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QUIROGA, HUGO, ESTADO, CRISIS ECONÓMICA Y PODER

MILITAR (1880-1981), Buenos Aires, Centro Editor de América


Latina, 1985

1.- Estado y Crisis: Nociones Conceptuales (pp.9-21)

El propósito en este capítulo es fundamentalmente metodológico, ya que con él se


quiere delimitar un marco conceptual e interpretativo que sirva de guía al presente
trabajo. Así, analizaremos algunas nociones conceptuales sobre el estado
capitalista, la crisis, y la relación entre ambos, lo cual servirá para enmarcar la
experiencia argentina.

a) ¿Qué es el estado?

La literatura sobre el estado es abundante y variada. Principalmente a partir de


los años 60 se ha asistido a una renovación del debate teórico en esta materia1 No
nos interesa en este trabajo acercar esa vasta problemática- en tanto teoría- a
nuestros análisis más allá de remarcar algunos elementos fundamentales que
permitirán proveernos de algunas definiciones conceptuales mínimas para abordar
el problema del Estado en la realidad argentina.

¿Qué es el estado? ¿Cómo se origina? ¿Cuáles son sus principales funciones?


¿Cómo se lo puede definir conceptualmente? A estos interrogantes han
contestado las más diversas opiniones inspiradas por diferentes perspectivas
teóricas y horizontes políticos. Por nuestra parte, y sin entrar a considerar los
diferentes enfoques, adherimos a aquella posición2 que considera al Estado
moderno como la expresión de una RELACIÓN SOCIAL, es decir, como una
forma particular de las relaciones sociales capitalistas. Pero este enfoque no es

1
En el marco de este debate pensamos entre otras las obras últimas de Nicos Poulantzas, L’Etat, le pouvoir,
le socialismo, PUF, París, 1978 y La crise de l’etat (sous la direction de Poulantzas), PUF, París, 1977 (L’etat
Contemporain (collectif), Maspero, 1975. Ernest Mandel , El capitalismo tardío (cap. 15) , Ediciones Era,
México, 1979, Mathias y Salama L’etat Surdéveloppé , La Découverte/Maspero, París, 1983, Pierre
Birnbaum, La logique del l’Etat, fayard, París, 1982, Suzanne de Brunhoff, Etait et Capital, Maspero, 1981, y
la revista Critiques de l’economie politique, Nos. 3,6,7-8, 10 y 13, Maspero, París.
2
Ver en particular Joachim Hirsch “Eleménts pour une theorie matérialiste de l’Etat”, en L’état
contemporain…Op.Cit.
nuevo. Ya Pasukanis3 en 1923 en Rusia consideraba al Estado- igual que la ley-
como forma de las relaciones sociales del capitalismo, como relación social
ESPECÍFICA.

Se intenta, entonces, hacer un planteo sobre el estado como relación social de la


misma manera que Marx definía al Capital como una relación social4 como una
relación social objetiva.

Consideramos al estado como una forma específica de las relaciones sociales de


explotación y dominación del modo de producción capitalista. Intentamos buscar
una definición conceptual del estado que no sea aquélla que la define por sus
funciones. En este sentido nos parece conveniente adoptar la definición de Engels
sobre el Estado moderno como: “Capitalista colectivo ideal” (Anti- During)

Así, desde esta concepción el Estado aparece como protector de intereses


generales del capitalismo, protege al modo de producción en su conjunto, en
contra y por encima de los intereses conflictivos de los capitalistas individuales
reales, en cada momento histórico diferente.

Si eso es así, si el estado actúa como “capitalista colectivo ideal” protegiendo los
intereses generales del sistema, necesita para ello gozar de una cierta autonomía
en relación a las clases dominantes y a la sociedad en su conjunto. ¿Pero cuál es
el límite de esa autonomía relativa? y ¿porqué el estado aparece por encima de la
sociedad, convirtiéndose en un “poder público impersonal”?

Es Pasukanis5 quien formula con absoluta claridad el último interrogante: “Detrás


de todas estas controversias se oculta una misma y fundamental cuestión: ¿por
qué la dominación de clase no continúa siendo lo qué es, a saber, la sumisión de
una parte de la sociedad sobre otra? ¿Por qué reviste la forma de un poder estatal
oficial; o lo que es lo mismo, ¿por qué el aparato de coacción estatal no se
constituye como aparato privado de clase dominante? ¿Por qué se separa aquél

3
Egeny Pasukanis, La théorie Géneral et le marxisme, Edition, EDI, París
4
Karl Marx, Fondaments de la critique de l’économie (Grunrisse), édition Antrophos, París.
5
Pasukanis, Op.Cit., pág.128.
de esta última y reviste la forma de un aparato de poder público impersonal,
separado de la sociedad?

Según este autor el Estado aparece, entonces, como un poder público impersonal,
“un poder que no pertenece a nadie en particular, que se sitúa por encima de
TODOS y que se dirige a TODOS”6 Se trata de un aparato estatal oficial, situado
por encima de cada capitalista individual y que aparece como fuerza impersonal.
El poder del estado reviste así la forma de Poder Público.

La respuesta a este interrogante Pasukanis no la encuentra en la explicación


según la cual a la clase dominante no le conviene erigir una pantalla ideológica y
ocultar su dominación de clase detrás de la mampara del Estado (afirmación
correcta que no pone en duda), sino más bien en el hecho que la sociedad
capitalista es -ante todo- una sociedad de poseedores de mercancías , y por tanto,
“en la medida que la relación de explotación actúa formalmente como relación
entre dos propietarios de mercancías “independientes” e “iguales”, de los cuales
uno, el proletario, vende su fuerza de trabajo, y otro, el capitalista , compra ésta, el
poder de clase puede revestir la forma de un poder público (pág.129)

Pasukanis agrega más adelante que “La burguesía, en efecto, no ha perdido


nunca de vista, en nombre de la pureza teórica, el otro aspecto de la cuestión, a
saber, que la sociedad de clases no es solamente un mercado donde se
encuentran poseedores de mercancías independientes, sino también, al mismo
tiempo, el campo de batalla de XQDJXHUUDGHFODVHVHQFDUQL]DGDHQODTXHHO

DSDUDWRGHO(VWDGRUHSUHVHQWDXQDUPDPX\SRGHURVD (pág. 137)

Ahora bien, esa “apariencia” del estado como expresión de la “voluntad general”,
este FETICHISMO del estado, ese poder por encima de las clases sociales tiene
naturalmente límites. Esa “apariencia” desaparece cuando la sociedad está “en
peligro”, es decir, cuando las tensiones sociales desestabilizan la dominación de
clases.

6
Idem, pág. 134
¿Cuál es el origen, la esencia de los límites de la autonomía relativa del
estado? Dijimos que esta autonomía es necesaria para que el Estado pueda
funcionar como “capitalista colectivo ideal” protegiendo los intereses generales
del sistema. Pero, las decisiones de esta autoridad no son neutrales en
relación con las clases dominantes. Al contrario, están profundamente
comprometidas con sus intereses y destino. Sin duda que estas decisiones
beneficiarán a uno u otro sector hegemónico de la burguesía. Los límites están
dados porque, por un lado, el Estado organiza la dominación de clases y, por
otro, esa forma de organización encuentra una hegemonía en una u otra de las
fracciones de la burguesía.

En este sentido Pasukanis plantea que el aparato de estado ha sido siempre


creado por clase dominante (pág. 127), lo construyeron con sus propias
manos. Así, el estado va a representar el interés histórico y político del
conjunto de la burguesía a largo plazo. Gramsci, por su parte, afirmaba que:
“La unidad histórica de las clases dirigentes se produce en el estado … 7 ; y en
otro texto anterior decía: “El estado fue siempre protagonista de la historia
porque en sus organismos se concentra la potencia de las clases propietarias:
en el estado la clase propietaria se disciplina y unifica, por sobre las
disidencias y choque de competencias”. 8

Por tanto, se puede concluir que el estado organiza la dominación de clases y


unifica políticamente al conjunto de la burguesía, bajo la hegemonía de una u
otra de sus facciones.

Sin embargo, el estado así definido como “relación social específica” del modo
de producción capitalista no deja de ser una abstracción. Como decía Engels
un “capitalista colectivo ideal”. Pero el poder del Estado está encarnado en los
aparatos institucionales y en los regímenes políticos, es decir, en esa
materialidad institucional”9 propia con la que cuenta. Entonces, para completar

7
A. Gramsci, “Apuntes sobre la historia de las clases subalternas” (1934) en Escritos políticos (1917-1934)
8
A. Gramsci, “La conquista del Estado “(1919, L’ordine nuovo), op.cit.
9
Poulantzas, N:” L’état…Op.Cit.
la noción de Estado diremos que éste en tanto abstracción, como relación
social, se encarna en la realidad histórica concreta a través de los aparatos
institucionales y en las distintas formas políticas (regímenes) de manifestación
del poder estatal.

Así, aparece el Estado moderno en la realidad histórica en su doble aspecto de


entidad abstracta y concreta, encontrando su fundamentación en las relaciones
sociales de producción capitalista.

Por consiguiente, de lo afirmado con anterioridad se pueden señalar tres


características fundamentales que están siempre presentes en el Estado. La
primera, su carácter de organizador de dominación de clase. La segunda, el
poder del Estado se materializa en los aparatos institucionales y regímenes
políticos. La tercera, se refiere al planteo de Pasukanis. El Estado reviste
siempre la forma de “aparato público impersonal” que aparece, por ende, por
“encima” de la sociedad.

a) La distinción entre Estado y régimen político

Hemos dado la noción de Estado, haremos lo mismo ahora con la de


régimen político. En una primera aproximación decimos que el régimen político
no se define solamente por la forma particular que tiene un país de organizar
sus instituciones, sino también por la importancia que cobra lo político, por la
dinámica política concreta impresa a esas instituciones en cada momento
histórico.

Como bien plantea Fossaert10 “Cada sociedad hace funcionar sus instituciones
políticas de una cierta manera, según un cierto régimen. La constitución- si
existe alguna que no sea decorativa ni discreta- tiende a reglar ese régimen, a
guiarlo mediante prescripciones normativas. Sin embargo, ni la más rica ni la
más respetada de las constituciones no fija más que una parte del régimen
político”.

10
Robert Fossaert: La Sociét-e Tomo 5, Les Etas, Editions du Seuil, París, 1981, pág. 315
Creemos que el concepto régimen define el perfil político y las modalidades
que adquiere en la realidad histórica la organización de la dominación de
clases. Define, en otras palabras, el perfil y las modalidades políticas que
reviste la “materialidad institucional” del estado en el interior de la lucha de
clases en un país determinado. Por tanto, el régimen traduce en la escena
política la forma concreta, material, de manifestación de las relaciones sociales
de dominación y explotación del capitalismo en un momento determinado. Se
trata, en definitiva, de la forma político institucional en que se traducen las
relaciones sociales de explotación del capitalismo y, por ende, de la
organización de la dominación de clase.

La distinción entre Estado y régimen político la realizan diversos autores como


Poulantzas 11por ejemplo, o la llamada escuela de la “derivación”. Para Salama
12 que toma de esa escuela la distinción, el régimen político es la
“manifestación de existencia del estado”, la forma de aparición del estado en la
lucha de clases. Maurice Duverger13, por su parte, efectúa una excelente
tipología de los regímenes políticos, sin distinguir las diferentes formas del
estado.

Por nuestra parte, pensamos que la distinción es válida, ya que las formas de
estado, en tanto relaciones sociales capitalistas, deben ser consideradas
concretamente en la realidad política bajo la forma de régimen político. Así, no
se puede estudiar concretamente el estado fascista más que en su articulación
con el régimen a que ha dado lugar; lo mismo puede decirse con relación al
estado populista.

Pero se trata de una relación compleja. Primeramente, porque el análisis del


estado se sitúa en un plano diferente de abstracción que el régimen político. Se
dijo que el estado en tanto “capitalista colectivo ideal” protege los intereses
generales del capitalismo es el garante de la reproducción de las relaciones

11
N. Poulantzas, Poder político y clases sociales en el capitalismo. Madrid, Siglo XXI
12
Pierre Salama, “Etat et capital. L’état comme abstraction réelle”, en Critique de l’économie politique, N°7-
8, Maspero, París, 1979, pág. 243
13
M. Duverger, Institutions Politiques, Themis, PUF, París, 1980
sociales capitalistas, pero la concreción de esa protección y garantía se
efectivizará de una u otra manera por las medidas que tomen los diferentes
regímenes políticos. La intervención concreta de los representantes de esos
regímenes dependerá no sólo de la ideología y de la política que expresen
esos gobiernos, sino también de la correlación de fuerza entre las clases.

Muchas veces la protección de los intereses generales del capitalismo implica


un ataque severo a las condiciones de vida de los trabajadores o bien puede
significar en algunos casos un disciplinamiento en los intereses conflictivos de
los capitalistas individuales, o en otras situaciones, el alza de la lucha de
clases puede implicar la toma de medidas sociales importantes que afectan los
intereses del capital. Ahora, esa intervención estatal, asociada a la producción
y circulación capitalista, se realiza a través de la política económica que
deciden los representantes del régimen político. Lo importante en esta relación
es ver cómo se produce la articulación entre la función de protección de los
intereses generales (estado) y las posibilidades de materialización de esas
funciones que realizarán los regímenes políticos, y que dependerá de la
correlación de fuerzas entre las clases. Por eso el estado, no puede
manifestarse en la realidad histórica más que bajo la forma de régimen político,
de la misma manera que no se pude estudiar las formas de estado más que en
su articulación con las formas de regímenes políticos a que da lugar.

Por otra parte, esta distinción nos permite ahorrar numerosas confusiones y
ambigüedades sobre el Estado, como es, por ejemplo, el pensar que se ha
cambiado la naturaleza capitalista del mismo porque ha variado el régimen
político. La historia reciente de Chile nos brinda un buen ejemplo. Así, el
régimen de Salvador Allende no modificó la naturaleza capitalista del estado
chileno convirtiéndolo en socialista. Modificó sí las modalidades de intervención
de ese estado y su relación con la sociedad, pero no su naturaleza.

b) Las funciones del Estado

En la concepción aquí desarrollada no se concibe al estado en una relación


de exterioridad ante la economía como tampoco ante la sociedad. Por tanto, no
se lo concibe en una relación de exterioridad frente a las clases sociales. Está
sin duda penetrado por las contradicciones de clase, sean éstas las que se
producen entre las diferentes fracciones burguesas o aquéllas que surgen
entre éstas y las clases subordinadas. Pero hay que tener en cuenta, como ya
lo expusimos, que en la relación clases sociales y estado hay una autonomía
relativa de éste con relación a aquéllas.

Las principales funciones del estado moderno pueden ser calificadas de la manera
siguiente:

1) Función económica:

El papel que el estado capitalista juega en la economía no es nuevo, lo viene


haciendo desde su nacimiento como tal. Lo que sucede es que en la actualidad
ese rol ha cobrado una dimensión cualitativamente diferente.

No vamos a desarrollar este punto que ha sido bien tratado por diferentes autores,
simplemente mencionaremos el papel económico del estado en el proceso de
producción y reproducción del capital, pasando a ser así un arma fundamental
para contrarrestar la baja tendencial de la tasa de beneficios.

2) Función política ideológica

El Estado es legitimante de la dominación e integrador de las clases sociales al


sistema, es decir, se trata de la función de organización de la dominación de
clases por parte del estado. El Estado es un órgano de inculcación ideológica, de
integración de las clases subordinadas a la “lógica” de la sociedad capitalista, pero
al mismo tiempo sirve para disciplinar y unificar a la burguesía, es decir, organizar
su dominación.

3) La función represiva

Se trata de la utilización de la coerción, en otras palabras, del ejercicio de la


violencia legítima (ejército, policía, administración, etc.) por el Estado para impedir
cualquier amenaza del sistema o bien para imponer la “autoridad” de la clase
dominante sobre las clases subordinadas.

c) La crisis y el rol del Estado

Este punto continúa suscitando las mayores discrepancias teóricas como las
mayores discrepancias políticas gubernamentales en épocas de crisis como la
actual. El papel del Estado. Las preguntas se nos presentan de inmediato, ¿el
Estado tiene un rol secundario o dominante, es un actor central o es un mero
espectador? ¿El Estado solo actúa en épocas de crisis o por el contrario tiene un
comportamiento permanente en la vida de un país? ¿Cuál es la relación crisis y
estado?

Sin duda, que el estado siempre ha intervenido en la vida pública, desde su


surgimiento hasta nuestros días, ya sea que esa intervención se diera en épocas
de crisis o prosperidad.

Ahora, esa participación se realiza bajo formas diferentes y con amplitud diversa,
cuestión esta que no deja de estar asociada a los diferentes estadios del
desarrollo capitalista y a la existencia de las crisis estructurales del sistema. Por
consiguiente, si negáramos el carácter intervencionista del estado desde sus
orígenes desconoceríamos su rol de organizador de la dominación de clases e
ignoraríamos igualmente sus diferentes funciones.

Si bien, no cabe duda de que la intervención del estado cobra una nueva
dimensión en la década de los años 30 como consecuencia de la crisis mundial
iniciada en 1929. Esas nuevas formas de intervención estatal se ponen de
manifiesto a partir, sobre todo, de 1933 cuando se define la política de New Deal,
como así también más tarde al finalizar la segunda guerra mundial. El Estado- que
responde a las nuevas contradicciones que van apareciendo en el sistema
capitalista como consecuencia de la crisis mundial y la guerra-, comienza así a
cumplir activamente su rol, actuando de manera creciente en la vida económica y
política de los países, convirtiéndose en AGENTE CENTRAL de la garantía de la
reproducción del sistema. Este Estado TRANSFORMADO es el mismo estado
capitalista de la época anterior- el estado liberal-, pero ahora presenta
modalidades CUALITATIVAMENTE diferentes.

Ahora, los elementos fundamentales que componen esa nueva modalidad serán
los aumentos crecientes del GASTO PÚBLICO- principalmente los gastos militares
que alcanzan un nivel sin precedentes- las inversiones directas del estado en la
economía, las empresas nacionalizadas, la función bancaria y financiera, el
“Estado providencia” con su paquete de medidas sociales, etc.

Ernest Mandel, trae un pensamiento interesante cuando analiza las funciones


adicionales del Estado en la etapa que denomina “Capitalismo tardío”, es decir el
desarrollo posterior a la época del capitalismo monopolista e imperialista. Citamos
textualmente:

“En14 la etapa capitalista tardía del capitalismo monopolista tiene lugar una
extensión adicional de las funciones del Estado. Ello es consecuencia de tres
rasgos principales del capitalismo tardío: la reducción del tiempo de capital fijo, la
aceleración de la innovación tecnológica y el enorme aumento del costo de los
grandes proyectos de acumulación capitalista debidos a la tercera revolución
tecnológica, con su correspondiente aumento en los riesgos de cualquier retraso o
fracaso en la valoración de los enormes volúmenes de capital requerido por ellos”
(pág. 469)

Y señala más adelante que:

“La hipertrofia y autonomía creciente del Estado capitalista tardío son


históricamente un corolario de las dificultades cada vez mayores para la fácil
valorización del capital y la realización de la plusvalía (pág. 472)

Naturalmente, que la mayor intervención del estado se produce en épocas de


crisis, su rol se acrecienta, el estado debe “administrarla”. ¿Cuál es entonces la
relación crisis y estado?

14
Mandel, El capitalismo tardío, op. Cit.
En nuestra concepción que considera al Estado como una relación social, mejor
dicho, como una forma específica de las relaciones de dominación y explotación
del modo de producción capitalista, no se puede pensar en la crisis actual
de las relaciones de producción capitalista sin pensar en la crisis del
estado. Son términos inseparables. No se puede concebir la crisis en aquellas sin
admitir la crisis de uno de sus componentes fundamentales- el Estado- en tanto y
en cuanto éste no es exterior ni está afuera de la sociedad capitalista.

Lo hasta aquí dicho nos obliga a abrir un paréntesis y profundizar el concepto de


crisis y la función de la crisis. Volveremos más adelante sobre la relación estado y
crisis

Las crisis económicas de los países capitalistas son provocadas, en última


instancia, por la baja tendencial de la tasa de ganancia, manifestándose de
manera general a través de una interrupción del proceso normal del desarrollo de
la producción. Así la crisis capitalista aparece como una CRISIS DE
SOBREPRODUCCIÓN de los valores de cambio, lo cual se explica por la
insuficiencia de la demanda. Hay relativamente demasiada mercadería con
relación a la demanda. En otras palabras, la crisis de sobreproducción no es más
que la otra cara- del mismo y único proceso- que se manifiesta en la
DISMINUCIÓN DEL PODER ADQUISITIVO de las clases populares.

Mandel15 explica de la manera siguiente la crisis de sobreproducción: “La crisis


económica es la interrupción del proceso normal de reproducción y unas líneas
más adelante, “la crisis capitalista es una crisis de sobreproducción de los valores
de cambio. Ella se explica por la insuficiencia, no de la producción o de la
capacidad física de consumo, sino del consumo solvente. Una abundancia
relativa de mercadería no encuentra su equivalente en el mercado, no puede
realizar valores de cambio, queda invendible y lleva la ruina a sus propietarios”.

Lejos de constituir estados excepcionales o accidentales del funcionamiento


normal del sistema, las crisis económicas constituyen más bien el modo normal

15
E. Mandel, Traité d’économie Marxiste, tomo III, 10-18, París, 1977, pág. 6 y 7
del sistema, las crisis económicas constituyen más bien el modo normal de vida
del capitalismo. Los elementos esenciales de las crisis están siempre presentes en
la reproducción de las relaciones sociales capitalistas. Esto quiere decir que las
crisis económicas son necesarias para la continuidad y reproducción misma del
capitalismo.

Por su parte, Salama16 plantea que: “La crisis marca el agotamiento de fuerzas,
tomadas en su conjunto, que contrarrestan la baja tendencial de la tasa de
beneficios “

“La crisis es necesaria para el capital. Ella es el medio por el cual el capital
modifica las condiciones de explotación. La crisis…es la “chance” dada al capital
para depurar las escorias y reencontrar sobre bases sanas su tasa de beneficio”.

En otras palabras, “el modo normal de vida del capital es la crisis”. En este
sentido, ésta juega un doble rol: por un lado, es un elemento necesario para la
reproducción del capital y por otro, juega un rol relevante al levantar el velo y
desnudar la relación social de producción. Juega un rol de desfetichización. Este
es el doble aspecto de la crisis, pues es al mismo tiempo necesaria y peligrosa.
Aquí encontramos la FUNCIÓN de la crisis: sirve como elemento “regenerador” del
capital.

Retornemos ahora de nuevo a la relación que existe entre crisis y Estado. Lo que
se constata a simple vista es que ante la existencia de la crisis hay una mayor
intervención del Estado. Pero esto no deja de ser una mera constatación.
Pensamos, siguiendo el razonamiento de Salama que el “ESTADO INTERIORIZA
LA CRISIS”, ya que está a la vez dentro y fuera de la crisis. Está adentro porque la
interioriza, y está afuera porque puede actuar sobre ella desde el exterior. ¿Por
qué el Estado interioriza la crisis? El capital librado a sí mismo no podría
reproducirse, hace falta un órgano, que garantice la reproducción de las relaciones
sociales de producción. Ese órgano es el Estado. Cumple así una “función de
acumulación”

16
Salama, “Etat et Capital…”, op.cit. pág.240
Entonces, crisis y capital no son dos términos que marchen separados. En el
curso mismo de la acumulación de capital existe la crisis. La crisis está en germen
en la acumulación de capital y se presenta en un momento determinado. Por eso,
que la función de la crisis sea la de favorecer la “regeneración “del capital. Pero,
además, se ha dicho, el Estado actúa sobre la crisis desde el exterior con finalidad
de limitar sus efectos destructores, tratando de rencauzarla.

d) La mayor intervención del Estado en los países periféricos

Una de las características del estado en los países periféricos es que


INTERVIENE MASIVAMENTE en la vida pública 17, siendo la misma, por regla
general, mayor que la que se produce en los países centrales. Esa intervención se
ensancha por el lugar específico que ocupan esos países en la economía mundial
y, en consecuencia, por las implicaciones que tiene la acumulación mundial de
capital en cada economía nacional, lo que lleva a modificar las características de
esas economías.

Pero esto se relaciona también con la GENESIS del Estado en los países
periféricos y con la ESPECIFICIDAD de su desarrollo. Lo que confiere a esos
estados su NATURALEZA 18capitalista, desde la mitad del siglo pasado, no es su
propio desarrollo interior, sino su INSERCIÓN en el mercado mundial.

No se puede comprender este problema si se desvincula las economías


periféricas, en sus orígenes, de las economías del centro. La naturaleza capitalista
de los estados periféricos está conferida por la acción de los estados centrales
que imponen una INSERCIÓN ESPECIALIZADA en el mercado capitalista
mundial.

En cambio, en los países centrales la génesis del estado capitalista es diferente.


Estas naciones están ligadas a una historia particular, a un contexto económico,
cultural y religioso diferente. Son países que conocieron el modo de producción

17
Es la posición que sustentan Gilberto Mathias en el artículo “Estado y crisis capitalista en América Latina”
y Pierre Salama en “Imperialismo y la articulación de los Estado- Nación en América latina” en Crítica de la
Economía Política (edición latinoamericana). N° 1 y2 respectivamente, México, 1976 y 1977
18
P. Salama “El Imperialismo…”, op.cit., pág. 99 y ss.
feudal y la revolución burguesa, la cual transforma de manera definitiva la
organización del sistema feudal existente.

Así, la burguesía lidera un movimiento antifeudal que unifica a todas las clases
sociales contra la monarquía absoluta, bajo la égida de su propia ideología. De
esta manera el consenso que logra alrededor de la estructuración del estado
burgués encuentra su raíz en la propia estructura económica.

La clase dominante en los países latinoamericanos no conquistó el poder en una


lucha nacional contra la monarquía absoluta. En América, a nuestro entender, no
se conoció el modo de producción feudal19. Las guerras de la independencia se
enmarcan en una lucha contra un poder colonial ejercido por una potencia
extranjera. No se trata entonces de una lucha entre clases sociales de un mismo
país que representan modos de producción diferentes sino de las luchas de un
país por su liberación nacional.

De esta manera se va a estructurar desde el siglo pasado, en todos los países


latinoamericanos, “una economía primaria exportadora”. Esta inserción en el
mercado mundial permitirá conformar- en el interior de cada estado nacional- una
oligarquía nativa vinculada a la explotación, comercialización y exportación de los
productos primarios. Y es justamente esa inserción en el mercado mundial desde
mediados del siglo XIX, lo que va a conferir a los países latinoamericanos su
naturaleza capitalista. Esa clase social dominante de desarrollo desde sus
orígenes en estrecha dependencia, por su propia debilidad, de la intervención
estatal; es lo que desarrollaremos mejor cuando veamos el caso argentino.

En definitiva, debido a la posición particular que tienen los países periféricos en la


economía mundial es que se produce un ensanchamiento de la intervención del

19
Sobre este tema tan debatido del modo de producción colonial y el desarrollo capitalista, ver en otros
autores, Agustín Cuevas, El desarrollo del capitalismo en América Latina, México, Siglo XXI, 1978; Ruy Mauro
Marini, Subdesarrollo y Revolución, México, Siglo XXI, 1977; Luis Vítale, La formación social latinoamericana,
ed. Fontamara, Barcelona, 1979; Vaña Bimbarra, El capitalismo dependiente latinoamericano, siglo XXI,
1978; Andre Gunder Frank, Capitalismo y subdesarrollo en América Latina, México, siglo XXI, 1978; Cardozo
y Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina, México, siglo XXI, 1978.
Estado. El estado tiene una función suplementaria que resulta de la división
internacional del trabajo, y por tanto deberá someterse a sus mecanismos.

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