Mientras que los objetivos clásicos de la seguridad nacional consistían en prevenir o rechazar
amenazas militares de estados (la guerra clásica), en la actualidad las amenazas a la seguridad
nacional son más difusas, e incluyen el terrorismo, el narcotráfico, los riesgos
medioambientales y fenómenos sociales de escala global como las migraciones masivas.
Qué es la Seguridad Nacional Las sociedades que se hacen responsables de su seguridad son
sociedades más libres. En cuanto componente fundamental para defender los valores
constitucionales y alcanzar los ideales de justicia, prosperidad y progreso, la seguridad es un
pilar de la conservación, la estabilidad y la continuidad del Estado, así como de la vida y del
bienestar de sus ciudadanos.
Consecuencias
Existen, en consecuencia, nuevos riesgos y amenazas que afrontar. Junto a los tradicionales,
como los conflictos armados, surgen otros de naturaleza esencialmente transnacional, que se
retroalimentan y, al interactuar, potencian su peligrosidad y la vulnerabilidad del entorno.
Otros elementos que suman complejidad a los riesgos y amenazas del contexto estratégico
actual son su impacto transversal en distintas estructuras y actores del Estado y de la sociedad
o la difícil identificación de su origen y la ausencia de un centro de gravedad único. El
terrorismo internacional, la proliferación de armas de destrucción masiva, el crimen
organizado, los ciberataques o el espionaje son solo algunos ejemplos.
El concepto de seguridad en el siglo XXI debe ser amplio y dinámico, para cubrir todos los
ámbitos concernientes a la seguridad del Estado y de sus ciudadanos, que son variables según
las rápidas evoluciones del entorno estratégico y abarcan desde la defensa del territorio a la
estabilidad económica y financiera o la protección de las infraestructuras críticas.
Por otra parte, la respuesta a los riesgos y amenazas que comprometen la seguridad en
nuestros días precisa de cooperación tanto en el plano nacional como en el multilateral. Las
respuestas unilaterales y aisladas no son eficaces, por su carácter incompleto y parcial, frente a
unos retos que exigen un enfoque multidisciplinar y una acción conjunta. Solo esta perspectiva
abarca todos los aspectos potencial o realmente afectados.
Identificación de amenazas
Amenazas externa
Amenazas internas
1. Conflictos armados
Los conflictos armados siguen representando una amenaza capital para la seguridad aun
cuando la interdependencia global ha influido en su morfología y disminuido la
probabilidad de confrontaciones clásicas entre Estados. La mayoría de los conflictos de
carácter violento son de naturaleza interna.
2. Terrorismo
De la panoplia de las amenazas no convencionales a las que se enfrenta la seguridad
nacional, el terrorismo en sus diversas formas, es aquella que proyecta una amenaza más
directa a la vida y la seguridad de los ciudadanos, además de poner en riesgo
infraestructuras, suministros y servicios críticos.
Además del terrorismo autóctono que España ha sufrido desde hace más de cincuenta
años, al igual que otros países de nuestro entorno, nuestro país es objetivo del terrorismo
yihadista.La evolución de este último en determinados espacios geográficos próximos a
España, adquiere una importancia añadida a la hora de garantizar junto con nuestros
socios y aliados, la seguridad nacional de España.
3. Ciberamenazas
4. Crimen organizado
España es uno de los países europeos en los que la incidencia del crimen organizado resulta
más significativa. Nuestra situación geográfica, frontera sur de la UE y punto de destino de
importantes rutas de acceso procedentes de África y América, así como las actividades
relacionadas con la inmigración ilegal y la importancia económica del sector servicios, son
factores que pueden ser aprovechados por las organizaciones criminales, para intentar
implantar sus estructuras en España y penetrar los diversos niveles de la Administración y los
círculos empresariales.
6. Vulnerabilidad energética
Esta dependencia se articula en torno a una serie de escenarios geográficos, que en el caso de
los hidrocarburos, proceden de zonas en algunos casos con significativas dosis de inestabilidad
geopolítica. Asimismo, las redes de transporte, ya sean marítimas o terrestres, además de las
infraestructuras energéticas, son susceptibles de verse afectadas por fenómenos accidentales,
pero también por acciones deliberadas de distinta índole afectar al abastecimiento de las
necesidades energéticas españolas.
Por otro lado, la dificultad especial de los regímenes de verificación y control de las
exportaciones de sustancias y agentes químicos y biológicos, deriva de su doble uso. El riesgo
de que grupos terroristas adquieran sustancias químicas o biológicas, o materiales radiológicos
o fisibles y sus vectores añade una nueva dimensión a esta amenaza, con la posibilidad de su
utilización contra las estructuras vitales y las poblaciones de los Estados.
Los flujos migratorios, debido a las dinámicas que han experimentado en las últimas
décadas y al incremento de su volumen, se han transformado en un fenómeno con
implicaciones para la política de seguridad. Así, nuestro país, al igual que en el resto del
entorno europeo, se enfrenta a múltiples desafíos derivados del asentamiento de las
corrientes migratorias irregulares.
Con un origen diverso, ya sea como consecuencia de fenómenos naturales, originados por
la actividad humana o resultado de una combinación de ambos tipos, las emergencias y
catástrofes naturales pueden tener efectos muy importantes sobre la sociedad o una parte
de ella.
Los mares y océanos ocupan algo más de las dos terceras partes del planeta. Es un espacio
de fácil acceso y, en términos generales, menos regulado y controlado que el espacio
aéreo o el terrestre. Sin duda, estas características hacen del espacio marítimo un medio
donde los riesgos y amenazas a la Seguridad Nacional se pueden propagar de manera
relativamente fácil y rápida.
Por otra parte, España tiene derechos soberanos o ejerce jurisdicción y por tanto
responsabilidades, sobre una extensa área marítima, al tiempo que debe garantizar la
protección de la vida humana en el mar y la seguridad en la navegación en una superficie
marina de un millón y medio de kilómetros cuadrados, área equivalente a tres veces el
territorio nacional y en la que se encuentran algunas de las grandes rutas del tráfico marítimo
mundial.
Los riesgos y amenazas que se ciernen sobre las infraestructuras críticas pueden tener su
origen en múltiples facetas, siendo los que se causan deliberadamente, bien por una agresión
de carácter físico o por un ataque cibernético, los que revisten mayor peligrosidad.
Sin embargo la sociedad presenta brechas profundas que propician mayores riesgos
provenientes de las nuevas amenazas. Por estas razones nuestro país, el Perú, como muchos
otros aquí representados, ha sufrido la traumática experiencia de haber hecho frente a estas
llamadas nuevas amenazas; así:
• El narcotráfico, que hasta la fecha constituye una lacra social que afecta a la sociedad
peruana en su conjunto;
• La agresión aI medio ambiente y la explotación irracional de nuestros recursos naturales que
se materializa en la salvaje depredación particularmente de los bosques amazónicos;
• Los desastres producidos por los fenómenos naturales, que en el caso peruano están ligados
a la presencia periódica de la corriente deI niño y a nuestra ubicación en la zona sísmica
denominada circulo de fuego del pacífico; y,
De estas, las de mayor importancia, por el grave daño que causan al estado y a la sociedad,
son el terrorismo y el narcotráfico, las que en nuestro país se coludieron apoyándose
mutuamente para lograr sus objetivos particulares. En esta exposición, por razones de tiempo,
me referiré exclusivamente aI terrorismo que azotó nuestro país por más de quince años, y
que en algún momento hizo peligrar la estabilidad jurídico política del estado. Entre 1980 y
1992, estos movimientos, mediante acciones de proselitismo, concientización, coerción y
terror, alcanzaron un desarrollo tal, que lograron dominar la mayor parte deI ande peruano y
se permitieron prácticamente cercar y atacar la capital Lima, obligando aI gobierno a decretar
el estado de emergencia en más deI 40% deI territorio nacional. En los 15 años de accionar
terrorista, el Perú se desangró, se produjeron 25,000 muertos entre miembros de las fuerzas
deI orden, autoridades y hombres, mujeres y niños inocentes; igualmente, quedaron más de
50,000 huérfanos, 700,000 desplazados, la infraestructura eléctrica, carretera y agrícola
destruida y más de 25,000 millones de dólares en pérdidas económicas. A partir de 1992, se
tomó la decisión política de hacerles frente mediante la adopción de una estrategia global que
estableció las decisiones básicas siguientes: dirección de la guerra con una estrategia global,
potenciamiento e integración de las operaciones de inteligencia, establecimiento de un marco
legal adecuado (ley de arrepentimiento y tribunales especiales), organización voluntaria de la
población para su auto defensa y crear mejores condiciones de vida para la mayoría de la
población. En el campo militar se fijaron los siguientes objetivos estratégicos:
Estas acciones se realizaron con decisión y coherencia estratégica y táctica, logrando éxitos
significativos, tal como: la captura, juzgamiento y encarcelamiento de las cúpulas de ambos
movimientos, la derrota deI ejército guerrillero popular y deI ejército popular Túpac amarista,
el retorno aI estado normal deI derecho de todo el país suprimiendo los estados de
emergencia. Merece mención especial, la operación "chavín de huantar", en la que mediante
una impecable acción de comandos, se logró el rescate de 82 rehenes retenidos por un grupo
de la organización terrorista Túpac Amaru, con un costo social mínimo. En el largo proceso de
pacificación prácticamente se logró la derrota militar de los movimientos terroristas, sin
embargo, no se puede afirmar lo mismo en los campos político, económico y sicosocial, donde
aún existen grandes contradicciones; lo que podría generar un resurgimiento peligroso.
Durante los más de 15 años de lucha, hemos obtenido valiosa experiencia y conocido en
detalle las modalidades y técnicas empleadas por las agrupaciones terroristas, lo que obligó a
realizar adecuaciones, modificaciones y adaptaciones en las ffaa, para hacerles frente con
éxito. Entre las modalidades empleadas por los terroristas podemos señalar las siguientes:
• Captación de los militantes y combatientes en Ias mismas zonas de acción, por Ia coerción o
el convencimiento
• Utilización de armas individuales cortas sustraídas a Ias ffaa y armas de fabricación casera
(tirachas, morteros de pesca)
1. En el aspecto estratégico:
b. Realizar el copamiento territorial activo con bases contraterroristas, a partir de Ias cuales
realizar operaciones disuasivas y de control de Ia población para neutralizar a los grupos
terroristas.
2. En el aspecto doctrinario:
3. En el aspecto de operaciones'
4. En el aspecto logístico'
b. Dotación de equipos especiales (visores nocturnos, gps, armas cortas y livianas, etc).
1. El Peru no es ajeno a las nuevas amenazas que se dan el ámbito nacional e internacional y
que de alguna manera afecta a la seguridad nacional, siendo las mas significativas el terrorismo
y el narcotráfico.
2. La lucha contra las nuevas amenazas, particularmente contra el terrorismo por mas de 15
afios, ha obligado a hacer cambios y adecuaciones significativas en nuestras fuerzas armadas.
3. El surgimiento de nuevas amenazas obliga a las fuerzas armadas a asumir nuevos roles,
donde el hombre, el combatiente, seguirá siendo el elemento más importante y decisivo,
siempre y cuando esté dotado de una instrucción, entrenamiento y apoyo logístico adecuado y
cuente con una sólida moral.
6. Cualquiera sea la amenaza o la modalidad de lucha deI adversario, las fuerzas armadas
deberán actuar siempre dentro deI respeto irrestricto de los derechos humanos, condición
indispensable para legitimar su intervención.
Conforme a esta visión integral, la Seguridad Nacional es la acción del Estado dirigida a
proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa del
Perú y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y
aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos asumidos.
La Seguridad Nacional es un servicio público, que debe ser objeto de una Política de Estado. Es,
por su propia naturaleza, una tarea en la que todos deben estar comprometidos. Para ello, el
Gobierno se esforzará en obtener el máximo respaldo social y parlamentario.
La colaboración y el apoyo del ciudadano son imprescindibles. Esta implicación será posible si
se fomenta una cultura de seguridad sólida, basada en el previo conocimiento, concienciación
y sensibilización sobre la importancia que la seguridad reviste para garantizar su libertad,
prosperidad y, en suma, su modo de vida conforme a los postulados del Estado social y
democrático de Derecho.
(Linares, 2003)