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Las comidas

preparadas ahorran
tiempo, pero si lees
esto dejarás de
comprarlas
No, la 'tortifácil' no es igual que una tortilla de patatas: tiene menos
nutrientes saludables y añade otros que no son recomendables.
Que no te la cuelen

Si, son cómodos, pero ni son ni están buenos. (iStock)

AUTOR
MIGUEL AYUSO
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@mayusorejas
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 NUTRICIÓN
 DIETAS
 SUPERMERCADOS
 INDUSTRIA ALIMENTARIA
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26.02.2016 – 12:01 H. - ACTUALIZADO: 05.05.2017 - 17:01H.


Basta hacer un rato la cola de un supermercado para ver a la típica
persona que sólo compra pizzas congeladas, latas de fabada y
platos preparados de toda índole. Gente que, como mucho, es
capaz de hacerse un huevo frito o un plato de pasta, y se contenta
con el amplio catálogo de alimentos precocinados que se ofertan
en el lineal. Individuos que, como no cambien su dieta, pueden
enfrentarse a importantes problemas de salud.
Por todos es sabido que, en general, los platos precocinados son
ricos en grasas saturadas, azúcares y sal, la triada maldita que ha
disparado la obesidad y los problemas cardiovasculares. Pero este
no es el único problema de este tipo de comidas. Como
explica Richard Hoffman, bioquímico y nutricionista de la
Universidad de Hertfordshire en un artículo en 'The Conversation',
“existen otros problemas en el valor nutricional de algunas de estas
comidas, que no vas a encontrar señaladas en el etiquetado”.
Hoffman se refiere en concreto a los nutrientes que se pierden
cuando se cocinan estos alimentos, algo en lo que los consumidores
nunca reparan. “El proceso de cocción puede ser tan importante
para tu salud como el contenido de azúcar, sal y grasa”, explica
Hoffman. “El agua de color morado que aparece cuando cocinamos
la remolacha es el claro ejemplo de cómo los nutrientes (en este
caso, un antioxidante llamado betalaína) pueden perderse. Pero
hay otros que desaparecen sin que nos demos cuenta en el agua de
la cocción, de la vitamina B de los vegetales verdes a los
glucosinolatos de la familia de las coles”.

El proceso de cocción puede


ser tan importante para tu
salud como el contenido de
azúcar, sal y grasa
Lógicamente, estos nutrientes también se pierden
cuando cocinamos en casa –a no ser que aprovechemos el caldo
de cocción o preparemos las verduras al horno o al vapor–, pero
hay procesos industriales por los que se pierden en mayor cantidad,
por no hablar de que las grasas y aditivos que se usan en los
platos precocinados son, por norma general, mucho menos
saludables de los que utilizamos en casa.
La perversión de un plato saludable
El pasado septiembre Hoffman presentó un estudio en la revista
'Nutrients' en el que analizaba la composición de algunos platos
típicamente mediterráneosen su versión “listo para comer”. Todos
sabemos que la dieta del Mare Nostrum es saludable pero, en gran
medida, esto se debe a los efectos protectivos de los fitoquímicos
presentes en alimentos como los frutos secos, las verduras o el
aceite de oliva, que como explica el investigador no están presentes
en la misma medida en los alimentos precocinados.
Platos mediterráneos como el humus o la pizza se han elaborado
siempre con aceite de oliva, pero en su versión precocinada (tan
popular en la actualidad) se suele emplear aceite de colza, lo que
reduce notablemente el valor nutricional de estos productos.
“El aceite de oliva virgen tiene beneficios para la salud bien
conocidos, y actúa contra las enfermedades cardiovasculares y,
posiblemente, contra el cáncer de mama, pero no hay ninguna
evidencia de estos beneficios en el aceite de colza”, explica
Hoffman.

La legislación europea no
obliga a que las etiquetas
indiquen el contenido en
vitaminas y minerales de los
productos
Otro ejemplo, explica el bioquímico, es el proceso por el que se
comercializan muchas aceitunas. Los antioxidantes beneficiosos
que rebajan el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares se
pierden en el procesado de muchas de las olivas negras que se
venden en los supermercados. Estas son muy fáciles de distinguir,
no sólo porque son las más baratas, sino también porque
contienen gluconato ferroso, un aditivo que se utiliza para
estabilizar su color y que en el etiquetado aparece como E-579.
En este caso podemos guiarnos por la información que aparece en
el envase, el problema es que, en la mayoría de los casos, no hay
forma de saber qué nutrientes se han perdido en el procesado de
los platos preparados. La legislación europea no obliga a que las
etiquetas indiquen el contenido en vitaminas y minerales de los
productos. Sí, hay fabricantes que lo incluyen, pero eso, asegura
Hoffman, no significa que estemos mejor informados: “Esto indica
solamente las vitaminas presentes en los ingredientes crudos, no
las que quedan en el producto final”.
Las personas que viven solas son las que más consumen este tipo de
preparados. (iStock)

Por qué deberíamos cocinar más


El consumo de platos precocinados no ha dejado de crecer en los
últimos años. Según un informe de Víctor J. Martín
Cerdeño, profesor de Comercio en la Universidad Complutense de
Madrid, en 1997 el consumo per cápita de este tipo de aliementos
en España era de 6,7 kilos. En 2011 se llegó a los 11,9 kilos. Y la
cifra sigue subiendo.
Cerdeño señala además que el consumo de este tipo de platos
varía notablemente en función de la composición de los hogares.
Como es lógico su compra es muchísimo mayor entre los jóvenes
independientes, los solteros y las parejas jóvenes sin hijos, pero
también entre los jubilados, un colectivo especialmente vulnerable
a la falta de nutrientes.

En los platos precocinados se


aumenta la presencia de los
nutrientes que menos nos
convienen y se reduce la de
aquellos que más necesitamos
Los estudios muestran que muchas personas mayores tienen
carencias de ácidos grasos omega-3, vitamina B y D y minerales
como el calcio, el magnesio o el selenio, nutrientes que por norma
general están presentes en menor cantidad en este tipo de platos
precocinados. Sí, algunos suplementospueden ayudar, pero es
mucho más recomendable seguir una dieta saludable, algo difícil de
lograr si no estamos dispuestos a cocinar. Máxime teniendo en
cuenta que los platos precocinados están especialmente diseñados
para que nos encanten.
Como explicó el divulgador Michael Pollan en una entrevista con
El Confidencial la industria alimentaria “está trabajando de forma
deliberada para crear comida que no podamos parar de comer. Y
saben cómo hacerlo, básicamente mezclando sal, azúcar y grasa”.
Esto es, aumentan la presencia de los nutrientes que menos nos
convienen –por no hablar de la presencia de aditivos nada
recomendables– y reducen la de aquellos que más necesitamos.

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