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Martes – 13a semana T. Ordinario.

Año Impar (Gen 19, 15-29; Mt 8, 23-27)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención de
consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi mente
y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar, sorprender,
seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino hacia
la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás
vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos
a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del Padre.
Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus pequeños;
hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la intimidad de
Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que conversabas con Juan;
recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce en el Cenáculo..., lleno
de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable todavía de él y me enseñe a
hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y el resplandor de la llama (G.
CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESUS, SÁLVANOS, QUE PERECEMOS”
 «Mar de Genesaret o Galilea. Se desató una tormenta en el mar».
 «Los discípulos se acercaron y despertaron a Jesús diciéndole: -Señor,
sálvanos, que perecemos».
 «Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
 «Entonces se levantó, increpó a los vientos y al lago, y sobrevino una
gran calma»

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Sal 104, 3-4

Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad
continuamente su rostro.
Monición de entrada
Celebramos la muerte en Cristo de nuestros hermanos. La fe nos asegura que el que cree
en Cristo, aunque haya muerto, vivirá. Que el Misterio pascual de Cristo, que nos
disponemos a celebrar, aliente en nosotros esta fe y esta esperanza. Y puesto que
nuestros hermanos profesaron esta misma fe, les encomendamos a las manos
misericordiosas de Dios para que alcancen la gloria y la vida para siempre que esperaron.

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de Feria. O misa por los Difuntos. 2 de Julio 2019


La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

• "El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida,


¿quién me hará temblar?
• Señor Jesús, a Ti que eres la Palabra hecha carne, te pido que me ilumines con tu Santo
Espíritu, para que acogiendo lo que me dices en el Evangelio, pueda yo también ser luz
que ilumine al mundo.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

En viento y en tormenta
Tenemos que reconocer la presencia del Señor y seguir confiando en él cuando las
tormentas rugen dentro de nosotros y a nuestro alrededor, en nuestro mundo, y nos
amenazan con tragarnos y hacernos gritar: “Señor, ¿dónde estás?” Pueden ser las
tormentas de la tentación, las dudas, los miedos y temores relacionados con nuestra fe,
la amenazada lealtad. Los vientos de cambio también pueden ser como ruidosos
huracanes que sacuden la barca de la Iglesia, antes de que podamos alcanzar las aguas
tranquilas de una Iglesia renovada. El Señor está ahí, no deberíamos tener miedo.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Te pido perdón Jesús por todos mis pecados. Sé que no soy digno de tu perdón, pero tu
misericordia es más grande que mis pecados. Acoge, Buen Señor, a este humilde siervo
tuyo y ayúdame a seguir el camino que conduce a la vida.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Gloria a Dios.

Se canta o se recita los domingos, fuera de los tiempos de Adviento y Cuaresma, en las
solemnidades y en las fiestas y en algunas peculiares celebraciones más solemnes.

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

Señor Dios nuestro: Tu Hijo Jesucristo calmó nuestras vacilaciones con palabras de
reprensión: “¿Por qué tienen ustedes miedo, hombres de poca fe?” Haz que esa débil fe
crezca robusta en nosotros. Cercióranos plenamente de que tú estás con nosotros en tu
creación, en la oscuridad y en la noche, en el viento huracanado y en la tormenta, incluso
en las profundidades de la muerte; porque tú eres el Dios que dijo: “Yo soy el que soy; y
estoy ahí para ustedes”, ahora y por los siglos de los siglos.
• Dios todopoderoso y eterno, Señor de vivos y muertos, que derramas sobre todos tu
misericordia, humildemente te suplicamos que aquellos por quienes oramos, consigan, en
tu bondadosa clemencia, el perdón de sus pecados, y, felices, gocen contigo alabándote
siempre. Por nuestro Señor Jesucristo.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Génesis 19,15-29

El Señor hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego.


En aquellos días,
15 al despuntar el alba, los mensajeros urgieron a Lot: -Vamos, toma a tu mujer y a tus
dos hijas que están aquí, no sea que perezcan en el castigo de la ciudad.
16 Y como él no se decidía, aquellos hombres lo agarraron de la mano a él, a su mujer y
a sus hijas y, por la misericordia del Señor, lo sacaron fuera de la ciudad.
17 Mientras lo sacaban afuera, uno de los ángeles le dijo: -Ponte a salvo, no mires hacia
atrás ni te detengas en parte alguna; huye a la montaña, para que no perezcas.
18 Respondió Lot: -Eso no, por favor.
19 Tu siervo ha gozado de tu protección y me has tratado con gran misericordia,
conservándome la vida. Pero yo no puedo refugiarme en la montaña, porque me alcanzaría
la desgracia y moriría.
20 Mira, ahí cerca hay una ciudad pequeña donde me puedo refugiar; permite que me
refugie en ella para salvar mi vida.
21 Él respondió: -Bien, acepto tu súplica. No destruiré la ciudad de la que hablas.
22 Pero date prisa y refúgiate allí, porque yo no podré hacer nada hasta que tú hayas
llegado. Por eso a aquella ciudad se la llamó Soar.
23 Salía el sol cuando Lot llegaba a Soar.
24 El Señor envió entonces desde el cielo una lluvia de azufre y fuego sobre Sodoma y
Gomorra.
25 Y destruyó estas ciudades y toda la llanura, todos los habitantes de las ciudades y toda
la vegetación del suelo.
26 La mujer de Lot se volvió para mirar atrás y se convirtió en una estatua de sal.
27 Abrahán se levantó muy temprano y se dirigió al lugar donde había estado en presencia
del Señor.
28 Volvió la vista hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda la llanura y vio la humareda que
subía de la tierra; era una humareda como la de un horno.
29 Cuando Dios destruyó las ciudades de la llanura, se acordó de Abrahán, y sacó a Lot
de la catástrofe cuando arrasó las ciudades en las que éste había vivido.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
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Meditatio
El autor nos pone de manifiesto que Dios siempre está al pendiente de los suyos, de
aquellos que Dios ama; sin embargo, Dios no hace acepción de personas, es decir, Dios
no prefiere a unos para rechazar a otros, sino que Dios en todo momento tiene interés y
preocupación por el ser humano. El texto sagrado hace énfasis en el cuidado que Dios
tiene para tratar al hombre. Lot propone la condición en que se siente seguro, pues tiene
miedo ir a las montañas, así que pide al ángel que le conceda ir a una ciudad cercana para
poderse poner a salvo.
Ante esta petición, el ángel del Señor accede, pues lo importante es la salvación y
seguridad de Lot. Asimismo, la salvación es un don que Dios ofrece a todos aquellos que
rodean al sujeto de la salvación, es decir, Dios no sólo mira por la salvación de Lot, sino
de su mujer e hijas, porque Dios mira con amor y compasión a sus elegidos (todos hemos
sido elegidos por Dios para vivir primero aquí en la tierra y después con él en el cielo).
Por unos pocos, Dios realiza la salvación para todos cuantos le rodean, tal como sucederá
con su hijo Jesús, quien con su muerte, dará la salvación a todos los hombres que están
en torno suyo. En este caso, somos todos quienes en torno a Jesús nos hacemos sujetos
de la salvación. Si Dios obró la salvación de Lot por atención a Abraham, ¿qué no hará
por todos los seres humanos en atención a su propio Hijo y a los méritos de éste
conseguidos por su pasión, muerte y resurrección?
Oratio
Dios bueno y clemente, que escuchas siempre la oración de tus fieles y atiendes amoroso
a sus peticiones, ayúdanos a estar atentos a tu palabra y a ser dóciles a tu voluntad para
que siempre seamos dignos del amor que nos das y el afecto con que nos tratas. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Actio
El día de hoy voy a hacer oración por mis seres amados y dedicaré unos minutos para
pedir por alguien que sé le hará bien un momento de oración en su favor.
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• En el «ciclo de Lot» se recoge una antiquísima explicación del origen de un paisaje


espectral situado al sur del mar Muerto y que todavía hoy sorprende e impresiona al
visitante. Se trata, probablemente, de una verdadera reliquia histórica de algún desastre
natural releída por el narrador en clave teológica. Se perfila aún mejor la contraposición
entre la hospitalidad de Abrahán y la falta de hospitalidad de los habitantes de Sodoma.
Lot, que había elegido para él la mejor parte, pierde ahora todo: tierra, bienes, mujer, y
sólo tendrá descendencia a través de un incesto con sus hijas; mientras que Abrahán, por
haber confiado en la promesa de YHWH, tendrá una descendencia numerosa y poseerá la
tierra. El fragmento de hoy se abre con una tensión dramática entre la urgencia de los
mensajeros y la duda de Lot, que sigue siendo connotado por el autor del relato de una
manera negativa. Sólo su parentesco con Abrahán es el que le hace objeto de «una gran
misericordia» por parte del Señor. Dios, en efecto, le concede refugiarse en Soar, una
ciudad del valle cuya denominación popular se explica de este modo («Mira, ahí cerca hay
una ciudad pequeña»: v. 20).
El relato se cierra con Abrahán contemplando desde lo alto la zona del desastre. Su mirada
marca no sólo una antítesis respecto a la mirada curiosa de la mujer de Lot, que queda
convertida en estatua de sal; es también la mirada de quien se siente objeto de la
«memoria» de Dios que le salva. Así es, porque Dios se acuerda siempre de «su santa
alianza, del juramento que hizo a nuestro antepasado Abrahán para concedernos que,
libres de nuestros enemigos, podamos servirle sin temor, con santidad y justicia en su
presencia durante toda nuestra vida» (cf. Lc 2,72-75).
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Apaciguamiento: Yahvé entró de incógnito en Sodoma. Esta precaución quiere, quizá,


sugerir que la santidad divina no podía entrar en contacto con el pecado. En todo caso, la
juventud y la belleza de los dos compañeros excitan pronto la avidez de los sodomitas, y
Lot se ve obligado a realizar los mayores esfuerzos para impedir el asalto nocturno de los
depravados. De hecho, el sobrino de Abraham está muy indeciso, no quiere abandonar la
ciudad. Si Dios no hubiera insistido en salvarlo, quizá estaría aún en la ciudad maldita.
El alba naciente no descubre la menor presencia de inocentes en Sodoma. Lot se apresura
a huir con su familia a Segor o Zoar-la-pequeña, al otro lado del mar Muerto, mientras
una lluvia de petróleo y de azufre se abate sobre la región (¿recuerdo acaso de un
terremoto geológico?). La mujer de Lot es transformada en estatua de sal; este hecho
hace probablemente alusión a la aparición de una formación rocosa debida la erosión,
pero sugiere además que el juicio divino no soporta ninguna dilación. Cuando se haga
definitivamente de día, Abraham no verá ya, en el lugar que ocupaba la ciudad, más que
una columna de humo. Sodoma habrá dejado de vivir; permanecerá en la memoria de los
hombres como la ciudad del castigo ejemplar. Pero Lot ha sido salvado, y con él su clan,
los futuros moabitas y amonitas. De este modo, la bendición universal, confiada a
Abraham, está ya en marcha.
El salmo 25 sirve como planto a un inocente que no duda en cantar su alabanza a Dios en
medio de la desgracia. Si los habitantes de Sodoma se hubiesen arrepentido...
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1. Azufre y Fuego
1.1 La impresionante escena de la primera lectura impacta nuestra imaginación. No es
difícil representarse el cuadro patético que además ha dibujado más de un artista: un
diluvio de llamas que castigan las ruinas humeantes de lo que un día fuera lugar de seres
humanos. Pero vayamos más allá de la escena como tal. Busquemos la enseñanza: la
palabra detrás del acontecimiento.
1.2 Por una parte, este drástico castigo revela de modo dramático el estado de gravedad
a que conduce el pecado como estructura. En efecto, nos hemos acostumbrado tal vez a
mirar al pecado como un hecho personal que involucra sólo una responsabilidad individual
ante Dios. Pero esto no es cierto. El pecado tiende a institucionalizarse. Va creando un
tejido de complicidades que se vuelve pegajoso y casi omnipresente, hasta producir asfixia
en los que no admitan inmiscuirse en él.
1.3 Es un poco lo que vemos también en nuestra sociedad. La prostitución o la corrupción
administrativa, por citar sólo dos ejemplos, no son eventos aislados en vidas aisladas,
sino verdaderas redes que se adueñan de sectores de ciudades y de amplias tajadas del
presupuesto de un país. Estamos en ambos casos frente a pecados "estructurales", que
no deberían ser evaluados simplemente como una colección de faltas personales, pues de
hecho implican procesos, manejo de recursos e incluso leyes oficiales que hacen
extraordinariamente difícil erradicar su presencia y su obra.
1.4 En otro sentido, la escena del Génesis en el día de hoy nos invita a saber superar el
hecho mismo del castigo, cualquiera que sea su expresión concreta. Lo más interesante
del pecado no es quedarnos viendo cómo se castiga sino permanecer buscando cómo
superarlo. Cosa útil de aprender porque a veces nos preocupamos más de castigar
culpables que de hacer bien a los inocentes.
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En Sodoma no se encuentran ni diez justos. Abraham se da por vencido en su intento y


la ciudad es arrasada. La única familia justa se salva, pero no sin dificultades. Lot tiene el
corazón dividido. Por una parte, la cómoda residencia en la ciudad con sus posesiones;
por otra, la necesidad de salvar la vida.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 25,2-3.9-10.11-12
R/. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
Escrútame, Señor, ponme a prueba, sondea mis entrañas y mi corazón, porque tengo ante
los ojos tu bondad, y camino en tu verdad.
R/. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
No arrebates mi alma con los pecadores, ni mi vida con los sanguinarios, que en su
izquierda llevan infamias, y su derecha está llena de sobornos.
R/. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.
Yo, en cambio, camino en la integridad; sálvame, ten misericordia de mí. Mi pie se
mantiene en el camino llano; en la asamblea bendeciré al Señor.
R/. Tengo ante los ojos, Señor, tu bondad.

✞ ✞ ✞ Aleluya

Aleluya Cf. Sal 129, 5


R. Aleluya, aleluya, aleluya.
V. Espero en el Señor, espero en su palabra.
R. Aleluya, aleluya, aleluya.

✞ ✞ ✞ “Padre, dame tu bendición”: “El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies
dignamente su Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

✞ ✞ ✞ Lectura del Santo Evangelio según: Mateo 8, 23-27

Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.
En aquel tiempo,
23 Jesús subió a una barca y sus discípulos lo siguieron.
24 De pronto, se alborotó el lago de tal manera que las olas cubrían la barca, pero Jesús
estaba dormido.
25 Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciéndole: -Señor, sálvanos, que
perecemos.
26 Él les dijo: -¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe? Entonces se levantó, increpó
a los vientos y al lago, y sobrevino una gran calma.
27 Y aquellos hombres, maravillados, se preguntaban: «¿Qué clase de hombre es éste,
que hasta los vientos y el lago le obedecen».
PALABRA DEL SEÑOR. R/ GLORIA A TI, SEÑOR JESÚS.

✞ ✞ ✞ “Que por el Evangelio sean perdonados nuestros pecados veniales”

San Josemaría Escrivá, Camino 59


Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal
piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida
interior.
Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con
su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro.
Lee esta breve reflexión que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Hijos míos, pase lo que pase, recordad que yo estoy siempre con vosotros. Acordaros que,
visible o invisible, despierto o dormido, vigilo siempre, estoy por todas partes, soy
todopoderoso. No tengáis jamás ningún temor, ninguna inquietud: estoy ahí, vigilo, os
amo, lo puedo todo… ¿Qué más hacer por vosotros?… Acordaros de estas tempestades,
cuando erais tranquilizados con una palabra, haciendo suceder una gran calma. Tened
confianza, fe, y coraje; acordaros sin inquietud por parte de vuestro cuerpo y vuestra
alma, pues yo estoy ahí, todopoderoso y amándoos. Pero que vuestra confianza no nazca
de la dejadez, de la ignorancia de los peligros, ni de vuestra confianza o la de otras
criaturas… Los peligros que corréis son inminentes; los demonios, enemigos fuertes y
astutos, vuestra naturaleza pecadora y el mundo mismo os harán una guerra encarnizada.
Y en esta vida, la tempestad es casi constante, y vuestra barca está siempre cerca de
zozobrar… Más no olvidéis, estoy ahí, contigo, ¡esta barca es insumergible! Desconfiad de
todo, sobre todo de vosotros, pero tened una confianza total en mí que he desterrado
toda inquietud.

1 Contexto. La palabra se ilumina.


www.sanJeronimo.Brown,Fitzmyer,Murphy

La tempestad calmada (8,23-27). Cf. Mc 4,35-41 para la interpretación del relato de


milagro. Puede haber cierta influencia de los Sal 107,23-32; 104,5-9, pero no es
totalmente seguro. Mateo reelabora el relato para que pueda ser utilizado como
instrucción sobre la vida de la Iglesia tras la resurrección. (A Mateo se le ha llamado el
gran Evangelio de la Iglesia por el interés que tiene en este tema). A lo largo del relato,
Jesús aparece como el personaje central y se le trata con respeto, en contraste con Mc;
solamente se mantiene el breve momento tan humano del sueño. Mateo traslada el
diálogo con los discípulos a una posición anterior al mismo milagro, revelando de este
modo sus prioridades didácticas.
La tempestad en el mar. Aquí Mateo ha resumido la narración más de lo acostumbrado,
y los cambios que introduce son significativos. El «viento huracanado» de Mc se ha
convertido en un seísmos, «temblor de tierra», una perturbación cósmica. En Mc (4,35-
41), el barco hace agua; en Mt, casi es cubierto por las olas. En Mc, el grito de los
discípulos no es una demanda de ayuda: ¿cómo iban a esperar ser salvados de una
tempestad? En Mt, es una plegaria dirigida a Jesús, el Kyrios, pidiendo la liberación; este
cambio no está del todo de acuerdo con la reprensión en que se les llama «hombres de
poca fe».
Gran tormenta: En Mateo se convierte realmente en un «terremoto» (seísmos, en lugar
del marcano lailaps); cf. también 24,7; 27,54; 28,2, donde seísmos se usa a menudo para
sugerir los horrores de los últimos días.
El seísmos (supra). Se ha observado que el mar de Galilea, una pequeña masa de agua
rodeada casi completamente de colinas, se ve muchas veces sometido a repentinas
tempestades, debido a las corrientes de aire de distintas temperaturas que descienden de
las colinas. Las tempestades cesan tan repentinamente como aparecen. No es verosímil
que los discípulos, habitantes de las orillas del mar de Galilea durante toda su vida,
ignorasen este hecho. El relato pone de manifiesto otro aspecto del misterio de Jesús: su
dominio sobre la naturaleza, que infunde mayor temor que su dominio sobre la
enfermedad y los demonios. Los discípulos preguntan simplemente quién es él; el resto
del evangelio está ocupado por la revelación de la respuesta a esta pregunta.
Señor, sálvanos, que perecemos: Esta petición se ha convertido en la oración de la
Iglesia amenazada de todas las épocas, a la que, frecuentemente, se le ha representado
artísticamente como una frágil barca sacudida por la tormenta.
Hombres de poca fe: Mateo cambia la expresión marcana «sin fe» por la expresión
«poca fe» (que es típicamente mateana, 6,30; 14,31; 16,8; cf. Lc 12,28). La poca fe
presupone alguna fe y así la conversión, pero se trata de una fe demasiado débil o
paralizada para la acción. Este es el problema de la segunda o tercera generación cristiana
(cf. 24,12).
Aquellos hombres: Puede referirse a los miembros de la Iglesia de finales de siglo (cf.
G. Bornkamm, Tradition and Interpretation 52-57).
Los hombres: Esta palabra parece admitir otros testigos del milagro además de los
discípulos, aunque el anterior relato no ha dejado lugar para otros; Mc, sin embargo,
advierte que el barco iba acompañado por otras embarcaciones (4,36).
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• El fragmento de hoy se abre con una nota que, en su aparente normalidad, encierra un
elemento clave para la interpretación de este relato, conocido como milagro de la
tempestad calmada. Jesús es el primero en subir a la barca, y sus discípulos le «siguen».
El mismo Mateo relee el episodio como figura de la Iglesia, que atraviesa el mar
tempestuoso de la historia con la presencia de Jesús, una presencia real, si bien escondida
y silenciosa, aunque no por ello la exime de desconciertos
y miedos. Por otra parte, Mateo no habla propiamente de «tempestad», como sí hace, en
cambio, el evangelista Marcos en su relato paralelo; usa el término «semós», que tiene
un claro sabor apocalíptico: se trata, por consiguiente, de una gran tribulación a través
de la cual debe pasar la barca de los discípulos de Jesús. Éstos, aterrorizados, le despiertan
gritando: «.¡Señor, sálvanos!» (Kyrie, sóson), una invocación casi litúrgica y muy
diferente de la referida por Marcos: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» (4,38).
Hay otro detalle particular que nos ayuda a comprender la perspectiva eclesial de Mateo:
Jesús - a diferencia del relato de Marcos y de Lucas-, antes de hacer el milagro, regaña a
los discípulos por ser «pequeños de fe» (y. 26, literalmente), o sea, por su fe todavía
incierta y vacilante. Sólo entonces es cuando Jesús «se levantó, increpó» a los vientos y
al mar, como si fueran seres endemoniados (cf. asimismo Me 4,39). El pasaje se cierra
con una nota de admiración frente al poder de Jesús, capaz de someter hasta los
elementos cósmicos (v. 27). Él, y sólo él, puede dormir en medio de la tempestad porque
reposa en el seno del Padre y se despierta en el poder de Dios, que nos salva no de la
muerte, sino en la muerte, despertándonos a una vida nueva, resucitada, que durará para
siempre.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

Hay, otros discípulos que, tras haber aceptado seguirle, están con él en la barca. De
improviso, se desencadena una borrasca (literalmente: un trastorno cósmico), que pone
al descubierto los sentimientos secretos de los corazones. A la tranquilidad soberana de
Jesús, que, abandonado en manos del Padre, descansa seguro, se contrapone el miedo
de los discípulos, que le despiertan invocando: «Señor, sálvanos, que perecemos» (v. 25).
Jesús les reprocha su falta de fe (oligópistoi), que les hace incapaces de aceptar el
aparente silencio de Dios. Después despliega su poder y realiza el milagro de aplacar los
elementos desencadenados. El verbo empleado (epetímese) proporciona al episodio el
color de un exorcismo: Jesús, como ya antes YHWH en el Primer Testamento, domina de
manera soberana las fuerzas maléficas, representadas aquí por el mar, considerado como
dominio del mal. Surge en todos, una pregunta: « ¿Qué clase de hombre es éste, que
hasta los vientos y el lago le obedecen?». Aparecen una vez más los temas fundamentales
del relato de Mateo: la fe y la figura de Cristo.
www.sermonwriter.com

No hay Contexto.
2 Reflexión. ¿Qué nos dice Dios en el Texto? La palabra me ilumina.
www.sermonwriter.com

No hay reflexion.
www.ocarm.org

Oración inicial
Padre de bondad, que por la gracia de la adopción nos has hecho hijos de la luz;
concédenos vivir fuera de las tinieblas del error y permanecer siempre en el esplendor de
la verdad. Por nuestro Señor.
Del Evangelio según Mateo 8,23-27
Reflexión
• Mateo escribe para las comunidades de judíos convertidos de los años 70 que se sentían
como un barco perdido en el mar revuelto de la vida, sin mucha esperanza de poder
alcanzar el puerto deseado. Jesús parece que duerme en el barco, porque ellos no veían
ningún poder divino que los salvara de la persecución. Mateo recoge diversos episodios
de la vida de Jesús para ayudar las comunidades a descubrir, en medio de la aparente
ausencia, la acogedora y poderosa presencia de Jesús vencedor, que domina el mar (Mt
8,23-27), que vence y expulsa el poder del mal (Mt 9,28-34) y que tiene poder de
perdonar los pecados (Mt 9,1-8). Con otras palabras, Mateo quiere comunicar la esperanza
y sugerir que las comunidades no deben temer nada. Este es el motivo del relato de la
tormenta calmada del evangelio de hoy.
• Mateo 8,23: El punto de partida: entrar en el barco. Mateo sigue el evangelio de
Marcos, pero lo acorta y lo incluye en el nuevo esquema que él adoptó. En Marcos, el día
fue pesado por el mucho trabajo. Una vez terminado el discurso de las parábolas (Mc 4,3-
34), los discípulos llevan a Jesús al barco y, de tan cansado que está, Jesús se duerme
encima de una travesera (Mc 4,38). El texto de Mateo es mucho más breve. Solamente
dice que Jesús entra en el barco, y los discípulos lo acompañan. Jesús es el Maestro, los
discípulos siguen al maestro.
• Mateo 8,24-25: La situación es desesperada: “! Estamos a punto de perecer!”
El lago da Galilea está cerca de altas montañas. A veces, por los resquicios de las rocas,
el viento sopla fuerte sobre el lago produciendo repentinas tormentas. Viento fuerte, mar
agitado, barco lleno de agua. Los discípulos eran pescadores experimentados. Si ellos
piensan que están a punto de hundirse, quiere decir que la situación es peligrosa. Pero
Jesús no parece darse cuenta, y sigue durmiendo. Ellos gritan: “Señor, ¡sálvanos! Que
estamos pereciendo". En Mateo, el sueño profundo de Jesús no es sólo señal de cansancio,
es también expresión de confianza tranquila de Jesús en Dios. ¡El contraste entre la actitud
de Jesús y de los discípulos es grande!
• Mateo 8,26: La reacción de Jesús: “¿Por qué tenéis miedo?” Jesús se despierta,
no por las olas, sino por el grito desesperado de los discípulos. Se dirige a ellos y dice:
“¿Por qué tenéis miedo? ¡Hombres de poca fe!” Luego, él se levanta, amenaza los vientos
y el mar, y todo queda en calma. La impresión que se tiene es que no era necesario
aplacar el mar, pues no había ningún peligro. Es como cuando uno llega a casa de un
amigo, y el perro, al lado del dueño de la casa, empieza a ladrar al visitante. Pero no es
necesario tener miedo, porque el dueño está presente y controla la situación. El episodio
de la tormenta calmada evoca el éxodo, cuando la multitud, sin miedo, atravesó las aguas
del mar (Ex 14,22). Jesús rehace el éxodo. Evoca al profeta Isaías, que decía al pueblo:
“Cuando atravieses las aguas, ¡yo estaré contigo!” (Is 43,2). Por fin, el episodio de la
tormenta calmada evoca la profecía anunciada en el Salmo 107:
Los que viajaron en barco por el mar, para traficar por las aguas inmensas, contemplaron
las obras del Señor, sus maravillas en el océano profundo. Con su palabra desató un
vendaval, que encrespaba las olas del océano: ellos subían hasta el cielo, bajaban al
abismo, se sentían desfallecer por el mareo, se tambaleaban dando tumbos como ebrios,
y su pericia no les valía de nada. Pero en la angustia invocaron al Señor, y él los libró de
sus tribulaciones: cambió el huracán en una brisa suave y se aplacaron las olas del mar;
entonces se alegraron de aquella calma, y el Señor los condujo al puerto deseado. (Sal
107,23-30)
• Mateo 8,27: El miedo de los discípulos: “¿Quién es este hombre?” Jesús
preguntó: “¿Por qué tenéis miedo?” Los discípulos no saben qué responder. Admirados,
se preguntan: “¿Quién es éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?” A pesar de
haber vivido tanto tiempo con Jesús, no saben todavía quién es. ¡Jesús sigue siendo un
extraño para ellos! ¿Quién es éste?
• ¿Quién es éste? ¿Quién es Jesús para nosotros, para mí? Esta debe ser la pregunta que
nos lleva a continuar la lectura del Evangelio, todos los días, con el deseo de conocer más
y más el significado y el alcance de la persona de Jesús para nuestra vida. De esta
pregunta nace la Cristología. No nació de altas consideraciones teológicas, sino del deseo
que los primeros cristianos tenían de encontrar siempre nuevos nombres y títulos para
expresar lo que Jesús significaba para ellos. Son decenas y decenas los nombres, los
títulos y los atributos, desde carpintero hasta hijo de Dios, que Jesús recibe: Mesías,
Cristo, Señor, Hijo amado, Santo de Dios, Nazareno, Hijo del Hombre, Esposo, Hijo de
Dios, Hijo del Dios altísimo, Hijo de María, carpintero, Profeta, Maestro, Hijo de David,
Rabuni, Bendito el que viene en el nombre del Señor, Hijo, Pastor, Pan de vida,
Resurrección, Luz del mundo, Camino, Verdad, Vida, Rey de los judíos, Rey de Israel, etc.,
etc. Cada nombre, cada imagen es un intento para expresar lo que Jesús significaba para
ellos. Pero un nombre, por muy bonito que sea, nunca llega a revelar el misterio de una
persona, mucho menos de la persona de Jesús. Jesús no cabe en ninguno de estos
nombres, en ningún esquema, en ningún título. El es mayor que todo, supera todo. No
puede ser enmarcado. El amor capta, la cabeza ¡no! Es a partir de la experiencia viva del
amor, que los nombres, los títulos y las imágenes reciben su pleno sentido. Al final, ¿quién
es Jesús para mí, para nosotros?
www.santaclaradeestella.es

Se puede percibir más de una analogía entre las lecturas propuestas por la liturgia de hoy.
En ambas se habla de una situación tranquila que padece un cambio imprevisto: el fuego
que baja del cielo y el desencadenamiento de los elementos naturales sobre el mar
alborotado.
En ambos casos se ofrece al hombre aterrorizado una salvación misericordiosa por parte
de alguien que le presta socorro. Ambas situaciones pueden ser tina gran metáfora de la
condición humana, del viaje del hombre hacia la salvación, un viaje acechado por una
gran cantidad de adversidades que hacen que, con frecuencia, el hombre sienta miedo
frente a realidades que le superan, que le aplastan. ¿Y qué miedo es superior al de la
muerte? Nosotros sabemos hoy que no estamos solos, y, aunque nos sintamos así,
siempre podemos gritar «¡Señor, sálvanos!» a aquel que quiso pasar por nuestras mismas
situaciones, que quiso dormir con nosotros el sueño de la muerte, para despertarnos con
él en la vida sin fin. Se nos pide que no seamos «pequeños en la fe», que seamos audaces,
constantes, perseverantes en la oración.
Estamos seguros, en efecto, de que a quien llame se le abrirá, a quien pida se le dará, y
a quien ha sido bautizado en la muerte y resurrección del Señor Jesús no se le arrebatará
la vida, sino que simplemente le será cambiada, porque «tanto si vivimos como si
morimos, somos del Señor». Él vino a compartir nuestra condición humana para darnos
su paz, su alegría, su plenitud de vida. También nosotros, por tanto, aferrándonos al
madero de su cruz, podemos atravesar todos los mares tempestuosos, seguros ahora de
llegar incólumes con él a la tierra de los vivos.
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Apaciguamiento: "¿Quién es éste, que hasta los vientos y el lago le obedecen?"


Mientras sus vecinos divinizaban a los fenómenos naturales, Israel contribuyó
grandemente a la desmitologización. Ya en Gn. 1 se afirmaba que los astros no eran más
que simples criaturas al servicio del hombre; en cuanto a los monstruos marinos de las
leyendas mesopotámicas, no eran más que el producto del humor de Yahvé; los judíos,
que no tenían pie marino, les habían atribuido por hábitat el mar. Sólo Dios podía
dominarlos. Así, cuando Jesús calma la agitación del mar, realiza algo más que un simple
prodigio: este gesto representa también la afirmación de su igualdad con Yahvé.
¿No sería acaso capaz de vencer a la muerte? Cuando conocemos la significación que
da Mateo al signo de Jonás (cfr. 12, 40), es interesante resaltar aquí el empleo del verbo
que indica la resurrección ("Jesús, despertándose= resucitando), interpela vivamente a
los vientos y al mar". Lo mismo que Jonás había salvado de la tempestad a los marineros
del barco en el que había embarcado, Jesús, durmiendo y despertándose (=muriendo y
resucitando), salva a los hombres que le siguen de la muerte definitiva. En horas de duda
y vacilación, hay que acordarse de todo esto. La barca iba a la deriva, el viento arreciaba,
el miedo de los discípulos iba en aumento... Los profetas que predicen desgracias se
multiplican, se suceden las películas de catástrofes, el temor hace presa del hombre...
La Iglesia misma no sabe cómo guiar su barca. En la Biblia, el mar es símbolo de las
fuerzas oscuras que asaltan al hombre y ponen su vida en peligro... Pero ¡no hay que
asustarse demasiado! Nosotros, los humanos, "nunca estamos del todo en nuestra casa
en este mundo que creemos haber dominado" (Rilke). Podemos multiplicar las previsiones
y defender de mil maneras nuestra seguridad; de hecho, nuestra vida es de una
desoladora fragilidad. Por muy escondido que esté el miedo debajo de la línea de flotación,
¡la tempestad es la compañía obligada de la travesía humana! Presa de pánico ante su
porvenir, el hombre exclama: ¡"Señor, sálvanos!".
"Jesús increpó vivamente a los vientos y al lago, y sobrevino una gran calma". No
podemos utilizar el Evangelio para cultivar nuestro miedo. Si bien Jesús no ha eliminado
el misterio del mundo, ni ha dado soluciones concretas a las dificultades de nuestra
existencia, sí ha levantado los ojos al cielo con una dulce seguridad y ha murmurado el
nombre del Padre. No invitó a los suyos a dirigirse a tierra firme, sino a proseguir en 'a
aventura de la fe. Sabemos que en nuestra barca va un pasajero a bordo. ¡Un polizón que
ha cogido el timón y que llevará al hombre a buen puerto!
www.fraynelson.com

2. La tormenta calmada.
2.1 Si la primera lectura nos deja ver una espantosa tormenta de fuego, el evangelio de
hoy hace el contraste mostrándonos a Jesús sosegando una tormenta de lluvia y viento
en el Mar de Galilea.
2.2 De donde podemos aprender que el mismo Dios que manda la tormenta trae también
la paz. Dios no deja de ser Dios ni en la guerra ni en la paz, ni en la tribulación ni en el
consuelo, ni en la confusión ni en la claridad.
2.3 A nuestros ojos Dios puede parecer escondido cuando hay guerra o adormilado en la
pereza de la inacción y la paz. Puede parecernos lejano en horas de tribulación o cariñoso
en horas de consuelo. Distante cuando hay confusión y presente cuando vuelve la claridad.
2.4 Pero todas estas son interpretaciones NUESTRAS. Como muestra el evangelio de este
día, hemos de saber en fe que Él es siempre Dios, y que su soberanía no tiene eclipses ni
hay párpados en sus ojos. Todo lo conoce y en todo está su gobierno, sea que lo
entendamos o que no nos lo parezca.
www.elmisericordioso.me-Pildorasdefe.net

Conversando con el amor


Señor, que la fuerza de tu Espíritu capacite mi corazón y lo haga dócil a tus inspiraciones.
Te pido perdón por mis actitudes equivocadas y por llenarme de emociones negativas que
siembran rencor en mi corazón. Tú conoces todo de mí, sabes que quiero dejar atrás mi
vida de pecado. Condúceme por las aguas tranquilas de tu amor. Tú eres mi Roca, mi
refugio y mi salvación, Quien me ayuda a vencer las dificultades. Te amo, bendíceme
ahora y siempre. Amén
Evangelio del día: Hay que ser valientes cuando enfrentamos la debilidad. ¡Señor,
nos hundimos! El respondió: hombres de poca fe.
Reflexión del Papa Francisco
Cuando hay una gran agitación en el mar, el barco se cubría por las olas "¡Sálvanos,
Señor, que estamos perdidos!", dicen. ¡El miedo! Incluso aquella es una tentación del
diablo: tener miedo de avanzar en el camino del Señor.
Hay una tentación que dice que es "mejor quedarse aquí", donde estoy seguro. Pero esto
es el Egipto de la esclavitud!. Tengo miedo de seguir adelante, tengo miedo de hacia
donde me llevará el Señor.
El temor, sin embargo, no es un buen consejero. Jesús muchas veces, ha dicho: "¡No
tengan miedo!". El miedo no nos ayuda.
Cuando Jesús trae la calma al agitado mar, los discípulos en la barca se llenaron de temor.
Siempre, ante el pecado, delante de la nostalgia, ante el temor, debemos volver al Señor.
Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da estupor, tan hermoso, por un nuevo
encuentro con el Señor. "Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación
de pecado; Señor, tengo la curiosidad de saber cómo son estas cosas; Señor, tengo
miedo". Y ellos vieron al Señor: "¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!" Y llegó la sorpresa
del nuevo encuentro con Jesús.
No somos ingenuos ni cristianos tibios, somos valientes, valerosos. Somos débiles, pero
hay que ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestro valor muchas veces debe expresarse
en una fuga y no mirar hacia atrás, para no caer en la mala nostalgia. ¡No tener miedo y
mirar siempre al Señor!". (Homilía en Santa Marta, 02 de julio de 2013)
Oración de sanación
Mi Jesús, dame hoy tu bendición y la gracia de poder confiar en Ti en todo momento y
circunstancia, en cada situación difícil por la que atraviese.
Te pido con humildad que aumentes mi fe y creer en tu protección divina. No permitas
que los miedos me separen de Ti. Ven y permanece a mi lado.
No hay tempestad que no quede sometida a tu poder, porque todo se rige bajo tu dominio;
en cambio yo, pecador rebelde, elijo caminos contrarios a Ti.
Ven Señor, calma las emociones descontroladas de este corazón apegado a cosas
pasajeras y que no me permite confiar en tu Señorío absoluto.
Quiero que Tú, Señor, seas siempre mi fortaleza y que la barca de mi vida no vaya a la
deriva por mi falta de fe y debilidad a causa de mis pecados.
Sólo Tú tienes el poder de desintegrar todas mis fragilidades. Sólo en Ti podré conseguir
paz y seguridad en medio de todas mis tormentas.
¡Sálvame Señor! Confío en que Tú todo lo restauras y haces que llegue la calma, y por
eso te alabo y te bendigo en todo momento.
Como María, quiero aprender a confiar plenamente en que Tú todo lo puedes y quedar
admirado de tu grandeza y de tu poder. Amén.
Propósito para hoy
Rezaré un misterio del Rosario ofreciéndolo por todos aquellos que están en pecado mortal
y han debilitado por completo su fe.
Frase de reflexión
"Seguir a Jesús significa ponerlo en primer lugar, despojándonos de tantas cosas que
ahogan nuestro corazón". Papa Francisco
www.evangelizacion.org.mx

En medio de este mundo en el que falta para muchos el trabajo y hay quienes sufren por
las enfermedades, las guerras y las epidemias que nos agobian, ¿podríamos decir que
nuestra fe en Cristo permanece firme?
Muchos hermanos, para los cuales la vida en los últimos años se ha hecho pesada, podrían
estar tristes y apesadumbrados, incluso con miedo ante el incierto porvenir. Jesús nos
dice hoy a todos: "no tengan miedo, hombres de poca fe". Jesús, a pesar de todo lo que
nos parece, está a nuestro alrededor, navega con nosotros. Él mismo nos lo dijo: "Yo
estaré con ustedes hasta la consumación de los siglos". Si los vientos se encrespan y el
mar de la vida se agita, Jesús está con nosotros.
Quizás duerme, pero está con nosotros. Mientras despierta, debemos achicar el agua, y
remar hacia la orilla; de una cosa estamos seguros: Jesús no permitirá que la barca en la
cual vamos naufrague. Si en tu vida la crisis ha llegado a tal punto que piensas que
naufragarás, no pierdas la fe, despierta al Maestro, que él con una voz calmará todas tus
ansiedades y pondrá serenidad en tu vida.
www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini

La confrontación con la persona de Jesús en este fragmento evangélico es directa y radical.


Por eso es decisivo para poner a prueba la calidad de nuestra fe. Los personajes que
animan la escena, atraídos por él, quieren seguirle, pero al mismo tiempo ponen límites a
su seguimiento. Se trata de una incongruencia que acontece a menudo, índice de una fe
y de un amor todavía débiles. ¿Y nosotros? ¿Estamos dispuestos a permitir que sea el
Señor quien dicte de una manera incondicional las modalidades de su seguimiento? Si él
es Dios, debemos amarlo necesariamente con todo nuestro corazón, con todas nuestras
fuerzas, por encima de todas las cosas y personas. Ante sus requerimientos pierde sentido
toda sensatez humana. El misterio de la llamada divina nos invita a dejarnos guiar por un
amor puro, absoluto, total, para el que nada es demasiado exigente; un amor que no se
detiene ni siquiera ante las incomprensiones; más aún, que se refuerza y se vuelve más
profundo precisamente en las dificultades.
Jesús mismo, venido a la tierra para hacer la voluntad del Padre, nos ofrece el ejemplo.
Su cuerpo colgado de la cruz se encuentra ante nuestra mirada como testimonio de que
su amor no se detuvo ni siquiera ante el rechazo más crudo. Sólo si aceptamos entrar
conscientemente en este movimiento oblativo, conoceremos la plenitud de la alegría y de
la libertad de quien, por fin, ha encontrado aquello por lo que no sólo vale la pena vivir,
sino también morir. La Iglesia, insinuada en la barca donde reposa Jesús, es el lugar en
el que encuentra apoyo nuestra adhesión a Cristo, a veces entusiasta, a veces temerosa.
Cuanto más estemos con él, más conoceremos su poder. Jesús nos recuerda hoy que no
debemos dejarnos asustar por su silencio en los momentos de prueba: él está
verdaderamente con nosotros hasta el final de los tiempos.
www.catholic

Incluso en la tormenta. Parece que el Señor duerme cuando más lo necesitamos.


Buscamos hacer el bien que podemos cada día, dar testimonio de nuestra fe, realizar
alguna actividad de apostolado o servicio a los necesitados. Pero muchas veces nos
encontramos en el camino sólo con vientos contrarios. Y en más de alguna ocasión la
tormenta se ha levantado en torno a nuestra barca…
Pero Él está ahí. Aunque todo esté oscuro, Cristo nunca abandona. Aunque todo se agite
y parezca que no hay ningún punto seguro, Él permanece para siempre. Incluso en la
tormenta. Él no ha dejado al paralítico por el suelo. Él no abandonó a los leprosos fuera
de la ciudad. Él mismo no permitirá que nos ahoguemos en este mar.Cristo es nuestro
apoyo y nuestra seguridad.
Es normal tener miedo en la tormenta. Cristo no nos pide ser insensibles, pero sí pide que
nuestra fe sea más grande que el temor. Nos pide confiar en Él, pues su presencia nos
basta en la dificultad. Confiar en Él significa luchar incluso en las tormentas… Confiar en
Él significa mantener viva la esperanza: seguir remando, sujetar bien fuerte el timón hacia
la otra orilla. Porque Él, tarde o temprano, despertará; y entonces llegará una gran calma.
• "Sabemos quién es Jesús, pero quizá no lo hemos encontrado personalmente, hablando
con Él, y no lo hemos reconocido todavía como nuestro Salvador. Este tiempo es una
buena ocasión para acercarse a Él, encontrarlo en la oración en un diálogo de corazón a
corazón, hablar con Él, escucharle; es una buena ocasión para ver su rostro también en
el rostro de un hermano y de una hermana que sufre." (Cfr S.S. Francisco, 19 de marzo
de 2017).
Diálogo con Cristo
Ésta es la parte más importante de tu oración, disponte a platicar con mucho amor con
Aquel que te ama.
Propósito
Proponte uno personal. El que más amor implique en respuesta al Amado… o, si crees que
es lo que Dios te pide, vive lo que se te sugiere a continuación.
Hoy mantendré una actitud de optimismo y esperanza, sobre todo ante las situaciones
difíciles que se me presenten.
www.BibliaStraubinger

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http://www.ciudadredonda.org

Queridos hermanos y hermanas:


Hemos aprendido que el proceder justo y misericordioso de Dios no exime a la humanidad
de hacer buen uso de su libertad. En las narraciones del libro del Génesis la vida de Lot y
su familia se presentan no como ejemplo de quienes se libran de la muerte por casualidad
o porque se lo merezcan. Son el testimonio de la vida que prevalece y sobrevive en medio
de la catástrofe. Una invitación a reconocer la finitud y fragilidad de la vida; y a valorar
las oportunidades que tenemos para reivindicarnos como seres humanos. Los habitantes
de Sodoma, desviándose de aquello que los conduce a la vida, no han escuchado la voz
de Dios. Ahora les toca enfrentar con lamento como se les escapa la vida ante sus propios
ojos.
Frente al irresponsable comportamiento de la mayor parte de la humanidad con relación
al planeta, queda la esperanza de los pocos que con conciencia ecológica se dedican a
revertir los efectos negativos del calentamiento global. Las alertas cada vez mayores
pierden credibilidad frente a la sed de quienes piensan que «no hay alternativa». Y aunque
“el castigo y la condena” no son propios de Dios, las consecuencias de nuestros actos
avasalladores no dejarán de impactarnos.
Con una narración cargada de simbolismo el evangelista advierte a la comunidad sobre
los peligros que conlleva ser parte de un proyecto transformador como el de Jesús. Los
que sueñen con hacer presente el Reino de Dios deben enfrentar con valentía las
persecuciones, no dejándose atrapar por el miedo, la desesperanza o la falta de fe. Con
la imagen de la barca sacudida por la tormenta invita, a la comunidad, a prepararse para
cuando sobrevengan las dificultades.
Contamos con innumerables testigos que, venciendo el miedo, han enfrentado toda clase
de amenazas e incluso la muerte. Recordemos que cuando ocultamos o disimulamos la
radicalidad del evangelio terminamos siendo cómplices de las estructuras generadoras de
muerte.
Tomemos el ejemplo de aquellos enviados por Dios para salvar a Lot y su familia de la
inevitable catástrofe. No dejemos que la indiferencia se adueñe de nosotros y
presentémonos como cristianos que oportunamente buscan servir y salvar la vida
amenazada.
¿qué acciones ecológicas podrías realizar en tu comunidad para colaborar con el cuidado
del medio ambiente?
http://www.aqplink.com/roguemos
Mateo 8, 23-27 – hombres de poca fe.
Nuestra fe es muy pobre y tibia. Decimos creer en algo que lamentablemente no guarda
relación con nuestro proceder diario. Lo que hacemos tiene muy poco que ver con la fe
que profesamos. Es que nos hemos dejado dominar por una ideología que es contraria a
la fe cristiana. Sin darnos ni cuenta, hemos sido engullidos y esta ideología es muchísimo
más fuerte que nuestra fe. Es así que en general llevamos una doble vida: nuestra vida
“normal” cotidiana y la vida de fe, que la hemos circunscrito al ámbito privado, allí donde
no interfiere con nada ni nadie. Es por eso que cuando alguien empieza a hablar de fe,
nos molesta y brota tan natural en nosotros decir que nos están hablando de religión e
inmediatamente vemos una amenaza fundamentalista…Es que de todo se puede hablar,
menos de religión, porque en lo que se refiere a este aspecto, no admitimos
intromisiones… ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?. Entonces se levantó, increpó
a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
Hemos dejado a tal extremo que esta ideología nos gane la moral y el espíritu, que lo que
estamos diciendo nos parece totalmente razonable. Quien habla de Dios, de fe, de bondad,
de generosidad, de dar…está hablando de religión, y en eso no nos metemos, por más
cristianos que decimos ser. ¿Cómo es posible? ¿No atañe todo esto a la vida misma, a la
razón de vivir? ¿No es esto lo más importante, lo fundamental? La verdad es que en la
práctica, en nuestra vida cotidiana, no lo es…Pensamos que todos somos iguales y lo que
hacemos, poco o nada tiene que ver con nuestra fe, al igual que tampoco esperamos que
lo que hagan los demás tenga que ver con ello. Nuestra “religión”, “nuestras
manifestaciones religiosas” se han convertido en un aspecto íntimo y privado, que a nadie
le concierne, del que no hablamos y el que silenciamos, porque poco o nada tiene que ver
con nuestros actos o los de los demás.
Es así que las procesiones y los actos piadosos de fe popular, nos parecen manifestaciones
folklóricas, propias de gente humilde, inculta y pobre. Nosotros, con nuestras maestrías y
doctorados, no podemos estar cargando andas de imágenes y rezando el rosario, como
las viejas cucufatas que abundan en las iglesias. Nuestra fe es un asunto más elaborado,
propio de nuestro nivel cultural e intelectual, que es muy difícil que alguien sin la misma
preparación comprenda, por eso lo guardamos en el ámbito privado e íntimo…Es una
manifestación privada y por lo tanto INDIVIDUAL…Por eso pocas veces participamos en
algunas manifestaciones públicas de fe…solamente cuando se trata de actos razonables,
sin estridencias y donde lo más importante es el respeto mutuo a la intimidad. Vamos a
Misa, pero ni abrimos los labios para hacer oraciones comunitarias y mucho menos para
cantar…En realidad es algo que hacemos, pero no nos agrada…y no participamos de la
Comunión, porque tenemos otras formas íntimas de comunicarnos con Dios, muchos más
elevadas y elaboradas…mucho menos aceptamos el Sacramento de la Penitencia, porque
se trata de un anacronismo apropiado para ignorantes y personas vulgares, no cultivadas
como nosotros…¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?. Entonces se levantó, increpó
a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
Esa es nuestra fe…Nosotros, en el lugar de los discípulos en este pasaje, no íbamos a
despertar a Jesús, para no incomodarlo, puesto que sabemos que poco o nada podría
hacer contra las fuerzas de la naturaleza. Después de todo, se trata de un hombre más
como Buda o Mahoma, excepcional en muchos aspectos, pero no como para obrar aquellos
portentos que se narran en la Biblia, que están puestos allí para ayudar a promover la fe
entre los más débiles e inocentes. Nuestra fe, que es tan intima, privada y racional, no
necesita de estas evidencias para saber distinguir el Bien del Mal, y sensatamente
sabemos que siempre debemos procurar el Bien.
Y sin embargo Jesús nos dice que creamos en Él, que es el Hijo de Dios, que ha venido a
revelarnos la Voluntad de Su Padre y que mientras estemos con Él no debemos tener
miedo a nada, ni nadie. ¿A qué nos llama Jesús? A confiar en Él. A contar con Él. A tener
la certeza que Él está con nosotros y mientras así sea, podemos pasar por un millón de
vicisitudes y dificultades, pero al final será la Voluntad de Dios la que habrá de primar, la
que se habrá de imponer, porque contra Él nada puede. La meta final, que pase lo que
pase habremos de alcanzar, es la Salvación, la Felicidad y la Vida Eterna. Esta es la
Voluntad de Dios. Esto es lo que no debemos perder de vista; es la razón de nuestra fe.
¡Quién tiene a Dios, nada le falta! ¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?. Entonces
se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
Así, cuando hablamos de la Salvación, de Jesús, de Dios Padre, de la Vida Eterna, no
hablamos de Religión, es decir de aspectos privados e íntimos, correspondientes a un
compartimento estanco de nuestra intimidad o cultural, hablamos de la vida misma, de la
razón de vivir, del sentido de la vida y por lo tanto de lo que motiva y explica nuestros
actos.
Oremos: Padre Santo, te pedimos que nos ayudes a comunicar esta fe a nuestros
hermanos. Así mismo que la fortalezcas y nos permitas evidenciarla en cada uno de
nuestros actos, por más insignificantes que estos parezcan… Te lo pedimos por Cristo
nuestro Señor…Amén. Roguemos al Señor… Te lo pedimos Señor.
http://www.caminando-con-jesus.org

Los discípulos no sabían con quién estaban. Fueron descubriendo de a poco la identidad
de Jesús. En este caso aprendieron que Jesús tenía también poder sobre la naturaleza.
Nada quedaba fuera de su poder milagroso. Así poco apoco, los discípulos irán entendiendo
a este misterioso galileo. Sus preguntas encontrarán respuesta paulatinamente hasta
llegar al momento de la resurrección, que es cuando sus mentes se abrirán para siempre.
1. Solo va Jesús con sus discípulos
En aquel tiempo, Jesús subió a una barca junto con sus discípulos. San Mateo es preciso,
es decir, en la barca solo va Jesús con sus discípulos, tal vez para que fueran testigos del
milagro que habría de suceder, pero además previniendo una demostración de poca fe,
Jesús considero era prudente que otros no se enteraran, entonces viaja solo con ellos.
Cuando leemos a san Marcos, dice que también habían otras barcas alrededor. Jesús,
Maestro de excelencia, para que no se enorgullecieran sus discípulos porque los llevaba
solo a ellos, permitió el peligro en que se vieron, con objeto, pues, de que los impresionase
más el milagro que iba a obrar. Pero Él estaba dormido. Como dándole tiempo al temor
entregándose al sueño.
2. No pensaron en su poder ante un espectáculo tan imponente
Aunque los apóstoles ya habían presenciado algunos milagros de Jesús, no pensaron en
su poder ante un espectáculo tan imponente, esto les produce una fuerte admiración de
preguntarse quién será el que tiene tantos poderes, así es como ellos dicen; ¿Quién es
éste, a quien hasta los vientos y el mar obedecen?. Ya se había pensado que El fuese el
Mesías y ahora, Jesús les va preparando gradualmente el proceso de su revelación divina.
Si Jesús hubiese estado despierto, no habrían temido ni rogado por la tempestad que se
levantó, pero también pudo haber sucedido, que no hubiesen creído que pudiera hacer tal
milagro.
3. Todavía no conocían su gloria los discípulos que estaban con Él
Según el evangelio, parece que Jesús los dejó caer en el peligro de la prueba, para que
experimentasen en sí mismos su virtud, cuyos beneficios habían visto en los otros, así es
como dormía, pues como dice en san Marcos, sobre la popa de la barca reclinada la cabeza
en una tabla. Todavía no conocían su gloria los discípulos que estaban con Él, y aunque
creían que despierto podía mandar a los vientos, no creían pudiera hacerlo estando
dormido o descansando.
4. Señor, ¡sálvanos, que perecemos!
Muy asustados, los discípulos despertaron a Jesús diciéndole: Señor, ¡sálvanos, que
perecemos!. Despertándose Jesús, primero le increpa a ellos, ¿Por qué tienen miedo,
hombres de poca fe?, Lo que Jesús hace es reprender a sus discípulos por su falta de fe.
Si hubieran tenido fe, hubiesen creído que aun durmiendo podía conservarlos sanos y
salvos. Jesús se mostró a ellos como Dios, y como hombre, por cuanto se rindió al sueño.
Jesús luego le increpa al viento y al mar, y les da una orden terminante y sobrevino una
gran calma.
Del movimiento del mar se levantan ciertos sonidos o ruidos que parecen ser como un
anuncio de los peligros que amenazan. Las palabras de Jesús, sosiegan las turbulencias y
calman los corazones agitados. A la sola voz del Señor, el efecto vino de inmediato, el
viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
5. Los temores nos invaden el alma y nos hacen perder el trato íntimo con Dios
Dice el evangelio: De pronto se levantó en el mar una tempestad tan fuerte, que las olas
cubrían la barca. Así nos sucede algunas veces a nosotros, se nos desata un vendaval de
problemas en nuestra vida y la turbación entra en nosotros con amenaza de hundirnos,
olas que ahogan nuestro ánimo y nuestro deseo de superarnos. Los temores nos invaden
el alma y nos hacen perder el trato íntimo con Dios. Muchas veces son cosas simples de
resolver, pero nos imposibilitan a entregarnos con tranquilidad a la oración. En otras
ocasiones, recibimos alguna noticia poco agradable y perdemos la calma. Entonces vemos
que en el fondo de nuestro corazón, pareciera que está dormido Jesús, y le preguntamos
con desesperación, Señor sálvanos.
6. Jesús, no duerme ni nos abandona
El Señor nunca nos deja, pero nosotros preocupados de las cosas temporales y solo de
valor material, nos atrevemos a dejarlo a Él, entonces, El permite una tempestad en
nosotros y vivimos momentos de contradicción, temor, la angustia nos zozobra y nuestro
corazón naufraga en las dificultades. Es así, como para superar todo momento difícil, no
dejemos de acudir a Él, aunque pareciera que no nos está oyendo, si lo está. Porque Jesús,
no duerme ni nos abandona, pero si prueba nuestra fe, nuestra constancia y fidelidad.
En cierta oportunidad, Santa Catalina de Siena, se quejó que de que el Señor la había
abandonado en la hora de una prueba y el Señor le respondió, “Nunca estuve más cerca
de ti que en ese momento”
3 Para la reflexión personal
– (Haz silencio en tu interior y pregúntate:)
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- Qué me falta para ser más como Él?
5.- ¿Cuál era el mar agitado en el tiempo de Jesús? ¿Cuál era el mar agitado en la época
en que Mateo escribió su evangelio? ¿Cuál es hoy el mar agitado para nosotros? Alguna
vez, ¿las aguas agitadas de la vida han amenazado con ahogarte? ¿Qué te salvó?
6.- ¿Quién es Jesús para mí? ¿Cuál es el nombre de Jesús que mejor expresa mi fe y mi
amor?
4 Oración. ¿Qué le decimos a Dios? La palabra se convierte en Oración.
1 ¡Señor, sálvanos! Si no te interesas con pasión por nuestra pobre causa, ¿cómo
podremos sobrevivir? ¡El abismo se cerrará sobre nosotros! ¡Levanta tu piedad en nuestro
favor! ¡Dueño absoluto de los tiempos, coge el timón de nuestra historia y condúcenos a
buen puerto! www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux
2 Señor Jesús, tú has llevado a cabo por nosotros, de una vez por todas, la gran travesía
del mar tempestuoso de la historia apoyando suavemente tu cabeza entre los brazos del
Padre en el leño de la cruz. De este modo, abriste para todos nosotros un camino grande
y seguro, que nos permite atravesar incólumes el gran abismo del mal, que intenta
atraparnos constantemente.
Haz que cada hombre te conozca y experimente que los sufrimientos del momento
presente no son comparables a la alegría de la salvación que nos has preparado en el
abrazo del Padre. Él nos ha querido desde siempre para ser uno con él y contigo en el
amor. www.santaclaradeestella.es
3 Una edad a otra encomiará tus obras, pregonará tus hechos portentosos. El esplendor,
la gloria de tu majestad, el relato de tus maravillas recitaré. (Sal 145,4-5) www.ocarm.org
4 Oración para calmar las Tormentas. Padre Celestial, se levanta una gran tormenta.
Solo tú sabes el desastre que ella producirá. Su fuerza supera las nuestras, su furia nos
puede eliminar. Pero yo sé que tu Espíritu está aquí conmigo. Sé que estás en silencio, sé
que sabes todo lo que pasa. Yo te clamo ahora, levántate Señor y ayúdame. Ven a mi
auxilio y sálvame de la fuerza destructora. Perdona mis pecados y no permitas que mis
errores del pasado me alcancen a través de esta tormenta. Líbrame del daño que debería
de sufrir, y pon mi vida a salvo. También te clamo por mi familia, mis amigos, mis
mascotas y mis pertenencias.
Sálvanos oh Dios de los Cielos y la Tierra! Protégenos oh poderoso Señor! Espíritu de Dios,
por favor lléname ahora con tu presencia. Lléname como le llenaste a Jesucristo. Lléname
y dame las fuerzas y la autoridad para reprender a la tempestad. Por ello, ahora me
levanto con fe para decirte a ti tormenta: ¡Calla! ¡Enmudece! ¡Obedece en el Nombre de
Jesús! ¡Que cese tu fuerza ahora! Que se haga grande bonanza. Que haya paz y no
destrucción.
Ya no temeré sino que esperaré con fe la salvación del Dios de mi vida. Señor, gracias por
oír mi oración. Amén! www.dario.res
5 Señor Jesús, concédenos el coraje de dejarlo todo para seguirte por donde vayas. Haz
que, impulsados por tu amor, aceptemos sin dudas embarcamos contigo para cualquier
travesía que nos propongas. Enséñanos a no turbarnos durante tus silencios, y haz pura
y ardiente nuestra Oracion, con la certeza de que tú puedes intervenir en cualquier
momento con poder para liberamos de todo peligro. TU que eres Dios y vives y reinas con
el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amen. www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
5 Contemplación. ¿Cómo interiorizamos la palabra de Dios? La palabra en el
corazón de los Padres.
«El Señor está cerca de cuantos le invocan» (Sal 144,18). No hace acepción de
personas. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en sus manos (cf. Jn 13,3). Esto con la
condición de que nosotros le amemos a él, a nuestro Padre celestial, como hijos. El Señor
escucha tanto a un monje como a un hombre de mundo, a un simple cristiano, con la
condición de que amen a Dios en el fondo de su corazón y tengan una fe auténtica, una
fe grande como un grano de mostaza. El Señor mismo nos ha dicho: «Todo es posible al
que cree» (Mc 9,23). Más sorprendentes todavía son estas palabras: «Os aseguro que el
que cree en mí hará también las obras que yo hago e incluso otras mayores» (Jn 14,12).
Dios busca, ante todo, un corazón lleno de fe en él y en su Hijo unigénito, y como
respuesta a esta fe envía, desde lo alto, la gracia del Espíritu Santo. El Señor busca un
corazón repleto de amor por él y por el prójimo; éste es el trono sobre el que le gusta
sentarse y manifestarse en la plenitud de su gloria. «Hijo, dame tu corazón, el resto te lo
daré por añadidura» (Prov 23,26).
Aunque las penas, las desgracias y las tribulaciones sean inseparables de nuestra vida
terrena, el Señor nunca ha querido que éstas constituyeran toda la trama de nuestras
vidas. Por eso nos recomienda, por boca del apóstol, que llevemos unos los fardos de los
otros y obedezcamos de este modo a Cristo, que nos ha dado el mandamiento del amor
recíproco. Confortados por este amor, nos parecerá menos difícil el camino doloroso por
la senda estrecha que conduce a la patria celestial. ¿Acaso no ha bajado el Señor del cielo
no para ser servido, sino para servir y dar su propia vida en rescate de muchos (cf. Mt
20,28)?
Compórtate del mismo modo, amigo de Dios, y, consciente de la gracia de la que has sido
objeto, transmítela a todos los seres humanos, tomándote a pecho su salvación (Serafín
de Sarov, Vita, colloquio con Motovilov, Turín 1981, pp. 182-184, passim).
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6 Acción. ¿A qué me comprometo con Dios? Para custodiar y vivir la palabra.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «El Señor es mi luz y mi salvación» (Sal
26,1).
Repite a menudo y vive esta Palabra: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas»
(Mt 8,19).
7 Para la lectura espiritual. Caminar con la palabra.
«Yo estoy con vosotros». La frase es de una sencillez absoluta, pero el misterio que
encierra es grande. Cuando se toma en serio esta afirmación, todo cambia. ¿Quién es este
hombre que ha marcado con su huella toda mi vida, mi única vida? ¿Quién es este hombre
que ha condicionado y condiciona todos mis pensamientos y decisiones? ¿Quién es este
hombre invisible que dice estar siempre conmigo?
Es extraño: hay momentos en los que la suya es la presencia de alguien con el rostro
velado. No sé nada de él. Sin embargo, he apostado mi vida por él. Y hay momentos en
los que me parece que no conozco a nadie como él. Ignoro el color de sus ojos, el timbre
de su voz, el gesto de su mano; sin embargo, sé que le reconoceré al instante, como a un
viejo amigo. Jesús está siempre con nosotros, pero eso no implica que nosotros estemos
siempre con él. Tenemos garantizada la fidelidad de Cristo, pero no tenemos garantizada
la nuestra. «Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?» (Lc
18,8).
Jesús está siempre con nosotros: se trata de ser capaces de ver a este compañero de
viaje que no nos deja nunca. El cielo del espíritu es todavía más mutable que el que
tenemos sobre nuestras cabezas. Nuestros días son siempre diferentes. Están los días de
la alegría y los días de las lágrimas, los días de las tempestades y los días de la
tranquilidad, los días aburridos y los días apasionados, los días del ofuscamiento y los días
de los resplandores inesperados, los días de la exaltación y los días del cansancio
metafísico. Pero no hay ningún día sin Cristo, ningún día es incompatible con su presencia
salvífica.
El invisible compañero de nuestro viaje es también un guía. Con él todo paso que demos,
todo metro que avancemos por nuestro camino tiene una meta. Con él, ninguna etapa de
nuestro camino está perdida: no hay extravío que al final no revele su motivación
providencial; no hay vuelta ociosa que no aparezca lógicamente orientada (G. Biffi,
Meditazioni sulla vita ecclesiale, Cásale Monf. 1993, pp. 59-63, passim).
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Y Dios duerme. ¡Cuántas veces, en medio de las tempestades de la vida, hemos tenido
la dolorosa impresión de que Dios estaba adormecido en alguna parte, lejos de nosotros!
¡Cuántas veces nuestras oraciones han volado lejos, sin que ninguna de ellas volviera
atrás para traernos una respuesta! Tal vez se deba a que tenemos más necesidad de
milagros que de fe. El mundo se encuentra en medio de la tempestad, en la barbarie;
lucha contra la muerte y la desesperación, y Dios duerme, y Dios no hace nada mientras
las criaturas que él ha hecho así que él ha hecho débiles, hacen frente a las horas de
angustia. Él está presente, pero de la única manera que se pueden salvar la libertad y el
amor. Sin esto deja de haber hombre; sin esto no hay ni siquiera Dios. Como ellos,
también yo querría que no hubiera nunca tempestades, y, sin embargo, la vida y la muerte
están en guerra también dentro de mí, y alimentan la muerte con nuestra misma
respiración y sangre. Y quisiera que al menos le regañara al huracán y le dijera: «Calla,
cálmate»; que le repitiera a mi angustia: «Cálmate». Quisiera ser eximido de la lucha.
Quisiera un cielo siempre sereno y luces para indicar el camino. Pero sólo tengo la luz
necesaria para dar el primer paso y la fuerza necesaria sólo para el primer golpe de remo.
Y participo así en el conflicto entre el caos y la vida, participo en la victoria, tal vez lejana,
pero segura, del Señor de la vida.
«Señor, ¿te importo?»: es la pregunta que nace de la historia de cada uno de nosotros.
Repitámosla, vivámosla; repitámosla hasta que sacuda al que duerme, hasta que podamos
oír la respuesta pacificadora y tranquilizadora: «Sí, me importas». Y entonces cesarán los
vientos que nos atormentan y dejará de darnos miedo el mar e iremos con él de orilla a
orilla, de vida a vida, heridos, pero no rendidos, buscadores de un Dios próximo para
quien tiene el corazón herido (E. M. Ronchi, Ha fatto risplendere la vita, Ed. Velar, Gorle,
s. f., 161-164, passim). www.evangeliodeMateo.GiorgioZevini
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✞ ✞ ✞ Profesión de Fe

Solo los Domingos y Solemnidades.

✞ ✞ ✞ Intenciones (Oracion de los fieles)

Hermanos, en esta oración pública y comunitaria que vamos a hacer, no se limite cada
uno a orar por sí mismo o por sus necesidades, sino oremos a Cristo, el Señor, por todo
el pueblo.
1a. Pidamos para todo el pueblo cristiano la abundancia de la bondad divina.
R Cristo, óyenos. (O bien: Cristo, escúchanos.)
2a. Supliquemos la fortaleza del Señor para todos los que gobiernan las naciones.
R. Cristo, óyenos. (O bien: Cristo, escúchanos,)
3a. Roguemos al Señor por todos nuestros hermanos difuntos.
R. Cristo, óyenos. (O bien: Cristo, escúchanos.)
4a. Pidamos la clemencia del Salvador para todos nosotros, que imploramos con fe la
misericordia del Señor.
R. Cristo, óyenos. (O bien: Cristo, escúchanos.)
- Por la Iglesia de Jesucristo, para que su fe y amor no se tambaleen en las dificultades y
tormentas de nuestro tiempo. Oremos.
- Por marineros y pescadores, para que el mar les sea tranquilo y apacible, y generoso en
captura de pescado; también por todos los que viajan por mar, para que puedan alcanzar
su destino sanos y salvos. Oremos.
- Por nosotros mismos, para que nunca tengamos miedo, ya que sabemos con certeza
que Jesús está con nosotros, y así nos mantengamos serenos y en paz. Oremos.
Atiende en tu bondad nuestras súplicas, Señor, y escucha las oraciones de tus fieles. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

3 LITURGIA EUCARISTICA
Sacerdote: Orad hermanos para que este sacrificio, mío y vuestro, sea
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
Todos: El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria
de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia. (→ Este es el
Compendio de la Misa)

✞ ✞ ✞ Oración sobre las Ofrendas

*** Se llevan al altar los dones; el pan y el vino. *** Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro
espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios
nuestro. *** Lava del todo mi delito, Señor, limpia mi pecado.

Hemos preparado este pan y este vino para acoger a tu Hijo que se hace presente en
medio de nosotros. Que sepamos reconocer su presencia y seguir fiándoos de él en
nuestros éxitos humanos. Pero que ningún éxito, por grande que sea, nos induzca a olvidar
que sin Jesús no podemos hacer nada, y que este mundo es creación tuya y que podemos
ser totalmente humanos solamente en Cristo Jesús, que vive y vivirá contigo y con
nosotros por los siglos de los siglos.
Oh, Dios, aceptada la ofrenda de este sacrificio, concede a tus siervos [N. y N. Nombre de
los difuntos] participar en las abundantes riquezas de tu Hijo Jesucristo, para que puedan
resucitar con él y ser colocados a su derecha. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la plegaria eucarística
Centro y el culmen de toda la celebración. Es una plegaria de acción de gracias y de consagración. El sentido
de esta oración es que toda la congregación de fieles se una con Cristo en el reconocimiento de las grandezas
de Dios y en la ofrenda del sacrificio.

a) Acción de gracias
El Señor esté con vosotros. R/ Y con tu espíritu. Levantemos el corazón R/ Lo tenemos
levantado hacia el Señor. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/ Es justo y necesario.
Prefacio V de difuntos. Nuestra resurrección por medio de la victoria de Cristo
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque el ser llamados de nuevo a la vida es obra de tu amor y gracia, ya que, habiendo
muerto a causa del pecado, los redimidos por la victoria de Cristo hemos sido llamados
con él a la vida.
• Gracias Buen Jesús por esta oración. Ayúdame a que las tempestades de la vida no me
hagan tener miedo, sino que sean un momento de gracia para comprender que Tú estás
siempre a mi lado y que no tengo nada que temer. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Por eso, con las virtudes del cielo te aclamamos continuamente en la tierra alabando tu
gloria sin cesar:
b) Santo: con esta aclamación toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta o recita las
alabanzas a Dios.

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el
cielo.
c) Epíclesis Se implora el poder divino para que los dones se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de
Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.

Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por
Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas
todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin
mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso. Por eso, Padre, te suplicamos que
santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que
se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos
mandó celebrar estos misterios.
d) Narración de la institución y consagración. Con las palabras y gestos de Cristo, se realiza
el sacrificio que él mismo instituyó en la última cena. Momento más solemne de la Misa; es la
transubstanciación: pan y vino desaparecen al convertirse en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo.
Dios se hace presente ante nosotros con todo su amor. ¡Bendito Jesus en el Santísimo sacramento del Altar!

Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan y dando gracias te
bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen y coman todos de él, porque
esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes".
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dando gracias te bendijo, y lo pasó a
sus discípulos, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para
el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía".
e) Anámnesis. La Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los Apóstoles, recibió de Cristo
Señor, realiza el memorial del mismo Cristo, su Reactualización, recordando principalmente su
bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la ascensión al cielo.

Éste es el sacramento de nuestra fe. R/ Anunciamos tu muerte, proclamamos tu


resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
f) Oblación. La asamblea ofrece al Padre la víctima inmaculada, y con ella se ofrece cada uno de los
participantes.

Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su


admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te
ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la Víctima por cuya
inmolación quisiste devolvemos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la
Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un
solo espíritu.
Que Él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto
con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, (san
N.: santo del día o patrono) y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener
siempre tu ayuda.
Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo
entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor,
el Papa N., a nuestro Obispo N., al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo
el pueblo redimido por ti.
g) Intercesiones. Con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la
Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos sus miembros, vivos y difuntos.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia, en el
domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida
inmortal. Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el
mundo.
A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor
nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
h) Doxología final. Se expresa la glorificación de Dios y se concluye y confirma con el amen del pueblo.

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del
Espíritu Santo, todo Honor y toda Gloria por los siglos de los siglos. Amén
✞ ✞ ✞ Rito de la comunión
Significa "común unión". Al acercarnos a comulgar, además de recibir a Jesús dentro de nosotros y de
abrazarlo con tanto amor y alegría, nos unimos a toda la Iglesia en esa misma alegría y amor.

a) Introducción al Padrenuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor oremos al Padre de todos para que su reino venga a cada persona
de la tierra.

• Oremos a nuestro Padre misericordioso nos conceda la sabiduría para tener la fe


necesaria en cada momento de prueba y en tormentas de la vida.
• Unidos en el amor de Cristo, por el Espíritu Santo que hemos recibido, dirijámonos al
Padre con la oración que el Señor nos enseñó:
R/ Padre nuestro…
b) Rito de la Paz
Los fieles imploran la paz y la unidad para la iglesia y para toda la familia humana y se expresan mutuamente
la caridad antes de participar de un mismo pan.

Líbranos, Señor.
Líbranos, Señor de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que
ayudados por tu misericordia, vivamos libres de pecado y protegidos de toda perturbación,
y aguardando la venida gloriosa de Jesucristo, nuestra esperanza.

R/. Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.


Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas
en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele
la paz y la unidad. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R/. Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes. R/. Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Ten piedad de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo. R. Danos la paz.
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice: “Por qué tienen miedo”.
• Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la
cena del Señor.

R. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya
bastará para sanarme.
c) El gesto de la fracción del pan: Significa que nosotros, que somos muchos, en la comunión de
un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1 Co 10,17)

d) Inmixión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
Antífona de comunión Sal 30, 17-18
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia, Señor, no quede yo
defraudado tras haber acudido a ti.

✞ ✞ ✞ Oración después de la Comunión

Padre de nuestro Señor Jesucristo: ¿En qué otro deberíamos confiar sino en Jesús, nuestro
Dios-con-nosotros? Que él navegue con nosotros para retar y hacer frente a las olas y
enfrentarnos al corazón de la tormenta. Que, cuando él está con nosotros, aunque
aparentemente dormido, no tengamos miedo de comprometernos con tu mar, de remar
mar adentro, porque estamos seguros de que Jesús nos llevará a tu puerto seguro de
justicia y de paz, él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Escucha, oh, Dios, a tus hijos que han sido alimentados con el sacramento de salvación
y, ya que has resucitado de entre los muertos a Cristo tu Unigénito por el Espíritu Santo,
concede a tus fieles [N. y N. Nombre de los difuntos] la alegría de la vida inmortal. Por
Jesucristo, nuestro Señor.

4 RITO DE CONCLUSION
Consta de saludo, bendición sacerdotal, y de la despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que
cada uno vuelva a sus honestos quehaceres alabando y bendiciendo al Señor.

✞ ✞ ✞ Despedida

Te damos gracias, Señor, por todos tus beneficios, a Ti que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R/ Amén.
¡Cristo, Rey nuestro! R/ ¡Venga tu Reino!

Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te
dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa
y bendita! Amén.

Oracion a San Miguel Arcángel.


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. Sé nuestro amparo contra la perversidad y
acechanzas del demonio. Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde
súplica. Y tú, oh Príncipe de la Milicia Celestial, con el poder que Dios te ha conferido,
arroja al infierno a Satanás, y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo
para la perdición de las almas. Amén

✞ ✞ ✞ Bendición

“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Confiémonos de todo corazón al Señor.
Con él podemos vencer todas las dificultades.
Que Dios todopoderoso nos bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
R/ Amén.
Podemos ir en paz. R/. Demos gracias a Dios.

✞ ✞ ✞ Abba Padre, gracias te doy por enseñarme a Cristo histórico. Y ahora, por tu gracia
y Espíritu Santo concédeme fortalecer la fe, para caminar con Cristo, por Cristo y en Cristo,
ya no histórico, sino Pan vivo bajado del cielo.
«Tú eres Cristo, el Hijo de Dios Vivo» Mt 16, 16

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