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I Conferencia de Christophe Dejours sobre “Sublimación: entre el placer y el sufrimiento

del trabajo”, en Facultad de Psicología de la UNR. Mayo 2013.

http://teroaliaga.blogspot.com.ar/2013/06/christophe-dejours-conferencia-i.html

https://www.youtube.com/watch?v=G53OU5fxoLo

Buenas tardes a todos y todas. (Habla Esteban Fridman, Secretario de Extensión de la Facultad de
Psicología, Rosario). Estamos muy contentos de estar hoy aquí contando con la posibilidad de
escuchar e intercambiar ideas con Christophe Dejours a quien agradecemos profundamente que
pueda estar estos días aquí en Rosario en nuestra Facultad. Como ustedes saben Christophe
Dejours es psiquiatra y psicoanalista, profesor del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios y
Director del Laboratorio de Psicología del trabajo, en Francia. Esta actividad la enmarcamos en una
apuesta política que intenta producir debates que consideramos necesario dar en la universidad
pública. Desde el equipo de gobierno de la Facultad, hacemos propia la consigna creada por el
movimiento estudiantil en los años ’90: “No hay excelencia académica sin compromiso social”. Y
es en este sentido que consideramos muy importante lo que podamos aprender y debatir durante
estos tres días. Nuestra universidad pública aun tiene el formato, hasta legal, de una producción
de conocimientos mercantilizada y elitista producto de las avanzadas que el neoliberalismo
produjo sobre ella. Y de ahí que sea tan difícil romper el esquema de la universidad aislada de los
problemas sociales de las mayorías. En un mundo donde aun se escuchan tesis del tipo sobre el fin
del trabajo, la producción de Dejours nos permite resituar la centralidad del mismo. Entendemos
que esto es estratégico para quienes nos asumimos como parte de esa mayoría de mujeres y
hombres que pertenecemos a la clase que vive del trabajo. Esa mayoría que provocará la igualdad
como nos decía hace unos días el Rector de la Universidad Nacional de Rio Cuarto, Marcelo Ruiz, al
conmemorarse un nuevo aniversario del Primero de Mayo. En un mundo en crisis y ante las
transformaciones en la organización del trabajo que siendo una tecnología de dominación, que
históricamente sirven de modelos para las nuevas formas de organización de nuestra sociedad y
que han producido profundas transformaciones en la subjetividad, Dejours hace trabajar al
Psicoanalisis, en el sentido laplanchiano, que no es, como decía, el mismo, solamente re trabajar,
desmontar, disponer de otra manera. Es sin duda, hacer reaccionar algo, agudizar sus
contradicciones para hacer rendir el alma de esas contradicciones. Hace un tiempo leíamos un
texto muy breve de Dejours llamado Laplanche, psicoanalista donde comienza diciendo que por
un guiño del destino Jean Laplanche murió un 6 de mayo en Dijon, el día del nacimiento de Freud.
Como hoy justamente es 6 de Mayo, a un año de la muerte de Laplanche, vaya nuestro
reconocimiento y el compromiso de hacer trabajar la obra, despojándonos de los dogmas y sus
modas especiales y comprometidos con el desafío de aportar herramientas para aliviar el
sufrimiento humano. Antes de dejarlos con Dejours quisiéramos agradecer a la Embajada de
Francia y a los compañeros de la revista y editorial Topia por haber posibilitado esta actividad. A
Diana Tabaccó (corregir), a Mario López, a Cecilia Grecca por ayudarnos con la traducción durante
todo el día. Y a Marcela Gianni que tiene la compleja tarea de interprete. Los dejamos con Dejours
y lo que tenemos pensado es un esquema, el va a desarrollar su conferencia, hacemos un break,
un corte de unos 10/15 minutos y volvemos para las preguntas y el debate que se pueda dar.
Asique bueno, bienvenidos y gracias a todos por su presencia. (Aplausos).

Quisiera primero agradecerles por haber organizado esta reunión en esta Universidad tan
prestigiosa, la primera Universidad de Psicología en Argentina. Quisiera saludar en esta ocasión a
la señora Decana que está aquí adelante. También quería agradecer a Esteban (Fridman) que nos
recibió muy cálidamente, hoy. Ya empezamos a trabajar al principio de la tarde. También quisiera
agradecer a… (a mi)… (Marcela Gianni) (Risas). Que va a trabajar y a quien voy hacer sufrir…
(Risas). Pero antes de empezar una palabra más, quisiera saludar la memoria de Silvia Bleichmar
que formó parte del entorno cercano de Jean Laplanche y con quien tuve la oportunidad de
trabajar varias veces en España.

Allí hacíamos reuniones con toda la comunidad internacional, interesados específicamente por los
trabajos de Laplanche.

La clínica del trabajo de la que voy a hablar esta noche, se desarrolló en Francia, primero, entre las
dos guerras. Pero sobre todo al final de la guerra y en los años siguientes, con el nombre de
Psicopatología del trabajo. Lo nuevo de esta clínica a partir de los años ’80, consecutivamente a
ciertos trabajos de investigación, que resultan del encuentro entre el Psicoanalisis y otra disciplina
que se llama Ergonomía, que es una disciplina que se consagra, específicamente a la esfera del
trabajo y a las relaciones entre el trabajo y el ser humano. Más bien, en las dimensiones
fisiológicas, en el campo de lo que llamamos condiciones de trabajo y un poco menos sobre las
cuestiones de las que vamos a hablar esta tarde. Y que justamente, los límites de la Ergonomía del
lado de la salud mental, un debate que comenzó en los años ’70. Y de allí emergió la nueva clínica
del trabajo. Entonces, al principio, solo nos interesábamos por las patologías ocasionadas por las
repeticiones y las limitaciones del trabajo pero, poco a poco, el campo se amplió mas allá de las
enfermedades mentales, para dedicarse a la investigación de los recursos síquicos movilizados por
los hombres y las mujeres que en su gran mayoría no se enferman, a pesar de los efectos
deletéreos[1] de las restricciones del trabajo. Entonces, esta mayoría, es la que está dentro de la
normalidad. Es la normalidad misma la que se convierte en enigmática. Cómo hacen para no
enfermarse, y es así como se descubrieron estrategias de defensa contra el sufrimiento en el
trabajo. Y en particular se puso en evidencia la construcción de defensas por el colectivo de
trabajo. Entonces, estrategias colectivas de defensa que no se conocían hasta ese momento en
Psicoanalisis. Y estas estrategias de defensa son extraordinarias, son muy numerosas y se ajustan
muy bien a cada situación de trabajo. No voy a insistir sobre esto. Porque después de la patología,
después de la normalidad, luego nos interesamos por las condiciones especificas, que permiten a
veces, acceder al placer en el trabajo. Incluso a la construcción de la salud mental, gracias al
trabajo.

En razón de la expansión progresiva del campo de la clínica del trabajo, una nueva creación fue
propuesta en 1992 que es, la psicodinamica del trabajo, para reunir todas estas investigaciones
que van desde el sufrimiento hasta el placer en el trabajo, desde las patologías mentales hasta el
desarrollo de sí mismo por el trabajo. Esta clínica es de una gran riqueza y de extrema diversidad.
Y además es una clínica evolutiva porque el mundo de trabajo cambia y la clínica también cambia.
Porque las defensas se deben ajustar a las nuevas formas de organización que aparecen, con la
evolución de las modalidades de organización del trabajo. Es entonces un campo clínico inmenso
cuya descripción no terminaría nunca, entonces, ustedes tienen trabajo delante de ustedes. La
psicodinamica de trabajo no es solamente una disciplina clínica, también es una teoría centrada
sobre el análisis de la Etiología, es decir de los procesos que causan la aparición del sufrimiento en
las patologías, tanto como, en la formación del placer o de la salud en el trabajo. Porque es muy
complicado comprender, por qué el trabajo se puede convertir en un mediador de la salud mental.
Una de las tesis principales de esta teoría se formuló bajo el nombre de centralidad del trabajo
para la subjetividad.

Durante mucho tiempo fue ignorado, incluso, dejado de lado en el Psicoanalisis. Esta
Psicodinámica de Trabajo se desarrolló sobre todo gracias a la confrontación con otras disciplinas
que no son entonces del Psicoanalisis. La Ergonomía, primero, la Medicina del Trabajo, después,
en un segundo momento, la Sociología, sobre todo con dos ramas de la Sociología, la Sociología de
Ética y la Sociología de la división sexual del trabajo. Digamos, Sociología de género para hablar un
poco un lenguaje más contemporáneo. Luego la confrontación se hizo con la Antropología y luego
con la Filosofía sobre todo con la Fenomenología, mas precisamente con la Fenomenología de
Michel Henry que viene luego de Maurice Merleau-Ponty. Esta es una rama de la Filosofía, la otra
rama es con la escuela de Frankfurt. Donde hay un debate prolongado que comenzó hace más o
menos diez años. Y más recientemente, la Psicodinámica del Trabajo que está en confrontación
con el Derecho, porque el Derecho también debe evolucionar para integrar las nuevas preguntas o
cuestiones planteadas por la salud mental del trabajo. Que preocupaba a los juristas hasta una
época reciente. Y aun más recientemente, se abrió una investigación científica entre
Psicodinámica de Trabajo y Economía. Entonces, toda esta discusión interdisciplinaria, se realizó
más o menos durante 30 años, clínicos psicoanalistas.

Recién, desde hace dos años, por lo tanto es muy reciente, las escuelas de Psicoanalisis, se abren a
la cuestión del trabajo. En Francia primero pero también en diferentes capitales europeas, en
Canadá, en Brasil, y tal vez también, en Argentina. Esta nueva coyuntura esta sin duda en relación
con el hecho de que hoy en día muchos psicoanalistas reciben pacientes cuya situación inicial
tiene que ver específicamente con el sufrimiento en el trabajo. Entonces como dar lugar a una
problemática de trabajo cuando se vaya, cuando uno toma como punto de partida, el corpus del
método psicológico freudiano.

Para responder a esta pregunta, lo mejor sin duda es comenzar, por el análisis de aquello que en el
trabajo, convoca a la subjetividad. Una de las guías posibles es examinar lo que la Psicodinámica
de Trabajo, después de este largo camino de 30 o 40 años, podría aportar a la teoría de la
Sublimación, en la etapa en la que Freud la dejó. Entonces voy a entrar en este tema mismo
comenzando por este punto preciso que en la tradición se opone corrientemente: el trabajo de
concepción por un lado, al trabajo de ejecución por el otro lado. El trabajo de concepción pasa
como más noble que el trabajo de ejecución que sería simple y vil. Esta distinción entre ambos no
es falsa, pero hay que subrayar, que en realidad no existe trabajo de ejecución si, por este
término, queremos designar una actividad organizada por una estricta obediencia a prescripciones
formuladas por los ingenieros de concepción.

Todos los que trabajan giran alrededor del reglamento, no siguen las reglas de procedimiento,
transgreden las órdenes y mienten o engañan o hacen trampa con las consignas. Nadie respeta las
órdenes, en ninguna parte. No solamente por un gusto inmoderado de resistencia o
desobediencia, pero también las personas engañan o hacen trampa mas corrientemente para
hacer bien las cosas. Y esto porque el trabajo concreto no se presenta nunca exactamente como lo
prevén los conceptores y los organizadores.

Siempre hay imprevistos, desperfectos, disfuncionamientos, incidentes, en todo trabajo. Lo que


está prescripto, lo que llamamos en economía la tarea, (tarea, tarea, repite Dejours y hay risas), lo
que hacen los trabajadores, concretamente es diferente de la tarea, y es lo que llamamos la
actividad.

Trabajar en resumen es ajustar constantemente, adaptar, hacer bricolaje[2], manualidad,


(rebuscárselas con manualidades). Aquel que no sabe engañar o a hacer trampas o que no se
anima, es mal profesional, porque aquel que se limita a la ejecución estricta de las prescripciones y
a las ordenes, no hace otra cosa que lo que llamamos huelga de celo o trabajo a reglamento.
Entonces si las personas son obedientes, ninguna empresa, ninguna taller, ninguna organización,
puede funcionar si las personas se limitan a la ejecución de los procedimientos oficiales. Incluso un
ejército donde los hombres respetaran u obedecieran las ordenes simplemente, sería un ejército
vencido. En el Ejército, se dice, no hay que obedecer solamente las órdenes, hay que interpretar
las órdenes. Es decir, hay que ser transversal. Si los enfermeros no ejecutaran rigurosamente las
ordenes de los médicos, habrían muchas más muertes en los hospitales, lo que justamente ellos
evitan gracias a su celo. De este enfoque del trabajo por medio de la Ergonomía, en la clínica de
trabajo, aparece que el trabajo es lo que hay que inventar y agregar de uno mismo, a las
prescripciones, para que funcione. Este celo del que hablamos no es otra cosa que lo que
llamamos el trabajo vivo.

Ninguna organización puede privarse de esto. El trabajo vivo es un término que hemos repatriado
en Psicodinámica de Trabajo, que había sido propuesto por Marx en sus primeros trabajos de
filosofía que estaban dedicados precisamente al estudio del trabajo. Lo que llamamos el joven
Marx, sobre a todo a partir de unos manuscritos de 1844, que también se llaman los Manuscritos
de Paris, porque fueron redactados en Paris. Lo que Marx decía a propósito del trabajo era que el
trabajo es vivo, individual y subjetivo. Los tres términos son de Marx. No sabíamos que Marx se
había interesado verdaderamente en las relaciones entre subjetividad y trabajo, porque la
herencia marxista olvidó un poco las primeras investigaciones de Marx, del Marx filósofo.
Entonces de este enfoque del trabajo desde la Ergonomía y la Clínica de Trabajo, surge que el
trabajo se presenta a nosotros fundamentalmente como un enigma, para ustedes como para mí.
El propio trabajo de ustedes es un enigma para ustedes. Y mi propio trabajo es un enigma para mí.
Que hay que agregar a las prescripciones para que eso funcione? Nunca lo sabremos por
anticipado y en gran número de casos hay que intentar francamente las soluciones. Entonces
aparece la pregunta: sobre la naturaleza de la inteligencia, está convocada aquí en el trabajo vivo.
Cuáles son sus resortes sicológicos. Es la razón de este compromiso de la Subjetividad, en el celo,
que el trabajo no puede nunca ser neutro con respecto al yo y con respecto a la salud mental.
Puede generar lo mejor y lograr que en algunos casos el trabajo se convierta en un mediador
esencial en la construcción de la salud. Pero también puede generar lo peor y conducir a una
enfermedad mental descompensada. En otras palabras, el trabajo no puede ser considerado como
un entorno. Eso, el trabajo como entorno, el trabajo como decoración en ese escenario, proviene
de teorías muy diferentes, de concepciones muy diferentes a las nuestras, y sobre todo son las que
dominan el mundo científico, a saber las concepciones del stress en el trabajo. De lo que yo les
hablo esta noche es muy diferente del estrés, el trabajo no es un entorno, el trabajo penetra
dentro de la subjetividad hasta lo más profundo de uno mismo y es por eso que el conocimiento
del trabajo, del trabajo vivo, es tan importante para el Psicoanalisis. El trabajo vivo es lo que el
sujeto debe agregar a las prescripciones para llegar a los objetivos. Siempre hay incidentes, como
ya les dije, disfuncionamientos, incluso en una central nuclear, donde podemos creer que es una
tecnología bien dominada, bien controlada, pero cuando ustedes estudian el trabajo real
descubren que la central nuclear no funciona como estaba previsto. Todo el tiempo hay incidentes
y felizmente que hay seres vivos que producen trabajo vivo para impedir los accidentes nucleares,
frente a los acontecimientos inesperados, imprevistos. Hay muchas fuentes de disfuncionamiento
en el trabajo ordinario, contra ordenes que vienen de la jerarquía, tampoco eso estaba previsto.
Perturbaciones que provienen demandas surgentes, formuladas por terceros. La falta o la falla de
los colegas con respecto a aquello a lo cual se habían comprometido, en las actividades de
servicio, que son cada vez más numerosas. También disentimientos del último minuto. Todas estas
anomalías, todos estos imprevistos es lo que llamamos lo real del trabajo.

Lo real, es lo que se da a conocer a quien trabaja por su resistencia al dominio, al control. Hay
entonces una paradoja, es en el momento en que ya no funciona más, en el momento que mi
técnica no funciona más, que entonces justamente estoy frente a lo real. Entonces, lo real, la
experiencia de lo real del mundo, se hace conocer primero, a la manera del fracaso. Esto también
es inhabitual en los teóricos. Trabajar es ante todo fracasar, y es en ese momento cuando hay que
volverse inteligente y desarrollar el trabajo vivo. Pero la experiencia del fracaso es
fundamentalmente una experiencia afectiva. Sorpresa, desagrado, molestia, irritación, decepción,
cólera, sentimientos de impotencia, desaliento. Todos estos sentimientos forman parte integrante
del trabajo. Son incluso la materia prima fundamental del conocimiento del mundo. Es entonces,
primero, afectivamente, que lo real del mundo, se revela al sujeto que trabaja. Por lo tanto la
experiencia subjetiva es primera. Antes de todo conocimiento del mundo está la subjetividad. La
objetividad viene siempre en segundo lugar. Esto también es una inversión de las concepciones
clásicas en la filosofía del conocimiento. Si evitamos la subjetividad no puede haber nuevos
conocimientos en el mundo. Por lo tanto no hay que dejar de lado la subjetividad. Por el contrario
hay que estudiarla. Por lo tanto la experiencia de lo real es una experiencia afectiva lo cual quiere
decir, por el contrario, que aquel que es insuficientemente sensible, inevitablemente es torpe.
Rompe las maquinas, porque no sabe sentir, afectivamente, cuando la maquina tiene dificultades.
El médico que no es suficientemente sensible y que entonces, es torpe, desestabiliza al enfermo
porque no sabe reconocer afectivamente la angustia del otro. Para encontrar afectivamente lo
real y entonces, para conocer el mundo, hay que tener un cuerpo primero. Porque con el cuerpo
se sienten los afectos. Trabajar es entonces primeramente, fracasar. Luego es mostrarse capaz de
soportar el fracaso. Tratar otros modos, volver a fracasar. Volver a la obra, no abandonarla. Pensar
en ella fuera del trabajo. Aceptar de alguna manera cierta invasión por la preocupación de lo real y
de su resistencia, hasta dentro del espacio privado. Como los jóvenes psicoanalistas, por ejemplo.
Que hablan incansablemente y en toda circunstancias de Psicoanalisis, de las dificultades
prácticas, y de los sujetos que ellos encuentran. Entonces, de la misma manera, dejó el ingeniero
de mantenimiento de una central nuclear, debe aceptar dejarse habitar todo el día por la central
nuclear. Trabajar no es solamente fracasar, es entonces también ser capaz de resistir tanto tiempo
como sea necesario para encontrar la solución, permitiendo sobrepasar lo real. En realidad esta
resistencia al fracaso, es el momento decisivo. En que para encontrar la solución hay que aceptar
de entrada una verdadera intimidad con la resistencia de lo orgánico. Hay que hacer cuerpo con lo
real. Y podemos mostrar que el enigma de lo real, que se presenta en todo trabajo, necesita
primero ser apropiado por el cuerpo. Encontrar la solución que conviene es imposible sin
formación previa de una familiaridad subjetiva y afectiva entre el cuerpo y lo real. Esto que el
filosofo Michel Henry[3] teorizó con el concepto de la corpropiacion del mundo
(corpropiar/cuerpropiacion), apropiarse con el cuerpo, en una sola palabra. Esta cuerpopriacion
no es solamente cognitiva, lo esencial de su genio se juega en el cuerpo a cuerpo con lo real. Al
final de cuentas cada nueva configuración de lo real, encontrada en el trabajo, obliga al trabajador,
a formar en si mismo nuevas habilidades que no poseía antes. De manera que el trabajo entendido
como trabajo de producción, (en griego es [fonéticamente]: poiesis), para que sea un trabajo de
calidad convocan a la subjetividad hasta sus partes más intimas. Cada nueva habilidad es, de
hecho, el resultado, de una elaboración de la experiencia subjetiva del cuerpo relacionada con lo
real. Es el cuerpo que confiere a la inteligencia, su genio. Así, el trabajo de producción (poiesis) se
transforma gracias a la resistencia, en, pongo comillas “exigencia de trabajo”, en alemán
“Anforderung der Arbeit”. Se transforma entonces en exigencia de trabajo impuesta al siquismo
por sus relaciones con el cuerpo. Y es bueno poner las comillas. Es la definición de la pulsión por
Freud en 1915. En léxico freudiano, llena, completa, con distintas ocurrencias del término Arbeit.
Arbeit quiere decir trabajo, Arbeiten quiere decir trabajar. El trabajo poiesis implica en un
segundo tiempo un trabajo de uno sobre uno que ya no es poiesis pero que es Arbeit en sentido
freudiano. Ese término Arbeit (pronuncia varias palabras en alemán, acompañadas de “arbeit”),
aparece en todas estas expresiones, en muchas ocurrencias. Y es este segundo trabajo, de uno
sobre uno, que de hecho es un trabajo que nos obliga a modificar la relación que tenemos con
nuestro propio cuerpo, hasta el punto de poder habitar su cuerpo de otra manera diferente de la
que lo habitamos hasta ahora. La poiesis, el trabajo de producción, exige de nosotros que
desarrollemos, nuevos registros de sensibilidad que no estaban allí antes del trabajo. Esta
transformación en la manera de habitar nuestro cuerpo pasa por la colonización de la subjetividad
por el trabajo, fuera del tiempo del trabajo, hasta en los insomnios, incluso en la economía de las
relaciones amorosas. Pero también en los sueños. Soñamos también con nuestro trabajo. Y es un
tiempo importante que marca justamente la modificación del cuerpo con su propio cuerpo que
exige la formacion de nuevas habilidades (00:50:03). El trabajo en el sueño es el tiempo para,
gracias a la regresión formal, es uno de los cuatro elementos del trabajo del sueño, en la
metapsicología del sueño de Freud. El trabajo del sueño entonces, gracias a la regresión formal,
permite la transformación del cuerpo en subjetivo. Para demostrarlo, aquí hay que basarse sobre
estudios de cuna psicoanalítica que no tengo tiempo de hablar hoy, pero hay estudios de este tipo
que han sido publicados, sobre todo, en las últimas publicaciones de Topia. Entonces, aquellos que
tengan dudas, podrán referirse a los análisis clínicos que están allí. A fuerza de trabajar la madera,
el carpintero siempre la presencia, la huele con su olfato, con su tacto, y desarrolla registros de
sensibilidad de madera que las otras personas ignoran. El marinero, a fuerza de pelear con las olas,
siente el agua, las olas, el océano, con un placer que es ignorado por los demás. A fuerza de luchar
con su instrumento, el violinista oye en el arte de otro virtuoso, sonoridades a las cuales el no
habría tenido acceso, antes de haber estudiado él con su violín. Todo esto que acabo de decir, del
trabajo de la materia, también es válido en el trabajo intelectual. Es con el cuerpo que el profesor
siente, y sigue la escucha del público y ajusta su saber-hacer corporal que se llama actuar
dramatúrgico para suscitar la atención. Con su cuerpo se siente afectivamente el contacto con los
pacientes y adquirimos un conocimiento de su estado síquico, incluso, en etapas más
intelectuales, la inteligencia se basa en un conocimiento por cuerpo. La manera en que el trabajo
corriente convoca a la subjetividad, en el trabajador hábil, constituye el primer nivel de la
sublimación gracias al cual la subjetividad puede hacer la diferencia extraordinaria de la
ampliación, del crecimiento de sí. Aunque todo lo que tiene que ver con la relación individual a la
tarea, aunque todo esto sea ya bastante complejo, limitarse a este análisis de la centralidad
subjetiva del trabajo, es una simplificación injustificada.

El trabajo, en efecto, implica también, en la mayoría de las situaciones comunes, una relación con
el otro. Trabajamos para alguien, para un cliente, para un jefe, para los subordinados, para sus
colegas. El trabajo implica también, a veces, lo colectivo cuando uno se centra en la cuestión
cooperación. Y no la cooperación como actividad. Existe siempre un desfasaje entre la
organización del trabajo prescripto, lo que designamos con el nombre de coordinación y la
organización efectiva del trabajo que llamamos cooperación. Entonces, tarea/actividad,
coordinación/cooperación. La cooperación es otra cosa, implica una reformulación consensual de
la organización prescrita. Antes hablaba sobre el ejercito, de la interpretación de las ordenes, se
trata entonces ahora de llegar a una interpretación compartida de las ordenes, para esto, aquellos
que se esfuerzan por trabajar juntos en un colectivo o en un equipo, tienen que manipular,
reformar las condiciones de las tareas, pero también las decisiones de las ordenes intentando
reglas practicas, admitidas y respetadas por todos, sobre la manera de hacer trampas con la
coordinación. Por razones de tiempo no puedo comentar aquí todos los eslabones intermedios de
la construcción de la cooperación. Voy a señalar solamente que esto exige que se establezca entre
los que trabajan, relaciones de confianza. Es la condición para que cada uno se atreva a mostrar a
los otros como trabaja. Sin tener que, al revelar sus engaños, eso no recaiga en contra de él. La
cooperación se basa sobre una actividad compleja de confrontación entre las diferentes maneras
inteligentes de hacer trampas. Es una confrontación orientada hacia la búsqueda de acuerdos y
consensos de lo que es más eficaz, de lo que lo es menos, de lo que está bien, de lo que está mal
(01:00:02), lo que es justo o injusto. Es entonces una actividad de construcción, de acuerdos, y
luego de articulación de varios acuerdos, que llamamos reglas. Entonces, es una actividad de
construcción de reglas, sobre la manera de interpretar juntos las órdenes de las prescripciones.
Podemos mostrar fácilmente, a partir del análisis del proceso de construcción de reglas, un punto
importante: una regla no tiene solamente una vocación técnica, ella es al mismo tiempo y
siempre, una regla social que organiza la civilidad y la vida común. Trabajar no es únicamente
producir. También es vivir juntos. Las reglas del trabajo van siempre de la mano con un cierto
saber-vivir y una cierta hospitalidad. A esta actividad de construcción de regla, que consume una
gran parte de nuestro tiempo, por ejemplo en la sociedad del Psicoanalisis, se pasa mucho tiempo
discutiendo reglas. A esta actividad entonces se le da el nombre de actividad deóntica[4]. Es una
actividad que esta hacia arriba, antes, de la deontología. La deontología, es cuando a estas reglas,
inventadas en la actividad deóntica común, ordinaria, pasan a ser mayoría. Pero en muchas
actividades deónticas, que eso es muy noble, pero que quedan ahí, alejadas y ligadas a oficios. No
hay colectivo, hablando propiamente, entonces, la noción misma de colectivo de trabajo, no hay
colectivo sino cuando hay reglas, inventadas, que han sido inventadas por este colectivo, para
organizar la actividad común. Sino no, no es un colectivo, es un grupo, o una masa, una multitud o
una masa. Entonces las características, precisamente, es no haber construido reglas, la actividad
deóntica forma parte del trabajo ordinario, común, y conduce a diferenciaciones a veces muy
marcadas entre los equipos o entre los colectivos, entre los estilos de trabajo, y entre las escuelas.
Como por ejemplo entre las escuelas de Psicoanalisis que se diferencian fundamentalmente por
una construcción de reglas que no son las mismas y que en un momento dado exigen, la
separación, para poder conservar la coherencia de reglas que sean respetadas por todos.

Para poder cooperar hay que correr riesgos particularmente, el de manifestarse, mostrando lo que
uno hace y decir lo que uno piensa. Eso es, correr riesgos. Y entonces por qué las personas que
trabajan consienten en tomar riesgos en lugar de hacer todo el trabajo ordinario en huelga de
celo, que sería más económico. Los que participan en la actividad deóntica, en la vida del colectivo
y de la vida en común, aportan de hecho una contribución mayor para la cooperación. Y más allá, a
la organización del trabajo, a la empresa o a la institución y, más allá aun, aportan una
contribución a la sociedad. Si se implican de esta manera es porque a cambio de esta contribución,
esperan una retribución. Ahora bien, la clínica del trabajo, es irrefutable en este punto, la
retribución que moviliza a la mayoría de los trabajadores no es la retribución material. No quiere
decir esto que no tenga importancia, por supuesto, pero no es el motor de la inteligencia. La
retribución esperada es ante todo una retribución simbólica. Y su forma principal es lo que
llamamos el reconocimiento. Donde en todo sentido el término reconocimiento tiene que ver con
la gratitud por el servicio brindado pero también reconocimiento en el sentido de juicio sobre la
calidad del trabajo realizado. El reconocimiento alcanza su dimensión simbólica solamente si es
obtenida, si es conferido, según procedimientos cuyos criterios son muy precisos. Existen dos
formas de juicio en el reconocimiento. El primero es un juicio de utilidad, se refiere a la utilidad
económica sobre habilidad social o técnica de la contribución aportada por un trabajador a la
organización del trabajo. Este juicio de utilidad es muy importante para el sujeto porque es lo que
le confiere un status en la organización para la cual él trabaja, más allá de esto, le da también un
status en la sociedad. Hay un autor que ustedes conocen sin dudas que habló mucho de esto,
Robert Castel, un sociólogo que ha sido traducido en Argentina, alrededor de la cuestión de la
filiación social[5]. Y luego hay un segundo tipo de juicio que es el juicio de belleza, se enuncia
siempre en términos estéticos, es un lindo trabajo, es una bella obra, es una experiencia, una
demostración elegante, es una linda manera. El juicio de belleza connota generalmente la
conformidad del trabajo cumplido con las reglas del arte o con las reglas del oficio. Este juicio no
puede ser vertido sino por otro que conoce el arte desde el interior. Entonces el juicio de belleza
es el juicio de los pares. Juicio de los colegas. Es el juicio mas celebre, es también el más apreciado,
es el más severo y el más apreciado. Su impacto sobre la identidad es considerable. Reconocido
por sus pares, un trabajador accede a la pertenencia, pertenece a un equipo, a un colectivo, a una
comunidad de oficio. La pertenencia es aquello a través de lo cual, el trabajo permite conjurar la
soledad. Se dice de una persona es “un piloto de caza” como tiene que ser un piloto de caza. Es
“un investigador” como nosotros investigadores. Es un psicoanalista como los otros psicoanalistas.
Y nosotros estamos muy pegados a este juicio. Cambia nuestra concepción de nosotros mismos.
Existe un segundo aspecto del juicio de belleza que tiene que ver con el reconocimiento de los
pares, de la originalidad. Es aun más apreciado, pero este segundo juicio de belleza no es posible si
uno no ha logrado primero el anterior. Otra observación sobre el reconocimiento. Lo que es
esperado por el trabajador, no es un juicio de utilidad ni de belleza, es que este juicio se refiere a
la calidad de la prestación, sobre aquella del trabajo cumplido. No sobre mi persona. Lo que yo
deseo es que reconozcan la calidad de mi hacer. Y es en un segundo tiempo, cuando yo puedo,
pero depende de mí, repatriar el juicio del registro del hacer hacia el registro del ser o hacia el
registro de la identidad. El reconocimiento de esta manera tiene un impacto considerable sobre la
salud. Este acto de reconocimiento, es una parte esencial, el sufrimiento se transforma en placer
en el trabajo. Estamos aquí muy lejos del masoquismo. Es decir, placer sacado por la erotización
del sufrimiento. El camino que pasa por el reconocimiento es mucho más largo y no proviene de la
coexitacion sexual. Depende del juicio del otro, el término enigmático de Freud, para calificar la
Sublimación, estos términos toman con la Psicodinámica del trabajo una significación precisa. Cito
a Freud: “es una simple especie de modificación del objetivo y de cambio del objeto, en la cual
nuestra escala de valores sociales entra en línea de vuelta y con el nombre de sublimación”. En
1933, Nuevas Conferencias. La manera en que la escala de valores sociales entra en la línea de
sublimación, parece pasar bien, con esos juicios de reconocimiento por los otros. La Psicodinámica
del reconocimiento en el trabajo constituye el segundo nivel de la sublimación. E introduce aquí
una nueva dimensión. El éxito de la sublimación depende en gran parte del juicio de los otros y del
alerta de los pares. Mientras que en el primer nivel, el de la cuerpopriacion, es estrictamente
intrasubjetivo. Para nosotros nuestros pacientes la identidad acelera la adolescencia es incierta,
inacabada e inmadura. Por esto es que el trabajo, a través del reconocimiento constituye, en
numerosos casos, una segunda chance con respecto a la construcción de la identidad y la salud
mental.

Continuamos? (Tiene miedo que este muy largo). Continuamos un poquito más?
Voy a resumir el final. Que es bastante difícil. Desde hace algunos años, unos 20 años más o
menos, en la organización del trabajo se introdujeron nuevos métodos que contribuyen a
desestructurar la cooperación y los colectivos de trabajo. Y que desestructuran las lealtades y las
confianzas entre los asalariados y que finalmente destruyen la solidaridad. El nuevo método, que
juega el papel principal en esta evolución dramática es la evaluación individualizada de las
performances. No tengo tiempo de desarrollarlo, entonces lo dejo de lado. Pero voy a retener un
solo punto. Es que esta evaluación individualizada de los rendimientos, de la performance,
asociada a otros dos métodos nuevos de los que no hablaré, introducen en el mundo del trabajo,
practicas totalmente nuevas, que finalmente han llevado a cada uno a manejarse por su cuenta.
Hay una competencia generalizada entre los asalariados, y esto conduce a una paradoja. El éxito
de mi colega se convierte en una nueva forma de organización y un peligro para mí. Si son las
líneas dentro mejor que el mío, van a licenciarme a mí primeramente. Se rompieron los resortes
fundamentales de la cooperación. Pero además se ha introducido la deslealtad. Y la gente llevada
a consentir prácticas que sin embargo su sentido moral reprueba. Es la característica del mundo
del trabajo actual. No deberíamos tratar a nuestros colegas de esta manera pero lo hacemos de
todas formas. Cuando el otro es víctima de acoso o de injusticia yo aprendo a no moverme y a
dejar de ser. Hay muchas otras prácticas que el sentido moral reprueba y que tiene tendencia a
generalizarse en el mundo del trabajo. Pero cuando aportamos a apoyar actos que moralmente
reprobamos no solamente traicionamos a los otros, también hacemos la experiencia de la
cobardía. Una nueva forma de la organización del trabajo nos lleva a convertirnos en personas
cobardes, a no socorrer al otro, no hacer actos de solidaridad y al mismo tiempo lo que hago como
experiencia es la de la traición de mi mismo como si yo no supiera que puedo hacer otra cosa.
Comienza a partir de esta situación el campo que llamamos sufrimiento ético, es decir sufrimiento,
que esta específicamente en relación con la experiencia de la traición de uno mismo. Al mismo
tiempo que yo traiciono a los otros y me traiciono a mi mismo, traiciono también los ideales,
traiciono los valores. Y cuestiono, desestabilizo o corro el riesgo de desestabilizar lo que proviene
de la relación con el trabajo, la estima de sí mismo, y también este famoso sistema de valores, al
que se refería Freud hace un rato. Es un ataque que ahora se enfrenta con el amor de uno mismo,
el amor propio, y yo acepto consentir acciones que son deletéreas, por el narcisismo, para el
narcisismo, y la base de la salud mental. Entonces, en la sublimación, hay un tercer nivel que hay
que tomar en cuenta. Es la concepción de la sublimación para Freud, el cambio de objeto y el
cambio de objetivos, de la ruse[6]. La renuncia a la satisfacción sexual de la pulsión, desemboca en
una actividad de la que Freud dice que es socialmente valorizada. En el primer nivel de la
sublimación, la cuerpopriacion, el segundo nivel de la sublimación que es el reconocimiento por
los otros, no constituyen una garantía sobre la dimensión ética. Les dije sin embargo que en el
juicio de reconocimiento la dimensión de los valores sociales, estaba implicada, es verdad. Pero los
valores que están en cuestión, que es el reconocimiento, se refieren a la actividad de trabajo
solamente, a ella misma, a la calidad del trabajo, a la utilidad del trabajo. Y puedo poner toda esta
cooperación y beneficiarme con el reconocimiento de los otros en un trabajo que está muy bien
hecho, pero que está al servicio de lo peor (pire). Puede ser un trabajo de calidad y sin embargo
puede estar puesto al servicio de lo peor. Puedo, por ejemplo, hacer un muy buen trabajo de
cuadro, ser eficaz para la empresa, estar reconocido por los otros, sobre la calidad de una
comanda, mientras que en realidad estoy destruyendo a la gente. También puedo beneficiarme
con un juicio de calidad, de un juicio de utilidad y de belleza, mientras que todo mi trabajo está
dedicado al funcionamiento de los trenes que llevaban a los judíos a los campos de concentración.
Entonces mientras el juicio de valor, se refiere a la calidad de la actividad del trabajo, no hay una
garantía, que este trabajo este hecho al servicio del bien. Una vez dicho esto, los esfuerzos y el
compromiso de la subjetividad, necesarios para obtener esta calidad del trabajo, individual y
colectivo, provienen de la sublimación. Es el nivel de la sublimación que encontramos en todos los
trabajadores, que tratan de hacer bien, en lo que podríamos llamar la sublimación ordinaria y sin
esta sublimación ordinaria, no hay producción posible. Pero no es una garantía, que esta
sublimación ordinaria, esté puesta al servicio del bien. De allí el tercer nivel de la sublimación que
supone establecer ahora un lazo entre el trabajo ordinario y los valores del interés colectivo, de lo
que llamamos el bien común, y lo que también llamamos de una manera más refinada, la “kultur”,
es decir la acepción del término cultura en alemán, que contiene dos dimensiones, la cultura como
actividad cultural pero también la civilización, es decir la civilidad y cierta calidad de vivir juntos. La
cultura no cae del cielo, y el vivir juntos tampoco cae del cielo. Hay que intentarlos, reinventarlos.
Y la cultura depende fundamentalmente de la posibilidad de mantener un lazo entre el trabajo
ordinario con los primeros niveles de sublimación. Entonces el lazo entre el trabajo ordinario y
cultura. Si la cultura es aquello en lo que sedimentan las obras de los hombres y de las mujeres,
con el objetivo de honrar la vida, entonces, el lazo entre el trabajo ordinario y la cultura, le da a la
sublimación un tercer nivel que refiere a los valores, relativo a la vida, la vida individual pero
también la vida de la civilización. Hoy estamos en una situación trágica en la que el giro neoliberal
rompe sistemáticamente la relación entre trabajo ordinario y cultura. Y lo rompe considerando
que una empresa no debe funcionar más como antes. Antes las empresas estaban destinadas a
producir un provecho, un beneficio, pero la empresa también tenía que dar justificaciones de lo
que ella podía aportar a la sociedad, de lo que podía aportar a la cultura, y al desarrollo de la
felicidad con, ciertas reservas. Pero era una exigencia, hasta hace algunos años, era una exigencia
que las empresas justifiquen hacia el interior y hacia el exterior y hacia lo político que aportaban
efectivamente algo, al bien común. Con el giro neoliberal, los dirigentes de empresa, rehúsan esta
herencia, rechazan esta herencia y esta tradición, exigen que se rompa esta tradición y que se
admita que la única razón de una empresa es fabricar provecho, beneficio. Es un cambio histórico
fundamental y la ruptura del trabajo ordinario y la cultura se traduce hoy en día por el crecimiento
fantástico del sufrimiento en el trabajo y de las patologías mentales de los trabajadores. Y el
eslabón más trágico es el del sufrimiento ético. Para muchos de nosotros es insoportable aportar
su contribución en nombre del dinero, a actos que moralmente reprobamos. Corremos el riesgo
de arruinar las bases éticas de la moralidad y es en razón del sufrimiento ético que aparecieron
nuevas patologías mentales y en particular el suicidio en el trabajo. El suicidio en el trabajo está
ligado fundamentalmente al sufrimiento ético. Es una configuración totalmente nueva, antes se
moría en el lugar del trabajo, pero era debido a enfermedades profesionales o de malas
condiciones de trabajo, condiciones físicas, químicas o biológicas, o se moría debido a accidentes
del trabajo. Hoy en día con los nuevos métodos de organización del trabajo, hay un cierto número
de trabajadores, tanto hombres como mujeres, obreros o cuadros que ya no encuentran ninguna
solución a su situación que no sea matarse en el lugar del trabajo, ante el conjunto de sus colegas.
Entonces esta cuestión de la sublimación, que implica el mantenimiento del lazo entre el trabajo
ordinario y la cultura, es lo que podríamos llamar la sublimación extraordinaria. Pero supone,
entonces, que se sostenga efectivamente en los valores según los cuales el trabajo debía siempre
ser puesto al servicio, del crecimiento de la subjetividad a nivel individual y en el crecimiento de la
cultura a nivel colectivo. No quisiera terminar con una nota muy catastrófica. La evolución que
conocemos hoy día no es fatal, podemos hacerlo de otra manera, principalmente por la siguiente
razón: es que no podemos privarnos de la inteligencia de los hombres y de las mujeres porque el
trabajo es y seguirá siendo siempre el medio para producir riqueza. Es posible a partir de este dato
sobre la sublimación volver a decir las cosas en términos un poco diferentes, los empleadores no
pueden privarse de la sublimación. La producción de los valores, la producción de un trabajo de
calidad, exige fundamentalmente, la movilización de los procesos que están en causa en la
sublimación. Es por eso que tenemos un margen para negociar con los dirigentes y negociar con el
Estado. No hay ninguna fatalidad en la evolución actual. Seguramente vamos a volver sobre esto,
luego, para la discusión con ustedes, o tal vez mañana en la continuación, de nuestro trabajo
conjunto. Muchas gracias. (Aplausos de la sala llena durante 20 segundos). (1:43:52)

https://www.youtube.com/watch?v=G53OU5fxoLo

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