INTRODUCCIÓN
En el libro anterior se ha determinado que para cada grupo social existe una tendencia
específica al suicidio, que nos basta para explicar la constitución orgánico-sociológica de
los individuos y la naturaleza del medio físico.
Sólo puede haber tipos de suicidios distintos cuando sean diferentes las causas de las
que suceden, como no podemos estudiar los suicidios por sus diferentes formas o
caracteres morfológicos, ya que no se dispone de casi nada de la información necesaria.
En primer lugar hay que fijarse en la causa inmediata de un suicidio, que es la que figura
en las diligencias judiciales, y en las tablas estadísticas sobre los mismos donde las
causas tienen un apartado especial. Esos nos indican los antecedentes inmediatos de los
distintos suicidios.
Aunque hemos de considerar estas informaciones con cierto escepticismo, ya que son
informaciones ofrecidas por personas cercanas al suicida u otro tipo de informadores, que
tal vez no sepan la causa real del suicidio.
En primer lugar observaremos como influyen sobre el suicidio las diversas confesiones
religiosas.
Si se estudian los suicidios europeos, vemos que en países católicos son menos
numerosos que en los países protestantes. Aunque hay que tener en cuenta que no en
todos los países sus habitantes no están al mismo nivel social y moral, pero las
semejanzas son lo suficientemente importantes para que tenga algún fundamento el
atribuir a la diferencia de cultos el contraste tan marcado que presentan desde el punto de
vista del suicidio.
Para poder comparar esto deberemos comparar ambas religiones, catolicismo y
protestantismo desde el seno de la sociedad.
En lo que respecta a los judíos, su actitud para el suicidio es también inferior a la de los
protestantes, y generalmente también inferior aunque en menos grado a la de los
católicos.
La única diferencia que existe entre católicos y protestantes es que el segundo admite el
libre examen con mayor extensión que el primero. Sin duda el catolicismo concede al
pensamiento y a la reflexión un menor espacio que el protestantismo o que el judaísmo, lo
que busca es reinar sobre las conciencias.
Así llegamos a un primer resultado; la inclinación del protestantismo por el suicidio debe
estar en relación con el espíritu de libre examen, que anima esta religión.
Como conclusión podrá decir que la superioridad del protestantismo con respecto al
suicidio, proviene de que se trata de una iglesia integrada con menor fuerza que la Iglesia
Católica.
De todo lo anterior se deducen dos conclusiones importantes; por un lado, vemos como el
suicidio progresa con la ciencia; y por otro lado vemos como cuanto más numerosos y
fuertes son los estados colectivos, más fuertemente integrada está la comunidad religiosa
y más virtud preservativa tiene. Lo importante no son los dogmas y los ritos, sino que
sirvan por su naturaleza para alimentar una vida colectiva de una suficiente intensidad:
Porque la iglesia protestante no tiene el mismo grado de consistencia que las otras, es por
lo que no ejerce sobre el suicidio la misma acción moderadora.
CAPITULO III: EL SUICIDIO EGOISTA (Continuación)
En este punto y una vez visto que la religión no preserva del suicidio vamos a observarlo
desde el punto de vista de la familia y la sociedad política.
En un principio se pensó, y si se miran las cifras a priori, sin una mayor profundidad es lo
que se ve, que las personas casadas se suicidaban más que las solteras, pero esta
afirmación es completamente falsa y lo demostró Berlinton padre que tras un detenido
estudio concluyo que no es causa del matrimonio, sino causa de la edad, ya que si se
estudia a todos los solteros frente a todos los casados, tenemos en cuenta también a
personas de corta edad que en ningún caso están casadas y debido a su corta edad
tampoco tienen en general tendencia al suicidio, por lo tanto si queremos comparar estos
dos grupos, habremos de hacerlo con personas de igual edad tanto solteros como
casados, y así se comprueba que la cifra de suicidios es mayor en los primeros que en los
segundos.
Podemos decir que el estado del matrimonio disminuye aproximadamente en una mitad el
peligro del suicidio.
De otro estudio similar se deduce que las personas viudas se suicidan mucho más que
cualquier otro grupo de población de la misma edad.
Los matrimonios muy precoces ejercen una influencia agravante en el suicidio, sobre todo
en lo que se refiere a los hombres.
A partir de los veinte años los casados de ambos sexos se benefician con un coeficiente
de preservación con relación a los solteros.
El coeficiente de preservación de los casados en relación con los solteros, varia según los
hechos.
La inmunidad de la que gozan los casados, puede deberse únicamente a dos causas:
Por un lado la influencia del medio doméstico, que entonces sería la familia o por otro lado
podría ser la selección matrimonial, no se casa el que quiere, hay pocas probabilidades
de formar una familia cuando no se reúnen ciertas cualidades de salud, de fortuna o de
moralidad.
Por el contrario el coeficiente de previsión evoluciona de otra forma, los casados muy
jóvenes son más proclives al suicidio que los solteros de su misma edad, en segundo
lugar el máximum se da casi en conjunto y al llegar a la edad de entre 30 y 40 años donde
se supone que las diferencias deberían ser mayores el coeficiente de preservación sufre
un descenso brusco e importante.
Hemos de fijarnos igualmente si las parejas de las que estamos tratando tienen o no hijos,
ya que independientemente del estado civil de uno, la población con hijos tiende mucho
menos al suicidio.
Podemos decir que la inmunidad que presentan los casados no se debe a la sociedad
conyugal, sino a la sociedad familiar.
Si tomamos ahora como referente a las sociedades políticas, veremos que en las
sociedades jóvenes la tendencia al suicidio es menor que en otras.
Todas las crisis políticas o nacionales ejercen un efecto ralentizador para el suicidio, y
este no vuelve a sus cifras cuando termina la agitación, sino que lo hace de forma
pausada.
Las grandes conmociones sociales, así como las grandes guerras populares avivan los
sentimientos colectivos y estimulan tanto el espíritu como el patriotismo, la fe política
como la fe nacional y, conectando las actividades a un mismo fin, determinan por cierto
tiempo una integración más fuerte en la sociedad, por lo tanto el individuo piensa menos
en sí y más en la idea común.
Hasta aquí se establece que el suicidio varía en razón inversa del grado de desintegración
de la sociedad religiosa; domestica y política. Esta proximidad demuestra que, si esas
diferentes sociedades ejercen un efecto ralentizador sobre el suicidio no es por
consecuencia de caracteres particulares de cada una de ellas, sino por una causa que es
común a todas; El suicidio varía en razón inversa a del grado de desintegración de los
grupos sociales de que forman parte los individuos.
Como conclusión dirá que el egoísmo, así es como hemos definido este tipo de suicidio,
no es un factor simplemente auxiliar; es una causa generadora. Si el lazo que liga al
hombre con la vida se afloja, es porque el nexo que le une a la sociedad, se ha relajado.
Los incidentes de la existencia privada, que parecen inspirar inmediatamente el suicidio y
que pasan por sus condiciones determinantes, en realidad no son más que causas
excepcionales. Si el individuo cede al menor choque de las circunstancias es porque el
estado en que se encuentra, la sociedad ha hecho de él una fuerza dispuesta al suicidio.
Si como hemos visto hasta ahora una individualización excesiva conduce al suicidio, una
individualización insuficiente produce los mismos efectos. Cuando el hombre está
desligado de la sociedad se mata más fácilmente.
En las sociedades denominadas inferiores, el suicidio egoísta como el que hemos visto
hasta ahora es prácticamente desconocido, pero se encuentra en otras formas; y cada
una de ellas tiene caracteres muy particulares.
Para que la sociedad pueda constreñir así a ciertos miembros suyos a matarse, es
preciso que la personalidad individual cuente muy poco, para esto, es preciso que este
casi totalmente absorbido por el grupo y por consiguiente que está fuertemente integrado.
Llamamos a este tipo de suicidio altruista porque como hemos llamado egoísta al estado
en que se encuentro el yo cuando vive su vida personal y no obedece más que a si
mismo, la palabra altruismo expresa bastante bien el estado contrario, aquel en el que el
yo no se pertenece, en que se confunde con otra cosa que no es él, en que el polo de su
conducta está situado fuera de el, en uno de los grupos de que forma parte.
Uno de ellos puede ser el suicidio por no tener ningún apego a la vida, y a la menor
indicación renuncian a ella.
Por último hablaremos del suicidio altruista agudo, cuyo perfecto modelo es el suicidio
místico.
Estas diferentes formas contrastan del modo más notable con el suicidio egoísta, el uno
está ligado a esa moral ruda que estima en nada lo que sólo interesa al individuo; el otro
es solitario de esta ética refinada que pone tan alta la personalidad humana que esta ya
no puede subordinarse a nada. Hay pues entre ellas toda una distancia que separa a los
pueblos primitivos de las naciones más cultas.
Pero aun en las sociedades más cultas aún existe un medio especial donde el suicidio
altruista está en estado crónico; El ejercito.
En todos los países europeos se ha observado que la aptitud de los militares para el
suicidio es muy superior a la de la población civil de la misma edad.
El estado de irregularidad o de anomalía está, pues, reforzado por el hecho de que las
pasiones se encuentran menos disciplinadas en el preciso momento en que tendrían
necesidad de una disciplina mucho más fuerte.
Esto hace que las ambiciones sobreexcitadas vayan siempre más allá de los resultados
obtenidos, cualquiera que sean, porque no se les advierte que no deben ir más lejos.
Nada pues les contenta y todo la agitación se gasta sobre sí misma sin llegar a saciarse.
Comparando este tipo de suicidio con el suicidio egoísta podemos decir que aunque
guardan cierta relación ocupan parcelas sociales diferentes: el primero se ocupa del
mundo empresarial mientras que el segundo se centra en carreras intelectuales.
Hay otros tipos de anomia como la que se da en el enviudamiento y en la que nos vamos
a detener a continuación que es la referente a los divorcios; M. Bertillon establece que el
número de suicidios varía con el de divorcios, en todo Europa, y este autor dice que esto
depende de un mismo factor que es el numero de personas equilibradas, este tipo de
suicidio no deriva del hecho del divorcio, sino que ambos juntos derivan de la misma
causa.
Tras descartar varias hipótesis Durkheim establece que sólo queda una posibilidad y es
que la institución misma del divorcio por la acción que ejerce sobre el matrimonio
predisponga al suicidio.
En este capitulo se va a intentar realizar una división etiológica de los suicidios. Cada
suicida da a su acto una huella personal, que expresa su temperamento, las condiciones
especiales en las que se encuentra y que por consecuencia no puede explicarse por las
causas sociales y generales del fenómeno, pero estas a su vez deben tener una marca
colectiva que es la que se pretende averiguar.
Existe una primera forma de suicidio, que se distingue por un estado de languidez
melancólica, que hace que el individuo se encierre en sí mismo haciéndose insensible a lo
que le rodea. El desenlace no tiene nada de violento ni de precipitado, pudiéndose ligar
con el suicidio egoísta. El carácter meditativo e intelectual de este tipo de suicidio se
explica si se recuerda que el suicidio egoísta tiene por contenido necesario un desarrollo
de la ciencia y una inteligencia reflexiva.
Durkheim dice que esta es una forma elevada del suicidio egoísta, pero existe también
una forma más vulgar.
El individuo se impone satisfacer como única tarea satisfacer sus necesidades y si se le
impide este fin último la existencia deja de tener sentido. Es el suicidio epicúreo. La
melancolía se reemplaza por sangre fría especialmente en el momento último. Como
ejemplo están los vividores que cuando ya no pueden continuar con su existencia fácil se
matan con tranquilidad.
Bajo el prisma común del suicidio altruista, caracterizado por ser un suicidio activo,
encontramos el suicidio obligatorio en el que el sujeto se mata porque su conciencia se lo
ordena.
Hay una tercera clase de suicidios que se diferencias de los anteriores porque están
marcados por un carácter pasional, no es el entusiasmo, la conciencia o la fe religiosa,
sino la cólera y lo que acompaña a la decepción. Son un ejemplo las personas que tras
cometer un asesinato seguidamente se suicidan. Parece ser que este tipo de suicidios
está bajo la naturaleza del suicidio anómico.
Existe también el tipo de suicidio que efectúan los incomprendidos, que se da sobre todo
en épocas donde no hay una clasificación reconocida.
Conviene con todo añadir, que no se presentan siempre en la experiencia, aisladas y sin
mezcla, sino que sucede a menudo que se combinan entre sí, de suerte que dan
nacimiento a especies compuestas; caracteres pertenecientes a muchas de ellas se
encuentran conjuntamente en un mismo suicidio. La razón de esto es que las diferentes
causas sociales del suicidio pueden actuar simultáneamente sobre un mismo individuo y
mezclarse en él diferentes efectos.
Singularmente hay dos factores del suicidio que tienen el uno con el otro una afinidad
especial, y son el egoísmo y la anomia; Sabemos que generalmente no son más que dos
aspectos diferentes de un mismo estado social, no es extraño pues que se den en un
mismo individuo.
La anomia puede igualmente asociarse al altruismo, una misma crisis basta para
trastornar la existencia de un individuo, romper el equilibrio entre él y su medio y, al
mismo tiempo, poner sus disposiciones altruistas en un estado que le incite al suicidio.
Este es el campo de lo que denominamos suicidios de obsesión.
Otro tipo de suicidio que trata Durkheim, es el suicidio estoico, que aunque ya se ha
tratado desde el punto de vista del suicidio egoísta puede verse desde otro punto de vista
completamente diferente. Si es estoico profesa una absoluta independencia para todo lo
que traspasa el recinto de la personalidad individual, y al mismo tiempo se coloca en
estado de estrecha dependencia frente a la razón universal y le reduce a no ser más que
el instrumento por el que ella se realiza. También el suicidio que practica a veces es
apático como el del egoísta y realizado como un deber igual que el altruista.
En principio parece lógico que los medios empleados para la ejecución dependan de los
sentimientos del sujeto y por lo tanto lo reflejen. Podríamos utilizar los datos de las
estadísticas para delimitar desde las formas exteriores las diferentes especies de
suicidios, pero de este modo sólo obtenemos resultados negativos.
Las causas sociales de las que dependen los suicidios difieren de las que determinan la
manera de ejecutarse, por lo que no se puede establecer ninguna relación entre los tipos
de suicidio y el modo de ejecutarlo. La muerte escogida por el suicida es un fenómeno
distinto al mismo suicidio, el estudio del primero no podría añadir nada a nuestro estudio,
con lo cual queda obviado.
INTRODUCCION
Primeramente se tiene que definir al objeto de estudio, que en este caso es el suicidio.
Durkheim lo maneja como toda muerte que resulta mediata o inmediatamente de un acto
positivo o negativo realizado por la misma victima pero sobre esta índole no se contemplan los
hechos accidentales por lo cual es necesario agregar que el suicidio será contemplado como tal
cuando la victima sabe con certeza lo que sucederá con su acción.
El interés del suicidio en la sociología es porque este hecho visto como un fenómeno
independiente de naturaleza propia se da en toda las sociedades ya sea de manera individual o
colectiva.
En este capítulo se plantea si hay factores que puedan influenciar al suicidio como lo son el
clima, la temperatura, la raza o la herencia.
Al suicidio se le relacionaba con la locura ya que podría ser una enajenación mental. Toma ya
de ahí lo que es el significado de monomanía ya que si el suicida fuera un loco solo sería una
locura parcial, pero ya varios estudios rechazaban esta hipótesis y se comienza por estudiar su
relación con los alienados, por ya tomarse como suicidios vesánicos que podrían ser maniáticos
(por alucinaciones), melancólicos (por depresiones fuertes), obsesivos (siente demasiada
ansiedad acerca de la muerte) e impulsivos o automáticos (surge la idea de repente y poco a
poco le gana a la voluntad), pero, de igual manera, se descarta que provengan de la locura
porque había suicidios que estaban preparados de cierta manera.
La raza es un agregado de individuos que presentan rasgos comunes que son transmitidos por la
herencia pero que no debe confundirse con la nacionalidad. La herencia se toma como todo lo
que se transmite de generación en generación. Durkheim se da cuenta que las razas y las
herencias van entrelazadas para darles una definición.
Morselli hace una divisi[***]ón de tres razas (eslavos, celtarromanos y germanos) y Durkheim
se basa en esto para dar una aptitud hacia el suicidio pero se da cuenta, que por ejemplo, los
alemanes pierden la tendencia al suicidio cuando parten fuera de su país pero esto no es lo que
hace que descarte la hipótesis de la raza como factor del suicidio sino mas bien el hecho de que
no tenia las pruebas suficientes además de que se necesita de tener una esencia hereditaria.
La influencia que podría tener el clima y la temperatura como factores que dan influencia al
suicidio son estudiados en este capitulo. Su relación es más que obvia por lo cual se estudiaron
ambos apartados para dar una fundamentación de base.
Se habla que la temperatura hace que la actividad se incremente (ya sea social o del organismo,
en este caso, el cerebro principalmente) y que la agitación es la que hace que se eleve el numero
de muertes voluntarias pero Durkheim rechaza esto basado en lo psicológico como una
sobreexcitación cuando se habla que el suicidio son estados de depresión frecuentes. También
se habla de los cambios drásticos que el organismo tiene pero que también se descartan ya que
los estudios realizados demuestran que no hay una verdadera diferencia entre la tasa de
suicidios que se da en climas cálidos como en los fríos.
No hay en si una verdadera relación directa entre el clima y temperatura sino que el suicido es
mas bien tomado como consecuencia de causas sociales.
CAPITULO IV – LA IMITACION
Este fenómeno puede darse entre dos individuos que no comparten alguna relación o vínculo ya
que la imitación puede tomarse como algo psicológico pero que se le tiene que dar varias
definiciones para comprenderle totalmente.
La imitación puede ser también lo que todos piensan, más que nada por su conciencia por
causas semejantes; también puede ser el que se sigan las modas y costumbres, en el contexto de
la convivencia de la sociedad; por último puede ser también algo que vimos frente a nosotros o
hemos oído hablar de él y que por solo este hecho lo copiamos (podría ser como el reír, llorar,
cantar, etc.).
Las anteriores conceptualizaciones no abarcan como tal ser una influencia para el suicidio por
lo que se dice que es cuando un acto tiene como antecedente inmediato la representación de
otro acto semejante, anteriormente realizado por otro, sin que entre esta representación y en la
ejecución se intercale ninguna operación intelectual, explicita o implícita, que se relacione con
los caracteres intrínsecos de los actos reproducidos.
Como opina Durkheim, el suicidio se transmite por contagio como por ejemplo de que varios
suicidios pasaron después de alguno que se dio en cierto lugar y que es similar en varios
aspectos pero estos a su vez podrían haber sido solo como un suicidio de obsesión pero para
poder decir que en verdad fueron por imitación no solamente es comprobar que se dieron en el
mismo lugar y momento sino también ver si no tiene que ver el hecho social producido por
causas sociales. Podría verse solo como un encadenamiento de eventos o hechos individuales.
Al haber diversas causas por las que se da el suicido es lógico que los suicidios a su vez sean
clasificados en distintos tipos pero solo cuando estas causas son comprobadas; así es como se
daría una clasificación etiológica; con esto se ven las tendencias específicas y su naturaleza
además de sus números pero no sus caracteres distintivos.
Se tiene que dar una comparación entre las religiones respecto a su actitud hacia el suicidio.
El protestantismo lo relaciona con el espíritu de libre examen ya que no cuenta con tantas
creencias y practicas comunes así que da cabida a una inclinación al suicidio, cosa que en el
catolicismo se ve solamente por controlar la conciencia. El judaísmo, por estar fundado en un
aspecto elevado de unión y solidaridad hace que sus doctrinas sean minuciosas en el aspecto de
la existencia.
Al ver que en la religión no hay tanto una fundamentación concreta se observó desde el punto
de vista familiar y de la sociedad política.
Ya en el aspecto de la sociedad política, los jóvenes son más propensos al suicidio por aspecto
de la adolescencia y todos esos dilemas que se encuentran en ellos en ese momento.
Los suicidios altruistas facultativos son aquellos en los cuales se da la vida a la menor
provocación ya que no hay un apego total a la vida misma. Este se da cuando en si es exigido
por la sociedad.
Otro suicidio altruista es el agudo, que en si es el suicidio místico. El claro ejemplo de este es el
ejército; saben que existe la posibilidad de morir pero si es por el hecho del patriotismo y la
nación esta concebido como algo bueno.
CAPITULO V – EL SUICIDIO ANOMICO
Cuando hay crisis económicas, la tasa del suicidio se incrementa dada la magnitud de la misma
crisis pero si estas llegan a disminuir, lo mismo no pasa con la cifra de suicidios ya que hay
perturbaciones del orden colectivo.
El estado de anomía se presenta ya que no hay una disciplina clara o más fuerte de la que hay o
es necesaria.
La pobreza también tiene un papel importante por ser una manera de que no haya suicidio ya
que al no tener tanto no se necesita más de lo necesario; cosa contraria pasa si hay riqueza.
La consagración del materialismo se da ya que la religión perdió la fuerza que tenia como
consuelo para pobres y ricos.
En las sociedades modernas la anomía en sí significa entonces que la desorganización por estos
elementos da pauta para el suicidio por el sufrimiento que conlleva.
Entre el suicidio egoísta y anómico hay ciertas diferencias pero el primero se va más hacia lo
empresarial y el segundo a las carreras intelectuales.
El suicida deja una huella personal en la cual se pueden ver su temperamento y condiciones
especiales que no pueden explicarse por las causas sociales pero que a su vez, con su marca
colectiva que se pretende averiguar.
Otro tipo de suicidio llamado epicúreo se basa en que el individuo solamente quiere satisfacer
sus necesidades y si esto se le impide, su existencia pierde sentido pero se matan con más
facilidad ya que la melancolía es suplantada por “sangre fría”.
El suicidio altruista tiene bajo su espacio lo que es el suicidio obligatorio ya que el individuo
obedece a su conciencia que le ordena acabar con su vida.
El egoísmo y la anomia son dos factores del suicidio que tienen una afinidad especial; aún
siendo dos aspectos diferentes se pueden presentar en un mismo individuo. También la anomia
puede relacionarse con el altruismo ya que una crisis puede trastornar la existencia de un
individuo rompiendo el equilibrio que tiene con su medio pero a la vez poner sus disposiciones
altruistas que estén dispuestas e incitadas al suicidio dan como resultado el suicidio de
obsesión.
Otro tipo de suicidio que Durkheim trata es el estoico que tiene relación con el egoísmo pero se
le ve por otro punto de vista diferente. Se le da una completa libertad a la personalidad
individual pero con la razón universal tiene una estrecha dependencia y terminar siendo solo un
instrumento, aunque puede terminar siendo apático como el egoísta o del deber como altruista.
Las causas sociales de las que depende el suicidio son diferentes a las maneras en que se
ejecuta, así que no hay una relación como tal. Escoger la manera de morir es diferente al simple
hecho de querer morir.
Resumen
Tanto en los procesos de enseñanza de las ciencias como en los
análisis metodológicos y epistemológicos, no suelen encontrarse
ejemplos de teorías sociales que permitan mostrar de qué manera
se contrastan con la experiencia. Este trabajo pretende mostrar no
sólo el esqueleto metodológico utilizado por E. Durkheim en su
análisis del suicidio, sino también observar cómo simultáneamente
se constituye una nueva área de indagación científica de lo social,
en cruce con la aplicación de herramientas estadísticas para el
análisis de los fenómenos sociales.
4. Conclusiones
En cuanto al proceso de operacionalización y al recorrido que
hemos efectuado en su despliegue, se revelan distintas vías de
abordaje en función de la complejidad misma de dicho proceso. En
él pueden advertirse, más allá del esqueleto metodológico,
cuestiones epistemológicas, filosóficas, históricas y morales.
El esqueleto metodológico supone relaciones lógicas entre las
partes. Desde este ángulo puede mostrarse, como dijimos, el
proceso de operacionalización como una exigencia de puesta a
prueba de la teoría.
Pero la construcción de una teoría tiene conexiones ineludibles con
la situación histórico – social en que se elabora. Máxime cuando se
consideran períodos de rupturas de enfoques analíticos del
problema y de constitución de nuevas disciplinas y distintas
estrategias.
No podemos ignorar la importancia que tienen las elaboraciones
realizadas en el campo de la medicina (especialmente, la fisiología
y la patología, en cuanto a consideraciones sobre la salud y la
enfermedad, en estrecha correspondencia con lo normal y lo
patológico).
Como decía Comte, "el método no es susceptible de ser estudiado
separadamente de los trabajos a los que se aplica" (Comte
1981:59).
Uno de los estudios sociológicos clásicos que ha estudiado la relación entre el individuo y
la sociedad es el análisis del suicidio que hizo Durkheim (publicado originalmente en 1897)
Aunque los seres humanos se vean a sí mismos como individuos que actúan por su propia
voluntad y elección, con frecuencia es la sociedad la que conforma sus comportamientos y la
que loes ofrece un modelo. El estudio de Durkheim mostraba que incluso un acto tan personal
como el suicidio se ve influido por el mundo social.
Al examinar las cifras de suicidio oficiales en Francia, el autor se dio cuenta de que ciertos
tipos de personas eran más proclives a suicidarse que otras: Había más hombres que mujeres,
más protestantes que católicos, más ricos que pobres y más entre las personas solteras que las
casadas. Durkheim también percibió que los índices de suicidio solían ser menores en tiempos
de guerra y mayores en las épocas de cambio económico y de inestabilidad. Estos hallazgos
llevaron a Durkheim a la conclusión de que hay fuerzas sociales fuera del individuo que
influyen en el número de suicidios. Relacionó su explicación con la idea de solidaridad social y
con dos tipos de vínculos sociales: la integración social y la regulación social. El autor creía
que era menos probable que se quitaran la vida las personas que estaban muy integradas en
grupos sociales y cuyos deseos y aspiraciones se hallaban regulados por normas sociales.
Identificó cuatro tipos de suicidio, según la presencia o ausencia relativa de la integración y la
regulación:
En los suicidios egoístas lo definitorio es la escasa integración social. Tienen lugar cuando
un individuo está aislado o cuando sus vínculos con un grupo se debilitan o se rompen. Por
ejemplo, el escaso número de suicidios entre los católicos podría explicarse a partir de la fuerza
de su comunidad social, mientras que la libertad personal y moral de los protestantes conlleva
que "estén solos" ante Dios. El matrimonio protege del suicidio al integrar al individuo en una
relación social estable, mientras que las personas solteras siguen estando más aisladas dentro de
la sociedad. Según Durkheim, el menor número de suicidios en tiempo de guerra puede
interpretarse como un signo de la mayor integración social.
El suicidio anónimo se produce por falta de regulación social. Con esto, Durkheim se
refería a las condiciones sociales de la anomia, situación en que las personas se quedan "sin
normas" debido a un rápido cambio en la sociedad o a la inestabilidad de ésta. La pérdida de un
punto fijo de referencia para las normas o deseos -como la que se da en épocas de convulsiones
económicas o de conflictos íntimos como un divorcio- puede alterar el equilibrio entre las
circunstancias de una persona y sus deseos.
El suicidio altruísta tiene lugar cuando un individuo está "demasiado integrado" -los
vínculos sociales son demasiado fuertes- y valora más a la sociedad que a sí mismo. En este
caso, el suicidio se convierte en un sacrificio que se realiza en beneficio de "un bien superior".
Los kamikazes japoneses o los "hombres bomba" islámicos son ejemplos de este tipo de
suicidio. Para Durkheim, éste era característico de sociedades tradicionales en las que
predomina la solidaridad mecánica.
Los índices de suicidio varían de una sociedad a otra, pero, a lo largo del tiempo, presentan
pautas regulares dentro de cada una de ellas. Para Durkheim, esto era una prueba de que existen
fuerzas sociales coherentes que influyen en el número de suicidios. Si se analiza este índice, se
comprobará que en las acciones individuales se pueden detectar pautas sociales generales.