreedores, sin perjuicio de los acuerdos que éstos puedan
adoptar. 8) Dar cuenta al tribunal competente y a la Superintendencia de cualquier acto o conducta del Deudor
que signifique una administración negligente o dolosa de sus negocios y, con la autorización de dicho
tribunal, adoptar las medidas necesarias para mantener la integridad de los activos, cuando corresponda.9)
Rendir mensualmente cuenta de su actuación y de los negocios del Deudor a la Superintendencia, y presentar
las observaciones que le merezca la administración de aquél. Esta cuenta será enviada, además, por correo
electrónico a cada uno de los acreedores.
332
e) Nulidad del acuerdo y revocación concursal
Dice la Ley que la nulidad del acuerdo no tiene efecto retroactivo, pero de todas
formas como de ella se sigue una resolución de liquidación que abre la ejecución
colectiva y, por tanto, la posibilidad de ejercitar las acciones revocatorias de los
arts.287 y ss. Pero esta regla se topa con dos circunstancias novedosas para
nuestro orden concursal.
La primera, es que el art.99 dice que la nulidad no afecta la validez de los actos
ejecutados entre la aprobación del convenio y la anulación del mismo. Nosotros
leemos esta norma en el sentido estricto que ella tiene: que de la nulidad o
resolución del acuerdo de reorganización no se sigue la invalidez o terminación de
los contratos celebrados en el tiempo intermedio, pero no que esos actos no
puedan ser revocados conforme al régimen general de revocación de los arts.287
y ss. La definición de la validez de estos actos del tiempo intermedio desde la
perspectiva revocatoria quedará sujeta a las circunstancias de hecho y de derecho
de la pertinente acción revocatoria y no eximidos por el efecto del principio
enunciado en el inc.° 3° del art.99 referido
Todo lo anterior es sin perjuicio de que si el acuerdo fue uno que puso término al
procedimiento concursal de liquidación, los actos celebrados desde la resolución de
liquidación hasta la resolución de aprobación del acuerdo de reorganización sean
también anulables, pero no por la vía de las acciones revocatorias, sino merced de
la acción de nulidad prevista en el art.130 de la Ley. Aquí la nulidad no reposa
sobre el perjuicio, sino por la nulidad por objeto ilícito en los términos del art.1464
N° 3 del Código Civil
333
votación o aprobación del acuerdo de reorganización renacen, por la sencilla razón
de que no estamos ante una nulidad común.
3.1. GENERALIDADES
546
Arts. 140 de Ley 22/2003 sobre Concursos de España: “1. Cualquier acreedor que estime incumplido
el convenio en lo que le afecte podrá solicitar del juez la declaración de incumplimiento. La acción podrá
ejercitarse desde que se produzca el incumplimiento y caducará a los dos meses contados desde la última de
las publicaciones del auto de cumplimiento a que se refiere el artículo anterior. 2. El juez tramitará la solicitud
por el cauce del incidente concursal. 3. Contra la sentencia que resuelva el incidente cabrá el recurso de
apelación. 4. La declaración de incumplimiento del convenio supondrá la rescisión de éste y la desaparición
de los efectos sobre los créditos a que se refiere el art. 136”.
334
jurídico ofrece al acreedor ante el incumplimiento del deudor. Sin embargo, existe
una diferencia fundamental entre uno u otro camino, pues la declaración de
incumplimiento es universal, porque pone fin al acuerdo no sólo respecto del
demandante, sino que de todos los acreedores concordatarios, en tanto que la
ejecución forzada es singular, pues el acreedor sólo puede ejecutar al deudor por
sus créditos personales modificados por las estipulaciones del concordato, en los
términos y condiciones previstos en este acuerdo. Recordemos que uno de los
efectos del mismo al terminar ejecución colectiva o procedimiento concursal de
liquidación es que recuperan los acreedores la facultad de ejecutar
individualmente al deudor.
335
3.3. CAUSALES DE DECLARACIÓN DE INCUMPLIMIENTO DEL ACUERDO DE REORGANIZACIÓN
En el fondo ambas son una misma causal: el incumplimiento actual o potencial del
convenio, pero con la diferencia es que en la hipótesis de incumplimiento
potencial no se admite la traba de la acción por la vía de ponerse al día, que si
existe en el caso de la acción por inobservancia del acuerdo. En efecto, el art.98
de la ley señala que en el caso de que se solicite la resolución del acuerdo por
inobservancia de sus estipulaciones de una de las clases p categorías del acuerdo,
el deudor tiene sesenta días para ponerse al día en lo incumplido, plazo que se
cuenta desde la notificación de la demanda de declaración de incumplimiento. Pero
la ley previene que el deudor puede trabar la acción sólo una vez por cada
categoría o clase de acreedores, de forma que no existe una segunda oportunidad
para evitar la resolución del acuerdo en el evento de incumplimiento
Debemos sumar, empero, a las causales expresas una causal de extinción por
incumplimiento del convenio que no señala expresamente la ley, a saber, la
apertura de una nueva ejecución colectiva en contra del deudor concordatario
antes de la declaración de incumplimiento o nulidad del mismo.
Puede solicitar la resolución cualquiera de los acreedores que los afecte, con o sin
derecho a voto y sin importar la entidad de sus respectivos créditos. La nueva ley
no hace distinciones de causal para este efecto y elimina el engorroso
procedimiento para el ejercicio de la acción en la hipótesis de agravamiento del
mal estado de los negocios del deudor, solución que nos parece muy atinada, pues
esto permite anticipar la solución concursal más adecuada aún antes de un
incumplimiento efectivo.
336
3.5. COMPETENCIA Y PROCEDIMIENTO
337
Esta norma no tendrá mayores inconvenientes respecto de incumplimiento
actual y efectivo de estipulaciones del acuerdo de reorganización. Pero llama a
problemas cuando la causal es el incumplimiento potencial. Muchas veces el
incumplimiento actual estará precedido de un incumplimiento potencial o
agravamiento de mal estado de los negocios del deudor, lo que se presta para los
debates más sabrosos entre un acreedor y un deudor que alegará haber
incumplido mucho antes que un vencimiento efectivo, máxime si anteriormente se
obtuvo del tribunal una intervención más severa.
338
contratos accesorios a ella.548 La razón de ser de esta norma era puramente
histórica549 y pese a que la doctrina desde sus orígenes la estimó un absurdo,
sobrevivió en nuestro ordenamiento a la reforma de 1929, la de 1982 y la Ley
20.073 y en la actual, que en vez de corregirla, vino a profundizarla. En efecto, el
art. 98 previene que “la declaración de incumplimiento dejará sin efecto el
Acuerdo, pero no extinguirá las cauciones que hubieren garantizado su ejecución
total o parcial”.
339
Nosotros sosteníamos que la subsistencia de la fianza no obstante la resolución,
amén de ser abusiva, se restringía sólo a la fianza y no a otras cauciones. La Ley
20.073 la amplió a todas ellas. Se trata de la subsistencia de una obligación
accesoria no obstante esté extinta la obligación principal... Claro, porque de la
declaración de incumplimiento se sigue la extinción del acuerdo de reorganización
y, por lo tanto, de los derechos y obligaciones emanados del mismo. Pero el propio
art. 99 deja en evidencia que estas cauciones son para garantizar la ejecución del
convenio. Pero si el acto deja de existir, ¿cómo se habrá de garantizar su
ejecución total o parcial? Hay que interpretar entonces que no obstante su
extinción estos terceros garantes quedan obligados al mismo y no a las
obligaciones que nacen de la declaración de incumplimiento. Así, si el acto era
remisorio en un 30%, los garantes están sólo obligados a pagar hasta el 70% de
los créditos; y si el acuerdo contemplaba un plazo, los acreedores,
independientemente de que cobren en el procedimiento concursal de liquidación
del deudor principal, deben respetar los términos del acuerdo para cobrar a los
terceros... porque a eso quedaron obligados dichos terceros.
Hubiere sido deseable que el legislador del año 2013 por fin hubiere
simplemente eliminado esta supervivencia de las garantías en el evento de
terminación del acuerdo, que no fueron sino resultado de un malentendido
histórico,550 porque la subsistencia de una obligación accesoria cuando se
encuentra extinta la principal es siempre un asunto que arrastra a los más serios
problemas prácticos. Los acreedores siempre pueden escoger entre ejecutar el
convenio o pedir su declaración de incumplimiento; si optan por lo primero, validan
las garantías; pero si optan por resolverlo, no se justifica que pretendan además
responsabilizar por las obligaciones derivadas del incumplimiento a esos terceros.
4.1. GENERALIDADES
550
Ver nota 522 supra.
551
Satta justifica esta asimilación en razón de que con la nulidad también se beneficia el garante, toda vez que
ella, causada por la aparición o descubrimiento de bienes ocultos, incrementa el patrimonio del deudor...
Habría que preguntarle al garante si prefiere quedar totalmente liberado o si prefiere seguir afecto al
convenio... (ver Satta, op. cit., pág. 420).
340
Se puede pensar en tres situaciones que constituyen un segundo procedimiento
concursal de liquidación o segunda ejecución colectiva.
552
Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 408 y ss.
553
.- La expresión reapetura de la quiebra como resultado de la nulidad o resolución de un convenio que había
puesto fin a una quiebra anterior, viene del Código de Comercio que señalaba que de dicha situación de
“reponía el estado de quiebra” (art.1491), pero la expresión reapertura fue producto de la Ley 4558 de 1929
(art.182) y de allí conservada en el art.216 de la Ley 18.175hasta su modificación por la Ley 20.073.
341
Los efectos de una resolución de liquidación que nos interesa tratar aquí, amén de
que se trata de una nueva ejecución universal, son los siguientes: relaciones y
concurrencia de los nuevos acreedores con los acreedores concordatarios; la
retroacción de dicha segunda ejecución colectiva y, por último, los efectos sobre
un acuerdo vigente de la resolución de liquidación.
El derogado art.217 del Libro IV del Código de Comercio decía sobre este
particular que “la segunda quiebra reintegra a los acreedores anteriores en todos
sus derechos respecto del fallido. Los acreedores antiguos concurrirán con los
nuevos en las distribuciones del activo de la quiebra por el monto íntegro de sus
créditos, siempre que no hubieren recibido parte alguna de la estipulada en el
convenio; en el caso contrario, sólo podrán concurrir con los nuevos acreedores
por la parte del capital de sus primitivos créditos que corresponda a la porción no
pagada de la suma convenida. En todo caso, tanto los créditos de los acreedores
antiguos, en lo que corresponda, como los de los nuevos, deberán ser verificados
en la segunda quiebra, salvo aquellos que la ley expresamente exceptúa de este
trámite”. Esta norma trataba de modo distinto a los acreedores antiguos según
hubieran o no recibido pagos mediante el convenio. Si no habían recibido pago
alguno, concurren en la nueva quiebra por la totalidad de su crédito primitivo. Pero
si el convenio ya se había cumplido en parte, los antiguos acreedores sólo tienen
derecho a cobrar en la quiebra la fracción del crédito primitivo que corresponda
proporcionalmente a la fracción impaga del crédito renegociado en el convenio.
Para la mayoría de los autores su razón de ser de esta extraña regla era la
protección de los acreedores que contrataron con el fallido postconvenio. Ellos, nos
dicen estos autores, lo hicieron en vista de las condiciones del convenio pactado y
de las remisiones acordadas. Sería entonces injusto para con ellos alterarles las
circunstancias y obligarlos a compartir la suerte de los acreedores antiguos.554.
Nosotros éramos bastante críticos con esta solución555
554
Ver Thaller, op. cit., pág. 1275; Alarcón Hormazábal, op. cit., págs. 65-66; Rondanelli, op. cit., págs. 197 y
ss.; Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, págs. 607-608; Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, págs. 461 y ss.
555
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.410
342
de obligaciones no concordatarias
Pero hoy no existe esa curiosa regla del art.217 que transcribimos supra. La
Ley 20.720 guarda discreto silencio sobre este particular. Y no estamos
discurriendo sobre un asunto baladí, pues es muy frecuente que empresas
acogidas a un régimen de reorganización vuelvan a encontrarse en iliquidez
crónica y sean ejecutadas colectivamente. El problema práctico que se suscita es si
los acreedores concordatarios deben instar por que se declare terminado el
acuerdo de reorganización para recuperar sus créditos originales o si pueden
verificar en forma directa por ellos en el nuevo concurso; lo que cobra interés no
cuando el acuerdo es meramente dilatorio, pero si en el evento de que contemple
556
Ver Rondanelli, op. cit., pág. 199; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 246; Alarcón
Hormazábal, op. cit., pág. 70; Thaller, op. cit., pág. 1275; Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, pág. 611;
Pardessus, op. cit., t. III, pág. 467; Bravard-Veyrières, op. cit., t. V, pág. 470.
557
Bonelli, op. cit., vol. III, pág. 207.
558
Don Gabriel Palma Rogers parece expresarse en el mismo sentido cuando señala que “en la nueva quiebra
se produce el desasimiento del fallido, lo que lo imposibilita para cumplir el convenio, por lo cual éste
caduca”. La expresión caducidad nos parece tal vez la más adecuada, pero como nuestra legislación
desconoce dicha institución con un perfil distinto a la nulidad y resolución, creemos que jurídicamente lo
apropiado es hablar de resolución ipso iure (ver Palma Rogers, Legislación..., pág. 158).
559
Puga Vial, derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág……………
343
quitas o novaciones.
Nos parece que a la luz de los principios generales y en ausencia de una norma
especial, habría que aplicar a este contrato la regla de que la apertura del
procedimiento concursal de liquidación no podría fin ipso facto al acuerdo de
reorganización vigente a dicha apertura, porque ella por sí no pone fin sino a los
actos y contratos específicamente mencionados en la ley560; que sería necesaria
una sentencia judicial adicional que declare su terminación, en especial porque de
producirse ipso facto la terminación del convenio, esos acreedores mejorarían su
condición y eso contraría el principio de la fijación irrevocable del derecho de los
acreedores resultado de la sentencia de apertura al juicio concursal (art.134 de la
Ley). Pero además, lamentablemente, como la acción a ejercer sería la de
declaración de incumplimiento del deudor, aunque ella fuere acogida no tendría
por efecto restablecer las cosas al tiempo anterior a acuerdo de reorganización,
porque en este caso particular, la resolución del acto no tiene efecto retroactivo
como claramente lo dice el art.99. Así, la inadvertida derogación del art.217 de la
Ley vino a derribar una inteligente tradición que permitía a los acreedores
concordatarios recuperar sus créditos originales.
1. GENERALIDADES
560
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, 4ª edición,
pág……………..
561
Salgado de Somoza fue el primero que elaboró el principio de la unidad de la quiebra y por lo mismo su
efecto extraterritorial (ver García Martínez, op. cit., t. I, págs. 91-92), doctrina que ha sido defendida hasta
hoy por autores tan insignes como Bonelli, op. cit., vol. I, pág. 147; Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 602.
344
Nosotros no intentamos, en este trabajo, sino sentar algunos principios muy
generales que sirvan más bien de orientación para un trabajo, urgente en nuestros
días, que se detenga con necesaria profundidad en esta materia y que exponga,
además de los principios generales, algunas reglas positivas y su aplicación
práctica a la luz del ejercicio forense y de la jurisprudencia. Chile no tiene tratados
a este respecto más allá del denominado Código de Bustamante y muy pocas
normas de derecho positivo interno, de modo que estamos bastante ciegos para
dar orientaciones muy definitivas en el rubro.562
Para resolver adecuadamente los principios que gobiernan este conflicto no hay ley
expresa en Chile, sino que deben aplicarse los conocimientos generales que sobre
derecho internacional privado se han desarrollado a partir de leyes y
jurisprudencia, con el auxilio adicional de las pocas normas del Código de
Bustamante que toman en consideración al derecho concursal. Por cierto que
como complemento indispensable de estas normas está la definición de la
naturaleza jurídica de los institutos respecto de los cuales puede producirse duda,
porque a falta de disposiciones expresas, es necesaria la aplicación de principios
generales en cuya base está la definición de los presupuestos de dichos principios.
En consecuencia, a la ejecución colectiva o procedimiento concursal de
liquidación-conocido internacionalmente también como juicio de quiebras- se le
aplicarán las normas especiales de la ley interna de efecto extraterritorial y de la
ley externa recepcionada en Chile conforme a nuestro ordenamiento y
supletoriamente las normas generales en materia procesal, porque en Chile la
liquidación concursal es esencialmente un juicio de ejecución.
A los convenios- hoy denominados acuerdo de de reorganización judicial- ,
cualquiera sea su clase, se les aplicarán las normas especiales sobre convenios de
efectos en el derecho internacional privado y, en subsidio, las normas generales en
materia de transacción y naturalmente de contratación.
Sin embargo, como hemos ido dejando en claro tanto en esta obra como en
trabajos anteriores, el grave inconveniente en el estudio de los institutos
concursales es que ellos tienen el ingrediente extraordinario de la universalidad y
colectividad para lo cual no están adecuadamente preparadas las normas
generales, así en materia procesal como en el derecho sustantivo, concebidas
habitualmente para relaciones individuales o bilaterales. De forma que siempre se
hace imprescindible una lectura previa de dichas normas comunes con el prisma
concursal, adaptando sus principios al campo de lo colectivo y universal, para
luego con sus correctas medidas emplearlas en el análisis de las instituciones
concursales.
562
Chile no es Estado contratante en el Tratado de Derecho Comercial de Montevideo de 1940. A él
concurrieron Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Perú y Colombia, y sólo ha sido ratificado por los tres
primeros Estados mencionados. Este tratado regula asuntos del mayor interés, como la pluralidad de
concursos, preferencias de pago de créditos locales sobre créditos extranjeros, atribuciones extraterritoriales
de los síndicos, etc. (ver Fassi, op. cit., págs. 20 y ss.).
345
2. VISTA A LA REGULACIÓN INTERNACIONAL DE LA DECLARACIÓN DE QUIEBRA
O RESOLUCION DE LIQUIDACION
563
Ver Puga, Derecho Concursal. El Procedimiento Concursal de Liquidación págs. ………….. También
Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 637 y ss.
564
Si bien nuestra Corte Suprema había señalado en una oportunidad que “los bienes situados en Chile se
hallan sometidos a la jurisdicción nacional” y que “en virtud del art. 16 del Código Civil, que es de orden
público y que constituye una norma de derecho internacional, no puede cumplirse en Chile ninguna
resolución de un tribunal extranjero que se refiera a bienes situados en Chile, ni aun con el ofrecimiento de
reciprocidad para estos casos” (R.D.J., t. 58, 2ª parte, sec. 1ª, pág. 186), no podemos sino desechar dicho
pronunciamiento por hacer una exagerada mala interpretación del art. 16 del Código Civil, pues, como
advertía Guzmán Latorre, este artículo “únicamente prescribe que las relaciones de carácter real sobre los
mismos bienes deben sujetarse a la ley chilena, no así los demás aspectos de una sentencia extranjera”.
Acertadamente, agrega que “frente a la petición de exequátur de una sentencia extranjera de quiebra que
pueda afectar bienes situados en Chile, debe otorgarse el exequátur, sujeto a la ley de la situación de las cosas.
Así, por ejemplo, el desasimiento de los bienes del fallido, noción de indisponibilidad de los bienes, debe
sujetarse íntegramente a las leyes patrias, tratándose de bienes situados en Chile” (Guzmán Latorre, Diego,
Tratado de Derecho Internacional Privado, pág. 511). Este principio está, por lo demás, expresamente
recogido en los arts. 416, 417, 418 y 420 del Código de Derecho Internacional Privado, Código de
Bustamante.
346
Privado), principios que fueron reconocidos por nuestra doctrina565 y
jurisprudencia.566
Este procedimiento para que una ejecución colectiva abierta en el extranjero, sea
ésta principal o no principal, tenga efecto localmente se denomina procedimiento
de reconocimiento del procedimiento extranjero y está regulado en los arts.314 a
317, en que basta la sola solicitud de reconocimiento para que el tribunal chileno
pida adoptar alguna de las medidas contempladas en el art.318 de la Ley568.
565
Provinciali, siguiendo de cerca a Giuliano y a la jurisprudencia italiana, también se pronuncia sobre la
unidad internacional de la declaración de quiebra, o, lo que es igual, por sus efectos extraterritoriales, pero
siempre subordinada a la aprobación o exequátur necesaria para la ejecución de cualquiera sentencia
extranjera en Italia (ver Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 651). En España ésta es también la doctrina
dominante, sancionada por el Tribunal Supremo desde la pasada centuria (ver Ramírez, en comentarios a
Provinciali, op. cit., vol. III, pág. 653). En Chile, Guzmán Latorre se pronuncia asimismo por la teoría de que
la quiebra abierta en el extranjero tiene efectos en nuestro país, pero que dicha sentencia siempre debe pasar la
prueba del exequátur (op. cit., pág. 616).
566
Ver R.D.J., t. 6, sec. 1ª, pág. 125; R.D.J., t. 30, sec. 1ª, pág. 373.
567
.- Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Procedimiento Concursal de Liquidación, págs….
568
El art.318 señala las siguientes medidas precautorias concedibles por el tribunal chileno por el sólo hecho
de la solicitud de reconocimiento del procedimiento extranjero, sea para proteger los bienes del deudor o los
derechos de los acreedores: a) Suspender toda medida de ejecución individual contra los bienes del deudor;
b) Encomendar al representante extranjero, o a alguna otra persona designada por el tribunal competente, la
administración o la realización de todos o de parte de los bienes del deudor que se encuentren en el territorio
del Estado de Chile, para proteger y preservar el valor de aquellos que, por su naturaleza o por circunstancias
concurrentes, sean perecederos, expuestos a devaluación o estén amenazados por cualquier otra causa, y
c) Aplicar cualquiera de las medidas previstas en las letras c) y d) del número 1) del artículo 320, que se
indican en la nota siguiente.
347
precautorias como las señaladas en el art.320 de la Ley569.
No nos vamos a extender más sobre este tema porque con estas pinceladas basta
en lo que a este trabajo se refiere.
Toda la exposición que sigue discurre sobre la noción contractualita del acuerdo de
reorganización judicial y en toda ella denominaremos al instituto convenio o
concordato, porque es la denominación más universal en materia internacional.
Como consecuencia de ser un contrato, no nos parece que para hacer efectivo un
convenio perfeccionado en país extranjero sea necesaria la aprobación o el
exequátur de la respectiva sentencia de homologación de dicho concordato, pues
en Chile el convenio es un contrato y la sentencia de aprobación no es más que
una resolución meramente declarativa.570
569
Dice el art.320 que desde el reconocimiento de un procedimiento extranjero, ya sea principal o no
principal, de ser necesario para proteger los bienes del deudor que se encuentren en el territorio del Estado de
Chile o los intereses de los acreedores, el tribunal competente podrá, a instancia del representante extranjero,
dictaminar las medidas que procedan, incluidas las siguientes: a) Suspender la iniciación o la continuación de
acciones o procedimientos individuales relativos a los bienes, derechos, obligaciones o responsabilidades del
deudor, en cuanto no se hayan paralizado con arreglo a la letra a) del número 1) del artículo 319; b)
Suspender, asimismo, toda medida de ejecución contra los bienes del deudor, en cuanto no se haya paralizado
con arreglo a la letra b) del número 1) artículo 319;
c) Suspender el ejercicio del derecho a transferir o gravar los bienes del deudor, así como a disponer de esos
bienes de algún otro modo, en cuanto no se haya suspendido ese derecho con arreglo a la letra c) del número
1) del artículo 319;d) Disponer el examen de testigos, la presentación de pruebas o el suministro de
información respecto de los bienes, negocios, derechos, obligaciones o responsabilidades del deudor;
e) Encomendar al representante extranjero o a alguna otra persona nombrada por el tribunal competente, la
administración o la realización de todos o de parte de los bienes del deudor, que se encuentren en territorio
chileno;f) Prorrogar toda medida cautelar otorgada con arreglo al número 1) del artículo 318, y g) Conceder
cualquier otra medida que, conforme a esta ley, sea otorgable al administrador concursal.
Añade asimismo que a partir del reconocimiento de un procedimiento extranjero, principal o no principal, el
tribunal competente podrá, a instancia del representante extranjero, encomendar al representante extranjero, o
a otra persona nombrada por el tribunal competente, la distribución de todos o de parte de los bienes del
deudor que se encuentren en el territorio chileno, siempre que el tribunal competente se asegure de que los
intereses de los acreedores en el Estado de Chile están suficientemente protegidos.
3) Al adoptar medidas con arreglo a este artículo a favor del representante de un procedimiento extranjero no
principal, el tribunal competente deberá asegurarse de que las medidas atañen a bienes que, con arreglo al
derecho chileno, hayan de ser administrados en el marco del procedimiento extranjero no principal o que
atañen a información requerida en ese procedimiento extranjero no principal.
570
Contra, Provinciali, dada su teoría procesalista y, más precisamente, su noción de proceso contencioso del
convenio por mayorías (op. cit., t. III, págs. 662 y ss.).
348
del procedimiento de reconocimiento de dicho proceso extranjero en Chile
(art.318); como efecto de dicho reconocimiento (art.319) o como medida
consecuencial de dicho reconocimiento (art.320), en términos tales que se puede
lograr merced de dicho procedimiento una suerte de protección financiera
concursal respecto de los bienes de un deudor situados en Chile que tramita un
convenio en el extranjero, pues las normas sobre insolvencia transfronteriza se
aplican a procedimientos de liquidación como a procedimientos de reorganización
(art.301 letra a) de la Ley en relación con el art.314 del mismo cuerpo legal).
571
El convenio extrajudicial no está regulado, por regla general, en el derecho comparado, aunque se admite
su validez como regla general, siempre que concurra a él la unanimidad de los acreedores (ver Lyon Caen et
Renault, Traité..., t. VII, pág. 613; Majada, op. cit., pág. 2; Provinciali, op. cit., vol. III, págs. 597 y ss.) . En
cambio, si el convenio es “extrajudicial”, pero conforme al país en que se celebró se puede arreglar por
simples mayorías, el acuerdo respectivo se asimila al convenio judicial, porque en este convenio el órgano
jurisdiccional no obra ejerciendo jurisdicción, sino como órgano administrativo de jurisdicción no
contenciosa. Es el caso de Perú, donde el equivalente a nuestro convenio preventivo judicial es arreglado al
margen de la intervención de poderes públicos.
572
Ver Guzmán Latorre, op. cit., pág. 523.
349
Sin embargo, una de las excepciones de dicho principio general está en el tema
de la capacidad. Las normas sobre capacidad para la celebración de ciertos
contratos siguen a los chilenos, en especial si el acto va a producir efectos en Chile
(art. 15 Nº 1º del Código Civil).
En orden a los efectos extraterritoriales del convenio, nos parece que debe
admitírsele tal virtud o extensión. No obstante que el nuevo texto legal omite las
comunicación de las proposiciones a los acreedores residentes en el extranjero del
derogado art.174 mantiene su convocatoria al juicio concursal en el art.129
N°8573, con lo que se está implícitamente reconociendo el efecto extraterritorial de
al menos el acuerdo de reorganización de término que se logre en dicho proceso.
Además, este principio debe reconocerse en la unidad del convenio como
alternativa a la ejecución colectiva. Si una sentencia de apertura del juicio
concursal (resolución de liquidación) es única y extraterritorial, por los mismos
motivos, aunque bajo formas distintas, debe reconocérsele dicha unidad al
concordato.
Este principio está legalmente consagrado en el art. 421 del Código de Derecho
Internacional Privado, que dispone que “el convenio entre los acreedores y el
quebrado o concursado, tendrá efectos extraterritoriales en los demás Estados
contratantes, salvo el derecho de los acreedores por acción real que no lo
hubiesen aceptado”. Esta regla es aplicable también al acuerdo de reorganización
preventivo, porque la expresión “concursado” es equivalente a deudor insolvente
pero no quebrado.574A diferencia de nuestro arts.66 y 91 sólo excepciona del
efecto relativo del convenio a los acreedores que no lo han aceptado, siendo que
en Chile el efecto obligatorio no sobreviene por la aceptación (voto favorable) sino
por el solo hecho de haber participado en la votación.575
573
Esta norma es de aplicación universal, al menos en los países perteneciente a la tradición latina inspirada
en el Código de Comercio francés, versión 1838, que también consagraba el emplazamiento a verificación de
los acreedores residentes fuera de Francia (art. 492 del Código de Comercio de 1838).
574
De hecho nuestro Código de Procedimiento Civil denominaba “concurso voluntario” al convenio
preventivo (antiguo art. 584). En países como Italia, Argentina, Bolivia y Colombia, lo que nosotros
denominamos convenio preventivo es llamado “concurso preventivo”.
575
En nuestro concepto, si la renuncia recae sobre garantías constituidas sobre bienes ubicados en país
extranjero, el art. 1438 del Código de Comercio (art. 191) sólo tendrá aplicación en dicho país si conforme a
las normas locales el voto importa también extinción de la garantía real, pues la extinción de los derechos
reales se rige, como regla general, por el principio de la lex rei sitae, de forma que si en un convenio que se
celebre en Chile vota en contra un acreedor hipotecario sobre bienes ubicados en país extranjero y allí el voto
negativo no tiene efecto extintivo, el acreedor correspondiente podrá ejecutar su garantía y alegar su
preferencia en dicho país.
350
Lo más discutible a este respecto es la posibilidad de impedir o terminar un
procedimiento concursal de liquidación abierto en Chile, por un convenio de
cualquier naturaleza celebrado o perfeccionado en país extranjero. Naturalmente
que nos estamos refiriendo a la ejecución colectiva de una misma persona.
Lamentablemente la regulación de la insolvencia transfronteriza omitió una
regulación para hacer efectivos no ya procedimientos extranjeros, sino acuerdos
de reorganización o convenios extranjeros ya aprobados, esto es, una vez agotado
y terminado el procedimiento extranjero. Pero no nos asiste duda de que si un
procedimiento extranjero se inició y durante su tramitación es reconocido en Chile
con los efectos de los arts.319 y 320, una vez perfeccionado el plan en dicho
procedimiento extranjero, aquel deberá necesariamente tener efecto en Chile,
pues de otro modo no se entendería que el mero inicio de un procedimiento
extranjero dirigido a lograr un convenio pudiere implicar que en Chile no sea
posible ejecutar al deudor ni individual ni colectivamente ( arts.319 N° 1 letras a) y
b) y art.320 N°1 letras a) y b)) y que logrado ese acuerdo éste no tuviere el mismo
mérito para ejecutarlo en el país, especialmente si el acuerdo extranjero se logró
en un procedimiento extranjero principal.
576
Es efectivo que en Chile sólo los acuerdos de reorganización acordados en junta de acreedores tienen
validez, pero la junta respecto de los convenios comporta una verdadera solemnidad y no un requisito de
fondo del acto o contrato, de modo que si en el exterior el acuerdo se sujeta a normas distintas en orden a su
forma de perfeccionamiento, sería igualmente eficaz en el derecho chileno. De hecho, dados los principios del
Código de Bustamante, aun cuando en el exterior se requirieran mayorías inferiores a las requeridas por la
legislación local, el convenio extranjero sería eficaz en Chile.
351
particular en lo que al régimen de bienes concordatarios se refiere.577
TERCERA PARTE
DEL CONVENIO EXTRAJUDICIAL
1. GENERALIDADES
577
La verdad es que los convenios no tienen por finalidad ser cumplidos en un determinado Estado más allá
de aquel en el cual se celebraron, y en tal sentido caen no sólo en la categoría de actos para ser cumplidos en
Chile, sino también de actos celebrados en el extranjero cuyo cumplimiento se solicita además en Chile. Claro
Solar apunta en el sentido de que los actos cuyo cumplimiento se pide en Chile se rigen por el inciso final del
art. 16 del Código Civil, en tanto que Clemente Fabres y Guzmán Latorre se inclinan por asimilarlos a los
actos celebrados en país extranjero destinados a ser cumplidos o ejecutados en el exterior, esto es, ni su
validez ni sus efectos se arreglan a la ley patria (ver Guzmán Latorre, op. cit., pág. 525). Nosotros creemos
mucho más práctica la teoría de Claro Solar.
578
Ver Rondanelli, op. cit., pág. 58.
352
de contratación. Pero además aceptó “convenios” entre el deudor y uno o más de
sus acreedores, esto es, convenios parciales, lo que en la práctica viene a significar
la desaparición de los convenios extrajudiciales. Nada se perdió, a nuestro juicio,
porque la antigua normativa tampoco tenía aplicación. En todo caso, la ley no
eliminó la posibilidad de celebrar convenios extrajudiciales de acreedores con
efectos análogos al acuerdo judicial y habrá que ver entonces qué requisitos debe
tener un acto entre el deudor y sus acreedores para que califique de convenio o
concordato. Sobre eso tratarán las siguientes páginas. Pero queremos desde luego
advertir que las siguientes páginas para nada se referirán a los convenios
extrajudiciales regulados en el D.F.L. Nº 3 para los bancos e instituciones
financieras, y en el D.F.L. 251 para las compañías de seguros, a quienes no se les
aplican las normas de este Código.
El Código de Comercio francés tampoco regulaba expresamente estos
convenios extrajudiciales conocidos como concordats amiables, pero tanto la
doctrina como la jurisprudencia francesas admitían su validez con la notoriedad de
que ellos eran válidos igualmente antes como después de la declaración de
quiebra- hoy resolución de liquidación-, posibilidad esta última que resulta difícil de
aceptar en el caso de nuestra reglamentación de los convenios extrajudiciales.579
579
Ver Lyon Caen et Renault, Traité..., t. VII, págs. 612-613.
580
En el mismo sentido, Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 202; Sandoval López, op. cit.,
t. III, pág. 268; Vial Grez, Osvaldo, El Convenio Extrajudicial, pág. 13; Rondanelli, op. cit., pág. 58; Durán
Bernales, op. cit., págs. 463-464.
353
convenio.581 Es esa finalidad procesal, representada en la renuncia que los
acreedores hacen de la acción de liquidación concursal, lo que diferencia un
convenio de otros acuerdos que pueda celebrar el deudor con sus acreedores. Por
lo mismo es que también este convenio extrajudicial constituye una transacción.582
Pero parece persistir, aun después de la Ley 20.073, una gran diferencia entre
este convenio y los acuerdos de reorganización judicial o el simplificado en
relación a sus calidades de transacción. El acuerdo judicial puede ser preventivo o
puede ser de término del procedimiento concursal de liquidación. Aún vigente el
antiguo art. 169 de la Ley de Quiebras, se establecía expresamente que el
convenio extrajudicial sólo podía emplearse como alternativa preventiva. El texto
actual no es tan claro, pero de la lectura de los arts.254 y ss de la Ley se concluye
que la ejecución colectiva se termina o por resolución de término o por el acuerdo
de reorganización judicial regulado en los arts.257 a 259, todos de la Ley N°
20.720 no por un acto extrajudicial. De hecho, bajo el régimen anterior, tampoco
la ley se manifestaba expresamente contraria al convenio extrajudicial alzatorio,
pero la mayoría de la doctrina se inclinaba por la improcedencia de éste como
mecanismo para terminar un juicio de quiebras.583
581
Ver Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 200.
582
Aunque en España no existe reconocimiento legal del convenio extrajudicial, la jurisprudencia le ha dado
vida y legitimidad como contrato de transacción. Así, en sentencia de fecha 20 de mayo de 1971 la Audiencia
de Barcelona expresa que “el negocio jurídico mediante el cual los acreedores del comerciante que
prácticamente se encuentra en estado de suspensión de pagos, y al margen de la vía judicial, convienen con
éste el modelo y tiempo en que debe satisfacer los respectivos créditos, haciéndose recíprocas concesiones,
constituye el contrato de transacción definido en el art. 1809 del Código Civil” (ver Majada, op. cit., pág. 6).
583
Ver Vial Grez, op. cit., pág. 12; Palma Rogers, Legislación, pág. 134; Eugenio Neira Alarcón, Los
Convenios en la Quiebra, pág. 23; Budnevich B., Orlando, op. cit., pág. 431; Puga Vial, Derecho Concursal,
El Convenio de Acreedores, 2ª edición, pág. 435.
584
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág…
354
liquidación judicial– expresamente vino a establecer que eran nulos los
concordatos después de la apertura de la liquidación judicial. Hoy la regla no es
muy distinta pues tanto la conciliation amiable como el acuerdo de sauvegarde no
pueden poner fin ni a un procedimiento de Redressement Judiciaire ni a una
Liquidation Judiciaire.585
Se tiende a creer que los convenios extrajudiciales son una novedad histórica en
relación con los convenios o acuerdos de reorganización judiciales. La verdad es
muy otra, pues es probable que los convenios extrajudiciales sean tan antiguos
como la noción misma del crédito, ya que los entendimientos directos entre los
deudores y sus acreedores simplemente se han regido por las normas comunes de
la contratación privada.
Lo que constituye una novedad histórica es el convenio judicial y su mecanismo
de aprobación por mayorías.
Cuando se introduce el mecanismo del perfeccionamiento de convenios por
voluntad de las mayorías se requiere de los mecanismos especiales de los
acuerdos judiciales. Esta es la circunstancia que explica todas las diferencias entre
uno y otro convenio.
En primer lugar, el convenio extrajudicial requiere para su eficacia, cuando no
acuerdo judicial sólo requiere de la voluntad “representativa” de determinadas
mayorías.
El acuerdo de reorganización requiere un sistema de aprobación o
constatación judicial que no necesita el convenio extrajudicial. La aprobación
judicial en el acuerdo tiene precisamente como finalidad velar por la realidad de
las mayorías que sufragaron en favor y la protección de las minorías disidentes o
ausentes, trámite que se hace innecesario por la exigencia en el convenio
extrajudicial de unanimidad.
El acuerdo judicial puede ser preventivo o alzatorio o de término, en cambio el
convenio extrajudicial parecería sólo admisible y eficaz en su modalidad preventiva
del procedimiento concursal de liquidación
355
expresamente solemnidad alguna.
1.3. DIFERENCIAS DEL CONVENIO EXTRAJUDICIAL CON OTROS ACUERDOS DE DERECHO COMÚN
Pero eso implica que puede existir un convenio extrajudicial con sólo alguno de
los acreedores. Claro, una empresa insolvente legítimamente puede llegar a un
arreglo con cinco de cien acreedores que sea eficaz para salir de la insolvencia y
evitar la liquidación concursal. Pasa a menudo que los cinco mayores acreedores,
en un universo de cientos de acreedores, sean suficientes para evitar la ejecución
colectiva. En tal evento, nada impide que se celebre un convenio preventivo con
sólo esos cinco acreedores, que puede ser eficaz para impedirla. En suma, para un
convenio preventivo extrajudicial, la exigencia de unanimidad no es ya ni un
requisito de validez ni tampoco de eficacia del convenio. En cambio, la unanimidad
nos parece, a lo menos, un requisito de eficacia para el convenio extrajudicial
alzatorio, siempre que se aceptara la tesis de que es factible.
356
voluntad es necesaria para evitar la falencia dan su consentimiento, de forma que
mientras todos aquellos acreedores no han apoyado el acuerdo, ninguno de ellos
puede estimarse atado a aquél. Así, si el acuerdo es entre cinco bancos y el
deudor, hasta en tanto los cinco no rubriquen el acuerdo, no existe éste respecto
de ninguno de los que ya lo hayan suscrito, porque el acuerdo discurre en la idea
de que con él se evita dicho procedimiento de liquidación. En otras palabras, es un
acuerdo entre el deudor y sus acreedores y de éstos entre sí. Ya no se exige que
sean todos, pero deben ser los necesarios para realmente evitar la ejecución
colectiva y desde luego todos aquéllos a quienes el deudor invitó a la negociación.
Los acreedores que apoyan estos acuerdos tácitamente dan su consentimiento
bajo la condición suspensiva de que los demás destinatarios de la oferta aceptarán
y de que con esa aceptación la fórmula es eficaz para superar la insolvencia.
Todos los demás acuerdos entre el deudor y sus acreedores, aunque legítimos,
no constituyen, a nuestro juicio, convenios de acreedores.
2.1. REQUISITOS DE FORMA: EL CONVENIO EXTRAJUDICIAL DEBE CONSTAR POR ESCRITO Y SER
FIRMADO
586
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 439 y ss.
587
Diccionario, pág. 1364.
588
Ver Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 3ª edición, pág.436.
357
tipo, por lo que habría que concluir, en aplicación de las reglas generales, que se
trataría de un acto consensual, no gravado con solemnidad alguna, sin perjuicio de
la innegable –diríamos esencial- utilidad de que conste por escrito o algún medio
de conservación magnético.
589
Ver Pinedo Neumann, op. cit., pág. 125; Durán Bernales, op. cit., t. II, pág. 467; Puelma Accorsi, Curso de
Derecho de Quiebras, pág. 208; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 273; Vial Grez, op. cit., págs. 39 y ss.;
Varela Varela, op. cit., pág. 150. Rondanelli es ambiguo al respecto, pues aunque trata las causales de nulidad
del art. 171 L.Q., termina su estudio sobre las nulidades del convenio extrajudicial señalando que debemos
tener muy presente en este punto relativo a las nulidades, lo prevenido en el Código Civil para los contratos
privados” (op. cit., pág. 64).
590
En efecto, la nulidad de los convenios extrajudiciales era objeto de normas muy complicadas y que
demandaban un enorme esfuerzo hermenéutico, lo que hoy no corre por una derogación orgánica de la Ley
18.175 hecha por la Ley 20.073; ver sobre esto, Puga Vial, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 456
y ss.
358
resuelven objetivamente la insolvencia del deudor, se puede impugnar el acuerdo
por falta de objeto o por objeto físicamente imposible (art. 1461 del Código Civil).
La concurrencia de todos o la unanimidad de los acreedores que exigía el texto
modificado expresamente fue eliminada a partir de la Ley 20.073 que admitió
estos acuerdos con alguno de los acreedores. La omisión de uno o más acreedores
no afecta a la validez del acuerdo, salvo que uno de los que se supone lo suscriben
no lo haga, porque en estos acuerdos los acreedores acceden a ellos en el
entendido de que todo el universo de acreedores a que se refiere el proyecto lo
aceptan, porque en tal caso a nuestro juicio no hay convenio sino hasta que todos
los que el deudor dice que van como acreedores lo suscriben, pues sólo entonces
se forma el consentimiento para ese acuerdo. Pero si este acuerdo es suscrito por
todo el universo de acreedores que informa el deudor, es válido y perfecto y sólo
puede ser criticado en cuanto a su eficacia, porque muchas veces el acreedor
omitido puede hacer de ese acuerdo letra muerta, pero eso ya no es un asunto
dogmático, sino de índole práctica.
Pero este convenio tendrá también el efecto de poner fin a las ejecuciones
individuales seguidas contra el deudor por los acreedores concordatarios, en virtud
de su carácter transaccional. Deberán declararse terminados dichos procesos y
alzarse los embargos trabados sobre bienes del deudor. Respecto de los procesos
declarativos, si el deudor ha reconocido a los demandantes y éstos han concurrido
al convenio, también importará una transacción que pondrá término al proceso
correspondiente. Los juicios en donde se discuta el derecho seguirán su curso,
pues naturalmente los respectivos demandantes acreedores no habrán suscrito el
acuerdo y tampoco el deudor admitido sus pretensiones.
591
Esta afirmación puede llevar a dudas, porque no es un asunto fácil de resolver. Una sentencia de la Corte
de Talca del 5 de abril de 1930 sentó el parecer de que el incumplimiento de las obligaciones emanadas del
convenio extrajudicial permite a los acreedores singularmente solicitar la quiebra del deudor, sin aguardar la
resolución o nulidad del convenio (R.D.J., t. 27, 2ª parte, sec. 2ª, pág. 38).
359
negociadas por una nueva. Se tratará únicamente de que los créditos primitivos,
sin ser novados, quedarán sujetos a las remisiones y ampliaciones de plazo
generales y no a las pactadas en cada acto o contrato.592
Hasta la Ley 20.073 la nulidad del convenio extrajudicial estaba también sometido
592
Nada impide, sin embargo, que se pacte previamente una novación general y se convenga
extrajudicialmente respecto de las obligaciones novadas.
593
Como el convenio extrajudicial no puede ser novatorio, no podrían estos acreedores aprovecharse de la
excepción al principio de la inoponibilidad de la transacción en el caso de novación a que se refiere el
art. 2460 del Código Civil.
360
a un régimen especialísimo, muy complejo y muy restrictivo en la Ley 18.175,
creado por la Ley 4.558 de 1929.594 Nada de eso hoy existe, de forma que, en
nuestra opinión, la ineficacia por vicios o ausencia de voluntad, objeto o causa,
queda sometida a las normas generales del derecho común, contenidas en el
Código Civil.
Sin embargo, antes, por la misma circunstancia de que la nulidad del convenio
extrajudicial autorizaba a todos los acreedores a demandar la ejecución colectiva
del deudor, es que sosteníamos que la sentencia de nulidad del convenio
extrajudicial tenía efectos erga omnes, esto es, anulaba el convenio respecto de
todos y no sólo de las partes de la instancia, como hubiere sido el caso al aplicarse
las normas generales del art. 1691 del Código Civil. Hoy no existe esa norma, por
lo que nos vemos forzados a concluir que la nulidad declarada del convenio
extrajudicial sólo favorece a las partes de la instancia respectiva y no autoriza a los
acreedores, con este solo hecho, a solicitar la liquidación concursal del deudor, sin
perjuicio, naturalmente, de que para ello no necesitan de la nulidad si se trata de
abrir el concurso por incumplimiento del convenio extrajudicial siempre que den
las causales del art.117 de la Ley.
Como la ley no regula el ejercicio de esta acción, habrá que estarse a las
normas comunes: la acción prescribe en 5 años contados desde que se produjo el
594
Para esto consultar Puga Vial, Derecho Concursal, El Convenio de Acreedores, 2ª edición, págs. 456 a
465.
595
En igual sentido, Durán Bernales, op. cit., pág. 467; Sandoval López, op. cit., t. III, pág. 274; Vial Grez, op.
cit., págs. 42 y ss.; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 208; Palma Rogers, Legislación...,
pág. 136.
361
incumplimiento; se tramita en juicio ordinario de mayor cuantía, aunque puede
sujetarse a juicio sumario si se justifica que la acción requiere de una tramitación
rápida para ser eficaz (art. 680 del Código de Procedimiento Civil) y será tribunal
competente el del domicilio del deudor, conforme lo señala el art. 154 del Código
Orgánico de Tribunales.
Al igual que lo dijimos para el caso de la nulidad, nos parece que la resolución
del contrato también sólo tendrá efectos relativos a las partes de la instancia y no
erga omnes. Además, la resolución del convenio extrajudicial ha dejado de ser una
causal de quiebra de las que permiten a los acreedores demandarla, por lo que por
sí sola no bastará para declarar la quiebra del deudor como acontecía en el
régimen derogado.
596
Vial Grez, op. cit., pág. 45; Puelma Accorsi, Curso de Derecho de Quiebras, pág. 209; Sandoval López,
op. cit., t. III, pág. 274.
597
Ver Puga, Derecho Concursal. El procedimiento Concursal de Liquidación, pág.
598
Vial Grez, op. cit., pág. 46.
599
Esto puede ser particularmente atractivo si en el convenio extrajudicial se constituyeron garantías reales,
sobre bienes de terceros. Sin embargo, si las garantías se constituyeron sobre bienes del deudor, pueden ser
362
entraña novación, los acreedores privilegiados conservarán su preferencia respecto
del saldo no remitido y los acreedores prendarios, retencionarios e hipotecarios
conservarán su garantía y preferencia sobre la cuota no remitida.
objetadas por los demás acreedores por la vía de la revocación concursal, en particular la acción del art.288
donde no será difícil a acreditar el conocimiento del mal estado de los negocios del deudor y tampoco el
carácter perjudicial de la garantía para los acreedores excluidos del convenio extrajudicial
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13. Código de Derecho Internacional Privado, Editorial Jurídica de Chile, 1985.
372
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
PRINCIPIOS GENERALES
1. El convenio es un contrato 25
2. El convenio es una transacción 43
3. Los convenios son contratos colectivos 53
4. Unidad jurídica del convenio 55
5. ¿El convenio es contrato o convención? 57
6. Características de los convenios judiciales 58
i) Es un contrato solemne 58
ii) Es un contrato plurilateral 58
iii) Es un contrato oneroso 59
iv) Es un contrato intuito personae 60
v) Es un contrato conmutativo 61
vi) Es un contrato principal 61
vii) Es un contrato único 61
viii) El convenio no implica novación 62
7. Interpretación e integración jurídica de los convenios 64
8. Definición de convenio 67
9. De la causa de los convenios 68
10. Del objeto de los convenios 70
Generalidades 93
373
1. Sistema argentino 94
2. Sistema español 100
a) Fase común a todo concurso 101
b) Procedimiento de convenio. La fase de convenio 106
3. Sistema francés 109
4. Sistema boliviano 112
5. Sistema italiano 114
5.1. El concordato preventivo 114
5.2. La administración controlada 116
6. Sistema peruano 118
7. Sistema inglés 120
7.1. El administration order proceeding 122
7.2. Arreglos negociados entre deudor y acreedores 127
a) Voluntary arrangements 127
b) Compromises y arrangements con aprobación judicial 131
8. Sistema colombiano 133
9. Sistemas preventivos en el derecho estadounidense 140
SEGUNDA PARTE
DEL CONVENIO JUDICIAL
374
b) Personas jurídicas 174
6. Contenidos de las proposiciones de convenio 175
6.1. Generalidades 175
6.2.Principios fundamentales en materia de proposiciones 177
a) Libertad contractual 177
b) Excepciones 179
b.1.El convenio debe resolver razonablemente el fenómeno
de la insolvencia 179
b.2.El convenio tiene por causa la existencia de una insol-
vencia real 180
b.3.El convenio debe ser único y no discriminatorio 181
b.4. Cláusulas ilícitas 185
6.3. Legitimidad de algunas cláusulas 186
a) Cláusula novatoria 186
b) Cláusula compromisoria 187
c) Comisión liquidadora y poderes especiales 189
d) Pacto de preferencias convencionales 189
e) Condiciones resolutorias ordinarias 191
6.4. Importancia de los objetos de las proposiciones 192
7. Desistimiento de las proposiciones 193
8. Efectos de la presentación de las proposiciones 194
8.1. Si el tribunal deniega la tramitación 194
8.2. Si el tribunal acoge la solicitud a tramitación 195
a) Efecto de las proposiciones de convenio simplemente ju-
dicial 196
b) Efectos de la admisión a tramitación de las proposiciones de
convenio preventivo judicial 198
b.1.Las proposiciones de convenio preventivo judicial no suspenden
las acciones y procesos ejecutivos singulares o
colectivos (quiebras) 198
– Sistema especial de suspensión de actuaciones del
art. 1422 del Código de Comercio 199
– Sistema especial del art. 1424 del Código de Comercio (o
art. 177 quáter del Libro IV del Código de Co-
mercio) 204
– Sistema especial del art. 1423 (o art. 177 ter del Libro IV del
Código de Comercio): Convenio por ex-
perto facilitador 205
b.2.El deudor queda sujeto a intervención. Funciones del in-
terventor 210
b.3.Excepción: el deudor sufre un desapoderamiento parcial
213
b.4. Otros efectos 215
i) Fijación irrevocable del derecho de los acreedores 215
375
ii) Las acciones revocatorias 216
iii)Equivalencia con otros efectos de la quiebra o de la
cesación de pagos 218
9. Tramitación de las proposiciones de convenio 220
9.1.Tramitación de las proposiciones de convenio judicial preven-
tivo 220
a) Naturaleza procesal de la resolución que admite a tramita-
ción las proposiciones de convenio preventivo. Recursos 222
b) La intervención del deudor 224
b.1.Naturaleza y atribuciones del síndico interventor 224
b.2. Funciones del síndico interventor 224
i) Funciones de interventor 224
ii) Función de información a los acreedores 225
iii)Función de información al juez para determinar los
acreedores con derecho a voto 226
9.2.Tramitación de las proposiciones de convenio simplemente ju-
dicial 229
376
a) Acreedores preferentes 254
a.1.Fundamento de la exclusión de los acreedores prefe-
rentes 256
a.2.Las normas sobre exclusión de los acreedores preferen-
tes son especiales y de interpretación restrictiva 259
a.3.Fundamento de la institución del voto como presunción
de renuncia de la preferencia 260
a.4.¿La ley habla de créditos preferentes o de acreedores pre-
ferentes? 263
a.5.Los acreedores preferentes deben entenderse respecto
del patrimonio del deudor y no de un tercero 264
a.6. La renuncia parcial de la preferencia 265
a.7.Carácter puro y simple, irretroactivo, irrevocable y defi-
nitivo de la renuncia 267
a.8. Efectos de la renuncia 274
b) Parientes del deudor 275
8.6. Acreedores excluidos de la votación 276
9. Del proceso y cómputo de la votación 283
9.1. Forma de la deliberación y votación 283
9.2.Mayorías exigidas por la ley para acordar el convenio 285
9.3. Exclusión de los acreedores disidentes 287
i) Oportunidad, forma y momento en que opera la exclusión 289
ii) Discrecionalidad de la exclusión 289
iii) Fijación del monto de la que debe pagarse 289
iv)Carácter facultativo de la aceptación de la exclusión. Recur-
sos del acreedor excluido 290
v) Naturaleza jurídica de la exclusión 292
vi)Efectos de la exclusión respecto de los terceros obligados al
pago de dicho crédito excluido 293
vii) Efectos de la exclusión 293
10. El consentimiento del deudor 294
11.Del resultado de la votación. Consecuencias del acuerdo o rechazo
de la votación 297
11.1. Rechazo del convenio 297
i) Convenio preventivo 297
ii) Convenio simplemente judicial 298
11.2. El convenio acordado 298
11.3. Valor jurídico del convenio acordado 300
377
b) Naturaleza procesal de la solicitud de impugnación 308
2.2. Legitimación activa 309
2.3. Legitimación pasiva 312
2.4. Plazo de impugnación 312
2.5. Causales de impugnación del convenio acordado 314
a) Defectos en las formas establecidas para la convocación y ce-
lebración de la junta 315
b) Error en el cómputo de las mayorías requeridas 316
c) Falsedad o exageración de créditos 318
d) Incapacidad o falta de personería para votar de un acreedor
determinante 319
e) Inteligencia fraudulenta entre uno o más acreedores y el
deudor 320
f) Error u omisión sustancial en la lista de bienes y acreedores
321
g) Ocultación o exageración del activo o pasivo 325
h) Nulidad por objeto ilícito del convenio acordado 326
2.6. Tramitación de las impugnaciones 328
2.7. Sentencia. Recursos 329
2.8. Efectos 332
a) Efecto de la sentencia que acoge las impugnaciones 332
b) Sentencia que rechaza las impugnaciones 334
3. De la aprobación y vigencia del convenio 335
1. Generalidades 337
2. Efectos procesales del convenio 338
2.1. Efectos procesales intraconcursales 338
a) Desacumulación de juicios 339
b) Terminación de procesos incidentales de la quiebra 339
i) Los procesos de verificación 340
ii) Los procesos revocatorios concursales 344
c) Cesación del desasimiento 346
d) Cesación en el cargo del síndico 347
2.2. Efectos procesales extraconcursales 348
a) Terminación de los procesos a que afecta el convenio 348
b) Restablecimiento de las acciones individuales de ejecución 350
c) Efectos procesales respecto de los acreedores no afectos al
convenio 351
3. Efectos sustantivos del convenio 352
3.1. Efectos relativos del convenio 353
3.2. Efectos del convenio respecto de terceros 356
378
a) Efectos del convenio para terceros si el acreedor no votó a
favor del convenio 359
b) Efectos del convenio para terceros si el acreedor votó a favor
del convenio 360
c) Efectos respecto de las acciones subrogatorias o de reembol-
so de los terceros garantes de créditos concordatorios 361
3.3. Efectos de los convenios típicos 362
i) Convenio dilatorio 363
ii) Convenio remisorio 364
iii) Convenio por abandono 364
3.4. La intervención en el convenio 367
a) El interventor. Naturaleza jurídica 367
b) Funciones del interventor 369
i) Acceso a la contabilidad 369
ii) Supervigilancia de ingresos y egresos del patrimonio con-
cordatario 369
iii) Visación de los pagos a los acreedores 369
iv) Supervigilancia de los gastos alimenticios del deudor con-
cordatario 369
v) Rendición periódica de cuentas. Caso excepcional de
cuenta definitiva 370
vi) Citar a junta de acreedores 371
vii) Representación de los acreedores 371
viii) Impetrar medidas precautorias 372
ix) Otras facultades que estipule el convenio 373
c) Remuneración del interventor 373
3.5. Garantías del convenio 374
3.6. Efectos penales 377
4. Modificación del convenio 378
379
c) Declaración de quiebra del deudor concordatario 395
d) Irretroactividad de la nulidad del convenio 396
e) Nulidad del convenio y revocación concursal 397
3. De la declaración de incumplimiento del convenio 399
3.1. Generalidades 399
3.2.Renuncia de la acción de declaración de incumplimiento 401
3.3.Causales de declaración de incumplimiento del convenio 401
3.4. Legitimación activa 403
3.5. Competencia y procedimiento 403
3.6.Prescripción de la acción de declaración de incumplimiento 404
3.7. Efectos de la declaración de incumplimiento 405
4. La segunda quiebra 408
4.1. Generalidades 408
4.2.Naturaleza jurídica de la quiebra derivada de la nulidad o declaración de
incumplimiento del convenio simplemente ju-
dicial 409
4.3. Efectos de la declaración de segunda quiebra 410
a) Concurrencia de los acreedores concordatarios y los no con-
cordatarios en la segunda quiebra 410
b) Retroacción en la segunda quiebra 412
c) Efectos sobre un convenio vigente de una segunda quiebra
derivada de obligaciones no concordatarias 414
1. Generalidades 417
2. Vista a la regulación internacional de la declaración de quiebra 419
3. Vista a la regulación internacional del convenio de acreedores 420
3.1.Requisitos de forma y fondo de los convenios celebrados en paí-
ses extranjeros para que tengan validez y eficacia en Chile 421
3.2.Efectos de un convenio celebrado en el extranjero 422
Tercera Parte
DEL CONVENIO EXTRAJUDICIAL
1. Generalidades 427
1.1. Naturaleza jurídica 428
1.2. Paralelo con los convenios judiciales 431
1.3.Diferencias del convenio extrajudicial con otros acuerdos de de-
380
recho común 432
2. Requisitos del convenio extrajudicial 434
2.1.Requisitos de forma: El convenio extrajudicial debe constar por
escrito y ser firmado 434
2.2. Requisitos de fondo 435
3. Efectos del convenio extrajudicial 436
3.1. Nulidad del convenio extrajudicial 438
3.2. Resolución del convenio extrajudicial 439
3.3.Declaración de quiebra estando vigente el convenio 440
Cuarta Parte
DE LA CESIÓN DE BIENES
1. Generalidades 445
2. Naturaleza jurídica 447
3. Requisitos de la cesión de bienes 449
3.1.Ser un deudor no comprendido en el art. 1285 del Código de
Comercio (art. 41) 449
3.2.Que el deudor no haya incurrido en una causal de quiebra 449
3.3.Que su insolvencia se deba a accidentes inevitables (art. 1614 del
Código Civil) 450
3.4.Que el deudor sea digno del beneficio de la cesión 451
4. Procedimiento 452
4.1. Procedimiento para la aceptación de la cesión 453
a) Competencia 453
b) La solicitud del deudor es una demanda 453
c) De la resolución que admite la demanda de cesión a trami-
tación 454
d) De la oposición a la cesión 455
e) De la sentencia definitiva 458
4.2.Procedimiento de determinación del pasivo y realización del
activo 459
4.3.Quiebra seguida del rechazo de la cesión de bienes 462
5. Efectos de la cesión de bienes 463
6. Término de la cesión de bienes 466
6.1.Por pago de las deudas con el producto de los bienes cedidos
466
6.2. Por arrepentimiento del deudor 466
6.3.Por sobreseimiento civil, temporal o definitivo, del proceso de
cesión de bienes a varios acreedores 467
6.4. Por convenio judicial 467
381
6.5. Por extinción de las obligaciones 468
Bibliografía 469
382