poesía
Bobin
Víctor Herrero de Miguel, OFMCap
Email: victorherrerodemiguel@gmail.com
El bien que Bobin capta –esa coro- hacia los mismos pensamientos.
na que el amor de sus hijos coloca De uno, náufrago en su espíritu,
en la cabeza de la mujer– recuer- y de otro, sorprendido por el oto-
da a aquello que Walter Benjamin ño, espero y recojo lo mismo” 5.
denomina el aura: la aparición de
una lejanía, por cerca que pueda No sólo en este libro sino a lo lar-
estar lo que la provoca. Al contra- go de toda su obra encontramos
rio que la huella –que consiste en
semejante horizonte: hacer de la
la manifestación de una cercanía,
palabra poética un espacio para la
por lejos que pueda estar lo que
la dejó atrás y, a través de la cual, desnudez, buscando adjetivos que
nos hacemos con la cosa–, el aura despojen, verbos sobre los que la
se apodera de nosotros 4. Esta me- vida pueda descansar, diminuti-
tafísica del bien fija su ancla en la vos que ensalcen el gozo de vivir,
confianza antropológica de quien sustantivos que espejen. La suya
ve en cada criatura un proyecto de no es una escritura ingenua o mo-
desarrollar la bondad para la que ralista (y, mucho menos, doctrina-
ha sido capacitada. ria) que ignore el dolor, las grietas
o las sombras. Ni su opción por
el bien ni su anhelo de transcen-
3. La presencia pura dencia nimban su mundo en un
círculo de irrealidad. Al contrario,
Así, La Présence pure, se titula uno esa presencia pura que el ojo ve y
de los libros más bello de Bobin, la palabra acoge y representa sur-
todavía no traducido al castellano.
ge, muchas de las veces, de aque-
En él, el autor indaga en el fondo
llo que todos queremos evitar: el
del ser de dos criaturas: su padre,
enfermo de Alzheimer, y el árbol decrecimiento, la desaparición, la
situado frente a la residencia don- pérdida. Es la que sirve de megá-
de acude diariamente a visitarlo. fono al lenguaje de los muertos
En ambos descubre una misma cuando aprendemos a callar:
forma de existir, carente de defen-
“Tu voz está enganchada a los
sas, en apertura total a la vida:
silencios de este mundo como la
“Mi padre, hace tres meses, entró crin dorada de un caballo a los
en una casa de la que no saldrá ja- alambres de una cerca” (Negro
más. Está enfermo de Alzheimer. claro, 63).
Mi padre y este árbol me llevan
5
C. Bobin, La Présence pure et autres
Cf. W. Benjamin, El libro de los pasajes,
4
textes, Gallimard, París 2002, 127. La tra-
Akal, Madrid 2004, 450. ducción es mía.
O la que rasga –como un rayo la li- ha sido dado, a cada instante, por
sura del cielo– la venda con la que todos con quienes me encuentro.
cubrimos la mirada interior: ¿Todo? Sí. ¿Desde siempre? Sí. ¿A
cada instante? Sí. ¿Por todos con
“Yo salía del centro de rehabilita- quienes me encuentro, sin excep-
ción llevando al niño en brazos. ción? Sí. Entonces ¿por qué a ve-
Me crucé con una anciana que iba ces una sombra, una pesadumbre,
en silla de ruedas. Su rostro se ilu- una melancolía? Es porque a ve-
minó a la vista de la criatura. Me ces me falta el don de recibir. Es
incliné hacia ella para mostrárse- un don verdadero, un don absolu-
lo. Los dos se vieron durante un to” (Autorretrato con radiador, 17).
instante –el que todavía no esta-
ba del todo en el mundo y la que
Es este don verdadero y absoluto,
ya no lo estaba por completo–. La
mujer tenía un rostro maravillo-
esta capacidad de recibirlo todo la
samente arrugado, parecido a la que ampara a la poesía en su trán-
corteza de un árbol secular. Ante sito por el tiempo de lo decible, la pa-
la perfección de aquellas dos pre- tria en la que la palabra, según Ri-
sencias, dejé de comprender por lke, vive para alabar. En la novena
qué esta sociedad quiere que, a de las Elegías de Duino leemos:
cualquier precio, sigamos siendo
indefinidamente jóvenes, aleja- “Alaba al ángel el mundo, no el
dos de esas dos luces del naci- [indecible: ante él
miento y de la vejez, clavados en no puedes presumir con lo
el medio” (Resucitar, 90). [esplendorosamente percibido:
[en el todo del mundo,
donde él siente más hondo, tú
Esos ojos con los que Bobin ve en [eres un novato. Por eso
ambos cuerpos sendos libros (en el enséñale lo sencillo, que, formado
del niño: un pregón, una promesa; [a través de generaciones,
en el de la mujer: una celebración, como cosa nuestra vive junto a la
un cumplimiento), y descifra en [mano y la mirada”6.
ellos el mensaje de la vida, son la
escudilla en la que el poeta recibe Das Einfache, lo sencillo, la apropia-
todo cuanto el mundo le quiere re- ción de la cotidianidad, la proximi-
galar: dad real de las cosas, de “la cálida
piel del prójimo” 7: en esto pudiera
“Está claro: todo lo que tengo, me
lo han dado. Todo lo que puedo
resumirse la estética de Bobin.
tener de vivo, de sencillo, de tran-
quilo, lo he recibido. No caigo en 6
R. M. Rilke, Elegías de Duino, Lumen,
la insensatez de creer que me lo Barcelona 1980, 83-84.
debían, o que era digno de ello. 7
J. M. Esquirol, La resistencia íntima.
No, no. Desde siempre todo me Ensayo de una filosofía de la proximidad,
216 págs.
P.v.P.: 12,50 €
entre los muchos episodios que relatan los evangelios, el de la pecadora
que se aventura en un territorio hostil únicamente para poder tocar a je-
sús y ungir sus pies (lc 7,36-50) acabó convirtiéndose en objeto de tra-
bajo bíblico del autor durante años; pero no solo de trabajo, sino también
de emoción, de imaginación, de afecto y de fe. la convivencia con ese tex-
to cambió por completo su forma de mirar a jesús y, como él mismo afir-
ma, cambió también su vida.