Se trata de una cautela que deben tener sobre todo los exportadores habituales de grandes
volúmenes, de tal manera que el banco no realice el cambio de forma automática a la
recepción de los fondos. Les permite ser mucho más flexibles en la gestión del tipo de
cambio, tomando sus propias decisiones en lo relativo al momento en el que tienen que
comprar o vender divisas, incluso de los productos que quieren ejecutar (spot/contado,
seguro de tipo de cambio, etc). Esta posibilidad es ofrecida también por algunos
proveedores de divisas especializados que ponen a disposición de sus clientes una cuenta
por cada divisa para ejecutar órdenes de compra-venta de divisas dadas por sus clientes.
Seguro de tipo de cambio abierto y cerrado: permiten fijar un tipo de cambio para
compra-venta de una divisa durante un periodo de tiempo, consiguiendo eliminar
completamente la incertidumbre y el posible impacto de la volatilidad del par de divisas.
El seguro de cambio cerrado consiste en la contratación de una compra o venta de divisa
a plazo en una fecha futura cierta. El seguro de cambio abierto permite contratar la compra
o venta de un importe máximo de divisa a una fecha final futura, pudiendo realizar
disposiciones parciales durante ese periodo de tiempo.
Órdenes de mercado: permiten establecer una cota o límite deseado al cual se estaría
dispuesto a comprar o vender, tanto en operaciones al contado como en la contratación
de un seguro de tipo de cambio durante un periodo de tiempo, dentro del cual, en el caso
de alcanzar dicha cota, se cerraría la posición y se ejecutaría la operación.
NDF (seguros de tipo de cambio no entregables): los NDF proporcionan protección para
las empresas que tengan exposición con los países de mercados emergentes que tienen
restricciones de divisas. El NDF es similar a un contrato a plazo. La diferencia clave es
que la liquidación del contrato se realiza no por la entrega efectiva de las monedas, sino
tomando la diferencia entre el tipo de cambio fijado en el contrato y la “fijación oficial
de precio” para determinar el monto de la liquidación neta.
Se trata de países que, como Brasil o Argentina, cuentan con marcos legales que no ponen
trabas a la recepción de capitales, pero que son mucho más restrictivos en lo que se refiere
a su repatriación. Para enfrentarse a esta situación, puede ser aconsejable la apertura de
cuentas en el país extranjero con el que se opera, o el establecimiento legal en el país
con empresas subsidiarias o sucursales. En cualquier caso, se aconseja acudir a asesores
expertos tanto para el cambio de la divisas como para la parte legal o fiscal.
Constituye una excelente decisión desde el punto de vista comercial, pero la gestión del
riesgo de divisa, en este caso, es clave. Exportar en moneda local implica facturar los
productos en dicha moneda, incurriéndose en un riesgo de divisa a la hora de repatriar los
fondos (la empresa española tendrá que vender la moneda local para comprar euros). Este
problema se acentúa cuando hablamos de las llamadas divisas exóticas, cuyo volumen de
negocio es considerablemente menor y conllevan un mayor riesgo a la hora de operar con
ellas, debido principalmente a su mayor volatilidad y a su reducida liquidez. Para
ilustrarlo, podríamos señalar el ejemplo de un exportador español de calzado que venda
en moneda local. Este debe esperar de media 180 días desde la facturación al cobro del
pedido. En ese plazo, la fluctuación de la divisa puede variar entre un 0,5% hasta un 3 o
4%, con el consiguiente quebranto de los márgenes.
En este sentido, adoptar medidas de seguimiento y control del riesgo de tipo de cambio
es muy aconsejable, lo mismo que, en el caso de pequeños departamentos financieros,
buscar un asesoramiento proactivo que se adelante a los posibles eventos del mercado y
facilite cerrar posiciones de cambio favorables para la empresa.
Para ello se deben tener en cuenta diferentes factores como la confianza entre los agentes,
la solvencia de las partes, los plazos establecidos en el contrato y la capacidad de asumir
riesgo de cada uno de los intervinientes.
Según Enrique Díaz, Director de Riesgos de Ebury, la mejor manera de protegerse contra
el riesgo es aprovechar niveles de volatilidad bajos de las divisas principales para cubrir
la mayor cantidad de exposición futura posible. En estos momentos, el hecho de que
algunos bancos centrales se estén preparando para subir tipos de interés, anticipa
incertidumbre y posibles periodos de mayor volatilidad.
Una mayor rapidez en la ejecución de los pagos internacionales puede ayudar a las pymes
españolas a negociar mejores condiciones con sus proveedores extranjeros. La eficiencia
del proceso de pagos dependerá del canal de envío que un proveedor de divisas use, así
como de la tecnología integrada en tal proceso, lo que aportará mayor seguridad y
confianza en las relaciones comerciales exteriores de las pymes.