Esta sería la cuestión más básica que presenta el libro, aunque hay mucho más –y
más complejo. A partir de aquí, Comeron se adentra en la posición del artista y la
obra de arte, explorando por ejemplo la componente productiva de la actividad
artística o la hibridación entre fábricas y museos; la importancia creciente de la
cooperación en el mundo del trabajo, también extensiva a la creación artística en
el último medio siglo (dúos, colectivos, plataformas artístico-activistas); la
aceleración que en las últimas décadas afecta por igual a la economía y al arte; o
una incursión (no sencilla, la verdad) en la diferenciación que Hannah Arendt
hace entre los conceptos de labor, trabajo y acción, que a su vez sirve de nexo para
posteriores elaboraciones teóricas.
Un texto muy notable, cuya relativa densidad queda compensada por su extensión
escasa, que obliga a leer despacio y a pensar. Lo cual quizá reportará poco a
quienes no tengan ninguna inquietud sobre este tipo de asuntos, pero resultará
muy enriquecedor para los que sí.