Introducción
literatura neobarroca en América Latina. social. Ahí mismo, preguntar por la litera-
Efectivamente, aquella asociada a las obras tura barroca, conlleva habitar el incómodo
más recientes, pareciera poner en entredicho espacio abierto por escrituras que proliferan
la proliferación de su momento de fulgor, sin una autorizada existencia cívica.
mostrándonos un reverso caracterizado por
En lo que sigue, elaboraremos una lectura de
el agotamiento de los énfasis modernistas
Pájaros de la Playa ([1993] 1999), la última
tan caros a la imaginación literaria del
novela de Severo Sarduy, bajo este horizon-
siglo XX: “yo diría –dice Borges– que es
te. En dicha novela, el cosmólogo, personaje
barroca la etapa final de todo arte, cuando
autográfico de Sarduy, está muriendo. Su
éste exhibe y dilapida sus medios” (Borges
padecimiento debilita cualquier emanatis-
[1954] 1994, 2911). Pruebas de ello nos
mo, desiste de los énfasis productivistas de
dan: 1) el permanente recurso a los tropos
de la enfermedad, la muerte, la precariedad la retombée escritural y postra en el lecho de
del texto en / de Sarduy es, también, el mo- caracterizan a gran parte de la crítica literaria
mento de dilapidación y extenuación de una contemporánea. Es decir, su presentación
literatura puesta al servicio de la ilustración de los personajes y el alambicamiento de
cultural y del orden social. sus tramas des-familiariza los códigos de
representación comunitarios, tanto de la
Neobarroco y extenuación crítica universitaria, como de la comuni-
Nuestro intento por leer a Severo Sarduy, en dad nacional o regional. Hay, al menos,
tal caso, no debe confundirse con un elogio cinco novelas en las cuales este proceso es
–hoy por hoy tardío– de los aspectos des- evidente: Cobra (1972), Maitreya (1978),
territorializadores y emancipatorios que su Colibrí (1984), Cocuyo (1990) y Pájaros
obra tendría, toda vez que en ella se expresan de la playa (1993). Pero también su poesía
las claves culturales y las tendencias genera- como sus textos críticos y ensayos resultan
les de la literatura regional, alimentándose de innegable pertinencia. En cualquier caso,
de sus referencialidades y ejerciéndose en remitiremos nuestras observaciones a la
español, pero a la vez, afectada por la escena menos explorada de sus obras noveladas, Pá-
teórica internacional asociada con el post- jaros de la playa, pues en ella se hace posible
estructuralismo o el psicoanálisis lacaniano. leer Sarduy a contrapelo de los críticos que
En tal sentido, nuestra lectura intenta enfatizan aspectos desterritorializadores,
distanciarse de la operación de traducción hiper-productivos y deseantes asociados
cultural del texto literario, en la que los con operaciones de transfiguración y meta-
énfasis vienen dados por una determinada morfosis de sus personajes, abundantes en
figuración antropomórfica, como también, las obras anteriores y también, por cierto,
de la sobre-valoración de las potencialidades en esta última.
diseminantes, productivas y figurativas, que En principio, podría sostenerse que a 225
esta obra, en cuanto expresión neobarroca pesar de que Sarduy residió en Francia
de la literatura latinoamericana, tendría3. desde 1960, su presencia en los debates
Las novelas de Sarduy pueden ser vistas literarios y críticos latinoamericanos ha
como irrupción de un cierto tipo de ima- sido permanente. En 1987 aparecieron
ginación ya no reducible, fácilmente, a los dos libros fundamentales dedicados a su
criterios de lectura antropomórfica que obra, se trata de La estrategia neobarroca de
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al que se llega cuando se subsume el texto que sería una de las características centrales
y su dislocante economía de sentido a los de su obra anterior, hasta los confines de
imperativos de una lectura obviamente una inadvertida hipóstasis de la noción de
normativa. cuerpo, deseo o producción, con las que se
recupera su literatura. Después de todo, esta
Sin embargo, desechar el psicologismo y
inadvertida hipóstasis sigue siendo parte
la interpretación biográfica en este caso,
central de una tradición de pensamiento
no puede confundirse con una supuesta
(sensualismo, vitalismo, emanatismo) to-
conformidad con respecto a la crítica que
talmente antropomórfica.
exagera los procesos de figuración emana-
tivos que surgen de la sintaxis a-gramatical, En tal sentido, la pregunta por el potencial
de la complejidad de las tramas y los perso- figurativo en la obra de Sarduy no debe
najes en las obras del cubano. En particular, entenderse como una búsqueda de las
Pájaros de la playa es, en la atipicidad de claves que le harían parte de un momento
su escritura, la más atípica de sus novelas. tardo-modernista, de experimentalismo
Fue escrita en momentos terminales de su lingüístico o de des-familiarización refe-
enfermedad, justo antes de morir de SIDA, rencial. Si bien es posible argumentar que
y en ella Sarduy cruza permanentemente una de las especificidades de su escritura
referencias a sus obras anteriores, como si está en el proceso de des-humanización
la enfermedad fuese un momento óptimo de los personajes, proceso que interrumpe
de evaluación de su ruta, con descripciones la conversión de la trama en contexto cul-
en primera persona de la enfermedad y el tural, y del personaje en sujeto; también
desfallecimiento. Podría aventurarse que es posible argumentar –y este es nuestro
él no sólo está enfrentando sus últimos cometido– que la importancia de su últi-
días, sino que también revisando cierto ma novela estriba en hacer patente como 227
tono emanativo que habría caracterizado tal figuración –que torna los personajes,
tanto su obra novelística anterior como mediante una descripción que los meta-
gran parte de la crítica referida a ella. Para morfosea e indiferencia constantemente,
decirlo de manera directa, nuestro interés haciéndolos devenir des-sexuados, apelando
en la novela está marcado por el intento a inflexiones zoomórficas y a intempestivos
de extender su crítica al antropomorfismo, cruces adjetivales–, también llega a su fin,
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En uno de los capítulos llamado “Diario este contexto, pensar las relaciones entre
del cosmólogo”, Sarduy da con la siguiente literatura y muerte, es hacer sucumbir las
formulación: “[h]abría que escribir un bre- sostenidas diferencias entre testimonio y
viario: De la dificultad de morir” (968). Se ficción, y con ello, es quedar expelidos a un
trataría de un breviario sobre las relaciones espacio que hace inevitable la pregunta por
entre escritura y enfermedad, entre literatu- la verdad. Veamos:
ra y muerte. Le ocurre al personaje llamado Pájaros de la playa es una novela escrita en
el cosmólogo, al final del capítulo trece de estado de convalecencia. Se trata del desfa-
la novela, pero también le ocurre a Sarduy, llecimiento de un conjunto de personajes
el escritor cubano que muere –el mismo
–muchos de los cuales aparecen ya en no-
año de esta novela– de SIDA en Francia.
velas anteriores de Sarduy– en un sanatorio
Convalece el cosmólogo, muere Sarduy, y,
ubicado en una isla indeterminada. El sana-
sin embargo, hay algo más:
torio es llamado la casona, en explícita alu-
¿Qué desfallece junto con Sarduy y el sión al prostíbulo de la novela Colibrí. En
cosmólogo? Y, ¿por qué la dificultad de esta casona se encuentran viejos y enfermos
morir? O, para hacer la pregunta en otros de SIDA, quienes durante el día se acercan al 229
términos, ¿cuáles serían estas posibles rela- patio de luz llamado el pentágono, donde,
ciones, cuando la muerte es, precisamente, gracias a su techo de vidrio, contemplan el
el cese de cualquier relación? Salvo una, la decurso del día y los vuelos de los pájaros
no-relación de la herencia. Entonces, ¿qué de la playa, algunos de los cuales, a veces,
nos heredan estas reflexiones autográficas de caen moribundos y se azotan contra los
Sarduy?, ¿cómo se relacionan estas anotacio- vidrios del techo. Pájaro es, por otro lado,
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en el uso común cubano, una manera de “diario del cosmólogo”, presentan las ano-
referirse a los homosexuales, como si fueran taciones de un enfermo sobre la muerte y
estos sujetos, ya sindicados e identificados, “el mal” (el SIDA). Estas secciones son de
quienes se azotan en los vidrios asépticos de carácter advertidamente autográfico, direc-
la inmunología. Sin embargo, no se trata de tas, y en ellas el uso de la primera persona
una referencia temática, pues Sarduy cruza es exclusivo, no habiendo personajes como
la ordenación biopolítica de las tres “h” en los demás capítulos.
(heroinómano, homosexual, haitiano) con Estos diarios también funcionan –en su
la que en los años 80’ el departamento de misma condición de diarios– como in-
Estado norteamericano definía las fuentes terrupción de la coherencia narrativa de
del SIDA, con las tres “s” de Severo Sarduy- la trama, como una suerte de infección
Siempreviva, pero también las tres “s” que viral que recorta la historia y adultera su
marcan el peligro de contagio: sangre, saliva linealidad: se trata de inseminaciones que
(sudor) y semen. malogran cualquier posible clasificación
En el sanatorio trabajan Auxilio y Socorro, que inscribiera al texto en la condición de
conocidos personajes anteriores; el caimán, testimonio o de ficción. La ficción es testi-
con un coro de voces narrativas que dificul- Socorro); son presentadas, sin ningún privi-
tan entender la trama según una secuencia legio, junto con la descripción de la casona
lineal. Esto indica la dificultad de comentar o de los personajes, con la batalla campal
a Sarduy, pues el comentario tendría que entre caballo y caimán (que era el título
evitar la producción de un meta-texto que tentativo de la novela), con la farmacopea
subordine las permanentes digresiones terapia que caimán le aplica a Siempreviva,
enunciativas en sus novelas. Éstas se resisten y con los fragmentos del cosmólogo.
a una lectura lineal porque difícilmente
La primera imagen de la novela deja entrever
hay un plano narrativo central, y la trama
un plano de convergencia entre potencia-
siempre aparece cruzada por detalladas
lidad y agotamiento. Se trata de los atletas
descripciones ornamentales. En Cobra, por
que corriendo en la playa, hacen relucir
ejemplo, el personaje central sufre varias
sus cuerpos sudorosos. Desde aquí Sarduy
metamorfosis, viaja y se desplaza, fallece
comienza su descripción de la casona como
y reaparece después, adulterando la más
un edificio antiguo, de altos muros, que
mínima lógica secuencial. Así, no habría
sirve como sanatorio o lugar de reclusión
una trama central en Pájaros de la playa,
de los enfermos. De estos últimos Sarduy
una historia a la que se pudiese echar mano
comenta: “[N]o eran viejos caquéxicos,
para referir, ilustrar o ejemplificar una idea.
Habría que leerla tal cual se nos da, en su amarillentos y desdentados, las manos tem-
condición de novela capitular, pero subordi- blorosas y los ojos secos, los que, envueltos
nada a la secuencia impuesta por múltiples en anchas camisolas, estaban sentados en los
anotaciones fragmentarias. O, cuestión que bancos de hierro adosados a las paredes del
es lo mismo, las andanzas de Siempreviva y pentágono; eran jóvenes prematuramente
las alusiones a su juventud (de Siempreviva, marchitados por la falta de fuerza, golpeados
de Sarduy, tanto el capítulo ocho como el de repente por el mal” (920). De esta forma, 231
catorce apelan a una historia que habría al comienzo del segundo capítulo aparece la
ocurrido cuarenta años atrás) sus relaciones primera alusión al SIDA: “el mal”.
eróticas con caballo, su ingreso y fuga del De Siempreviva se nos entrega la siguiente
sanatorio, su deambular, medio loca, por descripción: “Siempreviva era una verda-
las playas hasta perderse en el mar y ser dera anciana, y no una joven avejentada,
rescatada por las gemelas albinas (Auxilio y garabateada en la cara por la senectud del
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mal. Tenía el pelo lacio, teñido con zana- Al comienzo del capítulo seis, aparece una
horia y alheña; las cejas, perfectas curvas, imagen intertextual, cuyo contexto es la
recalcadas de negro brillante, los párpados impresión que caballo causó sobre Siempre-
plateados y la boca Art Déco” (925). Ella viva: “[l]o imaginó envuelto en un círculo
ingresa al hospital, y la misma escena de su de animales que se devoraban unos a otros.
llegada sirve para poner de manifiesto la Un caimán verdoso y voraz se atragantaba
inutilidad del ornamento: “[Siempreviva] con una cobra que ondulaba en las manos de
se había instalado, como en un hotel de un dios indio [Maitreya], ésta se tragaba a un
lujo, en la casona colonial. Había expedido colibrí ingrávido en el aire sobre un terrón
sus muebles y traído, para su reclusión de azúcar, y el pájaro a su vez, atraído por
benigna, toda su panoplia cosmética. Y su la fosforescencia, ingurgitaba de un solo bo-
colección de Harper’s Bazaar” (925). Como cado a un cocuyo” (936, cursivas nuestras).
si ella ignorase que su reclusión, su estadía, Texto en el que comparecen, alusivamente,
era definitiva. Como si pudiese ignorarse las novelas anteriores del autor. Como si a la
que la enfermedad –el mal, como lo llama casona concurriesen Siempreviva, el cosmó-
Sarduy– opera mediante un desnudamiento logo, el arquitecto de la isla, los enfermos,
radical, volviendo superflua cualquier ape- los otros personajes ya conocidos, y toda
lación ornamental. la obra de Sarduy, como si el mal fuera el
pre-texto para una comparecencia generali-
A la vez, la relación entre Siempreviva y el
zada de su obra, de sus personajes, de sus
caballo sirve para exacerbar, en clave narrati-
énfasis, al dispositivo de la enfermedad. Por
va similar a las declaraciones del cosmólogo,
supuesto, no estamos sugiriendo que haya
la sensación de cansancio que corroe toda
algo así como el sistema-Sarduy, cuya cul-
la novela; así, ella cuenta: “[m]e untó de
232 su saliva. Sentí su asco al contacto de mis
minación, elaborada y premeditada, esté en
esta novela, gracias a un meticuloso ejercicio
arrugas, de las manchas rugosas y oscuras
escritural. La comparecencia de Sarduy y
que me cubren, de mis venas visibles e
de su obra a la casona, y a la experiencia de
indolentes, sin el golpetazo brutal del flujo
la enfermedad, por de pronto, indisponen
morado y espeso, arroyos empantanados,
tal hipótesis. Por el contrario, la intertex-
muertos” (930).
tualidad de esta novela, sus referencias a
Severo Sarduy: extenuación, enfermedad y muerte neobarroca / Sergio Villalobos-Ruminott
las novelas, poemarios y ensayos anteriores mal, los padecimientos y achaques que éste
(La simulación [1982], Big Bang [1974], La implica, y varias reflexiones que desbordan
nueva inestabilidad [1987], etcétera) mues- su contexto inmediato. El cosmólogo está
tra no un final fríamente planeado sino una obviamente enfermo, y no será necesario
desilusión sin contrapeso: enfatizar las relaciones entre Sarduy y la
Perdí. Aposté al ser humano. Creí que en él había cosmología cuando se sabe de los intereses
una parte de Dios. Hoy me encuentro enfermo que éste tenía en ella y que lo llevaron a
y sólo.
Al menos algo cierto habrá quedado de todo esto: escribir un par de tratados: el poemario Big
la desilusión (978). Bang y el ensayo Nueva inestabilidad. Así,
Una desilusión que quisiésemos pensar se nos indica:
como no-humanista, ya definitivamente Estar enfermo significa estar conectado a distintos
en retirada del moderno investimiento en aparatos, frascos de un líquido blanco y espeso
como el semen, medidas de mercurio, gráficos
la conciencia o en el cuerpo. Una desilu-
fluorescentes en una pantalla [...] Los astrónomos
sión que marca la extenuación absoluta de veían cuerpos celestes, esferas incandescentes
cualquier intento refundacional que bus- o porosas, recorridas por cataclismos de nubes
case recuperar la trama, para dotarla de un carbónicas, rodeadas de anillos, esplendentes o
vidriosas; para los cosmólogos fue como para los
sentido que trascienda la facticidad misma enfermos: nos conectaron con aparatos en que
de la muerte, de su experiencia literaria: la los astros son cifras que caen, invariables y parcas
descripción de la enfermedad. noticias del universo (955).
Por otro lado, más allá de las escaramuzas El cuerpo del enfermo no sólo está co-
que se desarrollan en la novela, la importan- nectado a muchas máquinas, sino que se
cia de los fragmentos reunidos en los diarios convierte, mediante la operación del cui-
del cosmólogo, dotan a la narración de una dado de sí, en una maquina de precisión:
cierta desazón, de una cierta pasividad radi- “[c]ortarse las uñas, y aún más afeitarse, se 233
cal que puede ser equiparada al desasosiego convierten aquí en una verdadera hazaña de
de los personajes existenciales de la novela exactitud, a tal punto es grande el miedo a
moderna, pero sólo una vez que se lea a herirse, a derramar el veneno de la sangre
esta imaginación literaria a contrapelo de sobre un objeto, sobre un trapo cualquiera
su recepción epocal. En estos fragmentos
6
que pueda entrar en contacto con otra piel”
se encuentra la más cruda descripción del (956). Las posibilidades de comentar en
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extenso este texto, de ponerlo en relación Y este mismo cuerpo, que puede ser celebra-
con la descripción de la peste que, por do en su exacerbación, en su retombée trans-
ejemplo, Foucault nos da en La historia de gresiva y deseante, que se ha transformado
la locura en la época clásica (1961), o con en fetiche de un nietzscheanismo juvenil
la configuración biopolítica de la mirada todavía humanista, este cuerpo que se des-
médica y del surgimiento del hospicio en El plaza y reinventa con y como escritura, com-
nacimiento de la clínica (1963), son obvias. parece finalmente a su propia extenuación,
Aún así, deberá notarse una diferencia, transformándose en una especie de enemigo
pues las epidemiologías y operaciones de interior, de explosivo cronometrado que
reclusión que se constituyen en el surgi- no se detiene: “[e]l cuerpo se convierte en
miento de la episteme moderna, llegarían un objeto que exige toda posible atención;
ahora a un momento de plena realización. enemigo despiadado, íntimo, que sanciona
En todas ellas, lo que se produce junto con la vida la menor distracción, el receso
con la individualización del sujeto es su más pasajero” (975).
sujeción por medio de dispositivos espe-
Sin embargo, a pesar de que en el capítulo
cialmente señalados para segregar, inscribir
dieciséis acaece la muerte del arquitecto, “el
y ordenar a las poblaciones y a las personas.
verdadero escultor de la isla”, no sería fácil
Pero en todas ellas, convivía el dispositivo
sostener que la muerte hace presencia en la
anatomopolítico y biopolítico con las
trama. La muerte es pensada, elaborada y
hipotecas e investimientos en el hombre
asumida, con desilusión e incluso es busca-
como eje conformador de tales prácticas.
da por Siempreviva, antes de ser rescatada
Se trataba de una administración de la
desde un barranco en los alrededores de la
enfermedad. Pero hoy, la configuración de
casona. Pero, en cuanto tal, la novela no
saber que está en la base del SIDA, opera
234 como sentencia de muerte anticipada que
escenifica sino reflexiones en torno a ella,
en las cuales Sarduy –citando La inteligencia
señala, sin equivocación, la fecha precisa
mística de Juan Baruzi, o al poeta portugués
del deceso. Se trata de una administración
Vergílio Ferreira–, la concibe como una
de la muerte en la que se suspende su
solución posible al padecimiento: “[e]l ver-
condición inanticipable. En este sentido,
dadero infierno consistiría en que hubiera
habitamos el acontecimiento del fin del
algo –cualquier cosa que fuera– después de
acontecimiento.
Severo Sarduy: extenuación, enfermedad y muerte neobarroca / Sergio Villalobos-Ruminott
la muerte, en que esta no fuera una cesación, y desenlaces que tornaré a contaros. Si la
un reposo total (968). La muerte no llega, Pelona [la muerte], siempre presta a golpear,
incluso cuando ya está sentenciada, se de- me concede una tregua” (999).
mora, se mantiene en reserva, aunque todo
Entonces, ¿qué es lo que desfallece junto
el texto esté escrito bajo la insobornable
con Sarduy y con el cosmólogo? ¿Qué es lo
certeza de su pronta ocurrencia, se demora,
que esta novela hace desfallecer, más allá de
dejando morar a Sarduy, y a sus personajes,
la obvia certeza de la muerte de su autor?,
en un extraño interregno. Extraño porque
¿cómo es posible entrar en relación con
aún cuando se sabe de su pronto venir, no se
esta obra de Sarduy, tan ajena a su lectura
puede determinar con exactitud su acaecer.
epocal? Y, después de todo, ¿cuál es la no-
El SIDA es una sentencia de muerte, pero la
relación de herencia que nos impone este
escritura, en la novela de Sarduy, funciona
texto? ¿Cómo entrar en relación con él, sin
como su extenuada interrupción. Suspensión
repetir el artilugio crítico de devolverla a
no de la muerte, sino de su sentencia.
una historia referencial de la cultura? Es-
Debemos ser muy cuidadosos en este punto, tas preguntas interrogan la relación entre
no se trata de una interrupción diseminante, literatura como evento material, y muerte
ni de una interrupción afirmativa; por el como finitud no dialectizable. Sin embar-
contrario, se trata de un padecimiento para go, dicha finitud también comparecería
el cual se hace necesario comprender que el hoy ante la elaboración de un sofisticado
SIDA no sólo es el nombre de una enferme- dispositivo, que se presenta novedosamente
dad, sino un dispositivo de administración bajo la producción de un cierto saber sobre
de la muerte. Frente a ello, la literatura la muerte. Todo ello nos enviaría a una in-
de-sujetada de su condición disciplinaria, terrogación de las condiciones de extenua-
convaleciente de la enfermedad terminal ción de la economía moderna del sentido, 235
de su inscripción moderna, podría devol- advirtiéndonos de un insobornable agota-
vernos su expropiada indeterminación. La miento. La imaginación literaria (sólo en
novela concluye su capítulo veinte con una cuanto forma histórica de la imaginación),
muy rápida alusión a las posibilidades de una vez expurgada su función ideológica
desarrollar un desenlace otro, más allá de la y su promesa emancipatoria, nos envía,
apertura constitutiva de la trama: “[e]nlaces inevitablemente, a la mundaneidad sin
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que le resta eventualidad a su acaecer, está podía aparecer para Nietzsche como inte-
la clave de configuración de la inmunología rrupción afirmativa de la salud, ahora en
contemporánea, pues ya no sería necesario cambio, el SIDA trasciende la transvalora-
repetir la amenaza hobbesiana del hombre ción nietzscheana, obligándonos de paso a
como predador del hombre; habría que preguntar si dicha transvaloración como tal
reformularla para hacer comprensible cómo no ha sido plenamente realizada en un con-
es la vida misma la que tiende a ser autodes- cepto post-humanista de cuerpo. De cual-
tructiva. De esta manera, la determinación quier manera, el SIDA no sería simplemente
de la vida y la consiguiente administración una interrupción afirmativa o negativa de la
del momento de la muerte –su señalamien- vida, sino que es su extenuación radical, la
to, su anticipación– vuelve a instalar un determinación del instante de su cesura.
plano meta-físico cuya particularidad viene
SIDA, extenuación y cesura entonces, aparecen
dada por su total focalización en el cuerpo
como instancias que interrumpen lo que,
(en cuanto inteligible biológico). Con ello,
tomando una noción derridiana [1981],
todos los investimientos vitalistas en la
podríamos llamar la economimesis7 moder-
corporalidad, comparecen ante la dramática
na, mostrando con ello que el recurso a la
extenuación que produce el contagio.
producción deseante, todavía concebida al
Si la nueva articulación biopolítica hace interior de la imaginación vitalista, no escapa
aparecer la inmunidad como condición a la efectiva inmunología contemporánea. Y
de la misma comunidad, entonces no sólo ello es muy significativo desde el punto de
el cuerpo queda radicalmente politizado vista de la lectura estándar de Severo Sarduy,
[aunque esta politización funcione inme- quien ha sido frecuentemente asociado a la
diatamente como des-politización, como productividad rutilante de la imaginación
biologización], sino que precisamente por barroca: el elogio de la diseminación, la des- 239
esta valoración operada por una política territorialización del sentido, la metamorfosis
plenamente orientada a la “vida misma”, el infinita de sus personajes y la adulteración
cuerpo no puede seguir funcionando como de las relaciones significantes lineales en sus
argumento para un vitalismo que enfatiza obras. Por ello, pensar la imaginación literaria
las emanaciones significantes como crítica en retirada de los énfasis de la crítica moder-
al poder. Por ello, si la enfermedad todavía na, en tiempos de biopolítica e inmunología
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extendida, conlleva una desistencia con res- acontezca su muerte. Y la muerte llega
pectos a las formas en que se ha pensado a la sin acontecer, pues Valdemar o su cuerpo
comunidad moderna, conlleva la pregunta atado al interregno de la no-vida y la no-
por la posibilidad de un comunismo que muerte, permanece impertérrito, por seis
no sea sino el debilitamiento permanente meses, hasta el momento en que P., después
de cualquier pretensión de soberanía, un de titubear por un largo tiempo, decide
comunismo que habite en el límite de cual- despertarlo de la hipnosis. Pero el mismo
quier trampa teológica o antropológica, un despertar es imposible cuando la muerte
comunismo de la forma sin figura y de la parece haber acontecido, aunque demore
imaginación sin imagen. su presencia, pues su huella, la única noticia
que de ella tenemos, aún no se ha expresado
Demeure: morar en la demora de la como cadáver.8 El señor Valdemar ha estado
muerte
ahí, postrado e inconsciente, en su lecho
De una cosa si estamos ciertos: no hay saber de muerte y, apenas hablando, suplica que
del más allá. El habla misma cesa cuando su le dejen morir... (De la dificultad de morir),
habitar en este espacio se diluye con el paso pidiendo que la muerte, por fin, acontezca
final. No hay posibilidad de una voz del más y se retire dejando la seña de su paso:
allá, aunque toda nuestra actividad consista Mientras ejecutaba rápidamente los pases hipnó-
en darle sentido a esta cesura. (Por lo mis- ticos, entre los clamores de “¡Muerto, Muerto!”,
mo, historiografía y espectrología convergen que literalmente explotaban desde la lengua y no
desde los labios del sufriente, bruscamente todo su
en la interrogación del pasado, difiriendo en
cuerpo, en el espacio de un minuto, o aún menos,
el grado de su ventrilocuismo). se encogió, se deshizo... se pudrió entre mis manos.
Sobre el lecho, ante todos los presentes, no quedó
La verdad sobre el caso del señor Valdemar, más que una masa líquida de repugnante, de abo-
240 famoso cuento de Edgar Alan Poe, sirve minable putrefacción (Poe 1970, 126).
para ejemplificar los peligros que conlleva
el intento de saber sobre la muerte, de os- Así pues, la muerte aparece como límite
tentar un saber sobre su insólito misterio. absoluto, inapropiable e incognoscible, es
Recordemos que Valdemar, un tuberculo- decir, como límite de toda sustantivación de
so terminal, acepta la propuesta de P. de la voz y su huella. Cuando Heidegger piensa,
ser hipnotizado momentos antes de que en Ser y Tiempo ([1927] 1997), la muerte
Severo Sarduy: extenuación, enfermedad y muerte neobarroca / Sergio Villalobos-Ruminott
motivada por una dinámica de destrucción- de muerte alguna, secos habitantes de la eternidad
que, cuando el fin se aproxima, son remitidos
creación (trascendencia y emanación). Si la
por los herederos a sanatorios o a hospitales (El
muerte apunta a una negatividad radical, narrador, [1936] 1986, 198).
ésta no puede ser dialectizada e incorporada
a la interioridad de la historia, ésta sería el La remisión de la muerte al sanatorio o al
cese de la historia, el fin de la narración. La hospital está relacionada con la remisión de
obra, en tal caso, no viene dictada al genio la literatura al nicho universitario. La muerte
por la naturaleza, para producirse como de la narración, para Benjamin, anticipa la
segunda naturaleza, ajustada desde siempre emergencia de la novela burguesa indivi-
a las reglas de la economimesis, y tampoco dualista; la muerte en la narración, para el
sería posible leerla como prueba de la sub- cosmólogo, precede la extenuación definitiva
sunción de la naturaleza a las dinámicas del del momento burgués en literatura, expul-
despliegue del espíritu absoluto. La obra, sándola de su cómodo nicho universitario
des-obrando su inscripción funcional sería, en hacia un insoportable afuera. Por ello, en la
novela de Sarduy, salir de la casona es aven-
cambio, el testimonio de la cesura. Por ello,
turarse a un habitar sin inmunidad.
la última novela de Sarduy no está escrita en
tono festejante y adscrita a las andanzas del Por otro lado, si la “imagen mental” de la
Señor Barroco, es, más bien, su extenuación: voz es lo único que nos queda, cualquier
“[a]sumir la fatiga hasta el máximo: hasta intento de recuperación que la devuelva a
dejar de escribir, de respirar. Abandonarse. la presencia en cuanto corpus y en cuanto
Dar paso libre al dejar de ser” (964). cuerpo, es decir, en cuanto canon (por muy
tercer mundista que éste se quiera), no
En cualquier caso, este fin de la narración ya
responde sino a una obstinada voluntad
habría sido destacado por Benjamin, quien
reconstructiva. Por ello, la insoportabilidad
242 reflexionando sobre el desplazamiento del
de la muerte, de su indeterminable aconte-
narrador por la novela burguesa, menciona cer, nos impone la infinita elaboración de
la reclusión y privatización de la experiencia mediaciones culturales, ropajes y accesorios
colectiva que implicaba el fallecimiento: con los que opera el investimiento en la
Antes no había casa, apenas si alguna habitación, cultura, en la literatura. Estar a la altura
en que no hubiese muerto alguien... Hoy los de la facticidad es, por de pronto, des-(in)-
burgueses viven en habitaciones que están puras
vestirse, es renunciar tanto a la mimesis
Severo Sarduy: extenuación, enfermedad y muerte neobarroca / Sergio Villalobos-Ruminott
culturalismo). Se trata de un tour de debilita- sino que, y de manera mucho más compleja,
miento, que afecta los énfasis productivistas para llamar la atención sobre nuestro extra-
y re-significantes (retombée y neo-barroco), vío de la verdad. Pues moramos en la demora,
pero a la vez, remite la sentencia de muerte sin tiempo, sin anticipación, de la muerte.
a una situación de interregno. 10
De esta forma, la muerte como inevitable
Jacques Derrida (Demeure, 2000) –poco acaecer, en la medida que funda nuestra ex-
antes de morir– ha insistido en la impo- periencia mundana, y avisa de nuestro arro-
sibilidad de determinar el instante de la jo a la temporalidad –a la intemperie que
muerte (el mío, el del otro), como si alguien Blanchot llamó “el afuera”– es también la
pudiese decir: “estoy muerto”. Y, sin em- confrontación (polemos) con su inexorable,
bargo, si puede decirse esto: “voy a morir”. pero inanticipable acontecer. Es la muerte
Es precisamente sobre esta “conciencia” la que nos precipita a la verdad, pues sólo
del morir que se hace plausible la hipnosis hay verdad de la muerte y no, verdad en
del señor Valdemar, pero también, se hace ella. Y, sin embargo, la desnudez absoluta
verosímil una relación literaria con el pro- en la que estamos, conlleva la gravedad de
ceso de fallecer: la enfermedad. Y esto es así la mentira: contarse cuentos.
porque Derrida, comentando a Blanchot, Decíamos al comienzo de este texto que
habita la demora, el retardo del instante de el cosmólogo padece de una lucidez ma-
la muerte, como si el condenado lograse, terialista, para la que cualquier medicina
a último momento, escabullirse, no de la queda evidenciada como parte de la en-
muerte sino de ese instante injustamente fermedad, su lucidez interrumpe la lógica
sentenciado. Demeure, demorar y morar el diseminante del phármakon (escritura), y
instante de la muerte, antes de que ésta se nos deja confrontados radicalmente con
244 ejecute, antes de que acontezca, cuando ya la facticidad del SIDA. Alexander García
ha sido dictaminada. Parece un cuento. Pues Düttmann (At Odds with AIDS, Thinking
Derrida, otra vez, desplaza y malogra las and Talking About a Virus, 1996) advierte
rígidas fronteras que separan el testimonio sobre una cierta desnudez radical, cuando
de la literatura, la verdad de la ficción. Pero pone en escena las paradojas de la enferme-
no sólo para mostrar la ficcionalidad de la dad: “saber que te vas a morir” y “antes de
verdad o la testimonialidad de lo literario, tiempo”. Siempre “antes de tiempo”. Tanto
Severo Sarduy: extenuación, enfermedad y muerte neobarroca / Sergio Villalobos-Ruminott
estar-ahí-sin-ser-uno. La posibilidad de una que cada personaje sigue un declive irreversible ha-
cia su caquexia, hacia su desencarnamiento final:
política por venir, no sujeta al imaginario la enfermedad atrofia y reseca los músculos, que
de la ruptura ya agotado, ni subordinada a caen bajo los huesos, como trapos” (981).
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- González Echeverría, Roberto. La ruta de Severo nada hay de antropomórfico ni de antropocéntrico,
Sarduy. Ediciones del Norte, Hanover, 1987. y no da lugar a ningún devenir-humano de lo divino.
- Guerrero, Gustavo. La estrategia neobarroca. Edi- La comunidad será desde entonces el límite de lo
ciones del Mall, Barcelona, 1987. humano y también de lo divino” (18-19).
- Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. Jorge Eduardo
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Creo que el énfasis en la performance transgenérica y
Rivera (Traductor). Editorial Universitaria, S a n- en la producción deseante, desde el barroco tradicio-
tiago, 1997. nal al neobarroco caribeño y el neo-barroso del Río de
la Plata adolece, por lo mismo, de un antropologismo
- Hobbes, Thomas. Leviatán, 2 vol. Sarpe, España, de suyo ya capitalizado por la biopolítica contempo-
1984. ránea. Lo mismo puede decirse de las utopizaciones
- Lemebel, Pedro. Loco Afán. Crónicas de sidario. tecno-identitarias del cuerpo andrógino y del in-
LOM Ediciones, Santiago, 1996. consciente como “maquina deseante” –que se deben
Archivos 2/3 2007/8 Dossier: Mímesis y política
más a la traducción circunstancial del AntiEdipo de que, todavía habitada por las nociones modernas de
Deleuze y Guattari y a los énfasis de la academia autor, obra, función, tradición, canon e identidad,
norteamericana, que a ellos mismos. La desistencia sigue interrogando la escritura como Literatura, y
con respecto a los énfasis humanistas y vitalistas nos sigue evaluando –midiendo– el valor de una obra
permitiría atisbar un pensamiento post-enfático, un según su potencial representacional –su realismo o
pensamiento ligado a la posibilidad de lo que con testimonialidad– o según su potencial expresivo –su
Nancy hemos llamado “comunismo literario”, ya en experimentalismo o vanguardismo. Leer a contra-
retirada de cualquier refundación soberana –prefor- pelo de esto requiere des-obrar (désoeuvrement,
mativa y andrógina– del sujeto, y sus derivaciones en Blanchot) las categorías de la crítica moderna.
la insistente cuestión de la identidad. 8
Si el cadáver es la huella de la muerte, entonces
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Para todos los efectos, esta es la edición que hemos habría una dimensión desconocida del interregno
utilizado aquí. asociada a la muerte sin cadáver. Como si fuera
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En tal sentido, la primera sección en la edición posible matar sin huella. En las post-dictaduras
Archivos, llamada Autorretratos, y que reúne sus latinoamericanas, aquellas marcadas por una
trabajos de carácter autográfico, pone en escena la conminación institucional a hacer el duelo por los
forma de des-referencialización con la cual Sarduy se detenidos desaparecidos, dicho duelo se encuentra
opone a la posibilidad de una conversión inmediata en permanente estado de suspenso, toda vez que el
de su obra a los parámetros de la crítica biográfica extravío del cadáver, su brutal asesinato e insensible
o psicologista. Por ello las diferencias entre auto- desaparición, demoran la clausura de una insopor-
biografía y autografía, si bien todavía requieren una table espera, prolongando el rapto y el dolor en
extensa explicación, son, sin embargo, constitutivas una suerte de hipnosis colectiva que se reconoce en
de una estrategia escritural que quiere adulterar la las peroratas de la “imposible” reconciliación. No
pretenciosa unidad de voz, conciencia y cuerpo, que se puede pedir perdón, tanto como no se puede
constituirían al sujeto cartesiano moderno. Suerte otorgar, en dicho interregno. El nudo está abierto.
de descentración radical (que va de Marx y Freud 9
Todavía pareciera necesario insistir en la centralidad
a Lacan), la autografía es la producción de efectos de la obra de Sarduy para la elaboración de esta
corporales de superficie, sin interioridad psíquica ni lectura reflexiva. Ella viene dada no sólo por la
síntesis trascendental, y que se manifiesta, en cuanto relación entre literatura y SIDA en su última novela,
cicatriz, sobre la piel y sobre la página. Ver El cristo sino por el lugar de esta novela y sus implicancias
de la Rue Jacob, en la edición Archivos (1999). para la lectura epocal de Sarduy y de la literatura
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Por lo mismo, la infinidad de referencia cruzadas con regional (neobarroco, post-Boom, neo-barroso
la tradición literaria occidental, hacen del problema del Río de la Plata en Perlongher, Echavarren,
en cuestión (la figuración de la enfermedad, la etc.) Otros ejemplos posibles están dados por la
muerte, etc., todos momentos de la extenuación) un breve novela del escritor peruano-mexicano Mario
asunto no privativo de la literatura latinoamericana: Bellatin, Salón de Belleza (2000), cuya descripción
pienso en la respiración entrecortada de Pereira, no-adjetival del padecimiento y su paralelismo entre
en la novela de Antonio Tabucchi; los fragmentos el marchitamiento de los enfermos y la muerte de los
sobre la gracia de Simone Weil; la metamorfosis y peces en los acuarios que adornan el salón, resulta
el hambre en Franz Kafka; el problema del cáncer de extrema pertinencia. Una versión liviana, con las
en Tiempo de Silencio, de Luis Martín-Santos; las particularidades tragicómicas de la crónica urbana,