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Las Incas

El Imperio incaico fue un estado de América del Sur gobernado por los incas (emperadores), que se
extendió por la zona occidental (andina) del subcontinente por un breve periodo entre 1438 y 1532.

Fue la época en que la civilización incaica logró su máximo nivel organizativo y su territorio, conocido
como Tahuantinsuyo abarcó cerca de 2 millones de km² entre el océano Pacífico y la selva amazónica. El
Tahuantinsuyo corresponde actualmente a territorios relativos al sur de Colombia, pasando por Ecuador,
principalmente por Perú y Bolivia, la mitad norte de Chile y el noroeste de Argentina. La capital del
Imperio fue la ciudad de Cuzco, en el Perú.

El Tahuantinsuyo fue el dominio más extenso que tuvo cualquier estado de la América precolombina.

El imperio comenzó a formarse a partir de la victoria de los cuzqueños frente a la confederación de


estados chancas en el año 1438. Luego de esta victoria, el Imperio incaico iniciara una etapa de continua
expansión que siguió hasta el undécimo inca Huayna Cápac quien consolidaría los territorios. En esta
etapa la civilización incaica logró el máximo desarrollo de su cultura, tecnología y ciencia, desarrollando
los conocimientos propios y los de la región andina, así como asimilando los de otros estados
conquistados.

Luego de este periodo de apogeo el imperio entraría en declive por diversos problemas, siendo el
principal la confrontación por el trono entre los hijos de Huayna Cápac: los hermanos Huáscar y
Atahualpa, que derivó incluso en una guerra civil. Finalmente Atahualpa vencería en 1532, sin embargo
su ascenso al poder coincidiría con el arribo de las tropas españolas al mando de Francisco Pizarro, que
capturarían al Inca y luego lo ejecutarían. Con la muerte de Atahualpa en 1533 culminó el Imperio
incaico, sin embargo, varios incas rebeldes continuarían la lucha contra los españoles hasta 1572 cuando
fue capturado y decapitado el último de ellos: Túpac Amaru.

Las Olmecas

La cultura olmeca fue la primera civilización en Mesoamérica y muchos logros mesoamericanos


tuvieron lugar por primera vez en el seno de su cultura. Entre otras cosas, se acredita a los olmecas el
desarrollo del calendario, la escritura y la epigrafía. En las primeras sociedades Olmecas se dio inicio a
algunas prácticas culturales que se integraron plenamente a la cultura mesoamericana, como el uso de
un patrón urbano de asentamiento, el establecimiento de una sociedad teocrática, entre otras.
Los indicios más antiguos de la cultura Olmeca son de alrededor de 1200 a. C., y los más recientes son
aproximadamente del año 500 a. C. La cultura olmeca aparece como un conjunto multiétnico y
plurilingüístico que se extiende sobre la mayor parte de Mesoamérica con presencia en México (costa
del Golfo, costa del Pacífico y altiplano central). Más allá de las fronteras mexicanas, vestigios de una
presencia olmeca se encuentran en Guatemala (Takalik Abaj), Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y
Costa Rica.

El centro de su religión es el culto al jaguar, y hay muchos animales considerados dioses, como el
caimán, sapos, reptiles, todos animales de la zona. Sus dioses estarían relacionados directamente con los
gobernantes, con los señores de los centros ceremoniales, gobernantes con poderes sobrenaturales,
descendientes directos de las divinidades. Es una religión compleja, que pudo tener toda una doctrina
aceptada por el pueblo, para justificar, explicar y legitimar a los linajes gobernantes, las desigualdades
sociales, las fuerzas sobrenaturales y establecer vínculos entre éstas y los gobernantes. La religión estaría
institucionalizada, con un cuerpo doctrinal y su panteón. De esta forma también los líderes
gubernamentales utilizaban un símbolo de una figura de animal para identificarse.

Los olmecas parece influenciaron sobre los mayas antiguos. En toda Mesoamérica surgieron
tradiciones culturales regionales, que fueron construidas sobre la base del legado olmeca. Los mayas
tomaron de ese pueblo la escritura, el sistema de numeración y la Cuenta Larga, y muchas otras cosas.

La cultura de Caral

Caral, una vibrante ciudad de monumentales pirámides y organizaciones sociales complejas, se


encuentra situada en el Valle de Supe, 200 kilómetros al norte de Lima, tiene aproximado 5000 años de
antigüedad y antecede por lo menos mil años a las sociedades de similar nivel en Mesoamérica.

Se le ha llamado también ciudad sagrada, ya que es una época en que por primera vez las sociedades
peruanas tuvieron un gobierno central, se establece el estado y utiliza la religión como medio de
afirmación.

La centralidad de Caral fue ejercida de una forma completamente pacífica durante un periodo que
podría ser de 1000 años. Caral no dejó restos de fabricación de armas, testimonios o evidencias de haber
organizado un ejército o liderado una guerra.

Organización Social.

Los primeros diez siglos de nuestra era fueron testigo de la conformación de sociedades indígenas
con un marcado acento regional; en efecto, en la zona sur-occidental así como en la depresión
momposina, los cacicazgos nativos alcanzaron una complejidad social y política que estuvo acompañada
de un auge cultural sin precedentes. A esta etapa de los desarrollos regionales corresponde buena parte
de la piezas de orfebrería fabricadas con oro de buena ley o con tumbaga, las que desempeñaron un
papel muy importante en las ceremonias y rituales indígenas.
De esa época datan las obras de infraestructura hidráulica emprendidas por los indígenas de la
depresión momposina con el objeto de regular las inundaciones de la zona; los canales de drenaje y los
camellones para cultivo llegaron a cubrir una gran extensión de los cursos bajos de los ríos Nechi, San
Jorge, Sinú y Cauca. Por razones de muy variada índole, este acervo tecnológico se perdió para sus
sucesores, los Malibú, quienes procedentes del bajo Magdalena llegaron a la zona hacia el siglo XIV y se
asentaron cerca a los caños, ignorando por completo el sistema hidráulico que con el tiempo fue
quedando sepultado por los sedimentos.

Después de varios siglos de desarrollos cacicales complejos en la región del alto Magdalena, cuyos
vestigios corresponden a los montículos funerarios y la estatuaria monumental de San Agustín, el valle
de La Plata y Tierradentro, los pobladores tardíos que encontraron los españoles en la región vivían
dispersos en las vertientes cordilleranas y en los valles cálidos, ignorantes de las conquistas de sus
antecesores. Algo similar ocurrió en la costa Pacifica sur con la cultura Tumaco-La Tolita: después de
varios siglos de auge cultural, plasmado en la alfarería y en la orfebrería del oro, la plata y el platino, sus
pobladores se redujeron a grupos dispersos de cultura muy rudimentaria.

Las anteriores transformaciones apuntan hacia la disolución de un orden en el cual los caciques
acaparaban todo el tiempo social de la comunidad y su reemplazo por formas más comunitarias, y a la
gran movilidad de la población aborigen, fenómeno que caracterizó todo el período prehispánico y
contribuyó a diversificar y fragmentar las diferentes unidades sociales.

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