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Voces: DELITOS DE LESA HUMANIDAD ~ TERRORISMO ~ DELITO ~ DERECHO INTERNACIONAL

PUBLICO ~ TIPICIDAD ~ DERECHO PENAL INTERNACIONAL ~ PROCESO DE REORGANIZACION


NACIONAL ~ ESTATUTO DE ROMA DE LA CORTE PENAL INTERNACIONAL
Título: Crimen de lesa humanidad y su ámbito de aplicación
Autor: Arce Aggeo, Miguel Ángel
Publicado en: LA LEY 20/03/2008, 20/03/2008, 1 - LA LEY2008-B, 1060
Cita Online: AR/DOC/429/2008
Sumario: SUMARIO: I. Planteo de la hipótesis. - II. Concepto de crimen contra la humanidad. - III.
Características y consecuencias jurídicas diferenciales de los crímenes de Lesa Humanidad. - IV. El
terrorismo en Latinoamérica y la Argentina. - V. La creación de un terrorismo diferenciado para
garantizar la impunidad del poder irracional. - VI. Estatuto de Roma. - VII. Conclusiones.
I. Planteo de la hipótesis
El presente estudio tiene como finalidad llegar a una conclusión válida con relación al problema de la
tipificación de los comportamientos criminales desarrollados en Argentina y otros países, que por su gravedad,
entidad, modalidad sistemática, capacidad operativa, finalidad política pueden ser incluidos como delitos de lesa
humanidad con la correspondiente cualidad que dicha clasificación implica, aun no habiéndose cometido estos
delitos desde el ejercicio del poder del gobierno de un Estado. Mas concretamente haremos referencia a la
posibilidad de la existencia de crímenes de lesa humanidad cometidos por particulares de manera organizado
pero fuera del aparato de poder estatal. Es posible que en algunas circunstancias un determinado Estado o País,
preste su colaboración o de alguna manera fomente o instigue a estos grupos terroristas (1) para la consecución
de los actos criminales, pero no es el Estado en sí el aparato al cual pertenecen directamente estos individuos o
grupos, sino que ellos de manera autorreferente configuran y generan grupos de acción propios que poseen
operatividad para actuar de manera autónoma.
Estos delitos por su modalidad pueden ser individualizados como actos de terrorismo pero son
desarrollados, como advertimos, desde fuera del sistema de poder estatal, en general responden a ideologías
diversas entre las que cabe destacar dos grandes grupos que a nuestro criterio integran las vertientes terroristas
más significativas, estas son; la lucha armada revolucionaria y el denominado terrorismo fundamentalista. Este
último tiene sus orígenes modernos en la revolución Libia en el año 1969 donde se despoja por parte de un
grupo revolucionario militarmente organizado al rey Idris I del poder demostrando, a partir de allí, de manera
trágica su operatividad militar creciente que llega a su máxima expresión a nuestro criterio, a principios de este
siglo con el atentado a las "Twin Towers" en la ciudad de Nueva York que se realiza por medio de un ataque
con aviones comerciales previamente secuestrados el 11 de septiembre de 2001 (2). Por supuesto que existen
formas intermedias que pueden individualizarse con relación al sostén ideológico de las organizaciones, pero en
cuanto a su operatividad, organización y modalidad de ataque todas reúnen características similares que permite
distinguirlas con el concepto de organizaciones terroristas.
II. Concepto de crimen contra la humanidad
Se denominan crímenes contra la humanidad a aquellos comportamientos delictivos que por su gravedad se
constituyen como lesivos de la propia esencia de lo humano, y se pueden definir como la representación más
intensa del rechazo por el otro como legítimo otro en la convivencia con uno; por este motivo implican la
demostración más clara de la destrucción de lo que debe concebirse como sistema social humano (3). Un sistema
social humano puede definirse como una red de interacciones comunicativas donde los individuos pueden
realizarse en aquél como lo que son, es decir, humanos (4). Siendo la característica principal de la realización de
lo humano la posibilidad de disfrutar de la vida y por lo tanto de la libertad, todo comportamiento que implique
un ataque a este estado implicará siempre la destrucción de todo sistema social humano, convirtiendo a dicho
sistema social en un sistema desvirtuado que no puede garantizar ni permitir la realización del fenómeno social
humano. Suele hablarse reiteradamente del concepto de "humanidad", pero a nuestro criterio el mismo no
resulta definido claramente si no es a través de la antropología, pues que la humanidad describa la aceptación
integral del fenómeno humano en su máxima expresión implica también el reconocimiento de que estos lazos de
comunicación emergen de la propia biología de lo humano. En este sentido: "La historia del mundo, como se
dice, la historia universal, ha abierto nuevas vías al pensamiento y ha enriquecido nuestra lengua con una
palabra que jamás pronunciaron Sócrates, Platón, ni Aristóteles: la Humanidad. Donde los griegos veían
bárbaros, nosotros vemos hermanos; donde los griegos veían héroes y semidioses, nosotros vemos nuestros
antepasados, donde los griegos en fin, veían naciones nosotros vemos hombres que trabajan y sufren, que
estaban separados por océanos, divididos por el lenguaje Y desunidos por odios nacionales; pero que, sin
embargo obedientes a un divino impulso, tienden cada vez más al cumplimiento de un impenetrable designio, en
vista del cual ha sido creado el mundo, y puesto en él el hombre, hecho a imagen de Dios"(5).
Ahora bien, más específicamente desde la herramienta del sistema jurídico que se implementa para reforzar
la distinción de humanidad a la que hicimos mención, puede sostenerse que a partir del establecimiento por el
denominado Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (6) se denomina crimen contra la humanidad a las
conductas tipificadas como; asesinato, exterminio, deportación o desplazamiento forzoso, encarcelación, tortura,

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violación, prostitución forzada, esterilización forzada, persecución por motivos políticos, religiosos,
ideológicos, raciales, étnicos u otros definidos expresamente, desaparición forzada de personas o cualesquiera
actos inhumanos que causen graves sufrimientos o atenten contra la salud mental o física de quien los sufre,
siempre que dichas conductas se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una
población civil y con conocimiento de dicho ataque (7).
De acuerdo a esta introducción la definición esquemática de lo que debe entenderse por delito de lesa
humanidad desde la perspectiva del derecho criminal es la siguiente;
Sujeto activo: los crímenes pueden ser realizados por particulares, con o sin la aquiescencia del Estado, o
por funcionarios del mismo. En este último caso, el cargo de la persona será irrelevante para exculpar al sujeto o
disminuir la pena. El terrorismo ejercido por organizaciones sin poder estatal u el terrorismo de Estado pueden
incluirse dentro del ámbito de aplicación de los denominados crímenes contra la humanidad, pues no es el
espacio de ejercicio operativo desde donde el crimen se comete el que le brinda su tipificación, sino por el
contrario, sus especiales características que lo definen como lesivos de la misma organización del sistema
social. Por supuesto que dicha lesión escapa a la definición que se aplica para el delito común, pues en el crimen
contra la humanidad la característica principal radica en la gravedad de dicha lesión, la pluralidad de las
víctimas atacadas y la sistematicidad de las operaciones, elemento este último que requiere de la configuración
de una organización criminal con una compleja división funcional (8).
Sujeto pasivo: debe tratarse de un ataque contra la población civil, dentro de la cual se incluyen por razones
obvias víctimas militares, políticos o cualquier individuo vinculado a las fuerzas de seguridad en tanto no se
encuentren en estado operativo al momento del hecho. No excluye la comisión de la figura el hecho de que las
víctimas sean civiles y dicha consecuencia sea derivada de un conflicto armado en donde se hayan violado las
leyes de guerra. Pues la ejecución de crímenes en el ámbito de un conflicto armado no implica la exclusión del
ataque a la humanidad, si la modalidad y sistematicidad de aquellos así lo comunican.
Acción típica: No sólo se refiere a ataques militares: puede producirse tanto en tiempo de guerra como en
tiempo de paz. El ataque tiene que ser generalizado o sistemático, por lo que los actos aislados o cometidos al
azar no pueden ser considerados incluidos en esta tipificación. Es decir, se entiende por sistematizados aquellos
ataques que sean la consecución de una planificación de operaciones dispuestas de manera organizada para
obtener los fines políticos del Estado u Organización terrorista.
III. Características y consecuencias jurídicas diferenciales de los crímenes de Lesa Humanidad
La característica principal de los delitos de lesa humanidad es que son sumamente destructivos para con la
organización del sistema social donde se materializan y su carácter diferencial en relación a su selectividad en el
sistema penal radica en que desde el ámbito judicial se ha generado un camino jurisprudencial que tiende, en
breve síntesis, a dejar sin efecto, en los casos en donde se investigan hechos constitutivos de delitos de lesa
humanidad, principios constitucionales básicos que hacen al derecho de defensa del imputado y al debido
proceso penal (9).
Entre otras características estos delitos poseen las siguientes:
a- Organización política autorreferente que posee como finalidad la instauración de una determinada
ideología, política, religión o pensamiento a partir de la ejecución de actividades organizadas a través de ataques
terroristas, generalmente contra la población civil, o militar fuera de sus funciones específicas.
b- La sistematización de los ataques que implica una estructura operativa de carácter militar, lo que implica
la distribución de ámbitos funcionales bien definidos y la división en estamentos jerárquicos que permiten el
ejercicio del mando en los ataques contra la población.
c- La finalidad de los grupos operativos, sea que éstos constituyan el gobierno de un Estado o una
organización criminal terrorista, que es imponer un determinado pensamiento u ideología por fuera de las vías
institucionalizadas para dicho propósito.
Resulta importante recalcar que estas características no agotan ni son taxativas para definir estos crímenes a
partir de la vigencia del Estatuto de Roma, pues el mismo, de manera muy certera y loable, extiende además el
ámbito de aplicación de estos crímenes a aquellos que impliquen un grave sufrimiento para la población que los
padece obviamente de manera general.
La tendencia jurisprudencial en tal sentido se ha evidenciado por la desatención o inoperatividad de las
reglas de la prescripción de la acción y de la pena cuando el hecho sobre los cuales debería aplicarse son delitos
de estas características (10). Por otro lado, la facultad presidencial de indultar a condenados por delitos no podría
ejercerse o tendría como límite los delitos de lesa humanidad; en definitiva el argumento que respalda esta
decisión radica en que la facultad del presidente no sería absoluta y general sino relativa y particular, pues el
indulto a condenados y procesados por estos delitos tan graves implicaría de alguna manera establecer por una
decisión unipersonal la posibilidad generar un estado de impunidad por la comisión de delitos que la misma
constitución y tratados con jerarquía constitucional que ordena perseguir y reprimir mas allá de los tiempos y
territorio de comisión.

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Por este motivo la Constitución no podría facultar la posibilidad de permitir lo que claramente ordena
reprimir y perseguir tan claramente. Tampoco estos delitos podrían ser perdonados o condonados por una
decisión del Poder Legislativo, es decir este poder no puede operar a favor de la impunidad, por los simples
argumentos antes expresados, ni aplicar leyes ni decisiones de perdón o amnistía (11). Es decir que dichas leyes
de perdón son inconstitucionales y, además, y esto debe considerarse de manera muy importante, ningún
pronunciamiento judicial basado en estas leyes podrían motivar la exclusión irrestricta de su revisión oponiendo
para dicha actividad persecutoria los institutos procesales de la cosa juzgada y el non bis in idem. Es decir que
el principio universal que resulta ser prácticamente un patrón de referencia del derecho penal liberal conocido
como "cosa juzgada" también por vía jurisprudencial ha sido cuestionado o limitado en casos en que se debe
resolver la prosecución de causas donde se investigan delitos de lesa humanidad.
Como puede observarse, la prosecución de las causas o investigaciones que se desarrollan con relación a los
delitos de lesa humanidad siguen un patrón común y bastante simple desde el punto de vista jurídico, y este lo
caracteriza cualitativamente como el impulso de un "tren sin freno" que nada puede detener su marcha, ni
siquiera los logros limitativos del poder punitivo estatal desarrollado durante cientos de años. A nuestro criterio
el comienzo de un sistema autorreferencial de derecho de calidad especial emergente de los delitos de lesa
humanidad tiene su origen en los graves crímenes cometidos durante el transcurso de la Primera Guerra
Mundial y en especial los atroces hechos cometidos durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, donde
cabe destacar los bombardeos terroristas sobre la población civil y los ataques a la población civil de los países
conquistados. Entre estos comportamientos no puede negarse un alto grado de selectividad orientado por los
Estados vencedores contra los responsables del Estado alemán liderado por el Nacionalsocialismo (12).
Sin dudas los crímenes cometidos por las tropas de ocupación del Estado nacionalsocialista, en especial las
tropas de las SS, y la policía nazi, GESTAPO, resultan ser los de mayor contenido criminal, ello toda vez que se
ha estructurado un sistema homicida industrial que tenía como fin, según sus mismos ejecutores, la destrucción
de las "razas inferiores" en Europa, en especial como es sabido se ha destacado en este sentido la eliminación
sistemática de aproximadamente seis millones de personas de condición judía. El proceso de exterminio
evidenció una sistematización nunca antes vista y ésta tuvo su origen en la lentitud que implicaba para los
ejecutores la utilización como método homicida del fusilamiento sistemático para lo cual se entrenaron grupos
especiales móviles de matanza, einsatz. A efectos de acelerar el proceso, no conformes con los resultados
obtenidos, se llega al estadio final del mecanismo homicida por medio de la más aberrante puesta en marcha
criminal de la historia de la humanidad, el exterminio industrial en masa, por medio de la construcción de
establecimientos especiales para tal horrible actividad (13). Para dar una idea de la dimensión de esta obra
criminal y evitar hacer comparaciones con crímenes de lesa humanidad producidos en nuestro ámbito, un grupo
reducido de hombres de las SS y sus auxiliares mataron tres millones de personas en las cámaras de gas entre
diciembre de 1941 y noviembre de 1944.
IV. El terrorismo en Latinoamérica y la Argentina
En la Argentina los grupos terroristas revolucionarios comienzan a operar en el territorio nacional a fines de
la década del 60 y que poseen su máxima proyección operativa durante la primera mitad de la década del 70
mediante la realización de actos de violencia nunca vistos hasta ese momento. Estos grupos operativos se
pueden individualizar como pertenecientes al primer grupo de los mencionados antes, es decir, como incluidos
en la lucha armada revolucionaria. La virulencia de los ataques y la especial violencia en el ejercicio de los
mismos generó una particular inquietud en los sucesivos gobiernos que ejercieron el poder en este período. Este
lamentable proceso de violencia creciente hace eclosión, a nuestro criterio, cuando también grupos terroristas de
facción contraria, es decir contrarrevolucionarios o conservadores, terminaron enfrentándose en una especie de
guerra encubierta para obtener el poder de gobierno y cuya modalidad principal era que se manifestaba
mediante enfrentamientos armados nunca vistos hasta entonces, por lo menos de manera masiva en el país. A
los combates y enfrentamientos en plena ciudad se le sumó también el combate rural llevado a cabo
especialmente entre el ejército argentino y el grupo revolucionario PTR y su brazo armado ERP (Ejército
Revolucionario del Pueblo). Otros grupos armados de orientación revolucionaria pero incluidos dentro de la
facción de la izquierda peronista ejercieron sus operaciones armadas revolucionarias en zonas urbanas y por lo
tanto más densamente pobladas, la organización armada y terrorista Montoneros es un claro ejemplo de esta
última modalidad operativa.
Este lamentable escenario de violencia armada, como es sabido, desemboca a partir del 24 de marzo de 1976
en el denominado Proceso de Reorganización Nacional, que bajo el pretexto de terminar con la violencia
armada que se había desatado no hace más que profundizarla, ahora persiguiendo a cualquier opositor al nuevo
gobierno e inaugurando de esta manera un nuevo período de violencia donde claramente se utiliza el aparato del
Estado para proceder a eliminar todo tipo de oposición.
Este período ha sido profundamente judicializado a partir del juzgamiento de los principales jerarcas
responsables de la conducción del Proceso por medio del proceso conocido como "juicio a las juntas" de 1985.
Con posterioridad se inicia un nuevo proceso, sobre hechos ya juzgados en este proceso en el año 1998, pero
ahora orientado a la sustracción de menores de personas desaparecidas, a los cuales se les había sustituido su

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identidad y otorgado a modo de adopción ilegal a padres sustitutos generalmente vinculados a las fuerzas de
represión. La motivación principal, a nuestro criterio de este proceso, fue poder sortear de alguna manera el
indulto concedido por el gobierno de Carlos Menem a los principales responsables del Proceso de
Reorganización Nacional, indulto éste que también incluía a algunos jerarcas de los grupos terroristas que
habían operado en el territorio nacional puesto que la fundamentación dada para conceder la gracia se basó en la
reconciliación nacional e histórica del período de violencia que enlutó al país (14).
Hoy asistimos a un período histórico de singular importancia con relación al tema que abordamos, en el
sentido que el comienzo de siglo inaugura una forma de operatividad terrorista de especial factura que
demuestra nada menos que un grupo armado que opera fuera de un aparato de gobierno o estatal, aunque puede
tener el apoyo logístico por parte de un Estado, y puede llevar a cabo una operación militar cuyo resultado
puede ser devastador, claro ejemplo de ello, como ya hemos referido, son en Buenos Aires los atentados a la
Embajada de Israel y posteriormente el ataque a la mutual judía AMIA. No puede eludirse una realidad
insoslayable, y ésta es que los orígenes embrionarios de dicha actividad terrorista tuvieron su génesis en los
grupos terroristas que, por operar desde fuera del aparato de poder, no fueron debidamente tenidos en cuenta,
menospreciando su capacidad operativa, con resultados desastrosos.
Llegados a este punto no puede dudarse que cada Estado debe organizarse institucionalmente para enfrentar
al terrorismo de organizaciones particulares, las que han logrado un poder operativo del que carecían hace
cuarenta años atrás pero que ya mostraban desde sus inicios la posibilidad de obtenerlo. Esta situación, sumada
a las cualidades antes citadas en el presente, permite sin reparos incluir a las acciones militares de estas
organizaciones contra la población general como constitutivas de delitos de lesa humanidad.
V. La creación de un terrorismo diferenciado para garantizar la impunidad del poder irracional
La impunidad de estos autores es claramente visible en el proceso llevado a cabo por la justicia nacional,
pues toda la operatividad del sistema judicial se desarrolló sobre los responsables del denominado "terrorismo
de Estado", pero sólo por el período comprendido desde el 24 de marzo de 1976 hasta el comienzo de la
democracia y individualizando a un solo tipo de organización terrorista. No obstante ello, facciones terroristas
organizadas de izquierda y derecha operaron impunemente desde la estructura del Estado desde antes de esa
fecha, habiéndose inclusive comprobado la desaparición forzada de personas, tortura, asesinatos, secuestros y
sustracción y asesinato de menores durante este período anterior. La respuesta a esta situación es bastante
simple y obedece al motivo que ya mencionamos, pues muchos de quienes pueden ser imputados por estos
hechos detentan el ejercicio del poder político al momento de poder ejercer la persecución y por lo tanto operan
garantizando su propia impunidad.
Que el terrorismo de Estado sea de una gravedad manifiesta, porque son las instituciones del estado las que
ejercen los comportamientos delictivos y en definitiva son estas instituciones las que deberían garantizar la
convivencia pacífica de la sociedad, no implica que las organizaciones terroristas con una capacidad operativa
que en muchos casos supera la capacidad de respuesta armada de un Estado no cometan o puedan cometer
crímenes aberrantes y que pueden claramente ser incluidos en la descripción que hace el Estatuto de Roma.
Sostener lo contrario, además de constituir una contradicción injustificable, implica admitir que los graves y
atroces delitos contra la humanidad pasan a una mejor calificación para los imputados por el simple hecho de
que la organización que estructuraron no opera desde la estructura de un Estado. Cabe recordar que muchas de
las organizaciones que terminan operando desde fuera del Estado pasan luego a constituirlo, o siendo su
dominio operativo tan grande que se comportan como una suerte de Estado paralelo: las FARC y ELN son claro
ejemplo de ello en Colombia.
Cabe aclarar que lo dicho no trata de instaurar la figura de los denominados "dos demonios" sino de aplicar
las reglas establecidas internacionalmente para los delitos contra la humanidad, provengan de donde provengan.
Además precisar mejor aun la protección del concepto de humanidad desde un campo más amplio que el
meramente jurídico, pues este sistema encuentra un claro escollo para precisarlo, en tanto los sistemas
normativos han probado su plena vigencia pese a constituirse como sistemas de "no derecho" pero
positivamente vigentes. Tal es el caso de las leyes raciales en la Alemania nazi; por esta razón a nuestro criterio
la respuesta basada en la admisión de un derecho de gentes, o el concepto supralegal de ius cogens resulta
relativo para explicar un fenómeno que trasciende el derecho, en este sentido, como afirmamos, la antropología,
biología y la filosofía inclusive, precisan mejores fundamentos para distinguir, como lo hemos hecho, lo que
entendemos por humanidad.
VI. Estatuto de Roma
De todos los comportamientos graves que el Estatuto individualiza destacamos el Art. 7 donde se tipifican
los denominados Crímenes de lesa humanidad o que son definidos por la normativa citada de manera genérica
al afirmar que:
A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen de lesa humanidad" cualquiera de los actos
siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y
con conocimiento de dicho ataque:

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a) Asesinato;
b) Exterminio;
c) Esclavitud;
d) Deportación o traslado forzoso de población;
e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de
derecho internacional;
f) Tortura;
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier
otra forma de violencia sexual de gravedad comparable;
h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales,
nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente
reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto
mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte;
i) Desaparición forzada de personas;
j) El crimen de apartheid;
k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten
gravemente contra la integridad física o la salud mental o física.
A continuación a efectos de definir lo que se entiende por ataque a la población civil, es decir que esta
definición a nuestro criterio debe extenderse a todos los modos comisivos descriptos desde a) hasta k) inclusive,
se incorpora de manera clara y precisa que estos hechos pueden ser desarrollados como consecuencia del
desarrollo político de un Estado u Organización, que se empeñan en promover ese tipo de política y de
desarrollar la comisión de esos ataques que son exhaustivamente desarrollados en los incisos del art. 1. Así el
Estatuto aclara:
2. A los efectos del párrafo 1:
a) Por "ataque contra una población civil" se entenderá una línea de conducta que implique la comisión
múltiple de actos mencionados en el párrafo 1 contra una población civil, de conformidad con la política de un
Estado o de una organización de cometer ese ataque o para promover esa política;
El art. 25 además extiende la responsabilidad penal individual a toda persona que cometa de esta manera un
crimen de la competencia de la Corte pudiendo ser penado de conformidad con el estatuto.
VII. Conclusiones
Las organizaciones terroristas se han mostrado como sistemas autorreferentes que operan ejerciendo actos
de violencia de tal magnitud que no sólo violan los principios jurídicos básicos de toda comunidad organizada,
sino que lesionan directamente de manera gravísima el espacio de convivencia generado por los sistemas
sociales humanos para que sus integrantes se desarrollen como lo que son, es decir, para el disfrute de la vida y
la libertad.
Una organización terrorista ha demostrado poseer un sistema operativo de combate, muchas veces más
poderoso que la fuerza militar de un país y una capacidad de ataque realmente devastadora para la población
civil. No existe en este sentido diferencia entre las organizaciones que operan desde el Estado o fuera de él en
cuanto a la lesión que implican los ataques a la humanidad.
No resulta ser un carácter distintivo serio el planteo de que la organización terrorista estatal puede generar
una suerte de derecho paralelo de manera tal que el ordenamiento jurídico posibilita la ejecución del crimen
contra la humanidad, pues las organizaciones terroristas autorreferenciales pueden también hacerlo, quedando
en claro que el estado de "no derecho" es un emergente comunicacional que se plasma en una situación de
hecho. Los crímenes más atroces son realizados por organizaciones terroristas que operan como un sistema
multicultural con un orden paralegal propio que la autojustifica en sus operaciones generando un espacio de "no
derecho". Estas paralegalidad debe considerarse nula y por lo tanto no puede justificar como legítimo ningún
crimen contra la humanidad.
Que la distinción del concepto de humanidad no puede agotarse en una definición estrictamente jurídica, sea
ésta positiva o natural, sino que requiere para su precisión de la recurrencia de otros elementos provenientes de
la antropología, la biología y la filosofía. Por estas razones el espacio de referencia para la humanidad no puede
agotarse nunca a partir de la mera descripción jurídica; ésta puede intentar precisarla pero nunca agotarla, en
este sentido siempre podrán nuevamente producirse comportamientos aún no descriptos "típicamente" que
puedan conformar ataques contra la humanidad, su inclusión será una operación emergente de la
autorreferencialidad comunicativa del sistema social, y no sólo patrimonio de los jueces. En este último sentido
la comunicación vendrá impuesta al derecho y no éste por así decirlo podrá prevenirla.

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Las organizaciones terroristas deben ser incluidas dentro de la definición que precisa el Estatuto de Roma
desde que las mismas desarrollan el concepto de violencia precisamente con parte de su operar político, de allí
que la mayoría de estas organizaciones de carácter político contengan lo que se denomina comúnmente brazo
armado que no significa otra cosa que la estructura funcional que se encargará de llevar a cabo la política por las
vías violentas a efectos de imponerla mediante el terror a la población civil. Todo lo dicho, entiendo, abre un
campo propicio para un debate ausente en nuestro país, pero que debe de una vez por todas abrirse.

(1) La referencia a la distinción de "organización terrorista" la efectuamos porque a nuestro criterio los
delitos de lesa humanidad presuponen el obrar operativo de estos grupos, sea que la práctica del crimen se
realice dentro de la operatividad de un estado o de una organización que se estructura fuera de él. La
operatividad del crimen contra la humanidad, en el sentido de lo expresado, presupone siempre la manifestación
de actos de terrorismo.
(2) El líder de la revolución Libia, Muammar al-Khadafy, anunció al asumir el poder una vez concretado el
golpe que su revolución era en nombre de Alá que con su ayuda había derrotado al decadente régimen de Idris I
proclamando el nacimiento del "socialismo beduino" como él mismo lo llamaba, y proclamando
inmediatamente como enemigo del Estado a Israel. De inmediato el gobierno comienza su política de apoyo
financiero a organizaciones terroristas a las que se las denominó "movimientos de independencia"; un claro
ejemplo de este sostén fue la asistencia suministrada al IRA (Ejército Republicano de Irlanda) entre otros. La
participación en el sangriento episodio realizado en los juegos olímpicos de Munich en 1972 dan cuenta del
grado de violencia que comenzaban a desarrollar estas organizaciones: allí los terroristas asesinaron a 11
indefensos miembros de la delegación israelí, pero lo significativo es que el gobierno libio calificó a los
terroristas fallecidos durante el enfrentamiento con la policía alemana como "héroes mártires" y ordenó enterrar
sus cuerpos con honras militares Ver KYLE, Benjamín: "Kadafi", Ed. Nova cultural, San Pablo, 1987.
(3) "los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen con su conducta una red de interacciones que
opera para ellos como un medio en el que ellos se realizan como seres vivos, y en el que ellos, por lo tanto
conservan su organización y adaptación y existen en una coderiva contingente a su participación en dicha red de
interacciones": esta red de interacciones es un sistema social humano, MATURANA, Humberto; "La Realidad
¿Objetiva o Construida? I", Pág. 8; y como consecuencia de ese interactuar comunicativo humano afirmamos en
otro trabajo que: "Ello nos lleva a concluir que si un pretendido sistema social humano no privilegia la vida
humana o permite su destrucción, dicho sistema no es un sistema social humano. Más aun; difícilmente pueda
erigirse aquél en un sistema social que integre seres vivos, ya que ellos se realizan como tales cuando
constituyen cualquier sistema social para mantener su autopoiesis.", ver ARCE AGGEO, "Sistema del delito",
Ed. Universidad, Bs. As., 2006. Los principios básicos que organizan un sistema social son 1- El mantenimiento
del principio de confianza 2- La conservación del principio de aceptación del otro como legítimo otro en la
convivencia con uno y 3- El mantenimiento de la consolidación de las expectativas que posibilitan el
establecimiento de la confianza.
(4) La organización del sistema social debe ser concebida como alopoiética es decir como generada por los
propios individuos en relación comunicativa debiéndose descartar una concepción autopoiética o
autoorganizativa, asimismo debe seguirse también este criterio con relación a los sistemas jurídicos, pues
constituyen herramientas construidas en el lenguaje también por los individuos a efectos de organizar el sistema
social. La concepción de la estructura del sistema social es de constitución alopoiética es decir heteroproducida
de manera tal que el sistema social se constituye a partir de la creación humana; específicamente el sistema
social es consecuencia de la biología humana. Ver diferencia de los conceptos de autopoiesis y alopoiesis en
Gomez Jara Diez-Carlos: "Distinciones teóricas en la observación del sistema jurídico penal: Breves apuntes
sobre la Teoría de la reflexión del Derecho Penal", en "El Funcionalismo en Derecho Penal"; t. I, Ed.
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2003, Pág. 21. Sostiene una concepción autopoiética del sistema
social y del sistema jurídico como subsistema en el esquema que damos en denominar Luhmann-Jakobs.
Coincide el concepto de Alopoiético con la descripción que inicialmente realizara Maturana con respecto a los
sistemas que producen los seres humanos en denominación que implica la existencia de un primer orden
constituido por organismos unicelulares, protozoos y células; un segundo orden constituido por el producto
emergente del acoplamiento estructural de los anteriores, por ejemplo el hombre y los de tercer orden que
quedan distinguidos como aquellos que emergen del acoplamiento estructural de organismos del segundo orden
cuando establecen relaciones de tipo social. Su operar como sistemas alo referidos y para los que se crean a sí
mismos como auto referidos y más específicamente autopoiéticos, ver en el prefacio Humberto Maturana R., y
Francisco Varela G.: De máquinas y seres vivos autopoiesis: La organización de lo vivo, Ed. Lumen, Bs. As.,
2004, pág. 14. La alopoiesis aplicada a la reproducción de comunicación humana no implica el negar funciones
emergentes de las comunicaciones de los sistemas alopoiéticos en tanto éstos pueden también distinguirse como
sistemas autopoiéticos de tercer orden.
(5) MÜLLER, Max, "La mitología comprada", Ed. Assandri, Córdoba, 1944, Págs. 8 y 9. Aquí se
demuestra también desde un esquema antropológico del concepto de humanidad, que el daño a la misma

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implica la existencia a nuestro criterio de una zona de "no derecho", y por lo tanto de no justificación del
comportamiento criminal, ni si éste se da por medio de una organización estatal o por otra no estatal, dado que
dicha zona es instaurada desde el poder de hecho. Distingue sin embargo AMBOS, Kai: "Dominio del hecho
por dominio de voluntad en virtud de aparatos organizados de poder", en cuadernos de doctrina y jurisprudencia
penal, año 5, n° 9-A, Ad-hoc, Bs. As., 1999, Pág. 399.
(6) Instrumento que perfecciona, a fines de poder individualizar los comportamientos lesivos de los
principios básicos de la convivencia que se producen a gran escala, las antiguas herramientas jurídicas con las
que se contaba en el derecho penal internacional, y que se encuentran claramente sobrepasadas frente a los
nuevos desafíos que hoy nos plantea un nuevo tipo de enemigo de los sistemas sociales organizados, a saber, el
terrorismo internacional. Entre las citadas herramientas cabe mencionar como más importantes a las que
definían el denominado derecho humanitario internacional, las convenciones de Ginebra de 1949 y los
protocolos adicionales de 1977. Con posterioridad se han elaborado varias convenciones y pactos
internacionales que nuestro país ha suscripto y, como es sabido, nuestro sistema constitucional ha incorporado a
partir de su última reforma. Pero cabe aclarar que estos instrumentos, a diferencia del Estatuto de Roma, no se
orientan claramente a las organizaciones terroristas que operan fuera de la estructura gubernamental de un
Estado, sino que más bien se orientaron para contener comportamientos normativamente atípicos emergentes de
diversos terrorismos de Estado.
(7) La conferencia de plenipotenciarios se celebró en Roma y comenzó en 15 de junio de 1998 con la
participación de 160 países, 33 organizaciones intergubernamentales y 236 ONG agrupadas en coalición. El
Estatuto de Roma fue finalmente aprobado con 120 votos a favor, 7 en contra y 21 abstenciones; entre los que
votaron en contra: los EE.UU., China e Israel que declararon públicamente su rechazo, entre los otros cuatro
votos anónimos podrían estar Libia, Yemen, Irak o Indonesia, ver ZORRILLA, Maider: "La corte internacional
ante el crimen de violencia sexual", Universidad de Deusto, Bilbao, 2005.
(8) La exigencia de la configuración de un sistema operativo organizado de manera autorreferencial, es
claramente individualizado por el texto de la ley 26.268 (Adla, LXVII-D, 3675), que incorpora los Art. 213 ter.
y quater. Modificando además a las leyes, 25.241; 25.246 (Adla, LX-B, 1409; LX-C, 2805), En cuanto al CP los
primeros tres Art. de la ley introducen un nuevo capítulo VI al título VIII del libro segundo, este nuevo capítulo,
titulado "asociaciones ilícitas terroristas y financiación del terrorismo consta de dos artículos 213 ter y 213
quater. El Art. 213 ter prescribe pena de reclusión o prisión de 5 a 20 años a quien tomare parte de una
asociación ilícita cuyo propósito sea, mediante la comisión de delitos, aterrorizar a la población u obligar a u
gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo siempre que ella reúna las
siguientes características: a) tener un plan de acción destinado a la propagación del odio étnico, religioso o
político; b) Estar organizada en redes operativas internacionales; c) Disponer de armas de guerra, explosivos,
agentes químicos o bacteriológicos o cualquier otro medio idóneo para poner en peligro la vida o la integridad
de un número indeterminado de personas. Para los fundadores o jefes de la asociación el mínimo de la pena será
de DIEZ (10) años de reclusión o prisión. Se publica el 5 de julio de 2007 en el BO
(9) La particular configuración de estos crímenes, en especial los actualmente manifestados por las
organizaciones terroristas, requiere de una nueva reinterpretación de los principios tradicionales conocidos del
derecho penal, en especial a nuestro criterio, la flexibilización de la interpretación del comienzo de ejecución de
las conductas criminales, entre otros temas que deberán abordarse al respecto para estos supuestos, a diferencia
de un homicida singular, advierte Jakobs: "Por lo tanto, el derecho penal conoce dos polos o tendencias de sus
regulaciones. Por un lado, el trato con el ciudadano en el que se espera hasta que éste exteriorice su hecho para
reaccionar, con el fin de confirmar la estructura normativa de la sociedad, y por el otro, el trato con el enemigo,
que es interceptado muy pronto en el estadio previo y al que se le combate por su peligrosidad", JAKOBS,
Günther y CANCIO MELIÁ, Manuel: "Derecho penal del enemigo", Hammurabi, Bs. As., 2005.
(10) A partir del fallo de Corte "in re" Priebke, se sostuvo claramente para conceder la extradición de este
considerado criminal de guerra nazi cuya extradición solicitaba la República de Italia: "75) Que, en las
condiciones descriptas, los crímenes de guerra, cuya perpetración se imputa a Priebke, configuran delitos contra
la humanidad integrados con elementos de genocidio. Esta calificación explica que el país requirente haya
procedido a solicitar la extradición, sin perjuicio del juzgamiento definitivo incluso sobre la naturaleza del delito
por los tribunales del lugar donde se ha cometido (Art.75 inc.22 y 118 de la Constitución Nacional y Art. II, III,
V, VI y VII de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio). 76) Que tal
calificación, que atiende a la comisión de delitos contra la humanidad, responde a los principios del jus cogens
del derecho internacional. En esas condiciones, y dado que dichos delitos son imprescriptibles, corresponde
hacer lugar a la extradición solicitada." Priebke, Erich s/ solicitud de extradición —causa n° 16.063/94—.
Buenos Aires, 2 de noviembre de 1995.
(11) Una clara demostración de los alcances de la jurisprudencia de la Corte en tal sentido puede
sintetizarse por medio de su pronunciamiento en el caso "Riveros", allí se afirma:

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"28) Que las consideraciones expuestas, derivadas de los tratados internacionales, de la jurisprudencia y
recomendaciones de sus organismos interpretativos y de monitoreo, han llevado a este Tribunal, a través de
diversos pronunciamientos, a reconocer el carácter imprescriptible de los delitos de lesa humanidad ("Arancibia
Clavel", Fallos: 327:3312 —LA LEY, 2004-E, 827—); a declarar la inconstitucionalidad de las leyes de
obediencia debida y punto final ("Simón", Fallos: 328:2056); a reconocer el derecho a la verdad sobre los
hechos que implicaron graves violaciones de los derechos humanos ("Urteaga", Fallos: 321:2767 —LA LEY,
1998-F, 237—); a otorgar rol protagónico de la víctima en este tipo de procesos ("Hagelin", Fallos: 326:3268
—LA LEY, 2003-F, 955—); y también a replantear el alcance de la garantía de cosa juzgada compatible con los
delitos investigados ("Videla" Fallos: 326:2805)".
(12) En menor medida se han realizado juicios contra dirigentes de otras naciones vencidas como Japón e
Italia.
(13) Los fusilamientos llevados a cabo llamaban mucho la atención y no eran buenos para la moral de los
hombres que lo ejecutaban, por lo cual en el otoño de 1941 se buscaron maneras de optimizar la matanza masiva
de personas. Después de una serie de experimentos se llegó a una solución: el gas. Este método ya había sido
probado en el programa conocido con la sigla T-4 en 1941 en los centros de eutanasia, pero esto no era
totalmente satisfactorio para la matanza en masa que estaba programada y que tenía proyectado eliminar nada
menos que aproximadamente 11.000.000 de personas. Por esta razón se comenzó a utilizar los gases de los
motores de camiones. Más tarde en el otoño de 1941 en el campo de concentración de Auschwitz se comenzó a
experimentar con un insecticida usado para las barracas y resultó muy efectivo para los fines criminales de las
SS. El ácido cianhídrico liberado en locales cerrados provocaba una rápida asfixia, por este motivo comenzaron
a utilizar en este campo los gaseamientos en masa con Zyklon B. Ver TOKER, Eliahu y WEINSTEIN, Ana E.:
"Seis millones de veces uno, Ministerio del Interior de la República Argentina", Bs. As., 1999, Págs. 102 a 107,
REES, Laurence: "Auschwitz, los nazis y la solución final", Ed. Crítica, Barcelona, 2004.
(14) El límite judicial puesto al indulto se establece por medio del fallo de la Corte Suprema al decretar
inconstitucional el decreto del Poder Ejecutivo 1002/89 que dispuso el indulto del recurrente, dictado por el
presidente Carlos Menem, ver causa: M. 2333. XLII. y otros "Mazzeo, Julio Lilo y otros s/rec. de casación e
inconstitucionalidad. Recurso extraordinario interpuesto por Santiago Omar Riveros, representado por el Dr. F.
V. Tribunal de origen: Cámara Nacional de Casación Penal, Sala II Tribunales que intervinieron con
anterioridad: Cámara Federal de Apelaciones de San Martín, Sala I.

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