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De autonomía legislativa, administrativa y judicial, rigurosamente en el texto constitucional, y la

prueba jurídica de este carácter autónomo, además las competencias privativas que el
constituyente les otorgó, puede extraerse de una circunstancia significativa: la intervención
federal en los Estados-Miembros.

Michel Temer1 ve en la necesidad de previsión constitucional una afirmación de igualdad para que
la Unión pueda intervenir en los Estados miembros. Si fueran desiguales; si existiera la
subordinación de los Estados a la Unión, no se pensaría en una autorización constitucional
expresa.

El principio de la federación, tipo estructural del Estado brasileño, siempre debe estar presente,
sea cual sea la norma jurídica invocada e interpretada. Veremos, brevemente, la enorme
repercusión que determina en el plano de la actividad tributaria.

Además, están los Municipios, que también tienen personalidad política y gozan de autonomía. No
integran la Federación brasileña, compuesta por los Estados y la Unión, a pesar de la fórmula
literal del artículo 1°, encabezamiento, pero reciben dignidad constitucional, como se afirma en los
artículos 18, 29 y 30:

“Art. 18. La organización político-administrativa de la República Federativa


de Brasil comprende la Unión, los Estados, el Distrito Federal y los
Municipios, todos autónomos, en los términos de esta Constitución”.

……………………………………………………………………………………………………………………

“Art. 29. El municipio se regirá por ley orgánica, votada en dos turnos, con el
intersticio mínimo de diez días y aprobada por dos tercios de los miembros
de la Cámara Municipal, que la promulgará, una vez atendidos los principios
establecidos en esta Constitución, en la Constitución del respectivo Estado y
en los siguientes preceptos:

……………………………………………………………………………………………………………………

Art.30. Es competencia de los Municipios:

…………………………………………………………………………………………………………………..”

La mención del constituyente eleva a los Municipios y los asemeja a los Estados-Miembros y a la
Unión. No son entes menores o meras comunas subordinadas al control y a la supervisión de las
unidades federadas o incluso de la Unión. Son personas jurídicas de derecho constitucional
interno, dotadas de representación política propia, y que van a extraer competencias privativas de
la misma fuente de le que lo hacen las demás, esto es de la Ley Fundamental. Es en función de
este argumento que se presenta irracional hablar de niveles de gobierno para indicar las tres
personas constitucionales. Jurídicamente, ninguna se superpone a las demás, aunque en términos

1
Elementos, cit., p,77
Políticos o económicos podamos reconocer que la unión se vio beneficiada con un conjunto de
competencias mayor al de los Estados-Miembros y al de los Municipios.

Así, nutrido por la conjunción del principio federativo y del que consagra la autonomía municipal,
deriva el reconocimiento de la igualdad de las personas constitucionales como corolario inevitable
que se afirma con indestructible certeza en el contexto jurídico brasileño.

No podríamos dejar de referirnos explícitamente a la circunstancia de que el distrito Federal,


ahora dotado de representación propia, tanto en la Cámara como en el Senado de la República,
adquirió el carácter de autonomía política e ingreso en el terreno de la igualdad disfrutado por la
Unión, los Estados y los Municipios.

PRINCIPIO QUE AFIRMA EL DERECHO DE PROPIEDAD

Está inscrito en el artículo 5°, XXII y XXIV y es en este donde el constituyente asegura el derecho de
propiedad, salvo en el caso de expropiación por necesidad o utilidad pública o por interés social,
mediante previa y justa indemnización en dinero.

Alojado en la base de todas las situaciones materiales que sufren el impacto tributario, el derecho
de propiedad es una preocupación constante del legislador en el desempeño de la tarea legislativa
que requiere la continua vigilancia de los ciudadanos, para que, efectivamente, se vea
salvaguardado en conformidad con la protección constitucional.

PRINCIPIO DE LIBERTAD DE TRABAJO.

“Es libre de cualquier trabajo, oficio o profesión, atendidas la cualificación profesional que la Ley
establezca”. Así es como se establece en la redacción del artículo 5°, XIII.

Las leyes sobre tributo no pueden impedir el libre ejercicio del trabajo, al que tiene derecho el
ciudadano brasileño. Como se tutela en el plano de la constitución, es otro límite que constriñe las
iniciativas legislativas en materia tributaria.

PRINCIPIO QUE REALZA EL DERECHO DE PETICIÓN

El sagrado derecho de petición fue objeto de explícito registro por parte del legislador
constitucional brasileño, justamente en las letras ay b del inciso XXXIV del artículo 5°. La letra a del
inciso XXXIV alude a la interposición de la solicitud para la defensa de derechos o en contra de la
ilegalidad o del abuso de poder. Por su parte la letra b del mismo inciso se remite a la solicitud de
la expedición de certificados para la defensa de derechos y aclaración de la situación personal.

El derecho de petición es una de las más genuinas prerrogativas de un Estado de Derecho,


cualquiera puede ejercerlo.
PRINCIPIO DE SUPREMACÍA DEL INTERÉS PÚBLICO SOBRE EL PARTICULAR

Directriz implícita, pero de fuerte y profundo poder de penetración en todas las reglas de derecho
público, exalta la superioridad de los intereses colectivos sobre los del individuo, como
instrumento valioso y para coordinar las actividades sociales, en un ambiente de orden y respeto a
los derechos de todos los súbditos. Es uno de los postulados esenciales para comprender el
régimen jurídico-administrativo y está presente en partes importantísimas del Derecho Tributario.

PRINCIPIO DE INDISPONIBILIDAD DE LOS INTERESES PÚBLICOS

Como el anterior, está implícito, forma con él las dos grandes columnas del Derecho
Administrativo. Los intereses públicos son inapropiables. El titular del órgano administrativo
encargado de representarlos no tiene poder de disposición, por lo que debe gestionarlos en la más
estricta conformidad con lo que preceptúa la Ley. La disponibilidad de los intereses públicos se
mantiene de manera permanente en el ámbito del Estado, que la maneja de modo soberano y
ejercita su función legislativa. Corolario de este principio, en el terreno de los tributos, es la
necesidad absoluta de la ley, en cualquier circunstancia en la que á administrador tributario le
corresponda remitir deudas, celebrar transacciones, efectuar compensaciones o lidiar, de algún
modo, con la titularidad de bienes o intereses del Erario Público.

PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES TRIBUTARIOS

Además de los principios generales que hemos expuesto, el ejercicio del poder tributario, en
Brasil, se halla sometido a una serie de máximas constitucionales, especialmente dirigidas a este
sector. Son los principios constitucionales tributarios, en su mayoría explícitos, que la legislación
infra constitucional debe acatar en toda su amplitud. Emprendemos aquí su estudio con sucintas
consideraciones, sin el ánimo de realizar un enunciado exhaustivo.

PRINCIPIO DE ESTRICTA LEGALIDAD

Sabemos de la existencia genérica del principio de legalidad, recogido en el mandamiento del


artículo 5°, II, de la Constitución. Para el Derecho Tributario, sin embargo, aquel imperativo gana
un aspecto más severo, como se nota en la redacción del artículo 150, I: Sin perjuicio de otras
garantías que se aseguren a favor del contribuyente, se prohíbe a la Unión, a los Estados, al
Distrito Federal y a los Municipios: I — exigir o aumentar tributos sin una ley que así lo establezca.

En otras palabras, cualquiera de las personas políticas de derecho constitucional interno sólo
podrá instituir tributos, esto es, describir la regla matriz de incidencia, o aumentar los existentes
incrementando la base de cálculo o el tipo de gravamen (alícuota), mediante la expedición de una
ley.

El vehículo introductor de la regla tributaria en el ordenamiento ha de ser siempre la ley (sentido


lato), aunque el principio de estricta legalidad va más allá y establece la necesidad de que la ley
adventicia traiga en su cuerpo los elementos descriptores del hecho jurídico y los datos que
prescriben la relación obligacional. Este plus caracteriza la tipicidad tributaria, que algunos autores
toman como otro postulado imprescindible del subsistema que nos ocupamos, pero que puede,
perfectamente, tenerse como una consecuencia inmediata del principio de estricta legalidad.

PRINCIPIO DE ANTERIORIDAD

Todavía se mantiene el hábito de mencionar el principio de anualidad, en lugar del de


anterioridad, lo que, en honor al rigor, genera un error evitable. El primero (anualidad) ya no
existe en el derecho positivo brasileño, de tal suerte que una ley que instituya o incremente
tributos puede aplicarse el siguiente año, aunque no haya una específica autorización
presupuestaria. Para ello, basta con que el texto legislativo se publique en el tiempo que antecede
al inicio del ejercicio financiero en el que se pretenda efectuar el cobro de la exacción creada o
aumentada.

Sigue siendo válida en el sistema la prescripción del artículo 165, 5° y 8°, que determina la
obligatoriedad de incluir todos los ingresos en el presupuesto anual. Su inobservancia, sin
embargo, ya no inhibe la posibilidad de exigir el gravamen siempre y cuando se obedezca la
anterioridad que fija el artículo 150, III, b: Sin perjuicio de otras garantías que se aseguren a favor
del contribuyente, se prohíbe a la Unión, a los Estados, al Distrito Federal y a los Municipios, (...) —
exigir tributos, (...) b en el mismo ejercicio financiero en el que se haya publicado la ley que los
instituyo o aumento.

Según el principio de anterioridad, la vigencia de la ley que instituye o aumenta un tributo debe
diferirse para el año siguiente al de su publicación, momento en el que el acto se introduce en el
contexto comunicacional del derecho.

Sólo se exceptúan de esta regla las situaciones expresamente indicadas en el Texto Constitucional,
en el artículo 150, 1°(II,IE,IPI,IOF e impuesto extraordinario), además del préstamo forzoso creado
para los supuestos de calamidad pública o guerra externa (art. 148, I). Distinta también es la
anterioridad de las contribuciones destinadas a financiar la seguridad social que se enumeran en el
artículo 195° de la Constitución de la República, las cuales pueden exigirse una vez transcurridos
no noventa días desde la fecha de su publicación o aumento, con independencia de que se trate
de un nuevo ejercicio financiero.

PRINCIPIO DE ANTERIORIDAD NONAGÉSIMAL O NOVENTAVO

La anterioridad, sobre la que acabamos de discurrir, tiene como objetivo implementar el supra
principio de seguridad jurídica, de modo que el contribuyente no se vea sorprendido con una
exigencia tributaria inesperada. La experiencia brasileña, entre tanto, demostró la incapacidad de
este principio, por sí solo, de resguardar a los administrados contra las actuatciones fiscales
adoptadas al final del ejercicio financiero. Ésta es la razón por la que el constituyente derivado, por
medio de la Enmienda Constitucional n° 42, de 19 de diciembre de 2003, añadió la letra c al inciso
III del artículo 150° de la Constitución, en el que prescribe que se prohíbe a la Unión, a los Estados,
al Distrito Federal y a los Municipios «exigir tributos antes de que hayan transcurrido noventa días
desde la fecha de publicación de la ley que los instituyo o aumentó, observado lo dispuesto en la
letra b».

Se trata de un nuevo requisito que se acumula al principio de anterioridad, ya existente. Un tributo


recién instituido o aumentado sólo es exigible en el ejercicio financiero siguiente y una vez que
hayan pasado noventa días

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