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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR


INSTITUTO PEDAGÓGICO DE CARACAS
Subdirección de Investigación y Postgrado

EL PENSAR EN LATINOAMERICA
Autor: Jorge Jiménez
Docente: Omar Hurtado
Caracas, junio 2017

El pensar latinoamericano presenta su propia temática que le otorga especificidad


distintiva
Su originalidad la encuentra en descubrirse marginada por la filosofía que
podríamos denominar en este ensayo como oficial. Con esta denominación se desea a la
filosofía que tiene como huella fundamental de toda su problematización a la conciencia
individual típica de la cultura eurocentrica. Esta filosofía oficial es la que es promovida y
estudiada en los centros universitarios y del saber. Es filosofía oficial aquella que narra su
génesis en la polis griega y que se erige como discurso justificante y validante de la
superioridad de la cosmovisión eurocentrica.
Esta filosofía oficial, es la que goza del reconocimiento de la comunidad de
expertos para su expansión y a su vez ella marca la norma de esa misma comunidad de
expertos para orientar su investigación y su praxis profesional.
Esta filosofía oficial desconoce al pensar latinoamericano status de filosofía. Ya que
considera que no posee método y tema que pueda encajar dentro de los temas y problemas
que surge desde el fundamento de conciencia individual.
Esta negación, la marginación a la cual se ve sometida, se transforma precisamente
en el eje sobre el cual toda la problematización posterior viene a tejerse.
Es decir, lo que en párrafos anteriores se ha llamado filosofía oficial, debido a sus
temas y métodos se considera como totalidad del pensar filosófico. Cuando me refiero a
totalidad del pensar filosóficos se quiere decir que si no encaja dentro de los supuestos de la
filosofía oficial, será cualquier cosa menos filosofía. No es filosofía, es negada, quedando
fuera de la totalidad, no se le reconoce ser y queda en exterioridad.
Y la exterioridad es una de las categorías claves para el pensar latinoamericano.
Según Dussel, podríamos remontar la categoría de exterioridad hasta Kierkegaard
en Temor y Temblor cuando formula la hipótesis de la exterioridad como camino de
superación de la hegemonía de Hegel dentro de la filosofía oficial. Lo que sucede que la
exterioridad del danés no sufre negación. La exterioridad de Kierkegaard es aquello que
rompe con toda logicidad racional, la fe. Por lo que su exterioridad no es negación, ya que
Dios existe por su propia condición divina. Es exterioridad autoafirmada sin necesidad de la
razón.
No será el caso de la exterioridad de Lévinas en Totalidad e infinito. Para Lévinas,
la exterior es aquello que se le ha negado ser. La totalidad es, la exterioridad no-es. No se
es por marginado, por pobre, por oprimido. En totalidad e infinito, Lévinas formula
claramente que la exterioridad es una categoría de rango ético. Porque en la exterioridad
está al que nos ele ha permitido ser. Al que se le niega el reconocimiento de ser.
La el pensar latinoamericano se descubre en la exterioridad de la filosofía racional.
Y es por eso que inicia la tarea de elaborar la crítica a la totalidad.
Totalidad es el horizonte de posibilidades a ser pensadas que permite los pre-sub-
puesto epistemológicos. Estos son los fundamentos de todo pensar ulterior. Por lo que
escapan de toda crítica. Es decir, son los que permiten toda demostración pero ellos no son
demostrables porque están ante la muestra, son obvios. Son obvios y por tanto no necesitan
ser discutidos ni demostrados. Dussel los denomina tà éndoxa. Es decir, el estado acrítico,
sin problematización en que nos encontramos en la cotidianidad. Siguiendo a Heidegger,
sería el estado existencia en que transcurre el Dasein.
Así pues, el camino hacia la critica a la totalidad sería el de hacer emerger a la
crítica los pre-sub-puesto. Sería el camino de la Ontología Crítica. Dussel toma esta
propuesta de Foucault. En el opúsculo de 1983 ¿Qué es la Ilustración? Foucault desarrolla
la idea de Ontología Crítica. Aquí el autor intenta caminar hacia una historia del presente
que no se inicia en una idea particular de totalidad que ostenta dominio y hegemonía social
desconectada de las contingencias históricas que le dieron origen, por lo que intenta ver el
presente no desde una validez universal y su racionalidad específica, sino, precisamente
considerando su particularidad radical y su dependencia de factores históricos.
Entonces, según este proyecto, la intención de Foucault es examinar el estatus
ontológico del presente. Reconoce con esto una forma original de acercarse filosóficamente
al problema de la totalidad, en donde antes de descubrir la verdad y superioridad de los
valores preconizados por la totalidad hegemónica, lo que busca es mostrar las tecnologías
de dominio que ayudaron a su entronización, así como las formas diversas en que tal verdad
y superioridad axiológica configuran la subjetividad del individuo miembro de la cultura
hegemónica. Es poner de relieve cuales han sido los mecanismos de extensión cultural que
generan el perfil psicológico de un sujeto que se siente compelido a tener tal o cual
manifestación del pensar.
Por lo que para Foucault la Ontología Critica es la pregunta por la actualidad
principalmente dibujar los límites de estos fundamentos. Y cuando se asume el camino de
la Ontología Critica se busca el fundamento de la epocalidad para acceder al a priori
histórico que hace posible las respuestas a las preguntas culturales de la identidad e
idiosincrasia, a entender las preguntas ¿quiénes somos? y ¿por qué somos así? Afrontar
estas preguntas es intentar responder qué significa el Ser en la situación presente. Ya que el
presente es el lugar de despliegue de la cultura a la que se pertenece. Y la cultura es
entonces el modo de relación del Ser con respecto a la actualidad.
Es por esto que la propuesta de nuestro pensador francés de la Ontología Crítica hay
que entenderla como teoría crítica de la totalidad. Lo cual consiste en ver el presente en su
particularidad y dependencia de factores históricos. Desarrollar una historia del presente.
La historia del presente es cotidianidad.
La Ontología Crítica viene entonces a trabajar sobre la cotidianidad, para encontrar
en ella la historia del presente.
La cotidianidad significa el mundo de vida de cada día. Es el punto de partida para
comprender la cultura hegemónica. Es enfrentarse a los entes sin problematizarlos, es
usarlos dentro de la dinámica de la vida práctica, la de todos los días. El modo cotidiano se
opone al modo crítico de enfrentarse al mundo. Es desplegar la existencia de manera
ingenua y obvia. Es lo que Heidegger denomino estado existencial, es decir, el modo sin
conciencia crítica.
Es un enfrentamiento cotidiano, acrítico, como cuando digo: “Voy a comprar pan
en la esquina porque tengo hambre.” No pienso en este caso que hay esquina, eso lo puede
pensar un planificador urbano. No pienso:¿Qué es una panadería?, ¿cuáles son sus
maquinarias? ¿cómo se organiza dicho negocio dentro de la estructura económica? No
pienso ni siquiera: ¿Qué es el pan?, ¿por qué como pan y los chinos comen arroz?, sino que,
simplemente, tengo hambre; voy, compro el pan y lo como. Es decir, mi relación es
existencial y no crítica. La que me interesa ahora es la interpretación cotidiana, obvia,
natural, acrítica.
En lo cotidiano, lo comprendido existencial, sin problematizar, de manera obvia, es
denominado tà éndoxa. Es decir, que el científico cree no ser ingenuo porque puede
descubrir lo que el hombre a pie no conoce, pero sí lo es cuando no pone en duda los
propios principios científicos que son utilizados en su práctica. Estos principios son
fundamentos creídos como piso para practica ulterior de la ciencia y por lo tanto no
problematizados. Entonces el científico en su práctica de búsqueda de verdad (lógos) parte
de una opinión asumida como base de apoyo y verdad: tà éndoxa.
La tà éndoxa se entiende como comprensión fundamental. Si pregunto ¿qué es un
reloj? la respuesta más acertada sería que es un instrumento para medir el tiempo. Ante el
reloj estoy en modo existencial, la respuesta ha sido obvia. Pero si ahora pregunto ¿por qué
uso reloj? ya estoy problematizando la tà éndoxa.
El pensar latinoamericano partirá entonces la cotidianidad el hombre común.
Ahora bien, este recorrido hacia el desvelamiento de los pre-sub-puestos de la
totalidad hegemónica coincide con el análisis sobre la ideología racional que se configura
en la modernidad.
La modernidad es presentada como proyecto a realizar aun inacabado. Proyecto de
los centros de poder. Es decir, el estado mismo asume como tarea de su gestión lograr
incluir a sus naciones a la modernidad. Para esta tarea los medios de comunicación juegan
un papel primordial en la extensión y masificación del proyecto moderno.
Pensar problematizando a la modernidad desde Latinoamérica no será
posmodernismo sino potsoccidentalismo. El pensar latinoamericano no es moderno por
proyecto inacabado y tampoco posmoderno porque no ha sido superada la modernidad. El
pensar latinoamericano no es moderno ni posmoderno es Otro pensar.
Con potsoccidentalismo se pretende recoger la preocupación del pensamiento
latinoamericano que siempre ha sido la relación con el centro-mundo, con occidente.
El occidentalismo se gesta hacia finales del siglo XV con el descubrimiento de
América que originalmente recibe el nombre de Indias Occidentales. Es decir, son indias
pero de occidente. En oposición a oriente. El discurso es de anexión geográfica a Europa
más que la reducción a solo opuesto como lo será el oriente.
Aquí se acude a las categorías de mismidad y otredad para sostener la pertinencia
del término.
Europa y su modernidad se opone a oriente como negación de ella, es otredad, pero
Indias Occidentales es mismidad anexionada a Europa para ser utilizada como hándicap de
superioridad sobre oriente. Es decir, occidente es un meta-relato de la modernidad donde se
oculta la marginación de Latinoamérica (Indias Occidentales). Ella existe como parte de
occidental pero no es moderna. Por esto es lo apropiado del termino posoccidentalismo.
Por tanto, ubiquemos a la posmodernidad en su más patética y desnuda verdad, el
ser el aspecto cultural del capitalismo. Así, la posmodernidad no es pues una amalgama de
creencias dispersas, sino la realidad misma, la realidad del capital y su despliegue sobre el
mercado. Por lo que ser el capital la realidad misma, se puede ser pos-industriales, pos-
socialistas, pos-modernos, pos-occidentales, pero menos pos- capitalistas.
Esta situación lleva a reconocer que entonces el camino no es gracias a un pos sino
a un tras. Hay que atravesar el capital.
Entiéndase, este ensayo me inspiran a elaborar entonces la siguiente definición:
tras-occidentalidad.
Con ella creo haber encontrado en nombre perfecto para caracterizar un
pensamiento crítico que pretende asumir como punto de partida la historia situada de
Latinoamérica, el cual debe dialogar con la posmodernidad y desmontar los meta-relatos
que la hacen totalidad encubriendo el reconocimiento de la exterioridad que representa
Latinoamérica.
Me ha agradado mucho tener entre mis manos estas lecturas y creo que hay en estas
páginas mucho por desarrollar con mayor profundidad especialmente la categoría que creo
original como la propuesta en el título de este informe. Sospecho que las ideas aquí
formuladas podrían llegar a elaborar una monografía de mayor extensión y complejidad
que estoy seguro voy a abordar.

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