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que fue dado en adopción y que va quedando en ese orfanato porque nadie lo adopta, que se llama
Homero Wells. Pero Wells crece y se hace muy amigo de Large y casi tienen una relación padre
e hijo, son padre e hijo. Sin embargo, Large sigue pensando que tiene el deber de ayudar a las
mujeres pobres a hacerse un aborto exactamente igual que se lo piden los ricos, que ponen plata
para llevar adelante ese orfanato.
Además del punto de vista, los escritores tenemos algo que Ivonne Bordelois llama la
“conciencia lingüística”. Esto quiere decir que las palabras, el lenguaje, construyen realidad. Y
hay como un supermercado gratuito de palabras de donde nosotros agarramos las palabras que
no se nos ocurren y las usamos. El problema es cuando alguien nos quiere robar una palabra,
dejarnos sin una palabra. Ahí nos damos cuenta del valor y deja de ser gratuito. Y en este debate
también nos están queriendo robar una palabra. Hay un autor Timothy Schneider, que tiene un
libro que se llama “Sobre la tiranía”, donde advierte determinadas operaciones que se dan en la
democracia, que conducen a situaciones cercanas a la tiranía. Una de las cuestiones que describe
es cuando un sector de la sociedad se apropia de un símbolo, signo o palabra del que excluye al
resto de la sociedad. Eso está pasando hoy en la Argentina con la palabra “vida”. Cada vez que
alguien dice “yo estoy en contra de la ley de interrupción del embarazo porque yo estoy con la
vida” nos excluye a todos los que no estamos de acuerdo con eso y que sí queremos una ley que
permita la interrupción voluntaria del embarazo. Me está excluyendo a mí y está excluyendo a
doscientas escritoras, está excluyendo a muchos de mis amigos y de mis amigas, a muchos de
ustedes. Entonces no permitamos que nos roben la palabra “vida”. Nosotros también estamos a
favor de la vida y hay gente que hace esta exclusión. Ustedes fíjense: en Europa no están en
contra de la vida y todos los países europeos tienen ley del aborto. Uruguay tiene ley del aborto.
En Italia, donde no lo pudo votar el congreso porque la religión católica tiene un peso muy alto,
se llama una consulta popular y más del cincuenta por ciento de los italianos votaron a favor de
la ley de interrupción del embarazo. ¿Qué quiere decir? ¿Que no están de acuerdo con la vida?
¿Los italianos son asesinos? ¿Los europeos son asesinos? ¿Los uruguayos son asesinos? No, nos
robaron una palabra. Nos están queriendo robar una palabra. Por eso yo creo que hay gente que
lo hace inocentemente. Entiendo que hay gente que lo hace inocentemente, ingenuamente. Pero
yo no puedo permitir que ustedes señores diputados, que los ministros de este gobierno o que el
señor presidente pequen de ingenuos. Cuando ustedes dicen que no están de acuerdo con una ley
de interrupción del embarazo y dicen “porque estoy de acuerdo con la vida”, están haciendo una
operación del lenguaje para separar la sociedad y dejarnos a nosotros afuera. Yo eso no lo acepto.
No quiero. Y se lo voy a decir al señor presidente con el cual tengo una deuda tremenda por haber
abierto este debate. Creo que es grandioso que haya abierto este debate y haya tomado las
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banderas de tantos colectivos de mujeres que vienen luchando durante años por este debate. Se
lo agradezco. Pero ahora le pido algo más: no vuelva a decir que lo hace porque es por la vida.
Porque yo también estoy por la vida y defiendo la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
Les pido por favor que no nos ofendan más, no nos discriminen más. Todos estamos por la vida.
Ustedes opinan que la ley no es lo mejor; nosotros opinamos que sí, pero por la vida estamos
todos.
Una referencia literaria más: ustedes habrán escuchado hablar de los “seis grados de
separación”. Es una teoría que está tomada de un cuento de un escritor que bajó con las antenas
y que escribió un cuento que llama “Cadenas”. Es un escritor húngaro poco conocido que se
llama Karinthy. Este autor dice que, si uno se empieza a hablar con otra persona, enseguida
encuentra una persona en común. Lo que uno dice como lugar común “el mundo es un pañuelo”.
Pregunten. Tienen sentada al lado, ustedes en su casa, entre las amigas de sus hijas, mujeres que
se hicieron un aborto. Menos de ese grado de separación hay para encontrar alguien que haya
hecho un aborto
Y un tema más: abracemos a esas mujeres. Digámosles que no van a ir presas, digámosles
que van a poder hacerse un aborto no en condiciones clandestinas y con la misma salud que una
mujer rica. Pero, además, ustedes, señores diputados, que están por votar en contra, piensen en
lo siguiente: hace muy poco se votó una ley de matrimonio igualitario. Si revisamos los
argumentos en contra de esa ley sentirán vergüenza de lo que dijeron. Yo creo que hay gente que
no quiere ni que aparezcan los argumentos, porque debe sentir una gran vergüenza de lo que
dijeron. No sólo de lo que votaron sino de las barbaridades que dijeron, similares a las que se
están escuchando hoy en día en contra del aborto. Entonces, ustedes, dentro de unos años, van a
tener que mirar a los ojos a sus hijos y a sus nietas y decirles, cuando les pregunten, “¿Es cierto
que vos votaste para que una mujer tenga adentro de su cuerpo un embrión?; ¿Es cierto que vos
hiciste eso?”. Y ustedes van a tener que decir que sí. Y los ojos de esas personas les van a
transmitir el horror, les van a transmitir la sensación de estar frente a alguien que cometió un acto
aberrante, tal vez un delito. Porque ¿saben qué?, cambiaron los tiempos. Las mujeres estamos
acá para defender nuestros derechos y no nos vamos a retirar. Así como nosotras vamos a seguir
defendiendo nuestros derechos, les pedimos a ustedes, por favor, que cumplan con su deber.
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