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Antes del Retiro

Piensa que todo depende de tu esfuerzo.


Un sacerdote nos contaba que así actúa Satanás con los servidores: convertirnos en
activistas católicos, demasiado ocupados para orar (¡sobre todo en la última semana
antes del retiro!). Nos preocupamos por mil pendientes y se nos olvida que la obra es de
Dios, Él es el autor y el más interesado en que el retiro sea un éxito. Él es el autor,
nosotros solamente somos sus instrumentos: sin Él nada podemos. Pero con Él, habrán
frutos abundantes, ¡eso es lo que el Padre quiere!
Recuerda las palabras de Jesús:“Muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así
que una sola es necesaria…» (Lc 10, 38ss). Lo primero es estar a sus pies, a su
disposición. Como dice la Evangelii Gaudium, «si bien esta misión nos reclama una
entrega generosa, sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la
obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. Jesús es «el
primero y el más grande evangelizador». En cualquier forma de evangelización el primado
es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza
de su Espíritu» (núm. 12) .

Piensa que todo depende sólo de Dios.


Cuidado, hay quienes usan este punto anterior como una excusa para no hacer nada.
Pero esta es una actitud incorrecta. A veces se usa el “¡Dios proveerá!”para cubrir nuestra
falta de preparación. Sí, Dios proveerá. De hecho, ya lo hizo: te entregó una inteligencia,
un corazón y una voluntad. Que no te pase lo que a aquél siervo que enterró sus talentos
(Mt 25, 14ss), ¡a trabajar! Dios no obra en nuestra pasividad, sino en nuestra actividad
(¡también orar es hacer algo!). Benedicto XVI decía que somos cooperadores del Espíritu
Santo: de Él es la obra, pero debemos poner de nuestra parte y cooperar con Él.
Dios actúa dándonos la fuerza para actuar cuando se la pedimos. En resumen, recuerda
la fórmula de San Agustín: «Dame, Señor, lo que me pides, y pídeme lo que quieras».

No te prepares.
Sin oración ni estudio, sin una conversión personal y un testimonio de vida coherente, no
se puede evangelizar. No hay excusa para la pereza o negligencia. Y si no has tenido
una experiencia personal con Jesús como tu salvador, tu amigo y tu Señor, entonces
pídela antes de compartirla a los demás. En palabras del Papa Francisco: «Si en nuestro
corazón no existe el calor de Dios, de su amor, de su ternura, ¿cómo podemos nosotros,
pobres pecadores, enardecer el corazón de los demás?» (Sep 13, 2013).

No dar testimonio o tener una doble vida.


Uno de los más grandes reclamos que le hace el mundo de hoy a la Iglesia es su falta de
coherencia: decimos una cosa y hacemos otra. Efectivamente, nadie de nosotros es
perfecto y no se trata de cuidar las apariencias solamente (¡eso sería ser sepulcros
blanqueados!). Se trata de ser auténticos, ser sinceros con Dios, con nosotros y con los
demás (tu comunidad y los catecúmenos). Hay quienes piensan que pueden llevar una
doble vida y no pasa nada, pero esto es una mentira. Lo que hagamos influye en los
demás, para bien o para mal.
Los Papas han insistido mucho sobre esto: la evangelización se lleva con una vida
coherente. Yo he sido testigo personal de cómo jóvenes nos dicen «No les creo nada.
Porque yo conozco a uno de ustedes los servidores que hace lo que ustedes dicen
que no hagamos». Si no hay coherencia de vida, el mensaje no se lo cree nadie e
incluso se crea un repudio contra el retiro, contra el grupo, y muchas veces contra la
Iglesia. Insisto, no se trata de cuidar sólo las apariencias como los fariseos, sino de ser
auténticos y ayudarnos con la gracia de Dios y nuestros hermanos y así seremos luz del
mundo. Recuerda que “las palabras convencen, pero los testimonios arrastran”.

No prepares a los jóvenes para el retiro.


Los chavos tienen que ir informados (que sepan a lo que van), motivados (con ganas de
vivir el retiro) y convencidos (que vayan por propia voluntad). Si el kerigma es la semilla
que lanza el sembrador, la tierra donde caerá esa semilla son los corazones de los
chavos, que debemos ir preparando durante todo el curso. Si algún chavo no cumple
ninguna de estas tres características, el mensaje difícilmente echará raíces en él. ¡Que
nadie vaya obligado!

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