"El que menos se respeta es el derecho a domicilio -explicó Pochtar-. Ser mayor
no implica no tener capacidad para elegir donde vivir. Muchas veces la familia,
creyendo que le hace un bien a la persona mayor, lo quieren mudar porque `esa
casa es muy grande`, o le quieren cambiar los muebles, cuando en ese lugar y en
esos objetos está la vida de esa persona".
Al respecto aclaró, que exceptuando casos particulares de quienes sufren
enfermedades mentales, el derecho a decidir dónde vivir "es inalineable a todas
las personas".
Inclusive, frente a un caso de institucionalización -cabe aclarar que solo el 2 ó 3
por ciento de los adultos mayores viven en residencias geriátricas-, es la persona
mayor quién debe elegir el establecimiento y el tiempo de su estadía, evaluar los
servicios, y realizar el contrato directamente con el prestador.
Otros puntos
Otro de los derechos que no se respetan "es a la salud en la medicina prepaga,
dado que las personas mayores tienen dificultades para adherirse a una prepaga o
a medida que avanza la edad le aumentan las cuotas", señaló Pochtar.
También agregó que "el derecho a una sexualidad plena" es otro de los "derechos
perdidos" durante el proceso del envejecimiento, que se debe recuperar y
respetar. Así como el derecho al trabajo "mientras la persona lo desee y pueda
hacerlo", aclaró, y agregó: "En las empresas familiares, a las nuevas generaciones
es como que el adulto mayor le molesta, lo quieren jubilar, pero no tienen en
cuenta que esa empresa existe porque esa persona trabajó toda su vida y su
experiencia es muy importante".
MSICG (2014), La situación del adulto mayor en Guatemala, recuperado en:
http://www.movimientosicg.org/es/documentos/articulos/item/307-la-situacion-del-
adulto-mayor-en-guatemala
Derecho a la alimentación
Los ancianos tengan que adaptar su dieta a la nueva condición de su aparato
digestivo, modificando el tipo de alimentos para que estos resulten fáciles de
tragar y digerir, y les aporten los nutrientes necesarios, de acuerdo a sus
características fisiológicas, nivel de actividad, y afecciones que padezcan en su
caso.
En la tercera edad también se incrementan las posibilidades de sufrir
enfermedades como hipertensión o diabetes, patologías estrechamente
relacionadas con la alimentación, por lo que una dieta adecuada puede evitar
algunas visitas al médico. Por todo ello, ofrecemos a continuación una serie de
consejos para adaptar y mejorar tus comidas diarias enfocados a los adultos
mayores.
El derecho a la alimentación es un derecho fundamental de todos los seres
humanos, ya que el alimento es un elemento esencial sin el que los seres
humanos no pueden vivir.
La alimentación garantizada es un derecho fundamental
El derecho a la alimentación es el derecho de cada hombre, mujer y niño a una
alimentación garantizada, y consta de cuatro aspectos importantes:
• El alimento debe ser suficiente: es decir, suficiente para toda la población.
• El alimento debe ser accesible: cada persona debe poder obtener alimento, ya
sea gracias a su producción propia (ganadería y agricultura), o gracias a un poder
adquisitivo suficiente para comprar alimento.
• El acceso al alimento debe ser estable y duradero: el alimento debe estar
disponible y accesible en todas las circunstancias (guerras, catástrofes naturales,
etc.).
• El alimento debe ser salubre: es decir, consumible e higiénico, y en particular el
agua debe ser potable.
Problemas alimentarios
Cuando las personas, y en particular los niños, relacionana la comida con el
placer, a menudo olvidan la importancia nutritiva del alimento. Esto ocurre por
ejemplo en países en los cuales la población jamás ha encontrado dificultades en
cuanto a la cantidad o la accesibilidad a alimentos. Los restaurantes de comida
rápida, las sodas azucaradas, los alimentos ricos en lípidos y glúcidos resultan
entonces ser los platos favoritos de los adolescentes y de los más jóvenes.
Así, los problemas de sobrepeso son cada vez más frecuentes y constituyen una
amenaza para la salud de los niños y de los adultos. Más aun, el sobrepeso
aumenta de manera notable el riesgo de infarto y enfermedades cardiovasculares,
así como de desarrollar enfermedades como hipertensión y alta tasa de colesterol
y tener problemas de crecimiento. El sobrepeso también genera problemas de
malnutrición. La absorción en cantidad excesiva de glúcidos y lípidos, y la falta de
productos frescos y naturales engendran carencias nutritivas.
Humanium, Derecho a la alimentación, Suiza, recuperado en:
https://www.humanium.org/es/derecho-alimentacion/
Webconsultas (2017), Nutrición en la tercera edad, Revista de salud y bienestar
recuperado en: https://www.webconsultas.com/dieta-y-nutricion/alimentacion-en-
las-etapas-de-la-vida/nutricion-en-la-tercera-edad-803
Derecho a la protección
Todos conocemos dentro de nuestra familia, amigos y vecinos, a personas
mayores, es decir, personas de 65 años de edad en adelante. Los que todavía no
somos personas mayores o de la tercera edad, ya quisiéramos tener asegurado
que llegaremos a serlo. Por eso, el simple hecho de ser una persona mayor, ya es
un privilegio que constata más tiempo de vida, con el consecuente cúmulo de
experiencias y de sabiduría que supone vivir más.
Pero no se trata sólo de vivir más, sino de vivir mejor. Las personas ancianas (que
tienen 80 o más años de edad), cada vez son más numerosas. Hasta hace poco
tiempo, la longevidad era algo extraordinario, ahora es algo normal. Hoy, es
común ver personas de más de 80 años muy activas, llenas de ilusión y de ganas
de vivir más tiempo y aprovecharlo mejor. Tienen inquietudes culturales, sociales,
tecnológicas y hasta deportivas y, por qué no, afectivas también.
Según el Departamento de asuntos sociales y económicos de la Organización de
Naciones Unidas, uno de cada diez habitantes del planeta tiene ahora sesenta y
cinco años de edad o más. Es un sector amplio de la humanidad.
Ser anciano o ser mayor, es una etapa más en la vida y debe asumirse con la
misma tranquilidad con la que se asume la infancia, la adolescencia, la juventud,
la madurez, cada una con sus respectivas dificultades.
Los Gobiernos tienden a poner en marcha mejores y más desarrollados sistemas
de asistencia para las personas mayores, como seguridad social o atención
médica gratuita o de precio reducido, programas culturales y de esparcimiento
apropiados, centros de personas para la tercera edad, residencias, leyes de
dependencia para cuidar de sus mayores enfermos, etc. Pero, hay que reconocer,
que estamos todavía muy lejos de valorar y considerar los derechos de las
personas mayores como es debido.
Los derechos de protección, participación e imagen de las personas mayores
deben ser una prioridad de las autoridades para cuidar su particular vulnerabilidad,
la cual no debe confundirse con proyectar una imagen distorsionada de los
mayores como personas decrépitas o con pocas posibilidades de futuro.
En la Declaración Universal de Derechos Humanos (artículo 25, párrafo 1), se
establece que: “Todas las personas tienen derecho a un nivel de vida adecuado
para la salud y el bienestar propio y de su familia, incluyendo comida, ropa, hogar
y atención médica y servicios sociales necesarios, y el derecho a la seguridad en
caso de desempleo, enfermedad, discapacidad, viudez, edad avanzada o
cualquier otra carencia en circunstancias ajenas a su voluntad”.
Las personas mayores tienen derecho a no ser discriminadas por su edad, ni a ser
consideradas “inútiles” o “improductivas” en la sociedad ni, mucho menos, en su
entorno familiar. Al contrario, pueden aportar mucho más de lo que creemos si
contamos más con ellas. Debemos darles, por lo menos, las mismas
oportunidades, beneficios y privilegios de los demás miembros de la sociedad y de
la familia y, al mismo tiempo, debemos brindarles más comprensión, paciencia y
cariño. Es inconcebible que pueda haber sociedades, instituciones o familiares
que “maltratan” o ignoran a sus ancianos. ¡Nunca debe permitirse esto!
La persona mayor, ya sea hombre o mujer, como cualquier otra persona, tiene
derecho a no padecer trato cruel, ni abandono, ni abuso psicológico o físico.
Las personas mayores tienen un gran valor para la sociedad en general y,
particularmente, para las jóvenes generaciones. Es reconfortante constatar que en
algunas tribus indígenas “supuestamente incivilizadas”, las personas mayores son
las que componen las asambleas de sabios o de consejeros y todas las
decisiones importantes pasan por su experimentado criterio y sabiduría, que sólo
el paso de los años puede dar. Las sociedades “civilizadas” podríamos aprender
de esas sociedades primigenias que tienen en gran estima a sus mayores y
cuentan con ellas efectivamente, involucrándolas activamente en la proyección de
una sociedad mejor.
En nuestra sociedad civilizada las personas mayores tienen que ser sujetos
activos, no meros espectadores pasivos. Sería una gran idea que los Gobiernos
tuviesen como asesores a personas mayores a quienes escuchar para la solución
de sus grandes problemas. Probablemente, encontrarían mejores y más sencillas
soluciones.
Alzate Monroy, Patricia (2011), Los derechos de las personas mayores o de la
tercera edad, recuperado en: https://www.am-abogados.com/blog/los-
derechos-de-las-personas-mayores-o-de-la-tercera-edad/3712/
Derecho a la vivienda
El derecho a la vivienda es un derecho universal. Está reconocido a nivel
internacional y en más de 100 Constituciones nacionales de todo el mundo. Es un
derecho reconocido para todas las personas.
A pesar de este derecho, los sin techo, los que viven en alojamientos precarios y
los desalojados son cada vez más numerosos en todas las ciudades así como en
el campo en todo el planeta. Más de 4 millones de personas han sido desalojadas
por la fuerza de su vivienda entre 2003 y 20061. En el mundo actual, hay 100
millones de personas sin techo y más de un billón tiene alojamientos precarios.
Según estimaciones de las Naciones Unidas, 3 billones de personas vivirán en
barrios de chabolas en 2050. La mayoría de estas personas viven en países del
sur, pero ningún continente escapa ni escapará a esto.
Más allá de los problemas de la vivienda propiamente dicha – tener un tejado
sobre la cabeza – lo que más preocupa son las condiciones de la vivienda. Más de
un billón de personas en el mundo no tiene acceso al agua potable y 2,6 billones
no tienen acceso a los servicios básicos de saneamiento. Dichas personas viven
en condiciones de higiene insalubres e indignas; mueren por este motivo millones
de personas cada año, entre las cuales hay 1,8 millones de niños víctimas de
diarreas. Por más crucial que sea el tema de las condiciones sanitarias, no
constituyen el único problema de la vivienda. La negación, de jure o de facto, del
derecho a la vivienda conlleva unas consecuencias dramáticas en cascada y
causa múltiples violaciones de los derechos humanos en los campos del empleo,
la educación, la salud, las relaciones sociales, la participación en la toma de
decisiones (privación de los derechos cívicos entre otros)…
Si bien la organización por parte de la ONU de dos conferencias mundiales
específicas sobre las cuestiones de la vivienda y de numerosas cumbres conexas
(desarrollo, medio ambiente, etc.) en estos últimos tres decenios, ha permitido
sensibilizar a la opinión pública sobre la gravedad de la situación, las
declaraciones y los planes de acción adoptados no han tenido efectos.
La Declaración del Milenio, adoptada el 13 de septiembre de 2000 por la
Asamblea General de las Naciones Unidas no es una excepción a la regla.
Además, no ataca a las causas estructurales de la pobreza y los dos objetivos
fijados en ella que tienen una relación directa con la cuestión de la vivienda son
muy tímidos: mejorar sensiblemente la vida de al menos 100 millones de
habitantes de chabolas de aquí a 2020 y reducir a la mitad la proporción de
personas que no tienen acceso al agua potable de aquí a 2015.
Estos objetivos son insuficientes y se admite cada vez más comúnmente que el
conjunto de los objetivos del milenio no se alcanzará en el plazo previsto. Por otra
parte, el enfoque propuesto para conseguirlo – aumentar las financiaciones para
construir nuevas viviendas para los más pobres – es, también, absolutamente
insuficiente. Lo que hay que hacer para que sea efectivo el derecho a la vivienda
para todo el mundo es atacar las causas profundas del no-acceso a la vivienda en
el mundo. El Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la
vivienda, el Sr. Miloon Kothari, ha identificado dichas causas que comprenden,
especialmente: la especulación del terreno y la propiedad; las expropiaciones y los
desalojos forzosos; el éxodo rural y el crecimiento de los barrios de chabolas; la
discriminación contra los grupos vulnerables, incluidas las mujeres, los niños, los
refugiados, los inmigrantes, y las personas ancianas o con discapacidades; las
catástrofes naturales y los conflictos armados; y los efectos negativos de la
privatización de los servicios públicos.