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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGOGÍCA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO
PROGRAMA DE DOCTORADO EN EDUCACIÓN
EXTENSIÒN ACADÉMICA MARACAIBO

ANALISIS CRÍTICO DEL PENSAMEINTO COMPLEJO.


PROGRAMA DOCTORADO EN EDUCACIÓN
SEGUNDA COHORTE

Trabajo presentado en la unidad curricular de Pensamiento Complejo

Autor: Carlos Guardiola


Hernando Guardo

Tutor: Silvia Ribot

Barranquilla, Marzo de 2019


CONTENIDO

INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 2

COMPLEJIDAD, CONOCIMIENTO Y REALIDAD .................................................................... 3

CORRIENTES TEÓRICAS QUE SUSTENTAN LA COMPLEJIDAD. ...................................... 6

LA TEORÍA DE SISTEMAS................................................................................................................... 6

TEORÍA CIBERNÉTICA ....................................................................................................................... 8

TEORÍA DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN. ........................................................................ 10

CONCLUSIONES ........................................................................................................................... 12

REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS ............................................................................................. 14


Introducción

El siguiente análisis es una mirada crítica del paradigma de la complejidad,


desde sus antecedentes, conceptualizaciones y corrientes teóricas fundamentadas en
el pensamiento complejo propuesto Edgar Morín. En las ideas expuestas por este
autor, se identifican fuertes tendencias que serán descritas a lo largo del abordaje
bibliográfico, estos constructos corresponden a las Teoría de la Información, la
Cibernética, la Teoría de Sistemas y el concepto de auto-organización.
Evidentemente, el autor consideró algunos paradigmas y pensamientos inmersos en el
problema de la organización del conocimiento, indicando además, la necesidad del
pensamiento complejo en las ciencias y el constructivismo de Piaget.
Aunado a lo anterior, se considera pertinente, para efectos del análisis en
mención, los aportes de la profesora e investigadora Paulette Barberousse
pensamiento complejo de Edgar Morin. Las ideas expuestas en su artículo,
permitieron avanzar en la reflexión de las principales posturas teóricas que sustentan
el pensamiento epistemológico de Morín, desde la discusión de los supuestos teóricos
actuales que se contraponen con los que le antecedieron. En este sentido, el debate
suscitado desde la reflexión del pensamiento moriniano permitió la resignificación de
bases epistémicas de los postulados pedagógicos vinculados al quehacer educativo y
académico.
De igual manera, se ha estimado conveniente los trabajos realizados por Juan
Carlos Moreno miembro de la Corporación para el Desarrollo Complexus quien
realizó un análisis fundamentado principalmente en el pensamiento complejo de
Morín. Los aportes del investigador tienen como base las fuentes, autores y corrientes
cuyo objeto de estudio estuvo centrado en la complejidad. El autor realiza un
recorrido histórico destacando los aportes de Bertalanffy en cuanto a la formulación
de la teoría sistemática, la complejidad en el pensamiento de Edgar Morin, el
concepto de cibernética Norbert Wiener y William Ashby, así como, las teorías de la
información y la comunicación.

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Complejidad, conocimiento y realidad

La cuestión de la complejidad, su origen y el tratamiento de la misma en la


actual época no obedeció a planteamientos científicos, según manifiesta Morín
(1994). Refiriere el mencionado que la ciencia de los siglos XIX y XX centraba su
esfuerzo en el establecimiento de leyes generales, identidades simples y cerradas,
eliminando de si la visión del mundo. Como resultado, del mundo de la literatura, en
franca oposición a las ciencias, logró sintetizar una visión que optó por priorizar las
singularidades asociadas a los contextos y tiempos.
En este orden de ideas, el autor manifiesta que para el abordaje de la
complejidad fue pertinente retomar el paradigma de la simplicidad, y por ende, los
principios rectores como, así por ejemplo, el principio de disyunción que permite
separación de lo que permanece ligado y el principio de reducción, que unifica lo
diverso o múltiple. De esta manera, “el conocimiento científico se daba por misión la
de develar la simplicidad escondida detrás de la aparente multiplicidad y el aparente
desorden de los fenómenos” (p. 56)
Sobre la base de sustentar la comprensión del conocimiento de la realidad, el
autor planteó algunas reflexiones sobre la organización del universo, tomando como
base explicativa los principios de la termodinámica y de cómo ésta tiende a la
entropía general, a pesar de, la evidente organización de las cosas que ocupaban ese
mismo universo. Más que una cuestión dicotómica entre organización de lo físico y
de lo viviente, el autor advierte que, orden y desorden son enemigos entre sí, y ambos
cooperan en la organización del universo. En este sentido, orden y desorden son
necesarios dentro de la complejidad para la organización del universo (ibid.). Al
respecto el autor manifiesta que:

La complejidad de la relación orden/desorden/organización surge,


entonces, cuando se constata empíricamente qué fenómenos
desordenados son necesarios en ciertas condiciones, en ciertos casos,
para la producción de fenómenos organizados, los cuales contribuyen al
incremento del orden. (p. 58)

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Por otro lado, al considerar las reflexiones de Barberousse (2008) sobre el
panorama que emerge debido a la irrupción del paradigma de la complejidad aunado
al pensamiento complejo de Morín, la autora explica la intencionalidad del escrito en
el que se cuestionan los fundamentos epistemológicos del conocimiento y el
aprendizaje. A lo lardo de las líneas discursivas, se identifica entre los propósitos la
intención reformista del pensamiento y los procesos educativos. La anterior premisa
considera que la educación debe estar en concordancia con las necesidades de
sociedad contemporánea. Dentro de este marco, los fundamentos de la ciencia y la
naturaleza del conocimiento son ampliamente cuestionados.
Es precisamente la naturaleza del conocimiento, la que permite el
establecimiento de relaciones entre la conclusión de saberes y los aprendizajes, ambas
vinculadas bajo un mismo marco de mediaciones pedagógicas. Estas mediaciones,
coadyuvan la transición del conocimiento que en principio se almacenaba en unas
voluminosas enciclopedias hasta alcázar la libertad y accesibilidad (conocimiento
libre), dado que, se encuentran diseminados a través de internet. Como resultado, la
concesión del pensamiento moderno ha implicado que la información sea considerada
como un insumo de valor o “fuente de poder”.
Por otra parte, la mencionada autora considera que la revolución científico –
tecnológica ha gestado cambios en la sociedad contemporánea: la mentalidad, la
preceptiva y los valores humanos. En este contexto, el binomio Dato (objetivo) –
Información (subjetivo) ha permitido el abordaje complejo dialéctico para facilitar la
comprensión. En este sentido, la inclusión del paradigma mecánico permitió un
abordaje sistémico destacando cuatro aspectos: información subjetiva, información
objetiva, proceso empírico (sensaciones-percepciones) y acciones sobre la
información. Al respecto, Morín (1994) refiere de los datos en la organización del
conocimiento lo siguiente:

Todo conocimiento opera mediante la selección de datos significativos y


rechazo de datos no significativos: separa (distingue o desarticula) y une
(asocia, identifica); jerarquiza (lo principal, lo secundario) y centraliza
(en función de un núcleo de nociones maestras). Estas operaciones, que
utilizan la lógica, son de hecho comandadas por principios

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«supralógicos» de organización del pensamiento o paradigmas,
principios ocultos que gobiernan nuestra visión de las cosas y del mundo
sin que tengamos conciencia de ello. (p. 14)

En igual sentido, considera Barberousse (2008) que las implicaciones asociadas


a la construcción de realidades y la apertura tecnológica de la virtualidad influyeron
en la “desmaterialización de los procesos mentales”, situación que implicó considerar
al conocimiento como fuente de poder. A su vez, la perspectiva ontológica sintetiza
esta visión en una triada “información‐energía‐materia” (p. 97). Aunado a lo anterior,
la mencionada autora indica que el concepto de sistema complejo participa en el
estudio de procesos y fenómenos de la realidad desde un “abordaje
estructural‐fenoménico y heurístico” (ibid.), situación que develó las interacciones
comunicativas y relacionales entre disciplinas, metodologías y lenguajes.
En relación con las implicaciones concluyentes expuestas por Morín (1994,
citado en Barberousse. 2008) a la luz del paradigma de la complejidad, estas se
caracterizaron por el abordaje no-lineal de la realidad teniendo en cuenta que, los
sistemas complejos no se permite analizarlos de manera fragmentada, sino, como un
todo dada la multiplicidad de sentidos.
Por otro lado, el sistema complejo no se debe considerar como un sistema
complicado, ya que, no depende de la capacidad de quien observa variables, por el
contrario, es dependiente de la “sensibilidad” del sistema. De otra parte, Pozo (2001,
citado en Barberousse, 2008), establece que las teorías científicas han permitido la
comprensión de la estructuración del conocimiento sujetos a variables como un
mecanismo explicativo que contribuye al acercamiento de la realidad no lineal desde
una perspectiva compleja utilizando nociones simplificadas.
Volviendo la mirada a los planteamientos de Morín (1994), fue posible
reconocer la existencia del avance científico y la reflexión filosófica logrados en el
siglo XVII. Este hecho fue mediado por la implementación del paradigma de la
simplificación al sostener como fundamento la desarticulación de la filosofía y la
ciencia. En compensación, se formularon principios de verdad al considerar ideas
“claras y distintas” ocasionando una disyunción entre ciencia y filosofía.

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El autor expone que el resultado de la disyunción generada dificultó el diálogo
entre la ciencia y la reflexión filosófica, aislando tres grandes campos del saber
científico: biología, física y las ciencias del hombre. Tal conocimiento pretendía
identificar la complejidad de los fenómenos utilizando como referente la medida y
cálculo, limitando la esencia de los fenómenos a través de proceso matematización y
formalización excesivos, simplificando la realidad a fórmulas y ecuaciones
matemáticas. Al final, este pensamiento simplificante no concibió la integración de lo
uno y lo múltiple, o por el contrario, concibe la unificación pero invisibiliza lo
diverso, aun mas, yuxtapone la diversidad sobre lo unitario, lo que en palabras de
Morín determina un estado de “inteligencia ciega”.

Corrientes teóricas que sustentan la complejidad.

La teoría de sistemas

A comienzos del siglo XX surge la perspectiva sistémica – cibernética en


respuesta a las falencias de las explicaciones teleológicas y mecanicistas gracias a los
aportes del biólogo Ludwig Von Bertalanffy considerado el fundador de la Teoría
General de Sistemas. Para Moreno (2002), el entendimiento de la teoría de sistemas
obliga a pensar de manera relacional, dado que, al tratar de comprender uno de sus
aspectos implica que la detención de determinado concepto depende de otros
elementos de la teoría.

Entender el enfoque sistémico tal como lo concibió Bertalanffy, incluso sin


obviar las adaptaciones sufridas en su recorrido histórico, de acuerdo al análisis
planteado por Agazzi (1996, citado en Moreno, 2002), implica retomar algunas
características esenciales como la unidad un sistema organizado, las relaciones
funcionales de la unidad, considerando sus funciones y las orientaciones al logro del
objetivo global, las propiedades constituyentes de sinergia organizada e interacciones
con el medio ambiente. El mismo autor sostiene que:

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El ejemplo más inmediato de sistema es el organismo vivo, y esto explica
por qué la teoría de sistemas se ha originado precisamente a partir de la
biología, revelando la insatisfacción conceptual frente a las reducciones
mecanicistas del ser vivo a un conjunto de partes, regida cada una de
ellas por sus propias leyes exclusivamente internas (de tipo físico o
químico). A partir de ahí, las categorías del planteamiento sistémico han
revelado una fecundidad insospechada igualmente en otros muchísimos
sectores. (p. 27)

En este orden de ideas, Morín (1994) sostiene que la Teoría de Sistemas y la


Cibernética comparten una zona común, aunque la primera posee un carácter
universal porque enmarca toda la realidad conocida, también delimita algunos
aspectos de la misma concibiéndola como sistemas. Además, destaca la virtud del
sistémico al considerar que comparte los mismos principios de la cibernética, al
considerar la noción de sistemas como el centro de la teoría vista como unidad
compleja, esquematiza una noción real y ambigua, por tanto, la unidad es
contemplada como una categoría a nivel trasdisciplinario.
Para ilustrar la perspectiva sistémica, Bertalanffy (1974, citado en Moreno,
2012) propone explicaciones que usualmente no eran integrables en la tradición
mecanicista como el “concepto de ser vivo como un todo, en contraposición con el
planteamiento analítico y aditivo; concepto dinámico, en contraposición al estático y
teórico mecanicista; y el concepto organismo como actividad primaria, en
contraposición al concepto de reactividad primaria” (p. 28).
En este sentido, la teorización de Rodríguez y Arnold (1991, citado por
Moreno. 2012) pretendía una transformación del paradigma en las ciencias,
cambiando del “reduccionismo cartesiano a la comprensión holística” (p. 29), para
soportar su teoría, utilizó como ejemplo a los seres vivos porque estos se
correspondían con sistemas abiertos, para lo cual promovió un modelo
trasdisciplinario para la comprensión de problemas de tipo biológico, no biológico,
social y cultural. Finalmente, el autor tipificó tres clases de sistemas: reales
(observación), conceptuales (lógica – matemáticas) y abstraídos
(conceptualizaciones).

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La concepción de sistemas abiertos expuestas por Bertalanffy (1974, citado en
Moreno. 2012) logró establecer categoría imperante al equilibrar el esquema
input/output, de este modo, los input son asimilados con las causas y los output con
los efectos lo cual permitió restaurar el modelo explicativo casual, y por ende, su
potencial revolucionario. La anterior sinergia, incrementó el auge de la teoría de
sistemas en casi todas las áreas y disciplinas. De esta manera, fue posible ampliar la
visión epistemológica de la ciencia trascendiendo el aspecto mecanicista hacia
explicaciones teleológicas y constructos problematizadores del conocimiento.
En concordancia con las ideas expuestas por Morín (1994) la noción del
sistema abierto tiene su origen en la termodinámica lo que permitió considerar una
cantidad variada de sistemas físicos y sistemas vivientes, abarcando el aspecto
material-energético y las formas organizacional-informacional. Estas razones
permitieron al autor derivar dos conclusiones, en la primera establecer un puente
entre la termodinámica y la ciencia de la vida, la segunda, se creará una nueva idea
totalmente opuesta a los principios físicos de equilibrio/desequilibrio. Mientras tanto,
consideró que el sistema cerrado permanece en estado de equilibrio, ya que, el
intercambio de materia y energía con lo externo permanece nulo.

Teoría cibernética

Autores como Wiener y Ashby establecen los principios de la cibernética. En


efecto, Morín reconoce que gracias a la teoría cibernética la complejidad alcanzó su
hito en el escenario de la ciencia logrando reconocimiento. En este contexto, Wiener
(1974, citado en Moreno. 2012) desarrolló el concepto de cibernética describiéndola
como “el campo interdisciplinario que aborda los problemas de la organización y los
procesos de control y transmisión de informaciones en las máquinas y en los
organismos vivos”. (p. 32).

Las ideas expuestas por Wiener permitieron generar esta teoría tomando como
fundamento en campo tecnológico y neurofisiológico. Al tratar de identificar cuáles
eran los principios que podían mejorar la automatización de una maquina como

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sucede en los seres vivos. Por otro lado, Ashby precisa que la cibernética es una
teoría de maquinas, y generalmente se piensa en objetos mecánicos. Si bien es cierto,
la cibernética se preocupa por estudiar los objetos, también considera como objeto de
estudio el conocer los modos de comportamiento de maquinas y de los organismos
vivos. (ibid.). En este sentido Moreno (2012) sostiene que:

“la cibernética estudia los modos de comportamiento de las máquinas y


de los organismos vivos, para lograr procesos cada vez más automáticos
en las máquinas, similares a los de los organismos vivos. Pero, en un
sentido más profundo, esos comportamientos automáticos podemos
entenderlos como procesos de cambio, y el objeto de estudio de la
cibernética es el cambio”. (p. 33)

Al profundizar en las conceptualizaciones de la cibernética, conviene trazar los


elementos categóricos que fundamentan esta disciplina. Volviendo una mirada a
Ashby (1997, citado en Moreno 2012), sostiene que el concepto fundamental de la
cibernética es la “diferencia” porque permite observar el cambio y a partir de los
ultimo establecer el control de los cambios. La apreciación emitida por Moreno en
relación a la teoría cibernética permite entenderla “como una “analítica del cambio”,
en el sentido de formalizar las condiciones y leyes generales del cambio, de tal
manera que puedan reproducirse en máquinas y algún día en organismos vivos” (p.
33)
Por otra parte, los conceptos de “causalidad circular” y de “retroalimentación”
aportan mayor estructuración explicativa a la teoría cibernética. Al respecto, Moreno
(2012) deduce que ambas categorías permiten “comprender cómo se dan los
comportamientos de automatización o de cambio. La causalidad circular es lo que se
da a nivel lógico en el fenómeno físico de la retroalimentación”. (pp. 33-34).
En la perspectiva planteada por Morín (1994), la causalidad está asociado al
concepto de auto-organización encontrándose en todos los niveles de organización
complejo objeto de transformaciones que imparten un giro hacia la auto-eco-
organización. En este sentido, Barberousse (2008) relata del pensamiento moriniano
como el principio de auto-eco-organización “ha fundamentado que los fenómenos no
deben ser concebidos aislados de sus entornos… sino que deben tener en cuenta una

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dialógica compleja de doble implicación entre la lógica interna del sistema y la lógica
externa de la situación o entorno”. (p. 104)
Sin lugar a dudas, la teoría cibernética imprimió rasgo capital al pensamiento de
Morín, como refiere Marcelo Pakman en el introductorio al pensamiento complejo de
Edgar Morín. El resultado del acercamiento al campo social y la aplicabilidad de la
disciplina cibernética, permitió estructurar un lenguaje que ayudó a fluir un
lineamiento teórico en el mundo físico, biológico y cultural; mediante la
resignificación de la categoría “información” en los ámbitos de la complejidad.
Avanzando en este análisis crítico del pensamiento complejo, y naturalmente,
de las corrientes, teorías y autores que retroalimentan las nociones de la complejidad,
nos permitimos establecer relación entre las teorías de sistema y cibernética
estableciendo vínculos en la “noción de información” en la manera que expresa
Morín (1994), al considerar la “información no como un ingrediente, sino como una
teoría que llama a un análisis preliminar autónomo”. (p. 26).

Teoría de la información y la comunicación.

Al encontrar la noción de la información en cibernética y en la Teoría de


Sistemas, Morín (1994) la ha considerados como una unidad de análisis autónomo,
que a la vez, se comporta como un núcleo problémico. La teoría se originó con
Hartley y posteriormente con autores como Shannon y Weawer. Se identifican por
una parte un aspecto comunicacional relativo a la trasmisión del mensaje y un
componente estadístico fundamentado en la probabilidad o “la improbabilidad de
aparición de tal o cual unidad elemental portadora de información, o binary digit, bit
(p. 27).
De acuerdo con los autores Shannon y Weaver (1981, citados por Moreno
2012) desarrollaron la “teoría matemática de la información”, ésta centro su interés de
estudio en analizar que tan eficaz era la unidad información estableciendo indicadores
cuantitativos teniendo en cuenta sistemas de transmisión, almacenamiento y
procesamiento de información. Al respecto el autor indica que:

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…esta teoría consideraba que, para producirse una comunicación, debían
tenerse en cuenta cinco elementos, organizados linealmente: fuente de
información, transmisor, canal de transmisión, receptor y destino. Más
tarde se cambió el nombre de estos cinco elementos para poder
especificar los componentes de otros modos de comunicación. La fuente
de información fue dividida en fuente y mensaje para acceder a un mayor
campo de aplicabilidad. Se consideraron entonces seis elementos: fuente,
encodificador, mensaje, canal, decodificador y receptor. (p. 35)

Como aporte al desarrollo del pensamiento complejo de Morín (1994), la


información se aplicó al campo de las telecomunicaciones, además, la velocidad de
la trasmisión del contenido informativo permitió en asocio con la cibernética,
configurar un sentido organizacional. El mismo autor reflexiona de su evolución en
lo concerniente a la Teoría de la Información, porque en principio había descubierto,
a partir de Brillouin, la posibilidad de definir físicamente el concepto de información,
sin embargo, “era una verdad parcial. La información debe ser definida de manera
físico-bioantropológica. La información tiene algo físico, indudablemente, pero no
aparece más que con el ser viviente.” (p. 97).
El problema según el mencionado autor, radica en la necesidad de diferenciar
entre información y conocimiento, dado que, las realidades para su abordaje son
diferentes, porque en principio, el conocimiento está sujeto a un marco organizador y
la información, se presenta bajo formas de unidades configuradas como bits. En
efecto, si la información declina su rango frente a la dinámica de la computación,
entonces, la manera como se extrae la información en el universo o de la
interpretación de la naturaleza, queda supeditada a la dimensión computacional. En
este sentido, Morín (1994) afirma que:

La información supone la computación viviente. Más aún, debo hacer la


precisión siguiente: la computación no se reduce, de ningún modo, al
tratamiento de la información. La computación viviente conlleva, para
mí, una dimensión no digital. La vida es una organización computacional
que conlleva una organización cognitiva indiferenciada en sí misma. Ese
conocimiento no se conoce a sí mismo. (p. 98)

Por lo que refiere al desarrollo de la teoría de la comunicación, la puesta en


escena de los trabajos realizados por Shannon y Weaver (1981, citados por Moreno.

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2012) tenían como objetivo controlar aspectos de la comunicación utilizando
elementos substanciales de las ciencias, especialmente, considerando la aplicabilidad
de principios del campo de la termodinámica. A pesar de este esfuerzo, “se limitó a
una lectura restringida de la comunicación como información y lineal porque estaba
centrada en los mensajes enviados de un punto a otro y en los resultados o posibles
influencias sobre emisor y receptor.” (p. 35).
En este orden de ideas, Moreno (2012) referencia a Heinz Von Foerster,
responsable de incorporar el concepto de “retroalimentación positiva de la
cibernética”, lo que permitió alcanzar mejores niveles de comprensión de las
comunicaciones interpersonales considerando su aspecto complejo, generándose así,
tránsito de la “concepción lineal de la teoría de la información a una circular”. (p. 35)

Conclusiones

El paradigma del pensamiento complejo formulado por Morín ha permitido


ampliar la visión científica en cuanto al acercamiento a la realidad al transformar la
naturaleza conocimiento. Puesto que el abordaje sistemático permitió la ruptura del
modelo mecanicista caracterizado por el binomio dato-información ampliando su
espectro y considerándolo como un complejo dialectico asociados a la información.
Gracias al pensamiento complejo, los esquemas actuales de de construcción de
realidades y la acogida de la virtualidad han trasformado la cosmovisión de la
sociedad del conocimiento, hecho que se ha consolidado la aparición de nuevos
lenguajes para reinterpretar la verdad.
La complejidad enseña que la realidad debe ser abordado desde diversas aristas,
entre el dialogo de saberes, disciplinas y metodologías. Que por medio del paradigma
complejo es posible analizar el fenómeno de la realidad utilizando la noción de
simplicidad hasta abarcar la estructura global, teniendo cuidado de no invisibilizar la
unidad o lo diverso. Por consiguiente, la construcción de conocimientos y
aprendizajes depende de las estructuras jerarquizadas de la realidad y de la manera en
que los subsistemas se intercomunican.

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Las posibilidades de aumentar el conocimiento en contenido y calidad, en la
perspectiva de la complejidad, ha permitido concebir la realidad como un sistema, a
través del cual la noción de sistema adquirió connotación compleja y totalizante,
inminentemente ambigua y transdiciplinaria. Este paradigma transforma la ciencia
provocando la asimilación de conceptos en las organizaciones vivientes por lo que se
conoce actualmente como sistemas autoorganizados.
La relación funcional y análoga entre maquinas y seres vivos, la comprensión
de los fenómenos físicos y la interacción entre lo viviente y el ambiente dieron lugar a
otro fundamento a la cibernética como una de las columnas del pensamiento
complejo de Morín. Es por esto que, el principio de auto-eco-organización permite
que el abordaje del fenómeno de estudio ligado al entorno y la relación dialógica
entre los sistemas. Finalmente, la complejidad y su aplicabilidad al campo de la
investigación consideran como primordial el lenguaje y la comunicación humana
como factores determinantes en la representación simbólica de la realidad.

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REFERENTES BIBLIOGRÁFICOS

Barberousse, P. (2008). Fundamentos teóricos del pensamiento complejo de Edgar


Morin. Revista Electrónica Educare, XII (2), 95-113. [Artículo en línea].
Disponible: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=194114586009
[Consulta: 2019. Marzo 02]

Moreno, J. C. (2012). Manual de iniciación pedagógica al pensamiento complejo. Un


marco para la complejidad. UNESCO. [Artículo en línea]. Disponible:
http://www.cubaeduca.cu/media/www.cubaeduca.cu/medias/pdf/

Morín, E. (1994). Introducción al pensamiento complejo. [Artículo en línea].


http://cursoenlineasincostoedgarmorin.org/images/descargables/Morin_Introducci
on_al_pensamiento_complejo.pdf. [Consulta: 2019. Marzo 05]
1360.pdf [Consulta: 2019. Marzo 15]

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