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Conservación de la resistencia y la comprensibilidad en el suelo

Como suele suceder en muchos ámbitos de la Mecánica de Suelos aplicada, los


resultados de aplicar compactación a suelos gruesos (cuyo análisis en este trabajo
son mucho más claros y consistentes que los que se tienen con materiales fino).

El comportamiento esfuerzo-deformación de una arena suelta y una arena


compacta difieren radical, pero gradualmente, según es conocimiento general. Las
arenas fuertemente compactadas muestran comportamientos netamente frágiles, en
tanto que el mismo material suelto ostenta comportamientos claramente plásticos.

Esta diferencia en comportamiento puede explicarse en términos de estructuración,


pues en las arenas compactas cualquier esfuerzo tangencial aplicado ha de vencer no
sólo a la resistencia friccionante entre los granos, sino obligarlos a girar y moverse,
rodando unos sobre otros.

Al vencer los dos efectos combinados se tiene resistencia máxima, pero una vez
vencido el segundo efecto se facilita mucho el movimiento relativo y la resistencia
disminuye mucho con rapidez; en la arena muy suelta, la estructuración inicial es
inestable y es fácil comenzar el movimiento relativo a bajo esfuerzo cortante aplicado,
pero los movimientos inducidos van densificando el conjunto, produciendo estructuras
más cerradas y, correspondientemente, mayores resistencias, que se mantienen
prácticamente uniformes a deformaciones crecientes, por lo que la resistencia ya no
varía.

La resistencia final, obtenida tras deformaciones muy grandes, es la misma en arenas


sueltas y compactas, pues aunque por etapas diferentes, la arena llega a la misma
estructura. Todo lo anterior lleva al hecho práctico de que la resistencia máxima de
una arena muy compacta es mucho más grande que la que llega a tener una arena
suelta, pero también es menos confiable, pues si la arena se obliga a deformaciones
subsecuentes mayores que la que corresponde a esa resistencia máxima, la
resistencia del conjunto disminuye cuanto más compacta haya estado la arena.
Contenido de agua de los suelos finos recién compactados tiende a crecer por dos
efectos; en primer lugar, por ascensión capilar, a partir de un terreno de cimentación
que usualmente presenta potencial capilar suficiente y, en segundo lugar, porque la
colocación del propio terraplén protege de la evaporación a todo terreno subyacente,
sea natural o del propio terraplén.

Esta humedad de equilibrio superior en general a la de compactación, tiende a


producir cierta disminución neta en la resistencia al corte de los materiales
constituyentes del suelo.

Siendo la humedad un factor en el deterioro físico y químico; los minerales arcillosos


absorben agua, se expansionan y se debilitan sus ligaduras. La presion del agua que
influye directamente en la resistencia del suelo y de la roca. En general cuanto mayor
es el peso especifico, mas lento es el deterioro.

Desde un punto de vista que contemple las acciones externas y el arreglo


estructural, la resistencia al esfuerzo cortante de las arcillas depende del esfuerzo
normal efectivo aplicado y de las mínimas distancias entre las partículas y/o sus
arreglos solidarios. La distancia mínima depende de la relación de vacíos y de la
orientación, en tanto que el esfuerzo efectivo correspondiente a una determinada
condición de los esfuerzos exteriores depende de la presión en el agua que, a su
vez, es función de la relación de vacíos, del grado de saturación y, otra vez, de la
estructuración adquirida por el suelo.

En consecuencia relación de vacíos, grado de saturación y estructura adquirida


gobiernan tanto la resistencia como las características esfuerzo-deformación de las
arcillas compactadas.

Permeabilidad
En la permeabilidad de un suelo compactado influye, en primer lugar, la naturaleza
de sus componentes minerales y los tamaños de sus poros. Como características
Circunstanciales influyen, la relación de vacíos, la estructuración del suelo y el
grado de saturación.

El coeficiente de permeabilidad tiende a disminuir con el grado de saturación del


suelo, si se conserva constante el volumen total de este; en otras palabras, si el
volumen del suelo compactado no cambia, a mayor contenido de agua se tiene
menor permeabilidad.

De igual manera la permeabilidad es un factor de los rellenos sometidos a


inundaciones temporales, en la subrasante que debe drenar y en las presas la
permeabilidad depende del carácter del suelo por lo que debe er controlada con una
apropiada selección del mismo.
Compresibilidad y expansión.
Los cambios de volumen en un suelo arcilloso tienen a nivel estructural dos
componentes. En primer lugar, la deformación produce variaciones en las distancias
entre grumos y partículas, a grado de orientación constante y, en segundo lugar, dicha
deformabilidad produce reducciones en las distancias medias entre los componentes
sólidos, sin que cambie su distancia mínima, si se logra durante la compactación un
aumento en el grado de orientación.

Este segundo componente, que ocurre cuando el suelo se comprime, es irreversible,


por lo que actualmente se acepta que cualquier expansión que posteriormente pueda
sufrir el suelo compactado, se debe muy principalmente a la primera componente
señalada.

Un proceso al que se ha dedicado poca atención en el pasado, pero que tiende a


interesar cada día más a los proyectistas es la degradación estructural que sufre un
suelo grueso por el proceso de compactación, que se traduce en cambios importantes
en su granulometría, principalmente por ruptura de partículas o pulverización de
aristas. Este efecto puede ser importante con el tiempo en bases de pavimentos
flexibles en lo referente a resistencia y compresibilidad (son de mucho mayor
importancia relativa en el caso de enrocamientos formados por fragmentos de roca,
especialmente de tamaños uniformes, tales como los que se presentan en
pedraplenes altos en carreteras o en respaldos de presas de tierra).

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