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CONFIANZA LEGITIMA

la ratio iuris del principio de protección a la confianza


legítima consiste en que el desarrollo de las relaciones
jurídicas requiere de un ambiente de confianza, en el que
las reglas de juego, una vez dadas, se respetan. Lo anterior
resulta de mayor relevancia en el caso de las relaciones
para con la Administración, toda vez que, en este caso, el
instrumento jurídico relacional es el acto administrativo, el
cual no es sino una manifestación unilateral de voluntad
del Estado. Ergo, el ciudadano necesita de instrumentos
jurídicos para defenderse de la unilateralidad y
superioridad de la Administración (ver Sentencia N°8000-
16 de las 11:52 horas del 10 de junio de 2016). Sentencia
2910-18

en la práctica, no siempre las administraciones públicas


actúan conforme a los principios de la buena fe, la
confianza legítima previamente generada en el
administrado y la buena administración, por cuanto se
resisten a ejecutar las obligaciones que dimanan de un acto
favorable dictados por éstas. De ahí que el administrado
debe contar con un mecanismo para compeler a la
administración pública, sobre todo si se toma en
consideración que para los ciudadanos está proscrita la
auto-tutela o hacerse justicia por propia mano, debiendo,
siempre acudir ante un órgano jurisdiccional para
compeler a un ente público a cumplir. Cosa distinta sucede
con las administraciones públicas que se encuentran
provistas de grandes privilegios y prerrogativas, como la
denominada auto-tutela declarativa y ejecutiva, que les
permite, sin acudir ante un órgano jurisdiccional, declarar
derechos, suprimirlos, restringirlos o modificarlos en la
propia sede administrativa. Se denota así, entonces, como
fundamento de la facultad del artículo 176 del Código
Procesal Contencioso-Administrativo, el principio y el
derecho a la igualdad (artículos 33 de la Constitución y 24
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos).
Sentencia 8852-17 (v. similar 8854-17)

“…la ratio iuris del principio de protección a la confianza


legítima consiste en que el desarrollo de las relaciones
jurídicas requiere de un ambiente de confianza, en el que
las reglas de juego, una vez dadas, se respetan. Lo anterior
resulta de mayor relevancia en el caso de las relaciones
para con la Administración, toda vez que, en este caso, el
instrumento jurídico relacional es el acto administrativo, el
cual no es sino una manifestación unilateral de voluntad
del Estado. Ergo, el ciudadano necesita de instrumentos
jurídicos para defenderse de la unilateralidad y
superioridad de la Administración…Ahora bien, estamos
ante un principio de origen jurisprudencial evidentemente
ligado a cuestiones de equidad, motivo por el que su
aplicación debe ser analizada en cada caso concreto… No
obstante, de manera sorpresiva y sin que hubieran variado
las circunstancias personales de la tutelada, la CCSS opta
por no asegurar más a la afectada, toda vez que según el
artículo 12 inciso b) del Reglamento de Seguro de Salud,
para ser objeto de beneficio familiar, tanto la persona
asegurada directa como su compañera o compañero deben
ostentar la libertad de estado al momento de solicitar la
protección. Ciertamente, el Área de Salud de Acosta de la
CCSS encuentra un fundamento legal válido para su
decisión; sin embargo, como ya se ha expresado, en este
caso concreto, dicha justificación debe ceder ante el
principio de la confianza legítima, que exige respetar esta
confianza de buena del administrado, consecuencia de un
reiterado comportamiento de la Administración.”
Sentencia 8000-16

“Estimó este Tribunal que dicha actuación lesionó el


principio de confianza legítima, por cuanto si se le recibió
al amparado el Dictamen Médico, éste no tenía porque
saber el debía presentar la incapacidad extendida por un
médico de la Caja Costarricense de Seguro Social, por lo
que creía que el trámite que realizó, y al cual se le dio
trámite, era el correcto. En ningún momento esta Sala le
otorgó los mismos efectos a un Dictamen Médico
extendido por un médico particular que a una incapacidad
de la Caja Costarricense de Seguro Social, simplemente se
limitó a señalar una violación al principio de confianza
legítima. Por otra parte, sobre la pregunta si todo
Dictamen Médico entregado después de veinticuatro horas
o incluso días después de haber sido emitido debe
aceptarse o rechazarse de plano para evitar ambigüedades,
éste no fue un extremo que se haya entrado a analizar en la
sentencia 2010-010685, por lo que no se puede aclarar ni
adicionar.” 13889-10

“EL PRINCIPIO GENERAL DE PROTECCIÓN DE LA


CONFIANZA LEGÍTIMA DEL CIUDADANO FRENTE
A LOS PODERES PÚBLICOS. Sobre el desarrollo de este
principio y su profunda raigambre constitucional, la
doctrina nacional ha manifestado lo siguiente: Este
principio surge en la República Federal de Alemania y,
luego, es recogido por la jurisprudencia del Tribunal de
Justicia de la Comunidad Europea, para definir una
situación digna de ser amparada al haber sido violada la
confianza puesta en la acción de la Administración
Pública. El Tribunal Supremo Español, en su sentencia del
1º de febrero de 1990, consideró que este principio “… ha
de ser aplicado, no tan sólo cuando se produzca cualquier
tipo de convicción psicológica en el particular beneficiado,
sino más bien cuanto se basa en signos externos
producidos por la Administración lo suficientemente
concluyentes para que le induzcan razonablemente a
confiar en la legalidad de la actuación administrativa,
unido a que, dada la ponderación de intereses en juego –
interés individual e interés general- la revocación o
dejación sin efectos del acto, hace crecer en el patrimonio
del beneficiado que confió razonablemente en dicha
situación administrativa, unos perjuicios que no tiene por
qué soportar derivados de unos gastos o inversiones que
solo pueden serle restituidos con graves perjuicios en su
patrimonio”. En cuanto a los requisitos del principio de
confianza legítima, la doctrina española, siguiendo la
jurisprudencia del Tribunal Supremo Español, ha
establecido los siguientes: 1. Debe mediar un acto de la
administración lo suficientemente concluyente para
provocar en el afectado uno de los tres tipos siguientes de
confianza: a) confianza del afectado en que la
Administración Pública actúa correctamente; b) confianza
del afectado en que es lícita la conducta que mantiene en
su relación con la Administración Pública, al existir un
eventual error de prohibición; c) confianza del afectado en
que sus expectativas como interesado son razonables. 2 La
Administración Pública debe provocar signos (actos o
hechos) externos que, incluso, sin necesidad de ser
jurídicamente vinculantes, orienten al administrado hacia
una determinada conducta que de no ser por la apariencia
de legalidad creada no hubiere efectuado. 3 Un acto de la
Administración Pública –v. gr. un reglamento- que
reconoce o constituye una situación jurídica
individualizada en cuya estabilidad confía el administrado.
4. La causa idónea para provocar la confianza legítima del
afectado no puede provocarse por la mera negligencia,
tolerancia, ignorancia de la Administración Pública o lo
irracional de lo pretendido por el administrado. 5. El
administrado debe cumplir los deberes y obligaciones que
le competen. Sentencia 10171-10

“En el caso que nos ocupa, es claro que los munícipes del
cantón de Montes de Oca exigen la aplicación del Plan
Regulador vigente, y estaría legitimado para que las
edificaciones que se desarrollen estén de conformidad con
el Reglamento de Zonificación y Uso de Suelo. En
cuanto a la obra realizada existe el “principio de confianza
legítima”, que debe respetarse.” Sentencia 4587-10

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