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NEOLIBERALISMO Y SUBJETVIDAD.

INTRODUCCION:

“El macrismo guerrea a las formas de vida no empresariales.”


Referencias:

Verde claro: ya citado

Amarillo: núcleos fundamentales de lo que tengo que decir

Celeste: frases a decir en voz alta.

Bordo: no va en esta presentación por cuestiones de tiempo o por nivel de abstracción, pero resulta clave igual
tenerlo en cuenta.

Lila: son fragmentos que, si hay tiempo, hay que decirlos (primero controlar cuanto duraría la charla, ensayando
el texto).

Agradecimientos.

Algunos puntos prioritarios:

1) Esta temática implicar hablar de poder, y el mismo, en su lógica y extensión, también


se define por su capacidad de producir realidad, de hacer mundo. Modula (cuando no,
directamente produce) tanto lo reflexivo como lo pre-reflexivo de nuestro ser, nuestra
conciencia como también nuestros sueños y fantasmas, nuestra visión del mundo y
de lxs otrxs, nuestras sensibilidades, miedos y memorias. Y así hasta incluso
configurar determinadas disposiciones interiores, modulando comportamientos, etc.
Es decir, no opera solo en la objetividad, sino que tiene capacidad de intervenir hasta
el último rincón de nuestra subjetividad.
Maurizio Lazzarato sostiene apropósito: “En las sociedades de control, el problema
es efectuar mundo. La valorización capitalista está de ahora en más subordinada a
esta condición”.
2) Es una temática crucial que hecha luz para comprender y criticar la compleja
articulación de afectos, relaciones sociales y estructuras históricas que permiten
relanzar, una y otra vez, los mecanismos de explotación en la sociedad
contemporánea.
3) Nos permite hacer una vuelta de rosca sobre lo que entendemos por neoliberalismo,
sobre su imagen hegemónica y ampliar su concepto.
4) Está claro que estamos viviendo un contexto donde se ha acelerado el proceso de
ajustes, lo cual se vio con claridad hace unos cuantos sábados atrás cuando macri a
las 11 de la noche decidía junto a su mesa chica eliminar alrededor de 13 ministerios,
un brutal ajuste de proporciones escandalosas. Pero lo interesante a pensar ahí es que
la destrucción de derechos e instituciones es también una operación jurídica,
ideológica, política, económica, social y psicológica que tiene por objetivo
imponer una cosmovisión y una normalidad totalmente distinta. Partiendo de la
destrucción de derechos, se perfila un nuevo modelo de persona, construido
acorde a los tiempos acelerados por el régimen de las finanzas. Entonces, se hace
necesario re-pensar que entendemos por CRISIS (económica-social, no del
capitalismo): lo que se viene a llamar crisis suele percibirse como un mecanismo
de destrucción de lo conocido, es decir, se presenta, primero como un proceso
destituyente de lo construido, PERO camina paralelamente a otro constituyente
en términos de actualización del capitalismo, de esta situación los poderes
facticos salen fortalecidos, mucho más poderosos.

Dicho todo esto, si el poder opera en varias frecuencias, y el ajuste y la “crisis” no solo
implican dimensiones de destrucción, sino que contienen una dimensión constituyente en el
amplio sentido del término, algo de estas características hay en el neoliberalismo…

Entonces, es loable pensar que el neoliberalismo tiene una corporeidad mucho más compleja
y polimórfica que la imagen de un conjunto de políticas macroestructurales de desguace del
Estado y de ajuste.

Es decir, generalmente cuando hablamos de neoliberalismo se lo asocia UNICAMENTE a


una cuestión súper-estructural, macropolítica, “desde arriba”, a un conjunto (“paquete”,
“recetas”) de políticas que cambian el tejido social de nuestra región, como las
privatizaciones, flexibilización laboral, mega-endeudamientos, desregulación financiera,
reducción de protecciones sociales, etc. Que en su momento cumplían, en menor o en mayor
medida según los casos, los doce puntos del Consenso de Washington. No cabe duda de que
es así y que nuestro continente, desde los años 70, ha sido escenario de experimentación de
estas políticas, siempre impulsadas “desde arriba” por los gobiernos, las corporaciones,
organismos financieros internacionales y por el despliegue del Imperialismo Norteamericano
en su política del “patrio trasero”. La instalación del neoliberalismo en la región acontece a
partir de las dictaduras, o, es decir, a partir del Terrorismo de Estado y la masacre estatal y
paraestatal de la insurgencia popular y armada, y que con Menem tuvo su momento de
cristalización y legitimación más fuerte.

Ahora bien, hoy frente a lo que avanzó la derecha a nivel local y regional desde 2015, el
acuerdo con el FMI, los despidos, recortes, nos encontramos con la tentación de hablar como
si fuera el de los años 90, y nuestra mirada apunta a ciertos planos sobre el fenómeno. Pero
la idea de neoliberalismo como la que circuló en los 90, fue una idea muy primera y limitada
a esa coyuntura, y lo que creo es que es necesario aprender de esta última década y media
pasada, en la que la retórica en general no fue neoliberal y sin embargo se preparó una
dimensión de lo neoliberal que ha emergido con mucha claridad desde 2015, entonces al
propuesta de diferentes autores/as es ir menos a la coyuntura de los 90 o conceptos
macropolíticos y pensar en otras imágenes de lo neoliberal.
y la condición de posibilidad de pensar otras imágenes pasa por mirar que corre por “abajo”.
Se trata de una dimensión micropolítica, microfísica, molecular, en la que “se presta más
atención al problema (fundamental en todo sistema de dominación) de la producción
interactiva entre orden y “legitimidad” (Stulwarck, D. y otros. 2016:10). Ahora bien,
claramente para poner en marcha esa dialéctica el objeto privilegiado de trastrocamiento es
la subjetividad, es decir, se pone en marcha toda una producción de subjetividades en base
a determinados imperativos del capitalismo neoliberal: capital de si o capital humano, ser
emprendedor, ser empresario de mí mismo, la competencia como ultima ratio.
Entonces el Neoliberalismo no se despliega solo en el plano económico. Lo neoliberal ha
demostrado ser más que una coyuntura económica y política, trabaja también a nivel
micropolítico desplegando estrategias dominantes de subjetivación, modulando nuestros
afectos, nuestras percepciones y nuestras opciones. Esto es, que tiene una realidad de larga
duración que trasciende los gobiernos.
Y bien, ante estas apreciaciones, ¿qué imagen nos proponen estxs autores?
LO NEOLIBERAL ES MAS BIEN UNA RACIONALIDAD, UNA LOGICA
NORMATIVA, UN ORDEN DE RAZON NORMATIVO, un proceso complejo que
finalmente tomó la forma de una racionalidad rectora, amplia y profundamente diseminada,
“que extiende una formulación específica de valores, prácticas y mediciones de la economía
a cada dimensión de la vida humana” (Brown, W. 2015:20), no un simple y mecánico pasaje
de la teoría a la práctica.
La pregunta ahora es, y me parece interesante desarrollarla frente a un curso de compañeres
estudiantes de historia, es ¿Cómo llegamos a la diseminación de una nueva racionalidad
planetaria? ¿Cómo es que llegamos a esto?

El neoliberalismo implica una sedimentación de transformaciones desde los


años 70 que se abroquelan como un mazazo sobre la clase trabajadora, una ofensiva brutal.
¿DE QUE TRANSFORMACIONES HABLAMOS?
- Globalización, sociedades de control (completar cuando estés mas descansado)
El ataque neoliberal al Estado social ha continuado ininterrumpidamente hasta lograr
de hecho que se reemplace el «Estado social» por un verdadero «Estado penal»” y, más
importante aún para nuestro planteo, porque que también la estatalidad se va
configurando cada vez más en torno a la competencia debido a que cambia:
“la concepción de la acción pública… como efecto de la lógica de la competencia mundial. Si el Estado es considerado un
instrumento encargado de reformar y dirigir la sociedad para ponerla al servicio de las empresas, debe plegarse él mismo a
las reglas de eficacia de las firmas privadas.” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:276).

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En el marco de la globalización y sus lógicas de desnacionalización y desterritorialización,
me interesa comentarle un par de cambios puntuales.
En el plano del paradigma productivo, se asiste al progresivo desmantelamiento del
fordismo, (que a finales de la década de los ´60 había llegado a limites), en dirección al
horizonte del capitalismo postfordista.
+ una determinada apropiación por parte del Capital del saber – hacer obrero cuyo resultando
es una nueva división técnica del trabajo y control del tiempo productivo junto a nuevos
métodos colosales de explotación del trabajo vivo. Esto debe ser leído a la luz de que toda
“Innovación drástica de la economía y de las instituciones con el fin de lanzar de nuevo la
productividad y el dominio político.” (Virno, P. 2003:103).
+ Se trata de “un régimen productivo en el cual el trabajo se extiende cada vez más hasta
abarcar toda la existencia social y el horizonte total de la vida.
+ Y allí, el Capital empieza a depender cada vez menos de la cantidad de fuerza de trabajo
directamente empleada en el proceso productivo debido a la introducción de nuevas
tecnologías, por lo que disminuye progresivamente el quantum de trabajo vivo necesario para
la valorización del capital (De Giorgi, A. 2002:91)
+ A esto se suma un creciente proceso de deslocalización, tercerización, descentralización
del sector industrial en el marco de un proceso gigante de desmaterialización de la economía.
+ Así, el progreso tecnológico e informático y la liberalización financiera, van
reestructurando y modificando la producción mediante un conjunto de nuevas tecnologías
organizacionales empresariales, cuyo resultado es un constante incremento de la flexibilidad
y la desocupación, la cual pasa a ser un fenómeno estructural más que coyuntural. Esto deriva
en un incremento sustancial de la precariedad en torno a los derechos de lxs trabajadores, de
la inseguridad en torno al salario en el marco de relaciones de producción cada vez más cerca
de ser serviles y en una densificación de los circuitos productivos paralelos para obtener
fuentes alternativas de renta por parte de lxs víctimas de estos desplazamientos. En síntesis,
mercados no regulados en los que prima contundentemente el trabajo intermitente y temporal,
en “negro” y por subcontratación de acuerdo a las exigencias contingentes de empresas, y en
los que la fuerza laboral se desestructura y se fragmenta en un archipiélago de figuras
laborales atípicas (De Giorgi, A. 2002:93).
+ Con la informatización de la producción, el trabajo también se vuelve cada vez más
“cognitivo”, “inmaterial”, “lingüístico”.
+ Diferente al arquetipo del Fordismo, el sociólogo oriundo de Milán, Sergio Bologna habla
de lxs “nuevxs autónomxs o cuentapropistas”, aquellxs que deben organizar por si mismos
sus relaciones comerciales (Bröckling, U. 2015:71).
+ A su vez, ante la caída de la tasa de ganancia y el ascenso de distintos movimientos de
protestas, como los desplegados en el mayo del ´68, el método de organización del trabajo
conocido como “toyotismo”, aplicado en Japón, aparecerá como una solución a los
problemas de estos años bisagras con dos técnicas principales: la introducción de los
“Círculos de Calidad” y la formación de “Equipos de Trabajo”. A ello se sumará en la década
de 1980 la “Gestión de la Calidad Total” y la normativa ISO 8402, todas tecnologías
organizacionales que implican el involucramiento de lxs trabajadores para aumentar la
productividad. Innovación tecnológica y a la vez organizacional.
+ Esta respuesta capitalista a su propia crisis y al rechazo obrero de la disciplina de las
fábricas, esta revancha a los movimientos revolucionarios de aquellos años, pone en tela de
juicio a la sociedad salarial e irremediablemente cambia la relación entre trabajo y
ciudadanía, porque la negación del acceso al trabajo en tanto empleo, excluye de la
ciudadanía entendida como conjunto de derechos de las personas en tanto trabajadores, a
masas crecientes de sujetxs cuyo presente laboral es infinitamente precario e inseguro.
+Un par de cosas más sobre postfordismo…. Mientras que el Fordismo y el Taylorismo se
caracterizaban por operaciones repetitivas, la coordinación de las líneas productivas
preconstituídas desde arriba y por la subordinación jerárquica, estos elementos tienden a
perder valor en el Postfordismo y se horizontaliza el ciclo productivo, haciendo de la
innovación y de la creación los fundamentos del proceso en su conjunto (De Giorgi, A.
2002:98). Es decir, en un régimen productivo la actividad laboral se insertaba en una cadena
muda y casi toda interacción intersubjetiva quedaba excluida. En cambio, en la “metrópolis
postfordista”, el proceso productivo está teñido de un complejo de actos lingüísticos, de
interacciones simbólicas y su materia prima es la información, el saber, la cultura, las
relaciones sociales. Tal es así, que “la comunicación se transforma en mercancía y el
intelecto, entendido como conjunto de facultades comunicativas, expresivas, inventivas, se
transforma en el nuevo utensilio de la producción postfordista” (De Giorgi, A. 2002:99),
+ Esto implica que, además, se desborden los complejos cerrados de cuatro paredes dado que
la productividad empieza a depender cada vez más de “la capacidad empresarial de capturar,
aferrar y descodificar flujos de conocimiento, cúmulos de experiencia social diseminados
bajo la forma de modas, lenguajes, redes de relaciones…y transformarlos en valor” (De
Giorgi, A. 2002:99). Poner el foco sobre este trabajo “inmaterial” (también nombrado como
general intellect por Marx en sus Grundrisse) conlleva a que la diferenciación entre “tiempo
de trabajo” y tiempo de no-trabajo” sea cada vez menos tajante. En la medida en que la
empresa postfordista transforma en valor competencias, habilidades y actitudes que se
constituyen principalmente durante el tiempo de no-trabajo, hasta el tiempo de reproducción
deviene productivo. Si bien, como sostiene Paolo Virno, “la actual organización del trabajo
es siempre en manchas de leopardo” (2003:111), es decir, no se ha dejado atrás
absolutamente al taylorismo, la estandarización ni la “dictadura del cronometro”, las
consideraciones que fuimos esgrimiendo son ya el horizonte de nuestra existencia social.
+ lo interesante aquí es que, para el desarrollo de sus potencialidades productivas, la
valorización depende de la posibilidad de controlar desde fuera y de imponer la forma de la
competencia y la ley del valor a cualquier proceso. Una especie de gobierno a distancia donde
precariedad, desempleo y flexibilidad se refuerzan mutuamente,
+ Lo que estamos viendo entonces son “mutaciones socioeconómicas (y antropológicas) …
que no son ya una modificación interna a la racionalidad del continuo keynesianismo-
welfare-fordismo, sino un verdadero cambio de paradigma” (De Giorgi, A. 2002:15), por el
cual:
“Mientras en la época fordista la idea predominante era, según la fórmula consagrada, el
«acuerdo entre eficacia económica y progreso social» en el marco de un capitalismo nacional,
en la actualidad ya sólo se percibe a esta misma población como un «recurso» para las
empresas, de acuerdo con un análisis en términos de costos-ventajas.” (Dardot, P. y Laval,
C. 2013:286).

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+ Mucho ha contribuido a ello la erosión profunda del Estado de Bienestar Keynesiano por
parte del asalto neoliberal. En otras palabras, el ataque neoliberal al Estado social produce
la cristalización de una forma distintiva de Estado destinada a promover las condiciones
económicas y extraeconómicas consideradas necesarias para el nuevo régimen de
acumulación y preocupada principalmente por el cambio tecnológico, la innovación y
la empresa, como así también por su pretensión de desarrollar para tales fines nuevas
técnicas de gobierno y gobernanza. Se trata del advenimiento del llamado “Estado de
Competencia”. Un modelo de Estado que no retrocede, sino que reconfigura su acción
pública, haciendo del mismo “una esfera regida, también ella, por reglas de competencia y
sometida a exigencias de eficacia semejantes a las que conocen las empresas privadas”
(Dardot, P. y Laval, C. 2013:275), un Estado que ya no es árbitro entre intereses, sino más
bien socio de los oligopolios mundiales.
Según Bob Jessop, el rasgo característico de este nuevo tipo de Estado es la de ser un
promotor proactivo de la competitividad en sus respectivos espacios económicos frente a la
cada vez más intensa competencia internacional, pero también regional, entre ciudades,
interregional e intrarregional (Jessop, B. 2003:181). En otras palabras: “creación de
condiciones óptimas de revalorización para el capital internacional en la competencia
interestatal” (Hirsch, J. 1996:67). Su accionar se extiende hasta el cultivo y promoción de
una cultura de empresa y de sujetos emprendedores, con una amplia gama de innovaciones
organizativas e institucionales que tienen que ver con las cambiantes formas de la
competitividad (Jessop, B. 2003:185). La innovación y el emprendimiento adquieren sumo
valor en el postfordismo y esto se refleja también en nuevas estrategias estatales:
“El Estado competitivo... Desarrolla, en primer lugar, instituciones y estructuras que apoyan
directamente a los empresarios existentes o potenciales, y, en segundo lugar, impulsa
instituciones y estructuras que sustentan el clima empresarial.” (Jessop, B. 2003:186).
Digámoslo así: el Estado se ve envuelto por la racionalidad del mercado y se lo empieza a
medir como si fuera una empresa, el Estado se reconstruye como una empresa y se lo obliga
a servir al mercado.
El vínculo entre el Postfordismo y Estado competitivo en una dinámica endógena, que liga
aspectos tecnológicos, comerciales y productivos, dan por resultado un capitalismo
profundamente ligado a la construcción política de un mundo financiero global regido por el
principio mundial de la competencia generalizada. Entonces, el Estado no se retira, se pliega
a condiciones nuevas que ha contribuido a instaurar y asume un nuevo compromiso político
sobre nuevas bases y métodos. Por lo tanto: “El neoliberalismo no es el reino de la economía
suprimiendo el de la política, sino la creación de un mundo político (régimen de
gubernamentalidad) que surge como «proyección» de las reglas y requerimientos del
mercado de competencia.” (Gago, V. 2015:219).
En ese sentido, todo lo nombrado no significa solamente una respuesta política neoliberal a
la crisis económica y social del régimen “fordista” de acumulación del capital. Es en principio
algo todavía más importante: se “modifica radicalmente el modo de ejercicio del poder
gubernamental” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:190).
O, es decir, lo que demuestran están transformaciones es que se van colocando todo tipo de
mecanismos y tecnologías de vigilancia, control y dominación que buscan modular,
normalizar y disciplinar todo lo que pueda amenazar al régimen de acumulación del Capital.
Es decir, hay una difusión temporal y espacial del control y la sujeción a la vez que su
morfología va cambiando.

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La clave Foucaultiana.
¿Qué implica la modificación del modo de ejercicio del poder gubernamental? Siguiendo a
Foucault, y bajo el término gubernamentalidad, la tendencia histórica neoliberal indica una
mutación e innovación radical en el orden del “arte de gobernar”: la manera de gobierno
estará, de ahora en más, directamente conectada al impulso de las libertades, lo cual no es
ninguna contradicción, sino más bien: “una forma sofisticada, novedosa y compleja de
enhebrar, de manera a la vez íntima e institucional, una serie de tecnologías, procedimientos
y afectos que impulsan la iniciativa libre, la autoempresarialidad, la autogestión y, también,
la responsabilidad sobre sí.” (Gago, V. 2015:22). O, es decir, una liberación de los modos de
hacer como modo de regulación y de gobierno. En palabras de la politóloga Verónica Gago:
“La clave foucaultiana es justamente esa: la fuerza del neoliberalismo como
gubernamentalidad es incluir la «libertad», eso que modernamente ponía en peligro todo
orden, en el corazón mismo de un nuevo dispositivo de orden libre” (2015:230).
Poner a la libertad como centro del modo de regulación es una novedad política porque nos
topamos con una forma de dominación que “solo es eficaz si es capaz de conjugarse con una
experiencia de libertad”. Más que limitar la acción de las personas, la libertad y el deseo
pasan a ser punto de apoyo de la dominación. Una especie de “poder hacer, hacer”. Se trata
de una libertad que es inmediatamente obediencia, sostiene Diego Sztulwark. Porque, el
discurso termina siendo: “a mí nadie me dice lo que tengo q hacer, yo me autovalorizo por
mí mismo”, se acepta inmediatamente el mandato de la valorización capitalista sin que
necesariamente haya una orden de hacerlo. Entonces, en línea con Foucault, el objetivo es
conducir la conducta, no solo la que se tiene hacia lxs demás, sino también la que se tiene
hacia unx mismx. El neoliberalismo juega activamente con el espacio de libertad dejado a
los individuos para que acaben sometiéndose por sí mismos a ciertas normas.
Ahora bien, como aclara la autora del libro “La Razón Neoliberal”:
“la libertad no es neoliberal, lo neoliberal es poner esta libertad como base de lo calculable.
O, dicho de otro modo: incluir lo incalculable como estímulo de una racionalidad calculadora.
Otra cuestión importante de esta tesitura, es que Foucault muestra en su investigación, luego
de analizar la variante alemana del Ordoliberalismo como la Escuela de Chicago de Estados
Unidos, Foucault va a mostrar como surgen en los debates de estxs economistas una nueva
forma de racionalidad o lógica y por ende de pensar la libertad. Les leo un fragmento de
Foucault:
“la libertad de mercado ya no debe ser el principio de limitación del Estado, sino su principio de
regulación interna de punta a punta de su existencia y su acción. En otras palabras, en lugar de aceptar una
libertad de mercado definida por el Estado y mantenida de algún modo bajo vigilancia estatal … es necesario
invertir por completo la formula y proponerse la libertad de mercado como principio organizador y regulador
del Estado, desde el comienzo de su existencia y hasta la última forma de sus intervenciones. Para decirlo de
otra manera, un Estado bajo vigilancia del mercado más que un mercado bajo vigilancia del Estado.” (Foucault,
M. 2007:149).

Ergo, se abandona una idea naturalista sobre la economía y se pasa a entenderla de manera
constructivista e institucionalista. A su vez, pierde centralidad el “intercambio” y empieza a
ocupar su lugar la “competencia” generalizada, es decir, una idea libertad absolutamente
unilateral, la de ser empresa y de competir, una libertad que tiene todo que ver con la
empresarialización de nuestras vidas y que ya no se corresponde con la cuestión clásica del
liberalismo del XVIII: los límites del gobierno. Ya no se trata de que se corra el Estado para
dejarle lugares al mercado, o de que sean esferas separadas, ahora se trata de hacer de la
sociedad un mercado, de crearlos constantemente, de “gobernar para el mercado”, producir
continuamente espacios para la diversidad de iniciativas empresariales como su condición de
posibilidad. ¿Ven cómo se reorienta el arte gobernar?
Ahora bien, las teorías neoliberales no son homogéneas, pero, a pesar de su heterogeneidad,
existe un importante acuerdo de fondo, o “acordes básicos comunes”, que hacen a la
viabilidad del neoliberalismo como una tendencia histórica y planetaria.
Dicho esto, adscribimos a las siguientes palabras de Puello Socarrás:
“... la teoría neoliberal más que ser una unidad monolítica como tradicionalmente se ha interpretado tiene que asumirse
como un crisol de disputas y polémicas donde convergen profundas discrepancias académicas, pero también –y al mismo
tiempo– devotas corrientes intelectuales. En este sentido, hablamos de un disenso en el neoliberalismo, fruto de los
señalamientos recíprocos entre diferentes corrientes que a primera vista podría sugerir una suerte de ruptura o fractura
ideológica en el movimiento. Sin embargo, un examen complementario y vinculado a los acontecimientos paradigmáticos
del neo-liberalismo in vivo y no in vitro como lo sugiere inauguralmente el estudio de sus teorías, muestra cómo a las
disputas abstractas se antepone un consenso decisivo, desde el cual y al unísono se han conseguido orquestar un orden y
una organización eminentemente “neo-liberales”.” (2008:18).
Un axioma del Intelecto neoliberal es la centralidad de la competencia como mecanismo para
aumentar la capacidad de aprendizaje e incrementar beneficios y que estos alcancen a la
mayoría de lxs ciudadanxs. La competencia se inscribe como una tecnología ideal “ya que
no opera contra la búsqueda de individual del beneficio, sino a través de ella misma”
(Bröckling, U. 2015:118). Así, la gubernamentalidad neoliberal encuentra su razón de ser,
porque la competitividad se construye y debe ser optimizada cada vez que se pueda PARA
PRODUCIR FINALMENTE UN “mecanismo de condicionamiento circular: a más dominio
de la competencia, tanta más oportunidad tienen los actores de acomodar su actuar hacia la
capacidad de competir.” (Bröckling, U. 2015:119)

SINTESIS: ¿COMO LLEGAMOS A LA RAZON


NEOLIBERAL?
1) En síntesis, el giro decisivo hacia la mundialización del neoliberalismo y su coherencia
global, por cierto, precaria, debió contar no solo con medios macropolíticos, esto es, el
apoyo mutuo entre políticas neoliberales, transformaciones del capitalismo y del Estado
junto a la lucha ideológica contra el Estado de Bienestar, sino que también, y
fundamentalmente, con elementos a nivel micropolitíco. Es decir, fue preciso “conseguir
una transformación de los comportamientos”, y eso fue obra de nuevos instrumentos de
poder que operan ahí “abajo”:
“de técnicas y dispositivos de disciplina, o sea, sistemas de coacción, tanto económicos como
sociales, cuya función fue obligar a los individuos a gobernarse bajo la presión de la
competición, de acuerdo con los principios del cálculo maximizador y en una lógica de
valorización de capital” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:193).
2) Por consiguiente, la difusión temporal y espacial de estos sistemas disciplinarios hasta
llegar a un nivel mundial así como su codificación institucional, condujeron finalmente
a la instauración de una racionalidad general (Dardot, P. y Laval, C. 2013:193), es decir,
“una multitud de procesos heterogéneos que han conducido, en virtud de «fenómenos de
coagulación, de apoyo, de refuerzo recíproco, de cohesionamiento, de integración», a un
«efecto global»: la instauración de una nueva racionalidad gubernamental.” (Dardot, P.
y Laval, C. 2013:25)
“subordinación a cierto tipo de racionalidad política y social articulada con la mundialización
y la financiarizacion del capitalismo. En una palabra, si hay un «giro decisivo», es porque se
instaura una nueva lógica normativa capaz de integrar y de reorientar de forma duradera
políticas y comportamientos en una nueva dirección.” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:190).
3) Sin embargo, lo heterogéneo de lo neoliberal no solo se evidencia en discrepancias
académicas, sino que también a un nivel, dicho rápidamente, práctico y en la lucha contra
el llamado “Estado providencia”. En ese marco, el dúo de pensadores Pierre Dardot y
Christian Laval retoman la idea de la “estrategia sin sujeto”, clave para el próximo
apartado, de Michel Foucault y buscan pensar con ella:
“cierta «lógica de las prácticas»: hay de entrada prácticas, a menudo dispares, que ponen en
funcionamiento técnicas de poder (entre ellas, en primer lugar, técnicas disciplinarias), y son
la multiplicación y la generalización de todas esas técnicas las que, poco a poco, imprimen
una dirección global, sin que nadie sea el instigador de este «avance hacia un fin
estratégico».” (2013:192).
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Ahora sí, luego de todo este rodeo… ¿CUALES SON LAS


CARACTERISTICAS DE LA RAZON NEOLIBERAL?
ALGUNOS PUNTOS:

+ El neoliberalismo implica una dinámica de mutación tanto subjetiva y estructural,


orgánica y difusa.
+ se trata de un “proceso abigarrado, geográficamente desigual y dependiente de una
trayectoria previa (path-dependent)” (Peck, J. 2010:21), por lo que su carácter de
mixtura es importante. Tampoco es atemporal, sino que toma nota de los contextos y
tradiciones culturales.

+ el neoliberalismo no es una ideología más, es un DIAGRAMA


DE PODER, y en ese diagrama de poder estamos nosotres
adentro, es decir, podemos denunciar la ideología neoliberal, pero
se complica mucho más safarnos de hacer una vida neoliberal, y
hay que prestar atención a las formas de vida neoliberales que son la retaguardia de los
procesos neoliberales macroestructurales.
Me gustaría retomar una frase provocativa pero sustancial de Diego Sztulwark: “Pensamos
dentro y contra el neoliberalismo, no salvados del neoliberalismo, ni mejores que el
neoliberalismo”.
+ Por lo tanto, la razón neoliberal no es puramente abstracta ni macropolítica, sino puesta en
juego por las subjetividades y las tácticas de la vida cotidiana (Gago, V. 2015:22). Así, toda
explicación del neoliberalismo “desde arriba” se torna insuficiente porque tiene un nivel
molecular. Debemos preguntarnos por el neoliberalismo que todes llevamos dentro. Todo lo
cual vislumbra la multiplicidad de niveles en los que opera, su pluralización, su carácter
polimórfico y hasta su “hojaldramiento temporal”.
+Entonces, neoliberalismo no es exclusivamente una dinámica destructora de reglas,
instituciones y derechos, “es también productor de cierto tipo de relaciones sociales, de
ciertas maneras de vivir, de ciertas subjetividades” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:14). Es decir,
la produce, la constituye materialmente y espiritualmente, y no como un efecto colateral o de
segundo orden, pensar al neoliberalismo como una nueva racionalidad implica directamente
poner en el centro la producción y trastrocamiento de la subjetividad que realiza. Más
precisamente, la subjetividad es el botín de guerra del neoliberalismo, dice Jorge alemán
Al respecto, Wendy Brown señala que:
“por lo general, la neoliberalización suele ser más parecida a una termita que a un león… Su forma de razón
perfora de modo capilar en los troncos y las ramas de los lugares de trabajo, las escuelas, las agencias públicas,
el discurso social y político y, sobre todo, el sujeto. Incluso la metáfora de la termita no es del todo apta:
Foucault nos recordaría que cualquier racionalidad política ascendente no sólo es destructiva, sino que crea
nuevos sujetos, conductas, relaciones y mundos.” (Brown, W. 2015:25)

+ Se pone en juego, así, nada más y nada menos que nuestra forma de existencia, porque el
neoliberalismo trata de definir la forma de vida. Sugestivamente, Diego Sztulwark apunta
que: “Al neoliberalismo le preocupa cómo vivimos, el problema de la estrategia inmediata
de que hacemos con el miedo, con la muerte, como conocemos y como nos cuidamos”.
+ En concatenación, abarca todas las dimensiones de la vida. Es una racionalidad
verdaderamente global, “envolvente”, pero a su vez, también inmanente: se despliega al
ras de los territorios, modula subjetividades y es provocado sin necesidad primera de una
estructura trascendente y exterior (Gago, V. 2015:22). En consecuencia, organiza y estructura
no solo la acción de lxs gobernantes, sino que también la de lxs gobernadxs.
Por lo tanto, lo neoliberal implica, como sostiene Verónica gago, un conjunto de condiciones
que se concretan más allá de la voluntad de un gobierno, de su legitimidad o no, pero que se
convierten en condiciones sobre las que opera una red de prácticas y saberes que asume el
cálculo como matriz subjetiva primordial”
Por ende, incluye el conjunto de los discursos, prácticas, dispositivos que determinan un
modo de gobierno de las personas, según la competencia generalizada como norma universal
de conducta y la empresa como modelo de subjetivación. Por lo tanto, la subjetivación
neoliberal apuntará a regir la conducta en un marco y con instrumentos del Estado, pero
también de muchas otras instituciones, hacia la consecución de un auto-gobierno del propio
individuo, o la producción de cierto tipo de relación consigo mismo. Es decir:
“producir una relación del sujeto individual consigo mismo que sea homóloga a la relación del capital consigo
mismo: una relación, precisamente, del sujeto con él mismo como «capital humano» que debe aumentar
indefinidamente, o sea, un valor que hay que incrementar cada vez más.” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:21).

Este orden de razón normativo es tanto más resistente y corpóreo cuanto más excede a la
esfera mercantil y financiera y, por lo tanto, cuanto más se convierte en una “evidencia
ampliamente compartida”: “lleva a cabo una extensión de la lógica del mercado mucho más
allá de las estrictas fronteras del mercado, especialmente produciendo una subjetividad
«contable» mediante el procedimiento de hacer competir sistemáticamente a los individuos
entre sí.”
Dicho de otra manera…
El neoliberalismo es la ampliación de un discurso económico a lógicas no económicas. El
cálculo económico extendido a todas las zonas de la vida donde se suponen que los cálculos
no deberían ser económicos o no deberían responder a esa racionalidad. Es decir, el hecho de
que calculamos todo como si estuviéramos en el mercado. Sobre este fenómeno, pone su
atención Wendy Brown en su último libro “El Pueblo sin atributos” y lo denomina
“economizacion de la vida”: la racionalidad neoliberal disemina el modelo de mercado a
todas las esferas y actividades y configura a los seres humanos exhaustivamente como actores
del mercado, siempre, solamente y en todos lados como homo oeconomicus.
¿EN QUE VA A CONSISTIR LA PRODUCCION DE
SUBJETIVIDAD NEOLIBERAL?
Primero:
¿Que entendemos por subjetividad?
Ahora bien, cuando hablo de Subjetividad me refiero a modos de ser, a modos de vida. No
me interesa intelectualizar la palabra subjetividad ni con lacan, ni con Foucault, ni con
Deleuze etc., La subjetividad no es un dato, es un constructo (Zangaro, M. 2011:17), producto
del cruce entre dispositivos de sujeción y prácticas de subjetivación.
¿Qué tiene que ver esto con el capitalismo?
El capitalismo se sustenta también a través del control de la producción de subjetividad
(Guattari, F. y Rolnik S. 2005:162).
Como expone Jorge Alemán, la producción de subjetividad es más radical que la alienación
tal como la describía Marx, porque no se trata ya de una parte de sí que se torna extraña, sino
de algo más grave que es inventar y producir la subjetividad misma.
Entonces es una producción que abarca así todas las dimensiones de la vida.

¿COMO OPERA EN LA SUBJETIVIDAD EL


NEOLIBERALISMO?
Entonces la racionalidad neoliberal no solamente somete, sino que también establece
dependencias, marcos de conducta, encuadramientos y ciertas relaciones sociales, donde la
subjetividad se la produce configurándola según un paradigma empresarial, competitivo y
gerencial de la propia existencia (Alemán, J. 2016:15) y se encarnan en un sujeto social
específico y generalizable. Es decir, según una serie de mandatos e imperativos propios del
Capital, que deben ser cumplidos para tener un lugar en el orden simbólico del Mercado. Es
una sujeción a la mejora e inversión constante. Allí el Mercado se nutre de una constante
presión: el deber de tener una vida “feliz”, “completa”, “placentera”, etc. Tal es así que, en
el mercado, el sujeto aprende a conducirse. El proceso de mercado va construyendo un sujeto
y la sociedad pasa a concebirse como una empresa de rendimiento formada por sub unidades
empresariales.
Para cumplir con los diferentes mandatos, nuestras vidas se ponen al servicio del dispositivo
rendimiento/goce, y para ello toda una serie de aspectos de nuestra existencia deben ser
abolidos es pos de privilegiar la dimensión antropológica del “hombre-empresa”. Nacido en
un contexto post-Estado de Bienestar y con la flexibilidad que demanda la competencia a
ultranza de la economía globalizada, Surge así un nuevo tipo de subjetividad
neoliberal, el “empresario de mí mismo”, el sujeto
“emprendedor”, de la competencia y del rendimiento:
“No alguien que tiene una empresa, sino que gestiona su propia vida como un empresario de
sí mismo, como alguien que está todo el tiempo desde su propia relación consigo mismo y
en su relación con los otros, concibiendo, gestionando, organizando su vida como una
empresa de rendimiento” (Alemán, J. 2016:33).
En palabras de Dardot y Laval:
“El emprendedor… Es un ser dotado de espíritu comercial, en busca de cualquier oportunidad
de provecho que se le presente y de la que pueda sacar partido gracias a las informaciones
que posee y que los demás no tienen...” (2013:146).
Es decir, alguien que se explota a si mismo sintiéndose en libertad, que busca
permanentemente información para descubrir nuevas oportunidades y adelantársele a sus
competidores, un especulador en una relación de uno consigo mismo que se gobierna como
empresa. Ya no se trata del sujeto productivo de las sociedades industriales, ahora se centra
el discurso en torno a la figura del “hombre-empresa” buscando “que el individuo trabaje
para la empresa como si lo hiciera para él mismo, suprimiendo así todo sentimiento de
alienación” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:332) y que los mismos sean capaces de soportar,
cada vez más, las nuevas condiciones creadas en el marco del postfordismo. Disimulando la
contradicción capital-trabajo, allí la gubernamentalidad tendrá un rol clave debiendo
socializar este modelo a toda la existencia misma. Se tu propio jefe dicta la razón
emprendedora Se trata de un proyecto político para transformar a cada persona en una
empresa individual donde la idea es que la orden y el mando emanen de la propia persona.
No solo se explota el hacer, también el Ser, ergo, el poder de coacción no solo viene de
exterior, sino también desde el propio sujeto, de lo que surge, incluso, una férrea negociación
permanente con unx mismx como técnica de control.
Resuenan aquí las cínicas palabras de Margaret Thatcher cuando explicaba las
transformaciones neoliberales que Inglaterra emprendió en los años 80: “La economía es el
método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma”.
Ser emprendedor depende más de un “enfoque de vida” que del estado laboral particular. Nos
dice Ulrich Bröckling:
“el actuar emprendedor designa menos un estado de cosas que un campo de fuerza: es una
meta a la que apuntan los individuos, una medida según la cual juzgan su actividad, un
ejercicio cotidiano que cultivan, y un generador de verdad, ante el cual se reconocen. Esta
forma de subjetivación… es una exigencia que se le hace a todos y cada uno. El llamado a
convertirse empresario de sí mismo y actuar en forma correspondiente debe ser un constante
proceso de trabajo con uno mismo” (2015).
Para el emprendedor, dejan de existir las separaciones fordistas de trabajo/tiempo libre, vida
laboral/vida privada, producción/creatividad, obligación/placer y pasa a identificarse con la
empresa. . Por lo tanto, ya no habrá más contradicción entre la aspiración a la realización y
el éxito económico, se refuerzan mutuamente. Crecimiento personal y acumulación de capital
humano o entrenamiento para el trabajo pasan a ser uno mismo.
El emprendedor tiene una ética, “cierta disposición interior, cierto ethos, que es preciso
encarnar mediante un trabajo de vigilancia sobre uno mismo” (Dardot, P. y Laval, C.
2013:336). Esta es una ética empresarial, emprendedora, que exige ciertas características
como la de tener talente de “guerrero”, de éxito, de combate, orientación al cliente,
creatividad e innovación, y que coloca al trabajo como medio de realización de sí. Una ética
del sí mismo pero neoliberal, cuyo primer mandamiento es “ayúdate tú mismo”. y su estrella
de Belén es la noción de éxito: no pueden fracasar, más que el redito económico, es el éxito
lo que lxs convierte en emprendedores de si mismxs, y como sostiene e filósofo coreano
Byung-Chul Han, la sanción se extiende hasta incluir al fracaso, por lo que se dificulta cada
vez más trasladar el peso de la culpa a un otro exterior (patrón, supervisor, gerente, el
capitalismo), tal es así que “Quien fracasa en la sociedad neoliberal del rendimiento se hace
a sí mismo responsable y se avergüenza, en lugar de poner en duda a la sociedad o al sistema”
(Han, B. 2014:10). Esas exigencias de la subjetivación financiera, en palabras de Ulrich
Bröckling, crean una normatividad neoliberal cuyas municiones quieren hegemonizar la
interpretación de la realidad y los sentires.
Otros mandatos para el “Self-emprendedor” son los de autonomía y empoderamiento,
necesarios para su autoconfianza y para “humanizar” los puestos de trabajo.
Quiero rescatar una idea que me parece que no puede quedar fuera: Dardot y Laval, en el
último libro de su trilogía sobre neoliberalismo, sostienen que a esta forma histórico singular
del capitalismo le es constitutiva una “dimensión esencial imaginaria”: el imaginario
emprendedor, elevándose hasta el rango de una forma de vida deseable.
Todo ello indica que la propensión a la acumulación, que por un lado relanza continuamente
la ilimitación del capital, pero también este imperativo en la subjetivación resulta “en una
identificación del sujeto con el aumento de su propio valor” (2017:77), por lo tanto, la
plenitud y el goce se consiguen valorizando el propio valor indefinidamente.
El capitalismo neoliberal se constituye, por lo tanto, en un régimen de existencia de lo social
que transversaliza y universaliza el Emprendedorismo, su estilo de existencia y el riesgo
propio de esa condición: la gestión emprendedora depende exclusivamente de decisiones
estrictamente privadas. Ser empresa de sí supone vivir enteramente en riesgo” (Dardot, P. y
Laval, C. 2013:351). Dicho esto, el neoliberalismo parte del supuesto de que la
responsabilidad es pura y exclusivamente del individuo. Una responsabilidad de sí en torno
al riesgo y sus soluciones que transfieren todos los costos a este sujeto a través de esa ética.
Como lo observa Maurizio Lazzarato, la deuda es un nuevo tipo de extractivismo social, una
verdadera técnica de poder, que actúa en tres aspectos: en lo económico, pauperización y
feminización de la pobreza; en lo psicosocial, individualizando la culpa por la sensación de
deber; y en lo político, siendo la relación entre acreedores y deudores una verdadera forma
de gobierno. El crédito y la deuda no solo extraen riquezas y saberes, expropian también el
“futuro” y lo “posible” porque prácticamente la vida entera de las personas se empieza a
organizar en torno al pago de la deuda, hipotecando nuestros salarios y conductas.
A su vez, este “empresario del yo” necesita un “ecosistema” con ciertas estructuras y normas,
con una cultura empresarial difundida, que le facilite su despliegue. Ese conjunto de
condiciones se pretende lograr con la “generalización de la "forma empresa" a todos los
modos de conducción: la conducción de organizaciones antes consideradas como no
económicas, del gobierno y de los propios individuos”
El modelo de subjetivación emprendedor tiene una lógica bursátil para que las personas se
manejen y ofrece un tipo de consumo específico sobre que es vivir.
Por lo tanto, la operatoria neoliberal juega fuertemente en los modos de vida, colonizando la
micropolitica.
Tal es así que
El neoliberalismo, como bien sostienen Rita segato y franco Bifo Berardi, es un REGIMEN
DE DES-SENSIBILIZACION: tanto la presión por la libertad empresarial y la competencia,
como la base de terror y violencia que el neoliberalismo se sostiene, convergen en una
experiencia de desensibilización bastante presente y profunda. Desensibilización perdida
rampante de empatía con el otre y de des-erotización de la vida cotidiana. como incapacidad
general de comprender lo no dicho, de ir más allá de lo codificado, de poner en juego una
empatía más allá de lo que aparece como orden, regla, código, etc.
En síntesis, el Neoliberalismo como orden de razón normativa (Brown, W. 2015:35) trata de
configurar hasta lo más íntimo de nosotres según una lógica empresarial/financiera y un
imaginario emprendedor. Así, la figura del Emprendedor es el sujeto de referencia porque es
un modelo que se puede extrapolar a los diversos aspectos de la vida, constituyendo una
eficaz técnica de gobierno no solo del mundo del trabajo, sino también de la constelación del
precariado y del desempleo. Por otra parte, al desacoplar dominio de coacción, esta figura
logra que las personas se autogobiernen como empresas, que el conjunto de la sociedad
encuadre su comportamiento en base a las pulsiones de la empresa como modelo de vida.
Persiste el neoliberalismo como condición y sus premisas fundamentales nos van
impregnando.

Audio de diego Stulwarck:


primer punto, por ejemplo, volver a Foucault, él dice en el nacimiento de la Biopolitica “El
neoliberalismo es un gobierno de las conductas y de las almas que tiene como premisa que
la potencia colectiva o social se perfecciona como empresa y es completamente patológica o
es peligrosa o es sospechosa cuando toma formas que no son empresariales. El
neoliberalismo es una comprensión de la potencia humana/individual y colectiva que se
articula en un diseño muy específico que se llama “forma empresa”, sean las empresas
explícitamente organizadas o sea cada conducta humana pensada como conducta
empresarial. Segundo punto, el neoliberalismo es la ampliación de un discurso económico a
lógicas no económicas. El cálculo económico desarrollado, perfeccionado, pero, sobre todo,
extendido a todas las zonas de la vida donde se suponen que los cálculos no deberían ser
económicos o no debería responder a ese tipo de racionalidad de cálculo. Es decir, el hecho
de que no solamente calculamos económicamente en el mercado, sino que calculamos todo
como si estuviéramos en el mercado. Y pasa a ser vivido como factible de ser calculado como
si estuviésemos en el mercado, cualquier decisión de la vida. La empresarialidad no es
solamente una unidad económica del mercado, la empresarialidad se convierte prácticamente
en una moral, es un régimen de visibilidad, una manera de comprensión.
Otra cosa que dice Foucault es que en el momento en el que estamos en el neoliberalismo,
ya no se trata de una sociedad en la q el estado se corre para dejarle zonas al mercado, sino
que actúa de manera muy notoria para crear mercados, para hacer la sociedad un mercado.
Es muy insatisfactorio el debate público intelectual en argentina en ese sentido, porque opone
Estado-mercado… lo neoliberal es el mercado mientras que lo nacional-popular es el Estado.
Y a esto hay q pensar de otra manera y de forma urgente: HAY ESTADO NEOLIBERAL.
Ultra activismo del estado no es contradictorio con neoliberalismo. Más bien, siendo el
marcado (ideal) difícil de sostener, el estado tiene allí tareas muy importantes y muy
sofisticadas para constituir una sociedad como mercado.
Otro punto es la idea de libertad: la manera de gobierno que hace el neoliberalismo pone en
el centro la libertad. Nosotres rápidamente decimos “falsa libertad”, pero antes de eso, me
quedaría unos minutos pensando que quiere decir que la experiencia de la libertad este en el
centro de una forma de dominación, que haya una manera de dominación que solo es eficaz
si es capaz de conjugarse con una experiencia de libertad. Esta idea de libertad tiene todo que
con ver con empresarialidad… “a mí nadie me dice lo que tengo q hacer, yo me autovalorizo
por mí mismo”, se acepta inmediatamente el mandato de la valorización capitalista sin que
necesariamente haya una orden de hacerlo. Esta libertad es inmediatamente obediencia y es
una obediencia que es posible porque es libertad. Esta libertad me gustaría que la pongamos
en el centro del asunto, porque el neoliberalismo no es una ideología más, es un DIAGRAMA
DE PODER, y en ese diagrama de poder estamos nosotres adentro, es decir, podemos
denunciar la ideología neoliberal, pero no podemos safarnos de hacer una vida neoliberal, y
esto es muy importante porque una cosa es estar en contra de algo y otra es estar dentro y
contra de algo. Pensamos dentro y contra el neoliberalismo, no salvados del neoliberalismo,
ni mejores que el neoliberalismo. Esa es una posición moralista. Si el neoliberalismo organiza
un conjunto de estrategias, ¿somos capaces de otras?
El neoliberalismo, como bien sostienen Rita segato y franco Bifo Berardi, es un REGIMEN
DE DES-SENSIBILIZACION: tanto la presión por la libertad empresarial y la competencia,
como la base de terror y violencia que el neoliberalismo se sostiene, convergen en una
experiencia de desensibilización bastante presente y profunda. Desensibilización como
incapacidad general de comprender lo no dicho, de ir más allá de lo codificado, de poner en
juego una empatía más allá de lo que aparece como orden, regla, código, etc.
Guattari se da cuenta de que el capitalismo es cada vez más producción de subjetividad. La
producción económica y la producción de subjetividad cada vez más es lo mismo.
Es el simple hecho de que el capitalismo produce modos de ser, que el neoliberalismo
produce subjetividad donde lo propiamente capitalista es la estandarización de los modos de
existencia, de conocer, de sensibilidad, estética, etc. la pregunta es, para Guattari, ¿por dónde
vienen los vectores de estandarización? La micropolítica es donde se puede investigar donde
vienen las líneas de estandarización, pero también de singularización. Lo neoliberal es un
juego de estandarización de las estrategias, a nivel de la propia vida, no solo de los grandes
actores, es un complemento de la empresarialidad extendida. La estandarización neoliberal
no solo actúa en el plano macropolítica (con dictaduras o ganando elecciones) sino que
también en el ámbito de la vida ofreciéndonos un tipo de consumo específico sobre que es
vivir.
Entonces el problema que tenemos (ahora me interesa articular micropolítica con
neoliberalismo), es que el neoliberalismo es DESARROLLO DE DISPOSITIVOS
MICROPOLITICOS. La micropolítica colonizada por lo neoliberal. A nivel de los modos de
vida estamos en presencia de una colonización de las estrategias de existencia en términos
de obediencia. Cuanto más libres somos, más obedecemos, dicho de otra manera, como
sostiene etienne le botie, la obediencia es voluntaria. Trabajamos nosotros mismos en la
protocolización de la existencia, una disposición a la estabilidad.
Al neoliberalismo le preocupa cómo vivimos, el problema de la estrategia inmediata de que
hacemos con el miedo, con la muerte, como conocemos, y como nos cuidamos.

PARTES DE LA RAZON NEOLIBERAL DE VERO GAGO:


Entender el neoliberalismo como un conjunto de saberes, tecnologías y prácticas que
despliegan una racionalidad de nuevo tipo que no puede pensarse sólo impulsada «desde
arriba»
El neoliberalismo se vuelve una dinámica inmanente: se despliega al ras de los territorios,
modula subjetividades y es provocado sin necesidad primera de una estructura trascendente
y exterior. Desde esta perspectiva, el neoliberalismo no se deja comprender si no se tiene en
cuenta cómo ha captado, suscitado e interpretado las formas de vida, las artes de hacer, las
tácticas de resistencia y los modos de habitar populares que lo han combatido, lo han
transformado, lo han aprovechado y lo han sufrido.
La persistencia del neoliberalismo como condición y la incorporación o inmanentización de
algunas de sus premisas fundamentales en la acción colectiva popular que lo ha impugnado.
Por neoliberalismo desde abajo me refiero entonces a un conjunto de condiciones que se
concretan más allá de la voluntad de un gobierno, de su legitimidad o no, pero que se
convierten en condiciones sobre las que opera una red de prácticas y saberes que asume el
cálculo como matriz subjetiva primordial
Puesto en estos términos, parece difícil convencerse de que el fin del neoliberalismo depende
de la declaración de unos gobiernos que dicen haber dejado atrás esas políticas. No porque
haya simplemente que desconfiar de lo que declaman, sino porque el neoliberalismo es una
forma anclada en los territorios, fortalecida en las subjetividades populares, expansiva y
proliferante en términos organizativos en las economías informales. Esta perspectiva no
implica desproblematizarla como lógica de gobierno, sino profundizar el modo en que ese
imperativo de gobierno se articula con formas de invención no reducibles, aunque tampoco
del todo incompatibles, con el diagrama neoliberal. Tres lugares, entonces, a desarmar de los
cuales depende la arquitectura discursiva que sólo explica el neoliberalismo desde arriba.
Primero, que el neoliberalismo se trata sólo de un conjunto de macropolíticas diseñadas por
centros imperialistas. Esto supone toda una serie de corolarios políticos decisivos en la
medida en que la fórmula que parece oponerse a esa conspiración internacional es la
renovación de una voluntad de intervención estatal-nacional. En América latina, el nuevo
estatismo está lejos de ser una forma de inmunización al neoliberalismo. Este razonamiento
también supone un mapa: un neoliberalismo pergeñado en el norte que se derrama a los países
del sur. Esta perspectiva, sin embargo, toma al estado y a las grandes corporaciones como
principales y determinantes actores. Pero lo hace en un sentido transhistórico o ahistórico: es
decir, los excluye de las modificaciones concretas de su accionar tras la difusión de las
prácticas neoliberales. Segundo punto a descomponer: que el neoliberalismo se trata de una
racionalidad que compete sólo a grandes actores políticos y económicos, sean
transnacionales, regionales o locales. Más bien, nos interesa pensar a nivel molecular en el
que la racionalidad neoliberal se ha expandido, pero también mutado, degenerado y se ha
vuelto parte de combinaciones novedosas con otras racionalidades. Y esto, en particular,
vinculado a dinámicas sociales de actores que suelen verse más como víctimas del
neoliberalismo que como decisivos articuladores de una heterogeneidad social cada vez más
veloz, desbordante e inteligible en términos de una geometría política clásica.
Finalmente, si sólo se lo concibe en términos macropolíticos, se considera que su superación
(si aún puede valer ese término) depende básicamente –en relación a los puntos anteriores–
de políticas macro-estatales llevadas adelante por actores de la misma talla. Este
razonamiento está a la base de la «razón populista» proclamada por Laclau11 y difundida
como teoría afín al actual momento. Si no se las discute más allá de la definición simplista
del neoliberalismo, la felicidad política queda encorsetada en el estatismo como solución
(imaginaria) de todos los problemas. Desproblematizando incluso los modos en que el estado
mismo está ya desnacionalizado por segmentos y articulado al mercado global, como lo ha
subrayado Saskia Sassen. Desde esta perspectiva, el neoliberalismo es mucho más que una
doctrina de los think tanks imperiales y está mucho más acá de lo que buena parte del
progresismo regional está dispuesto a asumir. Y esto porque desafía la idea de que su opuesto
es una «vuelta al estado» entendida en términos de una «autonomía (contractual o del
significante puro) de lo político», tal como la teoría del populismo propone. Tomar en serio
la articulación entre neoliberalismo y subjetividades populares pone la exigencia de recrear
conceptos aptos (territorio, valor, economía, etc.) para comprender la dinámica compleja que
alcanza a lo político cuando es capaz de recoger en sí todas las capas de lo real. Otro modo
de leer aquella advertencia de Marx: «lo real es múltiplemente determinado». La dinámica
axiomática del capital, como lo han teorizado Deleuze y Guattari,13 pone de relieve
justamente esta tensión entre una flexibilidad y versatilidad de captura y explotación por
parte del capital y, al mismo tiempo, la necesidad de distinguir las operaciones mediante las
cuales esa máquina de captura subsume relaciones sociales e invenciones que también
resisten y desbordan el diagrama de captura/explotación.
ensamblaje productivo y multiescalar que implica el neoliberalismo actual como modo de
gobierno y de producción de realidad que también desborda ese gobierno. Neoliberalismo: a
la vez mutación subjetiva y estructural, orgánica y difusa.

Que como gubernamentalidad el neoliberalismo sea compatible con ciertas formas


comunitarias no es un dato anecdótico o de pura tendencia global a la etnización del mercado
de trabajo, sino índice de la exigencia de esta época que tiende a reducir la cooperación a
novedosas formas empresariales a la vez que propone la asistencia social como contracara
simultánea de la desposesión. Por eso América latina: las rebeliones contra el neoliberalismo
en la región son el punto desde el cual rearmar la perspectiva crítica para conceptualizar el
neoliberalismo más allá de su lógica permisiva y difusa.
Poner el foco en los procesos de constitución material y espiritual de esas subjetividades. El
empresario de sí mismo es una de esas pragmáticas
Cuando se apela a la recuperación del estado se pretende separar abstractamente las
secuencias «liberalismo-mercado- economía» de «desarrollismo-estado-política», y suponer,
paso a paso, que lo segundo puede de por sí corregir y sustituir a lo primero. Pero este modo
de plantear las cosas conlleva ya el riesgo de una reposición inmediata y general de
relegitimación de un neoliberalismo «político», por falta de toda reflexión crítica sobre los
modos de articulación entre institución y competencia (entre liberalismo y neoliberalismo).
La renuncia a la singularidad en el diagnóstico trae como correlato políticas sin singularidad
alguna respecto del desafío actual.
QEUDE EN PAGINA 237 DEL PDF DE LA RAZON NEOLIBERAL DE GAGO

FRASES DE LA PONENCIA ORIGINAL RECORTADAS:


En “Micropolítica: cartografía del deseo” de Félix Guattari y Suely Rolnik, sostienen que:
“la producción molar de subjetividad se acompaña necesariamente de una mínima
negociación con los procesos moleculares [porque] Las máquinas productivas capitalísticas
funcionan mal o ni siquiera funcionan, si no existe esa captura de los miniprocesos de deseo,
de cierta libertad de singularización” (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:151).
En palabras de Bifo Berardi: “La subjetividad ya no es identificada del modo monolítico
propio de la ideología, de la política, de la pertenencia social, sino mediante toda una
microfísica de las necesidades, del imaginario, del deseo” (2007:51). Debido a esto, “las
luchas sociales son, al mismo tiempo, molares y moleculares” (Guattari, F. y Rolnik S.
2005:149), porque “Lo molecular, como proceso, puede nacer en lo macro. Lo molar puede
instaurarse en lo micro” (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:150). Y es justamente esta dialéctica
entre lo micro y lo macro lo que va a otorgarle al Neoliberalismo su compleja corporeidad,
porque:
“una de las grandes superioridades de la producción de subjetividad en los países
capitalistas: [es] ser capaz de realizar una cooptación permanente de los microvectores de
subjetivación singular a través de los medios de comunicación, a través de una serie de
sistemas muy complejos”. (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:151).

Esto es, el capitalismo se sustenta también a través del control de la producción de


subjetividad (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:162) y los dispositivos de esta producción
“pueden existir tanto a escala de megapolos como a la de los juegos de lenguaje de un
individuo” (Guattari, F. 1992:35). La cuestión micropolítica es la de cómo reproducimos (o
no) los modos de subjetivación dominantes (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:15). Por ende, el
planteo de los problemas debe realizarse tomando en cuenta esos dos planos.

En palabras de los autores:


“Tales mutaciones de la subjetividad no funcionan sólo en el registro de las ideologías, sino
en el propio corazón de los individuos, en su manera de percibir el mundo, de articularse con
el tejido urbano, con los procesos maquínicos del trabajo y con el orden social que soporta
esas fuerzas productivas.” (Guattari, F. y Rolnik S. 2005:40).

1) El progresivo desmantelamiento del fordismo en dirección al horizonte del


capitalismo postfordista. Este proceso obedece a una serie de redefiniciones y
transformaciones que poco a poco lograron alcance mundial. El escenario, a partir de la
década de los ´70 cambia profundamente: comienza la transición hacia un modelo
postfordista de producción donde predominan la automatización, informatización,
deslocalización y la tercerización de la economía, lo cual ha generado un desempleo masivo
debido a la notoria reducción de la cantidad de Trabajo Vivo que se necesita para la
valorización del Capital, combinando el uso generalizado de trabajadores/as interinxs, de
empleos temporales y una creciente flexibilización. Por consiguiente, han aumentado la
precarización de las condiciones de vida de los sectores populares; la fuerza laboral se
desestructura y se fragmenta en un archipiélago de figuras laborales atípicas para conseguir
fuentes de ingresos alternativos (De Giorgi, A. 2002:93). A su vez, ante el rechazo de la
“disciplina de la fábrica” y la crisis del fordismo, se elabora una respuesta capitalista: se
horizontaliza el ciclo productivo, haciendo de “la innovación y de la creación los
fundamentos del conjunto del proceso productivo”, y se pone el foco en los actos lingüísticos,
en interacciones simbólicas haciendo que la materia prima pase a ser la información, el saber,
la cultura, las relaciones sociales, el intelecto y sus capacidades inventivas, expresivas,
creativas y comunicativas. Es decir, toda una serie de habilidades y actitudes se
mercantilizan, devienen recurso productivo y este “trabajo inmaterial” o general intellect (del
cual ya hablaba Marx en los Grundrisse) pasa a constituir el núcleo de la productividad
postfordista (De Giorgi, A. 2002:100). Si bien como sostiene Virno (2003:111) “la actual
organización del trabajo es siempre en manchas de leopardo”, estas consideraciones son ya
el horizonte de nuestra existencia social.
Estas líneas tienden a erigirse como paradigma de la fuerza de trabajo actualmente, a lo cual
se suman condiciones de incertidumbre y de neoesclavismo como aspectos existenciales.
Mucho ha contribuido a ello la erosión profunda del Estado de Bienestar Keynesiano por
parte del asalto neoliberal y el advenimiento del Estado de Competencia.

1) Expuesto esto, también se produce la cristalización de una forma distintiva de Estado


destinada a promover las condiciones económicas y extraeconómicas consideradas
necesarias para el nuevo régimen de acumulación postfordista, con la pretensión a su vez de
desarrollar para tales fines nuevas técnicas de gobierno y gobernanza. Se trata del “Estado de
competencia”: El neoliberalismo ha producido un asalto en muchos aspectos, uno de ellos es
en el Estado social de bienestar y, por consiguiente, el pasaje a un “Estado de competencia”,
en donde cambia:
“la concepción de la acción pública… como efecto de la lógica de la competencia mundial.
Si el Estado es considerado un instrumento encargado de reformar y dirigir la sociedad para
ponerla al servicio de las empresas, debe plegarse él mismo a las reglas de eficacia de las
firmas privadas.” (Dardot, P. y Laval, C. 2013:276).

Según Bob Jessop, el rasgo característico de este nuevo tipo de Estado es “su autoimagen de
promotores proactivos de la competitividad en sus respectivos espacios económicos frente a
la cada vez más intensa competencia internacional (y también, regional, entre ciudades,
interregional e intrarregional) (2003:181). En otras palabras: “creación de condiciones
óptimas de revalorización para el capital internacional en la competencia interestatal”
(Hirsch, J. 1996:67), en claro correlato con el rediseño global del régimen de acumulación,
su modo de regulación y sus efectos en la socialización. A su vez, los Estados van perdiendo
el control sobre las economías nacionales y la necesidad de “innovación” se torna
fundamental. Lejos de quedarse reducida a una cuestión tecnológica, se extiende hasta el
cultivo y promoción de una cultura de empresa y de sujetos emprendedores (Jessop, B.
2003:185).

A PARTIR DE ACA ES OFF THE RECORD….

I. El Emprendedorismo del PRO: cambio cultural y gubernamentalidad neoliberal.


La relación entre producción de subjetividad y micropolítica se torna así en una clave
importante para comprender la reconstrucción del neoliberalismo pos 2001 en Argentina. Así
como al neoliberalismo se lo subestimó en base a imágenes coloquiales o definiciones de
manual, un fenómeno parecido pasó con el PRO y, quizás, sigue pasando. Lejos entonces
debemos ubicarnos de una imagen de Macri (propia de buena parte de la militancia
progresista) que lo presenta como un nene de papá, inútil y malcriado (Vommaro, G. Morresi,
S. y Belloti, A. 2015:21), porque no solo ganó el ballotage del 2015, cuando unos cuantos
meses antes no se avizoraba ni la posibilidad de que eso sucediera, sino porque también en
CABA, distrito donde nació, ganó todas las elecciones menos el ballotage de 2003. Por lo
tanto, se hace necesario comprender su relación con el electorado, sus enlaces con los
ciudadanos “de a píe”.
En tal sentido, el PRO en cuanto encarnación del proyecto neoliberal logra articular en el
sentido más amplio de su saber hacer gubernamental tanto la dimensión macropolítica como
micropolítica neoliberal. Es decir, el plan de ajuste macro-económico de la alianza
Cambiemos es articulado y sincronizado con este plano microfísico dado que se
retroalimentan. Más precisamente, el Macrismo tiene presente, con frases como el tan
mentado “cambio cultural”, que a la subjetividad la pueden moldear y están dispuesto a
trabajar pacientemente en ello.
Se trata, por cierto, de una nueva derecha pragmática y lejos estamos de su cenit como
construcción política. Capaz de albergar en su seno a viejos y nuevos políticos peronistas y
radicales (pero también desbordando esas identidades), expertos de distintas fundaciones y
ONG, cuadros empresariales, militantes territoriales y voluntarios, se basa en una concepción
de lo público que privilegia el usufructo de lo privado (Vommaro, G. Morresi, S. y Belloti,
A. 2015:23), por lo tanto, no implica directamente “menos Estado”, sino más bien una
reorientación de la intervención gubernamental absolutamente a favor del mercado. Como
bien explican Gabriel Vommaro y compañía en el libro “Mundo PRO”:
“Se podría definir como un partido pro mercado en tiempos de estatismo: no se siente fuera de su
tiempo, y reconoce en el Estado un papel de regulador necesario que acompaña al mercado. En
asuntos económicos, los recursos públicos se deben poner al servicio de la creatividad de los privados,
al crear oportunidades de desarrollo de negocios. En el ámbito sociocultural, los coagentes
privados… deben promover alianzas con el tercer sector.” (2015:23).

Ezequiel Adamovsky en su último libro “El cambio y la impostura”, se pregunta ¿hacia


dónde va el “cambio” tan repetido por esta formación política? Allí nos advierte que no puede
explicarse la victoria del Macrismo en 2015 solo por imposturas y operaciones mediáticas,
por más intensas que sean. Leyendo y haciendo máquina, toda una maquinaria cultural y
estética, del neoliberalismo “desde abajo” o rapante, buscan la restauración completa de la
gubernamentalidad neoliberal, es decir, se dieron una misión a sí mismos:
“restaurar el dominio total del empresariado sobre la política proveyéndolo de un partido propio,
pero tomando debida nota de que es preciso generar las condiciones políticas, culturales e ideológicas
para dotarlo de legitimidad y para hacerlo sustentable en el tiempo” (Adamovsky, E. 2017:183).

Lo cual es, entre otras cosas, reforzar o revitalizar el Estado de competencia propio de la
racionalidad neoliberal. Ahora bien, ese camino de restauración empresarial comenzó ya
desde su nacimiento, en CABA. En entrevista para Pagina 12, Gabriel Vommaro exponía
que:
“El PRO es el neoliberalismo después del neoliberalismo. Ha aprendido la lección que dejaron los
años 90 respecto de lo que no se debe hacer a la hora de aplicar reformas pro mercado. Para ellos,
uno de los principales roles del Estado es crear oportunidades de negocios.” (Pagina12.com.ar, 2017).

Crear oportunidades de negocio es básicamente abrir las puertas para el emprendimiento. Y


el Área metropolitana de Buenos Aires, sobre todo la Ciudad Autónoma donde Propuesta
Republicana es gestión desde el 2007, da cuenta de ello. Un ejemplo es que tanto las empresas
gacela como las de rápido crecimiento se concentran en su mayoría en esos lugares (Kantis,
H. 2014:11) y ello se encuentra en íntima conexión:
“con un ecosistema emprendedor más potente, como consecuencia de la existencia de una demanda
local más sofisticada, de una masa importante de graduados universitarios, de un perfil poblacional
más cosmopolita, con mayor peso de segmentos de clase media, más expuestos a modelos de rol
empresarial y con un poder de compra muy superior como consecuencia de un PIB per cápita bastante
más elevado que el del resto del país. A ello se suma, en el caso de la ciudad de Buenos Aires y en
menor medida algunas ciudades grandes del interior (Córdoba, Rosario, Santa Fe), la concentración
de instituciones de apoyo a emprendedores y, posiblemente, la implementación de programas
gubernamentales de fomento al desarrollo del emprendimiento ”. (Kantis, H. 2014:58).

Aparece así otro elemento fundamental para la lógica neoliberal y es la idea del
“emprendedor”. Y no es menor que el tan repetido “cambio cultural” por la mayoría de los
cuadros del PRO tenga como uno de sus elementos más fuertes a la idea de emprendedor. Y
esto es porque así como la producción de subjetividad o subjetivación neoliberal en su
“cocción” del sujeto emprendedor politiza y moldea las diferentes dimensiones de la
subjetividad en esa dirección, el “cambio cultural” que propicia el Macrismo encarna ese
trabajo y opera pacientemente y mediante una variedad importante de mecanismos y
dispositivos para realizar un cambio profundo en el sistema de valores de nuestra nación
(Adamovsky, E. 2017a:186) en donde, como bien expone Hernán Lombardi, se redefina la
relación entre los individuos, la sociedad y el Estado, la visión del pasado para proyectarnos
en el futuro, y se apuntale la cultura del esfuerzo (Adamovsky, E. 2017a:186).
El contenido del cambio cultural macrista es en gran medida profundizar la “cultura del
trabajo” entendida como un compromiso mayor con la productividad de la empresa,
“desacostumbrarse” a recibir subsidios y la desactivación del igualitarismo de la cultura
argentina. El oficialismo sabe perfectamente que “los valores actuales de la sociedad
argentina significan un obstáculo a las políticas a largo plazo que busca imponer”
(Adamovsky, E. 2017b:5). Pero a diferencia del menemismo, la intervención gubernamental
en este aspecto crucial no es un ataque frontal, más bien proponen “su propia visión de lo
colectivo, una que finge retomar y aceptar nuestros valores igualitaristas y solidarios, pero
solo para reintroducirlos en un marco diferente, que lo vacía de contenido.” (Adamovsky, E.
2017b:5). Allí el primer paso es reelaborar el “igualismo”, como lo califica el periodista
Majul, mediante el compromiso con la “igualdad de oportunidades”, lo cual “no implica vivir
en una comunidad de iguales, sin grandes abismos entre ricos y pobres, sino que todos gocen,
individualmente, de la posibilidad de escalar posiciones en la pirámide social.” (Adamovsky,
E. 2017b:5). Dicho de otra manera, que cada cual pueda desarrollarse durante su vida y llegar
a donde sus esfuerzos le permitan. Meritocracia combinada con un rol estatal “presente”,
lejos del “Estado mínimo” sino que genere las condiciones que permitan el desarrollo
individual. “El Estado en tu barrio” dicen algunos eslóganes.
El PRO apunta entonces a una idea de comunidad “descolectivizada”, es decir:
“sin estructuras que vinculen y protejan colectivamente a las personas, sin mecanismos que incluyan
a todas o que aten la suerte de cada uno a la de los demás. Y, sobre todo, sin rasgos culturales o
políticos distintivos. Sin otra vocación que la de dejar que el mercado organice la vida en conjunto.”
(Adamovsky, E. 2017a:193).

Y el sujeto de esa comunidad no es un homo oeconomicus simplemente individualista y


cínico, es el “emprendedor”. “Esa es la figura protagónica del cambio que el PRO viene a
proponer” (Adamovsky, E. 2017a:193). Ahora bien, la ideología del Emprendedorismo no
nace con el PRO, es parte desde hace tiempo, como vimos, de la razón neoliberal a nivel
mundial, pero su difusión masiva en argentina está intrínsecamente relacionada con el
nacimiento de esta fuerza política, a la vez que le imprime ciertas especificidades. Al margen
de ello, es crucial entender que viene atada a la flexibilización laboral o de los llamados
“empleos del futuro”, porque a quien queda desempleado se le ofrece como horizonte
convertirse en un “emprendedor”, “ser su propio patrón”. Y lejos está de ser neutral esta
propuesta.
En las páginas web del gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires1 la recurrencia a
esta palabra o a frases relacionadas a ella no es menor. Mercado laboral, poténciate,
innovación, emprendedores, creatividad, vecinos y muchas otras palabras aparecen a la hora
de rastrear las políticas públicas que está llevando en dicha ciudad. En nuestro paneo por las
políticas públicas de Emprendedorismo que se realizan en CABA de la mano del Macrismo,
constatamos que se trata de un complejo conglomerado de iniciativas gubernamentales
propias del “arte de gobernar” neoliberal que, en alianza con ONGs internacionales y
escuelas de negocios, apuntan a impulsar la libertad de emprender, que educan para formar
emprendedores, que difunden el “espíritu emprendedor” y que incluyen la realización y el
financiamiento de proyectos, programas específicos o eventos como el “Idear Soluciones
para Mejorar Vidas” (Iadb.org, 2017) y su sugestiva “Noche de Emprendimiento” junto a
Startups o compañías emergentes, los Hackathon o encuentros de emprendedores e
innovación pública, diferentes modalidades o programas de formación sobre
Emprendedorismo e inserción en el mercado laboral como la Academia Emprende y la Expo
Empleo Joven que incluyen hasta charlas motivacionales y de autoempresarialidad,
diferentes concursos como “Poténciate” y también otras iniciativas como “Estrategia Joven”
y la orientación vocacional que brinda el gobierno de la ciudad, en los cuales también subyace
el emprendimiento como forma de inserción pero ligado a una serie de ideas como la
capitalización, la cultura del trabajo, técnicas para conseguir un empleo o para tener una
buena entrevista. A todo esto, se le suman las áreas del gobierno que se crean o rediseñan
para fomentar el Emprendedorismo, como la Dirección General de Políticas de Juventud.
También encontramos los Centros Socio Educativos de Orientación (CSEO) ubicados en
distintas zonas la Ciudad de Buenos Aires. Todo este proceso se corona con la aprobación de
la Ley de Emprendedores bajo el lema de crear tu propia empresa en un día. Toda una
tecnología de gobierno al servicio de un “deseo de orden, de una determinada idea de
tranquilidad, de una imagen de felicidad, de un contundente avance de la vecinocracia, del
dominio de unas técnicas de la amabilidad, de la conformación de una férrea voluntad de
normalización” (Stulwarck, D. y otros. 2016:3). En última instancia, al servicio del “cambio
cultural” y en dirección hacia el “cambio de imaginarios y de sentido común, [en base a] el
emprendedurismo, la meritocracia y el individualismo que, en conjunto, muestran la
importancia que se le asigna a la lucha cultural para hacer posible esta hegemonía.” (García
Delgado, D. y Gradin, A. 2016: 51). Así, la política social comienza a ser repensada como
una cuestión de fomento del “Emprendedorismo social” (Adamovsky, E. 2017:194) y la
gubernamentalidad neoliberal como ampliación micropolítica de la razón neoliberal.

II. Conclusiones:
Entender al neoliberalismo como una verdadera racionalidad capaz de “hacer mundo”,
alterar la conformación del Estado, reconfigurar la gubernamentalidad y modular hasta lo
más íntimo de nuestra subjetividad constituye una herramienta importante para desmontar
ciertas definiciones de manual sobre el mismo, abonar a un debate más profundo sobre su
1
Ver http://www.buenosaires.gob.ar/
persistencia y evitar desmovilizaciones en un marco de correlaciones de fuerza desfavorables
para los sectores populares. Pero también para clarificar a que se enfrentan los subalternos,
porque el proyecto neoliberal que encarna el PRO es de un nuevo tipo, diferente al
neoliberalismo de los ´90 pero con el objetivo puesto en trastocar varias pautas culturales de
la Argentina que, a su criterio, obstaculizan la ampliación total y hegemónica de esa
racionalidad micropolítica de autoempresarialidad, capital de sí y de Emprendedorismo, en
última instancia, de un régimen de acumulación del Capital absolutamente incontestable. El
PRO es un partido diseñado para ganar y restaurar el dominio total del empresariado sobre
la política, por eso despliega en CABA toda una tecnología de gobierno al servicio de la
producción de subjetividad neoliberal y una férrea voluntad de normalización para fomentar
el “espíritu” emprendedor en todos los ámbitos de la existencia del sujeto. Y como gobierno
nacional, sigue ese mismo camino.

Bibliografía:
- Adamovsky, E. (2017a). “El cambio y la impostura. La derrota del kirchnerismo,
Macri y la ilusión PRO”. Editorial Planeta.
- Adamovsky, E. (2017b). “Del igualitarismo a la meritocracia”. Le Monde
diplomatique.
- Alemán, J. (2016). “Horizontes neoliberales en la subjetividad”. Grama.
- Berardi, F. (2007). “Generación Post-Alfa: patologías e imaginarios en el
semiocapitalismo”. Tinta limón.
- Berardi, F. (2003). “La fábrica de la infelicidad”. Traficantes de sueños.
- De Giorgi, A. (2006). “El gobierno de la excedencia. Postfordismo y control de la
multitud”. Traficantes de sueños.
- Gago, V. (2014). “La razón neoliberal. Economías barrocas y pragmática popular”.
Tinta limón.
- García Delgado, D. y Gradin, A. (2016). “Neoliberalismo tardío y desestructuración
del demo: El poder toma el poder”. Revista Académica Estado y Políticas Públicas.
Nº 7, Año IV, pp 49-68.
- Guattari, F. (1992). “Caosmosis”. Manantial.
- Guattari, F. y Rolnik, S. (2006). “Micropolítica: cartografía del deseo”. Vozes Ltda.
- Hirsch, J. (1996). “Globalización, Capital y Estado”. Universidad Autónoma
Metropolitana Xochimilico, División de Ciencias y Humanidades.
- Jessop, B. (2003). “El futuro del estado capitalista”. Catarata.
- Kantis, H. y Federico, J. (2014). “Dinámica empresarial y emprendimientos
dinámicos: ¿Contribuyen al empleo y la productividad? El caso argentino”. Banco
Interamericano de Desarrollo.
- Laval, C. y Dardot, P. (2009). “La Nueva Razón del Mundo”. Gedisa.
- Mezzadra, S. (2014). “La cocina de Marx”. Tinta limón.
- Stulwarck, D. y Otros. (2016). “Macri es la cultura”. Tinta limón
- Vommaro, G. Morresi, S. y Belloti Alejandro. (2015). “Mundo PRO. Anatomía de
un partido fabricado para ganar”. Editorial Planeta.
- Zangaro, B. M. (2011), “Subjetividad y trabajo. Una lectura foucaultiana del
management”. Herramienta.
Links:
- Iadb.org. (2017). BID - Se abre el registro para Idear Soluciones Argentina.
Recuperado de: http://www.iadb.org/es/noticias/anuncios/2016-09-21/se-abre-el-
registro-para-idear-soluciones-argentina,11562.html.
- Buenos Aires Ciudad - Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. (2017).
Recuperado de: http://www.buenosaires.gob.ar/.
- Pagina12.com.ar. (2017). Página/12: El país: Neoliberalismo después del
neoliberalismo. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-
267767-2015-03-10.html.
- Ranzani, O. (2017). El capitalismo actual, Macri y América latina en la visión de
Jorge Alemán | Página12. Recuperado de: https://www.pagina12.com.ar/32831-hay-
mucho-miedo-de-que-se-ponga-todo-mucho-peor-de-como-esta.
- Alemán, J. (2017). ¿Qué es la subjetivación neoliberal? Recuperado de:
https://www.pagina12.com.ar/42162-que-es-la-subjetivacion-neoliberal.

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