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Universidad de Oriente

Centro de Estudios de Educación Superior “Manuel F. Gran”

LOS PARADIGMAS DE LA CIENCIA Y LA


INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

Dr. Homero Fuentes, Dr. Jorge Montoya, Dra. Lianne Fuentes

2015

El proceso de investigación científica se desarrolla acorde con los métodos


investigativos del sujeto donde determina y emplea sistemas de procedimientos
e indicaciones que permiten guiar el proceso de construcción del conocimiento
científico y por tanto son aplicados conscientemente por los sujetos de acuerdo
con la diversidad de las tareas de investigación asumidas.

No hay un método de métodos ni un único método de investigación científica, ni


tampoco un método para producir métodos; lo más anticientífico que existe es
aplicar un método, por muy “objetivo” si no se corresponde con la naturaleza
misma del proceso investigado, con la cultura y posición epistemológica del
sujeto.

El fundamento objetivo del método científico radica en que es una regularidad


interna del movimiento del pensamiento humano, capaz de producirse en los
procesos cognitivos de los sujetos. Esto permite reconocer al método científico
en su carácter dialéctico y muy lejano de las concepciones lineales propias de
los métodos positivistas. Todo método es una expresión subjetiva de la
realidad; por ello, constituye una configuración cuyos fundamentos, en última
instancia, son las propias regularidades objetivas de esa realidad estudiada.
Estas regularidades, al ser reveladas y reflejadas por el sujeto y empleadas
conscientemente por él, se convierten en un instrumento para la comprensión,
explicación, interpretación y transformación de la realidad.

El método como expresión del movimiento del pensamiento humano, su


contenido y la lógica dialéctica subjetiva, es resultado de la actividad

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cognoscitiva del sujeto y tiene significatividad en su correspondencia con la
naturaleza y su lógica dialéctica objetiva del objeto de la realidad.

Los métodos se clasifican en tres niveles atendiendo a su generalidad, en:


métodos filosóficos, científicos generales y científicos particulares. Así los
métodos filosóficos están en el plano más general y esencial del proceso del
conocimiento, como es el caso del método dialéctico, el cual alcanza una
universalidad que permite comprender, explicar e interpretar los múltiples
procesos de la naturaleza, el pensamiento y la sociedad. Los métodos
científicos generales son el resultado de tendencias que integran el
conocimiento científico contemporáneo. Se trata de métodos que pueden ser
aplicados a múltiples disciplinas científicas, pero que no alcanzan la
universalidad de los métodos filosóficos.

Por último, los métodos científicos particulares son los que se aplican en una o
varias ciencias, como pueden ser los métodos etnográficos, los métodos de
investigación acción, los métodos ópticos de análisis, los métodos
calorimétricos, entre otros.

En el desarrollo de los procesos de investigación científica se requiere la


aplicación consciente, sistemática e integradora de los métodos filosóficos,
científicos generales y particulares, no existiendo, por ejemplo, fronteras rígidas
entre la aplicación del método dialéctico y los métodos con que se operan en
las ciencias contemporáneas, pues todo el proceso de investigación, como
proceso de construcción del conocimiento lleva en sí un nivel filosófico, con el
que se atraviesa todo el desarrollo de la ciencia y la comprensión, explicación e
interpretación de la naturaleza, el pensamiento y la sociedad, el cual se
identifica con el método dialéctico, en correspondencia con esa comprensión
dialéctica.

El proceso del conocimiento es siempre dialéctico, por lo que en el nivel


filosófico esa dialéctica se manifiesta en su forma más desarrollada y
generalizada, lo que permite la construcción del conocimiento científico en las
ciencias particulares.

Por otra parte, el proceso natural del conocer humano es hermenéutico, es


decir, se realiza a través de la búsqueda del significado y sentido de los

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procesos, a través de una interacción dialéctica o movimiento del pensamiento
que va del todo a las partes y de estas al todo, en un contexto social y natural,
lo que es opuesto a la suposición de que los datos y resultados experimentales
son infalibles.

La objetividad absoluta de los resultados experimentales es cuestionable en el


sentido en que todo experimento crea inevitablemente una idealización y por
otro lado, un conocer hermenéutico descontextualizado de la realidad es
también una idealización.

La Metodología de Investigación Científica, como disciplina, estudia los


métodos de investigación, que en esencia constituyen métodos del
conocimiento, aunque sería erróneo una completa identificación con ellos, pues
los métodos de investigación están indisolublemente vinculados al aparato
conceptual de la ciencia y a todas las formas y vías específicas a través de las
cuales se desarrolla el conocimiento científico. Por esto, la metodología se
ocupa también de todo el estudio y concepción de conceptos como el problema
científico, el objeto de investigación, las hipótesis, los modelos, los
instrumentos y la aplicación.

Las investigaciones metodológicas se sustentan en determinados presupuestos


filosóficos que indagan sobre qué es la ciencia, la investigación científica y los
métodos de investigación, así como cuáles son las regularidades y leyes del
desarrollo del conocimiento científico, que están presentes en cualquier
investigación científica, independiente de las concepciones teóricas y los
paradigmas asumidos por los sujetos.

Relación entre lo epistemológico y lo metodológico. Aún cuando lo


metodológico es teórico en sí mismo, existen diferencias esenciales entre lo
epistemológico y lo metodológico, éste último está integrado por todas las
concepciones, métodos y técnicas que sustentan la especificidad del "cómo"
indagar sobre el objeto de investigación, donde está presente tanto una
estructura conceptual como de procedimientos.

Lo metodológico es esencial para que la teoría no se hipertrofie con las elucu-


braciones y especulaciones del sujeto, cuyo pensamiento pasa por una
compleja relación con el objeto, expresada en categorías; rasgos, dimensiones,

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relaciones e indicadores revelados en los múltiples métodos y técnicas
específicas en cada investigación individual.

Resulta imposible simplificar el objeto de investigación a fórmulas


generalizadas que agoten las características específicas de cada investigación
individual, las que en muchos casos contienen nuevos aspectos de carácter
teórico no revelados aún por la investigación científica.

La metodología de las ciencias naturales, y con ellas las exactas se expresan a


partir de principios generales y universales y de leyes de carácter “objetivo” que
son resultantes de una modelación matemática y un instrumental que, a pesar
de influir también sobre el objeto estudiado es, sin dudas, mucho menos
personalizado que el proceso del conocimiento en las ciencias sociales.

El sentido teórico de una investigación individual se construye por el sujeto a


través de la información que dispone gracias a los diferentes instrumentos de
diagnóstico empleados. La interpretación de esa información se desarrolla a
partir de los datos del diagnóstico, en relación dialéctica con la cultura del
sujeto y la lógica científica asumida, donde existe una diferenciación cualitativa,
de carácter teórico, entre el conocimiento ya existente y el nuevo conocimiento
que se construye.

Lo epistemológico aporta las categorías que permiten la abstracción del objeto


real como objeto de investigación, lo que brinda el espacio conceptual para el
establecimiento de nuevas alternativas, como construcción del conocimiento,
que son expresión de un alto nivel de generalización y concreción teórica
donde se revela la esencia del objeto investigado y tienen potencialmente una
gran posibilidad de aplicación en la praxis social.

El papel del sujeto es fundamental en la relación entre la epistemología y la


metodología, así como en la capacidad de aplicar una teoría para seguir la
lógica inteligible de su objeto. M Martínez (1997:99) expresa: "Un sujeto es,
antes que nada, un gran 'pensador' en un área específica del saber, una
persona que no cree en varitas mágicas o trucos para resolver problemas, que
utiliza métodos y técnicas, pero que asimismo desconfía de ellos, que se deja
llevar por una teoría de la racionalidad, pero piensa que puede también haber
otra u otras”.

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Una metodología es de hecho una lógica profunda y diferenciada dentro de una
teoría, define el marco en que el sujeto desarrolla el proceso investigativo, por
otra parte, la metodología permite ser trabajada simultáneamente por distintos
sujetos, lo que hace al sujeto cognoscente singular y diverso.

Sin embargo, la esencia del conocimiento está en la potencialidad del sujeto


pensante para apropiarse de los aspectos relevantes y reconstruirlos
teóricamente, donde la metodología, y no el método, es una concreción de la
postura epistemológica y el enfoque metodológico del investigador,
permitiéndole una interpretación significativa de la información relevante de que
dispone para su construcción teórica, sin embargo, no es la metodología un fin
en sí mismo que le confiere el valor científico a una investigación.

El concebir la metodología desde estos presupuestos permite reconocer en el


instrumento un inductor adecuado para la construcción del conocimiento en el
proceso, pero no un medio para estandarizar sus manifestaciones, tratando de
que resulten directamente comparables como resultados de una prueba de las
ciencias naturales. Los resultados de las técnicas no son linealmente
comparables entre sí, la comparación, o los criterios grupales derivados de los
mismos, son posibles sólo a través de la interpretación realizada por el sujeto a
partir de los datos ofrecidos por él.

El resultado de la técnica no es una evidencia directa, ni una dimensión


cuantitativa, sino un conjunto de datos relevantes que adquieren su valor
interpretativo al seguir una lógica científica por el sujeto.

En consecuencia, la objetividad desprovista de subjetividad y


descontextualizada del complejo mundo de influencias sociales, al estilo
positivista, es un mito que en los tiempos actuales se hace necesario superar.

La diversidad en la construcción del conocimiento científico, se reconoce como


el pluralismo metodológico inscrito en los diversos paradigmas de la ciencia y la
investigación. Las ciencias se caracterizan, según la naturaleza de su objeto,
por la aplicación de uno o varios métodos, también por no reconocer la
exclusividad de ninguno de ellos. No tiene sentido hablar del método científico
único, acrítico y descontextualizado, ajeno a los sujetos que lo desarrollan y lo
crean, sino de metodologías y enfoques metodológicos que conlleven a utilizar

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en la investigación científica varios métodos o a establecer métodos y
procedimientos particulares, según el objeto de investigación y los paradigmas
de la ciencia y la investigación, que se traducen en métodos. Se caracterizan
los fundamentos y planteamientos de los diferentes paradigmas, enfatizando en
aspectos tales como: la relación sujeto - objeto en el proceso de elaboración
del conocimiento científico, la construcción epistemológica, la finalidad del
conocimiento científico y la lógica de la investigación, todo lo cual permite
revelar la metodología en la que se articula la sucesión de eslabones del
proceso de construcción del conocimiento científico.

Los paradigmas de la ciencia y la investigación fundamentales se clasifican en


la visión propuesta como los siguientes:

 Paradigma Empírico - Analítico.

 Paradigma Dialéctico.

 Paradigma Fenomenológico.

 Paradigma Sistémico.

Paradigma Empírico-Analítico

El término Empírico Analítico para denominar el paradigma, identifica en su


generalidad lo que es expresión de la denominada corriente que transita desde
el positivismo hasta las posiciones actuales del neopositivismo, entre las cuales
se encuentran el empiriocriticismo, el machismo, el positivismo lógico, el
atomismo lógico, el empirismo lógico, el análisis lógico, el postpositivismo,
entre otras, la cuales desde las consideraciones históricas del desarrollo del
pensamiento científico aportan sus interpretaciones y explicaciones en una
epistemología de la ciencia, donde se pueden revelar las potencialidades y
limitaciones que subyacen en este paradigma de la investigación científica, y
con ello en la construcción del conocimiento científico.

Desde la antigüedad se comienzan a sentar las bases para el surgimiento de


las ciencias y con ello la siempre presente contrapartida entre lo empírico y lo
teórico, cuestión que ya tiene su referente inicial en Aristóteles, expresado en
sus textos de lógica, entre otros. Este proceso tuvo su connotación en las
diversas posiciones filosóficas que se sucedieron en el tiempo, hasta llegar al

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siglo XVIII, en que se denominó “Ciencia Moderna”, la cual surgió como una
reacción contra el carácter universal, causal y silogístico que predominó en la
Ciencia Antigua o Clásica. Autores como Francis Bacon (1561-1626) y Galileo
Galilei (1564-1642), iniciaron una concepción de la ciencia que se opuso a la
visión clásica, tanto desde el punto de vista del método como de los propósitos.

Desde la irrupción de las investigaciones, en oposición y crítica al pensamiento


escolástico característico hasta el siglo XV, en el cual conocimiento científico
era supeditado a la Teología, surge la llamada “Ciencia Moderna” con nuevos
conceptos y el desarrollo de postulados y tesis, en oposición al carácter
esencialmente descriptivo y contemplativo que caracterizó el conocimiento
clásico, surgiendo una dimensión en la interpretación de la ciencia y con ello el
conocimiento científico.

En síntesis, la Ciencia Moderna se caracterizó por dos componentes


fundamentales:

 Componentes de naturaleza formal o analítica, compuesto de principios que


permiten explicar los hechos y que son formulados con la ayuda del lenguaje
de la lógica matemática.

 Componentes de naturaleza empírica, que radica en las condiciones de


control experimental y verificación de las formulaciones teóricas con base en
las condiciones experimentales.

En esta concepción la relación con el método, significa la importancia de la


experiencia directa e inmediata obtenida por los sujetos de los fenómenos y
procesos, unida a una crítica de todos los obstáculos epistemológicos que
impedían un acceso “objetivo” a la naturaleza; esto contrastó con el carácter
fundamentalmente deductivo y especulativo, que primaba hasta ese momento
histórico.

Galileo aportó el concepto de hipótesis y del lenguaje matemático, como los


medios más adecuados para explicar la naturaleza y que para algunos es el
único. En cuanto a los propósitos, insistió en las posibilidades,
fundamentalmente de tipo técnico, que el conocimiento aportó al hombre; en
este sentido se interpreta el aforismo de F. Bacon “saber es poder”, y que
igualmente se refleja en todos los trabajos de aplicación de Galileo.

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En el Paradigma Empírico-Analítico se identifican diferentes alternativas
reconocidas como corrientes del pensamiento, aunque su génesis se desarrolla
mucho antes en algunos de los conceptos positivistas que se remontan al
filósofo británico D. Hume (1711-1776), al filósofo francés Saint-Simon (1760-
1825), y al filósofo alemán I. Kant 1724-1804). Las posturas teóricas que
pertenecientes a este paradigma han mantenido rivalidad durante los siglos
XIX, XX y persisten en el XXI, donde todas inciden en el debate epistemológico
contemporáneo en el estudio y la solución de los objetos investigados.

El Positivismo irrumpe con A. Comte (1798-1857), para ello eligió este término
sobre la base de que señalaba la realidad y tendencia constructiva que él
reclamó para el aspecto teórico de la doctrina. Se interesó por la
reorganización de la vida social para el bien de la humanidad a través del
conocimiento científico, y por esta vía, del control de las fuerzas naturales, a
partir de éste transita por tres estadios fundamentales, tanto en la ley de los
tres estadios planteada por A. Comte, (teológico, metafísico y positivo) como en
las reglas metodológicas que caracterizan su teoría de la ciencia.

A. Comte plantea, entonces, que la ciencia debe ocuparse de los hechos reales
y no de las quimeras de la metafísica, y para ello se apoya en la observación
sistemática y en el manejo de las reglas del método positivo.

La posición del positivismo parte de que la ciencia conlleva a la sustitución de


la Teoría del Conocimiento por una epistemología que define el sentido de la
ciencia desde ella misma, desde su metodología y desde la racionalización
científica de la experiencia práctica. Identifican la ciencia empírica como el
único conocimiento posible como la única forma de alcanzar la verdad y como
la única vía de construcción del conocimiento. Vista desde este ángulo esto
constituye una limitación en la epistemología del empirismo analítico, pues sólo
admite la posibilidad del hecho empírico como la única capaz de elaborar el
sentido común de una teoría de las ciencias; además de absolutizar el
problema del conocimiento científico y los problemas más generales en la
Teoría General del Conocimiento que se circunscriben única y exclusivamente
a lo empírico. Entre los planteamientos fundamentales se encuentran:

 Observación directa de los fenómenos y un control minucioso de los mismos


mediante ayudas técnicas (balanza, plano, telescopio, entre otros), que

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amplían el campo de la observación sensorial de los sujetos y con ello la
obtención de datos más “confiables”.

 Elaboración de hipótesis con el fin de explicar la causa o razón de los


hechos observados mediante construcciones lógico - matemática.

 Aprecio por la experimentación, entendida como pregunta técnica, guiada


por una hipótesis, con la que se condiciona a la naturaleza para que
responda nuevas preguntas. A esto se vincula también la posibilidad del
pronóstico y control de los acontecimientos. Se emplea como método la
determinación de variables, la operacionalización de variables y la obtención
de datos.

Desde esta perspectiva aparece el enfoque empírico analítico como alternativa


en el proceso de indagación científica, como nuevo punto de vista que trata de
explicar la construcción de los conocimientos científicos. Este enfoque se
sustenta en dos consideraciones epistemológicas que determinan su
aplicación, y se resumen en:

Primera: que no existan interacciones entre los hechos, fenómenos o partes, o


lo que en determinadas condiciones experimentales puedan ser despreciadas
por su poca significación.

Se trata, como abstracción, de despreciar las interacciones entre los hechos,


fenómenos o las partes, siempre que esta interacción sea menos significativa
en el objeto estudiado, por tanto considerar sólo las propiedades esenciales,
aquellas que permiten no destruir la entidad superior que constituyen.

Segundo: que el comportamiento de los hechos, fenómenos y las partes sean


lineales, ya que sólo así podrán ser aditivas y con ello emplear una ecuación,
de la misma forma para describir la conducta total y la conducta de las partes;
es decir, que los procesos parciales pueden ser superpuestos para obtener el
proceso total, lo que es conocido como el Principio de Superposición de la
Física Clásica.

De lo antes expuesto se derivó que la Matemática fuera el único indicador de


criterio de cientificidad, lo cual hizo aparecer lo cuantitativo, entendido como
propiedades o descripciones de los procesos o fenómenos como el resultado
final de la ciencia, cuestión que ha estado presente en toda esta concepción

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desde sus inicios hasta la actualidad. En esta dirección se han desarrollado y
aplicado refinadas técnicas matemáticas y sofisticados procesos estadísticos
para explicar los procesos y fenómenos de la realidad, pero todas estas
técnicas permiten buenos resultados, sólo cuando se cumplen las dos
condiciones antes señaladas, es decir, cuando se trata de entes más estáticos
que dinámicos o de realidades constituidas por partes yuxtapuestas y sin una
fuerte interacción.

Al emplear las técnicas estadísticas, aún cuando aparentemente considera el


objeto como un sistema complejo de interacciones, sus resultados se alcanzan
exclusivamente por el empleo de relaciones; por lo que se toma en cuenta
únicamente la interacción entre las variables independientes y dependientes, y
no la multiplicidad de relaciones que pueden existir. Las limitaciones de las
técnicas estadísticas no son algo transitorio, debido al actual nivel de desarrollo
de la Matemática, ello radica en los presupuestos epistemológicos; se asumen
como punto de partida y característica fundamental de la Matemática, el reducir
a relaciones cuantitativas y éstas a la suma más o menos complicadas de sus
entes, donde no hay nada que sea esencialmente diferente de la operación
aditiva.

A pesar del profundo impacto que en las Ciencias Naturales provocaron las
discusiones acerca del indeterminismo, la relatividad y la teoría cuántica, así
como las nuevas concepciones lógicas y matemáticas, las ciencias
contemporáneas conservan aún los presupuestos antes mencionados,
considerando que desde el punto de vista de su contenido, proporciona un
conocimiento sobre la realidad y desde su método, hace posible un
conocimiento ordenado y creciente.

El aspecto teórico es resultado del proceso delimitado en el campo de acción a


investigar y permite formular hipótesis que expresan regularidades de ese
campo; esas hipótesis se formulan como proposiciones generales cuyo
sustento constituye una teoría, así como cualquier suposición científica que
requiere ser argumentada. En general estas hipótesis se formulan mediante
representaciones matemáticas, las cuáles permiten construir modelos lógico-
formales.

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El aspecto experimental se apoya en un conjunto de datos fácticos, siendo
entendidos los experimentos como una intervención sistemática en el curso de
los fenómenos y procesos, mediante un procedimiento se produce un efecto
determinado, que se detecta y analiza en circunstancias preparadas de
antemano y en función de hipótesis previamente elaborada, lo cual es
manifestación del carácter lineal de la concepción empírico-analítica. Tanto el
aspecto teórico como el experimental pueden ser analizados en términos de
operaciones matemáticas, así como del montaje de aparatos, los registros de
datos, la utilización de esquemas de procesamiento estadístico, así como los
procedimientos inductivos, deductivos, entre otros.

Se puede afirmar que este enfoque de la ciencias naturales, se ha trasladado


por las diferentes corrientes del Positivismo a las ciencias sociales durante el
siglo XIX, XX y persisten en el XXI, incidiendo profundamente en la discusión
epistemológica y metodológica contemporánea, ello conlleva a que no se logre
una clara concepción de la unidad dialéctica entre la conciencia social y la
conciencia individual, donde median patrones, conductas científicas y estilos de
pensamientos, y dentro de esta última, la reflexión epistemológicas queda
rezagada y por tanto no se atemperan a las nuevas condiciones del desarrollo
científico actual.

Dentro de esta perspectiva se establecen las disputas entre las corrientes del
inductivismo y el racionalismo como dos posiciones que se abordan en
concreto en la investigación científica, y en especial en la construcción del
conocimiento científico.

La racionalidad empírico - analítica tiene por finalidad explicar, predecir y


controlar la realidad, su ideal es llegar a la cuantificación y formalización del
conocimiento mediante el uso de procedimientos lógico – matemáticos, por
tanto desconoce así al sujeto. Asume la ciencia y la investigación como un
sistema de proporciones y procesos, de leyes y teorías que se construyen
mediante un conjunto de reglas y que pueden comprobarse, verificarse,
contrastarse o falsearse en la realidad.

El avance de la ciencia se daría, según esta posición racionalista, por el avance


e incremento de las teorías o por la sustitución de aquellas que resultasen

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falseadas o no verificadas al descubrirse nuevos hechos que no se ajusten a la
teoría.

Muchas de las doctrinas de Comte fueron más tarde adaptadas y desarrolladas


por los filósofos sociales británicos J. Stuart Mill (1806-1873) y H. Spencer
(1820-1903), así como por el filósofo y físico austriaco E. Mach (1838-1916).

Una de las corrientes fundamentales influyentes en este paradigma estuvo en


el Circulo de Viena, constituido por especialistas en las Ciencias Naturales y la
Matemática, se formó como una élite teórica que sólo consideraban el valor
científico de sus trabajos y desconsideraban los aportes de otros
investigadores y grupos, en particular de aquellos que se ocupaban del
problema de las denominadas “Ciencias Sociales y Humanas”. Este círculo se
gestó en la Universidad de Viena en 1920 y sus miembros propusieron el
controvertido concepto de Filosofía de la Ciencia, de donde emerge el
positivismo lógico como corriente y movimiento filosófico perteneciente al
idealismo subjetivo.

Entre los más importantes integrantes de esta corriente estuvieron: M. Schlick


(1882-1936), K. Gödel (1906-1978), R. Carnap (1891-1970), O. Neurath (1882-
1945), entre otros, los mismos estuvieron influenciados por la filosofía de B.
Russell (1872-1970) y de L. Wittgenstein (1889-1951), aunque este último no
perteneció al Círculo escribió el “Tractatus lógico-philosophicus” en el año l921,
el cual fue considerado como el libro base del positivismo lógico.

Desde las concepciones del positivismo lógico la ciencia es fundamental en la


determinación de la verdad o falsedad de las teorías; esta corriente siguió los
presupuestos de D. Hume, quien comprendió que para justificar hay necesidad
de inferencias inductivas y para justificar estas inferencias hay que suponer un
principio de orden superior, el cual a su vez necesitaría justificación y así
sucesivamente hasta llegar a una “regresión al infinito”. Lo que I. Kant, resuelve
aceptando el planteamiento de D. Hume, lo postula como válido “a priori”, y
esto constituye el “principio de causación universal”.

El Positivismo Lógico del Círculo de Viena distinguió la ciencia de la metafísica


basándose en un criterio epistemológico de significatividad cognoscitiva. Para
lo cual plantean que en la multiplicidad de enunciados posibles, hay dos tipos

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propiamente científicos: las proposiciones analíticas o no contradictorias y las
que pueden ser confirmadas por la experiencia. Las primeras recogen los
enunciados de las matemáticas, de la lógica y, en general, de las ciencias
formales. El positivismo lógico considera todas estas ciencias no empíricas y
estrictamente sintácticas.

En cuanto a las ciencias que poseen un contenido empírico, todos y cada uno
de sus enunciados han de ser confirmables, al menos en principio, por la
experiencia, con lo que aparece el criterio de verificabilidad.

Representantes tales como O. Neurath, R. Carnap y Morris, abogaron en el


Círculo de Viena por la unificación de la ciencia, como lo hicieron en 1938, y le
sucedió además un amplio interés por la unidad a través del método.

Una de las cuestiones a la que le dedicaron mucha atención en el Círculo de


Viena lo fue al principio de la verificabilidad, al considerar que dicha verificación
fuese completa y por medio de la observación. La verificabilidad pasa a ser el
criterio para distinguir el conocimiento científico y el no científico. Pero, a su
vez, este criterio de significación empírica ha sufrido algunas modificaciones,
tal como C. G. Hempel plantea al considerar el criterio empirista de significado.

Como bien plantea A. J. Ayer (1965) una oración O tiene significado empírico si
y sólo si es posible indicar un conjunto finito de oraciones de observación,
entendidas como conjunto de términos que expresan un concepto, O1, O2,...,
On, tales que, si son verdaderas, O es necesariamente verdadera también.
Como se puede apreciar toda proposición analítica se puede inferir a partir de
un conjunto finito de oraciones cualesquiera, así como que oraciones
observables contradictorias entre sí permitirían inferir correctamente cualquier
proposición, por lo que las proposiciones analíticas tendrían significación
empírica, por tanto las mismas dependen de las propiedades lógicas. Para
evitar estas consecuencias inadecuadas de la primera formulación del criterio,
excluyeron de la significatividad empírica los enunciados analíticos, así como
exigieron que el conjunto de proposiciones observables no fuesen consistentes.

Las ciencias empíricas debían satisfacer determinados requisitos lógicos en


sus inferencias, y en particular debían adaptarse a las formalizaciones
derivadas de la Lógica – Matemática, entonces vigente. El modelo de una

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ciencia será aquel que ha podido ser axiomatizado, total o parcialmente, y que
funciona en su razonamiento en virtud de reglas de derivación adaptadas a los
preceptos de la metalógica o lo que está sobre la lógica. Desde esta
perspectiva aparece otra consecuencia importante y fue que las ciencias
formales quedaron radicalmente escindidas de lo que R. Carnap llamó Ciencias
Reales.

El criterio de significación empírica presenta problemas, el principal de ellos


radica en que los enunciados universales en general, y más concretamente las
leyes científicas, quedan excluidos de la ciencia, dado que en la imposibilidad
de ser inferidos necesariamente a partir de un número finito de observaciones.
Surge aquí el llamado problema de la inducción, ya señalado por Hume, sin
embargo en el siglo XX se replantea su debate a partir de las argumentaciones
de K. Popper, quien establece una crítica a la verificabilidad como criterio de
significación empírica, lo que tuvo un gran impacto en las posturas iniciales del
Círculo de Viena

Las expresiones y fórmulas de la lógica y la matemática no han de verificarse,


por ser analíticas. Pero el resto de los enunciados científicos ha de ser
comprobable en la realidad, y en consecuencia poder ser observables.

Por otra parte L. Wittgenstein estableció una dependencia lógica entre los
enunciados científicos y las proposiciones elementales (que equivalen a las
denominadas protocolares en el Círculo de Viena), así “La proposición es una
función de verdad de la proposición elemental”, pero este criterio se reveló
excesivamente estricto, ya que no es posible inferir los enunciados generales a
partir de los elementales. Y desde el punto de vista de la metodología de la
ciencia (naturales), las leyes científicas son proposiciones cuantificadas
universalmente y constituyen componentes fundamentales en una teoría
científica.

El Círculo de Viena se movió entre la consideración de la verificación y la


simple confirmación de dichos enunciados. En su primera época, creían en la
posibilidad de una verificación concluyente de los enunciados científicos, a
partir de las proposiciones elementales. Pero posteriormente fue derivando
hacia tesis menos estrictas, aún afirmando, como sucede con M. Schlick, (A. J.

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Ayer 1965:123.) que el último paso de verificación ha de consistir en
observaciones o en percepciones de los sentidos.

Verificar, según los positivistas lógicos, es comprobar la conformidad de un


hecho predicho con uno observado, para los cuales una teoría científica posee
contenido empírico porque es capaz de predecir hechos concretos y
perceptibles. Por lo que es aceptable en la medida en que sus predicciones
hayan sido confirmadas empíricamente. Estudios ulteriores han mostrado que
los procedimientos de verificación no son metodológicamente tan inocuos como
se supuso en el Círculo de Viena. Así, los aparatos de observación y de
medición presuponen por su propia naturaleza la posibilidad de construir
algunas que otras teorías científicas, e incluso la teoría misma que se trata de
verificar, con lo cual se incurre en cierto círculo vicioso, desde el punto de vista
metodológico, en los procesos de verificación empírica. Esta cuestión,
desborda el marco epistemológico del Círculo de Viena, pero que supuso una
fuerte objeción a sus postulados observables como criterios de verificación
empírica.

Entre las objeciones surgidas en el propio Círculo de Viena, a criterio de


verificación excluyente (por derivación lógica a partir de proposiciones
elementales) e incluso contra la propia noción de verificación, se incorporaron
Neurath y Hempel, quienes por ejemplo, afirmaron que las proposiciones sólo
pueden ser confrontadas con otras proposiciones y no con hechos: de ahí su
insistencia en la delimitación de los enunciados protocolares como base
empírica de una determinada teoría.

Una cuestión también esencial lo es la teoría de la verdad, la cual viene a


erigirse en un tema fundamental para la filosofía del positivismo lógico, donde
la verificación y la conformación constituyen momentos esenciales. Los
enunciados científicos pueden ser verificados en la medida en que se
correspondan a los hechos observados o, si se prefiere, las observaciones
empíricas han de concordar con las predicciones realizadas por los científicos.
El criterio de verificación sufrió, por tanto, nuevos embates desde los
defensores de otro tipo de teorías sobre la verdad científica, como la teoría de
la coherencia o la concepción pragmatista de la verdad. Todo lo cual dio lugar a
diversas modificaciones de dicha noción de verificación.

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Una de las distinciones que, en etapas ulteriores, fue generalmente aceptada
por los miembros del Círculo es la que diferencia verificación y verificabilidad.
Una proposición es verificable cuando, al menos en principio, es posible llevar
a cabo experimentos y observaciones empíricas que concuerden con lo dicho
en la proposición. En cada momento, no todas las proposiciones empíricas han
sido efectivamente verificadas, pero sí lo han sido algunas, y las demás son
verificables en principio. Esta corrección, muy importante, matizaba el criterio
de cientificidad inicial.

Schlick habló de una comprobabilidad en principio, mientras que R. Carnap


prefería el término de verificabilidad en principio (A. J. Ayer, 197l). Asimismo
introdujo otro matiz, al distinguir la verificabilidad con mayor significación,
cuando una proposición puede quedar establecida concluyentemente por
medio de la experiencia, y verificabilidad en sentido débil, cuando la
experiencia sólo permite determinar que esa proposición es probable en un
grado lo suficientemente elevado.

Surge así un nuevo concepto de verificación, cuyos orígenes están en


Reichenbach y en el propio R. Carnap: el probabilístico, ligado a las
investigaciones que se llevaron a cabo en esa época sobre lógica inductiva y
lógica probabilistica

Otra cuestión esencial dentro de los distintos criterios enunciados por parte de
los representantes del círculo de Viena lo, fue el carácter traslaticio hacia la
inducción y la probabilidad, como lo es por ejemplo las tesis de R. Carnap que
fueron evolucionando, desde sus posiciones verificacionistas iniciales hacia
una afirmación de la confirmación progresiva, e incluso de un grado de
confirmación de los enunciados empíricos.

La confirmación de un enunciado, según R. Carnap, es estrictamente lógica:


los datos observables han de ser confrontados lógicamente con las
consecuencias que se derivan de una determinada ley o teoría. Si en un
momento dado disponemos de una serie de datos, Oj, obtenidos por
observación, y de una serie de hipótesis explicativas de esos datos, Hj, hemos
de determinar la probabilidad de cada una de las hipótesis Hj con respecto a
las observaciones con que se cuenta en un momento dado. La comparación
entre las probabilidades respectivas, que definen el grado de confirmación de

16
cada hipótesis, nos permite elegir como hipótesis confirmada aquella que, para
unos determinados datos observados, posee mayor grado de probabilidad.

La aparición del concepto de grado de confirmación de un enunciado científico,


conllevó a la previa cuantificación de la noción de confirmación: lo cual es
posible al apelarse a la teoría de la probabilidad. Una hipótesis posee una
probabilidad inductiva, que va aumentando o disminuyendo, según el criterio de
verificación de las nuevas observaciones, únicas que confirman o no dicha
hipótesis.

El valor de una hipótesis depende de mayor o menor número de datos


empíricos conformes a dicha hipótesis; de ahí la existencia de una lógica
inductiva, de base netamente probabilista, subyacente en todas las teorías
empíricas. Lejos ya del criterio de la verificación concluyente, por vía deductiva
a partir de nuevas proposiciones elementales, cuya verdad han sido
sólidamente establecida por la vía de la observación, en los últimos desarrollos
del Círculo de Viena se acaba apelando a una lógica inductiva, que a su vez R.
Carnap intentó axiomatizar en forma de cálculo lógico.

El empirismo lógico terminó por concluir la misma afirmación que había


negado, al asumir que la inducción constituía el método principal de las
ciencias empíricas. De donde la lógica inductiva permitiría fundamentar el
criterio de significación empírica, inicialmente basado en la verificabilidad
observable, y finalmente en el grado probabilidad y certeza de una determinada
hipótesis. A la vez, se hacían críticas de principio a las tesis del Círculo de
Viena y de sus seguidores.

El Positivismo de K. Popper (1902-1997). Este filósofo vienés se dedicó


especialmente a la construcción del método científico del conocimiento, partió
del problema del “crecimiento o incremento” del conocimiento, especialmente
del científico, desde su construcción teórica se centra en la lógica de la
investigación y el análisis lógico del método científico, esto marcó las
denominadas concepciones popperiana, en las que enfrenta el positivismo
lógico y sus concepciones inductivitas, así mismo a las concepciones
historicistas de T. Kuhn (1973).

17
Si bien Karl Popper tuvo numerosos contactos con el Círculo de Viena en su
juventud nunca perteneció a este círculo; no compartió las tesis fundamentales
de esta escuela, lo que se manifestó en la crítica del inductivismo, a partir de la
afirmación que la observación siempre está vinculada a la teoría y la contiene,
lo cual es valido, pero no fue consecuente con ello y llegó a posiciones
absolutas sobre ello.

Al introducir el criterio de demarcación científica, denominado “falsación”, lo


convierten en uno de los críticos fundamentales del Positivismo Lógico, aunque
compartió posteriormente determinados aspectos básicos de las concepciones
derivadas del Positivismo Lógico original.

Para K. Popper (1967, 1971) el trabajo científico implica, por una parte, la
construcción de teorías o lógica del descubrimiento y, por la otra, la justificación
y validez de tales teorías. En su primera propuesta surgen “cuestiones de
hecho” y en la segunda “cuestiones lógicas”. Las “cuestiones de hecho” hacen
referencia a las condiciones históricas en que se produce el conocimiento
científico, a los valores, a los intereses e ideologías de los científicos y no
interesan a la lógica del conocimiento científico, que debe ocuparse de los
métodos empleados en las pruebas sistemáticas, a las cuales se someten las
hipótesis. En tal sentido, la lógica de la ciencia debe de ocuparse solamente de
la comprobación de teorías y contrariamente para el filósofo, según K. Popper
constituía el punto de partida en la reflexión filosófica sobre la ciencia, eran las
teorías científicas, así como su contrastación negativa con la experiencia, por la
vía de la “falsación” y la elaboración de una lógica del método científico.

El problema de la base empírica de la ciencia constituye un punto esencial en


el que centra su reflexión, en su intento de generar una alternativa al
positivismo lógico y a la posición de R. Carnap sobre la lógica inductiva, en
este sentido la novedad y valor fundamental que introdujo en la metodología
científica estuvo en significar la importancia de las teorías, considerándolas
conjeturas sobre la realidad y no instrumentos de análisis del mismo ni
generalizaciones en base a datos empíricos. Para este filosofo austriaco, el
científico debe ser crítico y capaz de cuestionar y refutar las teorías vigentes
hasta ese momento, pues está sería la alternativa del científico para contribuir

18
al desarrollo de la ciencia, que tiene lugar por la integración y
perfeccionamiento del conocimiento científico establecido.

A juicio de está investigación constituye una posición válida, ya que el científico


no debe ser ecléctico en su discurso científico y actividad científica, en tal
sentido K. Popper denominó Realismo Crítico a su sistema de tesis
fundamentales y bajo esta concepción se han agrupado numerosos autores
que, sin constituirse propiamente en escuela, sí han recibido una profunda
influencia de este filósofo. Algunos de sus discípulos, como I. Lakatos (1922-
1974), finalmente se separaron de determinadas concepciones del maestro,
como en particular del carácter normativo y anti-historicista que según él
debería tener la filosofía de la ciencia, aspecto que ha estado en la polémica de
K. Popper con T. Kuhn.

Junto al reconocimiento de los aspectos de la teoría antes dicho es necesario


significar la limitante de su método que no le permite reconocer y
redimensionar los valores de las teorías que le precedieron, por tanto reafirma
su limitante en el no reconocimiento del desarrollo histórico de la ciencia.

Como una aproximación a la propuesta de K. Popper frente al positivismo


lógico y a R. Carnal, se consideran los aspectos que este filósofo critica a la
lógica inductiva, las concepciones del Círculo de Viena y al empirismo lógico en
general, que son los siguientes. Cabe ello significar las siguientes:

 La eliminación de la metafísica.

 La unificación de la ciencia.

 La exigencia de verificación (confirmación).

 La lógica inductiva.

 La concepción de la filosófica implicada en el positivismo lógico.

Para K. Popper querer eliminar la metafísica constituía un error y el verdadero


problema radicaba en la “demarcación”, al ésta delimitar el alcance propio de la
ciencia en un lenguaje significativo, asímismo planteó la necesidad de proponer
una alternativa al positivismo lógico, que sería la exigencia de la “falsación”.

Por otra parte a la unidad de la ciencia preconizada por el Positivismo Lógico le


sucedió el interés por la unidad a través del método de la investigación

19
científica y la exigencia de verificación del positivismo lógico, K. Popper se
opone al convencionalismo crítico, entendido como una invitación a un acuerdo
o convención.

En relación con la lógica inductiva, K. Popper considera que ello es falso y en


su concepción la confirmación de un enunciado hipotético con la ayuda de un
enunciado de evidencia no es útil en la ciencia, considerando que lo que sí es
útil es la “falsación” de un enunciado general por uno particular que contradiga
a un tercero (particular) derivado del general. En síntesis K. Popper se opone a
una teoría de la comprobación deductiva y una teoría de los grados de
corroboración.

Si para los positivistas lógicos la filosofía es un proceso de esclarecer los


enunciados de la ciencia con la ayuda de la lógica, donde se exceptúa R.
Carnal, el cual lo considera como una sintaxis del lenguaje científico, para K.
Popper la filosofía es la lógica de la ciencia, en el sentido de una teoría
metodológica del conocimiento en general y del conocimiento científico en
particular. Es por lo tanto una actividad crítica que tiene como tarea
fundamental la denuncia de los dogmas filosóficos anteriores para poder
elaborar una teoría del conocimiento, consecuente con su “organum” como la
lógica (teoría de las proposiciones analíticas).

Al plantear los aspectos en los cuales el pensamiento de K. Popper difiere, se


evidencia las limitaciones del positivismo lógico, y se perfilan las cuestiones
centrales sobre los cuales va a desarrollar su concepción de la ciencia.
Entonces, esto es visto desde el problema de la demarcación entre ciencia y
metafísica considerado tanto por K. Popper, como por el Círculo de Viena,
como una cuestión fundamental para la filosofía de la ciencia; pero a pesar de
esta coincidencia la solución propuesta por éste será muy diferente, al rechazar
la inducción como criterio de demarcación, precisamente porque no considera
que sea un criterio satisfactorio, por lo cual se remite a E. Kant quien consideró
la demarcación como de importancia prioritaria.

Para K. Popper la ciencia no constituye un sistema de enunciados ciertos e


irrevocablemente verdaderos, sino todo lo contrario, pues según él, la ciencia
nunca alcanza la verdad, sino que se aproxima a ella proponiendo sistemas
hipotéticos complejos, que constituyen las teorías científicas, y que permiten

20
explicar, aproximadamente, los fenómenos empíricos; pero nunca todos los
hechos que se pueden presentar en un campo determinado y en un momento
histórico, dado como base empírica de dicha ciencia.

Los científicos deducen, a partir de dichos sistemas hipotéticos enunciado


Popper, consecuencias que coinciden en sentido con la experiencia,
consideran que las teorías científicas son categóricas, cuando realmente son
verdades relativas, que K. Popper niega, de ahí la función del empirismo en
refutarlas, o en el mejor de los casos en corroborarlas en un cierto sentido,
pero no en ratificar ni en negar las teorías. Tanto K. Popper como los
empiristas del Círculo de Viena incurren en la inconsistencia de reducir el
avance de la ciencia sólo a la base empírica de la verificación o corroboración,
por una parte o de la “falsación” por otra parte.

Surge así el nuevo criterio de demarcación entre ciencia y no ciencia: una


teoría es científica si puede ser falsada por medio de la experiencia (en el caso
de las teorías empíricas) o por medio de su contradicción interna (en el caso de
las teorías lógicas y matemáticas). Para K. Popper, "las teorías no son nunca
verificables empíricamente", pero sí han de ser contrastables con ella. Y
plantea que en lugar de elegir un criterio positivo de contrastación, hay que
tomarse uno negativo, de “falsación”. Como por ejemplo a un conocimiento
científico debe tener contrapuesto otro tipo de conocimiento, a esto llama
“falsación” como criterio de demarcación.

Según K. Popper la propuesta es someter todas las hipótesis científicas a


“tests” experimentales: a toda hipótesis deberá exigírsele que sea “falsable”. La
prueba de la “falsación” implicará un conjunto de pasos que se deben realizar
rigurosamente (2)

Como se puede apreciar la lógica expresa las secuencias para deducciones


pertinentes en la contrastación, como alternativa a la inducción y una respuesta
a la demarcación, toda vez que ella permite determinar el carácter empírico o
metafísico de los enunciados de una teoría. Por lo tanto, el criterio de
demarcación, desarrollado por medio de procedimientos inductivos, debe ser
reemplazado por el criterio de “falsación” y esta basada en procedimientos
deductivos, pero un sistema que haga parte de la ciencia empírica debe ser
refutado por la experiencia.

21
En conclusión, el empirismo lógico es partidario del enunciado significativo sí
tiene verificación; de otra manera K. Popper afirma que un enunciado es
significativo si es refutable. Pero este criterio de la “falsación” es una invitación
a un acuerdo; es decir, que es una convención, lo que es coherente con su
concepto de teoría.

A su vez, una explicación causal, o lo que es lo mismo, explicar de manera


causal es deducir un enunciado describiéndolo, utilizando como premisas de la
deducción una o muchas leyes universales y ciertos enunciados singulares,
llamados condiciones iniciales. Donde las condiciones iniciales describen la
causa del acontecimiento, mientras que la predicción, a su vez, describe el
efecto. Para las concepciones positivistas las hipótesis no pueden considerarse
como “falsables” si no se presentan bajo la forma de axiomas. Para ello se
requieren tres condiciones: a) El sistema no debe tener ninguna contradicción,
b) Ningún axioma puede ser deducido de algunos otros del mismo sistema, c)
Los axiomas deben ser necesarios y suficientes para deducir todos los
enunciados que pertenecen a la teoría axiomatizada.

A partir de lo expuesto anteriormente el criterio de “falsación” sería expresado


de la siguiente manera: “una hipótesis no será considerada como falsada más
que si la clase de sus falsadores virtuales contiene una subclase de falsadores
efectivos que corroboran una hipótesis falsadora”.

Para entender esta formulación se hace evidente recurrir al concepto de


“falsador virtual”, lo cual no es más que la unión de enunciados existenciales, y
son metafísicos por no ser verificables alcanzan un carácter singular que
expresa una serie de manifestaciones por un efecto reproducible. Por tanto se
habla de grados de “falsación”, desde donde se introduce el problema de la
base empírica de la ciencia; ello lleva a caer en las mismas consideraciones del
empirismo.

Al intentar generar una alternativa al positivismo lógico y a la posición de R.


Carnap sobre la lógica inductiva, centra su atención en el problema de la base
empírica de la ciencia, la cual constituye otro punto central en la reflexión de K.
Popper. En tal sentido se plantea la relación existente entre las experiencias
perceptivas y los enunciados de base, que debe ser comprendido qué es un
“enunciado de base” y para qué sirve en la ciencia.

22
Un enunciado de base afirma que un acontecimiento observable tiene lugar en
una región determinada del espacio tiempo, y en todos los casos, los
enunciados de base son convenciones; es decir, acuerdos intersubjetivos en
una comunidad científica.

El introducir el término observable no debe llevar a pensar que se introduce la


lógica del descubrimiento en el pensamiento de K. Popper. Está claro en su
texto sobre la lógica de la investigación científica que éste es un concepto
elemental el cual debe aprenderse a manejar, él hace referencia en todo caso a
un “evento que concierne a la posición y movimiento de cuerpos físicos
macroscópicos”, desde su mirada limitada a la mecánica clásica; por tanto todo
enunciado de base será siempre contrastable según las reglas de la lógica y
satisfactorio intersubjetivamente. Si tal acuerdo no es posible, para K. Popper,
hay un problema de comunicación universal y el desarrollo de la ciencia habrá
terminado. Por último en su concepción sobre la racionalidad científica, se
encuentra la relación entre ciencia y objetividad, la cual hasta ahora se han
presentado en las tesis centrales que permiten reconocer su posición frente al
empirismo lógico, incluida la de R. Carnap.

De los “enunciados de base como convenciones”, se puede plantear el


problema de la objetividad del conocimiento científico. Así la primera
convención está relacionada con el criterio de demarcación: no se pueden
considerar como científicos; sino aquellos enunciados que sean “falsables”; la
segunda convención consiste en aceptar únicamente las hipótesis auxiliares
cuya introducción en la teoría no disminuya el grado de “falsación”, sino que
por el contrario lo eleve; la tercera, expresa que todo resultado científico es
intrínsicamente provisional y la cuarta que los enunciados de probabilidad
incompatibles con una tendencia divergente a aquella que ellos expresan,
serán considerados como refutados.

Por lo anterior, el problema de la objetividad de la ciencia se identifica con el


problema de la objetividad de los enunciados de base. Lo que en última
instancia decide el valor científico de una teoría es el acuerdo en torno a unos
enunciados de base. La objetividad de la ciencia no reposa sobre decisiones
dogmáticas, ni sobre experiencias empíricas; por lo que no presupone un
fundamento absoluto en cuya búsqueda se sustenta la ciencia.

23
K. Popper asume la tesis de la corroboración de teorías en lugar de la
verificación, cuando del inductivismo se trata, de ahí que la corroboración tiene
para él, relación con el grado en que una hipótesis ha hecho sus pruebas. La
posición de K. Popper descarta el principio de la “uniformidad de la naturaleza”,
que a sus ojos es un principio metafísico, lo cual no excluye que en la
naturaleza o en mundo en general haya regularidades. Por lo tanto, no hay que
discutir sobre la probabilidad de una hipótesis; sino evaluar los “tests” que ha
pasado; es decir, la corroboración de una hipótesis está en función de: a) La
“falsación” de esta hipótesis o teoría, b) El número y severidad de los “tests” a
los que ha sido sometida y c) La manera como resiste las pruebas.

Según este filósofo mientras más “falsable” sea una hipótesis es más
corroborada, desde este punto de vista, hace alusión a que por grado de
corroboración de una teoría se entiende una relación concisa que evalúa el
estado (en un momento dado) de la discusión crítica de una teoría, en cuanto a
la manera como resuelve sus problemas, su grado de “testabilidad”, la
severidad de los “tests” a los que ha sido sometida y la manera como resiste a
estos.

Este concepto, para muchos tan relativo, de la objetividad de la ciencia


repercute de una manera muy directa sobre la idea misma de la ciencia.
Muchos están acostumbrados a pensarla en términos de un conjunto de
conceptos verdaderos, o en términos de un conocimiento que nos permite
describir, predecir y controlar los procesos naturales o sociales. En todo caso,
como una verdad incuestionable e in-cuestionada. Este carácter absoluto de la
ciencia no tiene ninguna vigencia en el presente.

La ciencia no es un sistema de enunciados verdaderos, ni un sistema que


progresa regularmente hacia un estado final. Ni siquiera un conocimiento en el
sentido griego del término “epistéme”, es decir: “conocimiento de aquello que
no puede ser de otra manera”. La ciencia se concibe, después de todo lo
expresado a partir de la obra de K. Popper, como una búsqueda crítica y
obstinada de la verdad (en su sentido semántico). Plantea que la verdad de
una teoría no consiste en la mayor o menor correspondencia de la teoría con
los hechos que describe, sino cuando en la ciencia se habla de verdades, se
quiere afirmar que alcanza verosimilitudes, por eliminación de lo falso. En

24
consecuencia para K. Popper siempre se busca verosimilitudes, no existiendo
un criterio último de la verdad, este es un concepto lógico, por tanto la ciencia
no alcanza la verdad; a la hora de la verdad no se sabe, sólo se adivina.

Desde la perspectiva de K. Popper, aunque la investigación científica comience


por la invención de un mundo posible, esta no se ocupa de la lógica de la
ciencia, sólo nos queda el camino del ensayo y error. Las teorías no son un
conjunto de proposiciones inferidas de la experiencia, sino ensayos de solución
de problemas. Es decir, la actividad científica consiste en partir de problemas
(P), deducir algunas hipótesis de solución (Hn), confrontar las hipótesis con la
experiencia para eliminar errores (EE), plantean nuevos problemas (Pn+1),
sugerir nuevas hipótesis (Hn+1), y así sucesivamente.

La tesis de la unidad del método científico, sostenida y propuesta por K. Popper


como alternativa al positivismo lógico, tiene una implicación directa en la
concepción del estatuto teórico de las ciencias humanisticas, sin embargo lo
que no se ajusta de manera científica a estipular la logicidad de toda
construcción científica, la cual trae implicación directa en el conocimiento
científico.

En las obras de este filósofo: La Miseria del historicismo, La Sociedad abierta y


sus enemigos, La lógica de la investigación, Conjeturas y refutaciones,
fundamentalmente en esta última, se pueden destacar tres aspectos que
parecen relevantes:

 La naturaleza de las teorías sociales.

 La posibilidad de hacer experimentos en lo social.

 La objetividad de las ciencias sociales.

La reflexión sobre el estatuto teórico de las Ciencias humanísticas se ha


debatido entre dos posiciones antagónicas: el naturalismo y el antinaturalismo.
Para el naturalismo la Sociología, por ejemplo, es una rama del saber empírico
y en consecuencia puede explicar y predecir acontecimientos con la ayuda de
leyes teóricas verificables por la experiencia. De esta manera se afirma que así
como la Astronomía predice eclipses y los explica, la Sociología predice
revoluciones sociales y las explica, aunque sus explicaciones y predicciones se
basen en crónicas, hechos históricos, entre otros, así las leyes de la Historia

25
tienen igual comportamiento que la Física con respecto a la naturaleza. El
antecesor primero de esta tendencia fue N. Maquiavelo, quien pensaba que
había en el mundo de lo social y de lo político la misma regularidad que en los
fenómenos naturales. A. Comte continuará esta tradición y en nuestros días el
estructural funcionalismo, con sus variaciones. K. Popper rechaza esta posición
del naturalismo por razones que se desprenden de su posición teórica.

A su vez, el antinaturalismo postula que los métodos de la Física no se pueden


aplicar a las ciencias sociales o humanas, por cuanto existe una diferencia
entre unas y otras. Según él las leyes sociales son relativas al contexto
histórico y por lo tanto no hay predicciones ni explicaciones causales. Las
Ciencias Humanísticas buscan comprender íntimamente los fenómenos
sociales, las que constituyen los fundamentos de la Sociología Positivista
desarrollada en la época.

Para K. Popper estas dos posiciones deben ser rechazadas. La razón de su


rechazo está en que tanto la una como la otra son historicistas, es decir, hacen
de la predicción histórica su propósito principal y denota que esta intención
puede ser alcanzada si se descubren los “ritmos”, leyes o tendencias generales
subyacen, en los desarrollos históricos. De ahí que para K. Popper la
predicción histórica no es posible porque no hay leyes y porque ninguna ley
histórica se puede corroborar, y con ello hace latente su posición antihistórica.

En conclusión, para él las ciencias sociales deben seguir el modelo de las


ciencias naturales, en tanto existe un solo método científico. Las diferencias
relativas a la complejidad del objeto, a la utilización de métodos cuantitativos, a
la interacción sujeto-objeto, a la variación de las condiciones experimentales
entre otros, son únicamente diferencias de grado en la aplicación del método.
También en este dominio toda adquisición de conocimientos ha de ser el
resultado de refutaciones y conjeturas sucesivas.

En relación con la objetividad posible en las Ciencias Sociales, precisa K.


Popper, que no existe en ellas objetividad, su propósito no es alcanzar la
verdad sino el ejercicio del poder. La objetividad reside en la crítica, a la que
ningún científico puede escapar al dominio de los valores y de los intereses, en
tal sentido ninguna ciencia es “pura observación”, ya que todas las ciencias

26
teorizan de manera más o menos consciente y ello es válido e imprescindible
para las Ciencias Sociales.

Las limitantes de la teoría de K. Popper se pueden resumir en:

Sus planteamientos de racionalidad se derivan de la lógica y de las


matemáticas, la “falsación” y la refutación no son otra cosa que los antónimos
del concepto lógico-matemático de prueba.

Aunque se propone superar al empirismo lógico y a R. Carnal, mantiene tesis


que no logran tal diferenciación, pues reduce las ciencias a la Física, al asumir
de ésta el lenguaje de la ciencia unificada y sustituye la unidad de la ciencia a
través de un lenguaje por la unidad metodológica, declarando un único método
científico.

Construye un único modelo de lo científico y define la epistemología como


disciplina que desarrolla, articula y elabora la lógica del método científico.

Considera la verdad como la idea reguladora de la ciencia, aunque no entiende


ésta de igual manera que los positivistas lógicos, si están presentes las
concepciones de R. Carnal, lo que le impide trascender el Empirismo Lógico.

Desde su concepción no es posible plantearse el problema de la finalidad de la


ciencia, de su sentido en la acción humana y de los valores en la práctica
científica, pues para él estos aspectos serían objeto de otro tipo de reflexión
que no interesa a la ciencia en sentido estricto.

Desconoce el lugar de los científicos y la importancia de lo histórico y su


influencia en el desarrollo de la ciencia.

Estas limitantes y críticas cuestionan la distinción de la posición de K. Popper


entre la lógica del descubrimiento y la lógica de la prueba, y con ello la
concepción y reflexión epistemológica que no se reduzca al estudio de la lógica
de la construcción de teorías, sino involucre las condiciones histórico-sociales
de la práctica científica humana.

Otro representante de la tendencia positivista fue T. Kuhn (1926-1996), quien


desarrolló sus concepciones bajo las nuevas condiciones del contexto histórico
de la sociedad en el siglo XX, la cual trajo consigo cambios en los estilos de

27
pensamientos, a partir de las transformaciones que se suceden en las ciencias
y en la técnica, máxime los cambios desde el punto de vista tecnológico.

Thomas S. Kuhn con su libro “La estructura de las revoluciones científicas”, de


1962, inicia una nueva etapa en la filosofía y teoría de la ciencia del siglo XX, al
introducir conceptos que tienen aplicaciones actualmente, como los de:
paradigmas, ciencia normal, anomalías, crisis, revoluciones científicas,
comunidades científicas, entre otros, de significativo valor e importancia en el
estudio de la historia de la ciencia como previa y necesaria para una
concepción filosófica de la ciencia. En sus concepciones T. Kuhn fue un
miembro disidente del empirismo lógico, aunque mantuvo algunas de sus tesis,
tales como la de la unificación de la ciencia a través del lenguaje.

En el desarrollo de sus teorías T. Kuhn desata una polémica con K. Popper


alrededor de la visión continuista y acumulativa del progreso científico
existente, a la que éste se opuso con el planteamiento de que la ciencia avanza
a base de crisis y rupturas, lo que implica cambios radicales en la concepción
del mundo, y que llamó revoluciones científicas. La tesis de la
inconmensurabilidad de los paradigmas, posteriormente radicalizada por su
discípulo P. Feyerabend (1924-1994), ha dado lugar a una importante discusión
que todavía continúa y que aporta en el concepto de comunidad científica y de
matriz disciplinar o estructura epistémica.

Para T. Kuhn la ciencia es un proceso discontinuo que se caracteriza por una


sucesión de períodos de ciencia normal, sometida al dominio de una “matriz
disciplina”, períodos a los que les siguen fenómenos de crisis o de revoluciones
científicas provocados por un cambio de matriz. Con lo que se han introducido
aquí tres expresiones que deben ser explicadas: ciencia normal, matriz
disciplinar o paradigma y revolución científica.

En primer lugar con el concepto de los paradigmas en el texto de T. Kuhn


(1964) se plantea de forma vaga más de veinte empleos distintos de tal
expresión en su obra, razón por la cual termina por reemplazarla por la
expresión “matriz disciplinar”.

No obstante le asigna dos significaciones básicas: a) Conjunto de creencias, de


valores reconocidos y de técnicas que son comunes a los miembros de un

28
grupo dado y b) Las realizaciones previas que pueden servir como ejemplo
para la práctica de la ciencia en un campo específico del saber.

Por matriz disciplinar entiende, entonces, el conjunto de rasgos que son


comunes a los especialistas de una disciplina particular. Se trata de una noción
muy afín a la de “comunidad científica”; el conjunto ordenado de
generalizaciones simbólicas, creencias metafísicas, valores y ejemplos
comunes a los que acude una comunidad científica en cada época.

Para entender el concepto de ciencia normal debe pensarse que toda ciencia
se estabiliza paulatinamente. Cuando se tiene una matriz estable (conjunto de
conocimientos comunes), ésta permite jerarquizar los hechos; de lo contrario,
todos serían igualmente significativos. La matriz aparece en el momento en que
una teoría domina sobre otras y los especialistas comienzan a referirse a
aquella sin que cada generación de especialistas tenga que partir cada vez de
cero. De esta manera la comunicación científica se articula en torno a “puntos
frontera” de la disciplina, a los resultados últimos del paradigma. En este
sentido la matriz disciplinaria se retorna en el marco de referencia para las
publicaciones y el horizonte de formación de los discentes. Por ello
precisamente, se constituye una comunidad científica o grupo inscrito a un
mismo paradigma, con una misma formación, que se apropia de una literatura
técnica o especializada y que emplean unos mismos procedimientos.

Para T. Kuhn existe una “ciencia normal” cuando hay un paradigma


establecido, desde el cual se observa la naturaleza de una disciplina. Este
supone unos presupuestos sobre el mundo y su funcionamiento, la adhesión a
unos valores metodológicos idénticos, además de expresarse en un mismo
lenguaje y quienes comparten todo lo anterior aceptan unos principios idénticos
para todos.

En este contexto el propósito de la ciencia no es descubrir teorías, sino


encontrar alternativas más precisas, nuevas y profundas de verificar las teorías
existentes. T. Kuhn considera en su obra como lo fundamental en la ciencia y
su avance los enigmas, las nuevas preguntas y no la postulación de un
absoluto, lo cual dinamizaría el pensamiento científico.

29
El paradigma o matriz disciplinar sirve a los científicos en la determinación de la
certeza al escoger problemas en los cuales sea razonable pensar, y exista
alguna solución. Si no hay salida ante el enigma ello comienza a generar una
situación de crisis. Las anomalías se multiplican y la revolución se avecina.
Pero el paradigma no se abandona hasta que haya otro que lo reemplace.

Para T. Kuhn el problema de la ciencia no es sólo lo lógico–metodológico, sino


además los argumentos intracientíficos, ya que desde su posición si los
paradigmas cambian, el mundo y la visión del mismo cambian con ellos. Quizá
en ello radica la resistencia al cambio y en muchos casos la conversión de la
ciencia o de un paradigma determinado en una práctica dogmática.

Desde el concepto de Revolución Científica que aporta T. Kuhn se advierte una


contradicción, al insinuar el rechazo de una matriz disciplinar y en la adopción
de otra, momento esencial en que se genera la crisis la cual conduce al cambio
de paradigma. En general para él las crisis de la ciencia se resuelven de tres
maneras:

 La ciencia normal muestra que ella puede resolver las anomalías

 Aparece un nuevo paradigma.

 Los problemas que no pueden ser solucionados se dejan de lado para ser
resueltos por una nueva generación de especialistas.

No debe olvidarse que la situación se define en muchas ocasiones por la


influencia de algunos que pontifican sobre el ser y el no ser. Ahora bien, a
diferencia de de K. Popper, T. Kuhn establece, en resumen, lo siguiente:

 No son las teorías las que se someten a comprobación, sino los


investigadores. La ciencia no busca eliminar errores sino solucionar
enigmas.

 Las pruebas cruciales en la ciencia normal son muy escasos. La ciencia es


ciencia normal, más que ciencia de crisis. Luego el criterio de demarcación
debe ser pensado a partir de la ciencia normal y ésta muy frecuentemente
es cualquier cosa menos crítica.

El procedimiento de “falsación” propuesto por K. Popper en su obra “La Lógica


de la Investigación” requiere que las teorías sean puestas en relación con

30
enunciados de base susceptibles de ser contradichos. Pero como estos, a su
vez, son producto de una decisión (crítica) tomada por los sujetos de una
disciplina particular sobre un punto adquirido del “test”, los enunciados terminan
por ser contradichos por otros enunciados y no por observaciones de
experiencia.

T. Kuhn cuestiona el convencionalismo crítico de K. Popper y ello obedece a


las nuevas circunstancias que transcurren en las ciencias de esta época, es
para el primero, en tal sentido que la existencia de la estabilidad de un
paradigma define lo admisible o no.

El proceso de cambio en la ciencia no es una revolución permanente, como lo


piensa K. Popper, porque las hipótesis concurrentes son inconmensurables y
porque la escogencia final no se hace sobre el plano lógico, sino sobre la base
de los intereses. Esta decisión no se puede analizar sin tener en cuenta las
ideologías de los científicos.

Estas críticas, vistas en su conjunto, ponen en tela de juicio la distinción que


está en la base de la posición de K. Popper entre la lógica del descubrimiento y
la lógica de la prueba y por lo mismo, el concepto de Epistemología. De
aceptarlas, sería necesario involucrar en la reflexión epistemológica la reflexión
crítica sobre los intereses y las ideologías en la ciencia.

Pero en tal caso va más allá de la posición del racionalismo crítico para asumir
una práctica de la epistemología que no se reduzca al estudio de la lógica de la
construcción de teorías, sino que involucre las condiciones histórico-materiales
de la práctica científica.

T. Kuhn en su obra “La Estructura de las revoluciones científicas”, hace una


crítica social de la ciencia no suficiente, porque no asume su condición de
posibilidad: hacer una crítica política de la sociedad que sirve como base para
la crítica social de la actividad científica. Quizá por esta misma razón no recoge
en su crítica a las posiciones de K. Popper, que podrían ser cuestionables en el
campo social.

Junto a los autores mencionados existen otras aproximaciones que revisten


una gran significación. Por ejemplo las obras de G. Bachelard (1884-1962) y de
M. Foucault (1926-1984), quienes desde perspectivas diferentes estudian el

31
fenómeno científico contemporáneo, con aportes que hacen explicita la relación
entre saber y poder que penetran todas las prácticas de la vida social.

Una crítica de la ciencia que anteponga a ésta, una crítica política de la


sociedad hará hincapié en tesis como las siguientes:

La originalidad de la sociedad avanzada, en la época de los autores referidos


denominada industrial1, está en la utilización de la tecnología como medio de
cohesión social. Si ello es así, la racionalidad tecnológica y su predominio en el
mundo posee una significación política. A través de ella, sería posible la
“manipulación” de las necesidades generales en nombre del interés general.

En la reflexión sobre la ciencia será siempre necesario aceptar la crítica de


ideologías como mediación que posibilite el asumir los intereses propios de la
ciencia.

En el sentido en que el positivismo lógico y el racionalismo crítico eluden de la


reflexión sobre la ciencia, la discusión sobre los intereses, asumen la
desvinculación entre conocimiento e interés y por ello mismo se tornan
“ideología” de la razón instrumental dominante. Con ello terminan defendiendo
una neutralidad de la ciencia que impide reconocerla como práctica ligada a la
dimensión ética de la acción humana.

Esta disputa neopositivista del Siglo XX, marcó la tendencia del estilo de
pensamiento en lo referente a la significación de lo empírico-analítico y su lugar
en la construcción del conocimiento científico; sin embargo, la variante
adoptada por ellos transita en el plano del idealismo, que no permite revelar la
verdadera esencia y el rol que en el plano epistemológico tiene el enfoque
empírico-analítico de la ciencia.

1 Nota del autor; en los momentos actuales sería hablar de la Revolución del Conocimiento, la
globalización tecnológica, económica y de la información

32
Paradigma Dialéctico.

Se sustenta en la “Dialéctica”, término que etimológicamente procede del


griego y significa “diálogo”. Diá: a través de; Logos: palabra, (del verbo legein:
decir), o sea “A través de la palabra, del decir”; no obstante lo anterior, no se
tiene un consenso sobre la propia etimología de la palabra, por lo que es
preciso hacer un breve recuento a las principales consideraciones teóricas que
se han dado en torno a la dialéctica como uno de los dos métodos general en
la Filosofía, que en el orden gnoseológico se ocupa del desarrollo de la
cognoscibilidad del mundo por el sujeto, en la historia del pensamiento
filosófico se reconoce la trascendencia del método dialéctico que ha transitado
por las distintas corrientes y tendencias de cada período del desarrollo del
pensamiento que se han dado al concepto de dialéctica.

En Platón la dialéctica es un método que presupone la utilización del diálogo,


para llegar a una conclusión, lo que desde el punto de vista metodológico se
corresponde con lo que ha dado en denominarse método socrático. También
puede considerarse a la dialéctica platónica como método de la división.

Por otra parte, en Platon, “dialéctica platónica”, se constituye un método


inductivo sintético, así como en una dialéctica como lógica de los probables
que fue desarrollada por Aristóteles. Este consideró que el silogismo dialéctico
no parte de premisas verdaderas sino de premisas probables, considerando
que es un proceso racional o demostrativo. Aristóteles reconocía como su
precursor en estas ideas a Zenón de Elea.

La dialéctica, como lógica, fue desarrollada por los estoicos, quienes la


consideraron equivalente a la lógica general, diferenciándola de la retórica.
Mientras que la retórica es, para ellos, la ciencia de hablar correctamente en
los discursos, la dialéctica era la ciencia de discutir directamente los discursos
que constaban de preguntas y respuestas.

El desarrollo moderno de la dialéctica se inicia con G. W. Hegel (1770-1831),


quien se apoya en sus antecesores de al antigua filosofía clásica
principalmente en Heráclito y en Proclo, él la significa como síntesis de
contrarios, consideraba la contradicción como la ley del desarrollo del
pensamiento y la esencia de la realidad misma. Las bases de la dialéctica de

33
Hegel se reduce a tres bases esenciales; tesis, antítesis y síntesis. Sin
embargo esta dialéctica se sustentó en una base idealista objetiva, que a su
vez tuvo una contradicción entre su método y su sistema, pues el método era
dialéctico y su sistema metafísico.

G. W. Hegel entendió la dialéctica como el autodesarrollo del concepto, como


el movimiento del espíritu absoluto, que se hace autoconsciente a través de
negaciones. Para él las contradicciones, la negación y la superación serían los
procesos principales de su Dialéctica, cuya tesis principal sería la comprensión
de lo real como una totalidad de múltiples interrelaciones y determinaciones.
Esta tesis llevaría a comprender el análisis como parte del proceso, un
momento de la contradicción, ya que el objetivo sería la comprensión de la
“totalidad”, por medio de síntesis sucesivas. Además del reconocimiento del
sujeto, la dialéctica permite dar cuenta simultáneamente de las
transformaciones que se producen al conocer el objeto y las que se producen
en él por la construcción del conocimiento.

Como continuidad del desarrollo y ruptura de la dialéctica emerge la dialéctica


materialista desarrollada por C. Marx (1818-1883) y F. Engels (1820-1895), lo
cual constituyó una revolución en el pensamiento filosófico; y es que al tomar
como precedente inmediato la dialéctica desarrollada por Hegel, estos filósofos
alemanes, luego de cuestionar el carácter especulativo, idealista y mistificado
de la dialéctica hegeliana, realizaron una transformación cualitativa, al
sustentar a la dialéctica sobre una base materialista, al aplicaron para revelar
las contradicciones sociales y materiales que constituyen el devenir histórico
del hombre. Esto les permitió interpretar la ciencia y la investigación científica
como un proceso social, así como orientada a la construcción del conocimiento
científico y a la transformación de la realidad, en interacción con la praxis
social.

En consecuencia, la Dialéctica Materialista, como el método filosófico,


sustentan la comprensión, explicación e interpretación de las leyes más
generales del desarrollo de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento y en él
tiene cabida el desarrollo de todas las variantes de la dialéctica objetiva y
subjetiva que lo precedieron, es por tanto síntesis del pensamiento dialéctico
desarrollado por la humanidad.

34
Ahora bien, la dialéctica es una concepción filosófica de la realidad fue
enriquecida y profundizada y desarrollada por los seguidores del marxismo a
finales del siglo XIX y el primer cuarto del Siglo XX, que le permitió trascender a
planos superiores en el perfeccionamiento de ella como concepción científica
del mundo, ante todo en la comprensión de los procesos del pensamiento y la
conciencia humana.

Lo anterior fue estudiado por V. I. Lenin (1870-1924), quién amplió y desarrolló


en sus obras una visión científica sobre la construcción del conocimiento
científico, al postular en sus obras Materialismo y Empiocriticismo y Cuadernos
Filosóficos un principio fundamental dado en la relación entre la dialéctica, la
lógica y la teoría del conocimiento; de ahí se infiere que la dialéctica es una
concepción filosófica de la realidad como una totalidad concreta, frente a la
cual, lo particular de los hechos, no son sino abstracciones, y determinan una
lógica y un método dialéctico que permiten la construcción de una expresión de
esa realidad, sustentada en sus contradicciones, a partir de las
transformaciones e interacciones contradictorias de las partes de la totalidad
con el todo y viceversa, que se reconstruyen en un proceso continuo. Además,
la dialéctica se ha incorporado a las otras formas de racionalidad: estructural,
fenomenológica, hermenéutica e incluso, paradójicamente con la racionalidad
analítica, que es de base antidialéctica, dándose así diversas perspectivas y
corrientes en la construcción del conocimiento.

Otra tendencia en la Dialéctica es la denominada “Dialéctica Crítica”, la cual


dentro del paradigma dialéctico, donde merece especial atención la
hermenéutica, y aunque tendrá un tratamiento recurrente, requiere de un
acercamiento que precise su alcance.

La palabra hermenéutica viene del vocablo griego “hermeneuin” (de


“hermeneus” y de “Hermes”: el mensajero de los dioses) que significa
interpretar. El principio básico es que toda realidad contiene un mensaje, que
es preciso interpretar, con lo que se llegaría así a una interpretación de esa
realidad, cuyo eje fundamental es la relación sujeto–objeto. Un acercamiento a
un estudio histórico sitúa sus raíces en la cultura griega, aun antes de las
interpretaciones de Homero e igualmente en la tradición judeocristiana ante las

35
diversas versiones de los textos bíblicos, por lo que su surgimiento ha estado
en la exégesis bíblica y en la filología clásica.

En sus raíces históricas, la hermenéutica asumió tres direcciones básicas del


significado, que constituyeron un enfoque primario para su aplicación: se trató
la “expresión” a partir del decir algo, o sea, desde la expresión de un
significado; la “explicación”, en dar razones de ese significado, y la “traducción”,
como la reconstrucción de ese significado, pero desde la interpretación
individual del sujeto. Hoy en día han sido superadas por otros estudios
científicos contemporáneos, pero ellas han permitido conocer las fuentes de su
surgimiento y ofrecer, desde otra conceptualización más profunda, una
sistematización de la hermenéutica como una metodología básica para su
incorporación al proceso investigativo, en la construcción del conocimiento
científico, al convertirse en un enfoque trasversal de la lógica y el discurso
científico, en todos sus ámbitos.

Los estudios hermenéuticos han transitado por diferentes fases y momentos


históricos, y se precisa en la actualidad seis formas de definiciones que
abarcan a:

 Teoría de exégesis bíblica.

 Metodología filológica general.

 Ciencia de toda comprensión lingüística.

 Base metodológica de todas las disciplinas centradas en la interpretación


del arte, hechos y escritos del hombre.

 Fenomenología de la existencia y de la comprensión existencial.

 Sistemas de interpretación para descifrar el significado de mitos y símbolos.

Todas estas formas apuntan a las fases bíblica, filosófica, científica, existencial
y cultural de la hermenéutica.

A lo largo del Siglo XIX y principios del XX, se consideran clásicos del estudio
hermenéutico F. Scheiermacher (1768-1834) y W. Dilthey (1833-1911), que
ofrecieron aportes sustanciales como disciplina filosófica.

36
En las teorías hermenéuticas, desarrolladas en Alemania en el Siglo XIX, se
encuentran las premisas filosóficas para un acercamiento moderno a la
hermenéutica, sin desconocer que muchos de estos estudios se insertaron en
un contexto fenomenológico y en una filosofía existencial, y que aún no se
dispone completamente de fundamentos adecuados para la interpretación de
los fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. No obstante a
ello, estas concepciones sentaron las primeras ideas modernas de esta ciencia
y han permitido estudios posteriores, que critican a esas concepciones
primarias.

F. Scheiermacher fue quien reconoció a la hermenéutica como la ciencia de la


interpretación, no sólo como un resultado filológico, sino general, capaz de
ofrecer principios básicos para cualquier tipo de interpretación y romper así, las
fronteras de la hermenéutica disciplinar, sin embargo la posición de
Schleiermarcher estuvo dirigida desde una visión subjetivista y psicologizante.

A finales del siglo XIX el historiador literario W. Dilthey reconoció también a la


hermenéutica como una disciplina general que constituía la base para los
estudios del arte, los hechos y escritos del hombre y distinguió a la
“historicidad” en la interpretación del objeto, destacó la “ temporalidad del
contexto de relaciones” que surgen de la experiencia humana y precisó la tarea
metodológica del intérprete en la búsqueda de las formas viables de interacción
entre su mundo subjetivo con el del texto y estableció el sustento para el
pensamiento de M. Heidegger (1889-1976) sobre la “temporalidad de la
autocomprensión”.

Las ideas de W. Dilthey reconocen que las operaciones mentales se realizan


para el conocimiento del significado de los textos son las mismas que se
producen para el conocimiento de cualquier objeto de la realidad, ellas tienen
continuidad en M. Heidegger (1889-1976) quien afirmó que todos los intentos
cognoscitivos para desarrollar conocimientos son expresiones de un
pensamiento hermenéutico. Entonces, la hermenéutica como proceso del
pensamiento humano atraviesa todo el estudio de los fenómenos y hechos de
la realidad, de ahí su alcance y valor metodológico en la interpretación de los
procesos sociales.

37
La hermenéutica, como esencia y fundamento del proceso de investigación
científica, tiene en W. Dilthey a uno de los precursores de la hermenéutica
contemporánea, quien desarrolló el “círculo hermenéutico” como el movimiento
del proceso interpretativo del todo a sus partes y de estas al todo, lo que
condujo a la aplicación de la hermenéutica al tratamiento de tres procesos
interpretativos, que indiscutiblemente constituyen una unidad dialéctica y
superan la primera concepción de las tres direcciones del significado que
emergieron en la antigüedad.

La comprensión y la explicación se han visto desde la época de W. Dilthey


como contrapuestas, considerándose la primera como modo de aprehensión de
los objetos de las ciencias sociales, y la segunda como modo de aprehensión
de los objetos de las ciencias naturales, en este sentido, la comprensión es un
método para la determinación de los significados y sentidos, a diferencia de la
explicación que se refiere a hechos y relaciones causales, sin embargo es
necesario precisar que ambas se dan en unidad dialéctica, tanto en las ciencias
naturales y sociales.

Según W. Dilthey es posible distinguir las “ciencias de la naturaleza” de las


“ciencias del espíritu”, que se deben entender en un lenguaje actual como
ciencias sociales y humanísticas, por tres rasgos fundamentales:

Las ciencias naturales excluyen la vivencia del sujeto y neutralizan su


sensibilidad para acceder a la aprehensión abstracta según relaciones de las
leyes de la naturaleza. Las ciencias sociales y humanísticas suponen un
concepto de experiencia no restringida ni limitada por condiciones
experimentales de observación.

La explicación de los fenómenos y procesos en las ciencias naturales se


producen conectando los sucesos presentes a una observación sistemática con
hipótesis atribuibles a la naturaleza; las ciencias naturales construyen
hipotéticamente teorías y las verifican experimentalmente. Las ciencias
sociales y humanas no diferencian el plano de la teoría y el de los hechos; las
descripciones y las teorías sirven como vehículo de una vivencia creativa.

Además estas ciencias explican los acontecimientos con ayuda de hipótesis,


determinadas a partir de condiciones iniciales y su explicación requiere aplicar

38
proposiciones teóricas a hechos establecidos mediante la observación
sistemática. En las ciencias sociales y humanísticas se procede a la
comprensión de sistemas simbólicos mediante una vivencia creativa; donde se
integran la experiencia de los sujetos y la aprehensión teórica como
movimiento hacia el interior de un contexto objetivamente dado.

W. Dilthey reconoce la necesidad de integrar el todo con las partes del objeto
de investigación, y con ello penetra en el encadenamiento interno del texto, en
relación con el contexto, como un proceso dialéctico, donde las partes reciben
significado del todo y el todo adquiere sentido de las partes.

La concepción de la totalidad requiere el estudio dialéctico de las relaciones


entre las partes, las partes y el todo y el todo y sus partes, al concebirse la
totalidad como esencia de la integración de los procesos, la cual caracteriza a
la construcción del conocimiento científico, que debe ir revelando
sistemáticamente las propiedades, rasgos y cualidades del objeto de
investigación. Este proceso se inicia con la representación de un todo no
fragmentado que da tránsito al análisis de sus partes o expresiones y finaliza
con la reconstrucción de ese objeto, ya transformado, desde su nueva
representación totalizadora, la cual se caracteriza por nuevas cualidades que
no son resultado de las partes en sí mismas, sino síntesis de su interrelación
dentro del sistema de conexiones que se dan entre ellas.

Los conceptos del todo y sus partes se autoimplican recíprocamente, y su


contradicción dialéctica es expresión de la totalidad del objeto, como unidad
dinamizadora. Ya desde la Teoría General de los Sistemas y en su tendencia
teórica holística se hace énfasis en la preponderancia del todo frente a las
partes, asumiendo el carácter complejo y dialéctico de los procesos sociales.

Por otra parte, para Paul Ricoeur (1913-2005) se centra en la exégesis textual
como característica, define y reconoce a la hermenéutica como la teoría de las
reglas que rigen una exégesis, es decir, una interpretación de un texto
determinado o un conjunto de signos susceptible de ser considerado texto,
para lograr una exégesis es necesario extraer el significado oculto. La
hermenéutica, por tanto, es el proceso de descifrar lo que va desde el
contenido y significado manifiesto hasta el significado latente u oculto. El objeto
de interpretación, es decir, el texto en el más amplio sentido, pueden ser los

39
símbolos de un sueño o incluso los mitos y símbolos de la sociedad o de la
literatura.

P. Ricoeur distingue entre símbolos unívocos y equívocos, donde los primeros


con un significado designado, como los símbolos en la lógica simbólica,
mientras que los segundos constituyen el interés de la hermenéutica, que por
demás se ocupa de textos simbólicos de múltiples significados, éstos pueden
constituir una unidad semántica, como en los mitos, y contenga un significado
superficial totalmente coherente y al mismo tiempo un significado más pro-
fundo.

Por lo cual, desde su consideración, la hermenéutica es el sistema revelador


del significado más profundo y oculto en el contenido manifiesto, y se aplica en
encontrar el significado oculto de los sueños y de los lapsus, al desconfiar de
las expresiones externas o realidad manifiesta, conduce a la desconfianza en la
propia comprensión consciente y en último caso, el haber inducido a que los
sujetos no tengan en cuenta sus mitos e ilusiones, reduciendo la función de la
hermenéutica a la iconoclasia.

Lo anterior lleva a P. Ricoeur a afirmar que existen dos síndromes de


hermenéutica muy distintos en la época moderna: uno representado por la
desmitologización de Bultmann, se ocupa del símbolo con el fin de recuperar
un significado oculto en él; y otro que pretende destruir el símbolo como
representación de una realidad falsa con la intención racional por la
desmistificación, y reconoce en esta última forma de hermenéutica a tres
desmitificadores a Marx, Nietzsche y Freud, que se opusieron a la religión, ya
que para ellos el verdadero pensamiento era un ejercicio de sospecha y duda,
debilitando la confianza devota en la realidad del individuo, en sus propias
creencias y motivos. Por otra parte, los desmitificadores tratan los propios
símbolos como una realidad falsa que ha de destruirse.

Para P. Ricoeur abarcar tanto la racionalidad de la duda como la fe de la


interpretación rememorativa en una filosofía reflexiva, que no se quede en
abstracciones o en el simple ejercicio de la duda, una filosofía que acepta el
reto hermenéutico en el campo de los mitos y de los símbolos y asuma
reflexivamente la realidad que hay detrás del lenguaje, el símbolo y el mito. La

40
filosofía hoy día se centra en el lenguaje, por tanto, es ya, en cierto sentido,
hermenéutica, el reto consiste en hacerla creativamente hermenéutica.

Las concepciones de P. Ricoeur se apartan de la visión dialéctica de la


construcción del conocimiento científico, pues sólo queda en el estatus
simbólico de los procesos y fenómenos, por lo que no redimensiona desde la
reflexión epistemológica la lógica de un conocimiento científico, que ha de
corresponder con la realidad objetiva.

Otro representante de la hermenéutica lo constituye M. Heidegger quién


precisa que toda interpretación hermenéutica es temporal, intencional e
histórica y utilizó el método fenomenológico para la interpretación de la
existencia humana, mostrando una ontología de la interpretación.

Así mismo H. Gadamer, (1900-2002) es uno de los representantes


fundamentales de la hermenéutica moderna, al no reconocerla como un
método particular más (H. Gadamer 1994), sino ofrece, a todas las ciencias,
criterios interpretativos para una “autoconciencia metodológica”, siendo éste su
objetivo fundamental, no obstante puede concretarse en un método general de
la ciencia, a partir de la identificación de un sistema de procedimientos
concretos.

Ello significa que la hermenéutica penetra en la experiencia e indaga por su


legitimación, en todas las investigaciones teóricas, sociales, éticas y políticas
de los seres humanos, y como teoría y praxis, puede ser a la vez enfoque y
método de la interpretación, centrada esencialmente en el lenguaje, en un
sentido amplio, no solo verbal, como mediación en la relación sujeto–objeto. Se
trata de comprender, explicar e interpretar el sentido de la totalidad de lo real y
de la praxis humana, tal como ésta se revela en lo simbólico y lo metafórico, de
traer a la palabra humana al sentido de la realidad.

La hermenéutica puede ser considerada como el proceso natural de la


construcción del conocimiento humano, e identificada con la ciencia de la
interpretación, paradójicamente es poco comprendida e interpretada por sus
disímiles enfoques que desde la antigüedad y hasta la contemporaneidad se
esgrimen y se complementan, aunque hoy en día es muy difícil evitar en las
polémicas epistemológicas el reconocimiento de esta ciencia, dado su

41
relevancia y significado en la investigación científica y en la aplicación a las
diversas disciplinas de la cultura, lo que no es sólo relevante en las ciencias
sociales y humanísticas.

La aplicación de la hermenéutica permite penetrar en la esencia de los


procesos y fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento al aportar
un enfoque e instrumento metodológico para su interpretación desde niveles de
comprensión y explicación que desarrolle la reconstrucción (interpretación) del
objeto de investigación y su aplicación en la praxis social.

En la contemporaneidad la hermenéutica es empleada en estudios teológicos,


filosóficos, literarios, entre otros, e indiscutiblemente no deja lugar a dudas su
carácter interdisciplinario y transdisciplinario, a partir de los aportes que le
ofrecen la Teoría de la Información, la Lingüística, la Filosofía del Lenguaje, el
Análisis Lógico, la Critica Literaria, solo por citar algunos ejemplos. En su
origen fue concebida como el arte de la interpretación de los textos sagrados,
tanto desde el punto de vista de la significación lingüística como desde la
interpretación filosófica del pensamiento.

H. Gadamer ofrece, posteriormente, una explicación histórica de la


hermenéutica desde F. Schleiermacher hasta W. Dilthey y M. Heidegger, con lo
que penetra en la relación de la hermenéutica con la estética y la filosofía, a
través del concepto de “conciencia operativa históricamente” que se configura
con la tradición a partir del lenguaje, desde el refuerzo del carácter lingüístico
de la propia realidad del hombre. Gadamer significa los rasgos de la
hermenéutica, al precisar que constituye un acontecimiento histórico, dialéctico
y lingüístico, y ve la interpretación como un acto personal.

El concepto de comprensión se desarrolló como método específico de las


ciencias sociales contemporáneas en la obra de M. Weber (1864-1920), para
quien la sociología desarrollará la comprensión desde la interpretación de la
acción social de los individuos. Esta acción tiene un sentido subjetivo, referido
a la comprensión que el sujeto social realiza de los motivos y finalidades de la
acción de los otros.

M. Weber reconoce la “comprensión”, opuesta a la “explicación” y la eleva a


método propio de la sociología, A. Schütz, influido por estas consideraciones,

42
así como por las concepciones de la fenomenología, la concibe corno el
procedimiento de interpretación cotidiano, que se emplea para dar sentido a
nuestras acciones y a la de los demás, para quienes viven en una realidad
social como escena intersubjetiva, que se nos da o es potencialmente
accesible a cada uno de nosotros, por medio de la intercomunicación y el
lenguaje.

No obstante estas consideraciones históricas y teóricas, la hermenéutica es


aún poco conocida, requiere de estudios profundos científicos y a menudo se
encuentra conceptualizada de forma muy restringida, pero negar su valor en las
investigaciones científicas sería privar al sujeto de un enfoque, una teoría y de
un método, que ofrece un instrumental para descifrar, desde la subjetividad
humana, un objeto de investigación, interpretarlo y a su vez, trasformarlo. La
ciencia se comienza a construir desde la observación y la interpretación de sus
procesos, y es aquí donde se erige la hermenéutica como un enfoque
metodológico que atraviesa toda la investigación científica, y no sólo está en la
obtención de los datos y su análisis, como afirman algunos autores, que la
restringen a este momento preliminar de la investigación u otros que la
reconocen sólo al final del proceso investigativo.

El valor de una obra científica dependerá de muchos factores, entre ellos, del
nivel de precisión y profundidad terminológica, del rigor metodológico desde la
selección correcta de sus métodos y técnicas hasta la coherencia entre todos
los análisis que se van construyendo como un sistema de relaciones, en la
sistematización de las principales conclusiones parciales que se van
obteniendo, la actitud crítica y divergente del sujeto ante la ciencia y la
argumentación de una interpretación científica de su objeto de investigación
que debe expresarse en la reconstrucción de ese conocimiento desde un
pensamiento hermenéutico.

En la actualidad es recurrente la imagen de un científico que aísla y


contextualiza a su vez, su objeto de investigación, para modelarlo y convertirlo
en el arte de su interpretación. Es reiterado entonces, conceptuar a la
hermenéutica como la ciencia de la interpretación y que debe ser expresada a
través de un texto. El objeto de investigación, por tanto, requiere de una
hermenéutica para hacer una interpretación adecuada de él como un objeto de

43
la cultura desde una perspectiva totalizadora y exhaustiva y esta interpretación
del significado de ese objeto constituyen la esencialidad de un proceso
hermenéutico, y permite la transformación dialéctica en el movimiento del
pensamiento.

La hermenéutica trasciende en su propia lógica científica, de ser un


conglomerado de métodos, técnicas y recursos científicos, para ser una
expresión de todo el proceso investigativo que se sustenta en un estudio
totalizador de su objeto de investigación e intenta visualizar todo este proceso
dentro de un horizonte general y una interpretación profunda, a partir de un
método que asuma a su vez, dos perspectivas de desarrollo:

Una dirigida a una interpretación totalizadora de ese objeto que abarque el


conocimiento preliminar de éste desde su observación, comprensión,
explicación e interpretación en enfoques y teorías.

Otra visión detallada de sus componentes o configuraciones que revele sus


principales rasgos, cualidades y relaciones esenciales, desde esa perspectiva
globalizadora del objeto.

Estas dos perspectivas de desarrollo hermenéutico deberán integrarse para ser


expresión de significados coherentes de ese objeto de investigación.

Un mismo objeto puede ser comprendido y modelado desde diferentes


alternativas, que cada sujeto determina desde su enfoque metodológico y debe
ser consecuente con su lógica científica en la interpretación del objeto de
investigación.

La hermenéutica no puede desprenderse del proceso comunicativo, todo


proceso humano está mediado por el lenguaje, por lo tanto el uso de las
estructuras secuenciales del texto argumentativo, como texto científico, debe
ser revelador de ese pensamiento hermenéutico. Toda interpretación de un
proceso o fenómeno es compleja y epistemológica, y manifiesta dos enfoques
de la teoría hermenéutica: primero, qué es lo que implica el hecho de
interpretar un objeto y segundo, qué es la interpretación en sí misma.

A partir de las diversas posiciones teóricas aportadas a la hermenéutica existen


concepciones en la contemporaneidad muy relacionas con ella, como son:

44
El Interaccionismo Simbólico, concepción histórico hermenéutica, vinculada a la
denominada “Escuela de Chicago” que desarrolló el empleo de la observación
participativa, criticando las concepciones empírico-analíticas en las que
interpretan los procesos sociales como externos a los sujetos y presupone una
separación radical entre el sujeto y el objeto, así como entre el sentido común y
el conocimiento científico.

El Interaccionismo Simbólico plantea que la concepción que hacen los sujetos


sobre la realidad social constituye el objeto esencial de las ciencias sociales. El
conocimiento sobre los procesos sociales y humanísticos se revela a través de
la experiencia, en las interacciones diarias de la vida común. En primer lugar,
hay que tener en cuenta el punto de vista de los sujetos implicados, sea cual
sea el objeto investigado, porque precisamente a través del sentido que dan los
sujetos implicados a los procesos, así será la interpretación y reconstrucción de
la realidad social.

En esta concepción, la interacción social se tiene que comprender como un


orden negociado, temporal y frágil, que debe ser reconstruida
permanentemente con el fin de interpretar la realidad social. Esta concepción
tiene sus raíces tanto en el pensamiento filosófico de C. Marx como en la
fenomenología. Entre las corrientes representativas se encuentran:

“La Etnometodología”, esta concepción tiene su objeto en la búsqueda empírica


de los métodos empleados por los sujetos para dar sentido a sus acciones de
todos los días: comunicarse, tomar decisiones, razonar, entre otras,
considerando las creencias, las tradiciones y los comportamientos del "sentido
común” como objeto fundamental de su indagación. La Etnometodología ha
contribuido a modificar los métodos y técnicas de recolección de datos, así
como el proceso de la construcción teórica.

La Antropología Simbólica”, como concepción comprendida en la antropología


contemporánea, asume con relevancia la interpretación hermenéutica, su
exponente más significativo es C. Geertz, el cual concibe a la Antropología
como acto interpretativo, propugnando una lectura del quehacer humano como
texto y de la acción simbólica como drama. Se desarrolla así el concepto de
semiótica de la cultura, donde su estudio es visto no como una ciencia

45
experimental en busca de leyes, sino como una ciencia interpretativa en busca
de significaciones.

Estas concepciones de las ciencias sociales contemporáneas, han contribuido


a replantear sus concepciones teóricas, influyendo en su reconstrucción
teórica, desarrollando métodos y técnicas de investigación que han enriquecido
en las últimas décadas notablemente el acervo de las ciencias sociales y
humanísticas.

Sin embargo en todas ellas se da como regularidad el tratamiento a sus


diferentes objetos como un enfoque teórico - metodológico general para
interpretar la objetividad de la experiencia humana desde el descubrimiento de
las relaciones de significados y sentidos que se dan en el comportamiento del
objeto, como una totalidad, desde una relación dialéctica, contradictoria, entre
sus componentes o configuraciones que revelan sus nexos esenciales.

Merece especial atención el planteamiento de J. Habermas (1929), quien


revela la relación dialéctica entre la comprensión, explicación e interpretación,
pues este filósofo alemán, desde las investigaciones realizadas y uno de los
representantes principales de la segunda generación de la Escuela de
Francfort, donde asume y explicita su postura en la Teoría Crítica, de ahí que
establece una posición teórica, con la cual trata de dilucidar el carácter
interpretativo de los procesos sociales, esencialmente los referidos a las
ciencias sociales. Habermas propone una «razón comunicativa», cuyo
fundamento sería el carácter intersubjetivo y consensual de todo saber, y que
devolvería a la sociedad el control crítico y la orientación consciente de fines y
valores respecto de sus propios procesos.

En su obra “La Lógica de las ciencias sociales” (1967), Habermas discursa


sobre la conexión interna del lenguaje y la praxis, la cual puede, lógicamente
mostrarse, en una peculiar implicación de la comprensión del sentido. En tal
dirección plantea que para «entender» un Ienguaje, hay que «dominarlo» ya
que entender significa, entonces: entender algo de una cosa, poder hacer algo
o dominar algo en que uno se ha ejercitado y que ha aprendido. Todo ello
emerge en el tema de la epistemología de las ciencias sociales donde el
también sociólogo alemán hace asunción de la explicación de la lógica y
desarrollo de la ciencia.

46
J. Habermas connota la necesidad de una pragmática trascendental en
términos de una teoría del conocimiento (como lo plantea en Conocimiento e
interés) para demostrar que las ciencias humanas son contra-ilustradas. Desde
esta perspectiva asume que la comprensión del lenguaje implica a todas luces
un sentido práctico.

En el horizonte de la comprensión del lenguaje no existe algo así como una


aprehensión «pura» de símbolos, según J. Habermas, pues sólo los lenguajes
formalizados, construidos monológicamente, es decir, en forma de cálculos,
pueden aprehenderse en abstracto, con abstracción de procesos de
aprendizaje prácticos. Para él la comprensión de los lenguajes de cálculo exige
la reproducción de secuencias de signos conforme a reglas formales, un operar
solitario con signos, que en muchos aspectos se asemeja al empleo
monológico de instrumentos. Lo específico de la comprensión del lenguaje
ordinario es para J. Habermas la capacidad de saber seguir una comunicación,
por eso en la comunicación no se emplean signos per se, sino que se sigue
expectativas recíprocas de compor-tamiento. Asimismo considera a los
procesos en los que se aprende a hablar como una condición significativa para
que el sujeto pueda obrar, como ocurre en todos los procedimientos de
interiorización de normas.

Aunque J. Habermas estipula una línea de construcción hermenéutica su


posición teórica, aún al asumir determinadas tesis dialécticas, no logra
concretar en una lógica hermenéutica que resignifique la capacidad de la
construcción del conocimiento científico ya que solo se adentra en la
subjetividad de los significados del mundo vital, cuestión cuestionable desde la
mirada de la dialéctica materialista en cuanto a teoría del conocimiento.

En esta investigación se reconoce que el proceso consiste en una sucesión de


análisis y síntesis, que se puede expresar del siguiente modo: sin conocimiento
generalizado no hay observaciones significativas, y sin observaciones
significativas no hay generalización de los conocimientos, lo que está en
correspondencia con lo expresado por E. Kant en una vieja máxima que
plantea que la experiencia sin teoría es ciega, pero la teoría sin la experiencia
es un juego intelectual.

47
Desde el punto de vista metodológico para J. Habermas se hace necesaria una
reformulación de la Teoría Crítica, en cuanto a su contexto de utilización, pues
para él es indispensable que en el paradigma una observación no tiene validez,
sino la interrogación, y es que en la comunicación quien comprende debe
introducir, como de costumbre, partes susceptibles de control de su
subjetividad para sí poder encontrar al otro que está enfrente de él al nivel de la
intersubjetividad de un entendimiento posible general.

J. Habermas critica a Gadamer porque este último considera que la


hermenéutica, en última instancia se convierte en la filosofía misma, es decir,
en filosofía primera, abarcando la comprensión del mundo en todas sus formas.
Esta universalidad que reivindica para sí la hermenéutica gadameriana, y que
J. Habermas contestó críticamente, refuerza la exigencia de ser filosofía y no
pura metodología. Resalta la grandiosa crítica de Gadamer a la concepción
objetivista de las ciencias humanas, pero le reprocha un cierto «idealismo de la
lingüisticidad». Hoy día J. Habermas canaliza sus esfuerzos en la
reconstrucción de los presupuestos racionales de la comunicación, que se
acerca a la pragmática trascendental.

Él regresa a la idea de Husserl de que „la tradición es el olvido de los orígenes‟


y procede a desenmascarar, apoyándose en el concepto de “interés”, aquella
supuesta hermenéutica filosófica que superdeterminaba la noción de tradición.
Más cercano a una teoría del sujeto en filosofía, el concepto de interés es un
deseo intelectual que subyace el contexto explícito de todo discurso teórico. La
idea regulatoria de “interés” puede funcionar en el sentido crítico-kantiano o en
el sentido de la crítica de la ideología. Evaluando a Gadamer, J. Habermas
considera que su rehabilitación del “prejuicio” no delata más que un deseo
apologético “conservador”, en tanto que tradicionalista, y retrógrado, en tanto
que autoritario; en otras palabras, la hermenéutica filosófica de Gadamer no se
eleva, para J. Habermas, por encima de una mera ideología teórica.

Ha de reconocerse que la división de los intereses cognitivos de J. Habermas


es particularmente útil como instrumento hermenéutico en un nivel metateórico
que establece a la ciencia y sus prácticas como una realidad esencial del
“mundo-vida”; contribuye también a una caracterización esencial, pero no
completa, en el terreno de la antropología filosófica: el ser humano es un ser de

48
deseos intelectuales. La más importante contribución de J. Habermas a la
hermenéutica como filosofía se encuentra en la división de los intereses
cognitivos mismos, sin embargo: el primero es la explicación, relacionada con
la regulación y el control; el segundo es el interés hermenéutico-práctico o de la
“acción comunicativa”; y el más importante es el tercero, el interés crítico-
emancipatorio, que establece a la razón y a la racionalidad como instrumento
de monitoreo y auto-corrección del mundo-vida que buscan señalar las
maneras de superar limitaciones cognitivas derivadas de neurosis e ideologías
tanto a nivel individual como colectivo.

Indiscutible que todo esto desarrolla la noción de la hermenéutica como


filosofía, sin embargo, al igual que Heidegger y Gadamer, J. Habermas carece
de una teoría formal del sujeto y de una filosofía de la historia, y más que los
anteriores, de una ontología pura. Estas figuras teóricas se han señalado como
ausentes en la revisión de los intentos de Gadamer y J. Habermas de formular
una hermenéutica en tanto que filosofía – y, en particular, de Heidegger, quien
ha figurado únicamente como un filósofo cuyo pensamiento tiene
consecuencias no intencionadas para dicho proyecto.

Debe recalcarse el espíritu de reivindicación de la Ilustración que alienta a J.


Habermas, pero una indagación del tipo análisis presuposicional sería propia
de un trabajo diferente y mucho más extenso. Por lo cual, atendiendo a las
deficiencias identificadas en estos filósofos y las exigencias que se han
impuesto sobre ellos, se requiere replantear las relaciones hermenéutico
dialécticas en la consideración del reconocimiento de la realidad que es
interpretada por el sujeto, donde se ha de introducir la observación y su
vinculación con la interpretación como procesos que son inseparables y a la
vez contradictorios, pues resulta imposible la observación sin la interpretación y
a la vez la interpretación se sustenta en la observación, negándose
mutuamente.

En toda ciencia y en los procesos de investigación vinculada a ella se


desarrollan técnicas específicas de observación sistemática para garantizar
una rigurosa interpretación. De esta forma, el rigor científico y la viabilidad de
los resultados de una investigación dependerá de una observación crítica que
permita una interpretación, a partir del nivel de precisión terminológica, de su

49
rigor metodológico, de la sistematización con que se desarrolle todo el proceso
cognoscitivo - valorativo de los investigadores.

A partir de ello se plantea su redimensionamiento en el desarrollo del proceso


de construcción del conocimiento científico desde: la observación científica, la
comprensión, la explicación y la interpretación, donde el sujeto para ser
consecuente con un pensamiento hermenéutico dialéctico debe ser capaz de
aplicar en el objeto de construcción del conocimiento los cuatro procesos
interpretativos hermenéuticos, pues sólo al recurrir a la comprensión y
explicación, no es posible alcanzar un desarrollo científico cualitativamente
superior, que implique la reconstrucción de significados y construcción de
nuevos significados, desde otra mirada novedosa y creativa.

Estos procesos hoy en día superan la conceptualización dada no sólo en la


cultura griega, sino también en los procesos actuales, al ser comprendidos
como un movimiento de desarrollo ascendente en espiral, que en interrelación
dialéctica, van aportando niveles de esencialidad más profundos en la
interpretación del objeto del conocimiento, enriqueciendo sus relaciones de
significados y sentidos, donde se nutren desde el conocimiento generalizado
del objeto hasta sus observaciones significativas más detalladas y desde estas
al conocimiento generalizado para establecer el movimiento entre el todo y sus
partes.

Paradigma Fenomenológico

Adentrarse en el paradigma fenomenológico, como parte del proceso de


construcción del conocimiento científico, desde la investigación científica,
conduce a una disquisición que ha traído diversas controversias y
contradicciones en el pensamiento científico contemporáneo, pero lo que si es
cierto es que la tendencia y proyección de la interpretación fenomenológica de
los procesos es un derrotero que se sigue en la actualidad por los sujetos que a
la investigación se dedican.

Desde la antigüedad ha sido una inquietud de los sujetos por investigar y


conocer los diferentes procesos y fenómenos que le rodean de la realidad
objetiva, de ahí que la nominación de fenómeno sea una de las posibilidades

50
expeditas por encontrar el camino de la verdad en la construcción del
conocimiento científico.

Es una término griego (fainomenon) que significa manifestación, por lo que


desde el punto de vistas etimológico, se define a la fenomenología como el
estudio de las manifestaciones. Como termino léxico la Fenomenología se
erige como corriente, tendencia o paradigma en la filosofía moderna. El primero
que la connotó fue J. H. Lambert (1764)2, quien consideró a la Fenomenologia
como el estudio que se debe distinguir entre la apariencia y la verdad (lo
aparente o fenoménico y lo real).

La Fenomenología tendría así como campo propio de estudio elaborar una


teoría de la apariencia, que es a su vez el fundamento de todo saber empírico.
Como se puede apreciar este filósofo configura un primer acercamiento en la
determinación de lo más externo de un proceso y lo que se expresa como lo
esencial o real del objeto.

Por su parte I. Kant usó el término en su obra la Crítica de la Razón Pura, para
ello denominaba Phaenomenologia generalis, la cual era según este gran
erudito la doctrina de lo que se nos muestra y que debía servir de propedéutica
a la metafísica. Mas, luego restringió su uso a los modos en que se nos
manifiesta lo corporal a los sentidos.

J.G. Fichte, en su Teoría de la Ciencia estudia las apariencias, y le asigna


sentido más amplio al término para referirlo al conjunto de los fenómenos de la
conciencia y auto-conciencia ante el “Absoluto”.

G. Hegel en su obra fundamental la "Fenomenología del Espíritu" asigna a la


Fenomenologia el describir la morfología de la evolución del espíritu absoluto,
es decir, la sucesión de las diferentes formas o fenómenos de la conciencia,
consideradas como "fenómenos", comprendidas como formas que va tomando
el espíritu en su devenir hacia el estado final de un saber puro o un espíritu
absoluto. La Fenomenología del Espíritu debería así representar el "devenir de
la ciencia en general, o del saber".

2 En Prefacio al Neues Organum;1764: quien pretendió renovar el Novum Organum de Bacon como teoría del método, pero lo sugiere desde
una gran amplitud que no permitió concretar en su determinación esencial, y es que este filosofo hace alusión a cuatro cuestiones esenciales en
lo referente al acceso del conocimiento, donde especifica preguntas que buscan la relación univalente entre verdad, error, equívocos e
inteligencia.

51
En contraste con el enfoque más abstracto de G. Hegel, W. Hamilton (1858)3,
que diferenciaba la psicología y la lógica, asignaba a la Phenomenology of
Mind la tarea de describir las distintas formas en que se manifiesta la vida del
alma orientándose a la descripción de lo vivencial. Esta fenomenología no
tendría como tarea el estudio del pensamiento como tal, sino sólo el examen,
como una psicognosia, de las ideas tal como surgen y desaparecen en el flujo
vivencial mental.

La fenomenología es un movimiento filosófico que se inicia con Edmund


Husserl y que es seguido por filósofos como M. Scheller y M. Heidegger. Se
trata de una interpretación descriptiva y no normativa de los fenómenos, en sus
manifestaciones externas, tal y como nos vienen dados a la consciencia, sin
acudir a ningún tipo de valoración subjetiva sino acudiendo a una descripción
sistemática del fenómeno dado.

E. Husserl es discípulo de Brentano; tiene unos antecedentes intelectuales que


apuntan en una dirección aristotélica, leibniziana; también de Bolzano, de quien
le viene una formación científica, en lo cual se diferencia de Dilthey, que tiene
una formación psicológica, filosófica, que arranca de la historia, de la
psicología.

El punto de partida filosófico de Husserl es la crítica del psicologismo, y sus


consideraciones filosóficas sobre la fenomenología aparece en su libro “Ideas
para una fenomenología pura y filosofía fenomenológica” (1913), en el que se
expresa la teoría de la fenomenología y su método, y donde considera; la
lógica, la ética, la estética como disciplinas psicológicas. En una corriente que
suponía a fines del siglo XIX, que la psicología es la raíz y el fundamento de la
filosofía, especialmente de esas tres grandes disciplinas: lógica, ética y
estética.

Al oponerse al psicologismo Husserl hace una distinción elemental y


sumamente importante, al significar el equívoco al confundir termino
"pensamiento" sólo con actividad psíquica desvinculada del objeto, por lo que
se tener en cuenta al objeto y su comportamiento que se debe ocupar la lógica,
la ética o de la estética.

3 (Lectures on Metaphysics and Logic I; Londres/Edinburgo 1861)

52
Entonces, naturalmente, hay una translación de la psicología a la validez de los
objetos ideales, que no son individuales, que no son temporales, que no
quedan afectados por la individualidad ni por las circunstancias de la realidad y
que son simplemente algo que tiene validez. Y estos objetos ideales tienen una
validez universal, no quedan afectados en modo alguno por las vicisitudes de lo
real y tienen simplemente ese carácter de validez objetiva y universal,
desligando el objeto real de la construcción del conocimiento sobre el mismo.

Entonces, E. Husserl trata de describir justamente aquellos objetos que son


objeto de conocimiento intuitivo, de conocimiento con evidencia, con una
validez universal y no quedan afectados por el tiempo, los de un carácter
individual, tienen realidad, lo cual no tienen los objetos ideales.

E. Husserl trata de encontrar un método fundamental que es un método


descriptivo; valido para los objetos ideales, constituyendo un mundo ideal y no
real. La consecuencia que extrae E. Husserl es que se trata de un método
descriptivo, que tiene un resto de positivismo, esto hace que el método que
tiene que seguir sea un método descriptivo, que conserva aspectos de
positivismo, al igual que en Dilthey.

El positivismo de E. Husserl estriba precisamente en negarse a hacer todo


juicio de existencia: no afirma ni niega la realidad de las cosas o su existencia.
No hay tampoco escepticismo: no es que dude, no duda porque si dudara
cambiaría el género del acto y en sus proyección llega a considerar esta
posición con el “la epokhé”.

El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando todas las


presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y los aspectos sin
esencia (subjetiva) de cómo el objeto es dado a nosotros. Este proceso fue
llamado “epoché”, también aparece con las denominaciones de “la epokhé” o
“epoje” en identificado por E. Husserl como un acto en la relación del sujeto y el
objeto, en la cual con contenido propio, y con la cualidad de ser un acto; que
simplemente llega a toda posición existencial, en que el sujeto no afirma, no
niega, no duda, de lo contrario se cambiaría la cualidad del acto en relación con
el objeto.

53
Se puede señalar que existe una diferencia entre lo que sea la “epoché” y la
exposición husserliana de ella. Si bien relacionadas, para Husserl no están los
pasos de un método como una serie o secuencia, antes bien, pretende
hacernos ver fenomenológicamente para que, posteriormente, alguien pueda
plantear una secuencia si lo desea.

Lo anterior lleva a un principio en la fenomenología en el cual se plantea “que


la percepción equivale a un juicio; percibir es percibir algo como existente: yo
en este momento los estoy viendo a ustedes y yo al verlos, al percibirlos, los
percibo como existentes”, con tal principio se da la ruptura en la relación sujeto
objeto por lo que al nivel de la construcción del conocimiento científico se cae
en el idealismo subjetivo. Lo cual expresa la esencia del método de E. Husserl,
el método que él llamó después fenomenológico.

E. Husserl no admite ninguna toma de posición existencial de ningún tipo, es


por consiguiente simplemente la abstención de toda toma de posición, por tanto
es un método puramente descriptivo y eso es lo que va a caracterizar a la
fenomenología como método y posteriormente es lo que va a caracterizar su
filosofía fenomenológica, en la cual se desentiende de la toma de posición,
pero que en definitiva hace una descripción fenomenológica que retiene la
cualidad del acto y del objeto.

Por tanto, el método fenomenológico como método descriptivo de la realidad se


basa en las vivencias de la conciencia pura, ya que esta última queda sólo
como una reducción fenomenológica y luego se realiza otra reducción, que él
llamará eidética, es decir, se pasa de los contenidos directos de la conciencia a
los contenidos eidéticos, es decir, a las esencias, pero a las esencias de la
conciencia pura, y con ello desaparece toda realidad, por lo cual queda todo
reducido al mundo de los objetos ideales, como se muestra en el esquema
siguiente:

(YO EL ACTO Y SU EL OBJETO


CUALIDAD INTENCIONAL)

Y después hay otro paso: la reducción eidética, que precisamente reduce no ya


a las vivencias, sino a las esencias de las vivencias de la conciencia pura.
Cuando Ortega toma posición sobre este punto capital en la fenomenología de

54
E. Husserl, él añade algo muy interesante: es que para E. Husserl, cuando
hace su filosofía fenomenológica, él dice que la realidad -la traducción es muy
curiosa- "relativa a nada", que es una manera curiosa de decir "absoluta", es
precisamente la eliminación de toda vivencia empírica y por consiguiente de la
conciencia pura. Para E. Husserl, la realidad "relativa a nada" es la conciencia.

E. Husserl analiza la estructura de los actos mentales y cómo se dirigen a


objetos reales e irreales, por lo que la “Noesis” es igual al acto de conciencia y
fenómeno al que va dirigido “Noematic”, que es igual al objeto o contenido
(noema) que aparece en los actos noéticos, que es lo deseado, la
intencionalidad, constituye el aspecto fundamental para E. Husserl, pues no es
el objeto en sí mismo sino que es dado en los actos intencionales.

El método fenomenológico ha sido muy utilizado por la filosofía desde los


comienzos del siglo XX, al pretender buscar una de fidelidad extrema a la
realidad, se alejan de ella y por tanto adoptan una posición errática en la
construcción del conocimiento científico, pues tratando de superar al
positivismo pierden el necesario rigor del objeto de la realidad, quedándose en
una posición descriptiva y contemplativa, pues sólo se van descubriendo
objetos ideales, aunque no quedar completamente libre frente al prejuicio
positivista de que no se puede hacer ninguna toma de posición y que hay que
reducir fenomenológicamente todo el contenido de las vivencias, en un primer
paso para eliminar toda cuestión de existencia; en un segundo paso para
elevarse a las esencias de la conciencia pura; esto en definitiva no se justifica.

En los planteamientos epistemológicos y metodológicos de la construcción del


conocimiento científico de E. Husserl se encuentran fundidos y reinterpretados
elementos tan dispares y separados en el tiempo como la idea del cogito
cartesiano, la noción escolástica de intencionalidad y el concepto de conciencia
trascendental procedente de E. Kant y el idealismo postkantiano.

La filosofía de E. Husserl pertenece a la tradición inaugurada por Descartes,


que entiende al sujeto primordialmente como conciencia, como sujeto capaz de
conocer. Como ente teorizante el sujeto sabe siempre en algún sentido acerca
de sí mismo y de lo que pasa a su alrededor: toda la variedad del mundo ocurre
frente a su conciencia. Considerar estas presencias, examinarlas, reflexionar
sobre lo que muestran, en esto consiste la verdadera vida humana: en el plano

55
del saber se realiza aquello que distingue al hombre de los demás seres con
los que comparte la “existencia terrenal”. Este poder de darse cuenta que
señala a los hombres admite, por cierto, muchas diferencias internas;
diferencias de claridad y grados de elaboración, niveles de mayor y menor
generalidad, coherencia, rigor. Las ciencias, por ejemplo, existen sólo gracias a
un entrenamiento especial de las facultades conscientes, a una intensificación
deliberada y sostenida de la vocación humana natural.

Este poder del hombre se vuelca en las más diversas direcciones, del cielo a la
tierra, de lo microscópico a lo inmenso, fundando áreas de experiencia
inteligente con distintos ideales de verdad, métodos para alcanzarla y
argumentos que la fundan.

La filosofía que concibe al hombre como conciencia entiende que su propia


tarea es ocuparse de investigar sistemáticamente la actividad consciente, el
conocer y sus "productos", los conocimientos en su unidad y su diversidad. Uno
de los primeros asuntos que la ocupan es la definición de las condiciones con
que debe cumplir el conocimiento de la verdad o conocimiento verdadero,
aquel que satisface la pretensión de validez con que se presenta en contraste
con el pseudo conocimiento, el error, la verdad aparente. La obra de Descartes
está al servicio de esta tarea y así lo está la de E. Husserl. En los tres siglos
que los separan el panorama del saber se ha transformado profundamente; las
ciencias especiales se han repartido el mundo y cada cual en su parcela tiene
resultados más o menos brillantes que exhibir: desde las matemáticas y la
física hasta la psicología y la sociología. E. Husserl acomete los trabajos de la
filosofía así concebida con el ímpetu exigido por la magnitud de la empresa y la
lozanía de ánimo del que acaba de hacer un gran descubrimiento. Y era verdad
que lo había hecho pues aunque sólo retornaba al problema de la
fundamentación del conocimiento, que ya era viejo, dio con una manera de
abordarlo que no lo era.

La originalidad de las ideas de E. Husserl reside, por lo menos en uno de sus


aspectos importantes, en que para él la filosofía no puede comenzar por la
experiencia de una conciencia segura de sí misma en general, que valga como
el fundamento de todas las certezas posteriores y de todos los conocimientos
que no engañan, ya que resultan comparables en certidumbre con la que

56
posee la conciencia a solas consigo. En otras palabras: no parte del yo pienso,
yo soy, último punto de referencia para que tenga sentido hablar de cosas y de
mundo; no comienza con la razón pura o la subjetividad trascendental, sino con
la conciencia en su situación habitual Esta situación habitual es la de la
conciencia empírica, sumida entre las cosas que son el tema de su darse
cuenta. E. Husserl la llama conciencia en actitud natural.

En la experiencia el sujeto encuentra con cosas, situaciones, hechos


espirituales, que se le presentan y de los cuales adquiere información. Todo lo
que hay en su experiencia empírica pertenece al mundo espacio-temporal del
que “yo” como sujeto de esas experiencias, forma parte. La actividad mental
mediante la cual toma conciencia del mundo y de sus problemas es un suceso
que pertenece a ese mismo mundo, que va conociendo poco a poco en la
variedad de sus aspectos y objetos. Esta conciencia natural que es un flujo
ininterrumpido de actos de percibir lo que hay a su alrededor, de imaginar, de
recordar, de comparar objetos entre sí y de formular juicios, entre otros, es lo
primero que la fenomenología se propone estudiar en sus operaciones por
cuanto se trata de la actividad teórica más elemental y a la cual el sujeto está
ya siempre entregado por ser quien es. Pero decir que las operaciones
naturales de la conciencia son elementales no quiere decir que sean simples.
Lejos de ello; la conciencia natural se revela a la descripción fenomenológica
como un campo casi inagotable de actos diferenciados e interrelacionados
entre sí de las maneras más diversas. No obstante su riqueza y complicación la
conciencia natural es la situación inicial, el suelo primario a partir del cual
pueden crecer formas diferenciadas no elementales u originarias de la actividad
teórica, como, por ejemplo, la conciencia científica. Estas formas derivadas de
la conciencia teórica interesan de modo principal a la filosofía que quiere ser la
fundamentación del saber. La primera etapa de la fenomenología consistirá
entonces en la descripción desprejuiciada y rigurosa de las operaciones de
conciencia gracias a las cuales se produce esa cosa tan natural para todos,
que es el darse cuenta de lo que hay a nuestro alrededor y de lo que va
pasando con el correr del tiempo.

Esta descripción se propone lograr algo diferente que la psicología. No se


pregunta tanto por lo que pasa en la conciencia como por lo que ella hace,

57
realiza o logra. El "producto" de las operaciones no es segregado de ellas, que
lo engendran, sino tratado como íntimamente ligado a estas operaciones. Por
eso se habla de una actividad o de actos de la conciencia.

El acto de percibir un objeto realiza un logro, opera un resultado que es ese


objeto percibido o la presencia de este aquí y ahora para el sujeto que lo capto.
La descripción de la conciencia en actitud natural no tiene como tema a una
subjetividad aislada sino a la conexión subjetivo-objetiva merced a la cual hay
un mundo y hay objetos mundanos para nosotros.

Todo acto de la conciencia es, en este sentido, productivo, eficaz: no hay


actividad de percibir que no dé una presencia actual, ni operación de recordar
que no presente lo recordado. Como tampoco hay trabajo de imaginar que no
engendre imagen, o de opinar que no acabe en una opinión. Para distinguir el
tema de la fenomenología descriptiva del de la psicología, E. Husserl llama a la
conciencia de que se ocupa esta descripción filosófica, conciencia intencional.
Con esto quiere decir que se trata de una subjetividad ocupada de algo
diferente de ella, de una conciencia de objeto.

Según lo anterior la descripción fenomenológica realiza su tarea interesada


primordialmente no sólo en esclarecer los caracteres generales de los actos de
conciencia, en tanto que ofrecen objetos sino también describen los modos
como tales objetos son ofrecidos a la conciencia. Pues no se da una y la misma
cosa de idéntica manera cuando la imagina, que cuando la recuerdo; el modo
como es el objeto para la conciencia no es igual cuando se percibe, que
cuando se busca porque se le ha extraviado. Una y la misma cosa puede ser
objeto intencional de muy diversos actos conscientes, el objeto varía con la
variación de las diversas formas de actividad consciente.

Una descripción fenomenológica de la conciencia intencional suficientemente


amplia y detallada resultará ser entonces una especie de catálogo de las
diferentes capacidades mediante las cuales se da cuenta el sujeto del mundo y
de lo que contiene, a la vez un catálogo de las diferentes maneras en que este
mundo y sus contenidos pueden estar ahí presentes para el sujeto. Modos de
hacer presente y modos de darse el objeto a la conciencia no son sino los dos
aspectos, inseparables del hecho, sólo separables en abstracto, de la actividad
fecunda, capaz de obtener un resultado, que es la conciencia intencional.

58
Pero esta descripción no es un fin en sí mismo y la fenomenología no acaba en
ella. Está, por el contrario, al servicio de la fundamentación del conocimiento, la
cual consiste en aducir razones, esto es, una justificación de las pretensiones
de validez del saber en general; en legitimar las formas especiales en que el
saber se escinde y las relaciones entre estas formas; en buscar una explicación
de la posibilidad del conocimiento verdadero, en alcanzar claridad plena sobre
las condiciones con que debe cumplir el saber para satisfacer las exigencias de
la verdad.

La primera etapa de la fenomenología, la etapa descriptiva, no podría realizar


la tarea central de una fundamentación del conocimiento porque su tema está
restringido al flujo de la conciencia tal como se va viviendo. A este flujo
pertenecen, con igual derecho los actos de conciencia que se entregan en un
conocimiento fidedigno, según probada por la experiencia posterior, como
también aquellos otros que sólo parecen dignos de confianza en el momento
pero cuyo carácter engañoso descubrimos luego.

Todas las experiencias intencionales tienen en la vida de la conciencia el


mismo status de hechos de conciencia. Mientras se mantiene en el plano de la
descripción el flujo de la vida consciente natural no da lugar para distinguir
entre hechos legítimos que revelan la verdad acerca del objeto intencional y
hechos que carecen de tal legitimidad. En este nivel de la vida natural de la
conciencia ningún hecho puede justificar suficientemente a otro pues cada uno
está sujeto a duda: puede ser ilusorio, erróneo, revisable, susceptible de
refutación. Lo que la descripción de actos de conciencia no puede lograr, se
alcanzará por otras vías, recurriendo a métodos especiales. Así por ejemplo el
método de las reducciones permite salir, en varias direcciones diferentes, del
plano de lo inmediatamente presente en la conciencia y plantear el problema
de la verdad del conocimiento.

La reducción eidética es un procedimiento mediante el cual un hecho es


reducido a su esencia. Esto quiere decir que todos los elementos casuales,
contingentes, secundarios y dependientes son metódicamente eliminados de la
experiencia, de manera: que no quede como residuo final de la operación sino
el elemento necesario, aquello sin lo cual la experiencia perdería su identidad.
Este elemento necesario es la esencia; de ella cabe tener un conocimiento

59
seguro y que sirve de guía y de base a todo conocimiento posterior acerca de
las cosas que dependen de tal esencia.

Hay otros tipos de reducción; ¿qué se ganaría con practicar la reducción


eidética para salvarse de la confusa variedad de la cosas y del peligro de
confundir lo secundario con lo esencial, si, por otra parte, una serie de
prejuicios y opiniones infundadas perturbaran la capacidad que tenemos de ver
las cosas como son? Husserl insiste de continuo que hay que someter nuestras
opiniones y creencias, nuestros supuestos, a una vigilancia rigurosa de modo
que no enturbien la posibilidad humana de captar lo que se muestra tal como
se muestra. Pero con esto no basta: es preciso poner de lado, además, todas
las doctrinas tradicionales, las enseñanzas recibidas e iniciar el estudio de los
problemas que queremos resolver, libres de toda opinión o teoría previa y
dirigiéndose a las cosas mismas. En esto consiste la reducción filosófica.
Podemos ver que las reducciones son pasos metódicos por medio de los
cuales el fenomenólogo se deshace paulatinamente de elementos de diversa
índole que, partes de su experiencia habitual, se interponen entre él y las
cosas.

La reducción eidética y la filosófica son, a pesar de su importancia, operaciones


menores comparadas con la reducción trascendental, responsable del sello
propio de todo el pensamiento husserliano.

Se sabe que E. Husserl llama actitud natural a aquella en que se encuentra el


sujeto cuando ejerce espontáneamente su capacidad de tomar conciencia de lo
que hay a su alrededor, de recordar, de juzgar, de opinar, entre otros.

Lo característico de esta actitud consiste en que se entregamos a los objetos,


en que está vuelto hacia el mundo del cual estos objetos forman parte y
ocupados por él. Con este mundo, que es el trasfondo sobre el cual se destaca
el objeto de consideración o la situación en la que se piensa, se cuenta en todo
momento sin plantearse mayores problemas acerca de su carácter o de la
función que desempeña en el proceso de la experiencia.

Sólo a partir de la concepción husserliana de la conciencia intencional es


posible entender el sentido de la reducción fenomenológica, porque la
conciencia consiste en ese mostrar hacia sus objetos, en estar fuera de sí y

60
junto a las cosas otras que ella, es que tiene sentido tratar de aislar esta
actividad suya para considerarla por sí misma, tratar de efectuar un corte entre
la mención y lo mentado. La reducción fenomenológica pone entre paréntesis
el mundo y lo que en él se nos presenta, para considerar, separadamente,
todas aquellas funciones conscientes gracias a las cuales ese mundo se
entrega paso a paso a lo largo de las experiencias humanas.

No se trata por cierto de creer que el mundo no existe o de imaginar lo que


sucedería si desapareciese, se trata, dice E. Husserl, de retener el juicio, de
suspender la confianza habitual con la cual nos movemos y pensamos en
medio del mundo, de suprimir la familiaridad que tenemos con él. Esta
confianza descansa principalmente en nuestra creencia de que hay ahí un
mundo que no tiene nada que ver con los sujetos que lo piensan y actúan en él,
un mundo autosuficiente, que seguiría siendo el mismo si todos los seres
humanos desapareciesen.

Al examinar esta creencia en cuanto a su valor teórico resulta que carece de


fundamento: lo que llamamos mundo es siempre un cierto orden constituido
desde el punto de vista de alguien, o un conjunto de situaciones conexas en
relación con seres que distinguen lo presente de lo ausente, lo probable de lo
improbable, lo bueno de lo malo. Sin el sujeto como centro de referencia
respecto del cual se establece una ordenación de las cosas y relaciones entre
ellas, no habría mundo.

Lo que se logra mediante la reducción fenomenológica es, en primer lugar,


poner fuera de acción nuestra creencia en un mundo independiente de la
actividad del sujeto cognoscente. La creencia en la autosuficiencia del mundo,
como pura creencia, no tiene nada de objetable. Se convierte en una amenaza
cuando por no haberla sometido nunca a examen ni haber reflexionado sobre
ella empieza a actuar como una tesis, como un juicio teórico acerca de lo que
el mundo y las cosas mundanas son.

Pero la neutralización de esta tesis dogmática de la actitud natural acerca del


mundo no sólo alcanza al mundo de los objetos que tenemos ante la
conciencia sino también, en un cierto sentido muy importante, al fenomenólogo
que practica la reducción. Pues el fenomenólogo es parte del mundo respecto
del cual se practica la reducción; es un ser vivo entre otros seres vivos, ocupa,

61
como cuerpo, un lugar en el espacio y existe en un cierto momento del proceso
temporal.

El residuo de la reducción fenomenológica es la conciencia pura, dice E.


Husserl, la esfera de los actos que nos rinden o entregan la presencia de las
cosas y del mundo. La conciencia sigue mentando, refiriéndose a objetividades,
continúa siendo intencional o dirigida hacia algo, pero ese algo ha cambiado,
ha sido modificado por la reducción: ya no interesa su existencia o inexistencia
ni si sea un producto de la imaginación o algo real. Todos los contenidos
posibles de su actividad son ahora para la conciencia fenómenos o
representaciones.

El objeto es inagotable y nuestra intuición de él estará siempre constituida por


una serie incompleta de presentaciones. Esta es una de las características de
la experiencia de todas las objetividades "externas". Al ocuparse el sujeto, en
cambio, reflexivamente de actos de la conciencia, es decir, cuando el objeto no
es una cosa "externa", sino un momento del mismo flujo de la conciencia, el
tema no se da en escorzo o perspectiva. Su "presencia" tiene otro carácter: no
hay un punto de vista y una revelación sucesiva de aspectos, sino una
actualidad plena e inmediatamente ofrecida de manera adecuada.

Como los actos de reflexión apuntan a objetos que son actos también, no hay
entre mención y objeto mentado la alteridad, la diferencia infranqueable que
existe entre la conciencia que conoce y la cosa espacio-temporal conocida. En
la esfera de la conciencia pura, en cambio, el acto y su término de referencia
pertenecen a la misma región ontológica. De manera que en la reflexión
confluyen ambos polos para formar una sola unidad vivida, determinada
exclusivamente por sus propios contenidos vivenciales. En este ámbito de la
conciencia trascendental o reducida se cumple por fin el ideal del conocimiento
adecuado, inalcanzable en otras esferas del conocimiento.

La intención de E. Husserl es que el método fenomenológico en la filosofía se


convertirá en una ciencia rigurosa, como lo más universal, por eso, la actividad
racional del sujeto se le llame esotérica. Por otra parte las emociones del sujeto
son un homenaje inconsciente a lo que provoca la acusación, pues dan por
descontado, por una parte, que todos están llamados a pensar y, por otra, que
la filosofía es una de las formas de responder a ese llamado.

62
La obra de E. Husserl, puede ser aducida como un ejemplo del llamado
esoterismo característico de la filosofía contemporánea. Quizás sea un poco
más claro para todos nosotros ahora, después de hablar del método de las
reducciones, de la preparación del fenomenólogo, de las tareas que son las
suyas y de lo que ha de lograr de sí para empezar a resolverlas, de dónde
provienen las dificultades que opone el pensamiento filosófico actual a la
intención de penetrarlo sin pasar por esta disciplina y sin compartir la voluntad
de verdad que le da sentido.

La consideración sobre el ser en E. Husserl tiene las mismas características a


lo plantado por Descartes, pero, no completamente igual, aunque la existencia
del mundo, que es lo primero por fundamentar está ahora para él está en duda
y haya perdido validez frente a la epoché, cuestiona ejecución del yo y la
existencia del estado conciente, de ahí que al adentrarse en la sociedad
humana considere a la misma como una sociedad radical, es decir, la sociedad
del ego, por lo que anula la existencia del ser y de da primacía sólo a la
conciencia como única creadora de todo lo existente, por demás desconocida
para el sujeto.

De la soledad humana nace, mediante esta “epoché”, una soledad


radicalmente nueva; la soledad trascendental, es decir, la soledad del “Ego” y
como “Ego” no soy el ser humano en el mundo existente, sino el “Yo” que pone
en duda el mundo, respecto a todo su ser y con ello su ser así o aquel “Yo” que
transvive la experiencia universal, poniéndola entre paréntesis.

El mundo sigue apareciendo como aparece, la vida del mundo no se


interrumpe: pero el mundo es ahora “mundo” puesto entre paréntesis, como
fenómeno puro y por cierto, fenómeno de validez de la fluyente experiencia, de
la conciencia en general, la cual sin embargo es ahora conciencia
trascendentalmente reducida.

Ello quiere indicar que la actitud fenomenológica no reviste carácter de artificial


o, mejor dicho, de antinatura. La pregunta filosófica no se separa del mundo
para volver a él, antes bien es formulada al mundo desde el mundo. La
experiencia fluye. El filosofar fenomenológico tiene en cuenta lo anterior. La
trascendentalidad del “Ego” es la condición para dar cuenta del mundo y de la
experiencia del sujeto en su relación con otros y con el mundo.

63
Paradigma Sistémico

Constituye otro de los paradigmas que emergen en el conocimiento científico,


que su importancia es recurrente al interpretar su manifestación y expresión en
el proceso de construcción del conocimiento científico. Las ideas sistémicas
tienen su origen y consolidación en el Siglo XX, con el desarrollo de la Biología
en la primera mitad del siglo, al aparecer en sus dos primeras décadas las
denominadas “teorías organísmicas” que agrupaban a un conjunto de
interpretaciones y concepciones de la totalidad orgánica y el proceso de
surgimiento de nuevas propiedades en el desarrollo de los organismos vivos.

Ya desde los años veintes se introduce el concepto de niveles estructurales,


que reconocía que la naturaleza se caracterizaba por la existencia de una
jerarquía de niveles de diferente complejidad, los cuales se manifiestan y
expresan por cualidades y leyes específicas, donde cada nivel inferior está
incluido en el nivel superior y debe considerarse como un elemento
componente de éste. A esta consideración no se le dio la importancia requerida
en la época para superar las limitantes de las teorías organísmicas, hoy es
reconocida como la recursividad del sistema.

L. Bertalanffy (1901-1972) en el campo de la biología supera el pensamiento


analítico-sumativo que era considerado el método fundamental de esta ciencia,
en el cual el organismo como conglomerado actúa o reacciona sólo ante la
acción de factores externos de forma que reflectaban estos factores. Al revelar
los vínculos existentes entre los principios de la Biología Teórica y la Teoría
General de Sistemas, emplea el método sistémico, con lo que reconoce al
sistema como una estructura dinámica, que implica sea internamente activo.
(Bertalanffy, L. 1950 -1968).

En 1932 L. V. Bertalanffy introduce el concepto de sistema abierto en la


Biología, al considerar la relación de intercambio entre el organismo vivo y el
medio externo en tres aspectos; energía, sustancia e información, con lo que
aporta el eslabón que permitía unir las teorías de sistemas y las biológicas,
aunque inicialmente esto sólo fue considerado en los sistemas biológicos,
también fue llevado a la física, y en particular al estudio de sistemas
termodinámicos y a la cinética física.

64
Otra consideración en los sistemas biológicos, de gran repercusión en la Teoría
General de Sistemas, fue la de que los sistemas biológicos se caracterizan por
su equilibrio y por su autorregulación, o sea, por la homeostasis, como
tendencia al equilibrio, y la autopoiésis, como tendencia al autodesarrollo del
sistema. Por medio de la autorregulación se mantiene la propia existencia de
los sistemas, su composición, estructura y desarrollo, con sus relaciones
internas propias y las transformaciones expresadas en las leyes que se revelan
para todo el sistema en el espacio y el tiempo.

Como síntesis de las consideraciones sistémicas de L. Bertalanffy, se puede


afirmar que un objeto viviente es su organización, en que el estudio de las
partes y procesos aislados no puede dar una explicación completa de los
fenómenos vitales y no informa acerca de la coordinación de partes y procesos.
(Bertalanffy, L. 1987).

La Teoría General de Sistemas se constituye en una teoría abierta que desde


sus orígenes comprende una diversidad de criterios y escuelas diferentes que
le dan el peso fundamental a las consideraciones de las cuales parten. Así por
ejemplo, los estructuralistas hacen énfasis en el significado de las estructuras,
es decir, en los elementos componentes del sistema; los funcionalistas hacen
énfasis en la función, el uso y la utilidad de las relaciones entre los elementos
componentes. Representantes como T. Parsons (1902-1979) tratan de unir
ambos criterios para crear una escuela estructural-funcionalista.

La Teoría General de Sistemas ha hecho más énfasis en el análisis estructural


de carácter sincrónico que en el diacrónico, lo que no contribuye a la
interpretación histórico social, por lo cual, si bien se acerca a una interpretación
dialéctica al modelar la realidad, como formada por sistemas de elementos
componentes relacionados unos con otros y con una estructura compleja; se
aleja de ella, al no adentrarse en el proceso del desarrollo histórico de esos
sistemas.

La Teoría General de Sistema como paradigma teórico e investigativo, como un


método de la ciencia incursiona en la interpretación de los proceso y
fenómenos, al tratar de solucionar los crecientes problemas de las ciencias
inmersas en el paradigma analítico, mecanicista, unilateral y causal de las

65
ciencias mecánico clásicas y olvidan el pensamiento dialéctico y la dialéctica
como método filosófico en el conocimiento científico.

De ahí que se puedan distinguir dos tendencias en el desarrollo del


pensamiento sistémico contemporáneo: la primera tendencia que reconoce el
planteamiento sistémico como paradigma de las ciencias y a la Teoría General
de Sistemas, por su generalidad pasa a tener rango filosófico, y la segunda
tendencia que reconoce la Teoría General de Sistemas se aplica a las ciencias
y a su investigación, pero no tiene un alcance filosófico, en tanto no interviene
en la relación objeto–sujeto, como elemento esencial en la construcción del
conocimiento científico, al no dilucidar el lugar y significación del sujeto, al
prestar mayor atención a la estructura del objeto.

El paradigma sistémico surge en contraposición a los fundamentos del


paradigma empírico-analítico, aún subsiste la visión mecanicista y la
interpretación metafísica del desarrollo en la determinación del sistema y su
estructura, propio de la concepción positivista, de ahí que al considerar el
proceso de construcción del conocimiento científico como objeto, en su
estructura reduzcan con frecuencia sólo los elementos del sistema y a partir de
ahí se pretende hacer una generalización al todo.

También la consideración de la estructura como un sistema determinado de


elementos componentes relacionados, tiende a una formalización que reduce la
complejidad de la realidad a los límites establecidos por la estructura. Por otra
parte uno de los errores que aún subsiste, es que se busca la totalidad de la
estructura a partir de los elementos que la componen, centrando la atención en
estos y no en las interrelaciones entre ellos.

Identificar los componentes de la estructura, aunque incompletos, puede


permitir un acercamiento epistemológico y metodológico, de carácter
exploratorio como un primer acercamiento a la construcción del conocimiento
científico, sobre el objeto de la realidad que debe ser sucedido por la
interpretación de las relaciones complejas y esenciales que sustentan la
estructura.

66
En correspondencia con lo anterior, se pueden derivar como limitantes
fundamentales en el uso de la concepción sistémico estructural para el empleo
de la interpretación del proceso social.

1. La reducción al enfoque sincrónico, que no permite revelar la historicidad


del proceso lógico y dialéctico del conocimiento científico en
correspondencia con el objeto estudiado.

2. La aplicación de un enfoque mecanicista y por tanto unilateral, en el


proceso de construcción del conocimiento científico y reducir los
elementos componentes del sistema, modelo del objeto de la realidad,
se expresa como la suma de las partes que lo integran.

3. Una concepción limitada del sistema (modelo) de la totalidad desde el


punto de vista epistemológico y metodológico en el proceso de
construcción del conocimiento científico para la comprensión e
interpretación de la realidad, implica una visión insuficiente del objeto
que no permite interpretar el proceso con la profundidad requerida.

La Teoría General de Sistemas se fundamenta en tres premisas básicas, a


saber: los sistemas existen dentro de sistemas, recursividad; los sistemas son
abiertos; y las funciones de un sistema se relacionan con su estructura.

Por otra parte, la Teoría General de Sistemas está condicionada por ideas
básicas que se han generado a partir de su aplicación y que se resumen en las
siguientes:

1. Existe una nítida tendencia en su aplicación hacia la integración de


diversas ciencias, lo que se aprecia en los diferentes campos de la
cultura en que se han empleado, por tanto la Teoría General de
Sistemas y el método sistémico estructural es una alternativa limitada en
la integración de las ciencias.

2. La integración de los diferentes campos de la cultura y con ello la


construcción del conocimiento científico sobre la base el objeto o
proceso estudiado como un sistema.

3. La Teoría General de Sistemas y el método sistémico estructural


constituye una alternativa limitada al no considerar cabalmente la vía

67
dialéctica de la construcción del conocimiento científico, especialmente
en las ciencias sociales.

4. La Teoría General de Sistemas afirma que las propiedades de los


sistemas no pueden ser comprendidas, explicadas e interpretadas en
términos de sus elementos componentes por separado. La interpretación
de los sistemas se alcanza cuando se estudian los sistemas como
totalidades, involucrando todos los subprocesos o elementos
componentes y sus relaciones.

Categorías fundamentales que desde el punto de vista epistemológico


son aplicadas en la construcción del conocimiento científico, son las
siguientes:

Sistema. Un sistema es un conjunto de objetos (procesos) relacionados entre


si por alguna forma de interacción, que los identifica con determinada
independencia y coherencia, donde los objetos o procesos adquieren el
significado de elementos componentes y sus relaciones determinan el
significado alrededor del cual se integran estos, a la vez que los elementos
componentes le aportan sentido al sistema. En la determinación del sistema se
revelan las relaciones entre los elementos componentes y el comportamiento
del todo.

Estructura Constituye el conjunto de relaciones de significación entre los


elementos componentes que pueden ser identificados por medio y dentro de
los límites establecidos por el sistema, estas relaciones de significación
determinan una organización y le aportan coherencia a los elementos
componentes.

Asociado al concepto de estructura, se introduce el de niveles estructurales,


que reconoce la existencia de una jerarquía de niveles de diferente
complejidad, los cuales se manifiestan y expresan por cualidades,
regularidades y leyes específicas, donde cada nivel inferior está incluido en el
nivel superior y debe considerarse como un elemento componente de éste, lo
que está relacionado con el concepto de recursividad.

Frontera, contexto y medio ambiente. El concepto de frontera, se identifica


con los límites entre el sistema y su contexto o medio ambiente. El sistema,

68
contexto o medio ambiente tiene un carácter relativo, lo que es establecido
según los criterios con que se delimite el propio sistema.

Así el universo está formado de múltiples sistemas que se interrelacionan,


siendo posible pasar de un sistema a otro más abarcador, como también pasar
a un subsistema menor contenido en éste.

De la definición de L. Bertalanffy, según la cual el sistema es un conjunto de


unidades recíprocamente relacionadas, se deducen dos conceptos: el propósito
(u objetivo) y el de totalidad. Esos dos conceptos expresan las dos
características básicas de un sistema y de las que se derivan las demás
características.

Propósito u objetivo. Todo sistema tiene propósitos u objetivos, que expresa


el resultado de la integración de los elementos componentes, y las relaciones
que entre estos se establecen, determinan una estructura a través de la cual se
alcanza el objetivo como aspiración, como categoría de carácter teleológica.

La determinación del sistema tiene un carácter relativo y depende de quienes lo


delimiten, donde lo que para algunos puede ser considerado como un sistema
para otros solo se trata de un subsistema o al contrario, ello depende del
alcance y la precisión de los objetivos y de la extensión del problema planteado
en el conocimiento.

Totalidad. Todo sistema tiene una naturaleza orgánica, por la cual una acción
que produzca cambio en uno de sus elementos componentes, con mucha
probabilidad producirá cambios en todos los otros elementos componentes de
éste. En otros términos, cualquier acción en un elemento componente del
sistema afectará todos los demás elementos, debido a la relación existente
entre ellos. El efecto total de esos cambios o alteraciones se presentará como
un movimiento de todo el sistema, el que siempre reaccionará como totalidad a
cualquier estímulo producido en cualquiera de sus elementos componentes.

En correspondencia con lo anterior, se puede afirmar que en el sistema se


producen cambios constantemente y con ello reajustes como un todo. Los
cambios y reajustes están determinados por dos procesos contradictorios
caracterizados por las categorías entropía y homeostasis.

69
Entropía. Es la tendencia al desorden que tienen los sistemas, a la
desintegración y a un aumento de la aleatoriedad. A medida que la entropía
aumenta, los sistemas se transforman a estados más simples, por el contrario
cuando disminuye la entropía es consecuencia de una tendencia en el proceso
al orden.

Los cambios en la entropía están relacionados con la información en el


sistema, pues en el sentido que aumenta la información, disminuye la entropía,
dado que la información es la base de la estructuración y del orden. Si se
pierde comunicación o hay un desconocimiento de los niveles de autoridad,
funciones, jerarquía, entre los elementos componentes de un sistema, como
puede ser una organización, la entropía aumenta y la organización se va
reduciendo a formas gradualmente más simples de individuos y de grupos. De
ahí el concepto de entropía negativa, o sea, la información como medio de
ordenamiento del sistema.

Homeostasis. Es el equilibrio dinámico entre los elementos componentes del


sistema, como proceso o tendencia de los sistemas a adaptarse con el fin de
alcanzar un equilibrio interno frente a los cambios externos.

La sinergia. La sinergia del sistema expresa la propiedad de éste de alcanzar


cualidades superiores en la construcción del conocimiento científico, y
resultado de la integración de los elementos componentes y que no se
manifiestan en los elementos por separado, se refiere a que la totalidad del
proceso no es igual a la suma de sus elementos componentes, sino que implica
una nueva cualidad, diferente y superior, por lo que, si se investiga un proceso,
se tendrá que mirar no a sus elementos componentes uno por uno, sino a la
integración del sistema como la totalidad en su complejidad, su organización y
las relaciones que de ella surgen.

Recursividad y subsistemas. Cuando se habla de sistemas como totalidades,


se puede referir a todo el universo, porque es en última instancia la mayor
totalidad conocida. Sin embargo, cuando se está analizando algún fenómeno
social o humano se necesita poner límites en el sistema considerado.

A través de la Teoría General de Sistemas, se pueden determinar los


elementos componentes que constituyen un sistema reconocible, porque se

70
identifican sus límites, lo que permite comprenderlo, explicarlo e interpretarlo y
con ello establecer causas y consecuencias dentro del sistema o entre el
sistema y su medio ambiente o entorno, lo esencial es tener presente que el
sistema es cualquier entidad que se muestra como independiente y coherente,
aunque se encuentre situada al interior de otro sistema, o bien, aunque
envuelva y contenga a otros subsistemas de menor alcance, eso es lo que se
llama la recursividad de los sistemas. En otro sentido, la coherencia del sistema
se puede determinar a través de comprobar la recursividad del sistema.

La autopoiesis. Se introduce como categoría que expresa el proceso que se


produce en los sistemas, en que a pesar de ser un constructo teórico elaborado
por los sujetos conscientemente, tienden a cobrar ciertos niveles de autonomía
propia, independiente de quienes lo crearon y de las personas que los hacen
realidad.

Lo anterior significa que determinados sistemas fundamentalmente sociales y


humanos, que son expresión de procesos de esa realidad, se generan
continuamente a sí mismos en determinadas condiciones o se trata de
agencias o instituciones, que según plantea el sociólogo británico A. Giddens,
(citado H. Maturana, 1994:28) "producen y reproducen las condiciones de su
propia existencia", o bien, que "se levanta por sus propios cordones, y se
constituye como distinto del medio circundante por medio de su propia
dinámica, de tal manera que ambas cosas son inseparables".

Como una manifestación elemental de la autopoiesis está la retroalimentación,


que implica que los sistemas abiertos, como los sistemas sociales, por ejemplo,
generalmente contienen algunas formas de operar dentro de sí que le permiten
tener información sobre si mantienen su intencionalidad o propósitos correctos
o no.

En las categorías consideradas en esta teoría se encuentran elementos


racionales que permiten tipificar el proceso de construcción del conocimiento
científico, no obstante en ellas no está expresado un nivel relacional contentivo
de las relaciones y la lógica dialéctica que ha de seguirse para construir una
verdad científica desde la construcción del conocimiento científico. El Método
Sistémico Estructural Funcional expresa la lógica o sucesión de procedimientos

71
seguidos por el sujeto en la construcción del conocimiento científico, en
correspondencia con la Teoría General de Sistemas.

En la aplicación del método sistémico estructural se es consecuente con el


enfoque de sistema, entendido como una manera de enfrentar un problema en
la que se toma una posición que trata de abarcar todos los elementos
componentes considerados. Se requiere de un enfoque integral para ser
consecuentes con una lógica científica porque al utilizar simultáneamente los
puntos de vista de diversas disciplinas de la ciencia, se requiere del análisis de
la totalidad de los componentes o aspectos estudiados, así como de sus
interrelaciones.

En las actuales condiciones de desarrollo del pensamiento científico se ha


generado una nueva postura teórica todavía en construcción que tiene su base
instalada en escritos del siglo XIX, ya que se trató de caracterizar la necesidad
de que el sujeto interactúa con la realidad de una manera determinada,
tratándola de acometer desde una perspectiva diferente, ello se refiere a la
complejidad como aspecto característico de la Posmodernidad, la misma a
conllevado a una mirada abierta y sin leyes abarcadoras, donde los sujetos
viven en un determinado contexto que condiciona cultural y socialmente. De ahí
que constituye una opción filosófica-ideológica que ofrece nuevas posibilidades
para una revolución conceptual al reconocer lo complejo.

Se comienza a considerar desde el conocimiento científico que la realidad es


incompleta e imperfecta, en este sentido la complejidad se constituyó como
continuidad del enfoque sistémico, que en gran sentido era diferente sin ser lo
contrario, donde el sistema no se puede reducir a la suma de las partes, o sea
que es más que ésta. Lo reinante es la diversidad según las tesis que se
expresan en la complejidad, la cual provee de un lenguaje y un saber que son
necesarios para poder reflexionar de manera autónoma sobre los sistemas y
estructura de los procesos y fenómenos.

Sin embargo al constituir una de las vertientes fundamentales del enfoque


sistémico conlleva a determinar la construcción del conocimiento científico
desde una multiplicidad de puntos de vista sobre una misma realidad. Todo
depende desde donde se lo mire, por tanto es parte de una condición de la
condición humana y de nuevas prácticas del comportamiento humano es una

72
opción ideológica, que asumiendo las aportaciones de la ciencia de la
complejidad, es orientadora de una orientación que se empieza a gestar en las
crisis que afectan al conocimiento.

En la complejidad se vinculan un conjunto de definiciones acopladas a un tema


en específico, es la ruptura epistemológica del pensamiento social con el
pensamiento individual, en esta dirección se mueve, ante todo, en torno a cómo
conocemos la realidad todo locuaz propicia la racionalidad científica que dé
cabida a la riqueza conceptual y metodológica en la construcción del
conocimiento científico.

El actual avance del conocimiento científico en diferentes dimensiones, el


reconocimiento de la complejidad que es no excluyente y el hecho, de acuerdo
a las definiciones del paradigma positivista, sólo la investigación experimental
es de carácter positivista, revela la necesidad de volver a cuestionar la
supuesta hegemonía del positivismo sobre la ciencia, la investigación científica
y la construcción del conocimiento científico. En cierto sentido, si se analizan
diversos tipos de procesos y fenómenos sociales y del pensamiento científico,
como la investigación histórica, documental (bibliográfica), descriptiva,
correlacional, estudios de casos, explicativa, así como los estudios seccionales
y longitudinales, se encuentra una gama, donde ninguno de ellos ejerce una
acción directa sobre el objeto de estudio y por lo mismo, al no ser
experimentales, están fuera del paradigma positivista.

La investigación en ciencias como vía demostrativa de construcción del


conocimiento científico, por su naturaleza y complejidad, no sigue el método
científico positivista, ni puede ser sometida a experimentación con sólo una
variable (experimental o independiente) manipulada, pero, evidentemente, sí
corresponde a investigación científica bajo el paradigma hermenéutico, o mejor
aún, bajo la complejidad como continuación y modernización de la teoría
general de los sistemas y la dinámica de sistemas.

El autor con que se inicia en el siglo XX el estudio de la complejidad fue I.


Prigogine (1917-2003), que tiene continuidad con E. Morín (1921), quienes
asumen la necesidad de cambios en el estudio de los objetos a partir de la
realidad que observa.

73
En primer término, sostiene E. Morin que el paradigma de la complejidad no es
una receta o una respuesta para las búsquedas e incertidumbres, sino un
desafío al conocimiento científico, en la transformación integrada de la realidad,
interpretada como compleja. Esto no permite ver los hechos de la realidad
dentro de un contexto, de una globalidad, de una multidimensionalidad que
evidencia, epistemológicamente, una posible construcción lógica del
conocimiento científico, máxime si el resultado final lo ha de constituir el orden
a partir de comprender el desorden en unidad dialéctica.

La carencia de una estructura metodológica que no sigue una secuencia lógica


limita la posibilidad de la construcción del conocimiento científico, de manera
coherente y adecuada al objeto y su movimiento, tal consideración evidencia la
falta de una operatividad y trascendencia en el orden epistemológico y
praxiológico, al quedar solo en los aspectos descriptivos del conocimiento, todo
lo cual conduce a que si bien es necesario la consideración de la naturaleza
compleja en los procesos y fenómenos, esta no puede ser vista unilateralmente
y debe estar vinculada a la totalidad del objeto, como vía expedita en la
construcción del conocimiento científico.

En la figura. 1. se
resumen en síntesis el
recorrido en la
construcción del
conocimiento científico
desde la diversidad de
paradigmas de las
ciencias y la
investigación como
estadios de desarrollo
de la construcción del
conocimiento científico. Figura 1.

74
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