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(RE)VISITAR COPACABANA

Historia del Célebre


Santuario de Nuestra Señora
de Copacabana y sus Milagros,
e Invención de la Cruz de Carabuco
Alonso Ramos Gavilán
Hans van den Berg y Andrés Eichmann, eds.
Sucre: Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
2015

Ha llamado la atención Josep M. Barnadas sobre la atención que se ha empezado a prestar a


los picos más aparatosos y suculentos del iceberg de las letras virreinales en Bolivia. Este
es el caso de lo sucedido con la reedición de la Historia de Alonso Ramos Gavilán, en
manos de Hans van den Berg y Andrés Eichmann.
En la portada del libro, la imagen de la Virgen de Copacabana, tan cara al mundo católico
de los siglos virreinales y actuales, sostiene una mirada de pupilas amplias en la misma
dirección que la del Niño que lleva en brazos: hacia abajo, hacia los fieles que se acercan,
la llaman mamita y le rezan. Esa mirada, pues, no será gratuita a la obra de Ramos Gavilán,
puesto que entre sus preocupaciones está que los peregrinos mediten en el Santuario los
misterios de la vida de la Virgen, “pues toda ella será de grande edificación” (472). Gran
pretensión la del autor, ¿y qué dirán, entonces, los críticos, ante semejantes intenciones?
Hans van den Berg divide su introducción en dos partes: una primera dedicada a la vida de
Alonso Ramos Gavilán y una segunda volcada en la obra. El crítico comienza su repaso por
la vida del autor con su nacimiento en Huamanga allende el 1570, desde el estado de la
cuestión existente y desde ciertos indicios autobiográficos provenientes de la pluma de
Ramos Gavilán: trabajo crítico que, además de constatar el gran valor literario de la
Historia, demuestra el nivel académico de la edición que aquí se reseña.
Para hablar del proceso escritural, Van den Berg explica cómo Ramos Gavilán hace suyos
los modos para llegar al conocimiento (enunciados por el teólogo medieval Ricardo de San
Víctor), en función de la elaboración de su obra: la experiencia, el razonamiento y la fe. Y
habla también de cómo el autor recurre a testimonios escritos y orales sobre Copacabana
para la escritura de su Historia. En cuanto al contenido, el crítico describe estructuralmente
la parte más histórica, con la presencia de los incas en la región de Copacabana y las islas
del lago Titicaca que se encuentran frente a esta región de la provincia Omasuyo (en la
primera parte), el entallado de la imagen de la Virgen de Copacabana por el indio Francisco
Tito Yupanqui y los milagros de la Virgen (en la segunda parte). Lo mismo hace con la
“instrucción” que Ramos Gavilán escribe para el rezo de una novena que oriente a los
peregrinos que llegaren “al Santuario de Copacabana para encomendarse a la Virgen y
solicitar sus favores” (59), en la tercera parte.
La introducción culmina llamando la atención sobre las digresiones en la Historia, ochenta
en total, en las que los dos temas mayormente expuestos son la demonología y la
mariología de Ramos Gavilán, que estarían estrechamente relacionadas y revelarían el
pensamiento fundamental que ha guiado al autor en la escritura de su obra. Al exponer esto,
Hans van den Berg, además de posicionar el texto entre aquellos valiosos para la historia,
también lo posiciona entre los textos capitales de nuestra literatura: un texto donde el
contenido se transmite con recursos netamente literarios (la Virgen como diamante, el
demonio como imán, por ejemplo).
Andrés Eichmann, por su parte, dedica su estudio a las seis piezas en verso que acompañan,
a modo de paratexto, la Historia de Ramos Gavilán. El crítico repasa los diversos motivos
presentes en los poemas, como ciertas figuras de la poesía religiosa (la designación de
María como “paloma”, en referencia a la amada del Canticum canticorum, o la figura del
árbol de la vida, que se identifica con el “árbol” de la Cruz, donde Jesucristo llevara a cabo
la redención del hombre), identificándolos con su significación vigente en la poesía de su
época, con lo que demuestra también la estrecha relación de esta poesía con los motivos
poéticos vigentes tanto en América como en la Península Ibérica. Por otro lado, el hacer un
repaso de la estructura métrica, Eichmann hace hincapié en la adscripción de las dos
canciones presentes (la de un “devoto peregrino” y la de “un religioso de la Compañía de
Jesús”) a la moda de “los versos plurimembres en el remate de estancia” (71) y, al llamar la
atención sobre irregularidades en la primera canción, soluciona una de ellas al añadir una
muy bien lograda restitución suya de un verso presuntamente eliminado por el cajista:
“mirada de una parte es toda verde”.
Eichmann culmina su estudio afirmando “la llegada de versos pulidos y, en algunos casos,
verdaderos aciertos poéticos” (79) a la obra de Ramos Gavilán. Argumentado el texto, no
queda al crítico más que admitir lo que demostrado está: la calidad de nuestros siempre
mentados y pocas veces bien ponderados poetas virreinales.
Con una preocupación grande por la transmisión de las palabras del autor, Hans van den
Berg y Andrés Eichmann han logrado una edición de la Historia que cumple con las
exigencias académicas que el propio Ramos Gavilán se merece: estudios introductorios que
nos dan un panorama bien logrado de la obra, más de mil pies de página que nos sitúan en
el contexto histórico y literario de la época, e índices de los textos bíblicos presentes, los
nombres, topónimos y etnónimos, tecnicismos y autores citados por Ramos Gavilán. Bien
pudieran decir los editores lo mismo que él escribiera en su prólogo al lector: “No hubiera
yo emprendido asumpto tamaño, si la obediencia no hubiera animado mi cortedad” (105).
Juan P. Vargas

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