KANT
S e l e c c ió n d e t e x t o s p r e
c e d id a DE UN ESTUDIO DE
J. ZHI TLOVSKY.
I M P R E S O EN LA A R CE N T I N A
MANUEL KANT
SELECCION DE TEXTOS PRECEDIDOS
DE UN ESTUDIO DE
J. Z H I T L O V S K Y
Traducción y notas de
LEON DUJOVNE
EDITORIAL SUDAMERICANA
B U E N O S A I R E S
MANUEL KANT
9
LA FILOSOFIA DE KANT
45
II
L A LÓG ICA T R A S C E N D E N T A L Y L A D IA
L É C T IC A DE L A R A ZÓ N PU RA
1. Cantidad 2. Cualidad
Unidad. Realidad.
Pluralidad. Negación.
Totalidad. Limitación.
3. Relación 4. Modalidad
Substancialidad. Posibilidad.
Causalidad. Existencia.
Comunidad o acción Necesidad.
recíproca.
74
III
L A É T IC A Y L A E S T É T IC A
107
TEX TO S DE K AN T
LÓG ICA T R A N S C E N D E N T A L
Segunda División
D IALÉCTICA TRANSCENDENTAL (1)
IN TRODUCCIÓN
I
De la apariencia transcendental
Más arriba hemos designado a la dialéctica en
general como una lógica de la apariencia. Esto no
quiere decir que sea una teoría de la verosimilitud,
pues la verosimilitud es una verdad, mas una ver
dad conocida por principios insuficientes. El cono
cimiento de esa verdad, aun siendo defectuoso, no
por eso es engañoso y por consiguiente no ha de
ser separado de la parte analítica de la lógica. Más
aun ha de ponerse cuidado en no tener por idénti
cos el fenómeno y la apariencia. En efecto, la ver
dad o la apariencia, no están en el objeto en cuan
to es intuido, sino en el juicio que aplicamos a
ese objeto en cuanto es pensado. Por lo tanto, si
se puede decir con justicia que los sentidos no se
engañan, ello no es porque siempre juzguen justa
mente^ sino porque no juzgan del todo. De ahí
que tanto la verdad como el error y, por consi-(*)
112
rre aquí lo mismo que con un cuerpo en movimien
to: por si mismo seguiría siempre la línea recta en
la misma dirección, pero cuando otra fuerza actúa
sobre él en una dirección distinta, abandona la
primera y describe una línea curva. Para distinguir
el acto propio del entendimiento de la fuerza que
se le mezcla, será entonces necesario considerar el
juicio erróneo como la diagonal entre dos fuerzas
que determinan él juicio según dos direcciones di
ferentes que juntas forman como un ángulo, y
resolver este efecto compuesto en dos efectos sim
ples: el uno del entendimiento y el otro de la sen
sibilidad. Es lo que debe hacerse en los juicios pu
ros a-priori por medio de la reflexión transcenden
tal, que, como ya se ha mostrado, asigna a cada
representación su lugar en la facultad de conoci
miento que le corresponde, y por consiguiente dis
tingue también la influencia que sobre el entendi
miento tiene la sensibilidad.
No es aquí nuestro objeto tratar de la aparien
cia empírica (por ejemplo, de las ilusiones ópticas)
que presentan en su uso empírico reglas del enten
dimiento por demás justas y donde el juicio es
arrastrado por la influencia de la imaginación: por
el contrario, sólo nos ocupamos de la apariencia
transcendental que influye sobre principios cuyo
uso jamás es aplicado a la experiencia, — en cuyo
caso tendríamos por lo menos una piedra de toque
para verificar su valor— sino que nos arrastra a
pesar de todas las advertencias de la Critica fuera
113
del uso empírico de las categorías y nos desvía
con la ilusión de una extensión del entendimiento
puro. Llamaremos inmanentes los principios cuya
aplicación se mantiene absolutamente dentro de
los límites de la experiencia posible, y transcenden
tes aquellos que salen de esos límites. No me re
fiero al uso o abuso transcendental de las catego
rías, simple error en el que cae la facultad de juz
gar, de 'la que la crítica no tiene suficientemente
las riendas, y que no presta suficiente atención a
los límites de ese terreno exclusivo dentro del cual
el entendimiento puro tiene derecho de ejercerse;
hablo de los principios reales que nos excitan a
llevar por delante todas esas barreras y a adjudi
carnos un dominio enteramente nuevo y que no
conoce demarcación alguna. Lo transcendental y
lo transcendente no son, pues, la misma cosa. Los
principios del entendimiento puro que hemos ex
puesto más arriba han de tener simplemente un uso
empírico y no un uso transcendental, esto es, que
se exceda de los límites de la experiencia. Pero un
principio que rechaza estos límites y que hasta
ordena franquearlos se llama transcendente. Si
nuestra crítica puede llegar a descubrir la aparien
cia de estos pretendidos principios, entonces aque
llos cuyo uso es simplemente empírico podrán ser
llamados por oposición a estos últimos, principios
inmanentes del entendimiento puro.
La apariencia lógica, que consiste en la simple
imitación de la forma racional (la apariencia de
114
los paralogismos), resulta únicamente de una fal
ta de atención a la regla lógica. Desaparece del
todo en cuanto esta regla es justamente aplicada
al caso precedente. La apariencia transcendental,
por el contrario, no cesa, aun después de que se la
ha descubierto y de que la Crítica transcendental ha
demostrado claramente su nulidad (por ejemplo,
la apariencia que encierra esta proposición: el mun
do debe tener un comienzo en el tiempo). La cau
sa de ello está en que hay en nuestra razón — con
siderada subjetivamente, esto es, como una facul
tad del conocimiento humano— reglas fundamen
tales y máximas relativas a su uso que tienen la
apariencia de principios objetivos y que hacen to
mar como necesidad objetiva de la determinación
de las cosas en sí lo que sólo es necesidad subjetiva
de un enlace de nuestros conceptos, exigida por el
entendimiento. Hay en esto una ilusión que nos
es imposible evitar, así como no está en nuestra ca
pacidad el evitar que a la distancia el mar nos pa
rezca más elevado que cerca de la ribera, porque
en el primer caso lo vemos por medio de rayos,
más elevados; o, del mismo modo que el astróno
mo no podría impedir que la luna le parezca más
grande al momento en que aparece, aunque el as
trónomo no se deje engañar por esta apariencia.
La dialéctica transcendental se contentará, pues,
con descubrir la apariencia de los juicios transcen
dentes y al mismo tiempo impedir que nos en
gañen; pero que esta apariencia (como la apariencia
lis
lógica) se disipe también y deje de ser una apa*
riencia, esto la dialéctica jamás podrá obtenerlo.
Se trata en efecto de una ilusión natural e inevita
ble que reposa sobre principios subjetivos que da
como objetivos, mientras que la dialéctica lógica,
en la solución de los paralogismos, sólo ha de se
ñalar un error en la aplicación de 'los principios o
una apariencia artificial en su imitación. Hay pues
una dialéctica natural e inevitable de la razón pura;
no hablo de esa que turba al torpe, carente de co
nocimiento. ni de esa otra que han fabricado inge
niosamente sofistas para engañar a las gentes ra
zonables, sino de aquella que está inseparablemente
ligada a la razón humana y la cual aun después de
que hemos descubierto su ilusión, no deja sin em
bargo de burlarse de la razón y de arrojarla in
cansablemente en errores momentáneos que es me
nester disipar constantemente.
116
II
DE L A R A Z Ó N P U R A COMO A S IE N T O DE
L A A P A R IE N C IA T R A N S C E N D E N T A L
A .— De la razón en general
128
LIBRO I
DE LO S CO NCEPTO S DE L A R A Z Ó N PU RA
130
PRIMERA SECCIÓN
DE L A S ID EAS EN G ENERAL
130
DE LOS M Ó VILES DE L A R A ZÓ N PU RA
P R A C T IC A (1)
161
INTRODUCCIÓN (1)
1. De la división de la filosofía
177
SECCIÓN PRIM ERA (1)
189
ÍNDICE
LA FILOSOFIA DE KANT.
I. Introducción. Estéticatranscendental ................. 11
II. La lógica transcendental y la dialéctica de la
razón pura ............................................................ 47
III. La ética y la estética ...................................... 77
TEXTOS DE KANT.
Lógica transcendental..................................................... 111
De la razón pura como asiento de la apariencia trans
cendental .................................................................... 117
De los conceptos de la razón pura ............................ 129
De las ideas en g en e ral.................. ....... ....................... 131
De los móviles de la razón pura p rác tica................. 141
Introducción (de la Crítica delJuicio) ...................... 167
Artículos preliminares de una paz perpetua entre
los Estados .............................................. 179