PRESENTACION DE FARMACODINAMICA
CÁTEDRA
FARMACOLOGIA PRECLINICA
DOCENTE
DR. PEÑAFIEL AVILES JAIME
GRUPO 11
ESTUDIANTES:
SIXTO ALVARADO
ALIAN VERDUGA
CICLO I
2019-2020
Interacciones fármaco-receptor y farmacodinamia
GENERALIDADES
La farmacodinamia describe las acciones de un fármaco en el organismo y la influencia de las
concentraciones plasmáticas en la magnitud de la respuesta. La mayoría de los fármacos
ejercen sus efectos, tanto benéficos como perjudiciales, debido a su interacción con
receptores, es decir, macromoléculas blanco especializadas, presentes en la superficie o en el
interior de las células. Los fármacos se unen a los receptores, iniciándose una serie de
modificaciones en la actividad bioquímica o biofísica de una célula mediante un proceso
llamado transducción de señales.
TRANSDUCCIÓN DE SEÑALES
Los fármacos actúan como señales, y sus receptores actúan como detectores de señales.
Muchos receptores señalizan su reconocimiento de un ligando unido iniciando una serie de
reacciones que culminan en una respuesta intracelular específica. [Nota: el término «ligando»
se refiere a una pequeña molécula que se une a un sitio en una proteína receptora. El ligando
puede ser una molécula natural o un fármaco.] Las moléculas «segundo mensajero» (también
llamadas moléculas efectoras) son parte de la cascada de sucesos que traducen la unión a
ligando en una respuesta celular.
A. El complejo fármaco-receptor
Las células pueden poseer diferentes tipos de receptores, cada uno de ellos específico para un
determinado ligando. En el corazón, por ejemplo, existen receptores β para la adrenalina o la
noradrenalina, y receptores muscarínicos para la acetilcolina. Estos receptores interactúan
dinámicamente para controlar funciones cardíacas vitales. La magnitud de la respuesta es
proporcional al número de complejos fármaco-receptor:
Fármaco + receptor Complejo fármaco-receptor → efecto biológico
Este concepto se halla íntimamente relacionado con la formación de complejos entre una
enzima y un sustrato, o entre un antígeno y un anticuerpo; estas interacciones tienen muchas
características en común, y quizás la más notable de ellas es la especificidad del receptor por
un determinado ligando. Sin embargo, el receptor no sólo tiene la capacidad de reconocer a
un ligando, sino que también puede acoplar o transducir esta unión en una respuesta mediante
un cambio estructural o un efecto bioquímico. La mayoría de los
receptores reciben un nombre que indica el tipo de sustancia que interactúa mejor con él. Por
ejemplo, el receptor para histamina se llama así, receptor de histamina. Aunque gran parte de
este capítulo se concentrará en la interacción de fármacos con receptores específicos, es
importante tener presente que no todos los fármacos ejercen su efecto interactuando con un
receptor. Por ejemplo, los antiácidos neutralizan químicamente el exceso de ácido gástrico,
con lo que reducen los síntomas de las «agruras».
Estados del receptor
De manera tradicional, se ha considerado que la unión de un ligando hace que los receptores
cambien de un estado inactivo (R) a otro activado (R*). El receptor activado interactúa
entonces con moléculas efectoras intermediarias para producir un efecto biológico. Este
modelo de ajuste inducido es un esquema intuitivo simple y se usa en las ilustraciones de este
capítulo. Datos más recientes sugieren que los receptores existen al menos en dos estados,
inactivo (R) y activo (R*), que se encuentran en equilibrio reversible entre sí. En ausencia de
un agonista, R* suele representar una pequeña fracción de la población total de receptores
(esto es, el equilibrio favorece el estado inactivo). Los fármacos que ocupan el receptor
pueden estabilizarlo en un estado conformacional dado. Algunos fármacos pueden causar
desplazamientos similares del equilibrio entre R y R* como un ligando endógeno. Por
ejemplo, los medicamentos que actúan como agonistas se unen al estado activo de los
receptores y, de este modo, desplazan el equilibrio con rapidez de R a R*. Otros pueden
inducir un cambio que puede diferir del ligando endógeno. Estos cambios hacen al receptor
menos funcional o del todo afuncional.
C. Principales familias de receptores
La farmacología define un receptor como toda molécula biológica a la que se une un fármaco
y provoca una respuesta medible. Las enzimas y las proteínas estructurales pueden
considerarse como receptores farmacológicos. Sin embargo, las fuentes más abundantes de
estos receptores que pueden explotarse terapéuticamente son proteínas responsables de
transducir las señales extracelulares en respuestas intracelulares. Estos receptores pueden
dividirse en cuatro familias: 1) canales iónicos activados por ligandos; 2) receptores
acoplados a la proteína G, 3) receptores ligados a las enzimas, y 4) receptores intracelulares.
El tipo de receptor que interactúa con un ligando depende de la naturaleza de éste. Los
ligandos hidrófilos interactúan con receptores que se hallan sobre la
superficie celular. En cambio, los ligandos hidrófobos pueden penetrar en las células a través
de la bicapa lipídica de la membrana celular para interactuar con los receptores intracelulares.
En la relación cuantitativa entre la concentración del fármaco y la ocupación del receptor, la ley de
acción de masas se aplica a la cinética de unión de las moléculas del fármaco y del receptor. Fármaco
+ receptor complejo fármaco-receptor → efecto biológico Asumiendo que la unión de una molécula
del fármaco no altera la unión de las moléculas siguientes, se puede expresar matemáticamente la
relación entre el porcentaje (o fracción) de los receptores unidos y la concentración del fármaco:
donde [D] = concentración del fármaco libre; [DR] = concentración del fármaco unido; [Rt] =
concentración del total de receptores, que es igual a la suma de las concentraciones de los receptores
no unidos (libres) y de los receptores unidos; y Kd = [D][R]/[DR] es la constante de disociación del
fármaco del receptor. El valor de Kd puede utilizarse también para determinar la afinidad de un
fármaco con su receptor. La afinidad describe la intensidad de interacción (unión) entre un ligando y
su receptor. Cuanto mayor es el valor de Kd , más débil es la interacción, y menor la afinidad. Ocurre
lo contrario cuando un fármaco tiene un valor bajo de Kd . La unión del ligando al receptor es fuerte,
y la afinidad, alta. La ecuación (1) define una curva en forma de hipérbole cuadrangular (fig. 2.9A). Al
ir aumentando la concentración del fármaco libre, el cociente entre las concentraciones de los
receptores unidos y el total de receptores se acerca a la unidad. La unión del fármaco a su receptor
inicia sucesos que en última instancia conducen a una respuesta biológica medible. Así, no es
sorprendente que la curva de la figura 2.9 y las curvas que representan la relación entre dosis y efecto
(fig. 2.7) sean similares.
Curva típica de dosis-respuesta para los fármacos que
presentan diferencias en su potencia y eficacia. CE50 ,
dosis del fármaco que produce el 50% de la respuesta
máxima.
El modelo matemático que describe la concentración del fármaco y la unión al receptor puede
aplicarse a la dosis (concentración del fármaco) y a la respuesta (o efecto) si se cumplen los siguientes
supuestos: 1) la magnitud de la respuesta es proporcional a la cantidad de receptores unidos u
ocupados; 2) se alcanza Emáx cuando todos los receptores están unidos, y 3) en la unión del fármaco
al receptor no existe cooperación. En este caso
donde [E] = efecto del fármaco a la concentración [D], y [Emáx ] = efecto máximo del fármaco.
AGONISTAS
Si un fármaco se une a un receptor y produce una respuesta biológica, un agonista puede imitar la
respuesta de un ligando endógeno en el receptor, o puede inducir una respuesta distinta a partir del
receptor y su mecanismo de transducción.
A. Agonistas completos
Si un fármaco se une a un receptor y produce una respuesta biológica máxima que imita la respuesta
al ligando endógeno, se le conoce como agonista completo (fig. 2.10). Existen receptores en estados
conformacionales activo o inactivo que están en equilibrio reversible entre sí. Los fármacos que
ocupan el receptor pueden estabilizarlo en un estado conformacional dado. Por tanto, otra definición
de agonista es la de fármaco que se une a un receptor, estabilizándolo en su estado conformacional
activo. Por ejemplo, la fenilefrina es agonista en los adrenorreceptores α1 , dado que sus efectos se
asemejan a los del ligando endógeno, la noradrenalina. Al unirse la fenilefrina con los
adrenorreceptores α1 en las membranas celulares del músculo liso vascular, moviliza el Ca 2+
intracelular, lo que origina la contracción de los filamentos de actina y miosina. El acortamiento de las
células musculares reduce el diámetro de las arteriolas, con aumento de la resistencia al flujo
sanguíneo. A consecuencia de ello, aumenta la presión arterial para mantener el flujo sanguíneo.
Como se pone de manifiesto en esta breve descripción, un agonista puede tener muchos efectos
mesurables, como las acciones sobre moléculas intracelulares, células, tejidos y organismos intactos.
Todos estos efectos son atribuibles a la interacción de la molécula del fármaco con la molécula del
receptor. En general, un agonista total posee una fuerte afinidad por su receptor y una buena eficacia.
B. Agonistas parciales
Los agonistas parciales tienen eficacia (actividad intrínseca) mayor de cero pero menor que la de un
agonista completo (fig. 2.10). Incluso si todos los receptores están ocupados, los agonistas parciales
no pueden producir una Emáx de la misma magnitud que la de un agonista completo. Sin embargo,
un agonista parcial puede tener afinidad mayor, menor o equivalente a la de un agonista completo.
Una característica única de estos fármacos es que, en condiciones apropiadas, un agonista parcial
puede actuar como antagonista de un agonista completo. Considérese lo que ocurriría a la Emáx de
un receptor saturado con un agonista en presencia de concentraciones crecientes de un agonista
parcial (fig. 2.11). A medida que aumenta el número de receptores ocupados por el agonista parcial,
la Emáx disminuiría hasta igualar la Emáx del agonista parcial. Este potencial de agonistas parciales
para actuar como agonista y como antagonista puede aprovecharse con fines terapéuticos. Por
ejemplo, el aripiprazol, un agente neuroléptico atípico, es un agonista parcial de receptores
dopamínicos selectos. Las vías dopaminérgicas que eran hiperactivas tienden a ser inhibidas por el
agonista parcial, mientras que las vías que eran hipoactivas pueden ser estimuladas. Esto podría
explicar la capacidad del aripiprazol de mejorar muchos de los síntomas de la esquizofrenia, con un
pequeño riesgo de causar efectos adversos extrapiramidales (v. págs. 152 a 157).
C. Agonistas inversos
Los receptores no unidos suelen ser inactivos y requieren de interacción con un agonista para asumir
una conformación activa. Sin embargo, algunos receptores muestran conversión espontánea de R a
R* en ausencia de agonista (es decir, pueden ser activos sin necesidad de que esté presente un
agonista. Por tanto, estos receptores poseen actividad constitutiva que es parte de la respuesta basal
medida en ausencia de fármaco. Los agonistas inversos, a diferencia de los agonistas completos,
estabilizan la forma R inactiva. Todos los receptores constitutivamente activos son forzados al estado
inactivo por el agonista inverso. Esto reduce el número de receptores activados por debajo del que se
observa en ausencia de fármaco (v. fig. 2.10). Por tanto, los agonistas inversos revierten la actividad
constitutiva de los receptores y tienen el efecto farmacológico opuesto al de los agonistas receptores.
. ANTAGONISTAS
Los antagonistas son fármacos que disminuyen las acciones de otro fármaco o de un ligando
endógeno. El antagonismo puede ocurrir de diversos modos. Muchos antagonistas actúan sobre la
misma macromolécula del receptor donde actúa también el agonista. Sin embargo, los antagonistas
carecen de actividad intrínseca y, por lo tanto, no producen efectos por sí mismos. A pesar de ello,
son capaces de unirse ávidamente a los receptores blanco como consecuencia de una fuerte afinidad.
A. Antagonistas competitivos
B. Antagonistas irreversibles
Un antagonista puede actuar sobre un receptor completamente diferente al del agonista e iniciar unos
efectos que son funcionalmente opuestos a los de éste. Un ejemplo clásico es el antagonismo de la
epinefrina frente a la broncoconstricción inducida por la histamina. La histamina se une a los
receptores histamínicos H1 situados sobre el músculo liso bronquial, con contracción y
estrechamiento del árbol bronquial. La epinefrinaes un agonista en los adrenorreceptores β2 sobre el
músculo liso bronquial, con relajación muscular activa. Este antagonismo funcional se conoce también
como «antagonismo fisiológico». Un antagonista químico impide las acciones de un agonista
modificándolo o secuestrándolo, de modo que sea incapaz de unirse a su receptor y activarlo. Por
ejemplo, el sulfato de protamina es un antagonista químico de la heparina (v. pág. 251). Es una
proteína básica (con carga positiva) que se une a la heparina (básica, con carga negativa), de modo
que impide con rapidez tanto los efectos terapéuticos como los tóxicos. [Nota: el antagonismo
farmacocinético describe una situación en la cual el antagonismo reduce de manera eficaz la
concentración de fármaco activo. Esto no puede ocurrir cuando la absorción del fármaco está
disminuida o si el metabolismo y la excreción renal del fármaco están aumentadas.]
El índice terapéutico de un fármaco es el cociente entre la dosis que causa toxicidad y la dosis que
produce un efecto clínicamente deseado o una respuesta efectiva en una población de individuos:
donde DT50 = dosis del fármaco que causa un efecto tóxico en la mitad de la población, y DE50 = dosis
del fármaco que produce una respuesta terapéutica o deseada en la mitad de la población. El índice
terapéutico es una medida de la seguridad del fármaco. Un valor elevado indica que existe un amplio
margen entre las dosis efectivas y las tóxicas.
Al aumentar las dosis de warfarina responde una mayor fracción de pacientes (para este fármaco, la
respuesta deseada es un aumento del doble o el triple en la relación normalizada internacional [INR,
su siglas en inglés]) hasta que, al final, todos los pacientes reaccionan (v. fig. 2.13 A). Sin embargo, a
las dosis más elevadas de warfarina se produce una respuesta tóxica, es decir, un mayor grado de
anticoagulación que da lugar a hemorragias. [Nota: cuando el índice terapéutico es bajo, es posible
obtener un intervalo de concentraciones en las que se sobrepongan las respuestas efectiva y tóxica.
Es decir, algunos pacientes presentan hemorragias, mientras que otros alcanzan la prolongación
deseada del tiempo de INR]. Por lo tanto, es más fácil que la variación en la respuesta del paciente
ocurra con un fármaco cuyo índice terapéutico es estrecho, debido a que las concentraciones efectiva
y tóxica son similares. Los fármacos con un bajo índice terapéutico, es decir, aquellos en los que la
dosis tiene una importancia crítica, son aquellos cuya biodisponibilidad modifica de un modo
importante los efectos terapéuticos (v. pág. 8).
2. Penicilina (ejemplo de un fármaco con un amplio
índice terapéutico): Para fármacos como la penicilina (v.
fig. 2.13B), es seguro y habitual administrar dosis
superiores (a menudo en cerca de 10 veces) a las mínimas
necesarias para obtener una respuesta deseada. En este
caso, la biodisponibilidad no modifica de forma crítica los
efectos terapéuticos.