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Indocumentados tendrán permisos para vender en

las calles de la ciudad de Nueva York


Así lo dispone el proyecto de ley que propone duplicar gradualmente el número de permisos durante los
próximos siete años y ubicar a los comerciantes en zonas controladas.
Zaira Cortés
13 Oct 2016 – 10:36 PM EDT
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Un centenar de vendedores acudieron a la alcaldía para apoyar la propuesta de ley que les otorgaría permisos,
después de dos años y medio de protestas. Crédito: Univision Nueva York/Zaira Cortés

MANHATTAN, Nueva York.- Una queja frecuente de muchos dueños de pequeños negocios de la ciudad,
como algunos miembros de la Cámara de Comercio Hispana de East Harlem, es que algunos vendedores
ambulantes se establecen frente a sus negocios para ofrecer los mismos productos y en ocasiones, a un menor
precio.

“Invitamos a nuestras reuniones a los comerciantes ambulantes para escucharlos y lograr acuerdos enfocadas en
nuestras calles, como la 116. Conocemos muy bien la situación y de alguna manera hemos buscado soluciones
justas para todos”, dijo Henry Calderón, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de East Harlem,
integrada por 138 negocios.

Pero el proyecto de ley “ The Street Vending Modernization Act (SVMA)”, impulsado por el concejal Mark
Levine, plantea responder al reclamo de orden en las calles de la ciudad, principalmente en los corredores
comerciales más congestionados, incluyendo la avenida Roosevelt, en Queens, la calle 116 en East Harlem y
la avenida Saint Nicholas, en el norte de Manhattan, Times Square y la calle 34.

“Todos necesitamos trabajar para nuestras familias, no tengo problema con eso. Lo justo es que se haga con
orden”, expresó Pablo García, dueño de una panadería en East Harlem.

La legislación, presentada el jueves en las escalinatas de la Alcaldía en una conferencia de prensa, es el


resultado de dos años y medio de protestas de los vendedores ambulantes por conseguir permisos y terminar
así con el mercado negro de las licencias. Los beneficios, de ser aprobado el proyecto de ley, llegan con
regulaciones que los comerciantes están dispuestos a aceptar.

Un centenar de negociantes, la mayoría latinos, se congregaron en la Alcaldía para apoyar el proyecto de ley
patrocinado por la presidenta del Concejo Municipal, Melissa Mark-Viverito y los concejales Rafael
Salamanca, Julissa Ferreras-Copeland, I. Daneek Miller, Margaret Chin y Eric Ulrich, además del
senador estatal José Peralta.

“El proyecto de ley dice que si yo vendo frutas y verduras no puedo establecerme frente a un supermercado
que venda lo mismo. Por mí está bien, siempre que me den el permiso que he esperado por nueve años y me
ubiquen en un buen lugar para hacer clientes”, expresó la mexicana Mirna Saavedra, vendedora de comida de
El Bronx y madre de tres niños.
El proyecto de ley del concejal Mark Levine plantea un grupo de trabajo integrado por diversos departamentos
de la Ciudad, enfocado en supervisar que cumplan las nuevas regulaciones. Crédito: Univision Nueva
York/Zaira Cortés

Uno de los críticos de la propuesta de ley, Dan Biederman, presidente de la asociación de comerciantes
establecidos 34th Street Partnership, dijo que “aumentar el número de permisos es aumentar el número de
carritos obstruyendo las aceras y la entrada a los negocios establecidos, lo que congestionará aún más los
corredores comerciales”, pero el senador Peralta argumentó que la legislación evitará precisamente eso.

“Los comerciantes ambulantes serán colocados en ciertas zonas controladas para disminuir la congestión en
áreas como la avenida Roosevelt”, afirmó.

Al respecto, Henry Calderón dijo que el proyecto de ley puede ayudar a balancear las condiciones entre los
comerciantes establecidos y los vendedores ambulantes.

“Muchas grandes empresas comenzaron con carritos en la calle. Reconocemos el aporte, pero también
pedimos la regulación del mercado en un momento en el que los pequeños empresarios sienten que sus ventas
disminuyen”.

Rick Miranda, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Brooklyn, dijo que entre sus afiliados hay
comerciantes ambulantes y establecidos, por lo que apoya la legislación propuesta por Levine; sin embargo, los
dueños de pequeñas empresas de ese condado piden a la Ciudad que los vendedores no se establezcan frente a
sus negocios.

“Los emprendedores hispanos están de acuerdo con la modernización de las leyes, los vendedores ambulantes
son fundamentales para la economía local, pero esperan que las normas cambien la dinámica actual en el
mercado (...) los dueños de restaurantes comunmente están preocupados de tener a vendedores de comida
frente a sus establecimientos”.

“Necesitamos regulaciones justas para ambas partes”, sostuvo Quenia Abreu, presidenta de la Cámara de
Comercio de Mujeres de New York. “La audiencia del 26 de octubre es una buena oportunidad para plantear
nuestras preocupaciones y acordar las soluciones que nos convengan a todos”.

¿Qué establece el proyecto de ley?

Actualmente hay un límite en el número de carritos de comida permitidos en calles de la ciudad. Desde
principios de la década de 1980 permanece congelada la expedición de permisos para vendedores de alimentos
emitidos por el Departamento de Salud, alrededor de 4,235. El límite ha generado un mercado negro en el que
una licencia puede costar entre 5,000 y 25,000 dólares cada dos años.

El concejal Levine explicó que bajo el proyecto de ley, que será discutido el 26 de octubre en una audiencia
pública en la Alcaldía, el número actual de permisos se duplicará gradualmente en el transcurso de siete
años.

“Esto significa que unos 600 vendedores ambulantes obtendrán sus permisos cada año”, explicó Levine.
“Puede parecer una cifra mínima para la gran demanda, pero creo con firmeza que es un avance muy
importante para modernizar las leyes actuales”.

La legislación propuesta permitirá a los comerciantes, independientemente de sus estatus migratorio, obtener
por 1,000 dólares un permiso válido por dos años que se puede renovar indefinidamente.

Levine dijo que la preferencia para recibir los permisos la tendrán los vendedores en la lista de espera del
Departamento de Salud, que es de aproximadamente 2,500 comerciantes.

Además de los 600 permisos anuales, 35 más se expedirán para los veteranos y personas con discapacidad.
¿Es el fin del mercado negro?

El senador Peralta afirmó que la legislación propuesta ayudará a unificar las regulaciones de los diversos
departamentos encargados de supervisar el comercio ambulante en las calles de la ciudad, lo que permitirá un
mayor control y vigilancia en cuanto a la renta ilegal de permisos o su falsificación.

“El proyecto de ley plantea la creación de un grupo de trabajo, conformado por agencias como los
departamentos del Consumidor, Policía, Sanidad, Salud y Transporte, entre otras, que se asegurará de que las
normas sean cumplidas”, dijo Peralta. “Una de sus principales tareas será verificar que el dueño de la licencia
trabaje esa licencia sin alquilarla a terceros”.

Según Sean Basinski, director del Proyecto de Vendedores Ambulantes, la organización detrás de la
campaña para el aumento de permisos, estima que en la ciudad hay entre 10,000 y 12,000 comerciantes
ambulantes que trabajan sin licencia y unos 20,000 comerciantes con licencia.

“Creemos que esta legislación es un progreso notable”, dijo Basinski. “Con el aumento de permisos habrá una
disminución de comerciantes alquilando licencias para poder trabajar”.

Peralta precisó que el grupo de trabajo se enfocaría en corredores congestionados, como la avenida Roosevelt,
una de las zonas con “denuncias acerca del mercado negro de las licencias”.

La legislación propuesta también implica la creación de una aplicación que ayudará al consumidor a ubicar
puestos con licencias legales.
Quieren salir de la esclavitud los vendedores
ambulantes de NYC
La falta de licencias por parte de la Ciudad, los mantiene presos del mercado negro.
Univision
24 Abr 2016 – 5:57 PM EDT
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Evelia alquila un permiso para evadir el asedio de la policía. Crédito: Gerardo Romo

QUEENS, Nueva York. - En la zona metropolitana de la Ciudad de Nueva York trabajan, al menos, 20,000
vendedores ambulantes, de los cuales sólo una tercera parte tiene licencias para operar porque es el límite
impuesto por el gobierno. Y el resto, ¿cómo lo hace?

Muchos de ellos son esclavos del mercado negro que surgió ante la poca oferta y amplia demanda.
Actualmente, la licencia expedida por la Ciudad tiene un costo de $200 y los veteranos de guerra tienen
prioridad. De los 5,100 que en total la reciben, algunos terminan alquilándola por $300 a la semana, o entre
$20,000 y $30,000 cada dos años, que es cuando se renueva.

Esa transferencia o el alquiler del permiso es ilegal, según las normas del Departamento de Salud. Además, de
que oprime el bolsillo de quienes buscan generar ingresos de forma honrada, con su trabajo.

Por eso, este 26 de abril, los vendedores ambulantes se manifestarán en Broadway, para que el gobierno acelere
un proyecto que otorgaría mayores licencias, dando muerte al negocio ilegal con esos permisos.

EVELIA, LA “SEÑO” DE LOS TAMALES

Un oficial acercándose a su puesto de tamales fue la pesadilla cotidiana que la mexicana Evelia Coyotzi vivió
por años. Sonrojada, admite que corría para ocultarse en los negocios cercanos y así evitar un arresto o las
multas exorbitantes.

“Abandonaba mi puesto sabiendo que la policía terminaría por tirarme todo a la basura. Lloraba de angustia y
de frustración”, recordó Evelia, quien se dedica al comercio ambulante desde el 11 de septiembre de 2001. “El
restaurante en el que trabajaba cerró cuando ocurrieron los atentados. Lo único que podía hacer era vender en la
calle. La economía se puso mala y no había empleo”.
El mercado negro deja pérdidas de miles entre de vendedores ambulantes. Crédito: Gerardo Romo

Agobiada por el asedio de la policía, Coyotzi buscó auxilio en el mercado negro de las licencias. Día y noche
trabajó la madre de un adolescente para alquilar un permiso por $15,000 al año, pero el precio no es fijo. La
comerciante explicó que el propietario lo incrementa a su antojo.

“Muchos compañeros han sido estafados. Les prometen permisos que no existen o que nunca les entregan. La
Ciudad debe parar esto ahora”, dijo la comerciante, quien está establecida en la esquina de la Avenida
Roosevelt y Junction Boulevard, en Queens.

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Tamalera clama por licencia para trabajar en las calles de NYC

Mientras acomodaba los tamales humeantes en una vaporera, Evelia pidió a las autoridades mirar el rostro
humano detrás del mercado negro de los permisos. La mujer contó lo que es ganarse la vida “cargando una
cruz de obstáculos legales, miradas criticonas y un clima desalmado”.

“Empiezo a la una de la mañana a preparar los tamales y el atole, porque a las cinco hay que abrir el puesto para
los muchachos que trabajan en construcción”, expresó.
Evelia pide a sus clientes que participen en su lucha. Crédito: Gerardo Romo

“No hay vida cuando te dedicas a vender en la calle”, aseguró. “Trabajo los siete días porque no hay otra forma
de juntar dinero para el alquiler del permiso”.

El poco tiempo que le queda libre se lo dedica a su hijo, quien llegó de México hace seis meses.

“Las circunstancias me pusieron a vender en la calle. Tenía que buscar la forma de mandarle dinero a mi
muchacho, trabajo duro para que no le falte nada”, dijo. “No estoy pidiendo que me paguen la renta o que me
den cupones de comida. Quiero que me dejen trabajar con dignidad”.

EN LUCHA POR LO CORRECTO

Pese a que la venta de tamales la consume, Evelia se las arregla para participar en las acciones del Proyecto
Vendedores Ambulantes del Centro para Justicia Urbana. Hace cuatro años se acercó a la organización para
resolver multas pendientes, pero ponto se entregó a la lucha por los permisos y licencias.

“No voy a quedarme con las manos cruzadas quejándome y lamentándome. Somos trabajadores con el derecho
a ser reconocidos”.

Evelia pide a la Ciudad que mire el rostro humano detrás del mercado negro. Crédito: Gerardo Romo
En lo que vendía tortas de tamal, conocidas en México como guajolotas, Evelia distribuía entre sus clientes
panfletos de la protesta de vendedores que se realizará el 26 de abril frente al 250 Broadway.

“La gente puede apoyarnos. Muchos clientes nos prefieren porque somos una opción económica en una ciudad
donde la comida es carísima”.

Aunque el Concejo Municipal planteó un proyecto de ley para terminar con el mercado negro y proveer
licencias a los vendedores, la medida parece estar estancada y los comerciantes pedirán durante la protesta que
la Ciudad agilice la regulación.

Entre las multas y la prisión: vendedora ambulante


mexicana negocia su futuro en NYC
Aurora Díaz Ramírez llega a su cita confiada en que la ciudad le reducirá la cantidad de dinero que debe pagar
por no contar con una licencia que le permita vender comida ni el permiso para tener el carrito desde el que
vende tacos. La espera, sin embargo, apenas inicia.
Carmen Graciela Díaz
15 Ago 2016 – 8:07 PM EDT
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Aurora Díaz Ramírez tiene 45 años, tres hijos que mantener y 5,000 dólares en multas de la ciudad de Nueva
York. "Yo no hago suficiente como para pagar estos 'tickets'". Crédito: Univision Nueva York / Carmen
Graciela Díaz

MANHATTAN, Nueva York. - La audiencia de la mexicana Aurora Díaz Ramírez en la Oficina de Juicios
Administrativos y Audiencias (OATH) estaba pautada para las 11:00 a.m. La mujer de 45 años buscaba el lunes
que le redujeran los 2,000 dólares de sus dos multas más recientes por no tener permiso para su carrito de
comida y por no tener licencia como vendedora ambulante de alimentos.

Procedente de Guerrero, hace casi 25 años llegó a Nueva York con la ilusión de muchos inmigrantes. Estaría
por un año o dos para encontrar mejor vida y regresar pronto a México. Pero las circunstancias la llevaron a que
en Estados Unidos nacieran sus hijos. “Aquí sigo”.

En una pequeña sala, acompañada de su intérprete y de algunos observadores del caso, Díaz le dijo al oficial de
audiencias Clive Morrick que es cierto lo que cada multa dice.

“No tengo licencia, no la he podido conseguir porque la ciudad no está dando permisos”.

“No hago suficiente dinero para pagar esas multas”.

“¿A dónde tengo que ir para un plan de pago para las multas porque los intereses suben?”

Lo dijo en español, sujetándose a su bolso negro y un periódico, mientras su intérprete traducía sus respuestas al
inglés.
De ese modo Díaz intentó navegar su situación para poder mantener a flote su negocio de tacos y quesadillas
que tiene en el East Harlem por la calle 110 y la Tercera Avenida.

Morrick le preguntó si quería regresar otro día con un abogado que la representara pro bono. Perder otro día de
trabajo, explicó, no era una opción para ella.

Con estas dos nuevas multas que recibió el pasado 14 de julio, Díaz le debe a la ciudad 5,000 dólares.

A las 12:30 de la tarde, Morrick le dijo a Díaz que no veía razón para continuar la audiencia y que la decisión
de la OATH le llegará al buzón.

De las multas a un arresto

Díaz es una de 20,000 vendedores ambulantes –de comida, flores, camisetas– en la ciudad de Nueva York,
según cálculos del Proyecto de Vendedores Ambulantes del Centro de Justicia Urbana.

Los vendedores ambulantes de comida como Díaz necesitan de un permiso del Departamento de Salud para
tener el carrito, pero este no es fácil de obtener pues en los ochenta el Concejo Municipal de la Ciudad de
Nueva York impuso un límite de 3,000. Aparte de eso, la ciudad requiere que estos trabajadores tengan una
licencia personal -de $200 y para la cual no hay un límite- como vendedores ambulantes de comida.

Esta situación se remonta a 1983 cuando según el abogado Sean Basinski, director del Proyecto de
Vendedores Ambulantes del Centro de Justicia Urbana, los grandes negocios recurrieron al alcalde Ed
Koch para quejarse de estos vendedores y el Concejo Municipal puso el límite de 3,000 permisos para vender
comida en toda la ciudad.

“Ese número no ha cambiado desde ese entonces. Eso ha creado un mercado negro y hemos tenido personas
que han esperado 15 o 20 años para adquirir un permiso”, sostuvo Basinski sobre el sistema que actualmente
lleva a cabo loterías entre años para distribuir estos permisos.

Las opciones ante este escenario -que ya lleva 33 años- son pocas, de acuerdo con Basinski. “Si quieres trabajar
tienes una de dos opciones, pagarle 20,000 dólares a otro vendedor que consiga su permiso en el mercado
negro, pero si no tienes 20,000 dólares eres como Aurora, que podría enfrentar más multas o ser arrestada”,
indica.

“Yo pago mis impuestos”

Minutos antes de entrar a sala, Díaz explicaba la cadena de sucesos que la llevaron a recibir estas multas.

Aparte de no contar con la pegatina de su unidad móvil de alimentos por el límite existente en la ciudad, ella no
cuenta con la tarjeta de identificación como vendedora ambulante de comida. Su número de identificación,
contó, "es nada más la hoja" porque no ha podido sacar la tarjeta. “En esas estoy”, dijo.

“Cuando llega Inspección, te piden tu ID de vendedor. No lo tengo, y el ‘sticker’ del carro ellos saben que no lo
están dando y entonces Inspección y la Policía te dicen que no toques nada, te hacen a un lado, y ellos te
recogen la comida. La última vez me echaron toda la comida a la basura”.

Díaz llegó a la OATH con el reclamo de que no puede pagar estas multas.

“No vendo mucho, y de ahí tengo que pagar mis puestos, tengo tres hijos adolescentes, la renta. Yo entiendo
que ellos tienen que hacer su trabajo pero que no lleguen a ese extremo de que me tiren la comida”, explica
Díaz quien espera, mientras tanto, que le puedan reducir sus multas.

Los minutos transcurren y ella se sostiene a su argumento: “Yo pago mis impuestos. Es el único trabajo que sé
hacer, yo siento que no hago mal a nadie”.
El vendedor ambulante de comida, de acuerdo con Basinski, es esencialmente inmigrante: latinos, o
provenientes de países como Egipto o Bangladesh. El 80% de quienes no poseen permiso para vender comida y
reciben multas, calculó, son mujeres latinas.

Uno de los factores en contra de los vendedores ambulantes de comida, a juicio de Basinski, es la visión de
millonarios que quieren controlar la estética de la ciudad.

“Es un asunto ligado a conversaciones de raza, clase, xenofobia. Esto no es nuevo. Cientos de años atrás decían
lo mismo de vendedores de Europa del Este, judíos o italianos que vendían ‘comida sucia’”, reflexionó
Basinski.

¿Otro trabajo? Por qué no

El Concejo Municipal de la Ciudad de Nueva York trabaja en un proyecto de ley para atender este panorama.
Entretanto, la presidenta del Concejo, Melissa Mark Viverito, “mantiene todas las opciones abiertas, incluida
quitar completamente el límite”.

En una de las sillas de las largas filas de la sala de espera, antes de entrar a su audiencia, Díaz estaba
preocupada por la llegada de septiembre y el regreso a clases de sus hijos.

“No puedo decir que puedo dejar de vender... hasta que consiga otro trabajo”.

Le pregunto si ha intentado conseguir ese otro trabajo.

“No es fácil, mami, porque a veces es de 10 a 12 horas trabajando en otro lado y no te dan permiso a salir dos,
tres veces al mes, y yo soy diabética. Ahora estoy trabajando para mí y puedo faltar cada vez que tenga un
‘appointment’”.

En 1999, Díaz tuvo un restaurante que cerró en 2012 por la carga económica y el tema de los impuestos.

“Pasé ocho meses sin trabajar y en enero de 2012 puse este puesto que tengo hasta ahorita”, contó.

“No tengo otra opción más que seguir”.

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